Noli Me Tangere No Me Toques
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La Causa Eficiente de un Cisma
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El mayor tesoro de la Iglesia es el Sacramento de la Eucarista. La Sagrada Eucarista es ni ms ni menos que el verdadero Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Seor Jesucristo, Verdadero Dios y Verdadero Hombre.
La Iglesia Divina y Humana en el Plan Salvfico de Dios Obscuridad en el Camino Verdadero Homo Luminous Noli me Tangere - No me Toques
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El Concilio de Trento defini el
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Santsimo Sacramento con precisin y cuidado: As como, de entre todos los sagrados misterios que el Seor nuestro Salvador nos encomend como instrumentos certsimos de la Divina Gracia no hay ninguno que pueda compararse con el Santsimo Sacramento de la Eucarista, as tambin no ha de temerse de Dios castigo ms grave de pecado alguno que, si cosa tan llena de toda santidad o, mejor dicho, que contiene al Autor mismo y fuente de la santidad, no es tratada santa y religiosamente por los fieles (Catecismo
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Romano del Concilio de Trento, Parte II, cap. 4). Es por ello que Santo Toms de Aquino enseaba que por reverencia a este Sacramento, tocarlo y administrarlo corresponda solamente al sacerdote. No obstante, despus del Concilio, por la suma de varios hechos desafortunados, a los que ms adelante har alusin, se ha vuelto prctica comn y generalizada que muchos fieles reciban el Sacro Santo Cuerpo del Seor en la mano al momento de comulgar. Y otros muchos laicos hombres y mujeres conocidos como ministros extraordinarios de la Eucarista toquen a diestra y siniestra el Cuerpo del Seor, sin uso de patenas ni cuidado alguno como exige tan sobrenatural y excelsa presencia. Esto ha trado ms efectos nocivos que frutos espirituales, con la consecuente desacralizacin de la liturgia eucarstica y le prdida de la fe en la presencia real de Jesucristo en la forma consagrada. Pero qu dice la Tradicin Apostlica y la enseanza perene de la Iglesia al respecto? Santo Toms de Aquino, en su gran Suma Teolgica, dice lo siguiente: La administracin del Cuerpo de Cristo corresponde al sacerdote por tres razones. Primera, porque l consagra en la persona de Cristo. Pero como Cristo consagr Su Cuerpo en la (ltima) Cena, as tambin l lo dio a otros para ser compartido con ellos. En consecuencia, como la consagracin del Cuerpo de Cristo corresponde al sacerdote, igualmente su distribucin corresponde a l. Segunda, porque el sacerdote es el intermediario designado entre Dios y el pueblo, por lo tanto corresponde a l ofrecer los dones del pueblo a Dios. As, corresponde a l distribuir al pueblo los dones consagrados. Tercera, porque por reverencia a este Sacramento, nada lo toca sino lo que est consagrado, ya que el corporal y el cliz estn consagrados, e igualmente las manos del sacerdote para tocar
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este Sacramento. Por lo tanto, no es lcito para nadie ms tocarlo, excepto por necesidad, por ejemplo si hubiera cado en tierra o tambin en algn otro caso de urgencia (III, Q. 82, Art. 13). Tradicin Apostlica La comunin en la lengua es de origen apostlico (eso es, enseada por el mismo Cristo); la comunin en la mano fue condenada como un abuso por el Snodo de Rouen en el a.D. 650: "A ningn laico, hombre o mujer, sea dada la eucarista en la mano, sino en la boca. El V Concilio de Constantinopla (ao 691) prohibi a los fieles darse la Comunin a s mismos (que es lo que sucede cuando la Sagrada Partcula es colocada en la mano del comulgante) y decret una excomunin de una semana de duracin para aquellos que lo hicieran en la presencia de un obispo, un sacerdote o un dicono (Mansi XI, 969). El Concilio de Trento (Dogmtico) en fecha 11 de Octubre de 1551 (ses. XIII, c.8) dispuso: "Siempre ha sido costumbre de la Iglesia de Dios, en la Comunin Sacramental, que los laicos tomen la comunin de manos de los sacerdotes, y que los sacerdotes celebrantes comulguen por s mismos; costumbre que por razn y justicia debe mantenerse por provenir de la Tradicin Apostlica" (El texto se refiere a la comunin en la boca, pues haca ya muchos siglos que haba sido prohibida en la mano). Esta es pues Doctrina de la Tradicin Eclesistica Obra Maestra del Espritu Santo con fundamentos filosficos y teolgicos, desde los Santos Padres (Orgenes, Tertuliano, S. Anastasio, S. Cirilo de Alejandra, S. Cirilo de Jerusaln, S. Efrn, S. Jernimo, Sto. Toms de Aquino), pasando por los concilios hasta nuestros das. Por eso en la liturgia actual se ordena que al recibir la Comunin se utilice la Bandeja o Patena de los fieles: El que comulga responde amn, y recibe el Sacramento teniendo la Patena debajo de la boca (M. Romano, n. 117). Pero quin se preocupa del destino de las Santas Partculas al comulgar en la mano? Y cuntos Sacerdotes han escondido la Patena a los fieles!
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Noli me Tangere No me Toques La enseanza que slo los sacerdotes pueden tocar la Sagrada Hostia, que las manos del sacerdote estn consagradas para ese propsito, y que ninguna precaucin fue demasiado grande para salvaguardar la reverencia y evitar la profanacin, haba sido incorporada en la liturgia de la Iglesia; esto es, en la Antigua Misa en Latn. Los sacerdotes fueron instruidos en la Antigua Misa a celebrarla con signos precisos que salvaguardan la merecida reverencia al Santsimo Sacramento. Estos meticulosos signos fueron grabados en piedra y nunca fueron opcionales. Todos y cada uno de los sacerdotes del Rito Romano debieron seguirlas con precisin inflexible. Incluso muchos sacerdotes en la actualidad durante la celebracin eucarstica siguen con esta costumbre de delicadeza extrema para con Nuestro Seor. Algunos signos son estos: Desde el momento en que el sacerdote pronuncia las palabras de la Consagracin sobre la Sagrada Forma, conserva el dedo ndice y el pulgar juntos, y cuando eleva el cliz, cambia las hojas del misal o abre el sagrario, su pulgar e ndice no se separan, no tocan nada sino la Sagrada Forma. Tambin es digno de notar que nunca se deja la Forma Sagrada sobre el altar para caminar por las naves de la iglesia (especialmente antes que los dedos hayan sido purificados), para dar la mano a los fieles en el rito de la paz. Sobre el fin de la Misa, el sacerdote raspa el corporal con la patena, y la limpia dentro del cliz para que si hubiera quedado la menor partcula, se recogiera y consumiera reverentemente. Los dedos del sacerdote se lavan sobre el cliz con agua y vino, luego de la Comunin, para ser consumidos reverentemente, para asegurar que la menor partcula no sea susceptible de profanacin. Estas son slo algunos de los signos incorporados a la Misa anterior. Estos no son escrpulos
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absurdos, sino que mostraron que la Iglesia crey y cree con certeza que en la Misa el pan y el vino se convierten verdaderamente en el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo, y que ningn cuidado fue lo suficientemente grande para estar seguros que Nuestro Seor, en el Santsimo Sacramento, fue tratado con toda la reverencia y el homenaje que merece Su Majestad. La Comunin en la mano Hay quien dice que esta prctica fue introducida como una consecuencia del Concilio Vaticano II, pero la verdad es que la Comunin en la mano no fue mandada por el Concilio Vaticano Segundo, sino que expresa un absoluto desafo y desprecio por siglos de enseanza y prctica catlicas. La Comunin en la mano fue inoculada so capa de un falso ecumenismo, que pudo crecer debido a debilidad en la autoridad, aprobada por compromiso y por un falso sentido de tolerancia, y ha llevado a una profunda irreverencia e indiferencia hacia el Santsimo Sacramento como el lugar comn del abuso litrgico y deshonra de nuestra poca. En efecto, en los diecisis documentos del Vaticano II, no hay ninguna mencin de la Comunin en la mano, y no fue mencionada durante ninguno de los debates durante el Concilio. Antes del Concilio Vaticano II no hay registro histrico de obispos, sacerdotes o laicos pidiendo a nadie la introduccin de la Comunin en la mano. Absolutamente lo contrario, cualquier persona educada en la Iglesia antes del Concilio Vaticano II recordar claramente que se le ense que era sacrlego que cualquiera tocara la Forma eucarstica, salvo el sacerdote. La controversia rodea la pretensin que la comunin en la mano fue practicada en la Iglesia primitiva. Hay algunos que afirman que fue practicada hasta antes del Siglo VI e incluso citan un pasaje de San Cirilo para pretender justificar esa asercin. Otros sostienen que nunca fue una costumbre catlica, aunque la comunin en la mano fue prctica en forma limitada en la Iglesia
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primitiva, e institucionalizada y difundida por los arrianos como signo de su rechazo a reconocer la Divinidad de Jesucristo. Los nicos que comulgaban de pie y con las manos extendidas fueron los arrianos, los cuales obstinadamente negaron la Divinidad de Cristo y los cuales no podan ver en la Eucarista ms que un simple smbolo de unin, el cual tomaban y manipulaban a su antojo. Qu Sucedi? Despus del Vaticano II, algunos sacerdotes holandeses de mentalidad ecumenista comenzaron a dar la Comunin en la mano, imitando la prctica protestante. Pero los obispos, ms que cumplir con su deber, lo toleraron. Como algunos jerarcas de la Iglesia permitieron que el abuso avanzara sin obstculos, la prctica se extendi a Alemania, Blgica y Francia. Pero si los obispos parecieron indiferentes a este escndalo, fue la indignacin de gran nmero de fieles la que motiv a que Paulo VI actuara. l sonde a los obispos del mundo sobre la cuestin, y estos votaron abrumadoramente por conservar la prctica tradicional de recibir la Santa Comunin slo en la lengua. Debe hacerse notar que en ese entonces, el abuso estaba limitado a unos pocos pases de Europa y no haba comenzado an en los Estados Unidos. Instruccin Memoriale Domini Fue entonces que el 28 de mayo de 1969, el Papa promulg la Instruccin Memoriale Domini . En resumen, el documento afirma: 1. Los obispos de todo el mundo estuvieron abrumadoramente en contra de la Comunin en la mano. 2. Esta manera de distribuir la Santa Comunin (esto es, el sacerdote colocando la Hostia sobre la lengua de los comulgantes) debe conservarse. 3. La Comunin en la lengua de ninguna manera disminuye la dignidad del comulgante. 4. Hubo la advertencia que cualquier violacin podra conducir a la irreverencia y a la
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profanacin de la Eucarista, tanto como a la erosin gradual de la correcta doctrina. As pues, la Iglesia no permite, sino que tolera la comunin en la mano, por ello, los que comulgan en la mano hacen uso de un Indulto. Y slo se toler donde el uso estaba ya arraigado y esto con el propsito de "ayudar a las Conferencias Episcopales a cumplir su oficio pastoral, con frecuencia ms difcil que nunca a causa de la situacin actual. Entonces, si esta Instruccin est tan claramente establecida, por qu la Comunin en la mano est tan extendida? Desobediencia, rebelda y engao Naturalmente, el clero liberal de otros pases concluy que si esa rebelin poda ser legalizada en Holanda, poda ser legalizada en cualquier parte. Ellos imaginaron que si ignoraban la Memoriale Domini y desafiaban la ley litrgica definida por la Iglesia, esa rebelin no slo sera tolerada, sino eventualmente legalizada. Eso es exactamente lo que ocurri, y es por eso que nosotros tenemos hoy la Comunin en la mano. En otras palabras, la Comunin en la mano comenz por desobediencia y rebelda y se propag por el engao al dar al fiel la falsa impresin que el Vaticano II emiti un mandato para su uso cuando en realidad no est ni siquiera insinuado en ningn documento conciliar. No se dijo a los fieles que la prctica fue iniciada por clrigos en desafo de la ley litrgica establecida, sino apareciendo como si hubiera sido un pedido de los laicos. Asimismo, no se puso en claro a los catlicos que los obispos del mundo, cuando fueron consultados, votaron abrumadoramente en contra de la Comunin en la mano. Y finalmente no se mencion que la permisin fue slo una tolerancia del abuso cuando este ya se haba instalado en 1969. Los sacerdotes estn falsamente instruidos de que ellos deben administrar la Comunin en la mano, les guste o no, a quien quiera que la pida, arrojando por eso a muchos buenos sacerdotes a una angustiosa crisis de conciencia.
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Es obvio que ningn sacerdote puede ser legalmente forzado a administrar la Comunin en la mano, y nosotros debemos rezar para que ms sacerdotes tengan el coraje de salvaguardar la reverencia debida a este Sacramento, y no sean engaados con la falsa obediencia que les hace cooperar en la degradacin de Cristo en la Eucarista. Ellos deben tener el coraje para oponerse a esta prctica, recordando que incluso el Papa Paulo VI, a pesar de su debilidad, predijo correctamente que la Comunin en la mano llevara a la irreverencia y a la profanacin de la Eucarista, y a una gradual erosin de la correcta doctrina y hemos ya constatado que esa profeca se cumpli. Y, si la oposicin de los sacerdotes a la Comunin en la mano debiera ser ardiente y firme, qu decir de los mal llamados Ministros Extraordinarios? Ministros Extraordinarios Hace 50 aos hubiera sido un acto impensable de sacrilegio e irreverencia que los laicos estuvieran impartiendo la comunin, y la misma opinin sera durante los siglos precedentes. Pero ahora, que los laicos administren el Santsimo Sacramento es cosa habitual en las iglesias. Es como una especie de distincin y premio, valga la frase. Los ministros laicos del Santsimo Sacramento no hubieran sido posibles sin la revolucin que les precedi: la prctica y la aceptacin generalizada de que los laicos reciban la Sagrada Eucarista en las palmas de sus manos. Ahora bien, en la actualidad eucarstico, el trmino apropiado es ministro extraordinario. Cuando se trata de los Sacramentos, ministro extraordinario es la terminologa clsica. Por ejemplo, el ministro ordinario de la Confirmacin es el obispo, y el ministro extraordinario es el sacerdote delegado especficamente por el obispo en circunstancias extraordinarias. As, un ministro extraordinario debera ser algo extraordinario de ser. No slo raramente deberamos ver uno, sino que deberan ser muchos los catlicos que transcurriran su vida sin haber visto un ministro extraordinario. Pero hoy no hay nada extraordinario acerca de los ministros extraordinarios. Ellos son tan ordinarios y parte integrante de la Iglesia como los misales y la charola de la colecta. ya no existe el trmino ministro
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Instruccin Inmensae Caritatis Pero el 29 de enero de 1973, la Sagrada Congregacin para el Culto Divino public una Instruccin llamada Immensae Caritatis, que autoriz la introduccin de los Ministros Extraordinarios de la Eucarista. Ese documento no otorga ningn indulto para todas y cada una de las parroquias para permitir a los laicos administrar la Comunin, autoriza slo el uso de ministros extraordinarios en casos de genuina necesidad, los que a continuacin se mencionan: a) Cuando no hay sacerdote; dicono o aclito. b) Cuando estos estn impedidos de administrar la Santa Comunin a causa de otro ministerio pastoral o de enfermedad o edad avanzada. c) Cuando el nmero de los fieles que pidan la Santa Comunin sea tal que la celebracin de la Misa o la distribucin de la Eucarista fuera de la Misa pudiera ser excesivamente prolongada. La Instruccin estipula que: Como estas facultades se otorgan para el bien espiritual de los fieles y para casos de genuina necesidad, los sacerdotes deben recordar que ellos no estn por eso excusados de la tarea de distribuir la Eucarista a los fieles que la pidan legtimamente, de llevarla y de darla a los enfermos. Papa desodo Este abuso ilegal est tan bien arraigado como costumbre local, que incluso el Papa Juan Pablo II, quien cumpli al menos el papel de intentar refrenar el abuso, result completamente desodo. Se le pregunt al Papa: Cul es su opinin sobre la comunin en la mano? Responde: Hay una carta apostlica sobre un permiso especial vlido para esto. Pero yo le digo a Ud. que no estoy a favor de esta prctica, ni tampoco la recomiendo. El permiso fue otorgado debido a la insistencia de algunos obispos diocesanos (Entrevista revista Stimme des glaubens durante su visita a Fulda, Alemania en Noviembre de 1980).
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En su carta Dominicae Cenae del 24 de febrero de 1980, el Papa reafirm la enseanza de la Iglesia que tocar las sagradas especies y administrarlas con sus propias manos es un privilegio de los ordenados. Y para que nadie interpretase de otra forma estas palabras, tres meses despus, ante las cmaras de la televisin francesa, negaba la Comunin en la mano a la esposa del primer ministro Giscard dEstaing. En la Instruccin Inestimabile Donum de la Congregacin para el Culto Divino, sancionada el da 17 de abril del mismo ao de 1980, el Papa reitera: No se admite que los fieles tomen por s mismos (auto comunin) el pan consagrado y el cliz sagrado, y mucho menos que se lo hagan pasar de uno a otro. Pero por alguna razn, este documento de 1980 no contena ninguna amenaza de pena para aquellos laicos, sacerdotes u obispos que ignoraran el pedido del Papa. Una ley sin una penalidad no es una ley, es una sugerencia. Y esta carta del Papa Juan Pablo II, con 34 aos de antigedad, ha sido tomada como una sugerencia molesta, y desatendida por la jerarqua y el clero de los pases de Occidente. El 21 de septiembre de 1987, y por los canales debidos, el Cardenal Prefecto de la Congregacin para los Sacramentos envi una carta a un nmero de Conferencias Episcopales, incluyendo a los Obispos Americanos, sobre el tema de los Ministros Extraordinarios. En resumen, la carta afirma que Roma recibi muchas quejas de abusos respecto a los Ministros Extraordinarios. Como resultado, la Comisin Pontificia decret oficialmente que cuando los Ministros Ordinarios (obispos, sacerdotes) estn presentes en la Eucarista, celebren o no, y estn en nmero suficiente y no estn impedidos de hacerlo por otros ministerios, a los Ministros Extraordinarios no les est permitido distribuir la Comunin tanto a ellos mismos como a los fieles. Esta decisin tambin ha sido totalmente ignorada. Nosotros slo podemos rezar para que los dignatarios de nuestra Iglesia se convenzan que cuando se trate del Santsimo Sacramento, no se debe reformar un abuso, sino aniquilarlo. Y para no hacerle el juego continuamente al enemigo la
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nica opcin catlica de nuestra jerarqua es una condena total, formal, sin ambigedades, de la Comunin en la mano y de los Ministros extraordinarios. Ha dicho el Papa Emrito Benedicto XVI: Al hacer ahora que se reciba la comunin de rodillas y al darla en la boca he querido colocar una seal de respeto y llamar la atencin hacia la presencia real He querido establecer un signo claro. Aqu est presente l, ante quien se cae de rodillas. Prestad atencin! (Conversacin con Peter Seewald. Herder. 2010. pgs. 166 y 167). Finalmente las palabras del Cardenal Caizares, Prefecto de la Congregacin para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos: Es recomendable que los fieles comulguen en la boca y de rodillas. Es sencillamente saber que estamos delante de Dios mismo y que l vino a nosotros y que nosotros no lo merecemos. De hecho si se comulga de pie, hay que hacer genuflexin o hacer una inclinacin profunda, cosa que no se hace (Entrevista a Aci Prensa. 27 de julio de 2011). La Comunin en la mano ha trado una total y completa desacralizacin de la liturgia y de las cosas de Dios. Se ha hecho a un lado el sentido de lo sagrado, de lo mstico, y esto lleva a la postre a la prdida de la fe en la real presencia de Jesucristo en las especies sacramentales. Y esto es muy grave, pues estamos hablando de lo ms trascendente y esencial de la vida de la Iglesia: La Sagrada Eucarista, la presencia viva de Jesucristo entre nosotros. Y este es otro gran Signo de los Tiempos, que por sus amargos frutos ha abonado a la apostasa.
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