El Niño de La Pedagogía Last - Antelo
El Niño de La Pedagogía Last - Antelo
El Niño de La Pedagogía Last - Antelo
su propio origen. Llegamos a un mundo que nos antecede, lleno de viejos y muertos.
Ninguno de nosotros, hasta nuevo aviso, proviene del encuentro entre un vulo y un
espermatozoide. O, como deca el genial Oscar Masotta, slo para una madre
psictica su hijo es un feto. Se nace incluso entonces antes del encuentro natural, en
un mundo de anhelos y palabras. El nacer (el hacer nacer) comporta un enorme
esfuerzo, una iniciacin y un artificio. Una definicin precisa, acadmica y espaola,
ayuda: Nacer: dicho de una cosa: empezar desde otra, como saliendo de ella. Nos
gusta decir de los nuevos ejemplares que se incorporan a la familia lo siguiente: A
quin sale?
Y, qu trae (adems de pan bajo el brazo) el que nace? Qu noticia? Qu
novedad? Algunos dicen esperanza. Se afirma que hay esperanza porque vienen
nios al mundo. Lo contrario es lo infrtil, una fotografa posible de nuestro presente.
El arribo de un nio constata un trabajo respecto a la decisin de reproducir, dar
continuidad y perpetuar la especie. Engendrar (3) es en cierta forma procrear,
propagar y dar forma a la especie. Engendrar es suponer herencia, linaje y
descendencia. La fbrica de nios est abierta las 24 hs. La pedagoga, si aspira a
la supervivencia, precisa involucrarse con unas teoras de la recepcin, la
hospitalidad y el amparo. Del nacer, nacer una reunin destinada a cobijar. La
reunin alrededor de lo que nace es la familia (as la define con belleza Jacques
Derrida) y es por eso que los problemas actuales relativos a la transformacin,
reinvencin y desorden de la familia, son problemas educativos.
Es cierto que para otros, nacer es un problema, la reproduccin es un problema, el
problema. Son los que se interrogan por lo que no nace, por lo que no debera nacer,
por la renuncia a hacer nacer. Fernando Vallejo, escritor y polemista de tiempo
completo, seala un litigio: compitiendo las ansias de matar con la furia
reproductora. () Yo no s, yo no hice este mundo, cuando aterric ya estaba
hecho. Es que la vida es as: cosa grave, parcero. Por eso vuelvo y repito: no hay
que andar imponindola. Que el que nazca, nazca solo, por su propia cuenta y
riesgo y generacin espontnea (4).
Es cierto que todo este asunto del nacer parece estar patas para arriba. Las
coordenadas bsicas de la procreacin y la natalidad, los debates sobre el aborto y
la eutanasia as como otros temas conexos ligados a la biotecnologa y a la
farmacologa han pasado a ser problemas de inters pedaggico. Asistimos a la
proliferacin de fantasas poco fantsticas de nios nacidos fuera del cuerpo de una
madre biolgica, en un tero prestado y por medio de un semen que ya no es el del
padre (5). Asistimos atnitos a un aluvin de novedades acerca de lo que se hace
con lo que nace.
Volvamos a las preguntas. Ser todo nio nacido, nacido para educar? No
sabemos, pero s sabemos que sin nuevos por llegar no hay nios por venir, y sin
nios en el porvenir no hay trabajo educativo por hacer. O s?
Cuidar - Criar
Si el desamparo (6), la inermidad o la falta de ser estn en el nacimiento de la vida
anmica, un nio introduce en la reflexin pedaggica problemas asociados al
reconocimiento y la acogida (ambas prcticas de registro e inscripcin) a la vez que
propone otro tipo de problemas relativos a las modalidades del auxilio ajeno, la
asistencia, la intervencin y la responsabilidad entendida como una forma
privilegiada de cuidado. Si el cachorro deviene humano en el instante mismo en el
que al registrarlo se lo cuenta, es preciso luego inscribirlo en los cuadros sociales
que sern, para l y los suyos, sus soportes principales. La institucin de humanidad
se produce mediante la inscripcin de la carne humana en un cuadro genealgico
hacerlo domstico. Son esos cuadros anteriores de los que hablamos y que
proporcionan los medios de orientacin de los que se carece al nacer. Como seala
Sloterdijk: el hecho de que el hombre haya podido convertirse en el ser que est en
el mundo tiene unas profundas races en la historia del gnero humano de la que
nos dan cierta idea los insondables conceptos de nacimiento prematuro, neotenia e
inmadurez animal crnica del hombre. An se podra ir ms all y designar al
hombre como el ser que ha fracasado en su ser-animal y en su mantenerse como
animal. Al fracasar como animal, el ser indeterminado se precipita fuera de su
entorno y, de este modo, logra adquirir el mundo en un sentido ontolgico (Sloterdijk,
2000:55).
Pero existen quienes sostienen la diferencia radical entre la domesticacin y la cra,
o que cuestionan la relacin necesaria entre cra, domesticacin y adiestramiento al
denunciar en el gesto del domesticador una voluntad de docilizar, amansar,
apaciguar, empequeecer. Nietzsche es el que plantea con vigor el conflicto y quien,
como recuerda Sloterdijk, barrunta un espacio en el que darn comienzo inevitables
peleas sobre la direccin que ha de tomar la cra de hombres (10).
Si parir no es sin esfuerzo, criar es un esfuerzo mayor cuyo objetivo central es
incorporar a la cra al parque humano. El nacido una vez nacido, ser nacido de y
nacido para. Una rara propensin natural. Una determinacin, una marca. Por
ejemplo, nacido para matar. Es aquella cuestin tan familiar sobre aquello que el
nio trae de la cuna. Criar es el resultado provisorio de lo que se escribe sobre lo
que nace. Criar es marcar. En cierta forma somos el resultado (esto es lo que las
definiciones inigualables de Rousseau y Kant sobre educacin parecen querer
expresar) de lo que hemos hecho con lo que nos ha sido dado. Qu tipo de marcas
son estas marcas que la educacin deja a su paso?
Como seala Sloterdijk, la disputa por el monopolio de la crianza de los recin
llegados no puede ser acallada fcilmente. No basta con denunciar el complot de los
criadores o la verticalidad y arbitrariedad de los que se dirigen a los recin llegados
en nombre de no s qu candidez y buenos sentimientos. Si bien criar no es
necesariamente domesticar, el conjunto que conforman maleabilidad, plasticidad y el
carcter relativamente influenciable de la materia humana, invita a todas las formas
y artificios de la manipulacin, modelacin y fabricacin de otros. El padre del aula
deca que un nio no es ms que un animal que se educa y dociliza (11).
Nuestros lxicos temerosos suelen definir este deporte bajo el trmino formacin
que, en apariencia, se presenta como ms benigno y menos invasivo.
Engendramiento, como hemos recordado, es una palabra difcil pero adecuada. En
tanto la disputa no es slo por el monopolio de la cra sino, ms precisamente, por la
seleccin y distribucin de las mismas en el tiempo y en el espacio, la crianza de lo
que todava no es camina siempre sobre el filo del desprecio. Se puede hacer
cualquier experimento con lo viviente? (12).
Si como se ha dicho tantas veces, desarrollar al otro supone cierto menosprecio (o
un precio congelado) u ofensa frente a un ser no convertido an en lo que debe ser
(en lo que otros mayores determinan qu deber ser), el desarrollo o educacin de los
otros no desarrollados aparenta estar en franca desventaja frente a otras
intervenciones, tan o ms artificiales de produccin de carne humana. Como si la
bildung* (entendida como formacin del otro) entrara en suspenso. Las ciegas
marcas prcticas que se imprimen sobre la cra son reversibles? Qu tan
determinantes son? Richard Rorty ha desplegado una teora sobre las ciegas
marcas que nuestras acciones llevan y ha procurado mostrar cmo somos el
resultado siempre revisitado del puado de contingencias en que ha consistido
nuestra educacin (Rorty, 1991). Una crtica mesurada a esta idea de Rorty puede
encontrarse en un texto de Eric Berenguer disponible en la web cuyo nombre es
precisamente ese: las ciegas marcas que nuestras acciones llevan. Los pedagogos
nos debemos una serie de pensamientos sobre las modalidades de impresin y
transcripcin de marcas exteriores y el grado de determinacin que expresan (13).
Si toda pedagoga anda con su nio a cuestas, educar ser desde el comienzo una
preocupacin por el transporte pre y post-locomocional, el acarreo y el traslado. Si el
hombre es el animal, el emigrante, abocado al cambio de domicilio (Sloterdijk,
1998:89), la pedagoga tendr que especificar quines sern los encargados,
porteros, funcionarios, repartidores de destinos, domsticos y domiciliarios, cules
sus funciones respectivas y qu hacer a la entrada, en la travesa y a la salida del
mundo fsico. Se lo carga, es cierto, en tanto no puede andar slo, en tanto dbil e
inerme, pero se lo carga, cuida y custodia tambin para que no desve el camino.
Retengamos la pertinente aseveracin de Peter Sloterdijk sobre el impulso ineludible
del animal polivalente a marcharse y salirse de ruta (Sloterdijk, 1998:118).
Si educar consiste en cargar nios, transportarlos, cuidarlos, llevarlos fuera, y
soltarlos, hacia la endeblez de esa cosa llamada vida adulta, es juntndose y
separndose de los otros, que el nio resultante (una vez incorporado a la familia /
reunin de bpedos parlantes) permanece en un primer momento fundido y
confundido con los auxiliadores de turno. Parsito de tiempo completo, no bien
dispone de fuerza y vocabulario suficiente se resiste a la formacin, en cualquiera de
sus variedades y se retira. Se resiste y persiste en su querer irse. Ir ms all de los
cuidadores de turno. La supuesta docilidad (14) se transforma en una quimera y el
desacople entre el auxilio ajeno prestado y el producto recibido a cambio es a
nuestro favor maysculo. Bien podra llamarse adulto al resto siempre incalculable
de toda poltica de crianza. Y la educacin de un nio pasa a ser (una vez puesta en
marcha) una batalla siempre desigual (la debilidad tambin corre del lado del
auxiliador) entre formas (15).
El horizonte de intervencin pedaggica se esclarece de algn modo cuando la
pedagoga se instala -no puede no hacerlo- en aquel terreno en donde lo que
predomina es justamente lo que tiene la forma del no ser an, de lo que parece no
tener an, todava, forma: de lo informe. Pues, buena parte de su oficio consiste o ha
consistido en un combate entre formas. Como muestra encontramos a un Diderot
que dice amar la infancia, por su profunda indeterminacin y en tanto hay ms vida y
menos formas (que en un cuadro). A medida que se introducen las formas,
desaparece la vida (Diderot, 1767, citado en Snyders, 1974:29). Ceremonia del tome
y daca, del terminar sin terminar, de dar para quitar o viceversa. Dnde pues
buscar el rumbo que lo informe exige?
Kant lee el Emilio y su tratado de pedagoga empieza con la siguiente afirmacin: el
hombre es la nica criatura que ha de ser educada (16). Nuevamente, la
desproporcin con el mundo animal. Cras y criaturas. En este caso no son tortugas
sino pjaros, lobos, caballos y perros. Golondrinas, por ejemplo, canarios, gorriones.
Las golondrinas no precisan de cuidados y es que cuidar es un verbo de uso
humano. Vean ustedes, dice Kant, cmo la golondrina se las ingenia con su
excremento para que caiga fuera del nido. Los animales precisan envoltura, calor y
gua pero no inodoros. Alimento, tal vez, pero no cuidado. La golondrina -como los
ngeles para Pico della Mirndola- completa Kant, con extrema precisin, lo es ya
todo, viene con todas las provisiones incluidas. El cachorro humano viene sin
instrucciones, ni plan, ni nada y adems al inicio no puede solo. De ah que la tarea
de proporcionarle el plan de su conducta la cumplan otros.
La dependencia es el aire (por momentos sofocante) que respiran los bpedos
parlantes, cierto que ms visiblemente en el caso de sus ejemplares noveles. Lo
"hetero" y los avatares de la proximidad son insumos claves para la reflexin
pedaggica. Pero la heteronoma no es la ley del buen encuentro con el otro (as
como la autonoma no es la ley de la buena separacin). De ah que sacrselos de
encima (a los adultos cuidadores, claro) sea la tarea educativa por excelencia. Al
respecto dice Peter Sloterdijk: El hombre es el animal que no puede irse (...) La
misma humanizacin slo es inteligible como la salida que el animal sin salida se
procura en su huida hacia delante. En eso, son los hombres de cabeza a los pies,
criaturas de la huida hacia delante, vstagos de la metfora, de la metamorfosis. En
tanto, para hallar una salida, se empean en todo tipo de esfuerzos para ser otros,
mantienen en marcha la historia de la especie como trabajo para salir adelante.
(Sloterdijk, 1998:59).
Tal vez, la pedagoga precise unas ideas ms convincentes de movimiento,
movilidad, carrera, recorrido, desplazamiento o travesa. Si bien la educacin no es
ciertamente para toda la vida, la recepcin y el cuidado acrecientan su chance en la
medida en que localizan en el horizonte una meta garantizada por la magnitud del
verbo diferir. Diferir, cambiar de versin, salir, crecer. La pedagoga trabaja sobre lo
que es, pero ms lo hace sobre la forma misma de lo que puede ser, de lo que an
no es. Un trayecto le es imprescindible. Cunto debe durar la educacin? Dura
-responde Kant- lo que dura la infancia.
La noche de la pedagoga. De la indefensin de la cra sapiens a la
omnipotencia magisterial
Se puede ser pedagogo y no ser un idiota? Se puede ser pedagogo y no ser
despreciable? Se puede ser pedagogo sin jugar a ser el hacedor? Se puede ser
pedagogo y no ser megalmano? No hay en la idea de formacin un deseo
omnipotente y extrao? No estamos siempre rondando la eugenesia? Mi respuesta
provisional es no s. Veamos.
Richard Sennett dice en sus libros sobre el respeto y la cooperacin que hay dos
maneras de lidiar con la gente: tratarlos tal como son o tal como deberan ser. Es
bien cierto que la inermidad crnica a la que hicimos referencia invita a todas los
experimentos imaginados y por imaginar. Como hemos visto, la falta de ser que
caracteriza al ejemplar humano al nacer libera el juego de intervenciones adultas
ms o menos contingentes en cuyo repertorio nunca faltan anhelos megalmanos de
fabricacin o liberacin. Todo sucede como si el acto educativo no pudiera no poder
no despreciar a quien ocupa temporalmente la posicin de educando. O acaso es
posible dirigirse en tren pedaggico al ya educado? Como sabemos, quien se dirige
a nios y jvenes con afn educativo precisa suponer que stos no estn an
suficientemente educados. Repito: acaso tiene algn sentido el esfuerzo de educar
al ya educado? Y si eso fuera o fuese necesario, no sera la palabra reeducacin
una seal indiscutible del deseo que anima la accin educativa? No seramos todos
los pedagogos por definicin unos farsantes que viven de la debilidad ajena? No
estaramos repitiendo una forma perfeccionada del menosprecio?
Es tan fcil decir que no, que en realidad podemos ser buenos, justos, crticos,
creativos, innovadores (todos conocemos la impostura de ese vocabulario
sentimentaloide que no hace ms que exacerbar nuestra tendencia al oprobio), que
estamos obligados a sospechar de la bonhoma pedaggica y del deseo que la
anima.
Hagamos una pregunta de otro tenor: cmo se puede pensar una intervencin
pedaggica que no sea omnipotente, pretenciosa, desmesurada o
desproporcionada? Qu remedio est disponible para la arrogancia educativa
crtica o tradicional? Francamente lo ignoramos, pero tal vez la bsqueda debiera
incluir la negativa a arrogarse la hechura del semejante y la audacia de estar
dispuesto a desaparecer como influyente.
Por otro lado, tiendo a pensar que la apora del afn pedaggico se sintetiza a travs
de la nocin supongo que acuada por Jon Elster- de subproducto. Es decir,
aquellos estados emocionales que solo se producen cuando uno abandona la
pretensin de producirlos. Creo que el pedagogo no puede no desear producir algo
en los otros. Disfrazado de crtico, activo o constructivista, sabe de antemano dnde
se habr de llegar. La fantasa del copyright y la megalomana concomitante son
parte del deseo de educar. No hay muestra ms palmaria de ese gesto que la
relacin parasitaria que establecemos con la ignorancia y/o de lo que le falta a su
destinario de turno. Como dice sin miramientos Rancire: es el maestro el que
precisa al ignorante y no al revs.
Tal vez la palabra idiota resulte hostil; podemos usar imbcil, a la que el diccionario
le quita parte de su aspereza: Alelado, escaso de razn, flaco, dbil. Casi todos
conocemos la versin popular que circula en la academia: un imbcil es alguien que
no puede solo, que depende de otro para caminar, el que usa un bastn. Esa
descripcin denota cierta debilidad fsica y mental. Ya que estamos, recuerden el
esclavismo crnico del pedagogo, obligado a transportar al nio que no puede solo.
En la tica del psicoanlisis Lacan advierte acerca de la cercana entre pedagoga
y ortopedia. A partir de esa suposicin, me interesa discutir la nocin de desprecio.
Pienso que tal vez el pedagogo no puede no despreciar al nio. Por qu?
Tomemos la idea misma de desarrollo. Para desarrollar es necesario suponer que el
otro no est suficiente mente desarrollado. Otra tanto con la famosa conciencia:
desarrollar o formar la conciencia precisa suponer que el otro no est
suficientemente concientizado. Eso le hace decir a Peter Sloterdijk que la idea de
desarrollo resulta insultante pues los destinatarios no han llegado a convertirse en
lo que deben ser. Pregunto, no es se acaso el afn pedaggico por excelencia?
Y, no es sa una forma palmaria del desprecio?
Cerremos este ensayo con una cita de Baruch Spinoza: el desprecio se suscita a
raz de la representacin de una cosa que impresiona tan poco al alma, que sta,
ante la presencia de esa cosa, tiende ms bien a representar lo que en ella no hay
que lo que hay.
Notas
(1) Vase el comentario de Meirieu en Frankenstein Educador (pgina 71) sobre el
anuncio bblico.
(2) "Yo cre al principio, desde el principio, en el origen, que a los chicos los hacen
los padres. Y supe ms tarde, que mi verdad son las cigeas, ellas traen a los
chicos, ellas solas, y los padres qu hacen? Los padres suean, suean. Las
cigeas arrasan los cielos. Cruzan las nubes, pelean a picotazos a la cra, mientras
los padres suean". Principio. En: Rodrguez, Martn (2005): Maternidad Sard. Vox.
Bs. As.
(3) "No soy yo quien te engendra. Son los muertos. Son mi padre, su padre y sus
mayores; son los que un largo ddalo de amores trazaron desde Adn y los
desiertos de Can y de Abel, en una aurora tan antigua que ya es mitologa, y llegan,
sangre y mdula, a este da del porvenir, en que te engendro ahora. Siento su
multitud. Somos nosotros y, entre nosotros, t y los venideros hijos que has de
engendrar. Los postrimeros y los del rojo Adn. Soy esos otros, tambin. La
eternidad est en las cosas del tiempo, que son formas presurosas". J.L. Borges, Al
Hijo.
(4) El visible universo era una ilusin o (ms precisamente) un sofisma. Los espejos
y la paternidad son abominables (mirrors and fatherhood are hateful) porque lo
multiplican y lo divulgan (Borges).
(5) "Se puede recoger el semen de un hombre en coma de la misma manera que en
el caso de una parapljico, por medio de una tcnica de electro eyaculacin (). En
California, un hombre redact un testamento, don su semen a su amiga, eligi un
nombre para el nio a quien dej una carta e hizo congelar las muestras, todo antes
de suicidarse. Un hijo de su primer matrimonio intent una accin judicial para
impedir ese embarazo. Se plante entonces la cuestin de si ese semen deba
considerarse como parte de la sucesin y, de ser as, si la amiga, heredera del 20%
de los bienes, poda obtener el 20% de la sustancia. En la apelacin, el semen
termin por asignarse a la mujer". Roudinesco, Elisabeth (2003): La familia en
desorden. FCE.
(6) En un texto de consecuencias mltiples para las artes y oficios de la crianza y la
educacin, Sigmund Freud afirma que el cachorro ser inerme, incapaz, desvalido y
ser un individuo experimentado el que advierta el estado del nio (Freud,
1986:362,363). Desde el inicio el psicoanlisis situar como punto de partida la
indefensin, el desamparo absoluto de un organismo inerme frente a la necesidad,
incapaz de aliviarla y de calmar la excitacin interna sin la produccin de una
alteracin exterior que aporte el objeto de la necesidad y permita la accin especfica
y apaciguadora. La incapacidad del organismo para sobrevivir lo consagra a la
muerte. Slo el Otro podr salvarlo y de ello derivar su oscura autoridad
(Braunstein, 1995:29).
(7) http://www.rebelion.org/hemeroteca/cultura/desconciertos210501.htm
(8) Ver: perfectibilidad*
(9) En lo que se refiere al prefijo , el nio, Marrou lo distingue del prvulo (menor
de siete aos) y del adolescente (de 14 a 21 aos). Marrou seala que este nio del
prefijo , permanece en el seno familiar, entre manos femeninas; los Antiguos,
tan preocupados por la finalidad humana de la educacin (el nio como tal no
interesa), casi no se ocupan de esta primera fase, que para ellos no integra el
proceso de la paideia en el pleno sentido de la palabra (Marrou, 1985:138). "Los
antiguos se hubieran burlado de la gravedad con que nuestros especialistas de
Jardn de infancia o de la escuela materna, por ejemplo Froebel o la seora
Montessori discurren los juegos ms elementales para extraer de ellos sus
propiedades educativas (...) Desarrollar al nio en s mismo y en su condicin de tal,
como se esfuerzan en hacerlo nuestros pedagogos, les habra parecido a los
Antiguos una preocupacin verdaderamente intil" (Ibd.: 191). Para un anlisis de
los trminos pedagoga y pedagogos vase Ins Dussel y Marcelo Carusso, La
invencin del aula (1999) y Volver a Educar (1995) de Adriana Puiggrs.
(10) l pretende llamar por su nombre a los que hasta ahora han ostentado el
monopolio de la cra los curas y los profesores- que se presentaban como los
amigos del hombre (63 y 64). Dice Nietzsche: "en todos los tiempos se ha querido
reformar a los hombres: esto es lo que se llam moral por antonomasia. Pero bajo la
misma palabra va oculta la mxima diversidad de tendencias. Tanto la domesticacin
de la bestia hombre como la educacin de una determinada especie de hombres fue
llamada reforma; precisamente estos trminos zoolgicos expresan realidades;
ciertamente, realidades de las que el reformador tpico, el sacerdote, no sabe nada,
no quiere saber nada. Llamar perfeccionamiento de un animal a su domesticacin es
a nuestros ojos casi una burla" (Nietzsche, 1984:47).
(11) Citado por Carli (1999: 23). Conviene no perder de vista que Sarmiento fue el
primer presidente de la Sociedad protectora de animales.
(12) Se puede. Tanto en el parque humano de Peter Sloterdijk como en El ltimo
hombre en una botella de Fukuyama, se ponen en discusin esos lmites. En un
artculo denominado "El Hombre Nuevo", Slavoj Zizek muestra parte del estado de la
disputa que la manipulacin (el nuevo formato de la manipulacin) genera. Vean, de
todos modos, la siguiente problematizacin de un pedagogo: "La cuestin de si es
permitido matar ha llegado a ser al fin para el hombre un caso de conciencia. Si por
una palabra mgica se pudiera transformar a un hombre en un animal o en otro