Historia Series de Fourier

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LAS SERIES DE FOURIER

EL DESARROLLO DEL ANALISIS


EN EL SIGLO XIX
Fernando Bombal
Universidad Complutense de Madrid

Las Series de Fourier.

Fernando Bombal

Las series trigonometricas surgieron en la Matem


atica en el siglo XVIII, en relaci
on
con el estudio de las peque
nas oscilaciones de medios el
asticos, pero como veremos, su
influencia fue decisiva en el desarrollo del An
alisis a lo largo del siglo XIX. Es realmente
sorprendente la omnipresencia del tema en multitud de situaciones, de tal modo que puede
rastrearse su presencia como motivador de gran parte de los desarrollos m
as importantes
acaecidos en este siglo, desde la evoluci
on de la noci
on misma de funci
on hasta el comienzo
de la topologa o los n
umeros transfinitos, pasando por el desarrollo de las distintas nociones
de integraci
on. De ello trataremos en esta charla.
1.- El Problema de la Cuerda Vibrante.
A partir del desarrollo del C
alculo en el siglo XVII, este se haba convertido en la
principal herramienta para estudiar y modelizar la Naturaleza. La idea b
asica era representar la evolucion de un fen
omeno natural por medio de una ecuaci
on diferencial que
relacionaba las distintas magnitudes relevantes en el fen
omeno. Esta ecuaci
on se obtena
a partir de un an
alisis del fen
omeno a nivel infinitesimal, utilizando un reducido n
umero
de leyes naturales que se haban ido descubriendo. Los fen
omenos que podan describirse
en terminos de una sola variable venan as regidos por ecuaciones diferenciales ordinarias,
que relacionaban la funci
on inc
ognita con sus derivadas. Por ejemplo, la posici
on y(t)
(en funci
on del tiempo) de un punto material de masa m que se desplaza a lo largo de
una recta atrado por un centro atractivo O por una fuerza proporcional a la distancia al
centro, satisface la ecuaci
on diferencial
m

d2 y
= ky
dt2

(k constante > 0),

cuya soluci
on general es
r
y(t) = C1 sen t + C2 cos t,

k
.
m

A lo largo del siglo XVII y la primera mitad del XVIII se haban desarrollado considerablemente los metodos de resoluci
on de este tipo de ecuaciones. Sin embargo, cuando
en el fen
omeno estudiado dependa de dos o m
as variables significativas, su modelizaci
on
vena dada por una ecuaci
on en derivadas parciales, mucho m
as difcil de tratar. Uno de
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los primeros fen


omenos estudiados fue el siguiente: Consideremos una cuerda tensa con
los extremos fijos en los puntos x = 0 y x = ` del eje Ox. Si desplazamos ligeramente la
cuerda de su posici
on de equilibrio y la soltamos, oscilar
a un plano. Se trata de encontrar
la posicion u = u(x, t) que ocupar
a el punto de abscisa x en el instante t. En el caso de
un s
olo punto material, se trata del problema anteriormente ya citado de la oscilaci
on de
una masa atrada por un centro atractivo.
Este problema fue abordado por Johann Bernouilli en 1727, considerando primero
la oscilaci
on de n masas iguales situadas equidistantes. Para el desplazamiento yk de la
k-esima masa, Bernouilli haba obtenido la ecuaci
on en diferencias finitas
d 2 yk
= a2 (yk+1 2yk + yk1 ),
dt2
donde a depende de la tensi
on de la cuerda, de la masa total y de la distancia entre las
masas puntuales. Bernouilli resolvi
o esta ecuaci
on y consider
o el caso de la cuerda continua
haciendo tender n a infinito formalmente. De esta manera, obtuvo que, en cada instante
t, la cuerda toma una forma sinusoidal, soluci
on de la ecuaci
on

d2 y
dx2

= ky (con k funcion

del tiempo). Este resultado ya haba sido obtenido en 1715 por J. Taylor.
En 1747, Jean le Rond DAlembert, el famoso enciclopedista, se interes
o por el
problema. A traves de un an
alisis infinitesimal y las leyes fsicas pertinentes, DAlambert
obtuvo la ecuaci
on diferencial que rige el fen
omeno, a saber:
2
2u
2 u
=
a
,
t2
x2

(1.1)

donde a es una constante que depende de las caractersticas fsicas de la cuerda y que, por
simplicidad, supondremos en lo que sigue igual a 1. A continuaci
on, tras unas ingeniosas
manipulaciones formales, consigui
o obtener la integral general de la ecuacion (1.1) en la
forma
u(x, t) = (t + x) (t x)
siendo una funci
on arbitraria.

En un artculo inmediatamente posterior (ambos

aparecieron en 1749), DAlembert obtiene la soluci


on del problema de la cuerda vibrante
en terminos de la posici
on inicial u(x, 0) := f (x) de la cuerda y su velocidad inicial
u
t (x, 0)

:= g(x). A continuaci
on DAlembert establece que las funciones f y g no pueden
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ser arbitrarias, sino que deben satisfacer ciertas condiciones. Esencialmente, DAlembert
sostiene que, debido al metodo de resoluci
on, las funciones admisibles como valores iniciales deberan ser, por un lado, periodicas de periodo 2`, y por otro, suficientemente
lisas, debiendo verificar la ley de continuidad y una condici
on geometrica que equivale,
en terminos modernos, a ser dos veces diferenciables (sin picos).
Un a
no despues, en 1750, el gran Leonard Euler presenta el primero de los 15
trabajos que dedic
o a este problema, iniciando as un debate que dur
o cerca de 50 a
nos
y en el que intervinieron la mayora de los grandes matem
aticos de la epoca. La solucion
de Euler no difiere tecnicamente de la de DAlembert, aunque s el metodo de deduccion.
Partiendo de la posici
on inicial u(x, 0) := f (x) de la cuerda, obtiene geometricamente la
soluci
on en la forma
1
1
f (t + x) + f (t x).
2
2
Para Euler, esta ecuaci
on funcional describe totalmente el fen
omeno fsico y, por tanto, no
u(x, t) :=

supone restricci
on alguna para f . Por tanto, puesto que podemos elegir arbitrariamente
la forma inicial de la cuerda (y Euler pone concretamente el ejemplo de una poligonal),
f puede ser totalmente arbitraria, e.d. regular y contenida en una cierta ecuaci
on, o
irregular y mec
anica.
El problema subyacente en esta polemica estriba, en primer lugar, en la noci
on misma
de funci
on, que Euler y DAlembert utilizaban con el mismo nombre, pero con significados
distintos. En general, la idea de funci
on no haba sido definida con claridad. Para los
matem
aticos del XVIII la noci
on m
as aceptada es la adoptada por el propio Euler en el
Captulo I de su famoso Introductio in Analysin Infinitorum, publicado en 1748:
Una funci
on de una cantidad variable es cualquier expresi
on analtica formada con la cantidad variable y con n
umeros o cantidades constantes.
Una funci
on est
a sujeta a la ley de continuidad si puede expresarse en todo su dominio
por una s
ola expresi
on analtica, siendo en otro caso discontinua. De modo que, para Euler,
funciones como

|x| :=

x,
si x 0
x, si x < 0

son discontinuas.
Un poco m
as adelante, Euler explicita la idea que tenan todos los matem
aticos de que
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cualquier funci
on admisible en matem
aticas poda expresarse como una serie de potencias
con exponentes naturales, salvo en un n
umero finito de puntos a lo m
as. A lo largo de
la obra, Euler fundamenta esta convicci
on obteniendo los desarrollos en serie de una gran
cantidad de funciones.
La culminaci
on y sistematizaci
on de esta noci
on de funci
on se encuentra sin duda en
la monografa Theorie des fonctions analytiques, publicado en 1797 por J. L. Lagrange
como libro de texto para sus alumnos de la Ecole Polytechnique, fundada pocos a
nos antes
para formar a las nuevas generaciones de tecnicos y cientficos que debieran llevar a Francia
a la cabeza del desarrollo cientfico e industrial despues de la Revoluci
on. En este libro que,
como orgullosamente declara su autor, presenta la teora de funciones y el c
alculo diferencial
liberados de toda consideraci
on acerca de infinitesimales, cantidades evanescentes, lmites
o fluxiones..., Lagrange define de hecho una funci
on por su desarrollo en serie de potencias
(aunque intenta dar una demostraci
on de la posibilidad de tal desarrollo), y las derivadas
sucesivas como los correspondientes coeficientes en el desarrollo en serie de la funci
on.
Es esta noci
on de funci
on la que adopta y defiende DAlembert en el debate sobre
la cuerda vibrante, junto con la postura m
as ortodoxa sobre la utilizaci
on rigurosa de las
leyes del c
alculo.
Euler, por su parte, motivado por la naturaleza fsica del problema, defenda que la
soluci
on obtenida era v
alida para cualquier funci
on arbitraria (mec
anica en su notacion,
para indicar una funci
on cuya gr
afica est
a trazada al azar). Este problema, junto con
otros de naturaleza geometrica, hicieron a Euler considerar su primera definici
on de funcion
como demasiado restrictivo. As, en su Institutiones Calculi Differentialis da una nueva
definici
on que, en sentido literal, no estara demasiado lejos de la concepci
on moderna de
funci
on:
Si unas cantidades dependen de otras, de modo que si las u
ltimas cambian, lo
hacen tambien las primeras, se dice que las primeras cantidades son funciones
de las u
ltimas.
No obstante, la idea actual de funci
on como correspondencia arbitraria era sencillamente extra
na a Euler (y, en general, al pensamiento de la epoca). Simplemente, Euler
quera se
nalar que podan ser objeto de estudio en Matem
aticas funciones m
as generales
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que las obtenidas por medio de una expresi


on analtica concreta. Realmente, las funciones
admitidas por Euler como posici
on inicial de la cuerda seran lo que en lenguaje moderno
llamaramos funciones continuas, de clase C 1 a trozos. De hecho, las confrontaciones m
as
intensas entre Euler y DAlembert se referan a la posibilidad de considerar como funciones
validas a las que tuvieran picos (como las poligonales a trozos), e.d., con derivada discontinua en algunos puntos. Euler admita las objeciones de DAlembert desde el punto de
vista del rigor, pero defenda la necesidad de encontrar nuevos instrumentos matem
aticos
para extender las leyes del c
alculo conocido a situaciones m
as generales, justificados en todo
caso por la evidencia fsica del problema. Es de destacar la postura pionera de Euler en el
problema de las soluciones generalizadas de una ecuaci
on diferencial. Se trata, como en
el caso de la cuerda vibrante, de conciliar la evidencia emprica de que muchos problemas
que se modelizan a traves de ecuaciones diferenciales, tienen soluciones reales no regulares
desde el punto de vista matem
atico. Ya hemos se
nalado una de las posibilidades, adoptada por Euler: modificar el modelo matem
atico por otro que no exija restricciones tan
severas a las soluciones. Tambien Euler dio los primeros pasos en el metodo de las soluciones debiles: Se trata de aproximar una funci
on mec
anica arbitraria f por funciones
regulares, obtener la soluci
on cl
asica (a lo DAlembert) de (1.1) para estas funciones y
representar la soluci
on original como lmite (en alg
un sentido) de estas soluciones cl
asicas.
Uno de los intervinientes en el largo debate sobre la cuerda vibrante fue Daniel
Bernouilli, amigo de Euler y perteneciente a la conocida familia de matem
aticos de origen
suizo. Daniel Bernouilli era esencialmente lo que hoy llamaramos un fsico matem
atico.
Por ello, los razonamientos fsicos primaban para el sobre los argumentos matem
aticos.
En consecuencia, retomando los argumentos de su padre Johann, propuso en 1753 que
la posici
on general de la cuerda debiera obtenerse por superposici
on (e.d., combinaci
on
lineal, eventualmente infinita) de las vibraciones elementales sinusoidales que su padre
haba encontrado como soluci
on. M
as precisamente, propuso como soluci
on
u(x, t) = (t) sen

2x
3x
x
+ (t) sen
+ (t) sen
+
`
`
`

(1.2)

En particular, la posici
on inicial u(x, 0) := f (x) debiera poder expresarse como una serie
trigonometrica. Por supuesto, Bernouilli no dio ninguna indicaci
on sobre c
omo calcular
los coeficientes , , , . . ..
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La solucion de Bernouilli fue rechazada por Euler por no ser lo suficientemente general.
Aunque reconoci
o la importancia de las observaciones de Bernouilli en el aspecto fsico
del problema, consideraba matem
aticamente inaceptable que cualquier funci
on arbitraria
pudiera representarse por medio de una suma trigonometrica. Para Euler,
todas las curvas contenidas en esta ecuaci
on [se refiere a (1.2)] incluso cuando
aumentamos el n
umero de terminos hacia infinito, tienen ciertas caractersticas que las distinguen de otras curvas.
Entre esas caractersticas, Euler hace hincapie en la periodicidad. Un error tan evidente (es obvio que lo relevante para el problema es lo que sucede en el intervalo [0, `]),
pone claramente de manifiesto la dificultad en asimilar la idea moderna de dominio de
una funci
on, incluso por un hombre como Euler, protagonista de la transici
on entre la
antigua teora de funciones y la nueva. Para Euler, como para todos sus contempor
aneos,
una funci
on se asocia siempre con la totalidad del dominio en el que existe. Otra de
las objeciones de Euler haca referencia a la determinaci
on de los coeficientes , , , etc.,
tarea que le pareca sin duda muy difcil, por no decir imposible..
DAlembert, por una vez, coincidi
o con Euler para rechazar la soluci
on de Bernouilli.
Incluso fue m
as lejos, afirmando que ni siquiera cualquier funci
on peri
odica podra representarse por una serie trigonometrica.
En el fondo, como se
nal
o H. Lebesgue en 1906, las objeciones de Euler y DAlembert
tenan un significado muy profundo. En efecto, si consideramos la posici
on inicial de la
cuerda como una poligonal, resulta que una serie trigonometrica (que es una expresion
analtica) representara una funcion lineal en un subintervalo de [0, `] y otra funci
on lineal distinta en otro subintervalo; e.d., dos expresiones analticas deberan ser iguales en
un intervalo y desiguales en otro, lo que pareca imposible. (N
otese que para series de
potencias, esto es claramente imposible!).
2.- La teora de la transmisi
on del calor y la resoluci
on de E.D.P.
La invenci
on de la m
aquina de vapor, base de la Revoluci
on Industrial, despert
o el
interes por el desarrollo de una teora matem
atica de la conductividad del calor, m
as tarde
concretada en la termodin
amica. Varios matem
aticos y fsicos, como Laplace, Lavoisier,

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Biot, et. realizaron investigaciones en este campo. En el a


no 1811 el Institut de France
convoc
o un concurso cuyo objeto eral proporcionar una teora matem
atica de las leyes de
propagaci
on del calor y comparar esta teora con experimentos. El ganador del premio
fue el academico Jean B.Fourier. De familia modesta (era hijo de un sastre de Auxerre),
Fourier estudio en la Escuela militar de su ciudad natal, de donde lleg
o a ser Profesor. Se
adhiri
o a las ideas de la Revoluci
on y particip
o activamente en la poltica. Tras participar
como estudiante en la creaci
on de la Ecole Normale en 1794, pas
o a ser Profesor de la misma
y posteriormente de la Ecole Polytechnique. En 1798 particip
o, junto con Monge y muchos
otros cientficos, en la expedici
on de Napole
on a Egipto, y se convirti
o en un admirador y
experto de la cultura egipcia. Regres
o a Francia en 1801 y al a
no siguiente fue designado
Prefecto del Departamento de Is`ere. En 1815, se traslad
o a Paris, dedic
andose desde
entonces casi exclusivamente a su actividad cientfica. En 1817 fue designado miembro de
la recien refundada Academia de Ciencias, de la que se convirti
o en Secretario Perpetuo
en 1822.
Fourier, hombre comprometido con los problemas de su epoca, conceba las
matem
aticas, y especialmente el an
alisis infinitesimal, como el instrumento fundamental para comprender la Naturaleza, dome
narla y adaptarla a las necesidades del Hombre.
como dice claramente en el Discours Preliminaire,
Las causas primeras las desconocemos, pero est
an sujetas a leyes simples y
constantes que pueden ser descubiertas por medio de la observaci
on. Este el
es objeto de la Filosofa Natural...
Pero, una vez realizadas una serie de observaciones empricas, es necesario obtener
un modelo del fen
omeno en terminos matem
aticos, y m
as precisamente, por medio de

ecuaciones diferenciales. Este


es el camino que hay que seguir para avanzar nuestro
conocimiento sobre la Naturaleza. Vemos, pues, que Fourier es el paradigma de lo que hoy
llamaramos un matem
atico aplicado (como lo eran la mayora de sus contempor
aneos).
La motivaci
on para desarrollar teoras matem
aticas abstractas (a las que, como veremos,
Fourier contribuy
o en gran medida) debe ser siempre la obtenci
on de nuevas herramientas que permitan resolver los problemas planteados por la observaci
on de la Naturaleza.
Tambien hay que destacar en Fourier su concepci
on de la Ciencia como elemento esencial
del progreso de la Sociedad civil. En contrapartida, el rigor en el razonamiento no es lo
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Las Series de Fourier.

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mas importante.
Con estas premisas, no es de extra
nar que Fourier se interesara por la teora de la
transmisi
on del calor. De hecho, haba presentado una extensa Memoria al Instituto en
1807 que no fue publicada. En el informe del Jurado sobre la concesi
on del premio convocado por el Instituto, se lee
Este trabajo contiene las ecuaciones diferenciales correctas que gobiernan
la transmisi
on del calor, tanto en el interior de los cuerpos como en su superficie, y la novedad del tema junto con su importancia, ha motivado la
concesi
on del premio... Sin embargo, la forma como el autor obtiene sus
ecuaciones ... y el an
alisis de su soluci
on deja algo que desear tanto en lo
concerniente a la generalidad [de la soluci
on] como al rigor.
Probablemente estas objeciones fueron la raz
on por la que el trabajo ganador no fuera
publicado inmediatamente (como era costumbre), y tuviera que esperar hasta 1824 para
su aparici
on, cuando ya Fourier era Secretario Perpetuo de la Academia.
Las ecuaciones obtenidas por Fourier son:
u
2u
; k
k 2 =
x
t

2u 2u
+ 2
x2
y

u
=
; k
t

2u 2u 2u
+ 2 + 2
x2
y
z


=

u
,
t

seg
un se trate de una barra, un recinto plano o un cuerpo s
olido, donde u = u(x, t) es
la temperatura en el instante t del cuerpo, en el punto de coordenadas x. Por supuesto,
las soluciones buscadas deben verificar ciertas condiciones de contorno. A la resolucion
de distintos casos particulares (barras, cilindros, esferas, etc.) dedic
o Fourier una serie de
artculos que culminaron en su renombrada Theorie analytique de la chaleur, publicada en
1822. En esta obra, Fourier, a traves de un gran n
umero de ejemplos, desarrolla una serie
de ideas y de tecnicas que iban a ser el modelo a seguir en las investigaciones posteriores
sobre las Ecuaciones en Derivadas Parciales. Probablemente, nada mejor que reproducir
uno de los ejemplos de Fourier para acercarnos al espritu de la obra: Consideremos el
problema de la determinaci
on de la temperatura estacionaria en el interior de una placa
infinita de forma rectangular, cuyos bordes se mantienen a temperatura prefijada (p.e., 0
grados en los lados (infinitos) superiores y a distancia infinita, y 1 grado en el borde finito).
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Las Series de Fourier.


En este caso,

u
t

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= 0 y se trata de encontrar la soluci


on de la ecuaci
on diferencial
2u 2u
+ 2 := u = 0
x2
y

en el dominio x > 0, 2 < y <


y = 2 , y =

2,

(2.1)

que sea igual a 1 para x = 0 y se anule para

, y para x tendiendo a .

Para resolver este problema, Fourier utiliza su metodo favorito de separaci


on de variables (ya empleado por DAlembert y Bernouilli con anterioridad): Tratemos de encontrar
soluciones de la forma u(x, y) = v(x)w(y). Sustituyendo en la ecuaci
on (2.1), resulta que
ha de cumplirse
v 00 (x)
w00 (y)
=
.
v(x)
w(y)
Como el primer miembro depende s
olo de x y el segundo de y, s
olo pueden ser iguales si
ambos son una constante . Obtenemos as dos ecuaciones diferenciales ordinarias, f
aciles
de resolver. Pero Fourier es m
as directo y, simplemente, dice ... vemos que podemos
tomar v(x) = emx y w(y) = cos ny. Sustituyendo en (2.1), se obtiene m2 = n2 (= ). De
la condici
on (iii), resulta m < 0, y de la (ii) que n = (2k 1) (k N) y m = n. As
pues, las funciones
uk (x, y) = e(2k1)x cos(2k 1)y

(k N),

satisfacen todas las condiciones, salvo la (i). Retomando el principio de superposici


on,
Fourier trata entonces de buscar una soluci
on como superposici
on de las anteriores, es
decir, de la forma

u(x, y) =

an un (x, y),

n=0

para unos coeficientes (an ) adecuados. Para determinar estos coeficientes, Fourier utiliza
la condici
on (i), obteniendo

1=

an cos(2n 1)y, para

n=1

<y< .
2
2

A continuaci
on, emplea formalmente el metodo habitual de eliminaci
on de par
ametros,
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Las Series de Fourier.

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derivando la serie termino a termino y haciendo y = 0, lo que le conduce a las ecuaciones


1=
0=
0=

X
n=1

X
n=1

an .
(2n 1)2 an .

(2.2)

(2n 1)4 an .

n=1

...
esto es, un sistema de infinitas ecuaciones lineales con infinitas inc
ognitas. Para resolverlo
Fourier propone truncar el sistema, considerando s
olo las n primeras ecuaciones con n
(n)

(n)

(n)

inc
ognitas, que resuelve, obteniendo las soluciones a1 , a2 , . . . , an . Finalmente, ha(n)

ciendo tender n a infinito, obtiene el verdadero valor ak = limn ak , para cada k,


resultando
ak =

4 (1)k1
.
2k 1

Obviamente, se pueden poner serias objeciones al proceder de Fourier: Deriva termino a


termino una serie, cuando sabemos que, en general, este proceso no es correcto; Tampoco
el metodo empleado para resolver (2.2) es ortodoxo, (de hecho, cuando se sustituyen los
valores calculados para ak en el sistema (2.2), las series resultantes son divergentes, a partir
de la segunda), etc. El mismo Fourier no parece estar muy convencido de la correcci
on
del metodo empleado, pues a
nade: Como estos resultados parecen desviarse de las consecuencias ordinarias del c
alculo, es necesario examinarlos con cuidado e interpretarlos
en su verdadero sentido. Y prueba directamente que la suma de la serie obtenida para
x = 0 es constante e igual a 1 en el intervalo se
nalado (primera vez que aparece expl
citamente el concepto de campo de convergencia de una serie). Finalmente, afirma que la
serie obtenida para u es soluci
on del problema de contorno propuesto.
M
as adelante, Fourier insiste de nuevo en que
Debe ser uno muy cuidadoso con los c
alculos realizados con estas series... El
punto esencial es identificar los lmites entre los que el desarrollo es v
alido...
Como estos lmites no son los mismos para todas las ecuaciones, pueden
obtenerse resultados err
oneos al combinar series diferentes...
10

Las Series de Fourier.

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Hay que decir que la postura de Fourier sobre la noci


on de convergencia de una serie
funcional es muy novedosa para la epoca, ya que a lo largo del siglo XVIII, los matem
aticos
hab an utilizado las series sin ninguna restricci
on, operando con ellas como si fueran sumas
finitas. Fourier no dispon a de criterios para asegurar la convergencia, por lo que, con gran
habilidad, haciendo uso de su conocimiento de resultados previos en sumaci
on de series
numericas, tuvo en cada caso que calcular la suma de los m primeros terminos de cada serie
directamente. El avance sustancial en este campo iba a venir de manos de Cauchy, quien
iba a desarrollar una serie de criterios generales de convergencia, basados en el llamado
criterio de Cauchy (enunciado poco antes, en 1817, por B. Bolzano en un importante,
pero muy poco conocido trabajo, publicado en las Actas de la Real Sociedad Cient fica
de Bohemia.)
Volviendo al problema que nos ocupa, notemos que si se consideran otras condiciones
de contorno, aparecen soluciones particulares formadas por una combinaci
on de senos y
on arbitraria f podra ser, en un caso real,
cosenos. Por otro lado, como cualquier funci
la temperatura en el segmento 2 < y <

(recordemos el argumento de Euler en el

debate sobre la cuerda vibrante), resulta, de la existencia de soluci


on del problema fsico,
que necesariamente toda funci
on arbitraria en un intervalo puede desarrollarse
en serie de senos y cosenos del tipo (suponiendo por comodidad que el intervalo es el
[, ]):
f (x) =

(an cos nx + bn sen nx).

(2.3)

n=0

Fourier hace menci


on expresa de la validez del desarrollo para toda funci
on arbitraria 1 ,
aunque a la vista de los m
ultiples ejemplos que aparecen en la Theorie analytique de
la chaleur, parece claro que Fourier est
a pensando en lo que hoy llamaramos funciones
continuas a trozos, con a lo m
as una cantidad finita de puntos de discontinuidad de salto.
Una vez establecida la existencia del desarrollo (por el imperativo categ
orico de la
evidencia fsica!), Fourier siente la necesidad de justificar matem
aticamente esta afirmacion,
aunque identifica la demostraci
on de la existencia del desarrollo con la determinaci
on de
1

En palabras de Fourier: No suponemos que estas ordenadas [ f(x)] esten sujetas a una

ley com
un a todas ellas; se suceden unas a otras de una manera arbitraria, y cada una de
ellas viene dada como si fuera una cantidad aislada...
11

Las Series de Fourier.

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los coeficientes an , bn que aparecen en el mismo. Su primer metodo consiste en considerar


separadamente el caso de funciones impares (en cuyo desarrollo aparecen s
olo senos) y
funciones pares (que desarrolla en serie de cosenos). En cada caso, considera la expresi
on
(2.3) y desarrolla f en serie de potencias (impares en el primer caso; pares en el segundo)
y hace lo mismo con el segundo miembro, utilizando los conocidos desarrollos en serie de
las funciones seno y coseno. Tras identificar coeficientes y un an
alisis largo y complicado,
obtiene la expresi
on de los coeficientes en forma de integrales definidas (cuya notacion
actual, por cierto, se debe al mismo Fourier).
El segundo metodo es mucho m
as sencillo y directo, y est
a basado en las relaciones
de ortogonalidad de las funciones trigonometricas:
Z
sen nx cos mx dx = 0, (n, m = 0, 1, 2, . . .)

cos nx cos mx dx = 0 (n 6= m),

sen nx sen mx dx =

sen 2 nx dx = (n 6= 0).

cos nx dx =

Si ahora multiplicamos ambos miembros de (2.3) sucesivamente por sen nx y cos mx e


integramos entre y ambas expresiones, admitiendo la validez de la integraci
on termino
a termino de la serie, resulta inmediatamente
Z
Z
1
1
f (x) cos nx dx , bn =
f (x) sen nx dx
an =

(2.4),

que son los llamados coeficientes de Fourier de f .


La integraci
on termino a termino de una serie no repugnaba en absoluto las exigencias
de rigor de la epoca, y s
olamente fue puesto en cuesti
on este hecho mucho m
as tarde.
Sin embargo, debido a la arbitrariedad de f , Fourier se siente obligado a justificar la
existencia de las integrales en (2.4). Durante el siglo XVIII, debido al gran desarrollo del
c
alculo, la integraci
on se consideraba simplemente la operaci
on inversa de la derivaci
on,
obteniendose la integral definida por medio de la regla de Barrow. Pero la existencia de
una primitiva para una funci
on arbitraria, sin una expresi
on analtica definida, era un
problema no trivial. Por ello, Fourier justifica la existencia de las integrales retomando la
idea original de
area del correspondiente recinto de ordenadas, cuya existencia nadie pona
12

Las Series de Fourier.

Fernando Bombal

en cuesti
on (aunque el c
alculo efectivo pudiera ser difcil). Aparece as por primera vez
Rb
claramente planteado el problema de definir a f (x) dx como un
area, cuando f es una
funci
on arbitraria.
Fourier hace tambien una menci
on a la soluci
on del problema de la cuerda vibrante
dada por Daniel Bernouilli, se
nalando que su error haba consistido en no poder demostrar
concretamente c
omo podan calcularse los coeficientes de la serie.
3.- Las series trigonom
etricas y la teora de la Integral.
La afirmaci
on de Fourier de la posibilidad de desarrollar en serie trigonometrica
cualquier funci
on arbitraria fue r
apidamente aceptada por la mayora de sus contempor
aneos, aunque no as su pretendida demostraci
on. Los analistas m
as prestigiosos de
la epoca, como Poisson, Cauchy, etc. dieron demostraciones alternativas, todas ellas
incorrectas. El primero en obtener una demostraci
on correcta, aunque imponiendo condiciones restrictivas sobre f , fue P. L. Dirichlet, en un artculo publicado en el Journal
de Crelle en 1829. Tras criticar la demostraci
on de Cauchy, Dirichlet hace la primera
aportaci
on importante al problema, expresando la suma de los n primeros terminos de la
serie de Fourier de una funci
on f en [, ] como

Sn (f )(x) =

n
X
k=0

1
(ak cos kx + bk sen kx) =

f (t)

sen(n + 12 (t x))
dt
2sen 12 (t x)

A partir de aqu, este ha sido el punto de partida del estudio de la convergencia de una
serie de Fourier que, por tanto, resulta equivalente al estudio de la existencia del lmite
cuando n tiende a de integrales del tipo:
Z
In =
0

sennx
f (x) dx.
senx

(Integrales de Dirichlet). Tras un proceso largo y absolutamente riguroso, Dirichlet logra


probar que si f satisface las hipotesis:
I) f es continua en [, ], salvo a lo m
as en un n
umero finito de puntos, en los que
posee lmites laterales.
II) f posee un n
umero finito de m
aximos y mnimos en el intervalo,
13

Las Series de Fourier.

Fernando Bombal

entonces la serie de Fourier de f converge a la mitad del salto

1
2

(f (x + 0) + f (x 0))

en cada punto (en particular, converge a f (x) en cada punto de continuidad).


Las funciones consideradas por Dirichlet cubran el campo de las que habitualmente
se consideraban en la Matem
atica de la epoca. No obstante, Dirichlet comenta que
Falta considerar el caso donde no se cumplen las condiciones impuestas.
Respecto a la hip
otesis (I), el problema fundamental era dar sentido a la integral
definida de una funci
on con infinitas discontinuidades. Cauchy haba demostrado la existencia de la integral de una funci
on acotada con un n
umero finito de discontinuidades,
definiendola como el lmite de las
areas de los rect
angulos inscritos en la gr
afica de la
funci
on, cuya base son subintervalos de particiones cada vez m
as finas del intervalo total. Dirichlet crea que, efectivamente, se poda obtener una noci
on de integral con las
propiedades habituales para funciones mucho m
as generales, aunque
Claramente se siente la necesidad de imponer alguna restricci
on, pues, por
ejemplo, la funci
on que es igual a una constante c cuando x es racional y
a una constante d 6= c cuando x es irracional no puede tener una integral
definida.

Esta
es otra de las contribuciones importantes del artculo de Dirichlet, pues es el
primer ejemplo constatado de la nocion moderna de funci
on como correspondencia arbitraria entre dos conjuntos de n
umeros, sin necesidad de venir dada por una expresi
on
analtica. Esta idea aparece a
un m
as claramente en la definici
on de funci
on continua que
aparece en la versi
on ampliada del trabajo de Dirichlet publicada en 1837 en Repertorium
der Physik, una revista dirigida por el mismo Dirichlet:
Si a cada x de un intervalo corresponde un u
nico y finito, de manera que
cuando x recorre continuamente el intervalo, y = f (x) tambien cambia gradualmente, se dice que y es una funci
on continua de x. No es necesario
que y depende de x con la misma ley en todo el intervalo... ni
tampoco es preciso que la dependencia sea expresable por medio
de operaciones matem
aticas...
En cuanto a la hip
otesis (II), Dirichlet pensaba que poda suprimirse, al menos en el

14

Las Series de Fourier.

Fernando Bombal

caso de funciones continuas.


El trabajo de Dirichlet prob
o de manera inequvoca lo que ya N. Abel haba mostrado
con un contraejemplo: que las series de Fourier podan representar funciones discontinuas
y, por tanto, la inexactitud del teorema de Cauchy sobre la continuidad de la suma de
una serie de funciones continuas. La b
usqueda de condiciones para que se verificara este
resultado deseable condujo al descubrimiento de la noci
on de convergencia uniforme (desarrollada, entre otros, por el mismo Dirichlet en su Seminario de Berlin).
La extensi
on del marco de validez de su teorema fue propuesto como Tesis doctoral por
Dirichlet a uno de sus mejores discpulos, R. Lipschitz, quien consigui
o extender la noci
on
de integral para funciones acotadas con posiblemente infinitos puntos de discontinuidad,
pero siempre que este conjunto tuviera un n
umero finito de puntos de acumulaci
on o puntos
lmite. El trabajo de Lipschitz en este sentido, pese a sus limitaciones, es interesante porque
sustenta la idea, ya apuntada por Dirichlet, de que la integrabilidad de una funci
on est
a
relacionada con el tama
no del conjunto de sus puntos de discontinuidad. El dilucidar la
noci
on correcta de tama
no iba a ser un punto fundamental de las investigaciones sobre el
tema en los 50 a
nos siguientes.
Buscando condiciones alternativas a la (II), Lipschitz introdujo la condici
on que lleva
su nombre y comenz
o el estudio de las funciones lipschitzianas.
El mejor de los discpulos de Dirichlet fue sin duda Bernhard Riemann, uno de
los grandes genios matem
aticos de todos los tiempos. Su temprano interes por las series
trigonometricas probablemente fue debido a su relaci
on con Dirichlet, a cuyos Seminarios
asisti
o en Berlin desde 1849. Pronto Dirichlet mostr
o un interes especial por el joven
Riemann quien, a su vez, consideraba a Dirichlet el matem
atico m
as grande de su epoca.
Tras presentar su Tesis en Gottinga en 1851, eligi
o para su trabajo de Habilitationsschrift en 1854 el estudio de la representaci
on de funciones en serie trigonometrica. Tras
discutir la contribuci
on de Dirichlet, Riemann hace notar que parece razonable suponer
que ...las funciones que no cubre el an
alisis de Dirichlet, no ocurren en la naturaleza. No
obstante, como haba mantenido Dirichlet, pensaba que mereca la pena considerar el caso
de funciones m
as generales, que parecan tener cada vez m
as importancia en los dominios
de la Matem
atica pura.
15

Las Series de Fourier.

Fernando Bombal

Riemann comienza con la cuesti


on planteada por Dirichlet: Cu
ando una funci
on es
integrable?. Riemann interpreta la noci
on de integrabilidad en un sentido pr
oximo al de
Cauchy, pero en lugar de restringirse a las funciones continuas, considera la totalidad de
las funciones acotadas integrables, es decir, aquellas para las que existe el lmite de las
sumas
SP (f, ) =

n
X

f (i )i ,

i=1

donde P = {a = xo < x1 < . . . xn = b} es una partici


on del intervalo [a, b], i [xi1 , xi ]
y i = xi xi1 (n
otese que, a diferencia de Cauchy, Riemann considera tambien sumas
en las que f se eval
ua en un punto arbitrario i [xi1 , xi ]). Pero Riemann no se limita
a dar la definici
on y comprobar la validez de las propiedades usuales para la nueva integral. Inmediatamente da condiciones necesarias y suficientes para que una funci
on sea
integrable, lo que le permite establecer grandes clases de funciones que son integrables (las
continuas y las mon
otonas, entre ellas). Tambien da ejemplos de funciones integrables
con infinitos puntos de discontinuidad (que, adem
as, forman un conjunto denso en un intervalo). En suma, establece una teora potente y vers
atil que aplica con extraordinario
aprovechamiento a muchos problemas del An
alisis. En particular, obtiene resultados profundos en la teora de series trigonometricas (no necesariamente de Fourier!; es el primer
matem
atico que realiza esta distinci
on) y, en fin, establece metodos en este campo que marcar
an la pauta en las investigaciones posteriores. Sin embargo, su trabajo no fue conocido
hasta 10 a
nos despues de su muerte, cuando R. Dedekind lo incluy
o en los Abhandlungen
der K
oniglichen Gesellschaft der Wissenschaften zu G
ottingen.
La definici
on de integral de Riemann es la m
as general que puede obtenerse basada en
el metodo de Cauchy de aproximaci
on por sumas asociadas a particiones del intervalo de
integraci
on (que, en u
ltimo termino, se remonta a Arqumedes y al metodo de exhausci
on
empleado por los griegos para el c
alculo de
areas de figuras no poligonales). Una generalizaci
on posterior pareca impensable. La consideraci
on de la clase de todas las funciones
integrables parece obvia desde nuestra perspectiva, pero supuso en su tiempo un cambio
radical en la idea de funci
on (al desligar esta noci
on de cualquier consideraci
on sobre la
naturaleza y propiedades concretas de la misma), y en la propia visi
on de las matem
aticas.
La siguiente opini
on de P. Du Bois-Reymond (1883) fue generalmente compartida por
los matem
aticos del siglo XIX: Riemann ha logrado extender el concepto de integral a sus
16

Las Series de Fourier.

Fernando Bombal

posibilidades m
as extremas. Durante mucho tiempo, las funciones integrables Riemann
constituyeron el universo de funciones razonables m
as amplio concebible, y las condiciones
de integrabilidad de Riemann, las m
as debiles que se podan imponer a una funci
on.
4.- Las series trigonom
etricas y el inicio de la Topologa y la Aritm
etica Transfinita.
La clarificaci
on de la nocion de convergencia de series y sucesiones funcionales, iniciada
por el contraejemplo de Abel y continuada por los trabajos de Dirichlet, puso tambien de
P R
manifiesto que no era posible, en general, intercambiar los signos
e (como afirmaba
otro de los teoremas de Cauchy en el Cours dAnalyse). Que la convergencia uniforme
era una condici
on suficiente para ello, fue probado por Karl Weierstrass. Estas investigaciones ponan en cuesti
on, como se
nal
o E. Heine en 1870, el resultado (t
acitamente
asumido desde la demostraci
on de Fourier) de que una funci
on f acotada en el intervalo
[, ] poda representarse a lo m
as de una s
ola manera por una serie trigonometrica de
la forma

X
1
a0 +
(an cos nx + bn sen nx) .
2
n=1

(4.1)

De hecho, como haba se


nalado Riemann, existen funciones representadas por series
trigonometricas cuyos coeficientes no son necesariamente los dados por las f
ormulas de
Fourier.
El problema -se lamentaba Heine- es que la importancia que se haba dado hasta
entonces a la representaci
on de una funci
on por medio de una serie trigonometrica, resida
en gran parte en la unicidad del desarrollo, es decir, en la certeza de que se obtena el
mismo desarrollo, cualquiera que fuera el metodo empleado. Ciertamente, una serie de
Fourier que represente una funci
on discontinua, no puede converger uniformemente, pero
incluso
...no sabemos con certeza si es posible representar una funci
on continua
dada por una serie trigonometrica uniformemente convergente.
(Un poco m
as tarde, en 1876, P. Du Bois Reymond dara el primer ejemplo de una
funci
on continua cuya serie de Fourier no converge a la funci
on en alg
un punto.)
Por tanto, Heine consideraba que, adem
as de la posibilidad de la representaci
on (4.1),
17

Las Series de Fourier.

Fernando Bombal

era tambien crucial el problema de la unicidad de la misma. Restando dos posibles representaciones, el problema se reduca a ver si de

X
1
ao +
(an cos nx + bn sen nx) = 0,
2
n=1

(4.2)

se deduca necesariamente que an = bn = 0, n. En el trabajo citado de 1870, Heine,


usando tecnicas desarrolladas por Riemann, prob
o que la respuesta era afirmativa si la
convergencia de la serie (4.2) es uniforme en general, salvo en un conjunto finito P , e.d.,
si la convergencia es uniforme en cualquier subintervalo cerrado que no contenga puntos
de P .
Heine llam
o la atenci
on sobre este tema a su joven colega Georg Cantor. En una
serie de artculos publicados entre 1870 y 1871, Cantor consigui
o eliminar la hip
otesis
de convergencia uniforme, mostrando que la respuesta era afirmativa si simplemente se
supona que se verificaba (4.2) salvo a lo m
as para los puntos de un conjunto finito P. Poco
despues, se plante
o la cuesti
on para el caso de ser P un conjunto infinito. Obviamente,
el resultado no es cierto para cualquier conjunto P, por lo que era preciso determinar la
naturaleza del posible conjunto excepcional P, de modo que a
un se verificara el teorema de
unicidad. Este fue el inicio del interes de Cantor por los conjuntos infinitos de n
umeros.
Para estudiar la estructura de estos conjuntos, Cantor comienza, en su famoso artculo
de 1872, dando una construcci
on rigurosa del cuerpo de los n
umeros reales por medio
de las sucesiones de Cauchy de n
umeros racionales (poco antes, J. W. R. Dedekind
haba presentado su construcci
on por el metodo de las cortaduras), demostrando sus
propiedades fundamentales, incluyendo la completitud. Con esta s
olida base, aborda el
estudio riguroso de los conjuntos arbitrarios de n
umeros reales. Para ello, Cantor introduce
los conceptos de punto lmite y de conjunto derivado de un conjunto, estableciendo sin
demostraci
on lo que se conoce como Teorema de Bolzano-Weierstrass: Todo conjunto
infinito [acotado] de n
umeros, posee al menos un punto lmite. Finalmente, consigue dar
una respuesta afirmativa al problema de la unicidad cuando la serie (4.2) converge salvo
a lo m
as en los puntos de un conjunto de Primera Especie P , es decir, tal que P (n =
para alg
un n (donde P 0 := {puntos lmites deP }, P 00 = (P 0 )0 , etc.)
Para entonces, el interes de Cantor se centraba m
as en los preliminares del problema
que en el teorema de unicidad que haba demostrado. En particular, se sinti
o fascinado
18

Las Series de Fourier.

Fernando Bombal

por el problema de la clasificaci


on de las distintas clases de conjuntos infinitos y la cuesti
on
del continuo. En 1873, en una carta a Dedekind, Cantor plantea la pregunta de si N y
R pueden ponerse en correspondencia biyectiva. La imposibilidad de tal biyecci
on, cuya
prueba encuentra en 1874, es el primero de una serie de importantes resultados sobre la
topologa de la recta real que Cantor obtiene en la siguiente decada.
Por otro lado, el metodo seguido para la construcci
on de los conjuntos derivados
sucesivos, sugiere a Cantor la posibilidad de extenderlo m
as all
a de un n
umero finito de
pasos. En un trabajo de 1880, introduce las nociones de uni
on e intersecci
on arbitraria de
(n
subconjuntos y, si P no es de primera especie, define P ( =
n=1 P , y posteriormente

la cadena:
P

(+1

= P

0

...P

(2

= P

(

(n
, . . . P ( =
...
n=1 P

En general, esto le permite a Cantor definir P ( para cada smbolo infinito de la forma
= nk k + nk1 k1 + n1 + no ,
dando as comienzo al estudio de la aritmetica transfinita.
5.- Otros resultados sobre Series Trigonom
etricas.
Como hemos dicho en la Secci
on anterior, P.Du Bois Reymond dio el primer ejemplo,
en 1876, de una funci
on continua cuya serie de Fourier diverge en al menos un punto.
En el mismo trabajo prob
o, sin embargo, el resultado m
as fuerte hasta entonces conocido
sobre la unicidad. En concreto, si f es una funci
on acotada e integrable Riemann sobre
[, ] (la hip
otesis m
as debil entonces concebible!) que admite una representaci
on en
serie trigonometrica en todo punto del intervalo, necesariamente la serie es la de Fourier
de la funci
on. Este resultado fue uno de los grandes logros de la teora de la integral de
Riemann, y le dio el espaldarazo definitivo.
El mismo resultado, para f acotada e integrable Lebesgue fue demostrado por Lebesgue
en 1906, con una demostraci
on mucho m
as corta y elegante. Este hecho supuso tambien
un importante apoyo para la nueva teora de integraci
on que haba construdo Lebesgue en
su Tesis. En el mismo orden de ideas, de la Valle`
e Poussin extendi
o en 1913 el resultado
anterior, suprimiendo la hip
otesis de acotaci
on de la funci
on.
19

Las Series de Fourier.

Fernando Bombal

Los resultados anteriores son finos, pues se conocan ejemplos de series trigonometricas
convergentes en todo punto que no eran la serie de Fourier de ninguna funci
on integrable.
Uno de tales ejemplos es:

X
sen nx
.
f (x) =
log n
n=2

En cuanto a resultados negativos sobre la unicidad, el m


as sorprendente se debe a Menchoff, quien en 1916 construy
o un ejemplo de una serie trigonometrica no identicamente
nula que converge a 0 en casi todo punto.
Durante mucho tiempo el problema abierto m
as importante en este campo fue resolver
la conjetura de si la serie de Fourier de una funci
on continua converge en casi todo punto.
Los resultados negativos en este tema se fueron acumulando. As, utilizando el llamado
principio de condensaci
on de singularidades Steinhaus prob
o en 1913 que exista una
funci
on continua cuya serie de Fourier diverga en un conjunto infinito, no numerable y
denso de [, ]. En 1926, A. Kolmogoroff encontr
o una funci
on integrable cuya serie de
Fourier diverge en todo punto de [, ]. Por otro lado, Pol y Bohr consiguieron probar en
1933 que si f es continua y peri
odica sobre [, ], existe un homeomorfismo : [, ]
[, ] de modo que la serie de Fourier de f converge uniformemente. Finalmente,
culminando una larga serie de esfuerzos, en 1966 Carleson y Hunt lograron demostrar
que si f Lp (p > 1), e.d., es de potencia p-esima integrable Lebesgue, entonces su
serie de Fourier converge (a f ) en casi todo punto. Este sorprendente resultado reivindica
finalmente la afirmaci
on original de Fourier, pues sus funciones arbitrarias (funciones
continuas a trozos) pertenecen obviamente a L2 .
En otro orden de cosas, el estudio de las series trigonometricas motiv
o tambien la
posibilidad de interpretar la palabra representar de manera diferente a la convergencia
puntual, abriendo as el camino a la teora de espacios funcionales y otras nociones de
proximidad. Una primera aproximaci
on en esa direcci
on fue la aparici
on de nuevas
nociones de convergencia de sucesiones. Una de las primeras fue la convergencia Cesaro,
introducida en 1890: Una sucesi
on (an ) se dice que converge a ` en el sentido de Cesaro
si la sucesi
on de medias aritmeticas ( a1 +a2n+an ) converge a ` en sentido ordinario. Por
supuesto, toda sucesi
on convergente es tambien convergente en sentido de Cesaro (y con
el mismo lmite). Pero existen sucesiones no convergentes, como la ((1)n ), que tienen
20

Las Series de Fourier.

Fernando Bombal

lmite en el sentido de Cesaro (0 en este caso). Pues bien, el matem


atico h
ungaro Leopold
Fej
er demostr
o que la serie de Fourier de una funci
on integrable Riemann converge en el
sentido de Cesaro a f (x) en todo punto de continuidad x de f y, si f es continua, lo hace
uniformemente en todo el intervalo [, ]. Por supuesto, Lebesgue extendi
o el resultado
de Fejer para funciones integrables Lebesgue. Se obtuvieron resultados an
alogos para otras
nociones generalizadas de convergencia (convergencia Abel, etc.)
Abandonando el marco de la convergencia puntual, la aparici
on de la teora de la
integral de Lebesgue permiti
o extender y completar una serie de resultados que se haban
ido obteniendo a lo largo del u
ltimo tercio del siglo XIX, expres
andolos en terminos de
convergencia en distintos espacios funcionales. As, F. Riesz y E. Fischer, independientemente, y como consecuencia de sus trabajos sobre el espacio L2 de funciones de cuadrado
integrable, consiguen probar que si f L2 ([, ]), la serie de Fourier de f converge a f
en la topologa del espacio L2 , es decir
Z

lim kSn f f k2 := lim

 21
= 0.
|Sn f (x) f (x)|2 dx

(convergencia en media cuadr


atica, seg
un la notaci
on cl
asica). A partir de aqu, los resultados se fueron encadenando, prob
andose la convergencia en Lp (p > 1), la convergencia
distribucional, etc.
A la largo de este r
apido recorrido hist
orico sobre la teora de series trigonometricas,
hemos puesto de manifiesto las conexiones e interrelaciones con muchos otros temas importantes del an
alisis, la topologa o la teora de conjuntos, as como su papel en la aparici
on
y desarrollo de nuevas ideas y teoras que despues han crecido pujantemente por s mismas. Este era nuestro objetivo, declarado al comienzo de la charla, que esperamos haber
cumplido.

21

Las Series de Fourier.

Fernando Bombal

BIBLIOGRAFIA SUCINTA
[1.] - U. Bottazzini.- The higher Calculus: A history of Real and Complex Analysis from
Euler to Weierstrasss. Springer, 1986.
[2.] - C. B. Boyer.- Historia de la Matem
atica. Alianza Universidad Textos, 94. Alianza
Ed. Madrid, 1986
[3.] - C. H. Edwards.- The Historical Development of the Calculus. Springer, 1979.
[4.] - I. Grattan-Guinnes.- Del c
alculo a la teora de conjuntos, 1630-1910. Alianza
Universidad, 387. Madrid, 1984.
[5.] - I. Grattan-Guinnes.- The Fontana history of the Mathematical Sciences. FontanaPress, London, 1997.
[6.] - T. Hawkins.- Lebesgues Theory of Integration: its origins and development.
Chelsea, 1979.
[7.] - M. Kline.- Mathematical Thought from ancient to modern times. Oxford, 1972.

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