Sentencia C-221-94 CC Colombia
Sentencia C-221-94 CC Colombia
Sentencia C-221-94 CC Colombia
C-221/94
DESPENALIZACION DEL CONSUMO DE LA DOSIS PERSONAL
DROGADICCION-Comportamiento personal
Dentro de un sistema penal liberal y democrtico, como el que tiene que
desprenderse de una Constitucin del mismo sello, debe estar proscrito el
peligrosismo, tan caro al positivismo penal, hoy por ventura ausente de
todos los pueblos civilizados. Porque a una persona no pueden castigarla
por lo que posiblemente har, sino por lo que efectivamente hace. A menos
que el ser drogadicto se considere en s mismo punible, as ese
comportamiento no trascienda de la rbita ms ntima del sujeto
consumidor, lo que sin duda alguna es abusivo, por tratarse de una rbita
precisamente sustrada al derecho y, a fortiori, vedada para un
ordenamiento que encuentra en la libre determinacin y en la dignidad de
la persona (autnoma para elegir su propio destino) los pilares bsicos de
toda la superestructura jurdica. Slo las conductas que interfieran con la
rbita de la libertad y los intereses ajenos, pueden ser jurdicamente
exigibles. No se compadece con nuestro ordenamiento bsico la
tipificacin, como delictiva, de una conducta que, en s misma, slo
incumbe a quien la observa y, en consecuencia, est sustrada a la forma
de control normativo que llamamos derecho y ms an a un sistema
jurdico respetuoso de la libertad y de la dignidad humana, como sin duda,
lo es el nuestro.
CONSTITUCION
CONSTITUCIONAL-Funcin
POLITICA-Naturaleza/JUEZ
LA
UNIDAD NORMATIVA
Resultan violatorias del Estatuto Bsico, los artculos 51 y 87 de la ley 30
de 1986, este ltimo por constituir unidad normativa con los acusados.
DROGADICCION-Tratamiento mdico
Que una persona que no ha cometido ninguna infraccin penal -como lo
establece el mismo artculo- sea obligada a recibir tratamiento mdico
contra una "enfermedad" de la que no quiere curarse, es abiertamente
atentatorio de la libertad y de la autonoma consagradas en el artculo 16,
como "libre desarrollo de la personalidad". Resulta pertinente, en este
punto, remitir a las consideraciones hechas atrs acerca del internamiento
en establecimiento psiquitrico o similar, considerado, bien bajo la
perspectiva del tratamiento mdico, bien bajo la perspectiva de la pena. Si
se adopta la primera, la norma resulta inconstitucional por violentar la
voluntad del destinatario mediante la subrogacin de su capacidad de
decidir, por la decisin del juez o del mdico. Cada quien es libre de elegir
(dentro de nuestro ordenamiento) qu enfermedades se trata y si es o no el
caso de recuperar la "salud", tal como se concibe de acuerdo con el
criterio oficial. Si se adopta la segunda, la evidencia de
inconstitucionalidad es an mayor, pues no slo es inconcebible sino
monstruoso y contrario a los ms elementales principios de un derecho
civilizado, que a una persona se le sancione sin haber infringido norma
alguna, o se le compela a recibir un tratamiento mdico que no desea.
DESPENALIZACION
PERSONAL
DEL
CONSUMO
DE
LA
DOSIS
Alexandre
Dr.CARLOS
En Santaf de Bogot, D.C., a los cinco (5) das del mes de mayo de mil
novecientos noventa y cuatro (1.994), la Sala Plena de la Corte
Constitucional,
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCIN,
Procede a dictar sentencia en el proceso de constitucionalidad contra el
literal j) del artculo 2 y el artculo 51 de la Ley 30 de 1.986.
1. ANTECEDENTES.
El ciudadano ALEXANDRE SOCHANDAMANDOU, en ejercicio de la
accin pblica de inconstitucionalidad, solicita a la Corte que declare
LA
Finalmente, el actor anota que sobre la libertad de las personas slo puede
decidir constitucionalmente un Juez de la Repblica y n el mdico
tratante o unos funcionarios estatales que no tienen jurisdiccin; "...la
situacin jurdica de un ENFERMO DE DROGADICCIN O
TOXICOMANA, internado en algn establecimiento psiquitrico, estara
sujeta a la vulnerabilidad del grupo de personas del sector oficial o privado
con facultad de decidir discrecionalmente sobre la rehabilitacin o no
rehabilitacin del enfermo."
4. INTERVINIENTES:
El Ministerio de Justicia por medio de apoderado constitudo para el efecto,
present un escrito en el que expone las razones que justifican la
constitucionalidad de las normas demandadas, las cuales se resumen en
seguida:
- El literal j) del artculo 2o. de la ley 30 de 1986 no viola el artculo 366 de
la Carta, por que "las necesidades insatisfechas de salud de los usuarios de
los estupefacientes no se solucionan administrndoles el txico, ni
permitindoles que sigan usndolo libremente, sino con medidas de
educacin, de prevencin, de tratamiento y de rehabilitacin de su
enfermedad, que se fundamentan todas en la supresin del uso de la droga".
- En lo que respecta al artculo 51 de la misma ley se afirma que no viola el
artculo 5o. de la Carta "puesto que el ciudadano colombiano tiene derecho
a la salud, tanto psquica como orgnica y no, como lo plantea el
demandante, derecho a estar enfermo, puesto que la enfermedad es un
concepto opuesto al de la salud... la accin del Estado debe estar
encaminada a ayudarle al enfermo a recobrar su salud y no a facilitarle que
con el uso de una sustancia txica que es daina para su organismo y para
su psiquismo, perpete su enfermedad".
- Tampoco se vulneran los artculos 34, 47 y 49 de la Constitucin, pues el
demandante "confunde el tratamiento para una enfermedad, con la pena
para un contraventor", ni los artculos 28 y 29 del mismo Ordenamiento,
por que la misma ley parcialmente demandada, como las normas penales de
procedimiento consagran "la jurisdiccin competente, formalidades y
procedimiento para el juzgamiento de quien ha incurrido en la
contravencin consagrada en el artculo 51".
- El artculo 95-1 de la Ley Suprema no resulta lesionado por el mandato
acusado, ya que si bien es cierto que seala como deber de la persona y del
ciudadano "respetar los derechos ajenos y no abusar de los propios. El
individuo que consume droga estupefaciente a sabiendas de que se trata de
una sustancia txica, deletrea para su salud, est abusando de su derecho
de libertad, slo que algunas veces lo hace motivado por su enfermedad; de
manera que cumple el Estado con su funcin cuando trata de suministrarle
o al menos de facilitarle la posibilidad de tratamiento para su dolencia".
Dado que la acusacin se dirige contra normas que integran una ley, es
competente esta Corporacin para decidir sobre su constitucionalidad,
conforme a lo ordenado por el artculo 241- 4 de la Constitucin Nacional.
6.2.- CONSIDERACIONES DE FONDO.
6.2.1.- El derecho como forma de regulacin de la conducta
interferida. Existen deberes jurdicos para consigo mismo?.
Ms all de las disputas de escuelas acerca de la naturaleza del derecho,
puede afirmarse con certeza que lo que caracteriza a esa forma especfica
de control de la conducta humana es el tener como objeto de regulacin el
comportamiento interferido, esto es, las acciones de una persona en la
medida en que injieren en la rbita de accin de otra u otras, se entrecruzan
con ella, la interfieren. Mientras esto no ocurra, es la norma moral la que
evala la conducta del sujeto actuante (incluyendo la conducta omisiva
dentro de la categora genrica de la accin). Por eso se dice, con toda
propiedad, que mientras el derecho es ad alterum, la moral es ab agenti o,
de otro modo, que mientras la norma jurdica es bilateral, la moral es
unilateral. En lenguaje hohfeldiano, puede afirmarse que el precepto del
derecho crea siempre una situacin desventajosa correlativa a una situacin
ventajosa. En el caso concreto, cuyo anlisis importa, un deber correlativo
a un derecho. La moral no conoce esta modalidad reguladora. Las
obligaciones que ella impone no crean en favor de nadie la facultad de
exigir la conducta debida. En eso radica su unilateralidad. No en el hecho
de que no imponga deberes frente a otro, sino en la circunstancia que no
confiere a ste facultad de exigir.
De all que no haya dificultad alguna en admitir la existencia de deberes
morales frente a uno mismo y menos an cuando la moral que se profesa se
halla adherida a una concepcin teolgica segn la cual Dios es el dueo de
nuestra vida, y el deber de conservarla (deber frente a uno mismo) se
resuelve en un deber frente a Dios.
Pero otra cosa sucede en el campo del derecho: cuando el legislador regula
mi conducta con prescindencia del otro, est transponiendo fronteras que
ontolgicamente le estn vedadas. En otros trminos: el legislador puede
prescribirme la forma en que debo comportarme con otros, pero no la
forma en que debo comportarme conmigo mismo, en la medida en que mi
conducta no interfiere con la rbita de accin de nadie. Si de hecho lo
hace, su prescripcin slo puede interpretarse de una de estas tres maneras:
1) expresa un deseo sin connotaciones normativas; 2) se asume dueo
absoluto de la conducta de cada persona, an en los aspectos que nada
tienen que ver con la conducta ajena; 3) toma en cuenta la situacin de
otras personas a quienes la conducta del sujeto destinatario puede afectar.
6.2.2.- Implicaciones en el caso sub-examine.
La frase "sin ms limitaciones que las que imponen los derechos de los
dems y el orden jurdico", merece un examen reflexivo, especialmente en
lo que hace relacin a la expresin subrayada. Porque si cualquier
limitacin est convalidada por el solo hecho de estar incluida en el orden
jurdico, el derecho consagrado en el artculo 16 Superior, se hace
nugatorio. En otros trminos: el legislador no puede vlidamente establecer
ms limitaciones que aqullas que estn en armona con el espritu de la
Constitucin.
Tngase en cuenta que en esa norma se consagra la libertad "in nuce",
porque cualquier tipo de libertad se reduce finalmente a ella. Es el
reconocimiento de la persona como autnoma en tanto que digna (artculo
1o. de la C.P.), es decir, un fin en s misma y no un medio para un fin, con
capacidad plena de decidir sobre sus propios actos y, ante todo, sobre su
propio destino. La primera consecuencia que se deriva de la autonoma,
consiste en que es la propia persona (y no nadie por ella) quien debe darle
sentido a su existencia y, en armona con l, un rumbo. Si a la persona se le
reconoce esa autonoma, no puede limitrsela sino en la medida en que
entra en conflicto con la autonoma ajena. John Rawls en "A theory of
justice" al sentar los fundamentos de una sociedad justa constituda por
personas libres, formula, en primer lugar, el principio de libertad y lo hace
en los siguientes trminos: "Cada persona debe gozar de un mbito de
libertades tan amplio como sea posible, compartible con un mbito igual de
libertades de cada uno de los dems". Es decir: que es en funcin de la
libertad de los dems y slo de ella que se puede restringir mi libertad.
Lo anterior, desde luego, dentro de una concepcin personalista de la
sociedad, que postula al Estado como un instrumento al servicio del
hombre y no el hombre al servicio del Estado para la realizacin de un fn
ms all de la persona (transpersonalismo), como la victoria de la raza
superior o el triunfo de la clase proletaria.
El considerar a la persona como autnoma tiene sus consecuencias
inevitables e inexorables, y la primera y ms importante de todas consiste
en que los asuntos que slo a la persona ataen, slo por ella deben ser
decididos. Decidir por ella es arrebatarle brutalmente su condicin tica,
reducirla a la condicin de objeto, cosificarla, convertirla en medio para los
fines que por fuera de ella se eligen.
Una vez que se ha optado por la libertad, no se la puede temer. En un
hermoso libro "El miedo a la libertad" 1 subraya Erich Fromm como un
signo del hombre moderno (a partir de la Reforma) el profundo temor del
individuo a ejercer su propia libertad y a que los dems ejerzan las suyas.
Es el pnico a asumirse como persona, a decidir y a hacerse cargo de sus
propias decisiones, esto es, a ser responsable. Por eso se busca el amparo
de la colectividad, en cualquiera de sus modalidades: del partido, si soy un
militante poltico, porque las decisiones que all se toman no son mas sino
del partido; de la iglesia, si soy un creyente de secta, porque all se me
1Paids,BuenosAires,1962.
Magistrado
DE
LA
DEL
por tanto, una facultad de proponerse unos fines, por eso merece
ciertamente el ttulo de seor de la naturaleza, y si se considera a la
naturaleza como a un sistema teleolgico, es segn su destino, el fin ltimo
de la naturaleza; pero es solamente de una manera condicional, es decir, a
condicin de que sepa y de que tenga la voluntad de establecer entre ella y
l una relacin final tal, que sta sea independiente de la naturaleza y,
bastndose a s misma, pueda ser por consiguiente fin ltimo"24 .
Por lo dems, la interpretacin errnea del derecho al libre desarrollo de la
personalidad como un derecho absoluto que se consigna en la Sentencia,
conducira tambin a concluir que, en ejercicio de tal derecho, seran lcitas
otras conductas que, aparentemente, pertenecen al fuero interno de la
persona, como cuando una mujer consiente acabar con la vida de la
criatura que est en su vientre, es decir, el aborto. Siendo ello as, la
Sentencia est entonces en abierta contradiccin con reciente jurisprudencia
sentada por esta misma Corporacin, que declara exequible el artculo 343
del Decreto 100 de 1980, el cual penaliza el aborto (Sentencia C-133 de 17
de marzo de 1994, Magistrado ponente Dr. Antonio Barrera Carbonell).
2. La drogadiccin atenta contra la dignidad humana
Resulta un contrasentido, por decir lo menos, que uno de los escasos
argumentos de tipo jurdico que se menciona en la Sentencia para avalar la
supuesta inconstitucionalidad de las normas consideras inexequibles, sea el
de la dignidad humana.
La dignidad humana, que es un bien irrenunciable, est implcita en el fin
que busca el hombre en su existencia. El ser humano es fin en s mismo, ya
que toda la finalidad terrena, de una u otra manera, est referida a su ideal
de perfeccionamiento. Cada hombre, en el uso de su libertad, debe ser
consciente de esto, pues slo el hombre tiene la superioridad sobre los
dems seres del universo. He ah el por qu es fin en s mismo; pero dicha
finalidad no es absoluta, sino limitada, ya que el ser personal est ordenado
a unos fines que vienen determinados por la naturaleza humana. El hombre
no vive slo para s mismo, sino tambin para los dems.
Qu comporta la dignidad del ser humano? Comporta que el hombre es un
ser ordenado a la perfeccin, como fin esencial. Acrecentar la dignidad
humana es una exigencia de la propia esencia del hombre, que es
perfectible. Apartarse de la dignidad lleva, ineludiblemente, a la
degradacin del hombre. De ah la reiterada apelacin de los tratadistas de
derechos fundamentales a los fines racionales del hombre; y de ah tambin
que tales fines constituyan para la civilizacin los principios bsicos de
moralidad de los actos humanos. La perfeccin del hombre, la obtencin de
los fines, que lleva consigo la plenitudo essendi, constituye su deber ser
fundamental, pues obtener tal perfeccin es exigencia de su ser personal.
42KANT,Emmanuel.Crticadeljuicio(Pars,1965).Pg.23ss.
los seres carentes de razn. Otros obran con un juicio previo, pero no libre:
los animales que obran con juicio instintivo, natural, pero no deliberativo.
En cambio, el hombre obra con juicio, puesto que por su facultad
cognoscitiva, juzga sobre lo que debe evitar o buscar. Como quiera que este
juicio no proviene del instinto natural ante un caso concreto, sino de un
anlisis racional, se concluye que obra por un juicio libre. Cuando se trata
de algo contingente, la razn puede tomar direcciones contrarias. Ahora
bien, las acciones particulares son contingentes, y, por lo tanto, el juicio de
la razn sobre ellas puede seguir diversas direcciones, sin estar
determinado a una sola. As pues, es necesario que el hombre tenga libre
albedro, por lo mismo que es racional. Pero cuando cae bajo la
dependencia absoluta de la droga, no puede decirse que el hombre est
autodeterminndose, sino que ha perdido su libre albedro y est sometido a
la fuerza sensitiva que le determina la necesidad de la droga de la cual
depende. Cul libertad hay, pues, en el drogadicto? Puede haber libertad
contra la dignidad?
3. El consumo de la droga no puede considerarse como un acto
indiferente
Como ya es tradicin jurdica inobjetable, los actos de la ley pueden
clasificarse en mandar, permitir, prohibir, y castigar, de acuerdo con la
naturaleza de los actos humanos. As, por ejemplo, la ley manda los actos
humanos benficos y necesarios para el bien comn; v.gr. los actos de
solidaridad. A su vez, la ley prohibe los actos nocivos contra el bien comn;
v.gr.: el homicidio, el secuestro, el narcotrfico. Los actos indiferentes, es
decir, aquellos que tienen muy poco de bondad o maldad, son permitidos. Y
la transgresin a la ley es castigada.
Ahora bien, de la decisin mayoritaria se colige que el consumo personal
de estupefacientes, por ser un acto privado, es un acto indiferente para el
derecho, aunque tenga repercusiones morales. Pero resulta que no todo acto
privado es, de suyo, indiferente, porque puede trascender a la comunidad y
afectar tanto el inters general como el bien comn. La gravedad evidente
-que por tanto, no requiere ser demostrada- del consumo de drogas, hace
que sea apenas razonable juzgar que el consumo de tales txicos no sea
indiferente. No puede ser indiferente para el Estado, ni para la sociedad
civil, el que uno de sus miembros est privndose de la salud de manera
injustificada y con la complicidad de los asociados. El bienestar de cada
uno de los asociados es de inters general. La Sentencia arguye que, en ese
orden de ideas, se tendran que prohibir las bebidas alcohlicas y el
consumo de cigarrillos. La diferencia ya es bien conocida: con el consumo
de cigarrillos o de bebidas alcohlicas existe la posibilidad de lesin, y as
como no puede obligarse a lo imposible, tampoco puede limitarse a toda
posibilidad, por indeterminacin del objeto. El hecho posible es incierto.
Pero ocurre que con el consumo de drogas alucingenas, la circunstancia
no es la mera posibilidad de lesin, sino la certeza de lesin y la
probabilidad, en muy alto grado, de dependencia. Ya no hay un mero
problema al cual el Estado pueda ser ajeno, sino que interesa a ste y en
general a toda la comunidad.
Como si ello fuera poco, el artculo 366 establece que "el bienestar general
y el mejoramiento de la calidad de vida de la poblacin son finalidades
sociales del Estado" y que "ser objetivo fundamental de su actividad la
solucin de las necesidades bsicas insatisfechas de salud, etc. ...". As,
tanto el bienestar general como el mejoramiento de la calidad de vida, que
tan seriamente se ven afectados por la drogadiccin, se consagran como
finalidades sociales del Estado; y como objetivo fundamental de su
actividad, aparece en primer trmino la solucin de las necesidades
insatisfechas de salud, solucin que se busca, entre otros mecanismos, a
travs de los previstos en las normas declaradas inexequibles.
Como puede apreciarse, la Constitucin Poltica consagra el deber del
cuidado de la salud, tanto en cabeza de los asociados, individualmente
considerados, como del Estado mismo. Ninguno de los enunciados
propsitos constitucionales puede cristalizarse, si se considera contraria a la
Carta Poltica una norma legal que obliga al Estado a prestar atencin
especializada a quien padece notorias y graves afecciones ocasionadas por
su situacin de drogadicto.
Pero, adems, en el mismo campo de la solidaridad como criterio
orientador en la interpretacin de la Carta, debe decirse que permitir a las
personas portar y consumir libremente determinada dosis de droga
representa la negacin de aquel. Las consecuencias que se derivan del
consumo de alucingenos, tanto para quien los usa como para el ncleo
social en cuyo medio se desenvuelve, resultan desastrosas.
4.4 Se fundamentan en la prevalencia del inters general sobre el
particular y en el catlogo de deberes de las personas
En cuanto hace a la prevalencia del inters general, sobre el particular,
principio preconizado en las distintas normas constitucionales (Arts. 2o.,
58, 82), este principio resulta desconocido abiertamente por la Sentencia de
la cual discrepamos, en cuanto sta lo supedita a una concepcin
absolutista del derecho al libre desarrollo de la personalidad, haciendo
prevalecer elementos tales como el irrefrenable deseo y la imperiosa
necesidad del consumo en quien, bajo el nico pretexto de su soberana
voluntad, envenena su propio organismo y proyecta en la sociedad los
negativos efectos de la perturbacin mental que la sustancia le causa. La
colectividad, por su parte, queda inerme, pues a partir de la interpretacin
que se ha impuesto, no contar siquiera con el amparo de la ley para
reprimir el uso de la droga, ni para actuar sobre el drogadicto con miras a
su recuperacin. Los elementos de defensa social han sido excludos as
del ordenamiento jurdico.
Nos negamos a aceptar que esto pueda ser as a la luz de la Constitucin.
Como ya lo hemos resaltado, su mismo artculo 16, invocado por la
no ocurre con la droga que, por el contrario, en la mayora de los casos obra
como excitante del sistema nervioso. Que en Colombia el alcohol haya sido
causa de violencia es, como lo decimos, indiscutible. Pero que la droga lo
ha sido en proporciones inmensamente mayores tambin lo es. No es una
simple coincidencia el hecho de que el alarmante aumento de los ndices de
criminalidad en nuestro pas en las ltimas dcadas, haya ido parejo con el
del consumo de drogas, sin contar con la que ha generado el trfico de la
misma. El aumento de la delincuencia comn entre nosotros est, pues,
indisoluble e indiscutiblemente asociado al del trfico y consumo de
drogas.
En cuanto al riesgo de adiccin por consumo, las estadsticas demuestran
cmo mientras el del alcohol es del 10% de los consumidores regulares, el
de la cocana supera el 80% y el del basuco, o "crack", o el de la herona,
por ejemplo, virtualmente alcanzan un 100%. En lo que se refiere al poder
de alteracin mental, mientras la nicotina ocasiona nicamente alteraciones
afectivas y el alcohol consumido en grandes cantidades, puede llegar a
tener efectos de alteracin mental, en cambio, la cocana aun siendo
utilizada en pequeas dosis, tiene los ms altos riesgos de producir
alteracin mental. Frente al argumento de que el consumo de marihuana no
es peor en sus efectos que el del alcohol o la nicotina, un informe de
Naciones Unidas seala lo siguiente:
"A diferencia del alcohol, que por lo general abandona el organismo
antes de 24 horas en virtud de su carcter hidrosoluble, la marihuana es
liposoluble, lo que significa que los productos qumicos psicoactivos se
fijan en las partes grasas del organismo (por lo general el cerebro y los
rganos reproductores) y pueden detectarse hasta 30 das despus del uso
inicial. Una amplia investigacin ha demostrado que la marihuana altera
la memoria reciente y retarda el aprendizaje; dificulta las funciones
reproductoras normales; afecta negativamente a las funciones cardacas;
tiene graves consecuencias sobre la percepcin y el desempeo de
actividades especializadas, como la conduccin u otras tareas complejas
en las que intervienen el juicio o destrezas motoras especiales, y dificulta
seriamente las funciones pulmonar y respiratoria. Un cigarrillo de
mariguana contiene ms agentes carcingenos que el ms fuerte
cigarrillo de tabaco".10
De acuerdo con el Dr. Herbert Kleber, experto en drogas de la Universidad
de Columbia en Nueva York, psiquiatra y ex-funcionario de la oficina de
Poltica para el Control de las Drogas, el poder adictivo de la cocana en
polvo tiene una proporcin de 5 a 1. Es decir, por cada cinco personas que
consumen esta droga, una se vuelve adicta a ella. Para el Crack, la
proporcin es de 3 a 1, en cambio para el alcohol es de 7 a 1. Por otra
parte, un estudio realizado por el profesor Dr. Mark Gold de la Universidad
10
(ProgramadelasNacionesUnidasparalaFiscalizacinInternacionalde
Drogas;LASNACIONESUNIDASYLAFISCALIZACIONDELUSOINDEBIDODE
DROGAS,1992;PG.57)