NFP51 - Hassemer
NFP51 - Hassemer
NFP51 - Hassemer
CO/XIV
F/Z
2345
AOX
Enero
Febrero
Marzo
19.91
No
51
Fundador
NDIER AGUDELO BETANCUR
Director
FERNANDO VELASQUEZ V.
Coordinador
JUAN OBERTO SOTOMAYOR ACOSTA
Consejo de Direccin
HERNANDO LONDOO JlMNEZ
MARIO SALAZAR MARN
HERNANDO LEN LONDOO BERRO
CARLOS ALBERTO JARAMILLO R.
JAIME SANDOV AL FERNNDEZ
Auxiliares
Sandra Cristina Mora Soto
Mario Alberto Arenas Alzate
Luz Mara Meja Salazar
Clara Luz Prez Prez
Editorial Temis
Apartado Areo 12008
Santa Fe de Bogot
EDITORIAL TEMIS
Santa Fe de Bogot
1991
NDICE GENERAL
EDITORIAL
PAG.
A. A. 53006 Medelln
La responsabilidad por las opiniones emitidas e~ artculos, notas
o comentarios firmados, publicados el! esta Revista, corresponde
a sus autores excluslVamente.
.Junstscnes Semmar
der Universitat
r;ottinaen
DERECHO PENAL
Derecho penal simblico y proteccin de bienes jurdicos. Winfried Hassemer . . . . . . . . . .
17
3I
CRIMINOLOGA
Crisis y crtica de la funcin punitiva. Jorge Fras Caballero ...................... .... .... ..
61
LEGISLACIN
Estatuto para la defensa de la justicia. Decreto 2790 de 1990 .. . .. . . . . .. . . .. . . .. . . .. .. .. . .. .
95
JURISPRUDENCIA
Hecho el depsito que exige la ley
Impreso en Talleres Grficos Nomos.
Carrera 39 B, nm. 17-98, Santa Fe de
Bogot
121
124
TRIBUNAL SUPERIOR DE MEDELLN. Excarcelacin y condena de ejecucin condicional en procesos por violacin a la ley 30 de 1986. Dr. Leonel Caldern Cadavid ............. , ....... , , ... , , .... , .................. , , . , , , .. , ................... , .. , . . . . . . . . . . . . . . .
I26
128
JUZGADO DECIMOSPTIMO PENAL DEL CIRCUITO DE MEDELLN: Acumu!acin heterognea de procesos. Dr. Plinio Posada Echavarra .......................
Comentario: Carlos Jaime Taborda T. ...........................................................
131
133
f
1
l.
UBICACIN
EDITORIAL
EL ESTATUTO PARA LA DEFENSA DE LA JUSTICIA
a la justicia"!.
Tal afirmacin, en nuestro sentir, evidencia un lamentable olvido de elementales
nociones en materia procesal penal; sera aconsejable la lectura del eximio GIOVANNI LEoNE2. En efecto, acorde con la doctrina ms reconocida, el sistema acusatorio
-que supone la ndole propia de todos los juicios al implicar una discusin entre
dos partes opuestas resuelta por el juez- se caracteriza por las siguientes notas:
el poder de decisin (la jurisdiccin) pertenece al rgano estatal (el juez); el poder
de iniciativa corresponde a un rgano distinto del juez (modernamente el ministerio
pblico o ministerio fiscal); el proceso penal no puede iniciarse sin la acusacin;
una vez formulada esta el juez no est condicionado ni por el ulterior desarrollo
del proceso, ni por la voluntad del acusador; el juez se limita a examianr las pruebas
aportadas por la acusacin, restringindosele su libertad probatoria e investigativa;
1 BERNARDO VASco, "A luchar JXlf la justicia", en Revista Credencial, nm. 50, enero de 1991,
Bogot, 1991, pg. 24.
2 As IOVANNI LErnr:, Tratado de derecho procesal penal, vol. r, Buenos Aires, EJEA, 1963,
pgs. 21 y SS.
6 Enero 1991 Nuevo Foro Penal, N 51
EDITORIAL
el proceso se desarrolla segn los principios del contradictorio (con evidente posicin
de igualdad entre ambos contendientes: acusador y defensor); reinan la oralidad
y la publicidad del debate; y supone la libertad personal del acusado hasta la sentencia definitiva. Repetirnos: se respeta al defensor.
Es este el sistema penal propio de los regmenes democrticos y republicanos,
por lo cual supone una concepcin propia del moderno estado de derecho liberal.
Veamos en qu medida el decreto 2790 y sus normas complementarias se corresponden o no con un sistema acusatorio:
El procedimiento que prevn los decretos en comento supone la privacin de
la libertad del imputado aun desde el inicio de la indagacin preliminar, la incomunicacin, la prohibicin de la libertad provisional, y el encarcelamiento, lo cual pugna
abiertamente con un sistema acusatorio que, como dijimos, contempla la libertad
del imputado hasta la sentencia irrevocable.
Tampoco el trmite procedimental previsto por el EPDJ garantiza que el proceso se desarrolle segn los principios del contradictorio, con observancia de la igualdad entre las partes, la oralidad y la publicidad del debate, porque l se edifica
sobre la base de la prueba secreta practicada por funcionarios annimos (arts. 24,
31, 33, 37 y 50) y de los jueces sin rostro (arts. 37, 38, 39, 43, 47 a 51, entre
otros); es un trmite escrito, no hay posibilidad de ejercer la defensa en pie de
igualdad, de controvertir adecuadamente las pruebas, de presentar alegaciones; las
providencias se notifican de manera caprichosa y no llevan la ~irma del ju~z,_ etc.
y, para acabar de ajustar esta cadena de anomalas, los testigos son ano m m os
(arts. 37, 22, entre otros).
Ms an, el EPDJ no consagra un sistema acusatorio porque en l el proceso
penal se incoa sin la acusacin. En efecto, luego de una indagacin preliminar
adelantada por las Unidades Investigativas de Polica Judicial (UIPJ) (arts. 23 Y
ss.), el proceso se inicia por el JIOP mediante la emisin de un auto cabeza de
proceso (art. 31), esto es en el sumario, y no con la acusacin realizada por el
ministerio fiscal. No se trata pues de un sistema acusatorio, porque no se prev
un mecanismo procesal que desligue completamente al juez de la acusacin; como
quiera que esta es formulada por un funcionario judicial, el juez del c?noctmtent~
no puede actuar con la independencia que supone un sistema acusatono, pues esta
ligado a la valoracin de los hechos realizada por otro dispensador de justicia mediante la resolucin de acusacin.
De otra parte, el EPDJ tampoco cumple con la exigencia referente a que el
juez no tiene libertad de investigacin ni de seleccin de las pruebas, estando vinculado solo a las que formule la acusacin, pues con toda claridad se establece la
iniciativa probatoria de aquel en el periodo del juicio (arts. 42 a 45). Por supuesto
que los sistemas vigentes en muchos pases civilizados han desconocido esta caracterstica del proceso acusatorio tradicional.
Finalmente~ una caracterstica propia del sistema acusatorio es la de que el
poder de acusacin corresponde a un rgano distinto del juez, esto es, el ministerio
pblico o mini"'terio fiscal. El Estatuto, contrariamente, estatuye que la acusacin
la formula el JIOP, o sea, un funcionario judicial, al igual que el juez del conociEnero 1991
miento (arts. 31, 39. Y 40). Y como si lo anterior fuera poco, la verdad es que
el JOP apar~ce. mampulado por un rgano administrativo, el Director Secciona!
de <?rd~n Pubhco (DSOP) o por su tren de empleados, quienes controlan todo
el tranute del proceso: a) asignan el juez, b) dictan autos, e) mantienen en reserva
la Identidad del uez, d) certifican la autenticidad de las providencias, etc. (cfr.
arts: 40, 47, 49, 51 Y ss.); no es, pues, a la hora de la verdad, el juez el que
deci~e de n;tan~r.a Imparcral, dado que el funcionario administrativo controla todo
el tranute JUdiCial.
adopta el EPDJ, lo cual nos exime de abordar el sistema mixto acogido por diversas
naciones que en la actualidad buscan afianzar el proceso como garanta y no acabarlo, como parece ser el cometido de nuestros improvisados legisladores. Por eso
compartimos lo expuesto por
en un trabajo recientemen-
te aparecido:
''A nuestro juicio, el modelo procedimental que recoge el Estatuto que estudiamos, al sistematizar una normatividad que justamente de manera progresiva ha
*
Lo anterior demuestra, entonces, que es falaz la afirmacin en el sentido de
que el decreto ~790, modificado por el 99 de 1991, introduce un sistema acusatorio.
Por el contrano: algo que se advierte al punto es que el susodicho procedimiento
se empar~nta pehgrosa~ente con el sistema inquisitorio creado por crueles regimenes
monrqmcos Y perfecciOnado por el derecho cannico, que tanta sangre y arbitrariedades ha costado .a la humanidad. Este sistema se encuadra dentro de los siguientes
aspectos: at~nuacin Y progresiva elinnacin de la figura del acusador, acumulndose en la misma persona el acusador y el juez; el juez est investido de una potestad
permanente; la hbertad del juez en la bsqueda, adquisicin y valoracin de las
pruebas, mdependientemente de todo comportamiento de las partes; y, finalmente
el desarrollo del ?r~ceso segn los principios de la escritura y el secreto3.
'
.
Esas caracte~Isticas .son precisamente las que se evidencian en el EPDJ: un
uez acusa Y otro uzga (~Iempre el j~ez); no ~ay acusador independiente e imparcial
aeno a la funcin unsdiccwnal; el uez est mvestido de una potestad permanente,
aunq~e vig~lado ~ cada paso p~r el funcionario administrativo, quien, en un sistema
tod~~Ia mas pehgroso que el mquisitorio llamado a producir desastrosos efectos
pol.Iticos,. controla todo el trnte de la indagacin preliminar y del proceso. Adems,
el uez tiene libertad para buscar, adquirir y valorar las pruebas a espaldas de
las partes, priman la escritura y el secreto total.
. . Se ?e.cesita mucha te~eridad, tanta, que llegue hasta el irrespeto de la civilizacwn undica pa~a producir, fundamentar e imponer esta urdimbre de retrogradaciones: a ~IIferencra del proceso inquisitorio medieval y del que imper en Europa
en los Siglos XVI a XVIII, que cuando permitan al procesado ver al juez este apareca
enc~puchado, en el procedim~ento de nuestro tema el encartado nunca ver el rostro
del uez m conocera su Identidad. Es que, como anota MANZINI, el secreto absolu:o.del proceso :nunca se dio en Italia (ni siquiera en el Consejo de los Diez de Venecia
mustamente difamado), a diferencia de lo que ocurri en Alemania, donde prevale:
cieron, desde el siglo xv hasta el siglo XVII, los mal afamados juicios de la Santa
Veh~me, en los que eran secretos el lugar y la forma del proceso, el acusador,
los JUeces y hasta la sentencia misnia"4.
desvirtuado la nocin real del proceso penal, instaura una forma de proceso ms
cercano a aquellos que en el medioevo se estructuraban para condenar sin remedio.
Sus trabas, la forma como se articula, el protagonismo de actores sin arraigo jurisdiccional que se crean para esta jurisdiccin y, sobre todo, su propia concepcin,
as lo demuestran'' 5.
4.
embargo, son esos mismos criminlogos los que postulan una transformacin radical
de la sociedad en beneficio de los sectores desposedos y en contra de los detentado res
del poder, que solo representan los intereses de las minoras. Pretender que un
estatuto de claro corte fascista -y en esto nos acompaa el Dr. HERNANDO LoNDO
O JIMNEZ
5 ALEJANDRO DAVID APONTE, "Cmo matar a la justicia en la tarea de defenderla: 'Estatuto para
3 dem, pg. 2A.
4
VINCENZO MANZINI,
1, Buenos
la Defensa de la Jmticia' ",en Anlisis Poltico, nm. 11, septiembre a diciembre de 1990, Bogot,
Universidad Nacional, Instituto de Estudios Polticos y Relaciones Internacionales, 1990, pg. 81.
6 VASCO, op. cit., pg. 27.
EDITORIAL
to de esas polticas criminales, es poco menos que una osada y una inconsecuencia
DAvmAPONTE, que no hay una poltica ~iminal seria _Y co~erent~ en nue~t~o P.as.
No existen en Colombia unas pautas, surgdas de una diScU~Jn sena Y pa~tJcJpatJ~~
en torno a las polticas que guiarn a los delicados mecan1smos de cnmmahz~cwn
tra el patrimonio econmico, la libertad individual, etc., realizados por los sectores
ms pobres de la poblacin en alto porcentaje, los cuales se entregan para su juzgamiento a autoridades administrativas. Es decir, se realiza un cambio de rtulos
para sustraer tales conductas de la rbita judicial trasladndolas al mbito adminis-
civil"7.
.,
estarn supeditadas al capricho o tal vez al buen o mal humor del mqulSldor de turno.
5. TRAS "NOVEDADES" DEL ESTATUTO PARA LA DEFENSA DE LA JUSTICIA
Sin duda alguna dos cosas son rescatables en el Est~Wto o?,jet~.de _e~m~~:
una es la unificacin de las llamadas "jurisdiccin especmhzada y JUnsdiccwn
de orden pblico" .en una sola, lo que era una necesidad sentida ante tanto c~os;
y otra el papel actuante que se otorga al ministerio pblico, organismo q~c tiene
ahora una gran responsabilidad, sobre todo si se tiene en cuenta que cam1~amos
por senderos de notoria irracionalidad. Pero hasta ah, pues si de hacer bien las
cosas se trataba, se debi empezar por mtroduc1r orden en casa .umfca~do to~o
ese conjunto disperso de decretos que, nos atrevemos a pens_arlo, m el ~rop10 mimstro de justicia conoce, en un estatuto nico que con cl~ndad recogiera aspectos
sustantivos y procesales acudiendo a un sistema acusatono atenuado, como _h~cen
afirmacin transcrita.
estado de derecho liberal entraa, sin que al pretender restaurar la JUStiCia se arrasen
con ella como se pretende ahora.
Vea,mos, sin embargo, qu prefiri hacer el ejecutivo. En eft;cto,. ~l EPJ?l cc;mienza por eliminar la institucin de la recusacin prevista en_Ia legtslacion or~mana
aunque conserva los impedimentos, lo cual no es de extranar, pues .a ~ad1e se le
puede ocurrir recursar a quien no puede ver ni conoce (art. 5.1); siguiendo con
esta brutal arremetida contra el prooeso, establece que el habeas corpus solo puede
ser decidido por la Sala Unitaria del TOP con sede en Bogot, lo cual lo .hace
completamente inoperante (arts. 5.3 y 62); se trabaja ~o~ base en la desconfianza
hacia el juez invisible, pues se introduce el grado Juns.dJ~cJO.nal ~e ~onsulta para
todos los eventos que cobija el Estatuto, mcluyendo 60 h1potesJs dehct1vas y conexas
por qu, por qu este tipo de comportamientos que representan una extremada
(art. 5o).
.
.
. . .
f
b'
Como ratificando que el sistema acogido es el mqms1tono, lo que ya ue o J~to
Que quede entonces claro que el Estatuto es concrecin (si acaso lo es) de
una poltica criminal retardataria, de aquella para la cual debe sacrificarse al hombre
del TOP se notifican a las partes en copias que no llevan las firmas de los mag1s-
en aras del leviatn estatal. Por eso es vlido afirmar de nuevo, con ALEJANDRO
10 Enero 1991 Nuevo Foro Penal, N 51
DAVID
APONTE,
trados, pr_evia cert~ficac_in del presidente del Tribunal (art. so, pargrafo); prev
la protecci~n de la ~denuda~ de_l~s testigos (art. 22, inc. S0 ), consagra la posibilidad
d_e allananuent~s sm orden JUdiCI~ (pargrafo I, inciso 1, art. 24) y la interceptact_n de ;omurucaciOne~ o mensaJes por orden del denominado DSOP (pargrafo
I, me. 2 art. 24) -Director SecciOna! de Orden Pblico-; y, como dijimos se
establece la reserva de la identidad de quienes recaudan las pruebas secretas (parg;afo
III, art. 24). Se prohbe expedir copias en el sumario y se permite la reserva sumarial
no solo para el encartado sino tambin para su defensor y los auxiliares de la justici~
(art .. 37); y, !"'r Sl~pu<:"to, se introduce un novedoso sistema para notificar el auto
d~ cierre de mvesttgacin al procesado detenido (en parte tomado del c. de P. P.
VIge?te) q~e, seguramente, se extender en la prctica a todas las diligencias emanadas
del JUez sm rostro o de los funcionarios administrativos que controlan el proceso:
el sistema de "cualquier medio eficaz". jEs el colmo del garantismo! As para
qu la Revolucin Francesa y dnde la divisin entre barbarie y civilzacl~?
~ para que n? quepa duda del carcter inquisitorio del proceso, las pruebas
practtca?as e~. el JUicio t~mbin se pueden tornar secretas, las que se realizarn
por escnto o por cualqUier medio o mecanismo adecuado para tal efecto" (art.
50), ~sto e.s. ?~ manera caprichosa, arbitraria, con notable menosprecio para la
segu~Idad JUT!dica. Y eso que la etapa del juicio, segn se ha dicho a todos los
mediOs de d_ifusin de noticias, es expresin de un sistema acusatorio. jVlgame Dios!
Pero sigamos con los "logros" de tan publicitada regulacin: sntoma de que
el EP~J desconoce la categora del delito poltico es la atribucin de competencia
a los Jueces de conocimiento de orden pblico (JCDP) para decidir en los casos
de md~lt? cuando deban dictarse autos como el inhibitorio o el de cesacin de
procedimiento, con motivo de su concesin (art. 90, nm. 16). Razn no le falta
a alg~n comentarista cuando afirma: "el Estatuto funde y confunde de este modo
el dehto comn, el delito poltico y el terrorismo'', diferencia que, acota, ''es fundamental. frente a cualquier propsito de crear las condiciones necesarias para una
resolucin real de los conflictos en Colombia" B.
Veam?s otro~ aspectos ms pacficos del ordenamiento cuestionado: otorga
competencia a los J~eoes de conocimiento de orden pblico para resolver los procesos
suscitados por razon de la ocupacin o incautacin de bienes (art. 9, num. IS);
resta?lece la competencia de los jueces superiores para conocer de los delitos contra
la ~xtstencia Y la seguridad del Estado (ttulo 1, libro 2 del C. P.), que estaba
rad~cada en la JOP (vase decreto 2490 de 1988); y les atribuye a los mismos funcionariOs competencia para conocer de los delitos de porte de armas de defensa personal
(decreto 3661 de 1986), secuestro simple (art. 269 del C. P.) y amenazas perso~ales Y familiares (art. 26 del decr. 180 de 1988), siguiendo el procedimiento ordinano (cfr. art. 10 EPDJ).
Asimismo otorga competencia a los jueces penales y promiscuos del Circuito
para conocer de los delitos de trfico de estupefacientes cuando la cantidad de plantas no exceda de 2.000 gramos, la de semillas de 10.000, la de marihuana de
8
EDITORIAL
CONCLUSIN
Sin duda alguna con la expedicin del EPDJ el derecho penal colombiano ha
retrocedido centenares de aos, y en muchos aspectos hemos retomado a estadios
prebeccarianos. De un tajo, de la mano del desorden institucional, trasnochados y
abusivos legisladores ban borrado conquistas del pensamiento juridico democrtico
que ni los ms retardatarios voceros de las clases en el poder se haban atrevido a tocar.
No puede haber entre nosotros una verdadera administracin de justicia porque
se ha olvidado, como alguna vez lo precisara RADBRUCH evaluando el rgimen nazi,
que "la legalidad, la aspiracin a la justicia, la seguridad jurdica, son requisitos
de una administracin de justicia"9. Ahora, paradjicamente, se pretende brindar
seguridad a los jueces e investigadores !O arrasando con el postulado de legalidad,
9 GuSTA VRADBRUCH, "Leyes que no son derecho y derecho por encima de las leyes", en Derecho
injusto y derecho nulo, Madrid, Ed. Aguilar, 1971, pg. 5.
10 As reza uno de los considerandas del decreto 2790 de 1990.
Enero 1991 Nuevo Foro Penal, N 51 13
ADDENDA
Tenamos razn! El 8 de febrero del ao en curso el EPDJ fue objeto de una
nueva modificacin, esta vez mediante el decreto 390 de 1991, y la cascada legislativa
contina ... Ahora, corroborando que se trata de un proceso notoriamente inquisitorio,
se aboli la audiencia pblica en los procesos que se adelanten por la jurisdiccin
de orden pblico, esto es, el secreto total. Y conste que este es el "ensayo" de un
"sistema acusatorio". Ya se imaginarn nuestros lectores lo que se avecina!
FERNANDO VELSQUEZ V.
Profesor de la U.P.B.
11
LVARO VARGAS, "La Constituyente y el proceso penal", en NFP, nm. 50, Edir. Temis, Bogo-
t. 1991.
12
l.
**
de
un
de
en
Traduccin de ELENA
LARRAURI .
dcada de los sesenta3 han analizado que la poltica no es solo cuestin de poder
e intereses, sino que tambin abarca la provisin y defensa de smbolos: procesos
de "elaborating symbols" y "summarizing symbols" Oos cuales tienen tambin
un potencial emotivo y manipulativo)4 o la eliminacin y concrecin de los smbolos
(los cuales tienen solo una relacin vaga con la realidad preexistente, y con ello
desarrollan una capacidad de crear una nueva realidad aparente y ficticia)5. Cuando
se analiza el fenmeno norteamericano de la prohibicin6, encontramos aspectos
como los "empresarios morales" y las "cruzadas simblicas", ello significa que
la prohibicin estatal solo tiene como una de sus funciones evitar o minimizar
el comportamiento prohibido: tras ella existen valores culturales y morales que
simbolizan un determinado estilo de vida, y que son colonizados por medio de
la prohibicin penal. Y, finalmente, tambin la nueva criminologa tiene que ver
con smbolos; al amparo de las teoras del "labelling approach"7, las cuales pueden
ser vistas como variantes de la criminologa criticas, sostienen los tericos del llamado "interaccionismo simblico"9 que la criminalidad no es un objeto preexistente,
sino el resultado de una determinada interaccin en la cual el legislador tiene un
papel activo y en la que el proceso es fundamentalmente simblico, de adscripcin
de etiquetas y estigmas al ofensor.
Quien vea ello demasiado lejano o demasiado conspiratorio puede recurrir
a ejemplos ms cercanos.
Al respecto, con atencin al derecho penal, vase a MONIKA Vos. Symbolische Gesetzgebung.
Fragen zur Rationalitt van Strafgesetzgebungsakten. Diss. Munchen 1987, cap. 8, B14, CI; HAsseMER!STEINERTITRE!BER, ''Strafgesetzgebung. Soziale Reaktion auf Abweichung und Kriminalisierung
durch den Gesetzgeber", en HAsSEMER/LDERSSEN (Hrsg.), Sozialwissenschaften im Studium des Rechts,
Band III: Strafrecht, 1978, pgs. 23 y ss.
4
S. B. RTNER, "On Key Symbols", en American Anthropologist 75 (1973), pgs. 1338 y ss.
EDELMAN, Politik als Ritual. Die symbolische Funktion staatlicher Institutionen und politischen
al respecto
cony consideracin
del derecho penal, ALLANDI, Staatsschutzdelikte und
Handelns, 1976;1983,
Pressefreiheit,
pgs, 205
ss.
DERECHO PENAL
.
.
rol importante Ello es cierto fundamenblicas del Derecho son ampl~as ~ Jueg::'o~ambin en el d~recho penal"12. Ha sido
talmente en el derecho eco~Illlco,
ado extensamente de la "promulgaespecialmente PETER NoLL qmen se a pre~cu~ungslehre haba advertido de forma
cin de leyes simblicas". Ya en ,su Ges:l g~
ente simblico"14 no son "excesicautelosa.13 que ''leye~. con un ~aract':t:~~
este tema de modo monogrfivamente Infrecuent:s . Posten~rme, del com ortamiento''; esta estudia ''reacciOnes
coy adopt las ensenanzas_de la teona
~m ortamientos de animales que se
de sustitucin"' y se refiere con ello a los e tes Pporque no estn en condiciones
agotan en actitudes de combate o. amenaz:'tambin en el caso de leyes simblicas
de llevar a ca?o la ?atalla real: del ~msmo ~o ~o io tiempo existan las condiciones
obra una eXIgencia de regular sm qule. t P Pha aumentado tanto la literatural6
eJ ecucin En e m erm
al
l. "
para su ap 1cao n Y
.
h
ecialmente del derecho pen , que
acerca de la funcin simblica del d~rec ~ y espsealar vas de ulteriores anlisis.
merece la pena realizar un inventano en Ico y
du:;::,r::ll
2.
al
tn vinculadas de una u otra forma
Que las leyes, especialmente l~s ~e~ e~, e~n reproche sino que, al menos de
a efectos simblicos, no es en pnnop!O mngu "mple obvledadl7. Las justificadoacuerdo con la opini~ ~ontempornead es un:o~I en una primera aproximacinDes para ello son mltiples y -cuan o me
ampliamente discutidas.
E~~~:i~:.:::a
A)
se puede encontrar ya una clasificacin plausible de diversas
formas simblicas de derecho18;
clsico: GUSFIELD, Symbolic Crusade. Status Politics and the American Temperance M ove.
ment,6 Un
1963.
.
.
12 A los dos ejemplos de legi;lac~n.~l~bd~h~~
caracteriza como de "golpe en e vaao
14
Adicionalmente STEINERT, Symbolische lnteraktion. Arbeiten zu einer refledven Soziologie, 1973; del
mismo, "Das Handhmgsmodell des symbolischen Interaktionismus", en LENK (Hrsg.), Handlungstheorien,
Bd. 4, 1977, pgs. 79 y ss.; STANGL, "Staatliche Nonngenese und Symbolischer Itteraktionismus'', en Kritis.
che Kriminologie heme. Beiheft 1986 des KriminoJogischen Journals, pgs. 121 y ss., 128 y ss.; respecto
del "labelling approach" referido al derecho penal simblico, Vos (dt. en nota 3), Cap. C I.
JO RYFFEL, Rechtssoziologie. Bine systematische Orientierung, 1974, pg. 2.56.
11 RYFFEL parta de (pg. 255) la ley noruega de 1948, a la que VrLHELMAUIERT ["Einige soziale
Funktionen der Gesetzgebung", en HIRSCH/REHBINDER (Hrsg.) Studien und Materialen zur Rechtssozio.
Jogie, 1967, pgs. 284 y ss.J haba hecho internacionalmente clebre, por suministrar funciones solamente
latentes (simblicas): la pretendida proteccin del sirviente no se produca en modo alguno; en vez
de ello el legislador aparentaba realizar algo para este grupo sin tener que perjudicar los intereses contrarios
del empresario; una ganancia poltica considerable. En nunia-osos paises que exigen legalmente un salario
mnimo puede actualmente observarse el mismo fenmeno.
16 Comprece, ademas e os ya
' - .
schaft 92 1980 pgs. 19 Y ss., 54 Y ss.,
setzgebung'', en Zeitschft fr cJ!e gesamte ~tr;fre~~s=~~s:oderne~ G;setze' :, en Zeitschrift fr Recht.
HEGENBARTH, "Syrnbolische und mstrumente e unN o Theorien von Kriminalitiit und Strafe, 1980,
spolitik 1981, pgs. 201 y ss.; ~EUMANIS~H~O~ f e~~~onale Bedeutung des Gesetzes. Einige A~mer
pgs ti4 y ss. ScHILD, "FunktiOnale un me -un . llen Strafrechts" en Festschrift fr Welmar,
zur 195 y SS., l97y SS., STEINERT,
am
des
en Fe>tschrift fr Broda:;
1986, pgs.
kun~en
G~~etzgebungsleh:e
Beisp~~e~i:;~~~~ionen Strafre~hts
350 y SS,
.d
b" VoB cap e, nota 3.
17 En el mismo sentl o tam len
'
.
ot a clasificacin en AMELUNG, nota
r
18 VoB, cap. B I 4 a nota 3 ' detalladamente; comparece
16, pgs. 49 y SS.
SS.,
:Or
B) Ejemplos
exagerar.
n a amp ttud del fenmeno resulta dificil de
As la supresin del plazo d
.,
de la ley 16 de 16. 7. 1979 ( 78eiir~~;:'~~on para Io_s, asesinatos (riazis) por medio
1954 ( 220a StGB)20 tenan su si nifi ) d Y la ~~neto~ penal del genocidio desde
instrumental del texto de la ley si:o ene~ o J?Ohl!ic?Cnmmal no en la realizacin
ellas, Yfundamentalmente en consideracio~e~stm:.~crn ~el p~rodo nazi detrs de
e:D-contrar exigencias pedaggicas excesivas en ~o 1 cas. el mtsmo modo se pueden
s~n de crear una conciencia ecolgicamedi t 1~recho penal, no solo en la pretensmo tambin respecto de la exigencia de~ e ea! e~cho penal del medio ambiente,
, rev onzar el rol de la mujer" en el
fenmeno de la violencia contra la
derecho penal sexual o en la incl ~- meres con base en un endurecimiento del
matrimonio"21.
USion e un nuevo tipo penal: "Violacin en el
En la detenninacin de la
de "defensa del ordenamient:~:-~.o s~ puede entender su principio fundamental
1
5
tomar en consideracin sus facetas si~~li~;s2~? ~ III, 59 I .~mm. 3 StGB) sin
del pueblo en el derecho"23 0 la "
r
d la conserva~wn de la confianza
derecho y en la protecci~ del or":fen ~za e . p~e~lo en la Invulnerabilidad del
vos"24, los que a pesar de estar instru:,:::~to J~nfdtco frente a ataques delictimen e ormulados son alcanzables, si
21
"
Vase W HASSEMER, "ber die Bercksichti u
.
ze ' en Festschrift fr Coing I 1982
.
504 g ng von Folgen bei der Auslegunf der Strafgeset52
23 BGHSt 24, 40 (45). ' '
' pa!I'J.
Y ss. Y 1.
24
Ambos en BGHSt
24, 64 (66).
tendi un puente entre la realizacin de la justicia y su valor para la vida de los hombres, y en este
contexto critic no el vinculo entre la justicia penal y sus efectos para la sociedad, sino ms bien (en
primer lugar) una lesin de la justicia penal en inters de una doctrina de la felicidad utilitarista (Metaphysik der Sitten, II, Teill ,Abschnitt, E. Vom Strafund Begnadigun.dsrecht): "La ley penal es un imperativo categrico, y pobre de aquel que arrastre la serpentina de la felicidad para encontrar algo que,
a travs de la ventaja que promete, se desprenda de la pena; ... ya que cuando se renuncia a la justicia,
carece de valor para los h001bres la vida ... ; ya que la justicia cesa de serlo cuando se ven&! por algn precio''.
No puedo inferir de este texto la idea de la justicia como objetivo; parece ms bien una condicin
de la vida social.
o tco
,
' ano en sentt o transitivo como reflexivo.
"
A~z, HEGENBARTH33 opone el "fortalecimiento simblic d 1
"
segundad de su cumplimiento" HILLJ4 h bl d 1
o e as normas a la
'
,
a a e eyes que "no estn en situacin
de efectuar
b
"simblico'~a:nt~,s Y as cuaie~ solo tiel?en funciones simblicas"; RYFFEL35 vincula
consecuencias latentes" de las leyes N 36
nes del legislador a los efectos re 1 d
OLL opone las intencioa es e 1as 1eyes, YAMELUNG37, contrapone ''prestigio'' a ''efectivid3.d''.
30
31
32
33
Ms documentado en
ASSEMER,
RYFFEL,
~:
AMELUNG,
48
y ss.
B) Presupuestos necesarios
Pueden considerarse varios rasgos, los cuales deben ser tomados en consideracin cuando se construye el concepto. El trmino "derecho penal simblico":
a) tiene sentido solo en una consideracin al derecho penal orientado a las
consecuencias38, Quien utilice el concepto de derecho penal orientado exclusivamente hacia el interior [input]39, como concrecin de las normas generales en los
casos concretos no puede entender la "gracia" del derecho penal simblico: la
oposicin entre efectos manifiestos y latentes (o como quiera denominrselos). Esta
vinculacin con el concepto actual de orientacin a las consecuencias aclara tambin
por qu el fenmeno de "simblico" tiene actualmente una dilatada existencia;
b) no debiera apoyarse en elementos de disposicin40 como los "objetivos"
o las "intenciones" dellegislador4I, Estos elementos presentan sus problemas especficos de aplicacin, conocidos por la doctrina del mtodo subjetivo-histrico de
interpretacin de las leyes42: la mayor parte de las veces el legislador guarda silencio
acerca de sus intenciones; frecuentemente las encubre, y generaimente ni siquiera
a este le resultan excesivamente claras, especialmente en casos de leyes de compromiso o en prescripciones que contienen distintos mandatos morales (como por ejemplo
en el caso del aborto) existe "un" legislador exclusivamente institucional pero no
intencionaL Debiera por tanto fundamentarse el concepto objetivamente: en vez
de en "expectativas" en la "previsibilidad", en vez de en intenciones en los efectos de las leyes, existencia de unas condiciones previas objetivas y probabilidad
de un efecto, en definitiva: no se trata de estudiar fines sino funciones43;
e) solo puede tratarse de un concepto comparativo. El "simbolismo" en la
promulgacin y ejecucin de las leyes no es un y/o sino un mas o menos. Inclusive,
una norma tan concreta como la del homicidio( 212 StGB) lleva consigo la esperanza preventiva de fortalecer el respeto a la vida humana; inclusive una regla sospechosamente simblica como la de "genocidio'' ( 220a StGB) demuestra no solo nuestra
adhesin a la Convencin de 1948 sobre la prevencin y castigo del genocidio y
a sus principios fundamentales, sino que adopta un programa de ejecucin de normas
para casos concretos;
d) no es apropiado solo para denunciar las leyes y su aplicacin --sera entonces
un comentario anacrnico sealar el carcter simblico del derecho penal
modemo44-, ya que tambin las normas dictadas para ser efectivas persiguen fines
38 Al respecto, detalladamente, mi trabajo sobre la orientacin hacia las consecuencias en derecho
penal, nota 22, passim.
39 Respecto al C9JlC.taJto y significado de funciones, nput y output, LUHMANN, Rechtssystem und
Rechtsdogmatik, 1974, pgs. 25 y ss., 36 y ss.
40 Ms extensamente mi Einfhrung n de Grundlagen des Strafrechts, 1981, 19, 111.
41 Asi procede, por ejemplo, Nou... en su determinacin del concepto "legislacin simblica" en
nota 14.
42 ENGISCH, Einfhrung n das jurstische Denken, 8a ed., 1983, pgs. 88 y ss.
43 Comprese tambin Vos, nota 3, pg. 66, con ex.plicaciones adicionales.
44 Vase U, 3.
DERECHO PENAL
DERECHO PENAL SIMBLICO Y PROTECCIN DE BIENES JURDICOS
bin una designacin normativa combativa; expresa no solo descripcin sino tambin
crtica.
C) El elemento de engao: proteccin de bienes jurdicos
y poltica
No es fcil aislar y precisar los elementos del derecho penal simblico en los
que basar la crtica al fenmeno descrito. No es suficiente sealar que se trata
efectivamente de una discrepancia (entre funciones manifiestas y latentes o entre
efectividad y prestigio)45 ya que, como he mostrado, esta discrepancia es un rasgo
de todo derecho penal moderno. El objeto debe ser determinado adicionahnente
a travs de alguna cualidad crtica, para que el "derecho penal simblico" sea
visto como un fenmeno negativo o peligroso.
Esta cualidad crtica se basa -y esta se presenta en todos los casos de promulgacin de leyes simblicas- en la oposicin entre apariencia y realidad, apunta al
elemento de engao, a la falsa apariencia de efectividad e instrumentalidad. Esta
cualidad da, en mi opinin, en el objetivo acertado -<:on los requisitos ya enumerados, que por "engao" no se entiende una determinada disposicin: motivos e
intenciones histricas del legislador, sino una cualidad objetiva de la norma46 y
siendo conscientes de que "promulgacin simblica" es un concepto aumentativo,
que describe un "mas o menos" y no un "y/o"47.
"Simblico" en sentido crtico es por consiguiente un derecho penal en el
cual las funciones latentes predominen sobre las manifiestas: del cual puede esperarse
que realice a travs de 1, norma y su aplicacin otros objetivos, fuera de los descritos
en ella. Con lo cual se entiende -como ya expresa la determinacin del conceptopor "funciones manifiestas" llanamente las condiciones objetivas de realizacin
de la norma, las que esta misma alcanza en su formulacin: una regulacin del
conjunto global de casos singulares que caen en el mbito de aplicacin de la norma,
esto es, la proteccin del bien jurdico previsto en ella. Las "funciones latentes"
a diferencia son mltiples, se sobreponen parcialmente unas a otras y son descritas
ampliamente en la literatura: desde la satisfaccin de una "necesidad de actuar" a
un apaciguamiento de la poblacin hasta la demostracin de un Estado fuerte.
La previsibilidad de la aplicacin de la norma se mide en la cantidad y cualidad
de las condiciones objetivas, las que estn a disposicin de la realizacin objetiva
instrumental de la norma. Una predominancia de las funciones latentes fundamenta
lo que aqu denomino ''enga.o'' o ''apariencia'': los fines descritos en la regulacin
Partiendo de esta determinacin del concepto puede comprenderse ms ampliamente el fenmeno del derecho penal simblico.
A) Orientacin a las consecuencias y prevencin
El contraste aparente entre funciones manifiestas y funciones latentes,_el.cual
constituye el ncleo del derecho penal simblico, se basa en un presupuesto histon~o
vale la pena tomar en consideracin. Este presupuesto es, como ya .e
~~~cionado48, la orientacin a las consecuencias del derecho penal en. la teona
Y en la prctica: solo el que se compromete con un derecho peual onentado a
las consecuencias y quiere Y puede medir sus efectos, nene acc~o al conce~to
nal ;imblico para un derecho penal internamente onentado el caracde derecho Pe
'
1g
E
ectlva permite
ter simblico del derecho penal no constituye tema a uno. s1a persp.
. .
comprender mejor el surgimiento y desarrollo del derecho penal s1mbohco Y al
propio tiempo situarlo en su contexto politicocriminal ms .amplio.
..
El derecho penal simblico aparece desd~ esta perspectiva como una cns!S
del derecho penal orientado a las consecuencias.
..
..
La orientacin a las consecuencias vara y acent~ el problema de legnmac1~n
del derecho penal49. En tanto que una regulacin onentada hacia el ~ntenor s~ o
debe demostrar a efectos de justificacin, su sometimiento a la Jerarqma normativa
(Constitucin, ~yes),las disposiciones orientadas al exteri~r -tanto en su promu~~~.
m en su e ecucin- no solo deben ser correctas smo que deben ser tll111: 1en
c}on co o a sea n la consecucin de un objetivo (resocializacin, remtegrac!.n),
e !C:~~~ re todos (prevencin general, control de la criminalidad). La prevencin
ya
.
f
es un concepto aceptable solo SI es e !Caz.
. . 1
d
Solo mediante una concrecin histrica de esta relacin bastante trlVla pue .en
verse los problemas polticos de un derecho penal orientado a las. consec~e~cias
del derecho penal simblico, esto esto, cuando uno se pregunta que es ver a .e:aY
in "eficaz" Esta pregunta es de difcil respuesta. Las cond!CIOmente ~~~~~e;~~encin efecti~a (y con ello los presupuesto:> de justificacin de
:~~ ~:gulacin penal) son complejas, son histricamente vanables y actualmente
difusas.
48 Vase 111, 2, a).
45
EMER/
'~ Str~~:echt",
0
DERECHO PENAL
Vase por ~odas AMELuNG: Rechtsgterschutz und Schutz der Gesellschaft, 1972, passim;
HASSEMER, Theone und Soziolog1e des Verbrechens, 1973/1980, pgs. 17 y ss. y 57.
w.
51
.
De forma paradigmtica H. JAGER, Strafgesetzgebung und Rechtsgterschutz bei Sittlichkeitsde'
likten, 1957, pgs. 38 y ss. y passim.
52
Al respectoSTRATENWERTH, Strafrecht, Allgemeiner Teil I, "Die Straftat", 3 2 ed., 1981, Randnummern 52 y ss.
53
Para un mayor desarrollo mi trabajo Theorie und Soziologie des Verbrechens, pgs. 19 y ss.,
27 y SS., 41 y SS.
FEUE~BACH,, Lehrbuch des gemeinen in Deutschland gltigen peinlichen Rechts, 14 2 ed., (Hrsg.
C. J. A. MtttermaJ.er), 1847, 388 y ss.
54
.
B~RNBA~~ ber das ErfordeniB einer Rechtsverletzung zum Begriffe des Verbrechens, con espeCial constderacwn al concepto de ofensa en Archiv des Kriminalrechts Neue Folge 1 (1834) pg
150, 178, 183 y SS.
'
'
S.
55
65 FRANZXAvi;RKAUFMANN, "Normen und lnstilutionen al<; Mittel zur Bewltigung von Uns~eher
heit: Die Sicht der Soziologie", en Gesellschatl und Unsichcrheit, 1987, pg. 38.
r
DERECHO PENAL SIMBLICO Y PROTECCIN DE BIENES JURDICOS
DERECHO PENAL
de la "creciente complejidad de cada aspecto del mundo que para nosotros tiene
significado"66. Aparece como rasgo de una "sociedad de riesgo"67 moderna, que
5.
Las as creadas y en su concrecin experimentadas responsabilidades, los intereses de minimizar la inseguridad de una "sociedad de riesgo" y de dirigir los procesos
complejos69 han afectado no solo a la poltica criminal sino asimismo a la teora
penal y a la doctrina del bien jurdico.
JAKOBS construye -influido por la teora sistemtica de LUHMAN- su variante
de una teora de la prevencin general positiva sobre la experiencia de expectativas
frustradas en contactos sociales y en la necesidad de orientacin y estabilidad70,
Y utiliza para ello la locura de la complejidad social y de la incertidumbre personal,
las cuales caracterizan a una "sociedad de riesgo". En la doctrina del bien jurdico
ha sido KRATZSCH71 quien ha visto ms claramente el significado penal de conceptos como inseguridad, complejidad, perturbaciones y orientacin72, y como ello
se ha plasmado; por ejemplo, en la creacin de tipos de peligro abstracto que
son una reaccin especfica a la puesta en peligro de bienes jurdicos73, "los cuales
descartan una influencia directa debido al efecto conjunto de mltiples factores
causales"; la norma combate "el peligro que ant~naza al bien jurdico no como
un peligro individual, sino como un elemento tipificado de una ... peligrosa gran
perturbacin>> (Direccin individual a travs de un orden general)".
67
anden~ Moderne,
1986.
69
JAKOBS, Strafrecht. Allgemein{Y Teil. Die Grundlagen und die Zurochnungslehre. Lehrbuch,
1983, Randnummer 1/4 y ss.
71
72
73
CONSECUENQAS
El derecho penal en su forma jurdica liberal es escasamente apropiado para flanquear objetivos polticos, orientar ~itos de prob_l~as y prevenir situaciones de
peligro75. Es un instrumento ms bien prudente, dirigdo al pasado_ dotado de un
arsenal de medio; fragmentarios: le son vedado; los casos de perturbaciOnes generales,
de objetivos flexibles o abiertos al futuro, de medios de resolucin de conflictos (art.
103 II GG 1 StGB; "principio de legalidad"); su utilizacin est solo autorizada
(para una ~revencin eficaz demasiado tarde) cuando se ha realizado un injusto relevante ("hecho tpico"); incluso complejas situaciones de riesgo solo son abarcables penalmente cuando pueden ser atribuidas a un individuo concreto ("culpabilidad personal");
tambin en los casos de dificultad de prueba de la causalidad est prohibida la utilizacin
del derecho penal (in dubio pro reo); consecuencias penales, sean en inters -~e la
mayora o terminen por ser irrazonables, finalizan en la f~ontera de la eulpa~Ilidad
y de la proporcionalidad ( 46 l, 62 StGB). Que las crecientes y al lllismo uempo
difusas expectativas preventivas no pueden ser realizadas por este derecho penal es
lo que ha convertido a la "moderna poltica criminal" y a los "dficits en la aplicacin",
en hermanos -respecto del trfico de estupefacientes-, pasando por el derecho penal
del medio ambiente hasta la lucha contra el terrorismo.
Bajo esta presin preventiva el legislador intenta encontrar alivio por dos medios: los delito; de peligro abstracto y el derecho penal simblico.
B) Delitos de peligro abstracto
Se ha intentado buscar este alivio por medio de los delitos de peligro abstracto,
los cuales en Jo; mbitos aqui tratados, han eliminado prcticamente los clsicos
delitos de 'resultado. Encubren la ausencia de fuerza fctica del derecho penal para
proteger bienes jurdicos, al suprimir el vnculo entre comportamiento cri~~nalizado
y lesin de bien jurdico. El injusto penal no es la comprobable causacwn de un
perjuicio sino una actividad que el legislador ha criminalizado; si en la eleccin
de esta actividad existe o no la potencialidad o el peligro abstracto de lesin no
puede ser discutido en el mbito de aplicacin de la norma, sino que es solo un
elemento de evaluacin en la promulgacin de la norma. En segundo lugar, los
delitos de peligro abstracto facilitan la cuestin a efectos preventivos siempr~ molesta, de la atribucin. Dispensan la prueba de un dao (y con ello la causalidad del
74 Un anlisis detallado y una valoracin prximamente en W. HASSEMER, Alternativ Kommentar
zum StGB, Band 1, vor 1, Randnummer 456 y ss.
75 Respecto del concepto de la formalizacin de la administracin de justicia vase mi.. Einf_hrung
in die Grundlagen des Strafrechts (nota 40), pgs. 127 y ss., 294 Y ss.; F. HERZOG, Pravention des
Unrechts oder Manifestation des Rechts, 1987, pgs. 48 y ss. (respecto de una teoria penal), pgs.
107 y ss. (respecto el concepto. de injusto), pgs. 120 y ss. (respecto el proceso penal).
comportamiento) y facilitan por ende la atribucin. Que con ello debilitan la posicin del
autor y atentan contra un bastin del derecho penal clsico es tan obvio como discutible. Que ello alivie la presin preventiva, como se pretende, est an menos claro; ya
que precisamente en el mbito en el cual se dictan delitos de peligro abstracto con
particular celo -medio ambiente y trfico de drogas- las quejas sobre los "dficits
en la aplicacin" se han convertido en una constante msica de acompaamiento76.
C) Derecho penal simblico
RESUMEN
tachten D fr den 57. Deutschen Juristentag, Mnchm, 1988, D 77 y ss., pgs. 152 y ss.; W.
HASSEMER/MEINBERG, "Umweltschutz durch Strafrecht", en Neue Kriminalpolitik, l, 1989, pgs. 46
y ss.; respecto al derecho penal de estupefacientes, KHNE, Staatliche Drogentherapie auf dem Prfstand, 1985, pgs. 29 y ss., 108 y ss.; ScHEERER, Die Genese der Betaubungsmittelgesetze in der Bundesrepub.lik Deuschland und in den Niederlanden, 1982, pgs. 196 y ss. y passim.
77 Detalladamente al respecto, W. HASSEMER, ''Grundlinien einer personalen Rechtsgutlehre'', en
H. ScHoLLER PH!LIPPS (Hrsg.), .[enseits da Funktionalismus, Teil III y passim.
INTRODUCCIN
Al abordar el tema del tipo subjetivo en los delitos contra la
fe pblica anotamos como generalidad que, en materia juridicopenal,
punto de partida fundamental es la precisin de que lo esencial del
delito reside en la conducta humana; de suerte que para con~cer
el delito en su triple estructura, adems de conocer con delimitaCin el objeto jurdico tutelado, debemos conocer la conducta humana
como fenmeno del mundo natural, pues el conocimiento de la accin
es precedente al conocimiento del "delito" como fenmeno de creacin legal. As, lo que el derecho hace es valorar conductas humanas
dadas en un proceso de accin, las que son generantes de resul~ados
materiales (dao 0 peligro de dao), y calificarlas como hechos purubles.
En consecuencia, si lo afirmado precedentemente es vlido para
la categora general de delito, con mayor razn lo es, co_n respecto
a la categora particular de los delitos con~r~ la fe ~,ubhc~, ~n los
que esencialmente concurre el elemento subetivo del engano : e_lemento que no debe apreciarse etreamente frente. ~ una fe p_ubhca
abstracta, sino concreta y frente a los intereses especiflcos g_arantizados
y0 protegidos por la genuinidad y /o veracidad de los mediOS probatorios sobre los que recae la accin de falsedad.
As, pues, la determinacin del objeto jurdico, el examen de
la accin violadora del inters jurdico tutelado y los elementos genera Exprofesor de Derecho Penal en la Universidad del Cauca (Colombia). Actualmente cursa estudios de doctorado en Derecho Penal en la Universidad Complutense
de Madrid (Espaa).
r
'
le~ de 1~ falsedad, son los nive!es reflexivos por considerar, a efecto de una comprensmn mas mtegral de los dehtos contra la fe pblica en su tipo subjetivo.
l.
!os
1
.
Cfr. LUIS ENRIQUE ROMERo SOTO, La falsedad documental, Bogot Ed. Carvajal S A 1982
pags. 16, 19 a 35.
'
' . .,
'
2
JuAN BusTos RAMfREZ, Bases crticas de un nuevo derecho penal Bogot Edit Temis 1982
pg. 73.
,
.
,
3
LUis CARLOS PREZ, Trata~o de derecho penal, t. m, Bogot, Edit. Temis, 1978, pg. 570.
DERECHO PENAL
4 Luis ENRIQUE RoMERO SoTO, La falsedad documtntal, ed. cit., pg. 33.
5 JuAN BusTosRAMfREZ, Manual de derecho penal, Parte Especial, Barcelona, Edic. Ariel, 1986,
pg. 401,
6 ORLANDO GMEZ LPEZ, El delito emocional, Bogot, Edit. Temis, 1981, pg. 17.
r
1
1
EL TIPO SUBJETIVO EN LOS DEUTOS CONTRA lA FE PBLICA
DERECHO PENAL
11
e~
por interrelaciones el ho b t b. .
' es e aro que
b 1
~ r~. am_ len aprehende en diverso grado de interiorizacin
los val
t 1 ores, Sim o os Y SigmfJCacwnes ideolgicas que imperan en la sociedad e
re 0 ~ q~e se e~u~ntr~ las significaciones de valor jurdico. El conocimiento 'ue~
~~10~~J~tlvo-subJetlvo e _Ideolgico-material; y dependiendo del grado de des~~oll~
gico-~ental Y de Interrelacin social, el hombre comienza a tener conciencia
de sus accwnes, a comprenderlas, a dirigirlas e imprimirles el sello de su voluntad.
7
8
ZAF'FARONI,
"to-
DERECHO PENAL
::y
val
~:~~~0 P~~~ en algunos. eventos, en los cuales les otorgagel trai'amie~~~d;! de0~1:!
. s su JC vos en e1 ttpo, ora de circunstancias genricas
,
~~~In Y atenuac~n,. de causales de justificacin 0 de causJe::e~::~~a~~"::~
yen ~~oJ~~~o~emottivad~wnales, pues: no son ajenos para la teoria del delito y constitu:
es u JOs pormenonzados pues siem
h b
estar hablando d
. '.
pre que se a le de accin se
e un proceso motivacwnaiB
RLANDO GMEZ puntualiza "U
d ,
o motivaciones contradictorias _:_am:a cod~ ucta puede ser motivada en estmulos
mente, a veces ese proceso de contraii~c~~oen{r~~o;~m!~~ en lo_s ce~ os y' precisacrono_Igicamente la irrupcin de la accin-delito". "La co~~tlvacmne~ demo~a
:~::~:liOsa, es el resultado de un conflicto de motivaciones de r~~:u~n :;;a~c::;:s
la vo1U::t:d~4.en un momento uno de ellos el factor dominante qu; determin~
As lo referenciado, tenemos que en Ja
d
h
motivaciones de ira, miedo amor d b 15c~n ucta umana pued~n concurrir
de necesidad d 1
'
Y e er. ' e _amenazas reales o Imaginadas;
e ucro, por defender (la vida e mtegridad personal 0 b'
e1 h onor a un tercero etc )
. d
, s 1enes,
al . '
.
?
' por anusta ' por enemistad, por motivos nbles
dx~::;~~:::;,o~v~ mnobles Ymezquin?s, etc. En general el caudal motivacion~
de procesos que~~
~uy amplio: y surge como fruto de la interrelacin
naturaleza y la sociedad. I enor Y extenor del hombre en su relacin con la
d;::a;{o:
::
.
S1n, prevencin y tratamiento, Bogot, Tttcer Mundo Eclito ercer ~n o E~tores, 1987; Co~pul
mentales, Bogot, Tercer Mundo Editores 1972 Lamente divididresB 1988, TTeona de las dos funcwnes
car en accionar del sujeto dentro de los marcos de la inimputabilidad, ya sea por
bloqueos en la esfera intelectiva, afectiva y1o volitiva.
La importancia, pues, de establecer las causas motivacionales de la conducta
humana general y de la conducta particular delictuosa, radica en poder determinar
si esa causa obedece a funciones "racionales" o a funciones "extrarracionales",
ya que, dependiendo de una u otra situacin, variar el tratamiento penal que se les d.
d) Proceso finalstico. En relacin con el proceso finalstico del ''para qu"
o "hacia qu" o "hacia dnde" se dirige la accin, se pronuncia ZAFFARONI, y
afirma: "Es incuestionable que cualquier voluntad humana se dirige a un fin, o
sea que no hay voluntad ni conducta sin finalidad. La voluntad no es <<voluntad
de mover el cuerpm> ni <<voluntad de inervacin muscular. Una voluntad as no
existe ms que en la invencin de los autores causalistas. Es evidente que siempre
que se quiere algo, siempre la voluntad es <<voluntad de y <<voluntad para. No
hay voluntad <<de nada ni voluntad <<para nada. Sostener lo contrario implica
considerar la conducta al mero nivel fsico y prescindir de los niveles psicolgico
y sociolgico de complejizacin. Lo psicolgico, que es imposible desligar de la
conducta sin que ella deje de ser tal, es lo que introduce el nexo de finalidad ...
"La diferencia entre el nexo causal y el nexo final se halla en lo siguiente:
en el nexo causal de una causa, sale un efecto; este efecto es a su vez causa de
un nuevo efecto, y as se sigue in infinitum. Se produce un avanzar de caso en
caso, sin que con el nexo se realice un fin. En el nexo final, por el contrario,
se pone un determinado fin que puede hallarse muy adelante(!). En el pensamiento se ubican los medios retrocediendo desde el fin(2) para terminar realizndolos y
con ellos tambin el fin(J). El nexo final se construye de este modo sobre el nexo
causal, pues en la bsqueda de los medios cuenta slidamente con la secuencia
de la causa y el efecto ...
"En rigor, la finalidad -bueno es observarlo desde ahora- no se monta sobre
la causalidad, si la entendemos como algo visto a posteriori, sino sobre la causalidad
a priori, o sea sobre la previsin de la causalidad. Con ello se afirma; como es
clsica la expresin de WELZEL, que en tanto que la causalidad es <<ciega la finalidad es vidente" 17.
El proceso finalstico de la accin, entendido por WELZEL en el sentido de
que lo esencial es "la capacidad de la voluntad de prever dentro de ciertos lmites
las consecuencias del engranaje de la intervencin causal y merced a ello dirigirla
de acuerdo a un plan a la consecucin del fin"l8, implica: a) la anticipacin (el
proponerse) el fin que el autor quiere realizar. De ello sigue -a partir del fin-;
b) la seleccin de los medios de la accin para la consecucin del fin y la consideracin de los efectos concomitantes, y e) la colocacin en marcha de la causalidad
o medios elegidos para lograr el objetivol9.
r.
17
18
19
EUGENIO RAL ZAFFARONI, Teora del delito, ed. cit., pgs. 64, 65.
HANs WELZEL, Derecho penal alemn, Santiago, Edit. Jurdica de Chile, 1970, pg. 54.
WELZEL, ob. y ed. cits., pgs. 54, 55 y 56.
DERECHO PENAL
EL TIPO SUBJETIVO EN LOS DEUTOS CONTRA IA FE PBLICA
rstic~aavf;~~:!~~;~:s~:~r:~;:;~~~d:;tu~~~~~~~~~~::~;;~~~~e!~~t~::~~~~
trasciende al mundo material.
.
.
.
r
al" . " la voluntad consciente del fm, que nge el acontece
WELZEL puntu za. br~ de la accin final. Ella es el factor de direccin que
causal, la columna verte
.
n virtud de esto lo convierte en una
sob~~de~~;:::: ~:n:~~:~~:.r ~:~~aei!e~~~Jnequedara destruid~ en su estructura
acciO~
.
so causal ciego. La voluntad fmal pertenec~ por
t
a que y en la medida en que, configura
matenal y rebaada a un pr~e
ello a la accin como factor mtegran e, Y
r"25
objetivamente el acontecer exteno
.
En el mismo sentido, ZAFFARONI expre~a: "Ca~ unnimemente~: a~:~~u~~
de na o vo un a .
'
.
e es una finalidad. Una voluntad sm
siempre la voluntad tiene un conte~~o, ~u ble la entortada idea de una voluntad
contenido no es voluntad, por~_ue es Immagi~a. 'idealista porque desde el ngulo
sin finalidad solo puede ser hia de una po~~C:,rnsentado ~ue para un anlisis del
del realismo es absurd~ nos t~~:;~:~:s la ~oluntad implica finalidad, en forma
1>> res;lta tautolgica. En razn de que es inconc~
delito que tolllll; como ase e
tb~lbqluel la expdru":~~i~v~~~:~::dfi;~a voluntad sin finalidad, resulta por consecuencia
i e a con
. alid d"26
que la conducta requiere siempre una fm
a
.
.
.
h
nducta cuando hay un hacer voluntano. Ademas,
As los conceptos, solo ay co
. d b
"J'bre"27 lo que implica
a efectos de culp_ab~i~ad) ;~e~:~e~~~~u~::::~ti~e~ ;e~) 1~ invol:O,tabilidad, que
B) Fase objetiva
.
.
b" f a de la accin como su propio nombre lo indica, uene lugar
elL~u~~~ ~.::'e:~al
sehpl~~m:~~:~f::~~rial~::~~:::~~~:~:=~~~~~~::
en
en que)
badamente o superadamente en ec o
Ver ZAFFARONI, Teora del delito, ed. cit., pgs. 139 y ss.
DERECHO PENAL
EL TIPO SUBJETIVO EN LOS DEUTOS CONTRA LA FE PBLICA
3.
LUIS CARLOS Pf'REZ, Tratado_ de derecho penal, t. III, Bogot, Edit. Temis, 1978, pg. 646.
S.
citado por LUIS ENRIQUE ROMERO SOTO, La falsedad documental, Bogot, Ed. Carvajal,
1988,
pg. 476.
Enero 1991 Nuevo Foro Penal, N 51 41
.
~o anteriormente expresado, pensamos, vale para cualquier medio de prueba,
mclmdo el documento pblico, al que la doctrina y la jurisprudencia le han otorgado
un tra~e~to pr~ferente, dando por sentado que la falsedad en documentos pblicos es mest 1n re 1psa, "que consiste en la simple conciencia y voluntad de alterar
la verdad, s.in que sea necesario entrar en ms averiguaciones"32; postulacin que
no compartimos, pues el hacerlo sera aceptar la distincin doctrinaria -endeblesegn la cual existen una fe pblica y lllla fe privada (referida la una a los documentos
pblicos o a la cosa pblica y la otra a los documentos privados o a las actividades
privadas), Y que mayor valor tiene la primera que la segllllda, y que por ende
para hablar de falsedad de documento pblico basta con que el sujeto haya alterado
conscientemente y voluntariamente el documento, sin ms ni ms; lo que, a nuestro
entender, implica dar curso libre y sin reparos a las tendencias puramente vollllltaristas o formalistas de la falsedad33.
C) Proceso motivacional
Las motivaciones de los delitos de falsedad son variadas, como variadas son
las motivaciones de la conducta humana en general. Pero generalmente actan
alrededor del enriquecimiento fcil; del lucro; para aparentar una identidad estado
civil, titularidad o calidad personal que no se tiene y de que pueden derivars; efectos
jurdicos. En el curso de la accin -mviles y fines- interactan pero no obstante
la interaccin, debemos sealar que "el propsito de alterar la verdad, o de producir
un engao, o el de perjudicar a alguien o el de obtener un provecho, quedan dentro
del campo de la intencin (de los fines) sin trascender a la esfera de Jos mviles"34.
Son extensas las construcciones doctrinarias referentes a si los mviles de la
accin hacen parte del dolo en~ delito de falsedad35 o no, y en general a la teora
del dolo aplicable a todos los delitos.
Sin _entrar e?, prolijas consideraciones, y tomando como base lo expresado
en el acap1te ll, De la conducta humana en general - proceso de motivacin",
hemos de resaltar que, por principio, no hay acciones sin causas, sin mviles, sin
proceso. genealgico; y que al ser el dolo una calificacin dogmtico-jurdica que
se le atnbuye a una conducta humana desarrollada en el mundo material y productora de _efectos -resultados- socialmente dainos o negativos, es de consecuencia
refle";lva que los ~rocesos motivacionales o genealgicos no pueden ser ajenos al
estudio de la teona del dolo, no solo en tratndose de los delitos de falsedad
sino con referencia a todos los delitos en general.
.
'
.Qu~ el derecho pe~al, respecto de algunos delitos recoja y valore los procesos
motlvacwnales y los entienda como elementos subjetivos en el tipo, como circunstancias genricas y especficas de agravacin o atenuacin, como causales de justifica32
33
Ver LUIS ENRIQUE RO\:IERO SOTO, La falsedad documental, ed. cit., pg. 168.
Ibdem, pg. 167.
34
35
La falsedad documental,
DERECHO PENAL
enfrentar una agresin. Pero nuestra poca de subversin moral, social e interna<.;ional, ofrece situaciones tales que puede presentarse tal cuestin. Una persona vctima
de persecuciones polticas o religiosas, no ve otro medio de salvar su vida que
buscar refugio en el exterior. Habindosele impedido el paso de la frontera, puede
superar ese obstculo para la falsificacin de un pasaporte. Se sabe que esta prctica
es una de las que amenazan ms peligrosamente, en el momento actual, los intereses
comunes de todos los Estados ... Si el beneficiario del pasaporte falso es detenido
por las autoridades del Estado en que se refugia, no podra alegar en su defensa
que el acto imputado era lo nico que le permita salvar un bien superior a la
'fe pblica' y al inters del pas extranjero, y que, por lo tanto, se encontraba
en estado de legtima defensa, o por lo menos de necesidad"36.
La alteracin de la veracidad y1o genuinidad de un medio de prueba y su
colocacin funcional en el trfico jurdico (tanto por el que participa o colabora
en la falsificacin como por el que lo adquiere previo conocimiento de la falsificacin, para colocarlo funcionalmente en el trfico jurdico) puede tener por motiva~ill: la defensa de un derecho propio o ajeno contra una agresin actual, injusta
o mnunente, circunstancia esta que justificara el delito de falsedad.
En verdad, en el estado actual de conflictividad de la sociedad puede presentarse
variedad de agresiOnes actuales, injustas o inminentes, cOntra derechos propios
o ajenos de la persona, que lleven al sujeto o sujetos actuantes a la necesidad
de falsificar documentos para salvaguardar la integridad de esos derechos.
Cuando se trate de documentos que en su contenido y genuinidad proyecten
agresiones contra derechos de las personas, la defensa. de esos derechos no puede
limitarse nica y exclusivamente al trmite legal de la denuncia por injuria, por
calumnia o por estafa, o al trmite de la tacha de falsedad de documentos; o en
s a los trmites que la propia legalidad ofrece para el trato de documentos.
Si la legtima defensa est consagrada por la necesidad de defender derechos
propios o ajenos contra agresiones actuales, injustas o inminentes; y si las circunstancias de hecho llevan a que la forma de defender esos derechos es falsificando un
m~i'? de prueba funcional en el trfico jurdico, o adquiriendo un medio de prueba
falsifiCado para colocarlo en el trfico jurdico, pensamos que la causal de justificacin tiene plena eficacia.
En la legtima defensa, en la que concurren una accin de agresin y una
accin de reaccin defensiva, esta reaccin defensiva puede darse precisamente falsificando la veracidad y/o genuinidad de un medio de prueba.
En el anlisis del mvil de legtima defensa en la falsedad, captarnos con claridad
la interrelacin de la fe pblica con bienes jurdicos concreto-sociales, como pueden
ser el honor, el patrimonio, la vida y la integridad personal. La fe pblica, pues,
como objeto de proteccin a la veracidad y1o genuinidad de los medios de prueba
funcionales en el trfico jurdico, no debe ser una fe pblica abstracta, etrea,
que existe por s y que hay que defender por s y para s y nada ms, sin relacionarla
con otros bienes jurdicos micro o macrosociales a cuyo servicio o interrelacin est
36 LUIS ENRIQUE ROMERO SOTO,
La falsedad documental,
DERECHO PENAL
cin de nadie y que solo tienen como alternativa para salvarse del peligro la de
cometer un "delito" de falsedad.
D) Proceso finalstico
El proceso finalistico en los delitos contra la fe pblica tiene por objeto establecer "hacia qu", "hacia dnde" o "para qu" se altera la veracidad y/o genuidad
de un medio de prueba.
Si partimos de la base real de que donde los medios de prueba se tornan funcionales es en el trfico jurdico, creando, modificando y/o extinguiendo derechos
o situaciones jurdicas o intentando obtener dichos resultados, podemos captar sin
mayor esfuerzo reflexivo que, al hablar de accin de falsedad, la finalidad primaria
fundamental prevista, pensada o proyectada por el sujeto o sujetos actuantes de
la falsedad, debe ser la de hacer funcional en el trfico jurdico el medio o medios
de prueba falsificados.
El destino finalstico de funcionalidad en el trfico jurdico (de los medios
de prueba falsificados) es, pues, primario y fundamental para poder pasar a reflexionar en las otras finalidades, tambin fundamentales y consecuenciales, como son
las de producir un engao, perjudicar a alguien (dao o peligro de dao) u obtener
un provecho.
Si el medio de prueba, ya alterado en su veracidad y1o genuinidad, no tiene
destino finalstico de funcionalidad en el trfico jurdico (destino finalstico que
se valorar a caso concreto, de circunstancias objetivas y subjetivas concretas),
la accin ser irrelevante para el derecho penal, pues no podemos hablar de falsedades o de lesiones al bien jurdico de la fe pblica inest in re ipsa, en tratndose
de medios de prueba alterados en su veracidad y1o genuinidad, los que en ninguna
forma estn destinados o tendrn funcionalidad en el trfico jurdico.
Qu dao o peligro de dao, pues, podr ocasionar un medio de prueba
falsificado que no tiene como destino incorporarse a la dinmica jurdica? Qu
engao o cul obtencin de provecho (finalidades consecuentes a la de incorporacin
al trfico jurdico) podr ocasionar un medio de prueba alterado en su veracidad
y1o genuinidad, si a aquel ni siquiera se lo tiene destinado para incorporarse al
trfico jurdico?
Sancionar conductas de mera alteracin de la veracidad y1o genuinidad de
medios de prueba que no tienen por finalidad incorporarse al trficojurdico, es,
en nuestro criterio, aplicar criterios sancionatorios de responsabilidad objetiva, pues
hay ausencia de dolo. En efecto, con base en los postulados de la teora finalista
de la accin, si el dolo est en la accin y la accin est en el proceso de adecuacin
tpica (tipicidad); y si dentro de la accin dolosa debe incluirse la "finalidad" de
incorporar el medio de prueba a la dinmica jurdica para que produzca o intente
resultados, pues es claro que una accin carente de esa finalidad, adems de no
ser dolosa, tampoco es reprochable jurdicamente. No debemos olvidar que la capacidad de culpabilidad o imputabilidad, la consciencia de la antijuridicidad del hecho
y la exigibilidad de una conducta adecuada a derecho o normalidad de las circunstan46 Enero 1991 Nuevo Foro Penal, N 51
mental para poder sancionar, como es el de que la conducta adems de ser tpica,
debe producir un efecto, un resultado de dao o peligro de dai\o.
Debemos resaltar que no es dable -en nuestro concepto- admitir o seguir
sosteniendo que el dao o peligro de dao en los delitos contra la fe pblica -especialmente en los documentos pblicos- es inest in re ipsa, porque eso significa
otorgarles a la fe pblica y a los documentos pblicos una categora especial suprasocial, por encima de la sociedad y de sus dinmicas interrelacionantes. Los delitos
contra la fe pblica no son formales, son de resultado, en los que se debe dar
un dao o peligro de dao concreto (el que se puede dar o no, al entrar en el
trfico jurdico; o el peligro de dao, al tener por finalidad entrar en el trfico
jurdico). La dai\osidad inest in re ipsa formulada doctrinaria y jurisprudencialmente
para los documentos pblicos, a nuestro entender, constituye una presuncin in
malam partem o presuncin de daiiosidad. Y por principio filosfico de justicia
y equidad, en materia penal no son dables tales presunciones, que otrora sirvieron
de fundamento sancionatorio al derecho penal inquisitorio, absolutista y arbitrario,
que para castigar imaginaba y presuma, dada su incapacidad de probar.
Los fines y finalidades de la accin, como elementos subjetivos, al decir de
JESCHECK
ms precisamente la voluntad de actuar del autor. Como modificaciones de la voluntad tpica de la accin manifiestan en la misma medida que el dolo la estructura
de la finalidad y como este, se hallan referidos al bien jurdico protegido, al objeto de la accin o a las modalidades de su lesin"39; por lo tanto la finalidad a que
nos hemos venido refiriendo tambin manifiesta, en la misma medida que el dolo,
la estructura de la finalidad falsaria; y como se trata de una finalidad fundamental,
debe estar presente para poder configurar una accin verdaderamente dolosa.
Ahora bien, en el evento de sostener o admitir que los delitos contra la fe pblica
son formales, o de mera conducta, ello tampoco excluira que hubiese dao o peligro
de dao, pues los delitos formales para poder sancionarlos tambin deben producir
un dao o peligro de dao; y esos resultados solo los obtienen las conductas que
trasciendn a la realidad social y jurdica; pero las conductas que no trascienden ni
social, ni jurdicamente no es posible sancionarlas, pues hacerlo seria caer en el peligrosismo jurdico, que tiene como fundamento, entre otros, el de sancionar conductas
que no han causado dao, pero que en algn momento pueden llegar a causarlo.
38 ORLANDO GMEz LPEZ, El concepto de culpabilidad y su evolucin, Popayn, Publicaciones
de la Facultad de Derecho de la Universidad del Cauca, 1988, pgs. 64 a 75. Sin publicar por editorial.
39
Cfr. H. H.
JESCHECK,
434.
DERECHO PENAL
Creemos que las conductas contra la fe pblica merecen un tratamiento y anlisis concreto-social (como lo merecen todos los delitos) y no pueden concebirse como
conductas de mero peligro.
Al respecto del tema, el profesor MANUEL COBODEL ROSAL expresa: Documento
es "todo instrumento escrito en el que se recogen una o varias manifestaciones
de voluntad generadoras o reconocedoras de obligaciones o derechos, de los que-se
da testimonio y que de alguna forma se incorpora al trfico jurdico, en el que
deja sentir sus efectos".
Y agrega: ''el documento, adems debe estar destinado a incorporarse al trfico
jurdico, para lo cual, es evidente, hace falta algo ms que el deseo o intencin
de sus redactores o firmantes ... Ser necesario, por consiguiente, que se est ante
un escrito atribuible a alguien, en el que se d testimonio de unos derechos o unas
obligaciones que se reconocen o generan conscientemente con trascendencia jurdica
Y que penalmente no carezca de validez. Frente a estos documentos denominados
en la doctrina <<intencionales>>, los llamados <<ocasionales>> no pensados por sus
autores para surtir efectos en el mbito jurdico, pero con posterioridad avocados
a entrar en l, no adquieren la calidad de objeto material de estos delitos, hasta
que aquella integracin no se corporiza"40.
FRANcrsco Muoz CoNDE, con claridad nos indica que "la accin en el delito
de falsedad debe ser adecuada para inducir a error a las personas, para hacer pasar
un signo ilegtimo o falso como legtimo o verdadero y adems, ha de estar destinada
a entrar en el trfico jurdico".
Y contina: "La accin falsaria puede realizarse con distintas finalidades. As
por ejemplo, puede suceder que alguien falsifique la firma de un personaje ilustre
o moneda con fines exclusivamente coleccionistas a modo de juego, etc., o que
la falsedad no est destinada a entrar en el trfico jurdico fiduciario en general...
En ninguno de estos casos se da el dolo tpico de las falsedades que supone la
conciencia y voluntad de alterar el trfico jurdico fiduciario, y que segn la doctrina
dominante impide la incriminacin culposa"41.
As las cosas, tenemos que el destino finalstico -de funcionalidad en el trfico
jurdico- de los medios de prueba falsificados es primario y fundamental para
pasar a la reflexin de las otras finalidades, tambin fundamentales y esenciales
de la falsedad, como son las de producir un engao y perjudicar a alguien -dao
o peligro de dao-'-. De otra parte, cabe resaltar que el propsito de obtener un
provecho para s o para un tercero es una finalidad no esencial, lo que significa
que es indiferente que se de o no se de, a efectos de dolo y de adecuacin tpica.
En relacin con lo anterior, GARRAUD, citado por LUis CARLOS PREZ, dice:
"A pesar de la ausencia de una determinacin legal de los elementos de este delito,
la doctrina y la jurisprudencia francesas estn de acuerdo en reconocer que la falsedad debe siempre comprender tres elementos: 1) alteracin de la verdad de un escrito
40
pgs.
41
MANUEL Cooo DEL RosAL, Daecho penal, Parte Especial, Valencia, Tirant lo Blanch, 1988,
227 y 230.
FRANCISCO MuOZ
CONDE,
42 LUIS CARLOS PREZ, Tratado de derecho penal, ed. cit., pg. 644.
Enero 1991
DERECHO PENAL
como elemento constitutivo del delito, puesto que no es suficiente el que la verdad
haya sido alterada"43.
Dadas las anteriores consideraciones y puntualizaciones doctrinarias, tenemos
que las finalidades esenciales de los delitos de falsedad, son: a) finalidad de funcionalidad en el trfico jurdico; b) finalidad de engaar; y e) finalidad de causar un
dao o posibilidad de perjuicio; finalidades que deben estar presentes para configurar una verdadera accin de falsedad.
A evento singular, las finalidades mencionadas se apreciarn y valorarn concretamente en anlisis de circunstancias objetivas y subjetivas allegadas al proceso.
He ah pues, los "para qu", "hacia qu", "propsitos" o "fines" de la accin
de falsedad, los que no se quedan en la sola fase ideativa de la accin, sino que de
alguna forma tienen su reflejo en la colocacin en curso de la accin en el mundo
material; objetividades en marcha de donde el juzgador extraer los elementos de
juicio necesarios y suficientes para una correcta apreciacin y calificacin legal.
E) Proceso de voluntad
44
Lus CARLOS PREZ, Tratado de derecho penal, ed. cit., pgs. 674 y 675.
LUIS ENRIQUE RoMERO SoTo, La falsedad documental, ed. cit., pgs. 174 y 175.
Sobre la base doctrinaria, puntualizada entre otros por ZAFFAROr-1, de que "la
voluntad implica siempre una finalidad, porque no se concibe que haya voluntad de
nada 0 voluntad para nada"45, podemos comprender que el pro"':so de volun~~d
en Jos delitos de falsedad no se circunscribe nicamente al acto matenal de alte;aciO~
de la veracidad y1o genuinidad de un medio de prueba, sino que debe 1r mas alla
y referirse tambin a los propsitos o "fines esenciales" de la falsedad, como
s~n los de a) finalidad de funcionalidad en el trfico jurdico, del medio de. prueba
falsificado; b) finalidad de engaar; yc) finalidad de ocasionar un dao o posJb!hdad
de perjuicio.
Por tanto la voluntad en los delitos de falsedad debe ser, en nuestro concepto:
a) voluntad d~ falsificacin de un me.dio de prueb~;
volu~tad de engaar; Y
e) voluntad de ocasionar un dao o posJbJhdad de perJUICIO. As1las cosas, la voluntad debe estar presente en todo el proceso de accin falsario, proceso de accin
finalstico, pues no se concibe un delito de falsedad en el que no hub1ese voluntad
de colocar en el trfico jurdico el medio de prueba alterado en su verac1dad ! 1o
genuinidad; 0 en el que no hubiese voluntad de engaar; o en el que no hubiese
voluntad de ocasionar un dao o peligro de dao. En tal sentJdo, la voluntad
.b!
debe orientar, dirigir y acompaar todo el proceso finalstico falsario para configurar
342.
DERECHO PENAL
Ver LUIS ENRIWE ROMERO ~OTO, La falsedad documental, ed. cit., pgs. 184, 185, 188 y 190.
dones acerca del destino finalstico de dicho medio de prueba alterado; y, de otra
parte, dar por sentado -de por s- que la alteracin -en s- ya constituye un
dao o peligro de dao a la fe pblica, dado que la "facultad pblica de documentacin es un atributo propio del Estado y que se deben mximo respeto y reverencia
a esta clase de documentos por ser una emanacin de este e independientemente
de su capacidad probatoria"47 y finalidad de funcionalidad en el trfico jurdico.
Consideramos que no puede darse por sentado, por hecho ya acabado e incontrovertible, que la sola alteracin consciente y voluntaria de la veracidad y/o genuinidad del medio de prueba, de por s, ya constituye un dao o peligro de dao
a la fe pblica y que lesiona ~e por s- la facultad pblica de documentacin
que tiene el Estado; y que ese dao o peligro de dao existe independientemente
de la capacidad probatoria y de la finalidad de funcionalidad en el trfico jurdico,
pues ello significa darle a la fe pblica un tratamiento abstracto, etreo e intangible, esto es, no real, sancionando daos o peligros de dao que no existen en la realidad,
sino que su existencia se imagina o presupone -porque s-.
Consideramos que debe haber mayor peso y fundamento probatorio en las
argumentaciones sancionatorias en lo que a esta clase de conductas se refiere, porque
el "por s", "de por s" del dao o peligro de dao no significa nada, sino que
es algo ms que fantstico, rayano en alucinatorio; como lo es el sostener y afirmar
que algo existe, cuando en realidad no existe. El derecho penal moderno no puede
dar lugar ni cabida a tesis y argumentaciones sin naturaleza probatoria real, sin
coherencia ni base metodolgica; las que a nuestro entender no tienen contenido, sino ficciones, y el derecho penal de hoy no sanciona ni debe sancionar ficciones
sino realidades.
De otra parte, si el argumento, entre otros, es el de 4ue la sola creacin de
un documento pblico falso o la alteracin de uno verdadero lesiona la facultad pblica de documentacin que tiene el Estado, debemos expresar que dicha facultad
de documentacin es funcional de alguna manera, y no afuncional; entonces, por
contrariedad, lo que se debe sancionar son las conductas que lesionan o atentan
contra dicha facultad funcional, esto es, los medios de prueba pblicos alterados
que tienen finalidad de funcionalidad en el trfico jurdico, y no los que carecen
de ella o no van a tener de ninguna manera finalidad funcional en el dicho trfico.
Quiz se podr replicar que el centrar lo relativo a la consumacin de la falsedad
de documento pblico en la "finalidad de funcionalidad en el trfico jurdico"
es dar lugar a una brecha abierta para la "impunidad de los falsarios", a quienes
solo les bastara afirmar que no tenan ni la intencin, ni el propsito, ni el fin
de colocar en el trfico jurdico el documento pblico alterado o el falso creado;
y que el probar una finalidad como la que nos ocupa tiene sus mrgenes de dificultad,
pues ello corresponde a las fases ideativas de la accin, las que por principio no
son punibles y que, por consiguiente, al darse esas circunstancias de dificultad probatoria, el margen de impunidad ser inmenso; y que por lo tanto, en evitacin de
47 LUIS ENRIQUE ROMERO SOTO,
184.
DERECHO PENAL
sustentamos, pero si miramos con verdadero y profundo sentido doctrinario y juridicopenal, podremos ver que tal dificultad no se da.
En efecto, al sostener por nuestra parte que el momento consumativo de la
falsedad en documento pblico se erige a partir de la presencia del elemento subjetivo
"finalidad de funcionalidad en el trfico jurdico" no estarnos en contrava de
los imperativos legales, ni estarnos exigiendo la presencia artificiosa de un "elemento
subjetivo" que el Cdigo no consagra. Todo lo contrario, estamos dando desarrollo
tanto a los principios de la teora finalista de la accin como a los de la teora
del delito, que tratan de los procesos subjetivos, mentales, anticipatorios o finalsticos del actuar. Quiere decir lo anterior que, en tratndose de falsedades de documento pblico, el sujeto actuante por lo menos debe representarse anticipadamente
la finalidad que pretende darle al documento sobre el que ha proyectado su actuar.
De tal suerte que si la finalidad anticipatoria es la de "incorporar el medio de
prueba en el trfico jurdico", una vez alterado el documento consciente y voluntariamente en su veracidad y/o genuinidad, el delito se ha consumado; pero si no hay
presencia de ese elemento subjetivo de "finalidad funcional", repetimos, no es
dable hablar de accin de falsedad, porque no hay un accionar falsario doloso
con pretensiones delictuosas, de dao o peligro de dao.
En igual sentido, el hecho de que los cdigos (en este caso el colombiano
y el espaol) no consagren expresamente la exigencia de dicho elemenio subjetivo,
no quiere decir que sin la presencia de dicho elemento subjetivo de finalidad funcional -pensarnos- se pueda afirmar la existencia de una accin de falsedad en
documento pblico; porque, como hemos expresado anteriormente, eso sera aplicar
criterios de res:xJnsabilidad objetiva, esto es, sancionar conductas, resultados desprovistos de finalidad delictual, de subjetividad dolosa; y, de otra parte, en materia
de antijuridicidad, desprovistos del dao o peligro de dao o posibilidad de perjuicio.
Pata los eventos en que el sujeto no ha concurrido en la falsificacin del documento pblico, es claro que el delito se consuma con el uso, previo conocimiento
de la falsificacin del documento que usa (arts. 222 del C. P. colombiano y 304
del C. P. espaol).
Igualmente, en tratndose de falsedad en documentos privados, para efectos
de consumacin se requiere del uso por parte del falsificador (art. 221 del C. de
P. C.) (art. 307 del C. P. espaol). El Cdigo Penal espaol, en relacin con la
falsedad de documentos privados, en su art. 306 sanciona la falsificacin de acuerdo
con las modalidades del art. 302, siempre que estn presentes los elementos subjetivos
"perjuicio de tercero" o "con nimo de causrselo".
B) De/ momento tentativo de la falsedad
DERECHO PENAL
so H. H.
Consideracin final
Con las anteriores reflexiones, el tema "del tipo subjetivo en los delitos contra
la fe pblica" no se agota, Todo lo contrario, de seguro existen reflexiones y construcciones doctrinarias de muchsima mayor trascendencia y profundidad que las
desarrolladas en este modesto trabajo, en el que como aspiracin tenemos la ilusin
de haber contribuido mnimamente en la comprensin del delito "esfinge de la
falsedad", como en algn momento lo calificara el maestro CARRARA.
INTRODUCCIN
Una vez ms, aun con inminente riesgo de repetir muchas cosas
CRIMINOLOGA
CRISIS Y CRTICA
DE
LA FUNCIN PUNITIVA
cia, afirma su ineficacia poltica para el logro de sus fines y hasta proclama su
radical obsolescencia.
La vertiente acadmica se origina con importantes sectores de la sociologa
contempornea que llega hasta la criminologa e influye en ciertos criminalistas
heterodoxos. La vertiente profana se halla integrada por amplios sectores de la
opinin pblica, permanentemente empujada por la prensa escrita y no escrita.
nicamente el propsito crtico vincula a las dos direcciones, puesto que se.
orientan en sentidos opuestos: bien al aniquilamiento de todo lo que sea represin
o retribucin, inclusive la abolicin del derecho penal, bien manteniendo las instancias punitivas en vigor, aunque con substancial reforzamiento de todos los mecanis-
En aquella poca de gran despliegue capitalista, aparecen movimientos no conformistas que se oponen a las normas vigentes de dominacin y de poder, junto
a intelectuales como SARTRE y MARCUSE, que cuestionan la sociedad de consumo
y son portadores de saberes que "incomodan a los poderes pblicos". En ese perodo
de gran agitacin social: movimientos estudiantiles, objetores de consciencia, ecolo-
ras de un denominado "pensamiento crtico" (crtico de la sociedad y de las instituciones vigentes). Se origina as la "sociologa crtica" emp_arentada co.n el New
Criticism americano, a partir de los aos sesenta, y la teona de la sociedad que
se elabora en el Instituto de Investigaciones de Frankfurt (rama Y escuela de Frankfurt), reaccin antipositivista dentro de un marxismo paulatin~ment~ heterodo~o
y que hereda el postulado de una sociedad sin opresin (con mvestigadores mas
O menos heterOdOXOS COIDO HORKHEIMER, ADORNO, HABERMAS, FOUCAULT, etc.). Es
a partir de estas impostaciones politizadas, pero tambi~? d~ o.tras c~nsi~~o :~tructu
el enjuiciamiento crtico no solo de la propia ley sino del total aparato. pumtivo
en sus distintos estratos. Esta redefinicin del objeto implica la discusin de la
legitimidad del sistema, puesto que a travs de l el Estado habra ''expropiado'',
Enero 1991 Nuevo Foro Penal, N 51 63
a dicba seleccin.
La especfica misin de esta nueva criminologa es el esclarecimiento de estos
procesos, llamados de "criminalizacin", a cargo de las llamadas "agencias del
control social''.
Debo advertir que el aparato terico de estas especulaciones carece de una
elaboracin doctrinaria de carcter unitario. Por eso enunciar aqu nicamente
las ideas bsicas y fundamentales propiciadas por las tendencias extremas (esencialmente de aquellas que acusan impronta marxista) a travs de dos o tres autores
de especial significacin; entre ellos ALESSANDRO BARATTA, de decisiva influencia
en Sudamrica, y la profesora LOLA ANIYAR DE CASTRo, directora del Instituto de
Criminologa de la Universidad de Zulia (Venezuela), abanderada mxima de estos
planteamientos en esta parte del mundo, con simple alusin de otros ms radicales
y LOUKHULSMAN y, entre nosotros, EUGENIORALZAFFAROautor de una reciente "criminologa", enraizada profundamente en carriles cr-
COrno THOMASMATHIESEN
NI,
CRIMINOLOGA
CRIMINOLOGA
actuacin y aplicacin ulterior, a travs de todas las instancias, las que crean y
producen la criminalidad, el delito y el delincuente.
Son pues la criminalizacin, las etiquetas punitivas y los estereotipos resultantes,
los que crean el delito como componente funcional del sistema de poder, iniciando
a travs del aparato judicial (que tiene ese objeto especfico) las carreras criminales
de los sujetos que pueblan las crceles.
Consecuentemente, el delito es un concepto artificial; carece de existencia previa
a la concrecin legislativa y judicial. Se trata de un fenmeno puramente convencional creado para defender a todo trance un determinado estilo de vida y un modelo
de sociedad.
En definitiva, no hay delitos en s. La delictuosidad no es caracterstica o
cualidad ntica de ningn delito, aun cuando se trate de un homicidio, una violacin,
un estupro, etc. El delito no existe sino como producto de creacin legal, y por
tanto como expresin del poder poltico y econmico.
De todo esto resulta que para estas tendencias el derecho en general, y el derecho
penal en particular, integra un sistema ''perverso'' (vocablo que integra una vasta
coleccin de trminos, a veces difcilmente inteligibles que se deslizan con frecuencia
en la literatura crtica), ya que es producto de los grupos dominantes en el Estado
capitalista que procuran mantener sus privilegios y consolidar la llamada "escala
cuenta del deterioro hillllano regresivo que suframos inconscientemente como ''operadores" de las "mquinas burocratizantes" (tradzcase tribunales de justicia).
Hace no mucho tiempo, por ejemplo, grupos terroristas aliados con bandas
de narcotraficantes han asesinado de manera infame en Medellin, a un gran penalista
colombiano, amigo mo, de filiacin liberal. Me refiero al senador FEDERico EsTRA~
DA VLEZ. Antes haban asesinado vilmente, de igual manera, en la Corte Suprema
de Bogot, de la cual eran jueces, a otros penalistas, amigos entraables: ALFONSO
REYES ECHANDA
qu es lo que se querra decir al afirmar que estos hechos aberrantes, que ya eran
delictuosos antes de la Ley de las Dooe Tablas, no son' 'ontolgicamente'' delictivos
si se prescinde de lo dispuesto en el Cdigo Penal colombiano lo que puedan resolver
las "agencias" de control social, como si se tratase de acciones punibles mala quia
prohibita. nicamente habr lugar a decir que se trata de asesinatos despus de
las sentencias judiciales condenatorias?
Volviendo a la seleccin legislativa, veamos dos de los casos aducidos por
SAN DOVAL HUERTAS. El primero discurre en el mbito de la justificacin y se refiere
a la llamada "presuncin de legtima defensa", todava vigente en muchos cdigos.
Se trata del rechazo del extrao que indebidamente intente penetrar o haya penetrado
en la morada ajena o en sus dependencias, cualquiera sea el dao ocasionado al
poder. Las clases media y alta, a su vez, descargan sobre ese "chivo expiatorio",
de manera simblica, sus propias culpas, para lo cual lo extraen de las clases marginies.
Tambin existe cierta notoria semejanza de estas ideas con posturas tericas
ya muy antiguas, igualmente procedentes de fuentes sociolgicas. Me refiero a los
planteas de LACASSAGNE, entre otros, y a su clebre frase: "tou le monde est cupable except le crimine/"; segn ello el delito sera consecuencia del orden social
capitalista y la responsabilidad sera nicamente social y colectiva. Pero tambin
este planteo precede de un "paradigma etiolgico" de raz positiva, extrao al
de la criminologa crtica, la cual tambin recuerda la concepcin rousseauniana
del hombre puro y no corrupto en estado de naturaleza, ms tarde corrompido
por la sociedad.
Es obvio que quienes no participamos de estos "discursos" criminolgicos
(otro vocablo clave que se repite hasta el cansancio) apuntalamos la hegemona
jurdica y poltica del autoritarismo clasista o fascista, a la manera de "piezas
tiles'', cabra mejor decir ''idiotas tiles'', manejados a discrecin por el control
66 Enero 1991 Nuevo Foro Penal, N 51
SANDOVAL,
nente intentar defenderlos", procurando excluirle del sistema penal. Tal "seleccin", dice es "funcional a las actuales relaciones de dominacin"(!) y se hace
CRIMINOLOGA
sectores capitalistas ... sino ... a la tutela de las fuerzas de oposicin y a la emancipacin de las clases oprintidas". Se trata de la promocin y prevalencia de los intereses
de estas clases en todos los terrenos permitidos por la democracia burguesa. Esta
"revolucin copernicana", dice FERRAJOLI, implica especficamente una nueva "tarea revolucionaria de la magistratura" que contribuye a la formacin de una "clase
MAGNAUD.
veces perfiles francamente ridculos. Por ejemplo, la ilustre profesora que inventara
lo de "criminologa de la liberacin", embalada en su carrera libertaria, sostiene
Enero 1991 Nuevo Foro Penal, N 51 69
que todos ''los llamados delincuentes son seres superiores, vctimas de la sociedad
capitalista burguesa''. Incluso los delincuentes comunes, aade, son ''esencialmente
delincuentes polticos". Por esto propicia "hacer recuperable para el proceso revolucionario a la parte ms sensible de la sociedad>> ... que se rebel acudiendo al
no fcil camino de la delincuencia'', cjue no sera otra cosa que una forma primitiva
gordo. Es evidente que este llamado derecho a ser diferente nada tendr que ver
con todo esto. Pero si se trata de "ser" fumador, "ser" drogadicto, alcohlico,
homosexual, etc., quiz ya no corresponde negar mi derecho a "ser". Pero, en
cambio, podra decirse lo mismo, pongamos por caso, si por ''hacer'' cosas peligrosas me convierto en un "ser" peligroso? podra seguirse afirmando que se tiene
el derecho absoluto a este "ser diferente"? Pienso que es evidente que no. Y si
se contina el anlisis, parece francamente aberrante admitir un derecho a "ser"
delincuente; porque "ser delincuente" se logra a travs de la comisin de delitos,
y porque parece que ningn ser humano puede invocar el "derecho" a matar en
cualquier situacin o circunstancia, o el derecho de violar, o el de corromper, o
el de invalidar fsicamente a una persona, etc. Y esto es de lo que se trata, ya
que se invoca este derecho en el mbito penal.
Ni siquiera parece cumplidamente exacto aducir este "derecho a ser diferente"
para negar el teJos "-resocializador" o "reeducador" del encierro carcelario. Inde-
pendientemente de la ilusin, en gran medida fallida, de que semejante "tratamiento" pueda lograrse por medio de aquel encierro, lo que ha llevado a la< afirmacin
de su fracaso, debe reconocerse que resulta discutible obligar al delincuente a modificarse, incorporando a su personalidad esquemas valorativos tico-sociales que no
son los suyos, que no comparte y que acaso se niega a compartir. Pero, en cambio,
CRIMINOLOGA
Sera deseable poder seguir resumiendo sucintamente las falencias reales o imaginarias que niegan legitimidad al sistema y que demuestran la perversidad de la
sociedad capitalista, sealadas por los modernos criminlogos. El escalpelo crtico
no deja en pie nada. Pero no es posible intentarlo. Especialmente demoledor es
el empuje crtico que trasuntan los libros de EuGENIO ZAFFARONI.
Despus de centenares de pginas que es preciso recorrer imponindose un
ta, a saber: el sistema penal vigente. Pero detrs de l est el Estado. Y en pos
del Estado se encuentra la sociedad capitalista burguesa ...
Algo cercanamente parecido ocurrira con las ''agencias judiciales'', consideradas a su vez como "aparatos" o "mquinas de burocratizar". Tambin aqu existe
un proceso de riguroso entrenamiento al que se somete a sus ''agentes" (funcionarios
y empleados) y "operadores" Uueces). Proceso igualmente vejatorio para sus derechos humanos y deteriorante de su identidad a travs de la "internalizacin de
Enero 1991
CRISIS
CRTICA
DE
LA FUNCIN PUNITIVA
?e
sig~os
~also poder", comenzando tempranamente en las "usinas ideolgicas"
umversttanas, y que se parece mucho a un lavado de cerebro, ya que ni los mism'os
afectados (entre ellos los jueces) lo perciben.
Advirtase cun irresistible ha de resultar aqu el malestar de los colegas de
Muoz CONDE, entre los que me cuento.
.
Volviendo a la propuesta de que se derriben los muros de las prisiones, explcitamente formulada entre otros por BARATTA, a la cual se aade la aspiracin de
lograr un '.'mo~elo de sociedad socialista como el de una sociedad que puede prescindir cada d1a mas del dere~ho penal y de la crcel", ya que este derecho desaparecer
umcamente con el capitalismo y con el advenimiento del socialismo, segn pronstico de RICHAR? QuiNNEY, existen muchos motivos para cuestionarla, sobre todo en
cuanto se advierta que hasta este momento los nicos muros verdaderamente derribados han sido los de Berln, como expresin de una revolucin histrica tan trascendente como la de 1789, la cual no ha sido, ciertamente, obra del zarismo resucitado
de sus cenizas o de la burguesa capitalista, sino de los propios pueblos esclavizados
durante ms de setenta aos.
Y llegado a este punto parceme pertinente, para quienes hacan ciencia social
o jurdka marxista, frecuentemente con los ojos clavados en Mosc, intentar comparar el derecho comunista con el personalista, liberal burgus, vigente en todo el
mundo civilizado. Esto conducir a descubrir algunas cosas sorprendentes.
. Despus de 1958, en efecto, las leyes soviticas volvieron a consagrar los viejos
pn~c1p10s del penahsmo liberal, antes repudiados en forma peyorativa como "preJUICIOS burgueses". Esta restauracin alcanz al dogma de la culpabilidad (como
lo re:ono~w el profesor JoHN LEKSCHAS desde la propia "cosmogona marxista"), lo
cual1mphcaba consagrar a la dignidad humana :omo fundamento tico de la pena.
A pesar de eso las cnicas diferencias discurran por vas subterrneas.
. Basta a este rc:specto recordar la invencin ms perversa (aqu el adjetivo es
ngu;osamente pertmente) que la mente humana haya producido a lo largo de toda
la h1stona contempornea, como lo han reconocido, despus de GoRBACHOv los
propios soviticos en sede internacional.
'
Me refiero aqu a la feroz represin penal del disidente poltico sirvindose
de la psiquiatra y de los establecimientos psiquitricos. Represin perpetrada con
la ley vigente en la mano y a travs del propio mecanismo jurdico, respetando
escrupulosamente todas las garantas democrticas restauradas.
Sin embargo, aunque parezca mentira, el procedimiento implic 'nada menos
que un notorio progreso en el tratamiento poltico de los disidentes soviticos. En
la poca de STAUN se liquid, simplemente, a miles de disidentes, dndoles muerte
como a enemigos y traidores del "paraso sovitico". Ulteriormente un eminente
psiquiatra, el doctor SNEZHNEVSKY, miembro de la Academia de Ciencias Soviticas
Y director del Instituto SERBSKY de Psiquiatria Forense de Mosc, descubri un~
nueva variedad de la esquizofrenia que hubo de bautizar con el nombre de "esquizofrenia boba". Lo espectacular de este descubrimiento fue que la extraa psicosis nicamente afectaba a los disidemes soviticos. El descubrimiento permiti, de ese modo, terminar
72 Enero 1991 Nuevo Foro Penal, N 51
CRIMINOLOGA
con multitud de opositores e inconformistas polticos, encerrndolos en establecimientos psiquitricos con la ms estricta sumisin a las normas penales de fondo,
a las leyes procesales soviticas y a oportunos peritajes mdicos, esto es, lo que
en lenguaje liberal burgus se denomina "debido proceso legal".
Es claro que aqu los disidentes parece que no tenan en modo alguno ningn
"derecho a ser diferentes" y que, al contrario, incurrirn nada menos que en la
conducta reprochable a la que aluda SANDOVALHUERTAS refirindose a los inimputables (dementes y psicticos) del Cdigo colombiano. O ser, por ventura, que
no existan "valores hegemnicos" en el paradisaco imperio de la "dictadura del
proletariado''?
Todo lo que se ha dicho hasta aqu parece hacer patente la razn que acompaa
a DARo MELOSSI (citado por LPEZ REY) cuando sostiene que para estos criminlogos no tiene ninguna importancia construir nada nuevo, sino simplemente procurar
la hegemona poltica creciente del marxismo.
Esto es, por mi parte, lo que siempre he sostenido cada vez que he tenido
oportunidad de pronunciarme. Se trata, sencillamente, de un afn subrepticio, es
decir, de un notorio pretexto para hacer propaganda y proselitismo ideolgico.
Yo no me opongo a ninguna conviccin poltica, pero creo que hay que repudiar
toda especie de infiltracin desleal en vez de una actuacin sin retaceos ni hipocresas,
ejerciendo, esta vez s, el inviolable derecho a ser diferente, en una sociedad pluralista
y democrtica.
Para terminar, todava me siento obligado a formular algunas consideraciones
para ser fiel a mis convicciones.
Por lo general la literatura crtica no es de lectura placentera, ni siquiera fcil.
A menudo se halla inmersa en un estilo presuntuoso, lleno de frecuentes tecnicismos
y naufragante en un ocano de vocablos extraos, neologismos e inventos verbales,
con pretensiones de genialidad original. Cuesta mucho leer y entender a los nuevos
profetas.
Desde sus propias filas, la profesora venezolana RosA DEL OLMO aludi a cierta
"crisis del lenguaje", denunciando a algunos cientficos aficionados a un "lenguaje
esotrico", solo accesible a unos pocos que tendran el privilegio de entenderlo
(una especie de "lite" o "masonerla secreta") mientras quedan al margen los
no "iniciados". Algunos socilogos, seala, en la bsqueda de una "pretendida respetabilidad'', se sirven de una ''terminologa pedante, estril y hueca que califican de
lenguaje cientfico''. Coincide en esta postura con KARL PoPER, que se ha dolido
de una verdadera "polucin del lenguaje", ms daosa, dice, que la polucin del aire".
Pues bien, algo de esto, y a veces mucho de esto, se puede advertir en la
expresin escrita de los nuevos dogmas.
Obviamente en el lenguaje de estos escritores suele colarse frecuentemente el
vocabulario tcnico desarrollado en rededor de investigaciones sociolgicas y aun
filosficas de cuo moderno.
Pero adems de esto suelen aadir al vocabulario cientfico ms o menos de
moda, una profusa multitud de palabras que inventan frecuentemente sin necesidad
Enero 1991 Nuevo Foro Penal, N 51 73
CRIMINOLOGA
CRISIS Y CRTICA DE LA FUNCIN PUNITIVA
:1
2.
Quizs esta crtica podria considerarse afn con la postura sostenida al finalizar
el siglo anterior por RAFAELGAROFALO, uno de los integrantes del triunvirato positivista de la escuela italiana, junto a LOMBRoso y FERRJ. GAROFALO, que no se caracteriz ciertamente por su inclinacin piadosa hacia el hombre delincuente, lleg a
postular, en ltima instancia, su lisa y llana aniquilacin, ya que era preciso aplastarlo, deca, como una alimaa maligna, en el altar de la defensa social.
De manera semejante la crtica profana actual, de raz popular, tiende al mximo de severidad en los procesos de represin y retribucin de la delincuencia, incluso
recurriendo generosamente a la pena de muerte, abrigando el ingenuo convencimien-
los propalan generosa y espectacularmente no ya, esta vez, como prueba de ilegitimidad, sino como muestra palpable de la ineficacia y obsolescencia del aparato punitivo.
El fenmeno alcanza por su magnitud contornos nunca vistos antes. Diariamente el ciudadano se despierta con las noticias del pasmoso crecimiento de una crimina-
CRIMINOLOGA
El severo juicio de valor negativo abarca globalmente todos los estratos: legislacin, justicia, polica, rgimen penitenciario y ejecutivo, etc.
, .
As las leyes penales y procesales seran manifiestamente anacromcas, complacientes inadecuadas para cumplir su funcin. A la justicia se le imputa neglig~ncia,
ineptit~d inexcusable, condes~endencia benevolente con el. criminal, etc:,A I_os JUe~~s
se les tilda como ineptos o Ignorantes, cuando no de Inmorales y cmmeros
Nada se diga de la institucin policial, corrompida y dedica.da ~ perpetr~r to?a
clase de delitos en vez de prevenirlos. Finalmente las cr~eles e mstltutos pem.tencmrios, cuya ineficacia los ha convertido en caldo de cultivo de la ranc1denc1a Y en
escuelas de criminalidad.
Frente a este panorama desolador, en buena medida exacto, qu es lo que
se considera necesario para superar crisis tan tremenda?
Comprender cul es la conviccin popular a este respecto exige formularse
dos preguntas previas, a saber: Qu es lo que la opinin pblica exige al Estado
en su funcin punitiva? Qu es lo que la opinin pblica supone o 1magma que
es la justicia penal?
.
La respuesta a estas preguntas denunciar inmediatament~ ~~a tremenda realidad sociolgica, consistente en un notorio divorcio entre esa opmton (la del cm dadano comn y honesto, incluso culto y universitario), por una parte, Y las leyes,
la ciencia y la justicia penal, por el otro.
En cuanto al primer interrogante, grandes sectores de la opinin .pblica, de
una manera ms o menos subconsciente, se hallan totalment~ convencidos d~ ~~e
es funcin de las leyes y de la justicia social (y que es posible) la desapancwn
de la delincuencia, la total supresin de la criminalidad. Como consecuencia la
subsistencia y el incremento de los hechos criminales se carga en las espaldas de
la justicia, sin advertir que se ha partido de una premisa palmariamente utpica
en la medida en que habr siempre criminalidad, delito y delincuentes, cualqmera
sea la cultura y la organizacin jurdico-poltica de una sociedad dada, como as
se reconoce en el mundo cientfico de hoy.
Por esto ha podido decir ELAs NEUMANN, por ejemplo, que "el crimen . mal
que les pese a los apologistas de los regmenes marxistas, existe en toda la humamdad,
y cabe dudar que pueda ser erradicado", ni en Rsia (hablaba antes de.l ?errumbe
comunista) ni en sus consortes polticos. Es por esto por lo que el Com1te europeo
sobre problemas de la criminalidad del Consejo de Europa ha sealado. la mev!tab!lidad, en todas las sociedades, de cierta cantidad inexorable de delitos.
En manera alguna, pues, el sistema penal puede tener la misin de s~primir
la criminalidad, que acompaar como su sombra al hombre de todos los t~e~pos
y de todos los pases; de idntica manera a como no incumbe a la med1cm~. Y
a los mdicos la extincin de la enfermedad, sino, en esforzada lucha, la preservac10n
de la salud humana en la medida de lo posible.
El derecho penal es apenas una muy modesta barrera opuesta al empuje de
la criminalidad. Solo se trata de unos diques sumamente frgiles, que apenas pueden
intentar una muy relativa disuasin y de ninguna manera la aniquilacin de la
Enero 1991 Nuevo Foro Penal, N 51 77
Frente al crimen muchos ciudadanos, cediendo a sus impulsos naturales, inclusive generosos, esperan que los jueces penales apliquen el derecho penal que tienen
en la cabeza. Pero es claro que el derecho penal vigente tiene algunos siglos ms
de evolucin cultural y no conoce el talin, ni la responsabilidad objetiva o basada
en el mero resultado daoso.
Esto explica por qu se piensa habitualmente en una especie de responsabilidad
que nicamente atiende al dao emergente y a su magnitud; responsabilidad caracterizada por exigir inexorablemente una estricta retribucin vindicativa: el dao causa'"
do debe ser justamente "pagado" en moneda de idntico dao, inferido retributivamente al autor: "ojo por ojo, diente por diente". Mon_struosa retribucin que en
nuestros das retorna muy frecuentemente cuando desde las pantallas televisivas, por
ejemplo, se reclama que el delito "se pague". Alguien ha muerto, y en "pago" alguien debe morir, aunque la muerte haya sido ocasionada quiz de manera casual,
a la manera de un rbol que al caer aplasta a un transente.
En tiempos en que yo. todava era camarista, hace algunos aos, mi mujer
fue quirrgicamente intervenida para impedir las secuelas, graves y quiz mortales,
de una profunda y persistente infeccin sea en la cadera, ocasionada por la torpe
y temeraria actuacin de un mdico. En momentos en que el profesor universitario,
CRIMINOLOGA
le respond con otra pregunta que lo dej perplejo: enviara usted, seor doctor,
a la horca al torpe colega que provoc el gravsimo dao orgnico que est Ud. a
punto de intentar reparar, si mi mujer muriese? El sabio profesor se mir unos
segundos silenciosamente, y se dirigi despus sin decir una sola palabra a la mesa
de operaciones.
Pero esta dureza inhumana est muy lejos de ser una solucin. La severidad
de las incriminaciones y la imposicin de penas draconianas apaciguar moment-
ciencia de las penas de mximo rigor que pretendan terminar con la criminalidad
instaurando el imperio del terror. La pena eficaz (relativamente eficaz) no es la
que sea ms rigurosa sino la que sea justa (como ya deca BECCARIA), si bien impuesta con firmeza y severamente cumplida en establecimientos que no sean escuela
de criminalidad sino institutos de recuperacin moral y social. Lo han dicho los expertos del Comit europeo al que antes he hecho referencia; la severidad de los
castigos no es eficaz como factor de disuasin; es intil aumentar la severidad
de las penas, pues en todo caso la certeza del castigo es la nica manera de mejorar
las cosas. Es preciso aumentar ''el riesgo de deteccin percibido", que s juega
como ha ocurrido entre nosotros hace poco, apenas recrudecen las olas de la criminalidad. Este es un fenmeno de ocurrencia universal.
camino de montaa fue brutalmente embestido por un enorme camin con acoplado
que vena en sentido contrario y que era guiado por un sujeto ebrio. Cmo puede
explicarse, seor camarista, me dijo, que la debilidad de las leyes penales consientan
que los jueces dejen con vida a estos monstruosos asesinos, mientras nosotros quemamos nuestra existencia ofrendndola a la de nuestros semejantes? Yo, a mi vez,
78 Enero 1991 Nuevo Foro Penal, N 51
CRIMINOLOGA
ei
de prensa, unida a una apasionada corriente de opinin por ella conformada, haba
ya condenado mucho tiempo antes sin sentencia judicial ninguna. nicamente la
buena estrella que siempre ha acompaado mi vida, por medio de un amigo mio
que me hizo desistir, hizo que permaneciera en el cargo que estuve a punto de
renunciar ruidosamente, negando en forma pblica al mandatario potestad legtima
para interferir en mis funciones jurisdiccionales. Recuerdo el episodio porque casi
en la misma poca, en 1971, la profesora de un liceo francs se quit la vida,
entre otras cosas, por la perturbacin psquica que le haba producido la resolucin
extrema de un juez que la haba mantenido en prisin preventiva durante largo
meses, en el curso de un proceso por "detournement de mineur", secuela de un
romance amoroso con un discpulo de diez y ocho aos. El "affaire RoussrER"
que por entonoes se hizo clebre en Francia, estuvo en boca de todo el mundo
y dio ocasin a las ms diversas y apasionadas discusiones. Como consecuencia
de ello se reform el Cdigo de Procedimiento francs, restringindose el mbito de
la prisin preventiva durante el proceso y se ampli el de la libertad provisoria
de carcter cautelar.
En torno de la misma problemtica, cuando yo era miembro de la Cmara
Criminal, me indignaba or con bastante frecuencia, y con referencia a algn imputado, que las sospechas que gravitaban en su contra, apuntaladas por alguna presuncin, bastaban y aun sobraban para pronunciar una prisin preventiva, aunque
el juez de la causa estuviese convencido de que en el futuro no se aadira ninguna
otra prueba de cargo, de tal manera que indefectiblemente se impondria la absolucin.
Mis convicciones morales y jurdicas, que no han variado un milmetro, me
inducan a pensar que de ser yo el magistrado jams habra dictado la prisin
preventiva, sobre todo si se tratase de algn hecho no excarcelable por el cual
el imputado podra permanecer privado de su libertad, quiz durante meses y aos,
antes de la sentencia absolutoria. Qu sentido de justicia tiene, en efecto, en tal
caso, una medida de "cautela personal"? Cautela contra qu y para qu?
Pero al modo contrario de pensar es muy frecuente, con lo cual se violan flagrantemente normas constitucionales y se trnnsforma la prisin preventiva en imposicin
real y anticipada de una efectiva pena privativa de libertad sin sentencia condenatoria.
Este debiera bastar para sobrecoger la sensibilidad de cualquiera.
En los establecimientos carcelarios argentinos, en efecto, dos terceras partes de
los que estn all enoerrados no son condenados sino procesados, a la espera
de la sentencia. Dicho en otras palabras: dos tercios de las personas recluidas son
ciudadanos a quienes la Constitucin ordena considerar inocentes; pero all estn
cumpliendo una efectiva pena privativa de libertad sin haber sido condenados, y
sin que sea importante que a la postre puedan ser inocentes y absueltos.
En holocausto a una represin a toda oosta, sin embargo, no se trepida en
propiciar la extensin cada vez mayor de esta punicin ilegtima, amplindola a
numerosos delitos que hoy son excarcelables, con lo cual no solamente se aumenta
el hacinamiento caroelario (que por otra parte se dce querer evitar) sino que se
pone en jaque a la justicia y a la Constitucin.
Enero 1991 Nuevo Foro Penal, N 51 81
Yo comprendo perfectamente que se quiera, por ejemplo, terminar con el abigasto. Pero ocurre que para tal fin se propicia la privacin de la libertad anticipada
en forma de prisin preventiva (y esto es aberrante) para quien ha robado tre;
vacas ... mejor dicho, para quien se halla sindicado de haber robado tres vacas ...
y si es inocente?
Con el debido respeto por quien piense de manera diferente, yo creo que este
,
procedimiento es inadmisible, humana y constitucionalmente.
La opinin pblica, y naturalmente la prensa que la empuja, suelen exigir
qu~ se J?Onga entre rejas a todo sospechoso de delito. Y lo grave es que las instancias
legislativas, tanto naciOnales como provinciales, tienden a satisfacer estas exigencias.
Contrariamente a todo esto, pienso firmemente que corresponde que las leyes
procesales penales abran las posibilidades de libertad durante el proceso, a semejanza
de _lo que ocurre en otras partes, creando substitutivos de la prisin preventiva,
ap~ICables de manera alternativa, que los hay, y muchos, y de probada eficacia.
As1 lo hace, por eemplo, el proyecto gubernamental del Cdigo Procesal en cuya
redaccin intervinieron, entre otros, JuuoMAIER y JOSCAFFERATANORES, que enumera, solo ~omo una de esas posibilidades, la caucin econmica (art. 209, nm. 7).
Es obhgatono llegar al convencimiento de que no es privando de la libertad
anticipada por delitos que acaso no se han cometido como se evitar justa y razonablemente el auge de la delincuencia.
Por encima de toda otra consideracin debe gravitar como un dogma que
el Estado democrtico y personalista en modo alguno puede decirle a ningn ciudadllfl:o: "no importa en definitiva que puedas ser inocente; de todas maneras te
encierro para que los dems no delincan, aun a riesgo de tener que devolverte
tu libertad quiz despus de dos o tres aos". Cosa que ocurre con horrorizante
frecuencia.
CRIMINOLOGA
Es evidente que esto no gusta a muchas personas. Pero este es, imperativamente,
el esquema de valores del derecho positivo vigente.
.
Lo expuesto explica multitud de cosas que ordinariamente la gente no se explica.
Por ejemplo aquello de "entrar por una puerta y salir por la otra", manoseada
frase que se repite todos los das de manera montona, en la calle, en la prensa,
en la televisin ... Es posible que el hecho obedezca efectivamente a deficiencias
morales o funcionales del sistema, pero es de toda evidencia que en la mayor parte
de los casos se tratar de un juez que cumple con sus deberes y respeta puntualmente
los principios liberales de la Constitucin vigente, quiz exponindose al veredicto
popular adverso.
A pesar de todo, repito, alguien continuan protestando porque no se encuentra
entre rejas cualquier sospechoso de haberse apoderado del pasacassette de un automvil, o porque no se le corta la cabeza al imputado (acaso por error) de algn
crimen espectacular y sangriento. Podra ser que la razn le acompae. Y desde
luego tiene el derecho constitucional de expresar y defender sus puntos de vista
(los rganos masivos de comunicacin le abrirn las puertas). Pero para que sean
aplicadas como ley por la justicia argentina ser necesario que obtenga la modificacin de las bases, fundamentos y normas jurdicas que integran nuestro ordenamien-
Pero hay muchas otras cosas repudiables. Veamos lll1 ejemplo peculiar: la prensa
audiovisual, con gesto de inquisidora universal, suele sentar en el banquillo de los
acusados a los jueces penales, no solo para discutir con ellos sus opiniones y aun
sus resoluciones, cuando menos de manera absolutamente impertinente, sino para ponerles frente a frente para realizar entre ellos una especie de careo. Los televidentes
de este pas pudimos ver -con estupefaccin- cmo alguna vez el operador frente
a los magistrados encar a uno de ellos para pedirle que explicara por qu sostena
que en algn caso muy discutido no existe un homicidio consumado, frente a probanzas que segn el operador lo acreditan indiscutiblemente. Y los magistrados se han prestado a menudo a manpuleos semejantes, sometindose resignadamente a la vejacin
de interrogatorios inadmisibles. Esto es sencillamente inconcebible!
Si la memoria no me engaa, creo recordar que alguna vez la Cmara Criminal
de la que form parte, en relacin con un caso que rompa las normas por aquel
entonces habituales, tom discretamente ciertas providencias para hacer cesar esta
especie de espectculos deprimentes. Hubo de juzgar, sin duda, como un notorio
menoscabo para la justicia y socialmente nocivo, el que un juez adule a la opinn
pblica por medio de la prensa televisada. Como si fuese un personaje de teatro
en busca de popularidad o un poltico en vsperas de elecciones.
La libertad de prensa, que ha hecho correr ros de tinta en todos los pases
del mundo y que "es piedra de toque de todas las libertades", como lo ha proclamado
la Organizacin de las Naciones Unidas, tiene por finalidad fundamental formar
una opinin pblica madura y sanamente orientada, procurando libre informacin
en todo lo concerniente a los intereses y a la vida pblica, a fin de que el ciudadano
pueda controlar e influir so11re el desempeo de sus gobernantes.
Pero este teJos es frecuentemente tracionado en perjuicio de los valores de
la comunidad. Qu tiene que ver, por ejemplo, con ese "telas", el llamado "destape" en los medios televisivos que llegan por sorpresa a la intimidad de los hogares,
introduciendo en ellos un erotismo de creciente descaro; o la exhibicin cotidiana
y a todas horas de producciones flmicas extranjeras en serie, impregnadas de violencia e inmoralidad, en las que se suceden episodios criminales de toda especie, perversiones sexuales, drogadiccin, corrupcin de toda estirpe, etc.? Qu principio jurdico,
qu fundamento legtimo, qu finalidad socialmente valiosa puede aducirse para
legitimar estos espectculos y, sobre todo, para cohonestarlos, a pesar de su carcter
incuestionablemente crimin geno, con propsitos de luchar contra la delincuencia,
tanto ms cuanto que se repite el irrisorio anuncio de que a las veintids horas
termina el horario de proteccin al menor?
Pero la problemtica que suscitan las relaciones de prensa y criminalidad es
sumamente rica. Ningn poder del Estado, por ejemplo, ni el ejecutivo, ni el legislativo, ni el judicial, pueden aniquilar impunemente derechos legitimas de los ciudadanos. Pero esto no parece valer cuando se trata del que hiperblicamente se denomina
"cuarto poder", a pesar de que la Corte Suprema de Justicia de la nacin ha
sostenido -en el caso MA~IO- que el ejercicio de la prensa debe imperativamente
"coexistir armnicamente con los dems derechos que integran el ordenamiento
84 Enero 1991 Nuevo Foro Penal, N 51
CRIMINOLOGA
jurdico", y servir, en expresin acertada del ministro FAYT, "como escudo de los
derechos individuales''.
Pero es notorio que la prensa vulnera cotidianamente derechos legtimos de
las personas. Y cuando el titular del derecho lesionado protesta, se le responde
con un argumento irrisorio: la prensa no tiene otra limitacin que el juicio criminal
por calumnias o injurias, o, eventualmente, alguna otra figura penal.
Pero este sempiterno caballito de batalla es notoriamente inaceptable por insuficiente. Descuida el hecho de que no todo exceso o ilicitud perpetrada por la prensa
asume las caractersticas de una accin tpicamente delictiva. Es por esto por lo
que ha podido decir GERMN BIDART CAMPOS, con sobrada razn . que "no todo
agravio o toda ilicitud ... configuran los ilcitos enfocados en el dehto de calumma
y en el de injuria" (o en alguna otra figura, cabria aadir).
Pudieran esgrimirse numerosos ejemplos. Tales los que provienen de expresiones o relatos agraviantes no delictuosos, de informaciones inexactas, exageradas,
deformadas, imprudentes, etc. (cuya legtima reparacin debiera ser el llamado
"derecho de rplica"), o los que significan atropellos palmarios a intereses jurdicamente protegidos y que quedan a merced de un periodismo intocable. Tales, entre
otros, los que frecuentemente vulneran la intimidad de las personas. A veces, inclusive, la de personas perfectamente inocentes que ninguna injerencia tienen en episodios
delictuosos con los que aparecen indirectamente vinculadas. Pero, mucho ms frecuentemente, respecto de imputados o procesados cuya vida privada se pone en
la picota sobre episodios o aspectos ntimos que no tienen absolutamente nada
que ver con el delito o delitos que se investigan. Costumbres inmorales, por ejemplo,
o viciosas, que ningn derecho autoriza revelar. Es que apenas se produce un episodio criminal con ribetes ms o menos escandalosos o espectaculares, la prensa entra
a saco inescrupulosamente en la vida de cuanta persona se le ocurra, sin el menor
miramiento por nada ni por nadie.
Pero todavia hay casos ms chocantes: La "fabricacin" de delincuentes, por
ejemplo, a remolque de algn hecho en cuya investigacin judicial ni siquiera se
ha dictado prisin preventiva. El sensacionalismo periodstico realiza a veces una
suerte de investigacin criminalstica paralela, y a travs de ella constrie, vigila,
presiona a los organismos ejecutivos, policiales, y aun judiciales, en procura de
resoluciones prefabricadas. De este modo, al cabo de encarnizadas campaas, que
a veces se prolongan durante aos, la personalidad tica de ciertos procesados queda
aniquilada para siempre, aunque resulten absueltos en el proceso. El desprecio por
el principio constitucional de inocencia es francamente irritante y particularmente
doloroso en ciertos casos, como el sealado por el camarista ALBERTO ADOLFO CAMPos, al votar en el caso YEIRA. Refirindose al menoscabo de aquel principio Y
sealando "el desaprensivo tratamiento del caso por la prensa", se doli de que
hubiese resultado consumada la "descalificacin pblica del encausado frente al
hombre medio de nuestra comunidad"; "es en esta clase de delitos -dijo- donde
el estigma anticipado no logra borrarse fcilmente del recuerdo colectivo, ms propenso a la diatriba que a la reivindicacin" (aunque "los jueces lo absolvani.os",
aadi).
Enero 1991 Nuevo Foro Penal, N 51 85
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psquica sufridas por la vctima con motivo del proceso y del exceso publicitario.
Estrictamente en lo que se refiere a la vinculacin entre prensa y proceso penal,
vengo pensando desde hace muchos aos (y me atrevo a manifestarlo aqu con
extrema timidez) que nicamente sera admisible una prensa sin trabas de especie
alguna en el perodo del juicio propiamente dicho, esto es, en el plenario del procedimiento, de manera parecida a lo que ocurre en otros pases, como Inglaterra.
A ello se aade la indignante narracin de un episodio dramtico para cuya eventual solucin
hasta se admiti el empleo de la tortura.
Esto implica qi.X! el operador olvid varias cosas muy importantes, a saber: !) que en la Argentina
la Asamblea de 1813 aboli la tortura, y que esa abolicin (que era tortura "dti delincuente") se recogi
en el art. 18 de la Coostitucin; 2) que el art. 144 ter. del Cdigo Penal castiga con graves penas el tormento
o las torturas impue&as por un funcionario policial a los preoos que guarde; 3) qi.X! los delitos all tipificados
protegen bienes jurdicos emergentes preci'iamente de los deredtos humanos que la legislacin nacional vigentereconoce a todo delircuente, en wncordancia con el derecho internacional actual.
88 Enero 1991 Nuevo Foro Penal, N 51
CRIMINOLOGA
que es urgente modificar. Es preciso, por ejemplo, ampliar los mecanismos de criminalizacin para captar ciertas formas daosas de los llamados delitos' 'no convencionales", en el rea de la delincuencia econmica de alto coturno, nacional o
transnacional, los tan trados y llevados "delincuentes de cuello blanco", la delincuencia ambjental o ecolgica, la evasin impositiva, el terror poltico, la violacin
del trato humano de los detenidos y las actuaciones arbitrarias de la polica. Asimismo es urgente una mayor tutela en reas referidas a la salud popular, la seguridad,
los medios de comunicacin vial; debe tambin preverse la posible repercusin daosa de la ingeniera gentica, la inseminacin artificial, el cambio de sexo.
Debe asimismo meditarse en la posibilidad de descriminalizar o despenalizar
ciertos delitos menores o insignificantes (los denominados "miniaturas de delito"),
especialmente en el rea de ciertos ilcitos contra la propiedad, algunas formas
de delitos vinculados ala opinin, convirtiendo mucbas acciones delictivas en simples
contravenciones. Todo ello dentro de la lnea del programa del Comit europeo
para la descriminalizacin.
Unido a lo anterior es preciso insistir en una reduccin racional del sistema
punitivo dentro del principio, hoy admitido universalmente, de ultima ratio y de subsidiaridad de la pena criminal; limitacin drstica de las penas privativas de libertad
(atendiendo al fracaso de la crcel), proteccin cuidadosa y creciente de todos los
derechos humanos, etc.
Por ltimo, es de todo punto conveniente evitar todo extremo que sirva de
pretexto para aducir que el sistema penal es expresin de privilegios exclusivos
de las clases dominantes y que el "chivo emisario" nicamente es el pobre dia-
blo de las clases sumergidas, de manera que mientras los altos capitanes de la industria,
Enero 1991 Nuevo Foro Penal, N 51 89
el comercio o la poltica, disfrutan de una impunidad total, las crceles estn superpobladas por ladrones de gallinas.
Desde el punto de vista de las crticas emergentes de la opinin pblica es
de toda evidencia que tambin la justicia exige reformas y ajustes substanciales
en mltiples aspectos ampliamente conocidos. Pero es tambin obligatorio negar
enfticamente que la crisis institucional y penal, la quiebra de la seguridad, Y la
extensin de la ola delictiva, obedezcan a fallas del poder judicial. Dejando de
lado este planteamiento simplista, ciertamente el mal juez debe ser socialmente
repudiado y destituido sin mirantiento alguno, pero debe asimismo consolid~se
la independencia absoluta del poder judicial que integra el gobierno democrtico
en pie de igualdad a los poderes polticos y asegurar su autarqua financiera, que
acaba de ser una realidad.
Muy especial consideracin merece la polica de seguridad.
No cabe la ms ligera duda de que los acontecimientos crintinales que con
increble frecuencia, prcticamente todos los das, son protagonizados por integrantes de los cuerpos policiales, merezcan el mximo reproche. Cualquier pena resulta
aqu insuficiente porque toda culpa tico-social y penal resulta superlativamente
intolerable cuando el crimen se perpetra precisamente por quienes manejan las armas
que la comunidad les ha entregado para que la defiendan. En muy pocos casos
como este, quienes abominamos radcalmente de todo intento restaurador de la
pena de muerte, nos explicamos que haya quienes proponen su vigencia.
Hace muchos aos el presidente FRONDIZI consu1t a JIMNEZ DE AsA sobre
la oportunidad de redactar un nuevo Cdigo Penal substitutivo del vigente. El
profesor espaol recomend no tocar el Cdigo. Sostuvo en cambio que el problema
argentino pasaba por la organizacin y apoliticidad de la justicia, pero quiz en
grado mucho mayor por la funcin policial.
Es que la justicia obra post delictum, frente a hechos consumados irreversiblemente. Pero lo ms importante es prevenir con la mxima eficacia y oportunidad,
antes, y no reprimir a posteriori.
En la Argentina es necesario realizar un saneamiento total y ejemplarizador
de la polica. Incluso una revolucin institucional, un saneamiento drstico de todo
el mbito policial. Pero, para ello deben integrarse los cuerpos policiales recurriendo
a una ptima y cuidadosa seleccin: una ptima seleccin en primer lugar en lo
que respecta a idoneidad moral, seguida de una ptima preparacin tcnica, garantizadas ambas por el paso a travs de serios institutos de especializacin profesional.
Adems, paralelamente, es indspensable el pertrechamiento de todos los elementos
de toda especie exigidos por una moderna tecnologa criminalstica.
Por ltimo, es fundamental asegurar un nivel de vida decoroso que ponga
al polica a cubierto de la necesidad, colocndole a la altura de lo que debe ser
su jerarqua funcional. Para ello debe ser retribuido, incluso en medida an~o~a
o cercana a los cuerpos de funcionarios judiciales, puesto que el menester policial
en modo alguno es menos importante que el que cumplen aquellos.
Finalmente, algunas consideraciones de orden general.
90 Enero 1991 Nuevo foro Penal, N 51
CRIMINOLOGA
Enero 1991
~nales
de su competencia,
Captulo 1
51 95
LEGISLACIN
los delitos de constreimiento ilegal, tortura, homisitos el de conocer el hecho punible descrito en el
cidio y lesiones personales que se cometan en alguH
inciso anterior, incurrir por ese solo hecho en
la sancin all prevista, disminuida en una tercera na de las personas relacionadas en el numeral 1
parte. La misma-sancin se aplicar a quien, tenien- del artculo 2 del decreto 474 de 1988 y en el artcudo conocimiento de la comisin de hecho punible lo 6 del presente estatuto, por causa o con motivo
de secuestro ayude a eludir la accin de la autori- de esos cargos o dignidades o por razn del ejercidad, o a entorpecer la investigacin correspondien- cio de sus funciones, estarn sujetos a pena de prite, o a ocultar o asegurar el producto del delito sin de quince (15) a veinticinco (25) aos y multa
o lo adquiera o enajene.
de cincuenta (50) a doscientos (200) salarios mniDel mismo modo, quien conociendo de los planes mos legales mensuales".
o actividades de uno de los mencionados grupos
"Art. 9.-(Modificado. Docr. 99de 1991, art.
u organizaciones de personas en relacin con el deliH
to de secuestro, omitiere informar oportunamente 1 ). A los jueces de orden pblico corresponde conocer en primera instancia:
sobre aquellos a la autoridad, o no denunciare un
"l. De loS procesos por delitos de secuestro en
secuestro de cuyos autores o partcipes tmga conocimiento, incurrir en la pena establecida en el inciso todas sus modalidades, con excepcin de los que
se atribuyen a los juzgados superiores en el artculo
primero de este artculo disminuida en la mitad.
Pargrafo.-Los incrementoo o disminuciones de siguiente, as como del concierto para cometerlo,
su encubrimiento y la omisin de su denuncia o
que tratan los artculos 23 del decreto 180 de 1988,
del informe de que trata el artculo 6.
270 y 271 del Cdigo Penal, se aplicarn a todas
"2. De los procesos por delitos de extorsin en
las figuras delictivas descritas en los incisos precetodas sus modalidades, as co100 del concierto para
dentes.
Art. 7 .-El que constria a otro a hacer, tole- cometerlo, su encubrimiento y la omisin de su
rar u omitir alguna cosa, con el propsito de obte- denuncia o del informe de que trata el artculo 7.
ner provecho ilcito para s o para un tercero,
"3. De los procesos por los delitos contemplaincurrir en prisin de cinco (5) a quince (15} aos dos en el artculo 2, numeral l 0 del decreto 474
con los incrementos seiialados en los artq:a!os 355 de 1988, atendida la precisin hecha en el artculo
y 372 del Cdigo Penal.
L)
8 del presente Estatuto.
Si el propsito o fin perseguido por el agente
"4. De los procesos por los delitos de terrorises el de facilitar actos terroristas constriendo a mo; auxilio a las actividades terroristas; omisin
otro mediante amenazas a hacer, suministrar, tole- de informes sobre actividades terroristas; exigencia
rar u omitir alguna cosa, la sancin ser de quince o solicitud de cuotas para terrorismo; instigacin o
( 15) a veinte (20) anos de prisin y multa de un
constreimiento para ingreso a grupos terroristas;
mil a un mil quinientos salarios mnimos legales concierto para delinquir; instigcin al terrorismo;
mensuales.
incendio; destruccin o dao de nave, aeronave
Quien forme parte de organizacin o grupo de o medio de transporte por acto terrorista; disparo
personas que tenga como uno de sus fines o prop- de arma de fuego y empleo de explosivos contra
sitos la comisin de hecho punible de los descritos vehlculos; tenencia, fabricacin, trfico y uso de
en los incisos anteriores, o ayude a eludir la accin armas o sustancias txicas; empleo o lanzamiento
de la autoridad, o a entorpecer la investigacin co- de sustancias u objetos peligrosos; fabricacin y
rrespondiente, o a ocultar o asegurar el producto trfico de armas y municiones de uso privativo de
del delito, o lo adquiera o enajene, incurrir por las fuerzas militares o de policia nacional; corrupese solo hecho en la sancin prevista en el inciso cin de alimentos y medicinas; instruccin y entreprimero disminuida en una tercera parte.
namiento; utilizacinilicita de equipos transmisores
Del mismo modo, quien conociendo de los pla- o receptores; administracin de recursos; intercepnes y actividades de uno de los mencionados grupos cin de correspondencia oficial; utilizacin ilegal
u organizaciones de personas en relacin a delito de uniformes o insignias; suplantacin de autoride extorsin, omitiere informar oportunamente so- dad; incitacin a la comisin de delitos militares;
bre aquellos a la autoridad, o no denuncie una exH
torturas; atentados terroristas contra complejos intorsin de cuyos autores o partcipes tenga conocidustriales y otras instalaciones; secuestro de aeromiento, incurrir en la pena establecida en el inciso
naves, naves o medios de transporte colectivo;
primero diSminuida en la mitad.
homicidio con fines terroristas y lesiones personales
con fines terroristas, descritos en los artculos 1
"Art. 8.-(Modificado. Decr. 99 de 1991, art.
al 36 del decreto 180 de 1988, salvo el artculo 26.
1). A partir de la vigencia del presente decreto,
Enero 1991 Nuevo Foro Penal, N 51 97
r:::;,
::::
de 1988.
''7. De los procesos por delitos de rebelin y
sedicin referidos en los artculos 8 del decreto
2490 de 1988; 1 y 2 del decreto 1857 de 1989.
"8. De los procesos por los delitos sobre promocin, financiacin, crganizacin, direccin, fomento
o ejecucin de actos tendientes a obtener la formacin o ingreso de personas a grupos armados de
los enumerados por el artculo 1 del decreto 1194
de 1989; as como los de ingreso, vinculacin o
formacin de tales grupos y las de instruccin, en
trenamiento o equipamento de los mismos, tipifica
dos en los artculos 2 y 3 del mismo decreto.
''9. De los procesos por los delitos definidos en
el artculo 1 del decreto 1858 de 1989.
"10. De los procesos por los delitos descritos
en el artculo l 0 del decreto 1895 de 1989.
'' 11. De los procesos por los delitos contempla
dos en los artculos 32 y 33 de la ley 30 de 1986,
cuando la cantidad de plantas exceda de dos mil
(2.000) unidades, la de semillas sobrepase los diez
mil (10.000) gramos Ycuando la droga o sustancia
exceda de diez mil (10.000) gramos si se trata de
marihuana, sobrepase los tres mil (3.000) gra
mas si es hachs, sea superior a dos mil (2.000)
gramos si se trata de cocana o sustancia a base de
ella y cuando exceda los cuatro mil (4.000) gramos
si es metacualpna.
"12. De los procesos por los delitos descritos en
el artculo 34 de la ley 30 de 1986, cuando se trate
de laboratorios, o cuando la cantidad de droga alma
cenada, transportada. vendida o usada exceda de diez
mil (10.000) gramos de marihuana, sobrepase los
tres mil (3.000) gramos si se trata de hachs, sea su
perlar a dos mil (2.000) gramos si es cocana o sustancia a base de ella, o exceda los cuatro mil (4.000)
gramos si se trata de metacualona.
"13. De los Procesos por los delitos descritos
en los artculos 35 y 39 de la ley 30 de 1986, y
el aludido en el artculo 1 del decreto 1198 de 1987.
"14. De los procesos por los hechos punibles
tipificados por el artculo 6 del decreto 1856 de
1989, cuando su cuanta sea igual o superior a un
mil (1.000) salarios mnimos legales mmsuales en
moneda colombiana, estimada al momento de la
comisin del delito.
98 Enero 1991 Nuevo Foro Penal, N 51
'' 15. De las actuaciones relacionadas con los bienes ocupados o incautados de acuerdo con lo previsto en este decreto, en los eventos en los cuales
el delito al cual accedan sea de su competencia.
"16. De los casos de cesacin de procedimiento
o auto inhibitorio a que se refiere la ley 77 de 1989
y su decreto reglamentario 3)6 de 1990.
"Pargrafo.-La competencia de los jueces de
orden pblico comprender adems el conocimien
to de las actuaciones y procesos en curso por los
hechos punibles atribuidos a ellos en este artculo,
cualquiera que sea la poca en que hayan sido co
metidos, y a sus delitos conexos, conservndose
la unidad procesal en el evento de que se extienda
a otras jurisdiccione;;, con excepcin de la de meno
res, as como de los casos de fuero constitucional.
En todo caso la ley sustancial favorable, o la proce
sal de efectos sustanciales de la misma ndole, ten
dr prelacin sobre la desfavorable".
Art. 10.-Adems de los procesos que les atri
bu y e la ley, los jueces superiore;; de distrito judicial
conocern en primera instancia de los procesos por
hechos punibles contra la existencia y seguridad
del Estado, descritos por el ttulo 1 del libro segun~
do del Cdigo Penal, y los de porte de armas de
fuego de defensa personal o sus municiones, estruc
turado por el artculo '1 del decreto 3664 de 1986.
Igualmente de los procesos por delitos de secuestro
simple definidos por el articulo 269 del citado estatuto cuando la calidad, cargo o profesin de la
vctima, o los fines, propsitos u objetivos sean
diferentes a los enunciados en el artculo 6 de este
decreto. Adems, de los procesos que se adelantan
actualmente o que se itticien por los delitos de ame~
nazas personales y familiares tipificados por el art
culo 26 del decreto 180 de 1988.
El procedimiento aplicable para los procesos se
alados en el inciso anterior y cuya competencia
se atribuye a los juzgados superiores ser de ordinario, salvo cuando en los adelantados por amenazas
se hubiere dictado auto de traslado al fiscal para
concepto de fondo, caso en el cual se culminarn
siguiendo el trmite del mencionado decreto. En
todo caso, la segunda instancia se surtir ante la
sala penal del tribunal de distrito correspondiente.
LEGISLACIN
de droga o sustancia sea de diezmil (10.000) gramos
o menor sise trata de marihuana; de tres mil (3.000)
gramos o menor si es hachs; de dos mil (2.000) gramos o menor si se trata de cocana o sustancia a base
de ella; o de cuatro mil (4.000) gramos o inferior
si es metacualona.
"2. De los procesos por los delitos descritos en
el articulo 34 de la ley 30 de 1986, excepto cuando
se trate de laboratorios.
En dichos eventos su competencia se circunscribe
a los delitos en que la cantidad de droga almacena
da, transportada, vendida o usada, sea de diez mil
(10.000) gramos de marihuana o menor; de tres
mil (3.000) gramos o menor si se trata de hachs;
de dos mil (2.000) gramos o menor si es cocana
o sustancia a base de ella; o de cua:tro mil (4.000)
gramos o menor si se trata de metacualona.
"3. De los procesos por el hecho punible tipifi
cado por el artculo 6 del decreto 1856 de 1989,
cuando su cuanta sea menor a un mil (1.000) sala
rios mnimos legales mensuales en moneda colom
biana estimada al momento de )a comisin del delito.
''4. De las actuaciones relad.onad~_,_con los bie
nes incautados u ocupados de acuerdB:_con lo pre
visto en este decreto en los eventos en Que el delito
al cual accedan sea de su competencia, conforme
a las disposiciones precedentes.
"Pargrafo.-A partir del 16 de enero de 1991,
el procedimiento para las actuaciones y procesos
aqu atribuidos por los numerales 1, 2 Y3 al conoci
miento de los jueces penales y promiscuos del cir
cuita ser el sealado por el Cdigo de Procedimi~nto Penal, salvo que ya se hubiere proferido
el auto de citacin para audieocia, caso en el cual
seguirn aplicando hasta su rulminacin aquel a
que venan sujetos. En estos procesos no habr
consulta''.
Art. 12.-A los jueces de imtruccin de orden
pblico corresponde el control de la indagacin preliminar y la direccin del sumario, que ejercern
en las condiciones sealadas en este decreto.
"Art. 13.-(Modificado. Decr. 390de 1991, art.
1 ), Todos los procesos o actuaciones cuya campe
tencia se asigna por este decreto a los jueces de
orden pblico, que estn tramitando en la actuali
dad los juzgados de orden pblico, los especializa
dos y los ordinarios. o la polica judicial, debern
ser enviados a los directores seccionales de la juris
diccin de orden pblico, quienes procedern de
la siguiente manera:
"1. Los procesos en que se haya proferido auto
de citacin para audiencia, resolucin acusatoria
o auto de proceder, o el que dispone el traslado
al ministerio pblico para el concepto de fondo,
lJurlstisches Semina
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Captulo III
De la polica judicial de orden pblico
"Art. 18.-(Modificado. Decr. 99 de 1991, art.
1 ). La polica judicial de orden pblico estar integrada por unidades investigativas permanentes conformadas por funcionarios del Cuerpo Tcnico de
Polica Judicial o del Departamento Administrativo de Seguridad, DAS, o por miembros de la Polica Nacional (DIJIN y SIJIN), y con el personal
tcnico y operativo que se requiera para su funcionamiento eficiente.
"Pargrafo 1 .-En las fuerzas militares se conformarn unidades investigativas de orden pblico
con personal seleccionado de las secciones de inteligencia de las mismas. Estas solo tendrn calidad
permanente en relacin con los hechos punibles referidos en el artculo9 de este decreto cuya competencia corresponda a la justicia penal militar. En
los dems even:tos, ejercern esa funcin de manera
transitoria o por comisin de juez de orden pblico.
"Pargrafo 2.-El director secciona! de orden pblico podr integrar unidades investigativas de orden
pblico con personal de las distintas dependencias
a que se refiere este articulo, previa consulta con los
jefes seccionales de las dependencias respectivas".
Art. 19.-En cada unidad investigativa habr un
superior, que ser responsable de las in~estigacio-
LEGISLACIN
pblico, se guardar en sobre rerrado y se remitir
a la Direccin Secciona! de Orden Pblico con las
seguridades del caso.
"Para efecto de valoracin de la prueba testimonial, el juez de orden pblico y el fiscal podrn
solicitar en cualquier momento el acta separada
a que se refiere el inciso segunlo de este articulo,
manteniendo su reserva para las dems partes o
intervinientes en el xoceso. Dicha reserva se levantar cuando se descubra o determine que el testigo
incurri en falso testimonio o que"lo hizo con fines
o propsitos fraudulentos.
"Igual podr hacerse con los peritazgos o con
cualquiera otra prueba en relacin con la cual sea
conveniente guardar la identidad de las personas
que hayan particiJE,do en ella.
"Sin perjuicio de la atribuci)n conferida por la
ley al jefe del Departamento Administrativo de Seguridad, el subdirector nacional de orden pblico podr
tomar medidas especiales para troteger a los testigos
cuando estos lo soliciten, las cuales podrn llegar a
consistir en la sustitucin de los documentos de registro civil y de identidad de la ~sana, as como en
la provisin de los recursos ecmmicos indispensables para que puedan cambiar de domicilio y ocupacin tanto dentro del pas como en el exterior".
Captulo IV
De la indagacin preliminar
LEGISLACIN
"Pargrafo 1".--8i el aprehensor fuere autoridad de polica judicial diferente a la de orden pblico, registrar la captura en los libros que se lleven
para el efecto en la entidad y remitir las copias
de la actuacin adelantada en el trmino de cuarenta y ocho (48) hora-; a la unidad investigativa de
orden pblico ms prxima.
"Pargrafo 2" .-Los costos que implique o demande la remisin de los aprehendidos a las autoridades judiciales, luego de su capt:ura, estarn a cargo
de la unidad de investigacin que la haya efectuado. El Ministerio de Hacienda apropiar las partidas necesarias para el cumplimiento de esta disposicin en cada entidad".
"Art. 27.-(Modificado. Decr. 99 de 1991, art.
1 "). Desde el momento mismo de la ocurrencia de
LEGISLACIN
considere necesario vincular a un posible sindicado
no capturado, remitir el original de la actuacin
que hubiese adelantado por intermedio del director
secciona! de orden pblico al juez de orden pblico
correspondiente, quien dar aplicacin a lo dispuesto
en el articulo que precede, si en:uentra mrito para
ello, conforme a estudio sobre el cuadern-o original.
''La unidad investigativa de polica judicial de
orden pblico, continuar adelantando la actuacin sobre el cuaderno de copias.
"En la orden de captura emitida, el juez podr
autorizar el allananento de los sitios en donde presuma se pueda encontrar el sindicado, sealndolos
de manera genrica, y deber informar sobre su
expedicin o cancelacin al director nacional de
instruccin criminal para su registro o inscripcin
en un banco de datos que debe llevarse para el
efecto. Igual obligacin tendr el juez en relacin
con las medidas de aseguranento que profiera,
modifique o revoque".
Art. 36.- Durante el sumario el juez de instruccin correspondiente decidir sobre la apertura de
la investigacin, la vinculacin del sindicado, su
detencin o libertad, el embariJ> y secuestro de bienes y cualquier otro incidente que se promueva con
relacin a estos, el cierre de la investigacin, la
prctica o negativa de pruebas y la calificacin del
mrito del mismo.
''Art. 37.-(Modificado. Decr. 99 de 1991, art.
1 ). Durante la etapa de instruccin, la persona
vinculada mediante indagatoria, el defensor, los
auxiliares de la justicia, el agente del ministerio
pblico, el director nacional de instruccin criminal
o su delegado, el subdirector nacional de orden
pblico o su delegado, los directores seccionales
de orden pblico, y el funcionario que adelante
investigacin penal, disciplinaria o administrativa
relacionada con actuaciones tmmitadas en aquella
o con bienes vinculados a la misma, tendrn derecho a revisar el proceso, con la obligacin de mantener la reserva de sus propias actuaciones.
"Si en las investigaciones penales surge mrito
para vincular en indagatoria, o en las disciplinarias
para formular pliego de cargos, el funcionario que
las adelante podr solicitar el levantamiento de la
reserva de la identidad del funcionario investig"ado
con el deber de mantenerla para efectos diferentes
al trmite de la investigacin a su cargo.
"Sin embargo para los tres primeros el juez podr disponer la reserva de las decisiones o de alguna
prueba concreta hasta el auto de cierre de la investigacin, cuando comidere que dicha medida es necesaria para garantizar el xito de esta o la seguridad
de los participantes en el proceso. En ningn casp
LEGISLACIN
''Vencidos los trminos anteriores, el juez calificar el mrito del sumario dentro de los diez (10)
Art. 49.-Durante el proceso todas las providencias que dicten los magistrados y jueces, as como los conceptos de los agentes del ministerio
pblico, debern ser suscritos por ellos; pero se
agregarn al expediente en copia autenticada por
el presidente del tribunal o el director secciona! de
orden pblico respectivo en la que no aparecern
las firmas de aquellos. El original se guardar por
el presidente del tribunal o el director secciona! de
orden pblico con las seguridades del caso.
"Art. 50.-(Modi.fcado. Decr. 99 de 1991, art.
1 ). A fin de garantizar su seguridad, cuando el
juez considere conveniente mantener la reserva de
su identidad o la de los intervinientes en el proceso,
dispondr que en la prctica de pruebas se utilice
cualquier medio o mecanismo adecuado para tal
efecto, o que los contrainterrogatorios, solicitud
de aclaracin de dictmenes o cualquier peticin
similar, se formulen y tramiten por escrito".
"Art. 51.-(Modificado. Decr. 99 de 1991, art.
1 ). Los autos de trmite no previstos en el articulo
36 como privativos para su emisin por parte del
juez, las notificaciones, citaciones y en general las
comunicaciones procesales, as como todo acto que
implique manejo de ttulos de depsito judicial o
de bienes o elementos vinculados al proceso, salvo
su orden de entrega, sern elaborados y suscritos
por el jefe de la seccin jurisdiccional respectiva,
pudiendo delegar su ejecucin, cumplimiento y control en cada proceso a uno de los empleados de
su dependencia, con quien compartir la responsabilidad por su tramitacin adecuada y oportuna.
"Los memoriales y comunicaciones en general
sern entregados en la seccin jurisdiccional a cuyo
cargo se asigna la agregacin al expediente correspondiente, y su tramitacin oportuna por medio
del director secciona! de orden pblico o su asistente si fuere necesario".
"Art. 52.-(Modificado. ~cr. 99 de 1991, art.
1 ). En los procesos que se adelanten por la juris-
cultivos de marihuana, cocana, adormidera y dems plantas de las Cuales pueda extraerse o procesarse droga que produzca dependencia, acatando
las previsiones del decreto 1198 de 1987 y el proce-
das con orden del superior de la unidad investigativa de orden pblico correspondiente, en diligencia
a la cual deber asistir el agente del ministerio pblico, que se practicar siguiendo las pautas seala-
"Pargrafo.-Elsuperior de la unidad investigativa de orden pblico correspondiente p<Xir disponer la destruccin de los insumos o sustancias
precursoras a: que se refiere el inciso anterior sin
orden o autorizacin de la Direccin Nacional de
Estupefacientes, cuando las operaciones se realicen
en zonas rurales de dificil acceso y su conservacin
represente grave peligro para la salubridad o seguridad pblica, hecho sobre el Cual se dejar constancia en acta similar a la munciada en el pargrafo
del artculo 53 cuya copia remitir a la Diroccin
Nacional de Estupefacientes".
"Art. -55.-(Modificado. Decr. 99de 1991, art.
1 ).
tos, dineros, acciones, divisas, derechos o beneficios de cualquier naturaleza vinculados directa o
indirectamente con los delitos de competencia de la
jurisdiccin de orden pblico como objeto de los
mismos, o que hayan sido utilizados para su comisin, o que provengan de esta, sern ocupados
o incautados por las unidades investigativas de orden pblico o por las de policia judicial ordinaria
y colocados a disposicin o a la orden de la Direccin Nacional de Estupefacientes dentro de las setenta y dos horas siguientes, junto con la copia
del acta a que se refiere el pargrafo del artculo
53. Esta por medio de resolucin, podr destinarlos
provisionalmente, as como su producto, al servicio
de la Direccin Nacional de Carrera Judicial, y
al de las entidades sealadas en el decreto 2390 de
1989 con excepcin del Departamento Administrativo de Seguridad, DAS, de la Policia Nilcional y
de las Fuerzas Militares en la forma y trminos
dispuestos en l, en los decretos 1856 de 1989, 42
de 1990 y 1273 del mismo a'kl, en concordancia
con las normas de la ley 30 de 1986, en cuanto
estas no se opongan a aquellos. Tambin podr
asignarlas al Departamento Administrativo de Se~
guridad, DAS, a la Polica Naonal, a las Fuerzas
Militares, a la Direccin NackJnal de Instruccin
Criminal, a la Procuradura General de la Nacin
y al Fondo Rotatorio de Prevencin, Represin y
Rehabilitacin del Consejo Nacional de Estupefacientes, previa autorizacin de esta corporacin.
"En la resolucin de asignacin provisional que
dicte la direccin se dispondr que la entidad beneficiaria designe un depositario para cada caso. Este
una vez posesionado, tendr todos los derechos,
atribuciones y facultades, y estar sujeto a todas
las obligaciones, deberes y responsabilidades, que
para los depositarios judiciales o secuestres deter~
minan las leyes, debiendo rendir cuenta mensual
de su administracin a la Direccin Nacional de
Estupefacientes, la cual podr solicitar su relevo
cuando lo estime necesario, con base en posibles
manejos irregulares o inadecuados. Este organismo
comunicar a las autoridades encargadas de llevar
registro de los bienes, su decisin sobre asignacin
provisional y las que la modifiquen o corroboren.
"Salvo lo previsto por el decreto 2187 de 1990
sobre el decomiso administrativo o la multa contravencional,los bienes sern objeto de decomiso por
el juez a favor del Estado y adjudicados definitivamente por la Direccin Nacional de Estupefacientes
a alguna de las entidades mencionadas en el primer
inciso de este artculo. El decomiso ser dispuesto
en el momento de dictar sentencia dejando a salvo
la afectacin de los bienes al pago de perjuicios.
De todas formas, su decisin se har conocer a
"Vencido el trmino de que trata el inciso anterior, el juez competente de oficio o a solicitud del
ministerio pblico, avisar a los interesados por
correo certificado a la ltima direccin que aparezca en el proceso o actuacin de que se trate, o
mediante publicacin en un peridico de amplia
circulacin en el lugar, segn el caso, que en un
plazo no mayor de un mes, contado a partir de
la fecha de la remisin o la publicacin del aviso,
debern justificar por medio idneo el no retiro
oportuno de los bienes, so pena de su prdida en
favor del Estado.
"Transcurrido este plazo, el juez de orden pblico decidir y proceder en consecuencia mediante
providencia interlocutoria que ser susceptible de
recurso de apelacin.
"Si el bien no esruviere a disposicin de un juez
de la repblica, el procedimiento sealado en este
artculo se adelantar por la Direccin Nacional
de Estupefacientes, la que decidir lo pertinente
por resolucin motivada que tendr apelacin ante
el Consejo Nacional de Estupefacientes.
"Pargrafo.-Respecto de los bienes a que se
refiere este artculo no proceder en caso alguno
su declaratoria como vacantes o mostrencos".
Art. 58.-En los hechos punibles de competencia de la jurisdiccin de orden pblico, solo procede
la detencin preventiva como medida de aseguramiento.
El juez de orden pblico al proferir auto de detencin preventiva decretar el secuestro de los bienes muebles y el embargo y secuestro de l<li inmuebles
de propiedad del sindicado, debierido disponer en
la sentencia la condena al pago de los perjuicios,
para cuyo fin el remate se efectuar segn lo previsto en los artculos 521 y siguientes del Cdigo de
Procedimiento Civil, para lo rual se enviar copia
autntica de lo pertinente al juez civil competente.
La revocatoria del auto de detencin requerir
siempre el concepto previo y favorable del agente
del ministerio pblico.
"Art. 59.-(Modificado. Decr. 99 de 1991, art.
1 ). Los procesados por los delitos de competencia
de la jurisdiccin de orden pblico solo tendrn
derecho a la libertad provisional en los siguientes
casos:
''l. Cuando en cualquier estado del proceso hu~
bieren sufrido en detencin preventiva un tiempo
igual al que merecieren como pena privativa de la
libertad por el delito de que se les acusa, habida
consideracin de su calificacin o de la que debera
drsele.
"Se considerar que ha cumplido la pena el que
lleve en detencin preventiva el tiempo necesario
Enero 1991 Nuevo Foro Panal, N 51
1~9
LEGISLACIN
quien sea juzgado o oondenado como persona ausente por los delitos de que trata el artculo 9 del
presente decreto.
Art. 66.- Todos los empleados oficiales estn
obligados a prestar su colaboracin a las autoridades que adelantan actuaciones, investigaciones o
procesos por los delitos referidos en el artculo 9
de este decreto y a suministrar la iformacin que
se les solicite con prelacin a cualquiera otra, so
pena de incurrir en causal de mala conducta en
caso de omisin o demora, y sin que puedan oponerles reserva alguna.
"Art. 67.-(Modificado. Decr. 99 de 1991, art.
1 ). Queda prohibida la transmisin o publicacin
orden pblico ser ejercido por el procurador general de la nacin, los procuradores delegados en lo
penal quienes lo harn! ante la Sala Penal de la
Corte Suprema de Justi~ia en los asuntos de competencia de esta corporadn, las fiscalas que actualmente existen para el trib..mal superior de orden pblico,y las fiscalas de los juzgados de orden pblico.
''Pargrafo.-Ejercen ocasionalmente -funciones
de ministerio pblico ante las unidades investigativas de orden pblico y las de poltcajudicial ordinaria que avoquen transitoriamente indagaciones
preliminares en materia de delitos de orden pblico
los fiscales de la jurisdiccin penal ordinaria, los
personeros municipales, comisariales, intendenciaEnero 1991 Nuevo Foro Penal, N 51 111
LEGISLACIN
tir a la oficina competente de la Procuradura General de la Nacin.
''Para efectos de la investigacin correspondiente se seguir el procedimiento ordinario, pero los
trminos del proceso disciplinario se reducirn a
la mitad. El funcionario competente decidir de
fondo dentro de los diez das siguientes a la prctica
de pruebas''.
"Art. 72.-(Modificado. Decr. 99 de 1991, art.
1 ). Las funciones que por este decreto se asignan
al ministerio pblico, se ejercern por los funcionarios y empleados, y en las condiciones que el procurador general de la nacin sefiale mediante resolucin.
"Para tal efecto, podr asignar las funciones de
vigilancia de las unidades investigativas de orden
pblico, o de las de la polica judicial ordinaria,
a los agentes del ministerio pblico de las sedes
de las mismas, sin perjuicio de las funciones atribuidas a las procuraduras delegadas para la polica
judicial, para la defensa de los derechos humanos
y a las departamentales, intendenciales, comisariales y provinciales".
"Art. 73.-(Modificado; Da::r. 99-de 1991, art.
1 ). Para el 16 de enero de 1991, el procurador
siguientes cargos:
"lOO fiscaleS de orden pblico, grado 17, cuya
remuneracin ser igual a la de los jueces de orden
pblico.
''100asistentes de fiscalas deorden pblico, grado 09".
Captulo IX
Organizacin administrativa
de orden pblico
LEGISLACIN
Art. 82.-EI subdirector nacional de orden pblico, tendr las siguientes ftmcioneS:
a) Coordinar con el director nacional de instruccin criminal, el adecuado funcionamiento de la
jurisdiccin de orden pblico;
b) Coordinar la prestacin de los servicios de
laboratorios criminalsticos, como auxiliares de las
unidades investigativas;
e) Dirigir y coordinar las direcciones seccionales
de su competencia;
d) Dirigir el sistana de informacin correspondiente a los diferentes procesa;; y velar por su permanente actualizacin;
e) Asignar la sede a los jueces de orden pblico;
f) Definir la comprensin territorial de las direcciones seccionales re orden pblico, pudiendo variarla segn la situacin de la zona y las necesidades
del servicio;
g) Definir criterios para la distribucin de las
actuaciones de que tratan los artculos 40 y 48 de
este decreto;
h) Elaborar el proyecto de presupuesto de la jurisdiccin de orden pblico, preparar las distribuciones de partidas ~ra cada secciona!, solicitar los
traslados y adiciones que considere necesarios y
someterla a aprobacin de las autoridades competentes por conducto del director nacional de Instruccin Criminal;
i) Velar por la debida ejecucin del prespuesto
asignado ala jurisdiccin nacional de orden pblico;
j) Atender los servicios administrativos de la Subdireccin Nacional de Orden -Pblico;
k) Actuar como ordenador del gasto de la Subdireccin Nacional de Orden Pblico segn la asignacin de competencia que pam el efecto haga el
Consejo Superior de la AdmiMtracin de Justicia;
1) Las dems que le seale el presente decreto
y el director nacional de Instruccin Criminal.
Art. 83.-Los directores secci.onales de orden pblico tendrn las siguientes funciones_:
a) Ejercer la Direccin Administrativa de las diferentes dependencias, incluidos los jueces y funcionarios que prestan servicios en ellas. En tal virtud
le corresponde fijar horarios, dictar las normas de
carcter administrativo ytomar las medidas necesarias ~ra el adecuado funcionamiento de las diferentes secciones;
b) Coordinar con las autoridades pblicas seCcionales y locales, y con los organismos de seguridad, la prestacin de los diferentes servicios;
e) Tomar medidas para garantizar que en el trmite del proceso se mantenga la reserva de las personas que intervienen en l;
"Pargrafo.-La asignacin de los jueces de orden pblico a las dir.ecciones seccionales la har
el subdirector nacional de orden pblico, quien podr variarla de acuerdo con la situacin de cada una".
"Art. 91.-(Modificado. Decr. 99 de 1991, art.
1). Los funcionarios y empleados que venan desem-
LEGISLACIN
1
5
3
3
8
5
2
5
11
50
6
Denominacin
Subdirector nocional de orden
pblico.
Director secciona! de orden
pblico.
Director administrativo
Jefe divisin administrativa
Jefe seccin de seguridad
Jefe seccin de seguridad ....
Profesional universitario
Profesional universitario
Tcnico administrativo
Tmico administrativo
Asi<;tente administrativo
Asistente administrativo
Asi<;tente administrativo
Auxiliar servicios gcncra~s
Clase Grado
11
111
1
V
111
111
11
11
1
111
IV
20
17
15
13
15
13
11
10
07
06
05
01
Captulo X
Disposiciones finales
Art. 97.-Apartirdel afio de 199l,los magistrados del tribunal su:erior de orden pblico, los jue~
ces y fiscales de orden pblico, y el restante personal
de los cargos-que se crean en este estatuto gozarn de
vacaciones individuales.
Art. 98.~A partir de la publicacin de este decreto, modifcase el artculo 5 del decreto 1855
de 1989, en el sentido de que el representante legal
del fondo de seguridad de la rama jurisdiccional
es el ministro de Justicia, o su delegado.
"Art. 99.-(Modificado. Decr. 99 de 1991, art.
Nmero
de cargos
Denominacin
Grado
23
18
21
Jefe de seccin
Secretario
Escribiente
Citador
19
13
07
04
Pargrafo 1.-Los emplearos de la seccin jurisdiccional tienen el mismo rgimen salarial y pres
tacional de la rama jurisdiccional.
Pargrafo 2.-El subdirector nacional de orden
pblico asignar la; empleados sealados en este
artculo a las ..distintas direcciones seccionales de
orden pblico.
"Art. 94.-(Modificado. Decr. 99 de 1991, art.
1 ). El subdirector nacional de orden pblico tendr una asignacin mensual equivalente al 900Jo de
la que corresponde al director nacional de instruccin criminal; los directores seccionales de orden
pblico al 800Jo de la de este. De dicha remuneracin mensual el mismo porcentaje se.alado para el
director nacional de instrucck)n criminal tendr
el carcter de gastos de representacin''.
Art. 95.-Por resolucin de la Subdireccin Nacional de Orden Pblico se fijarn los requisitos
mnimos para el ejcrcicio de los empleos administrativos, as como la; manuales de funciones y procedimientos de la jurisdiccin de orden pblico.
Art. 96.-Cransedoce cargos de asesor grado 19
que prestarn sus servicios en los despachos de los
magistrados del tribtn1al superior de orden pblico.
Los asesores son de libre nombramiento y remocin del magistrado respectivo, pero debern ser
nombrados por la primera vez de los abogada; asesores de juzgados de orden pblico que se suprimieron por este decreto. Su rgimen salarial, preslacional
y disciplinario ser el de la rama jurisdiccional.
y las direcciones secdonales de orden pblico constituirn para efectos presupuestales una unidad ejecutora independiente y establecern para su fun~
cionamiento un fondocuenta o cajas menores de
las reglamentadas por la resolucin 068 de 1990
del Ministerio de Hacienda y Crdito Pblico, y
de las que los modifiquen o adic_ionen.
.
"La Procuradura General de la Nacin y las
procuraduras departamentales establecern para
su funcionamiento un fondo-cuenta o cajas menores similar a la del inciso precedente, para facilitar
la operatividad de las funciones de los agentes del
ministerio pblico ante la jurisdiccin de orden
pblico".
de este decreto tengan en su poder actas de ocupacin o de incautacin de bienes que no estn todava
vinculados a un proceso penal, debern decidir sobre la apertura de la investigacin o la expedicin
de auto inhibitorio con base en los elementos de
juicio que obren en el acta de incautacin u ocupacin correspondiente y en las dems pruebas que
hubiesen podido recaudar.
"Si se dicta auto inhibitorio, que en este nico
caso no ser consultable, el juez lo comunicar al
director nacional de estupefacientes, entendindose
que desde dicho mom~nto quedan los bienes a su
disposicin para su remisin a la Direccin General de Aduanas o a la Superintendencia de Control
Enero 1991 Nuevo Foro Penal, N 51 117
Sin embargo, el Tribunal Superior de Orden Pblico proceder a hacer los nombramientos previstos en este decreto desde la fecha de su promulgacin
hasta el 31 de diciembre de 1990, pero los designados solo podrn tomar posesin de los cargos a
partir del 16 de enero de 1991.
Los tribunales superiores de distrito procedern
en igual forma respecto de los jueces y empleados
cuya provisin les corresponde segn lo establecido
en este decreto.
A ::rutir del da de la vigencia del presente estatuto se derogan o subrogan las normas de estado
de sitio que le sean contrarias, y se suspenden
las de la legislacin ordinaria que se opongan a
sus previsiones.
Publquese y cmplase.
Dado enBogot, D. E., a 20 de noviembre de 1990.
Ha::hos:
Cerca del medioda del domingo 10 de
diciembre del ano {aSado, Jess Mara V.
baj hasta el sector conocido como "la
ltima copa" del nrunicipio de Fredonia
y en el camino se encontr a Hugo Alberto
R. C., a quien por oonocer el sector y ser
adicto a los estupefacientes le solicit que
le adquiriera la suma de mil quinientos pesos de cocana base, conocida comnmente como basuco, para su consumo personal;
este se acerc, entonces, a la residencia
habitada por Oiga Luca C. O., madre de
cuatro peque.os y dedicada a la prostitucin, quien le vendi once (11) porciones
de la droga que Hugo Alberto R. le entreg luego a Jess Mara. V., no sin antes
recibir doscientos o trescientos pesos de
este ltimo por haberle adquirido y suministrado la sustancia.
RUBN
Cuando apenas se haba cerrado ese crculo, los agentes de la Polica Nacional
J. J. M. R. y J. M. T. G., adscritos a
la Polica Judicial de esa institucin y quienes habian presenciado toda la operacin,
se le acercaron a Jess Mara V., hallndole la sustancia que recin haba adquirido
y procediendo a su aprehensin, al igual
que a la de Hugo Alberto R. y Olga Luca
C., una vez confirmaron lo que haban
percibido.
Sobre esos hechos pasa a pronunciarse
la Sala, con futxlamento en las siguientes
Coosideraciones
JURISPRUDENCIA
criminal que se esconde detrs de su regulacin penal, en la cual se pueden descubrir no pocas incoherencias, por decir lo menos, como lo han develado
los .estudios recientes de la criminologa sobre el
tema, asunto sobre el cual no 'Va a extenderse la Sala.
Pero no puede menos que reiterar, eso s, la doctrina contenida en sentencia del 13 de febrero de este
ao y de esta misma Sala, en un caso de perfiles sustancialmente idnticos; en aquella oportunidad se dijo:
"Ahora bien, no puede la sala sostener, como
lo hace la fiscala en esta instaocia, que "el comercio libidinoso le reportaba el sustento para atender
a las necesidades de su ncleo familiar.
''Pues no! Nada ms equivocado; aunque el ejercicio de la prostitucin no es ilcito (art. 179 del
decreto 1355 de 1970 o Cdigo Nacional de Polica), no puede pasarse por alto que su esencia es
contraria a la dignidad humana y al derecho de toda persona de contar con unas condiciones de
vida adecuadas sin tener que rocurrir a medios que
lesionan su integridad squica y moral y, precisamente por eso, el art. 120 del decreto 522 de 1971,
reformatorio del art. 178 del Cdigo Nacional de
Polica, dispone que es obligacin del Estado utilizar "los medios de proteccin social a su alcance
para prevenir la prostitucin y para facilitar la rehabilitacin de la :.ersona prostituida.
"Cuando el Estado no presta esa proteccin y
la persona se ve abocada al dilema de preservar
su libertad sexual, violentada y constreida por unas
condiciones inaceptables de existencia, y su dignidad humana, proscribiendo aquellos medios que
atentan contra su integridad, o recurrir a la c'omisin de un hecho ilcito, el que escoja la alternativa
de la violacin de la norma legal para salvaguardar
esos derechos y su subsistencia y la de su familia,
sin tener que acudir a medios indignos para la persona, configura un dsico estado de necesidad (art.
29, numeral 5 del Cdigo Penal).
"Mal pOO.ra la justicia, sin correr el riesgo de
ser injusta y dejar de cumplir ru cometido, exigirle
a Mara Aurora, bajo la amenaza de una pena,
que continuara atendiendo a la satisfaccin de sus
necesidades bsicas por la via del comercio deshonroso y deshumanizante de su cuerpo, que nada le
obliga a afrontar, ni desde el ~nto de vista jurdico, ni desde ningn otro.
"Precisamente, la esencia del estado de n'eces...
dad, que nuestra legislacin penal no distingue entre justificante y exculpante, oomo lo hacen-otras,
es el conflicto de bienes o intereses, que obligan
a sacrificar unos para salvaguardar otros".
C:iertamente que el estado de necesidad requiere
cierta ponderacin entre los derechos o bienes jurdicos en conflicto que es lo que autoriza el Inal
'-
\..
3 o Si bien el injusto es un asunto fundariientalmente objetivo, es reciso que el agente obre movido por esa circunstancia y ms an en el caso del
estado de necesidad porque de lo contrario el dao
que se le irroga a los derechos de terceros contendra elementos de desvalor en el acto.
Precisamente, ccmo Oiga Lucia C. O. neg la
comisin del hecho como estrategia de defensa y
que resulta explicable a la luz de la si~ologa y la
doctrina del derecho probatorio, priv a la justicia
de conocer las verdaderas dimensiones y motivaciones de su acto, sin que exista prueba cierta para
llegar a conclusiones definitivas sobre el punto.
Pero para la Sala es claro que esa conducta procesal no puede constituir un argumento para pasar
por alto el instituto que se viene analizando o negar
su reconocimiento, ni puede ser un obstculo para
hacer de ese tema objeto de investigacin, pues una
vez advertido el feOOmeno de un eventual estado
de necesidad como hecho objetivo, asi el procesado
no lo haYa alegado nrque por distintas circunstancias eligi otro mecanismo de defensa, la ley procesal obliga a indagar sobre el punto para realizar
los fines del proceso y a establocer si el agente obr
en ese estado y si dispona de otros medios licites
o legtimos y dignos para supemr el peligro, evaluacin que siempre debe hacerse en cada caso concreto pues no se trata de perpetuar la situacin en
el tiempo y que en este, como en otros, pas casi
desapercibido durante la instruccin.
No otra cosa se desprende de los arts. 11, 358
y 360 numerales 3,4 y 5 del Cdigo de Procedimiento Penal que consagran que la finalidad del
procedimiento es la efectividad del derecho material y, por tanto, el funcionario debe investigar con
igua1 celo los hechos que permiten establecer la responsabilidad del procesado y los que lo eximan
de ella o la aminoren, en tomo a lo cual se prev
como objeto de investigacin los motivos que influyeron en la violacin de la ley y las circunstancias
de distinta ndole que hacen posible descubrir-por
qu y en cules condiciones se transgredi la norma
penal para derivar de all las consecuencias jurdicas.
En tal caso, lo que en definitiva- viene a conducir
a la absolucin de Oiga Luca C. 0., establecido
en principio el estado de necesidad como hecho
objetivo, es la norma del in dubio pro reo, pues
la prueba no permite afirmar la cabal estructuracin de todos los elementos que configuran ese instituto, pero tampoco lo contrario.
Por las consideraciones anteriores, se revocar
entonces la sentencia de prinx:ra instancia y, en
su lugar, se le absolver de los cargos.
de Medelln, Sala de Decisin Penal, administrando justicia en nombre de la repblica y por autoridad de la ley, conf11111a la sentencia objeto de ccnsulta
en cuanto condena a Jess Mara V. y Hugo Alberto R. C. como responsables penalmente de haber
realizado la contravencin descrita en el art. S1
~e la ley 30 de 1986, como autor y cmplice, respectiVamente, prrafos 5, 6 y 7 de la parte resolutiva del fallo, con la reforma que la multa impuesta
a ellos deber cancelarse a rdenes del Fondo Rota-
COMENTARIO
. I) En muchas ocasiones, quienes profesamos algn especial inters por la ciencm. p~nal Y su relacin con. la justicia y la defensa de los derechos y garantas
mdivid~ales, nos hemos sentido casi derrotados cuando en no pocas oportunidades
descubnmos que gran parte de las providencias que se profieren dentro de los procesos penales, son solo el resultado de una aplicacin prcticamente aritmtica de
las non;nas tanto sustantivas como adjetivas; procesos en los que definitivamente
del horizonte que los debe orientar se han perdido de vista elementos tan esenciale~
como el sentido y fin de las normas, las condiciones personales y sociales del sindicado, la sana Y favorable interpretacin de los preceptos legales y sobre todo se
han desdibujado los deberes que la ley impone a quienes instr~en y falla~.
Es as como nos enteramos de que, en materia probatoria, la estructura estratifi-
cada del delito de la que habla el art. 2 del C. P., ha sido cercenada hasta dejar
solo l?s element~s objetivos del tipo, porque los dems estratos del hecho punible
han Sido presumidos en la prctica. De igual forma encontramos que el llamado
"Programa Mnimo Investigativo" contenido en el art. 360 del C. de P. P. ha
sido reducido a dos o tres numerales; y, lo ms grave, figuras de tanto contenido
jurdico Y humano como la presuncin de inocencia y el in dubio pro reo no
existen ya en la normatividad que aplican algunos de quienes deciden en dere~ho.
Prec~same~e, son estos aspectos que acabamos de mencionar, los que rescata
esta providencm, de los cuales hemos decidido destacar tres: Uno que podramos
llamar sustantivo y otros dos que llamaremos adjetivos o procesales.
II) En lo sustantivo, resulta destacable la forma acertada en que el Tribunal
reconoce el estado de necesidad en que actu la procesada al preferir la violacin
de las normas del Estatuto Nacional de Estupefacientes (ley 30/86), antes de permitir
que se concretara en un dao real ese peligro inminente que amenazaba el bienestar
Y la subsistencia de su familia, pero principalmente su dignidad de ser humano
su dignidad de mujer.
'
El mrito reside bsicamente en que la sala en principio parte de que efectiva~ente, a la luz del numeral 5 del art. 29 del C. P., el peligro que corra la supervivenCia de Oiga Luca y la de sus hijos, "era evitable de otra manera", acudiendo
para ello a un medio lcito: la prostitucin. Pero no obstante haberlo aceptado
124 Enero 1991 Nuevo Foro Penal, N 51
JURISPRUDENCIA
as, en este punto el tribunal echa mano de una ejemplarizante interpretacin teleolgica y sistemtica de las normas penales, para concluir que los derechos humanos
y la dignidad de la mujer son tambin derechos elevados a la categora de bienes
jurdicos, al ser reconocidos por pactos internacionales que han sido recogidos por
la legislacin nacional. Por ello, no poda exigrselo a Oiga Luca, -ni a ningn
otro ciudadano- que continuara vendiendo su cuerpo y de paso renunciando al
derecho a subsistir dignamente en aras de respetar las normas penales. Resalta
la forma en que el fallo hace recordar que los bienes jurdicos no solo son los
protegidos por las normas del Cdigo Penal.
III) Pasando ahora al primero de los aspectos adjetivos, tenemos que destacar
que la sala, al analizar lo tocante a la instruccin del proceso en primera instancia,
recurre, como lo hizo antes, a la concatenacin coherente de las normas procesales
para fijar, como no lo hizo el a qua, el verdadero sentido de los arts. ll, 358
y 360 del rgimen procedimental. Haciendo sentir de forma sencilla pero muy clara,
adems, que nunca el instructor puede olvidar y mucho menos recortar el alcance
de estos preceptos, pues muy por el contrario antes que contener una facultad,
aquellas normas le imponen el deber de indagar con igual preocupacin todas las
condiciones y circunstancias que le sean favorables al procesado; ello sin que exista
la necesidad -y he aqu la importancia de la decisin- de que el procesado las
utilice como medio de .defensa, pues ya la ley ha sido lo suficientemente clara,
de modo tal que basta la existencia de meros indicios sobre la posible configuracin de una eximente o aminorante de responsabilidad para que surja en el instructor
la obligacin de velar porque al proceso se aporte todo el material probatorio que
desvirte o confirme tal circunstancia; mxime cuando el sujeto de la investigacin
es un ser humano de dimensiones personales, familiares y sociales muy particulares.
IV) Por ltimo, podramos decir que. el mrito de la providencia en comento
alcanza su mxima expresin cuando la Sala de Decisin Penal reconoce que precisamente Oiga Luca, al negar su participacin en el hecho, impidi al juez de primera
instancia conocer en su totalidad sus condiciones de vida y las motivaciones de
su conducta; no existiendo por ello las pruebas que pudieran corroborar o desvirtuar
con certeza la existencia del estado de necesidad. En este sentido resulta entonces
relevante el hecho de que tal circunstancia no constituy obstculo alguno para
que el ad quem declarara la absolucin de la procesada al acudir al real sentido
y legtimo fin del principio del in dubio pro reo, pues tampoco haba prueba que
desvirtuara cabalmente la causal de justificacin. Se resolvi la duda en favor de
la sindicada, y por ende en favor de los derechos humanos, en favor de la sana
y humana aplicacin del derecho y, definitivamente, en favor de la justicia.
Como corolario de la corta introduccin que hicimos a este comentario, solo
resta concluir que decisiones judiciales como esta y otras de igual_talnte, nos alientan pero a la vez comprometen a seguir trabajando en pos de la recta y humana
aplicacin de la justicia penal, para que sentencias como esta no Sean ya la excepcin
JURISPRUDENCIA
Febrero 1 de 1991
Comentario:
Lo sucedido:
Hasta la carrera 54 con la calle 45 lleg
una patrulla policial a eso de las tres de
la tarde del12 de octubre de 1989, y, por
lo sospechoso de la cc:mducta de la mujer
Blanca Luz C. R., se someti a registro.
Como resultado, el hallazgo en el mismo
sitio, de 7 papeletas, y luego en las instala-
le
Son necesarios s algunos planteamientos en cuanto a las rohibiciones contenidas en el decreto 12(8 de 1987, las mismas
RROQUN:
JURISPRUDENCIA
COMENTARIO
"Si es una ley injusta la que deseis abolir, esa ley fue escrita con vuestras
propias manos sobre vuestras propias frentes.
Y no podris borrarla quemando vuestros cdigos, ni lavando las frentes de
vuestros jueces, as sea vertiendo sobre ellas todas las aguas del mar".
(Jalil Gibran, El Profeta).
J,
El Estado colombiano se encuentra librando desde hace varios lustros ya, una
guerra sin cuartel contra uno de los ms terribles males a que sociedad alguna
pueda estar expuesta, tal es, el narcotrfico. Como es sabido, dicho fenmeno
fue creciendo hasta llegar a dimensiones insospechadas que.apenas si ahora estamos
develando.
As las cosas, el pas procedi a combatir este flagelo en forma categrica,
irrestricta, pero igualmente, y lo que es ms grave, equivocada. Y, cuando la identificacin del problema se realiza en forma errada, la solucin al mismo se hace de
idntica manera.
En efecto, esa confusin social se traslad al campo de lo jurdico derivando
-obviamente- en normas que acarrearon funestas consecuencias. Fue entonces
como se expidi por parte del ejecutivo, el decreto 1203 de 1987, con base en
el ejercicio de las facultades que le confiere el artculo 121 de la C. N.
Efectivamente, en el art. 4 de dicho decreto se positiviz la prohibicin expresa
de concederles a los procesados por los delitos consagrados en los arts. 32, 33,
34 y 35 de la ley 30 del 86 y conexos a ellos, el derecho de la libertad provisional
y, el subrogado penal de la ejecucin condicional de la condena, -mal llamado
condena de ejecucin condicional-.
Es evidente, que prohibiciones de esta naturaleza se encuentran ausentes .Y
desprovistas de cualquier estudio criminolgico. Privar de la libertad a una persona,
porque su conducta objetivamente encuadra dentro de los baremos de los referidos
tipos penales y no entrar a analizar -por prohibicin expresa- si la misma requeria
o no de tratamiento penitenciario, es desconocer la naturaleza humana que el derecho
penal y por tanto el proceso penal, tienen.
As entonces, es apenas obvio que la igualdad en el tratamiento de las personas
que podran haber realizado alguna conducta descrita en los diversos tipos penales
de la citada ley, era absolutamente injusta, desconocedora incluso de una norma
rectora de la ley penal colombiana, como es la que consagra nuestro ordenamiento
punitivo en su art. 12, referida especficamente a la funcin de la pena. " ... La
pena tiene una funcin retributiva, preventiva, protectora y resociabilizadora ... ".
128 Enero 1991 Nuevo Foro-Penal, N 51
Se puede estar resocializando a una persona sin habernos preguntado antes acerca
de si verdaderamente requiere de tratamiento penitenciario para resocializrse1e?
Aberrante peticin de principio!, el legislador suponia que todos Jos procesados
por presuntas infracciones a la ley 30 del 86, requeran de tratamiento penitenciario;
daba por supuesto lo que el juez deba -precisamente- analizar. Es decir, el
juicio ms importante a realizar por el juzgador fue virtualmente arrasado por
el ejecutivo. Recordmoslo, en eso precisamente radica la grandeza, mesura y equilibrio que debe el fallador tener; precisar si ese ser humano como dira CARNELUTII
" ... tan necesitado, necesitado, necesitado". En verdad requiere de tratamiento penitenciario.
11.
EL ASPECTO A ANALIZAR
IMPORTANCIA DE LA PROVIDENCIA
La sala de decisin estim -con muy buen criterio- que la expresin "y
las de legislacin de estado de sitio que no se opongan a sus previsiones", refiere
es al decreto 2790 y no a los cdigos, " ... y que por ende como los dispositivos
de este pugnan con el decreto 1203, no son aplicables en la medida en que contraran
las normas de aquel en cuanto remiten al procedimiento ordinario".
Son dos los argumentos que trajo a colacin la respectiva sala para llegar
a dicha interpretacin: Uno de ndole gramatical, otro, de carcter lgico. En cuanto
al primero, en la referida frase "la conjuncin 'y' est precedida de coma, lo que
solo ocurre cuando se quieren evitar equvocos y confusiones". As las cosas, si
el ejecutivo hubiese deseado relacipnar "las expresiones en comento con los cdigos
y no con el decreto, no habra acudido al signo de puntuacin para separar el
prrafo final del que le precede".
El argumento lgico: Es apenas obvio que la frase alude al decreto 2790 no
as a los cdigos, "pues precisamente las normas dictadas con fundamento en el
artculo 121 de la C. Nacional suspenden los dispositivos de los estatutos orgnicos
que le sean contrarios, por consecuencia, unas y otros son incompatibles". En
este orden de ideas es evidente que el decreto 1203 del 87 al ser un decreto de
estado de sitio apenas s suspende las normas ordinarias que le sean contrarias,
por lo que, a la luz del art. 100 del EPDJ, perdi aquel su vigencia.
Enero 24 de 1990
Comentario:
IV.
CONCLUSIONES
Que porque " ... se lleg en esta actuacin al presupuesto legal que ha~e viab~e
lo pedido, muy posterior a la e]ecutona
de la resolucin de acusacin del otro proceso o procesos adelantados en el juzg.ado
anteriormente anunciado ... '', el sefior JUez
noveno penal del Circuito de Medellin, despach desfavorablemente una peticin del
seor defensor del acusado Hctor Daro
R en el sentido de disponer la acumulacin al informativo que all se le tramita,
de los que tambin en su disfavor impulsa
este juzgado 17 Penal del Circuito.
Indudablemente el proceso penal es lo que al juzgamiento de conductas tipificadas en los arts. 32, 33, 34 y 35 de la ley 30 del 86 y conexos a ellos, recobra
esa naturaleza humana 'que haba sido arrebatada de un plumazo por una equivocada, incoherente e inicua normatividad. Es por ello pues, que se saluda con complacencia interpretaciones como las que realiz en esta ocasin el H. T. S. de M.,
en la sala de decisin que revis -por consulta- el fallo emitido por el juez primero
penal del Circuito de Medelln.
Para terminar tener presente siempre las palabras del profesor argentino E.
R. ZAFFARONI, cuando aludiendo a la esencia del derecho penal como instrumento
poltico sostiene "que eso es lo nico que jams debe olvidar el penalista: Maneja
un instrumento poltico". Que nadie se pierda con los cambiantes resplandores
de los fuegos de artificio de la tcnica "pura", porque cuando se agotan los fuegos
falsos, quedan en la oscuridad ms profunda. En lugar, cuando se le considere
en su esencia poltica, aunque en algn cruce no se sepa qu flecha seguir, siempre
se encontrar un momento tico impuesto por la presencia del hombre, con su
dignidad de persona (Manual de Dereclio Penal, Crdenas Editor Distribuidor,
Mxico D. F., 1988, pg. 8).
Ener,o 1991
Mas en lo que toca con la arumulacin homognea de procesos ordinarios, de conformidad con
el art. 86 del estatuto procedimental, aquella alcanza plenos efectos jurdicos a partir de la ejecutoria
de la resolucin de acusacin.
Si bien es cierto, como viene de anotarse, que
es factible la acumulacin de procesos abreviados
a ordinarios y viceversa, resulta de singular importancia entrar a establecer el momento procesal opor-
Cpiese y cmplase.
Nota: El Tribunal Superior de Medelln, en auto de febrero 12 de 1990, acogi los planteamientos contenidos en la anterior providencia y, en consecuencia, atribuy el conocimiento del asunto al Juzgado
Novetio Penal del Circuito, dirimiendo de esta forma la colisin negativa de competencia presentada.
COMENTARIO
El proceso penal no implica un compromiso, es un compromiso. Pero no el
del juez vinculado -per se- con un ordenamiento jurdico, sino el del administrador de justicia en un estrecho y sagrado ligamen con el hombre. Ese ser humano,
como dira el maestro CARNELUTTI, tan '' ... necesitado, necesitado, necesitado''.
Sea lo primero advertir que resulta harto gratificante comentar una decisin
de carcter judicial con tan marcada influencia de los postulados fundamentales
del proceso penal. Lo anterior, en la medida en que no es solo de inters el punto
discutido por el proponente de la colisin de competencias de carcter negativo;
sino que, al interpretar -como lo hizo- la ley procesal se comienza a construir
una verdadera teora del proceso penal. Esto es, se sientan las bases de una dogmtica
procesal penal afincada sobre wta lgica y sistemtica interpretacin de las normas
de ndole adjetiva. Pensar lo contrario sera, ni ms ni menos, sacrificar la construc
cin terica en aras del procedimentalismo.
El problema planteado en la providencia puede formularse como sigue. El
Juzgado 9 Penal del Circuito de Medelln, sostena que no era competente para
acumular al proceso abreviado por el rituado los ordinarios tramitados por el Juzgado 17 Penal del Circuito, por considerar que dicha acumulacin deba llevarla a
cabo el juzgado en el cual se ejecutori primero la resolucin de acusacin (esto
es ell7 Penal del Circuito), a su turno el otro despacho consider que deba acumular
el despacho que primero celebr la audiencia pblica (esto es el 9" Penal del Circuito).
Como es obvio la posicin del Juzgado 9 comportara equiparar el momento
procesal en el cual quedaba ejecutoriada la resolucin de acusacin (en el proceso
Enao 1991 Nuevo Foro Penal, N 51 133
JURISPRUDENCIA
acumulacin entre un proceso seguido bajo las ritualidades del procedimiento ordinario y uno abreviado o, viceversa. Siendo esto as, como de hecho lo es, quedara
por determinar cul es la etapa procesal comn " ... que aproxime la identificacin
de ambos procedimientos o los coloque en un mismo momento procesal para ser
determinados a travs de una sola y definitiva decisin'', como lo dice el funcionario
de quien emana la providencia.
Pensamos, al igual que este ltimo despacho prohijado por la Sala de Decisin
Penal del Tribunal Superior de Medelln, que el momento procesal comn que
debe tenerse en cuenta para determinar cul debe ser el juez competente para acumular en tratndose de una acumulacin de ndole heterognea, es aquel en el cual
" ... ellos se encuentren para sentencia". Acmnula, pues, el que primero tenga el
LABORE ET CONSTANTIA
J:mstlscnes Sem1nu
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