Stéphane Michonneau Hyp14
Stéphane Michonneau Hyp14
Stéphane Michonneau Hyp14
Universit de Poitiers
N un artculo publicado en 1994, Jos lvarez Junco cuestionaba la tradicional interpretacin de la Guerra de la Independencia que enfrentaba, segn un esquema binario tpico del
nacionalismo, a un invasor francs que pretenda someter la Pennsula Ibrica con un levantamiento nacional y popular. Como se
sabe, la realidad fue muy distinta: segn Lpez Tabar, por ejemplo,
esos acontecimientos reflejan ms bien un acelerado proceso de
descomposicin social y poltica comparable a una guerra civil que
una unnime guerra patritica. Sin discutir el fondo de la naturaleza
de un conflicto, plural y compleja por fuerza, es obvio que muy
pronto se convirti en el ncleo de un sentimiento nacional en
curso de elaboracin, y todo a partir de 1808.
El trmino guerra de la independencia apareci a principios de
los aos 1820, probablemente como eco de las secesiones americanas. La expresin se impuso en 1833, con Cecilio Lpez y Muoz
Maldonado, en el momento en que se consolidaba definitivamente
el estado liberal1. Este tardo bautismo refleja un proceso de mistificacin lento y confuso, que de entrada convirti las guerras napolenicas en la apuesta central del joven nacionalismo espaol, a
diferencia notable de las guerras de la Convencin o de la invasin
francesa de 1823. La llamada Guerra de la Independencia se convirti as en la piedra angular de la mitologa con la que se aureol
el naciente Estado-nacin liberal en Espaa concluye lvarez
Junco2.
El carcter extraordinariamente explosivo de los levantamientos
populares dio lugar a innumerables relatos sobre combates locales.
1
Jos lvarez Junco, Mater Dolorosa. La idea de Espaa en el siglo XIX, Madrid,
Taurus,
2001, cap 3.
2
Jos lvarez Junco, La invencin de la Guerra de la Independencia, Claves
de razn prctica, 67, nov. de 1996, pg. 10-19.
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IMPONE Y SE MANTIENE
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Francisco Satu, Manifiesto de quanto sucedi al Excmo Sr Tte Gral Don Mariano lvarez de Castro... desde que se qued prisionero de guerra en ella hasta su
fallecimiento
en el castillo de San Fernando de Figuera, Barcelona, 1816.
8
Francisco Satu, Relacin de la pompa fnebre que en virtud de real orden de
SM se ha efectuado en esta capital a los restos del excmo Seor Don Mariano lvarez de Castro... , Barcelona, 1816.
9
AHG, VII-2-2, Visites Reais i aconteixements, Lligall 3 Aniversari Setges.
10
AHG, VI-2-2, L13. En virtud del decreto de 2 de mayo de 1811, el ayuntamiento
asumi tambin los gastos de aniversario del Dos de Mayo. Su coste era, no obstante, menor.
HISTORIA Y POLTICA, nm. 14, pgs. 191-218
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comisin municipal encarg a Manuel Cndaro que redactara la historia de los sitios de Gerona, pero el manuscrito terminado en 1818
no fue nunca divulgado. Su autor, expulsado por la revolucin liberal de 1820, termin su carrera eclesistica en Castilla, no sin antes
entregar una copia del precioso manuscrito en los archivos de Escornalbou, cerca de Tarragona. Probablemente fue aqu donde Miguel de Haro11 lo conociera antes de que una copia fuera enviada al
Ayuntamiento de Gerona... en 1849!
Las obras de Cndaro y de Haro manifiestan dos sensibilidades.
Por una parte, Cndaro recupera en un estilo lrico la versin tradicionalista y clerical que haba expresado a partir de 1808: los gerundenses apoyaron los sitios en nombre de la trinidad Patria, Rey
y Religin. La descripcin se acompaa de un vibrante homenaje
a lvarez de Castro, cuya enfermedad, en los ltimos das de noviembre de 1809, sell el destino de toda Gerona. Por otra parte, Miguel de Haro, como comandante del Regimiento de Baza, privilegia
las sobrias descripciones del campo de operaciones. De ese modo
inaugura una amplia literatura que pretenda exaltar ms el ejrcito
real que la guerrilla. Pero Haro relativiza el talento de lvarez de
Castro en una frase asesina: Su tlente era mediano y poca su instruccin. Le reprocha la obstinacin que lo llev a sacrificar intilmente a excelentes soldados, cuando saba que la ciudad estaba
perdida. Para Haro Si al fin se perdi todo, fue siguiendo la carrera
de la gloria y del honor (.. .) Embebido siempre en la idea de inmortalizarse, vea con gusto aumentarse las dificultades y los riesgos porque supona con razn que habra tanta mayor gloria en vencerlos.
En resumen, Haro se hace eco de una lectura ms liberal y crtica
en la que dedica la mayor parte a los defensores ms que a su gobernador. Cndaro y Haro fundan dos corrientes historiogrficas en
el siglo xix. La Relacin histrica de las defensas de Gerona es, por
ejemplo, la fuente de principal inspiracin del Conde de Toreno12.
Por ltimo, los aos 1810 definieron durante mucho tiempo las
condiciones y la forma de las conmemoraciones a los hroes de
1809. La intimidad de lo religioso y lo poltico constituye probablemente su rasgo ms destacado.
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2.
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Christian Demange ha explicado las razones por las que la Restauracin borbnica prefiri organizar el olvido de las guerras napolenicas ms que fortalecer en stas su legitimidad: el contenido
eminentemente popular de los levantamientos del ao 1808 amenazaba la esencia de un poder que se consideraba absoluto. En
1820, la gens militar supo encarnar de la mejor manera las aspiraciones liberales, como demuestra la obra de Miguel de Haro. Pero
en 1823 la intervencin de los Cien Mil Hijos de San Luis puso fin al
experimento: en Figueres, el general Moncey rompi la placa que
recordaba la agona del Len de Gerona. La conmemoracin entr
entonces en una especie de letargo provocado en parte por un conflicto financiero entre el Ayuntamiento y el Cabildo de San Flix13.
Ya no se oa hablar de los sitios, salvo en 1834 cuando la Regente
confirm el ttulo de Excelentsimo, as como la nobleza personal de
los defensores de Gerona14, para asegurarse su fidelidad en plena
guerra civil.
No fue hasta principios de los aos 1840 cuando el aniversario
del 5 de noviembre despert de nuevo la atencin de las autoridades en el momento en que Madrid celebraba el traslado de las cenizas de Daoiz y Velarde, los hroes del Dos de Mayo. El jefe poltico de Gerona intent dar un nuevo impulso al recuerdo de lo que
llamaba entonces la guerra de la independencia nacional:
Lejos de mirrnosla con indiferencia, debemos en el presente
interesarnos mas y mas en promover su pompa. (...) He dispuesto
se celebrase este aniversario
con mayor magnificiencia que de algunos aos a esa parte15.
Este nuevo repunte de inters surgi al mismo tiempo que un artculo de El Postilln, de Francisco de Castro y Prez de Orosco, sobrino del difunto hroe, que tuvo el mrito de expresar todos los
tpicos que vincularan en lo sucesivo la historia de los sitios a la
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epopeya nacional: el carcter resueltamente espaol de los gerundenses, as cpmo su sentido innato de la libertad, su vnculo indisoluble con lvarez, la referencia obligada a Numancia y Sagunto
que simbolizaban el nacimiento de la nacionalidad16. Ms prosaicamente, la memoria puede servir a los intereses de un cacique local
que busque un nombre glorioso para confortar su dominio poltico
en la regin. Adems, el marquesado de Gerona fue creado en beneficio de ste el 25 de octubre de 1846.
Pero hubo que esperar a que la Renaixenga alimentara una poderosa corriente romntica para que ese inters se tradujera en la
edificacin de un monumento pblico. En Gerona histrico-monumental, publicado en 1853, Narciso Blanch establece una especie de
gua turstica y literaria amenizada con grabados y muchos relatos
histricos sobre la antigua Gerona. El autor compil en el anexo todos los textos sobre los homenajes rendidos a los defensores de Gerona, prueba de una nueva sensibilidad para con las exhortaciones
de la memoria. Para l, la progresiva desaparicin de los supervivientes de los sitios motivaba esa operacin de resurreccin.
En los aos 1860, prosperaron muchas obras e iniciativas conmemorativas: en 1861, Adolf Blanch public la Historia de la guerra
de la Independencia en el antiguo principado, pronto seguida por la
reedicin en 1863 del libro de Juan Daz de Baeza, Historia de la guerra de Espaa contra el invasor Napolen. Ese mismo ao se public
la Historia de Catalua y de la Corona de Aragn de Vctor Balaguer,
y despus, en 1868, los dos primeros grandes compendios escritos
en cataln: Historia del Siti de Girona en 1809, de Lluis Cutchet y Lo
siti de Girona en l'any 1809 de Victor Gebhardt. La interpretacin liberal-provincialista de la historia de los sitios de Gerona encontr
en stos su ms notable expresin. Manteniendo la tradicin liberal, estos relatos seguan insertando la epopeya de Gerona en la lucha de los espaoles por su libertad. Movidos por el ideal de la resistencia, los gerundenses eran descritos como ciudadanos
soldados al servicio de la nacin ms que al servicio de la religin.
Catalua era el alma por excelencia de la Guerra de la Independencia. Pero para Vctor Balaguer, los combatientes de Gerona haban
encontrado en la historia catalana las razones de su lucha. Por
ejemplo, para Llus Cutchet:
16
El Postilln, 28, 29 y 30 de mayo de 1841, Recuerdos de la guerra de la independencia. El Gobernador de Gerona.
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Los gironins (...) no tenan mes que imitar las proesas de llurs
antepassats.(...) Borrar de la memoria del's descendents las proesas del's avis, es l'ultim grau de17decadencia a que pot arribar una
familia procedent de noble soca .
As, el provincialismo fue la expresin de un espaolismo exaltado, tanto ms que hunda sus races en una tradicin liberal que
el Estado centralista haba sido acusado de sofocar en otras partes.
Se puede observar que la sensibilidad de la Renaixenga alimentaba
un patriotismo espaol profundamente arraigado en la realidad local, lejos de engrosar, como se supone demasiado a menudo, los
primeros alientos del nacionalismo cataln.
La corriente liberal-provincialista permiti la realizacin de un
proyecto monumental. La iniciativa se remontaba a 1857, cuando el
Ayuntamiento intent obtener el apoyo de la Corona en virtud de
la aplicacin del decreto de las Cortes de 181218, pero la Corona se
neg. En 1864, regresando de una misa-aniversario, el gobernador
civil de Gerona, Pedro Esteban Henera, mostr su indignacin:
Mas de medio siglo hace que estas [cenizas] se hallan depositadas en una miserable y pequea urna de madera sin que en tan
largo espacio de tiempo se haya hecho otra cosa que lamentar estrilmente las consecuencias de tan triste cuando injustificable
abandono, y sin que bajo ningn concepto se vea cerca del dia de
conseguir reparacin de semejante falta.
Por consiguiente, propuso que se construyera un nuevo mausoleo de mrmol adecuado a la importancia de su alta significacin
conmemorativa, un sepulcro en fin que respondiera a las justas exigencias del patriotismo y del decoro nacional19.
En noviembre de 1866, el Ayuntamiento adopt ese proyecto que
silenciaba a todos los hroes annimos de los sitios20. A principios
de los aos 1860 convergieron una serie de iniciativas: en 1863, la
edificacin de un panten para los restos mortales de los veteranos
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EL APOGEO DE LA CONMEMORACIN DE
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rano del sitio de 1809, Andrs Marijuan. En el transcurso de una escena antolgica, la ciudad convertida en teatro del mundo ve enfrentarse a bandas de ratas asociadas a ejrcitos. Andrs acaba capturando al animal ms poderoso de la jaura, Napolen. Andrs
invierte de ese modo el trauma de una derrota anunciada en gloriosa victoria. La ancdota es representativa de un acercamiento
sin complejos de lo que fue, al fin y al cabo, una humillante derrota.
Prez Galds ofrece as sus cartas de nobleza literaria a un acontecimiento que pocas veces haba franqueado las fronteras del gnero histrico. Populariz mucho las proezas del sitio de 1809, as
como la figura de Alvarez, del que puede seguirse el va crucis al final de la novela, hasta su envenenamiento. Pero Galds constituy
la parte sumergida de una produccin literaria considerablemente
olvidada hoy en da. En 1868, por ejemplo, en Atrs el extranjero!,
Manuel Angeln represent un inmenso fresco dialogado que constituy una especie de patrn dramtico a menudo copiado y desarrollado por autores posteriores, como Jos Molgosa Valls
en 187925. El xito de este repertorio patritico de mediocre calidad
no se rebati jams, sobre todo en Gerona, donde a partir de 1828
se constituy una compaa de teatro, cuyo nmero de representaciones en el Gran Teatro se aproximaba al centenar al ao. Eso demuestra que se estaba realizando la nacionalizacin de las capas
populares catalanas.
Le penetracin del nacionalismo espaol se produjo tambin en
las capas superiores de la poblacin. La Asociacin Literaria de Gerona, creada en 1871, tena como objetivo celebrar una reunin de
felibres a partir del modelo de los Juegos Florales, reaparecidos en
Barcelona en 1859. Los concursos reunan a las familias ms importantes de Girona y a grandes intelectuales de la capital, como
Guimer o Vctor Balaguer. En 1876 esos hombres fundaron la Revista de Gerona, que constituy el punto de encuentro de toda la intelectualidad catalana. Xavier Carmaniu Mainad, que ha estudiado
los certmenes literarios de esa poca, observa que Moltes vegades es feia referencia ais setges que va viure la ciutat durant Voccupaci napolenica, un episodi molt mitificat durant tot el segle XIX26.
La Revista de Gerona public en efecto incontables composiciones,
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Aqu puede medirse la violencia revanchista de una interpretacin poltico-clerical de la Guerra de la Independencia que recordaba a Cndaro. Los crculos ultraconservadores vinculados a la
Restauracin, tan poderosamente ligados a un clero pletrico e intransigente, captaron la memoria de 1809. En adelante, la renovacin del nacionalismo espaol, fortalecido con los valores del catolicismo y el militarismo, no dejara de influir ese culto, relegando
a un segundo plano las dems lecturas de los sitios.
En 1880 la ceremonia de homenaje fue literalmente copiada de
la de 1816. La eleccin de la fecha, el 2 de mayo, permiti vincular
el culto local a la historia nacional. La ceremonia tuvo un carcter
cvico y religioso, como la del 5 de noviembre. En realidad, esta
interpretacin se corresponda en todos los puntos con el contenido ideolgico de los sermones de Pardo y Delgado. Se organiz
una doble ceremonia religiosa, la primera en la catedral, la segunda
en la colegiata de San Flix.
La inauguracin del mausoleo no responda, no obstante, a los cnones de embellecimiento urbano vigentes en las postrimeras del siglo. Desde haca ya algunas dcadas, las grandes ciudades espaolas
haban cedido a la estatuamana que caracteriz el urbanismo occidental entre 1880 y 1930. En Barcelona tambin se haba pasado de
los objetos conmemorativos confinados en lugares cerrados a la conquista de cruces, plazas y parques. La Exposicin Universal de 1888
y el monumento a Coln constituyeron la coronacin de la monumentalizacin del espacio urbano. Como capital provincial, Gerona
quiso dotarse de un aparato monumental del que careca: de esos intentos quedan hoy en da varios esbozos y maquetas entre las que
destaca Contra el Invasor de Miquel Blay, realizada en Pars en 1891,
que fue posteriormente entregada a la Diputacin: representa la piedad de una herona de la Compaa de Santa Brbara recogiendo a
un soldado herido. Otro proyecto de 1893 encarna un guila a punto
a ser engullida por un pedazo de muralla en ruinas29.
Pero Gerona era una ciudad excesivamente limitada por la topografa militar y la gravosa fiscalidad que pesaba en ella. Su destino
como plaza de defensa, reforzado an en 1875 al da siguiente de las
guerras carlistas, determin por completo su urbanismo30. Las in-
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Despus de la misa aniversario, las tropas adoptaron la costumbre de desfilar ante el retrato de lvarez de Castro, suspendido en el balcn principal del Ayuntamiento.
35
Jos Gmez de Arteche, Discurso en elogio del Tte Gral D M lvarez de Castro, Real Academia de la Historia, 9 de mayo de 1880, Impta Aribau, Madrid, 1880,
154 pgs.
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UN CENTENARIO DESFASADO
En Gerona, el surgimiento del regionalismo reavivaba el problema de las murallas. En Barcelona, donde el grito de Felip Monlau, Abajo las murallas!, haba agrupado en 1840 a todas las lites liberales, las murallas se haban convertido muy pronto en el
smbolo de una opresin que era preciso derrocar. En Gerona, las
murallas constituan un smbolo considerado durante mucho
tiempo positivo por lo que recordaban de 1809. Para muchos gerundenses, eran el autntico monumento a los defensores de Gerona que, a pesar de las promesas, la ciudad nunca obtuvo. En esas
condiciones, y al revs de lo sucedido en Barcelona, exista una contradiccin entre las necesidades del recuerdo y las de la modernizacin de la ciudad.
El decreto de demolicin de 1895 no cambi nada: el Ayuntamiento top con un fuerte rechazo representado principalmente
por el ejrcito, celoso guardin de la memoria de 1809, y algunos
medios conservadores. A pesar de la ley de cesin de 1908, los bastiones del Mercadal siguieron en pie, ocupados de hecho por el ejrcito. En cuanto al nuevo plan de Ensanche autorizado en 1896, hubo
que esperar a 1909 para que el Estado lo aprobara... El conflicto entre el ayuntamiento y el ramo de Guerra se prolong hasta la Segunda Repblica! Uno de los retos era la financiacin, puesto que
los espacios liberados podran paliar el dficit municipal y el Ministerio de la Guerra cedi slo con fuertes concesiones (construccin de un nuevo cuartel, cesin del antiguo edificio de la Uni-
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versidad, pago de indemnizaciones financieras). El otro reto era ideolgico: el Ayuntamiento legitimaba la recuperacin de los baluartes por los sacrificios de 1809. El ejrcito interpretaba la determinacin de los gerundenses como una prueba del encarnizado
antiespaolismo del nacionalismo cataln.
En este tenso contexto se acercaba el aniversario del centenario
de los sitios de 1808-1809. Es fcil adivinar que al catalanismo le
cost reivindicar un recuerdo que, desde finales de los aos 1880,
encarnaba un ceido espaolismo. Este persistente desfase explica
que la conmemoracin del Centenario fuera un medio fracaso. En Catalua, en todas partes, el aniversario de la Guerra de la Independencia en 1908 supuso un problema, salvo quiz en Manresa. En
Barcelona, en 1908, la Lliga Regionalista prefiri exaltar la memoria
de la conquista de Mallorca por Jaime I. En 1909 la polmica hizo
furor en torno a la conmemoracin del martirio de nueve patriotas.
En cuanto a los republicanos que gobernaban la ciudad, se apartaron de una conmemoracin con acento militarista y francfobo. En
un famoso artculo de El Pobl Ctala, Gabriel Alomar se burl de
la resistencia de los catalanes de 1808 ante el progreso poltico y
social llegado del norte 37 .
En Gerona, una primera comisin municipal se reuni el 20 de
abril de 1904 para organizar las festividades del centenario. Como
Gerona padeca un grave dficit presupuestario estructural, los proyectos dependan completamente de la participacin financiera del
Estado. A pesar de las incontables gestiones, el Estado se escabull en enero de 1907 apoyando una nica iniciativa, la de Zaragoza38.
Los ediles gerundenses sublevados por la injusta decisin que rebajaba la importancia del sacrificio de sus antepasados, se unieron
con otros ayuntamientos para reclamar igualdad de trato 39 . Desde
el punto de vista regionalista, estos hechos confirmaban una vez
ms que Gerona slo poda contar consigo misma, del mismo modo
que un siglo atrs no pens ni cont para nada con el auxilio del poder central, para cerrar el pecho de sus valerosos habitantes el paso
al enemigo invasor40.
Se disolvi la comisin ejecutoria y se liquid la suscripcin41.
En un contexto de severa crisis industrial, la llamada a la poblacin
tuvo un resultado lastimoso:
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Abandonados forzosamente los grandiosos proyectos de exposiciones y monumentos y comprobada la imposibilidad de hallar fuera de la ciudad recursos para el Centenario, pensaron los
suscritos limitar ste a una ampliacin42 y un mayor lucimento de
las tradicionales ferias de San Narciso .
Por el momento, Gerona puso al mal tiempo buena cara y acogi a la infanta Mara Teresa para celebrar el final del primer sitio,
en junio de 1908. Sigui la ceremonia del 16 de agosto que recordaba el final feliz del segundo sitio, pero que, segn palabras de J.
Roca, no fue a la altura de la memorable jornada. Haba que rendirse a la evidencia: a pesar de las manifestaciones de un espaolismo oficial sombro los indicados a mantener entusiasta y palpitante en el alma gerundense el recuerdo de nuestros hechos heroicos
sufren una crisis de patriotismo y (...) tienen muy olvidada la historia de Guerra de la Independencia42. Jos Roca echaba pestes contra la impotencia municipal: la idea de las fiestas del Centenario naci en nosotros anmica y desmayada; es mas, naci cadver44,
En la realidad, dos medios sociales se revelaron particularmente
activos durante el centenario: por una parte, los militares y, por
otra, los tradicionalistas. Los militares multiplicaron las iniciativas:
conferencias, visita de los cadetes a la tumba de lvarez, ceremonias patriticas. En agosto de 1908, el coronel del Regimiento de Infantera Asia, estacionado en Gerona, puso a punto un proyecto de
monumento a los defensores de Gerona: se form una comisin ejecutiva y se lanz una suscripcin en el ejrcito con el acuerdo del
capitn general45. Gerona se dotaba de ese modo de un tercer monumento a los defensores de 1808-1809 cuyo emplazamiento, en el
baluarte de Sant Francesc, constitua una afrenta al Ayuntamiento.
Ese monumento estaba compuesto por una columna coronada por
un len y llevaba el epitafio El Ejrcito a los hroes de 1808-1809.
Fue inaugurado el 7 de noviembre de 1909, pero las obras se prolongaron hasta 1915. Lo que sorprende aqu es la eficacia y la autonoma de la que hicieron gala los militares para llevar a cabo un
proyecto de grandes dimensiones.
La movilizacin de los oficiales logr tambin promover un lugar de culto hasta entonces menor: el castillo de Figueras. El 22 de
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enero de 1910, centenario de la muerte del hroe, la ceremonia cvico-militar fue presidida por el General Weyler. Esas importantes
manifestaciones cerraban el centenario con una nota militarista e
inauguraban al mismo tiempo un nuevo culto.
Por otra parte, los tradicionalistas aprovecharon el centenario:
en Gerona, ciudad clerical, la parroquia de Sant Feliu tena fama
de ser la Meca del cimarronisme gironi, segn Joan Vias. Desde
1888, el tradicionalismo carlista se haba integrado en parte en el
regionalismo conservador. El 26 de mayo de 1909, en Gerona tuvo
lugar un inmenso aplech tradicionalista, pero tambin en Gualta y
en Banyoles46. La ofensiva neocarlista se acompaaba de la publicacin de gran cantidad de opsculos, octavillas y relatos de la guerra que descubran el dinamismo de esta corriente ideolgica. Buscando los cimientos de la tenacidad de los combatientes de 1809,
Josep Maria Rovira pens que aquesta anima colectiva de la guerra
de la Independencia, aquest esperit intern motor d'aquelles multituts,
no era mes que'l nostre Programa Tradicionalista, com anem a demostrar 47. Por su parte, Juan Maria Roma anunciaba la renovacin
del tradicionalismo: Pero vuestra sangre, hroes, sera fecunda.
(..JYa apunta el reflorecer del Catolicismo espaol, de las Autonomas patrias, de la Monarqua cristiana y democrtica48.
Entre espaolismo y tradicionalismo, sin el decisivo apoyo del
Gobierno, el centenario de 1809 expresaba una cierta cacofona simblica. En el contexto cataln, era evidente que el recuerdo de 1809
estaba en falso con las polticas de memoria catalanistas que triunfaban especialmente en Barcelona. Es probable que la memoria de
Gerona en 1809 fuera investida por el ejrcito y la Iglesia con tanta
mayor fuerza cuanto ms el espaolismo perda el partido en la capital del Principat: Gerona, baluarte de Espaa, se condenaba a
convertirse en la mal querida de la opinin pblica catalanista.
46
Dg, 29-12-1909, La celebracin del Centenario de la Guerra de la Independencia en Balas.
47
J. M.s Rovira, Guerra de la Independencia, el nostre centenari, Barcelona, Biblioteca
de la Bandera Regional, 1908.
48
Juan Ma Roma, Homenaje a los hroes de la Independencia, Primer centenario, Dios, Patria, rey , Barcelona, La bandera regional, 1908.
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vas referencias simblicas ms adaptadas a las sensibilidades modernas. Los aos 1910 abrieron la va a la glorificacin del combatiente annimo. En ese sentido, son reveladores dos discretos y pequeos monumentos: por una parte, la cruz votiva que la Junta del
Cementerio inaugur el 8 de noviembre de 1909, all donde se situaba la fosa comn de los defensores de Gerona. Por otra, un monumento a las heronas de 1809, en particular a la famosa Compaa de Santa Brbara. La iniciativa parti al da siguiente del
Centenario de una junta de damas burguesas presidida por Dolores
de Puig y Ros de Foix. El proyecto de los escultores barceloneses
Osl recibi el apoyo del Ayuntamiento en 1920. El 5 de noviembre
de 1920 se puso la primera piedra en la capilla de San Narciso,
frente al mausoleo de lvarez. Al igual que en Barcelona (pinsese
en el Fossar de les Moreres, en 1916), los homenajes a los hroes
colectivos traducan una conmemoracin democrtica.
Adems, la memoria politizada dejaba lugar a la memoria patrimonial que aportaba a los vestigios del pasado un valor ante todo
cultural. De esta manera, como observaba el Diario de Gerona51, all
donde los antepasados se afanaban por erigir monumentos y depositar coronas, los contemporneos intentaban conservar y restaurar la herencia del pasado. En esta lnea, el Ayuntamiento republicano lanz la idea de crear un museo napolenico52, una idea
abandonada durante la guerra y despus recuperada por el franquismo. La patrimonializacin de la memoria implic una cierta distanciacin respecto a un pasado en adelante fro. Entre 1922 y
1936, la nica referencia a la Guerra de la Independencia en el Diario de Gerona fue una larga serie de estudios histricos llevados a
cabo por Federico Camps, que deseaba que la Guerra salga de una
vez de la fase primitiva, para entrar en las vias de la critica moderna52. Apelaba de forma expresa a la construccin de una historia popular de la Guerra:
Socialmente, es indispensable que se sepa lo ocurrido de 1808
a 1814, no ya en los campos de batalla de los ejrcitos regulares,
y en el laberinto dantesco del choque cotidiano de las guerrillas,
sino en los lgubres recintos de las ciudades, donde languidecan
las familias, entre las necesidades terribles y las espadas de patriotas y de intrusos.
51
52
53
Dg, 05-11-1920.
Dg, 14-11-1935 y 16-05-1936.
Dg, 11-01-1922.
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Dg, 05-06-1925.
AHG, VI-2-2, Visites Reais, L1.4.
Gerona CNT, 17-07-1937.
El Pirineo (EP), 05-11-1939, Pleitesa a nuestros hroes.
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la celebracin del Da de los Cados y el Da de los Difuntos, conmemoraciones todas de un hondo contenido espaol y cristiano.
En Gerona, el primer franquismo despleg una considerable energa para vincular entre s las conmemoraciones que hasta el momento haban permanecido autnomas: por ejemplo, el Da de los Cados fue desplazado algunos das para que coincidiera con el
aniversario del 5 de noviembre (en el resto de Espaa, se celebraba
el 29 de octubre). No hay que hacer el mnimo esfuerzo para unir las
dos conmemoraciones en un solo homenaje comentaba El Pirineo, el
rgano del Movimiento, ya que por tradicin mas que centenaria en
Gerona el dia 5 de noviembre ya era en alguna manera el da de los
cados58. Todos los Dos de Mayo, tena lugar en la plaza de la Independencia un desfile, lo que permita vincular las fiestas nacionales
con el culto al hroe local. De forma significativa, el ritual de masas
franquista prefera el espacio abierto de una plaza pblica al lugar
confinado de la capilla de San Narciso. Por ltimo, el 5 de noviembre
de 1942, despus de la misa en la capilla de San Narciso, un cortejo
presidido por la centuria lvarez de Castro de la Falange Juvenil se
dirigi a la plaza de Correos donde se eriga la Cruz a los Cados. Bajando por la Rambla ahora del Generalsimo, el cortejo pas por la
plaza de la Independencia y deposit coronas al pie de lvarez de
Castro59. De ese modo la conmemoracin era doble: el sermn en la
capilla de San Narciso responda al discurso de los falangistas, plaza
de Correos. El da termin por fin depositando rosas rojas al pie de
la cruz votiva del cementerio. As, de los cinco monumentos del espacio conmemorativo gerundense, cuatro se encontraban activados,
principalmente los 2 de mayo y 5 de noviembre.
El paralelismo entre la gesta franquista y los acontecimientos
de 1809 descansaba en cuatro puntos. Primeramente, Juan Vias y
Comas argumentaba que en 1936, al igual que en 1808, los espaoles se encontraron hurfanos, sin monarqua, con su religin despreciada. Entonces se sublevaron junto a Franco: El vencedor de
aquella lucha fue realmente el pueblo constituido en brazo y cabeza,
nacin y gobierno60. El autor pretenda que el golpe de estado haba sido una reaccin popular. Gracias al paralelo establecido con
el ao 1808, el franquismo intent resolver el dficit de legitimidad
poltica que lo atormentaba.
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Los aos sesenta estuvieron marcados por un retorno de los aspectos festivos que contrastaban con el mortfero rumbo de las ceremonias de los aos cuarenta. En noviembre, las Ferias de San Narciso recuperaron progresivamente terreno sobre el recuerdo de
lvarez de Castro67. Este repunte de inters por las tradiciones, a
veces instrumentalizado por un rgimen anheloso de folclorismo,
se corresponda adems con los gustos del turismo de masas. La
prensa hablaba con humor de esa nueva invasin francesa que reconquistaba Espaa pacficamente: Una riada de franceses que no
tienen que ver con aquellos que hicieron hroes y mrtir a lvarez y
jalonaron la historia de la ciudad con episodios blicos de envergadura68. El turismo reforzaba la relacin patrimonial que los gerundenses mantenan ahora con los vestigios de 1809. El Ayuntamiento
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CONCLUSIN
Qu queda hoy en da de los hroes de 1808-1809? Prcticamente nada: una plida figura pintoresca al servicio de la construccin de la identidad gerundense y un espacio pblico saturado
de monumentos en desherencia. No sorprende que la era democrtica se sienta molesta con recuerdos de la que slo sabe sacar
una vaga leccin de civismo local. Ms profundamente, el nuevo
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Anales del Instituto de Estudios Gerundenses, 1948, Vol III: La feria tradicional
de San
Narciso y las autoridades napolenicas de Gerona, Juan Mercader Riba.
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Por ejemplo, LS, 25-08-1954, Dialogando con Manuel R de Llauder. LS, 02-121958, Un Bilbano fue el primer defensor de Gerona contra el invasor francs.
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