Filkestein
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Filkestein
Los medios de comunicacin nos han lanzado al rostro, una vez ms, el captulo
ms reciente de ese conflicto que se repite con aterrorizadora frecuencia, con los
ejecutores de siempre y las vctimas de siempre. A los ataques de Hams desde
la Franja de Gaza, ataques neutralizados por lo primitivo de sus misiles y el domo
de defensa israel, este pas ha respondido con el desprecio a las vidas de gente
inocente, bombardeando indiscriminadamente a la poblacin civil del territorio
gobernado por los islamistas. De vez en cuando aparece un portavoz israel
dicindole al mundo, con un tono poco convincente, cunta pena les da que haya
civiles palestinos muertos. Por supuesto, Israel sabe que mientras siga
recibiendo el apoyo de presidentes estadounidenses de todas las razas, que se
van a asegurar que el Consejo de Seguridad no condene el genocidio, pueden
seguir destruyendo la malhadada infraestructura de Gaza con total impunidad.
Desde fuera podemos gritar todo lo que queramos, en las calles, en Facebook, en
Twitter, y lo nico que conseguiremos es quiz sentirnos menos mal con
nosotros mismos, una especie de antdoto contra la impotencia.
Ahora Israel tiene un aliado estratgico en la dictadura egipcia, que destruy el
gobierno de la Hermandad Musulmana, a cuyo movimiento regional pertenece
Hams. Y la violenta irresponsabilidad de Hams agrava an ms la situacin. El
guerrerista Natanyahu, uno de los pocos jefes de gobierno israeles que nunca
particip en guerra alguna, pero que se refocila en armarlas y en burlarse
abiertamente de sus ms elementales principios ticos, no poda haberse
conseguido mejor socio que Hams. Sus patticas incursiones en el acorazado
cielo israel han sido respondidas con muertes de inocentes en Gaza, el territorio
que Hams gobierna desde 2006 cuando los habitantes de la Franja de Gaza
cometieron el desatino de elegir a quien las daba la gana, entre otras cosas por la
ineficiencia y corrupcin de Al Fatah, que domina Cisjordania.
A pesar de que Hamas no reconoce al estado de Israel, curiosamente en su carta
de principios habla de la convivencia pacfica de las tres grandes religiones
monotestas: la cristiana, la musulmana y la juda. Aunque su comportamiento
actual no parece reflejarse en esa rama de olivo que es su constitucin, Hams ya
ha tenido acuerdos de cese el fuego con Israel en el pasado. En un artculo
publicado en 2008, uno de sus lderes, Mahmoud Al-Zahar sostuvo que no
descartaba la solucin de los dos estados siempre y cuando se vuelvan a
establecer las fronteras existentes antes de 1967, poco ante de la anexin blica
con varias repeticiones a lo largo de los aos de vastos territorios asignados a
un eventual estado palestino. Dems est decir que la respuesta de Israel a
Hamas y a la propia Fatah, ha sido la construccin de ms asentamientos en
territorios ocupados.
Durante muchos aos, los dirigentes israeles se han agazapado tras el
deshonesto argumento del antisemitismo para deslegitimar las crticas a sus
acciones. Cualquier cuestionamiento de los abusos que comete Israel es
atribuido al antisemitismo. De esta manera, muchos crticos que temen
semejante epteto, prefieren callar y no decir nada. Pero los excesos de Israel han
empezado a liberar del temor a muchos de quienes preferan callar.
Sin embargo, no hay nada que irrite ms a Israel que un judo crtico. De
haberlos, los hay, y muchos. Ah est la silenciada Paz Ahora, una organizacin
que agrupa a judos y palestinos que se oponen a la ocupacin. Pero esa
organizacin de israeles utpicos no tiene ni el nmero ni la fuerza para
oponerse a una sociedad cada vez ms reaccionaria.
Pero Jon Stewart (Jonathan Stuart Leibowitz) y Norman Filkenstein son otra
cosa. Stewart y Filkensten parecen haberse dividido, sin proponrselo los dos
frentes de ataque donde Israel es ms vulnerable: el de los hechos y el de la tica.
A golpe de irona, Stewart cuestiona la cobertura periodstica del conflicto entre
Israel y los palestinos desde el punto de vista de la inexactitud informativa. Para
l, insinuar que sigue el conflicto mientras ambos se bombardean mutuamente,
como si Hams y el ejrcito israel se enfrentaran en las mismas condiciones, es
ridculo. Stewart no necesita guiones cidos para criticar pues los medios de
comunicacin estadounidenses lo hacen por l. En uno de sus programas ms
recientes, Stewart present la entrevista a un portavoz israel que explicaba
como han inventado una aplicacin que permite a los habitantes de los
asentamientos ms vulnerables enterarse de la inminencia de un ataque de
Hams. Ese app les da tiempo suficiente para protegerse en uno de los tantos
refugios que existen en el pas. Por contraste, los israeles advierten a los
palestinos que les van a destruir la casa con una llamada en las que les dan tres
minutos para evacuarla o les mandan una bomba pequea para advertirles que
la siguiente es ms grande y que hay salir pitando de su hogar. No hay que ser un
genio para deducir que las condiciones de esa guerra absurda no son las mismas.
Filkenstein es un enemigo jurado de la hipocresa, un mastn intelectual de
credenciales impecables. Filkenstein no tiene problemas en comparar la
opresin contra los palestinos con lo que hicieron los nazis contra su los judos.
En una ocasin, una joven muchacha, imbuida de esa ingenuidad melodramtica
de que hacen gala la mayora de los estadounidenses, cuestion, entre pucheros,
las comparaciones de Filkensten. Este no se dej conmover por el llanto infantil
de la muchacha. No respeto esas lgrimas de cocodrilo, le dijo, si usted tiene
corazn, llore por los palestinos no por lo que ahora est llorando usted. Antes
de epilogar un desagradable intercambio con parte de su audiencia, algunos de
quienes lo atacaban por sus crticas a Israel, Filkensten les dijo que no le gustaba
jugar la carta del holocausto en un acto pblico, pero la histeria de algunos de
quienes vociferaban contra l lo hizo recordarle a los asistentes que sus padres
haban participado en el levantamiento del gueto de Varsovia, que haban dado
con sus huesos en dos campos de concentracin y que gran parte de su familia
haba sido exterminada por los nazis. Y es precisamente por las lecciones que
mis padres nos ensearon a mi y a mis hermanos, que no me van a silenciar
cuando Israel comete crmenes contra los palestinos, rugi Filkensten en esa
ocasin, y creo que no hay nada ms repudiable que usar su sufrimiento y su
martirio para tratar de justificar la tortura, la brutalidad, la destruccin de casas
que Israel inflige en los palestinos, as que me niego a dejarme intimidar por sus
lgrimas.
Filkenstein rechaza el uso del holocausto como una coartada para justificar las
atrocidades israeles o la complicidad activa o pasiva de sus aliados occidentales.
Este intelectual feroz que habla con una voz apagada considera, como muchos
crticos de esta guerra desigual, que la decisin de Hams de acercarse a Fatah y
formar un gobierno de unidad nacional palestino disgust al belicoso Netanyahu,
quien utiliz el secuestro y asesinato de tres jvenes judos como excusa para
bombardear Gaza sin misericordia. Hasta el momento nadie ha reivindicado el
homicidio de esos inocentes jvenes judos, y a pesar de que Hams ha negado
toda responsabilidad, Netanyahu se ha apresurado a culpar a los islamistas de
Gaza y descarrilar su alianza con Fatah. Esto coincide, adems, con los intentos
por reavivar las estancadas conversaciones de paz entre palestinos e israeles.
Netanyahu puede usar como excusa la necesidad de defenderse de los ataques de
Hams para frustrar, una vez ms, un proceso de paz que el jefe de gobierno
israel no quiere.
La espina incmoda que es Filkenstein no va a intimidar a Netanyahu y su
gobierno de derechistas fanatizados. Pero intelectuales como l pueden sacudir
muchas conciencias, despertar de su letargo a quienes han optado por la
pasividad. Este judo dscolo y elocuente es la consciencia que Israel perdi hace
mucho tiempo.