Stéphane Michonneau Hyp14

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EL NACIONALISMO CATALN:

MITOS Y LUGARES DE MEMORIA


Jordi Canal (coord.)

Gerona, baluarte de Espaa.


La conmemoracin de los sitios de Gerona
en los siglos XIX y XX
STPHANE MICHONNEAU

Universit de Poitiers

N un artculo publicado en 1994, Jos lvarez Junco cuestionaba la tradicional interpretacin de la Guerra de la Independencia que enfrentaba, segn un esquema binario tpico del
nacionalismo, a un invasor francs que pretenda someter la Pennsula Ibrica con un levantamiento nacional y popular. Como se
sabe, la realidad fue muy distinta: segn Lpez Tabar, por ejemplo,
esos acontecimientos reflejan ms bien un acelerado proceso de
descomposicin social y poltica comparable a una guerra civil que
una unnime guerra patritica. Sin discutir el fondo de la naturaleza
de un conflicto, plural y compleja por fuerza, es obvio que muy
pronto se convirti en el ncleo de un sentimiento nacional en
curso de elaboracin, y todo a partir de 1808.
El trmino guerra de la independencia apareci a principios de
los aos 1820, probablemente como eco de las secesiones americanas. La expresin se impuso en 1833, con Cecilio Lpez y Muoz
Maldonado, en el momento en que se consolidaba definitivamente
el estado liberal1. Este tardo bautismo refleja un proceso de mistificacin lento y confuso, que de entrada convirti las guerras napolenicas en la apuesta central del joven nacionalismo espaol, a
diferencia notable de las guerras de la Convencin o de la invasin
francesa de 1823. La llamada Guerra de la Independencia se convirti as en la piedra angular de la mitologa con la que se aureol
el naciente Estado-nacin liberal en Espaa concluye lvarez
Junco2.
El carcter extraordinariamente explosivo de los levantamientos
populares dio lugar a innumerables relatos sobre combates locales.
1
Jos lvarez Junco, Mater Dolorosa. La idea de Espaa en el siglo XIX, Madrid,
Taurus,
2001, cap 3.
2
Jos lvarez Junco, La invencin de la Guerra de la Independencia, Claves
de razn prctica, 67, nov. de 1996, pg. 10-19.

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En consecuencia fue preciso articular cuidadosamente las gestas


patriticas locales a la epopeya nacional. A travs de esos localismos, el nacionalismo intentaba construir un tipo espaol nico,
en el que el guerrillero deba simbolizar todas las cualidades: dignidad, combatividad, adhesin visceral al rey y a la religin, etc. As,
Bailen, Zaragoza, Mstoles y Gerona sonaron como tantas versiones locales de un mismo relato genrico.
El presente artculo se propone describir uno de esos episodios
nacionales: los tres sitios de Gerona entre 1808 y 1809. Las vicisitudes de los homenajes, los relatos y los monumentos que se erigieron, o no, a los heroicos defensores de la capital gerundense dibujan el perfil de una nacionalidad esencialmente conflictiva y
problemtica. Slo debe examinarse la amplsima bibliografa dedicada a los sitios para convencerse de que, a lo largo de todo el siglo xix, Gerona constituy un poderoso punto de unin de Catalua
con la nacin espaola liberal. Pero a finales de siglo, el mito gerundense se encontr en falso respecto a los mitos del joven nacionalismo cataln: al celebrarse, en todas partes, el centenario de
la Guerra de la Independencia, Gerona no conoci la consagracin
de Zaragoza. Para las dictaduras que siguieron, esta relegacin calificaba a Gerona como tierra de reconquista del espaolismo despreciado: el franquismo promovi los sitios al primer rango de la
mitologa nacional. Con el embarazoso recuerdo que otorgaba a la
dictadura, la transicin democrtica dej apagarse la memoria de
los acontecimientos de 1808-1809, cuando, incluso, el conocimiento
cientfico de las guerras conoca un fuerte auge. En Catalua, Gerona representa todava hoy en da la ambigedad de la problemtica integracin de los catalanes en la nacionalidad espaola.
1.

1808-1820: UN RECUERDO QUE SE

IMPONE Y SE MANTIENE

La historia de Gerona es la de una plaza militar. Los sitios de


1808 y 1809 se inscriben en una larga serie: 1285, 1653, 1684, pero
tambin en el siglo xix, 1821, 1827, 1843 y 1874. La cuestin es por
lo tanto saber por qu los combates de 1808-1809 lograron suplantar en xito a todos los dems.
De los tres sitios, se conoce en general el tercero, que dur siete
meses, entre el 5 de mayo y el 10 de diciembre de 1809. En efecto,
los dos primeros intentos fueron abortados: considerando el deplorable estado de las defensas de la ciudad, las tropas napolenicas no se tomaron la molestia de apoderarse de la plaza. Con Barcelona conquistada, era cuestin de intimidar la ciudad de Gerona
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una primera vez cuando en sta se form una junta de defensa, en


junio de 1808. Sin medios, el general Duhesme dio media vuelta sin
atacar la ciudad gobernada por Bolvar. El 20 de junio, la Junta honraba al patrn de la ciudad, San Narciso, con el ttulo de Generalsimo. Un mes ms tarde, despus de la cada de Rosas, los gerundenses repelieron un segundo intento ms serio del general
Duhesme: el 25 de agosto de 1808, una ceremonia religiosa celebr
con gran pompa la victoria bajo los auspicios de San Narciso. Todo
el mundo supo entonces que se preparaba un tercer sitio que tena
que asegurar a los soldados imperiales el control de la carretera
que una Barcelona y Francia.
En resumen, en 1808, los gerundenses disponan desde haca
tiempo de los elementos que les permitan aprehender los nuevos
acontecimientos: un fuerte sentimiento antifrancs, la fidelidad al
rey a toda prueba, la confianza absoluta en la proteccin del Generalsimo de los ejrcitos, San Narciso. Desde la Edad Media, el culto
a San Narciso qued ntimamente ligado a la defensa de la plaza:
en 1285, las tropas del rey de Francia profanaron su tumba y encontraron su cadver totalmente intacto. Unos das ms tarde, tuvieron que batirse en retirada debido a la ofensiva de una nube de
moscas: el milagro fue permanentemente celebrado. En 1782 se
acondicion una nueva capilla en el interior de la colegiata de San
Flix.
Cuando, tras la doble abdicacin de Bayona, el reino qued sin
monarca, el poder recay lgicamente en manos de las instancias
inferiores que componan el aparato de Estado. La legitimidad poltica se encarn entonces en juntas de defensa que se multiplicaron a escala municipal. La Junta de Gerona, formada el 10 de junio,
decidi honrar a San Narciso posant en las suas mans la Banda,
Basto, y Espasa, ricas, y caractersticas insignas del seu gobern y direcci sobre nosaltres. Como se sabe, los sermones tuvieron un papel bsico para reactivar la defensa e interpretar el sentido de los
acontecimientos. Manuel Cndaro, franciscano y capitn de la compaa de religiosos de la Cruzada Gerundense, atribuy entonces
las motivaciones de los defensores a los derechos de la Patria, del
Monarca y de la Religin. En su discurso la independencia hace
referencia significativamente al rey prisionero y no a la patria3. El
padre Gaspar, religioso y misionero capuchino de Barcelona, analiza el sitio en trminos bblicos: es el combate de tota la ilustre
3
Manuel Cndaro, Oracin Fnebre que en las solemnes exequias que la Muy
Ilustre Junta General de la Ciudad de Gerona hizo celebrar en 26 de Agosto de 1808.

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serie de Capitans y de Reys del antich testamenta contra el General


de VExercit mes brbaro, impo y sacrilech quels Egipcios4. Puede
observarse que los sermones beban de la tradicin religiosa para
interpretar el peligro, recurriendo en particular al tema de las cruzadas.
Sin embargo, la guerra desvel la existencia de nuevas formas
de legitimidad concurrentes, especialmente la de los jefes de la guerra. El elogio del milagro siempre renovado de San Narciso, nuestro Libertador5, condujo primero a aminorar la gloria de los soldados. Posteriormente, en el transcurso del tercer sitio, los
testimonios de reconocimiento hacia el santo patrn se dirigieron
al intrpido caudillo gobernador de la plaza, Mariano lvarez de
Castro. En el diario manuscrito que el padre Raymundo Ferrer escribi en 1809, se observa que, ante la adversidad, la energa fuera
de lo comn desplegada por el gobernador para defender la plaza
constituy una garanta ms tranquilizadora que la milagrosa y lejana tutela de Narciso. La transferencia de lo sagrado era facilitada por la gran piedad de lvarez respecto al santo.
En ese momento, el tercer sitio, que recordaba los heroicos sitios de Zaragoza, vino a la mente de muchos, pero el cansancio, el
hambre, la peste y las destrucciones masivas fueron la razn de una
resistencia tan encarnizada como desesperada. El 10 de diciembre
de 1809, tras la cada de la ciudad, el decreto de 3 de enero de 1810
estipulaba que se recompensara a lvarez de Castro o bien, si hubiese muerto que se tributen a su memoria y se den a su familia los
honores y premios debidos a su invicta constancia y a su ardiente patriotismo. Que en una plaza [de Gerona] se erija un monumento
para memoria perpetua del valor de sus habitantes y de su gloriosa
defensa. Que en todas las capitales del reino se ponga desde ahora
una inscripcin que contenga las circunstancias mas heroicas de este
famoso sitio. Que se acune una medalla en su honor como testimonio de gratitud nacional por tan eminente servicio.
El 14 de septiembre de 1810 las Cortes crearon la cruz militar del
sitio y concedieron a la ciudad el ttulo de Excelentsima y de Inmortal. El 22 de agosto de 1811, las prebendas eclesisticas y los
empleos civiles fueron otorgados prioritariamente a los combatientes. Por ltimo, el 7 de enero de 1812 el nombre de lvarez de Castro se inscribi en la asamblea en letras de oro, junto al de los ms
4
Pare Gaspar de Barcelona, Sermo Gratulatori per la proteccio del Generalissim
Sant Narcis. Misa de 25 de agosto de 1808.
5
Thomas Serra, Gerona agradecida, sermn del 25 de agosto de 1808.

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ilustres hroes de la Guerra de la Independencia. Los habitantes de


Gerona fueron elevados al rango de la nobleza personal. De ese
modo, la conmemoracin de los sitios de Girona es contempornea
a la guerra y mezcla los homenajes a los combatientes y a lvarez
de Castro, fallecido en cautividad el 22 de enero de 1810.
Gerona, liberada el 14 de marzo de 1814, recibi de inmediato la
visita de Fernando VII. Despus de la celebracin de un Te Deum en
la catedral, el rey acudi junto a la tumba del glorioso Santo Patrn,
en la iglesia de San Flix. Pero hubo que esperar muchos aos a que
se confirmaran los principales honores que las Cortes haban otorgado a Gerona, ya que la restaurada monarqua haba anulado todos los actos legislativos. Slo en setiembre de 1817 un decreto real
estableci la obligacin de un servicio religioso en memoria de los
defensores de Gerona.
Mientras tanto, aparecieron dos conmemoraciones. Por una
parte, el 17 de junio de 1814, el municipio decidi celebrar todos
los 20 de junio la victoria del primer sitio, primero en la capilla de
San Narciso y despus, a partir de 1817, en la catedral. Dicho aniversario se prolong hasta 18426. Por otra parte, en la capilla de San
Narciso naci un culto a lvarez, probablemente como respuesta al
traslado a la catedral de la ceremonia del 20 de junio. Entre 1815
y 1817, unas conmemoraciones espectaculares pusieron en escena
la memoria de lvarez basndose en el modelo de los homenajes
fnebres rendidos al monarca. Desde entonces, el culto personalizado eclips la gesta de los miles de habitantes y soldados que haban sacrificado su vida.
Aunque esta evolucin refleja globalmente la nueva importancia
que el caudillismo militar ocupaba en Espaa el da despus de las
guerras napolenicas, no fue fruto del azar. Francisco Satu, el ayudante de campo de lvarez de Castro fue su obstinado promotor.
Haba seguido fielmente a lvarez a la crcel de la fortaleza de Figueres y despus, en el periplo de su deportacin, hasta Narbona.
All se vio separado de ste, ya que el hroe fue repatriado a Figueres donde muri un tiempo ms tarde. Al regresar a Espaa, en
mayo de 1814, Satu no dej de buscar la huella de su antiguo caudillo. Gracias a algunos testimonios, hizo exhumar su cuerpo y lo
coloc en la capilla de la ciudadela de Figueres. En un escrito dirigido al rey, comentaba las ltimas voluntades del hroe de ser en6
Arxiu Historie de Girona (AHG), Ceremonias religiosas, Ll.2; Fiestas votivas instituidas por la ciudad de Gerona. Apuntes hechos sobre estas festividades por el Oficial archivero, D. Feo. Oliver.

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terrado junto a San Narciso, en Gerona. Fernando VII, siempre tan


propicio a honrar la memoria de tan insigne Militar, orden por decreto del 20 de octubre de 1814 que se trasladaran los restos mortales que tenan que pasar por Barcelona. Satu se ocup de la organizacin de las ceremonias gracias al activo apoyo del nuevo
capitn general de Catalua, el general Castaos7.
Este ltimo, visiblemente emocionado por el destino de lvarez,
visit la prisin donde haba perecido el defensor de Gerona. Castaos felicit a Satu por su celo, hizo limpiar el calabozo, poner
una puerta y redactar una inscripcin que atestiguaba la tesis del
envenenamiento. El detalle demuestra que el mito super la verdad
histrica, describiendo la muerte de lvarez en un modo casi cristico, lo que contribuy considerablemente a la extraordinaria popularidad de su culto.
Entre el 22 y el 30 de octubre de 1814 tuvieron lugar en Catalua
numerosas ceremonias: en Figueras, en Gerona, en otros muchos
pueblos y despus en Barcelona y Matar. Francisco Satu redact
el relato de ese excepcional acontecimiento8. Los restos mortales
del gobernador llegaron por fin a Gerona el 28 de octubre, coincidiendo con la fiesta anual en honor a San Narciso. El da 30 se depositaron las reliquias en un mausoleo de madera, hoy en da expuesto en el Museo de Historia de Girona. Satu lanz de inmediato
una suscripcin en vistas a erigir un sepulcro de mrmol: no obstante, la iniciativa no acab hasta 1880. Cuando tuvo que fijarse la
fecha de un aniversario para los defensores de Gerona, el obispo
fij el 5 de noviembre9. A partir de entonces comenzaron una serie
de conmemoraciones que no han tenido ninguna interrupcin
desde 1817 hasta nuestros das!
De hecho, el xito, que descansaba sobre unos recuerdos todava cercanos, no qued desmentido hasta el final del Trienio Liberal10. Se le debe sin duda la puesta en marcha de una formidable maquinaria de propaganda que ya no dej de hacer correr la tinta. Una

Francisco Satu, Manifiesto de quanto sucedi al Excmo Sr Tte Gral Don Mariano lvarez de Castro... desde que se qued prisionero de guerra en ella hasta su
fallecimiento
en el castillo de San Fernando de Figuera, Barcelona, 1816.
8
Francisco Satu, Relacin de la pompa fnebre que en virtud de real orden de
SM se ha efectuado en esta capital a los restos del excmo Seor Don Mariano lvarez de Castro... , Barcelona, 1816.
9
AHG, VII-2-2, Visites Reais i aconteixements, Lligall 3 Aniversari Setges.
10
AHG, VI-2-2, L13. En virtud del decreto de 2 de mayo de 1811, el ayuntamiento
asumi tambin los gastos de aniversario del Dos de Mayo. Su coste era, no obstante, menor.
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comisin municipal encarg a Manuel Cndaro que redactara la historia de los sitios de Gerona, pero el manuscrito terminado en 1818
no fue nunca divulgado. Su autor, expulsado por la revolucin liberal de 1820, termin su carrera eclesistica en Castilla, no sin antes
entregar una copia del precioso manuscrito en los archivos de Escornalbou, cerca de Tarragona. Probablemente fue aqu donde Miguel de Haro11 lo conociera antes de que una copia fuera enviada al
Ayuntamiento de Gerona... en 1849!
Las obras de Cndaro y de Haro manifiestan dos sensibilidades.
Por una parte, Cndaro recupera en un estilo lrico la versin tradicionalista y clerical que haba expresado a partir de 1808: los gerundenses apoyaron los sitios en nombre de la trinidad Patria, Rey
y Religin. La descripcin se acompaa de un vibrante homenaje
a lvarez de Castro, cuya enfermedad, en los ltimos das de noviembre de 1809, sell el destino de toda Gerona. Por otra parte, Miguel de Haro, como comandante del Regimiento de Baza, privilegia
las sobrias descripciones del campo de operaciones. De ese modo
inaugura una amplia literatura que pretenda exaltar ms el ejrcito
real que la guerrilla. Pero Haro relativiza el talento de lvarez de
Castro en una frase asesina: Su tlente era mediano y poca su instruccin. Le reprocha la obstinacin que lo llev a sacrificar intilmente a excelentes soldados, cuando saba que la ciudad estaba
perdida. Para Haro Si al fin se perdi todo, fue siguiendo la carrera
de la gloria y del honor (.. .) Embebido siempre en la idea de inmortalizarse, vea con gusto aumentarse las dificultades y los riesgos porque supona con razn que habra tanta mayor gloria en vencerlos.
En resumen, Haro se hace eco de una lectura ms liberal y crtica
en la que dedica la mayor parte a los defensores ms que a su gobernador. Cndaro y Haro fundan dos corrientes historiogrficas en
el siglo xix. La Relacin histrica de las defensas de Gerona es, por
ejemplo, la fuente de principal inspiracin del Conde de Toreno12.
Por ltimo, los aos 1810 definieron durante mucho tiempo las
condiciones y la forma de las conmemoraciones a los hroes de
1809. La intimidad de lo religioso y lo poltico constituye probablemente su rasgo ms destacado.

11

Miguel de Haro, Relacin histrica de las defensas de Gerona de 1808-1809,


Madrid, Impta Nez, 1820, 102 pgs.
12
J. M. Queipo de Llano, Conde de Toreno, Historia del levantamiento, guerra y
revolucin de Espaa, Madrid, 1835.

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2.

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EL ADVENIMIENTO DE UNA MEMORIA ROMNTICA (1820-1874)

Christian Demange ha explicado las razones por las que la Restauracin borbnica prefiri organizar el olvido de las guerras napolenicas ms que fortalecer en stas su legitimidad: el contenido
eminentemente popular de los levantamientos del ao 1808 amenazaba la esencia de un poder que se consideraba absoluto. En
1820, la gens militar supo encarnar de la mejor manera las aspiraciones liberales, como demuestra la obra de Miguel de Haro. Pero
en 1823 la intervencin de los Cien Mil Hijos de San Luis puso fin al
experimento: en Figueres, el general Moncey rompi la placa que
recordaba la agona del Len de Gerona. La conmemoracin entr
entonces en una especie de letargo provocado en parte por un conflicto financiero entre el Ayuntamiento y el Cabildo de San Flix13.
Ya no se oa hablar de los sitios, salvo en 1834 cuando la Regente
confirm el ttulo de Excelentsimo, as como la nobleza personal de
los defensores de Gerona14, para asegurarse su fidelidad en plena
guerra civil.
No fue hasta principios de los aos 1840 cuando el aniversario
del 5 de noviembre despert de nuevo la atencin de las autoridades en el momento en que Madrid celebraba el traslado de las cenizas de Daoiz y Velarde, los hroes del Dos de Mayo. El jefe poltico de Gerona intent dar un nuevo impulso al recuerdo de lo que
llamaba entonces la guerra de la independencia nacional:
Lejos de mirrnosla con indiferencia, debemos en el presente
interesarnos mas y mas en promover su pompa. (...) He dispuesto
se celebrase este aniversario
con mayor magnificiencia que de algunos aos a esa parte15.
Este nuevo repunte de inters surgi al mismo tiempo que un artculo de El Postilln, de Francisco de Castro y Prez de Orosco, sobrino del difunto hroe, que tuvo el mrito de expresar todos los
tpicos que vincularan en lo sucesivo la historia de los sitios a la
13

AHG, VI-2-2, L1.3, 1822-1830. En 1822, el ayuntamiento declar que No est en


sus facultades cooperar como lo hizo en los anos anteriores en el maior lucimento de
la funcin. El coste se resinti de ello: 97 escudos en 1825, 15 en 1826 y 1827, 32
en 1828, 17 en 1829. En el transcurso de los aos treinta, el coste no super nunca
los 57 escudos.
14
Narciso Blanch e Illa, Gerona Histrico monumental, Gerona, 1853.
15
AHG, Govern Civil, 168/23, Expdte. de 31 de oct. de 1840.
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epopeya nacional: el carcter resueltamente espaol de los gerundenses, as cpmo su sentido innato de la libertad, su vnculo indisoluble con lvarez, la referencia obligada a Numancia y Sagunto
que simbolizaban el nacimiento de la nacionalidad16. Ms prosaicamente, la memoria puede servir a los intereses de un cacique local
que busque un nombre glorioso para confortar su dominio poltico
en la regin. Adems, el marquesado de Gerona fue creado en beneficio de ste el 25 de octubre de 1846.
Pero hubo que esperar a que la Renaixenga alimentara una poderosa corriente romntica para que ese inters se tradujera en la
edificacin de un monumento pblico. En Gerona histrico-monumental, publicado en 1853, Narciso Blanch establece una especie de
gua turstica y literaria amenizada con grabados y muchos relatos
histricos sobre la antigua Gerona. El autor compil en el anexo todos los textos sobre los homenajes rendidos a los defensores de Gerona, prueba de una nueva sensibilidad para con las exhortaciones
de la memoria. Para l, la progresiva desaparicin de los supervivientes de los sitios motivaba esa operacin de resurreccin.
En los aos 1860, prosperaron muchas obras e iniciativas conmemorativas: en 1861, Adolf Blanch public la Historia de la guerra
de la Independencia en el antiguo principado, pronto seguida por la
reedicin en 1863 del libro de Juan Daz de Baeza, Historia de la guerra de Espaa contra el invasor Napolen. Ese mismo ao se public
la Historia de Catalua y de la Corona de Aragn de Vctor Balaguer,
y despus, en 1868, los dos primeros grandes compendios escritos
en cataln: Historia del Siti de Girona en 1809, de Lluis Cutchet y Lo
siti de Girona en l'any 1809 de Victor Gebhardt. La interpretacin liberal-provincialista de la historia de los sitios de Gerona encontr
en stos su ms notable expresin. Manteniendo la tradicin liberal, estos relatos seguan insertando la epopeya de Gerona en la lucha de los espaoles por su libertad. Movidos por el ideal de la resistencia, los gerundenses eran descritos como ciudadanos
soldados al servicio de la nacin ms que al servicio de la religin.
Catalua era el alma por excelencia de la Guerra de la Independencia. Pero para Vctor Balaguer, los combatientes de Gerona haban
encontrado en la historia catalana las razones de su lucha. Por
ejemplo, para Llus Cutchet:

16
El Postilln, 28, 29 y 30 de mayo de 1841, Recuerdos de la guerra de la independencia. El Gobernador de Gerona.

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Los gironins (...) no tenan mes que imitar las proesas de llurs
antepassats.(...) Borrar de la memoria del's descendents las proesas del's avis, es l'ultim grau de17decadencia a que pot arribar una
familia procedent de noble soca .
As, el provincialismo fue la expresin de un espaolismo exaltado, tanto ms que hunda sus races en una tradicin liberal que
el Estado centralista haba sido acusado de sofocar en otras partes.
Se puede observar que la sensibilidad de la Renaixenga alimentaba
un patriotismo espaol profundamente arraigado en la realidad local, lejos de engrosar, como se supone demasiado a menudo, los
primeros alientos del nacionalismo cataln.
La corriente liberal-provincialista permiti la realizacin de un
proyecto monumental. La iniciativa se remontaba a 1857, cuando el
Ayuntamiento intent obtener el apoyo de la Corona en virtud de
la aplicacin del decreto de las Cortes de 181218, pero la Corona se
neg. En 1864, regresando de una misa-aniversario, el gobernador
civil de Gerona, Pedro Esteban Henera, mostr su indignacin:
Mas de medio siglo hace que estas [cenizas] se hallan depositadas en una miserable y pequea urna de madera sin que en tan
largo espacio de tiempo se haya hecho otra cosa que lamentar estrilmente las consecuencias de tan triste cuando injustificable
abandono, y sin que bajo ningn concepto se vea cerca del dia de
conseguir reparacin de semejante falta.
Por consiguiente, propuso que se construyera un nuevo mausoleo de mrmol adecuado a la importancia de su alta significacin
conmemorativa, un sepulcro en fin que respondiera a las justas exigencias del patriotismo y del decoro nacional19.
En noviembre de 1866, el Ayuntamiento adopt ese proyecto que
silenciaba a todos los hroes annimos de los sitios20. A principios
de los aos 1860 convergieron una serie de iniciativas: en 1863, la
edificacin de un panten para los restos mortales de los veteranos
17

Ll. Cutchet, Historia del siti de Girona, 1869, pg. 104.


AHG, VI-5, L12, Cartas del 26 set. de 1857.
19
AHG, VI-5, Ll.l.
20
El 5 de noviembre de 1864, el gobernador civil Jos Snchez de Molina lanz
una suscripcin nacional para erigir monumentos a los defensores de Girona. Un
escultor, Figueras, prepar incluso en Madrid el esbozo de una estatua llamada el
grito de independencia en Girona. El 20 de noviembre de 1866, el alcalde Pedro Vias se resign y dedic el presupuesto al monumento a lvarez.
18

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de 1809 en el cementerio de Gerona21, o en 1864, el reagrupamiento


de una coleccin de archivos y el retrato extrado de los diez ltimos veteranos; en 1867 una suscripcin para lvarez de Castro. El
5 de noviembre de 1869, en el cincuenta aniversario del sitio, fue
especialmente imponente la ceremonia de traslado de las cenizas
de lvarez. El 19 de septiembre de 1871 el soberano Amadeo I puso
la primera piedra del nuevo mausoleo22. Este ltimo fij tambin
una placa conmemorativa en la Casa Pastors, frente a la catedral,
de donde el general haba dirigido sus tropas 23 .
Cabe subrayar aqu la importancia del Sexenio democrtico en
la elaboracin de una mstica nacional, incluso si esa brusca eclosin conmemorativa se remonta a principios de los aos 1860,
como en Barcelona24. No obstante, aunque los discursos estaban
preparados para celebrar la dimensin nacional de lvarez de Castro, la suscripcin revelaba que su culto era menos nacional que regional e incluso local. Los escalones inferiores del aparato de Estado se haban movilizado a ese nivel: el gobierno civil, el gobierno
militar, el obispado, la administracin de aduanas, puentes y calzadas, las diputaciones, las instituciones de enseanza, muchos ayuntamientos, principalmente catalanes. La nica aportacin con dimensin nacional procedi de los militares que se movilizaron en
toda Espaa. Por consiguiente debera matizarse la idea segn la
cual el Estado se vio incapaz en el siglo xix de nacionalizar a los
ciudadanos en torno a una poltica de memoria coherente.
3.

EL APOGEO DE LA CONMEMORACIN DE

1809 (1874-1894)

En 1875, la Restauracin estimul la memoria de los sitios: fue


el apogeo de esta conmemoracin. En esa poca, cosechaba un
gran xito una abundante literatura patritica que penetr profundamente en todas las capas de la poblacin.
En 1874 se public Gerona, de Benito Prez Galds. En este episodio nacional, el novelista transcribe las memorias de un vete-

21

AHG, VI-5, L12.


La fecha recuerda el 19 de setiembre de 1809, el Gran Da, durante el que
los defensores repelieron al invasor francs que, unos das despus de la toma del
castillo de Montju'c, penetraba en cuatro brechas a la vez. Es una fecha que celebra ms la gesta de los gerundenses que la de su general.
23
La Lucha, 16 de septiembre de 1871.
24
Stphane Michonneau, Barcelona, memoria i identitat, Vic, Eumo, 2002.
22

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rano del sitio de 1809, Andrs Marijuan. En el transcurso de una escena antolgica, la ciudad convertida en teatro del mundo ve enfrentarse a bandas de ratas asociadas a ejrcitos. Andrs acaba capturando al animal ms poderoso de la jaura, Napolen. Andrs
invierte de ese modo el trauma de una derrota anunciada en gloriosa victoria. La ancdota es representativa de un acercamiento
sin complejos de lo que fue, al fin y al cabo, una humillante derrota.
Prez Galds ofrece as sus cartas de nobleza literaria a un acontecimiento que pocas veces haba franqueado las fronteras del gnero histrico. Populariz mucho las proezas del sitio de 1809, as
como la figura de Alvarez, del que puede seguirse el va crucis al final de la novela, hasta su envenenamiento. Pero Galds constituy
la parte sumergida de una produccin literaria considerablemente
olvidada hoy en da. En 1868, por ejemplo, en Atrs el extranjero!,
Manuel Angeln represent un inmenso fresco dialogado que constituy una especie de patrn dramtico a menudo copiado y desarrollado por autores posteriores, como Jos Molgosa Valls
en 187925. El xito de este repertorio patritico de mediocre calidad
no se rebati jams, sobre todo en Gerona, donde a partir de 1828
se constituy una compaa de teatro, cuyo nmero de representaciones en el Gran Teatro se aproximaba al centenar al ao. Eso demuestra que se estaba realizando la nacionalizacin de las capas
populares catalanas.
Le penetracin del nacionalismo espaol se produjo tambin en
las capas superiores de la poblacin. La Asociacin Literaria de Gerona, creada en 1871, tena como objetivo celebrar una reunin de
felibres a partir del modelo de los Juegos Florales, reaparecidos en
Barcelona en 1859. Los concursos reunan a las familias ms importantes de Girona y a grandes intelectuales de la capital, como
Guimer o Vctor Balaguer. En 1876 esos hombres fundaron la Revista de Gerona, que constituy el punto de encuentro de toda la intelectualidad catalana. Xavier Carmaniu Mainad, que ha estudiado
los certmenes literarios de esa poca, observa que Moltes vegades es feia referencia ais setges que va viure la ciutat durant Voccupaci napolenica, un episodi molt mitificat durant tot el segle XIX26.
La Revista de Gerona public en efecto incontables composiciones,

25

Manuel Angeln, [Atrs el extranjero! novela histrica, 1861; Jos Molgosa


Valls, El sitio de Gerona, drama histrico-patritico, Lib. Eudaldo Puig, Barcelona,
1879.26
Xavier Carmaniu Mainad, Els certmens literaris a Girona, 1872-1936. 176
pgs. Memoria de Licenciatura, Historia Contempornea, Universitat de Girona.

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GERONA, BALUARTE DE ESPAA. LA CONMEMORACIN DE LOS SITIOS DE GERONA EN LOS SIGLOS XIX Y XX

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ensayos y evocaciones de los sitios de 1808-1809. Desarroll una


historiografa a caballo entre el romanticismo y el positivismo que
fue llamada la escuela de Gerona, de la que Emili Grahit i Papell
(18504911) y Enric Claudi Girbal (1839-1896) fueron sus ms ilustres representantes 27 . Esta produccin, evidentemente escrita en
castellano, refleja fielmente la pasin espaolista de las lites gerundenses y, ms generalmente, catalanas.
No sorprende que la Revista sirviera de motor al proyecto monumental lanzado en 1864. Los miembros de las comisiones ejecutivas
fueron todos eminentes colaboradores de sta. Despus de la interrupcin debida a la guerra carlista, una nueva comisin nombrada
en mayo de 1876 lanz de nuevo su suscripcin, en la que el rey contribuy esta vez con 10.000 reales. En lo sucesivo la dimensin nacional sera evidente: 26 obispos, 26 diputaciones, 18 capitanes generales y una multitud de altos grados, 8 diputados a las Cortes y 3
senadores, 20 procuradores generales y 16 miembros del Gobierno
respondieron a la llamada. El tono de los comentarios haba cambiado: para Francisco Vias y Serra por ejemplo, Tan venerados restos no podan ser cobijados mas que por la cpula del templo cristiano;
la F y la Patria le condujeron al combate, por ambas fue heroico; asi
el mrtir de la patria no podia estar en mejor sitio que junto al mrtir
de la Religin. De ese modo, la ampliacin nacional de la conmemoracin sera paralela al creciente poder del neocatolicismo.
En los sermones que Luis Pardo Delgado pronunci el da 5 de
noviembre de 1876 y de 1878, el requisitorio se volvi violentamente antimoderno y antiliberal28. Al prohibir a los librepensadores que apelaran al 1809, proclam que slo la fe catlica garantizaba el herosmo y el respeto del Trono:
Y si no es por la f catlica, cul doctrina forma los buenos
defensores de las patrias libertades? la filosofa?... la teologa pagana?... ser acaso el Mahometanismo? ... o ser el Judaismo?...
Ser por fin el Protestantismo? Ah no! Fuera de la doctrina catlica no hay ninguna sana para conciliar la autoridad y la libertad.
(...) Los catlicos, por su f, son los nicos que no atacan los tronos, haciendo compatible la dignidad del soberano con la dignidad del pueblo.
27
Llus M. de Puig, La Guerra del Francs i la Revista de Gerona, Revista de
Gerona,
nm. 77, 1976 y Alvarez de Castro I i II, Punt Diari, 27-VII i 3-VIII, 1980.
28
Luis Pardo Delgado, Discursos en varias funciones cvico-religiosas dedicadas
a la memoria de lvarez de Castro y sus compaeros de 1809, Gerona, Tomas Carreras, 1880.

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Aqu puede medirse la violencia revanchista de una interpretacin poltico-clerical de la Guerra de la Independencia que recordaba a Cndaro. Los crculos ultraconservadores vinculados a la
Restauracin, tan poderosamente ligados a un clero pletrico e intransigente, captaron la memoria de 1809. En adelante, la renovacin del nacionalismo espaol, fortalecido con los valores del catolicismo y el militarismo, no dejara de influir ese culto, relegando
a un segundo plano las dems lecturas de los sitios.
En 1880 la ceremonia de homenaje fue literalmente copiada de
la de 1816. La eleccin de la fecha, el 2 de mayo, permiti vincular
el culto local a la historia nacional. La ceremonia tuvo un carcter
cvico y religioso, como la del 5 de noviembre. En realidad, esta
interpretacin se corresponda en todos los puntos con el contenido ideolgico de los sermones de Pardo y Delgado. Se organiz
una doble ceremonia religiosa, la primera en la catedral, la segunda
en la colegiata de San Flix.
La inauguracin del mausoleo no responda, no obstante, a los cnones de embellecimiento urbano vigentes en las postrimeras del siglo. Desde haca ya algunas dcadas, las grandes ciudades espaolas
haban cedido a la estatuamana que caracteriz el urbanismo occidental entre 1880 y 1930. En Barcelona tambin se haba pasado de
los objetos conmemorativos confinados en lugares cerrados a la conquista de cruces, plazas y parques. La Exposicin Universal de 1888
y el monumento a Coln constituyeron la coronacin de la monumentalizacin del espacio urbano. Como capital provincial, Gerona
quiso dotarse de un aparato monumental del que careca: de esos intentos quedan hoy en da varios esbozos y maquetas entre las que
destaca Contra el Invasor de Miquel Blay, realizada en Pars en 1891,
que fue posteriormente entregada a la Diputacin: representa la piedad de una herona de la Compaa de Santa Brbara recogiendo a
un soldado herido. Otro proyecto de 1893 encarna un guila a punto
a ser engullida por un pedazo de muralla en ruinas29.
Pero Gerona era una ciudad excesivamente limitada por la topografa militar y la gravosa fiscalidad que pesaba en ella. Su destino
como plaza de defensa, reforzado an en 1875 al da siguiente de las
guerras carlistas, determin por completo su urbanismo30. Las in-

29

Las colecciones del museo provincial, Revista de Gerona, ao 5, tercer semestre


1959.
30
Llus Costa (dir.), Historia de Girona, Gerona, ADAC, 1991-2000 y Xavier Alberch i Figueras, Josep Burch i Ruis (coord.), Historia del Girones, Gerona, Diputad o de Girona, 2002.

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GERONA, BALUARTE DE ESPAA. LA CONMEMORACIN DE LOS SITIOS DE GERONA EN LOS SIGLOS XIX Y XX

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numerables gestiones del ayuntamiento para que fueran destruidas


las murallas chocaban con la intransigencia de los militares, que no
dudaban en apelar al recuerdo de 180931. Por consiguiente, las primeras modernizaciones urbansticas se realizaron en el interior del
recinto fortificado, a menudo en los espacios liberados por la desamortizacin. As fue cmo el convento de San Agustn, daado por
el sitio de 1809, fue vendido a la ciudad en 1840 para acondicionar
una gran plaza porticada que hiciera honor a la ciudad, basndose
en el modelo de la plaza Real de Barcelona, edificada en 1848. El proyecto de Mart Sureda empez el 19 de marzo de 1856. No obstante,
en la parte norte de la plaza, durante mucho tiempo permanecieron
unas torres y una cortina, lo que desfigur un lugar que adopt el
nombre de Independencia en octubre de 1868. Un rico industrial
del textil, Fernando Puig y Gisbert, compr un conjunto esculpido,
obra de Antoni Parera, que haba sido creado para simbolizar el coraje del general Palafox en Zaragoza. El promotor ofreci a la ciudad
esa escultura de bronce que se coloc en el centro de la plaza de la
Independencia en el verano de 1894. La ceremonia de inauguracin
coincidi, el 28 de octubre de 1894, con las fiestas de San Narciso y
el aniversario muy prximo del 5 de noviembre32. La frmula conmemorativa escogida, la de un conjunto esculpido en medio de una
plaza de factura reciente, pareca ms moderna que la de un sepulcro en una capilla del siglo xvm. Cosech un gran xito, como atestigua ampliamente la prensa.
Aunque lvarez segua monopolizando todas las atenciones, ese
culto benefici principalmente al estado militar: la presencia del general Weyler, capitn general de Catalua, dio al acontecimiento
una dimensin nacional. Con el impulso de la inauguracin, los militares lanzaron una suscripcin para erigir otro monumento en el
castillo de Figueres, en el emplazamiento del mrtir de lvarez33: el
monolito se convirti ms tarde en el centro de una conmemoracin autnoma de carcter militarista muy marcado. Por ltimo, la
plaza de la Independencia se convirti en los aos siguientes en un
lugar de reunin y de desfile de las tropas estacionadas en Gerona.

31
32

Diario de Gerona (Dg), 25-05-1890.


Ramn Alberch, D. Armengol, J. Clara, J. Nadal, J. Portella, Girona al segle XIX,
Gerona, 1985; J. Puigbert, La Girona de la Restaurado, Girona 1874-1923, Gerona, Col.
Quaderns d'histria de Girona, Diputaci i Ajuntament de Girona, 1995; J. Puigbert,
Poltica municipal a la Girona de la Restaurado (1874-1900), Gerona, Ajuntament de
Gerona, 2000.
33
Dg 20-12-1894, pg. 2.
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STPHANE M1CHONNEAU

En esa misma poca, se modific el ritual del 5 de noviembre para


adular a los militares34.
Por consiguiente, se asiste a una militarizacin creciente del
culto patritico, hecho corroborado en toda Espaa. Tambin en el
campo intelectual, los sitios de Gerona se convirtieron en una especie de subgnero hagiogrfico, patrimonio de historiadores-oficiales del ejrcito espaol que profesaban valores muy claramente
reaccionarios35. Es comprensible que en el momento del revs de
Cuba, la conmemoracin sirviera para ensalzar un ejrcito fuertemente contestado. Las dictaduras militares del siglo xx heredaron
esta especificidad.
Si por lo tanto los aos 1880-1894 fueron el apogeo del culto a
lvarez de Castro en el siglo xix, los trastornos polticos que siguieron a 1898 tuvieron inmediatas repercusiones en la forma y el
contenido del culto. La afirmacin de un pujante regionalismo cultural y poltico inspir una corriente crtica. A partir de 1887, ya se
encontraba en la Historia crtica de la guerra de Independencia en
Catalua de Antoni de Bofarull la idea de que la derrota de 1809 era
consecuencia del abuso de la concentracin de poder, cuando las
mltiples revueltas de 1808 demostraban al contrario la gran vitalidad de las distintas razas de Espaa.
El 5 de noviembre de 1899, durante una conmemoracin que
tuvo mucha repercusin, Jaume Collell, fundador de La Veu de Montserrat i eminente representante del vigatanismo, pronunci una escandalosa homila cuando Espaa todava se curaba las heridas del
desastre de Cavite:
En la guerra de la independencia, los espaoles lucharon ante
la insignia extranjera, y que entonces fue cuando se manifest mas
unnime la unidad de Espaa, pero alimentada por el espritu regional, porque cada regin luche de por si y en defensa propia,
pero no del Rey que estaba en el extrangero, ni del gobierno que
no exista, y sin recibir ningn auxilio del poder central.(...) Y as
hemos pasado todo este siglo de decadencia en decadencia hasta
llegar a la prdida de nuestras colonias.

34
Despus de la misa aniversario, las tropas adoptaron la costumbre de desfilar ante el retrato de lvarez de Castro, suspendido en el balcn principal del Ayuntamiento.
35
Jos Gmez de Arteche, Discurso en elogio del Tte Gral D M lvarez de Castro, Real Academia de la Historia, 9 de mayo de 1880, Impta Aribau, Madrid, 1880,
154 pgs.

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GERONA, BALUARTE DE ESPAA. LA CONMEMORACIN DE LOS SITIOS DE GERONA EN LOS SIGLOS XIX Y XX

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En un artculo de 1902, Jos Pella y Forgas resuma en algunas


frases esclarecedoras la concepcin regionalista de la Guerra de la
Independencia:
(El regionalismo es) un patriotismo espaol tan sano, indgena
y nuestro como el que impuls a los hroes de la Independencia
en 1808 a luchar en las regiones, desligadas, o poco menos, del Poder central; el Poder central, que con la Corte, los polticos y la interminable multitud de parsitos de su squito, por egosmo aferrado a las bienandanzas del Poder, anatematizaron las iniciativas
regionales que haban de salvar36a Espaa, entregada y vendida en
Bayona a Napolen Bonaparte .
4.

UN CENTENARIO DESFASADO

En Gerona, el surgimiento del regionalismo reavivaba el problema de las murallas. En Barcelona, donde el grito de Felip Monlau, Abajo las murallas!, haba agrupado en 1840 a todas las lites liberales, las murallas se haban convertido muy pronto en el
smbolo de una opresin que era preciso derrocar. En Gerona, las
murallas constituan un smbolo considerado durante mucho
tiempo positivo por lo que recordaban de 1809. Para muchos gerundenses, eran el autntico monumento a los defensores de Gerona que, a pesar de las promesas, la ciudad nunca obtuvo. En esas
condiciones, y al revs de lo sucedido en Barcelona, exista una contradiccin entre las necesidades del recuerdo y las de la modernizacin de la ciudad.
El decreto de demolicin de 1895 no cambi nada: el Ayuntamiento top con un fuerte rechazo representado principalmente
por el ejrcito, celoso guardin de la memoria de 1809, y algunos
medios conservadores. A pesar de la ley de cesin de 1908, los bastiones del Mercadal siguieron en pie, ocupados de hecho por el ejrcito. En cuanto al nuevo plan de Ensanche autorizado en 1896, hubo
que esperar a 1909 para que el Estado lo aprobara... El conflicto entre el ayuntamiento y el ramo de Guerra se prolong hasta la Segunda Repblica! Uno de los retos era la financiacin, puesto que
los espacios liberados podran paliar el dficit municipal y el Ministerio de la Guerra cedi slo con fuertes concesiones (construccin de un nuevo cuartel, cesin del antiguo edificio de la Uni-

Dg 07-02-1902, Sobre catalanismo, Jos Pella y Forgas.

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versidad, pago de indemnizaciones financieras). El otro reto era ideolgico: el Ayuntamiento legitimaba la recuperacin de los baluartes por los sacrificios de 1809. El ejrcito interpretaba la determinacin de los gerundenses como una prueba del encarnizado
antiespaolismo del nacionalismo cataln.
En este tenso contexto se acercaba el aniversario del centenario
de los sitios de 1808-1809. Es fcil adivinar que al catalanismo le
cost reivindicar un recuerdo que, desde finales de los aos 1880,
encarnaba un ceido espaolismo. Este persistente desfase explica
que la conmemoracin del Centenario fuera un medio fracaso. En Catalua, en todas partes, el aniversario de la Guerra de la Independencia en 1908 supuso un problema, salvo quiz en Manresa. En
Barcelona, en 1908, la Lliga Regionalista prefiri exaltar la memoria
de la conquista de Mallorca por Jaime I. En 1909 la polmica hizo
furor en torno a la conmemoracin del martirio de nueve patriotas.
En cuanto a los republicanos que gobernaban la ciudad, se apartaron de una conmemoracin con acento militarista y francfobo. En
un famoso artculo de El Pobl Ctala, Gabriel Alomar se burl de
la resistencia de los catalanes de 1808 ante el progreso poltico y
social llegado del norte 37 .
En Gerona, una primera comisin municipal se reuni el 20 de
abril de 1904 para organizar las festividades del centenario. Como
Gerona padeca un grave dficit presupuestario estructural, los proyectos dependan completamente de la participacin financiera del
Estado. A pesar de las incontables gestiones, el Estado se escabull en enero de 1907 apoyando una nica iniciativa, la de Zaragoza38.
Los ediles gerundenses sublevados por la injusta decisin que rebajaba la importancia del sacrificio de sus antepasados, se unieron
con otros ayuntamientos para reclamar igualdad de trato 39 . Desde
el punto de vista regionalista, estos hechos confirmaban una vez
ms que Gerona slo poda contar consigo misma, del mismo modo
que un siglo atrs no pens ni cont para nada con el auxilio del poder central, para cerrar el pecho de sus valerosos habitantes el paso
al enemigo invasor40.
Se disolvi la comisin ejecutoria y se liquid la suscripcin41.
En un contexto de severa crisis industrial, la llamada a la poblacin
tuvo un resultado lastimoso:
37
38
39
40
41

El Pobl Ctala, 07-04-1908, Al llindar d'un centenari, Gabriel Alomar.


Dg, 24-07-1907, Ante un ejemplo.
Dg, 20-11-1907. Son las ciudades de Girona, Astorga y Ciudad Rodrigo.
Dg, 08-12-1907, Pretencin incalificable.
AHG, Actas de la Comisin Permanente, 1906, 1907, 1908 y 1909.

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GERONA, BALUARTE DE ESPAA. LA CONMEMORACIN DE LOS SITIOS DE GERONA EN LOS SIGLOS XIX Y XX

209

Abandonados forzosamente los grandiosos proyectos de exposiciones y monumentos y comprobada la imposibilidad de hallar fuera de la ciudad recursos para el Centenario, pensaron los
suscritos limitar ste a una ampliacin42 y un mayor lucimento de
las tradicionales ferias de San Narciso .
Por el momento, Gerona puso al mal tiempo buena cara y acogi a la infanta Mara Teresa para celebrar el final del primer sitio,
en junio de 1908. Sigui la ceremonia del 16 de agosto que recordaba el final feliz del segundo sitio, pero que, segn palabras de J.
Roca, no fue a la altura de la memorable jornada. Haba que rendirse a la evidencia: a pesar de las manifestaciones de un espaolismo oficial sombro los indicados a mantener entusiasta y palpitante en el alma gerundense el recuerdo de nuestros hechos heroicos
sufren una crisis de patriotismo y (...) tienen muy olvidada la historia de Guerra de la Independencia42. Jos Roca echaba pestes contra la impotencia municipal: la idea de las fiestas del Centenario naci en nosotros anmica y desmayada; es mas, naci cadver44,
En la realidad, dos medios sociales se revelaron particularmente
activos durante el centenario: por una parte, los militares y, por
otra, los tradicionalistas. Los militares multiplicaron las iniciativas:
conferencias, visita de los cadetes a la tumba de lvarez, ceremonias patriticas. En agosto de 1908, el coronel del Regimiento de Infantera Asia, estacionado en Gerona, puso a punto un proyecto de
monumento a los defensores de Gerona: se form una comisin ejecutiva y se lanz una suscripcin en el ejrcito con el acuerdo del
capitn general45. Gerona se dotaba de ese modo de un tercer monumento a los defensores de 1808-1809 cuyo emplazamiento, en el
baluarte de Sant Francesc, constitua una afrenta al Ayuntamiento.
Ese monumento estaba compuesto por una columna coronada por
un len y llevaba el epitafio El Ejrcito a los hroes de 1808-1809.
Fue inaugurado el 7 de noviembre de 1909, pero las obras se prolongaron hasta 1915. Lo que sorprende aqu es la eficacia y la autonoma de la que hicieron gala los militares para llevar a cabo un
proyecto de grandes dimensiones.
La movilizacin de los oficiales logr tambin promover un lugar de culto hasta entonces menor: el castillo de Figueras. El 22 de

42
43
44
45

AHG, VI-2, Ll.l. 7, Centenar! del Setge.


Dg, 10-07-1908 Patriotismo Gerundense, J. Roca.
Dg, 10-04-1909.
Dg, 21-08-1908 y 08-07-1909.

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enero de 1910, centenario de la muerte del hroe, la ceremonia cvico-militar fue presidida por el General Weyler. Esas importantes
manifestaciones cerraban el centenario con una nota militarista e
inauguraban al mismo tiempo un nuevo culto.
Por otra parte, los tradicionalistas aprovecharon el centenario:
en Gerona, ciudad clerical, la parroquia de Sant Feliu tena fama
de ser la Meca del cimarronisme gironi, segn Joan Vias. Desde
1888, el tradicionalismo carlista se haba integrado en parte en el
regionalismo conservador. El 26 de mayo de 1909, en Gerona tuvo
lugar un inmenso aplech tradicionalista, pero tambin en Gualta y
en Banyoles46. La ofensiva neocarlista se acompaaba de la publicacin de gran cantidad de opsculos, octavillas y relatos de la guerra que descubran el dinamismo de esta corriente ideolgica. Buscando los cimientos de la tenacidad de los combatientes de 1809,
Josep Maria Rovira pens que aquesta anima colectiva de la guerra
de la Independencia, aquest esperit intern motor d'aquelles multituts,
no era mes que'l nostre Programa Tradicionalista, com anem a demostrar 47. Por su parte, Juan Maria Roma anunciaba la renovacin
del tradicionalismo: Pero vuestra sangre, hroes, sera fecunda.
(..JYa apunta el reflorecer del Catolicismo espaol, de las Autonomas patrias, de la Monarqua cristiana y democrtica48.
Entre espaolismo y tradicionalismo, sin el decisivo apoyo del
Gobierno, el centenario de 1809 expresaba una cierta cacofona simblica. En el contexto cataln, era evidente que el recuerdo de 1809
estaba en falso con las polticas de memoria catalanistas que triunfaban especialmente en Barcelona. Es probable que la memoria de
Gerona en 1809 fuera investida por el ejrcito y la Iglesia con tanta
mayor fuerza cuanto ms el espaolismo perda el partido en la capital del Principat: Gerona, baluarte de Espaa, se condenaba a
convertirse en la mal querida de la opinin pblica catalanista.

46
Dg, 29-12-1909, La celebracin del Centenario de la Guerra de la Independencia en Balas.
47
J. M.s Rovira, Guerra de la Independencia, el nostre centenari, Barcelona, Biblioteca
de la Bandera Regional, 1908.
48
Juan Ma Roma, Homenaje a los hroes de la Independencia, Primer centenario, Dios, Patria, rey , Barcelona, La bandera regional, 1908.

HISTORIA Y POLTICA, nm. 14, pgs. 191-218

GERONA, BALUARTE DE ESPAA. LA CONMEMORACIN DE LOS SITIOS DE GERONA EN LOS SIGLOS XIX Y XX

5.

2 1 1

ENTRE DUDAS E INTERROGANTES (1910-1936)

A partir de 1917, Gerona pas a manos de los regionalistas que


tenan poca inclinacin por la Guerra de la Independencia. Los militares siguieron ocupando el espacio pblico acabando el monumento al Len, ocupando regularmente la plaza de la Independencia o bien bautizando la escuela militar de infantera con el nombre
de lvarez de Castro. Cuando a partir de 1916 se intensific la agitacin social, el ejrcito tuvo un papel represivo contra las huelgas:
la prensa reflej el creciente desapego de la opinin pblica respecto a sta.
Dons quin crim es el teu, o Girona? Es que fins se't voldria
privar de bailar sardanes en les teves festes? (...) Es que les heroicitats i els sacrificis que t'han merescut dictats tan honorables
no han de cenyir-te una auriola de respecte ais ulls de tothom?49.
El divorcio entre la poblacin y el ejrcito significaba el declive
a largo plazo de las ceremonias del 5 de noviembre. Pero una de las
profundas causas de ese desapego radicaba tambin en las mutaciones que conocan en general las formas de expresin de la memoria en Espaa.
Ante todo, el personaje de lvarez de Castro fue objeto de crticas que deconstruyeron su leyenda. En 1910 por ejemplo, el intelectual modernista Prudenci Bertrana y su amigo Diego Rui publicaron un libro iconoclasta: La locura de lvarez de Castro. Ensayo
sobre la psicologa patolgica de un episodio histrico^. Reivindicaban una actitud no conformista, al lmite entre la historia y la medicina, para demostrar que el herosmo es una enfermedad mental.
La obstinacin de lvarez demostraba segn ellos que lo impulsaba
el fanatismo poltico y religioso. Ms all de la ancdota, la obra
muestra que, para la flor de la intelectualidad gerundense, ya no era
el momento de las alabanzas ditirmbicas de finales del siglo xix.
Con la ayuda de la crtica histrica, ya no se sostena el mito del
gran hombre.
En un momento en que Catalua se adentraba con resolucin en
la era de la poltica de masas, la sociedad gerundense buscaba nue-

49

Dg, 27-08-1916, J. Morat i Grau Girona la hospitalaria.


Bertrana y Diego Rui, La locura de lvarez de Castro. Ensayo sobre la psicologa patolgica de un episodio histrico, Gerona, 1910. 61 pgs.
50

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212

STPHANE M1CH0NNEAU

vas referencias simblicas ms adaptadas a las sensibilidades modernas. Los aos 1910 abrieron la va a la glorificacin del combatiente annimo. En ese sentido, son reveladores dos discretos y pequeos monumentos: por una parte, la cruz votiva que la Junta del
Cementerio inaugur el 8 de noviembre de 1909, all donde se situaba la fosa comn de los defensores de Gerona. Por otra, un monumento a las heronas de 1809, en particular a la famosa Compaa de Santa Brbara. La iniciativa parti al da siguiente del
Centenario de una junta de damas burguesas presidida por Dolores
de Puig y Ros de Foix. El proyecto de los escultores barceloneses
Osl recibi el apoyo del Ayuntamiento en 1920. El 5 de noviembre
de 1920 se puso la primera piedra en la capilla de San Narciso,
frente al mausoleo de lvarez. Al igual que en Barcelona (pinsese
en el Fossar de les Moreres, en 1916), los homenajes a los hroes
colectivos traducan una conmemoracin democrtica.
Adems, la memoria politizada dejaba lugar a la memoria patrimonial que aportaba a los vestigios del pasado un valor ante todo
cultural. De esta manera, como observaba el Diario de Gerona51, all
donde los antepasados se afanaban por erigir monumentos y depositar coronas, los contemporneos intentaban conservar y restaurar la herencia del pasado. En esta lnea, el Ayuntamiento republicano lanz la idea de crear un museo napolenico52, una idea
abandonada durante la guerra y despus recuperada por el franquismo. La patrimonializacin de la memoria implic una cierta distanciacin respecto a un pasado en adelante fro. Entre 1922 y
1936, la nica referencia a la Guerra de la Independencia en el Diario de Gerona fue una larga serie de estudios histricos llevados a
cabo por Federico Camps, que deseaba que la Guerra salga de una
vez de la fase primitiva, para entrar en las vias de la critica moderna52. Apelaba de forma expresa a la construccin de una historia popular de la Guerra:
Socialmente, es indispensable que se sepa lo ocurrido de 1808
a 1814, no ya en los campos de batalla de los ejrcitos regulares,
y en el laberinto dantesco del choque cotidiano de las guerrillas,
sino en los lgubres recintos de las ciudades, donde languidecan
las familias, entre las necesidades terribles y las espadas de patriotas y de intrusos.

51
52
53

Dg, 05-11-1920.
Dg, 14-11-1935 y 16-05-1936.
Dg, 11-01-1922.

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GERONA, BALUARTE DE ESPAA. LA CONMEMORACIN DE LOS SITIOS DE GERONA EN LOS SIGLOS XIX Y XX

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El punto de vista de esta nueva historiografa crtica chocaba


plenamente con las concepciones de una gran parte de la sociedad
espaola. En efecto, la dictadura militar de Primo de Rivera despleg enormes esfuerzos para revitalizar el sentido patritico del
culto a los hroes de la Guerra de la Independencia. Esta renovacin culmin en el noreste de Catalua con la visita de Alfonso XIII
en 192554, que inaugur en una sola vez el monumento a las Heronas de 1809 y el monolito del castillo de Figueres. Esta visita marc
la fecha, porque el recuerdo de un sitio que todos los comentaristas consideraban como uno de los ms heroicos de Espaa haba
movilizado poco hasta el momento el dinero pblico o incluso la
asistencia de la familia real55. En otras palabras, Gerona era en
efecto una conmemoracin de segunda categora en Espaa.
De repente, la cada de la monarqua provoc tanto aqu como
all un rechazo masivo a ese culto. La Rambla lvarez de Castro recuper el nombre de Rambla de la Libertad en mayo de 1930. El
Ayuntamiento republicano rechaz en lo sucesivo participar en el
tradicional aniversario del 5 de noviembre. La ceremonia continu,
no obstante, en los crculos de Accin Catlica. Como a principios
de siglo, el catalanismo de los aos 1930 no supo qu hacer con la
Guerra de la Independencia que mostraba el arraigo del nacionalismo espaol en Gerona.
6. LA ATRONADORA RENOVACIN DE UN CULTO ESPAOLISTA (1936-1959)
Es bien conocido que la Guerra Civil fue interpretada, por ambos
lados, como una guerra de la independencia. En julio de 1937, el general Miaja declar: si al principio fue una guerra civil, hoy es de independencia56. En cuanto a los nacionales, identificaron de inmediato su combate con el del 1808. Desde el 12 de abril de 1937, el
nuevo Estado haba restablecido la fiesta nacional del Dos de Mayo.
El 5 de noviembre de 1939, el aniversario de lvarez de Castro recuperaba todo su fasto para celebrar la mueva Guerra de la Independencia, la que acabamos de librar contra el vandlico monstruo moscovita57. En el nuevo calendario que impuso la dictadura a Gerona,
el mes de noviembre concentraba el aniversario del 5 de noviembre,

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55
56
57

Dg, 05-06-1925.
AHG, VI-2-2, Visites Reais, L1.4.
Gerona CNT, 17-07-1937.
El Pirineo (EP), 05-11-1939, Pleitesa a nuestros hroes.

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la celebracin del Da de los Cados y el Da de los Difuntos, conmemoraciones todas de un hondo contenido espaol y cristiano.
En Gerona, el primer franquismo despleg una considerable energa para vincular entre s las conmemoraciones que hasta el momento haban permanecido autnomas: por ejemplo, el Da de los Cados fue desplazado algunos das para que coincidiera con el
aniversario del 5 de noviembre (en el resto de Espaa, se celebraba
el 29 de octubre). No hay que hacer el mnimo esfuerzo para unir las
dos conmemoraciones en un solo homenaje comentaba El Pirineo, el
rgano del Movimiento, ya que por tradicin mas que centenaria en
Gerona el dia 5 de noviembre ya era en alguna manera el da de los
cados58. Todos los Dos de Mayo, tena lugar en la plaza de la Independencia un desfile, lo que permita vincular las fiestas nacionales
con el culto al hroe local. De forma significativa, el ritual de masas
franquista prefera el espacio abierto de una plaza pblica al lugar
confinado de la capilla de San Narciso. Por ltimo, el 5 de noviembre
de 1942, despus de la misa en la capilla de San Narciso, un cortejo
presidido por la centuria lvarez de Castro de la Falange Juvenil se
dirigi a la plaza de Correos donde se eriga la Cruz a los Cados. Bajando por la Rambla ahora del Generalsimo, el cortejo pas por la
plaza de la Independencia y deposit coronas al pie de lvarez de
Castro59. De ese modo la conmemoracin era doble: el sermn en la
capilla de San Narciso responda al discurso de los falangistas, plaza
de Correos. El da termin por fin depositando rosas rojas al pie de
la cruz votiva del cementerio. As, de los cinco monumentos del espacio conmemorativo gerundense, cuatro se encontraban activados,
principalmente los 2 de mayo y 5 de noviembre.
El paralelismo entre la gesta franquista y los acontecimientos
de 1809 descansaba en cuatro puntos. Primeramente, Juan Vias y
Comas argumentaba que en 1936, al igual que en 1808, los espaoles se encontraron hurfanos, sin monarqua, con su religin despreciada. Entonces se sublevaron junto a Franco: El vencedor de
aquella lucha fue realmente el pueblo constituido en brazo y cabeza,
nacin y gobierno60. El autor pretenda que el golpe de estado haba sido una reaccin popular. Gracias al paralelo establecido con
el ao 1808, el franquismo intent resolver el dficit de legitimidad
poltica que lo atormentaba.

58

EP, 04-11-1940, La conmemoracin de maana.


EP, 01-05-1942 y 04-11-1942.
EP, 06-06-1940, Dos momentos de la Historia de Espaa: 1808, Juan Vias y
Comas.
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En segundo lugar, Gerona era la vanguardia de Espaa ante las


invasiones seculares. Para A. Pastor, Gerona era una Toledo catalana y lvarez de Castro, el antepasado del coronel Moscard61.
Para Gimnez Caballero,
Gerona es el castillo defensivo y avanzado de Espaa. (...) Gerona, tierra y ciudad, es quiz lo menos cataln de Catalua, si por
Catalua se entiende una regin de paz y comercio. Gerona es la
guerra, es el peligro, es la frontera y el heroismo. (...) Por Gerona
entraron griegos, romanos, godos, rabes y aquitanos. Pero su
alma ibrica y ausentana qued siempre
seera como guin de
combate. Gerona: Genio de Espaa!62.
En tercer lugar, la Cruzada. lvarez de Castro y los cados se sitan en la misma lnea que la Reconquista. Es lo que Antonio Valencia no duda en llamar el espritu de la muralla en el primer nmero del rgano oficial del Movimiento provincial Los Sitios63.
Por ltimo, y sobre tpdo, el caudillismo: segn Ortega, jefe provincial del Movimiento, lvarez de Castro era uno de los mas grandes caudillos que ha conocido la Historia Universal. lvarez era el antepasado directo de Franco! Para el peridico El Ampurdn, lvarez
haba realizado la fusin espiritual mas completa entre un pueblo y su
caudillo, preludio siempre en Espaa de las mas inauditas hazaas64.
El franquismo convirti, por tanto, la Guerra de la Independencia en la referencia de una nueva historia de Espaa, como prefiguracin del renacimiento catlico y nacional de 1936.
La renovacin del culto a los hroes de 1809 culmin en 1958
y 1959, 150 aniversario de los sitios. Pero Espaa conoca entonces
profundos trastornos econmicos y sociales que cambiaron de
arriba abajo la estructura ideolgica y conmemorativa elaborada
por el primer franquismo. El culto a la Guerra de la Independencia
brill entonces con su ltima luz.
Sin duda, la actividad cultural lleg a su apogeo: las conferencias y los artculos de todo tipo, los concursos escolares y literarios, las entrevistas, las exposiciones sobre la Guerra, etc. Pero la
forma de los homenajes fue menos marcial: la prensa hablaba de

61
62

Los Sitios (LS) 29-10-1947, Ruinas, A. Pastor F.


EP, 31-01-1942. El artculo apareci primero en Solidaridad Nacional, el rgano
nacional
del Movimiento.
63
LS, 01-01-1943. Primer nmero de Los Sitios de Gerona; Antonio Valencia,
Razn de un hombre en una fecha.
64
LS, 23-02-1944 El calabozo de lvarez de Castro extrado de El Ampurdn.
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actos ciudadano-patriticos y ya no de cortejos cvico-religiosos


o cvico-militares. Los discursos, menos polticos, se contentaban
con exaltar la unin indisoluble del ejrcito y el pueblo.
Paralelamente, el recuerdo de 1809 segua militarizndose. En junio de 1958, Gerona se enorgulleca de acoger a Camilo Alonso Vega
que haba liberado la ciudad en 1939. El gobernador civil estim
que su nombre quedaba ya para siempre inserto en la historia de Gerona, al lado de los de aquellos preclaros generales que dirigieron y
encauzaron el esfuerzo popular en momentos cruciales del pasado y
que lograron para estas tierras timbres de inmortalidad65. Para Daz
Plaja, el militar encarnaba la parte sana del pueblo espaol. El recuerdo de 1809 mantena en resumen la existencia de una lite nacional conciente de los intereses del pueblo. Junto a las ceremonias
gerundenses, los militares cuidaron particularmente el aniversario
de 21 de enero en Figueres66. El acto reuni en lo sucesivo a todas
las autoridades oficiales de la provincia, al igual que el 6 de noviembre: despus de una misa de campo en el patio del fuerte militar, se realiz una ofrenda frente a la crcel de lvarez de Castro
y despus ante el monolito que Alfonso XIII haba inaugurado en
1925. La ceremonia se cerraba con un desfile militar.
7.

UNA LARGA DECADENCIA (1960-2000)

Los aos sesenta estuvieron marcados por un retorno de los aspectos festivos que contrastaban con el mortfero rumbo de las ceremonias de los aos cuarenta. En noviembre, las Ferias de San Narciso recuperaron progresivamente terreno sobre el recuerdo de
lvarez de Castro67. Este repunte de inters por las tradiciones, a
veces instrumentalizado por un rgimen anheloso de folclorismo,
se corresponda adems con los gustos del turismo de masas. La
prensa hablaba con humor de esa nueva invasin francesa que reconquistaba Espaa pacficamente: Una riada de franceses que no
tienen que ver con aquellos que hicieron hroes y mrtir a lvarez y
jalonaron la historia de la ciudad con episodios blicos de envergadura68. El turismo reforzaba la relacin patrimonial que los gerundenses mantenan ahora con los vestigios de 1809. El Ayuntamiento

65
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67
68

Revista de Gerona, ao 4, nm. 4 extra, tercer trimestre de 1958.


LS, 26-01-1955 y 22-01-1956.
LS, 30-10-1959 San Narciso y la fe gerundense, Jos Luis de Gerona.
LS 11-08-1964.

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recuperaba el proyecto de constitucin de un centro de archivos y


de un museo de los Sitios en la Casa Pastors. Se constataba por ltimo el retorno de una historiografa ms crtica, primero en los
Anales de VInstituto de Estudios Gerundenses, en 194869, y despus,
en la prensa, a partir de 1954. Los artculos fueron de nuevo histricos e informativos. La gesta militar pas a un segundo plano y la
figura de lvarez de Castro ya no impidi que se considerara a otros
personajes histricos como Fournas, Mendoza, Bolvar o Llauder70.
En realidad, no quedaba gran cosa del fasto de las ceremonias
de los aos cuarenta: el Dos de Mayo haba desaparecido, por as
decirlo; el homenaje del 6 de noviembre se convirti en una curiosidad pintoresca. La decadencia de la memoria de los sitios de 18081809 se aceler en los aos 1970. En 1972, por primera vez, la misa
del 5 de noviembre se limit a la capilla de San Narciso. En 1974, ya
no hubo sermn; en la plaza de la Independencia, los jvenes se divertan haciendo volar la espada de lvarez; en 1977, el comit proamnista envolvi la figura con una senyera. lvarez desapareca de
la memoria gerundense.
La transicin democrtica cubri con un velo pdico un recuerdo demasiado marcado: a partir de 1978, el cortejo del 6 de noviembre desapareci y la misa era concurrida slo por una nutrida
comisin de las Fuerzas Armadas. En 1979 el Ayuntamiento democrtico retir el nombre de lvarez de Castro a la calle que llevaba
su nombre en Figueras. Para Joaquim Nadal, alcalde de Gerona,
lvarez era de los que perdieron la vida por defender nuestra identidad propia. La memoria de 1809 serva a un culto ciudadano pero
ya no patritico.
8.

CONCLUSIN

Qu queda hoy en da de los hroes de 1808-1809? Prcticamente nada: una plida figura pintoresca al servicio de la construccin de la identidad gerundense y un espacio pblico saturado
de monumentos en desherencia. No sorprende que la era democrtica se sienta molesta con recuerdos de la que slo sabe sacar
una vaga leccin de civismo local. Ms profundamente, el nuevo

69

Anales del Instituto de Estudios Gerundenses, 1948, Vol III: La feria tradicional
de San
Narciso y las autoridades napolenicas de Gerona, Juan Mercader Riba.
70
Por ejemplo, LS, 25-08-1954, Dialogando con Manuel R de Llauder. LS, 02-121958, Un Bilbano fue el primer defensor de Gerona contra el invasor francs.

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cuestionamiento del culto de 1809 confirma los interrogantes sobre


la unidad de Espaa y el lugar de Catalua en el concierto espaol.
Queda la historia de una de las conmemoraciones ms largas de
la poca contempornea. Con todos sus variados monumentos, Gerona es una ciudad saturada de memoria. Cabe observar que la
plasticidad de las memorias del siglo xix acab por limitarse y convertirse en el siglo xx en el rehn de una lectura espaolista de la
historia. Asimismo, un culto de toda la sociedad acab siendo patrimonio de una de las partes: el cuerpo militar.
Lo importante radica, desde nuestro punto de vista, en la articulacin de lo local en lo nacional: entre 1880 y 1894 primero, entre 1939 y 1959 despus, el recuerdo de los hroes de 1809 se integra perfectamente en el relato legendario del nacionalismo espaol.
No obstante, nunca ha podido integrarse en el del nacionalismo cataln, tanto a principios de siglo como actualmente. En este sentido,
no es falso considerar que ese culto es un recuerdo de Espaa en
Catalua y que permanece como tal. Ilumina por consiguiente con
una nueva luz el complejo juego de las polticas de memoria en el
Principado, mostrando que las referencias del nacionalismo espaol forman parte ntegra de los recuerdos de los catalanes.
En efecto, repitmoslo, ningn recuerdo impuesto: la memoria
de los sitios de 1808-1809 slo fue objeto de intervenciones estatales puntuales, a diferencia de la memoria de los sitios de Zaragoza
o del Dos de Mayo madrileo. Esta memoria hunde por tanto sus
races en el tejido social local de donde surgen las iniciativas. Este
ejemplo demuestra as el papel capital de las identidades locales en
la construccin de una identidad nacional espaola.

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