Diario Póstumo
Diario Póstumo
Diario Póstumo
El Diario Pstumo, publicado ntegramente en 1996, recoge los ochenta y cuatro poemas
que Eugenio Montale dedica a su ltima inspiradora, la poetisa Annalisa Cima, a la que
conoce en 1969 y con la que lo une una amistad que se prolonga hasta su muerte en 1981.
En su testamento, Montale dispone que los poemas, ordenados, separados y guardados en
grupos de seis en once sobres distintos, deban publicarse a partir de cinco aos despus de
su muerte a razn de un sobre por ao. As pues, once aos ms tarde, los sesenta y seis
poemas, ms otros dieciocho encontrados casualmente, y bajo la curatura editorial de la
destinataria, aparecen por fin como libro en ocasin del centenario del nacimiento del poeta
en 1996.
Sin atender siquiera a las polmicas suscitadas por el carcter supuestamente apcrifo de
los poemas y pretendidamente arbitrario de la edicin, la sola historia, la sola idea de ese
libro da que pensar. En efecto, por qu llamar diario a un libro de poemas (cosa que no
es nueva, recurdese Diario del 71 y el 72 y Diario de cuatro aos)?, o bien por qu en
cierto momento es preciso acudir a la lrica para escribir un diario?, ms an, qu significa
para un diario no slo el calificativo sino sobre todo el carcter, explcitamente proyectado
por el propio autor, de pstumo?, qu es una intimidad, si es cierto que es la intimidad lo
que est en juego tanto en el diario llamado ntimo como en la poesa llamada lrica, qu
es una intimidad pstuma?
Aun a riesgo de no salir de ah, empecemos por las trivialidades. Por qu alguien,
cualquiera de nosotros, decide un da escribir un diario y se somete, a veces durante largo
tiempo, a esa decisin? No preguntamos por las razones circunstanciales, una enfermedad,
un viaje, un amor, un resentimiento, un exilio, una guerra. Nada en esas circunstancias
obliga a nadie a duplicar o a replicar los hechos con un montn de notas garabateadas en un
cuaderno. Si los anotamos es o bien porque esos hechos no nos bastan o porque sentimos
que nosotros, esa vida nuestra que les prestamos vivindolos no les basta a ellos para ser y
ser lo que son. Sin embargo, contentos con nuestras vidas o con nuestro descontento con la
vida, preferimos ignorarlo. Lo que de cualquier modo resulta obvio es que el mero registro
de los hechos no es suficiente para compensar aquel defecto. Quiz por eso tal registro slo
cuenta a su favor con el patetismo de las circunstancias pero adolece de pedantera y
superficialidad. Hay que ser Kafka para que anotaciones como Ahora, a las once de la
noche, alguien clava un clavo en la pared medianera o Probablemente estoy enfermo,
porque ayer me picaba todo el cuerpo, no resulten o bien anodinas hasta el hartazgo o bien
afectadas hasta la indecencia. Sucede, se dir, que Kafka es un escritor. Tambin los
escritores suelen llevar sus diarios. En ese caso las cosas empeoran, o por lo menos se
tornan ms confusas. A la vanidad del hombre que vive y que quiere comunicar su
experiencia de vida, el escritor le aade la mala fe de suprimir a sabiendas, de esa
comunicacin, la experiencia de la lengua. El diario ntimo del escritor forma parte de su
obra, es en tal sentido literatura, y como tal se le pide al lector que la lea. Y en efecto, se