Resumen de de Los Delitos y Las Penas de Beccaria

CESARE BONESANA, MARQUS DE BECCARIA
De los Delitos y las Penas

APUNTES
Algunos restos de leyes de un antiguo pueblo conquistador, recopiladas por orden de un

prncipe, que doce siglos hace reinaba en Constantinopla, mezcladas despus con ritos
Lombardos, y envueltas en inconexos volmenes de privados y oscuros intrpretes, forman
aquella tradicin de opiniones que en una gran parte de la Europa tiene todava el nombre
de leyes
Es mejor evitar los delitos que castigarlos. He aqu el fin principal de toda buena legislacin,
que es el arte de conducir los hombres al punto mayor de felicidad o al menor de infelicidad
posible
Introduccin: La Justicia Divina y la Justicia natural son por su esencia inmutables y

constantes; porque la relacin entre dos mismos objetos es siempre la misma; pero la Justicia
humana, o bien poltica, no siendo ms que una relacin entre la accin y el vario estado de
la sociedad, puede variar a proporcin que se haga necesaria o til a la misma sociedad
aquella accin Existen 3 fuentes de justicia, la de revelacin (religiosa), la natural y la de la
sociedad (poltica). Las tres pueden coincidir pero no excluirse; trabajan en dimensiones
distinta y no tiene sentido contradecirlas entr s. Cesare discutir slo al respecto de las
polticas o sociales.
Las penas has sido injustas por muchas eras y muy pocos sabios se han parado a discutir
sobre esta cuestin, para as evitar sufrimientos intiles a los humanos.
Pero cul es el ORIGEN DE LAS PENAS, y sobr qu est fundado el DERECHO DE

CASTIGAR?
Captulo I: Las leyes son el resultado del proceso de renuncia de los hombres a pequeas
porciones de su libertad para conseguir seguridad en su vida en sociedad de guerra
(contractualismo de Rousseau y Hobbes). Para proteger cada porcin de libertad de la
avaricia de los mismos hombres en sociedad, se establecieron motivos sensibles (hieren sus
sentidos): Estos motivos sensibles son LAS PENAS establecidas contra los infractores de
aquellas leyes.
Captulo II: Todo acto de autoridad de hombre a hombre, que no se derive de la absoluta
necesidad, es tirnico. El soberano funda su DERECHO A CASTIGAR de sobre la
necesidad de defender el depsito de la salud pblica de las particulares usurpaciones,
usurpaciones a las porciones de libertad dadas por los hombres en el contrato social: El
agregado de todas estas pequeas porciones de libertad posibles forma el derecho de castigar:
todo lo dems es abuso, y no justicia; es hecho, no derecho, y tanto ms justas son las
penas, cuanto es ms sagrada e inviolable la seguridad, y mayor la libertad que el Soberano

conserva a sus sbditos.
Captulo III: Slo las leyes pueden decretar las penas de los delitos, los magistrados no
pueden extender las penas ms all de lo que les indica la ley. Todos los hombres de la
sociedad estn obligados por el contrato social, y hacen falta los magistrados como terceros
imparciales en los juicios entre el sobreao y los acusados de violar la ley. Las penas atroces
son intiles para la sociedad.
Captulo IV: La facultad para interpretar las leyes no debe residir en los magistrados sino en
el legislador que es la voluntad cambiante de la sociedad. LA INTERPRETACIN ES
NEGATIVA en cuanto extiende la arbitrariedad del magistrado y liga sus veredictos a sus
pasiones y se hace tirano. La ley penal debe observarse literal y rigurosamente, con
silogismos lgicos simples. As la ley se hace previsible y los ciudadanos pueden calcular
mejor los resultados de sus acciones.
Captulo V: Las leyes deben ser escritas y claras; sin obscuridad, que es lo comn.
Captulo XII: EL FIN [DE LAS PENAS], pues, no es otro que impedir al reo causar
nuevos daos a sus ciudadanos, y retraer los dems de la comisin de otros iguales.
Cules pueden ser los castigos que convengan a los diferentes crmenes?
Captulo VI: As, pues, ms fuertes deben ser los motivos que retraigan los hombres de los
delitos, a medida que son contrarios al bien pblico, y a medida de los estmulos que los
inducen a cometerles. Debe por esto haber una PROPORCIN ENTRE LOS DELITOS
Y LAS PENAS. Los lmites de esta proporcin se hayan en los delitos de mayor grado,
aquellos que destruyen de forma inmediata la sociedad mismas, y de menor grado, aquellos
que solo atentan de la menor forma posible contra un individuo en particular. Cualquiera
accin no comprendida entre los lmites sealados, no puede ser llamada delito o castigada
como tal, sino por aquellos que encuentran su inters en darle este nombre. Si se destina
una pena igual a dos delitos, que ofendan desigualmente la sociedad los hombres no
encontrarn un estorbo muy fuerte para cometer el mayor, cuando hallen en l unida mayor
ventaja.
Captulo VII: La forma adecuada de medir el delito es por el dao a la sociedad, no por el
delincuente, su honor, o por la gravedad del pecado.
Captulo VIII: Algunos delitos destruyen inmediatamente la sociedad o quien la
representa; otros ofenden la particular seguridad de alguno o algunos ciudadanos en la vida,
en los bienes o en el honor; y otros son acciones contrarias a lo que cada uno est obligado
de hacer o no hacer, segn las leyes respecto del bien pblico Los atentados, pues, contra
la seguridad y la libertad de los ciudadanos son uno de los mayores delitos, y bajo esta clase
se comprenden, no s61o los asesinatos y hurtos de los hombres plebeyos, sino aun los
cometidos por los grandes y magistrados.
Captulos IX y X: l honor y los duelos son absurdos, sobre todo los duelos contradicen el
poder del soberano y el contratos social.
Captulo XIII: Los testigos son una prueba de gran desconfianza. Se ven afectados por sus
intereses personales, y son pruebas intiles cuando se trata de delitos consistentes en palabras.
Captulo XV: Las acusaciones secretas van en contra de un soberano fuerte, y promociona
la desconfianza.
Captulo XVIII: Los juramentos son intiles y contradictorios. El reo siempre va a querer
buscar su libertad, no atestiguar contra s mismo.
Captulo XIX: Tanto ms justa y til Ser la pena cuanto ms PRONTA fuere y ms vecina
al delito cometido. Es justa porque ahorra al acusado el tiempo de incertidumbre y al
inocente el tiempo de prisin que sufra como medida de aseguramiento. Es til porque mayor
ser el efecto de la pena sobre la sociedad cuanto menos tiempo pase entre el delito y la pena.
Adems, la naturaleza de la pena debe ser muy conforme a la naturaleza del delito, lo que
tambin la hace ms til para causar una impresin en la sociedad.
Captulo XX: Los delitos contra las personas deben ser penados corporalmente. El rico no
debe poder pagar sus delitos con su riqueza.
Captulo XXI: Los nobles deben pagar las mismas penas que los dems.
Captulo XXII: Los hurtos, que no tienen unida violencia, deberan ser castigados con pena
pecuniaria. La pena adecuada para los hurtos sin violencia, teniendo en cuenta la miseria de
la vida del ladrn, es la esclavitud temporal para saldar su deuda. El hurto violento debe ser
penado con ambos pena corporal y servil.
Captulo XXIII: Las penas de infamia [VERGENZA PBLICA] ni deben ser muy
frecuentes ni recaer sobre un gran nmero de personas a un tiempo. No lo primero, porque
los efectos reales de las cosas de opinin siendo demasiado continuos debilitan la fuerza de
la opinin misma. No lo segundo, porque la infamia de muchos se resuelve en no ser infame
ninguno.
Captulo XXIV: El que turba la tranquilidad pblica, el que no obedece a las leyes, esto es,
a las condiciones con que los hombres se sufren y se defienden recprocamente, debe ser
excluido de la sociedad, quiero decir, desterrado de ella.
Captulo XXV: Perder los bienes es una pena mayor que la del destierro; luego con
proporcin a los delitos debe haber casos por donde se incurra en perdimiento de todos o
parte de los bienes y casos en que no. Igualmente considera que la confiscacin de bienes
genera muchas situaciones gravosas para el sujeto y sus familiares, ms all de lo necesario.
Captulo XXIX: La prisin es una pena que por necesidad debe, a diferencia de las dems,
preceder a la declaracin del delito. La ley, pues, sealar los indicios de un delito que
merezcan la prisin de un reo, que lo sujeten al examen y a la pena estas penas deben
establecerse por la ley no por los jueces. Las penas no deben solamente ser proporcionadas
a los delitos entre s en la fuerza sino tambin en el modo de ejecutarlas. Nadie puede con
el perdn quitar la pena, porque es un derecho de todos los ciudadanos y no solo uno.
Captulos XXX y XXXI: El proceso de un delito grave debe ser rado, y su prescripcin
larga. Un delito leve debe tener mucho tiempo de prueba, pero una prescripcin corta. Hay
algunos delitos que son a un mismo tiempo frecuentes en la sociedad y de prueba difcil, y
en estos la dificultad de la prueba tiene lugar de la probabilidad de la inocencia; siendo el

dao de la impunidad de tanta menos consideracin cuanto !a frecuencia de ellos depende de
otros principios, el tiempo del examen y el de la prescripcin deben disminuirse igualmente.
No puede ser considerada la justa la pena impuesta a un delito que se poda haber evitado
poniendo mejores circunstancias en la nacin.
Captulo XXXII: Poner pena al suicidio es absurdo. Es algo que solo concierne a DIOS.
Tambin es injusta la ley que no permite a los sbitos abandonar la nacin.
Captulo XXXIII: El contrabando ofende al prncipe. La pena del contrabando es la perdida
de la mercanca y los beneficios.
Captulo XXXIV: Deben distinguirse 2 tipos de deudores, los fraudulentos y los que por las
circunstancias no pudieron cumplir con su obligacin. El primero debe ser penado con
normalidad. El segundo debe ser considerado y ser penado con el pago de los frutos de su
trabajo, quiz, pero no con la privacin de la libertad.
Captulo XXXVI: La recompensa por la cabeza de un delincuente solo indica debilidad del
soberano, e incita a sus ciudadanos a cometer un crimen para obtener una recompensa.
Captulo XXXVII: Recompensar al cmplice de un delito por delatar a sus compaeros es
recompensar a alguien por una traicin e indica debilidad del soberano que no es capaz de
cumplir sus funciones.
Esla pena de muerte, verdaderamente til, necesaria e indispensable para la seguridad,

y el buen orden de la sociedad?
Captulo XXVIII: ES INTIL Y NUNCA HA APORTADO NADA A LOS
HOMBRES. Es temporal, e ineficaz por tanto. El soberano no tiene el derecho para
establecer la pena de muerte, porque la vida es una faccin de libertad a la que no renuncias
los ciudadanos, y de la que ni ellos mismos pueden disponer. Solo puede ser considerada la
muerte si se considera justa o si la persona suponga un claro peligro de destruccin para la
sociedad. La pena de muerte es ms una impresin de un instante y un deleite para los tiranos,
ni siquiera es un castigo efectivo. Cualquier ejemplo que se da a la nacin con la pena de
muerte supone un delito: en la pena de esclavitud perpetua, un solo delito da muchsimos y
durables ejemplos.
Son justos los tormentos y las torturas?

Captulo XVI: La tortura es intil y ridcula. Normalmente se utiliza para forzar a confesar
a inocentes. Los dbiles e inocentes siempre pierden en la tortura, los fuertes y culpables
ganan. Un hombre no puede ser llamado reo antes de la sentencia del juez, ni la sociedad
puede quitarle la pblica proteccin sino cuando est decidido que ha violado los pactos bajo
que le fue concedida. Los juicios deberan ser para obtener la verdad de los hechos, no una
confesin.
Cules son los mejores medios de impedir los delitos?

Captulo XI: Cada ciudadano DEBE SABER cundo es reo y cundo es inocente. [] La
incertidumbre de la propia suerte ha sacrificado ms vctimas a la oscura tirana que la
crueldad pblica y solemne.
Captulo XIV: Sean pblicos los juicios, y pblicas las pruebas del relato, para que la
opinin, que acaso es el solo cimiento de la sociedad
Captulo XXVII: La CERTIDUMBRE DEL CASTIGO, aunque moderado, har siempre
mayor impresin que el temor de otro ms terrible, unido con la esperanza de la impunidad.
Para que una pena obtenga su efecto basta que el mal de ella exceda al bien que nace del
delito; y en este exceso de mal debe ser calculada la infalibilidad de la pena, y la prdida del
bien que el delito producira. Todo lo dems es superfluo y por tanto tirnico. Las penas
ms fuertes solo dejan impresiones temporales; son ms efectivas las suaves pero duraderas.
Captulos XLI y XLII: Queris evitar los delitos? Haced que las leyes sean claras y
simples, y que toda la fuerza de la nacin est empleada en defenderlas, ninguna parte en
destruirlas. Haced que las leyes favorezcan menos las clases de los hombres que los hombres
mismos. Haced que los hombres las teman, y no teman ms que a ellas. El temor de las leyes
es saludable; pero el de hombre a hombre es fatal y fecundo de delitos. Queris evitar los
delitos? Haced que acompaen las luces a la libertad. Los males que nacen de los
conocimientos son en razn inversa de su extensin, y los bienes lo son en la directa.
Conviene dar conocimiento, y confiar en los filsofos. El hombre iluminado sigue las normas
por ser justas y eficaces para la sociedad. Conviene tambin poseer un gran nmero de
magistrados para mitigar su arbitrariedad para que se vigilen mutuamente. Es muy til dar
recompensas a las conductas ejemplares. Es un buen medio tambin promover la educacin.
Captulo XLVII: El perdn no es necesario en una legislacin de penas suaves y dulces.
Para que toda pena no sea violencia de uno o

de muchos, contra un particular ciudadano,
debe esencialmente ser pblica, pronta,
necesaria, la ms pequea de las posibles en las
circunstancias actuales, proporcionada a los
delitos, dictada por las leyes

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De los Delitos y las Penas

Algunos restos de leyes de un antiguo pueblo conquistador, recopiladas por orden de un

Introduccin: La Justicia Divina y la Justicia natural son por su esencia inmutables y

Pero cul es el ORIGEN DE LAS PENAS, y sobr qu est fundado el DERECHO DE

penas, cuanto es ms sagrada e inviolable la seguridad, y mayor la libertad que el Soberano

en estos la dificultad de la prueba tiene lugar de la probabilidad de la inocencia; siendo el

Esla pena de muerte, verdaderamente til, necesaria e indispensable para la seguridad,

Son justos los tormentos y las torturas?

Cules son los mejores medios de impedir los delitos?

Para que toda pena no sea violencia de uno o

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