La Nueva Era - José Galat

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LA NUEVA ERA:

LOS HOMBRES DIOSES CONTRA DIOS








JOS GALAT


































JOS GALAT
Rector




Cuarta edicin corregida y aumentada
Junio de 2007



Portada:
Fragmento del Juicio Final
Hyeronimus Bosh (El Bosco)


Diseo, diagramacin, fotomecnica
e impresin


All Printer
3115873590



Printed and made in Colombia
Impreso y hecho en Colombia


Introduccin 1


- Qu es la Nueva Era?............................................................................ 1
- La Era de Acuario 1
- Lo Positivo de la Nueva Era.. 2

- Lo Negativo 2


1.- Qu todo es Dios?........................................................................ 5

2.- Qu todo lo que existe es uno?................................................... 7

3.- Qu Dios es una energa?........................................................... 9

4.- Qu Cristo no es Dios sino un Gran Maestro?............................ 11

5.- Qu un tal Maitreya es el Cristo que regresar?....................... 13

6.- Qu la Reencarnacin es verdad?............................................. 16

7.- Qu la Mente del Hombre es todapoderosda?.......................... 19


-El hombre, Superman. 19
-La conciencia expandida o alterada 19
-Las pisicotcnicas. 19
-Viaje egocntrico.. 20
-Maestros ascendidos extraterrestres. 20
-El demonio es un ser poderoso 20
-Satans obra a travs de los brujos.. 21
-Los Milagros de la Nueva Era. 21
-Maravillas y prodigios. 21
-Cursos para hacer milagros. 22
-Por qu permite Dios milagros del Anticristo?........................................ 22

8.- Qu los astros determinan la vida y la suerte?......................... 24

9.- Qu el hombre es Dios por s mismo?........................................ 26

10.- Qu no hay diferencia entre el bien y el mal?.......................... 30

11.- Qu se puede amar sin Dios?................................................. 34

12.- La Nueva Era: La verdadera y la falsa 40

-De la Modernidad y postmodernidad. 40
-Postmodernidad y Nueva Era. 41
-Dios soy yo.. 42
-Aurora o Crepsculo?....................................................................... 43
-El gran castigo.. 45
-La Era Nueva segn la Biblia. 45
-El reino milenario literal o simblico?................................................. 46
-La realidad derrota la alegora. 47
-La voz de los Papas 50


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INTRODUCCION


QUE ES LA NUEVA ERA?

Difcil dar una definicin de ella, porque su identidad profunda aparece mimetizada
tras mltiples rostros variables y confusos. Entre esos rostros, o si se prefiere,
fachadas, estn las religiosos paganas del extremo oriente, como el hinduismo, el
budismo, el taosmo, , el trantismo; pero tambin se hallan algunas religiones
primitivas de los paganos, como las de los druidas ,los celtas, los arios y las de los
incas; los aztecas y hasta chibchas.

La lista de rostros parece interminable: Metafsica, yoga, Control Mental Silva,
autosuperacin, meditacin trascendental, zen, control mental rebirthing,
gnoticismo, teosofa, esoterismo, ocultismo, masonera, canalizacin o espiritismo,
diantica, cientologa, psicologa traspersonal, ciertas formas de bioenergesis, reiki,
etc.

Tampoco faltas las fachadas ms groseras, como la astrologa, la magia , el
horscopo, el tarot , los inciensos, las velas de colores, los cristales de cuarzo, la
tabla uija, las cruces y anillos, magnticos, los aromas, los inciensos la
quiromancia, el voodoo, el chamanismo, et.,etc.

Como podr verse de las numerosas y heterogneas expresiones de la Nueva Era
acabadas de mencionar, no es ella una religin en particular, pero ofrece una
amplia gama de ofertas pseudoreligiosas, de credos y doctrinas a veces
contradictorios entre s. No es tampoco una filosofa, pero la implica y es de corte
pantesta, monista e irracionalista. No es una secta, pero muchas han surgido bajo
su cobijo. No es una sola comunidad como una organizacin visible, sino una
Red o Mega-Red de grupos o tendencias. Es una hidra de mil cabezas que
pretende llenar el vaco espiritual del hombre de nuestra poca. Es tambin una
oferta cargada de promesas halageas y de ilusiones utpicas para un futuro de
paz, fraternidad y prosperidad, como mostraremos a continuacin.

LA ERA DE ACUARIO

Con base en la astrologa (que carece de la validez cientfica) los sostenedores de
la Nueva Era (en ingls New Age) creen que la humanidad ha pasado hasta
ahora por siete ciclos csmicos o eras, que son Leo, Cncer, Gminis, Tauro, Aries,
Saturno y Piscis. Esta ltima est siendo sustituida, o pronto lo ser, por la de
Acuario.

La era de Piscis (el pez) comenz en el ao primero del nacimiento de Cristo y se
extiende hasta una fecha que vara, segn los distintos autores, ya que para unos
se inici en 1962, con la insurgencia de los hippies y, para otros, apenas
comenzar dentro de 100 a 150 aos. La era de Piscis se identifica con el
cristianismo, al que culpan de todos los males que sufre el mundo actual.

La era de Acuario emerge ahora para remplazar a las religiones monotestas,
como la juda, la islmica y, muy en especial, a la cristiana.

Marilyn Ferguson, la gran sacerdotisa de la Nueva Era, en su libro La Conspiracin
de Acuario , (Edit. Cairos, Barcelona 5. Edicin, 1994).habla de esa era como de
una dulce conspiracin (conspirar literalmente significa respirar juntos) y al
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explicar el motivo por el cual escogi el nombre de Acuario, expresa: el que tras
una era violenta y oscura, la de Piscis, estamos entrando en un milenio de amor y
luz, la era de Acuario, la figura del aguador en el antiguo zodiaco, smbolo de la
corriente que viene a apagar una antigua sed, parece el smbolo adecuado (p.20).

La Nueva Era, segn la Ferguson, es portadora de una revolucin por el cambio
interior, caracterizado como cambio de mente o conciencia.(Cfr. P.26). Lo llama
cambio de paradigma, o cambio de pensamiento (Cfr. P.27) . El punto de partida
de este cambio no es la realidad exterior, como el cosmos, la naturaleza, la
sociedad, o siquiera Dios, sino mi yo. Es, por tanto, un enfoque literalmente
egocntrico y narcisista.

Para la mencionada de la Nueva Era, el cambio se organiza espontneamente
como una red de pequeos grupos, que se suponen carentes de dirigentes, pero
que respiran juntos para provocar la mutacin del paradigma (p.23-258,124-
126).


LO POSITIVO DE LA NUEVA ERA

La Nueva Era critica, con justa razn, el materialismo sofocante de nuestro tiempo,
as como el eclipse de los valores espirituales y la falta de fraternidad entre los
hombres. Protesta contra las guerras, la explotacin inmisericorde de la naturaleza,
el machismo y otras lacras que ensombrecen la vida actual y el futuro de la
humanidad.

Predica la paz, la unin entre seres humanos, la tolerancia, el respeto por los
derechos del hombre y con gusto milita en las causas del pacifismo, del feminismo
y de la ecologa. Elogia la meditacin, ensalza la autoestima y subraya el pensar
positivo. Y lo ms importante de todo, hasta de la necesidad de una nueva
espiritualidad. Todo esto, sin duda, forma parte amable de la Nueva Era.

LO NEGATIVO

La Nueva Era afirma que la espiritualidad que ella preconiza es compatible con
todas las religiones y que a todas respeta, pero en realidad se propone eliminarlas,
porque su meta es reemplazarlas por una sola a nivel mundial. R. Cedeo, en su
Catecismos del yo soy, escribe: 10. Cul es la religin del futuro? La Nueva
Religin Mundial. 11. Qu es la Nueva Religin Mundial? La Religin de la Nueva
Era (Op.Cit.p.20). As se disea para el porvenir una falsa tolerancia, una
tolerancia intolerante frente a todas las religiones.

En efecto, lo que busca esta espiritualidad emergente es la creacin de una nueva
cultura, en sustitucin de las existentes. Nueva cultura global con una sola
economa, un solo Estado, y naturalmente, una sola religin que abarque el
planeta entero y que preconiza la venida de un Cristo (Maitreya), que no es el
Cristo de verdad.

La religin que se postula no es la relacin de la criatura con su Creador, sino la
del hombre consigo mismo (autoidolatra). Esto hace que la nueva espiritualidad
sea aparente y no real, puesto que finalmente, no es sino lo religioso vaciado de
trascendencia, es decir, una religin sin Dios, Algo, as como un suculento
sancocho de gallina pero!!

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El ncleo autoidoltrico de la Nueva Era viene acompaado de otras cosas que
resultan igualmente incompatibles con la razn y con la fe cristiana, como el
relativismo moral o moralidad light, que rechaza la cruz y el sufrimiento y que
fragmenta el Declogo, eliminando algunos mandamientos y mutilando o
debilitando a otros. As, por ejemplo, al predicar un amor meramente humano y sin
dimensiones o motivaciones divinas, es decir, una fraternidad sin paternidad
divina; o tambin, al bendecir las relaciones homosexuales, la eutanasia, etc., y,
sobre todo al negar el pecado y afirmar que no hay diferencia entre el bien y el
mal, como se ver luego. Es pues, una tica subjetivista, que se basa en el
sentimiento y el gusto de cada uno y no en la revelacin y en las normas objetivas
del Declogo.

Uno de los rasgos ms criticables de la Nueva Era, es el uso de un lenguaje
cristiano para expresar ideas profundamente contrarias al cristianismo. Hay en esta
tctica astuta una inaceptable deslealtad, que, por ejemplo, utiliza frases de la
Sagrada Biblia para hacerle decir lo diametralmente opuesto de lo que ella afirma.
Los disfraces y caretas cristianos abarcan tambin los smbolos y las imgenes de
la piedad cristiana, que se manipulan para seducir a los incautos.

Habla de Cristo, arrebatndole el carcter nico e irrepetible del Hijo de Dios y
negndole su misin de redimirlos del pecado. Y, lo peor, pretende que cristo,
dizque, se encarna o resurge en otros Cristos, a la cabeza de los cuales estar
Un tal Maitreya, que ahora, en reemplazo de Jess de Nazaret, muerto y
resucitado, vendr prximamente a gobernarnos y a darnos como regalo una era
de paz, amor, bienestar y felicidad. Y no es menester mucha suspicacia para
adivinar que en todo esto, se asoman ya las orejas del Anticristo y de la
Satanocracia.
La Nueva Era predica lo contrario de las grandes religiones monotestas, y en
especial del cristianismo, al afirmar:

- El pantesmo, en lugar de un Dios personal.
- Los hombres autoendiosados , en lugar de Dios nico e irrepetible.
- La reencarnacin, en lugar de la resurreccin
- La inexistencia del bien y del mal, en lugar de la Moral.
- La omnipotencia de la mente humana, en lugar de la omnipotencia de Dios.
- La sumisin a los astros y a los poderes mgicos, en lugar del libre albedro
y la sumisin a la Providencia Divina.
- La negacin del pecado, en lugar de la redencin por obra de Jesucristo.
- La meditacin egocntrica, en lugar de la oracin que abre el corazn del
hombre a Dios.
- El amor del hombre por el hombre mismo y no por amor a Dios.
- Los milagros obrados por cuenta propia, en lugar de los causados por el
poder de Dios.
- El endiosamiento de la naturaleza y de la tierra (Gaia), en lugar del
respeto por la ecologa.
- En fin, la Nueva Era de paz y felicidad como construccin meramente
humana y no como regalo de Dios a los hombres que lo aman y libremente
le obedecen.
- Finalmente, sacaremos como conclusin de todo lo que vamos a examinar,
que la Nueva Era de nueva, no tiene en realidad nada.
Es la vieja farsa, mezcla de paganismo precristiano con fachadas cristianas,
Que repite el antiguo y primer pecado de Adn y Eva en el paraso, el cual,
a su vez, era repeticin del mismsimo pecado de Lucifer y sus ngeles
rebeldes, que quisieron ser dioses contra Dios.
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Estamos, pues, en presencia de una gigantesca ofensiva del mal que se maquilla
de bien, de las tinieblas disfrazadas de luz. Y esto se llama a extremar el consejo
de Cristo de obrar como las vrgenes prudentes y no como las necias (Mt,25.1-13),
Y de velar y orar (Mt.26,41), para no caer en las viejas trampas y seducciones
del Maligno.


















































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I QUE TODO ES DIOS?


Que Dios es todas las cosas y que todo es Dios, sostienen los seguidores de la
Nueva Era. Basan su doctrina en afirmaciones sin prueba o en experiencias
subjetivas, como las siguientes:

Marilyn Ferguson, gran sacerdotisa de la Nueva Era, en su conocida obra La
conspiracin de Acuario, expresa:

En la novela corta de J.D. Salinger, Teddy, un adolescente espiritualmente precoz
recuerda la experiencia de inmanencia de Dios, que tuvo mientras contemplaba a
su hermanita bebindose un vaso de leche. De pronto vi que ella era Dios y que
la leche era Dios, quiero decir, que yo no estaba haciendo otra cosa que verter a
Dios en Dios (Edit. Cairos, Barcelona, 5. Edicin, 1994, p.444)

La Colombia Hilda Strauss Cortissoz, dice: Dios es absolutamente todo; lo
animado y lo inanimado, lo visible y lo invisible Dios se crea a s mismo
permanentemente. En el espacio infinito nacen y mueren estrellas. En la tierra se
recrea constantemente en la mente de los hombres. l se presenta en forma de
nio en la calle, el borracho que da tumbos para llegar a casa. l es el mismo
cientfico brillante o ejecutivo que jams tiene tiempo y retorna a su forma original
en el trabajo de los seres evolucionados. Todas estas son formas suyas .
(Evolucin: El nico Camino, Tomo I, Sigma Editores, Bogot, 1995, pp. 41-42)

Y siguen las afirmaciones no demostradas ni filosfica ni cientficamente, como
esta de la conocida actriz norteamericana Shirley MacLaine.

Todos somos parte de Dios, y Dios es parte de nosotros. No puede haber nada
entre nosotros y Dios. Somos una misma cosa (Dentro de M, Plaza y Janes
Editores, Barcelona, 3. Edicin, 1992, p.69)

La afirmacin de que todo es Dios y Dios es todas las cosas, es doctrina conocida
con el nombre de pantesmo (de pan, todo y Theos, Dios) y enseada desde
hace mucho tiempo por las religiones paganas del oriente, especialmente en la
India y China. Pretenden ellas que todas las cosas del universo: astros, rocas,
aguas, vegetales, animales, e incluso el hombre, son Dios o partes de un ser que
se compone de todos los seres que existen.

Uno de los representantes ms caracterizados de la Nueva Era. Benjamn Creme,
llega a afirmar que hasta las cosas malas son parte de Dios.

Las fuerzas del Mal son parte de Dios? S, por supuesto. Las Fuerzas del Mal son
parte de Dios. No estn separadas de Dios. Todo es Dios (La reaparicin del
Cristo y los Maestros de la Sabidura. Editorial ndigo. Barcelona, 2. Edicin 1994,
p. 100). Y todava ms, hasta el Anticristo, segn Creme, tambin es parte de
Dios!! (op.cit. p.99).

Qu decir de sta filosofa pantesta? Ante todo, se impone una distincin.
Ciertamente, Dios est en todas las cosas, pero las cosas no son Dios ni l es el
universo de lo existente, visible e invisible. Para entender mejor la diferencia entre
ser y estar, basta un sencillo ejemplo: Cuando pienso en la cuchara que tengo en
la mano, es verdad que est en mi pensamiento, pero ni ella es mi pensamiento ni
es parte de mi ser.
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La razn nos prueba que Dios hizo el mundo de la nada. Por tanto, l es Creador y
los seres todos del universo son meras criaturas dependientes de su Hacedor. La
Biblia, de su lado, nos comprueba que el universo es obra de la omnipotencia,
sabidura y bondad d Dios y que l no se identifica ni confunde con los seres que
ha creado (Gnesis, captulos 1 y 2).

Y si bien es cierto, como expresa San Pablo que en Dios vivimos, nos movemos y
existimos (Hch. 17.28) tambin el apstol de los gentiles, aclara que el Creador
no se confunde con sus criaturas; El Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en
l, que es el Seor del cielo y la tierra a todos da la vida, el aliento y todas las
cosas (Hch. 17, 24-25). Estas palabras de San Pablo nos permiten, nuevamente,
otra comparacin: El hecho de que el pez necesite existir, vivir y moverse dentro
del agua, no significa que el agua sea el pez, o el pez sea el agua.

Ahora bien, la confusin del Creador con las criaturas equivale a rebajar a Dios y
hacer de l un ser contradictorio, a la vez material y espiritual, finito e infinito, uno
mltiple, relativo y absoluto, bruto e inteligente, compuesto y simple, cambiante e
inmutable, libre y dependiente, eterno y mortal, etc. Todo esto es un enorme
atentado contra la razn, que prueba filosficamente que Dios, por su naturaleza,
es un espritu puro, eterno, infinito, perfectsimo, bondadossimo, sapientsimo y
creador omnipotente de todo lo que existe, y por tanto, superior y anterior a todo
el universo. Es un grave error, pues, identificar al Absoluto con lo que es
absolutamente dependiente de l.

Por otra parte, pretender que el mal es parte de Dios, no slo es tambin
contradiccin manifiesta, como si se dijera que las tinieblas son elementos
componentes de la luz, sino tambin grave injuria al Creador, que por su
naturaleza es absolutamente inmaculado y no tiene parte alguna ni con el demonio
ni con el pecado.

San Juan nos dice que: Dios es amor (1Jn.4,8).Y tambin que es luz y que en l
no hay ninguna oscuridad (1Jn. 1,5). San Pablo precisa que Dios no puede ser un
sartal de contradicciones. Por qu? Qu tienen de comn la justicia y la
injusticia? O Cmo puede la luz ser compaera de la oscuridad? (2 Cor.6.14).

No es de extraar, entonces, que el pantesmo sea en el fondo un atesmo
disfrazado y as lo dan a entender las siguientes frases de Benjamn Crame: En un
sentido no hay tal cosa que sea Dios, Dios no existe. Y en otro sentido, que no hay
nada sino Dios existe Ustedes son Dios, yo soy Dios, este micrfono (con el que
estoy hablando) es Dios. Esta mesa es Dios. Todo es Dios, y como todo es Dios,
no hay Dios (Op.Cit. p. 109)

Sin embargo, peor an que atesmo disfrazado, el pantesmo de los de los
novoeristas desemboca en una inaudita auoidolatra, como se ver ms adelante,









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II QUE TODO LO QUE EXISTE ES UNO?


La Nueva Era afirma no slo que todo es Dios (error que atrs se refut), sino
tambin que todo es uno, es decir, que la realidad no se compone de una
formidable multiplicidad de seres diferentes, sino de uno solo y nico.

Este segundo error se llama monismo y elimina las diferencias reales y profundas
entre la persona que conoce y las cosas conocidas, entre el yo de cada uno y el
universo que est ante l, entre el alma y el cuerpo, entre el espritu y la materia,
entre lo uno y lo mltiple. Tambin elimina la diferencia entre personas (V.gr. yo
no soy t, yo no soy ustedes, etc.)

Hay, sin embargo, algo ms grave: En el terreno tico el monismo elimina la
diferencia entre el bien y el mal, la virtud y el vicio, la verdad y la mentira, la luz y
la oscuridad, etc. Todo esto equivale a abolir la moral y dejar sin piso los
mandamientos del Declogo. Para arribar a semejantes afirmaciones absurdas, los
partidarios del a Nueva Era aducen que la experiencia de los estados de conciencia
llamada alterada o expandida (que se logran mediante la meditacin e incluso
por el uso de drogas psicodlicas), se llega a conocer la identidad de la mente con
el mundo que nos rodea y de ser uno con l. Veamos algunos ejemplos:

La actriz Shierley Maclaine, relata en que en alguna ocasin en que se dio un
bao de vapor, llego a creer que: poco a poco, me convert en agua Sent la
conexin ntima de mi respiracin con el pulso de la energa a m alrededor. De
hecho, yo era el aire, el agua la oscuridad, las paredes, la espuma, la vela, las
rocas mojadas bajo el agua y an el sonido del ro que corra afuera. (Aut on a
Limb, Bantam, New Cork, 1983, p.268).

Tambin el fsico Fritjof Capra, de quien se debera esperar pruebas objetivas y
racionales para demostrar sus doctrinas monistas y pantestas, se basa en un
acontecimiento subjetivo y similar al relatado por el artista MacLaine, como se
puede leer en el prlogo de su libro El Tao de la Fsica, (Edit. Humanistas,
Barcelona. 3 edicin, 1992, p. 111). Estas son sus palabras:

Hace cinco aos tuve una hermosa experiencia que me puso en el camino que me
ha llevado a la escritura de este libro. Estaba yo sentado junto al ocano una tarde
de verano cuando el sol ya caa, observando las olas arrollarse y sintiendo el ritmo
de mi respiracin, cuando de pronto me hice consciente de todo lo que me
rodeaba como si estuviese envuelto en una gigantesca danza csmica. Siendo
fsico, saba que la arena, las rocas, el agua, el aire a mi alrededor estaban hechas
de molculas y tomos vibrantes, y que stos se componan de partculas que se
interrelacionaban unas con otras creando y destruyendo otras partculas. Tambin
saba que la atmsfera de la tierra era bombardeada continuamente por lluvias de
rayos csmicos, partculas de alta energa que sufran mltiples colisiones a
medida que penetraban el aire. Todo esto me era familiar por mi investigacin en
la Fsica de alta energa, pero hasta ese momento slo haba experimentado esto a
travs de grficos. Diagramas y teoras matemticas. Cuando me sent en aquella
playa, mis primeras experiencias tomaron vida; yo vi cascadas de energa
bajando del espacio exterior, en las que las partculas eran creadas y destrudas
con un pulso rtmico; vi los tomos de los elementos y los de mi cuerpo
participando de esta danza csmica de energa; sent su ritmo y o su sonido y en
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ese momento supe que sta era la Danza de Shiva, el Seor de los Bailarines
adorado por los hindes.

Hay que reiterar que el relato de Capra pertenece al gnero de lo indemostrable
cientfica y racionalmente, dado su alto contenido de subjetividad y, por tanto, de
darse en una zona psicolgica propensa a los fenmenos de alucinacin: Y un
pesimismo mayor acerca de su verosimilidad se impone, si se tiene en cuenta que
este estado alucinatorio puede provocarse segn recomendacin de muchos
representados de la Nueva Era, hasta con drogas psicodlicas

Estas experiencias, pues, no son vlidas para lo que pretenden probar, porque en
ellas, precisamente, la persona que las vive prescinde de su razn y de los estados
de lucidez o de conciencia crtica para sumergirse en las zonas irracionales del
alma, tales como el subconsciente o el inconsciente.

Bien al contrario de estas discutibles experiencias de las zonas oscuras del alma,
las de la razn consciente nos muestran de manera irrefutable la tajante
diferencia, por ejemplo, entre la rosa y la persona que la ve, entre el perfume y el
que lo huele, entre el caballo y el jinete, entre los alimentos y el que lo come,
entre la cama y el durmiente, etc.

Tambin hay profunda diferencia entre la meditacin de las pseudoreligiones de
la Nueva Era y la de la autntica mstica del cristianismo, porque en sta no hay
fusin entre Dios y el hombre, sino unin amorosa entre ambos, no confusin de la
naturaleza divina y la humana, sino participacin de sta en aqulla, pero
conservando cada cual la distincin de su propio ser.

El monismo, que pretende reducir toda la variedad y la multiplicidad de los seres
existentes a uno solo, contradice la razn del hombre y los testimonios ms
evidentes de su conciencia lcida, por ejemplo, que yo no soy mi cuerpo y
tampoco yo soy tu, y menos an, que no soy las cosas que veo, pienso o conozco.

Ahora bien, que todos los seres del universo sean dependientes unos de otros y
todos ellos de Dios, es una verdad comprobable. Pero el hecho de que todo est
relacionado (holismo), no puede confundirse con que todo sea uno. La tijera de la
modista guarda relacin con la tela que corta, pero ni la tijera es la tela ni la
modista es aqulla o sta. Cada uno tiene un ser diferente y querer hacer de todos
ellos uno solo, es error monumental y craso.
















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III QUE DIOS ES UNA ENERGA?

La nueva Era, en consonancia, con su filosofa pantesta, afirma que Dios es una
energa o fuerza. As, por ejemplo, lo sostiene Conny Mndez, sacerdotisa de la
llamada metafsica, quien declara: Dios es la energa en accin. (El Nuevo
Pensamiento, Caracas, 1981, p. 44.).

Ante todo, se impone un distincin previa: Si por energa se entiende la actividad
de la materia o ponencia activa de un organismo material para obrar o producir un
efecto, tal como sucede, por ejemplo, con la fuerza muscular del hombre o de los
animales, o con la fuerza del viento, de las aguas, de la electricidad, de los
tomos, etc., entonces Dios no es una energa, pero tiene todas las energas, o
dispone de todas ellas porque a todas las cre y a todas las gobierna , de modo
directo o indirecto(causas segundas dependientes de la causa primera, que es
Dios).

Si por energa no se entiende la capacidad de la materia de realizar un esfuerzo o
trabajo, sino la potencia de los seres espirituales de reconseguir lo que se
proponen, entonces Dios es tambin, por encima de todos los espritus, no slo el
poderoso, sino el todopoderoso y esto porque de su poder brotaron los poderes
de los dems poderosos.

Ms an: Mientras, por ejemplo, entre el pensar del hombre y su obrar hay
siempre una distancia, esto no ocurre en Dios. Su palabra es eficaz, lo que significa
que se realiza necesariamente su pensamiento. No hay, pues, distancia entre su
querer y los resultados. As lo comprueba, por ejemplo, el Arcngel Gabriel,
cuando explica a la Virgen Mara como habr de concebir en su vientre al Hijo de
Dios, sin intervencin de varn alguno: Porque ninguna cosa es imposible para
Dios (Lc. 1,37).

Si Dios estuviera limitado, no sera Dios, porque lo que lo limita sera superior a El.
Por eso es omnipotente. Pero l ha establecido, por su propia voluntad, una sola
limitacin de su poder: La libertad del hombre, a quien hizo libre y quiere libre.
Dios se detiene ante la libertad del hombre, incluso cuando ste peca, no por
impotencia del Creador, sino por respeto a la dignidad del ser autnomo que cre.

Ahora bien, dentro del contexto pantesta de la Nueva Era, la afirmacin de que
Dios es una energa, lo rebaja a la condicin de materia y de fuerza csmica
subordinada. No sera un ser puramente espiritual, sino materia sin espritu, algo
as como una especie de fuerte electricidad, o desbastadora potencia nuclear. Esto
automticamente privara a Dios de su condicin de persona y lo colocara
inclusiva ms bajo que los ngeles, y que los mismos hombres.

Dios es persona y personas son tambin los ngeles y los seres humanos. Cada
persona es un otro y un tu. Por eso puede haber dilogo y comunicacin entre
ellas. La persona es un ser inteligente y libre, capaz de pensar, querer, amar y ser
santa, misericordiosa y justa. Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza
(Gen. 1,26). Cada persona, ngel u hombre, es un ser nico, especial, irrepetible y
dotado de una dignidad eminente.

Si Dios fuera una fuerza csmica, poco o nada tendra que ver con la vida y la
historia de los hombres. Pero, precisamente, porque es persona, se comunica en la
creacin. Se autocomunic al pueblo de Israel y, en la plenitud de los tiempos, en
su hijo Unignito, que se encarn y se entreg en Jesucristo para salvarnos.
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En el Credo del Pueblo de Dios, promulgado por el difunto Papa Pablo VI, se
describe en buena sntesis dos de los principales caracteres de la naturaleza divina
y personal de Dios: l es el que es, como l mismo revel a Moiss (Ex. 3,14); l
es Amor, como nos ense el apstol Juan (1 Jn. 4,8): de tal manera que estos
dos nombres, Ser y Amor, expresa inefablemente la misma divina esencia de aquel
que quiso manifestarse a s mismo a nosotros

Slo Dios puede otorgarnos un conocimiento recto y pleno de s mismo,
revelndose a s mismo como Padre, Hijo y espritu Santo. De este modo, Dios,
uno en esencia y trino en personas, no es e manera alguna, una fuerza csmica
como lo pregona la Nueva Era.

Despersonalizar a Dios, convirtindolo en una energa indiferenciada y ciega,
como la de la electricidad o la del tomo., no slo es hacerle injuria y rebajarlo a
nivel de las cosas, sino despersonalizar al mismo hombre,, lo cual lo disminuye a s
mismo al nivel de cosa. Flaco servicio le hace, pues, al ser humano la Nueva Era,
aunque por otra parte, y en forma contradictoria, lo proclame Dios por cuenta
propia y lo incite a la utoidolatra, como se ver ms adelante.



































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IV QUE CRISTO NO ES DIOS SINO UN GRAN MAESTRO?

Para los del Nueva Era, Cristo no es Jess de Nazaret, el Hijo de Dios hecho
hombre; Mesas, Seor y Salvador, sino un gran maestro, un gua iluminado
semejante a Buda, Zaratrusta, Lao-ts, Mahoma, Moiss, etc.

Tambin es visto como una energa llamada crstica, o un avatar (especie de
extraterrestre o sabio evolucionado) entre una serie de otros Cristos.

Veamos por ejemplo, sobre lo que esto escribe el esoterista Benjamn Creme en su
obra La Reaparicin del Cristo y los Maestros de la Sabidura. (Editorial ndigo,
Barcelona, 2. edicin 1994): El Cristo no es Dios Cristo es el Maestro de todos
los Maestros, pero no es Dios ni nunca afirm serlo. l es el Hijo de Dios, pero
nosotros tambin lo somos". (p. 131,164).

Y cmo qu Cristo no afirm ser Dios? Si por decir Yo y el Padre somos uno,
segn refiere San Juan en el captulo 10 de su evangelio, los judos se
escandalizaron y tomaron piedras para castigar su blasfemia. Y que, ciertamente,
con esa declaracin Jess afirmaba ser Dios con su Padre, lo entendieron bien sus
enemigos al manifestar el motivo por el cual queran lapidarlo: Mo queremos
apedrearte por ninguna obra buena, sino por una blasfemia y porque t siendo
hombre, te haces a t mismo Dios. (Jn. 10,33).

Ahora bien: la verdad fundamental de Jess de Nazaret no es que fuera un santo y
un profeta a la misma altura de otros fundadores de religiones, o siquiera el ms
grande de los santos y los profetas. La verdad mayor sobre l est en que es
verdadero hombre y a la vez, verdadero Dios y salvador de los hombres. Y ese
hombre-Dios ha muerto para redimirnos de nuestras maldades, pero resucit y
ascendi a la gloria de su Padre y desde all habr de venir con gran poder y
majestad a juzgar a todos.

Y como dice el que sostiene todas las cosas con su palabra poderosa El Hijo de
Dios ha llegado a ser superior a los ngeles (Heb. 1,3-4).

San Pablo, por su parte agrega:

en l fueron creadas todas las cosas todo fue creado por l y para l con
anterioridad a todo y todo tiene en l su consistencia para que l tenga primaca
en todo. (Col. 1, 16, 17,18). Por esto, para los que creen, l es camino, verdad y
vida (Jn. 14,6) y el nico nombre bajo el que podemos salvarnos (Cfr. Hech. 4,
12).

Los otros personajes con los que pretenden igualar los de la Nueva Era a Cristo,
como Buda, Mahoma, Zaratrusta, Moiss, etc., fueron profetas notables, o
maestros morales o fundadores de religiones, pero todos eran simples hombres,
aunque algunos los hayan endiosado. Pero un Dios que muere y no resucita es un
pobre Dios. En cambio Cristo, que muri y resucit, es el nico y verdadero Dios.

Y cmo sabemos que Cristo resucit? Por el testimonio de cerca de quinientos
apstoles y discpulos. Ellos lo vieron y trataron despus de su resurreccin. Por
afirmar esto, fueron amenazados, perseguidos con saa y muchos de ellos
sometidos a crueles tormentos y hasta la muerte. Si ellos hubieran inventado la
resurreccin de su maestro, no es creble que se hubieran sometido a estos
terribles males por sostener una mentira. La resurreccin de Cristo, pues, est
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rubricada por la sangre de numerosos mrtires. La resurreccin de Cristo, sin
duda, comprueba su irrepetible y singular divinidad, carcter de que carecen los
dems maestros morales o fundadores de religiones, con los que quiere
compararlo la Nueva Era.





















































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V. QU UN TAL MAITREYA ES EL CRISTO QUE REGRESARA?


La Nueva Era se centra en el retorno de un Cristo que no es el verdadero Cristo.
No es el histrico, irrepetible y autntico Jess de Nazaret, muerto, resucitado y
ascendido a los cielos, desde donde vendr con gloria y poder para juzgar a vivos
y muertos. El Cristo que proclama la Nueva Era es una caricatura de Dios
verdadero, una copia mentirosa que pretende ser su encarnacin y se presenta
con el nombre de Maitreya.

Acabamos de ver que para los de la Nueva Era, Cristo no es Dios, sino a lo sumo
un gran maestro. Pero frente a quienes pretenden despojar a Jess de Nazaret
de su carcter divino y sustituirlo por una falsificacin, es de vital importancia
tener presente la advertencia de San Juan: Y quin es el mentiroso sino el que
niega que Jess es Cristo? Este es el Anticristo, que niega a la vez al Padre y al
Hijo. (1 Juan 2,22).

Tambin es el esoterista Benjamn Creme, quien en la citada obra La Reaparicin
del Cristo y los Maestros de la Sabidura (Editorial ndigo, S.A., Barcelona, 2.
edicin 1994), hace una descripcin de Maitreya que resumiremos en los
siguientes trazos:

Es el Dios, o enviado de Dios, que todas las religiones esperan que vendr en el
futuro. Los cristianos esperan el retorno de Cristo; Los musulmanes esperan la
venida del Imn Mahdi; los hindes, el Boddhisalva o Krishna; los judos el Mesas
y los budistas esperan otro Buda, el seor Maitreyalos esoteristas los conocen a
todos estos como un solo ser, el instructor del mundo. Dirigente Supremo de la
Jerarqua Espiritual de Maestros, y espera su retorno inminente ahora que
entramos en la Era de Acuario (Op. Cit. pp. 27-28).

Maitreya, segn Creme tom posesin del cuerpo de Jess (Op. Cit p. 49).

Su venida se est realizando gradualmente y por etapas. (Op. Cit. p. 19).

A imitacin de Jesucristo, Maitreya tiene tambin su Juan Bautista y los discpulos
de ste, cuya misin es prepararle el camino (Op. Cit. p. 53).

Tambin Maitreya tiene su equipo de apstoles y los discpulos que Creme
llama La Jerarqua Espiritual de Maestros de la Sabidura (Op. Cit. p. 24).

La primera etapa de su venida ya se realiz y segn Creme descendi, no del
cielo, sino de su antiguo retiro en el Himalaya (Op. Cit. p. 21).

El viaje de retorno lo hizo Maitreya en avin (!!) y con esto as cumpli la
profeca de venir en las nubes (Op. Cit. p. 57). El descendi del Himalaya al
subcontinente indio y fue a una de sus ciudades principales el 8 de julio de 1977.
Tuvo un perodo de aclimatacin entre el 8 y 18 de julio, y entonces el da 19 lleg
a cierto pas moderno en avin. Ahora es un hombre comn en el mundo, un
extraordinario hombre comn (Op. Cit. p. 57).

Creme declara que Maitreya vive ahora en Londres (Op. Cit. p.37). aunque otros
esoteristas afirman que reside en Pakistan.

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Maitreya se est preparando para su aparicin pblica ante el mundo, lo que se
cumplir con un gigantesco espectculo por redes de radio y televisin enlazadas a
nivel del planeta entero. Creme describe as el gran acontecimiento.

Dentro de poco se har una conferencia de prensa internacional, en la cual
Maitreya, presentar sus credenciales. Esto ocurrir el da de la Declaracin,
cuando l aparecer en las redes de radio y televisin enlazadas por satlite. Ese
da Maitreya va a overshadow (especie de induccin hipntica) mentalmente a
toda la humanidad simultneamente. Todos escucharn sus palabras interiormente
en el idioma propio: Esta comunicacin teleptica llegar a todo el mundo, no
solamente a los que estn escuchando la radio o mirando la televisin, y cientos de
miles de curaciones milagrosas tendrn lugar en todo el mundo. En ese da no
habr duda de que Maitreya es el Cristo, el Imn Mahdi, Maitreya Buda, Kaly,
Avatar; el Instructor mundial. Su misin mundial habr comenzado abiertamente
(Op. Cit. p. 41). Y as se repetir lo que sucedi en Pentecosts, solo que ahora
a escala mundial (Op. Cit. p. 52).

Y cul es esa misin de Maitreya?
Establecer un gobierno mundial y una economa tambin mundial (Op. Cit. pp.
67,162-164), y sobre todo una nica religin mundial (Op. Cit. p. 52,163) y sto
ltimo Maitreya lo cumplir hacindose cargo del trono de San Pedro, en
Roma (Op. Cit. p. 49).

La semblanza de Maitreya que acabamos de trazar, parecer el desvaro de un
loco. Pero Creme no es una figura solitaria del manicomio esotrico. Muchos otros
autores de la Nueva Era hablan de Maitreya en trminos iguales o similares. No los
citamos en gracia de la brevedad. Pero todo esto es parte de la dulce
conspiracin de la Nueva Era, de que habla con tanto entusiasmo Marilyn
Ferguson.

Maitreya, el que se hace pasar por Jesucristo con una parodia de la parusa de
Jess, se constituye as en el mismsimo Anticristo. En efecto, si recordamos de
nuevo las anteriormente citadas palabras de San Juan en su primera epstola
(2,22), ante un personaje que niega que Jess es el Cristo (y Cristo nico e
irrepetible); y que no slo lo niega sino que pretende hacerse pasar por l, la
conclusin es inevitable y necesaria: El tal Maitreya no es el verdadero Cristo, sino,
repitmoslo, el mismsimo Anticristo!!

Para que no cayramos en el engao, el propio Jess nos advirti que no nos
comiramos el cuento de Maitreya-o como se llame el sustituto-con estas palabras
del evangelio de San Mateo:

Si en aquel tiempo alguien les dice: Mirad, el Cristo est aqu o ah, no lo crean
porque se presentarn falsos Cristos y falsos profetas, que harn grandes seales
y prodigios, capaces de engaar, si fuera posible, aun a los mismos elegidos. Miren
que se lo he advertido de antemano.

Por tanto, si alguien les dice: !Est en el desierto!, no vayan. Si dicen, est en tal
lugar retirado! No lo crean. En efecto, cuando venga el Hijo del Hombre ser como
el relmpago que parte de oriente y brilla hasta occidente (Mt. 2423-27).

Quedamos, pues, advertidos: la verdadera segunda venida de Cristo a la tierra
ser repentina y fulgurante como la luz del relmpago, no necesitar que nadie
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nos la anuncie ni que se haga como un show o espectculo por la televisin,
porque todos la veremos con claridad meridiana.




















































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VI QU LA REENCARNACION ES VERDAD?

La reencarnacin es la creencia de que el individuo vive y muere muchas veces,
toda una cadena de existencias sucesivas, bajo diversos cuerpos cada vez, hasta
perfeccionarse y quedar libre de culpas, para entonces llegar, o al nirvana (algo as
como el vaco o la nada), o a disolverse en el gran todo del universo.

Para entender la reencarnacin en todo su significado, hay que tener presente que
cuando el demonio hizo caer en el pecado de autoidolatra a Adn y a Eva en el
paraso, les prometi tres cosas: que seran como dioses, que tendran sabidura y
que no moriran (Cfr. Gen. 3,4-5). En nuestro tiempo vuelve a tentar a toda la
humanidad con el mismo pecado de convertirnos en dioses sin Dios y tambin nos
promete la sabidura (gnosis, conciencia alterada o expandida, meditacin
trascendental, Tao, control mental, etc.) y, por supuesto, la inmortalidad. Para
esto ltimo predica ahora la doctrina de la reencarnacin.

Ante la imposibilidad de negar el hecho cierto e ineludible de la muerte, la Nueva
Era promete astutamente a sus adeptos una fantasiosa reencarnacin. Y sta no
es sino una copia pauprrima de la inmortalidad. Pauprrima, porque segn el
budismo y el hinduismo, la reencarnacin resulta ser, ms que una bendicin, una
una desgracia a que se ven sometidos los hombres por la llamada ley del Karma,
segn la cual hay que pagar en vidas futuras los males hechos en vidas pasadas.

Ahora bien, desconociendo la severidad y la seriedad que la doctrina
reencarnacionalista tiene en las viejas religiones del extremo oriente, los yanquis y
europeos han elaborado una versin light y bien tranquilizadora del cielo de las
vidas sucesivas. Estas sirven, no tanto para pagar las culpas de existencias
anteriores, cuanto como pretexto para seguir alegremente en los vicios y pasiones
vergonzosas, con la ilusin de contar con nuevas oportunidades de enmienda en
reencarnaciones futuras.

De este modo, la desfiguracin occidental de la reencarnacin, la convierte en
estmulo irresponsable para la inmoralidad. Puedo seguir en una vida de
depravacin, porque luego disfrutar de otras existencias para arrepentirme, y
adems, no hay purgatorio, ni infierno con castigo eterno.

La reencarnacin, pese a lo que pretenden sus adeptos, no se ha comprobado
cientficamente. Se aducen las regresiones en trance hipntico como prueba.
Pero estas experiencias son equivocadas y en manera alguna concluyentes. Hay,
por el contrario, fuertes indicios de que una persona forzada bajo hipnotismo a
hablar de sus supuestas vidas pasadas, lo que hace es fabular, es decir, que su
inconsciente se ve obligado a inventar fantasas.

Otra supuesta prueba, es la sensacin que experimentamos a veces de haber
vivido antes lo que ahora vivimos. Pero este fenmeno es una simple ilusin de la
memoria, que los psiclogos denominan paramnesia y que nada tiene que ver
con vidas pasadas.

Por otra parte, las supuestas reencarnaciones dejan al hombre sin identidad
propia. Quin soy yo? El que fui en mi vida anterior, en la trasanterior, o en la
actual, o en la futura? Y si antes fui persona y poco despus reencarn en un
cerdo o en un asno, quin o qu soy yo en definitiva? Y si me como un buen
bistec, no estar, de pronto, devorndome a la que fue mi abuela? A todas estas
consecuencias inclusive ridculas, se llega bajo esta doctrina.
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La Nueva Era fomenta la soberbia de sus seguidores hacindoles creer que don
dioses, o pueden alcanzar el estado divino, por cuenta propia y gracias a sus
esfuerzos personales. Pero esta descabellada doctrina se estrella contra el hecho
inevitable y cierto, que toda criatura algn da habr de dejar de vivir. La muerte,
entonces, pregona el fracaso de todas las autoidolatras. Los que se proclaman as
mismos dioses, deben meditar en ese inexorable destino, si no quieren ver
frustradas sus ilusiones.

Desde el punto de vista de la fe cristiana, la resurreccin y no la reencarnacin, es
de lo que habla la Biblia. As, San Pablo en la epstola a los Hebreos (9,27, declara
que morimos una sola vez y despus viene para nosotros el juicio de Dios. Y a
pecadores notables, como el llamado buen ladrn, no le dijo Cristo que viviera
otras vidas para pagar sus culpas, sino que le prometi: Hoy estars conmigo en
el paraso(Lc. 23,43).

La parbola de las vrgenes prudentes y necias (C t r. MT. 25,13), corrobora la
existencia de una sola vida. Calumnian, pues, a Jess, los que pretenden que l
era reencarnacionista.

La doctrina de la reencarnacin niega muchos dogmas y verdades del cristianismo,
como el pecado original, la promesa de redencin, las profecas mesinicas y el
sacrificio redentor de Cristo, la salvacin por la gracia de Dios, la existencia del
cielo, del purgatorio y del infierno, etc.

Lo peor de la doctrina reencarnacionista no es slo fomentar la inmoralidad. Esto
so pretexto de contar con varias vidas para rectificar yerros, sino exaltar el orgullo
del hombre al hacer a ste, y no a Cristo, el artfice de la redencin. El hombre se
autopurifica y se autoredime sin necesidad de la gracia y las ayudas de Dios. Se
cree autosuficiente y, por eso, rechaza la salvacin que Jesucristo nos mereci con
su sacrificio en la cruz.

Como triste final de toda esta supuesta cadena de vidas sucesivas, el esfuerzo del
hombre por purificarse no tiene como desemboque la eterna felicidad de la gloria
con Dios, sino la desaparicin del yo, ya por la disolucin de la persona en el
inmenso todo del cosmos, ya por retorno a la nada (nirvana).

El destino sombro que la reencarnacin le promete al hombre, hace intiles su
libertad, sus esfuerzos sus luchas y sus sacrificios por mejorar y perfeccionarse. Si
en definitiva, todo es para la nada y no para la felicidad eterna en compaa de
nuestro Creador y Redentor, la reencarnacin no es una bendicin, sino la ms
cruel y lgubre de las frustraciones.

Finalmente, una consideracin estadstica formulada por Rafael Arango Rodrguez,
echa por tierra la reencarnacin: En pocas anteriores, haba menos gente sobre el
planeta. As, por ejemplo, el tiempo de Cristo hace 20 siglos, el mundo de
entonces apenas si contaba con unos cien millones de personas. Pero ya por
ejemplo, a fines de la Edad Media, en el siglo XIV, los habitantes del globo se
acercaban a mil millones. Hoy aun poco ms de siete mil millones.

Antes de estos hechos cabe preguntar entonces: De dnde salieron ms almas
para ocupar los nuevos cuerpos multiplicados de las personas? De dnde por
ejemplo, salieron los novecientos millones de diferencia entre los cien millones del
siglo I, y los mil del siglo XIV Ya existan las nuevas almas, o no? Salieron de la
nada, o alguien las cre? Quin?
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No se responda, que las almas de los que ahora son humanos tambin pudieron
estar antes alojadas en animales, por efecto de castigos debidos al Karma y que
de all pasaron a las actuales personas. Este argumento no tiene consistencia,
porque no slo los habitantes humanos de la tierra crecen o aumentan con los
aos, sino que tambin se multiplican los animales. Entonces, el interrogante
subsiste: De dnde salen las almas de las personas nuevas que viene a la vida
con el crecimiento demogrfico de ao en ao? Seamos sinceros: Las estadsticas
le juegan una mala pasada a la doctrina de la reencarnacin.












































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VII QU LA MENTE DEL HOMBRE ES TODOPODEROSA?


Mientras el novoerista cree que la mente crea la realidad y que todo lo puede cada
uno por s mismo, el cristiano sabe que tambin es todopoderoso, pero no por
cuenta propia, sino por Dios y en Dios: Todo lo puedo en Aqul que me
fortalece, dice San Pablo (Fil. 4, 13). Y por el contrario, separados de Dios, nada
podemos hacer en orden a la salvacin eterna: Sin M nada pueden hacer
ustedes (Jn. 15,5).

EL HOMBRE SUPERMAN

Con ademn de prepotencia y orgullo, los profetas de la Nueva Era proclaman la
omnipotencia de la mente o conciencia del hombre. As, por ejemplo, la clebre
actriz y escritora Shirley MacLaine, en su libro Dentro de M, (Plaza Jans
Editores 3 edicin, Barcelona, 1992), despus de declararse as misma: Soy Dios
iluminado (p.62), afirma: nosotros creamos nuestra propia realidad (p.63). Y
en otra de sus obras, Bailando en la Luz (Plaza Jans Editores, 3. edicin,
Barcelona, 1992), con nfasis voluntarista, afirma: La realidad es solamente
aquello que nosotros decidimos que sea (p.3, 55).

Ms soberbios y prepotentes se muestran an otros corifeos de la Nueva Era,
como Henry Thomas Hamblin, quien escribe: Los hombresahora no creen que
puedan conseguir favores especiales de Dios por medio de las plegarias, sino creen
firmemente que puedan obtener lo que quieren de lo invisible exigindolo; piensan
que por sus propios medios pueden lograr lo que se proponen, a pesar de todo.
(El Poder est en ti. Editorial Solar, Bogot, p. 16). Y este autor agrega: Solo
unos pocos se dan cuenta de que poseen el poder infinito en su interiorcon la
ayuda de este poder podremos realizar hasta lo aparentemente imposible (Op.
Cit. pp. 17 y 26).

El poder ser instrumento de nuestros deseos para conseguir lo que queremos:
Dinero, salud, belleza, fama, admiracin, sabidura, etc.

LA CONCIENCIA EXPANDIDA O ALTERADA

Ahora bien, cmo acceder a este poder, supuestamente infinito, que el hombre
cree tener oculto en su interior y ms en concreto, en su mente o en su
conciencia? Por medio de la meditacin o iluminacin y de la visin del ncleo ms
profundo de nuestro propio ser (conciencia de la conciencia, atencin de la
atencin).

LAS PSICOTCNICAS

Para conseguir este propsito llamado de la conciencia alterada, o expandida,
ampliada, etc., hay variadas tcnicas y mtodos: concentracin, aislamiento
sensorial, hipnosis, ejercicios respiratorios, biofeedback, relajacin, asanas,
abluciones especiales, control mental, y hasta uso de drogas alucingenas y
contactos con espritus de maestros ascendidos, guas evolucionados y
extraterrestres que han finalizado el ciclo de las reencarnaciones y se han
liberado del Karma.

Todas estas psicotcnicas y procedimientos nos conducirn a experiencias
placenteras gratificantes, que nos permitirn llegar a niveles nuevos de conciencia
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y a saberes o conocimientos distintos de la fe tradicional. En una palabra, nos
permitirn realizar un cambio de mentalidad, y junto con l, a la disponibilidad de
poderes para actuar sobre nosotros mismos, sobre los dems y sobre la
naturaleza.

VIAJE EGOCNTRICO

Destaquemos que a lo largo de todas las experiencias, el hombre vuelve su
mirada hacia su interior, y a lo sumo hacia el Todo csmico indiferenciado, del cual
l se considera un fragmento, pero no hacia Dios. Es, por tanto, un viaje
egocntrico que encierra el hombre dentro de s mismo y le impide abrirse hacia
el trascendente, es decir, a la persona que nos supera y es absolutamente otro.
Adems, es estas experiencias se trata de poner la mente en blanco, es decir,
algo as como el vaco, aunque la Nueva Era las llama espirituales o msticas,
no tienen nada de lo uno ni de lo otro. Ellas permanecen en un plano humano sin
rozar siquiera lo divino.

En efecto, la meditacin que practican los de la Nueva Era, pertenece al campo
de la, psicologa, pero no al de la religin. Es un fenmeno de relacin del hombre
consigo mismo,(de yo con yo) o con fuerzas no divinas, pero no de relacin con
Dios, que es lo que constituye el mbito de lo propiamente espiritual y mstico.

MAESTROS ASCENDIDOS Y EXTRATERRESTRES

Ahora bien, en las experiencias del hombre consigo mismo, o de relacin con
extraterrestres, lo que efectivamente sucede con ms frecuencia es la
comunicacin con espritus de seres que no son de Dios ni vienen de parte de l,
aunque aparenten tal cosa.

En realidad lo que acontece entonces es el contacto con espritus malignos,
demonios, que para tal efecto, como bien advierte San Pablo, se disfrazan de
ngeles de luz (2 Cor. 11,14) con el objeto de engaar a los que se exponen
imprudentemente a ser engaados.

Las personas se exponen a stos fiascos cuando en lugar de tener la mente puesta
en Dios, la dejan en blanco o vaca. Ya el Seor nos adverta del peligro de
dejar la casa vaca cuando se expulsa a un demonio, porque tal circunstancia es
fcilmente aprovechada por otros peores para invadirla y ocuparla (Cfr. Luc.
11,23-26).

Cuando permitimos que los espritus malignos ocupen nuestra casa con la
supuesta meditacin de la Nueva Era, adquirimos poderes? Hay que responder
que, generalmente, sucede que recibimos poderes pero no de Dios, sino del
demonio y de sus ngeles perversos.

EL DEMONIO ES UN SER PODEROSO

Dios cre a todos los ngeles buenos e inteligentes y los dot de variados poderes.
Los someti a una prueba. Un tercio de ellos o se mostraron fieles y de apartaron
del amor y amistad de Dios y se vieron arrojados a las tinieblas, donde no pueden
gozar de la felicidad eterna que da la visin de Dios. Pero este castigo no les alter
su naturaleza espiritual y, por tanto, tampoco les quit su formidable inteligencia
ni sus no menos formidables poderes.

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Dios nos acostumbra a quitar lo que corresponde a la naturaleza de los
seres que crea. Por eso, Satans y sus demonios siguieron disfrutando de
sus poderosas fuerzas, con las cuales hacen el mal.
SATANS OBRA A TRAVS DE LOS BRUJOS
Satans puede obrar sus "milagros" directamente, o valindose de
agentes humanos, como las hechiceras, mentalistas y brujos. La Biblia nos
trae un ejemplo notable de las intervenciones demoniacas a travs de los
sacerdotes paganos del Faran, tal como refiere el libro del xodo (7,1O - 12,22 y
8, 2-3). Los sacerdotes y brujos del rey de Egipto, en efecto, compitiendo con los
milagros de Moiss y con sus frmulas ocultas, tambin convirtieron sus bastones
en serpientes e, igualmente, imitaron la plaga de las ranas que invadieron a todo
el reino. El poder de los brujos y sacerdotes paganos, sin embargo, era limitado, a
diferencia del que Dios haba otorgado a Moiss. As, por ejemplo, la serpiente del
bastn de Aarn, ayudante de Moiss, devor a las salidas de los bastones de los
hechiceros {x. 7,12). Tampoco stos ltimos pudieron evitar la plaga de los
mosquitos con sus frmulas secretas (x. 8,14), e, igualmente, con las dems
plagas, ante las cuales sus poderes mgicos fueron impotentes.
LOS "MILAGROS" DE LA NUEVA ERA
Ahora bien, ante estos hechos, caben dos interpretaciones:
Primera: Para consumar el engao de los incautos y apartados de Dios, los astutos
demonios convencen a los hombres de que son stos quienes tienen tales poderes
extraordinarios (que normalmente exceden a los de la propia mente) y al efecto les
permiten obrar como si los tuvieran. De ah, por ejemplo, las sanaciones propias y
de extraos, las levitaciones, el movimiento de objetos a distancia, la comunicacin
teleptica, la operacin de cambios en el clima y en la naturaleza, el obligar a otros
a tomar ciertas decisiones, el enterarse de cosas secretas, etc. De ah, en general,
los portentos y maravillas que obran los que practican el control mental, la
metafsica, la meditacin trascendental, el Tao, el yoga, el Zen, etc... Pero no slo
les permiten usar esos poderes a los que utilizan las
distintas psicotcnicas de meditacin. Tambin a los que sin necesidad de
tales psicotcnicas y de tales meditaciones, recurren a medios ms groseros y
menos refinados, como los cristales de cuarzo, la bola de cristal, las velas de
colores, las esencias y aromas, el incienso, el horscopo, el tarot, la macumba, el
voodoo, la santera, el espiritismo, la tabla uija, etc.
Segunda: Dios al crear a Adn y a Eva dot sus mentes de poderes
extraordinarios, que usados en el estado de gracia original, no
hubieran tenido peligro. Sin embargo, utilizados fuera de aquel
estado, por la debilitacin sufrida en sus potencias por el hombre cado en el
pecado, fcilmente pueden prestarse a manipulaciones demoniacas y a
tentaciones de hechicera, egocentrismo y autoidolatra.
MARAVILLAS Y PRODIGIOS
No debemos sorprendernos de que detrs de los supuestos y an reales
milagros que obran las personas que practican las distintas gamas de artes y
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actividades de la Nueva Era, estn Satans y sus demonios como causas operantes
o manipuladoras.
Ya mostramos que Dios no destruye los seres que cre ni les quita los poderes que
les otorg. Por eso, el propio Jesucristo, al ponernos en guardia sobre los sucesos
de los tiempos finales, que precedern a su segunda venida a la tierra, menciona,
entre otros, la gran cantidad de "...falsos cristos y falsos profetas que harn cosas
maravillosas y prodigios, capaces de engaar, si fuera posible, an a los elegidos
de Dios" (Mt. 24.24)
CURSOS PARA HACER MILAGROS
Retengamos bien las palabras "cosas maravillosas y prodigios" esto es, milagros
sensacionalistas. Tal es lo que hoy vemos por doquier, cuando los de la Nueva Era
ofrecen a buen precio, claro est, hasta "cursos de imposicin de manos", para
hacer milagros por cuenta propia.
De este modo se da lugar a una parodia simiesca que busca competir, por va
demoniaca, con los dones y carismas del propio Espritu Santo, especialmente
los de curacin o sanacin (1Cor. 12,9). Y competir tambin
con Jesucristo, quien prometi que entre las seales que acompaaran a los
que creyeran en l, estaran las de imponer en su nombre las manos sobre los
enfermos y sanarlos" (Mr. 16,18). Y toda esta blasfemia se hace, adems, con
groseros fines de mercantilismo y lucro personal, agregando as al pecado de
satanismo, el de Simn el Mago, quien ofreci dinero a los apstoles para
compararles ese poder, como refiere el libro de los Hechos de los apstoles. (8,9-
23).
En el fondo de toda esta orga de poderes que fomenta el orgullo y el egosmo de
los humanos, se esconde el viejo pecado del propio Lucifer, de ser Dios
contra Dios, pero ahora, al proponrselo a la capacidad ms limitada de pecar de
los hombres, les sugiere que, al menos, pueden ser dioses sin Dios.
Es tambin el mismo pecado de autoidolatra ("Seris como dioses") con el que
hizo caer en el paraso terrenal a nuestros primeros padres, Adn y Eva.
El demonio, pues, a lo largo de la historia, no ha hecho ms que repetir el mismo
planteamiento. Slo que ahora lo presenta con ms dosis de orgullo, pero tambin
con ms disfraces, incluso "cristianos", porque en pases como el nuestro de
tradicin catlica, lo adoba con abundantes citas de la Sagrada Biblia y hasta
mencionando a Cristo, a la Santsima Virgen y a los santos. Pero obsrvese que
tambin los hechiceros y las brujas usan de la misma estratagema de mezclar lo
esotrico y oculto con oraciones y frases cristianas. Bien saben ellos que es ms
fcil hacer tragar un veneno endulzado con miel, que sin sta.
POR QU PERMITE DIOS MILAGROS DEL ANTICRISTO?
Se preguntar por qu Dios permite los milagros de Satans y de sus
brujos, hechiceros, magos, mentalistas y, en especial los del Anticristo?
Aparte de la razn general, ya expresada atrs, de que Dios no retira los poderes
de sus criaturas al castigarlas, hay otra muy importante: Dios permite realizar
prodigios a su enemigo, con el fin de probar nuestra fidelidad. As por ejemplo, lo
dan a entender los siguientes textos del Deuteronomio:
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"Tal vez se presente en tu pueblo quien diga haber tenido alguna visin en sueos
y pronostique alguna seal o prodigio. Si ocurre esta seal o este prodigio y l te
dice: Vamos, sigamos a otros dioses, dioses que no son de nosotros, y
sirvmosles, no hagas caso de las palabras de aquel profeta o soador; porque
Yav, tu Dios, te prueba para ver si realmente lo amas con todo tu corazn y con
toda tu alma" (Dt. 13, 1 3)
Algo semejante nos dice San Pablo, en su segunda epstola a los Tesanolisenses:
"La venida del Impo (Anticristo) estar sealada por el influjo de Satans, con
toda clase de milagros, seales y prodigios engaosos, y todo tipo de maldades
que seducirn a los que se han de condenar por no haber aceptado el amor de la
verdad que los hubiera salvado. Por eso Dios les enva un poder seductor que les
hace creer en la mentira, para que sean condenados todos cuantos no creyeron en
la verdad y prefirieron la iniquidad". (2 Tes.9-12).
As, pues, es de prudentes no dejarse deslumbrar ni engatusar por los "milagros" y
an "prodigios", que realicen los seguidores de la Nueva Era.


















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VIII QUE LOS ASTROS DETERMINAN LA VIDA Y LA SUERTE?
La astrologa, que se practicaba desde muy antiguo en las viejas culturas de la
humanidad, se basa en la creencia de que los astros determinan los
acontecimientos de la vida humana y el destino del hombre, y pronostican el
futuro. Segn ella, la vida y la suerte de las personas depende de la posicin de los
cuerpos celestes (constelaciones, estrellas, planetas. satlites, cometas, etc.).
Uno de los instrumentos de la astrologa es el horscopo, que pretende predecir
los sucesos de la vida de una persona por el estado del cielo en el momento de su
nacimiento.
Se pregunta, entonces, qu valor tienen los pronsticos astrolgicos?
Ante todo, no hay que confundir la astronoma, ciencia respetable, con la
astrologa, superchera esotrica y adivinatoria, que ha sido reciclada por la Nueva
Era, al afirmar que estamos pasando de la era de Piscis a la de Acuario. Tal era
ser una poca de paz y armona en que desaparecern las viejas religiones
reveladas y testas, como el cristianismo, el judasmo y el islamismo, para dar paso
a una especie de religin universal, la del hombre que se hace divino por s mismo.
Bajo el supuesto de que todo lo que sucede arriba en el cosmos sucede tambin
en la tierra y de que, por tanto, el "microcosmos" se corresponde con el
"macrocosmos", se pretende que los astros son los que rigen la historia y la vida
de los hombres.
Es cierto que los astros, por ejemplo el sol y la luna, ejercen ciertos efectos sobre
mares, animales y plantas y que si bien influyen sobre los hombres, no los
determinan, es decir, dejan intactos su libre albedro y su facultad de
autodeterminacin.
Atribuir a los astros - que son simples criaturas y de aadidura criaturas no
inteligentes - los atributos del Creador, como el poder de gobernar a los hombres y
guiar su destino, es grosera falta de razn y manifiesto pecado de idolatra.
Tambin la astrologa es pecado de hechicera, y de ah que su pretensin de
predecir el porvenir mediante los astros sea una forma de someterse al control de
los espritus diablicos. Por eso la Biblia la prohbe, por ejemplo, en el Levtico,"...
No practiquis encantamiento ni astrologa" (19,26). Y tambin en el
Deuteronomio: "No ha de haber en t nadie que haga pasar a su hijo o a su hija
por el fuego, que practique adivinacin, astrologa, hechicera o magia, ningn
encantador ni consultor de espectros o adivinos, ni evocador de muertos. Porque
todo el que hace estas cosas es una abominacin para Yav tu Dios..." (18, 10-
12).
La astrologa carece de base cientfica. Por ejemplo, las constelaciones ya no son
doce, porque se han descubierto dos ms y parece que an estn por descubrirse
otras. Esto altera fundamentalmente no slo el nmero de los signos del zodiaco,
sino Esto altera fundamentalmente no slo el nmero de los signos del zodiaco,
sino los clculos de las fechas de tales signos. Tampoco se corresponderan estos
signos con los meses que se les asignan, porque la tierra ha variado su eje de
inclinacin en una diferencia de 30 das.
25





Ya San Agustn, refutando los fraudes astrolgicos, esgrima el argumento de la
suerte bien diferente que muchos gemelos ofrecen en sus vidas, no obstante
coincidir en los momentos de su nacimiento y en sus signos zodiacales.
Finalmente, vale la pena citar en extenso los siguientes apartes de un artculo
firmado por Alonso Arias Bernal y publicado en el diario "El Espectador", de
Bogot, el28 de agosto de 1997, en la pg. 3Ay que dicen:
"Se tiene derecho a ejercer una actividad que es un fraude? Quizs podra
aceptarse su ejercicio para los casos extremos, cuando est en juego la
supervivencia del individuo, pero en general se trata de una fuente indebida de
lucro. Los siguientes ejemplos ilustran por qu la astrologa es un fraude.
"Bart Bock encontr que los signos del zodiaco de los cientficos inscritos en el
American Men of Science presentaban una distribucin totalmente aleatoria.
Posteriormente ampli su estudio a ingenieros, sacerdotes, banqueros, fsicos,
escritores y marinos, el resultado fue
el mismo. Farnsworth demostr, analizando el caso de 2.000 msicos y
pintores clebres, que no existe ninguna tendencia de los artistas a nacer bajo el
signo Libra o cuando el signo Libra es ascendente, como lo afirma la astrologa.
"McGervey estudi las fechas de nacimiento de 6.457 polticos y 16.634
cientficos; el reparto entre los distintos signos obedeca
exactamente a las leyes del azar. Spell, Deann y Wakefield estudiaron
1.500 lderes para verificar la supuesta influencia de Virgo sobre el liderazgo; los
Virgo eran tan abundantes como los dems. Un equipo encabezado por Dean
encontr que las personas tendan a pensar que el 97 por ciento de lo que dice su
carta astral es correcto. Eso ocurrira tanto si se les daba la propia, as como otra
cualquiera.
"Suele pensarse que si usted "es" Aries por ejemplo, esto quiere decir que "naci"
bajo el signo de Aries, pero no es as. Los "arianos" nacieron bajo el signo de
Piscis y lo mismo ocurre con todos los signos: estn desplazados con respecto a
los meses. Para muchos esta es una mala noticia. Segn la astrologa los planetas
ejercen influencia decisiva sobre el destino y el carcter de los hombres!. Esto ya
es bastante curioso, pero lo que ms asombra es que dicha influencia no depende
de ninguna de las caractersticas fsicas de los planetas, sino del nombre con que
fueron bautizados.
"Por ejemplo, qu influencia debe ejercer un planeta infernal e inhspito con
400 grados centgrados de temperatura, cien atmsferas de presin y vientos
de 400 kilmetros por hora? Siniestra, dira yo. Pero no, la influencia que "ejerce"
es la del amor, el ms elevado y sublime sentimiento de que el hombre es capaz
Cmo puede ser eso? Muy sencillo, el planeta "se llama" Venus. Ah est el caso
de ese planeta cuyo primer nombre fue Herschel (el de su descubridor) y el
segundo Georgium (en honor a un rey de Inglaterra), qu influencia tendra si no
se le hubiera cambiado el nombre por el de Urano? Todo esto, adems de un
engao, es un gran disparate".



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IX. QUE EL HOMBRE ES DIOS POR S MISMO?
Qu el hombre es Dios? Definitivamente s. y esto lo afirman tanto el
cristianismo, como las distintas corrientes y modalidades espirituales de la
llamada Nueva Era.
El destino del hombre es la divinizacin. Pero hay dos modos radicalmente
diferentes de lograrla: O como resultado de la voluntad y de los esfuerzos del
mismo hombre, o como resultado de la libre y humilde aceptacin de la gracia de
Dios y de la cooperacin con ella cumpliendo en todo la voluntad del Seor. Es
decir, ser dios con Dios. por Dios y para Dios, o ser sin l y peor an, contra l.
El cristianismo hace la sorprendente afirmacin de que el hombre es Dios, o
destinado a ser Dios. Esto lo dice, en primer lugar, el propio Jesucristo. en el
Evangelio de San Juan, al confirmar lo expresado por el Salmo 81,16, con stas
palabras:"Replicoles Jess: No est escrito en vuestra ley: Yo dije: dioses sois?".
Pues si llam dioses a aquellos a quienes habl Dios, y no puede faltar la Escritura,
decs vosotros que blasfemo, porque he dicho: Soy hijo de Dios? (Jn. 1O. 34-36).
San Juan, de su parte, en la primera carta, dice: "Carsimos. ahora somos hijos de
Dios, aunque an no se ha manifestado qu hemos de ser.
Sabemos que cuando aparezca, seremos semejantes a l, porque le veremos
tal cual es". (1 Jn. 3,2). En este pasaje San Juan nos afirma categricamente que
el hombre en gracia es un proyecto de Dios, que habr de consumarse cuando
vea al Rey de la Gloria, hacindose con ello semejante a l. La visin de Dios es
deificante. El que lo ve se hace como l.
Los partidarios de la Nueva Era, tambin afirman la condicin divina del hombre y
sin disimulos lo llaman "Dios". Citaremos algunos ejemplos:
"El hombre es un Dios en embrin..." declara Conny Mndez, en el libro "El Nuevo
Pensamiento" (Caracas, 1981, p.78). Y en otra de sus obras, agrega que el ser
humano es de "la misma naturaleza de Dios" (El Maravilloso Nmero 7, en el
volumen "Metafsica 4 en 1", Tom. 1, Venediciones, Caracas, 1998, p11).
Shirley MacLaine, en el ya citado libro "Bailando en la Luz" (Edit. Plaza y Jans,
Barcelona, 38 edicin, 1992) sostiene que "Nosotros somos nuestros propios
creadores" (p.376), Y de ah que "Cada alma es su propio Dios. Nunca debes
adorar a nadie ni nada ms que a tu propio yo. Porque t eres Dios. Amarse a s
mismo es amar a Dios" (pp. 375- 376).
Deepak Chopra, no se queda atrs al manifestar: "En realidad, somos la divinidad
disfrazada, y el espritu divino que vive dentro de nosotros en
un estado embrionario busca materializarse plenamente" (Las Siete Leyes
Espirituales del xito". Edit. Norma, Bogot, reimpresin 17, 1997p.IX).
El exorcista ingls Benjamn Creme, afirma que: "por un acto de su voluntad el
hombre crear un da un conjunto de fuerzas y formas a travs de las
cuales puede manifestarse su inteligencia... De este modo el hombre se
conocer como el ser divino que es" (La Reaparicin del Cristo y los Maestros de
la Sabidura". Edit. ndigo. Barcelona, 1994. 28 edicin, p.34).
Sin embargo, los norteamericanos Leonard Orr y Sondra Ray son, tal vez, los que
mayor gala hacen de artificios sofisticas para convencernos de la autodivinizacin
del hombre y ello pretendiendo escudarse en la misma Biblia para hacer de ella un
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respaldo de lo absolutamente antibblico: "El pecado original". escriben los
mencionados autores, "es creer que t no eres Dios" ("Renacer a una Nueva Vida,
"Rebirthing". C.S. ediciones, Bs.As., 1991, p.215).
Con un malabarismo de palabras Orr y Ray construyen un burdo sofisma para
transformar el primer mandamiento del Declogo, que pide amar a Dios sobre
todas las cosas y prohibe la idolatra ("T no tendrs otros dioses fuera de M" (Ex.
20.3), en una explicacin para justificar lo injustificable: La autoidolatra!! He aqu
sus textuales palabras:
"Primero tenemos que definir "T". "T" eres t mismo. Luego tenemos que
definir "Mi" (yo). "Yo" eres t tambin. Dios es "T" y "Yo" (de otra manera habra
ms de un Dios). "Yo" es el Dios de cada uno. El "Yo" tuyo es el mismo "Yo" mo.
El "Yo" tuyo y el "Yo" mo son uno y el mismo, que es Dios. Este
mandamiento dice: "Yo soy Dios o t eres Dios. Y como t eres Dios, t tienes
que crear a Dios. El hombre cre a Dios a imagen y semejanza suya (Op. Cit.
240).
Son ejemplos, entre muchos, de cmo los voceros y representantes de la Nueva
Era se valen de la palabra de Dios para "torcerle el pescuezo" y hacerle decir
exactamente lo contrario de lo que ella dice.
Pero si tanto el cristianismo como la Nueva Era convienen en que el hombre es
Dios, o un proyecto de Dios, no coinciden ni en los alcances y sentido de esta
afirmacin ni en el modo como el hombre puede conseguir semejante destino.
En efecto, mientras la Nueva Era sostiene que el hombre es Dios por
virtud de su propio ser, esto es Dios por naturaleza; el cristianismo nos dice que el
hombre tiene naturaleza de criatura y, por tanto, de ser contingente y finito, lo que
establece una sustancial diferencia con el ser increado, necesario e infinito, que es
Dios. Una comparacin nos permite aclarar mejor esto: Dios es luz. Y Dios, como
el sol, tiene luz propia (e increada). Los hombres, como los planetas, aparecen
iluminados slo en la medida en que reciben la luz del astro rey.
Dios, en efecto, es increado y eterno y se autodefini muy bien diciendo de s
mismo, en el libro del xodo: "Soy el que Soy" (Ex.
3,14). Esto significa que l existe por s mismo, sin necesidad de ningn otro. El
hombre, en cambio, es el que ha sido hecho, lo que quiere decir, que necesit de
Otro para existir y que no tiene en s mismo la razn suficiente de su existencia. Es
un ser "contingente", no "necesario". Por eso, la posibilidad de divinizacin del
hombre no puede estar en su propio ser o naturaleza, sino en su participacin en
la naturaleza de ese otro ser superior y anterior a l (Cfr. 2 Pedo 1,4). En la
Nueva Era hay, pues, un inaceptable reemplazo del teocentrismo por el
antropocentrismo, de la religin de Dios que se ha hecho hombre por la religin
del hombre ensoberbecido que pretende por s mismo hacerse Dios. Es la
repeticin del intento de la criatura humana de usurpar el lugar del Creador.
En segundo lugar, la Nueva Era sostiene que el hombre, Dios en potencia o en
germen, puede por s mismo, con sus solas fuerzas, sin necesidad de dones
gratuitos ni de ayuda sobrenatural alguna, alcanzar, desarrollar o desplegar esa
supuesta divinidad que l posee en virtud de su propia naturaleza. Aqu estamos
en presencia de un proceso de autodivinizacin. De este modo. segn la Nueva
Era, el hombre llegar a ser Dios sin necesidad de Dios.
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Ser Dios sin necesidad de Dios es configurar la ms pavorosa soberbia y
con ella la egolatra. Eglatra es el que cree no depender de nadie distinto de l
mismo. Sin embargo, las dependencias mltiples y bien reales que pesan sobre
todo hombre, deberan ser suficiente argumento para desinflar todas las jactancias
del ego que se endiosa a s mismo. Lo difcil es que la soberbia, raz y motor de la
autoidolatra, poco entiende de lmites y razones.
En la perspectiva cristiana no es posible que Dios haga en el hombre la obra de su
divinizacin, sin que ste reconozca primero su condicin de criatura y su propia
insignificancia. He aqu otra diferencia tajante entre la divinizacin cumplida en
Jesucristo, por l y para l, y la autoidolatra a que invita la Nueva Era: Mientras
Dios hace de los humildes sus semejantes, el diablo de los soberbios hace los
suyos.
El cristianismo sabe de las limitaciones e imperfecciones del hombre y, en especial,
de su inclinacin constante al pecado y el mal: "Si
dijramos que no tenemos pecado, nosotros mismos nos engaaramos y
la verdad no estara en nosotros" (1 Jn. 1.8). De aqu que San Pablo, en el Captulo
VII en su Epstola a los Romanos, constate una verdad profunda (ya entrevista por
los mismos paganos, como el poeta Ovidio), cuando en resumen, nos dice con
acento desgarrador: "Desgraciado de m, porque veo el bien, quiero el bien y, sin
embargo, hago el mal que detesto".
A partir de la comprobacin emprica y existencial referida por San Pablo, se abren
paso con necesidad absoluta, los auxilios de Dios al hombre, es decir, la necesidad
de la gracia para obrar el bien y santificarse. Y esto tendr como consecuencia que
el hombre, por s mismo y con sus solas fuerzas, jams podr poner en marcha el
proyecto de su divinizacin. Que no se envanezca, entonces, pensando que podr
ser Dios sin Dios y menos contra Dios.
La realidad de nuestros lmites debera ser freno natural de la tentacin
de autoidolatra pero no! El hombre se ilusiona con perfecciones que no
posee y con omnipotencias imaginarias. Definitivamente, los lmites nada dicen a
quienes, cegados por el orgullo, no quieren verlos.
El mayor de los lmites es la muerte. Esta pregona el fracaso de todas las
autoidolatras. Los que con tanta ligereza como autosuficiencia se proclaman
dioses por cuenta propia, deberan meditar seriamente en el inevitable final de
todos los mortales. Pero la astucia de los pregoneros de la Nueva Era trata de
disimular el fracaso de la muerte, prometiendo a sus adeptos, en compensacin, la
no menos fantasiosa "reencarnacin", segn vimos atrs.
Somos dioses, s, pero con "d" minscula, a manera de satlites que giran
alrededor del Sol de los Soles y que de l reciben la luz, no de astros
independientes dotados de brillo propio. Somos dioses, s, ms no orgullosamente
junto a l, haciendo serie con l, sino humildemente dentro de l: "Porque dentro
de l vivimos, nos movemos y existimos..." (Hech.17,28).
As que nuestro ser de criaturas y nuestro destino de dioses no son cosa propia,
sino, por as decirlo, "prestados". No hay, pues, paridad alguna de nosotros con el
Seor. As se lo hizo confesar Yav al orgulloso rey Antoco, cuando reconoci: "...
Es justo someterse a Dios. El mortal no debe igualarse a l". (2 Mac. 9,12). Por
ello, la Escritura Santa afirma con razn: "Juro por mi vida, dice el Seor, que ante
m, todos doblarn la rodilla y todos alabarn a Dios". (Rom. 14,11). Y como
conclusin, esto: La divinizacin del hombre no proviene del hombre, sino de Dios.
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Al inducirnos la Nueva Era a ser dioses independientemente de Dios y an en
abierta competencia con l, nos quiere llevar a repetir el viejo pecado de Adn y
Eva de ser dioses sin Dios, como relata el Captulo 111 del libro del Gnesis. Esta
falta de nuestros primeros padres no es, a su turno, sino una versin apenas
atenuada del propio pecado de Lucifer de ser dios contra Dios (Cfr. ls. 14,12-14;
Ex. 28, 2-5; 2 Pedro 2,4 y Jud. 6). En el paraso terrenal, segn el relato bblico
(Gn, 3, 4- 5), la astuta serpiente hizo a nuestros primeros padres tres promesas
tramposas, para que comieran del fruto del rbol prohibido: 1. "No moriris"
(ahora es la "reencarnacin"); 2. "Se os abrirn los ojos" (Iluminacin, gnosis,
conciencia expandida o alterada, etc.) y 3. "Seris como Dioses". (autoidolatra).
De este modo, la antigua serpiente, que en la actualidad se ha magnificado como
poderoso Dragn (Ap. 12,3), susurra al odo de la humanidad incauta la misma y
archiconocida tentacin de antes. Ella es presentada ahora a los cristianos con
palabras melosas y frases bblicas, pero eso s, tergiversadas, o citadas fuera de
contexto. A los paganos la propuesta autoidoltrica se les hace con visos de
ciencia, sicologa transpersonal, o filosofa profunda.
Quitados, sin embargo, todos los disfraces y el hbil maquillaje, se trata en el
fondo de estratagemas que inducen a volver a las viejas fbulas, segn nos lo
advierte San Pablo, en la segunda epstola a Timoteo: "Pues vendr un tiempo en
que los hombres ya no soportarn la sana doctrina, sino que se buscarn un
montn de maestros segn sus deseos. Estarn vidos de novedades y se
apartarn de la verdad para volverse hacia puros cuentos"(Tim. 4, 3-4).
El castigo, ya en esta vida, para los engredos que se autodivinizan y se adoran a s
mismos, pretendiendo con ello afirmar su soberana y realizar su propio ser, es la
doble destruccin del valor divino y humano del hombre y con ello, la suma
frustracin e infelicidad del mismo.
La autoidolatra, el ms satnico de los pecados, desemboca ms temprano que
tarde, en la autonegacin del hombre. Es lo que se puede constatar en la
actualidad con el creciente desprecio del hombre por el hombre, no obstante las
ampulosas y fementidas declaraciones de "Derechos Humanos", que tambin se
violan y niegan de continuo, entre otras razones, porque pretenden ser la ley del
embudo; es decir, libertades, garantas y prerrogativas para cada uno, sin la
contrapartida de los correlativos deberes, cargas y obligaciones. Pareciera que los
hombres que a s mismos se han declarado dioses, slo tuvieran derechos, pero el
resultado es que en la prctica no tienen ninguno.













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X. QUE NO HAY DIFERENCIA ENTRE EL BIEN Y EL MAL?
Los partidarios de la Nueva Era sostienen que no existen el bien y el mal, o que no
hay diferencia entre ellos. Niegan tambin la existencia del pecado, o lo explican
como un error de conocimiento, una simple debilidad psicolgica, o
una imperfeccin, todo lo cual sera subsanable por el propio hombre sin
necesidad de la gracia y el perdn de Dios.
Escuchemos lo que nos dice, por ejemplo, Shirley Mac Laine, sobre este tema: "No
existe nada parecido al bien y al mal: nicamente hay conciencias iluminadas o
ignorancia... Hasta que la humanidad se d cuenta de que en realidad no existe el
bien y que, en verdad no existe el mal, no habr paz". ("Bailando en la Luz". Edit.
Plaza y Janes, Barcelona, 38 Edicin 1992,pp. 360, 374).
Mitch Pacwa. S.J. en su libro "Los Catlicos y la Nueva Era" (Florida, Centre for
Peace,Miami, 1992) trae las siguientes citas:
"El fallecido Shree Rajneesh, dijo: "Mi ashram, no hace diferencias entre lo
demoniaco y lo divino". Swami Vivekananda, enseaba: "El bien y el mal son una
sola cosa y lo mismo" y "El Asesino, tambin es Dios" (p. 39).
Para Conny Mndez, quien ignora lo que realmente es la confesin para los
catlicos, el pecado es un simple error:
"... El hecho preciso de reconocer la falta en nosotros equivale a la confesin
catlica y por lo tanto el error (que los catlicos llaman "pecado") ya est
perdonado. ("Un Tesoro ms para Ti", Bienes Lacnicos, C.A. Miami, 1986, p.14).
Ms audaz se muestra an Conny Mndez, en otra de sus obras, al hacer alarde
voluntarista de su propia divinidad para negar la culpa y el pecado:
"Cada vez que la mente (tu conciencia terrena) te acuse de algn defecto,
protesta!"
"No le permitan a ella ni a nadie ms que le tilden de cosa alguna que no sea
perfecta".
"Tal como ests leyendo:Protesta!"
"Di: Imposible. No acepto. Yo no soy as. YO SOY PERFECTO". ("El Nuevo
Pensamiento", Caracas. 1981, p.23).
Cules son las consecuencias lgicas de las peregrinas ideas de los
representantes de la Nueva Era, sobre el bien y el mal y el pecado? No es difcil
adivinarlas. Desaparecidas las fronteras entre el bien y el mal, desaparecern
tambin las diferencias, por ejemplo, entre la verdad y la mentira, entre la justicia
y la inequidad, entre el matrimonio y el concubinato, entre la fidelidad y el
adulterio, entre la autoridad y la tirana, entre la libertad y el libertinaje, entre el
arte y la pornografa, en suma, entre la virtud y el vicio.
La contaminacin de la luz por las tinieblas, es pues, el resultado siniestro del
irresponsable desconocimiento de las diferencias entre el bien y el mal.
Igualmente, el resultado ser tambin la destruccin del orden moral y hasta la
posibilidad misma de formularlo. Aniquilado el orden moral se har impracticable la
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recta convivencia y la relacin de amor entre Dios y los hombres, y tambin entre
hombres y hombres y entre stos y la naturaleza.
La cohabitacin de los valores con los antivalores y, peor, la confusin entre ellos,
deja sin defensas al hombre y a la sociedad y ms an, impide que incluso puedan
quejarse o protestar por ello: Con qu lgica se podran condenar, por ejemplo,
los crmenes de Staln en la ex Unin Sovitica, el siniestro holocausto de seis
millones de judos por Hitler bajo el nazismo, los horrores del "apartheid" en Sur
frica y del racismo en los Estados Unidos? Todas las atrocidades e injusticias
quedaran santificadas, si no hubiera diferencia entre lo recto y lo torcido: Los
abortos, el abandono familiar, el machismo, la prostitucin, el homosexualismo,
la avaricia, la traicin, el robo, el atraco, la idolatra, etc. etc. Los que tales cosas
hicieran no estaran obrando el mal, ni cometeran "pecado" alguno. En el peor
de los casos, apenas habran incurrido en "imperfecciones" o "errores" y
hasta tal vez en comportamientos psquicos morbosos, pero de ninguna
manera seran culpables.
Las crudas palabras de Conny Mndez, citadas al principio de este captulo, nos
dan la pista para desentraar la causa oculta por la que los partidarios de la Nueva
Era pretenden negar el pecado y las diferencias entre el bien y el mal.
En forma descarnada y brutal lo expresa tambin Aleistar Crowley, quien
pretende haber recibido revelaciones de un personaje misterioso del ms all,
llamado Alwars, con estas palabras: "La ley es haz lo que quieras...Slo tienes
derecho de hacer tu voluntad. Hazla y nadie se opondr" ("El Libro de la Ley", Edit.
Humanistas, Barcelona, 1, Edicin, 1992, pp.15,44).
Es obvio que si cada cual tiene el derecho de hacer slo lo que le viene en gana,
se acaba la posibilidad misma de cualquier ley moral.
Anotemos, por tanto, que la mayor diferencia entre los pecados de ayer y los de
hoy, radica en que los que se cometan antes era violando los mandamientos del
Declogo, y los de ahora, derogndolo. De este modo, el pecado actualmente se
reviste de mayor soberbia. El hombre de nuestra poca pretende definir por s
mismo lo que es el bien y el mal. Esto, repitmoslo, es parte de su reclamo de
libertad absoluta y de derechos sin deberes, todo lo cual brota a su turno de su
jactancia autoidoltrica.
La destruccin del orden moral como consecuencia directa de la autoidolatra,
tambin aparece en las palabras siguientes de Leonard Orr y Sondra Ray. Ya vimos
en el captulo anterior cmo estos autores, por un malabarismo de crudos
sofismas, transforman el primer mandamiento de la ley de Dios, que prescribe
amarlo a l sobre todas las cosas y prohbe, por consiguiente, adorar dolos, en un
mandato para darnos adoracin a nosotros mismos. Pues bien, fieles a esa
autoidolatra, estos mismos autores hacen una mutacin similar con cada uno de
los restantes mandamientos. As, por ejemplo, con el que nos prohbe el adulterio:
"...Si t adulteras el Primer Mandamiento, entonces todo lo que hagas, ser
adulterio.Mientras te honres a t mismo como a Dios, no estars adulterando la
verdad y estar todo bien. Como eres Dios, podrs decidir que ests casado hoy y
que no ests casado esta noche (luego puedes dormir con otra mujer) y que ests
casado maana otra vez... Si eres Dios tienes derecho de hacer eso..." ("Renacer a
la Nueva Era. Rebirthing". CS Ediciones, Bs.As., 1991, p.245).
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La negacin de diferencia entre el bien y el mal es consecuencia directa de la
autoidolatra, porque desde que yo creo en mi divinidad por naturaleza (y no como
don de Dios), es entonces lgico considerar que todo lo que hago es naturalmente
bueno, an inclusive si de suyo fuera malo. Si yo soy Dios, todo lo mo
necesariamente ser bueno. El mal que yo haga de hecho, o es bueno, o es pura
ilusin ma. O simple error de mi mente, es decir, ignorancia.
El fruto envenenado de toda autoidolatra, es la destruccin del orden tico, y la
consiguiente proclamacin de una moral egocntrica.
Tambin la autoidolatra significa la destruccin del orden de la gracia ya que, o
hace intil la redencin de Cristo cumplida con su muerte en la cruz, o
postula una orgullosa redencin por cuenta propia. En efecto, si no hay
pecado, sino simples imperfecciones o errores subsanables por el mismo que
incurre en ellos, la sangre de Jess, vertida en la cruz, no tena razn de ser y, por
tanto, tampoco nuestra salvacin obrada por sus mritos. Para la Nueva Era, Cristo
no tiene que redimirnos de nada. As, por ejemplo, lo asevera crudamente Conny
Mndez: "Nadie puede redimir a otro... Es imposible para alguien "salvar" a otro.
La idea de un Salvador personal y que Jess "Salvar" a aquellos que creen en l
no es verdad!... Cada uno debe hacer eso por s mismo"...("EI Nuevo
Pensamiento", Caracas, 1981, pp. 40 y 156).
Segn lo que acabamos de leer, nosotros mismos nos redimimos en la medida en
que vayamos corrigiendo nuestras "imperfecciones", a travs de las sucesivas
reencarnaciones. Todo lo anterior hace vana la gracia y los sacramentos mediante
los cuales Dios nos la comunica, en especial la confesin, la eucarista, la uncin de
enfermos y hasta el propio bautismo (ya que tampoco hay pecado original).
Colateralmente, la negacin del pecado, deja sin piso la existencia del castigo
eterno (infierno) y la del castigo temporal (purgatorio) y elimina igualmente la
existencia de Satans y de los ngeles cados.
Rechazar el pecado y la culpa es rechazar tambin la necesidad del
arrepentimiento y del perdn. Y aqu parece contradecirse la Nueva Era, porque al
reconocer el "Karma" (que segn ella hara necesario el ciclo de las
reencarnaciones), de alguna manera reconoce tambin la culpa que pesa sobre el
hombre y de la que no puede liberarse, al menos en esta vida. Y porque esa culpa
lo oprime, busca. Cabalmente, una oportunidad de redimirla mediante la
reencarnacin.
En el fondo de la teora que niega la existencia del pecado y la diferencia entre el
bien y el mal, hemos mostrado que se esconde la autoidolatra y un concepto
exageradamente optimista, ilusorio e irreal sobre la bondad del hombre. Y aunque,
efectivamente, el hombre es bueno en su naturaleza, y as fue creado por Dios
(Gen. 1,31), cay en pecado de autoidolatra y su naturaleza, a pesar de que no se
corrompi, si qued herida y debilitada. Desde entonces qued con inclinacin al
mal. Ya recordamos atrs el grito desgarrador de San Pablo y que es, sin
excepcin, el grito de todo ser humano, a quien su propia experiencia existencial le
muestra a cada paso sus lmites: "Veo el bien, quiero el bien, pero desgraciado de
m! hago el mal que aborrasco! (Rom. 7,15-55). De aqu que San Juan declare
con sobrada razn: "Si dijramos que no tenemos pecado, nos engaaramos a
nosotros mismos, y, la verdad no estara en nosotros". (Jn. 1,8).
En efecto, si no hubiera pecado Por qu entonces el sentimiento de culpa y
angustia en el hombre, tal como lo constata la generalidad de los psiclogos y
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psiquiatras, aunque algunos de ellos lo atribuyan equivocadamente a causas
ajenas a la responsabilidad del mismo hombre? Por qu el remordimiento? Por
qu el arrepentimiento? Es la conciencia del hombre la que lo acusa. Y lo acusa y
l se sabe acusado con razn, precisamente porque es culpable de sus pecados.
Pero ahora de lo que se trata es de determinar cmo liberarnos de la culpa y el
pecado: O por nuestros propios medios y esfuerzos, es decir por "auto-redencin"
(ya se cumpla en esta vida por medios psicolgicos y humanos, ya en otra u otras
por medio de las reencarnaciones).O, por el contrario, por medio de mi
arrepentimiento y el perdn de Jesucristo, dones de la gracia, debidos a los
mritos de su muerte en la cruz (redencin).
Los seguidores de la Nueva Era tienen variadas respuestas, pero todas
coinciden en el fondo en la idea de que el hombre se perdona a s mismo y no en
que Dios otorga el perdn. As, por ejemplo, lo dice Shirley Mac Laine:
"He descubierto que primero tengo que admitir que tengo miedo, o que estoy
enfadada, o que me siento rechazada o indigna. Luego puedo perdonarme por
haberme permitido esa desarmona. Cuando me perdono, la curacin comienza"
("Dentro de M". Edit. Plaza y Janes, Barcelona. 38 Edicin, 1992. p. 87).
Conny Mndez, con una oracin henchida de soberbia, como la que relata el
Evangelio de San Lucas (18, 9-14), del fariseo orgulloso frente al humilde
publicano, tambin hace del auto-perdn el remedio para las culpas de nuestras
faltas:
"Yo soy la resurreccin y la vida del decreto constructivo que hice respecto a esta
situacin. Me perdono esta recada. Yo soy la ley del perdn y la llama
transmutadora de todos los errores cometidos por m y por toda la humanidad.
Gracias Padre que me has odo" ("Te Regalo lo que se te Antoje", en Metafsica 4
en 1, Venediciones, Caracas, p. 77).
Ante la "oracin" anterior de la gran maestra esotrica de la "metafsica",
slo faltara anotar que la densidad de su jactanciosa autosuficiencia no queda
atenuada porque en ella d gracias al Padre, porque tambin el fariseo de la
parbola de Lucas lo haca: "iOh Dios!, te doy gracias de que no soy como los
dems hombres..." (Le. 18,11). La gratitud a Dios es pertinente, pero por un
motivo diametralmente opuesto, es decir, porque reconocindonos culpables, el
Seor Jess pronunci estas palabras de misericordia "No he venido a llamar a los
justos, sino a los pecadores" (Mt. 9.13).







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XI. QUE SE PUEDE AMAR SIN DIOS?
Los representantes y activistas de la Nueva Era, con excepcin de los grupos y
movimientos que dan culto directo a Satans, predican con gran nfasis el amor
mutuo entre los hombres y se complacen en describirnos lo que ser el mundo
futuro anhelado por ellos, donde reinarn la fraternidad y la paz. Es el mundo de
la era de Acuario, a diferencia de la era de Piscis, donde el cristianismo fue incapaz
de construir semejante paraso. Ahora, ellos se proponen hacerlo en su reemplazo.
Conny Mndez, describe as el edn que llegar, o est llegado (!!) con la Nueva
Era:
"La Era de la Libertad est a la mano. Los primeros signos dbiles de esta
perfeccin, estn ahora amaneciendo en el horizonte de la tierra, donde un mundo
tan hermoso como un sueo, reemplazar toda imperfeccin y deslealtad; donde
solamente la paz, la belleza y la alegra, residirn dentro de cada hombre, mujer y
nio; donde la pobreza, la enfermedad, la guerra y hasta la muerte misma dejarn
de existir" ("El Nuevo Pensamiento", Caracas, 1981, p. 152).
Ahora bien, el "sendero" para llegar a ese paraso es apartarse del egosmo y del
odio y practicar el amor. La misma Conny Mndez lo repite continuamente en casi
todos sus libros. As, por ejemplo, en el intitulado: "Te Regalo lo que se te Antoje"
(Edit. Bienes Lacnica, C.A. Caracas), al cual pertenecen estos prrafos:
"Para saber si estoy realmente en el sendero:
1. Si siempre busco el bien en cada situacin, persona y cosa...
2. Si perdono a todo el mundo sin excepcin, no importa lo que hayan hecho...
3. Si considero mi trabajo o tarea diaria como una cosa sagrada, tratando de
cumplirla lo mejor posible (gsteme o no)...
4. Si trato de rendir servicio a los dems, sin hacerlo de manera majadera ni
fastidiosa...
5. Si aprovecho todas las ocasiones de hacer conocer la verdad a otros, de una
forma sabia y discreta...
6. Si evito incondicionalmente la crtica, negndome a escucharla o apoyarla... "
(Op. Cito p.18).
J.J. Van der Leeuw, de su parte, aconseja:
"Ante todo sentir amor, no el amor que desea poseer, sino el amor profesado
generosamente a todos los seres y todas las cosas... Henchid vuestro cuerpo astral
de esta devocin... Sentid que vuestro corazn rebosa de piedad por cuantos
sufren en el ancho mundo... Hemos de emplear la voluntad en el nico propsito
de lograr la perfeccin en beneficio del mundo; hemos de emplear el amor para
identificamos con nuestro propsito; y hemos de emplear el pensamiento para
crearlo y realizarlo" (pp. 33, 34,74).
Consejos semejantes se derrochan, por ejemplo, en los escritos de Henry Thomas
Hamblin:".
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"...El hombre no ha de usar sus poderes espirituales para fines egostas y
para su propio encumbramiento." ("El poder est en Ti". Edit, Solar, Bogot,
p.38). Y ms adelante, contina: "Ha de haber un propsito en la vida y ste debe
concentrarse al mejoramiento de la vida de los dems. sean pocos o muchos. La
ley del servicio ha de ser obedecida; de lo contrario no puede haber felicidad" (Op.
Cit. p.91).
Si bien es cierto que la mayor parte de los promotores de la Nueva Era
aconsejan amar a todos y a todo de una manera noble y desinteresada, sin
embargo, hay quienes tienen una concepcin utilitaria y hasta egocntrica del
amor.
As, por ejemplo, L. Ronad Hubbard. el fundador de la llamada "Diantica", en el
opsculo "El Camino de la Felicidad", pretende dar "...el primer cdigo moral no
religioso basado totalmente en el sentido comn" (Edit. El Tiempo, Ltda., Bogot,
contrasolapa). Slo que "el sentido comn" de que habla Hubbard no es sino el yo
de cada uno atento a su propia conveniencia o inters egosta. He aqu, algunos
preceptos de la tica de este maestro:
"2. S moderado.
"Las personas que usan drogas... en la carretera, en un encuentro casual, en la
casa, pueden resultar peligrosas para ti... disuade a la gente de usar drogas" (p. 5)
"3. No seas promiscuo.
"Se fiel a tu pareja... la infidelidad puede reducir drsticamente la propia
supervivencia. La historia y los peridicos traen torrentes de casos de la violencia
de las pasiones humanas desatadas por la infidelidad... La "culpa" es el menor de
los males... un "sentimiento de culpa" est lejos de ser tan cortante como una
pualada en la espalda o vidrio molido en la sopa. Adems... si no insistes en la
fidelidad de tu pareja te ests exponiendo a contraer enfermedades". (P.6).
Tambin el amor o atencin al prjimo se justifican slo por tu propia
conveniencia, segn este moralista de la Nueva Era.
"Cuando alguien est enfermo, insiste en que tome las debidas
precauciones y reciba atencin adecuada... Estas personas son un riesgo para ti.
Tienes todo el derecho en insistir en que la gente se bae con regularidad y se
lave las manos... La gente que no se alimenta adecuadamente no es de gran
ayuda para ti..." (p.4).
La muestra anterior nos pone de presente cmo el egosmo, y no el amor, es la
base de esta "moral", que bien pudiera calificarse de egocntrica, porque, en el
fondo equivale a hacer de la inmoralidad el fundamento de la moral!!!
Pero el caso de Hubbard no es aislado. Los maestros del "Rebirthing" hacen estas
no menos contradictorias declaraciones:
"El amor perfecto borra los miedos. El Amor Perfecto es amarse a uno mismo
incondicionalmente, amarte hasta cuando ests odiando a tus padres, a Dios, a los
doctores y/o a ti mismo". ("Renacer a la Nueva Era, Rebirthing", Leonard Orr y
Sondra Ray, C.S. Ediciones, Bs.As., 1991' p.57).
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Y ms adelante, Orry Ray refuerzan su idea con estas palabras el "... Amor
Incondicional es un aspecto primario del Ser Infinitos. Al amarte a ti mismo
incondicionalmente, te acercas a verte como el Creador te ve" (Op. Cit. p.150).
Y de ese "amor incondicional" por uno mismo brotan para Orr y Ray, preceptos
como los siguientes:
"Yo... me quiero. Yo soy una persona amable". "Yo... me soy muy agradable a m
mismo..."
"Yo... me quiero, por consiguiente yo quiero a otros"
"Yo... me quiero, por consiguiente los otros me quieren a m". (Op Cit. p.83).
Nada difcil es catalogar la tica y el concepto del amor que nos prescriben los
mencionados autores Orr y Ray, como la apotesis del narcismo.
Como advertimos al principio de este captulo, no todos los partidarios de la Nueva
Era nos ofrecen una moral tan crudamente utilitaria o egocntrica, como la de
Hubbard, Orr o Ray. Hay formulaciones de gran altruismo y desinters. Pero aqu
la tacha que podamos hacerles no es la que quiere convertir el egosmo en el
motor de los actos morales, sino la ingenuidad y, finalmente, la ineficacia de una
tica meramente humana, "civil" o "laica", es decir, sin inspiracin y fundamento
en Dios, o sea en el ser que es la bondad misma y la fuente absoluta de todo bien
y amor.
Si a pesar de lo dicho, pensramos que la tica meramente humana, y sin anclajes
divinos, es pertinente y eficaz, tratemos de responder seriamente las siguientes
preguntas:
Es posible la fraternidad humana sin la paternidad divina? Es decir, podran de
verdad los hombres vivir como hermanos y tratarse como tales, si no tuvieran un
Padre comn en los cielos? En breve, Se puede amar sin Dios?
Nuestra respuesta es: Si se puede amar sin Dios, es decir, podemos querer el bien
y la felicidad de los dems sin necesidad de Dios, pero... y hay muchos "peros",
que conviene analizar ahora.
El astuto demonio no tienta a las personas del mismo modo, sino a cada una
segn sus inclinaciones, sus circunstancias y su estado moral y espiritual. As, a los
virtuosos no tienta con cosas depravadas, sino con cosas que son ciertamente
buenas, pero no santas, o si se prefiere, buenas pero no las mejores.
As, por ejemplo, mientras a los inclinados a la venganza seduce con el odio, a las
personas de buena voluntad, busca inducirlas al amor mutuo, pero sin
motivacin divina, es decir, a un amor meramente humano y sin referencia alguna
a la fuente de todo amor, que es Dios. Es una tctica habilidosa en que fcilmente
caen los desprevenidos, que con poco o ningn discernimiento "tragan entero" y
caen as en las redes del enemigo de Dios.
De acuerdo con esta estrategia selectiva, es corriente encontrar hoy en las
diversas manifestaciones, grupos y tendencias de la Nueva Era, al menos dos
grandes propuestas en materia de tica y comportamiento moral: Una que, con la
misma terminologa del "rock", podra denominarse "metlica", "pesada" o "negra".
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Esta, con toda clase de mensajes, ya directos, ya subliminales, incita a las
personas a la desenfrenada bsqueda de dinero, poder, prestigio,
placer, a la drogadiccin, a la promiscuidad sexual, al homosexualismo, al
aborto, al suicidio, y en general a toda suerte de vicios y
depravaciones, incluido el culto al propio Prncipe de las Tinieblas.
Hay, sin embargo, otra propuesta moral menos aberrante y maquillada de
bondades. Es la que podra llamarse "versin rosa", "light" o "blanca" y que
consiste en aconsejar audazmente el cumplimiento del mismsimo Declogo, pero
de modo parcial y mutilado, precisamente, en la raz y fundamento de todos los
mandamientos, que es el primero de ellos y que ordena amar a Dios sobre todas
las personas y cosas, y a aqullas y a stas slo por razn del mismo Dios.
Un ejemplo notable de esta versin risuea de la moral, se encuentra, por
ejemplo, en los libros de la ya citada Conny Mndez, la venezolana propagandista
de la llamada "Metafsica". Ella no ahorra palabra para recomendar a sus adeptos
toda clase de virtudes: Veracidad, justicia, paz, mansedumbre, templanza, castidad
y, naturalmente, amor mutuo y fraternidad, etc. Todas las virtudes excepto las
contenidas en el primer mandamiento del Declogo, y que deben ordenar todas
las dems a Dios. Sin esta subordinacin de las virtudes a Dios, ellas, como el dira
el genial escritor ingls Chesterton, se enloquecen. Virtudes locas son virtudes sin
Dios, que, aunque tienen un valor humano, finalmente no sirven a quien las
practica para cumplir la suprema finalidad de la vida, que es la salvacin eterna.
Virtudes con valor humano, sin valor divino!! Es una manera habilidosa del
Enemigo de Dios de manipular a los hombres, precisamente con las cosas buenas.
A este mismo gnero de virtudes castradas de eternidad y trascendencia,
pertenecen tambin las diferentes ofertas filantrpicas y de morales "civiles" o
"laicas", que pretenden hacer a los hombres "buenos" sin Dios, es decir buenos sin
la fuente y fundamento de todo bien.
Las virtudes y la moral sin Dios constituyen un gran pecado de "secularismo" y
ste, a su vez, un gigantesco pecado de soberbia satnica, porque busca
independizar a la criatura humana de su Creador y la ilusiona vanamente de poder
encontrar la salvacin sin necesidad de los auxilios y gracia que vienen de l.
Ahora s, respondemos a las preguntas que hicimos al principio: Se puede obrar el
bien sin las ayudas de la gracia de Dios? S se puede, pero hay muchos "peros"
que conviene tener en cuenta y lleg el momento de sopesarlos a continuacin.
1. Sin Dios, el hombre puede obrar el bien, pero eso no "funciona" en
circunstancias difciles y menos cuando se exija herosmo.
Recordemos como ya San Pablo nos adverta de algo que pertenece a la
diaria experiencia existencial de todo ser humano sin excepcin: "Veo el bien,
quiero el bien, pero !desgraciado de m!, hago el mal que aborrasco", (Rom. 7, 14
ss). Esto significa que el problema de mal moral no est en la inteligencia ni es de
ignorancia ("veo el bien..."). Tampoco el problema est en la
voluntad, puesto que sta se halla correctamente dispuesta ("quiero el
bien..."). Entonces por qu el "corto circuito" entre el pensar y el querer, y por
qu la consecuencia inesperada de un comportamiento moral incorrecto? No
ser, precisamente, porque en el hombre hay, finalmente, una incapacidad de
obrar por s solo el bien en circunstancias difciles? No ser, por el contrario,
porque necesita de auxilios especiales para su voluntad debilitada y auxilios que,
cabalmente, vienen de Dios?
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2. Sin Dios, el hombre puede obrar el bien, pero eso tampoco "funciona" de
modo sostenido, duradero, permanente, sino, por lo general, en forma ocasional o
discontinua y esto por las mismas razones acabadas de anotar en el punto
anterior.
3. Tampoco "funciona" la moral sin Dios en situaciones que exijan desinters,
sino, por lo general, a condicin de esperar una retribucin o un tratamiento de
reciprocidad, segn el principio utilitario de "te doy, porque me das", o al menos
"porque espero que me des", o porque deseo el aplauso de los que me vean darte,
etc.
4. Frente a los enemigos !S que la moral sin Dios es normalmente impotente!
Hasta los malos, nos adverta Cristo, aman a sus parientes y amigos y les dan
cosas buenas (Le. 11,13). Pero amar al que no nos ama, y peor an, al que nos
odia, es cosa diferente (Mt. 51,43). Eso exige un temple de alma que slo de lo
alto puede recibir luces y fuerza para cumplirse!
5. Y, finalmente, aun supuesto que alguien pudiera saltar con xito todas las
anteriores dificultades y conseguir obrar el bien en todas las circunstancias, an las
ms arduas y de modo permanente, desinteresado y hasta heroico y tambin
hasta, incluso con sus enemigos, se estrellara, empero con lo peor: Tanto amor
humano no sirve para la vida eterna, si no se ha hecho por amor a Dios!! Esa
inutilidad del amor filantrpico, del amor meramente humano, es decir, del amor
sin anclaje sobrenatural, y sin motivacin divina, ha sido bien descrito por San
Pablo, en el captulo 13 de la primera Epstola a los Corintios, con estas palabras:
"Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ngeles, si no tengo caridad
(amor inspirado en Dios), soy como bronce que suena o cmbalo que retae.
Aunque tuviera el don de profeca y conociera todos los misterios y toda la ciencia,
aunque tuviera plenitud de fe como para trasladar montaas, si no tengo caridad,
nada soy. Aunque repartiera todos mis bienes y entregara mi cuerpo a las llamas,
si no tengo caridad, nada me aprovecha" (1Cor. 13,1-3).
Resumamos, y al mismo tiempo saquemos las conclusiones de este captulo. Para
algunas personas de buena voluntad de la Nueva Era el hombre, ciertamente, se
realiza o debe realizarse en el amor mutuo, igual que para los cristianos. Pero bien
a diferencia de lo que ensea la Biblia, el amor que predican los de la Nueva Era
no se fundamenta en Dios, como principio y causa, sino en el mismo hombre.
Parte de m y termina en m. No empieza en Dios, ya que como nos dice San
Juan"... l nos am primero a nosotros..." (Jn. 4,10) y a l debe volver ese amor
despus de haber pasado por el hombre. El amor de la Nueva Era forma un crculo
que se cierra donde comenz: En m! Es un amor sin trascendencia.
La falta de trascendencia del amor, tiene importancia. Si yo perdono a los dems y
me perdono a m mismo, no es Dios quien en m perdona y hace que yo perdone,
sino que yo soy el autor del perdn y la causa nica de l. De este modo, tanto el
amor mutuo como el perdn recproco se convierten en un execrable ejercicio de
soberbia y de autoredencin idoltrica.
Algunos de la Nueva Era, como recordamos atrs, en el caso de Conny Mndez,
acostumbran dar gracias a Dios. Tambin lo haca el fariseo que oraba en el
templo junto a un publicano, pero se atribua a
s mismo el mrito y, de aadidura, manifestaba un profundo desprecio por
el publicano que tambin oraba junto a l (Cfr. Le. 18,9- 14).
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El amor, de suyo, une a los hombres, pero el amor que nace de la soberbia
autoidoltrica, los separa. Ya Scrates lo haba intuido, cuando solt su conocida
sentencia: "El orgullo divide a los hombres, la humildad los une.







































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LA NUEVA ERA LA VERDADERA Y LA FALSA



No es descabellado identificar la "New Age" (Nueva Era), como religin, o mejor,
conjunto de pseudoreligiones de la posmodernidad. De ah, a su turno, la
referencia a la modernidad, de la que aqulla es, a la vez, reaccin y continuidad,


DE LA MODERNIDAD A LA POSMODERNIDAD


"Dios s, religin no", es sin duda la divisa que, en asuntos de fe, mejor caracteriza
a la modernidad racionalista durante el siglo XVIII. Se trataba de un vago
desmo, que debilitaba a Dios al negar su providencia y, por tanto, su
capacidad de gobernar el universo e intervenir positivamente en la vida y la
historia de los hombres.


Tambin la modernidad se manifestaba hostil contra toda forma de revelacin,
de dogmas de fe, de organizacin eclesistica, de sacerdocio, etc. El Dios del
desmo, como observ agudamente el genial pensador espaol Donoso Corts,
poco difera de los monarcas constitucionales que "reinan pero no gobiernan".

Los dardos mayores de los racionalistas del siglo XVIII se dirigan contra las
grandes religiones monotestas: El judasmo, el islamismo y, en especial, el
cristianismo catlico- romano. Religiones monotestas que se caracterizan por
estar fundadas en un libro revelado.

Durante el siglo XIX y buena parte del XX, la modernidad se apartar
paulatinamente del "Dios constitucional", haciendo que el desmo termine
diluyndose en una especie de atesmo, no siempre doctrinario, pero al
menos s, de tipo prctico. Se entraba, as, en una fase propiamente secularista,
donde ya no importa si Dios existe o no existe, porque el hombre tiene la
pretensin de poder realizarse y ser feliz sin necesidad de l. No se cuestiona,
pues, la existencia de Dios, sino su utilidad. l dej de ser relevante para el
hombre. Este estaba convencido de que con la ciencia y la tecnologa,
frutos de su inteligencia, poda hacer los milagros y maravillas que antes, en
su ignorancia o en su impotencia operativa, imploraba de la Divinidad. En otras
palabras, el hombre dej de sentir estupor ante el misterio de Dios.


Los sueos de autosuficiencia humana, alentados por el secularismo,
comenzaron a desvanecerse a raz de la primera guerra mundial y se diluyeron
mucho ms con las barbaridades y desastres de la segunda conflagracin
planetaria sufrida pocas dcadas ms adelante. Despus una serie
interminable de conflictos locales y de guerras menores, sumados a las
secuelas antiecolgicas del urbanismo y la industrializacin en el orbe entero,
disearon lo que 'hemos llamado en otros escritos, la ecocatstrofe y la
sociocatstrofe.

Todo esto termin por demoler las fortalezas mentales del secularismo
para dar paso a nuevos aconteceres culturales, cobijados bajo el
nombre de "posmodernidad" y "Nueva Era".
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POSMODERNIDAD Y NUEVA ERA

La posmodernidad proclama el fracaso y la obsolescencia de las grandes
ideologas construidas por la modernidad racionalista, tales como el
liberalismo, el marxismo, el fascismo, etc. Pero del viejo racionalismo del
siglo XVIII, la posmodernidad conserva la animosidad contra todas las
religiones monotestas y, en particular, contra el catolicismo.

El secularismo de la modernidad haba dejado al hombre sin Dios ni religin, esto
es, vaco de trascendencia. Pero el hombre, por naturaleza, est diseado para el
absoluto y la trascendencia. Ya lo haba expresado San Agustn, con su conocida
sentencia: "Nos hiciste, Seor, para T, e inquieto est nuestro corazn mientras
no descansemos en T".Ahora bien, al verse el hombre vaco y privado de Dios, se
siente frustrado y entra en estado de profunda insatisfaccin. La sociedad de
consumo, con todos sus bienes y placeres, no logra reemplazar la falta de
verdadera felicidad del hombre actual. De ah su retorno al misterio y a lo sagrado;
de ah su vehemente bsqueda de espiritualidad. Pero como este hombre, de una
parte, se manifiesta heredero del prejuicio racionalista contra todas las religiones
y en especial, las del "libro", o sea las religiones reveladas, junto con sus iglesias,
dogmas y sacerdotes y, de otra parte, sufre de profunda ignorancia religiosa,
quiere llenar su vaco en fuentes de irracionalidad, que no pueden menos de
llevarlo a una espiritualidad tenebrosa.

En efecto, se pretende llenar el vaco religioso dejado por el secularismo en el
corazn humano, a como de lugar y de cualquier modo. Esto ha conducido a los
ansiosos buscadores a beber en las fuentes dudosas de la paganidad precristiana
o de las religiones pantestas del extremo oriente, que suprimen la dualidad
Creador - criaturas, y, por tanto, la trascendencia de Dios como el absoluto
"Otro". Pero tambin beben en las fuentes, ciertamente envenenadas, del
esoterismo, el ocultismo, la gnosis y hasta el abierto y crudo satanismo.

Todo lo anterior muestra que estamos ante un curioso fenmeno de
espiritualidad sin Dios y de "religiosidad" sin religin. Es la pseudoreligin
"light", por la que el hombre vaco de la posmodernidad vuelve su mirada a su
propio interior, pero no a Dios y de esta manera permanece en la inmanencia y
en la egolatra.

Con esto la Nueva Era confunde la concentracin, fenmeno simplemente
psicolgico con la que el hombre hace introspeccin, con la contemplacin
mstica, acontecimiento producido por la gracia divina en el espritu del hombre.
Es esa gracia la que hace experimentar la unin amorosa con Dios y, en
cierto modo, la divinizacin humana por obra y causa gratuita del mismo Dios.
Pero en la contemplacin mstica, por la que Dios diviniza al hombre, Dios
permanece como el absolutamente Otro. Por contraste, en la concentracin
autoidoltrica, producida por lo que los gurs llaman conciencia "expandida" o
"alterada", la mirada, el que mira y lo mirado, se confunden con la misma
persona. De ese modo, aqu no hay trascendencia ni alteridad alguna, sino
simplemente una operacin egocntrica.
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DIOS SOY YO


La antigua divisa del racionalismo "Dios s, religin no", sufre ahora una
variante sutil en los dos miembros que la componen: No se niega a Dios, pero
se le despoja de su carcter nico, para afirmar que todos, por naturaleza,
somos dioses, o que con la prctica de algunas psicotcnicas, destinadas a
"expandir" o "alterar" la conciencia, todos podemos llegar a la condicin divina.
En cuanto a la religin, tambin se reivindica aparentemente, porque se habla de
"religiosidad" y de "lo sagrado". Evidentemente se trata, como se vio atrs, de
una religiosidad vaciada de la trascendencia y de lo sagrado, esto es, sin
alteridad alguna.

As, la divisa de las pseudoreligiones de la posmodernidad (pseudoreligiones
que forman el variopinto y multiforme catlogo de las expresiones de la Nueva
Era), puede resumirse en esto: "Dios soy yo, y la religiosidad es la adoracin que
me doy a m mismo".

La nueva divisa, como bien se ve, encierra dos principios:
autoidolatra y narcisismo. Estos principios estn presentes de una forma u
otra, en las pseudoreligiones de la Nueva Era: Metafsica, Tao, meditacin
trascendental, diantica, control mental Silva, renacimiento, tantrismo,
esoterismo, gnosis, ocultismo, teosofismo, etc. Pero tambin estn presentes en
las prcticas mgicas y en las hechiceras de toda laya, como los cristales, las
velas de colores, el tarot, la tabla uija, la astrologa, ciertas formas de
bioenergesis. etc.


Antes de seguir adelante, se impone aqu una aclaracin, porque no hay que
confundir la autoidolatra, pretensin satnica por la que el hombre, por s y
ante s, pretende hacerse igual a Dios, con la posibilidad de que Dios, por su
entera iniciativa y gracia, divinice al hombre, sin que medie mrito alguno de
parte de ste.

Es autoidlatra el que cree soberbiamente que l mismo es ms importante
que su Creador, o al menos tan importante como l. Pero no lo es el que valora
su dignidad humana a la luz de la filiacin divina creyendo, por consiguiente,
que su propia importancia depende, no de l mismo, sino de Dios y que es un
don gratuito e inmerecido que viene de parte de l.

Ciertamente, como lo dijera el propio Cristo, somos dioses (Cfr. Jn. 10,34);
porque somos "hijos de Dios". Mas como esta filiacin no nos viene por
naturaleza, como la del propio Jesucristo, sino por simple adopcin, resulta
entonces, que nuestra divinidad es_ un regalo enteramente debido a la gracia
de nuestro amado Padre adoptante, por los mritos de su unignito hijo Jess. A
ellos debemos agradecer con profunda humildad tan formidable regalo que
excede nuestra propia condicin de criaturas. Nada, pues, de jactancias,
engreimientos y autosuficiencias!, como a las que nos quieren inducir las
pseudoreligiones autoidoltricas de la Nueva Era.

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Establecido, pues, que existe diferencia esencial entre la autoidolatra y la
divinizacin que Dios pueda hacer del hombre, hay que denunciar la patraa de la
Nueva Era que pretende hacer caso omiso de la diferencia de naturaleza -
diferencia radical y fundamental - entre el Creador y la criatura, para inducir al
hombre a darse adoracin a s mismo, negndola a Dios.

Aqu juegan las artes habilidosas de los estafadores. Bien saben ellos que la cosa
fraudulenta, cuanto mayor parecido tenga con la verdadera, tanto ms
posibilidades tiene de confundirse con ella. Un diamante falso pasar por
autntico en la medida en que ms semejanza tenga con el original. Algo
idntico sucede en la vida espiritual con la afirmacin de que somos dioses,
pero sin l y por obra nuestra, y no por l, con l, y para l. La Nueva Era pretende
que es lo mismo autodivinizarse que ser divinizado, con lo cual confunde a los
incautos entregndoles como buena una joya adulterada.


AURORA O CREPSCULO?

Ahora bien, qu es lo que nos prometen las pseudoreligiones y las variadas
prcticas mgicas de la Nueva Era? Pues lo que stas dos ltimas palabras
sugieren: Nueva etapa de vida feliz, pacfica y prspera para elhombre y la
humanidad entera.

Los seguidores y profetas de la Nueva Era, la denominan, con trminos
astrolgicos, "Era de Acuario", en referencia al amable aguador que porta
buenas nuevas. La etapa anterior a sta, tambin bautizada astrolgicamente, se
supone que fue la de "Piscis", centrada ella en el cristianismo y al cual con
gran injusticia e ignorancia se atribuyen los peores males y fracasos de la
humanidad en los dos ltimos milenios de su historia.

La "Era de Acuario", as caracterizada, se anuncia como una especie de paraso en
la tierra. Pero qu credibilidad puede otorgarse a tan seductora promesa?

Puesto que la Nueva Era, como atrs se vio, descansa en un nuevo rechazo del
Dios verdadero y en una soberbia y abusiva autodivinizacin del hombre, lo que
ha de esperarse de ella es lo mismo que sucedi con el pecado de nuestros
primeros padres, Adn y Eva, cuando seducidos por la serpiente satnica, se
pretendieron dioses sin Dios, es decir, dioses por cuenta propia. Del feo pecado de
la autoidolatra de los hombres de hoy, como del de los de ayer, no puede
esperarse cosa distinta que toda una cadena de desgracias y calamidades.

El proceso autodestructivo del hombre actual, as como los procesos destructivos
de su medio ambiente social, moral y ecolgico son las consecuencias de las
diversas idolatras, ahora reforzadas y potenciadas con la propia autoidolatra del
ser humano.


Los desastrosos resultados ya comienzan a evidenciarse en todos los pases y en
todos los sectores de la vida social, desde el conyugal y familiar, hasta el
econmico, poltico, artstico, etc. El deterioro creciente de las relaciones
convivenciales y fraternas en todos los mbitos de la vida humana, el egosmo
en aumento, las injusticias multiplicadas, el divorcio, la desintegracin familiar,
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el aborto, la eutanasia, la corrupcin poltica, la codicia, la lujuria, las aberraciones
sexuales legitimadas, el narcotrfico y la drogradiccin incontenibles, la
mediocridad intelectual, la decadencia del arte, el hiperconsumo de minoras
opulentas en contraste con el hambre y miseria crecientes de los pases pobres,
por no hablar de la tambin creciente destruccin de la naturaleza y de la vida
vegetal, animal y csmica, son algunos, entre tantos males, fruto de un hombre
vaco de Dios, pero lleno de soberbia y de pretensiones autodivinizantes.

Vuelve a ser terrible verdad que el hombre autodivinizado, esto es el hombre sin
Dios o contra Dios, se vuelve inhumano consigo mismo, deshumanizado con los
dems y verdugo y tirano con la pobre naturaleza. Ciertamente, pues, de la
autoidolatra del hombre de la Nueva Era slo puede esperarse la destruccin de
todo y de todos, incluida la del propio idlatra.

La Nueva Era no es nueva sino vieja, muy vieja. En efecto, ella no es sino la
resurreccin supermagnificada de los errores gnsticos que proliferaron en los
primeros siglos del cristianismo. E, incluso, es todava ms antigua, puesto que
se remonta a la tentacin y cada de Adn y Eva en el paraso.

"El Gnosticismo, dice Eduardo Lpez Padilla, es una racionalizacin de la fe que
refiere la salvacin del hombre a un conocimiento de contenido esotrico".
(Eduardo Lpez Padilla "New Age: La Religin del Siglo XXI?", Cefec, Mxico,
1995,2. Edicin. P. 16). Hoy vuelve con multitud de ropajes distintos y
tambin, como ayer, con abundancia de disfraces bblicos y cristianos.

En efecto, la Nueva Era proclama sus mentiras hacindolas marchar del brazo de
algunas frases, generalmente sacadas de la Biblia, para crear confusin en
los ignorantes e incautos e inducirlos a aceptar sus proposiciones y doctrinas.
Ya Jess nos haba puesto en guardia contra los lobos con apariencia de
corderos. Hoy, desgraciadamente, parece que muchos de estos corderos tambin
padecen vacuidad espiritual y as se hallan dispuestos a dejarse seducir por sus
embaucadores. Obviamente, al hacer uso manipulado de la Biblia y de los
smbolos, oraciones y ritos religiosos de la fe cristiana, la Nueva Era comete la
peor felona, porque utiliza el bien para hacer el mal.

El mismo proceder engaador y traicionero se utiliz en los siglos primeros de la
era cristiana, cuando intent desviar y confundir la naciente Iglesia de Cristo y
proponerle un milenarismo carnal.

Ante la crisis actual de la cultura tradicional occidental - cristiana y su pregonado
reemplazo por la posmodernidad y la Nueva Era, hay que tener cuidado de no
tomar por aurora lo que es crepsculo ni por verdadera luz lo que son simples
fuegos fautos. S, la Nueva Era, que como su nombre sugiere, se proclama como
amanecer, en realidad es ocaso. Nos reintroduce en las viejas tinieblas de antes.
Pretende unir la mente con sus propios desvaros, la lgica con los sueos, la
realidad con las fantasas, el bien con el mal, lo sagrado con lo demoniaco.

El diablo, capaz segn San Pablo, de aparecerse como ngel de luz, a los
seguidores incautos de la Nueva Era los disfraza de dioses, para perderlos. En
esto, consiste la peor trampa, la trampa autoidoltrica, que con bastante
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habilidad utiliza la Nueva Era para seducir la soberbia y la vanidad de sus
vctimas, como ayer sedujo a los gnsticos.

EL GRANCASTIGO

S, la Nueva Era no es en realidad una era nueva, sino la repeticin empeorada
de las eras anteriores. Y a la luz de los pavorosos signos y seales de desastres y
calamidades de todo gnero que azotan al mundo actual, entre los cuales
sobresale la apostasa generalizada y la no menos generalizada inmoralidad y
corrupcin, hay que decir con el escritor mexicano, Luis Eduardo Lpez Padilla:

"Entendmoslo bien, el mundo no est preparado ni maduro para una nueva era
tal y como la presenta el movimiento. New Age: por el contrario, la humanidad
est lista para recibir un gran castigo. Pues el pecado de los hombres "clama al
cielo y atrae consigo el rigor, en extremo de la justicia divina... (Luis Eduardo
Lpez Padilla, "New Age: La Religin del Siglo XXI?". Cefec, 2. Edicin, 1995,
Mxico, p. 158).


"Al gran castigo", que todos esos pecados resumidos en la ecocatstrofe, la
sociocatstrofe parecen disear en el prximo horizonte de la humanidad, es
muy probable que se refieran los profetas en la Sagrada Biblia, cuando hablan
del "da de la clera de Yav". En gracia de la brevedad, no nos extenderemos
en detalles sobre esta terrible manifestacin de la justicia divina, pero no
podemos dejar de evocarla como merecido final de esta poca diablica que ha
querido caracterizarse como una "Nueva Era" para la humanidad.

LA ERA NUEVA SEGN LA BIBLIA

Ahora bien: A pesar de todo, no podemos descartar el advenimiento cierto de
una era nueva, claro est, que por completo distinta de la preconizada por New
Age. Los hombres de hoy ansan con vehemencia una vida nueva y una historia
nueva. El cristianismo, ciertamente, no es ajeno a este anhelo comn. Y ms
todava, lo expresa sin ambages, tanto en las voces de los mismos profetas de la
Biblia, como en las de los papas y aun en las voces de los profetas de nuestro
tiempo que han hecho revelaciones privadas.

En la oracin que nos ense Cristo, pedimos insistentemente "Venga tu
Reino; hgase tu voluntad, as en la tierra como en el cielo "(Mt. 6,10). Este
reino, comenz con la primera venida de Cristo al mundo y se implant en los
corazones de los que reciben con fe su mensaje y cumplen sus mandatos del
amor a Dios y al prjimo. Sin embargo, en dos mil aos de existencia del
cristianismo, jams ha logrado universalidad geogrfica ni plenitud de santidad.
Con diversos altibajos a lo largo de los dos ltimos milenios, siempre ha estado
limitado en cantidad y calidad. Pero segn las profecas bblicas, algn da ha de
estar presente en todos los corazones, en todas las familias y en todas las
estructuras y actividades de la cultura y la vida social.

Tanto en los textos de la antigua alianza, como de la nueva, se nos afirma
insistentemente que Cristo es Rey de reyes y que ha de reinar sobre todos y
sobre todo con poder universal y absolutamente soberano. Tambin se nos
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anuncia que este reinado universal de Cristo ser de paz, tanto entre hombres,
pueblos y naciones, como entre los hombres y la naturaleza, y se describen
situaciones de realizacin de ese reino que no son slo de orden espiritual,
confinadas al interior del corazn de las personas, sino tambin de orden social,
esto es, que tocan las relaciones interpersonales y an transpersonales de esos
hombres, hoy diramos relaciones de tipo estructural o sistmico. Veamos
algunos casos:

Isaas, por ejemplo, vislumbra la siguiente situacin paradisiaca: "Forjarn de sus
espadas azadones, y de sus lanzas podaderas. No levantar espada, nacin
contra nacin, ni se ejercitarn ms en la guerra" (ls. 2,4). "...No habr all jams
nio que viva pocos das, o viejo que no llene sus das, pues morir joven ser
morir a los cien aos y el que no alcance los cien aos ser porque est maldito"
(65-20). " ... La justicia ser el ceidor de su cintura, la lealtad el cinturn de sus
caderas. El lobo habitar con el cordero, el leopardo se acostar junto al cabrito;
ternero y leoncillo pasearn juntos y un nio pequeo los podr cuidar. La vaca y
la osa pastarn en compaa, juntas acostarn sus cras. El len como los
bueyes, comer hierba. El nio de pecho jugar junto al agujero de la vbora; en
la guarida del spid meter su mano el destetado. No harn ya mal ni causarn
ms dao..." (11,5-9).

Este reinado ser universal, segn Zacaras:"Y ser Yav rey sobre toda la tierra:
el da aquel ser nico Yav y nico su nombre" (14,9). Universalidad que
subrayan los salmos, agregando que todas las naciones y pueblos le estarn
sujetos y le obedecern: "Ante l se rendirn todos los reyes, le servirn
todas las naciones" (Sal. 72,11), lo que corrobora tambin Daniel: "A l se le
dio imperio, honor y reino, y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron.
Su imperio es un imperio eterno, que nunca pasar y su reino no ser destrudo
jams" (7. 14).

EL REINO MILENARIO: LITERAL O SIMBLICO?

El mismo Apocalipsis, en el captulo XX reafirma este reino, asignndole la cifra
de mil aos, durante los cuales el diablo ser encadenado y Cristo reinar con
sus santos y con todos los que "no adoraron a la bestia ni a su imagen y no
aceptaron la marca en su frente o en su mano..." (20,4).

Los apstoles, a juzgar por la Didaj, que contiene las enseanzas de ellos y casi
todos los Primeros Padres de la Iglesia, durante los cinco siglos iniciales de
nuestra Era, esperaron ese reino y defendieron su advenimiento con numerosos
y fuertes argumentos basados en lo que se llama la interpretacin literal-
simblica de la Biblia.

Entre los defensores de esta tesis, se encuentran la Didaj, como ya se dijo, y
adems la epstola de San Bernardo y ms tarde se agregaron figuras tan
ilustres como las de: San Papias, San Justino mrtir, San Tefilo, San Melitn,
San lreneo, Polcatres, Tertuliano, San Hiplito, San Victorino mrtir, San
Custodio, Nepote, Comodiano, Lactancia, Quinto Julio, Hilariano, San Zenn,
San Epifanio, San Ambrosio, Suplicio, Severo y San Agustn en su primera
poca.

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LA REALIDAD DERROTA LA ALEGORA


Ms tarde, San Agustn se apart de la interpretacin literal para acogerse a la
alegrica, segn la cual ese reino milenario se aplica al tiempo histrico de la
Iglesia actual desde sus comienzos, o segn otros, arrancara desde la
resurreccin de Cristo y, todava, otros ms piensan que desde los tiempos de los
mrtires, o tambin desde el edicto de Constantino en el ao 313 de nuestra era.
Esto contrasta con la tesis literal que pone la iniciacin del reino milenario a
partir de la derrota del Anticristo y con ms exactitud despus del "gran castigo"
que han de sufrir las personas que aceptaron la apostasa y el dominio del inicuo
hombre de la perdicin.

Ahora bien, silos alegoristas tuvieran razn: O la realidad del reino milenario se
evaporara, o habra que (contra toda lgica y an contra el simple sentido
comn), admitir contradicciones entre los textos bblicos y los hechos de la
historia de la humanidad en los ltimos dos mil aos.

En efecto, si el reino milenario fuera todo el tiempo de la Iglesia actual, sera
difcil explicar cmo ese reino de paz y justicia de que hablan los textos bblicos
puede compaginarse con tantas guerras, conflictos, persecuciones e injusticias
sin cuento, que caracterizan la vida de la humanidad y de la Iglesia durante ese
mismo lapso.

Al comentar la peticin "venga tu reino", que hacemos los cristianos al rezar la
oracin que nos ense Jess, Mons. Aldo Gregori, escribe:

"Venga tu reino! Qu hay que entender por reino de Dios? Nos lo dice la frase
siguiente "Hgase tu voluntad". Se trata de un reino en que los hombres, por lo
menos la mayor parte de ellos, vivan en la obediencia a la Ley del Seor.
"Hgase tu voluntad, as en la tierra como en el Cielo": por lo tanto es aqu,
sobre esta tierra, en este mundo, en esta vida de prueba, es en esta humanidad
redimida donde ha de realizarse la venida del Reino.

"Ahora bien, preguntmonos con sinceridad: despus de dos mil aos que los
creyentes en Cristo piden que el Nombre de Dios sea santificado y que venga su
reino, Se puede decir que hayan sido escuchados? Podemos decir que esta
imploracin de la Iglesia, mstica Esposa de Cristo, haya sido ya satisfecha,
cuando cada da millones de cristianos blasfeman el santo Nombre y cada da la
mayor parte de los bautizados siguen obrando contra la Divina Voluntad,
cometiendo todo tipo de pecados?

"Y sin embargo, esta incesante plegaria que sale del corazn mismo de la
Iglesia debe ser acogida. Pero cundo lo ser? Ser posible que sea
contentada slo cuando el mundo se haya terminado y los justos gocen en el
Paraso de la visin beatfica teniendo sus delicias en uniformarse siempre y
en todo a la voluntad de Dios? Pero ese reino ya existe, siempre ha existido y
durar eternamente; ms an, es el modelo en el que debe inspirarse el Reino
de Dios que ha de instaurarse aqu, en la tierra. (Mons. Aldo Gregori "La
Venida Intermedia de Jess", Lib. Espiritual, Quito, pp. 33, 34).
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Frente a la tesis de quienes prefieren dejar para "el ms all" la realizacin del
reino milenario, es decir, en los dominios de la escatologa, el P. Eusebio
Garca de Pesquera, hace esta apabullante pregunta: "Cmo puede
entenderse un efectivo reinado de Cristo sobre el mundo, si este reinado
empieza de verdad cuando el mundo acaba? Adems, entonces nuestro seor
Jess, "entregar elreino al Padre" (1 Cor. 15,24 Y 28). (P.Eusebio Garca de
Pesquera "Moran Atha". "El Seor vuelve", Lib. Espiritual, Quito, p. 45).

El reino de Dios, que todava no ha alcanzado a todo y a todos, est an
pendiente de realizacin en la tierra. (Ap. 5,10). Antes de su consumacin
escatolgica y definitiva en el cielo y no puede entenderse, como el mismo autor
citado observa, que se inaugure y clausure en un mismo acto. (Cfr. Op. Cit. p.
51).

En la historia del cristianismo en la tierra, este reino ha sido ms de derecho que
de hecho, es decir, que est pendiente su plena realizacin, no slo espiritual
sino an temporal. Este reino no es, ciertamente, de este mundo, pero en este
mundo ha de establecerse y actuar.

Nuevamente, el P. Garca de Pesquera pone de presente esta insuficiencia
cuantitativa y cualitativa del reino de Cristo, no en cuanto a la naturaleza de
ste, sino en lo referente a su realizacin histrica:

"Jess, Seor - Kyrios... no ha tenido hasta hoy el ejercicio pleno, satisfactorio,
incontrastable, de poder soberano que exigen tantas profecas. Entonces?
Entonces, tienen que venir das o tiempos en que todo se cumpla... tienen que
venir, pues, das en que Jess de Nazaret, el Ungido del Padre sea de verdad
indiscutiblemente, el SEOR y REY de todos y de todo, aqu en este mundo
antes de que este mundo sea consumado". (Op. Cit. p.81). Para el juicioso
pensador mexicano, Eduardo Lpez Padilla la interpretacin alegrica hace
violencia a los sucesos histricos y a la coherencia mental: "... esto trae un
efecto desastroso y del todo distorsionado. Eso sera admitir que ese reino
extraordinario de paz y santidad ha sido todo el tiempo nuestro, con bombas,
comunismo, herejas de todas clases, guerras y Cristo reinando con los suyos
(Alegricamente, por supuesto) y el demonio encadenado sin poder tentarnos ni
nada pero con una presencia ms visible que nunca. Esto, a nuestro parecer no
se puede admitir". (Luis Eduardo Lpez Padilla, "Los Ultimas Tiempos", 2.
Edicin, 1994, Lib. Espiritual, Quito, pp.64, 65).

Mucho tiempo antes que Lpez Padilla, Gregoriy Garca Pesquera, el P. Leonardo
Castellani, en compaa del P. Alcaiz, tambin destacaron irnicamente las
inconsecuencias y absurdos del alegorismo, as:

"Es decir, en resumen, segn esta interpretacin, los famigerados Mil aos son
todo este tiempo, el tiempo nuestro, desde que muri Cristo, con Capitalismo,
Comunismo, bomba atmica y todo, y nosotros estamos sentados en tronos,
tenemos el poder de juzgar y reinamos, yo en mi escritorio en la Calle Caseros, y
Fulton Sheen en la vdeo de Nueva York; sin que el diablo pueda tentarnos
porque est encerrado y sellado en el corazn de los impos; pero un da se
acabar la fiesta porque ser soltado y podr tentarnos de muchas maneras... Y
los degollados por el nombre de Cristo que son los Mrtires, tambin estn
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sentados en tronos, juzgan y reinan, aunque en otro lugar y de modo muy
diferente; pero todos somos vivientes, porque tenemos la vida de la gracia,
tambin de modo diferente; y los impos son muertos, y la primera resurreccin
es el Bautismo, y la segunda es la Resurreccin. Y "mil aos" significan dos mil y
an mucho ms de dos mil, y tambin significa tres aos y medio... Esta es la
interpretacin alegrica ni ms ni menos". (Aicaiz-Castellani, "La Iglesia
Patrstica y la Parusa", Ediciones Paulinas, 1942, Bs. As., p. 331).

Poco despus, en su notable obra "Apokalipsis", Leonardo Catellani,
seguir fustigando la teora alegorista por desvirtuar las profecas e insistir
mordazmente en sus incoherencias:

"Segn esta teora, los "Mil aos" de San Juan significan tres aos y medio, y dos
mil aos, y tambin toda la eternidad a la vez: donosa aritmtica". Ah, es que se
trata de una aritmtica no cuantitativa- exclama el P. Bonsirven, secuaz de
Allo. (Algo as como color incoloro)... Toda la tradicin antigua en masa durante
los cuatro primeros siglos de la Iglesia entendi en este captulo (XX del
Apocalipsis) simplemente que haba un largo periodo de paz y prosperidad en el
mundo (mil aos o bien mucho tiempo) despus del retorno de Cristo y el
refulgir de su parusa; que ha trado dos resurrecciones, una parcial de los
mrtires y santos ltimos, otra universal al fin de buenos y malos- lo cual
tambin San Pablo dice; que todo este largo tiempo es quizs lo que designamos
con el nombre del juicio final, el cual se describe metafricamente al final del
captulo y es decir, se describe su trmino y finiquito. El "Da del Juicio Final" no
puede ser ciertamente un da solar. (Leonardo Castellani, "El Apokalipsis",
Ediciones Paulinas, Bs.As., 1963, pp. 295 y 296).

Qu esto es milenarismo? Vaya que s, pero en manera alguna milenarismo
carnal, condenado con razn por la Iglesia y tampoco siquiera milenarismo
mitigado que, si bien no ha sido condenado como el anterior, s es visto con
reservas por la autoridad eclesistica. Hablamos pues, de un milenarismo
espiritual, perfectamente legtimo y nada objetable desde un punto de vista
dogmtico.

El dominicano francs H. Troadec O.P., no obstante declararse partidario de la
tesis agustiniana, segn la cual el milenio comenz "desde que Cristo alcanz
sobre l (Satn) el triunfo por su Pasin y Resurreccin", reconoce que:

"Es pues perfectamente legtimo mantener cierto milenarismo espiritual, segn el
cual Cristo, con los suyos, reinara invisiblemente, a partir de cierta poca todava
por venir, sobre las colectividades. No debera considerarse como herejes a los
que sostuvieran que el reinado de los mil aos no ha sido inaugurado todava
pero que se realizar cuando las colectividades humanas estn completamente
impregnadas de la verdad del Evangelio".(H. Troadec, O.P. "El Mensaje de San
Juan Evangelista", Ediciones Eler, Barcelona, 1966, p. 213).

Pensamos, pues, que este reino de Dios tendr una oportunidad de mostrarse en
plenitud cuantitativa y en santidad en una etapa que vendr despus del gran
castigo y que marcar no el "fin de mundo", sino el llamado "fin de los
tiempos" o "tiempo de las naciones", de que habla la Sagrada Escritura.

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LA VOZ DE LOS PAPAS

Mas, dejando de lado los aspectos controversiales a que se presta la tesis del
milenarismo, an espiritual, frente a los seguidores posteriores y actuales del
postagustinismo, es pertinente mostrar que el anhelo de una era nueva, en
reemplazo de la era actual, en que presenciamos el desplome de todos los
valores, no slo cristianos sino an humanos, y hasta meramente naturales, es
una de la constantes en la prdica de los sumos pontfices de nuestra poca.


Es importante comenzar por el sumo pontfice anterior, Juan Pablo 11: "...estos
tiempos esperan a Cristo con gran ansia, por ms que muchos hombres de
nuestra poca no se den cuenta. Nos acercamos al ao 2000 despus de Cristo.
No sern tiempos que nos preparan a un renacimiento de Cristo, a un nuevo
adviento?" (5-XI-1978).

En el Papa Pablo VI se descubre un acento ecumnico marcado, en la prxima
era nueva que esperamos los cristianos: "Pidamos al Seor con insistencia que,
si no nuestra poca, al menos una poca prxima... vea la unidad de todos los
cristianos... que en nuestro atribulado panorama histrico florezca el patente
milagro de ser todos, finalmente, un slo rebao y un slo pastor" (18-VIII-
1963).

El antecesor de Pablo VI, Juan XXIII, en la convocatoria del Concilio Vaticano 11,
expresaba: "Creemos percibir en medio de tantas tinieblas, no pocos indicios que
nos hace concebir esperanzas de tiempos mejores para la Iglesia y la
humanidad" (25- XII-1961).

El gran Papa Po XII, expres en 1955: "Es nuestra firme confianza que Dios
prepara una nueva primavera a su Iglesia" (4-XI-1955).

Y poco tiempo despus el mismo Po XII parece identificar inequivocadamente
esta "nueva primavera", con la era nueva de paz y felicidad a que se refieren las
profecas, vetero y neotestamentarias. Estas fueron sus palabras en el mensaje
de resurreccin del ao 1958:

"Antes de que la ciudad santa, la Nueva Jerusalen, descienda del cielo del lado
de Dios, ataviada como una esposa, que se engalana para su esposo, gozar el
hombre de verdadera felicidad sobre la tierra. La dignidad humana ser
respetada, las necesidades satisfechas y disfrutar de una verdadera y largusima
era de orden, paz y justicia" (hemos subrayado en el texto).

El lenguaje de Po XII en la anterior declaracin parece contener ecos de ese
milenarismo que los alegoristas injustamente reprochan. Adems, claramente se
ve que la era nueva es para el ac, no para el "ms all", es para la tierra, no
para el cielo. Un ao antes, tambin sin ambages, Po XII deca: "Hay muchos
indicios de que la vuelta de Jess no est lejana".(Pascua de 1957).

En referencia a la monarqua divina que ha de ejercer el Seor, Po XI escribi:

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"Cuando instituimos la fiesta de Cristo Rey... ya percibimos el gozo del da tan
deseado en que todo el orbe, gustar y voluntariamente aceptar, el delicioso
Imperio de Cristo Rey" (Encclica Miseretissmus Redenptor, 1928).

Tambin en referencia a la realeza de Cristo, el papa Benedicto X.V expres este
deseo: "Como del alba se deduce la proximidad del da, en la prctica de la
consagracin de las familias al Sagrado Corazn, saludamos el alba del
deseadsimo medioda en que la soberana de Jesucristo ser reconocida por
todos" (6 -1-1918).

Llama la atencin el modo como el Papa Po X, expresa el anhelo de los das
mejores para la Iglesia y la humanidad: "Nos parece- escribe -, por una secreta
inspiracin, que podemos asegurar se cumplirn pronto las grandes esperanzas
concebidas, sin ninguna temeridad, por nuestro predecesor Po IX y todos los
obispos como fruto de la solemne definicin de la Concepcin Inmaculada"
(Encclica Ad Diem Illum, 1904).

Por ser controversiales. no queremos en este escrito invocar las numerosas
profecas de muchos videntes de nuestro tiempo, que van en la misma direccin
de las declaraciones pontificias, como tambin de las enseanzas bblicas. Pero
todo lo dicho apunta a dejar sentado que los cristianos esperamos con firmeza el
advenimiento de una era de paz, justicia y felicidad en reemplazo de las
siniestras condiciones de la civilizacin actual, que se muestra, a la vez contraria
a la naturaleza, al hombre y a Dios en todos sus aspectos y dimensiones.

Como el diablo desde sus inicios no ha hecho cosa distinta de plagiar a Dios y a
lo de Dios, ahora, simiescamente, intenta tambin una ltima imitacin para
perder a los hombres:

Es su "New Age" que, con ropajes prestados al cristianismo, ofrece sin embargo,
el engendro infernal de la autoidolatra, preludio de la satanolatra y del reinado
universal del Anticristo, quien pretende as disputar a Cristo el imperio del mundo
y del universo. Pero sabemos que la victoria pertenece al jinete fiel y veraz que
monta el caballo blanco, est vestido con un manto teido de sangre y porta
espada afilada para herir a las naciones, a las cuales regir con vara de hierro.
Es el "Rey de reyes y Seor de los seores". l vencer a la bestia y al
pseudoprofeta y establecer luego sobre la tierra, su reino de mil aos (Cfr. Ap.
19. 11 Ss.).














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