Cómo Teorizar
Cómo Teorizar
Cómo Teorizar
Si vamos a dar los nombres de Deduccin, Induccin y Abduccin a las tres grandes
clases de inferencias, entonces la Deduccin debe incluir cada intento de demostracin
matemtica, ya se refiera a casos aislados o a "probabilidades", esto es, a ratios estadsticas; la
Induccin debe significar la operacin que induce al asentimiento de una proposicin ya
propuesta, con o sin modificacin cuantitativa, considerndose ese asentimiento o
asentimiento modificado como el resultado provisional de un mtodo que debe a la larga sacar
la verdad a la luz; mientras que la Abduccin debe incluir todas las operaciones por las que se
engendran las teoras y las concepciones.
Cmo lleg alguna vez el hombre a alguna teora correcta sobre la naturaleza? Sabemos
por Induccin que el hombre tiene teoras correctas, pues dan lugar a predicciones que se
cumplen. Pero, por qu proceso de pensamiento llegaron alguna vez a su mente? Un qumico
nota un fenmeno sorprendente. Ahora bien, si tiene una gran admiracin por la Lgica de
Mill, como tienen muchos qumicos, recordar que Mill le dice que debe trabajar sobre el
principio de que, precisamente bajo las mismas circunstancias, se producen fenmenos
semejantes. Por qu entonces no advierte que este fenmeno se produjo en tal da de la
semana, cuando los planetas presentaban una cierta configuracin, cuando su hija llevaba un
vestido azul, cuando l haba soado con un caballo blanco la noche anterior, cuando el
lechero se haba retrasado esa maana, y as sucesivamente? La respuesta ser que tiempo
atrs los qumicos solan atender a circunstancias tales, pero que han aprendido ms. Cmo
aprendieron esto? Por una induccin. Muy bien, esa induccin debe haberse basado en una
teora que la induccin verific. Cmo lleg el hombre alguna vez a sostener esa teora
verdadera? No puedes decir que sucedi por azar, porque las teoras posibles, si no
estrictamente innumerables, excedan de todos modos un trilln -o tres millones a la tercera
potencia; y por tanto las posibilidades eran abrumadoras en contra de que la nica teora
verdadera llegara alguna vez a la cabeza de algn hombre en los veinte o treinta mil aos
durante los que el hombre ha sido un animal pensante. Adems, no puedes pensar seriamente
que cada pequeo pollo que sale del cascarn tiene que revolver entre todas las posibles
teoras hasta que se le encienda la buena idea de coger algo con el pico y comerlo. Por el
contrario, piensas que el pollo tiene una idea innata para hacerlo, es decir, que puede pensar
eso, pero no tiene capacidad de pensar nada ms. Dices que el pollo picotea por instinto. Pero
si piensas que cada pobre pollo est dotado de una tendencia innata hacia una verdad positiva,
por qu deberas pensar que este don slo se le niega al hombre? Si consideras con cuidado y
con una mente imparcial todas las circunstancias de la historia antigua de la ciencia y todos los
dems hechos que tienen que ver con la cuestin, que son demasiado diversos para referirse
especficamente a ellos en esta conferencia, estoy seguro de que llegars a reconocer que la
mente del hombre tiene una adaptacin natural a imaginar teoras correctas de algunas clases,
y en particular teoras correctas sobre fuerzas, sin las que, sin vislumbrarlas en alguna medida,
no podra formar lazos sociales y consecuentemente no podra reproducir su especie. En
resumen, los instintos que favorecen la asimilacin de comida, y los instintos que favorecen la
reproduccin, deben haber implicado desde el principio ciertas tendencias a pensar
correctamente acerca de lo fsico, por un lado, y acerca de lo psquico, por otro. De alguna
manera es ms que una mera forma de hablar decir que la naturaleza fecunda la mente del
hombre con ideas que, cuando crecen, se parecern a las de su padre, Naturaleza.
Pero si eso es as, debe ser un buen razonamiento decir que una hiptesis dada es buena,
como hiptesis, porque es natural, o fcilmente abrazada por la mente humana. Debe concernir
a la lgica en el ms alto grado determinar de forma precisa hasta qu punto y bajo qu
limitaciones debe sostenerse esta mxima. Pues de todas las creencias, ninguna es ms natural
que la creencia de que es natural para el hombre errar. El lgico debera averiguar qu relacin
hay entre esas dos tendencias.
Le incumbe al hombre primero de todo liberar su mente de esos cuatro dolos de los que
Francis Bacon habla en el primer libro del Novum Organum. Ese es el dictado de la tica, en s
mismo. Pero despus de eso, qu? Descartes, como saben, mantena que si un hombre
pudiera tan slo hacerse una idea perfectamente clara y distinta -a lo que Leibniz aadi el
tercer requisito de que deba ser adecuada- entonces esa idea deba ser verdadera. Pero esto es
demasiado severo, pues todava ningn hombre ha llegado nunca a una comprensin
perfectamente clara y distinta, no digamos ya adecuada, y sin embargo supongo que se ha
llegado a ideas verdaderas. Las ideas ordinarias de la percepcin, que Descartes pens que
eran terriblemente confusas, tienen sin embargo algo en ellas que casi garantiza su verdad, si
no es del todo as. "Ver para creer", dice el instinto del hombre.
La cuestin es qu teoras y concepciones deberamos considerar. Ahora bien, la palabra
"debera" no tiene significado excepto con relacin a un fin: lo que debera hacerse que
conduce a un cierto fin. La investigacin por tanto debera comenzar con la bsqueda del fin
del pensamiento. Para qu pensamos? Cul es la funcin fisiolgica del pensamiento? Si
decimos que es la accin, debemos significar el gobierno de la accin hacia un fin. Hacia qu
fin? Debe ser algo bueno o admirable, independientemente de alguna razn ulterior. Esto slo
puede ser lo estticamente bueno. Pero, qu es estticamente bueno? Podemos decir quiz la
completa expresin de una idea? El pensamiento, sin embargo, es en s mismo esencialmente
de la naturaleza de un signo. Pero un signo no es un signo a menos que se traduzca a s mismo
en otro signo en el que est ms completamente desarrollado. El pensamiento requiere
realizacin para su propio desarrollo, y sin ese desarrollo no es nada. El pensamiento debe
manera. Por supuesto con la memoria deberan ir tambin todas las opiniones sobre todo lo
que no est en este momento ante nuestros sentidos. No deben creer que me oyen hablndoles,
sino slo que oyen ciertos sonidos mientras ven ante ustedes una mancha de blanco, negro y
color carne, y esos sonidos de alguna manera parecen sugerir ciertas ideas que no deben
conectar en absoluto con la mancha negra y blanca. Un hombre tendra que dedicar aos a
entrenar su mente con tales hbitos de pensamiento, y aun entonces es dudoso que fuera
posible. Y, qu se ganara? Si se cambiaran nuestras creencias respecto a lo que va a ser
nuestra experiencia sensible, sera ciertamente un cambio a peor, ya que no nos encontramos
decepcionados en algunas expectativas debido a las creencias del sentido comn. Por otra
parte, si no marcara una diferencia tal, como supongo que no marcara, por qu no
permitirnos la comodidad inofensiva de creer en tales ficciones, si fueran ficciones?
Decididamente deben permitrsenos esas ideas, aunque slo sea como cemento para la materia
de nuestras sensaciones. Al mismo tiempo, declaro que tal licencia no sera en absoluto
suficiente. Comte, Poincar y Karl Pearson toman lo que consideran que son las primeras
impresiones de los sentidos, pero que no son realmente nada de esa clase, sino percepciones
que son productos de operaciones psquicas, y las separan de toda la parte intelectual de
nuestro conocimiento, y arbitrariamente llaman a lo primero real y a lo segundo ficciones.
Estas dos palabras real y ficticio no conllevan significado alguno excepto como marcas de
bueno y malo. Pero la verdad es que lo que llaman malo o ficticio, o subjetivo, la parte
intelectual de nuestro conocimiento, comprende todo lo que es valioso por s mismo, mientras
que aquello que sealan como bueno, o real, o objetivo, no es sino el bonito recipiente que
contiene el preciado pensamiento.
Puedo disculpar a una persona que ha perdido a alguien querido y cuya razn est en
peligro de perderse bajo la pena que intente por esa causa creer en una vida futura. Puedo ms
que disculparle porque su utilidad est en juego, aunque yo no adoptara una hiptesis, y ni
siquiera la tomara a prueba, simplemente porque la idea me resultara agradable. Sin juzgar a
otros, sentira, por mi parte, que eso sera un crimen contra la integridad de la razn que Dios
me ha prestado. Pero si pudiera elegir entre dos hiptesis, una ms ideal y otra ms
materialista, preferira poner a prueba la ideal, simplemente porque las ideas estn repletas de
consecuencias, mientras que las meras sensaciones no, de modo que la hiptesis idealista sera
la ms verificable, es decir, predecira ms, y podra ser puesta a prueba ms a fondo.
En base a este mismo principio, si se presentaran dos hiptesis, una de las cuales puede
probarse satisfactoriamente en dos o tres das, mientras que la prueba de la otra podra llevar
un mes, debera intentarse en primer lugar la primera, incluso aunque su probabilidad aparente
sea bastante menor.
Es un error muy grave conceder mucha importancia a la probabilidad antecedente de las
hiptesis, excepto en casos extremos, porque las probabilidades son en su mayora meramente
subjetivas y tienen tan poco valor real que, considerando las oportunidades notables que nos
harn perder, a la larga no es provechoso prestarles atencin. Cada hiptesis debera ponerse a
prueba obligndola a hacer predicciones verificables. Una hiptesis en la que no pueden
basarse predicciones verificables no debera aceptarse nunca, excepto con alguna seal pegada
a ella que muestre que es considerada como un mero vehculo conveniente del pensamiento
-una mera cuestin de forma.
por todo el universo y la mente que razona es en s misma un producto de ese universo. De esa
manera esas mismas leyes se incorporan, por necesidad lgica, a su propio ser. Por ejemplo, lo
que llamamos lneas rectas no son sino una de una innumerable multitud de familias de lneas
no singulares tales que entre dos puntos cualesquiera slo haya una y nica. La familia
particular de lneas llamadas rectas no tiene propiedades geomtricas que la distingan de
alguna otra de las innumerables familias de lneas de las que hay slo una y nica entre dos
puntos cualesquiera. Es una ley de la dinmica que cada relacin dinmica entre dos puntos,
sin que tenga que ver ningn tercer punto, excepto por combinaciones de tales pares, es del
todo similar, excepto en cantidad, a cualquier relacin dinmica tal entre otros dos puntos
cualesquiera en el mismo rayo, o lnea recta. Es una consecuencia de esto que un rayo o lnea
recta es la distancia ms corta entre dos puntos; por consiguiente la luz parece moverse a lo
largo de esas lneas, y siendo ese el caso, las reconocemos con el ojo, y las llamamos rectas.
De este modo, la facultad de la vista hace que demos gran importancia a esas lneas de forma
natural, y de ese modo cuando llegamos a formar una hiptesis acerca del movimiento de una
partcula sin que est influenciada por ninguna otra, llega a sernos natural suponer que se
mueve en lnea recta. La razn por la que esto resulta verdadero es, por tanto, que la primera
ley del movimiento es un corolario de una ley ms general que, gobernando todas las
dinmicas, gobierna la luz, y hace que la idea de rectitud sea una idea predominante en
nuestras mentes.
De esta forma, consideraciones generales relativas al universo, consideraciones
estrictamente filosficas, no hacen sino demostrar que si el universo se ajusta, con alguna
aproximacin a la exactitud, a ciertas leyes altamente generalizadas, y si la mente del hombre
se ha desarrollado bajo la influencia de esas leyes, ha de esperarse que tenga una luz natural, o
luz de la naturaleza, o intuicin [insight] instintiva, o genio, que tienda a hacerle adivinar esas
leyes correctamente, o casi correctamente. Esta conclusin se confirma cuando encontramos
que cada especie animal est dotada de un genio similar. Pues no slo todas y cada una tienen
algunas nociones correctas de fuerza, es decir, algunas nociones correctas, aunque
excesivamente estrechas, de fenmenos que con nuestras concepciones ms amplias
llamaramos fenmenos de fuerza, y algunas nociones similarmente correctas acerca de las
mentes de su propia clase y de otras clases, que son los dos cotiledones suficientes de toda
nuestra ciencia, sino que estn adems maravillosamente dotados de genios en otras
direcciones. Miren a esos pajaritos, de los que todas las especies son casi idnticos en su
psique, y sin embargo, qu formas diversas de genio no exhiben al modelar sus nidos? Esto
sera imposible a no ser que las ideas que son naturalmente predominantes en sus mentes
fueran verdaderas. Sera demasiado contrario a la analoga suponer que al hombre le faltan
dones similares. Tampoco se detiene aqu la prueba. La historia de la ciencia, especialmente la
historia temprana de la ciencia moderna, sobre la que tuve el honor de dar algunas
conferencias en este saln hace algunos aos, completa la prueba al mostrar qu pocas eran las
conjeturas que el hombre de genio insuperable tena que hacer antes de adivinar correctamente
las leyes de la naturaleza.
Fin de: "Cmo teorizar (sobre la seleccin de hiptesis". Traduccin castellana de Sara F.
Barrena, 2003. Original en: MS 475.