Subida Al Monte Carmelo. S. Juan de La Cruz PDF
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Carmelo
ARGUMENTO
Toda la doctrina que entiendo tratar en esta Subida del Monte Carmelo est
incluida en las siguientes canciones, y en ellas se contiene el modo de subir
hasta la cumbre del monte, que es el alto estado de la perfeccin, que aqu
llamamos unin del alma con Dios. Y porque tengo de ir fundando sobre
ellas lo que dijere, las he querido poner aqu juntas, para que se entienda y
vea junta toda la sustancia de lo que se ha de escribir; aunque, al tiempo de
la declaracin, convendr poner cada cancin de por s y, ni ms ni menos,
los versos de cada una, segn lo pidiere la materia y declaracin. Dice, pues,
as:
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CANCIONES
en que canta el alma la dichosa ventura que tuvo en pasar por la oscura noche
de la fe, en desnudez y purgacin suya, a la unin del Amado.
2. A oscuras y segura,
por la secreta escala, disfrazada,
oh dichosa ventura!, a
oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.
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3. En la noche dichosa,
en secreto, que nadie me vea,
ni yo miraba cosa, sin
otra luz y gua
sino la que en el corazn arda.
4. Aqusta me guiaba
ms cierto que la luz del medioda,
adonde me esperaba
quien yo bien me saba,
en parte donde nadie pareca.
6. En mi pecho florido,
que entero para l solo se guardaba, all
qued dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba.
7. El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparca, con su
mano serena
en mi cuello hera
y todos mis sentidos suspenda.
8. Quedme y olvidme,
el rostro reclin sobre el Amado, ces
todo y dejme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.
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PRLOGO
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1. Para haber de declarar y dar a entender esta noche oscura por la cual pasa
el alma para llegar a la divina luz de la unin perfecta del amor de Dios, cual
se puede en esta vida, era menester otra mayor luz de ciencia y experiencia
que la ma; porque son tantas y tan profundas las tinieblas y trabajos, as
espirituales como temporales, por que ordinariamente suelen pasar las
dichosas almas para poder llegar a este alto estado de perfeccin, que ni basta
ciencia humana para lo saber entender, ni experiencia para lo saber decir;
porque slo el que por ello pasa sabr sentir, mas no decir.
4. Y as, para este saberse dejar llevar de Dios cuando Su Majestad los quiere
pasar adelante, as a los principiantes como a los aprovechados, con su ayuda
daremos doctrina y avisos, para que sepan entender o, a lo menos, dejarse
llevar de Dios. Porque algunos padres espirituales, por no tener luz y
experiencia de estos caminos, antes suelen impedir y daar a semejantes
almas que ayudarlas al camino, hechos semejantes a los edificantes de
Babilonia que, habiendo de administrar un material conveniente, daban y
aplicaban ellos otro muy diferente, por no entender ellos la lengua (Gn. 11,
1-9), y as no se haca nada. Por lo cual es recia y trabajosa cosa en tales
sazones no entenderse una alma ni hallar quien la entienda. Porque acaecer
que lleve Dios a una alma por un altsimo camino de oscura contemplacin
y sequedad, en que a ella le parece que va perdida, y que, estando as, llena
de oscuridad y trabajos, aprietos y tentaciones, encuentre quien le diga,
como los consoladores de Job (2, 11-13) o que es melancola, o desconsuelo,
o condicin, o que podr ser alguna malicia oculta suya, y que por eso la ha
dejado Dios; y as, luego suelen juzgar que aquella alma debe de haber sido
muy mala, pues tales cosas pasan por ella.
5. Y tambin habr quien le diga que vuelve atrs, pues no halla gusto ni
consuelo como antes en las cosas de Dios; y as doblan el trabajo a la pobre
alma. Porque acaecer que la mayor pena que ella siente sea del
conocimiento de sus miserias propias, en que le parece que ve ms claro que
la luz del da que est llena de males y pecados, porque le da Dios aquella
luz del conocimiento en aquella noche de contemplacin, como adelante
diremos; y, como halla quien conforme con su parecer, diciendo que sern
por su culpa, crece la pena y el aprieto del alma sin trmino, y suele llegar
a ms que morir. Y no contentndose con esto, pensando los tales confesores
que procede de pecados, hacen a las dichas almas revolver sus vidas y hacer
muchas confesiones generales, y crucificarlas de nuevo; no entendiendo que
aqul, por ventura, no es tiempo de eso ni de esotro, sino de dejarlas as en
la purgacin que Dios las tiene, consolndolas y animndolas a que quieran
aquella hasta que Dios quiera; porque hasta entonces, por ms que ellas
hagan y ellos digan, no hay ms remedio.
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Porque podr haber algunas almas que pensarn, ellas o sus confesores, que
las lleva Dios por este camino de la noche oscura de purgacin espiritual, y
no ser, por ventura, sino alguna imperfeccin de las dichas; y porque hay
tambin muchas almas que piensan no tienen oracin, y tienen muy mucha;
y otras, que tienen mucha, y es poco ms que nada.
Hay otras que, con los mismos regalos y mercedes que Dios les hace para
caminar adelante, se embarazan y estorban y no van adelante. Y otras
muchas cosas que en este camino acaecen a los seguidores de l, de gozos,
penas y esperanzas y dolores: unos que proceden de espritu de perfeccin,
otros de imperfeccin.
De todo, con el favor divino, procuraremos decir algo, para que cada alma
que esto leyere, en alguna manera eche de ver el camino que lleva y el que
le conviene llevar, si pretende llegar a la cumbre de este monte.
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LIBRO PRIMERO
CAPTULO 1
Pone la primera cancin. - Dice dos diferencias de noches por que pasan los
espirituales, segn las dos partes del hombre, inferior y superior, y declara la
cancin siguiente:
(CANCIN PRIMERA)
1. En esta primera cancin canta el alma la dichosa suerte y ventura que tuvo
en salir de todas las cosas afuera, y de los apetitos e imperfecciones que hay
en la parte sensitiva del hombre, por el desorden que tiene de la razn. Para
cuya inteligencia es de saber que, para que una alma llegue al estado de
perfeccin, ordinariamente ha de pasar primero por dos maneras principales
de noches, que los espirituales llaman purgaciones o purificaciones del alma,
y aqu las llamamos noches, porque el alma, as en la una como en la otra,
camina como de noche, a oscuras.
DECLARACIN DE LA CANCIN
4. Quiere, pues, en suma, decir el alma en esta cancin que sali - sacndola
Dios- slo por amor de l, inflamada en su amor, en una noche oscura, que
es la privacin y la purgacin de todos sus apetitos sensuales acerca de todas
las cosas exteriores del mundo y de las que eran deleitables a su carne, y
tambin de los gustos de su voluntad. Lo cual todo se hace en esta purgacin
del sentido. Y, por eso, dice que sala, estando ya su casa sosegada, que es
la parte sensitiva, sosegados ya y dormidos los apetitos en ella, y ella en
ellos. Porque no se sale de las penas y angustias de los retretes de los apetitos
hasta que estn amortiguados y dormidos.
Y esto dice que le fue dichosa ventura, salir sin ser notada, esto es, sin que
ningn apetito de su carne ni de otra cosa se lo pudiese estorbar. Y tambin
porque sali de noche, que (es) privndola Dios de todos ellos, lo cual era
noche para ella.
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CAPTULO 2
Declara qu noche oscura sea esta por que el alma dice haber pasado a la
unin.
1. Por tres cosas podemos decir que se llama noche este trnsito que hace
el alma a la unin de Dios.
La primera, por parte del trmino (de) donde el alma sale, porque ha de ir
careciendo el apetito de todas las cosas del mundo que posea, en negacin
de ellas; la cual negacin y carencia es como noche para todos los sentidos
del hombre.
La tercera, por parte del trmino adonde va, que es Dios, el cual, ni ms ni
menos, es noche oscura para el alma en esta vida. Las cuales tres noches
han de pasar por el alma, o, por mejor decir, el alma por ellas, para venir a
la divina unin con Dios.
2. En el libro del santo Tobas (6, 18-22) se figuraron estas tres maneras
de noches por las tres noches que el ngel mand a Tobas el mozo que
pasasen antes que se juntase en uno con la esposa.
5. Estas tres partes de noche todas son una noche; pero tiene tres partes como
la noche. Porque la primera, que es la del sentido, se compara a prima noche,
que es cuando se acaba de carecer del objeto de las cosas. Y la segunda, que
es la fe, se compara a la media noche, que totalmente es oscura. Y la tercera,
al despidiente, que es Dios, la cual es ya inmediata a la luz del da. Y, para
que mejor lo entendamos, iremos tratando de cada una de estas causas de por
s.
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CAPTULO 3
3. La causa de esto es porque, como dicen los filsofos, el alma, luego que
Dios la infunde en el cuerpo, est como una tabla rasa y lisa en que no est
pintado nada; y si no es lo que por los sentidos va conociendo, de otra parte
naturalmente no se le comunica nada. Y as, en tanto que est en el cuerpo,
est como el que est en una crcel oscura, el cual no sabe nada sino lo que
alcanza a ver por las ventanas de la dicha crcel, y si por all no viese nada,
no vera por otra parte. Y as, el alma, si no es lo que por los sentidos se le
comunica, que son las ventanas de su crcel, naturalmente por otra va nada
alcanzara.
4. De donde, si lo que puede recibir por los sentidos ella lo desecha y niega,
bien podemos decir que se queda como a oscuras y vaca; pues, segn parece
por lo dicho, naturalmente no le puede entrar luz por otras lumbreras que las
dichas. Porque, aunque es verdad que no puede dejar de or, y ver, y oler, y
gustar, y sentir, no le hace ms al caso ni le embaraza ms al alma, si lo niega
y lo desecha, que si no lo viese ni lo oyese, etc. Como tambin el que quiere
cerrar los ojos quedar a oscuras, como el ciego, que no tiene potencia para
ver. Y as, al propsito habla David (Sal. 87, 16), diciendo: Pauper sum ego,
et in laboribus a iuventute mea; que quiere decir: Yo soy pobre y en trabajos
desde mi juventud.
Llmase pobre, aunque est claro que era rico, porque no tena en la riqueza
su voluntad, y as era tanto como ser pobre realmente, mas antes, si fuera
realmente pobre y de la voluntad no lo fuera, no era verdaderamente pobre,
pues el nima estaba rica y llena en el apetito.
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Y por eso llamamos esta desnudez noche para el alma, porque no tratamos
aqu del carecer de las cosas, porque eso no desnuda al alma si tiene apetito
de ellas, sino de la desnudez del gusto y apetito de ellas, que es lo que deja
al alma libre y vaca de ellas, aunque las tenga. Porque no ocupan al alma
las cosas de este mundo ni la daan, pues no entra en ellas, sino la voluntad
y apetito de ellas que moran en ella.
Ahora digamos cunto conviene al alma salir de su casa en esta noche oscura
de sentido para ir a la unin de Dios.
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CAPTULO 4
Donde se trata cun necesario sea al alma pasar de veras por esta noche
oscura del sentido, la cual es la mortificacin del apetito, para caminar a la
unin de Dios.
4. De manera que todo el ser de las criaturas, comparado con el infinito (ser)
de Dios, nada es. Y, por tanto, el alma que en l pone su aficin, delante de
Dios tambin es nada, y menos que nada; porque, como habemos dicho, el
amor hace igualdad y semejanza, y aun pone ms bajo al que ama. Y, por
tanto, en ninguna manera podr esta alma unirse con el infinito ser de Dios,
porque lo que no es no puede convenir con lo que es. Y descendiendo en
particular a algunos ejemplos:
5. Por tanto, toda alma que hiciese caso de todo su saber y habilidad para
venir a unirse con la sabidura de Dios, sumamente es ignorante delante de
Dios, y quedar muy lejos de ella. Porque la ignorancia no sabe qu cosa es
sabidura, como dice San Pablo que esta sabidura le parece a Dios necedad.
Porque, delante de Dios, aquellos que se tienen por de algn saber son muy
ignorantes; porque de ellos dice el Apstol escribiendo a los Romanos (1,
22), diciendo: Dicentes enim se esse sapientes, stulti facti sunt, esto es:
Tenindose ellos por sabios, se hicieron necios. Y solos aquellos van
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gloria, opes superbae et iustitia. Melior est fructus meus auro et lapide
pretioso, et genimina mea argento electo. In viis iustitiae ambulo, in medio
semitarum iudicii, ut ditem diligentes me, et thesauros eorum repleam.
Quiere decir: Oh varones, a vosotros doy voces, y mi voz es a los hijos de
los hombres! Atended, pequeuelos, la astucia y sagacidad; los que sois
insipientes, advertid. Od, porque tengo de hablar de grandes cosas.
Conmigo estn las riquezas y la gloria, las riquezas altas y la justicia. Mejor
es el fruto que hallaris en m, que el oro y que la piedra preciosa; y mis
generaciones, esto es, lo que de m engendraris en vuestras almas, es mejor
que la plata escogida. En los caminos de la justicia ando, en medio de las
sendas del juicio, para enriquecer a los que me aman y cumplir
perfectamente sus tesoros.
En lo cual la Sabidura divina habla con todos aquellos que ponen su corazn
y aficin en cualquiera cosa del mundo, segn habemos ya dicho. Y llmalos
pequeuelos, porque se hacen semejantes a lo que aman, lo cual es pequeo.
Y, por eso, les dice que tengan astucia y adviertan que ella trata de cosas
grandes y no de pequeas, como ellos; que las riquezas grandes y la gloria
que ellos aman, con ella y en ella estn, y no de donde ellos piensan; y que
las riquezas altas y la justicia en ella moran; porque, aunque a ellos les parece
que las cosas de este mundo lo son, dceles que adviertan que son mejores
las suyas, diciendo que el fruto que en ellas hallar le ser mejor que el oro
y que las piedras preciosas; y [lo] que ella en las almas engendra, mejor que
la plata escogida que ellos aman (Pv. 8, 19). En lo cual se entiende todo
gnero de aficin que en esta vida se puede tener.
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CAPTULO 5
2. Por tanto, es suma ignorancia del alma pensar podr pasar a este alto
estado de unin con Dios si primero no vaca el apetito de todas las cosas
naturales y sobrenaturales que le pueden impedir, segn que adelante
declararemos; pues es suma la distancia que hay de ellas a lo que en este
estado se da, que es puramente transformacin en Dios. Que, por eso,
Nuestro Seor, ensendonos este camino, dijo por san Lucas (14, 33): Qui
non renuntiat omnibus quae possidet, non potest meus esse discipulus.
Quiere decir: El que no renuncia todas las cosas que con la voluntad posee,
no puede ser mi discpulo. Y esto est claro, porque la doctrina que el Hijo
de Dios vino a ensear fue el menosprecio de todas las cosas, para poder
recibir el precio del espritu de Dios en s; porque, en tanto que de ellas no
se deshiciere el alma, no tiene capacidad para recibir el espritu de Dios en
pura transformacin.
3. De esto tenemos figura en el Exodo (c. 16), donde se lee que no dio Dios
el manjar del cielo, que era el man, a los hijos de Israel hasta que les falt
la harina que ellos haban trado de Egipto. Dando por esto a entender que
primero conviene renunciar a todas las cosas, porque este manjar de ngeles
no conviene al paladar que quiere tomar sabor en el de los hombres. Y no
solamente se hace incapaz del espritu divino el alma que se detiene y
apacienta en otros extraos gustos, mas aun enojan mucho a la Majestad
Divina, los que, pretendiendo el manjar de espritu, no se contentan con slo
Dios, sino quieren entremeter el apetito y aficin de otras cosas. Lo cual
tambin se echa de ver en este mismo libro de la Sagrada Escritura (Ex. 16,
8-13), donde tambin se dice que, no se contentando ellos con aquel manjar
tan sencillo, apetecieron y pidieron manjar de carne; y que Nuestro Seor se
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enoj gravemente que quisiesen ellos entremeter un manjar tan bajo y tosco
con un manjar tan alto y sencillo, que, aunque lo era, tena en s el sabor y
sustancia de todos los manjares. Por lo cual, an teniendo ellos los bocados
en las bocas, segn dice tambin David (Sal. 77, 31): Ira Dei decendit super
eos: descendi la ira de Dios sobre ellos, echando fuego del cielo y
abrasando muchos millares de ellos; teniendo por cosa indigna que tuviesen
ellos apetito de otro manjar dndoseles el manjar del cielo.
Dando por esto a entender que el alma que hubiere de subir a este monte de
perfeccin a comunicar con Dios, no slo ha de renunciar todas las cosas y
dejarlas abajo, mas tambin los apetitos, que son las bestias, no las ha de
dejar apacentar de contra de este monte, esto es, en otras cosas que no son
Dios puramente, en el cual todo apetito cesa, esto es, en estado de la
perfeccin. Y as es menester que el camino y subida para Dios sea un
ordinario cuidado de hacer cesar y mortificar los apetitos; y tanto ms presto
llegar el alma, cuanto ms priesa en esto se diere. Mas hasta que cesen, no
hay llegar, aunque ms virtudes ejercite, porque le falta el conseguirlas en
perfeccin, la cual consiste en tener el alma vaca y desnuda y purificada de
todo apetito. De lo cual tambin tenemos figura muy al vivo en el Gnesis
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(35, 2), donde se lee que, queriendo el patriarca Jacob subir al monte Betel a
edificar all a Dios un altar, en que le ofreci sacrificio, primero mand a
toda su gente tres cosas: la una, que arrojasen de s todos los dioses extraos;
la segunda, que se purificasen; la tercera, que mudasen vestiduras.
7. En las cuales tres cosas se da a entender a toda alma que quiere subir a
este monte a hacer de s mismo altar en l, en que ofrezca a Dios sacrificio
de amor puro y alabanza y reverencia pura, que, primero que suba a la
cumbre del monte, ha de haber perfectamente hecho las dichas tres cosas.
Lo primero, que arroje todos los dioses ajenos, que son todas las extraas
aficiones y asimientos.
Y lo segundo, que se purifique del dejo que han dejado en el alma los dichos
apetitos con la noche oscura del sentido que decimos, negndolos y
arrepintindose ordinariamente.
Y lo tercero que ha de tener para llegar a este alto monte es las vestiduras
mudadas. Las cuales, mediante la obra de las dos cosas primeras, se las
mudar Dios de viejas en nuevas, poniendo en el alma un nuevo ya entender
de Dios en Dios, dejando el viejo entender de hombre, y un nuevo amar a
Dios en Dios, desnuda ya la voluntad de todos sus viejos quereres y gustos
de hombre, y metiendo al alma en una nueva noticia, echadas ya otras
noticias e imgenes viejas aparte, haciendo cesar todo lo que es de hombre
viejo (cf. Col. 3, 9), que es la habilidad del ser natural, y vistindose de nueva
habilidad sobrenatural segn todas sus potencias. De manera que su obrar
ya de humano se haya vuelto en divino, que es lo que se alcanza en estado
de unin, en la cual el alma no sirve de otra cosa sino de altar, en que Dios
es adorado en alabanza y amor, y slo Dios en ella est. Que, por eso,
mandaba Dios (Ex. 27,
8) que el altar donde haba de estar el arca del Testamento estuviese de dentro
vaco, para que entienda el alma cun vaca la quiere Dios de todas las cosas,
para que sea altar digno donde est Su Majestad. En el cual altar tampoco
permita ni que hubiese fuego ajeno, ni que faltase jams el propio; tanto,
que, porque Nadab y Abiud, que eran dos hijos del sumo sacerdote Aarn,
ofrecieron fuego ajeno en su altar, enojado, Nuestro Seor, los mat all
delante del altar (Lv. 10, 1). Para que entendamos que en el alma ni ha de
faltar amor de Dios para ser digno altar, ni tampoco otro amor ajeno se ha de
mezclar.
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CAPTULO 6
En que se trata de dos daos principales que causan los apetitos en el alma,
el uno privativo y el otro positivo.
Y, primeramente, hablando del privativo, claro est que, por el mismo caso
que el alma se aficiona a una cosa que cae debajo de nombre de criatura,
cuanto aquel apetito tiene de ms entidad en el alma, tiene ella de menos
capacidad para Dios, por cuanto no pueden caber dos contrarios, segn
dicen los filsofos, en un sujeto, y tambin dijimos en el cuarto capitulo. Y
aficin de Dios y aficin de criatura son contrarios; y as, no caben en una
voluntad aficin de criatura y aficin de Dios. Porque qu tiene que ver
criatura con Criador, sensual con espiritual, visible con invisible, temporal
con eterno, manjar celestial puro espiritual con el manjar del sentido puro
sensual, desnudez de Cristo con asimiento en alguna cosa?
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3. En lo cual es de saber que todas las criaturas son meajas que cayeron de
la mesa de Dios. Por tanto, justamente es llamado can el que anda
apacentndose en las criaturas, y por eso seles quita el de los hijos, pues ellos
no se quieren levantar de las meajas de las criaturas a la mesa del espritu
increado de su Padre. Y por eso justamente, como perros, siempre andan
hambreando, porque las meajas ms sirven de avivar el apetito que de
satisfacer el hambre. Y as, de ellos dice David (Sal. 58, 15-16): Famen
patientur ut canes, et circuibunt civitatem. Si vero non fuerint saturati, et
murmurabunt; quiere decir: Ellos padecern hambre como perros y rodearn
la ciudad y, como no se vean hartos, murmurarn. Porque sta es la
propiedad del que tiene apetitos, que siempre est descontento y desabrido,
como el que tiene hambre. Pues, qu tiene que ver el hambre que ponen
todas las criaturas con la hartura (que causa el espritu de Dios? Por eso, no
puede entrar esta hartura) increada en el alma si no se echa primero esotra
hambre criada del apetito del alma; pues, como habemos dicho, no pueden
morar dos contrarios en un sujeto, los cuales en este caso son hambre y
hartura.
4. Por lo dicho se ver cunto ms hace Dios en limpiar y purgar una alma
de estas contrariedades, que en criarla de nonada. Porque estas
contrariedades de afectos y apetitos contrarios ms opuestas y resistentes
son a Dios que la nada, porque sta no resiste. Y esto baste acerca del
primer dao principal que hacen al alma los apetitos, que es resistir al
espritu de Dios, por cuanto arriba est ya dicho mucho de ello.
6. Cuanto a lo primero, claro est que los apetitos cansan y fatigan al alma,
porque son como unos hijuelos inquietos y de mal contento, que siempre
estn pidiendo a su madre uno y otro, y nunca se contentan. Y as como se
cansa y fatiga el que cava por codicia del tesoro, as se cansa y fatiga el alma
por conseguir lo que sus apetitos le piden. Y, aunque lo consiga, en fin,
siempre se cansa, porque nunca se satisface; porque, al cabo, son cisternas
rotas las que cava, que no pueden tener agua para satisfacer la sed (Jer. 2,
13). Y as, como dice Isaas (29, 8): Lassus adhuc sitit, et anima eius vacua
est; que quiere decir: Est su apetito vaco. Y cnsase y fatgase el alma que
tiene apetitos, porque es como el enfermo de calentura, que no se halla bien
hasta que se le quite la fiebre, y cada rato le crece la sed. Porque, como se
dice en el libro de Job (20, 22): Cum satiatus fuerit, arctabitur, aestuabit, et
omnis dolor irruet super eum; que quiere decir: Cuando hubiere satisfecho
su apetito, quedar ms apretado y agravado; creci en su alma el calor del
apetito y as caer sobre l todo dolor.
Cnsase y fatgase el alma que desea cumplir sus apetitos, porque es como
el que, teniendo hambre, abre la boca para hartarse de viento, y, en lugar de
hartarse, se seca ms, porque aqul no es su manjar. A este propsito dijo
Jeremas (2, 24): In desiderio animae suae attraxit ventum amoris sui; como
si dijera: En el apetito de su voluntad atrajo a s el viento de su aficin. Y
luego dice adelante (2,
25) para dar a entender la sequedad en que esta tal alma queda, dando aviso
y diciendo: Prohibe pedem tuum a nuditate, et guttur tuum a siti; que quiere
decir: Aparta tu pie, esto es, tu pensamiento, de la desnudez, y tu garganta
de la sed, es a saber, tu voluntad del cumplimiento del apetito que hace ms
sequa.
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CAPTULO 7
En que se trata cmo los apetitos atormentan al alma. Prubalo tambin por
comparaciones y autoridades.
1. La segunda manera de mal positivo que causan al alma los apetitos es que
la atormentan y afligen a manera del que est en tormento de cordeles,
abarcado a alguna parte, de lo cual hasta que se libre no descansa. Y de stos
dice David (Sal. 118, 61): Funes peccatorum circumplexi sunt me: Los
cordeles de mis pecados, que son mis apetitos, en derredor me han apretado.
Y as como aflige y atormenta el gan al buey debajo del arado con codicia
de la mies que espera, as la concupiscencia aflige al alma debajo del apetito
por conseguir lo que quiere. Lo cual se echa bien de ver en aquel apetito que
tena Dalila de saber en qu tena tanta fuerza Sansn, que dice la Sagrada
Escritura (Jue. 16, 163) que la fatigaba y atormentaba tanto, que la hizo
desfallecer casi hasta morir, diciendo: Defecit anima eius, et ad mortem
usque lassata est.
3. Por lo cual, habiendo Dios lstima a stos que con tanto trabajo y tan a
costa suya andan a satisfacer la sed y hambre del apetito en las criaturas, les
dice por Isaas (55, 1-2): Omnes sitientes venite ad aquas; et qui non habetis
argentum, properate, emite et comedite: venite, emite absque argento vinum
et lac. Quare appenditis argentum non in panibus, et laborem vestrum non in
saturitate?; como si dijera: Todos los que tenis sed de apetitos, venid a las
aguas, y todos los que no tenis plata de propia voluntad y apetitos, daos
priesa; comprad de m y comed; venid y comprad de mi vino y leche, que es
paz y dulzura espiritual, sin plata de propia voluntad, y sin darme por ello
(inters o) trueque alguno del trabajo, como dais por vuestros apetitos. Por
qu dais la plata de vuestra voluntad por lo que no es pan, esto es, del espritu
divino, y ponis el trabajo de vuestros apetitos en lo que no os puede hartar?
Venid, oyndome a m, y comeris el bien que deseis, y deleitarse ha en
grosura vuestra alma.
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CAPTULO 8
5. Y as, echando de ver David (Sal. 57, 10) la de stos, y cun impedidas
tienen las almas de la claridad de la verdad, y cunto Dios se enoja con ellos,
habla con ellos diciendo: Priusquam intelligerent spinae vestrae rhamnum:
sicut viventes, sic in ira absorbet eos, y es como si dijera: Antes que
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6. Oh si supiesen los hombres de cunto bien de luz divina los priva esta
ceguera que les causan sus aficiones y apetitos, y en cuntos males y daos
les hacen ir cayendo cada da en tanto que no los mortifican! Porque no hay
fiarse de buen entendimiento, ni dones que tengan recibidos de Dios, para
pensar que, si hay aficin o apetito, dejar de cegar y oscurecer y hacer caer
poco a poco en peor. Porque quin dijera que un varn tan acabado en
sabidura y dones de Dios como era Salomn, haba de venir a tanta ceguera
y torpeza de voluntad, que hiciese altares a tantos dolos y los adorase l
mismo, siendo ya viejo? (3 Re. 11, 4). Y slo para esto bast la aficin que
tena a las mujeres y no tener el cuidado de negar los apetitos y deleites de
su corazn. Porque l mismo dice de s en el Eclesiasts (2, 10) que no neg
a su corazn lo que le pidi. Y pudo tanto este arrojarse a sus apetitos, que,
aunque es verdad que al principio tena recato, pero, porque no los neg,
poco a poco le fueron cegando y oscureciendo el entendimiento, de manera
que le vinieron a acabar de apagar aquella gran luz de sabidura que Dios le
haba dado, de manera que a la vejez dej a Dios.
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CAPTULO 9
2. Por lo cual, llorando Jeremas (Lm. 4, 7-8) el estrago y fealdad que estas
desordenadas afecciones causan en el alma, cuenta primero su hermosura
y luego su fealdad, diciendo: Candidiores sunt nazarei eius nive, nitidiores
lecte, rubicundiores ebore antiquo, saphiro pulchriores. Denigrata est super
carbones facies eorum, et non sunt cogniti in plateis; que quiere decir: Sus
cabellos, es a saber, del alma, son ms levantados en blancura que la nieve,
ms resplandecientes que la leche, y ms bermejos que el marfil antiguo, y
ms hermosos que la piedra zafiro. La haz de ellos se ha ennegrecido sobre
los carbones, y no son conocidos en las plazas. Por los cabellos entendemos
aqu los afectos y pensamientos del alma, los cuales, ordenados en lo que
Dios los ordena, (que es en el mismo Dios) son ms blancos que la nieve,
y ms claros que la leche, y ms rubicundos que el marfil, y hermosos sobre
el zafiro. Por las cuales cuatro cosas se entiende toda manera de hermosura
y excelencia de criatura corporal, sobre las cuales, dice, es el alma y sus
operaciones, que son los nazareos o cabellos dichos, los cuales,
desordenados y puestos en lo que Dios no los orden, que es empleados en
las criaturas, dice Jeremas que su haz queda y se pone ms negra que los
carbones.
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5. Esta variedad de apetitos est bien figurada en Ezequiel (8, 10- 16),
donde se escribe que mostr Dios a este profeta en lo interior del templo,
pintadas en derredor de las paredes, todas las semejanzas de sabandijas
que arrastran por la tierra, y all toda la abominacin de animales
inmundos. Y entonces dijo Dios a Ezequiel: Hijo del hombre, de veras
no has visto las abominaciones que hacen stos, cada uno en lo secreto de
su retrete? (3, 12). Y mandando Dios al profeta que entrase ms adentro y
vera mayores abominaciones, dice que vio all las mujeres sentadas
llorando al dios de los amores, Adonis (8, 15). Y mandndole Dios entrar
ms adentro y vera an mayores abominaciones, dice que vio all
veinticinco viejos que tenan vueltas las espaldas contra el templo (8, 16).
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7. Y para entender algo de esta fea desorden del alma en sus apetitos, baste
por ahora lo dicho, porque, si hubiramos de tratar en particular de la
fealdad menor que hacen y causan en el alma las imperfecciones, y su
variedad, y la que hacen los pecados veniales
-que es ya mayor que la de las imperfecciones- y su mucha variedad, y
tambin la que hacen los apetitos de pecado mortal, que es total fealdad del
alma, y su mucha variedad, segn la variedad y multitud de todas estas tres
cosas, sera nunca acabar, ni entendimiento anglico bastara para lo poder
entender. Lo que digo y hace al caso para mi propsito es que cualquier
apetito, aunque sea de la ms mnima imperfeccin, mancha y ensucia al
alma.
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CAPTULO 10
2. Y enflaquecen la virtud del alma los apetitos, porque son en ella como
los renuevos que nacen en rededor del rbol y le llevan la virtud para que l
no lleve tanto fruto. Y de estas tales almas dice el Seor (Mt. 24, 19): Vae
praegnantibus et nutrientibus in illis diebus!, esto es: Ay de los que en
aquellos das estuvieren preados y de los que criaren! La cual preez y cra
entiende por la de los apetitos, los cuales, si no se atajan, siempre irn
quitando ms virtud al alma y crecern para mal del alma, como los
renuevos en el rbol. Por lo cual nuestro Seor diciendo (Lc. 12, 35) nos
aconseja: Tened ceidos vuestros lomos, que significan aqu los apetitos.
Porque, en efecto, ellos son tambin como las sanguijuelas, que siempre
estn chupando la sangre de las venas, porque as las llama el Eclesistico
(Pv. 30, 15), diciendo: Sanguijuelas son las hijas, esto es, los apetitos;
siempre dicen: Daca, daca.
3. De donde est claro que los apetitos no ponen al alma bien ninguno, sino
qutanle el que tiene. Y, si no los mortificare, no pararn hasta hacer en ella
lo que dicen que hacen a su madre los hijos de la vbora, que, cuando van
creciendo en el vientre, comen a su madre y mtanla, quedando ellos vivos
a costa de su madre. As los apetitos no mortificados llegan a tanto, que
matan al alma en Dios, porque ella primero no los mat; por eso dice el
Eclesistico: Aufer a me, Domine, ventris concupiscentias, et concubitus
concupiscentiae ne apprehendant me (23, 6), y slo lo que en ella vive son
ellos.
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CAPTULO 11
En que se prueba ser necesario para llegar a la divina unin carecer el alma
de todos los apetitos, por mnimos que sean.
3. Que sta es la causa por que en este estado llamamos estar hecha una
voluntad de Dios, la cual es voluntad de Dios, y esta voluntad de Dios es
tambin voluntad del alma. Pues si esta alma quisiese alguna imperfeccin
que no quiere Dios, no estara hecha una voluntad de Dios, pues el alma
tena voluntad de lo que no la tena Dios. Luego claro est que, para venir
el alma a unirse con Dios perfectamente por amor y voluntad, ha de carecer
primero de todo apetito de voluntad, por mnimo que sea; esto es, que
advertidamente y conocidamente no consienta con la voluntad en
imperfeccin, y venga a tener poder y libertad para poderlo hacer en
advirtiendo.
Porque el apetito y asimiento del alma tienen la propiedad que dicen tiene la
rmora con la nao, que, con ser un pece muy pequeo, si acierta a pegarse a
la nao, la tiene tan queda, que no la deja llegar al puerto ni navegar. Y as es
lstima ver algunas almas como unas ricas naos cargadas de riquezas, y
obras, y ejercicios espirituales, y virtudes, y mercedes que Dios las hace, y
por no tener nimo para acabar con algn gustillo, o asimiento, o aficin -
que todo es uno-, nunca van adelante, ni llegan al puerto de la perfeccin,
que no estaba en ms que dar un buen vuelo y acabar de quebrar aquel hilo
de asimiento o quitar aquella pegada rmora, de apetito.
El que no tiene cuidado de remediar el vaso por una pequea resquicia que
tenga basta para que se venga a derramar todo el licor que est dentro.
Porque el Eclesistico (19, 1) nos lo ense bien, diciendo: El que desprecia
las cosas pequeas, poco a poco ira cayendo. Porque, como l mismo dice
(11, 34), de una sola centella se aumenta el fuego. Y as, una imperfeccin
basta para traer otra, y aqullas otras; y as, casi nunca se ver un alma que
sea negligente en vencer un apetito, que no tenga otros muchos, que salen
de la misma flaqueza e imperfeccin que tiene en aqul;
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7. De lo dicho tenemos figura en el libro de los Jueces (2, 3), donde se dice
que vino el ngel a los hijos de Israel y les dijo que, porque no haban
acabado con aquella gente contraria, sino antes se haban confederado con
algunos de ellos, por eso se los haba de dejar entre ellos por enemigos, para
que les fuesen ocasin de cada y perdicin. Y, justamente, hace Dios esto
con algunas almas, a las cuales, habindolas l sacado del mundo, y
murtoles los gigantes de sus pecados, y acabado la multitud de sus
enemigos, que son las ocasiones que en el mundo tenan (slo porque ellos
entraran con ms libertad en esta tierra de promisin de la unin divina) y
ellos todava traban amistad y alianza con la gente menuda de
imperfecciones, no acabndolas de mortificar, por eso, enojado Nuestro
Seor, les deja ir cayendo en sus apetitos de peor en peor.
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CAPTULO 12
En que se trata cmo se responde a otra pregunta, declarando cules sean los
apetitos que bastan (a) causar en el alma los daos dichos.
A lo segundo digo que, as estos que son de materia de pecado mortal como
los voluntarios de materia de pecado venial y los que son de materia de
imperfeccin, cada uno de ellos basta para causar en el alma todos estos
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daos positivos juntos. Los cuales, aunque en cierta manera son privativos,
llammoslos aqu positivos, porque responden a la conversin de la criatura,
as como el privativo responde a la aversin de Dios. Pero hay esta
diferencia: que los apetitos de pecado mortal causan total ceguera, tormento
e inmundicia y flaqueza, etc.; y los otros de materia de venial o imperfeccin
no causan estos males en total y consumado grado, pues no privan de la
gracia, de donde depende la posesin de ellos, porque la muerte de ella es
vida de ellos; pero cusanlos en el alma remisamente, segn la remisin de
la gracia que los tales apetitos causan en el alma. De manera que aquel
apetito que ms entibiare la gracia, ms abundante tormento, ceguera y
suciedad causar.
4. Pero es de notar que, aunque cada apetito causa estos males, que aqu
llamamos positivos, unos hay que principal y derechamente causan unos, y
otros otros, y los dems por el consiguiente. Porque, aunque es verdad que
un apetito sensual causa todos estos males, pero principal y propiamente
ensucia al alma y cuerpo. Y, aunque un apetito de avaricia tambin los causa
todos, principal y derechamente causa (afliccin. Y, aunque un apetito de
vanagloria, no ms ni menos, los causa todos, principal y derechamente
causa) tinieblas y ceguera. Y, aunque un apetito de gula los causa todos,
principalmente causa tibieza en la virtud. Y as de los dems.
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CAPTULO 13
1. Resta ahora dar algunos avisos para saber y poder entrar en esta noche del
sentido. Para lo cual es de saber que el alma ordinariamente entra en esta
noche sensitiva en dos maneras: la una es activa; la otra, pasiva.
Activa es lo que el alma puede hacer y hace de su parte para entrar en ella,
de lo cual ahora trataremos en los avisos siguientes.
Pasiva es en que el alma no hace nada, sino Dios la obra en ella, y ella se ha
como paciente. De la cual trataremos en el cuarto libro, cuando habemos de
tratar de los principiantes. Y porque all habemos, con el favor divino, de dar
muchos avisos a los principiantes, segn las muchas imperfecciones que
suelen tener en este camino, no me alargar aqu en dar muchos; y porque
tambin no es tan propio de este lugar darlos, pues de presente slo tratamos
de las causas por qu se llama noche este trnsito, y cul sea sta, y cuntas
sus partes.
Pero, porque parece quedaba muy corto y no de tanto provecho no dar luego
algn remedio o aviso para ejercitar esta noche de apetitos, he querido poner
aqu el modo breve que se sigue; y lo mismo har al fin de cada una de esotras
dos partes o causas de esta noche de que luego, mediante el Seor, tengo de
tratar.
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2. Estos avisos que aqu se siguen de vencer los apetitos, aunque son breves
y pocos, yo entiendo que son tan provechosos y eficaces como
compendiosos, de manera que el que de veras se quisiese ejercitar en ellos,
no le harn falta otros ningunos, antes en stos los abrazar todos.
entrar en toda desnudez y vaco y pobreza por Cristo de todo cuanto hay en
el mundo.
8. Lo que est dicho, bien ejercitado, bien basta para entrar en la noche
sensitiva. Pero, para mayor abundancia, diremos otra manera de ejercicio
que ensea a mortificar la concupiscencia de la carne, y la concupiscencia
de los ojos, y la soberbia de la vida, que son las cosas que dice san Juan (1
Jn. 2, 16) reinan en el mundo, de las cuales proceden todos los dems
apetitos.
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CAPTULO 14
en amores inflamada.
2. Dice, pues, el alma que con ansias, en amores inflamada pas y sali en
esta noche oscura del sentido a la unin del Amado. Porque para vencer
todos los apetitos y negar los gustos de todas las cosas, con cuyo amor y
aficin se suele inflamar la voluntad para gozar de ellos, era menester otra
inflamacin mayor de otro amor mejor, que es el de su Esposo, para que,
teniendo su gusto y fuerza en ste, tuviese valor y constancia para fcilmente
negar todos los otros. Y no solamente era menester para vencer la fuerza de
los apetitos sensitivos tener amor de su Esposo, sino estar inflamada de amor
y con ansias. Porque acaece, y as es, que la sensualidad con tantas ansias de
apetito es movida y atrada a las cosas sensitivas, que, si la parte espiritual
no est inflamada con otras ansias mayores de lo que es espiritual, no podr
vencer el yugo natural, ni entrar en esta noche del sentido, ni tendr nimo
para se quedar a oscuras de todas las cosas, privndose del apetito de todas
ellas.
3. Y cmo y de cuntas maneras sean estas ansias de amor que las almas
tienen en los principios de este camino de unin; y las diligencias e
invenciones que hacen para salir de su casa, que es la propia voluntad en la
noche de la mortificacin de sus sentidos; y cun fciles y aun dulces y
sabrosos les hacen parecer estas ansias del Esposo todos los trabajos y
peligros de esta noche, ni es de decir de este lugar, ni se puede decir; porque
es mejor para tenerlo y considerarlo que para escribirlo. Y as, pasaremos a
declarar los dems versos en el siguiente captulo.
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CAPTULO 15
1. Toma por metfora el msero estado del cautiverio, del cual el que se
libra tiene por dichosa ventura, sin que se lo impida alguno de los
prisioneros. Porque el alma, despus del primer pecado original,
verdaderamente est como cautiva en este cuerpo mortal, sujeta a las
pasiones y apetitos naturales, del cerco y sujecin de los cuales tiene ella
por dichosa ventura haber salido sin ser notada, esto es, sin ser de ninguno
de ellos impedida ni comprehendida.
LIBRO SEGUNDO
En que trata del medio prximo para subir a la unin de Dios, que es la fe; y
as se trata de la segunda parte de esta noche, que decamos pertenecer el
espritu, contenida en la segunda cancin, que es la que se sigue.
CANCIN SEGUNDA
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CAPTULO 1
A oscuras y segura,
por la secreta escala, disfrazada,
oh dichosa ventura!, a
oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.
Que, por eso, la llama aqu escala y secreta, porque todos los grados y
artculos que ella tiene son secretos y escondidos a todo sentido y
entendimiento. Y as, se qued ella a oscuras de toda lumbre de sentido y
entendimiento, saliendo de todo lmite natural y racional para subir por esta
divina escala de la fe, que escala y penetra hasta lo profundo de Dios (1 Cor.
2, 10).
Por lo cual dice que iba disfrazada, porque llevaba el traje y vestido y trmino
natural mudado en divino, subiendo por fe. Y as era causa este disfraz de no
ser conocida ni detenida de lo temporal, ni de lo racional, ni del demonio,
porque ninguna de estas cosas puede daar al que camina en fe.
2. Por eso dice que sali a oscuras y segura, porque el que tal ventura
tiene que puede caminar por la oscuridad de la fe, tomndola por gua
de ciego, saliendo l de todas las fantasmas naturales y razones
espirituales, camina muy al seguro, como habemos dicho.
Y as dice que tambin sali por esta noche espiritual estando ya su casa
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CAPTULO 2
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CAPTULO 3
2. De donde ninguna cosa, de suyo, puede saber sino por va natural; lo cual
es slo lo que alcanza por los sentidos, para lo cual ha de tener los fantasmas
y las figuras de los objetos presentes en s o en sus semejantes, y de otra
manera, no; porque, como dicen los filsofos: ab obiecto et potentia paritur
notitia, esto es: del objeto presente y de la potencia nace en el alma la noticia.
De donde, si a uno le dijesen cosas que l nunca alcanz a conocer ni jams
vio semejanza de ellas, en ninguna manera le quedara ms luz de ellas que
si no se las hubiesen dicho.
Pongo ejemplo: si a uno le dijesen que en cierta isla hay un animal que l
nunca vio, si no le dicen de aquel animal alguna semejanza que l haya visto
en otros, no le quedar ms noticia ni figura de aquel animal que antes,
aunque ms le estn diciendo de l.
Y por otro ejemplo ms claro se entender mejor. Si a uno que naci ciego,
el cual nunca vio color alguno, le estuviesen diciendo cmo es el color
blanco o el amarillo, aunque ms le dijesen, no entendera ms as que as,
porque nunca vio los tales colores ni sus semejanzas, para poder juzgar de
ellos; solamente se le quedara el nombre de ellos, porque aquello pdolo
percibir con el odo; mas la forma y figura no, porque nunca la vio.
3. De esta manera es la fe para con el alma, que nos dice cosas que nunca
vimos ni entendimos en s ni en sus semejanzas, pues no la tienen. Y as, de
ella no tenemos luz de ciencia natural, pues a ningn sentido es
proporcionado lo que nos dice; pero sabmoslo por el odo, creyendo lo que
nos ensea, sujetando y cegando nuestra luz natural. Porque, como dice San
Pablo (Rm. 10, 17), fides ex auditu, como si dijera: la fe no es ciencia que
entra por ningn sentido, sino slo es consentimiento del alma de lo que entra
por el odo.
Luego claro est que la fe es noche oscura para el alma, y de esta manera la
da luz; y cuanto ms la oscurece ms luz la da de s, porque cegando la (da)
luz, segn este dicho de Isaas (7, 9): Porque si no creyredes, (no
entenderis), esto es, no tendris luz. Y as fue figurada la fe por aquella
nube que divida los hijos de Israel y a los egipcios al punto de entrar en el
Mar Bermejo, de la cual dice la sagrada Escritura (Ex. 14, 20) que era nubes
tenebrosa et illuminans noctem; quiere decir que aquella nube era tenebrosa
y alumbradora a la noche.
5. Admirable cosa es que, siendo tenebrosa, alumbrase la noche; esto era
porque la fe, que es nube oscura y tenebrosa para el alma
-la cual es tambin noche, pues, en presencia de la fe, de su luz natural queda
privada y ciega-, con su tiniebla alumbra y da luz a la tiniebla del alma.
Porque as convena que fuese semejante al maestro el discpulo (Lc. 6, 40).
Porque el hombre que est en tiniebla no poda convenientemente ser
alumbrado sino por otra tiniebla, segn nos lo ensea David (Sal. 18, 3),
diciendo: Dies diei eructat verbum et nox nocti indicat scientiam; quiere
decir: El da rebosa y respira palabra al da, y la noche muestra ciencia a la
noche. Que, hablando ms claro, quiere decir: el da, que es Dios, en la
bienaventuranza, donde ya es de da, a los bienaventurados ngeles y almas
que ya son da, les comunica y pronuncia la Palabra, que es su Hijo, para que
le sepan y le gocen. Y la noche, que es la fe, en la iglesia militante, donde
an es de noche, muestra ciencia a la Iglesia y, por consiguiente, a cualquiera
alma, la cual le es noche, pues est privada de la clara sabidura beatifica; y
en presencia de la fe, de su luz natural est ciega.
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CAPTULO 4
2. Digo, pues, que el alma, para haberse de guiar bien por la fe a este estado,
no slo se ha de quedar a oscuras segn aquella parte que tiene respecto a las
criaturas y a lo temporal, que es la sensitiva e inferior, de que habemos ya
tratado sino que tambin se ha de cegar y oscurecer tambin segn la parte
que tiene respecto a Dios y a lo espiritual, que es la racional y superior, de
que ahora vamos tratando. Porque, para venir un alma a llegar a la
transformacin sobrenatural, claro est que ha de oscurecerse y trasponerse
a todo lo que contiene su natural, que es sensitivo y racional; porque
sobrenatural eso quiere decir, que sube sobre el natural; luego el natural
abajo queda.
Porque, como quiera que esta transformacin y unin es cosa que no puede
caer en sentido y habilidad humana, ha de vaciarse de todo lo que puede caer
en ella perfectamente y voluntariamente, ahora sea de arriba, ahora de abajo,
segn el afecto, digo, y voluntad, en cuanto es de su parte; porque a Dios,
quin le quitar que l no haga lo que quisiere en el alma resignada,
aniquilada y desnuda?
Pero de todo se ha de vaciar como sea cosa que puede caer en su capacidad,
de manera que, aunque ms cosas sobrenaturales vaya teniendo, siempre se
ha de quedar como desnuda de ellas y a oscuras, as como el ciego,
arrimndose a la fe oscura, tomndola por gua y luz, y no arrimndose a
cosa de las que entiende, gusta y siente e imagina. Porque todo aquello es
tiniebla, que la har errar; y la fe es sobre todo aquel entender y gustar y
sentir e imaginar. Y si en esto no se ciega, quedndose a oscuras totalmente,
no viene a lo que es ms, que es lo que ensea la fe.
3. El ciego, si no es bien ciego, no se deja bien guiar del mozo de ciego, sino
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que, por un poco que ve, piensa que por cualquiera parte que ve, por all es
mejor ir, porque no ve otras mejores; y as puede hacer errar al que le gua y
ve ms que l, porque, en fin, puede mandar ms que el mozo de ciego. Y
as, el alma, si estriba en algn saber suyo o gustar o saber de Dios, como
quiera que ello, aunque ms sea, sea muy poco y dismil de lo que es Dios
para ir por este camino, fcilmente yerra o se detiene, por no se querer quedar
bien ciega en fe, que es su verdadera gua.
4. Porque eso quiso decir tambin san Pablo (Heb. 11, 6), cuando dijo:
Accedentem ad Deum oportet credere quod est; quiere decir: Al que se ha
de ir uniendo a Dios, convinele que crea su ser. Como si dijera: el que se
ha de venir a juntar en una unin con Dios no ha de ir entendiendo ni
arrimndose al gusto, ni al sentido, ni a la imaginacin, sino creyendo su ser,
que no cae en entendimiento, ni apetito, ni imaginacin, ni otro algn
sentido, ni en esta vida se puede saber; antes en ella lo ms alto que se puede
sentir y gustar, etc., de Dios, dista en infinita manera de Dios y del poseerle
puramente. Isaas (54, 4) y san Pablo (1 Cor. 2, 9) dicen: Nec oculus vidit,
nec auris audivit, neque in cor hominis ascendit, quae praeparavit Deus iis
qui diligunt illum; que quiere decir: lo que Dios tiene aparejado para los que
le aman, ni ojo jams lo vio, ni odo lo oy, ni cay en corazn ni
pensamiento de hombre. Pues, como quiera que el alma pretenda unirse por
gracia perfectamente en esta vida con aquello que por gloria ha de estar unida
en la otra (lo cual, como aqu dice san Pablo, no vio ojo, ni oy odo, ni cay
en corazn de hombre en carne) claro est que, para venir a unirse en esta
vida con ello por gracia y por amor perfectamente, ha de ser a oscuras de
todo cuanto puede entrar por el ojo, y de todo lo que se puede recibir con el
odo, y se puede imaginar con la fantasa, y comprehender con el corazn,
que aqu significa el alma.
Y as, grandemente se estorba una alma para venir a este alto estado de unin
con Dios cuando se ase a algn entender, o sentir, o imaginar, o parecer, o
voluntad, o modo suyo, o cualquiera otra cosa u obra propia, no sabindose
desasir y desnudar de todo ello. Porque, como decimos, a lo que va, es sobre
todo eso, aunque sea lo ms que se puede saber o gustar; y as, sobre todo se
ha de pasar al no saber.
todos los modos. De donde el venir aqu es el salir de all, y de aqu y de all
saliendo de s muy lejos, de eso bajo para esto sobre todo alto.
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CAPTULO 5
En que se declara qu cosa sea unin del alma con Dios. Pone una
comparacin.
2. Ahora slo trato de esta unin total y permanente segn la sustancia del
alma y sus potencias en cuanto al hbito oscuro de unin; porque en cuanto
al acto, despus diremos, con el favor divino, cmo no puede haber unin
permanente en las potencias en esta vida, sino transente.
3. Para entender, pues, cul sea esta unin de que vamos tratando, es de saber
que Dios, en cualquiera alma, aunque sea la del mayor pecador del mundo,
mora y asiste sustancialmente. Y esta manera de unin siempre est hecha
entre Dios y las criaturas todas, en la cual les est conservando el ser que
tienen; de manera que si de esta manera faltase, luego se aniquilaran y
dejaran de ser. Y as, cuando hablamos de unin del alma con Dios, no
hablamos de esta sustancial, que siempre est hecha, sino de la unin y
transformacin del alma con Dios, que no est siempre hecha, sino slo
cuando viene a haber semejanza de amor. Y, por tanto, sta se llamar unin
de semejanza, as como aqulla, unin esencial o sustancial; aqulla, natural;
sta, sobrenatural; la cual es cuando las dos voluntades, conviene a saber, la
del alma y la de Dios, estn en uno conformes, no habiendo en la una cosa
que repugne a la otra.
Y as, cuando el alma quitare de s totalmente lo que repugna y no conforma
con la voluntad divina, quedar transformada en Dios por amor.
4. Esto se entiende, no slo lo que repugna segn el acto, sino tambin segn
el hbito. De manera que no slo los actos voluntarios de imperfeccin le
han de faltar, mas los hbitos de esas cualesquier imperfecciones ha de
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De donde, aunque es verdad que, como habemos dicho, est Dios siempre
en el alma dndole y conservndole el ser natural de ella con su asistencia,
no, empero, siempre la comunica el ser sobrenatural. Porque ste no se
comunica sino por amor y gracia, en la cual no todas las almas estn; y las
que estn, no en igual grado, porque unas estn en ms, otras en menos
grados de amor. De donde a aquella alma se comunica Dios ms que est
ms aventajada en amor, lo cual es tener ms conforme su voluntad con la
de Dios. Y la que totalmente la tiene conforme y semejante, totalmente est
unida y transformada en Dios sobrenaturalmente.
Por lo cual, segn ya queda dado a entender, cuanto una alma ms vestida
est de criaturas y habilidades de ella, segn el afecto y el hbito, tanto menos
disposicin tiene para la tal unin, porque no da total lugar a Dios para que
la transforme en lo sobrenatural. De manera que el alma no ha menester ms
que desnudarse de estas contrariedades y disimilitdines naturales, para que
Dios, que se le est comunicando naturalmente por naturaleza, se le
comunique sobrenaturalmente por gracia.
5. Y esto es lo que quiso dar a entender san Juan (1, 13) cuando dijo: Qui
non ex sanguinibus, neque ex voluntate carnis, neque ex voluntate viri, sed
ex Deo nati sunt; como si dijera; Dio poder para que puedan ser hijos de
Dios, esto es, se puedan transformar en Dios, solamente aquellos que no de
las sangres, esto es, que no de las complexiones y composiciones naturales
son nacidos, ni tampoco de la voluntad de la carne, esto es, del albedro de
la habilidad y capacidad natural, ni menos de la voluntad del varn; en lo
cual se incluye todo modo y manera de arbitrar y comprehender con el
entendimiento. No dio poder a ningunos de stos para poder ser hijos de
Dios, sino a los que son nacidos de Dios, esto es, a los que, renaciendo por
gracia, muriendo primero a todo lo que es hombre viejo (cf. Ef. 4, 22), se
levantan sobre s a lo sobrenatural, recibiendo de Dios la tal renacencia y
filiacin, que es sobre todo lo que se puede pensar. Porque, como el mismo
san Juan (3, 5) dice en otra parte: Nisi quis renatus fuerit ex aqua, et Spiritu
Sancto, non potest videre regnum Dei; quiere decir: El que no renaciere en
el Espritu Santo, no podr ver este reino de Dios, que es el estado de
perfeccin. Y renacer en el Espritu Santo en esta vida, es tener un alma
simlima a Dios en pureza, sin tener en s alguna mezcla de imperfeccin, y
as se puede hacer pura transformacin por participacin de unin, aunque
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no esencialmente.
8. De aqu queda ahora ms claro que la disposicin para esta unin, como
decamos, no es el entender del alma, ni gustar, ni sentir, ni imaginar de
Dios ni de otra cualquiera cosa, sino la pureza y amor, que es desnudez y
resignacin perfecta de lo uno y de lo otro slo por Dios; y cmo no puede
haber perfecta transformacin si no hay perfecta pureza; y cmo segn la
proporcin de la pureza ser la ilustracin, iluminacin y unin del alma
con Dios, en ms o en menos; aunque no ser perfecta, como digo, si del
todo no est perfecta, y clara y limpia.
9. Lo cual tambin se entender por esta comparacin. Est una imagen muy
perfecta con muchos y muy subidos primores y delicados y sutiles esmaltes,
y algunos tan primos y tan sutiles, que no se pueden bien acabar de
determinar por su delicadez y excelencia. A esta imagen, el que tuviere
menos clara y purificada vista, menos primores y delicadez echar de ver en
la imagen; y el que la tuviere algo ms pura, echar de ver ms primores y
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10. De la misma manera podemos decir que se han las almas con Dios en
esta ilustracin o transformacin. Porque, aunque es verdad que un alma,
segn su poca o mucha capacidad, puede haber llegado a unin, pero no en
igual grado todas, porque esto es como el Seor quiere dar a cada una. Es a
modo de como le ven en el cielo, que unos ven ms, otros menos; pero todos
ven a Dios y todos estn contentos, porque tienen satisfecha su capacidad.
11. De donde, aunque ac en esta vida hallemos algunas almas con igual paz
y sosiego en estado de perfeccin, y cada una est satisfecha, con todo eso,
podr la una de ellas estar muchos grados ms levantada que la otra y estar
igualmente satisfechas, por cuanto tienen satisfecha su capacidad. Pero la
que no llega a pureza competente a su capacidad, nunca llega a la verdadera
paz y satisfaccin, pues no ha llegado a tener la desnudez y vaco en sus
potencias, cual se requiere para la sencilla unin.
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CAPTULO 6
En que se trata cmo las tres virtudes teologales son las que han de poner
en perfeccin las tres potencias del alma, y cmo en ellas hacen vaco las
dichas virtudes.
que la vacan de todas las cosas y oscurecen en ellas. Porque, como habemos
dicho, el alma no se une con Dios en esta vida por el entender, ni por el
gozar, ni por el imaginar, ni por otro cualquier sentido, sino slo por la fe
segn el entendimiento, y por esperanza segn la memoria, y por amor segn
la voluntad.
2. Las cuales tres virtudes todas hacen, como habemos dicho, vaco en las
potencias: la fe en el entendimiento, vaco y oscuridad de entender; la
esperanza hace en la memoria vaco de toda posesin; y la caridad, vaco
en la voluntad y desnudez de todo afecto y gozo de todo lo que no es Dios.
Porque la fe ya vemos que nos dice lo que no se puede entender con el
entendimiento. Por lo cual san Pablo dice de ella ad Hebraeos (11, 1) de esta
manera: Fides est sperandarum substantia rerum, argumentum non
apparentium; que a nuestro propsito quiere decir que la fe es sustancia de
las cosas que se esperan. Y aunque el entendimiento con firmeza y certeza
consiente en ellas, no son cosas que al entendimiento se le descubren, porque
si se le descubriesen, no sera fe; la cual, aunque le hace cierto al
entendimiento, no le hace claro, sino oscuro.
5. Y aqu debemos notar aquella parbola que nuestro Redentor dijo por san
Lucas a los once captulos (v. 5), en que dijo que el amigo haba de ir a la
media noche a pedir los tres panes a su amigo, los cuales panes significan
estas tres virtudes. Y dijo que a la media noche los peda, para dar a entender
que el alma a oscuras de todas las cosas, segn sus potencias, ha de adquirir
estas tres virtudes y en esa noche se ha de perfeccionar en ellas. En el
captulo sexto de Isaas (v. 2) leemos que los dos serafines que este profeta
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vio a los lados de Dios, cada uno con seis alas, que con las dos cubran sus
pies, que significaba cegar y apagar los afectos de la voluntad acerca de todas
las cosas para con Dios; y con las dos cubran su rostro, que significaba la
tiniebla del entendimiento delante de Dios; y que con las otras dos volaban,
para dar a entender el vuelo de la esperanza a las cosas que no se poseen,
levantada sobre todo lo que se puede poseer de ac y de all, fuera de Dios.
6. A estas tres virtudes, pues, habemos de inducir las tres potencias del alma,
informando a cada cual en cada una de ellas, desnudndola y ponindola a
oscuras de todo lo que no fueren estas tres virtudes. Y sta es la noche
espiritual que arriba llamamos activa, porque el alma hace lo que es de su
parte para entrar en ella. Y as como en la noche sensitiva damos modo de
vaciar las potencias sensitivas de sus objetos visibles segn el apetito, para
que el alma saliese de su trmino al medio, que es la fe, as en esta noche
espiritual daremos, con el favor de Dios, modo cmo las potencias
espirituales se vacen y purifiquen de todo lo que no es Dios y se queden
puestas en la oscuridad de estas tres virtudes, que son el medio, como
habemos dicho, y disposicin para la unin del alma con Dios.
7. En la cual manera se halla toda seguridad contra las astucias del demonio
y contra la eficacia del amor propio y sus ramas, que es lo que
sutilsimamente suele engaar e impedir el camino a los espirituales, por no
saber ellos desnudarse, gobernndose segn estas tres virtudes; y as, nunca
acaban de dar en la sustancia y pureza del bien espiritual, ni van por tan
derecho camino y breve como podran ir.
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CAPTULO 7
En el cual se trata cun angosta es la senda que gua a la vida eterna y cun
desnudos y desembarazados conviene que estn los que han de caminar por
ella. Comienza a hablar de la desnudez del entendimiento.
del alma, era necesario otro mayor saber y espritu que el mo, con que
pudiese bien dar a entender a los espirituales cun angosto sea este camino
que dijo nuestro Salvador que gua a la vida, para que, persuadidos en esto,
no se maravillen del vaco y desnudez en que en esta noche habemos de dejar
las potencias del alma.
2. Para lo cual se deben notar con advertencia las palabras que por san
Mateo, en el captulo 7 (v. 14), nuestro Salvador dijo de este camino,
diciendo as: Quam angusta porta, et arcta via est, quae ducit ad vitam, et
pauci sunt qui inveniunt eam; quiere decir: Cun angosta es la puerta y
estrecho el camino que gua a la vida, y pocos son los que le hallan! En la
cual autoridad debemos mucho notar aquella exageracin y encarecimiento
que contiene en s aquella partcula quam; porque es como si dijera: de
verdad es mucho angosta ms que pensis. Y tambin es de notar que
primero dice que es angosta la puerta, para dar a entender que para entrar el
alma por esta puerta de Cristo, que es el principio del camino, primero se ha
de angostar y desnudar la voluntad en todas las cosas sensuales y temporales,
amando a Dios sobre todas ellas; lo cual pertenece a la noche del sentido,
que habemos dicho.
6. Oh, quin pudiese dar a entender hasta dnde quiere nuestro Seor que
llegue esta negacin! Ella, cierto, ha de ser como una muerte y aniquilacin
temporal y natural y espiritual en todo, en la estimacin de la voluntad, en la
cual se halla toda negacin. Y esto es lo que aqu quiso decir nuestro
Salvador (Jn. 12, 25) cuando dice: El que quiere salvar su alma, se la
perder, es a saber: el que quisiere poseer algo o buscarlo para s, se la
perder, y el que perdiere su alma por m, se la ganar, es a saber: el que
renunciare por Cristo todo lo que puede apetecer y gustar, escogiendo lo que
ms se parece a la cruz, lo cual el mismo Seor por san Juan lo llama
aborrecer su alma, se la ganar. Y esto ense Su Majestad a aquellos dos
discpulos que le iban a pedir diestra y siniestra, cuando, no dndoles
ninguna salida a la demanda de la tal gloria, les ofreci el cliz que l haba
de beber, como cosa ms preciosa y ms segura en esta tierra que el gozar
(Mt. 20, 22).
De donde nuestro Seor por san Mateo (11, 30) dijo: Mi yugo es suave y mi
carga ligera, la cual es la cruz. Porque, si el hombre se determina a sujetarse
a llevar esta cruz, que es un determinarse de veras a querer hallar y llevar
trabajo en todas las cosas por Dios, en todas ellas hallar grande alivio y
suavidad para (andar) este camino, as desnudo de todo, sin querer nada.
Empero, si pretende tener algo, ahora de Dios, ahora de otra cosa, con
propiedad alguna, no va desnudo ni negado en todo; y as, ni cabr ni podr
subir por esta senda angosta hacia arriba.
Juan (14, 6). Y en otra parte (10, 9) dice: Yo soy la puerta; por m si alguno
entrare, salvarse ha. De donde todo espritu que quiere ir por dulzuras y
facilidad y huye de imitar a Cristo, no le tendra por bueno.
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CAPTULO 8
Que trata, en general, cmo ninguna criatura ni alguna noticia que puede
caer en el entendimiento, le puede servir de prximo medio para la divina
unin con Dios.
1. Antes que tratemos del propio y acomodado medio para la unin de Dios,
que es la fe, conviene que probemos cmo ninguna cosa criada ni pensada
puede servir al entendimiento de propio medio para unirse con Dios, y cmo
todo lo que el entendimiento puede alcanzar, antes le sirve de impedimento
que de medio, si a ello se quisiese asir.
2. Es, pues, de saber que, segn regla de filosofa, todos los medios han de
ser proporcionados al fin, es a saber: que han de tener alguna conveniencia
y semejanza con el fin, tal que baste y sea suficiente para que por ellos se
pueda conseguir el fin que se pretende. Pongo ejemplo: quiere uno llegar a
una ciudad. Necesariamente ha de ir por el camino, que es el medio que
empareja y junta con la misma ciudad. Otro ejemplo: hase de juntar y unir
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eso, la llama san Dionisio rayo de tiniebla. De la cual dice el profeta Baruc
(3, 23): No hay quien sepa el camino de ella ni quien pueda pensar las sendas
(de ella. Luego claro est que el entendimiento se ha de cegar a todas las
sendas) que l puede alcanzar para unirse con Dios. Aristteles dice que de
la misma manera que los ojos del murcilago se han con el sol, el cual
totalmente le hace tinieblas, as nuestro entendimiento se ha a lo que es ms
luz en Dios, que totalmente nos es tiniebla. Y dice ms; que cuanto las cosas
de Dios son en s ms altas y ms claras, son para nosotros ms ignotas y
oscuras. Lo cual tambin afirma el Apstol (1 Cor. 3, 19), diciendo: Lo que
es alto de Dios, es de los hombres menos sabido.
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CAPTULO 9
Que eso es lo que quiso decir san Pablo en la autoridad que arriba dijimos
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(Heb. 11, 6), diciendo: El que se ha de juntar con Dios, convinele crea, esto
es: que vaya por fe caminando a l, lo cual ha de ser el entendimiento ciego y
a oscuras en fe slo, porque debajo de esta niebla se junta con Dios el
entendimiento, y debajo de ella est Dios escondido, segn lo dijo David (Sal.
17, 10) por estas palabras: La oscuridad puso debajo de sus pies. Y subi
sobre los querubines y vol sobre las plumas del viento. Y puso por escondrijo
las tinieblas y el agua tenebrosa.
2. En lo que dijo que puso oscuridad debajo de sus pies, y que a las tinieblas
tom por escondrijo, y aquel su tabernculo en derredor de l es el agua
tenebrosa, se denota la oscuridad de la fe en que l est encerrado. Y en decir
que subi sobre los querubines y vol sobre las plumas de los vientos, (se
da a entender cmo vuela sobre todo entendimiento. Porque querubines
quiere decir inteligentes o contemplantes, y las plumas de los vientos)
significan las sutiles y levantadas noticias y conceptos de los espritus, sobre
todas las cuales es su ser, al cual ninguno puede de suyo alcanzar.
4. Luego claro est que, para venir el alma en esta vida a unirse con Dios y
comunicar inmediatamente con l, que tiene necesidad de unirse con la
tiniebla que dijo Salomn (3 Re. 8, 12) en que haba Dios prometido de
morar, y de ponerse junto al aire tenebroso en que fue Dios servido de revelar
sus secretos a Job, y tomar en las manos a oscuras las urnas de Geden, para
tener en sus manos, esto es, en las obras de su voluntad, la luz, que es la
unin de amor, aunque a oscuras en fe, para que luego, en quebrndose
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los vasos de esta vida, que slo impeda la luz de la fe, se vea cara a cara en
gloria.
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CAPTULO 10
1. Para haber de tratar en particular del provecho y dao que pueden hacer
al alma, acerca de este medio que habemos dicho de fe para la divina unin,
las noticias y aprehensiones del entendimiento, es necesario poner aqu una
distincin de todas las aprehensiones, as naturales como sobrenaturales, que
puede recibir, para que luego por su orden ms distintamente vayamos
enderezando en ellas al entendimiento en la noche y oscuridad de la fe; lo
cual ser con la brevedad que pudiremos.
2. Es, pues, de saber que por dos vas puede el entendimiento recibir noticias
e inteligencias: la una es natural y la otra sobrenatural. La natural es todo
aquello que el entendimiento puede entender, ahora por va de los sentidos
corporales, ahora por s mismo. La sobrenatural es todo aquello que se da al
entendimiento sobre su capacidad y habilidad natural.
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CAPTULO 11
Y con los odos or algunas palabras extraordinarias, ahora dichas por esas
figuras que ven, ahora sin ver quin las dice.
las limpias almas. Y este gusto del sentido es muy ordinario a los
espirituales, porque del afecto y devocin del espritu sensible les procede
ms o menos a cada cual en su manera.
2. Y es de saber que, aunque todas estas cosas pueden acaecer a los sentidos
corporales por va de Dios, nunca jams se han de asegurar en ellas ni las
han de admitir, antes totalmente han de huir de ellas, sin querer examinar si
son buenas o malas. Porque as como son ms exteriores y corporales, as
tanto menos ciertas son de Dios. Porque ms propio y ordinario le es a Dios
comunicarse al espritu, en lo cual hay ms seguridad y provecho para el
alma, que al sentido, en el cual ordinariamente hay mucho peligro y engao,
por cuanto en ellas se hace el sentido corporal juez y estimador de las cosas
espirituales, pensando que son as como lo siente, siendo ellas tan diferentes
como el cuerpo del alma y la sensualidad de la razn. Porque tan ignorante
es el sentido corporal de las cosas razonales, espirituales digo, como un
jumento de las cosas razonales, y an ms.
3. Y as, yerra mucho el que las tales cosas estima, y en gran peligro se pone
de ser engaado, y, por lo menos, tendr en s total impedimento para ir a lo
espiritual; porque todas aquellas cosas corporales no tienen, como habemos
dicho, proporcin alguna con las espirituales. Y as, siempre se han de tener
las tales cosas por ms cierto ser del demonio que de Dios: el cual en lo ms
exterior y corporal tiene ms mano, y ms fcilmente puede engaar en esto
que en lo que es ms interior y espiritual.
Tambin las que son (de) parte del demonio, sin que el alma las quiera,
causan en ella alboroto o sequedad, o vanidad o presuncin en el espritu.
Aunque stas no son de tanta eficacia en el alma como las de Dios en el bien;
porque las del demonio slo pueden poner primeros movimientos en la
voluntad y no moverla a ms si ella no quiere, y alguna inquietud que no
dura mucho, si el poco nimo y recato del alma no da causa que dure. Mas
las que son de Dios penetran el alma, y mueven la voluntad a amar, y dejan
su efecto, al cual no puede el alma resistir aunque quiera, ms que la vidriera
al rayo del sol cuando da en ella.
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10. Dichosa el alma que supiere pelear contra aquella bestia del
Apocalipsis (12, 3), que tiene siete cabezas, contrarias a estos siete grados
de amor, con las cuales contra cada uno hace guerra, y con cada una pelea
con el alma en cada una de estas mansiones, en que ella est ejercitando y
ganando cada grado de amor de Dios! Que, sin duda, que si ella fielmente
peleare en cada una y venciere, merecer pasar de grado en grado y de
mansin en mansin hasta la ltima, dejando cortadas a la bestia sus siete
cabezas, con que le
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haca la guerra furiosa, tanto que dice all san Juan que le fue dado que
pelease contra los santos y los pudiese vencer en cada uno de estos grados
de amor, poniendo contra cada uno armas y municiones bastantes (ib. 13, 1-
7).
11. Ha, pues, el espiritual de negar todas las aprehensiones con los deleites
temporales que caen en los sentidos exteriores, si quiere cortar la primera
cabeza y segunda a esta bestia, entrando en el primer aposento de amor, y
segundo de viva fe, no queriendo hacer presa ni embarazarse con lo que se
les da a los sentidos, por cuanto es lo que ms deroga a la fe.
13. Heme alargado algo en estas aprehensiones exteriores por dar y abrir
alguna ms luz para las dems de que luego habemos de tratar. Pero haba
tanto que decir en esta parte, que fuera nunca acabar, y entiendo he abreviado
demasiado. Slo con decir que tenga cuidado de nunca las admitir, si no
fuese algo con algn muy raro parecer (y entonces, no con gana ninguna de
ello) me parece basta en esta parte lo dicho.
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CAPTULO 12
3. Es, pues, de saber que los sentidos de que aqu particularmente hablamos
son dos sentidos corporales (interiores), que se llaman imaginativa y
fantasa, los cuales ordenadamente se sirven el uno al otro; porque el uno
discurre imaginando, y el otro forma la imaginacin o lo imaginado
fantaseando; y para nuestro propsito lo mismo es tratar del uno que del otro.
Por lo cual, cuando no los nombraremos a entrambos, tngase por entendido
segn aqu habemos de ellos dicho.
De aqu, pues, es que todo lo que aquestos sentidos pueden recibir y fabricar
se llaman imaginaciones y fantasas, que son formas que con imagen y figura
de cuerpo se representan a estos sentidos. Las cuales pueden ser en dos
maneras: unas sobrenaturales, que sin obra de estos sentidos se pueden
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7. Por lo cual es lstima ver que hay muchos que, querindose su alma estar
en esta paz y descanso de quietud interior, donde se llena de paz y refeccin
de Dios, ellos la desasosiegan y sacan afuera a lo ms exterior, y la quieren
hacer volver a que ande lo andado sin propsito, y que deje el termino y fin
en que ya reposa por los medios que encaminaban a l, que son las
consideraciones. Lo cual no acaece sin gran desgana y repugnancia del alma,
que se quisiera estar en aquella paz, que no entiende, como en su propio
puesto. Bien as como el que lleg con trabajo donde descansa, si le hacen
volver al trabajo, siente pena. Y como ellos no saben el misterio de aquesta
novedad, dales imaginacin que es estarse ociosos y no haciendo nada, y as
no se dejan quietas, procurando considerar y discurrir, de donde se llenan de
sequedad y trabajo por sacar el jugo que ya por all no han de sacar. Antes
les podemos decir que, mientras (ms) aprietan, menos les aprovecha,
porque, cuanto ms porfan de aquella manera, se hallan peor; porque ms
sacan al alma de la paz espiritual, y es dejar lo ms por lo menos y desandar
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CAPTULO 13
En que se ponen las seales que ha de haber en si el espiritual por las cuales
se conozca en qu tiempo le conviene dejar la meditacin y discurso y pasar
al estado de contemplacin.
6. Y no basta tener la primera sola sin la segunda, porque podra ser que no
poder ya imaginar y meditar en las cosas de Dios como antes, fuese por su
distraccin y poca diligencia; para lo cual ha de ver tambin en s la segunda,
que es no tener gana ni apetito de pensar en otras cosas extraas. Porque,
cuando procede de distraccin o tibieza el no poder fijar la imaginacin y
sentido en las cosas de Dios, luego tiene apetito y gana de ponerla en otras
cosas diferentes y motivo de irse de all.
7. Aunque verdad es que a los principios, cuando comienza este estado, casi
no se echa de ver esta noticia amorosa. Y es por dos causas: la una, porque
a los principios suele ser esta noticia amorosa muy sutil y delicada y casi
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CAPTULO 14
3. Y sta es la causa por que el alma siente mucho trabajo y sinsabor cuando,
estando en este sosiego, la quieren hacer meditar y trabajar en particulares
noticias. Porque le acaece como a nio que, estando recibiendo la leche, que
ya tiene en el pecho allegada y junta, le quitan el pecho y le hacen que con
la diligencia de su estrujar y manosear la vuelva a querer sacar y juntar; o
como el que, habiendo quitado la corteza, est gustando la sustancia, si se
la hiciesen dejar para que volviese a quitar la dicha corteza que ya estaba
quitada, que no hallara corteza y dejara de gustar de la sustancia que ya
tena entre las manos; siendo en esto semejante al que deja la presa que tiene
por la que no tiene.
7. Y as, la diferencia que hay del ejercicio que el alma hace acerca de las
unas y de las otras potencias, es la que hay entre ir obrando y gozar ya de la
obra hecha, o la que hay entre el trabajo de ir caminando y el descanso y
quietud que hay en el trmino; que es tambin como estar guisando la
comida, o estar comindola y gustndola ya guisada y masticada, sin alguna
manera de ejercicio de obra; y la que hay entre ir recibiendo, y
aprovechndose ya del recibo. Y as, (si) acerca del obrar con las potencias
sensitivas, que es la meditacin y discurso, o acerca de lo ya recibido y
obrado en las potencias espirituales, que es la contemplacin y noticia que
habemos dicho, no estuviese el alma empleada estando ociosa de las unas y
de las otras, no haba de dnde ni por dnde se pudiese decir que estaba el
alma empleada. Es, pues, necesaria esta noticia para haber de dejar la va de
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meditacin y discurso.
8. Pero conviene aqu saber que esta noticia general de que vamos hablando,
es a veces tan sutil y delicada, mayormente cuando ella es ms pura y
sencilla y perfecta y ms espiritual e interior, que el alma, aunque est
empleada en ella, no la echa de ver ni la siente. Y aquesto acaece ms cuando
decimos que ella es en s ms clara y perfecta y sencilla. Y entonces lo es,
cuando ella embiste en alma ms limpia y ajena de otras inteligencias y
noticias particulares en que podra hacer presa el entendimiento o sentido;
la cual, por carecer de stas, que son acerca de las cuales el entendimiento
y sentido tiene habilidad y costumbre de ejercitarse, no la siente, por cuanto
le faltan sus acostumbrados sensibles. Y sta es la causa por donde, estando
ella ms pura y perfecta y sencilla, menos la siente el entendimiento y ms
oscura le parece. Y as, por el contrario, cuanto ella est en s en el
entendimiento menos pura y simple, ms clara y de ms tomo le parece al
entendimiento, por estar ella vestida o mezclada o envuelta en algunas
formas inteligibles, en que puede tropezar el entendimiento o sentido.
cuando esta luz divina no embiste con tanta fuerza en el alma, ni siente
tiniebla, ni ve luz, ni aprehende nada que ella sepa, de ac ni de all; y, por
tanto, se queda el alma a veces como en un olvido grande, que ni supo dnde
se estaba, ni qu se haba hecho, ni le parece haber pasado por ella tiempo.
De donde puede acaecer, y as es, que se pasen muchas horas en este olvido,
y al alma, cuando vuelve en s, no le parezca un momento o que no estuvo
nada.
el alma. Que, para que sea la que basta en el caso que vamos tratando, basta
que el entendimiento est abstrado de cualquiera noticia particular, ahora
temporal, ahora espiritual, y que no tenga gana la voluntad de pensar acerca
de unas ni de otras, como habemos dicho, porque entonces es seal que est
el alma empleada.
Y este indicio se ha de tener para entender que lo est, cuando esta noticia
slo se aplica y comunica al entendimiento, que es cuando a veces el alma
no lo echa de ver. Porque, cuando juntamente se comunica a la voluntad, que
es casi siempre, poco o mucho no deja el alma de entender, si quiere mirar
en ello, que est empleada y ocupada en esta noticia, por cuanto se siente con
sabor de amor en ella, sin saber ni entender particularmente lo que ama. Y
por eso la llama noticia amorosa general, porque, as como lo es en el
entendimiento, comunicndose a l oscuramente, as tambin lo es en la
voluntad, comunicndola sabor y amor confusamente, sin que sepa
distintamente lo que ama.
13. Esto baste ahora para entender cmo le conviene al alma estar
empleada en esta noticia para haber de dejar la va del discurso espiritual y
para asegurarse que, aunque no le parezca que hace nada el alma, est bien
empleada, si se ve con las dichas seales, y para que tambin se entienda,
por la comparacin que habemos dicho, cmo, no porque esta luz se
represente al entendimiento ms comprehensible y palpable, como hace el
rayo del sol al ojo cuando est lleno de tomos, por eso la ha de tener el
alma por ms pura, subida y clara; pues est claro que, segn dice
Aristteles y los telogos, cuanto ms alta es la luz divina y ms subida,
ms oscura es para nuestro entendimiento.
14. De esta divina noticia hay mucho que decir, as de ella en s como de los
efectos que hace en los contemplativos. Todo lo dejamos para su lugar,
porque aun lo que habemos dicho en ste no haba para qu alargarnos tanto,
si no fuera por (no) dejar esta doctrina algo ms confusa de lo que queda,
porque es cierto, yo confieso lo queda mucho. Porque, dejado que es materia
que pocas veces se trata por este estilo, ahora de palabra como de escritura,
por ser ella en s extraordinaria y oscura, adese tambin mi torpe estilo y
poco saber. Y as, estando desconfiado de que lo sabr dar a entender,
muchas veces entiendo me alargo demasiado y salgo fuera de los lmites que
bastan al lugar y parte de la doctrina que voy tratando. En lo cual yo confieso
hacerlo, a veces, de advertencia; porque lo que no se da a entender por unas
razones, quiz se entender mejor por aqullas y por otras, y tambin porque
entiendo que as se va dando ms luz para lo que se ha de decir adelante. Por
lo cual me parece tambin (para concluir con esta parte) dejar respondido a
una duda que puede haber acerca de la continuacin de esta noticia, y ser
brevemente en el siguiente captulo.
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CAPTULO 15
A lo cual se responde que no se entiende que los que comienzan a tener esta
noticia amorosa en general, nunca hayan ya de procurar de tener meditacin,
porque a los principios que van aprovechando, ni est tan perfecto el hbito
de ella que, luego que ellos quieran, se puedan poner en el acto de ella, ni,
por lo semejante, estn tan remotos de la meditacin, que no puedan meditar
y discurrir algunas veces naturalmente como solan, por las formas y pasos
que solan, hallando all alguna cosa de nuevo; antes a estos principios,
cuando por los indicios ya dichos echan de ver que no est el alma empleada
en aquel sosiego y noticia, habrn menester aprovecharse del discurso, hasta
que vengan en ella a adquirir el hbito que habemos dicho en alguna manera
perfecto, que ser cuando todas las veces que quieren meditar, luego se
quedan en esta noticia y paz sin poder hacer ni tener gana de hacerlo, como
habemos dicho. Porque, hasta llegar a este tiempo, que es ya de
aprovechados en esto, ya hay de lo uno, ya de lo otro, en diferentes tiempos.
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CAPTULO 16
3. Es, pues, de saber que, as como los cinco sentidos exteriores representan
las imgenes y especies de sus objetos a estos interiores, as
sobrenaturalmente, como decimos, sin los sentidos exteriores puede Dios y
el demonio representar las mismas imgenes y especies, y mucho ms
hermosas y acabadas. De donde, debajo de estas imgenes muchas veces
representa Dios al alma muchas cosas, y la ensea mucha sabidura; como
a cada paso se ve en la sagrada Escritura, como (vio) Isaas a Dios en su
gloria debajo del humo que cubra el templo y de los serafines que cubran
con las alas el rostro y los pies (6, 2-4); Jeremas la vara que velaba (1, 11),
Daniel multitud de visiones (7, 10), etc.
algn lmite de forma, especie e imagen. Que, pues Dios no cae debajo de
imagen ni forma, ni cabe debajo de inteligencia particular, tampoco el alma,
para caer en Dios, ha de caer debajo de forma e inteligencia distinta.
9. Y que el alma no pueda llegar a lo alto de Dios, cual en esta vida se puede,
por medio de algunas formas y figuras, tambin lo dice el mismo Espritu
Santo en los Nmeros (12, 6-8), donde, reprehendiendo Dios a Aarn y
Mara, hermanos de Moiss, porque murmuraban contra l, queriendo darles
a entender el alto estado en que le haba puesto de unin y amistad consigo,
dijo: Si quis inter vos fuerit propheta Domini in visione apparebo ei, vel per
somnium loquar ad illum. At (non) talis servus meus Moyses, qui in omni
domo mea fidelissimus est: ore enim ad os loquor ei, palam, et non per
aenigmata et figuras Dominum videt; que quiere decir: Si entre vosotros
hubiere algn profeta del Seor, aparecerle he en alguna visin o forma o
hablar con l entre sueos. Pero no hay tal como mi siervo Moiss, que en
toda mi casa es fidelsimo y hablo con l boca a boca, y no ve a Dios por
comparaciones, semejanzas y figuras. En lo cual se da a entender claro que
en este alto estado de unin que vamos hablando, no se comunica Dios al
alma mediante algn disfraz de visin imaginaria, o semejanza, o figura, ni
la ha de haber; sino que boca a boca, esto es, esencia pura y desnuda de Dios,
que es la boca de Dios en amor, con esencia pura y desnuda del alma, que
es la boca del alma en amor de Dios.
10. Por tanto, para venir a esta unin de amor de Dios esencial, ha de tener
cuidado el alma de no se ir arrimando a visiones imaginarias, ni formas, ni
figuras, ni particulares inteligencias, pues no le pueden servir de medio
proporcionado y prximo para tal efecto; antes le haran estorbo, y por eso
las ha de renunciar y procurar de no tenerlas. Porque, si por algn caso se
hubiesen de admitir y preciar, era por el provecho que las verdaderas hacen
en el alma y buen efecto. Pero para esto no es necesario admitirlas, antes
conviene, para mejora, siempre negarlas. Porque estas visiones
imaginarias, el bien que pueden hacer al alma, tambin como las corporales
exteriores que habemos dicho, es comunicarle inteligencia, o amor, o
suavidad; pero para que causen este efecto en ella, no es menester que ella
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las quiera admitir, porque, como tambin queda dicho arriba, en ese mismo
punto que en la imaginacin hacen presencia, la hacen en el alma e infunden
a la inteligencia y amor, o suavidad, o lo que Dios quiere que causen.
12. Por tanto, siempre se han de apartar los ojos del alma de todas estas
aprehensiones que ella puede ver y entender distintamente (lo cual comunica
en sentido y no hace fundamento y seguro de fe), y ponerlos en lo que no ve
ni pertenece al sentido, sino al espritu, que no cae en figura de sentido, que
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13. Pero nace aqu una duda, y es: si es verdad que Dios da al alma las
visiones sobrenaturales, no para que ella las quiera tomar, ni arrimarse a
ellas, ni hacer caso de ellas, para qu se las da, pues en ellas puede el alma
caer en muchos yerros y peligros, o por lo menos en los inconvenientes que
aqu se escriben para ir adelante, mayormente pudiendo Dios dar al alma y
comunicarle espiritualmente y en sustancia lo que le comunica por el sentido
mediante las dichas visiones y formas sensibles?
15. La cual no puede ser sin cerrar los ojos a todo lo que es de sentido e
inteligencia clara y particular. Porque, aun con estar san Pedro tan cierto de
la visin de gloria que vio en Cristo en la transfiguracin, despus de haberlo
contado en su Epstola 2 cannica (1, 17-18), no quiso que lo tomasen por
principal testimonio de firmeza, sino, encaminndolos a la fe, dijo (1, 19):
Et habemus firmiorem propheticum sermonem: cui benefacitis attendentes,
quasi lucernae lucenti in caliginoso loco, donec dies elucescat, etc.; quiere
decir: Y tenemos ms firme testimonio que esta visin del Tabor, que son
los dichos y palabras de los profetas que dan testimonio de Cristo, a las
cuales hacis bien de arrimaros, como a la candela que da luz en el lugar
oscuro. En la cual comparacin, si quisiremos mirar, hallaremos la doctrina
que vamos enseando. Porque, en decir que miremos a la fe que hablaron los
profetas, como "a candela que luce en lugar oscuro", es decir que nos
quedemos a oscuras, cerrados los ojos a todas esotras luces, y que en esta
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tiniebla sola la fe, que tambin es oscura, sea luz a que nos arrimemos.
Porque si nos queremos arrimar a esotras luces claras de inteligencias
distintas, ya nos dejamos de arrimar a la oscura, que es la fe, y nos deja de
dar la luz en el lugar oscuro que dice san Pedro; el cual lugar, que aqu
significa el entendimiento que es el candelero donde se asienta esta candela
de la fe, ha de estar oscuro "hasta que le amanezca" en la otra vida "el da"
de la clara visin de Dios, y en sta el de la transformacin y unin.
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CAPTULO 17
En que se declara el fin y estilo que Dios tiene en comunicar al alma los
bienes espirituales por medio de los sentidos, en lo cual se responde a la duda
que se ha tocado.
1. Mucho hay que decir acerca del fin y estilo que Dios tiene en dar estas
visiones, para levantar a una alma de su bajeza a su divina unin, de lo cual
todos los libros espirituales tratan, y en este nuestro tratado tambin el estilo
que llevamos es darlo a entender. Y por eso, en este captulo, solamente dir
lo que basta para satisfacer a nuestra duda, la cual era: que, pues, en estas
visiones sobrenaturales hay tanto peligro y embarazo para ir adelante, como
habemos dicho, por qu Dios, que es sapientsimo y amigo de apartar de
las almas tropiezos y lazos, se las ofrece y comunica?
El primero es de san Pablo ad Romanos (13, 1), donde dice: Quae autem
sunt, a Deo ordinata sunt, que quiere decir: Las obras que son hechas, de
Dios son ordenadas.
El tercero es de los telogos, que dicen que omnia movet secundum modum
eorum, esto es: Dios mueve todas las cosas al modo de ellas.
3. Segn, pues, estos fundamentos, est claro que para mover Dios al alma
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Y cuando ya estn estos sentidos algo dispuestos, los suele perfeccionar ms,
hacindoles algunas mercedes sobrenaturales y regalos para confirmarlos
ms en el bien, ofrecindoles algunas comunicaciones sobrenaturales, as
como visiones de santos o cosas santas corporalmente, olores suavsimos y
locuciones, y en el tacto grandsimo deleite; con que se confirma mucho el
sentido en la virtud y se enajena del apetito de los malos objetos.
Y as, a la medida que va llegando ms al espritu acerca del trato con Dios,
se va ms desnudando y vaciando de las vas del sentido, que son las del
discurso y meditacin imaginaria. De donde, cuando llegare perfectamente
al trato con Dios de espritu, necesariamente ha de haber evacuado todo lo
que acerca de Dios poda caer en sentido (cf. 1 Cor. 13, 10), as como cuanto
ms una cosa se va arrimando ms a un extremo, ms se va alejando y
enajenando del otro, y cuando perfectamente se arrimare, perfectamente se
habr tambin apartado del otro extremo. Por lo cual, comnmente se dice
un adagio espiritual, y es: Gustato spiritu, desipit omnis caro, que quiere
decir: Acabado de recibir el gusto y sabor del espritu, toda carne es
insipiente. Esto es: no aprovechan ni entran en gusto todas las vas de la
carne; en lo cual se entiende de todo trato de sentido acerca de lo espiritual.
Y est claro, porque si es espritu, ya no cae en sentido, y si es que puede
comprehenderlo el sentido, ya no es puro espritu. Porque cuanto ms de ello
puede saber el sentido y aprehensin natural, tanto menos tiene de espritu y
(de) sobrenatural, como arriba queda dado a entender.
6. Por tanto, el espritu ya perfecto no hace caso del sentido, ni recibe por
l, ni principalmente se sirve ni ha menester servirse de l para con Dios,
como haca antes cuando no haba crecido en espritu. Y esto es lo que
quiere decir aquella autoridad de san Pablo a los Corintios (1 Cor. 13, 11),
diciendo: Cum essem parvulus, loquebar ut parvulus, sapiebam ut parvulus,
cogitabam ut parvulus. Quando autem factus sum vir, evacuavi quae erant
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7. Pues luego diris: ser menester que el alma, cuando es pequeuelo, las
quiera tomar, y las deje cuando es mayor: as como el nio es menester que
quiera tomar el pecho para sustentarse, hasta que sea mayor para poderle
dejar?
La una porque l, como habemos dicho, hace en el alma su efecto, sin que
ella sea parte para impedirlo, aunque impida y pueda impedir la visin, lo
cual acaece muchas veces. Y, por consiguiente, aquel efecto que haba de
causar en el alma mucho ms se le comunica en sustancia, aunque no sea en
aquella manera. Porque, como tambin dijimos, el alma no puede impedir
los bienes que Dios le quiere comunicar, ni es parte para ello, si no es con
alguna imperfeccin y propiedad. Y en renunciar estas cosas con humildad
y recelo, ninguna imperfeccin ni propiedad hay.
La segunda es por librarse del peligro y trabajo que hay en discernir las malas
de las buenas, y conocer si es ngel de luz o de tinieblas (2 Cor. 11, 14); en
que no hay provecho ninguno, sino gastar tiempo y embarazar el alma con
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9. Resta, pues, ahora saber que el alma no ha de poner los ojos en aquella
corteza de figuras y objeto que se le pone de delante sobrenaturalmente,
ahora sea acerca del sentido exterior, como son locuciones y palabras al odo
y visiones de santos a los ojos, y resplandores hermosos, y olores a las
narices, y gustos y suavidades en el paladar, y otros deleites en el tacto, que
suelen proceder del espritu, lo cual es ms ordinario a los espirituales; ni
tampoco los ha de poner en cualesquier visiones del sentido interior, cuales
son las imaginarias; antes renunciarlas todas. Slo ha de poner los ojos en
aquel buen espritu que causan, procurando conservarle en obrar y poner por
ejercicio lo que es de servicio de Dios ordenadamente, sin advertencia de
aquellas representaciones ni de querer algn gusto sensible. Y as, se toma
de estas cosas slo lo que Dios pretende y quiere, que es el espritu de
devocin, pues que no las da para otro fin principal; y se deja lo que l dejara
de dar, si se pudiese recibir en el espritu sin ello (como habemos dicho, que
es el ejercicio y aprehensin del sentido).
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CAPTULO 18
Que trata del dao que algunos maestros espirituales pueden hacer a las
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almas por no las llevar con buen estilo acerca de las dichas visiones. Y dice
tambin cmo, aunque sean de Dios, se pueden en ellas engaar.
3. Y debe de ser la causa de esta facilidad de quedar el alma tan ocupada con
ello, que, como son cosas de sentido a que l naturalmente es inclinado, y
como tambin est ya saboreado y dispuesto con la aprehensin de aquellas
cosas distintas y sensibles, basta ver en su confesor o en otra persona alguna
estima y precio de ella para que (no) solamente el alma la haga, sino que
tambin se le engolosine ms el apetito en ellas sin sentir, y se cebe ms de
ellas, y quede ms inclinado a ellas, y haga en ellas alguna presa. Y de aqu
salen muchas imperfecciones; por lo menos, porque el alma ya no queda tan
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humilde, pensando que aquello es algo y que tiene algo bueno, y que Dios
hace caso de ella, y anda contenta y algo satisfecha de s, lo cual es contra
humildad. Y luego el demonio le va aumentando esto secretamente, sin
entenderlo ella, y le comienza a poner un concepto acerca de los otros, en si
tienen o no tienen las tales cosas, o son o no son; lo cual es contra la santa
simplicidad y soledad espiritual.
5. Ahora digamos algo de cmo es este estilo que llevan algunos confesores
con las almas, en que no las instruyen bien. Y, cierto, querra saberlo decir,
porque entiendo es cosa dificultosa dar a entender el cmo se engendra el
espritu del discpulo conforme al de su padre espiritual oculta y
secretamente. Y cnsame esta materia tan prolija, porque parece no (se)
puede declarar lo uno sin dar a entender lo otro tambin, como son cosas
de espritu, que unas tienen a otras correspondencia.
sino que ellos mismos, como ven que las dichas almas tienen tales cosas de
Dios, les piden que pidan a Dios les revele o les diga tales o tales cosas
tocantes a ellos o a otros, y las almas bobas lo hacen, pensando es lcito
quererlo saber por aquella va. Que piensan que, porque Dios quiere revelar
o decir algo sobrenaturalmente como l quiere o para lo que l se quiere, que
es lcito querer que nos lo revele y aun pedrselo.
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CAPTULO 19
En que se declara y prueba cmo, aunque las visiones y locuciones que son
de parte de Dios son verdaderas, nos podemos engaar acerca de ellas.
Prubase con autoridades de la Escritura divina.
1. Por dos cosas dijimos que, aunque las visiones y locuciones de Dios son
verdaderas y siempre en s ciertas, no lo son siempre para con nosotros. La
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Cuanto a lo primero, est claro que no son siempre ni acaecen como suenan
a nuestra manera de entender. La causa de esto es porque, como Dios es
inmenso y profundo, suele llevar en sus profecas, locuciones y revelaciones,
otras vas, conceptos e inteligencias muy diferentes de aquel propsito y
modo a que comnmente se pueden entender de nosotros, siendo ellas tanto
ms verdaderas y ciertas cuanto a nosotros nos parece que no. Lo cual (a)
cada paso vemos en la Sagrada Escritura; donde a muchos de los antiguos
no les salan muchas profecas y locuciones de Dios como ellos esperaban,
por entenderlas ellos a su modo, de otra manera, muy a la letra. Lo cual se
ver claro por estas autoridades.
4. En los Jueces (20, 11 ss.) tambin leemos que, habindose juntado todas
las tribus de Israel para pelear contra la tribu de Benjamn, para castigar
cierta maldad que entre ellos se haba consentido, por razn de haberles Dios
sealado capitn para la guerra, fueron ellos tan asegurados de la victoria,
que, saliendo vencidos y muertos de los suyos veintids mil, quedaron muy
maravillados y puestos delante de Dios llorando todo aquel da, no sabiendo
la causa de la cada, habiendo ellos entendido la victoria por suya. Y como
preguntasen a Dios si volveran a pelear o no, les respondi que fuesen y
peleasen contra ellos. Los cuales, teniendo ya esta vez por suya la victoria,
salieron con grande atrevimiento, y salieron vencidos tambin la segunda
vez y con prdida de diez y ocho mil de su parte. De donde quedaron
confussimos, no sabiendo qu se hacer, viendo que, mandndoles Dios
pelear, siempre salan vencidos, mayormente excediendo ellos a los
contrarios en nmero y fortaleza, porque los de Benjamn no eran ms de
veinticinco mil y setecientos, y ellos eran cuatrocientos mil. Y de esta
manera se engaaban ellos en su manera de entender, porque el dicho de
Dios no era engaoso, porque l no les haba dicho que venceran, sino que
peleasen; porque en estas cadas les quiso Dios castigar cierto descuido y
presuncin que tuvieron, y humillarlos as. Mas cuando a la postre les
respondi que venceran, as fue, aunque vencieron con harto ardid y trabajo.
6. Por lo cual, muchos de los hijos de Israel, porque entendan muy a la letra
los dichos y profecas de los profetas, no les salan como ellos esperaban, y
as las venan a tener en poco y no las crean; tanto, que vino a haber entre
ellos un dicho pblico, casi ya como proverbio, escarneciendo de los
profetas. De lo cual se queja Isaas (28, 9-11), diciendo y refiriendo en esta
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terminos orbis terrarum (v. 8), esto es: Enseorearse ha desde un mar hasta
otro mar y desde el ro hasta los trminos de la tierra; y en lo que all tambin
dice: Liberabit pauperem a potente, et pauperem cui non erat adiutor (v. 12);
que quiere decir: Liberar al pobre del poder del poderoso, y al pobre que no
tena ayudador; vindole despus nacer en bajo estado, y vivir en pobreza, y
morir en miseria, y que no slo temporalmente no se enseore de la tierra
mientras vivi, sino que se sujet a gente baja, hasta que muri debajo del
poder de Poncio Pilato, y que no slo a sus discpulos pobres no los libr de
las manos de los poderosos temporalmente, mas los dej matar y perseguir
por su nombre.
Hace decir el Espritu Santo muchas cosas en que l lleva sentido [del] que
entienden los hombres, como se echa de ver en lo que hizo de decir a Caifs
de Cristo: Que convena que un hombre muriese porque no pereciese toda
la gente (Jn. 11, 50). Lo cual no lo dijo de suyo; y l lo dijo y entendi a un
fin, y el Espritu Santo a otro.
12. Y para que mejor se vea, pongamos aqu algunos ejemplos. Demos caso
que est un santo muy afligido porque le persiguen sus enemigos, y que le
responde Dios, diciendo: Yo te librar de todos tus enemigos. Esta profeca
puede ser verdadersima y, con todo eso, venir a prevalecer sus enemigos y
morir a sus manos. Y as, el que la entendiera temporalmente, quedara
engaado, porque Dios pudo hablar de la verdadera y principal libertad y
victoria, que es la salvacin donde el alma est libre y victoriosa de todos
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13. Pongamos otro ejemplo. Est una alma con grandes deseos de ser mrtir.
Acaecer que Dios le responda diciendo: T sers mrtir, y le d
interiormente gran consuelo y confianza de que lo ha de ser. Y, con todo,
acaecer que no muera mrtir, y ser la promesa verdadera. Pues cmo no
se cumpli as? Porque se cumplir y podr cumplir segn lo principal y
esencial de ella, que ser dndole el amor y premio de mrtir esencialmente;
y as le da verdaderamente al alma lo que ella formalmente deseaba y lo que
l la prometi. Porque el deseo formal del alma era, no aquella manera de
muerte, sino hacer a Dios aquel servicio de mrtir y ejercitar el amor por l
como mrtir. Porque aquella manera de morir, por si no vale nada sin este
amor, el cual (amor) y ejercicio y premio de mrtir le da por otros medios
muy perfectamente; de manera que, aunque no muera como mrtir, queda el
alma muy satisfecha en que le dio lo que ella deseaba.
Porque tales deseos, cuando nacen de vivo amor, y otros semejantes, aunque
no se les cumpla de aquella manera que ellos los pintan y los entienden,
cmpleseles de otra y muy mejor y ms a honra de Dios que ellos saban
pedir. De donde dice David (Sal. 9, 17): Desiderium pauperum exaudivit
Dominus, esto es: El Seor cumpli a los pobres su deseo. En los Proverbios
(10, 24) dice la Sabidura divina: Desiderium suum iustis dabitur: A los
justos drseles ha su deseo. De donde, pues vemos que muchos santos
desearon muchas cosas en particular por Dios y no se les cumpli en esta
vida su deseo, es de fe que, siendo justo y verdadero su deseo, se les cumpli
en la otra perfectamente. Lo cual, siendo as verdad, tambin lo sera
prometrsele Dios en esta vida, dicindoles: "Vuestro deseo se cumplir"; y
no ser en la manera que ellos pensaban.
14. De esta y de otras maneras pueden ser las palabras y visiones de Dios
verdaderas y ciertas, y nosotros engaarnos en ellas, por no las saber
entender alta y principalmente y a los propsitos y sentidos que Dios en
ellas lleva. Y as, es lo ms acertado y seguro hacer que las almas huyan
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CAPTULO 20
3. De donde podemos colegir para nuestro propsito que, aunque Dios haya
revelado o dicho a un alma afirmativamente cualquiera cosa, en bien o en
mal, tocante a la misma alma o a otras, se podr mudar en ms o en menos,
o variar o quitar del todo, segn la mudanza o variacin del afecto de la tal
alma o causa sobre que Dios se fundaba; y as, no cumplirse como se
esperaba, y sin saber por qu muchas veces, sino slo Dios. Porque aun
muchas cosas suele Dios decir y ensear y prometer, no para que entonces
se entiendan ni se posean, sino para que despus se entiendan cuando
convenga tener la luz de ellas o cuando se consiga el efecto de ellas; como
vemos que hizo con sus discpulos, a los cuales deca muchas parbolas y
sentencias, cuya sabidura no entendieron hasta el tiempo que haban de
predicarla, que fue cuando vino sobre ellos el Espritu Santo, del cual les
haba dicho Cristo (Jn. 14, 26) que les declarara todas las cosas que l les
haba dicho en su vida. Y hablando san Juan (12, 16) sobre aquella entrada
de Cristo en Jerusaln, dice: Haec non cognoverunt discipuli eius primum:
sed quando glorificatus est Jesus, tunc recordati sunt quia haec erant scripta
de eo. Y as, muchas cosas de Dios pueden pasar por el alma muy particulares
que ni ella ni quien la gobierna las entiendan hasta su tiempo.
4. En el libro primero de los Reyes (2, 30) tambin leemos que, enojado Dios
contra Hel, sacerdote de Israel, por los pecados que no castigaba a sus hijos,
le envi a decir con Samuel, entre otras palabras, estas que se siguen:
Loquens locutus sum, ut domus tua, et domus patris tui, ministraret in
conspectu meo, usque in sempiternum. Verumtamen absit hoc a me. Y es
como si dijera: Muy de veras dije antes de ahora que tu casa y la casa de tu
padre haba siempre de servirme de sacerdocio en mi presencia para siempre.
Pero este propsito muy lejos est de m. No har tal. Que, por cuanto este
oficio de sacerdocio se fundaba en dar honra y gloria a Dios, y por este fin
haba Dios prometido darlo a su padre para siempre, en faltando el celo a
Hel de la honra de Dios porque, como el mismo Dios se le envi a quejar,
honraba ms a sus hijos que a Dios, disimulndoles los pecados por no los
afrentar, falt tambin la promesa, la cual era para siempre si para siempre
en ellos durara el buen servicio y celo.
Y as, no hay que pensar que, porque sean los dichos y revelaciones de parte
de Dios, han infaliblemente de acaecer como suenan, mayormente cuando
estn asidos a causas humanas, que pueden variar, o mudarse o alterarse.
5. Y cundo ellos estn pendientes de estas causas Dios solo sabe, que no
siempre lo declara, sino dice el dicho o hace la revelacin y calla la condicin
algunas veces, como hizo a los ninivitas, que determinadamente les dijo que
haban de ser destruidos pasados cuarenta das (Jon. 3, 4). Otras veces la
declara, como hizo a Robon, dicindole (3 Re. 11, 38): Si t guardares mis
mandamientos como mi siervo David, yo tambin ser contigo como con l,
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y te edificar casa como a mi siervo David. Pero, ahora lo declare, ahora no,
no hay que asegurarse en la inteligencia, porque no hay poder comprehender
las verdades ocultas de Dios que hay en sus dichos y multitud de sentidos.
El est sobre el cielo y habla en camino de eternidad; nosotros, ciegos, sobre
la tierra, y no entendemos sino vas de carne y tiempo. Que por eso entiendo
que dijo el Sabio (Ecli. 5, 1): Dios est sobre el cielo, y t sobre la tierra; por
tanto, no te alargues ni arrojes en hablar.
Esto saban muy bien los profetas, en cuyas manos andaba la palabra de
Dios, a los cuales era grande trabajo la profeca acerca del pueblo; porque,
como (habemos) dicho, mucho de ello no lo vean acaecer como a la letra se
les deca. Y era causa de que hiciesen mucha risa y mofa de los profetas;
tanto, que vino a decir Jeremas (20, 7): Brlanse de mi todo el da, todos me
mofan y desprecian, porque ya ha mucho que doy voces contra la maldad y
les prometo destruccin, y hase hecho la palabra del Seor para mi afrenta y
burla todo el tiempo. Y dije: No me tengo de acordar de l ni tengo ms de
hablar en su nombre. En lo cual, aunque el santo profeta deca con
resignacin y en figura del hombre flaco que no puede sufrir las vas y
vueltas de Dios, da bien a entender en esto la diferencia del cumplimiento
de los dichos divinos, del comn sentido que suenan, pues a los divinos
profetas tenan por burladores, y ellos sobre la profeca padecan tanto, que
el mismo Jeremas en otra parte (Lm. 3, 47) dijo: Formido et laqueus facta
est nobis vaticinatio et contritio; que quiere decir: Temor y lazo se nos ha
hecho la profeca, y contradiccin de espritu.
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CAPTULO 21
La razn de esto es, porque a ninguna criatura le es lcito salir fuera de los
trminos que Dios la tiene naturalmente ordenados para su gobierno. Al
hombre le puso trminos naturales y racionales para su gobierno; luego
querer salir de ellos no es lcito, y querer averiguar y alcanzar cosas por va
sobrenatural es salir de los trminos naturales; luego es cosa no lcita; luego
Dios no gusta de ellos, pues de todo lo ilcito se ofende. Bien saba esto el
rey Acab, pues que, aunque de parte de Dios le dijo Isaas que pidiese una
seal, no quiso hacerlo, diciendo (Is. 7, 12): Non petam, et non tentabo
Dominum, esto es: No pedir tal cosa y no tentar a Dios. Porque tentar a
Dios es querer tratarle por vas extraordinarias, cuales son las sobrenaturales.
2. Diris: Pues, si as es, que Dios no gusta, por qu algunas veces responde
Dios? Digo que (algunas veces responde el demonio; pero las que responde
Dios digo que es): por la flaqueza del alma que quiere ir por aquel camino,
porque no se desconsuele y vuelva atrs, o por que no piense est Dios mal
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con ella y se sienta demasiado, o por otros fines que Dios sabe, fundados en
la flaqueza de aquel alma, por donde ve que conviene, responde y
condesciende por aquella va. Como tambin lo hace con muchas almas
flacas y tiernas en darles gustos y suavidad en el trato con Dios muy sensible,
segn est dicho arriba; mas no porque l quiera ni guste que con l se trate
con ese trmino ni por esa va. Mas a cada uno da, como habemos dicho,
segn su modo; porque Dios es como la fuente, de la cual cada uno coge
como lleva el vaso, y a veces las deja coger por esos caos extraordinarios;
mas no se sigue por eso que es lcito (querer) coger el agua por ellos, si no
es al mismo Dios, que la puede dar cundo, cmo y a quien l quiere, y por
lo que l quiere, sin pretensin de la parte. Y as, como decimos, algunas
veces condesciende con el apetito y ruego de algunas almas, que porque son
buenas y sencillas, no quiere dejar de acudir por no entristecerlas, mas no
porque guste del tal trmino.
4. Aunque querer saber cosas por va sobrenatural, por muy peor lo tengo
que querer otros gustos espirituales en el sentido. Porque yo no veo por
dnde el alma que las pretende deje de pecar por lo menos venialmente,
aunque ms buenos fines tenga y ms puesta est en perfeccin, y quien se
lo mandase y consintiese tambin. Porque no hay necesidad de nada de eso,
pues hay razn natural y ley y doctrina evanglica, por donde muy
bastantemente se pueden regir, y no hay dificultad ni necesidad que no se
pueda desatar y remediar por estos medios muy a gusto de Dios y provecho
de las almas.
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En el primer libro de los Reyes (28, 6-15) se dice que, pidiendo el rey Sal
que le hablase el profeta Samuel que era ya muerto, le apareci el dicho
profeta; y con todo eso, se enoj Dios, porque luego le reprehendi Samuel
por haberse puesto en tal cosa, diciendo: Quare inquietasti me, ut suscitarer?;
esto es: Por qu me has inquietado en hacerme resucitar?
Y tambin leemos en los Nmeros (22, 32) que se enoj Dios mucho contra
Balam profeta porque fue a los madianitas llamado por Balac, rey de ellos,
aunque dijo Dios que fuese porque tena l gana de ir y lo haba pedido a
Dios; porque, estando ya en el camino, le apareci el ngel con la espada y
le quera matar, y le dijo: Perversa est via tua mihique contraria: Tu camino
es perverso y a m contrario. Y por eso le quera matar.
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11. Y puede conocer el demonio que Pedro naturalmente (no) puede vivir
ms de tantos aos y decirlo antes. Y as otras muchas cosas y de muchas
maneras que no se pueden acabar de decir, ni aun comenzar muchas, por
ser intrincadsimas y sutilsimo l en ingerir mentiras. Del cual no se
pueden librar si no es huyendo de todas revelaciones y visiones y
locuciones sobrenaturales.
Por lo cual justamente se enoja Dios con quien las admite, porque ve es
temeridad del tal meterse en tanto peligro, y presuncin y curiosidad, y ramo
de soberbia y raz y fundamento de vanagloria, y desprecio de las cosas de
Dios, y principio de muchos males en que vinieron muchos. Los cuales tanto
vinieron a enojar a Dios, que de propsito los dej errar y engaar, y
oscurecer el espritu, y dejar las vas ordenadas de la vida, dando lugar a sus
vanidades y fantasas, segn lo dice Isaas (19, 14), diciendo: Dominus
miscuit in medio eius spiritum vertiginis: que es tanto como decir: El Seor
mezcl en medio espritu de revuelta y confusin, que en buen romance
quiere decir espritu de entender al revs. Lo cual va all diciendo Isaas
llanamente a nuestro propsito, porque lo dice por aquellos que andaban a
saber las cosas que haban de suceder por va sobrenatural. Y, por eso, dice
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que les mezcl Dios en medio espritu de entender al revs. No porque Dios
les quisiese ni les diese efectivamente el espritu de errar, sino porque ellos
se quisieron meter en lo que naturalmente no podan alcanzar.
Enojado de esto, los dej desatinar, no dndoles luz en lo que Dios no quera
que se entremetiesen. Y as, dice que les mezcl aquel espritu Dios
privativamente. Y de esta manera es Dios causa de aquel dao, es a saber,
causa privativa, que consiste en quitar l su luz y favor; tan quitado, que
necesariamente vengan en error.
12. Y de esta manera da Dios licencia al demonio para que ciegue y engae
a muchos, merecindolo sus pecados y atrevimientos. Y puede y se sale con
ello el demonio, creyndole ellos y tenindole por buen espritu. Tanto, que,
aunque sean muy persuadidos que no lo es, no hay remedio de desengaarse,
por cuanto tienen ya por permisin de Dios, ingerido el espritu de entender
al revs; cual leemos (3 Re. 22, 22) haber acaecido a los profetas del rey
Acab, dejndoles Dios engaar con el espritu de mentira, dando licencia al
demonio para ello, diciendo: Decipies, et praevalebis; egredere, et fac ita;
que quiere decir: Prevalecers con tu mentira y engaarlos has; sal y (hazlo)
as. Y pudo tanto con los profetas y con el rey para engaarlos, que no
quisieron creer al profeta Miqueas, que les profetiz la verdad muy al revs
de lo que los otros haban profetizado. Y esto fue porque les dej Dios cegar,
por estar ellos con afecto de propiedad en lo que queran que les sucediese
y respondiese Dios segn sus apetitos y deseos; lo cual era medio y
disposicin certsima para dejarlos Dios de propsito cegar y engaar.
14. Parece que nos habemos salido algo del propsito que prometimos en
el ttulo del captulo, que era probar cmo, aunque Dios responde, se queja
algunas veces. Pero, si bien se mira, todo lo dicho hace para probar nuestro
intento, pues en todo se ve no gustar Dios de que quieran las tales visiones,
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CAPTULO 22
En que se desata una duda, cmo no ser lcito ahora en la ley de gracia
preguntar a Dios por va sobrenatural, como lo era en la Ley Vieja. Prubase
con una autoridad de san Pablo.
1. De entre las manos nos van saliendo las dudas, y as no podemos correr,
con la prisa que querramos adelante. Porque, as como las levantamos,
estamos obligados a allanarlas necesariamente, para que la verdad de la
doctrina siempre quede llana y en su fuerza. Pero este bien hay en estas
dudas siempre, que, aunque nos impiden el paso un poco, todava sirven
para ms doctrina y claridad de nuestro intento, como ser la duda presente.
in quo mihi bene complacui, ipsum audite, es a saber: Este es mi amado Hijo,
en que me he complacido, a l od; ya alc yo la mano de todas esas maneras
de enseanzas y respuestas y se la di a l. Odle a l, porque yo no tengo ms
fe que revelar, ni ms cosas que manifestar. Que, si antes hablaba, era
prometiendo a Cristo; y si me preguntaban, eran las (preguntas) encaminadas
a la peticin y esperanza de Cristo, en que haban de hallar todo bien, como
ahora lo da a entender toda la doctrina de los evangelistas y apstoles.
Mas ahora, el que me preguntase de aquella manera y quisiese que yo le
hablase o algo le revelase, era en alguna manera pedirme otra vez a Cristo,
y pedirme ms fe, y ser falto en ella, que ya est dada en Cristo. Y as, hara
mucho agravio a mi amado Hijo, porque no slo en aquello le faltara en la
fe, mas le obligaba otra vez a encarnar y pasar por la vida y muerte primera.
No hallars qu pedirme ni qu desear de revelaciones o visiones de mi parte.
Mralo t bien, que ah lo hallars ya hecho y dado todo eso, y mucho ms,
en l.
Porque la hora que Cristo dijo en la cruz: Consummatum est (Jn. 19, 30),
cuando expir, que quiere decir: Acabado es, no slo se acabaron esos
modos, sino todas esotras ceremonias y ritos de la Ley Vieja. Y as, en todo
nos habemos de guiar por la ley de Cristo hombre (y de su Iglesia y
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9. Y as, lo que Dios deca entonces, ninguna autoridad ni fuerza les haca
para darle entero crdito, si por la boca de los sacerdotes y profetas no se
aprobaba. Porque es Dios tan amigo que el gobierno y trato del hombre sea
tambin por otro hombre semejante a l y que por razn natural sea el
hombre regido y gobernado, que totalmente quiere que las cosas que
sobrenaturalmente nos comunica no las demos entero crdito ni hagan en
nosotros confirmada fuerza y segura, hasta que pasen por este arcaduz
humano de la boca del hombre. Y as siempre que algo dice o revela al alma,
lo dice con una manera de inclinacin puesta en la misma alma, a que se diga
a quien conviene decirse; y hasta esto, no suele dar entera satisfaccin,
porque no la tom el hombre de otro hombre semejante a l.
De donde en los Jueces (7, 9-11) vemos haberle acaecido lo mismo al capitn
Geden; que, con haberle Dios dicho muchas veces que vencera a los
madianitas, todava estaba dudoso y cobarde, habindole dejado Dios
aquella flaqueza, hasta que por la boca de los hombres oy lo que Dios le
haba dicho. Y fue, que, como Dios le vio flaco, le dijo: Levntate y
desciende del real; et cum sudieris quod loquantur, tunc confortabuntur
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manus tuae, et securior ad hostium castra descendes, esto es: Cuando oyeres
all lo que hablan los hombres, entonces recibirs fuerzas en lo que te he
dicho y bajars con ms seguridad a los ejrcitos de los enemigos. Y as fue
que, oyendo contar un sueo de un madianita a otro, en que haba soado
que Geden los haba de vencer, fue muy esforzado y comenz a poner con
grande alegra por obra la batalla. Donde se ve que no quiso Dios que se se
asegurase, pues no le dio la seguridad, slo por va sobrenatural, hasta que
se confirm naturalmente.
11. Odas estas palabras, Moiss animse luego con la esperanza del
consuelo del consejo que de su hermano haba de tener. Porque esto tiene el
alma humilde, que no se atreve a tratar a solas con Dios, ni se puede acabar
de satisfacer sin gobierno y consejo humano. Y as lo quiere Dios, porque en
aquellos que se juntan a tratar la verdad, se junta l all para declararla y
confirmarla en ellos, fundada sobre razn natural, como dijo que lo haba de
hacer con Moiss y Aarn juntos, siendo en la boca del uno y en la boca del
otro.
Que por eso tambin dijo en el Evangelio (Mt. 18, 20) que: Ubi fuerint duo
vel tres congregati in nomine meo, ibi sum ego in medio eorum; esto es:
Donde estuvieren dos o tres juntos para mirar lo que es ms honra y gloria
de mi nombre, yo estoy all en medio de ellos, es a saber: aclarando y
confirmando en sus corazones las verdades de Dios. Y es de notar que no
dijo: Donde estuviere uno solo, yo estoy all, sino, por lo menos, dos: para
dar a entender que no quiere Dios que ninguno a solas se crea para s las
cosas que tiene por de Dios, ni se confirme ni afirme en ellas sin la Iglesia
o sus ministros, porque con ste solo no estar l aclarndole y
confirmndole la verdad en el corazn, y as quedar en ella flaco y fro.
Vae soli, quia cum ceciderit, non habet sublevantem se. Si dormierint duo,
fovebuntur mutuo: unus quomodo calefiet? et si quispiam praevaluerit contra
unum, duo resistent ei; que quiere decir: Ay del solo que cuando cayere no
tiene quien le levante! Si dos durmieren juntos, calentarse ha el uno al otro,
es a saber, con el calor de Dios, que est en medio; uno solo, cmo
calentar?; es a saber: cmo dejar de estar fro en las cosas de Dios? Y, si
alguno pudiere ms y prevaleciere contra uno, esto es, el demonio, que puede
y prevalece contra los que a solas se quieren haber en las cosas de Dios, dos
juntos le resistirn, que son el discpulo y el maestro, que se juntan a saber y
a hacer la verdad. Y hasta esto, ordinariamente se siente l solo tibio y flaco
en ella, aunque ms la hayan odo de Dios; tanto, que con haber mucho que
san Pablo predicaba el Evangelio que dice l haba odo, no de hombre, sino
de Dios, no pudo acabar consigo de dejar de ir a conferirlo con san Pedro y
los Apstoles, diciendo (Gl. 2, 2): Ne forte in vanum currerem, aut
cucurrissem, que quiere decir: No por ventura corriese en vano o hubiese
corrido; no tenindose por seguro hasta que le dio seguridad el hombre.
Cosa, pues, notable parece, Pablo, pues l que os revel ese Evangelio, no
pudiera tambin revelaros la seguridad de la falta que podades hacer en la
predicacin de la verdad de l?
Y vemos esto claro en el Exodo (18, 21-22), donde, tratando Dios tan
familiarmente con Moiss, nunca le haba dado aquel consejo tan saludable
que le dio su suegro Jetr, es a saber: que eligiese otros jueces para que le
ayudasen y no estuviese esperando el pueblo desde la maana hasta la
noche. El cual consejo Dios aprob, y no se lo haba dicho, porque aquello
era cosa que poda caber en razn y juicio humano. Acerca de las visiones
y revelaciones y locuciones que Dios, no las suele revelar Dios porque
siempre quiere que se aprovechen de ste en cuanto se pudiere, y todas ellas
han de ser reguladas por ste, salvo las que son de fe, que exceden todo
juicio y razn, aunque no son contra ella.
14. De donde no piense alguno que, porque sea cierto que Dios y los Santos
traten con l familiarmente muchas cosas, por el mismo caso le han de
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declarar las faltas que tiene acerca de cualquier cosa, pudiendo l saberlo por
otra va. Y as, no hay que asegurarse, porque, como leemos haber acaecido
en los Actos de los Apstoles que, con ser san Pedro prncipe de la Iglesia y
que inmediatamente era enseado de Dios, acerca de cierta ceremonia que
usaba entre las gentes erraba, y callaba Dios; tanto, que le reprendi san
Pablo, segn l all afirma diciendo: Cum vidissem, quod non recte ad
veritatem Evangeli ambularent, dixi coram omnibus: Si tu iudaeus cum sis,
gentiliter vivis, quomodo gentes cogis iudaizare?; que quiere decir: Como
yo viese, dice san Pablo, que no andaban rectamente los discpulos segn la
verdad del Evangelio, dije a Pedro delante de todos: Si siendo t judo, como
lo eres, vives gentlicamente, cmo haces tal ficcin que fuerzas a los
gentiles a judaizar? (Gl. 2, 14). Y Dios no adverta esta falta a san Pedro por
s mismo, porque era cosa que caa en razn aquella simulacin, y la poda
saber por va razonal.
16. Concluyendo, pues, en esta parte, digo y saco de lo dicho: que cualquiera
cosa que el alma reciba, de cualquier manera que sea, por va sobrenatural,
clara y rasa, entera y sencillamente, ha de comunicarla luego con el maestro
espiritual. Porque, aunque parece que no haba para qu dar cuenta ni para
qu gastar en eso tiempo, pues con desecharlo y no hacer caso de ello ni
quererlo, como habemos dicho, queda el alma segura (mayormente cuando
son cosas de visiones o revelaciones u otras comunicaciones sobrenaturales,
que o son claras o va poco en que sean o no sean) todava es muy necesario,
aunque al alma le parezca que no hay para qu, decirlo todo. Y esto por tres
causas:
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19. Pero hase de advertir acerca de lo dicho que no, porque habemos puesto
tanto en que las tales cosas se desechen y que no pongan los confesores a
las almas en el lenguaje de ellas, convendr que las muestren desabrimiento
los padres espirituales acerca de ellas, ni de tal manera les hagan desvos y
desprecio en ellas, que les den ocasin a que se encojan y no se atrevan a
manifestarlas, que ser ocasin de dar en muchos inconvenientes si les
cerrasen la puerta para decirlas. Porque, pues, (como habemos dicho), es
medio y modo por donde Dios lleva las tales almas, no hay para qu estar
mal con l ni por qu espantarse ni escandalizarse de l, sino antes con
mucha benignidad y sosiego; ponindoles nimo y dndoles salida para que
lo digan y, si fuere menester, ponindoles precepto, porque, a veces, en la
dificultad que algunas almas sienten en tratarlo, todo es menester.
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CAPTULO 23
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CAPTULO 24
Las de las corpreas son acerca de todas las cosas materiales que hay en el
cielo y en la tierra, las cuales puede ver el alma aun estando en el cuerpo,
mediante cierta lumbre sobrenatural derivada de Dios, en la cual puede ver
todas las cosas ausentes, del cielo y de la tierra, segn leemos haber visto
san Juan en el captulo 21 del Apocalipsis, donde cuenta la descripcin y
excelencia de la celestial Jerusaln, que vio en el cielo; y cual tambin se lee
de san Benito, que en una visin espiritual vio todo el mundo. La cual visin
dice santo Toms en el primero de sus Quodlibetos que fue en la lumbre
derivada de arriba, que habemos dicho.
3. Y as, estas visiones no son de esta vida, si no fuese alguna vez por va de
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Mas estas visiones tan sustanciales, como la de san Pablo y Moiss y nuestro
Padre Elas cuando cubri su rostro al silbo suave de Dios (3 Re. 19, 11-13),
aunque son por va de paso, rarsimas veces acaecen y casi nunca y a muy
pocos, porque lo hace Dios en aquellos que son muy fuertes del espritu de
la Iglesia y ley de Dios, como fueron los tres arriba nombrados.
de ellas. Y es, a veces, como si se le abriese una clarsima puerta y por ella
viese (una luz) a manera de un relmpago, cuando en una noche oscura,
sbitamente esclarece las cosas y las hace ver clara y distintamente, y luego
las deja a oscuras, aunque las formas y figuras de ellas se quedan en la
fantasa. Lo cual en el alma acaece muy ms perfectamente, porque de tal
manera se quedan en ella impresas aquellas cosas que con el espritu vio en
aquella luz, que, cada vez que advierte, las ve en s como las vio antes, bien
as como en el espejo se ven las formas que estn en l cada vez que en l
miren. Y es de manera que ya aquellas formas de las cosas que vio, nunca
jams se le quitan del todo del alma, aunque por tiempo se van haciendo algo
remotas.
Pero de estas visiones que causa el demonio a las que son de parte de Dios
hay mucha diferencia. Porque los efectos que stas hacen en el alma no son
como los que hacen las buenas, antes hacen sequedad de espritu acerca del
trato con Dios e inclinacin a estimarse, y a admitir y tener en algo las dichas
visiones, y en ninguna manera causan blandura de humildad y amor de Dios.
Ni las formas de stas se quedan impresas en el alma con aquella claridad
suave que las otras, ni duran, antes se raen luego del alma, salvo si el alma
las estima mucho, que, entonces, la propia estimacin hace que se acuerde
de ellas naturalmente; mas es muy secamente y sin hacer aquel efecto de
amor y humildad que las buenas causan cuando se acuerdan de ellas.
8. Estas visiones, por cuanto son de criaturas, con quien Dios ninguna
proporcin ni conveniencia esencial tiene, no pueden servir al entendimiento
de medio prximo para la unin de Dios. Y as, conviene al alma haberse
puramente negativa en ellas, como en las dems que habemos dicho, para ir
adelante por el medio prximo, que es la fe. De donde, de aquellas formas
de las tales visiones que se quedan en el alma impresas, no ha de hacer
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Y as, acaecer que ande el alma inflamada con ansias de amor de Dios muy
puro, sin saber de dnde le vienen ni qu fundamento tuvieron. Y fue que,
as como la fe se arraig e infundi ms en el alma mediante aquel vaco y
tiniebla y desnudez de todas las cosas, pobreza espiritual (que todo lo
podemos llamar una misma cosa), tambin juntamente se arraiga e infunde
ms en el alma la caridad de Dios. De donde, cuanto ms el alma se quiere
oscurecer y aniquilar acerca de todas las cosas exteriores e interiores que
puede recibir, tanto ms se infunde de fe, y por consiguiente, de amor y
esperanza en ella, por cuanto estas tres virtudes teologales andan en uno.
10. Y, porque acerca de estas visiones sirve tambin la misma doctrina que
en el captulo 19 y 20 dimos para las visiones y aprehensiones
sobrenaturales del sentido, no gastaremos aqu ms tiempo en decirlas.
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CAPTULO 25
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En que se trata de las revelaciones. Dice qu cosa sean y pone una distincin.
2. Y, segn esto, podemos decir que hay dos maneras de revelaciones: unas,
que son descubrimiento de verdades al entendimiento, que propiamente se
llaman noticias intelectuales o inteligencias; otras, que son manifestacin de
secretos, y stas se llaman propiamente, y ms que estotras, revelaciones.
Porque las primeras no se pueden llamar en rigor revelaciones, porque
aqullas consisten en hacer Dios al alma verdades desnudas, no slo acerca
de las cosas temporales, sino tambin de las espirituales, mostrndoselas
clara y manifiestamente. De las cuales he querido tratar debajo de nombre
de revelaciones; lo uno, por tener mucha vecindad y alianza con ellas; lo
otro, por no multiplicar muchos nombres de distinciones.
3. Pues, segn esto, bien podremos distinguir ahora las revelaciones en dos
gneros de aprehensiones. Al uno llamaremos noticias intelectuales, y al
otro, manifestacin de secretos y misterios ocultos de Dios; y concluiremos
con ellos en dos captulos lo ms brevemente que pudiremos, y en ste del
primero.
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CAPTULO 26
4. Y as David (Sal. 18, 10-11), habiendo por l pasado algo de esto, slo
dijo (de ello) con palabras comunes y generales, diciendo: Iudicia Domini
vera, iustificata in semetipsa. Desiderabilia super aurum et lapidem
pretiosum multum, et dulciora super mel et favum; que quiere decir: Los
juicios de Dios, esto es, las virtudes y atributos que sentimos en Dios, son
verdaderos, en s mismos justificados, ms deseables que el oro y que la
piedra preciosa muy mucho, y ms dulces sobre el panal y la miel. Y de
Moiss leemos (Ex. 34, 6-7) que en una altsima noticia que Dios le dio de
s, una vez que pas delante de l, slo dijo lo que se puede decir por los
dichos trminos comunes, y fue que, pasando el Seor por l en aquella
noticia, se postr Moiss muy aprisa en la tierra, diciendo: Dominator
Domine Deus, misericors et clemens, patiens et multae miserationis ac
verax. Qui custodis misericordias in millia, etc.; que quiere decir:
Emperador, Seor, Dios, misericordioso y clemente, paciente y de mucha
miseracin y verdadero, que guardas la misericordia que prometes en
millares. Donde se ve que, no pudiendo Moiss declarar lo que en Dios
conoci en una sola noticia, lo dijo y rebos por todas aquellas palabras.
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5. Estas noticias divinas que son acerca de Dios, nunca son de cosas
particulares, por cuanto son acerca del Sumo Principio; y, por eso, no se
pueden decir en particular, si no fuese en alguna manera alguna verdad de
cosa menos que Dios, que juntamente se echase de ver all; mas aqullas no,
en ninguna manera. Y estas altas noticias no las puede tener sino el alma que
llega a unin de Dios, porque ellas mismas son la misma unin; porque
consiste el tenerlas en cierto toque que se hace del alma en la Divinidad, y
as el mismo Dios es el que all es sentido y gustado. Y, aunque no manifiesta
y claramente como en la gloria, pero es tan subido y alto toque de noticia y
sabor que penetra la sustancia del alma, que el demonio no se puede
entrometer ni hacer otro semejante, porque no le hay, ni cosa que se compare,
ni infundir sabor ni deleite semejante. Porque aquellas noticias saben a
esencia divina y vida eterna, y el demonio no puede fingir cosa tan alta.
7. Y le son al alma tan sabrosos y de tan ntimo deleite estos toques, que
con uno de ellos se dara por bien pagada de todos los trabajos que en su
vida hubiese padecido, aunque fuesen innumerables, y queda tan animada y
con tanto bro para padecer muchas cosas por Dios, que le es particular
pasin ver que no padece mucho.
9. Otras veces acaecen en alguna palabra que dicen u oyen decir, ahora de
la sagrada Escritura, ahora de otra cosa. Mas no siempre son de una misma
eficacia y sentimiento, porque muchas veces son harto remisos; pero, por
mucho que sean, vale ms uno de estos recuerdos y toques de Dios al alma
que otras muchas noticias y consideraciones de las criaturas y obras de Dios.
Y por cuanto estas noticias se dan al alma de repente y sin albedro de ella,
no tiene el alma que hacer en ellas en quererlas o no quererlas, sino hyase
humilde y resignadamente acerca de ellas, que Dios har su obra cmo y
cundo l quisiese.
Y, aunque esta noticia que dice aqu el Sabio que le dio Dios de todas las
cosas fue infusa y general, por esta autoridad se prueban suficientemente
todas las noticias que particularmente infunde Dios en las almas por va
sobrenatural cuando l quiere. No porque les d hbito general de ciencia,
como se dio a Salomn en las cosas dichas, sino descubrindoles a veces
algunas verdades acerca de cualesquiera de todas estas cosas que aqu cuenta
el Sabio.
13. Pero, allende de estos hbitos o gracias "gratis data", lo que decimos es
que las personas perfectas o las que ya van aprovechando en perfeccin, muy
ordinariamente suelen tener ilustracin y noticia de las cosas presentes o
ausentes; lo cual conocen por el espritu que tienen ya ilustrado y purgado.
Acerca de lo cual podemos entender aquella autoridad de los Proverbios (27,
19), es a saber: Quomodo in aquis resplendent vultus prospicientium, sic
corda hominum manifesta sunt prudentibus: De la manera que en las aguas
parecen los rostros de los que en ellas se miran, as los corazones de los
hombres son manifiestos a los prudentes; que se entiende de aquellos que
tienen ya sabidura de santos, de lo cual dice la sagrada Escritura que es
prudencia (Pv. 9, 10). Y a este modo, tambin estos espritus conocen a veces
en las dems cosas, aunque no siempre que ellos quieren, que eso es slo de
los que tienen el hbito, y aun sos no tampoco siempre en todo, porque es
como Dios quiere acudirles.
14. Pero es de saber que estos que tienen el espritu purgado con mucha
facilidad naturalmente pueden conocer, y unos ms que otros, lo que hay en
el corazn o espritu interior, y las inclinaciones y talentos de las personas;
y esto por indicios exteriores, aunque sean muy pequeos, como por
palabras, movimientos y otras muestras. Porque, as como el demonio puede
esto, porque es espritu, as tambin lo puede el espiritual, segn el dicho del
Apstol (1 Cor. 2, 15) que dice: Spiritualis autem iudicat omnia: El espiritual
todas las cosas juzga. Y otra vez (1 Cor. 2, 10) dice: Spiritus enim omnia
scrutatur, etiam profunda Dei: El espritu todas las cosas penetra, hasta las
cosas profundas de Dios. De donde, aunque naturalmente no pueden los
espirituales conocer los pensamientos o lo que hay en el interior, por
ilustracin sobrenatural o por indicios bien lo pueden entender. Y aunque en
el conocimiento por indicios muchas veces se pueden engaar, las ms veces
aciertan. Mas ni de lo uno ni de lo otro hay que fiarse, porque el demonio se
entremete aqu grandemente y con mucha sutileza, como luego diremos; y
as siempre se han de renunciar las tales inteligencias (y noticias).
15. Y de que tambin de los hechos y casos de los hombres puedan tener
los espirituales noticia aunque estn ausentes, tenemos testimonio y ejemplo
en el cuarto de los Reyes (5, 26),donde, queriendo Giezi, siervo de nuestro
Padre Eliseo, encubrirle el dinero que haba recibido de Naamn Siro, dijo
Eliseo: Nonne cor meum in praesenti erat, quando reversus est homo de curru
suo in ocursum tui?: Por ventura mi corazn no estaba presente cuando
Naamn revolvi de su carro y te sali al encuentro? Lo cual acaeci
espiritualmente, vindolo con (el) espritu como si pasase en presencia. Y lo
mismo se prueba en el mismo libro (4 Re. 6, 11-12), donde se lee tambin
del mismo Eliseo que, sabiendo todo lo que el rey de Siria trataba con sus
prncipes en su secreto, lo deca al rey de Israel, y as no tenan efecto sus
consejos, tanto, que viendo el rey de Siria que todo se saba, dijo a su gente:
Por qu no me decs quin de vosotros me es traidor acerca del rey de Israel?
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16. La una y la otra manera de estas noticias de cosas, tambin como de las
otras, acaecen al alma pasivamente, sin hacer ella nada de su parte. Porque
acaecer que, estando la persona descuidada y remota, se le pondr en el
espritu la inteligencia viva de lo que oye o lee, mucho ms claro que la
palabra suena; y, a veces, aunque no entienda las palabras si son de latn y
no le sabe, se le representa la noticia de ellas aunque no las entienda.
17. Acerca de los engaos que el demonio puede hacer y hace en esta
manera de noticias e inteligencias haba mucho que decir, porque son
grandes los engaos y muy encubiertos que en esta manera hace, por cuanto
por sugestin puede representar al alma muchas noticias intelectuales y
ponerlas con tanto asiento, que parezca que no hay otra cosa y, si el alma no
es humilde y recelosa, sin duda la har creer mil mentiras. Porque la
sugestin hace a veces mucha fuerza en el alma, mayormente cuando
participa algo en la flaqueza del sentido, en que hace pegar la noticia con
tanta fuerza, persuasin y asiento, que ha menester el alma entonces harta
oracin y fuerza para echarla de s. Porque a veces suele representar pecados
ajenos, y conciencias malas, y malas almas, falsamente y con mucha luz,
todo por infamar y con gana de que se descubra aquello, porque se hagan
pecados, poniendo celo en el alma de que es para que los encomiende a Dios.
Que, aunque es verdad que Dios algunas veces representa a las almas santas
necesidad, es de sus prjimos, para que las encomienden a Dios o las
remedien, as como leemos que descubri a Jeremas la flaqueza del profeta
Baruc (Jr. 45, 3) para que le diese acerca de ella doctrina, muy muchas veces
lo hace el demonio, y esto falsamente, para inducir en infamias, y pecados,
y desconsuelos, de que tenemos muy mucha experiencia. Y otras veces pone
con grande asiento otras noticias y las hace creer.
18. Todas estas noticias, ahora sean de Dios, ahora no, muy poco pueden
servir al provecho del alma para ir a Dios si el alma se quisiese asir a ellas;
antes, si no tuviese cuidado de negarlas en s, no slo la estorbaran, sino aun
la daaran harto y haran errar mucho; porque todos los peligros e
inconvenientes que habemos dicho que puede haber en las aprehensiones
sobrenaturales que habemos tratado hasta aqu y ms puede haber en stas.
Por tanto, no me alargar ms aqu en esto, pues en las pasadas habemos
dado doctrina bastante, sino slo dir que haya gran cuidado en negarlas
siempre, queriendo caminar a Dios por el no saber; y siempre d cuenta a su
confesor (o maestro) espiritual, estando siempre a lo que dijere. El cual muy
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de paso haga pasar al alma por ello, no hacindole cuerpo de nada para su
camino de unin; pues de estas cosas que pasivamente se dan al alma
siempre se queda en ella el efecto que Dios quiere, sin que el alma ponga su
diligencia en ello. Y as, no me parece hay para qu decir aqu el efecto que
hacen las verdaderas ni el que hacen las falsas, porque sera cansar y no
acabar; porque los efectos de stas no se pueden comprehender debajo de
corta doctrina; por cuanto, como estas noticias son muchas y muy varias,
tambin lo son los efectos, pues que las buenas los hacen buenos, y las malas,
malos, etc. (En decir que todas se nieguen, queda dicho lo que basta para no
errar).
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CAPTULO 27
que han de tener, o lo que ha de pasar por tal o tal persona, o por tal o tal
reino, etc. Y aun acerca de los misterios de nuestra fe, descubrir y declarar
al espritu las verdades de ellos; aunque esto no se llama propiamente
revelacin, por cuanto ya est revelado, antes es manifestacin o declaracin
de lo ya revelado.
6. Y si es verdad (que) por las causas ya dichas (es conveniente) cerrar los
ojos a las ya dichas revelaciones que acaecen acerca de las proposiciones de
la fe, cunto ms necesario ser no admitir ni dar crdito a las dems
revelaciones que son de cosas diferentes, en las cuales ordinariamente mete
el demonio la mano tanto, que tengo por imposible que deje de ser engaado
en muchas de ellas el que no procurase desecharlas, segn la apariencia de
verdad y asiento que el demonio mete en ellas? Porque junta tantas
apariencias y conveniencias para que se crean, y las asienta tan fijamente en
el sentido y la imaginacin, que le parece a la persona que sin duda acaecer
as. Y de tal manera hace asentar y aferrar en ello al alma, que si ella no tiene
humildad, apenas la sacarn de ello y la harn creer lo contrario. Por tanto,
el alma pura, cauta, y sencilla y humilde, con tanta fuerza y cuidado ha de
resistir (y desechar) las revelaciones y otras visiones, como las muy
peligrosas tentaciones; porque no hay necesidad de quererlas, sino de no
quererlas para ir a la unin de amor. Que eso es lo que quiso decir Salomn
(Ecli. 7, 1) cuando dijo: Qu necesidad tiene el hombre de querer y buscar
las cosas que son sobre su capacidad natural? Como si dijramos: Ninguna
necesidad tiene para ser perfecto de querer cosas sobrenaturales por va
sobrenatural, que es sobre su capacidad.
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CAPTULO 28
de todo ello entiendo se dan bastantes avisos, luz y documentos para saberse
haber prudentemente en todas las cosas del alma, exteriores e interiores,
para pasar adelante.
CAPTULO 29
En que se trata del primer gnero de palabras que algunas veces el espritu
recogido forma en s. Dcese la causa de ellas y el provecho y dao que puede
haber en ellas.
Y, a la verdad, hay gran causa para pensar esto, porque l mismo se razona
y se responde consigo, como si fuese una persona con otra. Y, a la verdad,
en alguna manera es as, que, aunque el mismo espritu es el que aquello
hace como instrumento, el Espritu Santo le ayuda muchas veces a producir
y formar aquellos conceptos, palabras y razones verdaderas. Y as, se las
habla, como si fuese tercera persona, a s mismo. Porque como entonces el
entendimiento est recogido y unido con la verdad de aquello que piensa, y
el Espritu Divino tambin est unido con l en aquella verdad, como lo est
siempre en toda verdad, de aqu es que, comunicando el entendimiento en
esta manera con el Espritu Divino mediante aquella verdad, juntamente las
dems verdades que son acerca de aquella que pensaba, abrindole puerta y
yndole dando luz el Espritu Santo enseador. Porque sta es una manera
de las que ensea el Espritu Santo.
y no ser as, sino que, como habemos dicho, ellos las ms veces se lo dicen.
7. Y si me dijeres que todo ser bueno, que no impide lo uno a lo otro, digo
que impide mucho si el alma hace caso de ello, porque ya es ocuparse en
cosas claras y de poco tomo, que bastan para impedir la comunicacin del
abismo de la fe, en la cual sobrenatural y secretamente ensea Dios al alma
y la levanta en virtudes y dones como ella no sabe.
Y decir ahora las seales e indicios para conocer cundo proceden de una
causa y cundo de otra, sera algo dificultoso dar de ello enteras muestras e
indicios; aunque bien se pueden dar algunos generales, y son stos:
Aun las que son del demonio, a veces son dificultosas de entender y
conocer, porque aunque es verdad que ordinariamente dejan la voluntad
seca acerca del amor de Dios y el nimo inclinado a vanidad, estimacin o
complacencia, todava pone algunas veces en el nimo una falsa humildad
y aficin hervorosa de voluntad fundada en amor propio, que a veces es
menester que la persona sea harto espiritual para que lo entienda. Y esto
hace el demonio por mejor encubrir(se), el cual sabe muy bien algunas
veces hacer derramar lgrimas sobre los sentimientos que l pone, para ir
poniendo en el alma las aficiones que l quiere. Pero siempre les procura
mover la voluntad a que estimen aquellas comunicaciones interiores, y que
hagan mucho caso de ellas, porque se den a ellas y ocupen el alma en lo que
no es virtud, sino ocasin de perder la que hubiese.
12. Quedemos, pues, en esta necesaria cautela, as en las unas como en las
otras, para no ser engaados ni embarazados con ellas: que no hagamos
caudal de nada de ellas, sino slo de saber enderezar la voluntad con
fortaleza a Dios, obrando con perfeccin su ley y sus santos consejos, que es
la sabidura de los Santos, contentndonos de saber los misterios y verdades
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con la sencillez y verdad que nos les propone la Iglesia. Que esto basta para
inflamer mucho la voluntad, sin meternos en otras profundidades y
curiosidades en que por maravilla falta peligro. Porque a este propsito dice
san Pablo (Rm. 12, 3): No conviene saber ms de lo que conviene saber. Y
esto baste cuanto a esta materia de palabras sucesivas.
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CAPTULO 30
y dificultad, antes se la suelen poner mayor; lo cual hace Dios para mayor
enseanza, humildad y bien del alma. Y esta repugnancia ms
ordinariamente se la deja cuando le manda cosas de mayora o cosas en que
puede haber alguna excelencia para el alma; y en las cosas de humildad y
bajeza les pone ms facilidad y prontitud. Y as leemos en el Exodo (c. 3-4)
que, cuando mand Dios a Moiss que fuese a Faran y librase al pueblo,
tuvo tanta repugnancia, que fue menester mandrselo tres veces y mostrarle
seales, y, con todo eso, no aprovechaba, hasta que Dios le dio por
compaero a Aarn, que llevase parte de la honra.
5. De todas estas palabras formales tan poco caso ha de hacer el alma como
de las otras sucesivas; porque, dems de que ocupara el espritu de lo que
no es legtimo y prximo medio para la unin de Dios, que es la fe, podra
facilsimamente ser engaada del demonio; porque, a veces, apenas se
conocern cules sean dichas por buen espritu y cules por malo. Que como
stas no hacen mucho efecto, apenas se pueden distinguir por los efectos,
porque aun a veces las del demonio ponen ms eficacia en los imperfectos
que esotras de buen espritu en los espirituales. No se ha de hacer lo que ellas
dijeren, ni hacer caso de ellas, sean de bueno o mal espritu; pero se han de
manifestar al confesor maduro o a persona discreta y sabia, para que d
doctrina y vea lo que conviene en ello y d su consejo, y se haya en ellas
resignada y negativamente. Y si no fuere hallada la tal persona experta, ms
vale, no haciendo caso de las tales palabras, no dar parte a nadie, porque
fcilmente encontrar con algunas personas que antes le destruyan el alma
que la edifiquen. Porque las almas no las ha de tratar cualquiera, pues es cosa
de tanta importancia errar o acertar en tan grave negocio.
tengo para m que el alma que no fuere enemiga de tener las tales cosas, no
podr dejar de ser engaada en muchas de ellas (o en poco o en mucho).
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CAPTULO 31
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CAPTULO 32
Los de la voluntad, cuando son de Dios, son muy subidos; mas los que son
de la sustancia del alma son altsimos y de gran bien y provecho. Los cuales
ni el alma ni quien la trata pueden saber ni entender la causa de donde
proceden, ni por qu obras Dios los haga.
De estos toques, unos son distintos y que pasan presto; otros no son tan
distintos y duran ms.
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LIBRO TERCERO
CAPTULO 1
2. Pero porque, para cumplir con el estilo que se lleva y tambin para que
mejor se entienda, es necesario hablar en la propia y determinada materia,
habremos aqu de poner las propias aprehensiones de cada potencia, y
primero de las de la memoria, haciendo de ellas aqu la distincin que basta
para nuestro propsito. La cual podremos sacar de la distincin de sus
objetos que son tres: naturales, imaginarios y espirituales; segn los cuales,
tambin son en tres maneras las noticias de la memoria, es a saber: naturales
y sobrenaturales e imaginarias espirituales.
CAPTULO 2
que fuere leyendo, como ahora las podra tener en lo que habemos dicho del
entendimiento y ahora diremos de la memoria, y despus diremos de la
voluntad. Porque, viendo cmo aniquilamos (las potencias acerca de sus
operaciones, quiz la parecer que antes destruimos) el camino del ejercicio
espiritual que le edificamos; lo cual sera verdad si quisisemos instruir aqu
no ms que a principiantes, a los cuales conviene disponerse por esas
aprehensiones discursivas y aprehensibles.
Y no puede ser menos sino que acerca de todas las formas se aniquile la
memoria si se ha de unir con Dios. Porque esto no puede ser (si no se desnuda
totalmente) de todas las formas, que no son Dios, pues Dios no cae debajo
de forma ni noticia alguna distinta, como lo habemos dicho en la noche del
entendimiento. Y, pues ninguno puede servir a dos seores, como dice Cristo
(Mt. 6, 24), no puede la memoria estar juntamente unida en Dios y en las
formas y noticias distintas; y como Dios no tiene forma ni imagen que pueda
ser comprehendida de la memoria, de aqu es que, cuando est unida con
Dios, como tambin por experiencia se ve cada da, se queda sin forma y sin
figura, perdida la imaginacin, embebida la memoria en un sumo bien, en
grande olvido, sin acuerdo de nada; porque aquella divina unin la vaca la
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5. Y as, es cosa notable lo que a veces pasa en esto; porque algunas veces,
cuando Dios hace estos toques de unin en la memoria, sbitamente le da un
vuelco en el cerebro, que es donde ella tiene su asiento, tan sensible que le
parece se desvanece toda la cabeza y que se pierde el juicio y el sentido. Y
esto, a veces ms, a veces menos, segn que es ms o menos fuerte el toque.
Y entonces, a causa de esta unin, se vaca y purga la memoria, como digo,
de todas las noticias, y queda olvidada y a veces olvidadsima, que ha
menester hacerse gran fuerza y trabajar para acordarse de algo.
7. Dir alguno que bueno parece esto, pero que de aqu se sigue la
destruccin del uso natural y curso de las potencias, y que quede el hombre
como bestia, olvidado, y aun peor, sin discurrir ni acordarse de las
necesidades y operaciones naturales; y que Dios no destruye la naturaleza,
antes la perfecciona, y de aqu necesariamente se sigue su destruccin, pues
se olvida de lo moral y razonal para obrarlo, y de lo natural para ejercitarlo,
porque de nada de esto se puede acordar, pues se priva de las noticias y
formas que son el medio de la reminiscencia.
Pero, ya que llega a tener hbito de unin, que es un sumo bien, ya no tiene
esos olvidos en esa manera en lo que es razn moral y natural; antes en las
operaciones convenientes y necesarias tiene mucha mayor perfeccin.
Aunque stas no las obra ya por formas y noticias de la memoria, porque en
habiendo hbito de unin, que es ya estado sobrenatural, desfallece del todo
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9. Y de aqu es que las obras de las tales almas slo son las que conviene y
son razonables, y no las que no convienen; porque el Espritu de Dios las
hace saber lo que han de saber, e ignorar lo que conviene ignorar, y acordarse
de lo que se han de acordar sin formas (o con formas) y olvidar lo que es de
olvidar, y las hace amar lo que han de amar, y no amar lo que no es en Dios.
Y as, todos los primeros movimientos de las potencias de las tales almas son
divinos; y no hay que maravillar que los movimientos y operaciones de estas
potencias sean divinos, pues estn transformadas en ser divino.
10. De estas operaciones traer algunos ejemplos, y sea ste uno. Pide una
persona a otra que est en este estado que la encomiende a Dios. Esta
persona no se acordar de hacerlo por alguna forma ni noticia que se le quede
en la memoria de aquella persona; y si conviene encomendarla a Dios, que
ser queriendo Dios recibir oracin por la tal persona, la mover la voluntad
dndole gana que lo haga; y, si no quiere Dios aquella oracin, aunque se
haga fuerza a orar por ella, no podr ni tendr gana; y a veces se la pondr
Dios para que ruegue por otros que nunca conoci ni oy. Y es porque Dios
slo mueve las potencias de estas almas para aquellas (obras) que convienen
segn la voluntad y ordenacin de Dios, y no se pueden mover a otras; y as,
las obras y ruego de estas almas siempre tienen efecto. Tales eran las de la
gloriossima Virgen Nuestra Seora, la cual, estando desde el principio
levantada a este alto estado, nunca tuvo en su alma impresa forma de alguna
criatura, ni por ella se movi, sino siempre su mocin fue por el Espritu
Santo.
12. Y no slo en estas cosas les da luz el Espritu Santo, sino en muchas
que suceden y sucedern, y casos muchos, aunque sean ausentes. Y esto,
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13. Dirs, por ventura, que el alma no podr vaciar y privar tanto la memoria
de todas las formas y fantasas, que pueda llegar a un estado tan alto, porque
hay dos dificultades que son sobre las fuerzas y habilidad humana, que son:
despedir lo natural con habilidad natural, que no puede ser, y tocar y unirse
a lo sobrenatural, que es mucho ms dificultosa; y, por hablar la verdad, con
natural habilidad slo, es imposible.
Digo que es verdad que Dios la ha de poner en este estado sobrenatural; mas
que ella, cuando es en s, se ha de ir disponiendo, lo cual puede hacer
naturalmente mayormente con el ayuda que Dios va dando. Y as, al modo
que de su parte va entrando en esta negacin y vaco de formas, la va Dios
poniendo en la posesin de la unin. Y esto va Dios obrando en ella
pasivamente, como diremos, Deo dante, en la noche pasiva del alma. Y as,
cuando Dios fuere servido, segn el modo de su disposicin, la acabar de
dar el hbito de la divina unin perfecta.
14. Y los divinos efectos que hace en el alma cuando lo es, as de parte del
entendimiento como de la memoria y voluntad, no los decimos en esta noche
y purgacin activa, porque slo con sta no se acaba de hacer la divina
unin; pero dirmoslos en la pasiva, mediante la cual se hace la junta del
alma con Dios.
16. Y, aunque es verdad que apenas se hallar alma que en todo y por todo
tiempo sea movida de Dios, teniendo tan continua unin con Dios, que sin
medio de alguna forma sean sus potencias siempre movidas divinamente,
todava hay almas que muy ordinariamente son movidas de Dios en sus
operaciones, y ellas no son las que se mueven, segn aquello de san Pablo
(Rm. 8, 14): que los hijos de Dios, que son estos transformados y unidos en
Dios, son movidos del Espritu de Dios, esto es, a divinas obras en sus
potencias. Y no es maravilla que las operaciones sean divinas, pues que la
unin del alma es divina.
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CAPTULO 3
3. Imperfecciones a cada paso las hay si pone la memoria en lo que oy, vio,
toc, oli y gust, etc.; en lo cual se le ha de pegar alguna aficin, ahora de
dolor, ahora de temor, ahora de odio, o de vana esperanza y vano gozo y
vanagloria, etc.; que todas stas, por lo menos son imperfecciones, y, a
veces, buenos pecados veniales, etc.; y en el alma pegan mucha impureza
sutilsimamente, aunque sean los discursos y noticias acerca (de cosas) de
Dios.
4. Y si me dijeres que bien podr el hombre vencer todas estas cosas cuando
le vinieren, digo que del todo puramente es imposible si hace caso de
noticias, porque en ellas se ingieren mil imperfecciones e impertinencias, y
algunas tan sutiles y delgadas, que, sin entenderlo el alma, se le pegan de
suyo, as como la pez al que la toca, y que mejor se vence todo de una vez
negando la memoria en todo.
quede callada y muda, y slo el odo del espritu en silencio a Dios, diciendo
con el profeta (1 Sm. 3, 10): Habla, Seor, que tu siervo oye. Tal dijo el
Esposo en los Cantares (4, 12) que haba de ser su Esposa, diciendo: Mi
hermana es huerto cerrado y fuente sellada, es a saber, a todas las cosas que
en l pueden entrar.
6. Estse, pues, cerrado sin cuidado y pena, que el que entr a sus discpulos
corporalmente, las puertas cerradas, y les dio paz sin ellos saber ni pensar
que aquello poda ser, ni el cmo poda ser (Jn. 20, 19-20), entrar
espiritualmente en el alma sin que ella sepa ni obre el cmo, teniendo ella
las puertas de las potencias, memoria, entendimiento y voluntad, cerradas a
todas las aprehensiones, y se las llenar de paz, declinando sobre ella, como
el profeta dice (Is. 48, 18), como un ro de paz, en que la quitar todos los
recelos y sospechas, turbacin y tiniebla que le hacan temer que estaba o
que iba perdida. No pierda (el) cuidado de orar y espere en desnudez y vaco,
que no tardar su bien.
CAPTULO 4
Que trata del segundo dao que puede venir al alma de parte del demonio
por va de las aprehensiones naturales de la memoria.
1. El segundo dao positivo que al alma puede venir por medio de las
noticias de la memoria, es de parte del demonio, el cual tiene gran mano en
el alma por este medio. Porque puede aadir formas, noticias y discursos, y
por medio de ellos afectar el alma con soberbia, avaricia, ira, envidia, etc., y
poner odio injusto, amor vano, y engaar de muchas maneras. Y allende de
esto, suele l dejar las cosas y asentarlas en la fantasa de manera que las que
son falsas, parezcan verdaderas, y las verdaderas falsas. Y, finalmente, todos
los dems engaos que hace el demonio y males al alma entran por las
noticias y discursos de la memoria; la cual si se oscurece en todas ellas y se
aniquila en olvido, cierra totalmente la puerta a este dao del demonio y se
libra de todas estas cosas, que es gran bien. Porque el demonio no puede
(nada) en el alma si no es mediante las operaciones de las potencias de ella,
principalmente por medio de las noticias, porque de ellas dependen casi
todas las dems operaciones de las dems potencias. De donde, si la memoria
se aniquila en ellas, el demonio no puede nada, porque nada halla de donde
asir, y sin nada, nada puede.
CAPTULO 5
Del tercer dao que se le sigue al alma por va de las noticias distintas
naturales de la memoria.
2. Y de esto cada momento sacamos experiencia, pues vemos que, cada vez
que el alma se pone a pensar alguna cosa, queda movida y alterada, o en
poco o en mucho, acerca de aquella cosa, segn es la aprehensin: si pesada
y molesta, saca tristeza (u odio, etc.); si agradable, saca apetito y gozo, etc.
De donde, por fuerza ha de salir despus turbacin en la mudanza de aquella
aprehensin; y as, ahora tiene gozos, ahora tristezas, ahora odio, ahora
amor, y no puede perseverar siempre de una manera, que es el efecto de la
tranquilidad moral, si no es cuando procura olvidar todas las cosas. Luego
claro est que las noticias impiden mucho en el alma el bien de las virtudes
morales.
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CAPTULO 6
1. Por los daos que habemos dicho que al alma tocan por las
aprehensiones de la memoria, podemos tambin colegir los provechos a
ellos contrarios que se le siguen del olvido y vaco de ellas; pues, segn
dicen los naturales, la misma doctrina que sirve para un contrario sirve
tambin para el otro.
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CAPTULO 7
2. Y digo que el alma, para conseguir este bien, nunca sobre las cosas claras
y distintas que por ella hayan pasado por va sobrenatural ha de hacer
reflexin para conservar en s las formas y figuras y noticias de aquellas
cosas. Porque siempre habemos de llevar este presupuesto: que cuanto el
alma ms presa hace en alguna aprehensin natural o sobrenatural distinta y
clara, menos capacidad y disposicin tiene en s para entrar en el abismo de
la fe, donde todo lo dems se absorbe. Porque, como queda dicho, ningunas
formas ni noticias sobrenaturales que pueden caer en la memoria son Dios,
y de todo lo que no es Dios se ha de vaciar el alma para ir a Dios; luego
tambin la memoria de todas estas formas y noticias se ha de deshacer para
unirse con Dios en esperanza, porque toda posesin es contra esperanza, la
cual, como dice san Pablo (Hb. 11, 1), es de lo que no se posee.
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CAPTULO 8
De los daos que las noticias de cosas sobrenaturales puede hacer al alma si
hace reflexin sobre ellas. Dice cuntos sean.
El tercero es que el demonio tiene mucha mano para le engaar por medio
de las dichas aprehensiones.
De donde muchas veces pensar que son las cosas de Dios, y no ser sino su
fantasa; y muchas que lo que es de Dios pensar que es del demonio, y lo
que es del demonio, que es de Dios. Y muy muchas veces se le quedarn
formas y noticias muy asentadas de bienes y males ajenos o propios, y otras
figuras que se le representaron, y las tendr por muy ciertas y verdaderas, y
no lo sern, sino muy gran falsedad. Y otras sern verdaderas, y las juzgar
por falsas; aunque esto por ms seguro lo tengo, porque suele nacer de
humildad.
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CAPTULO 9
2. Lo cual pueden ver ellos bien claramente en el disgusto que les hace y
desvo con quien no les alaba su espritu ni les estima aquellas cosas que
tienen, y la pena que les da cuando piensan o les dicen que otros tienen
aquellas cosas o mejores. Todo lo cual nace de secreta estimacin y soberbia,
y ellos no acaban de entender que por ventura estn metidos en ella hasta los
ojos. Que piensan que basta cierta manera de conocimiento de su miseria,
estando juntamente con esto llenos de oculta estimacin y satisfaccin de s
mismos, agradndose ms de su espritu y bienes espirituales que del ajeno;
como el fariseo que daba gracias a Dios que no era como los otros hombres
y que tena tales y tales virtudes, en lo cual tena satisfaccin de s y
presuncin (Lc. 18, 11- 12). Los cuales, aunque formalmente no lo digan
como ste, lo tienen habitualmente en el espritu. Y aun algunos llegan a ser
tan soberbios, que son peores que el demonio; que como ellos ven en s
algunas aprehensiones y sentimientos devotos y suaves de Dios, a su parecer,
ya se satisfacen de manera que piensan estn muy
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cerca de Dios, y an que los que no tienen aquello estn muy bajos, y los
desestiman como el fariseo (al publicano).
3. Para huir este pestfero dao, a los ojos de Dios aborrecible, han de
considerar dos cosas. La primera, que la virtud no est en las aprehensiones
y sentimientos de Dios, por subidos que sean, ni en nada de lo que a este
talle pueden sentir en s; sino, por el contrario, est en lo que no sienten en
s, que es en mucha humildad y desprecio de s y de todas sus cosas -muy
formado y sensible en el alma-, y gustar de que los dems sientan de l
aquello mismo, no queriendo valer nada en el corazn ajeno.
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CAPTULO 10
Del tercer dao que se le puede seguir al alma de parte del demonio, por las
aprehensiones imaginarias de la memoria.
1. Por todo lo que queda dicho arriba, se colige y entiende bien cunto dao
se le puede seguir al alma, por va de estas aprehensiones sobrenaturales,
de parte del demonio, pues no solamente puede representar en la memoria
y fantasa muchas noticias y formas falsas que parezcan verdaderas y
buenas, imprimindolas en el espritu y sentido con mucha eficacia y
certificacin por sugestin, de manera que le parezca al alma que no hay
otra cosa, sino que aquello es as como se le asienta (porque, como se
transfigura en ngel de luz, parcele al alma luz); y tambin en las
verdaderas que son de parte de Dios puede tentarla de muchas maneras,
movindole los apetitos y afectos, ahora espirituales, ahora sensitivos,
desordenadamente acerca de ellas. Porque si el alma gusta de las tales
aprehensiones, esle muy fcil al demonio hacerle crecer los apetitos y
afectos y caer en gula espiritual y otros daos.
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2. Y para hacer esto mejor, suele l sugerir y poner gusto, sabor y deleite
en el sentido acerca de las mismas cosas de Dios, para que el alma,
enmelada y encandilada en aquel sabor, se vaya cegando con aquel gusto y
poniendo los ojos ms en el sabor que en el amor, a lo menos ya no tanto
en el amor, y que haga ms caso de la aprehensin que de la desnudez y
vaco que hay en la fe y esperanza y amor de Dios, y de aqu vaya poco a
poco engandola y hacindola creer sus falsedades con gran felicidad.
3. Por tanto, para huir este dao grande del demonio, conviene mucho al
alma no querer gustar de las tales cosas, porque certsimamente ir
cegndose en el tal gusto y cayendo; porque el gusto y deleite y sabor, sin
que en ello ayude el demonio, de su misma cosecha ciegan al alma. Y as
lo dio a entender David (Sal. 138, 11) cuando dijo: Por ventura en mis
deleites me cegarn las tinieblas, y tendr la noche por mi luz.
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CAPTULO 11
1. De este cuarto dao no hay mucho que decir, por cuanto est ya declarado
a cada paso en este 3 libro, en que habemos probado cmo, para que el alma
se venga a unir con Dios en esperanza, ha de renunciar toda posesin de la
memoria, pues que, para que la esperanza sea entera de Dios, nada ha de
haber en la memoria que no sea Dios; y como, tambin habemos dicho,
ninguna forma, ni figura, ni imagen, ni otra noticia que pueda caer en la
memoria, sea Dios ni semejante a l, ahora celestial, ahora terrena, natural o
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sobrenatural, segn ensea David (Sal. 85, 8), diciendo: Seor, en los dioses
ninguno hay semejante a ti, de aqu es que, si la memoria quiere hacer
alguna presa de algo de esto, se impide para Dios: lo uno, porque se
embaraza, y lo otro, porque, mientras ms tiene de posesin, tanto menos
tienede esperanza.
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CAPTULO 12
Porque, dems de que todo lo que el alma pone en la criatura quita de Dios,
naturalmente se hace en el interior de ella, por medio de la estimacin de
aquellas cosas aprehensibles, cierta comparacin de ellas a Dios que no deja
juzgar ni estimar de Dios tan altamente como debe. Porque las criaturas,
ahora terrenas, ahora celestiales, y todas las noticias e imgenes distintas,
naturales y sobrenaturales, que pueden caer en las potencias del alma, por
altas que sean ellas en esta vida, ninguna comparacin ni proporcin tiene
con el ser de Dios, por cuanto Dios no cae debajo de gnero y especie, y
ellas s, como dicen los telogos. Y el alma en esta vida no es capaz de
recibir clara y distintamente sino lo que cae debajo de gnero y especie. Que
por eso dice san Juan (1, 18) que ninguno jams vio a Dios. E Isaas (64, 4),
que no subi en
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corazn de hombre cmo sea Dios. Y Dios dijo a Moiss (Ex. 33,
20) que no le poda ver en este estado de vida. Por tanto, el que embaraza la
memoria y las dems potencias del alma con lo que ellas pueden
comprehender, no puede estimar a Dios ni sentir de l como debe.
2. Pongamos una baja comparacin: Claro est que cuanto ms uno pusiese
los ojos en los criados del rey y ms reparase en ellos, menos caso haca del
rey y en tanto menos le estimaba; porque, aunque el aprecio no est formal
y distintamente en el entendimiento, estlo en la obra, pues cuanto ms pone
en los criados, tanto ms quita de su seor; y entonces no juzgaba ste del
rey muy altamente, pues los criados le parecen algo delante del rey, su
seor. As acaece al alma para con su Dios cuando hace caso de las dichas
criaturas. Aunque esta comparacin es muy baja, porque Dios es de otro ser
que sus criaturas, en que infinitamente dista de todas ellas; por tanto, todas
ellas han de quedar perdidas de vista, y en ninguna forma de ellas ha de
poner el alma los ojos, para poderlos poner en Dios por fe y esperanza.
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CAPTULO 13
Pero, adems de stos, hay otros provechos de harto descanso y quietud para
el espritu. Porque, dejado que naturalmente la tiene cuando est libre de
imgenes y formas, est libre tambin del cuidado de si son buenas o malas,
y de cmo se ha de haber en las unas y cmo en las otras, y el trabajo y
tiempo que haba de gastar en los maestros espirituales queriendo que se las
averigen si son buenas o malas o si de este gnero o del otro; lo cual no ha
menester querer saber, pues de ninguna ha de hacer caso. Y as el tiempo y
caudal del alma, que haba de gastar en esto y en entender con ellas, lo puede
emplear en otro mejor y ms provechoso ejercicio, que es el de la voluntad
para con Dios, y en cuidar de buscar la desnudez y pobreza espiritual y
sensitiva, que consiste en querer de veras carecer de todo arrimo consolatorio
y aprehensivo, as interior como exterior. Lo cual se ejercita bien queriendo
y procurando desarrimarse de estas formas, pues que de ah se le seguir un
tan gran provecho, como es allegarse a Dios, que no tiene imagen, ni forma,
ni figura, tanto cuanto ms se enajenare de todas formas e imgenes y figuras
imaginarias.
2. Pero dirs, por ventura, que por qu muchos espirituales dan por consejo
que se procuren aprovechar las almas de las comunicaciones y sentimientos
de Dios, y que quieran recibir de l, para tener que darle, pues si l no nos
da, no le damos nada? Y que san Pablo (1 Tes. 5, 19) dice: No queris apagar
el espritu. Y el Esposo a la Esposa (Ct. 8, 6): Ponme como seuelo sobre tu
corazn, como seuelo sobre tu brazo, lo cual ya es alguna aprehensin.
Todo lo cual, segn la doctrina arriba dicha, no slo no se ha de procurar,
mas, aunque Dios lo enve, se ha de desechar y desviar. Y que, claro est
que, pues Dios lo da, para bien lo da y buen efecto har; que no habemos de
arrojar las margaritas a mal. Y aun es gnero de soberbia no querer admitir
las cosas de Dios, como que sin ellas, por nosotros mismos, nos podemos
valer.
Y esto est claro, porque si el alma entonces quiere obrar por fuerza, no ha
de ser su obra ms que natural, porque de suyo no puede ms; porque a la
sobrenatural no se mueve ella ni se puede mover, sino muvela Dios y
pnela en ella. Y as, si entonces el alma quiere obrar de fuerza, en cuanto
en s es, ha de impedir con su obra activa la pasiva que Dios le est
comunicando, que (es) el espritu, porque se pone en su propia obra, que es
de otro gnero y ms baja que la que Dios la comunica; porque la de Dios
es pasiva y sobrenatural y la del alma, activa y natural. Y esto sera apagar
el espritu.
4. Que sea ms baja, tambin est claro; porque las potencias del alma no
pueden de suyo hacer reflexin y operacin, sino sobre alguna forma, figura
e imagen; y sta es la corteza y accidente de la sustancia y espritu que hay
debajo de la tal corteza y accidente. La cual sustancia y espritu no se une
con las potencias del alma en verdadera inteligencia y amor, si no es cuando
ya cesa la operacin de las potencias; porque la pretensin y fin de la tal
operacin no es sino venir a recibir en el alma la sustancia entendida y amada
de aquellas formas. De donde la diferencia que hay entre la operacin activa
y pasiva, y la ventaja, es la que hay entre lo que se est haciendo y est ya
hecho, que es como entre lo que se pretende conseguir y alcanzar y entre lo
que est ya (conseguido y) alcanzado.
Y para slo este efecto bien podr algunas veces acordarse de aquella imagen
y aprehensin que le caus el amor, para poner el espritu en motivo de amor;
porque, aunque no hace despus tanto efecto cuando se acuerda como la
primera vez que se comunic, todava cuando se acuerda se renueva el amor,
y hay levantamiento de mente en Dios, mayormente cuando es la recordacin
de algunas figuras, imgenes o sentimientos sobrenaturales que suelen
sellarse e imprimirse en el alma, de manera que duran mucho tiempo, y
algunas nunca se quitan del alma. Y estas que as se sellan en el alma, casi
cada vez que el alma advierte en ellas le hacen divinos efectos de amor,
suavidad, luz, etc., unas veces ms, otras menos, porque para esto se las
imprimieron. Y as, es una grande merced a quien Dios la hace, porquees
tener en s un minero de bienes.
7. Estas figuras que hacen los tales efectos estn asentadas vivamente en el
alma; que no son como las otras imgenes y formas que se conservan en la
fantasa; y as, no ha menester el alma ir a esta potencia por ellas cuando se
quisiere acordar, porque ve que las tiene en s misma, como se ve la imagen
en el espejo. Cuando acaeciere a alguna alma tener en s las dichas figuras
formalmente, bien podr acordarse de ellas para el efecto de amor que dije,
porque no le estorbarn para la unin de amor en fe, como no quiera
embeberse en la figura, sino aprovecharse del amor, dejando luego la figura;
y as, antes le ayudar.
Pero pudense conocer por los efectos, porque las que son naturales o del
demonio, aunque ms se acuerden de ellas, ningn efecto hacen bueno ni
renovacin espiritual en el alma, sino secamente las miran. Aunque las que
son buenas, todava, acordndose de ellas, hacen algn efecto bueno en aqul
que hizo al alma la primera vez; pero las formales que se imprimen en el
alma, casi siempre que advierte le hacen algn efecto.
9. El que hubiere tenido stas conocer fcilmente las unas y las otras,
porque est muy clara la mucha diferencia al que tiene experiencia. Slo
digo que las que se imprimen formalmente en el alma con duracin, ms
raras veces acaecen; pero ahora sean stas, ahora aqullas, bueno le es al
alma no querer comprehender nada, sino a Dios por fe en esperanza.
Y a esotro que dice la objecin, que parece soberbia desechar estas cosas si
son buenas, digo que antes es humildad prudente aprovecharse de ellas en el
mejor modo, como queda dicho, y guiarse por lo ms seguro.
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CAPTULO 14
2. Cules son estas noticias y cmo se haya de haber en ellas el alma para
ir a la unin de Dios suficientemente est dicho en el captulo 24 del libro
segundo, donde las tratamos como aprehensiones del entendimiento.
Vanse all, porque all dijimos cmo eran en dos maneras: unas increadas
y otras de criaturas.
Mas de las increadas digo que se procure acordar las veces que pudiere,
porque le harn grande efecto, pues, como all dijimos, son toques y
sentimientos de unin de Dios, que es donde vamos encaminando al alma.
Y de esto no se acuerda la memoria por alguna forma, imagen o figura que
imprimiesen en el alma, porque no la tienen aquellos toques y sentimientos
de unin del Criador, sino por el efecto que en ella hicieron la luz, amor,
deleite y renovacin espiritual, etc., de las cuales cada vez que se acuerda,
se renueva algo de esto.
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CAPTULO 15
1. Para concluir, pues, con este negocio de la memoria, ser bien poner aqu
al lector espiritual en una razn el modo que universalmente ha de usar para
unirse con Dios segn este sentido; porque, aunque (en) lo dicho queda bien
entendido, todava, resumindoselo aqu, lo tomar ms fcilmente.
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CAPTULO 16
Y para que esto el alma pueda hacer, trataremos aqu de purgar la voluntad
de todas sus afecciones desordenadas, de donde nacen los apetitos, afectos
y operaciones desordenadas, de donde le nace tambin no guardar toda su
fuerza a Dios.
6. Donde has de advertir que dondequiera que fuere una pasin de stas, ir
tambin toda el alma y la voluntad y las dems potencias, y vivirn todas
cautivas en la tal pasin, y las dems tres pasiones en aqulla estarn vivas
para afligir al alma con sus prisiones y no la dejar volar a la libertad y
descanso de la dulce contemplacin y unin. Que, por eso, te dijo Boecio
que, si queras con luz clara entender la verdad, echases de ti los gozos, y la
esperanza, y temor, y dolor; porque, en cuanto estas pasiones reinan, no
dejan estar al alma con la tranquilidad y paz que se requiere para la sabidura
que natural y sobrenaturalmente puede recibir.
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CAPTULO 17
Para todo ello conviene presuponer un fundamento, que ser como un bculo
en que nos habemos de ir siempre arrimando. Y conviene llevarle entendido,
porque es la luz por donde nos habemos de guiar y entender en esta doctrina
y enderezar en todos estos bienes el gozo a Dios, y es: que la voluntad no se
debe gozar sino slo de aquello que es gloria y honra de Dios, y que la mayor
honra que le podemos dar es servirle segn la perfeccin evanglica; y lo
que es fuera de esto es de ningn valor y provecho para el hombre.
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CAPTULO 18
Que trata del gozo acerca de los bienes temporales. Dice cmo ha de
enderezar el gozo en ellos a Dios.
1. El primer gnero de bienes que dijimos son los temporales, y por bienes
temporales entendemos aqu riquezas, estados, oficios y otras pretensiones,
e hijos, parientes, casamientos, etc.; todas las cuales son cosas de que se
puede gozar la voluntad.
Pero cun vana cosa sea gozarse los hombres de las riquezas, ttulos,
estados, oficios, y otras cosas semejantes que suelen ellos pretender, est
claro; porque, si por ser el hombre ms rico fuera ms siervo de Dios,
debirase gozar en las riquezas; pero antes le son causa que le ofenda, segn
lo ensea el Sabio (Ecli. 11, 10), diciendo: Hijo, si fueres rico, no estars
libre de pecado. Que, aunque es verdad que los bienes temporales, de suyo,
necesariamente no hacen pecar, pero porque ordinariamente con flaqueza de
aficin se ase el corazn del hombre a ellos y falta a Dios, lo cual es pecado,
porque pecado es faltar a Dios, por eso dice el Sabio que no estars libre de
pecado.
Que por eso el Seor las llam en el Evangelio espinas (Mt. 13, 22; Lc. 8,
14), para dar a entender que el que las manoseare con la voluntad quedar
herido de algn pecado. Y aquella exclamacin que hace en el Evangelio
(por san Lucas, tan para temer), diciendo (Lc. 18, 24): Cun
dificultosamente entrarn en el reino de los cielos los que tienen riquezas!,
es a saber, el gozo en ellas, bien da a entender que no se debe el hombre
gozar en las riquezas, pues a tanto peligro se pone. Que para apartarnos de
l dijo tambin David (Sal. 61, 11): Si abundaren las riquezas, no pongis
en ellas el corazn.
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4. Pues sobre los hijos tampoco hay de qu se gozar, ni por ser muchos, ni
ricos, y adornados de dones y gracias naturales y bienes de fortuna, sino en
si sirven a Dios. Pues que Absaln, hijo de David, ni su hermosura, ni su
riqueza, ni su linaje le sirvi de nada, pues no sirvi a Dios (2 Sm. 14, 25)
Por tanto, vana cosa fue haberse gozado de lo tal.
De donde tambin es vana cosa desear tener hijos, como hacen algunos que
hunden y alborotan al mundo con deseos de ellos, pues que no saben si sern
buenos y servirn a Dios, y si el contento que de ellos esperan ser dolor, y
el descanso y consuelo trabajo y desconsuelo, y la honra deshonra y ofender
ms a Dios con ellos, como hacen muchos; de los cuales dice Cristo (Mt. 23,
15) que cercan la mar y la tierra para enriquecerlos y hacerlos doblado hijos
de perdicin que fueron ellos.
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5. Por tanto, aunque todas las cosas se le ran al hombre y todas sucedan
prsperamente, antes se debe recelar que gozarse, pues en aquello crece la
ocasin y el peligro de olvidar a Dios (y ofenderle). Que, por eso, dice
Salomn que se recataba l, diciendo en el Eclesiasts (2, 2): A la risa juzgu
por error, y al gozo dije:
Por qu te engaas en vano? Que es como si dijera: Cuando se me rean las
cosas, tuve por engao y error gozarme en ellas, porque grande error, sin
duda, (e insipiencia) es la del hombre que se goza de lo que se le muestra
alegre y risueo, no sabiendo de cierto que de all se le sigue algn bien
eterno. El corazn del necio, dice el Sabio (Ecli. 7, 5), est donde est la
alegra; mas el del sabio donde est la tristeza, porque la alegra ciega el
corazn y no le deja considerar ni ponderar las cosas, y la tristeza hace abrir
los ojos y mirar el provecho y dao de ellas. Y de aqu es que, como tambin
dice el mismo (7, 4), es mejor la ira que la risa; por tanto, mejor es ir a la
casa del llanto que a la del convite, porque en aqulla se muestra el fin de
todos los hombres, como tambin dice el Sabio (Ecli. 7, 3).
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CAPTULO 19
De los daos que se le pueden seguir al alma de poner el gozo en los bienes
temporales.
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1. Si los daos que al alma cercan por poner el afecto de la voluntad en los
bienes temporales hubisemos de decir, ni tinta ni papel bastara, y el
tiempo sera corto. Porque desde muy poco puede llegar a grandes males y
destruir grandes bienes: as, como de una centella de fuego, si no se apaga,
se pueden encender grandes fuegos que abrasen el mundo.
Todos estos daos tienen raz y origen en un dao privativo principal que
hay en este gozo, que es apartarse de Dios; porque, as como allegndose a
l el alma por la afeccin de la voluntad de ah le nacen todos los bienes, as
apartndose de l por esta afeccin de criatura, dan en ella todos los daos y
males a la medida del gozo y afeccin con que se junta con la criatura,
porque eso es el apartarse de Dios. De donde, segn el apartamiento que
cada uno hiciere de Dios en ms o en menos, podr entender ser sus daos
en ms o en menos extensiva o intensivamente, y juntamente de ambas
maneras, por la mayor parte.
2. Este dao privativo, de donde decimos que nacen los dems privativos y
positivos, tiene cuatro grados, uno peor que otro. Y cuando el alma llegare
al cuarto, habr llegado a todos los males y daos que se pueden decir en
este caso. Estos cuatro grados nota muy bien Moiss en el Deuteronomio
(32, 15) por estas palabras, diciendo: Empachse el amado y dio trancos
hacia atrs. Empachse, engrosse y dilatse. Dej a Dios su hacedor, y
alejse de Dios, su salud.
4. No basta santidad y buen juicio que tenga el hombre para que no deje de
caer en este dao, si da lugar a la concupiscencia o gozo de las cosas
temporales; que por eso dijo Dios por Moiss (Ex. 23, 8), avisndonos, estas
palabras: No recibas dones, que hasta los prudentes ciegan. Y esto era
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hablando particularmente con los que haban de ser jueces, porque han
menester tener el juicio limpio y despierto, lo cual no tendran con la codicia
y gozo de las ddivas. Y tambin por eso mand Dios al mismo Moiss (Ex.
18, 21-22) que pusiese por jueces a los que aborreciesen la avaricia, porque
no se les embotase el juicio con el gusto de las pasiones. Y as dice que no
solamente no la quieran, sino que la aborrezcan. Porque, para defenderse
uno perfectamente de la afeccin de amor, hase de sustentar en
aborrecimiento, defendindose con el un contrario del otro. Y as, la causa
por que el profeta Samuel fue siempre tan recto e ilustrado juez es porque,
como l dijo en el libro de los Reyes (1 Re. 12, 3), nunca haba recibido de
alguno alguna ddiva.
7. El tercer grado de este dao privativo es dejar a Dios del todo, no curando
de cumplir su ley por no faltar a las cosas y bienes del mundo, dejndose
caer en pecados mortales por la codicia. Y este tercer grado se nota en lo que
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En este grado se contienen todos aquellos que de tal manera tienen las
potencias del alma engolfadas en las cosas del mundo y riquezas y tratos,
que no se dan nada por cumplir con lo que les obliga la ley de Dios; y tienen
grande olvido y torpeza acerca de lo que toca a su salvacin, y tanta ms
viveza y sutileza acerca de las cosas del mundo; tanto, que los llama Cristo
en el Evangelio (Lc.
16, 8) hijos de este siglo; y dice de ellos que son ms prudentes en sus tratos
y agudos que los hijos de la luz en los suyos. Y as en lo de Dios no son nada
y en lo del mundo lo son todo. Y stos propiamente son los avarientos, los
cuales tienen ya (tan) extendido y derramado el apetito y gozo en las cosas
criadas, y tan afectadamente, que no se pueden ver hartos, sino que antes su
apetito crece tanto ms y su sed cuanto ellos estn ms apartados de la fuente
que solamente los poda hartar, que es Dios; porque de stos dice el mismo
Dios por Jeremas (2, 13), diciendo: Dejronme a m, que soy fuente de agua
viva, y cavaron para s cisternas rotas, que no pueden tener aguas. Y esto es
porque en las criaturas no halla el avaro con qu apagar su sed, sino con qu
aumentarla.
Estos son los que caen en mil maneras de pecados por amor de los bienes
temporales, y son innumerables sus daos. Y de stos dice David (Sal. 72,
7): Transierunt in affectum cordis.
9. De este cuarto grado son aquellos que no dudan de ordenar las cosas
sobrenaturales a las temporales como a su dios, como lo deban hacer al
contrario, ordenndolas a ellas a Dios, si le tuvieran por su Dios, como era
razn. De stos fue el inicuo Balam, que la gracia que Dios le haba dado
venda (Nm. 22, 7); y tambin Simn Mago, que pensaba estimarse la gracia
de Dios por el dinero (querindola comprar (Act. 8, 18-19). En lo cual
estimaba en ms el dinero, pues le pareca que haba quien lo estimase en
ms dndole gracia por el dinero).
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10. De este ltimo grado son tambin todos aquellos miserables que,
estando tan enamorados de los bienes, los tienen tan por su dios, que no
dudan de sacrificarles sus vidas cuando ven que este su dios recibe alguna
mengua temporal, desesperndose y dndose ellos la muerte (por miserables
fines), mostrando ellos mismos por sus manos el desdichado galardn que
de tal dios se consigue; que, como no hay que esperar de l, da desesperacin
(y muerte. Y a los que no persigue hasta este ltimo dao de muerte, los hace
morir viviendo en penas de solicitud y otras muchas miserias, no dejando
entrar alegra en su corazn y que no les luzca bien ninguno en la tierra,
pagando siempre el tributo de su corazn al dinero en tanto que penan por
l, allegndolo a l para la ltima calamidad suya de justa perdicin, como
lo advierte el Sabio (Ecli.
5, 12), diciendo que las riquezas estn guardadas para el mal de su seor.
11. Y de este cuarto grado son aquellos que dice san Pablo (Rm. 1,
28) que tradidit illos in reprobum sensum; porque hasta estos daos trae al
hombre el gozo cuando se pone en las posesiones ltimamente. Mas a los
que menos daos hace es de tener harta lstima, pues, como habemos dicho,
hace volver al alma muy atrs en la va de Dios. Y por tanto, como dice
David (Sal. 48, 17-18): No temas cuando se enriqueciere el hombre, esto es,
no le hayas envidia, pensando que te lleva ventaja, porque, cuando acabare,
no llevar nada, ni su gloria y gozo bajarn con l).
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CAPTULO 20
ellas, como si las tuviese todas; y esotro, en cuanto las mira con particular
aplicacin de propiedad, pierde todo el gusto de todas en general; ste, en
tanto que ninguna tiene en el corazn, las tiene, como dice san Pablo (2 Cor.
6, 10), todas en gran libertad; esotro, en tanto que tiene de ellas algo con
voluntad asida, no tiene ni posee nada, antes ellas le tienen posedo a l el
corazn; por lo cual, como cautivo, pena; de donde, cuantos gozos quiere
tener en las criaturas, de necesidad ha de tener otras tantas apreturas y penas
en su asido y posedo corazn.
Mas, aunque no fuese por estos intereses, sino slo por el disgusto que a
Dios se da en estos gozos de criaturas, haba el espiritual de apagarlos en su
alma. Pues que vemos en el Evangelio (Lc. 12, 20) que, slo porque aquel
rico se gozaba porque tena bienes para muchos aos, se enoj tanto Dios,
que le dijo que aquella misma noche haba de ser su alma llevada a cuenta.
De donde habemos de creer que todas las veces que vanamente nos gozamos
est Dios mirando y diciendo algn castigo y trago amargo segn lo
merecido, que, a veces, sea ms de ciento tanto ms la pena que redunda del
(tal) gozo que lo que se goz. Que, aunque es verdad que en aquello que
dice por san Juan en el Apocalipsis (18, 7) de Babilonia, diciendo que cuanto
se haba gozado y estado en deleite le diesen de tormentos y pena, no es para
decir que no ser ms (la pena) que el gozo (que s ser, pues por breves
placeres se dan eternos tormentos), sino para dar a entender que no quedar
cosa sin su castigo particular, porque el que la intil palabra castigar (Mt.
12, 36), no perdonar el gozo vano.
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CAPTULO 21
Por lo cual debe tener recato y vivir con cuidado el que tuviere las tales
partes, que no d causa a alguno, por su vana ostentacin, que se aparte un
punto de Dios su corazn. Porque estas gracias y dones de naturaleza son
tan provocativas y ocasionadas, as al que las posee como al que las mira,
que apenas hay quien se escape de algn lacillo y liga de su corazn en ellas.
Donde, por este temor, habemos visto que muchas personas espirituales, que
tenan algunas partes de stas, alcanzaron de Dios con oraciones que las
desfigurase, por no ser causa y ocasin a s o a otras personas de alguna
aficin o gozo vano.
gozo, advirtiendo que la hermosura y todas las dems partes naturales son
tierra, y que de ah vienen y a la tierra vuelven; y que la gracia y donaire es
humo y aire de esa tierra; y que, para no caer en vanidad, lo ha de tener por
tal y por tal estimarlo, y en estas cosas enderezar el corazn a Dios en gozo
y alegra de que Dios es en s todas esas hermosuras y gracias
eminentsimamente, en infinito sobre todas las criaturas; y que, como dice
David (Sal. 101, 27), todas ellas, como la vestidura, se envejecern y
pasarn, y slo l permanece inmutable para siempre. Y por eso, si en todas
las cosas no enderezare a Dios su gozo, siempre ser falso y engaado;
porque de este tal se entiende aquel dicho de Salomn (Ecli. 2, 2), que dice
hablando con el gozo acerca de las criaturas, diciendo: Al gozo dije: Por
qu te dejas engaar en vano?; esto es, cuando se deja atraer de las criaturas
el corazn.
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CAPTULO 22
quite de las dems. De lo cual se sigue, por lo menos, desestima real de las
dems cosas; porque, naturalmente, poniendo la estimacin en una cosa, se
recoge el corazn de las dems cosas en aquella que estima, y de este
desprecio real es muy fcil caer en el intencional y voluntario de algunas
cosas de esotras, en particular o en general, no slo en el corazn, sino
mostrndolo con la lengua, diciendo: tal o tal cosa, tal o tal persona no es
como tal o tal.
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CAPTULO 23
3. Hay otro grande provecho en negar este gnero de gozo, y es que causa
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Que trata del tercer gnero de bienes en que puede la voluntad poner la
afeccin del gozo, que son los sensuales. Dice cules sean y de cuntos
gneros y cmo se ha de enderezar la voluntad a Dios purgndose de este
gozo.
1. Sguese tratar del gozo acerca de los bienes sensuales, que es el tercer
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5. Por lo cual quiero poner aqu un documento para (que se vea) cundo
dichos sabores de los sentidos hacen provecho y cundo no. Y es que todas
las veces que, oyendo msicas u otras cosas, y viendo cosas agradables, y
oliendo suaves olores, y gustando algunos sabores y delicados toques, luego
al primer movimiento se pone la noticia y afeccin de la voluntad en Dios,
dndole ms gusto aquella noticia que el motivo sensual que se la causa, y
no gusta del tal motivo sino por eso, es seal que saca provecho de lo dicho
y que le ayuda lo tal sensitivo al espritu. Y en esta manera se puede usar,
porque entonces sirven los sensibles al fin para que Dios los cri y dio, que
es para ser por ellos ms amado y conocido. Y es aqu de saber que aquel a
quien estos sensibles hacen el puro efecto espiritual que digo, no por eso
tiene apetito, ni se le da casi nada por ellos, aunque cuando se le ofrecen le
dan mucho gusto, por el gusto que tengo dicho que de Dios le causan; y as
no se solicita por ellos, y cuando se le ofrecen, como digo, luego pasa la
voluntad de ellos, y los deja y se pone en Dios.
Pero el que no sintiere esta libertad de espritu en las dichas cosas y gustos
sensibles, sino que su voluntad se detiene en estos gustos y se ceba de ellos,
dao le hacen y debe apartarse de usarlos.
Porque, aunque con la razn se quiera ayudar de ellos para ir a Dios, todava,
por cuanto el apetito gusta de ellos, segn lo sensual, y conforme al gusto
siempre es el efecto, ms cierto es hacerle estorbo que ayuda, y ms dao
que provecho. Y cuando viere que reina en s el apetito de las tales
recreaciones, debe mortificarle; porque cuanto ms fuere fuerte, tiene ms
de imperfeccin y flaqueza.
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CAPTULO 25
Que trata de los daos que el alma recibe en querer poner el gozo de la
voluntad en los bienes sensuales.
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CAPTULO 26
4. Y que esto sea verdad, est claro; porque, como quiera que el ejercicio de
los sentidos y fuerza de la sensualidad contradiga, como dice el Apstol (Gl.
5, 17), a la fuerza y ejercicio espiritual, de aqu es que, menguando y
acabando las unas de estas fuerzas, han de crecer y aumentarse las otras
fuerzas contrarias, por cuyo impedimento no crecan, y as,
perfeccionndose el espritu, que es la porcin superior del alma que tiene
respecto y comunicacin con Dios, merece todos los dichos atributos, pues
que se perfecciona en bienes y dones de Dios espirituales y celestiales.
Y lo uno y lo otro se prueba por san Pablo (1 Cor. 2, 14), el cual al sensual,
que es el que el ejercicio de su voluntad slo trae en lo sensible, (le llama)
animal, que no percibe las cosas de Dios; y a esotro, que levanta a Dios la
voluntad, llama espiritual, y que ste lo penetra y juzga todo hasta los
profundos de Dios. Por tanto, tiene aqu el alma un admirable provecho de
una grande disposicin para recibir bienes de Dios y dones espirituales.
8. Pues los bienes de gloria que en la otra vida se siguen por el negamiento
de este gozo, no hay necesidad de decirlo; porque, dems que los dotes
corporales de gloria, como son agilidad y claridad, sern mucho ms
excelentes que los de aquellos que no se negaron, as el aumento de la gloria
esencial del alma, que responde al amor de Dios por quien neg las dichas
cosas sensibles, por cada gozo que neg momentneo y caduco, como dice
San Pablo (2 Cor. 4, 17), inmenso peso de gloria obrar en l eternamente.
ser estos gozos que se niegan ms conjuntos al natural, y por eso adquiere
este tal ms ntima pureza en la negacin de ellos.
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CAPTULO 27
En que se comienza a tratar del cuarto gnero de bienes que son bienes
morales. Dice cules sean y en qu manera sea en ellos lcito el gozo de la
voluntad.
Pero los bienes morales ya por la primera causa, que es por lo que en s son
y valen, merecen algn gozo de su poseedor; porque consigo traen paz y
tranquilidad y recto y ordenado uso de la razn, y operaciones acordadas;
que no puede el hombre humanamente en esta vida poseer cosa mejor.
3. Y as, porque las virtudes por s mismas merecen ser amadas y estimadas,
hablando humanamente, bien se puede el hombre gozar de tenerlas en s y
ejercitarlas por lo que en s son y por lo que de bien humana y temporalmente
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importan al hombre. Porque de esta manera, y por esto, los filsofos y sabios
y antiguos prncipes las estimaron y las alabaron y procuraron tener y
ejercitar; y aunque gentiles, y que slo ponan los ojos en ellas
temporalmente por los bienes que temporal y corporal y naturalmente de
ellas conocan segurseles, no slo alcanzaban por ellas los bienes y nombre
temporalmente que pretendan, sino, dems de esto, Dios, que ama todo lo
bueno, aun en el brbaro y gentil, y ninguna cosa impide buena, como dice
el Sabio (Sab. 7, 22), les aumentaba la vida, honra y seoro y paz, como
hizo en los romanos porque usaban de justas leyes; que casi les sujet todo
el mundo, pagando temporalmente a los que eran por su infidelidad
incapaces de premio eterno las buenas costumbres.
Porque ama Dios tanto estos bienes morales, que slo porque Salomn le
pidi sabidura para mostrar los de su pueblo y poderle gobernar justamente,
instruyndole en buenas costumbres, se lo agradeci mucho el mismo Dios,
y le dijo (3 Re. 3, 11-13; 2 Cor. 1, 11-2) que, porque haba pedido sabidura
para aquel fin, que l se la daba y ms lo que no haba pedido, que eran
riquezas y honra, de manera que ningn rey en los pasados ni en lo por venir
fuese semejante a l.
4. Pero aunque en esta primera manera se deba gozar el cristiano sobre los
bienes morales y buenas obras que temporalmente hace, por cuanto causan
los bienes temporales que habemos dicho, no debe parar su gozo en esta
primera manera, como habemos dicho de los gentiles, cuyos ojos del alma
no trascendan ms que lo de esta vida mortal, sino que -pues tiene lumbre
de fe, en que espera vida eterna y que sin sta todo lo de ac y de all no le
valdr nada- slo y principalmente debe gozarse en la posesin y ejercicio
de estos bienes morales en la segunda manera, que es en cuanto, haciendo
las obras por amor de Dios, le adquieren vida eterna.
Y as, slo debe poner los ojos y el gozo en servir y honrar a Dios con sus
buenas costumbres y virtudes, pues que sin este respecto no valen delante de
Dios nada las virtudes, como se ve en las diez vrgenes del Evangelio (Mt.
25, 1-13), que todas haban guardado virginidad y hecho buenas obras, y
porque las cinco no haban puesto su gozo en la segunda manera -esto es,
enderezndole en ellas a Dios-, sino antes le pusieron en la primera manera,
gozndose en la posesin de ellas, fueron echadas del cielo sin ningn
agradecimiento ni galardn del Esposo. Y tambin muchos antiguos tuvieron
muchas virtudes e hicieron buenas obras, y muchos cristianos el da de hoy
las tienen y obran grandes cosas, y no les aprovecharn nada para la vida
eterna, porque no pretendieron en ellas la gloria y honra que es de slo Dios.
alguno; porque, cuanto son para mayor premio de gloria hechas slo para
servir a Dios, tanto para mayor confusin suya ser delante de Dios cuanto
ms le hubieren movido otros respectos.
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CAPTULO 28
1. Los daos principales en que puede el hombre caer por el gozo vano de
sus buenas obras y costumbres, hallo que son siete, y muy perniciosos,
porque son espirituales, (los cuales referir aqu brevemente).
de hoy hacen muchos que dicen: "No soy yo como fulano, ni obro esto ni
aquello como ste o el otro". Y an son peores que el fariseo muchos de
stos; pero l no solamente despreci a los dems, sino tambin seal parte,
diciendo: Ni soy como este publicano; mas ellos, no se contentando con eso
ni con esotro, llegan a enojarse y a envidiar cuando ven que otros son
alabados o que hacen o valen ms que ellos.
Hay tanta miseria acerca de este dao en los hijos de los hombres, que tengo
para m que las ms de las obras que hacen pblicas, o son viciosas, o no les
valdrn nada, o son imperfectas delante de Dios, por no ir ellos desasidos de
estos intereses y respetos humanos. Porque qu otra cosa se puede juzgar
de algunas obras y memorias que algunos hacen e instituyen, cuando no las
quieren (hacer) sin que vayan envueltas en honra y respetos humanos de la
vanidad de la vida, o perpetuando en ellas su nombre, linaje o seoro, hasta
poner de esto sus seales (nombres) y blasones en los templos, como si ellos
se quisiesen poner all en lugar de imagen, donde todos hincan la rodilla, en
las cuales obras de algunos se puede decir que se adoran a s ms que a Dios?
Lo cual es verdad si por aquello las hicieron, y sin ello no las hicieran.
Pero, dejados stos que son de los peores, cuntos hay que de muchas
maneras caen en este dao de sus obras? De los cuales, unos quieren que se
las alaben, otros que se las agradezcan; otros las cuentan y gustan que lo sepa
fulano y fulano y aun todo el mundo, y a veces quieren que pase la limosna
o lo que hacen por terceros porque se sepa ms, otros quieren lo uno y lo
otro; lo cual es el taer de la trompeta, que dice el Salvador en el Evangelio
(Mt. 6, 2) que hacen los vanos, que por eso no habrn de sus obras galardn
de Dios.
6. Deben, pues, stos para huir este dao, esconder la obra, que slo Dios la
vea, no queriendo que nadie haga caso. Y no slo la ha de esconder de los
dems, ms an de s mismo, esto es: que ni l se quiera complacer en ella,
estimndola como si fuese algo, ni sacar gusto de toda ella; como
espiritualmente se entiende aquello que dice Nuestro Seor (Mt. 6, 3): No
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sepa tu siniestra lo que hace tu diestra, que es como decir: no estimes con el
ojo temporal y carnal la obra que haces espiritual. Y de esta manera se recoge
la fuerza de la voluntad en Dios y lleva fruto delante de l la obra; de donde
no slo no la perder sino que ser de grande mrito. Y a este propsito se
entiende aquella sentencia de Job, cuando dice (31, 26-28): Si yo bes mi
mano con mi boca, que es iniquidad y pecado grande, y se goz en escondido
mi corazn. Porque aqu por la "mano" entiende la obra y por la "boca"
entiende la voluntad que se complace en ellas. Y porque es, como decimos,
complacencia en s mismo, dice: Si se alegr en escondido mi corazn, lo
cual es grande iniquidad y negacin contra Dios; y es como si dijera: que ni
tuvo complacencia ni se alegr su corazn en escondido.
para que no tenga el consejo ajeno por mejor, o para que, aunque le tenga
por tal, no le quiera seguir, no teniendo en si nimo para ella.
Estos aflojan mucho en la caridad para con Dios y el prjimo, porque el
amor propio que acerca de sus obras tienen les hace resfriar la caridad.
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CAPTULO 29
4. El cuarto provecho es que el que negare este gozo, ser en el obrar manso,
humilde y prudente; porque no obrar impetuosa y aceleradamente,
empujado por la concupiscible e irascible del gozo, ni presuntuosamente,
afectado por la estimacin que tiene de su obra, mediante el gozo de ella; (ni
incautamente, cegado por el gozo).
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CAPTULO 30
1. Ahora conviene tratar del quinto gnero de bienes en que el alma puede
gozarse, que son sobrenaturales. Por los cuales entendemos aqu todos los
dones y gracias dados de Dios, que exceden la facultad y virtud natural, que
se llaman gratis datas, como son los dones de sabidura y ciencia que dio a
Salomn, y las gracias que dice san Pablo (1 Cor. 12, 9-10), conviene a
saber: fe, gracia de sanidades, operacin de milagros, profeca, conocimiento
y discrecin de espritus, declaracin de las palabras y tambin don de
lenguas.
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2. Los cuales bienes, aunque es verdad que tambin son espirituales, como
los del mismo gnero que habemos de tratar luego, todava, porque hay
mucha diferencia entre ellos, he querido hacer de ellos distincin. Porque el
ejercicio de stos tiene inmediato respecto al provecho de los hombres y
para ese provecho y fin los da Dios, como dice san Pablo (1 Cor. 12, 7), que
a ninguno se da espritu sino para provecho de los dems; lo cual se entiende
de estas gracias; mas los espirituales, su ejercicio y trato es slo del alma a
Dios y de Dios al alma, en comunicacin de entendimiento y voluntad, etc.,
como diremos despus. Y as, hay diferencia en el objeto, pues que de los
espirituales slo es el Criador y el alma, mas de los sobrenaturales es la
criatura. Y tambin difieren en la sustancia, y por consiguiente en la
operacin, y as tambin necesariamente en la doctrina.
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CAPTULO 31
por dos cosas: lo uno, porque el gozo embota y oscurece el juicio; lo otro,
porque con el gozo de aquello no slo se codicia el hombre a creerlo ms
presto, mas an es ms empujado a que se obre sin tiempo.
Y dado caso que las virtudes y obras que se ejercitan sean verdaderas, bastan
estos dos defectos para engaarse muchas veces en ellas, o no
entendindolas como se han de entender, o no aprovechndose de ellas y
usndolas como y cuando es ms conveniente. Porque, aunque es verdad que
cuando da Dios estos dones y gracias les da la luz de ellas y el movimiento
de cmo y cuando se han de ejercitar, todava ellos, por la propiedad e
imperfeccin que pueden tener acerca de ellas, pueden errar mucho, no
usando de ellas con la perfeccin que Dios quiere, y cmo y cuando l
quiere. Como se lee que quera hacer Balam cuando, contra la voluntad de
Dios, se determin de ir a maldecir al pueblo de Israel; por lo cual,
enojndose Dios, le quera matar (Nm. 22, 22-23). Y Santiago y san Juan
queran hacer bajar fuego del cielo sobre los samaritanos porque no daban
posada a nuestro Salvador; a los cuales l reprehendi por ello (Lc. 9, 54-
55).
3. Donde se ve claro cmo a stos les haca determinar a hacer (estas obras)
alguna pasin de imperfeccin, envuelta en gozo y estimacin de ellas,
cuando no convena. Porque, cuando no hay semejante imperfeccin,
solamente se mueven y determinan a obrar estas virtudes cuando y como
Dios les mueve a ello, y hasta entonces no conviene. Que, por eso, se quejaba
Dios de ciertos profetas por Jeremas (23, 21), diciendo: No enviaba yo a los
profetas, y ellos corran; no los hablaba yo, y ellos profetizaban. Y adelante
dice (23, 32): Engaaron a mi pueblo con su mentira y con sus milagros,
como yo no se lo hubiese mandado, ni envidolos. Y all tambin dice (23,
26) de ellos que ven las visiones de su corazn y que sas dicen; lo cual no
pasara as si ellos no tuvieran esta abominable propiedad en estas obras.
5. Y no para slo en esto, sino que a tanto hace llegar el gozo de estas obras
la codicia de ellas, que hace que, si los tales tenan antes pacto oculto con el
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demonio (porque muchos de stos por este oculto pacto obran estas cosas),
ya vengan a atreverse a hacer con l pacto expreso y manifiesto, sujetndose,
por concierto, por discpulos al demonio y allegados suyos. De aqu salen
los hechiceros, los encantadores, los mgicos arolos y brujos.
Y a tanto mal llega el gozo de stos sobre estas obras, que no slo (llega) a
querer comprar los dones y gracias por dinero, como quera Simn Mago
(Hch. 8, 18), para servir al demonio, pero aun procuran haber las cosas
sagradas y aun (lo que no se puede decir sin temblar) las divinas, como ya
se ha visto haber sido usurpado el tremendo Cuerpo de nuestro Seor
Jesucristo para uso de sus maldades y abominaciones. Alargue y muestre
Dios aqu su misericordia grande!
Y as, estas maravillas nunca Dios las obra, sino cuando meramente son
necesarias para creer; que, por eso, porque sus discpulos no careciesen de
mrito si tomaran experiencia de su resurreccin, antes que se les mostrase,
hizo muchas cosas para que sin verle le creyesen; porque a Mara
Magdalena (Mt. 28, 1-8) primero le mostr vaco el sepulcro y despus que
se lo dijesen los ngeles -porque la fe es por el odo, como dice san Pablo
(Rm. 10, 17)- y oyndolo, lo creyese primero que lo viese. Y aunque le vio
fue como hombre comn, para acabarla de instruir, en la creencia que le
faltaba con el calor de su presencia (Jn. 20, 11-18). Y a los discpulos
primero se lo envi a decir con las mujeres, despus fueron a ver el sepulcro
(Mt. 28, 7-8; Jn. 20, 1-10). Y a los que iban a Emas primero les inflam el
corazn en fe que le viesen, yendo l disimulado con ellos (Lc. 24, 15); (y),
finalmente, despus los reprehendi a todos (Mc. 16, 14) porque no haban
credo a los que les haban dicho su resurreccin; y a Santo Toms (Jn. 20,
29), porque quiso tomar experiencia en sus llagas, cuando le dijo que eran
bienaventurados los que no vindole le crean.
10. El tercer dao es que comnmente por el gozo de estas obras caen en
vanagloria o en alguna vanidad; porque aun el mismo gozo de estas
maravillas, no siendo puramente, como habemos dicho, en Dios y para Dios,
es vanidad. Lo cual se ve en haber reprendido Nuestro Seor a los discpulos
por haberse gozado de que se les sujetaban los demonios (Lc. 10, 20); el cual
gozo, si no fuera vano, no lo reprehendiera.
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CAPTULO 32
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De dos provechos que se sacan en la negacin del gozo acerca de las gracias
sobrenaturales.
CAPTULO 33
En que se comienza a tratar del sexto gnero de bienes de que se puede gozar
la voluntad. (Dice cules sean y hace la primera divisin de ellos).
3. Comenzando, pues, a hacer divisin por los gneros supremos, digo que
los bienes espirituales son en dos maneras: unos, sabrosos, y otros penosos.
Y cada uno de estos gneros es tambin en dos maneras: porque los sabrosos,
unos son de cosas claras que distintamente se entienden, y otros, de cosas
que no se entienden clara ni distintamente. Los penosos, tambin algunos
son de cosas claras y distintas, y otros, de cosas confusas y oscuras.
4. Todos stos podemos tambin distinguir segn las potencias del alma;
porque unos, por cuanto son inteligencias, pertenecen al entendimiento;
otros, por cuanto son afecciones pertenecen a la voluntad, y otros, por
cuanto son imaginarios, pertenecen a la memoria.
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CAPTULO 34
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CAPTULO 35
1. A cuatro gneros (de bienes) podemos reducir todos los que distintamente
pueden dar gozo a la voluntad, conviene a saber: motivos, provocativos,
directivos y perfectivos; de los cuales iremos diciendo por su orden, y
primero, de los motivos, que son: imgenes y retratos (de Santos, oratorios
y ceremonias.
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4. Esto se ver bien por el uso abominable que en estos nuestros tiempos
usan algunas personas que, no teniendo ellas aborrecido el traje vano del
mundo, adornan a las imgenes con el traje que la gente vana por tiempo va
inventando para el cumplimiento de sus pasatiempos y vanidades, y del traje
que en ellas es reprendido visten las imgenes, cosa que a ellas fue tan
aborrecible, y lo es; procurando en esto el demonio y ellos en l canonizar
sus vanidades, ponindolas en los santos, no sin agraviarles mucho. Y de
esta manera, la honesta y grave devocin del alma, que de s echa y arroja
toda vanidad y rastro de ella, ya se les queda en poco ms que en ornato de
muecas, no sirvindose algunos de las imgenes ms que de unos dolos en
que tienen puesto su gozo. Y as, veris algunas personas que no se hartan
de aadir imagen a imagen, y que no sea sino de tal y tal suerte y (hechura,
y que no estn puestas sino de tal o tal manera, de suerte) que deleite al
sentido; y la devocin del corazn es muy poca; y tanto asimiento tienen en
esto como Micas en sus dolos o como Labn, que el uno sali de su casa
dando voces porque se los llevaban (Jue. 18, 24), y el otro, habiendo ido
mucho camino y muy enojado por ellos, trastorn todas las alhajas de Jacob,
buscndolos (Gn. 31, 34).
y a s en ellas con el traje del otro siglo y su condicin, y no con ste, porque
no solamente no le mueve el apetito la figura de este siglo, pero aun no se
acuerda por ella de l, teniendo delante los ojos cosa que a l se parezca. Ni
(en) esas de que usa tiene asido el corazn, porque, si se las quitan, se pena
muy poco; porque la viva imagen busca dentro de s, que es Cristo
crucificado, en el cual antes gusta de que todo se lo quiten y que todo le falte.
6. Tenga por cierto el alma que, cuanto ms asida con propiedad estuviere a
la imagen o motivo, tanto menos subir a Dios su devocin y oracin;
aunque es verdad que, por estar unas ms al propio que otras y excitar ms
la devocin unas que otras, conviene aficionarse ms a unas que a otras por
esta causa slo y no con la propiedad y asimiento que tengo dicho, de manera
que lo que ha de llevar el espritu volando por all a Dios, olvidando luego
eso y esotro, se lo coma todo el sentido, estando todo engolfado en el gozo
de los instrumentos, que, habindome de servir slo para ayuda de esto, ya
por mi imperfeccin me sirve para estorbo, y no menos que el asimiento y
propiedad de otra cualquiera cosa.
7. Pero ya que en esto de las imgenes tengas alguna rplica, por no tener t
bien entendida la desnudez y pobreza del espritu que requiere la perfeccin,
a lo menos no la podrs tener en la imperfeccin que comnmente tienen en
los rosarios; pues apenas hallars quien no tenga alguna flaqueza en ellos,
queriendo que sea de esta hechura ms que de aqulla, o de este color y metal
ms que de aqul, o de este ornato o de estotro; no importando ms el uno
que el otro para que Dios oiga mejor lo que se reza por ste que por aqul;
(y no) antes aquella (oracin) que va con sencillo y verdadero corazn, no
mirando ms que a agradar a Dios no dndose nada ms por este rosario que
por aqul, si no fuese de indulgencias.
no se te dara nada por eso ni por esotro. Y es lstima ver algunas personas
espirituales tan asidas al modo y hechura de estos instrumentos, teniendo en
ellos el asimiento y propiedad (igual) que en otras alhajas temporales.
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CAPTULO 36
2. De donde la causa por que Dios despierta milagros y hace mercedes por
medio de algunas imgenes ms que por otras, no es para que estimen ms
aqullas que las otras, sino que para que con aquella novedad se despierte
ms la devocin dormida y afecto de los fieles a oracin. Y de aqu es que,
como entonces y por medio de aquella imagen se enciende la devocin y se
contina la oracin (que lo uno y lo otro es medio para que oiga Dios y
conceda lo que se le pide), entonces, y por medio de aquella imagen, por la
oracin y afecto contine Dios las mercedes y milagros en aquella imagen;
que cierto est que no los hace Dios por la imagen, pues en s no es ms que
pintura, sino por la devocin y fe que se tiene con el santo que representa. Y
as, si la misma devocin tuvieses t y fe en Nuestra Seora delante de esta
su imagen que delante de aqulla, que representa la misma y aun sin ella,
como habemos dicho, las mismas mercedes recibiras. Que, aun por
experiencia se ve que, si Dios hace algunas mercedes y obra milagros,
ordinariamente los hace por medio de algunas imgenes no muy bien
talladas ni curiosamente pintadas o figuradas, porque los fieles no atribuyan
algo de esto a la figura o pintura.
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3. Y muchas veces suele nuestro Seor obrar estas mercedes por medio de
aquellas imgenes que estn ms apartadas y solitarias. Lo uno, porque con
aquel movimiento de ir a ellas crezca ms el afecto y sea ms intenso el acto.
Lo otro, porque se aparten del ruido y gente a orar, como lo haca el Seor
(Mt. 14, 23; Lc. 6, 12). Por lo cual, el que hace la romera, hace bien de
hacerla cuando no va otra gente, aunque sea tiempo extraordinario; y,
cuando va mucha turba, nunca yo se lo aconsejara, porque, ordinariamente,
vuelven ms distrados que fueron. Y muchos las toman y hacen ms por
recreacin que por devocin.
De manera que, como haya devocin y fe, cualquiera imagen bastar; mas si
no la hay, ninguna bastar. Que harta viva imagen era nuestro Salvador en el
mundo y, con todo, los que no tenan fe, aunque ms andaban con l y vean
sus obras maravillosas, no se aprovechaban. Y sa era la causa por que en su
tierra no haca muchas virtudes, como dice el evangelista (Mt. 13, 58; Lc. 4,
24).
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CAPTULO 37
2. Por tanto, para evitar todos los daos que al alma pueden tocar en este
caso, que son: o ser impedida de volar a Dios, o usar con bajo estilo e
ignorantemente de las imgenes, o ser engaado natural o
sobrenaturalmente por ellas (las cuales cosas son las que arriba habemos
tocado) y tambin para purificar el gozo de la voluntad en ellas y
enderezar por ellas el alma a Dios, que es el intento que en el uso de ellas
tiene la Iglesia, sola una advertencia quiero poner que bastar para todo,
y es que, pues las imgenes nos sirven para motivo de las cosas invisibles,
que en ellas solamente procuremos el motivo y afeccin y gozo de la
voluntad en lo vivo que representan.
Por tanto, tenga el fiel este cuidado, que en viendo la imagen no quiera
embeber el sentido en ella, ahora sea corporal la imagen, ahora imaginaria;
ahora de hermosa hechura, ahora de rico atavo; ahora le haga devocin
sensitiva, ahora espiritual; ahora le haga muestras sobrenaturales. No
haciendo caso de nada de estos accidentes, no repare ms en ella, sino luego
levante de ah la mente a lo que representa, poniendo el jugo y gozo de la
voluntad en Dios con la oracin y devocin de su espritu, o en el santo que
invoca, porque lo que se ha de llevar lo vivo y el espritu no se lo lleve lo
pintado y el sentido. De esta manera no ser engaado, porque no har caso
de lo que la imagen le dijere, ni ocupar el sentido ni el espritu que no vaya
libremente a Dios, ni pondr ms confianza en una imagen que en otra. Y la
que sobrenaturalmente le diese devocin, se la dar ms copiosamente, pues
que luego va a Dios con el afecto; porque Dios, siempre que hace esas y
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CAPTULO 38
Que prosigue en los bienes motivos. Dice de los oratorios y lugares dedicados
para oracin.
cual podemos decir que ms se hacan fiesta a s mismos que a Dios, como
acaece a muchos el da de hoy, que, cuando hay alguna solemne fiesta en
alguna parte, ms se suelen alegrar por lo que ellos se han de holgar en ella,
ahora por ver o ser vistos, ahora por comer, ahora por otros sus respectos,
que por agradar a Dios. En las cuales inclinaciones e intenciones ningn
gusto dan a Dios, mayormente los mismos que celebran las fiestas cuando
inventan para interponer en ellas cosas ridculas e indevotas para incitar a
risa la gente, con que ms se distraen; y otros ponen cosas que agraden ms
a la gente que la muevan a devocin.
Porque cuntas fiestas, Dios mo, os hacen los hijos de los hombres en que
se lleva ms el demonio que Vos! Y el demonio gusta de ellas, porque en
ellas, como el tratante, hace l su feria. Y cuntas veces diris Vos en ellas:
Este pueblo con los labios me honra slo, mas su corazn est lejos de m,
porque me sirve sin, causa! (Mt. 15, 8).
Porque la causa por que Dios ha de ser servido es slo por ser l quien es,
y no interponiendo otros fines. Y as, no sirvindole slo por quien l es,
es servirle sin causa final de Dios.
4. Pues, volviendo a los oratorios, digo que algunas personas los atavan ms
por su gusto que por el de Dios. Y algunos hacen tan poco caso de la
devocin de ellos, que no los tienen en ms que sus camariles profanos, y
aun algunos no en tanto, pues tienen ms gusto en lo profano que en lo
divino.
5. Pero dejemos ahora esto y digamos todava de los que hilan ms delgado,
es a saber, de los que se tienen por gente devota. Porque muchos de stos de
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CAPTULO 39
2. Por tanto, aunque es mejor orar donde ms decencia hubiere, con todo,
no obstante esto, aquel lugar se ha de escoger donde menos se embarazare
el sentido y el espritu de ir a Dios. En lo cual nos conviene tomar aquello
que responde nuestro Salvador a la mujer samaritana, cuando le pregunt
que cul era ms acomodado lugar para orar, el templo o el monte; le
respondi que no estaba la verdadera oracin aneja al monte ni al templo,
sino que los adoradores de que se agradaba el Padre son los que le adoran en
espritu y verdad (Jn. 4, 23-24).
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CAPTULO 40
1. La causa, pues, por que algunos espirituales nunca acaban de entrar en los
gozos verdaderos del espritu, es porque nunca acaban ellos de alzar el
apetito del gozo de estas cosas exteriores y visibles. Adviertan estos tales
que, aunque el lugar decente y dedicado para oracin es el templo y oratorio
visible, y la imagen para motivo, que no ha de ser de manera que se emplee
el jugo y sabor del alma en el templo visible y motivo, y se olvide de orar en
el templo vivo, que es el recogimiento interior del alma. Porque para
advertirnos esto, dijo el Apstol (1 Cor. 3, 6; 6, 19): Mirad, que vuestros
cuerpos son templos vivos del Espritu Santo, que mora en vosotros. Y a esta
consideracin nos enva la autoridad que habemos alegado de Cristo (Jn. 4,
24), es a saber: a los verdaderos adoradores conviene adorar en espritu y
verdad. Porque muy poco caso hace Dios de tus oratorios y lugares
acomodados si, por tener el apetito y gusto asido a ellos, tienes algo menos
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2. Debes, pues, para purgar la voluntad del gozo y apetito vano en esto
y enderezarlo a Dios en tu oracin, slo mirar que tu conciencia est
pura y tu voluntad entera en Dios, y la mente puesta de veras en l; y,
como he dicho, escoger el lugar ms apartado y solitario que pudieres,
y convertir todo el gozo de la voluntad en invocar y glorificar a Dios; y
de esotros gustillos del exterior no hagas caso, antes los procures negar.
Porque, si se hace el alma al sabor de la devocin sensible, nunca atinar
a pasar a la fuerza del deleite del espritu, que se halla en la desnudez
espiritual mediante el recogimiento interior.
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CAPTULO 41
De algunos daos en que caen los que se dan al gusto sensible de las cosas y
lugares devotos de la manera que se ha dicho.
2. Dems de esto, este apetito les causa muchas variedades, porque de stos
son los que nunca perseveran en un lugar, ni a veces en un estado, sino que
ahora los veris en un lugar, ahora en otro; ahora tomar una ermita, ahora
otra; (ahora componer un oratorio, ahora otro).
luego se van tras l y dejan el que tenan. Y como se movieron por aquel
gusto sensible, de aqu es que presto
buscan otra cosa, porque el gusto sensible no es constante, porque falta muy
presto.
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CAPTULO 42
1. Tres maneras de lugares hallo por medio de los cuales suele Dios
mover la voluntad a devocin.
2. Por tanto, estando en el tal lugar, olvidados del lugar han de procurar estar
en su interior con Dios, como si no estuviesen en el tal lugar; porque si se
andan al sabor y gusto del lugar, de aqu para all, ms es buscar recreacin
sensitiva e inestabilidad de nimo que sosiego espiritual.
Pero todava es bueno ir, como vaya desnudo del apetito de propiedad, a orar
all algunas veces, por tres cosas: la primera, porque, aunque, como decimos,
Dios no est atenido a lugar, parece quiso all Dios ser alabado de aquella
alma, hacindola all aquella merced. La segunda, porque ms se acuerda el
alma de agradecer a Dios lo que all recibi. La tercera, porque todava se
despierta mucho ms la devocin all con aquella memoria.
4. Por estas cosas debe ir, y no por pensar que est Dios atado a hacerle all
mercedes, de manera que no pueda donde quiera, porque ms decente lugar
es el alma y ms propio para Dios que ningn lugar corporal. De esta manera
leemos en la sagrada Escritura que hizo Abraham un altar en el mismo lugar
donde le apareci Dios, e invoc all su santo nombre, y que despus,
viniendo de Egipto, volvi por el mismo camino donde haba aparecdole
Dios, y volvi a invocar a Dios all en el mismo altar que haba edificado
(Gn. 12, 8, y 13, 4). Tambin Jacob seal el lugar donde le apareci Dios
estribando en aquella escala, levantando all una piedra ungida con leo (Gn.
28, 13-18). Y Agar puso nombre al lugar donde le apareci el ngel,
estimando mucho aquel lugar, diciendo: Por cierto que aqu he visto las
espaldas del que me ve (Gn. 16, 3).
5. La tercera manera es algunos lugares particulares que elige Dios para ser
all invocado, as como el monte Sina, donde dio Dios la ley a Moiss (Ex.
24, 12), y el lugar que seal a Abraham para que sacrificase a su hijo (Gn.
22, 2), y tambin el monte Horeb, donde apareci a nuestro padre Elas (3
Re. 19, 8), (y el lugar que dedic san Miguel para su servicio, que es el
monte Gargano, apareciendo al obispo sipontino, y diciendo que l era
guarda de aquel lugar, para que all se dedicase a Dios un oratorio en
memoria de los ngeles; y la gloriosa Virgen escogi en Roma, con singular
seal de nieve, lugar para el templo que quiso edificase Patricio, de su
nombre).
6. La causa por que Dios escoja estos lugares ms que otros para ser alabado,
l slo lo sabe. Lo que a nosotros conviene saber es que todo es para nuestro
provecho y para or nuestras oraciones en ellos y doquiera que con entera fe
le rogremos; aunque en los que estn dedicados a su servicio hay mucha ms
ocasin de ser odos en ellos, por tenerlos la Iglesia sealados y dedicados
para esto.
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CAPTULO 43
Que trata de los motivos para orar que usan muchas personas, que son mucha
variedad de ceremonias.
1. Los gozos intiles y la propiedad imperfecta que acerca de las cosas que
habemos dicho muchas personas tienen, por ventura son algo tolerables por ir
ellas en ello algo inocentemente; del grande arrimo que algunos tienen a
muchas maneras de ceremonias introducidas por gente poco ilustrada y falta
en la sencillez de la fe, es insufrible.
2. Pero de aquellas slo quiero decir de que, por no tener en s esas maneras
sospechosas entrepuestas, muchas personas el da de hoy con devocin
indiscreta usan, poniendo tanta eficacia y fe en aquellos modos y maneras con
que quieren cumplir sus devociones y oraciones, que entienden que si un
punto faltan y salen de aquellos lmites, no aprovecha ni la oir Dios,
poniendo ms fiducia en aquellos modos y maneras que en lo vivo de la
oracin, no sin gran desacato y agravio de Dios; as como que sea la misa con
tantas candelas y no ms ni menos: y que la diga sacerdote de tal o tal suerte;
y que sea a tal hora y no antes ni despus; y que sea despus de tal da, no
antes (ni despus); y que las oraciones y estaciones sean tantas y tales y a tales
tiempos, y con tales y tales ceremonias, y no antes ni despus, ni de otra
manera; y que la persona que las hiciere tenga tales partes y tales propiedades.
Y piensan que, si falta algo de lo que ellos llevan propuesto, no se hace nada.
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CAPTULO 44
228
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y slo les ense aquellas siete peticiones del Pater noster, en que se incluyen
todas nuestras necesidades espirituales y temporales, y no les dijo otras
muchas maneras de palabras y ceremonias, antes, en otra parte, les dijo que
cuando oraban no quisiesen hablar mucho, porque bien saba nuestro Padre
celestial lo que nos convena (Mt. 6, 7-8). Slo encarg, con muchos
encarecimientos, que perseversemos en oracin, es a saber, en la del Pater
noster, diciendo en otra parte que conviene siempre orar y nunca faltar (Lc.
18, 1). Mas no ense variedades de peticiones, sino que stas se repitiesen
muchas veces y con fervor y con cuidado; porque, como digo, en stas se
encierra todo lo que es voluntad de Dios y todo lo que nos conviene. Que, por
eso, cuando Su Majestad acudi tres veces al Padre Eterno, todas tres veces
or con la misma palabra del Pater noster, como dicen los Evangelistas,
diciendo: Padre, si no puede ser sino que tengo de beber este cliz, hgase tu
voluntad (Mt. 26, 39).
Y las ceremonias con que l nos ense a orar slo es una de dos: o que sea
en el escondrijo de nuestro retrete, donde sin bullicio y sin dar cuenta a nadie
lo podemos hacer con ms entero y puro corazn, segn l dijo, diciendo:
Cuando t orares, entra en tu retrete y, cerrada la puerta, ora (Mt. 6, 6); o, si
no, a los desiertos solitarios, como l lo haca, y en el mejor y ms quieto
tiempo de la noche (Lc. 6, 12). Y as, no hay para qu sealar limitado tiempo
ni das limitados, ni sealar stos ms que aqullos para nuestras devociones,
ni hay para qu otros modos ni retrucanos de palabras ni oraciones, sino slo
las que usa la Iglesia y como las usa, porque todas se reducen a las que
habemos dicho del Pater noster.
5. Y no condeno por eso, sino antes apruebo, algunos das que algunas
personas a veces proponen de hacer devociones, como en ayunar y otras
semejantes; sino el estribo que llevan en sus limitados modos y ceremonias
con que las hacen. Como dijo Judit (8, 11-12) a los de Betulia, que los
reprehendi porque haban limitado a Dios el tiempo que esperaban de Dios
misericordias, diciendo: Vosotros ponis a Dios tiempo de sus
misericordias? No es, dice, esto para mover a Dios a clemencia, sino para
despertar su ira.
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CAPTULO 45
En que se trata del segundo gnero de bienes distintos en que se puede gozar
vanamente la voluntad.
Porque, cuando en los Actos de los Apstoles aquellos siete hijos de aquel
prncipe de los sacerdotes de los judos acostumbraban a conjurar los
demonios con la misma forma que san Pablo, se embraveci el demonio
contra ellos, diciendo: A Jess confieso yo y a Pablo conozco; pero vosotros
quin sois? (19, 15) y, embistiendo en ellos, los desnud y llag. Lo cual no
fue sino porque ellos no tenan la disposicin que convena, y no porque
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5. Poco importa or una msica mejor que otra sonar si no me mueve (sta)
ms que aqulla a hacer obras, porque, aunque hayan dicho maravillas, luego
se olvidan, como no pegaron fuego en la voluntad. Porque, dems de que de
suyo no hace mucho fruto aquella presa que hace el sentido en el gusto de la
tal doctrina, impide que no pase al espritu, quedndose slo en estimacin
del modo y accidentes con que va dicha, alabando al predicador en esto o
aquello y por esto siguindole, ms que por la enmienda que de ah saca.
Esta doctrina da muy bien a entender san Pablo a los de Corinto (1 Cor. 2, 1-
4), diciendo: Yo, hermanos, cuando vine a vosotros, no vine predicando a
Cristo con alteza de doctrina y sabidura, y mis palabras y mi predicacin no
eran retrica de humana sabidura, sino en manifestacin del espritu y de la
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