S Bergson
S Bergson
S Bergson
fantasma de la vida
A nto n io D opazo G allego
BERGSON
ANTONIO
DOPAZO
Bergson
E l inaferrable fantasm a de la vida
A ntonio D opazo Gallego
CONTENIDO
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El fantasma de la libertad
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El fantasma de la vida
El impulso vital: ms que empuje, menos
que atraccin
l a risa. Ensayo sobre la significacin de lo cmico
El impulso vital ni como voluntad ni como representacin
Cronologa
Indice de nombres y de conceptos
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88
y la parapsicologa
Obras principales
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libertad. Y esa libertad de todos los seres que ruedan sobre la duracin
se unifica globalmente en el concepto de impulso vital, que corona
la filosofa de Bergson.
'Rmrfptm
concepto, que conectaba bien con las inquietudes de una poca (el
paso del siglo xix al xx) fascinada por la velocidad y la llegada del mo
tor de explosin, hemos de ver la necesidad con que se le impuso.
Segn conceba la filosofa nuestro autor, alguien no se sienta un
buen da a escribir y decide que va a crear un concepto filosfico, por
no decir a escribir un libro. Es preciso que, en cierto modo, no le quede
ms remedio que hacerlo. Esto puede resultar paradjico, pues antes
hemos dicho que un autor o autora no se deduce de las circunstancias
de su poca: hace falta que se arriesgue y d un salto mortal por
encima de lo que se espera de l o ella. Ahorra, sin embargo, decimos
que ese acto tiene algo que el autor no elige. Cmo conciliar estas dos
afirmaciones? No estaremos lejos de entender la concepcin del acto
libre en Bergson si observamos que no hay contradiccin entre ellas.
Pero no adelantemos acontecimientos.
En este breve libro nos conformaremos con m ostrar algo de la ne
cesidad con que se le impuso la duracin a su autor y algo de la
libertad con la que ella le perm iti afrontar problemas de una gran
variedad sin perder la sutileza que le caracteriz. Para ello, en conse
cuencia, no podemos perder de vista los libros que Bergson escribi.
Una idea permanece todava demasiado amplia mientras no se aplica
a solucionar problemas que ella ha planteado. Podramos divagar eter
nam ente sobre la duracin, pero no mediremos su poder mientras
no sepamos cules son sus aplicaciones precisas: qu nos perm ite ver
que antes no veamos, en el entendido de que, como opinaba este fi
lsofo, es solo la experiencia la que aporta la garanta de un acuerdo
entre el pensam iento y lo real.
A tal fin, dividiremos la lectura en tres partes: la primera, un ca
ptulo em inentem ente biogrfico; la segunda, otro destinado a expo
ner de forma sencilla pero razonada cmo lleg a su concepto clave,
la duracin, pasando por su crtica de la tradicin y su particular
16
littrgstm
Solo una cosa ms. A menudo tenem os que leer que la filosofa se
ha condenado a s misma a la marginalidad por no ocuparse de los
datos que le proporciona la ciencia. Valga lo que valga este reproche,
es posible que Bergson haya sido el ltimo gran filsofo en escapar a
l. Lo que no se dice tanto es que, cuando el filsofo se ocupa de esos
resultados, lo que aporta no necesariamente resulta del agrado de los
cientficos. Otro tanto ocurrira respecto a la religin o la opinin p
blica. La filosofa no rinde cuentas a ningn poder establecido: tiene
su propia agenda y su propio campo de ejercicio, demarcado median
te problemas y conceptos propios.
Como todos los grandes, Bergson contribuy a trazar esa esfera y a
reivindicar su autonoma. Sin duda procedi a su manera, pero hacin
donos entender que hay latitudes de la experiencia y del pensamiento
racional a las que solo la filosofa accede con cierta firmeza de nimo.
Ni la ciencia ni la religin las alcanzan, porque no son su problema. Y
aunque toda empresa metafsica de la ambicin de la aqu esbozada
sea en cierto modo la historia de un fracaso (el derivado de intentar
colonizar plenam ente ese territorio que a la vez nos descubre), se
trata, en el caso de Bergson, de un magnfico fracaso, a la altura de su
tiempo y del nuestro, ante el que no podemos dejar de admirarnos.
'Hprgsnn
-De modo que, segn Zenn, en cada instante la flecha est inm
vil porque no tendra tiempo de moverse, es decir, de ocupar al menos
dos posiciones sucesivas, a no ser que se le concedan por lo menos dos
instantes. Pero inmvil en cada punto de su trayecto, estar inmvil
durante todo el tiempo que se mueve.
La voz de un alumno interrumpe la explicacin:
-Pero si la flecha se para todas esas veces, cmo va a tener la fuer
za para clavarse en la diana? Yo creo que el arquero no estar muy con
tento con Zenn despus del esfuerzo que ha hecho para tensar el arco.
Las risas resuenan entre las filas de pupitres.
El joven profesor, en principio importunado, permanece un se
gundo pensativo mirando al adolescente. Su rostro serio se torna en
sonrisa astuta, maliciosa, y sus ojos azules se llenan de un sbito bri
llo de euforia.
-Bueno, es que Zenn no dice que la flecha se pare. Yo creo que l
sabe tan bien como t que se clava en su objetivo.
Otro alumno irrumpe:
-Ya entiendo. Entonces solo lo dice para desmoralizar al arquero
rival, hacer que falle y llevarse el premio. Buen truco.
alumnas de la escuela superior fem enina de Angers (donde Bergson haba dado clase
dos aos antes), la escritora M athilde Alanic, titulado El encantador: Un resto de
tim idez juvenil preside su actitud. Una sonrisa indecisa tiem bla en su fina boca Brusca
mente, sus ojos se revelan: un rayo azul en el que crepitan destellos de jbilo. El maestro
se levanta ligeram ente para efectuar una inclinacin de cortesa y comienza: Seoritas*.
Desde el momento en que resuena la voz lim pia musicalmente flexible, se puede ver la
fisonoma mvil del orador ocluirse y la mirada hurtarse hacia el interior para seguir ni
camente las fluctuaciones de su pensamiento. Quien habla es un hombre muy joven: 22
aos tendr? Pese a la seduccin de un rostro delicado, impone una deferencia respe
tuosa a estas jovencitas que le escuchan y a las que se les aparece intangible y distante:
todo espritu (citado en Ph. Soulez / F. Worms, Bergson, Pars, PUF, 2002, pg. 73).
I>
n La flecha no est nunca en ningn punto de su trayecto. Todo lo ms cabra decir que
podra estar ah, en el sentido de que pasa por ah y que le estara perm itido detenerse
ah. (] Suponed una goma elstica que estiris de A a B, podrais dividir su extensin? El
curso de la flecha es esa extensin misma, tan sim ple e indivisible como e lla Es un solo
y nico salto. La evolucin creadora, pgs. 308-309. Todas las obras de Bergson son
citadas segn la paginacin de la nueva edicin crtica francesa (Pars, PUF, 2007-2011).
Hrrgxon
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21
22
'Bargsan
2^
fi Carta a W illiam James, 9 de mayo de 1908, en Mlanges, (Pars, PUF, 1972) pgs.
765-766.
Vase tambin Carta a Giovanni Papini de 1903, ibid., pg. 604: En realidad, la m etaf
sica e incluso la psicologa me atraan mucho menos que las investigaciones relativas a
la teora de las ciencias, sobre todo a la teora de las matemticas. Para mi tesis doctoral
me propuse estudiar los conceptos fundam entales de la mecnica. Esto me llev a ocu
parme de la idea de tiempo.
'forgson
24
Como atrados por la magnitud del desafo, todos los grandes pen
sadores mordieron el anzuelo y cayeron en la tram pa de explicar el mo
vimiento a partir de lo inmvil y el tiempo a partir del espacio, que es
donde nuestra inteligencia se siente ms cmoda. No se daban cuenta
de que la tentativa naca muerta, y que Zenn se la haba jugado condu
cindoles a un laberinto sin salida: la inteligencia se caracteriza por una
incapacidad para pensar lo mvil, que reduce continuam ente a im
genes espaciales. De ah todo el repertorio de malentendidos y proble
25
2b
'Ih'rgson
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'Hfrgsim
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30
'Bergsort
n La risa, pg. 118, traduccin de M* Luisa Prez Torres, Madrid, Alianza, 2008.
:u
'Hergson
S2
\N
Positivismo espiritualista?
P ara e n te n d e r cm o su rg e el p e n sa m ie n to de B ergson es ne ce sa rio dar
un pequeo rodeo p o r la filo s o fa m oderna. Ya d esde la p o ca de D es
cartes, con el in ic io d e l ra cio n a lism o , su rg e en F ra n cia una lnea paralela
y m enos co n o cida de pensa d o re s que, sin re n u n cia r a la razn ni a la
cie n cia , re ivindican el co n o c im ie n to in m e d ia to (la In tu ic i n ) y la vid a in te
rior. El p io n ero de e sta lnea es B la ise P ascal, e m in e n te m a te m tico y fi
l so fo , quien d e sco n fia b a de la de riva m e ca n icista d e l ca rte sia n ism o (El
s ile n cio e te rn o de los e sp a cio s in fin ito s m e a te rra [...]. N o d ebo buscar
mi d ig n id a d en el espacio, sin o en e l cu rso re g u la d o de m i pensam iento.
S olo el pensam iento hace la gran d e za d e l hom bre. [...] El corazn tie n e
razones que la razn desconoce). E ste e sp lritu a lism o fra n c s e clo sio n a
a p rin cip io s del s ig lo x ix en la o b ra de M aine de B iran, p e ro s u fre a p a rtir
de e n to n ce s un e sta n ca m ie n to que co in cid e con la irru p c i n triu n fa l de
la filo s o fa k a n tia n a
K a n t e sta b le ce un a rm is tic io e n tre m a te ria lista s y e s p iritu a lis ta s po
niendo co to a las p re te n sio n e s d o c trin a ria s d e am bos: fre n te a lo s p ri
m eros, no hay co n o cim ie n to q u e no se a filtra d o por las fa cu lta d e s d e l
e sp ritu ; fre n te a los segundos, e l p ro p io e s p ritu no co n o ce nada a je n o a
los d a to s de la se n sib ilid a d .
A unque m uchos e s p iritu a lis ta s a ce p ta ro n las co n d icio n e s d e la paz
kantiana, o tro s e scu d ri a ro n la le tra pequea a fin d e re h a b ilita r la
m e ta fsica com o sa b e r a b so lu to . A s s u rg i la filo s o fa d e l ro m a n ticism o
alem n, que p arta de la e xp e rie n cia e s t tic a para fu n d a r e l co n o cim ie n
to de los se cre to s m s p ro fu n d o s d e l un ive rso d esde la desconocida
raz com n (K a n t d ix if) e n tre n u e stro p e n sam iento y n u e stro s se n tid o s
a la que so lo el g e n io cre a d o r accede. En lu g a r d e h a ce r d e l g e n io una
e xcepcin, com o K ant, e l ro m a n ticism o lo elev a re g la , ubica nd o la li
b e rta d absoluta, a tra v s de la que p a rticip a m o s en la p ro d u cci n divina,
en el c e n tro de un nuevo siste m a m e ta fsico . El p rin cip a l e xp o n e n te de
e sta co rrie n te , S ch e liin g , e stu d io so de las cie n cia s natu ra le s, acus a su
defilaofaai
sus escritos, mientras que era especialmente riguroso con los mejores,
elevando el listn de las expectativas para que no decayera el esfuerzo.
Adems de consagrarse como profesor; en Pars se entrega a la ar
dua elaboracin de su segundo libro, el asombroso Materia y memoria
(1896), subtitulado Ensayo sobre la relacin del cuerpo con el espri
tu. En l, y valindose de un abundante material cientfico, Bergson
reivindica el dualismo cuerpo-espritu contra los psico-fisilogos que
pretenden reducir la conciencia a una mera traduccin de estados cere
brales, hiptesis en la que detecta multitud de fallos argumentativos y
lagunas experimentales. Sin embargo, al mismo tiempo trata de superar
dicho dualismo a travs de una originalsima (y difcil) teora metafsi
ca de la interaccin que le aproxima a un nuevo monismo gradualista
donde el cuerpo es concebido como la punta afilada del espritu. El
libro es sorprendentemente bien acogido entre la comunidad cientfica,
que elogia su extensa documentacin y la crtica del materialismo ms
doctrinario, pero deja en cambio de lado todo el aspecto propiamente
filosfico, que ser poco ledo y mal comprendido durante dcadas.
La fama de Bergson crece y su ascenso profesional contina impara
ble. Despus de un breve regreso a la cole Nrmale, esta vez al otro lado
del plpito, y tras ser rechazado en dos ocasiones para la Sorbona (a la
postre sus dos nicos fiascos profesionales), en 1900 es elegido para
el Collge de France, la institucin educativa ms prestigiosa del pas.
Aunque inicialmente ocupa la ctedra de filosofa antigua, en pocos
aos la cambiar, a peticin expresa, por la de filosofa moderna. Thodule Ribot, uno de los padres fundadores de la Psicologa experimental,
oficia como miembro del tribunal y se entrega a un efusivo elogio en
el que anuncia que Bergson sustituir la tradicional y agotada Histo
ria de los sistemas por una ms rigurosa Historia de los problemas.
Por primera vez en su carrera, Bergson tiene luz verde para prepa
rar sus cursos con plena libertad ante un pblico adulto, y a fe que no
3!
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Bergson
( 'i
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'furgson
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'Bergson
II
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Hargson
entre ideales de unificacin de la humanidad. Es Oilivier contra Bismarck; el Derecho contra la brutalidad mecnica. El estado de nimo
de los soldados franceses es incluso comparado con el de los grandes
msticos. Ai contrario, las potencias centrales pretenden hacer re
troceder a Europa hasta el tiempo de los grandes imperios asiticos.
En 1917, con Francia sufriendo el terrible desgaste de la guerra
de trincheras, este hijo de polaco e inglesa es enviado a W ashington
en misin diplomtica secreta. Su objetivo es claro: emplear toda su
autoridad moral como filsofo para convencer al presidente Woodrow
Wilson, del Partido Demcrata, de la necesidad de una intervencin
total (y no testimonial, como pretenda buena parte de la opinin p
blica norteamericana) de Estados Unidos en la contienda. Hasta la de
rrota completa de Alemania, a cuyos habitantes urge m ostrar que no
son invencibles y que la va de la fuerza bruta, adems de moralmente
corrosiva, es pragm ticam ente errnea.
Durante un encuentro meticulosamente orquestado en la Casa
Blanca, Bergson trata a Wilson como al rey filsofo de Platn y pre
senta a Estados Unidos como la Siracusa soada. Si en Europa el ideal
poltico de la razn debe enfrentarse a contrapoderes oscuros como la
tradicin y la historia, la nacin norteam ericana ha sido, en cambio,
fundada en su totalidad sobre la Razn y las ideas. Maneja, adems,
una baza geopoltica de peso: si no interviene ahora, no tendr auto
ridad moral para liderar la futura Sociedad de Naciones (precedente
de la actual ONU), en la que se garantizar la paz en el orden mundial
de posguerra. Emplea una frmula del propio Wilson, peace without
victory (paz sin victoria), para hacerle ver que no habr conquista
territorial de ningn tipo. Tan solo una intervencin quirrgica y benefactora que el m undo entero sabr reconocen
El 2 de abril de 1917, un mes y medio despus de la reunin, Wilson
proclama la necesidad de la guerra. Bergson escribe en M is misiones.
Hrifisim
1 f
*16
'Hflrjpon
17
13 ndice de libros prohibidos por la Iglesia catlica, cuya primera versin se remonta a
1559 y que fue finalmente abolido por el Papa Pablo VI en 1966.
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Httrgium
Tal y como han hecho notar sus bigrafos, Bergson no m ostr repa
ros en presentar los puntos culm inantes de su trayectoria, y singu
larmente sus misiones en Estados Unidos, como convergencias en
tre las avenidas de su pensam iento y del devenir histrico. Como
alumbramientos excepcionales, estas ocasiones decisivas revelaran
una extraa irrupcin de lo espiritual o virtual en el dominio de la
cruda materia, a la que orientaran desde dentro obteniendo de ella, a
cambio, la eficacia y la fuerza.
En retrospectiva, sin embargo, y ya forzosamente ajenos a su entu
siasmo, vemos que la confluencia de filosofa e historia en el anhelado
acontecimiento no fue, finalmente, todo lo benfica que Bergson
pretendi. De hecho, lo que l presenta como un xito aplastante del
espritu condujo, entre otros factores, a la Segunda Guerra Mundial,
seguramente el perodo de mayor hundim iento moral que la hum ani
dad recuerde, tal como l mismo reconoci en su lecho de muerte. La
aventura histrica de la filosofa volvi, una vez ms, a arrojar un
xito dudoso, como si el tiem po de los hechos hum anos no solo se re
sistiera a ser racionalizado (algo que l saba bien y tuvo la pruden
cia de recalcar en sus libros), sino que adems term inara por enfangar
el pensam iento de todo aquel que se dejara atrapar, aunque solo fuera
por coquetera o patriotism o, por tan seductora tentativa. Platn en
Siracusa, Sneca y Nern, Heidegger y los nazis...: los ejemplos son de
sobra conocidos y confirman, cada uno con sus matices, que la buena
voluntad no basta para hacer buenas ideas.
19
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HerRtion
es operar sobre cuerpos slidos. Por eso siempre se puede hacer converger
la exposicin de un sistema filosfico sobre el problema de a duracin.
Esta es, incluso, la nica manera de entender lo que se juega en l.
En este preciso sentido, y en la medida en que nos ayuda a conocer;
aunque sea parcialmente, algo de ese elemento paradjico que pelea por
liberarse haciendo crujir los rgidos marcos de los edificios conceptua
les, la historia de la filosofa posee algo valioso; es metafsica positiva.
No es posible darla por sentenciada ni domesticarla bajo el rtulo la
cerante de una teora general de las ciencias. Al contrario, es una tarea
cuyo fin no puede ser ni vislumbrado ni deseado. Wo se llegar a ser
filsofo o filsofa sin tener una poderosa intuicin del tiempo, indepen
dientemente del tamao de la jaula que se le construya.
Bergson se interna en la tradicin esperando encontrar, si no alia
dos, s al menos trazas que sustraer a sus adversarios, tal y como se
extrae una balsa de combustible puro de una roca sedimentaria. Esto
da lugar a todo un trabajo de rastreo crtico: desde los antiguos es
toicos hasta Spinoza, pasando por Anaxgoras, Plotino o incluso la
moderna termodinmica (de la que celebr la nocin de entropa),
Bergson procede a hacer acopio de enseres metafsicos que, unidos a
los confeccionados por l mismo, darn lugar a una nueva y depurada
entrega del ms viejo problema y le perm itirn arm ar una nueva
teora de lo real que haga del tiempo y la creacin su punto de partida.
Esta concepcin le va a enfrentar solo superficialmente al positi
vismo cientfico; ms profundamente, el verdadero rival de Bergson es
una corriente filosfica anti-metafsica trem endam ente influyente
en la vida acadmica: el kantism o o criticismo. Antes de asistir a su
duelo con el gigante de Knigsberg, sin embargo, vemosle forjar sus
armas y tom ar un poco ms de impulso. Casi como oyentes indiscre
tos, figurmonos infiltrados en alguna de sus clases.
r:<
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'ttrifHim
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Httrgson
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Vergson
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por decirlo as, recubierta: falta solo descubrirla. En este caso, solo
ser necesario recorrer las avenidas trazadas por las anteriores exi
gencias, definidas a su vez por las carencias de las filosofas anterio
res, hasta el punto en el que se cruzan. Ser llevado as ms all de
la escena del crimen de la filosofa moderna, lejos de las regiones
inventariadas por sus predecesores. A un nuevo territorio filosfico: el
continente duracin.
M e n o s q u e u n a cosa, m s q u e u n a id e a . La novela
de ciencia-ficcin
La naturaleza ha compuesto entre los dominios intelectuales
ms alejados comunicaciones subterrneas, como hilos
invisibles han compuesto las leyes misteriosas de la analoga.
Acerca de la inteligencia, discurso de 1902
60
'Btirgsnn
<>l
Era verosmil pensar que estos pequeos pero obstinados vacos nos
estuvieran diciendo, en el lenguaje de los cientficos, algo acerca de la
naturaleza profunda de lo real. Si es posible e incluso necesario conce
bir una franja remota de indistincin entre materia y conciencia, como
Bergson cree, sin duda ha de ofrecerse a nuestros ojos humanos como
poblada por una suerte de centros de indeterminacin en torno a los
cuales la materia se retrotrae a un cierto estado difuso o potencial.
Ahora bien, qu seran estos centros de indeterminacin? Y
qu tipo de sustancias o seres desvan y atraen, si es que podemos
hablar todava propiam ente de seres all donde no se trata ya ni de
sujetos ni de objetos? Todas estas preguntas pueden, quiz, reducirse
al siguiente acertijo: qu es menos que una cosa pero ms que una
idea? La respuesta de Bergson es pasm osa por elemental: la imagen.
El prim er captulo de Materia y memoria, uno de los textos ms in
slitos y peor comprendidos de su autor; da comienzo con las siguientes
palabras:
17 Traduccin de Jos Antonio Mguez, Bergson, Obras escogidas, Mxico, Aguilar, 1963.
62
'Rergson
63
18 Este recurso a unos principios que no por simples dejan de ser dinmicos aproxima
a Bergson a la antigua tradicin atomista, de la que fue buen conocedor. Siendo muy
joven prolog una edicin del poema De rerum natura (Sobre la realidad) de Lucrecio.
All pudo leer pasajes como este: Ah tienes, pues, Memio, las que has de tomar por las
verdaderas simientes de todas las cosas, que hacen que cuantos seres se nos aparezcan
sean potentes en su movilidad asombrosa: [...] deslizndose desde tiempo infinito sin des
canso ms aprisa que el rayo [...] al fin vinieron a dar en esas composiciones de las que
consta el total de las cosas que ves por todas partes [...]; y a la sazn decidieron formar
y distribuir ac y all por las tierras la casta de los hombres, que son capaces de sentir y
ver las cosas cada una, aunque no de conocer el invisible movimiento en que se hacen
[...] de manera que vean con qu fundamento ocurre cada cosa (II, pgs. 164-165, tra
duccin de Francisco Socas, La naturaleza, Madrid, Gredos, 2003).
'Hurgxon
65
liar un lenguaje apropiado. Volver al concepto aadindole la imagen. Har falta que esta lo suavice y anuncie, con la franja coloreada
con que lo rodear, que l no contiene la experiencia entera.19
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'lU-rtisort
5' Curso sobre H istoria de las teoras de la memoria, en Mlanges. Vase tambin La
vida y la obra de Ravaisson, en E l pensamiento y lo moviente.
29 La frm ula es de Marcel Proust, quien la emplea en el volumen Vil de su gran saga
En busca del tiempo perdido para referirse a los recuerdos que ms nos conmueven.
Vase tambin E l pensamiento y lo moviente, pg. 260: el objeto de la metafsica es el de
aprehender en las existencias individuales, y de seguir hasta la fuente de donde mana, el
rayo particular que, confiriendo a cada una de ellas su matiz propio, lo relaciona por medio
de l con la luz universal.
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Hergsan
\\
tendra que dar origen, y del hombre, que siempre llega tarde a las
explicaciones importantes.
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Bergson
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23 En una alocucin radiofnica de 1934, Bergson reivindica el espritu de fineza del fil
sofo y matemtico Blaise Pascal, quien lo opuso al espritu geomtrico de su coetneo y
rival Descartes para indicar que la filosofa no debe arrojar luz nicamente sobre lo material,
sino tambin y ante todo sobre lo espiritual. Precisamente uno de los rasgos de grandeza de
la filosofa francesa es para Bergson que sus miembros funcionan por parejas en las que
uno aporta el suplemento emocional e intuitivo del otro. Es as que hemos tenido al lado
de Descartes a Pascal; al lado de Voltaire, a Rousseau; al lado de Comte, a Maine de Biran.
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El fantasma de la libertad
Mis libros han sido siempre la expresin de un descontento, de
una protesta [...]. No escrib ms que para protestar contra lo
que me pareca falso.16
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Hergson
Elfantasma do tu libertad
77
conmigo. Pero, oh, desdicha!, media hora antes de salir vuelvo a con
siderar los motivos en la misma bifurcacin (motivos que objetiva
m ente no han cambiado) y decido que ya no me apetece salir, que es
mucho mejor para m quedarme a estudiar. Qu ha pasado?
Bergson responde: el tiempo. Ha pasado el tiempo. A ojos de mi inte
ligencia, que se halla en la superficie del yo, las opciones siguen siendo
idnticas, pero a ojos de mi conciencia se han alterado ostensiblemente.
La propia bifurcacin no ha dejado de bifurcarse: las opciones A y B no
han dejado de devenir A, A, A y B\ B, B' cada vez que volva sobre
ellas, e incluso sin necesidad de volver: a cada instante ya eran otras,
pues mi alma no dejaba de impregnarlas de pequeos matices. Por eso es
ridculo plantear una bifurcacin. Sera mejor plantear una lnea tortuo
sa, una lnea continua que se va retorciendo a medida que la deliberacin
se carga de impulso. Cuando ha acumulado suficiente fuerza, se produce
una inflexin del espritu similar a una ola que rompe y entonces decido:
he ah el acto libre que expresa el contenido de mi alma y sin el cual ya no
podra concebirme en tanto siendo quien soy. Yo crea que me apeteca
salir; pero qu le voy a hacer, algo se agitaba dentro de m e iba llamando
mi atencin poco a poco, revelndome que prefera quedarme.
Bergson se anticipa a una objecin posible: no se trata de sustituir
la razn por el sentimiento, porque en esa evolucin natural al estilo
bola de nieve tambin intervienen razonamientos, no solo afecciones
o deseos. Todo se va mezclando y confundiendo hasta detonar en la su
perficie: el acto libre es la integracin de todos esos pequeos momen
tos que componen mi alma (que no son infinitos, pero s incontables).
Desde fuera, sin duda, parecer sbito (Bergson lo asimila a un golpe
de Estado de la voluntad), pero en s mismo es un progreso suave que
rueda sobre sus propios oscuros rales.
La frmula de la libertad no es, por tanto, la eleccin, sino la in
clinacin. Cmo, si no. decidiramos continuam ente entre opciones
78
'fnrgson
igualmente preferibles sin m orir de inanicin como el asno de Buridn ante dos m ontones de heno idnticos? Pero de hecho lo hacemos,
y solo aposteriori explicamos los motivos a modo de consuelos teri
cos. Entre la indecisin y el autom atism o est la vocacin, la secreta
afinidad y continuidad entre estados que define nuestra personalidad.
Ser libre es estar inclinado sin estar necesitado. En este sentido, Bergson define la libertad como la relacin del yo concreto con el acto
que realiza. Y esa relacin es forzosamente indefinible, porque
cada alma es diferente en cada mom ento de la duracin.
De ah la famosa crtica a los que presumen de ser capaces de pre
ver una conducta: el ejemplo de Pedro y Pablo. Pablo cree que puede
saber cmo se com portar su amigo Pedro, y en muchas ocasiones
acierta. Esto parece dar la razn a los deterministas: la libertad sera
simplemente una ignorancia parcial respecto a los motivos. La propia
teora de la eleccin racional, construida sobre la tesis asociacionista,
invita a esta conclusin. Pero el 'Ensayo vuelve a decirnos que esto es
absurdo: decir que cierto amigo, en ciertas circunstancias, obrara
muy probablemente de cierta manera no es tan to predecir la conduc
ta futura de nuestro amigo cuanto hacer un juicio sobre su carcter
presente, es decir, en definitiva, sobre su pasado.27
Ms an, si el acto es verdaderam ente libre, entonces arrastra
consigo la totalidad del alma de Pedro, por lo que la nica posibilidad
de preverlo y salvar el determ inism o ser que Pablo experim ente en el
m ismo orden todos los pequeos sentim ientos y acontecim ientos de
la vida de Pedro. El determ inista ms audaz se felicitar: fantstico,
pongm onos en esa hiptesis. Imaginemos incluso un Dios om nis
ciente que sabe todo cuanto ha pasado por la m ente de Pedro. Pero
37 Ensayo sobre los datos inm ediatos de la conciencia, pg. 138, traduccin de Juan
Miguel Palacios, Salamanca, Sgueme, 2006.
TI fantasma de la liliertad
7)
58 Es imposible no acordarse de estos pasajes cuando uno lee el relato breve de Jorge
Luis Borges Rerre Menard, autor del Quijote, en Ficciones (1944). A ll R erre Menard es
un oscuro escritor francs del siglo xx cuyo mayor logro ha sido escribir varios captulos del
Quijote. Los captulos son iguales, en cada palabra y cada coma, a los escritos originalmen
te por Cervantes. Sin embargo, no son una copia: Menard los escribi p o r su cuenta, sin
consultar el original, lo que en principio parecera contravenir la teora de Bergson relativa
a los actos libres (que implicara que Menard es Cervantes). La clave, sin embargo, la da el
propio Menard: eligi el Quijote porque no le pareca inevitable, el Quijote es innecesaria
R jedo premeditar su escritura, puedo escribirlo, sin incurrir en una tautologa. Aqu Borges
parece, insensiblemente, lanzarle un guio a Bergson (a la vez que un dardo a Cervantes):
al contrario que con otras obras literarias, puede imaginar el universo siendo lo que es sin
el Quijote. Dicho en bergsoniano: como no sali del alma completa de su autor, pudo ser
repetido por otro individuo sin que este se confundiera con el primero. No haba en l la
oscura necesidad que define a los actos verdaderamente libres.
80
Hergson
'Elfantasma de ta libertad
MI
82
'Hitrgson
i, es el punto de comienzo
del acto libre; t, el punto final.
Entre medias y a posteriori,
nuestro entendimiento pro
yecta todo tipo de posibilida
des a modo de bifurcaciones.
Para Bergson, sin embargo,
el problema de la libertad
bien planteado no reside en
la cuestin de si el desenlace
del acto, en tanto ya conoci
do, era posible o habra po
dido ser previsto, sino en que
no se tiene una idea clara de
lo que se quera hasta que no
se lo ha obtenido.
"Elfantasma da la hlwrtad
83
84
Hergaon
Ei fantasma de la memoria
Contra los falsos prestigios del cerebro
-Existe, oh seor, algo que sobrepase el espacio?
Ensamelo, oh seor.
-La memoria es en verdad ms que el espacio...
'Brhadaranyaka Vpanishad, citado por Giorgio Culi i
87
'Bergson
La conciencia-epifenmeno
U no de los rasgos que nos d e fin e n com o herederos de D e sca rte s es el de
no d e ja r de d a rle vu e lta s a l d e n o m in a d o problem a cuerpo-m ente. E ste
pro b le m a nos a n gustia, pero a l m ism o tie m p o nos hace s e n tir en casa,
porque es n u e stro problem a. N o debem os sorp re n de rn o s, p o r ta n to , de
que pese a lo s avances de la n e u ro cie n cia , los de b a te s en to rn o a l ape
nas hayan variado en los m s d e cie n aos que nos separan de B ergson.
Todava hoy goza d e a ce p ta ci n e n tre los fil s o fo s de la m ente la
h ip te sis llam ada em ergentista, y todava hoy se le hacen o b je cio n e s
sim ilares. S egn sus p a rtid a rio s, la co n cie n cia es un fe n m e n o secun
dario, o sea, que depende e n te ra m e n te de o tra co sa (e n e s te caso e l
ce re b ro ) y no puede se r e lla m ism a ca u sa de nada. S e tra ta , p o r ta n to ,
de un a to lla d e ro en la cadena causal, lo cu a l re su lta una neg a ci n d e l
m ecanicism o, pues los hechos d e l m undo son, p o r d e fin ici n , causas
unos p a ra otros. A fin de g u a rd a rse de e ste e m brollo, los e m e rg e n tista s
proclam an que la co n cie n cia se r fin a lm e n te re d u cid a al ce re b ro p o r la
cie n cia y a b dicar de su re alidad. P ero ese e p iso d io se p o ste rg a s in e die.
S egn B ergson, e sta h ip te s is em pezar a se r a lg o e l d a que po
dam os d e d u cir un e sta d o de c o n c ie n c ia n ico d e un e sta d o ce re b ra l
dado. Lo cu a l no o c u rrir nunca, po rq u e la co n cie n c ia d e sb o rd a e l esta d o
fs ico -q u m ico d e l ce re b ro . C ie rta m e n te, e s te le sirve d e co n d ici n m a
te ria l: no habra vida c o n scie n te sin base fis io l g ic a P ero aqu e lla no es
una proyeccin hologram tica de e sta : la re la ci n d e am bas es la d e la
pre n d a de v e s tir con la p e rc h a S in duda, la p e rch a le im pide caer, y no
cu a lq u ie r p e rch a vale p a ra c u a lq u ie r prenda. P ero co n o cie n d o la percha
ja m s sabrem os e l tip o e xa cto de prenda que so stie n e . P or o tro lado,
la p rin c ip a l o b je ci n que e n cu e n tra es que la n a turaleza n o conserva
to zudam ente nada que n o le sea til. U na co n cie n cia com o m ero adorno
ya habra sid o borrada del m apa: com o razonaba S pinoza, si una m ism a
cosa es re p e tid a p o r la naturaleza en dos lenguas debe hab e r un m otivo
para e llo , pues si con una bastara la o tra sera co m p le ta m en te in til.
'Elfantasma de la memoria
90
lit'.rgmn
'Elfantasma dv In mamona
)l
34 Los ejemplos de trastornos del reconocimiento son tan sorprendentes y variados que
han dado lugar a una amplia literatura Uno de los mejores y ms populares ejemplos es
el libro E l hombre que confundi a su m ujer con un sombrero (1985), del neurlogo y
acadmico ingls Oliver Sacks, donde se recopilan casos clnicos particularmente sorpren
dentes y se ilustran las funciones cerebrales a las que remiten. A lo largo de su trayecto
ria Sacks ha recurrido con frecuencia a la obra de Bergson para respaldar sus crticas a la
concepcin mecanicista de la relacin entre el cerebro y la identidad personal.
92
'fhtrgMin
'Elfantasma de la memoria
'Rergson
9-1
-i.i'iPBw.
Antiguo grabado sobre el funcionam iento de una cmara oscura
TJfantasma de la memoria
<)5
'Hurgson
97
'Elfantasma de la memoria
II
Cuando la tierra se trague
lo que se traga la tierra,
habr mi recuerdo alzado
el ancla de la ribera.
III
Recuerdos de mis amores,
quizs no debis temblar:
cuando la tierra me trague,
la tierra os libertar.
Antonio Machado, Cantares y proverbios, Stiras y epigramas
98
liwgson
100
'fergaon
7i!/fantasma de la memoria
101
102
'Hergson
(...)
S pretendemos una respuesta de primera mano, podemos conten
tarnos con la respuesta: Es porque un nuevo presente acaba de llegar?
No, eso no nos dice absolutamente nada Nosotros queremos la razn por
la cual pasa Si alguien os responde que un nuevo presente acaba de llegar,
es tan poco satisfactorio que, ms an, habra que invertir la pregunta: y
por qu ha podido llegar un nuevo presente? Un nuevo presente ha podido
llegar porque el antiguo presente pasa [risas],
Yo exijo mi razn de primera mano. Si el presente pasa no puede ser
con posterioridad. SI el presente pasa, solo puede ser al mismo tiem po que
es presente. Son evidencias pueriles, verdades de jardn de in fa n cia- quiero
decir, es filosofa Si el presente pasa solo puede ser en tanto que es pre
sente y al mismo tiem po que lo es. Pasa al mismo tiem po que es presente.
En otros trm inoa se constituye como pasado al mismo tiem po que aparece
como presente. A mi modo de ver, nunca terminarn de m editar esta pro
posicin, de la cual, segn Bergson, no se puede escapar. Se aproxima la
respuesta de prim era mano, aunque sentim os que todava no lo es.
En otros trm inoa no tenemos eleccin: es preciso que haya estricta
contemporaneidad entre el pasado y el presente que l fue. No hay contem -
%%
//
103
104
'lUtrgson
\\
7,7fantasma da la mamaria
10!
106
'Bergscm
El fantasma de la vida
El impulso vital: ms que empuje, menos que
atraccin
Oh fantasma perdido, batido por el viento, vuelve a nosotros!
Thomas Wolfe, TI ngel que nos mira*1
I(W
'frrgxon
Fotografa dedicada de
8^ , ^ l6sofa
Tilfantasma de la vida
109
no
'Hmjgttm
III
38 Aunque el trm ino ortognesis fue introducido por el tambin zologo alemn Wilhelm
Haacke en 1893, Eimer fue quien lo difundi en 1898 con su obra Sobre la ortognesis,
donde describe la evolucin como un proceso orientado por vas especficas a causa de
las restricciones impuestas por el sentido de la variacin.
112
'hcrgsan
Precisamente este es el punto fuerte de la hiptesis neolamarckiana, que tiene el inconveniente de situar la causa psicolgica en el es
fuerzo consciente de los individuos, lo que impide ver cmo operara
en plantas o en amplias franjas del reino animal, por no hablar de que
viola la mxima darwiniana de que los caracteres adquiridos no se
heredan. Para Bergson, por tanto, hay un esfuerzo en esa marcha a la
visin, pero no es individual, sino profundo, comn a la vida, inherente
a los genes e independiente de las circunstancias.
Es as como desemboca en la imagen central de l a evolucin crea
dora: un impulso vital que pasara de una generacin a la siguiente
por medio de organismos que sirven a modo de portadores de los ge
nes. Vinculando entre s toda la vida consciente de un mundo, l sera
la verdadera causa de las variaciones que se transm iten regularmente
y se suman dando lugar a nuevas especies:
Como torbellinos de arena levantados por el viento que pasa, los seres
vivos dan vueltas sobre s mismos, suspendidos por el gran soplo de
la vida. Son, pues, relativamente estables, e imitan incluso tan bien la
inmovilidad que los tratamos como cosas antes que como progresos,
olvidando que la misma permanencia de su forma no es ms que el
diseo de su movimiento. Sin embargo, a veces se materializa a nues
tros ojos, en una fugitiva aparicin, el soplo invisible que los empuja
(pg. 129, traduccin de J. A. Mguez, Mxico, Aguilar, 1963).,
lili
[su estructura] no podra ser parcial, porque el proceso real que lo origina
no tiene partes. Esto es lo que ni el mecanicismo ni el finalismo tienen
en cuenta, y lo que nosotros no tomamos en consideracin cuando nos
I I '1
'Hergaon
77 fantasma da la vida
115
116
'Hcrgttan
17
Todo eso puede estar bien, pensar el lector o lectora, pero qu persi
gue el impulso vital?
Por qu esta evolucin en lugar de cualquier otra?
A fin de responder rigurosamente, Bergson nos pide efectuar una re
gresin al punto en que aparece la vida en la tierra. No se trata ya de la
imagen de la mano y las varillas de metal, sino de la del obs, un proyec
til de artillera con carga explosiva. Y la tarea del filsofo consistir en
remontar desde las especies hasta el origen del movimiento evolutivo
como se remontara desde la metralla hasta el proyectil original.
Respecto a la pieza de artillera en s misma, no se nos dice gran
cosa. "La evolucin creadora es un libro extrem adam ente cauto al re
ferirse a la divinidad. En un par de ocasiones alude a ella como a la
fuente espiritual de la que manaran los impulsos a modo de flores
que brotan de un ramillete. Cada uno definira un mundo. Finitos
ellos, cabe suponer que su fuente sera, sin embargo, inagotable. Pero
Bergson es siempre muy parco al respecto, dejando claro que preten
der definir a Dios de un modo a priori, al margen de sus esfuerzos de
creacin (de los que nosotros mismos formamos parte), es una em
presa fallida y condenada a la palabrera. Por eso no acepta la doctrina
de ninguna religin histrica.
Qu encontramos, pues, en el inicio de la vida en nuestro m un
do? Una pregunta que ha hecho correr ros de tin ta y para la que l a
evolucin creadora aporta una respuesta aparentem ente sencilla: en el
inicio est la insinuacin. La vida, en efecto, hipnotiza a la m ateria si
118
'bergson
T.lfantasma de la vida
119
sensorio-motor que encontramos extendido por doquier (se dir que hay
vida sin visin, pero no ha llegado lejos: son mritos adaptativos pero ca
llejones sin salida). Negar esa inclinacin de la vida, al contrario, implica
atribuir poderes mgicos a la luz (de un modo similar a como hacen los
epifenomenistas con el cerebro) y afirmar que ha sido la mera exposicin
a ella lo que ha formado el ojo en situaciones extremadamente variables.
Demos otro paso. A juicio de Bergson, es la propia estructura de la
sensacin la que permite inferir este progreso hacia aparatos cada vez
mejor adaptados que liberan en el mundo acciones cada vez ms libres.
Qu condensa, en efecto, una sensacin? Desde Materia y memoria,
nuestro autor se ha mantenido al tanto de los progresos en fsica teri
ca. Le gusta insistir particularmente en la tesis de Exner41 segn la cual
si el menor intervalo de tiempo del que tenem os conciencia es de dos
milsimas de segundo, nos haran falta 25.000 aos para contar los 400
millones de oscilaciones que efecta la luz roja en un solo segundo. Ms
an, cree poder hacer confluir estos hallazgos con su propia teora de
la conciencia. A tal fin, define la sensacin como un corte mvil com
pactado por nuestra memoria. Condensando innumerables aconteci
mientos de la historia de la materia, nos permite actuar sobre ellos en
uno solo de nuestros momentos. Nos da as la materia abreviada, lista
para insertar nuestra voluntad en la microscpica indeterminacin que
contiene y emplearla a nuestro favor:
120
Hergson
f'lfantasma de la vida
121
Volvamos a nuestro obs. Hemos dicho que el impulso vital solo com
parece en tanto ya diferencindose, que su fuerza es nita, como la de
cualquier esfuerzo, y que se agota relativamente deprisa al manifes
tarse. Ahora bien, con los hallazgos precedentes, Bergson siente que
tiene un hilo conductor para orientarse en el maremgnum de clasifi
caciones en cuya discusin eterna se perdan los zologos. Aferrndo
se a su idea de una accin cada vez ms libre, establece dos bifurcacio
nes sealadas en la evolucin de la vida en nuestro planeta. Estas dos
disyunciones, a su juicio, nos perm iten captar algo im portante de la
naturaleza del impulso vital: indican verdaderas tendencias de signo
contrario inscritas en su seno, y no accidentes.
La primera bifurcacin es vegetal/animal. En ella apreciamos dos
formas de accin de las que la segunda es sin duda ms indeterm i
nada que la primera, pero tambin ms arriesgada. Cmo definir el
reino vegetal? Mediante tres rasgos: la fijeza, la insensibilidad y la con
tinuidad de accin. Cmo definir el reino animal? Al contrario, por
su movilidad, su sensibilidad y su discontinuidad de accin.
Es importante, sin embargo, reparar en que cada tendencia anida de
modo latente en la otra. El animal recae en el embotamiento vegetal
122
'Bergson
cuando desfallece el impulso (de ah, segn Bergson, los hbitos para
sitarios). Por su parte, la planta no es ajena a la conciencia, aunque en
ella aparezca dormida o embotada; la vemos reaccionar lentamente a
estmulos luminosos, y ciertas plantas carnvoras se mueven de forma
independiente. En este sentido, ambos comparten una base comn, y
el mecanismo de la fotosntesis (o funcin cloroflica) debe ser visto
como el equivalente vegetal del sistema nervioso: por simple que sea,
introduce ya una versin esquemtica de la brecha sensacin-volicin:
la planta recoge la energa lumnica y la transforma en energa qumica,
con lo que impide que la luz solar se derroche sin remedio. Es su manera
de diferenciar el tiempo y luchar contra la entropa.
Una segunda bifurcacin sealada aparece en el reino animal con
la pareja instinto/inteligencia, que define dos formas de accin sobre
la materia bruta. En el caso del instinto, la vida proporciona la accin
de forma inmediata, valindose de un instrum ento organizado que
el animal trae de serie. Los instintos vienen a llenar, as, la brecha
que se abre entre la sensacin y la volicin mediante conductas prt-porter, perfectam ente adaptadas a su funcin: la avispa inmoviliza
a la oruga con nueve aguijonazos quirrgicos; aves y tortugas migran
alrededor del m undo sin haber visto nunca una primavera; el osezno
sabe que debe acum ular alimento para hibernar.
La inteligencia, al contrario, aporta una accin mediata por medio
de un instrum ento que fabricar el propio animal sobre la marcha,
adaptndose a las circunstancias; si la accin le beneficia, la podr
convertir en hbito.
Pero como dice Bergson, no se trata ya solo de que una tendencia
aparezca en estado latente en la otra (los insectos dem uestran cierta
inteligencia al escoger los materiales de sus construcciones instinti
vas. y a la inversa, la inteligencia se manifiesta al principio como la
ejecucin de variaciones sobre el instinto); ms an, la inteligencia
123
'Elfantasma de la vida
implicaba tales riesgos para la vida que solo logr manifestarse plena
m ente en un nico caso: el ser humano.
12A
'Rpqson
125
126
'Bergson
Vil
128
'ttrrgson
44 Para Bergson, las Ideas o Formas platnicas son solo el resultado de una operacin de
sntesis ideal de nuestra Inteligencia, que extrae modelos estticos de la realidad a fin
de ejercer dominio sobre ella.
46 Aunque pueda resultar equvoco, no es en esta concepcin cinematogrfica de la
inteligencia moderna en la que Giles Deleuze se inspir para sus dos populares libros
sobre cine (La imagen-movimiento y La imagen-tiempo), sino en la teora bergsoniana de
las imgenes que hemos abordado previamente. A fin de escapar a la objecin sim plista
de que Bergson rechaza el cine, Deleuze distingue el punto de vista de la proyeccin
(donde el movimiento se sobreaade al fotograma, y que es el que Bergson crtica)
del punto de vista de la percepcin del espectador (donde hay indistincin imagenmovimiento). Con ello busca mostrar que las condiciones artificiales del cine han vuelto
7.7faatamiui de la vida
129
posible una percepcin pura del movimiento hasta entonces indita El propio Bergson,
por otro lado, fue ajeno a la eclosin del sptimo arte.
** Citado en Pedro Chacn, Bergson, Madrid, Cincel, 1988.
130
'Hl'IflSIM
I:i I
132
Bergaon
APNDICES
OBRAS PRINCIPALES
Los cinco grandes libros de Bergson son el "Ensayo sobre los datos in
mediatos de la conciencia (1889), Materia y memoria (1896), Za evo
lucin creadora (1907), Duracin y simultaneidad (1922) y Zas dos
fuentes de la moral y de la religin (1932). Junto a estas obras largas
y ambiciosas se ubica el pequeo y popular tratado sobre Za risa
(1900). El lector o lectora encontrar resmenes detallados de todas
en el presente libro.
Al margen de ellas, Bergson se encarg de recopilar y publicar dos
volmenes con artculos y conferencias que, por su accesibilidad, re
sultan el punto de entrada ideal a su pensamiento: Za energa espi
ritual (1919) y El pensamiento y lo moviente (1934) -q u e hace eco a
viviente-. Del primero recomendamos particularm ente La con
ciencia y la vida y El alma y el cuerpo; del segundo, las dos In
troducciones (Desarrollo de la verdad. Movimiento retrgrado de lo
verdadero y Del planteam iento de los problemas) y los artculos
La percepcin del cambio e Introduccin a la metafsica. En su
conjunto, estas piezas breves y amenas, a m enudo concebidas para su
exposicin oral, ofrecen una panormica privilegiada (aunque obvia
mente resumida) del estilo, las inquietudes y las tem ticas abordadas
por el autor en sus grandes obras: el mejor divulgador de la filosofa
bergsoniana, al menos en vida, fue el propio Bergson.
136
'fcrgson
CRONOLOGIA
V id a y o b ra d e B e rg s o n
H is to r ia , p e n s a m ie n to y c u ltu r a
38
'Hfrgsan
ApnilUvn
i :m
1903. Introduccin a la
metafsica.
140
'Bmgmn
V id a y o b ra d e B e r g s o n
1913. Conferenciante en
Columbia, Princeton y Harvard.
Presidente de la Sociedad para la
Investigacin Psquica.
1916. Conferenciante en la
Residencia de Estudiantes de
Madrid.
1920. Inauguracin de la
Sociedad de Naciones con sede
en Ginebra.
1921. Se retira de la docencia.
AftntilciM
Hl
71-72,86,88,127
accin 11,26-27.33,37-40.62,72.85.
90. 96.98.100.103-106.115.119-
Dios 13,55-56,58.69,78,86,117,130,132
120.121-122.124,130
Aristteles 20,31.35,71,108
76.80.84.85.88.107.131
Durkheim, mile 28.45
131-132
cerebro 34.66.87-90.93-98.100.101.
119,123-124
espacio 12.19,24,32,51,64,71,79-81,
ciencia 16,21,23,33.52-53,60,64,72,
81.83,88.111.126-127,130
84.107,124
espritu 13,14.33,34,48,53.64.72,
76-77, 85.90.92,98,100-101,109,
118.131
cmico, lo 73.108-109
conciencia pssim
creacin 12-13,19.32-33.40,52,55,58,
66. 72.92.105,107,115,117,121,
125, 131-132
espiritualismo 8,29,32-33
F
129
Herclito 10,11
144
Vergmn
I
imgenes 7.9.56,61-70,97-99,128
impulso vital 8.12,14,45,112,117,118,
121-122,132
instinto 39,45.122,123,129
inteligencia 14,19,24,37,39,46,51.54,
64.70,77,81,122,123-125,130-131
interaccin (alma-cuerpo / mentecerebro) 34,54,71,86
intuicin 14.32,36.38-39,51-52,56,59.
64,66.69,70-71,73,74,75,124,131
J
James, William 23,39,40,95
K
Kant, Immanuel 8,29,32,37,52,70-71,
82,114
L
Leibniz, Gottfried 35,55
libertad (acto libre) 12.14,32-33,53-55,
57-58,63.72.75-79,82,84.85,92.
97,100-101,105,107,124,132
Lucrecio Caro. Tito 63
M
Machado, Antonio 35,50,92,97
materia pssim
memoria pssim
metafsica 7-8,13.14.24.32,37,52,54,
60.65.67
mstico, misticismo 42,46,115,131-132
N
Nietzsche, Friedrich 10,14.21,27,64,
114.115
P
Papini, Giovanni 23,36
Parmnides 17,20
Pascal, Blaise 28,32,48,71-72
Platn 20.24,37,41,49.50,56.64.128
Plotino 24,35,52.56.57
positivismo 8,32,52,86
Proust, Marcel 29-30,66,68
R
Ravaisson, Flix 33,70
S
Schelling, Friedrich 32-33,56,70
Schopenhauer, Arthur 26.56.65,114115
Scrates 17,50
Spencer, Herbert 21-22,29,30.35
Spinoza, Baruch 35,48, 52,55.69-70,
88.115
W
Whitehead, Alfred North 39
Wilson. Woodrow 41
Z
Zenn de Elea 17-19,20-21,23, 24,25,
30,31.49,50.125,132
B ER G SO N
El inaferrable fa n ta sm a de la vida