TRILCE Homenaje A Teillier PDF

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R ILCE

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3
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11

TRILCE
NO1.-Tercera Epoca
Junio 1997

SUMARIO
- Buerras Noches, Jorge1 Omar Lara
- No es demasiado tarde para llamar a alguien
por telfono1 Mara Nieves Alonso

- Viendo Casablanca donde Lorenzo Peiranol


Nmero especial dedicado a Jorge Teillier

Director:

Omar Lara

Relaciones Pblicas: Adriana E) Loyola


Comit de Redaccin:Cahos Cortnez,
Francisco Lussich,
Mario Rodrguez,
Toms Snchez,
Federico Schopf,
Enrique Vaids

Representantes:

Jorge Ariel Madrazo (krgentina),


Juan Carlos Mestre (Espaa)
Juan Armando Epple (USA),
Juan Octavio Prenz (Italia),
Hemn Burgos (Canad),
Juan Garrido (Australia)

Correspondencia:

Casilla 250 1,
Concepcin, Chile
F a : 56141 - 233778

Portada e Ilustraciones: Germn Arestizbal

Jorge Teillier (indito)


- La otra realidad de Teillierl Jaime Valdivieso
-Materias y ensueos de la poesa de Jorge
Teillierl Guillermo Quinones
- Leer a Jorge Teillierl Gilbert0 Trivios
-Hotel Nube, la aldea lrica en ruinas1 Mario
Rodrguez
- Teillier en la memorial Francisco Vjar
- Homenaje a Jorge Teillierl Francisco Vjar
-Jorge Teillier en mi experiencia potica1
Juan Villafae
- Las ut0ph.v estn vigentes (entrevista)I Omar Lara
- 23 de abril de 1996 I Lorenzo Peirano
- En cada estacin de tu poesz I Walter Rojas
- Jorge Teillier en el recuerdo I Enrique Valds
- Rquiem para Jorge Teillier I Sergio Hernndez
- AJorge Teillierl Sergio Hernndez
- Rejlejosl Alexis Figueroa
- Correspondenciapendiente con Jorge Teillierl
Floridor Prez
-Homenaje a Teillierl Juan Carlos Mestre, Niall
Binns, Andrs Fisher, Gonzalo Santelices
- San Bogartl Germn Arestizbal ..

LAA
OMAR

BUENAS NOCHES, JORGE


Buenas noches
Jorge
Te busqu en el Hotel Orly
como quedamos
No estabas en Buenos Aires y te hubiese gustado
El estallido de la hojarasca del atardecer
T estabas en La Ligua
T estabas en el Hotel Nube
Con tu traje de caballero de Cautn
El que vestas en el ltimo abrazo
Junto a la tumba de tu padre
Cuando algo como un ngel se tendi a nuestro lado
Que no sea este un homenaje ampuloso
Que no sea siquiera un homenaje
Que sea como pasar junto a ti y saludarte
Con un gesto de la mano
Mientras nos apresuramos a ninguna parte
Buenas noches Jorge
Me pregunto cmo te sientes en la otra Frontera
Creo que sonres
que encoges los hombros
Pero con simpata
Con algo de piedad por ti y por nosotros
sobre todo con gentileza y con bondad
Arrullado como ests por nuestros corazones
Llenos de amor y gratitud
Por lo que eres y sers.
(Abril de 1996)

-3-

-4-

TEILLIER

VIENDO CASABLANCA
DONDE LORENZO PEIRANO
(indito)

Rick el boss
no recuerda en donde estuvo anoche
y yo tampoco.
Lorenzo junior me pide que en vez de escribir
me coma los papeles en blanco.
Debo llamar por telfono
pero no me acuerdo del nmero de ningn telfono.

Hoy da muri Modugno


Ciao, ciao bambina, non ti scordare
vorrei trovare parole nuova
ma piove, piove
su1 nostro amor.
Bueno, uno entra y otro sale
El mundo siempre acoge a los amantes
Eso escucha decir Ingrid a Boggie.
Todo se derrumba y nos enamoramos
El pas est lleno de traidores que buscan un lder.
Siempre tenemos que hacer algo
mejor que lo que de verdad debemos hacer.
Estamos en un mundo
donde siempre podemos ser detenidos por sospecha.
Los alemanes han perdido todas las guerras
que iniciaron
y tambin sus discpulos
a pesar de que imiten su paso de ganso
en parques con olor a chicha y a fritangas.

-5-

Cmo habla un boss?


Habr oquis hechos en casa?
Habr salido Miguel Antonio del corral?
Hablaremos del pazzo Campana
o de la bella suicida Antonia Pozzi?
De ellos traer noticias
el armado Padrino VoIpe.
Hasta luego, hasta luego.
Voy a juntarme con Montale y Dora Markus
en la casa de los Aduaneros.
Toca otra vez Sam.
Tal vez todo esto no es ms que una simple meloda
y nadie debiera recordarme.
Toca otra vez Sam.

-6-

MARlA
NIEVES
ALONSO

NOES
DEMASIADO TARDE
PARA LLAMAR A ALGUIEN POR TELEFONO
Ese pasado que no pasa y que,sin
embargo, se ahueca con tantas
comunicaciones es sin duda el que
respiran todas las leyendas ...

Michael Foucault
De mi pequeo reino afortunado
me qued esta costumbre de calor
y una imposible propensin al mito

Jaime Gil de Biedma


Un vaso de cerveza
una piedra, una nube,
la sonrisa de un ciego
y el milagro increble
de estar de pie en la tierra.

Jorge Teillier

En su libro Por qu leer los clsicos. Italo Calvino recuerda la contigidad universal en que se
sustenta Las Metamorjisis. Ovidio, para introducirnos en el mundo de los dioses celestiales, empieza
acercndosnolo tanto que lo vuelve idntico a la Roma de todos los das (1992: 34 y 35). Armona,
contacto, proximidad, familiaridad, entre dioses, seres humanos y cosas, domina lo religioso y determina
la felicidad y seguridad del mundo pagano.
El cristianismo mantiene esta semejanza esencial, pero establece explcitamente una relacin de
jerarqua, dominio y subordinacin entre creador, creaturas y cosas.

-7-

El neoplatonismo cristiano, el simbolismo universal, plantea que todo objeto y ser existente sobre la
tierra, cielos o mares es reflejo de la divinidad.Todo es smbolo, signo o imagen de otra entidad superioP.
Tambin el simbolismo de la poca moderna coincide en negar a las cosas del mundo sensible el carcter
de cosas puras y, tanto a ellas como al mundo animal, algn tipo de conocimiento, alma o espritu.
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Roto el pacto con la divinidad 4, iniciada y completa la desacralizacin del m u d o , emancipada
de cualquier visin religiosa, hoy, la propia sociedad es el ser divino, se ha convertido en la entidad
dominante como un hecho casi teocrtico. El discurso de la apariencia se transforma en discurso
sobre la apariencia y sta, la apariencia, usurpa, sin decirlo, la autoridad al pensamiento. Roto el pacto
entre las palabras y las cosas el lenguaje deviene algo informe, opaco y autnomo. No hay analogas ni
conveniencias. En otro sentido, las palabras y las cosas son transitadas por el poder. Las ltimas son
bienes de representacin, de consumo; los objetos no poseen ningn otro valor que aqul que otorga el
parecer, desvinculado de la necesidad o ananqu. Estamos en el mundo de la prehistoria, vaco de
sustancia, teatral, enmascarado. La sociedad se opone en cierto modo a la naturaleza...quiere bastarse

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En esta sociedad secularizada, posmodefa Fspuestamente racional 6, la poesa trata de restaurar


la perdida relacin entre el hombre y el mundo; cumple la vagabunda tentativa de establecer un puente.
Foucault, es el que por debajo de las diferencias nombradas
Y el poeta, que como dice
y cotidianamente previstas,
huidizos de las cosas, sus similitudes dispersas,
debiera ser el penate de
secreto guardin del gusto, el ltimo, discreto y voltil
Del mito como construccin y articulacin de una red
heredero de la sabidura:
de syo una
especialmente en materia religiosa *

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Lchh3oa-a csvc .b

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Religar el
no como oposicin sino como una continua
pertenencia entre ser y parecer unidos por la necesidad. Cuidar la imagen hasta que lleguen tiempos mejores.

--r

Es decir, cuando las amadas palabras cotidianas /pierden su sentido/ y no se puede nombrar ni el
pan,/ ni el agua ni la ventana..., el poeta guarda la memoria secreta de la luz (Teillier 1995:17). Con
ella puede descubrir las cosas y mostrarnos, tal vez, el contenido de la felicidad, las zonas de lo sagrado:
lo que importa no es la luz que encendemos/ da a da/, sino la que alguna vez apagamos/ para guardar
la memoria secreta de la luz (Los Dominios Perdidos 1994:45).
2.-

Ya no distinguimos una garza de un halcn

En la historia de la poesa contempornea hay un precioso intento por descubrir y celebrar la


verdadera identidad de las cosas, por transformar la relacin de asimetra entre los seres y las cosas

-8-

establecidas por los simbolismos de todo tipo. Es el del poeta Francis Ponge, cuya definicin de escritura
como proyecto de destruir el velo del smbolo permite mostrar su importancia en la serie potica que
reivindica los objetos cotidianos. Ponge intenta redescender a las cosas sin previsiones que impidan
la descripcin de sus cualidades distintivas. La poesa del autor francs, escribe Gilbert0 Trivios,
subvierte todas las variantes de la doctrina metafsica, que otorga a las cosas el estatus de smbolos,
signos o representaciones... ( 198059). Para realizar sus ejercicios de reeducacin sexual, Ponge
renuncia al principio analgico9pues quiere conocer las cosas como cosas puras = res tantum y
liberarse totalmente de la tendencia a convertirlas en smbolos.
Pocos aos ms tarde, instalado en el reino de las semejanzas familiares y domsticas, Jorge
Teillier avanza en este objetivo y elabora una poesa en la cual postula una transgresora y diferente
relacin del poeta, del hombre, con las cosas y los seres del reino animal y vegetal.

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P
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al analogismo de nuestra cultura, (l tuvo una madre piadosa), Teillier propone una
que revoluciona la visin metafsica y jerrquica sobre las cosas, animales y
uno ms entre los -o
y seres animados o inanimados. As,
son las palabras, metonimia del poeta, las que quieren ser un puado de
cerezas, s, un puado de cerezas, un susurro- para quin? -entre una y otra oscuridad. Sin eliminar
el autor de Para ngeles y gorriones (1 956), Poemas delpas de nunca
jams (1963), Muertes y Maravillas (1971), Cartas para reinas de otras primaveras (1985), Hotel
N u b e l l 996), intenta unir-vivir rdenes contrarios, cruzar fronteras, enlazar aquello que habitualmente
separamos y ubicamos en reinos de diversa jerarqua.

-P

anterior no contradice sino acenta el deseo de Jorge Teillier por construir una poesa fuera
del self, una obra que ms all de permitirle salir de la perspectiva limitada del yo le permita entrar
en otros yoes semejantes al suyo, le permita disolverse en las cosas y en los yoes de animales, flores,

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Ejemplos del intento del que hablamos se multiplican en todos los libros de este poeta que no
ydesciende o redesciende a las cosas sino que las dota -o ms bien-, las ve dotadas de espritu y
lenguaje. Retricamente, Teillier resuelve esta utopa en la personificacin, animizacin, metonimia,
comparacin, sinestesia, como procedimientos privilegiados.
$

El poeta es uno ms (se metamorfosea, Lace cn .arPfronteras),


W k pyh ent
lavada, el reloj, los trenes; uno con el granero y la primavera, con las nubes, los hijos de la harina, el
humo, el vino, las semillas, los gorriones, las escaleras, los gallos, tordos, escarabajos, garzas, caballos,
ngeles; uno con las rosas, miositis, lirios, lmparas, cerezas, ortigas, pjaros, girasoles. Uno ms en el

-9-

bosque, en el campo, con pinos, eucaliptus; con ventanas, guijarros, manzanos, aromos, molinos,
avellanos, ciruelos, ro,...Todos estos seres, tambin el perro Toby y el gato Pedro 1 1 , piensan, sangran,
aorat ruegan, suean, vigilan, escriben, escuchan, callan, anuncian, esperan, ayudan, reconocen, se
equivocan, sobreviven, acompaan, sufren, se alegran, como el poeta que es slo el rbol rojo que
seala el comienzo del camino y cuyas iniciales crecen grabadas en el rbol de la tumba de la hermana.
Es decir, el poeta cuyo nombre pertenece a la lluvia piensa, sangra, ruega, suea, vigila, saluda,
envejece...con los platos, el granero, el manzano, el sol, los gorriones... .Slo algunos ejemplos: Afuera
llueve en voz baja; el pueblo se refugia en los ojos de las ovejas; Ruega por m, reloj; Para
esperarla yo me converta/ en la casa de madera de sus antepasados; Maestros primarios y estudiantes/
apenas un puado de semillas; Slo los gorriones lo saludan ; Nadia no tiene edad porque ella es la
nube, etc.
Este poeta que no habla por otros (Neruda) ni por boca de ganso (Parra) posee bienes muy
preciosos. Ellos son:Un libro de Edgar Poe, un pasaje de tren,/ un remolino, un llavero sin llaves, una
manta/ araucana, un calendario, un jarro/ un payaso de trapo,/ un mapa de Cautn, un retrato de un
gato,/ una maleta vieja, una peineta, una camisa/ negra,/ un programa del hpico, un poema inconcluso,
una/ ficha de telfono, un disco de Zarah/ Leander,/ un puado de cartas, la torre del Tarot, un alfil/
blanco, un revlver sin nuez, una manzana/ (1986:35)
Tambin cree que no estaremos solos mientras haya un puado de tierra fresca: Alegra. Teillier,
quien admira a Rilke, Rosamel del Valle, Esenin, Antonio Machado, Milosz, Neruda, Eliseo Diego,
Trakl, Poe, dara todo el oro del mundo por sentir de nuevo en su camisa l 2 las fras monedas de la
lluvia, dara no sabe cunto por descansar en la tierra con las fras monedas de plata de la lluvia
cerrndole los ojos (1984: 58). El me ensea, me dice y proclama que:

1)

el asunto
es que las cosas sueen con nosotros,
y al final no se sepa
si somos nosotros quienes soamos con el poeta
que suea este paisaje
o es el paisaje quien suea con nosotros
o el poeta
o el pintor (1996: 47)

2)

No importa repetirse: Vuelve al pasado

- 10 -

3)

...la felicidad:
no es sino un leve deslizarse de remos en el agua.
O quizs no sea sino la luz de un pequeo barco,
esa luz que aparece y desaparece
en el oscuro oleaje de los aos
lentos como una cena tras un entierro.

O la luz de una casa hallada tras la colina


cuando ya creamos que no quedaba sino andar.
O el espacio del silencio
entre mi voz y la de alguien
revelndome el verdadero nombre de las cosas
con slo nombrarlas: lamos, tejados.
La distancia entre el tintineo del cencerro
en el cuello de la oveja al amanecer
y el ruido de una puerta cerrndose tras una fiesta.
El espacio entre el grito del ave herida en el pantano,
y las alas plegadas de una mariposa
sobre la cumbre de la loma barrida por el viento...(1994: 108)

La felicidad, Jorge Teillier me ha estado hablando todo el tiempo de ella: de la felicidad, de ese
tema improbable del que quiz slo deba hablarse en primera persona y desde luego, para darla por
perdida. Porque es cosa notable que si bien la mayora de quienes nos tenemos por menos ilusos no
esperamos la dicha, ninguna renuncia a recordarla. Es ms fcil prescindir de la felicidad futura que de
la pasada...No es cierto que el tiempo se lleve la dicha, pues nos trae su nostalgia, que es la nica forma
que tenemos de conocerla (Savater. 1987:147).
Ficcin til ...la felicidad es una de las formas de la memoria: Jorge Teillier escribe de los
lugares, las cosas, de los das y el tiempo en que habita [ba] la felicidad. Inevitablemente escribe
tambih del tiempo aqul en el cual la nostalgia dispara sus ltimos cartuchos y donde cuchillos y
tijeras trabajan todo el da en tu corazn . Pero ...

3.-

Quin recoger las manzanas donde an puede vivir un sol de otra poca?

En su prlogo a Los Dominios Perdidos, Eduardo Llanos destaca el esfuerzo de Jorge Teillier por
superar la escisin poesa-vida y el agonismo presente en la obra de este poeta cuyo carcter fronterizo

- 11 -

es evidente y notable. As, la poesa de Teillier es fronteriza -escribe el poeta- prologuista- en un


sentido ms profundo: en ella se asiste a un movimiento que parece efectuarse y anularse
simultneamente, y que en todo caso compatibiliza polaridades aparentemente antinmicas (...),
conciencia viva del aqu-ahora y eterno retorno al Pas de Nunca Jams ... (1994: 13).
A su vez, Jaime Giordano en su indispensable artculo de Dioses y Antidioses (1987) nos habla
no slo de umbrales de la ilusin sino tambin de voluntad rendida, la bsqueda angustiosa, el
intruso en tiempos de ilusin y la traicin y concluye que: aquella forma de resolucin del tema la contemplacin del tiempo pasado- comunes (dentro de las diferencias) a Bergman, Vallejo, Lihn,
aunque parezca extrao no se da en Teillier.Desaparece la figura del recordante (como foco centralizador)
desaparece cualquier centro de valor que pueda recuperarse en el pasado, desaparece hasta la relacin
ahora-entonces que, aun difuminado como en los autores citados, hubiera sido lgico conservar (p.
297).
En la poesa de Teillier se percibira un proceso que va de la ilusin a la desesperanza -o a una
mayor amargura- en el cual lo irnico se va introduciendo como tono dominante 13. Quin podra
negarlo leyendo El viento de locos, Viaje en globo, Qu historia es sta, Lentejuelas, Hay un
espejo colgando en una pared rota, Lluvia inmvil o en Crnica del Forastero?
Sin embargo, perdonadme la inocencia, creo que en esa manzana, en ese bien, en esa ficcin
(an) vive el sol de otra poca.
Twilight?: fronterizo, antagonista, gente antigua, objeto entre objetos, sujeto, poeta o poema,
guardin del mito, traicionado, inconcluso, rostro en la lluvia, otro, Jorge Teillier escribe una ficcin
til, una forma de memoria, cartas para reinas de otras primaveras, cuya tensin fundamental, entre un
mito al que no se acaba de renunciar y la conciencia de su irrealidad, se prolonga dramticamente sin
resolverse nunca.
Esta dialctica, ya sealada por Llanos, que atraviesa toda la obra de Jorge Teillier desde Para
ngeles y gorriones hasta Hotel Nube se explicita, por ejemplo, en poemas como: Sentados frente al
fuego, Despedida, Tarjeta postal, Cosas Vistas, Estas palabras, bajo el cielo nacido tras la
lluvia, Para Antonio Machado al leer de nuevo sus poemas, La ventana ilumina el bosque, Hoy
soy un miembro del Club de Corazones Solitarios, Germn Aretzabal pide que recen por l, A
Daro, mi nieto que an no sabe leer, Bienes, Mi amor por ti y en versos como: tratar (de) que
la escarcha cubra mi pasado; eso fue la felicidad: dibujar en la escarcha figuras sin sentido;
Vmonos; Nadie te va a mostrar como florece la higuera; Vuelvo a soar caminos de la tarde;
Mi amigo espera en vano que un ro centelle su buena estrella; Ahora vuelvo a encontrar la luz que
permitan los das verdaderos; antes de irse, el sol ilumina brutalmente nuestro rostro condenado al

- 12 -

fracaso; tus cabellos iluminan el bosque; De pronto, no somos sino un puado de sombras/ que el
viento intenta dispersar; ya no reconozco mi casa; As era la felicidad:/ breve como el sueo del
aromo derribado,...Pero no importa que los das felices sean breves/ como el viaje de la estrella
desprendida del cielo./ pues siempre podremos reunir sus recuerdos; t sabes que veo el sol y la
muerte viajar juntos. Vuelve el pasado, Vuelve al pasado, sobrevive el olor a harina tostada, el ro
Cautn, la casa de madera, la buganvilia, la lea, el fuego.

Jorge Teillier se ha convertido en poema l4 y yo quiero privilegiar la elega, el canto, los das
festejados. El tiempo no lo ha borrado todo como una lenta tempestad de arena. Entonces me apropio
de las palabras de Michel Foucault sobre Raymond Roussel y escribo: La poesa de Teillier no
fabrica ser, mantiene las cosas en su ser. Su funcin consiste en hacer permanecer. Pero tambin
en hacer pasar, franquear los obstaculos, atravesar los reinos, alborotar las crceles y los secretos,
reaparecer del otro lado de la noche, derrotar los recuerdos dormidos. Todas estas poesas abren un
espacio en el cierre protector que tambin es el de la maravillosa comunicacin. Pasaje que es
clausura. Umbral y clave (1992: 92). Los poemas, la contigidad sin jerarqua con las cosas, la
metamorfosis, la puesta en escena del pasado, la tensin de contrarios, ejercen en Teillier dos grandes
funciones mticas: unir y recuperar. Unir los seres: sol, granero,trenes, hombre , ro, gato, nube,
cerezas, palabras pasado futuro, ngeles y gorriones; tren que no has de beber; muerte y maravilla;
prdida y encuentro.
Recuperar la luz de otro tiempo que an vive en esas manzanas, en ese poema inconcluso. La
poesa de Teillier, es en fin, una llave que se nos ha dado para unir la memoria con el olvido; el poeta
la lanz al fondo de un pozo para que alguien como nosotros hoy da la encuentre algn da. (1996:36)
Jorge Teillier, no has trabajado para el polvo y para el viento. Caminemos hasta vencer la
niebla. Atravesada la noche, vino derramado, un poeta de este mundo ya es leyenda.
Adems las cosa son como yo quiero que sean o no son, y t (tambin) puedes convertir en nido
cualquier computadora. l6

NOTAS
1 .-

Justificacin: Wittgenstein dice que de lo que no se puede hablar mejor es callarse, pero la piedra no
ha ledo a Wittgenstein y sabe que se equivoca. Lo mejor no es callarse. Adems esta nota es un saludo
a los poetas Omar Lara y Juan Carlos Mestre y una seal de agradecimiento al poeta Jorge Teillier: no
importa que los das felices sean breves.

- 13 -

2.-

As dice la Biblia: Djose entonces Dios: Hagamos al hombre a nuetra imagen y semejanza, para que
domine sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados y sobre todas las bestias de
la tierra y sobre cuantos animales se mueven sobre ella27.Y cre Dios al hombre a imagen suya, a
imagen de Dios lo cre y los cre macho y hembra z8; y los bendijo Dios dicindoles: Procread y
multiplicaos, henchid la tierra, sometedla y dominad sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y
sobre los ganados y sobre todo cuanto vive y se mueve sobre la tierra Dijo tambin Dios: ah os doy
cuantas hierbas de semilla hay sobre la haz de la tierra toda y cuantos rboles producen fruto de
simiente... (Gnesis 1962 :28)

3.-

En la poca medieval filsofos como San Agustn, Hugo de San Vctor, Alberto el Grande, Santo
Toms. Dionisio de Aeropagita distinguen en el universo tres tipos de cosas: Signum tantum, res et
signa y, res tantum. Todas las cosas creadas tienen la cualidad de vestigia trinitatis. Son signos o
smbolos del creador. Al respecto puede verse Johan Chydenius: La Theorie du simbolisme medival.
Potiaue No25. 1975 pp.326-340.

4.-

Segn Octavio Paz, el mundo moderno traslad lo religioso a la literatura y el arte. La religin pblica
de la modernidad ha sido la revolucin y la poesa su religin privada (1990:63)

5.-

Roberto Calasso. Hoy reina el simulacro, pero falta el mito. Artes y Letras, El Mercurio, Santiago,
Domingo 29 de Septiembre 1966. Entrevista de Pedro y Jos Gandolfo.

6.-

El tiempo del animal laborens, esto es, la plenitud del proceso de mundanizacin y racionalizacin de
la vida, la realizacin del progreso. Esta realizacin del progreso se debe a la prdida de la fe, a la
mundanizacin, a la secularizacin ...Rafael Gutirrez Girardot, Modernismo, Supuestos histricos y
culturales, Mxico, F.C.E., 1987, p. 60.

7.-

Al respecto son muy interesantes varios de los artculos de la Revista Insula No565, Enero de 1994.
Especialmente los de Jos Mara Parreo. Una potica ms o menos pp. 30-31.
Juan Carlos Mestre, El territorio de la poesa: La casa de la Imaginacin.pp.29-30
Juan Carlos Sun Lo difcil y el bien pp.33-36.
Jos Reichmann El derrotado duerme en el campo de batalla pp.32-32.

8. -

Diccionario de la Lengua Espaola. Real Academia Espaol- Madrid, 1984. Vigsima Edicin.

9.-

Creo que tambin renuncia a escribir una poesa de ovacin, celebracin, adoracin, como dice
Tefilo Cid que es la de Jorge Teillier. En Prlogo a Para Angeles y Gorriones. 1955: (escrito para la
edicin de 1956).

10.- Italo Calvino escribe: ojal fuese posible una obra concebida fuera del self , una obra que permitiese
salir de la perspectiva limitada de un yo individual, no slo para encontrar en otros yoes semejantes al

- 14_ _ -

nuestro, sino para hacer hablar a lo que no tiene palabra, al pjaro que se posa en el canaln, ai rbol en
primavera y al rbol en otoo, a la piedra, al cemento, 91 material plstico...No sera esa la meta a la
que aspiraba Ovidio al narrar la continuidad de las formas? (199:138).
*

1 I .- El Gato Pedro muri al tercer da de muerto Jorge Teillier. As cuenta la leyenda.


12.-

Dice camisa y no piel. La identidad es total y obvia, tambin la continuidad de las formas.
Al respecto, el profesor Edgar OHara escribe un interesante artkulo: Jorge Teillier: el lenguaje como
numismtica. R. Iberoamericana No 168-169, Julio-Dic 1994 pp. 841-858.

13.- Mario Rodrguez, en su resea Hotel Nube, la aldea lrica en ruinas, plantea que en la poesa de

Jorge Teillier la tendencia de instalar un mundo otro-el de las analogas y correspondencias- en la


modernidad nunca fue abandonado por Jorge Teillier aunque en Hotel Nube se percibe una mayor
amargura que tiende a desintegrar esa tan sostenida escritura de la semejanza que haca del poeta un
guardin del mito, presente desde Para Angeles y Gorriones (1 956) hasta Los Dominios Perdidos
(1994). Luego Rodrguez afirma que Hotel Nube es la crisis final de la analoga. La Epoca,Julio de
1996.

Jaime Pellerano y Francisco Larrea en su Memoria de Grado, revisan la obra de Teillier y afirman que
el proceso es de la ilusin a la amargura, Concepcin, indita, 1995.
14.- Recuerdo a Jaime Gil de Biedma: Por qu escrib? Ai fin y al cabo, lo normal es leer. Mis respuestas
favoritas son dos: Una, que mi poesa consisti -sin saberlo- en una tentativa de inventarme una identidad;
inventada ya, asumida ya, no me ocurre ms aquello de apostarme entero en cada poema que me pona
a escribir, que era lo que me apasionaba. Otra, que todo fue una equivocacin: Yo crea ser poeta, pero
en el fondo quera ser poema. Y en parte, en mala parte, lo he conseguido; como cualquier poema
medianamente bien hecho, ahora carezco de libertad interior soy todo necesidad y sumisin interna a ese
atormentado tirano, a ese Big Brother insomne, omnisciente y ubicuo (Las personas del verbo,
Barcelona, Seix Barral, 1990)
15.- Me apropio, yo soy muy ladrona, de algunos de los subttulos del til, familiar e inteligente libro de
Carlos Olivrez Conversaciones con Jorge Teilliel;Santiago, Editorial Los Andes, 1993.
16.- Paseos con Carolina, Cartas para Reinas de otras primaveras. Santiago, Ediciones Manieristas,
1985.

- 15

I
Qu fue de la foto del nio que fui? Me gustara verla...
todos los lbumes desaparecieron tras la dispora..
J.T. carta de julio 20/77

Tu foto de infancia se extravi en el diario.


Los duendes del taller me arrebataron
ese regalo de tu madre.
Desde ahora slo conservar la imagen
del nio que conoc en un carro de tren
detenido en la estacin de Lautaro
ese verano del 48,
mientras don Fernando y don Toms
se transmiten noticias
en una frecuencia difcil de sintonizar.

z
O

u
W

Slo entiendo que por culpa de una Ley Maldita


las malditas enfermedades de sus mujeres
los embargos por deudas y el fantasma
de los destierros a Pisagua,
la situacin tendra un desenlace impredecible
como su partida de ajedrez
*

por el campeonato de Victoria en los aos 30,


suspendida para llevar al altar sus damas blancas
que amarillean en el lbum familiar.

- 16 -

FLORIDOR
PEREZ

As las cosas no es raro


que tengas la edad de mi hermana mayor
a quien regalas la Historia de Chile
de Luis Galdames que llevas bajo el brazo,
despertando mi envidia
con ese gesto que a medias te hiciste perdonar
con dedicatorias y dedicatorias posteriores.

La frase adjunto mi ltimo libro


se repite en tu correspondencia.
En tus Poemas Secretos el 66, anotas:
Separata de 50 ejemplares.
No es para crtica ni comercio.
Slo ahora, 30 aos despus, descifro ese mensaje:
no viviste para la crtica ni el comercio
ni escribiste para el comercio de una crtica
que arrisc la nariz ante el aroma limpio
de tus hojas que caen con el cielo del pas
que est ms all de las apariencias cotidianas,
pero oculto en esas mismas apariencias

y que nunca jams se revela a los que olvidan


las palabras heredadas de padres, vecinos, abuelos
dichas en la forma ms directa,

como escribes en carta del 63.

Ya el 65 los mdicos se alarman


pero a ti slo un riesgo te quita el sueo:
ser abstemio para toda la vida,
no poder acompaar un asado al palo con un buen trago

- 17m

es cosa de vida o muerte.


No s cmo resolver este prolema.
Y no lo resolviste, o se resolvi solo -a costa tuyacomo un complejo problema de Mate en 3 Jugadas
que resolvas de pie junto al tablero, hablando de otra cosa
con un vaso en la mano, sin tocar una pieza.

Diez aos despus escribes:


tu carta la recibo en un lugar bastante apropiado
aqu se necesita compaa...
y lo repites diez aos despus, en otra clnica
y diez aos despus, un 22, suena el telfono de abril
en esta capital tan parecida a una clnica siquitrica,
donde cometo la locura de vivir
mientras t juiciosamante regresas
a un pueblo de verdad
con calles y caminos de verdad,
donde el pie humano todava deja huella.

Por uno de esos caminos polvorientos de tus poemas


te llevan al cementerio,
pero ahora las flores no son para la hermana,
son para el forastero que regresa
-haba que arreglar la tumba familiarrepartida por el mundo,
mientras yo elijo estas palabras claras y tranquilas
y espero hablar contigo bajo las races del aromo
o en esta misma calle Corrientes
que bamos a recorrer juntos,
pero una vez ms, t volaste ms alto.
Buenos Aires - Santiago, abril de 1996

- 18

GUILLERMO
QUIONES

MATERIAS Y ENSUEOS
EN LA POESIA DE
JORGE TEILLIER

Jorge Teillier naci en Lautaro, all en plena regin de La Frontera en Chile, es decir, en la zona
que durante ms de tres siglos fuera el lmite entre espaoles y aborgenes, entre el poder imperial
invasor y nuestros mapuches primitivos e independientes,en la zona hasta hace slo un siglo de pugnas
y fricciones entre conquistadores y un pueblo indmito que no se dejaba avasallar.
En este medio en el que tambin se mantenan reminiscencias de campamento, de Far West y de
un mundo elemental y pionero, como tan vvidamente lo ha evocado Neruda en sus Memorias,
transcurren la infancia y la adolescencia de Teillier. Acotamos que esta regin casi recin nacida a la
vida chilena, con ciudades fundadas o refundadas a fines del siglo diecinueve, ha sido, sin embargo,
prdiga para nuestra poesa. Quizs Neruda, desbordando el mundo igual que los inviernos2,haya
hecho olvidar un poco que de la Frontera proceden los poetas Diego Dubl Umtia, Juvencio Valle,
Tefilo Cid, Aldo Torres Pa, Jorge Jobet, Pablo Guez, Miguel Arteche, Floridor Prez, Omar Lara y
Elicura Chihuailaf, entre otros significativos vates chilenos.
Nacido en 1935 y con su primer libro publicado en 1956, Jorge Teillier pertenece,
cronolgicamente,a la Generacin del 50. Debemos dejar en claro que a nuestro poeta no le agradaba
la pertenencia a tal grupo, particularmente por su tendencia al cosmopolitismo, SU dasarraigo, su falta
de sentido histrico, su egosmo pequeo burgus. Sin embargo a casi medio siglo de su aparicin y
cuando se pierde a la distancia su efmero auge, ya se puede decantar con claridad cunto hubo de valor
real y cunto de propaganda o xito pasajero en la llamada Generacin del 50. Sin lugar a dudas,
dicho grupo no es homogneo y en l, pensamos, no es difcil -aunque no lo hemos visto sealar por
ningn crtico- visualizar tres corrientes que reflejaron las tres tendencias que se iban consolidando en
el conflictivo perodo de lucha de clases que se desarroll en Chile despus de la Segunda Guerra
Mundial: una tendencia aristocratizante, una ideologa centrista y conciliadora de raz cristiana y una
posicin que se identificaba con nuestra realidad, nuestro pueblo y sus luchas.

(I)
(2)
(3)

Slo en 1881 logra el gobierno de Chile la llamada pacificacin de la Araucana,esdecir, el sometimiento del
pueblo mapuche mediante una planificada campaa militar, la erradicacin y el despojo.
Las citas para este trabajo estn tomadas de los libros de Jorge Teillier Para un Pueblo Fantasma y Hotel Nube
Otras citas proceden del artculo que Teillier titul Sobre el Mundo Donde Verdaderamente Habito o la
Experiencia Potica, publicado en revista Trilce, N. 14, 1968.

- 19-

Como no deseamos que este problema nos distraiga de nuestro tema central, solamente nos
limitaremos a anotar aqu que la mayora de los poetas que cronolgicamente corresponden al 50,
tiene un acento vernculo, en contra de la sofisticacin, la extravaganciay la visin de mundo decadente
que explotaron varios escritores de dicha generacin, especialmente Enrique Lafourcade, novelista
con el cual se tiende a identificar a la Generacin del
Pinsese, por ejemplo, en poetas como
Alfonso Alcalde (1921), Ral Rivera (1926), Pablo Guez (1929), Efran Barquero (1931), Sergio
Hernndez (19329 o Rolando Crdenas ( 1933)...Todos ellos tienen insoslayables vnculos, conscientes
y subonscientes, a menudo mgicos, con nuestra naturaleza y nuestro pueblo. Por consiguiente -y
adems por otras razones- corresponde ubicar a Teillier entre los poetas del 50.

Su tiempo y su espacio -su infancia y adolescencia transcurren en el perodo de la Guerra Fra y


en la regin de la Frontera - determinan poderosa aunque soterradamete la poesa de Teillier.
Un inventario cualquiera, ligero o acucioso, de las materias que pueblan su poesa, dar un resultado
parecido a ste: terrones, hierbas, rboles, un huerto, hongos, nidos, castillos de madera, la reja de
fierro, un caballo perdido, el pozo, la lea, la casa natal, patios innumerables, espejos, el olor a caf en
el molinillo de la ta solterona, la banda en la plaza, el tren que se aleja de la antigua estacin...Es decir,
se trata del mundo de la aldea. Materias y mbitos provenientes de los pequeos poblados nutren la
poesa de Teillier. Su origen, su temperamento y su visin de mundo han arraigado en l ese respeto y
esa identificacin con la naturaleza que le permiten concluir con admirable naturalidad que un da
llegaremos a ser rbol. Igualmente una sabidura antigua, heredada de sus antecesores poticos -Francis
James, Milosz, Alain Fournier, Ren-Guy Adou, Antonio Machado, hermano mal vestido y triste y
los chilenos Tefilo Cid y Juvencio Valle- le han inculcado esa comunin con su tierra natal y le otorgan
esa capacidad de decir y predecir a su pueblo, cuyo destino puede leer en la palma de sus calles.
Rural y surea, la poesa de Teillier es tambin expresin del doloroso sino de la aldea chilena y,
en verdad, de toda Latinoamrica durante el presente siglo, cual es el xodo, el desarraigo.Ao tras ao,
generacin tras generacin, las aldeas latinoamericanas van viendo reducirse su poblacin por el xodo,
especialmente de sus jvenes que emigran a las ciudades grandes en busca de fuente de trabajo o estudios
posibles o aparentes mejores condiciones de vida. Releyendo a este poeta de los lares, se vive entonces
el conflicto del provinciano, quien desde el universo elemental y agreste de la aldea, es transplantado a
la costra de cemento y artificio de la ciudad. Su inadaptacin y su anhelo de una vida sencilla,
inmemorial, lo persiguen: Como de costumbre volver a la ciudad/ Escuchando un perdido rechinar de
carretas/ Y soar techos de Zinc y cercos de madera/ Mientras gasto mis codos en todos los mesones.

(4)

Para ser justos, acotamos que, pese a las diferencias, Lafourcade profes gran admiracin y una real amistad
hacia Jorge Teillier.

- 20 -

Su arraigo telrico y su repulsa a la ciudad enferma de smog conllevan otra variante -la ms visible y
reiterada-: el sueo potico del retorno hacia el mundo lejano de la infancia. Alguna vez en revista Trilce,
explic Teillier que para 61 la poesa es la lucha contra nuestro enemigdel tiempo. Efectivamente, desandando
aos y distancias, camino al ayer, esta poesa rescata el mundo irrecuperablede la infancia, y resulta casi increble
cmo este poeta es capaz de descubrir y redescubrir matices -fugaces matices sobre todo-, un mundo mgico, de
inagotablepoesa en los estrechos e inconmensurableslindes de la infancia y la provincia. Su homenaje al dibujante
chileno Cor es un poema que suscribiramos, que suscribiran en el fondo de la casa sin muros del recuerdo,
todos los ojos que alguna vez se posaron en las pginas de El Peneca,
la
manipulacin ideolgica del nio a travs de las revistas infantiles no apareca todava tan evidente.
\

Pero no tan slo infancia. El poeta que aprendi con Alain Fournier el secreto de
las estrellas de la adolescencia, posee un tono, un hlito expresivo que trasunta una espiritualidad joven.
$Pensamos que ese dejo adolescente se desprende un poco de esa suerte de tierna indiferencia, como tambin
Q de la fragilidad de los vnculos y de cierta tendencia contemplativa y autocontemplativa: el poeta se busca a
menudo en los espejos, en los antepasados y en el correr de los aos. Tampoco podemos olvidar aqu la
poderosa influencia que ejerci el existencialismo sobre los escritores del 50 y que, en alguna medida,
contribuye a esa visin en la que abrimos los brazos para abrazar el vaco y, por sobre todo, esa obsesiva
conviccin de que nuestras existencias no son ms que una brizna dentro de ese ro silencioso...

-3
5

3t
5

La lucha contra el tiempo enemigo, contra la reja que no se volver a abrir, cubre toda la poesa de
Teillier, quien alguna vez, explicando la simbologa de los trenes como la expresin de la fragmentacin
implacable del tiempo de la aldea, ha confesado: Alguna vez correr un ltimo tren, pensaba yo, cul ser ese
ltimo tren, as como tantas veces pienso, quin pronunciar por ltima vez mi nombre, quin leera por ltima
vez un poema mo. En esa lucha, el poeta posee un aliada ntima, la llave que une la memoria con el olvido.
Esta llave o varita de la intemporalidad le permite descubrir que el loro de John Silver envidia mi cerveza y
es tambin vnculo con viejos rituales de solidaridad elemental: Habla con los vagabundos/ y devulveles el
vaso de vino/ que un da uno de ellos/ le dio a tu antepasado el pastor/ antes que existieran los cotos de caza.
Este retorno a la edad de oro y esta brega contra el tiempo revelan todava otras dos hebras
distintas de la urdimbre espiritual que subyace tras de esta poesa.
Una de dichas hebras es esa especie de halo mgico que hace que esta poesa enraizada en la
aldea y la infancia trascienda lo cotidiano y sea capaz de revelar contornos imperceptibles, matices
prodigiosos de la realidad oculta. Este poder de descubrir lo inusual, lo maravilloso o el encanto escondido
en la cotidianidad, reside en la peculiar forma de imaginar y soar el mundo, y expresarlo removiendo
la dura corteza de las apariencias en imgenes al mismo tiempo tenues y densas de emotividad, de
interiorizacin y naturalidad. La realidad secreta surge entonces como -ponemos algunos ejemplosese paisaje de Marc Chagall que suea con nosotros o aquella taberna cuyas puertas siempre abiertas no
sirven para salir o, en fin, descubrir que la felicidad no es sino un leve deslizarse de remos sobre el agua.

- 21

La otra hebra del tejido espiritual que trasunta esta poesa reside en los anhelos de sosiego,
reposo y paz. Al igual que en Tefilo Cid, resuena en los odos de Teillier como el mar en los caracoles/
el rumor de la casa natal. Los ensueos de la casa, tan frecuentes en esta poesa, conlleva siempre una
connotacin lrica: el huerto y el rbol familiar que prestan amparo, el fondo del patio de la casa
paterna donde se conjugan la aventura y la seguridad, la mesa maternal o la morada familiar, recomponen
un mundo grato, apacible, seguro. Parte sustancial de este mundo es la casa de madera. Siempre la casa
ha de ser de madera: ella nos vincula al bosque, sus aromas y sus trinos y restaura, en alguna medida,
una intimidad plcida y libre. Libertad y placidez enlazadas. El yo y el universo armnicamente
enlazados, como en el recuerdo de la lejana infancia rural y desformalizada de la Frontera.
Este anhelo de paz y recogimiento recorre soterradamente los catorce libros de poesa de Teillier
y se refleja en su nostalgia de lo que no nos ha pasado, pero debiera de pasamos, en la persistencia de
vivencias tenues, sutiles y en su suave hlito expresivo, pues la poesa es un respirar en paz. Otras
veces, como ocurre con las reiteradas imgenes del sueo, la ansiedad de un mundo plcido es ms
ostensible. Posiblemente, uno de los poemas ms divulgados de Teillier es Retrato de mi padre, militante
comunista, pieza en la que, como retribucin a la lucha y a la inclaudicable esperanza revolucionaria,
se formulan dos anhelos: el advenimiento de la revolucin y que los das del padre lleguen a ser
tranquilos/ como una laguna cuando no hay viento ...en el silencio interminable de los campos.
Con la honestidad consustancial a un poeta que entreg su vida a la poesa con la paciencia del
guardava,/ con la persistencia de la zarzamora, Teillier confes sus limitaciones temperamentales
respecto a la poesa social y cmo el no poder escribirla le creaba un sentimiento de culpa que an hoy
suele perseguirme. Por ello, no puede pasar desapercibido que en su creacin potica posterior a
1973, diferentes smbolos o signos de indicios nos remitan al drama que por diecisiete aos vivi
Chile. Es verdad que con el correr de los aos, el poeta fue acentuando o hizo ms ostensible el tono
autobiogrfico de su poesa, esas pequeas confesiones como la noche es mi mejor amiga o es
mejor morir de vino que de tedio. Pero es igualmente efectivo que la compulsiva situacin que vivi
Chile bajo la dictadura fue determinante para que esta poesa tan genuina -en la que ms de una vez
asoman las sombras de los amigos muertos-, diga en tono desacostumbrado que el nico pas donde
me siento extranjero es mi pas o que vivo en un tiempo en que mandan los padrastros. De rico
subtexto, el poema En el mes de los Zorros nos habla de esa calle que ahora los ancianos vigilan
airados,/ porque no pueden extirpar las zarzas de ardientes races, y evocando una vez cuando se abri
una ventana por donde no entra la noche, se nos insta a escuchar por siempre a los bosques secretos/
predicando libertad con cada una de sus hojas y se vislumbre premonitoriamente, ya en 1978, el
hundimiento de los ancianos airados en un pozo que el cielo no conoce.
Hecha de materias terrestres y de ensueos, de Sur, de lucidez y ebriedad, la poesa de Jorge Teillier
es un doble retorno a la aldea y a la infancia, un suave y tierno retorno a la tierra y al corazn humano.

- 22 L_

GILBERT0
TRIVIOS

LEER A
JORGE TEILLIER

Leer a Teillier significa salvaguardar el sueo de (re)encontrar la morada del hombre, la memoria
del tiempo sin tiempo, el derecho a buscar la lmpara perdida para (re) entrar en el Bosque Mgico,
aun cuando seamos mendigos que le pedimos al tiempo un recuerdo que no se deforme en el turbio
estanque de la memoria(Juego con los recuerdos a la gallina ciega/ Djate de jugar con los recuerdos).

otro lugar (ya) no existe, tal vez no hay otro paraso que el paraso perdido, pero nuestro hermoso
aginar que hay un laberinto y un hilo. Nunca daremos con el hilo; acaso ol
encontramos y lo perdemos en un acto de fe, en una cadencia, en el sueo, en las palabras que se llaman
filosofa o en la mera y sencilla felicidad (El hilo de la fbula, Los conjurados). La mera y sencilla
felicidad. Teillier imagina que la felicidad que brilla donde l ya no est es quizs un leve deslizarse
de remos en el agua, la luz de un pequeo barco que aparece y desaparece en el oscuro oleaje de los
aos, el espacio entre el grito del ave herida en el pantano y las alas plegadas de una mariposa, descifrar
los jeroglficos de las ramas de la primavera, dibujar en la escarcha figuras sin sentido, la luz de una
casa hallada tras la colina cuando ya creamos que no quedaba sino andar y andar...
Leer a Teillier significa saber que el sol y la muerte viajan juntos, que siempre hay un cuarto que
no debe abrirse y que el viento de pronto apenas se atreve a hojear los trigales por miedo a encontrar un
sol ms oculto.
Leer a Teillier significa aprender que no importa la brevedad de los das de mera y sencilla
felicidad, pues siempre podremos reunir sus recuerdos, as como el nio castigado en el patio encuentra
guijarros para formar brillantes ejrcitos (Bajo el cielo nacido tras la lluvia, Hotel Nube).
Leer a Teillier significa saber, con Pascua1 Coa, que hay estrellas que se llaman el rastro del
avestruz, el corral del ganado, la gallina con polvos, el pellejo oscuro, el camino de hadas...Escuchar su
voz impertinente: Los fundos eran antes todos propiedades mapuches.
Leer a Teillier significa reconocer que al final hacemos poesa, msica, pintura, porque no hemos
sido felices, pero tambin porque creemos que hemos sido felices.

- 23

(2urita:Al final hacemos poesa, msica, pintura, porque no hemos sido felices. Esa es la nica
razn de todos los libros que se han escrito, de todos los cuadros, de las sinfonas, Poesa y nuevo
undo, El Mercurio, domingo 4 de octubre 1996.)
Leer a Teillier significa congregar en un mismo espacio de escritura, como l rene lo separado
(Del rbol de la tarde cereza o manzana eres), sus bienes con los talismanes de Borges. Encontrar
las analogas secretas veladas por las diferencias patentes:

/-&.@Jorge Teillier

Todo lo que he perdido


volver con las aves
Jorge Guilln

Un libro de Edgar Poe, un pasaje de tren,


un remolino, un llavero sin llaves, una manta
araucana, un calendario, un jarro, un
payaso de trapo,
un mapa de Cautn, el retrato de un gato,
una maleta vieja, una peineta, una camisa
negra,
un programa del Hpico, un poema inconcluso, una
ficha de telfono, un disco de Zarah
Leander,

un puado de cartas, la torre del Tarot, un alfil


blanco, un revlver sin nuez, una manzana.

- 24

TALISMANES
Jorge Luis Borges

Un ejemplar de la primera edicin de la Edda Islandorurn de


Snorri, impresa en Dinamarca.
Los cinco tomos de la obra de Schopenhauer.
Los dos tomos de las Odiseas de Chapman.
Una espada que guerre en el desierto.
Un mate con un pie de serpientes que mi bisabuelo trajo de Lima.
Un prisma de cristal.
Unos daguerrotipos borrosos.
Un globo terrqueo de madera que me dio Cecilia Ingenieros y que
fue de su padre.
Un bastn de puo encorvado que anduvo por las llanuras de
Amrica, por Colombia y por Texas.
Varios cilindros de metal con diplomas.
La toga y el birrete de un doctorado.
Las Empresas de Saavedra Fajardo, en olorosa pasta espaola.
La memoria de una maana.
Lneas de Virgilio y de Frost.
La voz de Macedonio Fernndez.

El amor o el dilogo de unos pocos.


Ciertamente son talismanes, pero de nada sirven contra la sombra
que no puedo nombrar, contra la sombra que no debo nombrar.

Leer a Teillier significa, por ltimo, descubrir la conjura de los POETAS para caminar hasta
vencer la niebla. La conjura nombrada por el mismo Teillier en Para un pueblo fantasma (1978),
cuando habla a Antonio Machado, el hermano mayor con cuya obra vuelve a soar caminos de la tarde:

Hoy ha llegado el tiempo del destierro/ y t ests con nosotros./ T nos das a beber/ vino nuevo
en odres viejos, / hermano mayor mal vestido y triste, / borracho melanclico/ guitarrista, luntico,
poeta. Quien escucha tu voz oye hoy la propia./ Caminemos hasta vencer la niebla./ No has trabajado
para el polvo y para el viento (Septiembre 19 , 1974)
Caminemos hasta vencer la niebla.

- 27 -

JAIME
VALDIVIESO

LA OTRA REALIDAD
DETEILLIER

Uno de mis recuerdos ms persistentes de Jorge Teillier, misteriosamente (como todo lo que lo
rodea), se relaciona con uno de sus poemas breves y, en forma reveladora, en Lautaro, donde me haba
invitado con mi polola a pasar ese verano de los aos 56 o 57. Estamos a orillas de una pequea laguna,
a pocas cuadras de su casa, en ese pueblo semirrural con mucho olor a campo, entre construcciones de
madera y tejas, calles de tierra y algn curea caminando o que sale o entra a uno de sus bares. Pueblo
evanescente y mediatizado por un aire que alejaba de la realidad y creaba un clima propicio a la
melancola y a un cierto desgano contemplativo.
De la lagunilla salan lanzas de totoras, a poca distancia asomaban unos girasoles, y en lo alto
cruzaban parejas de patos.
De pronto, un caballo viejo asom su cabeza.
Ya estaba hecho el poema, faltaba escribirlo.
Pero aos despus, luego de una larga temporada en los Estados Unidos, leo el poema en uno de
sus libros aparecidos durante mi ausencia: Muertes y Maravillas:
Sentado en el fondo del patio
trato de pensar qu har en el futuro,
pero sigo el vuelo del moscardn
cuyo oro es el nico que podra atrapar,
y pierdo el tiempo saludando al caballo
al que puse nombre un medioda de infancia
y que ahora asoma
su triste cabeza entre los geranios.
En este poema, que mucho recuerda a los poetas chinos de la dinasta Tang, Li Bo, Du Fu y Bo
Juyi, por la serenidad y la autocomplacencia ante una realidad que se detiene y se vuelve poesa por el
slo ngulo desde la cual se contempla, me di cuenta despus, se explicaba gran parte de la obra de
Teillier, que desde nuestros aos de estudiante en el Instituto Pedeggico, estaba siempre llegando o
partiendo hacia otro mundo, acompaado siempre de su mejor e inseparable compaero: el libro.

- 28 -

Insisto en que ya el poema anterior se haya configurado una filosofa de la existencia, una ontologa
como en todo gran poeta, una manera de jerarquizar y transmitir valores sensoriales, espirituales y
ticos que dan sentido y organizan la vida. En los primeros versos aparece esa nota contemplativa, ese
desgano existencia1 que lo acompaar hasta sus ltimos das: Sentado en el fondo del patio/ trato de
pensar qu har en el futuro. Pero esta decisin no persiste, es rpidamente olvidada por algo nada de
prctico, lejos de cualquier programacin del futuro y ms cerca del misterio que esconde las cosas, los
insectos, los animales. Y por eso dice, Pero pierdo mi tiempo mirando los moscardones/ cuyo oro es el
nico que podra alcanzar/. Pero en ese pierdo mi tiempo, est implcito gano mi tiempo, pues es el
tiempo del poeta, el que se gana para los sentidos, para el espritu, para la vida, el que realmente se
valoriza, se aprovecha mirando los moscardones.Este nio que pujarea filosficamente en el fondo
del patio, permanecer aqu para siempre, este adolescente que slo se interesa por el oro de los
moscardones y ningn otro, y por el caballo al cual puso nombre un oscuro medioda de infancia. En
los versos anteriores se percibe un sentido autrquico, epicreo, autosuficiente, valores que se expresan
en su contacto con las manifestaciones ms simples de la realidad externa. Pero igualmente aqu se
expresa su atraccin por el pasado en forma de nostalgia, que puse nombre un oscuro medioda de
infancia. El apenas adolescente, aora ya el pasado de la niez.
Como vemos, se privilegia lo simple: un moscardn, la pobre cabeza de un caballo entre los geranios. Toda
5
una potica, una esttica concentrada en siete versos directos y sencillos,donde encontramos slo una metfora: el .
$
brillo del moscardn igual al oro, que ser su instrumento lrico ms habitual a travs de toda su poesa.

En su primer libro, Para ngeles y gorriones ya figuran poemas como sentados frente al fuego,
donde de percibe esa misma actitud contemplativa, tal como dice en el siguiente cuarteto:
Sentado frente al fuego que envejece
miro su rostro sin decir palabra.
Miro el jarro de greda donde an queda vino,
miro nuestras sombras movidas por las llamas.
En otra oportunidad estamos en su casa en Santiago. Se encuentran Carlos de Rokha, Tefilo
Cid, Elio Rodriguez, Eduardo Molina, Armando Cassgoli, sus habituales amigos. Ya de madrugada
veo a Enrique Lihn que se golpea obcecadamente la cabeza en una pared, pues en una competencia
sobre conocimiento de poetas, estimulada por la hora y la cerveza, Jorge nos agobi, sin estrpito,
como jugando, con diversos nombres de autores europeos hasta de tercero y cuarto orden.

No cabe duda, toda obra surge en forma ms o menos indirecta, de la suma de muchos aspectos de
la personalidad, pero hay algunos que se detectan fcilmente y ste es el caso de Jorge Teillier: espritu

evasivo, soador lcido de un presente que se le vuelve pasado y que para existir necesita de innumerables
lecturas (es capaz de leer un libro de quinientas pginas en un par de das) como el hipoptamo del agua.
Una realidad que se sustituye por la memoria y la fantasa para hacerla ms respirable, es el
campo de batalla de este poeta que ha construdo con la espontaneidad con que la araa fabrica su telar,
un mundo que desde el primero al ltimo libro se desarrolla orgnicamente, de dentro hacia afuera con
una legalidad fisiolgica.
En la antologa de nueve libros que public Fondo de Cultura Econmica resulta fcil comprobarlo:
su mundo se perfila, inslita y tenazmente definitivo desde el primer libro, Para ngeles y gorriones.
Insisto en esto, ya que es raro que un poeta muestre su completa madurez temtica y formal en su
primera publicacin. No ocurri as en los grandes: ni en Neruda ni en Huidobro, tal vez, en la Mistral
que se define plenamente en Sonetos de la muerte.
Caractersticade Teillier es igualmente una extremada tolerancia. Fue amigo y admirado por Miguel
Serrano que profesa la fe del nazismo, y valoraba todas las formas y actitudes frente a la vida y al arte,
pero a la vez tuvo certezas inconmovibles frente a su propia poesa, a la sociedad y a su forma de vida.
Si leemos con atencin el primer poema de esa antologa y los ltimos poemas inditos, hallaremos
slo diferencias de grados: mayor candor en los primeros, ms desencanto y melancola en los ltimos,
pero es siempre el mismo poema desde el primero al ltimo libro.
El mismo poema, la misma actitud ante una realidad que es apenas tolerada. Es aqu donde se
mueve su lrica, este es el territorio, el coto de caza que cerca y puebla de duendes, de objetos de otras
pocas, de testimonios del pasado, de referencias a revistas, actores, deportistas, msica y cine de otros
tiempos. Este alumno del pedaggico en la asignatura de historia que nunca se titul, pero cuya ctedra
ejerci da a da con sus crnicas lricas, nos entreg a lo largo de su vida la otra historia, la interior, la
de los sueos, de las ansias por eternizar un mundo que la otra historia, la real, destruye y envilece. Lo
consideramos por esto, un historiador mgico.
Cuando la forma de los rboles
ya no es sino el leve recuerdo de su forma,
una mentira inventada
por la turbia memoria del otoo.
He aqu su potica a la cual se ceir con creciente tezn hasta sus ltimos libros, aun aquellos
poemas que implican una relacin con la sociedad y con la historia, tal como el que sigue:

- 30 -

Para m encender la lmpara era el faro que guiara nuestra unin


Pero de pronto apareci en el cielo
el signo de los peces divergentes
que entonces no saba descifrar,
porque crea que iba a encontrar un alma como la ma.
Este poema se titula Antes del desorden, es decir, antes de la intervencin militar. Qu hecho ms
contundente real!, sin embargo , Teillier lo soslaya en su aspecto realista y lo convierte en smbolo, en
alegora, io tie de suspicacia, de ambigedad, de irrealidad. Es su potica y de aqu no se ha movido, ha
sido de una consecuencia admirable con sus temas y su forma inicial. Encontr esteafortunado poeta la
simetra verbal de su respiracin de una vez, en forma definitiva, y jams ha pretendido cambiarla conforme
a las modas de ltima hora. Y con estos instrumentos tan simples, una sintaxis que sigue las sinuosidades y
el ritmo de su andar y de su ver por el mundo, nos ha entregado una poesa nica en nuestro medio, que nos
saca y libera del mundo cotidiano, hacindonos revivir nuestros propios sueos, nostalgias y recuerdos.
Poesa sin una brizna de retrica, de ampulosidad, de intelectualismo del que abundan otros grandes poetas
nuestros. No la necesita, le basta con las imgenes y las metforas tradicionales que enriquece, s, procesando
a su manera la rica imaginera huidobriana, con lo que rinde homenaje a la gran tradicin potica chilena,
aparte de la universal entre los que se cuentan Francis James, Miloz, Rimbaud, Trakl, la atmsfera encantada
del Gran Maulnes, de Alain Fournier, que se percibe claramente en el poema Twilight, y muchos otros que
atestiguan su insaciable sed de lecturas:
Cuando la tarde cierra sus prpados
de viajera fatigada
y los rieles ya se pierden
bajo el holln de la oscuridad.
Aqu se siente una reminiscencia del creacionismo, pero reelaborada. Desde el punto de vista de la
instrumentacin verbal, la metfora es el principal medio potico de Teillier. Lo dems viene del punto
de vista, de la estrategia de la mirada, de la concepcin espiritual y ontolgica de su poesia. El mismo nos
lo dice en un poema de su libro-Muertes y Maravillas, el dedicado a Ren-Guy Cadou (1920-1950):

T sabas que la poesa debe ser usual como el cielo que nos desborda
que no significa nada si no permite a los hombres acercarse y conocerse.
La poesa debe ser una moneda cotidiana
y debe estar sobre todas las mesas
como el canto de la jarra de vino que ilumina los caminos del domingo.

- 31 -

Como vemos todo es simple, cotidiano, modesto en esta poesa, pero a la vez con una sabidma milenaria,
con una inteligencia y cultura que est en los intersticios, en la recmara, que no se muestra. Por eso le bastan
slo algunos versos para dejarnos pensativos, asombrados ante el imprevisto espacio espiritual que nos abre:
Las primeras lucirnagas:
un nio corre a buscarlas
para su amigo enfermo.
Debemos a Teillier no slo el encanto maravilloso e inconfundible de su gran poesa, sino la creacin
de un nuevo sur, que se agrega, por supuesto, al que haba instaurado a comienzos de siglo, Neruda y
Juvencio Valle, poeta ste de los bosques y de los pjaros. Pero el sur de Teillier es un sur mtico, mgico,
poblado de nostalgia, pero a la vez hecho de historia y de la crnica, aunque detenido en una pureza infantil,
pero a la vez cruzada por el dramatismo de la vida, por su amor por los seres marginales, por los bebedores
que se esconden de s mismos, de un pasado que nos ayuda a vivir, transformar y comprender un mundo nada
de idlico. Igualmente Teillier ha valorado y comprendido el aporte espiritual de los mapuches que le viene
de los colonos franceses en la Frontera. Basta recordar el poema Pascua1 Cona recuerda:
Conozco las estrellas:
la estrella-carreta, el corral del ganado
el tirador, el rastro del avestruz, el boleado
el montn de papas o la gallina con polvos,
el pellejo oscuro, el camino de hadas.
En este sentido, su valor no es slo esttico sino antropolgico, cultural. El sur de Chile luego de
la poesa de teillier no es ms el mismo: queramos10 o no, lo vemos a travs de sus ojos, de su obra: ni
los trenes, ni los bares, ni las casas, ni los indios, ni el paisaje son para nosotros ya realidades objetivas:
estn cargados y atravesados por su lrica. Veamos en el poema Crnica del forastero:
Vives frente al molino,
La maana est llena de carretas cargadas de trigo hasta el cielo.
El polvillo de la molienda inunda el patio.
los mapuches pacientes esperan vender su escaso trigo.
Por eso dice en otra parte:Ninguna ciudad es ms grande que mis sueos, y en un poema de
Para un pueblo fantasma, publicado 24 aos despus de su primer libro, en 1978, su posicin ante la
vida permanece inalterable, tal como el poema citado al comienzo.

Como vemos todo es simple, cotidiano, modesto en esta poesa, pero a la vez con una sabidma milenaria,
con una inteligencia y cultura que est en los intersticios, en la recmara, que no se muestra. Por eso le bastan
slo algunos versos para dejarnos pensativos, asombrados ante el imprevisto espacio espiritual que nos abre:
Las primeras lucirnagas:
un nio corre a buscarlas
para su amigo enfermo.
Debemos a Teillier no slo el encanto maravilloso e inconfundible de su gran poesa, sino la creacin
de un nuevo sur, que se agrega, por supuesto, al que haba instaurado a comienzos de siglo, Neruda y
Juvencio Valle, poeta ste de los bosques y de los pjaros. Pero el sur de Teillier es un sur mtico, mgico,
poblado de nostalgia, pero a la vez hecho de historia y de la crnica, aunque detenido en una pureza infantil,
pero a la vez cruzada por el dramatismo de la vida, por su amor por los seres marginales, por los bebedores
que se esconden de s mismos, de un pasado que nos ayuda a vivir, transformar y comprender un mundo nada
de idlico. Igualmente Teillier ha valorado y comprendido el aporte espiritual de los mapuches que le viene
de los colonos franceses en la Frontera. Basta recordar el poema Pascua1 Cona recuerda:
Conozco las estrellas:
la estrella-carreta, el corral del ganado
el tirador, el rastro del avestruz, el boleado
el montn de papas o la gallina con polvos,
el pellejo oscuro, el camino de hadas.
En este sentido, su valor no es slo esttico sino antropolgico, cultural. El sur de Chile luego de
la poesa de teillier no es ms el mismo: queramos10 o no, lo vemos a travs de sus ojos, de su obra: ni
los trenes, ni los bares, ni las casas, ni los indios, ni el paisaje son para nosotros ya realidades objetivas:
estn cargados y atravesados por su lrica. Veamos en el poema Crnica del forastero:
Vives frente al molino,
La maana est llena de carretas cargadas de trigo hasta el cielo.
El polvillo de la molienda inunda el patio.
los mapuches pacientes esperan vender su escaso trigo.
Por eso dice en otra parte:Ninguna ciudad es ms grande que mis sueos, y en un poema de
Para un pueblo fantasma, publicado 24 aos despus de su primer libro, en 1978, su posicin ante la
vida permanece inalterable, tal como el poema citado al comienzo.

Eso fue la felicidad:


dibujar en la escarcha figuras sin sentido
sabiendo que no duraran nada,
cortar una rama de pino
para escribir un instante nuestro nombre en la tierra hmeda
atrapar una plumilla de cardo
para detener la huida de toda estacin.
Teillier democratiz la poesa, hizo participar en este banquete a los ms sencillos de espritu y
de conocimiento: a jvenes y hombres y mujeres de todas las edades. Leer la obra de Teillier es entrar
a un mundo del que cuesta salir, pues luego el nuestro nos parece ms precario y lgubre, ahora ms
que nunca, pues volvemos a una realidad donde cada vez ms aoramos la calma y sustancia de la vida
de aldea y de ese otro universo intangible, pero perenne, de ese pasado que como dijo otro poeta: es
como un pas extrao, donde suceden las cosas de otra manera.

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- 33 -

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ENRIQUE
VALDES
Universidad
de los Lagos

II

JORGE TEILLIER
EN EL RECUERDO

Recin comenzbamos a funcionar como Trilce, en el verano de 1964 cuando Jorge Teillier lleg
a visitarnos a Valdivia. Vena acompaado por Ximena, su segunda mujer. Para nosotros era el encuentro
con un maestro de la joven poesa chilena. Comenz entonces una relacin literaria y de amistad surea
que slo quebrara su muerte, en abril de 1996. Cuando llegbamos a Santiago nos reciba en su oficina
del segundo piso de la Casa Central de la U. de Chile, donde trabajaba para el Boletn bajo la direccin
de Enrique Bello. All, como en la provincia, Teillier demostr siempre una cordialidad especial por sus
amigos sureos. Cada vez que lo encontraba tena la impresin -y a veces lo deca- de que era algo muy
suyo: sus abuelos, sus antepasados sureos o un pedazo de tierra querida el que le llegaba:
Un amigo del sur me regala una manzana
demasiado hermosa para comerla de inmediato.
La tengo en mis manos: es pesada y redonda
como la tierra.
El agradecimiento era un vaso de vino en el Monterrey y en el Red Bar, la recomendacin de algn
libro y el regalo de revistas y publicaciones universitarias. Bebimos el penltimo vaso a la salida de la
Biblioteca Nacional, el da que Volodia Teitelboim cumpla 80 aos. All tom la fotografa que acompaa
esta nota*,el 19 de marzo. Como vena para Aysn le ped que escribiera en mi agenda una nota para el poeta
Len Ocqueteux. Quera traerle a nuestro vecino de Cochrane este saludo de su amigo de la Frontera, como
l, en su propia letra ya debilitada por la enfermedad, el cansancio de vivir, el tedio de Santiago, del metro
que nunca alcanzaba a tomar antes de las diez: S felz mientras no puedas, le dice y fecha en el ao de 1903
A.C. ese humor metafsico y melanclico, intemporal que es parte tambin de su poesa. Tengo las uas
demasiado largas,dijo. Siempre estaba por irse a Cabildo, cerca de la Ligua, donde resida desde 1987 en
una hermosa casa de campo de Cristina Wenke ,su esposa y compaera de los ltimos veinticinco aos. De
ese modo lo protega de sus amigos del Bar Unin de la calle NuevaYork, frecuente en su poesa y a quienes
l mismo define como: mis amigos los intiles, los gaznpiros, los cesantes de siempre.All, entre el dolor de
los gatos y los perros de Cristina, bajo los paltos y viejos limoneros que un da pertenecieron a la Quintrala,
Jorge Teillier ha regresado para siempre. Claro que a l le habra gustado regresar a su Lautaro de antao, del
que nunca deba haber salido, donde an existe la casa de madera de dos pisos vendida por su hermano Ivn,
y donde Jorge y sus hermanos pasaron la infancia, los das del Pas de Nunca Jams, el reino del paraso
perdido que se nos va al crecer y que slo podremos recuperarla el da de la muerte.

- 34 -

La muerte nos dice que no existe


para que creamos en ella
y la llamemos.
Con admirable lucidez Jorge Teillier haba escogido el camino de la vida-potica que no es
utilitaria, ni prctica, ni siquiera saludable:

S, escierto, gast mis codos en todos los mesones


Me amaron las doncellas y prefer a las putas
Tal vez nunca debiera haber dejado
El pas de techos y de zinc y cercos de madera.
La sinceridad, la fuerza sutil y el deslumbramiento momentneo que produce su poesa proviene
del desgarro de una confesin cruda y a veces terrible, aceptada con resignacin, fatalism0 y lucidez. En
los muchos aos de tertulias y conversaciones no hubo tema en el que no entrramos para discutir y
analizar esos das sin huella que no pasaran a ningn libro, que no quedaran sino en opacos y dbiles
testimonios dispersos en escritos perdidos. A veces tombamos algunas notas para escribir su autobiografa:
A quien ms admiro en mi familia es a mi to Jorge, que lleg de Francia huyendo de la guerra a la que
le tena miedo, como yo. Mi padre era Gobernador de Lautaro en el ao 73. Entonces apareci en las
portadas de los diarios, entre los hombres ms buscados del pas. Algunos amigos lograron sacarlo hacia
Santiago y asilarlo en una Embajada. Con Sara, mi madre y con m i s hermanas se fueron a vivir a Rumana.
La peregrinacin de don Fernando y parte de su familia contina despus en Mozambique, donde se va
a trabajar como contador, hasta su regreso a Chile con la democracia. Para morir, a los 84 aos, poco
despus de su esposa Sara Sandoval, la madre del poeta. En 1992 haba fallecido su hermano Ivn Teillier,
cuentista y poeta como l, a los cincuenta y dos aos, Cuando le pregunto por sus muertos se lleva un
dedo a los labios pidindo silencio, mostrndome algn punto impreciso del cielo.
De nuevo vida y muerte se confunden
como en el patio de la casa
la entrada de las carretas
con el ruido del balde en el pozo.
De nuevo el cielo recuerda con odio
la herida del relmpago,
y los almendros no quieren pensar
en sus negras races.

- 35 -

Jorge Teillier tena un desprecio casi olmpico por todo. Excepto por la belleza. Despreciaba los
honores, los viajes, los servicios pblicos. Perda sus pasajes de invitacin a Suecia, Cuba o Francia
porque no le gustaba viajar. De esa manera haba dejado su cargo, en 1974, como redactor del Boletn
de la Universidad de Chile. Simplemente dej de ir. Viva de algunas crnicas y colaboraciones para
la pgina gastronmica de El Mercurio, sobre temas relacionados con la poesa, los viajes y los lugares
metafsicos como llamaba a los bares. Sus amigos de entonces fueron el poeta Rolando Crdenas,
Alvaro Ruiz, Ramn Daz Eterovich, Carlos Olivrez, el poeta Eduardo Molina, el abogado Mardoqueo
Cceres, y una multitud de poetas jvenes y estudiantes de liceo que llegaban a la Unin para
entrevistarlo, conversar con l y hacer sus tareas.
Es un concenso nacional para los que le conocieron, que posea una de las inteligencias ms
admirables del pas. Su memoria haba sido prodigiosa. Aprendi a leer antes de los tres aos, en los
libros de dibujos, en las novelas de Julio Veme, en las enciclopedias de la casa paterna. Y sobre todo en
los almanaques 18 que repeta de memoria. Jorge Teillier lleg a tener el prestigio de la persona que
saba ms cosas intiles en el pas, como las fechas del primer campeonato de box, los contrincantes de
Joe Louis, la historia de Luis Vicentini, la biografa de Jos Santos Discpolo (El mundo fue y ser una
porquera, ya lo s), la lnea delantera del Colo Colo en el ao 20, el descubrimiento del reloj de arena.
Y por supuesto todo Carlos Gardel, puesto que haba nacido el mismo da en que el zorzal criollo muere
en el accidente de Medelln: el 24 de junio de 1936. Bajo el signo de cncer: el signo de los depresivos,
de los nostlgicos, de los errantes de siempre. Pues otra de sus pasiones de lector incansable fue la
astrologa, el zodaco chian, el I-Chin. Y la historia, que haba estudiado como carrera profesional en el
Instituto Pedaggico. Entre las curiosidades de su mundo potico Teillier dej libros de poesa hechos
a mano, en ejemplar nico sobre un cuaderno escolar, a menudo con recortes de dibujos o fotografas.

No cabe duda que toda esta conducta totalmente inusitada para una poca cada vez ms pragmtica
y utilitaria resultaba atractiva para una juventud decepcionada del quehacer del Chile de hoy y que
busca alguna salida para el quehacer cultural potico que subyace en nuestra rica tradicin literaria.
Pero la gran influencia de su obra en la poesa joven y en la poesa del sur de Chile merece una
explicacin mucho mayor ,pues es un fenmeno netamente literario. Se trata de la poesa como modo
de vida, como manera de entender y enfrentarse a un mundo donde los valores de la belleza y de la
verdad han sido desplazados:
S, nostalgias del Far West, nostalgia de rebaos
y trigales infinitos, de lunas azules
y de un tiempo sin tiempo.

Coyhaique, Octubre 1996

MARIO
RODRIGUEZ
FERNNDEZ

HOTEL NUBE:
La aldea lrica en ruinas

Hotel Nube, texto pstumo de Jorge Teillier editado por el poeta Omar Lara, es una combinacin
de poemas inditos y otros publicados en libros anteriores, especficamente El Molino y la Higuera
(1993) y Para un pueblo fantasma (1978)

Los tres ttulos mencionados calzan con propiedad en las categoras bsicas del mundo potico
teilleriano. La idea del pasajero que recorre los pueblos fantasmales de la memoria en busca de un
mundo arraigado en otro tiempo y en otro espacio: el del lar, donde el Molino y la Higuera
junto a las nubes, son signos emblemticos de la escritura de la semejanza que se inscribe dentro
de la potica de la analoga.
v

La poesa de Teillier puede llamarse con entera propiedad analgici: en el sentido que propone
Octavio Paz en Los hijos del limo. Para el autor de Muertes y maravillas la analoga, una suerte de
abanico de correspondencias, es la forma que define ese mundo provinciano y rural que trata de rescatar
por medio de una memoria nostlgica, que no slo trabaja para recordar, sino para conseguir la permanencia
viva del pasado. Revivir una realidad mgica, prxima al mito, en medio de la cotidianidad desoladora,
verdadero etrnoomoderno, es un gesto fundamental de la poesa lrica. -\

La tentativa de instalar un mundo otro - el de las analoga y correspondencias-en la modernidad


nunca fue abandonada por Jorge Teillier, aunque en Hotel Nube se percibe una mayor amargura que
tiende a desintegrar esa tan sostenida escritura de la semejanza, que haca del poeta un guardin del
mito, presente desde Para ngeles y gorriones (1956) hasta Los dominios perdidos (1994).
Hemos escrito una mayor amargura, porque lo amargo, entendido como el sentimiento que
produce la conviccin de que el mundo de la ilusin nostlgica se desintegra a cada momento de
descuido o debilidad del guardin del mito, es en Teillier el compaero de ruta inseparable de la plenitud
que generan en su poesa el esplendor de la hierba, las islas de luz que flotan sobre el pasto o las
manzanas del sur pesadas y redondas como la tierra.
En este sentido, podemos afirmar que en el mismo centro de la aldea, recreada y encantada por el
poeta lrico, est instalada la desdicha, la desilusin, royendo incansablemente los cimientos del mito.

37

Hotel Nube acenta este movimiento de desintegracin, claramente expresado en el poema Hay
un espejo colgando en una pared rota, en el que la casa inmemorial, desvencijada y sombra, ha
perdido sus poderes de hacer habitable el mundo.
Esta crisis de la analoga que, precisamente, volva habitable el mundo, al mostrar que la realidad
no estaba regida por el azar y el capricho, sino por el ritmo y sus repeticiones:
Es el mismo de otro siglo el gesto del campesino al
descargar un saco de trigo.
(Crnica del forastero)

No es, sin embargo, total. Persiste a pesar de todo ese mundo que trat de habitar Teillier: un
teatro lleno de acordes y repeticiones en que todas las excepciones, inclusive la de ser hombre,
encuentran su doble y correspondencia.
La crisis de la escritura de la semejanza-crisis que siempre estuvo latente en la poesa teilleireana
- pretende con mayor fuerza en H.N. desarraigar al poeta del tiempo inmemorial y del espacio del lar,
lanzndolo al mundo del presente, donde su casa ya no es el lugar de los acordes producidos entre el
fuego domstico, la lmpara y los ratones que en la noche corren sobre las vigas de madera del techo,
sino que ahora est en cualquier lugar del mundo (Mi casa est en cualquier lugar del mundo), sin
conseguirlo del todo, aunque Hotel Nube expresa con mayor dolor que en los textos anteriores, que en
el centro de la aldea lrica, en el centro de la analoga, hay un hueco: el de la ausencia, la prdida, la
muerte;yque no hay manera de llenar ese vaco, cuyo otro nombre es desdicha, conciencia de finitud.
Frente a ello, qu otra cosa puede ser la poesa sino un puado de cerezas, un susurro -para
quin?- entre una y otra oscuridad.

WALTER
ROJAS

EN CADA
ESTACION
DE TU POESIA
A la memoria de Jorge Teillier
Lejos del molino y de la higuera
El otoo deja caer
Su ltima hoja
Su ms querida hoja
Los trenes que viajan a ninguna parte
Te escriben breves cartas de amor
La lluvia cobija tu risa pajarera
En algn polvoriento camino rural

Y el clido leo de la memoria


Guarda esas pequeas palabras que volaron sin edad
De tus manos hmedas de tierra
En cualquier mesa
En cualquier pueblo
Lejos del molino y de la higuera
La muerte corre veloz

A beber de un slo trago


La luz de tus ojos
En cada estacin de tu poesa

- 39 -

ALEXIS
FIGUEROA
(Jorge Teillier 1935-1996)
He aqu un lugar;un huerto personal de sangre y calcio donde vivir hasta el momento
de dormir sin despertar; ordenado el lecho donde el YO reposar.
Y as, una vez bajo la tierra, viene el tiempo de la imagen. La imagen, el fantasma, que como un
espejo oscuro muestra los signos del recuerdo. A disposicin de las voluntades y los mitos, a disposicin
de los deseos, a disposicin de quienes prefiguran una historia donde el artista, el poeta, el escritor, es la
moneda del pas de la memoria. Estampas necesarias para el decorado del teatro en que el arte vive e
imagina. Al final, una especie de ficcin. Ficciones son los episodios de la vida de un artista, ficciones son
sus biografas, la presunta huella personal que deja a su paso y que luego atesoran los amigos. Algunas
seas inscritas en papel, como el mensaje de Alguien trado por el mar en la botella. Algunas seas, que
mientras ms y ms aguarden, permaneciendo en su reino literario, acumularn ms laberintos sobre s,
ms densidad, confeccionando una galera de reflejo inagotable. Algunas seas, escritas con la vocacin
de quien comparte el eco, la nostalgia, escritas muchas veces bajo una hora azul de atardecer. Algunas
seas, que fueron pequeas historias de resignacin heroica ante una imagen de la vida: un rodar lento,
hacia la destruccin final, un camino abajo hecho desde el momento de nacer, iluminado de cuando en
cuando por la luz. Y esta luz, los instantes de cierta comprensin, en donde el juego de hacer marca el
desaparecimiento de la muerte. Hasta que entonces pestaeas y como despertando un sueo adentro de
otro sueo, vuelves a repetir una y otra vez una palabra. Y terminas escribindola, amplificada, disfrazada
de ms y ms palabras como haciendo en su substancia el camino de tus das. Ahora viene el tiempo de la
imagen, del recuerdo. Un obra, una persona. Ambas ficciones. Quedan unos signos, extensamentedispuestos
conformando letras, slabas y frases encima de un papel. En ellos buscaremos la posibilidad de un ensueo
que nos diga y nos permita mantener, mostrar: Ah est el arte. Ah, s, ah est el arte, en este orden de
palabras, en estas imgenes del alma en una maana azul, dorada, entre visajes de humo y lea. Pero
ahora, como siempre, no hay humo, lea, ni maana. Entrecerrando los ojos, recuerdo las voces de los
nios. Alguien corre de pantaln corto sobre un sendero de grava desdibujado por la lluvia. Como un
gemelo de Funes, el memorioso, alguien que lee cierra el libro y recuerda un mundo ido para siempre: lo
reconstruye lentamente atesorando cada imagen que ha quedado encerrada como la pulpa de una nuez en
las palabras. Esto es aquello dice la gramtica, y aquello es eso otro, la invitacin que hace al mundo
por los nombres crece y todo se alista para el Teatro de la luz. Identidad, identidad, qu es eso, alguien
pregunta, pero pasa el tiempo y ya no hay nadie, slo espacio incomprensible, niebla sobre el agua en una
pintura ciega. Alguien que lee, encerrado en la alquimia del lenguaje vuelve a crear al escritor. Pasarn los
aos los aos y un da sers tierra. A los muertos que an amamos se les honra en el silencio y la intimidad.

- 40 -

PEIRANO

23 DE ABRIL DE 1996
Se muri en mitad de un verso
Gerard0 Diego

Todos los dibujos lloran por Teillier ( que era un gato ms). Maana lo
entierran, maana ser un da muy extrao. Pero ahora, en esta noche, mi deber
es escribir sobre su presencia que no se borra con la muerte.
Tuve el privilegio de su amistad incomparable, porque Jorge Teillier as lo
quiso. Y le debo tanto, que frente a mis manos desaparecen las palabras. Lo veo
jugando con mis hijos; lo escucho hablando de Montale con una lucidez que
todo lo aclaraba. Y realmente seguir ya no se puede. El gran amigo, el gran
poeta ha muerto; y el presente es un atad lejano, una noche que descubre ciertos
ruidos, un dolor que necesita soledad.

41

LARA
OMAR

LAS UTOPIAS
ESTAN VIGENTES

En Temuco, Jorge Teillier se siente en casa. All lo v con motivo del Encuentro en la
Palabra, interesante y novedosa iniciativa que convoc a una cincuentena de poetas, narradores,
crticos, periodistas y curiosos del tema mapuche. Porque de eso se trataba. Reflexionar sobre
unas relaciones no siempre apacibles ni aclaradas. En las calles de Temuco, de un sbado despus
de la lluvia, nos encaminamos desde el hotel hasta la Biblioteca Municipal, hoy Centro Cultural
temuquense.

- Es un regreso doblemente emotivo, nos dice el poeta. Porque estoy participando en este
Encuentro de tanta trascendencia y porque puedo caminar por esta ciudad muy querida para m,
despus de tantos aos. Aunque en 1982 estuve aqu, recuerda Jorge, invitado por el alcalde Germn
Becquer, en el Centenario de Temuco. Me gusta el aire que se respira ahora en la Frontera, un aire
ms relajado. El mismo encuentro con los hermanos mapuches es una afirmacin de este sentido
nuevo. Ellos han expresado, con diferentes matices, su aislamiento cultural y el prejuicio racial
que existe en Chile, un prejuicio racial que nosotros ocultamos hipcritamente. Volviendo a las
sesiones del encuentro, para m ha sido una sorpresa descubrir a tantos mapuches que se expresan
poticamente en su idioma, con mucha dignidad y mucha conciencia de s mismos. Yo le concedo
una enorme importancia a este hecho, creo que a travs de la poesa el mapuche ha podido expresar
su profundo espritu telrico y volver a sus races. Escuch a una niita de siete aos recitar un
hermoso poema en su lengua, lo que quiere decir que estn conservando su tradicin idiomtica
que de algn modo nosotros les hemos ido quitando. En Santiago, por ejemplo, los mapuches se
resisten a revelar su origen, dicen que no saben su idioma, que no lo han aprendido, se cambian de
apellido, y esto porque los segregan en los trabajos, en los colegios. Nuestro concepto del mapuche
no es ya el concepto glorioso de los hroes de La Araucana ...Por otra parte, como ya lo han detectado
muchos genetistas o investigadores del genio de un Alejandro Lipchutz, es claro que todos tenemos
en Chile una sangre bastante mezclada. Eso de creernos los ingleses de Amrica no pasa de ser un
mal chiste.
El tema vuelve y vuelve en nuestra caminata de la maana surea. Nos encontramos con varios
amigos mapuches participantes del encuentro, de paso nos hemos detenido en una muestra plstica de
artistas mapuches de la zona. Comentamos la falta de oportunidades que tienen nuestros hermanos de
la tierra para dar a conocer su obra, fuera de algunas excepciones contadas con los dedos de una mano.
Le pregunto a Jorge si un encuentro como ste tiene verdadera importancia y trascendencia.

- 42 -

- Generalmente se piensa que la accin potica es ineficaz, que es slo palabra y algo as como
un lujo. Pero en verdad es necesaria- seala -Yo creo que a travs de la labor de sus cantores, exponentes
muy propios de los pueblos que, como el mapuche, se expresan oralmente, van a tener conciencia de
que son un pueblo de gran dignidad, creadores de cultura y testimonios que alguna vez podrn entregarnos
en toda su plenitud y magnitud. Fjate que el nico poeta mapuche que aparece en una antologa
chilena es de apellido Kalfn, en la antologa Selva Lrica, de 1917.

En reuniones precedentes hemos escuchado un nmero asombroso de mapuches recitando, ya


en su lengua ya en castellano, hermosas composiciones, muchas de ellas de alta calidad. Varios de esos
autores, comento con Jorge, deberan figurar en cualquier muestra de poesa nacional, indiferentemente
de procedencias o lenguas. Por otra parte, esta preponderancia de la oralidad (todava) del idioma
mapuche, le da a sus versos una marcada solemnidad, una fuerza expresiva singular.
- Por supuesto, indica Jorge, no la podemos mirar de ninguna manera como una poesa pintoresca
sino como una poesa que expresa un alma a la cual nosotros tambin debemos acceder. Esa poesa nos
trae un mensaje, y bien dices t que en una antologa futura deben aparecer poetas mapuches, entre los
que los hay realmente excelentes. Como una muestra nombremos solamente a los ms destacados
como son Elicura Chihuailaf o Leone1 Lienlaf, ste ltimo el primer mapuche que ha ganado un
premio nacional en toda la historia de la literatura chilena, como lo es el Premio Municipal de Santiago.
En una antologa deberan aparecer incluso bilinges.

Estamos frente al Centro Cultural de Temuco donde est prxima a iniciarse una de las ltima
reuniones de este encuentro. Vemos a Jorge Guzmn, el brillante autor de Ay, Mam Ins, vemos a
Isidora Aguirre, siempre activa y estimulante, vemos a Jaime Valdivieso, uno de los organizadores de
estas jornadas, vemos a Armando Uribe Arce, ceremonial y oscuro, y vemos a muchos jvenes que
hacen todo lo posible por intercalar algn saludo, una pregunta o una respuesta. Aludo al hecho. Jorge,
le digo, impresiona tu comunicacin con los jvenes, con los poetas y con los que leen la poesa.
- Eso que dices lo siento as y es un hecho que me halaga mucho. Me ha ayudado enormemente
a sobreponerme a ciertas crisis. Estoy recibiendo, es cierto, mucha acogida de un pblico joven,
que para m es muy sorpresiva, porque ellos no solamente aprecian mi poesa sino una actitud de
dignidad -dignidad potica, claro -que yo he logrado conservar en todos estos aos. Y que mi
mensaje, que no es el mensaje habitual, a travs de un lenguaje que yo considero un poco secreto,
ha llegado a mucha gente, a jvenes que me escriben de todas partes, que me van a visitar al
campo donde resido, frente al molino de la Quintrala. A m me parece que en poesa caben todas
las tendencias y que una que yo cultivo, a pesar de m mismo o conscientemente, est llegando
tambin a un inconsciente colectivo juvenil.

- 43 -

Interrumpo a Jorge y le cuento mi propia experiencia con los jvenes poetas que conozco y entre
los cuales he detectado practicamente unanimidad en cuanto a la recepcin de la obra teillierana. Qu
significa esto para ti?
- Significa que estoy interpretando un sentir joven y puede ser, te repito, el inconsciente
colectivo que aspira a superar un mundo que est en destruccin. A mi poesa la han tachado de
decadente y apartada de la realidad, pero yo creo que no es as. Mi poesa es la aspiracin a una
utopa, y las utopas estn vigentes; tambin puedo decirte que para m es un orgullo -un modesto
orgullo, como dicen los hipcritas- porque conmigo estn todos los amigos de la Frontera,
empezando por Omar Lara, que, claro, no hace la poesa al modo de mi poesa pero es una poesa
que tiene tambin un profundo origen en la tierra. Por lo tanto nosotros vamos a ser recordados no
como poetas provincianos o locales sino como poetas que estamos expresando algo que la juventud
definitivamente busca. La juventud no busca maestros ni guas sino busca a quin interprete lo
que ellos todava no saben buscar. No est dems decir que los jvenes, en este mundo del
consumismo, estn desorientados, en un mundo de fantasas y fantasmagoras; pero son lcidos y
buscan algo ms profundo que no sea la expresin de lo externo; no lo que constituya una simple
denuncia sino que entrae un enriquecimiento interior.
- As es, asentimos. Y en la despedida, solicitamos a Jorge un mensaje, una palabra, un
consejo para el cada vez ms amplio pblico joven que sigue su poesa.

- Creo que los jvenes que escriben poesa deben tener una conciencia que son necesarios, que
no estn haciendo una labor intil, que no es un esfuerzo solitario o estril, que no es una simple
palabra de protesta, sino una ms significativa afirmacin de s mismos, es decir, afirmacin de un
ser frente a una sociedad que les impone modelos de destruccin o desesperanza. Que ellos deben
expresar, al contrario, una esperanza, creer realmente en las utopas y que como poetas deben trabajar
en su creacin a pesar de todas las dificultades que conocemos, dificultades editoriales, de
comunicacin entre ellos y entre ellos y la sociedad, y ganar para s un sentido colectivo, como los
que tuvieron los poetas del grupo Trilce, el grupo Arspide, el grupo Tebaida, en la decada de los
sesenta y comienzos de los setenta. Que tomen conciencia de esto, que la poesa chilena tiene una
historia no desdeable de experiencias y ejemplos vlidos y que, por sobre todo, sean leales a su
vocacin, si la tienen, o que descubran su vocacin y la desarrollen, contra todas las dificultades.

Junio de 1994

- 44 -

SERGIO
HERNANDEZ

REQUIEM PARA
JORGE TEILLIER

Nunca sabremos cuando ser la ltima vez que estemos con las personas, ni cuando le tocar a uno mismo estar
ausente. Lo cierto es que la noche del 22 de m m , nos haba convocado a una lectura en Providencia la Sociedad de
Exritores de Chile. Fue una oportunidad memorable;para nosotros llena de estmulos y aplausos, pero fue tambin la
ltima que tuvimos para escuchar y aplaudir la bella poesa de Jorge Teillier,nuestro amigo de la irrepetiblejuventud
Hacia la decada del cincuenta habamos llegado desde nuestras provincias a estudiar al Instituto Pedaggico
de la Universidad de Chile y al observarlo en el escenario del Centro Cultural de Espaa, los resplandores de los
aos lejanos parecan iluminar el rostro de este poeta tan estimado. Siempre lo recordaremos solo o acompaado
con Sibila paseando por los parque de Macul o bebindonos alguna cerveza en los bares del barrio. Y aunque l
estudiaba historia y yo castellano,la poesa nos haba unido en una amistad franca y verdadera como pocas se dan
en el oficio. El vena con las cosas muy claras desde su Lautaro natal y era el arquetipo de poeta: frgil y delgado,
soador y distante, risueo, a veces, ensimismado y grave en ocasiones, memorioso y lcido como pocos.
Nunca perdimos contacto por mucho tiempo porque, aunque estuviramos en provincia, o Teillier
llegaba a nuestras casa o nosotros, en algn viaje, pasbamos por su oficina del Boletn de la Universidad
de Chile o por la Unin Chica que l tanto frecuentara. Juntos publicbamos un diario mural para
difundir la poesa en un panel instalado en el edificio central del antiguo Pedaggico, y por su iniciativa
se fund, despus, la revista Orfeo, en cuyos primeros nmeros tambin colaboramos y se public la
Antologa de Poetas Universitarios (Editorial Universitaria, 1956).

Jorge era un poeta a tiempo completo y no dej que otro trabajo, salvo su apetencia natural de
saber, compartiera su oficio. Su consigna era vivir, soar, leer y escribir. Nunca he pensado escribir
una poesa original, ni me tengo por un ser sin antepasados poticos afirma en la autopresentacin para
su antologa: Muertes y Maravillas. Y all alude a sus antepasados preferidos: Francis James, Milocz,
Antonio Machado, Esenin, Georg Trakl, entre otros. Sabemos que admiraba a Rilke, por afinidad y que
una de sus novelas poticas preferidas era El gran Meaulnes de Alain Fournier.
En otro lugar de ese mismo prlogo expresa: Para m la poesa es la lucha contra nuestro enemigo el tiempo,
y un intento de integrarse a la muerte, de la cual tuve conciencia desde muy nio, a cuyo reino pertenezco desde
muy nio, cuando senta sus pasos subiendo la escalera que llevaba a la torre de la casa donde me encerraba a leer.
Ahora Jorge est en ese reino al que todos terminaremos por pertenecer, encerrado en esa secreta
casa de la noche, entregado a la tierra a la que cant con maestra y emocin; mientras, tal vez all en
el sur, otro nio tembloroso suba esas escaleras y los cielos se derrumben en lluvias torrenciales sobre
bosques oscuros, sobre aromos encendidos, sobre estaciones olvidadas.

I45

SERGIO
HERNANDEZ

A
JORGE TEILLIER
In Memoriam

Pulsando sus mandolinos


y entonando sus cnticos,
los evanglicos
han cruzado la anocheciente
tarde de domingo.
Una nostalgia incierta
se ha quedado en nosotros
como las violetas moradas
del invierno
en tumbas olvidadas
y un rumor metafsico
se ha esparcido en el aire.
Pas la plenitud
que nunca fuera tanta
unos pocos fulgores
ardiendo como ascuas
y unas gotas de pena
que van cayendo
al alma
algo se nos va yendo
en esta tarde amarga
y esas piedras que brillan
al fondo
de la infancia
fueron los das plenos
de la noche estrellada.

- 46

- 51 -

VEJAR

TEILLIER
EN LA MEMORIA

Jorge Teillier naci en Lautaro,el24 de junio de 1935, da en que los mapuches celebran el Ao Nuevo,

y la misma fecha en que muere Carlos Gardel. Sus das siempre oscilaron bajo el hechizo del sur, el amor, la
infancia y la muerte. Desde su primer libro Para Angeles y gorriones (Ediciones Puelche, 1956), hasta Hotel
Nube (Ediciones Lar, 1996), mostr una coherencia irreductible en el tiempo, a pesar de que en algunos de sus
ltimos poemas aparece la aldea desintegrada por la transformacin de nuestra historia. Hace slo unos aos,
la escritora norteamericana Carolyne Wright, quin hizo la seleccin de los poemas de Jorge Teillier para la
antologa In order talk with the dead (Austin, Texas, 1993), seal que se haba producido un cambio en la
poesa de Teillier, donde dejaba de gravitar la contemplacin desinteresada de la realidad, para dar paso a una
contingencia vivida desde lo cotidiano. El poema que revela ese mundo Todo est-enblanco: Todo est en
blanco./ El alba reina en el reloj de pared./ Sus agujas se han detenido./ La sangre de mis venas es un lago en
deshielo/ una muchacha se ahogma al cruzarlo. ...En Hotel Nube, trata este tpico en el texto dedicado a
su madre. Tambin podramos sealar que su poesa est casi desprovistade erotismo, aqu las amadas aparecen
a la manera de Thomas Hardy en La bienamada, es la bsqueda de que el tiempo se detenga, como su
pariente Eliseo Diego cuando le dice a su mujer: En ti nunca pasa el tiempo.
Sin lugar a dudas, Teillier va a ser ledo en el prximo siglo, y fue tal vez el ltimo testigo de un
mundo, condenado a desaparecer, poblado de hadas, duendes, viajes en tren, cantantes de los aos 30, y
los caminos ripiados de la Frontera, donde su padre iba en un Dodge 30 a recorrer las reducciones mapuches.
Parti en el mes ms cruel segn T.S.Alliot en Tierra Balda. Recordemos a W.H. Auden: Cre que
el amor era eterno/ Me equivoqu/ Las estrellas no son deseadas ahora/ Apguenlas todas/ Empaquen la luna/
y desarmen el sol/ Desborden el ocano/ y levanten los bosques/ Ya que nada ahora/ puede tener sentido.
En su mundo personal, lo recuerdo junto al Gato Pedro: Serio Budista Zen/ que mira la lluvia/ porque
sabe que la !luvia existe. An voy con l por un camino de helechos, conversando de este mundo y el otro, ah
estaban Dylan Thomas, Edwards Lear, Alan Dugan, Francis Picabia, hacindonos creer de nuevo en los milagros.
I

La poesa es espritu: No fue el helado viento/ quien marchit las ramas./ Quien marchit las
ramas/ fui yo, que les cont mis sueos.
Jorge Teillier, en el Molino del Ingenio, lugar ubicado entre La Ligua y Cabildo, tena su refugio
rodeado de libros, fotos de Pierre Girard, Pablo Neruda, Eduardo Molina Ventura, un dibujo a lpiz
hecho por su nieto, y a su abuelo francs a los 80 aos en un bosque que tal vez ahora tiene su edad.
A mi amigo el poeta, el solitario como Rilke, el ngel rebelde que no era de este mundo; an lo veo con los
boxeadom,con los eximios del tango, con los vagabundos, con los que estnfuerade la maquinariadelpoder; ledigo hasta
la vistaporquenos encontraremosde nuevo viajandosin sorpresdpor los trenes dela noche/ bajo unos prpados cenados.

- 47 -

VEJAR

HOMENAJEA
JORGE TEILLIER

Vmonos a un pueblo de madera -me dijisteMientras pasebamos por un sendero de buganvilias

Hoy recojo en tu nombre aquellas tardes


Y ' echo de menos la llave que perdiste en el canal de la luz
En esta ciudad que no existe para nosotros
Aqu a nadie le importa que hasta los parques nacen para morir

Y ahora que vuelvo a la vigilia de los sueos

S que has estado en Brocelandia

Y que la nieve al caer no te pidi pasaporte.

JUAN
VILLAFAE

JORGE TEILLIER
EN MI EXPERIENCIA POETICA

Texto ledo en la presentacin del libro Hotel Nube, el


LIBERARTE, Bodega Cultural, Buenos Aires.
En los primeros aos de la dcada del setenta,
DeLellis. El taller estaba d i r i g i d oo umicino. Por esos aos Aulicino viaja a
de Jorge Teillier. Supongo que el libro de lecturas debera ser MUERTES
Santiago ysnYJvlXRAVILLAS, una antologa que reuna la produccin de Teillier entre los aos 1953 y 1970.
/eguramente
que si todos los integrantes del taller volviramos a encontrarnos, recordaramos los
1%
trenes, el Profundo Sur, los Hoteles del Forastero, las muchachas, la pequea aldea.
A pesar de acercarnos muchas veces a la poesa de Teillier en forma impresionista y ser esta la
ms directa y afectiva, la obra del poeta chileno permite para nosotros tambin otras lecturas. Lecturas
posibles siempre en esa permanente lucha de textos y contextos. El regreso hoy a sus versos nos
posibilita a la vez descubrir otros contextos y con veracidad y que hoy se dice: va declinando con la
civilizacin m ~ d e r n a Se
~ . me ocurre otras luchas. El paisaje, siendo el mismo de siempre, puede ser
distinto y el viaje tambin.
Se reivindic muchas veces el inters de Teillier por la transfiguracin mtica deJo cotidiano,
en los lares2, en su regin, ese mbito que el poeta haba vivido-entonces que se pueden hacer las
siguientes preguntas: Hasta dnde ese sitio, esa pequea regin, esa aldea, realmente declina? No se
ha transformado ese sitio en nuestro verdadero refugio? Paradojalmente nos han expulsado de la selva
y regresamos a otra selva, a la verdadera, a la nuestra. Volvemos para reconocer ese reino perdido y a
restablecerlo enla memoria como un continuo pre~ente,~
El guardin del mito y de la imagen hasta que lleguen tiempos mejores6, se propuso para s
mismo Jorge Teillier alguna vez. Se me ocurre que se ha despedido de nosotros desde ese sitio, como
guardin. Si aos atras este gesto podra haber sido considerado un gesto conservador, hoy se parece
mucho ms a un acto vitalisti

- 49 -

En nuestro regreso a la selva, en nuestra expulsin, tambin estn presentes los fragmentos
modernos de una periferia. Fragmentos de los cuales nos hemos apoderado. En Jorge Teillier
hay bordes, periferias de lo inconcluso, de los lmites urbanos y rurales: Islas de luz flotan
sobre el pasto -dice el poeta-, Oigo lejanas campanas de iglesia de ciudad -dice-. Todo el
libro Hotel Nube es esa confrontacin de paisajes y textos, con smbolos y apropiaciones, de
una cultura tan al sur, como tan universal. En Hotel Nube, uno puede sentir las imgenes de
Miguel Littin como los climas de Nikita Mijalkov, densidades complementarias que no
configuran unicamente ese aire de provincia o esa metafsica del tiempo estable, inamovible.
Hay sacudones de un mundo que se interrelaciona y que a la vez se fragmenta. Si el tiempo
estable adquiri siempre su propia densidad y su propio tiempo en casi toda la obra de Jorge
Teillier, pareciera que en Hotel Nube la superposicin de nuevos viaje$ dieran no solo linealidad
a su tiempo, sino tambin circularidad. Los viajes no son slo los trenes y un calendario de
sucesivas estaciones.
En su libro pstumo me sorprendi justamente la disposicin de dos poemas, el poema Hotel
Nube ubicado al principio, donde se relata el viaje de un hombre que escapa perseguido por la
polica de todo el mundo y llega al Hotel Nube para salvarse, y el otro viaje, el Viaje en Globo, poema
que suponemos incluye al propio Teillier, casi al final de el libro, donde el poeta indica:
El sur ha muerto. Hay que encender las linternas/
la nostalgia dispara sus ultimos cartuchos.
Vmonos pronto
No importa que al fondo de lo desconocido
No haya nada nuevo.
Y no importa perderse en el azul siempre que sea
acompaado por una botella/
Acompaados por diablos azules/
Esta anatom de 10s dos poemas: Hotel Nube y Viaje en Globo, sugieren otros viajes posibles.
Pareciera que para Jorge Teillier hay otros viajes para estc fin dc siglo: tan hacia ci fondo cano tan
hacia arriba, tan lineales como circulares y tan antiguos como nucvos.

Notas:
9
de 1 a 6, referencias de la prcseiitaciii a Jorge Tcillier en lit Aiitologcr de In Poescl Hisl~ciriotriiier-icclii~r
Moderna, Tomo I1
(Monte Avila Editorcs Latinoamericana; Carricas, Vciiezucia. 1 O93 cooidiiincin Guillcrnio Siicrc)

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GERMAN
ARESTIZABAL

SANBOGART
A Jorge Teillier

Era ya de noche, cuando entr al Joes Place,


Bogart estaba en la barra escuchando el viejo tema,
el cigarrillo colgante, el sombrero echado hacia atrs, pidiendo
otro Gin Tonic,
me sent a su lado en silencio,
me mir por el espejo y entredientes me dijo:
es un trabajo de vagos el nuestro,
asent callado,
cogi su impermeable arrugado y me lo pas,
a ver si te queda chileno
te dejo con l algo de mi santidad de vagabundo,
puesto que ests de acuerdo conmigo
en lo que respecta al trabajo del artista.

HOMENAJE A TEILLIER
1.En abril de este ao -primavera en Madrid, otoo en el hospital Gustavo Fricke de Via del Mar- muri Jorge
Teillier, uno de los grandes poetas chilenos del siglo: un desconocido en Espaa.

Se dira que la poesa chilena empez, para los espaoles,con un manifiestocreacionistaledo por Vicente Huidobro
en esta misma sala del Ateneo de Madrid, en el ao 1921;que sigue en ciertas tenues resonancias del premio Nobel
de GabrielaMistral, se impone con algunoslibros magistralesdel polifacticoNeruda (poeta del amor, de la angustia,
de la Guerra Civil, de Amrica, y sobre todos -y en cada etapa- del Yo), y contina hay en el coloquialismo y la feroz
irona de Nicanor Parra, y con la obra de Gonzalo Rojas, tan celebrada aqu en Espaa. La poesa chilena es tambin,
para un lector espaol, algunas pocas ediciones de Pablo de Rokha y Enrique Lihn, de Oscar Hahn y de Ral Zurita.
El gran ausente de esta lista, el fantasma que la hace terriblemente incompleta, es Jorge Teillier, que naci en
1935 en un pueblo llamado Lautaro, en una zona del sur de Chile, llamada la Frontera ...

2.Frontera es un confn: un lmiteque escindeterritorios geogrficose imaginarios. En Chile, es el territorio situado


a 700 kilmetros al sur de Santiago en pleno austro verde y torrencial, cuya constitucin en frontera se debe a tres
siglos de confrontacin entre dos mundos: los mapuches, amerindios que sin poseer una cultura desarrollada
tenan un acentuado sentido de la libertad y Espaa, extendiendo su mano hasta los confines del planeta.
Un territorio, la Frontera, con siglos de tradicin pica, que asisti al nacimiento de la poesa chilena de la
mano de Alonso de Ercilla, Pedro de Oa y Fernndez de Toledo, y que siglos ms tarde devino en el
territorio de su consolidacin, de la mano de Neruda, Rojas y Teillier.
Teillier pas su infancia en la Frontera, y a los dieciocho aos viaj a la capital, a Santiago, para vivir y
trabajar. Volvera a la aldea en espordicas visitas reales, y permanentemente, inexorablemente, en su poesa.

3.Sin proponrselo, Teillier hizo escuela. Public en 1965 <<Los


poetas de los lares, un ensayo que constaba
y peda una vuelta al paisaje en la nueva poesa chilena, una reintegracin en la tierra, y una recuperacin de
esos sentidos arraigados en las comunidades provincianas, que se haban ido perdiendo y olvidando en la
vida santiaguina, y en la poesa que all se escriba. El ensayo se hizo clebre, y la poesa de Teillier, y de
todos los que han seguido su camino, se bautiz como poesa lrica.
El lar de Teillier se refiere a la intimidadde la vida aldeana. Etimolgicamente,lar conecta con los antiguos diosespaganos
del hogar cuya disolucin bajo la hegemona cristianaha dado paso a una significacin de casa: de fuego del hogar.
El poeta lrico busca reintegrarse en el mundo al cual se siente pertenecer y que le pertenece, y eipera entrar
en comunicacin con ritos y costumbres ya en vas de desaparicin, en contacto con unos antepasados que
lo acompaan en su trnsito terrestre, pero que provienen so slo del mestizaje del mapuche y el espaol.

- 53 -

A fines del siglo XIX hay una nueva etapa en la historia de Chile, que ser fundamental para el desarrollo de la
identidad sociocultural del pas: la inmigracin de europeos que desde Alemania, Francia, Italia o los Balcanes,
inundaron la Frontera de nuevas palabras y costumbres;de distintos matices del logos occidental. No es ninguna
casualidad que el poeta se llame Teillier, directo descendiente de aquellos hombres que poniendo en prctica
elementos del viejo pensamiento utpico de Occidente, cruzaban el mundo en busca de un futuro mejor:
Mientras dormimos juntos al ro
se renen nuestros antepasados
y las nubes son sus sombras.
Se renen los que partiendo de Burdeos o Le Havre
llegaron a la Frontera por caminos recin trazados
mientras sus mujeres daban a luz en las carretas.
Se renen los que fueron contrabandistas de ganado,
ladrones de tierra, dueos de hoteles o almacenes,
bandoleros, pioneros de hachas y arados.

Los que mataron mapuches y aprendieron de los mapuches a beber sangre de corderos recin sacrifzcados,
y fueron enterrados en lo alto de una colina
mientras los deudos se reunan a tomar aguardiente en el Bajo.
Hablaban de su resurreccin
los ros cuyos primeros puentes construyeron,
las herramientas an guardadas en los galpones,
y los que ahora son partculas de alerce
creen escuchar las campanadas anunciando el primer incendio
del pueblo levantado con tablas sin labrar
en medio del invierno del fin del mundo.

4.Lo que Teillier entenda por poesa lrica no es una vuelta al cnollismo, sino una especie de lo que l llamaba
realismo secreto, un ver el mundo como un depsito de smbolos ocultos, lleno de recuerdos y seales
que sobreviven del pasado, y que se revelan de cuando en cuando a la mirada vida e inquieta del poeta:
Pues lo que importa no es la luz que encendemos da a da,
sino la que alguna vez apagamos
para guardar la memoria secreta de la luz.
Lo que importa no es la casa de todos los das
sino aquella oculta en un recodo de los sueos.

Lo que importa no es el carruaje


sino siis huellas descubiertas por azar en el barro.
Lo que importa no es la lluvia
sino sus recuerdos tras los ventanales del pleno verano.

La mirada del poeta que descubre la seales del pasado, es tambin la mirada infantil, la ingenuidadmaravillada
del nio que trasciende con su imaginacin la realidad cotidiana, y que ha nutrido tantos cuentos de hadas,
y a escritores como Lewis Carroll, Robert Louis Stevenson, Alain Fournier, cuyas huellas se perciben en
muchos momentos de la obra de Teillier.
La infancia universal y literaria es tambin, en esta poesa, el recuerdo maduro de las percepciones del nio,
del mundo concreto de la aldea y los bosques de la Frontera chilena, y el deseo de restaurar la comunidad
perdida, la infancia perdida, la mirada perdida:
Esta noche al nio se le perdonar que duerma tarde.
En la casa los padres estn de fiesta.
Pero l abre las ventanas
para ver a los enamoradosjinetes
que lo esperan en el bosque
y sabe que su destino
ser amar el olor humilde de los senderos nocturnos.

Teillier habla de ese paraso perdido que confusamente el hombre sabe que estuvo alguna vez en la tierra,
y cuya ltima muestra ser la infancia. Es un paraso perdido que el poeta intenta recuperar con la nostalgia
de su mirada hacia atrs, y con la vuelta en sueos a la niez:
Esta noche duermo bajo un viejo techo,
los ratones corren sobre l, como hace mucho tiempo,
y el nio que hay en m renace en mi sueo,
aspira de nuevo el olor de los muebles de roble,
y mira lleno de miedo hacia la ventana,
pues sabe que ninguna estrella resucita.

Pero la recuperacin del pasado es, casi siempre, una recuperacin pasajera -efmera y frustrada- que burla
cruelmente las aspiraciones del poeta:
Esta noche duermo bajo un viejo techo,
los ratones corren sobre l, como hace mucho tiempo,
pero s que no hay maanas y no hay cantos de gallos,
abro los ojos, para no ver reseco el rbol de mis sueos,
y bajo l, la muerte que me tiende la mano.

-55-

La bsqueda de la infancia y la mirada infantil, siempre frustradas, es una constante en Teillier, y se vincula
estrechamente con su visin neorromntjca de la importancia primordial del poeta, por encima dela palabra
potica, y de la necesidad del poeta de integrarse, en primer lugar, en el mundo autntico de los lares, como
si la poesa fuera algo que vendra por s, casi de aadido, despus.
5.El poeta lrico, integradocomo simplehermano de los seresy las cosas,emplearunlenguaje sencillo,casi infantil, que
comunique a los lectores su experiencia de un tiempode arraigoy de una autenticidadperdidas en la gran ciudad, por
la falta de contacto con la tierra. Es el lenguaje sencillo de un mundo vivido en su perecta simplicidad, un lenguaje
compartidoy hablado tambin por la'naturaleza,por las cosas humanas de la comunidad, y hasta por los muertos:
Para hablar con los muertos
hay que elegir palabras
que ellos reconozcan tanfcilmente
como sus manos
reconocan el pelaje de sus perros en la oscuridad.
Palabras claras y tranquilas
como el agua del torrente domesticada en la copa
o las sillas ordenadas por la madre
despus que se han d o los invitados.

Con este lenguaje sencillo, inextricablemente ligado al mundo del lar, surgir la comunicacin anhelada con
los antepasados:
un da nos respondern
con una hoja de lamo atrapada por un espejo roto,
con una llama de sbito reanimada en la chimenea;
con un regreso oscuro de pjaros.

El mundo lrico es, para Teillier, un mundo bien hecho, el mundo inmemorial de las aldeas y de los campos,
en donde siempre se produce la misma segura rotacin de siembrasy cosechas, de sepultacin y resurreccin;es
un mundo mtico y universal, que utiliza y trasciende el mundo cotidiano de la aldea provinciana; un mundo que
se levanta en oposicin a la sociedad norteamericanizada,norteamericanizndosecada vez ms, de la capital.
El poeta lrico tiene que ser el guardin y tambin el creador del mito, y del mundo mgico que existi y no existi
en la aldea de su infancia: un nostlgico del paraso perdido pero tambin del paraso por venir, que est (o estaba)
por crearse; y un buscador de la Edad de Oro, del tiempo verdadero vislumbradoen ritos y costumbres intemporales:
Cabe en un solo momento de esta herrumbrosa noche de invierno
un tiempo verdadero
del que sobreviven las semillas del pan y del vino.
Un tiempo como el girar de un trompo en la mano o el girar de las estaciones y los planetas

'

'..
b
.

en donde todos tenan su tarea pe$ecta


y artesanos y comerciantes,
pastores y ladrones,
escribas y sacerdotes,
beban en paz el vinofraterno alfinal de lajornada, fodeados de la msica de las constelaciones y los rboles,
mientras las mujeres aguardabanjunto a nios y frutos dormidos en el hogar; con el fiego y el amor que
no cesan.

Este tiempo verdadero es un tiempo vislumbrado, pero nunca aprehendido plenamente por el poeta. La
aspiracin lrica se doblega irremediablemente a la tragedia de la prdida:
La madre apaga el fuego de la cocina y lleva a la nia a su
lecho.
El temporal habla a la casa en el lenguaje que olvidamos.
El padre nos acoge, pero no lo reconocemos. (...)
Hemos consumido el fuego y el vino.
Los caminos que van a la Ciudad nos esperan.

6.La poesa lrica es un antdoto a la ciudad deshumanizadora, ve la tecnologa como una amenaza que pondr
fin -y que est poniendo fin- al mundo bien hecho de las provincias. Y sin embargo, la tecnologa est
presente tambin en el mundo de Teillier. En Neruda, haba trenes heroicos que avanzaban como una flecha,
portadores del progreso, por los territorios indmitos de 1aAraucana;estos trenes ya han perdido su violencia
y su sentido pico, se han integrado en el Arauco Domado de Teillier, e imponen el ritmo de su paso diario
a la vida de la aldea. Los trenes de la infancia del poeta son mquinas casi humanas:
Te dejaron subir a las locomotoras.
Hay que amar la locomotora como a un gran animal domstico,
amar sus resoplidos, sus nubes de vapol;
la lluvia de holln con que te bautiza cada estacin.

Pero el tren no es slo una parte de la vida aldeana, sino tambin el vehculo que arranc al poeta de la aldea, de
la infancia y del primer amor, en un momento de escisin y abandonocuyo lastre atravesar toda su poesa:
Vuelvo a 1953, cuando como todo prot-inciano deb hacer el viaje bautismal de holln de los trenes de
entonces a Santiago, atravesando la noche como en un vientre materno hasta asomarse a la lvida madrugada
de la boca amarga de la Estacin Central.
Yo hubiese querido ver de nuevo.(..)
tu gesto de despedida
en el andn de la pequea estacin,

- 57 -

I*

'

para no soar siempre contigo


cuando en la noche de los trenes
mi cara se vuelve hacia esa aldea
que ahogaron las poderosas aguas
an escuchamos el llamado de los rieles
que zumbaban en el medioda del verano en que abandonamos la aldea

Pero los buenos tiempos de la aldea de Teillier, y los buenos tiempos de los trenes, llegan a su fin: los
trenes se fatigan, hacen seniles maniobras, hasta que al find, en lo que el poeta llama su ltimo viaje
al pueblo natal, se oyen renquear, entre cercos rotos y por rieles oxidados, alos estertores de las
postreras locomotoras a vapor.
7.-

El poeta lrico vive en la ciudad por necesidad, desterrado, slo para ganarme la vida, sin integrarme en
ella, en el repudio hacia ella, sumndose a una legin de muertos en vida y autmatas, a nosotros... :
nosotros
los desterrados en un lugar en donde nadie conoce el nombre de los rboles,
donde vemos todo prximo amor
como una prxima derrota,
toda maana
como una carta que nunca abriremos
he visto da a da en las ciudades vehculos iluminados como trasatlnticos
llevar rostrosfatigados de un matadero a otro

Pero esta contaminacinque el poeta siente en la ciudad, ha llegado tambin al pueblo, y la oposicin maniquesta
que las teoras lricas establecieron entre el espacio mgico de la aldea y la degradacin urbana, se resquebraja:
Pero ahora el viento ignora quin vuelve a casa.
Por eso grita en estos espacios m hfuerte que en las ciudades
en donde muere el noble tiempo en que todos eran pioneros, guerreros o poetas
Que siquiera se oiga en los pueblos,
pero tambin ha perdido su sentido en los pueblos.
Ya no aparecen las bandadas de choroyes y torcazas que abrumaban los manzanos
silvestres.
No hay pudes, ni guanacos, ni avestruces y los lobos marinos no se apian en las costas.

Junto con la degradacin ecolgica, irrumpen en el mundo de Teillier los medios de comunicacin masiva,
portaestandartes de una modernidad atada al tiempo heal y al progreso como vector supremo, que se vivir y se
denunciar en esta poesa como una presencia enajenante que destruye la identidad de la aldea y el mundo lrico:

- 58 -

Ahora,
bosques quemados
Tierra
que muestra su desnuda y roja osamenta.
Faltan madera y trigo.
Sobran radios porttiles
y hoy da tenemos televisin.

Esta prediccin de los aos 60 se ve cumplida, irremediablemente, cuando el poeta vuelve en los 70, en
plena dictadura, a su pueblo natal:
Ha llegado la TV
Los nios ya no juegan en las calles
Sin hacer ruido se sientan en el living para ver a Batman o pelculas del Far West.
Mis amigos estn horas y horasfrente a la pantalla.

Pero el repudiodeTeillier hacia los medios de comunicacin masiva no es total. En los aos de su infanciay adolescencia,
exista un fenmeno clave en la formacinde su mundo potico: el incipientepero ya sostenidoe imparabledesarrollo
de las comunicacionesque a travs de la radio, el cine y la masificacinde la prensa escrita en forma de revistas, libros
y peridicos,hizo que la remota aldea agraria de la Frontera comenzara ya su particular integracin, siempreprecaria
y amenazante,en la futura aldea global, Por eso, conjuntamentecon el paisaje, la aldea y el lar, muchos poemas de
Teillier son transitados por actores de cine, hroes infantiles de tebeos y deportistas destacados.
En el deporte, Chile ha podido cotejarse en diversas ocasiones, sin avergonzarse, con los pases ms poderosos
del mundo. Lo dijo el poeta en sus ltimos aos, cido en su irona contra los eufricos del neoliberalismo
pinochetista y post-pinochetista:
(Los chilenos) se creen los ingleses de Amrica, o los jaguares, y no se dan cuenta que son cuatro gatos en
Amrica y nadie los toma en cuenta en el mundo, excepto a los poetas, a Neruda y a la Mistral. Y tal vez al
ChinoRos y a Zamorano.

En la nota final de uno de sus libros, se recuerda que Teillier suele apostar con muy mala suerte a la Polla Gol y
es partidario de la Universidad de Chile, el Green de Temuco y el Celta de Vigo. Pero la aficin ms importante
del poeta tal vez sea para el boxeo. La pelea en que el hroe Arturo Godoy resisti 15 rounds en pie frente a Joe
Louis marc a toda una generacin de chilenos. La imagen del boxeador es una ms en toda una corte de poetas
y otros seres que recorren la obra de Teillier y que no dejan de darse de bofetadas con la realidad:
Revistas color sepia, programas de matches estelares,
el par de guantes firmados por el Presidente
cuando gan el Campeonato
colgados junto al retrato de la Difunta

- 59

'

lo hacen buscar la gloria del Album amarillento


y mientras hierve el agua en el anafe
va recordando la cara del pblico y sus rivales
a quienes el tiempo les ha contado diez. (..)

Todas las tardes regresan sus admiradores


que en la estacin se empujan para llevarlo en hombros
a la vuelta de su gira triunfal
y lo dejan en la primavera del csped de pez-castilla
donde -como le prometi a su madresuea que ha esquivado -sin despeinarse- los golpes del olvido.

8.- '
La poesa de Teillier es una poesa ligada entraablementeal mundo del alcohol. Desde sus primeros libros,
el vino, el pipeo y los licores caseros son signos de la armona del lar y de la fraternidad de una comunidad
plenamente integrada en la naturaleza:
Es bueno saludar los platos y el mantel puestos sobre la mesa,
y ver que en el viejo armario conserva su alegra
el licor de guindas que prepar la abuela
Un amigo reparte el pan y el vino. Siempre eso es bueno.
Y es bueno desear que sea eterno.

El vino sirve para recordar, y as para cumplir la aspiracin lrica de recuperar el pasado perdido:
En el tiempo lquido del bar
los recuerdos son troncosjlotantes en el ro tras la crecida

La relacin del vino con los recuerdos tiene que ver tambin con la poesa. El propio Teillier habl de su relacin
con el alcohol como algo tan primario como la relacin con el alfabeto, y de hecho termin una potica de
1971 afirmando que el vino y la poesa en su oscuro silencio dan respuesta a cuanta pregunta se les formule.
Por eso, el poeta celebra a otros escritores-bebedores; a Li Tai Po, Esenin, y Dylan Thomas, y salud tambin a
Antonio Machado, como el borracho melanclico que le daba a beber wino nuevo en odres viejos.
Pero la amistad y los recuerdos que proporciona el vino, pronto se transforman en la desolacin del bebedor
solitario, cuando el personaje de la poesa de Teillier se ve sumergido y atrapado en las redes del alcoholismo:
Yo me invito a entrar
a la casa del vino
cuyas puertas siempre abiertas
no sirven para .salir

. .

Da tras da
en los charcos verticales
de los espejos de los bares
se va perdiendo tu cara
esa hoja cada de un rbol condenado

El alcohol termina fragmentando violentamente al personaje de la poesa de Teillier, que se convierte en un


ser arruinado econmica, espiritual y fsicamente por su vida en los bares:
Slo tengo deudas y despertares de resaca donde hace dao hasta el ruido del alka
seltzer al caer al vaso de agua
Pero el poeta alcoholizado -el que gasta sus codos en todos los mesones- es un boxeador golpeado que
se niega a traicionar su acometido potico y vivencia1 contra el mundo degradado que lo rodea, y sigue
desafiante en la defensa de la forma de vida suya y de sus amigos. Su epitafio a uno de ellos es intransigente:
Aquyace con mi infancia Samuel Donoso
cuyo nombre pre escrito por el vino.
Fue un rondador de tabernas
hasta que al final cay en las cunetas. ( ..)
T, que lo conociste, si lees estas lneas,
ve a beber en su nombre.

Poticamente, el alcohol deja huellas ambivalentes en la poesa de Teillier. Suscitador de algunas de las
emociones y evocaciones ms lcidas de la poesa lrica, conduce tambin a la desintegracin del poeta, y
de su obra, ms escasa y ms irregular en los ltimos aos, y presa de una sequa potica que lo atormentaba.
9.El mundo lrico anhelado por el poeta, que abandona la aldea para siempre cuando emigra a la gran ciudad, es un
espejismo. Volver al pasado y recuperar la infancia son bsquedas imposibles. Hay, adems, otro factor muy
concreto que aniquila hasta la ilusin del regreso. La definitiva ruptura del lar y su calidez protectora viene dada,
quizs, por la descomposicinsocial que sufre el pas, a partir de 1973, con la instauracin de la dictadura militar:

Mi padre fue condenado a muerte gratuitamente. El golpe signific para mi nunca ms vuelta a Lautaro,
nunca ms casa natal, nunca ms red de proteccin, nunca ms universidad como era antes.
El padre de Teillier logr escapar y se exili con su madre en Suecia. Fueron tambin al exilio los dos hijos
del poeta, y hasta 18 miembros de la familia. Su obra se llena de violencia:
Cuchillos y tijeras trabajan todo el da en tu corazn:
Mi sueo est surcado de rfagas de metralla

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Las hechiceras remueven en sus calderos


la sangre de sus vctimas que beben Ji-iolentasporque ningn sol cantar en sus odos
M hijo Sebastin me escribe que en Transilvania
suea que el Conde Drcula le muestra
cabezas de decapitados
como los girasoles
marchitos en los abandonados patios de
los desterrados de la Frontera.

El poeta vive bajo la represin feroz del rgimen militar, sufre con amargura,con irona- la mordaza bmtai de la censura:
Aprende a portarte bien
en un pas donde la delacin ser una virtud.
Aprende a viajar en globo
y lanza por La borda todo tu lastre:
los discos de Joan Baez, Bob Dylan, los Quilapayn ( ..)
quema la autobiografia de Trotzki o la de Freud
o los 20 Poemas de Amor en edicin finnada y numerada por el autol:
Qu hermoso es el tiempo de la austeridad
Las esposas cantan felices
mientras zurcen el terno nico
del marido cesante

10.La poesa de Jorge Teillier,que quisierasujetarse a la circularidadde un eternoretorno a los lares pedidos, pierde el rumbo
de su destino, sucumbea los embatesdel tiempo, de la invasin tecnolgica, de la violenciade la historia, y del alcoholismo.
La prdida del mundo lrico ahonda en el quiebre vital del poeta, dotando a su vida de una condicin frgil,
a la deriva, de permanente ebriedad etiica a pesar de lo cual sigui escribiendo a su lar y a su Frontera.

El decurso de la obra de Teillier debe leerse quizs, en clave trgica, como la nmesis que castiga, fatalmente, la hubris
del pensamientoutpico que fundamenta las aspiraciones lricasen su negacin de las aberracionesdel mundo moderno.
La poesa de Teillier es la crnica estremecedorade una resistencia noble, como lo fue tambin la resistencia
de su padre contra la injusticia, un hombre cuya esperanza fue sencilla, honesta y -en palabras de su hijohermosa / como ciruelos florecidos para siempre / a orillas de un camino.
Este texto fue ledo a cuatro voces por Niall Binns, Andrs Fisher, Juan Carlos Mestre y Gonzalo
Santelices en un homenaje a Jorge Teillier celebrado en el Ateneo de Madrid el 18 de diciembre de
1996. Participaron tambin en el acto Fernando Beltrn, Antonia Castao, Nacho Fernndez, Guadalupe
Grande, Pablo Mndez, Jos Mara Parreo, Benito del Pliego, Jorge Riechmann y Juan Cobos Wilkins.

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