Este documento discute si las matemáticas pueden considerarse un lenguaje. Explora las similitudes entre aprender matemáticas y aprender un idioma extranjero. También examina cómo los símbolos matemáticos pueden proyectarse a través de diferentes lenguajes naturales y cómo los estudiantes buscan darle significado a los conceptos y términos matemáticos.
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Este documento discute si las matemáticas pueden considerarse un lenguaje. Explora las similitudes entre aprender matemáticas y aprender un idioma extranjero. También examina cómo los símbolos matemáticos pueden proyectarse a través de diferentes lenguajes naturales y cómo los estudiantes buscan darle significado a los conceptos y términos matemáticos.
Este documento discute si las matemáticas pueden considerarse un lenguaje. Explora las similitudes entre aprender matemáticas y aprender un idioma extranjero. También examina cómo los símbolos matemáticos pueden proyectarse a través de diferentes lenguajes naturales y cómo los estudiantes buscan darle significado a los conceptos y términos matemáticos.
Este documento discute si las matemáticas pueden considerarse un lenguaje. Explora las similitudes entre aprender matemáticas y aprender un idioma extranjero. También examina cómo los símbolos matemáticos pueden proyectarse a través de diferentes lenguajes naturales y cómo los estudiantes buscan darle significado a los conceptos y términos matemáticos.
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algn lucro conforme a lo establecido en los artculos 147, 148 y 151 en la fracc. I y II de la ley Federal de los Derechos de Autor. LENGUAJE MATEMTICO EN EL AULA . CAPTULO PRIMERO Constituyen las matemticas un lenguaje? Selllers: Qu tal tus matemtcas? Secombre: Las hablo como natvo. Spike Milligan: The Goon Show Scripts Pimm D, autor del libro Lenguaje Matemtco en el Aula, sin pretender ser una de esas personas que analizan o explican los chistes, empieza planteado la pregunta: por qu razn funciona este chiste?>>, o sea, por qu funciona mejor respecto a las matemtcas que, por ejemplo, respecto a la geografa o a la carpintera. La expresin << la hablo como un natvo >> slo se usa en relacin con una lengua que no sea la materna. Su uso, por tanto, supone la existencia de sujetos que la emplean como tal lengua materna con los que se establece la comparacin, y los partcipantes en la conversacin que encabeza este captulo utlizan el trmino matemtcas como denominacin de una lengua. Qu tiene de incongruencia la idea de un hablante de matemticas en cuanto lengua ma- cuanto lengua ma- terna? Entre otras posibilidades, quiz parezca fuera de lugar porque suele pensarse que las mate- mtcas consttuyen el compendio de algo que ha ido aprendido de manera abierta y consciente. Rotundamente no, porque cuando las matemtcas escritas se leen en voz alta, incluso cuando el trabajo se presenta slo mediante smbolos, surge como ingls hablado o como cualquier otro idioma natural que disponga de un registro matemtco lo bastante desarrollo. Por tanto, las ma- temtcas escritas con smbolos pueden proyectarse a travs de muchos lenguajes naturales. En apoyo de SECOMBE, debemos sealar que el aprendizaje de las matemtcas puede asimilarse sin violencia al aprendizaje de una lengua extranjera. As pensaba GOETHE. En una re- copilacin de su obra ttulada Principalen und Maximen, se queja de que <<los matemtcos son una especie de franceses. Siempre que les dices algo, ellos lo traducen a su propia lengua y de inmediato se convierte en algo completamente distnto. >> Para mucha gente, las matemtcas son tan incomprensibles como lengua extranjera que no hablen. No obstante el autor afrma con seriedad que <<las matemtcas son una len- gua>>, y explorar algunas de las consecuencias que se deriven de ello Qu sentdo puede tener tal afrmacin? El empleo de son puede inducir a tomarlo como defnicin, comparable con la afrmacin: una funcin es un conjunto de pares ordenados. De igual modo puede interpretarse en sentdo descriptvo, predicatvo, como en: esta silla es cmoda. Sin embargo, tambin es posi- ble darle el valor de metfora, semejante a: Jorge es un len, y ste es el propsito del autor. La ltma expresin puede utlizarse con muchos signifcados, diferentes del literal, relatvo a un len llamado Jorge. Entre las posibilidades de interpretacin aparte de la ms comn de que se trata de una persona luchadora, se encuentran: Jorge duerme alrededor de veintuna horas al da; es un carn- voro; tene una enorme cantdad de pelo (una melena), o vocifera mucho (<<ten cuidado cuando te acerques a l>>). As mismo, la anterior afrmacin sobre las matemtcas puede recibir muchas interpreta- ciones. Es importante percatarse de que las metforas son en s mismas conjeturales. No hay por qu aceptarlas como tles y disponemos de diversas estrategias intelectuales que proporcionan defensas contra ellas. Una forma de examinar el potencial que encierra esta afrmacin metafri- ca consiste en explorar sus consecuencias. Consciente de que el empleo de este punto vista (el de considerar las matemtcas y, por tanto, su enseanza y el aprendizaje, en trminos lingstcos) como metfora controladora des- orientar. Todas las metforas lo hacen al realizar determinadas cosas a expensas de otras; pero sa es una de las razones por las que funcionan bien. Demostrando la aplicabilidad espera el autor arrojar cierta luz sobre determinados aspectos de las matemtcas y ms importantes an- de su enseanza, que quiz no fuesen patentes. No obstante, antes de comenzar a desvelar la natu- raleza de la metfora, quiero pasar una breve revista a lo que supone conocer cualquier lengua. Signifcado Segn THOM (1973), un importante matemtco contemporneo, el problema fundamental de la enseanza de las matemtcas consiste en la construccin del signifcado ms que la cuestn del rigor cmo puede construirse este signifcado? Podemos plantear una pregunta semejante respecto al aprendizaje de la comunicacin y derivacin de signifcados por medio del lenguaje hablado o escrito, incluido el de las palabras componentes y la informacin codifcada desde el punto de vista estructural (por ejemplo, en relacin con el orden de las palabras). Los nios, como nosotros mismos, tratan de dar sentdo a todo cuanto escuchan o leen. La bsqueda de signifca- do puede conducirnos a algunas conclusiones poco habituales. Hemos de encontrar las palabras en los diccionarios, lo que indica que proporcionan una unidad adecuada para la discusin del signifcado. En clase, es corriente or al profesor preguntando a los nios si han entendido el signifcado de una palabra determinada y, quiz, tratar de compro- bar esa comprensin pidindoles una defnicin formal o una parfrasis. Es claro que el discurso matemtco incluye trminos especializados y signifcados distntos de los habituales en el habla cotdiana. Las confusiones que se producen en las clases de matemticas pertenecen al nivel de la interpretacin de palabras concretas? ms adelante aparecen dos ejemplos en los que el uso matemtco de determinado trmino supone la alteracin del signifcado o la connotacin de una palabra inglesa ordinaria. Si el oyente no es consciente de este uso distnto y asigna el signifcado corriente al medio matemtco, podemos suponer que se producirn diversas difcultades en la comprensin. A la pregunta: << cul es la diferencia entre 24 y 9?>>, un nio de nueva aos respondi: <<uno tene dos nmeros y el otro uno>>. Estas respuestas indican un fallo de comprensin del trmino diferencia, utlizado en sentdo matemtco, que implica la nocin de sustraccin. As mismo, se aprecia una segunda distncin entre las dos respuestas (que tene que ver con el nivel de percepcin de la diferencia) que trataremos en breve. Un de ejemplo de imagen descriptva metafrica utlizada por una nia pequea, en esta ocasin en un contexto matemtco, lo proporciona TAHTA (1970, pg. 27) cuando se refere al co- mentario de una nia de 7 aos con la que estaba hablando (sus observaciones estn en cursiva): Le haba mostrado en un crculo con varias lneas, unas rojas, intersecando el crculo, y otras verdes que no lo hacan. Qu me puedes decir de las lneas rojas? Bueno, estn luchando tratan de cortar el circulo. Y las verdes? Se protegen s, vigilan. Dibuj entonces con un lpiz una tangente y le pregunt de qu color habra que pintarla. Se hizo una pausa. Despus: Verde, escapando del rojo. Breve pausa. O rojo escapando del verde. Otra pausa. Ay, es un hombre indefenso. Quin puede decir, sin profundizar ms, que la percepcin de la incidencia y la proximidad geomtricas en trminos de amenaza y ataque no es, desde el punto de vista matemtco, una forma tl de considerar esas situaciones? Esta nocin ha sido examinada, tal y como sucede, por LEMAY (1983) sobre pelculas y en clase. Los nios pequeos tenen que aprender, entre otras cosas, la forma que se considera adecuada para la exposicin de las matemtcas. El empleo ge- neralizado de metforas cargadas desde un punto emocional (estn o no sealizadas mediante el uso de colores) no suele aceptarse como una de ellas. Hay estlos de comunicacin que se consideran convencionalmente apropiados para de- terminadas materias concretas. Hallamos un refejo escrito de ello en la estlizada y restringida de los problemas verbales que con frecuencia consttuyen las tareas aritmtcas ms difciles que se pide a los alumnos desde su punto de vista NESHER (1984) afrma que los chicos son muy cons- cientes de esta forma restringida o estlizada en la que suelen plantearse tales problemas. Un medio de exploracin utlizado por ella consista en pedir a los alumnos que plantearan con sus propias palabras un problema que condujera a una <<suma>> concreta, como 6 +2=8. Se prest poca atencin a la plausibilidad del contexto propuesto. Uno de los ejemplos sugeridos fue: << mi madre tena seis plantas>>. La nocin de signifcado es muy compleja, plantea mucho ms problemas de los que se pudiera pensarse a primera vista. Se ha tratado de sealar algunas posibles fuentes de difculta- des que pueden surgir por medio de la mencionada recopilacin de casos. En la prxima seccin subrayado algunos problemas que surgen como consecuencia de la naturaleza abstracta de los <<objetos matemtcos>> y la confusin entre signos y smbolos del lenguaje matemtco, por una parte, y estos mismos objetos, por otra. Los smbolos y las cosas simbolizadas En la comunicacin normal escrita y hablada, las palabras o sonidos utlizados desempean un pa- pel secundario, a menudo considero como <<portador>> del mensaje. En realidad, en el lenguaje ordinario, los smbolos, o sea, los sonidos y las seales escritas, no suelen ser el objeto habitual de atencin. Con el fn de hablar acerca del lenguaje utlizado por medio del mismo lenguaje, han de emplearse determinados dispositvos para distnguir, por ejemplo, entre una palabra usada con fnes de comunicacin y la misma palabra empleada como objeto de la comunicacin. Uno de los dispositvos utlizados consiste en el empleo de la cursiva. As, las frases: las matemtcas deben ocupar un lugaren la educacin de todos los nios, y matemtcas tene once letras, utlizan la palabra matemtcas de forma muy distnta. La segunda frase menciona la palabra como objeto, en vez de aludir a su referente del modo habitual. Estos variados usos de las pala- bras refejan la diferencia entre la exposicin de los atributos del << contnente >> de la idea y los de la idea misma. Esta forma de hablar de la relacin entre los smbolos. Esta forma de hablar de la relacin entre los smbolos y sus signifcados refeja la metfora conducto (REDDY, 1979), que identfca las expresiones lingstcas como contnentes de ideas, y la comunicacin como su transmisin. La capacidad de construir frases sobre expresiones de diverso signifcado consttuye el origen de muchos chistes, que tenen sentdo sobre la base de que el oyente es capaz de situarse en distntos niveles y construir la forma simblica como objeto de determinadas propiedades por derecho propio. En el uso cotdiano de los nmeros pueden observarse algunas confusiones. Respecto a la edad, con frecuencia los nios no tenen muy claro qu se cuenta. Es muy corriente or decir a un nio o nia que l o ella <<es>> cinco, de modo que nadie ms puede tener cinco aos, porque ellos lo son 1 . La identfcacin es completa. Los nmeros de las casas carecen de interpretacin en sent- do cardinal (contable). Incluso la relacin ordinal que aparece en una calle numerada de la forma habitual, con los nmeros impares en un lado de la calle y los pares en el otro, no resulta evidente de manera inmediata. En tales circunstancias, es de nuevo corriente identfcar el nmero con el objeto numerado. El referente de 15 es la misma casa concreta. A un nio de 5 aos, a quien en- 1 En ingls, la frmula para aludir a la edad es: sujeto verbo to be (ser) en el tiempo corresponda nmero cardinal representativo de los aos old (viejo); esta ltima palabra suele omitirse en el uso informal habitual. As es ms fcil que el nio angloparlante que afrma: I am fve (yo soy cinco) se identifque ms con el cinco que el hispano parlante que diga: tengo cinco aos y, por tanto, este ltimo no muestra esa exclusividad a la que alude el texto. (N. del T.) tusiasma el rugby, le preguntan si conoce sus nmeros. El interrogador seala un 9 y le pregunta << cul es?>> (esperando, quiz, una respuesta como <<es un 9>>). La contestacin no se hizo esperar Gareth Edwards>>. En un corto extracto ttulado: << Qu puedes decirme sobre esto? >>>, SKETT (1985) re- gistra las respuestas de un nio 6 aos, Michael, al mostrarle los numerales 7, 4, 3. Las diversas respuestas muestran cmo Michael los considera como meras seales, como smbolos (con nom- bres) y como signifcados: Algunos no son redondos no, no lo son-, pero el 3 falla, porque los otros tene algo recto. 7 y 3 son setenta y tres lo pones as, 3 y 7, y son treinta y siete. Todos empiezan con letras distntas. Podra ser 4.000 si tuviese tres ceros. Ah, ya lo veo: 4 + 3 = 7 El hecho de algunos adjetvos descriptvos relatvos a la forma simblica sean utlizados de forma habitual para describir atributos del referente contribuye a esta confusin entre smbolo y objeto. Hay tpos diferentes de nmeros denominados binarios, decimales y fraccionarios, igual que los hay primos, enteros y triangulares? O los primeros consttuyen categorizaciones basadas en fenmenos superfciales, o sea, aspectos de las formas de los smbolos convencionales ms que propiedades del nmero per se? En el ejemplo citado antes, relatvo al uso matemtco de la palabra diferencia, un alumno observ una distncin entre los nmeros en s mismos (paridad e imparidad), mientras el otro hall una distncin entre la formacin de los numerales que repre- sentan los nmeros. Es frecuente que los algoritmos se piensen en trminos de las operaciones que se llevan a cabo de forma superfcial, con mandatos como invirtelo y multplica o al multpli- car por diez, se aade un cero. De este modo, se estmula a los alumnos a que consideren los sm- bolos como los objetos que se estudian en las clases de matemtcas. 7 es mayor que 2? Coged la regla y miradlo! El intento de ensear a los alumnos la forma prctca de trabajar que utlizan los matem- tcos, quienes operan con los smbolos como si los smbolos mismos fueran los objetos matemt- cos. Esta prctca permite efectuar cmputos rpidos y satsfactorios, pero a costa de incrementar el riesgo antes mencionado. Sintaxis Las reglas sintctcas refejan relaciones gramatcales entre palabras. Es posible formular trans- formaciones que den cuenta de la relacin de signifcado percibidas entre muchas frases, por ejemplo, actvas y pasivas, situacin del objeto indirecto en la proposicin o formacin de pregun- tas. He aqu algunos de los ejemplos elementales de pares de oraciones, semejantes respecto al signifcado, relacionadas a travs de las transformaciones mencionadas: Mike guiso la comida la comida fue guisada pro Mike Le di el libro a Joanna le di a Joanna el libro El libro est aqu Est aqu el libro? Del mismo modo, en matemtcas es factble formular algunas transformaciones de ma- nera anloga, en cuyo caso el lgebra puede considerarse como una manipulacin de smbolos segn determinadas reglas, la gramtca de las expresiones simblicas. a x b = b x a (a+b) 2 = a 2 + 2ab +b 2 a(b +c) =ab +ac Mientras gran parte de la enseanza de una segunda lengua se ha apartado de la ensean- za explicita de reglas para la construccin de las diversas formas (como la pasiva o la negatva), no ha ocurrido lo mismo con las matemtcas. Muchos algoritmos algebraicos estn codifcados de manera verbal en trminos de preceptos concisos relatvos a la forma superfcial, o sea operando slo en el nivel sintctco de los smbolos. Entre esos preceptos, enseados de manera consciente y deliberada, estn: poned todas las x en un lado; psalo al otro lado y cmbialo de signo; haz lo mismo a los dos lados As mismo, determinados errores observados en matemtcas pueden explicarse en trmi- nos de transformaciones generalizadas en exceso, del mismo modo que la formulacin sintctca de variantes de formas adultas a cargo de nios. Por ejemplo, la forma<< I goed >>, variante que se puede or con mucha frecuencia, puede explicarse como una generalizacin excesiva de la regla segn la cual hay que aadir (en ingls) << -----ed>> al infnitvo para formar el pretrito. De igual modo pueden explicarse las expansiones errneas corrientes de (a+b) 2 como a 2 + b 2 y a + b como a + b, en trminos de extensin excesiva de la propiedad distributva. No obstante, me parece que muchos de los errores que se producen en lgebra ocurren precisamente porque sta suele enfocarse de forma abstracta y manipulatva de smbolos, sin prestar atencin a los posibles signifcados. Gran parte de la fuidez de cmputo a la que llegan los matemtcos se debe a que trabajan solo con smbolos, dejando de lado sus signifcados. Sin em- bargo, la tcnica en realidad importante consiste en poder reintegrar a voluntad sus signifcados a los smbolos, con el fn de interpretar o comprobar los resultados de esos clculos simblicos. Resumen Desde hace tempo es patente la preocupacin por los aspectos lingstcos de las matemtcas y la infuencia que pueden tener sobre la enseanza de las mismas (vase en AUSTIN Y HOWSON, 1979, una revisin general del trabajo llevado a cabo en el rea del lenguaje y las matemtcas). En este captulo introductorio he comenzado a explorar la afrmacin de que las matemtcas const- tuyen un idioma, considerndola como metfora. Tras extenderse brevemente sobre el concepto del conocimiento de un idioma, con el fn de identfcar algunas de las capacidades integrantes, he concluido examinando un conjunto de difcultades que pueden surgir en las clases de mate- mtcas, agrupndolas bajo los epgrafes de signifcado, smbolos y cosas simbolizadas y sintaxis. Sealemos, de paso, que aparece un interesante ambigedad en el uso de trmino lon- gitud, que se utliza para referirse a un domino unidimensional (frente al rea o al volumen), pero tambin para aludir a las longitudes que se hallan en una orientacin determinada (longitud frente a anchura). As mismo, surge la cuestn relatva a lo que se reduce (<<por tres>>, lneas que son <<un tercio de largas>>) y a lo que se ajusta en el interior del otro (nueve ms pequeos caben en el mayor). En el transcurso de la clase, ms tarde, se utlizan las expresiones<< todas las longitudes, longitud y anchura>>, lo que hace patente esta difcultad. Otro aspecto del habla matemtca del alumno consiste en la cantdad de frases modifca- das de inmediato. Muchas formulaciones y revisiones habladas exigen una expresin aceptable y estable antes de que todos los partcipantes puedan darla por buenas. La estabilidad y seguri- dad respecto a una determinada exposicin o versin se pone de manifesto, con frecuencia, por medio de la capacidad para repetr con exacttud lo que acaba de decirse. Y muchos profesores coinciden en que, a menudo, con slo pedir al alumno que trate de expresar las difcultades que experimenta en un momento concreto, cuando ste comienza a hacerlo, dice algo as: << ah!, ya lo veo. Muchas gracias por ayudarme>>. Parece que el slo hecho de tratar de expresar sus pensamientos en voz alta ayuda a los alumnos a aclarar y organizar esos mismos pensamientos. Y esto puede darse incluso cuando el alumno se limita a leer la pregunta en voz alta, en especial si se trata de un nio pequeo o de un lector mediocre. El paso del canal de lectura al de escucha, actva procesos mentales diferentes, o tene que ver de manera ms directa con el acto de leer en voz alta en vez de un silencio. Ms adelante, en este mismo captulo, explorar la importancia que tene desempear el papel de lector actvo. En el contexto educatvo de las clases de matemtcas se dan dos razones principales para que los alumnos hablen: para comunicarse con los dems y para hablar consigo mismos. Hay tam- bin otra justfcacin: para que el profesor queda acceder a las insttuciones y formas de pensar de los alumnos. Hablar para otros, cuando se trata de hacer que alguien ms entenda algo o de transferir algn elemento de informacin, consttuye una de las muchas funciones comunicatvas que permite la lengua hablada. Hablar para uno mismo incluye situaciones en las que los alumnos pueden hablar en voz alta, aunque su efecto principal no sea tanto comunicarse con los dems, sino ayudarse a organizar los propios pensamientos. (BARNES, 1976, presenta unas categoras semejantes que denomina habla explicatva y exploratoria, respectvamente.) Por tanto, una segunda funcin que facilita el lenguaje, al lado de la comunicacin directa, consiste en la refexin sobre los propios pensamientos. La artculacin de determinados aspec- tos de la situacin puede ayudar al hablante a aclarar pensamientos y signifcados y, por tanto, a alcanzar una mayor compresin, al hablar, los pensamientos se exteriorizan notablemente, lo que permite que el propio hablante acceda a los mismos con mayor rapidez, as como la exposicin de ellos a las observaciones de los dems. Entre el pensamiento tctco y el expreso existe todo un universo de diferencias. Una po- derosa caracterstca de hablar en voz alta consiste en que requiere el uso de palabras, mientras que el planteamiento privado permite que se prescinda de ellas. Slo cuando se descubre una difcultad para expresar lo que queremos decir, nos damos cuenta de que las cosas no son como pensamos. La artculacin puede facilitar el proceso de refexin al permitr un mejor acceso al pensamiento mismo. Sealemos, a propsito, que esta es una de las justfcaciones fundamenta- les que PAPERT (1980, pg. 145) presenta para el trabajo de los alumnos con microordenadores. EL ordenador permite u obliga al alumno a que exteriorice sus expectatvas. Cuando la intuicin se traslada a un programa, plantea ms problemas y se hace ms accesible a la refexin. Qu tipo de discurso se produce cuando los alumnos trabajan sin la presencia de un profesor? he aqu una situacin en la que podemos encontrar el habla como medio para formular las propias ideas. En el extracto que aparece a contnuacin (transitorio del video Secondary Mathematcs: Classroom Practce, de la Open University), una pareja de nios de 13 aos tratan de solucionar el siguiente problema: El cubo pintado Pinta de rojo el exterior de un cubo. Mediante una serie de cortes, divdelo en varios cubos ms pequeos de igual tamao. Para cada nmero de cortes cuntos cubos tendrn 0, 1, 2, caras rojas? Disponen de un cubo material que manipulan con atencin. El cubo en cuestn, que for- ma parte del equipo normalizado multbase, est dividido y marcado por su parte externa de ma- nera que muestra diecisis cuadrados en cada cara. Proporciona un centro de atencin y apoya el habla de los alumnos, permitndoles cierta vaguedad en sus comentarios que, de otra manera, exigira mayor precisin. La presencia del otro proporciona la excusa para hablar en voz alta sobre el problema: R: Bueno, mira, mira, en el cubo hay ocho con dos caras pintadas, no? (seala los dos cubos intermedios de cada extremo de la cara superior). S: (Asistente con la cabeza). R: Y hay seis lados lo que da seis. S: Slo que ya has contado uno de cada lado no? (seala un extremo que ha contado dos veces). R: Ah!, s, s, ya s lo que quieres decir. 2, 4,2, 4, 6, 8 (cuenta los de la cara superior). As, slo hay diecisis. 2, 4, 6, 8, (Coge cubo y lo invierte) 10, 12. S: (Sealando una cara vertcal). Aqu hay algunos. R: Cuntos? Ocho? En qu lado? En qu lado? S: (Coge el cubo). Hay ocho ah (sealando la cara superior). R: S. S: (Le da la vuelta). Y ocho aqu. R: S. S: (Comienza a orientarlo de otro modo). Y hay R: (Coge el cubo al revs). Vemoslo lado por lado. Hay ocho parte de arriba, no? (Estudia para s su propio argumento original?) y ocho ah (le da la vuelta al cubo y ocho aqu (inseguro)?... (levanta la mano) Profesor! Mientras en parte se dedica a escuchar al otro, el alumno parece ms atento a la artcu- lacin de su propia percepcin de lo que sucede que a dejar a su interlocutor que le explique la suya. Es ms fcil que, en lugar de un profesor, un aparato de grabacin recoja lo que se dice sin estorbar. A menudo, la presencia de un profesor deforma la situacin comunicatva en el contexto de un grupo pequeo, porque a los alumnos les da la sensacin de que se aplican otras reglas; por ejemplo, es probable que todos sus comentarios se dirijan al profesor y los, hasta entonces, act- vos dialogantes permanezcan pasivos a la espera de la respuesta del profesor. As mismo, diversas funciones de supervisin que podran desarrollarse en el seno del grupo, como la decisin acerca de si el que habla tenen razn o si todos han entendido lo que se dice, tenden a devolverse de facto al profesor. Si toda la conversacin gira alrededor del profesor o se canaliza a travs de l, puede apa- recer otra difcultad respecto a la pugna que se establezca entre los alumnos para captar la aten- cin del profesor, de modo que todos traten de hablar a la vez en lugar de escuchar a los dems. El resultado ser que se producirn diversas conversaciones individuales con el profesor. Pueden emplearse varias tcnicas de desviacin con el fn de atenuar el relieve del profesor como eje de la conversacin. Otra posibilidad para contener este efecto desorganizador consiste en que el profesor al- tere la forma de abordar un grupo. En vez de llegar y pedir un resumen de lo obtenido por ste, la aproximacin puede consistr en mantenerse a la escucha, tratando de obstaculizar lo menos posible la marcha del mismo, antes de decidir el momento ms adecuado para iniciar un dilogo. El seguimiento de la artculacin del tema cargo de cada alumno y el estmulo dirigido a algunos chicos para que ayuden a otros a decir algo de forma ms clara en un contexto dirigido por el profesor, en sentdo amplio, puede ayudar tambin a los alumnos a expresarse por su propios medios. Bibliografa Pimm, D. (2002). EL lenguaje matemtco en el aula. Tercer Edicin. Ediciones Morata, S.L. Madrid. Pp. 16 55.