Kelsen La Transformación Del Concepto de Soberanía

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LA TRANSFORMACIN DEL CONCEPTO DE SOBERANA [1]

Hans Kelsen
Traducido del alemn por Miguel Azpitarte Snchez

"ReDCE nm. 18. Julio-Diciembre de 2012"


Distribucin territorial del poder, integracin supranacional y globalizacin.

Resumen: Este estudio plantea las tensiones que sobre el concepto de soberana
provoca el surgimiento del derecho internacional, hasta el punto de que denuncia
el uso ideolgico (no cientfico) del citado concepto de soberana. Para alcanzar
esa conclusin repasa la formacin del concepto, las contradicciones indisolubles
que surgen cuando se confronta con la idea de una comunidad jurdicainternacional, y los esfuerzos intiles de salvar esa contradiccin recurriendo a la
tesis de la soberana del Estado, la comprensin del derecho internacional como
un derecho de contratos, a la doctrina dualista o a la materializacin del concepto
de soberana.
Palabras clave: Soberana, Estado, derecho internacional.

Abstract: This paper studies the intellectual clash between the concept of
sovereignty and the building of an international community, to the point of
denouncing the ideological and non scientific use of the concept of sovereignty. To
reach this conclusion, the author goes briefly over the concept of sovereignty, the
superb contradictions that this concept encounters if confront with the idea of an
international law community and the empty tries to circumvent that contradictions
through the thesis of States sovereignty, international law as contract law, the
dualist doctrine or the materialization of the concept of sovereignty.
Key words: Sovereignty, State, international law.

[1] La traduccin se ha realizado a partir del texto alemn recopilado en Hanns Kurz,
Volkssouvernitt und Staatssouvernitt, 1970, Wissenschaftliche Buchgesellschaft, Darmstadt.
Esta recopilacin remite a su vez a una primera publicacin en Studi Filosofico-Giuridici, Bd. II.
Modena 1931, pp. 1-11.

El conocimiento de la Sociedad posee la caracterstica de estar, a diferencia de


las ciencias de la naturaleza, en el riesgo permanente de confundir la esencia
del objeto a comprender con el valor deseado del cognoscente. As, se
considera carcter necesario y general de un modelo social a aquello que tan solo
es un inters especial, posible y determinado, que conforma la correspondiente
relacin social. Se toma por resultado logrado a travs del conocimiento objetivo,
lo que tan solo es expresin de una voluntad subjetiva; voluntad que a menudo se
corresponde con los intereses de grupos ms o menos grandes. En tanto que no
se deja justificar, o precisamente porque no se puede justificar, la imposicin de un
inters o voluntad particular frente a otro, la voluntad dominante o que busca ser
dominante, se oculta presentando su objetivo como una circunstancia natural,
orgnica, la nica verdadera, cuya esencia ha sido determinada a travs del
conocimiento cientfico.

La doctrina de la soberana es una mscara de este carcter, en verdad un


mscara trgica, bajo la que se esconden deseos de dominio de distinto tipo. Este
trmino del latn, que proviene de supremitas y que en todas las lenguas
modernas se ha convertido en un trmino tcnico, en el fondo, no significa ms, en
suma, que un superlativo, el de ser lo mximo, en boca de quien lo emite.
Primariamente contiene un sentido determinado mediante el sujeto al que se
vincula como predicado. A esto se circunscribe su significado. Pero es en el
campo del Derecho y del Estado, donde la soberana se trae a colacin para
sealar que un sujeto se encuentra en el escaln superior dentro de un rango de
valores. Y a cuntos han tenido por soberanos la teora del estado y del derecho!
Con la teora de que el prncipe es soberano, se ha sostenido su poder contra la
nobleza y el pueblo, el de la monarqua centralista contra el federalismo de los
feudos y las ciudades estado; con la tesis de que el pueblo es soberano, se ha
intentado afirmar y extender su poder contra el prncipe y la nobleza. Y se piensa
que se ha alcanzado una verdad esencial, sobre todo una consecuencia poltica
ancilar, cuando se reconoce que ni el prncipe ni el pueblo, en realidad ningn
rgano del Estado puede hacerse valer como soberano, que el Estado no necesita
ser autocrtico, o centralista y ni siquiera democrtico o descentralizado, pues en
esencia el Estado es soberano en s mismo. Se apunta como una ganancia
cientfica situar a la soberana del Estado en el lugar de la teora de la soberana
del prncipe o del pueblo. Pero este avance de la doctrina en verdad significa un
cambio de frente al que apuntan fuerzas polticas disfrazadas de dogma cientfico.
La teora de la soberana suministr fundamento ideolgico primero a la lucha por
el poder en el Estado, luego a la lucha del Estado contra poderes extra estatales.

Y, finalmente, la doctrina de la soberana ofrece al individuo la bandera del


liberalismo y del anarquismo en su lucha contra el Estado.

El principio de la soberana del Estado y su doctrina, tenida al menos hasta hoy


como doctrina cientfica, fue fundada en la segunda mitad del siglo XVI por el
francs Jean Bodin. Surge en un momento en el que gran parte de los Estados
europeos, desde un punto de vista secular, formalmente todava estn asociados
al Sacro Imperio Romano, y desde un punto de vista espiritual integrados en la
Iglesia, de manera que el Kiser sera seor feudal y el Papa la cabeza religiosa
del principado; es este un tiempo en el que se eleva sobre los Estados, al menos
la idea, de la doble autoridad de un orden jurdico secular y otro espiritual. En la
lucha del rey francs por su independencia frente al Kiser y el Papa, la doctrina
de que el Estado presenta su esencia a partir de la ms alta comunidad jurdica,
es el principal instrumento intelectual, que el astuto jurista francs pone a
disposicin del rey en sus Six libres de la rpublique. Que este escrito se
convirtiera en uno de los ms afamados en la bibliografa de la teora del estado y
del derecho, hasta el punto de convertir velozmente el dogma de la soberana del
Estado en opinin dominante, es solo un sntoma de la quiebra de cualquier
comunidad supra estatal, que en la forma de Imperium Romanum y Ecclesia
Universalis haba sostenido el mundo jurdico del medievo. Paulatinamente, la idea
del derecho internacional emerge en el lugar de esta monarqua universal de dos
cabezas. Sin duda, es de mayor universalidad puesto que intenta agrupar en una
comunidad jurdica algo ms que a los integrantes del imperio romano y los
Estados cristianos. Pero en cuanto que idea jurdica dotada de racionalidad no es
ni de lejos un principio al nivel de la metafsica religiosa de la cristiandad indivisa
que alimenta el poder del Papado y del Imperio. Su lema es claro: el dogma de la
soberana del Estado choca con el nuevo objetivo en formacin dirigido a construir
una comunidad jurdica supraestatal. La idea de que el Estado soberano
representa el orden jurdico ms alto es simplemente incompatible con la
pretensin de que exista un derecho internacional por encima del Estado titular del
derecho, que da fundamento al Estado y lo obliga frente a otros Estados. Que el
derecho internacional pueda limitar el mbito de poder de unos Estados frente a
otros y coordinarlos como sujetos de derecho, es un pensamiento que solo ha de
realizarse poco a poco y en lucha con el dogma de la soberana del Estado. La
lenta pero continua y creciente organizacin del mundo, que se halla en el origen y
paulatino refuerzo del derecho internacional como comunidad jurdica
supraestatal, se refleja en la cambiante forma de la ideologa que acompaa a
este desarrollo real: el cambio de significado que experimenta con el tiempo el

concepto de soberana del Estado y con l al mismo paso, como adversario- el


concepto de derecho internacional.

En tanto que el dogma de la soberana se mantenga de manera plena y completa,


en tanto que el Estado individual, esto es, el nico Estado, se siga analizando
como la entidad jurdica ms alta, entonces, la pretensin de que sobre ese
Estado exista un ordenamiento que lo obliga y lo sita en igualdad con otras
entidades colectivas similares, se topar con la afirmacin de que tal
ordenamiento no es un ordenamiento jurdico. Las normas que obligan a la
realizacin por el Estado de una determinada conducta frente a otro Estado, no
tienen el mismo carcter que el del propio ordenamiento estatal. Por tanto, si no se
quiere contradecir la existencia del derecho internacional, se ha de negar su
carcter jurdico, para as garantizar la posicin del Estado como la ms alta
autoridad jurdica. El llamado derecho internacional sera una suerte de moral. Su
vulneracin en todo caso no tendra el significado de una infraccin jurdica, no
sera enjuiciada como una conducta en contra del ordenamiento estatal, que es el
nico que se ha de considerar como ordenamiento jurdico en sentido estricto. En
la relacin del Estado con el exterior, el poder antecede al derecho, es ms, en
esta esfera no existe ningn derecho que pueda limitar el poder. Dadas tales
circunstancias, no se sostiene la exigencia del reconocimiento de un ordenamiento
jurdico preexistente y por encima los ordenamientos estatales. En caso contrario,
la teora ha de pagar su peaje en el intento de conservar el dogma de la soberana
del Estado. Las normas que regulan el hacer y permitir del Estado con otros
Estados, son normas jurdicas; pero lo son solo en cuanto que el Estado
reconozca en su propio ordenamiento que poseen el carcter de ordenamiento
jurdico. Pues solo el Estado puede conceder a una determinada norma el valor de
norma jurdica al reconocerla como tal. As, el derecho internacional est
constituido por las normas que, en virtud de la propia fuerza de la voluntad del
Estado, rigen su conducta hacia fuera. El derecho internacional es derecho del
Estado en el exterior. Su razn de validez no reside fuera del Estado, reside en su
voluntad, pues el Estado es soberano y esto significa que solo l a travs de su
propia voluntad puede sujetarse jurdicamente, de ah que el derecho internacional
como tal haya de ser reconocido, pues existe para l y contra l. Y as como la
validez del derecho internacional, tambin la existencia jurdica de otros Estados,
se reconduce a la voluntad del Estado particular. Para esta doctrina, la existencia
jurdica de otro Estado requiere en relacin con el propio, que ste reconozca a
aqul. El dogma de la soberana del Estado, dirigido por la teora del
reconocimiento, triunfa en esta comprensin de los otros Estados y del conjunto
de la comunidad de Estados. En ella la voluntad del Estado es la ltima razn de

validez de todo ordenamiento que quiera ser considerado como jurdico y ese
Estado se muestra no solo como el de ms alto rango, sino incluso como el nico
ordenamiento jurdico completo -pues determina, siquiera en un sentido formal, la
validez de los restantes, aunque no su contenido o eficacia. Desde el punto de
partida del Estado, cuyo reconocimiento se exige tanto para la validez del derecho
internacional como para la existencia jurdica de los restantes Estados, pues su
soberana requiere tal reconocimiento, no hay otra comunidad jurdica que junto a
l sea soberana, esto es, del rango ms alto y que como tal pueda ser un
ordenamiento completo. La soberana del Estado es incompatible con la soberana
del derecho internacional o con la de otro Estado. Ciertamente, esta construccin
jurdica se puede levantar desde cualquier ordenamiento estatal, desde cualquier
Estado puede producirse el sistema en su conjunto, cualquier Estado particular
puede ser su cima. Pero tal empresa es en todo caso posible solo a partir de un
punto de partida, que excluye todos los dems. Tal punto de partida es el del
primado del ordenamiento jurdico propio.

Quien considere esta pretensin terica del Estado y del Derecho asimismo como
una teora del conocimiento, entonces tendr que intentar presentar la
reconduccin a la voluntad de un nico Estado como ltima razn de validez del
conjunto del orbe jurdico, tanto del derecho internacional como del ordenamiento
de un Estado, como simtrica a aquella posicin de principio en la que toda la
realidad es solo representacin del cognoscente, todo valor resultado de la
voluntad del sujeto. Si esto es individualismo subjetivista, el dogma de la
soberana, con su primado de ordenamiento de un Estado, es subjetivismo estatal.

Se ha de subrayar que tan pronto como se d carcter jurdico a las normas de


derecho internacional, el dogma de la soberana no se puede mantener en sus
ltimas consecuencias ni llevarse a trmino. Un derecho internacional que tan solo
es parte del ordenamiento de los Estados particulares y que tiene validez en virtud
de la voluntad de estos Estados, no puede realizar su funcin especfica:
posibilitar una pluralidad de Estados coordinados y limitados jurdica y
recprocamente en su mbito normativo. Esa ordenacin jurdica y paritaria de los
Estados ha de deducirse de un ordenamiento jurdico superior a los mismos, cuya
validez no es dependiente de la voluntad de los Estados singulares. El intento de
mantener el dogma de la soberana a travs de la teora del reconocimiento y al
mismo tiempo sostener la idea de una pluralidad de Estados jurdicamente
coordinados, lleva a contradicciones insolubles. El propsito de deshacer tales
contradicciones obliga a un debilitamiento paulatino del principio de soberana. Un

sntoma de esta tendencia es la extendida doctrina que afirma que el derecho


internacional se diferencia del derecho estatal por ser esencialmente un derecho
contractual; sin duda no es un derecho intraestatal, sino, por decirlo de algn
modo, entre Estados, pero en ningn caso supraestatal. Las obligaciones
contractuales surgen principalmente por la voluntad de los obligados. Con todo, en
este caso ha de dejarse a un lado que las obligaciones contractuales surgen del
acuerdo de la voluntad de los obligados, pero no de la voluntad de los
obligados. La obligatoriedad de un tratado entre Estados solo es deducible de una
norma que tiene como supuesto de hecho el consentimiento concurrente de dos o
ms Estados a los que vincula la consecuencia del sometimiento a las conductas
previstas en el tratado; y esta norma jurdica, el principio contractual, no es en s
misma un tratado, sino la condicin previa de todo derecho producido a travs de
tratados y, so pena de caer en una petitio principii, debe valer necesariamente
al margen de la voluntad de los contratantes, esto es, debe ser pensada por
encima de ellos. No de otro modo ocurre con la forma contractual dispuesta a los
particulares mediante un principio jurdico reconocido en el Cdigo Civil y que se
encuentra por encima de los contrayentes. Y as como la ley estatal que reconoce
autonoma privada no presupone la soberana de los sujetos particulares, tampoco
puede pensarse como manifestacin de la soberana de los sujetos de derecho
internacional, el hecho de que los Estados a travs del derecho internacional
gocen de la competencia para ordenar jurdicamente su conducta a travs de
tratados. Y eso, soslayando que, aparte del principio pacta sunt servanda, en el
derecho internacional se reconocen otros principios de derecho internacional, que
de ninguna manera fundan derecho y obligaciones contractuales entre las partes,
por lo que el derecho internacional no puede ser caracterizado simplemente como
derecho de tratados.

La doctrina que pretende configurar el derecho internacional no como parte del


ordenamiento estatal particular, no como mera manifestacin exterior del derecho
estatal, sino como resultado de un derecho de tratados entre Estados, debe
introducir la idea de que los Estados que celebran tratados entre ellos, estn
jurdicamente en situacin de igualdad y que son sujetos jurdicos en el mismo
plano. Esta idea solo es posible, sin embargo, bajo la condicin de aceptar que
sobre los Estados existe un ordenamiento internacional que los delimita
jurdicamente de forma igualitaria y que los dota de personalidad jurdica al
justificarlos y obligarlos. Y para acomodar tal derecho internacional con el dogma
de la soberana del Estado, debe acometerse el desesperante esfuerzo de separar
conceptualmente la esfera del derecho internacional de aquella de los Estados, de
manera que queden aisladas una frente a la otra. Esta construccin dualista,

todava muy apreciada, cree salvar as la soberana del Estado, de suerte que se
argumenta del siguiente modo: para que el Estado quede obligado en el mbito
del derecho internacional, su poder jurdico dentro de sus propias fronteras no ha
de ser limitado. Si el derecho del Estado entra en contradiccin con el derecho
internacional, este conflicto es jurdicamente irresoluble. Sin embargo, esta
doctrina se ha demostrado insostenible. En ella, pese a negar la unidad del
derecho internacional y el derecho estatal, se da por supuesta que la ilicitud
jurdico-internacional de un acto estatal (una ley o un acto administrativo) admite
un juicio jurdico y no moral, pues el derecho internacional es un orden jurdico y
no moral. De este modo, confunde el hecho de que contra el Estado vulnerador
del derecho internacional solo es posible la sancin penal del derecho
internacional, esto es, la guerra, con la comprensin de que el derecho
internacional y el derecho del Estado sean dos sistemas normativos
independientes. Pero en general, la relacin que existe dentro del ordenamiento
estatal entre la Constitucin y la ley no es diferente. La ley inconstitucional
permanece vigente mientras que no exista una instancia estatal que la enjuicie
(por ejemplo, un tribunal constitucional). Solo se puede sancionar al rgano
responsable de su constitucionalidad, un Ministro o un Jefe del Estado. Y, sin
embargo, nadie ha dudado de que la Constitucin, junto a la ley y el acto que la
ejecuta, forman un sistema jurdico nico, el del Estado, pese a que su
constitucionalidad nicamente puede garantizarse mediante la sancin penal. La
idea de la soberana del Estado se habr perdido irremediablemente con que se
d una sola vez la posibilidad de que un acto del Estado se tenga por ilcito desde
un punto de partida jurdico, pues esto es posible cuando contradice una norma
superior al ordenamiento del Estado, es decir, cuando se reconoce que existe un
ordenamiento superior que dispone la guerra como acto jurdico internacional.

La construccin dualista del derecho internacional, que realiza el desesperado


intento de tapar la quiebra del dogma de la soberana, tambin sostiene que la
soberana no es realmente un concepto de derecho internacional, sino de derecho
del Estado y que, por tanto, no puede all realizarse en plenitud. En consecuencia,
se intenta desde el punto de partida del Estado diferenciar en dos direcciones la
caracterstica de la soberana, hacia adentro y hacia afuera, separando as la
soberana de derecho del Estado de la de derecho internacional. La soberana
significa que el Estado hacia adentro es el poder u orden superior a todas las
comunidades jurdicas que lo integran, pero hacia afuera significa que es
independiente, esto es, independiente de cualquier otro Estado, que no est
sometido a ninguno. Se abandona el verdadero y original significado del concepto
de soberana, que expresa un escaln en el orden jurdico superior de manera

absoluta. El Estado soberano lo es ahora solo hacia adentro, solo frente a los
entes jurdicos que no son Estados, esto es, que no son sujetos en posicin igual
al Estado soberano; esta postura, sin embargo, como ya se ha dicho, se consuma
bajo la condicin de que se conciba una comunidad de Estados sobre Estados
iguales, comunidad que sera soberana en todas direcciones. La soberana del
Estado ha pasado de ser una cualidad absoluta a relativa. El Estado que es
concebido y debe ser concebido con los otros Estados en una comunidad jurdica
superior de derecho internacional no es ya en sentido estricto soberano, lo es en
el trmino, pero no en el fondo, pues la autoridad jurdica ms alta se posee en
todas direcciones o simplemente no se posee. Afirmar que el principio de
soberana en el concepto de la soberana de derecho internacional significa la
independencia de un Estado respecto a los otros, es una atenuacin que tiene
como fin exclusivo asegurar la idea de la coordinacin de una pluralidad de
entidades reconocidas como Estados y, por tanto, la existencia de un
ordenamiento internacional y de una comunidad internacional superior a estas
entidades. Con este presupuesto, se ha desprendido, sin embargo, al Estado de
su existencia absoluta y excluyente. Cuando se reconoce sobre la comunidad
jurdica estatal una comunidad jurdica plena y superior, entonces no se puede
reconocer al Estado como una comunidad jurdica plena y superior frente a los
entes jurdicos que lo componen las provincias autnomas, los entes locales, las
asociaciones, etc.-. Se ha relativizado al Estado como autoridad jurdica. Es
obvio que esta relativizacin del Estado deificado a toda costa, muestra un
poderoso cambio de la ideologa social. Por ello se comprende que este cambio
primero se intente ocultar bajo una terminologa que parece buscar la
conservacin de la soberana del Estado.

El concepto de la soberana, en su significado originario de esencia absoluta y


superior, posea un carcter completamente formal. El cambio de significado que
se realiza con su relativizacin lo muestra ahora como un concepto material y en
especial como un concepto de contenido jurdico. Este concepto material de
soberana quiere expresar en cierta medida una plenitud de poder fctica o
jurdica. Se da la primera perspectiva, si se piensa, en vez de en un mximo, en
una medida mnima de poder fctico. Este significado difcilmente sera compatible
con el concepto jurdico de soberana que, sin embargo, es acogido de manera
general por la mayora de los autores al subrayar el carcter jurdico del concepto
e incluso sostener expresamente en ocasiones la independencia de la soberana
de cualquier grado de poder de hecho. No obstante, habitualmente se toma por
condicin de la soberana del Estado una significativa dimensin del territorio del
Estado, un nmero correspondiente de poblacin, la existencia de una suficiente

riqueza natural y en especial un cierto poder militar. De otro lado tal y como se
deduce del concepto de soberana- el poder fctico del Estado no debe ser
excesivo. En definitiva, no concuerda con la esencia de la soberana ni la
impotencia de una estructura minscula o una comunidad plenamente desarmada,
ni la superioridad de un imperio mundial. No se trata, evidentemente, de la
exposicin del contenido comprobable de un principio positivo de derecho
internacional, que determina las condiciones mnimas o mximas para la
existencia de un Estado. Ms bien se defiende con ello un postulado de derecho
natural. Bajo el principio del dogma de la soberana se encierra el principio de
equilibrio, tal y como es expuesto en la forma de la teora del equilibrio europeo.
Por otro lado, como concepto jurdico supone una determinada dimensin de
competencias estatales. La distincin entre interior y exterior, soberana de
derecho del Estado y de derecho internacional, se cultiva como flujo del primero: el
Estado posee el derecho a organizarse polticamente, esto es, a darse una
Constitucin, una ley constitucional; y asimismo el el Estado puede darse leyes. El
derecho del Estado a ejecutar estas leyes nunca se precisar plenamente como
derecho a la autoregulacin y autoadministracin, a la direccin de la
administracin del Estado, a la jurisdiccin y derecho judicial. En tales
enumeraciones de los derechos soberanos cobra claramente una importancia
especial la descripcin de las ms significativas e importantes funciones del
Estado en el trfico internacional. Ocasionalmente se subrayan como derechos
especiales de soberana: el derecho a la provisin de cargos o, entre otros, el
derecho a regular libremente la situacin religiosa de los sbditos. La enumeracin
del catlogo de los derechos internos de soberana es un intento de exponer como
derechos subjetivos las competencias materiales que el Estado ve garantizadas
mediante el derecho internacional dentro de su espacio territorial. Este intento no
tiene sentido, pues el Estado, dentro de este espacio, posee por principio toda
competencia que afecta a las relaciones humanas. Termina exponiendo de
manera exhaustiva todo el posible contenido del ordenamiento jurdico particular.
Como derechos de la soberana externa o de la independencia se incluyen: el
derecho a relacionarse libremente con otros Estados y autorizar representantes
con este fin (el derecho de legacin), el derecho a declarar la guerra y celebrar
tratados bajo determinadas condiciones, el derecho a la igualdad, el derecho al
respeto a los sujetos jurdicos, etc. En especial se cuidan de subrayar el derecho a
excluir en su propio territorio la eficacia de los actos de otro Estado, no ser
juzgado por la jurisdiccin de otro Estado, el derecho de todo Estado a excluir a
sus enviados del sometimiento al poder pblico del Estado de recepcin, el
derecho de cada Estado de proteger a sus nacionales frente a los extranjeros. Es
obvio que este catlogo tampoco puede ser completado plenamente. En cualquier
caso, todo principio jurdico de derecho internacional, todo contenido de una
norma objetiva de derecho internacional, se deja presentar de algn modo como

derecho subjetivo del Estado, cuando existe el inters de que tal derecho est
protegido por una norma. La soberana como encarnacin de los derechos de
soberana no es nada distinto del derecho internacional objetivo, en tanto que con
l se protegen los intereses del Estado particular (el conjunto de los derechos de
soberana quedaran garantizados por el derecho internacional cuando protege el
ordenamiento del Estado concreto). El intento de disolver la soberana en un
conjunto de competencias particulares del Estado y de este modo transformar en
forma jurdica un concepto jurdico, termina convirtiendo a la soberana que ha de
caracterizar al poder pblico, en el mismo poder pblico.

El concepto de soberana pierde todo valor con esta transformacin. Ha de


observarse que en el mbito de la comunidad internacional no se da ese supuesto
ideal de todo un conjunto de posibles actuaciones jurdicas ilimitadas en manos
del Estado. En definitiva, Derecho significa al mismo tiempo una habilitacin
condicionada de la actuacin jurdica. A travs del derecho internacional, el Estado
est limitado no solo en sus actuaciones particulares, sino en general. Todo
derecho es necesariamente obligacin vinculacin, lmite- de otro. En definitiva,
nunca se llega al final en esta tendencia inmanente a la construccin conceptual.
Obviamente no se llega a una enumeracin de todos los posibles derechos de
soberana. Se quiere tan solo describir aquel conjunto de derechos mediante los
cuales el Estado todava es soberano, un mnimo que no admite limitacin, sin el
cual el Estado pierde la caracterstica de la soberana y con ella el carcter de
Estado. Con tal concepto solo en cierta medida pueden fijarse fronteras firmes y
en todo caso se excluye la separacin entre comunidades jurdicas soberanas y
no soberanas. Adems, esta materializacin del concepto de soberana, que
aparece no en el lugar de una caracterstica del poder pblico o del Estado, sino
como la propia substancia del poder pblico o el Estado, deja en un segundo
plano la pregunta sobre cundo es soberano todava el Estado y pone en un
primer plano la pregunta de cundo una comunidad poltica todava es un Estado,
cundo su poder todava es poder estatal.

Este desplazamiento de los interrogantes, que est ligado a una represin del
problema de la soberana, se une de la manera ms ntima con la construccin de
la esencia de un Estado, que evidentemente no se corresponda con el tipo normal
de Estado centralista, tomado en consideracin durante todo un siglo. Me refiero a
los llamados Estados federales. Los Estados Unidos de Amrica, Suiza, el
Imperio alemn, son Estados que surgen de la unin de Estados, sin que estos
Estados miembros pierdan su rango de Estado. En este contexto, la soberana

como rasgo esencial del Estado debe desaparecer en la misma medida que la
teora del estado intenta responder al reto de la unin de Estados y de que los
Estados miembros de la Federacin, antes Estados autnomos, se continen
considerando Estados y no meramente provincias autnomas. El entendimiento de
la esencia del Estado federal empuja hacia un paso decisivo en el proceso
intelectual que hemos calificado como relativizacin de la soberana. Sin duda,
primero se intent conservar el dogma de la soberana frente al Estado federal.
Para ello surgi la doctrina de la soberana compartida, la doctrina de los Estados
con soberana compartida. Y fruto de esta doctrina, la antes mencionada
materializacin o substancializacin del concepto de soberana ha realizado su
identificacin con el concepto de poder estatal. Pues aunque la particularidad del
ser supremo no se puede dividir, s, en cambio, cuando se piensa como sustancia
del poder estatal, como la suma de los poderes estatales, de sus competencias. Y
la esencia del Estado federal reside precisamente ah, en el reparto por lo dems
reunidas por una autoridad central- de las competencias entre una instancia
central y otras locales, en la distribucin de las competencias estatales entre la
Federacin y los Estados. Pero la doctrina de la soberana repartida o compartida
no se puede sostener a largo plazo. Su persuasin quiebra con los miembros del
Estado federal, que obviamente no son comunidades jurdicas soberanas, pero s
Estados. As se realiza plenamente la separacin del concepto de Estado y del
concepto de soberana.

Ha de aceptarse, que entre los Estados miembros y la comunidad total del Estado
federal, esto ltimo identificado en todo caso como soberano, con sus
comunidades parciales intraordenadas, solo existe una diferencia cuantitativa,
pues los dos responden al genus del Estado, perspectiva que recobrara vigor a
largo plazo, pues entre la unin de Estado preexistentes el Estado federal- y
otras reuniones de Estados por ejemplo, la Confederacin- existe una diferencia
de grado pero no de esencia. Pero ocurre que los vnculos de derecho
internacional la comunidad jurdica internacional- no son otra cosa que una unin
de Estados. Y debe sealarse que todas las comunidades jurdicas, desde la
Confederacin hasta la ltima asociacin de derecho civil, pasando por el Estado
federal, el Estado unitario, el Estado federado, la provincia autnoma o la entidad
local, son ordenadas por la universal comunidad jurdica internacional en una
cadena continua de formas jurdicas. Cuando alguien considere que una de las
configuraciones jurdicas integradas en esta cadena pueda ser soberana, esto
significar, como mucho, que tal comunidad jurdica tiene sobre s nicamente a la
comunidad jurdica internacional, que su posicin jurdica deviene directamente del
ordenamiento internacional, como ocurre en la mayora de los Estados, pero no,

por ejemplo, en los Estados miembros de la Federacin, cuya actuacin de


derecho internacional es mediada. Y puede que se trate nicamente de mostrar
el principio de integracin de la pluralidad de formas jurdicas en la unidad de la
comunidad jurdica universal, as como el principio de su singularidad dentro del
conjunto del sistema, el principium unitatis y el principium individuationis. Uno
es el criterio de la delegacin escalonada, que asegura el vnculo de todas las
comunidades jurdicas en la comunidad jurdica internacional; el otro, es la ley de
la graduacin cuantitativa, el principio de la centralizacin y descentralizacin.

Cuando esta comprensin se haya convertido en un lugar comn, cuando la idea


del primado del ordenamiento estatal haya sido desplazada por la idea del
primado del derecho internacional, entonces no seguir siendo posible sostener
como argumento habitual que la esencia del Estado, su soberana, choca contra la
exigencia de una construccin tcnica de la comunidad jurdica internacional, o
contra una determinada unin de Estados, en especial las propiciadas por el
derecho internacional, o contra la exigencia de introducir una justicia obligatoria
entre Estados, o la transferencia de la ejecucin del derecho internacional a una
organizacin internacional particular. Ha de saberse, pues, que afirmar que una
extensa centralizacin de la comunidad jurdica internacional o de una particular
unin de pueblos no concuerda con la esencia del Estado sera algo as como
afirmar que la sustitucin de la venganza por la justicia centralizada no va de
acuerdo con la esencia de la naturaleza humana. Pues la soberana, en su sentido
original de absoluta supremaca de un ordenamiento completo, solo es predicable
como cualidad del conjunto del sistema jurdico y no como peculiaridad de una
comunidad particular dentro de este sistema, pues la ciencia que transforma toda
diferencia cualitativa en cuantitativa, toda caracterstica absoluta en particular se
dirige como toda ciencia- hacia la unidad de sus sistema y gana as como las
ciencias naturales con la unidad de lo fsico- la unidad de la concepcin jurdica
del mundo.

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