Instituciones Del Nuevo Proceso Penal - Raul Tavolari
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INSTITUCIONES
DEL NUEVO PROCESO PENAL
Cuestiones y casos
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INSTITUCIONES
DEL NUEVO
PROCESO PENAL
Cuestiones y casos
EDITORIAL
JURDICA
DE
CHILE
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PROLOGO
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trnsito parlamentario, lo que constituy, ciertamente, una experiencia no slo inolvidable sino reconfortante, halagadora y
plagada de satisfacciones, sensaciones todas que prolongo en el
tiempo, mantenindome atento y en ocasiones gratsimamente
sorprendido, al modo como abogados y jueces dan vida a los
nuevos institutos.
Cuando escribo estas lneas, faltan das para que la Reforma
comience a regir en la Regin Metropolitana, la gran prueba que
la espera y que, sin ninguna duda, sobrellevar airosamente.
Ultima palabra porque, como no me he cansado de expresar a toda esa entusiasta cantidad de jvenes abogados a los que
he contribuido a capacitar en el iiltimo lustro, el Cdigo Procesal Penal lo estamos elaborando todos: fiscales y defensores, extremando -cada cual conforme a los intereses cuya atencin se
les ha e n c o m e n d a d o - la aplicacin de sus disposiciones; los jueces, por su parte, templando los excesos y leyendo las normas
con la visin de su claro espritu y sentido.
Hay tanto por aplicar, por interpretar, por precisar! Tenemos tanto por aprender! Represe en los insospechados usos que
ya se viene dando a la cautela de garantas; atindase como discutimos los efectos de la declaracin de ilegalidad de la detencin y su suerte para la continuacin de la audiencia.
Se concilla con el mandato del artculo 80 A de la Carta,
que autoriza a la polica para exigir la exhibicin de la orden
judicial previa, con el inciso agregado como final, al artculo 9
del Cdigo...?
Obsrvese cmo hemos comenzado a analizar, seriamente,
el alcance real de las hiptesis de flagrancia y, en particular, su
connotacin temporal. De otra parte hemos de atender a lo que
ocurre con las posibilidades de querellas por personas, naturales o jurdicas, que no tienen calidad de vctima y que, estoy cierto, por loables afanes, se resisten a aceptar que hemos terminado
con la accin pblica popular.
Es posible que el fiscal comunique decisin de no perseverar si no formaliz? Y, correlativamente, se ajusta al sistema del
Cdigo, autorizar al querellante el llevar una acusacin ajuicio
oral, si no hubo formalizacin fiscal? No se priva, as, al imputado, de la garanta de controlar la congruencia fctica a partir
de los hechos que pudo o no haber considerado el nico rgano
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paces de concebir cabalmente, de inmediato nos recogemos, inquietos, ante la cuasi certeza del uso distorsionado que brindaremos a este caudal informativo fiaturo. Pongo as de manifiesto una
constante humana: cualquiera sea la poca en que el hombre viva
o haya vivido, junto a los avances y al conocimiento obtenido,
caminan opciones y modalidades de problemas y asechanzas que,
poniendo en riesgo nuestra tranquilidad y existencia, nos imponen aceptar que la naturaleza gregaria del hombre supone la
posibilidad del peligro. Al propio tiempo, parece posible enunciar una clara relacin que seala que a mayores conocimientos y adelantos tecnolgicos, mayores peligros para la seguridad
de las personas y el orden colectivo.'-^ Quizs, entonces, corresponda coincidir con las modernas concepciones sociolgicas que
afirman que la denominacin que mejor se corresponde con las
caractersticas de la sociedad contempornea es, simplemente,
la de "sociedad del riesgo", nominacin que, teniendo mera intencin descriptiva, no importa adhesin a quienes persiguen
establecer una modalidad de convivencia basada en el temor y
en el olvido de los derechos de las personas.'
En los tiempos actuales, segn expondr ms adelante, la
cuestin parece ser la inquietud ciudadana por la seguridad pblica o, simplemente, por lo que se estima es un incremento en
el nmero de delitos que se cometen sin que, correlativamente,
se advierta una respuesta estatal enrgica, lo que justifica, por
algunos, una suerte de verdadero clamor por la adopcin de reglas, normas y leyes que confiriendo ms atribuciones a los rganos de la persecucin penal, permitan a stos actuar con
mayor celeridad y, en especial, con mayor rigor sobre quienes
son imputados de la comisin de hechos delictuales.
Tpicos paradigmticos en estos mbitos son la libertad provisional y las atribuciones de comportamiento autnomo poli- Las empresas Masiercard y Visa han reconocido en estos das que un hacker
ha podido ingresar a sus sistemas y acceder a 8.000.000 de tarjetas de sus clientes.
' El mundo parece asistir indiferente a situaciones como las que se presentan con los talibanes presos en Guantnamo, sin acusacin, juicio prximo ni tribtmal que vele por sus derechos, todo lo cual es obra del pas que ha hecho de la
libertad individual ima condicin de su desarrollo y que, a partir de 1868, con la
Enmienda C-atorce, prescribe en su Constitucin que "...or shall any state deprive any person, of lifc, liberty or property, without due process of law...".
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de los Estados Unidos de Amrica, con rtulos sobre la Guerra contra el Terror,
llaman a los ciudadanos de esa nacin a apertrecharse de elementos de subsistencia, ante la inminencia de un ataque, creando un clima de alarma tal, que la
idea de una guerra en contra de otro pas, aun cuando no se suministre evidencia alguna de que ste pueda ser el autor de los atentados que se temen, bajo la
excusa de la prevenci)n del terrorismo, resulta calurosamente respaldada.
'" No se trata de afirmar que el delito sea una invencin de los medios de
comunicacin: se busca, en cambio, poner en guardia frente a la persistencia de
estos medios en otorgar a los sucesos criminales una cobertura desmedida que, a
la postre, genera en el ciudadano una actitud de temor casi enfermiza y, finalmente, injustificada. Si la ciudad de Santiago tiene una poblacin de 6.000.000
de habitantes y se produjeran, diariamente, delitos que afectaren al 0,001% de
ellos, seguramente cualquier experto en estadsticas afirmara que se trata de una
cifra sin significacin alguna. No obstante, est;iramos refirindonos a delitos contra 600 personas. Pues bien, si los principales noticieros de la televisin dedicaran
-como en los hechos acontece- parte importante de su tiempo a informar sobre
apenas 3 delitos diarios, estarn cubriendo menos del 0,0001% de los mismos, pero
otorgan a la ciudadana una sensacin de inseguridad masiva difcil de revertir
" "El Destino de los Derechos del (Ciudadano en el Derecho Penal Eficaz",
en Persona..., cit., p. 40.
'- "Lo que se nota actualmente en l,atinoamrica es que luego del abandono de la doctrina de la seguridad nacional -apunta Javier Llobet R., desde Cost;i Rica-,
que pregonaba la existencia de una guerra contra el marxismo que justificaba su
combate con la tortura, las desapariciones y las ejecuciones extrajudiciales, se defiende... la existencia de una guerra en contra de la delincuencia en la que se
utilizan mtodos similares a los que se utilizaron durante la vigencia de la doctrina de la seguridad nacional... a esta respuesta autoritaria frente a la inseguridad
jurdica es lo que se ha llamado... doctrina de la seguridad ciudadana". Cfr. La
Prisin Preventiva, Univ. para la (x)operacin Internacional, San Jos, 1997, p. 117.
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ba servicios a polticos y particulares y quien, ante la falta de requerimiento de tales servicios, no trepid en remitir, l mismo,
amenazadoras cartas y cartas bombas, para que las vctimas demandaran su proteccin asesora.
El terrorismo y el trfico de drogas han hecho surgir el concepto de criminalidad organizada, como una especie de detritus
social, que los expertos policiales presentan con connotaciones
especiales. As, por ejemplo, ya es comn escuchar frases como
que "el derecho penal y el derecho procesal penal deben adaptarse a las exigencias de una lucha eficaz".''
El que la violencia, el riesgo y la amenaza se hayan convertido en los fenmenos centrales de la percepcin social, tiene importantes e inevitables consecuencias en la actitud que adopte
la sociedad ante la violencia. Para algunos, parece haber llegado la hora de conceptos como "lucha", "eliminacin" o "represin" en detrimento de otros, como los de "elaboracin" o "vivir
con". Incluso la idea de prevencin ha perdido su sabor teraputico, social o individual y se estructura como un instrumento efectivo y altamente intervencionista en la lucha contra la
violencia y el delito.'"*
La sociedad que as piensa, sostiene Hassemer, no puede darse un derecho penal (y procesal penal, agrego) que realmente
sean una garanta de libertad, verdadera Carta Magna del delincuente, en las viejas palabras de Von Liszt; lo que ella parece
necesitar es una "Magna Carta del Ciudadano", esto es, un arsenal de medios efectivos de lucha contra el delito y la represin
de la violencia. El delincuente tiende a convertirse en un enemigo, y el derecho penal y el procesal penal, en un derecho para
enemigos.'-'
En una poca, se habl de un derecho penal de enemigos,"'
- c o m o lo propugnaba Jakobs- y sus destinatarios, en palabras
de Mezger, eran los adversarios o extraos a la comunidad, a
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quienes entonces no se les aplicaba el derecho penal de los ciudadanos, que ofreca garantas. As fue como se pudo sostener
que como los enemigos no eran personas, proceda el empleo
de un sistema penal ideado al margen de los derechos fundamentales de la condicin humana, lo que nos obliga a recordar
la vergonzante experiencia que el m u n d o civilizado vive actualmente, con los talibanes prisioneros en Guantnamo.
Armonizar el indiscutido deseo popular de seguridad con la
imperiosa necesidad de la libertad representa el desafo actual
de los juristas y de los polticos. Se trata, como tantas veces acontece en la regulacin de la cosa pblica, de conducirse por la
senda de la prudencia, siguiendo dictados de la razn y escuchando la voluntad popular, cuidando empero de no caer en
vicios de enorme gravedad. Uno, es el de pensar que el pueblo,
la ciudadana, el conglomerado social, carece de la madurez, la
visin, la preparacin y la perspectiva cultural y poltica suficientes para resolver estos tpicos; tras visiones lgicas semejantes
se esconden reconocidos peligros que conducen a modalidades
claramente antidemocrticas, bajo el disfraz de proteger a la democracia de los excesos populares. Otro riesgo relevante, es el
dejarse conducir por repetidos slogans o los llamados sentimientos populares generales.^' Esta tentacin, permanente para Gobiernos y polticos, se combate difcilmente, por los atractivos
electorales que dispensa, y aunque caer en ella ofrece el consuelo de un pretendido democratismo, su aceptacin representa una modalidad de inexcusable autoritarismo, esto es, a la
postre, una exhibicin precisamente contraria a la nocin democrtica de que ese Gobierno o poltico se podra ufanan
La idea de preservar el ideal de libertad del simple manejo
de las mayoras de turno, de aquellas manejadas mediticamente, es de enorme importancia en el desarrollo de las sociedades:
pone de relieve la inescindible vinculacin entre liberalismo y
democracia, que, en palabras de un conocido filsofo de nuestros das,'^ son absolutamente interdependientes. Es que un li" Recurdese cmo bajo el pacfico manto que proyectaba el lema del "sano
espritu del pueblo", el nacismo cometi los peores excesos contra la humanidad.
*' * Cfr. Bobbio, Fundamento y Futuro de la Democracia, Edeval, Valparaso, 1990,
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beralismo sin democracia, aquel en que slo unos pocos participaban en la vida pblica, no es ya concebible. Pero una democracia sin liberalismo arriesga uno de los peligros mayores:
la tirana de las mayoras, toda vez que, si "...malo es ser oprimido por una minora, peor es serlo por una mayora, porque en
el caso de las minoras existe en las masas un poder latente de
reserva que, de ser activado, pocas veces es resistido por la minora. Pero cuando se trata de la voluntad absoluta del pueblo,
no hay recurso, salvacin ni refugio...".^^
La tirana de la mayora, sostuvo alguna vez Bobbio visitando la Facultad de Derecho de la Universidad de Valparaso,^"
consiste, precisamente, en el hecho de que una mayora sea libre de tomar decisiones incluso contra aquellos que son los derechos fundamentales de libertad, que deben ser considerados
como un presupuesto indiscutible e incontrovertible de toda
toma de decisin..., por lo que, si la mayora los desconociere,
viola un derecho fundamental que ha sido llamado por siglos
Derecho Natural, es decir, un derecho preexistente al Derecho
Positivo, al derecho creado por el Estado..., por lo que slo el
respeto de los derechos de libertad permite regular el funcionamiento del juego democrtico...
La filosofa poltica, que encontr sustento en la Ilustracin
y que se proyecta hasta nuestros das, con mayor fuerza desde
la mitad del siglo anterior, pone a los derechos humanos y civiles como fundamentos del Derecho Penal y del Derecho Procesal Penal y entiende al delito y al delincuente como parte del
contrato social.
Un destacado jurista nacional,^' en armona con estas ideas,
viene abogando por la necesidad de que asumamos al delito
como una realidad social con cuya presencia debemos acostumbrarnos a convivir, lo que, en caso alguno, me parece, equivale
a un resignado fatalismo ni representa un alegato a favor del
delito ni del delincuente, sino, apenas, un llamado a la adopcin de polticas pblicas y de prcticas privadas que, reparando en que el delito es un producto social, real y presente, como
" La Libertad en la Antigedad...,
2" d e m n o t a 7, p. 18.
2' A. Squella.
cit., p. 300.
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lo son, por ejemplo, en otro mbito de nuestra vida, los movimientos ssmicos, propongan comportamientos activos y omisivos que ora eviten generar las condiciones que faciliten la
comisin de los delitos, ora atenen sus consecuencias daosas.
Casi oponindose a esta actitud de sensato realismo, que no
desconoce el problema, pero tampoco aboga por avasallar los
derechos de las personas en procura de solucin,'^^ ya de largo
tiempo se ha alzado, entre otras, la singular frmula represiva
conocida por la expresin "tolerancia cero", enunciado slo y
en principio admisible en funcin del buen propsito que, todos intuimos, persigue su implantacin. Es que la construccin
terminolgica "tolerancia cero" no constituye sino un nada sutil eufemismo para elevar la intolerancia a virtud.
Este singular enunciado -referido, como se espera, a los delitos- puede ser compartido, en principio, por todo ciudadano
que confa en que el Estado le asegure las condiciones para desarrollar su vida tranquila y pacficamente, pero es evidente que
para los juristas representa un concepto preocupante y, por momentos, inaceptable. Es que, como agudamente se ha sostenido,^-^
el objeto de esta poltica de cero tolerancia slo pueden ser conductas que carecen de relevancia policial y penal, porque, en caso
contrario, si tuvieran tal relevancia, se tratara de problemas que
tradicionalmente pertenecen al mbito de la intervencin policial y del Derecho Penal y, en este terreno, la poltica propugnada representara persecucin penal sin excepciones y marginal
a la ley.
Con todo, si el sentido de la modalidad resultara ser slo una
masiva ampliacin del arbitrio policial para decidir tanto el "s"
como el "cmo" de la intervencin persecutoria, a travs de un
camino desligado de leyes o normas, se tratara de un concepto
que "infringe los dos fuertes lmites que el Estado de Derecho
impone y debe imponer a las intervenciones del poder estatal:
'-^ Recurdese que en nuestro medio, pocos aos atrs, un diputado abogaba
por la castracin de los violadores y im candidato a la Presidencia de la Repiblica propona que las personas en libertad provisional exhibieran en el pecho un
distintivo de su condicin.
^'' W. Hasseinert, "La Polica en el Estado de Derecho", en Persona..., cit.,
p. 160.
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investigacin y persecucin de los delitos en un Estado de Derecho, con respeto a la dignidad y a los derechos fundamentales de las personas, son extremadamente ms complejas que bajo
un rgimen en que los tales derechos no se observan. Hemos
sido testigos, durante los primeros meses de vigencia del proceso reformador chileno, de una contemplativa actitud policial,
basada en la presunta falta de atribuciones para el cumplimiento
de sus deberes, en circunstancias que las carencias que se advertan no eran sino el resultado, precisamente, de desconocimiento de las disposiciones legales que resolvan las materias.
Me parece, adems, que la funcin policial se cumple de mejor forma y de acuerdo a lo que se espera de un cuerpo de este
tipo, en la medida en que se acenta su carcter policial por sobre los aspectos militares que pudieren incidir en su estructura,
organizacin y funcionamiento. Es que todos sabemos que, a diferencia del rol que se confiere a las fuerzas militares, la polica
tiene ante s una tarea que, por momentos, puede parecer hasta
contradictoria: mientras por un lado le compete preservar el orden pblico, por otro, es de su responsabilidad garantizar que las
personas puedan ejercer libremente los derechos que el Ordenamiento les reconoce. Al efecto, se ha podido fundadamente sostener que el modelo policial chileno enfrenta serios dilemas y
desafos en el contexto del paso de un rgimen autoritario de carcter militar a uno democrtico, del aumento del temor al crimen que experimenta la poblacin y del inicio de un proceso
incipiente de descentralizacin poltica que choca con el carcter centralizado, jerrquico y corporativo de la polica.-'-^
Es imperioso que se inculque en el polica la efectiva conviccin de satisfaccin personal e institucional por la funcin que
tro o medidas infundadas (unreasonable senrrhes), garanta que se protege a travs
de la llamada regla de exclusin, conforme a la cual no se podr utilizar enjuicio
evidencia obtenida con infraccin a esta norma. La jurispriidencia de los tribunales de los Estados Unidos de Amrica ha aceptado, entre otras hiptesis, que
tal evidencia ser admisible en juicio cuando la infraccin se ha cometido de buena
fe, pero principalmente cuando \\n polica razonablemente bien capacitado (reasonahly wdl-trained) ha credo que no exista infraccin.
'' Cfr. Hugo Frhling, "{carabineros y consolidacin democrtica en (]hile",
en Polica y..., cit., p. 82.
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cumple, para que se supere esa soterrada pero evidente nostalgia de igualarse o de identificarse con las actividades militares.
Este resultado slo se obtendr cuando, en los hechos, el sistema poltico genere las condiciones para que se confiera a la funcin policial un debido reconocimiento social, como resultado
de dispensrsele un marco jurdico y econmico adecuado.
De cara al efectivo perfeccionamiento profesional, es indispensable que la dependencia institvicional de la polica pase al
Ministerio del Interior,^^ decisin que no se puede an llevar a
cabo por la tenaz resistencia del principal cuerpo policial nacional, sustentada, de manera primordial, en mi concepto, en el
anhelo de los mandos superiores de mantenerse en planos de
igualdad con las instituciones de las Fuerzas Armadas, llamadas,
como se anticip, a labores, obligaciones y modos de comportamiento completamente diversos de los policiales.
En consecuencia, la tarea importa fortalecer en la superioridad policial la conviccin de que sus lealtades y fines institucionales, coherentes con un Estado de Derecho en un sistema
democrtico y republicano, apuntan antes al Poder Civil (Poder
Judicial, Ministerio Pblico, Ministerio encargado del orden pblico) que al poder militar.^^
b) El reconocimiento y regulacin de la discrecionalidad policial
Bajo este contradictorio epgrafe, recojo las conclusiones de un
ensayo nacionaf*^ que cita estudios empricos realizados a partir de los aos 60 en los Estados Unidos de Amrica, que demostraron que en los hechos la polica cuenta con importantes
niveles de discrecionalidad en su actuar y que escapan a los di-
^"^ Con cierta deliberada simpleza, en mi opinin, se sostiene que esta dependencia conlleva el riesgo de la politizacin, olvidando que durante el siglo XX y
hasta que se produjera el golpe militar de 1973, la polica dependi del Ministerio del Interior sin los resultados que se temen, y que en la experiencia comparada una de las policas ms exitosas, la de Nueva York, depende del alcalde.
^'^ Sobre este tema mi artculo "La actividad policial bajo la direccin del Ministerio Piblico", en Los desafos en las relaciones Polica-Ministerio Pblico, publicacin conjunta del Ministerio de Justicia chileno, la Fundacin Konrad Adenauer,
la U. Central de Chile y otros. Stgo., 1999, p. 61.
-"' Cfr. Polica y Estado de Derecho: funcin y organizacin. De M. Duce y F. Gonzlez, cit.
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''' Cfr. Jos I. Cafferata ores, Cuestiones actuales sobre el proceso penal, 2" edic.
act., Edit. del Puerto, SRL. Bs. Aires, 1998, p. 192.
^'' Cfr "Lineamentos Gerais do no Processo Penal na America Latina: Argentina, Brasil e Cdigo-Modelo para Ibero America", en O Processo em EvoluQao, Forense Universitaria, 1996, Sao Paulo, p. 208.
'' Cfr. Derecho Procesal Penal argentino, EdiL Hammurabi, SRL. Bs. Aires, 1989,
t. Ib, Fundamentos, p. 285.
""^ El sistema norteamericano, caracterizado por poseer una de las ms altas
proporciones de ciudadanos privados de libertad, aprob en 1984 una Federal Bail
Reform Act, por la que expresamente se autoriz a los jueces para disponer la privacin de libertad si "no existe una condicin o combinacin de condiciones que
razonablemente aseguren la comparecencia del imputado cuando se le requiera
o la seguridad de cualquier otra persona y de la comunidad". En el caso United
States vs. Salemo, por 6 votos contra 3, la Corte Suprema declar constitucional la
disposicin. U.S.739 (1987).
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respaldo el criterio de la seguridad de la sociedad, como elemento regulador de la libertad del imputado,"''^ lo que importa contrariar toda la filosofa de un rgimen de garantas reales
e importa que, por sobre un proceso racional de anlisis y persuasin, prevalece el ancestral afn de decidir apresuradamente
las controversias sobre la base de los pareceres mayoritarios,
al propio tiempo siempre temerosos, influenciables y cambiantes por definicin, irremisiblemente morbosos y crueles por antonomasia.
Nadie desconoce que la prisin preventiva constituye una
medida que alcanza a quien no ha sido objeto de condena:"'^ que
su extensin, sin embargo, quede sometida al riesgo que la libertad del sujeto represente para la seguridad de la sociedad,
es retornar a los ms tenebrosos momentos del pensamiento jurdico penal, cuando se atribua responsabilidad penal a las personas por motivos genticos, biolgicos o incluso raciales.
Corresponde, entonces, regular la prisin preventiva, en trminos de Binder,^-' de modo que no sea una pena anticipada,
es decir, una pena sin juicio, porque si el propio sistema est
diseado para imponer penas sin el requisito del juicio, entonces la idea misma del juicio carece de valor Nulla pena sine iuditio
es el principio que debe regular el carcter excepcional de la
prisin preventiva si, en definitiva, hemos de admitirla como una
realidad que nuestra propia naturaleza de seres expuestos y dispuestos al delito nos impone.
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^2 Recojo en este documento, presentado en el Congreso Internacional y organizado en Roma, por la Universidad Tor Vergata y el Instituto Iberoamericano
de Derecho Procesal en mayo de 2004, parte importante de las reflexiones y conclusiones contenidas en el Informe que, por encargo del Gobierno de Chile y del
principal partido de la oposicin, emiti, en diciembre de 2003, un grupo de expertos, del que tuve el honor de formar parte y de cuya redaccin final se me
comision ocuparme, junto al profesor Orlando Poblete. El Informe se rotul "Documento de la Comisin Nombrada para Revisar y Evaluar la Marcha y Funcionamiento del Nuevo Sistema de Enjuiciamiento Criminal". Requer de cada uno de
los miembros de dicha Comisin, su expresa autorizacin para reproducir prrafos del Informe.
^^ Antecedentes de su gnesis y vigencia pueden revisarse en mi "La Situacin de la Vctima del Delito en el Proceso Penal Chileno", en este mismo libro.
En relacin al nuevo Cdigo, vase de M. Ins Horvitz y J. Lpez, Derecho Procesal
Penal Chileno, Editorial Jurdica de Chile, Stgo., 2002,1.1, pp. 17 y ss.
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^^ Cfr. por todo, M. Duce y C. Riego, Introduccin al Nuevo Sistema Procesal Penal, vol. 1, Santiago, 2002, pp. 93 y ss.
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aconteci con el Ministerio Pblico, el generar institutos jurdico-polticos antes inexistentes, esto es, respecto de los cuales se
carece del respaldo de una cultura y una tradicin jurdica a la
que acudir. Llegada la hora de entrar en evaluaciones, a estas
consideraciones debe unirse la conciencia que, para que un cambio tan radical pueda asentarse, ha de aguardarse la maduracin,
que slo el cansino caminar del tiempo puede otorgar
Lo anterior no es bice para destacar que la reforma procesal penal, comprensiva del establecimiento de un Ministerio Pblico dotado de autonoma constitucional, de u n sistema de
Defensa Penal pblico estatal y que cuenta con la determinante
colaboracin de abogados privados, todo enmarcado en un sistema procedimental pblico, desformalizado y oral, constituye,
en mi opinin, la poltica pblica transformadora de mayor envergadura desarrollada en el pas en los ltimos cien aos.
Ha sido, tambin, la ms exitosa, porque representa un cambio en marcha, con profunda adhesin de los operadores y de
la comunidad legal en general, que entraa mejoras tangibles
para los ciudadanos, lo que, todos sabemos, no se predica fcilmente en otras reas relevantes del quehacer estatal.
El nuevo rgimen procesal penal chileno comprende una estructura orgnica concebida para dar aplicacin a un sistema procedimental que persigue el respeto de los derechos, en especial
de la dignidad de los imputados, la eficacia de la persecucin
penal y la proteccin de la vctima, como cuestiones fundantes
y prioritarias.''''
'^"^ A diferencia de lo que ocurre con el Cdigo Procesal Penal Modelo para
Iberoamrica -Cdigo Modelo-, el sistema chileno, como se aclara ms adelante,
no autoriza a los fiscales para decretar medidas que afecten las garantas constitucionales, las que, constilucionalmente, slo pueden ser decretadas por el juez de
garanta, denominacin que reemplaz a la de Juez de Control de la Instruccin
que, siguiendo los lincamientos del Cdigo Modelo, se haba adoptado primitivamente.
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A. Estructura orgnica
a) El Ministerio Pblico
Modificndose la Constitucin Poltica de la Repblica, se introdujo al ordenamiento jurdico chileno, el Ministerio Pblico,''''
concebido como "...un organismo autnomo, jerarquizado (que)
dirigir en forma exclusiva la investigacin de los hechos constitutivos de delito, los que determinen la participacin punible
y los que acrediten la inocencia del imputado y, en su caso, ejercer la accin penal pblica en la forma prevista por la ley. De
igual manera, le corresponder la adopcin de medidas para
proteger a las vctimas y a los testigos...".
La direccin de este organismo se confi a un Fiscal Nacional, elegido por 10 aos, con la participacin de los tres Poderes
del Estado, esto es, designado por el Presidente de la Repblica, a partir de una nmina de cinco nombres que le presenta la
Corte Suprema y requirindose la aprobacin final del Senado
para el nombramiento.
En cada una de las trece regiones en las que est dividido
poltico-administrativamente el pas, existe un Fiscal Regional
que conduce al Ministerio Pblico en la respectiva regin, con
la excepcin de la Regin Metropolitana de Santiago, para la
que se determin la existencia de cuatro fiscales regionales.
En el ejercicio de sus funciones -dispone la Ley Orgnica
Constitucional correspondiente- los fiscales del Ministerio Pblico adecuarn sus actos a un criterio objetivo, velando nicamente por la correcta aplicacin de la ley.''''
Agrega la norma que las unidades operativas de las Fiscalas
Regionales, para la investigacin de los delitos, el ejercicio de
la accin penal pblica y la proteccin de vctimas y testigos, sern las fiscalas locales, integradas por los fiscales adjuntos.
'' La reforma import agregar un Captulo VI-A, que contiene los arts. 80 A
hasta el 80 I, de manera que la regulacin va entre el captulo reservado al Poder
Judicial, el VT, y el desuado al Tribunal Constitucional, el VII.
'" Art. 3" de la Ley N" 19.640, Orgnica Constitucional del Ministerio Piblico.
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Art. 80 A, inc. y\
'" C\\e cuenta con una polica militarizada -el Cuerpo de (iuabineros de
Chile, dependiente del Ministerio de Defensa Nacional, a partir del gobierno militar del General A. Pinochet- con algo ms de 36.000 funcionarios y que cumple
primariamente actividad preventiva, y con una polica civil -la Polica de Investigaciones de enhile-, dependiente del Ministerio del Interior, con aproximadamente
6.000 funcionarios a cargo de la investigacin de los delitos. Las leyes han autorizado, sin embargo, que Carabineros intervenga tambin en actividades de investigacin.
''" El sistema guarda completa armona con lo previsto en el ('digo Modelo.
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judicial a que fiere citado...". Estos defensores, que adems intervendrn en cualquier estado del procedimiento en el que falte
el abogado defensor, mantendrn las defensas hasta que la asuma el defensor que designe el imputado (art. 25 Ley N" 19.718).
El servicio se prestar por abogados integrantes de este servicio pblico y, primordialmente, por abogados privados que
hayan postulado en los procesos de licitacin y se hayan adjudicado las defensas penales en las respectivas regiones.
La Defensora Regional elaborar una nmina de los abogados que, en virtud de los procesos de licitacin, debern asumir la defensa penal de los imputados y stos elegirn, de dicha
nmina, al abogado que prefieran, siempre que est disponible.
Estarn disponibles, conforme a la ley, los abogados que no
hubieren alcanzado an el porcentaje total de casos que les correspondiere defender, en virtud de la licitacin.
B. Estructura procedimental
El nuevo rgimen procesal penal confiere exclusivamente a los
fiscales y a las vctimas el ejercicio de la accin penal pblica, lo
que importa afirmar que se ha terminado con el viejo modo de
accin penal pblica popular.
Confiere a los fiscales, en lo que, en mi concepto, es una esplndida herramienta de eficaz administracin de los recursos
de la persecucin penal pblica, diversos mecanismos de solucin temprana de asuntos, entre los que destacan:^^
a) El archivo provisional, facultad conferida para disponer el
archivo de las investigaciones en las que no aparecieren antecedentes que permitieren desarrollar actividades conducentes al
esclarecimiento de los hechos (art. 167 Cdigo Procesal Penal).
b) El principio de oportunidad, ejerciendo el cual podrn los
fiscales no iniciar la persecucin penal o abandonar la ya iniciada, cuando se tratare de un hecho que no comprometiere gravemente el inters pblico (art. 170 Cdigo Procesal Penal).
'^ Tambin en relacin a estos institutos procesales, el OSdigo Modelo cumpli su finalidad orientadora de la legislacin nacional.
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c) La suspensin condicional del procedimiento, que podr solicitar el fiscal al juez, con acuerdo del imputado, cuando en
general se tratare de personas imputadas por delitos cuya penalidad no excediere de tres aos de privacin de libertad y el sujeto careciere de antecedentes penales (art. 237 Cdigo Procesal
P^nal).
d) Los acuerdos reparatorios, convenios entre imputado y vctima que, aprobados por el juez, por comprobar la concurrencia de un consentimiento libre e informado y por referirse a
hechos que afectaren bienes jurdicos disponibles de carcter
patrimonial o consistieren en lesiones menos graves o constituyeren delitos culposos, llevan a ste a dictar sobreseimiento definitivo en la causa (art. 241 Cdigo Procesal Penal).
La investigacin no puede tardar ms de dos aos desde que
se produce su formalizacin -comunicacin que el fiscal efecta al imputado, en presencia del juez, de la circunstancia de
encontrarse desarrollando una investigacin en su contra respecto de uno o ms delitos determinados (art. 229 Cdigo Procesal Penal)-, y cerrada, corresponder presentarse la acusacin y
la contestacin, para que, ante el juez de garanta, tenga lugar
la etapa intermedia, en lo que se denomina "la audiencia de preparacin del juicio oral".
En esta oportunidad se debate principalmente acerca de las
pruebas que se ofrecen y en una resolucin final se consignan
las acusaciones, las contestaciones y las pruebas que se rendirn
en el juicio oral.
ste se verifica ante un tribunal colegiado, integrado por
tres jueces profesionales, abogados, que no han tenido vinculacin alguna con la investigacin precedente: el principio es
que slo las pruebas que se produzcan ante dichos jueces servirn para fundamentar la sentencia que se dicte, fallo que
debe emitirse a lo menos en cuanto al veredicto de inocencia
o culpabilidad, al concluir la audiencia, citndose a los intervinientes a breve plazo posterior para escuchar la lectura completa de la sentencia.
La decisin del juicio oral no es susceptible de apelacin y
slo podr impugnarse a travs de un recurso de nulidad, que
constituye una modalidad casacional.
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2.2.
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slo las reglas de procedimiento, sino todo el sistema: sus instituciones, organizacin, valores y cultura. De all que, en su momento, todos predicramos que "...el mayor defecto del sistema penal
en Chile es que carece de un genuino juicio contradictorio que satisfaga
las exigencias del debido proceso (...) se trata no slo de un proceso que
confiere pocas garantas, sino que, adems, se trata de un proceso carente de eficiencia y, lo que es peor, displicente con las vctimas y los usuarios que a l acceden".'''
El nuevo sistema "se pone al da" en materia de estndares
de debido proceso, tanto desde la perspectiva de la propia Constitucin Poltica, como de las responsabilidades internacionales
adquiridas por el pas. En el nuevo proceso las actuaciones del
procedimiento se realizan a travs de atxdiencias orales, contradictorias y pblicas, que deben realizarse ante los jueces, todo
ello complementado, adems, con un Ministerio Pblico encargado de ejercer la accin penal y con un sistema profesional de
defensa penal pblica.
Mensaje, cit.
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debe, adems de cumplir su rol especfico como rgano acusador del procedimiento penal, asumir la funcin de ordenar la utilizacin de los recursos represivos del sistema conforme a criterios generales, conocidos y
legitimados por medio de la discusin pblica y frente a rganos representativos de la comunidad ".
C. Evaluacin general
Considerados estos objetivos, se ha podido concluir recientemente, por la Comisin de Expertos a que he aludido precedentemente y que designaran, de comn acuerdo, el Gobierno y el
principal partido de la Oposicin, que la fase de instalacin y
puesta en marcha de la reforma ha sido un proceso muy exitoso, en funcin de los siguientes aspectos:
a) Calendario de implementacin. El calendario de implementacin gradual se ha ido cumpliendo rigurosamente en las fechas previstas, salvo en la Regin Metropolitana.
b) Instalacin de las instituciones. El Ministerio Pblico, los
Tribunales y la Defensora Penal Pblica se han instalado oportunamente, reclutando y capacitando a cientos de personas.
Cada una de estas instituciones se encuentra hoy funcionando
de manera organizada.
c) Instalacin de la oralidad. La antigua cultura inquisitiva -especialmente la lgica de trabajo del expediente escrito- ha sido
genuinamente substituida por un proceso a travs de audiencias
orales, pblicas y contradictorias. Al 31 de agosto de 2003 aproximadamente unas 90.000 causas generaron una o varias audiencias.^'' En el funcionamiento prctico del nuevo sistema no hay
actualmente ninguna decisin relevante que no sea alcanzada a
travs de audiencias con estas caractersticas, lo cual constituye
una verdadera revolucin en la cultura judicial chilena.^''
*' Adems de otras aproximadamente 326.000, que, si bien no generaron audiencias por haber sido desestimadas por el Ministerio Piiblico, generaron sin
embargo control judicial por escrito.
'* En otras reformas latinoamericanas, simplemente, no se ha logrado vencer la fuerza de la cultura inquisitiva, lo que ha llevado a que todas las nuevas
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instituciones se tergi\'ersen y terminen reproducienck) el sistema antiguo, p o r ejemplo volviendo a reducir la investigacin a u n e x p e d i e n t e o h a c i e n d o de las audiencias orales u n a simple lectura en voz alta y colectiva del mismo. "En los pases
q u e t i e n e n u n Juicio oral n o muy firme, explica Binder, o c u r r e q u e la fuer/a del
sumario es tan g r a n d e q u e en el juicio oral, lejos d e p r o d u c i r p r u e b a , se convierte en un alegato sobre la p r u e b a del sumario... e incluso en pases tales c o m o Brasil
o Costa Rica o en algunas provincias de Argentina, d o n d e el juicio oral est u n
poco ms desarrollado, la influencia del sumario sigue siendo decisixa. O sea, cabe
afirmar q u e n o hay juicio previo en Amrica Latina...". Cjr. Alberto Binder, Ideas y
Ala/eriales para la Reforma de lajustieia Penal, Ad Hoc, Bs. Aires, 2000, p. 87.
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e) Situacin de la vctima. Se ha producido una mejora substancial en la proteccin de la vctima en el nuevo proceso: mltiples soluciones consideran el inters concreto de sta y su
reparacin (vgr. acuerdos reparatorios, indemnizacin como condicin de suspensin); la vctima por primera vez tiene una voz
relevante en el destino del proceso y en el control de la persecucin penal, en algunos casos determinante y aun sin haberse querellado (vgr. puede oponerse a la desestimacin del caso, a la
aplicacin de una pena menor por va del procedimiento abreviado en ciertas hiptesis o asumir el caso en lugar del fiscal si ste
decide no perseverar); asimismo, se otorga a la vctima un acceso
a la informacin del proceso como nunca en la historia nacional
y se le reconoce contacto personal con el fiscal; el Ministerio Pblico tiene, en cada regin del pas, una Unidad de Vctimas y Testigos, que las asiste en su trnsito por el proceso penal, las atiende,
las deriva a la red social, y que comienza a mostrar una creciente
sofisticacin en el servicio y proteccin que les brinda.'''^
f) Eficiencia y eficacia del sistema. Al 31 de agosto de 2003 el
sistema haba conocido, aproximadamente, de 416.000 procesos por delitos en las 8 regiones en funcionamiento, habindose prcticamente cumplido la tasa anual de trminos estimada
por los trabajos preparatorios, a saber, un 89%. Por su parte,
los tiempos de tramitacin de las causas han disminuido ostensiblemente. A modo ilustrativo, los clculos ms conservadores
dan cuenta de que el promedio de tramitacin de los procesos
por robo es de aproximadamente 4,6 meses; por hurto de 3,5;
por violacin, 10,8. En promedio, el nuevo sistema ha reducido el tiempo de tramitacin en tasas que oscilan entre el 40%
y el 60%, dependiendo de la regin. A esto deben agregarse
las causas que se desestiman, cuestin que ocurre en un lapso
de semanas, con la consecuente ganancia en liberacin de recursos para la persecucin de los delitos investigables y la disminucin de gasto de tiempo y molestias para las vctimas. No
slo estos resultados dan cuenta de la eficiencia del sistema, sino
'" As, por ejemplo, hoy en da les pone a su disposicin un telefono celular
con el nmero directo del fiscal a cargo del caso y de las policas, los asiste en el
cambio de domicilio o en la tramitacin de nuevas lneas telefnicas, los acompaa a hacerse los peritajes necesarios para el proceso, etc.
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tambin los procesos de trabajo y los modelos organizacionales a travs de los cuales ellos se estn generando: en efecto, se
observa en todas las instituciones, en diversos grados, una permanente revisin y una creciente sof'isticacin de la organizacin del trabajo. Muchas fiscalas locales estn exhibiendo
grados importantes de atencin y creatividad en estos aspectos,
lo mismo que muchos tribunales de la reforma. No obstante,
se trata todava de esfuerzos que dependen fuertemente de la
iniciativa personal de fiscales y jueces determinados, sin que
haya polticas institucionales fuertes para detectar y transmitir
las mejores prcticas.
A su turno, aproximadamente uno de cada tres de estos trminos (26,6%) representan soluciones, esto es, respuestas formales del sistema al caso de fondo.''*^ Como parte de estas
soluciones el sistema produjo en los primeros dos aos de la reforma, 22.500 sentencias, de las cuales el 98,8% fueron condenatorias.
g) Transparencia y corrupcin. Las encuestas de percepcin de
los usuarios del sistema destacan, como una de las principales
virtudes, la transparencia del sistema. sta se expresa principalmente en la publicidad de los procesos a travs de las audiencias y, segn la informacin disponible, en la virtual desaparicin
de corrupcin al interior de los tribunales.
h) Atencin al pblico. Las primeras encuestas de percepcin
son igualmente uniformes en calificar positivamente la atencin
del sistema al pblico y su calidad en tanto servicio, destacando
a este respecto las caractersticas de cortesa, puntualidad, transparencia y eficacia. No obstante, si bien la calificacin de estos
aspectos sigui siendo positiva el segundo ao de implementacin, fue menor que en la primera medicin, lo que exige de
las instituciones perseverar en la calidad del semcio.
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2.3.
PERSECUCIN PENAL
A) Delincuencia y temor
La implementacin de la reforma procesal penal ha coincidido
con un perodo en que el tema de la delincuencia ha cobrado
especial relevancia para la opinin pblica mundial y nacional.
En este escenario, se han generado algunas opiniones que vinculan esta reforma con aumentos objetivos y subjetivos de la inseguridad ciudadana, olvidando que se trata de un fenmeno
mundial que ha llevado a las modernas concepciones sociolgicas a afirmar que la denominacin que mejor se corresponde
con las caractersticas de la sociedad contempornea, es, simplemente, la de "sociedad del riesgo".
La reforma procesal puede tener un efecto sobre los niveles
de delincuencia y percepcin del delito a travs de un mayor
porcentaje de soluciones efectivas de los delitos denunciados, de
la calidad de dichas soluciones, de la adecuacin de las medidas cautelares, y de la atencin y proteccin de vctimas y testigos, entre otros. Ello puede contribuir tanto al control de los
delitos como a la sensacin de inseguridad de la poblacin. Cosa
distinta es la sensacin de impunidad, la cual puede variar por
diversos motivos, sin que necesariamente est relacionada a la sensacin de inseguridad ni a los niveles reales de delincuencia.
No obstante lo anterior, se debe reconocer que la instalacin
del nuevo sistema, en cuanto a proceso de enjuiciamiento, por
s misma tendr efectos muy limitados o nulos, a menos que vaya
acompaada de un trabajo distinto por parte del Ministerio Pblico y las policas. En este sentido, la reforma procesal puede
ser considerada condicin necesaria, pero no suficiente para
mejorar el control de la delincuencia. Es la creacin de una institucin especializada en la persecucin penal la que en teora
debiera tener un mayor impacto en la delincuencia.
Por otra parte, existen varios elementos para analizar el efecto que la reforma ha tenido sobre la delincuencia: la evolucin
de las denuncias de delitos de mayor connotacin social, la evolucin de la victimizacin, la opinin pblica acerca del funcionamiento de los tribunales y de la reforma, y el temor a la
delincuencia.
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Sobre este tema, y analizadas las cifras disponibles, no es posible afirmar que el nuevo sistema aumente la delincuencia o el
temor. En efecto, tanto la tasa de denuncias como las cifras de
victimizacin oscilan de manera heterognea en cada regin,
entre el perodo previo y posterior a la entrada en vigencia de
la reforma, en algunas aumentando, en otras mantenindose,
en otras incluso disminuyendo. Lo mismo ocurre cuando se comparan regiones con y sin reforma: en ciertas regiones con reforma, algunos de estos indicadores efectivamente suben, aunque
en el mismo perodo ellos suben tambin en regiones sin reforma; en el caso de otras regiones, se mantienen o bajan, con igual
independencia de que tengan reforma o no; en las regiones en
que aumenta alguno de estos indicadores, en ocasiones lo hace
por sobre el aumento promedio nacional; en otros casos no. Del
anlisis estrictamente estadstico, concluy la Comisin de Expertos chilena en su evaluacin, no es posible sostener que exista
una correlacin entre el aumento real de la delincuencia o el
a u m e n t o del temor y la aplicacin de la reforma. Por ltimo
-tambin relevante- debe mencionarse que las cifras muestran
que la opinin del pblico relativa a la reforma obedece al mayor o menor conocimiento que ste tiene del nuevo sistema, siendo ms favorable la del pblico que declara conocerla, y muy
favorable la de las personas que han tenido contacto directo con
el sistema.'^'
No obstante lo anterior, uno de los problemas ms relevantes que hemos podido advertir consiste en que, como producto
de ciertos defectos del nuevo sistema -sea de diseo legal, sea
de capacitacin o sea del modo como los operadores responden
y emplean las instituciones- efectivamente se generan situaciones
de impunidad en el mbito de los delitos menos graves (hurtos
de menor entidad: lesiones leves; hurtos en supermercados, etc.).
La situacin es explicable si se recuerda que parte importante
de la filosofa del nuevo rgimen radica en la mejor y ms efectiva aplicacin de los recursos de la persecucin penal pblica,
lo que importa exigir del Ministerio Pblico priorizaciones y exclusiones, a fin de concentrar los mejores recursos en la perse-
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aplicacin de la ley penal y, en tal sentido, no tienen como tarea contribuir al control del crimen.
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imparcialidad y libertad de juicio, el Ministerio Pblico, en cambio, no es neutral ante los conflictos que envuelven infraccin
a la ley criminal, sino que su cometido es la persecucin de los
potenciales responsables, lo que exige que inste en estrados por
su castigo.
La autonoma del Ministerio Pblico existe para garantizar
el cumplimiento de su funcin sin interferencias en dos aspectos: que los restantes rganos o poderes del Estado no le impidan ejercer su cometido respecto de determinadas personas o
casos; o bien, que los mismos dispongan del poder persecutorio criminal con fines desviados o abusivos. Por consiguiente, su
autonoma no autoriza al Ministerio Pblico a restarse de las
polticas gubernamentales de combate y prevencin de la delincuencia. stas y las aspiraciones de la ciudadana, que en estos
temas se expresan, especialmente a travs de los gobiernos locales.
b) Utilizacin de los instrumentos procesales y calidad
de las decisiones
Uno de los logros del nuevo sistema es haber alcanzado la tasa
de trminos proyectada en los trabajos preparatorios. Se trata
de un logro muy importante, dado que la presin y control del
flujo de casos es tal vez el mayor problema de gestin que los
Ministerios Pblicos enfrentan en un sistema acusatorio. En este
logro adems debe destacarse tanto la innovacin en la organizacin del trabajo exhibida a nivel de algunas fiscalas locales,
como un claro requerimiento de metas proveniente desde la Fiscala Nacional.
Lo que viene, empero, es la preocupacin por la calidad
de dichos trminos. No todas las salidas procesales del nuevo
sistema ofrecen la misma calidad desde el punto de vista de la
resolucin del caso o la satisfaccin de los intereses de sus intervinientes. As, si bien la posibilidad de desestimar casos no
slo est contemplada en el nuevo sistema, sino que ste fue diseado previendo una alta tasa, ello constituye una mala decisin si, en el caso concreto, es posible obtener una salida de
mejor calidad, como un acuerdo reparatorio o una suspensin
condicional del procedimiento.
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Los instrumentos procesales de que dispone el Ministerio Pblico para terminar los casos persiguen objetivos diversos, y deben
ser utilizados para la satisfaccin de dichos objetivos. As, por ejemplo, la suspensin condicional del procedimiento fue diseada para
aquellos casos en que se evala que las condiciones impuestas ofrecen una mejor respuesta estatal, habida ctienta de las posibilidades de reinsercin social en el caso concreto, de tal modo que,
cuando se le utiliza como una mera herramienta de descongestin del sistema, se desvirta el propsito de la institucin.
c) Gestin y procesos de trabajo
Hasta el momento, el Ministerio Pblico ha mostrado experiencias de mucha innovacin en la organizacin del trabajo y en la
gestin del flujo de casos generando mayor eficiencia en el aprovechamiento de los recursos y, por lo tanto, una capacidad de
persecucin superior.
Sin embargo, esta experiencia de innovacin - q u e es mltiple y se radica de manera dispersa por los diversos procesos de
trabajo- est todava limitada a algunas fiscalas locales o regionales y depende fuertemente del liderazgo personal de fiscales
determinados. Muchas otras fiscalas, en cambio, muestran reas
importantes de inercia, conforme a lo cual los procesos de trabaj o resultan menos eficientes. Ha faltado en este sentido una poltica ms deliberada y proactiva por parte del Ministerio Pblico
para traspasar las mejores experiencias y estandarizarlas, a la vez
que hacerlo protegiendo los procesos de creatividad e innovacin
local. Son reas particularmente sensibles, en este sentido, los sistemas de turno, la organizacin de las primeras diligencias policiales y la recepcin de denuncias-parte policial, la terminacin
temprana de las causas y la concurrencia a las audiencias.
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sustancialmente, pero, curiosamente, se ha producido un efecto singular: la experiencia demuestra que, en ocasiones, los agentes policiales tienden a inhibirse de actuar, a pesar de contar con
facultades para hacerlo.
El liderazgo que el acpite anterior describe para el Ministerio Pblico en materia de control del delito y la demanda por interaccin con el resto de la comunidad en las estrategias de
persecucin del delito no encuentra correlato ms ntimo que con
la necesidad de contar con una polica moderna y eficiente.
En este sentido, y desde el punto de vista de la expectativa
pblica, el Ministerio Pblico y la polica conforman una sociedad natural en el aparato de persecucin. Las cuentas que se le
deben pedir a ste involucran, para efectos pblicos, a ambas
instituciones.
Las experiencias comparadas confieren a la polica misiones
consistentes con lo expuesto para el Ministerio Pblico: la necesidad de generar vuia fuerte alianza estratgica con la comunidad local para la denuncia y prueba de los delitos, en la
identificacin de prioridades, y en el diseo y ejecucin de estrategias de prevencin poderosamente apoyadas, cuando es el
caso, por el poder penal y policial; la necesidad de focalizar las
estrategias localmente y de generar rendicin de cuentas por resultados mensurables ante la comunidad; la necesidad de coordinar dichas estrategias con el Ministerio Pblico y poner la
gestin policial al servicio de las necesidades de la persecucin.
Como ya se expuso, el propio sistema acusatorio impone nuevas exigencias en trminos de estndares de calidad del trabajo
profesional y preparacin de la polica, de mltiples maneras.
El nuevo sistema penal coincide con un proceso de cambio en las policas chilenas. Se hace necesario que esas modernizaciones internas sean funcionales a las exigencias de la
reforma en reas especialmente sensibles para su xito, como
la que representa la necesidad de una vinculacin ms estrecha con los requerimientos locales, lo que requiere grados mayores de descentralizacin y control ciudadano y creciente
profesionalizacin.
Asimismo -y atendido que toda la experiencia, tanto nacioJ^al como comparada, muestra que pocos factores tienen tanto
peso especfico en el xito del sistema de justicia penal, como
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ha estado funcionando en regiones sin una elevada carga de trabajo y aun en stas todava no est en pleno funcionamiento, se
presentan situaciones que pueden convertirse, en el futuro, en
problemas serios para el funcionamiento del nuevo sistema. Las
situaciones a que nos referimos provienen, por una parte, de la
insuficiente difusin, entre sus actores, del modelo de gestin
de la reforma, as como de ciertas deficiencias en su concepcin,
en la prctica, el nuevo modelo de gestin slo ha sido aplicado en forma parcial y dispareja.
La aplicacin ha sido parcial, porque sus objetivos centrales
no han sido logrados. Siendo stos que las decisiones puramente
administrativas en los tribunales ieran tomadas por los profesionales en gestin, contratados especialmente al efecto y siguiendo
criterios tcnicos, en la realidad muchas de ellas siguen siendo
adoptadas por los jueces, a veces slo oyendo el parecer de los
administradores, pero otras veces en contra de su juicio tcnico.
El tiempo de los jueces, que constituye el recurso ms importante a ser administrado en un tribunal, ha quedado fuera
del mbito de la gestin de los administradores, porque son los
mismos jueces los que determinan su propia agenda de trabajo,
cuestin que acarrea mltiples ineficiencias y repercute en la
celeridad en el tratamiento de los casos.
Ha sido, por otra parte, dispareja, producto que el sistema
ha mostrado slo en determinados lugares una capacidad importante de evolucin, aprendiendo de sus errores y desarrollando mejores prcticas para una ms adecuada gestin, las que
deberan asumirse en forma generalizada, toda vez que su conveniencia exigira hoy en da su masificacin.
Finalmente, otro problema relevante dice relacin con las
disparidades de carga de trabajo existentes entre los diversos tipos de tribunales, lo que ha llevado a que en algunos de ellos
el nivel de esfuerzo deba ser importante, mientras otros asumen
un trabajo mnimo.
Por otra parte, si estas reformas cambios han demandado
importantes inversiones pblicas y un alza en los costos de operacin de la justicia criminal, se debe precisamente a los cambios organizativos y de gestin (nueva infraestructura, nuevos
cargos profesionales, etc.); es preciso demostrar a la sociedad
su rentabilidad.
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2.4.
En torno la Defensora Penal Pblica, no aparecen inconvenientes hoy en el pas que pudieran estar constituyendo un obstculo para el buen funcionamiento de la reforma procesal penal.
Sin embargo, es imprescindible atender con prudencia aspectos referidos a la cobertura del servicio de defensa penal pblica, la calidad de esa defensa y a las licitaciones para la prestacin
de servicios privados de defensa judicial.
a) Extensin de la cobertura
\J3L Defensora Pblica ofrece una cobertura generalizada que incluye todo tipo de infracciones penales, aun las de menor relevancia. Dar cumplimiento a esta oferta, a futuro, nos debiera conducir
a una demanda inabordable de recursos o a un deterioro de la
calidad de los servicios. La mayora de los pases desarrollados concentra la asistencia letrada pagada por el Estado en los delitos de
cierta importancia, excluyendo segmentos que, en Chile, constituiran faltas. Esta es la forma adecuada para que los recursos fiscales destinados a estos efectos, que siempre van a ser restringidos,
puedan concentrarse en los casos de mayor relevancia, aumentando las posibilidades de tener una defensa de mejor calidad.
b) Calidad de la defensa
La calidad de la defensa de los imputados puede ser mejorada
mediante un mayor aporte creativo e innovador que eleve el nivel del debate y las exigencias de la investigacin y el enjuiciamiento criminales.
En tal sentido, se considera necesario que la Defensora promueva efectivamente, cada vez que sea procedente, una defensa
activa, fundada en averiguaciones autnomas y en la produccin
de pruebas alternativas que apunten a desvirtuar por completo
la tesis acusadora, o a sostener una diferente, identificada con
la demostracin de la inocencia del imputado.
c) Licitaciones
^ sistema concebido en Chile para otorgar asistencia letrada en
los procesos penales es innovador, en trminos comparados, y
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A N E X O ^'^
Conocimiento de la Reforma en las regiones donde se aplica
Regin
No ha odo hablar
Ha odo hablar y sabe algo
Ha odo hablar, pero no sabe
en qu consiste
Total
III
IV
Vil
IX
32,4%
40,0%
39,1
37,4
32,6
42,3
28,9
45,2
34,3
36,0
28,8
41,5
27,6%
23,5
25,1
25,9
29,7
29,7
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11 Regin
73,9%
11! Regin
68,1%
IV Regin
70,5%
Vil Regin
77,6%
IX Regin
73,9%
Promedio Nacional
72,8%
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la observancia y vigencia, no slo del rgimen de garantas constitucionales, sino del conjunto de reglas, declaraciones y principios que conforman el sistema constitucional imperante.
La materia puede proponerse de esta forma: no pueden ser
idnticos los fines jtirisdiccionales, esto es, los de una funcin
estatal, en un rgimen cuyo sistema poltico representa un Estado social de Derecho y los fines jurisdiccionales de un pas
que se haya dado la organizacin de un Estado liberal de Derecho, como no lo fueron, en su momento, los fines jurisdiccionales en los Estados totalitarios e s t r u c t u r a d o s bajo el
fascismo, el comunismo o el nacionalsocialismo con los de los
Estados democrticos, ni tampoco lo pueden ser hoy los de los
escasos pases que todava militan en una rbita de socialismo
econmico frente a los que adhieren a concepciones econmicas capitalistas.
ltimamente se ha llamado la atencin, con estos mismos
esquemas de referencia, acerca de los sistemas polticos imperantes en la Austria en la que Klein diera a luz a su Ordenanza
Procesal Civil y en la Italia que cobijara al Cdigo de 1942, destacndose el absolutismo del Imperio Austrohngaro y el autoritarismo del rgimen de Mussolini.
Si esta aproximacin al tema es apropiada, el referente constitucional debe necesariamente no slo enmarcar la actividad del
legislador, sino preferentemente, la del juez quien, careciendo,
como sabemos, de sustento de eleccin democrtica, incurrira
definitivamente en un atentado a la concepcin democrtica si
en la decisin de los asuntos sustituyere los valores constitucionales, producto del ejercicio del poder soberano, por sus propios valores.
Desde luego, en la ptica de un Estado de Derecho, liberal
o social, no puede existir otra orientacin a la actividad jurisdiccional que la que viene dada por el valor de la justicia, idea
que el juez slo puede configurar con arreglo a los valores, preceptos y derechos constitucionalmente -esto es, democrticam e n t e - reconocidos, so riesgo de incurrir en el a t e n t a d o
antidemocrtico anunciado.
Ayudar al debate, una breve referencia al tema de la dignidad de las personas: Se ha dicho que hoy, todo el m u n d o habla
de la dignidad de las personas, pero, como destaca en nuestros
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"^ Cfi: F. Fiikuyama, El fin de la Historia y d ltimo hombre, Edit. Planeta, p. 398.
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'*' "El futuro del proceso civil", Libro de lielacionps. XV Jornadas Iberoamericanas de Derecho Procesal, p. 453.
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II. LA P R U E B A E N EL P R O C E S O P E N A L
1. LA DECLARACIN DE TESTIGOS
EN LA INVESTIGACIN, COMO CONDICIN PARA
SU TESTIMONIO EN EL JUICIO ORAL'
Un reciente fallo de la Corte de Apelaciones de Valparaso,^ ha
dado lugar a un recurso de nulidad -fundado en la causal prevista en la letra c) del art. 374 del Cdigo Procesal Penal- enderezado por la defensa, en contra de la sentencia de un Tribunal
de Juicio Oral que haba dictado sentencia condenatoria, sobre
la base de prueba en la que figuraba el testimonio de dos funcionarios de Carabineros de Chile y de las dos vctimas, todos
los cuales no haban prestado declaracin ante el Ministerio Pblico, durante la investigacin. Se testimonia, adicionalmente,
que la renuencia de las vctimas se habra debido al temor a represalias por parte de los imputados.
Deja constancia el fallo que la defensa sostuvo que la prueba testimonial ofrecida y rendida por el Ministerio Pblico ante
el Tribunal de Juicio Oral habra constituido una prueba "ilegal", desde que la falta de declaracin ante tal Ministerio "habra privado a la defensa de la posibilidad de efectuarles un
contraexamen a sus dichos, negndose con ello a los imputados el derecho fundamental de contar con una adecuada defensa tcnica".
' El presente artculo corresponde a un Informe en Derecho que me solicitara el Ministerio Piblico.
^ Sentencia de 23 de noviembre de 2004, dictada en los autos rol N" 761-2004,
robo con intimidacin.
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Tengo la impresin que la sentencia que analizo es demostracin cabal de este fenmeno: resolver la cuestin que sirvi
de fundamento al recurso sometido a la Corte requera una muy
cabal percepcin del sentido de la investigacin que se encomienda al Ministerio Pblico, del rol que a los intervinientes se
asigna durante ese perodo, de la forma en que se reflejan en
las disposiciones positivas los principios de este novel enjuiciamiento criminal, del modo como estn distribuidas las competencias de los tribunales que imparten la justicia penal y de los
fines y valores a que apunta la nueva justicia penal.
La Corte no aprob el examen, podra ser la primera reflexin
a formular en vista de lo resuelto, y corresponde demostrarlo.
No ser inoficioso seguir insistiendo en algunas cuestiones
bsicas que deben iluminar el anlisis: en virtud de la reforma
constitucional que introdujo al Ministerio Pblico en la Carta
Poltica nacional, el Estado chileno cre, en los hechos, una nueva funcin pblica estatal constitucional, la funcin persecutora penal, antes confundida con la jurisdiccional. Con este fin,
se gener no slo un rgano constitucionalmente autnomo,
sino se delimit un marco jurdico diferente para que l desempeara este rol que se le asignaba.
Es efectivo que ni el constituyente ni el legislador nacional
pudieron, a su turno, apartarse absolutamente de la realidad jurdico-positiva que conocan, y ambos, en ocasiones, sucumbieron al peso de esa tradicin cultural, cuestin perfectamente
comprensible y con la que, de momento, se debe operar, a la
espera que el decantar de los acontecimientos y el transcurso
del tiempo permitan profundizar, sin ambages, en los institutos
que resultaron imperfectamente delineados.
Lo cierto es que, en tanto el art. 80 A de la Constitucin entrega al Ministerio Pblico, de manera exclusiva -monoplicala direccin de la investigacin de "los hechos constitutivos de
delito, los que determinen la participacin punible y los que
acrediten la inocencia del imputado", el art. 19 N" 3 inciso 5"
encomienda al legislador establecer siempre "las garantas de un
procedimiento y una investigacin racionales y justos".'^
' La idea de nioditcar este artculo, a los efectos de agregar la palabra "invcstigacicMT", denota el desconocimiento que tema el constittiyente de lo que se
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Estos mandatos constitucionales se traducen no slo en la normativa procedimental que recoge el Cdigo Procesal Penal, sino,
entre otras, adems, en las normas de la Ley N" 19.640, Orgnica
Constitucional del Ministerio Pblico, cuyo art. 3 establece que
en el ejercicio de sus funciones los fiscales del Ministerio Pblico
adecuarn sus actos a un criterio objetivo, velando nicamente
por la correcta aplicacin de la ley. De acuerdo con ese criterio,
debern investigar, con igual celo, no slo los hechos y circunstancias que funden o agraven la responsabilidad del imputado,
sino tambin los que le eximan de ella, la extingan o atenen.''
Pues bien, tanto la Carta como la ley son cuidadosas y reiterativas en destacar la independencia del rgano estatal de persecucin, de all que, en la Constitucin, se establezca que se
trata de un rgano "autnomo" y que se enfatice la idea agregndose en el art. 80 B, inciso 2, que "...una ley orgnica constitucional establecer el grado de independencia y autonoma... que
tendrn los fiscales en la direccin de la investigacin... ".
La ley, por su cuenta, repetir esta idea en el inciso 2 de su
propio art. 2, configurando as un estatuto normativo en el que,
j u n t o con imponerse al rgano el ejercicio privativo de esta nueva funcin estatal, se le demarcan limitaciones y se le imponen
exigencias: ste constituye un punto crucial para dilucidar la
cuestin controvertida. Se trata, una vez ms, de la autonoma
del Ministerio Pblico, en especial frente al Poder Judicial y el
modo como los fiscales, ejercindola, han de respetar los derechos de las personas y, en particular, su dignidad, como lo recuerda el art. 5 inciso 2 de la Ley Fundamental,"' todo ello, a
vena: nadie puede ser contrario a que la actividad investigadora se ajuste a parmetros de respeto a los derechos de las personas, pero la inclusin de las caractersticas que ella debe presentar, junto a las que se demandan del procedimiento,
demuestra que el constituyente, en el fondo, estaba pensando que el papel de los
fiscales sera semejante al del juez del crimen tradicional.
' La disposicin reconoce origen directo en el art. 109 del Cdigo de Procedimiento Penal, que estableca que el juez debe investigar con igual celo, no slo los
hechos y circunstancias que establecen y agravan la responsabilidad de los inculpados, sino tambin los que les eximan de ella, o la extingan o ateni'ien.
' Es en relacin a este aspecto que cabe asignar al Poder Judicial toda su reconocida trascendencia constitucional: la tarea que el nuevo sistema confa a los
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'" Cfr. Corte de Apelaciones de Valparaso rol N" 728/04, 29.11.2004, redaccin Ministro (ionzalo Morales.
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para la falta de oportuna correccin de vicios formales de la acusacin (art. 270 inc. 3"), los requisitos formales severos de los recursos penales (arts. 367 y 378), el reducido plazo para la
apelacin (art. 366) y en la imposibilidad del tribunal de decretar medidas para mejor resolver, usualmente encaminadas, en
el procedimiento anterior, a subsanar las deficiencias de las defensas.
En los hechos, lo que ocurre es que se ha desplazado, como
todos sabemos, el papel del tribunal, de importante protagonista, a tercero -imparcial, neutral e independiente- que arbitra
las controversias que se suscitan: esta modalidad importa que la
actividad de cada interviniente es crucial para la defensa de sus
propios derechos o, a la inversa, que las deficiencias de la actividad procesal de cada cual conllevan, casi con certeza, consecuencias desfavorables irreparables en el desenlace del proceso
penal.
Es hora de reconocer esta relevante caracterstica del sistema, para poner fin a tanta opinin vertida, desde el desconocimiento de las instituciones, y que, bajo el lugar comn del exceso
de derecho a favor de los imputados, encierra autoritarias nostalgias inquisidoras.
Bajo el esquema del conjunto de cuerpos legales que, convencionalmente, hemos denominado en el pas "la Reforma Procesal Penal", el que, como vctima o como imputado, no ejerce
sus derechos o los ejerce torpe o negligentemente, sufrir, casi
sin excepciones, consecuencias jurdicas adversas.
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D. La investigacin
El art. 181 del Cdigo Procesal Penal -velando principal, aunque no exclusivamente, por la eficacia de la actividad persecutoria- establece que el fiscal "deber identificar a los testigos del
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queda expedita la va para obtener del juez de garanta la orden de que la actuacin se verifique, todo ello, claro est a condicin de haber sido el defensor diligente en el ejercicio de sus
facultades y derechos, porque si la diligencia cuya prctica se solicita al juez no se pidi en su momento al fiscal o si, habindose
solicitado y ordenado, no se verific por negligencia o hecho imputable al interviniente, el juez no la decretar...^"'
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'5 Cfr. 427 U.S. 97, 96 Sct. 2392, 49 L Ed. 2d 342 (1976).
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'^ Vase, al efecto, y en relacin al imputado, la letra e) del art. 9- del Cdigo Procesal Penal.
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H.
Don'tgofishing...
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I. La etapa intermedia
El procedimiento a travs del cual se unen la investigacin con
el acto principal del enjuiciamiento -el juicio oral- encuentra,
entre nosotros, su mxima aplicacin en la audiencia de preparacin del juicio oral. De entre las diversas cuestiones vinculadas con la prueba que en ella se proponen y que, en nuestros
desarrollos acadmicos, hemos encauzado bajo la expresin "finalidades probatorias" de esta audiencia, debe destacarse, en lo
que interesa a los efectos de este informe, que en ella se produce el debate acerca de la prueba que habr de rendirse en el
juicio oral, razn por la cual es que, precisamente, entre las
disposiciones legales que regulan esta audiencia, el legislador
procesal penal nacional ha establecido, por vez primera, un conj u n t o de disposiciones referidas al tema de la exclusin de pruebas (art. 276 C. Procesal Penal).
Este procedimiento intermedio tiene, entre muchsimas otras
peculiaridades que al intrprete nacional no son habituales la
circunstancia de concebir un rgimen de asignacin de competencias judiciales, en el que un tribunal de idntica jerarqua a
otro resuelve las materias concretas que, dentro del espectro glo-
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La preclusin es una institucin del mbito del proceso que apunta a la idea
de clausura de etapas, esto es, a la imposibilidad de que, cumplido un ciclo del
proceso o un simple trmite, se pueda volver atrs, para recomenzar lo ya verificado. Es la lgica que destaca que los actos del procedimiento constituyen, al propio tiempo, antecedente del acto que sigue y consecuencia del acto que antecede,
dentro del denominado orden consecutivo legal.
En esta misma idea, debe recordarse la conocida frmula chiovendiana en
cuanto a que la cosa juzgada constituye "la .suma o mxima preclusin".
Atribuciones del Tribunal de Juicio Oral en relacin a la prueba.
Enfocada la cuestin desde una perspectiva diferente, puede afirmarse que
el Tribunal de Juicio Oral NO tiene atribuciones para emitir pronunciamientos
-positivos o negativos- en relacin a las cuestiones probatorias dilucidadas precedentemente por el juez de garanta.
Como resultado de provocarse esta consecuencia, que es la imposibilidad de
modificar lo resuelto -es decir, la imposibilidad de volver atr.s- por impedirlo la
condicin de res iudkata del auto de apertura, se producen claros efectos de preclusin, pero, en el fondo, lo que ocurre es que, por sobre este instituto, que es
ms que nada una modalidad procedimental para dar curso a la actividad, lo que
opera en la especie es la cosa juzgada de que viene revestido el auto firme de apertura del juicio oral, que por reunir estas condiciones, reitero, deviene en inimpugnable, por lo que la iiltima parte de esta consulta previa, a saber "...si puede
revivirse el debate acerca de su procedencia o licitud [de la prueba aceptada en el
auto de apertura] en el Tribunal de Juicio Oral...", se torna simple: de la imposibilidad jurdica de adoptarse una decisin que cambie lo ya decidido en materia
de aceptacin y licitud de la prueba se desprende idntica imposibilidad jurdica
y lgica de revivirse el debate sobre dichos tpicos.
La duda que la consulta que se me formulara propone puede comenzar a
disiparse:
Privativamente, compete al juez de garanta pronunciar el auto de apertura
del juicio oral y no existe otro tribunal, en el ordenamiento jurdico nacional,
que pueda asumir tal funcin.
Pronunciar el auto representa decidir, en la misma forma privativa, las cuestiones controvertidas en la audiencia de preparacin del juicio oral y formular
las declaraciones que la ley encomienda al juez de garanta, en esta etapa del procedimiento.
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Avanzo as, en torno a las atribuciones de que estaba revestido el Tribunal de Juicio Oral cuya sentencia se ha anulado por
la Corte de Apelaciones: a l, definitivamente, no le resultaba
posible dejar de ponderar la prueba, de all que, en cuanto se
anula su fallo, lo que importa censurar la actividad sentenciadora, pareciera, sin dudas, haberse cometido un error por el Tribunal de Alzada.
Las decisiones y declaraciones del juez de garanta se consignan en una resolucin judicial, que como la mayora, puede ser impugnada por recursos; en el
caso concreto, el auto de apertura del juicio oral slo puede ser objeto de una
apelacin del fiscal del Ministerio Piiblico, en caso que, en su concepto, se hubiere rechazado sin firndamento suficiente una prueba que l ofreciera, a pretexto
de provenir de diligencias o actuaciones declaradas nulas o de haber sido obtenida con inobservancia de las garantas fundamentales.
Puesto que la cuestin de que se trata -admisibilidad o inadmisibilidad, licitud o ilicitud de la prueba ofrecida- fue discutida en un debate verificado en la
audiencia de preparacin del juicio oral, al que se puso trmino mediante la sentencia interlocutoria comentada (auto de apertura del juicio oral...), que, como
se expuso, es irrevocable e inimpugnable, no resulta posible reabrir tal discusin,
desde que la imposibilidad lgica y jurdica de resolverlo de una manera diferente a la que ya se conoce, torna anticipadamente estril la discusin.
El Tribunal de Juicio Oral carece de facultades legales para modificar lo resuelto por el juez de garanta en el auto de apertura del juicio oral, en lo que se
refiere al mbito probatorio como a las restantes cuestiones que en el mismo se
contienen, tanto porque carece de competencia para entrar al conocimiento de
la materia, cuanto porque no es superior jerrquico de ese juez, calidad que le
permitira, eventualmente, ora ejercer potestad disciplinaria, ora conocer de recursos que se interpusieran en contra de sus resoluciones.
Si el auto de apertura del juicio oral no es apelado en las limitadas condiciones previstas en la ley, deviene en firme o ejecutoriado y, por tal condicin, como
todas las sentencias interlocutorias, se torna en inmodificable tambin para el Tribunal de Juicio Oral, al recibir la proteccin de la cosa juzgada y ni podr dejarse
de recibir, en el juicio oral, la prueba que en el auto se autoriz, ni podr rechazarse aquella que en tal auto se hubiere denegado.
La historia fidedigna del establecimiento del actual art. 277 del Cdigo Procesal Penal, demuestra, adicionalmente, que el legislador siempre supo y acept
que lo resuelto en el auto por el juez de garanta, no sera susceptible de revisin
posterior alguna, salvo el caso excepcional que la misma norma contiene.
En consecuencia, un Tribunal de Juicio Oral que abre debate sobre el rechazo de prueba ya aceptada por el juez de garanta, o sobre su licitud, previamente
admitida por dicho juez o, finalmente, sobre cualquiera otra mencin del auto,
no slo acta fuera de su competencia, en trminos jurdicamente inaceptables,
sino, adems, vulnera la autoridad de cosa juzgada de que est revestido el mismo auto, por su condicin de firme o ejecutoriado.
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2'' Cfr. Corte Suprema, 2 de octubre de 2002, Ministerio Ptiblico contra Sandro M. Maricurta y otros, rol N- 1989-2002.
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le impone que contribuya con sus declaraciones al esclarecimiento de la verdad procesal en inters de los intervinientes en el
proceso y, hasta donde sea posible, de la recta administracin
de justicia para la solucin del conflicto entre pretensiones contrastantes; la vctima, por el contrario, en tanto es uno de los
sujetos del proceso, ptxede, precisamente por ello, declinar su
inters en los resultados de ste y, por consiguiente, su derecho
a expresar "su verdad" sobre los hechos. Resultara ciertamente
paradjico que, mientras se reconoce siempre a los imputados
el derecho a callar o a decir slo aquello que consideren conveniente, como se deduce del contexto del Cdigo Procesal Penal y, en especial, de sus arts. 98, 194, 195 y 326, el ofendido,
en cambio, se viese forzado a prestar declaracin, incluso contra su voluntad.
De este vigoroso modo, la Corte Suprema ha rescatado el
derecho de la vctima a no declarar o, a la inversa, ha dejado en
claro, para todos los operadores del sistema, que a la vctima,
que no es testigo, no se le puede aplicar el estatuto jurdico de
ste, como el ser forzada a declarar ni por el tribunal ni por el
Ministerio Pblico, y en consecuencia es la suya una declaracin
estrictamente voluntaria que puede o no tener lugar.
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En la especie, para que pudiera estimarse invlida la declaracin de las personas presentadas por el Ministerio Pblico
como testigos al juicio oral, habra sido menester que el art. 259
del Cdigo, que determina las menciones de la acusacin y, en
particular, seala las menciones que deben indicarse a propsito de la proposicin de la prueba, exigiera que slo puede incorporarse como testigos a quienes hayan declarado en la
investigacin llevada a cabo por dicho Ministerio, lo que, obviamente, no acontece.
Si hubiere existido tal exigencia, empero, la cuestin de todas formas no habra permitido invalidar la sentencia, porque
las mismas personas fueron propuestas por la defensa como testigos suyos y, en tal condicin, se les incorpor por el juez de
garanta en el auto de apertura del juicio oral.
Q u e d a as de manifiesto que no se ha faltado a ningn
requerimiento formal de la ley que pudiere autorizar la anulacin.
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cesal Penal para las pruebas que pueden rendirse en el juicio oral. En
efecto, fuera de la norma sobre el dbale de la prueba ofrecida que contempla el art. 272 y aquellas referentes a las convenciones probatorias
del art. 275, el art. 277 establece que el juez de garanta debe dictar el
auto de apertura del juicio oral que, entre otras indicaciones, debe contener la de las pruebas que deben rendirse en l. Esta disposicin corrobora lo resuello por el fallo recurrido, j)uesto que, efectivamente, el
momento en (ue deben ofrecerse las pruebas o alegarse las nulidades producto de irregularidades es ante el juez de garanta y precedentemente
a que dicte el auto de apertura.^'^'
Esta circunstancia -evidente, manifiesta y trascendente para
la suerte del recurso- no mereci la menor consideracin del
fallo, a pesar de que si, como se lo exige la ley, la Corte hubiere
estudiado este aspecto de la impugnacin, debi haberla declarado inadmisible.
b) El saneamiento de la nulidad por la aquiescencia o aceptacin
de la eventual perjudicada. (De la buena fe en los debates
jurisdiccionales.)
El principio o modalidad de saneamiento de las nulidades tiene como fundamento no slo la economa procesal -cuestin
siempre relevante- sino, de modo principal, la exigencia de buena fe que debe animar a los que litigan en estrados judiciales.^"^
Todava ms, las formas saneadoras que convalidan lo actuado
son demostracin cabal de la falta de perjuicio que el hecho
pudo haber ocasionado al eventual afectado.
"Convalidado el acto -sostuve en ocasin diversa- ya no puede
ser invalidado, porque esa caracterstica que lo acompaa, "la anulabilidad ", ya no se encuentra presente. Se habr transformado en un acto
de tan slidas races como todos los restantes en virtud, en el fondo, del
efecto convalidante... ".^'
En la especie, se afirma que constituye un vicio, que genera
nulidad, la circunstancia de haberse ponderado en la sentencia
-'' Destacado mo.
'" (]fr. Pa Ta\'olari Ct)ycolea, El Abuso en el Proceso, Edic. Jurdicas, ('ongrcso,
Sigo., P c d i c , 2004, p p . 19 a 29.
" C^jr. mi "L>a Nulidad Procesal en el D e r e c h o Actual", en El Proceso eri Accin,
Edit. Libromar Ltda., Valparaso, 2000, p p . 255-2,'>{i.
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el dicho de personas que declararon en el juicio, pero no fueron interrogadas en la investigacin y / o no se dej testimonio
de sus declaraciones en el registro del fiscal.
No obstante y a pesar de haberse hecho presente el argumento, a la Corte no le parece relevante que los recurrentes hayan presentado como testigos a las mismas personas por cuyas
declaraciones hoy piden la nulidad.
Cuando, con ligereza, se prescinde del anlisis de este elemento, lo que en verdad ocurre es que se ignora o desconoce
un principio fundamental en el mbito de las nulidades procesales y que proclama que ella no puede declararse si el eventual
daado "aceptare expresa o tcitamente los efectos del acto..."
(art. 164).
Si la circunstancia de hacer declarar el fiscal en el juicio a
personas cuyas declaraciones previas no constan en los registros
de la investigacin constituye un vicio de nulidad, un mnimo de
rigor intelectual debera haber permitido concluir que el hecho
de que el mismo recurrente haya propuesto a idnticas personas
como testigos representaba aceptar -expresa o tcitamente- los
efectos del acto..., lo que impide que la pretensin anuladora
pueda prosperar.''^
Cmo puede un litigante -sin incurrir en grosera falta de
observancia a la ms elemental buena fe que debe imperar en
el debate jurisdiccional- presentar cuatro testigos para que declaren en el juicio y, ms tarde, cuando la sentencia que se dicta se basa, precisamente, en el dicho de esos mismos cuatro
testigos que l present, pedir la nulidad de tal fallo, a pretexto
de que, en relacin a estos testigos, concurre alguna razn de
anulacin?'^'^
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Basta para rechazar el recurso de nulidad planteado - h a sostenido en caso semejante la E. Corte Suprema- la clara disposicin
que se contempla en el art. 161 del Cdigo Procesal Penal. En efecto, no
podr reclamarse la nulidad de cutucuiones verificadas durante la etapa de investigacin, despus de la audiencia de preparacin del juicio
oral. La solicitud de nulidad presentada extemporneamente ser declarada inadmisible.^'^
Y, en la misma lnea argumental, el Alto Tribunal ha fallado
que "... las infracciones que hubiere podido cometerse con anterioridad
al juicio no pueden servir de fundamento para pedir su nulidad, desde
que sta, incluso en caso de declararse, no podra alcanzar a tales actuaciones. .. ".'*'
Si, en consecuencia, una nulidad que se declara durante el
juicio oral no tiene la fuerza para alcalizar con su efecto invalidante a la audiencia de preparacin de ese juicio, con citnta mayor razn no habr de afirmarse que, m u c h o menos,
podr alcanzarlo la nulidad declarada despus del juicio, como
resultado de un recurso de nulidad: muchsimo menos - a t m podr reclamarse de la nulidad de actuaciones que tuvieron lugar durante la investigacin, como lo consagra el claro texto legal transcrito.
d) IM evidente distorsin del sentido de la causal esgrimida
Funda su anulacin la Corte en la pretendida circunstancia de
haberse impedido al defensor ejercer las facultades que la ley
le otorga: esto, claro est, haciendo hincapi en que hay un "derecho" a contrainterrogar al testigo confrontndolo con sus declaraciones de la investigacin.
Esta argumentacin descansa sobre tm supuesto inaceptable:
se parte de la base qtie entre unas y otras declaraciones necesariamente han de existir contradicciones e incoherencias; en palabras diversas, la base de la imputacin es slo supuesta o
figurada y, lo que es aun peor, no existe en el fallo elemento
alguno que permita conchiir que los dichos de las personas,
ponderados por el Tribunal de Jtxicio Oral, hayan sido inconexos,
" Cfi. Corle Suprema, 30.06.2003, rol N^' 1831-03, c / Carlos F. Colicoy.
'^' Cfr. Corte Suprema, 27.11.2003, rol N'' 4502.03, c / Patricio Mardoncs.
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incompletos, incoherentes o imprecisos, de suerte que el intrprete pudiere pensar en la necesidad o conveniencia de efectuar a su respecto, una confrontacin.
Impedir al defensor ejercer sus funciones o facultades no tiene - n i remotamente- el sentido que la Corte y la defensa le han
dado en el fallo y en el recurso, respectivamente; se trata, como
cualquier lector podr imaginar, que no se le permita hablar, que
se le niegue el derecho a estar presente en la audiencia; que le
resulte vedado interrogar a testigos o peritos; que se le prive del
derecho a pronunciar sus alegatos de apertura y clausura, etc.
La alambicada e infundada argumentacin, encaminada a
estimar que hay privacin del ejercicio de facultades del defensor porque no existi una declaracin anterior, con la cual hipottica o supuestamente la declaracin actual podra ser
contrastada, es del todo inaceptable: una consecuencia tan gravosa como la invalidacicHi de un juicio oral slo se puede justificar en hechos y circunstancias ciertas, concretas y efectivas, y
jams en especulaciones, en eventuales posibilidades futuras ni
menos en simples aspiraciones.
1.2.
CONCLUSIONES
a) El Tribunal de Juicio Oral en lo penal, que pondera el dicho de testigos y las declaraciones prestadas por las vctimas en
el juicio, medios de prueba incluidos en el auto de apertura del
juicio oral, procede con estricta sujecin a la ley y no comete
vicio alguno ni restringe, perturba o impide el ejercicio de facultades del defensor;
b) No es jurdicamente posible a ese tribunal dejar de ponderar la prueba incluida en el auto referido;
c) No constituye causal de nulidad procesal la circunstancia de que el Ministerio Pblico haya dejado de interrogar a testigos y, por ende, no haya consignado sus declaraciones;
d) Si se estimare que se trata de un vicio de nulidad, debi
haberse reclamado de l en la oportunidad legal, esto es, dentro de los cinco das siguientes a aquel en que se hubiere tomado conocimiento del mismo;
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2.1. ANTECEDENTES
"' Art. 372. Causales del recurso. Proceder la declaracin de nulidad del juicio
oral y de la sentencia:
a) Cuando, en la tramitacin del juicio o en el pronunciamiento de la sentencia, se hubieren infringido sustancialmente derechos o garantas asegurados
por la Constitucin o por los tratados internacionales ratificados por Chile y que
se encuentren vigentes.
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'' Nunca estar de ms anotar la opinin de quienes, reparando en la manifiesta falta de simpatas por las personas sometidas a proceso del constituyente de
1980, aducen que nuestra (^arta NO consagra la gaianta de un debido proceso,
desde que, en lugar de proclamar cjue toda persona sometida a enjuiciamiento
tendr el derecho a ser juzgada con arreglo a un debido proceso de lev, se limita
a encomendar al legislador el establecer las gaiantas de un racional v justo procedimiento, al paso que, a contintiacicn, declara no cjue las personas tienen la
garanta de un proceso pievio legalmente tramitado, sino qtie la sentencia de los
rganos que ejercen jurisdiccicn debe mdaise en dicho proceso.
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Cdigo, la tarea se facilita al que impetra la declaracin correspondiente, por va de eliminar, en algunos casos, la carga de probar el perjuicio, pero no hay interpretacin alguna que conduzca
a estimar que sin perjuicio puede haber utilidad.
De la exposicin fundante, resulta que se enfatiza lo que se
estima constituira una infraccin a normas procedimentales (la
valoracin por los jueces de prueba se ha realizado fuera de la
sala de audiencia), pero si de tal circunstancia no se desprende
que el acusado se vio impedido de ejercer sus derechos o que el
tribunal no percibi la informacin probatoria por sus sentidos,
lo que importara que la conviccin acusatoria la ha formado de
otras fuentes que la prueba del Juicio, tal eventual desconocimiento de la norma, aunqtie fuera real, no provocara nulidad
procesal, porque lo impide el conocido principio de trascendencia que regula este instituto procesal, que recoge, entre otros,
el art. 375'^ y ha proclamado, contundentemente, la Corte Suprema.^"
En consecuencia, de cara al anlisis del recurso de nulidad,
en cuanto se refiere a la imputacin de haberse aceptado una
declaracin pericial efectuada a travs de videoconferencia, el
recurso debe ser desestimado por su manifiesta falta de fundamentacin, conforme a lo prevenido en el art. 378 del Cdigo.*'
'*' Art. 375. Defectos no esenciales. No causan nulidad los errores de la sentencia recurrida que no influyeren en su parte dispositiva sin peijuicio de lo cual, la
Corte podr corregir los que advirtiere durante el conocimiento del recurso.
*"' Esta sancin procesal -la nulidad como consecuencia de acogerse un recurso por la cairsal del art. 373 letra a)-, ha sostenido la Corte, constituye ima solucin de ineficacia de los actos procesales que se han verificado sin cumplir con
aquellas formalidades que aseguran el cumplimiento del principio constitucional
que obliga al legislador a regular un procedimiento e investigacin racionales y
justos. Sin embargo, por la trascendencia de la sancin, la ley establece la exigencia que la infraccin reclamada sea sustancial, es decir, que sea trascendente, de
mucha importancia o gravedad, de tal modo que el defecto sea, en definitiva, insalvablemente ineficaz frente al derecho constitucional del debido proceso...
Cfr. C, Suprema, 20 octubre 2002 (consid. noveno), Boletn del Ministerio Pblico N" 14, marzo de 2003, pp. 147 y ss.
" Lo anterior, sin considerar, adems, que sobre el tema materia del peritaje
hubo a lo menos otro informe coincidente, segiin se expresa en el considerando 24 del fallo que se impugna.
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C. La inmediacin
Es conocida la profusa literatura que se ha escrito en relacin a
la inmediacin y a sus ventajas y caractersticas; en afn de sn-
^- Remito, en cuanto al tema de las reglas tcnicas, a mi "El proceso civil chileno, ima lectura desde el debido proceso \' la eficacia de la jiuisdiccin de cara a
la reforma" en Trihunales, Jurisdirrn y Proreso, Editorial Jurdica de (hile, Stgo.,
1994, p. 51, y en cnanto a la oralidad, a mi "La oralidacl en el proceso civil de
Amrica Latina", en ElProcno en Accin, Edit. Libromar, Stgo., 2()(J0, pp. '?11 v ss.
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' ' C o u t u r e escribe q u e "el n o m b r e d e inmediacin procesal se usa para referirse a la circunstancia de cjue el juez acti'ic jimio a las partes, en tanto sea posible en contacto personal con ellas, p r e s c i n d i e n d o d e intermediarios tales c o m o
relatores, asesores, etc.". Cfr. Fundamentos del Derecho Procesil Chi, 3 - e d i c . (ptxsliim a ) , Bs. Aires, Depalma.
" Cfr. Santiago (iarderes, "El principio de inmediacin v las nuevas tecnologas aplicadas al proceso, con especial referencia a la videocon'erencia". lI>ro de
Poneneins XVII ornadas Iheroamereatias, XI jornadas Uruguayas de Derecho Procesal (en
h o m e n a j e a la escuela procesalstica uruguava), o c t u b r e 2002, Fundac. Cultura
Unixersitaria, Montevideo, p. 743.
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En perfecta armona con lo expuesto, se lee en la "Exposicin de Motivos del Anteproyecto de Cdigo Procesal Civil y
Comercial para la Provincia de Buenos Aires", elaborado sobre
un trabajo de Mario Augusto Morello, Rolando Azari, Isidoro
Eisner y Mario Kaminker, que "...(lo que se debe implantar) es
la inmediacin, entendida como presencia del juez en vinculacin permanente con las partes profesionales y auxiliares de la justicia y el material de conocimiento sometido a su juzgamiento... ".'''
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nentes, constituyen ciertamente una buena muestra de la incidencia de las nuevas tecnologas en el proceso. Las nuevas tecnologas son las que se ha dado en llamar "tecnologas de la sociedad
de la informacin". Es decir, las tecnologas de archivo, tratamiento y transmisin de imgenes, sonidos y datos entre los equipos
tcnicos adecuados, las nuevas tecnologas ligadas a la electrnica, la informtica, las telecomunicaciones y sus aplicaciones.
La revolucin a que asistimos, en materia de telecomunicaciones e informtica, se ha dicho,"**^ conlleva en el plano cultural una reformulacin de los criterios que pautan las nociones
de eficacia y eficiencia, lo que, aplicado al proceso, lleva a considerar obsoleto, y por ende ineficiente, al modelo procesal actual,
lo que se explica en palabras del clebre procesalista argentino
Augusto M. Morello, sealando que "una de las causas de la ineficiencia de la justicia acaso sea la continuidad de sistemas o mtodos de
trabajo que prescinden de los aportes de disciplinas tcnicas o cientficas, sin duda afines, que son determinantes de la modernidad. Si se tiene en vista que la finalidad del servicio de justicia debe ser la mxima
efectividad posible en la solucin de conflictos (en tiempo, costo y calidad), ha de repensarse la forma de construir el proceso, de organizar la
oficina judicial y el estudio jurdico".'^'^
Como ha resuelto la Corte Suprema argentina, "...la aceleracin de los cambios histricos, el avance cientfico y tecnolgico y el aumento de las necesidades espirituales y materiales a las que se adiciona
la revolucin de las comunicaciones, requieren del mbito jurisdiccional una perspectiva dinmica, en correspondencia con los sistemas de
comunicacin, el crecimiento exponencial de la tecnologa y su gravitacin sobre la mentalidad, las actitudes y los comportamientos individuales
y sociales".^^
La indiscutida irrupcin de las tecnologas en la vida de nuestros tiempos se retrata con fidelidad en los trminos del Mensaje con que el Presidente de la Repiiblica enviara al Parlamento
^'^ Cfr. Santiago Garrieres, ob. cit., "El principio de inmediacin y las nuevas
tecnologas aplicadas al proceso, con especial referencia a la videoconferencia",
p. 741.
^' Cfr. La Eficacia del Proceso, Ed. Hammurabi, Bs. Aires, 2001, p. 31.
* "Vago, Jorge A. vs. Ediciones de la Urraca S.A.", I9.II.I99I, cit. por A.M.
Morello, Lo Hecho. 1940-1996, Lib. Edit. Platense SRL, 1996, p. 488.
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men probatorio a nuevas formas de probar, algunas de las cuales se indican en el mismo precepto, quedando las innominadas comprendidas en
la locucin 'cualquier medio apto para producir fe', y se explica que la
norma se propone, '...aportar a la tarea jurisdiccional elementos que
puedan contribuir eficazmente a la agilizacin de la misma... ".
Esta frmula amplia y abierta, capaz de asumir los avances
tecnolgicos, la propusimos - e n nuestra condicin de asesor tcnico del Ejecutivo- en la discusin del Proyecto de Cdigo Procesal en la Comisin de Constitucin, Legislacin, Justicia y
Reglamento del Senado de la Repblica, y aparece recogida en
el art. 323, que bajo el epgrafe "Medios de prueba no regulados expresamente", dispone que...
"Podrn admitirse como pruebas, pelculas cinematogrficas, fotografas, fonografas, videograbaciones y otros sistemas de produccin de
la imagen o del sonido, versiones taquigrficas y, en general, cualquier
medio apto para producir fe... ".
La cuestin no puede sorprender, si se tiene en consideracin que ya el art. 226 declara que "...cuando el procedimiento tuviere por objeto la investigacin de un hecho punible que mereciere pena
de crimen, el juez de garanta podr ordenar, a peticin del ministerio
pblico, la fotografa, filmacin u otros medios de reproduccin de
imgenes conducentes al esclarecimiento de los hechos... ".
Y, confirmando el criterio general del legislador procesal penal, frente a las vas y medios de reproduccin de imgenes, sonidos y dems circunstancias, el art. 227, a propsito del tema
"registro de las actuaciones del ministerio pblico" sostiene que
"...el ministerio pblico deber dejar constancia de las actuaciones que
realizare tan pronto tuvieren lugar, utilizando al efecto cualquier medio que permitiere garantizar la fidelidad e integridad de la informacin... ".
Nadie podr dejar de advertir la perfecta coherencia del legislador que, en el tema, exhibe un criterio claramente identificable, en el sentido de dejar sentada la posibilidad de uso de
medios - q u e no precisa- diferentes a los tradicionales, en manifiesta disposicin de abrirse a los avances cientficos y tecnolgicos que se avecinan.
Para el tema en debate, las reglas contenidas en los arts. 226
y 323 son de enorme significacin: en efecto, ellos admiten la
posibilidad de utilizarse medios de prueba desconocidos y dife123
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rentes a los tradicionales, con la sola condicin de que sean aptos para producir fe, vale decir, que aseguren la fidelidad e integridad de la informacin.
Pues bien, si los jueces pueden formar su conviccin sentenciadora en medios aportados por la tecnologa futura, esto es,
medios que no estn expresamente considerados en las normas
procesales actuales y diferentes a los tradicionales, con cunta
mayor razn no estarn dichos jueces autorizados para incorporar medios de prueba tradicionales, por vas tecnolgicamente
ms modernas...
El viejo brocardo interpretativo que seala que quien puede lo ms, puede lo menos, as lo asegura.
F. La videoconferencia
La videoconferencia es un sistema que permite mantener una comunicacin simultnea entre dos o ms puntos habilitados y conectados a las redes de transmisin de datos o, ms simplemente,
"...un servicio que enlaza dos o ms lugares a travs de transmisiones en directo de video y audio...'"'' y que se caracteriza por ser:
a) Integral, ya que permite el envo de imagen (personas, video, multimedia, etc.), sonido (voz de alta calidad, msica, etc.)
y datos (ficheros automticos, bases de datos, etc.);
b) Interactiva, pues permite una comunicacin bidireccional
en todo momento;
c) Sincrnica, es decir, en tiempo real, pues se transmite en vivo
y en directo, desde un punto a otro o entre varios puntos a la vez.
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lebrado, en mayo de 2001, y ante la Audiencia de Sevilla, el primer juicio penal con declaracin de testigos que estaban en otra
ciudad (Palma) por videoconferencia.''^
En Italia, su uso est regulado en la Ley N- 11, de 7 de enero
de 1998, sobre "partecipazione alprocedimentopnale a distanza".
Se exige all que, en el plano tcnico, la norma asegure la
contextual efectiva y recproca visibilidad y audibilidad de las
personas presentes en ambos higares y equipara a la sala de audiencia el lugar donde se encuentra la persona conectada mediante videoconferencia.
En Estados Unidos, entre otros estados, aparece en Virginia
Occidental, autorizado por las "Reglas de prctica y procedimientos para los tribunales de familia".-^''
La informacin disponible en internet tambin da cuenta
de la utilizacin de videoconferencia con fines procesales (interrogatorio de testigos y peritos) en Canad,^"* y hay numerosas otras referencias, siendo quizs una de las ms importantes
la que se formula al "Convenio relativo a asistencia judicial en
materia penal entre los Estados miembros de la Unin Europea", que permite el interrogatorio de peritos y testigos entre
los pases.'''''
Adicionalmente se conoce del Proyecto que especficamente modificar la Ley de Enjuiciamiento Criminal espaola agregando un art. 731 bis, que reza: "El tribunal de oficio o a instancia
departe, por razones de utilidad, seguridad o de orden pblico, as como
en aquellos supuestos en que la comparecencia de quien haya de intervenir en cualquier tipo de procedimiento penal, como imputado, testigo,
perito o en otra condicin, resulte gravosa o perjudicial podr acordar
que su actuacin se realice a travs de videoconferencia u otro sistema
similar que permita la comunicacin bidireccional y simultnea de la
imagen y sonido de acuerdo con lo dispuesto en el apartado 3 del art. 229
de la Ley Orgnica del Poder Judicial".
^^ Cfr. http://immv.acertia.com./noticias.com/juicio.html
^^ Rules ofPractice and Procedurefor Family Court, vigente del 27.09.2000.
5" Cfr. http://xmmu.ocurts.gov.bc.ca/SC/Annual 97/VIDEOCONFERENCING%20
COMMITEE.htm
^^ Cfr. por todo Gaderes, ob. cit., pp. 746 y ss.
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^'^ CJr. Manuel Serra D., Estudios de Derecho Procesal, Edic. Ariel, Barcelona, 1969,
p. 18.
''' Cfr. L. Prieto Castro, Derecho Procesal Civil, Madrid, 1964, t. I, p. 34, cit. por
M. Serra, ob. cit., p. 18.
'* Estudios de Derecho Procesal, t. III, p. 25.
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^"^ dem.
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videoconferencia ha importado vulnerar la norma constitucional que impone el juzgar con arreglo a un procedimiento justo
y racional, es preciso establecer cules son los derechos que un
procedimiento que cumpla con tales apelativos consagrara al
defensor y / o reconocera para el acusado.
La tarea puede verificarse dando por aceptado que el estatuto procedimental que el Cdigo Procesal Penal establece para
el interrogatorio de los peritos se ajusta a la norma constitucional, razn por la cual la cuestin queda resuelta si se llegara a
la conclusin de que este estatuto se observ escrupulosamente
o, lo que es lo mismo, bastar, para saber que no se produjo infraccin o ilcito constitucional alguno con la aceptacin y ponderacin de la declaracin por videoconferencia, el contestar
afirmativamente a las interrogantes que siguen:
a) La perito que declar en la causa, a travs de videoconferencia - e n adelante "la perito"- fue aquella mencionada en
el auto de apertura del juicio oral, como experta que quedaba
autorizada a presentar el Ministerio Pblico y fue individualizada como tal? (art. 329 inc. 2").
b) Antes de prestar su declaracin, la perito j u r o prometi decir la verdad? (art. 329 inc. 2).
c) Antes de prestar tal juramento, la perito estuvo imposibilitada de saber lo que ocurra en la audiencia o lo que declaraban otros peritos o testigos?
d) La declaracin de la perito tuvo lugar en el da y hora
en que se verificaba el juicio oral de que se trata?
e) La declaracin la efectu la perito misma, personalmente y hablando, esto es, exponiendo verbalmente sus dichos, sin
que ninguna otra persona ocupara su lugar? (art. 329 inc. 1-).
f) Mientras la perito declaraba los jueces del Tribunal de
Juicio Oral llamados a dictar la sentencia, estaban en sus lugares de la sala de audiencia en que el tribunal funcion, sin recibir otras pruebas, interrogar otros testigos o peritos o realizar
otras actividades propias de su ministerio y, por el contrario,
miraban a la perito y escuchaban su testimonio? (art. 284) .^'^
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K. Conclusiones
a) El recurso exhibe manifiestas deficiencias de formalizacin
que deben conducir a su rechazo.
b) La interpretacin cabal del art. 340 inc. 2 apunta a exigir a los jueces que basen su sentencia en la prueba producida
en el juicio, esto es, en aquella prueba que puedan ver y or por
sus propios sentidos.
c) Lo anterior no obsta a que, por diversas circunstancias,
se autorice a esos jueces a formar su conviccin en prueba que
no se rindi ante ellos, sino en lugar y tiempo diferentes al de
realizacin del juicio oral, como acontece con la prueba anticipada y con la lectura de declaraciones previstas en las letras c) y
d) del art. 331.
d) Si el Cdigo - e incluso su antecesor, aun vigente- autoriza que los jueces establezcan la responsabilidad penal de una
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3. PRUEBA
ILCITA
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''' Cfr. Hctor Supero, "El fin justifica los medios?", en Derecho Procesal Penal.
Temas Conflictivos, Edit. Juris, Rosario, 1998, p. 285.
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El trazado del campo de actuacin de la actividad investigadora y persecutoria lo conforma la observancia que el Estado
resuelva efectuar de los derechos de las personas para autolimitarse en sus funciones: hasta dnde est dispuesto a llegar el
Estado? Esta constituye la pregunta a resolver en estos tpicos,
y en tal afn, de antiguo, viene enfocndose la cuestin desde
la perspectiva probatoria, imponiendo lmites a esta actividad, a
travs de la reglas de exclusin de pruebas.
Naturalmente que la cuestin debe confrontarse con otros
interese sociales relevantes y que el derecho no puede abandonar, todo lo cual da margen a dos posturas antagnicas y enfrentadas entre s: para la primera, debe prevalecer en cualquier caso
el inters de la justicia en el descubrimiento de la verdad, de
modo que la ilicitud de la obtencin no le quita a la prueba el
valor que presenta como elemento til para formar el convencimiento del juez; la prueba es admisible, sin perjuicio del castigo que corresponde al infractor; para la segunda, en cambio, el
derecho no puede prestigiar una conducta antijurdica, ni consentir que de ella derive un provecho para quien no haya respetado el precepto legal; por consiguiente, el rgano judicial no
reconocer eficacia a la prueba ilegtimamente obtenida.*'''
Si la finalidad del proceso no es aplicar la pena al reo de
cualquier modo, ensea Ada Pellegrini Grinover, la verdad debe
ser obtenida de acuerdo con una forma moral inatacable.''*^
Una mirada al Derecho Comparado conduce inevitablemente al mbito del constitucionalismo y jurisprudencia de los tribunales de Estados Unidos de Amrica,''-' para establecer que, en
funcin de los trminos de la Cuarta Enmienda de la Constitucin,
se garantiza a los habitantes de ese pas el derecho a sentirse o estar seguros de que no sern objeto de biisquedas o medidas no
razonables, en relacin a sus personas, hogares, papeles y efectos.
'" C/r. Jos Carlos Barbosa Moreira, "Restricciones a la Prueba en la Constitucin brasilea", en Revista del Instituto Colombiano de Derecho Procesal, vol. 11, N"* 2122, 1997, p. 129.
*** Cfr. "A.S provas ilicitas na Constituigao" en O Processo em Evolufao, Edit. Forense Universitaria, Ro de Janeiro, 1996, p. 46.
''^ Lo que no impide reconocer que los fallos de tribunales supremos latinoamericanos han recogido la misma concepcin, como acontece con la Corte Suprema argentina, que en fallos de 27 de noviembre de 1984 y de 11 de diciembre
de 1990, ha recogido el principio de la exclusin de la prueba ilcita, conducta
que en el Brasil ya es una constante.
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A la primera cuestin se responde, con cierto grado de realista pesimismo, que la polica est, en general, ms preocupada de acatar las decisiones de sus superiores que las reglas que
consagren los jueces, de all que la cuestin debera pasar ms
por capacitacin y por formar conciencia policial de la necesidad de preservar las garantas.
El segundo punto, reforzado por la idea implcita de que la
opinin pblica reprueba el que personas responsables de delitos no reciban castigos por lo que se advierte como tecnicismos
jurdicos, al paso que se agrega que a los inocentes estas reglas
de exclusin no les favorecen, se replica en cambio, que a la larga las reglas de exclusin tienen mnima incidencia efectiva, as,
en 1979, en el mismo Estados Unidos, un estudio demostr que
slo un 0,4% de los casos que no llegaron a enjuiciamiento federal se explicaban en problemas de violacin de la citada Cuarta
Enmienda. Y otros demuestran que la falta de condena o de procesamiento de sujetos que alegaron infraccin de derechos constitucionales para excluir la evidencia incriminadora, oscil entre
el 0,6 y 2,35% de los casos, cifras de tan escasa magnitud, como
para desvirtuar la idea que se ampare la impunidad delictual por
la rigorosa aplicacin de las normas excluyentes.
No se puede todava dejar de considerar que si efectivamente existe un precio en imagen que pagar, el mismo debera ser
de cargo del Ejecutivo, cuyos agentes policiales son los que en
esencia obligan a los jueces a rechazar sus excesos.
De todas formas, tampoco puede ignorarse que la vigencia de
las reglas, en cuanto limitan el atropello policial a normas que
amparan la privacidad, termina beneficiando, sin duda, a las personas inocentes que, aunque nada necesitan esconder, tienen el
derecho a que tambin su propia intimidad resulte protegida.
En nuestros pases, afiliados al derecho continental etiropeo,
las normas que censuran la prueba ilcita tienen desde luego tanto jerarqua constitucional como acontece con el art. 5 LVI de
la Constitucin del Brasil, que dispone que: "Sao inadmissveis,
no processo, as provas obtidas por meios ilcitos", como legal,
segn aparece en tanta disposicin que proscribe los medios de
prueba prohibidos por la ley, enmarcndose as un estatuto rector del comportamiento no slo policial, sino, fundamentalmente, judicial.
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Si la teora de la prueba ilcita tiene como uno de sus principales fundamentos la necesidad de reprimir el comportamiento
policial abusivo y vulnerador de los derechos de las personas, no
es difcil argumentar que no mediando intencin de infringir tales garantas, no debera proscribirse la evidencia de contrario;
en cambio, se afirmar que la teora no es sino una consecuencia
del establecimiento en el mundo del derecho contemporneo de
un principio de respeto a los derechos de las personas, derechos
que deben ser preservados contra atentados fortuitos o deliberados y que no hay forma ms eficaz para proveer a la observancia
de los mismos que privar de eficacia a todo comportamiento que
los atropelle, sea intencional o casualmente.
Si en torno a este punto pareciera que se advierten tendencias que apuntan a encontrar tpicos de acuerdo, habr que reconocer que, nuevamente, aparecen las diferencias ctiando nos
ocupamos de lo que se ha dado en llamar la prueba derivada o
la evidencia secundaria, literariamente conocida como la fruta
del rbol venenoso o del rbol envenenado.
La referencia se formula a la prueba cuya obtencin se verific merced a tma previa actividad probatoria ilegal o ilcita, como
acontece cuando en una libreta, encontrada a travs del registro
no autorizado de la casa del imputado, la polica encuentra el
nombre y direccin de un testigo hasta entonces desconocido.
Tambin en el proceso penal, escribe Roxin en la edicin
ltima de su Derecho Procesal Penal, refirindose a la teora de los
frutos que vengo comentando, se debe admitir un efecto extensivo, pues de otro modo las prohibiciones probatorias pueden
ser eludidas muy fcilmente, pero agrega de inmediato que "la
cuestin es muy discutida..." y tras exponer algunos casos particulares, concluye que "...se debe insistir en que la valoracin de
pruebas indirectas slo puede entrar en consideracin... cuando conforme al desarrollo precedente de las investigaciones ellas
tambin hubieran sido obtenidas muy probablemente sin la violacin de las reglas del procedimiento...".
"* Cfr. Claus Roxin, Deiecho Procesal Penal, Edit. del Puerlo. Bs. Aires, 2000,
p. 205.
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encontrar sofisticados medios para que el comportamiento esperado del sujeto aparezca voluntario.
Es por este peligro inminente que los sistemas procesales
penales de nuestra comn vertiente cristiano-occidental en lo
filosfico, y europeo-continental en lojurdico, han proscrito la
confesin como medio idneo de prueba, evitando, de este
modo, la tentacin al aparato estatal para conseguir confesiones espontneas o voluntarias.
C.4.) La flagrancia de la ilegalidad
Se afirma que en tanto ms obvia, flagrante y manifiesta la
ilegalidad inicial, ms probable resulta que la prueba derivada
est ms envenenada o, metafricamente hablando, a mayor flagrancia, ms veneno introducido a la prueba derivada.
- La prueba ilcita y su suerte procesal
Establecido que los sistemas jurdicos democrticos no pueden proclamar su adhesin a procedimientos que vulneran los
derechos individuales, no ha podido sorprender que promediando la segunda mitad del siglo XX, poca en que tratados, pactos y convenciones llevaron a las Constituciones Polticas a
proclamar con fuerza la sumisin del Estado a los derechos de
cada hombre singular, se haya rechazado toda valoracin a prueba que se haya obtenido atropellando tales derechos.^'
La misma poca, empero, ha sido testigo de modalidades
delictivas o no conocidas o llevadas a intensidades no imaginadas, por el desarrollo de la ciencia y la difusin del conocimiento: trfico de estupefacientes, lavado de dinero y brutal como
sofisticado terrorismo, han terminado por convencernos que
ciertas modalidades procedimentales que alguna vez parecieron
desterradas para siempre, como jueces o testigos sin rostros, inimaginablemente reaparecieran, amparados por sistemas estatales que se demostraron incapaces de otorgar a sus jueces y
funcionarios, fiscales o testigos, seguridades mnimas.
**' En algunos pases la situacin no ha sido tan evidente. As en Alemania se
ha fallado que la extraccin de sangre ordenada por una persona inconipetente,
por ej. un simple polica, es valorable porque al pargrafo 81a se agota en preservar al imputado de restricciones a la libertad y de peligros para la salud, provocados por injerencias imprudentes o inadecuadas. Cfr. Roxin, ob. cit., p. 201.
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Deben agregarse aun los efectos de todo tipo que en la organizacin social, judicial y policial genera el manejo de cuantiossimas
sumas de dinero por delincuentes de nuestros das. As, concluimos encontrando una estructura estatal cada vez ms indefensa al
tiempo que observamos como grandes sectores ciudadanos hacen
de la seguridad pblica y de la lucha contra la delincuencia organizada verdaderas consignas de convivencia social.
Como si lo anterior no fuera suficiente, los mundialmente
conocidos sucesos del 11 de septiembre de 2003, en Nueva York
y Washington, concluyeron, segin parece, por marcar el fin de
una poca algo candorosa y caracterizada, entre otras facetas,
por la rotunda declaracin del Tribunal Supremo Federal alemn estableciendo que la investigacin de la verdad no es un
valor absoluto del proceso penal.*^^
Con todo, es preciso reconocer que ya de antes vena abrindose camino, con inspiracin alemana, el denominado Verhltnismssigkeprinzip, o principio de proporcionalidad, que autoriza
la admisin y valoracin de la prueba ilcita obtenida para resolver la cuestin que provoca el enfrentamiento de valores fundamentales en un momento determinado, principio recogido
con alguna inquietud, como apunta Vescovi, para quien causa
alarma esta nueva jurisprudencia norteamericana, de una Corte Suprema de Justicia ms conservadora que ha retrocedido en
torno al tema de la prueba ilcita...*^'^
Este principio supone verificar si la violacin se explica por una
efectiva necesidad, suficiente para hacer excusable el comportamiento infractor, o si, por el contrario, la prueba pudo obtenerse
de un modo diverso y no infractor. La idea de la aceptacin de la
prueba ilcita, bajo determinadas circunstancias, se hizo evidente
cuando se plante el problema de si poda invocarse, en favor del
reo, aquella que se hubiere obtenido con violacin de sus propios
derechos consttucionales o los de terceros; aceptada esta admisibilidad y ulterior valoracin, qued superada la negativa sin excepcin y de all a la introduccin del principio de proporcionalidad, enfatizando la existencia de otros valores tan respetables como
los del imputado, no hubo sino un breve paso.
**' Cfi'-]- L. Gmez Colomer, El Proceso Penal Alemn, /nlroelurcin y normas bsicas, Bosch, Barcelona, 1985, p. 1.34.
"' Las Pruebas..., cit., p. 125.
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"' Prlogo al libro de Mara Francisca Zapata Ckuxa, IJI Prueba IliriUi., editad o p o r Lexis-Nexis, Santiago, 2004,
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De este modo se perfila lo que podemos denominar un estatuto tico regulador del ejercicio estatal. Como toda conducta estatal persigue el bien comn, slo es permitido al Estado
recurrir a medios ticamente aceptables, teniendo adems en
cuenta que el sistema legal no puede aprovecharse de pruebas
de cargo obtenidas a partir de una violacin al misino sistema
legal.*^-^ La perenne cuestin de fines y medios reaparece a propsito de este tema y condiciona las respuestas.
El trazado del campo de actuacin de la actividad investigadora y persecutoria lo conforma la observancia que el Estado
resuelva efectuar de los derechos de las personas para autolimitarse en sus funciones: hasta dnde est dispuesto a llegar el
Estado? Esta constituye la pregunta a resolver en estos tcipicos y
en tal afn, de antiguo, viene enfocndose la cuestin desde la
perspectiva probatoria, imponiendo lmites a esta actividad, a travs de las reglas de exclusin de pruebas.
Ilustrando un torso jurisprudencial armnico, Mara Francisca Zapata trae a la vista sentencias de tribunales de contornos geogrficos muy diversos, pero que se hermanan en la lnea
matriz de la proscripcin de estos atentados probatorios cometidos con la prueba ilcita, correspondiendo anotar que, en Espaa, la fundamentacin constitucional de la exclusin de la
denominada prueba ilcita se encuentra en el valor supremo que
la Constitucin concede a los derechos fundamentales, por lo
que no sorprende que el Tribunal Constitucional haya declarado que "aunque esa prohibicin no se halle proclamada expresamente en precepto constitucional alguno, deriva de la posicin
preferente de los derechos fundamentales en nuestro ordenamiento... y as lo venimos proclamando desde... 1984 en doctrina constantemente mantenida...".*^''
Naturalmente que la cuestin debe confrontarse con otros
intereses sociales relevantes y que el derecho no puede abandonar, al grado que, asumiendo la paradoja que impone la realidad de nuestros tiempos, ese mismo Tribunal Constitucional ha
^' Cfr. Hctor Superti, "El in jiistika los medios?", en Derwho Procesal Penal.
Temas (Am/liclhios, Edit. Jiiris, Rosario, 1998, p. 285.
^'' Cfr. Jos A. Daz C. v otro, La Garara (Mnslilucional de la Inadmisin de la
Prueba Ilrilamenle Obtenida, (;i\itas, Madrid, 2001, p. 27.
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**" Cit. por Jos (arlos Barbosa Moreira, "Restricciones a la Prueba en la Cxinstitucin Brasilea", en Rniista del Inslitulo Colombiano de Derecho Procesal, vol. II,
N 21-22, 1997, p. 138.
** gr. id. p. 129.
'*' Manuel Ortells R., Derecho Procesal Civil, Aran/adi cdit., Elcano (Navarra).
2000, p. 372.
* Lo que no impide reconocer que los fallos de Tribunales Supremos latinoamericanos han recogido la misma concepcin, como acontece con la Corte
Suprema argentina, que en fallos de 27 de noviembre de 1984 y de 11 de diciembre de 1990, ha recogido el principio de la exclusin de la prueba ilcita, conducta que en el Brasil ya es una constante.
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para recordar los trminos de la Cuarta Enmienda de la Constitucin, conforme a la cual se garantiza a los habitantes de ese
pas el derecho a sentirse o a estar seguros de que no sern objeto de bsquedas o medidas no razonables, en relacin a sus
personas, hogares, papeles y efectos.
Suele sealarse que es slo en 1914,-" que la Suprema Corte de los Estados Unidos, por primera vez, resolvi que si no se
exclua o proscriba de los juicios la prueba obtenida por la polica en forma inconstitucional, los trminos de la Cuarta Enmienda constituiran meras palabras sin contenido, declaracin
esplndidamente apoyada -casi medio siglo ms tarde, concretamente, en 1949- cuando la Corte, en palabras del conocido
juez Flix Frankfurter sostendra que la seguridad de la propia privacidad frente a la intrusin policial arbitraria es bsica
en u n a sociedad libre,^^ dando el sentido que alcanzara en lo
sucesivo la evolucin jurisprudencial que conforma la regla de
exclusin; se trata, como se sostiene, de detener las incursiones policiales que vulneran el derecho a la privacidad, por la
va de no aceptar en juicio las evidencias obtenidas en infraccin a las normas constitucionales que amparan los derechos
de las personas.
En nuestros pases, afiliados al derecho continental europeo,
las normas que censuran la prueba ilcita tienen desde luego tanta jerarqua constitucional, como acontece con el art. 5 LVI de
la Constitucin del Brasil, que dispone que "Sao inadmissveis,
no processo, as provas obtidas por meios ilcitos", como legal,
segn aparece en tanta disposicin que proscribe los medios de
prueba prohibidos por la ley, enmarcndose as un estatuto rector del comportamiento no slo policial, sino, fundamentalmente, judicial. Elocuente ejemplo de esta modalidad son los
modernos Cdigos de Proceso Penal ecuatoriano, de enero de
2000, con reciente entrada en vigencia tras una vacancia legal
de 18 meses, y chileno, que, como sabemos, ha comenzado a
regir gradualmente en el pas desde el 16 de diciembre del mismo ao 2000. En el primero (art. 80, Ineficacia probatoria) se
^' Weeks vs. United States, cit. porjoshua Dressler, Undestanding Criminal Procedure, Edit. Matthew Bender, N. York, 1995, p. 235.
^'^Wolfvs. Colorado. dem.
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^'' Cfr. Claus Roxin, Derecfio Procesal Penal, Edit. del Puerto, Bs. Aires, 2000,
p. 205.
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infraccin constitucional, sera abiertamente contrario a la normativa constitucional... y equivaldra a admitir que el orden jurdico pueda mantenerse a costa de su propia vulneracin, lo
que configurara una contradiccin fundamental, destructiva de
su esencia.-'**
En idntica lnea, y con mucha fuerza, el Tribunal Constitucional espaol ha proclamado "la prohibicin de valoracin
de cualquier elemento probatorio que pretenda deducirse del
contenido de conversaciones intervenidas, no solo del resultado mismo de la intervencin, sino de cualquier otra prueba derivada...".
Y es que no tiene sentido consentir que se burle una prohibicin por caminos indirectos, criterio que ha llevado al Tribunal Supremo espaol a asumir una enrgica defensa del efecto
expansivo del art. 11.1 de la Ley Orgnica del Poder Judicial en
funcin de la "necesidad de proporcionar el mximo de proteccin a los derechos y libertades fundamentales...".^''
Establecido que los sistemas jurdicos democrticos no pueden proclamar su adhesin a procedimientos que vulneran los
derechos individuales,'"' no ha podido sorprender que promediando la segunda mitad del siglo XX, poca en que tratados,
pactos y convenciones llevaron a las Constituciones Polticas a
proclamar, con fuerza, la sumisin del Estado a los derechos de
cada hombre singular, se haya rechazado toda valoracin a prueba que se haya obtenido atropellando tales derechos.^'^
La conclusin, aunque pacfica o, todava, genricamente
aceptada, es a todas luces insatisfactoria; es cierto que el juez
o tribunal podrn negarse a conferir valor al mrito persuasivo que emane de la prueba o, mejor, ellos se negarn a fundar
su decisin en el mrito incriminador de la prueba tachada,
pero tal actitud la adoptarn seres humanos que, como tales,
no podrn, en el fondo, ser ajenos al conocimiento que se les
^^ Cfr. "Los frutos del rbol envenenado", Rev. Doctrina Penal N- 35, Bs. Aires,
1986.
95 STS 2 de julio de 1997 FD 2~, cit. por Daz Cabiale, ha Garanta..., cit., p. 71.
9'' Vase, al efecto en este mismo libro, 2.2. Prueba Ilcita (estado actual de la
cuestin), estudio al que pertenecen algunos de los prrafos siguientes.
^'Vase nota 81.
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^* Es tambin la opinin de Jos M. Asencio, Prueba prohibida y prueba preconstituida, Edit. Trivium, Madrid, 1989, p. 86.
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^'* La referencia futura a artculos sin indicacin de Cdigo o Ley, debe entenderse efectuada siempre al Cdigo Procesal Penal.
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5.1. ANLISIS
A. Deficiencias procedimentales
Segn ha quedado de manifiesto en la sentencia, conforme a la
transcripcin precedente, el defensor del imputado no objet
durante la audiencia la validez de las declaraciones policiales que
hoy sirven de fundamento al recurso de nulidad: tal omisin
impide, desde diferentes puntos de vista, que la impugnacin
pueda prosperar.
En efecto:
a) De conformidad a lo prevenido en el art. 377 del Cdigo Procesal Penal, si la infraccin que se invocare como motivo
del recurso de nulidad se refiere a una ley que regulare el procedimiento -admisibilidad de una prueba-, el recurso slo podr prosperar cuando quien lo entablare hubiere reclamado,
oportunamente, del vicio o defecto: en la especie, existen dos
lecturas posibles y ambas, son contrarias a la procedencia del recurso. De una parte, la cuestin propuesta podra importar una
impugnacin al auto de apertura del juicio oral, que, sin embargo, como sabemos, slo puede atacarse por el ministerio pblico y teniendo como nica causal de procedencia la exclusin
de pruebas tachadas de ilcitas. No obstante, del inciso final del
art. 277 del Cdigo aparece que a los restantes intervinientes les
queda reconocida la posibilidad de impugnar de nulidad la sentencia del juicio oral,^"^ cuando ella se haya fundado en prueba
que, admitida en el auto de apertura, su produccin en dicho
juicio no debi empero admitirse.^^'^
En consecuencia, el recurso debi fundarse en la improcedencia de autorizarse las declaraciones de los funcionarios policiales, propuestas por la fiscala en su escrito de acusacin y la
'"^ Es lo que he denominado "la impugnacin tarda" del auto de apertura
del juicio oral. Cfr. mi "Del debate sobre la licitud de la prueba y su exclusin por
parte del Tribunal de Juicio oral..." (informe en derecho), en Boletn del Ministerio
Pblico N" 14 (marzo de 2003), p. 156.
'"'^ Lo dispuesto en este inciso, establece el a r t 277 inciso ltimo, in fine, se
entender sin perjuicio de la procedencia, en su caso, del recurso de nulidad en
contra de la sentencia definitiva que se dictare en el juicio oral, conforme a las
reglas generales.
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B. Deficiencias sustantivas
Se plantea en el recurso una materia que ya ha venido siendo
discutida en los estrados de los tribunales de la reforma procesal penal, sin que an se haya construido un pensamiento jurisprudencial slido y que agote la discusin: es el tema de las
declaraciones policiales acerca de lo expuesto por el imputado
o, ms brevemente, el de los policas como testigos de odas de
los imputados.
Me parece conveniente un anlisis pormenorizado de la cuestin, para ir despejando incgnitas y acercndonos, gradualmente, a la respuesta final:
El punto de partida radica en la garanta conferida a las personas, por todos los sistemas que se organizan como Estados de
Derecho, de no ser obligadas a declarar en contra de si mismas,
esto es, de no autoincriminarse.'"' Se trata de aplicar la nocin
fundamental del proceso penal, en orden a que el imputado no
constituye un rgano de prueba ni el Estado acusador debe contar con su colaboracin para que prospere la pretensin punitiva. El sentido de la presuncin de inocencia n o es ms que
imponer sobre el acusador todo el peso de la imputacin, liberando al acusado de toda responsabilidad por su falta de colaboracin en la tarea de establecer los hechos. El punto de partida
vase, brevemente, mi "Un caso curioso: del error del juez y de las partes en el
juicio sumario (informe en derecho)", en Comentarios Procesales, Edeval, Valparaso, 1994, p. 75.
'"^ La idea viene recogida en el antiguo brocardo nemo tenetur se ipsum accusare, o simplemente "nemo tenetur...", que se consagra en las Constituciones Polticas
(la Enmienda V de la Constitucin de los Estados Unidos de Amrica dispuso que
"nadie ser obligado a ser un testigo contra s mismo"; el art. 18 de la de Argentina seala que "nadie puede ser obligado a declarar contra s mismo", redacciones todas que ponen de relieve lo que he llamado la total falta de simpata del
constituyente chileno por el imputado penal, en cuyo favor se consagra que no
puede ser obligado a declarar bajo juramento sobre hecho propio, dejando la impresin que se preserva el sentido moral-religioso del conflicto que podra plantear el tema del juramento, antes que la garanta misma) y en las convenciones y
pactos internacionales. Esta garanta constituye, en el fondo, una expresin del
derecho de defensa (Cfr. A. Binder, Introduccin al Derecho Procesal Penal, 2' edic.
actualizada y ampliada, Ad Hoc, Bs. Aires, julio, 2000, p. 181).
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correcto conforme al principio del fair trial, escribe Roxin, consiste en afirmar que nadie debe colaborar por s mismo en la
tarea de probar su culpabilidad y acota que el derecho a guardar silencio del imputado tiene incluso rango constitucional,
como emanacin del principio del Estado de Derecho.'*"'
Obviamente no constituye la presente la sede para tratar de
la gnesis de este principio: resumidamente, empero, puede destacarse la labor del Iluminismo, que, en su defensa de los derechos de las personas y en su combate a la tortura, puso de relieve
que, bajo la consideracin de la confesin, como reina de las
pruebas, se vino alentando, por siglos, la tortura como va para
obtenerla y slo restndose a dicha confesin la primaca de conviccin, se dejara de buscarla por todos los medios, incluyendo
los violentos. De all a consagrar la prohibicin de obligar a las
personas a declarar no hubo sino un breve paso.
La garanta no se establece, sin embargo, sin el complemento
que representa el deber del persecutor oficial o enjuiciador de
comunicar al acusado la existencia de este derecho: la informacin de los propios derechos, proporcionada por el funcionario piiblico, constituye un elemento clave en la proteccin de
las personas frente al Estado.'"''
De este modo, se cierra un verdadero crculo protector, que
no slo impone al empleado estatal la prohibicin de tortura
para obtener confesin, sino, adems, le exige que informe al
acusado que tiene el derecho de guardar silencio, esto es, de
no colaborar con la actividad que busca incriminarlo.'"*^
'"^ Cfr. Claus Roxin, Derecho Procesal Penal, Edit. del Puerto, Bs. Aires, 2000,
p. 108.
"" De all que resulte tan censurable que, apenas en 1989, con motivo de la
liltima reforma importante al Cdigo de Procedimiento Penal, el legislador -una
Comisin Conjunta Asesora de la existente Junta Militar de Gobierno- no trepidara en dejar la siguiente constancia en el informe previo a la aprobacin de la
modificacin legal: "...no se ha estimado conveniente establecer normas como las
que existen en algunos Cdigos europeos o americanos, en el sentido de que no
declarar es un derecho y menos que l deba ser puesto previamente en conocimiento del inculpado. En Chile, erigir estos principios en un emblema sera candoroso y contribuira a debilitar los brazos de la justicia...".
'"* En la literatura procesal penal moderna el principio tiene un solo nombre: "Miranda", en recuerdo del ahora, leading case "Miranda vs. Arizona", un fallo
de la famosa Corte que presida el Chief Justice Burger en los Estados Unidos de
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La garanta, en consecuencia, consiste en asegurar a las personas no slo su derecho a guardar silencio, sino, correlativamente, la certeza que bajo circunstancia alguna podrn ser
obligadas -forzadas- a prestar declaracin.
El ordenamiento procesal de la reforma recoge expresamente la idea; as, el art. 93 establece en su letra g) que, en especial,
el imputado tendr "... derecho a guardar silencio... ", norma que se
complementa con el art. 194, que, bajo el epgrafe "Declaracin
voluntaria del imputado", establece que si el imputado "...se allanare a prestar declaracin ante el fiscal... (ste) le comunicar detalladamente cul es el hecho que se le atribuyere, con todas las circunstancias
de tiempo, lugar y modo de comisin, en la medida conocida... ", agregando la norma, para enfatizar la libre decisin del imputado a
declarar, que "...en todo caso, el imputado no podr negarse a proporcionar al ministerio pblico su completa identidad... ", redaccin perfectamente acorde con la idea de que efectivamente podr el
imputado negarse declarar sobre otros temas.
Lo anterior, por supuesto, al margen, vale decir, sin olvidar
las reglas semejantes que aportan al derecho interno, los tratados internacionales, aplicables por mandato del conocido inciso 2 del art. 5 de la Constitucin vigente.
a) i Tiene valor probatorio incnminador, bajo el nuevo Cdigo Procesal
Penal, la declaracin del imputado?^^'^
Contestando esta simple interrogante, creo necesario dejar en
claro una regla bsica: la proscripcin normativa dice relacin
Amrica, que en 1966, resolviendo frente a lo que se estimaban excesos policiales, determin que la polica tena el deber de comunicar a las personas, en trminos claros e inequvocos, antes de interrogarlas, acerca de su derecho a guardar
silencio, con la prevencin de que todo lo que diga podr y ser usado en su contra en el tribunal; del derecho a consultar un abogado y a que ste asista al interrogatorio y, finalmente, a expresarle que si carece de abogado, el Estado le
proporcionar uno.
Cfr. 384 U.S 436.385 U.S 890 (1966).
"*^ El legislador del nuevo Cdigo, acorde con los tiempos y la tendencia dominante en la dogmtica procesal penal, elimin la expresin "confesin" para
aludir a las declaraciones del imputado. No est de ms recordar que confesin
en materia penal, simplemente, "es la declaracin del imputado por medio de la
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a las personas acusadas de haber cometido delito: de all la prohibicin no sujeta a excepcin que se impone al Estado de no
poder forzar, fsica ni moralmente, a los imputados para obtener su declaracin.
Pero todo sabemos que en el proceso penal se persigue establecer y sancionar la comisin de los delitos, porque se trata
de atentados que afectan a la convivencia bajo la cual los grupos sociales aspiran a vivir y desarrollarse: se trata de actos intolerables que se reprimen por esta va, de suerte que si no se
permite al Estado violentar a las personas en el esclarecimiento
de los hechos criminosos, tampoco se le permite dejar de investigarlos y sancionarlos.
De all que, si cometido el hecho, la persona que lo ha ejecutado, huye del lugar reconociendo su autora o, simplemente, es sorprendida tras la comisin y a viva voz declara ser el
ejecutorio material, no existe razn alguna para restar eficacia
probatoria al dicho de quienes comparezcan al juicio narrando
lo que escucharon gritar o, simplemente, contar de viva voz al
imputado o acusado.
En esta conclusin no parece haber controversia: si as
aconteciera, vale la pena reconocer que la asignacin de fuerza
persuasiva al dicho de los que escucharon del acusado el reconocimiento de su autora arranca de la plena certeza de no haber m e d i a d o , por parte de los n a r r a n t e s , presin, fuerza,
violencia o comportamiento alguno que provocando temor en
el acusado le hubiere llevado a efectuar el reconocimiento.
Establecida la premisa anterior, puede entonces adelantarse
una conclusin preliminar: no existe reparo esencial para conferir valor probatorio al testimonio de odas referido a los dichos por los que el acusado reconoce su participacin en el
hecho penado por la ley.
En trminos positivos, lo anterior importa que al amparo de
la libertad conferida al tribunal para ponderar la prueba, actividad en la que no reconoce ms limitantes que las que representan el no contradecir los principios de la lgica, las mximas de
experiencia y los conocimientos cientficamente afianzados,''^
"" Este estatuto de valoracin consagrado en el art. 297 constituye lo que en
general se denomina de "sana crtica", expresin deliberadamente omitida en el
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Como las garantas constitucionales, y las consagradas en tratados internacionales, apuntan a proscribir el que una persona
sea "obligada" a declarar en su propia contra, esto es, forzada a
autoincriminarse, tal estatuto cautelar no puede resultar violado
en el caso propuesto, en el que los dichos se han emitido espontneamente, en ocasiones como disculpa frente a lo ocurrido, en
otras, simplemente, como un reconocimiento de propia responsabilidad, lo que lleva la cuestin al anlisis desde el criterio de la
disponibilidad de los derechos en el proceso penal.
d) Es renunciable. el derecho a guardar silencio?
Esta constituye una de las cuestiones capitales en relacin a la
controversia materia de este informe: se record, antes, que los
"Miranda righs"del Derecho de los Estados Unidos de Amrica
suponen, primersimamente, el de guardar silencio, pero con la
admonicin de que todo lo que el sujeto diga podr y ser usado en su contra ante el tribunal... y que el art. 93 letra g), tras
consagrar el derecho del imputado a guardar silencio, reconoce que si ste consintiere en declarar, no se le podr imponer
el hacerlo bajo juramento, regla coherente con lo dispuesto en
el art. 194, que regula la "declaracin voluntaria del imputado"
discurriendo sobre los casos en que ste se allana a prestar declaracin ante el fiscal.
La solucin legal tiene plena explicacin: de muy antiguo
se ha reconocido el mecanismo de alivio psicolgico que representa para el autor de un delito, en ocasiones abrumado por el
remordimiento, reconocer su comisin.
En sntesis, si el imputado, por expreso mandato de normas
legales y constitucionales, tiene el derecho a renunciar al silencio que en su favor se consagra, no habr vulneracin de garanta alguna, en la proposicin y produccin de prueba testimonial
de odas, en cuanto por ella se exponga al tribunal lo que el imputado espontnea y voluntariamente se allan o se apresur a
declarar.
Si el sujeto puede renunciar y en los hechos renuncia a guardar silencio, y por las motivaciones que sean, reconoce el hecho y su participacin en l, no contrara garanta fundamental
alguna la resolucin que autoriza la produccin de prueba testimonial encaminada a reconstruir los dichos de ese imputado.
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' ' ' C.jr. en este sentido, Bernadctte Minvielle, La Prueba lUcila v el Debido Proeeso Penal, Ediciones Jiudicas, M. Fernndez, Montevideo, 1988, p. 118, y la abundante bibliogralTa cil. en nota 4.
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"' Cjr. Ada Pellegrini Grinover, O Proce.sso em Evolu(;ao, Edit. Forense Llniversitaria, Sao Paulo, 1996, pp. 42-4.S (la traduccin me pertenece).
'"' C/r: Jos A. Daz Cabale y Ricardo Marn Morales, La garanta constitucional de la inadmisin de la prueba ilcitamente obtenida, Civitas, Madrid, 2001, p. 204.
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"" Con todo, no puede dejar de anotarse que el hecho no constituye un motivo absohuo de nulidad de los previstos en el art. 374, esto es, de aquellas circunstancias que autorizan la anulacin del juicio y de la sentencia aunque no se
acredite perjuicio alguno.
'"^ El tema no nos es privativo, analizando la situacin argentina, Garri informa que "la Polica frecuentemente toma declaraciones a las personas detenidas, declaraciones que reciben el nombre de "espontneas". Ahora bien, contina,
en los primeros casos en que la validez constitucional de estas declaraciones policiales fue cuestionada, nuestros tribunales tomaron en general una posicin sui
gneris: As si bien en su mayora afirmaron la validez de estas espontneas, sin
ahondar mayormente en su verdadera espontaneidad, a tales declaraciones les fue
acordado un status inferior al de la confesin judicial...". Cfr. Alejandro D. Garri, Garantas constitucionales en el proceso penal, Hammurabi, Bs. Aires, 1991, 2- edicin corregida y aumentada, 1- reimpresin, p. 124.
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'-- Cfr. Joshua Diessler, Undersliindhig Crimiwdl'rocedure, Matthcw Bcnder, reedicin, 1995, N. Yol k , p . 261.
' - ' Se trata de la doctrina conocifla c o m o la "Excepcin de Buena Fe I.en".
Cfr. United States vs. Eeon, 408 L'S 97... 486 US 12.")() (1984).
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'-'' Cfr. ?) Derecho Penal. Jorge Aincar Luciano Garca, /-"/ recurso de casacin y
el control ele la garanta ccmstitucional del juicio pretiio como debido proceso legtd, Edit.
Juri.s, Rosario, noviembre de 1994, p. 31.
'^' Cfr La garanta constitucional ele la inadmisin..., cit., p. 83. Tambin Dres.s1er, Unrterstanding..., cit., p. 257.
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rrencia del hecho y en la veracidad de los dichos de la ofendida, sin que, en cambio, se proporcionaran antecedentes para
establecer que el sujeto no estuvo en el lugar antes de los hechos y con motivo de los mismos, o su desvinculacin con ellos.
Este ejercicio intelectual de eliminacin, sugerido por la
dogmtica procesal penal, hace aplicable en la especie -para
el evento de arribarse a la ms desfavorable conclusin, que el
testimonio de los agentes constituira una prueba ilcita o sera
el producto de pruebas mal habidas- la doctrina de la fuente
independiente, con arreglo a la cual la prueba podr invocarse.
5.2.
CONCLUSIONES
a) Es posible que terceros atestigen enjuicio lo que escucharon decir al imputado, sin que ello represente infraccin legal o constitucional alguna. Si se trata de agentes estatales, para
calificar la situacin es necesario atender a la eventual amenaza
a la libertad del sujeto declarante que resulte de las circunstancias especficas que rodearon la declaracin.
b) Esta afirmacin corrobora que es, por su parte, perfectamente legtimo el que terceros, particulares o agentes estatales
expongan lo que espontneamente declar el imputado y que
ellos escucharon, simplemente por tener capacidad auditiva, en
razn de que, en semejantes circunstancias, no habra riesgo alguno para la libertad del sujeto ni ste se pudo haber sentido
coaccionado de ninguna manera para declarar en una u otra
forma.
c) La circunstancia de que una persona no se encuentre privada de libertad por la polica hace difcil - a u n q u e no imposible- estimar que la declaracin que ante ella se haya formulado
sea el fruto de presiones indebidas.
d) La polica debe cumplir estrictamente las normas procesales que le prohiben tomar declaraciones a las personas sin la
presencia del defensor o del fiscal o sin la autorizacin de ste
ni la asuncin de responsabilidad.
e) No es legalmente posible que, convocados o por decisin
propia, agentes policiales se constituyan en los despachos de los
fiscales del Ministerio Pblico para escuchar las declaraciones
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del imputado y poder reproducirlas enjuicio: tal presencia constituye una manifiesta coaccin y representa una presin que
atenta contra la libertad del imputado para formular sus dichos.
f) Estimo que el recurso de nulidad deducido en contra de
la sentencia de 23 de febrero de este ao, dictada por el Tribunal de Juicio Oral en lo Penal de Antof'agasta, en la causa seguida en contra de Eduardo Antonio Villalobos Barra, en cuanto se
funda en la causal prevista en la letra a) del art. 373 del C.digo
Procesal Penal y se basa en que se habrfa vulnerado el derecho
del acusado a guardar silencio, por haberse xalorado las declaraciones efectuadas por agentes policiales, que expusieron al tribunal lo que el sujeto les narr a ellos, debe ser desestimado.
g) El rechazo tiene fimdamento en las deficiencias formales de la impugnacin, traducidas en la falta de preparacin y
en la aquiescencia del defensor al vicio que irnoca como sustento de su recluso.
h) Es una garanta fundamental de toda persona, constitucional e internacionalmente consagrada, el no ser forzado fsica ni psquicamente para prestar declaracin, garanta cjue
protegen normas procesales como las que impiden a la polica
tomar declaracin a los imputados, sin la presencia de su abogado defensor o del fiscal o sin la autorizacin de ste ni bajo
su responsabilidad.
i) La infraccin a la prohibicin constitucional e internacional torna a la prueba en ilcita; la infraccin a las normas
procesales que la cautelan hace simplemente ilegal la prueba
y, por ende, la sujeta a los parmetros de la nulidad procesal
con sus modalidades de convalidacin, exigencia de perjuicio
y semejantes.
j) En la especie corresponde rechazar el recurso de nulidad
considerando que la analizada no se ha tratado de vma prueba
ilcita, porque no existe inobservancia de garantas fundamentales, sino, en la mejor de las hiptesis para la defensa, tma prueba ilegal, que no tiene la jerarqua anuladora de la anterior
k) Todava ms, habiendo mediado buena fe de los agentes
policiales y siendo posible establecer los hechos por una fuente
independiente, la desestimacin de la prueba, si se la estimare
ilegal, resultara improcedente y no existira inconveniente para
que se la ponderara por el tribimal.
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6.1.
CONSULTA
PRIMERA
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do oportunamente, NO podrn rendir en tal juicio y, por liltimo, aquella que, por excesiva o perseguir fines dilatorios, se limitar en su produccin.
a) Cmo expresa su decisin respecto de estos puntos el juez
de garanta ?
La decisin del juez de garanta se contendr en una resolucin
que, segn se conoce, toma el nombre legal de "auto de apertura del juicio oral" (art. 277), que dictar al trmino de la audiencia y en el que - e n t r e otras menciones- consignar "las
pruebas que debern rendirse en el juicio oral de acuerdo a lo
previsto en el artculo anterior" (art. 277 letra e).
A riesgo de aparecer afirmando una obviedad, deseo insistir
en que la decisin del juez se contiene, conforme al citado
art. 277, en una resolucin judicial, con todo lo que ello representa en cuanto a caractersticas y a consecuencias jurdicas.
b) Impugnacin del auto de apertura del juicio oral
El mismo art. 277 concluye sealando que "el auto de apertura
del juicio oral slo ser susceptible del recurso de apelacin,'2*^
cuando lo interpusiere el ministerio pblico por la exclusin de
pruebas decretada por el juez de garanta de acuerdo a lo previsto en el inciso tercero del artculo precedente. Este recurso
ser concedido en ambos efectos. Lo dispuesto en este inciso se
entender sin perjuicio de la procedencia, en su caso, del recurso de nulidad en contra de la sentencia definitiva que se dicte en el juicio oral, conforme a las reglas generales".
c) Historia fidedigna del establecimiento del art. 277
- En el Proyecto presentado por el Poder Ejecutivo se sostena,
en el entonces art. 358, que el auto de apertura del juicio oral
indicara "las pruebas que debern rendirse en la audiencia oral"
(letra d) y luego se agregaba:
"Para los efectos de lo dispuesto en la letra d), el juez de control de la instruccin admitir las pruebas ofrecidas por las par'-'' nfasis agregado.
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"...Por ello, acord establecer un recurso a favor slo del fiscal para apelar ante la Corte de Apelaciones contra el rechazo de
pruebas que provengan de diligencias declaradas nulas o hayan
sido obtenidas con inobservancia de garantas fundamentales. De
esta forma se evita que el tribimal oral tome conocimiento de
estas pruebas y se forme un juicio con elementos que no podr
despus valorar. El recurso se concede en ambos efectos. Lo anterior no obsta a que las partes deduzcan por esta causa el recurso de nulidad contra la sentencia definitiva dictada en el
juicio oral, si ello procediere de acuerdo a las reglas generales...".
Conclusivamente, entonces, corresponde convenir en que
dictar el aiUo de apertura del juicio oral constittxye una materia
de competencia exclusiva y excluyente del juez de garanta respectivo.
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en contra de sentencias interlocutorias, autos y decretos dictados, tanto por los jueces de garanta, como por los tribunales
de juicio oral en lo penal.
La apelacin, por su parte, es, en general, un recurso que slo
procede en contra de resoluciones del juez de garanta, como se
desprende dei art. 364, que declara que son "inapelables las resoluciones dictadas por un Tribunal de Juicio Oral en lo penal".
Finalmente, el recurso de nulidad es un camino para impugnar sentencias definitivas, lo que, en el caso del juez de garanta, se reduce al procedimiento simplificado, conforme a lo
sealado en el art. 399 del Cdigo Procesal Penal.
En primera sntesis, entonces, puede afirmarse que las resoluciones de los jueces de garanta se impugnan por recursos y,
concretamente, por reposicin, apelacin y, excepcionalmente,
nulidad. De stos, conoce el mismo tribunal (reposicin), la Corte de Apelaciones respectiva (apelacin y nulidad) y, excepcionalmente, conforme al art. 376, la Corte Suprema (nulidad).
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en toda la experiencia comparada: en Chile, sabemos, hemos degenerado el recurso de queja, con tanta fuerza, que hasta la Constitucin Poltica estima normal que estas modificaciones acontezcan (vase al efecto, el lamentable inciso 2
del art. 79), pero, a lo menos, slo en relacin a los tribunales superiores de justicia.
' " Cfr. al efecto mi "Teora General de la Impugnacin", en Comentarios Procesales, Edeval, Valpso., 1992.
"2 Vid. supranotz 127.
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garanta, que, en consecuencia, deviene en firme o ejecutoriada a falta de tal impugnacin, cuestin extremadamente relevante para el anlisis posterior...
Materia distinta es que el legislador, teniendo presente la
posibilidad de error o, simplemente, de criterios jurdicos diferentes, permita una modalidad impugnadora posterior (la que
denomin "tarda"), no del auto de apertura del juicio oral mismo, sino de los efectos que, del criterio contenido en dicho auto,
se hayan producido en la sentencia dictada en el juicio oral.
Este es el sentido del inciso final del art. 277, conforme al
cual "...lo dispuesto en este inciso [que el auto slo es apelable por
el fiscal] se entender sin perjuicio de la procedencia, en su caso,
del recurso de nulidad en contra de la sentencia definitiva que
se dictare en el juicio oral, conforme a las reglas generales...",
de donde resulta que los restantes intervinientes podrn impetrar la nulidad de la sentencia que en el juicio se dicte cuando,
conforme a lo ocurrido en el auto de apertura del juicio oral,
estimen que la sentencia agraviante que se haya pronunciado
es fruto de un vicio del auto, que constituye alguna de las causales de procedencia de la nulidad, consagradas en los arts. 373
y 374 del Cdigo.''^-''
En sntesis: si no hay oportuna apelacin del fiscal en contra del auto de apertura del juicio oral, basada, exclusivamente,
en el rechazo que, a pretexto de ser ilcita una prueba, hubiere efectuado el juez de garanta, esta sentencia interlocutoria
de la segunda clase ("resuelve sobre un trmite que debe servir de base en el pronunciamiento de la sentencia definitiva")
que es, inequvocamente, el auto, ya n o podr ser impugnada,
porque el transcurso del plazo habr hecho precluir tal posibilidad.
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3) Pronunciar el auto representa decidir, en la misma forma privativa, las cuestiones controvertidas en la audiencia de
preparacin del juicio oral y formular las declaraciones que la
ley encomienda al juez de garanta en esta etapa del procedimiento.
4) Las decisiones y declaraciones del juez de garanta se consignan en txna resolucin judicial, que como la mayora, puede
ser impugnada por recursos; en el caso concreto, el auto de apertura del juicio oral slo puede ser objeto de una apelacin del
fiscal del Ministerio Pilblico, en caso que, en su concepto, se hubiere rechazado sin fundamento suficiente una prueba que l
ofreciera, a pretexto de provenir de diligencias o actuaciones
declaradas nulas o de haber sido obtenida con inobservancia de
las garantas fundamentales.
5) Puesto que la cuestin de qtte se trata -admisibilidad o
inadmisibilidad, licitud o ilicittid de la prueba ofrecida- fue discutida en un debate verificado en la audiencia de preparacin
del juicio oral, al que se puso trmino mediante la sentencia interlocutoria comentada (auto de aperttira del juicio oral), que,
como se expuso, es irrevocable e inimptignable, no resulta posible reabrir tal discusin, desde que la imposibilidad lgica y
jtirdica de resolverlo de una manera diferente a la que ya se
conoce torna anticipadamente estril la discusin.
6) El Tribunal de Juicio Oral carece de facultades legales
para modificar lo resuelto por el juez de garanta en el auto de
apertura del juicio oral, en lo que se refiere al mbito probatorio
como a las restantes cuestiones qtie en el mismo se contienen,
tanto porque carece de competencia para entrar al conocimiento
de la materia, cuanto porque no es superior jerrquico de ese
juez, calidad que le permitira, eventualmente, ora ejercer potestad disciplinaria, ora conocer de recursos que se interpusieran en contra de sus resoluciones.
7) Si el auto de apertura del juicio oral no es apelado, en
las limitadas condiciones previstas en la ley, deviene en firme o
ejecutoriado y, por tal condicin, como todas las sentencias interlocutorias, se torna en inmodificable, tambin para el Tribunal de Juicio Oral, al recibir la proteccin de la cosa juzgada, y
ni podr dejarse de recibir, en el juicio oral, la prueba que en
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6.2.
CONSULTA SEGUNDA
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radorea se percataron de sii presencia por el ruido que hizo, lugar desde el
cual lo baj un funcionario de Carabineros cue lo encontr cerca de una
claraboya de vidrio de un metro cuadrado de superficie, ubicada en el plano sur del techo del inmueble, cuya altura es de once metros medidos desde
el suelo, con murallas (ue son lisas y un patio interior" (Consid. 6).
b) A continuacin, la Corte sostiene que '\..estos hechos no son
constitutivos de delito de robo con fuerza en lugar habitado en grado de
tentativa, toda vez que no se dan los elementos de la descripcin tpica... y, fundamentalmente, la necesaria apropiacin o intento de apropiacin de cosa mueble ajena contra la voluntad de su dueo, que es
la conducta reprochada bsicamente en los delitos como el de
la especie.
c) Afirma la Corte que "el solo hecho de estar en la techumbre de
la propiedad no prueba el escalamiento, ya que no se lia probado que
el acusado haya entrado al lugar donde se encontraban las especies,
superando sus resguardos o defensas, debiendo tener presente que el
hecho de haber ingresado al patio de la propiedad, con el que se pretende (sic) que habra entrado por va no destinada al efecto no resulta probado de modo alguno en el juicio... " (Consid. 8).
d) Adicionalmente, la misma Corte agrega que "...adems de
no estar acreditado el escalamiento, la accin ejecutada por el acusado,
trepar a la techumbre de la vivienda, no es un acto que demuestre el propsito final de apropiacin y que revele, por consiguiente, el dolo directo
que requiere elprincipio de ejecucin de la tentativa... " (Consid. 11).
e) Como consecuencia de lo anterior, la Corte estima que
se ha configurado la causal de nulidad contemplada en el
art. 373 letra b), esto es, que el fallo recurrido "ha hecho una errnea aplicacin del derecho que ha influido, desde luego, en lo dispositivo (del mismo)... toda vez que mediante dicha aplicacin se ha calificado
como delito un hecho que la ley no considera como tal... ".
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Resolvi la ley, entonces, entregar a las Cortes de Apelaciones las controversias de fondo a que d origen la aplicacin de
la ley penal, entendiendo que las Cortes de Apelaciones estn o
deberan estar perfectamente capacitadas para dirimirlas. "Si tales
conflictos tuviesen que ser resueltos siempre en ltimo trmino por la Corte
Suprema, se lee en el Informe del Senado, tal como ocurre en buena medida como consecuencia del recurso de casacin, se liberara a las
Cortes de Apelaciones de una responsabilidad que deben asumir cabalmente y se hara recaer sobre la Corte Suprema un peso que retrasara y
dificultara el despacho de los numerosos otros asuntos que reclaman su
atencin...".'""
El legislador quiso dejar testimonio fehaciente de sus motivaciones en funcin de este recurso de nulidad y ello explica
que, refirindose al mismo, se lea en las Actas de la Comisin
senatoria] que es '\..un recurso que apunta a objetivos perfectamente
diferenciados: la cautela del racional y justo procedimiento (mediante el
pronunciamiento de un tribunal superior sobre si ha habido o no respeto por las garantas bsicas en el juicio oral y en la sentencia recada en
l, de forma que si no hubiese sido as, los anule) y el respeto de la correcta aplicacin de la ley (elemento que informa el recurso de casacin
clsico, orientado a que el legislador tenga certeza de que los jueces se
van a atener a su mandato), pero ampliado en general a la correcta
aplicacin del derecho para incorporar tambin otras fuentes formales
integrantes del ordenamiento jurdico... ".'^Establecido que la causal de nulidad invocada en la especie
slo permite que el recurso prospere si se ha cometido error de
derecho... puede ya anticiparse una regla que no es sino repeticin de cuanto se viene razonando: no es permitido a la Corte,
que conoce del recurso de nulidad, evaluar, valorar o ponderar la
prueba, toda vez que esta actividad representa un poder exclusivo y excluyente del Tribunal de Juicio Oral y la nulidad no constituye una apelacin.
Literalmente, si la Corte asumiera este proceder, desconocera la suprema garanta conferida por el ordenamiento pro'^' Cfr. Boletn N" 1.630-07, S e g u n d o Informe de la (omisin de Con.stitucin,
Legislacin, Justicia v Reglamento, recado en el proyecto de ley, en s e g u n d o trinite constitucional, q u e establece un nuevo Cdigo de Procedimiento Penal, p. 23.
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'^' De all que alguna vez haya afirmado que la denominacin de "juicio oral"
es insuficiente, porque no representa cabalmeme la caracterstica de aprehender
el juez las circunstancias del thema deddendum con todos sus sentidos y no meramente con el odo. Cfr: Ratil Tavolari Oliveros, "La oralidad en el Proceso Civil de
Amrica Latina de (^ara al Nuevo Milenio (Rquiem a la (jiencia Procesal?)", en
Rclatorias y Ponencias Sobre Deiec/io Procesal. Jornadas XVII Iberoamericanas de Derechf) Procesal. Corte Suprema de Ju.sticia de Costa Rica, San Jos de C. R., octtibre de 2000, tomo I, pp. 509 a ,527.'
'"" C. Suprema, 26 de abril de 1965, Regusto de Derecho y Jurisprudencia, t. 62,
secc. 4-, p. 79.
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Autolimitndose, con gran valor, la misma Corte ha reconocido que "... aunque se haya repetido muchas veces, debe decirlo todava el tribunal, que el anlisis de la prueba corresponde a los jueces de
la instancia... el desempeo de esta tarea, ms que a la ley, queda entregado a la "sana razn " y a la conciencia de los jueces, dirigidas una y
otra al establecimiento de la verdad; los procesos mentales del sentenciador escapan al dominio de la ley. Los errores cjue en este terreno se cometan producirn un mal fallo, pero quedan al margen del recurso de
casacin... ".'*'
El legislador del Cdigo tuvo perfectamente claro el punto
y no vacil en dejar establecido su criterio para ayudar al intrprete que dudara: refirindose al "recurso extraordinario" que
incorpor la Cmara de Diputados en el primer trmite legislativo -para determinar si los jueces apreciaron adecuadamente
la p r u e b a - y que ms tarde fuera reemplazado por el de utilidad, tras consignar que en un rgimen de prueba en que al juez
no se imponen otras limitaciones que las que arrancan del acatamiento a las reglas de la lgica formal, de las mximas de experiencia y los conocimientos cientficos afianzados, la Comisin
del Senado sostiene que "...si se apreci bien o se apreci mal la prueba, por tanto, no es un aspecto que est sujeto al control de un tribunal superior (nfasis agregado). Otra cosa es la revisin que ste puede
hacer acerca de la relacin lgica entre la valoracin de la prueba que
los sentenciadores hacen y las conclusiones a que llegan en su fallo... ".'""'
As, ya puede clarificarse que en estas materias el recurso de
nulidad no aporta novedades: establecido que no se trata de una
apelacin, lo que importa afirmar que ha quedado vedado el control acerca de la apreciacin de la prueba o, lo que es lo mismo,
que el tribunal ad quem no puede efectuar su propia valoracin
del material probatorio, a fin de establecer hechos diversos a los
consignados en el fallo del tribunal a quo, resultar que, invocada la causal contemplada en la letra b) del art. 373, la Corte slo
est autorizada para determinar si respecto de los hechos inamoviblemente sentados por el Tribunal de Juicio Oral, se ha efectuado por ste una adecuada o correcta aplicacin del derecho.
'-i^ C. Suprema, 12.8.1950, Ckiceta, 1950, 2" sem., N'" 54, p. 378.
'""' Boletn e liiforme, cit., p. 23.
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ma en que vienen establecidos por el Tribunal de Juicio Oral y respecto de tales hechos puede ella emitir una calificacin jurdica diversa. As, si el Tribimal de Juicio Oral da por establecido que
una persona no salud a otra y le aplica una sancin por estimar que se trata de \m delito penal, la Corte podr anular el
fallo, porque la conducta acreditada no constituye delito.
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(Consid. 8" de la sentencia de nulidad), esto es, contesta negativamente a la pregtmla.' *'
Este solo anlisis precedente es suficiente para demostrar
cmo la Corte vulner las limitaciones que le impone el conocimiento y fallo del recurso de nulidad, a travs de la causal de
la letra b) del art. 374, toda vez que ella no est autorizada para
declarar que no est probado lo que el Tribunal de Juicio Oral
declar estar probado.
2- Cuestin de hecho en discusin
Hubo nimo de apropiacin o sustraccin por parte del acusado?
Respuesta afirmativa del Tribunal de Juicio Oral
1) Respondiendo afirmativamente a la interrogante, el Tribunal de uicio Oral afirma que "los hechos esUn lipificados [en los arts. 432 y 440], toda vez que de madrugcula y
mientras los moradores dorman, sin la voluntad de su dueo y
con nimo de lucrarse, un sujeto sorte los naturales resguardos del lugar en que se encuentra la casa de Martin Schleef Biava e intentando introducirse a sta por va no destinada al efecto,
pretendi sustraer especies desde su interior" (Consid. 7"
inc. 2^).
Respuesta negativa de la Corte de Apelaciones
1) Respondiendo negativamente a la interrogante, la Corte afirma que "adems de no estar acreditado el escalamiento [se que el Tribunal del Juicio Oral dio por probado],
la accin ejecutada por el acusado, trepar a la techumbre de
la vivienda, no es un acto directo que demuestre el propsito
final de apropiacin. " (Consid. 11 de la sentencia de utilidad).
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Se comprueba, una vez ms, cmo la Corte, ante la declaracin del Tribunal de Juicio Oral de encontrarse acreditada una
circunstancia factica -el nimo o propsito de apropiacin- desconoce la conclusin del tribunal a quo e introduce su propia
conclusin, resultante de una diferente apreciacin del material
probatorio que viene consignado en las actas del juicio oral... o,
en otros trminos, declara no estar probado aqtiello que ese tribunal declar estarlo!
7.2.
CONCLUSIONES
''" Al concluir estas lneas, no puedo dejar de expresar ms que mi inquietud, aiicamente mi alarma, ante la posibilidad de que criterios interpretativos
como el sustentado por la Corte de Apelaciones de Temuco, en el caso en informe, puedan prosperar; es que a nadie escapar que de ocurrir as, se habr desvanecido no slo la garanta del juicio oral, sino el rgimen de produccin y
valoracin de la prueba, definitivamente sustituido por anlisis de personas que
NO asistieron al juicio y que adquieren conocimiento por actas..., vale decir, se
restablecera el fenomenal defecto del sistema vigente para reparar el cual se han
efectuado las modificaciones legales. En palabras de Beling, privilegiar la decisicm
del tribunal menos informado por sobre la decisicHi del tribunal ms informado.
RIP para la Reforma Procesal Penal?
En sentido igual al que expongo, transcribo un prrafo de un reciente editorial del diario El Mercurio de Santiago: "...Habra sido muy grave que el tribunal
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d) Slo puede dictarse sentencia de reemplazo como consecuencia de haberse anulado la del Tribunal de Juicio Oral, si
ste hubiere calificado de delito un hecho que la ley no considerare tal.
e) En la especie, en cambio, el Tribunal de Juicio Oral dio
por probado un hecho que, sin lugar a dudas, est sancionado
en la ley penal como delito y la Corte, haciendo su propia valoracin de las pruebas, lleg al convencimiento de que el hecho
no estaba probado.
f) No concurren, en el caso en anlisis, las circtmstancias fcticas y jurdicas que autorizan a acoger el recurso de nulidad y
a dictar sentencia de reemplazo y el fallo que declara lo contrario infringe gravemente la normativa y es manifiestamente abusivo.
g) La mejor explicacin radica en que las Cortes de Apelaciones no tienen hbito de actuar de tribunales de casacin y
no consiguen despojarse aun de su estatuto de tribtmal revisor
de hecho y derecho.
h) En consecuencia, la sentencia que se comenta vulnera
severamente la normativa vigente; contrara el espritu que informa el establecimiento de los tribunales de juicio oral que han
de conocer del juicio penal y trastroca el sistema recursivo al
otorgar al recurso de nulidad una extensin de que carece.
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8.1.
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trminos consignados en la Constitucin y en el Cdigo, materia cuyo anlisis debe comenzar conviniendo en que "investigar",
en materia penal, importa simplemente determinar el modo
como los hechos ocurrieron y establecer los medios de prueba
que as lo acreditan. En otras palabras, la voz "investigar" viene
empleada en las leyes, en su dimensin penal, como sinnimo
de probar.
As Couture enseaba que "...en sentido jurdico y, especficamente, en sentido jurdico procesal, la prueba es... un mtodo de averiguacin y un mtodo de comprobacin. La prueba
penal -agregaba- es normalmente averiguacin, bsqueda, procura de algo...".''Creo que se resta todo dramatismo a la cuestin propuesta
cuando se acepta qtie investigar no es ms que probar y que una
de las facetas de esta actividad supone el determinar cules sern los medios con los que la prueba se verificar: de all que el
abogado que, en aras de probar, investiga, no est sino "averiguando" cules fueron los hechos acaecidos (en general, determinando "el objeto de la prueba") y con qvi se pueden acreditar
(en definitiva, fijando "los medios de prueba").
Ms simple resulta la cuestin cuando se advierte que, modernamente, tiende a uniformarse la idea de que el derecho de
prueba, el derecho a la prueba, o el derecho a probar, integra
el ms amplio "derecho de defensa" que las Constituciones Polticas contemporneas no vacilan en establecer, resultando, a
estas alturas, casi una redaccin clsica la del art. 24.1 de la Constitucin espaola de 1978, que asegurando la tutela efectiva de
los derechos, proscribe la indefensin y frente a la cual cabe reiterar la expresin nacional, en el sentido de que se nos asegura
a todos el derecho a la defensa jurdica (art. 19 N- 3 inc. 2 C.P.
delaR.).
En consecuencia, por va introductoria, puede comenzar establecindose que si toda persona tiene derecho a defensa jurdica y si el derecho a la prueba constituye una modalidad de tal
derecho, la investigacin que realice el abogado defensor, para
''^ Cfr. Eduardo J., Couture, Fundamentos delDprecho Procesal Civil, 3" edic. (postuma), Roque Depalma, editor, Bs. Aires, 1958, p. 215.
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determinar los hechos acaecidos y los medios con los que los
mismos se pueden acreditar, no constituir sino puesta en prctica, efectiva, de la promesa constitucional de reconocimiento
del derecho de defensa.
Abordando la materia directamente, es indispensable comenzar recordando las disposiciones del Cdigo de Etica de los Abogados, que no por carecer de vigencia compulsiva, p u e d e
ignorarse en este mbito. Dicho cuerpo normativo dispone, textualmente, lo siguiente:
"Art. 1. Esencia del deber profesional: El abogado debe tener presente que es un servidor de la justicia y un colaborador de su administracin. Y que la esencia de su deber profesional es defender empeosamente, con estricto apego a las normas jurdicas y morales, los derechos
de su cliente.
Artculo 8. Defensa de acusados: El abogado es libre de hacerse
cargo de la defensa de un acusado, cualquiera que sea su opinin personal sobre la culpabilidad de ste, pero habindola aceptado, debe emplear en ella todos los medios lcitos ".
De estas dos normas destaco, como ya hice en el texto, la
idea de la empeosa defensa de los derechos, elocuente forma
de expresar, como ya consignara el clsico, que "...la abogaca
es una ardua fatiga al servicio de la justicia...". De poco sirven la
ilustracin y versacin, la elocuencia y el buen estilo, si no van
acompaados de una firme voluntad y capacidad de ejecucin.
En la puesta en prctica del encargo profesional no hay ms limitante que la licitud moral y legal de los medios que se utilicen, puesto que, todos ellos, en la medida en que se ajusten a
tales contornos, deben ser necesariamente empleados en la defensa.
Estas recomendaciones, que apuntan a todos los que desempeamos la abogaca, se dirigen, sin duda alguna y de modo especial, tambin a quienes lo hacen en el campo de la defensa
penal.
Se trata de una responsabilidad enorme que nos es conferida a los abogados, a grado tal, que, correlativamente, ella da lugar a una garanta que el sistema dispensa a las personas, puesto
que, como sabemos, el art. 19 N 3 inc. 2 de la Constitucin precepta que "Toda persona tiene derecho a defensa jurdica en la forma que la ley seale y ninguna autoridad o individuo podr impedir,
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de, muy inequvocamente, que as como el acusador oficial, tambin el imputado, tiene derecho a buscar medios de prueba y a
demostrar que los hechos ocurrieron de un modo diferente al
que la acusacin propone.'''^
No entender la norma como se plantea resta todo sentido a
la garanta de la "plena igualdad", porque no se sabra en relacin a quin o en relacin a qu, tal igualdad se asegura.
b) En segundo trmino, cabe considerar que en ambos tratados se alude a la prueba oficial, representada por "los testigos de cargo" y a los "testigos presentes en el tribunal", al tiempo
que la prueba recolectada por el defensor, como resultado de
su propia actividad investigadora, se identifica tanto como "testigos de descargo" o como "otras personas" que podrn actuar
de peritos o testigos.
Esta idea se viene sustentando de largo, como se puede comprobar, atendiendo, por ejemplo, a las sentencias del Tribunal
Constitucional espaol, que sostienen que "...la presencia del
principio acusatorio exige equilibrio entre las partes acusadoras
y acusadas...".'-"
'"^ Estimo definitivamente contrario a un rgimen acusatorio el sistema de
limitar los trminos del debate -desde la perspectiva del defensor- a las cuestiones probatorias propuestas por la acusacin: todo el marco de garantas tradicionales del Derecho Penal, incluyendo el principio de reserva o garanta, conduce
a que no se puede sancionar por conductas diferentes a las descritas e imputadas, pero de all no se desprende, en caso algimo, que las probanzas a considerar
sean exclusivamente las de la imputacin: tal modo, por el contrario, caracterizaba al sistema de la Inquisicin, bajo el cual, segiin sabemos, el mismo inquisidor
se encargaba de seleccionar las probanzas a considerar. Cuando la Constitucin
Poltica impuso al Ministerio Pblico, en cumplimiento al principio de objetividad, tambin acreditar las circunstancias que demuestran la inocencia del imputado, no pens jams -me parece- en limitar el derecho a la defensa, impidiendo
que el mismo interesado o su defensor, con mayor entusiasmo, compromiso y quizs hasta con ms celo, se abocaran a la tarea de probar la irresponsabilidad penal del acusado. Refirindose al punto, bajo el epgrafe "Los poderes de direccin
del proceso y la aportacin del material probatorio", Teresa Armenia Dau afirma
que "...en la fase del juicio oral [que ella viene diferenciando de la etapa instructoria,
conforme al antiguo rgimen procesal penal espaol todava vigente] son las partes quienes introducen los hechos, determinando, de este modo, el tema de la prueba y
la proposicin de los medios de que intentan valerse...". Cfr. Principio Acusatorio y
Derecho Penal,]. M. Bosch Editor S.A., Barcelona, 1995, p. 66.
155 gj(^ g g febrero de 1982, cit. por Joan Verger Grau La Defensa del Imputado y el Principio Acusatorio,]. M. Bosch Edil. Barcelona, 1994, p. 69.
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'^^ Cfr. ]orge Vsquez R., La Defensa Penal, Rubinzal Culzoni Edit., 2- edic. actualizada, Santa Fe, 1989, p. 251.
'^* Cfr. M. Ins Horvitz, "Estndares de Prestacin de Defensa Penal Pblica", en Revista de Estudios de la Justicia (Facultad de Derecho U. de Chile), Stgo.,
ao 2002, N M , p . 199.
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''''' Cfr. Rafael Blanco, Mauricio Decap, Hctor Hernndez, Hugo Rojas, Coleccin de Investigaciones Jurdicas, U. Alberto Hurtado, 2002, N 1, p. 21.
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tribunales y, desde luego, le llevar a incentivar aspectos de conviccin que posiblemente hubieren pasado inadvertidos.
Slo por este camino podr darse cumplimiento a la solemne proclamacin del Cdigo de tica, conforme a la cual el abogado es un servidor de la justicia y un colaborador ck su administracin.
El modo de comportamiento anteriormente propuesto representa, segn ya anticip, no ms, pero tampoco menos, que
la indispensable actividad que, preliminarmente, antes de abordar un juicio, efecta cada letrado que, con responsabilidad profesional y personal, asume el cumplimiento del encargo que le
ha sido conferido.
En otros sistemas del Derecho Comparado, en que el rgimen adversarial es similar al nacional, la investigacin privada
no slo no es rechazada, sino se impone al Estado el deber de
colaborar en tal investigacin privada. As, se ha explicado que
"...en algunas situaciones, el fiscal puede tener el deber de colaborar
en los esfuerzos de la defensa para obtener la evidencia. Probablemente la comprobacin ms comn es el deber del fiscal, impuesto
por la norma de discovery en varias jurisdicciones, de proporcionar su evidencia material a la defensa para que sta pueda efectuar sus propios exmenes cientficos o periciales sobre dicha
evidencia...".^''"
En algunas circunstancias, la fiscala puede tener, incluso, la
obligacin de ayudar a la defensa en la bsqueda de un potencial testigo a su favor, como se ha fallado, por ejemplo, por el
Mximo Tribunal de los Estados Unidos, en el caso "Roviario vs.
United States", en el que se conden a un sujeto por venta de
herona a un NN y por transporte ilegal de la misma, comportamientos acreditados por dos oficiales de polica, uno de los cuales afirm que vigilaba a NN y lo vio conducir un auto con el
acusado hasta un lugar en que ste retir un paquete y se lo entreg a NN, y el segundo declar haber estado en la maleta del
auto de NN y haber escuchado los trminos de la negociacin
sobre el paquete.
"'" Cfr. Criminal Procedure, Third Edition, Wayne R. Lafave, Jerold H. Israel,
NancyJ. King. Captulo "Defendant's Right of Acces to Evidence", Hornbook seres West Group. St. Paul, Miiin, 2000, pp. 1115 y 1116 (trad. del autor).
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Establecido que NN era un agente encubierto, la Corte Suprema de los Estados Unidos sostuvo que si bien el privilegio
gubernamental de no entregar la identidad de sus agentes encubiertos est consagrado en el inters pblico de un efectivo cumplimiento de la ley, tal privilegio est limitado por ftmdamentales
reqtierimientos de faimess. As cuando el conocimiento de la identidad del informante encubierto es relevante y til para la defensa de un acusado, o esencial para la limpia y equitativa
decisin de una causa, el privilegio debe ceder... y el Gobierno
debe escoger entre revelar la identidad del agente encubierto o
cejar en su imputacin."''
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8.2.
CONCLUSIONES
De cuanto se viene reseando, se puede ya comenzar a extraer conclusiones que, a lo menos, consignen las siguientes reflexiones:
a) Investigar representa, en la terminologa de la dogmtica jurdica y, en particular, en la de la ciencia procesal, la "actividad de averiguar", es decir, no slo la de probar lo ocurrido,
sino de determinar los medios con los que tales hechos deben
ser acreditados.
b) La investigacin oficial y pblica de "...los hechos que
constituyen delitos (penales), los que determinan la participacin punible y los que acreditan la inocencia del imputado", y
que slo puede realizarse bajo la direccin exclusiva del Ministerio Pblico, conforme a la Constitucin Poltica de la Repblica, el Cdigo Procesal Penal y la respectiva ley orgnica
constitucional, no slo rene las caractersticas de verificarse con
la participacin de las Policas y, por ende, con la ayuda de la
fuerza llamada a dar efectividad al derecho (art. 90 inc. 3 de la
Constitucin); no slo debe llevarse a cabo con criterios de racionalidad y justicia, como lo dispone el citado art. 19 N 3 inciso 5 de la Carta; no slo es la nica que autoriza que se decreten
medidas cautelares para asegurar sus fines de esclarecimiento,
sino es, finalmente, la nica en la que el Ministerio Pblico puede basar su conviccin acusadora.
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c) No existe circunstancia alguna bajo la cual se pueda estimar que alguna persona o institucin, pblica o privada, pueda
reemplazar al Ministerio Pblico en la tarea investigadora oficial ni efectuar investigacin paralela a la suya"'"^ con semejantes
caractersticas ni resultados, esto es, no podr el Ministerio Pblico invocar los resultados de una investigacin que no ha practicado, para acusar, ni podr solicitar que, en virtud de acttiaciones
qtie no le consta tengan los resultados que se dicen, se decreten medidas cautelares, etc.
d) En consecuencia, ctiando se afirma que es no slo posible, sino imperativo al defensor - q u e cumple empeosamente
con su cometido- el investigar por su cuenta los hechos, lo que
se afirma es que los resultados que as se obtengan justificarn
la proposicin al Ministerio Pblico de diligencias probatorias
y su inclusin, decretadas o no por tal Ministerio, en las peticiones probatorias qtie se harn valer ante el juez de garanta en la
audiencia de preparacin deljiucio oral'*'^ para que todo se traduzca en la produccin de la prueba de descargo en el juicio
oral subsecuente.
e) Puede, entonces, afirmarse que mientras el Ministerio
Piiblico forma su conviccin acusadora, en la investigacin que
privativamente le corresponde dirigir y que no slo se verifica
con la colaboracin de las policas sino se asegura por medidas
cautelares dispuestas por la jurisdiccin, con arreglo a la Constitucin y las leyes, el defensor tiene el derecho y el inexcusable
deber -impuesto por su tica profesional- de contar con informacin propia acerca de los hechos incriminados, como resultado de las indagaciones que, para cumplir con su delicada tarea,
haya debido realizar sea para proponer actuaciones esclarece-
"'' 1.a proscripcin de investigaciones paralelas, por el monopolio constitucional de direccin de la investgacin conferida al Ministerio Pblico, apunta -como
se destac con las intervenciones senatoriales habidas en el debate legislativo- a
prohibir al legislador el dictar leyes que permitan que rganos, personas o instituciones diferentes reciban el encargo de efectuar tales investigaciones reemplazando al Ministerio Pblico.
"''' Se trata de una averiguacin para la cual NO se cuenta con la ayuda de la
polica; que no permite pedir medidas cautelares al juez, y que, por liltimo, no
vincula al fi.scal.
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1.1.
DESARROLLO
Sin considerar la circunstancia de si se ajusta o no a las regulaciones legales la pena solicitada por el fiscal ni, menos an las
consideraciones que l tuviera en cuenta para formular su pedido de penalidad, haremos algunas reflexiones:
Como es sabido, el Cdigo Procesal Penal tuvo en el Cdigo Procesal Penal Modelo para Iberoamrica su referente ms
importante: no sorprende as que disposiciones de ese trabajo
continental comn aparezcan reproducidas fielmente en nuestro nuevo cuerpo de enjuiciamiento penal. Una demostracin
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I.OS SUJETOS
d) Sea porque hasta considere como muy calificada una circunstancia que aminore dicha responsabilidad.
En estos casos, le parece a la Corte, "el Juez de Garanta, ejerciendo las atribuciones que le otorga el art. 270, deber tomar
las medidas que correspondan para velar por el procedimiento
correcto, evitando posibles nulidades o contiendas de competencia entre tribunales como podra haber ocurrido en la especie si no se hubiere exigido, como lo solicit la defensa, el
saneamiento del vicio -solicitud de una pena superior a la que
normalmente corresponde-, y el Tribunal Oral' (sic) estimare
que corresponde seguir el procedimiento segn las normas establecidas en el art. 388, para los juicios simplificados, ante el
mismo Juez de Garanta...".
La primera cuestin que debe abordarse es el significado de
la expresin "vicios formales": de la lectura de los arts. 263 y 270
del Cdigo Procesal Penal y recordando lo dispuesto en el
art. 303 del Cdigo de Procedimiento Civil, casi sin necesidad
de recurrir al sentido natviral y obvio de la expresin, amparados por la interpretacin sistemtica, pero, por sobre todo, en
funcin de una necesaria interpretacin teleolgica, se puede
concluir pacficamente que los vicios formales mencionados en
las normas son aquellos que afectan la validez del procedimiento y, por tanto, impiden la generacin de una relacin procesal
vlida o, en general, impiden el ejercicio del derecho de defensa. A fin de recurrir a terminologa no slo conocida, sino aplicada reiteradamente por los operadores procesales -jueces y
abogados-, dir que el vicio formal es el que autoriza que prospere una excepcin de aquellas que nosotros denominamos "dilatoria" y por las que, precisamente, perseguimos que se corrija
el procedimiento con una clara y aceptada limitacin: sin afectar el fondo de la accin deducida.
Vicios formales -casi apunto un lugar c o m n - slo pueden
ser defectos que afecten las formas del procedimiento, en otras
' Aunque se piense que no es ms que una distraccin, me parece francamente indiciario que la Corte se equivoque al nombrar al Tribunal de Juicio Oral
en lo penal. Cmo podra admitirse que la Corte no sepa que no existen "tribunales orales"? No revela el error una cierta desaprensin o, simplemente, falta
de cabal manejo de las instituciones?
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palabras, constituyen vulneracin de las formas procesales. stas, conforme se ha podido ensear clsicamente, imponen un
cierto orden y un cierto modo de expresin a las deducciones
de las partes y, al prohibir al juez que tenga en cuenta las defensas o pretensiones presentadas en formas diversas, aseguran
el respeto del contradictorio y la igualdad de las partes; las mismas no sirven, pues, como podran pensar los profanos, para
hacer ms complicado y menos comprensible el desarrollo del
proceso, sino para hacerlo ms simple y ms rpido en cuanto
fuerzan a las partes a reducir sus actividades al mnimo esencial
y a servirse de modos de expresin tcnicamente apropiados
para hacerse entender con claridad por el juez.^
Diversa es, por consiguiente, la naturaleza (y las consecuencias) del error de derecho, segn que se refiera a la relacin sustancial o a la relacin procesal; si el juez se equivoca al aplicar
al mrito el derecho sustancial, incurre en un error de juicio
(error in indicando), en cambio si el juez comete un error de
actividad (error in procedend)^ afecta a la relacin referida, todo
lo cual es idnticamente predicable -sin perjuicio de las modalidades diferentes por los distintos roles de cada cual- de las equivocaciones de las partes o intervinientes. El error del litigante
en la fundamentacin de sus pretensiones o en las peticiones
concretas elevadas a la consideracin jurisdiccional, conduce a
que las mismas sean denegadas; sus confusiones en las formas o
modos de someter pretensiones al juicio provocan invalidez de
lo obrado.
No slo son diversas las consecuencias de los distintos errores, tambin lo son las oportunidades para ponerlos de relieve o, simplemente, para sancionarlos: as, al que pide aquello
que el derecho sustancial n o le reconoce u otorga, se le pone
en evidencia su equvoco, en la sentencia definitiva, mediante
el pronunciamiento de un fallo desestimatorio. El pedido de
absolucin del acusado respecto de quien concurren las condiciones previstas en el ordenamiento para que se le condene,
se deniega en la sentencia final; la solicitud de admisin de
^ Cfr. Piero Calamandrei, Instituciones de Derecho Procesal Civil, vol. 1 (trad.
Sents M.), Edit. EJEA, Bs. Aires, 1962, p. 322.
3 Ibd., p. 347.
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r o s SUJETOS
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l.OSSl'JEIO.S
' Una demostracin paradigmtica de lo que se afirma en el texto la constituye lina de las primeras sentencias dictadas por la C>)rle de Apelaciones de Teniiico, cabe/a judicial de la IX Regin, pionera en el tema, tribunal que, no
obstante estar llamado a fallar un recurso de nulidad en base a los hechos establecidos en el juicio oral, no pudo olvidar su tradicin de tribunal de apelacin e
incmsion, sin rubor, en el establecimiento de los mismos.
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se encuentran, desde luego, los rganos jurisdiccionales: sin infringir frontalmente las disposiciones legales y constitucionales
citadas ni los arts. 4, 6 y 7" de la Carta Poltica y 4- del Cdigo
Orgnico de Tribunales,^' un juez o un tribunal no pueden pretender obtener que el fiscal ajuste su acusacin a criterios diferentes de los que este funcionario estime son los que corresponden, ni estn ellos facultados para ordenarlo.
M margen de la claridad de los preceptos recordados, se opone a este distorsionador intento el conjunto de principios sobre
los que descansa la reforma: si el juez pudiere quedar autorizado para determinar el quantum, de la pena - n o de la que se impondr-, sino de la que se pide, caera de modo incontenible
una de las ms emblemticas manifestaciones del sistema acusatorio: el que acentuando la diferenciacin de los roles, entrega a un rgano estatal determinado -el Ministerio Pblico- la
responsabilidad de ejercer la accin penal (lo que comprende
el solicitar la imposicin de las penas), y a otro, el tribunal, la
de fallarla, absolviendo o condenando y, en este caso, determinando la sancin finaU
Todava, la cuestin incursiona peligrosamente no slo en
el ejercicio del derecho de accin, que como lo explicara en sus
conocidas lecciones Couture, constituye una modalidad del derecho constitucional de peticin, sino, adems, en el de acceso
a la justicia o derecho a la jurisdiccin, tan exhatistivamente detallados en el colosal estudio de Mauro Cappelletti, de las ltimas dcadas del siglo XX: el d e r e c h o de accionar ante los
rganos jurisdiccionales, expresin concreta de las nociones
' (^reo importante recordar que el art. 4 de la Carta declara que Chile es
una repblica democrtica, lo que nos convierte en un Estado de Derecho, en
que los poderes pblicos se controlan recprocamente y reconocen sus respectivos mbitos de actuacin; que el art. ^ de ese mismo cuerpo establece que los
rganos del Estado deben someter su accin a la Constitucin y a las normas dictadas conforme a ella y que los preceptos de la Carta obligan tanto a los titulares
o integrantes de dichos rganos como a toda persona, institucin o grupo; que el
art. 7 prescribe que los rganos del Estado (slo) actan vlidamente... dentro
de su competencia y, finalmente, que el art. 4 del COT prohibe al Poder Judicial mezclarse con las atribuciones de otros poderes pblicos.
' Es decisivo para el anlisis tener en cuenta que el Ministerio Pblico constituye no un simple litigante penal, sino el rgano autnomo, constitucionalmente
encargado del ejercicio de la pretensin punitiva del Estado.
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LOS SUJETOS
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l.CXS SUJETOS
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E. Existe "vicioformal"?
(El requerimiento de pena del fiscal, en materia de simples delitos, es vinculante para los jueces en fi^mcin del procedimiento a que la controversia penal deba someterse).
Entendiendo que lo que la defensa pretende es, al final, que
la sancin que se imponga al acusado sea menor a la pedida por
el fiscal y asignndole la condicin de legtimo intento de atender los derechos que se le han confiado, puede excusarse su afn
de anticipar una decisin jurisdiccional en la materia, que dejara la cuestin casi definida, antes del juzgamiento mismo de los
hechos y circunstancias, por el tribunal llamado a sentenciar: as
mirada, la gestin del defensor es digna de encomio. El panorama y juicio consiguiente resultan, empero, completamente
diversos para los tribunales que han dictado resoluciones aceptando el criterio: es que no se entiende cmo se ha podido, en
primera y en segunda instancia, olvidar que de acuerdo a lo
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LOS SUJETOS
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1X)S SUJETOS
1.2.
CONCLUSIONES
a) Constitucional y legalmente, corresponde al Ministerio Pblico y a otras personas que seala la ley, entre las que no figuran los rganos jurisdiccionales, ejercer y sustentar la accin
penal.
b) Ejerciendo y sustentando ante los tribunales la accin
penal, con la autonoma que el ordenamiento le confiere, el
Ministerio Pblico es libre para solicitar la pena que, en su concepto, corresponda imponer al acusado, peticin esta que no vincula a los jueces para pronunciar su sentencia, salvo en el caso
del procedimiento abreviado y en lo que se refiere a la pena
mxima que se puede imponer
c) La discrepancia de la defensa con la solicitud de pena
deducida por el fscaJ se har valer en la contestacin de la acusacin; la del tribunal se expresar en el pronunciamiento de
la sentencia.
d) En materia de simples delitos, es, en cambio, vinculante
para el tribunal, en funcin de la aplicacin o no del procedimiento simplificado, la peticin de pena que formule el fiscal, por lo
que si pide la consignada en el inciso 2" del art. 388 del Cdigo
Procesal Penal, la cuestin se conocer y fallar por el juez de garanta, en procedimiento simplificado, y, en caso contrario, por
el Tribunal de Juicio Oral, en procedimiento ordinario.
e) De la circunstancia de sustanciarse por el procedimiento
ordinario una causa que pudo haberse tramitado en procedimiento especial, no se desprende perjuicio alguno en contra del
imputado, quien ve, por el contrario, incrementadas sus posibilidades de defensa y queda entregado a la decisin de un tribunal colegiado, lo que disminuye la posibilidad del error humano.
f) La solicitud de imposicin de pena del fiscal que no se compadezxa con el mrito de la causa o que no se ajuste a las expectativas de la defensa no constituye "vicio formal" de los mencionados
en los arts. 261, 263 y 270 del Cdigo Procesal Penal.
g) Comete gravsima falta y abuso judicial el juez de garanta -y los jueces superiores que lo respaldan- que, arrogndose
atribuciones que constitucional y legalmente son privativas del
fiscal, intenta, o en los hechos impone, que ste cambie su peticin de penalidad.
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2. ESTNDARES DE ACTUACIN
DE l A DEFENSA PENAL
Entre las notables modificaciones introducidas al ordenamiento jurdico nacional por la llamada "Reforma Procesal Penal" y
que, como se sabe, comprende no slo un nuevo Cdigo Procesal Penal, sino el enorme cambio que representa el establecimiento de un Ministerio Pblico con autonoma constitucional
y monopolio en la direccin de las investigaciones penales, debe
invocarse de modo muy preferente la promulgacin de la Ley
de la Defensora Penal Pblica.
Es efectivo que la Constitucin Poltica tena proclamado que
toda persona tiene derecho a defensa jurdica, pero no lo es
menos que, con la concepcin decimonnica de estimar la prestacin de la defensa como una manera de ejercer la caridad, se
agrega que la ley procurar tal defensa a quienes carezcan de
los medios para proporcionrsela por s mismos.
La profunda transformacin de esta nueva estructura est
representada por la idea, manifiesta, de constituir la defensa
una condicin de legitimidad de las sentencias penales: no se
pegunta al sujeto si tiene dinero para pagar abogado, se le pregunta - s i m p l e m e n t e - si tiene abogado.''^ Por decirlo de otro
modo, el Estado necesita de la defensa, so riesgo de que sus fallos carezcan de la auctoritas tradicional y descansen, apenas, en
la potestas.
De entre las novedades, de todo orden, que llegaron con
la Ley de la Defensora Penal Pblica'"' destaco ac la idea del
establecimiento de los llamados "estndares de defensa", que
no constituyen, sino parmetros de conducta profesional, con
arreglo a los cuales se medir la calidad e idoneidad del trabajo profesional de quienes presten tal defensa pblica. Como
se advierte, la cuestin constituye una verdadera revolucin en
lo que dice relacin con el ejercicio de la actividad profesional de los abogados, desde que, por vez primera, se intenta ge-
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LOS SUJETOS
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La respuesta a la interrogante importa entender qvie el estndar constituye una inexcusable conducta, activa u omisiva, que
el defensor debe desarrollar, con inters, celo y empeo. En otros
trminos, determinar los estndares no es ms que describir las
conductas, para efectuar las cuales el sujeto debe ejercer sus capacidades con los caracteres anotados precedentemente.
Las conductas que se esperan para el ejercicio de una defensa adecuada deben tener lugar antes de la intervencin judicial; a lo largo de la investigacin fiscal; en la preparacin del
juicio oral, en el desarrollo de ste; durante la etapa presentencial; con motivo de la sentencia y en relacin al cumplimiento
de la pena que se imponga,'^ lo que obliga a determinar que el
mandato o encargo profesional concluye con la ejecucin del
fallo condenatorio.
Estos comportamientos, como se anticipara, son inexcusables,
variando la intensidad de su desarrollo en funcin de las circunstancias de cada caso y estn determinados por la responsabilidad
que la Ley N" 19.718 impone a la Defensora Penal Pblica.
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r o s SUJETOS
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5) El defensor debe dejar constancia de esta entrevista, en borrador que ms tarde deber formar parte de la carpeta del caso. '^
6) Solicitar del Ministerio Pblico, a su costa, copia de los
antecedentes que existan en su poder.
2.2.
1) El defensor tiene el deber de asistir a la audiencia de control de la detencin, como a todas las audiencias a que el procedimiento d lugar. Se constituir en el tribunal con la debida
anticipacin y procurar que la actuacin tenga lugar puntualmente y sin indebidas dilaciones.
2) El defensor deber abogar por la libertad del sujeto haciendo presente al juez las razones que hacen improcedente la
detencin y / o las irregularidades cometidas con motivo de la
detencin; formalizada la investigacin, solicitar la imposicin
de una medida cautelar personal de menor entidad que la prisin, segn lo autoricen las circunstancias del caso.
3) Deber oponerse, si es procedente, a la ampliacin del
plazo de la detencin que el fiscal solicite para formalizar la investigacin, requiriendo que se otorgue la libertad al detenido
hasta que se verifique la formalizacin de la investigacin.
4) Si el mayor plazo se concede, solicitar al juez que, atendidas las circunstancias del caso, permita que el sujeto permanezca detenido en su casa, conforme al art. 19 N" 7 letra d) de
la Constitucin Poltica de la Repblica, y art. 155 letra a) del
C. Procesal Penal.
5) Si hay formalizacin de la investigacin, deber exponer
lo que estime conveniente para la defensa de los derechos del
imputado y deber solicitar al juez de garanta que para cautelar los derechos del detenido fije al fiscal el ms breve plazo, que
'' Este es un tema de direccin administrativa: la necesidad de evitar burocratiz.ar la actividad no puede obstar a imponer prcticas de adecuada gestin.
Francamente no es posible concebir una adecuada atencin profesional sin un
registro personal -manuscrito, mecanografiado, mantenido en soporte compulacional o de cualqtiier otra forma- que permita al defensor, que por mucho tiempo en Chile conducir muchsimos casos, tm control adecuado de los mismos y
que facilitar la evaluacin de su desempeo.
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LOS SUJETOS
2.3.
1) Si el imputado permaneciere privado de libertad, el defensor deber intentar reunir los antecedentes que demuestren que
no concurren los requisitos para que la medida subsista y solicitar se la deje sin efecto, deduciendo los recursos judiciales que
estime necesarios en contra de la resolucin negativa. Dejar
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'" Este inexcitsable deber de responsabilidad profesional no importar atentar -como imagino todos entendemos- contra la norma constitucional que confiere al M. Pblico la direcciim de la investigacin de los delitos penales en el
pas: se trata, en cambio, entende, de ima tarea indispensable para cumplir con
la adecuada asistencia profesional al defendido.
^' Sin dudas que hay una poltica institucional que la Defensora Penal deber desarrollar a este respecto, exigiendo de las policas y del M. Pblico la exhibicin de antecedentes y el otorgamiento de las facilidades necesarias para que los
defensores cumplan su rol.
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LOS SUJETOS
2.5. D E LA INVESTIGACIN
1) El defensor solicitar y conservar copias de los registros de
las actuaciones policiales y de los fiscales e instar, cuando co251
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rresponda, porque se abrevie o se levante el secreto de actuaciones que hubiere dispuesto el fiscal.
2) Explicar al imputado el derecho que tiene de guardar
silencio como de prestar declaracin ante el juez de garanta o
ante el fiscal y le acompaar para la prctica de alguna de estas actuaciones.
3) En cualquier etapa de la investigacin en que el defensor advierta que el imputado no est en condiciones de ejercer
los derechos que el ordenamiento jurdico le reconoce, solicitar al juez de garanta que adopte, de oficio, las medidas que resulten p r o c e d e n t e s o sugerir las q u e estime p e r t i n e n t e s ,
instando por el sobreseimiento si ellas no dieren el resultado esperado.
4) Deber proponer al fiscal la prctica de las diligencias que
estime necesarias para el esclarecimiento de los hechos y la determinacin de la responsabilidad del imputado, reclamando,
ante la autoridad del Ministerio Pblico, las veces que sea necesario, por la negativa del fiscal en llevarlas a cabo.
2.6.
1) Antes de proponer al fiscal debatir sobre la suspensin del procedimiento, el defensor deber formarse un fundada opinin sobre los hechos que se atribuyen al i m p u t a d o ; acerca de la
participacin de ste en ellos y de la responsabilidad penal que le
puede asistir y del probable desenlace judicial del procedimiento.
2) Luego deber consultar la cuestin con el imputado, informndole de sus propias conclusiones; de las posibilidades que
se vislumbran; y de las consecuencias que tendra la celebracin
de un acuerdo de suspensin, como de las caractersticas de estos acuerdos y las condiciones ms comnmente impuestas por
el juez o tribunal de que se trate o las que l estime se impondrn probablemente en el caso concreto. Deber, adems, discutir con el imputado las condiciones que resulten difcil o
imposible cumplir y determinar aquellas que resultaran ms
aceptables para ste.
3) La decisin ltima de instar por la celebracin o no de
un acuerdo deber ser adoptada, informadamente, por el im252
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LOS SUJETOS
2.7.
1) Siendo procedente la celebracin de un acuerdo reparatorio, el defensor informar al imputado de la naturaleza, requisitos y consecuencias de estos acuerdos y le entregar su propia
opinin en torno a la conveniencia o inconveniencia de celebrarlo en el caso de que se trate.
2) La decisin de concurrir a celebrar un acuerdo reparatorio ser siempre del imputado y el defensor deber dejar constancia escrita, en la carpeta del caso, de su opinin discrepante
y de los motivos en que la fundare.
3) Adoptada la decisin de celebrar el acuerdo, corresponder al defensor velar porque sus trminos no resulten abusivos
para la vctima en atencin a sus condiciones personales y a las
circunstancias del caso.
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2.8.
D E I A NULIDAD PROCESAL
El defensor debe impetrar incidente de nulidad procesal, oportimamente, cada vez qtie, en su concepto, se hayan verificado
actuaciones judiciales defectuosas y las mismas importaren perjuicio para el imputado reparable slo con la invalidacin de la
actuacin. En consecuencia, en caso alguno pedir la declaracin de nulidad si no le asiste la ntima conviccin que se ha
ocasionado un perjuicio procesal al imputado que slo puede
repararse por esta va.
2.9.
1) Si no habindose fijado plazo judicial para el cierre de la investigacin, sta transcurriere sin actividad relevante y sin que
el fiscal se ocupare de agilizarla, el defensor requerir del juez
de garanta la convocatoria a una atidiencia para discutir la fijacin de un plazo para el cierre de dicha investigacin.
2) Si vencido el plazo legal o jtidicial otorgado para el cierre de la investigacin, el fiscal no procediere a cerrarla, el defensor solicitar al juez de garanta que lo aperciba para tal cierre
e instar por la dictacin del sobreseimiento definivo si el fiscal no obedeciere el mandato judicial.
3) Si cerrada la investigacin no se dedujere oportunamente acusacin por el fiscal, el defensor solicitar la citacin a la
audiencia correspondiente para que en ella se sobresea definitivamente la causa.
4) Convocado a la audiencia prevista en el art. 249, el defensor requerir al juez que ordene al fiscal practicar las diligencias de investigacin que hubiere solicitado oportunamente y
que ste hubiere rechazado.
5) Preparar, desde luego, la nmina con la prueba testimonial y pericial, que por la concurrencia de las condiciones sealadas en el art. 191 del Cdigo Procesal Penal, deber solicitar
se reciba, en la audiencia de preparacin del juicio oral, como
prueba anticipada.
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l.OS SUJETOS
2.10.
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todo caso, habr contratado al o a los peritos cuyo informe rendir y sobre cuyo contenido tendr ya adecuado conocimiento.
6) El defensor debe preparar con antelacin una breve minuta con su intervencin en la audiencia de preparacin del juicio oral.
7) Al prepararse para la audiencia deber considerar la posibilidad de rendir prueba encaminada a acreditar los hechos
sobre los que se fundan las excepciones deducidas.
8) En la preparacin se incluye la argumentacin encaminada a obtener que se desestimen, con arreglo a la ley, las pruebas ofrecidas por el fiscal y / o el querellante y para rechazar las
peticiones sobre exclusin de su propia prueba propuesta.
9) Antes de la celebracin de la audiencia deber haber discutido con el imputado las posibilidades de celebrar una transaccin en relacin a las cuestiones civiles comprometidas, en
trminos de estar en condiciones de debatir fundadamente la
materia.
10) El defensor no concurrir a celebrar convenciones probatorias, sino respecto de hechos o circunstancia que:
a) el imputado haya aceptado desde los inicios,
b) exista prueba inequvoca de su acaecimiento y
c) el defensor est efectivamente convencido de haber ocurrido.
11) Podr adems concurrir a una convencin probatoria,
en relacin a hechos cuya notoriedad y publicidad excusen efectivamente de prueba.
12) Si el defensor tiene dudas en torno a la concurrencia
de las condiciones bajo las cuales puede aceptar la convencin
probatoria que se le propone, deber siempre rechazarla.
13) Solicitar al juez que ordene se concedan al perito propuesto las facilidades necesarias para acceder a examinar los objetos, documentos o lugares a que se refiere su pericia.
14) Si por motivos que no le fueren imputables no hubiere
podido presentar pruebas, el defensor solicitar al juez que suspenda la audiencia por el lapso legal para proponerlas.
15) Cuando el procedimiento abreviado sea legalmente procedente, el defensor habr analizado la situacin con el imputado antes de la celebracin de la audiencia de preparacin del
juicio oral, como se explica ms adelante.
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LOS SUJETOS
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10) En el juicio, si ftjere posible, se har acompaar por alguna persona que tome las notas que l indique.
11) Habr convenido anticipadamente con el imputado las
circunstancias bajo las cuales ste har uso de la palabra al clausurarse el debate y habr fijado los trminos de la exposicin.
2.12.
RECURSOS
Procedimiento abreviado
1) Si es legalmente procedente el procedimiento abreviado, en
vsperas del cierre de la investigacin, el defensor deber explicar al imputado en qu consiste el procedimiento abreviado,
cules son los derechos a cuyo ejercicio renuncia, las ventajas
que le reportara el acceder a tal procedimiento, los trmites que
l contempla y le consultar sobre su eventual aceptacin a una
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LOS SUJETOS
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INTRODUCCIN
3.2.
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LOS SUJETOS
lo de "acusatorio". De este modo, se establece la implcita distancia con el anterior, comnmente denominado inquisitivo, o
inquisitorio, o, todava, entre quienes manejan con mayor propiedad estos conceptos, simplemente "mixto".
Con acierto, se ha recordado que las notas que diferencian
a un rgimen procesal acusatorio de otro inquisitivo son las que
determinan la clara separacin de roles o funciones de los rganos intervinientes en el proceso penal: as, en tanto en un
mbito acusatorio las funciones de acusar, defender y juzgar se
confan a sujetos diversos, en otro, inquisitivo, estn reunidas, y
de estas diversas asignaciones emanan, entre otros, mecanismos
de impulso y de prueba diferentes.
Es slo en el proceso acusatorio en el que aparece, en toda
su intensidad, el actum trium personarum de que habl Blgaro,
al paso que, en palabras de Alcal Zamora, el proceso inquisitivo no constituye un verdadero proceso, sino una suerte de forma autodefensiva de administracin de la justicia, estimndose
que bajo un sistema inquisitivo podr haber investigacin policial, incluso dirigida por alguien llamado "juez", pero nunca un
verdadero proceso. Son tantos los brocardos clsicos que ponen
de relieve esta necesidad de la separacin de los roles, resumidos en el conocido nemo iudex sine adore, que sorprende que, aunque entre nosotros nadie los haya jams discutido, tal pacfica
aceptacin no haya generado mucho tiempo antes un movimiento de reaccin ante la arcaica estructura del ordenamiento procesal penal que nos acompa durante todo el siglo XX.^^
Por mi parte, apunto que la nota saliente de esta estructura
inquisitiva radica principalmente en la capacidad de impulso reconocida al juez, actividad que se extiende no slo a determinar cundo comenzar o concluir la actividad investigadora, sino
principalmente a la seleccin del caudal probatorio que se ha
de reunir, a lo largo de la investigacin, de cara a fundar la sentencia posterior, que entonces aparecer basada, primordialmente, en tal comportamiento investigador antes que en otro de
carcter contradictorio.
^'' Cfr. Ada Pellegrini Grinover, A iniciativa instrutria do juiz no processo penal
acusatorio.
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En el derecho continental europeo predomina, sin excepciones, el denominado sistema acusatorio, al paso que en los Estados Unidos de Amrica, principal referente hoy del derecho
anglosajn, campea una modalidad del mismo globalmente integrante de esta categora acusatoria por compartir elementos
esenciales comunes, como la asignacin de los diversos roles a
personajes u rganos diferentes, pero que exhibe ciertas acusadas caractersticas de procesos histricos, vale decir, de aquellos
enmarcados por la actitud no slo neutral, sino claramente pasiva del rgano decisorio: llamamos a esta modalidad acusatoria, simplemente, adversarial.
Qu es, concretamente, un sistema adversarial? Se trata de
un rgimen en que predomina un muy categrico estatuto de
actividad de los partcipes y bajo el cual la divisin de las responsabilidades resulta muy vigorosamente recogida, reservndose al juez o tribunal o, ms genricamente, a quien toma la
decisin (modalidad que permite incluir a los jurados) la exclusiva tarea de resolver la controversia penal, a la vista de los materiales aportados por los contendientes. Estos sern el fiscal o
acusador y el defensor o acusado, mas, tambin en general, no
la vctima.
Queda en manos de estos contendientes -sin ninguna actividad del que emite el fallo- determinar el material probatorio
que servir de base a la sentencia; son ellos los que presentan
los hechos, proponen sus calificaciones jurdicas; resuelven qu
pruebas presentar, qu aspectos de los sucesos enfatizar, etc.,
modalidad ntegramente observada en un sistema adversarial
"puro" y matizada, modernamente, en cuanto al juez se le confieren atribuciones para paliar excesos en que pudieren incurrir los contendientes en el debate; y en cuanto que a stos se
les imponen determinados lmites o exigencias, como el deber
de informar, anticipadamente, sobre sus pruebas a la contrara
(discovery).
En un sistema adversarial, se ensea, el rgano decisorio queda limitado a tomar sus decisiones a la luz de los materiales presentados por las partes adversarias. Y opera, en general, como
un silencioso arbitro resolviendo el caso segn se le presente y
dejando a las partes determinar el campo de batalla. Este modelo adversarial entrega a las partes la responsabilidad de inves262
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I.OS SUJETOS
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como se ha sostenido, "...el modelo acusatorio de proceso penal no interfiere con los poderes instructorios del juez. Sus caractersticas fundamentales son bien diversas. La separacin
ntida de las funciones de acusar, defender y juzgar no demandan un juez inerte y pasivo. ..".^'^
As, el Cdigo de Portugal p e r m i t e d e c r e t a r peritajes
(art. 154) y la agregacin de docvimentos (art. 164) oficiosamente por el tribunal; y el art. 340 ("Principios gerais") seala
que "...El tribunal ordena oficiosamente o a requerimiento la produccin de todos los medios de prueba cuyo conocimiento se le figure necesario para el establecimiento de la verdad y para la buena decisin de
la causa ".
La Ordenanza Procesal Penal alemana precepta que "...el
tribunal tiene la posibilidad de producir, de oficio, las pruebas que estime pertinentes... "P
El Cdice di Procedura Pnale de Italia (190.2) dispone que
"...La ley establece los casos en que la prueba se decreta de oficio... V
' "^^ e
incluso el Cdigo de Proceso Penal Modelo para Iberoamrica,
gua permanente de nuestra legislacin, preceptiia (art. 289)
que...
".. .El tribunal ordenar de oficio la recepcin de la pueba pertinente
y til que considere conveniente siempre que la fuente resida en las actuaciones ya practicadas."
Y agrega que "...Los tribunales podrn ordenar aun de oficio, la
recepcin de nuevos medios de prueba si en el curso del debate resultaren
indispensables o manifiestamente tiles para esclarecer la verdad... ".
Sorprendentemente, en estos terrenos el Cdigo chileno
abandon los carriles europestas por los que transitaba y se enderez por los senderos del derecho anglosajn, como sabe todo
el que haya revisado con atencin normal sus disposiciones: desde luego, el punto clave es el de la completa falta de iniciativa
probatoria judicial, que abarca desde la actividad instructora hasta el derecho de los recursos, pasando, naturalmente, por el desempeo del Tribunal de Juicio Oral en lo penal. Puesto que la
actividad probatoria de la investigacin no tiene otro propsito
^' Ada Pellegrini G., A Iniciativa Instrutoria dojuiz..., cit., p. 6.
28 Vid. arts. 165, 166, 167, 202, 219, 221, 244, 246.
29 Vid. arts. 195, 196, 210, 238, 238 bis, 507, 508, 511 bis, 603.
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LOS SUJETOS
que el de formar la conviccin acusadora del fiscal, esto es, darle los elementos de persuasin suficientes para que determine
si es o no procedente acusar, no sorprende que el predicado se
formule respecto del juez de garanta, no llamado a juzgar el
fondo del negocio y, en consecuencia, ajeno al debate probatorio final, como no sea a travs de la prueba anticipada, regulada en los arts. 191 y 280.
En el sistema adversarial chileno se enfrentan ante el Tribunal de Juicio Oral en lo penal, por regla general, dos contendores, conducidos por un rgimen procesal que enfatiza la idea
de la igualdad de derechos a la espera de la decisin. "Considerando en particular la posicin del Ministerio Pblico, escribe
Petrone, se constata (de) su papel como sujeto distinto del juez,
es decir, como parte colocada en una situacin de igualdad con
el inculpado...".^
En el juicio oral, la cuestin es -si se pudiera- ms indiscutida an: toda la proposicin probatoria viene agotada en los escritos fundamentales, presentados antes de la audiencia o,
excepcionalmente, por las presentaciones del acusado en la misma audiencia. En el juicio mismo, salvo esa singular posibilidad
conferida para que se constituya en el lugar en que los hechos
acaecieron, que consagra el art. 337 del Cdigo Procesal Penal,
NO existe iniciativa probatoria alguna, establecido que las posibilidades del art. 336 se limitan a solicitudes de los intervinientes que el juez resuelve acceder o no.
Por ltimo, en el mbito del derecho de los recursos, es notorio el rgimen de igualdad consagrado, al punto que se confiere al fiscal el mismo derecho de alzarse que al defensor, lo que
vulnera la idea de que este derecho es privativo del acusado.^'
'" Cfr. Marino Petrone, "El Principio Acusatorio", en justiciay Sociedad, p. 512,
UNAM, Mxico, 1994.
" Como todos sabemos, los pactos internacionales confieren, en materia penal, exclusivamente al condenado el derecho a obtener que la sentencia condenatoria y la pena impuesta, sean revisadas por un tribunal superior (art. 14 N- 5
del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Polticos ("toda persona declarada
culpable de un delito tiene derecho a que el fallo condenatorio y la pena que se
le haya impuesto sean sometidos a un tribunal superior...") y 8.2. letra h) de la
Convencin Americana de Derechos Humanos).
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Suele afirmarse que los orgenes de la expresin "debido proceso de ley" (due process oflaw) se encuentran en el numeral 39
de la Carta Magna que Juan Sin Tierra entregara a los barones
ingleses, ocasin en la que se afirmaba que "ningn hombre libre
ser arrestado o detenido en prisin o desposedo de sus bienes, proscrito
o desterrado, o molestado de alguna manera y no dispondremos sobre l
ni lo pondremos en prisin, sino por el juicio legal de sus pares o por la
ley del pas... ".^'^
La regla reaparecer con gran fiaerza en la 14- Enmienda a
la Constitucin de los Estados Unidos de Amrica, introducida
en 1886 y conforme a la cual "... ningn Estado privar a una persona de su vida, libertad o propiedad, sin un debido proceso de ley ",^^ y
desde el constitucionalismo norteamericano se ha difundido a
lo largo de las Constituciones Latinoamericanas, con expresiones relativamente semejantes o, como afirma un autor, "todas las
Constituciones que rigen desde el Ro Grande hasta la Tierra del Fuego
contienen el derecho aludido utilizando al efecto casi las mismas palabras..."^^'^ pero en el texto constitucional nacional la forma de
consagrar la idea fue diferente, como todos sabemos. Lo relevante es que no se trat simplemente de una redaccin distinta, que poca importancia tendra: lo distintivo es la ptica desde
la que se estableci la garanta.
Abandonando la nocin histrica tradicional, de centrar la
cuestin en los derechos de las personas frente al Estado, el constituyente de 1980 se content con imponer una limitacin al ejer-
'- C,fr. Mximo Pacheco, Los Derechos Humanos (Documentos Bsicos), Editorial Jurdica de Chile, Stgo., 1987. p. 6.
'' "...or shall any State deprivc any person of lite, liberty, or property withoiit
dtie process of law".
'" A. Alvarado, "El debido Proceso", en Justicia y..., cit., p. 548.
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r o s SUJETOS
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razn de "constituir un concepto que forma parte de la temtica de los Derechos Humanos...".'^'^
3.4.
CONCLUSIONES
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LOS SUJETOS
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4. EL JUEZ DE GARANTA"
Cuando el Estado moderno asume su rol tutelar y conductor,
segiin tuia evolucin ampliamente difmidida, literalmente, "expropia" a los sujetos, a sus sibditos, un conjtmto de posibilidades de actuacin que antes parecieron privativas de cada cual.
Resolver, por ejemplo, acerca de cmo defenderse de una agresin; determinar el mimero de personas que dan origen a las uniones (poligamia y monogamia); decidir cmo y dnde enterrar a
las personas fallecidas, en fin, a qu seguir, el catlogo de conductas que los seres modernos ya no pueden realizar sin la autorizacin o sin sujetarse a los parmetros estatales, es enorme.'^^^
La proteccin de los derechos de las personas se viene confiando histricamente a una funcin estatal especial: la jurisdiccional, actividad piiblica a la que, en nuestro pas, desde 1881
hemos reconocido el ejercicio de las denominadas potestades
conservadoras.^^
Paradjicamente, cuando el Estado pone en ejercicio sus atribuciones sancionatorias, cumpliendo con la inexcusable misin de
asegurar la pacfica convivencia social, inevitablemente vulnera los
derechos y garantas individuales de quienes son sometidos a la actividad persecutoria,^" porque no resulta posible - a estas alturas
del desarrollo de las tcnicas de investigaciones delictuales- cumplir eficazmente con esta tarea de modo imperceptible para las
personas, confirmndose aquello de que si no puede castigarse
sin proceder, tampoco resulta posible proceder sin castigar."'^
" sta constituye la primera parte de un breve estudio encaminado a sistematizar el estatuto jurdico de este funcionario en el nuevo sistema procesal penal.
^'** Que no todos aceptan estas regulaciones en el mundo contemporneo lo
demuestran, entre otras, personas como el tristemente clebre T. Mac Veigh, autor del atentado terrorista de Oklahoma, EE.UU., en el que muerieran decenas
de personas, y las sorprendentes organizaciones que las cobijan.
'^ Sobre antecedentes y evolucin de estas facultades en el Derecho nacional, cfr. mi Habeas Corpus, Editorial Jurdica de Chile.
*" Al tema me he referido recientemente en una conferencia pronunciada
con motivo de la inauguracin de las actividades de capacitacin interinstitucional para los operadores piiblicos de las Regiones II y III, con el noiTibre de fiscales, defensores y jueces.
" Sobre el tena, es reveladora la historia de la redaccin del inc. 3- del
art. 80 A de la C'onslitucin, en lo referente a la necesidad de la autorizacin ju-
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I.os SUJETOS
Se produce as la situacin de los contrastes: las personas piden proteccin al Estado en contra de atentados que el propio
Estado comete... Esta relacin es la que, en definitiva, provoc
el reemplazo de los jueces instructores por los fiscales.
No corresponde reabrir el trasnochado debate en torno a la
mejor opcin investigadora: ya la cultura jurdica nacional tom
un camino coherente con los fines que nos animan: dotar de
eficacia a la gestin persecutoria con observancia de los derechos de las personas, afn en el ctial hemos superado la interrogante a que aluda la feliz expresin de los redactores del
Cdigo de Proceso Penal Modelo para Iberoamrica, preguntndose por quin custodia al custodio.
Superada la incertidumbre, nos ocupamos ahora de quin
debe asumir el rol de custodio: volviendo a los orgenes y en el
mejor sentido, el sistema procesal penal y constitucional chileno retorna a los jueces a su papel tradicional de mximos cauteladores de los derechos de las personas. En la expresin
positiva inmediata, para el cumplimiento de esta tarea, aparece
el juez de garanta."*^
Es indispensable, entonces, extraer de la denominacin las
consecuencias posibles:
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LOS SUJETOS
^' De all que el mismo art. 5" disponga que el Poder Judicial lo integran "los
juzgados de letras" y no los jueces de letras, denominacin que reciben los funcionarios que se desempean en tales tribunales, de acuerdo a lo dispuesto, entre otros, en los arts. 250, 252, 263, 267, etc., del Cdigo Orgnico de Tribunales.
** No obstante que el tema ya pas por el Tribunal Constitucional.
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Constitucin deben ser objeto de leyes orgnicas constitucionales... seguirn aplicndose en lo que no sean contrarias a la Constitucin, mientras no se dicten los correspondientes cuerpos
legales". En consecuencia, el Cdigo Orgnico de Tribunales es
la ley orgnica constitucional que determina la organizacin y
atribuciones de los tribunales, para la pronta y cumplida administracin de justicia en el territorio nacional, debiendo ser preferido por sobre los trminos del Cdigo Procesal Penal, que,
manifiestamente, carece de esa calidad.
As las cosas, me parece que es necesario modificar el art. 5
del COT para declarar que los jueces de garanta son tribunales
ordinarios que integran el Poder Judicial, sin perjuicio que la
ley les pueda conferir la estructura administrativa de juzgados
de garanta.
La importancia del debate
Alguien podra pensar que la cuestin que se propone no pasa
de ser un excesivo apego formal a la Constitucin, sin verdaderas consecuencias jurdicas y prcticas. No es as: de resolver la
interrogante en un sentido u otro se desprenden consecuencias
jurdicas de la ms alta relevancia. Tngase en cuenta, desde luego, que la garanta constitucional que pone en prctica la legendaria condicin de ser juzgado por el "juez natural", en la sede
constitucional chilena, se resuelve en el derecho a ser juzgado
por el tribunal que seale la ley... y que las reglas generales de
competencia estn referidas siempre a los tribunales, aspecto
complejo en relacin, entre otras, a la regla de la radicacin.^'
b) La forma como el constituyente ha determinado los
mbitos de competencia entre los rganos constitucionalmente
autorizados para intervenir en el tema penal es eloctiente: se
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L.OS SUJETOS
proscribe toda posibilidad de ejercicio de jurisdiccin por el Ministerio Pblico, rgano autnomo estatal que, en cambio, recibe el monopolio constitucional para la direccin exclusiva de
la investigacin de los delitos. Esto permite extraer una conclusin adicional: no ejerce jurisdiccin el fiscal del Ministerio Pblico; no investiga delitos el juez.
Slo el Ministerio Pblico dirige las investigaciones; slo el
juez ejerce jurisdiccin.
c) La funcin jurisdiccional conlleva, conforme al mandato
constitucional, las potestades para juzgar, resolver y hacer ejecutar lo juzgado, expresin que mejorando parcialmente la norma contenida en el art. 1- del Cdigo Orgnico de Tribunales,
no termina de resultar satisfactoria. Con prescindencia de tal discusin, la cuestin corresponde analizarla desde el mbito de
la denominacin legal: qu atributo jurisdiccional es ste que
se destaca a tal grado como para conferir el nombre al juez?
d) El mismo Cdigo asigna a los jueces competencia conservadora (art. 3).
e) La garanta es una caracterstica intrnseca de la jurisdiccin: es til recordar, con Calamandrei, que los varios medios
de que el Estado dispone para reaccionar contra la inobservancia del derecho objetivo constituyen lo que se puede llamar "garanta jurisdiccional" de las normas jurdicas.*^
f) Con todo, tomada la nocin garantizadora o cautelar en
una ptica ms acotada, la cuestin apunta a la diferenciacin
entre cautela personal y real, que ya nuestro viejo Cdigo de Procedimiento Penal consagra en su art. 76 inc. 2.^'
Es claro que el juez de garanta resulta ser un personaje fundamental para el nuevo sistema de instruccin penal, a grado
tal que deviene en verdadera bisagra sobre la cual gira y se es-
* (Calamandrei reconoce las siguientes modalidades garantizadoras a la jurisdiccin: contra la transgresin del precepto; contra la falta de certeza del Derecho; garanta jurisdiccional con finalidad constitutiva y garanta jurisdiccional
con finalidad cautelar. Cfr. Instituciones de Derecho Procesal Civil, vol. I., EJEA, Bs.
Aires, 1962, p. 134.
'" "Las cliligencias dirigidas a preparar el juicio... y asegurar la persona de los
presuntos culpables y su responsabilidad pecuniaria, constituyen el sumario".
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LOS SUJETOS
do conocimiento del nuevo sistema procesal penal. Se recuerda que un voto de prevencin de tres miembros del Tribunal
Constitucional enfatiza que la reforma procesal tiende a "dar
proteccin jurisdiccional privilegiada al imputado por sobre los
derechos del que sufri los efectos del delito".^'
Es importante tener en claro que la principal tarea del juez
de garanta no busca otorgar, en primer trmino, niveles de proteccin procesal al imputado, sino, primordialmente, cautelar
sus derechos constitucionales y materiales -los nicos que la actividad instructora estatal pudiere atropellar-, de all que constituya un error aspirar a imponerle idnticas exigencias en
funcin de otros intervinientes, como la vctima.
Las afirmaciones anteriores no se refuerzan con el texto del
art. 14 letra a) del Cdigo Orgnico de Tribunales, conforme a
la redaccin que le brind la Ley N" 19.665, que, como se sabe,
asign a los jueces de garanta la funcin de "asegurar los derechos del imputado y dems intervinientes en el proceso penal", cuestin
que se ir perfilando ms adelante, para determinar si se trata
de derechos materiales o procesales.
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Constitucin, que declara que "el Ministerio Pblico podr impartir rdenes directas a las Fuerzas de Orden y Segundad durante la investigacin. Sin embargo, las actuaciones que priven al imputado o a
terceros del ejercicio de los derechos que esta Constitucin asegura, o lo
restrinjan o perturben, requerirn de aprobcuin judicial previa".
La regla viene reproducida idnticamente en el art. 9 del
Cdigo Procesal Penal, no obstante que, aprobado el Proyecto
del Ejecutivo en la Cmara de Diputados, fue necesario efectuarle modificaciones para ajustar su texto a la norma constitucional citada en el prrafo precedente, que, sin excepcin alguna,
impuso la exigencia de la autorizacin judicial previa para la
prctica de las actuaciones que all se consignan, criterio diverso al sustentado en el Proyecto primitivo, que permita al fiscal
decretar la prctica de determinadas actuaciones, en circunstancias urgentes, bajo la condicin de la posterior y pronta ratificacin judicial.
La actividad conservadora del juez de garanta, en funcin
del imputado, se verifica tanto antes de que la actividad procedimental persecutoria se judicialice como despus de ese hecho,
lo que no obsta al rol que le compete, en el acto mismo de la
judicializacin, que, como sabemos, se materializa mediante la
formalizacin de la investigacin.
a) Antes de la judicializacin
a. L) Autorizacin para diligencias antes de la formalizacin
Sabemos que la judicializacin de la investigacin opera con
su formalizacin, de acuerdo al art. 229, y que, formalizada, queda el fiscal en condiciones de requerir la intervencin judicial
para la prctica de aquellas diligencias que demandan autorizacin judicial previa (art. 230 inc. 2 C. Procesal Penal), vale decir, las mencionadas en el art. 9" del mismo Cdigo: pues bien,
a nadie escapa que la aplicacin permanente de este rgimen
tornara estril el sistema persecutorio penal, de all que la misma ley determine que el fiscal podr solicitar autorizacin para
llevar a cabo las actuaciones del art. 9- aun antes de la formalizacin de la investigacin.
Represe, entonces, en que la excepcionalidad consiste en
que se brinda autorizacin antes de la formalizacin, pero que.
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I,OS SUJETOS
'' Lo anterior, claro est, sin considerar el dao enorme que podra producir para la consideracin social, la honra, los negocios o las actividades pi'iblicas o
privadas de aqul respecto de quien trascendiera, periodsticamente o por cualquier otro camino, que se est verificando una investigacin penal en su contra.
'' Es sabido que conforme a tal art. 7" las facultades y derechos que al imputado reconocen la Constitucin y las leyes se pueden hacer valer desde la primera actuacin del procedimiento dirigido en su contra y se entiende por tal
cualquiera diligencia o gestin, de investigacin, cautelar o de otra especie, que
se realizare por o ante un tribunal con competencia en lo criminal, el Ministerio
Pblico o la polica, en la que se atribuyere al sujeto responsabilidad en un hecho punible.
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existencia haya tomado noticia, para pedir una de dos respuestas judiciales:
- La orden al Ministerio Pblico que informe acerca de los
hechos objeto de la investigacin, o
- Que fije un plazo al fiscal para que formalice la investigacin.
Llamo la atencin acerca de las circunstancias bajo las cuales
estos derechos pueden ejercerse: si bien la ley pareciera satisfacerse con la mera asercin del sujeto en torno a "considerarse
afectado", lo que conferira a la institucin el carcter de un derecho de ejercicio absoluto y discrecional, el juez de garanta no
podr acceder a lo que se solicita sino una vez que se le hayan
acreditado, por cualquier medio de prueba, circunstancias que
hayan afectado efectivamente al sujeto.''^
Esto porque, como se recuerda adelante, las actuaciones de
investigacin son secretas para los terceros y este instituto procesal no puede transformarse en un camino para que, utilizando testaferros, quienes hayan participado en un hecho punible
se las ingenien para recabar informacin de la actividad investigadora, sin mostrarse o reconocer participacin.
En relacin a la primera situacin; informe acerca de los hechos investigados, conforme a una interpretacin sistemtica,
que tenga en cuenta que de acuerdo al art. 7- del Cdigo Procesal Penal los derechos se ejercen desde que exista imputacin
penal ("...Por la persona a quien se atribuyere participacin en un hecho punible..."), la cuestin apuntar a que el fiscal informe, en
primer trmino, si efectivamente sustancia una investigacin penal en la que se atribuye responsabilidad al sujeto. Si la respuesta
del fiscal fuere negativa, me parece que se habrn agotado los
derechos del requirente y que, a su respecto, la resolucin judicial estar cabalmente cumplida.'''^
'"' La lectura que se hace en el texto de la institucin privilegia grados de
eficacia investigadora y persigue "objetivizar" la afectacin. Es que por mucho que
se reconozca que saberse investigado puede significar niveles de inquietud, de temor y hasta de angustia, me parece que el sistema penal no puede estar al servicio de los aprensivos o de los timoratos. Si no existen reales antecedentes en los
qvie tales sentimientos encuentren justificacin, el juez no puede otorgar la proteccin que se le pide.
* Lo que no excluye responsabilidad de variada ndole para las personas de
los fiscales e incluso para la institucin si la respuesta resultare ser falsa.
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LOS SUJETOS
Es que las actuaciones de investigacin que realiza el Ministerio Pblico y la polica son secretas para los terceros ajenos al
procedimiento (art. 182 inc. 1) y si en su indagacin el fiscal
no atribuye responsabilidad al que ha pedido la intervencin judicial, no cabe duda de que su situacin ser, precisamente, la
de un tercero ajeno, que no tiene derecho a enterarse de lo que
se investiga.
Todava ms: resuelto por el juez que debe otorgarse conocimiento, en general, de los hechos objeto de la investigacin,
me parece que el fiscal podr, a su turno, disponer -conforme
al art. 182- el secreto de determinadas actuaciones, registros o
documentos que conforme su trabajo investigador.
Estimo que si respecto de un imputado en contra de quien
una investigacin se ha formalizado e indiscutidamente se sustancia un trabajo de esclarecimiento e imputacin penal, el fiscal p u e d e dejar en reserva algunas actuaciones, con cunta
mayor razn no podr ejercer idnticos derechos en relacin a
quien no ha sido objeto de formalizacin: por decirlo en forma
diversa, no puede tener ms derechos el sujeto en contra de
quien la investigacin no se ha formalizado que aqul en cuya
contra esta formalizacin tuvo lugar.
a.3.) El control de la detencin
Pocas situaciones resultan ms intimidantes, al paso que representan con mayor fuerza el poder del Estado persecutor, que
la privacin de la libertad ambulatoria de los sujetos, sea en virtud de una orden judicial, sea por encontrarse el sujeto en situacin de flagrancia.
En este mbito, la tarea del juez de garanta es extremadamente relevante: desde luego, debe recordarse que, conforme
a la Constitucin Poltica, "los encargados de las prisiones no
pueden recibir en ellas a nadie en calidad de arrestado o detenido, procesado o preso, sin dejar constancia de la orden correspondiente emanada de autoridad que tenga facultad legal,
en un registro que ser pblico..." (art. 19 N- 7 letra d) inc. 2).
El Cdigo Procesal Penal, a su turno, ha mejorado, sin dudas,
la situacin al establecer que "los encargados de los establecimientos penitenciarios no podrn aceptar el ingreso de personas sino en virtud de rdenes judiciales" (art. 133), con lo que
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''" Adicionalmente, empero, el Cdigo agrega que en el caso de los detenidos in fraganti, deber otorgarse un aviso al Ministerio Piiblico, dentro de las 12
horas de la privacin de libertad y que el fiscal de este Ministerio podr dejar sin
efecto la detencin o disponer que el sujeto sea puesto a disposicin del juez dentro de las 24 horas de la detencin, cumplindose as con el precepto constitucional. El profesor Jos Luis Cea ha afirmado que la tiorma sera inconstitucional,
porque la norma constitucional, sin excepcin alguna, dispone que el detenido
debe ser puesto a disposicin del juez, regla que, conforme al art. 7 de la Carta,
no podra modificar el legislador {cfr. "Constitucionalidad del art. 131 del Cdigo
Procesal Penal, que permite a los fiscales dejar sin efecto una detencin", en La
Semana Jurdica, N 37, p. 14), opinin rebatida -con razn- por Emilio Pfeffer U.
en la misma publicacin (cfr. "Acerca de la constitucionalidad de las facultades...",
en La Semana... N 40, p. 14).
La cuestin radica, exclusivamente, en la determinacin del criterio teleolgico con que han de interpretarse las normas de garanta del ordenamiento jurdico constitucional: a nadie escapa que cuando la Carta dispuso que el detenido
en flagrancia deba ser puesto a disposicin del juez competente, en el breve plazo de 24 horas, se estaba introduciendo una regla de garanta de los derechos
del detenido y, de la misma forma, que se sepa, nadie ha sostenido que la disposicin tena por objeto proteger los derechos de la vctima del presunto flagrante... Si esta situacin es tan pacfica como se la describe, no se divisa cmo se podra
prohibir, por ejeinplo, a la autoridad policial que determinara que el subalterno
que detuvo al flagrante cometi un error, que lo dejara en libertad a las tres horas de haberse producido la detencin, para reparar el error... Ni se entiende cmo
ese comportamiento se podra tachar de inconstitucional, a pretexto que la Constitucin disponga que el sujeto debe ser conducido al juez dentro de 24 horas.
'^^ C^ Joaqun Escriche, Diccionario Razonado de Legislacin y Jurisprudencia, Lib.
De Ch. Bouret, Pars, 1885.
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LOS SUJETOS
Se denomina delito flagrante al que se ha cometido pblicamente y cuyo perpetrador ha sido visto por muchos testigos
al tiempo mismo en que lo consumaba/'^
b) Despus de la formalizacin
Formalizada la investigacin, se despliega completamente, de cara
a un sujeto determinado, el imputado, el manto protector de garantas del juez, pero al propio tiempo se habr generado la directa comunicacin de fiscal y juez, que permitir a aqul solicitar
y a ste decretar las ms gravosas actuaciones de investigacin.
En esta perspectiva debe entenderse el art. 230 inc. 2, que
dispone que el fiscal formalizar la investigacin para requerir
la intervencin judicial y obtener autorizacin para la prctica
de determinadas diligencias de investigacin (aquellas que de
acuerdo al art. 9 del mismo Cdigo demandan la autorizacin
judicial, diremos nosotros) u obtener resolucin sobre medidas
cautelares.
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INTRODUCCIN
La tarea de comentar la manera como el Derecho chileno cautela hoy y ha cautelado antes los derechos de las vctimas de los
delitos penales no puede emprenderse sin efectuar una indispensable mirada, por fugaz que resulte, al ordenamiento procesal penal vigente an en el pas.
En el lejano 1846, el Gobierno nacional design vma Comisin a fin de que se ocupara de redactar lo que se llam un proyecto de Cdigo de Procedimientos Criminales, instando a sus
miembros a establecer dos modos de proceder, segn "si el delito sea o no grave; a consignar que la prueba debera ser en
todo caso pblica, examinndose los testigos a presencia del reo,
a quien ser permitido contradecirles y reargirles dando tambin sus pruebas...".*''^
Fracasado el encargo, en 1852 se autoriza al Presidente de
la Repblica, por ley de 14 de septiembre, para otorgar una renta
igual a la de los ministros de la Corte Suprema a las personas a
las que comisionare para redactar proyectos de Cdigos. Concluido el trabajo, el Presidente lo sometera al Congreso, proponiendo un premio al autor si se hiciere merecedor de una
recompensa extraordinaria.
Se design entonces, en uso de la facultad legal reseada, a
don Alejandro Reyes y, tras su fallecimiento, a don Jos Bernardo
Lira. Ambos procedieron sujetndose a lo que el seor Reyes informara al Ministerio de Justicia en 1875, a saber, sobre la base de
las leyes vigentes, desde que les animaba la conviccin que no resultaba conveniente introducir innovaciones que chocasen con los
hbitos del pas^^ y, en consecuencia, su actividad se encamin a
modificar lo existente en lo que se hubiere tomado inaceptable.
'* Cfr. Santiago Lazo, Los Cdigos Chilenos Anotados. Cdigo de Procedimiento Penal. Orgenes, Concordancias j Jurisprudencia, Poblete Cruzat Hnos., Edit. Santiago,
1916, p. XII.
^' Este criterio se mantendr a lo largo de los aos: ha resultado singular
cmo, con ocasin de la discusin del nuevo Cdigo Procesal Penal, por doquier
se levantaban voces que, si bien ya no pedan evitar "innovaciones que choquen
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LOS SUJETOS
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5.2.
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5.3.
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LOS SUJETOS
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mentacin a esta disposicin, que, dicho sea de paso, fue adoptada textualmente del Proyecto mismo.
Ballesteros recuerda que el artculo correspondiente de la
ley espaola establece que la accin penal es pblica, pero agrega que el Cdigo Penal espaol no permite perseguir los delitos de injuria, calumnia y adulterio sino por el ofendido, con lo
que dicha ley "ha olvidado que la especie contrapuesta a la accin pblica es, precisamente, la accin privada, y, estableciendo el hecho, se ha negado a llamar las cosas por su verdadero
nombre. Ha querido imitar -agrega- a la ley francesa, olvidando que el legislador francs parte de base completamente distinta, puesto que no permite jams al particular que no es
ofendido por el delito ejercitar accin pblica ni privada.
De aqu, contina, ha provenido una protesta general de
los ms ilustres criminalistas espaoles y luego cita el siguiente texto de Reus que comenta el mencionado art. 101 de la ley
espaola:
"La accin penal es pblica y privada. Aqulla, la que se dirige al castigo de los delitos que se conocen con el nombre de
pblicos o que afectan general y directamente a la sociedad; y
privada, la que tiene por objeto la correcin de los delitos privados y que slo afectan a la persona agraviada sin trascendencia al pblico o a la sociedad en general".''''
Queda as comprobado que el actual art. 11 del Cdigo nacional tiene su directo origen en este prrafo de Reus, quien,
sin mayor rigor ni, posiblemente, reflexin, aludi a esta persona "agraviada" por el delito.
Por ltimo, el Cdigo se refiere a la vctima del delito como
"peijudicada". As acontece en el art. 7~, que describiendo lo que
el mismo cuerpo legal llama las primeras diligencias de instruccin del sumario, afirma que "considranse como primeras diligencias: dar proteccin a los perjudicados, consignar las pruebas
del delito que puedan desaparecer, etc.".'''^
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LOS SUJETOS
"' Cfr. H u g o Pereira A., "Alcance del art. 7" del O d i g o d e P r o c e d i m i e n t o Penal", Garca Jurdica N" 56, p. 12. El aspecto patrimonial de la expresin "perjudicado" c o n t e n i d a en este artculo se puso especialmente de relieve p o r la Corte
Suprema, p a r a declarar impi-ocedente, p o r vulnerar p r e c e p t o s legales y constitucionales, tin Decreto del G o b i e r n o del ex Presidente Salvador Allende, q u e , en
1972, dispuso la intervencin de u n diario d e la ciudad de Talca, en el sur del
pas, q u e n o c o m p a r t a la ideologa del r g i m e n . En esa ocasin y en fallo q u e ha
devenido en u n leading case, la C'orte dispuso q u e el diario fuera devuelto a sus
propietarios, "para d a r cabal c u m p l i m i e n t o a la m e d i d a de proteccin del perjudicado con el delito, c o n f o r m e a lo p r e v e n i d o en el art. 7 del Cdigo de Proced i m i e n t o Penal", Revista de Derecho y Jurisprudencia, t o m o 69, sec. 4-, p. 159.
'"'' La doctrina mayoritaria asigna al perjudicado el carcter de titular del inters patrimonial v u l n e r a d o p o r el delito. Ramos Mndez, p o r ejemplo, explica
q u e "si ofendido y p e i j u d i c a d o coinciden, lo n o r m a l es q u e su intervencin en el
proceso penal persiga a m b o s objetivos: el castigo del delito y la reparacin del
d a o . Ahora bien, p u e d e ocurrir q u e la calidad de ofendido y peijudicado n o concurran en u n a misma p e r s o n a o q u e incluso al perjudicado slo le interese el resarcimiento. I.a le\ p e r m i t e esta intervencin particular interesada slo en las
ct)nsecuencias civiles del h e c h o punible. La doctrina suele apelar a esta parte contingente, actor civil Cfr El Proceso Penal. I.eclura Constitucional, Jos M" Bosch Edit.
S.A., Barcelona, 1991, p. 122.
'~ Cfr AnH)nio Scarance Eernandes, O l'apel Da Vtiina No Processo Criminal,
Edit. Malheiros Ltda., Sao Paulo, 1995, p. 49.
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do, "aquel que sufre un perjuicio debido al acaecimiento del delito y que tiene derecho a la reparacin de dao", y el perjudicado, "todo aquel que sufre un perjuicio por el acaecimiento del
delito, aunque no tenga culpa ni participacin en el ilcito".
Ejemplifica que en el homicidio el muerto es el sujeto pasivo; sus familiares, los ofendidos, y que los familiares del delincuente podran ser los perjudicados, si ste es apresado.^*^
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LOS SUJETOS
'^ Art. 120: "El querellante, el Ministerio Piiblico, cuando fuere parte principal, y el que estuviere detenido o hubiere sido declarado procesado, debern ser
citados para cualquiera inspeccin personal que practique el juez para la averiguacin de los hechos".
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LOS SUJETOS
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LOS SUJETOS
el Ministerio Pblico, al que tambin se confan las tareas de acusar y sustentar la accin penal ante el tribunal correspondiente.
La actividad del Ministerio Pblico est sujeta a la decisin
de un juez de control de la instruccin, que, como juez de garanta, debe autorizar la prctica de aquellas actuaciones, diligencias o medidas que importen vulneracin de las garantas
constitucionales de los imputados o de terceros.
Concluida la etapa instructora, se da lugar a u n a intermedia, o audiencia de preparacin del juicio oral, al estilo del
Zwischenverfahren del proceso penal alemn, en que se presenta
la acusacin y las defensas, se resuelven las excepciones previas,
si las ha habido, se determina la prueba a rendir en el futuro
juicio para dar,*^^ finalmente paso a un juicio oral y pblico, ante
un tribunal colegiado, integrado por tres jueces letrados y cuya
sentencia no ser susceptible del recurso de apelacin.
Principales innovaciones
De los variados institutos que se incorporan al ordenamiento
procesal penal chileno, vale bien referirse, a lo menos, a los siguientes:
a) Se confiere al Ministerio Pblico la facultad de disponer
el archivo provisional de las investigaciones, cuando no aparecieren antecedentes que permitan desarrollar actividades conducentes al esclarecimiento de los hechos (art. 241).
b) Principio de oportunidad: se reconoce a los fiscales del
Ministerio Pblico el derecho de no iniciar la persecucin penal o de abandonar la ya iniciada, cuando se tratare de hechos
que, por su insignificancia, no comprometieren gravemente el
inters pblico,*^^ salvo que la pena mnima asignada al delito
**' sta constituye una de las actividades ms relevantes de la audiencia de preparacin del juicio oral: se trata del debate acerca de la admisibilidad de las pruebas que podrn producirse en el juicio, lo que pone enjuego ideas sobre reglas de
exclusin de pruebas (ilcitas, improcedentes, repetidas, etc.) y que genera un estado procesal futuro que nuestros operadores jueces y abogados- reciti comienzan
a comprender: as, hay jueces de Tribunal de Juicio Oral que han credo, incluso,
posible revisar las decisiones de los jueces de garanta en estos temas.
*'' El art. 1.5.? de la Ordenanza Procesal Penal alemana, indirecto modelo del
Proyecto, permite prescindir de la persecucin si la culpabilidad fuere considerada
nfima }' no existiere inters piiblico en la persecucin. En relacin a estos trmi-
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excediere la de presidio o reclusin menores en su grado mnimo (61 das) o que se tratare de un delito cometido por un funcionario pblico en el ejercicio de sus facultades (art. 244).
c) Suspensin condicional del procedimiento: con el acuerdo del imputado, el fiscal puede solicitar al juez de control de la
instruccin la suspensin condicional del procedimiento, si la
pena privativa o restrictiva de libertad que pudiere imponerse no
excede de tres aos; si el imputado no ha sido antes condenado por crimen o simple delito y si sus antecedentes personales,
su conducta anterior y posterior al hecho y la naturaleza, modalidades y mviles determinantes del delito permiten presumir
que no volver a delinquir.
Esta suspensin no procede jams tratndose de delitos especialmente graves (aborto, homicidio, violacin, trfico de estupefacientes, etc.), y para que el juez la pueda conceder, es
preciso que el imputado acepte los hechos materia de la persecucin penal.
El juez determina las condiciones que debern observarse
durante el lapso de la stispensin y si ste transcurre sin que por
inejecucin de dichas condiciones o por otros motivos la suspensin haya debido revocarse, la accin penal se entiende extinguida (arts. 311 a 314).
d) Acuerdos reparatorios: Si el delito recae sobre bienes jurdicos disponibles de carcter patrimonial o susceptibles de apreciacin pecuniaria o se trata de delitos culposos que no hubieren
producido la muerte ni hubieren afectado en forma permanente
y grave la integridad fsica de las personas, el juez puede aprobar
acuerdos reparatorios entre el imputado y la vctima.*^'
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LOS SUJETOS
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Parece evidente, aunque as no se exprese, que la imposibilidad de ejercer los derechos que autoriza la intervencin de estos
terceros se deber precisamente al delito, esto es, tal imposibilidad ser su consecuencia.
- Quines pueden ejercer los derechos de la vctima ?
La posibilidad de ejercer los derechos de la vctima se otorga a las siguientes personas;
a) Al cnyuge y a los hijos;
b) A los ascendientes;
c) Al conviviente;
d) A los hermanos, y
e) Al adoptado o adoptante.
- Cules son los derechos de la vctima ?
Los derechos de la vctima estn regulados de manera diversa:
a) De una parte, se consagra una precisa enumeracin de
los mismos (art. 109).
b) De otra, se recogen en disposiciones dispersas del Cdigo.
Mirados todos ellos en conjunto, admiten la clasificacin que
sigue:
a) Derecho de proteccin.
b) Derecho de intervencin.
c) Derecho de audiencia.
d) Derecho de impugnacin.
e) Otros derechos.
a) La proteccin de la vctima (el derecho de proteccin)
La preocupacin del nuevo sistema por este olvidado personaje
del proceso penal aparece en distintos cuerpos positivos, comenzando por el Cdigo Procesal Penal, que consagra, entre
los derechos que se le reconocen, el de "solicitar medidas de
proteccin frente a los posibles hostigamientos, amenazas o atentados en contra suya o de su familia" (art. 109 letra a), regla que
no obstante no tener rango constitucional, me parece empero
de enorme importancia, por su manifiesto afn general y por
constituir el primer reconocimiento explcito, en orden a que
la persona afectada por el delito tiene el derecho de obtener,
de la organizacin estatal, antes que otras prestaciones, que se
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LOS SUJETOS
vele por su seguridad y tranquilidad, ya perturbadas por el comportamiento delictivo. Si el Estado no fue capaz de evitar que el
atentado delictivo se produjere, tiene, en cambio, el imperativo
legal de evitar que se repita o que, a consecuencia de su perpetracin, el hechor o terceros (amigos, familiares, copartcipes,
etc.) incrementen la conocida sensacin de indefensin, angustia y temor que sobreviene en las personas atacadas delictnalmente.
Con lo que, me parece, es una manifestacin ewdente del afn
nacional de consignar este deber, en el ms alto nivel normativo,
el art. 80 A de la Carta Poltica, tras establecer el Ministerio Piiblico en el ordenamiento constitucional chileno y dotarlo de autonoma, proclama que, entre otras tareas, "le corresponder la
adopcin de medidas para proteger a las vctimas...", norma a partir
de la cual puede ya reconocerse un sistema que impone la tarea protectora sobre todos los rganos y sujetos estatales participantes en
la persecucin y enjuiciamiento penal.
Con este prembulo, puede afirmarse que la proteccin que
la vctima tiene el derecho de exigir est confiada al Ministerio
Pblico, a los jueces y a la polica.
a. 1.) La proteccin del Ministerio Pblico
A ms de la norma constitucional, se establece en el Cdigo
Procesal Penal que "el Ministerio Pblico estar obligado a velar por la proteccin de la vctima del delito en todas las etapas
del procedimiento penal" (art. 6-), regla que, bajo el epgrafe
de "informacin y proteccin a las vctimas", reitera el art. 78,
consignando que "ser deber de los fiscales durante todo el procedimiento adoptar medidas o solicitarlas en su caso, para proteger a las vctimas de los delitos; facilitar su intervencin en el
mismo (procedimiento) y evitar o disminuir al mnimo cualquier
perturbacin que hubieren de soportar con ocasin de los trmites en que debieren intervenir".^'^
"** Es extremadamente importante consignar que la C.orte Suprema, en sentencia de 2 de octubre de 2002, dictada en un recurso de nulidad deducido por
la Fiscala, que impetraba la nulidad del juicio, porque la vctima se haba negado a comparecer, sostuvo que "...constituira una manera curiosa de lograr (el restablecimiento de la paz social) el sujetar a la vctima a que adems de la violencia
que ya se le ha infericto, sufra otra adicional, para que colabore con los designios
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persecutorios de la Fiscala". C. Suprema, rol N" 1989-02, M.P. contra Sandro Mauricio Manicura Cid y (ierardo E. Godoy Bustamante (Tribunal de Juicio Oral en
lo Penal de Temuco).
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LOS SUJETOS
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La Constitucin Poltica, como consecuencia de la modificacin experimentada para dar abrigo a las instituciones del nuevo
sistema procesal penal, proclama ahora que "el ofendido por el
delito y las dems personas que determine la ley, podrn ejercer
igualmente la accin penal" (art. 80 A inc. 2), con lo que se circunscribe el mbito de ejercicio de esta accin exclusivamente a
la vctima -ofendido por el delito- y a una categora especfica y
acotada de personas: aquellas que la ley seale expresamente.
La intervencin que se autoriza a la vctima supone que sta
evale sus opciones de comportamiento, en funcin de las caractersticas y circunstancias de la actividad procedimental en
desarrollo: de all que, desde una perspectiva lgica, preceda a
la decisin de intervencin el conocimiento y anlisis de las posibilidades que se ofrecen y los logros que se pueden alcanzar.
Todo este proceso intelectual descansa en la informacin que
se maneje, lo que confiere al conocimiento que se adquiera enorme importancia. Es en esta lnea en la que debe entenderse el
deber que se impone a los fiscales de "entregarle (a la vctima)
informacin acerca del curso y resultado del procedimiento, de
sus derechos y de las actividades que debiere realizar para ejercerlos" (art. 78 letra a).
Represe en que se impone el deber de otorgar informacin
por la sola circunstancia de tener el sujeto condicin de vctima y con prescindencia de la actividad que desarrolle en relacin al proceso.
Es, en consecuencia, una insuperable demostracin de la consideracin que se dispensa a la persona por la calidad referida.
Establecido que la ordenacin procedimental reconoce a la
vctima el derecho de intei"venir en el proceso, realizando actuaciones, sin ms requisitos o condiciones que su calidad de tal
(p. ej.: le permite oponerse al ejercicio del principio de oportunidad por el fiscal), es lo cierto que el modo ms efectivo de
intervencin es el que se materializa a travs de la interposicin
de la correspondiente querella. En este sentido, el art. 111 del
Cdigo establece que "la querella podr ser interpuesta por la
vctima, su representante legal o su heredero testamentario"*^^ y
"' Se produjo, a propsito de este tema, una notable disminucin de derechos de las vctimas en el Cdigo; conforme al Provecto del Ejecutivo, el directa-
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LOS SUJETOS
mente ofendido por el delito poda, adems de deducir por s querella, conferir
mandato a alguna persona jurdica sin fines de lucro para que ejerciera, en su
representacin, los derechos y facultades que le correspondan, idea a la que atribuyo una notable importancia en los tiempos actuales. De la modalidad propuesta se desprenda la posibilidad de las personas de entrar al proceso penal en
efectivas condiciones de igualdad frente a corporaciones o poderosos litigantes.
Es el camino discurrido en el Derecho Comparado -recogido por el Proyectopara que las asociaciones de consumidores y de ciudadanos en general puedan
hacer valer sus derechos en los procesos penales, de manera real y efectiva, amparados en el prestigio y la solidez de la institucin de que se trate. El Congreso
chileno cedi a la implcita presin de quienes teman a la accin coordinada de
consumidores y de ciudadanos en general y elimin la norma propuesta.
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'" El art. 109 incluye, entre los derechos de la vctima, el de "ejercer contra
el imputado acciones tendientes a perseguir las responsabilidades civiles provenientes del hecho punible", en armona con lo dispuesto en el art. 59, que, a propsito de las acciones civiles, precepti'ia que "...durante la tramitacin del
procedimiento penal, la vctima podr deducir respecto del imputado, con arreglo a las prescripciones de este Cdigo... las acciones... que tuvieren por objeto
perseguir las responsabilidades civiles derivadas del hecho punible".
" El art. 59 dispone en su inciso final que "...las acciones encaminadas a obtener la reparacin de las consecuencias civiles del hecho punible que interpusieren personas distintas de la vctima o se dirigieren contra personas diferentes
del imputado, debern plantearse ante el tribunal civil que fuere competente de
acuerdo a las reglas generales".
'2 Es importante recordar que en el proyecto la vctima deba ser siempre
oda en estos casos y que, en cambio, el Congreso dispuso que el derecho lo tendra siempre que ella solicitare ser escuchada, razonable modificacin que confiere agilidad al sistema.
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LOS SUJETOS
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letra e). Si el fiscal se propone ejercer el principio de oportunidad, en las ocasiones en las que es legalmente procedente -decisin que habr de comunicar a la vctima, si sta ha pedido
ser oda-, el juez deber dejar sin efecto la decisin que al efecto se haya adoptado, cuando la vctima le manifestare, de cualquier modo, su inters en el inicio o en la continuacin de la
persecucin penal (art. 170 inc. 3), cuestin que deja la situacin en un punto lmite en el mbito del respeto de los derechos de la vctima frente a las potestades del Ministerio Piiblico
y, en especial, frente a la implcita funcin de programar y llevar a cabo polticas pblicas de persecucin penal.
A nadie puede escapar que el ejercicio del principio de oportunidad constituye una eficaz va de ejecutar polticas de persecucin penal, toda vez que de tal ejercicio se obtiene una asignacin de los recursos pblicos humanos y materiales a objetivos
especficos -razonablemente estimados como de mayor peligrosidad social-, lo que resulta posible porque ellos son liberados
de otros campos de persecucin, legalmente procedentes, pero
que no representan atentados graves a la convivencia social
(v. gr., el consumo de bebidas alcohlicas en la va pblica).
Ser prudente dejar condicionado este modo de administracin de los recursos que se confiere al fiscal a la discrecionalidad de la vctima, que, comprensiblemente, instar siempre por
que el delito que en su contra se cometi se investigue cabalmente?
Surge as uno de los tantos reparos que se pueden oponer a
la indiscriminada y amplsima intervencin que se confiere, en
el nuevo rgimen procesal penal chileno, a la vctima.
Todava ms, si bien el Cdigo (art. 237) dispone que si el
querellante asistiere a la audiencia en que se ventilare la suspensin condicional del procedimiento, deber ser odo por el tribunal, lo que pareciera dejar la cuestin entregada a la decisin
del querellante de participar o no en la audiencia, previamente
ha establecido que si la vctima lo hubiere solicitado, deber ser
oda por el fiscal, antes de solicitar dicha suspensin (art. 109
letra d).
En la misma lnea, se establece que la vctima ser oda por
el tribunal antes de pronunciarse acerca del sobreseimiento temporal o definitivo (para decretar el sobreseimiento el juez de310
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LOS SUJETOS
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la impugnacin de algunas resoluciones judiciales como a algunas decisiones de los fiscales del Ministerio Pblico.
d. 1.) Impugnacin de resoluciones judiciales
En forma perfectamente novedosa para lo que constituye el
rgimen recursivo en el orden procedimental chileno, el nuevo
Cdigo consagra, expresamente, el derecho que se otorga a la
vctima para impugnar el sobreseimiento definitivo o la sentencia absolutoria, aun cuando no hubiere intervenido en el procedimiento (art. 109 letra f).
Esta posibilidad impugnadora genera, como en el caso de
la facultad de la vctima antes analizada de ser oda por los tribunales, algunas dudas que dicen relacin con el rgimen general de acceso a los tribunales: la impugnacin debe efectuarse
con sujecin a los trminos de la Ley N- 18.120, esto es, la que
determina la obligacin, en general, de comparecer en juicio
con patrocinio de abogado habilitado para ejercer la profesin?
Lo que no merece dudas es que para ejercer este derecho
impugnador, la vctima no requiere haber deducido querella,
tanto porque el Cdigo regula en forma enteramente separada las posibilidades de actuacin del querellante y las de la vctima, cuanto porque impugnar las resoluciones judiciales es un
derecho inherente a la condicin de querellante, que, en la
terminologa tradicional, es una parte plena del juicio penal.
En otras palabras, carecera de todo sentido la norma que de
forma explcita consagrara este derecho de impugnacin de la
vctima si su ejercicio supusiere la condicin adicional de querellante.
El Cdigo contiene una norma de remisin -el art. 5 2 - con
arreglo a la cual sern aplicables al procedimiento penal, en
cuanto no se opusieren a lo estatuido en l, o en leyes especiales, las normas comunes a todo procedimiento contempladas en
el Libro I del Cdigo de Procedimiento Civil, conjunto normativo que, como es sabido, no alude al instituto del patrocinio de
abogado, lo que permite estimar que la disposicin no ayuda a
resolver la interrogante.
A su turno, la Ley N- 18.120 contiene normas de pretensiones reguladoras muy genricas (la primera gestin enjuicio),
de las que parece desprenderse su aplicacin a esta modalidad
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LOS SUJETOS
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LOS SUJETOS
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LOS SUJETOS
5.6.
CONCLUSIONES
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LOS SUJETOS
6 . 1 . E L DERECHO SANCIONATORIO
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LOS SU[ETOS
se correra el riesgo de que las sanciones pudieren ser las impuestas para otros comportamientos).
Por el de tipicidad, que slo pueden ser merecedoras de sanciones conductas que estn expresamente descritas en la norma legal.
Finalmente, por el de sujecin a investigacin y procedimiento justo y racional, que no puede haber sancin sin una investigacin racional y justa y que la resolucin que la imponga debe
ser, a su vez, producto de un procedimiento idnticamente justo y racional y consagrado por la ley.
Consecuentemente, el Tribunal Constitucional tiene decidido que "... los principios inspiradores del orden penal contemplados en
la Constitucin Poltica de la Repblica, han de aplicarse, por regla
general, al derecho administrativo sancionador, puesto que ambos son
manifestaciones del ius puniendi propio del Estado.
Que entre ellos es necesario destacar los principios de legalidad y de
tipicidad, los cuales no se identifican, sino que el segundo tiene un contenido propio como modo de realizacin del primero. La legalidad se cumple con la previsin de los delitos e infracciones y de las sanciones en la
ley, pero la tipicidad requiere de algo ms, que es la precisa identificacin de la conducta que la ley considera reprochable, garantizndose as
el principio constitucional de seguridad jurdica y haciendo realidad,
junto a la exigencia de una ley previa, una ley cierta ".
Corroborando este aserto, nuestros Tribunales Superiores de
Justicia han declarado que "...los denominados en doctrina actos
administrativos de gravamen, dirigidos por su naturaleza a restringir la esfera jurdica de los administrados, deben ser motivados y, aunque no importan ejercicio de la jurisdiccin, respetar el principio de
racionalidad y justicia del procedimiento, recogido en el inciso 5 del
art. 19 de la Carta Poltica... ".^^^
La idea -sujecin del proceder sancinate rio por la Administracin, a principios generales del Derecho Sancionatoriotambin se desprende de la jurisprudencia reiterada de la Contralora General de la Repblica. As, se ha resuelto, en relacin
al principio de legalidad, que "...las sanciones administrativas, de
'""^ Corte de Apelaciones de Santiago, 23 de septiembre de 1999. Corte Suprema, 5 de julio de 2000 (Fandez, Calvez, O. lvarez, Yurac y Espejo), casacin
fondo civil, rol N^^ 3904-99.
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acuerdo con el sistema jurdico al cual se someten, slo pueden aplicarse de conformidad con los preceptos que las establecen y por las cau^
sales que en ellos se contemplan. De otro modo podra suceder que en
determinadas circunstancias la aplicacin de una sancin pudiere imporiar la violacin de las garantas contenidas en la Carta Fundamental, que contempla los derechos individuales... ".'^^
Y, en torno al decisivo principio del debido juzgamiento, se
ha establecido que "...el ejercicio de poderes sancionadores (de un rgano administrador) debe conformarse a las virtualidades mnimas de
los procesos, tales como or a los inculpados, ponderar los hechos y resolver conforme a Derecho y al mrito de autos. Estas ritualidades mnimas que garantizan el legtimo proceso emanan de la Constitucin
Poltica... y se aplican a todo acto de naturaleza punitiva, aun cuando
ste no tenga consultada especficamente una regulacin o procedimiento propios. En esta forma, es violatoria de tales normas toda decisin
carente de esta ritualidad esencial... ".'^*'
En idntico sentido, "...segn el principio del debido juzgamiento, el ejercicio de la potestad sancionadora que asiste a los rganos administrativos debe someterse, por lo menos, a ciertas reglas procedimentales
que garanticen la defensa de la persona a quien se imputa la perpetracin de un hecho castigable... ".'"
6.2.
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LOS SUJETOS
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Es posible que ante la presencia de normas jurdicas contradictorias se tenga la tentacin de buscar una solucin recurriendo a la concepcin kelseniana de la jerarqua de las normas, lo
que nos conducira al conflictivo tema de la determinacin del
rango normativo que debe reconocerse, en el Derecho chileno,
a los tratados internacionales. No obstante, sin mayor fundamentacin podra estimarse, casi como circunstancia fijera de la discusin, que, por constituir la expresin de la voluntad jurdica del
Estado, concurriendo a formar un consentimiento bilateral o
multilateral con uno o ms de sus iguales, el tratado internacional no puede sino tener jerarqua mayor a la de una simple ley.
Me parece, sin embargo, que un criterio como el que he descrito resultara insuficiente, si no definitivamente errado: en el
tema planteado, lo que verdaderamente est enjuego es el reconocimiento, en una situacin concreta sometida a los rganos jurisdiccionales nacionales, de las garantas que a un ciudadano de
este pas se le otorgan en tratados internacionales ratificados por
Chile y que se encuentran vigentes. La garanta en debate es, segn se advertir, la de no ser tratado como culpable hasta que
una sentencia ejecutorada no confiera dicha condicin.
La Constitucin Poltica vigente (art. 5- inc. 2) ha impuesto
"a todos los rganos del Estado" el insoslayable deber de "respetar los derechos garantizados... por los tratados internacionales
ratificados por Chile y que se encuentren vigentes". Aparece as
que, en los hechos que se comentan, no se ofrecen al intrprete
dos alternativas de decisin jurdica contradictorias entre s y que
le impongan la necesidad de la eleccin. Por el contraro, en esta
situacin no hay sino un camino que el derecho chileno ofrece,
a saber, el acatamiento a la preceptiva constitucional, que no confiere al rgano estatal yjurisdiccional una posibilidad de eleccin,
sino le impone un imperativo jurdico de actuacin - u n debercon arreglo al cual deber respetar el derecho a la presuncin o
principio de inocencia que al seor Cayo otorgan los tratados antes nombrados.
Se trata, entonces, de observar este principio, que, segn
apunta Maier,^^^ quiere slo significar que la persona debe ser
"^ C/r. Julio B. Maier, Derecho Procesal Penal Argentino, tomo I, vol. B., Edit. Hammurabi, Bs. Aires, 1989, pp. 253-254.
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LOS SUJETOS
6.3.
Como es sabido, este principio, que entre nosotros tiene expresin constitucional en el art. 19 N- 3, incisos 1 y 8-, se traduce
en que slo se reconoce a la ley la aptitud suficiente para crear
delitos, pero su dimensin ms relevante se proyecta a la descripcin de los comportamientos que merecern el ejercicio del jus
puniendi estatal, esto es, en la descripcin de las conductas humanas que por estar anticipadamente descritas por la norma jurdica merecen sancin para el sujeto que voluntariamente las ejecute.
Se trata de una garanta constitucional propia de los regmenes democrticos y liberales, que en la ltima acepcin se a l a d a t i e n e , en p a l a b r a s de E t c h e b e r r y , u n s e n t i d o de
tipicidad'^*^ y que por vez primera en nuestra historia constitucional se reafirma en una Carta Poltica con la declaracin de
que "ninguna ley podr establecer penas sin que la conducta que
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LOS SUJETOS
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Las sanciones, mayores o menores, aplicables a los jueces respecto de quienes se haya deducido una acusacin no se pueden
aplicar a aquellos respecto de quienes se haya verificado, con
arreglo a la Ley Procesal Penal, un simple requerimiento.
Como conclusin, cabe sostener que el seor NN no ha sido
acusado por crimen o simple delito, desde que en su contra slo
se ha formulado un requerimiento y la diferencia entre estos
conceptos jurdicos conlleva el que el tipo penal sancionatorio
del art. 256 N- 5 del Cdigo Orgnico de Tribunales no contemple la suspensin como efecto de la formulacin de un requerimiento penal, sino de una acusacin, circunstancia que en la
especie no concurre, por lo que - e n sujecin cabal al principio
de reserva legal proyectado al mbito de la tipicidad- no es posible disponer la cesacin de funciones del seor Cayo como
juez, conforme a lo establecido en el art. 332 N 1 del sealado
cuerpo legal, o, lo que es lo mismo, l no ha incurrido, jurdicamente, en una causal de expiracin de funciones.
Respondo, en la forma que antecede, a la primera de las
cuestiones que se me propusiera.
6.4.
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I.OS SUJETOS
favorables que no hicieren aconsejable la aplicacin de la pena al imputado, el juez podr dictar la sentencia y disponer en ella la suspensin
de la pena y sus efectos por un plazo de seis meses.
Transcurrido el plazo previsto en el inciso anterior sin que el imputado hubiese sido objeto de nuevo requerimiento o de una formalizacin de la investigacin, el tribunal dejar sin efecto la sentencia y, en
su reemplazo, decretar el sobreseimiento definitivo de la causa.
Esta suspensin no afecta la responsabilidad civil derivada del delito ".
En consecuencia, si los efectos de la sentencia estn suspendidos, la persona condenada no habr adquirido esa condicin
en tanto dicho estado se prolongue en el tiempo. Y es que toda
sentencia condenatoria lleva implcita una declaracin, de all
que, a la hora de clasificar las sentencias judiciales, se pueda distinguir dentro de un gnero global, que son las sentencias declarativas -opuestas, en tal condicin, a las ejecutivas-, las
especies de sentencias declarativas, constitutivas y de condena.
La "suspensin" de los efectos de la sentencia condenatoria
implica que los efectos de la declaracin condenatoria no se verificarn durante un lapso determinado o hasta la produccin
de un evento.
A la inversa, para que la sentencia declaratoria de condena
suspendida surta algn efecto, ser necesaria la existencia de texto
expreso, como se demuestra reparando en que, cuando el legislador quiso que ella surtiera algn efecto, procedi a consignar dicho texto expresamente.
En abono a la conclusin, traigo a colacin los siguientes dos
ejemplos:
a) El inciso sexto del art. 196 E de la Ley N-18.290:
La pena asignada al delito de manejo en estado de ebriedad
est contemplada ahora en el art. 196 E de la Ley N 18.290 (Ley
de Trnsito), en relacin con el art. 115 de la misma ley, que
describe el tipo penal. Se sanciona all la conduccin en estado
de ebriedad con la pena de presidio menor en su grado mnimo y multa (inciso primero art. 196 E) y la suspensin y cancelacin de licencia de conducir por el tiempo que la misma norma
seala (inciso quinto art. 196 E).
Pues bien, el inciso sexto del mismo art. 196 E agrega que
"las medidas indicadas en el inciso precedente (suspensin y
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LOS SUJETOS
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LOS SUJETOS
Por lo dems, la vigencia del principio se reafirma continuamente por nuestros ms altos tribunales, los que lo entienden
proyectado incluso al mbito de la interpretacin de la ley, como
se comprueba con el fallo de la Corte Suprema que sostiene que
a propsito de dos vas diferentes de interpretacin [aun] "suponiendo dudosa la conclusin, debe primar la interpretacin
pro reo... .^^
Por imperativo de este principio en su proyeccin de auxiliar en la tarea hermenutica de las normas sancionadoras, debe
concluirse, en caso de duda:
a) Que el requerimiento y la acusacin son actos jurdicoprocesales diferentes.
b) Que la exigencia de la ltima no se satisface con la presencia del primero y que, suspendidos los efectos de la sentencia condenatoria, no pueden stos, durante el perodo de dicha
suspensin, proyectarse al terreno funcionario como para servir de fundamento a una suspensin de funciones, ni, muchsimo menos, a una extincin de la condicin de juez, a pretexto
de haber constituido, en su momento, una causal de suspensin
de tal condicin.
c) Que el derecho a la presimcin de inocencia, reconocido en los tratados internacionales ratificados por Chile y que se
encuentran vigentes, impide aplicar a un juez los arts. 256 N"* 5
y 6 y 332 N- 1 del Cdigo Orgnico de Tribunales, durante el
perodo de suspensin de los efectos de una sentencia condenatoria dictada en el procedimiento simplificado previsto en el
Cdigo Procesal Penal.
6.5.
CONCLUSIONES
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cipio de inocencia, el principio de reserva legal y el criterio hermenutico del in dubio pro reo.
c) La suspensin de los efectos de la sentencia condenatoria, decretada de conformidad a lo dispuesto en el art. 398 del
Cdigo Procesal Penal, impide que el fallo cuya vigencia queda
sujeta a una condicin resolutoria, consistente en que no se formule nuevo requerimiento al sujeto ni se formalice una investigacin penal en su contra en el lapso de la suspensin, sirva de
base o fundamento de sanciones, en tanto no haya transcurrido el perodo de la suspensin.
d) Un rgano jurisdiccional nacional no puede otorgar efectos punitivos a la circunstancia de haberse formulado requerimiento enjuicio simplificado en contra de un juez, tanto porque
sin sentencia condenatoria ejecutoriada se vulnera el derecho a
la presuncin de inocencia consagrado en tratados internacionales ratificados por Chile y que se encuentran vigentes y que
el art. 5 inc. 2 de la Constitucin Poltica vigente impone a ese
mismo rgano respetar y promover, cuanto porque la hiptesis
sancionadora legal discurre sobre la base de haberse deducido
"acusacin" en contra del juez, situacin que en la especie no
se verifica.
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LOS SUJETOS
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ser medida con varas de eficiencia y debe ser sometida a controles de calidad.
En el mbito penal, sin embargo, sabemos que la justicia no
se agota en los jueces ni los fincionarios judiciales, menos en pases como el nuestro, en que no existe polica judicial, ni, por ahora
a lo menos, se divisa la menor posibilidad de implementarla. De
all que, muchas veces, sea comprensible el lamento justificador
de los jueces que se sienten injustamente censurados por la falta
de resultados y que exigen derivar la responsabilidad a los organismos policiales encargados de las pesquisas penales.
La tradicin y cultura poltica nacional desde antiguo, sin
perjuicio de tomar adems en consideracin las serias modificaciones introducidas en el debate poltico chileno por el golpe militar del ao 1973, que, en lo jurdico se retratar en la
Constitucin Poltica de 1980, han aceptado que el cuerpo policial de mayor antigedad y al propio tiempo el ms numeroso
responda a esquemas militarizados.
La situacin, entonces, impone la necesidad de determinar
el modo como justcia y polica -estructurada sta principalmente bajo cnones militares- pueden fiancionar armnicamente, al
tiempo que asegurar que esa polica no descuide sus fiinciones
esenciales que son las de prevencin y de cuidado del orden pblico.
Es que la polica j u d i c i a l y general- no es un mal necesario
del cual la humanidad podr llegar a prescindir, como suelen
verla en su utopa abolicionistas del sistema represivo. Por el contrario, cabe suponer que en un Estado de Derecho ella ocupe
un puesto destacado en la lucha contra la criminalidad y contribuya as a la defensa de la paz social sin menoscabo de libertades y garantas ciudadanas.
No obstante, eso depende de diversos factores, los cuales slo
pueden ser ponderados adecuadamente si de previo consideramos, como se ha justificado, los orgenes de la polica judicial,
que desde algunos aspectos podemos asimilar a lo que conocemos como Polica de Investigaciones, y los criterios de distincin
entre ella y la llamada polica de orden o seguridad.
La polica judicial, tal y como la concebimos hoy, incluyendo
la misma denominacin, es un fruto de la Revolucin Francesa,
poca en la cual, aunque el juez inquisidor contaba con el auxi336
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LOS SUJETOS
lio de alguaciles o comisarios, en los cuales poda delegar algunas de sus tareas, empero, no resultaba posible efectuar una clara
distincin entre las funciones de polica y las funciones de justicia, de forma que el juez inquisidor cumpla funciones que, a partir
del Cdigo francs de 3 de brumario -25 de octubre de 1795ms tarde se dieron en llamar funciones de policajudicial.
7.1.
El artculo 19 del Cdigo citado, tambin conocido por el inexacto nombre de Cdigo de delitos y penas, pese a su naturaleza
esencialmente procedimental, indicaba que la polica administrativa tena por objeto el mantenimiento habitual del orden
pblico en cada lugar y en cada una de las partes de la administracin general y tenda principalmente a prevenir los delitos.
En el art. 20, el Cdigo sealaba la funcin de la policajudicial: investigar los delitos que la polica administrativa no pudo
evitar, reunir las pruebas y llevar a los delincuentes ante los tribunales encargados de imponerles la sancin que corresponda.
De esta manera dicho Cdigo desarrollaba un principio establecido por el artculo 189 de la Constitucin del ao III, que
le haba recientemente precedido, segiin el cual "las administraciones... no pueden inmiscuirse en las materias dependientes del orden judicial".
Tonini estima que la distincin entre polica administrativa
y policajudicial fue causada probablemente por la amarga experiencia del perodo revolucionario conocido como del terror,
durante el cual se promulg la Ley de Sospechosos, que estableci como delito la simple sospecha de ser "rebelde" o "traidor". Durante dicho perodo fue completa la confusin de las
funciones administrativas y jurisdiccionales, de manera que los
rganos judiciales desarrollaron funciones de prevencin, mientras que los rganos administrativos, como las municipalidades
y el "Comit de Seguridad General", ejercieron funciones judiciales. Cesada la etapa del terror y eliminado el delito de mera
sospecha, seala el autor italiano, los rganos de justicia penal
recuperaron sus propias caractersticas y se asisti a una aclara337
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LOS SUJETOS
mirlo, ha sido objetado en Francia por numerosos autores, sosteniendo que la polica judicial realmente no reprime, sino que
ella interviene para ayudar a la represin que derivar de la sentencia condenatoria. Asimismo, que la polica administrativa,
adems de prevenir, tambin reprime cuando emplea la fuerza
para asegurar el respeto de sus rdenes, sin recurrir a la intervencin de un juez.
A lo anterior habra que agregar lo que seala Ciara, en
cuanto a la funcin preventiva de la polica judicial, desde el
punto de vista procesal, cuando acta para evitar o prevenir la
alteracin de las pruebas, la fuga de los sospechosos o la destruccin o separacin de los elementos de conviccin.
De igual forma debe ser tomado en consideracin el criterio de nuestro destacado compatriota Juan Bustos Ramrez, en
el sentido de que entre prevencin y represin no hay diferencia conceptual, sino slo temporal y cuantitativa. La prevencin
no sera sino la respuesta represiva contra las posibilidades de
produccin del hecho delictivo. En la misma lnea de pensamiento, podemos decir que la represin del delito tiene tambin una
funcin preventiva en cuanto factor que detiene la criminalidad,
aunque en la poca actual se ponga en tela de juicio el efecto
ejemplarizante de la pena.
Otro criterio al que se ha recurrido para establecer la diferencia entre las dos funciones de polica est basado en la discrecionalidad de la polica administrativa en contraste con la
legalidad que regula el ejercicio de la polica judicial.
7.2.
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nisterio pblico y a los tribunales de justicia, la capacitacin especfica que deben recibir sus miembros y las potestades que la
ley otorgue al cuerpo policial.
A. Apoliticidad
Si la falta de apoliticidad en la polica de seguridad es causa de
disfunciones que pueden constituir verdaderas desviaciones de
poder, tratndose de la investigacin de delitos, la politizacin
policial puede llegar a corromper todo el sistema de justicia,
pues en la generalidad de los casos las primeras pesquisas suelen tener una influencia decisiva sobre la ulterior sustanciacin
del proceso penal.
B. Organizacin civilista
Piedra fundamental en la edificacin de un buen cuerpo de polica es la formacin de la mentalidad policial, es decir, una mentalidad claramente diferenciada de la militar, como diferentes
son las funciones de la polica y del ejrcito.
En un Estado de Derecho, la polica no puede ser concebida
sino como un servicio a la comunidad; es un servicio pblico de
proteccin o tutela de todo el conglomerado social y de los derechos y garantas individuales. La mentalidad militar, orientada claramente al uso indiscriminado de la fuerza, sin repugnancia alguna a la brutalidad, es incompatible con la mentalidad
con la que debe ser cumplida la funcin policial esencialmente
protectora.
El acto militar exige reaccin refleja del subalterno a la orden del superior o ante una situacin determinada. El acto policial exige racionalidad, discernimiento, valoracin de los riesgos
a que estn expuestos los bienes jurdicos confiados a su proteccin. De all que no slo sea sustancialmente distinta la mentalidad del polica de la mentalidad del soldado, sino tambin mucho
ms compleja y laboriosa la formacin de la mentalidad policial.
De all que adems en un pas como el nuestro, en el que
comienzan a quedar atrs aos de militarizacin excesiva, me
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LOS SUJETOS
parece que constituye hoy una necesidad el crear, en la superioridad policial, la conviccin de que sus lealtades y fines institucionales -coherentes con un Estado de Derecho de un sistema
democrtico y republicano- apuntan antes al poder civil -entindase Poder Judicial, Ministerio Pblico, Ministerios encargados
del orden pblico- que al poder militar.
C. Control
Todo cuerpo policial necesita controles internos y externos. El
ms importante de los controles internos, es el que ejercen directamente los jefes y oficiales. Otro, lo constituyen oficinas especializadas de supervisin pertenecientes a la misma polica, en
general conocidas como de asuntos internos.
Tratndose de una polica judicial y en virtud de su subordinacin constitucional al Ministerio Pblico, al que se ha confiado de manera exclusiva la direccin de las investigaciones, lo
adecuado sera que este Ministerio estuviere dotado de atribuciones suficientes para ejercer la jurisdiccin disciplinaria de
toda polica que trabaje bajo sus rdenes.
Hoy se puede recordar que tanto el Proyecto de Ley Orgnica Constitucional del Ministerio Pblico como el de Cdigo
Procesal Penal, conferan tutela disciplinaria al Ministerio Pblico sobre los policas encargados de cumplir funciones de polica judicial, regla que h u b o de eliminarse por la cerrada
oposicin de una de las policas nacionales. No es absurdo e
incoherente que, ante la impericia, negligencia o simple negativa policial a cumplir una instruccin o una orden, la autoridad constitucionalmente autorizada para dirigir la investigacin
carezca de atribuciones para sancionar tales inconductas?
Es efectivo, empero, que el ms democrtico de los controles policiales es el que ejerce directamente la comunidad. Si la
polica es un servicio a la ciudadana, sta tiene derecho a velar
por su adecuada prestacin. Entre polica y comunidad, en una
sociedad democrtica, no puede haber divorcio o antagonismo.
Una relacin armoniosa no slo depara ventajas para la comunidad, sino para la misma polica, que adquiere reconocimiento de su legitimidad y el consecuente apoyo ciudadano.
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D. Ubicacin
En algunos pases, el problema es librar a la polica de la influencia poltico-partidista; en el nuestro, en cambio, y dentro de lo
que se vino llamando el perodo de transicin, me parece que
ha sido el de asegurar sumisin total a las directrices de la autoridad civil del Estado, representada, principalmente, por la judicatura y el Ministerio Pblico, sin perjuicio de anotar como
cuestin inaceptablemente pendiente el que el rgimen de doble militancia policial, que significa que Carabineros dependa
del Ministerio de Defensa y la Polica de Investigaciones del Ministerio del Interior, representa el absurdo de que la autoridad
llamada a responder por el orden pblico carece de atribuciones sobre el rgano que cuenta con la fuerza para reprimir los
desmanes en contra de tal orden.
7.3.
En Chile necesitamos imperiosamente que la relacin Ministerio Pblico y polica se estructure sobre u n ambiente de confianza recproca: lo anterior n o deja de ser paradoja!, si se
recuerda que la Constitucin Poltica confa al Ministerio Pblico
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LOS SUJETOS
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Este caminar juntos de polica y Ministerio Pblico necesariamente llevar a este ltimo a tornarse en el defensor de la
polica: velar porque se la dote de ms y mejores materiales;
que se aumente su personal; que se la capacite mejor, etc.
En otros trminos, corresponde asignar una atencin diferente y, quizs, preferente, a la actividad policial de nuestros das?
Pareciera que, sin mayores anlisis, todos tendemos a coincidir
contestando afirmativamente a estas interrogantes y, si as aconteciera, parece, casi desde luego, manifiesto que si establecemos
las razones por las que tal respuesta afirmativa es correcta, estaremos en condiciones de determinar la razn que condiciona
esta diferencia en la calidad y modalidad del trabajo policial y,
todava, de asumir la posibilidad de describir cmo debe realizarse esta labor.
Por ejemplo, qu se entiende por participacin de la comunidad en la prevencin del delito?, con qu finalidades se ejercera?, cules seran sus principales modalidades concretas?,
qu responsabilidades incumbiran a este respecto al Estado, a
los organismos oficiales y a la comunidad?, cmo evaluar la accin de esta ltima, as como su eficacia?, cmo asegurarse de
que la participacin comunitaria en la prevencin del delito no
supondr que todos o la mayora de los ciudadanos se conviertan en vigilantes de la paz y el orden (la historia demuestra que
la comunidad puede ser ms represiva que el sistema penal y
tambin ms conservadora), o que mediante ella el Estado no
multiplicar sus actividades de control social, que nunca se llegar a una sociedad "de mirada permanente"?
La idea de la participacin de la comunidad en la prevencin del delito ha encontrado desde el principio una acogida
ms favorable en la polica que en la poblacin. Se trata de una
reaccin perfectamente comprensible. La polica sabe, en efecto -y la investigacin lo confirma-, que los ciudadanos no suelen denunciar numerosos delitos de los que son vctimas o testigos;
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LOS SUJETOS
que el porcentaje de solucin de las infracciones conocidas es bastante bajo y que, pese a las patrullas y otras actividades preventivas, en nuestro m u n d o contemporneo la criminalidad no cesa
de crecer. Ante tales condiciones, el recurso a la colectividad
puede constituir para las fuerzas del orden una operacin sumamente rentable en la medida en que, gracias a dicho recurso, les es posible, por un lado, intentar sinceramente solucionar
un problema social relativamente importante, y, por otro, legitimar una nueva accin policial reduciendo las ocasiones de producir reacciones o efectos negativos.
7.5.
SEGURIDAD CIUDADANA
ste parece ser el tema de nuestros das, alentados, por las encuestas que de u n o y otro extremo del espectro poltico saltan
al debate pblico, demostrando, segn se dice, que un elevado
nmero de nuestros compatriotas viven bajo un rgimen de inseguridad y de temor a ser vctimas de delitos.
En este tema es indispensable que la autoridad asuma una
actitud de liderazgo: vanamente hemos esperado del Ministerio
de Justicia la palabra que con mesura, pero con energa, centre
la cuestin en su verdadero equilibrio y traiga tranquilidad a la
ciudadana.
Es que, como se ha sostenido recientemente por una acadmica y directora de una carrera de Sociologa, ^^'^ "la inseguridad
es un problema mundial..." y en relacin al tema de las encuestas, lcidamente se ha anotado que "en las encuestas se pregunta
a las personas si tienen miedo o si creen que hay inseguridad,
entonces lo que hay es una opinin respecto de que existe inseguridad... en este momento, hay ms sensacin de inseguridad
que inseguridad propiamente tal...".
Quin har efectiva la responsabilidad social de los medios
de comunicacin, en especial de la televisin, que da a da compite por presentar como primeras noticias de sus noticieros cen-
'^^ Cfr. El Mercurio de Valparaso, 2 de mayo de 2004. Patricia Muoz Snchez, Directora de la carrera de Sociologa de la Universidad de Playa Ancha.
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7.6.
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r o s SUJETOS
descriptiva, no importa adhesin a quienes persiguen establecer una modalidad de convivencia basada en el temor y en el
olvido de los derechos de las personas.^^"^
Reitero, en palabras de un muy querido discpulo,''^'^ que muchos de los problemas y conflictos que se generan en la sociedad vienen determinados por conflictos y problemas creados por
la produccin, definicin y distribucin de los riesgos que la tcnica y la sociedad generan.
Gran parte de las amenazas a que los ciudadanos estamos
expuestos provienen de las decisiones que otros ciudadanos
adoptan en el manejo de los avances tcnicos, pero tambin son
consecuencia del desplazamiento hacia la marginalidad que la
sociedad tecnolgica -altamente competitiva- impone a muchos,
quienes de inmediato pasan ser percibidos como fiiente de riesgos personales y patrimoniales.^^'^
En los tiempos actuales, segn expondr ms adelante, la
cuestin parece ser la inquietud ciudadana por la seguridad pblica o, simplemente, por lo que se estima es un incremento en
el nmero de delitos que se cometen, sin que, correlativamente, se advierta una respuesta estatal enrgica, lo que justifica, por
algunos, una suerte de verdadero clamor por la adopcin de reglas, normas y leyes que confiriendo ms atribuciones a los rganos de la persecucin penal, permitan a stos actuar con
mayor celeridad y, en especial, con mayor rigor, sobre quienes
son imputados de la comisin de hechos delictuales.
Se vuelca, as, inexorablemente la mirada a esta relevante fijncin estatal que es la fimcin policial: el hombre, el ciudadano,
las personas de nuestros das esperan y exigen del fincionario policial, una respuesta que permita una vida mejor
'-'' El m u n d o parece asistir indi'erente a situaciones c o m o las q u e se presentan con los talibanes presos en G u a n t n a m o , sin acusacin, juicio p r x i m o ni tribunal q u e vele p o r sus d e r e c h o s , t o d o lo cual es o b r a del pas q u e ha h e c h o de la
libertad individual u n a condicin de su desarrollo y q u e , a partir de 1868, con la
E n m i e n d a (Catorce, prescribe en su Constitucin q u e "...or shall any state dcprive any person, of life, liberty or property, without d u e process of law...".
'-' Cfr. Raiil Ni'iez O., Los pmcedimienlos del Derecho Penal Moderno y del Derecho
Penal clsico, paper.
'-** Silva Snchez, Jesi'is Mara, La expansin del Derecho Penal, cit. p o r Raill
Niiez, dem anterior.
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La tranquilidad, la seguridad y / o lo que en general se entiende por orden pblico, o simplemente por el orden, ha representado u n a caracterstica largamente anhelada por los
grupos humanos a lo largo de los tiempos; de algn modo, se
trata de un sentimiento propio de la naturaleza humana y expresin parcial, matizada y distante, del ancestral instinto de conservacin.
As, entonces, el afn colectivo de seguridad no puede ser
objeto de vma repulsa o rechazo irreflexivos ni peyorativos; antes, por el contrario, se le debe dispensar un reconocimiento real
y efectivo. Su observancia coadyuvar en el establecimiento de
reglas y normas de convivencia prudentes y equilibradas. De lo
que se trata, empero, es de evitar que la expresin de tal sentimiento, sea que el mismo emane de una conviccin originaria,
sincera y profunda, sea que, en cambio, l constituya el resultado de masivos y, normalmente, disimulados procesos de persuasin, se eleve a la condicin de insalvable valla, frente al deseo
de regular el ejercicio del poder sancionador del Estado, en trminos que se preserve la dignidad y los derechos fundamentales de todas las personas involucradas.
La violencia, el riesgo y la amenaza, insiste Hassemer,''-^^ son
hoy fenmenos centrales de la percepcin social. Cada vez con
mayor intensidad aparece la seguridad ciudadana^ ^"^ como un
"bien jurdico", alimentando una creciente industria al respecto.
El terrorismo y el trfico de drogas han hecho surgir el concepto de criminalidad organizada, como una especie de realidad
social, que los expertos policiales presentan con connotaciones
especiales. As, por ejemplo, ya es comn escuchar frases como
129 "] Destino de los Derechos del Ciudadano en el Derecho Penal Eficaz",
en Persona..., cit. p. 40.
'^^ Lo que se nota actualmente en Latinoamrica es que luego del abandono
de la doctrina de la seguridad nacional -apunta Javier Llobet R., desde Costa Rica-,
que pregonaba la existencia de una guerra contra el marxismo que justificaba su
combate con la tortura, las desapariciones y las ejecuciones extrajudiciales, defiende... la existencia de una guerra en contra de la delincuencia en la que se utilizan mtodos similares a los que se utilizaron durante la vigencia de la doctrina
de la seguridad nacional... a esta respuesta autoritaria frente a la inseguridad jurdica, es lo que se ha llamado... doctrina de la seguridad ciudadana". Cfr. La Prisin Preventiva, Univ. para la Cooperacin Internacional, San Jos, 1997, p. 117.
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LOS SUJETOS
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I.OS SUJETOS
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Es imperioso que se inculque en el polica la efectiva conviccin de satisfaccin personal e institucional por la funcin que
cumple, para que se supere esa soterrada pero evidente nostalgia de igualarse o de identificarse con las actividades militares.
Este resultado slo se obtendr cuando, en los hechos, el sistema poltico genere las condiciones para que se confiera a la funcin policial un debido reconocimiento social, como resultado
de dispensrsele un marco jurdico y econmico adecuado.
De cara al efectivo perfeccionamiento profesional, es indispensable que la dependencia institucional de la polica pase al
Ministerio del Interior,''^'^ decisin que no se puede an llevar a
cabo por falta de respaldo poltico.
En cinsecuencia, la tarea importa fortalecer en la superioridad policial la conviccin de que sus lealtades y fines institucionales, coherentes con un Estado de Derecho en un sistema
democrtico y republicano, apuntan antes al poder civil (Poder
Judicial, Ministerio Pblico, Ministerio encargado del orden pblico) que al poder militar.'^^
Como sea, reaparece - e n toda su dimensin- el dilema del
desafo que nuestros tiempos imponen a la polica, demandndole proporcionar niveles de seguridad que todos anhelamos,
pero bajo criterios de actuacin respetuosos de los derechos y
la dignidad de las personas.
La cuestin es extremadamente relevante, porque en muchos
pases,^^^ y sin duda en el nuestro, ha cobrado creciente respal-
' " Con cierta deliberada simpleza, en mi opinin, se sostiene que esta dependencia conlleva el riesgo de la politizacin, olvidando que durante el siglo XX
y hasta que se produjera el golpe militar de 1973, la polica dependi del Ministerio del Interior sin los resultados que se temen, y que en la experiencia comparada una de las policas ms exitosas, la de Nueva York, depende del alcalde.
''*' Sobre este tema mi artculo "La actividad policial bajo la direccin del Ministerio Pblico", en Los desafos en las relaciones Polica-Ministerio Pblico, publicacin conjunta del Ministerio de Justicia chileno, la Fundacin Konrad Adenauer,
la U. Central de Chile y otros, Stgo., 1999, p. 61.
"^ El sistema norteamericano, caracterizado por poseer una de las ms altas
proporciones de ciudadanos privados de libertad, aprob en 1984 una Federal Bail
Reform Act, por la que expresamente se autoriz a los jueces para disponer la privacin de libertad si "...no existe una condicin o combinacin de condiciones
que razonablemente aseguren la comparecencia del imputado cuando se le requiera o la seguridad de cualquier otra persona y de la comunidad". En el caso
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LOS SUJETOS
do el criterio de la seguridad de la sociedad, como elemento regulador de la libertad del imputado,'"*" lo que importa contrariar toda la filosofa de un rgimen de garantas reales e importa
que, por sobre un proceso racional de anlisis y persuasin, prevalece el ancestral afn de decidir apresuradamente las controversias, sobre la base de los pareceres mayoritarios, al propio
tiempo, siempre temerosos, influenciables y cambiantes por definicin, irremisiblemente morbosos y crueles por antonomasia.
A estas alturas, resulta inevitable volver a la relacin "rgimen
poltico" y "normativa procesal penal", reparando, como ensea
Roxin, que en los Estados totalitarios, bajo la anttesis errnea Estado-ciudadano, se exagerar fcilmente la importancia del inters estatal en la realizacin, lo ms eficaz posible, del procedimiento penal. En un Estado de Derecho, en cambio, la regulacin de
esa situacin de conflicto no es determinada a travs de la anttesis Estado-ciudadano. El Estado mismo est obligado por ambos
fines: aseguramiento del orden a travs de la persecucin penal y
proteccin de la esfera de libertad del ciudadano.'"''
Al concluir, es preciso reconocer, en palabras de Ferrajoli,''*'^
que una parte de la opinin pblica asocia seguramente finalidades directamente represivas a la prisin preventiva. Pero esta
idea primordial es, precisamente, una de aqullas contra las que
naci el delicado mecanismo del proceso penal: que no sirve,
como se ha dicho, para tutelar a la mayora, sino para proteger,
United States vs. Salerno, por 6 votos a 3, la Corte Suprema declar constitucional la disposicin. U.S.739 (1987).
'""' El principio de la seguridad de la sociedad como elemento que obsta a la
libertad del imputado, si bien estaba en e! Cdigo, fue lamentablemente recogido, por primera vez en nuestra historia constitucional, por la Constitucin de 1980.
Al efecto, es preciso recordar que el origen del instituto, en el derecho occidental, son los regmenes fascistas y su doctrina de respaldo.
"El Estado fascista a diferencia del Estado democrtico-liberal-escnha. Manzini- no
considera la libertad individual como un derecho preeminente sino ms bien como una concesin del Estado acordada en inters de la colectividad... ", y el famoso Ministro de Justicia Rocco declaraba que "...La libertad, por tanto, es concedida al individuo y a los
grupos, en inters de la sociedad. Como todos los derechos individuales, tambin la libertad
es una concesin delEstado... "ambos cit. por Ferrajoli, Tecnia..., cit., p. 632.
'' Cfr. Roxin, ob. cit, p. 258.
''^ Teora, cit., p. 561.
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7.7.
CON(|:LUSIONES
Lo expuesto muestra algunos de los problemas, retos y alternativas de solucin que, como en otros pases, se plantean en
Amrica Latina con respecto a los aspectos del sector policial
aqu considerados, por lo que slo resta apoyar, enrgicamente, la actual tendencia consistente en considerar a la polica
como un servicio esencialmente civil y profesional, sin que ello
implique necesariamente la desaparicin de algunos conceptos (por ejemplo, jerarqua y disciplina) propios a la institucin castrense.
En cuanto a un nuevo modelo de polica comunitaria (o de
proximidad), conviene tener en cuenta la oportunidad de introducirlo, con las adaptaciones que se impongan, ya que se trata
de un modelo que no slo ha demostrado en numerosos pases
su potencial en la prevencin de la delincuencia, sino que adems se corresponde con el tipo democrtico de sociedad deseado para el continente.
La necesidad de no considerar este modelo como una panacea universal, por lo que su aplicacin debe acompaarse de
experiencias piloto debidamente evaluadas.
Su utilidad social, ya que este modelo no est concebido
como un instrumento destinado a aportar soluciones nicamente a los fenmenos de la criminalidad y de la inseguridad ciudadana, sino tambin como una herramienta capaz de resolver
otros problemas de la comunidad, contribuyendo de esta suer354
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[,OS SUJETOS
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LOS SUJETOS
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no es fortuito que desde Barcelona, en tiempos recientes. Ramos Mndez nos invite a efectuar una "lectura constitucional"
del proceso penal.
El fenmeno jurdico que reconoce la fundamentacin anticipada se plasma en la norma -objeto natural de la reflexin y
del anlisis del jurista, del abogado y, en el caso particular nuestro, de jueces, fiscales y defensores-, pero se agota en la aplicacin efectiva.
El deber del hombre de derecho de nuestro tiempo, en consecuencia, viene condicionado por el tema epistemolgico, se
retrata en la norma y se proyecta en la realidad, haciendo prctica la teora tridimensional del derecho que Reale nos propusiera desde Brasil.
En su cometido analtico y prctico, el operador del sistema
procesal penal no puede transar ni ser imparcial: con su nocin
referida a los valores y propsitos en juego, su tarea no puede
ni debe ser jams neutral.
En su labor de exgesis, de anlisis, de comparacin y, en
especial, de aplicacin del ordenamiento procesal penal, ustedes, los jvenes operadores que definirn este nuevo ordenamiento procesal penal, no debern jams ser neutrales: por el
contrario, les demandamos una actitud de compromiso volitivo, intelectual y fsico con los fundamentos y valores del sistema, que son, al final, los del hombre de nuestro tiempo.
Todo proceso penal admite lecturas diversas en funcin de
la perspectiva desde la que el lector se ubique: la ms tradicional, y por ende menos llamativa, es la que hace descansar al proceso penal en el binomio de la eficacia y la garanta. Garantismo
y eficacia constituiran, en esta aproximacin, los elementos esenciales para analizar y calificar un proceso penal determinado.
La vieja y recordada sentencia en orden a que el proceso penal constituye el barmetro para medir los elementos autoritarios de la organizacin estatal p u e d e p o n e r s e a p r u e b a ,
identificando los nfasis que demuestra un proceso penal de un
tiempo y un lugar determinado.
En nuestros das, el debate se ha tornado complejo en grado creciente: si, por doquier, al influjo del desarrollo incontenible de los Derechos Humanos, se baten en retirada sistemas
procesales penales que avasallan la dignidad del ser humano,
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LOS SUJETOS
para adoptarse formas respetuosas de tal dignidad y de los derechos esenciales de las personas, subsiste, inalterable la irrenunciable fiancin del Estado de asegurar una pacfica convivencia
entre sus subditos, tarea que habr de ajustarse a estos parmetros descritos.
La preocupacin estatal por los derechos de las personas se
comprueba reparando ya no slo en las regulaciones legales de
los pases, sino advirtiendo el afn generalizado de elevar estas
reglas a los estratos ms altos de la jerarqua normativa.
As los pactos y tratados internacionales darn el ejemplo de
regulaciones respetuosas de los derechos de las personas, para
permitir que las Constituciones sigan su camino introduciendo
principios semejantes que terminarn constituyendo las guas de
los Cdigos o leyes procesales penales.
La cuestin comienza con las proclamaciones generales; sas
que anticipan que todas las personas nacen iguales en dignidad
y derechos y que la soberana, esto es, el poder estatal, reconoce como limitacin el respeto a los derechos que emanan de la
naturaleza del hombre.
En el derrotero de nuestra propia Constitucin, basta recordar la sentencia que seala que Chile es una repblica democrtica, para extraer de esa simple afirmacin un sugerente
conjunto de conclusiones, porque, como afirma Dworkin, se requiere que la Constitucin est redactada en un lenguaje abstracto y, por ende, que ella sea interpretada a travs de los
procedimientos legales ordinarios por jueces que la entiendan
como un ejercicio en el mbito de la filosofa poltica.
El marco constitucional de nuestro propio proceso penal se
conforma, entonces, con la disposicin que nos recuerda que
los hombres nacen libres e iguales en dignidad y derechos; se
desliza hacia la teora poltica de una repblica democrtica, segn seal, configurada con la limitante impuesta al poder del
Estado por el ejercicio de los derechos que emanan de la naturaleza de las personas y se enmarca dentro de un Estado de Derecho, conocido por la exigencia de actuar los rganos del
Estado dentro de su competencia, so pena de nulidad de lo que
se verifique en contravencin.
Aparece as que en los arts. 1, 4, 5, 6 y 7 de la Carta se
configura el estatuto constitucional del sistema jurisdiccional.
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LOS SUJETOS
De all que en general se declare que toda persona tiene derecho a ser tratada como inocente en tanto no se establezca su
responsabilidad por sentencia firme, lo que constituye la denominada presuncin o principio de inocencia.
Personalmente, me inclino por estimar que se trata de un
principio antes que de una presuncin: en efecto, como presuncin, puede fcilmente desvanecerse por una o varias pruebas
en contra; como principio, en cambio, constituye un basamento ideolgico sobre el que descansa el ordenamiento procesal
penal, inmodifcable o inderogable por una nueva ley o norma
jurdica.
El tema de la inocencia, empero, tiene slo sentido en funcin de una imputacin penal; en otras palabras, la generalidad
de las personas que circulan por las calles no son inocentes, son
libres, porque se es el estado normal. Slo en cuanto el sujeto
enfrenta el riesgo de la imputacin penal, tiene sentido atribuirle
como principio bsico el de inocencia.
En Chile, la situacin es compleja en virtud de muchas circunstancias, que obviamente no podramos analizar en esta ocasin. Apenas algunas reflexiones: No somos - m e parece- un pas
especialmente ocupado de generar un marco normativo o fctico de respeto a los derechos de las personas, a los derechos de
cada persona. Usualmente, en el mbito jurdico y poltico, se
antepone al anlisis la consideracin por los llamados derechos
de la colectividad; la nocin de orden pblico; los derechos colectivos; singulares referencias al bien comn; etc.
Pero los derechos individuales, los del sujeto singular, francamente carecen de especial proteccin, en especial si la cuestin est referida al mbito del proceso penal.
Una prueba elocuentsima la constituye el art. 156 del CPP,
que autoriza a la polica para que en casos de delitos flagrantes
y siempre que hubiere fundadas sospechas de encontrarse el responsable de un delito en un recinto cerrado, entrar y registrar
ese recinto sin previa orden judicial... sin que nadie - e n obsequio al xito de la persecucin p e n a l - repare en los derechos
del tercero, propietario de la casa o lugar cerrado y que ninguna participacin ha tenido en los hechos delictuosos y a quien
la Constitucin le asegura no slo la inviolabilidad del hogar,
sino adems el derecho de propiedad.
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Pues bien, de cara a equiparar en algn grado la notable diferencia que existe entre Estado e imputado, reconocemos en
el pas, con jerarqua meramente legal, en art. 42. del CPP que a
nadie se considera ctxlpable de delito, sino en virtud de sentencia fundada en un proceso previo legalmente tramitado, pero,
agregamos, el imputado deber someterse a las restricciones que
con arreglo a la ley se impongan a su libertad o a sus bienes durante el proceso.
Aparece as la que Carnelutti llamara la frmula de la implicancia, que puede enunciarse afirmando que no se puede castigar sin proceder ni proceder sin castigar, implicancia que, segn
San Agustn, denuncia la pobreza del intelecto humano, que nos
constrie a castigar para saber si uno debe ser castigado, lo que
constituye el verdadero drama del proceso penal y que importa
reconocer que al excluir la implicacin el castigo en el proceso
no es posible.
El sufrimiento del inocente es, desgraciadamente, el costo
insuprimible del proceso penal.
La presuncin de inocencia en el pas se recoge a nivel legal y no constitucional. Es ms, en el mbito de las presunciones penales, la Carta Poltica no puede ser ms desafortunada,
como lo es, por lo dems, en todo lo referente a garantas de
las personas sometidas a procesos penales, en clara demostracin que en la disyuntiva entre seguridad y libertad el constituyente se inclin siempre por la primera en desmedro de la
segunda. As, encontramos una norma que asegura que la ley
no podr presumir de derecho la responsabilidad penal, regla
que puede ser bien venida, aunque su presencia es elemental,
toda vez que la norma inversa constituira txn simple resabio de
oscurantismo medieval.
Con todo, la redaccin del precepto es ya equvoca: si la Carta, se podra razonar, asegura que la ley no ptiede presumir de
derecho la responsabilidad penal, es evidente que el legislador
podr establecer presunciones legales de responsabilidad, presunciones que, cada vez que se introduzcan, eliminarn la presuncin de inocencia.
Que la cuestin no es balad se comprueba recordando el
entusiasmo y candor con que algunos parlamentarios han aparecido en los medios, ltimamente, antmciando leyes por las que
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tados-, con la prctica de exmenes invasivos, como aquellos encaminados a analizar fluidos seminales o corporales en general?
No estoy, acaso, convirtiendo al imputado mismo en la fuente de prueba cuando lo obligo a practicarse esos exmenes?
La importancia de esta cuestin no slo radica en los trminos de la respuesta que uno entregue o con la que coincida; me
parece a m que ya el propsito est logrado si nos planteamos
seriamente el problema y somos capaces de vislumbrar que tras
una situacin que ha venido pareciendo tan pacfica -practicar
exmenes de ADN o de fluidos seminales- se encierra una marcada toma de partido en el debate perenne que se mantiene entre la garanta y la eficacia.
La cuestin, como es obvio, se extiende a todo el mbito procesal penal; constituye el trasfondo ideolgico del debate sobre
la admisin de la teora de la prueba ilcita emanada de la conocida Cuarta Enmienda a la Constitucin norteamericana -finalmente recogida en nuestro nuevo Cdigo-, y en particular
de la prueba derivada, la famosa fruta del rbol envenenado, temas todos sugerentemente aguardando que los intrpretes, principalmente los defensores, lleven a los jueces para elaborar la
respuesta de los juristas chilenos del siglo XXI, respuesta que
confiamos sea armnica con la que ya 25 aos atrs diera el Tribunal Constitucional alemn, declarando que la investigacin de
la verdad no es un valor absoluto del proceso penal.
Porque el actuar del Estado se detiene donde comienza la
dignidad de la persona a la que se confiere el derecho a no incriminarse, antecedente o consecuencia del principio de inocencia, que lo mismo da, hemos de reconocer que la regulacin
positiva consagra grados de desigualdad a favor del imputado
que se traducen ya no slo en el derecho a la ltima palabra en
el juicio oral, sino en el derecho a obtener que acogido el recurso de nulidad en su favor, se dicte sentencia de reemplazo
absolutoria o que rebaje la pena o, por ltimo, que la revisin
slo puede deducirse en favor del imputado
Estoy concluyendo as esta primera parte del anlisis encaminado a demostrar que en el proceso penal existe y debe existir una desigualdad intrnseca a favor del imputado, para pasar
a la segunda, que destaca la actividad defensorial al interior de
un proceso penal.
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La paradoja consiste, en cambio, en que la tarea no es ni privativa, ni exclusiva ni, en verdad, principalmente de los fiscales.
Son otros rganos del Estado los que deben proporcionar la efectiva seguridad ciudadana, por ms que muchos se empeen en
olvidarlo.
Toda lectura del nuevo rgimen procesal permite comprobar que las decisiones ms relevantes en el nuevo sistema procesal que el fiscal quiera adoptar, estn condicionadas a la
reaccin de la vctima o del juez de garanta.
En ocasiones, las facultades conferidas a la vctima parecen
excesivas: recurdese sus posibilidades de impugnar la decisin
de ejercer oportunidad, para lo cual no requiere de fundamentos ni formalidades ("de cualquier modo"), con lo que este instrumento de aplicacin de polticas pblicas parece perder su
sentido. No obstante y dada la circunstancia de carecer el fiscal
de legitimacin democrtica, esta, en principio, excesiva atribucin de la vctima concluye tornndose en un efectivo o potencial control popular de su gestin.
Con todo, y aunque los trminos legales no sean suficientemente explcitos, lo que se demanda del Ministerio Pblico es
que asuma, con valenta y realismo, la elaboracin y ejecucin
de verdaderas polticas pblicas de persecucin penal, tarea para
la cual se le han otorgado los instrumentos necesarios.
Es en esta perspectiva en la que se debe entender, entre otros
institutos del nuevo orden legal, el sentido del principio de oportunidad, del archivo provisional o de la suspensin condicional
de procedimiento.
Fiscales que entienden que la finalidad de la actividad investigadora, que es, a la postre, la actividad probatoria de la etapa
de investigacin, no es ms que formar su propia conviccin acusadora o, por decirlo en palabras diversas, fiscales que asuman
que se investiga para saber si se acusa, en contraste con la actividad probatoria del juicio, que es el nico respaldo posible de
la sentencia, confirmando aquello de que, en cambio, la actividad probatoria del juicio se encamina a decidir si se condena o
si se absuelve.
La relacin se agota en la intervencin del juez: a l le pedimos nada ms, pero nada menos, que asumir el papel tradicional del tercero imparcial frente al conflicto. Del tercero que
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midad, acord que sea la Corte de Apelaciones, en primera instancia, y la Corte Suprema, en segunda, quienes deban declarar si hay o no lugar a formacin de causa, quitando a la Cmara,
por consiguiente, toda injerencia en el desafuero".'^*^
Se dio a luz, de este modo, al que fue, en su momento, el
art. 33 de la Constitucin de 1925, qtie dispona que "ningn
diputado o senador, desde el da de su eleccin, puede ser acusado, perseguido o arrestado, salvo el caso de delito flagrante,
si la Corte de Apelaciones de la jurisdiccin respectiva, en Tribunal Pleno, no autoriza previamente la acusacin declarando
haber lugar a la formacin de causa".
En tanto, rega en el pas, desde 1907, el Cdigo de Procedimiento Penal, elaborado en base al proyecto de Manuel Egidio Ballesteros, cuyo art. 656, en armona con la norma de la
Carta de 1833, rezaba: "ningn tribunal, aunque halle mrito
para imputar un delito a un senador o diputado, proceder contra l sino cuando la Cmara respectiva o la Comisin Conservadora, en su caso, declare que ha lugar a formacin de causa".
Es importante tener en cuenta, sin embargo, que el Proyecto original de Ballesteros estaba redactado, en esta parte, en forma diferente. En efecto, ei que era su art. 673 sostena que "el
Tribunal que haUare mrito para procesar por causa de delito a
un senador o diputado se abstendr de dirigir el procedimiento
en contra de l hasta que la Cmara respectiva declare haber
lugar a formacin de causa contra el inculpado...", cuestin sobre la que volver ms adelante, no sin consignar, desde luego,
que la redaccin definitiva del art. 656 transcrito y que corresponde al actual art. 611, fue obra de una indicacin de don Jos
Bernardo Lira, integrante de la Comisin Mixta de diputados y
senadores que revis el Proyecto.'*^
Lo cierto es que, en virtud del acuerdo del nuevo texto constitucional, se dict el Decreto Ley 554, de octubre de 1925, que
modific el Cdigo de Procedimiento Penal y le dio su redac-
'**' Actas Oficiales de las sesiones celebradas por la Comisin y subcomisiones encargadas del estudio del Proyecto de Nueva Constitucin Poltica, Stgo., linpr. Universitaria,
p. 59.
'' Cfr. Santiago Lazo, Los Cdigos Chilenos Anotados. Cdigo de Procedimiento Penal, Poblete Cruzat Hnos. Edit., Stgo., 1916.
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cin actual, consagrando que la decisin de si corresponde hacer o no lugar a la formacin de causa compete a los tribunales
de justicia y no ms al Congreso.
Finalmente, es necesario tener presente que el art. 58 de la
Constitucin Poltica de la Repblica, actualmente vigente, dispone:
"Ningn diputado o senador, desde el da de su eleccin o
designacin o desde el de su incorporacin, segn el caso, puede ser procesado o privado de su libertad, salvo el caso de delito flagrante, si el Tribunal de Alzada de la jurisdiccin respectiva,
en pleno, no autoriza previamente la acusacin declarando haber lugar a formacin de causa. De esta resolucin podr apelarse para ante la Corte Suprema.
En caso de ser arrestado algn diputado o senador por delito flagrante, ser puesto inmediatamente a disposicin del Trib u n a l de Alzada respectivo, con la i n f o r m a c i n sumaria
correspondiente. El Tribunal proceder, entonces, conforme a
lo dispuesto en el inciso anterior
Desde el momento en que se declare, por resolucin firme,
haber lugar a formacin de causa, queda el diputado o senador
acusado suspendido de su cargo y sujeto al juez competente".
Por ahora, puede destacarse que desde el lejano diciembre
de 1823, en adelante, todos los textos constitucionales aluden a
que para proceder penalmente en contra de un parlamentario,
se precisa que algn rgano, poltico o judicial, declare si ha o
no lugar a la formacin de causa, sin que, hasta hoy, aparezca
algn texto legal que determine en qu consiste la formacin
de causa o, lo que es lo mismo, cmo se cumple la orden que
dispone que corresponde formar la causa. Adicionalmente, slo
desde 1907 aparece en el ordenamiento positivo una exigencia
de mrito a que debe atenerse el rgano - p o r ahora, jurisdiccional- encargado de la investigacin, para proponer al tribunal
superior la posibilidad de desaforar al parlamentario. Esta exigencia de mrito, como se sabe, viene regulada en el actual art. 612
del Cdigo de Procedimiento Penal, que dispone que "tan pronto como de los antecedentes del proceso o de la informacin rendida, a peticin de parte, aparezcan contra un diputado o senador
datos que podran bastar para decretar la detencin de un inculpado, el juez de primera instancia elevar los autos al tribunal su375
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perior correspondiente a fin de que si halla mrito, haga la declaracin de que ha lugar a formacin de causa".
9.2.
LA FORMACIN DE CAUSA
A qu se aludir con la frase "formacin de causa"?'^'' Significar esta expresin que se autoriza para dar comienzo a un proceso penal? Me parece que la negativa es manifiesta, vale decir,
aunque el significado literal de la expresin y su sentido gramatical induzcan a pensar que la declaracin en orden a que se
hace lugar a la formacin de causa importa sostener que se puede dar origen, dar nacimiento a una causa penal que antes no
exista, me inclino por una interpretacin diferente. En otras
palabras, no me parece que cuando una Corte declara que se
hace lugar a la formacin de causa, lo que est afirmando es que,
como lo seala el art. 81 del Cdigo de Procedimiento Penal,
deba comenzar el juicio penal, por denuncia, querella, requisicin del Ministerio Pblico o por pesquisa Judicial, hiptesis todas que se descartan a la luz del mero tenor del art. 612 del
Cdigo invocado, que, como se anticip, permiten al juez pedir
el desafuero cuando los antecedentes del proceso arrojen determinados datos, esto es, se discurre a partir de un proceso que
ya se encuentra en tramitacin.
La Comisin de Constitucin, Legislacin, Justicia y Reglamento del Senado, aunque con imprecisiones, ha sostenido que "un
parlamentario no puede ser sometido ajuicio sin ser previamente desaforado'V^^ en otra ocasin, sostuvo que "el desafuero no
es sino un permiso dado por la Corte de Apelaciones para que
pueda seguirse un proceso en contra de un parlamentario", y agreg que "...el desafuero es un permiso para que pueda procesarse
a los parlamentarios y desde que se da esa resolucin por resolu-
''" Vid. infra la respuesta que a esta interrogante dio, sin distincin algima, la
Comisin que redactara la Constitucin de 1980.
''' 26 de abril de 1933, Boletines de Sesiones del Senado. Legisl. Extraord. 19321933, pp. 1544-1545, tomo II, cit. por Rolando Acua Ramos, La Constitucin de
1925 ante la Comisin de Comstitucin, Legislacin, Justicia y Reglamento del Senado, Editorial Jurdica de Chile, 1968.
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cin firme de la Corte de Apelaciones, el congresal queda inhabilitado para el desempeo de sus funciones parlamentarias".^''^
Informando al Senado, con motivo de las condenas mltiples impuestas al Senador Carlos Altamirano, y la consulta en
torno a si quedaba inhabilitado para el ejercicio de su cargo, a
fines de los aos 60, la Comisin cita al profesor Jorge Ovalle,
para quien "el desafuero es una mera autorizacin para procesar al parlamentario".
En la misma ocasin, el Senador R. Fuentealba dej constancia que a l "le parece absolutamente claro que el desafuero
tiene por objeto no slo permitir el procesamiento del parlamentario, sus efectos se extienden ms all de la dictacin de la sentencia hasta el cumplimiento total de la misma (...) porque el
parlamentario queda sujeto al tribunal competente para todos
los efectos sin excepcin".
Fundando en esa oportunidad su voto, el Senador R. Juliet
expuso que "...mientras el fuero desde un aspecto sustantivo es
una garanta de libertad del parlamentario, el desafuero aparece como una norma procesal que permite someter a juicio al
parlamentario y con ello dejarlo sujeto a las penas que pudieran imponrsele en la sentencia respectiva".'^^
Comentando estos informes, el compilador, don Rolando
Acua Ramos, expone: "La Comisin solamente se ha referido
en dos oportunidades acerca del problema jurdico que plantea el desafuero de un H. Senador Estas oportunidades han sido
en 1948, con motivo del desafuero del H. Senador seor Neruda, y en 1968, con ocasin del desafuero del H. Senador seor
Altamirano" y agrega "la Comisin, voto de mayora, afirma enfticamente que el desafuero es una simple autorizacin o permiso para que pueda procesarse a un parlamentario y esta
autorizacin o permiso, concedido por la resolucin firme de
la Corte de Apelaciones, produce como efecto suspender al parlamentario de su cargo".
"Nosotros concordamos con este planteamiento -sostiene- y
creemos que sirve de base, como lo veremos ms adelante, para
'"* dem. cit. ant., 23 de abril de 1948, Boletines, Legisla, ord., 1948, sesin
25.5.48, pp. 260 a 267, tomo I.
''^ dem. cit. ant., 15 de abril de 1968.
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sostener que una vez extinguidos los efectos del desafuero -autorizacin para procesar-, que se produce por la resolucin judicial condenatoria o absolutoria, el parlamentario no queda
suspendido del ejercicio de su cargo".
"Tenemos entonces, concluye, que la institucin jurdica del
desafuero -insistimos simple autorizacin para procesar, con lo
que estn de acuerdo los tratadistas y hay informe de la Comisin al respecto- termin con la sentencia".''"'"*
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LOS SUJETOS
en contra de muchos o de todos aquellos que, por diversas razones, le pueden parecer como vinculados con el delito: respecto
de stos, la situacin es extremadamente riesgosa e incmoda;
en general, no saben qu se les imputa; ignoran en qu se funda tal imputacin; desconocen cunto tiempo mantendrn el
carcter de eventuales responsables y, en general, el Cdigo les
ha restringido sus posibilidades de defensa. Su situacin slo
mejor con la Ley N 18.857, que consagr, en el art. 67, un catlogo de derechos a disposicin de aquel a quien, en general,
se vincula con el hecho que se investiga, pero de esta caracterstica, esto es, de tratarse de derechos enumerados en el Cdigo,
se desprende su insuficiencia y excepcionalidad.
La posicin slo deviene favorable -paradjicamente- cuando el estatus del sujeto se agrava: es a partir del procesamiento
cuando, por haberse aumentado el nivel de conviccin del juez
en relacin a la responsabilidad del inculpado, la ley, j u n t o con
generar consecuencias de una imputacin formalizada, le confiere a la persona efectivas posibilidades de defensa.
Lo que acontece es que, hasta este momento, en relacin al
sujeto, la actividad investigadora sumarial se aparece como ajena,
general e indeterminada; tambin para el juez, su propia labor
resulta marcada por estas notas distintivas de gran indeterminacin: A partir del procesamiento, en cambio, sujeto yjuez se vinculan decididamente por la imputacin formulada. Mientras
para el juez, en general, su tarea se circunscribe ahora a referir
al procesado la investigacin, para ste, en procura de la obvia
finalidad de demostrar su inocencia, se abre el conjunto de posibilidades de actuacin que confiere la calidad de parte en un
proceso.
El cambio es notable; hasta antes del procesamiento, en estricto rigor, existe poca diferencia, desde el ngulo jurdico, entre el inculpado o sospechoso y el resto de la comunidad;
sometido l a proceso, la situacin vara completamente, desde
que, a partir de entonces, la actividad investigadora se dirige en
su contra; la persona se torna en objetivo directo de la indagacin, diramos que hay ahora una causa en su contra o aquel
conjunto de actuaciones genricamente encaminadas a descubrir los hechos y sus partcipes se centran, a partir del procesamiento, en el sujeto y su vinculacin con el delito.
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LOS SUJETOS
'''' Cfr. La Constitucin ante el Congreso, Jorge Huneeus, Santiago, Impr. De los
Tiempos, 1879, Stgo. Informe de la Comisin suscrito por los seores Jorge Huneeus, Enrique Cood, Jos M. Balmaceda y Jos Clemente Fabres, el 16 de noviembre de 1875, en pp. 442 a 450.
156 Vase la coherente interpretacin que, poniendo en armona esta norma y
la constitucional, entreg el ex senador Sergio Diez, en su intervencin como Comisionado redactor de la Constitucin Poltica de 1980, que cito ms adelante.
"''' Cfr. Jorge M. Quinzio, Manual de Derecho Constitucional, Editorial Jurdica
de Chile, 1969, p. 349. C. Suprema, 26 de enero de 1999, c / Feo. Javier Errzuriz
T. (Revista de Derecho y Jurisprudencia, t. XCVI, 2" p, sec. 4-, p. 43).
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'** Cfr. Manual de Derecho ('constitucional. Editorial Jurdica de Chile, Stgo., 1930,
p. 402.
' * Lo anterior no obsta a la referencia que .se hace en el propio artculo a la
privacin de libertad, como demuestro.
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LOS SUJETOS
nfasis agregado.
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Acordado. ^'^^
De la breve resea que antecede se desprende, ms all de
toda duda, que la idea de quienes redactaron la Constitucin
actualmente vigente era que para que se pudiere decretar el desafuero de un diputado o senador, deban concurrir los requisitos para encargar reo, mencin que no incluyeron y mantuvieron
la tradicional frmula de "haber lugar a la formacin de causa", siguiendo la clarividencia del Comisionado, Profesor Ovalle, que estim que la institucin poda eliminarse en el futuro
del Derecho Positivo nacional (como ha acontecido con el Cdigo Procesal Penal) y, de todas maneras, la redaccin utilizada
sera suficientemente elocuente.
"'' CJr. Actas Oficiales de. la Comisin de Estudio de la Nunm Constitucin Poltica
de la Repblica. Sesin 293, celebrada en martes 17 de mavo de 1977, pp. 11,S2 a
1137.
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LOS SUJETOS
Por decirlo de otro modo: en tanto persistiera en el Ordenamiento Procesal Penal la encargatoria de reo, son los requisitos que la hacen procedente los que deben concurrir para que
se pueda desaforar a un parlamentario.
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9.4.
PRIMERAS CONCLUSIONES
9.5.
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LOS SUJETOS
que se pueda otorgar el desafijero y en esa tarea incurre en notorias insuficiencias, como se demostrar:
a) La tesis de la Corte es que para que proceda el desafijero se requiere a lo menos que "exista un delito establecido siquiera presuntivamente, en sus aspectos centrales de tipicidad
objetiva y (...) exista un germen de prueba de participacin (...)
surgiendo la gestin de si ese germen se satisface con las sospechas fundadas o se requieren las presunciones a que se refiere
el art. 274 del Cdigo de Procedimiento Penal" (Consid. P ) .
b) Contestndose la interrogante que ella se ha planteado,
la Corte afirma que si se exigieran presunciones fundadas de la
participacin, se estara vulnerando la igualdad ante la ley, desde que esa participacin debera establecerse sin la confesin
("la ms importante de las pruebas"), puesto que al parlamentario, antes del desafuero, no se le podra interrogar como inculpado (Consid. 6=).i'55
c) No obstante reconocer que la normativa constitucional
apunta a la exigencia de las presunciones como elemento mnimo de acreditacin de la participacin, la Corte desestima esta
posibilidad siempre sobre la base de atentarse contra la igualdad ante la ley.
La contradiccin de la sentencia consistente en ponderar los
dichos de los parlamentarios y afirmar, empero, que antes de
ser desaforados, no se les puede interrogar como inculpados.
En cuanto a la pretendida participacin de los parlamentarios en ambos delitos, la resolucin afirma que s existiran las
fundadas sospechas, acreditadas por los propios dichos de los
parlamentarios, que la Corte califica otra vez de "testimoniales",
lo que, j u n t o con importar, en mi opinin, una calificacin elusiva y posiblemente un verdadero ilcito constitucional, impone
dejar establecido de una vez que la declaracin de una persona.
"" Esta es una muy lamentable afirmacin del fallo. Cmo ignorar que Ballesteros en Nota de su Proyecto escriba "La confesin es ms que nada un medio de prueba cuya oportunidad el juez est llamado a apreciar, mientras que la
declaracin indagatoria es una medida que si bien puede servir de base a la investigacin, tiene por principal objeto suministrar al inculpado antecedentes para
que prepare sus medios de defensa". Manuel Egidio Ballesteros, Proyecto de Cdigo
de Procedimiento Penal para la Repblica de Chile., Imp. Cervantes, 1891, p. 220.
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"* Esta calificacin resulta casi misteriosa y completamente ajena a las que la
ley utiliza: ora las presunciones son fundadas ora no lo son; ora retinen las condiciones del art. 488 del C. de P. Penal -evento en el cual constituyen adecuado medio para establecer la existencia de un hecho- ora no los retinen y no consiguen
acreditar que el hecho existi.
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interpretativa, desde que el mismo art. 19 N- 2 inc. 2 de la Carta admite que la ley -y con mucha mayor razn la propia Constitucin- puede establecer diferencias, a condicin de que las
mismas no sean arbitrarias, y, sin duda, no es arbitraria la diferencia en el trato penal de los parlamentarios, que el propio fallo se encarga de reconocer, descansa en la necesidad de
proteger la funcin parlamentaria, que es, al final, la proteccin
de la soberana popular.
Todava ms, constando en la causa las declaraciones de los
parlamentarios, es inexplicable, como se anticipara, que no se
las valore, para establecer si con ellas, aun desde la perspectiva
testimonial, como seala el fallo, resultan las presunciones fundadas de participacin.
Los indicios y sospechas aludidos en el considerando 9En este considerando noveno se trata del segundo eventual delito que motiva el desafuero y reaparece el debate en torno al
modo de acreditar las exigencias legales: en la filosofa de la Corte, bastar establecer que existen las condiciones para detener,
esto es, que se encuentre acreditada la existencia de un hecho
que revista caracteres de delito y que concurran fundadas sospechas de participacin.
En cuanto a la existencia del hecho, afirma la Corte que habra indicios resultantes de la incriminacin qvie efecta el particular, agregndose que "por lo dems" todos los parlamentarios
relacionados con este hecho reconocen que se habl de la posible obtencin de plantas mediante ddivas, discrepando slo en
lo relativo a la intencin con que se dijeron esas palabras.
No es posible que la Corte no haya reparado en que si los
dichos de los parlamentarios, sin embargo, fueron en el sentido que se ha sealado, lo que realmente efectuaron tales parlam e n t a r i o s fue negar la existencia del hecho que reviste
caracteres de delito, desde que, por lo expuesto precedentemente, los nimos siguen siendo cruciales en la tipificacin de los
hechos y, eliminados, no hay delito ni hecho que lo parezca.
Se invoc, adems, en apoyo a la comprobacin del hecho,
que al final de la reunin lleg el seor Tombolini, procesado
en otros autos en los que se le sindica como gestor de concesio391
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LOS SUJETOS
dicios que en concepto de la Corte existen tienen la aptitud probatoria suficiente'^'^ para darlo por establecido.
Al efecto, me parece central continuar con la distincin formulada, desde que la primera cuestin a dilucidar consiste en
establecer si el hecho existe o no, y la segunda ser si, en caso
de existir, reviste o no caracteres de delito.^''*^
Si para los efectos del anlisis damos por establecida la existencia del hecho, habremos de abocarnos a resolver, ahora, si
el mismo presenta caracteres de delito y recordaremos que conforme a la descripcin legal, segn ya se anticip, se trata de
un delito con elementos subjetivos del tipo legal, lo que provoca el manifiesto resultado de que el mismo comportamiento, verificado bajo nimos o intenciones contrarios a los de la
descripcin legal, excluye que el hecho revista caracteres de
delito.
Las circunstancias que permiten afirmar que el hecho s "reviste caracteres de delito" deben estar incuestionadamente acreditadas, lo que n o i m p o r t a afirmar que est justificada la
comisin del delito, ni en los trminos para procesar, ni menos
en los trminos para condenar, pero sobre la existencia de esa
prueba no sujeta a discusin descansa, nada menos, que la facultad que la ley le otorga a un juez para que prive a un ciudadano de la libertad.
Es por esta razn, que si ha sido necesario recurrir a los indicios para establecer que el hecho reviste caracteres de delito.
"'' Carmignani sostena que "todo indicio necesita tener la prueba de s mismo y de este modo necesita el mismo ser probado por medio de confesiones, por
medio de testigos o por documentos; de modo que la prueba artificial, indiciara,
corre un doble peligro, pues se encuentran los peligros que tambin estn siempre en la prueba no artificial y adems los peligros del vicio de razonamiento,
que son inseparables de la prueba artificial", materia que Fontecilla comenta agregando que "no podemos desconocer que Carmignani tiene razn para sostener
que un indicio necesita de prueba para que tenga valor como presuncin, para
concluir afirmando que "el indicio debe previamente apoyarse en un hecho realmente comprobado, como lo exige nuestro C.P.P. en su art. 488 como primer requisito". Cfr. Rafael Fontecilla R., Tratado de Derecho Procesal Penal, t. II, Editorial
Jurdica de Chile, 2- edic, 1978, p. 363.
"'* Esta disquisicin se formula en la ptica de lo que la Corte ha estimado
para desaforar, vale decir, que concurran las condiciones para detener, juicio que,
por todo lo expuesto precedentemente, me parece equivocado.
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9.6.
CONCLUSIONES FINALES
a) Para desaforar a un parlamentario deben concurrir los requisitos para someterlo a proceso, cuyo es el sentido histrico,
jurdico y gramatical de la expresin "formacin de causa".
b) La sentencia de la Corte de Apelaciones de Rancagua
-bajo el subterfugio de calificarlas de "dichos testimoniales"- emplea los trminos de las declaraciones de los parlamentarios para
'"' En los mismos trminos, Waldo Oruizar escriba que "...la precisa individualizacin del hecho que .sirve de base a la imputacin y al proceso, individualizacin que se efecta a travs de su comprobacin o establecimiento, es de
importancia capital...". Cfr. Rmista de Ciencias Penales (enerojunio de 1971 N" 1,
t. XXX, Tercera poca), p. 48.
'"" Cuestin diferente es que la circunstancia de que un hecho "presente caracteres de delito" constituya tm juicio de probabilidad y no de certeza.
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No obstante, ya desde los inicios, es preciso reconocer la realidad que casi inadvertidamente se desliza de las ideas anteriores; la motivacin por la cuestin arranca del seno de la cultura
jurdico-procesal penal o, simplemente, de la vertiente jurdicopenal y, de ningn modo, se corresponde con el sentir general,
masivo, social o popular,'^ qixe, en cambio, no slo no comparte
las inquietudes, sino se muestra firmemente contrario a la adopcin de medidas que sustituyan a la prisin preventiva.
Llevada la cuestin a otros planos, pareciera que aspectos tradicionales de la pugna ideolgica, que han permitido, secularmente, distinguir entre derechas e izquierdas,"* conservadores y
progresistas, autoritarios y libertarios, reaparece en estos debates en funcin del binomio o diada, libertad y seguridad, segn
veremos. Es que, en nitestros tiempos, y continundose con una
tendencia cada vez ms acentuada, generalizadamente, el anhelo
de seguridad desplaza a la exigencia de libertad.'
Todos admiramos y respetamos el formidable movimiento
por los derechos de las personas, que emergi con tanta fortaCfr. Castigar o Rehabilitar? Las Medidas Alternativas a la Reclusin en Chile, Ministerio de Justicia, P edic, Stgo., 1997, p. 12. En la misma lnea, cfr. Mara A. Juste
y otro. Medidas Alternatixjas a la Reclusic'm (La Experiencia de Chile, Espaa, Estados
Unidos e Inglaterra), Fundacin Paz Ciudadana, Stgo., agijsto de 1998.
' Por el contrario, el diario El Mercurio, de Santiago, publica en su edicin
del da 4 de septiembre del ao 2004, un reportaje en el que se lee: ...Al grito de
''seguridad, seguridad", miles de personas se han congregado frente al Congreso Nacional en
Buenos Aires tres veces en lo cue va de este ao. Su objetivo: reclamar ms leyes y ms tnedidas
contra los delitos. En Brasil, pas que presenta uno de los maycrres ndices de violencia del
mundo (en 2002 hubo 49.400 asesinatos), el gobierno tuvo que militarizar a la polica de
algunos estados para combatir la delincuencia, especficamente el narcotrfico y el crimen organizado. Lo que OCWTC m Argentina y Brasil no son casos aislados en Amrica Latina. Pese
a que los pases de la regin no estn tan estrechamente ligados, ni en lo econmico ni en lo
poltico, como los de Europa, hay dos temas en los que existe consenso: la mayora de sus
habitantes estn dispuestos a ceder cierteis libertades para tener orden".
^ Dio (x)francesco "Destra/Sinistra. Se cade lo spartiacque" en II sicolo XIX,
14.8.1990, cit. por Norberto Bobbio: Derecha e hc/uierda, 3" edic, Madrid, marzo
2001, p. 111.
' El fenmeno merece estudio en Latinoamrica; la simultnea presencia de
gobiernos autoritarios o de facto en los iiltimos 30 aos del siglo pasado, que ahogaron el ejercicio de las libertades, acostumbrando a los pueblos a actitudes diferentes y una generalizada pobreza, que los ndices mundiales no dejan de reflejar,
con su secuela de desigualdades y, ciertamente, de violencia social, figuran entre
las causas de esta dramtica realidad.
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MEDIDAS C : A U T E I A R E S
leza a los fines de la primera mitad del siglo XX, alentado por el
horror que en las conciencias de los hombres haban producido
los excesos de las guerras y movimientos polticos de signos encontrados que acompaaron a la centuria y, en consecuencia,
no extra qtie tratados, pactos, convenciones y Constituciones
Polticas dieran cobijo a proclamaciones generosas y enfticas
por las que se prometieron garantas y derechos que evitaran
la repeticin de los censurables sucesos conocidos. De pronto,
empero, cuando recin conclua la remecedora dcada de los
60 -agitados e ilusionados- se hizo, al parecer, evidente, que las
transformaciones que se esperaban y anunciaban ya no ocurriran'' y el m u n d o occidental comenz a sufrir el delito poltico
y, ms tarde, al amparo del inimaginable desarrollo tecnolgico
y de las comunicaciones en especial, el terrorismo, el trfico de
estupefacientes y el lavado de dinero, como nunca se conoci
antes en la historia.
Clsicos problemas de la dogmtica procesal, como el de la
unidad o diversidad del derecho procesal, han irrumpido con
creciente fuerza en el debate contemporneo al influjo de la
nueva legislacin procesal - e n especial, p e n a l - que se ha venido pergeando por doquier, exigida por urgentes requerimientos sociales. As, por ejemplo, hemos vuelto la atencin al tema
de las potestades del juez en el proceso, enfatizando que, j u n t o
al hasta ahora indiscutido rol directivo que se le vena asignando, toca al juez civil de nuestros tiempos asumir iniciativa probatoria permanente; analizar, in limine, la proponibilidad de la
demanda, de cara a su temprano rechazo; otorgar tutela anticipada, en la conviccin couttiriana de que en el proceso el tiempo no es oro, sino justicia; etc.
'' Frente a las esperanzas que alentaban la Alianza para el Progreso y la Nueva
Frontera de John F. Kennedy, recurdese el desalentador mensaje de Jean Jacques
Servan Schreiber, "El desafo americano", en el que se vaticinaba -sin imaginar
que, confirmndolo, veramos un Guantnamo o conoceramos las decisiones de
la Corte Suprema norteamericana que legitimaran la captura de ciudadanos de
otros pases, en stos, por fimcionarios policiales o de seguridad norteamericanos, sin permiso de la autoridad local, como aconteciera en Mxico, Panam y
en tantos otros lugares- que como consecuencia del desplazamiento posterior a
la II Guerra Mundial de la tecnologa, el capital y la cultura hacia los Estados Unidos de Amrica, se producira una situacin en que los pases europeos ya no seran capaces de equilibrar el podero econmico de esa nacin.
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MEDIDAS CAVTEIARES
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No obstante, las referencias estn siempre efectuadas al viej o sistema procesal penal, que conllevaba inevitable prdida de
libertad para el imputado, sea para aplicar el tormento que conduca a la confesin, sea para evitar su fuga.
La irrupcin de la presuncin de inocencia, nacida con el
Derecho Romano-' -alentada vigorosamente por la Ilustracindesde la Revolucin Francesa en adelante"' (arts. 7- y 9" de la
Declaracin de Derechos del Hombre de 1789) con su necesaria secuela de exigencias procesales en pro del sujeto," bajo el
prisma de no culpabilidad, habra debido constituir suficiente
garanta para los derechos de las personas, en particular, cuando se tiene en cuenta que nuestras Cartas Polticas establecen,
casi sin excepciones, que el ejercicio de la soberana reconoce
como limitacin el respeto a los derechos esenciales que emanan de la naturaleza h u m a n a , ' ' lo que importa elevar la dignidad h u m a n a a la valla infranqueable para el poder punitivo
estatal.
Si la jurisdiccin es la actividad necesaria para obtener la prueba de que un sujeto ha cometido un delito, escribe, sintetizando,
Ferrajoli,'"^ hasta que esa prueba no se produzca mediante un juicio regular, ningn delito puede considerarse cometido y ningn
sujeto puede ser considerado culpable ni sometido a pena.
De all que, descartada la cara emocional que la expresin
trae en s - c o m o afirma Magalhaes G.-,'** la denominacin "pre' Cfr. Trayano: "Statius esse impunitum reliuqui facinus inocentis, quma innocentem dammare", y los brocardos medievales, "afirmanti non neganli incumbit probatio y actore non probante rens absolvitur", cit. en Ferrajoli, Derecho y Razn
(trad. Perfecto Andrs Ibez y otro), Edit. Trotta, Madrid, 5- edic, 2001, p. 625.
'" Respecto de los orgenes de esta presuncin y, en partictilar, para derribar
el mito de su ancestro anglosajn, vase J. Llobet R., La prisin preventiva (lmites
constitucionales), pp. 43 a 47 (Univ. Para la Cooperacin Internacional), San Jos,
Costa Rica, 1997. Tambin es indispensable recordar a Beccaria, De los Delitos y las
Penas, XVI, p. 52.
" La presuncin de inocencia, se ha dicho, tiene bsicamente el mismo contenido que el debido proceso legal, pvies ambos consisten bsicamente, en la exigencia de unjtiicio previo a toda privacin de derechos. Cfr.]. Zamora Pierce,
"La ampliacin de la garanta de libertad bajo caucin", en Derecho Penal, Edit.
Juris, Rosario, Argentina, mayo 1993, p. 90.
'^ Art. 5" inc. 2" Constitucin Poltica de la Repiblica de Chile.
'-' Cjr. Luigi Ferrajoli, Derechoy Razn, cit., p. 549.
'"* Cfr Antonio Magalhaes Gomes Filo, Presungao de Inocencia..., cit., p. 37.
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MEDIDAS CAUTEIARES
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'' Cfr. Claus Roxin, Derecho Procesal Penal, Edit. del Puerto SRI., Bs. Aires, 2000,
trad. G. Crdoba y D. Pastor, p. 257. Recientemente, en el mismo sentido, M. I.
Horvitz y Julin Lpez, Derecho Procesal Penal Chileno, Editorial Jurdica de Chile,
Sigo., 2002, pp. 82 y ss.
'" Parece claro, a estas alturas de los tiempos, que las teoras abolicionistas
no han sido capaces de ganar, seriainente, adeptos.
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MEDIDAS CAUTELARES
de los elementos que constituyen el tipo penal y las restantes condiciones necesarias para que se pueda sancionar criminalmente, sino que, adems, reclama un trato acorde para l con tal
condicin de inocencia, lo que se traduce, primordialmente, en
el status de libertad del sujeto durante la actuacin del sistema
de persecucin y enjuiciamiento penal.'^
Hoy puede afirmarse, como acuerdo no sometible a discusin, la circunstancia de que la presuncin de inocencia no consigue ni persigue el efecto de privar toda actividad restrictiva de
derechos del imputado:'^ de lo que se trata, empero, es consignar que la afectacin de sus derechos y, en especial, la privacin
de su libertad ambulatoria, no puede tener otro propsito que
los fines mismos del proceso, sin que en caso alguno pueda representar una modalidad sancionatoria anticipada.^" De all que,
bsicamente, slo deben obstar a la libertad del sujeto el peligro de fuga y el peligro de oscurecimiento,^^ esto es, la posibilidad de que, en libertad, el imputado pueda eludir la accin de
*' * Cfr. al efecto, mi "La Seguridad Ciudadana y el Proceso Penal en la Sociedad del Riesgo", en Anales de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, vol. I,
Santiago, 1994.
'^ Manzini -idelogo fascista- tambin las emprendi contra la presuncin
de inocencia y no vacil en escribir refirindose a ella "...nada tan burdamente
paradjico e irracional. Baste pensar en los casos de prisin preventiva, en el secreto de la instruccin y en el hecho mismo de la imputacin. Dado que esta ltima tiene por presupuesto suficientes indicios de culpabilidad, debera constituir,
si acaso, una presuncin de culpabilidad". Trattato diDiritto Processuale, p. 180, cit.,
por Ferrajoli, Teora..., cit, p. 627.
^" La lectura del tema desde una Teora General del Derecho Procesal lleva a idntica
conclusin: si la medida cautelar es idntica a la actuacin que se espera como consecuencia de la orden que contendr la sentencia definitiva estimatoria, lo que estara ocurriendo
es que estaramos vulnerando el bsico principio que recuerda que nulla executio sine titulo, regla a la que en general slo hace excepcin la cautela innovativa, cuyo, manifiestamente, no es ni puede ser nunca el caso de la prisin preventiva.
^' Acorde con la mejor doctrina, el Cdigo Procesal Penal de Chubut (Argentina) dispone (art. 107) que "se podr ordenar la prisin cuando medien los
siguientes presupuestos:
1) la existencia de elementos de conviccin suficientes para sostener, razonablemente, que el imputado es, con probabilidad, autor de un hecho punible o
partcipe en l; y
2) la existencia de una presuncin razonable, por apreciacin de las circunstancias del caso particular, de que el imputado no se someter al procedimiento (peligro
de fuga) u obstaculizar la averiguacin de la verdad (peligro de entorpecimiento) ".
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la justicia o destruir o alterar pruebas de los hechos,^^ concepcin procesalstica que termina siendo lo que Cafferata Nores^^
ha llamado el "mensaje ms comprensible de resistencia frente
a una cultura jurdica crecientemente autoritaria", que lo concibe, empero, como un gesto punitivo ejemplar.
El Cdigo de Proceso Penal Modelo para Iberoamrica, escribe Ada Pellegrini, tambin concibe como excepcional la prisin preventiva, d e t e r m i n a n d o su proporcionalidad con la
infraccin imputada y con la pena que podr imponerse; estableciendo su limitacin temporal absoluta y la indemnizacin
cuando resultara haber sido indebida.'^*
Con realista pesimismo y asintiendo a estas ideas, Maier^'' opina que en el procedimiento penal reconocido en el actual estadio cultural no puede prescindirse de ciertas intervenciones en
el mbito de libertad del ser humano reconocido por la ley bsica, con el fin de proteger sus propias metas, y es por ello -sostien e - que la misma Constitucin las permite a modo de reglamentacin de los propios derechos y garantas que acuerda... pero
tambin resulta imposible concebir estas intervenciones sin establecer sus lmites, pues tratndose en todo caso de derechos y garantas atribuidos por la Constitucin, ni la ley puede alterarlos
al reglamentar su ejercicio ni es posible olvidar que, hasta que
no se haya pronunciado una sentencia firme de condena, resulta contrario a la Carta Fundamental imponer una pena.
La cuestin es extremadamente relevante,^'' porque en muchos pases,'"^^ y sin duda en Chile, desde donde estas lneas se
escriben, ha cobrado creciente respaldo el criterio de la seguri^- Vase mi ya antiguo "Hacia una reforma procesal penal inmediata", en
Estudios di Derecho Procesal, Edeval, Valparaso, 1990, pp. 187 y ss.
-' Cfr. fos I. Cafferata ores, Cuestiones actuales sobre el proceso penal, 2~ edic.
act., Edit. del Puerto, SRL, Bs. Aires, 1998, p. 192.
-' CJr. "Lineamentos Gerais do no Processo Penal na America Latina: Argentina, Brasil e Cdigo-Modelo para Ibero America", en O Processo em Evolu(ao, Forense Universitaria, 1996, Sao Paulo, p. 208.
-' Cfr. Derecho Procesal Penal argentino, Edit. Hammiirabi. SRL, Bs. Aires, 1989,
t. Ib, Fundamentos, p. 28,5.
-'' Vase, al efecto, en este mismo libro y ms extensamente, "La Seguridad
Ciudadana y el Proceso Penal en la Sociedad del Riesgo", al que pertenecen algunas de las ideas que desarrollo adelante.
'^' El sistema norteamericano, caracterizado por poseer una de las ms altas
proporciones de ciudadanos privados de libertad, aprob en 1984 ima Federal Bail
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MEDIDAS CAUTEIARES
Refonn Act, por la que expresamente se autoriz a los jueces para disponer la privacin de libertad si "no existe una condicin o combinacin de condiciones que
razonablemente aseguren la comparecencia del imputado cuando se le requiera
o la seguridad de cualquier otra persona y de la comunidad". En el caso United
States vs. Salerno, por 6 votos contra 3, la Corte Suprema declar constitucional
la disposicin, U.S.739 (1987).
^'** El principio de la seguridad de la sociedad como elemento que obsta a la
libertad del imputado, .si bien se incorpor al Cdigo de Procedimiento Penal chileno, fue lamentablemente recogido, por primera vez en nuestra historia constitucional, por la Constitucin de 1980. Al efecto, es preciso recordar que el origen
del instituto, en el derecho occidental, son los regmenes fa.scistas y su doctrina
de respaldo:
"El Estado fascista, a diferencia del Estado democrtico-liheral -escriba Manzini- no
considera la libertad individual como un derecho preeminente, sino ms bien como una concesin del Estado acordada en inters de la colectividad... ", y el famoso Ministro de Justicia
Rocco declaraba que "...La libertad, por tanto, es concedida al individuo y a hs grupos en
inters de la sociedad. Como todos los derechos individuales, tambin la libertad es una
concesin del Estado", ambos cit. por Ferrajoli, Teora..., cit., p. 632.
'^* Alberto Binder, "La Justicia Penal en la Transicin a la Democracia en Amrica Latina", en Poltica Criminal: de la formulacin a la Praxis, Edit. Ad H o c , Bs.
Aires, 1997, p. 21.5.
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diseado para imponer penas sin el requisito del juicio, entonces la idea misma del juicio carece de valor. Nulla pena sine iuditio es el principio que debe regular el carcter excepcional de
la prisin preventiva si, en definitiva, hemos de admitirla como
una realidad que nuestra propia naturaleza de seres expuestos
y dispuestos al delito nos impone.
La tarea del jurista actual, que propone medidas alternativas
a la prisin preventiva, en este tpico, como en tantos otros, no
es la de asumir el rol de incomprendido solitario enfrentado a
obtusas mayoras, sino el de incansable defensor de criterios de
razn contra las muchedumbres y polticos que, demaggica o
sinceramente, anteponen a ella motivos oscuros, irreflexivos,
pasionales o, simplemente, electorales.
Comentando la verdadera competicin que se ha desatado
entre sectores polticos y entre legisladores por obtener el ttulo de "campen de la seguridad pblica", el destacado catedrtico y actual Ministro de la Corte Suprema de la nacin
argentina, Eugenio Ral Zaffaroni-^" sostiene "existen polticos oportunistas y otros ms serios, pero ambos, eii definitiva, no pueden descuidar al electorado. Sea por puro clientelismo o porque defi'audar las
esperanzas vindicativas de sus electores es peligroso, lo cierto es que los
polticos serios no patrocinan iniciativas liberales o garantistas, porque
temen perder electorado, en tanto que los demagogos patrocinan iniciativas altamente regresivas, como pena de ynuerte, aumento de facultades
judiciales y en general bloqueo de toda iniciativa liberal, como modelo
de obtener ventajas electorales", y, a pesar de haber escrito sus comentarios ms de diez aos atrs, con vigencia asombrosa para
nuestros tiempos agrega que "una parte de los medios informativos
de comunicacin social practica abiertamente el terrorismo informativo,
o sea, continuo bombardeo de informacin roja ".
A estas alturas, resulta inevitable volver a la relacin "rgimen poltico" y "normativa procesal penal", reparando, como
ensea Roxin, que en los Estados totalitarios, bajo la anttesis
errnea Estado-ciudadano, se exagerar fcilmente la importancia del inters estatal en la realizacin, lo ms eficaz posible, del
'* Cfr. E. R. Zaffaroni, 1992, p. 181, cit. por Javier Llobet R., La pyisin preventiva, rit. p. 118.
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MEDIDAS CAUTEIJILRES
1.1.
Como se anticip, las medidas cautelares, alternativas a la prisin preventiva, constituyen un esfuerzo encaminado a paliar las
deficiencias que impone tal prisin preventiva, pero del anlisis
de las legislaciones vigentes se advierte que las opciones son escasas. En otros trminos, la gama de medidas ofrecidas por el
Derecho Comparado es reducida, en especial si se tiene en cuenta que, en tpicos de cautelares personales en el proceso penal,
como consecuencia del principio de garanta o legalidad que
nuestras Constituciones consagran, no es admisible -como acontece en el mbito del proceso civil- reconocer al juez un poder
cautelar general para la adopcin de medidas cautelares indeterminadas: enjuego la preciada garanta de la libertad, slo en
virtud de un texto expreso podr imponerse alguna limitacin,
de donde se desprende que el reproche de falta de imaginacin
termina dirigindose al legislador.
" Cfr. Roxin, ob. cit., p. 258.
'^ Cfr. Teora..., cit., p. 561.
''' Cfr. mi La Seguridad Ciudadana..., cit.
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'* El nuevo sistema procesal penal chileno comenz a regir el 16 de diciembre de 2001 en las Regiones Cuarta y Novena del pas y, conforme a la autorizacin concedida por una disposicin constitucional transitoria, se ha venido
aplicando gradualmente, restando tan slo que se aplique en la Regin Metropolitana.
*'^ La Defensora Penal Pblica se cre por Ley N- 19.718 y brinda asistencia
jurdica a todo imputado que carezca de abogado.
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MEDIDAS C;AUTEIARES
telares; de stas, el 17,7% eran prisin preventiva, correspondiendo el 82,3% restante a medidas alternativas,'^^ segn se detalla
en el cuadro siguiente.
48%
26%
0%
4%
2%
14%
0%
3%
3%
100%
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D. Arraigo
Una medida cautelar cada vez ms frecuente, impuesta en forma autnoma o en combinacin con otras, es el "arraigo", que
^' La evolucin constitucional chilena de la garanta al derecho a la libertad
provisional es extremadamente pattica, pero no por ello menos reveladora del
autoritarismo del legislador chileno, que es, al final, el de la propia sociedad nacional: mientras en el Acta Constitucional N- 3, obra del Gobierno militar -antecedente inmediato de la Constitucin Poltica vigente, tambin promulgada
durante dicho Gobierno-, se declaraba que la libertad provisional es un derecho y
que ella procedera siempre; el texto definitivo, en vigor, establece que "la libertad
provisional proceder a menos que la detencin o prisin preventiva sea considerada por el juez como necesaria para las investigaciones del sumario o para la seguridad del ofendido o de la sociedad..." (art. 19 N 7).
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MEDIDAS CAUTEIARES
importa la prohibicin al sujeto de abandonar el territorio nacional o, simplemente, territorios regionales o comunales determinados, sin previa autorizacin judicial.
Tambin estas medidas han experimentado cambios con los
tiempos: en los pases entre los cuales se puede circular libremente, sin exhibicin de documentos de identidad alguna, como
acontece con los de la Unin Europea, en cuando cautela judicial misma, el arraigo parece venir en menos. En Chile, sin embargo, el arraigo comunal consagrado en el art. 155 del Cdigo
Procesal Penal ha dado buenos resultados no slo porque respeta de modo importante el principio de inocencia, sino porque, en la disyuntiva de gravar al sujeto imputado, el juez tiene
la posibilidad de no aumentar el dao, impidiendo que ste contine con sus actividades generadoras de recursos o, simplemente, cumpliendo otros deberes no menos importantes, como los
que resultan de la condicin de padre, madre o cnyuge.
En rigor, empero, no puede dejar de anotarse que, en ocasiones, los jueces chilenos han sido reticentes en decretar esta
medida cautelar y otras semejantes (como el arresto domiciliario, p. ej.) por la dificultad de controlar su cumplimiento y las
comprensibles protestas policiales que objetan el enorme desgaste en recursos humanos que ellas demandan, desde que la
vigilancia efectiva de una medida cautelar de privacin de libertad en el domicilio del imputado supone disponer de uno o dos
incionarios 24 horas al da en funcin de un solo imputado.''^
Como medida complementaria, algunos ordenamientos reconocen tambin la medida cautelar de privacin temporal de
pasaporte o documentos de viaje a los sujetos.
En la lnea de evitar el peligro de fuga, pueden anotarse:
a) Presentacin del sujeto, en das concretos, ante el juez,
ante la autoridad de ejecucin penal u otra autoridad determinada por ellos.
'*' * Reparos como el anotado, me parecen, deben superarse con normas como
las que ya contiene el Cdigo chileno, que elevan a la causal de procedencia de
prisin preventiva el incumplimiento de una medida cautelar alternativa y otras
que se proponen, como facultar a la polica a detener, sin orden judicial previa, a
todo el que sorprenda infringiendo una medida cautelar. Cfr. Documento de la Comisin Nombrada Para Revisar y Evaluar la Marcha y Funcionamiento del Nuevo Sistema
de Enjuiciamiento Penal, Santiago, diciembre de 2003.
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MEDIDAS CAUTEIARES
1.2.
Del cuadro precedente y reiterada la llamativa falta de imaginacin para pergear medidas que, cautelando los fines del proceso, observen los derechos de las personas imputadas y, en
particular, acaten la sujecin al principio de inocencia, pareciera desprenderse un panorama alentador; a lo menos, los jueces
actuales, enfrentados a la necesidad de asegurar tales fines, tienen alternativas a su disposicin, posibilidad que los jueces del
crimen de los siglos XIX y XX no conocieron.
La impresin es engaosa: en efecto, por doquier se advierte -amparada por buensimas intenciones o en funcin de tragedias personales de algunos-^'' la generalizada irrupcin de una
ambigua y autoritaria nocin de "seguridad ciudadana" en desmedro de la tradicional de "seguridad social", u n cambio de denominacin que no es fortuito: como afirma Llobet,'*' con el
trmino de seguridad ciudadana se pretende resaltar que se trata
'^ Cfr. Silvia Barona V., "Medidas alternativas a la prisin provisional", p. 166,
en Seminario sobre Detencin y Prisin Provisional, Xunta de Galicia, Santiago, 1995.
*" Tngase presente el dramtico caso "Blumberg", referencia al joven muerto por sus secuestradores y que ha motivado el movimiento de endurecimiento
penal que su padre encabeza en la Argentina y difunde por Amrica.
" Llobet, ob. cit., p. 115.
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de darle una respuesta al sentimiento de inseguridad que sienten las personas, alejndose de los trminos de seguridad piiblica o defensa social, que son despersonifcantes. Es la referencia
a los "problemas de la gente" que en Chile impuso, tras cuidadosos estudiosos de mercado, un dirigente poltico que aspira a
la presidencia del pas. El reclamo a la mayor seguridad ciudadana que tiene acogida en los medios de comunicacin,'*''^ se desarrolla, principalmente, en el marco de la realizacin de
elecciones, destacndose la (IN)actividad de las autoridades pblicas para otorgar dicha seguridad a los electores, segn se promueva, o no, la reeleccin de las mismas.
De all que slo puedan atribuirse a cierto candor las afirmaciones que, sobre la realidad espaola contempornea, formula,
recientemente, un joven autor, en orden a que la seguridad ciudadana, considerada tanto objetivamente como en cuanto al sentimiento subjetivo que los ciudadanos tienen sobre ella - q u e en
ambas cosas consiste- "no slo ha pasado a ser una variable social, jurdica y poltica de primersima magnitud, sino que - o b srvese- no existe ya sobre ella la tradicional escisin social e
ideolgica -jurdica y poltica, una vez m s - de antao".^^ El comentarista invoca en respaldo de su tesis, que antes de las lti-
*- Resulta singular que frente a la divulgacin de los llamados "ndices de victimizacin", y que reflejan el temor que dicen experimentar las personas a ser
vctimas de delito, no se alcen opiniones o voces qvie demuestren que tal sensacin colectiva de falta de seguridad no puede sino ser el resultado de la majadera, ostentosa y, en ocasiones, intencionada difusin principal de hechos delictuales
en los medios y, en especial, en los noticieros centrales de la televisin. Quin es
capaz de sustraerse a una campaa nacional, uniforme, permanente e impactante, que noche a noche irrumpe en nuestros hogares, con delitos, delincuentes y
vctimas? Qu esperamos para oponernos a esta agresin a nuestra tranquilidad,
con la fuerza con la que se combaten la difusin de pornografa y de propaganda
al tabaco y al alcohol?
^^ Cfr. Pablo Gutirrez de Cabiedes, La Prisin Provisional, Thomson Aranzadi, Cizur Menor, Navarra, Espaa, 2004, p. 19. El autor, para reafirmar su tesis de
la unanimidad de pareceres polticos sobre el tema y citando una publicacin periodstica de octubre de 2003, expresa que "la principal fuerza poltica de oposicin, la socialista, ha achacado al Gobierno popular... la falta de seguridad
ciudadana" sin reparar, en su celo por confirmar que de ambos lados del espectro
poltico se opina de modo semejante, que la clave de la cuestin, en ese momento,
radicaba en la condicin de partido de oposicin de los socialistas espaoles, interesados, por tanto, en reemplazar a la derecha que gobernaba.
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MEDIDAS CAUTELARES
mas elecciones generales espaolas -la principal fuerza de oposicin, la izquierda- "defiende la seguridad, pues es condicin
de la libertad", lo que no comprueba sino el oportunista manej o que del tema de seguridad se efecta, por igual, en derechas
e izquierdas. Es que, como afirma Zaffaroni en la cita que de l
incluyera, existen polticos oportunistas y otros ms serios, pero
ambos no pueden (ni quieren, dira yo) descuidar al electorado. Asistimos, entonces, a una verdadera competicin de propuestas, entre las que se destacan las de mayores atribuciones
policiales, menores opciones de libertad provisional, ms motivos de encarcelamiento, incremento de las penas, etc.
La cerrada negativa de ciertos sectores, con gran acceso a
los medios de comunicacin, a dirigir la vista a las reales causas
de la delincuencia; su decisin de exigir del proceso penal resultados sociolgicos que no dependen de l; cierta tozudez en
negarse a aceptar que el delito es una realidad con la que debemos aprender a convivir en las grandes concentraciones urbanas, influidas por la masiva difusin de imgenes televisadas en
las que se proyectan modos de vida, a veces inalcanzables para
las mayoras, y tambin ejemplos de comportamientos delictivos
fructuosos o infructuosos; el globalismo en boga, con su secuela de acceso a la informacin que hace patentes las diferencias,
j u n t o a un cmulo de caractersticas de la vida contempornea,
que, como sabemos, han llevado a que la nuestra pueda calificarse como la sociedad del riesgo,^'* llevan a la formulacin de
un diagnstico plagado de pesimismo: las medidas que se proponen como alternativas a la prisin preventiva y que asoman,
an incipientes, a la realidad procesal penal comparada, dogmtica y legislativa, vern limitadas sus posibilidades de aplicacin en una sociedad crecientemente dispuesta a sacrificar los
valores individuales de libertad y dignidad humanas a favor de
nociones de seguridad personal, en ocasiones justificadamente
desmedrada, pero, en otras, definitivamente manipuladas.
Recin nacidas, pues, estas medidas, a no mediar un fenomenal esfueizo colectivo, de sensatez, de mesura y de equilibrio
poltico, jurdico y social, avizoran un futuro definitivamente
poco alentador.
'^ Cfr. mi IM Segundad Ciudadana >'..., cit.
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ANEXO
(Medidas alternativas a la prisin preventiva en algunos
Cdigos de la regin.)
1) CDIGO PROCESAL PENAL CHILENO
Art. 155. Enumeracin y aplicacin de otras medidas cautelares personales. Para garantizar el xito de las diligencias de investigacin,
proteger al ofendido o asegurar la comparecencia del imputado a las actuaciones del procedimiento o ejecucin de la sentencia, despus de formalizada la investigacin el tribunal, a
peticin del fiscal, del querellante o la vctima, podr imponer
al imputado una o ms de las siguientes medidas:
a) La privacin de libertad, total o parcial, en su casa o en
la que el propio imputado sealare, si aqulla se encontrare fuera de la ciudad asiento del tribunal.
b) La sujecin a la vigilancia de una persona o institucin
determinada, las que informarn peridicamente al juez.
c) La obligacin de presentarse peridicamente ante el juez
o ante la autoridad que l designare.
d) La prohibicin de salir del pas, de la localidad en la cual
residiere o del mbito territorial que fijare el tribunal.
e) La prohibicin de asistir a determinadas reuniones, recintos o espectculos pblicos, o de visitar determinados lugares.
f) La prohibicin de comunicarse con personas determinadas, siempre que no se afectare el derecho a defensa, y
g) La prohibicin de aproximarse al ofendido o su familia
y, en su caso, la obligacin de abandonar el hogar que compartiere con aqul.
El tribunal podr imponer una o ms de estas medidas segn resultare adecuado al caso y ordenar las actuaciones y comunicaciones necesarias para garantizar su cumplimiento.
La procedencia, duracin, impugnacin y ejecucin de estas medidas cautelares se regirn por las disposiciones aplicables
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MEDIDAS CAUTELARES
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MEDIDAS CAUTELARES
Podr tambin prescindir de toda medida de coercin, cuando la simple promesa del imputado de someterse al procedimiento baste para eliminar el peligro de fuga o de obstaculizacin
para la averiguacin de la verdad.
4) CDIGO PROC;ESM. PENAL DE I A PROVINCIA ARGENTINA
DE BUENOS AIRES
Art. 159. Alternativas a la prisin preventiva. Siempre que el peligro de fuga o de entorpecimiento probatorio pudiera razonablemente evitarse por aplicacin de otra medida menos gravosa
para el imputado, o de alguna tcnica o sistema electrnico o
computarizado que permita controlar que no se excedan los lmites impuestos a la libertad locomotiva, el juez de garantas
impondr tales alternativas en lugar de la prisin, sujeta a las
circunstancias del caso, pudiendo establecer las condiciones que
estime necesarias.
El imputado, segn los casos, deber respetar los lmites impuestos, ya sea referidos a una vivienda, o a una zona o regin,
como as la condiciones que se hubieren estimado necesarias,
las que se le debern notificar debidamente, como as tambin
que su incumplimiento har cesar la alternativa.
Art. 160. Modalidades. Enunciacin. Entre otras alternativas,
aun de oficio y con fundamento suficiente, podr disponerse la
libertad del imputado sujeto a una o varias de las condiciones
siguientes, de acuerdo a las circunstancias del caso:
1. La obligacin de someterse al cuidado de una persona o
institucin, quien informar peridicamente ante la autoridad
que se designe.
2. La obligacin de presentarse peridicamente ante la autoridad que se designe.
3. La prohibicin de salir de un mbito territorial determinado, de concurrir a determinados lugares, o de comunicarse
con ciertas personas.
4. La prestacin de una caucin patrimonial por el propio
imputado o por otra persona.
5. La simple promesa jurada de someterse al procedimiento penal, cuando con sta bastara como alternativa o fuere imposible el cumplimiento de otra.
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MEDIDAS f;AUTEIARES
Prisin preventiva
Trabajo de extramuros, procedencia, trmite y resolucin.
Art. 288 bis. El tribunal podr autorizar a los procesados con prisin preventiva sujetos a la exclusiva jurisdiccin provincial, a
desempear actividades laborales remuneradas, sin custodia policial, durante horario diurno, de conformidad con lo previsto
en este captulo y a las normas reglamentarias que se dicten.
El imputado o su defensor solicitarn el beneficio, acreditando el empleo disponible con constancia documentada del
empleador o, en su caso, descripcin de la actividad independiente y estimaciones de ingresos.
A los fines de considerar el pedido, el Juez deber requerir
un amplio informe socio-ambiental sobre las necesidades econmicas de su grupo familiar, caractersticas y retribucin del
trabajo propuesto. Adems, deber meritar el comportamiento
del interno en el establecimiento policial, la naturaleza y modalidades del delito imputado y los fines del proceso penal.
Producida dicha informacin, previa vista Fiscal, en el trmino de cinco (5) das, se dictar resolucin por auto fundado
concediendo o denegando el beneficio; la decisin ser irrecurrible.
Si se denegara el permiso laboral, no podr interponerse
una nueva solicitud hasta transcurridos sesenta (60) das corridos del rechazo. Si se hubiere concedido la autorizacin, sta
podr ser revocada, aun de oficio, cuando exista causa fundada y no podr volverse a solicitar si el motivo fuera imputable
al procesado.
Trabajo extramuros. Condiciones
Art. 288 ter: Al acordarse autorizacin se le impondr al beneficiario el estricto cumplimiento de las siguientes condiciones:
a) Observar los reglamentos del establecimiento de detencin, manteniendo la buena conducta.
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b) Conservar el empleo. Si su prdida no le fuere imputable, el permiso ser suspendido hasta tanto se acredite el ofrecimiento de una nueva ocupacin.
c) No concurrir a reuniones pblicas ni privadas, ni a lugares de esparcimiento de ningn tipo.
d) Acreditar el cumplimiento de los deberes de asistencia
familiar.
Las autoridades del centro de detencin, el Patronato de Liberados o el funcionario a quien se le encomiende la vigilancia
o control del permiso, debern informar de manera inmediata
cualquier violacin a las condiciones expuestas, adoptando las
medidas urgentes que fueran indispensables.
Prisin domiciliaria
Art. 289. El Juez ordenar la detencin domiciliaria de las personas a las cuales pueda corresponder, de acuerdo al Cdigo
Penal, el cumplimiento de la pena de prisin en el domicilio.
7) CDIGO PROCESAL
DE C H U B U T
114. Sustitucin. Siempre que el peligro de fuga o de obstaculizacin para la averiguacin de la verdad pueda ser evitado razonablemente por aplicacin de una medida menos grave para
el imputado que su encarcelamiento, quien decida, aun de oficio, preferir imponerle, en lugar de la prisin, alguna de las
alternativas siguientes:
1) arresto domiciliario, en su propio domicilio o en custodia de otra persona, sin vigilancia alguna o con la que se disponga;
2) obligacin de someterse al cuidado o vigilancia de una
persona o institucin determinada, que informar peridicamente sobre el sometimiento del imputado al proceso;
3) la obligacin de presentarse peridicamente ante la autoridad que se designe;
4) la prohibicin de salir del pas, de la localidad en la cual l
reside o del mbito territorial que se fije, sin autorizacin previa;
5) la prohibicin de concurrir a determinadas reuniones o
de visitar ciertos lugares;
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MEDIDAS C:AUTELARES
6) la prohibicin de comunicarse con personas determinadas, siempre que no se afecte el derecho de defensa, y
7) la prestacin de una caucin econmica adecuada, por
el propio imputado o por otra persona, mediante depsito de
dinero, valores, constitucin de prenda o hipoteca, embargo o
entrega de bienes, o la fianza de una o ms personas capaces y
solventes.
Se podr imponer una sola de estas alternativas o combinar
varias de ellas, segn resulte adecuado al caso, y se ordenar las
medidas y las comunicaciones necesarias para garantizar su cumplimiento. En ningn caso estas medidas sern utilizadas desnaturalizando su finalidad o sern impuestas medidas cuyo
cumplimiento fuere imposible por parte del imputado; en especial, no se impondr una caucin econmica o no se determinar su importe fuera de lo posible, cuando el estado de
pobreza o la carencia de medios del imputado tornen imposible la prestacin de la caucin.
8) CDIGO DEL PROCESO PENAL DEL URUGUAY
Se podr tambin prescindir de toda medida de coercin cuando la simple promesa del imputado de someterse al procedimiento baste para eliminar el peligro de fuga o de obstaculizacin para
la averiguacin de la verdad
Art. 73. (Medidas sustitutivas). De acuerdo con las circunstancias del caso, el Juez podr imponer al procesado:
a) Prohibicin de salir de su domicilio durante determinados das en forma de que no perjudique, en lo posible, el cumplimiento de sus obligaciones ordinarias. La prohibicin podr
extenderse hasta cuarenta das como mximo;
b) Prohibicin de ausentarse de determinada circunscripcin territorial, de domiciliarse en otra u otras, de concurrir a
determinados sitios o de practicar otras actividades, as como las
obligaciones de comunicar sus cambios de domicilios y de presentarse peridicamente a la autoridad;
c) En caso de delitos culposos cometidos por medio de un
vehculo, el autor podr ser privado del permiso de conducir por
tiempo de uno a doce meses, sin perjuicio de lo que se disponga al respecto en la sentencia definitiva. Esta medida podr im425
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MEDIDAS CAUTEIARES
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MEDIDAS CAUTEIARES
b) Y si hay dudas en la interpretacin de normas procesales que pudieren conducir en uno o en otro sentido?
b.l) El principio procesal de la interpretacin de la ley procesal ms favorable al imputado.
El aporte que la dogmtica procesal ha efectuado a la Teora General del Derecho apunta, precisamente, a un tema interpretativo: se trata de la inflviencia de los principios procesales
que coadyuvan en la tarea hermenutica introduciendo elementos que el intrprete no tiene en otros mbitos jurdicos. As, ante
silencios legales, podr resolverse una cuestin que se hubiere
suscitado sobre impulso procesal recordando que el ordenamiento de que se trata se sujeta a un principio procesal acusatorio,
lo que impone el impulso en hombros del acusador. Es que,
como hemos afirmado en oportunidad diversa, "los principios
procesales conforman el modo de ser de un sistema procesal que
al propio tiempo que inspira las normas especficas que lo constituyen, es el referente supletorio al que acudir cuando las tales
normas se tornan insuficientes".'"'
Establecida la notable influencia de los principios procesales en la funcin interpretadora, vale bien tener en cuenta que
el Cdigo Procesal Penal introdujo un elemento que nuestro
Derecho Procesal Positivo no reconoca: el principio de interpretacin de normas procesales a favor del imputado, esto es,
una suerte de in dubio pro reo procesal, y ya no sustantivo penal.
La norma es el art. 11 del Cdigo, que dispone que si la ley
procesal actualmente vigente es ms favorable para el imputado que la que recin se promulga, el procedimiento se continuar rigiendo por la ley antigua, lo que, como se anticip,
recoge el principio de la interpretacin de la ley procesal ms
favorable al imputado.
La falta de un texto expreso que dirima la controversia exige recurrir a los principios procesales: entre stos, el que impone interpretar la ley procesal penal del modo que resulte ms
favorable al imputado conduce directamente a proscribir toda
^'' Cfr. mi "Los Principios del Proceso Penal en el Proyecto de Nuevo Cdigo
Procesal Penal Chileno", en t2 Proceso en Accin, Edit. Libromar, Valpso., 2000,
p. 558.
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MEDIDAS CAUTEIARES
CONCLUSIONES
a) En un Estado democrtico de Derecho, toda norma que autorice limitaciones a la libertad debe ser interpretada restrictivamente.
b) No puede decretarse una privacin o perturbacin de la
libertad personal sin que un texto legal expreso determine los
casos y la forma en que ello acontecer.
c) Si las normas autorizan que se dispongan medidas cautelares personales en contra del imputado, una vez formalizada
la investigacin, esta exigencia no puede jams soslayarse.
d) Si existieren dudas en torno a si es o no posible decretar
medidas cautelares personales en el procedimiento simplificado, debe atenderse al principio procesal rector en materia de
interpretacin de normas procesales que el Cdigo recoge: toda
norma procesal debe interpretarse del modo que resulte ms favorable al imputado.
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Prlogo
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I. GENERALIDADES SOBRE EL PROCESO PENAL
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NDICE
2.
3.
4.
5.
b) El s a n e a m i e n t o de la nulidad p o r la aquiescencia o
aceptacin de la eventual perjudicada
c) La extensin del efecto invalidante
d) La evidente distorsin del sentido d e la causal esgrimida
1.2. Conclusiones
P r u e b a pericial p o r videoconferencia
2.1. Antecedentes
2.2. I n i d o n e i d a d de la a r g u m e n t a c i n a n u l a d o r a
A. Estatuto j u r d i c o q u e rige la p r o d u c c i n d e la p r u e b a
pericial en el juicio oral
B. Derechos del acusado frente a la p r u e b a contraria a la
luz de los tratados internacionales
C. La inmediacin
D. Los tiempos actuales, la ciencia y el proceso
E. Los Cdigos d e P r o c e d i m i e n t o Penales chilenos y la tecnologa
F. La videoconferencia
G. Algunas referencias a la videoconferencia e n el D e r e c h o
Comparado
H. La situacin chilena y la necesidad d e u n criterio h e r m e nutico a p r o p i a d o
1. El nuevo sistema de j u z g a m i e n t o penal
J. P r u e b a anticipada y p r u e b a en videoconferencia
K. Conclusiones
P r u e b a ilcita
A. U n a distincin esclarecedora
B. Lmites especficos del efecto c o n t a m i n a n t e
a) Criterio de la fuente i n d e p e n d i e n t e
b) Criterio del descubrimiento inevitable
c) El principio d e la conexin a t e n u a d a
Todava a propsito de la p r u e b a ilcita
Testimonio policial de odas: eficacia vs. garantismo?
5.1. Anlisis
A. Deficiencias procedimentales
B. Deficiencias sustantivas
a) Tiene valor probatorio incriminador, bijo el nuevo Cdigo Procesal Penal, la declaracin del imputado? . .
b) Puede rendirse testimonio de odas acerca d e lo que
el i m p u t a d o d e u n h e c h o delictual declara despus
d e verificado ese hecho?
c) Constituye el testimonio d e odas q u e versa sobre los
dichos del acusado q u e h a resuelto guardar silencio
posterior u n a p r u e b a o b t e n i d a con inobservancia de
las garantas fundamentales?
d) Es renunciable el d e r e c h o a g u a r d a r silencio?
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