Evangelica Testificatio
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INTRODUCCION
TESTIMONIO EVANGELICO
EN MEDIO DEL PUEBLO DE DIOS
Amadsimos hijos e hijas en Cristo:
1. Testimonio evanglico
El testimonio evanglico de La vida religiosa manifiesta claramente a los ojos
de los hombres la supremaca del amor de Dios con tal fuerza* -que debemos
dar gracias por ello al Espritu Santo. Con toda sencillez, como ya lo hizo
nuestro venerado predecesor Juan XXIII en vsperas del Concilio1,
quisiramos deciros qu esperanza suscita en nosotros, como tambin en
todos los Pastores y fieles de la Iglesia, la generosidad espiritual de aquellos
-hombres y mujeres- que han consagrado la propia vida al Seor en el espritu
y en la prctica de los consejos evanglicos. Deseamos asimismo ayudaros a
continuar vuestro camino de seguidores de Cristo siendo fieles a las
enseanzas conciliares.
2. El Concilio
Con ello, nos proponemos dar una respuesta a la inquietud, a la incertidumbre
y a la inestabilidad que se manifiesta en algunos, y alentar igualmente a
aquellos que buscan la verdadera renovacin de la vida religiosa. La audacia
de algunas transformaciones arbitraras, una exagerada desconfianza en el
pasado, aun cuando ofrece un testimonio de la sabidura y del vigor de las
tradiciones eclesiales, una, mentalidad demasiado preocupada por
conformarse precipitadamente a las profundas transformaciones que agitan
nuestro tiempo, han podido inducir a algunos a considerar caducas las formas
especificas de la vida religiosa. No se ha llegado incluso a hacer
abusivamente apelacin al Concilio para ponerla en discusin, hasta en sus
mismos principios? Y sin embargo es bien sabido, que el Concilio ha
reconocido a "este don especial" un puesto escogido en la vida de la Iglesia,
porque permite a quienes lo han recibido,: conformarse ms profundamente
"a aquel genero de vida virginal y pobre que Cristo escogi para s y que la
Virgen, su Madre, abraz"2. El Concilio le ha indicado tambin el camino para
su renovacin segn el Evangelio"3.
3. La tradicin de la Iglesia
La tradicin de la Iglesia -es necesario recordarlo?- nos ofrece desde los
orgenes este testimonio privilegiado de unta bsqueda constante de Dios, de
un amor nico e indiviso por Cristo, de una dedicacin absoluta al crecimiento
de su Reino" Sin este signo concreto, la caridad que anima a la Iglesia entera
correra el riesgo de enfriarse, la paradoja salvfica del Evangelio de perder en
penetracin, la "sal" de la fe de disolverse en un mundo de secularizacin.
Desde los primeros siglos, el Espritu Santo, junto a la heroica confesin de los
mrtires, ha suscitado la maravillosa firmeza de los discpulos y de las
vrgenes, de los eremitas y de los anacoretas. La vida religiosa, estaba ya
germinando y advirti progresivamente la necesidad creciente de
desarrollarse. y de articularse en formas diversas de vida comunitaria o
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solitaria para responder a la invitacin insistente de Cristo: "No hay nadie que
haya dejado casa, o mujer, o hermanos, o padres o hijos por, el Reino de Dios,
que no lo recobre multiplicado en el tiempo presente y en el siglo venidero la
vida fraterna"4.
Quin se atrevera a sostener qu tal llamada no tiene va hoy da el mismo
valor y vigor; que la Iglesia podra prescindir de estos testimonios
excepcionales de la trascendencia del amor de Cristo, o que el mundo podra
dejar indemnemente apagar estas luces, las cuales anuncian el reino de Dios
con una libertad que no conoce obstculos y que es vivida continuamente por
millares de sus hijos e hijas?
4. Estima y Afecto
Amadsimos hijos. e hijas, que mediante la prctica de los consejos
evanglicos habis querido seguir ms fielmente a Cristo e unitario ms
fielmente, dedicando toda vuestra vida a Dios con una consagracin
particular, que se arraiga en la consagracin bautismal, y la expresa con
mayor plenitud: Oh, si pudieseis comprender toda la estima y; todo el afecto
que nosotros os reservamos en el nombre de Cristo Jess! Os encomendamos
a nuestros queridsimos hermanos en el Episcopado. los cuales junto con los
presbteros, sus colaboradores en el sacerdocio, sienten la responsabilidad
frente a la vida religiosa. Y pedimos a todos los seglares, a quienes "de
manera propia, aunque no exclusiva, competen los compromisos y las,
actividades temporales" 5, que sepan comprender cun precioso estmulo
suponis vosotros para ellos en la bsqueda de la santidad, a la cual estn
llamados ellos tambin por su bautismo en Cristo-, para gloria del Padre"6.
5. Renovacin
Ciertamente, no pocos elementos exteriores, recomendados por los
fundadores de Ordenes o de Congregaciones religiosas, aparecen hoy da
superados. Algunas sobrecargas o rigorismos, que se han ido, acumulando a lo
largo de los siglos, tienen necesidad de ser aligerados. Deben llevarse a efecto
adaptaciones y tambin pueden buscarse e instituirse nuevas formas con la
aprobacin de la Iglesia. Este es precisamente el objetivo al cual desde hace
algunos aos, se est dedicando generosamente la mayor parte de los
institutos religiosos experimentando, a veces con demasiada audacia, nuevos
tipos de constituciones y de reglas. Lo sabemos muy bien y seguimos con
atencin este esfuerzo de renovacin, querido por el Concilio"7.
6. Discernimientos necesarios
En el mbito mismo de este proceso dinmico, en que el espritu del mundo
corre constantemente el riesgo de mezclarse con la accin del Espritu Santo,
cmo ayudaros a realizar los necesarios discernimientos? Cmo
salvaguardar o alcanzar lo esencial? Cmo beneficiarse de la experiencia del
pasado y de la reflexin presente, para reforzar esta forma de vida
evanglica? De acuerdo con la responsabilidad peculiar que el Seor nos ha
confiado en su Iglesia -la de "confirmar a nuestros hermanos"8-, nosotros
quisiramos por nuestra parte estimularos a proceder con mayor seguridad y
con una ms gozosa confianza a lo largo del camino que habis escogido. En la
"bsqueda de la caridad perfecta"9 que gua vuestra existencia, qu otra
actitud cabria en vosotros si no la de una disponibilidad total al Espritu Santo
que, actuando en la Iglesia, os llama a la libertad de hijos de Dios?"10
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LA VIDA RELIGIOSA
7. Las enseanzas del Concilio
Queridos hijos e hijas: con una libre respuesta a la llamada del Espritu Santo,
habis decidido seguir a Cristo consagrndoos totalmente a El. Los consejos
evanglicos de castidad ofrecida con voto a Dios, de pobreza y de obediencia
son ya la ley de vuestra existencia. "La autoridad de la Iglesia bajo Ha gua del
Espritu Santo -como nos lo recuerda el Concilio- se ha preocupado de
interpretarlos, de regular su prctica, e incluso de fijar formas estables de
vivirlos"11. De este modo reconoce y da carcter de autenticidad al estado de
vida constituido por la profesin de los consejos evanglicos: "Mediante los
votos u otros vnculos sagrados -por su propia naturaleza semejantes a los
votos-, con los cuales se obliga a la prctica de los tres susodichos consejos
evanglicos, el cristiano hace una total consagracin de s mismo a Dios,
amado sobre todas las cosas. Por el bautismo ha muerto al pecado y est
consagrado a Dios; sin embargo para obtener de la gracia bautismal frutos
-ms copiosos, por la profesin de los consejos evanglicos trata de liberarse
de los impedimentos que podran apartarle, del fervor de la caridad y de la
perfeccin, del culto divino, y se consagra ms ntimamente al servicio de
Dios. Esta consagracin ser tanto ms perfecta cuanto, por vnculos mas
firmes y ms estables, represente mejor a Cristo, unido con vnculo indisoluble
a la Iglesia, su esposa"12.
Estas enseanzas del Concilio ponen bien en claro la grandeza de esta
donacin, decidida por vosotros libremente, a imagen de aquella hecha por
Cristo a su Iglesia y, como ella, total e irreversible. Precisamente pensando en
el Reino de los Cielos, vosotros habis hecho voto a Cristo, con generosidad y
sin reservas, de estas fuerzas de amor, de esta necesidad de poseer y de est
libertad para regular la propia vida, cosas todas ellas, tan preciosas para el
hombre. Tal es vuestra consagracin que se realiza en la Iglesia mediante su
ministerio, ya sea el de sus representantes, los cuales, reciben la profesin
religiosa, ya sea el de la comunidad cristiana, cuyo amor reconoce, recibe,
sostiene y circunda a aquellos que en su seno hacen donacin de s mismos
como signo viviente "que puede y debe, impulsar eficazmente a todos los
miembros de la Iglesia a cumplir sin desfallecimiento los deberes de la vida
cristiana, ...y manifestarse ante todos los creyentes que los bienes, celestiales
se hallan ya presentes en este mundo"18.
I. FORMAS DE LA VIDA RELIGIOSA
8. Vida contemplativa
Algunos de vosotros habis sido llamados a la vida, denominada
"contemplativa". Una atraccin irresistible os arrastra hacia el Seor. Asidos
fuertemente por Dios os abandonis a su accin soberana que os levanta hacia
El y os transforma en El, mientras os prepara para la contemplacin eterna,
que constituye nuestra comn vocacin. Cmo podrais avanzar a lo largo de
est camino y ser fieles la gracia que os anima, si no respondierais con todo
vuestro ser, por medio de un dinamismo cuyo impulso es el amor, a esta
IIamada que os orienta de manera permanente hacia Dios? Considerad pues
cualquier otra actividad, a la que no obstante debis atender -relaciones con
los hermanos, trabajo desinteresado o remunerado, necesario descanso-, como
un testimonio, ofrecido al Seor, de vuestra intima, comunin con El para que
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por los cambios del mundo: por el contraro deben favorecer un nuevo
descubrimiento fecundo de los medios indispensables para conducir una
existencia toda ella penetrada por el amor de Dios y de los hombres.
38. Edificacin del hombre nuevo
Por consiguiente se impone la necesidad, tanto para las comunidades como
para las personas que las constituyen, de pasar del estado "squico" a un esto
verdaderamente "espiritual"51. "El hombre nuevo" del cual habla San Pablo,
no constituye acaso como la plenitud eclesial de Cristo y, juntamente, la
participacin de cada cristiano a esta plenitud? Tal orientacin har de las
familias religiosas el ambiente vital que desarrollar el germen de vida divina,
injertado por el bautismo en cada uno de vosotros y al cual vuestra
consagracin, ntegramente vivida, consentir producir sus frutos con la
mayor abundancia.
39. Sencillez acogedora de la vida comunitaria
Aun siendo perfectos, como todo cristiano, os proponis sin embargo crear un
ambiente apto para favorecer el progreso espiritual de cada uno de los
miembros. Cmo se puede llegar a esto, si no es ahondando en el Seor
vuestras relaciones con vuestros hermanos, aun las ms ordinarias? La
caridad -no lo olvidemos-debe ser como una activa esperanza de lo que los
dems pueden llegar a ser gracias a nuestra ayuda fraterna. El signo de su
autenticidad se comprueba por la gozosa sencillez con que todos se esfuerzan
por comprender lo que cada uno anhela"52 Si algunos religiosos dan la
impresin de haberse quedado como apagados por su vida comunitaria, la que
por el contrario hubiera debido hacerles abrirse, no ocurrir esto, porque
falta en ella esa cordialidad comprensiva que alimenta la esperanza? Es
indudable que el espritu de grupo, las relaciones de amistad, la colaboracin
fraterna en un mismo apostolado, como tambin el apoyo mutuo en una
comunidad de vida, elegida para servir mejor a Cristo, son otros tantos
coeficientes preciosos en este camino cotidiano.
40. Pequeas Comunidades
Desde este punto de vista, van surgiendo algunas tendencias ordenadas a
crear comunidades ms reducidas. Una especie de reaccin espontnea
contra el anonimato de las concentraciones urbanas, la necesidad, de adaptar
el edificio de una comunidad al hbitat exiguo de las ciudades modernas y la
necesidad misma de estar ms prximos, por las condiciones de vida, a una
poblacin que ha de ser evangelizada, son motivos que inducen a algunos
Institutos a proyectar preferentemente la fundacin de comunidades con un
reducido nmero de miembros. Estas pueden favorecer tambin el desarrollo
de relaciones ms estrechas entre religiosos y una asuncin recproca y ms
fraterna de las responsabilidades. Sin embargo, si un determinado esquema
puede efectivamente favorecer la creacin de un clima espiritual, sera
ilusorio creer que ello baste para desarrollarlo. Las comunidades pequeas,
ms que ofrecer una forma de vida ms fcil, se revelan por el contrario ms
exigentes para sus miembros.
41. Grandes Comunidades
Por otra parte sigue siendo verdad que las comunidades numerosas son
particularmente convenientes, para muchos religiosos. Pueden ser exigidas
adems por la naturaleza de un servicio caritativo, por determinados trabajos
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fidelidad a la oracin cotidiana seguir siendo para cada uno y cada una de
vosotros una necesidad fundamental y debe ocupar el primer puesto en
vuestras constituciones y en vuestra vida.
46. Silencio
El hombre interior ve en el tiempo de silencio como una exigencia del amor
divino, y lo es normalmente necesaria una cierta soledad para sentir a Dios
que le "habla al corazn"55. Es necesario subrayarlo: un silencio que fuese
simplemente ausencia de o de la palabras, en el cual no podra templarse el
alma, estara evidentemente privado de todo valor espiritual y podra por el
contrario servir de perjuicio a la caridad fraterna si en aquel momento fuese
urgente entrar en contacto con los dems. En cambio, la bsqueda de la
intimidad con Dos lleva consigo la necesidad verdadera vital de un silencio de
todo el ser, ya sea para quienes deben encontrar a Dios incluso en medio del
estruendo, ya sea para los contemplativos"56. La fe, la esperanza, un amor a
Dos dispuesto a acoger los dones del Espritu, como tambin un amor
fraterno abierto al misterio de los dems, implican como exigencia propia una
necesidad de silencio.
47. Vida litrgica
Finalmente, es necesario recordaros el puesto especialsimo que ocupa en la
vida de vuestras comunidades la liturgia de la Iglesia cuyo centro es el
sacrificio eucarstico, en el cual la oracin interior se une al culto externo?"57.
En el momento de vuestra profesin religiosa habis sido ofrecidos a Dios por
la Iglesia, en ntima unin con el sacrificio eucarstico"58. Da tras da, este
ofrecimiento de vosotros mismos debe convertirse en realidad, concreta y
continuamente vivida. La comunin con el Cuerpo y la Sangre de Cristo es la
fuente primaria de tal renovacin"59; vuestra voluntad de amar
verdaderamente y hasta la donacin de la vida se robustezca incesantemente
en ella.
48. La Eucarista, corazn de la comunidad y fuente de vida
Reunidas en su nombre, vuestras comunidades tienen de por s como centro la
Eucarista "sacramento de amor, signo de unidad, vnculo de caridad"60. Es
pues normal que ellas se encuentren visiblemente reunidas en torno a un
oratorio, donde la presencia de la sagrada Eucarista expresa y realiza a la vez
lo que debe ser la principal misin de toda familia religiosa, como por otra
parte, de toda asamblea cristiana. La Eucarista, gracias a la cual no cesamos
de anunciar la muerte y la resurreccin del Seor y de prepararnos a su
venida gloriosa, trae constantemente a la memoria los sufrimientos fsicos y
morales que agobiaron a Cristo y que sin embargo haban sido aceptados
libremente por El hasta la agona y la muerte en la cruz. Las pruebas que vais
a encontrar, sean para vosotros la ocasin de llevar juntamente con el Seor y
ofrecer al Padre tantas desgracias y sufrimientos injustos que afligen a
nuestros hermanos y a los cuales slo el sacrificio de Cristo puede dar, en la
fe, un significado.
49. Fecundidad espiritual para el mundo
De esta manera, tambin el mundo est presente en el centro de vuestra vida
de oracin y de ofrenda, como el Concilio ha explicado vigorosamente: "Y
nadie piense que los religiosos, por su consagracin, se hacen extraos a los
hombres o intiles para la sociedad terrena. Porque, si bien en algunos casos
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35) Cfr. Ibid, 14, p. 709; Jn 4, 34; 5, 30; 10, 15-18; Heb 5, 8 ;10, 7; Ps 40 (39), 8-9.
36) Cfr. Const. Dogm. Lumen gentium, cap. I-III. AAS 57, 1965, pp. 5-36.
37) Ctr. Lc 22. 26-27; Jn 13, 14.
38) Mt 20, 28; Cfr. Fil 2, 8.
39) Cfr. Lc 2, 51.
40) Cfr. Lc 9, 23-24.
41) Decr. Perfectae caritatis, 14, AAS 58, 1966, p. 708.
42) Const. Dogm. Lumen gentium, 43, AAS 57, 1965, p. 49
43) Decr. Perfectas caritatis, 14, AAS 58, 1966, p. 709.
44) Const. Past. Gaudium et spes, 16, AAS 58, 1966, E 1037.
45) Heb 5, 8.
46) Cfr. Lc 12, 49-50
47) Cfr. ICor 3. 18-19.
48) Cfr. Const. Dogm. Lumen gentium, 13, AAS, 57, 1965, p. 49.
49) Cfr. Is 46, 8.
50) Cfr. Const. Dogm. Lumen gentium. 43, AAS 57, 196. p. 49,
51) Cfr. ICor 2, 14-157
52) Cfr. Gal 6, 2.
53) Const. Past. Gaudium et spes. 8, AAS 58, 1966, p. 1030
54) Jn 1, 9.
55) Cfr. Os 2, 14.
56) Cfr. Instr. Sobre la vida contemplativa Venite seorsum del 15 de agosto de 1969. AAS 61,
1969 pp. 674-690; Mensaje de los religiosos contemplativos al Snodo de Obispos, del 10 de
octubre de 1967, en La Documentation Catholique.
64, Pars 1967. col. 1907-1910.
57) Cfr. Const. Sacrosanclum Cncilium. AAS 56, 1964, PP. 97-134.
58) Cfr. Ritual de la Profesin religiosa.
59) Cfr. Decr. Perfectae caritatis. 15, AAS 58, 1966, p. 709.
60) Const. Sacrosanctum Concilium. 47, AAS 56. 1964, p. 113.
61) Const. Dogm. Lumen gentium, 46, AAS 57, 1965, p. 52.
62) Decr. Perfectae caritatis, 2. AAS 58. 1966, p. 703.
63) Cfr. Decr. Christus Dominus. 35. AAS 58, 1966, p. 691.
64) 1Cor 3. 22-23; cfr. Const. Past. Gaudium et spes. 37, AAS. 58, 1966; p. 1055.
65) Const. Dogm. Lumen gentium. 31, AAS 57, 1965, p. 37.
66) Cfr. Const. Dogm. Lumen gentium. 43, AAS 57, 1965, p. 49.
67) Cfr. Lc 12, 32.
68) Ch-. Lc 10. 21.
69) Cfr. Mt 5, 3-11.
70) Mt 19, 11-12; 1Cor 7, 34.
71) Cfr. Decr. Perfectae caritatis. 24, AAS 58,1966, p. 712.
72) Const. Dogm. Lumen gentium, 65, AAS 57, 1965,p 65.
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