Revista Centroamericana No 28 y 29
Revista Centroamericana No 28 y 29
Revista Centroamericana No 28 y 29
Revista Centroamericana Justicia Penal y Sociedad Nos. 28 y 29 - 2008 Departamento de Relacionamiento y Divulgacin Ediciones del Instituto Revisin Editorial Yvonne Aguilar Jaime Bran Colaboracin: Karina Mndez David Ernesto Snchez Diseo de portada Mara Elisa Vargas Diseo de interiores Ruth Meoo Diagramacin Evelyn Ralda ISBN: 978-9929-554-06-1 Esta publicacin se realiza con el apoyo de:
Se autoriza la reproduccin parcial o total de esta publicacin, siempre que se mencione la fuente y se enve copia a: Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales de Guatemala 5a. calle 1-49 zona 1, Ciudad de Guatemala, C.A Telfonos y fax: (502) 22325121; 22202736; 22301841 [email protected] www.iccpg.org.gt
Indice
Presentacin ........................................................................................7 La globalizacin de la violencia contra las mujeres ...............................13 Rosa Cobo Mujeres, violencia y crimen globalizado ................................................41 Luisa Posada Kubissa La evolucin de la violencia de gnero en la poltica criminal espaola ................................................................................69 Ana Isabel Cerezo Domnguez Derechos polticos de las mujeres, acciones armativas y paridad ........95 Isabel Torres Comentario sobre algunos aspectos de la nueva Ley contra la Violencia Sexual, Explotacin y Trata de Personas (Decreto 9-2009)...115 Ileana Arduino La nueva regulacin de los delitos contra la libertad sexual ...............155 Claudia Paz y Paz Bailey La universalizacin de la mujer: Tres enfoques de la alteridad............171 Leonor Malaver Bibliografa .......................................................................................197
Presentacin
Rosa Cobo
La globalizacin de la violencia contra las mujeres
Resea biogrca
Rosa Cobo es profesora de Sociologa en la Universidad de A Corua. Ha sido fundadora y primera directora del Seminario Interdisciplinar de Estudios Feministas de la misma universidad entre los aos 2000-2003. Asimismo, est dirigiendo el Master sobre Gnero y Polticas de Igualdad de la Universidad de A Corua desde el ao 2005. Ha sido miembro de la Unidad de Mujeres y Ciencia (UMYC) del Ministerio de Educacin y Ciencia 2006-2008. Ha recibido el premio Carmen de Burgos al mejor artculo publicado en el ao 1997. Imparte cursos y conferencias sobre gnero y feminismo en Espaa y Amrica Latina. Cabe destacar algunas de sus publicaciones: Las mujeres espaolas: lo privado y lo pblico (CIS), Fundamentos del patriarcado moderno. Jean Jacques Rousseau (Ctedra), Interculturalidad, feminismo y educacin (Ed.), (Libros de la Catarata) y Educar en la ciudadana. Perspectivas feministas (Ed.) (Libros de la Catarata).
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I
Los anlisis sobre el surgimiento de nuevas formas de violencia contra las mujeres han de hacerse a partir del supuesto de un escenario mundial de desorden: desorden geopoltico y desorden internacional, desorden econmico y desorden poltico. Las antiguas instituciones que articulaban la sociedad moderna estn en crisis, desde el Estado-nacin hasta la familia patriarcal, desde el capitalismo hasta las democracias representativas, entre otras. Algunas de las mismas estn en descomposicin y otras en abierta transformacin, pero, en todo caso, ninguna permanece inalterable. En estas ltimas cuatro dcadas se han producido cambios en el entramado social, institucional y simblico de muchas sociedades y estos cambios se han concretado en quiebras profundas en los dos grandes nomos que vertebraban las sociedades de la modernidad: el contrato sexual y el contrato social. La actual situacin de desorden tiene atrapadas a las mujeres entre unas reglas que se estn descomponiendo y otras nuevas que estn surgiendo, pero que no han terminado de congurarse. Y los momentos de desorden suelen crear formas de violencia nuevas para aquellos grupos, colectivos o sectores de poblacin oprimidos. El feminicidio en Guatemala y Ciudad Jurez o las agresiones sexuales de las maras o pandillas, por ejemplo, estn relacionados con este escenario mundial, que est deshacindose de las viejas reglas que normaban el mundo y an no se ha dado otras nuevas. Por otra parte, no hay que olvidar que en las pocas histricas con fuertes desrdenes sociales y normativos se suelen generar unas dinmicas perversas para los sectores sociales ms vulnerables y, las mujeres son, sin duda, un sector de poblacin especialmente marcado por la subordinacin y la explotacin. El 70% de los pobres del mundo son mujeres, segn datos de las Naciones Unidas1. Ahora bien, este fenmeno
Citado en BNDICTE MANIER, Cuando las mujeres hayan desaparecido, Ed. Ctedra, Col. Feminismos, Madrid, 2007; p. 15.
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CORNELL, DRUCILLA, En el corazn de la libertad. Feminismo, sexo e igualdad, Ctedra, Col. Feminismos, Madrid, 2002. Vase pginas 185-192. Consulte a este respecto el libro de BNDICTE MANIER, Cuando las mujeres hayan desaparecido, anteriormente citado.
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La poltica de seguridad y policial de EE.UU. contra la droga, en abierta colaboracin con Colombia por abajo y con Mxico por arriba, est empujando a los narcotracantes a poner sus laboratorios y sus centros de distribucin en Centroamrica. De hecho, Guatemala se est convirtiendo en un lugar de distribucin de drogas prioritario en esa regin del mundo.
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VALCRCEL, AMELIA, Op. cit.; p. 274. SEGATO, RITA, Territorio, soberana y crmenes de segundo estado: la escritura en el cuerpo de las mujeres asesinadas en Ciudad Jurez, en Serie Antropologa, Brasilia, 2004. Pg. 4.
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II
De otra parte, el asedio tambin viene de dentro, pues el surgimiento de polticas identitarias y multiculturalistas est amenazando la soberana del Estado. Estas dos fuerzas, una endgena y otra exgena, estn debilitando los Estados-nacin. En efecto, la lucha de distintas comunidades culturales para imponer prcticas culturales sobre las mujeres que analizadas desde el paradigma feminista, resultan ser prcticas patriarcales, produce no slo actos de violencia de gnero sino tambin debilitamiento de los Estados. En algunos casos, los gobiernos, por no tener problemas con grupos de inmigrantes que votan o presumiblemente votarn en las municipales, no prohben esas tradiciones. Otras veces, arrastrados por las ideas relativistas de que no podemos intervenir ni interpelar las costumbres y tradiciones de los inmigrantes, los gobiernos abdican de la funcin de proteger los derechos de las mujeres. Estas acciones gubernamentales llegan a vulnerar a veces los derechos humanos y dejan al Estado en una posicin de falsa neutralidad ante la erosin de derechos fundamentales. Pero esto no sucede slo en aquellos pases que reciben inmigracin sino tambin en los que tienen poblaciones indgenas signicativas. El caso de Mxico, en el estado de Oaxaca, es paradigmtico en este sentido, pues los pueblos indgenas no quisieron compartir con las mujeres su cuota de representacin municipal. Prohibieron, con el argumento de la tradicin y con amenazas serias a las mujeres indgenas, que participasen en la eleccin de cualquier tipo de representacin municipal. De hecho, han surgido nuevas pautas de violencia en diversas partes del mundo que se concretan en agresiones y muertes de mujeres a manos de varones sin mediar relaciones sentimentales entre los asesinos y las vctimas. Hace falta identicar las razones de fondo de las agresiones y asesinatos que tienen la apariencia de tener motivaciones culturales y de respeto a la tradicin y que, sin embargo, estn directamente vinculados al control de las mujeres por parte de los varones de algunas comunidades culturales e, incluso, de inmigrantes que se niegan a aceptar el n de la tradicin que sacraliza privilegios patriarcales. Esta nueva realidad nos obliga a buscar argumentos explicativos plausibles para dar cuenta de este hecho social. 24
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BESSIS, SOPHIE, Occidente y los otros. Historia de una supremaca, Alianza Ensayo, Madrid, 2002. Vase especialmente los dos primeros captulos. CORNELL, DRUCILLA, En el corazn de la libertad. Feminismo, sexo e igualdad, Ctedra, col. Feminismos, Madrid, 2001. Vase captulo 5.
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Resea Biogrca de Luisa Posada Kubissa Direccin: c/ Angosta de los Mancebos, 3 (1A) 28005-Madrid Tfno.: 913640067 e-mail: [email protected]
Luisa Posada Kubissa es profesora del Departamento de Filosofa IV de la Universidad Complutense de Madrid. Ha sido directora del Magster en Estudios de las Mujeres de la Universidad Complutense de Madrid. Adems, es experta en el Observatorio Estatal de Violencia contra las Mujeres dependiente del Ministerio de Igualdad. Es autora de los libros Sexo y esencia: de esencialismos encubiertos y esencialismos heredados (editorial Horas y Horas, Madrid, 1998); Biblioteca de Mujeres: Celia Amors (editorial del Orto, Madrid, 2000); y Razn y conocimiento en Kant ( Biblioteca Nueva, Madrid 2008). Ha participado en mltiples conferencias, cursos y foros de debate dentro del marco de la teora feminista, as como en El foro Inter-ministerial contra la violencia de gnero y en Universidad de Verano UCM sobre el mismo tema. Sus lneas de investigacin prioritarias son: losofa y feminismo; feminismo de la igualdad: pensamiento de la diferencia sexual; epistemologa; Ilustracin; losofa de Kant; violencia de gnero.
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Montalbn Huertas, Inmaculada: Perspectiva de gnero: criterio de interpretacin internacional y constitucional. Consejo General del Poder Judicial. Madrid. 2004.
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Jnasdttir, El poder del amor Le importa el sexo a la democracia? Madrid: Ctedra (Feminismos), 1993, p.156. Resolucin 48/104 de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Cfr. Instituto de la Mujer.
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Estas tesis vienen a reiterarse en los estudios que sobre la violencia de gnero ha realizado el forense Miguel Lorente, en concreto en lo que se reere a desechar el alcohol como causa ltima que explicara esta violencia. De cara al tratamiento pormenorizado de esta y otras cuestiones, remitimos aqu a los siguientes ttulos: Lorente Acosta, M. y Toquero de la Torre, Francisco: Gua de la buena prctica clnica en abordaje en situaciones de violencia de gnero, Ministerio de Sanidad y Consumo, 2004. Lorente Acosta, M.: Mi marido me pega lo normal, Editorial Crtica, 2001; ediciones de Bolsillo, 2003. Y Lorente Acosta, M.: El rompecabezas. Anatoma del maltratador, Editorial Crtica, 2004. Diario El Pas 5 de febrero de 2000. Pg. 28.
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As, Patricia Laurenzo: El modelo de proteccin reforzada de la mujer frente a la violencia de gnero: Valoracin poltico-criminal. Revista Electrnica de Ciencia Penal y Criminologa n 7. 2005. Pgs. 2 y 3. http://criminet.ugr.es/recpc/. Lorente Acosta, Miguel y Jos Antonio: Agresin a la mujer: Maltrato, violacin y acoso. Entre la realidad social y el mito cultural. Granada. 1998. Pg. 85.
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Bourdieu, Pierre: La dominacin masculina. Anagrama. Barcelona. 2000, p. 21. Maqueda Abreu, M Luisa: El trco sexual de personas. Tirant lo Blanch. Valencia. 2001.
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Shefeld, C.: Sexual Terrorism, en: Kourany et alia: Feminist Philosophies. New Jersey: Prentice Hall, Upper Saddle River, 1992, p.46. Cobo, Rosa: Multiculturalismo y nuevas formas de violencia patriarcal, en: Amors, Celia; y Posada, Luisa (eds.): Feminismo y multiculturalismo, Madrid, Instituto de la Mujer, Debate n 47, pp. 71-84; tambin de Cobo, Rosa: La globalizacin de la violencia contra las mujeres en este mismo volumen.
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OIT, Informe: Gnero, formacin y trabajo, 2004. Informe Radhika Coomaraswamy, Comisin de Derechos Humanos, Naciones Unidas, 1994.
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Audoinrouzeau, Stphane: El hijo del enemigo (1914-1918): Violacin, aborto e infanticidio durante la Primera Guerra Mundial, Aubier, Francia , 1995. Oosterveld, Valerie: Las mujeres, botn de guerra, www.guiadegenero.com
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MacKinnon, Hacia una teora feminista del Estado. Madrid: Ctedra (Feminismos), (1989-1)1995, p. 340.
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Washington Valdez, D.: Cosecha de mujeres. Safari en el desierto mexicano, Mxico, Editorial Ocano, 2005, p. 240. Quesada, F.: Op. cit., p. 204. Quesada, F.: Op. cit., p. 205. Pateman, Carole, El contrato sexual, Trad. de Mara Luisa Femenas revisada por MaraXos Agra, Barcelona, Anthropos, 1995. Amors, Celia: Mujeres e imaginarios de la globalizacin. Reexiones, para una agenda terica global del feminismo, Buenos Aires, Homo Sapiens Ediciones, 2008, p. 244. Amors, Celia: Op. cit., Parte II, 2; pp. 213-305.
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Amors, Celia: Op. cit., p. 245 Amors, Celia: Op. cit., p. 269. Aqu Celia Amors seala su mayor acuerdo con los anlisis de Rita Segato en cuanto a lo que cabe entender por feminicidios, en Segato, R.: Territorio, soberana y crmenes de segundo estado: la escritura en el cuerpo de las muertas de Jurez, en: Femenas, Mara Luisa (comp.): Perles del feminismo Iberoamericano, Buenos Aires, Catlogos, 2005 (Vol. 2) Amors, Celia: Op. cit., p. 270. Amors, Celia: Op. cit., p. 280. Lagarde, Marcela: El feminicidio, delito contra la humanidad, en: Feminicidio, Justicia y Derecho, Comisin Especial para Conocer y dar Seguimiento a las Investigaciones Relacionadas con los Feminicidios en la Repblica Mexicana y a la Procuracin de Justicia Vinculada, Congreso de la Unin, Cmara de Diputados, LIX Legislatura, Produccin Editorial Edito/as, Mxico, noviembre de 2005, pp. 151-164. Se reere Lagarde al trabajo de Russell, D. y Radford, J.: Feminicide/ The Politics of Woman Killing, Nueva York, Twayne Publishers, 1992.
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Convencin de las Naciones Unidas sobre la Delincuencia Organizada Transnacional, para la rma de los Estados desde el 15 de noviembre de 2000; el protocolo para Prevenir, Reprimir y Sancionar la trata de personas, especialmente mujeres y nios, entr en vigor el 25 de diciembre de 2003. Este Protocolo hace punible el delito de la trata y establece criterios mnimos para la atencin y la proteccin a las vctimas, as como para la cooperacin entre pases en la lucha contra este crimen transnacional. Citado por Gonzlez lvarez, Jos Luis; y Muoz Rodrguez, Ana Mara: La trata de seres humanos con nes de explotacin sexual desde la perspectiva de la Guardia civil: descripcin del fenmeno, en: Liliana Marcos (ed.), Explotacin sexual y trata de mujeres, Editorial Complutense, colecc. 01 Una mirada a nuestro tiempo, Madrid, 2006, p. 93. Ibid., p. 94.
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Fondo de Naciones Unidas para las Poblaciones: Tracando con la Miseria Humana, puede leerse completo en: http: //www.unfpa.org/gender/trafcking.htm Kapoor, Aarti: Polticas y leyes internacionales que afectan a la trata de mujeres, en Liliana Marcos (ed.), Op. cit., p. 39 Ibid., p. 45. Castells, Manuel: La globalizacin truncada de Amrica Latina, la crisis del estadonacin y el colapso neoliberal. Notas para el debate, http://www.fsmt.org.co/aa/img_ upload/52db53d37ec3594c9a13faaef9c48a44/Manuel_Castells.dc
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Kapoor, Aarti: Op. cit., p. 47. Hasta llegar a la Convencin Europea para la Lucha contra la Trata de Blancas, abierta a la rma de los Estados el 16 de mayo de 2005, pueden nombrarse la Recomendacin R(2000) II del Comit de Ministros relativa a la trata de blancas, y la R(2001) del Comit de Ministros del Consejo de Europa sobre la proteccin de los nios contra la explotacin sexual, aprobada el 31 de octubre de 2001. Para una informacin actualizada de los textos legales y el marco jurdico sobre la trata en la Unin Europea, Amrica Latina y Espaa, vase el reciente estudio publicado por la Federacin de Mujeres Progresistas: Trata de Mujeres con nes de explotacin sexual en Espaa (Estudio exploratorio), Madrid, 2008, pp. 85-124. Tomamos aqu los datos aportados en el estudio de Matiada Ngalikpima La trata y la explotacin sexual de las mujeres y los nios en Europa: aspectos represivos, en: Liliana Marcos (ed.), Explotacin sexual y trata de mujeres, Editorial Complutense, colecc. 01 Una mirada a nuestro tiempo, Madrid, 2006, pp. 52-65.
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Al tiempo de realizar este anlisis, se ha aprobado en Espaa, con fecha del 12 de diciembre de 2008, por el Consejo de Ministros el Plan Integral contra la Trata de Seres Humanos con nes de explotacin sexual. Este Plan recoge 61 medidas orientadas a sensibilizar a la sociedad para promover una tolerancia cero contra este delito, as como a promover polticas activas de cooperacin con los pases de origen, trnsito y destino, para combatirlo. Montao, Julieta: Amrica Latina, en: Liliana Marcos (ed.), Op. cit., pp. 73-79. Mohamed, Faiza: ca, en: Liliana Marcos (ed.), Op. cit., pp. 5-80-84-90.
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Datos biogrcos
Licenciatura en Derecho. Facultad de Derecho de la Universidad de Mlaga (Promocin 1987/1992). Doctora en Derecho. Facultad de Derecho de la Universidad de Mlaga (Fecha de lectura de tesis: 15-10-1998). Directores de tesis: D. Jos Luis Dez Ripolls y D. Per Stangeland. Profesora titular de Derecho penal de la Universidad de Mlaga
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1. El tratamiento discriminatorio de la mujer por razn de gnero: una poltica criminal excluyente
El lugar sociolgico que durante aos ha ocupado la mujer en Espaa se ha venido reejando en los cdigos penales. En el Cdigo Penal del franquismo an se incluan una serie de guras delictivas en las que se plasmaba la casi impunidad absoluta del agresor1. La concepcin tradicional de la familia patriarcal y el papel subordinado de la mujer permita legitimar la violencia de gnero. Hasta 1963 no desaparece el delito de uxoricidio privilegiado por causa de honor, que consista en matar a la esposa sorprendida en acto de adulterio. De hecho, posteriormente a esta supresin se contina aplicando la circunstancia atenuante de actos pasionales en los homicidios perpetrados por los hombres hacia sus parejas de forma prcticamente automtica. El delito de adulterio no desaparece hasta 1978 (Ley 22/1978, de 26 de mayo2). El derecho de correccin estuvo reconocido hasta el comienzo de la democracia como la justicacin del empleo de la fuerza fsica contra la esposa. Fue en 1975 cuando el Cdigo Civil espaol deja de incluir en su texto el permiso marital en el matrimonio, el cual apoyaba la idea de que la mujer era propiedad del marido al no poder ejercer ninguna actividad jurdica sin su consentimiento. As, el antiguo artculo 57 reconoca la sujecin de la mujer casada a su marido y la tutela del esposo sobre sta. De dicha situacin se derivaba el deber de obediencia de la esposa que, a su vez, generaba un posible derecho de correccin por parte del marido. Con la afortunada reforma civil la familia deja de ser, al menos desde el
1 Vase, ACALE SNCHEZ, M.: Anlisis del Cdigo Penal en materia de violencia de gnero contra las mujeres desde una perspectiva transversal, en Violencia de gnero y sistema de justicia penal, Villacampa Estiarte, C. (coord.), Tirant lo Blanch. Valencia, 2008, pp. 87-162. Vase, MACHADO CARRILLO, M.J.: El adulterio en el Derecho penal. Pasado, presente y futuro, Instituto de Criminologa de la Universidad Complutense de Madrid, Valencia, 1977, p. 28.
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Vase, entre otros, ALTARRIBA I MERCADER, F.X.: Vivncies silenciades. Entrevistes a dones victimizades, Institut Catala de la Dona, Estudio 2, Barcelona, 1992, p. 21 y LARRAURI PIJOAN, E.: Por qu retiran las mujeres maltratadas las denuncias?, en Revista de Derecho Penal y Criminologa, n 12, pp. 271-307, 2003, quien lleva a cabo un anlisis pormenorizado de las posibles causas. Vase por todos RUIZ VADILLO, E.: Las violencias fsicas en el hogar, La Ley, 23 de abril de 1998.
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Vase, CEREZO DOMNGUEZ et al.: Actuaciones policiales en el mbito domstico, Boletn Criminolgico, n 9, abril, 1995, pp. 1-4. Vase, RUIZ-RICO, J.J.: El sexo de sus seoras, 2 edicin, Temas de hoy, Madrid, 1991, p. 23. Vase, GUTIRREZ LPEZ, P.: Violencia domstica. Respuesta legal e institucional en Violencia y sociedad patriarcal, Maquieira, V. y Snchez, C. (comp.), Editorial Pablo Iglesias, Madrid, 1990, pp. 123-136.
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Sobre estos inconvenientes, vase, CEREZO DOMNGUEZ, A.I:: El homicidio en la pareja: Tratamiento criminolgico, Tirant lo Blanch, Valencia, 2000.
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Vase, MUOZ CONDE, F. y GARCA ARAN, M.: Derecho penal. Parte General, 2 ed., Tirant lo Blanch, Valencia, 1996, p. 117. Vase, CUENCA SNCHEZ, J.C.: El nuevo artculo 425 del Cdigo Penal. Dicultades de aplicacin, La Ley, 1991 (4), pp. 1184-1187.
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Vase, entre otros, DEZ RIPOLLS, J.L.: Bien jurdico y Derecho penal garantista, Jueces para la democracia, n 30, noviembre, 1997, pp. 10-19 y SILVA SNCHEZ, J.M.: Aproximacin al Derecho penal contemporneo, Bosch, Barcelona, 1992, pp. 304 y ss. Vase, LARRAURI, E.: La herencia de la criminologa crtica, Siglo XXI, Madrid, 1991, quien arma en la p. 219, que se ignora que la ausencia de Derecho penal tambin tiene efectos simblicos, desde el momento en que la falta de regulacin en la esfera privada produce un efecto en la sociedad de indiferencia y despreocupacin del Estado hacia conductas que son poco importantes como para ser tipicadas. Vase, El Pas, 18 de diciembre de 1997.
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Vase, entre otras, la campaa de concienciacin El patio de mi casa lanzada por la Federacin de Mujeres Progresistas a nales del ao 2007. El objetivo principal de esta campaa era desmiticar la privacidad de este problema e incitar a la colaboracin ciudadana para terminar con esta lacra. Vase MARTN LLAGUDO, M. y VIVES, C.: La construccin social del problema social de la violencia de gnero a travs de los medios: interacciones entre la agenda pblica, poltica y la realidad, en La comunicacin: Nuevos discursos y perspectivas (Ponencias), Minguez, N. y Villagra, N. (eds.), 2004, versin electrnica en CD, pp. 97-105, quienes observaron, tras un exhaustivo rastreo de los diarios de sesiones del Congreso de los Diputados y del Senado, cmo la atencin poltica hacia el problema fue creciente desde 1996 hasta 1998, descendiendo durante el ao 1999 para luego recuperarse a partir del ao 2000 de forma continua hasta el ao 2001.
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Vase, preguntas n 10 y 11, respectivamente. Vase, pregunta n 13. Vase la pregunta n 19.
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El problema que planteaba la pena accesoria que estableca el art. 57 del Cdigo Penal era que no tena una regulacin en el cuadro de medidas cautelares personales que estableca el art. 13 LECr, pues nuestra antigua ley procesal parta de las dos situaciones en las que se poda encontrar la persona del encausado (o en libertad o en prisin) pero nunca en una situacin intermedia como el alejamiento o la prohibicin de aproximarse a la vctima: lo que creaba adems una situacin de inseguridad, pues no se estableca un plazo mximo para que dicha medida se aplicara y tampoco unos requisitos para su adopcin.
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6. El cambio de paradigma: La Ley orgnica 1/2004, de 28 de diciembre, reguladora de medidas de proteccin integral contra la violencia de gnero
Los precedentes de la ley se encuentran en una iniciativa de la Secretara Federal de Igualdad del PSOE, que ya en la ltima legislatura del Partido Popular (1999-2003) se plantea una proposicin de ley (en septiembre del ao 2000) que no prospera. En el ao 2002 se crea una red estatal de organizaciones feministas contra la violencia de gnero, formada por un buen nmero de asociaciones, con el objeto de denunciar la falta de voluntad poltica del gobierno para actuar con la debida diligencia contra la violencia de gnero y la falta de una legislacin especca que abordase de una manera integral este problema25. La ley integral supone un cambio de la visin con la que hasta entonces se haba abordado la violencia domstica. No slo porque se diferencia claramente entre violencia de gnero y violencia intrafamiliar, vinculable, la segunda a situaciones de vulnerabilidad absolutamente ajenas a la violencia contra las mujeres, sino porque se impone la teora patriarcal como causa indiscutible de este tipo de violencia. As, el artculo 1.1 de la ley dice que sta tiene por objeto actuar contra la violencia que, como manifestacin de la discriminacin, la situacin de desigualdad y las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres, se ejerce sobre stas por parte de sus parejas o ex parejas, an sin convivencia. El concepto de violencia al que se reere la ley comprende todo acto de violencia fsica y psicolgica, incluidas las agresiones a la libertad sexual, las amenazas, las coacciones o la privacin arbitraria de libertad26. Con una exhaustiva regulacin multidisciplinar establece diferentes mbitos en los que se deben tomar medidas para erradicar la violencia de gnero, a saber, educativo, publicitario, sanitario, laboral, econmicosocial, institucional, procesal y penal.
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Vase, www.redfeminista.org. Vase, LAURENZO COPELLO, P.: La violencia de gnero en la ley integral. Valoracin poltico-criminal, en RECPC, 07-08, 2005, pp. 1-23.
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Vase, PLANCHADELL GARGALLO, A.: La competencia de los Juzgados de violencia sobre la mujer, en Violencia de gnero y sistema de justicia penal, Villacampa, C. (coord.), Tirant lo Blanch, Valencia, 2008, pp. 273-317, quien asegura que las Enmiendas al Proyecto de la ley integral son especialmente repetitivas en lo que concierne a la necesidad de especializacin y la limitacin del sexo femenino al mbito de proteccin de esta norma. Vase, TEJADA Y DEL CASTILLO, M.: Diversas alternativas al enjuiciamiento de la violencia domstica en el mbito penal, en Encuentros Violencia Domstica, Consejo General del Poder Judicial, Madrid, 2004, pp. 307 y ss. Trmino utilizado por MAQUEDA ABREU, M.L.: La violencia de gnero. Entre el concepto jurdico y la realidad social, en RECPC, 08-02, 2006, p. 10 y VILLACAMPA ESTIARTE, C.: La violencia de gnero: Aproximacin fenomenolgica, conceptual y a los modelos de abordaje normativo, en Violencia de gnero y sistema de justicia penal, Villacampa, C. (coord.), Tirant lo Blanch, Valencia, 2008, pp. 25-86.
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Vase, DEL ROSAL BLASCO, B.: La poltica criminal contra la violencia domstica: alguien da ms?, en Estudios penales en homenaje al profesor Cobo del Rosal, Dykinson, Madrid, 2005. Son de esta opinin, entre otras, LAURENZO COPELLO, P.: Violencia de gnero y Derecho penal de excepcin: Entre el discurso de la resistencia y el victimismo punitivo, en Cuadernos de Derecho Judicial, IX, 2007 y LARRAURI PIJOAN, E.: Criminologa Crtica y Violencia de gnero, Trotta, Madrid, 2007.
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9. Bibliografa
ACALE SNCHEZ, M.: Anlisis del Cdigo Penal en materia de violencia de gnero contra las mujeres desde una perspectiva transversal, en Violencia de gnero y sistema de justicia penal, Villacampa Estiarte, C. (coord.), Tirant lo Blanch. Valencia, 2008, pp. 87-162. ALTARRIBA I MERCADER, F.X.: Vivncies silenciades. Entrevistes a dones victimizades, Institut Catala de la Dona, Estudio 2, Barcelona, 1992. CEREZO DOMNGUEZ et al.: Actuaciones policiales en el mbito domstico, Boletn Criminolgico, n 9, abril, 1995, pp. 1-4. CEREZO DOMNGUEZ, A.I: El homicidio en la pareja: Tratamiento criminolgico, Tirant lo Blanch, Valencia, 2000. CUENCA SNCHEZ, J.C.: El nuevo artculo 425 del Cdigo Penal. Dicultades de aplicacin, La Ley, 1991 (4), pp. 1184-1187. DEL ROSAL BLASCO, B.: La poltica criminal contra la violencia domstica: alguien da ms?, en Estudios penales en homenaje al profesor Cobo del Rosal, Dykinson, Madrid, 2005.
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Vase, SAEZ VALCRCEL, R.: Una crnica de tribunales. La justicia penal en la estrategia de la exclusin social, en Jueces para la democracia, n 58, 2007.
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Isabel Torres
Derechos polticos de las mujeres, acciones armativas y paridad
Datos Biogrca
Nicaragense, residente en Costa Rica. Sociloga por la Universidad Centroamericana de Nicaragua, postgrado en Ciencias Sociales de FLACSO-Costa Rica y egresada Maestra en Relaciones Internacionales y Cooperacin de la Universidad Nacional de Costa Rica. Especialista en derechos humanos de las mujeres e igualdad de gnero. Integrante del Centro de Estudios en Derechos (CEDE) y consultora independiente. De 2002 a marzo 2009, Ocial del Programa de Derechos Humanos de las Mujeres del Instituto Interamericano de Derechos Humanos. Su experiencia profesional incluye asesoras y consultoras en diversas agencias del Sistema de Naciones Unidas y organismos internacionales (PNUD, UNFPA, UNICEF, OPS/OMS, FLACSO, IICA Consejo de Ministras de la Mujer/Sistema de la Integracin Centroamericana, entre otros) y el Instituto Nacional de las Mujeres de Costa Rica. Autora, co-autora, coordinadora acadmica y editora de artculos y publicaciones sobre la temtica.
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Badilla, Ana Elena y Torres, Isabel, La proteccin de los derechos de las mujeres en el Sistema Interamericano de derechos humanos, en: El Sistema Interamericano de Proteccin de los Derechos Humanos y los derechos de las poblaciones migrantes, las mujeres, los pueblos indgenas y los nios, nias y adolescentes, Tomo I. IIDH, San Jos, Costa Rica, 2004.
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Ibdem. Tambin: Torres, Isabel, Avances y desafos de los derechos polticos de las mujeres. Conferencia magistral, II Jornada de equidad de gnero Hacia la democracia paritaria, Colegio de Abogados de Costa Rica, 3 de marzo, 2009. Facio, Alda, El derecho a la igualdad de mujeres y hombres, en: Interpretacin de los principios de igualdad y no discriminacin para los derechos humanos de las mujeres en los instrumentos del Sistema Interamericano. IIDH, San Jos, Costa Rica, 2009. Rawls, John, Teora de la justicia. FCE, Madrid, Espaa, 1979. Ferrajoli, Luigi, Derechos y garantas, la ley del ms dbil. Trotta, Madrid, Espaa, 1999.
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Santa Cruz, Mara Isabel, Notas sobre el concepto de igualdad. Isegora 6. 1992. Disponible en: http://isegoria.revistas.csic.es/index.php/isegoria/article/viewFile/329/330. Visitada: 19 julio 2009. Bareiro, Line, Marco de referencia y estrategia para la integracin de la perspectiva de gnero en el IIDH. Mdulo 2. IIDH, San Jos, Costa Rica, 2001. Disponible en: http:// www.iidh.ed.cr/comunidades/derechosmujer/ (Biblioteca digital-Publicaciones IIDH), al 21 de julio de 2009.
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A los efectos de la presente Convencin, la expresin discriminacin contra la mujer denotar toda distincin, exclusin a restriccin basada en el sexo que tenga por objeto o por resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio por la mujer, independientemente de su estado civil, sobre la base de la igualdad del hombre y la mujer, de los derechos humanos y las libertades fundamentales en las esferas poltica, econmica, social, cultural y civil o en cualquier otra esfera. Convencin CEDAW, artculo 1
No es casual entonces que en 1993, en el marco de la Conferencia Mundial sobre Derechos Humanos, la comunidad internacional sealara expresamente y por consenso que los derechos humanos de la mujer y la nia, son parte inalienable e indivisible de los derechos humanos universales y, que la plena participacin de las mujeres en condiciones de igualdad en la vida poltica, econmica, social y cultural y la erradicacin de todas las formas de discriminacin basadas en el sexo, son objetivos prioritarios.
Mndez, Juan y Pacheco, Gilda, El desarrollo de proyectos en derechos humanos con perspectiva de gnero. Ponencia presentada en el XVII Curso Interdisciplinario en Derechos Humanos, IIDH, 14 a 25 de junio de 1999, San Jos, Costa Rica.
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Siendo ellos: Pacto de Derechos Civiles y Polticos; Pacto de Derechos Econmicos, Sociales y Culturales; Convencin sobre la Eliminacin de Todas las Formas de Discriminacin Racial; Convencin sobre la Eliminacin de Todas las Formas de Discriminacin contra la Mujer; Convencin contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes; Convencin sobre los Derechos del Nio; Convencin sobre la Proteccin de los Derechos de los Trabajadores Migratorios y de sus Familias; y Convencin sobre los Derechos de las Personas con Discapacidades. Es importante tomar en cuenta, adems, que el Estatuto de Roma que crea la Corte Penal Internacional reconoce y tipica como parte de los crmenes de genocidio, lesa humanidad y de guerra, la violacin, esclavitud sexual, prostitucin forzada, esterilizacin forzada u otros abusos sexuales de gravedad comparable.
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10 Sen, Amartya, Inequality reexamined. Oxford, Oxford University Press, 1992. 11 Ver: Convencin Americana sobre Derechos Humanos, artculo 23; Declaracin Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, artculo XX; Pacto de Derechos Civiles y Polticos, artculo 25; Convencin sobre la Eliminacin de Todas las Formas de Discriminacin contra la Mujer, artculo 7. 12 Denicin XIX Curso Interdisciplinario de Derechos Humanos, IIDH, junio 2001, San Jos, Costa Rica. 13 Woldenberg, Jos y Becerra, Ricardo, Representacin poltica, en: Diccionario Electoral Tomo 2, Serie Elecciones y Democracia. IIDH, San Jos, Costa Rica, 2000.
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Las mujeres ejercen plenamente sus derechos polticos? Democracia y acciones armativas
Las mujeres no viven sus derechos polticos y ciudadana en condiciones de igualdad con respecto a los hombres. Sus mayores limitaciones se evidencian en el derecho a ser electas y a participar en los procesos de toma de decisiones en las estructuras de poder de la vida poltica y pblica
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Lara, Silvia, La participacin poltica de las mujeres en Costa Rica. Apuntes para la discusin, Foro de la Mujer. PRIEG-UCR, San Jos, Costa Rica, 21 de marzo de 1996.
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Ballington, Julie, Igualdad en la poltica: un estudio sobre mujeres y hombres en los Parlamentos, en: Reportes y documentos No. 54. Unin Interparlamentaria, 2008. Tambin: Unin Interparlamentaria, Women in National Parliaments, 2008, disponible en: http://www.ipu.org/wmn-e/world.htm al 22 de julio de 2009. Ver: Torres, Isabel, La aplicacin de la cuota mnima de participacin de las mujeres Ficcin o realidad? Un diagnstico para Costa Rica. Fundacin Arias para la Paz y el Progreso Humano, San Jos, Costa Rica, 2001. CEPAL, Sistemas electorales y representacin femenina en Amrica Latina, Serie Mujer y Desarrollo No. 54, 2004, disponible en: http://www.eclac.cl/publicaciones/UnidadMujer/7/LCL2077/lcl2077e. pdf al 21 de julio de 2009. CEPAL, El aporte de las mujeres a la igualdad en Amrica Latina y el Caribe, en: X Conferencia Regional sobre la Mujer de Amrica Latina y el Caribe, Quito /LC/L.2738 (CRM.10/3), agosto de 2007.
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Lo antes planteado es contradictorio con el ejercicio de los derechos humanos y particularmente con los derechos polticos y el ejercicio de la ciudadana, pero an ms, con la propia nocin de democracia. Esta es un sistema de gobierno y de convivencia donde tanto la voluntad como las necesidades de las personas, as como los benecios a que acceden, se consideran en un marco de igualdad. Siendo regla de la democracia la distribucin y reconocimiento de poderes, recursos y oportunidades para todos los seres humanos, su principal reto es la inclusin de todos los intereses sociales en los procesos de toma de decisin poltica, reconociendo su pluralidad, diversidad y autonoma17. Una democracia plenamente igualitaria no puede dejar de lado la participacin y representacin de los intereses y necesidades de la mitad de la poblacin. Considerando que los derechos polticos no se reducen al sufragio, la exclusin evidente en el ejercicio pleno y activo de la ciudadana por parte de las mujeres, requiere que ellas se encuentren en el mismo punto de partida que los hombres. Para ello, se hacen necesarias acciones tendientes a superar
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Soto, Clyde, Acciones positivas: formas de enfrentar la asimetra social, en: Bareiro, Line y Torres, Isabel (editoras y coordinadoras acadmicas), Igualdad para una democracia incluyente. IIDH, San Jos, Costa Rica, 2009.
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La Convencin tambin establece en su artculo 7, que los Estados Partes debern tomar las medidas apropiadas para garantizar a las mujeres en igualdad de condiciones con los hombres, el derecho a votar y ser elegibles, a participar en la formulacin y ejecucin de las polticas gubernamentales y a ocupar cargos pblicos. Ver tambin: Recomendacin General del Comit CEDAW No. 23, sobre vida poltica y pblica, y No. 25, sobre medidas especiales de carcter temporal. Adems: Observacin General del Comit de Derechos Humanos No. 28, sobre la igualdad de derechos de mujeres y hombres en el marco del Pacto de Derechos Civiles y Polticos. Corte Interamericana de Derechos Humanos, Condicin jurdica y derechos de los migrantes indocumentados, Opinin Consultiva OC-18/03 del 17 de septiembre de 2003; ver tambin: Propuesta de modicacin a la Constitucin Poltica de Costa Rica relacionada con la naturalizacin, Opinin Consultiva OC-4/84 del 19 de enero de 1984. Disponibles en: http://www.corteidh.or.cr, al 22 de julio 2009.
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En Amrica Latina, entre los aos 1991 a 2000, son 11 los pases que cuentan con cuotas en sus legislaciones electorales, siendo estos: Argentina, Bolivia, Brasil, Costa Rica, Ecuador, Honduras, Mxico, Per, Repblica Dominicana, Panam y Paraguay. A ellos hay que sumar a Uruguay, quien recientemente, en marzo de 2009, aprob las cuotas por ley; se trata de una cuota llamada de inicio, que se aplica solamente para las elecciones de decisin sobre candidaturas que los partidos polticos presentarn a elecciones. Venezuela no cuenta con cuotas consagradas por ley, aunque en el ao 2008, su organismo electoral ha dispuesto en la convocatoria a elecciones, que las listas, para ser inscritas, deben alternar un hombre y una mujer23.
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Ver: Soto, Clyde, Acciones positivas: formas de enfrentar la asimetra social,; y Torres, Isabel, La aplicacin de la cuota mnima de participacin de las mujeres Ficcin o realidad?... En el caso de Venezuela, aunque existi una ley que estableca cuotas femeninas, se aplic una sola vez en 1998 y en 2000 se declar inconstitucional; el 21 de julio de 2008, el Consejo Nacional Electoral emite la resolucin No. 080721-658, donde establece para las elecciones de los distritos metropolitanos de Caracas y Alto Apure, en noviembre de 2008,
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Pases
Argentina Costa Rica Per Ecuador Honduras Mxico Bolivia Panam Paraguay Brasil Repblica Dominicana Totales (promedio)
La experiencia latinoamericana en la implementacin del mecanismo de cuotas, nos brinda algunas lecciones aprendidas: Las disposiciones sobre las cuotas deben estar incorporadas en la legislacin electoral. Si bien en Costa Rica y Honduras se establecan
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que las candidaturas debern tener una composicin paritaria y alterna de 50% para cada sexo. En Colombia, la legislacin existente se declar inconstitucional en el 2001 y en 2002 se promulg una nueva ley que estipul un 30% de mujeres para cargos en la administracin pblica y judiciales, pero no incluye los cargos electivos legislativos. Tomado de: Lubertino, Mara Jos, Las leyes de cuotas en la experiencia latinoamericana, en: Bareiro, Line y Torres, Isabel (editoras y coordinadoras acadmicas). Igualdad para una democracia incluyente... La autora seala como fuentes: La informacin sobre representacin de mujeres en el ao anterior a la regulacin de cuotas en los pases corresponde a Daniel Zovatto, Regulacin de los partidos polticos en Amrica Latina. Lectura regional comparada, 2006. Para la informacin sobre los datos estadsticos del ao 2008 ver: Unin Interparlamentaria, Mujeres en la Poltica 2008, informacin al 1 de enero de 2008, publicada en http://www.ipu.org/pdf/publications/wmnmap08_sp.pdf.
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Bareiro, Line, Conferencia Paridad y evaluacin de las cuotas de participacin poltica de las mujeres, presentada en la X Conferencia Regional sobre la Mujer de Amrica Latina y el Caribe. Quito, Ecuador, 8 de agosto de 2007. Soto, Lilian, Cuotas y sistema electoral en Amrica Latina, en: Bareiro, Line e Isabel Torres (editoras y coordinadoras acadmicas). Igualdad para una democracia incluyente...
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Interesa sealar, por otra parte, que muchos partidos polticos establecen en sus estatutos o reglamentos internos, la capacitacin y formacin poltica de sus integrantes; en algunos casos, contemplan porcentajes especcos para esos nes, de los fondos asignados por el Estado para las contiendas electorales. La prctica ha demostrado que esta accin no es una prioridad y cuando se realiza, no se incluye de manera representativa a las mujeres. El establecimiento de un porcentaje especco para la capacitacin, formacin y organizacin poltica de las mujeres, sigue siendo un aspecto pendiente de denicin y tambin objeto de frecuente debate. En todo caso, la realidad muestra que, el que las mujeres de los partidos no tengan certeza de cules son los recursos nancieros de que pueden disponer, limita su acceso a los mismos y las posibilidades de realizar las actividades de promocin necesarias para incrementar su liderazgo y formacin. Es importante destacar el papel fundamental que los organismos electorales tienen en materia de derechos polticos, considerando sus atribuciones en la regulacin de procesos electorales transparentes y conables, capaces por ello de sustentar la convivencia democrtica. Su actuacin es imprescindible para la garanta de los derechos polticos de las mujeres en condiciones de igualdad y no discriminacin, as como para la adecuada implementacin de las cuotas. Puede armarse que los elementos necesarios para que las cuotas propicien los resultados esperados, tienen que ver con: la vigencia del Estado de Derecho; la ciudadana activa de las mujeres; una opinin pblica favorable a la inclusin de las mujeres en la representacin; y los mecanismos adecuados al sistema electoral27.
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Bareiro, Line y Torres, Isabel. Participacin poltica igualitaria de las mujeres: deber ser de la democracia, en: Bareiro, Line y Torres, Isabel (editoras y coordinadoras acadmicas). Igualdad para una democracia incluyente...
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Ibdem.
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Ileana Arduino
Comentario sobre algunos aspectos de la nueva Ley contra la Violencia Sexual, Explotacin y Trata de Personas (Decreto 9-2009)
Resea biogrca
Abogada con orientacin en derecho penal. Integrante del equipo de INECIP, Argentina entre 1997 y 2006. A la fecha es Directora Nacional de Derechos Humanos del Ministerio de Defensa de la Nacin.
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Introduccin
El presente artculo se ocupa del anlisis de algunas de las modicaciones que introdujo al Cdigo Penal el Decreto 9-2009, considerando especcamente el marco normativo y doctrinario del derecho internacional de los derechos humanos, en particular en lo que se reere a cuestiones de gnero y la relacin de esta reforma legislativa con las obligaciones internacionalmente asumidas por el Estado. Luego, se analizan crticamente los tipos penales seleccionados con el objetivo de identicar en qu medida stos constituyen avances del programa normativo propio de un Estado democrtico de derecho sensible a las necesidades especcas de las mujeres, dando cuenta de los riesgos que implica la adopcin de algunas frmulas normativas que, so pretexto, de promoverse como respuestas a demandas legtimas de freno a la impunidad que existe en relaciones con las distintas formas de violencia de gnero, terminan por recurrir a formulaciones que ponen en cuestin el sistema de derechos y garantas del sistema penal. El trabajo est organizado de la siguiente manera: un primer apartado en el que se procura exponer el marco normativo internacional y las interpretaciones ms relevantes que de ste han hecho los rganos de aplicacin; un segundo que especica algunos conceptos polticocriminales considerados al momento de analizar las normas penales. Luego, se avanza en la consideracin de algunos tipos penales que por la entidad de sus modicaciones o el carcter novedoso de su incorporacin se han vuelto objeto prioritario de anlisis y, sobre todo, porque dan cuenta de regulaciones que responden a necesidades especcas en trminos de violencia de gnero.
Elaborado por Ileana Arduino, con la colaboracin tcnica y de redaccin de Gonzalo Bueno en todo lo referido a trata y explotacin sexual.
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Tal era el caso en Guatemala con anterioridad a la presente reforma. Acceso para las mujeres vctimas de violencia en las Amricas, OEA/ser.L/V/II.Doc.68, 20 de enero de 2007, original: espaol, apartado 15 del resumen ejecutivo, Pg. XI. A los efectos de aligerar la lectura se sistematizan aqu las normas de la Convencin de Belm Do Par, las cuales se encuentran rearmadas por instrumentos internacionales de proteccin de los derechos humanos, tales como: Declaracin de las Naciones Unidas sobre todas las formas de violencia contra la mujer, Resolucin 48/104 del 20 de diciembre de 1993, A/RES/48/104, 23 de febrero de 1994, Declaracin de Beijing y Plataforma de accin, IV Conferencia Mundial de la Mujer, 15 de septiembre de 1995, Recomendacin General 19, La violencia contra la mujer, Comit para la Eliminacin de la Discriminacin contra la Mujer, U.N. Doc. HRI/GEN/1/Rev. 1 (1994), entre otras, ver Acceso para las mujeres a la justicia, Op. cit., Pg. 21 y siguientes.
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Este conjunto de obligaciones se complementa con algunas deniciones que orientan respecto de su sentido y alcance. Por su mayor especicidad, conviene detenerse entonces en la Convencin de Belm Do Par, puesto que resulta de particular importancia a los efectos del anlisis de la presente ley que la misma reconoce un vnculo crucial entre el derecho a ser libre de discriminacin y la proteccin de otros derechos fundamentales, especcamente del derecho a ser libre de violencia por razones de gnero6. A ello se suma la denicin basta de violencia contra las mujeres que ese mismo instrumento nos provee en su artculo 2: Se entender que violencia contra la mujer incluye la violencia fsica, sexual y psicolgica: a) que tenga lugar dentro de la familia o unidad domstica o en cualquier otra relacin
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II. Principales ejes del debate en materia de derecho penal, violencia sexual y gnero La compatibilidad con garantas bsicas del sistema penal en un Estado Democrtico de Derecho
Las conductas contempladas en la forma en que corrientemente e histricamente lo han hecho y lo hacen los cdigos penales, cuando se trata de delitos sexuales, resultan muchas veces en normas objetables porque estereotipan, reivindican el esquema de subordinacin (culturalmente construido e ideolgica y polticamente sostenido) de varones sobre mujeres y dejan en situacin de desproteccin a las mujeres, revictimizndolas cuando la maquinaria jurdico-penal pone contenido mediante su actuacin al potencial misgino que esas concepciones penales encierran. Sin embargo, es frecuente que las reformas penales, lejos de resolver adecuadamente la consideracin de los hechos de violencia sexual, desde un punto de vista punitivo que sea capaz de contemplar con la relevancia suciente la violencia de gnero sin comprometer las exigencias propias del Estado democrtico de derecho y el sistema de garantas en l vigente, terminan comprometiendo seriamente ese sistema, particularmente en materia de legalidad, lesividad y proporcionalidad, sin responder con ello al fenmeno de impunidad que sustenta demandas legtimas de cambio. Por 119
Bovino, Alberto, Delitos sexuales y justicia penal, publicado en Las trampas del poder punitivo. El gnero del derecho penal, Hayde Birgin, Comp. Editorial Biblos, Buenos Aires, Argentina, 2000, Pgs. 227-228.
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La compatibilidad entre un programa reductor de la violencia punitiva y el desarrollo de normas penales en materia de violencia sexual
En el mbito criminolgico ha ocupado una creciente atencin y constantes reediciones el debate no saldado entre criminologa crtica y feminismo. Este documento trata de una reforma legal al Cdigo Penal y no va ocuparse aqu de introducir crticas desde una perspectiva abolicionista que siempre implicara deslegitimar el recurso al sistema penal, incluso cuando no necesariamente impliquen el rechazo a toda forma de respuesta sancionatoria. Sin duda la opcin por la respuesta punitiva forma parte de las demandas de vastos sectores que reivindican los derechos de las mujeres y que incluso sin desconocer las formas de opresin que implica el sistema penal, entienden que resulta un recurso til bajo la lgica del derecho penal mnimo garantista como mecanismo de respuesta a los conictos que representan las distintas formas de violencia sexual sesgada por razones de gnero, universalmente indiscutible, puesto que nadie puede negar que las vctimas son, en abrumadora cantidad, mujeres y nias. Se ha resumido esta posicin de la siguiente manera: Una de las exponentes principales de esta posicin ha sido Gerlinda Smaus, quien analiz la relacin entre el feminismo y el abolicionismo, y resalt la contradiccin entre ambas estrategias. Smaus arma que los abolicionistas se preocupan por evitar los problemas que el derecho penal crea para los imputados, mientras que las feministas se preocupan por la violencia a la que son sometidas las mujeres por el sexo masculino. Reivindica el uso del derecho penal como un mecanismo para dar a conocer y problematizar la cuestin de la violencia contra las mujeres, an a costa de los efectos secundarios de la aplicacin del derecho penal () El poder masculino se asegura en gran medida por medio de la violencia fsica y, por lo tanto, evitar recurrir al derecho penal estabiliza relaciones de poder y corresponde a normas informales de tratamiento desigual8.
Smaus Gerlinda citada por Rodrguez, M. en Las trampas del poder punitivo. El gnero del derecho penal, Hayde Birgin, Comp. Editorial Biblos, Buenos Aires, Argentina, 2000, Pg. 143.
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III. Algunas de las reformas introducidas por el Decreto 9-2009 a) La regulacin de la violacin, el estupro y las agresiones sexuales (Artculos 173 y 173 bis)
Es desde las consideraciones previas que se analizan en lo que sigue las guras penales contenidas en los actuales artculos 173 y 173 bis, con referencia a las modicaciones introducidas respecto del texto anterior sealando los aspectos destacables y reprochables de la tcnica normativa empleada. El tipo bsico, contenido en el Artculo 173 establece que: Quien, con violencia fsica o psicolgica, tenga acceso carnal va vaginal, anal o bucal
9 Baratta, Alessandro, El paradigma del gnero. De la cuestin criminal a la cuestin humana, publicado en Las trampas del poder punitivo. El gnero del derecho penal, Op. cit., Pg. 67. Zaffaroni, Ral E. El discurso feminista y el poder punitivo, Op. cit., Pg. 36.
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CF. Chejter, Silvia y Rodrguez, Marcela, Ley 25.087, Reforma del Cdigo Penal en lo relativo a los hoy llamados delitos contra la integridad sexual, publicacin de CECYM, Centro de Encuentros Cultura y Mujer y del Centro Municipal de la Mujer del Municipio de Vicente Lpez, 1999, Pg. 8.
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Ensea Elena Larrauri, sobre el caso espaol: Que el derecho penal parta de una determinada imagen de la mujer parece claro si uno piensa en la regulacin de diversos delitos. As, por ejemplo, la violacin no estaba castigada en Espaa si el sujeto activo era una mujer () Ello es debido a la concepcin de la sexualidad de la mujer como una cosa pasiva, en Gnero y Derecho Penal, conferencia dictada en el marco del seminario Violencia contra las mujeres, derecho penal y polticas pblicas, realizado los das 26 y 27 de septiembre de 2002, organizado por el Colegio de Abogados de Costa Rica, mimeo. Tal era el caso de la normativa argentina con anterioridad a la reforma legislativa del ao 1999. Se ha dicho para el sistema britnico que El desplazamiento hacia la falta de consentimiento tambin ha trado como consecuencia, en el plano jurisprudencial, el hacer prcticamente indispensable, de cara a la condena del acusado, la corroboracin del testimonio de la vctima con otros elementos de prueba, y por tanto el ataque contra la credibilidad de la vctima misma por parte de los abogados de la defensa, un ataque que se ha intentado limitar infructuosamente con normas que limitan la libertad de la defensa de hacer preguntas (), Pitch Tamar, Un derecho para dos. La construccin jurdica de gnero, sexo y sexualidad, Editorial Trotta, Madrid Espaa, 2003, Pg. 219.
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Con la aclaracin pertinente de que en este caso, desde la perspectiva de una adecuada vigencia del principio de in dubio pro reo, la sola acreditacin de un estado de duda respecto de la entidad de la resistencia deba operar a favor del imputado. Ello debe considerarse no asiladamente sino en el contexto de una cultura jurdica y judicial que adhiere, fomenta y reproduce estereotipos de gnero propios de una cultura misgina y patriarcal. Al respecto, puede verse el extenso Informe CEJA donde se consigna que en Guatemala durante el ao 2002 slo el 0.33% de los casos iniciados por delitos sexuales llegaron a juicio oral. Ver Violencia contra las mujeres: Tratamiento por parte de la justicia penal de Guatemala, elaborado por Kenia Herrera y Andrea Dez, citado por Acceso a la justicia para las mujeres vctimas, Op. cit., Pg. 8, nota al pie nro, 26. La inuencia de los patrones socioculturales discriminatorios puede dar como resultado una descalicacin de la credibilidad de la vctima durante el proceso penal en casos de violencia y una asuncin tcita de responsabilidad de ella por los hechos, ya sea por su forma de vestir, por su ocupacin laboral, conducta sexual, relacin o parentesco con el agresor, lo cual se traduce en inaccin por parte de los scales, policas y jueces ante denuncias de hechos violentos. Esta inuencia tambin puede afectar en forma negativa la investigacin de los casos y la valoracin de la prueba subsiguiente, que puede verse marcada por nociones estereotipadas sobre cul debe ser el comportamiento de las mujeres en sus relaciones interpersonales, Prrafo 155, Informe de Relatora de CIDH. Naciones Unidas, Corte Penal Internacional, Las reglas de procedimiento y prueba, U.N. Doc. PCNICC/2000/1/Add.1 (2000).
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En el mismo sentido, ver Posicin de Cladem Argentina frente al Anteproyecto de Ley de Reforma y Actualizacin del Cdigo Penal, disponible en www.cladem.org/espanol/ nacionales/Argentina/posicionproyecto leyreforma.asp Las negrillas me pertenecen, ver International Criminal Court Elements Of Crimes, U.N. Doc. PCNICC/2000/1/Add.2 (2000). Respecto de las categoras de violencia y amenaza si bien se ha advertido como un riesgo que la praxis jurisprudencial ha contribuido a hacer ambiguo e impreciso el signicado de los dos trminos, hasta el punto que no proporcionan garantas para el imputado y no sirve para impedir un proceso a la vctima, pareciera rescatarse estas formulaciones cuando se agrega que el desplazamiento del discurso desde el desarrollo de la accin del culpable a la voluntad de la vctima, sin embargo, no elimina, al contrario acenta, ese riesgo de un proceso a la propia vctima en Pitch Tamar, Op. cit., Pg. 214.
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Conf. Reforma Ley 25087 de delitos sexuales para la Repblica Argentina. Acceso a la justicia para las mujeres vctimas, Op. cit., Apartado 221, Pg. 94. Rodrguez, Alexander, Anlisis crtico de la ley contra la explotacin sexual en personas menores de edad, publicado en Medicina Legal. Costa Rica, V. 19. Heredia Mar, 2002, Pg. 2.
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Rodrguez, Marcela, Algunas consideraciones sobre los delitos contra la integridad sexual de las personas, en Las trampas del poder punitivo. El gnero del derecho penal, Hayde Birgin Comp. Editorial Biblos, Buenos Aires, Argentina, 2000 P. 256. Para una opinin en contra, ver Muoz Conde, Francisco, para quien la incorporacin del acceso carnal por va bucal () hara correr el riesgo de perder las diferencias valorativas entre la violacin y otras agresiones sexuales menos graves citado por Mavila Len, R. Op. cit., Pg. 3 Romil, Juan Carlos, en Ley 25.087/99. Modicacin de los delitos sexuales, en Psiquiatra Forense Sexologa Praxis 12, citado por Martn, Adrin, Poder punitivo, discurso de gnero y Ley 25.087 en su interpretacin judicial, en Derecho Penal On line, Revista Electrnica de doctrina y Jurisprudencia en lnea, Ao 2008, mes 12, citado el 1.10.09, Pg. 14. Fernndez, A. Op. cit., Pg. 2.
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actos sexuales que se han hecho objeciones puesto que () Desde una ptica garantista esta ley es todava peor () La discrecionalidad del juez es mucho ms amplia, siendo la tipicacin del crimen todo menos precisa y taxativa () En realidad el juez tendr que decidir tambin respecto de la concrecin del delito. Qu se entiende, de hecho, por actos sexuales, Pitch, Tamar, Op. cit., Pg. 196, nota 13. Aqu se agrega la dicultad de que se trata de actos con nalidad sexual o ertica, lo cual desplaza completamente la cuestin a la subjetividad (dolo) del agresor. Rodrguez, A. Op. cit., Pg. 5. Fernndez Cruz, Jos Angel, Los delitos de violacin y estupro del Artculo 365 bis del Cdigo Penal: una racionalizacin desde el mandato de lex stricta y el principio de lesividad. Especial referencia a la introduccin de dedos u otras partes del cuerpo, publicado en Revista Ius et Praxis, Ao 13 Nro. 2, Pg. 125, disponible en Ius et Praxis [online]. 2007, Vol.13, n.2 [citado 2009-10-13], pp. 105-135.
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El artculo 213 tipica como delito la mera induccin a la prostitucin y el 214 el constreimiento a cualquier persona al comercio carnal o a la prostitucin.
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En el universo del proxenetismo donde impera una multiplicidad de relaciones ms o menos complejas entre proxenetas y las personas explotadas probar el nimo de lucro puede encontrar ciertos obstculos serios. Basta sealar aquellos casos donde los proxenetas construyen relaciones afectivas con las mujeres explotadas en los cuales el componente subjetivo del nimo de lucro puede resultar extremadamente difcil de demostrar. El artculo 126 del Cdigo Penal de Argentina establece que: Ser reprimido con reclusin o prisin de cuatro a diez aos, el que con nimo de lucro o para satisfacer deseos ajenos promoviere o facilitare la prostitucin de mayores de dieciocho aos de edad mediando engao, abuso de una relacin de dependencia o de poder, violencia, amenaza o cualquier otro medio de intimidacin o coercin.
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El artculo 2 de la ley 26.364 de Argentina establece: Trata de mayores de DIECIOCHO (18) aos. Se entiende por trata de mayores la captacin, el transporte y/o traslado ya sea dentro del pas, desde o hacia el exterior, la acogida o la recepcin de personas mayores de DIECIOCHO (18) aos de edad, con nes de explotacin, cuando mediare engao, fraude, violencia, amenaza o cualquier medio de intimidacin o coercin, abuso de autoridad o de una situacin de vulnerabilidad, concesin o recepcin de pagos o benecios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre la vctima, aun cuando existiere asentimiento de sta. El artculo 5 de la Ley para Prevenir la Trata de Personas de Mxico establece: Comete el delito de trata de personas quien promueva, solicite, ofrezca, facilite, consiga, traslade, entregue o reciba, para s o para un tercero, a una persona, por medio de la violencia fsica o moral, engao o el abuso de poder para someterla a explotacin sexual, trabajos o servicios forzados, esclavitud o prcticas anlogas a la esclavitud, servidumbre, o a la extirpacin de un rgano, tejido o sus componentes.
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El artculo 12 del Protocolo Para Prevenir, Reprimir y Sancionar la Trata de Personas, especialmente Mujeres y Nios, que complementa la Convencin de las Naciones Unidas Contra la Delincuencia Organizada Transnacional establece que: Cada Estado Parte adoptar, con los medios de que disponga, las medidas que se requieran para: a) Garantizar la necesaria calidad de los documentos de viaje o de identidad que expida a n de que stos no puedan con facilidad utilizarse indebidamente ni falsicarse o alterarse, reproducirse o expedirse de forma ilcita; y b) Garantizar la integridad y la seguridad de los documentos de viaje o de identidad que expida o que se expidan en su nombre e impedir la creacin, expedicin y utilizacin ilcitas de dichos documentos.
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Segn el artculo 7(2), en la aplicacin de lo dispuesto por el artculo 7(1) Guatemala debe dar debidas consideraciones a factores humanitarios y personales.
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Victims of Trafcking and Violence Protection Act of 2000. Versin en soporte digital http://www.state.gov/g/tip/laws/61124.htm. Victims of Trafcking and Violence Protection Act of 2000, Seccin 103(8)(A) y Seccin 103(8)(B).
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Datos biogrcos
Licenciada en Ciencias Jurdicas y Sociales; Doctora en Derecho Penal y Derechos Humanos; Coordinadora de la Maestra en Derecho Penal de la Universidad Rafael Landvar; Socia fundadora del Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales de Guatemala.
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El Cdigo Penal vigente regula en el Libro II, Ttulo III los delitos Contra la Libertad e Indemnidad Sexual de las Personas. Bajo dicho ttulo se regulan los delitos de violacin, agresin sexual, exhibicionismo sexual, ingreso a espectculos y distribucin de material pornogrco a personas menores de edad, violacin a la intimidad sexual, promocin, facilitacin o favorecimiento de prostitucin, actividades sexuales remuneradas con personas menores de edad, remuneracin por la promocin, exhibiciones obscenas, comercializacin o difusin de pornografa de personas menores de edad, posesin de material pornogrco de personas menores de edad y utilizacin de actividades tursticas para la explotacin sexual comercial de personas menores de edad. La nueva nominacin del Ttulo III, ha supuesto un avance respecto de la redaccin original del Cdigo Penal de 1973, que inclua como bien jurdico protegido el pudor1 y a la del Cdigo Penal de 1935 y sus predecesores, que consideraban que el bien jurdico protegido era la honestidad, como sinnimo de vida arreglada en el aspecto sexual2 y no la libertad sexual. En la regulacin original del Cdigo Penal, la referencia al pudor como bien jurdico protegido y otras expresiones vertidas en la exposicin de motivos o contempladas en la redaccin de las guras delictivas, indicaban que exista en los legisladores una mayor preocupacin por continuar resguardando la honestidad o la moral sexual que por una adecuada
1 De acuerdo con el Diccionario de la Real Academia pudor signica honestidad, modestia o recato. Existen diversos riesgos de constituir al pudor como bien jurdico penalmente protegido, uno de ellos es que permite interpretar que hay mujeres que por impuras o deshonestas no merecen la proteccin del derecho penal. Como expone Gladys Acosta: El enfoque patriarcal ligado a las buenas costumbres, honestidad y el pudor le exige a la mujer determinadas virtudes en funcin de su estado civil, y la toma como objeto, no como titular de bienes jurdicos protegidos, . Hay una gradacin en la valoracin de las mujeres cuando se trata de pudor,: primero las nias, luego las adolescentes, luego la mujer casada seguida de la mujer honesta y de buena fama (se entiende por soltera y virgen), la mujer desorada anteriormente y por ltimo la prostituta, cualquiera que fuese su edad. Muchos de estos criterios no guran en los cdigos pero s en la mentalidad judicial para interpretar las normas. Gladis Acosta Vargas. La mujer en los cdigos penales de Amrica Latina y el Caribe hispano. Quito, UNIFEM-UNICEF, 1996. Pgs. 646 y 647. Guillermo Alfonso Monzn Paz. Introduccin al derecho penal guatemalteco. Parte especial. Guatemala, Impresiones Garbosa, USAC, 1980. Pg. 49.
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requiere dolo directo . Segn la CC, la instrumentacin de esa gura siembra un grave desprestigio en la magistratura, que queda ante la opinin general vinculada como a un moralismo extrao a cualquier sociedad moderna, pero tambin pone en grave riesgo a la prensa, que opta por autocensurarse... (Exp. 1021-2002) Mediante declaratoria de Inconstitucionalidad General Parcial del Art. 200 del Cdigo Penal contenida en el Expediente. 2818-2005 de la Corte de Constitucionalidad, sentencia de fecha 17-03-06,
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El trmino intangibilidad fue creado por la doctrina italiana e incorporado a la doctrina espaola, se reere a que la persona por su corta edad o por otras circunstancias en ningn caso puede ejercer la libertad sexual, es decir, existe una prohibicin absoluta. Jos L. Dez Ripolls y Carlos M. Romeo Casabona (Coord). Comentarios al Cdigo Penal. Parte Especial II. Op. Cit. Pg. 234. De acuerdo con Carmona Salgado se protegera el derecho a no sufrir injerencias en el proceso de formacin adecuada de la personalidad. Carmona Salgado, en Cobo del Rosal (dir) Curso de Derecho Penal Espaol, Parte Especial, I, Madrid, Marcial Pons, 2000. Pgs. 338 y 341. 12 Se presume que siempre se comete el delito de violacin si la persona es menor de 14 aos. Ver, Justo Solrzano. La Ley de Proteccin Integral de la Niez y Adolescencia. Una aproximacin a sus principios, Derechos y Garantas. Guatemala, UNICEF-OJ, 2004. Pg. 18.
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Se entiende por parentesco dentro de los grados de ley de acuerdo a la legislacin guatemalteca el cuarto grado de consanguinidad y el segundo grado de anidad. Arts. 190 al 193 del Cdigo Civil. Ver, Hilda Morales Trujillo, Mara Del Rosario Velsquez Jurez. El Derecho Penal en Guatemala. Una deuda pendiente. Luisa Cabal y Cristina Motta (COMP), Ms All del Derecho, Justicia y Gnero en Amrica Latina. Bogot, Siglo del hombre editores, 2006. Pg. 322.
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Investigaciones realizadas por el Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales de Guatemala desde el 2005 han documentado esta situacin. Cfr. Cifras de Impunidad en el crimen policial contra mujeres. Guatemala, ICCPG, 2005. En primera instancia se le conden a veinte aos, en segunda instancia se revis la sentencia y se le conden a diez aos, ya que no se consider la calicacin como violacin agravada, a pesar de que en el hecho haban participado dos personas y se haba causado grave dao a la vctima, en casacin se le conden de nuevo a veinte aos. Sentencia de la Corte Suprema de Justicia de fecha siete de octubre de 2009.
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Jos L. Dez Ripolls y Carlos M. Romeo Casabona (Coord). Comentarios al Cdigo Penal. Parte Especial II. Op. cit., Pg. 281. Francisco Muoz Conde. Derecho Penal, Parte Especial. Op. cit., Pg. 217.
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Jos L. Dez Ripolls y Carlos M. Romeo Casabona (Coord). Comentarios al Cdigo Penal. Parte Especial II. Valencia, Tirant lo Blanch, 2004. Pg. 484. Sentencia del 25 de noviembre de 2006.
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3.
En cuanto a la parte subjetiva del tipo penal, se trata nicamente de conductas dolosas. Algunos autores exigen un elemento subjetivo adicional al dolo, que sera la intencin de involucrar a otra persona en un contexto sexual. 165
3. Agresin sexual
Las recientes modicaciones tipican el delito de agresin sexual, como Quien con violencia fsica o sicolgica, realice actos con nes sexuales o erticos a otra persona, al agresor o a s misma, siempre que no constituya delito de violacin ser sancionado con prisin de cinco a ocho aos. Siempre se comete este delito cuando la vctima sea una persona menor de catorce aos o cuando sea una persona con incapacidad volitiva o cognitiva, aun cuando no medie violencia fsica o sicolgica. La inclusin de esta gura delictiva en principio ha sido un acierto, ya que la anterior regulacin se encontraba sumamente centrada en la sexualidad genital, que no sancionaba conductas sexuales en contra la voluntad de la persona, distintas a la penetracin23. Sin embargo, posee problemas graves de redaccin, ya que en uno de los supuestos tpicos no hay sujeto pasivo: Quien con violencia fsica o sicolgica, realice actos con nes sexuales o erticos al agresor o a s misma. Elemento indispensable en delitos contra la libertad sexual. Sujeto activo y pasivo, al igual que en el delito de violacin, puede ser cualquier persona, independientemente de su sexo, orientacin sexual, estado civil o actividad. Tambin en este delito se agravar la pena si concurren dos o ms personas o si el autor es pariente de la vctima, responsable de su educacin, guarda, custodia, cuidado, tutela, sea el cnyuge, ex cnyuge, conviviente o ex conviviente de la vctima o fuere
23 El antiguo delito de abusos deshonestos, se refera a actos sexuales distintos del acceso carnal, entendiendo por ste nicamente la penetracin pene-vagina.
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Jos L. Dez Ripolls y Carlos M. Romeo Casabona (Coord). Comentarios al Cdigo Penal. Parte Especial II. Op. cit. Pg. 484.
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A manera de conclusiones
La aprobacin del decreto 9- 2009 Ley contra la violencia sexual, explotacin y trata de personas, en principio, ha sido un avance en la proteccin del bien jurdico libertad sexual. Sin embargo, la nueva legislacin aun presenta fallas legislativas que se expresan en lagunas y contradicciones que debern superarse a partir de una nueva modicacin al Cdigo Penal o de una adecuada interpretacin jurisprudencial. La ms grave de estas fallas es la nueva denicin de la violencia. Esta es confusa y redundante. Incluye descripciones innecesarias y deja por fuera elementos que habra sido importante considerar, como aquellos supuestos en los cuales existe un contexto coercitivo que coloca a las vctimas en una situacin similar a la regulada en la anterior legislacin como incapacitada para resistir. Sin embargo, esperamos que esta nueva legislacin se traduzca en una mayor y mejor proteccin a las personas que sufren violencia sexual y en una manera de expulsar tanto de las normas como de los fallos los sesgos sexistas que aun persisten en nuestro sistema jurdico. 168
Leonor Malaver
La universalizacin de la mujer: Tres enfoques de la alteridad
Resea biogrca
Economista del Desarrollo, investigadora de la Fundacin de Investigacin Social y Econmica Latinoamericana (LASO) de Amsterdam. Autora de varios libros y numerosos artculos sobre Globalizacin, Cohesin Social, Relaciones Internacionales y Problemas del Desarrollo.
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La Identidad, el concepto del Yo, se deriva del concepto sobre el otro, con base a lo que lo hace diferente.
Introduccin
El objetivo del presente artculo es dar una visin sobre el signicado de las concepciones acerca de mujer, gnero y feminismo, historizadas para el contexto cultural europeo, el latinoamericano y el mundo islmico; tres universos culturales entrelazados por los fenmenos globalizadores y la migracin internacional. Quiero mirar la construccin de la identidad y el cambio de roles de gnero, que acompaan los procesos de transformacin que se suceden en cada caso. Tomar rasgos de sus inuencias mutuas, hacia afuera y hacia adentro de la persona: la mujer-en s o ella-para s. Una no nace, sino que se convierte en mujer, como dice Simone de Beauvoir, pero lo puede hacer de distinta manera. Veremos que a travs de su historia, la tradicin europea, el feminismo latinoamericano y las sociedades islmicas, acentuaron distintos rdenes clave, que pueden residir en planos simblicos, econmicos o corporales que afectan de diferente manera la condicin de mujer o de hombre. Son grandes campos culturales que condicionan de distinta manera las relaciones humanas y particularmente las relaciones de gnero. En la conceptualizacin posmodernista, la globalizacin aparece como un ente totalizador y a la vez fraccionado, que confunde el rol de los individuos. La migracin (forzada o no, nacional o internacional) constituye hoy por hoy, un poderoso motor en estos procesos de cambio de identidades y perspectivas.
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El feminismo latinoamericano
Las corrientes feministas en Amrica Latina se desarrollaron en diferentes ritmos, desde la dcada de los 70, de manera paralela a la expansin de amplios y variados movimientos populares de mujeres. En numerosas formas, las mujeres comenzaban a entender su situacin de subordinacin y exclusin, a organizarse y actuar. Dentro de esa diversidad, podemos distinguir algunas vertientes bsicas en donde las mujeres construyeron sus identidades, intereses y propuestas. Las feministas propiamente dichas cuestionaban su ubicacin en los cdigos sexuales y sociales, luchando por cambiar las condiciones de exclusin y subordinacin de las mujeres en lo pblico y en lo privado. Las mujeres urbano populares iniciaron su actuacin en el espacio pblico, politizando sus roles tradicionales, confrontados con la crisis y pobreza generada por el modelo desigual de desarrollo. Y las mujeres con participacin poltica formal, como en partidos o sindicatos, comenzaron un proceso de cuestionamiento y organizacin autnoma a lo interno de estos espacios de tradicional legitimidad masculina. De estas inuencias iniciales, los feminismos mantuvieron una perspectiva subversiva, de transformacin de largo plazo, y un compromiso por unir las luchas de las mujeres con las transformaciones de la sociedad y la poltica. La bsqueda de un discurso propio se expresaba en el contenido de sus luchas, en las articulaciones con los movimientos de mujeres populares, y en la creciente produccin de conocimientos desde la experiencia personal y colectiva. Conuyeron, desde una identidad feminista dos dinmicas diferenciadas: la de profesionales en los temas de las mujeres y las de militantes de un movimiento en formacin. Ambas dinmicas dieron origen a colectivos, de redes, a fechas, encuentros regionales, calendarios feministas, rituales, simbologas y subjetividades, compartidos crecientemente por el conjunto de los feminismos de la regin. La incidencia acadmica de los estudios de gnero y estudios feministas, se nutrieron de las estrategias feministas para desarrollar nuevas cosmovisiones que, ms que aadir la problemtica de las mujeres a los campos tradicionales de pensamiento, comienza a deconstruir y reconstruir el campo de conocimiento desde una perspectiva feminista (Feijoo,1996:229). 176
El feminismo islmico
Islam es una palabra rabe que signica sumisin, y en el contexto religioso, debe entenderse como sumisin a la voluntad de Dios (Al). El Islam, credo monotesta heredero de la tradicin judeocristiana, surge en la Pennsula Arbiga, en el siglo VII segn la era cristiana, a partir de la prdica de Mahoma. Quien se considera el mensajero de Al y el ms importante de 26 profetas, entre los que tambin cuentan a Moiss y Jess. En el libro sagrado, El Corn, Al revela a Mahoma cmo deben vivir los hombres. Los Cinco Pilares del Islam son: el credo, la oracin, la caridad, el ayuno y la peregrinacin. El islam no slo organiza y ordena lo espiritual y religioso, sino tambin lo poltico, lo social e incluso lo econmico. Por eso la identicacin de religin y poder ha quedado inscrita indeleblemente en la memoria de los musulmanes. Pero islam e islamismo no son exactamente la misma cosa. El llamado islamismo, tambin conocido como fundamentalismo o integrismo, es la politizacin, a veces distorsionada y fantica, del islam. El debate entre el mundo occidental y el musulmn ha existido desde los orgenes del islam, atrayndose y repelindose segn las circunstancias histricas. El islamismo es una doctrina que demanda la adhesin total de los humanos a la ley sagrada y rechaza cualquier inuencia exterior. Est imbuido de una profunda hostilidad hacia los no musulmanes y, muy especialmente, hacia el mundo occidental. Trata, en denitiva, de convertir el Islam, una religin y una cultura, en una ideologa poltico-religiosa. Como ideologa poltica el islamismo busca controlar el poder del Estado para establecer sus polticas totalitarias. En ese sentido, es una ideologa del siglo XX que ofrece un proyecto utpico para construir un nuevo Estado, una nueva sociedad, un nuevo ser humano. As, el islamismo es muy diferente del Islam tradicional. Es una ideologa surgida en el siglo XX y que responde a problemas de una sociedad urbana 181
particularmente el de India y Pakistn: Dos cosas surgan de una franca discusin con jvenes hombres musulmanes: primero, su obsesin con el problema de la virginidad pre-nupcial y la delidad subsiguiente; segundo, la segregacin de las mujeres o purda, que por una parte diculta las intrigas amorosas, pero por otra, crea un mundo separado solamente de ellas, cuyas complejidades slo ellas conocen. Los hombres que saben colarse a los harenes, vigilan de cerca el suyo propio cuando estn casados... El sentido islmico de la fraternidad (la umma o comunidad de los eles) tiene una base religiosa y cultural, no social ni econmica... El deseo de ser indistinguibles entre s, se acompaa por el deseo de ser conspicuos como grupo. De ah la institucin del purda: Que vuestras mujeres vayan cubiertas, para que sean diferentes a otras mujeres... (Levi-Strauss, 1955).
Violencia de gnero
En pases donde el nacimiento de un nio es considerado un regalo y el nacimiento de una nia una maldicin, el aborto selectivo y el infanticidio acaban con los bebs hembras. Las chicas jvenes mueren desproporcionadamente por desatencin porque la comida y la atencin mdica llega primero a sus hermanos, padres, maridos e hijos. El brutal comercio internacional de chicas jvenes mata un nmero incontable de ellas. La violencia domstica es la mayor causa de muerte de mujeres en cada pas. Se invierte tan poco en la salud de la mujer que cada ao 600.000 de ellas mueren dando a luz. 6.000 nias sufren mutilacin genital cada da, de acuerdo con la Organizacin Mundial de la Salud. Muchas de ellas mueren; otras viven el resto de sus vidas incapacitadas por el dolor. De acuerdo con la WHO, una mujer de cada cinco en todo el mundo ser vctima de violacin o intento de violacin durante su vida. Lo que est sucediendo con las mujeres y nias en muchos lugares del mundo es genocidio. Como todas las vctimas, ellas gritan su sufrimiento. 188
Migracin y Gnero
Hasta mediados de la dcada de los 80, la migracin era considerada como un fenmeno del sexo masculino. Hoy en da, las mujeres dan razn casi de la mitad de la poblacin migrante en todo el mundo. La migracin muchas veces se considera como gnero neutro, ya que trata el proceso del desplazamiento de personas, sin embargo, de hecho est relacionada con el gnero ya que la migracin impacta de manera distinta a hombres y mujeres y a grupos diferentes de hombres y mujeres en su proceso de desplazamiento. Las experiencias que los hombres y mujeres tienen como migrantes, dieren segn el papel, la conducta y las relaciones asignadas a una 193
A manera de conclusin
En resumen, he querido mostrar desde la perspectiva histrica discursiva algunas de las diferentes construcciones del sujeto mujer, el gnero, y el feminismo, en la sociedad y en la cultura. De gran valor es discutir cmo cada cultura localiza a la mujer en el espacio en donde ella cumple su rol como protagonista de la historia. En las distintas formaciones culturales, desde el inicio de la humanidad, las relaciones entre los sexos tomaron formas heterogneas. Puede decirse que la posicin de la mujer es una de las medidas posibles de valoracin de las culturas. 195
Hobsbawm, Eric. Naciones y nacionalismos desde 1780. Gallimard, Pars. 1990. _______. The age of capital. 1848-1875. IIDH (Instituto Interamericano de Derechos Humanos). Migrantes y Racismo en Amrica Latina: dimensiones ocultas de realidades complejas. Reunin de Expertas sobre Racismo y Gnero. Santiago de Chile, 4 y 5 de junio de 2001.
Levi-Strauss, Claude. Tristes Tropiques. Plon, Paris 1955. Malaver, Leonor. De mogelijkheid van een cultuurlosoe. Een lezing van Over de waarde van culturen van Ton Lemaire (La posibilidad de una losofa cultural, Una lectura de El valor de las culturas de Ton Lemaire). Nijmegen, 1987. Malaver, Leonor. Vrouwen zijn ontstaan uit suikerriet. Indiaanse vrouwen uit het Amazonegebied (Las mujeres surgieron de la caa de azcar: Mujeres indgenas de la Amazonia). En: Het verstoorde evenwicht. Solidaridad, Utrecht 1992. OIM (Organizacin Internacional de la Migracin). Informe sobre Migracin de las Mujeres. 20-VI-2004.
Ulln, F. Javier. Revista Espaola de Antropologa Americana. Vol. 36, 2006. Vargas, Virginia. Cmo cambiar el mundo sin perdernos: El movimiento de mujeres en el Per. Ediciones Flora Tristan, Lima 1992. Waterman, Peter (1998) Globalization, Social Movements and the New Internationalism. Londres y Washington: Mansel. Wievorka, Michel. El espacio del racismo. Paids, Barcelona, 1992.
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SERVIPRENSA
Esta revista fue impresa en los talleres grcos de Serviprensa, S. A. en el mes de febrero de 2010. La edicin consta de 1,000 ejemplares en papel bond antique 80 gramos.