Grasas y Lubricantes
Grasas y Lubricantes
Grasas y Lubricantes
El papel de las grasas y aceites en la nutricin humana es una de las principales reas
de inters e investigacin en el campo de la ciencia de la nutricin. Los resultados de
estas investigaciones tienen consecuencias de amplio alcance para los consumidores,
los responsables del cuidado de la salud, y los educadores nutricionales, as como
para los productores, elaboradores y distribuidores de alimentos. Tanto en la literatura
cientfica como en los medios de comunicacin populares, surgen constantemente
nuevas pruebas relacionadas con los beneficios y riesgos asociados a determinados
aspectos de las grasas de la alimentacin. Las controversias sobre estos resultados
van evolucionando peridicamente. Seleccionar entre todas las rplicas y
contrarrplicas, entre estudios incompletos e incompatibles, entre intereses partidistas
y de la competencia, en busca de elementos de verdad y de un curso de accin
prudente, constituye un reto. Esta es todava una tarea esencial, ya que un cambio de
los puntos de vista sobre los efectos de las grasas y aceites en la alimentacin puede
influir profundamente en el consumo de diversos alimentos, y, en ltimo trmino, sobre
el estado nutricional y de salud, sobre la produccin agrcola, las tecnologas de
preparacin de los alimentos, los estudios de mercado y la educacin nutricional.
Invitados por la Organizacin de las Naciones Unidas para la Agricultura y la
Alimentacin (FAO) y por la Organizacin Mundial de la Salud (OMS), se reuni en
Roma del 19 al 26 de octubre de 1993 un grupo internacional de expertos en nutricin,
salud pblica, y ciencia y tecnologa de los alimentos, para estudiar los ltimos datos
cientficos sobre las grasas y aceites de la dieta. Los expertos que asistieron a la
consulta debatieron muchos de los variados e importantes papeles que representan en
la nutricin humana las grasas y los aceites. Consideraron los consumos de distintos
tipos y niveles de grasas y aceites en la alimentacin, y sus efectos sanitarios
asociados. Examinaron muchos de los factores tcnicos asociados a la produccin,
preparacin, comercializacin y utilizacin de las grasas y aceites. Finalmente, se
elabor una serie de recomendaciones sobre las grasas y aceites en la alimentacin,
con el fin de asesorar a los responsables de las polticas, a los especialistas en el
cuidado de la salud, a la industria de la alimentacin, y a los consumidores. Esta
Consulta FAO/OMS de expertos sobre las grasas y aceites en la nutricin humana
form parte de una serie continua de reuniones sobre temas relacionados con la
nutricin patrocinada por la FAO y por la OMS. La consulta fue la segunda reunin de
este tipo que se llev a cabo sobre grasas y aceites; la primera haba tenido lugar en
1977.
Este informe sobre la reunin contiene el examen de las cuestiones y datos
considerados, las conclusiones y recomendaciones del grupo, y una bibliografa. Los
expertos examinaron una amplia gama de temas, y esto aparece reflejado en el
informe. Este informe contiene captulos sobre los siguientes temas: la composicin de
las grasas alimentarias; aspectos de la digestin y metabolismo de las grasas;
tendencias generales respecto de la disponibilidad de aceites y grasas comestibles;
elaboracin y refinado de aceites comestibles; usos seleccionados de las grasas y los
aceites en la alimentacin; los lpidos en las primeras etapas del desarrollo; salud,
obesidad y valores energticos; enfermedades coronarias del corazn y lipoprotenas;
cidos grasos isomricos; cncer y grasas alimentarias; grasas alimentarias y
respuesta inmunitaria; grasas alimentarias, hipertensin, y accidentes vasculares
cerebrales; componentes no glicridos de las grasas; y etiquetado de los alimentos.
procede de la leche materna hasta aqul en que ningn alimento procede de ella), hay
que tener cuidado para evitar que el consumo de grasas disminuya demasiado
rpidamente, o por debajo de los niveles requeridos. El empleo de grasa,
especialmente de aceites vegetales, en las comidas que se dan a los lactantes durante
el destete ya los nios pequeos es un modo eficaz de mantener la densidad
energtica de sus dietas.
El consumo de las cantidades adecuadas de cidos esenciales tambin es importante
para un crecimiento y desarrollo normal. El cido araquidnico y el cido
docosahexanoico (ADH) son particularmente importantes para el desarrollo del
cerebro, y la leche materna constituye una buena fuente de estos cidos grasos. Los
lactantes prematuros que han tenido un aporte intrauterino de cido araquidnico y de
ADH insuficiente, y que nacen con escasas reservas de grasa, presentan problemas
especiales.
Recomendaciones con respecto a la alimentacin de lactantes y de nios pequeos:
Los lactantes deberan alimentarse con la leche materna siempre que sea posible.
La composicin de los cidos grasos de los preparados para lactantes debera
corresponder a la cantidad y proporcin de los cidos grasos contenidos en la leche
materna.
Durante el destete, y al menos hasta la edad de dos aos, la alimentacin infantil
debera contener del 30 al 40 por ciento de la energa en forma de grasas, y aportar
unos niveles de cidos grasos esenciales similares a los que se encuentran en la
leche materna.
Lmites superiores de ingestin de grasas/aceites
El consumo excesivo de grasas en la alimentacin se ha relacionado con el aumento
del riesgo de obesidad, de enfermedades coronarias del corazn, y de ciertos tipos de
cncer. Los mecanismos mediante los cuales se producen estas relaciones son
complejos y variados, y, en muchos casos, no se han comprendido claramente. Los
niveles elevados de colesterol srico y de lipoprotenas de baja densidad (LDL)
constituyen factores de alto riesgo de aterosclerosis y de enfermedades coronarias del
corazn. El grado de riesgo de stos y otros factores puede variar, entre otros, segn:
el tipo y nivel de consumo de cidos grasos, el porcentaje de energa que aporta el
total de las grasas, el colesterol presente en los alimentos, los niveles de lipoprotenas,
el consumo de antioxidantes y de fibra, los niveles de actividad y el estado de salud.
Una alimentacin de bajo contenido de grasas suele tener un contenido reducido de
colesterol y un contenido elevado de antioxidantes y fibra. En los adultos, el consumo
de alimentos ricos en grasas no presenta ninguna ventaja nutritiva una vez que se han
satisfecho las necesidades energticas y nutritivas esenciales.
Recomendaciones sobre lmites superiores de ingestin de grasas alimentarias:
Los individuos que llevan a cabo una vida sedentaria no deberan consumir ms del
30 por ciento de su energa en forma de grasas, especialmente si stas son ricas en
cidos grasos saturados que proceden fundamentalmente de fuentes animales.
Acidos grasos saturados e insaturados, y colesterol
Los cidos grasos saturados - lurico, mirstico y palmtico - elevan los niveles de
colesterol y de las lipoprotenas de baja densidad (LDL) en el suero. El cido esterico
no eleva los niveles sricos de colesterol o de LDL, aunque presenta otros efectos
sobre la salud, hasta ahora indefinidos. El cido linoleico, poliinsaturado, reduce
moderadamente los niveles de colesterol y de LDL en el suero. El cido oleico,
monoinsaturado, presenta un comportamiento neutro respecto a las LDL, pero
incrementa moderadamente el nivel de las lipoprotenas de alta densidad (HDL). El
consumo de colesterol en la alimentacin aumenta los niveles sricos de colesterol y
de LDL, pero la magnitud de este aumento es muy variable.
Recomendaciones sobre el consumo de cidos grasos saturados e insaturados:
Los consumidores deberan sustituir con aceites lquidos y grasas blandas (esto es,
aquellas que se mantienen blandas a temperatura ambiente) las grasas duras (ms
slidas a temperatura ambiente), con el fin de reducir tanto los cidos grasos
saturados como los ismeros en trans de los cidos grasos insaturados.
Los elaboradores de alimentos deberan reducir los niveles de los ismeros
en trans de los cidos grasos que se generan en la hidrogenacin.
Algunos estudios han mostrado que el consumo de alimentos (como pescados ricos
en aceite) que contienen cidos grasos de cadena larga de n-3, cido
eicosapentanoico (AEP) y (ADH), se asocia con una disminucin del riesgo de
enfermedades coronarias del corazn (ECC), probablemente debido a mecanismos
que no se relacionan con el nivel de lipoprotenas en el suero.
Los cidos grasos esenciales son especialmente importantes para el crecimiento y
desarrollo normales del feto y de los lactantes, y en particular, para el desarrollo del
cerebro y de la agudeza visual. En mujeres bien nutridas, durante la gestacin se
depositan cada da aproximadamente 2,2 gramos de cidos grasos esenciales en los
tejidos materno y fetal.
Recomendaciones relativas al consumo de cidos grasos esenciales:
La relacin entre cido linoleico y cido -linolnico debera estar comprendida
entre 5:1 y 10:1.
A personas en que dicha relacin sea superior a 10:1 debera estimularse a que
consuman alimentos ricos en n-3, como hortalizas de hoja verde, legumbres, pescado,
y mariscos.
Se debera prestar especial atencin a promover en las madres un consumo
suficiente de cidos grasos esenciales durante la gestacin y la lactancia, a fin de
recabar las cantidades necesarias para el desarrollo fetal y del lactante.
Necesidades cientficas y de programacin
Es necesario disponer de suficiente informacin sobre el estado nutricional, los aportes
de la alimentacin y la composicin de los alimentos para elaborar y seguir de cerca
programas de mejora de la nutricin, incluida la promocin de aportes adecuados de
grasas y aceites en la alimentacin.
Los gobiernos y las autoridades sanitarias de todos los pases deben conocer los
riesgos en constante aumento de contraer enfermedades no transmisibles debidas a la
adopcin de prcticas dietticas inadecuadas y de estilos de vida menos activos.
Recomendaciones sobre la informacin diettica y sobre los requisitos de los
programas:
Nombre comn
Nombre sistemtico
cprico
decanoico
10:0
lurico
dodecanoico
12:0
mirstico
tetradecanoico
14:0
palmtico
hexadecanoico
16:0
esterico
octadecanoico
18:0
araqudico
eicosanoico
20:0
behnico
docosanoico
22:0
lignocrico
tetracosanoico
24:0
palmitoleico
9-hexadecenoico
16:1
n-7
oleico
9-octadecenoico
18:1
n-9
gadoleico
11-eicosaenoico
20:1
n-9
cetoleico
11-docasaenoico
22:1
n-11
ercico
13-docasaenoico
22:1
n-9
nervnico
15-tetracosaenoico
24:1
n-9
linoleico
9,12-octadecadienoico
18:2
n-6
-linolnico
9,12,15-octadecatrienoico
18:3
n-3
-linolnico
6,9,12-octadecatrienoico
18:3
n-6
20:3
n-6
5,8,11-eicosatrienoico
20:3
n-9
araquidnico
5,8,11,14-eicosatetraenoico
20:4
n-6
AEP
5,8,11,14,17-eicosapentaenoico
20:5
n-3
adrnico
7,10,13,16-docosatetraenoico
22:4
n-6
7,10,13,16,19-docosapentaenoico
22:5
n-3
ADP
4,7,10,13,16-docosapentaenoico
22:5
n-6
ADH
4,7,10,13,16,19-docosahexaenoico
22:6
n-3
Los aceites vegetales y los productos elaborados con ellos contienen normalmente
grandes cantidades de tocoferol, especialmente los ismeros , y . Adems,
algunos aceites vegetales, especialmente el aceite de palma (Qureshi et al., 1991a) y
el aceite de salvado de arroz (Rogers et al., 1993), son fuentes muy ricas de
tocotrienoles con una dbil actividad como vitamina E, pero que actan como
antioxidantes y proporcionan estabilidad contra la oxidacin.
Carotenoides. Los carotenoides son hidrocarburos liposolubles altamente insaturados
derivados del poliisopreno. Se sabe que en las grasas animales y vegetales estn
presentes ms de 75 carotenoides diferentes. Los ms frecuentes son los
carotenos , y , la licopina, la lutena y las xantofilas (Figura 2.6). Los carotenoides
y sus derivados son normalmente los que dan el color amarillo a rojo intenso a las
frutas, hortalizas, cereales y aceite de palma bruto. Los carotenoides son los
precursores de la vitamina A, presentando el -caroteno la mayor actividad de
provitamina A.
Vitaminas A y D. Una fuente tradicional de vitamina A es la grasa de la mantequilla.
Los aceites de pescado constituyen la fuente normal de vitamina D. Las margarinas,
que se enriquecen con vitaminas A y D por exigencias legales en la mayora de los
pases, tambin contribuyen de forma importante a asegurar una ingestin adecuada
de estos nutrientes.
FIGURA 2.5 - Diagrama del tocoferol y del tocotrienol
Otros componentes
Esteroles. El colesterol es el principal esterol de los productos animales. Los
principales esteroles de las plantas son el -sitosterol, el campesterol y el
estigmasterol, aunque se sabe que existen algunos otros (Formo et al., 1979); en la
Figura 2.7 se muestran las cadenas laterales del colesterol y de algunos esteroles de
las plantas. Se encuentran en forma libre o bien esterificados con otros compuestos
como los cidos grasos, los glucsidos o el cido ferlico (oxizanol). El contenido de
esterol de las grasas y aceites alimentarios oscila entre el 0,01 y el 2 por ciento (Itoh,
Tamura y Matsumoto, 1973a).
Alcoholes derivados del metilesterol y del triterpeno. Los esteroles metilados en la
posicin OH-4 estn presentes en los aceites vegetales comunes en concentraciones
del 0,01 al 0,4 por ciento, presentando el aceite de salvado de arroz y el aceite de
ssamo los niveles ms elevados (Itoh, Tamura y Matsumoto, 1973b). Las
correspondientes concentraciones de alcoholes triterpnicos, incluidos los de cinco
anillos de ciclohexano condensados, son del 0,01 al 1,2 por ciento. El aceite de
salvado de arroz es el nico que se encuentra en el nivel superior.
Escualeno. El hidrocarburo predominante en las grasas alimentarias es el escualeno.
Es un intermediario en la sntesis del esterol a partir del acetato, y se encuentra en
cantidades particularmente elevadas en algunos aceites de pescado y en el aceite de
oliva. En la mayora de los aceites vegetales, la concentracin se encuentra por debajo
de 30 mg/100 g (Formo et al., 1979).
Orizanoles. Los orizanoles son compuestos que constan de cido ferlico esterificado
con varios esteroles vegetales y con alcoholes triterpnicos (Figura 2.8). Aunque se
encuentran grandes cantidades en el salvado de arroz crudo y en el aceite de linaza,
los orizanoles no se encuentran ampliamente distribuidos en otros aceites (Id.).
FIGURA 2.7 - Colesterol y algunos esteroles vegetales
Las enfermedades que perjudican a la secrecin biliar, como la obstruccin biliar o los
trastornos de hgado, conducen a graves deficiencias en la absorcin de las grasas,
como tambin sucede con las enfermedades que afectan a la secrecin pancretica
de las enzimas con actividad de lipasa, como la fibrosis cstica. Como resultado, los
triglicridos con longitudes de cadena medias pueden tolerarse mejor en las personas
que presentan una absorcin deficiente de las grasas, y frecuentemente se utilizan
como fuente de energa en la alimentacin. La absorcin intestinal completa de los
lpidos puede verse afectada marginalmente por cantidades elevadas de fibra en la
dieta. La absorcin de las grasas se ilustra en la Figura 3.1.
FIGURA 3.1 - Influencia de las grasas alimentarias en el metabolismo de las
lipoprotenas
Los cidos grasos son transportados en la sangre como complejos de albmina o
como lpidos esterificados en las lipoprotenas. Estas consisten en un ncleo de
triacilglicridos y steres cidos grasos de colesterol, y un revestimiento formado por
un estrato de fosfolpidos en el que se encuentran esparcidas molculas de colesterol
sin esterificar. Las cadenas plegadas de una o ms apolipoprotenas se extienden por
encima de la superficie y, con los fosfolpidos anfipticos, permiten que los lpidos del
ncleo sean transportados por la sangre. Tambin regulan la reaccin del conjunto
lipdico con enzimas especficas, o unen las partculas a los receptores superficiales
de las clulas.
Los quilomicrones son partculas lipoproteicas que proceden de las grasas
alimentarias y son empaquetadas por las clulas de la mucosa. Entran en el torrente
sanguneo a travs de los vasos linfticos. La lipasa de lipoprotenas, que se
encuentra en la pared interior de los capilares sanguneos, hidroliza los triglicridos,
liberando cidos grasos. Estos entran en el tejido adiposo, donde se almacenan, y en
los msculos, donde se utilizan como combustible. Los restos de los quilomicrones son
depurados por el hgado durante las primeras horas que suceden a la ingestin de una
comida que contiene grasas.
Las lipoprotenas de muy baja densidad (VLDL) son partculas de gran tamao ricas
en triacilglicridos que se producen en el hgado a partir de la grasa endgena, a
diferencia de los quilomicrones, que transportan grasa exgena. Las VLDL son los
principales portadores de triacilglicridos que tambin son elaborados por la lipasa de
lipoprotenas y proporcionan cidos grasos a los tejidos adiposo y muscular.
Las lipoprotenas de baja densidad (LDL) son los productos finales del metabolismo de
las VLDL. Su ncleo est formado principalmente por steres de colesterol y su
superficie slo presenta un tipo de apolipoprotena, apoB. Cerca del 60-80 por ciento
del colesterol plasmtico es transportado por las LDL. Los valores medios de LDL
varan entre distintas poblaciones debido a factores genticos y ambientales, siendo
sin embargo la alimentacin el principal factor determinante de estos valores.
Las lipoprotenas de alta densidad (HDL) transportan el 15-40 por ciento del colesterol
del plasma. Probablemente se forman en el torrente circulatorio a partir de precursores
generados en el hgado y en el intestino. La principal apolipoprotena de las HDL es
apoA-1. En los seres humanos, las LDL conducen el colesterol al hgado, y las HDL
pueden transferirlo a otras partculas LDL lipoproteicas. Existen pruebas de que las
HDL protegen activamente las paredes de los vasos sanguneos (Consenso del NIH,
Se ha puesto en duda la eficacia de la ruta n-3 en los seres humanos. Sin embargo,
los estudios realizados en seres humanos sobre la conversin de cidos linoleico y linolnico deuterados en sus derivados de cadena larga han mostrado que la eficiencia
de la conversin de linoleico en araquidnico era del 2,3 por ciento, mientras que la
conversin del -linolnico en su derivado de cadena larga era del 18,5 por ciento
(Emken et al., 1992). Estos valores de conversin, medidos como productos
acumulados en el plasma, se obtuvieron en personas que haban ingerido cantidades
relativamente bajas de cido linoleico (alrededor del 5 por ciento). Cuando la
alimentacin contena alrededor del 9 por ciento de cido linoleico, las conversiones se
reducan al 1 por ciento en el caso del linoleato y al 11 por ciento en el del linolenato.
Estos datos indican que en los adultos se produce la sntesis de los metabolitos de n-3
a partir de 18:3.
El aceite de pescado, que en comparacin con el aceite de linaza es rico en cido
eicosapentanoico, aumenta en gran medida la concentracin de derivados de cadena
larga en la sangre humana (Sanders y Roshanai, 1983). En las plaquetas y otras
clulas de la sangre slo se alcanzan niveles elevados de cido eicosapentanoico y
docosapentanoico cuando se ingieren como tales en la alimentacin. Los cidos
grasos n-3, as como los cidos grasos n-6, se incorporan a la posicin 2 de los
fosfolpidos de membrana.
Los cidos grasos poliinsaturados de los fosfolpidos de membrana proceden de los
alimentos o de mentes endgenas. Su disponibilidad est influida por la desacilacinreacilacin, en particular en la posicin 2 de los fosfolpidos (Lands et al., 1982), por la
especificidad de las kinasas de diacilglicridos en la sntesis de los fosfolpidos
(McDonald et al., 1988), y por el remodelado de los fosfolpidos donadores y
aceptores. En todos estos procesos, existe competicin entre los cidos grasos de las
series n-6 y n-3.
La importancia del cido linoleico se demostr en estudios realizados con ratas.
Cuando las ratas se alimentaban con alimentos carentes de grasas, empezaban a
aparecer sntomas especficos que se evitaban suministrando cido linoleico. La
deficiencia en cido linoleico, una condicin poco comn en los seres humanos, se
haba descrito en nios a los que se proporcionaban alimentos carentes de grasas
(Hansen et al., 1963). En los nios, empezaban a aparecer trastornos de la piel
similares a los que se producan en las ratas y se curaban por administracin de cido
linoleico. Para evitar la acumulacin de cido eicosatrienoico (20:3 n-9), la cantidad de
cido linoleico que se requiere en la alimentacin es de aproximadamente el 1 por
ciento del aporte energtico. Esto es aplicable a todas las especies animales
probadas. Aportes comprendidos entre el 4 y el 10 por ciento de la energa son los
consumidos normalmente por distintos grupos de poblacin, y estos parecen ser
compatibles con el estado de salud ptimo.
La deficiencia de cido linoleico puede surgir como condicin secundaria de otras
alteraciones, como desnutricin proteico-energtica o absorcin deficiente de las
grasas, o como consecuencia de una nutricin parenteral total con aportes
insuficientes de cido linoleico. En condiciones de aporte adecuado de cido linoleico,
el cociente entre trieno y tetraeno est por debajo de 0,2 (Mohrhauer y Holman, 1963).
La deficiencia de cido linoleico se puede evaluar mejor mediante un perfil de todos
los cidos poliinsaturados del suero (Holman y Johnson, 1981).
El cido graso n-3, cido docosahexanoico (ADH, 22:6), est presente en grandes
concentraciones en el sistema nervioso central, en las membranas celulares y en el
sistema visual (Tinoco, 1982; Neuringer et al., 1984; Bourre et al., 1989). Ms adelante
en este informe se discutir el papel del ADH para tener una funcin neuronal ptima y
agudeza visual, relacionndolo con las primeras etapas del desarrollo.
El equilibrio entre los cidos grasos n-6 y n-3 de la alimentacin es importante dada su
naturaleza competitiva y sus funciones biolgicas esenciales y diferentes. Se ha
sugerido que las cantidades relativas de cido linoleico y -linolnico presentes en la
alimentacin deben estar por debajo de 10:1.
Funciones biolgicas
Estructura de la membrana. Los cidos grasos insaturados en los lpidos de
membrana juegan un importante papel para mantener la fluidez (Lynch y Thompson,
1984). En la piel, el cido linoleico tiene un papel especfico, unindose a algunos
cidos grasos de cadena muy larga (C30-C34) en las acil-ceramidas. Estas forman
una matriz intracelular para mantener la barrera de permeabilidad epidrmica (Hansen
y Jensen, 1985).
En las membranas, las interacciones entre lpidos y protenas pueden depender de un
cido graso poliinsaturado especfico. Este parece ser el caso de los segmentos
externos de los bastoncillos de los mamferos que son muy ricos en cido
docosahexanoico.
Se han destacado tres ejemplos de interacciones entre lpidos y protenas que
controlan las funciones metablicas de las membranas: el primero, las propiedades
catalticas de las protenas de transporte; el segundo, actividades de enzimas como la
Ca/Mg ATPasa del retculo sarcoplasmtico, la adenilato ciclasa y la 5-nucleotidasa, en
las que influyen los niveles de cidos grasos n-6 y n-3 de los lpidos de membrana
(Kinsella, 1990); y el tercero, las enzimas que intervienen en el ciclo de los
fosfoinostidos. Este ciclo, asociado con las respuestas de muchas clulas frente a una
amplia gama de hormonas, neurotransmisores y factores de crecimiento celular, da
lugar, a partir de la activacin de una fosfolipasa C especfica, a dos importantes
segundos mensajeros: inositol 1,4,5-trifosfato (IP3), y diacilglicridos. El IP3es el
encargado de modular los iones calcicos del citosol. El diacilglicrido, junto con los
iones calcicos y la fosfatidil serina, interviene en la activacin de una protena kinasa C
que fosforila varias protenas intracelulares. Puesto que los polifosfoinostidos son muy
ricos en cido araquidnico en la posicin 2, el diacilglicrido generado a partir de ellos
es tambin muy rico en este cido graso. Una lipasa que acte sobre el diacilglicrido
puede en consecuencia liberar cido araquidnico que podr convertirse en
eicosanoides.
El ciclo de los fosfoinostidos controla algunos procesos de la divisin celular. Por
tanto, la modulacin del ciclo influye en la tasa de divisin de las clulas en la
respuesta inmunitaria y en el crecimiento tumoral. Los cidos grasos poliinsaturados
de la alimentacin y la proporcin de cidos grasos n-6 y n-3 parecen afectar al ciclo
de los fosfoinostidos.
Formacin de los eicosanoides. Los cidos grasos n-6 y n-3 que forman parte de los
fosfolpidos de membrana ejercen un control metablico a travs de su papel de
FAP. Este compuesto deriva de la 1-alquil, 2-acil fosfatidil colina. El FAP es un agente
proinflamatorio sumamente poderoso, y un potente activador de varios tipos de clulas
adems de las plaquetas. Aunque los datos sobre los efectos de varios cidos grasos
en la ruta del FAP son limitados, se ha demostrado que la incorporacin del cido
araquidnico a los fosfolpidos celulares potencia la produccin del FAP (Sugaet
al., 1991). Los distintos cidos grasos poliinsaturados de la posicin 2 de los
fosfolpidos precursores pueden modificar la formacin del FAP como se demostr con
la reducida produccin del FAP por los monocitos de individuos que haban recibido
cidos grasos n-3 (Sperling et al., 1987). Los efectos opuestos de los cidos grasos n6 y n-3 pueden explicar algunas influencias de los cidos grasos poliinsaturados sobre
la funcin de ciertas clulas (Id.).
Efectos sobre otros parmetros. Los cidos grasos n-3 parecen afectar a muchos
otros procesos, como la produccin de citoquinas y de otros factores. Las citoquinas
son una familia de protenas producidas y liberadas por las clulas implicadas en los
procesos inflamatorios y en la regulacin del sistema inmunitario. Incluyen las
interleukinas y los factores de necrosis tumoral. El mecanismo mediante el cual los
cidos grasos n-3 afectan a la sntesis de las citoquinas no est claro, pero algunos
estudios han demostrado un efecto sobre los niveles de ARNm, lo que sugiere un nivel
de accin pretraslacional.
Los efectos de los cidos grasos sobre la expresin de genes que codifican enzimas
que intervienen en el metabolismo de los lpidos, as como sobre la expresin de
genes que actan en la regulacin del crecimiento celular (genes de respuesta
temprana inmediata) representan un importante aspecto adicional en los papeles
biolgicos de los cidos grasos poliinsaturados. Parece que los cidos grasos pueden
interaccionar con un grupo de protenas receptoras nucleares que se unen a ciertas
regiones del ADN, alterando por tanto la transcripcin de los genes reguladores.
Gran parte de la literatura relacionada con los cidos grasos de cadena larga n-3 trata
sobre dosis farmacolgicas o se refiere a las lipoprotenas y su relacin con las
enfermedades coronarias del corazn. Se deben estimular otros estudios clnicos y
metablicos adicionales.
Oxidacin de los cidos grasos
Los cidos grasos que no se utilizan para sintetizar eicosanoides ni se incorporan a los
tejidos se oxidan para producir energa. Los cidos grasos proporcionan energa a
travs de la beta oxidacin que tiene lugar en las mitocondrias de todas las clulas,
excepto las del cerebro y las del rion. Entran en la mitocondria en forma de los
correspondientes derivados de acil carnitina. Los cidos grasos saturados de cadena
corta, media y larga se someten al primer paso de la beta oxidacin con distintas
deshidrogenasas. El proceso va generando sucesivamente molculas de acetil-CoA
que entran en el ciclo de los cidos tricarboxlicos o en otras rutas metablicas. El
producto final de los cidos grasos con un nmero par de tomos de carbono es el
acetato. Los cidos grasos insaturados requieren dos pasos enzimticos ms que los
cidos grasos saturados para cambiar los dobles enlaces en cis a trans y para
desplazarlos de la posicin alfa a la beta. An as, la oxidacin de los cidos grasos
insaturados, incluidos el cido linoleico, es tan rpida o ms que la del cido palmtico.
La reaccin de la oxidacin inicial es realizada por una enzima distinta de la que se
encuentra en las mitocondrias; el acil-CoA graso entra directamente en esta organela.
Regin
Grasas
g/persona/da
Aumento entre
1961-90
Relacin media
grasas/energa
1961
1990
1961
1990
EN DESARROLLO
28
50
78
13
18
Africa
38
43
13
16
18
Lejano Oriente
22
45
105
11
16
Cercano Oriente
46
72
56
19
22
Amrica Latina
51
75
47
20
25
DESARROLLADOS
93
128
38
28
34
Ex URSS
69
107
55
20
28
Oceana
125
138
10
36
36
Europa
104
143
37
32
37
124
151
22
37
37
Nmero de
pases
Nmero de
habitantes
Relacin media
grasas/energa
miles
gramos
porcentaje
299 164
<30
10
63
3 035 746
30-59,9
18
64
1 197 754
60-119,9
27
29
752 318
120 y ms
38
aumento ha sido menor. Hace 30 aos, la disponibilidad de grasas en Africa era baja, y
su aumento ha sido bajo.
Ingresos. El primer factor que explica estos cambios son los ingresos, indicador
bsico del desarrollo econmico. La disponibilidad de grasas animales y vegetales
est estrechamente relacionada con los ingresos (Periss, Sizaret y Franois, 1969).
En la Figura 4.2 se ilustra la influencia del Producto Interno Bruto (PIB) per capita en la
disponibilidad de los alimentos en 134 pases.
FIGURA 4.1 - Disponibilidad de grasas por persona/da en los pases
desarrollados yen desarrollo* (1961-1990)
En los pases cuyos ingresos estn comprendidos entre 150 y 350 dlares de EE.UU.
anuales se ha producido un aumento constante de la disponibilidad de las grasas. En
los pases cuyos ingresos anuales per capita se encuentran entre 350 y 7 000 dlares
de EE.UU. se ha producido un sensible aumento de la grasa total disponible, mientras
que en los pases cuyos ingresos por persona son de alrededor de 7 000 dlares de
EE.UU., la disponibilidad de grasas se ha mantenido en los mismos niveles. En los
pases cuyos ingresos per capita son inferiores a 7 000 dlares de EE.UU., el
consumo tanto de grasas animales como vegetales ha aumentado en tasas similares.
Por encima de los 900 dlares de EE.UU., la disponibilidad de grasas animales ha
aumentado rpidamente. En realidad, la disponibilidad de grasas vegetales disminuye
cuando los ingresos per capita sobrepasan los 7 000 dlares de EE.UU. Las
encuestas sobre el consumo de alimentos confirman esta tendencia, especialmente en
pases como Bangladesh (Hassan y Ahmad, 1992) o el Brasil [Instituto Brasileiro de
Geografa e Estadistica (IBGE), 1978], en los que el PIB per cpita es bajo. En estos
pases, la pobreza es el principal factor que limita el consumo de grasas,
especialmente las de origen animal.
Estilos de vida urbanos. La urbanizacin est fuertemente relacionada con el
consumo creciente de grasas en los pases en desarrollo. Este es un fenmeno
general que forma parte del cambio global en los hbitos alimentarios. En Bangladesh,
por ejemplo, el consumo de grasas en las zonas urbanas es dos o tres veces mayor
que en las zonas rurales (Hassan y Ahmad, 1992). Lo mismo sucede en Nger, donde
el consumo de las zonas urbanas es dos o tres veces mayor que en las zonas rurales,
dependiendo de la estacin [Comit Inter-tat de Lutte contre la Scheresse dans le
Sahel (CILSS), 1991]. En Nger, la RGE de los habitantes de las zonas rurales es del 7
por ciento, mientras que en los habitantes que se han desplazado recientemente de
zonas rurales a zonas urbanas, es del 14 por ciento. Entre las personas que viven
permanentemente en Niamey, la capital de Nger, es del 19 por ciento (Id.). Una
encuesta realizada en el Brasil en 1974-75 (IBGE, 1978) muestra una clara relacin
entre la urbanizacin y el consumo de grasas, independientemente de las regiones
climticas (Figura 4.3). El aumento de la RGE, que normalmente se aprecia a medida
que las zonas se van urbanizando, es sorprendente, ya que los aportes energticos
tienden a disminuir con la urbanizacin, debido a la reduccin de la actividad fsica.
FIGURA 4.2 - Grasas disponibles segn los ingresos per capita de 134 pases
(1989)
Otros factores. El entorno ambiental, la disponibilidad local de grasas y aceites, los
hbitos alimentarios y el nivel educativo son otros factores que afectan al nivel de
consumo de grasas. Otros factores personales y sociolgicos afectan tambin al
consumo de grasas. Las Hojas de Balance de Alimentos indican que durante la ltima
dcada ha empezado a disminuir la disponibilidad de grasas de origen animal,
REGION
Grasas totales
g/persona/da
Grasas visibles
Grasas invisibles
Cultivos
Otros
oleaginosos
Mundo
68,3
36
11
23
Africa
43,1
48
16
10
Lejano
Oriente
44,6
35
24
13
Cercano
Oriente
72,3
49
11
13
Amrica
Latina
75,4
43
22
10
URSS
106,8
25
22
26
12
Oceana
137,8
20
18
40
13
Europa
142,8
30
20
28
12
Amrica
del Norte
151,0
39
27
14
vegetales que contienen cido -linolnico, como los aceites de canola y de soja, y
por los aceites de pescado que contienen cidos grasos de cadena larga. Los aceites
de pescado no se muestran como artculos independientes en las Hojas de Balance de
Alimentos porque en muchos pases se consumen como parte del pescado. Slo
algunos pases disponen de cantidades significativas de aceites de pescado. Siete
pases presentan ms de 2 gramos por persona y por da.
FIGURA 4.4 - Cambios en la disponibilidad de aceites vegetales en las regiones
desarrolladas y en desarrollo
Conclusin
Durante las tres ltimas dcadas ha aumentado constantemente la disponibilidad de
grasas en el mundo, especialmente en los pases en desarrollo. Sin embargo, en
comparacin con los pases desarrollados, el consumo de grasas sigue siendo bajo en
aqullos.
En los pases en desarrollo, las familias rurales, que con frecuencia son los miembros
ms pobres de la sociedad, tienen una alimentacin con bajo contenido de grasas,
debido a sus bajos ingresos y a su limitado acceso a aportes diversificados de
alimentos. La desnutricin constituye un problema crucial y el aumentar la cantidad de
energa disponible debe constituir una prioridad. Las grasas y aceites juegan un papel
fundamental para conseguir este aumento. Sin embargo, en los pases en desarrollo
las polticas diseadas para favorecer este aumento pueden constituir un factor de
riesgo para las poblaciones urbanas, que tienen una alimentacin con exceso de
grasas.
En algunos pases desarrollados, especialmente en Europa, la disponibilidad de cidos
grasos poliinsaturados es baja en comparacin con los cidos grasos saturados,
porque la cantidad de grasas animales disponibles es ms del doble que la de grasas
vegetales. En 12 pases, la disponibilidad de grasas animales es de ms de 30 gramos
por persona y por da.
Los pases ms desarrollados han conseguido niveles de consumo de grasas muy
elevados. Algunos de estos pases muestran una tendencia a disminuir el consumo de
grasas, fundamentalmente de grasas visibles de origen animal, que son ricas en
cidos grasos saturados. Esta nueva tendencia est ligada a las polticas aplicadas
por los pases ms desarrollados (especialmente Amrica del Norte y Europa
septentrional), que pretenden mejorar los modelos de consumo actuales,
especialmente reduciendo los consumos de cidos grasos saturados y aumentando
los de cidos grasos poliinsaturados. En estos pases, las grasas visibles proporcionan
ms de 70 gramos por persona y por da. Las polticas destinadas a mejorar la calidad
de las grasas y aceites pueden ser eficaces con la colaboracin de las industrias
alimentarias.
1aetapa Desgomado con agua para eliminar los fosfolpidos fcilmente hidratables y los
metales.
2aetapa Adicin de pequeas cantidades de cido fosfrico o ctrico para convertir los
restantes fosfolpidos no hidratables (sales de Ca, Mg) en fosfolpidos hidratables.
3aetapa Neutralizacin de los cidos grasos libres con un ligero exceso de solucin de
hidrxido sdico, seguida de la eliminacin por lavado de los jabones y de los
fosfolpidos hidratados.
4aetapa Blanqueo con tierras minerales naturales o activadas con cido para adsorber los
K3
18:3
K2
18:2
K1
18:1
18:0
necesarias. El refinado comercial produce grasas y aceites con poco sabor, color
limpio, buena calidad de conservacin y estabilidad para frer. Las grasas y aceites
refinados comercialmente carecen de los contaminantes conocidos que se extraen de
las materias primas agrcolas. El refinado puede eliminar carotenoides con valor
nutritivo para producir aceites con poco color, pero mantiene proporciones importantes
de tocoles, y no cambia los cidos grasos ni las composiciones de los triacilglicridos.
La temperatura, el tiempo y la presin deben controlarse cuidadosamente durante el
refinado industrial. Los productos de los aceites deben almacenarse
convenientemente, transportarse y empaquetarse para mantener la calidad, y los
consumidores deben asumir la responsabilidad de no abusar de los aceites y grasas
en sus familias.
La industria puede disear prcticamente cualquier grasa o aceite para una aplicacin
especfica empleando varios procesos de modificacin, como la hidrogenacin,
interesterificacin, fraccionamiento o mezcla. La hidrogenacin normalmente reduce el
contenido de cidos grasos esenciales y crea diversos ismeros de cidos grasos,
tanto cis como trans. La gran flexibilidad de que dispone la industria para seleccionar
materias primas y distintos procesos de modificacin permite elaborar aceites con el
menor costo posible, un aspecto importante de la produccin de los alimentos.
ltima parte del embarazo. Una nutricin materna o una condicin metablica pobre
durante esta primera etapa presenta un riesgo importante de comprometer el
desarrollo embrionario, la formacin celular y la tasa de reproduccin del ADN de
modo tal que posteriormente no se puede compensar.
Durante el embarazo, la placenta selecciona cido araquidnico y docosahexanoico
(ADH) a expensas del cido linoleico, -linolnico y eicosapentanoico (AEP),
resultando proporciones considerablemente elevadas de cido araquidnico y ADH en
la circulacin fetal a medio plazo (Crawford et al., 1976) y al final (Olegard y
Svennerholm, 1970). Esto no les sucede a los nios nacidos prematuramente. Los
bajos pesos al nacer y los nacimientos prematuros estn relacionados con un alto
riesgo de trastornos e incapacidades del desarrollo neurolgico (Wynn y Wynn, 1981;
Dunn, 1986; Hack et al., 1991; Scottish Low Birth Weight Study Group, 1992a, b). Se
ha descrito la incidencia de los trastornos en el desarrollo neurolgico de los nios
prematuros o nacidos con un peso bajo en el Reino Unido y Suecia, vindose que ha
aumentado al triple desde 1967 (Pharoah et al., 1990; Hagberg, Hagberg y
Zetterstrom, 1989), haciendo urgente la necesidad de un mejor conocimiento de las
necesidades nutricionales de estos nios.
Bajo peso al nacer. En varios pases en desarrollo, el bajo peso al nacer constituye
un problema particular que est relacionado con la alta incidencia de mortalidad y
morbilidad materna y perinatal. Tambin constituye un problema en las zonas urbanas
de los pases desarrollados, especialmente en los grupos socioeconmicos ms bajos.
La OMS estima que el 17,4 por ciento de los bebs de todo el mundo nacen con bajo
peso. Esto tiene importantes consecuencias a largo plazo para la salud y las
capacidades de los nios (FAO/OMS, 1992).
Los embarazos de las adolescentes plantean un problema especial, ya que el
consumo nutricional de la madre necesita sostener tanto su propio crecimiento
somtico continuo como el del feto. La vulnerabilidad de las madres jvenes y de sus
descendientes se confirma por la elevada frecuencia de muertes perinatales, bajo
peso al nacer y morbilidad y mortalidad maternas. Sin embargo, cuando las jvenes
embarazadas comen adecuadamente durante el embarazo, los partos pueden tener
xito.
Aunque existe una relacin entre la nutricin materna y el peso del recin nacido
(Caan et al., 1978), las causas del bajo peso al nacer dependen de muchos factores,
entre los que se incluye: bajo aporte calrico, escaso aumento del peso durante el
embarazo, bajo peso antes del embarazo, pequea estatura, y enfermedades (por
ejemplo, malaria) (FAO/OMS, 1992). En los pases desarrollados, fumar supone un
factor adicional. Algunos nutrientes, con independencia de que se fume, se relacionan
con pesos inferiores a los 3,0 kg (Doyle et al., 1990). Los datos retrospectivos sugieren
que la nutricin fetal determina el riesgo de diabetes no dependiente de insulina y de
enfermedades vasculares en etapas ulteriores de la vida (Barker et al., 1993). Este
concepto se ve apoyado por los datos relativos a las carencias de cido araquidnico,
ADH y vitamina A en la circulacin de los recin nacidos con bajo peso al nacer
(Ongari et al., 1984; Crawford et al., 1989, 1990; Carlson et al.,1992; Leaf et al., 1992),
as como por los datos de patologas vasculares en la placenta de recin nacidos de
bajo peso al nacer (Althabe, Laberre y Telenta, 1985; Winick, 1983).
Micronutrientes y acumulacin de grasas. En muchos pases en desarrollo,
predomina todava la carencia de vitamina A. En estas circunstancias, es importante
que el consumo de grasas y de vitaminas liposolubles sea suficiente y se deben hacer
esfuerzos para aumentar el porcentaje de la energa alimentaria que procede de las
grasas hasta al menos el 20 por ciento en mujeres en edad frtil. Esta estrategia
debera contribuir tambin a asegurar un aporte adecuado de cidos grasos
esenciales y de vitaminas liposolubles.
La grasa corporal juega un papel especial, puesto que las mujeres con una
alimentacin de bajo contenido en grasas y en caloras, as como las atletas con
entrenamientos intensos pueden no concebir, o bien puede ponerse en peligro el
desarrollo embrionario y fetal de su descendencia (Frisch, 1977). El depsito de
grasas de la madre durante la concepcin puede ser importante para sus respuestas
hormonales y para la nutricin del embrin. Igualmente, proporcionar las bases para
la acumulacin y utilizacin subsiguiente de las grasas durante el embarazo
(FAO/OMS, 1978). Para asegurar una preparacin nutritiva adecuada, las mujeres no
deben someterse a un rgimen de adelgazamiento, de bajo contenido de caloras o de
grasas durante los tres meses que precedan a la concepcin. El consumo de caloras
y de nutrientes debe ser suficiente para satisfacer las recomendaciones generales
para el primer trimestre de gestacin, mientras que el consumo de cidos grasos
esenciales debe ser similar al que se mencionar ms adelante para el embarazo, a
fin de asegurar una calidad adecuada de las reservas de grasa. Se debe prestar
atencin a la necesidad de un nivel nutricional adecuado en lo que se refiere a
caloras, vitaminas, minerales y oligoelementos antes de la concepcin.
Gestacin. Durante los nueve meses de gestacin surgen nuevas necesidades que
afectan el contenido de grasas de la alimentacin para proporcionar el depsito de
grasas durante el primer trimestre y favorecer el crecimiento de los dems
compartimentos durante los siguientes trimestres. Durante el primer trimestre, el
desarrollo embrionario requiere una cantidad insignificante de cidos grasos
esenciales adicionales, pero la acumulacin materna normal de grasas y el
crecimiento uterino, as como la preparacin del desarrollo de las glndulas mamarias,
representan una demanda considerable. En el segundo y, sobre todo, en el tercer
trimestre, la expansin del volumen sanguneo y el crecimiento placental y fetal
aumentan la demanda. Segn datos fidedignos sobre estos compartimentos, una
mujer bien nutrida adquiere en total durante un embarazo normal 600 g de cidos
grasos esenciales como media (aproximadamente 2,2 g/da). Una mayor utilizacin de
la energa puede modificar esta necesidad. Esto concuerda con la recomendacin de
aumentar el consumo de energas alimentarias (OMS, 1985a) y permite mantener la
relacin entre el cido linoleico y el -linolnico en unos valores comprendidos entre
1:5 y 1:10.
Esta recomendacin supone que existe una adecuada conversin de los cidos grasos
esenciales maternos en sus correspondientes cidos grasos poliinsaturados de
cadena larga. Sin embargo, los estudios recientes sugieren que durante el embarazo
se produce una relativa carencia de los cidos grasos poliinsaturados n-3 de cadena
larga (Holman, Johnson y Ogburn, 1991). Las correlaciones existentes entre el cido
araquidnico y el peso del recin nacido, y entre el ADH y la edad de gestacin
(Leaf et al., 1992) concuerdan tanto con el indicador de la madurez como con el
consumo de ADH. Hay datos que indican la relacin existente entre el consumo
abundante de pescado con embarazos ms largos, mayores pesos al nacer, e
incidencia reducida de nacimientos prematuros. Un estudio realizado con aceites de
pescado indica que los cidos grasos poliinsaturados n-3 son importantes (Olsen et
al., 1992). Si estos datos se confirmaran, podran indicar la necesidad de suministrar el
ADH preformado para ayudar a prevenir los nacimientos prematuros y la hipertensin
relacionada con el embarazo (OMS, 1985a).
Medianas y gamas
45,2 (39,0-51,3)
53,5 (35,5-62,3)
Saturados
Monoinsaturados
38,8 (34,2-44,9)
28,2 (22,8-49,0)
13,6 (8,5-19,6)
16,6 (6,3-24,7)
C18:2n-6
11,0 (6,9-16,4)
12,0 (5,7-17,2)
C20:2n-6
0,3 (0,2-0,5)
0,3 (0,3-0,8)
C20:3n-6
0,3 (0,2-0,7)
0,4 (0,2-0,5)
C20:4n-6
0,5 (0,2-1,2)
0,6 (0,3-1,0)
C22:4n-6
0,1 (0,0-0,2)
0,1 (0,0-0,1)
C22:5n-6
0,1 (0,0-0,2)
0,1 (0,1-0,3)
1,2 (0,4-2,2)
1,5 (0,9-2,0)
C18:3n-3
0,9 (0,7-1,3)
0,8 (0,1-1,44)
C20:5n-3
0,2 (0,0-0,6)
0,1 (0,1-0,5)
C22:5n-3
0,2 (0,1-0,5)
0,2 (0,1-0,4)
C22:6n-3
0,3 (0,1-0,6)
0,3 (0,1-0,9)
0,6 (0,3-1,8)
0,6 (0,3-2,9)
Cuando se comparan nios nacidos a trmino que mueren por causas sin explicar, los
nios que se haban alimentado con frmulas de leche carentes de cido araquidnico
y de ADH presentaban bajos niveles de ADH en la corteza cerebral, y niveles de cido
docosapentanoico n-6 (un ndice de carencia de ADH) mayores que los de los nios
alimentados con leche materna (Farquharson et al., 1992). Tal como lo demuestran
ahora los datos de los nios pre-trmino, es ms ventajoso tanto para el bastoncillo
fotorreceptor como para la funcin neural un aporte complementario con cidos grasos
poliinsaturados de cadena larga n-3; parece oportuno aportar tanto cido araquidnico
como ADH ya preformado en los preparados de leches para nios nacidos a trmino
en proporciones similares a las de la leche materna de mujeres omnvoras bien
nutridas. En los nios nacidos a trmino, el aporte por kg de peso corporal debe sumar
600 mg de cido linoleico, 50 mg de cido linolnico, 40 mg de cido araquidnico y
cidos grasos n-6 asociados, y 20 mg de cido docosahexanoico. Aunque todava no
se dispone de datos de pruebas controladas realizadas al azar con nios nacidos a
trmino, se sugiere este aporte para aprovechar cuanto sea posible todo el potencial
gentico de desarrollo visual y neurolgico.
Como ya se ha explicado, la leche materna aporta cidos grasos poliinsaturados de
cadena larga preformados. Puesto que es evidente que los cidos grasos
poliinsaturados de cadena larga son muy eficaces en el desarrollo neurolgico
(Sinclair, 1975; FAO/OMS, 1978; Leyton, Drury y Crawford, 1987), y teniendo en
cuenta los datos relativos a los nios inmaduros anteriormente examinados, en los
preparados para lactantes deberan incluirse cidos grasos poliinsaturados de cadena
larga. Aportar cidos grasos esenciales de origen que se supone optimizan la
conversin en cidos grasos poliinsaturados de cadena larga debera resultar vlido
para el desarrollo fsico, vascular y mental, y debera contribuir a la normalidad
biolgica y funcional. El peso de las pruebas debera colocarse en aquellas que
proponen que los preparados artificiales deberan ser, en principio, diferentes de la
leche materna (Drury y Crawford, 1990).
Estas recomendaciones para los nios nacidos a trmino y los pre-trmino concuerdan
plenamente con las del Grupo Especial Britnico de Nutricin sobre los Acidos Grasos
Insaturados (BNF, 1992).
Destete. La leche humana aporta el 50-60 por ciento de la energa en forma de
lpidos, en que aproximadamente el 5 por ciento de la energa est constituida por
cidos grasos esenciales, de los cuales el 1 por ciento en forma de cidos grasos
poliinsaturados de cadena larga. Estudios de seguimiento de la lactancia durante seis
meses por muestreo al azar mostraron que en madres bien nutridas el aporte de
grasas de la leche se incrementaba desde 40-50 g/l en la tercera semana, hasta 60-70
g/l al cabo de 4-6 meses (OMS, 1985b; Sas et al., 1986). En los pases en desarrollo
con bajos aportes energticos, el aumento del contenido en grasas de la leche era
menor. Sin embargo, parecera especialmente inoportuno destetar lactantes con una
alimentacin deficiente en grasas.
La Sociedad Europea de Gastroenterologa y Nutricin Peditrica (1991) recomend
que en los preparados de seguimiento el 40-55 por ciento de la energa alimentaria se
aportara en forma de grasas (4,4-6,0 g/100 kcal). Durante el destete, los componentes
grasos deberan aportar el 30-40 por ciento de la energa alimentaria, y los niveles de
cidos grasos esenciales deberan ser similares a los que se encuentran en la leche
materna obtenidos de los alimentos adecuados al menos hasta la edad de dos aos.
En la prctica, esto significa que a medida que disminuyen los componentes de la
leche materna los alimentos complementarios que se emplean durante el perodo del
en individuos con un IMC igual o inferior a 20. Un IMC de 35 multiplica por 8 el riesgo
de DMNDI en comparacin con un IMC de 25.
Otros tipos de diabetes mellitus son la dependiente de insulina (DMDI), la diabetes de
la gestacin, y una forma muy poco comn, la diabetes mellitus ligada a desnutricin.
La DMDI es una enfermedad inmunolgica que destruye las clulas productoras de
insulina. Los pacientes con esta enfermedad requieren insulina para sobrevivir. Se
desconoce la naturaleza del estmulo autoinmunitario que produce la destruccin
pancretica. No se ha determinado el papel de la alimentacin en el desarrollo de esta
enfermedad.
El estudio de San Luis Valley en los Estados Unidos de Amrica aport algunos datos
que apoyan la hiptesis de que una alimentacin rica en grasas y baja en
carbohidratos aumentaba el riesgo de contraer diabetes no dependiente de insulina
(Marshall, Hamman y Baxter, 1991). Este estudio contena anlisis realizados con
personas sin ninguna historia precedente de diabetes. Tras un ayuno de 24 horas se
proceda a la prueba de tolerancia a la glucosa. Se observ que un consumo elevado
de grasas comportaba un empeoramiento de la tolerancia a la glucosa, pero esto
podra ser el resultado de un aumento de peso.
Otros datos proceden de grupos que haban cambiado sus regmenes alimentarios.
Estos estudios sugieren que el aumento del consumo de grasas en la dieta y/o Ja
adquisicin de peso debida a esos aumentos, pueden constituir un factor
desencadenante de la diabetes no dependiente de insulina. Los aborgenes
australianos eran propensos a adquirir la enfermedad cuando cambiaban su forma de
vida tradicional por un estilo de vida urbano (O'Dea, White y Sinclair, 1988). El ligero
aumento de triglicridos del plasma y el brusco aumento de los niveles de insulina
concordaban con la resistencia a la insulina. Se vio que un grupo procedente de
Bangladesh que haba emigrado al Reino Unido presentaba bajas concentraciones de
colesterol en el plasma, un aumento de la resistencia a la insulina y una incidencia de
diabetes tres veces superior a la habitual, as como una elevada tasa de mortalidad y
morbilidad por enfermedades coronarias del corazn (McKeigue et al., 1988). El
deterioro de la tolerancia a los carbohidratos y los cambios de los patrones
lipoproteicos de los indios Pima y de los habitantes del Cucaso tambin subrayan los
problemas de la alimentacin moderna rica en grasas y de la obesidad
(Swinburn et al., 1991).
Las diferencias tnicas en la respuesta frente al pptido C en relacin con la respuesta
frente a la insulina en las pruebas de tolerancia a la glucosa condujo a la conclusin
provisional de que las grasas alimentarias tal vez intervienen en la determinacin de la
secrecin de insulina y su eliminacin en el hgado (Cruickshank et al.,1991). Sigue
existiendo todava ms especulacin que pruebas por lo que respecta a la relacin
entre el consumo de grasas y la diabetes no dependiente de insulina. Por ahora, la
razn fundamental para modificar el consumo de grasas en la alimentacin es la de
reducir el riesgo de las enfermedades coronarias del corazn en los diabticos.
Causas de obesidad
Equilibrio de nutrientes de los depsitos de grasa. La obesidad consiste en un fallo
crnico de equilibrar la ingestin de nutrientes con su eliminacin (oxidacin) (Bray,
York y Fisler, 1989). Hay varias causas de obesidad. En un extremo, la obesidad
positivo de protenas puede contribuir tambin al balance general de energa, tal como
sucede con el balance positivo de carbohidratos.
Un desequilibrio crnico entre ingestin y oxidacin de grasas puede producir cambios
en las reservas de grasas de los tejidos adiposos. Para evitar el almacenamiento de
las grasas consumidas en exceso se requiere que las grasas alimentarias se oxiden.
En los estudios clnicos, las tasas bajas de oxidacin del nivel base predicen un
aumento del peso corporal (Zurlo et al., 1990). Slo cuando la oxidacin de las grasas
iguala a la ingestin de las mismas se puede conseguir un peso corporal estable.
Si bien la oxidacin de los carbohidratos y de las protenas vara segn el nivel de
protenas y de carbohidratos consumidos, la oxidacin de las grasas no se ve afectada
por la ingestin de grasas, y la relacin da a da entre balance e ingestin de grasas
es precaria (Flatt, 1988). La oxidacin de las grasas se relaciona ms estrechamente
con el balance energtico (es decir, un balance energtico negativo favorece la
oxidacin de las grasas) y tambin con el grado de grasa corporal (Schutzet al., 1992;
Zurlo et al., 1990). Crear un balance energtico negativo mediante el ejercicio o con
restricciones en la dieta puede aumentar eficazmente la oxidacin de las grasas, y
tambin puede hacerse reduciendo el contenido en grasas de la alimentacin. Sin
embargo, a medida que se pierde peso tambin tiende a disminuir la oxidacin de las
grasas. Para evitar que una persona que ha perdido peso pueda volver a ganarlo, la
ingestin de grasas debe reducirse a aproximadamente 20 g/da por cada 10 kg de
grasa perdidos (Schutz et al., 1992).
Se registran grandes diferencias entre las personas en cuanto a su capacidad de
aumentar la oxidacin de las grasas despus de empezar una alimentacin rica en
grasas (Zurlo et al., 1990). Si bien gran parte de estas diferencias son genticas, el
ejercicio fsico puede incrementar la oxidacin de los cidos grasos por parte del
msculo y reducir la tendencia a ganar peso. Por este motivo, una actividad fsica
debera formar parte de cualquier programa de control de peso.
En algunos documentos se sostiene la existencia de una escasa relacin directa entre
la ingestin de grasas y el peso corporal (OMS, 1990; Romieu et al., 1988; Milleret
al., 1990), en otros en cambio no. En muchos animales, una alimentacin en que ms
del 30 por ciento de la energa procede de las grasas produce obesidad. Se ha visto
que las mujeres que han disminuido el consumo de grasas han reducido el peso
corporal, lo que aporta pruebas adicionales sobre la relacin directa entre consumo de
grasas y peso corporal. Sin embargo, en ensayos a ms largo plazo el efecto ha sido
pequeo, probablemente porque en los estudios a largo plazo no se logra respetar la
dieta (Sheppard, Kristal y Kushi, 1991; Lissner et al., 1991; Lee-Han et al., 1988).
Densidad energtica de la alimentacin. Es comnmente aceptado que la energa
alimentaria por cada 100 gramos de comida, llamada densidad energtica, aumenta a
medida que aumenta el contenido de grasas. El resultado de los regmenes
alimentarios de bajo consumo de grasas en los estudios a corto plazo ha sido el de la
prdida de peso. Sin embargo, en los ensayos a largo plazo, los regmenes de bajo
contenido de grasas adoptados por mujeres premenopusicas ha dado lugar al
consumo de un 19 por ciento de energa alimentaria adicional para mantener el peso
(Prewitt, 1991). Se desconoce la variacin efectiva a largo plazo, porque en estos
estudios se suministraban los alimentos directamente a las personas. En cambio, a las
Una comparacin directa del cido mirstico con el palmtico mostr que ambos elevan
el nivel de colesterol de las LDL con respecto al cido oleico, pero que el cido
mirstico era algo ms potente en este sentido (Zock, 1994). La mayora de los dems
estudios epidemiolgicos no han descrito la ingestin especfica de cidos grasos
saturados (Denke y Grundy, 1992; Doherty e Iacono, 1992; Sundram, Hayes y Siru,
1994). Algunos estudios en animales y en el hombre (Hayes et al., 1991; Ng et
al., 1991) han descrito efectos mnimos del cido palmtico, pero esto puede deberse a
la alimentacin especfica utilizada (Hayes et al., 1991; Pronczuk, Khosla y Hayes,
1994). En los estudios realizados con monos cebs, se describi que el cido
palmtico slo eleva los niveles de colesterol cuando la ingestin de colesterol es alta
(Khosla y Hayes, 1993), pero los estudios metablicos realizados con voluntarios
normolipdicos mostraron que el cido palmtico eleva fuertemente el colesterol total
(Bonanome, 1988; Denke, 1992; Zock, 1994). El cido palmtico es el principal cido
graso saturado en la mayora de regmenes alimentarios y se considera que los cidos
lurico, mirstico y palmtico son los principales cidos grasos que producen
hipercolesterolemia, aunque pueden diferir en cuanto a la potencia. En la Figura 9.1 se
resumen los resultados recientes relativos a los distintos cidos grasos.
FIGURA 9.1 - Efectos de los distintos cidos grasos de la dieta en el colesterol
total y lipoproteico del suero
Acidos grasos poliinsaturados. Sustituir los cidos grasos saturados tanto por cido
oleico como por cido linoleico baja los niveles de colesterol en el suero. En muchos
estudios especficos no fue posible determinar si lo que produca la reduccin del
colesterol srico era la adicin del cido oleico y/o linoleico, o la disminucin de la
ingestin de cidos grasos saturados. Las ecuaciones predictivas atribuyen los
cambios del colesterol srico a cambios en los cidos grasos saturados y
poliinsaturados, mientras que se ha observado que el cido graso monoinsaturado
(oleico) tiene un comportamiento neutro (Keys, Anderson y Grande, 1957; Hegsted et
al., 1965; Mensink y Katan, 1992; Hegsted et al., 1993) o un menor efecto en la
disminucin del colesterol (Mensink y Katan, 1992).
Es interesante observar que en algunos estudios el contenido de cido linoleico de los
tejidos adiposos, que es probablemente un mejor indicador de la ingestin habitual y
prolongada de cido linoleico que los datos de la dieta (van Staveren et al., 1986), as
como el contenido de cido linoleico de los fosfolpidos y de los steres de colesterol
del suero, mostraron una relacin inversa entre los niveles de cido linoleico y la
incidencia del infarto de miocardio (Wood et al., 1984; Logan et al., 1978; Valek et
al., 1985; Riemersma et al., 1986). Esto puede sugerir que la funcin protectora de los
cidos grasos poliinsaturados no se basa en el efecto sobre los niveles de fosfolpidos
(Renaud et al., 1986). Los estudios realizados con animales (Charnock et al., 1985;
Charnock, Abeywardena y McLennon, 1986) indican que los cidos grasos
poliinsaturados, especialmente los cidos grasos n-3, pueden proteger contra las
arritmias cardacas.
AEP y ADH. En los ltimos aos, la constatacin de que las poblaciones que
consumen pescado presentan una incidencia baja de ECC ha despertado gran inters
por los aceites de pescado, que son las principales fuentes de cido eicosapentanoico
(AEP) y de cido docosahexanoico (ADH) (Dyerberg et al., 1978). Aunque este hecho
es bastante controvertido, el consumo de estos aceites parece tener relativamente
poco efecto en los niveles de las LDL y de las HDL (Leaf y Weber, 1988). Los datos
ECC, y se debe aclarar el significado de los cambios en los niveles de HDL inducidos
por la alimentacin. Los resmenes de los datos actuales (Mensink y Katan, 1992;
Hegsted et al., 1993) indican que las tres clases de cidos grasos tienden a elevar los
niveles de HDL, siendo los cidos saturados los ms poderosos y los cidos linoleicos
los que menos influyen. Por otra parte, se sabe que los regmenes alimentarios con
bajo contenido de grasas, que protegen contra las ECC, reducen tambin los niveles
de HDL (Denke y Breslow, 1988). Despus de reducirse las HDL mediante una
alimentacin de bajo contenido de grasas, se modifica su metabolismo (Brinton,
Eisenberg y Breslow, 1990). Sin embargo, hay pocas razones para creer que no se
puedan aconsejar modificaciones de la alimentacin que reducen los niveles de LDL,
aunque reduzcan tambin en cierto grado los niveles de HDL.
Acidos grasos en trans
Los efectos de los cidos grasos en trans ya se han discutido en este informe. Los
datos disponibles indican que la respuesta de las lipoprotenas sricas frente a los
cidos grasos monoinsaturados en trans es similar a la que se da frente a los cidos
grasos saturados. Todava queda por aclarar si presentan efectos especficos sobre
las HDL, como indican los estudios de Mensink y Katan (1990), o no (Judd et
al., 1994).
Conclusin
Existen numerosos datos que apoyan la conclusin de que los niveles elevados de
colesterol en el suero y las LDL constituyen el principal riesgo de aterosclerosis y de
enfermedades coronarias del corazn. El grado de riesgo puede modificarse con
varios antioxidantes e interacciones complejas entre el grado de la aterosclerosis,
trombtica y fibroltica, y la reactividad vascular.
Cuando se suministran varias grasas a seres humanos en condiciones controladas, las
diferencias en la longitud de la cadena y en el nmero y geometra de los dobles
enlaces de los cidos grasos inducen notables diferencias en la concentracin de
lpidos y de lipoprotenas del suero sanguneo. En relacin con los hidratos de
carbono, los cidos grasos saturados - lurico, mirstico y palmtico - elevan tanto el
colesterol de las HDL como el de las LDL, y reducen el colesterol de las VLDL, y los
triglicridos. En la mayora de las grasas, el cido esterico parece presentar un efecto
menor. El cido linoleico reduce las LDL, mientras que el cido oleico parece ser
neutro. Los cidos oleico y linoleico pueden elevar moderadamente los niveles de las
HDL en relacin con los hidratos de carbono, presentando el cido linoleico el menor
efecto. Los ismeros en trans del cido oleico elevan los niveles de las LDL, y pueden
reducir los de las HDL, mientras que hasta el momento no se est seguro sobre los
efectos sobre otras lipoprotenas. Los cidos grasos de los aceites de pescado
reducen sensiblemente los triglicridos del suero, pero parecen tener escaso efecto
sobre los niveles de las LDL y las HDL. El colesterol alimentario tambin eleva los
niveles de las LDL y, probablemente, los de las HDL.
En general, los estudios metablicos sobre los efectos de las grasas y del colesterol
alimentarios en los lpidos y las lipoprotenas del suero concuerdan con los estudios
epidemiolgicos y de intervencin, y con las tendencias observadas a lo largo del
tiempo en varias poblaciones. Cada tipo de estudio concluye que las modificaciones
basndose en datos sobre el consumo aparente, fue de 7,6 g/da, y tras una revisin
posterior, de 8,1 g/da (Hunter y Applewhite, 1986; 1991). Otros clculos han sugerido
un consumo medio de 13,3 g/da, basndose en hiptesis de que los servicios de
comidas y las grasas de repostera industriales tienen un 40 por ciento de cidos
grasos en trans, y los aceites de cocina y de ensalada un 25 por ciento (Enig et
al., 1990; Steinhart y Pfalzgraf, 1992, 1994). En Alemania occidental, el consumo de
cido trans-octadecenoico se estim en 4,5 a 6,4 g/persona/da, con un 35-45 por
ciento de productos procedentes de los rumiantes (Heckers et al., 1979). Para la
poblacin britnica, se calcul un consumo medio de 7 g/da, con una gama de 5 a 27
g/da, dependiendo de la seleccin de alimentos (British Nutrition Foundation, 1987).
En la India, el consumo medio de grasas hidrogenadas con un 55 por ciento de cidos
grasos en trans era de 2,04 g/da (National Council for Applied Economic Research,
1991). Un adulto que viva en los Estados Indios de mayor consumo puede tener un
aporte de aproximadamente 11 gramos o el 4 por ciento de la energa alimentaria
diaria en forma de cidos grasos en trans. Los niveles medios aparentes del aporte
pueden no ser tan importantes para la salud como los niveles superiores, y sera til
obtener estimaciones del percentil 90 del aporte de cidos grasos en trans en cada
zona geogrfica.
Se espera que el consumo de cidos grasos isomricos disminuya ulteriormente, a
medida que las margarinas blandas y los productos con bajo contenido de grasa sigan
reemplazando a los productos en barra o molde. La sustitucin de la manteca de cerdo
y del sebo con aceite parcialmente hidrogenado tendra, sin embargo, el efecto
contrario. Se debe tener cuidado cuando se sustituyen las grasas, a fin de que una
reduccin de ismeros en un tipo de alimentos no conduzca a su aumento en otro
alimento.
Efectos metablicos en los animales
Al examinar las primeras publicaciones, se puede ver que muchos resultados que
inicialmente se atribuyeron a los cidos grasos en trans se deban en realidad a una
deficiencia de cidos grasos esenciales (Beare-Rogers, 1983; Gurr, 1983). Los cidos
grasos monoinsaturados isomricos, as como los cidos grasos saturados, tienden a
ocupar la posicin 1 de los fosfoglicridos animales, y los cidos poliinsaturados la
posicin 2. Los estudios sobre el modelo general de los cidos grasos en los
constituyentes de la membrana concluyen que, con los cidos poliinsaturados
adecuados, los cidos monoinsaturados en trans no se acumulan en la posicin 2 de
los fosfoglicridos ni afectan a la produccin de eicosanoides. Una tasa de 2 en por
ciento de energa de cido linoleico en la alimentacin es suficiente para evitar el
efecto en la sntesis de eicosanoides (Zevenbergen y Haddeman, 1989). Cuando se
alimentaban ratas con grandes dosis de cidos grasos en trans, la evaluacin del
contenido de cido linoleico necesario para prevenir cambios metablicos dio la cifra
de 5 por ciento en grasa o de 2 en por ciento de energa (Verschuren y Zevenbergen,
1990). Un contenido suficiente de cidos grasos esenciales es, sin embargo, crtico
para evitar los efectos especficos de los cidos grasos isomricos.
Acidos grasos poliinsaturados en trans. En estudios realizados con istopos
deuterados, los ismeros trans-9, cis-12 se acumulaban en el hgado de los ratones de
2 a 4 veces ms que los ismeros cis-9, trans-12 (Beyers y Emken, 1991). La actividad
del ismero trans, cis para aumentar la desaturacin de la posicin 9 era similar a la
recibido cido oleico haban disminuido, y los del grupo que haba recibido cidos
saturados haban aumentado ligeramente (Vergroesen, 1972; Vergroesen y Gottenbos,
1975).
El otro gran estudio con dietas a base de preparados lquidos que contenan colesterol
se realiz en los Estados Unidos de Amrica con presidiarios que en su mayora eran
negros y procedentes de centros urbanos. La grasa de las dietas que contenan un 34
por ciento de cidos grasos monoinsaturados en trans dio resultados diferentes de la
grasa control, con un alto contenido de cido oleico (Mattson, Hollenbach y Kligman,
1975). Un estudio posterior realizado a estudiantes universitarios indicaba que el
aceite de soja ligeramente hidrogenado era menos eficaz que el aceite de soja sin
hidrogenar para reducir el colesterol total y el de las protenas de baja densidad
(Laine et al., 1982).
Lipoprotenas. Las primeras medidas sobre lipoprotenas realizadas en un estudio
sobre los cidos grasos en trans fueron descritas en 1990 (Mensink y Katan, 1990).
Hombres y mujeres con niveles normales de colesterol consumieron una dieta de
alimentos variados: un grupo recibi una dieta rica en cido oleico, otro una dieta rica
en cidos monoinsaturados en trans, y el tercero consumi una dieta rica en cidos
grasos saturados para aportar el 10 por ciento de la energa total. Los cidos grasos
de la dieta se equilibraron de forma que el aporte de cido esterico (4,6 por ciento de
energa) totales fueron similares en las dietas ricas en cido oleico o en cidos grasos
en trans. En comparacin con la dieta del cido oleico, la dieta de los cidos
en trans aument el colesterol de LDL y redujo el colesterol de HDL, mientras que la
dieta de los cidos saturados aumentaba las LDL y no produca cambios en el
colesterol de HDL al cabo de tres semanas. Tanto la dieta de los cidos en trans como
la de los cidos saturados aumentaron los triacilglicridos. Los resultados sobre las
lipoprotenas equipararon los resultados de las LDL y de las HDL. El cociente LDL/HDL
era mayor en la dieta de los cidos en trans que en la dieta de los cidos saturados.
Los datos indicaron que los cidos grasos en trans no presentaban ninguna ventaja
sobre los cidos grasos saturados.
Aunque las grasas que se emplearon en este estudio eran grasas isomerizadas
catalticamente ms que hidrogenadas comercialmente, contenan los ismeros
en transque son frecuentes en los regmenes alimentarios occidentales. La mayor
diferencia entre las grasas del ensayo y las de los regmenes alimentarios de los
Estados Unidos de Amrica pareci ser un ismero posicional en cis con un doble
enlace en la posicin 8 (Mensink y Katan, 1991).
El mismo laboratorio realiz un segundo experimento con un nivel de cidos grasos
en trans menor, 7,7 por ciento en lugar del 10 o el 11 por ciento de la energa (Zock y
Katan, 1992). La dieta de los cidos grasos en trans se compar con una rica en cido
linoleico y otra rica en cido esterico, un cido graso del que no se sabe que eleve
los niveles de colesterol. En comparacin con el cido linoleico, los cidos grasos
isomricos elevan el LDL-colesterol y reducen el HDL-colesterol.
Un estudio realizado en los Estados Unidos de Amrica compar los cidos grasos
saturados, el cido oleico, y dos niveles (3,8 y 6,6 de energa) de ismeros
en trans(Judd et al., 1994). Todas las dietas conteman al menos un 10 por ciento de
energa de cidos grasos saturados: cidos lurico, mirstico y palmtico, y un 3 por
ciento de energa de cido esterico. El cido linoleico se mantuvo en un 6 por ciento
transversal realizado con pacientes a quienes se les hizo angiografa coronaria (Siguel
y Lerman, 1993) se observaron valores algo superiores de cidos grasos
en trans respecto a las personas de referencia (1,38 por ciento frente a 1,11 por
ciento). Otros datos empleados para apoyar la hiptesis de que el consumo de aceites
vegetales parcialmente hidrogenados puede contribuir a aumentar el riesgo de las
enfermedades cardiovasculares procede de un estudio de caso y de controles en que
los riesgos relativos de aumento de los quintiles del consumo de cidos grasos
en trans eran 1; 0,74; 0,43; 0,63 y 1,94 (Ascherio et al., 1994). Es interesante el hecho
de que el tercer quintil representa menos de la mitad de riesgo que el primer quintil, y
slo el quintil superior estaba relacionado con el aumento del riesgo.
Uno de los principales inconvenientes de estos estudios epidemiolgicos es la media
de la exposicin a los cidos grasos isomricos. Incluso dentro de un grupo de
alimentos, existe una gran variacin en la concentracin de cidos grasos
en trans (Ratnayake et al., 1993).
Embarazo y lactancia
Dependiendo de la alimentacin de la madre, la leche humana puede contener
diversas cantidades de cidos grasos en trans. Koletzko (1991) detect la
transferencia de los cidos grasos en trans a travs de la placenta humana, y describi
una relacin inversa entre la exposicin a los cidos grasos en trans y el peso al nacer
de los nios prematuros. Estudios posteriores indicaron que los cidos grasos
en trans de los lpidos del plasma de los recin nacidos se relacionaban
negativamente con los cidos araquidnico y docosahexaenoico (Koletzko, 1992). Se
requieren ms estudios en este sector.
Si existe alguna posibilidad de deficiencia de los cidos grasos esenciales durante el
embarazo y la lactancia, como observaron Holman, Johnson y Ogburn (1991), el nivel
de consumo de los cidos grasos en trans podra tener importancia. Basndose en los
experimentos con animales, el consumo de cido linoleico tiene una importancia crtica
cuando la alimentacin contiene aceites parcialmente hidrogenados.
Conclusiones
En los estudios metablicos controlados en los que se emplea cido oleico como
referencia, los cidos grasos en trans procedentes de aceites parcialmente
hidrogenados elevan el colesterol de LDL del plasma de forma similar a lo que se
observa con los cidos grasos saturados. Sin embargo, a diferencia de los cidos
grasos saturados, los cidos grasos en trans no elevan el colesterol de HDL del
plasma, y pueden bajar esta fraccin lipdica en comparacin con el cido oleico. As,
el cociente entre colesterol total y HDL parece ser ms desfavorable con los cidos
grasos en trans que con cantidades equivalentes, ya sea de cido oleico o de cidos
grasos saturados. En dos estudios, los cidos grasos saturados aumentaron los
niveles de lipoprotena (a), otro factor de reconocida importancia en las enfermedades
coronarias del corazn.
Se pueden sacar varias conclusiones. En primer lugar, los cidos grasos isomricos de
los aceites vegetales parcialmente hidrogenados parecen generar hipercolesterolemia,
aunque la interpretacin de los estudios epidemiolgicos es insegura. En segundo
lugar, cuando se reduce la ingestin de cidos grasos saturados, parece oportuno
reducir los cidos grasos en trans para mejorar el perfil de las lipoprotenas
plasmticas. Se debe estimular a los consumidores a que sustituyan las grasas slidas
por aceites lquidos, margarinas blandas y derivados, siempre que sea posible. En
tercer lugar, cuando exista posibilidad de deficiencia de cidos grasos esenciales
durante el embarazo y la lactancia, deben evitarse los aportes elevados de cidos
grasos en trans.
En cuarto lugar, se estimula a los productores de alimentos a que reduzcan en lo
posible la isomerizacin de los cidos grasos. Es inaceptable que se utilicen mensajes
publicitarios como bajo en saturados cuando un producto es rico en ismeros
en trans (insaturados). En quinto lugar, los gobiernos deben vigilar el consumo de los
ismeros de los cidos grasos y regular las declaraciones de propiedades de los
productos que los contienen.
Al ser las poblaciones comparadas de gran tamao, estos estudios tienen en cuenta
las variaciones de los hbitos alimentarios y los factores genticos. As, es probable
que las diferencias observadas puedan atribuirse con seguridad a factores
ambientales. Por otra parte, la precisin de los datos sobre mortalidad difiere segn el
pas y el tipo de cncer. Asimismo, la fiabilidad de los datos de consumo aparente de
las grasas vara, y las estimaciones brutas del consumo de grasas no aportaron
informacin sobre las prcticas alimentarias de las personas en que se desarrolla o no
el cncer.
Se han presentado las comparaciones entre grupos dentro de un mismo pas, como
los estudios de los Estados Unidos de Amrica en los que se comparan los
Adventistas del Sptimo Da con la poblacin general (Phillips et al., 1980) y los
grupos tnicos de Hawaii (Kolonel et al., 1982). Estos estudios consideran grupos ms
pequeos que las comparaciones entre pases, y las correlaciones con el consumo de
grasas son generalmente bajas.
Las tendencias en funcin del tiempo y los estudios de migraciones aportan un
segundo tipo de datos epidemiolgicos. Los diferentes patrones de alimentacin y de
cncer dentro de los pases o en grupos que han emigrado proporcionan algunas de
las pruebas ms slidas de que son los factores ambientales, ms que los
hereditarios, los que determinan las diferencias geogrficas en la incidencia del cncer
y en la mortalidad. Las mencionadas tendencias en el Japn (Hirayama, 1979) y entre
emigrantes japoneses (Prentice y Sheppard, 1990), chinos y de varios pases
europeos (Gori, 1978; McMichael y Giles, 1988; Prentice y Sheppard, 1990) indicaron
generalmente que el cambio de dietas con bajo contenido en grasas a dietas con alto
contenido en grasas va acompaado de determinados tipos de cncer, como el
mamario y el de colon, que se correlacionan positivamente con los consumos de
grasas de los datos internacionales. No existen informes sobre emigrantes cuya
alimentacin vare de alimentacin con alto contenido de grasas a una alimentacin
con bajo contenido de grasas, lo que tendra un inters considerable.
Los estudios de casos y de controles aportaron un tercer tipo de prueba. Se ha
comparado la alimentacin de grupos de personas con determinado tipo de cncer con
la de otras personas de edades similares que no padecen cncer. Generalmente,
estos estudios no han podido indicar una conexin entre alimentacin y cncer. Estas
comparaciones afectan a personas que son claramente propensas a padecer cncer o
que han sido expuestas a estmulos iniciadores adecuados; estos factores pueden no
ser ciertos para las personas del grupo de control. Tales estudios dependen de la
capacidad de las personas de mantener con exactitud sus hbitos alimentarios durante
aos, lo cual es probablemente poco realista. Por otra parte, puede que sus hbitos
alimentarios normales varen por la presencia de la enfermedad. Hay datos
importantes que indican que las grasas alimentarias pueden actuar en primer lugar
durante la etapa de favorecimiento de la carcinognesis. As, no es de sorprender que
este tipo de datos no aporte datos slidos de asociacin entre alimentacin y cncer
(Carroll, 1994).
Un cuarto tipo de datos epidemiolgicos viene de los estudios de cohorte. En estos
estudios, se vigila durante un tiempo a un grupo de personas que no padecen la
enfermedad, despus de que se hayan evaluado su alimentacin y otras
caractersticas. Como en algunas de las personas se desarrolla el cncer u otras
enfermedades, se procura comparar las caractersticas de estas personas con las de
un contenido lipdico similar (Carroll, 1975; IP, 1987). Se tiene cada vez ms datos de
que las dietas ricas en fibra, frutas y verduras reducen el riesgo de cncer en los seres
humanos (National Research Council, 1982, 1989; Ziegler, 1989; Block, Patterson y
Subar, 1992; Sandler et al., 1993; Hunter et al., 1993). Los experimentos con animales
han permitido identificar varios agentes anticancerosos en las sustancias naturales
(Birt y Bresnick, 1991; Wattenberg, 1992). Una reduccin del consumo de grasas
produce normalmente un aumento del consumo de constituyentes no grasos de la
alimentacin. As, la diferencia en cuanto a la incidencia del cncer y de la mortalidad
en las poblaciones que consumen alimentos con alto o con bajo contenido de grasas
puede deberse a otros componentes de la alimentacin que no sean las grasas. Sin
embargo, los estudios realizados para observar los efectos de las grasas alimentarias
usando dietas purificadas implican claramente a las grasas.
Los estudios experimentales demuestran que en el caso de los tumores de mama, se
requieren grasas poliinsaturadas n-6. La produccin de los tumores aumenta con la
adicin de cido linoleico hasta un umbral del 4-5 por ciento de las caloras totales.
Cuando se alcanza este umbral, aumentar las grasas totales ocasiona mayores
aumentos de la incidencia y del volumen al parecer independientemente del tipo de
grasa aadido (IP, 1987). El cncer de colon tambin parece requerir la presencia del
cido linoleico, aunque este requisito parece ser menor que en el caso del cncer
mamario (Bull, Bronstein y Nigro, 1989). Se dispone de pocos estudios sobre los
efectos, si los hubiera, de otros cidos grasos especficos.
Los aceites de pescado, que contienen principalmente cidos grasos poliinsaturados
n-3, no parecen favorecer el cncer mamario cuando se suministran en grandes
cantidades, aunque en pequeas cantidades podran tener un efecto estimulante
(Carroll, 1989; Cave, 1991a, b). Los estudios realizados con mezclas de cidos grasos
n-3 y n-6 indican que el efecto estimulante de los cidos grasos n-6 se puede
neutralizar mediante una relacin elevada de cidos grasos n-3 respecto a los n-6,
tanto en el caso del cncer mamario como en el de colon (Cave, 1991a; Reddy, 1992).
Se ha especulado mucho sobre los mecanismos que intervienen en la estimulacin del
cncer mamario por las grasas. Se han considerado los sistemas endocrino e
inmunitario; los cambios en la cantidad o composicin del tejido adiposo; los cambios
en la composicin de los cidos grasos de la membrana de las clulas cancerosas; y
los efectos sobre los eicosanoides y la peroxidacin de los lpidos (Welsch, 1987,
1992).
Muchos han sugerido que el balance energtico es ms importante que el nivel de
grasas alimentarias (Boutwell, 1992; Pariza, 1988; Welsch, 1992) puesto que el efecto
estimulante de los regmenes alimentarios ricos en grasas puede corregirse con una
restriccin calrica. Sin embargo, el grado de la restriccin calrica impuesta en la
mayora de los estudios experimentales no es realista en el caso de los seres
humanos. La obesidad se relaciona frecuentemente con el aumento del riesgo del
cncer mamario (Dao y Hilf, 1992), sobre todo cuando la grasa est ms localizada en
la parte superior del cuerpo (Ballard-Barbash et al., 1990; Schapira et al., 1990). Se ha
descrito que las atletas delgadas corren un riesgo bajo de padecer cncer mamario
(Frisch et al., 1992). Se ha sugerido que esto podra estar relacionado con la
capacidad del tejido adiposo de convertir los andrgenos en estrgenos. En los
animales, se ha descrito que el ejercicio puede tanto inhibir como aumentar el cncer
mamario, dependiendo de su intensidad y duracin (Thompson, 1992).
El estmulo del cncer de colon mediante las grasas podra deberse a un aumento de
la secrecin de los cidos biliares, y podra estar mediado por la protena kinasa C y/o
la ornitona descarboxilasa. El hecho de que los aceites de pescado no estimulen el
cncer de colon puede relacionarse con los efectos sobre la produccin de
eicosanoides. Se ha visto que los inhibidores de la prostaglandina inhiben la
carcinognesis de colon (Reddy, 1992).
Cncer de otros rganos
Se dispone de un nmero limitado de investigaciones sobre las relaciones entre las
grasas y el cncer en los siguientes rganos: pncreas, prstata, piel, ovarios, vejiga,
cavidad bucal, linfoma no-Hodgkin y leucemia. Las correlaciones entre distintos pases
muestran que el cncer de prstata se relaciona fuertemente con las grasas, mientras
que en otros rganos la relacin es ms dbil. En la Figura 11.3 se ilustran los
coeficientes de correlacin entre la disponibilidad de grasas y la tasa de mortalidad por
edades debida a neoplasmas malignos en diferentes pases.
En la mayora de los estudios de casos y de controles, el cncer de la prstata se ha
asociado positivamente con las grasas alimentarias (Carroll, 1994; Rose y Connolly,
1991). Los resultados han variado bastante con respecto a otros tipos de cncer, pero
los datos disponibles son muy limitados. Algunos estudios de cohorte han incluido el
cncer de pncreas (Mills et al., 1989) y de prstata (Mills et al., 1989; Severson et
al., 1989) y no han mostrado ninguna relacin con las grasas. Bosland (1988), sin
embargo, concluy que la alimentacin rica en grasas influye en la etiopatognesis del
cncer de prstata.
Estudios experimentales. No se dispone de modelos animales para estudiar muchos
tipos de cncer. Los efectos de las grasas alimentarias se han estudiado en ratas
tratadas con azaserina y en hmsteres tratados con N-nitrosobis(2-oxipropil)nitrosamina. Con una alimentacin de elevado contenido de grasas aumentan los
tumores en la etapa inicial (Roebuck, 1992). En el modelo de la rata, parece que existe
una necesidad bastante elevada de cido linoleico, 4-8 por ciento en una dieta con un
contenido de grasas del 20 por ciento de la alimentacin total. Los niveles elevados de
aceite de pescado reducen las lesiones; cuando se suministran mezclas de aceites n3/n-6, el umbral parece encontrarse en un 3-6 por ciento de cido linoleico. La
restriccin calrica tambin reduce las lesiones neoplsicas focales (Roebuck, 1992;
Roebuck, Baumgartner y Mac Millan, 1993). Se est progresando en el desarrollo de
un modelo animal para estudiar el cncer de prstata, que est proporcionando
pruebas de que los regmenes alimentarios de alto contenido de grasas aumentan el
riesgo de este tipo de cncer (Pollard y Luckert, 1986).
FIGURA 11.3 - Relacin entre las grasas alimentarias y el cncer de rganos
especficos
Muchos de los primeros estudios con animales se ocuparon del cncer de piel, y
mostraron que exista relacin con las grasas de la alimentacin. En un modelo se
describi que, contrariamente a los resultados obtenidos en el cncer mamario, exista
una relacin inversa entre cido linoleico y cncer de piel (Fischer et al., 1992). El
cncer de piel puede inhibirse tambin mediante una restriccin calrica (Birt et
al., 1993).
Conclusin
Se dispone de muchos datos que demuestran que en los animales alimentados con
regmenes alimentarios ricos en grasas se desarrollan tumores en la glndula
mamaria, intestino, piel y pncreas ms fcilmente que en los animales alimentados
con regmenes de bajo contenido de grasas, aunque este efecto puede corregirse
mediante una restriccin calrica. Estos datos concuerdan con las comparaciones
entre distintos pases que relacionan las grasas alimentarias con el cncer mamario,
de colon, pncreas y prstata. Los estudios de casos o de control y de cohorte
plantean algunas dudas sobre estas asociaciones, pero en estos tipos de estudios
existen importantes limitaciones.
En los resultados de los experimentos con animales influye el tipo de grasa
alimentaria, especialmente el nivel y el tipo de cidos grasos poliinsaturados. Sin
embargo, los estudios con animales se han realizado a menudo con una mente nica
de grasa, una situacin que no se da en las poblaciones humanas. Los estudios
comparativos entre pases indican que cuando los cidos grasos n-6 se encuentran en
una gama de aproximadamente el 4-8 por ciento de la energa, no parece existir
correlacin con el cncer mamario (Carroll et al., 1986). Puede ponerse en duda la
aplicabilidad de estos datos obtenidos con animales al hombre.
Se dispone de pocos datos sobre los niveles de n-3 de los cidos grasos en los
regmenes alimentarios humanos y sobre su importancia en el cncer en los seres
humanos. Sin embargo, el contenido total de grasas de la alimentacin parece tener
ms influencia en el cncer de las poblaciones humanas que el tipo de grasas.
La asociacin de varios tumores con la obesidad da credibilidad a la posibilidad de que
los efectos de la alimentacin de elevado contenido de grasas sobre el cncer pueda
explicarse parcialmente por cambios en el balance energtico. Las atletas delgadas
parecen tener menos cncer mamario. Se ha dicho que los regmenes alimentarios de
bajo contenido de grasas estn relacionados con un descenso del consumo energtico
y con la disminucin de peso (Boyd et al., 1988; Henderson et al.,1990), mientras que
la mayora de los esfuerzos realizados para controlar la obesidad nicamente
mediante restriccin calrica fracasan. Adems, las dietas con un bajo contenido de
grasas tienen de por s una mayor variedad de fuentes de hidratos de carbono, fibra y
frutas y hortalizas, lo que parece aportar una proteccin adicional frente al cncer.
Tambin es importante mantener un ejercicio fsico adecuado para prevenir el cncer,
ya que forma parte de un estilo de vida generalmente sano.
Se ha expresado cierta preocupacin sobre la posibilidad de que los niveles bajos de
colesterol en el suero puedan estar asociados con un aumento del riesgo de cncer,
concretamente del cncer de colon (McMichael, 1991). Sin embargo, puesto que en
las poblaciones que consumen alimentos con un bajo contenido de grasas y que
tienen niveles bajos de colesterol en el suero no suele darse el cncer de colon, es
evidente que un nivel bajo de colesterol en el suero no aumenta por s mismo el riesgo
de cncer.
1985). Se ha visto que las lipoxinas (Lx), que son los productos de la 15-lipoxigenasa
del AA, inhiben la actividad AN humana medida frente a las clulas diana K562
(Ramstedt et al., 1985). Por otra parte, se ha visto que el LTB4 aumenta la actividad AN
humana (Rola-Plaszczynski, Gagnon y Sirois, 1983). El efecto de los metabolitos del
AA sobre la inmunidad celular se esquematiza en la Figura 12.1
Acidos grasos poliinsaturados (AGPI)
Algunos investigadores han evaluado el efecto de las grasas en la respuesta
inmunitaria (Johnson y Marshall, 1984; Erickson, 1986). El examen de la bibliografa
presenta un cuadro confuso debido principalmente a que el efecto de los AGPI en la
respuesta inmunitaria vara dependiendo de diversos factores como son:
concentracin de las grasas; duracin de la suplementacin; variacin gentica;
existencia de enfermedades infecciosas o autoinmunitarias e inflamatorias; edad del
animal; niveles de otros nutrientes, como vitamina E, cuyas necesidades dependen del
grado de saturacin de los cidos grasos; deficiencia o no de los cidos grasos
esenciales en la dieta de control; pruebas inmunolgicas empleadas en el
experimento; y serie de AGPI probadas, esto es, AGPI n-6 o n-3.
AGPI (n-6) de origen vegetal. Recientemente se han revisado los efectos de los AGPI
n-6 de origen vegetal en la respuesta inmunitaria (Meydani et al., 1991b; Dupontet
al., 1990). En la mayora de los estudios realizados con animales, los cidos grasos
esenciales eran necesarios para desempear una funcin inmunitaria normal. La
carencia de cidos grasos esenciales es perjudicial para las respuestas mediadas por
las clulas B y T. Esta carencia se normaliza incluyendo cidos grasos esenciales en
la alimentacin. Los regmenes alimentarios con gran contenido de grasas (alrededor
del 45 por ciento), independientemente de su grado de saturacin, suprimen los
ndices del sistema inmunitario tanto in vitro como in vivo. Con escasas excepciones,
cuando los animales que no presentaban carencias de cidos grasos se alimentaron
con AGPI de origen vegetal (alto porcentaje de AG n-6), respondieron de forma similar
a la de los animales que se haban alimentado con una concentracin equivalente de
cidos grasos saturados de origen animal o vegetal. Esto es particularmente evidente
con niveles moderados de grasa en la alimentacin (alrededor de 22 por ciento). Con
concentraciones mayores de grasa (alrededor de 45 por ciento), o cuando los ratones
estaban expuestos a agentes infecciosos o carcingenos qumicos, los que se haban
alimentado con AGPI tendan a dar respuestas ms bajas frente a algunas pruebas
inmunolgicas, pero no frente a todas, que los ratones que se haban alimentado con
la misma concentracin de cidos grasos saturados. Estas conclusiones no pueden
extrapolarse fcilmente al ser humano porque los sistemas inmunitarios de distintas
especies o estirpes dentro de una misma especie responden de diferente manera
frente a las alteraciones de las grasas alimentarias. Se necesitan pruebas bien
controladas en el hombre para determinar los efectos de las concentraciones y de la
saturacin de los cidos grasos en las respuestas inmunitarias humanas.
FIGURA 12.1 - Papel de los eicosanoides en la regulacin de los procesos
inmunolgicos e inflamatorios
Los escasos estudios realizados sobre los efectos de las grasas de la alimentacin en
la respuesta inmunitaria humana han sido estudios epidemiolgicos retrospectivos.
Los estudios de exploracin sobre la esclerosis mltiple (EM), una posible enfermedad
autoinmunitaria desmielinizante con cambios de lpidos (Bornstein, 1973), sugieren
que se deba a carencia de los AGPI (Bernsohn y Stephanides, 1967; Mertin y Meade,
1977). Un estudio mostr que los pacientes con EM tenan menos cido linoleico de lo
normal en los lpidos de sus linfocitos, y que los pacientes de EM complementados con
aceite de crtamo durante dos aos presentaban recadas menos frecuentes y menos
graves que los complementados con aceite de oliva (Millar et al., 1973). Otro estudio
mostr que los linfocitos de pacientes con EM daban respuestas mitognicas inferiores
que los individuos de control, y que la complementacin con aceite de semillas de
prmula (que contiene un 8 por ciento de cido oleico, un 75 por ciento de linoleico, y
un 9 por ciento de -linoleico C18:3n-6) durante 85 das mejoraba la respuesta
mitognica (Offner, Konat y Clausen, 1974).
La suplementacin de los pacientes con EM y de individuos sanos con 25 g/da de
aceite de crtamo durante cinco semanas aument la aglutinacin tanto de un
antgeno del sarampin como de la concanavalina A (Con A), pero la suplementacin
con aceite de oliva no tuvo ningn efecto (Utermohlen et al., 1981). La suplementacin
con AGPI, combinada con una terapia inmunosupresora convencional, facilita la
aceptacin de los trasplantes de rin en los seres humanos (Uldall, 1974).
En un estudio transversal sobre la mitognesis de los linfocitos frente a los mitgenos
de las clulas B y T y a la actividad AN realizada en 94 personas de vida libre, no se
encontr correlacin entre el grado de insaturacin de los cidos grasos del tejido
adiposo (que posiblemente sea el reflejo del consumo diettico) o las lipoprotenas del
plasma y los ndices inmunolgicos (Berry et al., 1987). La variacin entre distintas
personas y la influencia de otros factores de la alimentacin podra enmascarar un
posible efecto de las grasas.
Un estudio reciente mostr que los regmenes alimentarios con un contenido de
grasas bajo y con moderado AGPI (n-6) (6 por ciento) no tenan ningn efecto en la
respuesta de hipersensibilidad retardada (HSR) de la piel que puede medir in vivo las
funciones mediadas por las clulas T en las personas sanas. Sin embargo, aument
significativamente la respuestas proliferativa de los linfocitos frente a los mitgenos de
las clulas T, la Con A y la produccin ex vivo de IL-1.
AGPI (n-3) de origen vegetal. El cido linolnico (C18:3n-3) puede convertirse en
AEP (C20:5n-3), que puede reemplazar al cido araquidnico de los fosfolpidos de
membrana y ser utilizado de modo preferente por la ciclooxigenasa. Esto ocasiona una
produccin reducida de PG de las dos series y de leucotrienos de las cuatro series.
As, se ha propuesto que el consumo de aceites que contienen C18:3n-3 podra estar
asociado con cambios inmunolgicos. Esta propuesta se ve apoyada por muchos
estudios que han mostrado una modulacin inmunolgica tras el consumo de aceite
marino. Existen muy pocos estudios inmunolgicos sobre los aceites vegetales que
contienen AGPI (n-3). Los aceites vegetales que contienen AGPI (n-3) incluyen al
aceite de semilla de perilla que tienen el mayor contenido de AGPI (n-3) (64 por
ciento), seguido por el aceite de linaza (62 por ciento), el aceite de canola (10 por
ciento) y el aceite de soja (7 por ciento). Al extrapolar los resultados obtenidos con el
AGPI (n-3) de los aceites marinos a los aceites que contienen C18:3n-3, se deben
considerar dos aspectos: primero, cul es la tasa de conversin de C18:3n-3 en AGPI
(n-3) con cadenas ms largas (esto es, C20:5n-3 y C22:6n-3); y segundo, el
porcentaje del AGPI (n-3) en el aceite es el adecuado para modificar el metabolismo
del cido araquidnico y, por consiguiente, los procesos inmunolgicos e
inflamatorios?
prolongada con la dieta de la Etapa 2 del NCEP con bajo contenido de pescado (0,13
por ciento de la energa o 0,27 g/da de AEP y ADH, pero manteniendo el mismo nivel
de los AGPI totales, esto es, el 10 por ciento) aument la respuesta mitognica de las
CMSP frente al mitgeno de las clulas T, de la concanavalina A, e increment la
produccin de IL-1 y TNF- pero no tuvo ningn efecto sobre la produccin de la IL-6
ni de DTH. Aunque la dieta de la Etapa 2 del NCEP enriquecida con AGPI (n-3)
procedentes de pescado produca un descenso significativo del cociente plasmtico
entre el tocoferol y los AGPI, la dieta de la Etapa 2 del NCEP con bajo contenido de
pescado no produjo un descenso significativo de este cociente. Los resultados de este
estudio, as como los que se haban obtenido en los estudios con animales
anteriormente descritos, indican que el nivel de AGPI (n-3) y el de tocoferol son
determinantes importantes de la naturaleza del efecto sobre la respuesta inmunitaria
que se haba observado tras consumir estos cidos grasos.
La reducida produccin de citoquinas proinflamatorias y de eicosanoides
proagregatorios puede resultar beneficiosa en los casos en que se produzcan niveles
excesivos de estos intermediarios, por ejemplo, en el caso de las enfermedades
inflamatorias. Sin embargo, en personas sanas o en aquellas que presentan un estado
inmunitario comprometido, la reduccin de la produccin de citoquinas o de
eicosanoides podra comprometer sus funciones biolgicas normales, lo que
perjudicara a las defensas del husped o a la agregacin normal de las plaquetas.
Esto puede comprenderse mejor si se tiene en cuenta la doble funcin de estos
compuestos, esto es, el papel de regulacin fisiolgica, as como la contribucin a la
patognesis de las enfermedades.
A lo largo de estas lneas, se ha mostrado que la suplementacin con aceite de
pescado disminuye la produccin de IL-2, la proliferacin de las clulas T inducida por
los mitgenos, y el DTH, tanto en modelos animales como humanos. Tambin se ha
observado un aumento de la hemorragia cerebral asociada al consumo de aceite de
pescado. Adems, la alimentacin con aceite de pescado inhibe la capacidad de las
clulas accesorias del ratn para presentar el antgeno a las clulas T ayudadoras
(Fujikawa et al., 1992), y los ratones que haban sido alimentados con aceite de
pescado tenan reducida la capacidad citotxica de las clulas de los mastocitomas
estimuladas con LPS o INF- (Hubbard, Somers y Erickson, 1991).
Se ha demostrado que los consumos prolongados de niveles moderados de AGPI (n3) marinos disminuan el porcentaje de las clulas T ayudadoras, la respuesta
mitognica ante los mitgenos de las clulas T (alrededor de un 34 por ciento) y el
DTH (alrededor del 50 por ciento) (Meydani et al., 1993). La disminucin del DTH tiene
un inters especial, ya que se ha visto que esta prueba se puede utilizar para
pronosticar morbilidad y mortalidad. El significado clnico de este descubrimiento se ve
apoyado por las observaciones respecto a que la alimentacin con aceite de pescado
reduce la resistencia natural de los ratones frente a la infeccin con Salmonella
typhimurium (Chang et al., 1992), y las ratas alimentadas con dietas que contenan un
9 por ciento de aceite de menhaden tenan una vida ms corta que las que se
alimentaban con aceite de maz o con sebo de buey (Berdanier et al., 1992). En los
conejos a los que se haba suministrado un suplemento rico en aceite de pescado o en
aceite de crtamo (5 g/kg.d) durante los siete das siguientes al nacimiento, la
eliminacin por los pulmones de los Staphylococcus aureus inspirados disminuy
aproximadamente en un 50 por ciento, en comparacin con el control salino o con la
administracin de pequeas dosis de los aceites (0,22 g/dg.d) (D'Ambola et al.,1991).
Con una dieta ovo-lacto-vegetariana, las personas de tensin normal muestran una
disminucin de la presin sangunea (Rouse, Armstrong y Beilin, 1983). En relacin
con esto, se ha demostrado una cada de la presin sangunea sistlica en personas
ligeramente hipertensas que no reciban ningn tratamiento y que haban cambiado a
una alimentacin vegetariana (Margetts et al., 1986). Sin embargo, al sustituir las
grasas saturadas por carbohidratos o aceites ricos en cido linoleico, no se produca
ningn cambio favorable en la presin sangunea (Sacks et al., 1987). Los hbitos
alimenticios vegetarianos influyen en muchos factores, y en consecuencia la
interpretacin de los estudios sobre este tipo de poblacin se ve limitada. Incluso si
existiera, sera difcil encontrar una relacin entre las grasas alimentarias y la presin
sangunea, debido a la baja sensibilidad de los mtodos dietticos empleados, como el
recordatorio de 24 horas y el registro de frecuencia de alimentacin de 3-4 das. Sin
embargo, el anlisis bioqumico del cociente entre cidos poliinsaturados y saturados
en el tejido adiposo tambin mostr que no exista relacin con la presin sangunea
(Berry y Hirsch, 1986; Riemersma et al., 1986; Ciocca et al., 1987; Rubba et al., 1987).
Siete estudios han mostrado un descenso significativo de la presin sangunea
sistlica, hasta 13 mm Hg, y de la presin sangunea diastlica, 7 mm Hg, en personas
moderadamente hipertensas alimentadas con una alimentacin enriquecida con n-6
(Iacono y Dougherty, 1993). Se identificaron otros siete estudios en los que no se
produca ningn cambio significativo en la presin sangunea de personas alimentadas
con alimentos enriquecidos de modo similar. Las diferencias en la seleccin de las
personas o en su observacin de la dieta podran explicar tal vez estas observaciones.
Cinco estudios de intervencin basados en comunidades de Finlandia, Italia y los
Estados Unidos de Amrica mostraron disminuciones de la presin sangunea junto
con un aumento del cociente entre grasas poliinsaturadas n-6 y grasas saturadas
consumidas. Dos extensos estudios de cohorte realizados durante un perodo de
cuatro aos, en los que se exploraba a profesionales sanitarios de los Estados Unidos
de Amrica, uno referido a hembras (Witteman et al., 1989) y el otro a varones
(Ascherio et al., 1992) no mostraron ninguna relacin entre los cidos grasos
poliinsaturados de la alimentacin y el desarrollo de la hipertensin. En dos extensos
ensayos de intervencin controlados llevados a cabo por el National Diet Heart Study
Research Group (1968) y por el Research Committee to the Medical Research Council
(1968), no se observ ninguna influencia significativa de las grasas alimentarias en la
presin sangunea de las personas de tensin normal.
Acidos grasos n-3. El efecto de los cidos grasos n-3, principalmente de los cidos
eicosapentanoico (AEP) y docosahexanoico (ADH), se ha examinado en muchos
estudios experimentales. Las discrepancias en las observaciones sobre la presin
sangunea se pueden deber a la complejidad de los mecanismos de regulacin. La
sntesis de las prostaglandinas vasodilatadoras, como la prostaciclina y la PEG2 as
como de los constrictores como el tromboxano A2 y el leucotrieno B2 queda suprimida
como consecuencia de la produccin de tres series de eicosanoides. El tromboxano
A3 de los cidos grasos n-3 no es tan activo como la serie 2 de los eicosanoides. El
efecto de los cidos grasos n-3 en la presin sangunea se debe, sin embargo, al
balance entre los eicosanoides vasodilatadores y vasoconstrictores en la pared
vascular y en el rion (Yin, Chu y Beilin, 1992; Shimokawa et al., 1987; Lorenz et
al., 1983; Beilin, 1992).
En un ensayo controlado, 50 ml de aceite de pescado (15 g de cidos grasos n-3)
disminuyeron la presin sangunea sistlica y diastlica de personas moderadamente
Los esteroles de las plantas no son bien absorbidos por los seres humanos, y pueden
inhibir la absorcin del colesterol y de los cidos biliares. Pueden ejercer efectos
apreciables sobre los niveles de colesterol de las LDL, incluso con consumos
relativamente bajos (Grundy y Mok, 1977; Lees et al., 1977; Heinemann, Leiss y von
Bergmann, 1986). Aunque no se ha establecido el principal mecanismo de accin de
los fitosteroles, pueden influir sobre la solubilizacin de las micelas de colesterol (Child
y Kuksis, 1986), as como la tasa de sntesis y degradacin del colesterol (Bober,
Akerlund y Bjorkhem, 1989; Ikeda y Sugano, 1983; Heinemann, Leiss y von
Bergmann, 1986; Heinemann et al., 1991).
Un grupo de steres del cido ferlico de los alcoholes triterpenos y esteroles
vegetales ha mostrado tambin tener un efecto hipocolesterolmico, quiz inhibiendo
la absorcin del colesterol y favoreciendo la excrecin del esterol y de los cidos
biliares (Nicolosi, Ausman y Hegsted, 1990, 1991a, b). El orizanol, un ster del cido
ferlico, llega a constituir un 20 por ciento de la fraccin no saponificable del aceite de
salvado de arroz bruto (Rogers et al., 1993). Adems, el cido ferlico es un potente
antioxidante que estabiliza los aceites vegetales.
Conclusiones
Los datos actuales sobre los antioxidantes, especficamente tocoferol, sugieren un
efecto protector frente a las enfermedades coronarias del corazn en los seres
humanos. Sin embargo, estos datos no permiten todava establecer recomendaciones
especficas sobre su consumo. La hiptesis de que las LDL oxidadas constituyen un
importante factor aterognico se suele considerar atractiva. Aunque se han detectado
LDL oxidadas en la placa aterosclertica, todava no se han aportado pruebas slidas
de que la oxidacin de las lipoprotenas en los seres humanos se relacione
causalmente con la aterosclerosis.
Varios estudios parecen sostener la hiptesis de que los antioxidantes pueden prevenir
la modificacin de las LDL por oxidacin. Sin embargo, antes de que se puedan
extrapolar estos estudios a la aterosclerosis, hay que considerar varios puntos:
primero, es difcil demostrar un efecto protector en los seres humanos porque las
tcnicas disponibles tienen una capacidad limitada de medir las peroxidaciones en
curso de los lpidos; segundo, no estn claras las consecuencias in vivo de las
medidas de la oxidacin de las LDL in vitro y tercero, la eficacia de cada antioxidante
en la prevencin de la aterosclerosis debe determinarse todava en amplios estudios
de intervencin.
Los alimentos con alto contenido de poliinsaturados podran contener al menos 0,6 mg
equivalentes de tocoferol por cada gramo de cidos grasos poliinsaturados. Pueden
ser necesarios niveles superiores en el caso de las grasas ricas en cidos grasos que
contienen ms de dos dobles enlaces.
La introduccin de comidas con bajo contenido de grasas y de alios reduce la
ingestin de vitamina E. A la luz de la reciente evidencia de la importancia de la
vitamina E, sera prudente mantener en los mencionados productos bajos en grasas,
la misma cantidad de vitamina E por gramo de producto que la que existe en los
correspondientes productos con alto contenido en grasas.
y variar de un pas a otro. Aunque dichas situaciones son con frecuencia inevitables,
est claro que una mayor congruencia en las orientaciones sobre el etiquetado de los
alimentos reducir las barreras que impiden promover la armonizacin internacional y
mayores beneficios para los consumidores.
Comisin del Codex Alimentarius. La Comisin del Codex Alimentarius (CAC) se
estableci para ejecutar el Programa Conjunto FAO/OMS de Normas Alimentarias.
Las Directrices sobre el Etiquetado Nutricional elaboradas por el Codex se basan en el
principio de que ningn alimento debe describirse o presentarse de forma falsa, o que
induzca a error o a engao (Comisin del Codex Alimentarius, 1992). Las directrices
contienen disposiciones para realizar declaraciones voluntarias de nutrientes, el
clculo y la presentacin de la informacin sobre los nutrientes. Las Directrices sobre
Declaraciones de Propiedades de los Alimentos establecen los principios generales
que se deben seguir y deja a las normativas nacionales la tarea de definir las
declaraciones de propiedades especficas (Id.). La CAC ha sugerido la necesidad de
ocuparse de los asuntos especficos sobre las declaraciones de propiedades sanitarias
y nutricionales, puesto que se emplean normalmente. Actualmente se est elaborando
un anteproyecto de directrices sobre declaraciones de propiedades especficas de los
alimentos.
Preocupaciones
La informacin nutricional que se brinde debe ser fidedigna y no debe inducir a error a
los consumidores. Al mismo tiempo, la reglamentacin del etiquetado debe incentivar a
los fabricantes a elaborar productos que mejoren la salud pblica y a ayudar a los
consumidores a seguir las recomendaciones respecto a la alimentacin. Estas
preocupaciones se extienden al empleo de declaraciones relacionadas con la salud o
el contenido de nutrientes con respecto a las caractersticas deseables de los
alimentos (como bajo contenido de grasas o sin colesterol) que se hacen para
promocionar ciertos tipos de alimentos. En muchas circunstancias, estas
declaraciones pueden ayudar al consumidor; sin embargo, las declaraciones pueden
ser problemticas cuando sugieren que una marca particular de un alimento que de
por s es de bajo contenido o exento de grasas se ha formulado especialmente y
presenta algn beneficio en comparacin con otras marcas. Anlogamente, cuando se
formulan o se perfeccionan cambios en los alimentos para sugerir unas ventajas, stas
deben ser sustanciales. Sin embargo, esto puede variar segn la categora de los
alimentos.
Todas estas preocupaciones van dirigidas no slo a las declaraciones formuladas en la
etiqueta de los alimentos, sino tambin a la publicidad sobre productos alimenticios.
Como la capacidad de comunicacin rpida y extendida por todo el mundo crece junto
con la aparicin de marcas mundiales, las declaraciones publicitarias sobre las
cualidades nutricionales de los alimentos tienen la posibilidad de emplearse
extensamente. Se debe prestar atencin a su reglamentacin y a los procedimientos
para hacer observar las normas. Adems, la preocupacin sobre las declaraciones de
propiedad y su capacidad de inducir a error o a engao a los consumidores puede
extenderse a las actividades de los restaurantes y de los servicios de comidas. Sin
embargo, las normas no deberan ser tan estrictas como para desincentivar a los
fabricantes o proveedores a elaborar productos mejorados y comunicar al pblico esta
informacin.
relacionados con l. Por ejemplo, las declaraciones sobre la aportacin calrica de las
grasas contenidas en un alimento. Debera hacerse en caloras de la grasa, no en
porcentaje de grasa. Otro aspecto de inters sera la declaracin sobre la cantidad de
ismeros en trans de los cidos grasos de un alimento, ya sea en una lista
independiente o formando parte de la lista de las grasas saturadas. Por ltimo,
deberan estudiarse las declaraciones de la cantidad de cidos grasos
monoinsaturados n-3 y n-6.
Pas
RGEa
(%)
Grasas
totalesb
(g)
Grasa animal/grasas
totalesc
(%)
SEA
(kcals)
RWANDA
15
23
1 913
CAMBOYA
19
41
2 122
BANGLADESH
20
15
2 038
UGANDA
11
26
34
2 177
VIET NAM
11
27
56
2 216
COREA RDP
11
36
40
2 843
BURUNDI
12
25
13
1 948
NEPAL
12
29
34
2 205
MALAWI
12
28
16
2 049
NIGER
12
31
23
2 240
TANZANIA
12
31
29
2 195
LAOS
13
34
58
2 465
MADAGASCAR
13
32
52
2 156
ZAMBIA
14
31
19
2 016
ETIOPIA
14
26
28
1 699
ZAIRE
14
34
2 130
MYANMAR
14
39
18
2 454
LESOTHO
14
34
28
2 121
MALDIVAS
14
39
34
2 400
FILIPINAS
15
38
45
2 341
INDIA
15
38
27
2 229
YEMEN
15
38
32
2 230
TAILANDIA
16
40
35
2 280
CHINA
16
47
53
2 645
PERU
16
37
47
2 037
INDONESIA
16
47
11
2 605
BOTSWANA
17
42
48
2 260
GUATEMALA
17
42
20
2 254
NICARAGUA
17
42
38
2 235
MARRUECOS
17
57
22
3 031
GUYANA
17
47
41
2 495
HAITI
17
38
22
2 006
GHANA
17
41
12
2 144
TOGO
17
43
14
2 268
COMORAS
17
34
15
1 760
SWAZILANDIA
18
52
33
2 634
BENIN
18
47
13
2 383
SRI LANKA
18
45
13
2 246
AFGANISTAN
18
35
39
1 766
COTE D'IVOIRE
18
52
15
2 569
GUINEA
18
45
10
2 242
BURKINA FASO
18
45
14
2 219
GABON
18
49
29
2 443
ANGOLA
18
38
31
1 880
GAMBIA
18
47
15
2 290
CAMERUN
19
46
20
2 208
PAPUA N. GUINEA
19
53
33
2 589
MOZAMBIQUE
19
37
1 805
ALBANIA
19
54
59
2 587
NIGERIA
19
47
2 200
MALI
19
48
24
2 259
KENYA
19
44
42
2 064
CHAD
19
37
24
1 735
SURINAME
19
52
40
2 436
IRAN
19
66
28
3 022
LIBERIA
20
49
10
2 259
COREA, REP. DE
20
61
44
2 826
NAMIBIA
20
44
44
1 969
IRAQ
20
69
22
3 096
DJIBOUTI
20
53
35
2 362
MAURICIO
20
65
33
2 897
EGIPTO
21
76
28
3 310
BOLIVIA
21
46
62
2 013
MAURITANIA
21
56
52
2 447
CHILE
21
57
53
2 484
EL SALVADOR
21
54
38
2 331
CONGO
21
53
16
2 295
ARGELIA
21
69
30
2 944
COLOMBIA
21
58
47
2 453
ZIMBABWE
21
53
22
2 256
GUINEA-BISSAU
21
53
23
2 235
SUDAFRICA
21
75
40
3 133
PAKISTAN
22
57
34
2 280
SEYCHELLES
23
59
33
2 356
HONDURAS
23
56
30
2 210
JORDANIA
23
69
34
2 711
TRINIDAD Y TOB.
23
71
42
2 770
SINGAPUR
23
79
71
3 121
ISLAS SALOMON
23
58
25
2 278
23
63
41
2 459
REP. DOMINICANA
23
600
31
2 310
BRUNEI DARUSALAM
24
75
54
2 858
CUBA
24
83
58
3 129
COSTA RICA
24
72
41
2 711
JAMAICA
24
68
36
2 558
ARABIA SAUDITA
24
79
38
2 930
TURQUIA
24
87
19
3 197
SENEGAL
24
63
20
2 322
25
51
28
1 846
REUNION
25
85
50
3 082
JAPON
25
81
48
2 921
PANAMA
25
63
48
2 269
SIRIA
25
87
34
3 122
PARAGUAY
25
76
48
2 684
BRASIL
26
78
39
2 730
KIRIBATI
26
72
20
2 516
TUNEZ
26
90
19
3 122
BELICE
26
74
71
2 575
RUMANIA
26
90
58
3 081
VENEZUELA
26
71
35
2 555
DOMINICA
26
85
47
2 911
MEXICO
27
93
45
3 062
GUADALUPE
27
84
57
2 776
MARTINICA
27
84
52
2 768
SIERRA LEONA
28
58
1 899
LIBANO
28
97
31
3 142
FUI
28
86
35
2 769
GRANADA
28
74
44
2 400
SANTA LUCIA
28
75
58
2 424
SUDAN
28
63
38
2 043
TONGA
28
93
47
2 967
ANTIGUA URSS
28
106
67
3 380
GUAYANA FR.
28
89
69
2 804
NUEVA CALEDONIA
29
94
45
2 909
EMIRATOS A. U.
29
106
58
3 285
BAHAMAS
29
91
64
2 776
LIBIA
30
108
29
3 291
ANTILLAS HOLANDESAS
30
88
63
2 681
YUGOSLAVIA
30
117
59
3 545
MONGOLIA
30
78
90
2 361
POLYNESIA FR.
30
92
54
2 757
BULGARIA
31
126
59
3 695
ECUADOR
31
82
30
2 399
SOMALIA
31
64
60
1 874
MALASIA
31
93
28
2 671
BARBADOS
31
111
60
3 217
ARGENTINA
31
107
63
3 068
URUGUAY
31
93
76
2 668
MACAO
32
81
53
2 294
KUWAIT
32
108
47
3 044
POLONIA
32
123
79
3 426
ALEMANIA
33
135
73
3 710
ANTIGUA Y BARBUDA
33
85
58
2 307
SAMOA
33
97
36
2 621
PORTUGAL
34
125
47
3 342
CHECOSLOVAQUIA
34
135
70
3 574
OCEANIA
34
121
69
3 172
ISLANDIA
34
132
73
3 473
MALTA
34
121
56
3 169
ISRAEL
35
126
33
3 220
HONG KONG
35
112
57
2 860
AUSTRALIA
37
135
73
3 302
37
99
34
2 435
VANUATU
37
113
36
2 737
HUNGRIA
37
150
76
3 608
FINLANDIA
37
127
77
3 067
ITALIA
37
146
46
3 498
NORUEGA
38
135
64
3 221
NUEVA ZELANDIA
38
146
79
3 460
GRECIA
38
160
46
3 775
CANADA
38
137
59
3 242
154
52
3 642
ALEMANIA, R.F. DE
38
147
69
3 472
SUECIA
38
127
67
2 977
BERMUDAS
39
127
59
2 960
REINO UNIDO
39
142
68
3 270
IRLANDA
39
173
66
3 951
HOLANDA
40
135
60
3 078
40
95
2 153
AUSTRIA
41
159
62
3 486
FRANCIA
42
168
66
3 593
ESPAA
42
164
55
3 473
SUIZA
44
171
65
3 508
BELGICA-LUXEMBURGO
44
192
73
3 925
DINAMARCA
46
185
80
3 639
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Lo anterior indica que si los tres cidos grasos que conforman la molcula de
triglicrido son idnticos se le denomina simple y si son diferentes se le
denomina triglicrido mixto o compuesto.
cidos Grasos
Los cidos grasos son los componentes ms abundantes de los lpidos. Estn
compuestos en general por una cadena larga hidrocarbonada (formada
por tomos de carbono oxigeno e hidrogeno), que vara entre 4 y 26 tomos de
carbono, en uno de los carbonos extremos se encuentra el grupo cido o
carboxilo.
C
Cadena carbonada de un cido graso saturado
Cada tomo de carbono con una valencia de 4, esta unido a otros dos tomos
de carbono y a dos tomos de hidrgeno.
Estos cidos nutricionalmente son considerados como grasas malas, por lo que
son las responsables de la aparicin del colesterol y de varios problemas
circulatorios. Las grasas que contienen estos cidos grasos son slidas a
temperatura ambiente, provenientes principalmente de grasas de tipo animal,
como la carne de cerdo, leche, tocineta, yema de huevo, mantequilla, entre
otros (figura 8); pero algunos aceites de origen vegetal como el de palma y el
de coco tienen este tipo de grasa.
Figura 8. Alimentos que contienen cidos grasos saturados
Fuente: Recuperada
el
20
de
Junio
de http://yanine99.blogspot.com/2007/02/productos-alimenticios.html
de
2009
Nomenclatura
qumica
Nombre
comn
No de tomos
de C
Formula
qumica
Punto
Origen tpico
de fusin C
Etanoico
Actico
CH3COOH
Butanoico
Butrico
C3H7COOH
-7.9
Mantequilla
Hexanoico
Caproico
C5H11COOH
-3.4
Mantequilla
Octanoico
Caprlico
C7H15COOH
16.7
Aceite de coco
Decanico
Cprico
10
C9H19COOH
31.6
Aceite de coco
Dodecanico
Larico
12
C11H23COOH
44.2
Aceite de coco
Tetradecanico
Mirstico
14
C13H27COOH
54.4
Mantequilla, aceite
de coco
Hexadecanico
Palmtico
16
C15H31COOH
62.9
La mayora de las
grasas y aceites
Octadecanico
Esterico
18
C17H35COOH
69.6
La mayora de las
grasas y aceites
Eicosanico
Araqudico
20
C19H39COOH
75.4
Aceite de
cacahuate
Docosanoico
Behnico
22
C21H39COOH
80.0
Fuente: Steve Ziller. (1996) Grasas y Aceites Alimentarios. Espaa: Editorial Acribia S.A.
Grafica 5. Composicin de cidos grasos de aceites y grasas en %
Fuente: Fuente: Becerra Riqu, Jos. (2004). Aceite de soya: su uso en la fabricacin de
aceites y grasas comestibles VI Congreso Regional de Qumicos Farmacuticos
Bilogos. Asociacin Americana de Soya, A.C. Recuperado en Mayo de 2005 de
http://www.respyn.uanl.mx/especiales/ee-10-2004/conferencias_pdf/alimentos_pdf/A02.pdf
Son los que tienen ms de un enlace doble, en este grupo estn el cido linoleico
del aceite de girasol y del aceite de crtamo (azafrn).
Tabla 5. Algunos cidos Grasos Insaturados
Nomenclatura
qumica
Nombre
comn
No de
tomo
s de C
No de
dobles
enlace
s
Formula
qumica
Punto
Origen
tpico
de
fusi
n
C
9-Hexadecenoico
Palmitoleico
16
C15H29COO
H
-0.5
Algunos
aceites de
pescado,
grasa de
vacuno
9-Octadecenoico
Oleico
18
C17H33COO
H
16.3
La
mayora
de las
grasas y
aceites
9,12
Octadecadienoic
o
Linoleico
18
C17H31COO
H
-5.0
La
mayora
de las
grasas y
aceites
9,12,15
Octadecatrienoic
Linolnico
18
C17H29COO
H
-11.3
Aceites de
soya y
canola
5,8,11,14
Eicosatetraenoic
o
Araquidnic
o
20
C19H31COO
H
-49.5
Algunos
aceites de
pescado
11Octadecenoico
Vaccnico
18
C17H32COO
H
39.5
Mantequill
a
Fuente: Adaptado de Steve Ziller. (1996) Grasas y Aceites Alimentarios. Espaa: Editorial
Acribia S.A. Fenemma Owen. (1985) Introduccin a la ciencia de los Alimentos. Espaa:
Editorial Revert, S.A.
Protena
Grasa
Calcio
Hierro
V. A
Tiamina
Riboflavina
Niacina
(g)
(g)
(mg)
(mg)
(UI)
(mg)
(mg)
(mg)
Ajonjol
17.9
48.4
816
8.1
50
0.68
0.19
3.4
Soya
33.7
17.9
183
6.1
90
0.71
0.25
2.0
Girasol
13.0
27.7
100
7.0
1.90
0.20
Producto
Propiedades Fsicas
Propiedades Qumicas
dos
ms
tipos
de
grasas
Resultados de la Hidrogenacin:
Oxidacin:
La oxidacin de las grasas se produce por la accin del oxigeno sobre los
cidos grasos, formndose perxidos y radicales libres. La funcin de la luz en
esta reaccin es que acta como catalizador. El proceso se presenta en tres
etapas como se muestra en la reaccin de oxidacin.
enlace
1. Etapa de iniciacin
2. Etapa de propagacin
ROOR, como
cetociados.
aldehdos,
cetonas,
cidos
orgnicos,
hidrocarburos,
aportan
las
grasas
USOS
grasas
para
panadera
Fuente: Adaptada del Manual del Ingeniero de Alimentos (2009). Colombia. Editorial, Grupo
Latino Ltda.
las
siguientes
funciones:
A nivel general los aceites y grasas vegetales son importantes en la dieta diaria
de
los
seres
humanos.
Enlaces
Dobles
cido Butrico
cido butanoico
mantequilla
cido Caproico
cido hexanoico
mantequilla
cido Caprlico
cido octanoico
aceite de coco
cido Cprico
10
cido decanoico
aceite de coco
cido Lurico
12
cido dodecanoico
aceite de coco
cido Mirstico
14
cido tetradecanoico
cido Palmtico
16
cido hexadecanoico
aceite de palma
cido Palmitoleico
16
cido 9-hexadecenoico
grasas animales
cido Esterico
18
cido octadecanoico
grasas animales
cido Oleico
18
cido 9-octadecenoico
aceite de oliva
cido Ricinoleico
18
cido Vaccnico
18
cido 11-octadecenoico
cido Linoleico
18
cido 9,12-octadecadienoico
18
Nombre Comn
cido AlfaLinolnico
Nomenclatura Qumica
cido 12-hidroxi-9octadecenoico
cido 9,12,15octadecatrienoico
Fuentes
aceite de
palmiste
aceite de ricino
mantequilla
aceite de semilla
de uva
aceite de lino
(linaza)
(ALA)
cido GammaLinolnico
(GLA)
18
cido 6,9,12octadecatrienoico
aceite de borraja
cido Araqudico
20
cido eicosanoico
aceite de
cacahuete,
aceite de
pescado
cido Gadoleico
20
cido 9-eicosenoico
aceite de
pescado
cido
Araquidnico (AA)
20
cido 5,8,11,14eicosatetraenoico
EPA
20
cido 5,8,11,14,17eicosapentaenoico
cido Behnico
22
cido docosanoico
aceite de colza
(canola)
cido Erucico
22
cido 13-docosenoico
aceite de colza
(canola)
DHA
22
cido 4,7,10,13,16,19docosahexaenoico
cido Lignocerico
24
cido tetracosanoico
aceite de
pescado
pequeas
cantidades
en muchas
grasas
Los cidos grasos consisten de tomos de carbono (C), hidrgeno, (H) y oxgeno
(O) organizados como una cadena de carbonos con un grupo carboxilo (-COOH) en
un extremo. Los cidos grasos saturados tienen todos los hidrgenos que
pueden enlazarse a los tomos de carbono y consecuentemente no tienen enlaces
dobles entre los carbonos. Los cidos grasos monoinsaturados tienen solamente
un enlace doble. Los cidos grasos poliinsaturados tienen ms de un enlace
doble.
cido Butrico
El cido butrico (cido butanoico) es uno de los cidos grasos saturados de cadena
corta responsable por el sabor caracterstico de la mantequilla. Esta imagen es una
frmula estructural con los cuatro enlaces de cada tomo de carbono en forma
explicita que tambin puede representarse por las frmulas lineales equivalentes:
CH3CH2CH2COOH
CH3(CH2)2COOH
cido cis-9-octadecenoico
(cido Oleico)
cido trans-9-octadecenoico
(cido Eladico)
Estos
modelos
moleculares
tridimensionales
demuestran
los
ismeros
geomtricos Cis y Trans del cido 9-octadecenoico con los tomos de hidrgeno
representados de color azul. Los prefijos latinos Cis y Trans describen la orientacin
de los tomos de hidrgeno con respecto al enlace doble. Cis significa "en el mismo
lado" y Transsignifica "en el lado opuesto". Los cidos grasos naturales
generalmente tienen la configuracin Cis. La forma natural del cido 9octadecenoico (cido oleico), un constituyente del aceite de oliva, tiene forma de
"V" por la configuracin Cis en la posicin 9. La configuracin Trans (cido eladico)
tiene una forma recta.
Configuracin Cis
Configuracin Trans
cido alfa-linolnico
cido linoleico
Estas frmulas estructurales simplificadas de cidos grasos representan los
carbonos en forma de ngulos. Los enlaces dobles tienen la configuracin Cis.
El DHA (cido docosahexaenoico) y el AA (cido araquidnico) son cruciales para el
desarrollo ptimo del cerebro y los ojos. La importancia del DHA y AA en la
nutricin de los infantes est bien establecida, y ambas sustancias se aaden a la
leche de frmula para infantes lactantes. Cantidades excesivas de cidos grasos
poliinsaturados omega-6 y proporciones altas de omega-6 relativamente a las de
omega-3 se han asociado con la patognesis del cncer, enfermedades
cardiovasculares, y enfermedades inflamatorias y autoinmunes. La proporcin de
omega-6 a omega-3 en las dietas modernas es aproximadamente 15:1, mientras
que las proporciones de 2:1 a 4:1 estn asociadas con menos mortalidad de
enfermedades cardiovasculares, reduccin de inflamacin en los pacientes con
artritis reumatoide, y un riesgo menor del cncer de mama. Algunos investigadores
han sugerido que no hay suficiente evidencia para los beneficios de estas
proporciones, y que quizs es mejor aumentar el consumo de cidos grasos omega3 en vez de reducir el consumo de omega-6 porque la reduccin de grasas
poliinsaturadas en la dieta puede aumentar la incidencia de enfermedades
cardiovasculares.
CONTINUACIN: Estructura de los triglicridos
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cido Oleico
Glicerol o Glicerina
El glicerol es un alcohol con tres grupos hidroxilos (-OH) que se puede combinar
hasta con tres cidos grasos para formar monoglicridos, diglicridos, y
triglicridos. Los cidos grasos se pueden combinar con cualquier de los tres grupos
hidroxilos creando una gran diversidad de compuestos. Los monoglicridos,
diglicridos, y triglicridos se clasifican como steres compuestos creados por la
reaccin entre un cido orgnico y un alcohol que liberan agua (H2O) como un
subproducto.
C18:1
C18:1
C16:0
C18:0
C18:0
C18:0
Triglicridos
El triglicrido a la izquierda tiene dos radicales de cido oleico y uno de cido
palmtico combinados con glicerol (la cadena vertical de carbonos); esta es una
frmula estructural tpica del aceite de oliva. Los rectngulos debajo de las
imgenes representan los cidos grasos que constituyen las molculas de los
glicridos. La imagen a la derecha es la estructura tridimensional de
la triestearina, un triglicrido con tres radicales de cido esterico. Los tomos de
oxigeno estn representados en rojo, los carbonos en gris, y los hidrgenos en azul.
La triestearina es un componente menor de muchas grasas naturales.
El jabn se hace tradicionalmente calentando un lcali como hidrxido de sodio
(NaOH) con una grasa animal. La reaccin qumica (hidrlisis) produce glicerina y
jabn, que consiste de las sales de sodio de los cidos grasos, por ejemplo,
estearato de sodio (CH3(CH2)16C(O)O- Na+).
C18:1
C16:0
1,3-diglicrido
C16:0
1-monoglicrido
Un diglicrido, o diacilglicerol (DAG), tiene dos radicales de cidos grasos y existe
en las formas 1,2 o 1,3 dependiendo de las posiciones donde los cidos grasos se
unen a la molcula de glicerol. Un monoglicrido, o monoacilglicerol (MAG), tiene
solamente un radical de cido graso unido a una molcula de glicerol. El cido graso
puede estar unido al carbono 1 o 2 de la molcula de glicerol.
Todos los cidos grasos y los steres de glicerol son metabolizados de la misma
manera. Los monoglicridos, diglicridos, y triglicridos tienen 9 caloras por gramo,
pero algunas etiquetas de nutricin ocultan las caloras de los mono- y diglicridos
alegando que la "grasa" consiste solamente de triglicridos.
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Aceite o
Grasa
Proporcin
Insat./Sat.
Saturada
Monoinsaturada
Poliinsaturada
cido
cido
cido
cido
cido
Cprico Lurico Mirstico Palmtico Esterico
cido
Oleico
cido
cido
AlfaLinoleico
Linolnico
(6)
(3)
C10:0
C12:0
C14:0
C16:0
C18:0
C18:1
C18:2
C18:3
Aceite de
almendra
9.7
69
17
Sebo
vacuno
0.9
24
19
43
Mantequilla
(vacuna)
0.5
11
27
12
29
Grasa de
leche
(cabra)
0.5
25
12
27
Grasa de
leche
(humana)
1.0
25
35
Aceite de
canola
15.7
62
22
10
Mantequilla
de cacao
0.6
25
38
32
Aceite de
hgado de
bacalao
2.9
17
22
Aceite de
coco
0.1
47
18
Aceite de
maz
6.7
11
28
58
Aceite de
algodn
2.8
22
19
54
Aceite de
linaza
9.0
21
16
53
Aceite de
semillas de
uva
7.3
15
73
Manteca de
cerdo
1.2
26
14
44
10
Aceite de
oliva
4.6
13
71
10
Aceite de
palma
1.0
45
40
10
Olena de
palma
1.3
37
46
11
Aceite de
palmiste
0.2
48
16
15
Aceite de
cacahuete
4.0
11
48
32
Aceite de
crtamo*
10.1
13
78
Aceite de
ssamo
6.6
41
45
Aceite de
soja
5.7
11
24
54
Aceite de
girasol*
7.3
19
68
Aceite de
nuez
5.3
11
28
51
Proceso de Hidrogenacin
Las grasas completamente saturadas tienen una consistencia muy cerosa y slida y
no sirven para los productos comestibles, por eso, los fabricantes utilizan
losaceites parcialmente hidrogenados. Estos aceites tambin se producen a
temperaturas altas con catalizadores metlicos, pero el proceso se detiene cuando
el aceite adquiere la consistencia necesaria para su aplicacin. Las temperaturas
altas y los catalizadores necesarios para esta reaccin qumica debilitan los enlaces
dobles y, como efecto secundario, causan que un gran porcentaje de los enlaces
dobles naturales Cis se conviertan en enlaces dobles Trans. Los cidos
grasos Transocurren principalmente en las grasas parcialmente hidrogenadas pero
tambin estn presentes en las grasas completamente hidrogenadas porque las
reacciones qumicas nunca llegan al 100% de eficiencia.
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Aceite o Grasa
Mantequilla (vacuna)
cido
cido
cido
cido
AlfaColesterol
Mirstico Palmtico Linoleico
Linolnico Diettico
C14:0
C16:0
C18:2
C18:3
Delta
TC
11
27
273
1788
22
10
-514
Aceite de coco
18
1674
Aceite de maz
11
58
-870
Aceite de semillas de
uva
73
-1196
Aceite de canola
Manteca de cerdo
26
10
77
630
Aceite de oliva
13
10
88.6
Aceite de crtamo*
78
-1310
Aceite de soja
11
54
-908
Aceite de girasol*
68
-1142
La etiqueta de nutricin ofrece la mejor gua para elegir los aceites, porque
contiene los gramos de grasas saturadas, poliinsaturadas y monoinsaturadas en
cada porcin. Asegrese que la cantidad de grasas poliinsaturadas es por lo
menos 3 veces mayor que la cantidad de grasa monoinsaturada. Por
ejemplo, si una porcin de 14 gramos contiene 3 gramos de grasa monoinsaturada,
la cantidad de grasa poliinsaturada debe ser cuando menos 9 gramos. Doce marcas
diferentes de aceites en un supermercado fueron examinadas para verificar si
cumplan con este requisito. El examen produjo los siguientes resultados:
Los aceites que no cumplieron con el requisito tenan 5 veces menos grasa
poliinsaturada que grasa monoinsaturada o aproximadamente la misma proporcin
que el aceite de oliva (2 gramos de grasas poliinsaturadas y 10 gramos de grasa
monoinsaturada en una porcin de 14 gramos).
(Aprenda a reducir su colesterol)
Fosfolpidos/Fosftidos
Los fosfolpidos o fosftidos son surfactantes naturales y emulsificantes que
consisten de un alcohol como el glicerol, una o dos molculas de cidos grasos, y
un compuesto de cido fosfrico. Los fosfolpidos se encuentran en los tejidos de
todas las plantas y los animales e incluyen sustancias como la lecitina, la cefalina, y
la esfingomielina. La lecitina, tambin llamada fosfatidilcolina, es un constituyente
importante de los tejidos del cerebro y el sistema nervioso. La lecitina es una
mezcla de diglicridos de cido esterico, palmtico, y oleico enlazados a un ester
de colina y cido fosfrico. La estructura qumica de la dipalmitoil-lecitina ilustrada
aqu es tpica de los fosftidos que se encuentran en el cerebro, los pulmones y el
bazo.
Las paredes celulares y otras membranas biolgicas consisten de dos capas de
fosfolpidos donde las colas hidrofbicas de cidos grasos se orientan unas hacia
otras, y las cabezas hidroflicas con los grupos fosfato forman las superficies
exteriores de la membrana. Estas bicapas lipdicas son semipermeables, y permiten
que algunas molculas pasen libremente a travs de la membrana, pero impiden el
paso a otras. Los fosfolpidos ms comunes son la lecitina, la fosfatidiletanolamina,
la fosfatidilserina, y el fosfatidilinositol.
lecitina
Esteroles
Esteroles, como el colesterol, son alcoholes con un esqueleto de
ciclopentanofenantreno (los tomos 1 a 17 en las estructuras siguientes). Esta
subestructura se encuentra tambin en las hormonas esteroides como la
testosterona, progesterona y cortisol. El colesterol se clasifica como un alcohol
porque tiene un grupo hidroxilo (-OH) en la posicin 3 del sistema anular. El
colesterol se producie en el hgado y se encuentra en todos los tejidos del cuerpo
donde ayuda a organizar las membranas celulares y controla su permeabilidad.
Derivados del colesterol en la piel se convierten en vitamina D cuando la piel se
expone a la luz del sol. La vitamina D3 regula la absorcin intestinal de calcio y el
metabolismo del calcio seo. Un alto nivel de colesterol en la sangre aumenta el
riesgo para enfermedades cardiovasculares. El colesterol y los niveles de
lipoprotenas pueden normalizarse a travs de ejercicio y dietas bajas en caloras
que evitan las grasas hidrogenadas y aaden fuentes de cidos grasos
poliinsaturados como el aceite de semilla de uva.
colesterol
(un esterol)
Vitamina D3
(colecalciferol)
Testosterona
(una hormona esteroidal)
Esteroles de origen vegetal se denominan "fitoesteroles" y tienen la misma
estructura bsica del colesterol, pero se diferencian en las cadenas laterales
conectadas al carbono 17. Los fitoesteroles, como el estigmasterol del aceite de
soja, son de inters cientfico porque disminuyen los niveles de colesterol en la
sangre. Los esteroles que estan totalmente saturados (sin enlaces dobles) se
denominan "estanoles". Por ejemplo, el estigmastanol tiene la misma estructura
que el estigmasterol, pero sin los enlaces dobles. Los productos de la reaccin de
cidos grasos con el grupo hidroxilo en el carbono 3 se llaman "steres de esterol".
Estigmasterol
(un fitosterol)
de las agencias gubernamentales, los estudios a corto plazo, los grupos con
intereses comerciales, y las dietas de moda. Si usted tiene dudas sobre las grasas
que puede comer, aqu est un consejo simple: consuma aceites y grasas naturales
sin modificaciones que se hayan utilizado tradicionalmente por cientos o miles de
aos, y evite aceites o grasas modificadas qumicamente o creadas en un
laboratorio. Si su peso est en el rango normal, las grasas animales, como la
manteca de cerdo, pueden utilizarse para satisfacer una parte de sus requisitos
calricos, siempre y cuando la manteca sea de animales criados orgnicamente y
las grasas no hayan sido hidrogenadas. Muchos insecticidas utilizados en las
cosechas se concentran en los tejidos adiposos y pasan a las grasas de animales
que no son alimentados orgnicamente.
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Bibliografa
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lipoproteins in humans. Annu Rev Nutr 1995; 15:473-493.
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and low-density lipoprotein cholesterol levels in healthy subjects. N Engl J
Med 1990; 323:439-45.
4. Willett WC, Ascherio A. Trans fatty acids: Are the effects only marginal? Am
J Public Health 1994; 84:722-724.
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oils in the United States.
8. Claude Leray, Cyberlipid Center Description of lipids, their properties,
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9. Handbook of Chemistry and Physics. 74th Edition, 1993-1994, Fats and Oils,
p. 7-29.