Estado, Golpes de Estado y Militarización en AL. FV Serrano

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REPENSAR EL ESTADO DOSSIER

ARGUMENTOS UAM-X MXICO 175


ESTADO, GOLPES DE ESTADO Y MILITARIZACIN
EN AMRICA LATINA: UNA REFLEXIN
HISTRICO POLTICA
Felipe Victoriano Serrano
Las profundas transformaciones que ha vivido Amrica Latina en los ltimos 50 aos, resultan
indisociables del proceso de militarizacin que sufri el continente entre las dcadas de 1960
y 1970, y que tuvo como caracterstica central la desagregacin progresiva del papel que des-
empeaba el Estado como articulador de la vida pblica y promotor del desarrollo econmico.
Las reflexiones que siguen intentan trazar una reflexin histrico-poltica en torno de estas
transformaciones, revisando crticamente la literatura que se gener sobre el tema y establecien-
do sus momentos explicativos ms problemticos. La intencin, dar una visin alternativa a la
lectura que este escenario de violencia tuvo en Amrica Latina, incorporando como elementos
determinantes la integracin regional de intensos procesos represivos y su articulacin global
con la Guerra Fra.
Palabras Clave: El Estado latinoamericano, golpes de Estado, militarizacin, Guerra Fra,
Fascismo.
ABSTRACT
The profound political and economical transformations that Latin America has lived in the
last 50 years are the result of the military process that the Continent suffered along the 60 and
70, having as its main characteristic, the progressive degradation in the role of the State as the
articulator of the public life and the economic development. The reflections that follow attempt
to trace a historical and political reflection surrounding these transformations trough a critic
revision of the literature generated on the subject. The intension is to give an alternative lecture
to the scenario of violence lived in Latin America, taking in to account the intense repressive
processes that were incorporated as determinant elements of regional integration in the context
of the Cold War.
Keywords: Latin-American State, Coup dtat, Militarys Dictatorships, Cold War, Fascism.
F. VICTORIANO ESTADO. GOLPES DE ESTADO Y MILITARIZACIN EN AMRICA LATINA
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INTRODUCCIN
Durante las dcadas de 1960 y 1970 del siglo xx, Amrica Latina vivi, de manera sis-
temtica y estratgica, un proceso de militarizacin, el cual utiliz como acto poltico de
expresin, como puesta en escena, la forma del golpe de Estado. Si bien la literatura poltica
acu este trmino para describir la irrupcin de gobiernos de facto asociados a un tipo
especfico de autoritarismo, en el curso de este proceso el trmino golpe de Estado adquiri
la particularidad de expresar la captura del Estado por instituciones militares a partir de
un acto material y simblico. Material, en la medida en que fueron golpes que utilizaron
infraestructura propia de una situacin de guerra, movilizando sofisticados recursos para la
conquista efectiva de instituciones organizadas exclusivamente desde el poder civil. Simb-
lico, debido a que dichas instituciones no slo representaban los puntos ms significativos
del campo poltico (llmese casa de gobierno, ministerios, medios de comunicacin, uni-
versidades), sino que, adems, sobre ellas se despleg un conjunto de cdigos altamente
jerarquizados destinados a inundar el mbito pblico de un principio de excepcionalidad,
hasta entonces, propio de situaciones catastrficas o de agresin externa.
La toma violenta del Estado, en cuyo seno descansaba el poder poltico mismo, se
convirti, desde la dcada de 1960 en una prctica recurrente de las instituciones de de-
fensa nacional, constituyndose no slo en actores fundamentales del proceso de cambio
que sufri el continente, sino en garantes del curso irreversible que este proceso adopt
en los aos siguientes. Se trata de un proceso de cambio que implic diversos planos de
la escena nacional, y que podran ser resumidos en la abolicin de la idea tradicional
de Estado y de la centralidad de las instituciones pblicas que le acompaaban en el
ejercicio de articulacin de la vida poltica en sociedad.
En este contexto de militarizacin, los golpes de Estado constituyen un acto fundacio-
nal de lo que podramos llamar un nuevo escenario estatal a travs del cual comenzara a
expresarse una forma indita de administracin de la vida poltica y de los asuntos pbli-
cos: una entelequia administrativa excepcional que, con el tiempo, destruy el horizonte
de accin que el Estado nacional latinoamericano haba histricamente trazado.
En este sentido, el Estado, cuya historia en Amrica Latina es indisociable de una
violencia poltica que atraviesa con sistematicidad el siglo xx, vive a raz de este proceso
de militarizacin una transformacin paradigmtica. No slo se dar fin a la estructura
tradicional de Estado, a partir del cual los proyectos modernizadores encontraban su
realizacin programtica (en el Estado nacional desarrollista o en el Estado nacional
populista, por ejemplo); sino que, a su vez, toma lugar la extincin de la idea misma de
Estado, de su protagonismo ideolgico, digamos: de su condicin de aparato. El Estado
pierde as su centralidad en las decisiones polticas y econmicas, relevando su lugar a la
estructura supranacional del capitalismo mundial.
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Esta prdida ocurre de modo consustancial al agotamiento sistemtico (y sintomtico)
de la sociedad civil y de las prcticas pblicas tradicionales, describiendo con ello un
estado de poca que fue denominado en la dcada de 1990 como neoliberalismo. ste no
slo debe ser entendido aqu como un conjunto de axiomas econmicos, concibiendo
lo econmico como una esfera particular de la cuestin nacional. Por el contrario, debe
entenderse como un programa continental de articulacin de la fuerza social, que fue
producto de un proceso histrico de disciplinamiento riguroso de la sociedad civil y sus
relaciones polticas. De este modo, la instalacin regional del neoliberalismo
1
describe
un acontecimiento poltico ms que econmico, puesto que las llamadas polticas eco-
nmicas puestas en prctica a lo largo de este proceso de militarizacin privatizacin,
desregulacin, liberalizacin, descentralizacin, por nombrar algunos lugares comu-
nes constituyen, en rigor, una economa poltica que tuvo como principio el desman-
telamiento del Estado nacional y su estructura ideolgica como promotor exclusivo del
desarrollo econmico. No obstante, algunos de estos procesos la descentralizacin o la
modernizacin del Estado pudieron ser vistos con cierto optimismo poltico al inicio
de las transiciones a la democracia, lo cierto es que en trminos efectivos, concretos,
constituyen parte esencial de la despolitizacin del Estado en Amrica Latina. Ms all
de los eufemismos e ideologemas que nutren los discursos polticos contemporneos en
torno a la necesidad de profundizar reformas estructurales del Estado latinoamericano,
habra que preguntarse con rigor si acaso estas reformas no fueron el salvoconducto que
requiri el capital internacional para hacer ms competitiva la Regin respecto de los
intereses transnacionales.
2
1
Si bien habra que matizar esto ltimo, de acuerdo con las intensidades locales con que se manifest
el neoliberalismo en la regin, tambin habra que evaluar el curso general que adopt este fenmeno en
los ltimos aos. No tenemos tiempo ni espacio aqu para desarrollar este punto con mayor precisin.
Sin embargo, a modo de excurso, valdra la pena sealar el carcter estratgico continental que adquiri
en la dcada de 1990 y comienzos del 2000, el conjunto de transformaciones del Estado (cuyo emblema
ideolgico fueron las llamadas reformas estructurales, las modernizaciones del Estado o el consenso de
Washington) necesarias para gestionar el ingreso de las economas nacionales a la plataforma estructural
del capitalismo mundialmente integrado.
2
En el caso particular de la descentralizacin del Estado, cuyo emblema es la posibilidad de fortale-
cimiento de la sociedad civil en la toma de decisiones polticas, habra que analizar de modo concreto si
acaso no constituy (o constituye) un discurso que se encuentra cruzado, precisamente, por la prdida
de centralidad de la poltica respecto del mercado. Es decir, si acaso la retrica descentralizadora no es
constitutiva, en trminos generales, de la prdida de politicidad de la sociedad respecto de las decisiones
econmicas, argumento que viene a reafirmar la idea de que las transformaciones del Estado latinoame-
ricano son consustanciales a los intereses del sistema econmico mundial.
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Ahora bien, en este contexto especfico de militarizacin, el golpe al Estado representa el
ltimo acto contra el Estado latinoamericano.
3
Digamos que el Estado no slo es tomado
por fuerzas poltico-militares hasta entonces reincidentes en el ejercicio autoritario del
poder, sino que, adems, dichas fuerzas tienen por objeto destruirlo (el caso chileno es
literal) al punto de diluir el contenido de las relaciones polticas entre Estado y sociedad
civil. No se trata, esta vez, de que los golpes sean expresin de la precariedad estructural
de las instituciones polticas latinoamericanas, es decir, de su incapacidad de encauzar
y absorber el conflicto poltico al interior de un marco de estabilidad.
4
Por el contrario, se
trata de un fenmeno que rompe la estructura misma a travs de la cual el campo poltico
y el Estado regulaban el conflicto social, administrando el desarrollo econmico en torno
a proyectos polticos nacionales.
Desde esta perspectiva, la ltima gran transformacin del campo poltico latinoame-
ricano acontece cuando el Estado es despojado militarmente de su condicin histrico-
tradicional de administrador de la vida pblica. Esto es, cuando los gobiernos militares
pongan en funcionamiento una racionalidad represiva destinada a eliminar parte
sustancial del campo poltico con el fin de despolitizar la esfera pblica hasta entonces
vigente. Una vez que el Estado sea brutalmente despolitizado, perder centralidad como
articulador de la vida pblica, conduciendo un conjunto de reformas estructurales que
lo llevarn hacia su minimizacin absoluta, tal vez su forma ms acabada.
Los golpes militares al Estado que comienzan a registrarse desde 1964, en Brasil,
extendindose por la dcada hasta mediados de la dcada de 1970, marcan un periodo
de grandes transformaciones en la estructura poltica y econmica de la regin, teniendo
como caracterstica central tanto la puesta en marcha de severas reformas al Estado, como
tambin el despliegue de una poltica represiva sobre amplios sectores de la sociedad civil.
Desde el golpe de Castelo Branco, 1964, o el golpe del general Ongana en Argentina,
1966, comienza a gestarse un nuevo tipo de violencia poltico-militar que tiene como
objeto intervenir el Estado y reorientar la sociedad civil en torno a un paradigma de
dominacin hasta entonces indito. Se inaugura as un proyecto de dominacin conti-
3
Esto ltimo no quiere decir que ya no sea posible un golpe de Estado en la regin. El reciente caso
hondureo, o los intentos de golpe en Bolivia y Venezuela a lo largo de la primera dcada del siglo xxi (o
el autogolpe de Estado de Fujimori, en 1992) parecieran constituir slidos argumentos para desmentir
la forma general de esta proposicin. Ms bien lo que ocurre es que el ltimo acto contra el Estado lati-
noamericano coincide con un proceso radical de descentralizacin y despolitizacin del aparato estatal,
teniendo como efecto la imposicin de nuevas estructuras de control poltico. En efecto, el Fondo Mo-
netario Internacional o el Banco Mundial parecieran hoy en da tener mayor injerencia en los proyectos
polticos regionales que las decisiones promovidas por sus administraciones locales.
4
Jorge Larrain, Identity and Modernity in Latin America, Reino Unido, Polity Press, 2000, p. 134.
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nental, de naturaleza hegemnica,
5
que reescribe la relacin histrica entre inestabilidad
poltica e intervencin militar, a partir de la cual, el fenmeno dictatorial encontraba su
explicacin ms requerida.
6
GOLPES DE ESTADO Y MILITARIZACIN
Este proceso de militarizacin que viven el Estado y la sociedad civil tuvo la particularidad
de ser epocal, describiendo con ello no slo un fenmeno de coincidencias geogrficas,
sino, sobre todo, un estado de poca que encontr su originalidad en los golpes cvico
militares que irrumpieron cronolgica y sintomticamente en la primera mitad de la
dcada de 1970 Bolivia, en 1971; Chile y Uruguay, en 1973; Argentina, en 1976.
Tambin habra que tomar en consideracin el hecho de que las dictaduras de Paraguay
(desde 1954) y Brasil (1964), conducen, en los comienzos de la dcada de 1970, un
cambio doctrinal del perfil represivo que hasta entonces haban exhibido. El golpe
dentro del golpe, en Brasil, 1968,
7
y la promulgacin, en 1969, de la Ley de Seguridad
Nacional por el gobierno de Mdici. El golpe de Estado al golpe de 1968, en el Per,
en 1975. En este contexto represivo no habra que olvidar, ciertamente, a Mxico, all
donde la intervencin policaco-militar del gobierno de Gustavo Daz Ordaz cobr la
vida de un nmero an no precisado de estudiantes congregados en la Plaza de las Tres
Culturas, en Tlatelolco, en 1968. Ocurrira lo mismo en 1971, cuando gobernaba Luis
Echeverra, inaugurando con ello un periodo de intervencin radical de la sociedad que
tuvo como caracterstica central el uso del ejrcito y sus tcticas de guerra en contra de
su propia poblacin civil.
Como vemos, se trata de un proceso que difcilmente puede ser analizado de manera
particular, remitindolo a las especificidades nacionales en la que dichos golpes y procesos
5
Roberto Bergalli, El vuelo del Cndor sobre la cultura jurdica y el sistema poltico, en Samuel
Blixen (ed.), Operacin Cndor, Uruguay, viius Editorial, 1998, p. 12.
6
Como rasgo esencial de aquella historia poltica aparece la inestabilidad endmica de las instituciones
democrticas, al punto de sealar una cierta especificidad del campo poltico latinoamericano. Por ejemplo,
el hecho de que la figura del dictador representado en las historias nacionales y la literatura latinoameri-
cana como el tirano ilustrado, el patriarca constituyera una experiencia poltica arquetpica de Amrica
Latina. Incluso describira a un actor esencial en la historia del proceso de modernizacin de los Estados-
nacionales. Desde esta perspectiva, fue posible leer esta historia latinoamericana de violencia militar como
la continuidad de este rasgo identitario del Estado y el curso especfico que adoptaron sus prcticas polticas
locales. Cfr. ngel Rama, Los dictadores latinoamericanos, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1976.
7
Idelber Avelar, Alegoras de la derrota: la ficcin postdictatorial y el trabajo del duelo, Santiago, Cuarto
Propio, 2000, p. 58.
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militares tuvieron lugar. Argentina, al igual que Bolivia, posea una historia de golpes de
Estado anterior a la dcada de 1970 completamente distinta de la que, a simple vista,
uno puede apreciar en las historias polticas nacionales de Uruguay y Chile. Entonces,
lo que habra que resaltar en este periodo es el momento de su integracin regional, el
carcter expansivo e internacional de su poltica represiva, a partir de la cual se alinearon
las dictaduras militares. Dicha integracin, que posee como punto articulador la Doctrina
de Seguridad Nacional promovida por Estados Unidos durante la Guerra Fra, alcanz
niveles que configuraron lo que Alain Rouqui denomin Estados militares, a la hora
de describir la regularidad de la variable marcial en el autoritarismo latinoamericano de
estas dcadas.
8
As, los golpes abrieron una nueva poca, a partir de la cual hizo entrada una estrategia
de integracin militar de carcter internacional (caracterizada ejemplarmente en el Cono
Sur por la llamada Operacin cndor), que tuvo por objeto erradicar de la regin no slo el
campo poltico y cultural de la izquierda (el comunismo, el utopismo revolucionario,
la conciencia crtica, la atmsfera intelectual a travs de la cual se nutrieron los partidos
polticos de la revolucin) sino, principalmente, a los sujetos portadores de dicha cultura:
su militancia, el conjunto de hombres, mujeres y nios que se insertaban en el horizonte
de sentido que dicha cultura haba construido.
Desde la dcada de 1960 comienza a desplegarse un tipo nuevo de violencia en el
continente, una violencia que escap de las mltiples representaciones que, por entonces,
la lucha poltica posea. La radicalizacin de las vanguardias revolucionarias de izquierda,
como la creciente movilizacin de amplios sectores sociales, contrast con el final abrupto
que estos proyectos sufrieron una vez que los golpes desdibujaran el imaginario sobre el
cual se proyectaba la idea misma de revolucin. Por primera vez en la historia poltica de
Amrica Latina, se pone en funcionamiento una mquina global de exterminio, cuya ca-
racterstica ms significativa fue la coordinacin supranacional, el esfuerzo de integracin
poltico-policial para destruir, torturar y hacer desaparecer al cuerpo mismo de la izquierda
latinoamericana, en una guerra unilateral que no conoci fronteras nacionales ni lmites
ideolgicos, y que excedi con creces el marco de representacin a travs del cual el campo
cultural de izquierda articulaba sus relaciones con la escena poltica de aquellos aos.
8
Probablemente Centro Amrica constituy el ejemplo ms palpable de esta dinmica de militarizacin
del Estado, bajo los signos del Estado militar pretoriano ejercido por la dinasta Somoza, hasta 1979, en
Nicaragua; el Estado militar contrainsurgente de Guatemala, desplegado durante el gobierno de Jacobo
Arbenz (1950-1954) y realizado brutalmente con la intervencin militar estadounidense de 1954; en
Honduras durante el mandato de Oswaldo Lpez Arellano (1972-1975); en El Salvador, principalmente
con el golpe de Estado del 15 de octubre de 1979, encabezado por el coronel Adolfo Majano. Cfr. Alain
Rouqui, The Military and the State in Latin America, Berkeley, University of California Press, 1987.
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LA TEORA DEL ESTADO AUTORITARIO Y EL PROBLEMA DEL FASCISMO
En ciencias sociales, y al interior de un campo particular de la reflexin de izquierda, este
proceso de militarizacin del Estado se denomin autoritarismo.
9
Encuentra su particula-
ridad ms visible en el carcter fundante, sui generis, de la irrupcin autoritaria en busca
del establecimiento, bajo la lgica de la guerra, de un nuevo orden social de disciplina-
miento de la sociedad civil, descrito a partir de la necesidad histrica de encontrar una
solucin violenta a la estructura de contradiccin entre poltica y desarrollo econmico,
entre democracia y modernizacin. Desplegada por cuerpos militares altamente buro-
cratizados, esta violencia tuvo por objeto implementar una lgica particular de guerra
contra la sociedad civil y sus estructuras tradicionales de organizacin, dando lugar a un
proceso de reordenamiento social cuya conduccin dependi casi exclusivamente del
Estado. Esta vez, bajo la nocin de Estado-autoritario.
Si bien el autoritarismo (visto como un sistema de enunciados en torno a un fenme-
no de poca) concibi al Estado como el eje aglutinador de la investigacin social,
10

habra que agregar que fue, sin embargo, el primer esfuerzo por comprender este proceso
de militarizacin de modo genrico, integrndolo al interior de una gran tendencia de
cambio a escala continental. No se trat, esta vez, de proyectos especficos de dominacin
cuya naturaleza se hunda en las particularidades histricas de cada Estado nacional. Por
el contrario, la emergencia del Estado autoritario mostrara un rasgo continuo, cierta
regularidad en resolver, regionalmente, el desequilibrio estructural entre mercado y Estado,
entre poltica y capitalismo. As, la teora del autoritarismo concibi al gobierno auto-
ritario como conductor de un proceso de burocratizacin estatal, de re-ordenamiento
institucional, tendiente a resolver la creciente contradiccin entre una cultura poltica
radicalizada en torno a la nocin de cambio social, y la estructura econmica internacio-
nal del capitalismo. El autoritarismo resolvi un dilema histrico, pero a travs de una
violencia (material y simblica) que se dejaba leer como la variable costo entre el capital
internacional y las expectativas polticas de desarrollo de los Estados nacionales.
Sin embargo, el debate en torno al autoritarismo encontr su lmite real y efectivo
en la desimbricacin de la accin poltica y el discurso terico que marcaron la prctica
revolucionaria de la dcada de 1970. La revolucin, que alimentaba y se dejaba alimentar
9
El cuerpo de textos emblemticos lo constituyen: Guillermo ODonnell, Reflexiones sobre la ten-
dencia de cambio en el Estado Burocrtico-Autoritario, Buenos Aires, Documentos ciois, 1976; Jos
Joaqun Brunner, La cultura autoritaria en Chile, Santiago, Flacso, 1981; Manuel A Garretn, Dictaduras
y democratizacin, Santiago, Flacso, 1984.
10
Norbert Lechner, Los patios interiores de la democracia. Subjetividad y poltica, Santiago, Fondo
de Cultura Econmica, 1988, p. 21.
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por las ciencias sociales, pierde, en el curso de esta dcada, abruptamente, su centralidad
temtica. No slo los centros de investigacin fueron cerrados, al igual que las carreras
universitarias vinculadas a la teora social, sino que gran parte de los intelectuales del cam-
po fueron severamente reprimidos, exiliados y censurados. As, esta ruptura terica que
va de la revolucin, el tema central del debate poltico en Amrica del Sur en la dcada
de 1960,
11
a la comprensin de la naturaleza autoritaria del nuevo Estado, depende,
ms que de una crisis paradigmtica, de la experiencia de violencia comn que vivieron
los intelectuales de izquierda una vez que tienen lugar los golpes militares al Estado. De
ah escribe Norbert Lechner un primer rasgo de la discusin intelectual pos-73: la
denuncia del autoritarismo en nombre de los derechos humanos. Los intelectuales no luchan
en defensa de un proyecto, sino por el derecho a la vida de todos.
12
La discusin generada por el autoritarismo significara, en este contexto, el reposiciona-
miento del debate poltico en torno a una nueva figura del Estado pero, principalmente,
respecto a una experiencia comn que tiene a la vida misma como problema. De este
modo, en el paso que va de la vida como problema (la lucha por el derecho a la vida) al
autoritarismo como eje terico a mediados de la dcada de 1970, se juega la recomposi-
cin del campo y, simultneamente, la reorientacin terica a partir de la cual el Estado
ocupar de nuevo una centralidad reflexiva. El autoritarismo, doctrina que le regalar la
base ideolgica a la democracia neoliberal en las dcadas de 1980 y 1990,
13
inaugura con
los golpes de Estado un cambio radical de tono al interior de las ciencias sociales, por
medio del cual la ciencia misma de la revolucin dejara sin palabras al discurso poltico
de izquierda, objeto central de la intervencin militar que vive el continente.
Por ejemplo, al interior del campo de la sociologa latinoamericana opera un desplaza-
miento conceptual que tendr una clara consecuencia en el discurso poltico de izquierda
de aquellos aos: la exclusin del fascismo como categora descriptiva de los procesos de
militarizacin en la Regin. En este trnsito conceptual habra, tambin, que sealar
como experiencia decisiva la renovacin socialista que opera en el campo poltico tras
la experiencia de derrota de los proyectos revolucionarios en Amrica Latina, y la desin-
tegracin de la llamada rbita socialista europea a fines de la dcada de 1980.
14
11
Ibid., p. 17.
12
Ibid., p. 20.
13
En el sentido de que las transiciones no constituyeron procesos efectivos de democratizacin. Ms
bien constituyeron gobiernos destinados a administrar las expectativas democrticas de la sociedad. De
ah, por ejemplo, que parte importante del debate politolgico se concentrara, por entonces, en dilucidar
su fin: el paso real y definitivo a la vida en democracia.
14
No deja de ser curioso el hecho de que la renovacin ocurriera, en principio, de modo terico, es
decir, de la evaluacin de la teora marxista clsica respecto de la experiencia poltica real. Digamos que la
renovacin acontece al revs de lo que ocurri con el eurocomunismo despus del Mayo francs de 1968.
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Se trata de una renovacin conceptual que transita desde el fascismo, ilustrado por el
clebre texto de Theotonio Dos Santos, Socialismo o Fascismo (1972),
15
hacia la teora
del autoritarismo y la tesis de los burocrticos autoritarios de Guillermo ODonnell
(1976).
16
Las consecuencias de este viraje conceptual, en el que un trmino que goza
de popularidad terica se desfundamenta radicalmente dando paso a otro, gener, sin
embargo, un pequeo debate al interior de un campo mermado por la represin y la
experiencia de la derrota. Destaca el texto de Atilio Born, El fascismo como categora
histrica: en torno al problema de las dictaduras en Amrica Latina (1977)
17
y, cierta-
mente, Fascismo y Dictadura de Nicos Poulanzas (editado en espaol el ao 1971).
18
En
ambos textos, cuya recepcin es clave para la adscripcin a la teora del autoritarismo,
el fascismo ser retratado, si bien como un acontecimiento histrico actual y recurrente,
dotado de un conjunto de caractersticas que lo situaban como un fenmeno especfico
de reaccin nacionalista del gran capital interno, en que el Estado, a diferencia del Estado
autoritario latinoamericano, posea un claro papel ideolgico de intervencin.
Operara, as, una cierta tecnificacin del discurso acadmico en ciencias sociales. Al
adoptar la figura del autoritarismo como categora que le da singularidad a las dictaduras
del Cono Sur, la Sociologa des-operacionaliza la funcin poltica que ocupaba el fascismo
en el imaginario de izquierda, estableciendo una separacin radical del discurso terico
respecto del lenguaje revolucionario, lenguaje a partir del cual se nutra la intelectualidad
de los aos 60. En efecto, muy temprano queda claro que no se trata de un fascismo,
nocin relegada al trabajo partidista de agitacin,
19
sino de una nueva composicin del
poder estatal cuya naturaleza viene definida como un proyecto global de transformacin
del Estado y sus instituciones. Por lo tanto, esos regmenes, a diferencia del fascismo,
no se basaban en la movilizacin popular, no hacan uso de una estructura partidaria y no
necesitaban de expansin internacional.
20
Esto es: no es la prctica poltica la que vuelve insuficiente el marco terico a travs del cual dicha prctica
encontraba fundamento y proyeccin en el campo de las luchas sociales. Es, por el contrario, la propia teora
social la que deshabilita la prctica poltica que con entusiasmo promova, una vez la gran enseanza de
la que habla Lechner haya impactado vitalmente a la intelectualidad de la izquierda latinoamericana. Cfr.
Toms Moulian, Chile Actual: Anatoma de un Mito, Santiago, Arcis-Lom, 1997, p. 256.
15
Theotonio Dos Santos, Socialismo o fascismo. El nuevo carcter de la dependencia y el dilema latino-
americano, Santiago, Ediciones Prensa Latinoamericana, 1972.
16
G. ODonnell, Reflexiones sobre la tendencia de cambio en el Estado, op. cit.
17
Atilio Born, El fascismo como categora histrica: en torno al problema de las dictaduras en
Amrica Latina, Revista Mexicana de Sociologa, nm. 2, Mxico, iis-uxax, 1977.
18
Nicos Poulantzas, Fascismo y dictadura, Mxico, Siglo xxi Editores, 1998.
19
Lechner, op. cit., p. 21.
20
Idelber Avelar, op. cit., p. 82.
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As, en esta sofisticacin analtica del discurso de las ciencias sociales, la poltica de
izquierda pierde el sustento terico que haca verosmil la accin en la lucha revolucio-
naria, fundamentalmente en contra de un enemigo que perteneca al imaginario poltico
republicano (Salvador Allende llam fascismo a lo que Fidel Castro llam, y llama, im-
perialismo). Pero tambin, habra que agregar, las ciencias sociales pierden su vocacin
poltica. Al quedar sin referente material que vuelva efectivo al discurso terico, la Socio-
loga, y en general las ciencias sociales, pierden su relacin con la accin poltica; prdida
descrita ejemplarmente por Beatriz Sarlo en el trnsito que va del intelectual orgnico a
la organicidad del experto, del revolucionario contra el Estado, al administrador de los
intereses del Estado.
21
As, paradojalmente, la crtica al Estado Autoritario desemboca en
la crtica a la concepcin estatista de la poltica, vigente hasta la irrupcin de los golpes
de Estado en la dcada de 1970.
22
Las consecuencias sern visibles en el campo de las ciencias sociales: adquiriendo
mayor autonoma respecto de la prctica poltica, la discusin intelectual (sobre todo
en las izquierdas) logra desarrollar un enfoque ms universalista (menos instrumental)
de la poltica,
23
a travs del cual cobrara forma el discurso de administracin de las
expectativas democrticas y polticas que se instala a mediados de la dcada de 1980 a
partir del concepto de transicin a la democracia.
Sin embargo, el imaginario poltico de izquierda entre 1960 y 1980, es decir: aquella
generacin que vivi a travs de sus vanguardias (polticas, armadas, artsticas e intelec-
tuales) una sobredosis de sentido, al punto de hospedar todos los significados de una
poca,
24
se vio, de golpe, inscrita en una lgica de aniquilacin que exceda hasta lo
irrepresentable el propio imaginario de muerte que la lucha revolucionaria, y su cultura
utpica, haban descrito en el ideario de la emancipacin social. El fascismo, a partir del
cual la intelectualidad latinoamericana hered la forma ms oscura del enemigo comn,
se transfigur en una violencia poltico estatal que no conoci referente terico, sino en
la conduccin efectiva de un proceso radical de eliminacin del imaginario de izquierda
y, esencialmente, del cuerpo social a travs del cual dicho imaginario se sustentaba. Se trat
de la instauracin de un escenario biopoltico que, visible hasta nuestros das, desplaz
al imaginario partisano de la lucha poltica por el cambio estructural de la sociedad.
Dicho desplazamiento coincidi con el vaciamiento radical, no slo del mbito de las
competencias pblicas donde cobra significacin la accin poltica de vanguardia sino
21
Cfr. Beatriz Sarlo, Escenas de la vida posmoderna: intelectuales, arte y videocultura en Argentina, Buenos
Aires, Ariel, 1994.
22
Lechner, op. cit., p. 21
23
Ibid., p. 24.
24
Nicols Casullo, Pensar entre pocas. Memoria, sujetos y crtica intelectual, Buenos Aires, Editorial
Norma, 2004, p. 9.
REPENSAR EL ESTADO DOSSIER
ARGUMENTOS UAM-X MXICO 185
de la comunidad poltica misma: la sustancia vital que haca materialmente posible la
existencia de un campo poltico en disputa.
MILITARIZACIN Y GUERRA FRA
Tal vez el inicio del libro de Jean Franco dedicado a los aos de la Guerra Fra librada
en Amrica Latina, The Decline & Fall of the Lettered City, nos d una fecha insigne del
inicio de este proceso de militarizacin del Estado: la invasin a Guatemala por bandas
militares financiadas por Estados Unidos en 1954.
25
En este libro cuyo logro consiste
en reelaborar la reciente historia cultural de la regin poniendo como dato esencial la
Guerra Fra aparece, tal vez por primera vez, el intento por integrar la historia de esta
militarizacin a una narrativa que lo vislumbre, ya no de manera regional (como ocurri
con la teora del autoritarismo), sino de manera mundial, al interior de un espacio de
militarizacin a escala planetaria.
La llamada Guerra Fra, cuya caracterstica principal consiste en producir un espacio
de integracin militar hasta entonces sin precedentes, abre el Continente a una nueva
relacin de fuerzas en que el Estado y la sociedad civil pierden su centralidad en las
decisiones polticas locales, dando origen, en el caso particular de Amrica Latina, a
una nueva forma de Estado o de relacin estatal. As, la invasin a Guatemala marc el
inicio de un conjunto de intervenciones que son cruciales para comprender el trnsito que
va del viejo ideal republicano del Estado nacional latinoamericano al escenario neoliberal
globalizado; trnsito que describe la desagregacin paulatina del aparato estatal, pero
al interior del programa militar desplegado por la Guerra Fra en el hemisferio.
Se trata de la lgica de la intervencin militar, el despliegue continental de la forma
golpe de Estado, pero esta vez bajo el contexto de la Guerra Fra, es decir, de la expansin
de una forma particular de guerra al interior de un horizonte de intereses estratgicos
supranacionales. Una guerra ideolgica que se extendi y se libr a un nivel planetario,
global si se quiere, pero esta vez, a diferencia de las guerras mundiales anteriores, Cold
War fue la forma de la guerra como amenaza a la inmolacin nuclear del mundo, a la
inminente extincin de la idea misma de mundo. Esto ltimo resulta crucial, en la medi-
da que la globalizacin, entendida como el actual panorama de integracin econmico-
poltica que vivira el planeta, slo es posible all donde la propia nocin de mundo se
encuentra bajo amenaza, ante la inminencia del cataclismo financiero o el ataque nuclear
irreversible. Digamos que la Guerra Fra es, en este contexto agonal de baja intensidad, la
propia amenaza de la guerra, la pre-guerra, lo que Paul Virilio llam pure war: el instante
25
Jean Franco, The Decline & Fall of the Letterd City, Cambridge, Harvard University Press, 2002, p. 3.
F. VICTORIANO ESTADO. GOLPES DE ESTADO Y MILITARIZACIN EN AMRICA LATINA
186 NUEVA POCA AO 23 NM. 64 SEPTIEMBRE-DICIEMBRE 2010
como emergencia total al acontecimiento guerra, pero ah donde la guerra no es ms su
ejecucin en el campo de batalla [Hot War], frente al despliegue geogrfico del enemigo,
sino su estado de permanente preparacin.
26
De este modo, se configura en Amrica Latina un espacio de militarizacin que
tiene por objeto resolver la posicin estratgica que la regin cumple en el horizonte
de amenaza desplegado por la Guerra Fra en el mundo, pero a la luz de un proceso
endocolonizante
27
que tendr como fin logstico depurar la poblacin civil al punto de
asegurar la constitucin de un nuevo modo de administracin de la guerra y sus efectos
econmicos en la sociedad. El Estado (el Estado de Bienestar, por ejemplo) sufrir as
un cambio esencial en Amrica Latina: ste ya no disciplina al cuerpo social en busca
de asegurar la fuerza productiva que requiere el capitalismo, sino que, de ahora en ade-
lante, elimina parte sustancial de esa fuerza, desplegando un horizonte de intervencin
donde todo el Estado, en cuanto aparato de produccin, se encuentra dirigido hacia
la consecucin de un mismo fin: destruir parte sustancial del cuerpo social a travs del
cual el viejo patrn de acumulacin nacional se sostena. As, la administracin del capital
nacional pasa a depender directamente de una mquina global cuya funcin es reinscribir
la relacin entre poltica estatal y produccin regional. El punto crucial aqu es establecer,
a la luz de este contexto, el estrecho vnculo no slo entre Guerra Fra y militarizacin,
sino entre neoliberalismo y guerra.
28
Si como apunt Brett Levinson, el neoliberalismo de las llamadas naciones en desarro-
llo [] es el liberalismo tardo [usa] a otra velocidad,
29
dicha velocidad hace referencia al
26
Paul Virilio, Pure War, Nueva York, Semiotext(e), 1983, p. 92.
27
Ibid., p. 95.
28
En este punto valdra la pena sealar la distancia que nos separa de la interpretacin que Ludolfo
Paramio hace sobre la militarizacin en el continente. Segn sus palabras: Es muy posible que la causa
ltima de la cruel brutalidad de las dictaduras militares del Cono Sur fuera la ambicin y la carencia de
escrpulos de sus protagonistas, y que las ideas slo pesaran despus, a la hora de justificar sus actuacio-
nes. Este juicio, conclusivo por lo dems, descansa en la idea de que la militarizacin y su guerra, que
el terrorismo de Estado desplegado de modo sistemtico y programtico, y que las profundas transfor-
maciones al Estado latinoamericano tuvieron de fondo una dimensin subjetiva, psicolgica, secreta (es
muy posible), reducible a las caractersticas de los actores en disputa. En cambio, lo que nos interesa
resaltar aqu es justamente lo contrario: la idea de que hubo un proceso de articulacin genocida de carcter
continental, cuya explicacin, cuyo sentido viene dado por un programa blico diseado por intereses
estratgico-militares (lo que Paramio llama la dimensin internacional del golpismo) que, a su vez, se
articularon en un programa de reforma estructural del patrn de acumulacin del capital: el llamado
capitalismo mundialmente integrado. Cfr. Ludolfo Paramio, Tiempos del golpismo latinoamericano,
Revista Foro 42, 2001, pp. 82-96, esp. p. 94.
29
Brett Levinson, Pos-transicin y potica: el futuro de Chile actual, en N. Richard y A. Moreiras
(eds.), Pensar en la postdictadura, Santiago, Cuarto Propio, 2001, pp. 41-54, esp. p. 41.
REPENSAR EL ESTADO DOSSIER
ARGUMENTOS UAM-X MXICO 187
paso (veloz, en el curso de los ltimos 30 aos) entre dictadura y democracia, ah donde
la segunda queda materialmente determinada por la primera, en la medida que el terror
cumple el primer paso que el Estado requera para despojarse de la estructura social a
la que se encontraba determinado. En este sentido, la unidad histrica entre dictadura
y capital mundial es esencial para comprender el comportamiento general del Estado
latinoamericano actual, cuyo rasgo ms visible es su invisibilidad total.
30
Si bien el rtulo de fascismo que acu la izquierda para conceptualizar la violencia
poltica de la que era objeto, fue tempranamente deshabilitado por la emergente teora
del autoritarismo, podra, sin embargo, permitirnos comprender un aspecto general de
esta transformacin del Estado. Por un lado, le es consustancial al autoritarismo, a la fase
de burocratizacin de los regmenes militares, un momento fundacional, una fase revo-
lucionario-terrorista.
31
Dicha fase, cuya caracterstica fue el terror elevado a su mximo
exponente bajo la forma indeterminada del enemigo interno, coincidi con la afasia
conceptual en ciencias sociales, con la crisis paradigmtica que signific el estallido de los
discursos emancipadores y revolucionarios de la izquierda. El fascismo, en este contexto de
represin, fue ms bien un recurso poltico destinado a movilizar un imaginario progre-
sista severamente golpeado por la experiencia misma del fracaso poltico que significaban
las dictaduras. Sin embargo, la cita poltica que se hizo del fascismo concentra, de modo
retrospectivo, un conjunto de significantes que tendrn expresin en el actual Estado
neoliberal, el estado invisible, cuya caracterstica ms abyecta es su continuidad lgica
respecto de la fase terrorista con la que abren los golpes de Estado el hemisferio.
Visto bajo esta ptica, este espacio de militarizacin no slo fue extensivo, en el
sentido de transformarse en una solucin general para asegurar los exiguos procesos
de modernizacin que se vivan en Amrica Latina, tal como lo describi la teora del
autoritarismo. Sino que, tambin, fue intensivo, puesto que derivaron en sangrientas
dictaduras dirigidas a transformar la estructura poltica y la base social que sostena el
desarrollo econmico en el continente, sobre la base de colonizar el cuerpo mismo de
la nacin. Los procesos de democratizacin que comienzan a gestarse a mediados de la
dcada de 1980, y que marcan la conclusin del autoritarismo estatal, son, en esta lnea,
la extensin programtica de estas dictaduras: una vez que parte esencial del campo
poltico regional haya sido brutalmente removido, la democratizacin operar como un
salvoconducto destinado a asegurar el ingreso irrestricto de la fuerza social a las dinmicas
econmicas y polticas del mercado globalizado.
30
Cfr. Jon Beasley-Murray, La constitucin de la sociedad, en N. Richard, A. Moreiras (eds.), Pensar
en/la Postdictadura, op. cit., pp. 23-40.
31
Moulian, op. cit., p. 171.
F. VICTORIANO ESTADO. GOLPES DE ESTADO Y MILITARIZACIN EN AMRICA LATINA
188 NUEVA POCA AO 23 NM. 64 SEPTIEMBRE-DICIEMBRE 2010
En trminos de Deleuze y Guattari, en el paso que va del Estado de Bienestar al nuevo
escenario neoliberal le acontece al Estado un flujo intenso de destruccin y abolicin
pura, que lo vuelve sobre s bajo un acto de inmolacin, en una suerte de nihilismo
realizado.
32
Se trata de una pulsin suicida que tiene por objeto la guerra total, entendi-
da sta no bajo el axioma clsico de la guerra subordinada a fines polticos, sino por su
anverso, all donde la guerra no slo pasa a constituir los fines polticos del Estado, sino
tambin a encarnarlo operativamente. El Estado no est en guerra sino que es la guerra,
puesto que lo que sucumbe en este espacio agonal de apropiacin es su propio principio
de legitimidad: la comunidad poltica que internamente lo sustenta. En este sentido,
cuando el Estado se ha apropiado de la guerra, es decir, cuando la guerra misma tiene
por objeto al Estado, el aparato del Estado se apropia de [una] mquina de guerra, la
subordina a fines polticos, le da por objeto directo la guerra.
33
Habra, entonces, una profunda relacin entre endocolonizacin y el momento de
apropiacin de la mquina de guerra por parte del Estado latinoamericano. La guerra
interna, desatada por ejrcitos nacionales en contra de su propia poblacin, coincide
con esa pulsin suicida que cruza la trayectoria del Estado y que va invariablemente
desde la dictadura a los nuevos regmenes democrticos, durante los cuales el Estado no
slo pierde centralidad terica sino tambin presencia poltica e ideolgica. La llamada
desaparicin del Estado se vuelve, as, indisociable del terror desplegado militar y estrat-
gicamente sobre el cuerpo poltico de la nacin: con l se realiza tanto la consumacin de
un nuevo programa de acumulacin del capital internacional, globalizado, si se quiere,
como tambin la reforma de ajuste y minimizacin que el Estado requera para poner en
marcha su ingreso total al mercado mundial. El genocidio [escribe Federico Galende]
no es un accidente inherente al reordenamiento de la sociedad, sino la funcin a travs
de la cual la burguesa destraba la lgica de acumulacin de los obstculos impuestos
por el debate poltico de la sociedad.
34
Sin embargo, en trminos simblicos, coincide tambin con la idea de que el golpe
de Estado acaba con la idea de Estado y, ciertamente, con la nocin misma de golpe de
Estado, en la medida que ya no queda Estado donde poder efectuar un golpe.
35
Los
32
G. Deleuze y F. Guattari, Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia, Valencia, Pre-Textos, 1988, p. 233.
33
Ibid., p. 420.
34
Federico Galende, La izquierda entre el duelo, la melancola y el trauma, Revista de Crtica Cultural
17, 1998, pp. 42-47, esp. p. 46.
35
De nuevo, no se trata de que se haya vuelto imposible la figura de un golpe de Estado en la regin,
como el hecho de que la rotundidad con que se manifestaron entre 1960 y 1980 sea una experiencia que
culmine con el patrn tradicional de ejercicio del poder que ostentaba el aparato estatal. En esta lnea, las
figuras ms recurrentes hoy en da no son los golpes de Estado sino, dentro de la retrica administrativa
e institucional, lo que ha venido llamndose crisis de gobernabilidad.
REPENSAR EL ESTADO DOSSIER
ARGUMENTOS UAM-X MXICO 189
golpes no slo dieron fin a una estadolatra
36
incubada en los proyectos emancipadores
del Continente, sino que, adems, ponen fin a la forma misma de Estado, suprimiendo
con ello el fundamento poltico-social de legitimacin de su poder. El ltimo acto de
soberana jurdico que ostent el Estado latinoamericano fue aquel que tuvo por objeto
purgar el cuerpo mismo de la nacin, en cuya estructura se alojaba el principio de legi-
timidad que lo volva soberano. Un acto de inmolacin, de sacrifico recursivo destinado
a destruir, digamos, sus propias condiciones de posibilidad. De este modo, la desagre-
gacin actual del Estado slo puede ser comprendida a cabalidad si se la contrasta con
la aparicin de este flujo suicida que lo atraviesa desde el momento irruptivo de los
golpes, y que, de acuerdo con Deleuze y Guattari, comentando precisamente a Virilio,
encuentra su primera expresin histrica con el fascismo:
Cuando Paul Virilio define el fascismo no por la nocin de Estado totalitario [como lo
hara una larga tradicin, entre ellos Hannah Arendt o el propio Michel Foucault], sino
por la de Estado suicida, su anlisis nos parece profundamente justo: la dominada guerra
total [Pure War, dira Virilio] aparece as no como una empresa de Estado, sino como la
empresa de una mquina de guerra que se apropia del Estado y hace pasar a travs de l un
flujo de guerra absoluta que no tendr otra salida que el suicidio del propio Estado.
37
DOCTRINA DE SEGURIDAD NACIONAL, MILITARIZACIN Y BIOPOLTICA
Entonces, habra que trazar un horizonte de reflexin que lea la militarizacin en
la dcada de 1970 en Amrica Latina a partir de un conjunto de procesos implicados
internamente. En primer lugar, el viraje doctrinal que se disemina en la regin bajo la
lgica de Seguridad Nacional y su referencia global respecto del despliegue sistemtico
de posicionamientos agonales al interior del marco de la Guerra Fra.
38
La militariza-
cin del Continente constituye un foco particular en el desencadenamiento estratgico
de Estados Unidos y el despliegue de su programa ideolgico en el hemisferio sur de
Amrica. La doctrina de Seguridad Nacional, que tiene como momento de fundacin la
aprobacin del memorndum NSC-68 por el Consejo de Seguridad Nacional de Estados
Unidos en 1950, constituye la base terica con que los cuerpos militares latinoamerica-
36
Moulian, op. cit., p. 175.
37
G. Deleuze y F. Guattari, op. cit., p. 234.
38
Cfr. Stella Calloni, Los aos del lobo, Buenos Aires, Ediciones Continente, 1999; Luis Maira, El Estado
de Seguridad Nacional en Amrica Latina, en Pablo Gonzlez Casanova (ed.), El Estado en Amrica Latina:
teora y prctica, Mxico, Siglo xxi Editores/Universidad de la Naciones Unidas, 1990, pp. 108-130.
F. VICTORIANO ESTADO. GOLPES DE ESTADO Y MILITARIZACIN EN AMRICA LATINA
190 NUEVA POCA AO 23 NM. 64 SEPTIEMBRE-DICIEMBRE 2010
nos comprendieron su funcin beligerante en el contexto geopoltico diseado por la
guerra. Esto ltimo, respecto del rol que jugaron el National War Collage y la conocida
Escuela de las Amricas en la formacin de la oficialidad latinoamericana, como tambin
la funcin desempeada por los programas de cooperacin militar con Estados Unidos
que suscribieron casi todos los pases entre 1950 y 1952. En este sentido, la Doctrina
de Seguridad Nacional no slo funcion como el marco conceptual que dio nombre a
la experiencia poltica de izquierda en el contexto de la Guerra Fra, sino que, a su vez,
se constituy para las cpulas militares en una teora completa y comprensiva del Esta-
do, as como del funcionamiento de la sociedad
39
en la trama general de inestabilidad
estructural que las naciones internamente padecan.
En segundo lugar, la guerra contra el comunismo, contenida en el proyecto ideolgico
desplegado por la Doctrina de Seguridad Nacional, fue tambin una guerra que tuvo
como caracterstica esencial la aniquilacin programada de una cultura especfica del
campo poltico, llegando incluso a exceder el propio horizonte semntico que el concepto
comunismo trazaba al interior del espacio de accin poltica hasta entonces en disputa.
Nadie, ni nada, estaba a salvo una vez que el terror impregn a la sociedad de la lgica
de la guerra interna, debido a que fue desarrollada desde y por la estructura misma del
Estado, el cual, histricamente, se haba encargado de construir el principio de legali-
dad que rega el ingreso social al espacio pblico. Una guerra que no tuvo afuera, en
el doble sentido del trmino: ya no era posible, para aquellos que haban sido signados
como elementos de la subversin, ingresar al plano de las mediaciones polticas puesto
que, de hecho y de derecho, estaban ya en el no-lugar inaugurado por la excepcin; pero
tampoco haba afuera en el afuera mismo de las fronteras geogrficas en las que se
autorizaba el ejercicio monoplico de la violencia militar. El exilio, que durante decenios
marc los flujos de una intelectualidad integrada bajo el principio de la solidaridad lati-
noamericana, se transform, repentinamente, en una trampa mortal, debido no slo al
carcter continental de la militarizacin, sino de la integracin profunda y extensiva que
las dictaduras coordinaron una vez que el horizonte geopoltico del Hemisferio quedara
atrapado en la dinmica genocida de una mquina de guerra.
De este modo, se pondrn en funcionamiento en el Continente un sistema integrado
de procesos de refundaciones nacionales, de reordenamientos disciplinarios de la sociedad
civil, por medio de la suspensin programada de la ley y de sus garantas constitucionales
en un espacio amplio de integracin represiva. En la medida en que el cuerpo social
constituy el principal objeto de intervencin militar, se da lugar a lo que Giorgio
Agamben caracteriz como el meollo bio-poltico del Estado moderno: la capacidad de
producir, en el orden de la ley, un espacio jurdico ilocalizable de intervencin social,
39
Maira, ibid., p. 117.
REPENSAR EL ESTADO DOSSIER
ARGUMENTOS UAM-X MXICO 191
destinado a regular el proceso de inscripcin de la vida en la ciudad.
40
El objetivo fue,
en el caso de las dictaduras de las dcadas de 1960 y 1970, erradicar cualquier proyecto
poltico que poseyera al Estado como objeto, ponindolo indefinidamente en excepcin,
digamos: en un estado de sitio permanente.
Agamben ha demostrado, con efectividad a nuestro parecer, como el Estado de ex-
cepcin que inaugura el fascismo en Europa (el soporte legal mismo de los campo de
la muerte) proviene del propio sistema jurdico que protege el principio de soberana del
Estado. As, le es consustancial al Estado moderno una suerte de vocacin biopoltica,
cuya caracterstica ms relevante ser la formacin y el cuidado del cuerpo de la nacin.
En palabras de Agamben: la novedad de la biopoltica moderna es, en rigor, que el dato
biolgico es, como tal, inmediatamente poltico y viceversa,
41
dando origen a un con-
junto de prcticas estatales en las que el dato natural de la vida comienza a presentarse
como un objetivo poltico indispensable para mantener el principio de legitimidad del
Estado soberano.
As, un rasgo esencial que mostrarn invariablemente las dictaduras del Cono Sur
y los procesos de militarizacin en el continente, ser su obsesin por el cuerpo, por
cierto cuerpo social, y por la estructura de sociabilidad que ese cuerpo (cultural, pero
esencialmente humano) haba adquirido con los aos.
En primer lugar, el cuerpo como problema poltico, como el ltimo plano de ope-
ratividad de los organismos estatales de represin, marca un nuevo paradigma de inter-
vencin que tiene su correlato histrico en el imaginario concentracionario de la Europa
fascista. Tanto para Agamben como para Virilio, la caracterstica del Estado mnimo,
neoliberal si se quiere, radica precisamente en este cambio paradigmtico del poder del
Estado, cuyo plano de efectividad no ser ms lo social como entidad abstracta, sino
el cuerpo social mismo, en torno al cual se despliega la fuerza de una inscripcin que
tuvo su momento histrico de emergencia con el fascismo, la primera gran tendencia
endocolonizante y, por ende, esencialmente biopoltica. As, la teora del autoritarismo,
al perder referencialidad en el campo de la accin poltica, se salta el hecho fundamental
a travs del cual la militancia poltica de izquierda es despojada de su sociabilidad por
va de la reduccin brutal de la vida a un conjunto de cuerpos intervenibles, y que slo
la abyeccin nominal del fascismo, esa guerra que tiene al Estado como objeto,
42
poda
modular.
40
Giorgio Agamben, Homo Sacer: El Poder Soberano y la Nuda Vida, Valencia, Pre-textos, 1998, pp.
222-224.
41
Ibid., p. 187.
42
G. Deleuze y F. Guattari, op. cit., pp. 219-234.
F. VICTORIANO ESTADO. GOLPES DE ESTADO Y MILITARIZACIN EN AMRICA LATINA
192 NUEVA POCA AO 23 NM. 64 SEPTIEMBRE-DICIEMBRE 2010
En segundo lugar, los cuerpos reales, la militancia viva como soporte de una guerra
que inscriba en ella su propio lenguaje de muerte genocida, encontrar expresin en un
Estado de excepcionalidad (poltico, moral) en el que la propia condicin humana perda
su referencia real, mostrando al nuevo orden en un ms all del universo cultural que
hasta entonces prevaleca. Digamos que el autoritarismo, como categora explicativa, no
alcanza a dar respuesta al hecho ms fundamental que se inscribe con ferocidad en la
historia de estas dictaduras: la muerte de la politicidad, del espacio pblico, por medio de
la supresin de la vida misma. Esa cultura de izquierda, esa militancia que construy un
sentido poltico en torno a la idea de revolucin desapareci en un acto poltico-militar
sin precedentes, puesto que la violencia desatada contra esa cultura y esa militancia no
buscaba suprimirla, censurarla, sino hacerla desaparecer, borrarla del mapa destruyendo
maniticamente al cuerpo mismo que la pona en movimiento, encarnndola. Hombres,
mujeres y nios sern objeto de un poder de inscripcin masivo a la vida poltica, en el
que no slo la cultura les ser sajada por medio de una escala de padecimientos tcnica-
mente inditos, sino, sobre todo, les ser apropiado el cuerpo y la vida misma adherida
a l, la singularidad vital del nombre, para luego hundir por siempre los restos en las
profundidades ajenas del mar.
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