Apocalipsis y Cristologia

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Sistema de Informacin Cientfica


Red de Revistas Cientficas de Amrica Latina, el Caribe, Espaa y Portugal

MORA RIVERA, JAIME ALFONSO


Una cristologa para comienzos de milenio
Theologica Xaveriana, nm. 155, 2005, pp. 477-506
Pontificia Universidad Javeriana
Bogot, Colombia
Disponible en: http://redalyc.uaemex.mx/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=191017489009

Theologica Xaveriana
ISSN (Versin impresa): 0120-3649
[email protected]
Pontificia Universidad Javeriana
Colombia

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Proyecto acadmico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

Otras colaboraciones

Una cristologa para


comienzos de milenio*

JAIME ALFONSO MORA RIVERA, P.S.S.**

R ESUMEN

os tiempos de crisis de comienzos del primer milenio (siglo I)


suscitaron extraordinarios testimonios orales y escritos de fuerte
impronta existencial que, de diversas formas, proclamaron a
JessCristo como clave para afrontar, vivir y pasar a travs de
las dificultades y, de este modo, abrirse al futuro. Esta rica y
variada gama cristolgica se concentra en frmulas o ttulos
cristolgicos, que bien pueden considerarse como pequeos
credos o confesiones de fe de carcter kerigmtico. El
presente artculo aborda algunos aspectos de esta riqueza, a la
luz del Eplogo del Apocalipsis (22,621). A lo largo del artculo
tenemos, como teln de fondo, una pregunta: Ser posible
que en nuestros atormentados tiempos de comienzos del
tercer milenio, tambin nosotros podamos encontrar en la
persona, la obra, la enseanza y la accin de JessCristo, el
criterio hermenutico de nuestra historia y de la Escritura, y la
puerta que nos abre hacia el futuro y hacia la esperanza?

El presente artculo se inspira en la tesis de doctorado titulada Lectura pragmalingstica


del Apocalipsis 22,6-21. Claves bblico-teolgicas para leer e interpretar el Apocalipsis
(2005), dirigida por el padre Gustavo Baena, S.J., y presentada en la Facultad de Teologa
de la Pontificia Universidad Javeriana.

**

Licenciado en Sagrada Escritura en el Pontificio Instituto Bblico de Roma y Diplomado


en Ciencias Bblicas en lcole Biblique et Archologique Franaise de Jerusalem. Cuenta
con un DEA en Teologa Bblica, conferido por el Collge Dominicain de Philosophie et
Thologie de Ottawa. Catedrtico en el Instituto Teolgico Pastoral del CELAM (ITEPAL)
y docente en el Instituto Internacional de Teologa a Distancia de Madrid, Centro
Asociado. Durante quince aos director de Estudios y formador en el Seminario Mayor

JAIME
ALFONSO 155
MORA
RIVERA
, P.S.S.
THEOLOGICA
XAVERIANA
(2005)
477-506

477

Palabras clave: Cristo-Jess, anuncio, confianza, esperanza,


conversin.

Abstract
The critical times of the beginnings of the first millennium (1st
century) gave birth to extraordinary oral and written
testimonies of a deep existential character that in different
ways proclaimed Jesus Christ as the key to face, live and
overcome the difficulties and, in this way, to open up to the
future. This rich and varied christological treasure concentrates
itself in christological formulas or titles that can well be
considered as short credos or confessions of faith of
kerygmatic character. The present article deals with some
aspects of that richness, in the light of the epilogue of the
Apocalypse (22,6-21). In the course of the article we have as
backgound the question: Is it possible that in our own worried
times of the beginnig of the third millennium we also can find
in the person, the work and the action of Jesus Christ the
hermeneutical criterion for our own history and of Scripture,
and the gate wich opens us to the future and to hope?

478

Key words: Jesus-Christ, announcement, confidence, hope,


conversion.

INTRODUCCIN
De modo escandaloso numerosos brotes de guerra y violencia se han
desencadenado por doquier, apenas iniciado el nuevo milenio, incluso en
las mismas tierras de los pases bblicos. El terrorismo se ha ido extendiendo
por todas partes y, en el colmo del mismo, los sucesos del 11 de septiembre
en Estados Unidos y los del 11 de marzo en Espaa, para citar slo dos, se
han convertido en aterrador signo del poder destructor de los seres humanos
contra los seres humanos, semejante a las bombas de la segunda Guerra
de Ccuta. Actualmente presta sus servicios como consejero general de la Compaa
de San Sulpicio y como asistente del secretario de la Provincia canadiense; es miembro
del Comit de Redaccin de la Revista Internacional Bulletin de Saint-Sulpice. Ha
publicado diversos artculos sobre exgesis, teologa y pastoral bblicas. Se ha dedicado,
de modo particular, al estudio del Apocalipsis, sobre el cual ha publicado, entre otros
artculos y libros: Introduccin a la Lectura del Apocalipsis en (ed.) Cristo, nuestra
esperanza. El mensaje del Apocalipsis (1995); Apocalipsis: Vida, futuro y esperanza!
Una alternativa para tiempos difciles (1995); Cristo, nossa esperana. Introduao e
guia leitura do Apocalipse (1996). [Province du Canada, 116 ouest, Rue Notre-Dame,
Montral, Quebec, Canad - H2Y 1T2. Correo electrnico: [email protected]

UNA CRISTOLOGA PARA COMIENZOS DE MILENIO

Mundial. Tales sucesos, calificados como apocalpticos por la simple


semejanza con las descripciones simblicas del Apocalipsis, cuyos efectos
son, segn la letra, devastadores, constituyen un duro golpe a la esperanza,
cuando apenas al terminar las celebraciones jubilares del ao 2000 se pensaba
que finalmente habamos aprendido a derrotar la guerra y los signos de (auto)
destruccin y (auto) aniquilamiento.
Todo parece indicar que no es posible la paz, la vida, la esperanza, la
convivencia, el futuro; dicho futuro se presenta con una radical incertidumbre,
un profundo temor y un miedo petrificante. Todo hace pensar que la muerte,
la destruccin, el caos, el temor, las lgrimas, la incertidumbre es lo que
debe imponerse Los numerosos vaticinios de diversos grupos, movimientos
y sectas, con fechas y descripciones aterradoras aumentan de da en da y
pareceran confirmarse a cada paso. Qu podemos decir los cristianos? (Cfr.
Prevost, 1987: 5-17)1
Dnde est Dios? Dnde est ese Cristo resucitado, viviente y
vivificador? Dnde est su victoria? Todava se puede afirmar que l ha
vencido la muerte y el hades, el dolor y las lgrimas, que el mundo viejo ha
pasado? Cundo y cmo ser el fin? Quin es ese que las comunidades de
final del primer siglo encontraron en medio de sus propias crisis y de sus
experiencias dolorosas de persecucin y muerte? Podr ese Cristo, ese
cordero, decirle algo a nuestra sociedad contempornea, a la gente del siglo
XXI? Quin es? Cmo es? Qu hace? Dnde encontrarlo? Qu podemos
responder nosotros, como creyentes y como profetas de la esperanza? Tiene
algn papel la Palabra de Dios, la liturgia, la Asamblea cultual, el discernimiento? (Ibdem: 19-49)
El llamado Eplogo del Apocalipsis presenta una extraordinaria
condensacin cristolgica, de tal modo que, visto tanto en s mismo como
en relacin con todo el libro del Apocalipsis que traducido tiene como
ttulo Revelacin de Jesucristo, constituye una verdadera clave para su lectura
e interpretacin.
En contexto de crisis, de persecucin, de muerte, de presiones polticas y religiosas tanto imperiales, como en las pequeas comunidades, la
1.

Versin en castellano del original Pour en finir avec la peur, Paulines, Montral, 1983.
El autor, en la introduccin y en el captulo primero plantea una serie de interrogantes
que ilustran algunos aspectos de inters.

JAIME ALFONSO MORA RIVERA, P.S.S.

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opcin del autor y de muchos creyentesseguidores llamados, elegidos y


fieles (cfr. 17,14; ver tambin 14,1-5 y 7,1-8)2, es buscar un mayor y ms
profundo conocimiento y experiencia de Cristo Jess, y proclamar eso mismo
como testimonio y estmulo para la vida, es decir, como modelo pragmtico
o, lo que es lo mismo, como orientaciones y pautas para la accin. Se trata
de una cristologa que podramos llamar en accin, muy operante en la
historia, mediante lo que denominamos cristologa de una presencia
presente, operante y activa.
El presente artculo se limita a un anlisis semntico de Ap 22,13, en el
cual se omiten muchos datos sintcticos, gramaticales y morfolgicos. De
este modo, se espera poder mostrar la riqueza de esa aproximacin
cristolgica del final del primer siglo e intuir su validez para los comienzos
del nuevo milenio. Con el presente artculo, a la luz del Apocalipsis, queremos
volver a las fuentes del anuncio pascual, de la confianza y de la esperanza,
centrados en Cristo, rostro a travs del cual se revela Dios a los hombres y en
quien stos le hablan a Dios.

UN

PERFIL DISEADO CON TRES FRASES NOMINALES

VEgw. to. :Alfa


o` prw/toj
h` avrch.

kai. to. +W(


Yo (soy) el Alfa y la Omega,
kai. o` e;scatoj( el primero y el ltimo,
kai. to. te,loj
el principio y el fin. (Ap 22, 13)

Se trata de un versculo particularmente denso3 : rene en una sola frase


expresiones que, a primera vista, parecen sinnimas, pero el anlisis revela
matices que conviene discernir, en orden a precisar, desde el texto mismo,
el perfil de Cristo en el Eplogo del Apocalipsis.4
2.

Captulo III: El Apocalipsis, un libro sobre el fin del mundo o acerca de Cristo?. Habla
all de la actualidad del libro al final del primer siglo y de su posible actualidad para
final y comienzos de siglo y de milenio.

3.

Cfr. Allo, (1933: 359), quien no explica formalmente el versculo, si bien dice que los
versculos 13-16 son paralelos a 21,6-8, con la diferencia de que aqu es Cristo quien
habla. Estos versculos, segn l, se unen estrechamente con la primera y la tercera
parte de la obra, segn la estructura que l propone.

4.

En relacin con 22,13 se debe anotar que la palabra pantokra,tor, que aparece nueve
veces en el Apocalipsis (1,8; 4,8; 11,17[=15,3;=16,7]; 16,14; 19,6 [=21,22]; 19,15), segn
comentario de Brtsch citando otros autores, perecera reservada slo a Dios; y lo
mismo sucedera con la frmula o` w;n o` h=n kai. o` evrco,menoj = el que es, el que era y el
que viene/el que siendo, el que era, el que viniendo. Cfr. Brtsch, (1966: 388).

UNA CRISTOLOGA PARA COMIENZOS DE MILENIO

Nuestro propsito es considerar especfica y autnomamente cada uno


de los nombres que encontramos en el versculo 13. Metodolgicamente
intentaremos este tratamiento independiente. Sin embargo, no se pueden
separar absolutamente y hay relaciones de complementariedad en la
explicacin y comprensin de los mismos. Por algo en el texto aparecen
como en cadena. Eso significa que se deben poner en relacin unos con
otros, sin hacer de ellos simples sinnimos ni tampoco entidades com/
pletamente aparte.
La limitacin de tiempo, como tambin nuestro objetivo global, no nos
han permitido ser ms exhaustivos. Evidentemente nuevas, y ms profundas
y concluyentes investigaciones podrn emprenderse en un futuro sobre cada
uno de estos nombres, bien sea por lo que cada uno de ellos puede significar
en s mismo y/o en relacin con los otros, bien sea por su inters para una
mejor elaboracin de la riqusima cristologa del Apocalipsis.
Prembulo5
Al considerar 22,13 se puede decir que en la conclusin de la obra el autor/
profeta, una vez ms, nos trae los ttulos de Dios (1,8 y 21,6), pero esta vez
especficamente referidos a Jess. El primero y el ltimo fueron atribuidos
inicialmente a la aparicin antropomrfica mencionada en 1,17 y 2,8. Estos
ttulos se justifican aqu en cuanto enfatizan los elementos identificativos
fundamentales y esenciales de aquel que es centro de esta VApoka,luyij,
quien est en ntima relacin con l que se sienta (el que estando sentado)
en el trono. Quin es ese que afirma que viene en seguida? El versculo 13
nos ofrece una primera sntesis dinmica de lo que est sucediendo, de lo
que est en proceso.
Con Alfa y Omega los escritores del siglo primero, al hacer que Dios
se designe a s mismo con estas letras, pretendan decir que se trata de algo
ms que una simple etiqueta... Se podra hablar de un misticismo alfabtico
o gramatologa en virtud de la cual se considera que en las letras se
encuentran escondidos significados divinos.

5.

Seguimos a Malina (1995: 248). Es una curiosa obra que hace un acercamiento al texto
desde la sociologa y la antropologa cultural.

JAIME ALFONSO MORA RIVERA, P.S.S.

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De hecho, la gramatologa fue comn en el helenismo. Si esto no


fuera as, la descripcin del Todopoderoso como alguien idntico (identificado
con) a la primera y ltima letras del alfabeto sera algo extrao e incomprensible. En la gramatologa se piensa que las letras del alfabeto tienen un
carcter csmico. Las 24 letras del alfabeto griego estaban directamente
asociadas con el zodaco y el curso de la luna. De hecho, haba un nombre
de un dios en cada letra. Ms an, todos los poderes demonacos y divinos
del mundo, animados y penetrados por las fuerzas astrales, se encontraban
comprendidos y encerrados en estas 24 letras. Las letras tienen tambin valor
numrico y su estudio y aplicacin se llama numerologa o gematra. Las
letras del alfabeto servan como nmeros (en hebreo y griego).
Las siete vocales fueron asociadas a los siete planetas y las 24 letras al
zodaco... El significado oculto en la serie de las letras sirve para expresar
una revelacin de Dios (Yo soy = Alpha y Omega), lo cual es parte y
contenido del real significado del nombre de Dios, de modo que el nombre
de Dios, en efecto, nos dice quin es l realmente. El nombre de Dios, por
tanto, es una plena revelacin (desvelacin) de la esencia de Dios. Por
tanto, una persona que conoca el nombre tena poder sobre l o, al menos,
tena acceso confiado o explcito a l, pues poda llamarlo por su nombre y
saba quin y qu es.6
Atribuidas a Cristo cosa que no afirma Malina, pero como deduccin
de su pensamiento estas afirmaciones se tornaran todava ms extraas y
curiosas. Pensamos, sin embargo, que el autor del Apocalipsis no ha querido
ocultar sino revelar el sujeto/objeto de la revelacin, y ayudar a sus
comunidades en la tarea de comprender y explicar lo que dichos ttulos
nombres revelanmanifiestan de la persona que se autodefineautodescribe
de esta manera. Por eso debemos emprender una reflexin que nos lleve a
escrutar en el ambiente bblico sus posibles connotaciones, en orden a
presentar algunos elementos del perfil que ellos nos trazan del ser y

6.

Estos elementos provenientes del contexto cultural son apenas una aproximacin.
Seguramente que los trminos tomaron una carga significativa, unas connotaciones
teolgicas a la luz del ambiente bblico y del acontecimiento Cristo, ya bastante
reflexionado, profundizado y elaborado al momento de la escritura final de esta
visin.

UNA CRISTOLOGA PARA COMIENZOS DE MILENIO

quehacer (misinrol) de Cristo (Jorge, 1980: 267-281).7 Todo indica que


la voz y el contexto de estos versculos 1213 slo puede estar referida a
Cristo.
Tal como se indica, en 1,8 (liturgia inicial) y en 21,6 (momento en que
aparecen la tierra nueva y el cielo nuevo), Dios se presenta como el Alpha y
la Omega. Y en verdad Dios ha sido, con certeza, el principio y el fin de la
creacin antigua y nueva (cfr. 1 Co 8,6)8; pero esta vez es a Cristo a quien
se aplica la frmula y a veces se ha pensado que puede estar mal dirigida o
ser una incongruencia. Sin embargo, se debe recordar que el Apocalipsis no
anuncia otra cosa que la obra de Cristo, de la cual se ha hablado a lo largo
del libro y que al final, en el Eplogo, el cumplimiento de su obra puede ser
significado en trminos alfabticos totalizadores. Nos encontramos, una vez
ms, frente a una recapitulacin apretada de la misin de CristoJess
(Charlier, 1991: 256).

VEgw. to. :Alfa kai. to. +W = Yo [soy] el Alpha y la Omega


El Prlogo del Apocalipsis termina con una declaracin divina: VEgw, eivmi

to. :Alfa kai. to. +W( le,gei ku,rioj o` Qeo,j( o` w;n kai. o` h=n kai. o` erco,menoj(
o` pantokra,twr (Yo soy el Alpha y la Omega, dice el Seor Dios, el que es
el que era y el que viene, el Todopoderoso.) (1,8). De este modo se establece
una profunda conexin teolgica y literaria, que se sintetiza en esta inclusin.
La frmula en el contexto del Apocalipsis
Este versculo, ubicado estratgicamente, incorpora tres de las cuatro ms
importantes denominaciones de Dios en el Apocalipsis: el Alpha y la

7.

Para un estudio exegtico y teolgico bblico del ser y quehacer de Cristo en el


Apocalipsis, ver a Comblin (1965), obra clsica en francs, bien estructurada y
documentada, con una singular reflexin sobre el Apocalipsis y el bautismo (219-231),
muy sugestiva en sus conclusiones (233-236) y con un apndice (237-240) en el que
ponderadamente toma en consideracin la obra de Holtz (1962), que es la obra clsica
alemana, escrita por los mismos aos y sin mutua influencia. Ver tambin a Contreras
(1991), obra que hace un estudio exegtico y teolgico serio, cuidadoso y documentado
de varias percopas, siguiendo el orden del libro; su conclusin es particularmente
larga, pero muy densa y rica en contenidos (343-374).

8.

1 Co 8, 6 avllV h`mi/n ei-j qeo.j o` path,r evx ou- ta. pa,nta kai. h`mei/j eivj auvto,n( kai. ei-j

ku,rioj VIhsou/j Cristo,j diV ou- ta. pa,nta kai. h`mei/j diV auvtou/

JAIME ALFONSO MORA RIVERA, P.S.S.

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Omega9, el seor Dios todopoderoso y el que es, el que era, el que


viene. No slo precede el comienzo de las visiones de Juan (Ap 1,922,5),
sino tambin porque es una de las nicas dos ocasiones en las cuales Dios
mismo habla en el libro del Apocalipsis. La segunda ocasin es 21,58 e
incluye una autodeclaracin similar: Yo soy el Alpha y la Omega, el principio
y el fin. (21,6). Sin embargo, estas dos autodeclaraciones divinas corresponden a dos autodeclaraciones de Jess. El modelo es como sigue:
Dios:
Cristo:
Dios(?):
Cristo:

VEgw, eivmi to. :Alfa kai. to. +W


1,8
VEgw, eivmi
o` prw/toj kai. o` e;scatoj 1,17
VEgw, eivmi to. :Alfa kai. to. +W
21,6
VEgw.`
to. :Alfa kai. to. +W( o` prw/toj kai. o` e;scatoj(
h` avrch. kai. to. te,loj
22,13

Se debe examinar el significado de este modelo y el hecho remarcable


de que unos nombres que aparecen como designacin de Dios se encuentren
tambin como una auto-designacin de Cristo. Solo se excepta el ttulo el
Todopoderoso (o` pantokra,twr).10
La comparacin entre los cuatro textos muestra que las tres expresiones
el Alpha y la Omega, el primero y el ltimo, el principio y el fin habra que
considerarlas como equivalentes, segn la opinin de R. Bauckham (1994:
40-41). Este autor argumenta que como Alpha y Omega son la primera y la
ltima letras del alfabeto griego es fcil entender que el Alpha y la Omega
tiene un significado equivalente a el primero y el ltimo y el principio y
el fin. Segn esta posicin, el modelo mostrara que si se admite la

9.

Para apreciar una sencilla discusin de tipo textual, al principio del siglo XX, es
interesante ver a Nestle (185) y a Clemens (285). Para una interesante reflexin teolgica,
en perspectiva de actualizacin, ver a Bishop (1989: 77-78).

10.

` Qe,oj o` pantokra,twr cfr. 1,8; 4,8; 11,17; 15,3; 16,7; 19,6; 21,22 para un total de siete
Para O
veces; adems dos veces la expresin tou/ Qeou/ tou/ pantokra,toroj: 16,14; 19,15. Tambin
se puede aludir a una expresin singular para designar a Dios: tw/| kaqhme,nw| evpi. tou/
Qro,nou...: 4,9; o bien tou/ kaqhme,nou evpi. tou/ Qro,nou: 5,1.7.13; 6,16; 7,15; o bien o` kaqh,menoj
evpi. tw/| Qro,nw|: 21,5; evpi. to.n Qro,non kaqh,menoj, kai. o` kaqh,menoj: 4,2-3; o bien tw|/;| Qew|;
tw|/ kaqhme,nw| evpi. tw|/ Qro,nw|: 7,10; 19,4; Qro,non me,gan leuko.n kai. to.n kaqh,menon evp
vauvto,n: 20,11. Algunas veces en estas expresiones se encuentra asociado El Cordero,
v.gr. 5,13; 6,16; 7,9-10; 15,3; 19,7; 21,22; en 22,1.3 es interesante la expresin o` qro,noj
tou/ Qeou/ kai. tou/ avrni,ou: el trono de Dios y del Cordero.

UNA CRISTOLOGA PARA COMIENZOS DE MILENIO

equivalencia de las tres locuciones, el Apocalipsis contendra siete recurrencias de las mismas en auto-declaraciones de Dios y de Cristo (dejando
aparte la mencin aadida de el primero y el ltimo en 2,8, donde se hace
eco a 1,17), dado que los esquemas numricos desempean una funcin
teolgica, que siete es frecuente en el Apocalipsis11, y que es el nmero de
la plenitud. Esta sptuple recurrencia de un ttulo divino significativo expresa
la plenitud del ser divino que aquel ttulo pone en evidencia. El significado
teolgico est, por tanto, adscrito a los detalles particulares de la meticulosa
composicin literaria de Juan.
Creemos, sin embargo, que cada una de esas designaciones debe
manifestar algunos aspectos y matices particulares que enriquecen la
descripcin de la identidad de Dios/Cristo. Tanto ms, si se tiene en cuenta
que se trata de un lenguaje simblico-cifrado, y de una manera antropolgica
de hablar de Dios. Cada una de esas designaciones, si bien puede conducir
a afirmar la primariedad, la absolutez, la unicidad, la globalidad de
Dios (nociones abstractas que tampoco nos permiten expresar el ser-actuar
de Dios), al mismo tiempo comportan matices en sus connotaciones filolgicas
y semnticas, tambin morfolgicas y sintcticas y ciertamente teolgicas y
pragmticas.
Anlogas reflexiones se podrn hacer al explicar la (auto)atribucinasignacin de estos ttulos a Cristo. Estas expresiones no pueden ser puros y
simples sinnimos y merecen un examen cuidadoso que permita agrupar
brevemente, y de manera sinttica, las implicaciones que hay en y entre
ellas (Fenasse, 1963: 50).

Elementos de profundizacin exegtica


Una radical e intransigente fe monotesta determina la prospectiva proftica
del Apocalipsis, sobre el trasfondo de Is 41,4; 44,6; 48,12 y 40,1216. De
aqu deriva la importancia sin par de la designacin el Alpha y la Omega.
Dios, en cuanto creador, precede todas las cosas y las llevar todas a la plenitud
escatolgica. Es el origen y el fin de toda la historia. Tiene la primera

11.

Por ejemplo, las siete bienaventuranzas dispersas en el libro (1,3; 14,13; 16,15; 19,9; 20,6;
22,7.14) que indican la plenitud de la bendicin, derramada sobre el lector y sobre el
oyente que obedece fielmente el mensaje del Apocalipsis. Recordar la mencin de los
siete espritus, los siete sellos, las siete trompetas, etc.

JAIME ALFONSO MORA RIVERA, P.S.S.

485

palabra en la creacin, y la ltima en la nueva creacin. En la estructura


literaria del Apocalipsis Dios habla dos veces, declarndose primero Alpha y
Omega, al inicio de la visin de Juan (1,8) y al final, afirmando solemnemente
el cumplimiento escatolgico de su designio para toda la creacin: Est
hecho. (21,6) (Bauckham, 1994: 42).

486

Otra manera de explicar este nombre es la siguiente: el nombre bblico


de Dios, YHWH, a veces vocalizado Yahoh y trasliterado al griego (que no
tiene la consonante h) como iota, alfa, omega. En el contexto de la
especulacin teolgica juda sobre el nombre divino, la presencia de la
primera y de la ltima letras del alfabeto griego en esta forma griega del
nombre habra podido hacer pensar que el nombre, en s mismo, contiene
implcitamente la indicacin que Dios es el primero y el ltimo. Una conexin
con el nombre divino se muestra todava ms probable en la designacin
aqul que es, que era y que viene (1,8), la cual es entendida ciertamente
como interpretacin del significado del nombre (ibdem: 43).
Esta auto-designacin aparece dos veces en la boca de Dios, tal como
lo hemos indicado antes (1,8; 21,6) y una vez Cristo mismo la pronuncia. La
yuxtaposicin del Alpha y de la Omega, no se encuentra en el Antiguo
Testamento, ni siquiera bajo la forma traspuesta de aleph y taw. Quiz
convenga acudir a las especulaciones helensticas sobre la simbologa de
las letras.
El rabinismo tardo en sus comentarios de la Escritura no menospreci las posibilidades que le ofreca este recurso metodolgico. La Thora
de Aleph hasta Taw es toda la Ley, se puede encontrar en algunos rabinos.
Al comentar a Isaas 44,6, el ambiente rabnico tiende a identificar a Yahvh
con la verdad: Dios es verdad, toda la verdad, porque la palabra tma emet
(aleph, mem, taw) contiene la primera (aleph), la ltima (taw) y la letra central
(mem) del alfabeto hebreo. Sin excluir un posible origen ms antiguo, se
puede decir que el rabinismo ha sido influenciado por el medio helenstico
y que, a su vez, l ha jugado un rol en la elaboracin de la apocalptica
cristiana (Fenasse, 1963: 48).12

12.

Se debe recordar que helenismo y rabinismo son elementos decisivos en relacin con
apocalptica-apocalipsis, pero sobrepasan los objetivos de nuestro trabajo y, por lo
mismo, debemos contentarnos con estas simples afirmaciones.

UNA CRISTOLOGA PARA COMIENZOS DE MILENIO

El origen de esta expresin se explicara, en efecto, tanto en el


rabinismo como en el Nuevo Testamento, a partir de las relaciones principio
fin y primeroltimo. Yo soy dice Dios o Cristo aqul por quien todo
comienza y en quien todo se completa, aqul que crea y lleva a la realizacin,
aqul de quien procede todo y hacia quien todo se dirige (ibdem). De este
modo no slo integramos esa transitividad-alternancia Dios-Cristo, que no
niega la identidad de cada uno, y que ms bien subraya su profunda unidadcomunin, a la vez que el carcter fontal de Dios. Por otra parte, esta manera
de explicar las cosas hace posible una condensacin del designio de Dios,
condensacin tan propia y tan frecuente en el Apocalipsis, tanto ms apropiada
al final del mismo, bien sea en el gran contexto de 2122, bien sea en el
dilogo litrgico conclusivo.
En Apocalipsis 21,6, de la misma manera que el principio y el fin, la
frmula yo soy el Alpha y la Omega participa, ante todo, de la dignidad
misma de aqul que pronuncia esa palabra, de aqul que se sienta (est
sentado) sobre el trono. En cierto sentido, Dios aparece como fuente de la
vida y, por tanto, tiene que ver con la filiacin divina prometida (cfr. Ap 21,67; Jn 1,12; 3,3-5; Ga 4,4-7).
En Apocalipsis 1,8 es quizs todava ms significativo: VEgw. eivmi to.

:Alfa kai. to. +W, le,gei ku,rioj o` Qeo,j, o` w;n kai. o` h=n kai. o` evrco,menoj, o`
pantokra,twr . La expresin est reforzada por ttulos que manifiestan
claramente la divinidad de aqul que habla. La frmula compleja el que
siendo y el que era y el que viniendo (o` w;n: 1,8; 4,8; 11,17; 16,5; o` w;n...
evrco,menoj: Is 41,4; Ap 1,8; 4,8) resume lo que la teologa escriturstica descubre
en las otras expresiones.
Conviene notar que estas tres expresiones son formas nominales y
que en la primera parte puede descubrirse una referencia abreviada al antiguo
nombre propio de Dios (Ex 3,14); que la segunda y tercera afirmaciones son
explicaciones en el tiempo de este ser plenario, de esta existencia total.
Sin embargo, no se trata de una simple redundancia potica, pues el que
siendo (el que es es propiamente el nombre de Dios en el Antiguo Testamento, el existente, aqul cuya esencia misma es existir; por su parte, las
precisiones siguientes constituyen como el aporte y la tonalidad propiamente
cristianos de esta realidad insondable que es el ser mismo de Dios.
De este modo, estas dos ltimas proposiciones incluyen interactivamente la encarnacin de esta divinidad, su insercin en una historia, en
JAIME ALFONSO MORA RIVERA, P.S.S.

487

la cual son dominantes el tiempo y la sucesin discontinua de los acontecimientos que se entrechocan y se cruzan, dejando unos despus de
otros el lugar a los siguientes. Adems, el que viniendo (viene) recuerda
la espera escatolgica (Fenasse, 1963: 46).

488

Aplicacin particular a Cristo


Aplicada a Cristo la frmula VEgw. to. :Alfa kai. to. +W en relacin con las
otras dos frases nominales del versculo 13, pero desempeando el rol de
proposicin principal o de cabeza de la frase podra tener otra interesante
explicacin, considerada teolgicamente dentro del contexto bblico.
En efecto, si tenemos en cuenta que en el mundo antiguo incluido el
mundo hebreo y el griego las letras tienen un valor en la sucesin de
secciones o para indicar nmeros, se puede pensar en que estas dos letras
tengan algo que ver con el conjunto del alfabeto, y con lo que l expresa, en
cuanto a orden y nmeros y en cuanto a palabras que se puedan expresar o
componer. Si pensamos en los salmos alfabticos y acrsticos, y en otras
costumbres que tienden a servirse de las letras para expresar algo ms que
sonidos y smbolos, esto nos puede abrir otra pauta de interpretacin. Cristo
clave de todo discurso, de toda palabra, de toda Escritura.13
Similar conclusin puede surgir si se piensa en Mateo y su insistencia
en el cumplimiento de la(s) Escritura(s), o en Lucas y su alusin a las
Escrituras14, o en los Hechos de los Apstoles15, o tantas pginas de San Pablo16,

13.

Ver la sugestiva obra de Nusca (1998). El autor muestra que la experiencia cristiana,
especialmente en su culminante experiencia litrgica y eucarstica, con todo lo que
ella implica en relacin con seguimiento, persecucin, liturgia juda, experiencia de
muerte espiritual, experiencia y expectativa mesinica, experiencia y encuentro con el
Seor resucitado todo ello tiene su centro en Cristo.

14.

V.gr., Lc 24, 27.32.44s. Considerar el verbo VExhge,omai con sus diversos matices en el
ambiente bblico y extrabblico, por ejemplo, en Jn 1,18; Lc 24,35; Hch 21,19 (ver tambin
Hch 10,8;15,12.14). Es tan polifactico que connota matices como: conducir, guiar;
narrar, referir, contar; revelar, presentar, explicar; cfr. Rusconi (1996: 118, con sus
referencias).

15.

Por ejemplo, los discursos de Pedro: 2,14-36; 3,11-26; 4,8-12; 5,29-32; 10,36-43.

16.

Por ejemplo, algunos de sus himnos, casi todos ellos reflejo de una conciencia
comunitaria profundamente marcada por el progresivo descubrimiento de la
centralidad de Cristo en la revelacin, en la Escritura y en todo el plan de Dios; v.gr., Ef
1,3-14 (o 1,3-12); Flp 2,6-11; Col 2,15-20; 2Tm 2,8-13.

UNA CRISTOLOGA PARA COMIENZOS DE MILENIO

o en la Carta a los Hebreos con su llamado Prlogo17 y su impostacin, tanto


de Melquisedec y de Moiss como del sacerdocio, y tambin de la muchedumbre de testigos fieles que nos han precedido en la fe (Hb 11,1-12,4), o
tambin de los himnos que encontramos en el mismo libro del Apocalipsis.18
No pretendemos desconocer que sus intencionalidades teolgicas son
muy diferentes; tampoco pretendemos establecer conexiones literales
directas entre ellos y el Apocalipsis. Sin embargo, encontramos una lnea
providencialmente convergente en las primeras comunidades cristianas:
una progresiva y marcada conciencia teolgica de que las promesas, la antigua
alianza, las profecas, las esperanzas mesinicas, los antiguos sacrificios, el
sacerdocio, la fe, han encontrado su cumplimiento, su perfeccin, su clmax
en JessCristoSeor.19
17.

Muchas veces y de muchos modos habl Dios en el pasado a nuestros padres por
medio de los profetas; en estos ltimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo,
a quien instituy heredero de todo, por quien tambin hizo los mundos; el cual,
siendo resplandor de su gloria e impronta de su sustancia, y el que sostiene todo con
su palabra poderosa, despus de llevar a cabo la purificacin de los pecados, se sent
a la diestra de la majestad en las alturas, con una superioridad sobre los ngeles tanto
mayor cuanto ms les supera en el nombre que ha heredado. (Hb 1,1-3). Segn la
Biblia de Jerusaln, versin 1976.

18.

Cfr. Nusca, (1998), que comporta un cuidadoso y profundo estudio de los himnos y
aclamaciones hmnicas presentes en el Apocalipsis, en una perspectiva singularmente
novedosa y muy til para la comprensin, interpretacin y actualizacin del libro en su
estructura, su contenido-mensaje y su finalidad. El autor comenta: Far from being a
Book concerned exclusively with conveying dreadful eschatological visions of Gods
approaching judgment, the quantity and quality of the liturgical materials in the Book
represent a significant interest on the part of Seer with the worship of God and Christ,
in both its heavenly and earthly dimensions. (469)
Y concluye: Finally, the hymns serve to prepare the communities to whom the
Book is addressed for the encounter with the risen Lord in the Eucharist. The Apocalypse
of John as liturgy of the Word is thus fittingly celebrated before the Eucharist. Moreover,
the Books status as a work of early Christian prophecy appears to demand such a
liturgical setting as the most appropriate one for presenting the words of prophecy to
the churches of Asia Minor. (486). [El subrayado es nuestro].

19.

sta es implcitamente la perspectiva de Hooke (1961). El autor, bajo la ptica de Alpha


y Omega hace un recorrido por la Escritura, teniendo en cuenta los logros alcanzados,
hasta su momento, en los estudios de Antiguo y Nuevo Testamento, en los aspectos
histrico, textual y teolgico, en estrecha conexin con la antigua religin de los
hebreos y sta, en su relacin con el ritual y la mitologa de los babilonios y de los
asirios y, en general, en relacin con las religiones y culturas del antiguo Cercano
Oriente.
Refirindose a su libro el autor escribe: Its object is to enquire into the conditions
under which images arise and acquire significance for the purpose of revelation...

JAIME ALFONSO MORA RIVERA, P.S.S.

489

490

Especficamente, si se piensa en el repetido motivo literario del


Apocalipsis las palabras [profticas] de este libro Ap 1,2.3; 22,7.9.10.18(2x).19
(2x), de las cuales se afirma: stas palabras son fieles (fidedignas) y
verdaderas (autnticas) (22,6), se entiende que se trata de unas palabras a
las cuales no se ha de aadir ni quitar nada (22,1819), palabras que tienen
la marcagaranta del espritu de profeca (22,6), palabras contenidas en
un libro escrito por el anverso y el reverso, inicialmente sellado con siete
sellos (5,1), pero luego abierto progresivamente, para decirlo en palabras
nuestras por el len de la tribu de Jud, el retoobrote de David... el
Cordero (5,5.6).
Si en este contexto alguien afirma ser Alpha y Omega, no puede dejar
de pensarse en la Escritura. Cristo, desde la perspectiva pascual, en el
conjunto del Nuevo Testamento y, luego, en la fe de la Iglesia y de los
primeros padres es quien abre y culmina las Escrituras.20
Significant images do not arise in a vacuum... The historical level is the first of three
levels or aspects of reality, which concern anyone who sets out to study the pattern of
revelation in history. But the truth of history, although of great importance, is not the
only or even the most important of reality... A second level appears, the level of
interpretation... It is also necessary to recognize that, in the economy of revelation, the
interpretation was limited by the mental horizon of time, and might be radically
modified in the light of a fuller knowledge of God. It will be found that reinterpretation
involves transformation of the images, which arise in the course of the interpretation
of particular situations. But there still remains a third level, that of the divine activity
itself, transcending and embracing in its eternal reality both other levels. This can only
be known in the full light of the revelation of God in the Person of Christ Alpha and
Omega, illuminating the past, and shining throught the images... Although it will be
found that an image may be spoken of as symbolizing some thing of the divine, since
no other verb is available, yet the image and symbol are not strictly interchangeable
terms... In describing the divine activity in terms of images, we are using analogical
language... We have to use human language we have no other; and human language
is not properly fitted to deal adequately with what lies outside the sphere of our
normal experience; we have to use human language analogically; and the question
is whether such analogical language is to be admitted as significant. (o.c. 3-4; 28991). [El subrayado es nuestro].
20.

En cierto sentido sta es la perspectiva de Bauckham (1993a). As lo presenta desde la


Introduccin: (1)La composicin literaria del Apocalipsis es tan meticulosa en los
detalles de lenguaje y estructura que prcticamente cada palabra ha sido escogida con
deliberada atencin sobre su relacin con el trabajo como un todo integrado e
interconectado; (2) el uso que hace del Antiguo Testamento es una clave esencial para
su comprensin; (3) en cuanto Apocalipsis, el Apocalipsis tiene como contexto literario
la tradicin de los apocalipsis judos y cristianos; (4) si el significado del Apocalipsis es
intertextual (en relacin con el Antiguo Testamento), tambin es contextual (en relacin
con el Nuevo Testamento y con su mundo contemporneo). Cfr. ix-xviii (esp. ix-xiii).

UNA CRISTOLOGA PARA COMIENZOS DE MILENIO

Segn el Apocalipsis hay uno que se llama (=llamado) fiel y veraz... y


su nombre es la Palabra de Dios = pisto,j [kalou,menoj] kai. avlhqino,j... kai.
ke,klhtai to. o;noma auvtou/ o`` lo,goj tou/ Qeou/ (19,11.13). En cierto sentido, ese
es el que da testimonio (= garantiza, asegura y ratifica) de estas cosas
(22,20).
Segn el Prlogo del IV Evangelio: VEn avrch/| h=n o` lo,goj( kai. o` lo,goj
h=n pro.j to.n qeo,n( kai. qeo.j h=n o` lo,goj ou|t- oj h=n evn avrch/| pro.j to.n qeo,n. En
el principio exista el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios.
l estaba en el principio con Dios. (Jn 1,12)
Esto significa, entonces, que Cristo es la palabra clave de la revelacin
y de la Escritura: palabra espiradaencarnadamanifestadaanunciada
escrita. En cuanto Alpha y Omega l es la condicin de posibilidad, el lenguaje
que hace posible la revelacin; l constituye el medio e instrumento fontico
y grfico de la Escritura y de la comunicacin visual y auditiva que se convierte
en palabras de profeca, en libro proftico.

VEgw. o` prw/toj kai. o` e;scatoj = Yo [soy] el primero y el ltimo


Origen bblico de la frmula
Esta frmula: El primero y el ltimo proviene de una corriente espiritual
que toma su fuente del libro de la Consolacin de Israel (Deutero-Isaas), en
donde la encontramos tres veces (Is 41,4; 44,6ss; 48,12-16; cfr. Fenasse, 1963:
47-48), inmediatamente referidas al rol y misin de Ciro, en una perspectiva
proftica y mesinica mucho ms amplia. Vemoslo.
1.
Isaas 41,4: Marca, adems, la cercana con el comienzo del primer
relato de la creacin: Quin lo realiz y lo hizo? El que llama a las
generaciones desde el comienzo (el principio). Yo, Yahwh [que soy] el
primero, y [que ser] con los ltimos yo mismo.21 Esta frmula semtica

21.

Is 41,4: !AvarI hwhy> ynIa] varome tArDoh; areqo hf[w> l[;p- ymi

aWh-ynIa] ~ynIrox]a;-ta,w>
LXX: ti,j evnh,rghsen kai. evpoi,hsen tau/ta evka,lesen auvth.n o` kalw/n auvth.n avpo. genew/

n avrch/j evgw. qeo.j prw/toj kai. eivj ta. evperco,mena evgw, eivmi
Quin {lo} ha hecho y {lo} ha realizado, llamando a las generaciones desde el principio?
Yo, el Seor, soy el primero, y con los postreros soy.

JAIME ALFONSO MORA RIVERA, P.S.S.

491

pone de manifiesto la eternidad y la permanencia continuas de Dios; ms


que insistir en el carcter de origen o de trmino del cual todo depende sin
que se excluyan estas connotaciones, debe ser comprendida como un
conjunto, para significar la presencia continua de Dios que rige los seres,
los acontecimientos, las cosas.

492

2.
Isaas 44,6ss: ...Yo soy el primero y el ltimo, fuera de m no hay
ningn dios. Quin como yo? (...) Hay otro dios fuera de m? (...)22 Discurso
que sirve de apoyo para afirmar la unicidad de la divinidad de Yahvh. Se
trata de una afirmacin del ms puro monotesmo, alrededor del cual gravitan
temas retomados por el Nuevo Testamento como el mesianismo real, el
dominio absoluto de Dios y la idea de testimonio (con algn eco en Ap 3,14).
3.
Is 48,1216: ...Yo soy, yo soy el primero y tambin soy el ltimo...
Desde el principio no he hablado en oculto, desde que sucedi estoy yo
all...23 Se trata de un contexto mesinico y escatolgico. Aqu el ttulo divino,
que fundamenta el llamado divino, se halla ligado explcitamente a la potencia
creadora de Dios, manifestada en el acto creador del (desde el) principio.

La frmula en el Apocalipsis
Se debe recordar, por una parte, que la autodeclaracin yo soy el primero
y el ltimo puede corresponder o al menos est en corelacin de
paralelismo a la declaracin divina yo soy el Alpha y la Omega (1,8); y,

22.

Is 44,6s !AvarI ynIa] tAabc. hwhy> Ala]gOw> laerf


.yI-%l,m, hwhy> rm;a- hKo

~yhil{a/ !yae yd;[l.B;miW !Arx]a; ynIa]w:


tAYtiaow> ~lA[-~[; ymiWFmi yli hk,r>[.y:w> hd,yGIy:w> arq.yI ynIAmk-ymiW 7
Aml WdyGIy: hnaboT rv,a]w:
LXX: ou[twj le,gei o` qeo.j o` basileu.j tou/ Israhl o` r`usa,menoj auvto.n qeo.j sabawq
evgw. prw/toj kai. evgw. meta. tau/ta plh.n evmou/ ouvk e;stin qeo,j 7 ti,j w[sper evgw,
sth,tw kalesa,tw kai. e`toimasa,tw moi avfV ou- evpoi,hsa a;nqrwpon eivj to.n aivwn/ a kai.
ta. evperco,mena pro. tou/ evlqei/n avnaggeila,twsan u`mi/n.
23.

Is 48,12.16

ynIa] @a; !AvarI ynIa] aWh-ynIa] yairq om. laerf .yIw> bqo[]y: yl;ae [m;v. 12
!Arx]a;
HtAyh/ t[eme yTir>B;DI rt,SeB; varome al{ tazO-W[m.vi yl;ae Wbr>qi 16
@ AxWrw> ynIx;lv. hwIhy> yndoa] hT[;w> ynIa ~v

LXX: 12 a;koue, mou Iakwb kai. Israhl o]n evgw. kalw/ evgw, eivmi prw/toj kai. evgw, eivmi eivj
to.n aivw/na 16 prosaga,gete pro,j me kai. avkou,sate tau/ta ouvk avpV avrch/j evn krufh/|
evla,lhsa ouvde. evn to,pw| gh/j skoteinw/| h`ni,ka evge,neto evkei/ h;mhn kai. nu/n ku,rioj
avpe,stalke,n me kai. to. pneu/ma auvtou/)

UNA CRISTOLOGA PARA COMIENZOS DE MILENIO

por otra, que el Apocalipsis, en su conjunto, sigue un singular modelo en el


cual se alternaran dos autodeclaraciones de Dios y dos de Cristo, tal como
lo hemos mostrado esquemticamente al tratar la primera frase nominal del
perfil.
Especficamente, en el Apocalipsis la expresin el primero y el ltimo
se encuentra en 1,1718; 2,8; 22,13. Una cristofana seala el inicio de las
visiones de Juan: Cristo resucitado aparece como un glorioso ser celeste
(1,1216) que declara su identidad.

1,1718: El vidente, en su visin inicial, oye decir al personaje que le


aparece como unhijodehombre (Jess):

Mh. fobou/\ evgw, eivmi o` prw/toj kai. o` e;scatoj kai. o` zw/n( kai. evgeno,mhn
nekro.j kai. ivdou. zw/n eivmi eivj tou.j aivw/naj tw/n aivw,nwn kai. e;cw ta.j klei/j
tou/ qana,tou kai. tou/ a[|dou = No temas. Yo soy el primero y el ltimo, el
viviente. Estuve muerto, y he aqu que ahora estoy vivo por los siglos de los
siglos; y tengo las llaves de la muerte y del hades. (1,1718)

2,8: El vidente oy lo que deba escribir a cada una de las iglesias.


Estos mensajes comienzan siempre con una identificacin de Cristo. En un
cierto momento escucha la orden de escribir al ngel de la Iglesia de Esmirna:
Ta,de le,gei o` prw/toj kai. o` e;scatoj, o]j evge,neto nekro.j kai. e;zhsen = Esto dice
el primero y el ltimo, el que estuvo muerto y revivi (2,8). Se trata del
mismo contexto de 1,1718.
En los dos lugares el vnculo con el tema de la vida se hace de manera
explcita. De nuevo se puede percibir un eco al Prlogo del IV Evangelio:
En l (el Verbo) estaba la vida y la vida era la luz de los hombres. (1,4).
Desde esta perspectiva, la expresin el primero y el ltimo, adems de la
significacin fundamental ya reconocida, se enriquece con toda la fuerza
del tema de la vida y del tema de la luz.
Por tanto, el primero y el ltimo es esencialmente aqul que sobrepasa
los lmites de la vida y de la muerte, aqul que se sita ms all de las
categoras humanas para abrazar la existencia misma: el viviente por
excelencia. El primero y el ltimo es, ante todo, aqul que causa y crea la
vida, aqul de quien procede todo lo que es viviente y en quien toda vida
encuentra su razn ltima y su principio. ste es aqul de quien el Bautista
dijo: Detrs de m viene un hombre que exista antes que yo porque (...) era
primero de m. (Jn 1,30). (Fenasse, 1963: 45)

JAIME ALFONSO MORA RIVERA, P.S.S.

493

494

La segunda parte del versculo, evocando el paso de la muerte a la


vida, nos lleva a la teologa privilegiada del e;scaton. No es este el lugar ni el
momento para desarrollar aqu esta teologa de los ltimos fines. Sin
embargo, nuestra expresin aporta algo nuevo al vocabulario habitual: Da
del Seor, ltimo da, los ltimos das, la ultima hora, los ltimos
tiempos, el momento en el cual los cielos nuevos y la tierra nueva aparecern, etc. Lo que es ltimo en estas frmulas es esencialmente el
tiempo, el da, la hora que Dios, en su sabidura, ha designado como el
momento escogido para la Parusa o la manifestacin de su hijo. Pero en
ninguna parte, excepto en nuestra expresin, el e;scaton se encuentra
relacionado de una manera tan manifiesta con la persona misma de Cristo.
La frmula que nos ocupa personaliza la escatologa cristiana y la condensa
en Jess: l es el agente principal. Con base en lo anterior, se puede justificar
la conviccin de que Jess constituye y resume en s toda la escatologa
(ibdem).
Segn esto, la escatologa del Apocalipsis no tiene nada terrorfico. Se
trata de un lenguaje que llama a la conversin, no se puede historicizar el
lenguaje. Este proceso no corresponde con las perspectivas de los autores
apocalpticos, perspectiva especialmente caracterstica de Juan. Jess es el
e;scaton por excelencia, el ltimo fuera del cual nada existe, nada ms
cuenta. Con esta frmula, entonces, nos situamos en lo esencial. La
espera(nza) escatolgica no tiene nada de acontecimientos fantsticos, no
es un romanticismo evasivo, tampoco una vaga aspiracin subjetivoreligiosa;
no es una simple etiqueta nominalista. Se trata de un gran deseo de la
presencia de Cristo quien es, slo l, el principio y el fin de todo, fuera del
cual no hay existencia, no hay vida.
Ahora bien, este deseo no es una simple proyeccin en un futuro
indeterminado: es aqu y ahora, insertado profundamente en el ritmo de la
vida y de la historia, el que les da un valor ms all (y fuera) del tiempo,
pues l es el que vive (viviendo) y el que es (siendo) por los siglos de los
siglos (1,1718). Por su resurreccin, Cristo se liber de las ataduras de
nuestra duracin temporal, lo que significa y comporta que l est presente
por siempre; y lo est como el principio y el fin, como el primero y el ltimo
(ibdem: 46).
Considerando el modelo que hemos mencionado, podemos ahora
comprenderlo mejor y aprovechar algunas luces que l nos da para nuestro

UNA CRISTOLOGA PARA COMIENZOS DE MILENIO

versculo en general y, para nuestra frmula en particular. Los dos ttulos


atribuidos a Dios el Alpha y la Omega, el principio y el fin lo designan
como eterno en relacin con el mundo. l, en cuanto creador, precede y da
origen a todas las cosas y las llevar a su cumplimiento escatolgico. Los
ttulos no hacen otra cosa que expresar el mismo concepto tambin cuando
en 22,13 estn referidos a Cristo.
Aunque en principio puede parecer que Dios y Cristo sean en cierto
modo distintos a partir de las dos diversas auto-declaraciones en 1,8 y en
1,17, en 22,13 el ttulo del cual nos servimos para designar slo a Cristo (el
primero y el ltimo) entre los que hasta ahora slo se han utilizado para
designar a Dios, parece colocarlos intencionalmente a todos en el mismo
plano, como equivalentes.
Segn Bauckham (1993: 73), dado que el ttulo el primero y el ltimo
es el que recurre en las autodeclaraciones divinas en el Deutero-Isaas (Is
44,6; 48,12), con un significado mucho ms amplio del que poseen los otros
dos ttulos en el Apocalipsis, sera muy extrao que precisamente este nico
ttulo tuviese un significado diverso de los otros presentes en el Apocalipsis.
Sin embargo, esta afirmacin se puede matizar, y as lo hacemos segn nuestra
opinin y anlisis. A la relativa sinonimia o equivalencia se deben aadir
elementos de complementariedad y especificacin, que si bien nos enfrentan
a una secuencia de nombres y ttulos, no por ello se puede prescindir de una
bsqueda de las connotaciones bblicoteolgicas y espirituales que
comportan.
Se podra pensar que tenga un significado diverso. El contexto en la
primera parte de la visin se refiere a la relacin de Cristo con las siete
iglesias, y la conexin que tiene con la resurreccin en 1,1718 repetida en
2,8 podra indicar que se habla de Cristo no como el primero y el ltimo
respecto de toda la creacin, sino como el primero y el ltimo en relacin
con la Iglesia.
En cuanto primognito de entre los muertos (1,5), Cristo resucitado
es el origen de la Iglesia, que la conducir tambin a su cumplimiento en su
parusa (ibdem). Pero esta no es la nica interpretacin posible de 1,1718.
De todas maneras, ello nos abre a una interesante perspectiva cuando
examinamos este ttulo desde la pgina conclusiva del libro, en donde la
perspectiva csmica, universal y eclesial parecen entremezclarse en una

JAIME ALFONSO MORA RIVERA, P.S.S.

495

extraordinaria sntesis cristolgica, una especie de recapitulacin en Cristo,


segn la teologa de Pablo (Ef 1,10; Col 1,16.20).

496

La declaracin inicia afirmando la participacin de Cristo en el ser eterno


de Dios, origen y fin de todas las cosas (yo soy el primero y el ltimo), y
contina aseverando la particular y extraordinaria manera en virtud de la
cual l, en cuanto viviente (1,18), comparte la existencia eterna de Dios.
Mientras que Dios es definido como aqul que es, que era y que viene
(1,8) o como aquel que vive por los siglos de los siglos (4,9.10; 10,6; 15,7),
Cristo dice: Yo estaba muerto y he aqu que ahora estoy vivo por los siglos
de los siglos (1,18). Su vida eterna ha sido ligada a la experiencia de una
muerte humana, y l comparte la vida eterna de Dios en el triunfo sobre la
muerte (Bauckham, 1993: 73).
Por otra parte, mientras la declaracin divina en 1,8 enuncia el seoro
divino como poder sobre todas las cosas, la afirmacin correspondiente de
la participacin de Cristo al seoro divino en 1,1718 se refiere a la autoridad
sobre la muerte y sobre el hades que l ha vencido mediante su muerte y
resurreccin: Yo tengo las llaves de la muerte y del hades.
La derivacin del ttulo el primero y el ltimo del Deutero-Isaas, y el
modo en el cual viene empleado en 22,13, nos lleva a preferir esta interpretacin. Se puede aadir que una clara referencia a la participacin de
Cristo en la creacin divina de todas las cosas no es extraa al contexto de su
comunicacin con las iglesias, por el hecho de que en 3,14 al comienzo de
la Carta a la Iglesia de Laodicea lo llama el origen (avrch/) de la creacin de
Dios. Y esto no significa que l fuese el primer ser creado, o que en su
resurreccin fuese el principio de la nueva creacin de Dios, sino que ms
bien debe tener el mismo significado que la primera parte del ttulo, el
principio (avrch/) y el fin, tanto si se refiere a Dios (21,6) como si se refiere
a Cristo (22,13) (ibdem: 44).
Cristo est antes de todas las cosas como su fuente. As lo entienden
otros textos del Nuevo Testamento, por ejemplo, Pablo (1 Co 8,6; Col. 1,1517), la Carta a los Hebreos (1,2) y el cuarto Evangelio (1,13). As se ve mejor
esta lnea de comprensin del rol de Cristo en la creacin. En el Apocalipsis
no se trata tanto de la identificacin de Cristo con el Verbo o con la sabidura
de Dios; se trata, ms bien, de otro desarrollo cristolgico de la Iglesia
primitiva, quiz anterior: la identificacin de la venida escatolgica de Dios

UNA CRISTOLOGA PARA COMIENZOS DE MILENIO

con la esperada parusa de JessCristo. Por este doble camino se llega a


incluir a Cristo, como agente divino, tanto en la creacin de todas las cosas
en cuanto obra de Dios, como en su cumplimiento escatolgico.
Cristo es, entonces, el Alpha y la Omega, el primero y el ltimo, el
principio y el fin. Tal como est formulada, la afirmacin inequvoca que
Jesucristo pertenece a la plenitud del ser eterno de Dios, supera cualquier
otra enunciacin neotestamentaria (Bauckham, 1993: 74-75).
En la estructura del libro24, la visin de Juan (1,9 22,5) est enmarcada
por un Prlogo y un Eplogo.25 En diversos aspectos literarios, el Prlogo y el
Eplogo se corresponden: uno consiste en la correspondencia entre la
autodesignacin divina al final del Prlogo (1,8) y la autodesignacin de
Cristo hacia la mitad del Eplogo (22,13). Estos dos versculos se corresponden,
adems, porque cada uno est precedido por un anuncio de la Parusa (1,7:
Mira, l viene...; 22,12: Mira, yo vengo...).
Si 1,8 y 22,13 presentan tales analogas, 1,17 y 21,6 ubicados respectivamente hacia el principio y el final de la visin se equivalen tambin
entre s, de modo que los cuatro textos forman una disposicin quistica (A
B BA).26
Se encuentra, adems, una cierta semejanza temtica entre 1,17 y 21,6,
pues en ambos casos aqul que se proclama el primero y el ltimo o el
Alpha y la Omega declara que es tambin la fuente de la nueva vida
escatolgica: Cristo mediante su resurreccin (1,18), Dios con su nueva
creacin de todas las cosas y el don del agua de vida (21,16) (Vanni, 1979:
247-257).
24.

Sobre la misma hay muchas discusiones. Sin embargo, en general se acepta que hay
un Prlogo y un Eplogo. Nosotros seguimos sustancialmente la estructura propuesta
por Vanni (1980). La misma consiste esencialmente en dos partes: 1,4-3,21 (septenario
de las cartas) y 4,1-22,5 (trama del libro), con un prlogo (1,1-3) y un eplogo (22,6-21).
A su vez, la segunda parte, comprende cinco secciones: 4,1-5,14: visin inaugural; 6,18,1: seccin de los siete sellos; 8,2-11,13: seccin de las trompetas; 11,14-16,16: seccin de
los tres signos; 16,17-22,5: seccin conclusiva.

25.

Autores como Bauckham sitan la visin en 1,9-22,9, el Prlogo en 1,1-8, y el Eplogo en


22,6-21, diciendo que el final de la visin y el comienzo del eplogo se sobreponen de
tal modo que 22,6-9 hace parte de ambos (1993: 75).

26.

Seguimos de cerca, aunque con variantes y adaptaciones la argumentacin de


Bauckham, en La teologa..., (1993: 75-76). Aunque estas semejanzas y paralelismos
son innegables, no creemos que se pueda decir que el Eplogo comienza en 22,13.

JAIME ALFONSO MORA RIVERA, P.S.S.

497

498

Este modelo subraya la ntima relacin (que podramos llamar relacin


identificativa) de Cristo con Dios, tal como lo muestra el empleo de los
mismos ttulos; esta relacin identificativa indica tambin de qu modo Juan
se interesa sobre todo por el significado escatolgico de los ttulos. En efecto,
en la Parusa de Cristo, Dios principio de todas las cosas se convertir y se
manifestar plenamente como el fin, fin final o fin en plenitud.
En la vida escatolgica, donde Cristo entr por su resurreccin, toda la
creacin redimida participar en la nueva creacin de Dios. Aunque no
compartimos todos los aspectos, la situacin se puede visualizar en el
siguiente cuadro:
A
1,8
Fin
del Prlogo

B
1,17
Comienzo
de la visin

B
21,6
Fin
de la visin

A
22,13
Comienzo
del Eplogo

Dios
Alpha
y Omega

Cristo

Dios
Alpha
y Omega

Cristo
Alpha
y Omega

Principio y fin

Primero y ltimo
Principio y fin

Relacin con
nueva vida

Relacin con
parusa

Primero y ltimo

Relacin con
parusa

Relacin con
nueva vida

Ahora bien, si los rasgos escatolgicos de los ttulos comunes a Dios y


a Cristo constituyen el inters primero de la obra de Juan, tambin el aspecto
protolgico es cristolgicamente importante, sirven para mostrar que la
identificacin de Cristo con Dios, implcita en los ttulos, no es el resultado
de una cristologa adopcionista, en la cual Jess simple y slo hombre fue
elevado en la resurreccin a la condicin divina.
Estos ttulos que Cristo tiene en comn con Dios sirven para mostrar la
importancia de la resurreccin en orden a la participacin de Cristo al seoro
de Dios (cfr. 2,28; 3,21); estos ttulos indican que ya antes de la creacin l
comparta el ser eterno de Dios. El ttulo no lo designa como un segundo
Dios, sino que lo ubica en el ser eterno del Dios nico de Israel, que es la
sola fuente y el fin de todas las cosas. Juan est atento a preservar la fe

UNA CRISTOLOGA PARA COMIENZOS DE MILENIO

monotesta juda, aun si incluye tambin a Jess en la divinidad del nico


Dios (Bauckham, 1993: 76).
De hecho, a lo largo del libro del Apocalipsis se presenta este carcter
fontal de Dios, pero siempre en relacin con la centralidad de Cristo. No
deja de ser interesante esta constatacin que, desde bien temprano, marca
de modo singular el pensamiento y la experiencia de los nuevos creyentes.27
Por tanto, el trasfondo vetero-testamentario de nuestra frmula evoca
esencialmente la omnipotencia divina, designa el ser mismo de Dios en sus
connotaciones de eternidad, permanencia continua, poder soberano. A partir
de estos datos el Nuevo Testamento desarrolla su teologa. Valorando las dos
partes de la expresin, ellas explicitan su riqueza sin perder su perspectiva
escatolgica y apocalptica, dentro de la cual se perfila el mensaje del
Deutero-Isaas (Fenasse, 1963: 47s).

VEgw. h` avrch. kai. to. te,loj

= Yo [soy] el principio y el fin

Breve visin de conjunto


De un modo general se constata que el ttulo de Dios principio y fin, fue
comn en el siglo I en el ambiente mediterrneo. Es mencionado ya por
Platn: Ciertamente dios es el comienzo (principio) y el fin y el medio de
cada cosa que existe. Segn este principio vlido para el dios demiurgo, se
puede decir que para los creyentes ... Dios es el principio, Dios es el medio
y por Dios cada cosa ha sido formada. Dios es el fundamento del mundo y de
las constelaciones terrestres; l es el comienzo como causa eficiente, el
culmen como fin, y el medio indispensable igualmente presente a todo.
(Malina, 1995: 249s.). Esto se dice del dios demiurgo. Esta afirmacin central
acerca de Dios, en el Apocalipsis se atribuye no slo a Dios, sino tambin a
Cristo.

27.

La mencionada obra de Bauckham destaca esta perspectiva teocntrica. De hecho,


sostiene que esta doctrina caracterstica del libro es una de las ms grandes
contribuciones a la teologa del Nuevo Testamento. Ahora bien, su impostacin es
abiertamente trinitaria (1993: 38; 38-71; 192s.). Sin embargo, a nuestro juicio, esta
excelente presentacin teocntrica en su introduccin y en sus conclusiones, vela
un poco el protagonismo de Cristo aun si consagra dos captulos al Cordero (captulos
tercero y cuarto), protagonismo absolutamente innegable a lo largo de toda la obra,
evidente si se consideran, por ejemplo, los nombres-ttulos cristolgicos que
encontramos. Su captulo sobre el Espritu es muy sugestivo.

JAIME ALFONSO MORA RIVERA, P.S.S.

499

La frmula en el Apocalipsis
En el Apocalipsis esta expresin se encuentra varias veces:

3,14: Ta,de le,gei o` VAmh,n, o` ma,rtuj o` pisto.j kai. avlhqino,j, h` avrch. th/j
kti,sewj tou/ Qeou/. = As habla el Amn, el testigo fiel y veraz, el principio de
la creacin de Dios.

500

Este versculo, en efecto, reclama para Cristo un rol ms fundamentalmente inicial: ... h`` avrch. th/j kti,sewj tou/ Qeou/. Esta afirmacin de la
primaca absoluta de Cristo se une de manera perfectamente coherente con
el Prlogo del IV Evangelio: En el principio el Verbo era y el Verbo estaba
con Dios y el Verbo era Dios. El estaba al principio con Dios. Todo fue hecho
por l y sin l no lleg a la existencia nada de lo que existe. (Jn 1,13).
Puede ser que este principio-comienzo sea una evocacin explcita y
querida del beresit (in principio) del Gnesis.
Mediante esta sntesis, Juan ubica de este modo a Jess en el nacimientoorigen de la historia humana y de la revelacin vetero-testamentaria. Este
Cristo, este Jess estaba-era ya al comienzo-al principio con Dios, era Dios y
precisamente l es el principio de todo. En consecuencia, si Cristo es el
comienzo-principio de la nueva alianza, l es, igualmente, el principio de
todo desde el comienzo del mundo y en la antigua revelacin (Fenasse,
1963: 44).
Esto que Juan afirma aqu de Cristo como principio de todo, debe ser
dicho tambin de Cristo, fin de todo. Pero el fin jonico (te,loj) es una nocin
compleja, ligada a expresiones como tiempos escatolgicos, ltimos das,
ltimo da, ltima hora y se debe, por tanto, hacer su anlisis para precisar
el sentido exacto que reviste en este versculo.

21,56: ...VIdou. kaina. poiw/ pa,nta... evgw. [eivmi] to. :Alfa kai. to. +W,
h`arv ch. kai. to. te,loj = He aqu que hago todo nuevo...Yo soy el Alpha y la
Omega, el principio y el fin.
En este contexto, ser el principio y el fin es esencialmente ser el lmite
ms all y fuera del cual nada puede ser medido. Se trata de la creacin.
Todo debe estar contenido entre estos dos lmites constituidos por una sola y
misma persona, el CristoJessSeor (o, en sentido literal estricto: Dios).
Dado el comienzo de la frase: He aqu que yo hago todas las cosas nuevas,
la frase precisa, igualmente, que fuera de este principio y de este fin, fuera

UNA CRISTOLOGA PARA COMIENZOS DE MILENIO

de Cristo, todo es antiguo (caduco, viejo, pasado, diramos hoy), porque es


l quien hace nuevas todas las cosas, quien hace nuevo el universo entero
(ibdem: 43).
Aqu se debe evocar la teologa neotestamentaria de la novedad del
cristianismo, teologa tan caracterstica del Apocalipsis (Ap 2,17; 3,12; 14,3;
21,1-2; etc.), novedad a la cual nos hemos referido al comienzo de esta
seccin como una de las dinmicas esenciales de la impostacin contextual
y de la comprensin hermenutica de 22,621.

En Ap 22,13 estas ltimas palabras parecen ser las ms comprensibles


y las ms obvias. Yo soy el principio y el fin, el comienzo y el trmino, el
avrch. y el te,loj. Se trata de palabras puestas en los labios de Cristo, quien
afirma que es el principio y el trmino (fin) del tiempo de cada cosa, que
todo comienza y todo se acaba marcado por su presencia como signo y sello
(Fenasse, 1963: 42).
La forma el principio y el fin, adoptada en la tradicin filosfica griega
para indicar la eternidad del Dios supremo, fue retomada por los autores
judaicos, como Josefo, quien define a Dios como el principio y el fin de
todas las cosas.28 La prioridad que Juan le concede a la expresin el Alpha
y la Omega con respecto a las otras equivalentes, podra ser motivada por la
conexin que establece entre la segunda y el nombre divino (Bauckham,
1993: 42).

Fin y comienzo, he ah lo que yo soy


Esta puede ser la manera de expresar hoy en da Ap 22,13.29 Se trata de una
frmula ms breve y que puede ser ms densa. Ella nos permite destacar el
poder evocador de las palabras inspiradas y la debilidad de nuestras propias
palabras (Fenasse, 1963: 50). Difcilmente estas tres expresiones tan ricas y

28.

Antigedades Judaicas 8, 280; Cf. Filn, De plantatione 93.

29.

Hay quienes hablan del Apocalipsis como el comienzo del fin, entendido ste como
la plenitud, la consumacin, la recapitulacin, la plena realizacin: por ejemplo, J.-P.
Prvost. Otros hablan de el fin del comienzo: por ejemplo, W.J. Dumbrell, en su obra
The End of the Beginning. Revelation 21-22 and the Old Testament. El autor en cada
uno de sus cinco temas Nueva Jerusaln, Nuevo Templo, Nueva Alianza, Nuevo Israel,
Nueva Creacin estudia pginas selectas del Antiguo Testamento y del Nuevo
Testamento. Aqu sugerimos fin y comienzo, sntesis de 22,13.

JAIME ALFONSO MORA RIVERA, P.S.S.

501

tan complejas se dejan encerrar en unas conclusiones, pero intentemos


recoger algunos aspectos:

502

1.
Cristo es el principio y el fin, es decir, la razn de todo, en el ser y en
la vida, tanto en la revelacin del Nuevo Testamento como al comienzo del
mundo. Por el solo hecho que l es, l renueva todo: la presencia benfica
de Cristo es, entonces, una creacin perpetua.
2.
Cristo es principio y fin, entre otras razones, porque es adems y
simultneamente primero y ltimo. l lleva el ttulo divino y participa de la
realidad divina. Si l es Dios eternamente presente, l es para nosotros en
su persona el ltimo acontecimiento, el e;scaton. Este ltimo acontecimiento, este fin, no es algo que se deba esperar para un futuro ms o
menos lejano: el objeto de la espera escatolgica es Jess mismo, y la
resurreccin lo ha constituido eternamente presente.
3.
Cristo, principio y fin, primero y ltimo, es tambin el Alpha y la Omega:
de esta manera se expresa la persona de Cristo, insertndose humanamente
en las contingencias de la historia del mundo. El marca cada trmino con su
sello, el sello de aqul que es, que era y que viene.

CONCLUSIN
1.
Una mirada panormica nos da, desde este primer momento, una idea
de la amplitud del horizonte que se podra abarcar en este estudio. El siguiente
cuadro nos sirve como conclusin. Los principales rasgos del perfil de
Jesucristo, a partir de Ap 22,621, se pueden formular de la siguiente manera:
(a)
(b)
(c)
(d)
(e)
(f)

Jess es clave, centro y culmen de toda escritura y de toda la Escritura


(22,13.18s);
Jess es autor y recapitulador de la nueva creacin (2,13);
Jess es plenitud del tiempo y de la historia (22,13);
Jess es principio de la nueva humanidad, brote (retoo) del nuevo
pueblo de Dios (22,16);
Jess es luz de lo alto que brilla (22,16; 2,28);
Jess es el Mesas anunciado y esperado, el Mesas presente y actuante
(22,16.21);

UNA CRISTOLOGA PARA COMIENZOS DE MILENIO

(g)

(h)
(i)
(j)
(k)
(l)
(m)
(n)
(o)
(p)

Jess es el que muri y resucit por eso, como Cordero, degollado,


pero en pie en medio del trono, quien ahora vive por los siglos
(22,3.16; 1,18; 5,6);
Jess es portador, dador y garante de la vida (22,12.14b.19b);
Jess es el glorificado, tiene como suya y comunica la gloria de Dios
(22,9; 19,10);
Jess es testigo, testigo fiel y veraz (22,20; 22,6.16);
Jess es vencedor que contina venciendo con los suyos (22,12.14;
22,6; 6,2; 17,14);
Jess es, lo mismo que Dios es (22,16);
Jess es la revelacin, es el revelador (6.16);
Jess es quien est presente en la historia (22,10-12.15.17.21);
Jess es quien acta y se hace presente en el culto/liturgia, es su centro
(22,7.12.17.20.21);
Jess es Seor, el seor Jess (22,20).

2.
Hay, adems, otros elementos, menos relevantes en la lectura normal,
elementos que, trasformados en afirmaciones en tercera persona, nos
permiten formular otros rasgos del perfil de Jess. Por ejemplo:
(a)
(b)
(c)
(d)
(e)
(f)

Jess es el que dijo/dice el que habla frecuentemente bajo la forma


de voces moduladas (22,6.10.20);
Jess es el que proclama las Bienaventuranzas y pone de manifiesto
unos que son declarados fuera (22,7.14.15);
Jess es el que trae consigo su salario y da a cada uno conforme a su
obra (22,12);
Jess es el que da poder y autoridad en el rbol de la vida y el que
posibilita el acceso a la ciudad por las puertas (22,14);
Jess es el que enva a su ngel a las iglesias (22,16);
Jess es el testigo que da testimonio de cuanto hay en esa profeca
(22, 20a y tambin 22,6.10.18-19).

3.
Esta cristologa de comienzos del primer milenio se manifiesta particularmente rica e iluminadora en el contexto del comienzo del tercer milenio.
Frente a un ambiente cultural pluralista y, a la vez escptico, invadido por un
radical inmanentismo, abundante en propuestas filosficas y en alternativas
religiosas sectarias y a corto plazo, nuestro libro proclama, de una manera
muy rica y variada, una amplia gama de aspectos para descubrir a Cristo en
lo concreto de las diversas comunidades y situaciones, ayudndonos a

JAIME ALFONSO MORA RIVERA, P.S.S.

503

encontrar la unidad de su persona y de su accin en medio de la multiplicidad,


riqueza y eficacia de sus acciones y manifestaciones.30

504

Aunque nos limitamos a analizar 22,13 a modo de ejemplo, hemos


podido descubrir la densidad cristolgica de esta pgina y la centralidad de
Cristo en el desarrollo del designio de Dios, de la historia de la salvacin y
de su plenitud escatolgica.
La revelacin de Jesucristo es manifestacin de Cristo resucitado quien
ofrece, como don, a la Iglesia congregada en asamblea litrgicocultual
este libro proftico31, que contiene palabras de profeca, con el fin de
asegurarnos su presencia victoriosa siempre en accin y, de este modo,
comprometernos en una accin proftica de trasformacin del mundo y de
la historia32, y para hacer cada da ms presente el mundo nuevo que ya ha
30.

Cfr. Lepple (1966): para el Eplogo, pp. 237-240; su sntesis sobre el perfil de Jess, pp.
243-251; y su teologa de la historia, pp. 252-258. Nuestro autor se expresa as: La
critique litteraire atteste que dans l actuelle rdaction de lApocalypse de Jean ont t
labors des lments et des traditions On peut desceler aussi la prsence de plusieurs
niveaux du texte et mme plusieurs niveaux dnoncs thologiques. En ce qui
concerne le Christ, lApocalypse tonne par lextraordinaire diversit de ses affirmations
LApocalypse johannique professe une christologie pluraliste dont les differentes
dclarations bien tranches sont complmentaires. Cette thologie reflete
simultanment la vision judeo-chrtiens de Palestine et celle des pagano-chrtiens du
monde grec. Cette complexit nous empche de considerer la christologie de
lApocalypse comme un portrait en reccourci du Christ selon le Nouveau Testament:
elle nous montre aussi quel est le sens et quel est le terme du mouvement de
lintelligence notestamentaire de la foi. (243). Ms adelante escribe: Quand les
hommes croient ne pas percevoir le Christ, et que cette absence et la prsence des
dmons risquent de les dcourager, mme alors le Seigneur es l. Le Christ est dautant
plus proche de lEglise quelle se voit plus rudement conduite sur le chemin de la
croix. (251)

31.

Cfr. Vanni (2000). El autor afirma, a modo de conclusin: Nella prospettiva dellApocalisse
non si pu comprendere la chiesa senza Cristo, n Cristo separato dalla chiesa. Questa
non un concetto, n unentit astratta: costituita da unassemblea di ascolto,
attenta a se stessa, alla realt che la circonda, e che si sente aperta e in communione
con tutte le altre chiese. Riceve ci que ha, riceve il suo presente e il suo futuro,
addiritura la sua identit, come dono da parte di Cristo. Analogamente, la figura di
Cristo non evapora in unintellettualizzazione distaccata e remota: egli creduto e
sentito in tutta la sua realt trascendente, ma un Cristo tutto per la chiesa. (97).

32.

En Prigent (2002) leemos : LApocalypse est la transposition chrtienne de ce message :


depuis la venue du Christ, le monde est entr dans lre finale, Satan est dfait et la
victoire de Dieu et des siens est certaine. Cest un message de dimension cosmique,
mais le fantastique est mis au service deun vangile vivre prsentement sur la terre...
LApocalypse nous dit que le totalitarisme du pouvoir nest le plus fort quen apparence.
Le Christ est le vrai vainqueur et les chrtiens peuvent participer cette victoire ds

UNA CRISTOLOGA PARA COMIENZOS DE MILENIO

hecho, concretizado en la Nueva Jerusaln.33 A ella Cristo le declara: S,


vengo pronto. (22,20)

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HOLTZ, T., Die Christologie der Apokalypse des Johannes, AkademieVerlag,
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maintenant et pour lternit... Loin dtre un recueil de menacantes prophties sur la
fin du monde, lApocalypse est un message de vie qui appelle une constante vigilance
pour mieux servir le Seigneur de lunivers. (Cfr. sntesis de presentacin)
33.

U. Vanni, en Divenire nello Spirito, en el ltimo captulo, titulado Il punto di arrivo:


meraviglia della Gerusalemme nuova, concluye: Ora il lettore non solo sa, ma sente
e percepisce dal di dentro che la Gerusalemme nuova davvero la sua citt. Vale la
pena attraversare il guado della precariet, della sofferenza, della lotta sfibrante contro
il male, di superare le lusinghe insidiose delle Babilonie diseminate nellarco della
storia, per raggiungerla. Consapevole, fin dallinizio della lettura-ascolto dellApocalisse,
che il nome di Gerusalemme, che Ges aveva chiamato cit del mio Dio (3,12), si trova
scritto sulla sua fronte, il lettore avverte adesso con gioia e commozione di portarla
nel cuore. (2000: 234).

JAIME ALFONSO MORA RIVERA, P.S.S.

505

HOOKE, S.H., Alpha and Omega. A Study in the Pattern of Revelation, James
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