Himnos Oficio Divino
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Himnos Oficio Divino
de lectura
TE
DEUM
A
T,
oh
Dios,
te
alabamos,
a
T,
Seor,
te
reconocemos.
A
T,
eterno
Padre,
te
venera
toda
la
creacin.
Los
ngeles
todos,
los
cielos
y
todas
las
potestades
te
honran.
Los
querubines
y
serafines
te
cantan
sin
cesar:
Santo,
Santo,
Santo
es
el
Seor,
Dios
del
universo.
Los
cielos
y
la
tierra
estn
llenos
de
la
majestad
de
tu
gloria.
A
T
te
ensalza
el
glorioso
coro
de
los
apstoles,
la
multitud
admirable
de
los
profetas,
el
blanco
ejrcito
de
los
mrtires.
A
T
la
Iglesia
santa,
extendida
por
toda
la
tierra,
te
aclama:
Padre
de
inmensa
majestad,
Hijo
nico
y
verdadero,
digno
de
adoracin,
Espritu
Santo,
Defensor.
T
eres
el
Rey
de
la
gloria,
Cristo.
T
eres
el
Hijo
nico
del
Padre.
T,
para
liberar
al
hombre,
aceptaste
la
condicin
humana
sin
desdear
el
seno
de
la
Virgen.
T,
rotas
las
cadenas
de
la
muerte,
abriste
a
los
creyentes
el
reino
del
cielo.
T
te
sientas
a
la
derecha
de
Dios
en
la
gloria
del
Padre.
Creemos
que
un
da
has
de
venir
como
juez.
Te
rogamos,
pues,
que
vengas
en
ayuda
de
tus
siervos,
a
quienes
redimiste
con
tu
preciosa
sangre.
Haz
que
en
la
gloria
eterna
nos
asociemos
a
tus
santos.
Salva
a
tu
pueblo,
Seor,
y
bendice
tu
heredad.
S
su
pastor
y
enslzalo
eternamente.
Da
tras
da
te
bendecimos
y
alabamos
tu
nombre
para
siempre,
por
eternidad
de
eternidades.
2
Dgnate,
Seor,
en
este
da
guardarnos
del
pecado.
Ten
piedad
de
nosotros,
Seor,
ten
piedad
de
nosotros.
Que
tu
misericordia,
Seor,
venga
sobre
nosotros,
como
lo
esperamos
de
T.
En
T,
Seor,
confi,
no
me
ver
defraudado
para
siempre.
Tiempo
Ordinario
Laudes
I
ES
DOMINGO;
UNA
LUZ
NUEVA
Es
domingo;
una
luz
nueva
resucita
la
maana
con
su
mirada
inocente,
llena
de
gozo
y
de
gracia.
Es
domingo;
la
alegra
del
mensaje
de
la
Pascua
es
la
noticia
que
llega
siempre
y
que
nunca
se
gasta.
Es
domingo;
la
pureza
no
solo
la
tierra
baa
que
ha
penetrado
en
la
vida
por
las
ventanas
del
alma.
Es
domingo;
la
presencia
de
Cristo
llena
la
casa:
la
Iglesia,
misterio
y
fiesta,
por
El
y
en
El
convocada.
Es
domingo;
"este
es
el
da
que
hizo
el
Seor",
es
la
Pascua,
da
de
la
creacin
nueva
y
siempre
renovada.
Es
domingo;
de
su
hoguera
brilla
toda
la
semana
y
vence
oscuras
tinieblas
en
jornadas
de
esperanza.
Es
domingo;
un
canto
nuevo
toda
la
tierra
le
canta
al
Padre,
al
Hijo,
al
Espritu,
nico
Dios
que
nos
salva.
Amn.
3
II
Hombre
quisiste
hacerme,
no
desnuda
inmaterialidad
de
pensamiento.
Soy
una
encarnacin
diminutiva;
el
arte,
resplandor
que
toma
cuerpo:
la
palabra
es
la
carne
de
la
idea:
Encarnacin
es
todo
el
universo!
Y
el
que
puso
esta
ley
en
nuestra
nada
hizo
carne
su
verbo!
As:
tangible,
humano,
fraterno.
Ungir
tus
pies,
que
buscan
mi
camino,
sentir
tus
manos
en
mis
ojos
ciegos,
hundirme,
como
Juan,
en
tu
regazo,
y,
-Judas
sin
traicin-
darte
mi
beso.
Carne
soy,
y
de
carne
te
quiero.
Caridad
que
viniste
a
mi
indigencia,
qu
bien
sabes
hablar
en
mi
dialecto!
As,
sufriente,
corporal,
amigo,
Cmo
te
entiendo!
Dulce
locura
de
misericordia:
los
dos
de
carne
y
hueso!
Gloria
al
Padre,
y
al
Hijo,
y
al
Espritu
Santo.
Amn.
VII
GRACIAS,
SEOR,
POR
LA
AURORA
Gracias,
Seor,
por
la
aurora;
gracias,
por
el
nuevo
da;
gracias,
por
la
Eucarista;
gracias,
por
nuestra
Seora:
Y
gracias,
por
cada
hora
de
nuestro
andar
peregrino.
Gracias,
por
el
don
divino
de
tu
paz
y
de
tu
amor,
la
alegra
y
el
dolor,
al
compartir
tu
camino.
Gloria
al
Padre,
gloria
al
Hijo,
gloria
al
Espritu
Santo,
por
los
siglos
de
los
siglos.
Amn.
VIII
SOMOS
EL
PUEBLO
DE
LA
PASCUA
Somos
el
pueblo
de
la
Pascua,
Aleluya
es
nuestra
cancin,
Cristo
nos
trae
la
alegra;
levantemos
el
corazn.
El
Seor
ha
vencido
al
mundo,
4
muerto
en
la
cruz
por
nuestro
amor,
resucitado
de
la
muerte
y
de
la
muerte
vencedor.
El
ha
venido
a
hacernos
libres
con
libertad
de
hijos
de
Dios,
El
desata
nuestras
cadenas;
alegraos
en
el
Seor.
Sin
conocerle,
muchos
siguen
rutas
de
desesperacin,
no
han
escuchado
la
noticia
de
Jesucristo
Redentor.
Misioneros
de
la
alegra,
de
la
esperanza
y
del
amor,
mensajeros
del
Evangelio,
somos
testigos
del
Seor.
Gloria
a
Dios
Padre,
que
nos
hizo,
gloria
a
Dios
Hijo
Salvador,
gloria
al
Espritu
divino:
tres
Personas
y
un
solo
Dios.
Amn.
IX
HOY
QUE
S
QUE
MI
VIDA
ES
UN
DESIERTO
Hoy
que
s
que
mi
vida
es
un
desierto,
en
el
que
nunca
nacer
una
flor,
vengo
a
pedirte,
Cristo
jardinero,
por
el
desierto
de
mi
corazn.
Para
que
nunca
la
amargura
sea
en
mi
vida
ms
fuerte
que
el
amor,
pon,
Seor,
una
fuente
de
alegra
en
el
desierto
de
mi
corazn.
Para
que
nunca
ahoguen
los
fracasos
mis
ansias
de
seguir
siempre
tu
voz,
pon,
Seor,
una
fuente
de
esperanza
en
el
desierto
de
mi
corazn.
Para
nunca
busque
recompensa
al
dar
mi
mano
o
al
pedir
perdn,
pon,
Seor,
una
fuente
de
amor
puro
en
el
desierto
de
mi
corazn.
Para
que
no
me
busque
a
m
cuando
te
busco
y
no
sea
egosta
mi
oracin,
pon
tu
cuerpo,
Seor,
y
tu
palabra
en
el
desierto
de
mi
corazn.
Amn
X
PORQUE,
SEOR,
YO
TE
HE
VISTO
Porque,
Seor,
yo
te
he
visto
y
quiero
volverte
a
ver,
quiero
creer.
Te
v,
s,
cuando
era
nio
y
en
agua
me
bautic,
y,
limpio
de
culpa
vieja,
sin
velos
te
pude
ver.
Devulveme
aquellas
puras
transparencias
de
aire
fiel,
devulveme
aquellas
nias
de
aquellos
ojos
de
ayer.
Estn
mis
ojos
cansados
de
tanto
ver
luz
sin
ver;
por
la
oscuridad
del
mundo,
voy
como
un
ciego
que
ve.
T
que
diste
vista
al
ciego
y
a
Nicodemo
tambin,
filtra
en
mis
secas
pupilas
dos
gotas
frescas
de
fe.
XI
ESTATE,
SEOR,
CONMIGO
Estate,
Seor,
conmigo
siempre,
sin
jams
partirte,
y,
cuando
decidas
irte,
llvame,
Seor,
contigo;
porque
el
pensar
que
te
irs
me
causa
un
terrible
miedo
de
si
yo
sin
ti
me
quedo,
de
si
t
sin
m
te
vas.
Llvame
en
tu
compaa,
donde
tu
vayas,
Jess,
porque
bien
s
que
eres
t
la
vida
del
alma
ma;
si
t
vida
no
me
das,
yo
s
que
vivir
no
puedo,
ni
si
yo
sin
ti
me
quedo,
ni
si
t
sin
m
te
vas.
Por
eso,
ms
que
a
la
muerte,
temo,
Seor,
tu
partida
y
quiero
perder
la
vida
mil
veces
ms
que
perderte;
pues
la
inmortal
que
tu
das
s
que
alcanzarla
no
puedo
cuando
yo
sin
ti
me
quedo,
cuando
t
sin
m
te
vas.
Amn.
5
XII
POR
EL
DOLOR
CREYENTE
Por
el
dolor
creyente
que
brota
del
pecado;
por
haberte
querido
de
todo
corazn;
por
haberte,
Dios
mo,
tantas
veces
negado,
tantas
veces
pedido,
de
rodillas,
perdn.
Por
haberte
perdido,
por
haberte
encontrado.
Porque
es
como
un
desierto
nevado
mi
oracin;
porque
es
como
la
hiedra
sobre
un
rbol
cortado
el
recuerdo
que
brota
cargado
de
ilusin.
Porque
es
como
la
hiedra,
djame
que
te
abrace,
primero
amargamente,
lleno
de
flor
despus,
y
que
a
mi
viejo
tronco
poco
a
poco
me
enlace,
y
que
mi
vieja
sombra
se
derrame
a
tus
pies.
Porque
es
como
la
rama
donde
la
savia
nace,
mi
corazn,
Dios
mo,
suea
que
t
lo
ves!
Amn.
XIII
PADRE
NUESTRO,
PADRE
DE
TODOS
Padre
nuestro,
padre
de
todos,
lbrame
del
orgullo
de
estar
solo.
No
vengo
a
la
soledad
cuando
vengo
a
la
oracin,
pues
s
que,
estando
contigo,
con
mis
hermanos
estoy;
y
s,
estando
con
ellos,
t
ests
en
medio,
Seor.
No
he
venido
a
refugiarme
dentro
de
tu
torren,
como
quien
huye
a
un
exilio
de
aristocracia
interior.
Pues
vine
huyendo
del
ruido,
pero
de
los
hombres
no.
All
donde
va
un
cristiano
no
hay
soledad,
sino
amor,
pues
lleva
toda
la
Iglesia
dentro
de
su
corazn.
Y
dice
siempre
"nosotros",
incluso
si
dice
"yo".
XIV
LLENANDO
EL
MUNDO,
EL
SOL
ABRE
Llenando
el
mundo,
el
sol
abre
la
maana
ms
y
ms.
La
luz
que
transcurre
ahora
an
ms
pura
volver.
Descansa
el
peso
del
mundo
en
alada
suavidad,
teje
la
santa
armona
del
tiempo
en
la
eternidad.
Vivir,
vivir
como
siempre;
vivir
en
siempre,
y
amar,
traspasado
por
el
tiempo,
las
cosas
es
su
verdad.
Una
luz
nica
fluye,
siempre
esta
luz
fluir
desde
el
aroma
y
el
rbol
de
la
encendida
bondad.
Todo
en
rotacin
diurna
descansa
en
su
ms
all,
espera,
susurra,
tiembla,
duerme
y
parece
velar,
mientras
el
peso
del
mundo
tira
del
cuerpo
y
lo
va
enterrando
dulcemente
entre
un
despus
y
un
jams.
Gloria
al
Padre
omnipotente,
gloria
al
Hijo,
que
El
nos
da,
gloria
al
Espritu
Santo,
en
tiempo
y
eternidad.
Amn.
XV
SEOS,
EL
DA
EMPIEZA
Seor,
el
da
empieza.
Como
siempre,
postrados
a
tus
pies,
la
luz
del
da
queremos
esperar.
Eres
la
fuerza
que
tenemos
los
dbiles,
nosotros.
Padre
nuestro,
que
en
los
cielos
ests,
haz
a
los
hombres
iguales:
que
ninguno
se
avergence
de
los
dems;
que
todos
al
que
gime
den
consuelo;
que
todos,
al
que
sufre
del
hambre
la
tortura,
le
regalen
6
en
rica
mesa
de
manteles
blancos
con
blanco
pan
y
generoso
vino;
que
no
luchen
jams;
que
nunca
emerjan,
entre
las
ureas
mieses
de
la
historia,
sangrientas
amapolas,
las
batallas.
Luz,
Seor,
que
ilumine
las
campias
y
las
ciudades;
que
a
los
hombres
todos,
en
sus
destellos
mgicos,
envuelva
luz
inmortal;
Seor,
luz
de
los
cielos,
fuente
de
amor
y
causa
de
la
vida.
Gloria
al
Padre,
y
al
Hijo,
y
al
Espritu
Santo.
Amn.
XVI
SIEMPRE
ES
HORA
DE
LA
GRACIA
Siempre
es
hora
de
la
gracia,
despierte
el
alma
dormida!
Los
cangilones
del
sueo
van
hurtando
el
agua
viva
en
la
noria
de
las
horas,
de
las
noches
y
los
das.
Peldaos
de
eternidad
me
ofrece
el
tiempo
en
su
huda,
s,
ascendiendo
paso
a
paso,
lleno
mis
manos
vacas.
Slo
el
tiempo
se
redime,
quitndole
su
malicia.
Como
una
sombra
se
esfuma
del
hombre
vano
los
das,
pero
uno
solo
ante
Dios
cuenta
mil
aos
de
espigas.
"Tus
aos
no
morirn",
leo
en
la
Sagrada
Biblia:
lo
bueno
y
noble
perdura
eternizado
en
la
dicha.
Sembrar,
mientras
es
tiempo,
aunque
me
cueste
fatigas.
Al
Padre,
al
Hijo,
al
Espritu
alabe
toda
mi
vida:
El
rosario
de
las
horas,
de
las
noches
y
los
das.
Amn.
XVII
AUTOR
DEL
CIELO
Y
EL
SUELO
Autor
del
cielo
y
el
suelo,
que,
por
dejarlas
ms
claras,
las
grandes
aguas
separas,
pones
un
lmite
al
hielo.
T
que
das
cauce
al
riachuelo
y
alzas
la
nube
a
la
altura,
t
que
en
cristal
de
frescura
sueltas
las
aguas
del
ro
sobre
las
tierras
de
esto,
sanando
su
quemadura,
danos
tu
gracia,
piadoso,
para
que
el
viejo
pecado
no
lleve
al
hombre
engaado
a
sucumbir
a
su
acoso.
Hazle
en
la
fe
luminoso,
alegre
en
la
austeridad,
y
hgale
tu
claridad
salir
de
sus
vanidades;
dale,
Verdad
de
verdades,
el
amor
a
tu
verdad.
Amn.
XVIII
LA
NOCHE,
EL
CAOS,
EL
TERROR
La
noche,
el
caos,
el
terror,
cuanto
a
las
sombras
pertenece
siente
que
el
alba
de
oro
crece
y
anda
ya
prximo
el
Seor.
El
sol,
con
lanza
luminosa,
rompe
la
noche
y
abre
el
da;
bajo
su
alegre
travesa,
vuelve
el
color
a
cada
cosa.
El
hombre
estrena
claridad
de
corazn,
cada
maana;
se
hace
la
gracia
ms
cercana
y
es
ms
sencilla
la
verdad.
Puro
milagro
de
la
aurora!
Tiempo
de
gozo
y
eficacia:
Dios
con
el
hombre,
todo
gracia
bajo
la
luz
madrugadora.
Oh
la
conciencia
sin
malicia!
La
carne,
al
fin,
gloriosa
y
fuerte!
Cristo
de
pi
sobre
la
muerte,
y
el
sol
gritando
la
noticia.
Gurdanos
t,
Seor
del
alba,
puros,
austeros,
entregados;
hijos
de
luz
resucitados
en
la
Palabra
que
nos
salva.
Nuestros
sentidos,
nuestra
vida,
cuanto
oscurece
la
conciencia
vuelve
a
ser
pura
transparencia
bajo
la
luz
recin
nacida.
Amn.
7
XIX
AL
FILO
DE
LOS
GALLOS
Al
filo
de
los
gallos,
viene
la
aurora;
los
temores
se
alejan
como
las
sombras.
Dios,
Padre
nuestro,
en
tu
nombre
dormimos
y
amanecemos!
Como
luz
nos
visitas,
Rey
de
los
hombres,
como
amor
que
vigila
siempre
de
noche;
cuando
el
que
duerme,
bajo
el
signo
del
sueo,
prueba
la
muerte.
Del
sueo
del
pecado
nos
resucitas,
y
es
seal
de
tu
gracia
la
luz
amiga.
Dios
que
nos
velas!
T
nos
sacas
por
gracia
de
las
tinieblas.
Gloria
al
Padre,
y
al
Hijo,
gloria
al
Espritu,
al
que
es
paz,
luz
y
vida,
al
Uno
y
Trino;
gloria
a
su
nombre
y
al
misterio
divino
que
nos
lo
esconde.
Amn.
XX
EN
EL
NOMBRE
DEL
PADRE
En
el
nombre
del
Padre,
del
Hijo
y
del
Espritu,
salimos
de
la
noche
y
estrenamos
la
aurora;
saludamos
el
gozo
de
la
luz
que
nos
llega
resucitada
y
resucitadora.
Tu
mano
acerca
el
fuego
a
la
tierra
sombra,
y
el
rostro
de
las
cosas
se
alegra
en
tu
presencia;
silabeas
el
alba
igual
que
una
palabra;
tu
pronuncias
el
mar
como
sentencia.
Regresa,
desde
el
sueo,
el
hombre
a
su
memoria,
acude
a
su
trabajo,
madruga
a
sus
dolores;
le
confas
la
tierra,
y
a
la
tarde
la
encuentras
rica
de
pan
y
amarga
de
sudores.
Y
t
te
regocijas,
oh
Dios,
y
tu
prolongas
en
sus
pequeas
manos
tus
manos
poderosas;
y
estis
de
cuerpo
entero
los
dos
as
creando,
los
dos
as
velando
por
las
cosas.
Bendita
la
maana
que
trae
la
noticia
de
tu
presencia
joven,
en
gloria
y
podero,
la
serena
certeza
con
que
el
da
proclama
que
el
sepulcro
de
Cristo
est
vaco!
Amn.
XXI
CRECE
LA
LUZ
BAJO
TU
HERMOSA
MANO
Crece
la
luz
bajo
tu
hermosa
mano,
Padre
celeste,
y
suben
los
hombres
matutinos
al
encuentro
de
Cristo
Primognito.
El
hizo
amanecer
en
tu
presencia
y
enalteci
la
aurora
cuando
no
estaba
el
hombre
sobre
el
mundo
para
poder
cantarla.
El
es
principio
y
fin
del
universo,
y
el
tiempo,
en
su
cada,
se
acoge
al
que
es
la
fuerza
de
las
cosas
y
en
l
rejuvenece.
El
es
la
luz
profunda,
el
soplo
vivo
que
hace
posible
el
mundo
y
anima,
en
nuestros
labios
jubilosos,
el
himno
que
cantamos.
He
aqu
la
nueva
luz
que
asciende
y
busca
su
cuerpo
misterioso;
he
aqu,
en
el
ancho
sol
de
la
maana,
el
signo
de
su
gloria.
Y
t
que
nos
lo
entregas
cada
da,
revlanos
al
Hijo,
potencia
de
tu
diestra
y
Primognito
de
toda
criatura.
Amn.
XXII
SEOR
DE
NUESTRAS
HORAS
Seor
de
nuestras
horas,
Origen,
Padre,
Dueo,
que,
con
el
sueo,
alivias
y,
en
la
tregua
de
un
sueo,
tu
escala
tiendes
a
Jacob:
8
Al
filo
de
los
gallos,
en
guardia
labradora,
despiertan
en
los
montes
los
fuegos
de
la
aurora,
y
de
tus
manos
sube
el
sol.
Incendia
el
cielo
en
sombras
el
astro
matutino,
y
el
que
pec
en
tinieblas
recobra
su
camino
en
la
inocencia
de
la
luz.
Convoca
brazo
y
remo
la
voz
de
la
marea,
y
llora
Pedro,
el
duro
patrn
de
Galilea,
cimiento
y
roca
de
Jess.
El
gallo
nos
increpa;
su
canto
al
sol
dispara,
desvela
al
sooliento,
y
al
que
pec
lo
encara
con
el
fulgor
de
la
verdad;
a
su
gozosa
alerta,
la
vida
se
hace
fuerte,
renace
la
esperanza,
da
un
paso
atrs
la
muerte,
y
el
mundo
sabe
a
pan
y
a
hogar.
Del
seno
de
la
tierra,
convocas
a
tu
Ungido,
y
el
universo
entero,
recin
amanecido,
encuentra
en
Cristo
su
esplendor.
El
es
la
piedra
viva
donde
se
asienta
el
mundo,
la
imagen
que
lo
ordena,
su
impulso
ms
profundo
hacia
la
nueva
creacin.
Por
l,
en
cuya
sangre
se
lavan
los
pecados,
estamos
a
tus
ojos
recin
resucitados
y
plenos
en
su
plenitud.
Y,
con
el
gozo
nuevo
de
la
criatura
nueva,
al
par
que
el
sol
naciente,
nuestra
oracin
se
eleva
en
nombre
del
Seor
Jess.
Amn.
XXIII
OMNIPOTENTE,
ALTSIMO,
BONDADOSO
SEOR
Omnipotente,
altsimo,
bondadoso
Seor,
tuyas
son
la
alabanza,
la
gloria
y
el
honor;
tan
slo
t
eres
digno
de
toda
bendicin,
y
nunca
es
digno
el
hombre
de
hacer
de
ti
mencin.
Loado
seas
por
toda
criatura,
mi
Seor,
y
en
especial
loado
por
el
hermano
sol,
que
alumbra,
y
abre
el
da,
y
es
bello
en
su
esplendor,
y
lleva
por
los
cielos
noticia
de
su
autor.
Y
por
la
hermana
luna,
de
blanca
luz
menor,
y
las
estrellas
claras,
que
tu
poder
cre,
tan
limpias,
tan
hermosas,
tan
vivas
como
son,
y
brillan
en
los
cielos:
loado,
mi
Seor!
Y
por
la
hermana
agua,
preciosa
en
su
candor,
que
es
til,
casta,
humilde:
loado
mi
Seor!
Por
el
hermano
fuego,
que
alumbra
al
irse
el
sol,
y
es
fuerte,
hermoso,
alegre:
loado
mi
Seor!
Y
por
la
hermana
tierra,
que
es
toda
bendicin,
la
hermana
madre
tierra,
que
da
en
toda
ocasin
las
hierbas
y
los
frutos
y
flores
de
color,
y
nos
sustenta
y
rige:
loado
mi
Seor!
Y
por
los
que
perdonan
y
aguantan
por
tu
amor
los
males
corporales
y
la
tribulacin:
felices
los
que
sufren
en
paz
con
el
dolor,
porque
les
llega
el
tiempo
de
la
consolacin!
Y
por
la
hermana
muerte:
loado
mi
Seor!
Ningn
viviente
escapa
a
su
persecucin;
ay
si
en
pecado
grave
sorprende
al
pecador!
Dichosos
los
que
cumplen
la
voluntad
de
Dios!
No
probarn
la
muerte
de
la
condenacin!
Servidle
con
ternura
y
humilde
corazn.
Agradeced
sus
dones,
cantad
su
creacin.
Las
criaturas
todas,
load
a
mi
Seor.
Amn.
XXIV
NACIDOS
DE
LA
LUZ!
Nacidos
de
la
luz!,
Hijos
del
da!
Vamos
hacia
el
Seor
de
la
maana;
su
claridad
disipa
nuestras
sombras
y
llena
el
corazn
de
regocijo.
Que
nuestro
Dios,
el
Padre
de
la
gloria,
limpie
la
oscuridad
de
nuestros
ojos
y
nos
revele,
al
fin,
cul
es
la
herencia
que
nos
leg
en
el
Hijo
Primognito.
Honor
y
gloria
a
Dios,
Padre
celeste,
por
medio
de
su
Hijo
Jesucristo
y
el
don
de
toda
luz,
el
Santo
Espritu,
que
vive
por
los
siglos
de
los
siglos!
Amn.
9
XXV
BELLO
ES
EL
ROSTRO
DE
LA
LUZ
Bello
es
el
rostro
de
la
luz,
abierto
sobre
el
silencio
de
la
tierra;
bello
hasta
cansar
mi
corazn,
Dios
mo,
Un
pjaro
remueve
la
espesura
y
luego,
lento,
en
el
azul
se
elevan,
y
el
canto
le
sostiene
y
pacifica.
As
mi
voluntad,
as
mis
ojos
se
levantan
a
ti;
temprano
la
potestad
de
comprender
el
da.
Seor,
cada
maana,
hasta
que
aprenda
a
amanecer,
Dios
mo,
en
la
gran
luz
de
la
misericordia.
Amn.
Hora intermedia
I
A
NUESTROS
CORAZONES
A
nuestros
corazones
la
hora
del
Espritu
ha
llegado,
la
hora
de
los
dones
y
del
apostolado:
lenguas
de
fuego
y
viento
huracanado.
Oh
Espritu,
desciende,
orando
est
la
Iglesia
que
te
espera;
vistanos
y
enciende,
como
la
vez
primera,
los
corazones
en
la
misma
hoguera.
La
fuerza
y
el
consuelo,
el
ro
de
la
gracia
y
de
la
vida
derrama
desde
el
cielo;
la
tierra
envejecida
renovar
su
faz
reverdecida.
Gloria
a
Dios,
uno
y
trino:
al
Padre
creador,
al
Hijo
amado,
y
Espritu
divino
que
nos
ha
regalado;
alabanza
y
honor
le
sea
dado.
Amn.
II
NADA
TE
TURBE
Nada
te
turbe,
nada
te
espante,
todo
se
pasa,
Dios
no
se
muda;
la
paciencia
todo
lo
alcanza;
quien
a
Dios
tiene
nada
le
falta:
slo
Dios
basta.
III
NO
ES
LO
QUE
EST
ROTO
No
es
lo
que
est
roto,
no,
el
agua
que
el
vaso
tiene;
lo
que
est
roto
es
el
vaso,
y
el
agua
al
suelo
se
vierte.
No
es
lo
que
est
roto,
no,
la
luz
que
sujeta
el
da;
lo
que
est
roto
es
su
tiempo,
y
en
sombra
se
desliza.
No
es
lo
que
est
roto,
no,
la
caja
del
pensamiento;
lo
que
est
roto
es
la
idea
que
la
lleva
a
lo
soberbio.
No
es
lo
que
est
roto
Dios
ni
el
campo
que
l
ha
creado;
lo
que
est
roto
es
el
hombre
que
no
ve
a
Dios
en
su
campo.
Gloria
al
Padre,
gloria
al
Hijo,
gloria
al
Espritu
Santo,
por
los
siglos
de
los
siglos.
Amn.
IV
SLO
DESDE
EL
AMOR
LA
LIBERTAD
GERMINA
Slo
desde
el
amor
la
libertad
germina,
slo
desde
la
fe
van
crecindole
alas.
Desde
el
cimiento
mismo
del
corazn
despierto,
desde
la
fuente
clara
de
las
verdades
ltimas.
Ver
al
hombre
y
al
mundo
con
la
mirada
limpia
y
el
corazn
cercano,
desde
el
solar
del
alma.
Tarea
y
aventura:
entregarme
del
todo,
ofrecer
lo
que
llevo,
gozo
y
misericordia.
10
Aceite
derramado
para
que
el
carro
ruede
sin
quejas
egostas,
chirriando
desajustes.
Soar,
amar,
servir,
y
esperar
que
me
llames,
t,
Seor,
que
me
miras,
tu
que
sabes
mi
nombre.
Gloria
al
Padre,
y
al
Hijo,
y
al
Espritu
Santo.
Amn.
V
EL
TRABAJO
NOS
URGE
El
trabajo
nos
urge,
nos
concentra
y
astilla.
Poco
a
poco,
la
muerte
nos
hiere
y
purifica.
Seor
del
universo,
con
el
hombre
te
alas.
En
nuestra
actividad,
tu
fuerza
cmo
vibra.
Seor
de
los
minutos,
intensa
compaa.
Gracias
por
los
instantes
que
lo
eterno
nos
hilan.
Gracias
por
esta
pausa
contigo
en
la
fatiga.
Contigo
hay
alegra.
Amn.
VI
ANDO
MI
CAMINO
Ando
por
mi
camino,
pasajero,
y
a
veces
creo
que
voy
sin
compaa,
hasta
que
siento
el
paso
que
me
gua,
al
comps
de
mi
andar,
de
otro
viajero.
No
lo
veo,
pero
est.
Si
voy
ligero,
l
apresura
el
paso;
se
dira
que
quiere
ir
a
mi
lado
todo
el
da,
invisible
y
seguro
el
compaero.
Al
llegar
a
terreno
solitario,
l
me
presta
valor
para
que
siga,
y,
si
descanso,
junto
a
m
se
reposa.
Y,
cuando
hay
que
subir
monte
(Calvario
lo
llama
l),
siento
en
su
mano
amiga,
que
me
ayuda,
una
llaga
dolorosa.
Gloria
al
Padre,
y
al
Hijo,
y
al
Espritu,
por
los
siglos
de
los
siglos.
Amn.
VII
OTRA
VEZ
-TE
CONOZCO-
ME
HAS
LLAMADO
Otra
vez
-te
conozco-
me
has
llamado.
Y
no
es
la
hora,
no;
pero
me
avisas.
De
nuevo
traen
tus
celestiales
brisas
claros
mensajes
al
acantilado
del
corazn,
que,
sordo
a
tu
cuidado,
fortalezas
de
tierra
eleva,
en
prisas
de
la
sangre
se
mueve,
en
indecisas
torres,
arenas,
se
recrea,
alzado.
Y
t
llamas
y
llamas,
y
me
hieres,
y
te
pregunto
an,
Seor,
qu
quieres,
qu
alto
vienes
a
dar
a
mi
jornada.
Perdname,
si
no
te
tengo
dentro,
si
no
s
amar
nuestro
mortal
encuentro,
si
no
estoy
preparado
a
tu
llegada.
VIII
QU
TENGO
YO,
QUE
MI
AMISTAD
PROCURAS?
Qu
tengo
yo,
que
mi
amistad
procuras?
Qu
inters
se
te
sigue,
Jess
mo,
que
a
mi
puerta,
cubierto
de
roco,
pasas
las
noches
del
invierno
a
oscuras?
Oh,
cunto
fueron
mis
entraas
duras,
pues
no
te
abr!;
qu
extrao
desvaro,
si
de
mi
ingratitud
el
hielo
fro
sec
las
llagas
de
tus
plantas
puras!
Cuantas
veces
el
ngel
me
deca:
"Alma,
asmate
ahora
a
la
ventana,
vers
con
cuanto
amor
llamar
porfa"!
Y
cuntas,
hermosura
soberana:
"Maana
le
abriremos",
responda,
para
lo
mismo
responder
maana!
IX
A
LA
GLORIA
DE
DIOS
SE
ALZAN
LAS
TORRES
A
la
gloria
de
Dios
se
alzan
las
torres,
a
su
gloria
los
lamos,
a
su
gloria
los
cielos,
y
las
aguas
descansan
a
su
gloria.
El
tiempo
se
recoge;
desarrolla
lo
eterna
sus
entraas;
se
lavan
los
cuidados
y
congojas
en
las
aguas
inmobles,
en
los
inmobles
lamos,
11
en
las
torres
pintadas
en
el
cielo,
mar
de
altos
mundos.
El
reposa
en
la
hermosura
del
corazn
de
Dios,
que
as
nos
abre
tesoros
de
su
gloria.
Nada
deseo,
mi
voluntad
descansa,
mi
voluntad
reclina
de
Dios
en
el
regazo
su
cabeza
y
duerme
y
suea...;
suea,
en
descanso,
toda
aquesta
visin
de
esta
hermosura.
Gloria
al
Padre,
y
al
Hijo,
y
al
Espritu
por
los
siglos
de
los
siglos.
Amn.
X
DAME,
SEOR,
LA
FIRME
VOLUNTAD
Dame,
Seor,
la
firme
voluntad,
compaera
y
sostn
de
la
virtud;
la
que
sabe
en
el
golfo
hallar
quietud
y,
en
medio
de
las
sombras,
claridad;
la
que
trueca
en
tesn
la
veleidad,
y
el
ocio
en
perennal
solicitud,
y
las
speras
fiebres
en
salud,
y
los
torpes
engaos
en
verdad.
Y
as
conseguir
mi
corazn
que
los
favores
que
a
tu
amor
deb
le
ofrezcan
algn
fruto
en
galardn...
Y
an
t,
Seor,
conseguirs
as
que
no
llegue
a
romper
mi
confusin
la
imagen
tuya
que
pusiste
en
m.
XI
TU
PODER
MULTIPLICA
LA
EFICACIA
DEL
HOMBRE
Tu
poder
multiplica
la
eficacia
del
hombre,
y
crece
cada
da,
entre
sus
manos,
la
obra
de
tus
manos.
Nos
sealaste
un
trozo
de
la
via
y
nos
dijiste:
"Venid
y
trabajad".
Nos
mostraste
una
mesa
vaca
y
nos
dijiste:
"Llenadla
de
pan".
Nos
presentaste
un
campo
de
batalla
y
nos
dijiste:
"Construid
la
paz".
Nos
sacaste
al
desierto
con
el
alba
y
nos
dijiste:
"Levantad
la
ciudad".
Pusiste
una
herramienta
en
nuestras
manos
y
nos
dijiste:
"Es
tiempo
de
crear".
Escucha
a
medioda
el
rumor
del
trabajo
con
que
el
hombre
se
afana
en
tu
heredad.
Gloria
al
Padre,
y
al
Hijo,
y
al
Espritu
Santo.
Por
los
siglos.
Amn.
XII
EL
TRABAJO,
SEOR,
DE
CADA
DA
El
trabajo,
Seor,
de
cada
da
nos
sea
por
tu
amor
santificado,
convierte
su
dolor
en
alegra
de
amor,
que
para
dar
t
nos
has
dado.
Paciente
y
larga
es
nuestra
tarea
en
la
noche
oscura
del
amor
que
espera;
dulce
husped
del
alma,
al
que
flaquea
dale
tu
luz,
tu
fuerza
que
aligera.
En
el
alto
gozoso
del
camino,
demos
gracias
a
Dios,
que
nos
concede
la
esperanza
sin
fin
del
don
divino;
todo
lo
puede
en
l
quien
nada
puede.
Amn.
XIII
TE
EST
CANTANDO
EL
MARTILLO
Te
est
cantando
el
martillo,
y
rueda
en
tu
honor
la
rueda.
Puede
que
la
luz
no
pueda
librar
del
humo
su
brillo.
Qu
sudoroso
y
sencillo
te
pones
a
medioda,
Dios
de
esta
dura
porfa
de
estar
sin
pausa
creando,
y
verte
necesitando
del
hombre
ms
cada
da!
Quien
diga
que
Dios
ha
muerto
que
salga
a
la
luz
y
vea
si
el
mundo
es
o
no
tarea
de
un
Dios
que
sigue
despierto.
Ya
no
es
su
sitio
el
desierto
ni
la
montaa
se
esconde;
decid,
si
preguntan
dnde,
que
Dios
est
-sin
mortaja
en
donde
un
hombre
trabaja
y
un
corazn
le
responde.
Amn.
12
XIV
ALFARERO
DEL
HOMBRE
Alfarero
del
hombre,
mano
trabajadora
que,
de
los
hondos
limos
iniciales,
convocas
a
los
pjaros
a
la
primera
aurora,
al
pasto,
los
primeros
animales.
De
maana
te
busco,
hecho
de
luz
concreta,
de
espacio
puro
y
tierra
amanecida.
De
maana
te
encuentro,
Vigor,
Origen,
Meta
de
los
sonoros
ros
de
la
vida.
El
rbol
toma
cuerpo,
y
el
agua
meloda;
tus
manos
son
recientes
en
la
rosa;
se
espesa
la
abundancia
del
mundo
a
medioda,
y
ests
de
corazn
en
cada
cosa.
No
hay
brisa,
si
no
alientas,
monte,
si
no
ests
dentro,
ni
soledad
en
que
no
te
hagas
fuerte.
Todo
es
presencia
y
gracia.
Vivir
es
este
encuentro:
t,
por
la
luz,
el
hombre,
por
la
muerte.
Que
se
acabe
el
pecado!
Mira,
que
es
desdecirte
dejar
tanta
hermosura
en
tanta
guerra!
Que
el
hombre
no
te
obligue,
Seor,
a
arrepentirte
de
haberle
dado
un
da
las
llaves
de
la
tierra.
Amn.
XV
ESTE
MUNDO
DEL
HOMBRE,
EN
EL
QUE
SE
AFANA
Este
mundo
del
hombre,
en
que
el
se
afana
tras
la
felicidad
que
tanto
ansa,
tu
lo
vistes,
Seor,
de
luz
temprana
y
de
radiante
sol
al
medioda.
As
el
poder
de
tu
presencia
encierra
el
secreto
ms
hondo
de
esta
vida;
un
nuevo
cielo
y
una
nueva
tierra
colmarn
nuestro
anhelo
sin
medida.
Poderoso
Seor
de
nuestra
historia,
no
tardes
en
venir
gloriosamente;
tu
luz
resplandeciente
y
tu
victoria
inunden
nuestra
vida
eternamente.
Amn.
XVI
CUANDO
LA
LUZ
DEL
DA
EST
EN
SU
CUMBRE
Cuando
la
luz
del
da
est
en
su
cumbre,
eres,
Seor
Jess,
luz
y
alegra
de
quienes
en
la
fe
y
en
la
esperanza
celebran
ya
la
fiesta
de
la
vida.
Eres
resurreccin,
palabra
y
prenda
de
ser
y
de
vivir
eternamente;
sembradas
de
esperanzas
nuestras
vidas,
sern
en
ti
cosecha
para
siempre.
Ven
ya,
Seor
Jess,
Salvador
nuestro,
de
tu
radiante
luz
llena
este
da,
camino
de
alegra
y
de
esperanza,
real
acontecer
de
nueva
vida.
Concdenos,
oh
Padre
omnipotente,
y
t,
Hijo
amado
y
Seor
nuestro,
por
obra
del
Espritu
enviado,
vivir
ya
de
la
fiesta
de
tu
reino.
Amn.
XVII
FUNDAMENTO
DE
TODO
LO
QUE
EXISTE
Fundamento
de
todo
lo
que
existe,
de
tu
pueblo
elegido
eterna
roca,
de
los
tiempos
Seor,
que
prometiste
dar
tu
vigor
al
que
con
fe
te
invoca.
Mira
al
hombre
que
es
fiel
y
no
te
olvida,
tu
Espritu,
tu
paz
hganlo
fuerte
para
amarte
y
servirte
en
esta
vida
y
gozarte
despus
de
santa
muerte.
Jess,
Hijo
del
Padre,
ven
aprisa
en
este
atardecer
que
se
avecina,
serena
claridad
y
dulce
brisa
ser
tu
amor
que
todo
lo
domina.
Amn.
XVIII
FUERZA
TENAZ,
FIRMEZA
DE
LAS
COSAS
Fuerza
tenaz,
firmeza
de
las
cosas,
inmvil
en
ti
mismo;
origen
de
la
luz,
eje
del
mundo
y
norma
de
su
giro:
concdenos
tu
luz
en
una
tarde
sin
muerte
ni
castigo,
la
luz
que
se
prolonga
tras
la
muerte
y
dura
por
los
siglos.
Amn.
13
XIX
SE
CUBRIERON
DE
LUTO
LOS
MONTES
Se
cubrieron
de
luto
los
montes
a
la
hora
de
nona.
El
Seor
rasg
el
velo
del
templo
a
la
hora
de
nona.
Dieron
gritos
las
piedras
en
duelo
a
la
hora
de
nona.
Y
Jess
inclin
la
cabeza
a
la
hora
de
nona.
Hora
de
gracia,
en
que
Dios
da
su
paz
a
la
tierra
por
la
sangre
de
Cristo.
Levantaron
sus
ojos
los
pueblos
a
la
hora
de
nona.
Contemplaron
al
que
traspasaron
a
la
hora
de
nona.
Del
costado
man
sangre
y
agua
a
la
hora
de
nona.
Quien
lo
vio
es
el
que
da
testimonio
a
la
hora
de
nona.
Hora
de
gracia,
en
que
Dios
da
su
paz
a
la
tierra
por
la
sangre
de
Cristo.
Amn.
Vsperas
I
COMO
UNA
OFRENDA
DE
LA
TARDE
Como
una
ofrenda
de
la
tarde,
elevamos
nuestra
oracin;
con
el
alzar
de
nuestras
manos,
levantamos
el
corazn.
Al
declinar
la
luz
del
da,
que
recibimos
como
don,
con
las
alas
de
la
plegaria,
levantamos
el
corazn.
Haz
que
la
senda
de
la
vida
la
recorramos
con
amor
y,
a
cada
paso
del
camino,
levantemos
el
corazn.
Cuando
sembramos
de
esperanza,
cuando
regamos
con
dolor,
con
las
gavillas
en
las
manos,
levantemos
el
corazn.
Gloria
a
Dios
Padre,
que
nos
hizo,
gloria
a
Dios
Hijo
Salvador,
gloria
al
Espritu
divino:
tres
Personas
y
un
solo
Dios.
Amn.
II
HORA
DE
LA
TARDE,
FIN
DE
LAS
LABORES
Hora
de
la
tarde,
fin
de
las
labores.
Amo
de
las
vias,
paga
los
trabajos
de
tus
viadores.
Al
romper
el
da,
nos
apalabraste.
Cuidamos
tu
via
del
alba
a
la
tarde.
Ahora
que
nos
pagas,
nos
lo
das
de
balde,
que
a
jornal
de
gloria
no
hay
trabajo
grande.
Das
al
vespertino
lo
que
al
maanero.
Son
tuyas
las
horas
y
tuyo
el
viedo.
A
lo
que
sembramos
dale
crecimiento.
T
que
eres
la
via,
cuida
los
sarmientos.
III
AMO,
SEOR,
TUS
SENDAS
Amo,
Seor,
tus
sendas,
y
me
es
suave
la
carga
(la
llevaron
tus
hombros)
que
en
mis
hombros
pusiste;
pero
a
veces
encuentro
que
la
jornada
es
larga,
que
el
cielo
ante
mis
ojos
de
tinieblas
se
viste,
que
el
agua
del
camino
es
amarga...,
es
amarga,
que
se
enfra
este
ardiente
corazn
que
me
diste;
y
una
sombra
y
honda
desolacin
me
embarga,
y
siento
el
alma
triste
hasta
la
muerte
triste...
El
espritu
dbil
y
la
carne
cobarde,
14
lo
mismo
que
el
cansado
labriego,
por
la
tarde,
de
la
dura
fatiga
quisiera
reposar...
Mas
entonces
me
miras...,
y
se
llena
de
estrellas,
Seor,
la
oscura
noche;
y
detrs
de
tus
huellas,
con
la
cruz
que
llevaste,
me
es
dulce
caminar.
Gloria
al
Padre,
y
al
Hijo,
y
al
Espritu
Santo.
Amn.
IV
ESTE
ES
EL
TIEMPO
EN
QUE
LLEGAS
Este
es
el
tiempo
en
que
llegas,
Esposo,
tan
de
repente,
que
invitas
a
los
que
velan
y
olvidas
a
los
que
duermen.
Salen
cantando
a
tu
encuentro
doncellas
con
ramos
verdes
y
lmparas
que
guardaron
copioso
y
claro
el
aceite.
Cmo
golpearon
las
necias
las
puertas
de
tu
banquete!
Y
cmo
lloran
a
oscuras
los
ojos
que
no
han
de
verte!
Mira
que
estamos
alerta,
Esposo,
por
si
vinieres,
y
est
el
corazn
velando,
mientras
los
ojos
se
duermen.
Danos
un
puesto
a
tu
mesa,
Amor
que
a
la
noche
vienes,
antes
que
la
noche
acabe
y
que
la
puerta
se
cierre.
Amn.
V
EN
ESTA
TARDE,
CRISTO
DEL
CALVARIO
En
esta
tarde,
Cristo
del
Calvario,
vine
a
rogarte
por
mi
carne
enferma;
pero,
al
verte,
mis
ojos
van
y
vienen
de
tu
cuerpo
a
mi
cuerpo
con
vergenza.
Cmo
quejarme
de
mis
pies
cansados,
cuando
veo
los
tuyos
destrozados?
Cmo
mostrarte
mis
manos
vacas,
cuando
las
tuyas
estn
llenas
de
heridas?
Cmo
explicarte
a
ti
mi
soledad,
cuando
en
la
cruz
alzado
y
solo
ests?
Cmo
explicarte
que
no
tengo
amor,
cuando
tienes
rasgado
el
corazn?
Ahora
ya
no
me
acuerdo
de
nada,
huyeron
de
mi
todas
mis
dolencias.
El
mpetu
del
ruego
que
traa
se
me
ahoga
en
la
boca
pedigea.
Y
slo
pido
no
pedirte
nada,
estar
aqu,
junto
a
tu
imagen
muerta,
ir
aprendiendo
que
el
dolor
es
slo
la
llave
santa
de
tu
santa
puerta.
Amn.
VI
LUZ
QUE
TE
ENTREGAS!
Luz
que
te
entregas!,
Luz
que
te
niegas!,
A
tu
busca
va
el
pueblo
de
noche:
alumbra
su
senda.
Dios
de
la
luz,
presencia
ardiente
sin
meridiano
ni
frontera:
vuelves
la
noche
medioda,
ciegas
al
sol
con
tu
derecha.
Como
columna
de
la
aurora,
iba
en
la
noche
tu
grandeza;
te
vio
el
desierto,
y
destellaron
luz
de
tu
gloria
las
arenas.
Cerr
la
noche
sobre
Egipto
como
cilicio
de
tinieblas,
para
tu
pueblo
amanecas
bajo
los
techos
de
las
tiendas.
Eres
la
luz,
pero
en
tu
rayo
lanzas
el
da
o
la
tiniebla:
ciegas
los
ojos
del
soberbio,
curas
al
pobre
su
ceguera.
Cristo
Jess,
t
que
trajiste
fuego
a
la
entraa
de
la
tierra,
guarda
encendida
nuestra
lmpara
hasta
la
aurora
de
tu
vuelta.
VII
NOS
DIJERON
DE
NOCHE
QUE
ESTABAS
MUERTO
Nos
dijeron
de
noche
que
estabas
muerto,
y
la
fe
estuvo
en
vela
junto
a
tu
cuerpo.
La
noche
entera
la
pasamos
queriendo
mover
la
piedra.
15
Con
la
vuelta
del
sol,
volver
a
ver
la
tierra
la
gloria
del
Seor.
No
supieron
contarlo
los
centinelas:
nadie
supo
la
hora
ni
la
manera.
Antes
del
da,
se
cubrieron
de
gloria
tus
cinco
heridas.
Con
la
vuelta
del
sol,
volver
a
ver
la
tierra
la
gloria
del
Seor.
Si
los
cinco
sentidos
buscan
el
sueo,
que
la
fe
tenga
el
suyo
vivo
y
despierto.
La
fe
velando,
para
verte
de
noche
resucitando.
Con
la
vuelta
del
sol,
volver
a
ver
la
tierra
la
gloria
del
Seor.
Amn.
VIII
AHORA
QUE
LA
NOCHE
ES
TAN
PURA
Ahora
que
la
noche
es
tan
pura,
y
que
no
hay
nadie
ms
que
t,
dime
quin
eres.
Dime
quin
eres
y
por
qu
me
visitas,
por
qu
bajas
a
m
que
estoy
tan
necesitado
y
por
qu
te
separas
sin
decirme
tu
nombre.
Dime
quin
eres
t
que
andas
sobre
la
nieve;
t
que,
al
tocar
las
estrellas,
las
haces
palidecer
de
hermosura;
t
que
mueves
el
mundo
tan
suavemente,
que
parece
que
se
me
va
a
derramar
el
corazn.
Dime
quin
eres;
ilumina
quin
eres;
dime
quin
soy
tambin,
y
por
qu
la
tristeza
de
ser
hombre;
dmelo
ahora
que
alzo
hacia
ti
mi
corazn,
t
que
andas
sobre
la
nieve.
Dmelo
ahora
que
tiembla
todo
mi
ser
en
libertad,
ahora
que
brota
mi
vida
y
te
llamo
como
nunca.
Sostenme
entre
tus
manos;
sostenme
en
mi
tristeza,
t
que
andas
sobre
la
nieve.
IX
LA
NOCHE
NO
INTERRUMPE
TU
HISTORIA
CON
EL
HOMBRE
La
noche
no
interrumpe
tu
historia
con
el
hombre.
La
noche
es
tiempo
de
salvacin.
De
noche
descenda
tu
escala
misteriosa
hasta
la
misma
piedra
donde
Jacob
dorma.
La
noche
es
tiempo
de
salvacin.
De
noche
celebrabas
la
Pascua
con
tu
pueblo,
mientras
en
las
tinieblas
volaba
el
exterminio.
La
noche
es
tiempo
de
salvacin.
Abrahn
contaba
tribus
de
estrellas
cada
noche;
de
noche
prolongabas
la
voz
de
la
promesa.
La
noche
es
tiempo
de
salvacin.
De
noche,
por
tres
veces,
oy
Samuel
su
nombre;
de
noche
eran
los
sueos
tu
lengua
ms
profunda.
La
noche
es
tiempo
de
salvacin.
De
noche,
en
un
pesebre,
naca
tu
palabra;
de
noche
lo
anunciaron
el
ngel
y
la
estrella.
La
noche
es
tiempo
de
salvacin.
La
noche
fue
testigo
de
Cristo
en
el
sepulcro;
la
noche
vi
la
gloria
de
su
resurreccin.
La
noche
es
tiempo
de
salvacin.
De
noche
esperaremos
tu
vuelta
repentina,
y
encontrars
a
punto
la
luz
de
nuestra
lmpara.
La
noche
es
tiempo
de
salvacin.
Amn.
16
X
PADRE:
HAS
DE
OR
Padre:
has
de
or
este
decir
que
se
me
abre
en
los
labios
como
flor.
Te
llamar
Padre,
porque
la
palabra
me
sabe
a
ms
amor.
Tuyo
me
s,
pues
me
mir
en
mi
carne
prendido
en
tu
fulgor.
Me
has
de
ayudar
a
caminar,
sin
deshojar
mi
rosa
de
esplendor.
Por
cuanto
soy
gracias
te
doy:
por
el
milagro
de
vivir.
Y
por
el
ver
la
tarde
arder,
por
el
encantamiento
de
existir.
Y
para
ir,
Padre,
hacia
ti,
dame
tu
mano
suave
y
tu
amistad.
Pues
te
dir:
slo
no
s
ir
rectamente
hacia
tu
claridad.
Tras
el
vivir,
dame
el
dormir
con
los
que
aqu
anudaste
a
mi
querer.
Dame,
Seor,
hondo
soar.
Hogar
dentro
de
ti
nos
has
de
hacer!
Amn.
XI
TRAS
EL
TEMBLOR
OPACO
DE
LAS
LGRIMAS
Tras
el
temor
opaco
de
las
lgrimas,
no
estoy
yo
solo.
Tras
el
profundo
velo
de
mi
sangre,
no
estoy
yo
solo.
Tras
la
primera
msica
del
da,
no
estoy
yo
solo.
Tras
la
postrera
luz
de
las
montaas,
no
estoy
yo
solo.
Tras
el
estril
gozo
de
las
horas,
no
estoy
yo
solo.
Tras
el
augurio
helado
del
espejo,
no
estoy
yo
solo.
No
estoy
yo
solo;
me
acompaa,
en
vela,
la
pura
eternidad
de
cuanto
amo.
Vivimos
junto
a
Dios
eternamente.
Gloria
al
Padre,
y
al
Hijo,
y
al
Espritu,
por
los
siglos
de
los
siglos.
Amn.
XII
EL
DOLOR
EXTENDIDO
POR
TU
CUERPO
El
dolor
extendido
por
tu
cuerpo,
sometida
tu
alma
como
un
lago,
vas
a
morir
y
mueres
por
nosotros
ante
el
Padre
que
acepta
perdonndonos.
Cristo,
gracias
an,
gracias,
que
an
duele
tu
agona
en
el
mundo,
en
tus
hermanos.
Que
hay
hambre,
ese
resumen
de
injusticias;
que
hay
hombre
en
el
que
ests
crucificado.
Gracias
por
tu
palabra
que
est
viva,
y
aqu
la
van
diciendo
nuestros
labios;
gracias
porque
eres
Dios
y
hablas
a
Dios
de
nuestras
soledades,
nuestros
bandos.
Que
no
existan
verdugos,
que
no
insistan;
rezas
hoy
con
nosotros
que
rezamos.
Porque
existen
las
vctimas,
el
llanto.
Amn.
XIII
ACURDATE
DE
JESUCRISTO
Acurdate
de
Jesucristo,
resucitado
de
entre
los
muertos.
El
es
nuestra
salvacin,
nuestra
gloria
para
siempre.
Si
con
l
morimos,
viviremos
con
l;
sin
con
l
sufrimos,
reinaremos
con
l.
En
l
nuestras
penas,
en
l
nuestro
gozo;
en
l
la
esperanza,
en
l
nuestro
amor.
En
l
toda
gracia,
en
l
nuestra
paz;
en
l
nuestra
gloria,
en
l
la
salvacin.
XIV
MUCHAS
VECES,
SEOR,
A
LA
HORA
DCIMA
Muchas
veces,
Seor,
Seor,
a
la
hora
dcima
-sobremesa
en
sosiego-,
recuerdo
que,
a
esa
hora,
a
Juan
y
a
Andrs
les
saliste
al
encuentro.
Ansiosos
caminaron
tras
de
t...
17
"Qu
buscis...?"
Les
miraste.
Hubo
silencio.
El
cielo
de
las
cuatro
de
la
tarde
hall
en
las
aguas
del
Jordn
su
espejo,
y
el
ro
se
hizo
ms
azul
de
pronto,
el
ro
se
hizo
cielo!
"Rabb
-hablaron
los
dos-,
en
dnde
moras?"
"Venid,
y
lo
veris".
Fueron,
y
vieron...
"Seor,
en
dnde
vives?"
"Ven,
y
vers".
Y
yo
te
sigo
y
siento
que
ests...
en
todas
parte!,
Y
que
es
tan
fcil
ser
tu
compaero!
Al
sol
de
la
hora
dcima,
lo
mismo,
que
a
Juan
y
a
Andrs
-es
Juan
quien
da
fe
de
ello-,
lo
mismo,
cada
vez
que
yo
te
busco,
Seor,
sal
a
mi
encuentro!
Gloria
al
Padre,
y
al
Hijo,
y
al
Espritu
Santo.
Amn.
XV
ESTOY,
SEOR,
EN
LA
RIBERA
Estoy,
Seor,
en
la
ribera
sola
del
infinito
afn.
Un
nio
grita
entre
las
olas,
contra
el
viento
yermo:
a
travs
de
la
nada,
van
mis
caminos
hacia
el
dolor
ms
alto,
pidiendo
asilo.
La
espuma
me
sostiene,
y
el
verde
fro
de
las
olas
me
lleva
pidiendo
asilo.
Hacia
el
amor
ms
alto
que
hay
en
m
mismo,
la
esperanza
me
arrastra,
pidiendo
asilo.
Gloria
al
Padre,
y
al
Hijo,
y
al
Espritu
Santo.
Amn.
XVI
IGNORANDO
MI
VIDA
Ignorando
mi
vida,
golpeado
por
la
luz
de
las
estrellas,
como
un
ciego
que
extiende,
al
caminar,
las
manos
en
la
sombra,
todo
yo,
Cristo
mo,
todo
mi
corazn,
sin
mengua,
entero,
virginal
y
encendido,
se
reclina
en
la
futura
vida,
como
el
rbol
en
la
savia
se
apoya,
que
le
nutre
y
le
enflora
y
verdea.
Todo
mi
corazn,
ascua
de
hombre,
intil
sin
tu
amor,
sin
ti
vaco,
en
la
noche
te
busca;
le
siento
que
te
busca,
como
un
ciego
que
extiende,
al
caminar,
las
manos
llenas
de
anchura
y
de
alegra.
Amn.
XVII
NO
S
DE
DNDE
BROTA
LA
TRISTEZA
QUE
TENGO
No
s
de
dnde
brota
la
tristeza
que
tengo.
Mi
dolor
se
arrodilla,
como
el
tronco
de
un
sauce,
sobre
el
agua
del
tiempo,
por
donde
voy
y
vengo,
casi
fuera
de
madre,
derramado
en
el
cauce.
Lo
mejor
de
mi
vida
es
el
dolor.
T
sabes
cmo
soy;
t
levantas
esta
carne
que
es
ma;
T,
sta
luz
que
sonrosa
las
alas
de
las
aves;
t,
esta
noble
tristeza
que
llaman
alegra.
T
me
diste
la
gracia
para
vivir
contigo;
t
me
diste
las
nubes
como
el
amor
humano;
y,
al
principio
del
tiempo,
t
me
ofreciste
el
trigo,
con
la
primera
alondra
que
naci
de
tu
mano.
Con
el
ltimo
rezo
de
un
nio
que
se
duerme
y,
con
la
voz
nublada
de
sueo
y
de
pureza,
se
vuelve
hacia
el
silencio,
yo
quisiera
volverme
hacia
ti,
y
en
tus
manos
desmayar
mi
cabeza.
Gloria
al
Padre,
y
al
Hijo,
y
al
Espritu,
por
los
siglos
de
los
siglos.
Amn.
XVIII
CUANDO
LA
MUERTE
SEA
VENCIDA
Cuando
la
muerte
sea
vencida
y
estemos
libres
en
el
reino,
cuando
la
nueva
tierra
nazca
18
en
la
gloria
del
nuevo
cielo,
cuando
tengamos
la
alegra
con
un
seguro
entendimiento
y
el
aire
sea
como
una
luz
para
las
almas
y
los
cuerpos,
entonces,
slo
entonces,
estaremos
contentos.
Cuando
veamos
cara
a
cara
lo
que
hemos
visto
en
un
espejo
y
sepamos
que
la
bondad
y
la
belleza
estn
de
acuerdo,
cuando,
al
mirar
lo
que
quisimos,
lo
veamos
claro
y
perfecto
y
sepamos
que
ha
de
durar,
sin
pasin,
sin
aburrimiento,
entonces,
slo
entonces,
estaremos
contentos.
Cuando
vivamos
en
la
plena
satisfaccin
de
los
deseos,
cuando
el
Rey
nos
ame
y
nos
mire,
para
que
nosotros
le
amemos,
y
podamos
hablar
con
l
sin
palabras,
cuando
gocemos
de
la
compaa
feliz
de
los
que
aqu
tuvimos
lejos,
entonces,
slo
entonces,
estaremos
contentos.
Cuando
un
suspiro
de
alegra
nos
llene,
sin
cesar,
el
pecho,
entonces
-siempre,
siempre-,
entonces
seremos
bien
lo
que
seremos.
Gloria
a
Dios
Padre,
que
nos
hizo,
gloria
a
Dios
Hijo,
que
es
su
Verbo,
gloria
al
Espritu
divino,
gloria
en
la
tierra
y
en
el
cielo.
Amn.
XIX
Y
DIJO
EL
SEOR
DIOS
EN
EL
PRINCIPIO
Y
dijo
el
Seor
Dios
en
el
principio:
"Que
sea
la
luz!"
Y
fue
la
luz
primera.
Y
vio
el
Seor
que
las
cosas
eran
buenas.
Aleluya!
Y
dijo
Dios:
"Que
exista
el
firmamento!"
Y
el
cielo
abri
su
bveda
perfecta.
Y
vio
el
Seor
que
las
cosas
eran
buenas.
Aleluya!
Y
dijo
Dios:
"Que
existan
los
ocanos,
y
emerjan
los
cimientos
de
la
tierra!"
Y
vio
el
Seor
que
las
cosas
eran
buenas.
Aleluya!
Y
dijo
Dios:
"Que
brote
hierba
verde,
y
el
campo
d
semillas
y
cosechas!"
Y
vio
el
Seor
que
las
cosas
eran
buenas.
Aleluya!
Y
dijo
Dios:
"Que
el
cielo
se
ilumine,
y
nazca
el
sol,
la
luna
y
las
estrellas!"
Y
vio
el
Seor
que
las
cosas
eran
buenas.
Aleluya!
Y
dijo
Dios:
"Que
bulla
el
mar
de
peces;
de
pjaros,
el
aire
del
planeta!"
Y
vio
el
Seor
que
las
cosas
eran
buenas.
Aleluya!
Y
dijo
Dios:
"Hagamos
hoy
al
hombre,
a
semejanza
nuestra,
a
imagen
nuestra!"
Y
vio
el
Seor
que
las
cosas
eran
buenas.
Aleluya!
Y
descans
el
Seor
el
da
sptimo.
Y
el
hombre
contina
su
tarea.
Y
vio
el
Seor
que
las
cosas
eran
buenas.
Aleluya!
Amn.
XX
Atardece,
anochece,
el
alma
cesa
Atardece,
anochece,
el
alma
cesa
de
agitarse
en
el
mundo
como
una
mariposa
sacudida.
La
sombra
fugitiva
ya
se
esconde.
Un
temblor
vagabundo
en
la
penumbra
deja
su
fatiga.
Y
rezamos,
muy
juntos,
hacia
dentro
de
un
gozo
sostenido,
Seor,
por
tu
profundo
ser
insomne
que
existe
y
nos
cimienta.
Seor,
gracias,
que
es
tuyo
el
universo
an;
y
cada
hombre
hijo
es,
aunque
errabundo,
al
final
de
la
tarde,
fatigado,
19
se
marcha
hacia
lo
oscuro
de
s
mismo;
Seor,
te
damos
gracias
por
este
ocaso
ltimo.
Por
este
rezo
sbito.
Amn.
Completas
I
EL
SUEO,
HERMANO
DE
LA
MUERTE
El
sueo,
hermano
de
la
muerte,
a
su
descanso
nos
convida;
y
por
nosotros
se
desvela,
del
enemigo
nos
defiende
y,
mientras
dormimos,
nos
vela.
Te
ofrecemos,
humildemente,
dolor,
trabajo
y
alegra;
nuestra
plegaria
balbuciente:
"Gracias,
Seor,
por
este
da".
Recibe,
Padre,
la
alabanza
del
corazn
que
en
ti
confa
y
alimenta
nuestra
esperanza
de
amanecer
a
tu
gran
da.
Gloria
a
Dios
Padre,
que
nos
hizo,
gloria
a
Dios
Hijo
Salvador,
gloria
al
Espritu
divino:
tres
Personas
y
un
solo
Dios.
II
CUANDO
LA
LUZ
DEL
SOL
ES
YA
PONIENTE
Cuando
la
luz
del
sol
es
ya
poniente,
gracias,
Seor,
es
nuestra
meloda;
recibe,
como
ofrenda,
amablemente,
nuestro
dolor,
trabajo
y
alegra.
Si
poco
fue
el
amor
en
nuestro
empeo
de
darle
vida
al
da
que
fenece,
convierta
en
realidad
lo
que
fue
un
sueo
tu
gran
amor
que
todo
lo
engrandece.
Tu
cruz,
Seor,
redime
nuestra
suerte
de
pecadora
en
justa,
e
ilumina
la
senda
de
la
vida
y
de
la
muerte
del
hombre
que
en
la
fe
lucha
y
camina.
Jess,
Hijo
del
Padre,
cuando
avanza
la
noche
oscura
sobre
nuestro
da,
concdenos
la
paz
y
la
esperanza
de
esperar
cada
noche
tu
gran
da.
Amn.
Gracias,
porque
al
fin
del
da
Gracias,
porque
al
fin
del
da
podemos
agradecerte
los
mritos
de
tu
muerte,
y
el
pan
de
la
Eucarista,
la
plenitud
de
alegra
de
haber
vivido
tu
alianza,
la
fe,
el
amor,
la
esperanza
y
esta
bondad
de
tu
empeo
de
convertir
nuestro
sueo
en
una
humilde
alabanza.
Gloria
al
Padre,
gloria
al
Hijo,
gloria
al
Espritu
Santo,
por
los
siglos
de
los
siglos.
Amn.
III
NOS
CUBREN
LAS
TINIEBLAS
Nos
cubren
las
tinieblas
con
su
intangible
velo;
nos
acosa
la
noche
con
sus
ojos,
y
reza
el
pensamiento.
Los
astros
en
tus
bvedas,
Seor
del
universo,
vigilarn
lo
oscuro,
vigilarn
el
sueo.
Nosotros
dormiremos.
Amn.
.
IV
DE
LA
VIDA
EN
LA
ARENA
De
la
vida
en
la
arena
me
llevas
de
la
mano
al
puerto
ms
cercano,
al
agua
ms
serena.
El
corazn
se
llena,
Seor,
de
tu
ternura;
y
es
la
noche
ms
pura
y
la
ruta
ms
bella
porque
t
ests
en
ella,
sea
clara
u
oscura.
La
noche
misteriosa
acerca
a
lo
escondido;
el
sueo
es
el
olvido
donde
la
paz
se
posa.
Y
esa
paz
es
la
rosa
20
de
los
vientos.
Velero,
inquieto
marinero,
ya
mi
timn
preparo
-t
el
mar
y
cielo
claro
hacia
el
alba
que
espero.
V
TIEMBLA
EL
FRO
DE
LOS
ASTROS
Tiembla
el
fro
de
los
astros,
y
el
silencio
de
los
montes
duerme
sin
fin.
(Slo
el
agua
de
mi
corazn
se
oye).
Su
dulce
latir,
tan
dentro!,
calladamente
responde
a
la
soledad
inmensa
de
algo
que
late
en
la
noche.
Somos
tuyos,
tuyos,
tuyos;
somos,
Seor,
ese
insomne
temblor
del
agua
nocturna,
ms
limpia
despus
que
corre.
Agua
en
reposo
viviente,
que
vuelve
a
ser
pura
y
joven
con
una
esperanza!
(Slo
en
mi
alma
sonar
se
oye).
Gloria
al
Padre,
gloria
al
Hijo,
gloria
al
Espritu
Santo,
por
los
siglos
de
los
siglos.
Amn.
VI
Tras
las
cimas
ms
altas
Tras
las
cimas
ms
altas,
todas
las
noches
mi
corazn
te
suea,
no
te
conoce.
Entre
qu
manos,
dime,
duerme
la
noche,
la
msica
en
la
brisa,
mi
amor
en
dnde?
La
infancia
de
mis
ojos
y
el
leve
roce
de
la
sangre
en
mis
venas,
Seor,
en
dnde?
Lo
mismo
que
las
nubes,
y
ms
veloces,
las
horas
de
mi
infancia,
Seor,
en
dnde?
Tras
las
cimas
ms
altas,
todas
las
noches,
mi
corazn
te
suea,
no
te
conoce.
Gloria
al
Padre,
y
al
Hijo,
y
al
Espritu
Santo.
Amn.
VII
COMO
EL
NIO
QUE
NO
SABE
DORMIRSE
Como
el
nio
que
no
sabe
dormirse
sin
cogerse
a
la
mano
de
su
madre,
as
mi
corazn
viene
a
ponerse
sobre
tus
manos
al
caer
la
tarde.
Como
el
nio
que
sabe
que
alguien
vela
su
sueo
de
inocencia
y
esperanza,
as
descansar
mi
alma
segura,
sabiendo
que
eres
t
quien
nos
aguarda.
T
endulzars
mi
ltima
amargura,
t
aliviars
el
ltimo
cansancio,
tu
cuidars
los
sueos
de
la
noche,
tu
borrars
las
huellas
de
mi
llanto.
T
nos
dars
maana
nuevamente
la
antorcha
de
la
luz
y
la
alegra,
y,
por
las
horas
que
te
traigo
muertas,
t
me
dars
una
maana
viva.
Amn.
VIII
ANTES
DE
CERRAR
LOS
OJOS
Antes
de
cerrar
los
ojos,
los
labios
y
el
corazn,
al
final
de
la
jornada,
buenas
noches!,
Padre
Dios.
Gracias
por
todas
las
gracias
que
nos
ha
dado
tu
amor;
si
muchas
son
nuestras
deudas,
infinito
es
tu
perdn.
Maana
te
serviremos,
en
tu
presencia
mejor.
A
la
sombra
de
tus
alas,
Padre
nuestro,
abrganos.
Qudate
junto
a
nosotros
y
danos
tu
bendicin.
Antes
de
cerrar
los
ojos,
los
labios
y
el
corazn,
al
final
de
la
jornada,
buenas
noches!,
Padre
Dios.
21