El Juicio Hacia Los Demas
El Juicio Hacia Los Demas
El Juicio Hacia Los Demas
Tenemos que pagar el alquiler de una casa, tememos que nos lancen a
la calle; hasta pasamos noches desvelados, pensando en que la autoridad ha
de llegar y sacarnos a la calle, al fin llega el día y resulta que el problema se
solucionó, quizás por donde menos lo esperábamos; entonces, ¿en qué
quedó el problema?. Y si no se soluciona el problema en cuestión y nos
echaron a la calle con todos los muebles. etc., ¿qué pasó? ¡En la calle no se
quedarán los muebles, alguien tendrá que recogerlos! En fin, por allí no
faltará a la vuelta, un lugar donde meterlos... ¿Y si los muebles se pierden?
¡Se perdieron!, ¿y qué? ¡Más se perdió en el Diluvio! ¿Por qué nos vamos a
apegar a unos muebles? Después, pasó el problema, por ahí quedamos
viviendo en algún lugar, el problema quedó atrás, en el tiempo. ¿Qué se hizo
del problema?
No olviden ustedes que todo pasa: pasan las ideas, pasan las
personas, pasan las cosas; todo en este mundo es fugaz, ilusorio. No pode-
mos y no debemos identificarnos con las apariencias, porque las
apariencias engañan; eso es obvio. Pensemos en los estados de Conciencia
de nivel superlativo.
Sufren los celosos y hacen sufrir también a sus semejantes; los celos
han causado mucho daño gravísimo. Y si eso decimos de los celos, ¿qué
diremos nosotros de todos los otros defectos que tenemos?
Antes que todo, estamos tan identificados con el evento, con el evento
o circunstancia, que ni remotamente se nos ocurre reflexionar en todas
estas cuestiones; vivimos en un estado de fascinación, de inconsciencia, de
sueño psicológico.
Y una mente que proyecta sus propios errores, no es una mente libre,
no es una mente que pueda aprehender o capturar la realidad de las cosas,
la realidad de los fenómenos, de los hechos, de las circunstancias que por
Ahí sí es como dijo Galileo: "Pur se muove, se muove" (es decir, "pero
se mueve, se mueve"). Cuando a Galileo le preguntaron: "¿Jura usted que la
Tierra no es redonda y no se mueve?", entonces dijo: "¡Lo juro, pur se
muove, se muove!" (es decir, "se mueve y se mueve"). Así dijo Galileo y se
evitó que lo quemaran vivo en la hoguera de la Inquisición. Así podemos
¿Quién podría pensar, por ejemplo, que una dama virtuosa, magnífica
esposa, tenga un Yo de prostitución? Increíble, ¿no? Pero vamos más allá:
pensemos en una niña pequeña, que es todavía más escandaloso. ¿Que una
niña de doce años, inocente, bien criada religiosamente, tenga el Yo del
prostíbulo?, ¡es algo que causa asco! Dirán ustedes: "¡Imposible, absurdo!"
Mas, sí puede ser.
Recuerden también, ustedes, que así como hay una Luna allá arriba,
brillando entre el firmamento y que tiene dos caras (una, para iluminar la
noche y otra escondida, oculta, que no se ve), así también hay una Luna
Psicológica (dentro de cada uno de nosotros) con dos caras: la que se ve y la
que no se ve, la manifiesta y la oculta. En la cara manifiesta de esa Luna
Psicológica, tenemos los defectos que a simple vista resaltan: ira, codicia,
lujuria, envidia, orgullo, pereza, gula, etc., y "otras tantas hierbas más". Pero
detrás de esa cara que siempre se ve, que a simple vista se ve, en nuestra
Luna Psicológica existe la parte oculta, la que no se ve. Allí existen defectos
que ignoramos, allí todos resultamos magos negros, allí todos resultamos
hechiceros, brujos; allí las damas, más aristocráticas, resultan prostitutas,
etc., etc., etc. En esa cara oculta de la Luna, que no se ve, de la Luna
Psicológica, hay Yoes de prostitución, hay Yoes de adulterio, hay Yoes de
robo, etc., Yoes que normalmente ignoramos, porque si alguien nos dijera
que nosotros tenemos tal o cual Yo de esos, nos ofenderíamos, no lo
aceptaríamos de ninguna manera, mas sí los tenemos.
Es muy difícil juzgar a un Adepto. Así que, los invito esta noche a la
reflexión: a no dejarse llevar jamas de las apariencias, porque las
apariencias engañan; a no endilgar nuestros defectos a nadie.