Solimine. Medidas de Coerción
Solimine. Medidas de Coerción
Solimine. Medidas de Coerción
- Resultan icnicas sus obras sobre el punto: la tesis doctoral de Cafferata Nores, La excarcelacin, 1977, Lerner Crdoba, con
edicin ampliada en 1988, Depalma; Maier, Cuestiones fundamentales sobre la libertad del imputado y su situacin procesal,
1981, Lerner Crdoba, reuniendo una serie de artculos de doctrina sobre el tema.
constituyen los nicos fundamentos legtimos 2; siendo que el mismo criterio sostuvo en
numerosos pronunciamientos posteriores: Tibi, del 7/9/04, prr. 180; Palamara Iribarne,
del 22/11/05, prr. 198; Lpez lvarez, del 1/2/06, prr. 69; Yvon Neptune, del 6/5/08,
prr. 98; Bayarri, del 30/10/08, prr. 74 y Usn Ramrez, del 20/11/09, prr. 144 3.
De tal modo, unvocamente, estos pronunciamientos del sistema
interamericano de DD.HH., imponen el piso mnimo de garantas que nos rige y,
conforme las reglas que rigen el vnculo entre derecho interno e internacional, la
legislacin interna (tanto federal como provincial) no puede establecer un motivo
por fuera de riesgo de fuga o de entorpecimiento de la investigacin. Lo contrario,
implicara incurrir en responsabilidad internacional, violando el control de
convencionalidad -que obliga a tener en cuenta la interpretacin de la Corte
Interamericana sobre los criterios de aplicacin de los Pactos de DD.HH.- 4.
Cierto es que el sistema de Naciones Unidas reconoce y recomienda el riesgo de
reiteracin delictiva como pauta 5; lo que tambin hace el sistema europeo, que igualmente
admite repercusin social del hecho 6. Mas tales fundamentos, en nuestro rgimen no
resultan admisibles: mientras que el sistema europeo nos es ajeno; el estndar de Naciones
Unidas -organizacin a la cual s pertenecemos- no nos resulta aplicable, en virtud del
principio pro homine y de la clusula ms favorable, que resultan operativos en el sistema
internacional de DD.HH. y que determinan como imperativos los estndares del esquema
interamericano, al resultar ms garantistas.
La cuestin resulta bien clara y es as de contundente.
2
- En el prr. 77, expresamente seal: Esta Corte estima que en el principio de presuncin de inocencia subyace el propsito de
las garantas judiciales, al afirmar la idea de que una persona es inocente hasta que su culpabilidad sea demostrada. De lo
dispuesto en el art. 8.2 de la Convencin se deriva la obligacin estatal de no restringir la libertad del detenido ms all de los
lmites estrictamente necesarios para asegurar que no impedir el desarrollo eficiente de las investigaciones y que no eludir la
accin de la justicia, pues la prisin preventiva es una medida cautelar, no punitiva. Este concepto est expresado en mltiples
instrumentos del derecho internacional de los derechos humanos y, entre otros, en el PIDCP, que dispone que la prisin
preventiva de las personas que hayan de ser juzgadas no debe ser la regla general (art. 9.3).
3
- La nica excepcin de la Corte Interamericana que conozco ha sido la sentencia Canese, del 31/8/04, prr. 129, en la cual
tuvo como traspi admitir, tibiamente, riesgo de reiteracin delictiva. All seal: La jurisprudencia internacional y la normativa
penal comparada coinciden en que para aplicar tales medidas cautelares en el proceso penal deben existir indicios suficientes
que permitan suponer razonablemente la culpabilidad del imputado y que se presente alguna de las siguientes circunstancias:
peligro de fuga del imputado; peligro de que el imputado obstaculice la investigacin; y peligro de que el imputado cometa un
delito, siendo esta ltima cuestionada en la actualidad.
4
- El control de convencionalidad fue definido por la Corte Interamericana de DD.HH., en la sentencia Almonacid Arellano, del
26/9/06, afirmando que los Estados Parte estn obligados a velar porque los efectos de las disposiciones de la Convencin no se
vean mermados por la aplicacin de leyes contrarias a su objeto y fin, indicando que para este control de convencionalidad,
el Poder Judicial debe tener en cuenta no solamente el Tratado, sino tambin la interpretacin que del mismo ha hecho la Corte
Interamericana (prr. 124). Cabe advertir que esta sentencia internacional ha sido invocada literalmente por nuestra Corte
Federal, en el fallo Mazzeo, del 13/7/07 (Fallos 330:3248) -Cons. 2- y ms recientemente en el fallo Rodrguez Pereyra, del
27/11/12, en donde recuerda que la Corte Interamericana ha reafirmado y reforzado el concepto en otros pronunciamientos: Caso
Trabajadores Cesados del Congreso, de1 24/11/06; "Ibsen Crdenas e Ibsen Pefia, del 1/9/10; "Gomes Lund y otros
('Guerrilha do Raguaia'), del 24/11/10; Cabrera Garca y Montiel Flores, del 26/11/10 y "Fontevecchia y D'Amico, del
29/11/11.
5
- As lo afirma la Res. 17 del 8 Congreso de ONU sobre Prevencin del Delito y Tratamiento del Delincuente; el Comit de
DD.HH. (Comunicacin 305/1988 Hugo van Alpen vs. Pases Bajos, del 23/7/90 y en la Com. 458/1991 Mukong vs.
Camerun, del 10/8/94, prr. 9.8). Tambin se proclama como directriz prctica en el Manual de capacitacin de ONU: DD.HH. y
Prisin Preventiva, DD.HH. y Prisin Preventiva, Serie de Capacitacin Profesional N 3, Centro de DD.HH., Subdivisin de
Prevencin del Delito y Justicia Penal, Nueva York - Ginebra, 1994, n de venta: S.94.XIV.6 y ms recientemente, en el Manual
de principios bsicos y prcticas prometedoras en la aplicacin de medidas sustitutivas del encarcelamiento, Serie Manual de
Justicia Penal, UNODC, ONU, Nueva York, 2010, n de venta, S 07-XI-2, p. 22), aunque aqu se lo limita al riesgo de reiteracin
de delitos graves. Asimismo, lo admite el Estatuto de Roma, que instituy la Corte Penal Internacional (art. 58.1.b.iii), mbito
en el cual se justifica teniendo en cuenta la necesidad de hacer cesar la violacin sistemtica de DD.HH. en el marco de los delitos
que constituyen jurisdiccin de dicho tribunal internacional.
6
- El riesgo de reiteracin delictiva es admitido por la Convencin Europea de DD.HH. (art. 5, inc. c-) y aceptado por el Tribunal
Europeo de DD.HH. (casos Matznetter, del 10/11/69; Clooth, del 12/12/91 y Herczegfalvy, del 24/9/92), resultando pauta
de actuacin recomendada por el Comit de Ministros del Consejo de Europa -Recomendaciones N (80)11, del 27/6/81 y Rec
(2006)13, del 27/9/06-. La repercusin social del hecho la acepta el Tribunal Europeo (casos Letellier, del 26/6/91; Tomasi,
del 27/8/92 y Bouchet, del 5/9/02).
- Cierto es que tambin existe legislacin provincial y doctrina que avalan esta idea. Entre las normas de los cdigos provinciales
que autorizan reiteracin delictiva, cabe citar los cdigos de Tucumn (art. 284); San Luis (art. 510), Chubut (art. 220); Corrientes
(art. 315); Formosa (art. 295) y el viejo cdigo de Entre Ros (art 314). En la doctrina nacional actual destaca la posicin de
Roberto Durrieu y Alejandro Becerra (La posibilidad de la reiteracin delictiva del procesado para privarlo de libertad, L.L., t.
2009-B, p. 986) y Alejandro Carri (Excarcelacin, presuncin de inocencia, peligro de fuga y peligrosidad no es hora de
mezclar y dar de nuevo?, Revista de Derecho Procesal, Rubinzal-Culzoni, Excarcelacin-doctrina, 2005, ps. 81/2), aunque la
tolera con toda la precaucin posible y para el caso del homicida in fraganti que se propone seguir matando.
8
- Sobre este movimiento de contrarreforma regional, informan Cristian Riego, Mauricio Duce, Claudio Fuentes, La reforma
procesal penal en Amrica Latina y su impacto en el uso de la prisin preventiva, en Prisin preventiva y Reforma Procesal
Penal en Amrica Latina. Evaluacin y perspectivas, CEJA-JSCA, 2009, ps. 59 y 67. Fuentes profundiza el anlisis: Rgimen de
prisin preventiva en Amrica Latina: la pena anticipada, la lgica cautelar y la contrarreforma, en Sistemas Judiciales N 14,
CEJA/INECIP. La razn del resurgimiento de tales fundamentos sustantivistas, que lleva al aumento de los ndices de presos
preventivos, han sido explicitadas por Julio Maier: desde la dcada del 70 viene dndosele finalidad preventiva al Derecho Penal
-que ya no va dirigido nicamente hacia el pasado, sino pretendiendo de mltiples maneras evitar crmenes futuros- y que ello
trasvasa al derecho procesal penal y a los fundamentos de la prisin preventiva (Maier, Antologa. El proceso penal
contemporneo, Editorial Palestra, Per, 2008, p. 942, con cita de Hassemer, Seguridad por intermedio del Derecho Penal).
9
- Los otros jueces que votaron en el fallo no abordaron el tema.
del 28/5/12); por la Cmara Federal de Tucumn (causas 52.246/09 Gonzlez, del
19/5/09, Grifol, del 26/6/09 y Dorao, del 7/7/11); por la Cmara Federal de Comodoro
Rivadavia (votos de los jueces Leal de Ibarra y Corchuelo de Huberman, en causa 24.321
Peralta, del 19/11/08); por la Cmara Federal de Rosario (Sala B, causa Ascaini, del
19/6/12) y por la Cmara Federal de Resistencia (voto de la juez Arder en causa 46.484
Merele, del 16/9/08), entre otros tribunales y precedentes 10.
- Por su parte la alarma social, ha sido admitida por la Cmara Federal de San
Martn (Sala I, Secr. Penal 3, causa 1495/12 "Mamani Rodrguez", del 4/9/12); por la Cmara
Federal de Salta (causa 360/12 Carabajal, del 6/11/12); por la Cmara Federal de
Tucumn (causas Grifol, del 26/6/09 y Dorao, del 7/7/11); por la Cmara Federal de
Rosario, (Sala B, voto de la jueza Vidal en la causa 2732-P Cornudella, del 29/4/09) y por la
Cmara Federal de Resistencia (causa Machuca, del 8/2/11 y en causa Panetta, del
6/3/08 -voto del juez Aguilar-) 11.
- Claro que el argumento de reiteracin delictiva tambin aparece bien resistido: al respecto, la causa 12.583 Catro Martnez,
del 1/7/10, de la Sala II de la Cmara Federal de Casacin Penal -jueces Garca, Yacobucci y Mitchell-, en donde afirmaron que el
hecho de que a los pocos meses de habrsele concedido la excarcelacin, el imputado se hubiese visto involucrado en un nuevo
proceso penal por la imputacin de un nuevo delito, no constituye criterio pertinente (en igual lnea, la misma Sala, en causas
10.815 Fernndez, del 11/5/09 y 11.574 Acao, del 5/11/09). Tambin lo ha rechazado reiteradamente la Sala II de la Cmara
de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de Capital Federal: causas Russo, del 9/4/97; Gualco, del 15/1/04 y
Beraja, del 16/7/04.
11
- Vale destacar que el argumento fue bien rechazado por los jueces Garca y Yacobucci, en las causas 13.022 Oro, del 4/10/10
y 13.013 Vijarra, del 2/11/10, ambas de la Sala II de la Cmara Federal de Casacin Penal; siendo un caso emblemtico el fallo
de la Sala V de la Cmara del Crimen de Capital Federal, Villareal, Ral Alcides s/ excarcelacin, del 2/6/05, en donde los
Jueces Garrigs de Rbori y Bruzzone citan varias obras doctrinarias avalando tal postura: Esteban Righi - Alberto Fernndez,
Derecho Penal. La Ley. El delito. El proceso y la pena, edit. Hammurabi, 1996, p. 451; Maier, La gravedad y la repercusin
social del hecho como fundamento del encarcelamiento preventivo obligatorio en el proceso penal, Revista Doctrina Penal, ao
2, 1979, p. 69 y Guillermo Federico Figueroa, Repercusin Social. Una frmula impropia en la ley de excarcelacin. Art. 380
CPMP, L.L., t. 1977-C, p. 780.
12
- As, por ej. los jueces David y Riggi, en el Plenario Daz Bessone, se apoyan en el Informe 2/97 de la Comisin
Interamericana de DD.HH., cuya doctrina, como vimos, ya no rige en dicho mbito. Por su parte, el juez Tragant, cita un viejo
precedente de la CSJN (Fallos 280:297, Todres), dictado el 18/8/1971, cuando reiteracin delictiva era pauta legal en nuestro
rgimen. Finalmente, el juez Mitchell, alude someramente a alarma social, sin mayor desarrollo; confirmando que tal es su
criterio en causa 12.584 Acosta, del 1/7/10, de la Sala II de la Cmara Federal de Casacin Penal.
13
- Se trata de su artculo: La reforma procesal penal de la Nacin y el paradigma constitucional, L.L., del 18/9/07. All admite
como fundamentos del encarcelamiento preventivo: prevenir la fuga, evitar la repeticin del delito, ocultar pruebas o amedrentar
testigos, o valorar el grado de conmocin social que la naturaleza del hecho delictivo ocasiona en la seguridad colectiva de la
sociedad.
Ms adelante completa sus ideas, pues seala que de lo que se trata con la prisin
preventiva es de dar solucin urgente al conflicto social: se trata de mejorar inmediatamente
la convivencia.
Este mismo razonamiento, es el que en la actualidad y a nivel internacional, desarrollan
autores como Georg Freund y Ramn I. Ragus Valls, quienes aluden a la necesidad
de mantener la confianza en la administracin de justicia, asegurando el fin de la
pena y procurando la pacificacin social, en la inteligencia de que si para ello es
necesaria la prisin preventiva, es legtimo imponerla.
Al respecto, Freund sostiene que el encarcelamiento preventivo posee una funcin
material que transforma a las injerencias del proceso en reaccin necesaria y adecuada para
restaurar la paz jurdica frente a la infraccin de la norma, equivalente a la pena, desde donde
la prisin preventiva resulta castigo provisional. De tal modo, en el caso de hechos graves y
bien probados -con independencia de los peligros procesales-, el sospechoso no puede
permanecer en libertad hasta que concluya el proceso y resulte condenado: es que la
demora en una reaccin claramente perceptible (puede) interpretarse en el sentido de que no
se toma en serio un delito que materialmente ya parece suficientemente probado. La funcin
de la prisin provisional en los casos en que no hay peligro de fuga ni de entorpecimiento
sera evitar tal sensacin 14.
Anlogos argumentos expone Ramn Ragus I. Valls 15, quien hace pie en que la
prisin preventiva resulta idnea para que la pena pueda desplegar sus efectos preventivos y
contribuir as al fin ltimo de pacificacin social que pretende la globalidad del sistema penal
16
.
Precisamente, esta corriente de opinin, lleva expresa receptacin en la legislacin de
algunos pases. As, por ejemplo, sucede en Canad, que habilita como fundamento
legitimante de la prisin preventiva la necesidad de mantener la confianza en la
administracin de justicia 17.
Tambin ha sido receptada por precedentes jurisprudenciales internos. As, la Cmara
Federal de Paran, invoca expresamente la posicin de Ragus I. Valls, en las causas
Snchez, del 23/12/08; Wagner, del 30/4/09 y Cristaldo, del 6/5/11, en lnea con la
opinin del Fiscal General ante dicha Cmara, Dr. Ricardo Carlos Mara lvarez, exigiendo
la reaccin inmediata estatal, para que los ciudadanos no cuestionen la propia eficacia
del sistema, habilitando desrdenes sociales y vindose as comprometido el objetivo
ltimo del derecho penal, que es el mantenimiento de la paz social.
En esta misma senda, se inscribe Omar Palermo, ex Fiscal General de la Cmara
Federal de Mendoza y actual Ministro de la Corte de dicha provincia; quien adems
desarrolla su argumentacin con el valor agregado de considerar los pronunciamientos de
los organismos de DD.HH., proponiendo una nueva lectura de stos.
4) La relectura propuesta de los pronunciamientos del sistema interamericano
y su crtica:
14
- Georg Freund, Sobre la funcin legitimadora de la idea de fin en el sistema integral del Derecho Penal, en El sistema integral
del Derecho Penal. Delito, determinacin de la pena y Derecho penal, AA.VV., Madrid-Barcelona, 2004, ps. 91/128.
15
- Ramn Ragus I. Valls, Prisin provisional y prevencin del delito Legtima proteccin de bienes jurdicos o derecho penal
del enemigo?, en Derecho Penal del Enemigo, coordinado por Canci Meli, Ed. B. de F., Bs. As., 2006, ps. 713/734. Tambin
expone sus ideas en Derecho Penal sustantivo y derecho procesal penal: hacia una visin integrada, en La reforma del proceso
penal peruano, Anuario 2004, Director Jos Hurtado Pozo, Per, ps. 152/160.
16
- Ragus I. Valls, Prisin provisional, ob. cit., p. 715. Claro que en estos casos, slo admite la aplicacin de la prisin
preventiva cuando se encuentren verificados ciertos recaudos o exigencias generales: 1) que los daos que se eviten con la medida
sean sensiblemente superiores a los que supone la prisin del procesado (relacin de proporcionalidad); 2) que no se cuente con
medios igualmente eficaces pero menos restrictivos (principio de subsidiariedad) y 3) que exista una alta probabilidad de condena
(requisito fumus bonis iuris) (ob. cit., ps. 719/721).
17
- Precisamente la Seccin 515(10) del Cdigo Penal de Canad, fija tres tipos de motivos: 1) primarios: riesgo de fuga; 2)
secundarios: por proteccin y seguridad pblica, en donde tienen cabida: a) el riesgo de reiteracin delictiva y b) el riesgo de
obstaculizacin de la justicia y 3) terciarios, para mantener la confianza en la administracin de justicia. De ello da cuenta Marc
Rosenberg, La prisin preventiva en Canad, en Revista Sistemas Judiciales N 14, CEJA - INECIP, p. 27.
de la pena es la nica que tiene capacidad para explicar y fundamentar los lmites
de la prisin preventiva.
Finalmente, concluye afirmando que la prisin preventiva slo se legitima frente
a un hecho de extrema gravedad respecto del cual existe una altsima probabilidad
de imposicin de una condena. En los dems casos no est justificada la prisin
preventiva, salvo que exista una probabilidad cercana a la certeza de que el
imputado eludir la accin de la justicia o destruir la prueba que es posible reunir
durante la investigacin. Sin embargo, en estos casos, la prisin preventiva no
aparece vinculada a una medida cautelar, sino tambin mediada por los fines de la
pena: sin la presencia del imputado no es posible la aplicacin de una pena y, en
consecuencia, no es posible que la pena cumpla su funcin.
4.b) La refutacin a la argumentacin de Palermo.
Ms all del buen esfuerzo argumental de Palermo por tratar de hallar recepcin de su
tesis en los precedentes del sistema interamericano, creo que no logra su objetivo.
Es cierto que tales pronunciamientos supranacionales exigen: 1) que la prisin
preventiva se funde en riesgo de fuga o de entorpecimiento de la investigacin 18; 2) que para
su imposicin resulta imprescindible contar con prueba de cargo suficiente, que permita
afirmar la existencia de un hecho delictivo y la participacin del imputado; 3) que se exige
respetar una regla de proporcionalidad con la pena que se espera y, finalmente, 4) que se
establece una limitacin temporal a su duracin, bajo criterios de razonabilidad.
No obstante, estas exigencias no necesariamente se vinculan con los fines de la pena
-como afirma Palermo-; sino con los principios generales que se han ido desarrollando
como sistema de garantas para limitar la aplicacin y duracin de la prisin
preventiva.
En tal sentido, la naturaleza de medida cautelar (no punitiva) que los precedentes del
sistema interamericano le asignan a la prisin preventiva, nos remiten a la exigencia de dos
requisitos: 1) el requisito fumus bonis iuris (suficiente prueba de cargo que acredite la
existencia de un hecho delictivo y la participacin en l del imputado) 19 y 2) el requisito
periculum in mora (existencia de riesgo de fuga o de entorpecimiento de la investigacin).
Por otra parte, la vigencia de una regla de proporcionalidad que exige el sistema
interamericano de DD.HH. 20, impone: 1) por un lado, que no pueda aplicarse prisin
preventiva cuando no vaya a corresponder pena privativa de libertad o cuando ella proceda,
pero sea susceptible de ser dejada en suspenso 21; 2) por el otro, la limitacin a su duracin,
para que la prisin preventiva no resulte ms gravosa que la pena que se espera (expresada
como prohibicin de exceso) 22.
18