El Cantar de Los Cantares

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EL CANTAR DE LOS CANTARES

Y EL AMOR HUMANO

ndice
Prlogo
I El sexo Infierno o Paraso?
II La experiencia del creyente
III La ms bella cancin
IV Cuando el amor no se contenta con soar
V La danza del amor
VI En el huerto del amor
VII Locura de amor
VIII Arrullo de amor
IX La incertidumbre cruel
X Coronacin de amor
XI Fascinacin
XII Amante y creadora

XIII Slo el amor


XIV Madurez de la mujer
XV Eres nica!
XVI Slo para m
XVII Borrachera de amor
XVIII Amor con los pies en la tierra
XIX El Cantar de los Cantares y nosotros

Prlogo
Estas "Divagaciones" sobre el libro del "Cantar de los Cantares" que
nos presenta el biblicista Jos Crdenas Pallares, van dirigidos a
todas las personas que hayan ledo o no este libro de la Biblia. Los
que ya lo han hecho en ms de alguna ocasin y estn familiarizados
con el texto, lograrn una visin amplia, profunda y excitante en cada
comentario. Los estudiosos de la Biblia y profesionales de la
educacin teolgica van a encontrarse con una atrevida y desafiante
realizacin de una obra que sin descuidar los cnones escritursticos,
el autor alcanza una bella obra en la que destaca una bien lograda
contextualizacin del pensamiento bblico y la realidad del pueblo
latinoamericano.
Para los que ahora se iniciarn en la lectura de este libro del Cantar
de los Cantares, podrn estudiar el texto bblico y a la vez considerar
lo que les estn ofreciendo estas "Divagaciones" y as establecer un
dilogo, que paso a paso ir enriqueciendo el conocimiento y
comprensin de lo que es el mensaje de la Palabra Divina y los
sentimientos propios, los cuales irn siendo descubiertos y tocados
dentro de lo que es el amor divino y lo divino del amor.
Habr lectores que habiendo ledo ms de una vez el libro del Cantar
de los Cantares, y que al intentar releerlo de nueva cuenta

compaginndolo con la lectura de estas "divagaciones", estamos


ciertos que se encontrarn con una amena y renovada reflexin en la
que el pasado bblico se hace presente en nuestra necesidad de saber
dar el verdadero significado a la fe cristiana en lo ms apotetico de
nuestras necesidades sentimentales. Esta necesidad que estamos
confrontando da a da con nuestra familia, con nuestra pareja, y a la
cual no ha sido nada fcil darle la ms completa satisfaccin.
Las "Divagaciones" se centran en esa relacin ntima y humana entre
dos personas que se aman. En su cuerpo lo divino se hace humano y lo
humano divino por el amor. Los prejuicios, inhibiciones y
espiritualismo aqu no existen, slo la expresin espontnea de dos
seres que se aman en medio de un pueblo que ha sufrido por el exilio,
la explotacin y la masacre.
La expresin de amor tiene mayor relevancia aqu, no slo porque es
la expresin romntica y genuinamente humana, sino porque es el
prototipo de amor que unifica, humaniza y transforma.
La familia latinoamericana inserta en una sociedad consumista donde
se comercializa con el sexo, encontrar en estas "divagaciones" el
valor real que la Biblia da al cuerpo humano, al sexo y a todas las
"intimidades" que Dios dio al hombre para realizarse como tal.
Adems esta obra de Crdenas Pallares nos lleva a tener una mejor
perspectiva judeocristiana, que ya no sea la escapista y pesimista
respecto a la realidad latinoamericana. Al mismo tiempo, nos
proporciona elementos suficientes para una relectura del libro ms
humana y liberadora. Esta serie de captulos que reune en un libro
para cantar, nos lleva a observar que podemos en Mxico y en
Amrica Latina hacerle justicia a la verdadera intencin del Cantar de
los Cantares.
El Programa de EDUCACION Y FAMILIA presenta estas reflexiones
para ofrecerlas como un material de estudio en los grupos de
Reflexin Bblica Familiar, para grupos de estudio en la Iglesia, para
dilogos entre parejas y en los hogares, donde se de un reencuentro al
valor que Dios da a nuestro cuerpo y cmo a travs de l, Dios
planifica la realizacin y liberacin del hombre.
El trabajo de EDUCACION y FAMILIA nos lleva a considerar como
muy importante los momentos ms decisivos para la familia: los

momentos de noviazgo y del gorjeo amoroso. Ciertamente nuestra


intencin al editar esta obra es la de proporcionar el instrumento de
reflexin a los grupos de estudio, pero tambin tenemos especial
inters de ofrecer este recurso efectivo a las parejas que empiezan a
andar el camino de una amorosa vida conyugal.
EDUCACION Y FAMILIA

El sexo, infierno o paraso?


Amigo lector, has
pensado seriamente que
hay libros de la Biblia,
escritos para leerlos
despacio, para
disfrutarlos, para
saborearlos, para gozar
la vida y para dar
gracias a Dios?
Te has imaginado
alguna vez, que en tu
iglesia, en tu comunidad
de oracin, en tu grupo
bblico, se comente, se
medite, se alabe y se
festeje un cancionero de
amor? Pero no de amor
mstico, platnico,
espiritualizante, sino de
amor carnal.

Tal vez esta preposicin te suene a blasfemia, o tal vez ests pensando
que me quiero rer de tu fe. Te parecer as, no porque me conozcas y
me catalogues de incrdulo o de volteriano, sino porque en tu
experiencia no se compagina las vivencias de amor y fe carnal. Lo ms
seguro es que en tu comunidad cristiana hayas odo de muchos
peligros, de muchas trampas que se esconden en la actividad sexual, de
tal manera que has llegado asociar a sta con la porquera, con lo
animal, con lo opuesto al espritu.
Por otra parte, da tras da te topas con un diluvio de revistas, de
panfletos o de pelculas, de chistes, de chismes y de opiniones, en
donde se te dice que la unin carnal es algo puramente fisiolgico
como el estornudo o es sudor. Y no slo eso, sino que puede constatar
cmo a la mujer se le reduce a mercanca, a animal de lujo y a
instrumento de publicidad.
Tambin puedes constatar la vulgaridad, la incapacidad para apreciar a
otra persona, para comprender sus dificultades y sufrimientos, la
facilidad con la que se desprecia y se abandona a otras personas, tan
gentes, tan llenas de posibilidades, tan finas, tan criaturas de Dios
como nosotros. Se les usa como pauelos, como desages, como
basureros.
Tambin habrs notado la soledad, la tristeza incurable, el
atolondramiento, el desgaste y el desgano que se apodera de uno,
cuando uno busca aprovecharse del cuerpo, de los sentimientos, de la
delicadeza o de la miseria de otra gente.
Las falsas salidas para enmascarar este desastre no te son
desconocidas: la borrachera, la droga, el cinismo, la burla, el
engreimiento.
Podemos decir, que mordimos la fruta prohibida, pensando hallar un
nuevo paraso, y slo nos encontramos con la desnudez de la miseria.

II

La Experiencia del Creyente


Tal vez sepas, que alrededor y en el mismo pueblo de Israel, haba un
frenes por el sexo. Haba templos en donde se practicaba la
prostitucin sagrada, en donde como imgenes sagradas tenan
reproducciones de los rganos sexuales.
Haba con frecuencia orgas y dems desenfrenos, pero tambin haba
desprecio, manipulacin y toda clase de degradacin de la mujer, de la
portadora de la vida. En todo tiempo hemos oscilado entre el
puritanismo, el asco y el desprecio al sexo y entre la vil pachanga, el
afn de juerga y la exaltacin incontrolada del sexo. Como pndulos
locos nos hemos movido entre la esclavitud al sexo y la esclavitud del
sexo.
Sera irracional, criminal, y, por lo tanto, anticristiano, negar la
importancia de este aspecto de la vida. Pero no esperes de estas
pginas detalles morbosos y recetas meticulosas para triunfar en el
amor, como dicen las revistas cursis o pornos, y cosas por el estilo.
Sera faltarle al respeto, y adems no siento ninguna admiracin por
ese tipo de prendo-reflexin. Lo que tratar de hacer, es ayudarte a
tener una lectura cristiana de ese estremecedor y maravilloso libro del
Antiguo Testamento, que llamamos el Cantar de los Cantares.

III
La ms bella cancin
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Se discute mucho acerca de la fecha en que se redact esta


coleccin de poemas, de cantos de amor. Tal vez se edit despus
de que los judos volvieron del gran destierro de Babilonia, porque
el texto hebreo el texto original de esta coleccin tiene
palabras y expresiones tomadas del arameo, y alguna que otra
palabra tomada del persa y del griego. Esto no se puede explicar, si
atribuimos a la fecha de composicin de este libro un perodo
anterior al exilio.
Estos versos tienen cierto parentesco con la poesa amorosa
egipcia. No son cantos populacheros, son cantos que suponen
erudicin, dominio del idioma y familiaridad con los logros
culturales, no slo del Israel de entonces, sino tambin del mundo
circundante.
Lo ms probable y habra que recalcar el aspecto de
probabilidad y no de certeza absoluta es que hayan sido
compuestos para los festejos de las bodas. En algunos versos se
menciona expresamente al esposo y a la esposa, en otros se habla
del velo de la esposa, y ste lo llevaban slo en la boda. Tambin se
habla de cedros y de cipreses en la cama, cosas que ponan como
adorno familiares y amigos de la novia, con ocasin de la noche de
bodas.
Es muy difcil, que algunos pasajes, por ejemplo, el del captulo 2,
4-7, donde se lee "me metes en la bodega y enarbolas tu bandera
de amor" se puedan entender fuera de este contexto. O sea que
estamos ante un libro considerado sagrado por judos y por
cristianos, que no es ms que una coleccin de tiernos y
estremecedores, alegres y nostlgicos cantos de amor.
Aqu es donde tal vez, vayamos a protestar: Cmo es posible, que
a un libro sagrado se le considere una coleccin de cantos de
amor? No ser esto una profanacin de la Palabra de Dios?
Quisiera responderte con unas palabras del Padre Luis Alonso
Schckel, en su introduccin a la Traduccin del Cantar de los
Cantares: "El tema del amor personal lo domina todo. La persona
es la totalidad y no un reducto espiritual incorpreo".
El amado contempla el cuerpo amado como suma de bellezas
naturales y artificiales. "Al ver los amados la belleza del cuerpo

amado, descubren que el mundo es muy bueno", como en el reposo


de Dios en la creacin.
En este amor que no se agota en s mismo, se presienten dos
oscuridades: la muerte y el abismo sin fondo; y se descubre un
fulgor: la llamarada divina. O sea, que el amor es llamarada
divina, es presencia de Dios en la vida. "El amor es grande, es
invencible, porque es fuego que viene de Dios. Y viene de Dios
porque Dios es amor". Si el amor de esa pareja sin perder
intensidad, pudiera abarcar y abrazar a todos los hombres, ese
amor sera la ms alta "encarnacin" del amor de Dios, que ama a
todos los hombres y los invita a vivir con l: ese amor encarnado se
llamara Jess.
El amor, que canta este libro, tiene resquicios de temor, alguien lo
destroza, hay sorpresas, hay fascinacin temerosa, por eso no es
del todo perfecto, y acordmonos de lo que nos dice San Juan: "el
amor perfecto echa fuera el temor".
"Pero precisamente en su lmite nos recuerda el amor sin lmites,
sin sombra ni recuerdo de temor, la plenitud de amar a Dios y a
todo en El. Eso es lo que han cantado los msticos". Nosotros no
podemos entender lo que es Dios, si hacemos a un lado lo que Dios
ha creado, lo que Dios ha hecho, y este cuerpo humano y esta
realidad sexual es obra de Dios, obra amorosa de Dios bondadoso,
de Dios Padre, de Dios Inteligencia, de Dios Sabidura, de Dios
Amor. Si nosotros no sabemos apreciar lo que Dios ha hecho,
tampoco sabremos apreciar a Dios. Por eso los invito a que lean
conmigo esta maravillosa obra que se llama el Cantar de los
Cantares.

IV
Cuando el amor no se contenta con
soar

Vamos a comenzar con un gran poema de amor (5, 2 - 6,3), un


poema largo, que est compuesto de tres partes. La primera es un
sueo de amor, la segunda es una descripcin amorosa, feliz, de la
belleza masculina por parte de la mujer, y la tercera es el canto
reposado del cumplimiento de este amor. Pero antes de escuchar el
comentario, escuchemos el texto mismo:
Estaba durmiendo
mi corazn en vela
cuando oigo a mi amado que me llama:
"breme amada ma,
mi paloma sin mancha
que tengo la cabeza
cuajada de roco,
mis rizos, del sereno de la noche".
Ya me quit la tnica,
cmo voy a ponrmela de nuevo?
ya me lav los pies
cmo voy a marcharlos otra vez?
Mi amor mete la mano
por la abertura:
me estremezco al sentirlo,
al escucharlo se me escapa el alma.
Ya me he levantado
a abrir a mi amado:

mis manos gotean


perfume de mirra
mis dedos mirra que fluye
por la manilla
de la cerradura.
Yo misma abro a mi amado,
abro, y mi amado ya se ha ido.
Lo busco y no lo encuentro,
lo llamo y no responde.
Me encontraron los guardias
que rondan la ciudad.
Me golpearon e hirieron,
me quitaron el manto
los centinelas de la murallas.
ELLA: Muchachas de Jerusaln,
las conjuro
que si encuentran a mi amado,
le digan... qu le dirn?...
que estoy enferma de amor.
ELLAS: Qu distingue a tu amado de los otros,
t, la ms bella?
Qu distingue a tu amado de los otros,

que as nos conjuras?


Lo primero que nos llama la atencin en este poema, es que la
iniciativa parte de la mujer. No es ella la cantada en estos versos,
sino es ella la que expresa sus deseos, sus cuitas, sus ansias de
amor. Ella es la que se regocija con la belleza del cuerpo
masculino. Es el amor de ella el que contempla el cuerpo del
hombre, como una obra de arte. Es ella la que se extasa ante el
recuerdo de su amado. Es ella la que canta la posesin, la unin, el
sosiego y la transformacin que opera la unin de los cuerpos.
Es ella con su voz y su sensibilidad femenina, la que se descubre
ante nosotros. Es ella la que vibra de alegra, o mejor dicho, es la
exaltacin del amor, pero visto en femenino.
Aqu tocamos fondo, aqu nos encontramos con algo realmente
interesante, porque casi siempre, por no decir siempre, el amor es
cantado en masculino. Quien dedica canciones es el novio, no la
novia. De quien se habla en las canciones es de la mujer, pero en
realidad son los gustos del hombre los que predominan. Quien
propone el noviazgo es el hombre. La simple frase "yo soy
hombre" basta para justificar entre nosotros todos los abusos,
todas las perversidades, todas las brutalidades y toda clase de
infidelidades contra la mujer. El papel que se le ha asignado a la
mujer es pasivo y secundario. Hemos visto a la mujer como
apndice, no como igual y compaera.
En este poema sagrado es la mujer la que expresa con toda su
carga efectiva, con todos sus sentimientos y con toda su capacidad,
su entrega amorosa. No es la bsqueda de una satisfaccin
animalesca, sino el afn de compartir la vida, de dar ternura, de
recibir cario, de gozar de las maravillas de la vida junto con otra
persona. No es el desahogo egosta, sino el hambre de amor, quien
entona esta hermosa cancin.
Como vimos antes, la primera parte de este poema es un sueo de
amor. Es un soar despierta, es un soar casi dormido, es la
expresin de su dedicacin total a ese amor, o para hablar con ms
precisin, a ese hombre amado. Toda su vida es para l, toda su
preocupacin va hacia l, toda ella es para l.

De lo que se trata no es de pasar el rato con otra persona, sino de


vivir para otra persona. Esto es saber querer.
Lo que ella ansa es tenerlo cerca, que nadie pueda separarla de l.
Lo que ella ansa es sentirse querida, lo que ella anhela es que con
l le llegue la felicidad. Lo que ella desea es no ser un objeto, algo
que se utiliza, se exprime y se deja.
Quiere or palabras que expresen ternura y cario, quiere verse
rodeada de amor: breme amada ma, mi paloma sin mancha, que
tengo la cabeza cuajada de roco, mis rizos del sereno de la noche".
Esto puede indicar dos cosas: una, que l ha pasado penalidades
para venir a verla. Otra, que con l le llega a ella la felicidad, la
bendicin de Dios, porque en una tierra rida para los ganaderos y
campesinos, el roco es seal de bendicin, es indispensable para su
bienestar. Al menos as la entiende el Antiguo Testamento, por
ejemplo Gnesis 27, 28. 39.
El tema del sueo de amor y de la serenata a la amada no era
exclusivo de Israel, por supuesto incluso frases o motivos
convencionales iguales los encontramos en las canciones de amor
de Egipto; pero hay que recalcar que stas son ms antiguas. Esto
indica lo enraizado en la vida, lo humano de la Biblia, la cual no es
fruto de una especie de telefonema del cielo o algo parecido, es
fruto de un pueblo, de una experiencia de fe, de una esperanza
colectiva, y sto no es hacer menos a la Sagrada Escritura, dado
que la grandeza de Dios no est contrapuesta a la grandeza de sus
hijos.
Por otra parte, al menos hasta ahora no hemos encontrado en las
culturas del Medio Oriente un testimonio de amor femenino, tan
directo, tan fino, tan lleno de entusiasmo como este poema. Este es
el otro aspecto complementario de la Biblia: es el lenguaje
humano, pero tambin es comunicacin de Dios. Es fruto de la
experiencia de un pueblo, pero experiencia de fe y de lealtad de
Dios. No es la experiencia del que busca a Dios sino del que ha sido
buscado y desafiado por Dios. Esta cercana de Dios ha llevado al
pueblo, con muchos rodeos y con mucha lentitud, a reconocer la
grandeza y las maravillas de la mujer.
Pero volvamos al poema. Este no es sueo rosa, no es la huida de la
realidad, es la expresin de todo el ser, de toda la sensibilidad de

una mujer. Ella tiene miedo de perder a su amado, sabe que por
sus dudas y por su culpa lo puede perder. Se da cuenta de que no
est con l, de que una es la realidad y otro es el deseo. Se
estremece y se angustia por no estar con l, sufre tan slo de
pensar, que a lo mejor no sabe corresponder a ese gran amor.
Por quererlo tanto, ella sabe que puede correr muchos riesgos,
pueden pensar mal de ella, pueden castigarla y golpearla, pueden
hacerla pasar muchas vergenzas y, lo que es peor, puede
quedarse sin l.
Ella sabe que las palabras son incapaces de expresar lo que siente.
Ella sabe que su mal es la ausencia de su amor.
Estos temas tambin lo encontramos en las canciones de amor del
antiguo Egipto, pero slo expresados desde el punto de vista
masculino.
La funcin literaria de las muchachas de Jerusaln en darle
dramatismo al anhelo de la mujer, darle pie a ella, para que
exprese por qu su amado es nico para ella.
Y con esto entramos en la segunda parte del poema (5, 10-16). Es
un canto al cuerpo masculino. Ella ve en l la unin de la belleza
de la naturaleza y de la belleza del arte. Aqu no se nos da un
retrato fsico del amado, sino se nos muestra como l es visto a
travs de los ojos enamorados de la amada. La belleza de las
plantas, de las palmas, de los metales, de la orfebrera y de la
arquitectura, la destreza y la finura de todo lo que ella conoce, se
encuentra en el hombre que ella quiere.
Es el amor que transforma, que vuelve irreemplazable al amado.
Es una finura, es su vigor, es la serenidad de sus ojos en los que a
ella le gusta reflejarse, los que la han hecho perder la calma. Es la
dulzura de sus besos y el encanto de su persona los que le roban la
calma.
La ltima parte del poema (6, 1-3). Es el canto sosegado de la
consumacin de ese amor, el sueo se ha convertido en realidad.
La ocupacin ms importante del esposo es estar unido a la esposa,
en quien encuentra todo su agrado. Ella es para l su jardn, es su
perfume, es su flor. Ella, la que contempla y admira al amado. Ya

est con l. Ella es de l y l es de ella. Han unido sus cuerpos, han


unido sus vidas, han volcado uno en el otro todo el amor.
Tal vez preguntars: Y dnde est lo sagrado en todo esto?
Permteme que te conteste con otras tres preguntas:
Sabes amar con intensidad y esa pureza?
Sabes apreciar la capacidad de amor de la mujer?
Sabes darte por entero a otra persona o slo quieres jugar con
otro ser humano?
Pinsalo y vers, si es o no sagrado este poema, que acabas de leer.

V
La danza del amor
Vamos a ver lo que muchos estudiosos llaman una danza, un baile
de amor. Es un canto de alegra, de admiracin del encanto del
amor. Pero leamos, o mejor, oigamos el texto mismo (7,1- 8,4).
CORO Vulvete, vulvete
Sulamita,
vulvete, vulvete
para que te veamos.
ELLA Qu miran en la Sulamita
cuando danza en medio de dos coros?
CORO Tus pies hermosos

en las sandalias,
hija de prncipes ,
esa curva de tus caderas
como collares
labor de orfebre.
Tu sexo, una copa redonda,
rebosando licor;
y tu vientre, montn de trigo,
rodeado de azucenas,
tus pechos como cras
mellizas de gacela,
tu cuello es una torre de marfil
tu cabeza se yergue semejante al Carmelo,
tus ojos, dos albercas de jesbn,
junto a la Puerta Mayor,
es el perfil de tu nariz
igual que el saliente del Lbano
que mira a Damasco,
tus cabellos de prpura
con sus trenzas cautivas a un rey .
El Qu hermosa ests, qu bella,
qu delicia en tu amor!

Tu talle es de palmera,
tus pechos, los racimos.
Yo pens: Trepar a la palmera
a coger sus dtiles.
Son para m tus pechos
como racimos de uvas,
tu aliento, como aroma
de manzanas
Ay, tu boca es un vino generoso
que fluye acariciando
y me moja los labios y los dientes!
ELLA: Yo soy de mi amado.
Y l me busca con pasin.
Amado mo, ven, vamos al campo,
al abrigo de enebros pasaremos la noche,
madrugaremos para ver las vias,
para ver si las vides ya florecen,
si ya se abren las yemas.
Oh, si fueras mi hermano
y criado a los pechos de mi madre!
Al verte por la calle,
te besara sin temor a burlas,

te metera en la casa de mi madre,


en la alcoba de la que me cri,
te dara a beber vino aromado,
licor de mis granados.
ELLA: Pone la mano izquierda
bajo mi cabeza,
y me abraza con la derecha.
EL: Muchachas de Jerusaln,
las conjuro
que no vayan a molestar,
que no despierten al amor,
hasta que l quiera!
Todos estos versos no son ms que expresin de entusiasmo, de la
exaltacin, de la locura de amor.
El amor todo lo transforma, el amor nos reconcilia con la vida. El
amor nos hace disfrutar mejor el encanto de toda la vida.
En el relato de la creacin del primer captulo del Gnesis, despus
de cada obra creada se repite cadenciosamente el estribillo: "y vio
Dios que todo era bueno", pero cuando Dios cre al hombre y a la
mujer, se dice: "y vio Dios que todo era muy bueno". Hombre y
mujer, o para ser ms exactos, varn y hembra, es decir el hombre
y la mujer con sus particularidades sexuales son imagen de Dios.
El ideal y la meta es contemplar esos cuerpos con los ojos de Dios;
con la mirada limpia de engao, limpia de egosmo, limpia de afn
de dominacin. Estos versos sagrados son una invitacin a
contemplar y a gozar de la obra bella de Dios.
En las
bodas

judas
haba
danzas.
Era un
estallido
de alegra.
El centro
de la fiesta
era la
novia.
Como lo
muestran
estos
versos, a
ella se le
peda, que
se dejase
admirar,
que les
permitiera
gozar de
su belleza:
"Vulvete,
vulvete.
Sulamita,
vulvete,
vulvete,
para que
te
veamos".
Incluso la
traducci
n
conserva
un ritmo,
que a
gritos est
pidiendo
el
acompaa

miento de
la msica.
Ella se sabe bella, ella quiere disfrutar con toda la alegra de ese
da. Si ella pregunta qu es lo que miran en ella, no es por
inocencia, es un truco (literario), para que se empiece a describir
su belleza. Sin vulgaridades, pero sin puritanismos, se nos describe
la belleza corporal de la mujer.
No es un cuerpo que se vende, es una mujer lo que se admira. No
es un medio de seduccin y de propaganda, es una mujer que goza
y sabe compartir la alegra.
Se ha querido identificar a la Sulamita: Quin es y por qu se
llama as? Que si es de Sunam, que si es el femenino de Salomn,
pero en realidad no hay ninguna respuesta convincente, y tal vez ni
haga falta, basta con tener en cuenta, que toda mujer, de todo
tiempo, puede ser la Sulamita.
Rasgo por rasgo de lo que ms llama la atencin, parte por parte
del encanto femenino es cantado por el coro: sus pies de hija de
prncipe, sus pies nobles, impresionantes, sus partes suaves y
curvas: "lo que embriaga y enloquece a los hombres es la curva de
tus caderas", y en ellas se describe, se ve una obra de arte. Sus ojos
grandes, su nariz bien definida, su cabellera, su cuello blanco, su
majestad, su vitalidad. Ella tiene la majestad y la vitalidad de una
cordillera, y algo ms.
No slo se nos describe lo que los ojos alcanzan a ver en una novia
que goza de fiesta de bodas, sino toda su persona. Se canta a todo
el cuerpo de la mujer, se canta a toda su belleza, se canta a la
belleza como los hombres y las mujeres quisieran que fuera, se
canta a la juventud y a la frescura de sus pechos. Se canta al
encanto y a la fecundidad de su vientre, a su capacidad de vida,
pero tambin a lo que en hebreo se dice "Shor", que bien puede
ser el ombligo como smbolo de sensaciones y estmulos erticos, o
bien puede ser lo que los rabes llaman Sir, o sea la parte pudenda
de la mujer. Tal vez ste sea el significado ms exacto, porque se
dice de ella, que es una copa redonda, y en hebreo servirse de una
copa es una manera delicada de expresar la unin sexual. A esto
adase que se dice, que rebosa licor, y sta es tambin una figura
para expresar el deleite carnal.

En otras palabras, se canta a toda la belleza y a todo el encanto de


la mujer, sin despreciar o devaluar algn aspecto de ella.
Ante la observacin de tanto encanto el amado estalla en una
cancin de admiracin. El se da cuenta del esplendor de su amada.
Cada instante que pasa la encuentra ms hermosa. Ella es para l
como una palmera, ella tiene para l la esbeltez, la estatura y la
elegancia de una palmera. Ella es para l el encanto de sus ojos
como la palmera siempre verde, siempre llena de vida. El se acerca
a su boca y siente el perfume del respiro. Si se acerca a su boca y
siente el perfume del respiro, l se acerca a su cuerpo y ve en ella la
unin de todos los colores y sabores. Ah ve concentrada la belleza
y el esplendor del universo, quisiera estar con ella, quisiera
estrechar su cuerpo, quiere colmar sus ansias y su sed con ella.
Busca como un remanso el frescor de sus besos, busca la vitalidad,
la suavidad de sus pechos. Su belleza es sabor y aroma. Busca en
ella toda clase de besos y caricias, espera hallar en ella el gozo de
una fruta exquisita, quiere embriagarse de ella. Ella le transtorna
la vida. En ella, en su cercana corporal est la fuente de su dicha.
Por eso quiere l estar con ella. Ella reconoce la pasin de su
amado y le muestra su total disposicin. Ella no puede ser
indiferente a tanto amor, por eso ella lo invita a gozar todo su
amor.
En los versos 12 y 13 aparecen las vides florecidas, las yemas de las
rosas, los granados en flor. Todos estos eran trminos para indicar
el encanto y los estmulos amorosos provocados por la mujer.
Por eso podemos decir, que en nuestro canto la amada responde
con una invitacin a la consumacin del amor, a gozar de su
encanto, a tomar parte en la fiesta de la vida, a gozar el renuevo de
la vida, a disfrutar juntos de todo lo que hay de bello en la tierra, a
gozar en libertad, sin que nada ni nadie les estorbe. La respuesta
de ella es la invitacin al amor, cuando y donde todo est incitado
a ello.
Ella quiere que gocen el amor, el amor que florece como la
primavera. Junto a ellos estarn los "ddam", es decir, los frutos
que los antiguos asociaban con el amor. Todo les har pensar en
todas las frutas, es decir, en toda clase de caricias y dulzuras que
ella ha reservado slo para l, slo para su amado.

A l, embriagado de amor, ella responde con la misma exaltacin.


Ella le expresa su deseo de cercana, de que todo los una, de que
nada los separe. Ella le dice claramente, que tambin ella desea
que se logre la unin de sus cuerpos sin que haya traba alguna.
Ella quiere darle a beber de la fuente, que es su cuerpo.
Cuentan que un da, asomado a su ventana, Juan XXIII al ver que
en la Plaza de San Pedro caminaba una pareja de enamorados
besndose, llam a su secretario y le dijo: "Mire, Monseor, les
voy a dar una bendicin, para que as se quieran toda la vida".
Dios quiera, que esta lectura y este comentario les ayude a renovar
y a fortalecer en ustedes este tipo de amor.

VI
En el Huerto del Amor
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Vmonos dejando, si ustedes quieren, de erudiciones. Vamos
viendo el aqu y el ahora. En nuestras tierras, si la mujer es pobre,
lo ms seguro es que se le considere bestia de carga; si es rica, su
funcin ser la de un animal de lujo. La publicidad, no el arte sino
el negocio del cine y los intereses oscuros que se mueven detrs de
la pornografa han hecho de la mujer una mercanca. Su cuerpo se
exhibe para ganar dinero, con su cuerpo se hace negocio, con su
cuerpo se juega.
El cuerpo no es el hermano burro, el sexo no es un estorbo a la
plena realizacin humana. El amor carnal es vida. Algo tan
importante no puede ser puesto entre parntesis en la actividad
espiritual, ni puede ser considerado exclusivamente como fuente
de pecado. La fe se nos ha dado no para negar el sexo, sino para
salvarlo, estimarlo, disfrutarlo y saberlo gozar como regalo de
Dios, y as librarnos de muchas esclavitudes y engaos. Por eso
dejemos que la Sagrada Escritura nos cante la belleza del amor
carnal, para poderla apreciar libres de toda inmundicia.
Comencemos con la lectura del Cap. 4, 1 a 5,1
"Qu hermosa eres, mi amada, qu hermosa eres!
tus ojos de paloma, por entre el velo;
tu pelo es un rebao de cabras
descolgndose por las laderas de Galaad
Son tus dientes un rebao esquilado recin salido de baar
Cada oveja tiene mellizos, ninguna hay sin corderos
Tus labios son cinta escarlata; y tu hablar melodioso
Tus sienes, entre el velo, son dos mitades de granada
Es tu cuello la torre de David, construida con sillares

de la que penden miles de escudos


miles de adargas de capitanes
Son tus pechos dos cras mellizas de gacela
paciendo entre azucenas
Mientras sopla la brisa y se alargan las sombras
me voy al monte de la mirra, ir por la colina del incienso
Toda eres hermosa amada ma y no hay en ti defecto!"
Esta primera parte del poema es un canto al cuerpo de la mujer en
el da de la boda, porque slo entonces llevaba la mujer un velo
transparente sobre los ojos, y slo entonces llevaba la esposa suelta
la cabellera.
El novio directamente, sin que nadie se lo pida prorrumpe en un
canto de admiracin por su esposa. Le dice que le fascina,
proclama la razn de su encanto; son sus ojos de paloma, ojos que
expresan candor por sencillez y honestidad; es su ausencia de
doblez y de engao. Esos son para l los ojos de ella, en los que l
se refleja como en un remanso.
Es su cabellera negra y larga, es su pelo arrobador, es su pelo
limpio de mujer morena. Es su dentadura sin mancha y sin
defecto. Es la boca entreabierta por la sonrisa. Son sus labios rojos
y finos. Es la elegancia de su cuello, es su porte y su estatura. Es su
persona entera. Son sus senos juveniles, inquietos, conmovedores.
Es la belleza indescriptible de sus senos. Es la mujer contemplada
por alguien que sabe querer. Es la grandeza fsica y espiritual
reconocida.
La amada es el monte de la mirra, la colina del incienso. Ella es el
aroma de todos los perfumes. Es su abrazo el que impregna al
cuerpo de perfumes. Es la contemplacin de la amada lo que atiza
en el esposo el fuego de su corazn, y por eso le canta as:
Ven desde el Lbano, novia ma, ven;
baja del Lbano,

desciende de la cumbre del Senir y del Hermn


de las cuevas de leones, de los montes de panteras
Me has enamorado, hermana y novia ma,
me has enamorado con una sola de tus miradas
con una vuelta de tu collar
Qu bellos tus amores, hermana y novia ma:
tus amores son mejores que el vino
y tu aroma es mejor que los perfumes
Un panal que destila son tus labios,
y tienes novia ma, miel y leche debajo de tu lengua;
y la fragancia de tus vestidos es fragancia del Lbano.
Lo que l le dice es demasiado claro: Ella es su fascinacin, ella es
irresistible. Su lejana le resulta insoportable, pero l sabe muy
bien, que el amor le dar a ella fuerza para romper todas las
barreras. El amor es indomable, da valor para vencer todos los
obstculos. El amor da tenacidad, da valor, por eso puede l
esperar seguro.
S, el esposo confiesa que ha sufrido la fascinacin, que su corazn
ha sido arrastrado por la mirada de la mujer. Su elegancia lo ha
enloquecido. El se siente conmovido por ella, l se siente
conquistado y no tiene vergenza de decrselo. Para ella slo siente
ternura y aade palabra tras palabra, para ver si entre tantas
logra expresar su conmocin. Le dice novia ma, hermana ma, y
todava aade Qu bellos tus amores, hermana y novia ma! Eres
mejor que el vino, mejor que los perfumes. Le habla de la alegra y
de la suavidad que encuentra en ella.
Ella es como la miel pura. Ella, su cuerpo y sus caricias quitan
toda amargura. En ella se encuentran todos los colores el prpura
de vino, el oro de la miel, el candor de la leche. Ella es el recreo de
sus ojos, la brillantez de la naturaleza est en ella. En ella

encuentra l toda la alegra. En sus besos encuentra toda la


dulzura que la vida puede dar. Con ella el amado vive en un
mundo de ensueo, con ella se siente transportado a otra realidad.
Coronando el poema, sigue un dilogo de amor anterior, a la unin
carnal:
EL Eres jardn cerrado, hermana y novia ma,
eres jardn cerrado, fuente sellada.
Tus brotes son jardines de granados
con frutos exquisitos,
nardo y enebro y azafrn,
canela y cinamono.
Con rboles de incienso, mirra y loe
con los mejores blsamos y aromas.
La fuente del jardn
es pozo de agua viva que baja desde el Lbano.
ELLA Despierta, viento del norte
entra, viento del sur:
orea mi jardn, que exhale sus perfumes
Entra, amor mo, en tu jardn
a comer de sus frutos exquisitos.
El Yo vengo a mi jardn, hermana y novia ma
a recoger el blsamo y la mirra,
a comer de mi miel y mi panal,
a beber de mi leche y de mi vino

Compaeros, coman y beban,


y embriguense, mis amigos.
"Eres jardn cerrado, fuente sellada", puede significar la
imposibilidad de acceso a ella, como a un lugar muy reservado.
Por ejemplo, Job (9, 1) hablando de Dios dice. "Manda al sol que
no brille y guarda bajo sello las estrellas". Y en Deuteronomio 32:34
dice el Seor reprochando al pueblo. "Lo tengo todo esto recogido y
sellado en mis archivos".
El novio empieza a hablar de un jardn extico, con plantas que
recogen todos los perfumes, todos los aromas que un israelita
poda imaginar y que no se daban en su tierra. Usa incluso una
palabra extica: "pards", tomada del persa, de donde viene
nuestra palabra "paraso".
Por qu usa l estas expresiones? Porque quiere decirle a la
mujer que ella es el conjunto de todas las bellezas, de todos los
encantos, de todo lo que el hombre puede imaginar en la vida, que
en ella est todo el esplendor de la naturaleza. Le dice "fuente
sellada" es decir, fuente reservada para el amado, porque ella es la
que riega ese jardn soado, ella es la que le da vida a ese mundo
maravilloso, ella es el pozo de agua viva que baja desde el Lbano,
ella es frescura, ella es remedio contra la aridez de la vida, de ella
recibe vigor, de ella recibe alegra.
La amada responde a ese canto de amor. Por eso invita a los
vientos ms fuertes a penetrar en su jardn, para que sacudan las
plantas y mezclen en un perfume nico tantas esencias raras, y as
entre el amado y guste de los perfumes a sus anchas. El jardn es
ella, la fuente es ella, los perfumes son ella, y lo que ella quiere es
que su amado goce con ella. La amada lo ha comprendido
perfectamente y no duda en atenderlo.
El acepta con toda el ansia de su corazn, l acepta gozar del
blsamo y la mirra, de la miel y del panal, de la leche y del vino, o
sea de todas las maravillas de la creacin entera, concentradas en
ella. Toda la alegra que la naturaleza puede dar se encuentra
concentrada en el encanto, en el don, en la entrega de la mujer
amada. Ella satisface todos sus deseos, ella es su sosiego, ella es su
paz, ella es su vida. El contesta con un giro que se encuentra en el

rabe clsico, por ejemplo, en "las mil y una noches" diciendo


"Compaeros, coman y beban y embriguense conmigo" o sea que
ella le da a l la entrega ms completa. Es la fiesta de bodas, es la
reconciliacin del hombre con la naturaleza, es el
redescubrimiento de la alegra, es la vuelta al Paraso, es la dicha
perfecta. La ha encontrado el hombre en la belleza de la mujer, en
su entrega, en su cario, en su ternura, en su vida entera.
Ojal amigos mos, que ustedes puedan tener ese amor, tan puro,
amor que es llamarada divina.
Ojal que ustedes puedan darse uno al otro, con todo su cuerpo,
con toda su sensibilidad esta fuerza del amor divino.

VII
Locura de Amor
ELLA: Avsame, amor de mi alma,
dnde pastoreas, dnde recuestas
tu ganado en la siesta,
para que no vaya perdida
por los rebaos de tus compaeros
EL: Si no lo sabes,
t, la ms bella
de las mujeres,
sigue las huellas de las ovejas

y lleva a pastar tus cabritos


en los apriscos
de los pastores
Amada, te pareces a la yegua
de la carroza
de Salomn
Qu bellas tus mejillas
con los aretes
Tu cuello con los collares!
Te haremos pendientes de oro
incrustados de plata
ELLA: Mientras el rey estaba en su divn
mi nardo despeda su perfume
Mi amado es para m
una bolsa de mirra
que descansa en mis pechos
Mi amado es para m
como un ramo florido de ciprs
de los jardines de Engod.
EL: Qu hermosa eres, mi amada,
qu hermosa eres!
Tus ojos son de paloma.

ELLA: Que hermoso eres, mi amado,


que dulzura y que hechizo!
Nuestra cama es de frondas
y las vigas de casa
son de cedro, y el techo de cipreses.
ELLA: Soy un narciso de Sarn
una azucena de la vega.
EL: Azucena entre las espinas
de mi amada entre las muchachas.
ELLA: Manzano entre los rboles silvestres,
mi amado entre los jvenes
a su sombra quisiera sentarme
y comer de sus frutos sabrosos.
Me meti en su bodega
y contra m enarbola
su bandera de amor
Denme fuerza con pasos
y vigor con manzanas:
Desfallezco de amor!
Ponme la mano izquierda
bajo la cabeza
y abrzame con la derecha

EL: Muchachas de Jerusaln,


por las venadas y las gacelas
de los campos
las conjuro,
que no vayan a molestar,
que no despierten al amor
hasta que l quiera!
Esta conversacin de amor ha espantado a varios estudiosos y a
muchsimos predicadores. Se han asustado con el atrevimiento de
estos versos. Han juzgado a Dios incapaz de hablarnos de la
alegra del amor. Le han querido corregir la plana a Dios.
Esto es comprensible. En diversos ambientes, en nombre de la fe le
han dado la espalda al mundo, han visto las obras de la creacin
no con la intencin amorosa y salvadora de Dios, sino con soberbia
o resentimiento. A nuestra incapacidad de amor le hemos llamado
hambre de Dios, y a la mezquindad la juzgamos virtud.
Sin amor sensible a los hombres concretos no hay amor a la
creacin y sin amor a la creacin no hay entendimiento, no hay
amor de Dios.
Conviene no perder de vista, que en el Israel del Antiguo
Testamento, como en nuestra sociedad actual, el hombre y la
mujer de hecho no eran iguales. La mujer no vala por s misma,
vala por los hijos y las ventajas que poda darle al hombre. No se
le valoraba en su singularidad. La mujer no poda expresar lo que
ella senta y quera con la misma franqueza con que lo haca el
hombre. Si expresaba claramente sus deseos, se expona a toda
clase de crtica y de reprobacin. Este es otro de los aspectos de la
Palabra de Dios, es ruptura, es superacin de la rutina y del
desgaste propio del desamor.
En el Cantar, la novia le dice al novio sus ganas de estar con l,
libre de toda molestia y de toda crtica burlona. A pesar de que no

es fcil llegar al verdadero encuentro, ella quiere estar con l. El le


responde afirmativamente con una exclamacin de alegra y de
admiracin.
A nosotros nos extraa la comparacin de la amada con una
yegua. Pero pongmonos mentalmente en otra poca.
No haba medio de transporte por tierra mejor que el caballo.
Tener un buen caballo era una seal de distincin. Eran famosas
las yeguas de Ramss por las batallas de Qadesh. En un desfile
triunfal la yegua del Faran destaca por su gallarda y belleza. Al
compararla con la yegua, le est diciendo que su belleza es
incomparable e irresistible. Le dice que ella es su orgullo, que es
digna y elegante. La respuesta del amado es un grito de
admiracin casi comparable a la del hombre paradisiaco al tomar
conciencia de lo que es la mujer carne de mi carne y hueso de mis
huesos (Gn 2, 23)
Para l la amada merece las joyas ms bellas, no porque stas la
hagan ms bella, sino porque gracias a ella stas sern ms
hermosas.
No hay nada que pueda detener esta conversacin amorosa. El
deseo de la amada estalla, no quiere verse privada de ese amor. Su
deseo se expresa en pura msica (1,12)
Ella quiere ser para l perfume, ella quiere agradarle y dulcificarle
el ambiente y la vida toda. Ella le canta al amor que le hace feliz.
Con su amor ella lo arrulla , le devuelve la tranquilidad y la
inocencia. Es una especie de xtasis. Ella lo hace nadar entre
aroma de flores y perfumes. El gozo consiste en la entrega mutua.
El amor los rescata de las asperezas de la vida.
A tanta entrega l corresponde con ms amor. Para l la dulzura
est en los ojos de su amada. (La paloma era el pjaro de la Diosa
del amor).
Para ella, l es delicioso, es ameno.
Lo que importa es la conversacin misma, ms que las palabras
sueltas. Cada uno habla con su propia sensibilidad, con sus propios
sueos. Con el amor y la entrega mutua el mundo cambia, se

transfigura la creacin. Es un amor constante y perseverante, pero


tierno e intenso como el de los recin casados.
Es un duelo de amor, es un mano a mano de amor.
El es su rey, l es su todo, y lo mejor que tiene ella, su encanto, su
dulzura, su perfume de mujer, es para l. Porque toda su paz, toda
su dicha la encuentra en l, en el brazo carnal, en la entrega de sus
cuerpos, juntos parece que estn en el paraso. Todo es armona,
todo es alegra.
El le contesta que su amada es nica, pero se ve interrumpido por
sus palabras de intensa pasin. El escucha lo que dice.
Estoy embriagada, estoy borracha, me desmayo con tu amor. T
eres lo que he buscado, lo que he aorado, por lo que he sufrido,
pero al encontrarme contigo cuerpo a cuerpo, sufro el xtasis, la
transformacin total, no puedo controlarme, es otro mundo, es
ms de lo que so. Es algo ms que la razn; no puedo expresarlo,
tal vez ni vivirlo; todo lo que he buscado lo he encontrado en ti.
En l encuentra sombra, aroma y alimento. El es sosiego, de todo
l se nutre, a l relaciona toda su vida. El la defiende, l la
tranquiliza, l es un verdadero hombre. Los dos gozan del fruto
del amor. En l llena ella su vida y en ella l.
Ella desfallece de amor. Es una experiencia fuerte, desquiciante.
Pero la solucin no est en la huida, sino en el sosiego de la dulzura
del abrazo conyugal. Por eso le pide al l "ponme la mano
izquierda bajo la cabeza y abrzame con la derecha".
Por eso ella quiere que nada perturbe, que nada le estorbe la
intensidad de ese amor. No es una experiencia para exhibirse, ni
para jugar. Es para gozar en el respeto y en la discrecin. Es un
misterio, es algo tan delicado y grande como el corazn.
Ella se ha sentido conquistada por el amor, siente la violencia del
amor, cuya intensidad no haba calculado. Ella siente el frenes
enloquecedor del amor. Se goza con l, y no quiere que nada
profane ese gran amor.

Tal vez nos extrae que un libro sagrado est dedicado a este tema.
La culpa no es del tema, sino de nosotros, que no vemos en el amor
ms que el desfogue. Le hemos quitado el respeto, la admiracin y
la entrega. En realidad hemos destrozado el amor.
Pensemos solamente, que el profeta Ezequiel (Cap. 16) para hablar
de la lealtad de Dios hacia el pueblo, no encuentra otra realidad
humana que lo explique ms que una historia de amor.

VIII
Arrullo de Amor (2,8-17)
A estas alturas ya no juzgo necesario transcribir verso por verso
del Cantar, porque si no te ha nacido la curiosidad de leerlo por tu
cuenta, sale sobrando cualquier comentario sobre l.
Esta es, por supuesto, pura poesa. Es un canto de enamorados.
Ella canta y l tambin. Canta el uno al otro, canta a lo que han
recibido del amor.
Es un amor que comienza como la vida en la primavera. Es un
amor puro, discreto en ella, caballero en l.
Es un canto a la vida, es un canto al amor, que le da el sabor a la
vida.
Ella canta lo que suea despierta. Ella deja que hablen los deseos
de su corazn. Ella canta, pero no ella sola; son sus ganas de estar
con l. Con los ojos y el corazn de una muchacha, con la visin y
la sensibilidad de una mujer que expresa la intensidad de
transparencia del amor.
No se trata de decirnos algn detalle anecdtico, de esa relacin.
Se trata de hacernos entender los sentimientos y los deseos limpios
de una mujer.

La amada entiende con el corazn, su conocimiento se vuelve


sensacin y su presentimiento es de verdad un sentir de antemano
lo que va a suceder.
No son ideas descarnadas, no es palabrera, lo que el canto nos
trasmite; es un balbuceo de amor. Ella sabe lo que vale para su
amor. Ella lo sabe apreciar; l es gil, es agradable, es bello, es
fuerte. Ella sabe reconocer la grandeza que hay en l, pero
tambin sabe que sta grandeza est a su servicio. Lo que aqu se
expresa es la emocin, el bullicio, la impaciencia de un amor
juvenil. La calma solo la recuperar con la presencia del
muchacho amado.
Lo que ella desea es un amor tan fiel y tan fuerte, que ni la
distancia, ni el tiempo lo puedan separar.
Hay un viejo dicho italiano: "el amor mata al tiempo y el tiempo
mata el amor". No es un disparate, es una terrible verdad. Las dos
frases son ciertas, todo depende de la clase de amor, y aqu lo que
se quiere es un amor que supere todo: ms fuerte que el tiempo, un
amor que no conozca las distancias, que no se canse, que no se
amedrente.
El poema nos habla del afuera y del adentro, de la impaciencia y
de la calma. Afuera est el emocionado y ansioso joven, que ha
pasado largo tiempo corriendo y brincando. Adentro est la joven
quietecita, gozando con calma esta situacin. Es otra vez la voz del
deseo: Ella ansa que l est a su lado, ansa sentirse amada, pero
en serio, con un amor que venza todos los obstculos. Ella quiere
ser el centro de este amor tenaz. En su voz emocionada se dan la
mano, el mpetu y el deseo.
Al canto de ella sigue el canto de l, o porque l responde, o porque
ella suea que l responde. Es la voz del amado, que la incita a
salir de su sueo para estar junto a l. Es la invitacin a la cita, al
deleite del amor: "Levntate, amada ma, hermana ma, ven a
m!". Es una mezcla de dolor y de alegra. El mundo es bello, con
ella sera an ms bello, pero de hecho ella no est ah. El la invita
a ver y a sentir el mundo externo, pero a travs de su sensibilidad.
El no puede ms, se vuelve limosnero de amor. El quiere vivir con
ella la alegra paradisiaca. El ve que la naturaleza los puede hacer
felices, pero slo porque es una imagen de amor que tienen los dos.

Como la primavera es un amor que comienza. Como la primavera,


su amor est caracterizado por la vitalidad y el esplendor.
El corazn de la amada haba olfateado la cercana del amado. Lo
haba transformado en gamo y en venado. El amor la haba
preparado para escuchar hasta el silencio del amado.
Ahora l la invita a gozar las maravillas de la vida; lo triste ha
pasado, llega la temporada del renuevo, de los brotes de las aves,
de los cantos, del gozo del campo, del triunfo de la vida. Llega el
tiempo propicio a la alegra, por eso l no puede consentir que
estn separados. Est surgiendo lo que alimenta el pueblo, l
quiere que no dejen de alimentar el mutuo amor.
El amor que se muestran es juvenil, tierno, primerizo. Es amor de
novios, de jovencitos.
"Paloma ma que anidas entre
los huecos de las peas,
en las grietas del barranco,
djame ver tu figura,
djame escuchar tu voz,
porque es muy dulce tu voz
y es hermosa tu figura".
La paloma barranquea se caracteriza por su fidelidad y su
ternura. Para l eso es ella: casta, recatada, cariosa, sencilla.
Con el slo hecho de verla y de orla, l se siente contento.
La respuesta de ella es ms que clara: ella quiere la posesin
mutua, la entrega total. Ella quiere que l se goce en ella y con ella,
slo que an no ha llegado el tiempo tan deseado.
Por eso ella le pide que se vaya antes de que llegue la noche,
porque la oscuridad no es lo ms propicio para un amor limpio.

Algunos comentadores creen que esta interpretacin rebaja al


pasaje. Tal vez se deba a que para ellos es muy poca cosa el amor.
Qu ms grandeza que este atisbo, este vislumbre, este participar
con todo el ser en la capacidad divina de amar, en querer como
quiere Dios?

IX
La incertidumbre cruel (3,1-5)
Este breve
poema nos
saca de la
realidad
palpable,
externa
para
introducir
nos al
mundo de
los sueos
y deseos.
La
imaginaci
n pone
en primer
plano lo
que el
pensamien
to no
logra
aclarar.
Las
palabras

no
alcanzan
para
comunicar
las
complejid
ades de
alguien
que ama y
que se ha
propuesto
ser feliz
con su
amado.
En el
sueo
sucede
fcilmente
lo que en
la
conciencia
despierta
es
tajanteme
nte
rechazado
.
Este breve poema puede ser un sueo nocturno, puede ser una
visin fantstica, puede ser un sueo con los ojos abiertos.
Llammosle como le llamemos, el caso es que se trata de una visin
atrevida a la realidad.
Este poema no puede describir algo que realmente sucedi, por
razones muy sencillas: la muchacha israelita viva recluida, no
poda salir sola a la calle y menos de noche. Se le evitaba cualquier
familiaridad con gente extraa. Bstenos escuchar el Eclesistico
42,11-14: "Vigila a tu hija doncella para que no te acarree mala
fama, comentarios de la ciudad, desprecio de la gente y burlas de los
que se renen en la plaza. Donde ella vive no haya una reja ni
miradores a los accesos en torno.

No exhiba su belleza ante cualquier hombre, ni trate familiarmente


con las mujeres, porque del vestido sale la polilla y de una mujer la
maldad de otra. Mejor es la dureza del marido que la indulgencia de
la mujer, la de mala fama trae infamia a la casa". E infamia era que
una novia o una esposa diera la impresin an remota de ser
prostituta y slo stas rondaban de noche por las calles y plazas.
Tambin es inconcebible que los guardias no le hayan hecho nada,
ni siquiera de palabra.
La noche no era el momento propicio para emprender una accin,
segn los hebreos. Para ellos la noche era la hora del mal y de la
mala suerte (Is. 5,30; 8,22).
Por lo tanto, la nica interpretacin que cabe es la de un sueo de
amor. Es el ensueo, la aoranza, el deseo no cumplido de una
mujer, lo que aqu se nos entrega.
Ella ha constatado en carne propia, que la realidad es ms dura
que el deseo. El duro hecho de no estar con su amado la conmueve
tanto, que empieza a anhelarlo fuertemente y este anhelo enciende
su fantasa. Lo que ella quiere es estar con l cueste lo que cueste.
Afloran los gustos de una mujer. Se expresa con fuerza y ardor lo
que le estaba prohibido: decir lo que senta y quera como mujer.
Ella quiere amar carnalmente a su amado.
Ella est dispuesta a hacer hasta lo imposible con tal de unirse
para siempre a l. Ella ama, siente, suea y llora como mujer, y
esto no es degradacin, sino grandeza.
Est dispuesta a todo, porque el sueo y la alegra de su vida es
estar con su amado. Sin amor para ella la vida es desasosiego y
tristeza.
No sabe en dnde est su amado, ni tiene ningn indicio para
encontrarlo, pero no le importa, peor sera para ella resignarse a la
ausencia, perderlo irremediablemente. Ella toma en serio el amor,
y decide seguir el impulso del sentimiento.
No es una novela rosa, es una pasin en el sentido original de la
palabra, o sea el sufrimiento. Es la sensibilidad de la mujer que
recupera la voz, que le haban negado. Es el valor de la mujer, que

desea la felicidad, libre de engao. Ella tambin quiere, tambin


busca la cercana de su amado.
La decepcin de la ausencia suscita en ella la aoranza, el anhelo.
Pero ste slo le acarrea ms decepciones. Su amor no es un
capricho. A pesar de las desilusiones y contratiempos, ella sigue
firme en el propsito, no se cansa de buscar el amor verdadero. De
aqu saca la fuerza de su vida: de la esperanza de amar y ser
amada. Tan slo de pensar que sto llegue a cumplirse es para ella
un regocijo.
Casi de refiln, el poema nos descubre los altibajos de la
sensibilidad femenina. Para que podamos compartir su visin de
mujer, que sabe amar y luchar por lo que ama.
Lo que a ella la desgarra es la ausencia, el no tener a su lado a
alguien que de verdad la ame. Ella no se puede informar, no sabe
qu rumbo ha de seguir su vida para lograrlo. Los obstculos
parecen insuperables. Lo que encuentra en su bsqueda, son
peligros, amenazas y mayores decepciones.
"No lo encontr,
me encontraron los guardias
que rondan por la cuidad".
Pero ni los golpes de la vida la ponen en paz, le producen tristeza y
abatimiento, contra los cuales tiene que luchar. Lo que ella tiene
no es un alboroto, es una violenta pasin.

X
Coronacin de amor (3, 6-11)

Hay pocas
celebraciones
para todos los
tiempos y
lugares, y, las
bodas son
precisamente
una de ellas.
La boda es
expresin de
alegra colectiva.
En Israel la
novia era
llevada
solemnemente
de la casa de su
padre a la casa
del novio.
En la boda se
trataba de vivir
conforme a lo
aorado: sin
tristeza, sin
hambre y sin
estrecheces.
Nada deba
empaar esa
grande alegra. En la boda eran importantes los perfumes, los
adornos, la msica y la comida. Pero todo esto estaba, por
supuesto, en funcin de los novios. Para ella l era su rey, l es el
bello, el que merece la admiracin de todas las mujeres. Para l
ella lo merece todo: la admiracin, el cuidado, el lujo, la belleza.
La llegada de ella es la llegada de la dicha. El amor los ha hecho
monarcas del uno para el otro. Y esto s que es alegra!

XI
Fascinacin (6, 4-11)
Ella es lo ms bello que hay en la tierra. En ella hay ms belleza
que la que puede tener la ciudad ms bella.
Ella es hermosa y, por lo mismo, es terrible, es irresistible. Su
mirada perturba y desquicia. "Me has enamorado, hermana y
novia ma, me has enamorado con una sola de tus miradas". Le
dice a la amada en otro sitio
"Por una mirada de tan lindos ojo, apagan sus luces las blancas
estrellas" dice nuestra vieja cancin. Con su mirada ella lo
despert al amor y desde entonces no puede calmarse.
El hombre, el conquistador, ante la mirada de la mujer se siente
conquistado, y a ella, decidida y fuerte le implora su favor. El no se
cansa no se avergeza de repetir la fascinacin que siente por su
amada.
Su amada es slo una, pero suya. Es slo una, pero le pertenece a
l de verdad y le pertenece todita, mientras que para el rey o sea
para el que "tiene" esposas, queridas y concubinas una mujer es
slo un corto pasatiempo. Esta clase de relacin ha hecho de ella
una mujer nica, la ha hecho sin mancha, la ha hecho mujer. Por
esta clase de relacin l sabe lo que ella vale: es su torcacita, y
como mujer no tiene nada que criticarle. Por eso puede ella gozar
con l, por eso puede disfrutar con su amor, por eso puede hacer
que l sienta con ella, con el encanto de su cuerpo, un frescor
paradisiaco.
(El versculo 12 del captulo 6 es el ms difcil de cantar. Hasta
ahora no hay explicacin satisfactoria. Se cree que el texto est
daado irreparablemente, y que incluso as le pareci a un copista
antiguo que escribi: "yo no entiendo").

XII
Amante y Creadora
Quin es sa que sube (del desierto) apoyada en su amado?
"Bajo el manzano te despert,
all donde tu madre te concibi,
te concibi la que te dio a la luz"
(8,5)
Tal vez, pero subrayando el tal vez, se trate de un coro a dos voces
o de un simple dueto. Se canta la llegada de la muchacha apoyada
en su amado. Se canta a la seguridad y a la proteccin que ella
encuentra en el hombre.
Pero hay algo ms urgente, ms importante que ella; quiere
recordarle a l, que "bajo el manzano lo despert". El manzano
era el conocido smbolo ertico, que designaba la pasin sexual. En
Mesopotamia se usaba en los rituales contra la impotencia, y a l
se hace mencin en el mismo Cantar.
"Manzano entre los rboles silvestres,
es mi amado entre los jvenes;
a tu sombra quisiera sentarme
y comer de sus frutos sabrosos".
En el torbellino del deseo, como estimulante para remediar su
enfermedad de amor, lo que ella pide son "fuerzas con pasas y
vigor con manzanas".
Ella lo despert al amor. Ella lo hizo como un nuevo ser. Y lo que
ella quiere ahora, es la dicha de la unin, que se cumpla lo que ella

tanto anhela: la consumacin amorosa. Entonces se vivir lo que


vivi su madre, cuando lo concibi a l. Pero esta unin ella ser
como su madre y l nacer a una nueva realidad.

XIII
Slo el amor (8,6-7)
La mujer le pide al amado estar lo ms estrechamente unida a l.
Le pide que la considere algo tan inseparable como la propia
honra y credibilidad. Quiere que la tenga como algo de lo que
nunca se puede deshacer, bajo pena de perder todo respeto y valor
ante los dems. Ella quiere ser lo ms valioso para l. La mujer se
entrega por completo a l. Esta unin tan estrecha la pide franca y
apasionadamente, porque est consciente de la calidad y de la
fuerza del amor.
El amor es arrollador como la muerte, contra la cual no hay
defensa.
Es irrevocable, definitivo, como el mundo de los muertos, que se
apodera de todo y que nada devuelve.
Es devorador como el fuego, nada lo puede extinguir, nada lo
puede aplacar. El amor es electrizante e insaciable. Es fuego, es
calor, es fuerza irresistible que aniquila todas las oposiciones.
Contra el amor no puede nada, ni la ms gigantesca de las
catstrofes, ni la muerte con todas las manifestaciones, ni la
seduccin del dinero. El amor no es algo estancado ni rutinario,
salta como la chispa, golpea como el rayo. El amor es ardor que no
se calma, es movimiento continuo. El amor es fuerte y exigente. Es
anhelo de exclusividad, es exigencia de estar unido para siempre.
Es entereza ante todas las dificultades. Pide una vida inseparable
en todas las situaciones y con todas sus consecuencias. Nada puede
separar a los que se aman con un amor sin mentira.

El amor es fidelidad inquebrantable. Es la expresin, es el


propsito de un corazn que se ha entregado. Es lo ms duro, lo
ms grande que existe en este mundo.
Por l dijo el poeta:
Ay s, recuerdo,
ay tus ojos cerrados
como llenos por dentro de luz negra,
todo tu cuerpo como una mano abierta,
como un racimo blanco de la luna,
y el xtasis,
cuando nos mata un rayo,
cuando un pual nos hiere en las races.
("no slo el fuego" de "los versos del capitn").
Pero es mucho ms que sto: Slo quien acepta el amor celebrado
en el Cantar de los Cantares, podr creer en el amor de que nos
habla San Pablo: "El amor no falla nunca, el amor es ms valioso
que la fe y que la esperanza" (1Cor 3, 8.13). "Ni muerte, ni vida, ni
ngeles, ni soberanas, ni abismos, ni lo presente, ni lo futuro, ni
poderes, ni alturas, ni abismos, ni ninguna otra criatura podr
privarnos de ese amor de Dios, presente en el Mesas Jess, Seor
Nuestro" (Rom. 8, 38-39).

XIV
Madurez de la mujer (8, 8-10)

En la versin 1960 de las Sociedades Bblicas leeramos:


"Pero no ser para l la que ha encontrado la paz".
Para mejor captar el alcance de estos versos, debemos considerar
el ambiente donde surgieron. Para esto no necesitamos la
erudicin extraordinaria. Baste pensar que en nuestras
costumbres tan poco influenciadas por el Nuevo Testamento: el
"macho" exige que su novia sea virgen; que slo l puede decir que
la ha tocado, la toca y la tocar en adelante. El no quiere "cosas
usadas". Pero l llega ms que "usado" al matrimonio, slo que
eso en l no es desgaste, sino experiencia acumulada. Los paps y
por supuesto los hermanos, cuidan mucho a la muchacha para que
no "d un mal paso" y as pueda encontrar un "buen partido".
Curiosamente por los hijos varones no existe esa obsesin de
cuidado.
Esta moral, por desigual se vuelve sospechosa. Es una manera de
justificar. El dominio del varn sobre la mujer, es un resabio de la
mentalidad arcaica, que consideraba a la mujer propiedad del
marido, en el mismo plan que el buey y que el burro.
Este cuidado, por parcial, se descubre no como muestra de afecto,
sino de menos precio y de inters mezquino.
Esta situacin la describe el Cantar con irona. Ella, la mujer
satisfecha sexual y afectivamente, contempla su pasado: sus
hermanos se preocupaban demasiado de ella, porque no haba
alcanzado la madurez sexual y, por lo tanto, no era casadera. No
saban que hacer con ella, queran hacerla atractiva, pero al
mismo tiempo queran cuidarla. Queran por todos los medios
asegurarse con ella una buena ganancia.
Ella les ha respondido con su vida y ahora expresa esa respuesta
con palabras. Ella no es negocio de nadie. Lo que ella da su
cuerpo y su cario no es mercanca. Ella sabe elegir y ella sabe
cuidarse, pero no como propiedad de alguien, sino para poder dar
amor y recibirlo.
Ella es una persona segura de s misma, no es una tonta, ni una
dejada. Ella es la que decide, ella sabe a quien ha de entregarse.
Sus hermanos no tienen por qu decidir de ella.

Cuando encuentre al que ama de hecho ya lo encontr no lo


rechazar, sino que en l hallar la paz, su plenitud, su todo Por
fin ha encontrado la respuesta de amor que ella deseaba! Con esto
encontr la paz, ya dejar de ser como una cuidad amurallada. Ni
peligros ni ataques la tendrn obsesionada.
Una vez ms, el Cantar confirma la fuerza del amor, que triunfa
sobre el peso de las costumbres y sobre las presiones familiares.

XV
Eres nica!
A la mirada
retrospectiva de
la mujer
corresponde la
afirmacin del
hombre: para l
no hay nada que
valga ms que
ella; ni siquiera
la proverbial
riqueza
salomnica en la
que, por
supuesto, va
incluido el
harn, puede
compararse a su
"via". Lo
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Es lo que a su manera, muy a la mexicana, dice la cancin
ranchera:
Yo paqu quiero riquezas,
si voy por el mundo
perdido y sin fe!
Yo lo que quiero
es que vuelva,
que vuelva conmigo
la que se fue.
Slo el que acepta la fuerza del amor cantado en estos dos poemas
(8,6-8. 11-12), podr aceptar la proclama libertaria de San Pablo,
cuando declara, que contra el amor no hay ley que valga (Gal. 5,
22).

XVI
Slo para m
T que habitas en los jardines,
mis compaeros te escuchan.
Djame or tu voz:
huye, amor mo

como el burro, como el venadito


por los montes de las balsameras.
(8, 13-14).
La voz de la amada atrae a otros jvenes. Este hecho despierta el
celo en el joven, y le pide que lo llame, que lo invite a l, pero slo a
l a gozar de las delicias del amor. Su anhelo es que estn solos los
dos, que nada ni nadie perturbe su unin. Quiere que ella le diga:
Huye lejos de lo que amenaza a nuestro amor!, huye pero hacia
m!, huye hacia el monte de mi cuerpo! (2, 16-17). Huye al
encanto de mis pechos y al perfume de cuerpo! (4, 5-7). Su deseo es
que se sigan queriendo como el primer da. "Que siempre sea yo el
nico para ti, y que para m t seas la nica. Que cada da sea para
nuestro amor como al principio".

XVII
Borrachera de amor
Al principio fue un estallido de amor, fue un borbotn de deseo
incontenible. Fue una franca declaracin de amor, fue la expresin
de las ansias de unin corporal , fue la por siglos silenciada voz de
la mujer, que pide el placer, que reclama para ella la fiesta de los
cuerpos. Entonces l fue para ella un rey, entonces bebi ella algo
ms exquisito que el exquisito vino. Entonces fue la embriaguez de
amor y el xtasis.
"Eras la sed y el hambre, y t fuiste la fruta!"
Ah, mujer, no s cmo pudiste contenerme

en la tierra de tu alma y en la cruz de tus brazos!


Pero, a diferencia de esa poesa moderna, en el Cantar quien toma
la palabra no es slo el hombre, sino sobre todo la mujer. Aqu
salta inesperado el anhelo de la mujer, el deseo puro del mutuo
gozo amoroso.
Parece que estamos ante un regreso al Paraso, en donde los
humanos sin tapujo alguno y sin cinismo hablaban y
contemplaban sus cuerpos desnudos. Parece una vuelta al Paraso,
en donde la mujer no estaba sometida al hombre.
Parece que escuchamos de nuevo un grito elemental de
admiracin, de frenes, pero esta vez no de boca de Adn, sino de
boca de Eva. Lo que ella dice se lo dir tambin al marido. Como
en el Paraso los dos cuerpos desnudos estn realmente unidos. Al
deseo de ella responde el amor de l. Casi con las mismas palabras:
Qu bellos tus amores, hermana y novia ma;
tus amores son mejores que el vino!
Y tu aroma es mejor que los perfumes.
Un panal que destila son tus labios
y tienes novia ma, miel y leche debajo de tu lengua
(4, 10-11).
Al principio fue la irrupcin de la vida, fue un hambre ardiente de
dicha, que slo l podra colmar. Fue una expresin de libertad,
una toma de palabra por parte de la mujer para manifestarse
como es y como quiere ser, y no como quieren que sea. Fue una
alabanza al amor corporal y a todo lo que se expresa a travs de
este encuentro.

XVIII
Amor con los pies en la tierra
Negra soy y hermosa,
muchachas de Jerusaln,
como las tiendas de Cadar,
como los pabellones de Salomn,
No se fijen en lo morena que estoy,
es que el sol me ha bronceado:
enojados conmigo, mis hermanos de madre
me pusieron a guardar sus vias;
Y mi via, la ma, no la supe guardar
(1, 5-6)
El amor paradisiaco se tiene que buscar en esta tierra en donde
abundan las contrariedades y los sufrimientos. Ella, la amada
cantada y que canta en este poema de amor, no tiene la belleza de
las damas elegantes de la ciudad. No es como ellas, pero no por eso
deja de ser bella. Ella ha tenido que trabajar para provecho de
otros. El trabajo en el campo la ha curtido, pero no lo toma a lo
trgico, jugando con las palabras y con los contratiempos, afirma
que el trabajo no lo ha afectado, y que ms an su belleza es fuera
de serie.
Ella podra haber aceptado estos versos de Neruda:
"Nia morena y gil, el sol que hace las frutas,
el que cuaja los trigos, el que tuerce las algas,

hizo tu cuerpo alegre, tus luminosos ojos


y tu boca que tiene la sonrisa del agua.
Un sol negro y ansioso se te arrolla en las hebras
de la negra melena, como estiras los brazos.
T juegas con el sol como un estero
y l te deja en los ojos dos remansos oscuros"
(Poema 10).

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