TRILCE Homenaje A Teillier PDF
TRILCE Homenaje A Teillier PDF
TRILCE Homenaje A Teillier PDF
..
.-,::
3
/
11
TRILCE
NO1.-Tercera Epoca
Junio 1997
SUMARIO
- Buerras Noches, Jorge1 Omar Lara
- No es demasiado tarde para llamar a alguien
por telfono1 Mara Nieves Alonso
Director:
Omar Lara
Representantes:
Correspondencia:
Casilla 250 1,
Concepcin, Chile
F a : 56141 - 233778
LAA
OMAR
-3-
-4-
TEILLIER
VIENDO CASABLANCA
DONDE LORENZO PEIRANO
(indito)
Rick el boss
no recuerda en donde estuvo anoche
y yo tampoco.
Lorenzo junior me pide que en vez de escribir
me coma los papeles en blanco.
Debo llamar por telfono
pero no me acuerdo del nmero de ningn telfono.
-5-
-6-
MARlA
NIEVES
ALONSO
NOES
DEMASIADO TARDE
PARA LLAMAR A ALGUIEN POR TELEFONO
Ese pasado que no pasa y que,sin
embargo, se ahueca con tantas
comunicaciones es sin duda el que
respiran todas las leyendas ...
Michael Foucault
De mi pequeo reino afortunado
me qued esta costumbre de calor
y una imposible propensin al mito
Jorge Teillier
En su libro Por qu leer los clsicos. Italo Calvino recuerda la contigidad universal en que se
sustenta Las Metamorjisis. Ovidio, para introducirnos en el mundo de los dioses celestiales, empieza
acercndosnolo tanto que lo vuelve idntico a la Roma de todos los das (1992: 34 y 35). Armona,
contacto, proximidad, familiaridad, entre dioses, seres humanos y cosas, domina lo religioso y determina
la felicidad y seguridad del mundo pagano.
El cristianismo mantiene esta semejanza esencial, pero establece explcitamente una relacin de
jerarqua, dominio y subordinacin entre creador, creaturas y cosas.
-7-
El neoplatonismo cristiano, el simbolismo universal, plantea que todo objeto y ser existente sobre la
tierra, cielos o mares es reflejo de la divinidad.Todo es smbolo, signo o imagen de otra entidad superioP.
Tambin el simbolismo de la poca moderna coincide en negar a las cosas del mundo sensible el carcter
de cosas puras y, tanto a ellas como al mundo animal, algn tipo de conocimiento, alma o espritu.
#*
?----y9
3-t
*)- cacbJ;h &.
((d?o-\*,*
Roto el pacto con la divinidad 4, iniciada y completa la desacralizacin del m u d o , emancipada
de cualquier visin religiosa, hoy, la propia sociedad es el ser divino, se ha convertido en la entidad
dominante como un hecho casi teocrtico. El discurso de la apariencia se transforma en discurso
sobre la apariencia y sta, la apariencia, usurpa, sin decirlo, la autoridad al pensamiento. Roto el pacto
entre las palabras y las cosas el lenguaje deviene algo informe, opaco y autnomo. No hay analogas ni
conveniencias. En otro sentido, las palabras y las cosas son transitadas por el poder. Las ltimas son
bienes de representacin, de consumo; los objetos no poseen ningn otro valor que aqul que otorga el
parecer, desvinculado de la necesidad o ananqu. Estamos en el mundo de la prehistoria, vaco de
sustancia, teatral, enmascarado. La sociedad se opone en cierto modo a la naturaleza...quiere bastarse
an
KG
ry-
I,
*r
Lzr/\
es
Y
Lchh3oa-a csvc .b
+
/-
Religar el
no como oposicin sino como una continua
pertenencia entre ser y parecer unidos por la necesidad. Cuidar la imagen hasta que lleguen tiempos mejores.
--r
Es decir, cuando las amadas palabras cotidianas /pierden su sentido/ y no se puede nombrar ni el
pan,/ ni el agua ni la ventana..., el poeta guarda la memoria secreta de la luz (Teillier 1995:17). Con
ella puede descubrir las cosas y mostrarnos, tal vez, el contenido de la felicidad, las zonas de lo sagrado:
lo que importa no es la luz que encendemos/ da a da/, sino la que alguna vez apagamos/ para guardar
la memoria secreta de la luz (Los Dominios Perdidos 1994:45).
2.-
-8-
establecidas por los simbolismos de todo tipo. Es el del poeta Francis Ponge, cuya definicin de escritura
como proyecto de destruir el velo del smbolo permite mostrar su importancia en la serie potica que
reivindica los objetos cotidianos. Ponge intenta redescender a las cosas sin previsiones que impidan
la descripcin de sus cualidades distintivas. La poesa del autor francs, escribe Gilbert0 Trivios,
subvierte todas las variantes de la doctrina metafsica, que otorga a las cosas el estatus de smbolos,
signos o representaciones... ( 198059). Para realizar sus ejercicios de reeducacin sexual, Ponge
renuncia al principio analgico9pues quiere conocer las cosas como cosas puras = res tantum y
liberarse totalmente de la tendencia a convertirlas en smbolos.
Pocos aos ms tarde, instalado en el reino de las semejanzas familiares y domsticas, Jorge
Teillier avanza en este objetivo y elabora una poesa en la cual postula una transgresora y diferente
relacin del poeta, del hombre, con las cosas y los seres del reino animal y vegetal.
>
P
PP
al analogismo de nuestra cultura, (l tuvo una madre piadosa), Teillier propone una
que revoluciona la visin metafsica y jerrquica sobre las cosas, animales y
uno ms entre los -o
y seres animados o inanimados. As,
son las palabras, metonimia del poeta, las que quieren ser un puado de
cerezas, s, un puado de cerezas, un susurro- para quin? -entre una y otra oscuridad. Sin eliminar
el autor de Para ngeles y gorriones (1 956), Poemas delpas de nunca
jams (1963), Muertes y Maravillas (1971), Cartas para reinas de otras primaveras (1985), Hotel
N u b e l l 996), intenta unir-vivir rdenes contrarios, cruzar fronteras, enlazar aquello que habitualmente
separamos y ubicamos en reinos de diversa jerarqua.
-P
anterior no contradice sino acenta el deseo de Jorge Teillier por construir una poesa fuera
del self, una obra que ms all de permitirle salir de la perspectiva limitada del yo le permita entrar
en otros yoes semejantes al suyo, le permita disolverse en las cosas y en los yoes de animales, flores,
&U*
//
Ejemplos del intento del que hablamos se multiplican en todos los libros de este poeta que no
ydesciende o redesciende a las cosas sino que las dota -o ms bien-, las ve dotadas de espritu y
lenguaje. Retricamente, Teillier resuelve esta utopa en la personificacin, animizacin, metonimia,
comparacin, sinestesia, como procedimientos privilegiados.
$
-9-
bosque, en el campo, con pinos, eucaliptus; con ventanas, guijarros, manzanos, aromos, molinos,
avellanos, ciruelos, ro,...Todos estos seres, tambin el perro Toby y el gato Pedro 1 1 , piensan, sangran,
aorat ruegan, suean, vigilan, escriben, escuchan, callan, anuncian, esperan, ayudan, reconocen, se
equivocan, sobreviven, acompaan, sufren, se alegran, como el poeta que es slo el rbol rojo que
seala el comienzo del camino y cuyas iniciales crecen grabadas en el rbol de la tumba de la hermana.
Es decir, el poeta cuyo nombre pertenece a la lluvia piensa, sangra, ruega, suea, vigila, saluda,
envejece...con los platos, el granero, el manzano, el sol, los gorriones... .Slo algunos ejemplos: Afuera
llueve en voz baja; el pueblo se refugia en los ojos de las ovejas; Ruega por m, reloj; Para
esperarla yo me converta/ en la casa de madera de sus antepasados; Maestros primarios y estudiantes/
apenas un puado de semillas; Slo los gorriones lo saludan ; Nadia no tiene edad porque ella es la
nube, etc.
Este poeta que no habla por otros (Neruda) ni por boca de ganso (Parra) posee bienes muy
preciosos. Ellos son:Un libro de Edgar Poe, un pasaje de tren,/ un remolino, un llavero sin llaves, una
manta/ araucana, un calendario, un jarro/ un payaso de trapo,/ un mapa de Cautn, un retrato de un
gato,/ una maleta vieja, una peineta, una camisa/ negra,/ un programa del hpico, un poema inconcluso,
una/ ficha de telfono, un disco de Zarah/ Leander,/ un puado de cartas, la torre del Tarot, un alfil/
blanco, un revlver sin nuez, una manzana/ (1986:35)
Tambin cree que no estaremos solos mientras haya un puado de tierra fresca: Alegra. Teillier,
quien admira a Rilke, Rosamel del Valle, Esenin, Antonio Machado, Milosz, Neruda, Eliseo Diego,
Trakl, Poe, dara todo el oro del mundo por sentir de nuevo en su camisa l 2 las fras monedas de la
lluvia, dara no sabe cunto por descansar en la tierra con las fras monedas de plata de la lluvia
cerrndole los ojos (1984: 58). El me ensea, me dice y proclama que:
1)
el asunto
es que las cosas sueen con nosotros,
y al final no se sepa
si somos nosotros quienes soamos con el poeta
que suea este paisaje
o es el paisaje quien suea con nosotros
o el poeta
o el pintor (1996: 47)
2)
- 10 -
3)
...la felicidad:
no es sino un leve deslizarse de remos en el agua.
O quizs no sea sino la luz de un pequeo barco,
esa luz que aparece y desaparece
en el oscuro oleaje de los aos
lentos como una cena tras un entierro.
La felicidad, Jorge Teillier me ha estado hablando todo el tiempo de ella: de la felicidad, de ese
tema improbable del que quiz slo deba hablarse en primera persona y desde luego, para darla por
perdida. Porque es cosa notable que si bien la mayora de quienes nos tenemos por menos ilusos no
esperamos la dicha, ninguna renuncia a recordarla. Es ms fcil prescindir de la felicidad futura que de
la pasada...No es cierto que el tiempo se lleve la dicha, pues nos trae su nostalgia, que es la nica forma
que tenemos de conocerla (Savater. 1987:147).
Ficcin til ...la felicidad es una de las formas de la memoria: Jorge Teillier escribe de los
lugares, las cosas, de los das y el tiempo en que habita [ba] la felicidad. Inevitablemente escribe
tambih del tiempo aqul en el cual la nostalgia dispara sus ltimos cartuchos y donde cuchillos y
tijeras trabajan todo el da en tu corazn . Pero ...
3.-
Quin recoger las manzanas donde an puede vivir un sol de otra poca?
En su prlogo a Los Dominios Perdidos, Eduardo Llanos destaca el esfuerzo de Jorge Teillier por
superar la escisin poesa-vida y el agonismo presente en la obra de este poeta cuyo carcter fronterizo
- 11 -
- 12 -
fracaso; tus cabellos iluminan el bosque; De pronto, no somos sino un puado de sombras/ que el
viento intenta dispersar; ya no reconozco mi casa; As era la felicidad:/ breve como el sueo del
aromo derribado,...Pero no importa que los das felices sean breves/ como el viaje de la estrella
desprendida del cielo./ pues siempre podremos reunir sus recuerdos; t sabes que veo el sol y la
muerte viajar juntos. Vuelve el pasado, Vuelve al pasado, sobrevive el olor a harina tostada, el ro
Cautn, la casa de madera, la buganvilia, la lea, el fuego.
Jorge Teillier se ha convertido en poema l4 y yo quiero privilegiar la elega, el canto, los das
festejados. El tiempo no lo ha borrado todo como una lenta tempestad de arena. Entonces me apropio
de las palabras de Michel Foucault sobre Raymond Roussel y escribo: La poesa de Teillier no
fabrica ser, mantiene las cosas en su ser. Su funcin consiste en hacer permanecer. Pero tambin
en hacer pasar, franquear los obstaculos, atravesar los reinos, alborotar las crceles y los secretos,
reaparecer del otro lado de la noche, derrotar los recuerdos dormidos. Todas estas poesas abren un
espacio en el cierre protector que tambin es el de la maravillosa comunicacin. Pasaje que es
clausura. Umbral y clave (1992: 92). Los poemas, la contigidad sin jerarqua con las cosas, la
metamorfosis, la puesta en escena del pasado, la tensin de contrarios, ejercen en Teillier dos grandes
funciones mticas: unir y recuperar. Unir los seres: sol, granero,trenes, hombre , ro, gato, nube,
cerezas, palabras pasado futuro, ngeles y gorriones; tren que no has de beber; muerte y maravilla;
prdida y encuentro.
Recuperar la luz de otro tiempo que an vive en esas manzanas, en ese poema inconcluso. La
poesa de Teillier, es en fin, una llave que se nos ha dado para unir la memoria con el olvido; el poeta
la lanz al fondo de un pozo para que alguien como nosotros hoy da la encuentre algn da. (1996:36)
Jorge Teillier, no has trabajado para el polvo y para el viento. Caminemos hasta vencer la
niebla. Atravesada la noche, vino derramado, un poeta de este mundo ya es leyenda.
Adems las cosa son como yo quiero que sean o no son, y t (tambin) puedes convertir en nido
cualquier computadora. l6
NOTAS
1 .-
Justificacin: Wittgenstein dice que de lo que no se puede hablar mejor es callarse, pero la piedra no
ha ledo a Wittgenstein y sabe que se equivoca. Lo mejor no es callarse. Adems esta nota es un saludo
a los poetas Omar Lara y Juan Carlos Mestre y una seal de agradecimiento al poeta Jorge Teillier: no
importa que los das felices sean breves.
- 13 -
2.-
As dice la Biblia: Djose entonces Dios: Hagamos al hombre a nuetra imagen y semejanza, para que
domine sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados y sobre todas las bestias de
la tierra y sobre cuantos animales se mueven sobre ella27.Y cre Dios al hombre a imagen suya, a
imagen de Dios lo cre y los cre macho y hembra z8; y los bendijo Dios dicindoles: Procread y
multiplicaos, henchid la tierra, sometedla y dominad sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y
sobre los ganados y sobre todo cuanto vive y se mueve sobre la tierra Dijo tambin Dios: ah os doy
cuantas hierbas de semilla hay sobre la haz de la tierra toda y cuantos rboles producen fruto de
simiente... (Gnesis 1962 :28)
3.-
En la poca medieval filsofos como San Agustn, Hugo de San Vctor, Alberto el Grande, Santo
Toms. Dionisio de Aeropagita distinguen en el universo tres tipos de cosas: Signum tantum, res et
signa y, res tantum. Todas las cosas creadas tienen la cualidad de vestigia trinitatis. Son signos o
smbolos del creador. Al respecto puede verse Johan Chydenius: La Theorie du simbolisme medival.
Potiaue No25. 1975 pp.326-340.
4.-
Segn Octavio Paz, el mundo moderno traslad lo religioso a la literatura y el arte. La religin pblica
de la modernidad ha sido la revolucin y la poesa su religin privada (1990:63)
5.-
Roberto Calasso. Hoy reina el simulacro, pero falta el mito. Artes y Letras, El Mercurio, Santiago,
Domingo 29 de Septiembre 1966. Entrevista de Pedro y Jos Gandolfo.
6.-
El tiempo del animal laborens, esto es, la plenitud del proceso de mundanizacin y racionalizacin de
la vida, la realizacin del progreso. Esta realizacin del progreso se debe a la prdida de la fe, a la
mundanizacin, a la secularizacin ...Rafael Gutirrez Girardot, Modernismo, Supuestos histricos y
culturales, Mxico, F.C.E., 1987, p. 60.
7.-
Al respecto son muy interesantes varios de los artculos de la Revista Insula No565, Enero de 1994.
Especialmente los de Jos Mara Parreo. Una potica ms o menos pp. 30-31.
Juan Carlos Mestre, El territorio de la poesa: La casa de la Imaginacin.pp.29-30
Juan Carlos Sun Lo difcil y el bien pp.33-36.
Jos Reichmann El derrotado duerme en el campo de batalla pp.32-32.
8. -
Diccionario de la Lengua Espaola. Real Academia Espaol- Madrid, 1984. Vigsima Edicin.
9.-
Creo que tambin renuncia a escribir una poesa de ovacin, celebracin, adoracin, como dice
Tefilo Cid que es la de Jorge Teillier. En Prlogo a Para Angeles y Gorriones. 1955: (escrito para la
edicin de 1956).
10.- Italo Calvino escribe: ojal fuese posible una obra concebida fuera del self , una obra que permitiese
salir de la perspectiva limitada de un yo individual, no slo para encontrar en otros yoes semejantes al
- 14_ _ -
nuestro, sino para hacer hablar a lo que no tiene palabra, al pjaro que se posa en el canaln, ai rbol en
primavera y al rbol en otoo, a la piedra, al cemento, 91 material plstico...No sera esa la meta a la
que aspiraba Ovidio al narrar la continuidad de las formas? (199:138).
*
Dice camisa y no piel. La identidad es total y obvia, tambin la continuidad de las formas.
Al respecto, el profesor Edgar OHara escribe un interesante artkulo: Jorge Teillier: el lenguaje como
numismtica. R. Iberoamericana No 168-169, Julio-Dic 1994 pp. 841-858.
13.- Mario Rodrguez, en su resea Hotel Nube, la aldea lrica en ruinas, plantea que en la poesa de
Jaime Pellerano y Francisco Larrea en su Memoria de Grado, revisan la obra de Teillier y afirman que
el proceso es de la ilusin a la amargura, Concepcin, indita, 1995.
14.- Recuerdo a Jaime Gil de Biedma: Por qu escrib? Ai fin y al cabo, lo normal es leer. Mis respuestas
favoritas son dos: Una, que mi poesa consisti -sin saberlo- en una tentativa de inventarme una identidad;
inventada ya, asumida ya, no me ocurre ms aquello de apostarme entero en cada poema que me pona
a escribir, que era lo que me apasionaba. Otra, que todo fue una equivocacin: Yo crea ser poeta, pero
en el fondo quera ser poema. Y en parte, en mala parte, lo he conseguido; como cualquier poema
medianamente bien hecho, ahora carezco de libertad interior soy todo necesidad y sumisin interna a ese
atormentado tirano, a ese Big Brother insomne, omnisciente y ubicuo (Las personas del verbo,
Barcelona, Seix Barral, 1990)
15.- Me apropio, yo soy muy ladrona, de algunos de los subttulos del til, familiar e inteligente libro de
Carlos Olivrez Conversaciones con Jorge Teilliel;Santiago, Editorial Los Andes, 1993.
16.- Paseos con Carolina, Cartas para Reinas de otras primaveras. Santiago, Ediciones Manieristas,
1985.
- 15
I
Qu fue de la foto del nio que fui? Me gustara verla...
todos los lbumes desaparecieron tras la dispora..
J.T. carta de julio 20/77
z
O
u
W
- 16 -
FLORIDOR
PEREZ
- 17m
- 18
GUILLERMO
QUIONES
MATERIAS Y ENSUEOS
EN LA POESIA DE
JORGE TEILLIER
Jorge Teillier naci en Lautaro, all en plena regin de La Frontera en Chile, es decir, en la zona
que durante ms de tres siglos fuera el lmite entre espaoles y aborgenes, entre el poder imperial
invasor y nuestros mapuches primitivos e independientes,en la zona hasta hace slo un siglo de pugnas
y fricciones entre conquistadores y un pueblo indmito que no se dejaba avasallar.
En este medio en el que tambin se mantenan reminiscencias de campamento, de Far West y de
un mundo elemental y pionero, como tan vvidamente lo ha evocado Neruda en sus Memorias,
transcurren la infancia y la adolescencia de Teillier. Acotamos que esta regin casi recin nacida a la
vida chilena, con ciudades fundadas o refundadas a fines del siglo diecinueve, ha sido, sin embargo,
prdiga para nuestra poesa. Quizs Neruda, desbordando el mundo igual que los inviernos2,haya
hecho olvidar un poco que de la Frontera proceden los poetas Diego Dubl Umtia, Juvencio Valle,
Tefilo Cid, Aldo Torres Pa, Jorge Jobet, Pablo Guez, Miguel Arteche, Floridor Prez, Omar Lara y
Elicura Chihuailaf, entre otros significativos vates chilenos.
Nacido en 1935 y con su primer libro publicado en 1956, Jorge Teillier pertenece,
cronolgicamente,a la Generacin del 50. Debemos dejar en claro que a nuestro poeta no le agradaba
la pertenencia a tal grupo, particularmente por su tendencia al cosmopolitismo, SU dasarraigo, su falta
de sentido histrico, su egosmo pequeo burgus. Sin embargo a casi medio siglo de su aparicin y
cuando se pierde a la distancia su efmero auge, ya se puede decantar con claridad cunto hubo de valor
real y cunto de propaganda o xito pasajero en la llamada Generacin del 50. Sin lugar a dudas,
dicho grupo no es homogneo y en l, pensamos, no es difcil -aunque no lo hemos visto sealar por
ningn crtico- visualizar tres corrientes que reflejaron las tres tendencias que se iban consolidando en
el conflictivo perodo de lucha de clases que se desarroll en Chile despus de la Segunda Guerra
Mundial: una tendencia aristocratizante, una ideologa centrista y conciliadora de raz cristiana y una
posicin que se identificaba con nuestra realidad, nuestro pueblo y sus luchas.
(I)
(2)
(3)
Slo en 1881 logra el gobierno de Chile la llamada pacificacin de la Araucana,esdecir, el sometimiento del
pueblo mapuche mediante una planificada campaa militar, la erradicacin y el despojo.
Las citas para este trabajo estn tomadas de los libros de Jorge Teillier Para un Pueblo Fantasma y Hotel Nube
Otras citas proceden del artculo que Teillier titul Sobre el Mundo Donde Verdaderamente Habito o la
Experiencia Potica, publicado en revista Trilce, N. 14, 1968.
- 19-
Como no deseamos que este problema nos distraiga de nuestro tema central, solamente nos
limitaremos a anotar aqu que la mayora de los poetas que cronolgicamente corresponden al 50,
tiene un acento vernculo, en contra de la sofisticacin, la extravaganciay la visin de mundo decadente
que explotaron varios escritores de dicha generacin, especialmente Enrique Lafourcade, novelista
con el cual se tiende a identificar a la Generacin del
Pinsese, por ejemplo, en poetas como
Alfonso Alcalde (1921), Ral Rivera (1926), Pablo Guez (1929), Efran Barquero (1931), Sergio
Hernndez (19329 o Rolando Crdenas ( 1933)...Todos ellos tienen insoslayables vnculos, conscientes
y subonscientes, a menudo mgicos, con nuestra naturaleza y nuestro pueblo. Por consiguiente -y
adems por otras razones- corresponde ubicar a Teillier entre los poetas del 50.
(4)
Para ser justos, acotamos que, pese a las diferencias, Lafourcade profes gran admiracin y una real amistad
hacia Jorge Teillier.
- 20 -
Su arraigo telrico y su repulsa a la ciudad enferma de smog conllevan otra variante -la ms visible y
reiterada-: el sueo potico del retorno hacia el mundo lejano de la infancia. Alguna vez en revista Trilce,
explic Teillier que para 61 la poesa es la lucha contra nuestro enemigdel tiempo. Efectivamente, desandando
aos y distancias, camino al ayer, esta poesa rescata el mundo irrecuperablede la infancia, y resulta casi increble
cmo este poeta es capaz de descubrir y redescubrir matices -fugaces matices sobre todo-, un mundo mgico, de
inagotablepoesa en los estrechos e inconmensurableslindes de la infancia y la provincia. Su homenaje al dibujante
chileno Cor es un poema que suscribiramos, que suscribiran en el fondo de la casa sin muros del recuerdo,
todos los ojos que alguna vez se posaron en las pginas de El Peneca,
la
manipulacin ideolgica del nio a travs de las revistas infantiles no apareca todava tan evidente.
\
Pero no tan slo infancia. El poeta que aprendi con Alain Fournier el secreto de
las estrellas de la adolescencia, posee un tono, un hlito expresivo que trasunta una espiritualidad joven.
$Pensamos que ese dejo adolescente se desprende un poco de esa suerte de tierna indiferencia, como tambin
Q de la fragilidad de los vnculos y de cierta tendencia contemplativa y autocontemplativa: el poeta se busca a
menudo en los espejos, en los antepasados y en el correr de los aos. Tampoco podemos olvidar aqu la
poderosa influencia que ejerci el existencialismo sobre los escritores del 50 y que, en alguna medida,
contribuye a esa visin en la que abrimos los brazos para abrazar el vaco y, por sobre todo, esa obsesiva
conviccin de que nuestras existencias no son ms que una brizna dentro de ese ro silencioso...
-3
5
3t
5
La lucha contra el tiempo enemigo, contra la reja que no se volver a abrir, cubre toda la poesa de
Teillier, quien alguna vez, explicando la simbologa de los trenes como la expresin de la fragmentacin
implacable del tiempo de la aldea, ha confesado: Alguna vez correr un ltimo tren, pensaba yo, cul ser ese
ltimo tren, as como tantas veces pienso, quin pronunciar por ltima vez mi nombre, quin leera por ltima
vez un poema mo. En esa lucha, el poeta posee un aliada ntima, la llave que une la memoria con el olvido.
Esta llave o varita de la intemporalidad le permite descubrir que el loro de John Silver envidia mi cerveza y
es tambin vnculo con viejos rituales de solidaridad elemental: Habla con los vagabundos/ y devulveles el
vaso de vino/ que un da uno de ellos/ le dio a tu antepasado el pastor/ antes que existieran los cotos de caza.
Este retorno a la edad de oro y esta brega contra el tiempo revelan todava otras dos hebras
distintas de la urdimbre espiritual que subyace tras de esta poesa.
Una de dichas hebras es esa especie de halo mgico que hace que esta poesa enraizada en la
aldea y la infancia trascienda lo cotidiano y sea capaz de revelar contornos imperceptibles, matices
prodigiosos de la realidad oculta. Este poder de descubrir lo inusual, lo maravilloso o el encanto escondido
en la cotidianidad, reside en la peculiar forma de imaginar y soar el mundo, y expresarlo removiendo
la dura corteza de las apariencias en imgenes al mismo tiempo tenues y densas de emotividad, de
interiorizacin y naturalidad. La realidad secreta surge entonces como -ponemos algunos ejemplosese paisaje de Marc Chagall que suea con nosotros o aquella taberna cuyas puertas siempre abiertas no
sirven para salir o, en fin, descubrir que la felicidad no es sino un leve deslizarse de remos sobre el agua.
- 21
La otra hebra del tejido espiritual que trasunta esta poesa reside en los anhelos de sosiego,
reposo y paz. Al igual que en Tefilo Cid, resuena en los odos de Teillier como el mar en los caracoles/
el rumor de la casa natal. Los ensueos de la casa, tan frecuentes en esta poesa, conlleva siempre una
connotacin lrica: el huerto y el rbol familiar que prestan amparo, el fondo del patio de la casa
paterna donde se conjugan la aventura y la seguridad, la mesa maternal o la morada familiar, recomponen
un mundo grato, apacible, seguro. Parte sustancial de este mundo es la casa de madera. Siempre la casa
ha de ser de madera: ella nos vincula al bosque, sus aromas y sus trinos y restaura, en alguna medida,
una intimidad plcida y libre. Libertad y placidez enlazadas. El yo y el universo armnicamente
enlazados, como en el recuerdo de la lejana infancia rural y desformalizada de la Frontera.
Este anhelo de paz y recogimiento recorre soterradamente los catorce libros de poesa de Teillier
y se refleja en su nostalgia de lo que no nos ha pasado, pero debiera de pasamos, en la persistencia de
vivencias tenues, sutiles y en su suave hlito expresivo, pues la poesa es un respirar en paz. Otras
veces, como ocurre con las reiteradas imgenes del sueo, la ansiedad de un mundo plcido es ms
ostensible. Posiblemente, uno de los poemas ms divulgados de Teillier es Retrato de mi padre, militante
comunista, pieza en la que, como retribucin a la lucha y a la inclaudicable esperanza revolucionaria,
se formulan dos anhelos: el advenimiento de la revolucin y que los das del padre lleguen a ser
tranquilos/ como una laguna cuando no hay viento ...en el silencio interminable de los campos.
Con la honestidad consustancial a un poeta que entreg su vida a la poesa con la paciencia del
guardava,/ con la persistencia de la zarzamora, Teillier confes sus limitaciones temperamentales
respecto a la poesa social y cmo el no poder escribirla le creaba un sentimiento de culpa que an hoy
suele perseguirme. Por ello, no puede pasar desapercibido que en su creacin potica posterior a
1973, diferentes smbolos o signos de indicios nos remitan al drama que por diecisiete aos vivi
Chile. Es verdad que con el correr de los aos, el poeta fue acentuando o hizo ms ostensible el tono
autobiogrfico de su poesa, esas pequeas confesiones como la noche es mi mejor amiga o es
mejor morir de vino que de tedio. Pero es igualmente efectivo que la compulsiva situacin que vivi
Chile bajo la dictadura fue determinante para que esta poesa tan genuina -en la que ms de una vez
asoman las sombras de los amigos muertos-, diga en tono desacostumbrado que el nico pas donde
me siento extranjero es mi pas o que vivo en un tiempo en que mandan los padrastros. De rico
subtexto, el poema En el mes de los Zorros nos habla de esa calle que ahora los ancianos vigilan
airados,/ porque no pueden extirpar las zarzas de ardientes races, y evocando una vez cuando se abri
una ventana por donde no entra la noche, se nos insta a escuchar por siempre a los bosques secretos/
predicando libertad con cada una de sus hojas y se vislumbre premonitoriamente, ya en 1978, el
hundimiento de los ancianos airados en un pozo que el cielo no conoce.
Hecha de materias terrestres y de ensueos, de Sur, de lucidez y ebriedad, la poesa de Jorge Teillier
es un doble retorno a la aldea y a la infancia, un suave y tierno retorno a la tierra y al corazn humano.
- 22 L_
GILBERT0
TRIVIOS
LEER A
JORGE TEILLIER
Leer a Teillier significa salvaguardar el sueo de (re)encontrar la morada del hombre, la memoria
del tiempo sin tiempo, el derecho a buscar la lmpara perdida para (re) entrar en el Bosque Mgico,
aun cuando seamos mendigos que le pedimos al tiempo un recuerdo que no se deforme en el turbio
estanque de la memoria(Juego con los recuerdos a la gallina ciega/ Djate de jugar con los recuerdos).
otro lugar (ya) no existe, tal vez no hay otro paraso que el paraso perdido, pero nuestro hermoso
aginar que hay un laberinto y un hilo. Nunca daremos con el hilo; acaso ol
encontramos y lo perdemos en un acto de fe, en una cadencia, en el sueo, en las palabras que se llaman
filosofa o en la mera y sencilla felicidad (El hilo de la fbula, Los conjurados). La mera y sencilla
felicidad. Teillier imagina que la felicidad que brilla donde l ya no est es quizs un leve deslizarse
de remos en el agua, la luz de un pequeo barco que aparece y desaparece en el oscuro oleaje de los
aos, el espacio entre el grito del ave herida en el pantano y las alas plegadas de una mariposa, descifrar
los jeroglficos de las ramas de la primavera, dibujar en la escarcha figuras sin sentido, la luz de una
casa hallada tras la colina cuando ya creamos que no quedaba sino andar y andar...
Leer a Teillier significa saber que el sol y la muerte viajan juntos, que siempre hay un cuarto que
no debe abrirse y que el viento de pronto apenas se atreve a hojear los trigales por miedo a encontrar un
sol ms oculto.
Leer a Teillier significa aprender que no importa la brevedad de los das de mera y sencilla
felicidad, pues siempre podremos reunir sus recuerdos, as como el nio castigado en el patio encuentra
guijarros para formar brillantes ejrcitos (Bajo el cielo nacido tras la lluvia, Hotel Nube).
Leer a Teillier significa saber, con Pascua1 Coa, que hay estrellas que se llaman el rastro del
avestruz, el corral del ganado, la gallina con polvos, el pellejo oscuro, el camino de hadas...Escuchar su
voz impertinente: Los fundos eran antes todos propiedades mapuches.
Leer a Teillier significa reconocer que al final hacemos poesa, msica, pintura, porque no hemos
sido felices, pero tambin porque creemos que hemos sido felices.
- 23
(2urita:Al final hacemos poesa, msica, pintura, porque no hemos sido felices. Esa es la nica
razn de todos los libros que se han escrito, de todos los cuadros, de las sinfonas, Poesa y nuevo
undo, El Mercurio, domingo 4 de octubre 1996.)
Leer a Teillier significa congregar en un mismo espacio de escritura, como l rene lo separado
(Del rbol de la tarde cereza o manzana eres), sus bienes con los talismanes de Borges. Encontrar
las analogas secretas veladas por las diferencias patentes:
/-&.@Jorge Teillier
- 24
TALISMANES
Jorge Luis Borges
Leer a Teillier significa, por ltimo, descubrir la conjura de los POETAS para caminar hasta
vencer la niebla. La conjura nombrada por el mismo Teillier en Para un pueblo fantasma (1978),
cuando habla a Antonio Machado, el hermano mayor con cuya obra vuelve a soar caminos de la tarde:
Hoy ha llegado el tiempo del destierro/ y t ests con nosotros./ T nos das a beber/ vino nuevo
en odres viejos, / hermano mayor mal vestido y triste, / borracho melanclico/ guitarrista, luntico,
poeta. Quien escucha tu voz oye hoy la propia./ Caminemos hasta vencer la niebla./ No has trabajado
para el polvo y para el viento (Septiembre 19 , 1974)
Caminemos hasta vencer la niebla.
- 27 -
JAIME
VALDIVIESO
LA OTRA REALIDAD
DETEILLIER
Uno de mis recuerdos ms persistentes de Jorge Teillier, misteriosamente (como todo lo que lo
rodea), se relaciona con uno de sus poemas breves y, en forma reveladora, en Lautaro, donde me haba
invitado con mi polola a pasar ese verano de los aos 56 o 57. Estamos a orillas de una pequea laguna,
a pocas cuadras de su casa, en ese pueblo semirrural con mucho olor a campo, entre construcciones de
madera y tejas, calles de tierra y algn curea caminando o que sale o entra a uno de sus bares. Pueblo
evanescente y mediatizado por un aire que alejaba de la realidad y creaba un clima propicio a la
melancola y a un cierto desgano contemplativo.
De la lagunilla salan lanzas de totoras, a poca distancia asomaban unos girasoles, y en lo alto
cruzaban parejas de patos.
De pronto, un caballo viejo asom su cabeza.
Ya estaba hecho el poema, faltaba escribirlo.
Pero aos despus, luego de una larga temporada en los Estados Unidos, leo el poema en uno de
sus libros aparecidos durante mi ausencia: Muertes y Maravillas:
Sentado en el fondo del patio
trato de pensar qu har en el futuro,
pero sigo el vuelo del moscardn
cuyo oro es el nico que podra atrapar,
y pierdo el tiempo saludando al caballo
al que puse nombre un medioda de infancia
y que ahora asoma
su triste cabeza entre los geranios.
En este poema, que mucho recuerda a los poetas chinos de la dinasta Tang, Li Bo, Du Fu y Bo
Juyi, por la serenidad y la autocomplacencia ante una realidad que se detiene y se vuelve poesa por el
slo ngulo desde la cual se contempla, me di cuenta despus, se explicaba gran parte de la obra de
Teillier, que desde nuestros aos de estudiante en el Instituto Pedeggico, estaba siempre llegando o
partiendo hacia otro mundo, acompaado siempre de su mejor e inseparable compaero: el libro.
- 28 -
Insisto en que ya el poema anterior se haya configurado una filosofa de la existencia, una ontologa
como en todo gran poeta, una manera de jerarquizar y transmitir valores sensoriales, espirituales y
ticos que dan sentido y organizan la vida. En los primeros versos aparece esa nota contemplativa, ese
desgano existencia1 que lo acompaar hasta sus ltimos das: Sentado en el fondo del patio/ trato de
pensar qu har en el futuro. Pero esta decisin no persiste, es rpidamente olvidada por algo nada de
prctico, lejos de cualquier programacin del futuro y ms cerca del misterio que esconde las cosas, los
insectos, los animales. Y por eso dice, Pero pierdo mi tiempo mirando los moscardones/ cuyo oro es el
nico que podra alcanzar/. Pero en ese pierdo mi tiempo, est implcito gano mi tiempo, pues es el
tiempo del poeta, el que se gana para los sentidos, para el espritu, para la vida, el que realmente se
valoriza, se aprovecha mirando los moscardones.Este nio que pujarea filosficamente en el fondo
del patio, permanecer aqu para siempre, este adolescente que slo se interesa por el oro de los
moscardones y ningn otro, y por el caballo al cual puso nombre un oscuro medioda de infancia. En
los versos anteriores se percibe un sentido autrquico, epicreo, autosuficiente, valores que se expresan
en su contacto con las manifestaciones ms simples de la realidad externa. Pero igualmente aqu se
expresa su atraccin por el pasado en forma de nostalgia, que puse nombre un oscuro medioda de
infancia. El apenas adolescente, aora ya el pasado de la niez.
Como vemos, se privilegia lo simple: un moscardn, la pobre cabeza de un caballo entre los geranios. Toda
5
una potica, una esttica concentrada en siete versos directos y sencillos,donde encontramos slo una metfora: el .
$
brillo del moscardn igual al oro, que ser su instrumento lrico ms habitual a travs de toda su poesa.
En su primer libro, Para ngeles y gorriones ya figuran poemas como sentados frente al fuego,
donde de percibe esa misma actitud contemplativa, tal como dice en el siguiente cuarteto:
Sentado frente al fuego que envejece
miro su rostro sin decir palabra.
Miro el jarro de greda donde an queda vino,
miro nuestras sombras movidas por las llamas.
En otra oportunidad estamos en su casa en Santiago. Se encuentran Carlos de Rokha, Tefilo
Cid, Elio Rodriguez, Eduardo Molina, Armando Cassgoli, sus habituales amigos. Ya de madrugada
veo a Enrique Lihn que se golpea obcecadamente la cabeza en una pared, pues en una competencia
sobre conocimiento de poetas, estimulada por la hora y la cerveza, Jorge nos agobi, sin estrpito,
como jugando, con diversos nombres de autores europeos hasta de tercero y cuarto orden.
No cabe duda, toda obra surge en forma ms o menos indirecta, de la suma de muchos aspectos de
la personalidad, pero hay algunos que se detectan fcilmente y ste es el caso de Jorge Teillier: espritu
evasivo, soador lcido de un presente que se le vuelve pasado y que para existir necesita de innumerables
lecturas (es capaz de leer un libro de quinientas pginas en un par de das) como el hipoptamo del agua.
Una realidad que se sustituye por la memoria y la fantasa para hacerla ms respirable, es el
campo de batalla de este poeta que ha construdo con la espontaneidad con que la araa fabrica su telar,
un mundo que desde el primero al ltimo libro se desarrolla orgnicamente, de dentro hacia afuera con
una legalidad fisiolgica.
En la antologa de nueve libros que public Fondo de Cultura Econmica resulta fcil comprobarlo:
su mundo se perfila, inslita y tenazmente definitivo desde el primer libro, Para ngeles y gorriones.
Insisto en esto, ya que es raro que un poeta muestre su completa madurez temtica y formal en su
primera publicacin. No ocurri as en los grandes: ni en Neruda ni en Huidobro, tal vez, en la Mistral
que se define plenamente en Sonetos de la muerte.
Caractersticade Teillier es igualmente una extremada tolerancia. Fue amigo y admirado por Miguel
Serrano que profesa la fe del nazismo, y valoraba todas las formas y actitudes frente a la vida y al arte,
pero a la vez tuvo certezas inconmovibles frente a su propia poesa, a la sociedad y a su forma de vida.
Si leemos con atencin el primer poema de esa antologa y los ltimos poemas inditos, hallaremos
slo diferencias de grados: mayor candor en los primeros, ms desencanto y melancola en los ltimos,
pero es siempre el mismo poema desde el primero al ltimo libro.
El mismo poema, la misma actitud ante una realidad que es apenas tolerada. Es aqu donde se
mueve su lrica, este es el territorio, el coto de caza que cerca y puebla de duendes, de objetos de otras
pocas, de testimonios del pasado, de referencias a revistas, actores, deportistas, msica y cine de otros
tiempos. Este alumno del pedaggico en la asignatura de historia que nunca se titul, pero cuya ctedra
ejerci da a da con sus crnicas lricas, nos entreg a lo largo de su vida la otra historia, la interior, la
de los sueos, de las ansias por eternizar un mundo que la otra historia, la real, destruye y envilece. Lo
consideramos por esto, un historiador mgico.
Cuando la forma de los rboles
ya no es sino el leve recuerdo de su forma,
una mentira inventada
por la turbia memoria del otoo.
He aqu su potica a la cual se ceir con creciente tezn hasta sus ltimos libros, aun aquellos
poemas que implican una relacin con la sociedad y con la historia, tal como el que sigue:
- 30 -
T sabas que la poesa debe ser usual como el cielo que nos desborda
que no significa nada si no permite a los hombres acercarse y conocerse.
La poesa debe ser una moneda cotidiana
y debe estar sobre todas las mesas
como el canto de la jarra de vino que ilumina los caminos del domingo.
- 31 -
Como vemos todo es simple, cotidiano, modesto en esta poesa, pero a la vez con una sabidma milenaria,
con una inteligencia y cultura que est en los intersticios, en la recmara, que no se muestra. Por eso le bastan
slo algunos versos para dejarnos pensativos, asombrados ante el imprevisto espacio espiritual que nos abre:
Las primeras lucirnagas:
un nio corre a buscarlas
para su amigo enfermo.
Debemos a Teillier no slo el encanto maravilloso e inconfundible de su gran poesa, sino la creacin
de un nuevo sur, que se agrega, por supuesto, al que haba instaurado a comienzos de siglo, Neruda y
Juvencio Valle, poeta ste de los bosques y de los pjaros. Pero el sur de Teillier es un sur mtico, mgico,
poblado de nostalgia, pero a la vez hecho de historia y de la crnica, aunque detenido en una pureza infantil,
pero a la vez cruzada por el dramatismo de la vida, por su amor por los seres marginales, por los bebedores
que se esconden de s mismos, de un pasado que nos ayuda a vivir, transformar y comprender un mundo nada
de idlico. Igualmente Teillier ha valorado y comprendido el aporte espiritual de los mapuches que le viene
de los colonos franceses en la Frontera. Basta recordar el poema Pascua1 Cona recuerda:
Conozco las estrellas:
la estrella-carreta, el corral del ganado
el tirador, el rastro del avestruz, el boleado
el montn de papas o la gallina con polvos,
el pellejo oscuro, el camino de hadas.
En este sentido, su valor no es slo esttico sino antropolgico, cultural. El sur de Chile luego de
la poesa de teillier no es ms el mismo: queramos10 o no, lo vemos a travs de sus ojos, de su obra: ni
los trenes, ni los bares, ni las casas, ni los indios, ni el paisaje son para nosotros ya realidades objetivas:
estn cargados y atravesados por su lrica. Veamos en el poema Crnica del forastero:
Vives frente al molino,
La maana est llena de carretas cargadas de trigo hasta el cielo.
El polvillo de la molienda inunda el patio.
los mapuches pacientes esperan vender su escaso trigo.
Por eso dice en otra parte:Ninguna ciudad es ms grande que mis sueos, y en un poema de
Para un pueblo fantasma, publicado 24 aos despus de su primer libro, en 1978, su posicin ante la
vida permanece inalterable, tal como el poema citado al comienzo.
Como vemos todo es simple, cotidiano, modesto en esta poesa, pero a la vez con una sabidma milenaria,
con una inteligencia y cultura que est en los intersticios, en la recmara, que no se muestra. Por eso le bastan
slo algunos versos para dejarnos pensativos, asombrados ante el imprevisto espacio espiritual que nos abre:
Las primeras lucirnagas:
un nio corre a buscarlas
para su amigo enfermo.
Debemos a Teillier no slo el encanto maravilloso e inconfundible de su gran poesa, sino la creacin
de un nuevo sur, que se agrega, por supuesto, al que haba instaurado a comienzos de siglo, Neruda y
Juvencio Valle, poeta ste de los bosques y de los pjaros. Pero el sur de Teillier es un sur mtico, mgico,
poblado de nostalgia, pero a la vez hecho de historia y de la crnica, aunque detenido en una pureza infantil,
pero a la vez cruzada por el dramatismo de la vida, por su amor por los seres marginales, por los bebedores
que se esconden de s mismos, de un pasado que nos ayuda a vivir, transformar y comprender un mundo nada
de idlico. Igualmente Teillier ha valorado y comprendido el aporte espiritual de los mapuches que le viene
de los colonos franceses en la Frontera. Basta recordar el poema Pascua1 Cona recuerda:
Conozco las estrellas:
la estrella-carreta, el corral del ganado
el tirador, el rastro del avestruz, el boleado
el montn de papas o la gallina con polvos,
el pellejo oscuro, el camino de hadas.
En este sentido, su valor no es slo esttico sino antropolgico, cultural. El sur de Chile luego de
la poesa de teillier no es ms el mismo: queramos10 o no, lo vemos a travs de sus ojos, de su obra: ni
los trenes, ni los bares, ni las casas, ni los indios, ni el paisaje son para nosotros ya realidades objetivas:
estn cargados y atravesados por su lrica. Veamos en el poema Crnica del forastero:
Vives frente al molino,
La maana est llena de carretas cargadas de trigo hasta el cielo.
El polvillo de la molienda inunda el patio.
los mapuches pacientes esperan vender su escaso trigo.
Por eso dice en otra parte:Ninguna ciudad es ms grande que mis sueos, y en un poema de
Para un pueblo fantasma, publicado 24 aos despus de su primer libro, en 1978, su posicin ante la
vida permanece inalterable, tal como el poema citado al comienzo.
..,._.. . . ..<..
. :. ,
.- .
.
. .
<
- . . . . .........
. .
- 33 -
..
.. . . .....
:j
..
. . . -.. .... ., .
..
.. . . ..
:
ENRIQUE
VALDES
Universidad
de los Lagos
II
JORGE TEILLIER
EN EL RECUERDO
Recin comenzbamos a funcionar como Trilce, en el verano de 1964 cuando Jorge Teillier lleg
a visitarnos a Valdivia. Vena acompaado por Ximena, su segunda mujer. Para nosotros era el encuentro
con un maestro de la joven poesa chilena. Comenz entonces una relacin literaria y de amistad surea
que slo quebrara su muerte, en abril de 1996. Cuando llegbamos a Santiago nos reciba en su oficina
del segundo piso de la Casa Central de la U. de Chile, donde trabajaba para el Boletn bajo la direccin
de Enrique Bello. All, como en la provincia, Teillier demostr siempre una cordialidad especial por sus
amigos sureos. Cada vez que lo encontraba tena la impresin -y a veces lo deca- de que era algo muy
suyo: sus abuelos, sus antepasados sureos o un pedazo de tierra querida el que le llegaba:
Un amigo del sur me regala una manzana
demasiado hermosa para comerla de inmediato.
La tengo en mis manos: es pesada y redonda
como la tierra.
El agradecimiento era un vaso de vino en el Monterrey y en el Red Bar, la recomendacin de algn
libro y el regalo de revistas y publicaciones universitarias. Bebimos el penltimo vaso a la salida de la
Biblioteca Nacional, el da que Volodia Teitelboim cumpla 80 aos. All tom la fotografa que acompaa
esta nota*,el 19 de marzo. Como vena para Aysn le ped que escribiera en mi agenda una nota para el poeta
Len Ocqueteux. Quera traerle a nuestro vecino de Cochrane este saludo de su amigo de la Frontera, como
l, en su propia letra ya debilitada por la enfermedad, el cansancio de vivir, el tedio de Santiago, del metro
que nunca alcanzaba a tomar antes de las diez: S felz mientras no puedas, le dice y fecha en el ao de 1903
A.C. ese humor metafsico y melanclico, intemporal que es parte tambin de su poesa. Tengo las uas
demasiado largas,dijo. Siempre estaba por irse a Cabildo, cerca de la Ligua, donde resida desde 1987 en
una hermosa casa de campo de Cristina Wenke ,su esposa y compaera de los ltimos veinticinco aos. De
ese modo lo protega de sus amigos del Bar Unin de la calle NuevaYork, frecuente en su poesa y a quienes
l mismo define como: mis amigos los intiles, los gaznpiros, los cesantes de siempre.All, entre el dolor de
los gatos y los perros de Cristina, bajo los paltos y viejos limoneros que un da pertenecieron a la Quintrala,
Jorge Teillier ha regresado para siempre. Claro que a l le habra gustado regresar a su Lautaro de antao, del
que nunca deba haber salido, donde an existe la casa de madera de dos pisos vendida por su hermano Ivn,
y donde Jorge y sus hermanos pasaron la infancia, los das del Pas de Nunca Jams, el reino del paraso
perdido que se nos va al crecer y que slo podremos recuperarla el da de la muerte.
- 34 -
- 35 -
Jorge Teillier tena un desprecio casi olmpico por todo. Excepto por la belleza. Despreciaba los
honores, los viajes, los servicios pblicos. Perda sus pasajes de invitacin a Suecia, Cuba o Francia
porque no le gustaba viajar. De esa manera haba dejado su cargo, en 1974, como redactor del Boletn
de la Universidad de Chile. Simplemente dej de ir. Viva de algunas crnicas y colaboraciones para
la pgina gastronmica de El Mercurio, sobre temas relacionados con la poesa, los viajes y los lugares
metafsicos como llamaba a los bares. Sus amigos de entonces fueron el poeta Rolando Crdenas,
Alvaro Ruiz, Ramn Daz Eterovich, Carlos Olivrez, el poeta Eduardo Molina, el abogado Mardoqueo
Cceres, y una multitud de poetas jvenes y estudiantes de liceo que llegaban a la Unin para
entrevistarlo, conversar con l y hacer sus tareas.
Es un concenso nacional para los que le conocieron, que posea una de las inteligencias ms
admirables del pas. Su memoria haba sido prodigiosa. Aprendi a leer antes de los tres aos, en los
libros de dibujos, en las novelas de Julio Veme, en las enciclopedias de la casa paterna. Y sobre todo en
los almanaques 18 que repeta de memoria. Jorge Teillier lleg a tener el prestigio de la persona que
saba ms cosas intiles en el pas, como las fechas del primer campeonato de box, los contrincantes de
Joe Louis, la historia de Luis Vicentini, la biografa de Jos Santos Discpolo (El mundo fue y ser una
porquera, ya lo s), la lnea delantera del Colo Colo en el ao 20, el descubrimiento del reloj de arena.
Y por supuesto todo Carlos Gardel, puesto que haba nacido el mismo da en que el zorzal criollo muere
en el accidente de Medelln: el 24 de junio de 1936. Bajo el signo de cncer: el signo de los depresivos,
de los nostlgicos, de los errantes de siempre. Pues otra de sus pasiones de lector incansable fue la
astrologa, el zodaco chian, el I-Chin. Y la historia, que haba estudiado como carrera profesional en el
Instituto Pedaggico. Entre las curiosidades de su mundo potico Teillier dej libros de poesa hechos
a mano, en ejemplar nico sobre un cuaderno escolar, a menudo con recortes de dibujos o fotografas.
No cabe duda que toda esta conducta totalmente inusitada para una poca cada vez ms pragmtica
y utilitaria resultaba atractiva para una juventud decepcionada del quehacer del Chile de hoy y que
busca alguna salida para el quehacer cultural potico que subyace en nuestra rica tradicin literaria.
Pero la gran influencia de su obra en la poesa joven y en la poesa del sur de Chile merece una
explicacin mucho mayor ,pues es un fenmeno netamente literario. Se trata de la poesa como modo
de vida, como manera de entender y enfrentarse a un mundo donde los valores de la belleza y de la
verdad han sido desplazados:
S, nostalgias del Far West, nostalgia de rebaos
y trigales infinitos, de lunas azules
y de un tiempo sin tiempo.
MARIO
RODRIGUEZ
FERNNDEZ
HOTEL NUBE:
La aldea lrica en ruinas
Hotel Nube, texto pstumo de Jorge Teillier editado por el poeta Omar Lara, es una combinacin
de poemas inditos y otros publicados en libros anteriores, especficamente El Molino y la Higuera
(1993) y Para un pueblo fantasma (1978)
Los tres ttulos mencionados calzan con propiedad en las categoras bsicas del mundo potico
teilleriano. La idea del pasajero que recorre los pueblos fantasmales de la memoria en busca de un
mundo arraigado en otro tiempo y en otro espacio: el del lar, donde el Molino y la Higuera
junto a las nubes, son signos emblemticos de la escritura de la semejanza que se inscribe dentro
de la potica de la analoga.
v
La poesa de Teillier puede llamarse con entera propiedad analgici: en el sentido que propone
Octavio Paz en Los hijos del limo. Para el autor de Muertes y maravillas la analoga, una suerte de
abanico de correspondencias, es la forma que define ese mundo provinciano y rural que trata de rescatar
por medio de una memoria nostlgica, que no slo trabaja para recordar, sino para conseguir la permanencia
viva del pasado. Revivir una realidad mgica, prxima al mito, en medio de la cotidianidad desoladora,
verdadero etrnoomoderno, es un gesto fundamental de la poesa lrica. -\
37
Hotel Nube acenta este movimiento de desintegracin, claramente expresado en el poema Hay
un espejo colgando en una pared rota, en el que la casa inmemorial, desvencijada y sombra, ha
perdido sus poderes de hacer habitable el mundo.
Esta crisis de la analoga que, precisamente, volva habitable el mundo, al mostrar que la realidad
no estaba regida por el azar y el capricho, sino por el ritmo y sus repeticiones:
Es el mismo de otro siglo el gesto del campesino al
descargar un saco de trigo.
(Crnica del forastero)
No es, sin embargo, total. Persiste a pesar de todo ese mundo que trat de habitar Teillier: un
teatro lleno de acordes y repeticiones en que todas las excepciones, inclusive la de ser hombre,
encuentran su doble y correspondencia.
La crisis de la escritura de la semejanza-crisis que siempre estuvo latente en la poesa teilleireana
- pretende con mayor fuerza en H.N. desarraigar al poeta del tiempo inmemorial y del espacio del lar,
lanzndolo al mundo del presente, donde su casa ya no es el lugar de los acordes producidos entre el
fuego domstico, la lmpara y los ratones que en la noche corren sobre las vigas de madera del techo,
sino que ahora est en cualquier lugar del mundo (Mi casa est en cualquier lugar del mundo), sin
conseguirlo del todo, aunque Hotel Nube expresa con mayor dolor que en los textos anteriores, que en
el centro de la aldea lrica, en el centro de la analoga, hay un hueco: el de la ausencia, la prdida, la
muerte;yque no hay manera de llenar ese vaco, cuyo otro nombre es desdicha, conciencia de finitud.
Frente a ello, qu otra cosa puede ser la poesa sino un puado de cerezas, un susurro -para
quin?- entre una y otra oscuridad.
WALTER
ROJAS
EN CADA
ESTACION
DE TU POESIA
A la memoria de Jorge Teillier
Lejos del molino y de la higuera
El otoo deja caer
Su ltima hoja
Su ms querida hoja
Los trenes que viajan a ninguna parte
Te escriben breves cartas de amor
La lluvia cobija tu risa pajarera
En algn polvoriento camino rural
- 39 -
ALEXIS
FIGUEROA
(Jorge Teillier 1935-1996)
He aqu un lugar;un huerto personal de sangre y calcio donde vivir hasta el momento
de dormir sin despertar; ordenado el lecho donde el YO reposar.
Y as, una vez bajo la tierra, viene el tiempo de la imagen. La imagen, el fantasma, que como un
espejo oscuro muestra los signos del recuerdo. A disposicin de las voluntades y los mitos, a disposicin
de los deseos, a disposicin de quienes prefiguran una historia donde el artista, el poeta, el escritor, es la
moneda del pas de la memoria. Estampas necesarias para el decorado del teatro en que el arte vive e
imagina. Al final, una especie de ficcin. Ficciones son los episodios de la vida de un artista, ficciones son
sus biografas, la presunta huella personal que deja a su paso y que luego atesoran los amigos. Algunas
seas inscritas en papel, como el mensaje de Alguien trado por el mar en la botella. Algunas seas, que
mientras ms y ms aguarden, permaneciendo en su reino literario, acumularn ms laberintos sobre s,
ms densidad, confeccionando una galera de reflejo inagotable. Algunas seas, escritas con la vocacin
de quien comparte el eco, la nostalgia, escritas muchas veces bajo una hora azul de atardecer. Algunas
seas, que fueron pequeas historias de resignacin heroica ante una imagen de la vida: un rodar lento,
hacia la destruccin final, un camino abajo hecho desde el momento de nacer, iluminado de cuando en
cuando por la luz. Y esta luz, los instantes de cierta comprensin, en donde el juego de hacer marca el
desaparecimiento de la muerte. Hasta que entonces pestaeas y como despertando un sueo adentro de
otro sueo, vuelves a repetir una y otra vez una palabra. Y terminas escribindola, amplificada, disfrazada
de ms y ms palabras como haciendo en su substancia el camino de tus das. Ahora viene el tiempo de la
imagen, del recuerdo. Un obra, una persona. Ambas ficciones. Quedan unos signos, extensamentedispuestos
conformando letras, slabas y frases encima de un papel. En ellos buscaremos la posibilidad de un ensueo
que nos diga y nos permita mantener, mostrar: Ah est el arte. Ah, s, ah est el arte, en este orden de
palabras, en estas imgenes del alma en una maana azul, dorada, entre visajes de humo y lea. Pero
ahora, como siempre, no hay humo, lea, ni maana. Entrecerrando los ojos, recuerdo las voces de los
nios. Alguien corre de pantaln corto sobre un sendero de grava desdibujado por la lluvia. Como un
gemelo de Funes, el memorioso, alguien que lee cierra el libro y recuerda un mundo ido para siempre: lo
reconstruye lentamente atesorando cada imagen que ha quedado encerrada como la pulpa de una nuez en
las palabras. Esto es aquello dice la gramtica, y aquello es eso otro, la invitacin que hace al mundo
por los nombres crece y todo se alista para el Teatro de la luz. Identidad, identidad, qu es eso, alguien
pregunta, pero pasa el tiempo y ya no hay nadie, slo espacio incomprensible, niebla sobre el agua en una
pintura ciega. Alguien que lee, encerrado en la alquimia del lenguaje vuelve a crear al escritor. Pasarn los
aos los aos y un da sers tierra. A los muertos que an amamos se les honra en el silencio y la intimidad.
- 40 -
PEIRANO
23 DE ABRIL DE 1996
Se muri en mitad de un verso
Gerard0 Diego
Todos los dibujos lloran por Teillier ( que era un gato ms). Maana lo
entierran, maana ser un da muy extrao. Pero ahora, en esta noche, mi deber
es escribir sobre su presencia que no se borra con la muerte.
Tuve el privilegio de su amistad incomparable, porque Jorge Teillier as lo
quiso. Y le debo tanto, que frente a mis manos desaparecen las palabras. Lo veo
jugando con mis hijos; lo escucho hablando de Montale con una lucidez que
todo lo aclaraba. Y realmente seguir ya no se puede. El gran amigo, el gran
poeta ha muerto; y el presente es un atad lejano, una noche que descubre ciertos
ruidos, un dolor que necesita soledad.
41
LARA
OMAR
LAS UTOPIAS
ESTAN VIGENTES
En Temuco, Jorge Teillier se siente en casa. All lo v con motivo del Encuentro en la
Palabra, interesante y novedosa iniciativa que convoc a una cincuentena de poetas, narradores,
crticos, periodistas y curiosos del tema mapuche. Porque de eso se trataba. Reflexionar sobre
unas relaciones no siempre apacibles ni aclaradas. En las calles de Temuco, de un sbado despus
de la lluvia, nos encaminamos desde el hotel hasta la Biblioteca Municipal, hoy Centro Cultural
temuquense.
- Es un regreso doblemente emotivo, nos dice el poeta. Porque estoy participando en este
Encuentro de tanta trascendencia y porque puedo caminar por esta ciudad muy querida para m,
despus de tantos aos. Aunque en 1982 estuve aqu, recuerda Jorge, invitado por el alcalde Germn
Becquer, en el Centenario de Temuco. Me gusta el aire que se respira ahora en la Frontera, un aire
ms relajado. El mismo encuentro con los hermanos mapuches es una afirmacin de este sentido
nuevo. Ellos han expresado, con diferentes matices, su aislamiento cultural y el prejuicio racial
que existe en Chile, un prejuicio racial que nosotros ocultamos hipcritamente. Volviendo a las
sesiones del encuentro, para m ha sido una sorpresa descubrir a tantos mapuches que se expresan
poticamente en su idioma, con mucha dignidad y mucha conciencia de s mismos. Yo le concedo
una enorme importancia a este hecho, creo que a travs de la poesa el mapuche ha podido expresar
su profundo espritu telrico y volver a sus races. Escuch a una niita de siete aos recitar un
hermoso poema en su lengua, lo que quiere decir que estn conservando su tradicin idiomtica
que de algn modo nosotros les hemos ido quitando. En Santiago, por ejemplo, los mapuches se
resisten a revelar su origen, dicen que no saben su idioma, que no lo han aprendido, se cambian de
apellido, y esto porque los segregan en los trabajos, en los colegios. Nuestro concepto del mapuche
no es ya el concepto glorioso de los hroes de La Araucana ...Por otra parte, como ya lo han detectado
muchos genetistas o investigadores del genio de un Alejandro Lipchutz, es claro que todos tenemos
en Chile una sangre bastante mezclada. Eso de creernos los ingleses de Amrica no pasa de ser un
mal chiste.
El tema vuelve y vuelve en nuestra caminata de la maana surea. Nos encontramos con varios
amigos mapuches participantes del encuentro, de paso nos hemos detenido en una muestra plstica de
artistas mapuches de la zona. Comentamos la falta de oportunidades que tienen nuestros hermanos de
la tierra para dar a conocer su obra, fuera de algunas excepciones contadas con los dedos de una mano.
Le pregunto a Jorge si un encuentro como ste tiene verdadera importancia y trascendencia.
- 42 -
- Generalmente se piensa que la accin potica es ineficaz, que es slo palabra y algo as como
un lujo. Pero en verdad es necesaria- seala -Yo creo que a travs de la labor de sus cantores, exponentes
muy propios de los pueblos que, como el mapuche, se expresan oralmente, van a tener conciencia de
que son un pueblo de gran dignidad, creadores de cultura y testimonios que alguna vez podrn entregarnos
en toda su plenitud y magnitud. Fjate que el nico poeta mapuche que aparece en una antologa
chilena es de apellido Kalfn, en la antologa Selva Lrica, de 1917.
Estamos frente al Centro Cultural de Temuco donde est prxima a iniciarse una de las ltima
reuniones de este encuentro. Vemos a Jorge Guzmn, el brillante autor de Ay, Mam Ins, vemos a
Isidora Aguirre, siempre activa y estimulante, vemos a Jaime Valdivieso, uno de los organizadores de
estas jornadas, vemos a Armando Uribe Arce, ceremonial y oscuro, y vemos a muchos jvenes que
hacen todo lo posible por intercalar algn saludo, una pregunta o una respuesta. Aludo al hecho. Jorge,
le digo, impresiona tu comunicacin con los jvenes, con los poetas y con los que leen la poesa.
- Eso que dices lo siento as y es un hecho que me halaga mucho. Me ha ayudado enormemente
a sobreponerme a ciertas crisis. Estoy recibiendo, es cierto, mucha acogida de un pblico joven,
que para m es muy sorpresiva, porque ellos no solamente aprecian mi poesa sino una actitud de
dignidad -dignidad potica, claro -que yo he logrado conservar en todos estos aos. Y que mi
mensaje, que no es el mensaje habitual, a travs de un lenguaje que yo considero un poco secreto,
ha llegado a mucha gente, a jvenes que me escriben de todas partes, que me van a visitar al
campo donde resido, frente al molino de la Quintrala. A m me parece que en poesa caben todas
las tendencias y que una que yo cultivo, a pesar de m mismo o conscientemente, est llegando
tambin a un inconsciente colectivo juvenil.
- 43 -
Interrumpo a Jorge y le cuento mi propia experiencia con los jvenes poetas que conozco y entre
los cuales he detectado practicamente unanimidad en cuanto a la recepcin de la obra teillierana. Qu
significa esto para ti?
- Significa que estoy interpretando un sentir joven y puede ser, te repito, el inconsciente
colectivo que aspira a superar un mundo que est en destruccin. A mi poesa la han tachado de
decadente y apartada de la realidad, pero yo creo que no es as. Mi poesa es la aspiracin a una
utopa, y las utopas estn vigentes; tambin puedo decirte que para m es un orgullo -un modesto
orgullo, como dicen los hipcritas- porque conmigo estn todos los amigos de la Frontera,
empezando por Omar Lara, que, claro, no hace la poesa al modo de mi poesa pero es una poesa
que tiene tambin un profundo origen en la tierra. Por lo tanto nosotros vamos a ser recordados no
como poetas provincianos o locales sino como poetas que estamos expresando algo que la juventud
definitivamente busca. La juventud no busca maestros ni guas sino busca a quin interprete lo
que ellos todava no saben buscar. No est dems decir que los jvenes, en este mundo del
consumismo, estn desorientados, en un mundo de fantasas y fantasmagoras; pero son lcidos y
buscan algo ms profundo que no sea la expresin de lo externo; no lo que constituya una simple
denuncia sino que entrae un enriquecimiento interior.
- As es, asentimos. Y en la despedida, solicitamos a Jorge un mensaje, una palabra, un
consejo para el cada vez ms amplio pblico joven que sigue su poesa.
- Creo que los jvenes que escriben poesa deben tener una conciencia que son necesarios, que
no estn haciendo una labor intil, que no es un esfuerzo solitario o estril, que no es una simple
palabra de protesta, sino una ms significativa afirmacin de s mismos, es decir, afirmacin de un
ser frente a una sociedad que les impone modelos de destruccin o desesperanza. Que ellos deben
expresar, al contrario, una esperanza, creer realmente en las utopas y que como poetas deben trabajar
en su creacin a pesar de todas las dificultades que conocemos, dificultades editoriales, de
comunicacin entre ellos y entre ellos y la sociedad, y ganar para s un sentido colectivo, como los
que tuvieron los poetas del grupo Trilce, el grupo Arspide, el grupo Tebaida, en la decada de los
sesenta y comienzos de los setenta. Que tomen conciencia de esto, que la poesa chilena tiene una
historia no desdeable de experiencias y ejemplos vlidos y que, por sobre todo, sean leales a su
vocacin, si la tienen, o que descubran su vocacin y la desarrollen, contra todas las dificultades.
Junio de 1994
- 44 -
SERGIO
HERNANDEZ
REQUIEM PARA
JORGE TEILLIER
Nunca sabremos cuando ser la ltima vez que estemos con las personas, ni cuando le tocar a uno mismo estar
ausente. Lo cierto es que la noche del 22 de m m , nos haba convocado a una lectura en Providencia la Sociedad de
Exritores de Chile. Fue una oportunidad memorable;para nosotros llena de estmulos y aplausos, pero fue tambin la
ltima que tuvimos para escuchar y aplaudir la bella poesa de Jorge Teillier,nuestro amigo de la irrepetiblejuventud
Hacia la decada del cincuenta habamos llegado desde nuestras provincias a estudiar al Instituto Pedaggico
de la Universidad de Chile y al observarlo en el escenario del Centro Cultural de Espaa, los resplandores de los
aos lejanos parecan iluminar el rostro de este poeta tan estimado. Siempre lo recordaremos solo o acompaado
con Sibila paseando por los parque de Macul o bebindonos alguna cerveza en los bares del barrio. Y aunque l
estudiaba historia y yo castellano,la poesa nos haba unido en una amistad franca y verdadera como pocas se dan
en el oficio. El vena con las cosas muy claras desde su Lautaro natal y era el arquetipo de poeta: frgil y delgado,
soador y distante, risueo, a veces, ensimismado y grave en ocasiones, memorioso y lcido como pocos.
Nunca perdimos contacto por mucho tiempo porque, aunque estuviramos en provincia, o Teillier
llegaba a nuestras casa o nosotros, en algn viaje, pasbamos por su oficina del Boletn de la Universidad
de Chile o por la Unin Chica que l tanto frecuentara. Juntos publicbamos un diario mural para
difundir la poesa en un panel instalado en el edificio central del antiguo Pedaggico, y por su iniciativa
se fund, despus, la revista Orfeo, en cuyos primeros nmeros tambin colaboramos y se public la
Antologa de Poetas Universitarios (Editorial Universitaria, 1956).
Jorge era un poeta a tiempo completo y no dej que otro trabajo, salvo su apetencia natural de
saber, compartiera su oficio. Su consigna era vivir, soar, leer y escribir. Nunca he pensado escribir
una poesa original, ni me tengo por un ser sin antepasados poticos afirma en la autopresentacin para
su antologa: Muertes y Maravillas. Y all alude a sus antepasados preferidos: Francis James, Milocz,
Antonio Machado, Esenin, Georg Trakl, entre otros. Sabemos que admiraba a Rilke, por afinidad y que
una de sus novelas poticas preferidas era El gran Meaulnes de Alain Fournier.
En otro lugar de ese mismo prlogo expresa: Para m la poesa es la lucha contra nuestro enemigo el tiempo,
y un intento de integrarse a la muerte, de la cual tuve conciencia desde muy nio, a cuyo reino pertenezco desde
muy nio, cuando senta sus pasos subiendo la escalera que llevaba a la torre de la casa donde me encerraba a leer.
Ahora Jorge est en ese reino al que todos terminaremos por pertenecer, encerrado en esa secreta
casa de la noche, entregado a la tierra a la que cant con maestra y emocin; mientras, tal vez all en
el sur, otro nio tembloroso suba esas escaleras y los cielos se derrumben en lluvias torrenciales sobre
bosques oscuros, sobre aromos encendidos, sobre estaciones olvidadas.
I45
SERGIO
HERNANDEZ
A
JORGE TEILLIER
In Memoriam
- 46
- 51 -
VEJAR
TEILLIER
EN LA MEMORIA
Jorge Teillier naci en Lautaro,el24 de junio de 1935, da en que los mapuches celebran el Ao Nuevo,
y la misma fecha en que muere Carlos Gardel. Sus das siempre oscilaron bajo el hechizo del sur, el amor, la
infancia y la muerte. Desde su primer libro Para Angeles y gorriones (Ediciones Puelche, 1956), hasta Hotel
Nube (Ediciones Lar, 1996), mostr una coherencia irreductible en el tiempo, a pesar de que en algunos de sus
ltimos poemas aparece la aldea desintegrada por la transformacin de nuestra historia. Hace slo unos aos,
la escritora norteamericana Carolyne Wright, quin hizo la seleccin de los poemas de Jorge Teillier para la
antologa In order talk with the dead (Austin, Texas, 1993), seal que se haba producido un cambio en la
poesa de Teillier, donde dejaba de gravitar la contemplacin desinteresada de la realidad, para dar paso a una
contingencia vivida desde lo cotidiano. El poema que revela ese mundo Todo est-enblanco: Todo est en
blanco./ El alba reina en el reloj de pared./ Sus agujas se han detenido./ La sangre de mis venas es un lago en
deshielo/ una muchacha se ahogma al cruzarlo. ...En Hotel Nube, trata este tpico en el texto dedicado a
su madre. Tambin podramos sealar que su poesa est casi desprovistade erotismo, aqu las amadas aparecen
a la manera de Thomas Hardy en La bienamada, es la bsqueda de que el tiempo se detenga, como su
pariente Eliseo Diego cuando le dice a su mujer: En ti nunca pasa el tiempo.
Sin lugar a dudas, Teillier va a ser ledo en el prximo siglo, y fue tal vez el ltimo testigo de un
mundo, condenado a desaparecer, poblado de hadas, duendes, viajes en tren, cantantes de los aos 30, y
los caminos ripiados de la Frontera, donde su padre iba en un Dodge 30 a recorrer las reducciones mapuches.
Parti en el mes ms cruel segn T.S.Alliot en Tierra Balda. Recordemos a W.H. Auden: Cre que
el amor era eterno/ Me equivoqu/ Las estrellas no son deseadas ahora/ Apguenlas todas/ Empaquen la luna/
y desarmen el sol/ Desborden el ocano/ y levanten los bosques/ Ya que nada ahora/ puede tener sentido.
En su mundo personal, lo recuerdo junto al Gato Pedro: Serio Budista Zen/ que mira la lluvia/ porque
sabe que la !luvia existe. An voy con l por un camino de helechos, conversando de este mundo y el otro, ah
estaban Dylan Thomas, Edwards Lear, Alan Dugan, Francis Picabia, hacindonos creer de nuevo en los milagros.
I
La poesa es espritu: No fue el helado viento/ quien marchit las ramas./ Quien marchit las
ramas/ fui yo, que les cont mis sueos.
Jorge Teillier, en el Molino del Ingenio, lugar ubicado entre La Ligua y Cabildo, tena su refugio
rodeado de libros, fotos de Pierre Girard, Pablo Neruda, Eduardo Molina Ventura, un dibujo a lpiz
hecho por su nieto, y a su abuelo francs a los 80 aos en un bosque que tal vez ahora tiene su edad.
A mi amigo el poeta, el solitario como Rilke, el ngel rebelde que no era de este mundo; an lo veo con los
boxeadom,con los eximios del tango, con los vagabundos, con los que estnfuerade la maquinariadelpoder; ledigo hasta
la vistaporquenos encontraremosde nuevo viajandosin sorpresdpor los trenes dela noche/ bajo unos prpados cenados.
- 47 -
VEJAR
HOMENAJEA
JORGE TEILLIER
JUAN
VILLAFAE
JORGE TEILLIER
EN MI EXPERIENCIA POETICA
- 49 -
En nuestro regreso a la selva, en nuestra expulsin, tambin estn presentes los fragmentos
modernos de una periferia. Fragmentos de los cuales nos hemos apoderado. En Jorge Teillier
hay bordes, periferias de lo inconcluso, de los lmites urbanos y rurales: Islas de luz flotan
sobre el pasto -dice el poeta-, Oigo lejanas campanas de iglesia de ciudad -dice-. Todo el
libro Hotel Nube es esa confrontacin de paisajes y textos, con smbolos y apropiaciones, de
una cultura tan al sur, como tan universal. En Hotel Nube, uno puede sentir las imgenes de
Miguel Littin como los climas de Nikita Mijalkov, densidades complementarias que no
configuran unicamente ese aire de provincia o esa metafsica del tiempo estable, inamovible.
Hay sacudones de un mundo que se interrelaciona y que a la vez se fragmenta. Si el tiempo
estable adquiri siempre su propia densidad y su propio tiempo en casi toda la obra de Jorge
Teillier, pareciera que en Hotel Nube la superposicin de nuevos viaje$ dieran no solo linealidad
a su tiempo, sino tambin circularidad. Los viajes no son slo los trenes y un calendario de
sucesivas estaciones.
En su libro pstumo me sorprendi justamente la disposicin de dos poemas, el poema Hotel
Nube ubicado al principio, donde se relata el viaje de un hombre que escapa perseguido por la
polica de todo el mundo y llega al Hotel Nube para salvarse, y el otro viaje, el Viaje en Globo, poema
que suponemos incluye al propio Teillier, casi al final de el libro, donde el poeta indica:
El sur ha muerto. Hay que encender las linternas/
la nostalgia dispara sus ultimos cartuchos.
Vmonos pronto
No importa que al fondo de lo desconocido
No haya nada nuevo.
Y no importa perderse en el azul siempre que sea
acompaado por una botella/
Acompaados por diablos azules/
Esta anatom de 10s dos poemas: Hotel Nube y Viaje en Globo, sugieren otros viajes posibles.
Pareciera que para Jorge Teillier hay otros viajes para estc fin dc siglo: tan hacia ci fondo cano tan
hacia arriba, tan lineales como circulares y tan antiguos como nucvos.
Notas:
9
de 1 a 6, referencias de la prcseiitaciii a Jorge Tcillier en lit Aiitologcr de In Poescl Hisl~ciriotriiier-icclii~r
Moderna, Tomo I1
(Monte Avila Editorcs Latinoamericana; Carricas, Vciiezucia. 1 O93 cooidiiincin Guillcrnio Siicrc)
- 50 -
GERMAN
ARESTIZABAL
SANBOGART
A Jorge Teillier
HOMENAJE A TEILLIER
1.En abril de este ao -primavera en Madrid, otoo en el hospital Gustavo Fricke de Via del Mar- muri Jorge
Teillier, uno de los grandes poetas chilenos del siglo: un desconocido en Espaa.
Se dira que la poesa chilena empez, para los espaoles,con un manifiestocreacionistaledo por Vicente Huidobro
en esta misma sala del Ateneo de Madrid, en el ao 1921;que sigue en ciertas tenues resonancias del premio Nobel
de GabrielaMistral, se impone con algunoslibros magistralesdel polifacticoNeruda (poeta del amor, de la angustia,
de la Guerra Civil, de Amrica, y sobre todos -y en cada etapa- del Yo), y contina hay en el coloquialismo y la feroz
irona de Nicanor Parra, y con la obra de Gonzalo Rojas, tan celebrada aqu en Espaa. La poesa chilena es tambin,
para un lector espaol, algunas pocas ediciones de Pablo de Rokha y Enrique Lihn, de Oscar Hahn y de Ral Zurita.
El gran ausente de esta lista, el fantasma que la hace terriblemente incompleta, es Jorge Teillier, que naci en
1935 en un pueblo llamado Lautaro, en una zona del sur de Chile, llamada la Frontera ...
- 53 -
A fines del siglo XIX hay una nueva etapa en la historia de Chile, que ser fundamental para el desarrollo de la
identidad sociocultural del pas: la inmigracin de europeos que desde Alemania, Francia, Italia o los Balcanes,
inundaron la Frontera de nuevas palabras y costumbres;de distintos matices del logos occidental. No es ninguna
casualidad que el poeta se llame Teillier, directo descendiente de aquellos hombres que poniendo en prctica
elementos del viejo pensamiento utpico de Occidente, cruzaban el mundo en busca de un futuro mejor:
Mientras dormimos juntos al ro
se renen nuestros antepasados
y las nubes son sus sombras.
Se renen los que partiendo de Burdeos o Le Havre
llegaron a la Frontera por caminos recin trazados
mientras sus mujeres daban a luz en las carretas.
Se renen los que fueron contrabandistas de ganado,
ladrones de tierra, dueos de hoteles o almacenes,
bandoleros, pioneros de hachas y arados.
Los que mataron mapuches y aprendieron de los mapuches a beber sangre de corderos recin sacrifzcados,
y fueron enterrados en lo alto de una colina
mientras los deudos se reunan a tomar aguardiente en el Bajo.
Hablaban de su resurreccin
los ros cuyos primeros puentes construyeron,
las herramientas an guardadas en los galpones,
y los que ahora son partculas de alerce
creen escuchar las campanadas anunciando el primer incendio
del pueblo levantado con tablas sin labrar
en medio del invierno del fin del mundo.
4.Lo que Teillier entenda por poesa lrica no es una vuelta al cnollismo, sino una especie de lo que l llamaba
realismo secreto, un ver el mundo como un depsito de smbolos ocultos, lleno de recuerdos y seales
que sobreviven del pasado, y que se revelan de cuando en cuando a la mirada vida e inquieta del poeta:
Pues lo que importa no es la luz que encendemos da a da,
sino la que alguna vez apagamos
para guardar la memoria secreta de la luz.
Lo que importa no es la casa de todos los das
sino aquella oculta en un recodo de los sueos.
La mirada del poeta que descubre la seales del pasado, es tambin la mirada infantil, la ingenuidadmaravillada
del nio que trasciende con su imaginacin la realidad cotidiana, y que ha nutrido tantos cuentos de hadas,
y a escritores como Lewis Carroll, Robert Louis Stevenson, Alain Fournier, cuyas huellas se perciben en
muchos momentos de la obra de Teillier.
La infancia universal y literaria es tambin, en esta poesa, el recuerdo maduro de las percepciones del nio,
del mundo concreto de la aldea y los bosques de la Frontera chilena, y el deseo de restaurar la comunidad
perdida, la infancia perdida, la mirada perdida:
Esta noche al nio se le perdonar que duerma tarde.
En la casa los padres estn de fiesta.
Pero l abre las ventanas
para ver a los enamoradosjinetes
que lo esperan en el bosque
y sabe que su destino
ser amar el olor humilde de los senderos nocturnos.
Teillier habla de ese paraso perdido que confusamente el hombre sabe que estuvo alguna vez en la tierra,
y cuya ltima muestra ser la infancia. Es un paraso perdido que el poeta intenta recuperar con la nostalgia
de su mirada hacia atrs, y con la vuelta en sueos a la niez:
Esta noche duermo bajo un viejo techo,
los ratones corren sobre l, como hace mucho tiempo,
y el nio que hay en m renace en mi sueo,
aspira de nuevo el olor de los muebles de roble,
y mira lleno de miedo hacia la ventana,
pues sabe que ninguna estrella resucita.
Pero la recuperacin del pasado es, casi siempre, una recuperacin pasajera -efmera y frustrada- que burla
cruelmente las aspiraciones del poeta:
Esta noche duermo bajo un viejo techo,
los ratones corren sobre l, como hace mucho tiempo,
pero s que no hay maanas y no hay cantos de gallos,
abro los ojos, para no ver reseco el rbol de mis sueos,
y bajo l, la muerte que me tiende la mano.
-55-
La bsqueda de la infancia y la mirada infantil, siempre frustradas, es una constante en Teillier, y se vincula
estrechamente con su visin neorromntjca de la importancia primordial del poeta, por encima dela palabra
potica, y de la necesidad del poeta de integrarse, en primer lugar, en el mundo autntico de los lares, como
si la poesa fuera algo que vendra por s, casi de aadido, despus.
5.El poeta lrico, integradocomo simplehermano de los seresy las cosas,emplearunlenguaje sencillo,casi infantil, que
comunique a los lectores su experiencia de un tiempode arraigoy de una autenticidadperdidas en la gran ciudad, por
la falta de contacto con la tierra. Es el lenguaje sencillo de un mundo vivido en su perecta simplicidad, un lenguaje
compartidoy hablado tambin por la'naturaleza,por las cosas humanas de la comunidad, y hasta por los muertos:
Para hablar con los muertos
hay que elegir palabras
que ellos reconozcan tanfcilmente
como sus manos
reconocan el pelaje de sus perros en la oscuridad.
Palabras claras y tranquilas
como el agua del torrente domesticada en la copa
o las sillas ordenadas por la madre
despus que se han d o los invitados.
Con este lenguaje sencillo, inextricablemente ligado al mundo del lar, surgir la comunicacin anhelada con
los antepasados:
un da nos respondern
con una hoja de lamo atrapada por un espejo roto,
con una llama de sbito reanimada en la chimenea;
con un regreso oscuro de pjaros.
El mundo lrico es, para Teillier, un mundo bien hecho, el mundo inmemorial de las aldeas y de los campos,
en donde siempre se produce la misma segura rotacin de siembrasy cosechas, de sepultacin y resurreccin;es
un mundo mtico y universal, que utiliza y trasciende el mundo cotidiano de la aldea provinciana; un mundo que
se levanta en oposicin a la sociedad norteamericanizada,norteamericanizndosecada vez ms, de la capital.
El poeta lrico tiene que ser el guardin y tambin el creador del mito, y del mundo mgico que existi y no existi
en la aldea de su infancia: un nostlgico del paraso perdido pero tambin del paraso por venir, que est (o estaba)
por crearse; y un buscador de la Edad de Oro, del tiempo verdadero vislumbradoen ritos y costumbres intemporales:
Cabe en un solo momento de esta herrumbrosa noche de invierno
un tiempo verdadero
del que sobreviven las semillas del pan y del vino.
Un tiempo como el girar de un trompo en la mano o el girar de las estaciones y los planetas
'
'..
b
.
Este tiempo verdadero es un tiempo vislumbrado, pero nunca aprehendido plenamente por el poeta. La
aspiracin lrica se doblega irremediablemente a la tragedia de la prdida:
La madre apaga el fuego de la cocina y lleva a la nia a su
lecho.
El temporal habla a la casa en el lenguaje que olvidamos.
El padre nos acoge, pero no lo reconocemos. (...)
Hemos consumido el fuego y el vino.
Los caminos que van a la Ciudad nos esperan.
6.La poesa lrica es un antdoto a la ciudad deshumanizadora, ve la tecnologa como una amenaza que pondr
fin -y que est poniendo fin- al mundo bien hecho de las provincias. Y sin embargo, la tecnologa est
presente tambin en el mundo de Teillier. En Neruda, haba trenes heroicos que avanzaban como una flecha,
portadores del progreso, por los territorios indmitos de 1aAraucana;estos trenes ya han perdido su violencia
y su sentido pico, se han integrado en el Arauco Domado de Teillier, e imponen el ritmo de su paso diario
a la vida de la aldea. Los trenes de la infancia del poeta son mquinas casi humanas:
Te dejaron subir a las locomotoras.
Hay que amar la locomotora como a un gran animal domstico,
amar sus resoplidos, sus nubes de vapol;
la lluvia de holln con que te bautiza cada estacin.
Pero el tren no es slo una parte de la vida aldeana, sino tambin el vehculo que arranc al poeta de la aldea, de
la infancia y del primer amor, en un momento de escisin y abandonocuyo lastre atravesar toda su poesa:
Vuelvo a 1953, cuando como todo prot-inciano deb hacer el viaje bautismal de holln de los trenes de
entonces a Santiago, atravesando la noche como en un vientre materno hasta asomarse a la lvida madrugada
de la boca amarga de la Estacin Central.
Yo hubiese querido ver de nuevo.(..)
tu gesto de despedida
en el andn de la pequea estacin,
- 57 -
I*
'
Pero los buenos tiempos de la aldea de Teillier, y los buenos tiempos de los trenes, llegan a su fin: los
trenes se fatigan, hacen seniles maniobras, hasta que al find, en lo que el poeta llama su ltimo viaje
al pueblo natal, se oyen renquear, entre cercos rotos y por rieles oxidados, alos estertores de las
postreras locomotoras a vapor.
7.-
El poeta lrico vive en la ciudad por necesidad, desterrado, slo para ganarme la vida, sin integrarme en
ella, en el repudio hacia ella, sumndose a una legin de muertos en vida y autmatas, a nosotros... :
nosotros
los desterrados en un lugar en donde nadie conoce el nombre de los rboles,
donde vemos todo prximo amor
como una prxima derrota,
toda maana
como una carta que nunca abriremos
he visto da a da en las ciudades vehculos iluminados como trasatlnticos
llevar rostrosfatigados de un matadero a otro
Pero esta contaminacinque el poeta siente en la ciudad, ha llegado tambin al pueblo, y la oposicin maniquesta
que las teoras lricas establecieron entre el espacio mgico de la aldea y la degradacin urbana, se resquebraja:
Pero ahora el viento ignora quin vuelve a casa.
Por eso grita en estos espacios m hfuerte que en las ciudades
en donde muere el noble tiempo en que todos eran pioneros, guerreros o poetas
Que siquiera se oiga en los pueblos,
pero tambin ha perdido su sentido en los pueblos.
Ya no aparecen las bandadas de choroyes y torcazas que abrumaban los manzanos
silvestres.
No hay pudes, ni guanacos, ni avestruces y los lobos marinos no se apian en las costas.
Junto con la degradacin ecolgica, irrumpen en el mundo de Teillier los medios de comunicacin masiva,
portaestandartes de una modernidad atada al tiempo heal y al progreso como vector supremo, que se vivir y se
denunciar en esta poesa como una presencia enajenante que destruye la identidad de la aldea y el mundo lrico:
- 58 -
Ahora,
bosques quemados
Tierra
que muestra su desnuda y roja osamenta.
Faltan madera y trigo.
Sobran radios porttiles
y hoy da tenemos televisin.
Esta prediccin de los aos 60 se ve cumplida, irremediablemente, cuando el poeta vuelve en los 70, en
plena dictadura, a su pueblo natal:
Ha llegado la TV
Los nios ya no juegan en las calles
Sin hacer ruido se sientan en el living para ver a Batman o pelculas del Far West.
Mis amigos estn horas y horasfrente a la pantalla.
Pero el repudiodeTeillier hacia los medios de comunicacin masiva no es total. En los aos de su infanciay adolescencia,
exista un fenmeno clave en la formacinde su mundo potico: el incipientepero ya sostenidoe imparabledesarrollo
de las comunicacionesque a travs de la radio, el cine y la masificacinde la prensa escrita en forma de revistas, libros
y peridicos,hizo que la remota aldea agraria de la Frontera comenzara ya su particular integracin, siempreprecaria
y amenazante,en la futura aldea global, Por eso, conjuntamentecon el paisaje, la aldea y el lar, muchos poemas de
Teillier son transitados por actores de cine, hroes infantiles de tebeos y deportistas destacados.
En el deporte, Chile ha podido cotejarse en diversas ocasiones, sin avergonzarse, con los pases ms poderosos
del mundo. Lo dijo el poeta en sus ltimos aos, cido en su irona contra los eufricos del neoliberalismo
pinochetista y post-pinochetista:
(Los chilenos) se creen los ingleses de Amrica, o los jaguares, y no se dan cuenta que son cuatro gatos en
Amrica y nadie los toma en cuenta en el mundo, excepto a los poetas, a Neruda y a la Mistral. Y tal vez al
ChinoRos y a Zamorano.
En la nota final de uno de sus libros, se recuerda que Teillier suele apostar con muy mala suerte a la Polla Gol y
es partidario de la Universidad de Chile, el Green de Temuco y el Celta de Vigo. Pero la aficin ms importante
del poeta tal vez sea para el boxeo. La pelea en que el hroe Arturo Godoy resisti 15 rounds en pie frente a Joe
Louis marc a toda una generacin de chilenos. La imagen del boxeador es una ms en toda una corte de poetas
y otros seres que recorren la obra de Teillier y que no dejan de darse de bofetadas con la realidad:
Revistas color sepia, programas de matches estelares,
el par de guantes firmados por el Presidente
cuando gan el Campeonato
colgados junto al retrato de la Difunta
- 59
'
8.- '
La poesa de Teillier es una poesa ligada entraablementeal mundo del alcohol. Desde sus primeros libros,
el vino, el pipeo y los licores caseros son signos de la armona del lar y de la fraternidad de una comunidad
plenamente integrada en la naturaleza:
Es bueno saludar los platos y el mantel puestos sobre la mesa,
y ver que en el viejo armario conserva su alegra
el licor de guindas que prepar la abuela
Un amigo reparte el pan y el vino. Siempre eso es bueno.
Y es bueno desear que sea eterno.
El vino sirve para recordar, y as para cumplir la aspiracin lrica de recuperar el pasado perdido:
En el tiempo lquido del bar
los recuerdos son troncosjlotantes en el ro tras la crecida
La relacin del vino con los recuerdos tiene que ver tambin con la poesa. El propio Teillier habl de su relacin
con el alcohol como algo tan primario como la relacin con el alfabeto, y de hecho termin una potica de
1971 afirmando que el vino y la poesa en su oscuro silencio dan respuesta a cuanta pregunta se les formule.
Por eso, el poeta celebra a otros escritores-bebedores; a Li Tai Po, Esenin, y Dylan Thomas, y salud tambin a
Antonio Machado, como el borracho melanclico que le daba a beber wino nuevo en odres viejos.
Pero la amistad y los recuerdos que proporciona el vino, pronto se transforman en la desolacin del bebedor
solitario, cuando el personaje de la poesa de Teillier se ve sumergido y atrapado en las redes del alcoholismo:
Yo me invito a entrar
a la casa del vino
cuyas puertas siempre abiertas
no sirven para .salir
. .
Da tras da
en los charcos verticales
de los espejos de los bares
se va perdiendo tu cara
esa hoja cada de un rbol condenado
Poticamente, el alcohol deja huellas ambivalentes en la poesa de Teillier. Suscitador de algunas de las
emociones y evocaciones ms lcidas de la poesa lrica, conduce tambin a la desintegracin del poeta, y
de su obra, ms escasa y ms irregular en los ltimos aos, y presa de una sequa potica que lo atormentaba.
9.El mundo lrico anhelado por el poeta, que abandona la aldea para siempre cuando emigra a la gran ciudad, es un
espejismo. Volver al pasado y recuperar la infancia son bsquedas imposibles. Hay, adems, otro factor muy
concreto que aniquila hasta la ilusin del regreso. La definitiva ruptura del lar y su calidez protectora viene dada,
quizs, por la descomposicinsocial que sufre el pas, a partir de 1973, con la instauracin de la dictadura militar:
Mi padre fue condenado a muerte gratuitamente. El golpe signific para mi nunca ms vuelta a Lautaro,
nunca ms casa natal, nunca ms red de proteccin, nunca ms universidad como era antes.
El padre de Teillier logr escapar y se exili con su madre en Suecia. Fueron tambin al exilio los dos hijos
del poeta, y hasta 18 miembros de la familia. Su obra se llena de violencia:
Cuchillos y tijeras trabajan todo el da en tu corazn:
Mi sueo est surcado de rfagas de metralla
- 61
1
I
I
i
I
I
I
I
I
'
El poeta vive bajo la represin feroz del rgimen militar, sufre con amargura,con irona- la mordaza bmtai de la censura:
Aprende a portarte bien
en un pas donde la delacin ser una virtud.
Aprende a viajar en globo
y lanza por La borda todo tu lastre:
los discos de Joan Baez, Bob Dylan, los Quilapayn ( ..)
quema la autobiografia de Trotzki o la de Freud
o los 20 Poemas de Amor en edicin finnada y numerada por el autol:
Qu hermoso es el tiempo de la austeridad
Las esposas cantan felices
mientras zurcen el terno nico
del marido cesante
10.La poesa de Jorge Teillier,que quisierasujetarse a la circularidadde un eternoretorno a los lares pedidos, pierde el rumbo
de su destino, sucumbea los embatesdel tiempo, de la invasin tecnolgica, de la violenciade la historia, y del alcoholismo.
La prdida del mundo lrico ahonda en el quiebre vital del poeta, dotando a su vida de una condicin frgil,
a la deriva, de permanente ebriedad etiica a pesar de lo cual sigui escribiendo a su lar y a su Frontera.
El decurso de la obra de Teillier debe leerse quizs, en clave trgica, como la nmesis que castiga, fatalmente, la hubris
del pensamientoutpico que fundamenta las aspiraciones lricasen su negacin de las aberracionesdel mundo moderno.
La poesa de Teillier es la crnica estremecedorade una resistencia noble, como lo fue tambin la resistencia
de su padre contra la injusticia, un hombre cuya esperanza fue sencilla, honesta y -en palabras de su hijohermosa / como ciruelos florecidos para siempre / a orillas de un camino.
Este texto fue ledo a cuatro voces por Niall Binns, Andrs Fisher, Juan Carlos Mestre y Gonzalo
Santelices en un homenaje a Jorge Teillier celebrado en el Ateneo de Madrid el 18 de diciembre de
1996. Participaron tambin en el acto Fernando Beltrn, Antonia Castao, Nacho Fernndez, Guadalupe
Grande, Pablo Mndez, Jos Mara Parreo, Benito del Pliego, Jorge Riechmann y Juan Cobos Wilkins.
- 62 -
. .
. . . .- . .
'.... ....
.
- 63 -
- --
EN PRENSA:
*
COMEDIAS / I ~ a Svevo
b
(T~ad.de Elvi~aD O ~ O KMaisorz)
~S
DISTRIBUCION:
LikKeKla
y Edi7o~ialALAS
O n ~ o l m o139 - C O H C ~ ~- Chile
C~~H
Fax: 56 - 47 - 233 778
- 64 -
TRILCE
Tambin en estas Libreras
PLATERO
CRISIS
ARAUCARIA
CIMARRON
DIRPLE
VISOR LIBROS
-65-
e-
l
i
- 66