El Relato Breve en Miguel de Unamuno
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UNA APROXIMACiN
INTRODUCCIN
El cuento es quizs la forma literaria ms enraizada en la
cultura de los pueblos: se halla en todas las colectividades humanas conocidas y aparece vinculado a sus relatos originales, a sus
mitos formativos, a la historia inicial de cada cultura r!J, Por otro
lado, tambin el cuento se ha convertido a lo largo de los siglos en
un formidable vehculo de comunicacin intercultural, pasando de
unos pueblos a otros, enriquecindolos y enriquecindose a su vez
con lo que aporta y recibe en cada nuevo contacto.
]0 que sucede con las tres primeras colecciones espaolas conocidas, la Disciplina clericalis (Pedro Alfonso, siglo XII), el Calita y Dimna y el
Sendebar, (ambas de la segunda mitad del siglo XIII): todas se
nutren de la tradicin oriental y la adaptan a la occidental hasta
formar parte indiscutible de ella (2', Sin embargo, es en el siglo XIX
cuando el cuento literario se desarrolla definitivamente r3 ' y adquiere unas caractersticas que, en buena medida, llegan hasta la
(1) Ver, a este respecto, las aportaciones de LVI-STRAUSS (1974) Y de PROPP (1981).
(2) Baste recordar la tradicin del clebre cuento dc la lechera: arrancando quizs desde el
Panchatantra, pasa por el Calila y Dimna, sigue por el CuentacuentoB de Tirnoneda y por
las fbulas de Samanego, entre otros muchos intermediarios, hasta llegar al siglo XX a
travs, por ejemplo, de Buero Vallejo (Historia de una escalera) y Delibes (Diario de un
cazador), Para ms datos, consultar el estudio de FRADE.JAS (1978).
(3) Amplia informacin en BAQUERO GOYANES (1949).
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actualidad. La prensa contribuye, de forma decisiva, a fijar contenidos y estructuras (extensin, temas y actualidad de los mismos):
la mayora de los casi cuatrocientos libros de cuentos aparecidos en
la ltima dcada del siglo proceden de los ms de diez mil relatos
publicados antes en peridicos y revistas 4'. Y tambin en la prensa
se manifiesta la transicin entre el cuento realista (descriptivo,
didctico, verosmil, ambientado en el medio urbano) y el que va
a predominar en los comienzos del siglo actual: alusivo, no didctico, centrado en la interioridad del protagonista, evitando las explicaciones digresivas y dotado a veces de final abierto .
En ese ambiente se desarrolla la rica y diversa narrativa
breve de los escritores de la llamada "Generacin del 98", grandes
cultivadores del gnero y, adems, responsables en buena medida
de su evolucin: sus textos aparecan en las tres variantes que poco
a poco habran de convertirse en las formas habituales de publicacin: la prensa (innumerables peridicos y revistas), las antologas
17' y el libro. Colecciones como Jardn umbro (1903) de Valle-Incln,
Vidas sombras (1900) de Baroja, sin olvidar la inmensa obra cuentstica de Azorn ld', se nutren de esas diferentes posibilidades. Refirindonos al caso de Unamuno, que aqu nos ocupa, sus relatos iniciales vieron la luz bajo cabeceras tan dispares como las de El
Progreso, El Imparcial, La Lectura, Madrid Cmico, Vida Nueva,
La Ilustracin espaFwla y Americana y El Nervin, entre otras
(4) BOTREL 0998: 4). El proceso contrario, la aparicin en los peridicos posterior a la del
libro, no llega a una docena, segn EZAMA GIL 0992: 35). Esta misma investigadora
recuerda que el crecimiento de la prensa hizo temer la desaparicin del libro (dem, p.
17).
(5) EZAl'vlA GIL (1998: 19-20). En el mismo texto, algunas notas sobre el volumen e importancia de los premios literarios para cuentos.
(6) Ms detalles en MARTNEZ CACHERO 0994: 11-15).
(7) Citemos dos, aparecidas a inicios del siglo, en 1902: la de Arturo Vinardell Roig (Los
mejores cuentos de los mejores autores espar10les contemporneos), que recogia textos de
autores como Valle, Martnez Ruiz y Manuel Machado. En la otra (Novelas cortas de los
mejores autores espatloles contemporneos), a cargo de Enrique C'.tmez Carrillo, aparecan, adems de los consabidos autores realistas, las firmas de escritores jvenes como
Unamuno, Baroja, Trigo y Ciges Aparicio!.
(8) Posiblemente sea Martnez Ruiz/Azorn el autor de su generacin que con ms intensidad y duracin cultivara el cuento literario (FOX, 1982), pero no olvidemos que, segn
BAQUERO GOYANES (1972), el ms puro narrador barojiano se encuentra en este libro
de relatos y que lo mismo se ha dicho del Valle de Jardn umbro (GONZLEZ LPEZ,
1988).
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digio de la Naturaleza, no est condicionado para desempear todos los gneros con
igual maestra. A Prez Galds, por ejemplo, le es difcil redondear y encerrarse en un
espacio reducido; no maneja el cuento, la nouvelle ni la narracin corta: necesita desahogo, pginas y ms pginas" (BAQUERO GOYA:'-JES, 1949: 121).
nO) Recordemos a este propsito la aguda conciencia que tena Ignacio Aldecoa sobre las
diferencias entre ambos gneros (FER:'-JNDEZ-BRASO, 1968).
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pginas y consultando el desenlace. Por ese motivo, Unamuno sostiene con cierto humor que, por simple coherencia con la realidad,
se debera evitar el desenlace (la vida, en general, tampoco lo tiene)
o, consumando la arbitrariedad, el relato "debe tener dos o ms,
expuestos a dos o ms columnas, y que el lector escoja entre ellos
el que ms le agrade" (UNAMUNO, 1960, 11: 198). El segundo
punto denostado es el sentimentalismo de las situaciones como
receta infalible, segn el consejo del "famoso dramaturgo" d'Ennery
no desprovito de cinismo: "Componga usted una situacin
pattica y emocionante, e importa poco lo que en ella digan los personajes, porque el pblico, cuando llora, no oye" (ibdem). En esa
literatura, de mero pasatiempo, el pblico no se entera de lo que lee
e incluso lee para no enterarse: ya tiene bastante con sus propios
pesares y cavilaciones. Ahora bien, esa percepcin de la literatura
representa precisamente lo contrario de lo que pretende Unamuno
con sus relatos: dado su papel de agitador de conciencias, de sacudidor de modorras hispnicas y de otras latitudes, l escribe para
que el lector se entere, para que adquiera lucidez, conciencia de su
realidad y de su situacin en el mundo. En otros trminos, el cuento debera ser paradjico segn la etimologa del trmino, es decir,
transmisor de una visin de las cosas desviada de la opinin habitual, aun corriendo el riesgo de ser condenado por sta ltima, riesgo que Unamuno percibe y est dispuesto a afrontar: "(..) y s que
entre paradoja y hereja apenas hay diferencia; pero ... " (dem: 200).
(w,
(11) Se trata de un autor de melodramas francs 11811-1891), clebre por su gran fecundidad literaria y por su particular habil.idad para construir intrigas ingeniosas. Gaspar
Hauser, Marie-Jeanne y Les Deux Orphelnes son algunos de sus ttulos ms conocidos.
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(12) "Noto particular analoga entre la concepcin del cuento y la poesa lrica: una y otra
son rpidas como un chispazo, y muy intensas -porque a ello obliga la brevedad, condicn precisa del cuento. Cuento original que no se concibe de sbito, no cuaja nunca"
(cito por PAREDES NUEZ, 1979: 329).
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(13) Por' ejemplo, al expresarse contra el didactismo literario ("La roa infecciosa de nuestra
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que se pueda dar, rigurosamente, una situacin de dilogo: ausencia de intermediarios, intercambio de contenidos, respeto de la
palabra del otro e incorporacin de sus propsitos al proceso dialogal, horizontalidad (puesta entre parntesis de la posible jerarqua
preexistente), suministro de cantidad de informacin suficiente,
pertinente y veraz, claridad en la exposicin, oportunidad de lo
expresado en relacin con el momento en que se hace, etc. Por otro
lado, esa definicin nos permite observar cundo y por qu un dilogo no se llega realmente a producir o fracasa en su desarrollo: no
pertinencia de los temas abordados, ausencia de un proyecto
comn de avanzar en el conocimiento, descalificacin directa o
indirecta del otro, conversin del dilogo en monlogos compartidos
(frecuente, por ejemplo, en los debates radiofnicos y televisivos),
etc. Finalmente, la nocin de actividad smica advierte que el dilogo puede incluir tambin gran cantidad de componentes paralingsticos como pausas, ritmo, tono, gestos, desplazamientos, etc.,
componentes susceptibles de volverse decisivos en el proceso dialogaL Un breve fragmento de "Al correr de los aos" (El espejo de la
muerte, 1913) nos permitir ilustrar este punto:
Despus de muchos aos de matrimonio relativamente feliz,
Juana observa un cambio de actitud en su esposo e incluso un da
le sorprende besando un retrato de mujer. Llevada por los sentimientos que podemos imaginar, aprovecha la primera oportunidad
para sacar de la cartera de Juan dicho retrato. Sorprendida, descubre que se trata de ella misma siendo joven y se lo guarda. Un
da no puede ms y, ante el mutismo del marido, le dice:
-Oye, Juan, tengo algo que decirte.
-Di, Juana, lo que quieras.
Como los enamorados, gustaban de repetirse uno a otro el
nombre.
-T, Juan, guardas un secreto.
-Yo? No!
Juan.
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Anastasio
posee una discreta fortuna pero no abriga la
menor ambicin de gloria, honores ni poder: todo 10 que l ansa es
la experiencia de un amor autntico, del que la vida todava le ha
privado y sin el que considera su existencia como carente de sentido. Lee todo tipo de textos literarios o cientficos que le puedan
ilustrar, tiene diversos contactos femeninos, viaja continuamente
en busca de su ideal, entre la esperanza y la desesperacin de no
encontrarlo nunca. Por fin, cuando menos lo espera, en el comedor
annimo de una fonda, tropieza con una desconocida mujer que se
encuentra en su misma situacin. Se confiesan mutuamente y,
temblando de felicidad, deciden entregarse por completo a sus sentimientos, sin preocuparse lo ms mnimo del pasado ni del futuro:
-No pensemos en el porvenir reanud ella-; ni en el pasado tampoco. Olvidmonos de uno y de otro. Nos hemos
encontrado, hemos encontrado el amor, y basta L .. J.
-Tiemblas, Anastasio?
tambin t, Eleuteria?
temblamos los dos.
qu?
(14) Los nombres no siempre son lo mejor de los textos unamunianos, aunque aqu la etidel trmino ('levantamiento', 'resurreccin' y tambin 'destierro') puede
lo mismo que la de Eleuteria ('libertad', 'independencia' e incluso
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-De felicidad.
-Es cosa terrible esta felicidad; no s si podr resistirla.
-Mejor, porque eso querr decir que es ms fuerte que nosotros.
(UNAMUNO, 1960, 1: 49).
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Si la primera parte sintetiza varios aos de la vida de Anastasio, la segunda detalla a 10 largo de tres pginas las peripecias
sucedidas en muy pocas horas, intensas y decisivas para los protagonistas: el encuentro fortuito, la confesin mutua, el proyecto de
unidad, la realizacin de su amor, la muerte de ambos. Frente a la
rpida descripcin o resumen de la primera parte, esta vez la
accin tiene lugar ante los ojos del lector: como en el gran cuento
literario clsico, el narrador ha determinado presentar en directo
los momentos culminantes de la existencia, los que dan sentido a
la vida de los personajes (as como en otras circunstancias se presentaran los referentes a su fracaso). El relato, dividido as en dos
tiempos sucesivos y opuestos, funciona como una especie de diptica cuyo plano formal (descripcin resumida de un tiempo largo
seguida de accin intensa en un tiempo reducido) corresponde perfectamente al del contenido (separacin y desconocimiento de los
personajes seguida de su reconocimiento y unin final).
Utilizando la terminologa de los mass media, diramos que
Unamuno ha consumado aqu, como acaso pocas veces en su obra,
el arte de redoblar el mensaje por el medio. Y no es que se trate de
un cuento nico con esta estructura (baste recordar "Ver con los
ojos", "San Miguel de Basauri" o "Caridad bien ordenada", todos
anteriores al siglo XX), pero s ciertamente uno de los relatos en
que esa estructura se manifiesta de la manera ms lograda. A ello
contribuye sin duda el tratamiento de la relacin entre tiempo y
accin, no slo por la oposicin y sucesin ya citada entre tiempo
largo pero vaco y tiempo breve pero denso de experiencias, sino
tambin porque la accin de los personajes constituye un desafo y,
para ellos, incluso un triunfo sobre lo que el tiempo supone de condena inevitable a muerte, volviendo la experiencia del ser humano
efmera y quizs incluso sin sentido:
-No hables del porvenir, Anastasio; bstenos el presente! [. .. ]
-No pensemos en el porvenir -reanud ella-; ni en el pasado
tampoco. Olvidmonos de uno y de otro. Nos hemos encontrado, hemos encontrado el amor y basta [. .. ].
-[Anastasio] Es cosa terrible esta felicidad; no s si podr
resistirla.
-Mejor, porque eso querr decir que es ms fuerte que nosotros
(lJNAMlJNO, 1960, 1: 49).
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(5)
Un relato con la densidad y riqueza de ste podra dar lugar a reflexiones de cierto inters sobre tpicos tales como la relacin entre amor y muerte. el simbolismo del otoo,
estacin en la que se encuentran los personajes, las referencias bblicas (la mujer
comiendo una jugosa manzana al ser abordada por hombre), etc., pero sera otro tipo
de anlisis diferente del que proponemos aqu, nicamente de orden estructuraL
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(17) La leccin de violn, primera traduccin de un texto de Hoffman, es de 1837 (en el nmero 34 de una coleccin de novelas extranjera8 titulada Horas de invierno. Las Historias
extraordinarias de Poe aparecieron traducidas en 1858 (Madrid, Luis Garca impresor).
Las traducciones de Maupassant se realizan a partir de la ltima dcada y aparecen
primero y sobre todo en peridicos y revistas: El Liberal, La Iberio. La vida galante,
Vida Nueva, etc.
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ratura. As lo muestran, por ejemplo, Alarcn (Narraciones inverosmiles), Rosala de Castro (El caballero de las botas azules), Nez
de Arce (Cuentos fantsticos), Ros de Olano (El doctor Lauela),
Bcquer (Leyendas), Valer a (Morsa mor) y Galds (Celn y diversos
relatos breves).
Por su parte, Unamuno, si bien produjo una serie de cuentos dignos de figurar en una antologa de relatos de la Restauracin
("Redondo, el contertulio", "Ramn Nonnato, suicida", "Un caso de
longevidad"), tambin cultiv con acierto este tipo de literatura, y
estuvo al corriente de su evolucin como lo muestra su variacin
sobre el clebre "Pedro Schlemihl", de Chamisso, titulada "La sombra sin cuerpo". De la misma pluma salieron numerosos relatos
fantsticos como "Juan Manso", "El canto de las aguas eternas",
"Mecanpolis", "Las peregrinaciones de 'furismundo", "La bienaventuranza de D. Quijote", "La carta del difunto" y "El que se
enterr", del que vamos a tratar ahora llHI.
Sin saber cmo, Emilio enferma de terror: se siente continuamente en peligro, incluso en peligro de muerte. Ese miedo inexplicable le impide incluso consultar a algn especialista, y le asla
progresivamente del exterior. Encerrado un da en su cuarto, desea
la venida de una muerte liberadora. Percibiendo de pronto una presencia, levanta los ojos, y ve que el inoportuno visitante es l
mismo, de pie, que le observa. El terror le hace desvanecerse y
morir. Cuando vuelve en
se encuentra en el lugar ocupado antes
por el visitante: "Mi conciencia, mi espritu, haba pasado del uno
al otro, del cuerpo primitivo a su exacta reproduccin. Y me vi o vi
mi anterior cuerpo, lvido y rgido, es decir, muerto" CUNAMUNO,
1960, II: 49). Tras el primer momento de estupor, decide enterrar
su cadver, y llevar una vida lo ms normal posible. Despus de
algn tiempo, y ante las insistentes preguntas de un amigo inquieto por su cambio de carcter (de jovial y dicharachero se haba con(18) Hay todava una notable ambigedad en cuanto a las categorizaciones y al lugar que
ocupa lo fantstico en el conjunto de 10 literario (si se trata de un gnero, de un estilo,
de una tcnica, etc.). Aunque no es ste el lugar para dilucidar cuestin de tal envergadura, indiquemos que, terica o idealmente convendra distinguir, al menos lo fantstico, lo maravilloso.Y lo extraordinario. As, en el caso de Unamuno, "El que se enterr"
podra pertenecer a la primera categora; "El canto de las aguas eternas", a la de lo
maravilloso (el personaje admite sin trauma su insercin en un mundo donde todo es
posible) y "La carta del difunto", a la de Jo extraordinario (al final se da una explicacin
de lo ocurrido como algo inslito pero perfectamente posible).
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cional, por no ser ms que producto de transacciones entre los hombres (en su tratado sobre la alucinacin, llegar a afirmar que la
lgica es una institucin social). Incluso se pronuncia claramente a
favor de lo que constituye una de las bases de la literatura fantstica, desde sus orgenes hasta la actualidad: por una parte, la existencia ineludible del misterio como un componente de la realidad:
"Si pudiramos leer en las almas de los que nos rodean, veramos
que vivimos envueltos en un mundo de misterios tenebrosos pero
palpables" (dem: 52. Se trata de las ltimas lneas del texto). Por
otra parte, la incongruencia de pretender aniquilar el misterio buscndole una ilusoria explicacin:
Pobres locos! Se os figura que el mundo es una charada o un
jeroglfico cuya solucin hay que hallar. No, hombre, no; esto
no tiene solucin alguna, esto no es ningn acertijo ni se
trata aqu de simbolismo alguno. Esto sucedi tal cual te lo
he contado, y si no me lo quieres creer, all t (ibdem)<l9'.
Comprendemos as que el aislamiento posterior del personaje venga tanto por la dramtica experiencia sufrida, como por la
modificacin que se ha operado en l. No obstante, el lector tiene la
impresin de que la vida de ese pretendido loco resulta mucho ms
compleja, estimulante y frtil, es decir, ms rica y densa que la de
quienes lo aslan (tal vez el amigo confidente, teniendo esa misma
impresin, haya decidido exorcizarla convirtindose en transmisor
de la historia) (20'. En cualquier caso, el relato ilustra lo que es un
componente tradicionalmente bsico de esta literatura: lo fantstico no surge de la mera existencia de dos actante s (un fenmeno
extremo y un personaje), sino de la relacin entre ambos, la cual
sera el autntico protagonista en sentido estricto, relacin que se
concreta en la alteracin profunda y durable del personaje. Sin esa
alteracin, el texto fantstico dificilmente llegara a ser tal.
(19) El lector percibir aqu sintetizadas buena parte de las preocupaciones fundamentales
de nuestro autor y sus vinculaciones cervantinas. A este respecto conviene recordar el
estudio de Eleanor Krane Paucker al frente de su seleccin de relatos unamunianos,
cuyo ttulo ya es suficientemente expresivo: "Los cuentos de Unamuno, clave de su obra"
(UNAl\1UNO, 1960,1: 7-19).
(20) La afirmacin del personaje, en oposicin dialctica con el aplastamiento que sufre, ha
sido considerada por Malrieu como un rasgo generalizable al conjunto del relato fantstico: HA pesar de todas las apariencias, lo fantstico reposa en la afirmacin del hombre" CMALRIEU, 1992: 72).
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PARA TERMINAR
A travs de los apartados anteriores, hemos podido apreciar
la riqueza y variedad de tcnicas, de estructuras, de asuntos y de
problemticas presentes en la cuentstica de Unamuno. Tambin
hemos percibido su pronto dominio de esta forma narrativa (inclu-
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Bibliografa citada
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apro~imaci1in
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(1998), pgs. 18-20.
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