Arte y Narco Corrido

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ARENAS

Revista Sinaloense de Ciencias Sociales


Nmero 12
Publicacin trimestral de la Maestra en Ciencias Sociales.
Facultad de Ciencias Sociales. Universidad Autnoma de Sinaloa.
Verano del 2007, Mazatln, Sinaloa, Mxico.

CULTURA, ARTE Y NARCOCORRIDO: Los otros


rostros de la transgresin
GabrielaPolit Nerycrdova CatherineHauLambert
LilianPaolaOvalle HelenaSimonett RigobertoRodrguez
RenJimnez SegundoGalicia JosLuisBeraud

Coleccin fotogrfica: Gabriela Polit. El taller de Lenin Mrquez

ARENAS
Revista Sinaloense de Ciencias Sociales
DIRECTORIO
M.C. Hctor Melesio Cun Ojeda, Rector de la Universidad Autnoma de
Sinaloa.
Dr. Jess Maduea Molina, Secretario General.
Dra. Silvia Paz Camacho, Secretaria Acadmica de Rectora.
Mtro. Vctor Morales Parra, Director de la Facultad de Ciencias Sociales.
Dr. Segundo Galicia S., Coordinador de la Maestra en Ciencias Sociales.
Consejo Acadmico de la Maestra:
M.C. Pedro Brito; Dr. Arturo Lizrraga; Dr. Arturo Santamara (Arbitraje
y Dictamen).
Consejo Editorial:
Dr. Luis Astorga Almanza; Dr. Jos Luis Beraud Lozano; M.C. Pedro
Brito Osuna; Dr. Nery Crdova Sols; Dr. Segundo Galicia Snchez; Dr.
Ernesto Hernndez Norzagaray; C. a Dr. Ren Jimnez Ayala; Dr. Arturo
Lizrraga Hernndez; M.C. Roxana Loubet Orozco; Dr. Carlos Maciel;
Dr. Rigoberto Ocampo Alcntar; Dr. Arturo Santamara Gmez; Dra.
Lorena Schobert.
Direccin Editorial:
Nery Crdova Sols
Subdireccin:
Jos Luis Franco
Revisin, Edicin y Diseo:
Pedro Humberto Rioseco Gallegos
Fotografas:
Gabriela Polit. Investigadora. University State of New York. Coleccin:
El taller de Lenin Mrquez.
Arenas, nmero 12, publicacin trimestral de la Maestra en Ciencias
Sociales. Facultad de Ciencias Sociales. UAS. Verano del 2007. Tels:
(669) 9810762 y 9812100. [email protected]
Prxima temtica (Arenas 13, Otoo 2007): Posmodernidad, nihilismo
y movimientos underground. Coordinador: Ren Jimnez Ayala.

CONTENIDO
Presentacin.....4
ARTE Y VIOLENCIA: en torno a la fenomenologa del mito
Gabriela POLIT...8
PINTURA Y LITERATURA: los otros rostros
de la transgresin
Nery CORDOVA....35
EL NARCOCORRIDO como mini-relato de vida
Catherine HEAU LAMBERT.....54

EROS Y TANATOS: el narcocorrido y las reglas del narco


Lilian Paola OVALLE......69
LOS GALLOS SINALOENSES y la msica popular
Helena SIMONETT......85

POBLANDO EL IMAGINARIO CULTURAL: Los Tigres


del Norte
Rigoberto RODRIGUEZ BENITEZ.....100
DE LOS CANTARES DE GESTA y los juglares
al narcocorrido
Ren JIMNEZ AYALA...122
Teora y Contexto
LAS IDENTIDADES multinacionales
Segundo GALICIA SANCHEZ.........145

POLITICA Y ECOCIDIO en Mazatln


Jos L. BERAUD, Csar COVANTES e Igor BERAUD....149

PRESENTACION
Abordamos de nuevo un tema ampliamente conocido y divulgado, a
travs sobre todo de los mismos artculos de la industria cultural, pero que en
realidad ha sido poco estudiado, con las metodologas de las ciencias
sociales, para intentar ver los trasfondos, los telones del espectculo
publicitario y los talones formales del discurso, as como los alcances
sociales, la trascendencia cultural y las limitaciones artsticas de los propios
productos culturales generados en la parafernalia del narcotrfico. Como
puede deducirse del ttulo de esta entrega de Arenas, Revista sinaloense de
ciencias sociales, el narcocorrido es el asunto central. Aunque en Mxico,
y especialmente en Sinaloa, con presuncin de perdonavidas casi todo
mundo dice saber y conocer, estar informado y hasta ser un experto en torno
a las vicisitudes de la problemtica, en estricto sentido son muy pocos los
acadmicos, analistas e investigadores que se han inmiscuido en el estudio y
la interpretacin de fondo de ste que es un aspecto cultural significativo, y
que en especial tiene que ver, con claridad, con un producto cultural gestado
desde las entraas subalternas de la sociedad, desde las telricas honduras de
la cultura popular. O quiz algo influya, en la escasez analtica, la precaucin
y la adrenalina implcitos que como fantasmas reales caminan de los brazos
de la violenta industria de las drogas ilegales del pas.
En Cultura, Arte y Narcocorrido: los otros rostros de la
transgresin (nmero 12, Verano del 2007), investigadoras de diferentes
naciones, con nexos varios con nuestro pas, aceptaron gustosas la invitacin
para disertar sobre el tema, desde sus particulares perspectivas tericas.
Salvo por los muy frecuentes trabajos sensacionalistas de ndole periodstico
(en general anecdotarios policiacos), que abundan, no deja de ser curioso y
paradjico que las pesquisas y las reflexiones exhaustivas sobre las drogas
ilcitas en Mxico las estn realizando estudiosos de otros pases. Por lo
pronto las colegas universitarias (de Ecuador, Colombia, Francia y Suiza),
acaso en los ngulos de los mtodos con alguna cierta ventaja en materia de
objetividad por su relativo distanciamiento con el objeto de estudio, nos
muestran varias facetas prismticas sobre los artculos de la cultura de
masas, en especial el narcocorrido, uno de los gneros surgidos de las
veneras de la cultura popular. Desde la perspectiva general de los estudios
culturales han abordado varios aspectos de la conflictiva temtica en
distintos momentos y mucho tienen que decir.
El corrido sobre drogas y traficantes es slo un producto o
engendro perverso, tanto de los autores como de los cantores y de la
industria mercantil de los medios masivos de comunicacin? Hay algo ms
que el vil comercio del morbo? En tanto que obra cultural, habr en la
msica sobre el narco rasgos o elementos sustantivos de arte y realizacin

social, genrica y humana que trascienda a la mera explotacin comercial?


El gusto, el consumo y la masificacin del narcocorrido, que se expande ya
no slo hacia Estados Unidos y Amrica Latina, sino adems a otras
regiones del mundo, son cada vez ms notorios. Guste o no, el narcocorrido
en general se caracteriza no slo por la irreverencia y lo heterodoxo de sus
contenidos, sino tambin porque es una elaboracin, quiz tipo Frankestein,
que parece haber llegado para quedarse, como obra, crnica y testimonio de
una sociedad de libre mercado, capitalista y neoliberal que es, por principio
de cuentas, tambin perversa por antonomasia. En todo caso vale la
advertencia: dime qu tipo de msica oyes y te dir, en parte, quin eres.
Resulta pertinente apuntar, sin embargo, que en el muy amplio
repertorio de la msica relativa a la produccin, circulacin y consumo de
los narcticos y los sicarios y sus jefes y sus hroes y sus burreros y sus
orejas y sus antihroes y sus villanos y sus difuntos masacrados, la mayora
de las cancionetas no son ms que lamentables bodrios, realizados en
simples, pusilnimes y superficiales formatos mediticos, por y para
millones de analfabetas reales, funcionales y potenciales. En muchos casos,
junto al famlico sonsonete del rompe y rasga musical, las entonaciones y las
guturaciones de bandas, grupos y solistas, resultan una combinacin
rudimentaria y pedestre, y literalmente hasta mortal, que habla y da cuenta
de la formacin educativa, artstica y sociocultural tanto de autores y
cantantes como del pblico receptor. Y dada la magnitud de su pobreza, pero
cuyo auditorio se cuenta en millones de oyentes, transformados en delirantes
y festivos y extasiados sujetos frente a sus dolos en las multitudinarias
tocadas en vivo o ante los medios electrnicos, en virtud de esta aparente
paradoja, decimos, es que resulta impostergable mirar, valorar y estudiar en
profundidad esta veta de la cultura chatarra de la sociedad actual.
En ese amplio espectro musical, empero, sin duda que en el gnero
habrn obras que responden a formulaciones y componentes estticos y
artsticos. No todo habr de ser, pensando en los esquemas de la Escuela de
Frankfurt, slo depauperizacin y decadencia en la sociedad y la cultura de
masas. Una regla bsica en el estudio de las expresiones socioculturales
estriba en mirar las situaciones y los acontecimientos, sin prejuicios y sin
moralismos, cuestiones que, por ejemplo, son muy propias de gobernantes,
polticos, jueces y sacerdotes del mundo, que primero sentencian,
dictaminan, castigan y excomulgan, y luego, si hay tiempo, averiguan. Es
precisamente lo que efecta el gobierno mexicano con la campaa meditico
militar contra la violencia en varios estados, incluido Sinaloa; y es lo que
han hecho algunos gobiernos estatales, incluido el de Sinaloa, con la
pretendida prohibicin de los narcocorridos en los medios electrnicos.

Sobre estos aspectos tratamos en el presente nmero de Arenas.


Gabriela Polit, de Ecuador, diserta, desde el enfoque de la descripcin densa,
sobre el arte y la literatura y en especial sobre la obra de uno de los artistas
ms excelsos y destacados de Sinaloa: Lenin Mrquez, cuya pintura se gesta
desde o en torno a los berenjenales del crimen y la muerte. Y como un
reconocimiento a Lenin, y al escritor Elmer Mendoza, quien ha construido su
narrativa, en esencia, tambin en torno a los tentculos de la violencia,
incluimos un par de entrevistas con ambos en torno a sus motivaciones,
razones y reflexiones. Catherine Hau Lambert, de Francia, se refiere al
sentido peyorativo con que se mira al narcocorrido en ciertos crculos
sociales; da una mirada a las construcciones mtricas de las letras y estrofas
y valora a la cultura oral que en el gnero plasma autnticas minibiografas o
mini-relatos de vida. Lilian Paola Ovalle, de Colombia, examina las reglas
del narco en la srdida lucha por la legitimidad, y va el narcocorrido, como
unidad de anlisis, desvela algunos rasgos tanticos en las representaciones
sociales populares, a travs de varios ejemplos y modelos. Y Helena
Simonett, originaria de Suiza aunque hoy en Estados Unidos, reafirma la
perspectiva de concebir al narcocorrido como parte de un amplio escenario
de lucha cotidiana y como expresin del carcter de un pueblo; es la
concrecin musical del regionalismo y el chouvinismo, aspectos cruciales de
la cultura popular: el orgullo en torno al propio ethos sociocultural.
Se aaden al crculo del anlisis un trabajo de Rigoberto Rodrguez
Bentez, que aparte de la mirada crtica, es asmismo un reconocimiento a
uno de los trascendentes grupos que, de hecho, hace ya ms de una treintena
de aos, en este caso con calidad artstica de sobra, habra de gestar al
fenmeno del narcocorrido: Los Tigres del Norte. Cierra el dossier Ren
Jimnez Ayala con un slido, denso e ilustrativo ensayo sobre los nexos,
distanciados por el espacio y un tiempo de varios siglos, de los valores del
narcocorrido con los propios de los cantares de gesta y los juglares del
medioevo. Como complemento terico y contextual, Segundo Galicia se
refiere a las identidades multinacionales en el mundo de la globalizacin; y
por ltimo, en un texto conjunto Jos Luis Beraud, Csar Covantes e Igor
Beraud abordan una problemtica de ecologa local.
Finalmente debemos referirnos a un suceso ocurrido a mediados de
junio en Culiacn, vinculado con los asuntos de la narcocultura que aqu
hemos abordado. En el Museo de Arte de Sinaloa (MASIN), de DIFOCUR,
la polmica pintora Rosa Mara Robles instal una exposicin plstica:
Alfombra Roja, Cobijas y Espejo; en ella expuso cobijas y ropa
ensangrentadas, relativas, presuntamente, a diversos sujetos ejecutados en
los ltimos tiempos. De inmediato vino la reaccin de las autoridades
judiciales, que retiraron de la muestra las prendas catalogadas como
originales. Ms all de la jurisprudencia, aunque los sucesos simblicos del

narco evidencien por s mismos su magnitud y trascendencia, sigue llamando


la atencin el hecho de que desde el poder poltico no se le atienda y aborde
de forma integral, a no ser por las trilladas y riesgosas acciones violentas y
militaristas, como eco-respuesta facilona --ah pero eso s, espectacularmente
meditica-- a un problema que sigue carcomiendo o contaminando las
estructuras del sistema, del Estado y de la sociedad.
La exposicin, y las acciones de respuesta oficiales, llamaron la
atencin de inmediato de los medios de comunicacin hasta del extranjero.
La pintora y escultora ya cumpli uno de sus objetivos: provocar un
choque entre la obra y los receptores directos e indirectos, que en su
mayora, decimos, a fuerza de tantas agresiones mortales, reales, fsicas,
culturales, ideolgicas y simblicas, han terminado por introyectar y asimilar
como cosa cotidiana del hbitat y el entorno; tanto, que ya ni siquiera
provocan, las transgresiones, ni sorpresa, ni azoro ni indignacin. Pero
ciertas autoridades de piel delicada y las policas siempre en el limbo de la
vigilia, ante las obras intelectuales, se santiguan y se persignan.
Desde aqu enviamos a Rosy Robles nuestra solidaridad de siempre:
porque se atreve, porque en ella tambin hay intencin esttica, que no
queda atrapada en la mera compulsin provocativa, y porque es una mujer
plena, desnuda, desinhibida y no slo valiente, distinta por ello a la valenta
de los transgresores y antihroes ya clsicos de Sinaloa, sino, sobre todo,
creativa, vigorosa y consciente.
Mazatln, Sin., Verano del 2007.
Nery Crdova

ARTE Y VIOLENCIA: en torno a la fenomenologa del mito

I) PINTURA: Un narcotour a travs de la obra de Lenin Mrquez


Gabriela POLIT
El taller de Lenin

Originaria de Ecuador, Gabriela Polit Dueas, sin embargo, reside en Estados


Unidos desde hace ms de diez aos. En el Departamento de Lenguas y Cultura
Hispnicas de la State University of New York, trabaja las representaciones sociales
del narcotrfico a travs de la exgesis del discurso literario. Es autora del libro
Cosas de hombres (2007), Ed. Viterbo, Buenos Aires, y de Sicarios, delirantes y
los efectos del narcotrfico en la literatura colombiana (2006) en Hispanic Review,
Springs. Actualmente est bordando una investigacin sobre El arte y la cultura en
sociedades afectadas por el trfico de drogas. Ha participado en la red UNESCO
sobre las Transformaciones econmicas y sociales del problema internacional de
las drogas, del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.

Cuando Lenin Mrquez extendi sus lienzos en el suelo para


mostrarme su obra, mi primera reaccin fue agacharme y -con permiso del
pintor- empec a tocar con el dedo las figuras en leo sobre los lienzos.
Interrumpi mi trayecto para contarme que los muchachos hacen lo mismo
cuando ven sus obras. Sobre todo --dijo-- tocan los cuerpos varias veces.
Suelen pasar por su taller para ver lo que est pintando; saben que Lenin
trabaja las escenas de lo que a ellos les pasa, y lo aprecian. Cuando ven
estos cuadros, los exploran en silencio, porque para ellos estas imgenes
estn mucho ms cerca de su experiencia. Algunos de los cuadros los pinta
con modelos; los mismos muchachos posan para l. Otros, como est claro
en la expresin de los muertos, no son simulaciones. Sus amigos periodistas
le pasan fotos. Le avisan cada vez que aparecen muertos y le dicen en dnde
estn para que l los vaya a ver. Gracias a estos contactos, ltimamente ha
podido acercarse ms a las escenas de los crmenes.
Lenin explica que, en general, su obra produce incomodidad. Pese a
que ha ganado menciones a nivel nacional, ha hecho exposiciones en el D.F.
y en ciudades de Estados Unidos, no le resulta fcil difundir y exponer su
trabajo. Quiz porque --como sugiere el ttulo de este ensayo-- su
acercamiento a estas muertes linda con lo fenomenolgico.1 Su obra
representa los cadveres desde la experiencia, la propia y la de otros: sus
muertos son producto de una percepcin colectiva que toma lugar en paisajes
y escenarios colectivos.

Desde Husserl, la fenomenologa ha buscado regresar a los objetos en la forma en


que son concebidos en la inmediatez. Maurice Merlau-Ponty contribuy a la
fenomenologa con la idea de que el cuerpo es la principal fuente de experiencia, por
eso la importancia del lenguaje para expresarla. En la antropologa, fue Lucien
Lvy-Bruhl quien habl de la fenomenologa como una experiencia participativa. En
este trabajo propongo que sigamos la idea de la fenomenologa como una
experiencia en la que se perciben las relaciones entre varios fenmenos. La
imaginacin, por lo tanto, es fundamental en la percepcin del mundo, y est
ntimamente vinculada con los sentidos. Estas ideas las he tomado de David Abram,
en cuyo libro The Spell of the Sensous, hace hincapi en la importancia de la
naturaleza como principal elemento de toda experiencia fenomenolgica.
Al reflexionar sobre la fenomenologa del arte y los sentidos, I. Levinas describe el
impacto de la experiencia fenomenolgica fuera de nuestra conciencia, y habla del
ritmo como elemento que afecta nuestra percepcin sensorial y nos absorbe,
hacindonos parte de l (2006). En este marco general habra que pensar en las
muertes de Lenin como producto de su experiencia participativa que percibe dentro
un paisaje concreto, y del que el pintor/espectador es parte integral. De manera
arbitraria he incluido esta reflexin terica como nota al pie, para no interrumpir la
lectura del texto y lo har as posteriormente.

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En este trabajo propongo mirar la obra del artista plstico sinaloense


ubicndola dentro del amplio registro de produccin artstica relacionada con
el tema del trfico de drogas ilegales. Para comprender las complejidades de
esta obra que al decir de su autor, ha sido considerada muy explcita, es
necesario recordar algunos de los referentes de los imaginarios colectivos de
Sinaloa, y reconocer la incidencia del narcotrfico como eje que articula
nuevos registros de violencia, las formas culturales con las que esta violencia
se manifiesta, se critica o legitima. Estos temas los trataremos en el marco de
una reflexin sobre la propuesta esttica de Lenin y algunas reflexiones
sobre el arte contemporneo.
Culiacn: cartografa de los muertos
Visit Culiacn en enero del ao en curso. Guiada por la lectura de
algunos de los autores sinaloenses y con el inters de conocer cmo, desde
ciertas instancias del mundo artstico, se conciben, expresan y representan
los fenmenos ligados a la violencia generada en y alrededor del trfico de
drogas ilegales. En mi visita habl con investigadores, cientficos sociales,
escritores, promotores culturales, periodistas, abogados, profesores y
estudiantes, editores y artistas. Nuestras conversaciones giraban en torno a
los retos de la representacin y la bsqueda esttica cuando el tema central
es la violencia; los compromisos de la resistencia y las demandas del arte, las
imposiciones orientadas al consumo de las obras y la preocupacin por las
propuestas estticas. Todo esto, adems, como parte de las obvias
dificultades de vivir, y sobrevivir, en una ciudad como Culiacn.
Si bien ninguna de las preocupaciones por el arte y la representacin
de la violencia son novedosas en el contexto mexicano ni en al amplio
espectro de la produccin de arte en Amrica Latina, la violencia en este
caso, tiene una particularidad y un registro propios. Se gesta alrededor del
trfico de drogas ilegales. As, los cuestionamientos giran en torno a cmo
este fenmeno ha modificado la concepcin sobre la violencia, ha
legitimando ciertas prcticas o las ha vuelto invisibles. De la misma manera
que estos usos de la violencia requieren aproximaciones tericas desde las
ciencias sociales y las humanidades, merecen especial anlisis las
producciones artsticas que dan cuenta de ellas, no desde el saber conceptual,
sino ms bien desde un registro ms amplio: la percepcin.2
Uno de los paseos ms interesantes que di en Culiacn, lo hice con
tres muchachos estudiantes del ltimo ao de la carrera de Letras en la
2

Sigo aqu una distincin establecida por Levinas, entre el conocimiento que parte
de los conceptos como instrumentos del saber y el arte que apela y afecta a nuestros
sentidos. Si en primera instancia la divisin de Levinas sugiere una posible jerarqua
entre el mundo del conocimiento y el del arte, es necesario fortalecer la nocin de la
percepcin fenomenolgica, como se explica en la nota 1.

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Universidad Autnoma de Sinaloa. Ellos mostraban entusiasmo del recorrido


con esta turista interesada por lo que pasa en la capital del estado, su ciudad,
y mientras se ponan de acuerdo sobre los sitios adonde iramos, yo pona
atencin especial a la manera cmo ellos se relacionaban con los lugares que
le han ganado a Culiacn la fama de ser una de las ciudades ms violentas
del pas. A la censura ante las enormes casas de narcos que sealaban desde
el auto --mencionando el nombre y el apellido de sus dueos-- se les
escapaba un gesto de exaltacin, o de risa. Y no porque en ellos hubiera
ambicin por una de esas mansiones, o acaso la motivacin de ser parte del
negocio. En los culichis hay una gran dosis de humor al referirse a las
legendarias figuras del narco, sus gustos estrafalarios e incluso, su
reputacin. El humor es la admirable forma que tienen para manejar la
siniestra realidad que tales personajes generan. Pero tambin es imposible
mantenerse al margen de cmo en ciertos medios y en productos de la
cultura popular, se celebra la actividad de los narcotraficantes. Sobre todo la
de los capos, de los que en Culiacn todo mundo habla.
Despus del tour de rigor por las varias mansiones, casas de
enrejados exagerados, columnas griegas, tapiales tipo bunker y verdaderos
santuarios en los garajes, recorrimos el mercado negro donde se venden
dlares a precios bajos; fuimos a la capilla de Jess Malverde, y pasamos
frente a algunas de las cantinas ms famosas. Los muchachos me mostraron
el antro en el que, todos aseguraron, slo entran los pesados para arreglar
precios con los sicarios. Aqu s maestra, dijo uno de ellos, hay balacera
segura a la madrugada y cuando ya estn todos borrachos, por lo menos
queda un muerto. La naturalidad con la que hablaban de los smbolos de los
narcos, mostraba tambin una asombrosa rutinizacin de la violencia. Me
contaron que lo que habamos hecho era el narcotour. Parte del folklore
local es que los taxistas lo ofrecen a los turistas con una tarifa fija. Y es que
en la ciudad todas las colonias guardan una memoria propia; sus calles han
sido escenario de uno o varios asesinatos producidos por la balacera entre
narcos y judiciales, o por los ajustes de cuentas de los primeros. Estas
muertes, todos saben, tienen sus causas: registran una traicin, un mal paso,
incluso la falta de suerte o son castigos a un error imperdonable. Pero son
muertes para las que la sociedad no tiene castigo. No hay penalizacin por
estos asesinatos y por el momento, tampoco hay maneras de enmendar sus
causas. Desde la ley no se podra explicar el significado tico de estas
muertes, como dira Agamben, pero la posibilidad del ejercicio de la ley
permitira elaborar un duelo colectivo que diera espacio a una reconstruccin

Gentilicio popular de Culiacn.

12

social, o al imaginario de una reconstruccin social. Al menos abrira


espacio para la esperanza de que esto dejara de pasar.
En las conversaciones con los muchachos durante el recorrido por la
ciudad, al mirar las calles llenas de autos y gente caminando por las aceras,
la violencia y sus muertes eran un asunto abstracto, las vctimas estaban
ausentes. La contraparte de esos relatos sin protagonistas, la encontr en el
taller de Lenin. En sus obras el narcotour adquiri otra dimensin, con
referentes ms prximos a los sentidos. Los cuadros, contrariamente a una
exaltacin de los capos, sus hazaas y hombra, sugieren la necesidad de
mostrar las muertes como son. El trabajo pictrico, aqu, no es la bsqueda
trascendente de sentido a esas muertes, sino por el contrario, ver cmo la
muerte imprime su sentido de destruccin en el paisaje cotidiano. Al
mostrarlo, Lenin muestra su propio duelo, por todas las muertes que pueblan
las calles de Culiacn. As representa la cartografa de la ciudad en su obra.
Vivir con los muertos o matar los mitos
Desde la ventana del estudio del artista se ve el mercado Buelna,
donde hombres y mujeres jvenes se paran en grupos de tres o cuatro delante
de los negocios esperando a los clientes. Nadie se baja del auto para comprar
dlares a precios muchos ms bajos al mercado oficial. Aunque cada tanto
hay redadas de policas, ste es el escenario ms tranquilo de todo el
complejo engranaje de transacciones y violentas negociaciones que implica
el trfico de drogas. Los vendedores, en su gran mayora mujeres, son
tambin las piezas menos importantes del negocio, porque los montos que
ah se mueven no son representativos considerando la magnitud de los
millones de dlares que mueven las drogas. Miro desde la terraza una ciudad
poco agraciada, vaporosa, bajo una lluvia ligera y fotografo a los
vendedores de la calle. Dentro estn los lienzos que Lenin extiende en el
piso, como en un cementerio antes de que los cadveres sean enterrados.
Yacen los leos de cuerpos de hombres jvenes muertos. Tomo fotos.
En sus reflexiones sobre la profanacin de las formas y los cuerpos
en el arte en el siglo XX, Paul Virilio se pregunta: Un arte contemporneo,
s, pero, contemporneo a qu?. Resuenan tales palabras en ese escenario
que contemplo por la ventana mientras Lenin extiende sus obras. Qu tipo
de ciudad es Culiacn? Qu es lo que los moradores experimentan de
manera cotidiana para que un artista local de 37 aos lleve ms de diez
trabajando con imgenes de una realidad en la que se imponen las formas de
destruccin que tienen que ver con el trfico de drogas ilegales? Qu hay de

13

particular en estas muertes y cul es la apuesta tica y esttica del artista que
confronta, crea y produce arte en esa realidad?3
Cuando llegu a Culiacn en enero 15 del 2007, se anunciaba en los
medios de comunicacin la llegada de un importante contingente del
ejrcito. Era parte de la flamante poltica del Presidente Felipe Caldern
contra los grupos dedicados al trfico de drogas ilegales. En conversaciones
casuales, sin embargo, algunos culichis me explicaban que los ataques no
seran contra los capos. Aseguraban que sera una puesta en escena con la
que el nuevo gobierno quera complacer a los vecinos del norte. As,
Caldern seguira la poltica de Fox, que fortaleci al grupo de Sinaloa
mientras debilitaba a los grupos rivales en el negocio ilcito. Aseguraban que
los nicos que resultaran afectados por la presencia del ejrcito, seran los
campesinos dueos de sembrados pequeos. No era la veracidad en todos
estos comentarios lo que llamaba la atencin, sino el nivel de incredulidad
con que la gente daba cuenta de la accin del gobierno. Este escepticismo
mostraba tambin cierta apata, simplemente porque la poblacin no tiene en
qu creer. La sorpresa fue an mayor cuando en el noticiero de la noche, el
gobernador del estado apareci frente a un grupo de soldados allanando
casas en una poblacin rural, y afirmaba que el ejrcito estaba actuando con
firmeza pero que contemplaba el respeto a los derechos humanos.4
La incredulidad ante la accin del gobierno no es lo nico que da
forma a la concepcin que se tiene del negocio de las drogas. Muchas
personas con quienes habl, coincidan en que el problema de la violencia
3

Virilio habla de una prdida de capacidad de representar y concibe el arte


contemporneo como un arte que ha dejado de representar y presenta la realidad,
eximiendo al artista de su condicin de mediador. El resultado de esto es un arte
despiadado, que si bien no es impdico, tiene la arrogancia del verdugo. Virilio
critica tanto las formas estticas que se impusieron con la creacin de los campos de
concentracin en la Alemania Nazi, as como de la posicin tica de ciertos artistas
que presentan esta realidad en su obra. La pregunta irresuelta es si la situacin del
arte se soluciona desde el acto creativo, o en el cambio de la realidad en la que el
artista vive y que es el material de trabajo creativo. Estas cuestiones tericas son
pertinentes al analizar la obra de Lenin.
4
Mi sorpresa ante las declaraciones del Gobernador quiz tengan un eco de lo que
Alain Badiou critica en el discurso contemporneo sobre la tica, en el que se ve una
subordinacin de la poltica a la tica. Badiou critica que en este discurso el Bien se
deriva del Mal y no al revs. En este sentido, la hegemona del discurso oficial
argumentando a favor de los Derechos Humanos, se apropia de la legitimidad de un
reclamo hacindolo suyo. No deja espacio para posibles cuestionamientos sobre la
accin del ejrcito y esto se convierte en otra manera de naturalizar la violencia.
Esto, a la larga, genera apata poltica, y un bloqueo del cuestionamiento de la moral
de las instituciones. Un buen ejemplo para el caso de Badiou.

14

tiene que ver, entre otras cosas, con la idiosincrasia del serrano, y lo definen
como un hombre festivo, alegre y muy macho. Esta afirmacin que se
elabora como explicacin evidente desde un sentido compartido, encierra un
gran peligro. Sin querer, mis interlocutores sugeran que la cultura de
violencia del narcotrfico aparece como el destino inevitable al que condujo
la naturaleza del hombre. Esta concepcin desde la doxa, al decir de Pierre
Bourdieu, necesariamente implica y reproduce una concepcin de la
violencia como parte de la naturaleza local, --que ya es una construccin
social naturalizada-- y elimina la posibilidad de relacionarse con esa
violencia como un producto de tensiones sociales histricamente
establecidas. La explicacin se convierte entonces en una presin
metonmica, en la que se refuerzan los estereotipos y se fortalecen las
jerarquas sociales.5 De alguna manera, con ella se exhorta la comprensin
causal del problema como un asunto de los serranos (moradores de la Sierra
Madre).6 Por eso resulta indispensable reconocer las particularidades
histricas de esta construccin acerca del serrano; explorar cul es su origen
en el imaginario nacional y determinar sus transformaciones con y a travs
del fortalecimiento del trfico de drogas ilcitas.
Tradicionalmente un estado pobre, el principal recurso en Sinaloa a
finales del siglo XIX y principios del XX fue la minera. Las minas estaban

La nocin de presin metonmica la tomo de Arjun Appadurai. El autor explica


que al ser el sistema de castas en India una puerta de entrada para comprender los
graves problemas sociales que afectan al pas, deja de ser una categora de
conocimiento para convertirse en una frmula (presin metonmica) que fortalece
los estereotipos y las jerarquas. Appadurai no niega la importancia del sistema de
castas, pero encuentra limitado lo que desde ah se contribuye a la explicacin de los
problemas locales. De la misma manera, yo no pretendo negar el componente de la
idiosincrasia del hombre local como un elemento para comprender el fenmeno del
narco. Pero la idiosincrasia no es una esencia, sino un producto de relaciones y
prcticas histricamente formadas y reforzadas por los imaginarios colectivos.
6
Es indispensable distinguir entre los discursos cientficos e incluso el de la ficcin
desde los cuales se explora la idiosincrasia del hombre local con una metodologa de
investigacin y/o como un fenmeno con profundas y complejas races histricas
manifiestas, en los giros y usos lingsticos, la modificacin de los valores de ciertas
prcticas y la revisin de las tradiciones. La riqueza de cierta literatura sinaloense
radica en esta exploracin. Son importantes las obras de Ins Arredondo, los libros
de A. Nacaveva, Csar Lpez Cuadras y lmer Mendoza. Por otro lado, desde las
ciencias sociales, estn los trabajos de Luis Astorga, Nery Crdova, Ronaldo
Gonzlez, Helena Simonett, que aportan, desde diferentes perspectivas y
metodologas de investigacin, descripciones cabales del hombre, la sociedad, la
cultura y la historia. Los trabajos de estos investigadores son las fuentes de lo que
describo en las siguientes pginas.

15

ubicadas en las montaas de la Sierra Madre.7 Unas dcadas ms tarde y


hasta los alrededores de los aos 50, sin embargo, con el ya consolidado
descenso de la produccin minera y la construccin de represas en esa zona,
la agricultura se convirti en la principal fuente de trabajo. Tanto las minas
como la tierra, haban estado en manos de pocas familias y la gran poblacin
campesina funcion siempre como mano de obra, tanto en las minas como
en el campo. El campesinado de la sierra nunca se termin de integrar al
Mxico moderno, y la concepcin de la vida rural del estado sigui
alimentada por la mitologa de personajes desposedos cuyos valores de
autenticidad, sensatez y hombra, los llevaron a enfrentarse con la ley por
causas justas.8 El ms antiguo de estos personajes es Heraclio Bernal, que se
junt a las huestes juaristas, a finales del siglo XVIII, para luchar en contra
de los Porfiristas. La imagen de Bernal, por supuesto, se reinscribe como
portadora de los ms enaltecidos valores de hombra y valenta que
posibilitan a Sinaloa inscribirse en el marco de la nacin mexicana moderna.
Bernal viene a ser una suerte de germen necesario --temprano aporte local-para la lucha revolucionaria de 1910.9 Lo que distingue a Bernal de un
revolucionario comn, sin embargo, es que adems de ser valiente y de estar
dispuesto a morir por sus ideales, tiene fama de confrontar la gobierno y se
convierte en el bandido bueno que roba a los poderosos para repartirlo entre
los pobres. La incorporacin del hombre sinaloense al imaginario nacional se
da por ese valor concedido a la contravencin del status quo, y esto lo
consagra como hroe. La paradoja es que ese herosmo que le posibilita o le
da la credencial de ser parte del Mxico moderno, est sustentado en su
capacidad de desafiar a una de las instituciones mximas del Estado: la ley.10
7

Cstulo Bojrquez (Csar Lpez Cuadras, 200) es un relato que explora de


manera contundente los rezagos del auge minero y la vida de la gente en la sierra.
8
Ronaldo Gonzlez (2006) asevera que en Sinaloa la civilizacin ha sido un proceso
inconcluso. Analiza los movimientos obreros, campesinos, agrcolas y estudiantiles
de los 50, 60 y 70 y se enfoca hacia el sentido de frustracin de esos gremios en sus
luchas polticas. Esa frustracin, y no la barbarie atribuida a la cultura autctona, es
lo que hace de Sinaloa un estado propenso al negocio ilegal.
9
En el libro La rebelin de la Sierra. Vida de Heraclio Bernal, son varios las
escenas en las que se hace este tipo de alusin: Para cumplir su destino, Heraclio
Bernal entraba al escenario echado ya el teln sobre la representacin del drama de
la Intervencin y mucho antes del ensayo de la Revolucin de 1910 (97).
10
Las referencias a Bernal son mltiples, as como las reflexiones sobre el valor de
la contravencin a la ley en la cultura sinaloense (Astorga, 2004; Crdova, 2006;
Simonett, 2004). Mi nfasis, empero, es sobre la construccin de una identidad
masculina como sustento que posibilita al sinaloense integrarse en el imaginario
nacional, mientras que cual paradoja, esta imagen lo distancia de la funcin del
Estado. Pienso en El perfil del hombre y la cultura en Mxico de Samuel Ramos y

16

A Bernal, cuya fama est en los libros, lo sucede Jess Jurez Mazo,
conocido como Jess Malverde.11 El bandido bueno a quien rinden homenaje
en una capilla construida ex profeso para l. Su culto entre los narcos lo ha
hecho ganar fama hasta en las comunas que rodean las ciudades colombianas
como Medelln y Bogot.12 Malverde no es un personaje de libros, a l lo
consideran un santo y sus seguidores le pagan tributos. Su capilla y las
pomposas celebraciones musicales con las que en dcadas anteriores se
festejaba haber coronado un envo, lo han transformado en un personaje
pintoresco.13 Su parecido -cada vez ms pronunciado- al galn sinaloense de
los aos dorados del cine mexicano, Pedro Infante, no es casual. El rostro de
Malverde es adorno en llaveros, escapularios, camisas, cinturones y cuelga
de cadenas de oro cotizadas en Los Angeles desde los 10 mil dlares.14
Malverde no slo es un santo, sino un icono de toda una nueva cultura que
gira en torno al trfico de drogas ilegales.
La tierra
La marihuana y la amapola son plantas antiguas en Sinaloa, y los
registros de su historia se intensifican en la medida que todas las actividades
relacionadas con su cultivo, procesamiento y transporte hacia el otro lado de
la frontera, se codifican en el discurso legal. La consolidacin de una cultura
de lo que hoy conocemos como narcotrfico es ms reciente.15
Algunos de los momentos histricos ms importantes en el
fortalecimiento del negocio de la produccin y trfico de herona y
marihuana, se remontan a pocas tempranas del siglo pasado. En los 40,
durante la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos fomentan la
produccin de adormidera; durante los 60 con el sbito crecimiento del
mercado de la marihuana, tambin se promovi su produccin. Fueron estos
los aos de la Guerra de Vietnam, cuando en Estados Unidos convirtieron a

en El laberinto de la soledad de Octavio Paz, como obras indispensables para


comprender la importancia de lo masculino en la construccin del imaginario
mexicano moderno.
11
El nombre Malverde se lo da la gente porque de lo verde sala y entre lo verde se
esconda.
12
En literatura colombiana contempornea ya se encuentra la referencia a Malverde,
ver Rosario Tijeras (Jorge Franco 2001) y Alonso Salazar (2002).
13
La capilla de Malverde es uno de los lugares donde comienza el narcotour. La
novela La reina del sur, de Arturo Perez-Reverte toma un giro importante en este
lugar. El escritor espaol convierte a todo este mundo culichi en el caracterstico
escenario mexicano del narcotrfico.
14
Dato tomado del libro de Helena Simontett (224).
15
Astorga es quien ms ha escrito sobre las limitaciones del trmino narcotrfico
para comprender el fenmeno del trfico ilegal de drogas en esta zona de Mxico.

17

la herona en una droga con una altsima demanda.16 Las actividades


vinculadas a la siembra y cultivo, en sus inicios, no eran vistas como
actividades criminales, sino ms bien como prcticas alternativas para la
sobrevivencia en el campo. En la conversacin uno de los promotores
culturales locales, comentaba: Mi familia viene del campo, mi abuelo
sembraba y fumaba mota en la casa. La connotacin que eso tiene ahora no
es la que tena cuando yo era pequeo. Mxico ha dejado de ser solamente
el lugar de produccin para convertirse en lugar de consumo; eso, claro, ha
cambiado la percepcin local respecto al cultivo de las plantas. Pero sobre
todo, el negocio de las drogas ilcitas es lo que ha sumido a los sinaloenses
en un mundo de extrema violencia.
Al contrabando tampoco se le conceba como se le concibe hoy. El
muchacho que conduca el auto la noche de mi paseo por la ciudad, me
explic que alguna vez un to suyo tuvo que pasar un cargamento, no porque
se dedicara al oficio de manera permanente, sino para sacar a flote la tienda
deportiva de la familia en momentos de crisis. Ahora es ms difcil tener una
participacin tan espordica en un asunto que est mucho ms criminalizado
y profesionalizado. La violencia vinculada al trfico ilegal de drogas, tiene
una genealoga propia en Sinaloa. En los 70, el gobierno mexicano, en
tiempos del gobernador Alfonso G. Caldern, implement la conocida
Operacin Cndor, que tena como objetivos acabar con focos guerrilleros,
desmantelar a los grupos de traficantes y destruir su siembra. Si bien fue un
golpe fuerte para las bandas dedicadas al cultivo y trfico de marihuana y
herona, historiadores y estudiosos locales afirman que si algo dej la
Operacin Cndor, fue el legado de abusos a los derechos humanos, la
devastacin de poblaciones enteras y una ola de violencia que la gente, sobre
todo en reas rurales, incorpor con cierta naturalidad (Nery Crdova).17
Pero el narcotrfico apareci con ms mpetu en la dcada siguiente.
La necesidad de tener mayores fuerzas de seguridad hizo que los clanes del
negocio se equiparan con armas ms sofisticadas. La necesidad de
profesionalizarse para protegerse de los competidores y del ejrcito, fue
tambin fruto de la declaracin de la Guerra contra las Drogas, que en
1986 hiciera Ronald Reagan. La actividad pas a ser un crimen de estado y
por tanto, se justificaba la participacin de los ejrcitos para combatirla. A
mayor criminalizacin del trfico de drogas, mayor violencia alrededor del
16

Astorga ha documentado el fenmeno en sus tres libros (2003; 2004; 2005). No es


el nico. La violencia generada por el trfico de drogas ilegales y el inters por la
historia para comprender las particularidades de esta violencia, lo exploran Ronaldo
Gonzlez (2007) y Nery Crdova (2006), entre otros.
17
En El amante de Janis Joplins Elmer Mendoza indaga sobre esta poca en la
historia local.

18

negocio. A esto se suma que en los 80, los colombianos empiezan a


establecer alianzas con los locales para ingresar cocana por la frontera, ya
que Miami haba dejado de ser un puerto de entrada.
Este es el marco en el que se recicla la imagen del rebelde primitivo,
simbolizados por Bernal y Malverde, para convertirse luego en el Jefe de
Jefes: Soy el jefe de jefes seores, /Me respetan a todos niveles/Y mi
nombre y fotografa/Nunca van a mirar en papeles.18 Las estrofas
condensan la transformacin de la imagen sinaloense, su ubicuidad (nunca
me van a mirar en papeles), muestra que el heredero de los bandidos
bondadosos, ahora apunta a otra realidad.
Una esttica masculina
Malverde es un producto hbrido, y no por su aspecto
criminal/religioso;19 sino ms bien porque se ha convertido en un mito
comodificado por una industria que ha sabido lucrar promoviendo el
consumo de objetos y prcticas propias de la cultura del narco. El icono es
celebrado y vuelto a celebrar en los narcocorridos. Estas son verdaderamente
las narrativas donde se puede ver una transformacin en la concepcin del
serrano valiente que desafa a la ley, como un bandido bueno y de buenas
intenciones, hasta el criminal para quien el honor y el negocio son
determinantes de la vida, o mejor dicho, de la muerte. Existen varios trabajos
que exploran los orgenes, desarrollo y propuestas de los narcocorridos.20 El
de Simonett (2004), apunta a algo pertinente en esta reflexin. Desde la
18

Este es uno de los primeros narcocorridos popularizados por Los Tigres del Norte.
La hibridez de lo religioso y lo criminal, comn entre ciertas culturas delictivas,
est exacerbado, como sugiere el ttulo, en la novela de Fernando Vallejo La virgen
de los sicarios (Ver Gabriela Polit, 2006).
20
Los estudios sobre narcocorridos han proliferado en los ltimos aos. Entre los
primeros estn los de Mara Herrera-Sobek (1990), y Luis Astorga (1994). En aos
ms recientes estn los de Elijah Wald (2002), Sam Quines (2001) y Jos Manuel
Valenzuela (2002). La prohibicin por parte del gobierno estatal de difundir los
narcocorridos por las radios locales, ha sido analizada en los trabajos de Juan Carlos
Ramrez-Pimienta (2004) y Klaas Wellinga (2002). No se puede hablar de los
narcocorridos como un grupo homogneo de canciones; hay narcocorridos hechos
por encargo y otros que no lo son. Hay compositores que se niegan a narrar lo que
no ha sucedido y otros que afirman haberse inventado todo. Hay canciones que
critican a los criminales y otras que exaltan sus valores; en todas se exalta la
masculinidad como un valor vinculado al honor y, por supuesto, ninguno muestra
miedo ante la muerte. Esta actitud desafiante es positiva. En muchas canciones se
describe el uso de drogas como maneras de ganar energa y valor. La polmica en
torno a los narcocorridos, implica tambin a sus intrpretes. Los Tigres del Norte,
el grupo sinaloense con mayor audiencia en los dos lados de la frontera, ha sido
tambin objeto de mltiples anlisis.
19

19

perspectiva histrica de la msica de la banda y la tambora, cuando aborda


los narcocorridos, la etnomusicloga advierte que stos claman por una
redefinicin de su gnero. Los corridos contemporneos no slo padecen de
una mistificacin comercial del traficante de droga, sino que tambin
sucumben ante el poder hegemnico de la industria cultural. Lo que
Simonett afirma de los narcocorridos, es aplicable tambin a la figura
masculina que en ellos se celebra y exacerba.
La identificacin de los sinaloenses con la figura mtica de Bernal,
quiz est mejor expresada en esta cita tomada del libro Ensayo de una
provocacin, que le acaba de merecer a su autor el premio regional de
Ensayo de Investigacin Histrica Social y Cultural 2006. Acaso cada
sinaloense llevamos dentro un bandido burln y cnico, un hombre dispuesto
a morirse con armas de dieciocho en la cintura o, ms propio a estos
tiempos, .9 milmetros .45-. Y si como deca Borges, un hombre esen
algn instante, todos los hombres, en Sinaloa todos somos Heraclio
Bernal.21 La idiosincrasia del serrano peleador, fiestero y valiente cuyo
origen emblemtico est en Bernal, sin embargo, es la imagen congelada a la
que todos mis interlocutores atribuan, el origen y el destino de su regin. A
ese Heraclio se le atribuyen valores que no son los nicos que estn ah. El
bandido bueno cuyo apego por la justicia y los desposedos convive y se
disputa en el imaginario colectivo con la imagen del narcotraficante exitoso
que a nada teme y cuyo poder adquisitivo es ilimitado. Las cartulas de los
discos son dos extremos de un fenmeno lleno de matices y contradicciones,
pero sirven para ilustrar la confluencia de dos imgenes del hombre rural.
Mientras en el disco de Los Tigres del Norte que incluye corridos como
Contrabando y Traicin y La Banda del Carro Rojo (considerados por
muchos como los primeros en el gnero) los hombres estn en un tpico
escenario rural; en la recopilacin de Los 30 Corridos Prohibidos, hecha
por la misma casa discogrfica, casi 20 aos ms tarde, en un escenario
parecido, es claramente uno de sofisticada violencia.22
En la mayora de los narcocorridos recientes ya no se celebran las
acciones heroicas de algn contrabandista cuya muerte es fruto de una
traicin amorosa, como en Contrabando y traicin o La banda del carro
rojo. Las canciones celebran otro tipo de violencia y se rinde homenaje a
21

Su autor Adrin Lpez tiene 26 aos. El libro es un acercamiento bastante


ambicioso a la historia local y la incidencia de la narcocultura.
22
Los Tigres del Norte tienen una postura mucho ms ambigua ante las crticas
sobre los narcocorridos. Son ellos tambin quienes defienden sus canciones porque
finalmente, dicen, stas hablan de la realidad local. (Ramrez-Pimienta, 2004), 16
Super Exitos. Univisin 1989. Los 30 Corridos ms prohibidos, Varios autores,
Univisin, 2003.

20

hombres echones y arriesgados, que demuestran su hombra porque no


temen a la muerte. La gente se quejaba Lenin- se sienta a escuchar esta
msica mientras conversa con los amigos, y esta es una manera en que la
cultura meditica hace que nos acostumbremos a tales historias. El artista
no fue el nico que me coment su incomodidad con el xito de los
narcocorridos. Muchos critican las canciones que exaltan la violencia porque
dicen que en ellas se da una imagen equivocada del sinaloense, en Mxico y
en el exterior. Para la mayora, sin embargo, la verdadera preocupacin es la
glorificacin del negocio en los mensajes que estas canciones dan a los
muchachos ms jvenes, especialmente aquellos de menos recursos que
quieren emular a los protagonistas de la transgresin. Ellos tambin
quisieran tener todas las cosas que ahora no pueden, sin importar los altos
riesgos que implica, ni lo poco que puede durar la dicha de ser rico. Esto es
lo que Monsivis llam pacto fustico. Sin embargo, hay algo del
reconocimiento de una hombra verdadera que se exacerba en los
narcocorridos, una tica y una esttica de lo masculino que subyace en estos
mensajes, y que hace que los riesgos reales se desvanezcan. Estos valores se
reproducen por ese mito original del hombre representado en Bernal y que
subyace en la mente de los hombres sinaloenses.
El final del narcotour
Ms all de las disputas tericas por los narcocorridos, sus defectos
y cualidades, sus verdades o invenciones, la propuesta esttica de Lenin
puede leerse como una contraparte a la imagen abstracta de la valenta
supuesta del sinaloense que la industria cultural ha creado alrededor de los
narcotraficantes. En su obra no hay espacio para las figuras mticas; l
trabaja con lo que los serranos son, o --mejor dicho-- dejan de ser. La
mitificacin necesariamente requiere la separacin de los espacios concretos.
En sus obras, sin embargo hay una detallada elaboracin de los espacios
donde se encuentran los muertos. El espacio mtico se transforma, y al
integrar a los muertos al paisaje local, los convierte en objetos de una
experiencia de los sentidos, la experiencia personal y colectiva.
Las constantes preguntas que surgen cuando se habla de violencia,
tienen que ver con el duelo, el testimonio, y sobre todo, la prdida. Las
preguntas estn vinculadas con la muerte y la humana necesidad de dotarle
de sentidos. El duelo, al menos en una de sus ms conocidas acepciones
tericas, se describe como un proceso que debe incorporar al muerto, como
una manera de idealizarlo para reconocer en nosotros lo que fuimos junto a
ese ser querido. Lo nico que tienen los muertos, dira Derrida siguiendo a
Freud, en Duelo y melancola es a nosotros, los vivos. Freud y Derrida, sin
embargo, elaboran sus ideas describiendo los procesos cuando las muertes
son cercanas, como las prdidas de amigos o seres queridos. Los muertos de

21

Lenin, por el contrario, no son propios, en el sentido que da la amistad o la


intimidad que se tiene con un ser querido. Esas muertes le son propias en un
sentido ms amplio, porque registra la experiencia de la muerte para todos
los sinaloenses. Sin un libreto o un guin para dar cuenta o procesar; para
hacer justicia y elaborar un duelo de estas muertes, pinta lo que hay, y lo que
hay son cuerpos que aparecen.23 Al mirar estas imgenes, se puede
coincidir con Virilio cuando dice que el arte contemporneo no tiene piedad.
Lo que muestra el arte es crueldad.
Encuentro, sin embargo, una propuesta esttica en los cuadros de
Lenin, que no la llamara cruel, sino todo lo contrario. Si bien es cierto que
los cuerpos muertos que pinta no necesitan de voces que los definan, sus
cuadros no son explcitos. Hay algo ms. La mirada del pintor no se detiene
en el cuerpo asesinado, en cada obra hay una serie de objetos que son parte
del escenario del crimen. Ah esta el CD de algn narcocorrido favorito;
quiz incluso, la cancin encomendada. Est la imagen del santo, con la
misma cara inexpresiva que aparece en las medallas y cintos de las vctimas.
Las armas que en algn momento sirvieron para matar o defenderse, parecen
juguetes al filo del lienzo. Hasta las decoraciones de las costosas camisas de
seda adornan los cuerpos. Toda la parafernalia glorificada en la cultura
meditica, y convertida en mercanca valiosa, cobra otro significado cuando
rodea al muerto. Los elementos que ms llaman la atencin, sin embargo,
son esos trazos de hierba silvestre alrededor del cadver; esa efmera
presencia de la naturaleza sugiere una muerte menos solitaria, evoca cierta
compasin del mundo en el momento de la agona. La naturaleza se
convierte en una parte integral de la experiencia de la muerte. No slo la de
las vctimas, sino la de los testigos. En su capacidad de recuperar el
testimonio de la naturaleza ante las muertes, Lenin muestra la grandeza de la
piedad.24 Es aqu donde funde su propuesta tica en la bsqueda esttica.
23

En la serie Aparecidos se puede leer la irona de que en dcadas pasadas, la


violencia en Amrica Latina, se manifestaba por un sistema de exterminio que
desapareca a sus vctimas. La generacin de desaparecidos ahora se convierte en
una de aparecidos.
24
La palabra piedad sugiere la presencia de un ser Superior como mediador entre el
yo y otro a quien no conozco pero veo como una vctima. La piedad, en este sentido,
convoca a la caridad. En este texto no tomo la palabra piedad en su acepcin
mstico/religiosa. Entiendo la piedad como sentimiento positivo en el contexto de
una realidad superior que es la vida poltica, la vida en sociedad. La piedad en este
contexto convoca a la bsqueda de justicia. Frente al desencanto colectivo con los
organismos ejecutores de justicia, la obra de Lenin es un legtimo espacio de
denuncia, pero sobre todo, es la creacin sobre un duelo que incomoda, por que no
encuentra resolucin poltica.

22

Hay en los cuadros una visin telrica de los muertos que


contradice lo que se escucha y baila en la msica altisonante que los celebra.
Estas formas no son sino maneras de negarlos. El miedo que en el lenguaje
musical es una falta de hombra, en los cuadros del artista plstico sinaloense
cambia de registro. La valenta se convierte en manifestacin virulenta.
Las armas derretidas muestran la experiencia de la violencia como
un eterno momento en el presente. No es una memoria que se derrite en el
tiempo, como en los relojes de Dal. El objeto que cuenta el tiempo o que lo
acaba, es la pistola. Evocando un tiempo que se genera en la experiencia
pura de la violencia.
Dos meses despus de mi viaje a Sinaloa, sali en un semanario
estatal la noticia del descubrimiento de un sembrado de 200 hectreas de
marihuana en el municipio de Elota. El titular deca: Elota, silencio
cmplice y reportaba las acciones del ejrcito en su obstinada misin de
destruir los sembrados y el --hasta entonces-- sospechoso desconocimiento
por parte de las autoridades de su existencia. En una entrevista, sin embargo,
un funcionario hace esta franca declaracin: Vimos que sembraron mota, la
vimos crecer, la vimos cosechar, pero tambin sabamos que esos surcos
podan ser nuestra tumba. En ese largo proceso que el funcionario describe
de manera sucinta, se condensa todo un universo de violencia con el que
logra identificarse como posible cadver.
La percepcin escatolgica de la naturaleza, es la misma que
representa Lenin en su obra. El pintor incorpora la naturaleza en sus cuadros,
o, mejor dicho, la manera en la que detalla los escenarios de las muertes, es
la manifestacin de una percepcin fenomenolgica de esos cuerpos. Una
percepcin alimentada por la imaginacin del pintor que creci en el campo;
zona donde posiblemente naci tambin la vctima retratada en el lienzo. Los
cuadros muestran muertos, pero tambin sugieren que en la tierra acabamos
todos. Las obras, entonces, no son presentaciones simples y rutinarias de
esos muertos, tampoco funcionan como juicios de valor sobre lo que llev a
esos hombres a la muerte. Son muestras directas, s, de las muertes que
convocan a diario a todos los sinaloenses. En la sensibilidad del pintor capaz
de retratar el horror de la muerte y percibir esa hierba silvestre que
acompaa a la vctima, no slo hay una muestra del arraigo de un ser que no
es mtico, sino que hay registro de un escenario comn; ah radica la
posibilidad de un duelo colectivo. En una sociedad en la que las vas
institucionales no funcionan para procesar la constante prdida de sus
habitantes, el arte se convierte en un arma colectiva, porque registra, porque
indaga, porque representa.
Entre las fotos que tom esa tarde de lluvia en el taller, hay una que
ilustra de mejor manera mi argumento. El pintor est frente al cuadro que
muestra un nio frente al espectculo del muerto en la calle. El fondo donde

23

est parado el pequeo es muy similar al fondo donde yacen algunos de los
muertos pintados. Los colores son los mismos y son similares los trazos de
hierbas silvestres. La expresin del nio es casi de insolencia; no se registra
miedo en su mirada ni en el gesto facial. Ms bien se puede decir que su
actitud corporal es casi de desafo, con los brazos cruzados con cierta
impaciencia. En la foto no est el muerto frente al nio, sino el pintor.
El pintor, a su vez, est agachado frente al lienzo, como suele estar
ante los muertos que pinta. La escena de la foto reproduce el efecto del
cuadro de Velsquez, en la que el pintor se ha retratado dentro del cuadro
que pinta. Recordemos las reflexiones de Foucault en ese primer captulo de
La arqueologa del saber, cuando hace un anlisis del cuadro. En su
interpretacin de Las Meninas, Foucault describe el espiral completo de la
representacin barroca, contenida en el orden divino. Por supuesto en el
cuadro de Velsquez el cruce de miradas entre el pintor y sus modelos,
coinciden en el tiempo. En la foto que yo tom, la mirada del nio
contemplando al muerto, no coincide con el tiempo en el que el artista ve al
nio como parte de su obra. Sin embargo, para nosotros, ese cruce de
miradas tiene el mismo efecto: Lenin muestra al nio mirando un muerto y
frente a esa mirada, el muerto es el pintor. Los espectadores podemos
preguntar de qu lado est la muerte, o el muerto. Y para nosotros, est de
ambos lados. El juego de correspondencias, similitudes, analogas que
componan el mundo barroco, aqu ya no obedece al orden divino, sino al
orden profano del que habla Virilio: el orden de la violencia.
En los meses que lleva el gobierno de Caldern, su guerra abierta
contra el narcotrfico ya ha generado mucho ms de 600 muertes.25 Esta
ofensiva acaso desestabilice temporalmente al crimen organizado, con un
costo que ya muestra ser muy alto en vidas humanas. Esta accin, sin
embargo, difcilmente lograr poner fin al negocio del trfico ilegal de
drogas. Ms adelante, los cientficos sociales harn una evaluacin de la ya
criticada poltica de Caldern contra los narcos. Se hablar de los efectos de
esta guerra, tanto para el lado del gobierno: la Polica Judicial y el ejrcito;
como para el lado del crimen organizado, la reorganizacin de lderes y
redistribucin de territorios. Se decodificarn los cambios en la tica de los
ataques, en los que, a diferencia de dcadas pasadas --como ya advierten
varios analistas-- no se respeta ni a las esposas, ni a los hijos de los
implicados. Se discutir incluso de los derechos humanos. Se hablar de todo
esto, sin reparar que mientras tanto, la gente tiene que seguir con naturalidad
la tarea diaria, en la que la violencia se va instaurando como una cuestin
cotidiana. Tanto la violencia que legtimamente ejerce el gobierno, como la
25

Riodoce mayo 8, 2007.

24

que ilegalmente ejercen los narcos. El arte quiz sea uno de los pocos
espacios que posibilitan procesar tantos estragos y elabore un duelo para
tantos muertos. Pero a pintores como Lenin Mrquez se les seguir
cuestionando por ser, su obra, demasiado explcita.

II) LITERATURA: Ese muerto no lo cargo yo


Reflexiones cruzadas sobre el narcotrfico en Colombia
En este segundo apartado del presente ensayo nos proponemos una
exploracin tica de lo que el fenmeno del narcotrfico represent para la
sociedad colombiana, al menos desde lo que muestran algunas de las
representaciones literarias. El puerto de entrada para esta reflexin es la
novela de Daro Jaramillo Agudelo, Cartas cruzadas, publicada en 1995,
una poca en la que se estrenaba el sicario como protagonista de la narrativa
en Colombia, tanto en la literatura como en el cine. Una dcada en la que
adems, muerto Pablo Escobar, los colombianos al menos desde la literatura,
empiezan a articular reflexiones alternativas que los guen en la comprensin
de la violencia que haban vivido y a la que no encontraban sentido.
Algunas digresiones previas. La primera es hacer una aclaracin
sobre el ttulo de este apartado. En 1995, el ao de la publicacin de Cartas
cruzadas, Luis Astorga public un libro en el que cuestiona el uso del
trmino narcotrfico. Asegura que desde el mismo trmino se prescribe la
manera en la que esta actividad adquiere sentido y que el trmino legitima
ciertas polticas represivas, en una suerte de discurso preformativo que
genera el problema que nombra. El trmino poco o nada dice de los
procesos, las prcticas y los individuos que estn involucrados con el trfico
de drogas ilegales. La resistencia del investigador a la palabra, apunta la
necesidad de llenar de contenidos histricos, sociales y culturales un trmino
que, entre otras cosas, aparece como el intento (poltico) de borrarlos,
ignorarlos y hasta eliminarlos. En la literatura los universos maniqueos que
Astorga describe, son habitados por personajes que divagan entre la realidad
y el mito. Eso los convierte en poderosos atractivos para una literatura fcil,
que reproduce estereotipos y no tiene que seducir a los lectores ya
informados y hasta convencidos de lo que leen (un ejemplo es La reina del
sur, de Arturo Perez Reverte).26
26

Recordemos a Teresa Mendoza y su extico espaol con acento, como la


describe el autor, como la cabeza de una organizacin encargada del trfico de
drogas en el Mediterrneo. Un mundo masculino despus del clsico rito de pasaje
para las mujeres con poder en la literatura: la violacin. Sus amantes, un mexicano
muerto por ser doble agente de los narcos y la DEA, y en Espaa, un contrabandista
vasco a quien ella adiestra para transportar droga. Sus clientes: la mafia rusa y la del

25

En el mbito literario el trmino narcotrfico se convierte en lo que


Arjun Appadurai describe como una prisin metonmica, porque sirve para
reforzar ideas de jerarqua que se establecen respecto a la produccin de
literatura y los prejuicio de ciertas zonas geogrficas, ciertos grupos
humanos y sus prcticas, negndoles movilidad fsica e histrica, (el norte,
en el caso mexicano; el indio brbaro productor de coca en la selva en el
caso boliviano; o el sicario de la comuna en el caso colombiano).
Cuando termin de leer Cartas Cruzadas, en la que el autor voltea
su mirada hacia la intimidad y escribe sobre el fenmeno a travs del gnero
epistolar, me fue difcil nombrar el proceso de decadencia tica que describe
la novela, como fruto de lo que el narcotrfico haba establecido en
Colombia. Un fenmeno que fue posible por la negligencia de la lite
poltica, la hipocresa del establishment econmico, y que transform los
valores de toda una sociedad porque el exceso de dinero haba acabado con
la capacidad de resolver los conflictos.
La novela de Daro Jaramillo permite tener un acercamiento
arqueolgico del narcotrfico, en el que las dicotomas del trmino
desaparecen y se evidencian las tensiones en las que se fundamentan los
problemas de la sociedad colombiana y muestra otras bsquedas de
representacin. Eso hace que el trmino narcotrfico sea pertinente, y hasta
til, porque ayuda a establecer genealogas de ciertas prcticas culturales que
anteceden a la concepcin criminal que adquieren con el narcotrfico y que
dan cuenta de elementos residuales, para usar la categora de Raymond
Williams, que cobran nueva significacin con la abundancia de flujo de
dinero. En este sentido, en algn espacio se puede llenar de nuevos
contenidos al trmino narcotrfico: es precisamente en la literatura, porque
existe la posibilidad de armar un archivo que agrupe las obras que pueden
ser tiles para la reflexin sobre las verdaderas dimensiones del trfico de
drogas ilegales y sus efectos. Esta reflexin versa sobre el caso de Colombia
y en particular sobre la obra de Jaramillo, pero hay varios espacios en los
que vale la pena establecer un dilogo con la produccin literaria sobre el
tema en Mxico y ver los contrastes.

norte de Africa. Y su inicio en el negocio, con una lesbiana, adicta, de clase alta que
se enamora de ella en la crcel, donde fueron compaeras de celda. Los recursos de
Prez Reverte no slo son poco originales, sino que lindan en el clich. Su narrativa
convence porque el escritor maneja herramientas del periodismo profesional. La
novela vende porque el pblico al leerla, confirma las nociones de su sentido comn
en una historia que tiene la dosis necesaria de suspenso. Hay algunas novelas con el
tema del narcotrfico que se producen con la exclusiva intencin comercial y son
menos logradas, estilsticamente, que la de Prez-Reverte.

26

Los narcos en el espacio pblico colombiano


En 1984, dos nios en moto se acercaron al Mercedes Benz blanco
en el que viajaba el entonces Ministro de Justicia del Presidente Belisario
Betancourt, Rodrigo Lara Bonilla y lo matan a sangre fra. Lara Bonilla
haba afirmado que su responsabilidad poltica como ministro era limpiar al
pas de los narcotraficantes, y su compromiso haca evidente que el trfico
de drogas ilegales haba pasado de ser un crimen comn para convertirse en
un crimen poltico. El Ministro haba sacado a la luz juicios pendientes que
Pablo Escobar Gaviria tena con la justicia y que, por obvias razones, haban
quedado en los archivos. Su muerte es el hito que divide la sociedad
colombiana de esa dcada entre buenos y malos, y legitima la respuesta del
Estado frente a la amenaza de los narcotraficantes. Esa muerte tambin
desencadena una dcada de violencia que no encuentra fin sino hasta 1993,
con la muerte de Pablo Escobar.
El asesinato de Lara Bonilla estuvo reportado con la foto de los dos
muchachos que lo asesinaron. Ivn Daro Guizado Alvarez, quien dispar
contra el ministro, muri al caer de la moto al sufrir una fractura de crneo.
Lo sobrevive el conductor Byron de Jess Velsquez Arenas. Nombre que
combina la mstica que se le atribuye al sicario: ngel de lo perverso.
La violencia de los aos siguientes, que tanto el Estado, la lite
econmica y poltica y la sociedad sufren como cuestin inexplicable y
ajena, se representa en un cdigo propio que se articula alrededor de esos
nuevos agentes sociales que haban matado a Lara Bonilla: los asesinos de la
moto --nios habitantes de las comunas de Medelln y de Bogota-- y que
ahora pasaban a ser sicarios. Fuera de esos autores materiales, --eslabones
sueltos de un engranaje complejo de corrupcin-- a quienes se los interpela
jurdicamente, ninguna instancia asume responsabilidad por lo que sucede, y
como en la cancin del Gran Combo que da el ttulo a este trabajo, nadie
carga con los muertos de Colombia.
En sus reflexiones sobre los legados ticos de Auchwitz, Giorgio
Agamben afirma que una de las grandes trampas del pensamiento
contemporneo es confundir la tica con la justicia. De suerte que los juicios
a los miembros del las SS nazis son los mejores ejemplos de la confusin
porque el proceso jurdico, cuyo presupuesto son la culpa y el
arrepentimiento, estructur para muchos el restablecimiento de un orden
tico. De modo que el juicio jurdico es un medio y un fin en s mismo y en
nada aclara el conflicto tico que Auschwitz suscit.
El sbito protagonismo de los sicarios en las narrativas colombianas,
de alguna manera se hace ms comprensible a travs de las reflexiones de
Agamben, porque el sicario es el personaje a quien se le somete al criterio de
la justicia para restablecer una idea de orden social. Los habitantes de las
comunas, los desechables, como se los ha dado en llamarlos en aos

27

recientes, son fruto de eso que Foucault describi como la biopoltica. En las
comunas el pueblo dej de existir para convertirse en poblacin: no hay
reportes de participacin poltica en las comunas. Lo que se sabe de ellas es
por una serie de indicadores que dan cuenta de su taza de nacimiento,
crecimiento y mortalidad. Los sicarios habitan ese lugar que el estado ha
privado de presencia poltica y donde la muerte se ha convertido en un
epifenmeno, lo que explica la relacin de los muchachos con la muerte.
Tanto en los medios de comunicacin como en las versiones
literarias, el nio de mirada cndida y cuya corta vida est ms llena de
muerte que de infancia, el sicario resulta el mejor chivo expiatorio para
explicar el origen moral de todas las desgracias de la sociedad colombiana.
El habitante de la comuna es el extrao al que fcilmente se lo demoniza
para purificar al resto de la tribu. Esto, en el imaginario colectivo, puede dar
algn sentido tanto a la muerte de Lara Bonilla en 1984, como a la del
candidato a la presidencia Luis Carlos Galn en 1989, muertes atribuidas a
los narcotraficantes y que, por tanto, entran en ese registro maniqueo que se
ha generado alrededor de su existencia.
Pero cmo encontrar una interpretacin a la muerte de Lara Bonilla
que pueda servir en un contexto ms amplioLa pregunta que cabe hacerse
es cmo traducir al plano de la tica la preocupacin de la elite poltica en
mostrarse libre del peso del dinero generado por el narcotrfico? Ms all de
la gestin poltica que obedece a las grandes presiones por parte de Estados
Unidos y la necesidad de llevar a cabo la implementacin de la ley de
extradicin, haba que dar legitimidad al proceso de acusar al narcotrfico
como la causa de los males de Colombia. Al estar pblicamente vinculada
con el dinero de los narcos, la lite iba en contra la filosofa misma que
legitimaba su riqueza y una posicin hegemnica en la sociedad. Porque el
dinero caliente no tena el valor moral que se le atribua a la riqueza del
esfuerzo, del esmero y hasta del linaje. El dinero caliente era, en ese sentido
mucho ms democrtico. Esa es una de las aporas del narcotrfico, y que
como bien afirma Carlos Monsivis, no es la causa, sino el producto ms
grave de la tica neoliberal. La consecuencia de este razonamiento tiene una
verdad transparente que la articulan los sicarios cuando explican sus
crmenes: yo slo hago el trabajo, culpables son los que me pagan. Su
tica es amoral y eso hace del sicario el personaje protagonista de crnicas,
pelculas y novelas, porque su verdad nos deja perplejos.
La sicaresca
En 1990, despus de leer el reportaje escrito por una joven periodista
sobre un joven de las comunas que quiso tirarse del piso alto de un edificio y
a quien lo rescata la seora encargada de la limpieza, Csar Gaviria escribe

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el guin de su primera pelcula, Rodrigo D, no Futuro. La historia muestra


la manera como los muchachos de las comunas de Medelln, sortean su
suerte con la muerte. Aunque el guin es de Gaviria, la historia la cuentan
los muchachos con su cuerpo y en su lenguaje. Ese mismo ao Alonso
Salazar publica No nacimos pa semilla, una crnica de los asesinos de la
moto, en la que ellos explican porqu y cmo se dedican al negocio, cules
son las trayectorias personales y colectivas que los han metido en ese mundo
desbarajustado (Reflexin sobre lenguaje y tica en la representacin del
Otro siguiendo a Levinas).
Mientras la preocupacin de Gaviria y de Salazar es la de
comprender la vida de los muchachos en las comunas, sobre todo en el caso
de Gaviria, no de representarlos, sino de darles un espacio de autorepresentacin, una ola de produccin literaria sobre los sicarios hace que se
empiece a hablar de la sicaresca colombiana. En 1994 Fernando Vallejo
publica La virgen de los sicarios, novela que se vuelve famosa en 1997,
cuando es traducida al francs y de la que Barber Schroeber hace una
pelcula, y que termina de consagrarla en 1999. Los sicarios se estrenan
como protagonistas del quehacer literario y se convierten en personajes que
articulan un discurso acerca de lo que estaba pasando en Colombia. A esta
obra le siguen Rosario Tijeras, de Jorge Franco y Angosta de Hctor Abad
Faciolince, novelas en las que el sicario tiene un papel central, porque para
ste la muerte es una mercanca como cualquier otra.
Las pelculas de Csar Gaviria, la crnica-reportaje y las obras de
Alonso Salazar dan cuenta del acercamiento personal de estos muchachos a
ese espacio de muerte que habitan, y los suyos son testimonios de esa
situacin lmite en la que viven. Las novelas, por su lado, son discursos en
los que el sicario aparece como un personaje con lenguaje un tanto crptico
al que hay que traducir, y cuyo cuerpo est inscrito por una cicatriz que lo
marca como sobreviviente de una muerte vecina, haciendo evidente su
condicin de desechable, y que a la vez permite convertirlo en objeto de
deseo tanto de la escritura como del deseo sexual.
La sicaresca en sus diferentes versiones --aunque es importantsimo
distinguir la produccin de Gaviria, de la de Salazar y de las dems novelas-tiene un producto comn: genera un discurso alrededor de una culpa
colectiva. El desbarajuste de Colombia es algo que nos pas a todos, todos
somos responsables por esto que sucede, dice Fernando, el personaje
autobiogrfico de la obra de Fernando Vallejo, y nuevamente, nos vemos en
un corredor sin salida en trminos de un serio planteo tico. Como
aprendimos con Primo Levi, toda culpa colectiva lo nico que hace es
absolver a los individuos de sus responsabilidades personales. La culpa
colectiva neutraliza la situacin y exime al individuo de tomar una posicin
frente a los hechos. En este sentido, la obra de Daro Jaramillo es una

29

novedad, al menos en su planteo tico respecto no slo por lo que enuncia


sino tambin por su forma literaria: la epstola.
En Cartas cruzadas Daro Jaramillo mira hacia adentro. Su novela
es de una profunda introspeccin, y su bsqueda est fundamentada en una
pregunta sobre la propia conciencia. El inters se desplaza de la historia
pblica, a la historia privada, la de los individuos y a la de las
transformaciones en sus relaciones afectivas.
El gnero literario y su archivo
El gnero epistolar comparte con el autobiogrfico un fenmeno que
es su mayor riqueza y a la vez, su mayor complejidad epistemolgica: el
sujeto que crea se convierte en el texto, en el objeto de la creacin. El sujeto
se auto-inventa, el texto se convierte en un segundo advenimiento, y si se
nos permite el trmino, una autoconciencia consciente. Pero el hecho de que
el yo se cree tambin se puede leer como una manera de desapropiacin
del yo. En otras palabras es tambin una manera de mirar al yo con
distancia. Hablando de la autobiografa, Paul De Man dice que no es un
gnero literario sino una forma de textualidad que posee la estructura del
conocimiento y la lectura. Lo cual es aplicable a la novela epistolar.
Esto cuando la narrativa consta de las cartas enviadas y de las
respondidas y hay un hilo narrativo que las incluye y que les da sentido. En
el caso de Cartas cruzadas, es la carta de Raquel a Juana, que funciona
como una especie de diario o libro de auto-reflexin en el que Raquel cuenta
y (se) cuenta lo que le ha sucedido durante los ltimos diez aos. La carta de
Raquel hilvana el resto de la correspondencia, incluso porque en un inicio
Raquel confiesa haber ledo algunas de las cartas entre Luis y Esteban.
Esteban es un joven de Medelln que mantiene relacin epistolar con su
amigo de la infancia, Luis, joven tambin de Medelln que ahora es profesor
de literatura en Bogot. La novela empieza con una carta entre ellos fechada
en octubre de 1971. El hilo narrativo que permite la extenssima carta de
Raquel a Juana, de noviembre de 1983, tiene adems un texto incluido que
es el diario de Esteban, donde se vierten juicios acerca de Medelln y su
historia; donde se elaboran los cuestionamientos en torno a los cambios que
estn viviendo los colombianos a causa de un excesivo flujo de dinero;
donde adems hay argumentos en los que se discuten las cualidades de la
marihuana y la cocana, la funcin de la ley o su ausencia en Colombia, el
fetiche de la palabra en una sociedad dominada por gramticos y
abogadosetc.. Parece ser Raquel quien narra la historia, pero por el peso
narrativo del diario de Esteban, sabemos que ese es el personaje con quien se
identifica el autor y por lo tanto, la introspeccin que propone la novela

30

epistolar no es solamente una mirada crtica a la vida ntima de todos los


personajes, sino hacia toda la sociedad colombiana.
Hay dos elementos, adems, que son necesarios mencionar como
fundamentales del gnero epistolar: el tiempo y el espacio. Las cartas
necesariamente marcan una distancia en el tiempo: en el que se escribe la
carta, en el que se lee y del que cada carta puede hablaraunque la
perspectiva est pautada sobre todo por la recepcin de la historia. Respecto
del espacio, toda carta viene encabezada con la fecha y el lugar en la que
fueron escritas. En una novela como sta, en la que hay un intercambio
epistolar, las categoras de tiempo y de espacio como parte fundamental de la
carta, nos obliga a mirar qu particularidad tiene ese tiempo y ese espacio en
la narracin. Las fechas en las que Daro Jaramillo escribe su larga novela
(son 600 paginas) van desde octubre de 1971 hasta noviembre de 1983. Los
lugares geogrficos son cuatro ciudades: Medelln, Bogot y Nueva York y
Miami. Ese ejercicio introspectivo, entonces, mira a Colombia en la dcada
que antecedi a la explosin del narcotrfico como crimen poltico.
Un elemento crucial es el territorio que se define en la novela como
el imaginario de lo que iba siendo Colombia en esos aos: Medelln, Bogot,
Miami y New York. Los personajes que habitan cada uno de estos lugares, y
mundos, tambin nos permiten mirarlos por dentro. La novela es
introspectiva no slo porque cuenta la vida ntima de todos ellos, sino porque
en sus reflexiones estn expuestos en un tiempo y en unos espacios que
anteceden las explicaciones facilistas. La novedad estriba en que el autor
mira al proceso de transformacin de la sociedad, antes de que la excesiva
visibilidad de los narcos en los espacios pblicos permitan elaborar una
visin maniquea que condene a ciertos actores sociales.
Siguiendo las reflexiones sobre la diferencia entre tica y justicia,
como lo hemos detallado, a Jaramillo le interesa la pregunta sobre la tica.
Muestra las transformaciones de sus personajes, y de las relaciones entre
ellos, y lo que vemos es una intensa bsqueda personal por respuestas
medianamente certeras, en momentos en los que la confusin social hace que
todo el mundo sucumba a la posibilidad de enriquecimiento rpido.
Daro Jaramillo Agudelo es uno de los ms grandes poetas
colombianos. Por eso no es casual que los personajes de su historia tengan
una intensa relacin con la poesa. Esteban viene de una familia adinerada,
Luis de la clase media. Esteban ama la poesa y escribe sin decidirse a ser
poeta. Luis estudia a Rubn Daro y se vuelve un experto en Modernismo
despus de obtener una beca para estudiar un doctorado en Nueva York. Esto
permite que Daro Jaramillo ponga en las cartas de Luis largas reflexiones
intimistas en torno al fenmeno de la creacin. Esteban es periodista
deportivo y trabaja como locutor de radio. Viviendo en Bogot, Luis se
enamora de una chica de clase alta de Medelln, Raquel, que tiene una

31

hermana lesbiana en NY, Claudia, cuya amante es Juana, a quien Raquel


escribe la carta. La madre de Claudia y Raquel haba abandonado a su
familia, y se radic en Miami. As se cierra el crculo geogrfico de la trama.
Pero se discute en la novela con intensidad sobre diversidad de
temas: por ejemplo, sobre la marihuana y la hermosa descripcin de sus
efectos en el consumo en la Guajira; el auge de cocana en el valle de
Aburr, en1974La nueva terminologa para narrar la exportacin de
cocacoronar un envo y los datos sobre los precios de la droga; se describe
el dinero, su forma, su color, su olor; la abundancia de dinero, que decanta
en una falta de ley en todo: secuestros, robos, estupros; crtica al apego de la
verdad formalel fetiche de la palabra; autocrtica de la moral burguesa y la
inmoralidad del negocio; reflexin sobre la riqueza de los narcos como una
cuestin de visibilidad: no saber ser rico; el desquicio del poder de ser rico
en un da; las reuniones social-familiares de los narcos y el miedo que
acompaa a los propios personajes. Y, como fondo, la racionalidad burguesa
y suprema del mundo narco: la defensa del negocio.
Daro Jaramillo deja a nuestra disposicin una serie de testimonios
epistolares para que descubramos qu pas en Colombia. Una referencia a
un cuento de Edgar Alan Poe nos permite tener una doble entrada: Lacan
hizo una lcida lectura del cuento para explorar lo que es el significado de la
epstola. Segn la lectura de Lacan, lo importante son los pasos de la
bsqueda de la carta, porque su contenido mismo queda en un espacio de
nebulosidad, de lo opaco, lo que en el ingls de Poe se dice ODD o
BIZARRE y que no se termina de descubrir su significado porque es algo
que queda como volando en el ambiente. Esa parece ser la clave que el
mismo Jaramillo da a las 600 pginas de la novela; una quisiera que hubiera
una respuesta fcil, una manera de encontrar culpables e inocentes, una
manera en que se diga rase una vez o haba una vez. Pero no hay.
El nico testimonio que nos podra servir para comprender el
proceso de transformacin en Colombia, sera el del profesor universitario,
amante de los libros y la belleza, pero que termina sucumbiendo a la
posibilidad del dinero fcil. Ya no es el pacto fustico que fcilmente se le
atribuye al habitante de las comunas, aquel que ha sido olvidado por el
Estado o que se ha convertido en objeto de un biopoder, a lo Foucault. Luis
es un hombre como cualquiera que no habita en las comunas y que se puede
identificar, y su testimonio sera tal vez, el ancla de salvacin. Pero no es as.
Lo ms cercano que llega a decir de su propia verdad es que no se arrepiente
de nada, que lo que hizo lo volvera a hacer pese al dolor que caus a sus
seres queridos, ahora ya distantes, porque est sumido en su egosmo y su
necesidad de vivir con otra intensidad la vida. No se arrepiente de naday
desaparece del relato, y su testimonio es lo que no se puede decir, lo que

32

desde el punto de vista tico no se puede nombrar. Y sigo nuevamente a


Agamben en estas palabras finales, cuando dice que el testimonio de
Auschwitz lo podran hacer quienes sufrieron su mayor consecuencia, pero
ellos estn muertos. Por eso hay algo en el testimonio verdadero que es
indecible. Ese tambin es, de alguna manera, el valor de lo indecible que
Lacan le atribuye a la carta robada sobre la que escribe Poe. En toda esta
disquisicin tica, hay algo que tambin Levinas haba dicho. La tica tiene
que anteceder a la cultura, porque de lo contrario, se vuelve una cuestin
particular, y en lo que piensa Levinas, es en una cuestin universal. No a la
manera de Kant, como un imperativo anterior a los sujetos, sino como
universal en la relacin con los sujetos, y en ese sentido, el silencio de Daro
sobre su propio personaje es tambin su posicin tica ante lo indecible,
porque elaborar un testimonio de ese personaje, sera necesariamente,
catalogarlo o juzgarlo de alguna manera y partir de un universal antes de dar
espacio al encuentro con el otrocon aquel que sucumbi al poder del
dinero. Creo que aqu est la mayor riqueza de esta novela. Que 600 pginas
no son suficientes para realmente llegar a una conclusin sobre el proceso de
transformacin. Pero a diferencia de los personajes de las sicaresca, y de
relatos anteriores, aqu las responsabilidades son personales.
En Colombia, al inicio de la dcada de los 70 la cocana todava no
se haba consolidado como un producto interno bruto que le generara al pas
muchas divisas. Esto empieza a ser visible a partir de 1975. Se puede decir
que de 1971 a 1974 en trminos generales, todava se vive la poca del auge
marimbero. La marihuana colombiana se exporta en grandes cantidades
cuando los miembros del Cuerpo de Paz, motivados por la calidad de la
cannabis, la empiezan a mandar a EEUU. La infraestructura de este negocio
est en manos de norteamericanos, y entre las comunidades colombianas que
se dedican al cultivo de la marihuana, estn los guajiros.
Hay que reconocer que en este grupo de actores sociales el
contrabando fue, durante casi todo el siglo XX, un medio de vida. Se
traficaban electrodomsticos, tabaco de Panam, y los registros de estas
actividades, si bien ilcitos, no tienen un corte moral peyorativo. Para
muestra de ello recordemos La increble y triste historia de la cndida
Erndira y de su abuela desalmada, para mencionar una novela cuyo
protagonista vive del contrabando, aparte de los ajetreos de la prostitucin.
El contrabando en la Guajira era, adems, un negocio que defina clanes.
Muy famoso es el caso de dos familias: los Valdeblnquez y los Crdenas,
que vivan del contrabando y que, por un asunto de honor, deciden
emprender una vendetta familiar que cobrar la vida de todos los miembros
varones del bando contrario. El caso fue muy famoso y comentado en
Colombia, y en 1999 Laura Restrepo escribe Leopardo al sol, narrada sobre
rumores y chismes. Ah se reconstruye este captulo de la historia Guajira.

33

La participacin de la Guajira en el trfico de la marimba, por supuesto que


cambi en algo las relaciones locales, porque la marihuana le dio a estas
comunidades olvidadas, un rdito econmico que nunca se haba visto.
Cuando la marimba se filtr en el negocio del contrabando como en el caso
de las familias citadas, las formas tradicionales de violencia y justicia,
vinculada al honor y a la familia, se modernizan a travs de la contratacin
de agentes privados: los sicarios.
No es imposible comprender la tica de los personajes de esta
novela, considerando que la Guajira es uno de estos lugares remotos, en los
que las leyes del honor, vinculados a los lazos familiares y los valores
patriarcales, son las formas premodernas de establecer lo legal. Pero si
recordamos la clebre Crnica de una muerte anunciada, podemos tener
una visin un poco ms amplia del lugar que tiene la Guajira en el
imaginario colombiano. Dira lo mismo respecto de El coronel no tiene
quien le escriba y La mala hora, en los que Garca Mrquez, ms all de
crear obras excelsas, pone el dedo en la llaga de esa modernidad inconclusa
y violenta que es la colombiana a mediados del siglo anterior. Son muestras
de la posibilidad de organizar un archivo para comprender el fenmeno del
narcotrfico desde lo literario.
Pero inici la reflexin histrica recordando el asesinato de Lara
Bonilla como el hito que marca la concepcin del narco como crimen
poltico. Cerremos la historia con dos asesinatos que han quedado
olvidadosEl de Bernardo Jaramillo Ossa en 1989 y el de Carlos Pizarro en
1990. Una novela negra de Nahum Montt, El Eskimal y la Mariposa, las
recuenta y de alguna manera, adems, desacraliza la versin oficial de la
muerte de Lara Bonilla e incluso la de Luis Carlos Galn. Porque estas
muertes eran fcilmente atribuibles a los narcos, mientras las de Jaramillo
Ossa y Carlos Pizarro, no tantoPor eso la literatura es un discurso, artstico
por si fuera poco, que puede servir para construir otra memoria y por lo
menos cuestionar la versin oficial, la memoria del miedo que se repite en
ecos en cada anuncio de la radio, que dice por ejemplo a la mujeres que no
se casen con narcosporque el vestido de novia, es tambin el de la viuda.
Por qu no hablar entonces de la literatura como el modo para
interpretar la densidad de los matices culturales que se ocultan en el trmino
narcotrfico, y desde la crtica, establecer un archivo que nos permita
pensar en cmo es que el fenmeno nos afect y que modific los elementos
residuales de culturas locales, para integrarlas de la manera ms perversa a la
modernidad y a la necesidad de consumo?
Bibliografa (Fuentes primarias):
--Abram, David. The Spell of the Sensous. New York: Pantheon Books, 1996.

34
--Appadurai, Arjun. Putting Hierarchy in Its Place en Cultural Anthropology,
No. 1, 1988.
--Astorga, Luis. Mitologa del narcotraficante en Mxico. Mxico: Plaza y Jans,
2004.
--Badiou, E. Ethics. An Essay on the Understanding of Evil. Londres: Verso,
2001.
--Crdova, Nery. La narcocultura: simbologa de la transgresin, el poder y la
muerte. En proceso de edicin. Mxico, 2006.
--Derrida, Jaques. The Work of Mourning. Chicago University Press, 2001.
--Marn Tamayo, Fausto. La Rebelin de la Sierra. Vida de Heraclio Bernal. Juan
Pablos, Mxico, 1950.
--Gonzlez, Ronaldo. Sinaloa, una sociedad demediada, Ayuntamiento de
Culiacn-Casa Juan Pablos, Mxico, 2007.
--Levinas, I. Collected Philosophical Papers. Pittsburgh: Duchesne University
Press, 2006.
--Lpez, Adrin. Ensayo de una provocacin. Culiacn: Difocur, 2007.
--Simonett, Helena. En Sinaloa nac. Historia de la msica de banda. Mazatln:
Asociacin de Gestores del Patrimonio Histrico y Cultural de Mazatln, 2004.
--Virilio, Paul. El procedimiento del silencio. Buenos Aires: Paids, 2001.

35

Lenin Mrquez frente a una de sus creaciones

ARTE Y LITERATURA:
transgresin

Los

otros

rostros

de

la

I) LENIN MARQUEZ: el arte de pintar al narcotrfico


Nery CORDOVA
En este apartado ensamblamos
destacados creadores de Sinaloa: Lenin
para abordar los motivos y las razones
pintura el primero; y de la literatura el

dos conversaciones con dos


Mrquez y Elmer Mendoza,
de sus obras; a travs de la
segundo. Adems de que sus

Escritor. Catedrtico e investigador de la UAS. Doctor en Ciencias de la


Comunicacin por la Facultad de Ciencias Polticas y Sociales de la UNAM. Ha
publicado varios trabajos sobre el narcotrfico desde una perspectiva sociocultural, a
partir del mtodo de la descripcin densa de Clifford Geertz y desarrollado a
travs de la teora socioestructural de la cultura por John B. Thompson y Gilberto
Gimnez. Es integrante de la Red UNESCO para el estudio de las drogas ilcitas.

36

obras hablan por s mismas, durante las entrevistas y en la propia


cotidianeidad de sus vidas particulares, que se concretan en el rudo y
caluroso hbitat de Culiacn, simblica y muy significativamente,
ambos dicen mucho. Y sus voces, por la trascendencia misma de sus
aportes a la cultura y el arte, son como una suerte de paradoja del
mbito sociocultural en la entidad. Desglosamos en primer trmino la
charla con el pintor; y luego, la correspondiente con el escritor.
-----0----Lenin es un artista de una vigorosa y sugerente trascendencia
pictrica, en donde la esttica pareciera un alarde preciosista de lo
artstico, y viceversa. En la tendencia figurativa, en la impresin un
tanto sorpresiva de primera vista, pareciera que las formas se
encuentran en una constante ria y confrontacin con las honduras
cruciales de los contenidos. Como que la finura y la delicadeza plsticas
resultan contrastantes frente a los temas brutales que son plasmados en
los lienzos; como si el arte fuese, en su literalidad, manchado con los
densos colores de la muerte. En realidad la confrontacin vital ocurre
entre la creacin, como un todo conceptual, y el contexto sociocultural.
Ms que crnica a travs de la pintura, se trata de una sntesis artstica,
orgnica dira acaso Antonio Gramsci, sobre un tiempo y un drama que
nos ha tocado testificar y vivir. El crimen, las balas, la sangre, la
violencia, la transgresin, han sido los actores y protagonistas
recurrentes en una obra --que ha dado cuenta de un ambiente y un
hbitat social perfilado y carcomido histricamente por protagonistas
reales de la vida--, enquistados casi siempre en posiciones de poder, en
la poltica y la economa; desde la regin para (y con) el pas y el mundo.
Por su trayectoria y por su calidad, Lenin ha sido apreciado en
su tierra y ms all de sus fronteras. Premios y reconocimientos han
sido de variada ndole. En esta entrevista, los temas se van hilando
coloridamente, pero siempre en el contexto de los rudos entornos
sociales. El presente texto es una sntesis de una muy extensa
conversacin efectuada en Culiacn, entre clidos sorbos de caf,
mientras los regueros de los casquillos y la plvora, por supuesto, se
siguen mirando abierta y subrepticiamente, en la sierra, los campos y las
ciudades. Y como dato curioso, escalofriante y trgico, una de sus
primeras obras (un leo con un rostro urbano angustiado) sera un
callado testigo de un crimen en Mazatln: el 23 de marzo de 1994 fue
asesinado a balazos en su hogar, por un par de sicarios, el que fuera
vice-rector de la UAS, nuestro amigo y hermano, el doctor Ignacio del
Valle Lucero. El crimen, claro, en realidad sigue impune. Y dice Lenin,
sarcstico: Me gustaba mucho ese cuadro, tanto que me arrepent de

37

haberlo vendido. Quin sabe dnde termin. Quiz tambin lo


desparecieron, por aquello de que fue un testigo mudo del asesinato.
--Lenin reflexiona y explica.
--El tema plstico llega solo, de afuera hacia ti. No necesitas buscarlo. De
pronto adquiere sentido la informacin que proporciona la sociedad, tu
entorno cercano. La disciplina y la sensibilidad se conjugan con la necesidad
de expresarte como parte de tu sociedad y entonces es sta la que induce y
obliga a pintar determinadas situaciones, momentos y circunstancias. En mi
caso suelen ser aspectos dolorosos, como los del narcotrfico y la violencia.
No puedo sustraerme a ello. Resulta extraa la fascinacin que ejerce tal
temtica en mi obra. Y no pinto por pose, ni por moda ni por boom ni por
negocio. Hubo un tiempo en que dej el tema, pero slo porque dej de
pintar; slo as pude hacerlo. Yo, en realidad, tengo necesidad de expresarme
en relacin con lo que veo, siento y vivo. Y ocurren cosas positivas y
negativas, buenas y malas, pero afortunada o desafortunadamente a m me
llaman ms la atencin las malas, porque las buenas y bellas resultan
demasiado obvias. Creo que contribuyo social y culturalmente, desde mi
humilde trinchera, para ponerle atencin a esta situacin que tanto ha
afectado a la sociedad. Yo pintara un paisaje sinaloense, pero lo pintara
desde el otro lado, como lo he hecho, con otro contexto, con el contexto real
y crudo. Es claro: en la sierra hay gente que cultiva la tierra, pero tambin
hay gente que cultiva otros productos. Y en las ciudades los criminales
andan sueltos. La parte oscura del mundo es lo que en particular me afecta y
me lastima. Es algo que est ah y yo tengo que decirlo a travs de lo que s
hacer. A veces, te juro que no s porqu pinto esas cosas terribles; slo s
que es una muy honda necesidad.
--Lenin, pensemos en una balanza: Tu actitud frente al cuadro es ms
racional o ms pasional?
--Estn imbricadas ambas cuestiones. Aunque trato de que sea lo menos
racional posible. El mismo hecho de no realizar un boceto previo indica que
no hay mucho raciocinio. En general obvio lo que es previsorio. En el
proceso de la creacin pierdo de vista muchas cosas, como la nocin del
tiempo. Cuando se intelectualizan demasiado el tema y el concepto termina
uno por encasillarlos. Pero es muy curioso porque yo no busco al tema; ms
bien la temtica me busca a m. Es como una inquietud, una necesidad que
asedia. Es el deseo y el placer de pintar, pero no slo de pintar por pintar,
sino de hacerlo con un enfoque, con una idea. En realidad, como deca

38

Rufino Tamayo, el tema es slo un pretexto para pintar, pues la misma


pintura vuelve interesante al tema.
--A pesar de que se observa lo emocional en la viva piel de tu pintura,
ests lejos de ser un pintor atormentado.
--Curiosamente hace tiempo me acusaban de eso. Por lo que pintaba y...
--Rememoro los personajes deformes y sufridos de tus primeros tiempos
como pintor.
--S. Alguien me dijo que soy una persona muy tranquila y hasta difana; y
que por ello no entenda el porqu de mi pintura. Lo que pasa es que uno no
pinta del interior hacia afuera, sino de afuera hacia adentro. De pronto se
vuelve ms importante lo que uno ve que lo que uno siente. Sin embargo eso
se revierte. Y no es que yo diga: como soy esquizofrnico voy a pintar esto
y lo otro, que sera lo ms literal como ejemplo extremo del enfoque. T
sabes que siempre me ha inquietado el tema social: la gente, la calle, lo que
ocurre fuera de m. El hecho de ojear un peridico te sacude; ver lo que pasa
con los dems y con los vecinos pues impacta y asusta. El hecho de vivir tan
ajeno a la violencia, que se traduce en sentido contrario en la pintura, es tal
vez un mecanismo de defensa, como una manera de catarsizar o exorcizar
los fenmenos. Un amigo me cuestion respecto de si no le tena miedo al
narcotrfico. Y s: es el miedo que muchos tenemos. Afortunadamente an
no me ha pasado nada. Pintar una pistola genera violencia? Yo no busco
representar la violencia con un arma, que sera lo ms inmediato
semnticamente. La pistola puede representar muchas cosas, hasta sexuales y
flicas. Pero indudablemente en m se trata de una desesperacin: mi
necesidad de decir algo.
--Parece demasiado importante el contexto.
--Exactamente. Como en mis series pictricas de Los desaparecidos o
Daos a terceros. En nuestro contexto son temas vastos. No los puedes
dejar. Son temas virulentos de todos los das, que se renuevan en la vida hora
tras hora. Con el pintor Oscar Manuel Garca Castro (otro artista sinaloense
que pinta tambin sobre el narco) coincidimos mucho. Somos de la misma
generacin, fuimos amigos. Coincidimos en personajes, situaciones,
circunstancias, entorno. Y en premios? S, en premios tambin. Acaso
somos de una generacin marcada por un notorio contexto, en el que estn
algunos otros artistas de la regin como Ricardo Corral y hasta Eduardo
Snchez Encinas. O Mara Romero.

39

--Aunque ella ms a un nivel interno y conceptual.


--Un enfoque ms autobiogrfico y anecdtico. Pero en general se trata de
una violencia que no le quita para nada la belleza a la obra. Entonces la
influencia exterior resulta de primer orden. Conozco a unos chavos gemelos,
tienen lana y les fascina la pintura. Me caen muy bien porque le echan
muchas ganas. Son geros de ojos claros, galanes, muy unidos. Hacen
cuadros por ejemplo de una prostituta jodida o de un tipo descuartizado, un
Cristo tirado o un sujeto balaceado. La obra podra ser definida como muy
obvia y hasta panfletaria, pero lo importante es que dicen cosas. Y en mi
caso tal vez sera ms fcil pintar mis propios sueos, lejos de la realidad.
--Cmo los monstruos onricos del pintor Luis Gonzlez?
--No. Fjate que por ah no. Mis respetos para Luis, pero eso no. Creo que
ah hay cierta represin...Quiz hay una carga emocional muy fuerte, que
termina por ser un anclaje
--Va una pregunta absurda: Por qu no pintas flores y rositas?
--No se trata de un afn por ser original o de buscar estilos. En m anida una
necesidad de expresin, de decir algo que mucha gente no dice, que no se
atreve a decirlo, y que probablemente deba ser dicho a gritos. Es algo que
me angustia, que me preocupa y que me ocupa. Por eso yo no pintara un
sueo. Los sueos no me gustan ni me preocupan. Ni yo a veces lo entiendo;
pero s que es una urgencia vital de creacin. Por eso no pinto sueos rositas
o floresitas intimistas. Sera como burlarme de lo que yo creo. No sera yo.
Ms que ser original o buscar un estilo superfluo quiero ser yo mismo y
decir lo que creo y pienso. Pero puedo ver una flor y quiz sea una...
--Una amapola.
--Fjate que hubo una bienal del noroeste donde gan una amapola, de un tal
seor Gaxiola que jams volvi a ser seleccionado ni le volv a ver un
cuadro. El de la amapola, con una calavera entre la maleza, ni siquiera es
kistch; es ms bien ingenuo. Pero gan.
--Cuando ests frente al cuadro, hay alienacin, enajenacin?

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--S, precisamente. Como otra dimensin. Quiz una sensacin de olvido en


torno a lo que pasa en la vida, para no estar en la vida. Pero el encanto se
rompe cuando debo ir al bao, por ejemplo. En el proceso retomo al mundo
y luego me distancio del mundo. En alguna ocasin no he odo el ruido
terrible de la vida, ni la calle ni los toquidos en la puerta. Llega uno a morar
y levitar con todos sus sentidos perdidos y sublimados dentro de la obra.
--Necesitas de la luz y por eso pintas en las maanas. Pero en tu obra no
aparecen precisamente formas luminosas, sino ms bien formas
artsticas tenebrosas, efectos acaso perversos del ser social. Destacados
crticos y pintores del pas, como Jos Luis Cuevas, Raquel Tibol,
Leopoldo Flores, Alberto Castro Leero o Luis Carlos Emerich, dicen
que tu obra tiene una enorme fuerza social, y adems una estilizacin
notable. Es decir: est presente la emotividad y tambin la racionalidad
a travs de las formas. Todo esto parece hasta contradictorio.
--Entiendo. Honestamente no lo haba pensado hasta ahorita que lo dices.
Intentar buscar una explicacin en este momento. En realidad lo oscuridad
me gusta. A veces cierro todo, cierro las ventanas, me recuesto y cierro los
ojos. Pero luego, tal vez sea inconsciente, al pintar busco la luz para ver los
caminos, etreos y convulsos, de la obra. Las luces del sol son como rayos
X. Cuando colocas el cuadro a contraluz puedes identificar detalles
inacabados, excesos. Que si gusto del impresionismo? Claro. Amo a Monet,
a Van Gogh. Tengo obsesin por la luz. Siento nostalgia por los lugares
abiertos, como la tierra donde nac: Mocorito. Pero tal vez las
contradicciones se explican porque los seres humanos somos complicados;
por ello pinto una parte oscura del hombre, las penumbras, los lados ms
perversos, el sadismo, la violencia, que resulta como un destello de la
iconografa del narcotraficante kistch, como los marcos dorados y de
terciopelo, los caballos de las camionetas, los sombreros en el polarizado, las
balas y las armas, la escenografa diversa en torno a la irreverencia del San
Malverde con sus varias lecturas y significaciones. De tal suerte que a m me
llaman la atencin los aspectos terribles de la sociedad que vivimos. Podra
pintar quiz las cosas agradables o buenas, pero son demasiado obvias.
Aflora el doble discurso que tienen las cosas. Sera absurdo negar u ocultar
que desde Sinaloa se han atizado los fuegos de la ilegalidad; hay empresas
fuertes que exportan alimentos, pero hay grupos e individuos que asesinan
en las calles y en las casas a plena luz del da. Aqu est esa parte oscura y
yo tengo necesidad de decirlo pintando. No puedo abstraerme de mi realidad
y mi contexto. Yo no hago ni invento el escndalo; lo ha hecho desde hace
muchos aos y lo sigue haciendo la vida real.

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--Las partes srdidas de la sociedad. Te angustia la sociedad?


--Me angustian algunas cosas srdidas de la sociedad. Y la verdad es que el
tema es muy rico plstica, visual, contextual y conceptualmente. Y te
confieso que he intentado dejar de pintar las imgenes relativas al impacto
de las drogas, de los sujetos amarrados, ejecutados y tirados en los campos y
las calles, pero honestamente no he podido. En el fondo tampoco he querido.
No pinto las cosas de la cultura del narcotrfico por gusto, sino en virtud de
las necesidades esenciales de mi conciencia y mi ser. Es necesario y
pertinente hablar de lo malo. O, en otros trminos, hay que ser autnticos,
buscar dentro de ti, encontrar y sacar a flote tus races, trabajar con eso que
conocemos como esencia, aunque con la influencia del exterior, en tanto que
es imposible vivir y ser uno mismo sin los estmulos exteriores. Por eso no
resulta casual, en el contexto sinaloense, que cada vez ms los jvenes
artistas se involucren con motivos y escenarios de violencia que, nos guste o
no, son nuestros. As, en los lienzos aparecen El seor de los cielos, un
cuerno de chivo, pistolas, hojas de marihuana y amapola y muertos
destazados a punta de balas. La pintura es una disciplina exigente. Es un
estilo de vida, un compromiso, una actitud y significa estar en la jugada. La
pintura que expresa al mundo es la pintura genuina y autntica. En mi
opinin, no tiene mucho sentido andar buscando en los sueos y las fantasas
los temas de las obras, cuando la vida real y concreta te ofrece una gama
inmensa de posibilidades. En lo cotidiano y en lo ms sencillo al alcance de
tu mirada pueden estar los fundamentos valiosos de las creaciones.
--A pesar de todo, tu obra no parece de denuncia...
--Nunca he querido ni buscado hacer trabajos de denuncia. Quiz la pintura
se transformara en panfletaria. Y yo me siento muy lejos, lejsimo del
panfleto. Por qu denunciar? Slo pinto lo que vivimos, lo que est a flor de
piel de la sociedad. Algunos han cuestionado mi trabajo y me han acusado
de interpretar errneamente la realidad social. Y prueba de ello es que ciertos
organismos y funcionarios en un momento dado no te apoyan o algunos
otros prefieren no promover ni comprar algn cuadro determinado porque
aparece Malverde o aparecen signos que se relacionan con el mundo de las
drogas. Yo pinto obras y no notas rojas de los peridicos. Pero me satisface
mucho ver mis cuadros colgados en las galeras o en los hogares de quienes
han comprado mis obras y ms satisfaccin siento cuando advierto que ellos
no han reparado que por ah entre los trazos y el mancheo y los colores se
col un gallo, un perico o un chivo, que forman parte de la iconografa

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de la tierra sinaloense. Son como caballos de Troya en las moralistas paredes


de los burgueses y de los polticos y de los edificios pblicos y privados.
--Has padecido la censura...
--S, por supuesto. Pero poco a poco han aprendido a tolerarme cada vez
ms. Ya no les espanta tanto ver un rostro medio desfigurado, un caballo
herido y unas manos medio mutiladas. Te dira nombres de quienes censuran
en Sinaloa, pero ya los conoces y no tiene mucho sentido. Son sujetos
pasajeros. Conmigo ha habido una especie de prejuicio. Imagnate: los
violentos, los que se hacen los occisos frente a la violencia de la vida real,
los que incluso tienen que ver con las cofradas del narco, ponindole peros a
la pintura que habla del narcotrfico, de Malverde y de los crmenes que da
a da se padecen en la sierra, en los valles y en las ciudades. Demasiada
hipocresa. Y s, en efecto, el problema de la violencia hoy es que est
organizada desde las alturas o desde los bajos fondos sociales, y yo creo que
sociolgicamente es digna de pintarse, como cualquier otro fenmeno social.
En suma, el problema estriba en que el sistema poltico haya dejado crecer,
por intereses econmicos, las ramificaciones del fenmeno. La sociedad no
est preparada para hacerle frente. Y quiz ya adquirimos e interiorizamos la
costumbre de ver a la violencia y al narco de manera natural; sin embargo,
no deja de impactar. Pero nos hemos acostumbrado a ella. No ven el
fenmeno quienes quieren pasarse de listos o quienes francamente estn
ciegos. La situacin es demasiado descarada, a la vez que complicada, pues
ha afectado a mltiples esferas de la sociedad. Y lleg tambin por el lado
ms vulnerable: la poltica, que a lo mejor siempre ha estado afectada, pero
ahora resulta ms que evidente. Y bueno, por otro lado, el ser narcotraficante
significa ser empresario, significa ser exportador con gran visin
empresarial. Adems, dada la estructura del trfico de drogas, cuando llegan
a desbaratar a algunos de sus grupos y sus clulas, se reconstituyen, se
rehacen y se reproducen de manera muy rpida y eficiente. Vivimos en
medio de ese mundo, y por lo dems globalizado y altamente tecnologizado;
y los narcos se anuncian, en clave, hasta por internet. Como ancdota, te
cuento que en una ocasin un sujeto charl conmigo a travs de la red. Quiz
era puro cuento, pero en el ambiente existe toda esta escenografa de la
desviacin. El sujeto se identific, para variar, como Arellano, y hasta
contaba con una pgina web: www.com.narcotae. Entre otras cosas, no
entiendo porqu, inclusive me mand un plano o una gua sobre cmo se
procesa una droga sinttica, una anfetamina. Quiz sea una de las formas que
tienen para enganchar a sus potenciales clientes o para involucrarlos en la
industria. O tal vez haya sido slo un hacker o un bueno para nada
jugndole bromas a la gente y a la vida.

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--Tu obra, como parte inevitable de las formas diferentes de la


apreciacin y la percepcin, puede ser vista como escatolgica, como
resultado de una elaboracin compulsiva e intencional, para destacar y
llamar la atencin.
--Claro. La han juzgado as. Algunos me han comentado que mi pintura tiene
ese fin, que es una forma de prostitucin. Pero, reitero, llamar la atencin
nunca ha sido mi propsito. En realidad, en el largo proceso que implica el
arte, yo prosigo en una constante bsqueda. Y tal vez algn da deje de
pintar las subjetividades de mi espritu a travs de las realidades que vivo y
miro, pero por lo pronto eso no sera posible. Pero el hecho de que me
acusen de tales artificios no ha afectado para nada a mi trabajo. Al contrario.
Me ha ayudado a poner mayor atencin para evitar caer en la superficialidad
y el snobismo que caracteriza a los farsantes. Y, por ejemplo, yo le tengo
mucho respeto a la artista Rosy Robles (en una obra de sta, excomulgada
por la Dicesis de Mazatln, se hizo un autorretrato con el fondo del manto
de la Virgen Mara, desnuda, en la que utiliz sus propios vellos pbicos), la
respeto como persona, como amiga y como artista. A ella le da por provocar
al pblico, a la crtica y a las instituciones. Pero curiosamente cuando no
utiliza los grandes falos escultricos, las vaginas y las cuestiones
escatolgicas es cuando ha obtenido los reconocimientos y los premios,
inclusive nacionales. Pero al margen de su estilo, ella es endiabladamente
buena. Y en mi caso, pues sencillamente yo no podra pintar otra cosa. Y en
suma, si otros pueden y quieren referirse al mundo rosa y paradisiaco
pictricamente, pues igual se vale, si el artista se entrega y se da totalmente
en su propia obra. En esta idea por eso me encanta tambin la luminosa obra
de don Antonio Lpez Senz, quien es, psele a quien le pese, el ms grande
artista mazatleco y sinaloense, de nivel internacional, que pinta, a su manera,
los colores de la tierra y del alma de un pueblo. Se puede pintar
sensiblemente la vida con el color de la tierra, como dira Marcos. Pero
tambin puedes pintarla con los colores del espritu de tu tiempo o con los
colores de la violencia, la brutalidad y la muerte.

II) ELMER MENDOZA: reflexiones en torno a la narcocultura


La entrevista con uno de los ms destacados novelistas sinaloenses de los
tiempos actuales, se efectu durante un extrao medioda, por apacible
y fresco, en los portales de un caf del centro de Culiacn, frente a una
plazuela colage que mostraba lo mismo hombres ensombrerados que
altivas damas en zapatillas de altos tacones, y sobre todo, el glamour de

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su elegancia y belleza, resaltadas por llamativas minifaldas adornando


los esculturales cuerpos de la mujer culichi. Elmer, autor de diversos
textos cuya trama remite a los asuntos de la desviacin social y la
violencia, ha trascendido regional, nacional e internacionalmente con
sus ms importantes novelas: Un asesino solitario, El amante de Janis
Joplin, y la ms reciente, Efecto Tequila, editadas por Tusquets. El
narrador, conocedor de fondo, obviamente y como se deduce de un
escritor que se permite hablar sobre los temas lmite de su entorno, y de
los fornculos extremosos de la transgresin y el delito, de las vicisitudes
sociales y culturales de la entidad, y sin duda investigador de los
espritus telricos de su arisca tierra, es adems un activo tallerista y
promotor cultural de la Direccin de Investigacin y Fomento de
Cultura Regional (DIFOCUR), cuya labor y enseanza de lustros ha
sido valorada y apreciada en las principales poblaciones de Sinaloa. La
entrevista gir en torno, por supuesto, a la trascendencia sociocultural
del fenmeno de las drogas prohibidas y del inevitable drama de la
poblacin sinaloense, que ha terminado, en buena medida, por
interiorizar y asimilar, a veces de forma pasiva, a veces de manera hasta
festiva, ciertos rasgos y caractersticas de lo que algunos hemos
denominado como narcocultura. Lo cierto es que travs de la
literatura, el escritor ha elaborado ms que un testimonio sobre la
virulenta realidad social, particularmente sinaloense; se trata de una
obra que, ms all de las cuestiones estilsticas y formales del discurso
literario (y que quiz como mecanismo negativo de la puntuacin evoca
a Jos Saramago), indaga, escudria y muestra aspectos diversos de las
complejidades y contradicciones de la condicin humana, con las armas
precisamente de la palabra y el arte. Esto ltimo, en realidad, es lo que
vale. Y vale mucho, tanto por la impresin de veracidad, hermana de la
credibilidad, como por los rigores sistemticos del proceso creativo. La
conversacin fue estructurada como una reflexin en soliloquio, casi sin
la injerencia del interlocutor.
Elmer Mendoza asume rpidamente la temtica. Desde el pausado tono
de la voz discurre, en principio, en torno a las aristas de la
estigmatizacin sinaloense. Y explica.
En sentido antropolgico, la sociedad ha sido marcada por ciertas modas que
han sido adoptadas y adaptadas por los narcos. El ejemplo clsico: la msica.
Pero lo que ms me llama la atencin es la vestimenta, y en especial la ropa
Versace. Por la zona del Mercadito, en Culiacn, a donde llegan
camiones de la sierra, se ven muchos jvenes espigados, con sus relucientes
botas, de piel de avestruz, de vbora, ataviados con sus jeans y sus camisas

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Versace, o de seda. No se trata de una moda que se haya extendido


masivamente en Sinaloa, pero a los grupos de muchachos que las usan en
efecto los distingue. O vas a diversos sitios, lugares de entretenimiento, cafs
y restaurantes y ves a comensales con vestuario colorido y chillante. Y
bueno, la joyera. Mucha gente se cuelga de todo, con tal de que sea notorio.
Estos iconos forman parte de la cultura. Y son, de cierta forma, un
reflejo de un poder. Poder que implica colgarse artefactos, accesorios que
son costosos. Estamos sumamente influenciados, en un cierto sentido, de la
impunidad. En las colonias populares y las no tan populares hacen fiestas,
cierran las calles, y no importa si causan molestias. Se producen escndalos
y sonidos espantosos y no hay manera de que se les pueda callar. Y cuando
se trata de grupos de narcos organizando las fiestas, la polica por supuesto
brilla por su ausencia. El ruido es ms fuerte y estruendoso. Y esto es parte
de la influencia que recibe la sociedad.
Otra cuestin es la del lenguaje. Van asimilndose giros verbales
que revelan el mundo de la transgresin. Por ejemplo: Psala para andar
iguales; Ya ando mariguano; Pasa las tres; Voy a echarme un toque.
He visto cmo le dicen a los nios, en las reuniones familiares, que aplaudan
y entonen frases de exaltacin de narcos o que canten narcocorridos. O
exhortan a los pequeos para que teatralmente se den un pericazo y los
nios se llevan los deditos a la nariz y aspiran, provocando las risas de los
adultos y dems. Esos comportamientos los he visto en distintos lugares y en
diferentes sectores sociales, de clase media alta, hogares de profesionistas y
por supuesto en otros mbitos. Me he quedado sorprendido y fro. Son ecos
de la narcocultura. Aparte, en ciertas fiestas, en las discotecas y otros sitios
lejanas ya las expresiones de misticismo--, los jvenes se alocan; hacen
orgas con quienes se pongan enfrente; cogen frente a conocidos y
desconocidos y explayan intensa y compulsivamente su frenes; bailan y
gesticulan desnudos bajo los efectos de las mltiples drogas que se meten,
incluidos gallos, pericos y chivas, adems de metanfetaminas, cristal y
otros estupefacientes. En suma, estamos llenos de momentos y situaciones
lmite que tienen que ver con formas de violencia y delincuencia.
El escritor, en su fuero interno, resiente la indignacin. Aunque fiel a su
costumbre, jams pierde la compostura y el aplomo. Muestra tan slo
muecas de sarcasmo. Y prosigue ecunime, lentamente.
Respecto de la iconografa de la violencia, se est haciendo cada vez ms
comn que en las tumbas y mausoleos de los cementerios se coloquen
fotografas de los muertos, as como leyendas, letreros y recuerdos diversos.
Pero siguiendo con la lnea de la moda, se tiende a seguir un modelo que

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rompe con la armona, tal vez en aras de lo fuerte y lo violento, representado


en jeans, playeras, camisas vaqueras. Parece que no importa la indumentaria;
o s importa, pero para reiterar desde el escndalo el mal gusto. No slo los
narcos, sino a la poblacin le ha dado por ponerse colgijos. Y esto igual se
relaciona con el hecho de que en las calles muchos andan con la msica a
todo volumen para llamar la atencin. An me sorprendo de ver a jvenes
ensordecidos de 16 18 aos en sus camionetas del ao con estreos en lo
ms alto de los decibeles escuchando, es un decir, banda, tambora y nortea.
Me pregunto: ser realmente su gusto?
Pero es lo que se escucha en el barrio, en la casa; y se comparten
tales cosas en la escuela con otros jvenes. He escuchado a maestros decir a
alumnos que se esfuercen en estudiar y stos, en muchos casos, responden
que para qu. Y retan incluso al pobre profesor: para andar como usted?
Vea como anda, con esa ropa y ese carro tan jodido... Y es que no hay
garanta de que las carreras universitarias puedan significar estabilidad
econmica o estatus, como ocurra antes. El joven hasta se re y se burla de
lo que pudiera ganar a futuro siendo un profesionista.
Est tambin el asunto de los videos. En una estacin que se llama
Videorola, que se dedica a la promocin de msica mexicana y cosas de la
tecnobanda, transmiten videos que son verdaderos muestrarios significativos.
Por ejemplo, un icono que parecera ya comn en estas tierras: se ve algn
cantante que va con una muchachona medio abrazada; en una mano lleva
una cerveza de a litro y se la empina; claro, tambin lleva una pistola fajada
a la cintura y atrs viene un montn de gente, siguindolos. Y la vestimenta:
camisa roja, pantaln de mezclilla, botas puntiagudas y sombrero. Toda esta
escenografa es representativa y est dirigida cierta y principalmente al
narco, pero al final termina por expandirse al resto de la poblacin.
Elmer sonre con irona ante una pregunta y luego ante a su misma
respuesta. Rememora.
En cuanto a la estigmatizacin de la sociedad, creo que hemos sido
demasiado brutos en la promocin de la imagen violenta. Y no es slo por el
fenmeno histrico de que aqu empez la industria de la droga o porque los
narcos ms famosos han sido sinaloenses. Ms bien valoro que ha habido un
disfrute en mostrar esa cara violenta y por lo mismo bastante irreverente e
irrespetuosa. A m me ocurrieron cosas en los aos setenta, cuando estudiaba
en el D.F.: yo era muy respetado no porque fuera violento, sino por ser de
Sinaloa. La gente como que deca que haba que tener cuidado en meterse
conmigo. Bueno, fue algo que nunca desment. Incluso me deca: qu bien.
En las fiestas oamos corridos y gritbamos Arriba Sinaloa, hijos de su
pinchi madre!. Y los amigos chilangos pues se la crean. En cierta medida

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nos enorgullecamos de ser de un pueblo tan negativamente pico. Es slo


una ancdota, pero s, el estigma nos lo hemos ido ganando a pulso.
Aparte, ha existido durante los ltimos 40 50 aos una
complicidad social de la cual tardamente nos arrepentimos. Y es que nadie
denuncia nada. Yo no tengo ninguna duda en que las fuerzas del orden saben
quin anda bien y quin anda mal, pero dicen que no hacen nada mientras no
reciban denuncias. Y t no denuncias porque sabes que te creas un enemigo
y sabes que se puede resolver con sangre. El peligro es para toda tu familia.
Y por supuesto, la poblacin no confa en la polica. La descomposicin es
evidente. No hay ninguna confianza en las instituciones que administran la
justicia. Nadie les cree. Inclusive han querido militarizar las ciudades y eso
no resuelve nada. Los narcos no operan para que los atrapen de esa forma.
El autor de los textos Trancapalanca y Buenos muchachos confiesa su
desconcierto ante el valemadrismo social, sobre todo ante el
comportamiento de la juventud. Pero intenta reflexionar sobre ello.
Siento que al interior de las familias est la esencia de las transgresiones.
Hay un trastocamiento de valores y pese a los comportamientos llamativos y
protagnicos, como que nadie se da cuenta de nada. Ni padres ni hijos ni
familiares ni vecinos reparan en los cambios involutivos que se estn
registrando. Los jvenes parecieran decir: como no me hacen nada, pues no
estoy violando ninguna regla. En este sentido, todo lo que no est prohibido
pues est permitido. En parte, por ello, se ha expandido la industria de las
drogas. Y por lo pronto y por lo tanto, hoy y maana y pasado maana me
voy a una disco a drogarme, a beber alcohol adulterado, a desnudarme y a
coger en una mesa aunque me vean los dems; o meto a mis amigos a mi
recmara y hacemos una orga, mientras mis padres ven la televisin en la
recmara contigua. Por ejemplo, en cuanto al gobierno foxista, solamente
creen en l los que tienen mucha lana y los economistas. Entonces t te
preguntas: cules son los asideros del mundo? Por dnde tenemos que
caminar para ir en confianza por las calles de este mundo? Y el joven
tambin se pregunta, elementalmente, porqu debo ir a la Universidad si
cuando salga no voy a conseguir empleo? Mejor vendo tacos o me meto
francamente de narco. Porque los que consiguen empleo son los
recomendados, y los juniors, y los yupis y los parientes de los dueos de las
fbricas. Estamos viviendo una gran descomposicin social y no quiero ser
ave apocalptica, pero creo que dentro de unos 20 aos estaremos viviendo
una crisis profunda, honda, autntica. Al pas se lo va a llevar la chingada.
La caida del PRI no signific la caida del sistema de gobierno y eso se me
hace an ms peligroso. El proyecto del PAN sigue siendo parte del proyecto

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salinista. Y eso que yo admiro a Carlos Salinas de Gortari porque es un tipo


que ha sabido jugar a la poltica, y en la derrota ms espantosa para l, ha
sabido jugar. Tiene tanta presencia que hasta el peso se devala cuando
vuelve al pas. Esa forma fouchesca de hacer poltica, de influir en los
factores y los sectores resulta admirable, aunque yo est en absoluto
desacuerdo con tal proyecto. Por lo pronto, en este pas no se observa
absolutamente nada positivo. No puedo confiar en un gobierno tan superfluo
y tan ignorante, que ni siquiera mira a los 50 millones de pobres, 40 de los
cuales estn en la miseria extrema, donde la gente slo sobrevive para
reproducirse. Y cmo voy a confiar y a creer en un gobierno y en un sistema,
si yo mismo toda mi puta vida he vivido de mi trabajo y no veo la ma.
Llegar a donde he llegado me ha costado muchsimo. Qu pas, qu sistema
de gobierno no es capaz de crear programas estables donde sus escritores,
sus artistas y sus intelectuales puedan vivir de su trabajo, y no de simples
becas para unos pocos. Para este gobierno la gente que se dedica a la cultura
y al arte cuenta menos que un administrador o un gerente.
El narrador, maestro de literatura y activo tallerista donde comparte y
transmite sus conocimientos y habilidades, se entusiasma al evocar la
msica regional, en especial el narcocorrido.
La msica sinaloense es producto de la elaboracin genuina de la cultura
popular. Absolutamente. La temtica y los personajes de los corridos dan
para mucho, amn de que no pocos narcos han pagado para que les hagan su
cancin. En el fenmeno de las bandas, muchos traficantes patrocinaron
grupos. He escuchado que por ejemplo a Los Tucanes de Tijuana los
apoy por ah alguien oscuro. Ellos lo desmintieron. La cuestin estriba en
que no hay manera de demostrar los patrocinios, pero parece evidente como
otro mecanismo del lavado de dinero. Se ha dicho tambin que algunos
compositores como Paulino Vargas han recibido dinero por algn corrido. Y
bueno, son detalles y hallazgos que gravitan en la vox populi. Cosas de la
cultura popular. Por ejemplo cuando escapa el Chapo Guzmn del penal
de Puente Grande, al otro da ya tena su corrido. Como los hechos y las
situaciones poseen referentes mitolgicos, tienen un impacto directo en el
inconsciente colectivo; de inmediato los msicos aprovechan los momentos
y las coyunturas. Los temas, los hroes, forman parte de la cultura popular.
En este sentido, la prohibicin de la narcomsica en los medios
electrnicos se me hace una medida ridcula. No son formas de resolver el
complejo problema de las drogas, cuya solucin est en otros mbitos. Y uno
de stos, fundamentalmente, tiene que ver con el gobierno, en especial con el
gobierno federal. Slo hay que fijarse en esta simple ecuacin: capo que
agarran, capo que tiene que ver con el gobierno federal. Desde la literatura

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siempre hemos hablado de la colusin de los aparatos gubernamentales y los


delincuentes, pero ocurre que las autoridades no leen, y mucho menos
literatura. Y en cuanto a los programas de combate al narco, es lo mismo de
siempre: llamaradas. Los promocionan como algo sin precedentes,
histricos, pero la delincuencia sigue exactamente igual: en auge. En un
viaje a Tijuana charl con un tipo y le pregunt su opinin sobre el cambio
de gobierno en el pas. Dijo que en realidad todo era igual a los tiempos del
PRI y que en esos momentos estaba parado porque estamos negociando.
Ni siquiera estaban preocupados; slo estaban afinando diferencias y
negociando. Es que se trata de un negocio que los grupos transgresores no
van a dejar. En el improbable caso de que Mxico dejara de exportar sus
productos a Estados Unidos, inmediatamente se meteran grupos de otros
lados del mundo: el Lejano Oriente, Europa Oriental, Rusia, Sudamrica,
etctera. En trminos reales: los intereses nacionales no se abandonarn
tan fcilmente. En Guadalajara tomo un taxi rumbo al aeropuerto y el
conductor pregunta por mi lugar de residencia: Culiacn, digo, y entonces
el taxista exclama: Ah, de los narcos. Luego, me cuenta cosas de los
traficantes de Guadalajara, su visin y su percepcin de la temtica. Habla
de cmo crearon fuentes de empleo, cmo se estimul la industria de la
construccin y la automotriz, el turismo, los servicios, los restaurantes. Y
relat inclusive que l le dio servicio de taxi a un cliente narco, y que gracias
a las dejadas y propinas pudo completar en dos meses para el enganche de
un carro nuevo. Lo que no hace el gobierno, dijo el taxista.
Entonces, eso de prohibir las canciones, por favor! Es una soberana
tontera. Es como si prohibieran las canciones y los poemas de amor: ya por
eso no vamos a amar? La prohibicin es absurda. En virtud de la gran
impunidad que impera en el pas, terminamos por externar cierta admiracin
por esos personajes, como el Chapo, que es capaz de sobornar y comprar
todo un sistema carcelario para escaparse. A la mayor parte de la clase
poltica le importa un comino lo que ocurra con el pas. Ms bien se siguen
jodiendo en nuestro pas. Quieren seguir gobernando con puras
declaraciones. As, no le estn dejando a la gente otra alternativa que
delinquir: es una opcin ms segura. Al rato todo mundo va a estar
hacindole competencia a la Banda de los Pinos.
Uno de los mritos principales de la msica narco, creo, es que ha
posicionado una visin del mundo: es parte fundamental en estas nuevas
formas de convivencia social y en el ejercicio de esta forma de transgresin.
Juega un papel de relevancia en sealar a estos personajes artificiales y es un
testimonio muy oportuno de la descomposicin que sufren el pas y la
sociedad. Como elaboracin artstica, la narcomsica quiz no posea mucho
sustento, pero como realizacin popular tiene bastantes asideros: es

50

evocativa, pegajosa, grata. En este sentido expresa contenidos populares y en


la medida en que cumple con la funcin de ser una manifestacin que cubre
un sector de la sociedad, que estimula y recoge aspectos directos de la
poblacin, creo que tiene sus mritos y sus valores. En lo particular me gusta
el acorden, el juego de voces y algunas letras. Muchas tienen aliento
potico. Y s, creo por ejemplo que Los Tigres del Norte han contribuido a
enriquecer la identidad y la cultura nacional.
Por lo dems, las prohibiciones siempre tendrn un efecto contrario
a lo que se pretende. El fenmeno de la recepcin transgrede las pretensiones
moralistas. La poblacin tiende a apoyar y rescatar lo que los gobiernos
tratan de prohibir. Hay un sentimiento muy antiguo del hombre, que siempre
se interesa por las cosas prohibidas. Recuerdas? Hace algn tiempo no
queran que usramos anglicismos. Qu torpeza y qu ridculo. La cultura
popular es tan fuerte, tan slida, que no admite tales medidas superfluas. Ah
estn nuestros indgenas. No los para nadie. Ah estn con sus
manifestaciones artsticas, con sus danzas, sus historias, su msica, su
indumentaria, sus sueos y sus rituales. Y lo mismo ocurre con la msica
popular, y en este caso, con la nortea. Son absolutamente ridculas las
prohibiciones. A los gobiernos, a las lites polticas y a los grupos de poder
les hace falta sensibilidad social y mucha cultura.
--Hablar con Elmer Mendoza, en su propio terruo y con alientos
constantes de naturaleza literaria, resulta un ejercicio placentero, pese a
que la temtica se inmiscuya entre los aspavientos de la violencia, la
ilegalidad y el crimen.
Personalmente, el fenmeno del narco me ha afectado, pero en el buen
sentido. Para mi fortuna nunca he tenido algn problema con algn
delincuente. Nunca, ningn narco, me ha puesto un arma en la cara, aunque
la polica s. Los delincuentes nunca me han humillado, ni en pblico ni en
privado. No he sido vctima ni he estado en medio de las constantes
balaceras. Y bueno, tampoco me he beneficiado econmicamente; no tengo
tienda, ni restaurante, ni negocios ni vendo carros. El beneficio para m tiene
que ver con lo revelador que ha sido estar cerca de la mitologa. Vivir cerca
de un fenmeno social muy particular, completamente irreverente, realizado
por personas que tienen la idea de vivir una vida muy rpida, que no esperan
nunca el maana, y que viven el hoy como si fuera el ltimo da de su vida, y
que lo viven y no reparan en el dinero, resulta una experiencia
extraordinaria. Vivir cerca de todo eso, ver la transformacin cultural,
sentirla, palparla, resulta algo nico. Ver que pasa la transgresin y los
transgresores en sus camionetas impresionantes; que vuelan sus avionetas y
sus aviones y que les da por pilotear sus propios helicpteros y enterarme

51

luego que esos sujetos son los que negocian cara a cara con los
representantes del gobierno, pues resulta increble y precisamente
extraordinario. Te cuento que cuando publiqu uno de mis primeros textos
sobre las drogas, se me acerc en la calle un tipo y me dijo que saba que yo
haba escrito un texto sobre el tema: Cada respiro que tomas. Entonces me
propuso, muy amable: Si quiere que le cuente ms cosas, bsqueme. En
realidad, son detalles que te prenden. Al tipo alguien le haba platicado
que el libro era muy vivaz y que estaba escrito con el lenguaje y con la
visin propia que ellos tienen del trasiego de las drogas. De ah su inters.
Un personaje del libro de relatos, un tal Chuy Salcido, en realidad nunca
existi. Ms bien es el ensamble de muchos personajes. Y como dicen los
narradores, si la historia est bien contada, puede dar la impresin de que es
real. Es la cuestin de la credibilidad y la veracidad. El del narco es un tema
que me apasiona, en primer lugar porque sus personajes son rebeldes y
transgresores. Viven al filo de la navaja. No confan en las instituciones.
Slo tienen confianza en s mismos. De algn modo han perdido el amor a la
vida, lo cual significa el sentido de la convivencia, la familia, la
planificacin de la vida, arriesgarse por el futuro de los hijos y todas esas
cosas. Ellos son diferentes. Me interesan, por ejemplo, los capos, los
grandotes, que estn muy bien establecidos y que no tienen conflictos
visibles, pero que estn esperando siempre los enfrentamientos a balazos con
sus enemigos. Me interesan esos sujetos que pueden estar al filo del abismo.
Esos tipos que, por ejemplo, ya no se pueden coger a sus mujeres porque ya
no tienen erecciones despus de tanta cocana, y lo cual los hace sufrir,
personal y socialmente. Me llama la atencin la vida martirizada de esos
hombres y que se levantan y desayunan con la idea de que ese da puede ser
el ltimo de sus vidas, y de que ese da van a irse a dar en la madre con el
que sea. Y si van a jalar la bola pues la jalan. Y si van a cerrar el restaurante
ms caro de la ciudad pues lo cierran. Y como dijo el genio de Jos Alfredo,
para ellos realmente la vida no vale nada.
Elmer Mendoza, autor del texto de relatos aludido, hace una pausa, da
un leve sorbo a su taza de te y toma justamente un respiro. Luego, otea
silente la cntrica y bulliciosa plaza Obregn de Culiacn, y mira, casi
con un oblicuo gesto de pesadumbre, un buclico escenario en la que
nunca faltan los paseantes sin destino --de camisas cuadradas,
huaraches rechinadores, pero tambin botudos y ensombrerados--, y
murmura casi para s, desconsolado ante los rumbos de la vida y

de la misma conversacin: Nery, este pas es un desastre.

52

53

EL NARCO-CORRIDO como mini-relato de vida


Catherine HAU LAMBERT
1. Introduccin
Cuando el historiador o el antroplogo evocan diarios ntimos,
correspondencias o relatos de vida, pone de inmediato en escena al menos
dos personajes: el autor --que sabe escribir, el escritor o escribidor --, y el
investigador que suscita y/o edita estas memorias hacindolas transitar del
espacio privado a un espacio pblico. Se produce aqu una especie de rito de
paso, por el que la historia privada se vuelve pblica, o lo vernculo se
convierte en realidad acadmica gracias a la mediacin de un intelectual.
Sin embargo, en Amrica Latina existen memorias, relatos y minibiografas que forman parte simultneamente de los espacios privado y
pblico (con excepcin de situaciones de censura), porque circulan en la
esfera de la oralidad: las canciones populares. En el caso particular de
Mxico, existe una larga tradicin de memoria popular cantada en forma de
corridos. stos pueden evocar una memoria histrica local, cantar los hechos
de ciertos personajes locales en forma de micro-relatos, o facilitar los
intercambios amorosos. Esta tradicin oral ha sido retomada actualmente,
con gran xito meditico, por cantadores que componen corridos
concernientes al contrabando y a las peripecias de los traficantes. Se trata de
verdaderas mini-biografas o de testimonios de vida que se inspiran,
retomndolas por su cuenta, en la representacin social del valiente, especie
de hroe social que se enfrenta a la autoridad del Estado; as como tambin
en la del hacendado tradicional que encarna las prerrogativas, las
arbitrariedades y los excesos extralegales supuestamente inherentes al poder.
2. Corrido y memoria

Catedrtica e investigadora de la Escuela Nacional de Antropologa e Historia


(INAH) de la UNAM, donde imparte las ctedras sobre Historia y Etnologa e
Historia y Cultura Popular. Estudi Letras Inglesas y Francesas en La Sorbona
(Pars) y la Maestra en Sociologa en la Universidad Iberoamericana en el Distrito
Federal. Luego realiz un doctorado en Pars sobre Estudios Mexicanos y ms tarde
un doctorado ms sobre Historia de Mxico en la UNAM. Dirige el proyecto de
Investigacin Formativa: Espacios musicales, espacios sociales. Ha publicado,
entre otros, los libros Cantar la Revolucin (1991), ed. Grijalbo; 100 aos de amor
y lucha por la tierra, ed. CNCA/DGCP; Mxico, lnea del tiempo, ed. Plaza y
Jans; y Corrido, historia y sociedad (en proceso de edicin). Forma parte del
seminario permanente de Representaciones sociales y Teora y Anlisis de la
Cultura, del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.

54

La mayora de los estudiosos del folklore establece una filiacin


directa entre romance y corrido. El romance medieval se propona tanto
conservar la memoria o gesta de los grandes del mundo, como proveer
estampas de la vida cotidiana o amorosa. El corrido mexicano es igualmente
portador de una memoria colectiva tanto oficial como ntima. Sin embargo,
debe precisarse que esta similitud se debe a su inmersin en un mundo de
oralidad, ms que a una estricta filiacin hispnica. Zumthor ha mostrado
claramente que los diversos mundos de la oralidad (expresada en culturas y
lenguas diferentes) tienen, entre otras, una funcin social capital: servir
como reservorio de las memorias de sus comunidades y, por lo tanto, como
referentes de sus respectivas identidades, dado que la memoria es el
principal nutriente de la identidad. Por eso el cancionero popular ligado a la
fase oral de la tradicin se preocupa por multiplicar los elementos
mnemotcnicos que facilitan la memorizacin de las gestas o de los hechos
que se cantan. Tal es la funcin primaria de los versos octoslabos (en
realidad se trata de versos de 16 pies con hemistiquio), que suelen ser la
mtrica dominante de las piezas cantadas dentro del universo oral, debido a
que corresponde fcilmente al ritmo de la respiracin humana; ello explica
porqu en los narco-corridos las rimas recaen en los versos pares (2, 4, 6) y
las estrofas constan, generalmente, de seis versos para poder completar una
idea. Se trata siempre de dispositivos mnemotcnicos que facilitan la
retencin y que se apoyan en otros dispositivos como el cante y el
descante, la rima asonante o consonante, etc. Por ello no es de extraarse
que la cultura popular mexicana, eminentemente oral, conserve y exprese,
generalmente bajo forma de corridos narrativos octosilbicos, sus
experiencias de vida tanto polticas como amorosas.
Pasaron por San Clemente/ Los par la emigracin,
Les pidi sus documentos/ les dijo de dnde son?
Ella era de San Antonio/ Una hembra de corazn.
Una hembra si quiere a un hombre/ Por l puede dar la vida,
Pero hay que tener cuidado/ si esa hembra se siente herida,
La traicin y el contrabando/ son cosas incompartidas.
(Contrabando y traicin - Los Tigres del Norte)

Los narcocorridos actuales retoman, en cierto modo, estas marcas de


oralidad que caracterizaban a los corridos tradicionales, porque tambin
pertenecen a un mundo de oralidad (ahora sostenido y expandido por las
nuevas tecnologas de comunicacin), aunque esta vez clandestina,
transgresora y violenta:
Ando fuera de la ley, / me dedico al contrabando,
Yo no nac pa ser pobre / y tampoco soy dejado,
Me gusta rifar mi suerte, / ya se los he demostrado.

55

Cargado de polvo blanco/ he cruzado la frontera,


siempre arriesgando el pellejo, / me paseo por dondequiera,
me dicen que han de agarrarme, / no creo que se les conceda.
(Lnea de a metro Puma de Sinaloa)

En cuanto a su contenido (o referente), muchos narcocorridos


contienen verdaderas historias de vida narradas como una experiencia
violenta y peligrosa, en un mundo fuera de la ley y en franco desafo a la
autoridad. ste es el mundo del narcotrfico:
Por ambicin al dinero / me met en el contrabando,
no soport la pobreza / las promesas me cansaron.
Me estaba muriendo de hambre / y todo por ser honrado.
Al igual que muchos otros / tengo derecho a la vida,
hoy tengo mucho dinero / y vivo como quera,
sigo siendo agricultor, / noms cambi la semilla.

(El agricultor Los Pumas del Norte)


Pero ocurre que incluso en ciertos mbitos acadmicos, su ilegalidad
oficial se revierte sobre los corridos emanados de este mundo y los
deslegitima. Por eso se les llama narcocorridos, con una connotacin
peyorativa, al mismo tiempo que se les niega toda filiacin directa con la
cultura popular tradicional. Dice, por ejemplo, Olmos Aguilera (2002: 3):
El corrido del narcotrfico es una categora particular dentro de
los mltiples temas abarcados por el gnero. La incorporacin del
tema del contrabando trastorna los contenidos y la lgica de
composicin y difusin con la que el corrido circulaba
antiguamente.1
Adems, se los sita dentro de la msica popularesca, mientras
que el corrido a secas- pertenece al mbito admirado, venerado y
reconocido de la msica popular. Con otras palabras: para salvar al
autntico corrido mexicano se ha hecho de su ltimo avatar, el
narcocorrido, una suerte de producto bastardo, asociado con bandas
delictivas y desplazado de la genuina cultura popular hacia los arrabales de
una cultura gansteril y marginalizada. Adems, su gran xito meditico ha
propiciado que los estudiosos acadmicos de la msica popular lo
clasifiquen peyorativamente dentro del mbito de lo comercial. Sin embargo,
1

Miguel OLMOS AGUILERA, 2002, El corrido de narcotrfico y la msica


popularesca en el norte de Mxico, Actas del IV Congreso Latinoamericano de la
Asociacin Internacional para el Estudio de la Msica Popular, p.3.

56

resulta innegable que por su gran difusin se ha convertido en el principal


ingrediente de la cultura popular mexicana actual, aunque se le niegue toda
alcurnia y respetabilidad por la temtica tratada, an cuando sus relatos estn
bien agenciados y exhiban buena composicin. En resumen, si bien es cierto
que su temtica ha variado significativamente, no se puede negar una real
continuidad entre el corrido tradicional y el narco-corrido en cuanto ambos
remiten, cada cual a su modo, a un mundo de oralidad que todava
caracteriza notablemente a la cultura popular mexicana.
3. Historias de vida sobre pedido.
En muchos casos, los llamados narcocorridos son cpsulas de
historias de vida no solicitadas por un investigador, sino por el contrario,
realizadas muchas veces a peticin de los propios protagonistas (los
narcotraficantes). En estos casos, el autor de los corridos no solicita los datos
biogrficos, sino que es solicitado por el protagonista o sus familiares y
allegados para escribir un corrido para su glorificacin o en su memoria. Es
una comunicacin cuadrangular entre aquel que encarga el corrido, el que lo
escribe, los intrpretes que lo cantan, y aquellos que lo escuchan. Todos
pertenecen o provienen de este mundo campirano donde rige la ley del ms
fuerte y que requiere cierta astucia para sobrevivir. Esto ya se refleja
claramente en los mismos nombres que se asignan los grupos de banda ms
famosos que suelen ser los intrpretes obligados de los narco-corridos:
Tigres, Pumas, Huracanes, Exterminador, Tigrillos, Leones
En cuanto a su contenido, estas piezas presentan la imagen que el
hroe-protagonista quiere dar de s mismo; se trata de fragmentos de su
biografa transmitidos (mediante el corridista) a la sociedad; es la memoria,
el legado que el traficante quiere dejarnos. A menudo se trata de autorepresentaciones que exaltan un concepto de hombra (machismo) muy
propio del mundo rural y alimentado en el imaginario colectivo por
numerosas pelculas tradicionales mexicanas que incluyen la valenta, el nosometimiento a autoridad alguna, la sumisin de las mujeres, el abuso del
alcohol, un caballo preferido, que a la hora de la muerte:
Ah mismo hacen un palenque, / que jueguen gallos, baraja, y ya ni se
digan./ Luego en la calle de enfrente / corren mi caballo, me lo bailen
en seguida /
las viejas y el cubilete, / cosas que del diario me dieron mucha alegra.

y una pistola personalizada (oro, plata, hasta diamantes para el Gero


Palma):
Tiene el can decorado / las cachas y el llavador,
incrustaciones de plata / por todo su alrededor;
es un arma que merece / un hombre que es de valor.

57
(Temible cuerno de chivo- Los Incomparables de Tijuana)

Los excesos cantados en los narcocorridos fueron tambin los


excesos de los hacendados, tal como los retrata la leyenda negra del campo
en el cine mexicano: la casta divina de los hacendados con su derecho de
pernada asociado con la brutalidad, la violencia y el alcohol (cuya figura
emblemtica en el cine fue el actor Carlos Lpez Moctezuma). Al patrn
todo le es permitido, y as se le describe en la famosa novela Pedro Pramo
de Juan Rulfo. Tambin desde este punto de vista hay continuidad, y no
ruptura abrupta con respecto a las representaciones de la cultura popular.
En el imaginario popular, a los excesos del patrn responde la
violencia del bandolero social o del valiente que se enfrenta a las autoridades
deslegitimadas (no se raja) y que intenta restablecer con bravura y coraje
cierta igualdad social haciendo dinero como se pueda.
En consecuencia, no cabe duda que el narcocorrido se inscribe en el
linaje de la representacin social mexicana de un valiente que se remonta a
la literatura del siglo XIX y que pertenece a la constelacin de los
bandoleros sociales estudiados por Eric Hobsbawn. El sociograma del
valiente --es decir, del hroe popular campesino-- se caracteriza
fundamentalmente por cuatro rasgos caractersticos: 1) su atributo
calificativo fundamental es la valenta, es decir, el coraje frente al enemigo,
el peligro y la muerte, en el marco de un riguroso cdigo de honor;2 2) su
antagonista por antonomasia es, como ya se ha dicho, el gobierno
representado por sus aparatos represivos o, en los corridos fronterizos, los
rinches3; 3) su destino es invariablemente trgico, ya que muere siempre a
traicin, sea en una emboscada, sea en combate desigual con las fuerzas del
gobierno,4 sea delatado por su propio compadre 5 o por una mujer;6 4)
despus de su muerte pasa, como todos los hroes, a la inmortalidad.
2

El valiente es el kratos de los griegos, es decir, el hombre fuerte, bravo y confiado


en s mismo. Por eso la valenta se considera como una cualidad propia de hombres
verdaderos, de hroes y de jefes. En los corridos existe un vocabulario caracterstico
para designar al valiente: macho, bragado, gallo bien jugado, gallo fino, hombre
muy decidido, etctera.
3
Los rinches son la hispanizacin del vocablo americano rangers, es decir, la
polica estatal de Texas.
4
Y se le echaron encima/ todas las caballeras (Corrido de Demetrio Juregui,
Mendoza, 1954:182)
5
Como ocurre en el corrido de Carlos Coronado, recopilado por Mendoza
(1954:194): Pero ese compadre infame/ por Valle estaba comprado/ y tan luego que
lleg/cumpli como haba pactado.
6
As ocurre en el corrido de Benito Canales, tambin recopilado por Mendoza
(1954:184)

58

4. El autoretrato en los narcocorridos.


Pero afirmar una evidente continuidad entre la cultura oral
tradicional y la cultura reflejada en los narcocorridos, no equivale a aceptar
la realidad brutal o la historia real del narcotrfico. Las condiciones sociales
y polticas han cambiado y ya no son las mismas que imperaban en la fase de
la tradicin oral. Por consiguiente, es vlido interrogarse ahora sobre la
relacin existente entre la representacin social del valiente, devenida en
mito, que anida en la memoria colectiva y explica, en parte, la gran
popularidad de los narcocorridos, por una parte; y la cruda realidad social
del narcotraficante, por otra. O dicho de otro modo: una cosa es el modo de
empleo de los narcocorridos que se hace hoy en el plano simblico y a nivel
de recepcin, y otra muy distinta la aceptacin de la historia real del
narcotrfico. En efecto, una cosa es la percepcin que tiene el pblico de los
abusos del poder poltico-militar-policial, que le permite considerar que
cantar la violencia de los narcocorridos constituye una venganza simblica y
virtual por todos los abusos que se padece; y otra la realidad espeluznante
del trfico de drogas donde sus protagonistas no pelean contra los abusos de
un seor feudal, de un poder desptico y ni siquiera de un sistema social
injusto, sino, de modo individualista, contra la sociedad entera en tanto que
sta los haba excluido y marginado en su juventud a causa de su pobreza.
Los narcotraficantes no plantean cambiar la sociedad, y ni siquiera
reformarla; su meta es integrarse a ella con todos los privilegios que otorga
el dinero. La pobreza es una injusticia que el traficante resuelve
individualmente a punta de pistolas y de cultivos ilegales. Justifica su accin
desenmascarando y des-legitimando a los detentadores del poder: polticos,
policas y militares son descritos como corruptos y abusivos. No plantea
mejorar la sociedad, sino solamente compartir el lugar con los poderosos y,
en ltima instancia, incluso tomar su lugar.
Esta guerra contra el poder asume, a nivel local, las apariencias de
una accin social colectiva, en tanto que los narcotraficantes cumplen con
sus pueblos de origen otorgndoles beneficios sociales (caminos, luz,
escuelas) que el gobierno no proporciona. En este nivel local preservan
cuidadosamente su figura de justicieros, ya que los beneficiados se vuelven
un escudo de proteccin frente al poder. Viven al margen de la ley, pero a
plena luz del da, gracias al apoyo de sus pueblos y a sus ejrcitos privados.
Como ya sugerimos, el personaje del narcotraficante abreva en dos
imgenes: la del hacendado que abusa de su riqueza y poder, pero tambin la
del bandolero que es astuto, protege a su gente y desafa a las autoridades. Es
Una mujer tapata/ fue la que les dio la razn:- Orita acaba de entrar,/
vyanse sin dilacin.

59

leal con los suyos, pero a su vez les exige lealtad y reconocimiento de su
liderazgo, y no admite traicin:
Se le calienta la sangre / cuando alguien le juega chueco,
da la orden de inmediato / que le corten el pescuezo:
no me gustan los traidores / y quiero que entiendan eso.
(El Jefe X Los Tucanes de Tijuana)

En conclusin, el mundo real del narcotraficante es el mundo de la


violencia y de la expectativa de una muerte prematura (ms vale vivir 5
10 aos como rey que 50 como buey), ya que est dispuesto a cualquier
cosa para salir de su anterior estado de pobreza.
Todo esto forma parte de la realidad del narcotrfico. Veamos ahora
su representacin en los narcocorridos y la manera como el pblico se
apropia de la misma.
A travs de los stos, el pblico que los escucha se identifica con
esta cultura campirana que incluye la representacin social tanto del poder y
sus prerrogativas (el hacendado, el terrrateniente), como del valiente o
bandolero social.7 A menudo se trata de corridos regionales en los que no se
mencionan los nombres reales de los protagonistas, ni se les glorifica como
capos de la droga, sino se les presenta como rancheros, amantes de las
mujeres y amigos de las armas. Su lugar de origen y territorio sagrado es
la Sierra, matriz mtica de sus cultivos, nico lugar en Mxico donde es
bueno ser campesino:
El apodo que yo tengo/ es el hijo de la sierra,
ya sea en las aguas o secas/ puedo sembrar lo que quiera,
porque como buena madre/ ella me presta su tierra.
La semilla que le ponga/ pronto me da resultado,
la plantita que yo siembro/ es buscada por soldados,
pero la sierra es mi madre/ ella siempre me ha cuidado.
(El Hijo de la Sierra-Huracanes del Norte)
Como todo mexicano/ me gusta vivir alegre,
y con msica nortea/ el corazn se me enciende,
Viva la sierra! muchachos/ junto con toda su gente.
No se espanten seores,/ yo slo ando trabajando,
7

Resulta curioso comprobar que el santo patrono de los narcotraficantes es un


bandolero de fines del siglo XIX: Jess Malverde, cuyo santuario se erige en
Culiacn, la capital del estado de Sinaloa, regin identificada por antonomasia con la
cultura del narcotrfico (Cf. Nery Crdova, 2006: 363 ss.).

60
y al pas traigo divisas/ y empleos estoy generando,
si hay otros peores que yo/ y hasta los andan cuidando.
(El Agricultor-Los Pumas del Norte)
Me gusta andar por la sierra,/ me cri entre los matorrales,
y aprend a hacer las cuentas,/ noms contando costales,
Me gusta burlas las redes/ que tienden los federales.
Muy pegadito a la sierra/ tengo un rancho ganadero,
ganado sin garrapatas/ que llevo pal extranjero,
que chulas se ven mis vacas/ con colitas de borrego.
(Pacas de a kilo-Los Tigres del Norte)
Yo soy nacido en la sierra/ y criado en los sembrados,
La madre naturaleza/ a cuntos nos ha hecho ricos,
ao con ao la sierra/ se viste de verde perico.
(El Manos verdes-Los Tucanes de Tijuana)

Ah las cosechas proporcionan una vida decorosa y tiene lugar una


sociabilidad plena, con amigos sinceros y msica ranchera, sin leyes que
impidan o juzguen el negocio8 y sin pasar hambre:
Mucha gente critica mi vida / porque trabajo contra la ley,
dicen que gano dinero sucio, / no lo niego, eso lo s muy bien;
pero el dinero aunque est muy sucio,/ quita el hambre, analcenlo bien,
la pobreza ni en cine es bonita/ por eso hay que trabajar, seores,
no se asusten por lo que ando haciendo, / en el mundo hay cosas mucho
peores.

(El puo de polvo-Los Tucanes de Tijuana)


Sin embargo, nunca se hace referencia ni alusin a la vida agrcola
tradicional de un campesino o a las faenas de campo de estos agricultores
muy especiales.
Hemos explicitado dos de las representaciones sociales que
conforman el imaginario de la cultura popular mexicana y que comportan
valores que tambin reivindican los narcocorridos: la leyenda negra de los
malos hacendados, versin acuada por la historia oficial para explicar la
Revolucin, y la figura altiva del valiente, hroe campirano por excelencia,
hombre de pistolas y caballos que apoya al pobre, y figura emblemtica de
las fronteras americanas. Curiosamente la temtica de los narcocorridos
rene ambas figuras (hacendado y bandolero) antagnicas y enemigas en sus
tiempos: el bandolero que tena que huir al monte para escapar de las
injusticias de los hacendados y de las autoridades, cuyos excesos e
8

Avelino GOMEZ GUZMAN, http://personales.com/mexico/colima/estafauna,


p.14.

61

impunidad quedaron grabados en la memoria popular como atributos o


privilegios del poder. Por eso, en parte, cuando el narcotraficante --cuya
legitimidad parece apoyarse inicialmente en la antigua figura del bandolero
social-- se vuelve poderoso, acta como un hacendado a la antigua.
stas son las representaciones sociales que subyacen a las historias
de vida sui generis narradas en los narco-corridos.
4. Vino nuevo en odres viejos
En los corridos tradicionales, los relatos de vida tomaban la forma de
gestas heroicas, y tuvieron su auge durante la Revolucin Mexicana. El
corrido antiguo alcanzaba a narrar detalladamente en 20 minutos un episodio
llamativo de la vida del hroe-protagonista, mientras que el corrido actual,
de cariz comercial, debe concentrar en tres minutos una cpsula de historia
de vida tal como comenta el novelista espaol Arturo Prez-Reverte:
No puedo escribir una cosa tan potente como un narcocorrido,
que registra el alma, y tiene ternura y violencia, inocencia y
crueldad, en tan poco tiempo.9
En el corrido tradicional y el narcocorrido existen obviamente dos
formas diferentes de escritura que corresponden a las diferentes pocas en
que se redactaron, pero conservan en comn la organizacin formal de las
etapas del relato: tiempo y lugar, acontecimiento, moraleja y despedida.
Hacia finales del siglo XX, el corrido mexicano se aleja ms del
tradicional estilo romancero. En efecto, han cambiado los contenidos de los
corridos an cuando el molde formal siga siendo semejante. Por un lado se
mencionan nuevas etapas en la vida de los protagonistas, tales como la
infancia y la juventud, y por otro, se conserva la tradicin de los relatos de
baladas de bandoleros sociales, pero enfatizando el recurso a la violencia,
cuya justificacin se encuentra en las frustraciones de la pobreza familiar y
en la corrupcin del mundo que los rodea.
A diferencia de los romances tradicionales, estas canciones de
traficantes de drogas ilegales integran plenamente las nuevas etapas de la
vida, cuyos conceptos surgieron en Mxico en el siglo XX, as como las
nuevas problemticas sociales: el concepto de infancia considerada como
un estado privilegiado (en los corridos aparece en negativa: es la infancia
que no tuvieron los protagonistas y cuya ausencia justifica sus malos pasos

Arturo PEREZ-REVERTE, http://www.capitanalatriste.com/escritor.

62

en la vida adulta)10; y el concepto de juventud, como una etapa para disfrutar


y gozar, pero que para las clases bajas slo se logra mediante el trfico de
estupefacientes, ya que es la nica fuente accesible de dinero.
Los corridos reunidos y ensamblados en una larga narracin, tejen
una historia de vida propia del mundo de los adultos, pero sus circunstancias
atenuantes radican en la ausencia de infancia y en una juventud miserable.
En efecto, se entrev en estos corridos un momento socialmente vaco: la
niez. Existen mltiples canciones de cuna y rondines infantiles dedicados a
los nios para inculcarles la visin del mundo de su comunidad, pero en los
romances y en los corridos populares no existen relatos de vida que incluyan
la infancia. La infancia se halla ausente de la cancin popular y cuando es
mencionada en los romances, se trata de vidas infantiles truncadas
(Delgadina) y rehenes de los adultos (Los hijos del conde Bernardo). El
corrido ignora la niez como etapa especfica de la vida. Apenas incluye el
concepto de hijo adulto vinculado a la madre como hijo desobediente.
Los corridos tradicionales son relatos de vida de adultos. Los nuevos
corridos, los narcocorridos que expresan y reflejan de algn modo la
sociedad moderna, hacen referencia a los conceptos de infancia y de
juventud, pero no tratan especficamente del tema; lo abordan en tanto que
etapas pasadas de la vida cuando recuerdan y evocan la pobreza de donde
provienen sus protagonistas. En contraste con la riqueza que proporciona el
trfico de drogas, no slo el origen humilde es descrito como un lastre, sino
que tambin se evoca claramente la infancia desdichada o, mejor dicho, al
nio que no tuvo infancia, ya que en la vida del campo se inician las labores
agrcolas al lado del padre, a temprana edad, cuando se deja el mundo
maternal. Vemos aparecer al lado del concepto de infancia, tambin aquel de
juventud, muy propios de la sociedad moderna, pero en lugar de ser
momento de juegos, gozo y disfrute, aparece en negativo como una etapa
que deja malos recuerdos:
Anduve de matacuaz/ cargando botes de mezcla,
trabajando en la ciudad/ despus me fui pa la sierra,
a cultivar oro verde/ entre la naturaleza.
(Oro verde-Huracanes del Norte)
10

Resulta muy ilustrativo a este respecto una entrevista a Rafael Caro Quintero
realizada por el periodista Julio Scherer en el penal de La Palma (hoy penal del
Altiplano): -(Yo) era rebelde. Se me haca muy difcil acatar rdenes hasta de mis
padres. Me cuereaban mucho de chiquito. Yo soy de una sierra. No entraban los
carros, era un barranco donde vivamos. Cuando oamos el ruido de las bestias o de
los perros era que iba a llegar gente. Mis hermanos y yo corramos al monte.
- Por qu?
- Le tenamos miedo a la gente. Es mala comparacin pero ramos como animales
salvajes (Citado por Nery Crdova, 2006:206).

63

Con los huevos en la mano/ anduve cuando era chico,


deseando lo que otros tienen/ con hambre de hacerme rico,
y le entr al negocio chueco/ para salir de perico.
(Con los huevos en las manos, Grupo Exterminador)
Cuando era plebe en la sierra/ andaba hasta sin calzones,
pero con mi carrillera/ llenita de cargadores,
el que trabaja cosecha/ hoy soy patrn de patrones.
(Patrn de patrones, Grupo Exterminador)
Me acuerdo cuando era pobre/ trabajaba con los ricos,
me senta muy humillado/ cuando escuchaba esos gritos,
pero hoy mi suerte ha cambiado/ gracias a Dios y al Polvito.
(Cuando era pobre)
Naci en una cuna muy humilde/ de adobe eran las paredes,
anduvo de pistolero/ porque quera progresar.

(Corrido a Prajedes Flix, Chalino Snchez)


Se justifica el ingreso al trfico, para poder gozar de la propia
juventud ya que el trabajo honrado del campesino slo trae pobreza:
Sembrando maz y frijol/ nunca junt ni un centavo,
de sol a sol me miraban/ agarrado del arado,
me di cuenta que ser pobre/ era trabajar honrado.
(Temporada en la Sierra-Los Tucanes de Tijuana)
Dicen que soy El Sinaloense/ que tengo carros del ao,
mas mi esfuerzo me ha costado,/ si yo empec trabajando,
muchas veces pasando hambres/ all en el otro lado.
De muy chico fui muy pobre/ y mis padres sin dinero,
casi con los pies descalzos;/ ni quin me diera una ayuda,
ni siquiera un vaso de agua,/ todos me vean abajo.
(El Sinaloense)

En la sociedad moderna tanto el nio como el joven tienen derecho a


una felicidad propia de su edad, frecuentemente vinculada al poder del
dinero: la niez y la juventud son conceptos ligados a una sociedad de
consumo que est ausente en la realidad campesina.
Por un lado, las circunstancias difciles de la infancia y de la
juventud que el traficante ha sabido superar lo convierten en un hroe que ha
logrado pasar victoriosamente las pruebas de la vida (Vladimir Propp,

64

Morfologa del cuento); y, por otro, se presentan como circunstancias


atenuantes que lo eximen de toda culpabilidad social.
Los narcocorridos son crnicas de las aventuras, traiciones,
infortunios, ejecuciones, amores y dems hechos de individuos
involucrados en el negocio.
Hoy en da, las historias de los narcos en los corridos dominan ms
que cualquier otra temtica. Pero no necesariamente los narcos son
los nicos personajes en estas crnicas, tambin en ellas aparecen
policas judiciales o federales de caminos los cuales son la
contrapartida (el enemigo) dentro de la narracin.
Y ya sea en lenguaje comn o en claves, en ellos est plasmada una
visin parcial, pero creble, de lo que es el narco. Se describen
costumbres, maneras de ser y de pensar de los capos, jefes de carteles,
traficantes y sembradores de marihuana o amapola. Esta manera de
visualizar a los narcos en los corridos (siempre a favor de ellos),
hacen que un gran sector de la poblacin vea en ellos algo de
honestidad y carcter heroico, incluso, hasta se les estima; la gente los
siente mucho ms cercanos y respetables que a los mismos
representantes de la ley, tan fcilmente corruptibles y tan sujetos a
cometer delitos como los primeros.
En los narcocorridos el delito cometido no es ocultado, antes bien, la
actividad clandestina es dotada de cierta licitud por parte de quienes
componen y cantan, en rimas asonantes o consonantes, las historias de
los narcos.
Ms an: a falta de prceres actuales, el narco es adoptado como tal
por las multitudes, y con sobradas razones, el narco proclama en sus
corridos una filosofa de poder y valenta en la que est implcita la
aceptacin del peligro, y es, por lo tanto, digno de admiracin y
respeto.11
Otra peculiaridad radica en que estas historias llegan a narrarse en
primera persona. Tradicionalmente las historias de los protagonistas se
narraban en tercera persona, como en todo discurso histrico, pero --y en
esto radica la peculiaridad del narcocorrido frente a sus antepasados--, a
menudo se confunde el objeto de la narracin con el sujeto de la
enunciacin. El protagonista se proyecta mediante el yo en un relato
autobiogrfico de poder y xito que interpela indirectamente al auditorio:
Con la presencia del yo-traficante en las letras, quienes los
cantan y escuchan convierten la narracin en experiencia propia,
11

Avelino GMEZ GUZMAN, http://personales.com/mexico/colima/estafauna/


p.12-13.

65

asumida en el momento de repetir oralmente la historia. El receptor de


esta msica no permanece ajeno a los hechos que les suceden a los
narcos, por el contrario, se identifica con ellos.
As los corridos cumplen, indirectamente, la funcin de hacer de esta
actividad un anhelo, de presentarla como una alternativa viable para
sobresalir en la vida, ya sea en lo econmico, en la valenta o en la
invulnerabilidad ante la ley.
El YO del traficante ejerce fascinacin; se presenta pues, como un
modelo en el que cualquiera puede convertirse.12
Por otra parte, existe una filiacin entre el corrido tradicional y el
narcocorrido como relatos de vida bajo otro aspecto: la estampa del valiente
(del bandolero social al narcotraficante) que ya esbozamos, es inseparable de
la figura de la mujer, y especficamente de la mujer expuesta a la
dominacin del hombre (aunque en el corrido suriano exista una forma de
amor corts, desconocida por el corrido norteo). La mujer est presente en
la vida del valiente, no como esposa ya que sus azarosas andanzas no se lo
permiten-, sino como amante (el reposo del guerrero, dira Nietzsche). Por
lo tanto, el valiente tiene un lado romntico: es tambin un hroe de las
alcobas y de las guerras del corazn. As a don Valente Quintero se le vea
en su caballo montado/ y a las muchachas besando. Sin embargo, los
protagonistas de los corridos actuales estn bien casados, pero su papel de
macho los obliga a rodearse de hermosas hembras. Ser mujeriego es un
atributo y privilegio indispensable del poder, tal como se concibe desde la
Conquista espaola, cuando se inici el mestizaje abusando de las indias.
Actualmente el dinero tiene el poder de atraer a las bellas mujeres ya que
ven dinero y se les van los ojos (Mis tres animales). Pero tambin hay
formas novedosas de concebir el papel de la mujer en la sociedad: la mujer
traficante que es la protagonista del corrido ms famoso: Contrabando y
traicin que inici el gnero de los narcocorridos, e incluso ha inspirado la
famosa novela de Arturo Prez Reverte La reina del Sur. En una entrevista
de su pgina Web, Prez Reverte confiesa:
La aventura es un pretexto para indagar en el corazn de una
mujer. La mujer es como un soldado perdido en territorio enemigo.
Quera saber porqu es cruel y mala, por qu se calla cuando se calla,
por qu es tan valiente y tan peligrosa, por qu te desprecia como
hombre. El enigma de esta novela es el corazn de una mujer. En
novelas anteriores me haba ido acercando poco a poco, ahora lo he
12

Avelino GMEZ GUZMAN, http://personales.com/mexico/colima/estafauna/


p.15

66

contado desde dentro. [] Quera que fuera ni guapa ni fea, ni lista ni


tonta, de infantera, una mujer a la que los golpes la llevan para
arriba. La vida es as: no ambicionas nada y un golpe te hace subir. O
al revs. Ella tiene la inteligencia de aprender de la vida.13
Cada grupo de msicos tiene su corrido-emblema que conserva la
memoria de estas heronas que desafan el rol tradicional de la mexicana:
Tambin las mujeres pueden/ que adems no se andan con cosas,
cuando se enojan son fieras/ esas caritas hermosas,
y con pistola en la mano/ se vuelven re peligrosas.

(Tambin las mujeres pueden-Los Tigres del Norte)


Siguen buscando a la Jefa/ que mueve todo el negocio;
el gobierno mexicano/ tiene fama de muy bravo,
pero a la jefa del contrabando/ le hacen los puros mandados.

(La Jefa-Grupo Exterminador)


5. A modo de conclusin.
En este ensayo hemos intentado mostrar que los corridos, tanto los
antiguos como los modernos narcocorridos, son vehculos privilegiados de la
memoria colectiva y, en cuanto tales, contienen historias de vida en forma de
gestas de personajes valientes o en forma de cpsulas que condensan
fragmentos de dichas historias para adaptarse a las exigencias de los medios
modernos de comunicacin masiva.
A este propsito hemos procurado ilustrar dos tesis aparentemente
contradictorias: por una parte afirmamos que, pese a la opinin contraria de
muchos estudiosos, existe un estrecho parentesco entre los corridos
tradicionales y los narcocorridos. Este parentesco se explica porque, pese a
la diversidad evidente de sus contenidos explcitos, ambas formas de corrido
comparten, a nivel de estructura profunda, un mismo imaginario social
profundamente arraigado en la cultura popular mexicana y caracterstico de
tradicin oral: el del valiente (que corresponde ms o menos a la estampa del
bandolero social clsico), inseparable, como acabamos de ver, de la figura
femenina; y el del hacendado y latifundista prepotente y arbitrario, que
considera como prerrogativa del poder --de su poder-- los excesos y la
transgresin de la ley. Por lo tanto, ambas formas de corrido forman
igualmente parte de la genuina cultura de los estratos populares. Esta
identidad de cdigos explica, en nuestra opinin, la enorme difusin y
popularidad de los narcocorridos en Mxico.

13

Arturo Prez-Reverte, http://www.capitanalatriste.com.

67

Sin embargo, por otra parte, afirmamos tambin que esta vasta
recepcin de los narcocorridos no implica aceptar o justificar la realidad
delictiva del narcotrfico. Hay que distinguir entre la realidad criminal del
narcotrfico y su reflejo --ms o menos atenuado-- en el contenido,
evidentemente transgresivo, de los narcocorridos, y el empleo que hace de
ellos el pblico receptor, y particularmente los jvenes que son a la postre
los grandes consumidores de casetes que contienen grabaciones de este
gnero de canciones. Segn nuestra interpretacin, escuchar o cantar
narcocorridos es para la mayor parte de los receptores una forma simblica
de protesta contra las exacciones del poder poltico vigente y las injusticias
de un sistema que cancela oportunidades para las mayoras, pero
especialmente para los jvenes. En resumen, es una forma de resistencia
cotidiana o arma de los dbiles (James C. Scott). Por eso carecen de razn
tanto los acadmicos que se empean en descalificar a los narcocorridos
como ajenos a la genuina cultura popular, como las autoridades polticas que
se empean en prohibir su difusin invocando razones de salud social.
BIBLIOGRAFA
CRDOVA, Nery, 2006, La narcocultura en Sinaloa: simbologa, transgresin y
medios de comunicacin. Tesis doctoral. Mxico, FCPyS/UNAM.
GOMEZ GUZMAN, Avelino, http://personales.com/mexico/colima/estafauna
HOBSBAWN, Eric, 1974, Rebeldes Primitivos, Madrid: Ariel.
HOBSBAWN, Eric, 1976, Bandidos, Madrid: Ariel.
MENDOZA, Vicente T., 1954, El corrido mexicano, Mxico: FCE.
OLMOS AGUILERA, Miguel, 2002, El corrido de narcotrfico y la msica
popularesca en el norte de Mxico, Actas del IV Congreso Latinoamericano de la
Asociacin Internacional para el Estudio de la Msica Popular.
PEREZ-REVERTE, Arturo, La Reina del Sur, Madrid: Santillana.
PROPP, Vladimir, 1964, Morphologie du conte populaire russe, Paris : Le Seuil.
RULFO, Juan, Pedro Pramo, Mxico: FCE
SCOTT, James C., 1985, Weapons of the Weak, Yale: University Press.
SCOTT, James C., 1990, Domination and the Art of Resistance, Yale: University
Press.

68

EROS Y TANATOS: el narcocorrido y las reglas del narco


Lilian Paola OVALLE
Ya tengo lista la tumba para cuando yo me
muera
tengo pagada una banda y un entierro de
primera

La tumba. Grupo Exterminador


Al explorar los sentidos y las prcticas sociales que se construyen y
estructuran en el mundo del narcotrfico, salta a la vista una aparente
paradoja. El consumo delirante y el hedonismo que caracterizan el modo de
vida de las redes, los grupos y sus comandos, parece contrastar con el miedo,
la instrumentalizacin de la violencia y el culto a la muerte que al mismo
tiempo loa cohesionan. Esta aparente paradoja entre un intenso instinto de

El presente ensayo es uno de los resultados de un programa de beca de Formacin


de la Universidad Autnoma de Baja California, institucin donde la autora es
catedrtica e investigadora y en la que tambin efectu estudios de posgrado. Antes
curs la carrera de psicologa social en la Universidad Javeriana, de Cali, Colombia.
Actualmente se encuentra en Alicante, Espaa, prosiguiendo sus labores de
indagacin en torno al fenmeno sociocultural del narco. Es integrante de la red
internacional UNESCO: Transformaciones econmicas y sociales representadas
por el problema internacional de las drogas, del IIS de la UNAM.

69

vida y un igualmente intenso instinto de muerte se ve reflejada en las


reglas y normas que fijan en aras de perpetuar su proyecto econmico ilegal.
En el actual contexto de prohibicin, la lucrativa actividad de
produccin, trfico y comercializacin de drogas ilegales ve constantemente
amenazada la dinmica y estructura de su proyecto econmico. Al estar al
margen de la ley, no cuenta con los canales legales para respaldar y hacer
cumplir sus transacciones econmicas, por lo que debe fijar sus propias
reglas de juego. Ms an, las redes del narcotrfico deben buscar los
medios adecuados para que dichas reglas sean comunicadas; y buscan
encontrar los mecanismos para que tanto los miembros de la red, como la
sociedad en general, se sujeten a ellas. En este sentido el presente texto
revisa la forma en que algunas de las particulares reglas del narcotrfico, son
vehiculizadas y comunicadas a travs de las letras de los narcocorridos
En la lnea de investigacin sobre las transformaciones econmicas,
sociales y culturales derivadas del mbito de los narcticos ilegales, se ha
tomado en serio la influencia de los discursos de los narcocorridos. La
informacin (datos, versos, creencias, mitos, leyendas, eslogans,
evocaciones, etctera) estructurada y estructurante que circula en los
narcocorridos, ha sido entendida como un testimonio directo del impacto
cultural del narco, como vehculo de las objetivaciones de su particular
mundo de vida en la estructura social y especialmente como uno de los
lugares donde se evidencia el campo de lucha por la legitimidad. Los
narcocorridos se han convertido en unidades de anlisis, desde donde es
factible acceder a los sentidos que se construyen en la narcocultura.
Generalmente, los trabajos acadmicos que han tomado los
narcocorridos como unidades de anlisis, parten de los discursos para llegar
a los cdigos. Es decir, que identifican a priori a los narcocorridos como
espejo de la realidad, de tal manera que el anlisis e interpretacin previa de
los datos permite ir elaborando de manera paulatina una lista de cdigos
sobre el mundo de vida del narcotrfico, o al menos sobre su representacin1.
Sin embargo, en este trabajo el viaje se realiza al revs y el proceso de
codificacin se lleva a cabo siguiendo una estrategia diferente.
En esta oportunidad se parte de un trabajo conceptual previo2 que ha
permitido identificar una lista de cdigos, que describen las reglas bsicas a
las que deben sujetarse quienes son parte de las redes del narco y que se
ir aplicando en el anlisis del discurso de los narcocorridos seleccionados3.
1

Codificacin del anlisis del discurso: botton-up, grounded.


Este trabajo se deriva de los resultados preliminares del proyecto El poder social
de las redes transnacionales del narcotrfico.
3
Codificacin del anlisis del discurso conocida como top-down.
2

70

A lo largo del presente texto se constata que aquellas reglas que han
sido referidas por actores directamente vinculados con el narco, son tambin
referidas y sealadas en los narcocorridos. Se respalda el postulado de que el
narcocorrido aparece en la escena social como una especial mezcla de
ficcin y realidad. Los siguientes apartados constituyen una sntesis y una
disertacin sobre las peculiares reglas del narcotrfico: Silencio, anonimato,
cumplimiento de pactos, respeto a jerarquas, instrumentalizacin de la
muerte y finalmente la opulencia y teatralidad del triunfo o del xito.
El narcocorrido: ficcin y realidad
El corrido es un gnero tpico de Mxico --especficamente del
norte-- que ha sido identificado, desde la tradicin, como una expresin de la
cultura popular. Y ha sido sealado el importante papel del gnero en la
construccin y disputa social entre los grupos populares mexicanos o de
origen mexicano; en especial en la demarcacin de sus lmites de pertenencia
y diferenciacin frente a las culturas oficiales (Jos Manuel Valenzuela,
2002). El investigador recuerda que el corrido como elemento de expresin
de los grupos populares refiere a mltiples historias orales que, cantadas o
recitadas, propician la magnificacin de los actos y les confiere una
limitacin geogrfica y temporal. A travs del corrido las masas populares
han visto retratados sus anhelos, pasiones, frustraciones y simpatas, y ha
servido como creador de hroes, antihroes, mitos y leyendas.
A partir de la dcada de 1970 el corrido que tradicionalmente
evocaba historias del pueblo e inclua temas de revolucin, de lucha social,
de amores, traiciones y bandoleros, empieza a incorporar las historias de
inclusin de importantes sectores sociales gracias a la rentable actividad del
trfico de drogas. Si bien desde sus inicios el gnero se abander como un
medio de expresin de hechos basados en una realidad que permaneca
velada e ignorada por las lites y las culturas oficiales, no debe sorprender
que justamente en la dcada de 1970 --marcada por la ebullicin de las
primeras redes del narcotrfico latinoamericano-- el corrido diera un giro a
sus contenidos, empezando a evocar con recurrencia historias de inclusin,
violencia y traiciones, propias del mundo del narcotrfico.
Incluso hoy, las fuentes y discursos oficiales, en contadas ocasiones
incluyen los aspectos socioculturales del narcotrfico y las formas en que la
sociedad interacta y se relaciona con este fenmeno. Arriagada (2000, p.
23-27) seala que en estos discursos los narcotraficantes y sus redes de
influencia son considerados como los principales desestabilizadores del
sistema institucional vigente; y que stos no incluyen, o lo hace
marginalmente, el debate y las diferencias de enfoque respecto de cmo
enfrentar el problema de la droga. Los discursos oficiales generalmente no
ofrecen informacin equilibrada sobre el control de la oferta y la reduccin

71

de la demanda, ni presentan las diversas formas en las que las sociedades se


representan e incorporan en su cotidianidad el fenmeno del narcotrfico.
En este sentido, los llamados narcocorridos funcionan como una
rica fuente de informacin sobre las mltiples articulaciones del narcotrfico
con otros mbitos de la sociedad. Llenando el vaco dejado por los discursos
oficiales, las canciones en torno al mbito de la ilegalidad y la violencia de
los estupefacientes, relatan variados y entrecruzados enfoques sobre cmo
entender y hacer frente a la realidad del narcotrfico. Segn lo planteado por
Valenzuela (2002, p.284), el corrido participa en la construccin y
reconstruccin de imaginarios colectivos que muchas veces actan como
contrapeso de los discursos oficiales o legitimados y como elemento
vehiculador de las representaciones sociales.
En la actualidad, 30 aos despus de la aparicin de los primeros
narcocorridos, la diversidad y la cantidad de grupos y cantantes que en los
tiempos actuales incluyen en su produccin musical canciones dedicadas al
narcotrfico, permite pensar que el gnero, con su tendencia, no ha perdido
su vigencia y su amplio pblico. Es posible pensar entonces, que los
narcocorridos continuarn viviendo el bullicio del auge de la sociedad de
masas, paralelo al auge y dinamismo de las redes de comercializacin de
drogas ilegales. De modo que mientras existan organizaciones y redes
dedicadas a la venta y al trfico de drogas, mientras los dineros del narco
sigan circulando y trastocando las practicas sociales de comunidades urbanas
y rurales, los narcocorridos seguirn siendo un medio privilegiado para
relatar, consolidar y denunciar las historias de su particular mundo de vida.
Al realizar un rpido repaso de la situacin actual de los
narcocorridos, es necesario afirmar que aunque los corridos tienen sus
orgenes en culturas rurales, en aras de ampliar su pblico stos han
evolucionado y han ido insertando signos urbanos. Sin embargo, los
narcocorridos continan siendo una expresin de la cultura popular. Para un
amplio pblico, especialmente de los sectores medios y altos, los
narcocorridos y la msica nortea en conjunto es considerada como una obra
naca (diferenciacin clasista que marca un rechazo hacia esta elaboracin
cultural). Igualmente es pertinente sealar que esta estigmatizacin, sumada
al frontal rechazo de ciertos sectores por considerarlos inadecuadamente
como una apologa al narcotrfico, ha limitado, en cierta medida, una ms
amplia aceptacin y popularidad.
Debord recuerda que en estos tiempos modernos lo espectacular se
ha integrado a la realidad, a la vez que habla de sta y la reconstruye. Segn
sus palabras, todo deviene en espectculo: el espectculo se ha mezclado
con la realidad, irradindola. Los planteamientos de este autor nos

72

introducen en un tema fundamental para nuestra disertacin en el presente


texto: el desdibujamiento de los lmites entre la ficcin y la realidad.
Ya hemos identificado a los narcocorridos como una particular
mezcla de ficcin y realidad, que funcionan muchas veces como cdigos
encriptados, de algn modo accesibles nicamente para aquellos que
comulgan con el narcomundo. Los narcocorridos se nutren de la realidad y
relatan historias generalmente basadas en personajes reales. Sin embargo,
constantemente los cantantes, compositores y msicos insertos en este
gnero, sealan que a pesar de narrar las historias del narcotrfico, no se
consideran insertos en sus tramas relacionales y de sentido.
Se podra pensar entonces, que el narcotrfico se convierte en
ficcin, en espectculo cantado y dramatizado a travs de la msica y las
letras de la transgresin. Y en tanto ficcin, mientras no violen las estrictas
reglas de respeto del anonimato y no se constituyan en clara denuncia que
ponga en peligro los intereses de sus redes, cantar las historias del mundo
del narcotrfico no tendra porqu ser peligroso para los grupos musicales.
Cabe preguntarse entonces si los eventos violentos que en tiempos
recientes se han atestiguado hacia miembros de estos grupos o los episodios
violentos, de sangre y muerte, que se han vivido, visto y protagonizado en
sus conciertos y presentaciones, constituyen un paradigmtico ejemplo del
resquebrajamiento de los lmites entre la ficcin y la realidad. Acaso en un
clima de efervescencia como el que se vive actualmente en el mundo del
narcotrfico mexicano, evocar este tipo de contenidos puede soportar cierto
riesgo? El asesinato de cantantes puede ser ledo como un trgico ejemplo
de cmo la ficcin es leda y convertida en realidad?
Si bien la respuesta a estas preguntas escapa al propsito general del
presente trabajo, es importante sealar que para comprender los borrosos
lmites entre la realidad del narcotrfico y la ficcin del narcocorrido, se
requiere trascender las concepciones de stos ltimos como meros discursos
en los que se manifiestan y expresan propiedades relevantes de la situacin
sociocultural que denominamos narcotrfico. Es decir, se debe partir del
reconocimiento de que las palabras, el lenguaje y los discursos, no son slo
significado; implican una accin compleja que delnea interacciones y
prcticas sociales especficas. (Van Dijik, 2000, p. 26).
El narcotrfico, mundo de vida del que los narcocorridos se nutren
para seleccionar y reconstruir las historias que evocan, es una fuente
inagotable y dinmica de ancdotas con elementos trgicos, dramticos,
aleccionadores e incluso cmicos. No debe resultar extrao que
constantemente surjan nuevos grupos que abrevan del gnero musical. Y
parece que a pesar de la existencia y persistencia de tantos grupos, sigue
existiendo un pblico que lo consume y que lo mantiene vigente.

73
Muestra para Anlisis del Discurso de narcocorridos
El padre de todos, Primera plana, Entre
perico y perico, Las dos monjas, Los zetas,
El diablo de sonora, Con los huevos en la
Narcocorridos analizados
mano, Los dragones de oriente, La bruja, El
toro mas grande, El tres yemas, El chivo, La
ley fuga, El toro pesado, De parranda con el
diablo, La leona, El alcoholicodrilo, El verde,
El Garan de Michoacn, El tiro de la
muerte, El baje, La fiesta de los perrones, El
burro, El dedo, El muchacho y el teniente, La
jefa, El curita, Los dos morros, Pollitas de a
cuenta, Reunin de Perrones
Grupo musical seleccionado

Exterminador

Nmero total de narcocorridos

31

En este punto, es importante sealar que este ensayo es el resultado


de un ejercicio hermenutico en el que se analizaron4 un total de 31
narcocorridos de un grupo especfico: Exterminador. Como hemos
sealado, existen numerosos grupos y cantantes que cuentan en sus
repertorios con narcocorridos, y sin duda, cualquiera de ellos brindara
importantes elementos para un ejercicio como el que aqu se realiza.
Los narcocorridos no estn exentos de la repeticin de frmulas y de
propuestas carentes de originalidad; sin embargo, como se apunt
anteriormente, ste va evolucionando, innovando y adaptndose a nuevas
tendencias y gustos del pblico. En este sentido, las razones por las cuales se
seleccion la produccin del grupo Exterminador para explorar los mensajes
sobre las reglas que se deben cumplir al interior de las redes del narcotrfico,
radican precisamente en que gracias a su destacada originalidad e innovacin
(con elementos humorsticos como sello especial), cuentan con una larga
trayectoria que permite sealarlos como uno de los grupos con mayor
repertorio de narcocorridos durante su carrera.
Cdigos
Violencia
muerte

Descripcin
y
Utilizacin
de
la
fuerza y la violencia

Nmero
de citas

Ejemplo
La vida vivo arriesgando,
de la muerte no me
escondo,
traigo
cuatro

Con el apoyo del software de Anlisis de datos cualitativos ATLAS TI

para hacer cumplir los


pactos. Referencias a
la muerte, armas,
cuernos de chivo,
tumbas etc
Respeto a las
jerarquas

Teatralidad
del xito

Diferencias
y
desigualdades
de
poder
entre
los
miembros de la red.
Perrones,
pesados,
capos.
Referencias
al
consumo demostrativo
y a la opulencia.
Mujeres, troca, ropa,
lujos, Autos

47

24

22

Silencio
La importancia de no
hablar ni sealar las
transacciones ni sobre
la dinmica de las
redes. Dedo, chivo,
traicin
Placer
Hedonismo
Drogas

Espacios de diversin
y ocio. Fiesta, noche,
drogas, mujeres, sexo

Cumplimiento
de los pactos

Necesidad de respetar
y acatar al pie de la
letra los pactos en las
transacciones

Anonimato

Importancia que se da
a la capacidad de
encubrir su identidad
como narcotraficante,
de
mantener
el
anonimato y respetar

17

16

15

74
pistoleros bien dispuestos
para todo, noms me cuidan
la espalda, de frente yo les
respondo. El padre de
todos
Queran controlar la sierra,
eso es lo que iban buscando,
pensaron que con dinero
obtenan poder y mando,
con dinero no se compran
esas cosas en Durango.
Los dragones de oriente
Yo soy ese toro grande que
atrae todas las miradas,
noms al entrar al baile dej
un troconn parqueado, s
que soy el mero padre y jefe
de la manada. El toro mas
grande
Encerrado
hoy
me
encuentro
prisionero,
porque alguien de mi
confianza con la ley me
puso el dedo, que se cuide
ese marica por que lo hallan
mis pistoleros El dedo
Entre lujos, mujeres y
droga haciendo negocios
prohibidos, he vivido por
muchos aos gozando de lo
ms
prohibidos
El
Alcolicodrilo
El que siendo traficante y
empez por mal camino,
por ambicin o tal vez fue
su destino, todo aquel que
ensucia el agua se castiga
por cochino. La ley fuga

14
El diablo no se despide,
noms se desaparece,
vivo en la sierra en Sonora
como los gatos monteses.
El diablo de sonora

75

No
interponerse

el de los dems
miembros.
Mensajes
explcitos
para
autoridades,
policas, jueces y
periodistas
que
denuncien
sus
actividades poniendo
en riesgo al negocio.

11

En el lado americano
abundan muchos coyotes,
que en conexin con las
leyes me quieren meter al
bote, pero yo los he dejado
como pariendo chayotes El
tres yemas

En el cuadro anterior, se observan los elementos bsicos para tener


una idea aproximada del proceso de anlisis del contenido de los 31
narcocorridos seleccionados. En las dos primeras columnas se exponen los
cdigos que guiaron el anlisis, los cuales, tal y como se seal
anteriormente, corresponden a las principales reglas que estructuran las redes
del narcotrfico que se han identificado en un trabajo previo, a partir de
entrevistas a sujetos involucrados directamente con estas agrupaciones.
Dentro de estos grupos queda claro que el incumplimiento de cualquiera de
las reglas amenaza el funcionamiento y la supervivencia del negocio.
En la tercera columna se seala el nmero de citas que se
identificaron sobre cada cdigo en los narcocorridos analizados. Se
considera pertinente exponer este dato, ya que aunque no necesariamente son
un reflejo de la mayor o menor importancia de cada una de estas reglas al
interior del narcotrfico, constituyen un importante elemento a la hora de
identificar la representacin del narcotrfico que circula por estos temas
musicales. Finalmente, en la cuarta columna, se ofrecen ejemplos de la
codificacin realizada, que sirven de introduccin a los contenidos de cada
una de estas reglas de juego que se exponen a continuacin.
El secreto y la levedad
Encerrado en almoloya hoy me encuentro prisionero
porque alguien de mi confianza con la ley me puso el dedo
que se cuide ese marica porque lo hallan mis pistoleros
El dedo muy bien saba dnde la carga llevaba
la envidia que me tena lo hizo que me traicionara
adems de unos billetes que el gobierno le pagara
Me agarraron a la mala por culpa del bocn
toda mi gente lo busca pa cobrarle la traicin
a ver si lo que le dieron lo disfruta en el panten

76
Mi condena va a ser larga pues con mucho me torcieron
diez aos de sentencia en esta celda de sentencia a mi me dieron
mi gente sigue mandando mi producto al extranjero
Colegas de estos negocios cuiden muy bien sus espaldas
porque donde quiera hay dedos listos para una jugada
se hacen pasar por amigos y te dan la pualada
En Almoloya no soy el nico prisionero
aqu se encuentran Salinas, Don neto y Caro Quintero
y para no aburrirme con ellos me la cotorreo
Ya me dieron el pitazo que ya mataron al dedo
pero antes de ajusticiarlo le achicharraron los dedos
eso que sirva de ejemplo para aquellos traicioneros
El orgullo que me queda es que aqu en Almoloya
no a cualquier chango encierran puros gallos de pelea
este gallo es mexicano que pronto cantar afuera

El dedo. Grupo Exterminador


En una manifiesto annimo publicado en varios medios de Colombia
en los aos de 1980, grupos de narcos, cansados de ser chivos expiatorios de
los males del pas, denunciaron la coexistencia de hechos mucho ms
infames y con mayores repercusiones en la crisis de la nacin. "Nosotros no
pertenecemos a la mafia burocrtica y poltica, ni a la de banqueros y
financieros, ni a la de los grandes contratos fraudulentos, ni a los monopolios
o el petrleo, ni a la de los grandes medios de comunicacin".
Lo que se sealaba en esta declaracin es que las redes secretas del
narcotrfico, no constituyen una extraa y atpica forma organizacional y
que el secreto, la levedad y la simulacin son parte fundamental en la
estructuracin del poder social. Debord (1990 p.77) afirma que el secreto
domina el mundo y lo hace como secreto de dominacin, enfatizando as el
hecho de que la aparente abundancia de informacin que se ofrece en toda la
superficie de la sociedad, no es ms que una pantalla. En la realidadespectculo que se vive actualmente, tras el mar de informacin, se
encuentra en un sitio privilegiado el secreto como prctica social
fundamental en la dinmica de importantes sectores de la sociedad.
Para Debord, cada vez hay un mayor nmero de hombres formados
para actuar en el secreto, instruidos y entrenados para no hacer ms que eso
y ofrece ejemplos sobre los precios reales de los objetos, los archivos
histricos, las religiones y las profesiones. Las redes del narcotrfico no son
la excepcin en este sentido ya que mantener el anonimato, especialmente

77

cuando se ocupan puestos de mayor responsabilidad dentro de la red, resulta


fundamental para salvaguardar la dinmica de sus actividades econmicas.
La teora social sobre la dinmica y estructura del poder nos invita a
desviar la mirada hacia aquellas expresiones implcitas que velada y
discretamente determinan nuestros comportamientos y nuestras creencias.
En suma, el poder aparece ms poderoso cuanto ms invisible e
imperceptible es. Este hecho es especialmente cierto en el caso de redes
secretas como las del narcotrfico, ya que en ellas, la visibilidad y el
reconocimiento se traduce en debilidad; en un aumento del riesgo de ser
identificado por las autoridades y grupos contrarios.
Por tanto, demostrar la capacidad para ocultar sus actividades
ilegales y mantener el anonimato, favorece el sentido de pertenencia y el
posicionamiento al interior de estas redes y estamentos. Junto con la
importancia que se le otorga al anonimato, se deduce otra regla fundamental:
el silencio. Hablar de ms, comentar detalles de las transacciones, alardear, y
en especial delatar a otros miembros, son comportamientos sancionados en
el mundo de la industria de los frmacos de la ilegalidad.
El pap de los pollitos
En lujosas limosinas ya est llegando la gente
puro bato bien perrucho de los 5 continentes
y en un portonn de lujo se han dado cita los jefes
Jefes de grandes carteles y otros tambin del gobierno
no puedo decir sus nombres porque a m me lo prohibieron
esta gente que es pesada se merece un gran respeto,
dijo el mas perrn de todos ya estn servidas las mesas
hay chiva y tambin perico vayan sacando tarjeta
porque esta fiesta seores se acaba hasta que amanezca
Se vean y se escuchaban fumarolas y suspiros
mientras Exterminador cantaba narco corridos
funcionarios y mafiosos ya estaban todos prendidos
Cerca de mil judiciales cuidaban de aquella fiesta
era reunin de perrones tenan que estar muy alerta
que no llegaran fisgones reporteros de la prensa,
A las 6 de la maana el fiestonn termino
el mas perrrn dio la fecha pa la siguiente ocasin
todos se fueron contentos cada quien a su cantn.

78

Reunin de Perrones. Grupo Exterminador


En el narcotrfico se reproducen relaciones laborales asimtricas y
conflictivas. Por esta razn es necesario reforzar continuamente el respeto a
las jerarquas y al poder de ciertos actores. As, en estas redes, como en toda
relacin de poder, la reproduccin de sus estructuras internas es asegurada y
reforzada
no slo por quienes detentan el poder, sino desde el
comportamiento de los mismos individuos que consienten y refuerzan las
relaciones de dominacin. Pero a pesar de que para la supervivencia del
negocio se requiere que la mayora de quienes se desenvuelven en las redes
de comercializacin de drogas ilegales, consientan y reproduzcan el respeto
a las jerarquas, son constantes las excepciones y resultan recurrentes los
casos en que se tratan de esquivar las normas pactadas.
De manera que el respeto a las jerarquas est ntimamente
relacionado con otra de las reglas bsicas que estructuran al narcotrfico: el
cumplimiento estricto de los pactos. Al estar en los mrgenes de la
ilegalidad, las actividades de transporte y comercializacin de las drogas
dependen para su desarrollo de que las transacciones econmicas ofrezcan
un mnimo de certeza. Sin embargo, al no contar con los mecanismos
estatales para regularlas, es comn que a los actores transgresivos les
parezca fcil romper los pactos para sacar un mayor beneficio personal. Ante
este escenario, por medio del discurso se relatan y se instauran los
delineamientos que deben respetar los integrantes de las cofradas.
En el narcomundo, como en otras maquinarias normalizadoras,
existen quienes se resisten a acatar las normas y pautas de interaccin que se
imponen. Mientras la mayora de los miembros de estas redes marchan por el
camino pactado, surgen las ovejas descarriadas que provocan la
intervencin ocasional de los aparatos represivos y en este sentido, como se
ver adelante, la instrumentalizacin de la violencia es casi el nico medio
que queda para controlar a quienes se desvan de las reglas del juego.
Instinto de muerte: La instrumentalizacin de la violencia
Soy del grupo de los zetas, k cuidamos al patrn
Somos 20 de la escolta, pura lealtad y valor
Dispuestos a dar la vida, Para servirle al seor
Desde que era muy pequeo, quise ser lo k ahora soy
Siempre me dijo mi padre, No hay nada como el honor
el hombre con esta idea es natural de valor
Somos 20 grupos zetas, unidos como familia
Los 20 somos la fuerza, con diplomas de suicida

79
Conscientes k en cada accin podemos perder la vida
Bonito mi Tamaulipas donde no hay gente de miedo
Para subirme a la sierra aqu en Victoria me quedo
Para servirle al patrn de Tampico hasta Laredo
Soy del mero matamoros Tamaulipas es mi tierra
Mi capital es Victoria k est al pie de la sierra
Un saludo a x-r k es de la misma madera
Somos 20 grupos zetas unidos como familia
Los 20 somos la fuerza con diplomas de suicida
Conscientes k en cada accin podemos perder la vida

Los zetas. Grupo Exterminador


Sealar que las redes del narcotrfico se valen de la
instrumentalizacin de la violencia para hacer cumplir sus particulares reglas
y perpetuar as su proyecto ilegal, resulta una obviedad. En este apartado se
plantea que el hecho de que en estas redes se reivindique el uso de la
violencia como prctica indispensable en la estructuracin de su mundo de
vida, hace del narcotrfico un escenario privilegiado, para observar con
especial nitidez el lado oscuro de la condicin humana, que Sigmund
Freud nombr como el instinto de muerte. Se exploran aqu dos elementos
fundamentales: el culto a la muerte y las razones por las que estos grupos
adoptan a la violencia como prctica indispensable y recurrente
En primer lugar, para enmarcar la discusin sobre el culto a la
muerte al interior de las redes del narcotrfico, es importante sealar que el
aporte de los historiadores ha permitido reconocer las formas heterogneas
con las que el ser humano se confronta con el inminente fin de su existencia.
Gracias al aporte de esta disciplina se puede reconocer que a pesar de que en
nuestro siglo la muerte ha sido convertida en un tab, en un fenmeno que se
intenta ocultar; no hace mucho la muerte era un escenario familiar y
asumido. Segn Lorenzo (1991, p.13), a partir de mediados del Siglo XX la
muerte pas a ser un hecho vivido de modo superficial y perifrico,
sustentado en la idea de que los que mueren son otros.
De manera que en el actual mundo del espectculo la muerte es
proyectada como si existiera una forma homogenizada de enfrentarla:
precisamente huir de ella. En este escenario, lo normal es no hablar de la
muerte, no pensar en ella, no referirla, no contemplarla, no desearla, huirle,
cuidarse de ella, evitarla y prevenirla. Pareciera escandaloso e irracional que
en un submundo de la sociedad moderna la violencia y la muerte sean
sucesos culturales con los que el individuo est diariamente familiarizado. El

80

contexto social del narco en el que la cotidianidad evoca constantemente su


fin --en sus conversaciones, en su msica, en la iconografa, en sus
pensamientos o en el arreglo de sus sepulturas-- se observa un mundo salvaje
e incomprensible para la mentalidad moderna, en la que la muerte pertenece
a un sistema especulativo y no a una realidad cotidiana.
Sin embargo, al explorar los sentidos y las prcticas que se
construyen en el narcotrfico y que circulan en los narcocorridos, el culto a
la muerte aparece como una respuesta natural a la recurrente
instrumentalizacin de la violencia. Como se ha sealado en trabajos
anteriores (Ovalle 2007, 2005) resulta racional, en trminos econmicos,
que las personas que se estn beneficiando del negocio busquen los
mecanismos para asegurar la permanencia y la rentabilidad en sus
transacciones, llegando incluso a emplear la violencia y la muerte.
Para Figueroa (2001. p.16) la violencia es, ante todo, un acto de
poder. Es el acto de dominacin que expresa una relacin social entre aquel
que la ejerce y aquel que resulta vctima de dicho ejercicio, mediante una
accin que implica el uso de la fuerza fsica o la amenaza de ella. Los
narcotraficantes no slo tienen que proteger de sus adversarios sociales y
estatales la infraestructura empresarial, sino tambin sus fortunas y su misma
libertad e integridad personal. Es mucho lo que est en juego. De all que la
instrumentalizacin de la violencia implique una accin planificada,
estratgica, sistematizada e inteligente.
En el mundo de vida del narcotrfico, se asume como costumbre la
muerte y se normaliza un hecho: ver matar y ver morir. Para Freud una
verdad oculta es que el hombre no es slo una criatura tierna y amorosa, que
slo osara defenderse si se la atacara, sino por el contrario, un ser entre
cuyas disposiciones instintivas incluye la agresividad. Y expone la existencia
de un instinto de muerte tnatos- que explica la voluntad destructiva y
autodestructiva que se puede constatar a nivel individual, grupal o social;
contrastado y contrarrestado siempre con un instinto de vida: Eros.
Instinto de vida y evasin de la realidad
Yo soy ese toro grande que atrae todas las miradas
noms de entrar al baile dej un troconn parqueado
s que soy el mero padre y jefe de la manada
Huchenme gente ganona es la mil x compadre
lo que el bolsillo me esponja son dlares de los grandes
y que morra ms perrona me atiende comodidades
Tomo tequila y coac movidos los cantineros
por cartones traigan ms pa todos mis compaeros

81
me veo como el semental en medio de los becerros
A qu bonito me brilla mi pecho pueden mirarlo
cadenas y pedrerias tres o cuatro centenarios

El toro ms grande. Exterminador


Ya hemos advertido sobre las formas en que la instrumentalizacin
de la violencia y el culto a la muerte en las redes del narcotrfico, aparecen
como prcticas aparentemente ajenas e incomprensibles para la lgica
moderna. Pues bien, en este apartado se presentan reglas del narcotrfico que
por el contrario empatan especialmente con los valores del proyecto
moderno: el hedonismo, la opulencia y la teatralidad del xito.
Ests prcticas sociales tpicas aunque desde luego no exclusivasdel mundo del narcotrfico, son presentadas como reglas del juego porque
han sido identificadas como elementos fundamentales en la cohesin y
estructuracin de estas redes. En otras palabras, el hedonismo, la opulencia y
la teatralidad del xito aparecen en escena como elementos clave de
persuasin en un doble sentido: al interior de las redes, seduciendo a sus
miembros a travs de un estilo de vida que invita al goce y al placer y ante la
sociedad vendindose como oferta de xito en trminos de riqueza y poder.
Freud (1997 p.44) advierte sobre la importancia del principio del
placer, que nos impulsa a una bsqueda incansable del disfrute y a una
evasin constante del dolor. Segn el psicoanalista, aunque sin duda esta
bsqueda ser frustrada, ya que la felicidad impuesta por el principio del
placer es irrealizable, ni los individuos ni la sociedad podrn abandonar los
esfuerzos por acercarse de cualquier modo a su realizacin.
Los actores sociales adoptan diferentes caminos para evadir el dolor.
La satisfaccin ilimitada de todas las necesidades y deseos, el aislamiento, el
intento por controlar y someter a la naturaleza a la voluntad del hombre, la
sublimacin y reorientacin de los instintos acrecentando el placer del
trabajo psquico e intelectual, derivar toda satisfaccin del hecho de amar y
ser amado, el deleite de la belleza, son algunos de los caminos que se toman
para evadir el sufrimiento impulsados por el principio del placer.
De suerte que todos estos caminos constituyen formas diferentes de
evasin de la realidad y del sufrimiento que ella conlleva. En este punto, las
drogas pueden ser entendidas como un efectivo mtodo qumico que acta
sobre el organismo ofreciendo placer inmediato y una aparente
independencia del mundo exterior (Freud,1997 p.48).
Tambin es
importante recordar que en la propia bioqumica del hombre existen
sustancias que cumplen un fin anlogo a las drogas y que son liberadas en
momentos de peligro, de emociones fuertes, con el sexo, entre otras.

82

El narcotrfico ofrece a sus miembros un seductor mundo de


sensaciones, una cotidianidad intensa que mantiene las emociones al lmite y
que causa una gran dependencia en quien lo conoce. El xito, el lujo y el
confort deben ser continuamente teatralizados; las fiestas, los viajes, los
espacios de diversin nocturna, son algunos de los escenarios en los que se
ofrece a sus miembros las mejores condiciones para su sensibilidad. Autos
lujosos, decoraciones ostentosas, mujeres hermosas, abundantes y
disponibles, disipacin, frenes, drogas ilegales, alcohol, comida, grupos
musicales, son algunos de los elementos de los que se dispone y que se
ponen en escena como importantes elementos de persuasin.
Por lo tanto, reflexionar sobre la importancia de la teatralidad del
xito para el proyecto ilegal del narcotrfico --hacia el interior de sus
telaraas, como hacia la sociedad en general-- nos lleva a reconocer una vez
ms que las redes del narcotrfico no son ajenas al mundo social; por el
contrario, estn perfectamente integradas a l. Las historias de inclusin y de
ascenso en las clases sociales gracias al narcotrfico son sobredimensionadas
y proyectadas de forma espectacular a travs del consumo delirante y
demostrativo, de la opulencia, del exceso. Este mundo diseado para seducir
a los miembros, mantener la cohesin de los grupos y proyectarse
socialmente como una ventana al xito social, no deja, sin embargo, de ser
un mundo de apariencias, por lo tanto engaoso, seductor y falaz. La
escenificacin del xito expresa un ejercicio del poder sumamente hbil e
insinuante, que logra confundir y vender la ilusin de que en las filas del
narcotrfico alcanzar la riqueza es una posibilidad real.
Empero, la posibilidad de enriquecimiento no es ms que una
promesa. En el narcotrfico como en cualquier empresa las grandes
utilidades quedan en manos de unos pocos. En este contexto, la
teatralizacin del xito y los espacios hedonistas se convierten en regla
dentro de las redes del narcotrfico ya que constituyen una especie de trampa
seductora e irresistible, fundamental en su para mantener la cohesin.
Finalmente es importante sealar que si bien es cierto que los lujos,
el confort y la promesa de enriquecimiento son elementos seductores en
cualquier contexto, suelen ser mucho ms irresistibles en sociedades como la
latinoamericana, donde los caminos legales generalmente no ofrecen las
posibilidades reales de ascenso en los peldaos de la estratificacin social. Y
es importante subrayar este hecho porque es precisamente all donde radica
el poder de penetracin de su proyecto ilegal. Kenneth (1984, p.75)
identifica tres fuentes del poder: la personalidad, la propiedad y la
organizacin que generalmente aparecen en combinacin. Pero seala que de
las tres fuentes del poder, la propiedad -los recursos materiales con los que
cuenta quien ejerce el poder- es aparentemente la ms directa. Afirma que
su posesin da acceso al ejercicio ms comn del poder que es doblegar la

83

voluntad de una persona mediante la compra directa. Ya lo adverta Hoobes


(1989, p.79): las riquezas, acompaadas de liberalidad, son poder, porque
procuran amigos y sirvientes.
Conclusiones
Hemos constatado que los narcocorridos constituyen un medio a
travs del cual se relatan, comunican y reivindican las reglas bsicas del
mundo del narcotrfico. Sus canciones no son entendidas como simples
formas discursivas en las que se manifiestan las propiedades estructurales
del mundo de vida del narcotrfico. Al reconocer que son el vehculo de
reglas que rigen la dinmica real de las redes del narco, se evidencia en los
narcocorridos un desdibujamiento de los lmites entre la ficcin y la realidad.
As, stos deben ser entendidos como una forma comunicativa compleja que
delinea interacciones y prcticas sociales especficas.
Silencio, secreto, sombras, anonimato, guios, claves, teatralizacin
del xito, hedonismo, instrumentalizacin de la violencia, culto a la muerte,
respeto a las jerarquas, cumplimiento de los pactos, son reglas que deben ser
cumplidas para perpetuar su proyecto ilegal. Son reglas que fueron sealadas
previamente por miembros de redes y que fueron igualmente identificadas en
las letras de los narcocorridos; y finalmente, estas reglas son las que por
medio del lenguaje estructuran y cohesionan la realidad del narcotrfico.
Bibliografa
--Arriagada, Irma; Hopenhayn Martn. Produccin, trfico y consumo de drogas en
Amrica Latina. CEPAL. ONU. Santiago de Chile, 2000.
--Debord, Guy. Comentarios sobre la sociedad del espectculo. Anagrama.
Barcelona 1990.
--Figueroa Ibarra, Carlos. Naturaleza y racionalidad de la violencia; en Tishler
Sergio, Conflicto, violencia y teora social. U. Iberoamericana. Mxico 2001
--Freud, Sigmund. El malestar de la cultura. Alianza Edit. Madrid 1997.
--Hobbes, Thomas. Leviatn. Alianza Editorial. Madrid. 1989.
--Kenneth, Jhon. La anatoma del poder. Plaza y Jans. Barcelona. 1984
--Lorenzo Pinar, F. Javier.. Muerte y ritual en la edad moderna. U. de Salamanca,
1991.
--Ovalle, Paola. Ajustes de cuentas. Sicarios y narcotrfico en Baja California. En
Arenas, Revista sinaloense de ciencias sociales. UAS, Num. 10. 2007
--Ovalle, Paola, Las fronteras de la narcocultura en La frontera Interpretada.
UNAM, Mxico. 2005
--Valenzuela, Jos Manuel. Jefe de jefes, corridos y narcocultura en Mxico.
Mxico Plaza y Jans. 2002.
--Van Dijik, Teun, El discurso como interaccin social. Ed. Gedisa. Barcelona,
2000

84

Los cantantes de narcocorridos (los carteles en el fondo), Malverde, y Winnie Pooh


gozan la misma popularidad dentro de la cultural popular sinaloense (Foto de Helena
Simonett, San Miguel Zapotitln, al norte de Sinaloa, 2007).

LOS GALLOS SINALOENSES y la msica popular


Helena SIMONETT

Doctora en etnomusicologa por la UCLA (Universidad de California, Los


ngeles). Profesora en Blair School of Music, Vanderbilt University, Nashville,
Tennessee. Originaria de Suiza, la investigadora ha escarbado con profusin, directa
y etnogrficamente, en los duros escenarios de la vida campirana de Sinaloa y del
norte de Mxico, as como en torno a sus imaginarios colectivos. Es autora del texto
En Sinaloa nac: Historia de la msica de banda (publicado por la Asociacin de
Gestores del Patrimonio Histrico y Cultural de Mazatln, 2004); Mexican musical
life across borders (Wesleyan University Press, 2001), libro que pretenda ser
censurado, por cierto, por una importante editorial mexicana (si se hubiese editado
ah), dirigida por un conocido, ilustre, y hasta laureado poeta sinaloense.

85

Una tarde de noviembre de 1996 haca tiempo frente a la librera de


Difocur en Culiacn. Una mujer joven, que tambin esperaba que el recinto
abriera sus puertas, me pregunt qu estaba estudiando. Las bandas de
Sinaloa, le dije. Y ella replic: Pues viniste al lugar justo para estudiar a
las bandas; tenemos muchos narcotraficantes aqu. Me desconcert un poco
y aad titubeante: bandas de msica. Despus de lo cual coment: Ay,
es lo mismo. Aunque pens en un principio que haba sido un pequeo
malentendido --la banda sinaloense es un trmino que se utiliza tanto para
las pandillas de traficantes de drogas como para las bandas de msica--, este
comentario ilustra de un modo revelador una imagen generalizada de la
banda, la que en consecuencia gozan sus msicos entre el pblico de
Culiacn. A partir de los aos setenta, la msica de banda se ha relacionado
y dependido cada vez ms de la subcultura de los negociantes de drogas de
Sinaloa, en pocas palabras la llamada narcocultura. En dondequiera que los
capos de la droga hacen fiestas o se divierten, contratan a msicos regionales
--ya sea a un conjunto norteo o una banda-- para que toquen su msica
preferida y entretener a sus invitados. De hecho existe una gran cantidad de
corridos recientes que confirman sta costumbre, y los mismos msicos
tampoco mantienen en secreto esos acontecimientos especiales.
El malentendido citado en el prrafo anterior es algo ms que una
simple ancdota. Seala, ms bien, justo en el centro de un problema
complejo que involucra interrogantes acerca de la msica popular y su
relacin con el poder, el econmico en particular, y la violencia. En los aos
recientes la narcomsica (la msica relacionada al trfico de drogas o a los
traficantes) se ha hecho muy popular entre un auditorio de habla hispana,
predominantemente joven, de ambos lados de la frontera Mxico-Estados
Unidos. La narcomsica comercial es un negocio en franco crecimiento, en
especial en los Estados Unidos. La popularidad de la narcomsica ha
provocado discusiones apasionadas comparables al debate sobre la msica
de rap pandilleril en los Estados Unidos. Mientras que a los crticos les
preocupa la influencia negativa de una msica que disculpa y enaltece el
trfico de drogas y la violencia y por ello quieren prohibir a la narcomsica
en las ondas sonoras de los Estados Unidos, sus defensores ven esta msica
como un espejo del drama poltico mexicano contemporneo y, por lo tanto,
como una expresin artstica lgica, que refleja la vida real.1
1

Cfr. Anne-Marie OConnor, Traditional ballads in a new key, Los Angeles


Times, 3-I-1997; Elijah Wald, Narcocorrido: Un viaje al mundo de la msica de las
drogas, armas y guerrilleros (Nueva York: Rayo, 2001); Mark Cameron Edberg, El
narcotraficante: Narcocorridos and the construction of a cultural persona on the
U.S.-Mexico border (Austin: University of Texas Press, 2004).

86

Pese al hecho de que todava muchos consideran a los narcocorridos


tanto tica como estticamente depravados, moral y artsticamente, estas
canciones han sido toleradas y aceptadas cada vez ms por la sociedad
mexicana, sobre todo en sus regiones de origen (las reas rurales del
noroeste de Mxico). Los corridos que describen y exaltan las proezas de los
traficantes de drogas han entrado, definitivamente, en la vida del pblico.
Quin no ha escuchado en Sinaloa, por ejemplo, y tal vez hasta bailado, un
corrido de traficantes en alguna fiesta o en la calle?, pregunta Luis Astorga
en su libro sobre la historia del trfico de drogas en Sinaloa. El, en
consecuencia, ve al narcocorrido tanto como ejemplo de una mayor
visibilidad de lo permitido o tolerado, y como producciones simblicas
que actan a la manera de catarsis colectiva.2
No es mi intencin disculpar a la narcocultura, sino ms bien sealar
que existen otros factores menos obvios que el poder econmico de los
traficantes para cohesionar a la cultura popular, factores que han ayudado a
esta subcultura a convertirse en una fuerza muy poderosa en la sociedad. Lo
que me interesa aqu es por qu est en boga el canto a los narcotraficantes
si representa a un subgrupo de carcter negativo? Este ensayo entonces
examina ciertas aspectos del sinaloense, que se ven perpetuados en el folclor
y las canciones, y que facilitaron la aceptacin de valores subculturales entre
un gran pblico, aunque los originales, que fueron configurados durante la
Revolucin, se vieran distorsionados gravemente.3
El gallo y su gallinero
Por lo general, las canciones ilustran el carcter de la sociedad que las
produce y consume. Sinaloa y su gente se retratan en su folclor, que refleja
una mentalidad colectiva configurada en su mayor parte por las ideas
nacionalistas que surgieron despus de la Revolucin. Este folclor atrae a su
pblico que, obviamente, se ha formado con las mismas ideologas. En el
proceso de una creciente conciencia regionalista, el sonido de la banda
regional, o la tambora como es tambin conocida, se ha hecho representativo
de la regin. Desde entonces se ha considerado a la agrupacin musical
caracterstica de Sinaloa como la ms apropiada para festejar a su estado:
2

Luis Astorga, Mitologa del narcotraficante en Mxico (Mxico, Universidad


Nacional Autnoma de Mxico, 1995), p. 139. Una vista similar est expresado en
John H. McDowell, Poetry and violence: The ballad tradition of Mexicos Costa
Chica (Urbana: University of Illinois Press, 2000), p. 15: la poesa es una forma de
terapia individual y colectivo despus de un evento violento.
3
Para un resumen de los precursores del narcocorrido, como los corridos tequileros,
vase Juan Carlos Ramrez-Pimienta, Del corrido de narcotrfico al narcocorrido:
Orgenes y desarrollo del canto a los traficantes, Studies in Latin American Popular
Culture 23 (2004), pp. 21-41.

87

Nac en esta tierra que quiero con toda mi alma y canto con la banda.
Los cantantes casi nunca dejan de mencionar a su acompaamiento musical.
En algunas letras de las canciones se reconoce explcitamente el importante
rol mediador de la banda. Por ejemplo, en Los Altos de Sinaloa Cruz
Lizrraga bendice la belleza natural de Sinaloa sus riquezas minerales,
sus ros, sus paisajes, sus mujeres atractivas y, representando a todas las
bandas sinaloenses, la Banda El Recodo:4
El folclor de nuestro estado son las bandas sinaloenses
con la Banda de El Recodo yo les canto esta cancin
el orgullo de mi tierra est en mujeres bellas
que se entregan con cario y te dan su corazn.

Los sinaloenses estn orgullosos de su historia y de sus representantes,


los hroes. Al luchar por la justicia social, stos se han convertido en
ejemplos de valor personal e integridad moral. No tienen nada en comn con
los bandidos revolucionarios vestidos de bandoleros, ni con esos gallos con
pistola al cinto, hroes de otras canciones populares. Los versos 4 y 6 de la
misma cancin (Los altos de Sinaloa) recuerdan a sus valientes
luchadores, fomentando su inmortalidad: los generales ngel Flores y Juan
Carrasco, as como Heraclio Bernal. De igual modo se estimulan los
sentimientos regionalistas en una cancin de la autora de Alberto Chvez:5
Al comps de la tambora / le canto a mi tierra
a un pedazo de mi patria / que se llama Sinaloa
y eso s que satisfecho / lo pregono donde quiera
que no hay tierra ms bonita / que mi lindo Sinaloa.
Eres tierra de cantantes / tambin de valientes
que figuran en la historia / para nunca ms morir
tiene fama donde quiera / lo sincero de tu gente
que se apiada de cualquiera / y tambin sabe sentir.
Sinaloa, yo te canto / y en mi canto pongo todo el corazn
y en mi sangre vibra el gusto / y mi orgullo porque sinaloense soy.

Con la creciente popularizacin del folclor las canciones populares


empezaron a encarnar algunos de los estereotipos que han surgido de este
4

Banda Sinaloense de El Recodo de Cruz Lizrraga: 50 aos de tambora, Karussell


CDNPM 5136; Banda El Recodo en homenaje a Don Cruz Lizrraga: Entirrenme
con la banda, Sierra Records CD LRS-045.
5
Esta, as como la siguiente cancin, son interpretadas por Carmina con Banda El
Pueblito: Arriba mi Sinaloa, Discos Fonorama CD-50.

88

mismo proceso. En la siguiente cancin, Arriba mi Sinaloa de Ignacio


Jaime Peouri conocemos las imgenes negativas de los sinaloenses; a
saber, el ser matones y fanfarrones. Mientras que estos estereotipos son
rechazados por el narrador, muestra orgullo por otras imgenes ms
favorables del sinaloense: el del terco luchador (verso 2) y el amante
irresistible (versos 3 y 4). El estribillo apunta a la propia msica regional, la
tambora, y menciona dos de sus melodas ms tpicas: El sauce y la palma
y El Quelite. Se invoca musicalmente a ambas piezas durante el interludio
que sigue al estribillo:
Seores, pido licencia / para empezar a cantar
canciones que son recuerdos / de Sinaloa y su capital.
No soy matn ni bravero / y nunca me s rajar
si vienen buscando enredos / con mi pistola se las vern.
Arriba mi Sinaloa! / Lo digo con toda el alma
cuando oigo que la tambora / me toca El sauce y la palma.
[msica de El sauce y la palma]
Tampoco pido limosna / mi amor no es pa cotorrear
a m lo bueno me sobra / y hasta me vienen a procurar.
En Mochis tengo un cario / lo mismo que en Mazatln
y me guardo los domingos / pa ver los mangos de Culiacn.
Arriba mi Sinaloa! / Mi pecho se lo repite
cuando oigo que la tambora / se arranca con El Quelite.
[msica de El Quelite]

Uno de los rasgos del carcter ms apreciado y destacado en las


canciones populares es su terquedad. Cuco Snchez atrap esta actitud en
No soy monedita de oro: Soy sinaloense hasta el tope, me gusta decir
verdades soy terco como la mula. En tu casa no me quieren porque vivo
cantando. As nac y as soy, si no me quieren ni modo! Que retumbe la
tambora, de Melesio Chidez Daz, es otra del estilo que combina
sentimientos patriticos y patriarcales. Por una parte, la tambora simboliza al
amado Sinaloa y por otra cataliza su amor regionalista: la msica de tambora
sirve para emborracharse y estar en el humor correcto para echarle al estado
natal tres porras. La msica, el alcohol, las pistolas, los caballos, las mujeres

89

y los amigos pertenecen a la imagen del sinaloense. Acompaado por la


tambora, ste hombre muestra sus cualidades en la parranda:6
Soy sinaloense y me gusta la tambora / tomo el tequila, mezcal o bacanora
pues con la banda me paso noche y da / porque me encanta de plano la
alegra.
Soy sinaloense de hueso colorado / y tengo fama de ser enamorado
como jinete tener buenos caballos / y en las parrandas andar con buenos
gallos.
Ay Sinaloa, Sinaloa, Sinaloa! / Yo siento el alma que me pica y que me
llora
con la pistola que relumbra en la bola / y con la banda que retumbe la
tambora.
El sinaloense siempre vive muy alegre / porque l bien sabe que pocas
veces pierde
en los amores se rifa con cualquiera / y en las parrandas se vuelve hasta
una fiera.
Soy sinaloense y lo grito como digo / compartiendo tambin soy buen
amigo
de Zacatecas, de Durango y de Sonora / por sus amores y tambin por su
tambora.
Ay Sinaloa, Sinaloa, Sinaloa! [etc.]

La cancin ranchera, el gnero musical folklrico popular de Mxico, no


slo expresa la vida rural como noble, romntica y nostlgica; su estilo
apasionado hasta los huesos tambin evoca sentimientos nacionalistas.
Adems, al apropiarse de la imagen popularizada del charro cantor del cine
mexicano, alaba a la masculinidad y aumenta la autoestima varonil y sus
prerrogativas sociales. Las ideologas y las visiones sociales de un espectro
6

Interpretado por Carmina (vase pie de pgina anterior). Vale la pena observar que
cuando las vocalistas femeninas interpretan estas canciones casi nunca modifican los
trminos masculinos a su propio gnero. Un ajuste as interferira, de manera obvia,
con la rima correcta (ej., colorado / enamorada). El problema podra resolverse con
pequeas modificaciones, sin embargo, se requeriran cambios ms importantes para
lograr alterar todas las expresiones chouvinistas y machistas, que con frecuencia
abundan en estrofas completas (ej., verso 4 de Que retumbe la tambora). Estas
canciones son evidentemente escritas por hombres --y para hombres-- y perpetan la
ideologa patriarcal.

90

de la sociedad en particular se divulgan con la ayuda de la msica popular.


Al exacerbar ciertos caracteres y actitudes personales, las canciones
populares han facilitado la consolidacin de imgenes estereotpicas.
Empero, bajo los imperativos comerciales, la idea o el ideal del hombre
valiente comenz, poco a poco, a deteriorarse. La cultura popular convirti
al tipo de hombre que haba producido la Revolucin en mero pistolero y
macho. Como lo menciona el folklorista tejano Amrico Paredes, la pistola
es quiz un smbolo flico, pero, en un sentido mucho ms directo,
simboliza el poder, as como su abuso. El smbolo de la hombra del matn,
del macho de las pelculas que asesina a su rival en medio de la calle, sube a
la muchacha a su cabalgadura y monta en su fiel caballo hacia el atardecer.
El hombre valiente degener en el macho, cuyo valor se concentra en sus
testculos y en el matn que trae su pistola en la funda, que comete crmenes
con impunidad porque tiene el poder, el dinero y la influencia poltica.7
El uso de los antropomorfismos, las fuerzas animales de la naturaleza,
ilustran a la sociedad rural. El animal que ms comnmente se invoca en las
canciones que estn bajo consideracin es el gallo, una metfora del
luchador, alguien que se muestra valiente y agresivo frente al peligro. El
gallo es el equivalente del hroe masculino valiente, con una gran potencia
sexual. Sus cualidades pueden caracterizarse ms adelante como valiente,
bravo, fino, reconocido, afamado, jugado o por el conjunto de todos estos
atributos como el de un gallo muy sinaloense. Su territorio, como resulta
obvio, es el gallinero. Adems, el luchador valiente y galante mujeriego sabe
como disfrutar de los placeres de la vida. Se distingue a s mismo como
caballeroso, noble, generoso y tolerante. El lema es disfrutar la vida y
gastrselo todo mientras puede. Vida prestada, de Ignacio Nacho
Hernndez, elogia sta actitud:8
La vida que vivo yo / yo la quiero disfrutar
aunque digan lo que digan / a mi no me va a importar
porque cuando se me acabe / ya no volver jams.
La vida que vivo yo / noms la traigo prestada
y el da en que me la quiten / no voy a llevarme nada
noms un montn de tierra / con una cruz bien clavada.
De que sirve ser un santo / si a toditos por igual
se nos acaba el camino / y se nos llega el final
solo una vida tenemos / y hay que saberla gozar.
7

Amrico Paredes, Foklore and culture on the Texas-Mexican border (Austin:


University of Texas Press, 1993), p. 232, p. 218.
8
Banda El Recodo desde Paris, Francia: El orgullo de Mxico (Banda Gold series),
Master-Stereo CD BGE-512.

91

La cancin ranchera, como gnero que ha servido para propsitos


nacionalistas a travs de muchas dcadas, no ofrece ninguna crtica social.
Ni la desilusin sobre los fallidos ideales revolucionarios, ni la visin
socialista de la era de Crdenas (finales de la dcada de los treinta) llegaron
a manifestarse en la msica popular. La cancin ranchera, no afectada por
los movimientos polticos y sociales, continu transmitiendo sus imgenes
idealizadas del Mxico rural, e inclusive, la misma poblacin rural comenz
a creer en los estereotipos perpetuados por la cultura popular.
Sinaloa y el trfico de drogas
Sinaloa, geogrfica y climatolgicamente, es una regin ideal para
cultivar cannabis y adormidera, y posee una larga historia de cultivo y venta
de drogas.9 Desde el siglo XIX, Mxico produjo y export marihuana cuyo
uso original tena que ver con propsitos farmacuticos. A principios del
siglo XX los inmigrantes chinos de Sinaloa y Sonora empezaron a cultivar
semillas de amapola. En esa poca el opio era legal y sus flores se
cultivaban, incluso, en los jardines pblicos. Despus de la prohibicin de
narcticos en 1927, los fumaderos de opio de Mazatln fueron clausurados.
El gobierno aprob varias leyes anti-drogas en un intento por controlar su
trfico. A pesar de esto, el cultivo de narcticos continu floreciendo en
Sinaloa, Durango y Chihuahua, estados montaosos de la inaccesible y
escarpada Sierra Madre. En los aos treinta el norte de Mxico fue un punto
de trnsito de contrabando fronterizo de drogas para el mercado
estadounidense. Sin embargo, Mxico no fue un socio atractivo en el
comercio de las drogas sino hasta que la Segunda Guerra Mundial acab con
los vnculos del comercio de herona entre Francia, Asia, el Medio Oriente y
los Estados Unidos. En la dcada del cuarenta, la produccin de marihuana y
plantas de opio en el rea montaosa de la Sierra Madre, fue estimulada y
financiada por los Estados Unidos, que necesitaban suministrar morfina a sus
hospitales y a los de sus aliados. Para fines de la dcada la industria de
narcticos de Mxico qued bien establecida, a pesar de las campaas
nacionales para su erradicacin, como la quema de plantos de amapola y
9

Para un panorama excelente sobre la larga historia de narcticos en Sinaloa, vase


Luis Astorga, El siglo de las drogas: Usos, percepciones y personajes (Mxico,
D.F.: Espasa-Hoy, 1996), y del mismo autor, Drogas sin fronteras: Los expedientes
de una guerra permanente (Mxico, D. F.: Grijalbo, 2003). Un panorama ms breve
es el proporcionado por Jorge Verdugo Quintero y los dems ensayos recopilados en
Sinaloa: Historia, cultura y violencia (Culiacn: Direccin de Investigacin y
Fomento Cultural Regional, DIFOCUR, 1993).

92

marihuana. Los encuentros entre la polica federal y las bandas de droga


locales se tornaron violentos. El aumento del consumo de marihuana en los
Estados Unidos en los aos sesenta proyect a la produccin mexicana a
nuevas alturas. Los traficantes comenzaron a suministrar a los jornaleros
semillas, fertilizantes, dinero y armas. Muchos campesinos quedaron
atrapados en el dilema de seguir ya el mandato de la ley [gubernamental] o
la ley de los traficantes. Tanto los agentes de la ley como los traficantes de la
droga podan ser violentos, con la excepcin de que los ltimos podan ser
una fuente de ingreso adicional.10 Miles de campesinos de las reas rurales,
afligidos por la pobreza, reorientaron su produccin agrcola y se
involucraron el negocio ms lucrativo.11 Cuando el negocio de la herona en
Europa y el Medio Oriente colaps en 1972, Mxico se convirti en el
mayor proveedor de drogas de los Estados Unidos. La violencia iba en
ascenso. Las balaceras entre las bandas rivales, los asesinatos relacionados
con las drogas y las ejecuciones estaban a la orden del da en tal forma que
Culiacn lleg a ser conocida como el nuevo Chicago de los gngsteres de
huarache. A mediados de los setenta, los narcos eran ya un grupo bien
establecido dentro de la sociedad sinaloense.
En un renovado esfuerzo para combatir el cultivo y trfico de drogas en
la sierra nortea, Mxico lanz la Operacin Cndor en 1976. La Judicial
Federal, apoyada por el ejrcito, arrest a cientos de personas involucradas
en el negocio de las drogas y quem un gran nmero de plantos. El
programa de erradicacin a gran escala ayud a controlar la situacin por un
tiempo. Muchos narcotraficantes tuvieron que huir de Sinaloa. Su repentina
salida tuvo consecuencias incuestionables en la economa local. Afect, de
igual manera, a las bandas de msica, que se haban hecho dependientes de
estos generosos patrones:
Se haban acabado los aos de las vacas gordas para las bandas de
msica y dems conjuntos de filarmnicos; ya no se oy a la tambora tocar,
da y noche, El sauce y la palma, Las Isabeles, El torito prieto
manchado, Me importa madre, El palo verde, El pariente y tantas
10

Mara Celia Toro, Mexicos war on drugs: Causes and consequences (Boulder:
L. Rienner Publisher, 1995), p. 42.
11
El kilo de marihuana equivale al precio de una tonelada de maz. Los campesinos
que cultivan semillas de opio en parcelas de su propiedad pueden llegar a ganar
entre 2 y 4 mil dlares en comparacin con un ingreso de $400.00 de cultivar
cosechas legtimas. Los que trabajan en terrenos ajenos cultivando narcticos ganan
el doble del salario mnimo. Cifras proporcionadas por The U.S. State Departments
Bureau of International Narcotics Matters, 1987; vase Tom Barry, Harry Browne y
Beth Sims, Crossing the line: Immigrants, economic integration, and drug
enforcement on the U.S.-Mexico border (Albuquerque: Resource Center Press,
1994), p. 59.

93

otras melodas preferidas por estos chicos alegres, traviesos y


jacarandosos.12
Desde la dcada de los setenta, los narcotraficantes de Sinaloa no slo
haban incrementado su poder econmico, poltico y militar, sino tambin su
influencia cultural. Muchos msicos de banda me comentaron que
acostumbraban tocar para los seores de las drogas. Uno de ellos proclam
que no encontrara a un solo msico que no se hubiera visto en tales
menesteres. Ya que el trfico de drogas se haba asociado siempre a la
violencia, las historias que me contaron reflejan ese medio. Con frecuencia,
los mismos msicos fueron el blanco de patrones o clientes ebrios. Algunos
banderos tocaron a punto de pistola hasta que sus labios empezaban a
sangrar del incesante tocar. Otros fueron amenazados y no se les pag por su
actuacin. Y otros ms fueron abandonados en la sierra, despus de haber
finalizado su trabajo, a das de distancia de los caseros o caminos ms
prximos. Sin embargo, como lo afirman los reportes periodsticos de
principio de siglo, la violencia ha sido siempre parte de la vida de un msico.
Por lo tanto, las circunstancias bajo las cuales los msicos tocaban en los
aos setenta no haban cambiado tanto. Los msicos crean que la influencia
que sus nuevos patrones ejercan sobre la misma msica era ms grave,
como nos lo explic Teodoro Ramrez Pereda:
El narcotrfico ha venido a desarreglar la msica.
Desafortunadamente estamos sujetos ahorita a tocar a los narcotraficantes,
porque son los que ms pagan la msica. Estamos obligados a tocar lo que
ellos piden. Y lo que ellos piden es pura msica que hace apologa o historia
de crimen, de contrabando. Toda la msica est en ritmo de corrido con
cantante. [Entrevista de la autora, Guasave, 1996]
Despus de finalizada la Operacin Cndor, el negocio de la droga se
apacigu en Sinaloa. A principios de los ochenta, sin embargo, el trfico de
drogas y la violencia armada reaparecieron con mayor intensidad. Los
compositores de corridos daban cuenta de los acontecimientos en canciones
tales como La mafia vuelve o Han vuelto los pistoleros:13
Han vuelto los pistoleros / por ah lo dice la gente
vienen dispuestos a todo / porque son hombres valientes
regresan a Culiacn / la capital sinaloense.

12

Jos Mara Figueroa Daz, La muerte de Lamberto Quintero (Culiacn: Imprenta


El Diario de Sinaloa, 1991), p. 31.
13
Corrido interpretado por el conjunto norteo Los Comodines Durango: Han vuelto
los pistoleros, Yael YR-0120 (casete).

94
No vienen en plan de guerra / son humildes parroquianos
vienen en busca de aquellos / que una vez los traicionaron
que les pusieron el dedo / y a la crcel los mandaron.
Las calles de Tierra Blanca / ya estn muy bien transitadas
ya se ven carros del ao / y se oyen rugir metrallas
y bonitas mansiones / ya no estn abandonadas.
Se oye tocar una banda / por ah con rumbo a Las Quintas
tambin un grupo norteo / corridos est tocando
a todos esos valientes / que han venido regresando.

La Operacin Cndor tuvo una consecuencia no intencional. Los ms


poderosos traficantes rpidamente adaptaron sus organizaciones al nuevo
clima que se estaba implementando. Una buena parte de sus enormes
ganancias fue gastada en proteccin, en sofisticadas armas estadounidenses y
en el cohecho de las autoridades. Como resultado, el comercio de la droga se
estaba haciendo ms violento. La crisis econmica de Mxico en 1982, los
dos devastadores terremotos de 1985 y el deterioro de los precios del
petrleo, a mediados de los ochenta, le dio al comercio de las drogas un
mayor mpetu. Adems, el colapso econmico coincidi tanto con el
aumento en la demanda de drogas en los Estados Unidos como con las
condiciones climticas favorables del noroeste de Mxico. La elevada deuda
externa y la taza de inflacin de Mxico tuvieron un profundo impacto en la
estructura social y poltica del pas. Los narcos se constituyeron en un
importante factor de la economa nacional al generar empleo, traer divisas e
invertir en infraestructura, empresas y en el mercado de valores.
Las drogas se cultivan en reas rurales donde las oportunidades
econmicas son escasas y un alto porcentaje de la poblacin padece
desempleo crnico. La inflacin y otros adversarios hacen difcil la vida
rural en Mxico y tienen un poderoso y devastante efecto sobre el ms fiel
seguidor de la ley entre los campesinos. Los cultivos tradicionales como el
maz y el frijol son sensibles a la sequa. Por ello, para muchos agricultores
atormentados por la pobreza, el policultivo ilegal resulta fundamental para su
existencia. Estos pequeos productores participan en actividades
clandestinas no por ansia de poder, sino por pura necesidad:
Viene de gentes humildes / conoce bien la pobreza
nunca presume nada / mucho menos la riqueza.

Para aquellos involucrados en el contrabando, los riesgos son elevados,


pero las recompensas los valen con frecuencia. Muchos pobres sienten que
no tienen nada que perder, excepto la vida; sta que, sin embargo, est llena
de miseria y agona. A menudo, en los corridos, la actitud de apostador se da
como una explicacin por tomar parte en el negocio de la droga:

95
De muy chico comprend / lo duro que es esta vida
por eso me le he rifado / al fin es lo que yo quiero

Los traficantes al detalle y los intermediarios menores que cruzan la


frontera, cada da, con pequeas cantidades de droga, suean con una vida
mejor. Los corridos casi siempre revelan un componente social:14
Cuando nio sufri mucho / a su mam le deca:
No ms que crezca poquito / te van a tener envidia.
Al parecer lo cumpli / porque le cambi la vida.
De plebe sufri pobreza / pero logr progresar
hoy es hombre de negocios / y le gusta trabajar
pa que a sus padres queridos / nada les vaya a faltar.

Las letras sugieren que el trfico de drogas tiene una elevada co-relacin
con la pobreza. De hecho los modelos sociolgicos para explicar la conducta
criminal confirman este vnculo. La teora de la tensin, por ejemplo,
argumenta que el crimen es una va alterna por la que optan aquellos a los
que se les ha negado la oportunidad de obtenerlo por medios legtimos.15 Los
hombres jvenes de las zonas rurales o de los barrios urbanos de mala fama
son los ms proclives a experimentar la tensin que existe entre las
aspiraciones inducidas social y culturalmente y su propia incapacidad para
llegar a cristalizarlas por la va legtima. Una sociedad cuyo progreso
econmico est directamente relacionado al progreso social, y en el que la
riqueza es relativamente fcil de adquirir si los hombres optan por el camino
fcil, pero criminal, de ganar dinero para poder escalar socialmente.
Si asumimos que estos textos representan a los narcos con exactitud y
veracidad, veremos que los traficantes no slo han ganado status social sino,
adems, una posicin cultural importante dentro de estratos ms amplios de
la sociedad sinaloense.
La narcocultura y la cultura popular
La cambiante realidad social de Sinaloa de la dcada de los setenta acus
algunos efectos sobre la msica popular, sobre todo en el corrido
contemporneo. Aunque las composiciones ms recientes no rompieron en
14

Versos del corrido Salvador Lpez Beltrn, compuesto por Chalino Snchez, en
A pura banda, vol. 2, EMI-Latin, Capitol Records 28547; y Wence Carrillo, por
Ignacio Nacho Hernndez, en Eulogio Hernndez El Potro de Sinaloa con La
Banda Sinaloense Los Guamuchileos, Maya Records MR-004 (casete).
15
Robert Merton, Social theory and social structure (Nueva York: Free Press, 1968).

96

realidad con las ideologas establecidas, la imagen idealizada del mundo


rural comenz a resquebrajarse y la chocante realidad empez a deslizarse
sigilosamente en los textos de las canciones. En Los sinaloenses se
lamenta la situacin de Sinaloa y su gente:16
Estado de Sinaloa / cmo has agarrado fama
con tus hombres de valor / que trabajan en la mafia
trafican polvo maldito / y tambin la hierba mala.

Hacia fines de los setenta Sinaloa lleg a conocerse como tierra de los
narcotraficantes. El vocabulario de las nuevas canciones incluye con
frecuencias palabras como cocana, marihuana, trfico y violencia. Y
Chalino Snchez canta en defensa de un pueblo infame que posee la
terquedad propia de los sinaloenses en el Corrido de Badiraguato:17
Este pueblo tiene fama / por todo mi Sinaloa
porque nos echan la culpa / que aqu sembramos la goma.
Solo les quiero aclarar / que aqu sembramos de todo
y si se enojan por eso / pues, qu se enojen ni modo!

La influencia de la msica nortea en el repertorio de la banda se hizo


ms fuerte en la dcada de los ochenta. Gran parte de la popularidad de tal
msica en los noventa, especialmente al norte de la frontera, se debe a la
reinterpretacin de los xitos de la msica nortea con banda. Las nuevas
letras van de la mano con mensajes subliminales que enaltecen el negocio de
las drogas que estn, a menudo, codificados. Sin embargo, los recursos
poticos tales como el doble sentido han sido desde siempre muy populares
entre las clases ms bajas de Mxico. Su significado oculto y ambiguo no
solo subvierte el uso dominante del lenguaje, sino que adems permite que
temas censurados o prohibidos entren en el discurso popular. Por ejemplo, el
perico, el gallo y el chivo, quieren decir cocana, marihuana y herona,
respectivamente. El protagonista de Mis tres animales (de Mario Quintero
Lara), la exitosa cancin de Los Tucanes, se jacta de que se gana la vida con
estos tres finos animales, que venden ms que hamburguesas en el
McDonalds. Y en La piata, el mismo grupo norteo le canta a la
piata ms costosa de los aos recientes: Adentro no tena dulces pero
tena algo ms caro / pura bolsita surtida de los animales bravos.18

16

Saul Viera El Gavilancillo con Banda La Costea, Discos Linda DL-230.


Chalino Snchez: Mis mejores canciones, 17 super xitos, vol. 2, EMI-Latin,
Capitol Records 27992.
18
Los Tucanes de Tijuana: Tucanes de plata, 14 tucanazos censurados, EMI Latin
56922. Los tres animales interpretado por la Banda El Limn: Puro Sinaloa
Compas! Discos Fonorama, Fonovisa FCCD-4021.
17

97

Aunque Sinaloa tiene una larga historia de cultivo y trfico de drogas,


los corridos sobre su comercio ilegal son un fenmeno relativamente
reciente. Mara Herrera-Sobek supone que estos corridos nacieron de la
tradicin contrabandista arraigada en la zona de la frontera de la cuenca baja
del Ro Grande. En su anlisis de los corridos a las drogas de los sesenta y
setenta, observa una fuerte postura moral de parte de las comunidades
fronterizas contra el trfico de drogas pese a la visin de que los
contrabandistas son del tipo de hroes culturales conflictivos.19 Si el
corrido expresa en realidad el punto de vista moral de una comunidad, como
lo creen muchos de sus estudiosos, tendramos que reconocer un cambio
importante en la moralidad de la gente hacia el trfico de drogas a partir de
los ochenta.20 Con raras excepciones, la produccin ms reciente de corridos
es una apoteosis del narco y de su forma de ser. Aunque el estilo de vida que
se narra en los narcocorridos es un hecho cotidiano para muchos habitantes
de las diferentes ciudades y regiones de Mxico, no pueden ser ya
considerados como baladas folklricas en las cuales el hombre comn
expresa sus sentimientos y puntos de vista con respecto a su realidad
social.21 En una entrevista, el director artstico y compositor de cabecera de
los Tigres del Norte por ms de quince aos, Enrique Franco, dijo:
En cuanto al corrido no haba mucho de qu hablar porque lo de la
revolucin se iba quedando en el olvido y ni modo de seguirle cantando
a Pancho Villa. Cambian los personajes. Hasta los delitos cambian. [Los
traficantes] son los Pancho Villa de ahora. Lo que pasa es que hay un
corrido de verdad y otro inventado. Eso no lo considero ni corrido. Los
corridos no decan tanto yo y yo. Era una narracin El disco es un
negocio. Aunque ltimamente dicen el disco es cultura, eso es lo ms

19

Mara Herrera-Sobek, El tema del trfico de drogas en el corrido mexicano,


Revista Chicano-Riquea 7, no.4 (1979), p. 53.
20
Vase Juan Carlos Ramrez-Pimienta, Corrido de narcotrfico en los aos
ochenta y noventa: Un juicio moral suspendido, The Bilingual Review/La Revista
Bilinge 23, no. 2 (1998), pp. 145-156.
21
Algunos artculos recientes sobre la tradicin del corrido se adhieren a la visin
muy difundida y algo romntica sobre el mismo como un gnero que es de carcter
rebelde y poltico y que refleja las preocupaciones sociales de el pueblo. Vase,
por ejemplo, George H. Lewis, La pistola y el corazn: Protest and passion in
Mexican-American popular music, Journal of Popular Culture 26, no. 1 (1992),
pp. 51-67; o Reynaldo Ruiz, The corrido as a medium for cultural identification,
en Imagination, emblems, and expressions (Bowling Green: Bowling Green State
University Popular Press, 1993), pp. 53-64.

98

alejado de la realidad. Ms bien el disco es negocio y el que venda, esa


es la cultura de la compaa.22
Comercializados y mediatizados por los medios, los narcocorridos
claman por una redefinicin de su gnero. Los corridos contemporneos no
slo padecen de una mistificacin comercial del traficante de droga, sino que
tambin sucumben ante el poder hegemnico de la industria cultural.

En su anlisis feminista del corrido mexicano, Herrera-Sobek


observa que con el crecimiento de la industrializacin y de la
urbanizacin, las grabaciones que se transmiten por la radio han sido
un importante factor para mantener vivas estas tradiciones musicales.
El estilo de cancin del corrido es prspero no slo en Mxico,
particularmente en las zonas rurales, sino tambin en grandes centros
urbanos de los Estados Unidos como Los ngeles, Detroit y
Chicago.23 En realidad, el elevado nmero de ventas en la industria
discogrfica sugiere que el pblico de corrido no se limita ya a la
poblacin rural y semiurbana o a alguna clase social especfica.
Rompe con los lmites sociales, regionales, nacionales y genricos. La
popularidad del corrido indica que la industria musical ha logrado
generar una msica que le habla a un pblico muy heterogneo. Pero
tambin enturbia el hecho de que existen diferentes pblicos del
popular gnero musical.24

22

Juan Carlos Ramrez-Pimienta y Jorge Pimienta, Todava es el corrido la voz de


nuestra gente? Una entrevista con Enrique Franco, Studies in Latin American
Popular Culture 23 (2004), pp. 43-54.
23
Mara Herrera-Sobek, The Mexican corrido: A feminist analysis (Bloomington:
Indiana University Press, 1990), p. ix.
24
Vase Helena Simonett, Subcultura musical: el narcocorrido comercial y el
narcocorrido por encargo, Caravelle: Cahiers du Monde Hispanique et LusoBresilien 82 (2004).

99

POBLANDO EL IMAGINARIO CULTURAL: Los Tigres


del Norte1
Rigoberto RODRIGUEZ BENITEZ
1

Texto basado en ponencia presentada en el I Congreso Internacional, Migraciones


Globales: Poblacin en Movimiento, Familia y comunidades Migrantes, celebrado
en Mazatln, del 21al 24 de marzo de 2007.

Doctor en Historia por la Universidad de Arizona. Miembro del SNI. Oriundo de


Mocorito, la tierra precisamente de Los Tigres del Norte. Investigador y profesor de
la Facultad de Historia de la UAS. Public un libro sobre Eustaquio Buelna y es
autor de textos sobre la divulgacin de la ciencia y la tecnologa en Sinaloa.

100

A fines de los 60s del siglo XX, un grupo de msicos del poblado de
Mocorito, del norte de Sinaloa, decidi emprender el camino al norte.
Aquellos jvenes migrantes, emparentados, contaban apenas con estudios
secundarios. Ofertaban servicios poco usuales: msica nortea. Ese puado
de jvenes conquist un mercado, estableci una empresa y a la postre
recibi reconocimientos en Mxico, Estados Unidos y el mundo. Eran Los
Tigres del Norte. Su mensaje, diverso, crtico, a veces duro y sin
mojigateras y eufemismos, a travs de sus rtmicos sones y acordes, ha
contribuido de forma sustantiva a poblar el imaginario, sobre todo, de los
hispanoparlantes. Desde hace dcadas hacen rer y llorar, pero tambin
reflexionan, artsticamente, sobre aspectos polticos, econmicos, sociales y
culturales. Amor, inmigrantes y narcotrfico, pero tambin lo festivo, se
anudan en sus grabaciones y contribuyen a la formacin de la sensibilidad o
por lo menos al entretenimiento de sus millones de oyentes.
De inmigrantes, nacionalismo y latinoamericanismo
Los Tigres participan de la bsqueda de la identidad de los latinos en
los Estados Unidos y contribuyen a dar forma al nacionalismo de los
mexicanos y al latinoamericanismo, desde los originarios del norte del Ro
Bravo hasta la Patagonia sudamericana. En el caso de las familias
mexicoamericanas, los msicos sinaloenses promueven el cultivo de las
costumbres y tradiciones de las comunidades de origen, como ratificacin
cotidiana de su mexicanidad. Tambin se valen de la historia para contribuir
a la construccin y fortalecimiento de la identidad de origen de viejos y
nuevos inmigrantes. Su msica expresa solidaridad con los mojados y
manifiesta tambin un acendrado nacionalismo, adems de abordar temas
sensibles de la sociedad y de la cultura mexicana. Ms recientemente sus
temas musicales alientan la construccin de un mundo pacfico sin fronteras,
en estos tiempos de globalizacin.
Si bien las econmicas y demogrficas son razones de la emigracin,
la movilizacin intelectual y poltica en Mxico y Estados Unidos explican
la actitud crtica de la poca. Otras razones favorecieron la aparicin del
fenmeno Tigres y su peculiar orientacin ideolgica. La formacin, la
experiencia escolar y la migracin se unieron a sus atributos como
ejecutantes e interpretes norteos y a las habilidades empresariales de Arthur
Walter (Rodrguez Nava, 2003). La historia y la composicin de la poblacin
aseguraban en el suroeste americano un mercado para su produccin musical
(Santamara, 2001). La convergencia de este complejo de factores result en
el nacimiento del grupo musical que, aparte de su variado repertorio, hace
una severa crtica de la pobreza y la marginacin.

101

Al hacer un recuento de sus vidas para una revista musical, Jorge,


Ral y Hernn, integrantes del grupo, destacaban su inters por las
ceremonias escolares donde se rendan honores a la bandera, smbolo patrio
por antonomasia, y en los cuales eventualmente tenan oportunidad de
mostrar sus habilidades musicales. Jorge recuerda que en la escuela primaria
cantaba, recitaba o inventaba algo en honor de la bandera y lo haca delante
de mis compaeros. Curiosamente su ingreso a los Estados Unidos fue
motivado por su participacin en las fiestas patrias de San Jos, California,
en septiembre de 1968 (Rodrguez Nava, 2003).
Si el amor a la patria fue un ingrediente en la carrera musical de Los
Tigres, otro fue su experiencia como mojados. Habiendo ingresado
legalmente a Estados Unidos, para fines del 68 ya eran ilegales y as
permanecieron por espacio de dos aos. Sin el dominio del idioma ingls, se
vieron en la necesidad de emplearse en labores de limpieza y jardinera para
obtener ms recursos, ya que slo tocaban los fines de semana en
restaurantes y algunos eventos particulares (Rodrguez Nava 2003: 8). Pero
as conocieron la solidaridad de los paisanos, aunque tambin las
incomodidades y la soledad.
El encuentro con Arthur Walker, que les abrira el camino de la
fama, tuvo lugar poco despus de su arribo a San Jos, California. Manuel
Morales, promotor artstico, los invita presentarse en El Paseo de las Flores,
donde domingo a domingo organizaba tardeadas para un pblico de races
hispanas. Una radiodifusora local transmita en vivo desde El Paseo de la
Flores y casualmente fue escuchado por el Sr. Walker quien los invit a
grabar un disco en su compaa Fama Records. La calidad musical de los
jvenes y el mercado hispano le hicieron ver a Walker que podan hacer
negocio. En 1974 prcticamente conmocionaron al grabar Contrabando y
traicin, conocida tambin como Camelia, la texana.
Con La Tumba del Mojado, de Paulino Vargas, Los Tigres inician
en 1976 un periplo musical que ya no abandonaran nunca: el contenido
social. Los peligros del cruce fronterizo, las condiciones de vida
infrahumanas y las dificultades para cobrar el salario que experimentan los
trabajadores indocumentados forman parte del acervo. Critican la cerca
divisoria de la frontera a la que llaman la cerca de la tortilla y a la que
consideran una ofensa para el pueblo mexicano. En esta cancin se resalta el
origen nacional y el orgullo de serlo al colocar esta caracterstica por encima
del pago por el trabajo: Los dlares son bonitos, pero yo soy mexicano.
Aqu se ponen en la balanza los riesgos que hay que correr para ganar unos
dlares y el regreso a Mxico, donde, aunque pobre, tendra tranquilidad.
En Vivan los mojados se aprecia la tensin permanente en la
frontera entre los que quieren pasar al norte ilegalmente y la migra. Con

102

los peligros inherentes, sin embargo, los indocumentados parecen estar


ganando sus batallas. De no entrar ms indocumentados dejaran de
levantarse las cosechas de cebolla, lechuga y betabel as como los ctricos
como el limn y la toronja. Los centros de baile animados por mojados
tambin se veran obligados a cerrar. La pieza musical concluye lanzando
vivas a todos los mojados: a los que ya van a emigrar, a los que van de
vacaciones a sus lugares de origen, a los que van a pasar y tambin a los que
van a casarse para poder arreglar su estancia legal en los Estados Unidos.
Los ochentas marcan una transformacin en la msica de Los
Tigres: los mojados empiezan a legalizarse, la geografa se extiende de
Mxico a todo el continente y aparece el conflicto al interior de las familias,
ilegales o no. A inicios de la dcada an se habla de ilegales, pero en la
produccin musical de finales de la misma los inmigrantes ya se enfrentan a
nuevos problemas, una vez que los antiguos mojados se han legalizado y sus
hijos son ya ciudadanos de Estados Unidos. Si en los setenta se haca
referencia a Mxico, en los ochenta se alude a Latinoamrica, con especial
nfasis en Amrica Central. Y sobre las evocaciones a la patria, mientras el
inmigrante recin legalizado aora su terruo, los hijos educados en un
ambiente diferente no comparten esos sentimientos por la tierra de su origen.
En la Jaula de oro y El otro Mxico de Enrique Franco, Los
Tigres nos siguen hablando de los temores del ilegal, de la emigracin por
motivos econmicos y de la enorme contribucin de mexicanos y latinos a la
riqueza americana y de las responsabilidades de los descendientes de los
inmigrantes. El mojado seala que nunca se olvida de su Mxico, a pesar de
su mejor posicin econmica y lamenta no poder regresar por no tener sus
papeles en regla. El personaje de El otro Mxico se defiende contra
acusaciones de desarraigo y con orgullo confirma su nacionalidad mexicana.
Por su parte, en Los hijos de Hernndez se destaca tanto la
capacidad de trabajo de los inmigrantes y sus hijos y la valenta de estos
ltimos, quienes nacidos en Estados Unidos se enlistan en el ejrcito y
arriesgan sus vidas. Este valor, dice la letra, es superior al mostrado por
muchos americanos. Las familias mexicanas e hispanas, aparte de que
enfrentan la angustia de tener a sus hijos en el ejrcito, advierten las
dificultades de comunicacin, pues en la escuela y su crculo de amistades
hablan ingls y han perdido el inters por regresar a la patria de sus padres.
En la Jaula de oro, el padre se queja amargamente de que sus hijos no
hablan con l y han olvidado el espaol. Al preguntarle al hijo si le gustara
regresar a Mxico la respuesta es negativa. El chico dice contundente: I
dont want to go back to Mxico. No way, dad. Los descendientes
empiezan a participar de una nueva cultura: la chicana.
Si al hacer la apologa de lo mexicano aparecen referencias
marginales a lo latinoamericano, en Amrica y Sin fronteras los latinos

103

alcanzan una posicin estelar. Centroamrica, en esos momentos en lucha


revolucionaria, les merece una atencin especial mediante los temas Tres
veces mojados y La fuga del rojo. En Amrica se expresa el orgullo por
el paisaje multicolor de las tierras del sur del Bravo, el orgullo de la lengua y
del mestizaje racial y se intenta recuperar el trmino americano para todos
los habitantes del continente. El argumento es devastador: Si el que nace en
Europa es europeo y el que nace en frica africano, he nacido en Amrica y
no veo porqu yo no he de ser americano.
La crisis poltica y econmica de varias dcadas mantiene a
Centroamrica en vilo y desemboc en guerras y migraciones. La msica de
Los Tigres refleja esta realidad. En La fuga del rojo aparece un cuento en
el que un perseguido annimo participa en actividades delictivas para apoyar
a los revolucionarios de El Salvador. El rojo le dice a su captor: Mas
como voy a escaparme, te voy a contar un cuento: 600 mil centenarios era el
robo de Sarmiento, los llev a San Salvador y as ayud al movimiento.
En los noventa, Los Tigres del Norte empezaron destacando la
unidad latinoamericana como cumplimiento del sueo del libertador Simn
Bolvar y luego dedicaron notas, de nuevo, a los asuntos de los migrantes,
refirindose tanto a su nacionalismo como a los problemas domsticos. Los
temas de la poltica mexicana, luego de los escndalos de Carlos y Ral
Salinas de Gortari, no podan faltar en el cancionero de los cronistas
musicales de Mxico y de las comunidades latinas. En los temas
relacionados con los inmigrantes se reitera el reconocimiento a la grandeza
de Estados Unidos, a la vez que se invita a la unidad para elevar
colectivamente la calidad de vida de estos esforzados trabajadores.
Los temas latinoamericanos y bolivianos se encuentran reflejados en
El sueo de Bolvar y en Manos unidas. En aqul, Los Tigres recuerdan
que el libertador anhel que nuestros pases se unieran y tremolaran un da
una sola bandera. Mientras que el proyecto bolivariano fall, en el suroeste
estadounidense y en sus metrpolis que albergan inmigrantes esta unidad s
se estara dando. Es el cielo el elemento aglutinador de esta diversidad
cultural. Se reitera: que la esperanza latina cristalice y se mantenga viva.
Teniendo la prisin californiana de Alcatraz como marco para su
grabacin, Los Tigres del Norte produjeron el lbum Jefe de jefes en 1997 y
en el incluyeron temas referidos a la distinta suerte de la inmigracin. Aqu
se encuentran inmigrantes que pensando en el retiro deciden convertirse en
ciudadanos norteamericanos, aquellos que despus de acumular fortuna
deciden regresar a su tierra con su status de mojados y aquellos pesimistas y
desafortunados a quienes no les va bien ni aqu ni all. Los temas muestran
el triunfo y la derrota.

104

Atrs ha quedado la condicin de mojado, con su caudal de


sufrimientos, para el personaje de Mis dos patrias. Defendindose de la
acusacin de malinchista, da la cara para decir que quiere proteger sus
ahorros y su seguro mediante la ciudadanizacin. Su nuevo estatus no le
impide reivindicar su nacionalidad: sigo siendo mexicano, como el pulque y
el nopal. Y termina dando un paso en la bsqueda de la doble nacionalidad
para mexicanos, centro y sudamericanos, caribeos y cubanos: para que
respeten los derechos de mi raza, caben dos patrias en el mismo corazn.
El mojado acaudalado y Ni aqu ni all revelan la suerte opuesta
de quienes seguramente mantienen el estatus de ilegales y no se asimilan a la
sociedad norteamericana. En la segunda de las canciones se formula tambin
una crtica a las sociedades de ambos pases. Al mojado acaudalado, que ya
habla ingls, la suerte le sonre y el sudor que dej en los campos agrcolas y
en las fbricas se vio compensado por la acumulacin de una fortuna que
ahora piensa gastar en su tierra querida, en la que tambin desea morir.
Otras melodas hablan de la cotidianeidad de los hogares mexicanos
en Estados Unidos: los valores que inculcan y los riesgos de la desatencin
de los hijos. Mientras que en El ejemplo se promueven valores
tradicionales familiares, otras canciones abordan la drogadiccin y el crimen.
Mi sangre prisionera muestra que la desatencin puede llevar al crimen a
hijos que crecieron al garete, recibiendo la educacin de la calle. En El
dolor de un padre se hace la crnica de los senderos las drogas de una
juventud desatendida. Un padre atormentado recuerda que las adicciones
pueden llevar a la crcel, al manicomio o al panten.
Los temas mexicanos de Los Tigres en la ltima dcada del siglo XX siguen
dos caminos: el de la crtica poltica y social y el de la reivindicacin de la
msica popular. En El circo, El prisionero y La liebre se critica el
sexenio de Carlos Salinas, los fraudes contra el pueblo de Mxico, los
asesinatos de Luis Donaldo Colosio y de Francisco Ruiz Massieu, la
administracin de justicia, la inflacin, la devaluacin del peso y la creciente
deuda externa que tiene que pagar el pueblo. Despus de eso, el oyente se
tranquiliza cuando escucha All en el rancho grande y La Valentina, que
traen a la memoria la nostalgia de los amores de juventud.
En los inicios del tercer milenio, Los Tigres universalizan el mensaje
de sus canciones a la vez que insisten en sus temas ya clsicos. Reiteran los
temas abordados desde mediados de los setenta respecto a los peligros de la
frontera y desde los ochenta y noventa respecto a la historia de despojo del
territorio mexicano y del despojo lingstico y cultural. Junto al
nacionalismo, Los Tigres precisan el carcter histrico de la formacin de la
frontera, una decisin del hombre, y enfatizan su preocupacin por la suerte
de los latinos y su cultura.

105

En Somos ms americanos de Enrique Valencia y El


centroamericano de Enrique Franco, ambas del lbum Uniendo fronteras,
Los Tigres hacen un recuento de la historia y destacan la hermandad de los
latinos. En la primera pieza le recuerdan a los gringos que los mexicanos
residentes en el suroeste norteamericano no cruzaron la frontera, sino que la
frontera los cruz a ellos. Luego del despojo legitimado en el Tratado de
Guadalupe Hidalgo de 1848 y la venta de La Mesilla de 1853, los
norteamericanos pintaron la raya para que yo la brincara y me llaman
invasor. Y se enumeran los territorios perdidos/despojados: Texas, Nuevo
Mxico, Arizona y California, pero tambin partes de Colorado, Nevada,
Utah y Wyoming. La letra resalta el orgullo del mestizaje y de la
latinoamericanidad para concluir que los residentes de origen mexicano son
ms americanos que los hijos del anglosajn, que todititos los gringos.
De paisano a paisano se ha convertido en el mensaje ms acabado
de Los Tigres; en l se condensan los riesgos del cruce fronterizo, el
patriotismo mexicano y el internacionalismo de nuestros modernos juglares.
Despus de que el narrador seala que se ha pasado la vida desafiando
fronteras para darle una mejor vida a sus hijos, a la hora de la muerte quiere
que lo acompaen los smbolos patrios: Si la muerte me alcanza/ en su loca
carrera/ envuelto en mi bandera/ que me lleven all/ que me canten el himno/
de mi patria diez veces/ o me muero dos veces/ si me entierran ac.
Enseguida denuncia el criminal patrullaje. Los Tigres terminan invitando al
derribamiento de todas las fronteras y la edificacin de una sola nacin para
que al libre flujo de mercancas corresponda el libre flujo de personas y
mano de obra en un mundo globalizado: Si con mi canto pudiera,/
derrumbara las fronteras/ para que el mundo viviera/ con una sola bandera/
en una misma nacin.
La denuncia al racismo criminal en la frontera que afecta no solo a
mexicanos, sino tambin a latinos, es abordada en A quien corresponda de
Luis Torres. Se convoca a los gobiernos y organismos civiles de ambos lados
de la lnea divisoria a que paren la cacera indiscriminada que sujetos
dementes realizan en el cruce fronterizo, particularmente en Texas y
Arizona. Se hace notar que excombatientes de guerra, valindose del
internet, llaman a cazar mojados que crucen por este lado. De tal manera
que la larga lnea divisoria, a raz de este brote de racismo extremo, se ha
convertido en una tumba de mojados.
De amor y desamor
El mensaje musical de Los Tigres Del Norte en el mbito amoroso y
sentimental va de lo romntico a lo trgico, pasando por todos los matices
intermedios. El amor, a veces idlico, entre las parejas ocupa un extremo del

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espectro musical. Muy cerca se encuentran las expresiones de amor


maternal. El extremo opuesto lo ocupan las piezas poticas musicalizadas en
los que mueren uno o ms de los protagonistas. A este extremo lo
acompaan las complejas relaciones de pareja signadas por la infidelidad y
los hijos abandonados. En el medio, formando el grueso de los temas, se
colocan aquellas canciones que recrean la ruptura en las relaciones de pareja.
Y le cantan tambin a los amores compartidos e incompartidos. Los
mensajes de amor de Los Tigres transitan de lo sagrado a lo profano, de lo
romntico a lo placentero.
Algunos tems interpretados se refieren a las complejas relaciones
sentimentales y sexuales muchas veces marcadas por la infidelidad. Ya
desde el inicio de su meterica carrera musical los adolescentes de Rosa
Morada, Sinaloa, incursionan en el lado oscuro de la vida intima de las
parejas. En Por una mujer casada el protagonista ofende al marido de su
amante de quien dice que ya no sopla y que, adems ni la viste ni le da de
comer. Ante este cuadro desolador l es el chapuln colorado que le da
consuelo. 20 aos despus otro amante impetuoso vence los escrpulos y
decide que lo mejor es seguir pecando, a pesar de lo peligroso del amor
prohibido. En el fondo, los msicos siguen refirindose a la transgresin.
Las relaciones amorosas tambin pueden conducir a la tragedia,
como frecuentemente vemos en la nota roja. Al inici de la carrera de Los
Tigres, en algunos de sus temas, se pasa del amor al crimen por motivos
diversos: libertad, traicin y juegos de azar. La hermosa Juana mata de tres
pualadas en el pecho a su esposo Jos. Por su crimen no muestra
arrepentimiento, ya que lo hizo por amor a la libertad. En Contrabando y
traicin, Camelia mata a Emilio Varela de siete tiros cuando l le dijo que
se iba a San Francisco con la duea de su vida. Por su parte Martn,
compulsivo jugador de cartas, al quedarse sin dinero termina apostando a su
joven mujer. Pero al perder decide matar a su esposa y luego se quita la vida.
Desde los ochenta los asuntos sobre relaciones pasionales que
terminan en crmenes involucran un fatdico triangulo amoroso. As pas en
la frontera norte cuando Laura Garza, maestra de escuela, mata a Emilio
Guerra de seis tiros. Emilio se preparaba para casarse con otra. As sucedi
tambin cuando Gerardo Lleg a Guanajuato para casarse y El gato le
acribill a la novia en el altar. Al ao se matan los dos en la tumba de ella.
Otras temticas son todava ms complicadas pues involucran
sexualidad premarital y machismo junto al tringulo sentimental. Los
compositores y sus intrpretes hablan del desprecio a la vida. Laura y Juan
tenan intenciones de casarse y de eso platicaban en un baile a beneficio de
la iglesia de algn lugar de Sinaloa. De pronto llega Jacinto y le dice a Juan
que la mujer no es honrada/ lo busca para casarse/ y la traigo embarazada/ y
dispar tres balazos/ que atravesaron a Laura. Luego se matan entre ellos.

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Al final sabemos que el dicho de Jacinto es cierto. La parte final del corrido
dice: ah murieron los tres y hasta el que no haba nacido.
En varias canciones, la accin de la ingrata se equipara con un
crimen perpetrado con premeditacin, alevosa y ventaja. En un caso ms el
adolorido galn la sentencia a ser siempre un plato de segunda mesa, ya que
con quien ella viva tendr las sobras que l ha dejado. El odio puede
expresarse con emociones encontradas o en un viaje sin retorno, indicativo
de la muerte definitiva del amor.
Narcotrfico
No obstante que la mayor parte de la produccin musical de Los
Tigres aborda temas relacionados con el amor, los inmigrantes, la pobreza, el
drama de la marginacin, la corrupcin poltica, y sobre mltiples aspectos
de la vida cotidiana, a veces tratados con formalidad y otras con el humor
que les caracteriza desde los inicios de su carrera, a los msicos de Rosa
Morada, Mocorito, se les identifica en especial por los temas del
narcotrfico. A estos genuinos trovadores de la solidaridad y del amor,
paradjicamente, se les acusa como exponentes connotados de la
narcocultura. Al describir y analizar su produccin discogrfica sobre el
narcotrfico mostramos que sus referencias a la produccin y trfico de
estupefacientes, a la violencia que les acompaan y a las consecuencias
individuales y sociales de su consumo, de ninguna manera hacen apologa
del narcotrfico, sino que contribuyen, desde la perspectiva potico-musical,
a la reconstruccin colectiva de este azote global. En realidad han recogido
el sentir popular, recrendolo literaria y musicalmente, con el apoyo de sus
compositores. De hecho, Los Tigres suman su granito de arena a las
preocupaciones de cientficos sociales, polticos, novelistas y otros
especialistas sobre la produccin, trfico y consumo de drogas.
El tema del narcotrfico tuvo un inicio temprano en la carrera de Los
Tigres. En Carga blanca, de 1972, y Contrabando y traicin, dos aos
ms tarde, se aprecian la violencia involucrada. En la continuacin de la saga
de Camelia la tejana, como tambin se conoce el segundo tema, se
mantiene alto el clima de violencia. En esta produccin discogrfica hay un
mensaje que poco se ha destacado: una crtica temprana al narcotrfico.
En Carga blanca Jos, Ramn y Simn llegan a la frontera
norteamericana por el rumbo del Ro Grande, ya casi al anochecer, con una
cantidad considerable de carga blanca que llevaban a vender. Cuando Jos y
Ramn entran a una casa de piedra a entregar la mercanca los recibe
Nicanor con 2800 pesos. No pudieron disfrutar de ese dinero porque
inmediatamente fueron atacados y asesinados a balazos. Antes de caer
repelieron la agresin, hiriendo a dos rivales. En la trifulca el dinero se

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pierde pero el trovador, recogiendo el rumor pblico, dice que regres a su


dueo. El responsable del crimen resulta Nicanor o su jefe superior. La
moraleja de esa noche de terror es una invitacin a dejar los negocios
chuecos, pues ya ven lo que sucedi.
Por su parte los amantes Emilio Varela y Camelia La Tejana van de
Tijuana a Hollywood con las llantas del carro repletas de yerba mala. Pasan
satisfactoriamente una revisin en San Clemente, llegan a su destino y, en un
callejn oscuro, entregan la mercanca y reciben la paga. Emilio despide a
Camelia, pues l tiene otros planes sentimentales con una chica en San
Francisco. Camelia reacciona violentamente matando a Emilio de siete
balazos y huyendo con el dinero de la operacin. La moraleja es que en el
trabajo hay que evitar los enredos emotivos, especficamente sentimentales.
As, Carga blanca y Contrabando y traicin marcaron el inicio
de los narcocorridos. Estas historias describen las operaciones del trfico de
enervantes, su geografa, su violencia, su saldo mortal y sus crmenes
pasionales. La mujer aparece jugando un rol protagnico y compitiendo
airosamente con el varn. Estos corridos pioneros muestran tambin los
inicios de la crtica a la prdida de vidas humanas inherentes al negocio.
Los Tigres han continuado la interpretacin de temas que describen
con crudeza los pormenores del trfico de mariguana y cocana. Al hacer
esta descripcin literaria y musical a veces se hacen explcitos los actores
involucrados, la violencia y la corrupcin en ambos lados de la lnea
divisoria. Otras veces las alusiones son ms generales. En otras ms se hacen
abstracciones sobre aspectos como el liderazgo o el futuro de la actividad.
Poco despus de Contrabando y traicin apareci La banda del
carro rojo. Se informa del contrabando de 100 kilos de coca que iba rumbo
a Chicago, pero un sopln denunci el cargamento en la aduana de El Paso.
En San Antonio se da un enfrentamiento entre rangers y malhechores con
saldo de siete muertos, incluidos tres del gobierno. Ms dramtica result la
operacin policaca en la que la autoridad se apodera de un cargamento no
sin antes torturar a un narco para que cantara y enfrentarse a balazos con
los delincuentes. El saldo fue de 17 muertos. Finalmente al narco torturado
se le deja libre y se le dice quin lo delat; de inmediato sale en busca de los
soplones para vengarse. En una cantina los delatores son ejecutados mientras
que el narcotraficante proseguir en el negocio.
Aunque se conoce que el dinero del narcotrfico ha tentado a
militares, policas y polticos de diferentes graduaciones y niveles, a veces la
corrupcin viene de otro lado. La suerte del comandante Reynoso en las
vecindades de Ensenada resulta paradigmtica. La polica de caminos
detiene tres camiones grandes, con doble fondo, que transportaban casi seis
toneladas de droga en polvo. Los maleantes enfrentan a tiros a la polica con
saldo negativo: mueren cuatro de nueve malhechores, saliendo herido el

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comandante Reynoso. La droga sigue su camino, internndose a suelo


americano con la complacencia de Washington, mientras que en el hospital
la mafia ejecuta a Reynoso, sin que la informacin trascendiera a los medios.
Comparadas con las masacres arriba descritas, la muerte del piloto
Gero Dvila y la globalizacin del narco, con Teresa Mendoza como
protagonista resulta un descanso para el escucha de La reina del sur. El
corrido que involucra mujeres traficantes da continuidad a otro compuesto
por Francisco Quintero en el que se afirma que tambin las mujeres pueden,
sin contar aquellos en que las fminas aparecen como pareja de sus amantes.
En uno de los corridos Miguel prefiere morir matando antes que caer
cautivo. Habiendo sufrido tortura por quemaduras, se enfrenta a sus captores,
matando al teniente y a otros cinco con una pistola escuadra. El trovador
canta al binomio crimen organizado/corrupcin. Quien tambin fue torturado
y se veng de los militares en forma trgica fue el piloto Atilano. Despus de
la tortura, teniente y soldados se ponen en manos del piloto. l aprovecha la
oportunidad para estrellarse contra un cerro en Badiraguato. El trovador del
suicidio de Atilano revela los procedimientos de pesquisa de la autoridad.
La estela de muerte que va dejando el crimen organizado y que
recogen los trovadores parece interminable, como una espeluznante
pesadilla. A Abelardo, Eliseo y Javier, los tres gallos, les fallan los amigos y
encuentran la muerte. Vivieron a su modo y a su modo los perdimos dice
un juglar contemporneo. Otro piloto aviador, atrevido y metido en el
negocio, Pablo Acosta Villarreal, encuentra la muerte despus de haber
perdido a su hermano. La confianza y la prepotencia matan al hombre, es el
mensaje del zorro de Ojinaga. El asesinato del doctor Fonseca, su esposa y
su cuada, en un restaurante de Sinaloa, se vuelve la ocasin para saber que
al mdico le haban matado a su hermano poco antes y que dos policas
haban muerto por esa causa. Tambin nos enteramos que a los muertos los
desvalijan los servidores pblicos.
De la inspiracin de Alfonso Armenta sali un tema de pelcula que
implica la tica y la religiosidad de quienes creeramos ajenos a esas
inclinaciones. Un narco ingobernable es sentenciado a muerte por la mafia.
El responsable de la ejecucin, fiel a la amistad, construye una tumba falsa,
le perdona la vida y lo manda al exilio con instrucciones de no volver. Pero
regresa hacindose pasar por cura. Quien le perdonara la vida, religioso a
pesar de su ocupacin, va a confesarse con l ignorando la verdadera
identidad del presunto cura. Al descubrir la identidad del impostor, cumple
con retraso la sentencia de muerte y la tumba falsa deja de serlo.
Los zares del narcotrfico, a veces nombrados en trminos generales
y en otras por sus nombres, ocupan un lugar destacado en la produccin
discogrfica de Los Tigres. Si en los corridos prohibidos de 1989 se hablaba

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de los reyes de la mafia, ocho aos despus, en Jefe de jefes, se hace una
caracterizacin de los atributos del individuo que se coloca por encima de
los pequeos jefes de las bandas regionales de la droga y comanda un gran
imperio. Refirindose a la emigracin de los capos de Culiacn a otras
altitudes, debido a la operacin cndor de los 70 y las compaas posteriores
de los 80, el compositor nos relata que las mansiones que fueron de reyes,
hoy se encuentran muy abandonadas. La lucha por la jefatura y por el
control del trfico es despiadada. La suerte del Don de California, el chino
Chang, es esclarecedora: cinco asesinos de Chicago lo acribillaron en la calle
Trece. El gran jefe oriental de la mafia y cosa nostra tenia de rivales a los
narcos de Jalisco, Sinaloa y Sonora. Pretenda formar su imperio en el oeste
americano y en el intento encontr la muerte. Su desaparicin fue llorada en
el oriente asitico. Los jefes de los crteles regionales y sus vnculos
criminales con polticos y banqueros tambin ocupan espacio en los corridos.
En una grabacin de 1989 se menciona a Rafael Caro Quintero y en otra de
1997 sale a relucir el Gero Palma; en la produccin del 2002 se repiten esos
nombres y se incorporan otros como Flix Gallardo, Don Neto, el Chapo
Guzmn, Amado Carrillo y los Arellano Flix.
La labor de los capos se favorece gracias a sus vnculos con
autoridades mexicanas y norteamericanas, incluidos militares y banqueros.
Esto es lo que lleva al Tarasco a lanzar la amenaza: el da que caiga/
caern muchos de all arriba. Son tales nexos los que facilitan el trfico y
garantizan la impunidad. Ante este cuadro, Teodoro Bello compone y Los
Tigres cantan que el narco slo acabar hasta que se acabe el mundo.
La larga cadena de crmenes, traiciones y venganzas, con su mar de
sangre regada, que nos narran los cantores del trfico de drogas, no ha estado
exenta de la actitud crtica de los creadores literarios y de sus intrpretes.
Los compositores que han nutrido a Los Tigres y el conjunto norteo mismo
han criticado las devastadoras consecuencias de la actividad del narcotrfico
desde que sali al mercado Carga blanca y en temas posteriores. Ya se dijo
que desde los 70 Los Tigres invitaban a travs de sus canciones a dejar los
negocios chuecos para evitar consecuencias lamentables, a la vez que
advertan que la traicin y el contrabando terminaban con muchas vidas. A
finales de los noventas mantuvieron esa misma actitud.
En un mismo lbum de la dcada final del siglo XX, Los Tigres
advirten de los riesgos del trfico para los mismos traficantes y de la
importancia de la demanda de drogas para la sobrevivencia y crecimiento de
la actividad. En El general de Teodoro Bello, a la vez que se denuncia la
corrupcin que toca hasta los militares del ms alto rango y responsabilidad,
se critica al gobierno y a la sociedad norteamericana. La crtica al gobierno
va enderezada a cuestionar el monopolio del poder de certificacin de los
pases que combaten el narcotrfico. La crtica a la sociedad del pas vecino

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se enfoca a denunciar los altos niveles de consumo. As Los Tigres se


preguntan quin certifica a Estados Unidos, a la vez que sealan que la
elevada demanda alienta la produccin y el trfico, pese a la violencia.
Otra vertiente de la crtica del trfico es la que se aboca a denunciar
las consecuencias individuales, familiares y sociales del consumo. Si a la
produccin y el trfico de narcticos los acompaan la violencia y la muerte,
en el otro extremo de la cuerda, al consumo lo acompaa el drama familiar.
De los integrantes de una familia donde hay adictos, unos viven sumidos en
el dolor y todos ven convertidas en aicos sus ilusiones.
La discografa revisada revela que en los ltimos doce aos de su
carrera artstica Los Tigres han venido madurando una reflexin sobre
narcotrfico y consumo y sobre adiccin y responsabilidad paterna. En un
tema pionero, Los Tigres invitan a la juventud a luchar y a no desanimarse a
pesar de las dificultades de la vida. No te des por vencido, eres el arquitecto
de tu propio destino dicen a un joven, que puede ser cualquiera. Los
lamentos por la suerte de los hijos, sumidos en las garras de la drogadiccin,
los encontramos en un tema incluido en Jefe de jefes y en La reina del
sur. En el primero, un padre absorto en el trabajo y obsesionado por
acumular un patrimonio familiar se da cuenta que perdi de vista lo
principal: atender al hijo. Ahora ha perdido a su hijo querido y lanza al
viento su gemido. En En qu fall?, otro padre hace una reflexin muy
parecida ante la desgarradora realidad de la drogadiccin de su hija.
As, ese sencillo y humilde grupo de migrantes, a travs de su
msica, ha contribuido al enriquecimiento del imaginario cultural, en
Estados Unidos, Mxico y Amrica Latina, y con gran aceptacin, ya, en
Europa. Aunque su mensaje canta al amor en sus distintas modalidades y
recuenta las vicisitudes de los migrantes e inmigrantes en ambos lados de la
frontera mexiconorteamericana, son ms conocidos por sus narcocorridos.
Quienes los satanizan por esta ltima vertiente ignoran la crtica implcita, y
franca y abierta, que hacen del narcotrfico y de la advertencia sobre la
corrupcin y la descomposicin social, poltica y cultural. A final de cuentas,
tales crticos son ignorantes del vigor sociocultural y de la calidad, en forma
y fondo, de este grupo musical sinaloense que a fuerza de coherencia y
talento sigue abrindose paso entre las fronteras del mundo. No son un grupo
ms en el escenario de la industria cultural; son Los Tigres del Norte.
Bibliografa y discografa
Los Tigres del Norte (LTDN), (2002) La reina del sur (cd). Mxico, Fonovisa.
___, (2001) Uniendo fronteras. Mxico. Fonovisa.
___, (2001(1993, primera grabacin)) Ms zarpazos (cassete). Mxico, Fonovisa.
___, (2000) De paisano a paisano (cd). Mxico, Fonovisa.

112
___, (1999) Herencia de familia (cd). Mxico, Fonovisa.
___, (1998) Siguen ms zarpazos (cassette). Mxico, Fonovisa.
___, (1998(1991)) Los incansables (cassette). Mxico, Fonovisa.
___, (1998(1986)) El otro Mxico (cassette). Mxico, Fonovisa.
___, (1998(1983)) Jaula de oro (cassette). Mxico, Fonovisa.
___, (1998(1977)) Vivan los mojados (cassette). Mxico, Fonovisa.
___, (1997) Jefe de jefes (cd). Mxico, Fonovisa.
___, (1996) Unidos por siempre. Mxico. Fonovisa.
___, (1995) El ejemplo (cassette). Mxico, Fonovisa.
___, (1993) La garra de los Tigres del Norte. Mxico. Fonovisa.
___, (1990) Para adoloridos. Mxico. Fonovisa.
___, (1989a) Triunfo slido. Mxico. Fonovisa.
___, (1989b) Corridos prohibidos. Mxico. Fonovisa.
___, (1988) dolos del pueblo (cassette). Mxico, Fonovisa.
___, (1986) Amrica sin fronteras (cassette). Mxico, Fonovisa.
___, (1985) A ti, madrecita (cd). Mxico. Fonovisa.
___, (1983) Carrera contra la muerte (cassette). Mxico, Fonovisa.
___, (1981) Un da a la vez (cassette). Mxico, Fonovisa.
___, (1980) Plaza Garibaldi. Mxico. Fonovisa.
___, (1979) El tahr. Mxico. Fonovisa.
___, (1976) Pueblo querido (cd). Mxico. Fonovisa.
___, (1975) La banda del carro rojo (cd). Mxico. Fonovisa.
___, (1972) El cheque (cd). Mxico. Fonovisa.
___, (1971) Cuquita (cd). Mxico. Fonovisa.
--Rodrguez Nava, L., Jorge Hernndez: lder por naturaleza, Somos. Nmero
228, 1-II-2003.

--Santamara Gmez, Arturo, et al., (2001) Mexicanos en Estados


Unidos: la nacin, la poltica y el voto sin fronteras. Mxico, UASPRD.

113

DE LOS CANTARES DE GESTA y los juglares al


narcorrido

114

Ren JIMENEZ AYALA

Introduccin
Es comn encontrarse con la idea que considera a los corridos
mexicanos como una evolucin de los cantares de gesta y del romance
espaol. Este punto de vista tiene tal consideracin debido al parecido de
estas formas narrativas en su mtrica, el estilo, la tcnica o en los temas de
los que habla. Vistos como discurso, tanto las canciones de gesta como los
romances y los corridos tienen un proceso productivo propio; son
acontecimientos o gneros discursivos que emergen en distintos momentos
de la historia universal. Las primeras tienen su inicio en el siglo XI, a partir
del momento en que las cruzadas se consolidaron en la vida de las
sociedades, durante la Alta Edad Media. Se asentaron en distintos pases
aunque florecieron sobre todo en Francia y Espaa. El romance, en cambio,
emergi algn tiempo despus, en medio de la crisis provocada por la
dinmica de cambio ya entrada la Baja Edad Media, durante los siglos XIV y
XV. Finalmente, aunque hayan nacido a principios del siglo XIX, los
corridos se arraigaron en Mxico hacia finales de ese siglo y principios del
siguiente, periodo coincidente con la existencia del porfirismo y la
Revolucin Mexicana. Cada uno de ellos se produjo bajo condiciones
distintas, con diferentes antecedentes y afluentes discursivos y con
instituciones y correlaciones de fuerzas que tuvieron una influencia
significativa en su construccin.
Si se analizan estos gneros literarios desde la ptica del discurso, el
panorama ser muy distinto al planteado por la perspectiva evolucionista,
como se mostrar en el presente ensayo. As, se explorarn estas formas
literarias tomando en consideracin los siguientes elementos: el rol de quien
habla, los objetos de los que se dice algo, las instituciones o espacios
sociales desde donde se emite el discurso, los acontecimientos sociales y la
correlacin de fuerzas polticas, las estrategias de la parafernalia del discurso
y la funcin social que cumple. Es decir, se estudiarn las condiciones de
produccin tanto de la cancin de gesta como del romance y los corridos.
Los cantares de gesta y la caballera
Las sociedades medievales se definen como sistemas de carcter
feudal, en las cuales el feudo fue la unidad de organizacin social bsica que
predomin durante los varios siglos de toda esa poca. La estratificacin en

Socilogo. Realiz la maestra en sociologa en la Facultad Latinoamericana de


Ciencias Sociales (FLACSO), en la Ciudad de Mxico, y el doctorado en ciencia
poltica en la Facultad de Ciencias Polticas y Sociales de la UNAM. Es profesor e
investigador de la Facultad de Ciencias Sociales de la UAS.

115

la sociedad feudal --tanto en Europa como en Japn-- estaba basada en la


riqueza del territorio y el poder militar, con servicio de obligatoriedad con el
seor (Bell, 1999). La cohesin de este orden social descansaba en la
servidumbre, en una obligacin impuesta al productor por la fuerza e
independientemente de su voluntad, de cumplir ciertas exigencias
econmicas de un seor, ya cobren stas la forma de servicios a prestar o de
obligaciones a pagar en dinero o en especie (Dobb, 1975: 53-54). En el
feudalismo se daba una tendencia que favoreca las lealtades particulares,
estableciendo relaciones jerrquicas sin existir igualdad en los deberes
recprocos entre el seor feudal y la servidumbre (Parsons, 1974). Dice:
La relacin jerrquica feudal se inici con un carcter contractual
de tal modo que los vasallos, mediante su promesa de fidelidad, acordaban
servir a un seor a cambio de proteccin y otras ventajasEl sistema se hizo
hereditario muy pronto en realidad, de tal modo que slo cuando uno de los
vasallos careca de un heredero legtimo, su seor poda escoger libremente a
algn hombre nuevo que le sucediera en el feudo. Para los campesinos, el
sistema feudal estableci una falta de libertad hereditaria al instituir la
servidumbre; no obstante, uno de los criterios de la aristocracia se centr en
el reconocimiento pleno de la posicin hereditaria legtima.
Algo ms importante para el anlisis que aqu se hace, fue que el
aprovisionamiento de la seguridad fsica pura constitua probablemente el
problema prctico ms apremiante de la poca. Adems de la invasin del
imperio por parte de los brbaros primitivos, el desorden atrajo incursiones
constantes (por ejemplo de musulmanes por el este y el sur, de hunos por el
este y el norte, y de escandinavos por el norte y el oeste), as como luchas
constantes entre los nobles por la fragmentacin poltica. En esa forma se
distingui la funcin militar, puesto que la base de la proteccin se constitua
en las salvaguardas militares contra la violencia (Parsons, 1974:52-53).
Los guerreros se volvieron entonces el bastin de apoyo para esta
forma de colectividad, lo cual les permiti con el tiempo convertirse en una
clase privilegiada, no slo en trminos econmicos y polticos, sino tambin
simblicos, siendo la figura y las cualidades del guerrero objetos de culto por
parte de la sociedad. De modo tal, la caballera se convirti en un actor
central sobresaliente en las cruzadas o campaas militares hechas a peticin
del Papa, motivadas por la conquista de Tierra Santa y dirigidas en contra de
los musulmanes. Como uno de los componentes del atuendo, los guerreros
que participaban en las expediciones portaban una cruz de tela en la parte
externa de la vestimenta. De ah el nombre de cruzadas.
A finales del siglo XII y principios del XIII la caballera comienza
a convertirse en un grupo cerrado, inaccesible desde fuera. En lo sucesivo,
solamente los hijos de caballeros pueden llegar a ser caballeros. Ahora no

116

son suficientes, para ser considerado noble, ni la capacidad de recibir un


feudo ni el elevado estilo de vida; se precisan ya unas condiciones estrictas y
todo el ritual necesario para ser investido solemnemente con la condicin de
caballero [] ahora por primera vez el ideal de clase caballeresca, la
conciencia y la ideologa de clase de la nobleza se perfeccionan, y ello
precisamente por obra de los caballeros (Hauser, 1982: 257).
De esta forma ser guerrero se volvi una prctica, una enseanza,
una institucionalizacin de la vida. Y si, debido al carcter hereditario de
esta forma de organizacin social los hijos de los caballeros seran en el
futuro caballeros, deban entonces ser sometidos a un proceso de educacin.
Desde la edad de 7 aos eran enviados a otro castillo a realizar un proceso de
aprendizaje para desarrollar las habilidades y las capacidades necesarias que
requera su posicin social. Si un aprendiz probaba su lealtad y valenta a los
21 aos, podra ser investido como caballero en una ceremonia solemne:
luego de orar en la capilla del castillo, el escudero reciba comunin del
sacerdote y despus, sin armadura, espada o escudo, era nombrado caballero
por su seor, quien lo golpeaba de modo suave con la parte plana de la
espada en cada uno de sus hombros, pronunciando las conocidas palabras:
En el nombre de Dios y de Mara su madre
Acepta este toque y nunca otro.
S recto, leal y valiente.
Mejor un caballero que un esclavo (Gombrich, 2005: 139-140).

Esta es una muestra no slo del carcter institucional de la


caballera, sino del peso que tena dentro del orden social y de la produccin
cultural de la poca. Estn expresadas de manera clara tres virtudes centrales
de entonces: rectitud, lealtad y valenta, valores que van a estar presentes en
la produccin cultural en general. As, la aristocracia guerrera le dio impulso
a la produccin simblica de una poesa oral de carcter heroico, la pica
popular llamada cantar o cancin de gesta (Piero, 1991). La palabra "gesta"
proviene del latn y se refiere a "hechos" destinados a ser recitados en
pblico. Se trata de entonar cantos de sucesos memorables, heroicos y
hazaas, construyndose sobre una o varias frases meldicas simples.
Estos poemas picos se proponan evocar hechos pasados, reales o
ficticios, engrandecindolos ante el pblico de los castillos y las plazas. La
narracin estaba llena de expresiones cristalizadas por la tradicin, siendo
repetidas como frmulas rituales. Esta poesa se organiza a partir de los ms
variados temas que van desde la sobria dignidad y sentimientos ms suaves
como el amor conyugal, hasta la profundidad ntima del dolor, la
incertidumbre del futuro y la admiracin ante la hermosura de la naturaleza
(Lauer, 2006).
A pesar de estas consideraciones, la cancin de gesta es un hecho
que ha sido calificado como cosa de brbaros, de pueblos rudos, de guerreros
que romancean su modo de vida. Menndez y Pelayo, historiador y polgrafo

117

espaol del siglo XIX, describi a estos pueblos como espritus abiertos a
las grandezas de la accin. No hay tiempo para soar. Se pelea (como
nosotros en la Reconquista) y se escribe lo peleado, que primero el pueblo ha
cantado de diversos modos; y la imaginacin lo borda, y hasta, si llega el
caso, lo inventa, como sucede en la gesta de Roldn y en la nuestra de
Bernardo del Carpio.
Francia fue uno de los principales productores de canciones de gesta,
incentivado tal vez por la imponente presencia de su ejrcito y de su dominio
en otros territorios desde la poca de Carlomagno. Sin embargo, la gesta no
es una simple narracin o una copia al carbn de los hechos externos, como
se puede comprobar en la cancin de Roldn.
Estos cantares fueron interpretados por trovadores, quienes surgieron
en Provenza en el siglo XII y no escriban en latn, sino en lengua oc, o en
francs antiguo: la lengua oil. Aunque eran gente culta, los trovadores se
esforzaron por diferenciarse de los intelectuales que escriban en latn,
hablando el idioma popular, comportndose con alegra y mostrando un
espritu satrico. La mayora de los trovadores fueron nobles, aristcratas y
hasta reyes y componan canciones como una manifestacin del ideal
caballeresco. Cuando comenzaron los trovadores cantaban sus poemas en la
corte, pero despus contrataron a los juglares para que fueran ellos los
intrpretes. Los temas fueron variados: caballera, guerra y amor, aunque
tambin la religin, la poltica y los funerales. Para tener una idea de la
produccin musical de entonces, se pueden mostrar dos datos: se conservan
cerca de 1.400 melodas y 4.000 poemas escritos por los troveros.
Uno de los cantares de gesta ms bello de los que se tiene noticia es
la cancin de Roldn. De modo resumido, este poema annimo, escrito en el
ao 1100, narra las peripecias o hazaas de Roldn, un conde considerado en
el texto como sobrino del rey Carlos I el Grande o Carlomagno.
En el poema, escrito unos tres siglos despus de que ocurrieron los
hechos relatados, se recomponen los sucesos histricos, y a travs de algunos
versos se relata cmo Roldn fue escogido para ocupar un puesto de peligro,
el de ser jefe de la retaguardia del ejrcito franco, que se encuentra en
retirada a travs de los Pirineos despus de su campaa en Espaa. La
eleccin tiene lugar a propuesta del padrastro de Roldn, Ganeln
(Auerbach, 1988: 96), quien tena un reto aejo con Roldn por la disputa de
bienes. La misin en Marsilio era peligrosa y pudo haber costado la vida a
Ganeln, de no haber hecho ste una propuesta al rey de los sarracenos, que
satisfaran tanto su odio como su sed de venganza: prometi al rey entregarle
la retaguardia del ejrcito francs, con Roldn y sus ntimos amigos, los doce
pares (Auerbach, 1988). Los versos en la estrofa XLIV lo expresan:

118
-Buen caballero Ganeln, de qu medio puedo valerme para que Roldn
perezca?
-Os lo voy a decir -responde Ganeln-. Partir el rey hacia los mejores
puertos de Cize; dejar su retaguardia a sus espaldas. Con ella quedar el
poderoso conde Roldn y Oliveros, en quien tanto confa ste, al mando de
veinte mil franceses. Enviadle cien mil de los vuestros para darles la
primera batalla. Las huestes de Francia hallarn gran quebranto, aunque
tambin habrn de sufrir los vuestros, no lo niego. Mas entablad luego la
segunda batalla: ya sea en la una o en la otra, no habr de salvarse
Roldn. Habris llevado a cabo, entonces, una gran proeza y nunca en
vuestra vida volveris a tener guerra.

La traicin, el valor, el honor y la lealtad, entre otros objetos de


discurso (Bajtn, 1999: 256; Foucault, 1972: 60-81; Foucault, 1979: 29-30),
son articulados en este gnero, como se estructurarn tambin en los otros
que aqu trataremos. Y como en muchas otras canciones, en esta narracin se
cuenta la intriga urdida para matar al hroe Roldn entre Ganeln, el francs,
y su aliado Blancandrn, uno de los vasallos del rey Marsil (XXXVIII):
Marsil se ha retirado en el vergel. Ha llevado consigo a los mejores de
entre sus vasallos. Con ellos va Blancandrn, el de la cabellera encanecida,
y Jurfaret, su hijo y heredero, y el califa, su to y fiel amigo. Blancandrn
dice:
-Llamad al francs: me ha jurado sobre su fe servirnos.
-Traedlo, entonces -responde Marsil.
Y Blancandrn, tomndolo de la mano diestra, lo conduce por el vergel
hasta donde se halla el rey. All conciertan entre todos la infame traicin

La traicin es un acto que se muestra como necesario en este cantar,


por ser el nico medio para poder derrotar al poderoso ejrcito de los
francos. La superioridad de ste es reconocida por sus adversarios,
enfatizando la valenta de Rolando, de su amigo Oliveros y del ejrcito de
caballeros que le brindan un gran poder a Carlomagno, como se puede leer
en los siguientes versos (XLII):
No hay ninguno tan valeroso como l desde aqu hasta el Oriente. Y
tambin su compaero Oliveros es varn esforzado. Y los doce pares, que
tanto ama Carlos, forman su vanguardia con veinte mil franceses. Carlos
est bien seguro; no teme a ningn ser viviente

Como en otros casos, el pacto de la traicin aparece de modo


explcito y es declarado en su crudeza por los actores de tal accin (XLIV):
-Los consejos se van en humo -dice Marsil-. Juradme que traicionaris a
Roldn.
-Sea, segn vuestro deseo! -responde Ganeln. Sobre las reliquias de su
espada Murgls, jura la traicin; y su accin es vil.

119

Tambin se cuentan los motivos de la traicin. La codicia es uno de


ellos. Se agregan el odio y la sed de venganza. Ganeln, el villano, recibi
del rey sarraceno regalos de oro, plata, paos de seda, corceles y leones,
entre otros obsequios (LXVIII). En el poema se describen con minucia las
batallas en las que participa Roldn, para resaltar en cada una de ellas las
virtudes del hroe: su resistencia, su lealtad al rey y una fuerza incontenible,
como en la estrofa LXXIX:
Seor compaero, puede ser que nos topemos con los sarracenos.
-Ah! As lo permita Dios! -responde Roldn-. Aqu habremos de resistir,
por nuestro rey. Es preciso sufrir por l las mayores fatigas, soportar los
grandes calores y los grandes fros, y perder la piel y aun el pelo. Cuiden
todos de asestar violentas estocadas, para que no se cante de nosotros
afrentosa cancin! Mala es la causa de los infieles y con los cristianos est
el derecho. Nunca contarn de m accin que no sea ejemplar!

La nobleza de sus palabras y la valenta de los actos, tanto de Roldn


como de su amigo Oliveros, son repetidos de un modo detallado una y otra
vez, mostrando siempre el valor y la nobleza de su comportamiento, que se
manifiestan incluso en el modo de hablar (LXXXVII):
Roldn es esforzado y Oliveros juicioso. Ambos ostentan asombroso
denuedo. Una vez armados y montados en sus corceles, jams esquivaran
una batalla por temor a la muerte. Los dos condes son valerosos y nobles
sus palabras.

El patriotismo de Roldn y sus ideales de resguardar a su Francia,


la dulce aparecen con denuedo (CXLIII), igual que la lucha por el honor,
incluso en el riesgo ante la muerte, a la cual no se le teme:
Y dice entonces Roldn:
-Recibiremos aqu nuestro martirio, y bien veo ahora que nos queda poco
tiempo de vida. Mas caiga la deshonra sobre el que no se haya vendido a
alto precio! Herid, seores, con vuestros bruidos aceros y disputad
vuestros muertos y vuestras vidas para que Francia, la dulce, no sea
menoscabada por nuestra causa!

En la estrofa CLXVIII se cuentan los ltimos momentos de la vida,


mostrando a plenitud el drama que envuelve el hroe. Siente Roldn que
se aproxima su muerte. Por los odos se le derraman los sesos. Ruega a
Dios por sus pares, para que los llame a l; y luego, por s mismo, invoca
al ngel Gabriel. Toma el olifante, para que nadie pueda hacerle reproche,
y con la otra mano se aferra a Durandarte, su espada. A travs de un
barbecho, se encamina hacia Espaa, recorriendo poco ms que el alcance
de un tiro de ballesta. Trepa por un altozano. All, bajo dos hermosos
rboles, hay cuatro gradas de mrmol. Cae de espaldas sobre la hierba
verde. Y se desmaya nuevamente, porque est prximo su fin.

120

El cantar de Roldn incorpora el tema de las hazaas de los


caballeros como una estrategia discursiva (Deleuze, 1987: 99-123; Dreyfus y
Rabinow, 1988: 92-99; Foucault, 1972: 105-116; Foucault, 1988: 53-60)
para resaltar los modos de hablar, de comportarse y, por supuesto, recrearse
mostrado las virtudes ligadas con estas figuras sociales. En las canciones de
gesta no aparecen los campesinos ni los bandoleros. No porque no hayan
existido estos papeles sociales en Francia o Espaa durante estos siglos, sino
porque se deba respetar la jerarqua y los miembros de las clases bajas no
podan ser tratados como hroes. Esa prctica discursiva utiliz estrategias
distintas a las seguidas por otros gneros como los corridos en Mxico.
Durante aquella poca, los reyes estaban investidos por el Derecho
divino. Eran objeto de un discurrir heroico, de un herosmo propio,
simulando al hroe mximo de las religiones (Carlyle, 1985). Entonces no se
podan articular en el poema los papeles que desempeaba el pueblo, el
vulgo. Las reglas del protocolo guan en este caso las series de enunciados
de la cancin de gesta y no permiten la intromisin de cuerpos extraos en
su estructura. Es por ello que no aparecen en los cantares de Feira las formas
de vida de los campesinos. Estos no son hroes. S, en cambio, lo son los
condes, los duques y, por supuesto, los reyes, como los sujetos ms dignos
para ser contadas, y cantadas, sus hazaas. Sobre todo el rey, quien es ante
todo un guerrero con un herosmo carismtico (Weber, 1981). Los cantares
de gesta estaban cumpliendo con una funcin de legitimacin de la vida de la
nobleza a travs de valores como el honor, el ser un caballero, la valenta.
Espaa es otro de los pases donde abund la produccin de
canciones de gesta. No existen muchas dudas de parte de los historiadores
respecto a que tal gnero se inici primero en Francia y de ah se traslad a
Espaa, en medio de acontecimientos que marcaron la vida de esta sociedad
a travs de cientos de aos. En este pas sobresalen la invasin musulmana
iniciada desde el ao 711 y los intentos de siete siglos de los cristianos por
reconquistar su territorio, los cuales habran de ser hechos sociales
importantes para la produccin de la pica y la lrica. Sobre todo a partir del
siglo XI cuando los reyes cristianos tomaron la ofensiva para avanzar en la
reconquista, sobresaliendo desde entonces la figura del Cid Campeador en
las fragorosas batallas que llegaron a realizarse y escenificarse.
El Cantar del Mo Cid es un poema annimo que relata hazaas
heroicas, inspiradas en los ltimos aos de la vida del castellano Rodrigo
Daz de Vivar. Se trata de la primera obra narrativa extensa de la literatura
espaola no escrita en latn, sino en una lengua romance. El poema consta de
3.735 versos de extensin variable, aunque dominan versos de 14 a 16
slabas mtricas. Esta cancin es la nica de su gnero en la literatura

121

espaola conservada casi por completo, y alcanza un gran valor literario por
la maestra de su estilo (Wikipedia).
Este poema discurre alrededor de la honra perdida por el hroe, cuya
restauracin supondr una honra mayor a la de la situacin de partida. El
poema se inicia con el destierro del Cid, despus de haber sido acusado por
sus enemigos malos de haberse quedado con el dinero de ciertos parias
que haba recaudado, por lo cual fue expulsado por decreto del rey.
Los ojos de Mo Cid mucho llanto van llorando;
hacia atrs vuelve la vista y se quedaba mirndolos.
Vio cmo estaban las puertas abiertas y sin candados,
vacas quedan las perchas ni con pieles ni con mantos,
sin halcones de cazar y sin azores mudados.
Y habl, como siempre habla, tan justo tan mesurado:
"Bendito seas, Dios mo, Padre que ests en lo alto!
Contra m tramaron esto mis enemigos malvados".
[]
"nimo, lvar Fez, nimo, de nuestra tierra nos echan,
pero cargados de honra hemos de volver a ella. "

Sobresalen las habilidades y capacidades, es decir, el carisma del


Campeador en la toma de algunas posiciones clave como la ciudad de
Alcocer mediante un ardid emanado de su astucia:
Con muy grandes alaridos los que estn en emboscada
para adelante salan, hacia el castillo tornaban,
con las espadas desnudas a la puerta se paraban.
Ya van llegando los suyos, la batalla est ganada.
Ved cmo el Cid conquist Alcocer por esta maa.

De modo similar a lo ocurrido con Roldn, El Cid es capaz de


vencer en las batallas ms cruentas. El texto lo muestra con todas sus
cualidades y pone nfasis en los trofeos obtenidos:
Todos estn ya dispuestos, cuando el Cid as hubo hablado,
las armas bien empuadas, bien firmes en los caballos.
All por la cuesta abajo ven las fuerzas de los francos
y en el hondo de la cuesta, y ya muy cerca del llano,
mand que los atacaran Mo Cid el bienhadado.
Sus caballeros la orden cumplieron de muy buen grado;
los pendones y las lanzas bien los iban empleando,
hieren a unos, y a otros los arrojan del caballo.
Ya ha ganado la batalla Mo Cid el bienhadado,
all al conde don Ramn por prisionero ha tomado,
gan la espada Colada que vale ms de mil marcos.

122

En el fragmento donde se menciona el discurso de Minaya al rey, se


resaltan las conquistas del hroe:
Merced, nuestro rey Alfonso, por amor del Creador.
Estas manos os las besa Mo Cid el luchador,
que le hagis merced os pide, vlgaos el Creador.
Los pies os besa y las manos cual cumple a tan gran seor.
Vos, rey, le habis desterrado, le quitasteis vuestro amor,
pero aunque est en tierra extraa el Cid su deber cumpli,
a esos pueblos que se llaman Jrica y Onda gan,
Almenar ha conquistado, Murviedro, que es an mayor,
a Cebolla gana luego y el pueblo de Castejn,
Pea Cadiella, la villa que est en un fuerte pen;
con todas estas ciudades ya de Valencia es seor.
Obispo hizo por su mano Mo Cid Campeador,
cinco batallas campales libra y todas las gan.
Grandes fueron las ganancias que le ha dado el Creador,
aqu tenis las seales, la verdad os digo yo (A Media Voz).

Como en la cancin de Roldn, en el poema del Mo Cid las virtudes


del caballero tambin son resaltadas. La similitud de nexos institucionales,
econmicos y de sucesos sociales (Foucault, 1972) est presente en un gran
nmero de sociedades y la caballera segua siendo el actor principal, papel
asignado por la invasin de los moros (sarracenos) en Espaa.
Los romances y los moros
A mediados del Siglo XII se produce el paso de la Alta a la Baja
Edad Media, y el panorama social sufrir un cambio notable a la par que la
literatura. En el escenario religioso de Europa se forman los grandes ncleos
urbanos, los cuales sientan las bases del surgimiento de la burguesa como
nueva clase social, teniendo consecuencias sobre el nacimiento y desarrollo
de una literatura propia. Poco a poco la burguesa va a producir su propia
cultura creando sus instrumentos literarios, con un carcter
predominantemente satrico, antinobiliario y antirreligioso, como el cuento y
la poesa satrica, gneros que caracterizan ms esta poca y este tipo de
rdenes sociales, y que buscan la apologa del hombre prctico y avisado,
frente a las prominentes figuras del hroe y del santo. La nobleza
caballeresca y cortesana cercana al rey se afianza en la medida que avanzaba
la Baja Edad. Media, y la lrica provenzal, que haba aparecido en el Siglo
XII, cuaja una nueva concepcin del arte literario con una poesa cancioneril,
de amor y refinamiento cortesanos (Piero, 1991).
De este modo, emergieron los romances durante los siglos XIV y
XV. Se les llam as a las composiciones o poemas annimos breves,
normalmente de carcter pico o pico-lrico para ser cantados con

123

acompaamiento musical. Estas composiciones cuentan episodios de


personajes histricos que formaban ya parte de la memoria popular gracias a
las leyendas y a los cantares de gesta. En esta categora se agrupan la mayor
parte de las composiciones, muchas de las cuales giran alrededor de la figura
del Cid y de los infantes de Lara. En este grupo se pueden encontrar los
conocidos Romance de las quejas de doa Lambra, el Romance de la traicin
de Vellido Dolfos, Romance de la jura de Santa Gadea y Romance del rey
Rodrigo y la prdida de Espaa.
La traicin de Vellido Dolfos, o Bellido Atalfo, un noble leons del
siglo XI conocido por haber dado muerte al Rey Sancho, es de una
importancia especial para nosotros por los objetos acerca de los cuales
discurre. El argumento es conocido: Vellido Dolfos, tras fingir que abandona
la ciudad, se pasa a las filas castellanas logrando hacerse amigo de Sancho
para despus matarlo de forma ignominiosa, a traicin y por la espalda,
mientras el egregio monarca se encontraba en un lugar apartado (Chao, s/a).
En el Romance XV del caballero Leal Zamorano y de Vellido Dolfos se
advierte sobre el carcter traidor de ste, atribuido a factores hereditarios,
convirtindose el noble en una copia o reproduccin de su progenitor:
Sobre el muro de Zamora; vide un caballero erguido;
al real de los castellanos da con grande grito:
-Guarte, guarte, rey don Sancho, no digas que no te aviso,
que del cerco de Zamora un traidor haba salido;
Vellido Dolfos se llama, hijo de Dolfos Vellido,
si gran traidor fue su padre, mayor traidor es el hijo;
cuatro traiciones ha hecho, y con sta sern cinco!
Si te engaa, rey don Sancho, no digas que no te aviso.
Gritos dan en el real: A don Sancho han mal herido!
Muerto le ha Vellido Dolfos; gran traicin ha cometido!
[]
Desque le tuviera muerto, metise por un postigo,
por las calle de Zamora va dando voces y gritos:
-Tiempo era, doa Urraca, de cumplir lo prometido! (Alarcn, s/a).

Las estrategias en el romance espaol no son del todo distintas de las


canciones de gesta. Existe una cierta similitud de los objetos y de los actores
quienes hablan, pero tampoco son una simple evolucin de las canciones de
gesta. La presencia de la burguesa como la clase social en ascenso, permiti
un punto de inflexin en la estructuracin de las formas literarias.
Los corridos, los revolucionarios y los bandoleros
No existe un acuerdo general respecto del inicio del corrido en
Mxico. Mientras que algunos lo sitan desde el siglo XVII, otros afirman
que su produccin comenz en los inicios del siglo XIX, en 1810. Ya desde

124

el siglo XVII se tiene conocimiento de la existencia de coplas de carcter


satrico que eran cantadas, por y para el pueblo, en plazas pblicas. Estas
coplas estaban emparentadas con el romance y la jcara espaola, ambas
cultivadas en Mxico desde los aos de la conquista, y aludan en tono
sarcstico a personajes pblicos y hechos chuscos de la sociedad. No sera
sino hasta mediados del siglo XIX, en el marco de las guerras de religin y
fueros en que estas composiciones populares adquiriran su esencia picanarrativa propia de los corridos actuales (Gmez, s/a).
Pero ya en los tiempos ms actuales, cuando el corrido alcanza una
suerte de vigor popular; es decir, ya en los tiempos de la dictadura porfirista,
el gnero musical se manifiesta y se delnea con mayor claridad, tanto por su
contenido social como por su forma literario-cultural. De acuerdo con la
clasificacin de Vicente T. Mendoza se pueden definir tres periodos en su
desarrollo. Durante el primero, acontecido en el ltimo cuarto del siglo XIX,
se narraban las hazaas de rebeldes al gobierno de Porfirio Daz acentuando
la valenta de los protagonistas. El segundo periodo es el de la Revolucin de
1910, sealada como la etapa ms importante en la produccin de corridos
con caractersticas picas y desarrollado como un gnero popular. El tercer
periodo va de 1930 a los aos sesenta; ah el corrido abandona las
caractersticas originales, convirtindose tan slo en un instrumento utilizado
por los polticos para ser halagados (Gmez, s/a).
La Revolucin contribuy con la proliferacin de corridos y de sus
intrpretes, quienes se desplazaban por los pueblos cantando y contando las
historias ms recientes, de modo similar a como lo hacan los juglares de la
edad media. En algunas ciudades se imprimieron hojas sueltas, como
novedades y curiosidades que se festejaban, con los corridos en los que se
alababan las hazaas o se condenaban las fechoras de los bandidos, se
denunciaban las injusticias, y se daba cuenta de los episodios ocurridos,
bailando y cantando alrededor de las derrotas y las traiciones (Avitia, 2004).
Pero los corridos no forman un conjunto uniforme en su
construccin, sino ms bien se pueden encontrar variantes de acuerdo a la
poca y la regin del pas donde se han producido. Si se construye una
clasificacin se encontrarn diferencias. As, los corridos del Bajo y los del
Norte se asemejan claramente a los romances espaoles tanto por su mtrica
octosilbica como por los tpicos que integran su contenido. Los corridos
urbanos, como los editados por las imprentas populares de finales del siglo
XIX y principios del XX (como por ejemplo la de Vanegas Arroyo en la
ciudad de Mxico), reproducen frecuentemente los pregones y las frmulas
de los romances de ciego espaoles. Pero los corridos surianos, originados
en Morelos, Puebla y Guerrero, parecen ms cercanos a la tradicin poticomusical indgena (Hau Lambert y Gimnez, 2004: 629). Y, como veremos,
no es tan fcil deducir que el corrido tuvo su comienzo evolutivo con la

125

cancin de gesta o con el romance, por el slo hecho de que estos gneros
sean contadores de hazaas o adopten la tcnica o que tengan tal o cual
mtrica. En efecto, si se tratara slo de contar hazaas de hroes o de
batallas con una cierta medida, entonces s se podra pensar que los corridos
son un resultado de la evolucin de aqullas formas literarias.
Slo que las cosas no paran aqu, no slo porque los gneros
musicales mencionados tienen historias muy distintas o divergentes, sino por
la articulacin que hacen tanto de elementos extradiscursivos como de la
propia estructura del discurso. El corrido nace bajo condiciones
socioculturales y polticas muy distintas a las de las canciones de gesta y los
romances. Si se ve como evolucin, se corre adems el riesgo elemental de
afirmar que es la misma identidad persistente y que el narcocorrido
representa la etapa superior de este gnero. Y se puede pensar que la
vestimenta, los temas, los intrpretes y las letras no son ms --siguiendo a
Darwin (s/a) y al darwinismo social-- que diferencias producto de una
evolucin social a travs del espacio y el tiempo (Bock, 1963: 230), de la
lucha por la existencia, de una herencia y de una seleccin natural, y que
cada etapa superior fue apareciendo para que estos fenmenos se fueran
simplemente adaptando a las circunstancias sociales. Tampoco se pretende
afirmar aqu que los corridos no hayan retomado algunos enunciados del
cantar de gesta o del romance o de otro gnero, porque al final pertenecen al
campo discursivo literario, de donde se nutren para ser reinstalados en otro
discurso; es decir, tienen un a priori (Kant, 1991: 27 y ss.) discursivo.
El problema para esta visin evolucionista es que en los corridos se
articulan elementos diferentes a los de las canciones de gesta o a los
romances, a pesar de que, en apariencia, en algunas ocasiones, algunos
objetos o referentes parezcan coincidir, como en los casos del valor y de la
traicin. Y, del mismo modo que en las canciones de gesta y en los
romances, la traicin, por ejemplo, es un objeto de discurso sobre el que se
trata en un gran nmero de corridos y se puede referir a los aspectos
polticos, como en los corridos de Madero y de Zapata.
Numerosos corridos se escribieron acerca revolucionarios y sobre
bandoleros sociales. Zapata y Villa fueron, al parecer, los personajes ms
idneos para narrar sus hazaas, como lo fueron en su momento Roldn,
Mo Cid o Sancho. Respecto a Zapata, los corridos lo representan como un
hroe que entreg su vida por recuperar la libertad del pueblo y fue acosado
por el gobierno hasta que al final lo aniquilaron, del mismo modo que a
muchos otros hroes: a traicin. Tambin se le describe como un patriota
esforzado, bravo luchador, leal y valiente soldado y gran defensor del
pueblo. En Un recuerdo al general Zapata (Romero, s/a) se puede leer:

126
Ahora hablar de Zapata
que en Chinameca cay,
muerto por Jess Guajardo
bajo una infame traicin.
[]
Herido por la metralla
envuelto en sangre expir,
por cobrar la libertad
que el pobre pueblo perdi.

Otro personaje popular que sufri el acoso institucional, como es de


sobra conocido, fue Heraclio Bernal. La historia nos ensea que fue un
guerrillero, un activo luchador en contra del General Caedo, gobernador de
Sinaloa dentro del porfiriato. Acusado de haberse robado unas barras de
plata de la Compaa Minera de Guadalupe de los Reyes, se ve obligado a
defenderse, iniciando su carrera de caudillo social y bandido generoso
(Vidales, 1996: 219). Heraclio Bernal, junto con Chucho el Roto y Santann,
pertenecen al tipo del bandolero noble (Hobsbawm, 1983: 300), rasgo
peculiar en Amrica Latina hacia finales del siglo XIX, en pleno apogeo de
los Estados oligrquicos en este subcontinente.

La regin donde se desenvolva el personaje no era muy


distinta de lo que ocurra en el resto del pas. Su historia se equipara
con la de otros guerrilleros mexicanos de otras regiones, como es el
caso de Pedro Jos Mndez, un luchador tamaulipeco considerado
imbatible. Ni siquiera el sanguinario ex-soldado francs Carlos Dupin
pudo con l. ste nunca logr destruir la guerrilla del chinaco
tamaulipeco. Las cuevas del Cerro del Bernal, disputadas a los tigres a
machetazos, fueron su lugar inviolable. En una de ellas naci su hija,
Mara Diana. En la sierra, Pedro Jos Mndez era invencible. Como
todos los guerrilleros, muri traicionado. La tctica de lucha de
Heraclio Bernal que le vali el apodo de El Rayo de Sinaloa, era la
de Mndez. Como ste, tena por hogar las cuevas de las fieras; all
am a sus mujeres. Contra Bernal se estrellaron todos los generales
que fueron a batirlo en la sierra, y al fin cay traicionado (Ortega y
Lpez, 1987: 186-187). El corrido lo afirma de modo similar:
Estado de Sinaloa
gobierno de Mazatln
donde daban diez mil pesos
por la vida de Bernal.
[]
Heraclio no tena armas,
por eso no les pele.

127
Desgraciado fue Crispn
cuando lo vino a entregar,
pidiendo los diez mil pesos
por la vida de Bernal.

De nueva cuenta la traicin est presente en este caso, igual que en


otros, como la nica posibilidad de derrotar al hroe en accin. Lo novedoso
con respecto a los otros rdenes literarios estudiados es que la traicin se
trama por las personas ms cercanas, confiables y queridas por los
personajes: la amante, otra mujer o el compadre, quienes lo hacen
normalmente motivados por una buena tajada de dinero ofrecida por el
gobierno: los venden, como se dice de modo corriente en el habla popular
mexicana. Y tienen que ser actores muy cercanos al hroe para que el acto
desleal alcance precisamente la categora de traicin.
Al mismo tiempo ocurre que el gobierno, o alguno de sus
organismos, se introducen en los corridos como parte de la estrategia,
produciendo una situacin polarizada. Slo que el gobierno representa aqu
el poder negativo, por decirlo de alguna manera, aqul ante el cual es
necesario luchar, no al cual hay que defender o adherirse o esperar una
defensa de su parte. En trminos de la historia, segn sabemos, el periodo
porfirista se caracteriz por tener un sistema poltico cerrado a las demandas
de la mayora de la poblacin. Fue un sistema oligrquico que priv a los
individuos de sus libertades y derechos ciudadanos, caracterizndose por el
uso excesivo de la fuerza pblica sobre todo en contra de los campesinos. A
sangre y fuego se logr contener el antiguo espritu de rebelin no sin
grandes sacrificios del campesinado inocente. La sociedad rural tuvo que
padecer desmanes de la soldadesca. Por eso al grito de Ah viene la tropa!
La gente sala despavorida de pueblos y ranchos (Gonzlez, 1977: 203).
Los enunciados (Bajtin, 1999; Foucault, 1972) sobre el gobierno lo
hacen aparecer como el enemigo, como el polo negativo contra el cual se
debe luchar y contra el que cualquier defensa es aplaudida, sobre todo en la
estructura de los corridos de revolucionarios, de valientes o de bandoleros. A
diferencia del cantar de gesta o del romance, en el corrido los hroes no son
los miembros de la nobleza, ni son caballeros, aunque tambin pesa sobre
ellos una acusacin. Cierto que tambin luchan por el honor como en los
cantos medievales, pero es otro honor, otro orgullo. Considerando la idea de
la arbitrariedad del signo (Foucault, 1987; Saussure, 1985), su significado es
distinto porque los elementos estn estructurados de otro modo. Adems las
estrategias en uno y otro difieren, as como los actores, las instituciones y la
funcin que ejercen. No se puede afirmar que en la Edad Media no se haya
manifestado una violencia menos o ms intensa en contra de las clases bajas
que la ocurrida en Mxico durante todo el porfirismo, sino que el discurso

128

medieval, como vimos, no incorpora o articula esos aspectos de la vida


social de las clases bajas, como s se hace, por ejemplo, en el corrido de
Valentn de la sierra en el cual la lucha popular es en contra del gobierno:
Voy a cantar un corrido,
de un amigo de mi tierra
llamdose Valentn,
que fue fusilado y colgado en la sierra
No me quisiera acordar,
era una tarde de invierno
cuando por su mala suerte
cayo Valentn en manos del gobierno

En muchos otros corridos se puede encontrar el mismo referente al


gobierno o a las fuerzas policacas -como la acordada-, y la actitud que
mantiene el hroe frente a ellos, como en los corridos de Valentn Mancera,
Benito Canales, Carlos Coronado y Valentn de la Sierra, entre otros. En
cada uno de ellos, el gobierno persigue o mata, por lo cual nadie quiere caer
en sus manos, prefiriendo huir y pelear en su contra. La deslegitimacin de
las instituciones es patente en el gnero.
La estructura (Foucault, 1987: 12-15; Van Dijk, 2001: 118-122) de
esta forma literaria permite que los sucesos violentos del porfirismo se
adentren y se cuelen para justificar o darle credibilidad a las acciones
antigubernamentales. El corrido trueca la funcin de legitimacin de las
instituciones polticas por la legitimacin de las luchas populares en contra
del rgimen, incluyendo, por supuesto, a las fuerzas policacas o de
seguridad, las cuales tenan una presencia ms intensa en la poblacin.
Los rurales y la acordada fueron actores de primer plano. Los
primeros formaban una polica montada compuesta por una mayora de
criminales, cuyas actividades se reducan de modo bsico a robar y matar por
cuenta del gobierno (Turner, 1973: 128). La acordada es una organizacin
secreta de asesinos, una especie de polica dependiente de cada Estado (sic)
mexicano. Se compone de un jefe y de 6 a 50 subordinados. La acordada
suele eliminar a los enemigos personales del gobernador o de los jefes
polticos, a los polticos sospechosos, a los bandidos y a otros de quienes se
sospeche que han cometido algo, pero contra los cuales no hay pruebas. Los
oficiales proporcionan los nombres de las vctimas, y los miembros de ese
cuerpo son mandados con rdenes de matar silenciosamente, sin escndalo
(Turner, 1973: 130). Las policas, al lado de los soldados, sembraron en
verdad el terror, de modo tal que era preferible la muerte a verse atrapado
por ellos. Varias cuartetas de algunos corridos lo atestiguan: Demetrio
Juregui, Benito Canales, Valentn de la Sierra y Los Tulises, entre otros.

129

En la comparacin que se hace de los corridos con otros gneros, se


encuentra que en los primeros se seleccionan estrategias distintas a las del
cantar de gesta y los romances. Tambin se incorporan los objetos del valor,
la lealtad y otros, pero en lugar de articularse con el tema de los caballeros,
lo hacen con los revolucionarios, bandoleros y otros. Los enunciados sobre
el valor parecen ser los mismos porque las frases se repiten tanto en los
cantares como en los romances y en los corridos, pero son distintos actos de
habla, porque son pronunciados en momentos y situaciones muy diferentes
(Searle, 1997: 22-26); es decir, tienen significados diferentes, si se quiere
usar esta expresin. Todos son hroes que realizan hazaas parecidas y sin
embargo son distintas. El valiente Roldn o el Cid difieren del valiente
Heraclio Bernal o de Camelia la Taxana. stos son bandoleros o
narcotraficantes fuera de la ley y sus combates son en contra de las
instituciones; aqullos son caballeros que luchan por el honor de su reino o
de sus posesiones territoriales.
Respecto de la funcin (Van Dijk, 2001: 115-117) que cumple el
corrido, es posible afirmar que desde sus orgenes fue la de divulgar noticias
frescas sobre los sucesos importantes. Sirvi como medio de informacin. A
travs de l los mexicanos se enteraban de casi cualquier tipo de noticias,
incluyendo las polticas. Tambin fue un medio de conduccin de las ideas
revolucionarias. Al principio, estos corridos moran cuando se dejaban de
cantar o pasaban de moda las novedades, pero algunos eran recogidos por
pequeos editores que los impriman en hojas sueltas de colores llamativos y
los ornamentaban con grabados de los ms variados estilos. Los ms
recordados son los de la casa Vanegas Arroyo, con ilustraciones del entonces
desconocido grabador Jos Guadalupe Posada (Pujals, s/a).
Luego veremos cmo esta funcin de ser medio informativo no ha
cambiado mucho. Los corridos actuales, los narcocorridos, aun cumplen el
papel de ser transmisores de tradiciones, slo que ahora la realizan en una
poca donde los mass media tienen un predominio, un alcance y una
trascendencia antes inimaginables, lo cual est en posibilidades de potenciar
sus efectos comunicativos de modo insospechado.
Los narcocorridos
Antes se sealaron las tres primeras etapas por las que ha
transcurrido el corrido. Ahora se puede aadir una cuarta, iniciada en la
segunda mitad de la dcada de los setenta. En esta etapa entran los corridos
con temticas propias de indocumentados mexicanos y de algunas
actividades delictuosas ubicadas en la frontera de Mxico con Estados
Unidos como el trfico de drogas ("el contrabando"). Se retratan los hechos
y situaciones de los inmigrantes ("mojados") mexicanos en los Estados

130

Unidos (La tumba del mojado, El otro Mxico) y de las hazaas de pequeas
mafias de mexicanos que operan en los estados del sur de dicho pas []
Nacen as corridos como Contrabando y traicin, La banda del carro rojo y
La camioneta gris. Sus personajes, siempre mexicanos o chicanos que se
mantenan al margen de la ley, desplazaron a aquellos que, en otras etapas
del corrido, representaban ideales revolucionarios o que eran los bandidos
buenos que merecan la admiracin. Emilio Varela, Camelia La Texana
o Lino Quintana son nombres de contrabandistas popularizados y
mitificados en esta nueva etapa del corrido (Gmez, s/a).
La reaccin popular ante estos hechos delictivos es positiva, de
admiracin y respeto. No es tan difcil para algunos grupos sociales
adherirse a estos personajes, como no lo fue para las clases bajas adherirse
en su momento a Francisco Villa, Emiliano Zapata o Heraclio Bernal, a
quienes consideraban como justicieros capaces de vengar los abusos del
poder poltico. El enfrentamiento con la ley es algo importante para las
clases sociales bajas, porque buscan quin los reivindique, quin les haga
justicia, aunque sea en una representacin simblica. Y si los narcos son
delincuentes perseguidos, entonces sus batallas se popularizarn; sus
comportamientos delictivos se mirarn como virtudes y los enfrentamientos
con las fuerzas policacas se relatarn como hazaas que han logrado.
Los narcocorridos se orientan a detallar las vivencias tpicas en las
que se hallan envueltos sus personajes. Tambin agregan al narcotraficante
virtudes esenciales para el desempeo de sus actividades ilcitas,
proyectndolos como hombres de poder, valientes, justos, astutos, temerarios
y resueltos (Wikipedia), creando en estas composiciones incluso un lenguaje
especial con nuevos vocablos y smbolos para designar sus actividades.
En Contrabando y traicin se cuenta la historia de Camelia la
Texana y Emilio Varela, quienes traficaban con hierba mala. Se narra su
paso por San Clemente y por migracin sin sobresalto alguno. En este
corrido tambin se enfatiza la lealtad de Camelia con el enunciado una
hembra de corazn que puede dar la vida por el hombre que ama, pero no
perdona la traicin, regla bsica del contrabando.
Salieron de San Isidro,
procedentes de Tijuana
traan las llantas del carro
repletas de hierba mala
eran Emilio Varela,
y Camelia, la Texana.
[]
Un hembra si quiere un hombre
por l puede dar la vida
pero hay que tener cuidado

131
si esa hembra se siente herida,
la traicin y el contrabando
son cosas incompartidas.
[]
Emilio dice a Camelia
"Hoy te das por despedida,
con la parte que te toca,
t puedes rehacer tu vida
yo me voy para San Francisco
con la duea de mi vida"
Sonaron siete balazos,
Camelia a Emilio mataba,
la polica slo hall
Una pistola tirada.
Del dinero y de Camelia
Nunca ms se supo nada.

En La banda del carro rojo se representan hechos similares a los


de Contrabando y traicin, slo que con una variante: aparece el sopln.
La voz que pone el dedo se metamorfosea. Ya no es el compadre, la
amante o alguien cercano, sino un sopln annimo, quien es capaz de
detallar los movimientos de los contrabandistas y conocer los lugares de
donde proceden, hacia dnde se dirigen y qu y cmo lo transportan: Dicen
que venan del sur/ en un carro colorado/ traan cien kilos de coca/ iban con
rumbo a Chicago/ as lo dijo el sopln/ que los haba denunciado.
El combate es objeto de discurso como lo fue en la cancin de gesta
o el romance, aunque con elementos muy distintos a los de aqullos gneros.
Cambian los medios de la violencia. Aqu no aparecen lanzas ni corceles,
sino un rifle M-16 y una patrulla, componentes de la masacre. Y se discurre
sobre la resistencia para declarar, lo cual significara resistencia a convertirse
en delator, en sopln, considerado inmoral en estas actividades. De paso,
puede mostrarse cmo esta estrategia conduce a una prueba de lealtad:
Surge un M-16
cuando iba rugiendo el aire
el faro de una patrulla
se vio volar por el aire
as empez aquel combate
donde fue aquella masacre
Deca Lino Quintana
esto tenia que pasar
mis compaeros han muerto

132
ya no podrn declarar
y yo lo siento cheriff
porque yo no s cantar
De los siete que murieron
Slo las cruces quedaron
Cuatro eran del carro rojo
Los otros tres del gobierno
Por ellos no se preocupen
Irn con Lino al infierno.
Dicen que eran del Candil
Otros que eran del Altar
Hasta por ah dicen muchos
Que procedan del Parral
La verdad nunca se supo
Nadie los fue a reclamar.

La guerra contra el gobierno es una parte consustancial en los


corridos de bandoleros y tambin en los narcocorridos. Los narcotraficantes
no necesitan ser revolucionarios para luchar en contra del gobierno. Pero en
algo se igualan con respecto a los revolucionarios: sus actividades tambin
son ilcitas, como lo fueron las de Heraclio Bernal, de Zapata o Villa, lo cual
les permite tener presencia en la estructura de los corridos.
En trminos de relaciones sociales, la situacin de fines del siglo
XIX y principios del siglo XX difiere con la del siglo XXI en gran medida,
aunque en algunos asuntos, como en los polticos o la justicia, por ejemplo,
las cosas parecen no haberse modificado sustancialmente a pesar de la nueva
institucionalidad poltica de la que se hace alarde en estos tiempos. Se puede
hablar de las transformaciones en la economa y en los medios de
comunicacin; del ascenso del urbanismo y de la gran diferencia que existe
en la educacin; de las modificaciones institucionales y de muchos otros
aspectos de la vida social mexicana que se han transformado a travs de un
siglo. A pesar de ello algunos factores an no han cambiado; sobre todo la
pobreza y, muy cercanos a ella, la injusticia, la impunidad y la corrupcin
del rgimen poltico y de otras esferas de la sociedad.
Debemos recordar que en los corridos los cantantes iban de pueblo
en pueblo relatando hazaas de bandoleros y de leales hombres durante el
porfiriato y la Revolucin. A la gente le gustaban tanto que los repeta y los
cantaba una y otra vez en fiestas y reuniones, en el campo y en los pueblos.
Los narcocorridos son distribuidos de otro modo. stos surgen en medio del
dominio de los media, elemento clave por lo que representa para su amplia
difusin. Quiz convendra sealar que en la popularizacin del corrido, en
esta nueva etapa, interviene de modo predominante la comercializacin tan

133

grande con que ahora cuenta esta msica. Las compaas disqueras y las
empresas de espectculos promueven, tanto en la radio como en la televisin
y en los escenarios de masas, a los compositores, cantantes y grupos
musicales que interpretan el gnero. Hubo un gran salto en los corridos al
pasar de la distribucin de hojas de mano en mano a los medios electrnicos
y en general a la industria de la cultura del mundo.
Conclusiones
Analizados como discurso, encontramos que los gneros vistos
tienen distintas estrategias, estructuras y funciones. Tambin son producidos
bajo distintos arreglos institucionales y con diferentes relaciones sociales en
cada una de las pocas a la que perteneci cada uno de ellos. La cancin de
gesta se produjo en la Alta Edad Media, bajo condiciones de feudalizacin
profunda y de consolidacin de la caballera. El romance emerge en medio
de la crisis del feudalismo y coincide con la aparicin de una nueva clase
social, la burguesa, lo cual imprime un sello un tanto ms satrico a la
poesa. El corrido irrumpe bajo condiciones de Independencia poltica en
Mxico y se va desarrollando acorde con los movimientos sociales,
alcanzando su clmax con la Revolucin, que contribuye a su arraigo.
En este marco, aunque Roldn, Mo Cid, Don Sancho, Heraclio
Bernal o Camelia la Texana se enfrentaron con la adversidad, cada uno tuvo
sus rasgos propios y todos ellos requirieron de valenta y fueron
traicionados. Sin embargo el corrido mantiene una distancia con respecto a
los otros gneros musicales y no se da una continuidad evolucionada entre
ellos. En su papel de hroes todos realizan hazaas y muestran su valenta y
decisin en los combates y al final caen bajo la impronta de la traicin. Sin
embargo ni sta ni la valenta son las mismas para Roldn, Mo Cid, Bernal
o Camelia la Taxana. Adquieren un sentido distinto y peculiar.
Roldn combate contra los sarracenos; Mo Cid enfrenta el destierro
del rey y tiene que realizar nuevas conquistas para recuperar su posicin
social. Todos son traicionados por distintos personajes. A pesar de ello, la
funcin que cumplen estos gneros es distinta: Roldn y el Mo Cid son
funcionales al sistema medieval; Heraclio Bernal es disfuncional al sistema
oligrquico, pero funcional con respecto a las clases sociales bajas.
Aunque un rasgo distintivo interesante es que las batallas que libran
aqullos hroes y stos son desiguales. Mientras que Roldn o el Mo Cid
van acompaados de sus amigos y sus ejrcitos, los bandoleros iban de
hecho solos a la sierra a combatir a las fuerzas del gobierno, arrostrando el
peligro con muy escasos recursos. Los narcos son ms parecidos a aqullos
al poseer medios de violencia muy poderosos. Dentro de los mismos
corridos se encuentra todo un arsenal: cuernos de chivo, R-15, M1,

134

una super, una 45. Tambin los vehculos y camionetas son clave en los
corridos: la troca, la bronco, la suburban, la cheyene y otras.
La interpretacin de los gneros tambin es diferente: trovadores,
troveros, juglares y gruperos ejecutan sus obras en distintos escenarios. Los
trovadores, troveros y juglares no lo hacan con todo el poder de los media,
ni entre pblicos delirantes, ni vendan cientos de miles de discos. Y menos
estaban precedidos de vastas campaas publicitarias ni eran interpretados en
fastuosos escenarios con alta tecnologa.
Algo ms puede resaltarse: estos gneros han surgido en condiciones
de un rgimen autoritario, de una violencia institucional y de condiciones
sociales o relaciones sociales en tensin o conflicto, que han contribuido a
producir crisis largas y muy conflictivas. A todos estos factores se puede
aadir la ausencia de justicia, otro ingrediente que est contribuyendo con la
produccin de enunciados de oposicin a los gobiernos.
Finalmente se puede agregar que los elementos vistos aqu en el
anlisis del discurso no son, por supuesto, todos los factibles, ni fueron
aplicados con la amplitud y la profundidad que posibilitan. Existen adems
otros aspectos que debern ser tomados en consideracin para una posterior
dilucidacin del problema. Aspectos tales como los correlatos discursivos,
tanto cercanos como opuestos al discurso en estudio, entre otros. Tambin se
deben tomar en cuenta la gran diferencia en la extensin del poema o los
efectos diferenciales que se generan cuando son interpretados con alta
tecnologa o las implicaciones que produce una especfica entonacin, slo
por mencionar algunos de tales aspectos. Pese a los antecedentes, como
fenmeno cultural relativamente novedoso, el del narcocorrido es un filn
hermenutico e interpretativo an en ciernes.
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136

LA IDENTIDADES multinacionales
Segundo GALICIA SANCHEZ
De nuestra identidad hablamos siempre que decimos quines somos y
quines queremos ser. Y en esa razn que damos de nosotros se entretejen
elementos descriptivos y elementos evaluativos. La forma que hemos
cobrado merced a nuestra biografa, a la historia de nuestro medio, de
nuestro pueblo, no puede separarse en la descripcin de nuestra propia
identidad de la imagen que de nosotros nos ofrecemos a nosotros mismos y

Coordinador de la Maestra en Ciencias Sociales de la UAS. Miembro del SNI. Es


autor del libro Introduccin al estudio del conocimiento cientfico, Ed. Plaza y
Valds, Mxico.

137
ofrecemos a los dems y conforme a la que queremos ser enjuiciados,
considerados y reconocidos por los dems. (Jrgen Habermas).

La identidad nacional ha sido objeto de mltiples estudios y anlisis


para determinar su razn de ser, sus orgenes, formacin, componentes y
formas de desarrollo y transformacin. Ha sido objeto tambin,
histricamente, de discusiones e interminables disputas entre los miembros
de diferentes nacionalidades y, an en los ltimos aos, se han generado
autnticas guerras de exterminio por imponer los supuestos derechos de unas
naciones sobre otras y hacer prevalecer las identidades nacionales. A esto
hay que agregar una problemtica que ha surgido a propsito del incremento
de los movimientos migratorios, que con particular intensidad tienen lugar a
escala mundial, como una manifestacin ms de la conformacin de la
sociedad global de finales del siglo pasado y comienzos del presente; esto
configura, de acuerdo con la propuesta terica de Jrgen Habermas, una
nueva forma de nacionalidad denominada como postnacionalidad1
No obstante las mltiples propuestas, en el estudio de lo nacional y
la nacionalidad habra que tener en cuenta que todo ser humano, como ser
social, independientemente de que se d cuenta de ello o no, se desarrolla en
diferentes grupos sociales con sus respectivos contextos culturales, segn la
dinmica de su propia vida personal, lo cual le induce a asumir, separada o
simultneamente, distintas formas de identidad, ya sea individual o
colectiva. Estas formas pueden ser de gnero, familiar, ideolgica, religiosa,
regional, poltica y, por supuesto, de nacionalidad.
Este trabajo se centra en la identidad nacional y su relacin con la
identidad individual o colectiva en una dimensin ms amplia que la nacin,
es decir, de la identidad multinacional de los migrantes internacionales. La
identidad nacional puede ser entendida como un concepto multidimensional
que incluye componentes sociales, psicolgicos, simblicos, culturales,
territoriales, econmicos y poltico-legales. La identidad multinacional, a su
vez, en tanto concepto ms amplio, y por ello mismo ms problemtico,
agrega a los referentes de la identidad nacional otros de carcter ms general,
que configuran nuevos significados y en consecuencia nuevas formas de
identidad; algunas son las identidades multinacionales y postnacionales.
En tanto las identidades nacional y multinacional se basan en las
diferentes interpretaciones acerca de las ideas de nacin y nacionalidad, es
pertinente analizar estos conceptos para establecer sus principales
determinaciones y la dinmica de sus procesos de formacin y desarrollo, en
1

Habermas, Jrgen (1989), Identidades nacionales y postnacionales, Tecnos,


Madrid, Espaa

138

relacin a sus consecuencias individuales y colectivas de identificacin.


Dada la amplitud de los anlisis sobre la nacin y la nacionalidad estamos
obligados a ser selectivos y breves en algunos aspectos.
El anlisis de la identidad nacional
Los diferentes estudios que se han realizado en torno a la nacin y a
la nacionalidad, como aquellos que se han interesado por la historia de su
formacin y desarrollo, han expuesto dos maneras de entender la nacin: la
concepcin francesa u occidental y la concepcin tnica o alemana. Una
tercera es la propuesta por David Miller sobre la base del principio de
nacionalidad. A stas agregamos nuestras propias consideraciones.
La concepcin francesa de nacin se refiere principalmente a lo
espacial o territorial, lo cual implica que las naciones deben poseer
territorios relativamente establecidos, con contornos definidos y reconocidos
histricamente. Adems del territorio, hay otro componente de la idea de
nacin. Se trata del sentimiento de pertenencia a una comunidad histrica
reconocida en el tiempo. Esta comunidad puede tener un reconocimiento
poltico-legal, lo cual conlleva una comunidad de leyes e instituciones con
una voluntad poltica. Asmismo, tambin supone la existencia de ciertas
instituciones colectivas de carcter regulador cuya finalidad es dar expresin
a sentimientos y objetivos polticos comunes. Por ltimo, la nacin
presupone la existencia de un cierto nmero de valores y tradiciones
comunes entre la poblacin. Se considera que las naciones son comunidades
culturales, cuyos miembros estn unidos, cuando no homogeneizados, por
recuerdos histricos, mitos, tradiciones y smbolos colectivos. El paradigma
de este pensamiento lo constituye Joseph Ernest Renan (1823-1892) y su
conocida conferencia que lleva por ttulo: Qu es una nacin?
La otra perspectiva de anlisis, la concepcin tnica o alemana de la
nacin, est representada por el pensamiento de Johann Gottfried Herder
(1744-1803) y Wilhelm Von Humboldt (1767-1835). Esta asume que la
nacin se caracteriza esencialmente por la comunidad del nacimiento y la
cultura y, en sta desempea un papel decisivo el lenguaje. La propuesta de
Herder era que exista una ntima conexin entre la lengua y el carcter
nacional de un pueblo. De modo semejante, Humboldt estableci un vnculo
esencial entre la lengua nacional y la raza, idea que fue utilizada por el
nazismo alemn para justificar su supuesta superioridad racial. En esta
concepcin destaca la importancia de la comunidad de origen expresada en
el nacimiento y la cultura ejercida y reconocida como propia. Entre los
elementos que caracterizan esta concepcin sobresale la lengua original
frente al territorio. En este sentido, la nacin es una entidad natural, una gran
familia cuyos antepasados se remontan a una supuesta ascendencia comn.
Sus integrantes presentan vnculos familiares que les diferencian de los

139

otros, de los extraos, esto es de los extranjeros. Por lo tanto, la nacionalidad


est igualmente determinada de manera natural, de forma que puede ser
discutida y en su caso negada a quienes no cumplen ciertos requisitos, entre
los que ocupa un lugar destacado la lengua de la comunidad cultural. Esta
idea de nacin tiene un fuerte componente afectivo, de tal manera que el
sentimiento nacional es vivido intensamente y experimentado como se siente
una relacin de filiacin familiar. Por ello mismo la identidad nacional
puede sentirse con mayor fuerza con respecto a otras nacionalidades.
Por su parte David Miller presenta un anlisis de la identidad a partir
de lo que l denomina principio de nacionalidad2. Este principio es
elaborado mediante la interrelacin de tres proposiciones bsicas. Una de
estas proposiciones sostiene que la identidad nacional es parte integrante de
la identidad personal de un individuo; es decir, se trata de un derecho
universal que le asiste en su condicin de ser humano. La otra proposicin
afirma que la identidad nacional tiene un componente tico, el cual proviene
de la comunidad tica que como tal es una nacin; de la comunidad tica se
derivan determinadas obligaciones de solidaridad para con los
connacionales. La otra proposicin se refiere al carcter poltico de toda
identidad nacional, en tanto genera sentimientos de autodeterminacin
nacional frente a otras nacionalidades. Miller Enfatiza que estas tres
proposiciones no operan aisladamente si no que, interrelacionadas muy
estrechamente, configuran una determinada forma de identidad nacional.
Esta interconexin de proposiciones puede parecer en ocasiones circular,
y el hecho de que la defensa de la nacionalidad no pueda ser expresada en
una lmpida forma lineal nos hace sospechar de ella. Pero creo que, si
queremos comprender el poder de la nacionalidad como idea en el mundo
moderno la atraccin de la identidad nacional para el sujeto moderno
debemos tratar de entender su lgica interna.3

Miller destaca cinco elementos constitutivos de una comunidad que


conforman una nacionalidad como fuente de identificacin personal:
creencias compartidas y compromisos mutuos de continuar una vida en
comn, una tradicin histrica que se extiende en el tiempo, una vida
comunitaria activa, vinculacin a un territorio particular o determinado y una
cultura pblica diferente de otras comunidades. Adicionalmente, seala que
la idea de nacin y nacionalidad y, consecuentemente, la identidad nacional,

Miller David (1997), Sobre la nacionalidad, autodeterminacin y pluralismo


cultural, Paidos, Barcelona, Espaa.
3
Ob. cit. p. 27.

140

es un fenmeno moderno pero que contiene elementos culturales mticos que


arraigan en el pasado remoto de la vida de un grupo, pueblo o nacin.
Sin embargo, desde una perspectiva ms amplia, que trata de ser la
nuestra, estas concepciones de la nacin territorial, tnica y del principio
de nacionalidad-- no son necesariamente excluyentes y ms bien, pueden ser
complementarias. En todas las naciones coexisten variados elementos
territoriales, tnicos, culturales y cvicos, en distintas formas e intensidades,
que configuran formas especficas de nacin, de nacionalidad y de
identificacin nacional frente a los otros, los extraos, los extranjeros. Una
nacionalidad concreta es la concatenacin de estos diversos elementos en
una situacin social determinada. En estos casos lo que suele suceder es que,
en algunas situaciones sociales predominan los elementos cvicos, ticos y
territoriales y, en otras situaciones, sobresalen los componentes tnicos o
culturales y polticos. La estructuracin de los diversos elementos que
constituyen una nacionalidad concreta no siempre resulta lineal o coherente,
clara o precisa; por el contrario, muchas veces puede ser inmensamente
compleja y por ello mismo contradictoria y hasta conflictiva. Adems la
nacin y la nacionalidad no siempre transcurren como definitivamente
establecidas sino que tambin estn en procesos de construccin y
reconstruccin, lo que puede generar divisiones y oposiciones internas que
pueden llegar a manifestarse en luchas fratricidas.
La nacionalidad y el Estado-nacin
En la formacin de la nacionalidad moderna es necesario tener en
cuenta el surgimiento del estado-nacin en Europa y sus consecuencias en la
formacin de los estados nacionales latinoamericanos. El Estado-nacin es
una entidad polticamente soberana que se basa en una poblacin constituida
por una nacin o grupo de naciones, con elementos culturales relativamente
comunes y en un territorio relativamente determinado. Los Estados-nacin, o
Estados nacionales, surgieron como consecuencia de los movimientos
polticos transformadores de la Revolucin Francesa (disolucin del estado
absolutista, feudal y aristocrtico a favor de la nacin, que es proclamada
soberana). El motor, sobre todo en los siglos XVIII y XIX, de este
desarrollo, que iba acompaado de la desintegracin de los Estados y la
prdida de poder de los principados en la que se dividan las naciones,
fueron los grandes intereses econmicos de la burguesa en el marco del
desarrollo del sistema capitalista mundial.
Una vez consolidados algunos Estados nacionales prosiguieron su
desarrollo hasta alcanzar la formacin de estados imperialistas. La expansin
de los Estados nacionales de tipo imperialista llev, en muchos casos, a la
perversin de la idea de unidad nacional beneficiando al nacionalismo o

141

chovinismo de algunas identidades nacionales sobre otras4. De las utopas de


integracin cultural y nacional surgieron, por la propaganda y a la
manipulacin-- ideologas que sobrevaloraron la propia nacin y, por el
contrario, campaas de difamacin contra otros pueblos y razas. Los
desplazamientos de fronteras, como resultados de las guerras de conquista o
de los acuerdos que seguan a las guerras, son causas de problemas con
minoras nacionales o tnicas del interior de los Estados nacionales.
En las antiguas colonias, que se convierten en soberanas, tras haber sido
divididas en el aspecto cultural de forma arbitraria, y en los pases en vas
de desarrollo, el concepto de Estado-nacin se utiliza para superar las
fronteras tribales culturales internas y crear una conciencia propia de un
estado nacin y la correspondiente aspiracin a la independencia respecto
del exterior. Por otra parte, fuertes ideas de cooperacin internacional e
integracin han contribuido notablemente a poner en tela de juicio al
Estado nacional y van llevando a la desintegracin de su soberana.5

El anlisis de la problemtica de la identidad individual y colectiva


El nacionalismo, tal como se desarroll en Europa desde fines del
siglo XVIII, es una forma especficamente moderna de identidad colectiva.
Tras la ruptura con el Ancien Rgime, y con la disolucin de los rdenes
tradicionales de las primeras sociedades burguesas, los individuos se
emancipan en el marco de libertades ciudadanas abstractas. La masas de los
individuos as liberados se torna mvil, no slo polticamente como
ciudadano, sino econmicamente como fuerza de trabajo, militarmente como
obligados al servicio militar y, tambin, culturalmente como sujetos a una
educacin escolar obligatoria; que aprenden a leer y a escribir y se ven
arrastrados as por el remolino de la comunicacin y cultura de masas. En
esta situacin es el nacionalismo el que viene a satisfacer la necesidad de
nuevas identificaciones (Habermas: Conciencia histrica e identidad
postradicional).
La formacin de las identidades individuales y colectivas est
expuesta a una gran variedad de influencias segn la historia personal y las
vicisitudes histricas de los grupos y los pueblos. En las ltimas dcadas el
desarrollo de las comunicaciones ha intensificado el intercambio de todo tipo
de mercancas, incluyendo la fuerza de trabajo. Los pases desarrollados se
han convertido, as, en centros receptores de grandes masas de poblacin
4
5

Heinz H. K.: Diccionario enciclopdico de sociologa, p. 306.


Heinz, Ob. cit.

142

migrante, constituida principalmente por fuerza de trabajo proveniente de


zonas o pases subdesarrollados. Grandes flujos migratorios internacionales
se producen a pesar de todas las barreras impuestas para impedirlas.
Por otra parte, el desarrollo econmico global est reestructurando la
economa mediante la integracin de grandes zonas de libre comercio, lo
cual implica de alguna manera la modificacin y, en algunos casos, la
disipacin de las fronteras nacionales. Ello conlleva una transformacin
relativamente amplia y profunda de los conceptos de nacin y de
nacionalidad y la alteracin, sin duda, del concepto de nacionalismo. En
realidad, todas las formas de identidades habidas en el pasado son
confrontadas en el contexto de la conformacin de la sociedad global.
La consolidacin de la Unin Europea y el Tratado Norteamericano
de Libre Comercio (NAFTA) entre Estados Unidos, Canad y Mxico estn
repercutiendo en la sensibilidad, la conceptuacin y la prctica de la nacin y
la nacionalidad de los pases involucrados en los respectivos tratados
comerciales tanto en Europa como en Amrica. Es que en tales tratados, el
Estado-nacin, paradigma clsico de la nacin y del nacionalismo y,
consecuentemente de la identidad nacional, se enfrenta a profundo desafos
de los que no necesariamente se alcanza a percatarse y a aquilatar sus
mltiples consecuencias sociales, econmicas, polticas y culturales.
En el aspecto econmico, el proceso de transnacionalizacin se
caracteriza por la capacidad de las empresas transnacionales para reducir la
autonoma del estado-nacin. La nueva economa se caracteriza por una
organizacin global y cada vez menos nacional de los mercados y de las
actividades productivas, comerciales y financieras, trastocando las
soberanas y los sentimientos nacionalistas.
En el aspecto poltico se afectan los centros de poder, ante el
surgimiento de nuevos mbitos de decisiones, con fuerte vnculos
binacionales o multinacionales que, articulados a los nuevos estamentos
econmicos mundiales, tienden a disminuir y en muchos casos a sustituir los
antiguos sistemas polticos tradicionales.
En los aspectos propiamente sociales y culturales, el desarrollo de
los medios de comunicacin y la globalizacin han conducido a lo que
McLuhan llam "la aldea global" una comunidad global de receptores
nacidos de la expansin centralizada del mercado mundial de servicios y
bienes de la informacin, afectando notablemente las ideas y tradiciones
ancestrales de los pueblos que conforman los estados nacionales. El impacto
social y cultural del desarrollo de los medios de comunicacin es de alcances
todava desconocidos, pero lo que sin duda ocurrir ser la transformacin
radical de la sociedad moderna y su consolidacin como sociedad global.

143

Migracin internacional e identidad nacional


La migracin se describe como el desplazamiento de la poblacin de
un lugar a otro dentro de un mismo pas o entre pases, de modo
relativamente permanente. Se caracteriza como el proceso de movilidad
regional dentro de una misma sociedad o entre distintas sociedades y sus
mbitos vitales geogrficos y culturales. Se pueden distinguir tres tipos
principales de migraciones: migraciones interiores y exteriores; migraciones
libres y obligatorias; y migraciones temporales y duraderas.
De las migraciones exteriores son especialmente importantes, para
este trabajo, los movimientos de la fuerza de trabajo constituida por el
desplazamiento de trabajadores extranjeros. Estos movimientos se estn
realizando con mayor intensidad y configuran una direccin definida: van de
los pases subdesarrollados hacia los pases desarrollados. Los trabajadores
extranjeros son la expresin de los movimiento migratorios de los pases
subdesarrollados a los pases desarrollados, con todas sus implicancias
sociales, econmicas y culturales, que incluyen el desplazamiento de la
fuerza de trabajo pero tambin la fuga de cerebros de aquellos a estos.
Las migraciones extranjeras se han intensificado en las ltimas
dcadas por el desarrollo de los medios de comunicacin, y especialmente de
los transportes en el mundo. Y han operado como factores facilitadores de
los movimientos migratorios una relativa mayor consideracin de los
derechos de tales trabajadores y de los refugiados a nivel internacional.
Las migraciones internacionales de trabajadores son los
desplazamientos de individuos o grupos de poblacin que buscan conseguir
mejores condiciones laborales, mismas que no encuentran o a las que no
pueden acceder en sus lugares de origen. Estas migraciones han existido
desde los tiempos de los grandes descubrimientos europeos y las guerras de
conquista en todas las latitudes del mundo que concluy con la formacin de
los imperios coloniales de los siglos XVII al XIX. Pero durante el siglo XX
se intensificaron las migraciones con caractersticas propias, particularmente
en las ltimas dcadas, de alguna manera influidas por el desarrollo de los
medios de comunicacin y la conformacin de la economa global.
La migracin laboral hacia el extranjero se ve favorecida en algunos
casos por el descenso de la natalidad en los pases receptores, lo que acarrea
determinadas tasas de escasez de fuerza de trabajo que los trabajadores
migrantes tienden a suplir y en no pocos caso a reemplazar.
La migracin de trabajadores hacia el extranjero en cualquier latitud
del mundo y su establecimiento relativamente permanente en un pas distinto
al de origen genera diversas situaciones de interaccin y adaptacin social,
por una parte, y de aprendizaje y asimilacin cultural, por otra, que impacta

144

de alguna manera y en ms de algn sentido la identidad nacional y que


puede llegar a configurar el fenmeno de la multinacionalidad.
El efecto de la migracin internacional en el crecimiento demogrfico de
las regiones ms desarrolladas ha ido aumentando. Los 35 millones de
inmigrantes netos absorbidos por las economas de mercado occidentales
entre 1970 y 1995, representaron el 28% del crecimiento de su poblacin
combinada, mientras que la prdida de estos emigrantes redujo el
crecimiento demogrfico en el resto del mundo en menos de un 2%. El
nmero de migrantes que se han trasladado de un pas a otro ha aumentado
a ms de 125 millones de personas en todo el mundo (ONU, 1999).
Estimaciones de la poblacin de regiones ms desarrolladas, 19502000, y
proyecciones con y sin migracin, 20002050 (variante media)

* Informe sobre las tendencias demogrficas en el mundo, 2001: poblacin, medio


ambiente y desarrollo, Comisin de Poblacin y Desarrollo, ONU.
La identidad multinacional del migrante
En tanto proceso en formacin y reconstruccin toda identidad, ya
sea individual o colectiva, sea nacional o binacional o multinacional, es en
muchos sentidos y en diversas medidas, sutil pero intensamente cambiante,
an cuando aparece en situaciones determinadas como definida y
definitivamente establecida. Los procesos migratorios, independientemente
de la distancia y la duracin, implican cambios relativamente profundos en
la vida personal, social y cultural del migrante, que no estn exentos de
consecuencias en la formacin y alteracin de las identidades individuales y

145

colectivas. Pero es intensamente ms cambiante en el caso de los migrantes


internacionales en tanto estos tienen la posibilidad de entrar en contacto, de
vivir y experimentar otras nacionalidades, con todo lo que ello implica en
conocimientos, sentimientos, actitudes y cultura en general.
El cambio cultural que implica la migracin internacional es un
proceso difcil, muchas veces conflictivo y hasta doloroso, por lo mismo ms
complejo, con sentidos y significaciones ms amplios que la identidad
nacional, con dimensiones semnticas nuevas o por lo menos diferentes, que
cambian o modifican en muchos aspectos las relaciones con otras
identidades, especialmente con respecto a la identidad nacional.
El migrante internacional es impactado culturalmente en diversos
grados por la cultura del pas receptor. Sea consciente o no, el migrante
internacional se convierte en observador de su propia nacionalidad y la de
los dems, independientemente de su situacin en el lugar de donde proviene
y del lugar a donde llega. Ya sea por necesidad o por libre decisin el
migrante internacional tiene que pensar, es decir, confrontar ms de una
nacionalidad y ello implica una tensin permanente entre la nacionalidad
original y la nacionalidad del pas en el que vive en condicin de migrante.
Ms all de sus propios saberes y querencias, de sus tradiciones
propias y ajenas, el migrante internacional tiene que interactuar con la
cultura de su entorno ms inmediato y, dada su situacin, se convierte en
partcipe de nuevas culturas. Como migrante vive por necesidad ms de una
identidad, lo cual puede conducir a pensar en las posibilidades de ms de una
nacionalidad, es decir, una binacionalidad, abrindose as otras posibilidades
que despus puede llegar a ser una multinacionalidad ms general.
Dependiendo de las circunstancias especficas, esta binacionalidad o,
en su caso, la multinacionalidad, puede llegar a ser legalmente establecida,
pero ello slo ser la formalizacin de una realidad psicolgica, social y
cultural mltiples que estn viviendo los migrantes internacionales al vivir y
compartir diversas nacionalidades. La formalizacin jurdica puede llevarse
a cabo o no, ello sin embargo, no abarcar el complejo y no menos intenso
proceso de cambio cultural que ha desatado la migracin internacional.
La multinacionalidad no es un punto final en la formacin de la
identidad de una persona o de un pueblo. Ms all de la identidad nacional o
multinacional est la identidad con el ser humano, es decir con la humanidad
como ser genrico, en una dimensin espacio temporal que puede pensarse
en sentido universal. Adquiere visos de realidad aquella expresin tan
repetida: ser ciudadano del mundo! O ser humano universal!, como
proclamaron algunos de los ms ilustres girantes internacionales.

146

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147

POLITICA Y ECOCIDIO en Mazatln


Jos Luis BERAUD, Csar COVANTES e Igor Piotr BERAUD
A travs de la investigacin La percepcin de los riesgos socio
ambientales en los habitantes de Mazatln, bajo supervisin de la
Coordinacin General de Investigacin y Posgrado de la UAS, clave
PROFAPI-06-156, pudo comprobarse que entre los mazatlecos predomina
una percepcin fragmentada acerca de ciertos riesgos que enfrenta la

Jos Luis Beraud Lozano es doctor en Urbanismo por la UNAM. Comuniclogo,


miembro del SNI. Coordinador del Doctorado en Ciencias Sociales de la UAS,
subsede Mazatln, Programa de Calidad integrado al Programa Nacional de
Postgrado del CONACYT. Profesor de la Maestra de Ciencias Sociales en la UAS.
E-mails: [email protected], [email protected]

Csar Covantes Rodrguez es doctor en Ciencias Sociales por el Programa


Interinstitucional UAS-UABC-UNISON-CIAD. Miembro del SNI. Profesor e
Investigador de la UAS. E-mail: [email protected]

Igor Piotr Beraud Martnez es licenciado en Informtica y profesor e investigador


de la UAS. E-mail: [email protected], [email protected]

148

poblacin. Esta fragmentacin se expresa mediante bajos conocimientos y


escasos valores. Ejemplo de sta, que aumenta el potencial de riesgos para
los habitantes, a continuacin se hace referencia a las polticas pblicas del
Ayuntamiento, que en el perodo 2005-2006, han causado agudos deterioros
en los espacios de las pequeas lagunas que an subsisten.
Un poco de historia
La ciudad de Mazatln es una forma de pennsula, misma que est
constituida por una serie de ecosistemas acuticos, entre ellos, varias lagunas
en la porcin norte. Los sistemas acuticos paralelos a la lnea de la costa se
encuentran ya transformados; histricamente estuvieron intercomunicados y
formaban un sistema complejo de esteros y lagunas costeras. Muchos de
esos ecosistemas han desaparecido como consecuencia de la construccin de
la Avenida del Mar en 1958. Todava pueden mencionarse algunas lagunas
que existieron en asentamientos como Palos Prietos, Central Camionera,
Reforma, Ferrocarrilera, Plaza de Toros, Lpez Mateos y Gaviotas.
En la actualidad slo quedan tres pequeas lagunas aisladas, por la
avenida del mar y las Avenidas de los Deportes, Insurgentes y Buelna:
Acuario, Bosque de la Ciudad y El Camarn, mismas que apenas ocupan
alrededor del 10 % de la superficie original que tenan a principios del siglo
XX (Meja Sarmiento y Pia Valdez, 1997).6 Sobreviven como pequeos
cuerpos de agua encerrados por la mancha urbana, constituyendo una reserva
natural. La laguna El Camarn, en la dcada de 1980 perdi extensin en
beneficio de fraccionamientos privados y hoteles. Pronto la contaminacin y
el crecimiento urbano anrquico impondrn su relleno definitivo, tal y como
ocurri con la desaparecida laguna de Las Gaviotas, hoy Golden Zone, lugar
donde se localiza la ms importante zona comercial y hotelera.
En el ciclo 2005-2006, el cabildo encabezada por Alejandro Higuera
Osuna, aprobaron la construccin de hoteles y condominios en las tres
lagunas mencionadas; tambin se autoriz que en la laguna del Acuario se
construyeran oficinas del Sindicato de Salud y una subestacin de la
Comisin Federal de Electricidad (CFE). Simultneamente, se inici la
6

En la actualidad la laguna El Acuario tiene una superficie de 1.7 has. en su espejo


de agua, con una profundidad de 80 cm. en su parte central; su permetro es circular
y recibe aportes anuales de las precipitaciones pluviales y tambin diarios de los
canales de desage del propio Acuario. La laguna del Bosque de la Ciudad tiene
forma circular y una superficie alrededor de 0.5 hectreas con una profundidad de
0.5 m.; colinda su periferia con los terrenos del Bosque de la Ciudad. Por ltimo, la
laguna El Camarn que en comparacin con las dos anteriores, posee mayor
superficie, de forma rectangular: 1000 metros de longitud por 50 metros de ancho,
con el eje mayor orientado de norte a sur (Sauceda Cardoza, 2004).

149

ampliacin del corredor comercial en la laguna de El Camarn con la


edificacin de la agencia de automviles Toyota.
Frente a estas acciones de las autoridades, el Consejo Ecolgico de
Mazatln hizo una serie de denuncias ante las instancias gubernamentales
especializadas, debido a la alteracin y destruccin de lo que se puede
considerar un Parque Nacional que alberga hbitat naturales, clasificados
como prioritarios por la SEMARNAT y PROFEPA, mismos que tambin
estn protegidos por el derecho comunitario.
Lo irnico de las decisiones del municipio, es que tales oficinas se
construyeron sobre terrenos pblicos, cuya ocupacin puede representar
adems del elevado costo ambiental, un grave riesgo durante la temporada
de huracanes. Los costos socioambientales que intentan justificarse apelando
al progreso urbano, slo encubren la ganancia econmica.
Prevalece la paradjica racionalidad de tenemos un terreno, qu
hacemos con l?; en lugar de qu necesidades tenemos y cmo podemos
cubrirlas afectando lo menos posible a nuestro entorno natural?.
Los valores ambientales de la zona
Las zonas destinadas a la ampliacin de las infraestructuras
comerciales, eran un paraso natural hasta finales del siglo XX; pero con la
construccin de hoteles, condominios y asentamientos urbanos, se han
convertido en vertederos de basura, escombros y aguas residuales. La
Avenida del Mar, longitudinal a la lnea de la costa, interrumpi la
interconexin entre el mar y las lagunas El Acuario, Bosque de la Ciudad, El
Camarn y otras ya desaparecidas. Las an supervivientes dejan de
intercomunicarse debido a la construccin de las avenidas de los Deportes e
Insurgentes. Las vialidades circundantes han contribuido al azolve de esos
cuerpos de agua, debido a la interrupcin del drenaje superficial. Cuando las
lagunas permanecen secas, crecen zacatales que conforman una zona de
transicin (ecotono), entre la baha y la selva baja caducifolia, y favorecen la
coexistencia de comunidades vegetales de ambos biotopos.
As, durante la temporada de lluvias en esos cuerpos de agua
aparecen comunidades vegetales de gran inters, ya que las lagunas se
encuentran a escasos 1.5 a 2 metros sobre el nivel medio del mar y estn
rodeados de vegetacin acutica tpica de la regin, representada por tres
comunidades, el tular, que est compuesta bsicamente por
monocotiledneas. Las especies que predominan son Tipha angustifolia,
comnmente usada para hacer asientos de sillas y Cyperus spp. La siguiente
corresponde a las lemnaceas, conocidas comnmente como lentejas de agua,
localizadas cuando se presentan los perodos de lluvia y compuestas
bsicamente de Lemna minor, que es de gran utilidad para la higiene

150

pblica, pues interviene en la muerte de larvas de los moscos de los gneros


Culex y Anopheles; por esta razn resulta relevante la presencia de esta
familia botnica en el rea, donde se presentan numerosos problemas de
salud pblica. Ambas tular, junto a las lemnaceas, son consideradas
verdaderos filtros biolgicos para metales pesados y como complemento en
el tratamiento de aguas residuales de origen domstico e industrial.
Otro tipo de vegetacin es la cuca, planta sensitiva (Mimosa pudica),
a la que se atribuyen aplicaciones medicinales (fatiga, asma, leucoderma,
enfermedades de sangre, lepra, disentera), por el alcaloide mimosine,
tanino, ceniza, cristales de oxalate de calcio y mimosin,7 as como los
zacatales halfitas de los alrededores de las lagunas (Bentez Pardo y Flores
Campaa, 1996). Son especies que en conjunto, y por sus cualidades, le
confieren valor cientfico, econmico y paisajista a la zona.
Pero el valor ecolgico de las lagunas se debe fundamentalmente a
su singularidad en el contexto de la ciudad de Mazatln. Su baja salinidad
permite el desarrollo de comunidades muy diferentes a las del resto de la
baha, tpicamente hipersalina, y es clave para el abastecimiento de agua
dulce de sus poblaciones biticas, tanto sedentarias como migratorias.
La fuerte variabilidad interanual es la caracterstica de este sistema.
Las lagunas se reactivan enormemente en las estaciones lluviosas, en las que
se produce una explosin de vida que contrasta con su aspecto de sequa. En
consonancia con estas acusadas fluctuaciones, se han seleccionado especies
capaces de persistir en el suelo en total desecacin como formas de
resistencia e incluso muchas de ellas necesitan un periodo de desecacin
para una correcta reproduccin. Los animales ms caractersticos, como en
otros sistemas episdicos, son crustceos pertenecientes al grupo de los
branquipodos o los innumerables cladceros. La produccin de
invertebrados acuticos es muy alta despus de un episodio de lluvias,
llevando a abundancias espectaculares y a visitas de gran nmero de aves.
Algunas de las especies no han sido descritas hasta el momento, lo que
aumenta la singularidad de este espacio y la importancia de su conservacin.
En periodos de encharcamientos se localizan anfibios y reptiles.
Corresponden a anfibios, al menos tres especies: sapo (Bufo mazatlanensis),
rana arborcola (Hyla smithi) y rana leopardo (Rana pipiens). En el caso de
reptiles se encuentran: la tortuga casquito (Kinosternon sp.), tortuga comn
(Pseudemys scripta), limacoa (Pseudoficimia frontalis), cocodrilo
(Crocodrylus acutus), gicos (Cnemidophorus costatus), lagartijas (Anolis
sp.), iguana prieta (Ctenosaura hemilopha), iguana verde (Iguana iguana).
Dentro de la ictiofauna (peces) que sirven de alimento a todos los
organismos que interactan, se hallan: pececillos (Goodeidae, Poecilidae),
7

www.hort.purdue.edu/newcrop/CropFactSheets/mimosa.html

151

mojarrita (Tilapia sp), puyeque (Dormitator sp) y mojarritas (Cichlasoma


sp.). Por otro lado, hay mamferos menores que estn interactuando en esta
trama de la vida en las lagunas entre los que se pueden sealar: tlacuache
(Didelphys marsupiales), mapaches (Procyon lotor), conejos (Oryctolagus
cuniculum), murcilagos (Artibeus hirsutus) y gatos (Felis catus).
La avifauna asociada con flora y fauna de las lagunas es muy variada
y poco estudiada. El humedal est ocupado por gran variedad de organismos;
destacan (alrededor de 29 %), aves que no son consideradas acuticas, pero
que usan el entorno como refugio, anidamiento, crianza, o sitio de
alimentacin. Por ejemplo: calandria (Icterus spp), carpintero (Melanerpes
uropygialis), cenzontle (Mimus polyglotus), chanates (Quiscalus mexicanus),
chicuras (Crotophaga suicirostris), chotocabras (Chordeiies acutipennis),
cocochita (Passer domesticus), esporofila (Sporofila torqueola), palomita
(Columbina minuta), paloma alas blancas (Zenaida macroura), verdines
(Dendroica petechia), y hasta el zopilote rojo (Cathartes aura).
Para el 71 % de las aves acuticas, la importancia de estas lagunas se
debe a que constituyen el nico punto de agua dulce en la ciudad de
Mazatln. Especies como la esptula rosada (Ajaia ajaja), que posiblemente
necesitan esta agua dulce para reducir el estrs salino producido por su
alimentacin en los esteros o marisma. Especies, como la cigea (Micteria
americana), seleccionan estas reas menos salinas para reproducirse al
obtener un mayor xito reproductivo. Otras, como el pelcano caf, cormorn
(Phalacrocrax olivaceus), garcetas blanca (Egretta thula), garza gris
(Ardea herodias), garza nocturna (Nycticorax nycticorax), gaviota
cabecinegra (Larus philadelphia) y gaviota pico naranja (Larus
delawarensis), las usan como reas de alimentacin o aseo del plumaje. En
aos lluviosos, pueden mirarse cientos de aves alimentndose en las lagunas.
De ese 71 % , el 39 % son consideradas aves acuticas migratorias
de invierno, y lo conforman: avocetas (Recurvirostra americana), chorlitos
de dos collares (Charadnus vociferus), chorlito de un collar (Charadnus
wilsonia), cigea (Mycteria americana), gallito pico rojo (Sterna caspia),
gallito pico naranja (Sterna elegans), ibis blancos (Eudocimus albus), pato
cucharn (Anas clypeata), pato pichichn (Dendrocygna autumnalis),8 tildios
8

El Acuario Mazatln tiene un programa de proteccin al pato pichichn, que llega


desde Texas en junio y se va en noviembre, rumbo a Venezuela, siguiendo la ruta
migratoria del Pacfico. En el puerto, las aves ponen hasta 22 huevos; las cras nacen
en las tres islas y nadan hacia la playa, intentando cruzar la barrera de infraestructura
hotelera a todo lo largo de la lnea de costa para internarse en las lagunas en donde
encuentran refugio; en ocasiones algunos patos pequeos son encontrados en su ruta
y a medio camino; normalmente el Acuario se hace cargo de su proteccin (Sauceda
Cardoza, 2004). El pato pichichn, en peligro de extincin, ha disminuido

152

patas amarillas (Tringa melanoleuca), tildios grandes (Tringa flavipes),


tildios patas rosas (Himantopus mexicanus), tildios negros (Phalaropus
tricolor), zapapicos (Numenius phaeopus), zapapicos pico recto (Limosa
fedoa), zapapico pico chico( Limnodromus scolopaceus) y zapapicos picos
largos (Numenius americanus), entre otras (Mejia Sarmiento y Pia Valdez).
Mapa
Principales rutas migratorias de aves en Amrica
(Pacfico, Central, del Mississippi y el Atlntico)

Fuente:
http://www.correodelmaestro.com/anteriores/2004/octubre/1anteaula101.htm

En total se han censado en las tres lagunas (Cuadro 1), en un solo


perodo, de noviembre de 1997 a octubre de 1998, 11,273 aves (Pollorena
Audeves, 1999: 21); regularmente haban sido identificadas al menos 165
especies de aves en el transcurso de 6 aos de observacin (Sauceda
Cardoza, 2004), muchas de ellas consideradas como especies prioritarias
(pato pichichn, garceta blanca, cigea, esptula rosada, etctera),
debindose conservar su hbitat a nivel nacional y comunitario. Todas ellas
protegidas por la Norma Oficial Mexicana NOM-ECOL-1994 que determina
las especies y subespecies de flora y fauna silvestre terrestre y acutica en
significativamente; durante el 2005 fueron 837 aves censadas y hasta mediados de
2006 fueron apenas 75 las contabilizadas. La especie silvestre ya no se observa con
frecuencia y poco a poco va extinguindose. Este ejemplo debe servir a los
mazatlecos para conservar las lagunas como reas naturales, que son especialmente
exuberantes en aves, promoviendo a la vez el turismo ecolgico (Cuadro 2).

153

peligros de extincin, amenazados, raros y las sujetas a proteccin especial y


que establece especificaciones para su proteccin.
Biodiversidad tan grande en peligro de extincin (Cuadros 1 y 2), en
donde los mazatlecos no saben que esa riqueza se encuentra en la zona
urbana de su localidad y en la cual tienen el privilegio de observar aves
invernantes, disfrutando su presencia, sus colores, cantos y
comportamientos. Esta avifauna, junto con todas las dems especies juegan
un imprescindible papel en su entorno ecolgico; tambin tienen derecho a
un planeta limpio y equilibrado que garantice su futuro, y en donde los
mazatlecos tenemos la obligacin de conservarlos y protegerlos para que
coexistan con las futuras generaciones humanas y les brinden satisfacciones.
Cuadro 1
Comparativo de aves migratorias y residentes en 4 cuerpos de agua
Laguna
97-98 98-99 99-00 00-01 01-02 02-03

Total

Acuario

5023

7498

7374

8862

14283

14186

57226

Bosque de la Ciudad

3078

4113

6036

2319

3363

5111

24020

Camarn

3172

8170

10741

7256

4841

No

34180

25942

19235

23001

35091

No

103269

11273

45723

43386

41438

57578

19297

218695

0102
100

0203
465

Total

Estero El Sbalo
Total

Cuadro 2
Comparativo de patos pichichines en 4 cuerpos de agua
9899Laguna
97-98
99
00
00-01
263
195
Acuario
356
130

1509

Bosque de la Ciudad

488

361

668

95

44

200

1856

Camarn

20

462

2183

39

216

No

2920

882

1651

156

4432

658

7779

1968 4697
4792
864
420
Fuente: Sauceda Cardoza (2004: 2)

1323

14064

Estero El Sbalo
Total

Todas estas biodiversidades detectadas en las escasas lagunas que


quedan en Mazatln, deben obligar a sus habitantes y a las autoridades, a ser
ms responsables y competentes en materia ambiental para proteger los
valores naturales de estos espacios. Ms an, urge reconocer estos espacios
como humedales, en donde se incluyan todos los tipos de habitat de inters
comunitario, cuya planeacin requiere la designacin de zonas de especial

154

conservacin por la fuerte variabilidad temporal, ya que estn en la


perspectiva de muchos estudios de cambio climtico.
Una incorrecta valoracin
La alteracin de los espacios lagunares se ha venido realizando a
partir del predominio de la voracidad econmica, descuidando su valor
ambiental, as como su potencial de ecosistema que atenuaba los riesgos de
inundaciones. Se ha demostrado, sin embargo, que su valor no reside en ser
una zona de transicin, sino que tiene valor en s misma y que la sequa
temporal de las lagunas no es un factor que les reste valor, sino todo lo
contrario, las hace ms valiosas y singulares desde la perspectiva ecolgica.
Pero estos valores pasan desapercibidos para las autoridades
municipales, como lo demuestra la autorizacin que dieron para ampliar la
infraestructura comercial al principio sealada. Mas esta racionalidad
pragmtica y monetarista est totalmente equivocada y slo pone en
evidencia dos cuestiones: la ignorancia que sobre la biodiversidad tenemos
en la antigua tierra de venados y la nula planificacin sustentable que ha ido
orientando el crecimiento urbano de la ciudad. Las autoridades viven de
espaldas a su entorno natural; pocos son an los que han mirado ms all de
la valla que nos separa de nuestro entorno y se han paseado por l.
Tanto es as, que para el cabildo encabezado por Alejandro Higuera,
no tuvo relevancia el alto riesgo que para la avifauna van a representar las
lneas de transmisin elctrica, tal y como sucedi en Sudamrica a las
aguilillas de Swainson en los inviernos de 1995-1996, cuando por
electrocucin, su poblacin disminuy en un 10 % (Gurrola Hidalgo,
2004:4). Tampoco import a los funcionarios, aqu, haber autorizado la
ampliacin del corredor comercial, a travs de la construccin de una
agencia automotriz en la laguna El Camarn, en perjuicio de asentamientos
humanos colindantes y de los hbitat actuales de ese ecosistema.
Es penoso que el entorno de las lagunas y esteros, slo sea percibido
por su potencial econmico y que sea menospreciado su valor como un
laboratorio natural y un recurso para la docencia e investigacin en varias
reas de conocimiento. Si otras ciudades rescatan su veta ecoturstica, ac
por qu las autoridades contribuyen a destruirla, y sin que se proteste?
Un reto para las autoridades
Resulta paradjico que instancias conformadas supuestamente por
profesionales para la proteccin del entorno (Direccin de Planeacin de
Desarrollo Urbano y Ecologa), promuevan un modelo de crecimiento
urbano destructor. Las autoridades tienen la obligacin de ser congruentes al
transmitir los valores que reclaman sus representados para mejorar sus
formas de vida. El Ayuntamiento, por lo tanto, antes de actuar sobre el

155

entorno, debe promover conocimientos, actitudes y valores que orienten un


desarrollo sustentable de la comunidad, y evitar destruir todo aquello que
contribuye al conocimiento, recreacin, conservacin del hbitat natural de
la fauna y flora silvestre, e investigacin y seguridad en la comunidad.
Contar con un entorno de incomparable valor ambiental no
representa un obstculo para el desarrollo de las polticas pblicas; al
contrario, incrementa las oportunidades para fortalecer las actividades
productivas de la sociedad y aumentar la reproduccin biolgica en espacios
como el Bosque de la Ciudad, que pudiera llegar a ser ejemplar y
vanguardista, mediante el diseo e incorporacin de estrategias urbansticas
y ambientales de sustentabilidad.
Necesitamos autoridades visionarias, alejadas de la lgica
desarrollista antropocntrica de los peores tiempos. En esta perspectiva,
resulta pertinente apoyarse en la integracin de todos los campos del
conocimiento, as como en los distintos sectores sociales, ya que nicamente
a travs de estas sinergias, es como una comunidad consolidar su desarrollo
y garantizar el futuro de los entornos naturales.
Bibliografa
--Bentez Pardo, Daniel y Flores Campaa, Luis Miguel (1996). Vegetacin y
diversidad florstica del sistema arroyo Jabales-estero El Infiernillo, en Flores
Campaa, Miguel, et al., Ordenamiento ecolgico, rehabilitacin hidrogrfica y
vigilancia ambiental del sistema arroyo Los Jabalines, estero el Infiernillo,
Facultad de Ciencias del Mar, UAS-Ayuntamiento de Mazatln, Mxico.
--Gurrola Hidalgo, Marco (2004). Magnitud e importancia de la migracin de las aves,
Correo del Maestro, nmero 95, oct., Academia Mexicana de Ciencias,
http://www.correodelmaestro.com/anteriores/2004/octubre/1anteaula101.ht
--Meja Sarmiento, Benito y Pia Valdez, Pablo (1996). Estudio ecolgico de la
comunidad de aves en el sistema arroyo Jabalines-estero el Infiernillo, en Flores
Campaa, L. Miguel, et al., Op cit. .
--Pollorena Audeves, Mike Grael (1999). Las comunidades de aves acuticas de
tres lagunas urbanas de la ciudad de Mazatln, Sinaloa, tesis de licenciatura,
Facultad de Ciencias del Mar, UAS, Mxico.
--Sauceda Cardoza, Isaas (2004). Hospital de fauna silvestre, Acuario Mazatln,
borrador, Mxico.
--Sauceda Cardoza, Isaas (2004). Monitoreo y rehabilitacin, Hospital de Fauna
Silvestre, Acuario Mazatln, versin en Power Point, Mxico, 25 pp.

156

LA BANDA DEL CARRO ROJO


(Fragmento)
Los Tigres del Norte, 2-II-1975
Autor: Paulino Vargas
Dicen que venan del sur
En un carro colorado
Traan cien kilos de coca
Iban con rumbo a Chicago
As lo dijo el sopln
Que los haba denunciado.
Ya haban pasado la aduana
La que est en El Paso Texas
Pero en mero San Antonio
Los estaban esperando
Eran los rinches de Texas
Que comandan el condado.
Una sirena lloraba
Un emigrante gritaba
Que detuvieran el carro
Para que lo registraran
Y que no se resistieran
Porque si no los mataban.
Surgi una M-16
Cuando iba rugiendo el aire
El faro de una patrulla
Se vio volar por el aire
As empez aquel combate
Donde fue aquella masacre.
()

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