La Norma Linguisitca y La Lengua Literaria

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La norma lingstica y la lengua literaria

Juan M. Lope Blanch, Universidad Nacional Autnoma de Mxico


Cuando nos referimos a lengua literaria debe entenderse manifestacin lingstica materializada a travs de letras, o sea expresin escrita, tanto con finalidades artsticas, como con propsito simplemente comunicativo. La cuestin que aqu me propongo presentar es, simplemente, la de determinar en qu medida esa lengua literaria, escrita, puede servir para delimitar y aun para fijar la norma lingstica del espaol contemporneo. En otras ocasiones he dicho que, en mi opinin, existe una norma hispnica general, supranacional, o acaso fuera mejor decir un ideal de norma lingstica hispnica, que sera el paradigma ejemplar al que los hispanohablantes tratamos de aproximarnos cuando pretendemos 'hablar o escribir bien'.' La califico de ideal no slo por considerarla una aspiracin hacia lo ejemplar, un afn de perfeccin plena, sino tambin como contraparte de lo real, puesto que tal norma, aunque constituida por hechos lingsticos reales, no tiene realizacin verdadera en ninguna de las hablas hispnicas, ya que ninguno de los dialectos de la lengua espaola coincide plenamente con ella. Sera, en cambio, una suma total de las realizaciones aceptadas como normales y ejemplares en cada una de las hablas hispnicas, un compendio de las normas de prestigio particulares. Pero es el caso que en algunas ocasiones esas normas cultas particulares, nacionales, regionales o aun locales, difieren entre s, lo cual origina un grave problema: el de determinar cul de las realizaciones divergentes es mejor y, en consecuencia, debe considerarse como integrante y representante de la norma hispnica ideal. En algunos casos, no resulta difcil determinar la excelencia o superioridad de una forma lingstica determinada. As, por ejemplo, la norma culta mexicana admite como vlida, es prcticamente de uso general, la falsa pluralizacin del pronombre objetivo singular lo, en la secuencia se lo, cuando el indirecto se, invariable, representa una pluralidad, en casos como 'Eso ya se los dije (a ellos)'. En cambio, la mayor parte de las hablas hispanoamericanas y espaolas rechazan tal construccin y mantienen la adecuada forma singular del pronombre tono en: 'ya se lo dije (a ellos)'.2 No cabe, en este caso, duda sobre la preeminencia de la forma se lo sobre se los, no slo por la razn cuantitativa de que sean ms las normas hispnicas que la prefieren, sino tambin por la razn estrictamente gramatical de que represente ella la concordancia debida. Pero no siempre sucede lo mismo. En algunos casos, las formas lingsticas discrepantes pueden estar respaldadas, ambas, por su empleo en varias normas nacionales de prestigio, y ser en s mismas tan correctas

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o aceptables las unas como las otras. Nos hallaremos en tales circunstancias ante casos de duplicidad, o aun pluralidad, de normas hispnicas igualmente vlidas. Sirva como ejemplo de ello el caso del yesmo, respaldado por la mayor parte de las hablas hispnicas de prestigio, la de Madrid entre ellas, lo cual no invalida de ningn modo el mantenimiento de la distincin entre la palatal lateral IAl y palatal central /y/, silla frente a mayo, conservada no slo en Castilla la Vieja, sino tambin en amplias reas americanas y en todo un pas del Nuevo Mundo: el Paraguay. De manera que tanto yesmo como distincin de palatales son realizaciones vlidas dentro de la norma lingstica hispnica, que en este caso resulta ser dual. Pero en otras ocasiones no es tan fcil determinar cul de dos o ms normas particulares divergentes es preferible o ms adecuada, ya que las dos, o ms, si las hubiera, pueden estar respaldadas por el alto prestigio de las hablas en que se practican. En cuyo caso habr que atender a otras circunstancias o factores de diversa naturaleza, que permitan dilucidar la superioridad de una u otra forma. Factores entre los que ocupa un lugar privilegiado la lengua escrita, en especial la que se ha dado en llamar literaria. Desde la Antigedad se ha sealado la gran importancia que, a este respecto, como juez indiscutible de los hechos lingsticos, tiene el uso general, es decir, el uso de los ms pero avalado por el de los buenos escritores. Como es bien sabido, la gramtica era, para Quintiliano, 'el arte de hablar correctamente' basado en el estudio de la lengua de los poetas en cuanto modelo digno de imitacin. 1 Concepcin de la gramtica que hizo suya el primer lingista de la lengua castellana, Antonio de Nebrija, quien con toda precisin la defini como 'Scientia recte loquendi recteque scribendi ex doctissimorum virorum vsu atque auctoritate collecta'. 4 Lengua hablada y lengua escrita hermanadas armoniosamente en la tambin precisa definicin de Vicente Salva: 'Conjunto ordenado de reglas del lenguaje que vemos observadas en los escritos o conversaciones de las personas doctas que hablan el castellano o espaol.'1 No ser necesario acumular ms testimonios de la importancia que a la lengua escrita se ha concedido siempre como juez o como modelo en cuestiones de propiedad y correccin expresivas.6 Y no veo razn por la que no haya de segursele concediendo igual importancia en nuestros das.7 Muy particularmente en el dominio o sector de la fontica, el modelo escrito puede resultar ejemplarmente definitorio. Ya lo dijo, tambin, Quintiliano, en uno de los axiomas lingsticos que ha tenido mayor fortuna: 'Yo considero que, si la costumbre no lo objeta, as se debe escribir como se pronuncia; porque la utilidad de las letras es sta: conservar los vocablos y restituir a los lectores lo depositado en ellas'.8 Principio que tambin hizo suyo Nebrija: 'Que as tenemos descreuir como hablamos y hablar como escriuimos. Este es de s manifiesto, porque no

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tienen otro vso las figuras de las letras, sino representar aquellas bozes que en ellas depositamos, para que ni ms ni menos tornen a dar de quanto dellas confiamos'."* Durante siglos la atencin de los gramticos se proyect casi exclusivamente sobre la lengua literaria. Gramticas y diccionarios aceptaban como vlidas y ejemplares las voces o construcciones que hubieran sido empleadas por los buenos escritores. Pero en nuestro siglo se ha prestado igual atencin a la lengua hablada, espontnea, familiar y aun vulgar. Uno de los ms amplios y ambiciosos proyectos de investigacin sobre nuestro idioma ha sido, precisamente, el que se inici en 1964 con el propsito de conocer y describir el estado en que se encuentra la lengua espaola segn se habla actualmente en las principales ciudades del mundo hispnico.1" Y se ha incurrido, inclusive, en el error de relegar, ya que no de ignorar, la lengua literaria a un segundo e irrelevante plano. Personalmente, yo me he interesado ms, cuantitativamente, por estudiar la lengua hablada que la escrita, debido a lo poco y mal conocida que aqulla era. Pero no creo, de ninguna manera, que deba olvidarse la lengua literaria, por la sencilla razn de que es la manifestacin ms propia, ms bella, ms elevada del sistema lingstico. Y la que gobierna el derrotero que debe seguir el idioma. Y, sobre todo, la que ms contribuye a mantener la unidad fundamental de la lengua espaola, frente a las tendencias disgregantes, fragmentadoras de las hablas populares. Especialmente en el sector fontico de la estructura lingstica, la lengua escrita es mucho ms conservadora, ms estable, ms firme que la hablada. Claro est que los cambios fonticos, articulatorios, cuando se generalizan, repercuten y alteran naturalmente las normas de la escritura; pero claro est tambin que la lengua escrita es un freno, un dique, que controla la fuerza impetuosa y cambiante de la expresin oral. En consecuencia, creo que es en este sector de la fontica en donde mayor y ms benfica influencia puede ejercer la norma literaria, para determinar, en casos de normas geogrficas de prestigio divergentes, cul de ellas debe admitirse como superior e indentificarse, por consiguiente, con la norma hispnica ideal. Veamos algunos casos de esta naturaleza. El habla culta de Mxico admite como normal la diptongacin de los hiatos /e/, /e/, /o/, en casos como [pjr], [tjtro], [pwta] y secuencias similares," diptongaciones que pueden recogerse inclusive en voz de universitarios destacados y de acadmicos de la lengua. Pero no cabe duda de que tales realizaciones, aunque admisibles en el habla culta mexicana, no corresponden a la norma hispnica ideal, y deben subordinarse a la conservacin de los hiatos, por la sencilla y poderosa razn de que tales secuencias se siguen escribiendo como eo, ea, oe, oa, y no como io, ia, ue, ua, tanto en Mxico como en los dems pases de lengua castellana.

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Por otro lado, en muchas hablas hispnicas de prestigio, las espaolas entre ellas, se suele eliminar casi sistemticamente la /5/ intervoclica de la terminacin -ado, diciendo as cansao, soldao, contrariao, etc. Pero la norma culta mexicana, como otras muchas de Hispanoamrica, rechaza tal simplificacin y mantiene con firmeza la consonante: cansado, soldado, contrariado. No cabe duda de que es preferible esta realizacin, la cual debe, en consecuencia, ser considerada como la propia de la norma hispnica ideal, por la misma sencilla razn de antes: porque en todas partes se sigue escribiendo -ado y no -ao. Un tercer caso de naturaleza semejante es el que se refiere a la articulacin de la I-si implosiva, convertida en aspirada /-h/ y aun eliminada /a/ en hablas hispnicas de indudable prestigio [lah ninah]. Pero otras normas tambin prestigiosas, como la madrilea o la mexicana, entre ellas, mantienen debidamente la sibilante: [laz nijias]. No cabe duda tampoco ahora de que esta solucin conservadora es la preferible, y, por ello, la representante de la norma hispnica superior, por la misma sencillsima razn: porque tales eses se siguen escribiendo en todas partes. Muchas normas hispnicas simplifican la secuencia /ks/, ortogrficamene x, en especial ante otra consonante, eliminando el fonema velar, de manera que examen, externo, exquisito, etc., se convierten en [esmen, estrno, eskisto]. Creo que no cabe tampoco duda de que la norma hispnica ideal estar representada por las hablas cultas que, como la mexicana, mantienen la /k/ plenamente, o con sonorizacin [r], [ensarnen, ekstrno], por cuanto que se sigue escribiendo la x ([ks]) en todas partes. La asibilacin de las vibrantes /f/ y /r/ en casos como [pero] y [klor], comn en diversas hablas hispanoamericanas de prestigio, debe relegarse y subordinarse totalmente a la articulacin vibrante de esos fonemas, [pero] y [kalr], que representan sin duda la norma hispnica superior e ideal. En el habla culta de Puerto Rico han hallado cabida dos alteraciones fonticas que se apartan de la norma lingstica general: la velarizacin del vibrante mltiple /?/, convertida en /x/, y la neutralizacin de las lquidas implosivas /-r/ y /-I/ con resultado favorable a la articulacin lateral, de manera que el nombre de la isla antillana, de [puerto rko] se ha convertido en [pwlto xko], aunque tambin all se sigue escribiendo Puerto Rico y no Vuelto Jico.n Por la misma razn de carcter ortogrfico resulta plenamente rechazable la articulacin fricativa interdental que la norma culta castellana parece admitir como vlida en el caso de la /d/ implosiva, especialmente en posicin final de palabra: [salB], [01as], [karidB]. Aunque don Toms Navarro la consignaba como regionalismo de algunas regiones de Castilla y del 'pueblo bajo madrileo',13 hoy puede recogerse en boca de hablantes espaoles cultos e inclusive de acadmicos de la

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lengua. Sin embargo, la norma literaria sigue manteniendo la grafa -d, y no -z, usted, y no ustez, lo cual excluye esa articulacin interdental de la norma lingstica hispnica. Exactamente por la misma razn, el ensordecimiento de la palatal rehilada rioplatense queda al margen de la norma hispnica ideal, de manera que realizaciones del tipo [ja], [majo] o [J], como representantes de ella, mayo, y yo, son absolutamente objetables, porque adems, como el caso castellano de la -d convertida en -z (9), son realizaciones o alfonos que se apartan, articulatoria y acsticamente, del fonema de que son variante, para aproximarse a otro fonema de naturaleza diferente: la [J] de [ja] o [majo] est ms prxima al fonema palatal sordo /tj7 que al palatal sonoro de que procede /y/, de manera que [majo] se interpretara ms como realizacin de macho que de mayo, y [ja] ms como variante
de echa (del verbo echar) que de ella.14

La escritura, la norma escrita, puede servir tambin para dilucidar la propiedad o incorreccin de algunos fenmenos morfosintcticos. El hecho de que el acto de escribir sea actividad ms consciente, ms meditada y ms cuidada que el acto improvisado del habla espontnea, explica que impropiedades de la lengua hablada no se incrusten fcilmente en la lengua escrita. As, por ejemplo, los fenmenos de lo que se ha dado en llamar quesmo y dequesmo son, hoy en da, cada vez ms comunes en un nmero constantemente creciente de hablantes cultos, en su expresin oral. 'Estoy seguro (-) que lo sabe' o, por el contrario, 'As es de que no ir' y anomalas semejantes se estn normalizando en el habla de personas cultas y aun de profesores universitarios; los cuales, no obstante, al expresarse por escrito, repondran la preposicin de en oraciones adnominales, 'Estoy seguro de que vendr', y sobre todo la evitaran en construcciones directas 'As es (-) que no ir' o 'Le dije que no ira'." A manera de colofn, un comentario importante: Todos los hispanohablantes tenemos que adquirir consciencia de la impropiedad de algunas de nuestras peculiaridades lingsticas regionales para subordinarlas a la norma hispnica ideal. No debemos inclinarnos a censurar las peculiaridades de los dialectos diferentes que nosotros practicamos, pero aferrndonos como vlidas a las anomalas que nuestro propio dialecto acepta. Si los mexicanos deben tratar de pronunciar peor, poeta o teatro, en vez de pior, pueta o tiatro, los espaoles debern aceptar la superioridad de las formas cansado o contrariado sobre las variantes cansao o contrariao, de igual manera que argentinos y uruguayos rioplatenses debern esforzarse por mantener la sonoridad de la palatal /y/, rechazando articulaciones como [ja] o [majo], etc. Todo ello, en beneficio de la conservacin de la unidad fundamental de la lengua espaola, lo cual debera ser el objetivo principalsimo de la lingstica hispnica. Todos los hablantes de espaol deberamos esforzarnos por mantener esa unidad bsica del idioma, subordinando lo particular, lo local, a lo general, lo hispnico. Ya lo dijo

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el gran fillogo colombiano Rufino Jos Cuervo: 'Si el beneficio es comn, comn ha de ser el esfuerzo'.16

NOTAS
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Vase, por ejemplo, la ponencia sobre 'El espaol de Amrica y la norma lingstica hispnica', en C. Hernndez Alonso, G. de Granda, C. Hoyos, V. Fernndez, D. Dietrick y Y. Carbellera (eds.), Actas del III Congreso Internacional de El Espaol de Amrica (Valladolid: Junta de Castilla y Len, 1991), III, 1179-84. (Recogida tambin en mi libro Nuevos estudios de lingstica hispnica (Mxico: UNAM, 1993), pp. 127-136). Aunque el fenmeno es conocido en muchos pases de lengua espaola, no s si en ellos ha alcanzado la general normalizacin a que ha llegado en el espaol culto de Mxico. Cierto es que se han documentado construcciones de esta naturaleza no slo en el habla popular, sino inclusive en la expresin literaria de diversos escritores hispanoamericanos. Vase, a este respecto, Charles E. Kany, American-Spanish Syntax (Chicago: The University of Chicago Press, 1951), pp. 109-110. 'Haec igitur professio, cum breuissime in duas partis diuidatur, recte loquendi scientiam et poetarum enarrationem, plus habet in recessu quam fronte promittit': M. Fabi Quintiliani, Institutiones oratoriae libri dvodecim, Lib. I, 4, 2. (Cito por la edicin de M. Winterbottom, Oxonii: Clarendon, 1970). A. de Nebrija, Introductiones in Latinam grammaticam (Alcal de Henares: 1523), fol. XLII r. V Salva, Gramtica de la lengua castellana (Pars: Garnier, 1883), p. 1. A este respecto, es de gran inters el libro de Richard Baum, Hochsprache Literatursprache Schriftsprache (Darmstad: 1987). (Traduccin al espaol de R. de la Vega, Lengua culta, lengua literaria, lengua escrita (Barcelona: Alfa, 1989). A no ser que se piense en las libertades, o, acaso, en las limitaciones personales, de que hacen gala en nuestro tiempo algunos escritores, en especial algunos poetas de muy singular idiolecto... Cuyas 'singularidades', por otra parte, no podran tomarse como modelo del buen hablar, por la precisa razn de su singularidad, esto es, de no pertenecer al uso comn y general de todos los dems buenos hablantes. 'Ego, nisi quod consuetudo optinuerit, sic scribendum quidque iudico, quomodo sonat. Hic enim est usus litterarum, ut custodiant uoces et uelut depositum reddant legentibus' (Institutionis oratione, Lib. I, 7, 3031). Cf. sus Reglas de orthographia en la lengua castellana, ed. de Antonio Quilis (Bogot: Instituto Caro y Cuervo, 1977), p. 121. El mismo principio en su Gramtica de la lengua castellana (Salamanca, 1492), Lib. I, 5 (p. 21 en la edicin de Pascual Galindo Romeo y Luis Ortiz Muoz, Madrid: s.n. 1946). Y con mayor detenimiento en De vi ac potestate litterarum, A. Quilis y P. Usbel (eds.), (Madrid: SGEL, 1987), p.81 ss.

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Se trata del 'Proyecto de estudio coordinado de la norma lingstica culta de las principales ciudades de Hispanoamrica y de Espaa', cuya historia he presentado en el libro sobre El estudio del espaol hablado culto (Mxico: UNAM, 1986). C. Giorgio Perissinotto, Fonologa del espaol hablado en la ciudad de Mxico (Mxico: El Colegio de Mxico, 1975). Neutralizacin sta conocida y ampliamente practicada en otras hablas hispnicas, pero que carecen del prestigio que da al habla puertorriquea el hecho de ser la lengua oficial de un pas, prestigio de que tambin goza, por la misma razn, el habla cubana, donde el fenmeno est ampliamente difundido tambin. Cf. Toms Navarro Toms, Manual de pronunciacin espaola (New York: Haguer, 1957), 102, p. 103. Y aun [j] podra relacionarse acsticamente con la interjeccin o 'voz que se emplea para hacer que se paren o detengan las caballeras' (Diccionario de la Real Academia Espaola). 'Decir de que...' lo oigo cada vez ms en labios de hablantes cultos, al menos mexicanos, pero no lo encuentro con igual frecuencia, ni muchsimo menos, en la lengua escrita. Cf. su 'Prlogo' a la sptima edicin de sus Apuntaciones crticas sobre el lenguaje bogotano, p. 44 segn la edicin de sus Obras (Bogot: Instituto Caro y Cuervo, 1954).

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