Memorías Mujeres Sefardí

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Revista de Dialectologa y Tradiciones Populares,

2008, julio-diciembre, vol. LXIII, n.o 2,


pgs. 101-120, ISSN: 0034-7981

Sin memoria no ay avenir.


Memorias escritas por mujeres sefardes
en los ltimos 20 aos
No Memory, No Future:
Memoirs of Sephardic Women Published
in the Past Twenty Years
PILAR ROMEU FERR
Barcelona

RESUMEN
A lo largo del siglo XX y en lo que va del XXI se han publicado muchos libros de
memorias, novelas autobiogrficas y testimonios de historia oral de judos sefardes. Son
gentes que conocieron la vida tradicional de las comunidades del antiguo imperio
otomano, experimentaron los cambios sociales, culturales y polticos del paso de los siglos XIX al XX y la descomposicin de las comunidades. Hoy recrean la mayor parte
de las veces, desde los nuevos pases de emigracin ese mundo ya desaparecido. En
este artculo la autora analiza una docena larga de este tipo de obras, publicadas por
mujeres sefardes entre 1987 y 2006. Enfatiza cmo estas mujeres reconstruyen su pasado y su identidad, evocando la vida, los usos y las costumbres de sus comunidades.
Sus descripciones difieren sustancialmente de las de los hombres, en especial en lo que
atae a las relaciones familiares y sociales.
Palabras clave: Sefardes, Mujeres, Imperio Otomano, Construccin de la Memoria,
Transnacionalismo, Autobiografa, Minoras tnicas, Occidentalizacin, Literatura Sefard.

SUMMARY
Throughout the 20th century, as well as in these early years of the 21th, several memoirs, autobiographical novels and orally-transmitted testimonies by Sephardic Jews have
been published. These people knew the traditional community lifestyle of the Ottoman
Empire before living through the social, cultural and political changes around the turn
of the 20th century which brought about the decomposition of their Sephardic communities. Later they recreate often in the new countries where they settled this world
that disappeared. The author analyzes here more than a dozen of such works, published

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by Sephardic women between 1987 and 2006. She calls attention to the way these women
reconstruct their past and their identity in evoking the lifestyle, manners and customs of
their original communities. Their testimonies differ significantly from those of the men,
especially with regard to subjects such as family and social relationships.
Key words: Sephardim, Women, Ottoman Empire, Construction of Memory, Transnationalism, Autobiography, Ethnic Minorities, Westernization, Sephardic Literature.

PRELIMINAR
Esta aproximacin a las memorias escritas por mujeres sefardes forma
parte de un proyecto de estudio basado en cerca de un centenar de narraciones autobiogrficas, tanto en forma de autobiografa como noveladas,
publicadas en forma de libro durante el siglo XX y lo que va del XXI por
judos sefardes (hombres y mujeres) provenientes de las regiones que pertenecan al antiguo Imperio otomano 1 y hoy ya fallecidos o residentes en
distintas partes del mundo. El objetivo del proyecto es examinar, basndonos en esos testimonios, los cambios que experiment la sociedad sefard
oriental con la entrada en el mundo moderno y la asimilacin a la cultura
occidental que se produjo entre la segunda mitad del siglo XIX y las primeras dcadas del XX; y, en particular, observar con su mirada cmo se construye la identidad sefard en la nueva dispora.
Como es bien sabido, los judos sefardes son los descendientes de los
judos expulsados de la Pennsula Ibrica en 1492 y los que se han asimilado socio-culturalmente a ellos conservando los rasgos culturales hispnicos
hasta el da de hoy especialmente la lengua, el judeoespaol. Se llaman y se llamaban a s mismos durante el Medioevo sefardes porque
provenan de Sefarad, nombre hebreo con que designaban su tierra de origen 2. Entre ellos distinguimos tres grandes grupos: los sefardes orientales,
asentados en el Imperio otomano; los sefardes del Norte de frica; y los
sefardes occidentales, cuyos crculos de influencia son europeos (Pases
1
Parte de este trabajo se ha realizado en el marco del proyecto de investigacin
HUM2006-03050/FILO Los sefardes ante s mismos y en sus relaciones con Espaa,
del Ministerio de Educacin y Ciencia de Espaa, dirigido por Paloma Daz-Mas.
2

Me refiero a Sefarad como sinnimo de Pennsula ibrica y al gentilicio sefardes


para denominar a los judos originarios de Sefarad, aunque entre los judos no es un
mero trmino geogrfico sino que designa el concepto ms amplio de Espaa juda. Si
bien el sentido actual de Espaa no es aplicable a la historia del judasmo medieval en
la Pennsula y los estudiosos creen incorrecto designar como sefardes a los judos que
vivan all durante la poca medieval, ese es el apelativo que ellos mismos se aplicaban, entonces y despus, una vez en el exilio (Paloma Daz-Mas, Los sefardes: Historia,
lengua y cultura, Barcelona 2006, 28).
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Bajos, Hamburgo, Venecia, Liorna. Hemos dejado de lado por el momento


las memorias de los sefardes procedentes de esos otros mbitos culturales
y geogrficos para centrarnos en los de origen oriental.
Los hombres y mujeres sefardes orientales que nos han legado su testimonio proceden de una vasta rea geogrfica, tanto como lo fue el antiguo
Imperio otomano: de Jerusaln a Bucarest y de Esmirna a Sarajevo. Algunos permanecen an en su lugar de origen; otros emigraron ellos o sus
familias, ya desde la vuelta de los siglos XIX-XX, y se asentaron, preferentemente, en pases europeos, en Israel y en Amrica, formando la Segunda
Dispora Sefard. Son personas de diversa extraccin social y procedencia,
con profesiones muy variadas 3, buena parte de las cuales salieron o nacieron ya fuera del lugar de origen de su familia. Por ello los relatos se
han escrito en diversas lenguas, las de los pases de adopcin, y aunque la
mayora estn en ingls o francs, las hay tambin en alemn, blgaro, hebreo, macedonio, serbo-croata, castellano y judeoespaol.
Cronolgicamente, las memorias cubren tres etapas: 1) oriental 4 (hasta
la Primera Guerra Mundial); 2) de emigracin y reasentamiento en los nuevos pases o de cambio en las estructuras polticas sociales y econmicas
en el propio pas hasta los aos 20-30, especialmente en Turqua tras
la proclamacin de la Repblica el 29 de octubre de 1923; y 3) de afirmacin en la Segunda Dispora. La primera etapa corresponde con las ltimas
dcadas que vivieron en el Imperio otomano las comunidades sefardes orientales instaladas all tras la expulsin de Espaa de 1492. La segunda se inicia con las revoluciones sociales, polticas y econmicas de finales del siglo
XIX y principios del XX que se produjeron a nivel mundial y que provocaron el xodo masivo de sefardes. La tercera etapa ve el resurgir de nuevas
comunidades o grupsculos sefardes en la nueva dispora 5.
Desde el punto de vista literario, para reconstruir su memoria personal,
los sefardes han escrito obras que podran encuadrarse en distintos gneros: biografas, autobiografas, colecciones epistolares, novelas, cuentos, relatos y narraciones biogrficas e historias de vida.

Artistas, comerciantes, economistas, escritores, estengrafos, fsicos, ingenieros,


mdicos, policas, polticos, profesores, sastres y un largo etctera de profesiones.
4

Aunque propiamente los pases balcnicos no son orientales, formaron parte del
Imperio otomano hasta el siglo XIX. Algunos con intermitencias, como Bosnia, que entre
1718-1739 y 1908-1918 form parte del Imperio Austro-hngaro.
5

Entre los estudios histricos que pueden ayudar a comprender el alcance de esos
acontecimientos y el impacto en la sociedad sefard oriental, consltese Benbassa y
Rodrigue (2004) y Mchoulan (1993).
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MEMORIAS

ESCRITAS POR MUJERES

El deber de la memoria es tpicamente judo. Sin memoria no ay avenir


dice el refrn sefard, uno de los cientos que utilizaban las mujeres orientales
en su comunicacin diaria (Kolonomos 2006b: 8). Sin embargo, de entre ms
del largo centenar de memorias que actualmente tenemos localizadas (y cuyo
nmero se ve incrementado de mes en mes, pues van publicndose de
continuo), no llega a la veintena las que tienen por autora a una mujer
sin contar los testimonios de estas en los libros de historias de vida; lo
cual las hace especialmente interesantes, porque esos pocos libros en los
que las mujeres sefardes construyen su propia memoria histrica nos dan,
a veces, visiones bastante divergentes de las de los hombres, tanto en el
enfoque general de su visin como en los detalles que ellas consideran relevantes 6, y que reflejan un mundo femenino separado del masculino.
En este estudio tenemos en cuenta slo las memorias de las mujeres
sefardes de origen otomano, aunque sera interesante en un futuro analizar
sus similitudes o diferencias con las de las mujeres sefardes procedentes
de los otros mbitos geogrficos para saber si existen costumbres comunes
heredadas por todas las sefardes. Las obras que hemos tenido en cuenta
estn ordenadas alfabticamente en la lista de referencias bibliogrficas al
final de este estudio. Entre ellas hay ocho relatos autobiogrficos Arditi,
Cohen, Courtine-Denamy, Kastoryano, Kohen Drohobyczer, Kohen-Sarano,
Kolonomos, Serotte, una novela Gord, dos libros de relatos de vida
Gutkowski y Len, y un libro de seudo-memorias difcilmente clasificable
Bensignor. En la elaboracin de los relatos de vida dirigidos por
Gutkowski participaron cerca de una cincuentena de mujeres, casi todas
residentes en Argentina pero originarias de Rodas, Italia, Macedonia, Bulgaria,
Grecia, Turqua, Siria, Lbano, Samarcanda, Filipinas, Egipto y Marruecos; y
dos en los de Len de las seis mujeres que entrevist Len, slo dos eran
sefardes; ambas vivan en Argentina, pero eran originarias de Esmirna.
Los libros publicados nos ofrecen tambin visiones distintas segn la edad
de las autoras, lo cual implica que reflejan distintas vivencias y experiencias. Las autoras mayores son Jamila Kolonomos (Monastir, 1922) y Leontina Arditi (Sofa, 1929). Vieja en kaza, alegra en kaza!, como dice el refrn
sefard. Les siguen en la dcada de 1930 Lidia Kastoryano (Estambul), Matilda
Kohen-Sarano (Miln) y Adle-Rivka Cohen (Bruselas); en los 40, Ana Gord
6

Algunos de ellos estn agotados, como el de Nora Ayala; otros no hemos podido
localizarlos, como el de Lucie Ricoula Molho; unos pocos no los hemos ledo an (este
estudio es la primicia de un trabajo en curso), por ejemplo, los de Rebecca Amato Levy
y Leontina Arditi; y otros, en fin, pueden habrsenos pasado por alto.
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(Belgrado), Matilde Bensignor (Buenos Aires), Brenda Serotte (Nueva York),


Roz Kohen Drohobyczer (Estambul) y Sylvie Courtine-Denamy (Pars).
Es relevante tambin la procedencia geogrfica de las autoras e informantes y el carcter transnacional de su experiencia y de sus testimonios.
Jamila Kolonomos vive actualmente en Skopje y Ana Gord en Belgrado,
Leontina Arditi sigue residiendo en Sofa y Lidia Kastoryano en Estambul;
pero la mayor parte ha emigrado a lo largo de su vida a uno o varios pases, como la mayora de informantes de Gutkowski, donde encontramos
testimonios que reflejan el elemento transnacional de forma asombrosa.
Iojvet Huni de Maya, por ejemplo, naci en Rodas en 1907 de padres
tambin rodiotas; una primera emigracin le llev a Barcelona en 1932, y
de all, en 1937, huyendo de la guerra civil, a Argentina. Tambin naci en
Rodas en 1908 Rosa Notrica de Soriano, que emigr a Egipto al casarse con
Soriano; all vivieron 20 aos antes de recalar en Argentina. Judith Cohen
naci en Jerusaln en 1920 en una familia de miembros todos ellos de distinto origen: su padre era asquenaz, de origen ingls; el abuelo paterno era
oriundo de Austria y la abuela, nacida en Inglaterra, era de origen turco; la
madre, en cambio, era sefard blgara; emigr con su familia a Argentina,
pero de mayor vivi parte del ao en Israel y parte en Australia. Por fin,
Clara Tani de Salem naci en 1926 en Legazpi (isla de Luzn, Filipinas)
su padre era de Estambul y su madre de Edirne, a los 20 aos fue a
vivir a Manila y emigr a Argentina en 1951.
Tambin las autoras de libros reflejan ese trasiego: Matilda Kohen-Sarano
naci en Miln de familia mayoritariamente originaria de la isla de Rodas y
de Turqua Prgamo, Aydin, Esmirna, pero reside en Jerusaln; Roz
Kohen Drohobyczer naci en Estambul, pero vive en St. Louis (Missouri); y
Adle-Rivka Cohen, que naci en Bruselas de padres fanariotas, vive actualmente en Israel. Brenda Serotte, en cambio, naci en Nueva York de familia
originaria de anakkale (Turqua) y sigue viviendo en los Estados Unidos;
Matilde Bensignor, cuya familia provena de Budural-Karatas, (Esmirna), naci y vive en la Argentina; y Sylvie Courtine-Denamy, cuya familia provena
de Estambul, naci y vive en Pars. Otras dos recopilaron relatos de vida de
hombres y mujeres sefardes provenientes de una amplia rea geogrfica:
Hlne Gutkowski (asquenaz) y Denise Len (sefard), ambas en Argentina.
SITUACIN

DE LAS MUJERES EN LA POCA ORIENTAL

Las memorias ms lejanas reflejan la vida de las comunidades sefardes


antes de la entrada en el mundo moderno 7: varias generaciones viven bajo
7

Vanse otras aproximaciones a su estatus en Romeu (2000) y Ayala (2006).


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el mismo techo, el padre domina la escena familiar, los hijos no se casan


por amor, las esposas llaman al esposo Seor marido, las hijas le llaman
Seor padre, y las relaciones suegra-nuera son infernales:
Era poco tiempo despus de mi casamiento, un viernes de tarde... Haba terminado la limpieza para shabat 8 y con mi bogo 9 en la mano estaba por salir para
el bao cuando un grito de mi suegra me paraliz en el lugar: No has limpiado
la lampika! (Gutkowski 1999: 54).

Y es que ya dice el refrn sefard: Kuando yo era nuera no tuve esfuegra


buena. I kuando me ize esfuegra no tuve nuera buena. Pero las relaciones
no son mejores entre cuadas. Kuadika, kulevrika. Las memorias recrean
una vida repleta de todas las miserias de la desventurada existencia de unos
hombres que creen mandar mucho, pero estn dominados por la implacable Ley de Dios. Casi siempre, uno o varios personajes encarnan el deseo
de secularizacin y asimilacin a la sociedad occidental, pero los rabinos y
su corte de rabinsimos imponen el temor de Dios y aplican sus severas
leyes. La palabra del jajam 10 es incuestionable.
Casi todas las autoras coinciden en reflejar cmo el patriarcado a travs del dominio de padres, maridos, hermanos, e incluso otros miembros
varones de la comunidad (rabinos, tos, amigos) mantena a las mujeres
en los roles tradicionales que generaban subordinacin y explotacin. Deban
realizarse como esposas y madres y pasaban a depender del padre al marido
sin transicin y a muy tierna edad. Clara, la abuela de Mose Abinun
(1988: 11) (Sarajevo), qued hurfana a los 11 aos y ya haba bordado ella
misma su ajuar! A principios de siglo era habitual en Rodas que la mujer le
presentara al marido una palangana con agua caliente para que se lavara las
manos al llegar a casa (Gutkowski 1999:38); pero en Pars, varias dcadas
despus, la abuela de Courtine-Denamy (2001: 25) segua trayndole a l las
babuchas y el caf. Marido, dolor de odo. El pretexto de este control, tintado
con un pice de tirana, era la proteccin, naturalmente, en beneficio propio.
En las obras se refleja cmo las estrategias matrimoniales estaban vinculadas a la conservacin del patrimonio; el amor era un valor ignorado.
Todas las hijas se casaban, empezando por la mayor y por riguroso orden.
Novia ke te vea! Los matrimonios endogmicos estaban a la orden del da;
los padres de Kastoryano, por ejemplo, eran primos hermanos, y su abuela
fue desposada con Saadi Eshkenazi hacia 1880 tras esta consideracin de
su hermano mayor:
8

Hb. sbado, da festivo para los judos.

Tc.: atado de ropa que se llevaba la mujer al bao pblico con jabones, peines,

etc.
10

Hb. sabio, ttulo que suele aplicarse al rabino entre los sefardes.

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Il est vrai quil na pas une grande fortune [el candidato a novio], mais il peut la
faire lavenir. Si notre charmante jeune sur Mazal lui apporte une petite dot
rondelette: il pourrait sinstaller son compte, faire un petit commerce pour dbuter, et bien mener sa barque. Il est juif, un des ntres [...]. Jai dcid de les
fiancer le plus tt possible, mais nayant pas voulu agir en goste et despote, jai
voulu aussi avoir votre accord (Kastoryano 1993: 9).

Pepo Bahar, un sionista fornido fsica y moralmente, invita a bailar


a Dbora Barzilay en la dcada de 1910 en Monastir y le recrimina que ande
con ese seorito americano: Theres a shortage of nice Jewish men, or what?
[...] We must protect our women (Ergas 2004: 158).
Con todo, haba muchas que quedaban solteras por no poder pagar una
dote, pues si bien exista una burguesa adinerada (importadores, ingenieros, mdicos, abogados y periodistas), el grueso de la poblacin juda estaba integrado por capas medias y bajas 11. Las diferencias de clase se hacan
patentes en las comunidades importantes, como Esmirna o Estambul, ms
que en las pequeas, como Kos o Chos, donde las mujeres gozaban de un
estatus ms igualitario (Gutkowski 1999: 233).
Varias autoras coinciden en reflejar cmo las mujeres eran tambin garantes del orden social en el mbito domstico: el cuidado de la casa y de
los hijos eran sus labores principales. Slo espordicamente dejaban el hogar. Ken tiene mujer ermoza ke la tenga bien guadrada! En su angosto reino se vean abocadas a trabajos penosos:
La kuzina era la ocupacin la mas emportante de las mujeres sefardas. [...] Se
alvantavan primeras la manyana i la ultima se echavan. [...] Aparte los angajimentos
en kaza, faziyan i otros lavoros para ayudar la famiya.[...] Otras en kaza faziyan
sestos de palos, skovas, filavan lino, lana, filos de sirma 12 i otro. En akeyas famiyas
onde los maridos ganavan kon vender pivitas toradas, kalavasas, kastanyas, guevos
inhaminados, las mujeres los ayudavan a preparar todos los produktos (Kolonomos
2006b: 23-24).

Slo las hijas de buenas familias no trabajaban; las dems, las mas
mancebas o bivdas, lavoravan en kazas ajenas komo muchachas o lavanderas (Kolonomos 2006b: 24), como embelekadoras 13 o como cocineras. El
oficio de modista era tambin recurrente. Para remendar se valan las amas
de casa, porque los vestidos se llevaban hasta que se deshacan: se remen11
Aunque organizaciones internacionales, como la WIZO, ayudaban a dotarlas, darles un ajuar y casarlas, o, en su caso, buscarles trabajo para que se mantuvieran
(Kolonomos 2006a: 70).
12

Gr. oro.

13

Jsp. embelekar entretener. Las huerfanitas o pobres, con slo 5 aos, se empleaban en casas ricas para acunar a los bebs. El sueldo de este oficio era comida y afecto.
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daban hasta que se cortaban en tiras para reutilizar en los ms variados usos.
Y an les quedaba tiempo para preparar el ajuar de las hijas y, sobre todo,
parir sin tregua, de preferencia hijos varones que continuaran el apellido
paterno y recitaran el kadish 14 a la muerte del patriarca. Paridura de ijo!,
deseaban las abuelas. Parir era un oficio altamente valorado en la sociedad sefard; las maeras sufran el rechazo social. Mujer sin kreaturas es un
rbol sin frutas. Pero, ah, si naca una nia!: los padres se lamentaban y
se echaban recprocamente la culpa por el desvelo que los esperaba; la criatura, pobrecita, cargaba sus hombrecillos la culpa de su preocupacin: la
dote! (Gutkowski 1999: 56).
Adems de las madres de familia, otras mujeres tenan un papel preponderante en la sociedad sefard: las casamenteras y las curanderas, que con
frecuencia son mencionadas de modo loable en los relatos, pues cumplan
una funcin social reconocida aunque, para colmo, ejercan sus artes sin
remuneracin. Las primeras eran garantes de la tradicin y en la consecucin de sus alianzas no escatimaban esfuerzos. Las curanderas merecen captulo aparte, pues gozaban de gran reputacin. Por lo regular, las sanadoras
muestras madres, las madres de mi madre, las tas, las ermanas eran
mujeres, habitaban en el entorno familiar y eran viejas. Tenan fama de saberlo todo y la experiencia las acreditaba como portadoras de bien; por eso
se las denominaba tambin buenas mujeres y a sus curas, melezina de mujeres. A veces ejercan tambin de comadronas 15. Las memorias nos hablan
de la ms conocida de Monastir, la di kuru (Kolonomos 2006a: 84): kurajoza,
zvelta, aktiva [...]. Faziya medikamentos melemis, milizinava muchas hazinuras. Faziya todos modos de chayes, sekava i vendia muchas yervas 16; de
Kokona Rikucha 17 de Chos, que lea los posos de caf y tiraba las cartas, y
era la comadrona y curandera de la isla: Kokona Rikucha, venga, mi ijika
esta mal. Rikucha conoca tambin el arte de las plantas, haca ungentos
y pociones, y compresas para la cabeza y el estmago; sus manos haban
heredado de su padre el talento de calmar dolores la ciencia sola venirles de familia a todas, y hasta el mdico la mandaba llamar a veces
(Gutkowski 1999: 171). Pero todava en los aos 30-40, Nona Behora, la
abuela real de Brenda Serotte (Nueva York) era una reputada adivina y
curandera en el Bronx.
14
Hb: oracin de duelo que recitan los varones judos, de preferencia, el primognito del fallecido.
15

Tambin dan noticia de un comadrn: Fresco (Kastoryano 1993: 22).

16

Tc. melhem curativo; jsp. milizinar curar; jsp. hazinuras enfermedades; port.
chayes infusiones, ts.
17
Kokona, en griego, familiarmente seora, doa, querida, apelacin cariosa de una
persona a la que se admira.

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Entre la magia y la supersticin, las creencias mgicas forman parte de


lo que se denomina folk-religion religin popular, frente a la religin oficial, cuyo centro es la sinagoga. Ambas estaban polarizadas, ya que la mujer
juda no tiene obligaciones religiosas aparte del encendido de las velas
sabticas y tampoco cuenta para constituir minyn 18. Entre los judos, los
hombres son los interlocutores de Dios. Esto permiti el desarrollo de una
serie de creencias relegadas al mbito femenino y domstico. Un mundo de
fantasa y supersticiones con las que los sefardes convivieron siempre sin
miedo, en una cosmovisin judeo-oriental de profundo respeto a la naturaleza 19. Bensignor (2004: 40) se pregunta: La mujer sefarad, bula, janum 20,
estaba eximida de los ritos hebreos, por virtud o por pecado? No deba
rezar porque estaba bendecida o porque no era digna de orar en el templo?. Menos poticamente, responde Denise Capuia (Rodas 1906) que ellas
eran observantes a su medida en el cuidado del kashrut 21, en el respeto
del shabat 22 y en la fidelidad a las tradiciones, sea en las fiestas, en el vestir o en la educacin de los hijos (Gutkowski 1999: 43). En suma, la realizacin religiosa de la mujer pasaba necesariamente por la familia y el mbito domstico.
Para completar el panorama, constatan las memorias que slo una minora accedi a la escuela. A la larga, la formacin afirm la posicin de la
mujer en la familia y en la sociedad. An as, tenemos noticia de algunas
que eran instruidas por los propios padres, maridos e hijos, algn jajam
contratado al efecto o que asistan a algn meldar de mujeres (Ayala 2006:
47); pero la mayora eran mujeres incultas y analfabetas:
avariko se amostro delante de mi el mundo de las noches maraviyozas. La streya
ke kaye del siyelo i el dedo del kriyo apuntado, se vertyo delantre de mi la fuersa
de la palavra al tino, ansina komo lo kuydavan las madres sefardes analfabetas,
alumbradas kon la memoria (Kolonomos 2006b: 7).

Tambin Isaac Behar, en un momento de enfado infantil, constata que


su madre era una turca inculta que no saba leer ni escribir correctamente
en los aos 30: Ich habe halt nur eine dumme trkische Mama, die nicht
richtig lesen und schreiben kann (2006: 68). Sin embargo, pese a su atraso
18
Hb.: grupo mnimo de diez hombres que la tradicin religiosa juda requiere para
la realizacin de un acto religioso de carcter pblico.
19
El estudio ms extenso acerca de estas prcticas en el mundo sefard es el de Lvy
y Lvy Zumwalt (2002). Puede verse la resea en la RDTP LVIII (2003:249-253).
20

Bula, janum, apelativos cariosos de la mujer sefard oriental, mayor o jovencita.

21

Hb. (sistema de) purificacin (ritual de alimentos).

22

Hb. sbado, da festivo para los judos, como se ha dicho ya en la nota 6.


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educativo, algunas se involucraron en movimientos sociales ya despus de


las guerras balcnicas (1912-13).
El ocio no se conceba en aquellos tiempos. La mayora menciona que
gozaban de pocos entretenimientos: hacer confituras, coser, ir al bao turco, y poco ms, que, en realidad, no constitua sino una continuacin de la
actividad cotidiana con el ingrediente sazonador de la compaa de otras
mujeres. En Salnica, a principios de siglo, se entretenan hablando de ventana a ventana, o instalaban sus taburetes en las calles mientras zurcan,
tricotaban, daban el ltimo toque a los fideos, y se contaban sus historias
(Morin 1989: 37). Ms tarde, los juegos de cartas especialmente pastra,
tavle y kunkan se impusieron en la sociedad sefard. Se organizaban reuniones en las casas y en tanto jugaban, cantaban, merendaban y, sobre todo,
charlaban:
El kante era siman ke los musafires tienen ambre i ke ya les vino enfasio destar
djugando, i ke se keren atabafarsen de todo lo bueno ke la balabaya iva trayer
a la meza. Kuando ya mos inchivamos los papos kon las dulsurias, las borekas i
las limonadas, Diamante mos empesava a kontar las istorias de los djudios nuvorishes ke se fueron a viajar en la Evropa i ke les paresiya ke era posible de
debruyarsen en avlando djudio 23 (Kohen Drohobyczer 2005: 66).

En su vida conyugal muchas eran infelices. Tenan su reino tras la puerta


(La mujer ermoza tiene su reinado detrs de la puerta) mientras el marido
corra tras otras puertas. Los factores que explicaran las relaciones extramatrimoniales habituales en la sociedad juda oriental que los testigos son
renuentes a hacer accesibles podran deberse, segn Gutkowski (1999:317):
1) al contacto con la sociedad musulmana circundante; 2) a las pocas oportunidades de intimar en el recinto familiar; y 3) a que las mujeres se casaban muy nias los hombres les llevaban dcadas, lo que no favoreca
la cohesin en la pareja.
Pero todas las situaciones descritas las sufran igualmente en Oriente las
mujeres turcas y las de otras minoras tnicas. As, uno de los objetivos de
Atatrk fue liberar a la mujer de aos de explotacin y opresin (Ergas 2004:
249). Tambin un rabino, Sabetay Djan, se erigi en defensor de la cultura para las mujeres (Kolonomos 2006a: 98). Sin embargo, existe una diferencia sustancial a favor de las sefardes: a pesar de que casi ninguna participaba de las decisiones relativas a los negocios familiares, gozaban del
respeto y de la consideracin de los hombres, y sus juicios en lo concerniente a la vida en general, a la moral o al cumplimiento de las leyes, siempre
23

Tc. musafir invitado, husped; jsp. enfasio aburrimiento; hb. balabaya ama de
casa; tc. brek: especie de empanadillas; nuvo-rishes nuevos ricos; debruyarsen
desenvolverse;jsp. djudio judeoespaol.
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eran tenidos en cuenta. En un entorno sin excesivas dudas existenciales, ellas


sostuvieron la tradicin con una firme voluntad de continuidad juda, gracias a que mantuvieron un conservadurismo a ultranza y rehusaron cambiar en nada lo que les haban enseado sus madres, a que se obstinaron
en cantar viejos cantos en judeoespaol, observaron ciegamente la tradicin
y no profesaron otra fe ms que la de sus ancestros (Wagenstein 2002: 22).
Fueron as las transmisoras de la lengua y las tradiciones de esa cultura
durante generaciones, el puntal primordial de la cohesin familiar entre los
sefardes hasta prcticamente las dcadas de 1920-30.
PRIMERAS

REBELDAS

A partir de la segunda mitad del siglo XIX, cuando el mundo sefard


comenz a abrirse a Occidente, surgieron las primeras rebeldas femeninas,
entre las que contamos la asimilacin, los matrimonios mixtos o por amor
y los hijos espurios.
Esther Albahari (Sarajevo, hacia 1918) llama al orden y al respeto de las
tradiciones a su hija Nina Salom para que olvide al muchacho serbio de quien
se ha enamorado: Car, sil ne stait pas conform aux coutumes et aux
traditions, leur peuple aurait disparu depuis longtemps de la surface de la
terre. Casarse con un serbio significara effacer les coutumes et les
croyances sfarades. Pero, decididos a vivir segn sus propias reglas, el
novio, koro, pide ante toda la tribu sefard de Sarajevo la mano de Nina.
Nadie haba mostrado tamaa osada. La abuela Salom, indignada, recrimina a Esther por permitir semejante matrimonio qui entacherait dune
ineffaable souillure le nom de la famille, comme celui de tous les Sfarades
de Bosnie, y la maldice: Dieu fasse que toutes tes filles pousent des
chrtiens! (Gord 2000: 52-55). Se casaron, pero no slo Nina y koro, convertida ella a la ortodoxia, sino sus otras tres hermanas tambin con goyim 24!
La mayor fue la nica que acept seguir las reglas de juego de los matrimonios sefardes. Se cumpli as la maldicin de la abuela.
Los protagonistas de Tu ne tueras pas de Navon (1 ed. 1937) acaban
casndose por amor en Edirne a finales del siglo xix, un hecho inslito. El
padre de la muchacha la haba educado a la moderna, pese a ser religioso,
y ella haba jurado que no se casara por obligacin. La desazn de la madre era evidente: vea como su hija envejeca tena 20 aos y quedaba
soltera 25.
24

Hb. no judos.

25

Tambin La, la protagonista de Joseph Perez de Navon, rehsa casarse sin mediar

amor.
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Otra mujer, Hana Barzilay, se rebela contra su madre en el Monastir de


la dcada de 1910. Tiene casi 22 aos y va a aceptar la invitacin del capitn francs Blaise de la Roche contra la voluntad de su madre. Hana la recrimina que su hermano Aarn tiene un hijo ilegtimo al que ni siquiera
conoce porque ella, su madre, se opuso a que continuara su relacin amorosa con la criada y, por tanto, no tiene autoridad moral para decirle a ella
lo que debe hacer:
Mama, Im twenty-one years old almost 22, in fact. You must stop interfering
with my private life. Im not a child anymore. [...] You wanted to find a husband
for her, a husband who would be the babys father. But it didnt work out that
way. Irina ran away. Because of you Aaron has a child somewhere growing up
without knowing who his father is. Isnt that great, Mother? (Ergas 2004: 97-99).

Matrimonios mixtos pueden considerarse tambin los realizados entre


sefardes y asquenazes. Estaban mal vistos (no son komo mozotros), pero
existan de todos modos. Por ejemplo, Judith Cohen era de padre asquenaz
y madre sefard blgara (Gutkowski 1999: 351); Alvina Lehman estaba casada con el fanariota M. Barouch (Kastoryano 1993: 108); e Isaac Salom se
cas con la juda polaca Zdenka Weiss, una hachparoch trmino peyorativo para definir a los asquenazes, como lejl o polaco (Gord 2000: 332).
Comienzan tambin los embarazos fuera del matrimonio. CourtineDenamy relata los de sus tas maternas Klara (nacida en 1914) y Luna Gabay
(nacida en 1919) en la dcada de los 30. El padre ech de casa a Klara y
no se preocup ni de alimentarla; sus hermanas le pasaban las sobras de la
casa; a Luna la casaron a toda prisa para ocultar la vergenza (CourtineDenamy 2001: 120-124). Pero, el patriarca hizo dejacin de una sagrada
costumbre sefard vigente hasta la Segunda Guerra Mundial, la meza franka:
los recin casados no deban preocuparse por su alimentacin durante el
primer ao de matrimonio, pues coman de balde en casa de los padres o
suegros.
Sin embargo, constatan los testimonios que la mayora de las veces, en
estas rebeldas se haca la vista gorda. Lo nico que no se perdonaba eran
las conversiones sea al islam o al cristianismo ortodoxo, aunque en la
prctica las mujeres no tuvieron poder decisorio en este sentido hasta los
aos 30. Con todo, a Pap Len Salom le fue prohibida la entrada a la sinagoga tras la boda de Nina y koro (Gord 2000: 56).
No es extrao que, ante la revolucin que se gestaba y que se les vena encima, los intelectuales sefardes clamaran contra la modernizacin de
la mujer como sinnimo de decadencia social (Ayala 2006: 48-49).

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NUEVOS

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TIEMPOS

Las comunidades orientales vivieron en pocos aos situaciones impactantes: la guerra de Crimea (1853-1856), que marca el inicio del implacable
declive de los otomanos; la apertura del canal de Suez (1869), que abra
nuevas rutas al comercio; la guerra ruso-turca (1877-78), que desemboc en
la independencia de algunos pases balcnicos (Rumana, Bulgaria y Serbia);
la Revolucin de los Jvenes Turcos (1908) y la consiguiente implantacin
del servicio militar obligatorio (askyerlik); dos guerras balcnicas (1912 y
1913); la Primera Guerra Mundial, con el consiguiente descalabro del Imperio otomano (1914-1918); el incendio de Salnica (agosto de 1917); y la
guerra greco-turca (1919-1922) que cristaliz en la creacin de la Repblica
de Turqua (29 de octubre de 1923). Los estratos medios y bajos de la poblacin juda sufrieron una gradual depauperizacin que arroj a la emigracin a los ms jvenes. Los centros econmicos se desplazaron y las posibilidades de cumplir como fieles judos menguaron 26.
Durante 450 aos se haba mantenido de forma ininterrumpida la presencia sefard en el Imperio otomano. Fue una segunda patria para ellos?
Los sefardes emigraron a Occidente reproduciendo los patrones de conducta que se dieron en el momento de la expulsin de Espaa en 1492. Cuando emigraron a Oriente se enraizaron espiritualmente en la Pennsula Ibrica, en la Sefarad ancestral, con una facilidad digna de encomio. Sin embargo,
con idntica facilidad se enraizaron en sus nuevos lugares de asentamiento
en Oriente, de modo que cuando se enfrentaron a una nueva emigracin,
se hallaban tan arraigados en Oriente como lo haban estado en Sefarad
(Morin 1989: 314). Este nuevo arraigo se deja sentir en los testimonios de
Kohen Drohobyczer (2005: 87-88), cuyo buen viejo tiempo qued anclado all:
Munchos anyos despues, leshos de Estambol, en la sivdad St. Louis en los Estados Unidos [...] lo topo al apartamento Andjelo. Sus puertas son aviertas, las paredes i las eskaleras limpias, i la djente esta oroza. El kapudji Memet me aresive
kon alegriya. Mizmo mis djugetes son adovados, las fotografiyas de mis keridos
estan enkuadrados en las paredes, i todo esta briyando... i a mi me parese ke el
tiempo se kedo en el apartamento Andjelo, i ke ainda esto biviendo ayi 27.

Pero incluso los que no emigraron debieron amoldar su mentalidad para


adecuarla a nuevas formas de vida. La sociedad sefard que permaneci en
Turqua, aunque no vivi la modernizacin socio-econmica de los dems
pases europeos, inici un proceso de apertura, especialmente en el mbito
26
Muy buenos y documentados ejemplos de estas situaciones pueden encontrarse en
algunos captulos de la obra de Sara Abrevaya Stein (2004).
27

Oroza: jsp. alegre; kapudji: tc. portero.


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cultural y educativo, a lo que contribuyeron las reformas implantadas por


Atatrk. La escuela era obligatoria. Con ello, esta generacin de mujeres
posea una diferencia educativa y cultural abismal en relacin con sus abuelas, de lo cual se sienten agradecidas. En la dcada de 1930, signos precursores de grandes cambios, propios de pocas de crisis comenzaron a notarse.
Las antiguas tradiciones se abandonaban y, paralelamente, exista una fuerte tendencia asimilacionista, en aparente contradiccin con un ser genuinamente judo. Adems, el abandono de la lengua propia por las lenguas oficiales de las nuevas naciones emergentes se extendi en todas las capas de
poblacin. Los rabinos clamaron contra esa modernizacin educativa. Los
nuevos conceptos de enseanza no traan sino consecuencias perniciosas
para las jvenes, que se iban desligando de las tradiciones y deberes
ancestrales.
Las mujeres de los pases balcnicos, especialmente de Bosnia y Serbia,
s vivieron la modernizacin socioeconmica en sus pases. El proceso de
asimilacin cultural se dej sentir mucho antes que en Turqua o Siria. La
nueva generacin tena estudios secundarios, incluso carreras universitarias.
Eran mujeres emprendedoras, menos atadas a las tradiciones que sus madres, como constata Anita Zakaj, nacida en Skopje en 1934:
Mi madre y mi ta trabajaban y no concurran regularmente al bao de los viernes. Formaban parte de una clase de jvenes modernas y emprendedoras, menos
atadas que sus propias madres a las tradiciones, pero no por eso menos judas
en su sentir; esa nueva generacin de mujeres ya haba hecho estudios secundarios e, inclusive, algunas de ellas, carreras universitarias (dos primas de mi madre, por ejemplo, se recibieron de mdicas) (Gutkowski 1999: 114).

Las familias practicaban un judasmo de transicin, adaptado a las corrientes intelectuales modernas: no eran asiduos a la sinagoga segn Gord,
las mujeres de Bosnia iban raramente a la sinagoga (Gord 2000: 28), no
coman kasher 28, y se relacionaban con no-judos. Con rapidez inusitada, en
los aledaos de la Segunda Guerra Mundial, su identidad juda se diluy
casi por completo en las formaciones del Partido Comunista.
Por ltimo, las que con sus familias se asentaron en Occidente, tanto
en Europa como en Amrica, conservaron durante aos el pensamiento y,
sobre todo, la mentalidad, y el modo de vida orientales en los barrios que
se fueron formando en Nueva York, Pars o Miln, y permanecieron casi
intactos hasta prcticamente la Segunda Guerra Mundial. As, la madre de
Adle-Rivka Cohen (1996: 158), varios aos despus de vivir en Blgica:
Vivait ce got des subtilits insuffles et rcoltes lhritage judo-espagnol,
articules par des curiosits vives, sensuelles, communicatives, innocentes ou
28

Hb. puro, segn las normas religiosas judas.

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prsomptueuses [...]. Elle gardait dans les yeux, dans la voix, la chaleur de cet
Orient o elle naquit au solstice de lt de 1905, dans cet Empire ottoman si
accueillant lerrance des Spharades.

En este sentido, el testimonio de Brenda Serotte constituye una ntima y


profunda historia cultural del Bronx neoyorquino de los aos 40-50, con sus
gentes de nivel social medio-bajo, que poco difiere del que describen las
crnicas orientales: un mundo de danzadoras del vientre y echadoras de
suertes, un microcosmos abigarrado de tos y tas, nonas, primos y parientes sin fin, cantidades ingentes de comida mediterrnea y una hospitalidad
a prueba de terremotos. Nona Behora adivina y curandera haba nacido en Celebria, suburbio de Estambul. Su nuera Rozika la madre de
Serotte, nacida ya en Amrica, era una mezcla de mujer del siglo XX e
hija del antiguo mundo sefard, educada para detestar las supersticiones
turcas sin sentido. Ella y sus hermanas Allegre y Sultana salan cada da a
pasear; siempre estaban juntas, coman, jugaban a las cartas, y reproducan
en todo y a voluntad los patrones de vida que imperaron en Oriente. La
familia las llamaba el Consejo porque nada ocurra sin su conocimiento.
Cuando la Nona le ley la fortuna a Rozika antes de casarse, vaticin que
su primer hijo caera enfermo. Ella pens que senta pura envidia porque
iba a casarse con su hijo favorito; pero Brenda enferm y Rozika record
la maldicin. El dolor al comprobar que se cumpli el orculo la devolva
a su pasado:
Mother never forgave her: The words came out of the mouth of a witch, who
didnt want me to marry her son at all because he was her favorite boy and the
only boy out of four who gave her money from his own familys pocket!. My
mother was an odd mixture of twentieth-century modern woman and old-world
Sephardic daughter. On the one hand, she calimed she was too educated to worry
about superstitious Turkish nonsense. On the other, though, I knew the prediction
about my getting sick haunted her (Serotte 2006: 6-7).

Una ancdota ms, relacionada con las tradiciones, la aporta Matilda


Kohen-Sarano (2006: 116). Hacia 1958, un amigo de su padre interpela a
ste: Saves, Alfredo, t tienes tres ijas muy ermozas i muy buenas, ma vas
a tener problemas para kazarlas!. Pork?, le demand el pap maravillado. Pork no tienes pars 29 para darles. Tres ijas i una madre, mala vida
por su padre. Dotar a las hijas casaderas convenientemente segua siendo
pues de razn en Miln en la segunda mitad del siglo XX.
Otro hecho, en relacin con la alimentacin, recuerda Courtine-Denamy
en Pars (2001: 39). Cuando sus padres salan de viaje, la sirvienta llevaba a
Sylvie cada da a casa de sus abuelos maternos para la merenda. Nunca
29

Gr. monedas, dinero.


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faltaban los bombones importados de Estambul, de Hac1 Bekir la centenaria y famossima confitera constantinopolitana, con fuerte olor a bergamota, que guardaban en una bombonera de Christofle! Slo de pasada
dir que la alimentacin es un factor aglutinante en la memoria de todos
los sefardes de hoy sin excepcin porque, en realidad, es el nico elemento
cultural reproducible a voluntad. Esto explicara porqu se han escrito y
publicado tantsimos libros, folletos y artculos de cocina sefard, especialmente en los ltimos aos 30.
Ese mundo se perdi para siempre en la siguiente generacin, ya integrada en los patrones culturales occidentales, pero con un grado de nostalgia
muy significativo en todos los trmites de edad. Nostalgia cuya mejor expresin surge de la pluma de un hombre, Albert Cohen (2007: 84-85), hacia esa
madre juda emigrada, forastera espiritual en un mundo que no es el suyo:
Amor de mi madre, ningn otro semejante. [...] Mi madre era mi murdago. Coser junto a m era lo que ms le importaba en el mundo. Aspirando un poco de
saliva, cosa y nos mirbamos y yo me senta en mi lugar, reconfortado, un hijo.
Acto seguido, se levantaba, se meta en su querida cocina, pasarela de su mando, a realizar sus sagradas faenillas, a dar sus intiles golpecitos a las albndigas,
a poner horrendas cenefas recortadas en las repisas. [...] De tan humildes cosas
se compone un amor sublime. [...] Slo con ella no estaba solo. Ahora estoy solo
con todos.

APRECIACIN

DE SU CONDICIN

Los relatos femeninos, en general, no destilan amargura, son luminosos


e inciden en los aspectos positivos de su condicin. Slo Rebecca Gategno,
la protagonista de la obra de Brigitte Peskine, detesta haber nacido en
Estambul, mujer, oriental y juda (Peskine 2000: 195). Podra pensarse que
es un testimonio real de una mujer sefard, pero hemos consultado a la autora
de la obra, que nos ha confirmado lo que ya suponamos: Rebecca es una
mujer ficticia que vive situaciones imaginadas, aunque estn adscritas a la
realidad histrica y cultural sefard 31.
30

Que han visto, incluso, segundas ediciones, como el de Shal, Quintana y Ovadia
(2004). Debemos mencionar tambin a Bensadn (2006), quien adems organiza cursillos de cocina sefard.
31

Segn Peskine nos dijo: Jai puis les informations dans une large documentation,
notamment lAlliance Isralite Universelle. Mon pre est n Paris en 1921 mais ses
parents taient ns Istanbul et Salonique. Je nai pas eu de mmoire orale car mon
pre se voulait 100% franais et avait un peu honte de ses origines orientales. [...]
Rebecca aurait pu tre ma grand-mre paternelle. Mais ma vraie grand-mre ne sest pas
rebelle et a pous, 30 ans, lhomme quon lui a prsent. [...] Elle est morte 106
ans, inconsole davoir abandonn son fils chri et unique ma mre....
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Los hombres se rebelaron abandonando las yeshivot 32 por las escuelas


laicas y la universidad, o emigrando, para lograr una holgada posicin social y econmica; las mujeres se resignaron a su situacin por ms tiempo,
pero no dejaron de avanzar, en silencio y sin estridencias y, sobre todo, sin
guardar rencor a sus predecesoras. Esa actitud positiva las lleva a describir
un mundo maravilloso que hizo dudar a Gutkowski de la veracidad de los
relatos de sus informantes, tan diferentes del mundo asquenaz: cuyo color siempre se haba mantenido para m en la gama que va del gris al negro
(1999: 35) y que, a los que slo sabamos de intolerancia y persecuciones, esta revelacin nos pareci en ciertos momentos pecar de fantasiosa
(1999: 71).
Independientemente de su origen, hay elementos comunes sobresalientes en todos los relatos, cualquiera de los cuales transporta a un mundo
mgico, que no fue mtico, pero que es ya obsoleto: 1) la ubicua luz del
mediterrneo que trasluce en cada una de sus expresiones: color y calor
que emanan de cada palabra; 2) la solidez de la amplia familia: un reguero
de personajes caben en la casa grande o el kortijo 33; 3) la solidaridad vecinal: abigarramiento, bullicio, alegra de vivir; 4) el trasiego constante en las
cocinas: sabores y aromas de exquisitas fragancias; 5) la serena resignacin
con su suerte: fatalismo asumido; 6) el arraigo y la fidelidad a las tradiciones, que les brindaban sensacin de continuidad; y 7) el profundo respeto
por los mayores.
Con estos elementos en la mano son capaces de desvelar un mundo rico
en sensaciones y desgranar muchos ms datos acerca de la vida familiar y
comunitaria que los varones. Recrean una y otra vez con nostalgia ese mundo
anclado en una infancia despreocupada. Nostalgia de lo que fue y ya no
es, pero con la alegra de poder contarlo. En vida kontarlo! Para la mayora
de las narradoras o informantes, su juventud qued truncada por la guerra
o la emigracin, y su vida adulta estuvo plagada de desilusiones. Hubieron
de pasar dcadas antes de enhebrar los hilos de su memoria, doliente an
por los miles de mujeres y nios que fueron masacrados sin piedad de la
noche a la maana por los nazis. Las juderas de Monastir, Salnica, Rodas
o Kos, renacieron en lugares tan dispares como Temuco, Pars, Nueva York o
Buenos Aires. Cambios socioculturales semejantes a lo largo de la propia
vida no pueden darse sin conmocin. Sus herederas asumieron la herencia,
32

Hb. sing. yeshiv escuela religiosa juda.

33

Casa grande es la denominacin propia de las que se usaban en las comunidades


de Siria, mientras que kortijo se aplica a las de los restantes territorios del Imperio
otomano. En ambos modelos de construccin, una serie de casas se hallan reunidas en
torno a un patio cerrado intermedio donde se efectan labores comunes.
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pero unas y otras saben que no volvern a vivir ese mundo ms que en la
imagen fugaz del recuerdo. Un recuerdo amable, amado que despierta pasiones.
Las memorias, novelas autobiogrficas y testimonios de mujeres nos ofrecen as datos sobre la vida y las costumbres de una sociedad sefard tradicional, apegada a las costumbres ancestrales, ya extinguida. Pero tambin
nos permiten una reflexin acerca de cmo los propios sefardes y, en
concreto, las mujeres construyen, en la distancia del tiempo y del espacio, el discurso de su propio pasado reciente y de su memoria personal
colectiva.

EN

RESUMEN

De lo dicho hasta ahora podemos notar cmo tambin en el mbito


sefard de origen otomano se produjeron en el siglo XX tres revoluciones
trascendentales para la mujer: la social realizacin en igualdad con el
varn, la sexual no es ms objeto sexual procreador y la cultural
la educacin permite la independencia econmica.
Las ms relevantes reivindicaciones de las corrientes feministas desde
mediados del siglo XIX abandonar el patriarcado, las estrategias matrimoniales vinculadas al patrimonio, el reinado de la mujer en el mbito domstico como garante del orden social, la participacin en el mundo laboral con
escasa o nula remuneracin se realizaron tambin entre las mujeres
sefardes, aunque fueron pospuestas algunas dcadas a las de sus homnimas
europeas y se introdujeron mucho ms tmidamente debido a las especiales
condiciones familiares y sociales que imperaban en las comunidades judas
orientales. La revolucin se hizo sola, sigilosamente, casi de puntillas. Tal
parece que se hubiera obrado tambin por la gracia de Dios... o del patriarca. No se vaya un seor, mos venga un peor.

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Fecha de recepcin: 14 de septiembre de 2007


Fecha de aceptacin: 14 de abril de 2008

RDTP, 2008, julio-diciembre, vol. LXIII, n.o 2, 101-120, ISSN: 0034-7981

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