Orinoquia Colonizacion y Estructuracion Territorial

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ORINOQUIA: COLONIZACIN FRONTERA Y ESTRUCTURACIN TERRITORIAL

Por DARO FAJARDO MONTAA La economa colombiana ha estado ligada, desde sus orgenes en la poca colonial, al comportamiento de los precios internacionales de sus exportables. El tamao de las economas ligadas estos productos, posiblemente. con la excepcin del caf, no han generado estructuras que permitan mrgenes significativos de autonomay, en consecuencia, las regiones productoras de estos bienes tambin han estado condicionadas en su desarrollo, su expansin y contraccin, por estos comportamientos de los mercados internacionales. Este ha sido el proceso de los ciclos dl oro y la plata, desde las. pocas de los reales de minas de Cceres y Zaragoza en Antioquia, Mariquita en Tolima y Pamplona en Santander, hasta los trgicos y escandalosos episodios de las empresas mineras del Choc; de las quinas, la tagua, el caucho y ahora del petrleo y los cultivos para fines ilcitos en Orinoquia y Amazonia. Esta ha sido la historia de prcticamente todas las regiones colombianas, como lo ha sido en otras latitudes en donde no se han consolidado economas nacionales fuertes, con efectos nocivos para los pases y regiones en donde ello ha ocurrido, La Orinoquia, regin a la cual est dedicado este libro, no ha escapado de este sino, pero su potencialidad, vislumbrada por generaciones de empresarios, desde los jesuitas en el siglo XVII hasta por quienes tienen hoy a la regin en su mira, posee proyecciones que pueden modificar buena parte del conjunto econmico nacional y de su ordenamiento espacial. La Orinoquia colombiana ha sido vista desde los centros de poder en donde se ha construido el ordenamiento poltico y econmico del pas, como una frontera permanente, desposeda de valor econmico, poltico y estratgico. Como veremos, esta visin no hace justicia al significado de sus recursos y solamente se explica dentro de la lgica del poder encabado en el mundo andino. Por otra parte, los efectos que la incorporacin del conjunto de estos recursos tiene y tendr para el pas, exceden el significado coyuntural de un ciclo exportador. Sin embargo, una regin como realidad poltica supone no solamente la existencia de sus recursos o la explotacin de los mismos, sino la comprensin de su papel dentro del planteamiento estratgico nacional y la configuracin efectiva de un proyecto poltico encaminado a hacer real este papel. La historia de esta regin ha enmarcado distintos episodios de afirmacin y existen manifestaciones de diversos esfuerzos encaminados a fortalecer su identidad Sin embargo, la ubicacin geogrfica de la regin con respecto al pas no la ha configurado, dentro de la visin nacional, como regin estratgica. En las circunstancias actuales, cuando la Constitucin Nacional ha hecho de la descentralizacin un principio poltico rector y se reconocen a las regiones y a las comunidades sus espacios de negociacin en el conjunto nacional, en concordancia con las tendencias que se desarrollan al nivel internacional, la incorporacin de la Orinoquia en el planteamiento estratgico nacional precisa de un proceso en doble va, de las comunidades de la regin hacia la nacin y de ella y de su estado hacia la regin y sus comunidades. Este proceso, a su vez, demanda el entendimiento de la regin y sus recursos y una comprensin de las dinmicas que rigen las relaciones entre las sociedad es y su espacio. En otras palabras, se requiere de una

teora de lo regional y de una teora sobre la regin, para impulsar la comprensin estratgica de la Orinoquia olombiana como parte de la nacionalidad. Estas son las tareas para las cuales Colombia: Orinoquia espera realizar su aporte y estas lneas as lo proponen en esa secuencia: algunas reflexiones tericas sobre las relaciones espacio sociedad y el ordenamiento del espacio, seguidas por algunas anotaciones bsicas sobre las caractersticas de la regin, como soportes para delinear una propuesta. Las reflexiones tericas han sido expuestas por el autor en otras oportunidades y en esta ocasin se presenta una sntesis de las mismas.

Las fronteras como construccin social


Las fronteras constituyen un tema de inters para distintos campos de las ciencias, desde la geografa humana, la antropologa y la arqueologa hasta la politologa. Tal como lo plantean los gegrafos humanos, como Carl Sauer, tanto en el caso de este conc epto como en el de lmite hay una participacin de la intervencin humana: en las fronteras, segn se ha clarificado cada vez ms, se trata de espacios de influencia de sociedades diversas; los lmites, que pueden tener correspondencia con aspectos fsico-geogrficos, guardan relacin igualmente con el propio desarrollo de las sociedades. En efecto, como lo seala Ernesto Guhl, al tratar las relaciones entre fronteras polticas y lmites naturales, estos ltimos, como en el caso de cotas altimtricas o de tipos de suelos, etc., pueden demarcar niveles restrictivos para la ocupacin humana, pero ello depende del desarrollo tecnolgico con el que cuente una sociedad determinada. Un lmite natural de ocupacin del espacio para una sociedad puede no ser vlido para otra que disponga de los medios tcnicos y tecnolgicos requeridos para superar las restricciones impuestas por dicho lmite. A continuacin se presenta una reflexin terica en torno a la temtica de las relaciones entre las sociedades y sus especialidades (siguiendo la propuesta de J. L. Coraggio, 1988). Esta exposicin se centra en los temas bsicos de la reflexin terica, a saber: las dinmicas de las

articulaciones espaciales y los desequilibrios regionales; los impactos de los conflictos generados en el interior de la frontera sobre las regiones en proceso de articulacin con el sistema espacial nacional y las relaciones entre las formas de ocupacin de las fronteras con las polticas nacionales.

El espacio, produccin social


A finales de los aos setenta, se abri paso el tema de lo regional como parte de los debates acadmicos en torno al Estado y sus relaciones con los distintos sectores sociales, dentro y fuera de las formaciones nacionales y plurinacionales. Lo regional pareci reemplazar a la cuestin campesina, tema que haba captado previamente el inters de las ciencias sociales, en particular de la sociologa y la antropologa. La sucesin de estas dos problemticas, campesinos y regin, no obedeci al azar. El estudio de las economas y sociedades agrarias necesariamente desbord, desde sus comienzos, las particularidades internas de las mismas, para indagar sobre sus relaciones econmicas, sociales, polticas y culturales con el entorno nacional e internacional. Alain Lipietz (1977) pionero de la temtica regional, plante, precisamente, el asunto de las relaciones entre campesinos y desarrollos regionales, considerando las alternativas de disolucin o articulacin .de estas unidades de produccin al desarrollo econmico, de acuerdo con las peculiaridades deunas y otro. Este ngulo fue destacado posteriormente por Eduardo Archetti (1989), quien seala la estrecha articulacin que existe en Amrica Latina entre cuestin -campesina y cuestin regional. Sin dejar de lado la temtica campesina, la exploracin sobre la cuestin regional debi remontarse al nivel ms general de la constitucin del espacio y sus implicaciones epistemolgicas. Lipietz y Horacio Sormani (1977) enfatizan la concepcin de la construccin histrica, y por tanto social, del espacio, sealando la indisolubilidad de las relaciones entre las agrupaciones humanas y la elaboracin fsica e intelectual de sus hbitats. Esta reflexin, en trminos ms amplios, sustenta cmo ninguna sociedad existe en el vaco, sino que se desarrolla dentro de un espacio concreto, al cual transforma al apropiarse de sus recursos, interpreta y valora, establecindose una estrecha y continua relacin entre las caractersticas de cada sociedad y las de su entorno. Esta relacin se dinamiza permanentemente, no slo por el uso que las sociedades hacen de los recursos disponibles y significativos dentro de su hbitat, sino, tambin, por las transformaciones que ocurren en su haber tecnolgico, con el cual la determinacin de los lmites naturales se convierte en condicionamiento: la disponibilidad de medios tcnicos para neutralizar las condiciones climticas (abrigo, combustible, etc.), permite ocupar espacios que sin ellos seran inhabitables o aprovecharlos en perodos en los cuales, de otra forma, sera imposible hacerlo (inviernos, etc.). De la concepcin del espacio como construccin social, se desprende un conjunto de derivaciones del cual hacen parte los componentes espaciales de la formacin de los mercados, la articulacin de regiones en sistemas regionales y el papel del Estado dentro de la operacin de estos sistemas.

Cafetales en los Llanos S. XIX. Viaje de Edouard Andr 1875-1876 Lmina de Riou
Los procesos de produccin y circulacin de bienes, como todas las dems actividades sociales, ocurren en un espacio; as como todas las dems actividades sociales, la apropiacin d los recursos y la produccin de bienes, como resultado de los desarrollos tcnicos, adquieren niveles crecientes de especializacin, dando cabida a la divisin social de la produccin, la cual se expresa tambin en trminos espaciales: por razones del acceso a las materias primas, por otras conveniencias tcnicas, sociales y culturales, como lo puede ser la valoracin de los espacios, su visualizacin, etc., ocurre una divisin social espacial del trabajo. Dentro de esta misma dinmica tiene lugar el desarrollo del intercambio y la circulacin de la produccin dentro de un mbito territorial. Los procesos productivos y la circulacin (formacin y desarrollo del mercado) en espacios caractersticos, conducen al establecimiento de relaciones entre estos mismos espacios y por ende, a la configuracin de sistemas regionales construidos sobre la base de la especializacin productiva y la circulacin. Las leyes econmicas (formacin del valor) se expresan en la construccin de estos sistemas a travs de las jerarquizaciones paulatinamente establecidas, cuyos contenidos tienen que ver, fundamentalmente, con la apropiacin social y territorial de excedentes generados en la produccin y en la circulacin. Los estudiosos de las culturas andinas (Troll, Murra, Kauffmann, Ravines, etc., citados por E. Guhl), han destacado una caracterstica peculiar referida a su despliegue espacial como es la integracin vertical en la produccin y circulacin, resultante de la brusca disposicin del relieve, la cual comprende notables elevaciones dentro de cortos espacios. A diferencia de otras estructuras geogrficas como las dispuestas en Europa Occidental o Norteamrica, en donde grandes o medianas planicies ofrecen superficies continuas para la produccin agrcola y facilitan la circulacin, en la Amrica andina el desarrollo agrcola ha debido sustentarse en tecnologas para declives pronunciados (andenes, etc.) y configurar una oferta cuya heterogeneidad guarda ms relacin -con los pisos trmicos en los cuales se despliega, que con variaciones estacionales a lo largo del ciclo anual. De esta manera, la satisfaccin de las necesidades de estas sociedades

se ha consolidado histricamente a travs de la integracin de una oferta producida en un mosaico espacial dispuesto verticalmente y articulado bajo sistemas operantes durante siglos. El desarrollo de la minera colonial en lo que fuera la Nueva Granada (siglos XVII y XVIII) se sustent, a su vez, en procesos de articulacin regional, en donde la especializacin minera del occidente (desde Barbacoas, Nario, hasta Nvita, Choc, adentrndose hasta Cceres y Zaragoza), tuvo su complementacin en el oriente agrcola (provincia de Tunja y Vlez, etc.) dentro del aparato colonial, el cual estableci las regulaciones para la provisi6n .de mano de obra (conducciones y mitas) y alimentos. Estas regulaciones fueron aplicadas en gran medida, para garantizar la actividad minera, de importancia vital para el sistema fiscal espaol; su cumplimiento fue rigurosamente vigilado y constituy el punto de referencia para las reclamaciones de encomenderos, mineros y comerciantes. (Colmenares, G.; Gonzlez, M., Fajardo, D. 1968). Desarrollos econmicos ms recientes, como lo son la produccin azucarera o la bananera afianzada en el Urab antioqueo en la dcada de 1960, escenificaron, igualmente, procesos de integracin entre las reas especializadas en cultivos y las de economa campesina, proveedoras de los bienes salario requeridos para sustentar la mano de obra aplicada a la produccin agroindustrial. Esta misma lgica de articulacin sustent la formulacin y aplica cin de distintos proyectos de desarrollo regional en varios pases del Tercer Mundo, en particular dentro de Amrica Latina, con los cuales se mejoraron las condiciones de la produccin y la productividad para estabilizar el desarrollo de elementos ms competitivos de las economas nacionales. En el caso del rgimen colonial y ya dentro del ordenamiento republicano en el caso de los sucesivos programas de colonizacin, en si los de colonizacin dirigida, en los proyectos de ciudades intermedias, etc., se advierte, con todos los matices de cada caso, el papel asumido por el Estado en la organizacin del territorio como espacios de produccin econmica y reproduccin social. Las observaciones anteriores destacan los temas de inters para las problemticas referidas a las dinmicas de los asentamientos humanos en la Orinoquia; ellas son: el espacio como construccin social; la relacin entre la diferenciacin del espacio y la diferenciacin en el desarrollo social y, por ltimo, la funcin del Estado en la organizacin del territorio.

La diferenciacin socio-espacial y las fronteras


Hctor Capraro (1988), uno de los analistas que recientemente se han ocupado de las relaciones sociedades-espacio propone de manera escueta: la regin es una consecuencia de la divisin? social del trabajo. Detrs de esta afirmacin se encuentran una s erie de reflexiones que bien merecen ser consideradas in extenso por sus implicaciones. En primer lugar, los dos trminos de la proposicin, el espacial y la actividad social y productiva aparecen entrelazados en una relacin de causalidad; la regin (el espacio o una porcin especfica del mismo) es un resultado de la actividad de la sociedad. No se niegan las caractersticas fsicas de este fragmento espacial, pero su constitucin, su delimitacin hacia el exterior y en su interior, es el resultado de la intervencin humana, segn lo expuesto inicialmente.

Salinas de Upn cerca de villavicencio, S. XIX Viaje de Edouard Ancr, 1875-76 Lmiva de Riou
Este razonamiento se proyecta en un sentido dinmico, histrico, al considerar que las sociedades humanas no son estticas; por su esencia se transforman, se expanden en sus tamaos y en sus necesidades, amplan sus demandas y presiones sobre los recursos a partir de los cuales logran su supervivencia. La expansin de una sociedad, de su actividad productiva conduce a la ampliacin de su espacio de influencia; internamente conduce tambin a la diversificacin de sus actividades, al desarrollo de la divisin del trabajo dentro de sus propios miembros, segn lneas de sexo y edad inicialmente. A su vez, en procesos suficientemente conocidos, a la ampliacin productiva y a la bsqueda de intercambios de excedentes por bienes deficitarios. Teniendo en cuenta que los procesos productivos, como cualquiera otra actividad social, ocurren en un espacio especfico, la especializacin de las labores tambin tiende a ocurrir en espacios diferenciados, segn la disponibilidad de los recursos y los desarrollos tecnolgicos de la sociedad. Obviamente, la recoleccin, la pesca y la cacera, para hablar de etapas tempranas de la historia de las sociedades, ocurran en espacios diferenciados de aquellos de la vivienda, de la horticultura o la elaboracin de instrumentos. Igualmente, dadas las particularidades del desarrollo de las sociedades y de la oferta de los recursos se generaron procesos de especializacin n productiva de las comunidades, los cuales a su vez dieron pie al establecimiento de relaciones de complementacin y, de paso, a la articulacin de los espacios y el paulatino establecimiento de sistemas jerarquizados de relaciones espaciales. Mltiples son los casos sealados y estudiados, siendo el de la complementacin de regiones mineras con regiones agrarias durante los siglos XVIXVIII en la Amrica colonial, tal vez, uno de los ms conocidos en nuestra historia. La expansin de una sociedad sobre un espacio como resultado de su crecimiento demogrfico y de la ampliacin de sus demandas de recursos, puede implicar procesos de conflicto con otras sociedades ya establecidas en tal espacio y, consecuentemente, el desarrollo de procesos militares o polticas que expresan las nuevas relaciones territoriales. Esta dinmica es una de las

mltiples posibilidades de desarrollo de las sociedades; en efecto, una va evolutiva de una determinada sociedad puede ser su propia diversificacin productiva, pero otra, su especializacin o tambin, lo ms comn, una combinacin de distintos grados de especializacin y diversificacin, con las peculiaridades que ello puede implicar en su organizacin interna, en sus instituciones polticas y en sus representaciones culturales. De acuerdo con esa propia dinmica interna y con las caractersticas fsicas, ecolgicas, culturales, etc. de su entorno, la proyeccin en el tiempo de una determinada sociedad lleva, necesariamente, a su expansin sobre el espacio y al establecimiento de variados tipos de relaciones con las sociedades circundantes. Este proceso conduce, entonces, a la definicin de las fronteras, las cuales resultan de la propia configuracin de los asentamientos humanos, de los lmites de su capacidad de control de un territorio en trminos tcnicos, culturales y militares y de las capacidades de las sociedades vecinas para controlar sus propios territorios. A este respecto dice Lattimore (1968): Una frontera se crea cuando una comunidad ocupa un territorio. A partir de all, la frontera se conforma y modifica de acuerdo con la actividad y el crecimiento de la comunidad o por el imp acto causado sobre ella por otra comunidad. De esta propuesta sinttica se destacan los elementos para ser desarrollados en tomo al tema de las fronteras como ncleo de este ensayo y de la problemtica que enlaza a los dems trabajos de este libro: la connotacin de construccin histrico-social y las relaciones que se establecen entre las comunidades que eventualmente compren por un espacio. Este mismo autor destaca, en consonancia con la primera observacin, el carcter mvil de las fronteras, su modificabilidad a travs del tiempo y como resultado de las transformaciones ocurridas en las propias sociedades. A este respecto, Lattimore seala cmo un determinado accidente geogrfico puede ser calificado como frontera por una comunidad: un borde montaoso, apreciado como inexpugnable. Sin embargo, esta percepcin posiblemente se modifica con el paso del tiempo y el desarrollo tecnolgico, con lo cual el significado de dicho accidente se altera totalmente; igual puede ocurrir con cualquiera otra frontera natural (un ro, un lago, una extensin desrtica) la cual es apreciada como insuperable en virtud de los alcances tecnolgicos de esa sociedad en un momento determinado de su desarrollo. histrico; sin embargo, transformaciones posteriores de su acervo tcnico (medios de transporte, etc.)modifican esta percepcin y por tanto su significado como barrera. El carcter histrico-social de las fronteras, el estar supeditadas a los procesos de desarrollo de las sociedades que se encuadran dentro de ellas, imprime otro rasgo digno de tenerse en cuenta: las fronteras, ms que un corte tajante entre espacios propios de determinadas comunidades, constituyen mbitos de transicin en los cuales se hacen sentir las influencias de las comunidades distribuidas auno y otro lado de tales fronteras. Patricia Vargas (1993) en su estudio sobre las comunidades Embera y Cuna enfrenta la temtica de la territorialidad como eje de sus anlisis y privilegia el tratamiento de las fronteras, para las cuales pronope una definicin en el sentido planteado anteriormente: la frontera la entiendo como la transicin entre dos o ms territorialidades. Esto es, territorios donde predominan formas culturales de una sociedad especfica, se dan avanzadas de otra sociedad en formas tales como la militar, la misional, la economa extractiva, la comercial, la minera, la agrcola, etc. De esta manera se afianza la apreciacin de las fronteras, no como un simple lmite fsico, sino como una construccinsocial. En trminos ms amplios, la frontera forma parte del proceso de apropiacin de un territorio por una sociedad dada, dentro del cual establece su identidad frente a

s mismo y a las sociedades vecinas y sus lmites expresan la capacidad de apropiacin de ese espacio. En virtud de la, propia dinmica de cada sociedad, las fronteras pueden tener un carcter mvil; una sociedad en proceso expansivo tiende a ampliar su dominio sobre los territorios .de otras sociedades con miras al control de recursos estratgicos, a travs de medios militares, culturales, polticos, comerciales, etc. La ocupacin de las fronteras es, entonces, el proceso a travs del cual una sociedad en expansin toma territorios de otras sociedades absorbindolas, destruyndolas o desplazndolas, para entrar posteriormente a articular estos nuevos espacios a su engranaje econmico, poltico y social. La expansin territorial implica, para las sociedades que la asumen, la capacidad de acumular y dirigir recursos de distinta ndole sobre los espacios disputados para afianzar su dominacin en ellos; implica tambin, la capacidad de afianzar por distintos medios su control, suma que subraya, a su vez, la disponibilidad del aparato poltico, econmico, y militar representado por el Estado. Este aparato resume, entonces, la visin estratgico-espacial de los sectores de la sociedad interesados en su expansin, as. como su capacidad de intervencin sobre el territorio objeto de la misma. De esta manera, en procesos de expansin territorial, se afirma la funcin del Estado como integrador del territorio; a dicha funcin se har una referencia ms detallada posteriormente. Las consideraciones anteriores conducen a precisar el tratamiento de las relaciones entre la sociedad, el territorio y los recursos naturales con las funciones polticas del Estado en lo referente al ordenamiento espacial.

La ocupacin del espacio y el ordenamiento territorial


El tema de la ocupacin de las fronteras corresponde, esencialmente, a la ocupacin del espacio y ms especficamente, al establecimiento, en reas determinadas, de asentamientos con nuevos sistemas de poblamiento. Esta definicin bsica contiene varias implicaciones que se examinan a continuacin. Al hablar de establecimiento se hace referencia a un proceso de alguna duracin temporal, durante el cual se desarrollan actividades dirigidas a posibilitar la subsistencia de un colectivo humano, en este caso, a partir del aprovechamiento de recursos disponibles en ese espacio. Tales actividades se cumplen a partir de la existencia efectiva de los recursos disponibles, cuya utilizacin requiere l conocimiento de su esencia, sus atributos, formas de empleo y acceso a los mismos. La ocupacin de espacios dentro de esta dinmica tiene otras implicacioness. De una parte, conlleva el desplazamiento de las poblaciones que acceden a los mismos a partir de sus lugares de origen, motivado por razones de distinta ndole, como pueden ser el agotamiento de los recursos que garantizaban su existencia previamente, el crecimiento demogrfico que desborda la capacidad de su espacio nativo para sustentar a los nuevos miembros, o las presiones efectivas de otras comunidades para apropiar los recursos que sustentaban a la poblacin original.

El territorio y los recursos naturales

Ahora bien, al hacer referencia a un territorio como continente de un determinado proceso de asentamiento humano se contemplan como parte del mismo y comprendidos como sistema, a todos sus componentes biticos y abiticos: el suelo y sus elementos qumicos, el relieve y sus accidentes, las aguas, el clima, la fauna y la flora. Estos componentes del medio se convierten en recursos (renovables o no renovables) segn el significado que tengan para las comunidades asentadas en ese espacio o para otras comunidades con intereses y acceso a los mismos. La transformacin en recurso de estos componentes del espacio est asociada con el conocimiento que tenga de ellos el grupo humano, del valor que represente para su supervivencia y de las capacidades que desarrolle, por observacin y experimentacin o por adquisicin de conocimientos, para su aprovechamiento. A ms de estos procesos, que se convierten en la base de la apropiacin del recurso, se generan las capacidades de transformarlo (tcnicas y tecnologas) y de representarlo dentro del sistema de relaciones con el medio circundante. En esta esfera se ubican los conocimientos, sacralizados o cientficos, de los recursos y las formas de desarrollarlos y transmitirlos. Por otra parte, la valoracin de los recursos naturales y del territorio en general por parte de la sociedad, conduce la bsqueda del control y apropiacin por parte de ella misma o de los sectores que, dentro de ella, cuenten con los medios para ejercer este control y apropiacin, lo cual plantea conflictos, potenciales o reales, con otros sectores de la sociedad u con otras sociedades. En uno u otro caso, la definicin del control de estos recursos conlleva la utilizacin de medios de distinto tipo (polticos, jurdicos militares, etc.) para hacer efectiva la voluntad de exclusin del acceso. Una parte fundamental del desarrollo histrico de cualquier sociedad es la definicin de su territorio. En ella participan: la identidad de las poblaciones que conforman el conglomerado nacional (quines conforman esa nacin?); la definicin del espacio necesario para su preservacin y desarrollo (qu espacio requiere?) y, por ltimo, las capacidades de ese conglomerado social para logra, el reconocimiento su territorio (cul es su espacio?). En cada uno de estos componentes participan, a su vez, otros elementos omo son la historia, la cultura y las relaciones polticas como parte de la identidad, los conocimientos cientficos y tcnicos del territorio y de los recursos (el desarrollo de los conocimientos geogrficos, geolgicos y mineralgicos, hidrolgicos, botnicos, etnogrficos, etc.), como bases para el reconocimiento y valoracin del territorio y, por ltimo, la capacidad poltica, tcnica y militar de la sociedad para proteger, preservar y ordenar su espacio, que bien puede ser el nacional. El reconocimiento del territorio (y sus recursos) y la valoracin del mismo en trminos de las necesidades presentes y futuras de la preservacin y desarrollo de la nacin, se expresa en una jerarquizacin de los espacios que lo componen, a fin de establecer y aplicar criterios y prioridades en su ocupacin, aprovechamiento, proteccin y defensa. De alguna manera podra decirse que la capacidad para valorar el territorio se expresa en su proteccin efectiva. De acuerdo con lo anterior, las polticas dirigidas hacia el ordenamiento territorial y ambiental y hacia la administracin del espacio, expresan tanto el conocimiento de sus componentes y dinmicas como la apreciacin que de ellos ha logrado la sociedad en funcin de su supervivencia y desarrollo, as como la capacidad real para preservarlo y protegerlo. Este es el sentido de una poltica de doblamiento, dentro de la cual se estimula o desestimula la ocupacin de determinados espacios mediante la asignacin de recursos para infraestructuras y produccin, apoyos fiscales, etc., o se penaliza el uso de determinados recursos o el simple asentamiento.

Puerto o finca a orillas del ro Gejar, cerca de la Sierra de la Macarena Foto-Fernando Urbina
Por otra parte, con respecto al diseo y aplicacin de las polticas pblicas, su efectividad descansa en el reconocimiento que se haga en ellos de los interlocutores, sus intereses y la concertacin que se adelante en funcin del bien pblico. Este componente poltico incorpora otro ngulo estratgico en las relaciones territorio recursos naturales -sociedad, cual es el acceso real de los miembros de las colectividades a los recursos que brinda ese espacio. En efecto, el desarrollo de cada sociedad lleva aparejados procesos de diferenciacin entre sus miembros en razn de su poder fsico, econmico, poltico, destrezas adquiridas, etc.; lo cual se expresa en el control efectivo que cada grupo, dentro de ella, ejerce sobre el acceso a sus recursos: tierras, territorios y lugares estratgicos, aguas, minerales y otros bienes valorados por la sociedad. Puede afirmarse que los conflictos internos y externos de cualquier conglomerado humano ocurren en tomo al control de sus recursos; alrededor de el se organiza cada colectividad y tambin en tomo a su aprovechamiento y desarrollo se transforman las capacidades espirituales, cientficas y tcnicas de cada sociedad. De esta manera, la realidad de cualquier ordenamiento del territorio y de sus recursos ordenamientos territoriales y ambientales) expresa, no solamente el conocimiento y valoracin que la respectiva sociedad logre de ellos, sino tambin las relaciones de poder existentes en su interior y, en una u otra forma las relaciones que puedan existir entre esa sociedad y otras que compitan por sus bienes. Ahora bien: la historia de las sociedades, al girar en tomo al manejo de sus territorios y recursos, es as mismo la historia de las formas como esas sociedades se han apropiado de ellos, los han transformado y desarrollado. La valoracin que hoy se ha generalizado sobre los llamados conocimientos o saberes tradicionales en torno al aprovechamiento humano de los recursos naturales (etnobotnica, etnozoologa, medicinas tnicas, etc.), no es cosa distinta que el reconocimiento de la validez que tienen estos conocimientos como resultado de la observacin, la experimentacin y la generalizacin sobre las propiedades de esos recursos.

La cantina es prcticamente la nica diversin urbana del colono y su maldicin. All deja los pocos lucros que haya podido sacarle a sus cosechas Foto-Fernando Urbina
En este mismo orden de ideas, la ocupacin sostenida de un espacio por una sociedad conlleva el desarrollo de conjuntos de conocimientos que podran definirse como la interpretacin de la capacidad resistencial de ese espacio: es el conocimiento de sus posibilidades y limitaciones, de los medios tcnicos para aprovecharlas y la capacidad de transmitir ese conocimiento (ver Utria, 1992). La sucesin de poblaciones en un espacio implica entonces, la permanencia de una determinada tradicin, en manos de un continuo social (etnia, etc.) o su suplantacin por otro conglomerado social, con la consecuente apropiacin de esos saberes o su desconocimiento. La mayor valoracin de los recursos y de las sociedades que los han descubierto y transformado conduce necesariamente a la valoracin de estos conocimientos. Dentro de esta lgica se ubica la aceptacin cada vez ms generalizada en la actualidad, de los saberes obtenidos por las comunidades indgenas, campesinas o raizales en el manejo de los recursos naturales y ms especficamente, de la biodiversidad. Los estudios etnobotnicos y de los sistemas de produccin de estas comunidades (Castao; 1993; Correa, 1990; Garzn y Macuritofe, 1993; Hetch y Cockburn, 1994; Politis,1996; Schultes,1988; etc.) han colocado en el haber cientfico los aportes de grupos humanos con tradiciones centenarias y an milenarias de manejo de su hbitat. Junto con ello, se han alcanzado algunos niveles de profundidad en la comprensin de la gnesis de determinados paisajes (como construccin antrpica) y, consecuentemente, del significado de la accin humana en la transformacin de los ecosistemas y en la configuracin de la biodiversidad. Los adelantos alcanzados en estas lneas del conocimiento han permitido no solamente un mayor entendimiento de la ecologa en general, sino tambin abrir paso a la participacin efectiva de las comunidades en el manejo de los recursos naturales asociados a sus territorios. De las visiones que privilegiaban un conservacionismo excluyente con respecto a las comunidades, se ha llegado

a reconocer como ellas han transformado y desarrollado sus ecmenes (incluyendo, la biodiversidad), lo Gual permite entender que el manejo le las claves de la capacidad resistencial de su espacio histrico posibilita a sus comunidades la sostenibilidad de su entidad social, econmica, poltica y cultural. Esta perspectiva permite tambin comprender que si las condiciones tcnicas de aprovechamiento de los recursos consultan las posibilidades del medio con respecto ala poblacin que debe sustentar, es posible garantizar la permanencia de esa comunidad y su desarrollo en un determinado hbitat; si las presiones ejercidas sobre la oferta ambiental y las tecnologas para su aprovechamiento no consultan estas capacidades, este poblamiento no ser sostenible.

Ocupacin de ecosistemas estratgicos


Alwin Gentry, en un conocido artculo (1993) formula una pregunta aparentemente simple: por qu un mundo que tiene ms especies es ms rico qu uno que no las tiene?. Este interrogante, puerta de entrada a la valoracin econmica de la biodiversidad, conduce tambin a la valoracin de los espacios en los cuales ella se desarrolla. En efecto, la primera caracterstica de la dinmica de los organismos es su ubicacin en un espacio dado, dentro del cual se transforma y entra en relacin con otras manifestaciones de vida. Es en el espacio en donde actan las variables climticas, edficas, etc. y con respecto a las sociedades humanas, el inventario y el despliegue fsico de los organismos y de los dems componentes del medioson los condicionantes de sus posibilidades de desarrollo. Anteriormente se ha sealado que la distribucin social del territorio y de sus recursos depende del conocimiento y valoracin que se tengan de ellos, pero tambin de las relaciones de poder que configuren a esa determinada sociedad. Por otra parte, la interaccin entre el medio y las comunidades humanas induce transformaciones de variados alcances en los ecosistemas, dependiendo de las presiones que se ejerzan sobre esos recursos y de las caractersticas tcnicas de esas presiones. Una determinada sociedad puede establecer patrones de aprovechamientode su oferta ambiental sostenibles durante perodos prolongados, pero al incrementar sus demandas sin transformar sus tecnologas productivas induce desbalances en l as dinmicas de esos recursos, con lo cual pone en riesgo su propia sostenibilidad, como lo han demostrado numerosas culturas. El incremento de estas demandas puede provenir de la ampliacin de la base demogrfica o de las relaciones de poder, expresadas en formas de apropiacin de los recursos en el interior de esa sociedad o de exigencias externas ejercidas sobre ella. Por .estas razones la sostenibilidad es, necesariamente, un resultado del desarrollo histrico de las sociedades, de la evolucin de sus conocimientos sobre su entorno y de la capacidad de adecuar sus demandas (incluyendo las derivadas de su configuracin tecnolgica), a las posibilidades efectivas de su entorno. La heterogeneidad de los ecosistemas guarda relacin con las magnitudes de la biodiversidad: una mayor variedad de espacios geogrficos y, por tanto, una mayor variedad ecosistmica conduce, necesariamente, a una mayor biodiversidad, o en palabras de Andrs Etter, a la megadiversidad biolgica de especies (1993). Por otra parte, la accin de las comunidades humanas sobre su

entorno genera transformaciones de diversos alcances en la biodiversidad desarrollada en cada ecosistema y estos alcances guardan tambin relacin con el conocimiento existente sobre los recursos y su valoracin para estas comunidades. La indagacin cientfica y los conocimientos tradicionales en torno a la composicin de los ecosistemas y a sus dinmicas permite establecer la importancia, interrelaciones y jerarquizaciones de los sistemas naturales, lo cual, en trminos de las ciencias y de la gestin ambiental, se traduce en la identificacin de los denominados ecosistemas estratgicos (Mrquez, 1996). Esta caracterizacin expresa entonces, el significado de espacios especficos, en los cuales se ha generado una elevada biodiversidad, la cual a su vez, incide en la riqueza natural de espacios circundantes. Segn lo expresado acerca del ordenamiento territorial-ambiental, en la medida en que una sociedad conoce su espacio y sus recursos y los valora de acuerdo con sus necesidades del corto, mediano y largo plazo, establece una organizacin para el uso y destino de cada uno de los componentes de su territorio. Esta organizacin del espacio traduce, como lo hemos visto, no solamente los conocimientos disponibles sino tambin y de manera determinante, las relaciones de poder que estructuran a esa sociedad. Puede existir una elevada valoracin de un espacio en trminos de su significado ambiental, pero si la sociedad respectiva no tiene condiciones polticas para preservarlo, difcilmente puede haber coherencia en las acciones que incidan en su preservacin o destruccin: Un grupo social que no tiene el poder y la capacidad para comandar sus relaciones sociales no tiene tampoco el poder y la capacidad para ordenar sus relaciones con el medio natural (Domnguez, 1992, p. 67).

Reflexiones sobre la colonizacin y los recursos naturales en Colombia


En Colombia, dadas las caractersticas de su desarrollo histrico, econmico y poltico, la ocupacin del territorio no ha traducido un proyecto estratgico de largo alcance. Ha sido ms el resultado de las formas de apropiacin privada del territorio, derivadas, en un principio, de la administracin colonial espaola y, posteriormente, del enajenamiento que hiciera el dbil estado republicano a favor de los sectores ms poderosos de la sociedad de entonces (Le Grand, 1988). En esta secuencia han incidido de manera determinante y, prcticamente desde sus principios, los mercados externos: durante el perodo colonial espaol, la bsqueda de los veneros aurferos y de las minas de plata configur buena parte de los distritos de la administracin territorial (Colmenares, 1988). Luego del agotamiento de este recurso ocurrieron los ciclos de las quinas, el ail, el tabaco, la ganadera (en la Costa Atlntica), el caf, el caucho, la tagua, las pieles y finalmente los cultivos, ilcitos, como dinamizadores de las sucesivas ampliaciones de la frontera agrcola. En la retaguardia de esta dinmica han actuado, a su vez, los patrones histricos de tenencia de la tierra, as como tambin los efectos del modelo de desarrollo acogido por las dirigencias nacionales. Segn lo sealan los distintos estudios sobre el tema y lo ratifican las evaluaciones ms recientes de la problemtica agraria colombiana (Heath & Deininger, 1997), la tenencia de la tierra en el pas est caracterizada, definitivamente, por una elevada concentracin de la propiedad: baste citar a los mencionados expertos del Banco Mundial, quienes sealan como entre 1960 y 1988 el coeficiente de Ginni solamente se desplaz de 0.867 a 0.840, tendencia confirmada

por la recientemente publicada Encuesta Agropecuaria de 1995 (DANE, 1996). A su vez, esta tendencia se ha conjugado con un modesto desarrollo productivo, centrado fundamentalmente en la mediana y pequea propiedad (Mesa, 1989). Por otra parte, las condiciones de la poltica macroeconmica para la produccin agrcola y pecuaria, en particular las tasas de inters y cambiarias, y en conjunto, la sobreproteccin brindada por el Estado al sector financiero, han confluido con la concentracin de la propiedad y las consiguientes rentas monoplicas de la tierra, para generar una agricultura no competitiva, desligada de sistemas eficientes de procesamiento agroindustrial y comercializacin. Con ello, las posibilidades de reasignacin a otros sectores productivos de la poblacin expulsada del campo por la concentracin de la propiedad y por las formas de violencia asociadas a ella (de lo cual son dicientes las cifras actuales sobre desplazados del campo por los conflictos armados), tal como lo recomendara Lauchlin Curie a comienzos de los aos cincuenta, se han hecho particularmente limitadas y traumticas. El resultado ha sido el incremento de la informalidad y la pobreza urbana, dentro de un panorama de extendido desempleo de carcter estructural. En este contexto acompaado por la reconocida debilidad del Estado, es fcil, comprender las tendencias demogrficas de la rurala colombiana, en donde se distingue, de una parte, la continuidad de las migraciones campo-ciudad en las reas centrales del pas y, de otra, la ampliacin de los procesos colonizadores de las tierras bajas clidas de nuestros bosques hmedos (Oninoquia, Amazonia, Andn Pacifico, Valle medio del Magdalena, Urab). El afianzamiento de la concentracin de la propiedad territorial rural ha ocurrido con fuerza particular en las tierras de mejor vocacin agrcola y pecuaria, aun cuando no exclusivamente en ellas, como lo demuestra la Encuesta Agropecuaria mencionada. Al margen de estos espacios han quedado otros territorios (relictos de los pramos y el grueso de los bosques tropicales), los cuales, al tiempo que constituyen santuarios de biodiversidad, por la configuracin de sus suelos y sus caractersticas climticas no ofrecen atractivos para la produccin agrcola o pecuaria dentro de los patrones tecnolgicos dominantes, convirtindose as en las reas marginales propicias para el asentamiento de las poblaciones expulsadas del interior de la frontera agrcola, siguiendo tendencias claramente reconocidas a nivel mundial, de los procesos que han conducido a conflictos econmicos y polticos derivados de la concentracin. de la propiedad rural y la exclusin de los, pequeos campesinos del acceso a la tierra, (ver Bitiswanger, 1993). En otros trminos, las colonizaciones campesinas tienden a dirigirse hacia espacios que, por sus caractersticas edafolgicas y climticas, han generado amplios contenidos de especies biolgicas, al tiempo que presentan limitada potencialidad para las prcticas agrcolas y pecuarias dominantes. Confluyen en este cuadro dos grandes componentes de un ordenamiento territorial: de una parte, la valoracin de los territorios y sus recursos, resultante de la difusin; en muchos sectores de la sociedad, de conocimientos y apreciaciones, prcticamente universales, sobre la biodiversidad y la urgencia de su conservacin. Por otra parte, el surgimiento de condiciones polticas que, eventualmente, pueden facilitar acuerdos entre los pobladores y el Estado en torno a la organizacin del territorio y al manejo de sus recursos.

El desorden caracterstico de la ocupacin previa de estos territorios fije, como ya se seal, el resultado de una ausencia de Estado, de un vaco en la jerarquizacin de los componentes del espacio nacional, de la carencia de polticas y orientaciones para el poblamiento, la formacin de los asentamientos humanos y el acceso a la tierra, El resultado ha sido, a ms del profundo deterioro ambiental y la ampliacin de la pobreza, el surgimiento de condiciones que ponen en jaque el modelo social, econmico y poltico vigente. Al mismo tiempo, la Carta Poltica reconoce la creciente demanda de las comunidades por ampliar sus caminos de decisiones en la gestin del Estado, del territorio y del patrimonio ambiental, con todo lo cual queda en el pasado la pretensin de ordenar la casa desde arribar, de imponer un ordenamiento del espacio nacional desde la cpula del Estado central, pretensin que demostr con creces, su plena inoperancia..

Foto-Fernando Urbina No obstante, el propsito central de la sociedad en su conjunto de alcanzar un desarrollo sostenible en trminos ambientales, econmico y polticos, solo podr ser viable con una gestin participativa pero tambin tcnicamente orientada. Es ac en donde se abren las demandas para desarrollar mtodos participativos y eficientes de gestin ambiental. En este punto es necesario insistir en el reconocimiento de las realidades presentes en las relaciones entre las comunidades y su medio natural. En primer trmino, la formulacin de cualquier proyecto de gestin ambiental ha de partir de clarificar los objetivos y metas del mismo, sustentados en un diagnstico adecuado de las condiciones ambientales y humanas del espacio definido como escenario del proyecto (ver Etter, op. cit., pp. 58-59). Al respecto se deber tener en consideracin la gnesis de los asentamientos, la cual explica, en buena medida, las caractersticas y tazones del manejo ambiental. En segundo lugar, es necesario contar con la valoracin de los saberes tradicionales sobre el territorio y sus recursos y, no menos importante an establecer las bases y contenidos de la concertacin en torno a la ocupacin y manejo de los espacios previstos como escenarios de los acuerdos.

Las colonizaciones en la perspectiva histrica


Como lo testimonia un creciente nmero de trabajos, la colonizacin de las selvas y llanuras subtropicales tropicales de Amrica, tiende a convertirse en un rea especializada de lo que pondra llamarse las "sociologas de la colonizacin". En estos estudios, que muestran con profundidad cada vez mayor las especificidades de este proceso en nuestras latitudes, se plantean distintos temas, corno son las tecnologas de uso de los recursos, los choques culturales (que han conducido, por ejemplo, a la liquidacin de comunidades indgenas), las relaciones con el Estado, etc. En el caso colombiano tienden a configurarse ciertas peculiaridades que vale resaltar desde ahora, el ciclo migracin-colonizacin-conflicto-migracin", que traslada a muchos de sus actores, inclusive a travs del tiempo y el espacio, como elementos constantes en el proceso de la colonizacin y que detrs de ellos lleva y reproduce las estructuras agrarias y las contradicciones propias de ellas, prcticamente a todos los rincones de la frontera agrcola. Una segunda particularidad que se va haciendo visible en esta historia, es la presencia de la organizacin de los

colonos, fenmeno que contrasta con el individualismo que comnmente se presenta en las sociedades de frontera. El lector encontrar que este ltimo elemento no constituye propiamente una generalidad en todo el proceso; se origina, segn los testimonios, en ciertas regiones del sur y del oriente del Tlima, determinado por condiciones gremiales y polticas caractersticas, y de all se expande gradualmente hacia zonas en donde se proyectan las sucesivas corrientes de colonos, expulsados por los continuos conflictos agrarios y polticos. En esta expansin la prctica de la organizacin deviene, podramos decirlo, en parte de una cultura de la colonizacin. Un aspecto que amerita mayor estudio y reflexin es el referido a la configuracin social de los espacios en la colonizacin. Por lo general, en nuestro caso, las apreciaciones sobre la ocupacin del espacio en las fronteras resean la formacin de ncleo pre-urbanos o urbanos, la estructuracin de la tenencia y uso de la tierra, la aplicacin o construccin de infraestructura etc.; sin embargo, dichas apreciaciones carecen de una visin de conjunto sobre el espacio, sus articulaciones y sus dinmicas. Como se ver ms adelante, la ocupacin de ese "medio pas" que enmarcara la Oninoquia y la Amazonia colombianas configura, en forma gradual, la prospectiva, de integracin de un vasto espacio, con caractersticas ecolgicas, , econmicas, sociales, polticas y culturales marcadamente dismiles de las que con anterioridad han estado presentes en la integracin del pas andino o del "pas" de las sabanas y litorales caribeos. Estos "nuevos" elementos lo son slo en las proporciones en que intervienen en su mezcla. El "capitalismo rapaz" que hoy acta en el narcotrfico y actividades asociadas, es nuevo, solamente en sus alcances y dimensiones: las tradiciones del campesinado andino hunden sus races en las sociedades coloniales y postcoloniales del siglo XIX pintadas por Eugenio Daz o Medardo Rivas, sin embargo ahora se encuentran en, nuevos espacios y disponen de mayores recursos. Pero hay tambin esos elementos novedosos que antes se sealaban: la organizacin poltico-gremial como factor de cultura colonizadora y, con ella, las proyecciones militares que plantean las experiencias guerrilleras. Esto ,es lo "viejo" y lo "nuevo" que entra a integrar a esta nueva Colombia de las selvas y de las llanuras orientales. A continuacin se examinan los aspectos histricos de la colonzacin que s han considerado ms relevantes. Se han caracterizado corno colonizacin al proceso de apertura de la frontera agrcola, a travs de distintos tipos de trabajadores del campo. Las tierras que ha delimitado esta frontera han estado varias veces bajo ttulos de uno u otro tipo (mercedes reales, concesiones, haciendas) que son finalmente impugnados, pero sin dejar de construir un condicionante para el usufructo de las mismas.

Hato en medio del Llano Foto - Fernando Urbina

La ocupacin del territorio colombiano por parte de los conquistadores europeos se extendi, en lo fundamental, por los valles y cordilleras andinos y por la llanura del Caribe, buscando el acceso de los recursos minerales (oro y plata) a la mano de obra (y subsecuentemente a la tributacin indgena). La ocupacin se dirigi luego a las tierras que permitan la produccin de los alimentos y otros bienes requeridos para los asentamientos, al igual que 'el control de la misma mano de obra. Las caractersticas econmicas, polticas y culturales d la Conquista definieron una. rpida concentracin de la propiedad territorial, afectando negativamente tanto a las comunidades indgenas como a las capas de mestizos y "blancos pobres", que comenzaban a configurar el campesinado. Las diferentes regiones que hacia la terminacin del perodo colonial (finales del siglo XVIII) componan el entonces territorio de la- Nueva Granada, sirvieron de marco para la estructuracin de sociedades diferenciadas, en las cuales, al parecer, el patrn comn lo constituy la concentracin de la propiedad territorial, (ver por ejemplo, Fals Borda, 1979; Colmenares, 1975; Lpez T., 1970), si bien con matices de ocurrencia local, segn lo seala Marco Palacios en sus referencias a la propiedad agraria en Cundinamarca (Palacios, 1981). La densificacin demogrfica ocurrida en las regiones centrales del pas a partir de la segunda mitad del siglo XIX estimul el desbordamiento de las fronteras agrcolas. Previamente, algunas zonas haban escenificada procesos puntuales de colonizacin, esto es de asentamientos estables en el interior de medios selvticos para desarrollar economas de base agrcola, recolectora y cazadora, como lo fueron los "palenques", de esclavos cimarrones. No obstante, las colonizaciones

de este tipo que se sostuvieron durante mayor tiempo, no trascendieren los, lmites microrregionales, restringindose a constituir un componente de la configuracin tnica-regional. A diferencia de los ltimos movimientos, las colonizaciones desarrolladas en las vertientes andinas entre finales del siglo XVIII y comienzos del XX, trascendieron las. esferas locales y proporcionaron productos para la articulacin de Colombia con los mercados internacionales en diferentes coyunturas del perodo (Ocampo, 1984; Le Grand, 1988). Tal vez el ms conocido de estos procesos de colonizacin ha sido el antioqueo, analizado en un principio por James Parsons (l949) y revaluado ms adelante por Alvaro Lpez Toro. Independientemente de la ideologizacin elaborada sobre este fenmeno, centrada en una imagen democrtica e igualitaria de un proceso que en realidad estuvo alejado de tales caractersticas (Arango,1977; Christie,1986), sus alcances sociales, econmicos y espaciales' le otorgan un lugar preponderante en la formacin de la Colombia rural. Estas caractersticas estn cimentadas en las relaciones sociales desde las cuales se proyect la colonizacin antioquea. De tales relaciones sociales generadas por una economa minera de explotaciones pequeas e inestables, realizada por trabajadores libres estaban completamente ausentes los vnculos propios de las sociedades hacendarias que primaron en otras regiones del pas. De igual manera estaban ausentes otras formas de sujecin entre los mineros y comerciantes, como las que tuvieron ocurrencia, por ejemplo, en el Brasil (Lpez Toro, op. cit). Una peculiaridad de la colonizacin antioquea consisti en la vinculacin temprana que ocurri entre empresarios capitalistas de la regin y los pioneros de la colonizacin. Est vinculacin, dado el poder de los pioneros y en virtud de su inters por valorizar las tierras que respaldaban los bonos de deuda pblica que haban adquirido, se tradujo en la asignacin de fondos para la construccin de infraestructura y la legalizacin de la tenencia de las tierras colonizadas en las primeras etapas de la ampliacin de esta frontera. De tal manera, las primeras fases de esta colonizacin actuaron sobre tierras en concesin (como ocurriera desde la providencia del oidor Mon y Velarde a finales del siglo XVIII). En otros trminos, era una colonizacin que contaba con la anuencia del Estado y de los empresarios locales, factor que facilit la dinamizacin del proceso a travs del apoyo con infraestructuras, que permiti una ms rpida integracin econmica de la frontera. Los flujos posteriores de la colonizacin se proyectaron ya sobre tierras baldas: en este caso, sin embargo, las particularidades de la organizacin social y de la ideologa d estos ncleos de colonos, enfticamente colectivistas y organizados, dieron va a una pronta articulacin con la administracin estatal. Comentando la relacin que entonces se dio entre las instituciones estatales y las comunidades de colonos, Lpez Toro adverta con una premonicin plenamente vlida para las condiciones actuales de la colonizacin: "Si las expectativas de aquellos pioneros hubiesen auspiciado la consolidacin del latifundio en las nuevas colonias, es presumible que la vigencia de la ley, la preservacin del orden pblico y el control de los conflictos sociales se hubieran convertido en problemas insolubles para una administracin pblica tan inestable como la de Colombia durante el siglo pasado". (op. cit.: 43). El modelo inicial de la colonizacin antioquea se modific posteriormente dando paso a procesos de concentracin de la propiedad. En estas condiciones los nuevos emigrados no pudieron constituir las pequeas y medianas empresas agrcolas de la primera etapa y configuraron la base de una poblacin dependiente. El papel de esta ltima en su carcter de asalariada dentro del proceso de acumulacin que dio base a la industrializacin del noroccidente colombiano, ha sido

estudiado por Mariano Arango, quien, sin embargo, desestima las etapas de mayor equilibrio social y econmico que sirvieron de slido fundamento al posterior desarrollo". (Arango, op.cit). El proceso colonizador antioqueo, por su significado econmico y social y por su prolongacin temporal, que se extiende desde finales del siglo XVIII y prcticamente hasta el presente, si se tiene en cuenta la incorporacin de tierras en Urab y el Magdalena Medio, ha opacado en alguna medida fenmenos similares ocurridos en otras regiones del pas. Jorge Villegas, en sus estudios sobre la propiedad agraria en Colombia, enmarc estas historias en el conjunto por l denominado "la colonizacin de vertiente" y en ella englob tanto la expansin antioquea como los procesos que tuvieron lugar en el centro y oriente del pas, originados en contextos diferentes del primero (Villegas, 1978). Los testimonios sobre la colonizacin de occidente insisten en sealar la gnesis de la misma en la pobreza de los suelos y la inestabilidad de la explotacin de la minera del oro. En el oriente, particularmente en Santander, Jorge Villegas, con base en las cifras de poblacin, considera los efectos de la crisis artesanal resultantes de la poltica librecambista asumida por los gobiernos nacionales, como factor desencadenante de la expansin sobre las tierras de vertiente en el oriente colombiano. A este respecto es importante considerar cmo determinadas condiciones externas se han constituido en factores de presin para los procesos de ampliacin de la frontera agrcola del pas con una recurrencia como la que hoy se advierte, cuando diversos frentes de colonizacin reflejan la impronta, tanto de la crisis de las economas occidentales y sus secuelas de deterioro en las estructuras productivas del Tercer Mundo adems del empobrecimiento de sector sociales que buscan salidas en la aventura colonizador como el floreciente mercado de narcticos. Villegas, en sus estudios, explora, adems de las etapas iniciales de la mencionada colonizacin, su extensin hacia el oriente (Manizales, Pereira y el norte de Tolima) y los procesos ocurridos en Cundinamarca Boyac y los Santanderes. La colonizacin del Viejo Caldas, tal como lo revela el autor, con base en las evidencias documentales, definitivamente se aparta la imagen idlica de la conquista democrtica de la frontera. El proceso ya visto en sus desarrollos e implicaciones legales y jurdicas, estuvo desde sus inicios sacudido por conflictos sociales de distinta ndole. En un principio, es evidente la diferenciacin entre aquel que disponan de recursos econmicos para afrontar colonizacin con recuas de mulas, bastimentos y herramientas, etc., y aquellos que solamente contaban con su fuerza de trabajo y la de sus familiares, quienes eran frecuentemente contratados como taladores y para que ms adelante se convirtiesen en arrendatarios de poseedores de la tierra. Pero las mayores contradicciones se habran de desarrollar, a lo largo de todo el siglo XIX y a principios del presente, entre los colon independientes y favorecidos por concesiones ampliadas de manera fraudulenta, a medida que los peones abran perspectivas a las selvas de vertiente. Estos conflictos los ilustra el autor en torno a las concesiones de Villegas y Aranzazu, y a las sociedades de Gnzalez Salazar y Buril. All se aprecia como esfuerzo de los concesionarios por extender sus dominios y aprovechar la valorizacin creada por el trabajo de los colonos, tropez en forma continua con la resistencia de estos ltimos, y cmo la retaliacin de los acaparadores se dio entonces bajo la especie de amenazas, incendios de casas y destruccin de enseres, formas de violencia que habran de repetirse un siglo ms tarde en el marco de la crisis poltica y social que consumi al pas por ms de una dcada y en la cual la mayor parte de las vctimas fueron, igualmente, campesinos y colonos.

La ampliacin de la frontera agrcola en el centro oriente y el oriente del pas -esto es, Cundinama Boyac y los Santanderes-, la documenta Villegas nicamente con las memorias de Medardo Rivas y Manuel Anczar. Este proceso ocurri, segn referencias, dentro de las lneas trazadas por la poltica de asignacin de baldos que, len particular desde la desamortizacin de Bienes de Manos Muertas, afianz y fortaleci la formacin del latifundio. En esta modalidad, la poblacin Campesina que se desplaz de los antiguos resguardos indgenas y de otros ncleos humanos hacia la frontera agrcola, desmont las tierras en los bordes de las haciendas, abriendo paso a la expansin de las mismas sobre los, baldos de la nacin.

Placa conmemorativa de la entrega de armas por la guerrilla del Llano al general Alfredo Duarte Blum durante el gobierno de Gustavo Rojas Pinilla. Foto: Andrs Hurtado

Marco Palacios, sustentado en los censos de poblacin de 1843, 1870. y 1912, as como en los estudios geogrficos de Alfred Hettner, Agustn Codazzi, J. Holton y, primordialmente en el Catastro de Cundinamarca, pone en evidencia, adems, la particular regionalizacin de la estratificacin social de este arraigado asentamiento, mediante la cual se definan -con gran persistencia hasta el presente- ntidas subzonas de pequea, de mediana y de gran propiedad. Esta red social proyect "puntas" de colonizacin hacia tierras templadas y -an fras (Alto Sumapaz), algunas de las cuales fueron protagonistas de los conflictos que ms adelante habran de configurar los desarrollos centrales de este estudi; tales fueron los casos de Sumapaz y del Tequendama, zonas en las cuales se dieron dos tipos de conflictos: el no reconocimiento de la propiedad de las haciendas sobre los baldos y la lucha por el derecho a la siembra de caf: dificultades afrontadas organizadamente por los colonos y los campesinos.

ORINOQUIA: ALGUNOS RASGOS BSICOS


La heterogeneidad regional Segn lo sealan los estudiosos, muchas de las visiones dominantes sobre la regin se han caracterizado por el simplismo de su imaginario, tanto humano como paisajstico. Algunos trabajos, de los cuales se cont con una muy buena muestra en el Primer Simposio de Historia de los Llanos colombo-venezolanos, celebrado en 1988, contrastan estas visiones con los resultados de investigaciones que dejan ver, entre otras cosas, las complejas relaciones entre las diversas modalidades de los asentamientos precolombinos y la heterogeneidad de los ecosistemas de la regin, las visiones estratgicas que se han generado sobre la regin y los proyectos polticos y econmicos concomitantes, as como las mltiples perspectivas que plantea la Orinoquia colombiana para el desarrollo del pas.

Colonos 'vegueros" rumbo al pueblo. Foto: Diego Garcs

De acuerdo con estas realidades y con los procesos que hoy escenifica este espacio de la geografa nacional habra que re-pensar su significado dentro de una visin de ms largo plazo del desarrollo colombiano. En efecto, la regin, al tiempo que abarca una importante porcin del territorio colombiano, comprende dentro de ella varias subregines, identificadas inicialmente como "piedemonte", "llanura" y "selva", con sus componentes de suelos y ecosistemas, sobre los cuales han avanzado estudios relevantes realizados por el Instituto Geogrfico Agustn Codazzi. Asociados con estos trabajos existen tambin anlisis referidos a los procesos histricos y socioeconmicos de las subregiones y las tendencias poblacionales, todo lo cual sustenta la apreciacin sobre la creciente dinmica de desarrollo configurada en tomo a la explotacin de los hidrocarburos, el afianzamiento de la agroindustria de algunos rubros, lo cual ha atrado, de una parte, crecientes inversiones internacionales y nacionales y de otra una extensa movilizacin de poblacin.

Las relaciones socio-polticas dentro de las cuales avanzan estas tendencias favorecen procesos de concentracin de la propiedad por medios violentos, lo cual no ha hecho cosa distinta que reproducir y ampliar los escenarios del conflicto interno. Estas condiciones afectan, necesariamente, las perspectivas de la regin y dado su significado, es indispensable prever un desarrollo ms armnico de las mismas. Las tendencias del desenvolvimiento de la regin apuntan, como se ha sealado, hacia la ampliacin de su base poblacional y hacia un muy rpido incremento de su participacin en el conjunto de la economa nacional. En efecto, segn los anlisis de la informacin intercensal, la Orinoquia encuadra un proceso de rpido crecimiento poblacional: de acuerdo con el Corpes (1994), "en 1951, segn el Censo Nacional de Poblacin, la regin contaba con 122.878 personas de las cuales el 27.9% residan en los incipientes conglomerados urbanos. Cuarenta y dos aos despus, Censo de 1993, su poblacin se haba incrementado 8 veces ms, es decir, alcanzaba 975.342 personas. Y se gana peso relativo en el total nacional pues en 1951 se contena al 1.1% de la poblacin, en 1964 el 1.6%; en 1973 el 1.9%, en 1985 el 2.2% y en 1993 el 3%." De acuerdo con esta tendencia y teniendo en cuenta que la poblacin regional en 1994 asciende a 1.068.928 personas, en diez aos (2004) habr aumentado a 1.92 1.227 habitantes. Estas cifras se traducen en un aumento absoluto de 852.349 personas durante la dcada con un promedio de 85.000 nuevos pobladores por ao en la Orinoquia. Por otra parte, en lo referente a la participacin de la regin en la actividad econmica nacional y con las salvedades que implican las limitaciones de las cifras disponibles, se calcula que en la presente dcada, la Orinoquia genera entre el 4 y el 5% del PIB nacional. Esta participacin se sustenta particularmente en dos rubros: la produccin agrcola y el petrleo, los cuales, segn el CORPES, se comportan de igual manera que el resto de la economa nacional: "a medida que se logra un mayor nivel de producto interno bruto, el sector agropecuario pierde participacin y el empleo agrcola disminuye como proporcin del total". En el comportamiento de la produccin agrcola en los rubros de mayor productividad (arroz y palma africana), es evidente la ventaja de la regin frente al conjunto nacional: a comienzos de los aos noventa, con anterioridad a la crisis que marc al perodo, se estimaba que la regin produca "cerca del 27% de la produccin total nacional de arroz y en trminos regionales el departamento del Meta generaba el 76% del grano mientras Casanare aportaba el 23% del mismo". Para ese entonces se registraba un importante incremento de la produccin en el Meta con un aumento inferior de la superficie cosechada, indicativo de una mejora sustancial de la productividad por hectrea. Segn los anlisis del CORPES, la palma africana producida en la Orinoquia representaba el 40% del total nacional, concentrada en el Meta y Casanare. La soya se siembra preferencialmente en el Meta (99% para 1992) y la produccin regional representa el 25%del total nacional. En el caso del sorgo su produccin se concentra en Casanare (90%) y se genera el 6% del total nacional. El algodn del Meta (69%), Casanare (21%) y Vichada (4.7%), aporta el 4.5% del total nacional. Estas cifras hoy resultan afectadas por el proceso de la apertura econmica, la cual ha inducido un descenso en la produccin al exponerla a la competencia de los mercados internacionales. Vale sealar que en el caso de la soya, el pas ampli las importaciones procedentes de Bolivia, en donde la estructura de costos resultaba altamente competitiva frente a la colombiana. En efecto, mientras en nuestro pas el costo de la renta del suelo participaba en un 11%, en Bolivia. este rubro solamente representaba el 1%, situacin que pone sobre la mesa los costos que la

concentracin de la propiedad territorial representan para la competitividad de la produccin nacional. A este respecto vale tambin sealar cmo la Encuesta Agropecuaria de 1995 (DANE, 1996) seala al departamento del Meta como uno de los que presentan los mayores niveles de concentracin de la propiedad territorial, a la vez que se ha constituido, segn la informacin censal, en una de las principales reas de expulsin de poblacin por razones de violencia. En cuanto a la industria de los hidrocarburos, se advierte que este sector aporta cerca del 92% del total de regalas liquidadas por la explotacin de recursos naturales no renovables. Para el futuro inmediato se estima que esta participacin ascienda a niveles an superiores al 95% cuando empiecen a operar los recientes hallazgos petroleros en el piedemonte llanero: "en 1979, la participacin regional ascenda al 3,3% del total de regalas petroleras; catorce aos luego, s haba incrementado al 40,3% y para los prximos aos se espera que esta participacin alcance niveles superiores al 95% del total mencionado, una vez empiecen a operar las explotaciones de Cusiana y Cupiagua. En este sentido se estima que las reservas de petrleo efectivas en dichos yacimientos ascienden a 2.200 millones de barriles mientras las reservas de gas ascienden a 85 mil millones de metros cbicos". En trminos de regalas y en cifras absolutas, la regin recibi, por concepto de participacin en las mismas la suma de $418.094 millones de pesos entre 1979 y 1993. Para efectos comparativos, la Nacin realiz en la regin una inversin por valor de $105.559 millones de pesos entre los aos 1987 y 1990 inclusive. As, el Tesoro nacional, durante cuatro aos realiz una inversin equivalente al 25% del total de la participacin recibida por los departamentos y municipios petroleros de la regln durante los ltimos catorce aos. La magnitud de estas cifras contrasta, sin embargo, con las brechas en las condiciones del desarrollo social de la regin, segn lo constata el estudio realizado por el Instituto Sinchi en el departamento del Guaviare (1996). Las dificultades generadas por las condiciones ambientales y a la concentracin de la propiedad territorial, se aade el manejo patrimonialista dado a los recursos pblicos, lo cual incide en la ampliacin de los conflictos sociales en el conjunto de la regin. Este fenmeno ha generado nuevas tensiones en las fronteras, particularmente en la colombovenezolana, poniendo de manifiesto la fragilidad del control que el Estado colombiano tiene sobre las mismas, a pesar del carcter estratgico que la regin representa para el pas. Hacia una propuesta: la Orinoquia en el planteamiento estratgico nacional Las reflexiones, cifras y anlisis precedentes proporcionan una visin de la Orinoquia en donde se combinan, de una parte, la potencialidad de sus recursos, ya en explotacin, as como las tendencias de la poblacin, que evidencian la constitucin gradual de un nuevo eje en el desarrollo de la economa nacional y de las estructuras regionales de sus asentamientos humanos. Es evidente que la regin representa un recurso estratgico como territorio (considerada en conjunto, con su poblacin, sus recursos y su localizacin geogrfica), pero Colombia no ha dispuesto en ella una capacidad para construir una frontera slida, no en trminos estrictamente militares sino, ms importante an, como marco para el desarrollo de robustas economas regionales que fortalezcan a los dbiles asentamientos hoy existentes y reemplacen la peligrosa y precaria economa del narcotrfico que hoy nos ha conducido a una tragedia nacional.

Definitivamente, la presencia actual de la nacin y de su Estado en la regin no refleja una valoracin estratgica de la misma. Por otra parte, los conflictos desatados en buena parte de nuestra Orinoquia, resultantes del traslado hacia su interior de las problemticas derivadas de la concentracin de la propiedad, del aprovechamiento inadecuado de los recursos naturales, de la pobreza y la exclusin, han resultado en la extensin hacia ella de los escenarios del uarcotrfico y de la guerra asociada con l de una u otra forma. En este panorama se ha abierto camino la desestabilizacin de la frontera, con los riesgos que una situacin de conflicto puede representar para una regin poseedora de recursos estratgicos para el desarrollo de quien los controle. Ante esta perspectiva, la responsabilidad de la nacin es la de incorporar a la regin en su "visin de futuro", desarrollando una estrategia que permita construir la regin como resultado de una poltica de poblamiento, con sus particularidades y consensos y dentro de la perspectiva de los intereses de la nacin en su conjunto. Un propsito de esta naturaleza solamente podr sustentarse mediante la generacin de situaciones de equilibrio en el acceso a los recursos producidos por la sociedad, como base de su solidaridad con un proyecto nacional dirigido a establecer condiciones sostenidas de bienestar y convivencia pacfica para todos los colombianos y de capacidad nacional para defender sus intereses estratgicos ante la comunidad internacional.

BIBLIOGRAFA
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