Fericgla-Envejecer-Una Antropología de La Ancianidad-OCR
Fericgla-Envejecer-Una Antropología de La Ancianidad-OCR
Fericgla-Envejecer-Una Antropología de La Ancianidad-OCR
ANTROPOLOGA
Josep M. Fericgla
ENVEJECER
'---aa~>+opologia o.ela anciarudad
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LA CULTURA DE LA ANCLVGDAD
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aquellos sujetos que comparten intereses, sea cual sea su finalidad, y salvando las distancias geo~ c a s
e i d i o rnticas que
haban constituido barreras insalvables hasta mediados del siglo m. Para muchos individuos, estas relaciones llegan a ser
ms importantes que las que surgen de compartir el mismo
t erritorio. En este sentido, no es inhabitual que cul t a ment e
tenga ms importancia la relacin y solidaridad entre individuos del mismo ~po de edad de pasesdiferentes, a pesar de
la distancia geogrfica, que la existente entre ellos y sus abuelos, que forman parte de la misma estructura familiar, habitan
en el mismo contexto geogrfico y han contribuido a su sociahzacin, pero que componen ungrupo df edad di
ferente, con las
importantes consecuencias que ello compor+w.
En =ste sendo, en el ext.emo opuesto -I t;ue ocuan .'.os
f :iferenciadores c.e .as diversas (sub)mlt~~s q u e componen
nues~s sociedades, encor tmmos una orientacin~ o @ g ~c.=izadora servida a travs de los medios de comunicacin de mc,sas, cuya importancia es i discutible: la totalidad de G vida >
orient
cia le prodrtccin de bienes@ei consnm~ode lcceres
Se trata del afn de disponer de dinero con el que comprar
ocio de consumo en un sentido amplio: satisfacciones psicolgicas,viajes,ocuparse del propio cuerpo como centro de diversas expectativas, vida social profundamente indiferente pero
con pretensin de satisfaccin a travs del disfrute y la diversin, posesin de elementos externos que otorgan prestigio, etc.
En el contexto de este contradictorio marco macrosocial, la
'
conocimientos que nos proporciona un modelo de la realidad, cambiando, sin embargo, la concepcin que se refiere a la culttrra como sistema transmisible a travs de la
tradicin de cada etnia. En la actualidad, y en referencia a nuestras sociedades, los
mecanismos de transmisin cultural no siempre estn al servicio de la tradicin ni
siempre socializan en la misma direccin: actan ms bien en sentido contrario.
antropologa
l} irrupcin reciente;
2) modelo superestruc~
y s i s t ema de valores;
3) tipologas de individuos;
4) economa;
a Ethos: es un concepto que voy a utilizar con frecuencia en este trabajo, entendido como conjunto de valores con una direccin definida, conjunta y finaHsta que
orientan las restantes pautas culturales de una sociedad, indicando las actuaciones
correctas e incorrectas y el modo de alcanzar las Gnalidades propuestas por la cultura.
19
l. Irrupcin reciente
~n
partir de la industrializacin se puso de mafiesto que las familias nucleares estaban ganando ter.eno a las tradicionales
farlias campesinas extensas; aos ms tarde, ya en el sigilo xx,
con la escolarizacin obligatoria y generalizada, fue emergiendo el grupo deedad de los jvenes como colectivo diferenciado,
con intereses propios. Poco despus, el grupo de edad juvenil se
manifiesta ya de forma definida en la segunda guerra mundial
(Juventudes Fascistas, Juventudes Comunistas, Organizacin
Juvel Espaola, etc.) y llega al punto m~ o
d e su evolucin
!
histrica
en
el.intento
por
parte
de
los
j6venes,
concebidos
y autoj
concebidos como grupo social
de poder con ideologa y organii
zacin propias, de alcanzar la direccin de la sociedad occidental en el histrico y simblico. mayo de 1968. Nunca antes en la
historia un grupo de edad como tal se haba enfrentado al resto
' social.
~l
20
21
te noascendente de carcter homogeneizador y de nueva apa~., Hcin que quiere orientar los dems valores hacia el disfrute
> del ocio. Podramos compararlo a los estratos arqueolgicos
q. e se encuentran debajo de una modernsima edificacin y
sobre 1os que esta se sostiene. Se descubren componentes cult trales de procedencia ~
gu ga r v i r t ual de nacimiento del
77 /o de la actual gente mayor, pero donde solamente un 25 %
* Cabe citar que, durante el proceso de publicacin del presente volumen, en Espaa tambin se ha constituido la asociacin de jubilados Panteras Grises.
escaso sigue residiendo); componentes generacionales relacionados con la guerra civil espaola {prdidas familiares, carreras
profesionales truncadas, odios entre individuos de la misma localidad provocados por la pertenencia.a bandos distintos); una
acusada identidad tnica. Se observa tambin un modelo de
ocio copiado del modelo de consumo de actividades de tiempo
libre de los jvenes actuales; un uso de smbolos de prestigio
que provienen de pocas pasadas; y unas expectativas familiares que no coinciden con las del resto de miembros de la estructura.
Como elemento componente de la Cultura de la Ancianidad
aparece tambin un sustrato de valores ticos rgidos y centra,' dos en consideraciones sobre el bien y el mal (correccin/incorreccin) que contrastan con una nueva escala de valores.
El nuevo ethos est relacionado con el goce y la felicidad
como derivados de las diversiones como finalidad vital, y se
est imponiendo desde el exterior del mismo colectivo social,
aunque este se muestre permeable en ciertos sentidos. Tales
valores ldico-finalistas son asumidos por los ancianos como
componentes del modelo de Cultura de la Ancianidad que les
impone el resto de la sociedad, pero realmente en muchos casos no tienen nin@um relacin con el sistema profundo de valores que va unido a las expectativas imaginarias creadas en su
primera juventud.
Es, pues,una cultura ntegramente orientada a perseguir satisfacciones psicolgicas, pero con pocas posibilidades de que
los propios sujetos elaboren sus principios rectores, crendose
as una profunda dependencia del colectivo respecto de otros
segmentos de la sociedad, y una actitud contradictoria y recelosa a laque he dado el nombre de doble negacin de la Cultura
de la Ancianidad.
La profunda insatisfaccin que en muchos casos crea la
orientacin mono-ldica de la Cultura de la Ancianidad es ha- .
bitualrnente positivada por los sujetos bajo la forma de oposicin al antiguo perodo de vida, el laboral, considerado ahora
como negativo y del cual se deben resarcir. Este modo de actuar responde a la conciencia de los viejos de que esto eslo que
se espera de ellos. Pero, por otra parte, los ancianos, fundamentalmente los hombres, sienten nostalgia del perodo laboral por
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todo lo que representaba su inclusin en el mundo de la produccin (relaciones sociales, prestigio,un puesto activo en la
sociedad, mayores ingresos econmicos, etc.), y as lo afirman
cuando se les plantea directamente esta cuestin: al menos
un 43,6 % de la muestra analizada manifiesta abiertamente no
haber deseado en ningn momento la jubilacin. Podemos, por
tanto, afirmar que la gente mayor no llega a asumir con profundidad laspropuestas y valores que para ellos ha elaborado la
sociedad, aunque, afalta de otros referentes, se acepten; y por
otra parte, la propia naturaleza del colectivo {historia generacional, falta de energa fsica, de recursos econmicos, etc.)
comporta la dificultad de elaborar por s mi smo un m odelo
cul~
pr o p i o y de imponerlo a los responsables de los medios
de comunicadn de masas. Pararesumir la doble negacin de
la Cultura de la Ancianidad, podramos aBrmar que no aceptan
plenamente lo que reciben, y adems no actan para conseguir
organizar mundo su mundo segun sus e~ctativas
Por otra parte, la escala de valores propia de la Cultura de
la Ancianidad queda cerrada sobre s misma, no ofrece Bnalidades trascendentes al sistema. Esta ausencia de direccin es
consecuencia de quelos ancianos han traspasado ya elperodo
de vida dedicado a la actividad considerada como central y
principal {la produccin), y la Cultura de la Ancianidad no tiene, por ejemplo, establecidos unos valores religiosos que sealen una finalidad trascendente a la vida humana. Y si se presentan estosfactores religiosos, se trata de retazos de otras cultura, de los muchos que encontramos en el sustrato de la Cultura de la Ancianidad, que habitualmente no llegan a aportar
un sentido trascendente a la vida del anciano.
3. T1pologxsck &EkMuos
Las categoras b l a c ionales que encontramos enmarcadas
en a Cultura de la Ancianidad se organizan a partir de dos
coordenadas determinantes: elementos propiamente culturales
actores biolgicos. Tales varia es se encuentran en cualquier
segmento de edad delos que componen la sociedad, y en cada
uno de ellos juegan un papel importante; sin embargo, en nin-
~o
d e l o s m d ulos culturales que he observado tienen un
papel tan central como entre los ancianos.
En este sentido, las tipologas poblacionales en que se divide
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turales (cataianes, andaluces, castellanos, gallegoasy la~ ertenencia a un estatua econmico determinado (ms adelante tratar este tema con la profundidad necesaria). Las seis etclases o
tipologas culturalmente diferenciales existentes entre la poblacin anciana de Catalunason:*
1) etclase de los ancianos que habitan en un contexto ~
o semizrural: el 32 % de los ancianos de Cataluna;
2} etclase de los ancianos de origen autctono y de nivel
econmico bajo y medio-bajo: entre el 11 y el 13 %,
3} etclase de los ancianos de origen autctono y de nivel
econmico medio y alto: entre el 25 y el 27 %;
4) etclase de los ancianos inrrngantes con un nivel econmico bajo y medio-bajo: el 21 %;
5) etclase de los ancianos inmigrantes de nivel econmico
medio y alto: entre el 6 y el 9 %;
6) etclase que rene otros grupos minoritarios de ancianos
(e~ j
e r o s , gitanos): el 2 %.
La marginacin estructural y la estigmatizacin que su&e 1a
cultura y el colectivo de ancianos se proyecta de forma di sta
er, cada una de las anteriores clasificaciones poblacionales.
Por otra parte, es necesario establecer una macrodivisin a
partir de variables biolgicas determinantes. Una parte considerable del colectivo de ancianos ha experimentado el rito desestructurante de la jubilacin o ha sufrido sus consecuencias de
* PJ mismo tiempo, estas seis etclases constituyen una clasi6caci6n te6rica de posible adaptaci6n y uso en el anQish de cualquier poblaci6n compleja
ciones delos familiares, la Administracin pblicahabla constantemente de sus dramticas necesidades); a pesar de que habitualmente se trata de falsos pudores ticos con los que el resto de la sociedad apaga el problema de la marcacinsenil.
Resumiendo, como se deduce de esta doble clasificacin poblacional de la gente mayor, las tipologas se dividen, en primer
lugar, a partir de las variables econmico-culturales etclase
y, en segundo lugar,a partir del estado Bsico: en cualquiera de
* Por plenasfacultades ffsicas entiendo una capacidad somtica y mental de autoadaptaci6n al medio que permite la independencia en el ambiente de nuestras sociedades.
27
4. Economa
La escasa disponibilidad econmica de los ancianos, a excepcin de una pequea minora,es uno de los elementos nucleares que caracteriza al colectivo y determina sus expresiones
culturales. Adems de tener poca capacidad adquisitiva, la Cultura de la Ancianidad tiene como premisa bsica la dependencia
econmica de los individuos productores, a travs de la distribucin de los beneficios sociales realizada por el Estado, o directamente de los familiares en edad laboral que entregan parte de
sus ingresos a los ancianos de la familia. La aportacin econmica que, directa o indirectamente, efecta el segmento productivo con respecto a los ancianos est siempre en relacin al
estndar de confort y bienestar de los propios adultos productores. Este umbral, a partir del cual se establece la redistribucin social de bienes, es el que determina el nivel del poder
adquisitivo de la gente mayor.
Adems del hecho de que la economa de la ancianidad est
determinada por el confort de los adultos productores, existe
un segundo factor central: su poder adquisitivo tiene una absoluta dependencia de esta redistribucin, ya que la sociedad
postindustrial, a partir de una edad establecida de modo arbitrado, margina a los individuos ancianos de los medios de produccin, y la legislacin lo confirma al prohibirles realizar actividades remuneradas.
rogramado,
29
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30
31
en su residencia habitual" incluso recibe con frecuencia apor-taciones econmicas de los hijos para que pueda seguir viviendo con independencia. Mientrasvive el cnyuge, la pareja de
ancianos trata de mantener la antigua pra~ v i tal sin los hijos,
pero al falIecer uno de los dos, el abandono del anciano superviviente resulta absolutamente evidente.
Los descendientes sienten con frecuencia que algn tipo de
obligacin tica Ies lleva a ocuparse de sus ancestros, pero nunca disponen de tiempo para hacerlo;esto ha dado origen a un
modelo de relacin nuevo y muy importante al que doy el nombre de intimidad a distancia, en el cual el t Je
eono juega un
papel central. Los hijos que no pueden o no quieren visitar con
'i frecuencia a sus padres ancianos lo suplen con algunas llama' das telefnicas. semanaIes o mensuales, que mantienen la reIac in de intimidad. familiar de un m odo artiBcial y a l a q u e
l destinan un tiempo y esfuerzo xxnimos, a distancia.
Resumiendo lo dicho hasta aqu, podemos aftrmar que la
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condiciones similares de abandono. No resulta extrao, pues,encontrar viviendas habitadaspor dos ancianos parientes que,
despus de una vida conyugal y familiar normal en domicilios
separados, acaban formando un ncleo domstico nico, al
max en de sus descendientes, con el fin de cooperar y ayudarse
en las tareas cotidianas, diBciles en los ltimos aos de la vida.
Una ltima caracterstica familiar en Ia Cultura de la Ancianidad es que el liderazgo domstico real suele estar en manos
de las mujeres. El porcentaje de ancianas es prcticamente doble que el de ancianos {los hombres mueren antes que las mujeres, dejando muchas viudas), y ya con anterioridad, en el momento en que los hombres se jubilan, mayoritariamente pier-
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uno de los desajustes ms profundos que sufre el colectivo,
pues Ios restantes xniembros de la familia no suelen compartir
las mismas expectativas de disponibilidad que los ancianos.
Frente a este desarrmgo, es habitual en el mundo anciano
que las relaciones familiares horizontales tomexl de nuevo una
intensidad perdida muchos aos antes. La falta de apoyo que
los ancianos encuentran en las ftguras de los descendientes les
conduce a buscar cooperacin en otrosindividuos. Dado que
para ellos la familia es el principal referente y grupo de pertenencia, esno~ que busquen aqu la ayuda, en lugar de hacerlo, por ejemplo, entre otros miembros del mismo grupo de
edad que hayan conocido en loshogares de jubilados. De este
modo, cuando algn anciano se convierte en viudo/-a, busca
con frecuencia ayuda en sus hermanos/-as, cuados u otros familiares de su misma edad, y es fcil que encuentre alguno en
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viudas para comer juntas, ir al cine o a salas de baile, se divierten, etc. Este estilo de vida es idealizado por las ancianas que
todava no son viudas y que se encuentran sujetas a determina-
. '
6. Smbolos y ritos
En referencia a la organizacin simblica del mundo, la
Cultura de la Ancianidad es altamente desordenada. El principal referente simblico es un ritual desestructurado en s mismo y desestructurante con respecto a los sujetos, en el sentido
de que no seala el paso de una categora social a otra, sino
que indica el 6nal de una etapa vital sin una reinte~ c i n posterior a la sociedad en una categora distinta y positiva. Me
re6ero al ro de la jubilacin, que marca la entrada ocial en
el mundo de la vejez. Es un rito excluyente, al que no sigue
otro inclusivo. El hecho de pextenecex al colectivo de jubilados
no implica un enclave real en un lugar social determinado por
una serie de deberes y obligaciones, y unas estrategias defensivas u ofensivas en el caso de no ser respetados. El hecho de ser
jubilado implica ms bien un estado limtrofe sin retorno, en el
que la vida pierde sus finalidades anteriores, los individuos activos se ven sometidos a una disgregacin social impoxtantsima
y los cdigos diversos que ordenaban el devenir vital pierden
sentido aunque sigan siendo utilizados por los sujetos. Las nicas actividades que ganan'en cuanto a signi6cacin son aqueHas impulsadas por el propio individuo por placer personal.
Por otra parte, existe un mundo simblico de signi6cantes
sos, hasta una estructura altamente formalizada en otros. Podemos aBrmar que la funcin de estas bolsas territoriales es doble, y mientras una es constante (la que cumplen hacia el exterior), la otra es variable (la que opera interiormente). Me explicar. Los hogares constituyen el territorio especfico en el que
queda patente la Cultura de la Ancianidad, pero han sido creados por el resto de la sociedad {entidades Bnancieras y de ahorro, religiosas, administraciones pblicas), y se puede pensar
que la sociedad quiere recluir a los viejos en estos espacios para
que no se difunda la
anomala que representan. De hecho, ms
de un informante anciano ha formulado esta lectura de los hogares. Por tanto, la funcin de la territorialidad de la cultura de
los ancianos debe estar muy formalizada hacia el exterior, ya
que no son ellos sino el resto de la sociedad la que as lo determina Bnanciando los centros de ocio geritrico: este es el lugar
en el que deben estar los ancianos.
Sin embargo, el funcionamiento interno de estos espacios
ya no depende de la sociedad externa, sino del propio colectivo de usuarios.Y dada la desorganizacin interna que presenta todava la Cultura de la Ancianidad, los territorios en que
se proyecta lo son tambin. En algunos centros este desorden
vital se manifiesta en forma de absoluta pasividad (la doble
negacin de la Cultura de la Ancianidad), y en otros se-esta=blece un orden interno que presenta unas caractersticas muy
similares a las de la ocupacin laboral de cualquier adulto,
pero sustituyendo las actividades propiamente productivas
por las ldicas. Tambin en'la organizacin territorial se manifiesta este orden, fundamentalmente en los centros que dependen de las administraciones pblicas: hay un despacho
para el presidente, uno para el secretario, uno para el administrador, todos ellos cerrados a los simples socios como.en
cualquier empresa; el horario de funcionamiento de los hogares corresponde habitualmente a un horario laboral, ms que
a un horario ldico, etc.
El otro territorio especfico y propio de la Cultura de 'la Ancianidad est representado por las residencias de ancianos. La
consideracin que reciben los territorios dedicados a residencias es totalmente negativa desde la escala de valores de los
viejos, pero necesaria. Prcticamente ningn anciano deseara
37
especi
almente
elemento instrumental que introduce cierto orden en la tempo* Ms adelante me extiendo en Ia informacin y las propuestas sobre lo que implica el sentido de la vida .
38
ralidad de susvidas. Muchas mujeres, por ejemplo, van al mercado y compran solo lonecesario para el da, cuando en realidad podran, con un solacompra, hacer provisin para varios
das; el motivo es que de este modo tienen una actividad a
realizardiariamente. Conozco hombres que han dejado de pagar los recibos domsticos a travs delbanco para contraer
ciertas obligaciones mensuales: desplazarse personalmente hasta laso6cinas de las empresas de servicios para abonar lasfactura y llevar la contabilidad domstica.
Esta indiferenciacin cronolgica que caracteriza la Cultura
de la Ancianidad elimina tambin el sentido de los das festivos:
el estado de permanente desocupacin de toda la semana provoca esta prdida de contraste. El 52,6 % de la muestra estudiada a6xma no realizar absolutamente nada que les permita
distinguir los das de fiesta, o, como mximo, reciben la visita
de algn familiar. Los das de Gesta son incluso los menos deseados, ya que durante los das laborables siempre hay algo que
hacer, las tiendas y los escaparates estn abiertos, y un paseo
por las calles puede aportar algn elemento de inters, mientras que los das festivos son absolutamente vacos.
Por otra parte, la soledad, o la propia vivencia de soledad,
es una caracterstica predominante en la vida cotidiana de los
ancianos, que llega a determinar pautas de comportamiento y
otros factores observables en la Cultura de la Ancianidad.
La soledad, o sentimiento de soledad, es la consecuencia del
desarraigo familiar y social de la gente mayor. Solamente queda camuQada en loshogares y esplaisde jubilados, o en el caso
de que el sujeto viva en familia. Al mismo tiempo, es uno de los
factores ms temidos por el colectivo de ancianos, pues acenta
la sensacin de abandono del cual es una consecuencia , las
dificultades materiales y psicolgicas para vivir, y hace resaltar
el estigma que comporta la vejez. La soledad se da principalmente entre los ancianos viudos, si bien muchos viejos que
conviven con el cnyuge la experimentan tambin {los aos de
convivencia han dado un tono de rutina a la r elacin, y ha
desaparecido cualquier inters por el cnyuge; en ocasiones, un
cnyuge est enfermo, causando as trabajo al otro sin okecerle
compaa, etc.).
Algunos ancianos que vivensolos pasean por lugares deter-
enfermo
(q
: =-"."o:..-':
- ".camente pone en evidencia factores culturales que van
mks aH de la vejez y que se impLican en ella. Un estudio sobre
la ve!ez ilumina otros muchos aspectos de la vida social que
-":ec<~~ a la globalidad de personas: margnalidad, manipulac.'n po1tica de masas, estratificacin cronolgica de la poblacin, estructuras hrrWares y otros.
Resulta contradictorio, por ejemplo, pensar que una persona comienza a declinar a partir de su jubilacin, como afirma
el sistema de valores predominante basado en la produccin y
el consumo como mximos exponentes, a pesar de los ltimos
cotidiano muy prximo al que se da a los colectivos estigmatizados. La relacin establecida entre el colectivo anciano en
trminos generales y el resto de la sociedad adulta es lo que
G. Bateson design como una relacin de doble vnctdo, y si
bien este autor aplic el concepto a problemas de comunicacin interpersonal, es perfectamente adaptable a nuestro contexto cultural, como explicar posteriormente. La sociedad
anuncia que los ancianos merecen todo el respeto delos dems, que gracias a ellos el mundo funciona en la actualidad,
que la sabidura acumulada a travs de los anos es insustituible
y que la ancianidad merece ser el primer objetivo de cualquier
intento social de bienestar. Sin embargo, la accin se contrapone en buena medida a estosenunciados: los valores se decantan hacia la juventud, los programas publicitarios preconizan la
guerra a lasarrugas y a las canas, las innovaciones ahogan las
tradiciones, los hijos apartan a los padres ancianos de su hogar
y los visitan muy irregularmente, etc. Esta contradiccin entre
lo anunciado y las acciones no comportara una situacin paradjica si no fuese por el vnculo existente: los jubilados dependen de la Administracin pblica, que prcticamente los ignora, pero que necesita sus votos, las viudas necesitan a sus descendientes, que se organizan la vida. al moq uen de la familia
paterna, si bien con remordimientos de conciencia; y los seniles
dependen de las atenciones de los dems, aunque no quieran
reconocerlo. Estos individuos, a nivel particular o como colectivo, son receptores de algo que se anuncia, pero en realidad
reciben una accin distinta; sin embargo, deben actuar como si
creyeran que la
verdad fuera la anunciada y no la ejecutada.
Un ejemplo etnogrBco puede ilustrar mejor este hecho:
una mujer de 79 aos,viuda y con muy escasos recursos econmicos (situacin en la que se encuentra aproximadamente
el 17 % del total de la poblacin anciana de Catalua, segn
nuestras estimaciones) es ingresada en una residencia. Al principio, los familiares directos la visitan cada semana y le llevan
objetos de uso personal,
pequenos regalos de su gusto y otros
detalles. Al poco tiempo de estar la anciana ingresada en la
, residencia, las visitas de los familiares se van distanciando, y el
nmero de objetos seva reduciendo. Sin embargo, al mostrar
enojo por la escasez creciente de visitas, los hijos afirman hacer
45
aquel colectivo puede hacer, est dispuesto o es capaz de realizar realmente. As, por ejemplo: es tpico obligar a los adolescentes a actuar por encima de sus posibilidades al hacerles decidir con responsabilidad y prcticamente sin referentes vlidos
un futuro acadmico o profesional despus del bachillerato;
que los jvenes se vean obligados a vestir si~ e ndo unas modas cuyos precios de comercializacin hacen muy diftcil su adquisicin por parte de este colectivo, que tiene el ndice de paro
laboral ms elevado; y resulta igualmente paradjico que al
alcanzar los 65 aos se jubile a los individuos de forma arbitraria subvalbrando sus posibilidades y experiencia, y se espere
que a p~ i de este momento acten de forma pasiva y como
si.. fuesen ya seniles, o bien como si se divirtieran con las
=,, ".;edades que se les proponen en la nueva categora social.
Para. ajustar culttua1mente el envejecimiento es necesario
entender, ya de entrada, que es un conjunto de fenmenos
transitorios somticos, psicolgicos y cu l p
es , r e l a cionados
con las diferencias entre generaciones, y que el hecho de fijar
arbitrariamente su inicio est relacionado con determinado utilitarismo sociocultural, pero no con acontecimientos puramente biolgicos.
agrcolas.
50
Evans-Pritchard discute la interpretacin de Frazer, sin embargo elabora tambin una tesis serrn al cual la vejez est
marcada por un sistema negativoy es aprovechada por los ms
potentes paradarse a conocer y evitar as,de forma peridica,
que el poder se mantenga en manos de un jefe debilitado por la
vejez o la enfermedad (sobre esta discusin aparece una nota
interesante a pie de pgina en Beauvoir, 1983, 52).
En este mismo sentido, resultan igualmente clarificadoras
las ceremonias durante las cuales determinadas sociedades tradicionales occidentales expulsaban simblicamente la vejez.
Descrita por diversos autores, podemos citar el caso de la llamada aserrada de la vieja que se realizaba el cuarto domingo
de Cuaresma en algunas zonas deItalia,Francia y Espaa. La
celebracin consista en 6ngir que aserraban por la mitad a
una mujer vieja. En otros casos se prenda fuego a maniqus
que simbolizaban la ancianidad.
Nuestra sociedad acta de forma simiIar, alejando la vejez
en el sentido de no aceptarla bajo ninfa pretexto: los individuos disimulan el paso del tiempo en sus cuerpos, se les anima
a re~
act i v i d ades de ocio propias de o inspiradas en los
jvenes, se ensalza la juventud y se niega el proceso natural de
envejecimiento, y en gener al se espera que los individuos jubilados se comporten con L~aaraisrno hasta que lleguen a un eswdo d decLive senil. Entonces se manifiesta el verdadero problema si los ancianos no aceptan ser ingresados en algn centro
del que no volvern a salir y que acta como bolsa territorial de
marginacin social en la que al mismo tiempo se facilitan las
atenciones mdicasnecesarias.
No obstante, se habla constantemente de la vejez por el protagonismo real que est adquiriendo en nuestra sociedad. As,
el colectivo anciano de la poblacin catalana, por ejemplo, es
objeto de una paradoja que reHeja el funcionamiento general de
nuestras sociedades:
aun sin acabar de encontrar el sentido de la
vida, se realizan ingentes esfuerzos tecnicospara prolongarla y
disimular su ausencia a debilidad por el paso del tiempo.
.