El Calentamiento Global en Sierra Nevada (MEMORIA DEA)
El Calentamiento Global en Sierra Nevada (MEMORIA DEA)
El Calentamiento Global en Sierra Nevada (MEMORIA DEA)
RESUMEN...............................................................................................1
1. INTRODUCCIÓN...................................................................................2
2. MATERIAL Y MÉTODOS.........................................................................6
2.5.1 Maxent..........................................................................................11
3. RESULTADOS.....................................................................................15
4. DISCUSIÓN........................................................................................23
5. AGRADECIMIENTOS...........................................................................29
6. REFERENCIAS....................................................................................30
Blas Benito de Pando El Calentamiento Global en Sierra Nevada
RESUMEN
En este trabajo se ofrece el primer estudio de alta resolución espacial sobre los efectos
potenciales del calentamiento del clima sobre la vegetación de un sistema montañoso singular:
Sierra Nevada. Se han ejecutado y analizado simulaciones de distribución potencial de cuatro
formaciones vegetales (pastizal psicroxerófilo, enebral-piornal, encinar y robledal) sobre cuatro
escenarios de cambio climático dentro del intervalo 2011-2100, en periodos de 15 años.
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Blas Benito de Pando El Calentamiento Global en Sierra Nevada
1. INTRODUCCIÓN
La monitorización del clima durante los siglos XIX y XX y las reconstrucciones del clima
del pasado milenio indican que la Tierra se está calentando (Mann et al. 1998), y este cambio
ha sido más rápido en el último cuarto del siglo XX (Jones et al. 1999), con un incremento
medio situado entre 0.3 y 0.6 ºC (IPCC 2001). Ante este cambio abrupto en la temperatura de
la atmósfera, la comunidad científica está haciendo un esfuerzo considerable en la
investigación de sus efectos sobre los ecosistemas y la biodiversidad (McCarty 2001). El efecto
de la temperatura en la fisiología de los organismos está bien documentado, y muchos de los
mecanismos implicados han sido identificados (Woodward 1987). Según Hughes (2000), los
posibles efectos del calentamiento global sobre la biota pueden actuar a cuatro niveles:
metabolismo, distribución espacial, fenología y evolución.
Los resultados de los trabajos de Kullman (2001, 2002) en los sistemas montañosos del
norte de Europa indican que un incremento de 0.8ºC en la temperatura media anual ha forzado
a muchas especies arbóreas a avanzar 100 metros en altitud. Similares migraciones se han
observado en las montañas de Nueva Zelanda (Wardle 1992), donde un incremento de la
temperatura, desde 1860, en torno a 0.5ºC, ha obligado a distintas especies arbóreas a migrar
en altitud entre 7 y 30 metros. Resultados similares, referidos a plantas arbustivas y herbáceas,
se han obtenido en los Alpes, en los que el calentamiento durante el último siglo se sitúa por
encima de la media mundial (Bohm et al. 2001). En las cimas de los Alpes, remuestreos de
inventarios tomados a principios del siglo XX muestran que se ha incrementado
significativamente el número de especies arbustivas y herbáceas (Grabherr et al. 1994;
Walther et al. 2005), a causa de colonizaciones de especies procedentes de cotas inferiores.
Sus resultados confirman que la colonización por nuevas especies es más rápida que la
extinción local, debido al ciclo de vida largo que tienen las plantas de alta montaña.
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Como consecuencia de los desplazamientos del rango ecológico de las especies previstos y
observados, se espera que un cambio climático prolongado reduzca la biodiversidad alpina, por
desplazamiento vertical, disminución del hábitat y extinción de las especies mejor adaptadas al
frío (Theurillat y Guisan 2001). De confirmarse estas expectativas, numerosas especies de
plantas raras y amenazadas propias de altas cumbres podrían desaparecer definitivamente.
Ante las circunstancias descritas, en el ámbito de la conservación de la biodiversidad, es
necesario tener en cuenta el cambio del clima en los planes de gestión. Esto obliga a una
planificación proactiva, que resulta imposible de implementar sin la utilización de modelos
predictivos (Pressey et al. 2007).
Desde la constitución del IPCC en 1988 los avances en materia de predicción de cambios
en el clima han sido grandes, y se han desarrollado múltiples herramientas que permiten
profundizar en la naturaleza del problema. Los procesos climáticos se pueden representar
según términos matemáticos basados en leyes físicas, y las ecuaciones resultantes pueden ser
implementadas en programas informáticos para modelizar el comportamiento del clima ante
circunstancias determinadas. Los MCGAOs (Modelos de Circulación Global Atmosféricos y
Oceánicos) son modelos climáticos que ofrecen resultados espacializados para toda la
superficie de la tierra de un amplio conjunto de variables (temperaturas máximas y mínimas,
precipitación, etc.). Estos modelos han conseguido simular con gran precisión el clima durante
los dos últimos milenios (Mann 2007; Schmidt et al. 2004), por lo que se suponen adecuados
para tratar de predecir el comportamiento del clima a lo largo del presente siglo.
Para que los MCGAOs puedan ofrecer datos sobre el clima durante el presente siglo, es
necesario alimentarlos con las previsiones de emisión de gases de efecto invernaderos. Para
generar estas previsiones, el IPCC ha desarrollado cuatro líneas evolutivas (las conocidas como
A1, A2, B1 y B2) que representan tendencias predeterminadas para los aspectos económicos e
industriales de los que dependen las emisiones de estos gases (IPCC 2001).
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Tomando como referencia estas líneas evolutivas se han desarrollado los escenarios de
emisión SRES (Special Report on Emission Scenarios), que proporcionan una interpretación
cuantificada, proyectada geográficamente, de las emisiones de gases de origen antropogénico
a la atmósfera (IPCC 2001). La combinación de MCGAOs y escenarios SRES permite simular el
comportamiento del clima para toda la superficie de la Tierra a lo largo del presente siglo. Por
su propia resolución de trabajo (celdas de varios cientos de kilómetros de lado) los MCGAOs no
son capaces de reproducir la dependencia entre temperatura del aire en la superficie y la
elevación topográfica del terreno (Giorgi et al. 1997), por lo que resultan insuficientes para
generar predicciones de alta resolución, como las que requiere un análisis de impacto potencial
del calentamiento del clima en una región de alta montaña. Para ofrecer respuesta a este
problema se han diseñado técnicas de regionalización (dinámica y estadística), que, operando
sobre los resultados de MCGAOs, permiten adaptar las predicciones a resoluciones mayores,
haciéndolas útiles para determinar impactos a escalas regionales y locales (Giorgy y Mearns
1991; Murphy 2000).
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Proteaceae en el Oeste de Australia. Benito (2006), y Benito et al. (2008) utilizan escenarios
regionalizados a una resolución de 1 x 1 kilómetros para proyectar la distribución de 20
especies forestales de la Península Ibérica. Otra aproximación posible que no utiliza escenarios
SRES regionalizados como base es la propuesta por Gottfried et al. (1998), que utilizan un
modelo de elevaciones de alta resolución (5 x 5 metros) para generar mapas de temperatura
con incrementos arbitrarios de temperatura.
Las resoluciones utilizadas en estudios predictivos sobre efectos del calentamiento del clima en
la distribución de las especies (normalmente superiores a 1x1 km), tienen una aplicabilidad
limitada en sistemas montañosos, ya que en estos hábitats son las variaciones
microtopográficas las que determinan los nichos ecológicos de muchas especies (Gottfried et
al. 1998). Por tanto existe un déficit de resolución espacial en los estudios de proyección de
distribución de especies sobre escenarios de cambio climático en regiones de alta montaña,
pero las nuevas técnicas de regionalización de modelos climáticos invitan a superarlo.
Hemos seleccionado Sierra Nevada como caso de estudio porque está situada en un
centro de biodiversidad, la Cuenca Mediterránea (Médail y Quézel 1999), muy expuesta a los
efectos negativos del calentamiento climático (Thuiller et al. 2005). Las formaciones vegetales
consideradas, aunque resultan singulares por los endemismos que albergan, están
representadas en otros sistemas montañosos mediterráneos, por lo que los resultados de este
estudio podrían ser extrapolables a estas montañas, o compararse con los obtenidos en
estudios similares.
Los objetivos de este trabajo son, por una parte, contribuir al desarrollo de las
herramientas necesarias para evaluar los cambios potenciales que pueden darse en la
biodiversidad de las altas montañas, y por otra, ofrecer una estimación cuantitativa y
cualitativa del efecto potencial del cambio climático en la vegetación de un sistema montañoso
singular como es Sierra Nevada.
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2. MATERIAL Y MÉTODOS
El área de trabajo seleccionada, con un total de 1723 kilómetros cuadrados (ver Figura
1c), comprende toda la superficie protegida de Sierra Nevada, comúnmente llamado “Espacio
Natural Protegido de Sierra Nevada” (en adelante ENPSN).
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Figura 1: Contexto geográfico. a) localización de la Península Ibérica; b) situación de Sierra Nevada en la Península
Ibérica, destacando las cadenas montañosas más cercanas que también poseen elevaciones superiores a los 2500
metros (Pirineos al Norte y Atlas al Sur); c) Orografía de Sierra Nevada y límites de la zona de estudio (Parque Natural y
Parque Nacional de Sierra Nevada).
El estudio del posible efecto del cambio climático en todas las formaciones vegetales de
Sierra Nevada queda fuera de nuestras posibilidades, y por este motivo han sido seleccionadas
cuatro, según un criterios de singularidad, importancia ecológica, superficie de ocupación y
representatividad en otras montañas distintas de Sierra Nevada.
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Encinar: entre los 700 y los 2100 metros de altitud se desarrollan las formaciones de
Quercus rotundifolia. Aunque habitualmente se tratan por separado los encinares según la
naturaleza del sustrato (encinar calcícola y encinar silicícola), al no disponerse de una
cartografía de suelos detallada, se ha optado por simplificar, unificando ambas variedades de
la formación. Algunas de las especies que acompañan a Quercus rotundifolia son: Cretaegus
monogyna, Crataegus granatensis, Berberis hispanica, Prunus ramburii, Quercus coccifera,
Retama sphaerocarpa, Adenocarpus decorticans, Cytisus fontanesii y Rosa canina. Los
encinares de Sierra Nevada han estado sometidos a un intenso uso antrópico (Jiménez-
Olivencia 1991), ya que ocupan lugares con suelos ricos, aptos para cultivos y pastos. Talas sin
control e incendios han sido las perturbaciones más habituales, por lo que resulta difícil
encontrarlos en buen estado de conservación. Sin embargo, en la última mitad del siglo XX
esta formación muestra síntomas de recuperación, al menos en la vertiente sur de Sierra
Nevada (Camacho-Olmedo et al. 2002). El área que ocupan los encinares en Sierra Nevada
ronda los 8843 hectáreas (un 5,13 % del área del ENPSN).
Enebral-Piornal: en la franja comprendida entre los 1800 metros hasta los 3100, se
desarrolla esta formación, caracterizada por las formas almohadilladas semiesféricas de sus
componentes. Algunas de las especies clave son Juniperus communis (subsp. nana y subsp.
hemisphaerica), Juniperus sabina, Genista versicolor, Hormatophylla spinosa y Cytisus galianoi,
entre otras. La presión antrópica directa a la que se ha visto sometida esta formación es
relativamente escasa, y según los estudios temporales de Camacho-Olmedo et al. (2002), es
una formación que ha mantenido estable su área de ocupación. El enebral-piornal es la
formación vegetal más extensa de Sierra nevada, con unos 28674 hectáreas (un 16.64 % del
área del ENPSN).
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Figura 2: Presencia de las formaciones vegetales. Muestras de presencia utilizadas en este trabajo.
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Los registros climáticos actuales (periodo 1990-2005) han sido proporcionados por la
Agencia Estatal de Meteorología (Ministerio de Medio Ambiente del Gobierno de España;
www.aemet.es). Se organizaron en una base de datos con la localización espacial y los registros
de las estaciones termométricas (un total de 43) de un área definida dentro de 50 kilómetros
alrededor del contorno del ENPSN. Las estaciones cubren el rango de altitudes situado entre
300 y 2860 metros, aunque todas excepto dos están por debajo de los 1735 metros.
Los datos de partida para confeccionar los escenarios climáticos utilizados en este trabajo
han sido calculados por la FIC (Fundación para la Investigación del Clima; www.ficlima.org) y
puestos a disposición pública por la AEMET (Agencia Estatal de Meteorología;
www.aemet.es/es/elclima/cambio_climat/escenarios). La FIC ha desarrollado una técnica propia
de regionalización de modelos climáticos, el “Método de Análogos FIC” (Brunet et al. 2007;
Goodes 2007), diseñado en el marco del proyecto STARDEX (Goodes 2003;
http://www.cru.uea.ac.uk/projects/stardex/). Utilizando este método han computado (entre
otras series de datos) cuatro conjuntos de simulaciones, para el periodo 2011-2100, de
temperatura máxima, mínima y precipitación para cada estación meteorológica de la red de la
AEMET, según los escenarios SRES A2 y B2, y los modelos de circulación global ECHAM4
(Roeckner et al. 1996) y CGCM2 (Flato y Boer 2001).
Por tanto, para este trabajo disponemos de cuatro escenarios de cambio de temperatura:
ECHAM4-A2, ECHAM4-B2, CGCM2-A2, CGCM2-B2. Para extraer las temperaturas medias de
periodos de 15 años del conjunto de archivos de texto que contienen las simulaciones, se
programó un flujo de trabajo en Octave. Para generar los mapas de temperatura sobre la base
topográfica de alta resolución se utilizó la técnica de regresión múltiple con corrección de
residuos descrita por Ninyerola et al. (2000): Tomando como predictores los valores de las
variables ambientales y como predictandos las temperaturas medias anuales para cada
periodo de 15 años, se implementó en Octave un análisis de regresión múltiple con selección
automática de predictores, para obtener las ecuaciones de regresión y los residuos
correspondientes a cada estación climática. Mediante el lenguaje de programación de GRASS
se trasladaron al espacio geográfico las ecuaciones de regresión, se interpolaron
espacialmente los residuos y se sumaron para obtener los mapas de temperatura finales. En
los modelos de clima no se utilizó la precipitación porque la FIC indica que los resultados de las
simulaciones tienen valores de incertidumbre elevados, y desaconsejan su utilización (Brunet
et al. 2007). Los resultados de los distintos escenarios fueron analizados para detectar las
posibles tendencias de la temperatura media anual en Sierra Nevada.
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2.5.1 Maxent
MaxEnt (Phillips et al. 2006; Phillips y Dudik 2008) es un algoritmo diseñado para calcular
la distribución geográfica potencial de especies, que combina inteligencia artificial y el
principio de máxima entropía (Jaynes 1957) para ofrecer predicciones que se encuentran entre
las más certeras de un grupo amplio de modelos de distribución de especies (Elith et al. 2006).
Además Maxent tiene una serie de características que lo hacen apropiado para trabajos
en los que es necesario generar gran número de modelos a alta resolución espacial, en los que
el coste computacional y el tiempo requerido para analizar los resultados son factores a tener
en cuenta: a) permite programar scripts para ejecutar modelos por lotes; b) el cálculo es muy
rápido; c) genera un informe detallado sobre cada ejecución, facilitando la gestión de los
resultados.
Para seleccionar los predictores para calibrar los modelos de distribución potencial, las
variables ambientales (incluida la temperatura media) fueron sometidas a un análisis de
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Un análisis de correlación espacial entre los cuatro modelos de distribución potencial del
periodo 1990-2005 se realizó mediante el módulo r.regression.line de GRASS, para estudiar
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posibles casos de coincidencia espacial de las condiciones ambientales requeridas por dos o
más de las formaciones vegetales.
Los resultados de los modelos y las simulaciones proporcionados por MaxEnt presentan
valores de idoneidad contínuos en el intervalo 0-100, pero para simplificar el análisis de series
temporales es preferible transformarlos en superficies binarias, estableciendo un valor umbral
de presencia-ausencia, aunque de este modo pierden parte de su significado biológico. Para
hallar este valor umbral, específico de cada formación vegetal, se calculó la media y la
desviación estándar de los valores de los puntos de evaluación sobre los respectivos modelos
de distribución del periodo 1990-2005, determinándolo según la expresión umbral = media -
desviación. Para obtener la versión binaria de los modelos y las simulaciones, todos los valores
por encima del umbral se recodificaron con el valor uno, indicando presencia potencial, y los
demás con valor cero, indicando ausencia potencial.
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La Figura 3 muestra un diagrama de flujo que trata de aclarar los pasos seguidos en la
metodología descrita.
Figura 3: Flujo de trabajo. * Abreviaturas: FIC: Fundación para la Investigación del Clima; AEMET:
Agencia Estatal de Meteorología; REDIAM: Red de Información Ambiental de Andalucía.
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3. RESULTADOS
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Figura 5: Patrón espacial de calentamiento del ENPSN; a) Diferencial de temperatura 2005-2100: diferencia
entre la temperatura promedio de los cuatro escenarios del periodo 2085-2100 y la temperatura del periodo
1990-2005; b) Desviación estándar de las temperaturas medias de los cuatro escenarios en el periodo 2086-2100. La
incertidumbre crece con la altitud, debido a la escasez de estaciones climáticas en las zonas más altas del macizo, que
afecta a las ecuaciones de regresión múltiple computadas para generar los modelos de temperatura.
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*El umbral de presencia-ausencia representa el valor de idoneidad del modelo por encima del cuál se considera que el
territorio cumple los requerimientos para la presencia potencial de la formación vegetal; ** Indica el porcentaje de
presencias reales que quedan dentro del área de presencia potencial determinada por el modelo de distribución, una
vez aplicado el umbral de presencia-ausencia.
El análisis de las series temporales de superficie potencial (ver Figura 7) muestra que los
efectos previstos a partir de los distintos escenarios son cualitativa y cuantitativamente
diferentes según formaciones vegetales, modelos de circulación global y escenarios de
emisiones. En general, las simulaciones basadas en el escenario CGCM2-B2 muestran los
efectos más moderados según las series de área potencial de cada formación vegetal.
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Los resultados del análisis de sustitución potencial para el periodo 2005-2055 (ver Figura 11)
muestran que determinadas zonas de robledal (la situación no se generaliza a todo su área de
presencia) están adquiriendo condiciones idóneas para el establecimiento de encinar. Este
resultado concuerda con el solapamiento de áreas idóneas de ambas formaciones según el
análisis de correlación entre sus modelos de distribución, y con las ideas previas de
competencia entre ambas formaciones proporcionadas por Jiménez-Olivencia (1991). Las áreas
de presencia de enebral-piornal en sus cotas mas bajas están incrementando (de modo local)
la idoneidad para robledal. El territorio que actualmente ocupa el pastizal psicroxerófilo, que
según las simulaciones más optimistas (según los resultados del escenario CGCM2-B2) puede
desaparecer antes del año 2055, va a ganar idoneidad para el enebral-piornal, por lo que
podría ser potencialmente sustituido por esta formación, aunque hay zonas de su actual área
de ocupación que no podrían ser ocupadas por esta formación, debido a las combinaciones
poco adecuadas de características topográficas.
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Figura 7: Área potencial. Evolución temporal del área potencial de las distintas formaciones vegetales sobre los
cuatro escenarios de cambio climático, calculada a partir de los modelos binarios (ver 2.5.2).
Figura 8: Altitud media. Evolución temporal de la altitud media potencial de las cuatro formaciones vegetales según
los distintos escenarios considerados, calculada a partir de los modelos binarios (ver 2.5.2).
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Figura 9: Modelos de diferencial de idoneidad. Diferencial de idoneidad del periodo 2005-2025 para las cuatro
formaciones vegetales y detalles incluyendo los puntos de presencia real, calculado a partir de los promedios de las
simulaciones CGCM2-A2 y CGCM2-B2. Los valores negativos (rojos) indican áreas en las que va a disminuir la
idoneidad para la formación vegetal, que pueden ser interpretadas como potenciales frentes de retroceso. Los valores
positivos (verdes) se dan en las áreas que incrementan su idoneidad, y pueden interpretarse como frentes de avance
de la formación vegetal.
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Figura 10: Diferencial de idoneidad de los registros de presencia. Porcentaje de presencias de cada formación
vegetal relacionado con el diferencial de idoneidad que presentan para el periodo 1990-2025, calculado a partir del
promedio de las simulaciones correspondientes a los escenarios CGCM2-A2 y CGCM2-B2. Los valores negativos indican
una pérdida de idoneidad en áreas de presencia real de cada formación vegetal. Las series de datos fueron suavizadas
mediante media móvil para facilitar la visualización.
Figura 11: Sustitución potencial entre formaciones vegetales. Cálculos realizados sobre promedios de las
simulaciones correspondientes a los escenarios CGCM2-A2 y CGCM2-B2 para el periodo 2005-2055. Los números
relacionados mediante flechas dentro de cada formación vegetal representan la idoneidad media de las presencias en
el periodo 1990-2005 y en el periodo 2041-2055. La diferencia entre ambas determina el diferencial de idoneidad
dentro de la formación para la primera mitad del siglo XXI. Las flechas indican, según su ancho y tono de gris, la
intensidad de la transferencia de idoneidad entre formaciones vegetales. Según el diagrama puede interpretarse que
en las áreas de presencia de robledal, durante el periodo considerado, se va a incrementar la idoneidad media para
encinar en 19 unidades.
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4. DISCUSIÓN
Para establecer la coherencia de los escenarios construidos para este trabajo recurrimos
a la comparación con otros estudios sobre calentamiento climático aplicados a altas montañas
y al Sur de la Península Ibérica. En el estudio preparado por Hulme y Sheard (1999;), del CRU
(Climatic Research Unit, www.cru.uea.ac.uk) para la WWF sobre escenarios climáticos para la
Península Ibérica, utilizando un ensamblado de 7 AOGCMs, se cifra el incremento de
temperatura (sobre una celda de 300 x 200 km que contiene Sierra Nevada) en 5,8ºC para el
escenario A2 y 2,9ºC para el escenario B2. más recientemente, Nogués-Bravo y Araújo (2007),
utilizando un ensamblado de los resultados de cuatro AOGCMs (dos de los cuales son ECHAM4
y CGCM2), cifran el incremento medio de temperatura en las montañas europeas de latitudes
medias en torno a 4.1ºC para el escenario A2 y 3,1ºC para el escenario B2 (año 2085). Sierra
Nevada ocupa un lugar intermedio entre las montañas europeas y las montañas del norte de
África, para las que los mismos autores indican incrementos en torno a 4,3ºC para el escenario
A2 y 3,2ºC para el escenario B2. Comparando estos resultados con los obtenidos en este
trabajo, estimamos que los modelos de temperatura de alta resolución generados para Sierra
Nevada son coherentes con lo que actualmente se conoce sobre el desarrollo potencial del
clima en el Sur de la Península Ibérica. Las diferencias en cuanto a resolución espacial (metros
frente a kilómetros), periodo de referencia (1960-1990 frente a 1990-2005) y la ausencia de
métodos de regionalización estadística en ambos estudios, podrían explicar las pequeñas
diferencias entre los valores obtenidos en cada escenario.
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Los resultados de este trabajo indican que MaxEnt es un algoritmo aplicable al modelado
de la distribución potencial de formaciones vegetales, además de su aplicación habitual en
especies individuales. El buen ajuste de los modelos se debe al gran número de presencias
utilizado para todas las formaciones vegetales, unido al gran tamaño de muestra aleatoria
(background sample) (ver sección 2.5.2), según aconsejan Phillips y Dudik (2008) para grandes
tamaños de muestra.
Aceptando las limitaciones que la técnica de evaluación AUC ofrece (ver Peterson et al.
2008 y Lobo et al. 2008), asumimos que los valores de AUC representan la precisión de los
modelos. Los valores de AUC obtenidos en para las distintas formaciones vegetales son
significativamente altos (ver Tabla 1), aunque una inspección visual de los modelos de encinar
y robledal muestra un error de comisión significativo, ya que el área idónea según los modelos
se extiende sobre zonas en las que no existen registros de presencia. Esta circunstancia puede
explicarse para el encinar y el robledal por el agresivo uso antrópico al que se han visto
históricamente sometidos, sobre todo en las cotas más bajas de la región oriental de Sierra
Nevada (Jiménez-Olivencia 1991). Además, el análisis de correlación espacial muestra indicios
de cierto solapamiento espacial entre áreas idóneas para robledal y encinar, apuntando a una
posible competencia entre ambas formaciones. Ambas circunstancias podrían circunscribir la
distribución de robledales y encinares más allá de lo previsto por sus modelos de distribución.
Incluso las simulaciones más optimistas indican una posible pérdida de área potencial
muy considerable en las formaciones que son características de las zonas más altas. El caso
paradigmático es el pastizal, que contiene la mayor parte de los endemismos de Sierra
Nevada. Para esta formación vegetal todos los indicadores analizados en este trabajo
muestran una fuerte tendencia hacia su desaparición total antes de 50 años. Tendencias
similares sigue el enebral-piornal, aunque más moderadas, con un horizonte de desaparición
más lejano. Estos resultados, que indican una posible extinción de gran número especies
únicas, propias del pastizal y el enebral-piornal, son cualitativamente coherentes con los
obtenidos en otros estudios similares aunque aplicados a resoluciones menores en otras
localizaciones como los Alpes (Thuiller et al. 2005) o Australia (Fitzpatrick et al. 2008). Sin
embargo, en nuestros resultados observamos un declive repentino del área y ritmo de
migración vertical potencial significativamente alto, incluso contando con los resultados de
estudios como el de Grabherr et al. (1994), según los cuales a lo largo del siglo XX, 9 especies
de plantas de los Alpes han migrado altitudinalmente entre 70 y 360 metros.
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Una dinámica de cambio muy rápida, al alterar los procesos evolutivos, puede originar
cambios en el conjunto de requerimientos ecológicos de las especies, afectando a la
verosimilitud de las simulaciones (Pearman et al. 2008). Esta circunstancia no afecta por igual
a todas las especies, porque mientras en algunas los registros fósiles indican que se han dado
largos periodos durante los cuales el nicho ecológico se ha mantenido estable (Huntley et la.
1989; Prinzing et al. 2001; Davis y Shaw 2001; Wiens y Graham 2005), en otras se han hallado
cambios muy rápidos (Broenninmann et al. 2007). Suponiendo que el conjunto de
requerimientos ecológicos de las formaciones vegetales estudiadas en este trabajo persistiera
estable durante los próximos cien años, para mantenerse en áreas idóneas estarían obligadas
a migrar en altitud muy rápidamente, pero es cuestionable la posibilidad de que puedan
lograrlo al ritmo requerido, tanto por cuestiones intrínsecas (relacionadas con los mecanismos
de dispersión y potencial de establecimiento de juveniles) como extrínsecas (debidas a la
escasez de sustrato idóneo según se incrementa la altitud). Por ejemplo, el avance de las
formaciones de encinar sobre las zonas de matorral está seriamente limitado por la herbivoría
(Gómez et al. 2003), una circunstancia que afecta a su capacidad de migración altitudinal. En
circunstancias similares se encuentra uno de los componentes representativos del enebral-
piornal, Juniperus communis, que también tiene limitado su reclutamiento por herbivoría,
aunque agravado por el estrés hídrico propio del clima mediterráneo (García et al. 1998). Sin
embargo, el largo tiempo de generación de las especies más longevas de las formaciones
arbóreas y arbustivas puede permitirles tamponar el efecto negativo del cambio de
temperatura para mantener poblaciones viables durante largo tiempo (Ghalambor et al. 2007),
y al mismo tiempo limitar sus posibilidades de respuesta ante las nuevas presiones selectivas.
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de los frentes de avance y retroceso de las formaciones vegetales con un alto grado de detalle.
Estas áreas en las que con gran probabilidad aparecerán primero los efectos del calentamiento
del clima son las más importantes para el establecimiento de planes de seguimiento (Thomas
et al. 2006).
Los modelos regionalizados de clima (en este caso temperatura) están expuestos a los
efectos de una cascada de incertidumbres, algunas heredadas de sus precursores, los AOGCMs
y los escenarios SRES, y otras relacionadas con la técnica concreta de regionalización (Mitchell
y Hulme 1999; Gutiérrez y Pons 2006). Analizar la complejidad de estas incertidumbres está
fuera de nuestras posibilidades, pero con el objetivo de tener en cuenta posibles errores
derivados del uso de modelos y escenarios concretos, hemos generado las simulaciones
utilizando los cuatro escenarios que actualmente son proporcionados por la AEMET. Es cierto
que los datos disponibles solo representan un número pequeño de los escenarios de emisiones
y modelos de circulación posibles, aunque entendemos que la variabilidad de los resultados
obtenidos indica que cualquiera de los cuatro escenarios utilizados bien puede quedar dentro
del rango de cambio potencial que puede darse en los próximos 90 años.
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Blas Benito de Pando El Calentamiento Global en Sierra Nevada
Una cuestión de gran importancia que no ha sido tenida en cuenta en el presente trabajo
es el factor precipitación, por deficiencias detectadas durante la evaluación de los resultados
de las predicciones por parte de la FIC, y por problemas de coherencia en las pruebas iniciales
de modelado de precipitación realizadas para este estudio. Es un hecho que el estres hídrico es
uno de los primeros determinantes de la distribución de las especies vegetales (Woodward
1987), y que los sistemas naturales pueden cambiar rápidamente como respuesta a cambios
en la precipitación (Allen y Breshears 1998), por lo que la adición de la variable precipitación
puede suponer cambios importantes para las simulaciones de algunas de las formaciones
vegetales menos adaptadas a la aridez, como el robledal.
Los resultados obtenidos en este trabajo indican que, incluso en los escenarios más
optimistas de calentamiento del clima, Sierra Nevada corre un serio riesgo de perder las
formaciones vegetales que albergan gran parte de los endemismos de estas montañas, el
pastizal psicroxerófilo y el enebral-piornal. Ante esta circunstancia es necesario adoptar
respuestas concretas para preservar en lo posible la biodiversidad del ENPSN.
Las simulaciones generadas en este trabajo, por su resolución temporal y espacial, son
adecuadas como base de referencia geográfica para el diseño de planes de gestión y
conservación. Ante esta afirmación conviene destacar la utilidad de aquellas más cercanas en
el tiempo (primer cuarto e incluso primera mitad del siglo XXI), porque no es realista diseñar
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Blas Benito de Pando El Calentamiento Global en Sierra Nevada
planes de gestión y conservación ante plazos tan amplios, y además, la incertidumbre de los
modelos climáticos crece con el tiempo.
Para su aplicación a corto plazo en el diseño de planes de gestión entendemos que los
productos más útiles de este trabajo son los modelos de diferencial de idoneidad (secciones
2.5.2 y 3.3), porque permiten identificar las áreas en las que varían (mejoran o empeoran) las
condiciones para cada formación vegetal. A partir de la información espacial de alta resolución
contenida en estos modelos pueden diseñarse redes de monitorización sobre las que
comprobar los efectos de las variaciones en las condiciones adecuadas para las distintas
formaciones. Los modelos de diferencial de idoneidad también posibilitan la localización de
áreas sobre las que aplicar medidas que faciliten la transición de una formación a otra, como
por ejemplo, el acondicionamiento de pinares de repoblación para el futuro establecimiento de
encinares.
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Blas Benito de Pando El Calentamiento Global en Sierra Nevada
5. AGRADECIMIENTOS
Estoy muy agradecido a Julio Peñas de Giles, “jefe” y amigo, porque gracias a él hago lo
que me gusta, y no le puedo pedir más. Ha contribuido a dar calidad a este manuscrito con sus
acertados comentarios.
Por supuesto, quiero agradecer la colaboración de Juan Lorite, mi tutor durante este
segundo año de curso de doctorado, porque siempre ha estado dispuesto para resolver dudas y
orientarme, y sus observaciones han sido realmente valiosas.
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Blas Benito de Pando El Calentamiento Global en Sierra Nevada
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