Breve Historia de La Ciencia - Patricia Fara

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Patricia Fara

Breve historia de la ciencia

Traduccin castellana de
Francesc Pedrosa

Ariel

Captulo 1
Sietes
Te amaba, de modo que tom en mis manos la marea de
los hombres y escrib mi testamento en el cielo con estrellas
para obtener tu Libertad, digna casa de los siete pilares, y
que tus ojos brillasen para m al llegar.
T. E. Lawrence, Los siete pilares de la sabidura (1935)

El siete ha sido siempre un nmero muy especial. El libro


sagrado ms antiguo en snscrito, el Rig Veda, describe siete
estrellas, siete continentes concntricos y siete ros de soma, la
bebida de los dioses. Segn el Antiguo Testamento judo y
cristiano, el mundo se cre en siete das, y la paloma de No
regres siete das despus del diluvio. De forma sill}ilar, los
egipcios trazaron siete caminos hacia el cielo, Al cre un cielo
y una tierra islmicos en siete niveles y el Buda recin nacido
dio siete pasos. El siete tiene tambin algunas propiedades matemticas singulares. Muchas de ellas pueden parecer esotricas para los no iniciados, y entre las ms simples est el que
slo se necesiten siete colores para colorear un mapa en un
toro (una rosquilla) sin que dos zonas adyacentes tengan el
mismo color.
De ser un nmero especial a convertirse en un nmero mgico basta un paso. Para los numerlogos, el siete simboliza
la creacin, porque es la suma del espiritual tres y el material
cuatro; para los alquimistas, se pueden establecer paralelismos claros entre los siete escalones del templo del Rey Salomn y las siete etapas sucesivas de purificacin qumica y espiritual. Los gatos persas tienen siete vidas, siete son las
I7

deidades de la buena suerte en japn y una cura juda tradicional para la fiebre supona tomar siete espinas de siete palmeras y siete clavos de siete puertas.
Ciencia o supersticin? A veces no es fcil diferenciar la
una de la otra. Cuando los astrnomos de la Antigedad observaban los cielos, vean siete planetas circundando a la Tierra. El Sol y la Luna eran los ms obvios, pero descubrieron
otros cinco: Mercurio, Venus, Marte, Jpiter y Saturno (el
siguiente planeta, Urano, no se identificara hasta finales del
siglo XVIII). Las habilidades necesarias para buscar planetas y
calcular cmo se mueven en el cielo son importantes en la
ciencia moderna. Por otro lado, el objetivo de los primeros
observadores de los cielos no era comprender el funcionamiento del Universo, sino intentar hallar una relacin entre
los patrones de movimiento de las estrellas y los acontecimientos importantes en la tierra, como hambrunas, inundaciones o la muerte de un rey.
De modo que el nombre cientficos no parece correcto.
Pero es razonable llamarlos magos o astrlogos? Algunos de
sus dictmenes suenan tan vagos como los de los modernos
horscopos de los peridicos. Veamos estos dos ejemplos de
Asiria: Si Venus sale temprano, el rey tendr una larga vida;
si se alza tarde, el rey de nuestra tierra morir pronto. O este
otro: Si la Luna est rodeada por un halo y las Plyades (una
constelacin de siete estrellas visible a simple vista) se encuentran sobre l, indica que en ese ao las mujeres darn a luz

hijos varones .1
Es fcil rerse de esto, pero no estamos hablando de intrpretes de las hojas de t ni de msticos observando bolas de
cristal: se trataba de astrnomos expertos que efectuaban detallados clculos basados en la observacin meticulosa del
firmamento. Actualmente, la astrologa es ridcula, pero para
numerosas civilizaciones -incluida Europa occidental, hasta
el siglo xvn- las personas formaban parte integral del Universo, de forma que los acontecimientos singulares en los cielos se relacionaban con sucesos inusuales en la superficie de la
Tierra. De igual modo que una de las metas de la ciencia es

hallar modelos de relaciones, los adivinos de la Antigedad


intentaban encontrar sentido a sus vidas mediante el examen
del mundo que les rodeaba. Crean en un Universo armnico
e interconectado, en el que los dioses, las estrellas y los seres
humanos estaban unidos y actuaban al unsono.
La astronoma moderna reposa sobre los cimientos de datos recogidos por estos expertos observadores de las estrellas
que eran tambin astrlogos. Sus observaciones, en general,
eran slidas, a pesar de que sus teoras hayan sido desechadas. A muchos cientficos les cuesta aceptar que sus propios
conocimientos hunden sus races en creencias que caJifican de
magia. Para aquellos cuya fe es el progreso, las supercheras
mgicas han quedado eliminadas por el razonamiento cientfico; la magia y la ciencia se encuentran claramente en polos
opuestos, y la sola idea de que puedan compartir un origen
comn roza el sacrilegio. Pero este tranquilizador punto de
vista no siempre coincide con la realidad histrica.
Pensemos en Pitgoras, el griego que dio su nombre a uno
de los ms famosos teoremas de la geometra (aunque no fue
l quien lo invent). Este clebre matemtico estaba influenciado por visiones msticas de la armona csmica y del nmero siete. Segn la tradicin, un da Pitgoras pasaba j\,lnto a la
forja de un herrero y not que el martilleo tena una calidad
meldica. Tras ciertas investigaciones y una gran cantidad de
inspiracin, se dio cuenta de que el peso de un martillo influye en la nota que produce en el yunque, y de aqu dedujo unas
relaciones numricas sospechosamente sencillas e ingeniosas
entre pesos, tonos y longitudes de cuerdas. Pitgoras haba
sucumbido a la seduccin de los siete intervalos de la escala
musical: igual que otros filsofos griegos, crea que era ms
importante unificar matemticamente el cosmos que efectuar
observaciones detalladas. Pitgoras impuso al Universo patrones regulares dependientes del nmero siete, y sostena que
las rbitas de los planetas estaban gobernadas por las mismas
reglas aritmticas que los instrumentos musicales.
El arco iris de Isaac Newton es un ejemplo an ms espectacular de la relacin entre ciencia y magia a travs del poder

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I9

del siete. Ms de dos mil aos despus de Pitgoras, N ewton


fue el defensor ms acrrimo de la experimentacin precisa.
Sin embargo, tena una creencia tan arraigada en el universo
armnico de los griegos que dividi el arco iris en siete colores para que se correspondiese con la escala musical. Anteriormente, aunque haba cierta disparidad de opiniones, la
mayor parte de artistas mostraba arco iris de cuatro colores.
Resulta, claro est, imposible tomar una decisin objetiva
acerca del nmero correcto, porque el espectro de la luz visible vara de forma continua: no existe un lmite exacto entre
bandas de colores diferentes, lo que muestra que la forma de
pensar en el arco iris afecta a la forma de verlo. En la actuahdad, los experimentos de Newton con prismas se celebran
como la base de la ptica moderna y el nmero mgico siete
ha pasado a formar parte de la teora cientfica del color. Pero
seamos honrados: alguien puede diferenciar entre azul, ail
y violeta?
Como Newton se ha convertido en un paradigma de genio
cientfico, quedara extrao decir que lo que practicaba no
era ciencia. Por otra parte, los cientficos modernos desprecian muchas de sus actividades calificndolas de ridculas o
incluso de anticientficas. Aparte de su inquietud por los nmeros y por la interpretacin bblica, Newton llev a cabo
experimentos qumicos estudiando minuciosamente los textos antiguos y tomando nota de sus propias reflexiones y descubrimientos. No se trataba de una simple aficin: para
Newton, la alquimia era un camino esencial hacia el conocimiento y el perfeccionamiento personal, e incorpor sus resultados en sus teoras astronmicas. El ejemplo de Newton
il.ustr~ la dificultad de situar con precisin el comienzo de la
ctencta.
Lewis Carroll saba lo complicado que puede ser decidir
cundo debe empezar una historia. Por dnde desea que
empiece, Su Majestad?, pregunt el Conejo Blanco. Alicia
esper la respuesta. Empieza por el principio, dijo el Rey
con gravedad, y contina hasta que llegues al final: entonces
te paras. La ciencia no tiene un principio definido, y los his20

toriadores como el Conejo Blanco, deben elegir su propio


'
'
punto inicial. Pero ninguno parece ser el ideal.
Una de las posibilidades es decidirse por 1687, cuando
Newton public su gran obra sobre mecnica y gravedad.
Pero eso significara dejar fuera a nombres tan clebres como
Galileo Galilei, William Harvey y Johannes Kepler. La opcin
de fecha ms habitual es 1543, cuando Nicols Coprnico
sugiri que el Sol, y no la Tierra, ocupa el centro de nuestro
sistema planetario. Sin embargo, se pueden plantear diversas
objeciones a esta opcin, en particular que excluye a los griegos, cuyas ideas ejercieron una extraordinaria influencia hasta bien entrado el siglo xvm. Entonces, empezar por Grecia
sera otra posibilidad. Se dice que Tales de Mileto, que vivi
en la costa de Turqua hace unos dos mil quinientos aos, fue
el primer verdadero cientfico. Fue un experto gemetra y fue
capaz de predecir satisfactoriamente un eclipse; pero, si lo
elegimos, dejaramos fuera a todos sus importantes predecesores, como los egipcios y los babilonios.
Todo el mundo tiene predecesores. Cuando los astrnomos griegos intentaban resolver el problema de establecer un
origen, volvieron la vista atrs un milenio hacia Babilonia y el
reino de Nabonassar, que patrocin diversos proyect_os para
efectuar observaciones precisas. De modo que quiz la mejor
solucin sera retroceder el mximo posible y examinar la
prueba ms antigua que indique una actividad que se pueda
calificar de cientfica. Por toda Europa encontramos antiguas ruinas que muestran que pueblos ya desaparecidos haban seguido los movimientos del sol y las estrellas. Por desgracia, apenas nbs ofrecen informacin sobre los orgenes de
la ciencia.
La ms famosa de estas ruinas es Stonehenge, el espectacular crculo de piedras situado en el sur de Inglaterra en donde
los druidas an se renen para celebrar el alba del solsticio de
verano. Muchos arquelogos han afirmado que Stonehenge
haba sido un colosal observatorio astronmico, alineado con
precisin con el paso del Sol por el cielo. Mediante complicadas tcnicas estadsticas, han asignado significado a la posi21

cin de los huecos y las rocas, incluso a aquellas que han sido
movidas y alteradas durante los ltimos cinco milenios. Pero,
si se pasa el tiempo suficiente estudiando patrones aleatorios,
siempre es posible encontrar algn tipo de orden; en la actualidad, casi todos los expertos estn de acuerdo en que, aunque
Stonehenge y otros monumentos similares hacan una referencia simblica al cielo, se trataba de una simbologa ritual y
no una bsqueda de conocimientos astronmicos precisos.
Descifrar misterios de la Antigedad puede ser una tarea fascinante, pero no tiene por qu ayudar a explicar los orgenes
de la ciencia.
Otro de los problemas es la supervivencia del saber. Por
ejemplo, varias de las antiguas civilizaciones de Latinoamrica posean un conocimiento sofisticado de las estrellas, pero
no se transmiti a las generaciones posteriores. Para trazar
una historia de la ciencia continua desde el pasado hasta el
presente, la bsqueda del origen debe centrarse en el norte de
frica y en el Mediterrneo oriental. Hace aproximadamente
cinco mil aos, cerca de un milenio antes de que el monumento de Stonehenge se convirtiese en un centro de culto, los faraones egipcios ordenaban la construccin de otras proezas
de la ingeniera igualmente impresionantes: las pirmides. Estos antiguos egipcios solan orientar sus pirmides hacia el
Sol, aunque, igual que los constructores de Stonehenge, no
tenan un inters especial en efectuar observaciones precisas
del firmamento. Para ellos, lo que realmente importaba era
comprender el comportamiento del Nilo, que era esencial
para la irrigacin de sus cosechas. En su calendario, el ao se
meda por las fases de la Luna o el paso del Sol, pero estaba
dividido en tres estaciones segn la pauta de inundaciones del
Nilo.
Este libro da comienzo en una poca similar, pero ms al
este, en Mesopotamia, que en aquella poca era una frtil regin situada entre dos ros en lo que actualmente es Irak. Los
babilonios transmitieron a sus sucesores un legado indeleble
para la cultura cientfica moderna. Y digo indeleble en un
sentido literal: en lugar de escribir sobre el frgil papiro, los
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b bilonios utilizaban tablillas de arcilla, tan duraderas que en


laaactualidad an sobreviven millares de ellas. As, a~nque los
babilonios fueron anteriores a los filsofos de Grecta, la cantidad de pruebas materiales de los escritos de aqullos es muy
superior.
.
.
El pensamiento ba~ilonio acerca ~el Umverso stgue af~ctndonos en gran medtda en la actuahdad. Desarrollaron tecnicas matemticas complejas, elaboraron registros de l~s estrellas y efectuaron predicciones. Los observado~es ~ostenores
pu dl.eron heredar el conocimiento de los
. babtlomos
.
, acerca
.
del cielo, que constituye la base de la c1enc1a astronom.tca y
tambin la estructura de la vida cotidiana en la actuahdad.
Gracias a los babilonios, las semanas tienen siete das -que
se corresponde con el intervalo entre las fases de la lun~-, los
minutos tienen sesenta segundos y las horas, sesenta mmutos.
Puede que este antiguomtodo de registrar el paso del t~empo
no sea el ms adecuado, pero est firmemente consohdado:
durante la Revolucin Francesa se introdujo un sistema ms
racional de das de diez horas y semanas de diez das, pero
pronto cay en desuso.

Los calendarios eurocntricos poseen otra notable caracterstica irracional: los aos dan comienzo con el nacimiento de
Cristo, a pesar de que la historia de la humanidad se e~tiende
mucho ms all de ese convencional ao cero. lmagmemos
un viaje hacia atrs en el tiempo, atravesando esa ~ivisin
artificial hasta una poca simtrica a la nuestra, en el stglo XXI
antes de Cristo. se es el punto en el que se inicia este libro. Se
trata de una eleccin personal, est claro; pero es el nico tipo
de eleccin posible, porque -a pesar de lo que le dijese el Rey
a Alicia-la ciencia no tiene un principio definido.

Captulo 2
Babilonia
La estupidez del mundo es tan superlativa que, cuando
nos aquejan las desgracias, normalmente producto de nuestros excesos, echamos la culpa al sol, la Ina y las estrellas ...
Mi padre se entendi con mi madre bajo la cola del Dragn
Y la Osa Mayor presidi mi nacimiento, de donde resulta
que soy duro y lascivo. Bah! Habra salido el mismo si me
bastardean mientras luce la estrella ms virgen de todo d
firmamento.
William Shakespeare, El rey Lear (1605-1606)

Hace unos cuatro milenios, en la cuenca mesopotmica


tuvo lugar un cambio en el poder. En lugar de pequeas ciudades-estado independientes, emergi un nuevo reino centrado en Babilonia, una ciudad situada en la margen del ro ufrates, a!go ~s de cien kilmetros al sur del actual Bagdad.
Los babrlomos heredaron una invencin especialmente valiosa: la escritura cuneiforme, que ya llevaba en uso durante
unos dos mil aos. La madera y la piedra eran bienes escasos
d~ modo que se fabricaban tablillas de arcilla, el material ha~
bttual de construccin, para almacenar informacin mediante
el ~arcado de caracteres en forma de cua con un punzn 0
esttlo. Estos textos antiguos representan los orgenes de la
matemtica moderna.
La ~educcin de informacin detallada a partir de tablillas
de arcilla es una tarea extremadamente ardua. Los historia~~res deben enfrentarse, no slo al trabajo de decodificar un
tdwma que les es ajeno escrito en caracteres arcanos, sino que

deben desenterrar y reconstruir trozos de tablillas daadas a


partir de montones de ecombros. Aunque se han descubierto
cientos de miles de tablillas, muchas ms siguen enterradas o
se han perdido para siempre, as que este trabajo es similar al
de reconstruir una gran biblioteca a partir de unas cuantas
pginas rasgadas. La situacin empeor a causa de los arquelogos europeos que saqueaban las ruinas en busca de
trofeos, no de informacin. Arrancados del suelo de Mesopotamia que los haba conservado durante milenios, sus hallazgos se enviaron a distantes museos para ser exhibidos en vitrinas. Por suerte, algunas de las tablillas acabaron almacenadas
en stanos, envueltas en papeles de peridico cuyas fechas
han ayudado a establecer los yacimientos de los que proceden.
Para los europeos, los orgenes de Babilonia estaban envueltos en un aura de leyendas. Hasta hace trescientos aos,
la propia ubicacin de la ciudad era poco clara, e incluso parece que los famosos Jardines Colgantes nunca existieron
(aunque es posible que hubiese otros menores, ms hacia el
norte). Las excavaciones sistemticas no se iniciaron hasta
mediados del siglo XIX. En aquella poca, Babilonia an estaba cubierta por un manto mitolgico, hasta el punto que el
compositor Giuseppe Verdi la utiliz como ubicacin simblica de Nabucco, su pera poltica en la que atacaba el domino austraco de su Italia natal. Estrenada en Miln en 1842,
Nabucco relata la dramtica historia de un novelado rey Nabucodonosor, que se convierte al judasmo cuando los reprimidos israelitas derrocan al tirano de Babilonia. Aunque Verdi y sus contemporneos no saban casi nada acerca de la
realidad de Babilonia, la legendaria ciudad evocaba un misterioso teln. de fondo para su moderna alegora acerca del dominio extranjero sobre Italia.
Gradualmente, a medida que los arquelogos acababan
con parte de la mstica a base de descifrar pruebas concretas,
se hicieron evidentes los logros cientficos de esta antigua civilizacin. Los equipos de diversos pases competan por la
recuperacin de valiosos objetos, que enviaban a sus pases
25

en grandes cantidades para satisfacer las demandas de vidos


coleccionistas privados o para mostrarlos en museos (uno de
los envos acab en el fondo del Tigris). Los expertos en la
escritura cuneiforme recogan, interpretaban y clasificaban
innumerables tablillas que contenan informacin acerca de
pesos, superficies y posiciones de estrellas. Alrededor de 1950,
aunque estos descifradores seguan acumulando material, pareca que ya no podan ir ms all de copiar ms tablas de
multiplicaciones y debatir sobre la mejor forma de traducirlas
en ecuaciones algebraicas modernas.
En la dcada de 1980, los historiadores decidieron abandonar esta ingrata labor y empezar a hacerse otro tipo de
preguntas. En lugar de buscar ms objetos y ms detalles, los
expertos comenzaron a interpretar los elementos antiguos de
formas nuevas y a intentar comprender la vida y el pensamiento de los babilonios. Si se examinan cuidadosamente, las
tablillas de arcilla revelan una informacin que va mucho ms
all de los nmeros y las palabras atrapados en su superficie.
Mediante la recreacin de su uso, los especialistas en Mesopotamia han podido llegar a importantes conclusiones sobre
la vida cotidiana y sobre cmo afect a la ciencia futura.
Las tablillas de arcilla pueden parecer muy distintas de los
legajos, pero los babilonios saban lo que era la burocracia.
Aparte de la conservacin de registros, sus predecesores haban desarrollado tcnicas matemticas esenciales para administrar y organizar la sociedad, construir sistemas de irrigacin y dividir parcelas. Las lites de la burocracia, asociadas
con los gobernantes locales, ejercan el control, y estos centros de poder independientes estaban vinculados entre s por
el mismo sistema de escritura y la misma matemtica. Los
estudiantes, no slo deban sobresalir en aritmtica, sino que
tambin deban saber manejar equipos como varas de medida
y sondas de prospeccin. Para captar la atencin de sus discpulos, los profesores desarrollaron escenarios ficticios para
relacionar la matemtica abstracta con el mundo real del comercio, la agricultura y la guerra. Por ejemplo, en un intercambio imaginario de cartas, un emisario informa a su rey de
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cmo est intentando -s_in xito- paliar una hamhbruna me. te la importacin de grano. Las sumas sospec osamente
d tan
1
sencillas evidencian que se trata de un texto para a ensenanza, no de un caso real:
Con una tasa de intercambio de grano de un shekel de plata
por gur [unos trescientos litros], se h~n inve~t-ido 20 talentos de
plata para la compra de grano. He otdo nottc1as de que los hostiles Martu han invadido tus territorios. He entrado con 72.000
gur de grano [el autor ha sido tan amable de ofrecernos la solucin de la suma de la primera frase] ... A causa de los Martu, me
es imposible entregar este grano para su trilla. Son ms fuertes
que yo, y me han condenado a quedarme sentado a la espera.

Casa F es el poco evocador nombre que se ha asignado a


un lugar en donde se llevaron a cabo algunas estim~lantes
investigaciones. Despus de la segunda guerra mundtal~ los
arquelogos norteamericanos visitaron de nuevo la anugua
ciudad de Nippur, situada ahora en el sur de lrak, para pros~
guir con sus excavaciones, que haban abandonado _en el s~
glo XIX. Al llegar a la Casa F se dieron cuen~a de que habtan reahzado un hallazgo nico: tablillas de escntura desecha~as q~e
se haban reutilizado para efectuar reparaciones y constrmr
bancos. Debajo de capas de yeso, los suelos y las paredes estaban cubiertos de inscripciones de textos literarios y clculos
aritmticos. Con una tcnica de operacin mucho ms sistemtica que la de sus predecesores, el equipo tom ~ot.a cuidadosamente de la ubicacin exacta de sus descubnmtentos
antes de distribuirlos por museos de Bagdad y por las universidades de las que procedan. Y muchos de ellos siguieron ah,
apenas catalogados en espera de que los .es~udiosos re~onstru
yesen trabajosamente sus secretos, cas1 cmcuenta anos despus de su recuperacin.
Alrededor del siglo XVIII a. C., la Casa F era una escuela.
La arcilla se acaba deshaciendo con la lluvia, de manera que
la casa deba ser reconstruida aproximadamente cada veinticinco aos. Los expertos saben que se trataba de una escuela

porque muchas de las tablillas eran copias de listas y tablas:


los nios aprendan a leer, a escribir y a hacer clculos aritmticos. En sus salas, los arquelogos hallaron cuencos y un
horno de pan, pero se dieron cuenta de que la enseanza tena
lugar en los patios exteriores, en donde hallaron recipientes
que contenan agua y arcilla fresca para empapar las tablillas
y poderlas reutilizar. Los escribas se fabricaban sus propias
tablillas, y la presencia de tablillas de formas toscas con torpe
escritura revela que tambin se enseaba esta tcnica a los
nios. Al sostener una de estas tablillas en la mano, uno puede notar los contornos de los dedos y la palma de la mano de
una persona que vivi hace miles de aos.
La formacin matemtica impartida en la Casa F estaba
centrada en la produccin de escribas entrenados para resolver disputas legales y financieras. Igual que los nios victorianos, condenados a pasar apuros con varas y palos antes de la
introduccin del sistem mtrico decimal, estos alumnos de
Mesopotamia pasaban horas haciendo conversiones demedidas de una unidad a otra. Para poder enfrentarse a los problemas prcticos del comercio, las leyes y la agricultura se vean
o?~igados a memorizar largas tablas de multiplicaci~nes y diVISiones. Los profesores evaluaban tanto la pericia prctica
como los conocimientos abstractos. Has escrito una tablilla, pero eres incapaz de entender su significado!, se lamentaba un profesor en un texto educativo humorstico pensado
para motivar a los alumnos ms holgazanes. Si vas a parcelar un campo, sers incapaz de sostener correctamente la vara
~la cint~, se quejaba. Eres incapaz de averiguar qu forma
t~ene, ast_que, cuando dos hombres se peleen por ver quin
tiene razon, no podrs traer la paz, sino el enfrentamiento
entre hermanos. 2
Los escribas en formacin aprendan a mezclar la arcitla
con agua y limpiar las ramitas, hojas y otros restos naturales
que !lotaba? en la superficie. Cortaban juncos del ro para
fa~ncar estilos, delgados Cilindros del tamao de un palillo
chmo partido longitudinalmente en cuatro, y pisaban la masa
de arcilla para hacerla ms maleable y de consistencia ms

uniforme. En sus clases ~oldeaban pegote~ de arcilla en fora de valos aplanados y practicaban presiOnando en ella la
munta afilada de su estilo para representar distintos nmeros
~ediante marcas verticales y horizontales. Del mismo modo
que la escritura con bolgrafo, estas habilidades tienen que
aprenderse: la impresin definitiva es muy sensible al ngulo
en el que se sostiene el estilo, y la fabricacin de t~blillas suaves y simtricas es ms difcil de lo que parece. Mientra~ grababan smbolos en la arcilla blanda, los alumnos roc1aban
constantemente la superficie con agua para evitar que se secase con demasiada rapidez en el clido sol; de vez en cuando
tiraban las tablillas viejas en un recipiente para reciclarlas y
empezaban de nuevo a fabricar una nueva tablilla.
Las materias primas utilizadas en Mesopotamia -la arcilla, los juncos- condicionaron los sistemas numricos que
desarrollaron: contaban en bloques de sesenta, algo extrao
para las personas que hemos crecido con decenas y centenas.
Sin embargo, al intentar escribir con un estilo (tambin vale
una pajita de beber refrescos cortada en diagonal), enseguida
se da uno cuenta de que la eleccin del sesenta es ms sensata
de lo que podra parecer. Los babilonios utilizaban dos smbolos bsicos: vertical para unidades y diagonal para decenas.
Agrupaban los primeros nueve dgitos en grupos detres, en
filas superpuestas, porque el ojo humano puede distinguir de
forma inmediata una, dos o tres marcas verticales adyacentes ... pero no cuatro. La lectura de las marcas cuneiformes
.horizontales es algo ms peliagudo, y los escribas desarrollaron un mtodo que les permita reconocer de forma instantnea grupos de hasta cinco marcas. As, despus de 59 (cinco
horizontales y tres grupos de tres verticales), los escribas pasaban todo un lugar hacia la izquierda y empezaban de nuevo de forma similar a corno nosotros distinguirnos 1O de
'
100.
El equivalente moderno ms parecido es un reloj digital, en
el que el nmero de horas -grupos de sesenta minutosaparece en el lado izquierdo de la pantalla. El funcionamiento
de los dispositivos microelectrnicos es muy distinto del de

29

las tablillas de arcilla, pero han heredado una forma de contar que se desarroll hace miles de aos en funcin de los
materiales disponibles. Adems, las convenciones numricas
de la geometra moderna, que hablan de 360 en una circunferencia, no tienen su origen en Euclides y los griegos, sino en
los prospectores de Mesopotamia y en sus administradores,
que escriban en tablillas de arcilla.
~1 concepto de paso del tiempo adquiere una nueva dimensin al tomar conciencia de que algunas de estas antiguas tablillas slo pueden datarse con una precisin de quinientos
aos. Para un futuro historiador de la cultura europea, ser[a
equivalente a preguntarse si Coprnico vivi en la actualidad.
Aunque los babilonios pueden percibirse ahora como una
nica civilizacin, todo un milenio separa a los nios aprendiendo a contar en la Casa F del comienzo de las observaciones astronmicas en Babilonia, en el siglo VIII a. C. Durante
ese olvidado millar de aos, los observadores del firmamento
han venido registrando sucesos en el cielo. La informacin
almacenada en las tablillas nos ha legado un inmenso depsito de conocimientos astronmicos. Al tomar nota de sus trabajos sobre arcilla, los eruditos babilonios dejaron pruebas
palpables de su obra y de sus ideas, lo que supuso una influencia no slo en sus sucesores inmediatos, sino tambin en
personas como usted y yo, que viven miles de aos despus.
Mediante el descifrado de estos restos, los arquelogos han
podido reconstruir gran parte de las creencias de los habitantes de Babilonia. Por desgracia, las tablillas de arcilla no lo
revelan todo. Los expertos an lo ignoran prcticamente todo
acerca de la vida cotidiana de la mayora de laspersonas que
no formaba parte de las lites educadas. Lo que es peor, a
pesar de que los descifradores de las tablillas pueden interpretar los catlogos de estrellas recopilados por los astrnomos
babilonios, no pueden ms que suponer qu instrumentos utilizaban para medir las posiciones de las estrellas. No se ha
descubierto an ningn dispositivo, pero parece probable que
utilizaban algn tipo de varilla para calcular alineaciones, parecida al gnomon de un reloj de sol.
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Algunos de los escribas firmaban sus trabajos, de modo


que los arquelogos han podido recopilar sus propias listas,
no de estrellas, sino de los diestros astrnomos que se agrupaban como constelaciones alrededor de los templos y de los
reyes. No tiene sentido calificar los logros cientficos de estos
consejeros de la corte, porque los babilonios no distinguan
categoras independientes para la ciencia y la religin, la racionalidad y la espiritualidad, la astronoma y la astrologa.
Para los observadores del cielo de la Antigedad, las estrellas
representaban un texto sagrado celestial que, si se lea correctamente, poda revelar augurios de prosperidad o de hambruna, de paz o de guerra~Estas profecas se corroboraban con la
observacin de otras pruebas, como los hgados de animales
sacrificados, y llevaban a cabo los rituales adecuados para
protegerse de los desastres inminentes. Se trataba de personas
con un gran ascendiente, cuyos pronsticos podan hacer que
un rey renunciase a sus poderes o estableciese una nueva corte en otro punto del pas.
Poco a poco, los babilonios pasaron de registrar los eventos de los cielos a predecir cundo stos iban a suceder, ya
que, durante muchos aos, una limitada dinasta de familias
de eruditos acumularon inmensas cantidades de datos: en
concreto fueron alrededor de trescientas mil observaciones
entre el siglo VIII a. C. y el siglo 1 d. C., el perodo de recopilacin de datos ms prolongado de la historia. Examinapdo
esta informacin, los astrnomos de Babilonia averiguaron
los ciclos de repeticin, lo que les permiti predecir las posiciones futtiras del Sol, la Luna ylos planetas. Algunos de estos anlisis eran realmente sofisticados. Por ejemplo, al recopilar ta,blas de datos, los matemticos tenan en cuenta las
distintas velocidades del Sol durante su viaje anual por el cielo, y compensaban la variacin en los movimientos de los planetas.
Algunas de las caractersticas de esta astronoma arcaica
pueden parecer muy extraas. En primer lugar, a diferencia
de los astrnomos modernos, los babilonios no utilizaban sus
clculos para hacer mapas de las rbitas de los planetas, sino

31

--~~"

para averiguar de qu forma afectaban los cielos a los individuos; la motivacin de sus investigaciones era poltica, encaminada a la prediccin de los acontecimientos importantes,
como la invasin de Babilonia por parte de Alejandro Magno. Otro ejemplo: la opinin de los babilonios acerca de dnde acaba la Tierra y empieza el cielo era distinta de la actual;
para ellos, la atmsfera formaba parte de las estrellas, no del
globo. Las nubes, que actualmente se consideran fenmenos
meteorolgicos;solan meterse en el mismo saco que los eclipses, los planetas y los meteoros (de ah el nombre deJa moderna ciencia del tiempo atmosfrico). Esta clasificacin de los
fenmenos naturales fue legada a los griegos, y form parte
importante del pensamiento europeo hasta finales del siglo XVII.
Sin embargo, los griegos no vean el Universo desde el punto de vista matemtico de los babilonios. Los filsofos y astrnomos de Grecia pensaban de forma geomtrica, y representaban el Universo con visiones tridimensionales de estrellas
que orbitaban alrededor de la Tierra como si se desplazasen
por la superficie de una imaginaria esfera celeste. En cambio,
los matemticos de Babilonia pensaban de forma aritmtica y
algebraica, haciendo gala de su virtuosismo para llegar a nuevos resultados en lugar de desarrollar tcnicas para la resolucin de problemas. Los babilonios recopilaron extensas tablas de observaciones y de posiciones de estrellas; no obstante,
en lugar de trazar diagramas geomtricos tridimensionales,
utilizaban complicadas y repetitivas multiplicaciones y divisiones. Los astrnomos de Babilonia aplicaban a los cielos las
mismas tcnicas de clculo que haban aprendido los nios de
la Casa F para averiguar las reas de los campos, los perfiles
de las acequias de riego y las estructuras de los embalses.
Aunque estaban muy alejados de los cientficos modernos,
estos observadores del firmamento nos dejaron importantes
legados. El volumen colosal de sus observaciones y clculos
fue extremadamente valioso para los astrnomos geomtricos griegos, que conocieron sus trabajos en Egipto: los datos
de los babilonios son los cimientos sobre los que se han cons32

2. Les tres riches heures du Duc de Berry: Septiembre. Pintado por


los hermanos Limbourg c. 1412-1416.

FIG.

33

truido los modernos catlogos de estrellas. Otro de los legados importantes que ha llegado hasta nuestros das es el sistema zodiacal, con sus doce signos. El doce es un nmero ms
verstil que el diez, porque es fcil de dividir por cuatro y por
tres. Tambin se ajusta con facilidad a la base numrica 60 de
los babilonios, de forma que los crculos se pueden dividir
cmodamente en 360, como en la actualidad. Los babilonios
dividieron el cielo en doce secciones iguales, una por cada
mes lunar, y asignaron a cada una el nombre de una constelacin destacada. Estas constelaciones, traducidas al latn, son
los actuales signos del zodaco que conocemos por los horscopos de los peridicos, como Aries el carnero o Tauro el
toro. Sin embargo, aunque la eleccin del doce es racional,
otros aspectos de este sistema no tienen lugar en la ciencia
moderna.
Los eruditos de Babilonia establecieron tambin algunos
de los aspectos de la forma moderna de contar el tiempo.
Aparte de dividir el tiempo en conjuntos de sesenta (e influir
as sobre nuestros segundos, minutos y horas) y siete (das de
la semana) instauraron un sofisticado calendario basado en
los movimientos del Sol y de la Luna. Como muchos de los
astrnomos que les sucedieron, los babilonios intentaron con
tesn reconciliar el ao solar, que dura algo ms de 365 das,
con el mes lunar, que dura unos 29 das. En nuestros das, esta dificultad se ha resuelto mediante meses de distintas duraciones y con la introduccin de los aos bisiestos, pero los
babilonios desarrollaron una tcnica en la que agregaban un
decimotercer mes cada tres aos.
El enfoque babilonio de relacionar el tiemp9 de las personas con la Luna se convirti en la base de los calendarios religiosos judo y cristiano. En la Figura 2 se puede ver la pgina
correspondiente al mes de septiembre de un deslumbrante Libro de horas encargado por un acaudalado noble en el siglo xv,
cuyo propsito era mostrar el texto litrgico apropiado para
cada hora del da. Pintada en papel de vitela en intensos azules, rojos y dorados, en esta asombrosa escena de otoo aparecen campesinos inclinados, desperezndose y probando il34

citamente algunos gral}OS de las uvas que recogen pa.~a el


Chateau de Saumur, representado en la pintura con gran detalle arquitectnico. Para los cristianos devotos, una de las
caractersticas ms importantes de la imagen era el calendario
semicircular de la parte superior, que les permita averiguar
las fechas de las festividades religiosas de cualquier ao.
Este calendario ilustra la supervivencia de las influencias
antiguas, que se mezclaron y fueron absorbidas por la cultura
europea. El anillo exterior y el interior estn escritos en nmeros arbigos (1, 2, 3, etc.), que llegaron a Europa en el siglo XII y se siguen utilizando. Entre ellos, las dos bandas en
latn muestran una doble herencia romana: los nmeros romanos y los nombres de meses como noviembre o diciembre
(noveno y dcimo en latn). La astronoma babilnica aparece en al arco ancho en el que aparecen los signos zodiacales de
Virgo (la virgen, a la izquierda) y Libra (la balanza, a la derecha). Las dos bandas centrales del arco interior proceden directamente del calendario babilnico de diecinueve aos. Los
smbolos de la Luna estn asociados con diversas letras del
alfabeto ordenadas secuencialmente como un cdigo. Utilizando el nmero diecinueve para descifrar este mensaje, los
sacerdotes podan averiguar la fecha de la luna nueva en cualquier mes y ao.
Igual que sus distantes precursores, muchos observadores
del firmamento cuyas teoras incorporaban ideas de los babilonios estaban interesados en la prediccin a travs de las estrellas, ya fuese por motivos religiosos o para obtener poder
poltico. Por eso es razonable incluir una imagen piadosa en
un libro acerca de la historia de la ciencia; aunque la astronoma es ahora una disciplina cientfica, est construida sobre
siglos de asociacin con profecas, ritos y msica. No hay caminos directos que vinculen la ciencia moderna con su pasado mesopotmico. Sin embargo, si los astrnomos griegos en
Egipto no hubiesen heredado y desarrollado la astronoma de
Babilonia, nuestros actuales mapas estelares y tablas de mediciones tendran un aspecto muy distinto.

35

tual, de modo que con'{irtieron a los filsofos reales en figuras legendarias cuyas eruditas proezas superaban a las de los
simples mortales. Aunque los miembros de este panten intelectual variaban, su nmero era siempre de siete, una cifra
especialmente significativa. Una de las versiones modernas
ms habituales es sta:

Captulo 3
Hroes

Los siete cientficos griegos ms importantes fueron Arqumedes, Aristteles, Demcrito, Platn, Ptolomeo, Pitgoras y Tales.
En ciencia, el mrito se lo lleva el que convence al mundo, no el primero que ha tenido la idea.
Francis Darwin, Eugenics Review (1914)

.,~

La palabra historia tiene dos significados distintos: hace


referencia tanto al pasado como a la forma en que ste se describe. Por desconcertante que parezca, los historiadores pueden relatar los mismos acontecimientos o perodos histricos
de formas distintas, porque, a pesar de que deben ceirse a los
hechos, tambin utilizan la creatividad para escribir. Con el
fin de hacer comprensible lo que sucede, construyen narraciones con lneas argumentales, asignan principio y fin a sus historias y prestan especial atencin a los momentos culminantes como la victoria en una batalla, el descubrimiento de una
nueva sustancia o la formulacin de una teora revolucionaria. Del mismo modo que los novelistas describen un mundo
imaginario, los historiadores imponen una estructura sobre el
flujo continuo del pasado histrico. Y, con el fin de implicar
a sus lectores en su versin de los eventos -su ,historia particular-, se centran en individuos esenciales, que pueden adquirir el estatus de hroes.
Este enfoque en las personas clebres surge de los griegos,
que saban del poder de atraccin de los hroes, que hace que
las historias sean recordadas. Los griegos inventaron a Aquiles, Eneas y otros campeones mitolgicos cuyas hazaas estaban ms all de las capacidades humanas. Por otra parte, los
griegos tenan en muy alta consideracin la habilidad intelec-

~-

Se pueden hacer varias crticas evidentes a esta relacin. En


primer lugar, algunos de estos Siete Sabios ya no son muy
conocidos, mientras que hay algunas ausencias. Qu hay de
Hipcrates, el famoso padre de la medicina occidental? O
de Euclides, fundador de la geometra moderna, y uno de los
autores favoritos de Newton? Aun aceptando la seleccin, el
uso de la palabra cientfico es problemtico, porque no haba cientficos. Aunque muchas de las ideas que tuvieron su
origen en la antigua Grecia se adaptaron a lo largo de los siglos y acabaron calando en la ciencia, estas personas no compartan ni la finalidad ni las tcnicas experimentales de los
investigadores modernos.
,
Otra posible crtica a este grupo de Siete Superhroes Griegos es el orden alfabtico. Si lo reordenamos cronolgicamente, estos hroes intelectuales seran Tales, Pitgoras, Demcrito, Platn, Aristteles, Arqumedes y Ptolomeo. Sin embargo,
ms de siete siglos separan al primero del ltimo: en la Inglaterra moderna, sera equivalente a clasificar juntos a Stephen
Hawking y al monje del siglo xm Roger Bacon. Como mnimo, Hawking y Bacon estudiaron en dos de las universidades
inglesas ms tradicionales: Oxford y Cambridge. En cambio,
estos griegos no solo estaban dispersos en el tiempo, sino
tambin en el espacio: Tales (de Mileto) vivi en lo que es
actualmente la costa de Turqua; Platn enseaba en Atenas,
y Ptolomeo trabajaba en Egipto.
Vistos desde la perspectiva actual, los griegos que en realidad vivieron en siglos y regiones distintas se perciben como un
37

grupo homogneo en el que sobresalen diversos nombres famosos. Lo ms habitual es subdividir la historia de Grecia en
tres perodos histricos: el primero es la era presocrtica, que
abarca aproximadamente del600 al400 a. C.; el segundo es el
siglo posterior, que marca el punto lgido del poder ateniense,
cuando Platn, el alumn9 de Scrates, fund su Academia y
tuvo como discpulo a Aristteles. Finalmente tenemos el medio milenio entre el 300 a. e y el200 d. c., el perodo helenstico. En esa poca, el pupilo ms famoso de Aristteles, Alejandro Magno, haba construido un colosal imperio y la
civilizacin griega se extenda por la costa norte de frica, el
Mediterrneo oriental y, por tierra, hast India y China. Los
hroes de la filosofa griega aparecen en los tres perodos.
Platn visualiz la bsqueda de la verdad como si fuese
una carrera olmpica del intelecto ejecutada por doctos atletas que se pasaban la antorcha del genio unos a otros. Generaciones posteriores adoptaron este atractivo modelo. Aristteles, alumno de Platn, se promocionaba a s mismo
afirmando que haba heredado la llama del conocimiento de
Tales, que dos siglos antes haba inaugurado una nueva forma de concebir el Universo. Dos milenios ms tarde, el propio
Aristteles era venerado por los eruditos europeos como fundador de la ciencia griega.
La popularidad de esta romntica imagen de una carrera
de relevos acadmica lleg hasta la poca victoriana, y tiene
diversas ventajas. Por encima de todo, estimula a los historiadores para que reflejen la ciencia como una serie de emocionantes aventuras protagonizadas por intrpidos descubridores, intercaladas con perodos de descanso en los que no
sucede nada significativo. De hecho, en el caso de los griegos,
es difcil contar otro tipo de relato, a causa de los grandes
huecos en el registro histrico. Slo han sobrevivido documentos originales de unos pocos pensadores griegos, y las
pruebas que han llegado hasta nuestros das suelen proceder
de interpretaciones muy posteriores. Pero, durante los siglos
transcurridos, las ideas se haban distorsionado y la informacin acerca de las vidas de los antiguos griegos, incluso los

ms notables -y, desde luego, todo el resto- haba desaparecido. Con frecuencia resulta difcil separar los mitos de los
hechos en estas narraciones sesgadas e incompletas.
El estilo heroico de Platn al relatar el pasado convierte en
genios a unos cuantos hombres brillantes (y, ocasionalmente,
a alguna mujer), pero relega a muchos otros al olvido. Platn
convierte a personas en los equivalentes intelectuales de los
dioses de la mitologa: dotados de cerebros sobrehumanos,
sobrevuelan los asuntos terrenales mientras cavilan sus grandes ideas. Y sin embargo, la ciencia y la filosofa no estaban
separadas de la realidad, y las preocupaciones cotidianas -la
poltica, las finanzas, las relaciones personales- afectaban al
desarrollo de las teoras en la antigua Grecia en la misma medida en que ejercen su influencia en las actividades acadmicas modernas. Platn afirmaba que Tales estaba tan absorto
en la observacin de las estrellas y en la prediccin de su comportamiento que se cay en un pozo, mientras que, segn
Aristteles, Tales era un astuto hombre de negocios que hizo
una fortuna pronosticando una cosecha extraordinaria y
comprando luego todos los molinos de aceite. Puede que la
ancdota de Aristteles sobre su emblemtico antepasado sea
una exageracin, una caricatura de una conducta humana,
pero es ms creble que el genio despistado de Platn.
Durante sus vidas, los hroes cientficos aparecan como
personas menos importantes de lo que se las considera en retrospectiva, admirados por iniciar profticos caminos hacia
un futuro del que sus contemporneos nada conocan. Por
ejemplo, algunos historiadores sealan a Aristarco como precursor de Coprnico porque, en el siglo m a. C., sostena que
la Tierra giraba alrededor del Sol. Pero conmemorar a Aristarco por haber tenido esta idea moderna no parece tener demasiado sentido, ya que su teora fue rechazada en su poca y
no tuvo apenas impacto posterior: los astrnomos siguieron
creyendo durante casi dos mil aos que el Sol giraba alrededor de la Tierra.
El asunto de la prioridad hace su aparicin una y otra vez
en la historia de la ciencia. Leonardo da Vinci dibuj un obje39

to parecido a un helicptero, pero existe una enorme diferencia entre trazar un boceto y poner en el aire una mq1.na tpulada. Por brillante que fuese, Leonardo no fue el primer
ingeniero aeronutico del mundo. De forma parecida, algunos especialistas explican que, en el siglo I a. C., Hern de
Alejandra construy una pequea esfera giratoria impulsada
por vapor. Pero, a pesar de estas afirmaciones, no se puede
decir que Hern sea el responsable de la revolucin tndustrial, que se inici en Gran Bretaa en el siglo XVIII.
Las historias heroicas de ciencia cojean porque, a diferencia de Aquiles y Eneas, los Siete Sabios de Grecia eran personas reales que vivieron sus vidas en lugares y pocas concretas. Su pensamiento, su comportamiento y su escritura no
slo dependa de las opiniones de sus mentores y de sus amigos, sino tambin de sus propias necesidades materiales y
emocionales, como ganar dinero, tener cuidado de no ofender a sus mecenas, aplacar la ira de los dioses, intentar obtener ventajas polticas e incluso combatir el aburrimiento o
recuperarse de un desengao amoroso. Tambin es importante tener presente que sus ideas no viajaron por el tiempo y el
espacio en una especie de vaco intelectual, sino que sufrieron
constantes adaptaciones y modificaciones. En distintos lugares y siglos diferentes, algunos aspectos de su pensamiento
recibieron ms atencin que otros; una gran parte se rechaz,
o incluso se combin con el de otros. Al examinar a los pensadores heroicos dentro de su contexto cultural, resulta obvio
que los genios no nacen, sino que se hacen.
Entonces, por qu incluir a los griegos en una breve historia acerca del pasado de la ciencia? Aunque su visin del mundo era muy distinta de la que tienen los investigadores modernos, sus ideas filosficas, cosmolgicas y teolgicas afectaron
en gran medida a la ciencia posterior, tanto por su lectura
directa como mediante su transformacin y transmisin por
parte de estudiosos cristianos y del islam. Segn los estndares modernos, las teoras que ejercieron su dominio durante
siglos son errneas, mientras que otras que ahora parecen correctas fueron rechazadas: la ruta del cambio cientfico no

tiene nada de recta. Al pensar en la influencia de los filsofos


griegos en el futuro, los conceptos que importan son los que
adoptaron sus sucesores. Es irrelevante el hecho d~ que los
cientficos modernos juzguen que son correctos o mcorrectos.
Si nos centramos en las ideas clave debemos dejar de lado
grandes fragmentos del pasado, pero podemos adoptar dos
puntos de vista para ello. La estrategia convenciona~ es seleccionar una ruta intelectual que conduce de forma d1recta del
(supuestamente) ignorante pasado hacia la verdad superior
del presente: si se omiten lo que ahora consideramos como
errores, los historiadores pueden relatar el ascenso triunfal de
la ciencia y su victoria sobre la supersticin, la magia y la religin. En contraste, este libro presta atencin a las opiniones
de las personas en cada momento: explora -sin juzgarlascmo se transmitieroh las creencias de una generacin a la
siguiente. Las ideas antiguas pueden actualmente parecer extraas, pero merecen un tratamiento serio, porque las mantenan de forma sincera algunos hombres y mujeres de excepcional inteligencia.
A lo largo de ocho siglos, los eruditos griegos tornaron
prestadas observaciones efectuadas en diversos luga~es, acumularon una inmensa masa de datos y desarrollarn teoras
acerca del Universo y sus habitantes. Para examinar de qu
forma sus acciones colectivas afectaron a la ciencia posterior,
las cuatro secciones siguientes se centran en cuatro amplias
reas: la estructura del cosmos; la vida y la medicina; la naturaleza de la materia y los conocimientos prcticos. En cada
uno de estos aspectos, los griegos dejaron vastos legados que
pueden parecer estrafalarios, pero que fueron copiados, absorbidos y transformados por las civilizaciones que les sucedieron.

Captulo 4
Cosmos
Desde el lugar donde yace puede ver la salida de Venus.
Adelante. Desde el lugar donde yace, cuando el cielo est despejado, ve la salida de Venus seguido por el sol. Entonces clama contra la fuente de toda vida. Adelante. Por la noche, cuando el cielo est despejado, saborea su venganza de estrella.
Samuel Beckett, Ill Seen Ill Said (1981)

,.l,.

Los cientficos llevan a cabo experimentos para comprobar sus teoras -o al menos, sa es la versin ideal de lo que
realmente sucede-. En la prctica, con frecuencia las ideas
preconcebidas sobre cmo deba funcionar el Universo han
anulado las pruebas que ha .proporcionado la observacin.
En Grecia hay numerosos casos -Platn, por ejemplo- de personas que insistan en que el Universo estaba caracterizado
por el orden csmico y la armona matemtica, a pesar de que
se conocan siete obstculos para este modelo ideal: los siete
planetas, cuyos movimientos irregulares a travs del firmamento contravenan tanto el sentido comn como la filosofa.
Hasta la poca de Newton, este problema domin la cosmologa; los astrnomos intentaban salvar las apariencias
conciliando el movimiento aparentemente errtico de los planetas con las visiones tericas de perfeccin celestial.
Platn comparta este punto de vista cuantitativo heredado de los pitagricos, que vivieron en Italia unos dos siglos
antes de su tiempo. Aunque en nuestros das se recuerda a
Pitgoras por su teorema acerca de los tringulos rectngu-

los, no fue l quien lo ~nvent; haca mucho tiempo que los


babilonios conocan las propiedades de la hipotenusa (ste es
el ejemplo ms sencillo: si las lneas de cada uno de los lados
del ngulo recto (de 90) de un tringulo miden 3 y 4 unidades de longitud, el lado opuesto, la hipotenusa, medir 5 unidades, ya que 3 2 + 4 2 =5 2 ). La palabra geometra significa
medir la tierra , y los matemticos griegos contribuyeron a
convertir los problemas de agrimensura prctica en diagramas abstractos. Utilizando al principio las tcnicas ya conocidas por los nios babilonios de la Casa F, desarrollaron poco
a poco un conocimiento matemtico terico fascinante por s
mismo, aparte de su valor prctico.
Del mismo modo que los cientficos modernos, Pitgoras y
sus discpulos crean que la matemtica es la clave para la
comprensin del Universo. Sin embargo, tambin formaban
parte de una hermandad secreta que buscaba nmeros en todas partes y les asignaba significados ocultos. Los tringulos
con lados 3, 4 y 5 eran especialmente atractivos a causa de su
simplicidad numrica que, segn crean, llevaba implcito el
eco de la belleza csmica. Para los pitagricos, este enfoque
cuantitativo del Universo formaba parte de su bsqueda espiritual hacia la superacin personal, aunque tambi_n es una
caracterstica de la ciencia racional y capt la atencin de muchos tericos famosos como Newton y Galileo, que vean el
cosmos como un gran libro escrito por Dios en un idioma
matemtico de tringulos, crculos y otras forma geomtricas, una visin que dej sentir su influencia. La fe en el poder
de la ciencia matemtica no impide tener un sentimiento religioso.
Pitgoras afect en gran medida a la trayectoria de la ciencia, a pesar de que sus propias investigaciones se basaban en
la msica. Al parecer, efectu cuidadosas medidas para demostrar la existencia de relaciones numricas simples entre
los intervalos musicales, de modo que, por ejemplo, una cuerda determinada de un instrumento musical produce una nota
que est una octava por encima de la que genera una cuerda
con el doble de longitud. No obstante, la teora y la perfec43

:i
:

1 '

; ,!

,.

1'

. '

cin tenan para l una importancia superior a la de la realj dad cotidiana, y parece improbable que Pitgoras obtuviese
muchos de los resultados experimentales que se atribua. Con
su bsqueda de relaciones numricas msticas, los pitagricos
~xtendieron al Universo la terrenal matemtica de la msica,
mtentando establecer relaciones armnicas para las distancias entre planetas. Esta asociacin griega entre astronomfa y
aritmtica, entre msica y magia, segua siendo la dominante
en Europa en el siglo xvn.
En lo que se refiere a modelos cosmolgicos, los dos autores griegos ms importantes fueron Aristteles, discpulo de
Platn, que vivi durante la cumbre del poder de Atenas, y
Ptolomeo, que trabaj en la Alejandra helenstica (bajo soberana griega) casi medio milenio ms tarde. A diferencia de
otros muchos filsofos griegos, Aristteles y Ptolomeo dejaron una cantidad significativa de textos escritos con los que
los estudiosos medievales de toda Europa estaban perfectamente familiarizados. Se conoce muy poco sobre las vidas de
estos dos hombres, pero la influencia de sus visiones cosmo- lgicas fue tremenda.
Aristteles careca de paciencia para los nmeros especial_es y la matemtica csmica de sus predecesores pitagricos;
el .era un astrnomo terico que crea en el poder del pensamiento, no en la precisin de las observaciones. En todo caso
Aristteles no tena acceso a las medidas exhaustivas de lo~
babilonios. Rechazando los puntos de vista de unificacin
matemtica de Pitgoras y Platn, Aristteles dividi el Universo en dos zonas delimitadas, con propiedades notablemente distintas: la regin celestial y la esfera terrestre (tambin
llamada sublunar, del griego debajo de la Luna). El reino
de los cielos de Aristteles es estable y ordenado, y se compone de una misteriosa sustancia etrea a travs de la cual los
cuerpos celestes giran eternamente en crculos perfectos, que
(de algn modo) se mantienen en movimiento continuo por
obra de un agente inmvil externo. En contraste, el globo terrqueo se caracteriza por la corrupcin y la mortalidad los
objetos se mueven de forma natural hacia abajo o hacia ~rri44

3. Una versin cristianizada del cosmos de


Aristteles. Leonard Digges, A prognostication
everlasting of Right Goode ... Rules to judge Weather ... (1556).

FIG.

ba (como el humo que asciende o las piedras que caen) a menos que se las fuerce a cambiar de direccin de forma no natural.
La cosmologa aristotlica estaba esparcida en ss libros,
no presentada de forma unitaria y coherente; sin embargo, su
distincin entre los reinos terrestre y celeste domin las ideas
cientficas hasta bien entrado el siglo xvn, mucho despus de
que Coprnico situase el Sol en el centro del Universo. La
prolongada supervivencia del modelo de Aristteles sugiere
que era razonable y til. Parece obvio que nuestro mundo
permanece estacionario: si se dispara una flecha hacia arriba,
'sta baja y te atraviesa, porque tu cuerpo ha permanecido en
el mismo lugar, no ha girado. Adems, el cosmos de Aristteles era atractivo para los cristianos europeos, porque era muy
sencillo visualizar el agente inmvil como Dios. En la Figura 3
se muestra una modificacin del siglo XVI, en la que la zona
central de la Tierra est rodeada por las rbitas circulares de
los siete planetas, cada uno de ellos identificado por su nom45

br~ Y su smbolo. Ms aU de las estrellas fijas y el cielo cristah~w ~una posterior adicin teolgica), el ani11o ms exterior

i .

esta ettquetad_o c?mo T~e fyrst Mover (el primero que


mueve>>), un termmo comun para referirse a Dios.
. Esta versin intuitiva del Universo quedaba empaada por
siete transgres~res ~elestiales: los siete planetas, que se mueven a u~a ve~o~Idad Inconstante por el cielo y cuyo brillo varia,
como stlo luciese su distancia desde la superficie de la Tierra.
Lo que es peor: salvo el Sol y la Luna, peridicamente parecen
d~tenerse Y moverse hacia atrs antes de reanudar su movimiento normal. Para los astrnomos, este movimiento retrgrado era desconcert~nte, ya que estaban convencidos de que
el Sol Ylos planetas giraban alrededor de la Tierra en crculos
pe~fectos. Si se asume que el Sol se encuentra en el centro del
Umverso y que las rbitas son elpticas, es muy fcil aveguar
la ~azn de ~stos s~ngulares.efectos. Pero lo que ahora parece
evid~nte salta ser mconcebible. Durante siglos, la sola sugerencia de un _comport~miento parecido se rechazaba, porque
se contradecia con el Ideal de una rotacin circular perfecta
alrededor de una Tierra fija.
La solucin de Aristteles al problema de los planetas era
extraordinariamente farragosa, porque estaba convencido de
~ue los planetas se desplazaban con velocidad uniforme. Su
Sistema completo incorporaba cincuenta y cinco esferas concntricas invisibles, girando alrededor de la Tierra de diversas
formas. _El Age~te Inmvil provoca el movimiento perpetuo
de la mas extenor de las esferas, y el movimiento de sta se
transmite hacia dentro. Cada uno de los siete planetas es
transportado por una de las esferas, y -con la excepn de
la Luna- est~ acom~aado de otras diversas esferas para
compensar la mfluencta de las otras. No deja de ser irnico
que uno de los discpulos de Aristteles contribuyese al abandono de este complejo modelo. Durante una visita a Macedonia, ~r~s-tteles ejerci de maestro del prncipe que acabara
~onvt~tiendose en Alejandro Magno. Con la expansin de!
Imper~o de Alejandro hacia el este, los astrnomos geomtricos gnegos se tropezaron con el colosal legado de las observa-

ciones de los babilonios, y no tuvieron ms remedio que reconocer que, por muy sugerente que fuese la idea de las esferas
de Aristteles, era necesario modificarla. Esta influencia mesopotmica transform la cosmologa griega, ya que, por primera vez, la elegante geometra pudo sacar provecho de datos
meticulosos para ofrecer esquemas cuantitativos de notable
exactitud.
Sin embargo, el concepto del movimiento circular estaba
demasiado arraigado como para que se pensase en renunciar
a l. Lo que hicieron los matemticos de la poca helenstica
fue retocar sus esquemas. El siguiente de los textos clave que
sobrevivieron haba sido escrito por Ptolomeo, una enigmtica figura de biografa exigua e incierta. Lo ms probable es
que pasase casi toda su vida en Alejandra, la ciudad egipcia
fundada por Alejandro Magno, donde mu~i aproximadamente en 170 d. C. Los artistas medievales suelen representar
a Ptolomeo con una corona, porque lo confundan con los
Ptolomeos, que haban goberndo en Egipto varios siglos antes. Ptolomeo fue un experto propagandista de s mismo y,
aunque se apoy sobre sus predecesores, los present como
superados y logr forjar su propia identidad como el hroe
que transform el torpe y pesado modelo de Aristteles.
Ptolomeo estableci su domino de la astronoma-posterior
a causa de que su enorme compendio de conocimientos se
transmiti en primer lugar al imperio islmico, para luego
llegar a Europa. El texto, que se suele conocer por su nombre
rabe de Almagesto (La gran coleccin), contiene un detallado catlogo de ms de un millar de estrellas, as como tablas
numricas y diagramas geomtricos para el clculo de los movimientos futuros de los siete planetas. Apoyndose en los siglos de teora de Grecia y de observaciones de Babilonia, Ptolomeo construy modelos geomtricos para predecir el
comportamiento de los planetas. Para ello tuvo que sacrificar
uno de los principios ms preciados de Aristteles, el movimiento uniforme: aunque los planetas de Ptolomeo se movan
en crculos, sus velocidades eran variables.

47

, .,

'

.!.-

5. Disco mvil que


ilustra la teora de los epiciclos de Ptolomeo para
el planeta Jpiter. Petrus
Apianus, Astronomicon
Caesareum (1540).

FIG .

4. Una esfera armilar, probablemente del siglo XIV; el soporte de madera es posterior.
FIG.

f. .

r:

Ptolomeo describa tambin los instrumento~ que utilizaba


para la observacin del firmamento, que influyeron en las
prcticas posteriores. Estaba especialmente orgulloso de su
esfera armilar, cuya estructura bsica se mantuvo sin variacin durante siglos. En la Figura 4 se muestra una versin de
mano europea montada en un soporte de madera. Como hizo
con algunas de sus teoras, Ptolomeo afirmaba ser el inventor
de la esfera armilar, pero lo ms probable es que se tratase de
una herencia. Los grandes anillos calibrados (o armillae) representan coordenadas celestes imaginarias que rodean a la
Tierra, situada en posicin central, de modo que el instrumento se poda utilizar como modelo del cosmos y como dis-

positivo para medirlo (este ejemplo en particular era demasiado pequeo y tosco para obtener medidas precisas). Segn
Ptolomeo, su principal ventaja consista en que poda medir
directamente las coordenadas celestes de una estrella (es decir, su latitud y longitud celestes) sin necesidad de efectuar los
pesados clculos. Mucho tiempo despus de que todos creyesen ya que el Sol se hallaba en el centro del sistema planetario,
los navegantes seguan utilizando la astronoma de Ptolomeo,
ya que, diga lo que diga la ciencia, para efectuar clculos en
mitad del ocano, es ms simple imaginar que el Sol gira alrededor de la Tierra.
Ptolomeo estaba decidido a ofrecer predicciones fiables
que se correspondiesen con sus mediciones y explicasen por
qu algunos planetas parecen moverse hacia atrs. Aunque
logr conservar los crculos, tuvo que renunciar a la simplicidad, y los diagramas de su modelo estn repletos de complejidades geomtricas. Su principal innovacin fue la de sugerir
que cada planeta se mueve en un pequeo crculo cuyo centro
49

/;
i

' 1

!
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imaginario gira describiendo un crculo mayor alrededor de


la Tierra. Aunque el esquema de Ptolomeo puede parecer algo
abstruso, sigui siendo importante porque trataba de hacer
cuadrar las observaciones reales y los compromisos filosficos y teolgicos con el movimiento circular. En la Figura 5 se
muestra un dispositivo didctico que aparece en un famoso
texto astronmico del siglo XVI. No es un diagrama, sino un
modelo de papel en el que se utilizan cordeles para hacer girar
discos de colores que explican el movimiento del planeta J piter. A medida que Jpiter gira siguiendo el pequeo crculo
de la parte superior (denominado epiciclo), produce un movimiento en bucle a medida que el crculo pequeo se mueve a
lo largo del permetro del crculo mayor (etiquetado aqu
como Deferens Jovis, deferente de Jpiter}. Con una visin
adecuada, es posible hacer corresponder el movimiento en
bucle con el movimiento hacia atrs y hacia delante que Jpiter describe en el cielo.
El orden en el que Ptolomeo situ los planetas sigui tambin vigente durante muchos siglos, aunque, hasta cierto punto, se trataba de un orden arbitrario (Figura 3). Ms all de
los planetas se hallaban las estrellas fijas, que telogos posteriores dividieron en bandas. Junto a ellas situ Ptolomeo a
Saturno, Jpiter y Marte, los tres planetas cuyo comportamiento pareca ms prximo al de las estrellas. Como, de algn modo, Venus, Mercurio y la Luna' parecan vinculados a
la Tierra, les asign las rbitas ms interiores. Para crear un
Universo agradablemente simtrico, Ptolomeo situ al Sol (el
nico planeta sin epiciclos) entre estos dos grupos: los estudiosos del Medievo comparaban el Sol con un rey aco~ppaa
do por tres cortesanos planetarios en cada lado.
Ptolomeo era una figura compleja que, como el dios Jano,
miraba tanto hacia delante como hacia atrs. Al futuro dej
como legado las influencias astrolgicas y las esferas celestes
que haba heredado del pasado, pero -del mismo modo que
los astrnomos modernos- hacan hincapi en la precisin
de los clculos geomtricos. Igual que algunos de sus predecesores babilonios y griegos, Ptolomeo crea en un cosmos holls50

tico, que integraba a lo$ seres humanos con los cielos. Para
los astrnomos, el trazado de los movimientos de los planetas
no era un simple ejercicio intelectual; su intencin era descubrir cmo influan en las personas. Despus de todo, es obvio
que el cambio de posi<:in del Sol afecta a la vida en la Tierra;
entonces por qu no haba de suceder lo mismo con los otros
seis planetas? En la astrologa ptolemaica, las distintas partes
del cuerpo estn relacionadas con planetas y signos del zodaco especficos, y el estudio de las estrellas sigui siendo importante para los mdicos islmicos y europeos. En esta medicina
cosmolgica, las siete edades del hombre se cwrresponden con
los siete planetas -o, como explicaba William Shakespeare
en Como gustis-, la Luna representa la criatura hipando y
vomitando>>, mientras que Saturno es la segunda niez y el
olvido total.

Captulo 5
Vida
Vasta cadena del ser!, de donde Dios empez, naturalezas etreas, humanas, ngel, hombre, bestia, pjaro, pez,.
insecto, lo que el ojo no ve, ningn cristal puede alcanzar,
del infinito a ti, de ti a la nada.
Alexander Pope, Essay on Man (1733-.1734)

]uro por Apolo el Mdico y Esculapio y por Hygeia y


Panacea y por todos los dioses y diosas ... Aunque han
transcurrido ms de dos milenios desde su muerte, Hipcrates sigue siendo clebre por su juramento de buena prctica
mdica. Sin embargo, Hipcrates se ha convertido en un hroe tan mitolgicb como real. Aunque se sigue citando su
nombre en los debates sobre eutanasia y aborto, muchas de
las frases a l atribuidas (incluido su juramento) fueron escritas por sus discpulos. Hipcrates no estaba slo en lateraputica griega; era uno de los numerosos mdicos que recomendaban una amplia variedad de tratamientos; e, igual
que otros supuestos fundadores, hered una serie de conocimientos.
Hipcrates fund su escuela mdica en la isla griega de
Cos, en la misma poca en que Scrates atraa a los discpulos
de su filosofa en Atenas. Los mdicos carecan de cualificacin formal alguna, de manera que, para atraer a alumnos
que pagasen por su formacin, los hipocrticos utilizaban
tcticas de promocin, afirmando que ellos eran los nicos
expertos en medicina y descalificando a sus predecesores
como simples magos. Esta costumbre de ocultar su deuda con
52

sus antepasados contrib!Jy a que los sucesores de Hipcrates


lo convirtieran en el simblico padre de la medicina.
Es justo reconocer a los hipocrticos su fama de exigir detallados informes de los casos, que les llev a poseer un colos~l
depsito de experiencia prctica que les permita predecir el
curso de una enfermedad, aunque no comprendiesen las razones. Esta prctica tan razonable haca que pareciesen tener el
control de todo, cuando, en realidad, apenas podan pasar de
ayudar a que sus pacientes muriesen de la forma ms cmoda
posible. Sin embargo, a pesar de que posean escasas curas
eficaces, los hipocrticos insistan en la importancia de conservar la salud. A diferencia de los mdicos actuales, sus teoras
se basaban en las constituciones particulares de las personas,
no en enfermedades universales. Ofrecan consejos personalizados para mantener en forma el cuerpo y la mente, enseando a las personas a que mantuviesen sus fluidos esenciales
-sus humores internos- en su estado de equilibrio natural.
Este enfoque en el bienestar personal del paciente segua
siendo prevalen te en la Europa del siglo XVIII . A falta de drogas eficaces, la medicina hipocrtica aliviaba la sensacin de
desamparo ante la enfermedad mediante la estrategia de poner a las personas a cargo de su propia salud como _medida
preventiva. Los enfermos (y tambin los hipocondracos) podan encargarse de vigilar su propia salud mediante el anlisis
diario de las variaciones de sus sntomas y actuando para restablecer su equilibrio normal. Los pacientes estaban satisfechos de que los tratasen como personas individuales, y los mdicos experimentados podan cobrar tarifas altas a los clientes
ms adinerados, que exigan una constante atencin personal. El principio central hipocrtico -de forma intrnseca,
los cuerpos se curan a s mismos y buscan el equilibrio- ofreca tambin un atractivo filosfico, ya que sugera que el Universo haba sido diseado de forma voluntaria en lugar de
surgir por azar.
Entre los Siete Sabios de la antigua Grecia, slo uno de
ellos tuvo una influencia significativa en las ciencias de la
vida: Aristteles, que vivi un siglo ms tarde que Hipcra-

53

.;

'

tes. Hacia el final de su carrera, Aristteles se rebel contra el


punto de vista convencional de que los filsofos no deban
examinar el mundo real. Adems del estudio de cuestiones
medioambientales como los modelos meteorolgicos y la actividad ssmica, se ensuci -literalmente-las manos con el
estudio de plantas y animales. Aunque cometi algunos errores notables (por ejemplo, no se le daba bien contar dientes o
costillas), Aristteles llev a cabo sus propias disecciones e
hizo hincapi en la importancia de que las teoras se ajustasen
a los hechos y no al revs. Con minucioso detalle, Aristteles
recopil observaciones sobre un~ inmensa variedad de seres
vivos, incluidos los seres humanos.
A diferencia de los libros de texto actuales, su compendio
de comportamiento animal mezclaba el folklore y la teora
mdica con los hechos puros. Aristteles aseguraba a sus lectores que las ovejas pariran corderos negros si beban del ro
incorrecto; por otro lado, su informe antiintuitivo de que el
pez cazn o pintarroja posee tero fue finalmente comprobado en 1842. Como no poda ser de otro modo, las obsesiones
tericas de Aristteles afectaban a las observaciones que llevaba a cabo, e intent unificar la creacin mediante la seleccin de caractersticas comunes en criaturas aparentemente
distintas. Su compromiso ideolgico con un universo perfecto
Ysin. fisura~ le condujo a la bsqueda de continuidad en lugar
de dtferenctas. Le fascinaban las criaturas anfibias como las
focas, que parecan constituir un eslabn entre los animales
terrestres y acuticos, y por los murcilagos, que vuelan como
las aves pese a carecer de plumas. Tambin intent establecer
una ley general del envejecimiento, que relacionaba el crecimiento del pelo, las pezuas y los picos de distintos seres.
El catlogo de la naturaleza elaborado por Aristteles fue
e~tremadamente popular en Europa, porque inclua descripct~nes detall~das de las actividades sexuales, y versiones apcnfas postenores como la Obra Maestra de Aristteles se
convirti en una de las lecturas clandestinas ms habituales.
Su punto de vista sobre la biologa sobrevivi tambin en un
nivel ms terico, a causa de su nfasis en los cambios peque54

os, graduales, entre organismos. En la versin cristianizada


del modelo aristotlico~ una cadena continua de cambios se
extiende desde el ms pequeo de los organismos hasta la
cima de la vida, el ser humano, y ms all, hacia los ngeles y
hasta Dios. A finales del siglo XVII, el filsofo John Locke
ofreci una explicacin de este concepto:
Que en todo el Mundo corpreo y visible no vemos Abismos
ni Brechas. Partiendo de nosotros, el descenso se hace a pasos
suaves, y una serie continua de Cosas, que en cada etapa difieren muy poco una de otra ... y los reinos Vegetal y Animal estn
tan prximos que, si se toma lo ms bajo de uno y lo ms alto de
otro, apenas se percibir diferencia entre ellos. 3
El conocimiento de los mdicos griegos sobre el exterior
del cuerpo era mucho mayor que sobre su interior. Sin la anestesia, la ciruga interna era excesivamente dolorosa, y la diseccin de cadveres se consideraba no slo inmoral, sino escasamente til: cmo iba a ayudar el examen de un cuerpo
muerto en el tratamiento de uno vivo? Pero haba numerosos
heridos en combate a los que tratar, y los ejrcitos victoriosos
estaban en deuda con sus mdicos hipocrticos, que aprendieron de la experiencia la forma de reparar fracturas; de vendar heridas y de amputar miembros daados en un tiempo
rcord. Durante el siglo 11 d. C., uno de estos cirujanos, de
nombre Galeno, trataba tanto a los gladiadores como a los
soldados de Roma, y sus ideas acerca de la anatoma dominaran Europa hasta bien entrado el siglo XVI. Galeno transmiti tambin a Europa su propia versin de las teoras hipocrticas que llevaban medio milenio circulando y sufriendo
modificaciones.
Los mdicos galnicos aprendan que el cuerpo humano
est dominado por cuatro fluidos o humores especiales: sangre, bilis amarilla, flema y bilis negra (utilizo la cursiva para
distinguirlos de las sustancias reales con el mismo nombre).
Cada humor posee su propia funcin: la sangre es la fuente de
la vitalidad; la bilis amarilla ayuda en la digestin; la flema es
55

-~rro

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1
1
1

un refrigerante que aumenta durante las fiebres, y la biJis negra oscurece la sangre y otras secreciones. Aparte de afectar a
la naturaleza fsica de las personas, los humores influyen sobre el comportamiento psicolgico, de modo que cada perso~a s_e caracteriza por un temperamento que depende del equihbno de sus humores internos. Por ejemplo, una persona
delga~a y cetrina posee un exceso de bilis amarilla y una personalidad hosca y mezquina. Por el contrario, las personas
gr_uesas, plidas y vagas estn afectadas de exceso de flema,
mtentras que el melanclico Malvolio de Shakespeare responde a un estereotipo de bilis negra.
Segn Galeno, para comprender la anatoma era necesario
estudiar cuerpos, no libros. Su razonamiento era que los mdicos necesitan conocimientos anatmicos precisos para tratar las heridas y amputaciones de guerra, de modo que (a pesar de las protestas morales y los problemas prcticos) Galeno
insista en realizar experimentos para refutar las ideas obsoletas. A veces lograba sortear los tabes sociales contra la diseccin de cadveres humanos mediante el examen de los
muertos en batalla picoteados por las aves, pero sobre todo
sola trabajar con cerdos y monos. En la actualidad, las investigaciones de Galeno estaran prohibidas, ya que no tena reparo alguno en trabajar con animales vivos atados con cuerdas. Galeno sonde corazones palpitantes, lig urteres para
demostrar el funcionamiento de vejigas y riones y cort mdulas espi~ales para investigar qu partes del cuerpo quedaban paralizadas. La hemorragia es el principal estorbo en
una operacin , 4 observ antes de ofrecer inestimables consejos sobre la forma de enfrentarse a los chorros de sangre.
Durante casi cuatrocientos aos, los filsofos haban sostenido
que las arterias contienen aire; Galeno demostr que estaban
equivocados, ligando una arteria en dos puntos y haciendo
un corte entre ellos. Algo obvio, pero slo si te enfrentas con la
sangre a diario y ests decidido a salvar vidas, no a reflexionar
sobre su sentido.
Es irnico que este cirujano, que hizo hincapi en la importancia de la observacin personal, ayudase a perpetuar erro-

res que se mantuvieron ~urante siglos, consagrados en forma


de doctrina que nadie osaba desafiar. En ausencia de cadveres humanos, Galeno eligi la opcin ms prxima: examinar
macacos de Berbera (monas de Gibraltar). La eleccin era
sensata pero, durante ms de mil aos, los mdicos creyeron
equivocadamente que, en el corazn humano, la sangre flua
a travs de pequeos orificios, como lo hace en el corazn de
estos primates. Otra de las caractersticas sorprendentes de la
fisiologa de Galeno es la ausencia de sistema circulatorio.
Segn su modelo, la sangre se fabrica de forma continua en el
hgado y en las venas y se consume en el resto de rganos y
miembros del cuerpo. Galeno lleg a esta conclusin no slo
porque el sentido comn le deca que la sangre oscura y la
brillante deban fluir en dos sistemas independientes, sino
tambin por Sl:J compromiso conceptual de asociar el cerebro,
el corazn y el hgado con tres aspectos distintos del alma.
Pese a ser un brillante diseccionador que prefera blandir
su escalpelo antes que creer en las opiniones de otros, Galeno,
como muchos otros innovadores, sufra la presin de las ideas
anteriores. Este mismo problema afect a Andreas Vesalius,
el anatomista del Renacimiento que adopt la estrategia de
Galeno, hacer observaciones de primera mano, y que_debe su
fama a sus realistas dibujos del cuerpo. Aunque Veslius sac
a la luz muchos de los errores de Galeno, decidi que los orificios en el corazn deban existir, pero Dios los haba hecho
demasiado pequeos como para poder verlos.

57

Captulo 6
Materia
Ojal los hombres recobrasen su equilibrio entre Jos
elementos
Y fuesen ms ardientes, e incapaces de mentir
como lo es el fuego.

Quisiera que fuesen fieles a sus propios cambios, como Jo


es el agua,
que pasa por todas las fases de vapor, corriente y hielo
sin perder la cabeza.
D. H. Lawrence, E!emental (1929)

E~ la Europ~ del siglo xvn, la antigua Grecia segua siendo


el !'~Is de los her~es. Muchos eruditos consideraban el mundo
clas.Ico como la cima de la civilizacin, y pensaban que no era
posible superar sus logros. Los filsofos griegos ya haban elabor_ado las nicas dos visiones posibles de la materia en aquella epoca_ -ant~s de que !a fsica ~untica lo complicase todo,
la m_atena _debia se~ o bien contmua o bien constituida por
particulas mdependtentes separadas por espacios-. Por supuesto, existan numerosas variaciones posibles sobre ambos
temas, pero ninguna de ellas era totalmente satisfactoria. Esto
provoc un enfrentamiento entre ambos bandos, dotado cada
uno de ellos_ de un campen clsico principal. En uno de los
bandos_ se ~!meaban los seguidores de Aristteles, que crea en
la_ contmmdad y que enseaba que todo lo que exista en la
Tie:~a era un~ mezcla de cuatro elementos bsicos. Estos aristoteltc?s tardi~s, ~ue pronto seran derrotados, perpetuaban
creencias academicas que haban sido dominantes en Europa

durante siglos. Sus opon~ntes, jvenes advenedizos como Isaac


Newton, no tenan reparo alguno en arremeter contra estos
enfoques tradicionales. Sostenan que la materia est constituida de tomos discretos, y adoptaron como figura simblica
a Epicuro, uno de los mayores crticos de Aristteles.
Aristteles y Epicuro llegaron a simbolizar dos puntos de
vista esencialmente opuestos acerca de la composicin del
Universo. Los primeros griegos apostaban por la continuidad,
e imaginaban un Universo formado por unas cuantas materias
primas esenciales, que cambiaban y se combinaban entre s
para formar las distintas sustancias; igual que las semillas se
convierten en rboles, tambin se oxida el hierro, el agua se
solidifica para convertirse en hielo y las personas nos pudrimos y nos convertimos en polvo. En este tipo de cosmos atestado, la luz y el calor pueden concebirse como vibraciones en
una especie de jalea atmosfrica invisible o como fluidos extremadamente sutiles que fluyen como lquidos sin masa.
Como sealaban sus crticos, no es fcil interpretar estos conceptos tan abstractos en el mundo real. Para los atomistas, en
cambio, las unidades bsicas son partculas minsculas e indivisibles. Estas partculas, rebotan en el espacio vaco (en casi
todas las versiones) sin sufrir cambios, chocando par~ combinarse de distintos modos y formar as diferentes materiales.
Los corpsculos del hierro y el agua se combinan para formar
orn de hierro, las partculas de agua se apretujan entre s para
formar hielo y la luz se parece a una corriente de proyectiles.
Aristteles abogaba por la continuidad, tanto en el reino
fsico como en el de los seres vivos. Su fe en la escalera de la
vida, con sus infinitesimales escalones entre seres similares, se
ajustaba a su conviccin de que el espacio vaco no exista en
ningn lugar (una de sus frases ms conocidas era La Naturaleza aborrece el vaco). Aunque los sistemas atmicos ya
haban sido apuntados por algunos filsofos griegos anteriores a l, Aristteles los rechazaba y de forma deliberada regresaba a modelos desarrollados por los hipocrticos. Su modelo
puede parecer crptico, pero fue el que domin el pensamiento musulmn y cristiano durante siglos.
59

: :1 .

,,.'

Aristteles crea que el mundo se poda caracterizar mediante cuatro cualidades imaginarias ideales (en cursiva): caliente, fro, seco y hmedo, que todas las entidades poseen en
distintas proporciones. En ciertas sustancias, las cualidades
aristotlicas estn claramente ligadas a sus propiedades fsicas. La leche, por ejemplo, es sobre todo fra y hmeda, mientras que la llama de una vela es seca y caliente. Otras descripciones son mucho menos intuitivas. Segn el sistema aristotlico,
el cuerpo fro y hmedo de la mujer hace que sea temperamental e incapaz de llevar a cabo los procesos de pensamiento
racionales del cerebro masculino, seco y clido. En consecuencia, en el cosmos holstico de correspondencias desarrollado por los sucesores de Aristteles, los planetas masculinos
(como Marte y el Sol) son calientes y ridos, mientras que
Venus y la Luna, astros femeninos, son fros y hmedos.
Para satisfacer su afn de orden, Aristteles complementaba estas cuatro cualidades con cuatro elementos terrestres
idealizados -tierra, agua, aire y fuego- que, combinados
entre s, formaban la totalidad de los materiales que se hallan
en la Tierra. Estas cualidades y elementos se ajustan entre s en
un ordenado esquema que se ilustra de modo esquemtico
en la Figura 6. La simetra domina: los elementos contrarios
ocupan posiciones opuestas, y cada elemento comprende dos
cualidades contrastadas. As, en la parte superior, el fuego est
flanqueado por caliente y seco, y est situado frente al agua,
con sus cualidades de fra y hmeda. A su vez, la tierra es fra
y seca, mientras que el aire es clido y hmedo.
Aunque los elementos ideales de Aristteles no existen en
forma pura, s ofrecan tiles hiptesis para concebir la materia del mundo real. Unos elementos aristotlicos se pueden
transformar en otros modificando sus cualidades. Si se calienta el agua, fra y hmeda, se ahuyenta el fro para producir
aire, caliente y hmedo; esto parece un modelo razonable de
lo que sucede cuando se calienta agua para producir vapor.
De forma parecida, parece bastante sensato e intuitivo pensar
que los metales son bastante terrenales, o que la madera que
se quema est llena de fuego. La constitucin elemental de
6o

FUEGO

AIRE

TIERRA

AGUA

frG. 6. Versin cristianizada de los elementos y cualidades de Aristteles.

una sustancia ayuda a describir su comportamiento. El aire y


el fuego aristotlicos tienden de forma inherente a moverse
hacia arriba, mientras que la tierra y el agua fluyen de modo
natural hacia abajo. En el cosmos cristianizado de la Figura 3,
estos elementos sublunares estn simbolizados por la_rierra y
el mar interiores del globo central, rodeado por anillos exteriores de nubes y llamas.
Mi primer pensamiento al contemplar este diagrama es
Dnde estn las pruebas?. Los eruditos griegos se hacan
otro tipo de preguntas. En su condicin de filsofos, no les
preocupaba tanto la justificacin emprica como la respuesta
a los problemas fundamentales de la creacin: Por qu el
Universo es estable? o Cmo surgi este Universo del estado catico inicial?. Para Aristteles, pasar por alto unas
cuantas contradicciones no tena importancia comparado con
establecer las razones bsicas de la existencia de un mundo
coherente. Aristteles insista sobre todo en que deba haber
un motivo de peso subyacente que explicase por qu el mundo era como era. Para hallar el significado del Universo y de
su propia vida, adopt un punto de vista teleolgico que se

6I

l l

:~- i
.

1: .

basaba en la fe en que la creacin deba tener un propsito o


meta (el telos griego). En los ojos hallamos un ejemplo simple
de ello: si eres telelogo, entonces crees que los animales tienen ojos porque necesitan ver; si no lo eres, tu razonamiento
es que los animales ven porque resulta que tienen ojos.
Toda la filosofa de Aristteles est imbuida de una actitud
finalista. Para l, la naturaleza posee la propiedad intrnseca
de desarrollar orden. Es por eso por lo que sus cuatro elementos se mueven de forma natural hacia sus posiciones naturales, como parte de una tendencia general para establecer un
cosmos estable y sistemtico. Esta determinacin del aristotelismo lo hizo especialmente atractivo a los cristianos, cuyo.
Dios es responsable de un universo que tambin posee una
finalidad. La teleologa ha seguido siendo un tema central en
los debates cientficos, en especial en aquellos sobre evolucin, donde toma la forma del argumento del diseo. Si se
presupone un creador inteligente, uno se halla en una posicin muy cmoda para explicar el Universo en su conjunto
como parte de un grandioso plan (aunque la existencia del
sufrimiento es algo problemtica). Por otro lado, si se lleva el
argumento demasiado lejos, se corre el riesgo de caer en el
fatalismo: el esfuerzo y la iniciativa personales no parecen
tener demasiado sentido si Dios ya lo ha planificado todo
para obtener el mejor resultado.
Epicuro es un antitelelogo especialmente clebre, que disenta de Aristteles en casi todos los aspectos esenciales
-aunque s compartan la imprecisin sobre la relacin entre
sus visiones tericas y la realidad visible y tangible-. Epicuro, que lleg a Atenas quince aos despus de la muerte de
Aristteles, fund una escuela de pensamiento completamente distinta, que prosper alrededor del 300 a. C. La seguridad
que ofreca el diseo y la estabilidad aristotlicas no iban con
l: para Epicuro, el azar es la llave del cosmos. Su razonamiento es que nuestro Universo es slo uno de muchos, y que
surgi de las colisiones aleatorias de tomos que recorran un
colosal vaco y, ocasionalmente, se desviaban y chocaban entre s. Estos tomos indivisibles se combinan de diversos mo62

dos para formar trozos 9e materia con caractersticas distintas, como calor o color.
.
,
.
Igual que otros filsofos griegos, Ep~curo t~ato de ech~sar
a sus predecesores negando su relevancta. L,:ts t~e.as de Ep~cuse basan en las de Demcrito, que habta vtvtdo un stglo
:~tes y al que ahora se conoce como padre del atomis~?;
Apenas ha llegado a nuestros das nada. de lo que es~nbw
Demcrito, de forma que debemos deduc1r sus pen.samtentos
sobre los tomos a partir de interpretaciones postenores (Karl
Marx eligi este desafo para su tesis doctoral). Puesto que
los .comentaristas griegos estaban influenciados por sus ~ro
pas prioridades, sus informes no ~~an en modo alguno ~~
parciales. Entre ellos se hallaban cnttcos sesgad_os co~o Anstteles y sus sucesores que, como Epicuro, quenan de}ar clara
su originalidad. Sin embargo, alguno~ fragm~nt?s SI han sobrevivido; estas son palabras del prop1o Democnto:
Por convencin hay color, hay lo dulce y hay lo amargo,
5
pero, en realidad, slo hay tomos y espacio.
Demcrito quera decir aqu que el Unive:so est~ c~n.s~itui
do de un nmero infinito de pequeas parnculas md1v1S1bles
que se mueven constantemente a _travs de un es~ac~o vac?
igualmente infinito. Cuando los atamos de Democnto colisionan, algunos de ellos rebotan, mientra,s que otros se unen
entre s para formar compuestos. Estos ato~os nun~a .cambian, aunque tienen formas, tamaos y prop1edades dtstmtas:
por ejemplo, los tomos delgados y angulosos producen un
sabor cido, mientras que los redondeados producen el sabor
dulce.
Es una bonita teora ... hasta que llega el momento de probarla. Aun en el caso de ser capaz de aislar un tomo, cmo
se puede estar seguro de que es indivisible? Pueden ser ~~s
tomos individuales lo suficientemente grandes para ser VISIbles? Y no es arbitrario pensar que los tomos agudos generan u~ sabor spero? Epicuro modific las antiguas teoras de
Demcrito para enfrentarse a los problemas ms obvios, pero

pas por alto otras dificultades porque estaba ms interesado en la tica que en la fsica. Su credo principal era que los
individuos deban liberarse de la preocupacin; al fin y al
cabo, todo depende del azar, as que no tiene mucho sentido
esforzarse por alcanzar la perfeccin. Con esta perspectiva
vital, no es sorprendente que Epicuro no dedicase demasiado
tiempo a refinar una teora indemostrable.
Los modelos fsicos basados en el atomismo y en la continuidad estaban ntimamente relacionados con posturas morales, as que la eleccin de uno u otro no se fundamentaba
nicamente en la razn o en las pruebas. Muchos griegos se
sentan intimidados por la cosmologa de Epicuro, ya que carece de la visin tranquilizadora de un mundo diseado con
un propsito subyacente, como el de albergar a los seres humanos. El epicuresmo socavaba tambin las reflexiones de
Platn y Aristteles acerca de que el principal objetivo del
hombre deba ser llevar una vida virtuosa. Estas dos objeciones ticas seguan pareciendo de vital importancia dos mil
aos ms tarde, cuando los protestantes del siglo XVJI decidieron que, aunque el atomismo de Epicuro era razonable,
sus implicaciones suponan un verdadero laberinto moral.
Aunque, en la actualidad, el atomismo pueda parecer obvio,
la continuidad de Aristteles fue la idea dominante durante
siglos, protegida por un envoltorio filosfico que casaba bien
con las creencias cristianas.

Captulo 7
Tecnologa
Quin construy Tebas, la de las siete puertas?
En los libros se mencionan los nombn\s de los reyes.
Acaso los reyes acarrearon las piedras? ...
Adnde fueron sus constructores la noche que terminaron
la Muralla China?
Bertolt Bre~ht, Preguntas de un obrero que lee (1935)

Eureka!, exclam Arqumedes mientras saltaba de su


baera y sala corriendo (an empapado?) por las calles para
anunciar que haba resuelto el problema de la cantidad de oro
en la corona del rey. Un relato inverosmil, pero que se ha
convertido en un clsico de la inspiracin del genio ci~ntfico.
Arqumedes es tambin clebre por sus inventos, algunos de
los cuales de un xito sospechoso, como el espejo gigante con
el que supuestamente prendi fuego a los barcos romanos, o el
tornillo que quiz (o quiz no) podra haber inventado para
elevar agua de un nivel a otro.
Entonces, se ha convertido a Arqumedes en un hroe mitolgico de la ciencia o de la tecnologa? Y cul de ellas es
ms importante? Ocupa el primer lugar la teora en el laboratorio o el invento en la fbrica? Una forma de apreciar las relaciones entre la ciencia y la tecnologa es fijarse en las palabras. Cuando en el siglo XVIII se estaba redactando el primer
diccionario de la lengua inglesa, su compilador, Samuel Johnson, declaraba que su principal motivacin era embalsamar
este idioma y protegerlo de la corrupcin y la desintegracin.6 Igual que los actuales puristas europeos que se lamen-

'!!1111 ' '''~!';!! .

r ....-.
;..-

tan de la americanizacin, Johnson intent (sin conseguirlo)


petrificar el idioma ingls y conservarlo para siempre en la
forma de la clase alta. Finalmente (otra vez de forma similar a
los modernos conservacionistas del idioma), Johnsori no tuvo
ms remedio que reconocer que el cambio no es necesariamente malo. En la poca en que dio por concluido su diccionario, Johnson haba reconocido que los nuevos inventos y las
nuevas actividades exigen palabras nuevas para describirlos.
En la prctica, el vocabulario importado o inventado es
menos confuso que las palabras antiguas que tienen el mismo
aspecto durante siglos y modifican gradualmente su significado. Uno de los ms tramposos de entre estos resbaladizos trminos es ciencia. Aunque sus races se hallan en la cultura
clsica (la palabra latina scientia, que significa conocimiento),
nijohnson ni, desde luego, los romanos, podan haber utilizado la palabra ciencia en ningn sentido similar al moderno.
Incluso la ms reciente tecnologa presenta problemas.
Acuada en el siglo xrx, su origen es la palabra griega techne,
que se refiere al conocimiento obtenido a travs del trabajo
prctico. Pero la palabra techne se origin mucho antes de la
existencia de la industria pesada, de modo que en realidad se
refera a la pericia manual, no a la eficiencia mecnica; en
consecuencia, el concepto tecnologa sola estar mucho ms
prximo a las artes de lo que lo est en la actualidad.
Ambas palabras (ciencia y tecnologa) han absorbido
diversas distinciones sociales, aparte de las disciplinares.
Ciencia sola significar algo ms prximo a los conocimientos aprendidos que los eruditos obtienen de los libros; en
la poca de Johnson era razonable hablar de la <(ciencia del
lenguaje o de la ciencia de la tica. Es decir, el conocimiento cientfico estaba limitado a las personas -sobre todo
hombres- ricas y con formacin. Su condescendiente actitud
hacia los trabajadores manuales se extendi hasta la era victoriana, en la que los cientficos miraban por encima del hombro a los ingenieros que trabajaban con las manos y ganaban
dinero con sus inventos. De forma similar, los privilegiados
filsofos griegos daban un sentido peyorativo a la palabra
66

techne al asociar la dest~eza manual con la necesidad de ganarse la vida. Escultores, artistas y artesanos reciban un pago
por sus habilidades ~sicas y ?o disfrutaban del estatus que
adquirieron mucho uempo mas tarde, en la Europa del Renacimiento.
Arqumedes no era ni cientfico ni tecnlogo, ya que ninguno de ellos exista durante sus das, en la Sicilia del siglo m
a. C. Arqumedes era ms bien algo parecido a un estereotipo
moderno: el filsofo de sof. El entorno social y acadmico
de la antigua Grecia era enormemente distinto del que disfrutamos en la actualidad. En un sentido amplio, dos fueron los
sectores de la sociedad griega que influyeron en lo que ms
adelante se llamara ciencia. Slo se han hecho clebres las
personas que pertenecan al ms reducido de los grupos, esto
es, el de los filsofos adinerados que reflexionaban con profundidad acerca del Universo y sus ocupantes, pero que pensaban que la investigacin experimental era irrelevante, aparte de estar por debajo de su categora.
En contraste, las numerossimas personas de rdenes sociales inferiores han sido, en general, olvidadas, aunque fue. ron tambin esenciales para el desarrollo de la futura ciencia.
La ciencia es un asunto prctico tanto como terico: ~mnque
los modelos abstractos son importantes, necesitan comprobarse experimentalmente con observaciones del mundo real.
Aunque muchos conceptos tericos se derivan de los filsofos
griegos, otros aspectos de la ciencia tienen su origen en los
menos privilegiados que utilizan su pericia para mantenerse
con vida: mineros que desarrollaron tcnicas de refinamiento
de petrleo, granjeros que se familiarizaron con los patrones
climticos o trabajadores textiles que empleaban reacciones
qumicas en su trabajo.
Muchos hombres prcticos fueron hbiles matemticos.
Lo que ms adelante se convertira en la ciencia de la mecnica surgi de la resolucin de problemas que tenan que ver
con que las cosas funcionasen: tender puentes, construir sistemas de irrigacin, idear sistemas eficientes de elevacin con
poleas, disear armas eficaces, etc. Mientras los filsofos con-

~~:,.

1 .

'.

sideraban la mejor forma de triangular el Universo, los constructores desarrollaron la trigonometra bsica necesaria para
que sus muros fuesen verticales. Estos expertos mecnicos
procedan de un cimiento social distinto del de los ociosos
tericos, pero tambin sus objetivos diferan. La intencin de
los filsofos era explicar el mundo, mientras que los matemticos prcticos tenan ms inters en describirlo. S ests construyendo una casa, lo que necesitas es medir los tablones, no
preguntarte por qu creci el rbol.
Cuando Arqumedes holgazaneaba en su baera o en su
sof, lo que ocupaba su mente no eran los asuntos mundanos
de cmo elevar pesos o prensar olivas, sino queestaba ideando ingeniosos dispositivos para demosrrar principios matemticos. Sus libros versaban sobre sus innovaciones matemticas,
no sobre sus inventos tcnicos. Para sus elitistas compaeros,
provocar asombro era una actividad con valor propio, que hablaba sobre el virtuosismo de su creador. Estos hombres impresionaban a sus contemporneos con recipientes mgicos
que se llenaban constantemente desde un depsito oculto,
puertas de templo que se abran y se cerraban automticamente o teatros con marionetas que parecan serrar madera o
clavar clavos con un martillo. Estos dispositivos, aunque extremadamente ingeniosos, no estaban hechos para tener aplicacin prctica alguna.
Quiz el ms famoso de ellos sea el llamado motor de vapor de Hern, en el que el vapor procedente de una caldera se
conduca mediante tuberas a una pequea bola hueca para
hacerla girar. Probablemente, Hern y sus compaeros no
pensaron nunca en convertir este modelo en una mquina
funcional pero, aunque lo hubiesen intentado, les hubiera resultado imposible lograrlo. Los cambios tecnolgicos dependen tanto de la viabilidad prctica, la voluntad poltica y el
estmulo comercial como del conocimiento cientfico. Aunque los griegos heredaron las artes de la orfebreria de los babilonios y los egipcios, utilizaban principalmente la madera, y
poco era lo que saban acerca de la produccin de hierro.
Convertir la esfera de vapor de Hern en un aparato de pro-

.;

68

porciones industriales np slo hubiese exigido numerosas capacidades tcnicas -como fundir cilindros de g~an tama~?'
sellar los pistones contra los escapes devapor- smo tamb1en
la infraestructura organizativa fundamental: establecer sistemas de fabricacin complejos y conservarlos.
Los elitistas filsofos griegos afirmaban ser los fundadores
de la civilizacin. Encaramados en lo alto de una especie de
iceberg histrico, ocultaban sus cimientos sumergidos, que
contenan su herencia del pasado y su dependencia de los trabajadores que los superaban en nmero. Aunque Ptolomeo
alardeaba de que su esfera armilar haba supuesto la introduccin de la exactitud en la astronoma, no citaba en absoluto a los artesanos que construyeron fsicamente los instrumentos que l manejaba. Del mismo modo que releg al
olvido a sus predecesores tericos, Ptolomeo dej tambin en
el tintero, no slo la destreza de los artesanos griegos, sino
tambin su dependencia de las tcnicas ms antiguas que tenan su origen en Mesopotamia y Egipto.
En la sombra de cada hroe griego hay una penumbra de
informantes y asociados apenas visibles cuya contribucin al
origen de la ciencia fue igualmente vital. De forma singular,
Aristteles llevaba a cabo sus propias disecciones, per9 buena
parte de su detallada investigacin dependa de apicultores,
granjeros y adiestradores de caballos, personas que necesitan
una informacin biolgica precisa para sobrevivir, y que le
proporcionaron lo que ahora denominaramos datos cientficos. Ocasionalmente, Aristteles mencionaba explcitamente
a estas personas, aunque no por su nombre; por ejemplo, explicaba que los pescadores expertos conocan tan en profundidad las costumbres de apareamiento del mjol que saban
dnde deban colocar como reclamos a los peces macho para
atrapar a las hembras, y viceversa. Lo ms habitual es que
Aristteles hiciese aparecer que las observaciones eran suyas
propias, aunque lo ms probable fuese que los expertos locales le hubiesen proporcionado los detalles.
Los hroes filosficos no deben su celebridad nicamente
a su fulgurante inteligencia; y, del mismo modo, los logros

significativos no son en s mismos un billete hacia la fama.


A lo largo del tiempo han aparecido diversas estrategias para
asegurarse una reputacin pstuma favorable. Una de las tcticas ms fiables es tener una muerte espectacular. A Scrates,
que no dej nada escrito, se le recuerda por haber bebido la
cicuta, mientras que Hypatia de Alejandra se convirti en un
smbolo del feminismo no por su trabajo en matemticas,
sino porque (se supone) fue descuartizada por La turbamulta,
aunque no est muy claro qu turbamulta fue sa ni por qu.
Arqumedes se gan su lugar en la posteridad tras morir como
un filsofo romntico, tan obsesionado (se supone) con acabar su diagrama geomtrico en la arena que un soldado furioso lo atraves con su espada.
Segn la leyenda aceptada, Arqumedes haba planificado
cmo deba ser su tumba. Quera que lo recordasen como un
inspirado matemtico, no como un pragmtico inventor, as
que pidi que en su lpida no apareciese ni un tornillo ni una
catapulta, sino una esfera inscrita en un cilindro, junto a las
frmulas matemticas en las que se comparan sus volmenes.
Aunque ni los cientficos ni los tecnlogos existan an, las
bases para las distinciones jerrquicas entre ambos ya se haban establecido.

Interacciones
. N o existe una nica forma de ciencia; lo que se denomina
ciencia depende del lugar y del momento considerados. La
informacin, las habilidades y los objetos se mueven constantemente de un lugar a otro, pasan de una generacin a la siguiente y se modifican para adaptarse a los gustos y a las necesidades locales. Aunque los eruditos del Renacimiento
afirmaban que estaban resucitando la cultura griega, sus conocimientos cientficos eran el resultado de muchos siglos de
comunicacin e interacciones entre distintos pueblos y lugares. Mirando hacia atrs desde la posicin estratgica de la
Gran Bretaa del siglo xxr, el futuro de la ciencia se ase~t
principalmente sobre la interconexin de tres regiones: China, el mundo islmico y la Europa medieval. Muchos de los
inventos ms cruciales aparecieron por primera vez en China,
que tecnolgicamente fue superior a Europa hasta finales del
siglo xvm. Por otro lado, los estudiosos islmicos desempearon
un papel vital en la interpretacin, modificacin y desarrollo
de los conocimientos griegos que llegaron a Europa en el siglo XII. Los lderes musulmanes no fueron transmisores neutrales de conceptos abstractos, sino que fomentaron la ciencia
mediante la construccin de colosales bibliotecas, hospitales
y observatorios astronmicos. En Europa, fueron las instituciones religiosas como monasterios y, ms adelante, universi-

Notas
l.

RGENES

1. Citado en David Brown, Mesopotamian Planetary Astronomy-Astrology, Groningen, Styx, 2000, pp. 151, 135 (con ligeros
cambios).
2. Citado en Eleanor Robson, More than Metrology: Mathematics Education in an Old Babylonian Scribal School, en John
M. Steele y Annette Imhausen (eds.), Under One Sky: Astronomy
and Mathematics in the Ancient Near East, Mnster, Ugarit-Verlag, 2002, pp. 325-365, esp. pp. 349-352.
3. John Locke, An Essay concerning Human Understanding,
Oxford, Clarendon Press, 1975, pp. 446-447 (libro 111, cap. 6, seccin 12).
4. Charles Singer, Calen: On Anatomical Procedures, Londres,
Oxford University Press, 1956, p. 190.
5. Demcrito, Fragmento 125.
6. Samuel Johnson, Prefacio, A Dictionaryof the English Language, 1755, no paginado.

II.

INTERACCIONES

l. Sir Robert Gorden Menzies, citado en Sydney Morning Heraid, 27 de abril de 1939.
2. Citado en Nathan Sivin, Science in China's Past, en Leo
A. Orleans (ed.), Science in Contemporary China, Stanford, Stanford University Press, 1980, pp. 1-29, esp. p. 6.

541

3. Citado en Nathan Sivin, <<Shen Gua>>, en Dictiorzary of


Scientific Biography, ed. Charles C. Gillispie, 16 vols., Nueva York,
Scribner and Sons, 1970-1980, xii, pp. 369-393, esp. p. 390.
4. Needham, citado en Toby E. Huff, The Rise of Early Modern Science:Islam, China and the West, Cambridge, Cambridge .
University Press, 1993, p. 314.
5. De The Rubaiyat of Ornar Khayyam, trad. Edward Fitzge-
raid, 1879.
6. Abu Ysuf Ya' qb ibn Ishiiq Al-Kind, citado en David
Lindberg, The Beginnings of Western Science:The European
tific Tradition in Philosophical, Religious, and Institutional Co
text, 600 BC toAD 1450, Chicago-Londres, University of '-'UI\.:a:~o ,
Press, 1992, p. 176.
7. Citado ibid.
8. Roger Bacon, Opus Maius, citado en David C. Lind
The Beginnings of Western Science, p. 226.
9. David C. Lindberg, Roger Bacon's Philosophy of Nnt-uri<> ~
Oxford, Clarendon Press, 1985, p. 5 (ligeramente modificado de
traduccin de Lindberg).
10. Del comentario de Alberto sobre Aristteles De Anima,
tado en Edward Grant, The Foundations of Modern Science
Middle Ages, Cambridge, Cambridge University Press, 1996,
164.
11. Sir Andrew Aguecheek y sir Toby Belch, en William Sha
peare, Twelfth Night, Liii.
12. Roger Bacon, Excellent Discourse of the Admirable
and Efficacie of Art and Nature, frase inicial citada en Stanton ..
Linden, The Alchemy Reader: From Hermes Trismegistus to I
Newton, Cambridge, Cambridge University Press, 2003, p. 13.

III.

ExPERIMENTOS

1. Carta del4 de Julio de 1471, citada en Dictionary of S


tific Biography, ed. Charles C. Gillispie, 16 vols., Nueva
Scribner and Sons, 1970-1980, xi, p. 351.

542

2. Citado en Paula Fin_dlen, <<lnventing Nature: Commerce, Art,


and Science in the Early Modero Cabinet of Curiosities>>, en Pamela
H. Smith y Paula Findlen (eds.), Merchants and Marvels: Commerce,
Science and Art in Early Modern Europe, Nueva York-Londres, .
Routledge, 2002, pp. 297-323,299 (Pars, 3 de febrero de 1644).
3. John Maynard Keynes, <<Newton, the Man>>, en The Royal
Society Newton Tercentenary Celebrations, Cambridge, Cambridge University Press, 1947, pp. 27-34, esp. p. 27.
4. William Shakespeare, The Tempest, l.ii, pp. 399-406.
5. William Shakespeare, A Midsummer Night's Dream, II.i,
pp. 166-167.
6. John Dee, <<Preface>>, en The Elements of Geometrie of the
Most Auncient Phiiosopher Euclide of Megara, trad. Henry Billingsley, Londres, 1570, fragmentos Aj y Aij.
7. Citado en Michael Hoskin (ed.), Astronomy, Cambridge,
Cambridge University Press, 1997, p. 119.
8. De la portada de The Starry Messenger (1610), citado en
Mario Biagioli, Galileo, Courtier: The Practice of Science in the
Culture of Absolutism, Chicago-Londres, Chicago University Press,
1993, p. 103.
9. William Harvey, The Circulation of the Blood and Other
Writings, trad. Kenneth Franklin, Londres, Everyman, 1990, p. 46.
10. !bid., p. 3.
11. John Aubrey, citado en la introduccin de Andrew Weir a
ibid, p. XXV.
12. Citado de L'Homme en Stephen Gaukroger, Descartes's
System of Natural Philosophy, Cambridge, Cambridge University
Press, 2002, p. 180.
13. Respuesta de Descartes a Frans Burman, citado enJohn Cottingham, Descartes, Oxford, Basil Blackwell, 1986, pp. 120-121.
14. Robert Boyle, Notion o(Nature, citado en William B. Ashworth,
<<Christianity and the 11-echanistic Universe>>, en David C. Lindberg y
Ronald L. Nurnbers (eds.), When Science and Christumity Meet, Chicago-Londres, University of Chicago Press, 1993, pp. 61-84, esp. p. 79.
15. Francis Bacon, The New Organon, ed. Lisa Jardine y Michael Silverthorne, Cambridge, Cambridge University Press, 2000,
p. 69 (Libro 1, Aforismo LXXXIV).
543

16. Robert Hooke, Micrographia, Londres, 1665, p. 4 del Prefacio no paginado.


17. Ibid, pp. 210-211.
18. Isaac Newton a Edmond Halley, carta, 20 de junio de 1686,
The Correspondence of Isaac Newton, ed. H.W. Turnbull et al., 7
vals., Cambridge, Cambridge University Press, 1959-1977, ii, p.
437.
19. George Byron, Donjuan, Harmondsworth, Penguin, 1973,
p. 375 (canto X, estrofas 1-2).
20. William Stukeley, Memoirs of Sir Isaac Newton s Life, being
sorne Account of his Family and Chiefly of the Junior Part of his Life, .
ed. A. Hastings White, Londres, Taylor and Francis, 1936, p. 20.
.
21. Isaac Newton a Robert Hooke, carta, 5 de febrero de 1676, :
Correspondence, i, p. 416.
22. Carta a Willian Derham, citada en Stephen D. Snobelen
n Reading Isaac Newton's Principia in the 18th Century,
deavours, 22 (1998), pp. 159-163, esp. p. 159.
23. Carta a Caroline de Ansbach, noviembre de 1715, citada en
H. G.Alexander, Th_e Leibniz-Clarke Correspondence, Manches->
ter, Manchester University Press, 1956, 11.
24. Fran~ois-Marie Arouet Voltaire, Letters on England,
L. Tancock, Harmondsworth, Penguin, 1980, p. 68.
25. Stephen Hales, Vegetable Staticks, ed. M.A. Hoskin, Lon .
dres, Oldbourne, 1969, p. 147.
26. John Theophilus Desaguliers, The Newtonian System of
World, the Best Model of Gol/ernment: An Aliegorical Poem,
dres, 1728, pp. 22-24.
27. Xavier Bichat, citado en Thomas S. Hall, n Biolog'
Analogs of Newtonian Paradigms>>, Philosophy of Science, n. 0 3 '
(1968), pp. 6-27, esp. p. 6.

IV. INSTITUCIONES

l. John Beale, citado en Michael Hunter, Science and So


in Restoration England, Cambridge, Cambridge University
1981, p. 195.

544

2. Citado en J. E. M_cClellan, Science Reorganised: Scientific


Societies in the Eighteenth Century, Nueva York, Columbia University Press, 1985, p. 212.
3. Robert Walton, en Mary Shelley, Frankenstein or The Modern Prometheus: The 1818 Text, Oxford-Nueva York, Oxford
University Press, 1993, p. 7.
4. Citado en Richard Drayton, Nature's Government: Science,
Imperial Britain, and the Improvement of the World, New Haven-Londres., Yale University Press, 2000, p. 104.
5. Ambos ejemplos de Richard Yeo, Encyclopaedic Visions:
Scien_tific Dictionaries and Enlightenment Culture, Cambridge,
Cambridge University Press, 2001, p. 31.
6. Citado en L. Schiebinger, Nature's Body: Gender in the Making of Modern Science, Boston, Beacon Press, 1993, pp. 22-23.
7. Lord Camden, citado en William Cobbett (ed.), The Parliamentary History of England from the Earliest Period to the Year
1803, vols. 13-36, Londres, Longman, 1812-1920, xvii, pp. 9991000 (1774).
8. Benjamn Martin, The Young Gentleman and Lady's Philosophy, 2 vols., Londres, 1759-1763, i, p. 319.
9. Donald F. Bond, The Spectator, 5 vols., Oxford, Clarendon
Press, 1965, i., p. 44 (12 de marzo de 1711).
10. Humphry Davy, The Collected Works of Sir Humphry
Davy, ed. John Davy, 9 vols., Londres, Smith, Elder, 1839-1840, ii,
p. 319 (conferencia sobre qumica de 1802).
11. David Miller, <<"Puffingjamie": The Commercial and Ideological Importance of Being a "Philosopher" in the Case of the Reputation of James Watt (1736-1819)>>, History of Science, n.o 38
(2000), pp. 1-24, esp. p. 2.
12. Arthur Young, citado de Annals of Agriculture (1785), en
Francis D. Klingender, Art and the Industrial Revolufion Londres
'
'
Paladin, 1968, p. 77.
13. Joseph Priestley, Experiments and Observations on Different
Kinds of Air, Londres, J. Johnson, 1774-1777, vol. i, p. xiv.
14. Carta a Thomas Bentley, 1769, citada en Neil McKendrick,
<<]osiah Wedgwood and Factory Discipline>>, Historical ]ournal,
n. 0 4 (1961), pp. 30-55, esp. p. 34.
545

T
.:

15. James Boswell, citado en Jenny Uglow, The Lunar Men: The .
Friends Who Made the Future, 1730-181 O, Londres, Faber and
Faber, 2002, p. xi.
16. Citado en Jan Golinski, Science as Public Culture: Chemis- .
try and Enlightenment in Britain, 1760-1820, Cambridge, Carri.,
bridge University Press, 1992, p. 147.
17. Erasmus Darwin, Laves of the Plants, Londres, J. Johnson,
1794, canto II, 11., pp. 99-104.
18. Friedrich Engels, citado en Francis Wheen, Karl Marx, Lo
dres, Fourth Estate, 1999, p. 81.
.
19. Le Turc, 1794, citado en Margaret Jacob, Scientific
and the Making of the Industrial West, Nueva York-Oxford;.
Oxford University Press, 1997, p. 165.
20. Davy, Collected Works, viii, p. 282 (conferencia de 1808
sobre ciencia electroqumica).
21. Citado de Max Planck, A Scientific Autobiography (1949), en
Gerard Holton, Thematic Origins of Scientific Thought: Kepier
Einstein, Cambridge, MA, Harvard University Press, 1973, p. 394 .....
22. Probablemente Augustus de Margan, citado en Charles Cous-
ton Gillispie, Pierre-Simon Laplace, 1749-1827: ALife in L.-\.u'-'~'P'
Science, Princeton, Princeton University Press, 1997, p. 272.
23. Jane Austen, Pride and Prejudice (1813, Ware), Word
worth, 1992, p. 22.
24. Adam Sedgwick, citado en James A. Secord, Victorian
sation: The Extraordinary Publication, Reception, and Secret
thorship of Vestiges of the Natural History of Creation, ~u ...<~.~:;.r
Londres, University of Chicago Press, 2000, p. 405.

V.

LEYES

1. De Personal Narrative, citado en Mary Louise Pratt, Impe~


rial Eyes: Travel Writing and Transculturation, Londres-Nueva
York, Routledge, 1992, p. 130.
.v
2. William Thomson (1883), citado en Crosbie Smith y M.
Norton Wise, Energy and Empire: A Biographical Study of Lord,
Kelvin, Cambridge, Cambridge University Press, 1989, p. 455.

3. Times Literary Supplement (17 de marzo de 1927), p. 167.


4. Dos mdicos britnicos de 1867, citado en Thomas L. Hankins y Robert Silverman, Instruments of the Imagination, Princeton, New Jersey, Princeton University Press, 1995, p. 138.
5. Gertrude M. Prescott, Faraday: Image of the Man and the
Collector, en David Gooding y Frank James (eds.), Faraday Rediscovered: Essays on the Life and Work of Michael Faraday,
1791-1867,Nueva York,Macmillan, 1985,pp.15-32,esp.p.17.
6. William Farr, citado en G. Gigerenzer et al., The Empire of
Chance: How Probability Changed Science and Everyday Life,
Cambridge, Cambridge University Press, 1989, p. 38.
7. Citado en Frank M. Turner, Contesting Cultural Authority:
Essays in Victorian lntellectual Life, Cambridge, Cambridge University Press, 1993, p. 192.
8. Robert Chambers, citado en Theodore Porter, The Rise of
Statistical Thinking, 1820-1900, Princeton, NJ, Princeton University Press, 1986, p. 57.
9. James Hutton, citado en David Goodman y Coln A. Russell, The Rise of Scientific Europe 1500-1800, Kent, Hodder and
Stoughton, 1991, pp. 291, 293.
10. Thomas Henry Huxley, n a Piece of Chalb (1868), reproducido en Alan P. Barr, The Majar Prose of Thomas_ Henry
Huxley, Athens, Georgia-Londres, University of Georgia Press,
1997,pp.154-173,esp.p. 156.
11. Alfred Tennyson, In Memoriam, en Poems, ed. Christopher
Ricks, Londres, Longman, 1969, pp. 909, 973 (secc. 54,1. 5; secc.
123, 11. 1-4).
12. Carta de Charles Darwin a Charles Lyell, citada en James A.
Secord, Victorian Sensation: The Extraordinary Publication, Reception, and Secret Authorship of Vestiges of the Natural History
of Creation, Chicago-Londres, University of Chicago Press, 2000,
p. 431.
13. Charles Darwin, On The Origin ofSpecies, Oxford, Oxford
University Press, 1996, p. 396.
14. De Charles Darwin, The Descent of Man, 1871, p. 119, ci~
tado en Evelyn Richards, <<Redrawing the Boundaries: Darwinian
Science and Victorian Women lntellectuals>>, en Bernard Lightmn
547

'.'

(ed.), Victorian Science in Context, Chicago-Londres, University of


Chicago Press, 1987, pp. 119-142.
15. H. G. Wells, The Time Machine, 1895, Londres, Pan, 1953, p. 94.
16. Pierre Duhem, citado en lwan Rhys Moms, When Physics
Became King, Chicago, Chicago University Press, 2005, p. 85.
17. Hermano von Helmholtz, The Interaction of Natural Porces, en Science and Culture: Popular and Physical Essays, ed. Da
vid Cahan, Chicago, University of Chicago Press, 1990, p. 20. ., :
18. Citado en Zaheer Baber, The Science of Empire: Scientific
Knowledge, Civilisation, and Colonial Rule in India, Albany, State
University of New York Press, 1996, p. 254.
19. Citado en Simon Schaffer, Accurate Measurement is an
glish Science>>, en M. Norton Wise (ed.), The Va/ues of Precision;
Princeton, New Jersey, Princeton University Press, 1995, pp. 135172, esp. p. 136.
20. John Scott Haldane, citado en Ronald Clark, Einstein: Th
Life and Times, Londres, Hodder and Stoughton, 1973, p. 412: ;,

VI.

INVISIBLES

l. Mary Shelley, Frankenstein or The Modern Prometheus{ :


The 1818 Text, ed. Marilyn Butler, Oxford-New York, Oxford .
University Press, 1993, pp. 38-39.
2. Citado de Anthropogenie en Nick Hopwood, Pictures
Evolution and Charges of Fraud: Ernst Haeckel's Embrylogicl.
Illustrations>>, lsis, n. 0 97 (2006), pp. 260-301, esp. p. 291.
3. Citado en Piona Haslam, From Hogarth to
Medicine in Art in Eighteenth-Century Britain, Liverpool,
pool University Press, 1996, p. 236.
4. James Young-Simpson, citado en John Waller, Fabufous ',
Science: Fact and Fiction in the History of Scientific Discovery;
Oxford, Oxford University Press, 2002, p. 163.
5. Citado en Susan Sontag, Illness as Metaphor, Londres, Alleii
Lane, 1979, p. 7.
6. Mrs. Alving en Acto 2, en Henrik lbsen, Ghosts, tra
Christopher Hampton, New York, Samuel Prench, 1983, p.47,

7. William Crookes, _Spiritualism Viewed by the Light of Modern Science>>, Quarterly ]ourna/ ofScience, n. 0 7 (1870), pp. 316321, reimpreso en Noel G. Coley y Vanee M. D. Hall (eds.), Darwin
to Einstein: Primary Sources on Science and Belief, Harlow, Longman-Open University, 1980, pp. 60-63, esp. p. 61.
8. Citado en lwan Rhys Morus, When Physics Became King,
Chicago, Chicago University Press, 2005, p. 186.
9. Citado en John Waller, Fabulous Science: Fact and Fiction
in the History of Scientific Discovery, Oxford, Oxford University
Press, 2002, p. 43.
10. Citado en Abraham Pas, Inward Bound: Of Matter and
Forces in the Physical World, Oxford-Nueva York, Oxford University Press, 1986, p. 189.
11. Ernest Rutherford, The Newer Alchemy, Cambridge, Cambridge University Press, 1937, p. 65.
12. Diario de Stanford y Berkeley de 1974, citado en Peter Galison, How Experiments End, Chicago-Londres, University of Chicago Press, 1987, p. 1
13. Charles Darwin, The Descent of Man, citado en Tim Lewens,
Darwin, Londres-New York, Roudedge, 2007, p. 216.
14. James Barr, <<Sorne Eugenic Ideals>>, en King Albert's Book: A
Tribute to the Be/gian King and People from Representative Men
and Women throughouth the World, citado en Nicholas H~mphrey,
<<History and Human Nature>>, Prospect (septiembre de 2006),
p.126.
15. A. N. Studitskii, <<Fly-Lovers-Man-Haters, Ogonek (13 de
marzo de 1949), pp. 14-16. Quisiera dar las gracias a Simon
Pranklin por traducir este artculo para m.
16. Karl Vogt, citado en Roy Porter, The Greatest Benefit to
Mankind: A Medica/ History of Humanity from Antiquity to the
Present, Londres, HarperCollins, 1997, p. 329.
17. Afirmacin annima de 1933, citado en Nelly Oudshoorn,
Beyond the Natural Body: An Archaeology of SexHormones, Londres-Nueva York, Routledge, 1994, p. 93.
18. Citado de Why war? en Ronald Clark, Einstein: The Life
and Times, Londres, Hodder and Stoughton, 1973, p. 348.

549

VII.

DECISIONES

1. Bertrand Russell, <<Philosophy and Politics>>, en Unpopular


,
Essays, Londres, Allen and Unwin, 1950, pp. 9-34, esp. p. 18.
1
2. Citado en Richard Rhodes, The Making of the Atomic
Bomb, Londres, Penguin, 1986, p. 89.
3. Laura Fermi, Atoms in the Family: My Life with Enrico Fer~
mi, Chicago, Chicago University Press, 1954, p. 173.
4. Otto Frisch, citado en G. l. Brown, Invisible Rays: The His~
tory of Radioactivity, Stroud, Sutton, 2002, p. 125.
5. J. D. Watson y F. H. C. Crick, <<A Structure for Deoxy Ribose Nucleic Acid>>; Nature, 171 (25 de abril de 1953), pp. 737-738:
6. James D. Watson, The Double Helix, Londres, Penguin;
1997, p. 132.
7. George Johnson, Miss Leavitt's Stars: The Untold Story of
the Woman Who Discovered How to Measure the Universe, Nueva York, Norton, 2005, p. 108.
8. Richard Porter, <<Introductory Remarks>>, Journal of
Geophysical Research, n. 0 64 (1959), pp. 865-867.
9. Citado en la introduccin del editor a John Krige y Kai::
Henrik Barth (eds.), Global Power Knowledge: Science and Technology in International Affairs, Chicago, Chicago Univesity Press~
2006, p. 5 (Osiris, vol. 21: <<Historical Perspectives oil. Science, Tech~
nology, and lnternational Affairs ).
10. Citado en ltty Abraham, The Ambivalence ofNuclear
tories, en Krige y Barth (eds.), Global Power Knowledge, pp. 4965, esp. p. 62.
.
11. Louis de Bougainville, citado en Bernard Smith, Europei:f:
Vision and the South Pacific, Melbourne, Oxford University Press, .
1989, p. 42.
12. Rache! Carson, Silent Spring, Londres, Penguin, 1999, p. 3 t
13. Roy Spencer, citado en D. Jones, The Greenhouse Conspira- '
1
cy, Londres, Channel4, 1990, p. 24.
14. Jorge Luis Borges, <<The Analytical Language of John Wilkins, en Other Inquisitions 1937-1952, trad. Ruth Simms, Nueva
York, Washington Square Press, 1966, p. 108.

550

Fuentes
Breue historia de la ciencia tiene la finalidad de ofrecer una presentacin introductoria del pasado de la ciencia, as que no he incluido las
numerosas notas a pie de pgina habituales en los textos acadmicos,
aunque s he especificado el origen de todas las citas directas. Estoy en
deuda con el trabajo de numerosos intelectuales, y una lista completa
de lecturas sera excesivamente larga. Sin embargo, quisiera expresar
mi gratitud de forma especial a los autores de los siguientes libros y
artculos, en los que me he basado especialmente.

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INTRODUCCIN

Vi por primera vez el mapa del mundo australiano enJeremy


Black, Maps and Politics,Londres, Reaktion, 1997.

l.

RGENES

1. Sietes
Tom varios ejemplos de conjuntos de siete especiales de Annemarie Schimmel, The Mystery of Numbers, Nueva York-Oxford,
Oxford University Press, 1993, pp. 127-155.

2. Babilonia
Estoy en deuda con Eleanor Robson por su asesoramiento sobre
la antigua Babilonia, as como por su pionero artculo <<More than

551

Williams, William: Vista del


puente de hierro, 257
Willis, Thomas, 188
Wilmer, Clive, 9, 331
Wilson, Charles, 418
Wilson, David: Going to the
attack, 397
Wilson, Edward, 4 78
Withering, William, 260
World Wide Web, 501

Wren, Christopher, 188, 223


Wright de Derby, Joseph, 206;
Un filsofo dando una conferencia en el planetario,

.,
. . '
"l

215

Yosemite, 518
Zeus, dios, 73
Zeuxis, 154

..

ndice
Agradecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . ............ .
Introduccin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. .

- -

l.

11

RGENES

Captulo l. Sietes .. : . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Captulo 2. Babilonia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Captulo 3. Hroes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Captulo 4. Cosmos .................. ,. . . . . . . . .
Captulo 5. Vida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Captulo 6. Materia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Captulo 7. Tecnologa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

17
24
36
42
52
58
65

11. INTERACCIONES
Captulo l. Eurocenrrismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Captulo 2. China . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Captulo 3. Islam ......... -. . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Captulo 4. Intelecto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Captulo 5. Europa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Captulo 6. Aristteles.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Captulo 7. Alquimia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

73
80
91
100
110
123
133

III. ExPERIMENTos

Captulo l. Exploracin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Captulo 2. Magia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Captulo 3. Astronoma........................
Captulo 4. Cuerpos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Captulo 5. Mquinas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Captulo 6. Instrumentos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Captulo 7. Gravedad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

145
157
167
180
190
200
209

IV. INSTITUCIONES

Captulo l. Sociedades . .
Captulo 2. Sistemas . . . .
Captulo 3. Carreras . . . .
Captulo 4. Industrias . . .
Captulo 5. Revoluciones.
Captulo 6. Racionalidad.
Captulo 7. Disciplinas . .

.
.
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......
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221
231
242
254
264
276
285

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297
309
320
331
342
355
366

V. LEYES

Captulo l. Progreso . . . .
Captulo 2. Globalizacin
Captulo 3. Objetividad. .
Captulo 4. Dios . . . . . . .
Captulo 5. Evolucin . . .
Captulo 6. Poder . . . . . .
Captulo 7. Tiempo. . . . .

............
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Captulo 3. Rayos ... : . . . . . . . .


Captulo 4. Partculas . . . . . . . . .
Captulo 5. Genes . . . . . . . . . . . .
Captulo 6. Sustancias qumicas. .
Captulo 7. Incertidumbres . . . . .

401
413
423
434
446

VII. DECISIONES

Captulo l. Guerra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Captulo 2. Herencia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Captulo 3. Cosmologa. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Captulo 4. Informacin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Captulo 5. Rivalidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Captulo 6. Medio ambiente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Captulo 7. Futuros. : . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

459
469
481
493
503
514
526

Eplogo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Notas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Fuentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Crditos de las imgenes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
ndice alfabtico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

537
541
5 51
574
575

VI. INVISIBLES

Captulo l. Vida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 79
Captulo 2. Grmenes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 389
590

................
................
................
................
................

591

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