Competencia Lectora. Nivel. A-1

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1

INSTITUCION EDUCATIVA DEOGRACIAS CARDONA. PEREIRA


PROFESOR OBDULIO A LOPERA E.

LECTORES COMPETENTES. NIVEL A


TALLERES DE LECTURA COMPPRENSIVA
CONTENIDO GENERAL
TEXTO 1: LAS RATAS DEL CEMENTERIO. AUTOR HENRY KUTTNER02
TEXTO 2: LA PERFECTA SEORITA. AUTOR PATRICIA HIGHSMITH..11
TEXTO 3: UN SEOR MUY VIEJO CON ALAS ENORMES. GABRIEL G, MARQUEZ.16
TEXTO 4: EL HOMBRE SIN CABEZA AUTOR RICARDO MARIO.27
TEXTO 5: LA CABRA DE NUBIA. AUTOR JESS ZARATE MORENO...33
TEXTO 6: EL SEXTO PALACIO. AUTOR HEKALATH EL MENOR ..42
TEXTO 7: LAS HADAS DE KNOCKGRAFTON .59
TEXTO 8: LA MUERTE DE ANTOITO EL CAMBORIO .66
TEXTO 9: EL CAZADOR. AUTOR: CESAR ALTAMIRANO.68
TEXTO 10: EL CAMALEN75
TEXTO 11: EL PERRO DEL CIEGO. AUTOR JULIA DE ASENSI 81

Ficha Tcnica :
Fuente bibliogrfica: Libros & Libros .S.A. Gua del Docente. Libros 6,7,8,9,10,11 F. L.

Talleres digitados por el profesor Obdulio a Lopera E. Imgenes Google.com


Textos y fragmentos. Google.com .Ciudad Seva.literatura.us.

INSTITUCION EDUCATIVA DEOGRACIAS CARDONA. PEREIRA


. PROFESOR OBDULIO A LOPERA E.

LECTORES COMPETENTES. NIVEL A


TEXTO. 1
LAS RATAS DEL CEMENTERIO. Autor
Kuttner

Henry

Traduccin: Francisco Torres Olivier.

El viejo Masson, guardin de uno de los ms antiguos y descuidados cementerios


de Salem, sostena una verdadera contienda con las ratas. Haca varias
generaciones, se haba asentado en el cementerio una colonia de ratas enormes
procedentes de los muelles. Cuando Masson asumi su cargo, tras la inexplicable
desaparicin del guardin anterior, decidi hacerlas desaparecer. Al principio
colocaba cepos y comida envenenada junto a sus madrigueras; ms tarde, intent
exterminarlas a tiros. Pero todo fue intil. Segua habiendo ratas. Sus hordas
voraces se multiplicaban e infestaban el cementerio.
Eran grandes, aun tratndose de la especie mus decumanus, cuyos ejemplares
miden a veces ms de treinta y cinco centmetros de largo sin contar la cola
pelada y gris. Masson las haba visto hasta del tamao de un gato; y cuando los
sepultureros descubran alguna madriguera, comprobaban con asombro que por
aquellas malolientes galeras caba sobradamente el cuerpo de una persona. Al
parecer, los barcos que antao atracaban en los ruinosos muelles de Salem
debieron de transportar cargamentos muy extraos.
Masson se asombraba a veces de las extraordinarias proporciones de estas
madrigueras. Recordaba ciertos relatos inquietantes que le haban contado al
llegar a la vieja y embrujada ciudad de Salem. Eran relatos que hablaban de una
vida larvaria que persista en la muerte, oculta en las olvidadas madrigueras de la
tierra. Ya haban pasado los viejos tiempos en que Cotton Mather exterminara los
cultos perversos y los ritos orgisticos celebrados en honor de Hcate y de la
siniestra Magna Mater. Pero todava se alzaban las tenebrosas casas de torcidas

buhardillas, de fachadas inclinadas y leprosas, en cuyos stanos, segn se deca,


an se ocultaban secretos blasfemos y se celebraban ritos que desafiaban tanto a
la ley como a la cordura. Moviendo significativamente sus cabezas canosas, los
viejos aseguraban que, en los antiguos cementerios de Salem, haba bajo tierra
cosas peores que gusanos y ratas.
En cuanto a estos roedores, ciertamente, Masson les tena aversin y respeto.
Saba el peligro que acechaba en sus dientes afilados y brillantes. Pero no
comprenda el horror que los viejos sentan por las casas vacas, infestadas de
ratas. Haba odo rumores sobre ciertas criaturas horribles que moraban en las
profundidades de la tierra y tenan poder sobre las ratas, a las que agrupaban en
ejrcitos disciplinados. Segn decan los ancianos, las ratas servan de
mensajeras entre este mundo y las cavernas que se abran en las entraas de la
tierra, muy por debajo de Salem. Y an se deca que algunos cuerpos haban sido
robados de las sepulturas con el fin de celebrar festines subterrneos y nocturnos.
El mito del flautista de Hamelin era una leyenda que ocultaba, en forma de
alegora, un horror blasfemo; y segn ellos, los negros abismos haban parido
abortos infernales que jams salieron a la luz del da.

Masson no haca ningn caso de semejantes relatos. No fraternizaba con sus


vecinos y, de hecho, haca lo posible por mantener en secreto la existencia de las
ratas. De conocerse el problema quiz iniciasen una investigacin, en cuyo caso
tendran que abrir muchas sepulturas. Y en efecto, hallaran atades perforados y
vacos que atribuiran a las actividades de las ratas. Pero descubriran tambin
algunos cuerpos con mutilaciones muy comprometedoras para Masson.
Los dientes postizos suelen hacerse de oro puro, y no se los extraen a uno cuando

muere. Las ropas, naturalmente, son harina de otro costal, porque la compaa de
pompas fnebres suele proporcionar un traje de pao sencillo, perfectamente
reconocible despus. Pero el oro no lo es. Adems, Masson negociaba tambin
con algunos estudiantes de medicina y mdicos poco escrupulosos que
necesitaban cadveres sin importarles demasiado su procedencia.
Hasta entonces, Masson se las haba arreglado muy bien para que no se iniciase
una investigacin. Haba negado ferozmente la existencia de las ratas, aun
cuando algunas veces stas le hubiesen arrebatado el botn. A Masson no le
preocupaba lo que pudiera suceder con los cuerpos, despus de haberlos
expoliado, pero las ratas solan arrastrar el cadver entero por un boquete que
ellas mismas roan en el atad.
El tamao de aquellos agujeros tena a Masson asombrado. Por otra parte, se
daba la curiosa circunstancia de que las ratas horadaban siempre los atades por
uno de los extremos, y no por los lados. Pareca como si las ratas trabajasen bajo
la direccin de algn gua dotado de inteligencia.
Ahora se encontraba ante una sepultura abierta. Acababa de quitar la ltima
paletada de tierra hmeda y de arrojarla al montn que haba ido formando a un
lado. Desde haca varias semanas, no paraba de caer una llovizna fra y
constante. El cementerio era un lodazal de barro pegajoso, del que surgan las
mojadas lpidas en formaciones irregulares. Las ratas se haban retirado a sus
agujeros; no se vea ni una. Pero el rostro flaco y desgalichado de Masson
reflejaba una sombra de inquietud. Haba terminado de descubrir la tapa de un
atad de madera.
Haca varios das que lo haban enterrado, pero Masson no se haba atrevido a
desenterrarlo antes. Los parientes del fallecido venan a menudo a visitar su
tumba, aun lloviendo. Pero a estas horas de la noche, no era fcil que vinieran, por
mucho dolor y pena que sintiesen. Y con este pensamiento tranquilizador, se
enderez y ech a un lado la pala.
Desde la colina donde estaba situado el cementerio, se vean parpadear
dbilmente las luces de Salem a travs de la lluvia pertinaz. Sac la linterna del
bolsillo porque iba a necesitar luz. Apart la pata y se inclin a revisar los cierres
de la caja.
De repente, se qued rgido. Bajo sus pies haba notado un rebullir inquieto, como
si algo araara o se revolviera dentro. Por un momento, sinti una punzada de
terror supersticioso, que pronto dio paso a una rabia furiosa, al comprender el
significado de aquellos ruidos. Las ratas se le haban adelantado otra vez!
En un rapto de clera, Masson arranc lo cierres del atad Meti el canto de la
pata bajo la tapa e hizo palanca, hasta que pudo levantarla con las dos manos.
Luego encendi la linterna y la enfoc al interior del atad.
La lluvia salpicaba el blanco tapizado de raso: el atad estaba vaco. Masson
percibi un movimiento furtivo en la cabecera de la caja y dirigi hacia all la luz.
El extremo del sarcfago habla sido horadado, y el boquete comunicaba con una
galera, al parecer, pues en aquel mismo momento desapareca por all, a tirones,

un pie flccido enfundado en su correspondiente zapato. Masson comprendi que


las ratas se le haban adelantado, esta vez, slo unos instantes. Se dej caer a
gatas y agarr el zapato con todas sus fuerzas. Se le cay la linterna dentro del
atad y se apag de golpe. De un tirn, el zapato le fue arrancado de las manos
en medio de una algaraba de chillidos agudos y excitados. Un momento despus,
haba recuperado la linterna y la enfocaba por el agujero. Era enorme. Tena que
serlo; de lo contrario, no habran podido arrastrar el cadver a travs de l.
Masson intent imaginarse el tamao de aquellas ratas capaces de tirar del
cuerpo de un hombre. De todos modos, l llevaba su revlver cargado en el
bolsillo, y esto le tranquilizaba. De haberse tratado del cadver de una persona
ordinaria, Masson habra abandonado su presa a las ratas, antes de aventurarse
por aquella estrecha madriguera; pero record los gemelos de sus puos y el
alfiler de su corbata, cuya perla deba ser indudablemente autntica, y, sin
pensarlo ms, se prendi la linterna al cinturn y se meti por el boquete. El
acceso era angosto. Delante de s, a la luz de la linterna, poda ver cmo las
suelas de los zapatos seguan siendo arrastradas hacia el fondo del tnel de tierra.
Tambin l trat de arrastrarse lo ms rpidamente posible, pero haba momentos
en que apenas era capaz de avanzar, aprisionado entre aquellas estrechas
paredes de tierra.
El aire se haca irrespirable por el hedor del cadver. Masson decidi que, si no lo
alcanzaba en un minuto, regresara. El terror empieza a agitarse en su
imaginacin, aunque la codicia le instaba a proseguir. Y prosigui, cruzando varias
bocas de tneles adyacentes. Las paredes de la madriguera estaban hmedas y
pegajosas. Dos veces oy a sus espaldas pequeos desprendimientos de tierra.
El segundo de stos le hizo volver la cabeza. No vio nada, naturalmente, hasta
que enfoc la linterna en esa direccin. Entonces observ que el barro casi
obstrua la galera que acababa de recorrer. El peligro de su situacin se le revel
en toda su espantosa realidad. El corazn le lata con fuerza slo de pensar en la
posibilidad de un hundimiento. Decidi abandonar su persecucin, a pesar de que
casi haba alcanzado el cadver y las criaturas invisibles que lo arrastraban. Pero
haba algo ms, en lo que tampoco haba pensado: el tnel era demasiado
estrecho para dar la vuelta.
El pnico se apoder de l, por un segundo, pero record la boca lateral que
acababa de pasar, y retrocedi dificultosamente hasta all. Introdujo las piernas,
hasta que pudo dar la vuelta. Luego, comenz a avanzar desesperadamente hacia
la salida, pese al dolor de sus rodillas. De repente, una puntada le traspas la
pierna. Sinti que unos dientes afilados se le hundan en la carne, y pate
frenticamente para librarse de sus agresores. Oy un chillido penetrante, y el
rumor presuroso de una multitud de patas que se escabullan.

Al enfocar la linterna hacia atrs, lanz un gemido de horror: una docena de


enormes ratas lo observaban atentamente, y sus ojos malignos parpadeaban bajo
la luz. Eran deformes, grandes como gatos. Tras ellos vislumbr una forma
negruzca que desapareci en la oscuridad. Se estremeci ante las increbles
proporciones de aquella sombra. La luz contuvo a las ratas durante un momento,
pero no tardaron en volver a acercarse furtivamente.
Al resplandor de la linterna, sus dientes parecan teidos de carmes. Masson
forceje con su pistola, consigui sacarla de su bolsillo y apunt cuidadosamente.
Estaba en una posicin difcil. Procur pegar los pies a las mojadas paredes de la
madriguera para no herirse. El estruendo lo dej sordo durante unos instantes.
Despus, una vez disipado el humo, vio que las ratas haban desaparecido.
Guard la pistola y comenz a reptar velozmente a lo largo del tnel. Pero no
tard en or de nuevo las carreras de las ratas, que se le echaron encima otra vez.
Se le amontonaron sobre las piernas, mordindole y chillando de manera
enloquecedora. Masson empez a gritar mientras echaba mano a la pistola.
Dispar sin apuntar, y no se hiri de milagro. Esta vez las ratas no se alejaron
tanto.
Masson aprovech la tregua para reptar lo ms rpido que pudo, dispuesto a
hacer fuego a la primera seal de un nuevo ataque. Oy movimientos de patas y
alumbr hacia atrs con la linterna. Una enorme rata gris se par en seco y se
qued mirndole, sacudiendo sus largos bigotes y moviendo de un lado a otro,
muy despacio, su cola spera y pelada. Masson dispar y la rata ech a correr.
Continu arrastrndose. Se haba detenido un momento a descansar, junto a la
negra abertura de un tnel lateral, cuando descubri un bulto informe sobre la
tierra mojada, un poco ms adelante. Lo tom por un montn de tierra
desprendido del techo; luego vio que era un cuerpo humano. Se trataba de una
momia negra y arrugada, y vio, preso de un pnico sin lmites, que se mova.
Aquella cosa monstruosa avanzaba hacia l y, a la luz de la linterna, vio su rostro
horrible a poca distancia del suyo. Era una calavera descarnada, la faz de un
cadver que ya llevaba aos enterrado, pero animada de una vida infernal. Tena
los ojos vidriosos, hinchados, que delataban su ceguera, y, al avanzar hacia

Masson, lanz un gemido plaidero y entreabri sus labios pustulosos,


desgarrados en una mueca de hambre espantosa. Masson sinti que se le helaba
la sangre. Cuando aquel horror estaba ya a punto de rozarle. Masson se precipit
frenticamente por la abertura lateral. Oy araar en la tierra, a sus pies, y el
confuso gruido de la criatura que le segua de cerca. Masson mir por encima del
hombro, grit y trat de avanzar desesperadamente por la estrecha galera.
Reptaba con torpeza; las piedras afiladas le heran las manos y las rodillas. El
barro le salpicaba en los ojos, pero no se atrevi a detenerse ni un segundo.
Continu avanzando a gatas, jadeando, rezando y maldiciendo histricamente.
Con chillidos triunfales, las ratas se precipitaron de nuevo sobre l con la
voracidad pintada en sus ojos. Masson estuvo a punto de sucumbir bajo sus
dientes, pero logr desembarazarse de ellas: el pasadizo se estrechaba y,
sobrecogido por el pnico, patale, grit y dispar hasta que el gatillo peg sobre
una cpsula vaca. Pero haba rechazado las ratas. Observ entonces que se
hallaba bajo una piedra grande, encajada en la parte superior de la galera, que le
oprima cruelmente la espalda. Al tratar de avanzar not que la piedra se mova, y
se le ocurri una idea: Si pudiera dejarla caer, de forma que obstruyese el tnel!
La tierra estaba empapada por la lluvia. Se enderez y empez a quitar el barro
que sujetaba la piedra. Las ratas se aproximaban. Vea brillar sus ojos al
resplandor de la linterna. Sigui cavando, frentico. La piedra ceda. Tir de ella y
la movi de sus cimientos. Se acercaban las ratas Era el enorme ejemplar que
haba visto antes. Gris, leprosa, repugnante, avanzaba enseando sus dientes
anaranjados. Masson dio un ltimo tirn de la piedra, y la sinti resbalar hacia
abajo. Entonces reanud su camino a rastras por el tnel. La piedra se derrumb
tras l, y oy un repentino alarido de agona. Sobre sus piernas se desplomaron
algunos terrones mojados. Ms adelante, le atrap los pies un desprendimiento
considerable, del que logr desembarazarse con dificultad. El tnel entero se
estaba desmoronando!
Jadeando de terror, avanzaba mientras la tierra se desprenda. El tnel segua
estrechndose, hasta que lleg un momento en que apenas pudo hacer uso de
sus manos y piernas para avanzar. Se retorci como una anguila hasta que, de
pronto, not un jirn de raso bajo sus dedos crispados; y luego su cabeza choc

contra algo que le impeda continuar. Movi las piernas y pudo comprobar que no
las tena apresadas por la tierra desprendida. Estaba boca abajo. Al tratar de
incorporarse, se encontr con que el techo del tnel estaba a escasos centmetros
de su espalda. El terror le descompuso. Al salirle al paso aquel ser espantoso y
ciego, se haba desviado por un tnel lateral, por un tnel que no tena salida. Se
encontraba en un atad, en un atad vaco, al que haba entrado por el agujero
que las ratas haban practicado en su extremo!
Intent ponerse boca arriba, pero no pudo. La tapa del atad le mantena
inexorablemente inmvil. Tom aliento, e hizo fuerza contra la tapa. Era
inamovible, y aun si lograse escapar del sarcfago, cmo podra excavar una
salida a travs del metro y medio de tierra que tena encima?
Respiraba con dificultad. Haca un calor sofocante y el hedor era irresistible. En un
paroxismo de terror, desgarr y ara el forro acolchado hasta destrozarlo. Hizo
un intil intento por cavar con los pies en la tierra desprendida que le impeda la
retirada. Si lograse solamente cambiar de postura, podra excavar con las uas
una salida hacia el aire hacia el aire
Una agona candente penetr en su pecho; el pulso le dola en los globos
oculares. Pareca como si la cabeza se le fuera hinchando, a punto de estallar. De
pronto, oy los triunfales chillidos de las ratas. Comenz a gritar, e nloquecido, pero
no pudo rechazarlas esta vez. Durante un momento, se revolvi histricamente en su estrecha
prisin, y luego se calm, boqueando por falta de aire. Cerr los ojos, sac su lengua ennegrecida,
y se hundi en la negrura de la muerte, con los locos chillidos de las ratas taladrndole los odos.

FIN.

TALLER DE ACTIVIDADES
PARA DESARROLLAR POR LOS ESTUDIANTES

INSTRUCTIVO:
1. LECTURA ATENTO DEL TEXTO
2. COPIE EL CUESTIONARIO EN EL CUADERN O
3.DARLE SOLUCIN A LAS PREGUNTAS Y ACTIVIDADES DEL TALLER

ACTIVIDAD 1
1. Por qu Masson quera mantener en secreto la existencia de las ratas?
2. A partir de qu momento Masson empez a sentir temor?
____ en el momento en que los viejos contaban las historias acerca de las ratas
____ al estar dentro del tnel y sentir el aire irrespirable
____ en el momento en que decidi obtener el cadver que las ratas se llevaban

3.ORGANIZA LOS SIGUIENTES HECHOS DEL INICIO DE LA HISTORIA , SEGN EL ORDEN EN QUE
OCURRIERON
_____ Los esfuerzos para acabar con las ratas eran intiles
_____ Decan que algunos cuerpos robados se usaban para hacer festines subterrneos y
nocturnos
_____ El viejo sostena una verdadera contienda con las ratas
_____Masson las haba visto del tamao de un gato

4.RELACIONA EL PRRAFO CON SU IDEA PRINCIPAL

INSTRUCTIVO
Al frente de cada prrafo aparece un guin. Escribe sobre el guin el nmero que le
corresponda. Elabora en tu cuaderno el cuadro

PRRAFO

____ PARRAFO 12
____ PRRAFO 7

IDEA PRINCIPAL

1.Masson sostena una contienda con las ratas que infestaban


el cementerio
2.Masson saqueaba las tumbas , por eso prefera que no se
investigara sobre la proliferacin de las ratas

10

____PRRAFO 1

3.Las ratas robaron el cadver antes de que Masson pudiera


hacerse con l

____PRAFO 3

4.Cuando Masson decide abandonar su propsito , las ratas


lo persiguen y lo hieren

5.RELEE EL LTIMO PRRAFO Y PLANTEA TU HIPTESIS ACERCA DE LO QUE PAS FINALMENTE


CON LAS RATAS
A. Murieron en el derrumbe
B. le ganaron la batalla a Masson
C. devoraron a Masson
6. Cul es el tema del relato?
7.Explica qu relacin existe entre el ttulo del texto y el tema que desarrolla

ACTIVIDAD 2
INSTRUCTIVO
Escriba en su cuaderno el nmero de la pregunta y la letra que corresponda a la respuesta
1.Segn lo que muestra el autor que propici el encuentro entre Masson y las ratas?
A. una tumba
B. un cadver
C. un zapato
D. un atad
2. Seala las caractersticas que hacan diferente a las ratas del cementerio
A. su fuerza, ojos malignos y deformidad
B. sus dientes afilados, colas peladas y tamao grande
C. sus chillidos, madrigueras y largos bigotes
D. su habilidad para construir tneles
3 La razn para que Masson se desviara del camino fue
4.Consulta la biografa del autor y escrbela en tu cuaderno
FIN DEL TALLER

11

INSTITUCION EDUCATIVA DEOGRACIAS CARDONA. PEREIRA


. PROFESOR OBDULIO A LOPERA E.

LECTORES COMPETENTES. NIVEL A


TEXTO. 2
LA PERFECTA SEORITA PATRICIA HIGHSMITH
Theodora, o Thea como la llamaban, era la perfecta seorita desde que naci. Lo
decan todos los que la haban visto desde los primeros meses de su vida, cuando
la llevaban en un cochecito forrado de raso blanco. Dorma cuando deba dormir.
Al despertar, sonrea a los extraos. Casi nunca mojaba los paales. Fue
facilsimo ensearle las buenas costumbres higinicas y aprendi a hablar
extraordinariamente pronto. A continuacin, aprendi a leer cuando apenas tena
dos aos. Y siempre hizo gala de buenos modales. A los tres aos empez a
hacer reverencias al ser presentada a la gente. Se lo ense su madre,
naturalmente, pero Thea se desenvolva en la etiqueta como un pato en el agua.
-Gracias, lo he pasado maravillosamente -deca con locuacidad, a los cuatro aos,
inclinndose en una reverencia de despedida al salir de una fiesta infantil. Volva a
su casa con su vestido almidonado tan impecable como cuando se lo puso.
Cuidaba muchsimo su pelo y sus uas. Nunca estaba sucia, y cuando vea a
otros nios corriendo y jugando, haciendo flanes de barro, cayndose y pelndose
las rodillas, pensaba que eran completamente idiotas. Thea era hija nica. Otras
madres ms ajetreadas, con dos o tres vstagos que cuidar, alababan la
obediencia y la limpieza de Thea, y eso le encantaba. Thea se complaca tambin
con las alabanzas de su propia madre. Ella y su madre se adoraban.
Entre los contemporneos de Thea, las pandillas empezaban a los ocho, nueve o
diez aos, si se puede usar la palabra pandilla para el grupo informal que recorra
la urbanizacin en patines o bicicleta. Era una tpica urbanizacin de clase media.
Pero si un nio no participaba en las partidas de pquer loco que tenan lugar
en el garaje de algunos de los padres, o en las correras sin destino por las calles
residenciales, ese nio no contaba. Thea no contaba, por lo que respecta a la
pandilla.
-No me importa nada, porque no quiero ser uno de ellos -les dijo a sus padres.

12

-Thea hace trampas en los juegos. Por eso no queremos que venga con nosotros dijo un nio de diez aos en una de las clases de Historia del padre de Thea.
El padre de Thea, Ted, enseaba en una escuela de la zona. Haca mucho tiempo
que sospechaba la verdad, pero haba mantenido la boca cerrada, confiando en
que la cosa mejorara. Thea era un misterio para l. Cmo era posible que l, un
hombre tan normal y laborioso, hubiese engendrado una mujer hecha y derecha?
-Las nias nacen mujeres -dijo Margot, la madre de Thea-. Los nios no nacen
hombres. Tienen que aprender a serlo. Pero las nias ya tienen un carcter de
mujer.
-Pero eso no es tener carcter -dijo Ted-. Eso es ser intrigante. El carcter se
forma con el tiempo. Como un rbol.
Margot sonri, tolerante, y Ted tuvo la impresin de que hablaba como un hombre
de la edad de piedra, mientras que su mujer y su hija vivan en la era supersnica.
Al parecer, el principal objetivo en la vida de Thea era hacer desgraciados a sus
contemporneos. Haba contado una mentira sobre otra nia, en relacin con un
nio, y la chiquilla haba llorado y casi tuvo una depresin nerviosa. Ted no poda
recordar los detalles, aunque s haba comprendido la historia cuando la oy por
primera vez, resumida por Margot. Thea haba logrado echarle toda la culpa a la
otra nia. Maquiavelo no lo hubiera hecho mejor.
-Lo que pasa es que ella no es una sinvergenza -dijo Margot-. Adems, puede
jugar con Craig, as que no est sola.
Craig tena diez aos y viva tres casas ms all. Pero Ted no se dio cuenta al
principio de que Craig estaba aislado, y por la misma razn. Una tarde, Ted
observ cmo uno de los chicos de la urbanizacin haca un gesto grosero, en
ominoso silencio, al cruzarse con Craig por la acera.
-Gusano! -respondi Craig inmediatamente.
Luego ech a correr, por si el chico lo persegua, pero el otro se limit a volverse y
decir:
-Eres un mierda, igual que Thea!
No era la primera vez que Ted oa tales palabras en boca de los chicos, pero
tampoco las oa con frecuencia y qued impresionado.
-Pero, qu hacen solos, Thea y Craig? -le pregunt a su mujer.
-Oh, dan paseos. No s -dijo Margot-. Supongo que Craig est enamorado de ella.
Ted ya lo haba pensado. Thea posea una belleza de cromo que le garantizara el
xito entre los muchachos cuando llegara a la adolescencia y, naturalmente,
estaba empezando antes de tiempo. Ted no tena ningn temor de que hiciera
nada indecente, porque perteneca al tipo de las provocativas y bsicamente
puritanas.
A lo que se dedicaban Thea y Craig por entonces era a observar la excavacin de
un refugio subterrneo con tnel y dos chimeneas en un solar a una milla de
distancia aproximadamente. Thea y Craig iban all en bicicleta, se ocultaban detrs
de unos arbustos cercanos y espiaban rindose por lo bajo. Ms o menos una

13

docena de los miembros de la pandilla estaban trabajando como peones, sacando


cubos de tierra, recogiendo lea y preparando patatas asadas con sal y
mantequilla, punto culminante de todo esfuerzo, alrededor de las seis de la tarde.
Thea y Craig tenan la intencin de esperar hasta que la excavacin y la
decoracin estuvieran terminadas y luego se proponan destruirlo todo.
Mientras tanto a Thea y a Craig se les ocurri lo que ellos llamaban un nuevo
juego de pelota, que era su clave para decir una mala pasada. Enviaron una nota
mecanografiada a la mayor bocazas de la escuela, Vernica, diciendo que una
nia llamada Jennifer iba a dar una fiesta sorpresa por su cumpleaos en
determinada fecha, y por favor, dselo a todo el mundo, pero no se lo digas a
Jennifer. Supuestamente la carta era de la madre de Jennifer. Entonces Thea y
Craig se escondieron detrs de los setos y observaron a sus compaeros del
colegio presentndose en casa de Jennifer, algunos vestidos con sus mejores
galas, casi todos llevando regalos, mientras Jennifer se senta cada vez ms
violenta, de pie en la puerta de su casa, diciendo que ella no saba nada de la
fiesta. Como la familia de Jennifer tena dinero, todos los chicos haban pensado
pasar una tarde estupenda.
Cuando el tnel, la cueva, las chimeneas y las hornacinas para las velas
estuvieron acabadas, Thea y Craig fingieron tener dolor de tripas un da, en sus
respectivas casas, y no fueron al colegio. Por previo acuerdo se escaparon y se
reunieron a las once de la maana en sus bicicletas. Fueron al refugio y se
pusieron a saltar al unsono sobre el techo del tnel hasta que se hundi.
Entonces rompieron las chimeneas y esparcieron la lea tan cuidadosamente
recogida. Incluso encontraron la reserva de patatas y sal y la tiraron en el bosque.
Luego regresaron a casa en sus bicicletas.
Dos das ms tarde, un jueves que era da de clases, Craig fue encontrado a las
cinco de la tarde detrs de unos olmos en el jardn de los Knobel, muerto a
pualadas que le atravesaban la garganta y el corazn. Tambin tena feas
heridas en la cabeza, como si lo hubiesen golpeado repetidamente con piedras
speras. Las medidas de las pualadas demostraron que se haban utilizado por
lo menos siete cuchillos diferentes.
Ted se qued profundamente impresionado. Para entonces ya se haba enterado
de lo del tnel y las chimeneas destruidas. Todo el mundo saba que Thea y Craig
haban faltado al colegio el martes en que haba sido destrozado el tnel. Todo el
mundo saba que Thea y Craig estaban constantemente juntos. Ted tema por la
vida de su hija. La polica no pudo acusar de la muerte de Craig a ninguno de los
miembros de la pandilla, y tampoco podan juzgar por asesinato u homicidio a todo
un grupo. La investigacin se cerr con una advertencia a todos los padres de los
nios del colegio.
-Slo porque Craig y yo faltramos al colegio ese mismo da no quiere decir que
fusemos juntos a romper ese estpido tnel -le dijo Thea a una amiga de su
madre, que era madre de uno de los miembros de la pandilla. Thea menta como
un consumado bribn. A un adulto le resultaba difcil desmentirla.

14

As que para Thea la edad de las pandillas -a su modo- termin con la muerte de
Craig. Luego vinieron los novios y el coqueteo, oportunidades de traiciones y de
intrigas, y un constante ro, siempre cambiante, de jvenes entre diecisis y veinte
aos, algunos de los cuales no le duraron ms de cinco das.
Dejemos a Thea a los quince aos, sentada frente a un espejo, acicalndose. Se
siente especialmente feliz esta noche porque su ms prxima rival, una chica
llamada Elizabeth, acaba de tener un accidente de coche y se ha roto la nariz y la
mandbula y sufre lesiones en un ojo, por lo que ya no volver a ser la misma. Se
acerca el verano, con todos esos bailes en las terrazas y fiestas en las piscinas.
Incluso corre el rumor de que Elizabeth tendr que ponerse la dentadura inferior
postiza, de tantos dientes como se rompi, pero la lesin del ojo debe ser lo ms
visible. En cambio Thea escapar a todas las catstrofes. Hay una divinidad que
protege a las perfectas seoritas como Thea.

FIN

TALLER DE ACTIVIDADES
PARA DESARROLLAR POR LOS ESTUDIANTES
INSTRUCTIVO:
1. LECTURA ATENTO DEL TEXTO
2. COPIE EL CUESTIONARIO EN EL CUADERN O
3.DARLE SOLUCIN A LAS PREGUNTAS Y ACTIVIDADES DEL TALLER

ACTIVIDAD 1
1. Segn el texto por qu Thea era considerada la perfecta seorita?
2. Cmo se llama el padre de Thea y que hace?
3. Segn el texto Cul es el principal objetivo de Thea?
4 Cuntos aos tiene su amigo Craig? Descrbelo
5. Qu hace Craig y Thea cuando van al refugio subterrneo?
6. Qu sucede a Craig? Cmo asume Thea, lo que le sucede a su amigo?
7. Realiza una breve descripcin fsica de Thea
8. Plantea un nuevo ttulo para el texto? Explica tu respuesta
9.Cal es el tema central del texto? Explica tu respuesta

15

ACTIVIDAD 2
INSTRUCTIVO
Escriba en su cuaderno el nmero de la pregunta y la letra que corresponda a la respuesta
1.Segn el texto, Thea no pertenece a la pandilla porque

A. es muy aseada y no puede manchar su ropa


B. no le gusta formar parte de ese grupo de nios
C. los nios de la pandilla no la quieren en el grupo
D. No quera participar de las partidas de pker loco
2. La expresin Maquiavelo no lo hubiera hecho mejor tiene la intencin de
A. ridiculizar
B. engrandecer
C. empobrecer
D. felicitar
3. En la expresin Craig tena diez aos y viva tres casas MAS ALLA. El termino en mayscula se
refiere a
A. la escuela de la zona
B. la urbanizacin del lugar
C. la casa de Thea
D. el refugio subterrneo
4. Cuando la narradora dice que a lo que se dedicaban Thea y Craig POR ENTONCES, era o
observar la excavacin. las palabras en mayscula expresan
A. una accin
B. un espacio
C. una ciudad
D. una cualidad

5. CONSULTA LA BIOGRAFA DEL AUTOR DEL TEXTO Y COPIALA EN TU

CUADERNO

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FIN DEL TALLER

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INSTITUCION EDUCATIVA DEOGRACIAS CARDONA. PEREIRA


. PROFESOR OBDULIO A LOPERA E.

LECTORES COMPETENTES. NIVEL A


TEXTO. 3
UN SEOR MUY VIEJO CON UNAS ALAS ENORMES
AUTOR: GABRIEL GARCIA MRQUEZ

AL

TERCER DA

de lluvia haban matado tantos cangrejos dentro de la

casa, que Pelayo tuvo que atravesar su patio anegado para tirarlos al mar,
pues el nio recin nacido haba pasado la noche con calenturas y se pensaba
que era causa de la pestilencia. El mundo estaba triste desde el martes. El
cielo y el mar eran una misma cosa de ceniza, y las arenas de la playa, que en
marzo fulguraban como polvo de lumbre, se haban convertido en un caldo de
lodo y mariscos podridos. La luz era tan mansa al medioda, que cuando
Pelayo regresaba a la casa despus de haber tirado los cangrejos, le cost
trabajo ver qu era lo que se mova y se quejaba en el fondo del patio. Tuvo
que acercarse mucho para descubrir que era un hombre viejo, que estaba
tumbado boca abajo en el lodazal, y a pesar de sus grandes esfuerzos no poda
levantarse,
porque
se
lo
impedan
sus
enormes
alas.

Asustado por aquella pesadilla, Pelayo corri en busca de Elisenda, su


mujer, que estaba ponindole compresas al nio enfermo, y la llev hasta el
fondo del patio. Ambos observaron el cuerpo cado con un callado estupor.
Estaba vestido como un trapero. Le quedaban apenas unas hilachas

17

descoloridas en el crneo pelado y muy pocos dientes en la boca, y su


lastimosa condicin de bisabuelo ensopado lo haba desprovisto de toda
grandeza. Sus alas de gallinazo grande, sucias y medio desplumadas, estaban
encalladas para siempre en el lodazal. Tanto lo observaron, y con tanta
atencin, que Pelayo y Elisenda se sobrepusieron muy pronto del asombro y
acabaron por encontrarlo familiar. Entonces se atrevieron a hablarle, y l les
contest en un dialecto incomprensible pero con una buena voz de navegante.
Fue as como pasaron por alto el inconveniente de las alas, y concluyeron con
muy buen juicio que era un nufrago solitario de alguna nave extranjera
abatida por el temporal. Sin embargo, llamaron para que lo viera a una vecina
que saba todas las cosas de la vida y la muerte, y a ella le bast con una
mirada
para
sacarlos
del
error.
Es un ngel les dijo. Seguro que vena por el nio, pero el pobre
est
tan
viejo
que
lo
ha
tumbado
la
lluvia.

Al da siguiente todo el mundo saba que en casa de Pelayo tenan cautivo un


ngel de carne y hueso. Contra el criterio de la vecina sabia, para quien los
ngeles de estos tiempos eran sobrevivientes fugitivos de una conspiracin
celestial, no haban tenido corazn para matarlo a palos. Pelayo estuvo
vigilndolo toda la tarde desde la cocina, armado con un garrote de alguacil, y
antes de acostarse lo sac a rastras del lodazal y lo encerr con las gallinas en
el gallinero alumbrado. A media noche, cuando termin la lluvia, Pelayo y
Elisenda seguan matando cangrejos. Poco despus el nio despert sin fiebre
y con deseos de comer. Entonces se sintieron magnnimos y decidieron poner
al ngel en una balsa con agua dulce y provisiones para tres das, y
abandonarlo a su suerte en altamar. Pero cuando salieron al patio con las
primeras luces, encontraron a todo el vecindario frente al gallinero, retozando
con el ngel sin la menor devocin y echndole cosas de comer por los huecos
de las alambradas, como si no fuera una criatura sobrenatural sino un animal
de

circo.
El padre Gonzaga lleg antes de las siete alarmado por la desproporcin
de la noticia. A esa hora ya haban acudido curiosos menos frvolos que los del
amanecer, y haban hecho toda clase de conjeturas sobre el porvenir del

18

cautivo. Los ms simples pensaban que sera nombrado alcalde del mundo.
Otros, de espritu ms spero, suponan que sera ascendido a general de
cinco estrellas para que ganara todas las guerras. Algunos visionarios
esperaban que fuera conservado como semental para implantar en la tierra
una estirpe de hombres alados y sabios que se hicieran cargo del Universo.
Pero el padre Gonzaga, antes de ser cura, haba sido leador macizo.
Asomado a las alambradas repas un instante su catecismo, y todava pidi
que le abrieran la puerta para examinar de cerca de aquel varn de lstima
que ms pareca una enorme gallina decrpita entre las gallinas absortas.
Estaba echado en un rincn, secndose al sol las alas extendidas, entre las
cscaras de fruta y las sobras de desayunos que le haban tirado los
madrugadores. Ajeno a las impertinencias del mundo, apenas si levant sus
ojos de anticuario y murmur algo en su dialecto cuando el padre Gonzaga
entr en el gallinero y le dio los buenos das en latn. El prroco tuvo la
primera sospecha de impostura al comprobar que no entenda la lengua de
Dios ni saba saludar a sus ministros. Luego observ que visto de cerca
resultaba demasiado humano: tena un insoportable olor de intemperie, el
revs de las alas sembrado de algas parasitarias y las plumas mayores
maltratadas por vientos terrestres, y nada de su naturaleza miserable estaba
de acuerdo con la egregia dignidad de los ngeles. Entonces abandon el
gallinero, y con un breve sermn previno a los curiosos contra los riesgos de la
ingenuidad. Les record que el demonio tena la mala costumbre de recurrir a
artificios de carnaval para confundir a los incautos. Argument que si las alas
no eran el elemento esencial para determinar las diferencias entre un gaviln
y un aeroplano, mucho menos podan serlo para reconocer a los ngeles. Sin
embargo, prometi escribir una carta a su obispo, para que ste escribiera
otra al Sumo Pontfice, de modo que el veredicto final viniera de los tribunales
ms

altos.

Su prudencia cay en corazones estriles. La noticia del ngel cautivo se


divulg con tanta rapidez, que al cabo de pocas horas haba en el patio un
alboroto de mercado, y tuvieron que llevar la tropa con bayonetas para
espantar el tumulto que ya estaba a punto de tumbar la casa. Elisenda, con el
espinazo torcido de tanto barrer basura de feria, tuvo entonces la buena idea

19

de tapiar el patio y cobrar cinco centavos por la entrada para ver al ngel.
Vinieron curiosos hasta de la Martinica. Vino una feria ambulante con un
acrbata volador, que pas zumbando varias veces por encima de la
muchedumbre, pero nadie le hizo caso porque sus alas no eran de ngel sino
de murcilago sideral. Vinieron en busca de salud los enfermos ms
desdichados del Caribe: una pobre mujer que desde nia estaba contando los
latidos de su corazn y ya no le alcanzaban los nmeros, un jamaicano que no
poda dormir porque lo atormentaba el ruido de las estrellas, un sonmbulo
que se levantaba de noche a deshacer dormido las cosas que haba hecho
despierto, y muchos otros de menor gravedad. En medio de aquel desorden
de naufragio que haca temblar la tierra, Pelayo y Elisenda estaban felices de
cansancio, porque en menos de una semana atiborraron de plata los
dormitorios, y todava la fila de peregrinos que esperaban su turno para
entrar
llegaba
hasta
el
otro
lado
del
horizonte.

El ngel era el nico que no participaba de su propio acontecimiento. El


tiempo se le iba buscando acomodo en su nido prestado, aturdido por el calor
de infierno de las lmparas de aceite y las velas de sacrificio que le arrimaban
a las alambradas. Al principio trataron de que comiera cristales de alcanfor,
que, de acuerdo con la sabidura de la vecina sabia, era el alimento especfico
de los ngeles. Pero l los despreciaba, como despreci sin probarlos los
almuerzos papales que le llevaban los penitentes, y nunca se supo si fue por
ngel o por viejo que termin comiendo nada ms que papillas de berenjena.
Su nica virtud sobrenatural pareca ser la paciencia. Sobre todo en los
primeros tiempos, cuando le picoteaban las gallinas en busca de los parsitos
estelares que proliferaban en sus alas, y los baldados le arrancaban plumas
para tocarse con ellas sus defectos, y hasta los ms piadosos le tiraban piedras
tratando de que se levantara para verlo de cuerpo entero. La nica vez que
consiguieron alterarlo fue cuando le abrasaron el costado con un hierro de
marcar novillos, porque llevaba tantas horas de estar inmvil que lo creyeron
muerto. Despert sobresaltado, despotricando en lengua hermtica y con los
ojos en lgrimas, y dio un par de aletazos que provocaron un remolino de
estircol de gallinero y polvo lunar, y un ventarrn de pnico que no pareca
de este mundo. Aunque muchos creyeron que su reaccin no haba sido de

20

rabia sino de dolor, desde entonces se cuidaron de no molestarlo, porque la


mayora entendi que su pasividad no era la de un hroe en uso de buen retiro
sino

la

de

un

cataclismo

en

reposo.

El padre Gonzaga se enfrent a la frivolidad de la muchedumbre con


frmulas de inspiracin domstica, mientras le llegaba un juicio terminante
sobre la naturaleza del cautivo. Pero el correo de Roma haba perdido la
nocin de la urgencia. El tiempo se les iba en averiguar si el convicto tena
ombligo, si su dialecto tena algo que ver con el arameo, si poda caber
muchas veces en la punta de un alfiler, o si no sera simplemente un noruego
con alas. Aquellas cartas de parsimonia habran ido y venido hasta el fin de
los siglos, si un acontecimiento providencial no hubiera puesto trmino a las
tribulaciones
del
prroco.

Sucedi que por esos das, entre muchas otras atracciones de las ferias
errantes del Caribe, llevaron al pueblo el espectculo triste de la mujer que se
haba convertido en araa por desobedecer a sus padres. La entrada para
verla no slo costaba menos que la entrada para ver al ngel, sino que
permitan hacerle toda clase de preguntas sobre su absurda condicin, y
examinarla al derecho y al revs, de modo que nadie pusiera en duda la
verdad del horror. Era una tarntula espantosa del tamao de un carnero y
con la cabeza de una doncella triste. Pero lo ms desgarrador no era su figura
de disparate, sino la sincera afliccin con que contaba los pormenores de su
desgracia: siendo casi una nia se haba escapado de la casa de sus padres
para ir a un baile, y cuando regresaba por el bosque despus de haber bailado
toda la noche sin permiso, un trueno pavoroso abri el cielo en dos mitades, y
por aquella grieta sali el relmpago de azufre que la convirti en araa. Su
nico alimento eran las bolitas de carne molida que las almas caritativas
quisieran echarle en la boca. Semejante espectculo, cargado de tanta verdad
humana y de tan temible escarmiento, tena que derrotar sin proponrselo al
de un ngel despectivo que apenas si se dignaba mirar a los mortales. Adems
los escasos milagros que se le atribuan al ngel revelaban un cierto desorden
mental, como el del ciego que no recobr la visin pero le salieron tres dientes

21

nuevos, y el del paraltico que no pudo andar pero estuvo a punto de ganarse
la lotera, y el del leproso a quien le nacieron girasoles en las heridas. Aquellos
milagros de consolacin que ms bien parecan entretenimientos de burla,
haban quebrantado ya la reputacin del ngel cuando la mujer convertida en
araa termin de aniquilarla. Fue as como el padre Gonzaga se cur para
siempre del insomnio, y el patio de Pelayo volvi a quedar tan solitario como
en los tiempos en que llovi tres das y los cangrejos caminaban por los
dormitorios.

Los dueos de la casa no tuvieron nada que lamentar. Con el dinero


recaudado construyeron una mansin de dos plantas, con balcones y jardines,
y con sardineles muy altos para que no se metieran los cangrejos del invierno,
y con barras de hierro en las ventanas para que no se metieran los ngeles.
Pelayo estableci adems un criadero de conejos muy cerca del pueblo y
renunci para siempre a su mal empleo de alguacil, y Elisenda se compr
unas zapatillas satinadas de tacones altos y muchos vestidos de seda tornasol,
de los que usaban las seoras ms codiciadas en los domingos de aquellos
tiempos. El gallinero fue lo nico que no mereci atencin. Si alguna vez lo
lavaron con creolina y quemaron las lgrimas de mirra en su interior, no fue
por hacerle honor al ngel, sino por conjurar la pestilencia de muladar que ya
andaba como un fantasma por todas partes y estaba volviendo vieja la casa
nueva. Al principio, cuando el nio aprendi a caminar, se cuidaron de que no
estuviera cerca del gallinero. Pero luego se fueron olvidando del temor y
acostumbrndose a la peste, y antes de que el nio mudara los dientes se
haba metido a jugar dentro del gallinero, cuyas alambradas podridas se caan
a pedazos. El ngel no fue menos displicente con l que con el resto de los
mortales, pero soportaba las infamias ms ingeniosas con una mansedumbre
de perro sin ilusiones. Ambos contrajeron la varicela al mismo tiempo. El
mdico que atendi al nio no resisti la tentacin de auscultar al ngel, y
encontr tantos soplos en el corazn y tantos ruidos en los riones, que no le
pareci posible que estuviera vivo. Lo que ms le asombr, sin embargo, fue la
lgica de sus alas. Resultaban tan naturales en aquel organismo
completamente humano, que no poda entender por qu no las tenan

22

tambin

los

otros

hombres.

Cuando el nio fue a la escuela, haca mucho tiempo que el sol y la lluvia
haban desbaratado el gallinero. El ngel andaba arrastrndose por ac y por
all como un moribundo sin dueo. Lo sacaban a escobazos de un dormitorio
y un momento despus lo encontraban en la cocina. Pareca estar en tantos
lugares al mismo tiempo, que llegaron a pensar que se desdoblaba, que se
repeta a s mismo por toda la casa, y la exasperada Elisenda gritaba fuera de
quicio que era una desgracia vivir en aquel infierno lleno de ngeles. Apenas
si poda comer, sus ojos de anticuario se le haban vuelto tan turbios que
andaba tropezando con los horcones, y ya no le quedaban sino las cnulas
peladas de las ltimas plumas. Pelayo le ech encima una manta y le hizo la
caridad de dejarlo dormir en el cobertizo, y slo entonces advirtieron que
pasaba la noche con calenturas delirantes en trabalenguas de noruego viejo.
Fue esa una de las pocas veces en que se alarmaron, porque pensaban que se
iba a morir, y ni siquiera la vecina sabia haba podido decirles qu se haca
con
los
ngeles
muertos.

Sin embargo, no slo sobrevivi a su peor invierno, sino que pareci mejor
con los primeros soles. Se qued inmvil muchos das en el rincn ms
apartado del patio, donde nadie lo viera, y a principios de diciembre
empezaron a nacerle en las alas unas plumas grandes y duras, plumas de
pajarraco viejo, que ms bien parecan un nuevo percance de la decrepitud.
Pero l deba conocer la razn de estos cambios, porque se cuidaba muy bien
de que nadie los notara, y de que nadie oyera las canciones de navegantes que
a veces cantaba bajo las estrellas. Una maana, Elisenda estaba cortando
rebanadas de cebolla para el almuerzo, cuando un viento que pareca de alta
mar se meti en la cocina. Entonces se asom por la ventana, y sorprendi al
ngel en las primeras tentativas del vuelo. Eran tan torpes, que abri con las
uas un surco de arado en las hortalizas y estuvo a punto de desbaratar el
cobertizo con aquellos aletazos indignos que resbalaban en la luz y no
encontraban asidero en el aire. Pero logr ganar altura. Elisenda exhal un
suspiro de descanso, por ella y por l, cuando lo vio pasar por encima de las

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ltimas casas, sustentndose de cualquier modo con un azaroso aleteo de


buitre senil. Sigui vindolo hasta cuando acab de cortar la cebolla, y sigui
vindolo hasta cuando ya no era posible que lo pudiera ver, porque entonces
ya no era un estorbo en su vida, sino un punto imaginario en el horizonte del
mar.
FIN

TALLER DE ACTIVIDADES
PARA DESARROLLAR POR LOS ESTUDIANTES
INSTRUCTIVO:
1. LECTURA ATENTO DEL TEXTO
2. COPIE EL CUESTIONARIO EN EL CUADERN O
3.DARLE SOLUCIN A LAS PREGUNTAS Y ACTIVIDADES DEL TALLER

ACTIVIDAD 1

INSTRUCTIVO
Realiza el esquema descriptivo del personaje central de la historia.
Aspecto fsico del ngel
EDAD
VESTUARIO
DIENTES
ALAS
CABELLO
OJOS

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2. El lugar donde transcurre la mayor parte de la historia es


Escribe en tu cuaderno el nmero dos y la respuesta
a. La casa de Pelayo y Elisenda, una casa cerca del mar con un gallinero pestilente donde
alojaron el ngel
b. Un pueblo de pescadores con pocas casas y ferias ambulantes

3. Cul de las caractersticas del ngel hizo que Pelayo y Elisenda, pensaran que era un nufrago
solitario y extraviado?
4. Qu significa que Pelayo y su mujer se hubiesen sentido magnnimos?
5. Qu cambi en la vida de Pelayo y Elisenda con la llegada del ngel?
6. Cmo trataban al ngel los habitantes del lugar?
7. Segn el padre Gonzaga qu caractersticas hacan del ngel un ser demasiado humano?
8. Qu aspecto tena la mujer que se haba convertido en araa?
9.Explica que hizo ms interesante a la ,mujer convertida en araa frente al ngel
10.Cmo se describe lo que sucedi a la nueva atraccin del pueblo?
11. Cunto tiempo, aproximadamente, permanece el ngel en la casa de Pelayo?
12. Qu ocurre con el ngel cuando le salen nuevas plumas?

ACTIVIDAD 2
INSTRUCTIVO
Escriba en su cuaderno el nmero de la pregunta y la letra que corresponda a la respuesta
1.Escoge la caracterstica que se ajusta a Elisenda y Pelayo cuando deciden cobrar la entrada
acumular dinero y mantener al ngel tirado en el gallinero

A. magnnimos
B. oportunistas
C. egostas
D. creyentes
2. la actitud de la gente hacia el ngel hace pensar que
A. crean que se trataba de un ser celestial
B. lo vean como una simple gallina grande
C. Les costaba trabajo aceptar algo nuevo y sobrenatural
D. confiaban en los milagros del ngel
3. A partir de lo que sucede con la llegada del hombre viejo alado y la mujer convertida en araa
se puede inferir que
A. ambos eran atracciones pasajeras para el pueblo
B. ambos se haban convertido en las figuras ms importantes del pueblo
C. los dos haban llegado para rivalizar el cario del pueblo

25
D. a diferencia del ngel, la mujer se quedara para siempre en el pueblo como atraccin
1. El insoportable olor a intemperie se refiere a
a.
b.
c.
d.

El hedor de las alas del ngel


El olor de las ropas del ngel
El olor corporal de del ngel
El aspecto fsico del ngel

e.
f.

ACTIVIDAD 3
Escribe una oracin en donde uses cada una de las siguientes
palabras

PALABRA
ANEGADO
ENSOPADO
EGREGIA
DISPLISCENTE
ESTUPOR
ABSORTAS

ORACION

ACTIVIDAD 4
1. Analiza el comportamiento de los habitantes del pueblo con la llegada
del ngel y de la mujer araa, juzga los diferentes modos de actuar.

__________________________________________________________________
__________________________________________________________________
__________________________________________________________________
________________________________________

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2. Por qu el cuento se llama un seor muy viejo con unas alas


enormes y no el ngel

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___________________________________

ACTIVIDAD 5
INSTRUCTIVO
Haz un resumen de la narracin teniendo en cuenta su estructura.
Elabora el cuadro en tu cuaderno. Solo escribe la palabra inicio y al frente el resumen y
as sucesivamente

INICIO

Presentacin del tiempo , el lugar en donde inicia la


historia , el personaje central y algunos secundarios

DESARROLLO

Planteamiento
del conflicto, situaciones que se
generan a travs de ste
Solucin de los problemas y cambios para el
protagonista

DESENLACE

4. CONSULTA LA BIOGRAFA DEL AUTOR Y COPIALA EN TU CUADERNO


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FIN DEL TALLER

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INSTITUCION EDUCATIVA DEOGRACIAS CARDONA. PEREIRA


. PROFESOR OBDULIO A LOPERA E.

LECTORES COMPETENTES. NIVEL A


TEXTO. 4
EL HOMBRE SIN CABEZA
Texto de Ricardo Mario
Ilustraciones de Gustavo Ariel Mazali

Cuento e ilustraciones extradas, con autorizacin de sus editores, del libro El


hombre sin cabeza y otros cuentos, de Editorial Atlntida (Buenos Aires, 2001;
coleccin De Terror).
El hombre, el escritor, sola trabajar hasta muy avanzada la noche. Inmerso en el
clima inquietante de sus propias fantasas escriba cuentos de terror. La vieja
casona de aspecto fantasmal en la que viva le inspiraba historias en las que
inocentes personas, distradas en sus quehaceres, de pronto conocan el horror de
enfrentar lo sobrenatural.
Los cuentos de terror suelen tener dos protagonistas: uno que es vctima y testigo,
y otro que encarna el mal. El "malo" puede ser un muerto que regresa a la vida, un
fantasma capaz de apoderarse de la mente de un pobre mortal, alguna criatura de
otro mundo que trata de ocupar un cuerpo que no es el suyo, un hechicero con
poderes diablicos...

28

Un escritor sentado en su silln, frente a una computadora, a medianoche, en un


enorme casern que slo l habita, se parece bastante a las indefensas personas
que de pronto se ven envueltas en esas situaciones de horror. Absorto en su
trabajo, de espaldas a la gran sala de techos altos, con muebles sombros y una
lgubre iluminacin, bien podra resultar l tambin una de esas vctimas que no
advierten a su atacante sino hasta un segundo antes de la fatalidad.
El cuento que aquella noche intentaba crear Luis Lotman, que as se llamaba el
escritor, trataba sobre un muerto que, al cumplirse cien aos de su fallecimiento,
regresaba a la antigua casa donde haba vivido o, mejor dicho, donde lo haban
asesinado.
El muerto regresaba con un cometido: vengarse de quien lo haba matado. Cmo
poda vengarse de quien tambin estaba muerto? El muerto del cuento se iba a
vengar de un descendiente de su asesino.
Para dotar al cuento de detalles realistas, al escritor se le ocurri describir su
propia casa. Tom un cuaderno, apag las luces y recorri el casern llevando
unas velas encendidas. Quera experimentar las impresiones del personajevctima, ver con sus ojos, percibir e inquietarse como l. Los detalles precisos dan
a los cuentos cierto efecto de verosimilitud: una historia increble puede parecer
verdad debido a la lgica atinada de los eslabones con que se va armando y a los
vvidos detalles que crean el escenario en que ocurre.
La casa del escritor era un antiqusimo casern heredado de un to hermano de
su padre muerto de un modo macabro haca muchos aos. Los parientes ms
viejos no se ponan de acuerdo en cmo haba ocurrido el crimen, pero coincidan
en un detalle: el cuerpo haba sido encontrado en el stano, sin la cabeza.
De chico, el escritor haba escuchado esa historia decenas de veces. Muchas
noches de su infancia las haba pasado despierto, aterrorizado, atento a los

29

insignificantes ruidos de la casa. Sin duda, esa remota impresin influy en el


oficio que Lotman termin adoptando de adulto.
Proyectada por la luz de las velas, la sombra de Lotman reflejada en las altas
paredes pareca un monstruo informe que se moviera al lento comps de una
danza fantasmal. Cuando Lotman se acercaba a las velas, su sombra se
agrandaba ocupando la pared y el techo; cuando se alejaba unos centmetros, su
silueta se proyectaba en la pared... sin la cabeza.
Ese detalle lo sobrecogi. Cmo poda aparecer su sombra sin la cabeza?
Tard un instante en darse cuenta de que slo se trataba de un efecto de la
proyeccin de la sombra: su cuerpo apareca en la pared y la cabeza en el techo,
pero la primera impresin era la de un cuerpo sin cabeza.
Anot en su cuaderno ese incidente, que le pareci interesante: el protagonista
camina alumbrndose con velas y, como algo premonitorio, observa que en su
sombra falta la cabeza. El personaje no se asusta, es slo un hecho curioso. No
se asusta porque l desconoce que en minutos su destino tendr relacin con un
hombre sin cabeza. Y no se asusta pens Lotman, porque as se asustar
ms al lector.
Termin de anotar esa idea, cerr el cuaderno y decidi bajar al stano.
Los apolillados encastres de la escalera emitan aullidos a cada pie que l
apoyaba. En un ao de vivir all slo una vez se haba asomado al stano, y no
haba permanecido en l ms de dos minutos debido al sofocante olor a humedad,
las telas de araa, la cantidad de objetos uniformados por una capa de polvo y la
desagradable sensacin de encierro que le provocaba el conjunto. Cien veces se
haba dicho: "Tengo que bajar al stano a poner orden". Pero jams lo haca.
Se detuvo en el medio del stano y alz el candelabro para distinguir mejor.
Enseguida percibi el olor a humedad y decidi regresar a la escalera. Al girar,
pate involuntariamente el pie de un maniqu y, en su afn de tomarlo antes de
que cayera, derrib una pila de cajones que le cerraron el paso hacia la escalera.
Ahogado, con una mueca de desesperacin, intent caminar por encima de las
cosas, pero termin trastabillando. Cay sobre el silln desfondado y con l se
volte el candelabro y las velas se apagaron.
Mientras trataba de orientarse, Lotman experiment, como a menudo les ocurra a
los protagonistas de sus cuentos, la ms pura desesperacin. Estaba a oscuras,
nerviossimo, y no encontraba la salida. Sacudi las manos con violencia tratando
de apartar telas de araa, pero stas quedaban adheridas a sus dedos y a su
cara. Termin gritando, pero el eco de su propio grito tuvo el efecto de asustarlo
ms an.

30

Quin sabe cunto tiempo le llev dar con la escalera y con la puerta. Cuando al
fin lleg a la salida, chorreando transpiracin, temblando de miedo, atin a cerrar
con llave la puerta que conduca al stano. Pero su nerviosismo no le permita
acertar en la cerradura.
Corri entonces hasta cada uno de los interruptores y encendi a manotazos
todas las luces. Basta de "clima inquietante" para inspirarse en los cuentos, se
dijo. Estaba visto que en la vida real l toleraba muchsimo menos que alguno de
sus personajes capaces de explorar catacumbas en un cementerio.
Cuando por fin lleg al acogedor estudio donde escriba, se ech a llorar como un
chico.
Una gran taza de caf hizo el milagro de reconfortarlo. Se sent ante la
computadora y escribi el cuento de un tirn.
Un muerto sin cabeza sala del cementerio en una espantosa noche de tormenta.
Haba "despertado" de su muerte gracias a una profeca que le permita llevar a
cabo la deseada venganza pensada en los ltimos instantes de su agona:
asesinar, cortndole la cabeza, a la descendencia, al hijo de quien haba sido su
asesino: su propio hermano.
Cuando el escritor puso el punto final a su cuento sinti el alivio tpico de esos
casos. Se dej resbalar unos centmetros en el silln, apoy la cabeza en el
respaldo y cerr los ojos. Ya haba escrito el cuento que se haba propuesto hacer.
Dedicara el da siguiente a pasear y a encontrarse con algn amigo a tomar un
caf.
Sin embargo, de pronto tuvo un extrao presentimiento...
Era una estupidez, una fantasa casi infantil, la tontera ms absurda que pudiera
pensarse... Estaba seguro de que haba alguien detrs de l.
Cobarda o desesperacin, no se animaba a abrir los ojos y volverse para mirar.
Todava con los ojos cerrados, lleg a pensar que en realidad no necesitaba darse
vuelta: delante tena una ventana cuyo vidrio, con esa noche cerrada, funcionaba
como un espejo perfecto. Pens con terror que, si haba alguien detrs de l, lo
vera no bien abriera los ojos.
Demor una eternidad en abrirlos. Cuando lo hizo, en cierta forma vio lo que
esperaba, aunque hubo un instante durante el cual se dijo que no poda ser cierto.
Pero era indiscutible: "eso" que estaba reflejado en el vidrio de la ventana, lo que
estaba detrs de l, era un hombre sin cabeza. Y lo que tena en la mano era un
largo y filoso cuchillo...
FIN

31

TALLER DE ACTIVIDADES
PARA DESARROLLAR POR LOS ESTUDIANTES
INSTRUCTIVO:
1. LECTURA ATENTO DEL TEXTO EL HOMBRE SIN CABEZA
2. COPIE EL CUESTIONARIO EN EL CUADERN O
3.DARLE SOLUCIN A LAS PREGUNTAS Y ACTIVIDADES DEL TALLER

ACTIVIDAD 1
1.Qu intencin tena el escritor cuando decidi recorrer su casa a la luz de las velas?
2.Seala en el texto la informacin explicita acerca de : ( escrbela en tu cuaderno)
*el oficio de Luis Lotman
*la casa en donde viva
*algn objeto que hubiese en el stano
*la bebida que lo reconfort
3.Escribe la informacin que hace aparecer a Luis Lotman como un personaje real
4. En qu prrafo se habla sobre una de las razones por las cuales Lotman decidi ser escritor?
Escrbelo en tu cuaderno
5.Escribe en tu cuaderno el comportamiento del escritor frente a cada situacin
*Observ en la pared su sombra sin cabeza
*cay sobre el sof y se apagaron las velas
*acab de escribir su cuento
*saba que haba alguien detrs de l

ACTIVIDAD 2
INSTRUCTIVO
Escriba en su cuaderno el nmero de la pregunta y la letra que corresponda a la respuesta
A partir del fragmento Inmerso en el clima inquietante de sus propias fantasas escribi cuentos
de terror .Se puede deducir o inferir que
1.Lotman se inspiraba en su vida para escribir sus cuentos

A.

32
B. el escritor usaba sus propios temores como temas de sus cuentos
C. el escritor mezclaba terror y fantasa en sus cuentos
D. Luis Lotman slo poda escribir cuando estaba inquieto
2. La funcin del quinto prrafo con respecto al anterior
A. ampla su informacin
B. lo explica
C. da un ejemplo del contenido
D. aclara la informacin
3. El hecho de que Lotman tardara en hallar la escalera y la puerta del stano se debi
principalmente a que:
A. no poda ver nada
B. no iba con frecuencia al stano
C. deseaba experimentar ms miedo
D. estaba demasiado nervioso
4. Sobre el final se puede deducir que
A. Tiene el mismo destino que el personaje d su cuento
B. logra atrapar al hombre sin cabeza
C. despierta de un sueo.
D. es vctima de una broma

ACTIVIDAD 3
REALIZA EN TU CUADERNO UN RESUMEN DEL CUENTO TENIENDO EN
CUENTA:
INICIACIN________________________________________________________
NUDO____________________________________________________________
DESENLACE_______________________________________________________

ACTIVIDAD 4
CONSULTA LA BIOGRAFA DEL AUTOR
__________________________________________________________________
__________________________________________________________________
___________________________________.
FIN DEL TALLER

33

INSTITUCION EDUCATIVA DEOGRACIAS CARDONA. PEREIRA


. PROFESOR OBDULIO A LOPERA E.

LECTORES COMPETENTES. NIVEL A


TEXTO. 5

LA CABRA DE NUBIA
Jess Zrate Moreno

Le doy diez pesos.


Vale quince. Ni un centavo menos.
Diez pesos.
Quince.
Podramos partir la diferencia: doce y medio.
No; quince. Es el nico precio.
El joven mir la cabra. Era un precioso animal. A pesar de su cornamenta, tena un aspecto
inofensivo y unos ojos melanclicos, que daban lstima.
Doce y medio volvi a decir, dando una vuelta en torno de la cabra.
Consideraba que vala quince pesos, pero pensaba insistir en doce y medio hasta el ltimo
momento. Era una cabra magnfica. La piel brillante, las ubres opulentas, todo denunciaba en ella
la seleccin de la especie.
Doce cincuenta dijo por tercera vez.
Vale quince repiti el otro, un hombre tuerto, de largos bigotes. Ni un centavo menos.
Dnde consigue usted una cabra de Nubia por ese precio? Si la vendo en eso, es porque
necesito el dinero. Mi mujer va a tener un hijo... Entiende? Necesito el dinero.

Al hablar as, el tuerto apuraba un vaso de aguamiel. Era forastero, segn haba dicho; de todos
modos era la primera vez que se le vea por aquellos contornos. Haba llegado un momento antes,
tirando de la cabra, orgulloso de ser su dueo, exhibindola a los ojos de todos como un ejemplar
nunca visto. Despus de beber, dej el vaso sobre el mostrador, sac del bolsillo una moneda de
cinco centavos, y pag. El tendero se mova con languidez entre las sombras de la fonda. Recibi
la moneda, dando las gracias, y se retir al fondo del establecimiento, de donde haba salido, a un
sitio donde nadie lo vea y desde donde l observaba muy bien a todos los clientes.
No hay quin le d ms de lo que yo le ofrezco insisti el joven.
Es
una
cabra
de
Nubia.

34
Podra
ser
una
cabra
del
cielo.
No
vale
ms.
Doce
cincuenta!
Bien... Es suya. Me ha convencido. Necesito el dinero, y no hay remedio. Puede llevrsela.
El tuerto cont el dinero. Doce billetes de un peso, y cinco monedas de diez centavos. Revis los
billetes minuciosamente, uno a uno, mojndose los dedos con saliva al repasar su valor y
comprobar
su
autenticidad.
Despus los levantaba a la altura de los ojos y los examinaba al trasluz, sostenindolos en el aire,
con
cmica
desconfianza.
Son
legtimos
dijo
el
comprador.
No lo dudo replic el tuerto. Pero es mejor estar seguros. Hay muchos falsificadores.
Podra
hacerme
un
favor?
Con
mucho
gusto,
si
Dios
quiere
dijo
el
tuerto.
No puedo llevarme la cabra ahora. Vendr maana a buscarla, en un camin. Dejo su valor y
maana
a
las
tres
vendr
a
llevarla.
En
dnde
vive
usted?
Aqu
me
encontrar.
Inmediatamente
se
despidieron.
El
joven
ech
una
ojeada
a
la
cabra.

Estaba orgulloso con la adquisicin. Le pareca que haba engaado al vendedor. La cabra, sin
duda, vala mucho ms del precio que haba pagado por ella. Maana, a las tres, volvi a decir al
salir. Un momento despus, en la carretera, se sinti la marcha del motor del automvil en que
viajaba. El auto dej al pasar una nube de polvo, cuyas briznas invadieron la tienda, haciendo
estornudar a la cabra.

Otro vaso de aguamiel orden el tuerto cuando estuvo solo.


El propietario de la fonda emergi de la sombra, detrs del mostrador. Busc un vaso y lo enjuag
en una olla. Luego tom un cucharn y lo hundi en el barril burbujeante y llen el vaso con el
lquido fermentado. Despus de dejarlo sobre el mostrador, volvi a perderse en la sombra.
Quin es el que me ha comprado la cabra? pregunt el tuerto.
Nadie contest.
Quin es? insisti. Estaba aqu, conversando con usted, cuando yo llegu. Supongo que lo
conocer.

El ventero volvi a aparecer. Morda un terrn de azcar. Al hablar, las palabras chirriaban en su
boca, cuando los dientes chocaban contra partculas de azcar retrasadas en la salivacin
calmosa.
Es un loco dijo.
Cmo?
Un loco.
No lo parece. Es muy joven...
Los jvenes no pueden ser locos? Qu criterio!
No me dej terminar. Iba a decir que es una desgracia que sea loco, siendo tan joven. Pero...
de dnde saca usted que sea loco?
Su padre era muy rico. El hombre ms rico de la provincia. Al morir le dej todos sus bienes. Ah
donde usted lo ve ahora, bien vestido, con camisas de seda, con automvil y todo, no tiene dnde
caerse muerto...

En ese momento se sintieron pasos en la carretera. Era ya un poco tarde, y el sol se alejaba de la
fonda rural, rodando por el campo, como una bola de fuego. En el ro, bajo el puente, cerca de la
construccin, se baaban varios chiquillos. Gritaban con vivo entusiasmo, pero el viento clido se
llevaba sus palabras muy lejos; y hasta all slo llegaba el ceceo apagado de las voces. Los
pjaros regresaban a los aleros de la casa y penetraban en sus nidos, con precisin y seguridad de

35
flechas

aladas.

Tres hombres entraron en la tienda y pidieron cerveza. Uno de ellos ocup una silla y se dedic a
afinar la bandola que llevaba. Sus dedos acariciaban las cuerdas de la bandola y de las tripas de
cobre del instrumento surgan diversos sonidos, destemplados unos, armoniosos otros, todos
torpes e imprecisos.
Hermoso animal! dijo uno de los recin llegados, mirando la cabra.
Los otros la contemplaron y alabaron la elstica finura de sus miembros.
El tuerto levant la soga con que la tena atada, tratando de atraerla. Pero la cabra se resisti y dio
muestras de mal humor al verse arrastrada a la fuerza.
La vende? pregunt el hombre que haba hablado antes.
Veinte pesos! respondi el tuerto.
Quince.
Quince pesos, una cabra de Nubia? Ni pensarlo.
Quin dijo que ese animalejo era de Nubia?
Se la compr al gobierno. Es de las que import el gobierno para mejorar las razas criollas. Vale
cuatro veces ms, pero yo la vendo porque necesito el dinero. Mi mujer va a dar a luz...
Entiende? Vale veinte pesos.
Quince.
Bueno. Ya que insiste, se la dejar en quince. Es suya.

El ventero lo mir, asombrado de su audacia. Luego se hundi en la penumbra, porque no le


gustaba ser testigo de los negocios que se ventilaban en la tienda. Le bastaba vender, sin or ni ser
odo, ni meterse en los asuntos y discusiones de los campesinos y tratantes. Nunca sala del fondo
del establecimiento, ni siquiera para comer; su mujer deca que estaba abotagado por falta de sol y
ejercicio, y que un da iba a reventar como una vejiga. El de la cabra cont los billetes, esta vez sin
dificultad, porque se trataba de tres billetes nuevos de cinco pesos.

No puedo llevar hoy la cabra dijo el nuevo comprador. Tendr que venir maana por ella. Es
muy tarde para llevrmela, y no tendra dnde dejarla esta noche. Vive usted aqu?
No: al otro lado del ro. Pero no importa. Vendr maana a las tres.
Para seguridad de todos propuso el hombre de la bandola podra dejarla aqu mismo, en los
corrales de la casa.
De ninguna manera! grit el ventero desde la sombra. Los corrales de la casa estn llenos,
y a mi mujer no le gusta que guarden animales en ellos sin su consentimiento...
Maana a las tres estar presente dijo el comprador. Ha hecho usted un buen negocio: lo
felicito. Quince pesos son una buena suma. Cmo se llama?
Francisco Quintana, servidor.
Gracias. Maana, a las tres!

Los hombres se pusieron en marcha. El tuerto sac un cigarrillo, lo parti en dos, y guard uno de
los cabos, encendiendo el otro. El ventero volvi a salir. Mova su gordura con perezosa fatiga y
respiraba con dificultad, mordiendo un terroncito de azcar.
Qu ha hecho usted? dijo el tendero.
Me hace dao fumar mucho replic el tuerto. Partiendo los cigarrillos, fumo menos.
No me refera a eso. Le preguntaba por qu ha vendido la cabra dos veces, ante mis propios
ojos. Es una porquera lo que usted ha hecho.
Le parece? aleg el tuerto con cinismo.
No quiero saber lo que va a pasar. Qu piensa hacer?
Nada.
Cmo, nada? Qu es eso de nada? No me gusta meterme en lo que no me importa, pero el

36
negocio se ha hecho en mi casa. Si los gendarmes me preguntan, se los dir todo.
El tuerto tom el vaso de aguamiel y lo agot de un sorbo. Se limpi los labios con un pauelo rojo
y chup el cabo del cigarrillo.
Ya es de noche dijo.
Qu noche ni qu diablos! gru el ventero de mal humor. Estoy hablando de otro
problema. Qu va a hacer maana cuando lleguen los compradores?
No estar aqu. Es todo lo que digo.
De dnde sac la cabra? Porque a m no me viene a decir que se la compr al gobierno. Diga:
de dnde la sac?
Ya lo ha odo: la compr en la granja del gobierno.
Se la rob. Nadie me quita de la cabeza que se la rob. Desde que lo vi aparecer me di cuenta
de que era usted un cuatrero. Y ahora la vende dos veces. Qu va a hacer?
Podra arreglarlo todo muy bien, trayendo maana otra cabra igual a sta. Pero los compradores
me han tomado por un cretino, y se han ido convencidos de que me han estafado. Maana, a las
tres, les van a crecer las narices... No les quedar ms recurso que contarse sus penas.

El ventero no saba qu pensar. Haba conocido muchos pillos y vagabundos, pero aquel se
presentaba ante sus ojos como un completo bribn. Y no obstante su recelo, se senta atrado por
la simpata y el descaro del cuatrero.
En dnde encontr la cabra? pregunt el ventero.
Al otro lado del ro.
Entonces, reconoce que se la rob?
No tanto. Yo vena hacia este lugar, y ella estaba en la carretera, y balaba tristemente, muerta de
hambre. Me sent conmovido y la recog. No la he robado.
Eso est bien dicho. Pero no veo cmo va a salir usted del trance.
Todo resultar bien. Tengo buena suerte. No le gustara quedarse con la cabra? Se la vendo.
Muy barata.
No compro bienes robados.
Diez pesos. Es una ganga.
Qu hara yo con ella? Mi mujer tiene muchas cabras en el corral. No necesitamos ms de las
que tenemos.
Cmprela. Diez pesos: una ganga.
Y maana, qu dira, cuando vengan los otros?
A usted no le importa. Usted no ha negociado con ellos, y es un hombre honrado, a quien todo el
mundo conoce.
Diez pesos? pregunt el ventero, tentado por la oportunidad.
Eso. No hago rebaja.
Mi mujer tendr un disgusto, por hacer negocios en su ausencia. Est en el pueblo, y no tardar
en llegar. Es de muy mal genio, sabe?

No pasar nada. Ella estar contenta de haber comprado una cabra en tan buenas condiciones.
Lo convenci al fin. El ventero le indic el sitio en donde deba dejar la cabra, al otro lado de la
carretera, en el corral, a cien metros de la casa. El tuerto penetr all y amarr la cabra en una
estaca, detrs de unos montones de paja. Luego, muy contento, regres a la tienda, recibi el
dinero y encendi el cabo de cigarrillo que le quedaba. Por fin se despidieron, haciendo al
propietario
muchas
reverencias.
Avanz silbando, por la carretera, muy despacio, como si no tuviese prisa en llegar al sitio a donde
se diriga. En el puente se detuvo y escupi sobre el ro. El ventero lo vea, en el claroscuro de la
noche incipiente, reclinado sobre la baranda del puente, fumando la colilla con tranquilidad
meditativa.

37
Despus lo perdi de vista. Veinte minutos despus lleg el bus, y se detuvo un momento frente a
la casa. Principiaba a llover. La esposa del propietario, una gorda tan perezosa y grasienta como
l, se baj del bus; y como al bajarse, antes de asentarse en la tierra, aqul sigui la marcha, la
gorda rod por la carretera, gimiendo. De la mochila que llevaba rodaron al caer botellas de ron,
paquetes de velas y barras de jabn. La mujer recogi las compras, en la oscuridad, y se dirigi a
la tienda, vociferando contra el conductor del bus.

He comprado una cabra inform el marido con notoria timidez.


Dnde est?
En el corral.
Voy a verla. Cunto cost?
Diez pesos.
Diez pesos? Una cabra?
Es de Nubia.
De qu?
De Nubia.
Qu es eso?
As deca el que la vendi. Debe ser la raza...
Voy a verla.

La mujer encendi una vela, se ech sobre la cabeza un papel encerado, y se dirigi al corral,
cruzando la carretera. Un momento despus estall en el corral una algaraba de dicterios y
lamentaciones. El ventero sudaba sin moverse, y sin comprender lo que pasaba. Vea la luz de la
vela que se agitaba en el aprisco, en una y otra direccin, y observaba cmo el viento arrastraba la
llama, dndole la transparencia azulosa de un fuego fatuo.

Qu ha pasado? pregunt, cuando la mujer estuvo de regreso.


Imbcil! grit la mujer.
Quin?
Quin ha de ser? T, imbcil!
No entiendo.
Ya comprenders... Imbcil! Has comprado una cabra que te perteneca. Y despus de que la
has comprado, te la han vuelto a robar. En el corral falta una cabra. La mejor que tena!
No buscaras bien. Voy yo mismo...
T, barrign intil, que ni siquiera sabes lo que tienes y lo que compras? Yo lo haba
sospechado cuando me hablaste del asunto. Imbcil! A quin se le ocurre comprar lo propio?

l principiaba a comprender. No dijo una palabra ms. Se senta abatido, doblemente engaado
por el desconocido. Y no se atreva a contar a su mujer que aparte de lo que ella haba
descubierto, la cabra haba sido vendida dos veces en su presencia.
Esa noche, en el lecho, el ventero pensaba en los caprichos de la vida.
Reconciliado con su esposa, a quien haba logrado explicar su inocencia y su buena fe, senta muy
cerca la respiracin de la mujer, y el copioso volumen de su opulencia carnal.
Oye le dijo. Hemos debido perseguir al ladrn. No deba estar muy lejos cuando t llegaste...
Con esta noche no salen al campo ni los perros.
T crees que la cabra fuera de Nubia?
Fuera lo que fuera, ya no la tenemos. Y adems, t le has dado diez pesos al que se la rob. Es
triste ser la mujer de un hombre como t. Trabaja uno todo el ao, de da y de noche, para que
venga un ladrn y se robe las cabras en las propias narices del dueo. Habr que avisar maana a
la polica. Cmo era el ladrn?
Era tuerto, vesta de dril blanco, y llevaba bigotes largos, casposos.

38
Tuerto dices?
S; por qu?
En el bus iba un hombre tal como lo describes, y llevaba una cabra. Pero no era tuerto. Debi
fingir que le faltaba un ojo para que no lo reconocieran despus... Subi a un kilmetro de aqu, y
pag doble pasaje, por l y por la cabra; y como no haba sitio, la puso sobre sus rodillas como a
una criatura...
Y t, desgraciada, te encuentras con tu propia cabra y no le echas mano al ladrn? Cmo
explicas eso?
Yo no saba que era mi cabra. Cmo iba a saberlo? Ni siquiera mir al animal. Estoy ahta de
lidiar cabras. Y, sobre todo, no me hables as. El responsable de lo que ha pasado eres t. Ni
siquiera te diste cuenta de que el cuatrero no era tuerto... Qu inteligencia!
El la oa murmurar, y las palabras de su esposa le daban una sensacin de doliente inutilidad.
Afuera llova con extraa intensidad, y el agua de las acequias caa desde el barranco, sobre el ro,
con inquietante violencia. El ventero trat de buscar un recurso para atraer el sueo, y al
encontrarlo, no pudo dejar de sonrer en la oscuridad. Un montono rebao de cabras holl los
senderos aletargados de su mente, y contndolas, una a una, logr quedarse dormido, molido el
cuerpo por la fatiga, limpia el alma de todo rencor.

FIN

BIOGRAFIA DEL AUTOR


Jess Zrate Moreno (Colombia)
Naci en Mlaga (Santander) en 1915 y muri en Bogot en 1967. Fue periodista, escritor y
diplomtico. Con sus cuentos de estilo sencillo y limpio logr mostrar la psicologa, las
formas de vida y el temperamento del hombre de la provincia colombiana, planteando
problemas reales, sin fantasas ni truculencias. Sus cuentos, escritos con humor e irona,
dejan en el lector la sensacin emotiva de una comedia. La cabra de Nubia recrea,
precisamente,
lo
anterior.
Obras:

39

TALLER DE ACTIVIDADES
PARA DESARROLLAR POR LOS ESTUDIANTES
INSTRUCTIVO:
1. LECTURA ATENTO DEL TEXTO
2. COPIE EL CUESTIONARIO EN EL CUADERN O
3.DARLE SOLUCIN A LAS PREGUNTAS Y ACTIVIDADES DEL TALLER

ACTIVIDAD 1
1. Marca quienes son personajes y escribe si se trata de principales o secundarios. Elabora
este cuadro en tu cuaderno Y ESCRIBE UNA x
ES PERSONAJE

TIPO DE PERSONAJE
NO

SI

PRINCIPAL

SECUNDARIO

EL TUERTO
EL PRIMER COMPRADOR
LA CABRA
EL VENTERO
EL SEGUNDO COMPRADOR
LA ESPOSA DEL VENTERO
LA ESPOSA DEL TUERTO

2. Lee nuevamente el primer dilogo del cuento y explica cmo se cerr el negocio
3.En el dilogo entren el tuerto y el ventero , quien dice la siguiente frase al otro lado del ro
4. De acuerdo con los siguientes fragmentos del dilogo- qu senta el ventero hacia su mujer?
- Mi mujer tendr un disgusto , por hacer negocios en su ausencia
_ he comprado una cabra- inform el marido con notoria timidez
6.Seala la pregunta adecuada para la siguiente respuesta
El ventero nunca iba por el corral y no saba que cabras tena.
_________ qu facilit el robo del tuerto al ventero?
_________ cmo logr robar el tuerto al ventero?
__________ por qu el ventero compr la cabra?

40

7.Numera los hechos del relato en orden correcto


Escribe en tu cuaderno las frases y al frente, en el guin el nmero
________Tres hombres entraron a la tienda
________El ventero le sirve al tuerto otro vaso de aguamiel
________El tuerto sac un cigarrillo y lo parti en dos
________El tuerto revis la autenticidad de los billetes, uno a uno
________El comprador pens que haba engaado al tuerto

ACTIVIDAD 2
INSTRUCTIVO
1.De acuerdo con las tres situaciones en las que el tuerto vendi la cabra , se puede deducir que
este personaje

A. era un genio de los negocios


B. tena una gran necesidad
C. era un ladrn astuto
D. corri con suerte
2. En el segundo dilogo se habla de
A. la procedencia de la cabra
B. el robo de la cabra
C. un nuevo negocio
D. un engao
3. La frase las palabras de su esposa le daban una sensacin de doliente inutilidad, significa que
A. el ventero se senta intil
B. saba que las palabras eran dolientes
C. vio que su mujer era intil
D. las explicaciones era intiles
4. Segn el ltimo prrafo qu le resultaba gracioso al hombre?
A. Tiene el mismo destino que el personaje d su cuento
B. logra atrapar al hombre sin cabeza
C. despierta de un sueo.
D. es vctima de una broma

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ACTIVIDAD 3
REALIZA EN TU CUADERNO UN RESUMEN DEL CUENTO TENIENDO EN
CUENTA:
INICIACIN________________________________________________________
NUDO____________________________________________________________
DESENLACE_______________________________________________________

ACTIVIDAD 4
CONSULTA LA BIOGRAFA DEL AUTOR
__________________________________________________________________
__________________________________________________________________
___________________________________.

FIN DEL TALLER

42

INSTITUCION EDUCATIVA DEOGRACIAS CARDONA. PEREIRA


. PROFESOR OBDULIO A LOPERA E.

LECTORES COMPETENTES. NIVEL A


TEXTO. 6

EL SEXTO PALACIO
Ben Azai se consider digno y se detuvo ante el portal del sexto palacio, y vio el esplendor
etreo de las placas de mrmol. Abri la boca y dijo dos veces: Agua, agua!. En un
abrir y cerrar de ojos fue decapitado y le arrojaron once mil planchas de hierro. sta ser
una advertencia para todas las generaciones de que nadie debe errar en el portal del sexto
palacio.

Hekaloth el Menor

Estaba el tesoro, y tambin el guardin del tesoro y los huesos blanquecinos de


los que haban intentado intilmente apoderarse de l. En cierto modo, hasta los
huesos haban embellecido, tirados all, a un lado del portal de la cmara del
tesoro, bajo el resplandeciente arco de los cielos. El oro embelleca todas las
cosas que lo rodeaban... incluso los blancos huesos, incluso al severo guardin.

43

El tesoro estaba en un pequeo mundo que perteneca a la roja Valzar. En


realidad era slo un poco ms grande que la luna y no tena una verdadera
atmsfera; era un pequeo mundo muerto y silencioso que giraba por la
oscuridad, a mil millones de kilmetros de una estrella primaria que se estaba
enfriando. Un viajero se detuvo all una vez. De dnde vena, adnde iba? Nadie
lo supo nunca. Haba construido un escondite en aquel lugar y all estaba,
inalterable y eterno, un increble tesoro presidido por el hombre metlico sin rostro
que esperaba, con paciencia frrea, el retorno de su amo.
Tambin estaban aquellos que codiciaban el tesoro. Llegaban y eran desafiados
por el guardin y moran.
En otro mundo del sistema de Valzar, unos hombres que no se desanimaban por
el fin de sus predecesores soaban con el tesoro escondido y planeaban cmo
podan apoderarse de l. Lipescu era uno de ellos: un hombre grande y alto como
una torre, de dorada barba, puos como mazas, broncneas mandbulas y una
espalda tan ancha como un rbol de mil aos de edad. Bolzano era el otro: tena
el aspecto de un aguijn, ojos brillantes y dedos rpidos; era esbelto como un
junco y a lado como una navaja. Ninguno de los dos deseaba morir.
La voz de Lipescu era como el rugido de dos islas galcticas a punto de
estrellarse. Se acod junto a un enorme tarro de buena cerveza oscura y casi
grit:
-Ir maana, Bolzano.
-Est lista la computadora?
-Programada con todo lo que la bestia puede preguntarme -bram el grandulln-.
No habr errores.
-Y si los hay? -pregunt Bolzano, mirando perezosamente los ojos azules,
extraamente plidos y humildes del gigante-. Y si el robot te mata?
-Conozco bien a los robots.
Bolzano ri.
-Esa planicie est llena de huesos, amigo. Los tuyos se reunirn con los dems.
Sern unos huesoss grandes y voluminosos. Me parece que ya los puedo ver.
-Eres muy alegre, amigo.
-Soy realista.

44

Lipescu meci la cabeza pesadamente.


-Si fueras realista no estaras conmigo en esto -dijo con lentitud-. Slo un soador
hara algo as
Una de sus gruesas zarpas se desplaz por el aire, se lanz hacia abajo y atrap
el antebrazo de Bolzano. El hombrecito hizo una mueca de dolor cuando sus
huesos crujieron.
-No retroceders? En caso de que yo muera, lo intentars?
-Claro que s, tonto.
-Te atrevers? Eres un cobarde, como todos los hombres pequeos. Me vers
morir y saldrs corriendo rpidamente hacia otro confn del universo. No es as?
-Me propongo aprovechar tus errores afirm Bolzano con voz clara y chillona-.
Suelta mi brazo.
Lipescu afloj la mano. El hombrecito se hundi en el silln, sobndose el brazo.
Bebi un trago de cerveza. Sonri a su compaero y levant el tarro.
Por el xito -brind Bolzano.
-S. Por el tesoro.
- por una larga vida posterior.
-Por nosotros dos -rugi el gigante.
-Quiz -murmur Bolzano-. Quiz.

Tena sus dudas. Ferd Bolzano saba que el gigante era astuto y sa era una
buena combinacin que no se encontraba con frecuencia: astucia y tamao. pero
los riesgos eran grandes. Bolzano se preguntaba qu era preferible: que Lipescu
obtuviera el tesoro en su intento, asegurando a Bolzano una participacin sin
exponerse, o que Lipescu muriera, obligndolo a arriesgar su vida. Qu era
mejor, un tercio del tesoro, sin peligros, o la totalidad, jugndose el todo por el
todo?
Bolzano era un deportista lo bastante bueno como para conocer la respuesta.
Pero haba algo ms que cobarda en l; en cierto modo, deseaba tener la
posibilidad de poner en peligro su vida en el mundo anaerobio del tesoro.
Lipescu seria el primero en intentarlo. ste era el trato. Bolzano haba robado la
computadora y se la haba entregado al gigante; Lipescu hara el primer intento. Si
ganaba el premio, la parte mayor sera suya. Si pereca, Bolzano tendra su

45

oportunidad. Era una asociacin extraa, con clusulas ms extraas, pero


Lipescu se neg a cualquier otra solucin y Ferd Bolzano no discuti con su
inmenso compaero. Lipescu volvera con el tesoro, o no volvera. Ambos estaban
seguros de que no haba una solucin intermedia.
Bolzano pas una noche intranquila, Su apartamento, en una elegante torre de un
edificio con vistas al brillante lago Eris, era un lugar cmodo y no deseaba
abandonarlo. Lipescu prefera vivir en los apestosos suburbios ubicados detrs de
la costa de1 lago, y cuando los dos hombres se separaron por la noche, se
alejaron en direcciones opuestas. Bolzano consider la posibilidad de invitar a una
mujer a pasar la noche con l, pero no lo hizo. En cambio, se sent, inquieto e
insomne, ante la pantalla del televisor, pendiente de la procesin de mundos,
observando los planetas ocres, verdes y dorados que navegaban por el vaco.
Hacia el amanecer proyect la cinta del tesoro. Octave Merln haba grabado esa
cinta mientras estaba en rbita a cien kilmetros de altura sobre el extrao mundo
sin aire. Ahora, los huesos de Merln se decoloraban sobre la planicie, pero la
cinta haba vuelto a casa y las copias de contrabando se pagaban muy caras en el
mercado negro. El agudo ojo de su cmara haba captado mucho.
Estaba el portal; estaba el guardin. Brillante, esplndido, sin edad definida. El
robot meda tres metros de altura; era una mole cuadrada, negra voluminosa,
vagamente antropomorfa, coronada por una pequea cpula que haca las veces
de cabeza, elegante e inexpresiva. Detrs estaba el portal, abierto pero imposible
de franquear. Y ms atrs, el tesoro, escogido entre la artesana de mil
mundos, abandonado all no se saba cundo ni por quin.
No haba joyas. Ni aburridos trozos de los as llamados metales preciosos. Las
riquezas del tesoro no eran intrnsecas; ningn vndalo pensara en fundir el
tesoro para vaciarlo en burdos lingotes. All haba esculturas de filigrana de hierro
que parecan moverse y respirar. Placas grabadas del ms puro plomo que
nublaban la mente y el corazn. Sutiles tallas de granito que provenan de los
talleres de un mundo glido, situado a medio parsec de ninguna parte. Una
variedad de palos que ardan con una luz interior y formaban artsticas curvas
luminiscentes. Una hlice de madera con los colores del arco iris. Una serie de
tiras seas de

46

algn animal, plegadas y biseladas de manera que el dibujo se volva borroso y


quiz lindaba con un continuum de otra dimensin. Conchas hbilmente
esculpidas, una dentro de la otra, que disminuan hasta el infinito. Hojas bruidas
de rboles sin nombre. Guijarros pulidos de playas desconocidas. Un despliegue
de maravillas que provocaban el vrtigo y cubran alrededor de cincuenta metros
cuadrados, desparramadas ms all del portal en asombrosa profusin.
Hombres rudos e ignorantes de los principios de la esttica haban sacrificado sus
vidas por el tesoro. No haca falta ser muy refinado para apreciar su valor, para
saber que coleccionistas de todas las galaxias lucharan hasta la muerte por una
pieza. Las barras de oro no formaban un tesoro. Pero... estas cosas? Eran
imposibles de reproducir, no tenan precio.
Bolzano ya estaba empapado por la fiebre del deseo antes de que la cinta llegara
a su fin. Cuando termin, se derrumb en su butaca, sintindose vaco.
Amaneci. Luces plateadas cayeron del cielo. El sol rojo salpic el horizonte.
Bolzano se permiti el lujo de una hora de sueo.
Y luego lleg la hora de comenzar...
Como medida preventiva dejaron la nave estacionada en una rbita alejada cinco
kilmetros del mundo sin aire. Los informes antiguos no eran muy fiables y no
haba forma de saber a qu altura llegaba el poder del robot guardin. Si Lipescu
tena xito, Bolzano podra descender y recogerlos... a l y al oro. Si Lipescu
fracasaba, Bolzano aterrizara y probara suerte.
El gigante pareca an ms grande metido en traje espacial y en la cpsula de1
aterrizaje. Llevaba la computadora en su pecho macizo; un cerebro extra,
fabricado con tanta amorosa delicadeza como cualquiera de las piezas del tesoro.
El guardin formulara preguntas, la computadora le ayudara a responder. Y
Bolzano estara escuchando. Si Lipescu se equivocaba, quiz su compaero
pudiera beneficiarse conociendo el error y, de este modo, tener xito .Su
oportunidad.
-Me oyes? -pregunt Lipescu.
-Perfectamente. Sigue. Adelante!
-Por qu tanta prisa? Ests ansioso de ver cmo me mata?
-Tan poca confianza tienes? -pregunt Bolzano-. Quieres que yo vaya primero?

47

-Tonto -murmur Lipescu-. Escucha con atencin. Si muero, no quiero que sea en
vano.
-Qu te importara eso?
La voluminosa figura gir sobre s misma. BoIzano no poda ver la cara de su
socio, aunque saba que Lipescu estaba frunciendo el ceo. El gigante retumb:
-La vida, es tan valiosa? No vale la pena correr un riesgo?
--En beneficio mo?
-No en el mo -replic Lipescu-. Volver. -Entonces, ve. El robot te espera.
Lipescu se dirigi a la escotilla. Un momento despus la haba atravesado y se
deslizaba hacia abajo; era una nave espacial unipersonal, con reactores, debajo
de los pies. Bolzano se apost para vigilar junto a la pantalla de observacin. Un
tele vector enfoc a Lipescu justo en el momento en que aterrizaba envuelto en un
resplandor gneo. El tesoro y su guardin estaban a poco ms de un kilmetro de
distancia. Lipescu se liber de la cpsula y se dirigi a grandes zancadas hacia el
guardin que esperaba.
Bolzano vigilaba. Bolzano escuchaba.
La pantalla del tele vector era de alta resolucin. Resultaba muy til para los fines
de Bolzano y para la vanidad de Lipescu, ya que el gigante quera que cada
momento quedara inmortalizado para la posteridad. Era interesante ver a Lipescu
convertido en un enano junto al guardin. El negro robot sin rostro, acuclillado e
inmvil, meda un metro ms que el hombretn.
Lipescu orden:
-Aprtate.
La rplica del robot tuvo. un matiz sorprendentemente humano, aunque careca de
cualquier tono distintivo:
-Lo que guardo no debe ser tocado.
-Yo tengo derecho a tomarlo -afirm entonces Lipescu.
-Otros dijeron lo mismo, pero su derecho no era autntico. El tuyo tampoco. No
me quitar.
-Ponme a prueba -pidi Lipescu-. Juzga si tengo derecho o no!
-Solamente mi amo puede pasar.
-Quin es tu amo? Yo soy tu amol
-Mi amo es el nico que manda en m. Y nadie puede gobernarme si demuestra
ignorancia en mi presencia.

48

-Entonces, ponme a prueba -exigi Lipescu.,


-El fracaso es castigado con la muerte.
-Ponme a prueba.
-El tesoro no te pertenece.
-Ponme a prueba y hazte a un lado.
-Tus huesos se reunirn con los dems.
-Ponme a prueba -volvi a pedir Lipescu.
Y vigilando desde lo alto, Bolzano se puso tenso. Su cuerpo delgado pareci
replegarse sobre s mismo como el de una araa congelada. Ahora,
cualquier cosa poda ocurrir. El robot podra proponer enigmas, como lo hubiese
hecho la esfinge a la que Edipo hubo de enfrentarse.
Poda exigir la demostracin de teoremas matemticos. Poda demandar la
traduccin de palabras extraas. Eso era lo que suponan, despus de saber lo
que haba hecho fracasar a otros hombres. Y, aparentemente, una respuesta
equivocada significaba la muerte instantnea.
Lipescu y l haban saqueado las bibliotecas del mundo. Haban compactado todo
el conocimiento --o eso crean ellos- en su computadora. Les haba llevado meses,
aun con un programa mltiple. ,-El pequeo y brillante globo metlico situado
sobre el pecho de Lipescu contena una infinidad de respuestas a una sinfn de
preguntas.
Abajo se produjo un largo silencio, mientras el hombre y el robot se analizaban
mutuamente. Luego el guardin solicit:
-Define latitud.
-Quieres decir la latitud geogrfica? -pregunt Lipescu.
Bolzano se qued helado de miedo. El muy idiota, pidiendo una aclaracin!
Morira incluso antes de empezar!
-Define latitud -repiti el robot.
La voz de Lipescu sonaba tranquila.
-La distancia angular de un punto de la superficie de un planeta al Ecuador,
medida desde el centro del planeta.
-Cul es ms consonante -pregunt el robot-, la tercera menor o la sexta mayor?
-La tercera menor -contest Lipescu.

49

Sin detenerse, el robot lanz otra pregunta:


-Nombra los nmeros primos entre 5.237 y 7.641.
Bolzano sonri cuando Lipescu respondi sin esfuerzo. Por el momento, todo
marchaba bien. El robot se limitaba a problemas concretos, preguntas para
estudiantes que no podan comprometer a Lipescu. Y despus de su vacilacin
inicial y su argucia con la latitud, Lipescu pareca sentirse ms seguro a cada
momento. Bolzano bizque mirando la pantalla, mirando ms all del robot, por el
portal abierto, hacia donde estaban los tesoros apilados en desorden. Se pregunt
cules le corresponderan cuando Lipescu y l los repartieran, dos tercios para
Lipescu, un tercio para l.
-Nombra a los siete poetas trgicos de Elifora -pidi el robot.
-Domiphar, Halionis, Slegg, Hork-Sekan...
-Los catorce signos del Zodiaco, como se ven desde Morneez -exigi el robot.
-Los Dientes, las Serpientes, las Hojas, la Cascada, el Borrn...
-Qu es un pednculo?
-El tallo de una flor individual en una inflorescencia.
-Cuntos aos dur el sitio de Larrina?
-Ocho.
-Qu grit la flor en el tercer canto de Vehculos de Somner?
-Sufro, sollozo, gimo, muero -respondi Lipescu con voz sonora.
-Cul es la diferencia entre el estambre y el pistilo?
-El estambre es el rgano productor de polen de la flor; el pistilo...
Y as siguieron. Una pregunta tras otra. El robot no se dio por satisfecho con las
tres preguntas legendarias de la mitologa; inquiri una docena de cosas y luego
sigui preguntando. Lipescu contest perfectamente, ayudado por el susurro del
inigualable compendio de conocimientos que llevaba sobre 1 pecho. Bolzano
llevaba la cuenta cuidadosamente; 1 gigante haba respondido bien diecisiete
enigmas. Cundo se rendira el robot? Cundo dara por terminado su torvo
cuestionario y se hara a un lado?

50

Hizo la pregunta nmero dieciocho, patticamente sencilla. Slo quera una


exposicin del teorema de Pitgoras. Lipescu ni siquiera consult la computadora
para eso. Respondi breve, concisa, acertadamente. Bolzano se enorgulleci de
su enorme socio.
Y entonces el robot mat a Lipescu.
Sucedi en un abrir y cerrar de ojos. La voz de Lipescu haba callado y estaba all,
presta para la siguiente pregunta, pero sta nunca lleg. En cambio, una
compuerta del vientre curvo del robot se abri y un objeto reluciente y sinuoso
sali con un chasquido, desenrollndose a lo largo de los tres metros que
mediaban entre el guardin y el retador, y parti en dos a Lipescu. La brillante
arma se desliz hacia atrs, ocultndose. El tronco de Lipescu cay entonces
hacia un lado. Sus piernas macizas permanecieron absurdamente plantadas por
un momento; luego se doblaron, una pierna enfundada en el traje espacial se
contrajo una vez y todo qued en absoluto silencio.
Atontado, Bolzano temblaba en la soledad de la cabina y su linfa se transform en
agua. Qu haba salido mal? Lipescu dio la respuesta correcta a todas las
preguntas y, sin embargo, el robot lo haba matado. Por qu? Acaso el gigantn
expuso mal el teorema de Pitgoras? No; Bolzano lo haba odo. La respuesta fue
perfecta, igual que las diecisiete que la precedieron. Aparentemente, el robot se
aburri del juego entonces. El robot haba hecho trampa. Arbitraria,
maliciosamente, golpe a Lipescu, castigndolo por una respuesta correcta.
Bolzano se pregunt si los robots eran capaces de hacer trampa. Podran ser
malintencionados y rencorosos? No conoca a ningn robot capaz de hacer esas
cosas, pero aqul era diferente a todos los robots.
Durante un largo rato, Bolzano estuvo acurrucado en la cabina. La tentacin de
abandonar la rbita y dirigirse a casa, sin el tesoro pero vivo, era imperiosa. Pero
el tesoro lo seduca. Un impulso suicida lo empujaba. Como una sirena, el robot lo
arrastraba hacia abajo.
Tena que existir una forma de vencer al robot, pens Bolzano, mientras conduca
su pequea nave hacia la amplia y estril planicie. El uso de la computadora fue

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una buena idea, cuyo nico defecto era su inutilidad. Los archivos histricos no
eran muy confiables, pero todo pareca indicar que cuando respondan
incorrectamente despus de una serie de aciertos los hombres moran; Lipescu no
haba errado; no obstante, tambin estaba muerto. Era inconcebible que el robot
considerara otra relacin entre el cuadrado de la hipotenusa y el de los catetos
diferente a la que haba expresado Lipescu.
Bolzano se pregunt qu sistema funcionara
Anduvo con dificultad a travs de la llanura hacia el portal y su guardin. Una idea
se gest en su mente mientras andaba dando traspis.
Saba que estaba condenado a morir por su ambicin. Solamente una gran
agilidad mental podra salvarlo de compartir el destino de Lipescu. La inteligencia
comn no serva. La astucia de Ulises era la nica salvacin.
Bolzano se acerc al robot, que estaba parado sobre el osario. Lipescu yaca en el
charco de su propia sangre. Bolzano saba que la computadora descansaba.
sobre su enorme pecho inerte. Pero se resisti a recogerla. Lo hara sin ella.
Desvi la mirada; no quera que la visin del cuerpo destrozado de Lipescu lo
distrajera.
Hizo acopio de todo su valor. El robot se mostraba indiferente hacia l.
-Djame pasar -orden BoIzano-. Aqu estoy. Vengo por el tesoro.
-Debes ganar tu derecho al tesoro.
-Qu debo hacer?
-Demuestra la verdad -exigi el robot-. Revela la esencia. Prueba tu
entendimiento.
-Estoy listo -asegur Bolzano.
El robot hizo una pregunta:

52

-Cmo se llama el rgano excretor del rin de los vertebrados?


Bolzano medit. No tena la menor idea. La computadora poda habrselo dicho,
pero la dej atada al torso de Lipescu. No le haca ninguna falta. El robot exiga
verdad, esencia, comprensin. Lipescu slo le haba ofrecido informacin. Lipescu
estaba muerto.
-La rana en el estanque -contest al rato Bolzano- lanza un grito azulado.
Se hizo el silencio. Bolzano vigilaba al robot, esperando que se abriera la
compuerta y que la cosa sinuosa lo rajara por la mitad.
El robot habl:
-Durante la Guerra de los Perros, en Vanderveer IX, los colonos redactaron treinta
y ocho dogmas de desafo. Cita el tercero, el noveno, el vigsimo segundo y el
trigsimo quinto.
Bolzano medit. ste era un robot extrao, producto de una mano desconocida.
Cmo funcionara la mente de su amo? Respetara el conocimiento?
Atesorara hechos porque s? 0 reconocera que la informacin por s sola
carece de sentido y la intuicin es un proceso lgico?
Lipescu haba sido lgico. Y ahora yaca despedazado junto a l.
-La simplicidad del dolor -respondi Bolzano- es inefable y refrescante.
El robot continu:
-El monasterio de KWaisen fue sitiado por los esbirros de Oda Nobunaga el 3 de
abril de 1582. Qu sabias palabras pronunci el abad?
Bolzano habl rpida y vivazmente:
-Once, cuarenta y uno, elefante, voluminoso -concluy.

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La ltima palabra se le escap entre los labios a pesar de su esfuerzo por


contenerla. Los elefantes eran voluminosos, pens. Un desliz fatal? El robot no
pareci advertirlo.
Sonora y pesadamente, la enorme mquina propuso la siguiente pregunta:
-Qu porcentaje de oxgeno hay en la atmsfera de Muldonar VII?
-El testigo falaz -respondi Bolzano- esgrime una espada gil.
El robot hizo un extrao ruido, un zumbido. Bruscamente se desliz por unos
grandes rieles, movindose un par de metros hacia la izquierda. El portal del
tesoro se encontraba abierto y lo invitaba entrar.
-Puedes pasar -anunci el robot.
El corazn de Bolzano dio un vuelco. Haba ganado! Gan el premio mayor!
Otros fracasaron, el ms reciente no tena ni una hora, y sus huesos centelleaban
en la llanura. Haban tratado de responder al robot, a veces bien y a veces mal, y
todos estaban muertos. Bolzano viva.
Era un milagro, pens. Buena-suerte? Astucia? Un poco de las dos, se dijo.
Haba visto cmo un hombre acertaba dieciocho veces y mora. As que la
precisin de las respuestas no le interesaba al robot. Y entonces, qu quera?
Esencia. Comprensin. Verdad.
Poda haber esencia, comprensin y verdad en respuestas incoherentes, aventur
Bolzano. Donde un esfuerzo serio haba fracasado, la burla tena xito. Apost su
vida a la incoherencia y el premio era suyo.
Avanz vacilante hacia la bveda del, tesoro. A pesar de la mnima gravedad,
senta los pies de plomo. La tensin desapareci. Se arrodill entre los tesoros.
Las cintas, los agudos ojos del tele vector, ni siquiera haban comenzado a sugerir
el esplendor de lo que all haba. Bolzano contempl, transportado, sintiendo un
temor reverente, un pequeo disco cuyo dimetro no era mayor que el de un ojo
humano; contena una mirada de lneas espirales que danzaban y se retorcan
formando diseos de belleza nunca vista. Contuvo el aliento, sollozando con el

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dolor de la revelacin, cuando una resplandeciente espiral de mrmol que viraba


en extraos ngulos qued ante su vista. Un brillante escarabajo de alguna
sustancia cerlea y frgil reposaba sobre un pedestal de jade amarillo... un trozo
de malla metlica proyectaba dibujos luminosos que producan vrtigo. Ms all...
ms lejos... en el rincn...
,<Es el rescate de un universo, pens entonces Bolzano.
Necesitara muchos viajes para llevar todo aquello hasta la nave. Quiz seria
mejor acercar la nave al tesoro. Pero se pregunt si no perdera su ventaja al salir
por el portal. Tendra que volver a someterse nuevamente a la prueba para
volver a entrar? Y el robot, admitira sus respuestas de buen grado la prxima
vez?
Bolzano se decidi a correr el riesgo. Su astuta mente ide un plan. Elegira una o
dos doces de los objetos ms valiosos, todo lo que pudiera llevar cmodamente, y
los depositara en la nave. luego aterrizara junto al portal. Si el robot le negaba el
acceso, Bolzano simplemente se marchara, llevndose lo que ya haba escogido.
Era una tontera correr riesgos innecesarios. Cuando hubiese vendido el
cargamento y necesitara dinero, siempre podra volver y tratar de entrar
nuevamente. por cierto que nadie robara el botn, aunque lo dejara all.
La seleccin, sa era la clave ahora.
Agachndose, Bolzano eligi las cosas ms pequeas y fciles de vender. La
espiral de mrmol? Estorbara demasiado. Pero el pequeo disco s, ciertamente,
y el escarabajo por supuesto, y esa estatuilla de tonalidad suave, y los camafeos
que mostraban escenas que ningn ojo humano haba presenciado con
anterioridad, y esto, y aquello y eso adems...
Su pulso se aceler sbitamente. Su corazn ,lata con fuerza. Se vio viajando de
mundo en mundo, vendiendo sus mercancas. Coleccionistas, museos y gobiernos
rivalizaran para obtener esos trofeos. Los dejara ofrecer millones antes de
vender. Y, por supuesto, guardara uno o dos --o quiz tres o cuatro- para l, como
recuerdo de esta peligrosa aventura.

55

Y algn da, cuando la riqueza lo aburriera, se decidira a volver y a encarar


nuevamente el desafo. Obligara al robot a que volviera a interrogarlo y replicara
con incoherencias arbitrarias, -demostrando que haba captado la esencia
fundamental de que el conocimiento es hueco, y el robot le permitira nuevamente
el acceso a la bveda del tesoro.
Bolzano se puso de pie. Acun las maravillas en sus brazos. Con cautela, con
cautela, pens. Volvindose, atraves el portal.
El robot no se haba movido. Y tampoco se haba mostrado interesado mientras
Bolzano saqueaba el tesoro. El hombrecito pas a su lado, con andar sereno.
El robot habl:
-Por qu tomaste esas cosas? Para qu las quieres?
Bolzano sonri. Respondi con indiferencia:
-Me las llevo porque son bellsimas. Porque me gustan. Existe una razn mejor?
-No -confirm el robot, y su compuerta se abri en su gigantesco pecho negro.
Bolzano comprendi demasiado tarde que la prueba no haba concluido, que la
pregunta del robot no naca de la simple curiosidad. Y esta vez respondi en serio,
hablando racionalmente.
Bolzano aull. Vio el brillo que se le vena encima.
Su muerte fue instantnea.
FIN

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TALLER DE ACTIVIDADES
PARA DESARROLLAR POR LOS ESTUDIANTES
INSTRUCTIVO:
1. LECTURA ATENTO DEL TEXTO
2. COPIE EL CUESTIONARIO EN EL CUADERN O
3.DARLE SOLUCIN A LAS PREGUNTAS Y ACTIVIDADES DEL TALLER

ACTIVIDAD 1
INSATRUCTIVO.
Seala con una X, el significado que ms se relaciona con el contenido del texto
Escribe en tu cuaderno los nmeros del 1 al 8
Al frente del nmero escribe la palabra y la letra que le corresponde por definicin
1.
NO. PALABRA
1
CAMARA
2
3
4
5
6
7
8

GRAVEDAD
HUECO
SISTEMA

DEFINICION
A.Espacio hueco que se deja en el interior de los muros y paredes
para que sirva de aislamiento
B. Aparato destinado a registrar imgenes fotogrficas
C Atraccin universal de los de los cuerpos en razn de su masa
D. Grandeza , importancia
E. Que tiene vaco el interior
F. Abertura en un muro que sirve de puerta, ventana chimenea
G. Conjunto una estrella y sus planetas circundantes
H. Medio o manera de hacer una cosa

2.Describe cuales eran las piezas del tesoro


3.Escoge los adjetivos que mejor describen las respuestas de Bolzano
RIDCULAS- ABSURDAS- TOTAS- ILOGICAS- ERRADAS- ASTUTAS- INTUITIVAS- INOHERENTESESTUPIDAS.
4.Elabora un resumen acerca de los momentos ms importantes , desde que Lipescu y Bolzano
planeaban el viaje hasta el final del relato
5.Analiza las acciones de cada personaje segn el modelo
LIPESCU : AMBICIOSO Y CONFIADO EN LOS CONOCIMIENTOS
BOLZANO:________________________________________________________________________
EL ROBOT________________________________________________________________________

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ACTIVIDAD 2
INSTRUCTIVO
Escriba en su cuaderno el nmero de la pregunta y la letra que corresponda a la respuesta
1.Segn el texto, el guardin era

A. severo, metlico, negro, robot


B. severo, malo, ciego, robot
C. robot, severo, metlico, oscuro
D. robot, malvado, metlico, negro
2. Se puede decir que el Sexto Palacio es
A. Una leyenda sobre tesoros perdidos y un temible guardin
B. Un relato de riesgo, accin y ladrones sagaces
C. Un relato de ciencia ficcin sobre tesoros perdidos, un guardin peligroso, hombres sagaces,
accin, ingenio, riesgo
D. Una fbula que plantea una moraleja
3. Despus de leer la narracin se puede decir, que el autor
A. conoce mucho sobre robots
B. escribe pensando en la realidad
C. imagina el futuro y lo describe en su obra
D. desea ensear una leccin a las futuras generaciones
4. La ltima respuesta de Bolzano
A. fue racional
B. lo llev a la muerte
C. no era lo que el guardin esperaba
D. fue irracional e ignorante

ACTIVIDAD 3
1. Cul era entonces la esencia que guardaba el tesoro?
2. En qu fall Bolzano?

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ACTIVIDAD 4
Elabora un breve resumen que contenga
INICIACION________________________________________________
NUDO____________________________________________________
DESENLACE______________________________________________

ACTIVIDAD 5

CONSULTA LA BIOGRAFA DEL AUTOR Y COPIALA EN TU CUADERNO

__________________________________________________________________
__________________________________________________________________
_________________________________

FIN DEL TALLER

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INSTITUCION EDUCATIVA DEOGRACIAS CARDONA. PEREIRA


. PROFESOR OBDULIO A LOPERA E.

LECTORES COMPETENTES. NIVEL A

TEXTO. 7
LAS HADAS DE KNOCKGRAFTON

Hace ya muchsimos aos, tantos que no podra contarlos, en la frtil tierra


de Lough Neagh existi un hombre muy, pero muy pobre, que viva en una
humilde choza, a la orilla del ro Bann, cuyas aguas turbulentas bajan de las
sombras laderas de los montes Anthrim. Lushmore, a quien haban apodado
as los lugareos, a causa de que siempre llevaba en su alto sombrero de
rafia una pequea rama de murdago, como la que los leprechaunsponen en
las hebillas de los suyos, tena sobre su espalda una gran joroba, que
prcticamente lo doblaba en dos, como si una mano gigante hubiera
arrollado su cuerpo hacia arriba y se lo hubiera colocado sobre los hombros.
Tal era el peso de ese enorme apsito de carne, que cuando el pobre
Lushmore estaba sentado y lo estaba casi todo el tiempo, pues sus flacas
piernas apenas podan sostener su cuerpo, quedaba doblado por la
cintura, con su pecho apoyado sobre sus muslos, nica manera de sostener
el peso de su giba. Si bien la gente de los alrededores lo trataba con
deferencia, pues su trabajo de maestro mimbrero era muy cotizado en la
zona, corran ciertas historias sobre l, quizs provocadas por la envidia de
sus magnficas labores, y los lugareos tenan cierta disposicin a evitarlo
cuando se cruzaban en algn lugar solitario ya que, aunque la pobre criatura
era tan inofensiva como un beb de pecho, su deformidad era tan grande
que asustaba a sus vecinos, que apenas podan considerarlo un ser
humano. De l se deca, por ejemplo, que tena un gran dominio de la magia,
y que poda mezclar pcimas y brebajes, y preparar encantamientos para
enloquecer a un hombre, aunque lo cierto es que nunca nadie lo haba
comprobado personalmente. Lo cierto es que Lushmore posea unas manos
realmente mgicas para trenzar todo tipo de juncos y mimbres, para tejer
cestas y sombreros, y cuando no se encontraba sentado en su inslita

60

posicin, sola recorrer los alrededores, recogiendo los materiales que luego
transformaba en verdaderas obras de arte, o marchando en su pequea
carreta hacia las ciudades vecinas, para vender el fruto de su trabajo. Y as
fue que en una ocasin, cuando regresaba de la ribera del ro Main, donde
sola recoger la mayora de su materia prima, y se diriga a la ciudad de
Killead con una carga de canastos, como el pequeo Lushmore caminaba
muy despacio por culpa de su enorme joroba, se haba hecho ya
completamente de noche cuando lleg al viejo tmulo de Knockgrafton, un
lugar que la mayora de los aldeanos evitaban por las noches. Lushmore se
senta agotado por la caminata, y al pensar que an le quedaban varias
horas por delante, decidi sentarse bajo el tmulo para descansar un rato y,
para entretenerse, se puso a contemplar el rostro de la luna, que lo
observaba solemnemente entre las ramas de un aoso roble.
Repentinamente, llegaron a sus odos los extraos acordes de una
misteriosa cancin, y el jorobado comprendi inmediatamente que jams
haba escuchado una meloda tan fascinante como aqulla. Sonaba como un
coro de infinitas voces, donde cada uno de sus integrantes cantara en un
tono diferente, pero sus voces se armonizaban unas con otras de tal forma
que pareca que salieran de una sola garganta. Escuchando con atencin,
Lushmore pronto pudo distinguir la letra de la cancin que constaba de slo
cuatro palabras que se repetan tres veces: "Da Luan, Da Mort; Da Luan, Da
Mort; Da Luan, Da Mort"; luego se produca una pausa y la tonadilla
comenzaba de nuevo. Lushmore escuchaba con el alma puesta en sus odos
y apenas respiraba por el temor a perder un slo comps. Pronto
comprendi que la cancin provena desde dentro del tmulo y, aunque al
principio la msica lo haba ensimismado, con el paso del tiempo la letana
comenz a aburrirlo, as que, aprovechando el intervalo que se produca
despus de las tres repeticiones de Da Luan, Da Mort, introdujo, con la
misma meloda, las palabras "augus Da Dardeen"; luego sigui
entonando Da Luan, Da Mort junto con las voces misteriosas y, cuando se
produjo nuevamente la pausa, volvi a introducir su propio augus Da
Dardeen.
Las hadas de Knockgrafton porque no eran de otros las voces que
entonaban aquella meloda se maravillaron tanto al escuchar aquel
agregado a su cancin, que inmediatamente decidieron salir a buscar al
genio cuyo talento musical haca palidecer al de ellas; y as el pequeo
Lushmore fue llevado hacia el interior del tmulo, a la velocidad de un
tornado. Una maravillosa vista acompa su cada, mientras que la ms
excelsa de las msicas acariciaba sus odos con cada uno de sus
movimientos. Al llegar a su destino, la reina de las hadas y su squito le
depararon el ms glorioso de los recibimientos, dndole una calurosa
bienvenida, que llen de gozo su corazn, y ponindolo a la cabeza del coro;
luego fue atendido a cuerpo de rey por una multitud de sirvientes y, en
general, lo trataron como si fuera el hombre ms importante del mundo. Algo
ms tarde, mientras descansaba de su copioso banquete, Lushmore not
que las hadas se trababan en una ardorosa deliberacin y, a pesar de la

61

forma en que lo haban tratado, comenz a sentir cierto temor hasta que la
reina se acerc a l y le dijo: Lushmore, Lushmore, desecha todo temor, esa
giba que te aqueja ya no te dar ms dolor! Mira al suelo y la vers caerse
con gran fragor! Tan pronto como el hada pronunci estas palabras, el
jorobado se sinti repentinamente tan leve y grcil que pens que podra
volar como los pjaros, o saltar a la luna de un solo brinco. Con inmenso
placer escuch un gran golpe y, cuando mir hacia abajo, vio la joroba cada
a sus pies, como una masa de carne informe. Entonces intent hacer lo que
nunca haba hecho en su vida: levant la cabeza con precaucin, temeroso
de golpearse contra el techo de la habitacin en que se encontraba tan alto
le pareca ser ahora y mir a su alrededor, admirando el panorama que se
extenda, desde una altura desde la cual nunca haba contemplado escenario
alguno. Abrumado por las nuevas sensaciones que experimentaba, sinti
que la cabeza le daba vueltas y ms vueltas, y una nube pareci descender
sobre sus ojos, hasta que cay en un sueo profundo y, cuando despert, se
encontr tendido sobre la hierba, cerca del tmulo de Knockgrafton, al
interior del cual las hadas lo haban llevado volando la noche anterior. Al
abrir los ojos, pudo ver que ya era de da, el sol brillaba clidamente en el
cielo y los pjaros cantaban en las ramas del roble que se extendan sobre
su cabeza. Su primera accin, luego de decir sus oraciones, fue llevar la
mano a su espalda, para tantear su joroba y, al no encontrarla, se sinti
transportado por la alegra, porque se haba convertido en un hombre
gallardo y elegante; ms an, al contemplarse en las aguas del Lough Neagh
se vio vestido con ropas nuevas, que hasta eso haban hecho las hadas por
l. Recogi su mercadera, que estaba prolijamente acomodada sobre una de
las piedras del tmulo, y reinici su interrumpido camino hacia Killead, gil
como una gacela y con un paso tan airoso como si toda su vida hubiera sido
maestro de danzas. Al llegar a la ciudad, ninguno de los vecinos pareci
reconocerlo sin su joroba, y le result difcil demostrarles que era el mismo
Lushmore, el maestro mimbrera, que vena a entregarles sus pedidos. No
hace falta adelantar que no pas demasiado tiempo antes de que la noticia
de la desaparicin de la giba de Lushmore corriera como reguero de plvora
por Killead y todos los pueblos cercanos, y que de todos ellos se acercaron
a su choza multitudes de curiosos, a contemplar el milagro. Y as fue que
una maana, estando el mimbrero sentado frente a la puerta de su cabaa,
trabajando con sus mimbres, una anciana se acerc a l y le pidi si poda
indicarle el camino hacia Capagh, porque deba entrevistarse con un tal
Lushmore, que all viva. No necesito indicarle nada, mi buena seora
respondi el aludido porque usted ya est en Capagh y, para mayor
precisin, le dir que se encuentra usted en presencia de la persona que
est buscando. Me he llegado hasta aqu agreg entonces la mujer
desde Mallow Fermoy, en el condado de Waterford, a muchos das de
camino, porque o decir que a ti las hadas te han quitado la joroba.

Es que el hijo de una hija ma tiene una giba que va a causarle la muerte y
quizs, si pudiera utilizar el mismo encantamiento que t, se podra salvar.

62

As que te suplico que me ensees el hechizo para tratar de curarlo. Estas


palabras conmovieron profundamente a Lushmore, que siempre haba sido
un hombre sensible, y le cont a la anciana todos los detalles de su
aventura; cmo haba agregado sus compases a la cancin de las hadas de
Knockgrafton y haba sido transportado por ellas al interior del tmulo, cmo
le haba sido quitada mgicamente la joroba y cmo le haban regalado
incluso un traje nuevo. La mujer le agradeci sinceramente su relato y parti
inmediatamente, con gran alivio en su corazn y ansiosa por poner en
prctica las enseanzas del maestro mimbrero. Una vez que hubo regresado
a la casa de su nieto, cuyo nombre era Jack Madden, narr todo lo que haba
escuchado y, sin prdida de tiempo, pusieron al pequeo jorobado sobre
una carreta y emprendieron el camino hacia Knockgrafton. Era un largo
viaje, pero a la anciana y su hija no les importaba, mientras que el muchacho
fuera liberado de su deformidad. Algunos das despus, llegaron al tmulo,
justo a la cada de la noche, dejaron al joven cerca de la entrada y se
retiraron a una prudente distancia; lo que ni la madre ni la abuela tuvieron en
cuenta fue que el jorobado, resentido por su deformidad, era un sujeto
taimado y maligno, que gustaba de torturar a los animales y arrancarles las
alas a los pjaros vivos y que, adems, no tena ni el ms mnimo talento
musical; pero eso es bastante comprensible, si consideramos que se trataba
de su hijo y de su nieto, respectivamente. No haba pasado mucho tiempo
desde que dejaran al joven jorobado cerca del tmulo, cuando ste comenz
a or una suave meloda proveniente del tmulo que sonaba quizs ms
dulce que la que haba escuchado Lushmore, ya que las hadas haban
incorporado su agregado: "Da Luan, Da Mor; Da Luan, Da Mor; Da Luan,
Da Mor, augus Da Dardeen" , aunque esta vez no haba pausa alguna, ya que
las palabras del trenzado llenaban el espacio vaco. Jack Madden, para quien
su nico propsito era liberarse de su giba, no prest la menor atencin a la
cancin de las hadas, ni busc el momento ni el tono musical adecuado para
introducir su propia variante, sino que lo hizo una octava ms alta de lo que
los intrpretes lo hacan. As que, tan pronto como comenzaron a cantar,
irrumpi, sin importarle el ritmo ni el tiempo, con su frase "augus da
Dardeen, augus da Hena", pensando que, si con un solo da de la semana,
Lushmore haba obtenido un traje, l probablemente obtendra dos.
Desafortunadamente, tan pronto como las palabras hubieron brotado de sus
labios, fue elevado por los aires y precipitado al interior de la fosa, como su
antecesor pero, a diferencia de aqul, las hadas comenzaron a congregarse
a su alrededor, chillando, gritando y gruendo: Quin es el que osa
arruinar nuestra cancin? Hasta que una de ellas se acerc al joven,
separndose del resto, y dijo: Jack Madden! Tu interrupcin ha arruinado
la cancin que entonbamos con toda nuestra dedicacin. Has profanado
nuestro santuario, burlndote de nosotras, y mereces ser castigado
severamente. Por ello, desde ahora, llevars dos jorobas en vez de una!
Alrededor de veinte de ellas tan grciles y pequeas eran trajeron la giba
de Lushmore y la colocaron entre los hombros de Jack, encima de la suya
propia, donde qued tan fija como si hubiera sido clavada con clavos de seis
pulgadas por un maestro carpintero. Luego echaron al desdichado del

63

tmulo y cuando, por la maana, su madre y su abuela lo vinieron a buscar,


encontraron al joven medio muerto, tendido junto a la puerta
del hillfort. Imaginen su espanto y su desesperacin! Pero a pesar de su
dolor, no se atrevieron a decir nada, por temor a que las hadas les pusieran
otra joroba a cada una. Y as regresaron con Jack Madden a su casa, con sus
corazones y sus almas tan abatidos como nunca antes. Pero podan haberse
ahorrado el esfuerzo; a causa del peso de la nueva joroba, sumado al
anterior, y el trajn del largo y penoso viaje, Jack muri poco antes de llegar
a su hogar. Sin embargo, al morir, sus dos jorobas desaparecieron
misteriosamente. En las noches, junto al fuego, las ancianas cuentan a sus
nietos que aquella terrible maldicin fue llevada por las hadas de vuelta a
Knockgrafton, esperando a cualquiera que vaya a escuchar o intente
interferir de nuevo el canto de las hadas de Knockgrafton!

FIN

TALLER DE ACTIVIDADES
PARA DESARROLLAR POR LOS ESTUDIANTES
INSTRUCTIVO:
1. LECTURA ATENTO DEL TEXTO
2. COPIE EL CUESTIONARIO EN EL CUADERN O
3.DARLE SOLUCIN A LAS PREGUNTAS Y ACTIVIDADES DEL TALLER

ACTIVIDAD 1
1. En que trabajaba Lushmore?
2. Por qu Lushmore se sentaba en el tmulo de Knockgrafton?
3. Que tuvo en cuenta el campesino para complementar la cancin de las hadas?
4. Qu hicieron las hadas cuando escucharon la adicin que introdujo Lushmore en su canto?
5. Las hadas actan de la misma manera durante todo el texto? Explica
6. Qu motiv a la abuela para ir tan lejos a buscar la ayuda de Lushmore?
7. En qu lugares estuvo Lushmore antes y despus de su encuentro con las hadas?
8. Escribe en tu cuaderno las pistas que determinan el tiempo en que transcurren los hechos.
9. En cul de los lugares mencionados ocurren los hechos ms importantes? Explica

ACTIVIDAD 2

64

INSTRUCTIVO
Escriba en su cuaderno el nmero de la pregunta y la letra que corresponda a la respuesta
1.Cuando Lushmore se qued bajo el tmulo tena la intencin de

A. escuchar la cancin de las hadas


B. demostrar que no tena miedo
C. descansar antes de seguir el camino
D. esperar por un encantamiento para deshacerse de giba
2. Las hadas fueron benvolas con el hombre porque
A. su voz era hermosa
B. haba complementado genialmente su cancin
C. sentan pena por su vida a causa de la giba
D. era un buen hombre y ellas lo saban
3. La muerte de Jack Madden fue causada por
A. el agobiante peso de las dos jorobas
B. la falta de talento para la msica
C. su mala forma de actuar
D. la fatiga que produjo el largo viaje

ACTIVIDAD 3
BUSCA EN EL DICCIONARIO EL SIGNIFICADO DE LAS SIGUIENTES
PALABRAS
TUMULO
CONGREGARSE
SQUITO
TAIMADO
DELIBERACION
SOMBRIO

ACTIVIDAD 4

65

EXPLICA EN TU CUADERNO QUE SUCEDE EN CADA PARTE DE LA


HISTORIA
TEMA____________________________________________________________
INICIO___________________________________________________________
NUDO____________________________________________________________
DESENLACE _____________________________________________________

ACTIVIDAD 5
CONSULTA LA BIOGRAFA DEL AUTOR Y COPIALA EN TU CUADERNO
__________________________________________________________________
__________________________________________________________________
__________________________________

FIN DEL TALLER

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. PROFESOR OBDULIO A LOPERA E.

LECTORES COMPETENTES. NIVEL A


TEXTO. 8
LA MUERTE DE ANTOITO EL CAMBORIO.
POESIA

Voces de muerte sonaron


cerca del Guadalquivir.
Voces antiguas que cercan
voz de clavel varonil.
Les clav sobre las botas
mordiscos de jabal.
En la lucha daba saltos
jabonados de delfn.
Ba con sangre enemiga
su corbata carmes,
pero eran cuatro puales
y tuvo que sucumbir.
Cuando las estrellas clavan
rejones al agua gris,
cuando los erales suean
vernicas de alhel,
voces de muerte sonaron
cerca del Guadalquivir.
*
Antonio Torres Heredia,
Camborio de dura crin,
moreno de verde luna,
voz de clavel varonil:
Quin te ha quitado la vida

67

cerca del Guadalquivir?


Mis cuatro primos Heredias
hijos de Benamej.
Lo que en otros no envidiaban,
ya lo envidiaban en m.
Zapatos color corinto,
medallones de marfil,
y este cutis amasado
con aceituna y jazmn.
Ay Antoito el Camborio
digno de una Emperatriz!
Acurdate de la Virgen
porque te vas a morir.
Ay Federico Garca,
llama a la Guardia Civil!
Ya mi talle se ha quebrado
como caa de maz.
*
Tres golpes de sangre tuvo
y se muri de perfil.
Viva moneda que nunca
se volver a repetir.
Un ngel marchoso pone
su cabeza en un cojn.
Otros de rubor cansado,
encendieron un candil.
Y cuando los cuatro primos
llegan a Benamej,
voces de muerte cesaron
cerca del Guadalquivir.
TALLER PARA LOS ESTUDIANTES
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.

MEDIDA DEL POEMA


LA RIMA
EL RITMO
LAS REGLAS METRICAS
EL SONETO: ESTRUCTURA Y ANLISIS
MEDIDA DE UN SONETO
ELABORACION DE UN POEMA
FIN DEL TALLER

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LECTORES COMPETENTES. NIVEL A


TEXTO. 9
EL CAZADOR. AUTOR CESAR ALATAMIRANO

Siguiendo el rastro que dejaba el mueco en la tierra del patio, se


poda llegar hasta el chico.
En la sierra, se haba perdido la cuenta de los das que soplaba el
norte, persistente. Abajo y cerquita, el ro, a punto de que
amenazaban tragarse las ltimas gotas.
La tierra reseca, era polen asentado sobre todas las cosas.

El hombre dej descansar el hacha para recibir el mate y luego


coment:
- El sur viene de agua.
-Ojal no tarde! - fue la respuesta.
La mujer inmvil pareca tallada en madera, mientras esperaba. Sus
ojos enrojecidos aparentaban no mirar nada. Cualquiera hubiera
dicho que a ese ser, lo haban vaciado. Recibi el mate al tiempo que
el hombre arrasaba el sudor de su cara con el brazo.
Continuaron los golpes secos. La tala se resista y pequeos trocitos
de madera salan disparados en cualquier direccin. Con un golpe al
sesgo y otro en contra se vea el oficio. Empez temprano, con la
esperanza del fresco, pero haba amanecido caliente, sin tregua.
Como haciendo caso a unas seal misteriosa, cantaba todas juntas las
chicharras. Atronaron el aire.

69

Una lagartija verde su forma en un costado del patio, hacia la pirca.


Entonces la mujer vio al chico y le grit sin estridencias:
- Le he dicho que no juegue en la pirca! Es peligroso.
El chico dej de hurgar las juntas de piedras con el palito y
ponindose el Superman bajo el brazo, se fue al reparo del adobe. Ese
gran mueco de plstico descabezado, era jaula donde iban a parar
sapos de la lluvia, lagartijas, pichones de torcaza.
A ratos, el hombre miraba las presas y pensaba:
- ste ser cazador.
Un cachalote trot marroncito con pasos marciales.
Escondido en la sombra, el chico contemplaba absorto la aparicin.
Era un pequeo cordn amarillo, naranja y negro que ondulaba
despaciosamente. Un cono de sol, filtrado por las caas del alero, hizo
restallar los colores.
La ramita de acacia negra tena dos espinas en la punta. Usndola
como tenedor, enroll la vbora y la introdujo por el hueco de
Superman. En ese momento, el mueco se convirti en una trampa
mortal. El chico tap el agujero con la mano; y dentro empez a
agitarse la coral. Dos veces irguise repentina y tir el saetazo, mas
no poda morder la lisura tibia de la palma. Al chico le gust la
cosquilla y pens que su presa jugaba con l. Despus se aquiet,
ovillndose en el fondo de su encierro.
El cazador, al no sentir movimiento, empez a correr la mano,
acercando el ojo al agujero.
Espi atento.
La luz, a travs del plstico, opacaba los colores del ofidio. sta se
movi y el chico pudo ver la pequea cabeza de terciopelo negro, con
dos ascuas diminutas por ojos. Sac la mano, dejando libre la salida.
Su prisionera estaba quieta, como muerta; entonces introdujo el
palito hasta el fondo. La vbora cobr movimiento y empez a
enroscar la rama, subiendo. La sac afuera depositndola en el suelo.
Al sentirse liberada, rept suavemente tratando de escapar, pero no
fue muy lejos. El tenedor de espinas aprision el centro de su cuerpo
y levant la cabeza para atacar esta vez la rama. No lo hizo y volvi a

70

enroscarse en ella. El chico aprovech la situacin para introducirla en


el mueco por segunda vez.
- Vengan a comer! -pudo escuchar desde un punto infinito de su
abstraccin.
Entonces dej parado el Superman en la tierra y tap el hueco con
una piedra chata. Ah quedaron, envase y contenido, mientras se
diriga presuroso a la mesa.
Bajo el alero de caa, el hombre y mujer esperaban. Se acomod en
el banquito celeste descascaro y apur el guiso de cordero, urgido por
volver a la sombra del adobe con su tesoro.
Una araa enorme, negra y velluda, transitaba ceremoniosa por un
tirante del alero. El hombre la vio.
- Va a llover noms... Ha salido la pollito... --dijo terminando el resto
del vino.
Prendi un chala con una brasa alzada con los dedos, antes de volver
al corte de lea.
La mujer ech agua en una batea de algarrobo, para lavar los enseres,
cuando advirti un apurarse sospechoso del chico hacia la sombra del
adobe.
- Vyase a dormir!
La frase lo alcanz justo cuando alzaba el mueco, para evitar la
acometida furiosa del perro, que sali de los churquis ladrando
erizado.
- Quieto Len! Cuando ese perro se va al monte unos das, vuelve
hecho una fiera, mejor atarlo...
El animal, inquieto, se resista, pero le pas la cadena al cuello. El
cazador, como si ocultara algo, cruz la arpillera de su jaula y se
tendi en el catre, reteniendo contra su pecho su jaula tapada con la
mano libre.
-Le he dicho que se duerma! --orden, acostndose de espaldas al
lado del chico.
ste se volvi y para acomodarse quit la mano que tapaba e l
envase. La coral asom la cabeza orientada por su lengua rtmica y
nerviosa. Sacando medio cuerpo, explor la espalda de la mujer, sin

71

encontrar resquicio en el vestido de bayeta retrocedi y la mano del


chico, en la inconsciencia del sueo, cerr nuevamente la salida.
As durmieron.
La siesta pas como viento del desierto.
La lea ya estaba apilada y el hombre se dispona a tomar mate,
cuando le record a la mujer:
- Es hora que despierte el cazador.
El chico somnoliento, apareci entre la arpillera y el marco,
abrazando el mueco de plstico.
El perro atado, salt ladrando sbitamente, pero la cadena le fren
en seco.
La mujer se dio cuenta del peligro que anunciaba Len. Ella,
paralizada por el terror, transpiraba fro, fijos los ojos en la celda de
plstico.
- Ven! -le grit- Sacle eso!
El chico, retrocediendo a la defensiva, aferr la mano en el cuello
trunco del Superman.
Entonces sinti el picor en el dedo y asomaron minsculas gotitas
rojas. Con un violento revs, el hombre arroj al suelo el mueco.
ste pareci vomitar en su interior al reptil que hua.
Con decisin instintiva lo aplast, mientras empuaba con amargura
el filoso machete, dispuesto a cercenar el brazo como nico remedio.
Gir suavemente el cuerpo de la vbora con la desflecada alpargata
viendo la panza blancuzca que an lata.
- Falsa haba sido! --dijo y escupi el chala.

FIN

TALLER DE ACTIVIDADES

72

PARA DESARROLLAR POR LOS ESTUDIANTES


INSTRUCTIVO:
1. LECTURA ATENTO DEL TEXTO EL CAZADOR
2. COPIE EL CUESTIONARIO EN EL CUADERN O
3.DARLE SOLUCIN A LAS PREGUNTAS Y ACTIVIDADES DEL TALLER

ACTIVIDAD 1
ELABORAR TALLER
1. Por qu no hay nadie en la plaza cuando pasa Ochumielov
2. La gente respetaba o tema a Ochumielov?Explica con un ejemplo
3. Cul es el oficio de Jriukin ?
4. Qu funcin cumple el perro dentro de la historia? es responsable del problema? Ayuda a
resolver el problema?
5. Explica quien dijo la frase?
Ay su excelencia, lo que pasa es que el se puso a jugarle con un cigarro en el hocico, y el
animalito, que no es bobo, aprovech y le mordi el dedo
6. Qu pas con el problema del seor Jriukin?
7. Al final contra quin maneja su enojo Ochumielov?
8. Explica qu relacin existe entre el ttulo del cuento y las acciones del personaje principal?
9. Explica la forma en que Ochumielov soluciona el problema fue justa la decisin que tom el
inspector de polica? por qu?
10.Cmo se describe lo que sucedi a la nueva atraccin del pueblo

ACTIVIDAD 2
INSTRUCTIVO
Escriba en su cuaderno el nmero de la pregunta y la letra que corresponda a la respuesta
1.Ochumielov representa en su conducta un ejemplo de

A. justicia
B. el buen uso de la autoridad
C. el abuso del poder
D. la fuerza
2. la actitud de Eldirin hacia el inspector de polica es de
A. subordinacin
B. desobediencia

73
C. superioridad
D. confianza
3. La expresin a todos ustedes los conozco diablos manifiesta
A. respeto
B. rencor
C. desprecio
D. reconocimiento
4.La actitud del Jriukin ante el problema es
A. voluble
B. constante
C. indecisa
D. indefinible

g.

ACTIVIDAD 3

h.

INSTRUCTIVO
Haz un resumen de la narracin teniendo en cuenta su estructura.
Elabora el cuadro en tu cuaderno. Solo escribe la palabra inicio y al frente el resumen y as
sucesivamente
INICIO

Presentacin del tiempo , el lugar en donde inicia la historia , el


personaje central y algunos secundarios

DESARROLLO

Planteamiento del conflicto, situaciones que se generan a travs


de ste
Solucin de los problemas y cambios para el protagonista

DESENLACE

ACTIVIDAD 4
1. Cules son las causas y consecuencias de las acciones de cada
personaje
2.Ests de acuerdo con la forma en que el Inspector maneja el poder?.
Explica tu respuesta.
3.Escribe en tu cuaderno las expresiones denigrantes y laudatorias del
Inspector contra el perro

ACTIVIDAD 5

74

Consulta la biografa del escritor


_________________________________________________________
_________________________________________________________
__________________________________

FIN DEL TALLER

75

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TEXTO. 10
EL CAMALEON
El camalen
[Cuento. Texto completo.]

Antn Chejov
El inspector de polica Ochumlov, con su capote nuevo y un hatillo en la mano, cruza la
plaza del mercado. Tras l camina un municipal pelirrojo con un cedazo lleno de grosellas
decomisadas. En torno reina el silencio... En la plaza no hay ni un alma... Las puertas
abiertas de las tiendas y tabernas miran el mundo melanclicamente, como fauces
hambrientas; en sus inmediaciones no hay ni siquiera mendigos.
-A quin muerdes, maldito? -oye de pronto Ochumlov-. No lo dejen salir, muchachos!
Ahora no est permitido morder! Sujtalo! Ah... ah!
Se oye el chillido de un perro. Ochumlov vuelve la vista y ve que del almacn de lea de
Pichuguin, saltando sobre tres patas y mirando a un lado y a otro, sale corriendo un perro.
Lo persigue un hombre con camisa de percal almidonada y el chaleco desabrochado.
Corre tras el perro con todo el cuerpo inclinado hacia delante, cae y agarra al animal por
las patas traseras. Se oye un nuevo chillido y otro grito: No lo dejes escapar! Caras
soolientas aparecen en las puertas de las tiendas y pronto, junto al almacn de lea, como
si hubiera brotado del suelo, se apia la gente.
-Se ha producido un desorden, seora!... -dice el municipal.
Ochumlov da media vuelta a la izquierda y se dirige hacia el grupo. En la misma puerta
del almacn de lea ve al hombre antes descrito, con el chaleco desabrochado, quien ya de

76

pie levanta la mano derecha y muestra un dedo ensangrentado. En su cara de alcohlico


parece leerse: Te voy a despellejar, granuja!; el mismo dedo es como una bandera de
victoria. Ochumlov reconoce en l al orfebre Jriukin. En el centro del grupo, extendidas
las patas delanteras y temblando, est sentado en el suelo el culpable del escndalo, un
blanco cachorro de galgo de afilado hocico y una mancha amarilla en el lomo. Sus ojos
lacrimosos tienen una expresin de angustia y pavor.
-Qu ha ocurrido? -pregunta Ochumlov, abrindose paso entre la gente-. Qu es esto?
Qu haces t ah con el dedo?... Quin ha gritado?
-Yo no me he metido con nadie, seora... -empieza Jriukin, y carraspea, tapndose la
boca con la mano-. Vena a hablar con Mitri Mtrich, y este maldito perro, sin ms ni ms,
me ha mordido el dedo... Perdneme, yo soy un hombre que se gana la vida con su
trabajo... Es una labor muy delicada. Que me paguen, porque puede que est una semana
sin poder mover el dedo... En ninguna ley est escrito, seora, que haya que sufrir por
culpa de los animales... Si todos empiezan a morder, sera mejor morirse...
-Hum!... Est bien... -dice Ochumlov, carraspeando y arqueando las cejas-. Est bien...
De quin es el perro? Esto no quedar as. Les voy a ensear a dejar los perros sueltos!
Ya es hora de tratar con esos seores que no desean cumplir las ordenanzas. Cuando le
hagan pagar una multa, sabr ese miserable lo que significa dejar en la calle perros y otros
animales. Se va a acordar de m!... Eldirin -prosigue el inspector, volvindose hacia el
guardia-, infrmate de quin es el perro y levanta el oportuno atestado. Y al perro hay que
matarlo. Sin perder un instante! Seguramente est rabioso... Quin es su amo?
-Es del general Zhiglov -dice alguien.
-Del general Zhiglov? Hum!... Eldirin, aydame a quitarme el capote... Hace un calor
terrible! Seguramente anuncia lluvia... Aunque hay una cosa que no comprendo: cmo ha
podido morderte? -sigue Ochumlov, dirigindose a Jriukin-. Es que te llega hasta el
dedo? El perro es pequeo, y t, tan grande! Has debido de clavarte un clavo y luego se
te ha ocurrido la idea de decir esa mentira. Porque t... ya nos conocemos! Los conozco
a todos, diablos!
-Lo que ha hecho, seora, ha sido acercarle el cigarro al morro para rerse, y el perro, que
no es tonto, le ha dado un mordisco... Siempre est haciendo cosas por el estilo, seora.
-Mientes, tuerto! Para qu mientes, si no has visto nada? Su seora es un seor
inteligente y comprende quin miente y quin dice la verdad... Y, si miento, eso lo dir el
juez de paz. l tiene la ley... Ahora todos somos iguales... Un hermano mo es gendarme...
por si quieres saberlo...
-Basta de comentarios!
-No, no es del general. Observa pensativo el municipal-. El general no tiene perros como

77

ste. Son ms bien perros de muestra...


-Ests seguro?
-S, seora...
-Yo mismo lo s. Los perros del general son caros, de raza, mientras que ste el diablo
sabe lo que es! No tiene ni pelo ni planta... es un asco. Cmo va a tener un perro as?
Dnde tienen la cabeza? Si este perro apareciese en Petersburgo o en Mosc, saben lo
que pasara? No se pararan en barras, sino que, al momento, zas! T, Jriukin, has salido
perjudicado; no dejes el asunto... Ya es hora de darles una leccin!
-Aunque podra ser del general... -piensa el guardia en voz alta-. No lo lleva escrito en el
morro... El otro da vi en su patio un perro como ste.
-Es del general, seguro! -dice una voz.
-Hum!... Aydame a ponerme el capote, Eldirin... Parece que ha refrescado... Siento
escalofros... Llvaselo al general y pregunta all. Di que lo he encontrado y que se lo
mando... Y di que no lo dejen salir a la calle... Puede ser un perro de precio, y si cualquier
cerdo le acerca el cigarro al morro, no tardarn en echarlo a perder. El perro es un animal
delicado... Y t, imbcil, baja la mano. Ya est bien de mostrarnos tu estpido dedo! T
mismo tienes la culpa!...
-Por ah va el cocinero del general; le preguntaremos... Eh, Prjor! Acrcate, amigo!
Mira este perro... Es de ustedes?
-Qu ocurrencias! Jams ha habido perros como ste en nuestra casa!
-Basta de preguntas! -dice Ochumlov-. Es un perro vagabundo. No hay razn para
perder el tiempo en conversaciones... Si yo he dicho que es un perro vagabundo, es un
perro vagabundo... Hay que matarlo y se acab.
-No es nuestro -sigue Prjor-. Es del hermano del general, que vino hace unos das. A mi
amo no le gustan los galgos. A su hermano...
-Es que ha venido su hermano? Vladmir Ivnich? -pregunta Ochumlov, y todo su
rostro se ilumina con una sonrisa de ternura-. Vaya por Dios! No me haba enterado. Ha
venido de visita?
-S...
-Vaya... Echaba de menos a su hermano... Y yo sin saberlo. As que el perro es suyo? Lo
celebro mucho... Llvatelo... El perro no est mal... Es muy vivo... Le ha mordido el dedo
a ste! Ja, ja, ja... Ea, por qu tiemblas? Rrrr... Rrrr... Se ha enfadado, el muy pillo...

78

Vaya con el perrito...


Prjor llama al animal y se aleja con l del almacn de lea... La gente se re de Jriukin.
-Ya nos veremos las caras! -le amenaza Ochumlov, y, envolvindose en el capote, sigue
su camino por la plaza del mercado.
FIN

TALLER DE ACTIVIDADES
PARA DESARROLLAR POR LOS ESTUDIANTES
INSTRUCTIVO:
1. LECTURA ATENTO DEL TEXTO EL CAMALEN
2. COPIE EL CUESTIONARIO EN EL CUADERN O
3.DARLE SOLUCIN A LAS PREGUNTAS Y ACTIVIDADES DEL TALLER

ACTIVIDAD 1

1. Por qu no hay nadie en la plaza cuando pasa Ochumielov


2. La gente respetaba o tema a Ochumielov?Explica con un ejemplo
3. Cul es el oficio de Jriukin ?
4. Qu funcin cumple el perro dentro de la historia? es responsable del problema? Ayuda a
resolver el problema?
5. Explica quien dijo la frase?
Ay su excelencia, lo que pasa es que el se puso a jugarle con un cigarro en el hocico, y el
animalito, que no es bobo, aprovech y le mordi el dedo
6. Qu pas con el problema del seor Jriukin?
7. Al final contra quin maneja su enojo Ochumielov?
8. Explica qu relacin existe entre el ttulo del cuento y las acciones del personaje principal?
9. Explica la forma en que Ochumielov soluciona el problema fue justa la decisin que tom el
inspector de polica? por qu?
10.Cmo se describe lo que sucedi a la nueva atraccin del pueblo

ACTIVIDAD 2

79

INSTRUCTIVO
Escriba en su cuaderno el nmero de la pregunta y la letra que corresponda a la respuesta
1.Ochumielov representa en su conducta un ejemplo de

A. justicia
B. el buen uso de la autoridad
C. el abuso del poder
D. la fuerza
2. la actitud de Eldirin hacia el inspector de polica es de
A. subordinacin
B. desobediencia
C. superioridad
D. confianza
3. La expresin a todos ustedes los conozco diablos manifiesta
A. respeto
B. rencor
C. desprecio
D. reconocimiento
4.La actitud del Jriukin ante el problema es
A. voluble
B. constante
C. indecisa
D. indefinible

i.
j.

ACTIVIDAD 3

INSTRUCTIVO
Haz un resumen de la narracin teniendo en cuenta su estructura.
Elabora el cuadro en tu cuaderno. Solo escribe la palabra inicio y al frente el resumen y as
sucesivamente

80

INICIO

Presentacin del tiempo , el lugar en donde inicia la historia , el


personaje central y algunos secundarios

DESARROLLO

Planteamiento del conflicto, situaciones que se generan a travs


de ste
Solucin de los problemas y cambios para el protagonista

DESENLACE

ACTIVIDAD 4
1. Cules son las causas y consecuencias de las acciones de cada
personaje
2.Ests de acuerdo con la forma en que el Inspector maneja el poder?.
Explica tu respuesta.
3.Escribe en tu cuaderno las expresiones denigrantes y laudatorias del
Inspector contra el perro

ACTIVIDAD 5
Consulta la biografa del escritor
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FIN DEL TALLER

81

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TEXTO.11

EL PERRO DEL CIEGO.


Autor. Julia de Asensi
-Las seis de la maana! Ya es hora de salir: estamos en Junio y hace gran rato
que debe de ser de da. Luisa! Luisa! Te has levantado o ests todava
durmiendo?
El que esto deca era un anciano se setenta aos, con el cabello blanco, de
mediana estatura, que se apoyaba en un palo grueso con una mano, mientras con
la otra buscaba la puerta que daba salida a su humilde habitacin. El viejo
Teodoro era ciego. La persona a quien se diriga era su nieta, hermosa nia de
doce aos, que dorma profundamente en el cuarto inmediato al de su abuelo.
Teodoro era un pobre que peda limosna por el camino que conduca desde el
pueblo a la ciudad, y la nia cuidaba la casa, entregndose al mismo tiempo a
alguna labor propia de su sexo.
Al escuchar la voz del anciano, Luisa se despert sobresaltada, se visti
apresuradamente y corri a buscar a su abuelo, al que abraz y bes con la mayor
ternura.
-Me marcho, hija ma -le dijo-, y hoy te repito como siempre que no abras a nadie
la puerta mientras ests sola. Me alejara mucho ms tranquilo si te dejase a Miro.
-Bah! se ira a la calle y no lograra V. que me acompaara.

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Miro era un gran perro negro que estaba desde que naci en poder de Teodoro.
Apenas se oy nombrar, acudi presuroso dando saltos de alegra, saludando as
a sus queridos amos.
-Puesto que no consientes que Miro est contigo, me lo llevar -murmur el viejo-.
Hasta luego, Luisita.
-Hasta luego -repiti la nia.
Teodoro y el perro se alejaron.
Luisa barri la casa, arregl el cuarto de su abuelo y el suyo, encendi el fuego del
hogar, prepar el frugal almuerzo y luego se sent junto a la ventana y se puso a
coser. Transcurrieron tres horas sin que el abuelo volviese, y la nia empez a
estar inquieta.
-Vecina -pregunt a una vieja que pasaba por la calle-, ha visto V. al padre
Teodoro?
-Lo hall a las siete cerca de la ciudad.
Luisa sigui cosiendo, y como viera a un labrador conocido suyo, le dijo lo mismo
que a la anciana.
-A las ocho le hall en el molino -respondi el hombre.
Un momento despus interrogaba la nia a un muchacho.
-A las nueve -contest el chico-, le encontr sentado en el camino, al parecer
descansando.
Luisa, estaba cada vez ms intranquila, y ya iba a salir a la calle a buscar a su
abuelo cuando Miro se acerc a la ventana; vena muy cansado y lanzaba ladridos
lastimeros.
-Qu pasa, mi buen perro -dijo Luisa llorando-, cmo es que vienes solo, dnde
has dejado a tu amo? l que no quera llevarte! Si no hubiera sido por ti, yo no
sabra de l, puesto que t slo vienes a darme noticias suyas.
La nia sali de la casa, y el perro, luego que la lami las manos y se dej
acariciar, la gui hacia la carretera, donde Luisa no tard en hallar a su abuelo,
tendido en el suelo, plido como un muerto y sin sentido. El pobre anciano haba
salido estando enfermo, y las fuerzas le haban faltado antes de regresar a su
morada.

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Las lgrimas de Luisa conmovieron a unos arrieros, que cogieron al viejo y le


llevaron al pueblo, donde le dejaron en su propia vivienda, al cuidado de la nia.
Esta fue a llamar a un mdico, que declar al instante que el mal de Teodoro,
aunque no era muy grave, se curara lentamente.
-Qu va a ser ahora de nosotros? -deca Luisa-; si salgo para pedir limosna,
tengo que abandonar a mi abuelo; si me quedo aqu no habr nada para
alimentarnos l, mi buen Miro y yo.
Cosa y bordaba con ms afn que nunca, pero como sobraban mujeres que se
dedicaban a esas labores en el pueblo no encontraba quien pagase las suyas.
Haca algunos das que Teodoro estaba en cama, lamentndose de su triste
suerte; se haban agotado sus recursos, y el ltimo pedazo de pan se haba
comido por la maana. Miro impacientado por el hambre, haba salido, y Luisa
cosa a la puerta de su casa.
De pronto vio venir al perro, perseguido por un hombre. Miro entr en la morada
de sus amos, y Luisa temerosa de que quisieran hacer algn dao a su
compaero se encerr con l. Unos fuertes golpes, dados con un palo en la
ventana, la hicieron asomarse a la reja, en tanto que el perro se ocultaba debajo
de un banco, sin soltar un panecillo que llevaba cogido con los dientes.
-Eh, muchacha! -grit el hombre-, tu perro me ha robado un pan. O me pagas t,
o el animal lo pagar de otro modo.
-Bueno, seor, yo no tengo dinero.
-Y el perro hambriento se hace ladrn.
-Mi Miro no es ladrn, se equivoca V.... Tiene V. familia?
-Mujer y un nio recin nacido -contest el tahonero-; pero eso qu tiene que
ver?
-S tiene; como me falta dinero entregar a usted en cambio del panecillo, una
gorrita para el chiquitn, con tal que no maltrate V. a mi perro.
-Venga la gorra, y quedamos en paz.
Luisa le dio un gorrito primorosamente hecho.
El hombre algo conmovido al ver la desgracia de la nia, despus de despedirse
de ella se qued parado a corta distancia de la casa, pudiendo ver lo que pasaba

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en su interior.
Entonces sali el perro de su escondite y deposit el pan en la falda de Luisa, que
le hizo mil caricias. l, con su inteligente mirada, pareca decirle:
-He trado pan para tu abuelo y para ti, y mi instinto no poda advertirme que haca
mal en quitar a otro lo que mis amos necesitaban.
-Miro -murmuraba Luisa, como respondindole, y pasando su mano por el lomo
del animal-, este panecillo es nuestro, t le has trado y yo lo he pagado.
Cogi un cuchillo, dividi el pan en tres partes, y Teodoro, la nia y el perro
comieron satisfechos y con excelente apetito cada uno su parte.
-Luisita -dijo a la maana siguiente el abuelo despus que se hubo enterado de lo
ocurrido la vspera-, creo que Miro me ha inspirado una excelente idea; yo tardar
an muchos das en poder salir, t no quieres abandonarme y es preciso que el
perro trabaje por los tres. Culgale una cestita al pescuezo, sal con l al mercado,
pide limosna; y lo que te den chalo en la cesta. No acompaars a Miro ms que
hoy, y en lo sucesivo ir solo.
As lo hizo la nia, y por la noche cuando volvi a su casa trajo un panecillo que le
haba puesto en la cesta el tahonero a quien haba dado la gorrita.
Luisa se hallaba muy desanimada, pero por complacer a su abuelo envi a Miro al
otro da al mercado. Jzguese de la sorpresa de Teodoro y de su nieta cuando al
declinar la tarde lleg el perro con el cestito lleno de provisiones y adems algunas
monedas de cobre.
Aquel noble animal pidiendo con su mudo lenguaje limosna para sus amos, inspir
curiosidad e inters, contestando el panadero a cuantas preguntas se le hacan
sobre el particular. El excelente hombre segua enviando su recuerdo a la nia.
Sucedi que una maana pas una opulenta y caritativa seora por el mercado, al
tiempo que un grupo de curiosos rodeaba el perro.
Quiso enterarse por s misma de lo que ocurra y le impresion la historia de Luisa
y de su abuelo, que le fue referida. Aquella dama haba visto morir a su hija nica
y era adems viuda: se encontraba, pues, sola en el mundo. Se decidi a visitar al
viejo y a la nia, le encant la afabilidad del primero y le entusiasm la bondad del
corazn de la segunda. Queriendo favorecerlos rog al anciano que entrase a su
servicio, y se llev a Luisa consigo para que hiciese las cuentas, porque su abuelo

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como era ciego no poda escribir.


Agradecida la nia al tahonero, le regal muchas prendas de vestir para su nia.
Luisa lleg a ser la hija adoptiva de aquella seora y la Providencia del pas.
Teodoro muri de vejez. En cuanto a Miro, fue el constante amigo y compaero de
la nia; pero a pesar de haber mejorado su suerte y la de su ama, todos
recordaban que l haba sacado a Teodoro y a Luisa de la miseria, y nadie le
nombro jams de otro modo que el perro del ciego.
Su historia se cuenta todava en el pueblo a los forasteros que en l se detienen.
FIN

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