Registro de Personas
Registro de Personas
Registro de Personas
REGISTRO DE PERSONAS
REGISTRO DE PERSONAS: Es el procedimiento policial que tiene como objetivo REVISAR a una
persona con el propsito de buscar elementos probatorios (REQUISA) o peligrosos (CACHEO)
REQUISA DE PERSONAS: Es un medio de prueba, el Cdigo de Procedimientos en lo Criminal
y Correccional de la Provincia establece para la requisa personal las siguientes condiciones
(Artculo 175):
1 Cuando hay motivos suficientes para presumir que alguien oculta consigo cosas
relacionadas con un delito, el Juez en resolucin fundada, ordenar se requisa.
2 Antes de procederse a la requisa, puede invitarse a la persona a exhibir la cosa cuya
ocultacin se presume.
3 La requisa sobre el cuerpo de una mujer ser practicada por otra mujer, cuando no importe
demora en perjuicio de la investigacin.
4 Las requisas se practicarn separadamente, respetando en lo posible, el pudor de las
personas.
5 La operacin se har constar en un acta, en presencia de dos testigos a efectos que los
elementos encontrados sean utilizados como medio de prueba en el proceso.
CACHEO DE PERSONAS: Cuando se realiza la detencin de una persona, como norma de
seguridad se debe revisar las partes del cuerpo que puedan servir para ocultar armas u otros
objetos peligrosos.
Para el xito de este procedimiento se recomiendan los siguientes pasos:
1 Dominio de la situacin: dirjase al sospechoso con seguridad, con rdenes verbales claras
y fuertes, con decisin.
2 Coloque al sospechoso en situacin de inferioridad fsica, utilizando las tcnicas
correspondientes para mantener en desequilibrio al sospechoso, cuanto mas incmoda sea la
posicin del sospechoso, menos problemas tendremos.
3 El cacheo debe ser TOTAL, RPIDO, METDICO Y MINUCIOSO, para lo cual debe ser
practicado hasta que salga de tal modo.
4 Emplear una sola mano, la otra debe permanecer libre para controlar al sospechoso, no
apartar la vista del individuo. La mano libre debe ser la que usamos para manejar el arma, la
cual debe permanecer siempre lo mas lejos posible del sospechoso.
5 No palpar, es necesario oprimir y deslizar la mano sobre la ropa a fin de descubrir
cualquier objeto, en lo posible, utilizar proteccin de guantes de ltex o similares.
6 Revisar el interior, la suela y el taco de los calzados que lleve puesto el sospechoso.
7 Evite insultar al sospechoso, no se irrite por la resistencia que el mismo pudiera ofrecer,
evite contacto fsico innecesario, nunca de un trato denigrante al sospechoso, realice un
trabajo profesional.
TCNICAS DE CACHEO:
CONTRA LA PARED O UN PUNTO DE APOYO:
1 Ubique al sospechoso con las manos alzadas y abiertas frente al polica.
2 Hgalo girar lentamente hasta quedar de espaldas, sin bajar ni cerrar las manos.
3 Ordnele que apoye las manos contra la pared y abra las piernas, con las palmas de las
manos bien apoyadas en la pared.
4 Separar los pies del sospechoso de la pared y entre s, con las puntas hacia fuera, de modo
que con un simple barrido en una de las piernas del sospechoso, ste pierda el equilibrio.
5 Ordene al sospechoso que apoya la frente en la pared y coloque sus manos sobre la espalda
y coloque las esposas.
6 En la misma posicin, proceda al cacheo.
DE RODILLAS:
detalles de lo que nos rodea, nos despierta el olfato policial para detectar signos de peligro,
como ser movimientos, actitudes sospechosas, automviles con ocupantes que despierten
sospechas, ropas abultadas que supongan la presencia de armas de fuego. Al detectar alguna
de estas actitudes sospechosas debemos extremar los cuidados y acercarnos con precaucin.
6 - RELAJARSE CON LAS FALSAS ALARMAS: Los llamados telefnicos a procedimientos
inexistentes, las alarmas de comercios, bancos o instituciones que por su mal funcionamiento
nos obligan a concurrir peridicamente al lugar, donde constatamos que todo est normal, el
abordaje a personas en actitud sospechosa para identificarlos que no conducen a nada, tienen
un efecto negativo en nuestra actitud por que nos relajan y hacen que bajemos la guardia y
existen numerosos antecedentes en nuestra institucin, de hechos con funcionarios policiales
fallecidos o heridos por haber concurrido a un llamado que a primera vista pareca una rutina
de SIN NOVEDAD y result un hecho grave, con consecuencias graves en la integridad fsica
de policas, damnificados o testigos del hecho.
7 - TOMAR LAS PRECAUCIONES NECESARIAS CUANDO COMENZAMOS EL
PROCEDIMIENTO: Si nos acercamos a identificar o dialogar con una persona que est en una
actitud sospechosa, debemos prestar atencin a sus manos, pues ellas son las nicas que
pueden sostener o utilizar un arma, pueden agredir, lo cual representa una amenaza para
nuestra integridad fsica. Si hemos pasado a la instancia posterior, es decir el cacheo o palpado
de armas al sospechoso, debemos extremas los recursos y poner en prctica los mtodos
aprendidos porque si cacheamos mal, podemos omitir quitar algn tipo de arma al sospechoso
y poner en riesgo nuestra integridad fsica o de nuestros compaeros durante el traslado del
sujeto. Esta tarea se completa colocando las esposas correctamente al sospechoso, siempre
con las manos hacia atrs, pues de este modo se evita que el sujeto utilice sus manos para
agredirnos o tratar de escapar.
La experiencia, la responsabilidad con que asumimos nuestra tarea, el constante
perfeccionamiento en conocimiento y las tcnicas adecuadas para cada circunstancia a que
nos exponemos, nos darn aplomo, seguridad y eficacia en la tarea de EVITAR el delito.
Registro domiciliario
La inviolabilidad de domicilio es una consecuencia del derecho a la intimidad (Artculo
21 de la Constitucin, articulo 18 de la Constitucin espaola, artculo 12 de
la Declaracin Universal de Derechos Humanos, artculo 17 del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Polticos y artculo 8 del Convenio Europeo de Derechos Humanos) e
involucra dos cuestiones distintas, no siempre bien diferenciadas:
el allanamiento del domicilio y
su registro.
1
2
3
4
5
De cualquier modo, hay que poner de manifiesto que lo que se autoriza es la sola
entrada en el domicilio para evitar daos personales o materiales, nunca el registro del
mismo.
Pero el supuesto de delito flagrante es el que plantea ms problemas.
La Ley de Enjuiciamiento Criminal utilizaba dos conceptos diferentes de flagrancia, uno
en el artculo 779 a los efectos de establecer la tramitacin por el extinto
procedimiento de urgencia y la detencin, y otro en el artculo 553 a los efectos de
practicar registros domiciliarios.
El primer concepto contemplaba tres supuestos:
a) el que sea sorprendido cometiendo el delito o inmediatamente despus
de cometerlo
b) el que sea perseguido inmediatamente despus de cometerlo, mientras
no se ponga fuera del inmediato alcance de los perseguidores
c) el que sea sorprendido con los efectos del delito inmediatamente despus
de haberse cometido.
Al desaparecer en 1988 el procedimiento de urgencia y ser sustituido por el abreviado,
este concepto ha desaparecido.
Por contra, el artculo 553 autorizaba el registro domiciliario sin mandato judicial en
tres casos, que no coincidan con los anteriores:
a) cuando haya mandamiento de prisin y traten de hacerlo efectivo
b) cuando sea sorprendido en flagrante delito
c) cuando un delincuente inmediatamente perseguido por los agentes de
la Autoridad, se oculte o refugie en alguna casa.
Ahora bien, la redaccin dada por la Ley Orgnica 4/88 de 25 de mayo que modific la
ley antiterrorista, transform la autorizacin de registro en autorizacin de detencin y
registro, es decir, llev el artculo 779 al 553, rompiendo toda la sistemtica de la Ley
de Enjuiciamiento Criminal, y aade a los supuestos anteriores, el cuarto supuesto: los
de dicha normativa excepcional en casos de excepcional o urgente necesidad y
cualquiera que sea el domicilio donde se oculten o refugien los perseguidos por
supuestos delitos de pertenencia a grupos armados.
El problema de la flagrancia radica en el apartado c) de los que hemos enumerado
entre los comprendidos en el artculo 553, ya que se trata de un supuesto
anticonstitucional si al mismo tiempo no es flagrante. Pero es que, adems, tampoco
basta cualquier clase de flagrancia, sino slo aquella que, en contra de la referida
sentencia del Tribunal Constitucional, tiene por escenario el propio domicilio allanado,
en el cual el titular debe soportar la entrada de la polica bien porque es sujeto activo o
bien porque lo es pasivo del delito.
En caso contrario, la entrada slo en posible en los supuestos de organizaciones y
grupos armados.
El concepto de flagrancia, afirma la sentencia del Tribunal Supremo de 22 de febrero
de 1990, hay que interpretarlo restrictivamente, y exige una inmediatez temporal y
personal con el acto delictivo, adems de una necesidad urgente de intervencin, bien
para poner trmino a la situacin antijurdica existente, bien para conseguir la
detencin del responsable.
Pero el registro domiciliario no es slo una diligencia que pueda devenir nula por su
origen, sino que tambin est minuciosamente regulada en la Ley de Enjuiciamiento
Criminal en cuanto a la forma en que se debe practicar. En este punto hay que
diferenciar dos situaciones distintas: por un lado los supuestos en los que se practica
con autorizacin judicial y, por el otro, los dems.
La diferencia fundamental entre ambos tipos de registros es que en el primero debe
intervenir necesariamente el secretario judicial a fin de dar fe del acto, mientras que en
los dems supuestos deben intervenir testigos.
Una entrada domiciliaria sin autorizacin invalida la diligencia por contraria al artculo
18-2 de la Constitucin (artculo 11-1 de la LOPJ), mientras que si lo que est ausente
es el secretario judicial o los testigos, lo que se infringe es el artculo 24 de la
Constitucin, por resultar una diligencia procesalmente irregular incapaz por s sola de
desvirtuar el principio de presuncin de inocencia (artculo 238-3 de la LOPJ). Segn al
sentencia del Tribunal Supremo de 14 de octubre de 1991, la ausencia de Secretario en
el registro no lo invalida: lo que invalida es el acta levantada sin su firma, que no
podr ser invocada como prueba documental preconstituda para destruir la presuncin
de inocencia; pero el resultado del registro -aade esta sentencia- se podr acreditar
por otros extremos y apunta dos posibilidades:
1. la confesin del inculpado reconociendo el hallazgo de los efectos del delito en
su vivienda,
2. la declaracin testifical de los policas intervinientes.
Pero esta tesis del Tribunal Supremo no resulta admisible.
El registro domiciliario es una diligencia procesal, no un acto administrativo y, en virtud
de los arts.281-1 y 473-1 de la Ley Orgnica del Poder Judicial, el Secretario Judicial,
es el nico competente y con capacidad para documentar tales actuaciones judiciales
con plenitud de efectos. El artculo 569 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal orden a
que el registro se practique siempre en presencia del Secretario judicial; de ah que
la sentencia del Tribunal Supremo de 18 de octubre de 1990 calificara la presencia del
fedatario de exigencia legal insoslayable.
Obviamente el delito se podr probar por otros medios diferentes, pero en ningn caso
cabe convalidar a posteriori una diligencia de registro nula.
En consecuencia, la ausencia del secretario no podr ser suplida por la declaracin en
el acto del juicio oral de los policas que lo practicaron, ya que se incurrira en fraude
de ley (sentencia del Tribunal Supremo de 3 de diciembre de 1991), ni tampoco puede
uno de los policas actuantes ejercer la funciones de secretario, dada la naturaleza
judicial del acto.
El artculo 563 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal establece que, pese a la naturaleza
judicial y no administrativa de los registros domiciliarios, el juez delegue su presencia
en favor de cualquier autoridad o a los agentes de la polica, pero nunca en secretario,
cuya intervencin es insustituible. Segn la sentencia del Tribunal Supremo de 24 de
septiembre de 1991 el que uno de los policas presentes acte como Secretario
transforma el contenido de la delegacin judicial y quebranta tanto la ratio como la
literalidad del precepto... El permitir que un polica acte de Secretario es una
corruptela contraria a las garantas legales, que convierte en nulo lo actuado. Un
obstante esto, la Ley requiere la presencia del propio interesado, que es quien puede
garantizar la contradiccin, poniendo de manifiesto cuantas observaciones desee en el
acta correspondiente. La sentencia del Tribunal Supremo de 3 de diciembre de 1991
afirma que la intervencin del Secretario tiene por objeto tambin asegurar que la
intromisin domiciliaria se realice dentro de los lmites marcados por el contenido de
la resolucin judicial que lo acord. En realidad esta es una funcin que debe
desempear tanto el Secretario como el letrado que designe el inculpado.
El Tribunal Constitucional, en su sentencia de 27 de febrero de 1984 ha puesto de
manifiesto que no coincide el concepto constitucional de domicilio con el jurdicoprivado o jurdico-administrativo, que lo basan en el hecho de la residencia habitual, en
cuanto es ms amplio al tratarse de una proteccin de carcter instrumental que
defiende los mbitos en que se desarrolla la vida privada de la persona.
Lo esencial es que se trate de un lugar cerrado en el que una o varias personas
desarrollen su vida privada, independientemente del ttulo jurdico que medie entre
dichos sujetos y la vivienda en que habitan, ya que, tal como han declarado las
sentencias del Tribunal Supremo de 18 de marzo de 1992 y 6 de abril de 1993, no
pueden equipararse domicilio y propiedad. La sentencia del Tribunal Supremo de 26 de
junio de 1993 lo ha extendido a las habitaciones que en una pensin, residencia u
hotel ocupa una persona o familia, y a los lugares cerrados donde se vive, por modesta
y sencilla que sea la morada, incluidas, por supuesto, las chabolas y viviendas de
anloga significacin, y por ello ha puesto siempre el acento en la idea de vivienda fija,
transitoria u ocasional, en concordancia con las precisiones constitucional y penal. Por
supuesto, el mismo criterio anteriormente expresado hay que extenderlo a los coches
cama de los ferrocarriles y a los camarotes de los barcos.
Por el contrario, quedan fuera del concepto de domicilio los lugares cerrados
destinados, no a la morada, sino al desarrollo de actividades laborales o recreativas,
los almacenes y los locales comerciales, ya que no pertenecen al mbito de intimidad,
no son "espacios en los cuales el individuo vive sin estar sujeto necesariamente a los
usos y conveniencias sociales y ejerce su libertad ms ntima" en expresin del auto
del Tribunal Constitucional 171/1989, de 3 de abril. En concreto, la Sala Segunda del
Tribunal Supremo viene declarando que los locales abiertos al pblico, como pueden
ser los de esparcimiento o comerciales, as bares, tabernas, pubs, restaurantes,
tiendas, locales de exposicin, almacenes, etc., no estn tutelados por la inviolabilidad
que a los domicilios otorga el artculo 18.2 de la Constitucin, sino todo lo contrario, los
considera excluidos de tal tutela (sentencias de 10 de mayo, 5 de junio, 9 y 19 de
julio, 16 de septiembre, 22 de octubre, 9 de diciembre de 1993 y 14 de abril de 1994),
en cuanto de un lado el artculo 547-2 y 3 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal as lo
regula, y de otro se trata de locales por naturaleza abiertos a cualquiera y en cuyo
acceso libre por las gentes se basa el destino, lucro y utilidad de los mismos ("abiertos
al pblico"), por lo que no se pueden incorporar en ellos las rigurosas limitaciones que
el ordenamiento jurdico establece para los lugares donde se vive y se ejercita la
intimidad personal que el artculo 18 de la Constitucin tutela, teniendo slo estos
ltimos, en consecuencia, la especial proteccin constitucional y penal que deriva de su
inviolabilidad. En consecuencia, un registro practicado por la polica sin mandamiento
judicial en alguno de dichos locales sera lcito y valido con los efectos de toda
diligencia policial que se realiza en base a una investigacin pre-procesal o atestado.
En este mismo sentido se orientan igualmente las sentencias de 21 de febrero, 2 de
marzo y 10 de mayo de l994.