Cuentos Orientales
Cuentos Orientales
Cuentos Orientales
Germn Aguirrezabala
PRLOGO
De manera absoluta, los adjetivos antpoda y milenario ubican el acervo de Asia del Este lejos de nuestra geografa y de nuestro tiempo. En cambio, el adjetivo oriental, mediante su relatividad, nos hermana. Todos los seres humanos somos orientales, no importa respecto a qu. Al usar dicho adjetivo, en vez de resaltar nuestras diferencias, podemos poner en evidencia lo que tenemos en comn. Estos Cuentos Orientales tienen el mismo objetivo. Aquello que es considerado verdadero, a lo lejos y desde hace muchos siglos, tambin es creble en nuestra propia tierra y en la breve extensin de nuestra historia. En su mayora, estn basados en el Libro de la Perfecta Vacuidad del filsofo taosta Lie zi. A este legendario maestro se le atribuyen una serie de relatos aparentemente accidentales, secundarios, no esenciales y, sin embargo, sustantivos. Dicen que el mundo no est hecho de tomos; est hecho de historias. Las que se presentan a continuacin quizs no sean verdaderas desde el punto de vista histrico, pero lo son de una forma ms elemental.
G.A.
AB ORIGEN
-350 AC-
Un cerro y una baha a sus pies. Un viejo y un joven entre los arbustos. El joven dispara su arco y acierta en una pequea fruta a gran distancia. El viejo le pregunta si sabe por qu es tan buena su puntera y el joven le contesta que no. Cuando lo sepas le dice el viejo, no slo sers un mejor arquero; sers un hombre sabio.
INTRODUCCIN
-1516-
Luego de presenciar la muerte de Juan Daz de Sols y ser tomado prisionero por los indios, Francisco tuvo mucho tiempo para pensar. Atrs haban quedado sus das de grumete. Ms lejos an haba quedado Espaa. Los indios no lo trataban mal. Mientras buscaba su identidad perdida y comenzaba a construir una nueva, cierta noche, record aquel cuento que un viejo marino portugus trajo desde las Indias. Haba una vez un hombre que tena sed de oro. Una maana se visti con sus mejores ropas y fue al mercado. Apenas lleg al puesto del joyero, tom una pieza de oro e intent escapar. Avanz dos pasos y un guardia lo atrap. Luego le preguntaron por qu haba robado en presencia de tantas personas. El hombre contest: Cuando tom el oro, no v a nadie; slo tena ojos para el oro. Igual que nosotros pens Francisco. Presiento que estos indios tambin estn por perder su pasado y que su oro es la libertad.
LICIUS
-1767-
Aquella tarde de marzo, que tanto recuerdo, llegu a la estancia de La Calera acompaado por una escolta de guaranes al servicio de la Compaa. Desmontamos en el patio y all esper al Padre Benito, que luego de salir del edificio me dirigi una beata sonrisa y sigui de largo hasta el escusado. Al regresar, me recibi con un abrazo. Cmo fue tu viaje, chaval?me dijo. Bien, Padre. Gracias al viento Norte no tuvimos problemas para vadear los afluentes del Santa Luca. Qu novedades hay? El padre Benito mene la cabeza, me tom del brazo y comenzamos a caminar. Las noticias no son buenas, chaval me dijo. Nos expulsarn. Pero Chist! Nada de peros. Ya vendrn a buscarnos con el caballo cansado y las herraduras flojas. No te preocupes. A dnde nos irn a buscar? Yo ir a Italia, con el Padre Cosme. Y t te quedars aqu. Pero Que nada de peros, Hermano! Perdn, Padre. Tu sers nuestros ojos, nuestros odos y, si es necesario, nuestra boca en la Banda Oriental. Se avecinan tiempos difciles, tanto en el Norte como en el Sur. Ya los vivirs, no te preocupes entrecerr sus ojos. Te noto algo ansioso, puede ser? No es para menos, Padre. Conoces a Licius? A quin? No lo conoces. Dimos la vuelta e ingresamos por un corredor a la biblioteca. El padre Benito abri un mueble con llave, meti la mano hasta el fondo y desmont un falso panel. Tom uno de los libros que all estaban y me dijo: El libro de la perfecta vacuidad, del filsofo Licius. Hace muchos aos, lo tradujeron al latn nuestros hermanos misioneros en China. Una verdadera joya con ms de dos mil aos de antigedad. Antes de decir pero por tercera y ltima vez, me qued callado. Mi superior hoje el libro con sumo cuidado. Aqu est! dijo. Un comerciante cruzaba cierto lago en bote cuando su bolsa cay al agua. Inmediatamente, hizo una marca en el lugar exacto de la barca por donde la misma haba cado y esper tranquilamente que el bote llegara a la orilla. En ese momento, se sumergi de acuerdo a la marca y no encontr la bolsa. Qu dices? Que hay que aprovechar cada momento de la vida y no esperar para hacer lo que es necesario, Padre. Bien. Toma esto como un prefacio de lo que vendry me dio el libro.
Era vspera de Navidad y haba mucho barullo en la estancia de Don Melchor. Ms de setenta vecinos, que comenzaban a llegar a caballo y en carretas, recibiran all mismo el sacramento de la confirmacin. Todos aportaban lo suyo para que no faltara de comer y de beber. Al observar tanta cantidad y variedad de alimentos dispuestos sobre las mesas, el dueo de casa coment emocionado: Qu generoso que es Dios Todopoderoso con los hombres! l cre, entre otros, al trigo para darnos pan, a los cerdos para preparar chorizos y a las vacas lecheras para disfrutar de la natilla. Todo para nuestro jbilo! A su alrededor se propagaron los aplausos y los agradecimientos al Seor, hasta que un nio de ocho aos se adelant y le dijo: Disculpe, padrino, pero usted est equivocado. Jos Gervasio, por favor! dijo su madre; pero Don Melchor hizo un gesto con la mano para permitir que el muchacho hablara. Todas las criaturas del universo nacemos iguales. Slo el tamao, la fuerza y la astucia hacen que algunas especies sean ms poderosas. Pero ninguna de ellas est hecha para servir a otras. Los mosquitos chupan nuestra sangre y no por eso decimos que Dios nos cre para alimentar a los mosquitos.
SANTA TERESA
-1811-
Leonardo Olivera, luego de su primer da de mar y sol, aprovech para recostarse dentro de la carpa. Desde nio, siempre haba deseado pasar sus vacaciones en el Parque Nacional de Santa Teresa; y este diciembre, lo haba logrado. Tena 17 aos y fiebre por insolacin. Llam a sus padres, les dijo que estaba bien y apag el celular. Cuando el sueo venci al dolor de cabeza, aparecieron las figuras borrosas y los sonidos apagados de un campamento que se levanta. Vamos! era la voz del Capitn Pablo Prez. Tenemos una fortaleza que tomar. Viva la Patria! Poco a poco, Leonardo Olivera se espabil. Tom sus armas y se pein, como pudo, la rubia melena. Qu sueo tan extrao haba tenido! Una cajita parlante y cientos de muchachas, medio desnudas, bandose y tomando sol en la playa. Pero y si la cosa era al revs? Si todo esto de la independencia era un sueo del otro Leonardo? No tena idea. Lo que s tena claro es que volvera a Santa Teresa.
(Verdadero Clsico de la Florescencia [Cultural] del Sur, Zhuang zi, 300 AC)
Cruzaron el Ro Uruguay de noche, escondidos entre el murmullo del primero y la luna nueva de la segunda. Juan Antonio Lavalleja escrutaba el rostro de cada uno de sus hombres. En la prisin de la Isla das Cobras, un caballero ingls le haba dicho que los primitivos matices de la resolucin desmayan bajo los plidos toques del pensamiento, y las empresas de mayor aliento e importancia, con esta consideracin, tuercen su destino y dejan de tener el nombre de accin. Por eso, ante la ms mnima sospecha, se acercaba y le susurraba a quienes tenan aires pensativos: No hay duda que los brasileros son fuertes y nosotros dbiles, hermano. Pero los ms fuertes necesitan un enemigo fuerte para vencer. Y nosotros somos dbiles. No nos van a tener en cuenta hasta que sea demasiado tarde, hasta que seamos un ejrcito de miles de orientales. Ests de acuerdo? Los dbiles slo necesitamos de nosotros mismos. Nuestra debilidad es nuestra fortaleza. Libertad o muerte!
LA SOMBRA
-1830-
El periodista carioca Afranio dos Santos Texeira considerado incisivo por sus lectores e insidioso por sus entrevistados esperaba en el patio de una casona, en las afueras de San Jos de Mayo, al General Fructuoso Rivera, flamante Presidente del novel Estado Oriental del Uruguay. Cuando el mandatario estuvo disponible, sali a saludar al reportero y lo invit a dar un paseo por el campo. Era una tarde fresca y soleada. A medio camino, Afranio se detuvo y le pregunt: Seor presidente, como militar y revolucionario, es conocida su habilidad para cambiar de bando en el momento ms oportuno. Piensa que esta forma de actuar le ser til como gobernante? Don Frutos se alej dos pasos, lo midi con la mirada y le contest: Mire a su sombra, Afranio. Cuando su cuerpo se curva, ella se inclina. Cuando camina erguido, ella permanece recta. La inclinacin y la rectitud dependen del cuerpo y no de la sombra. Del mismo modo, las cosas que hago, las hago en funcin de las circunstancias y no de mi persona. La sombra siempre nos sigue, pero hay momentos en los que va delante de nosotros. Eso es lo que pienso hacer como gobernante: seguir a las circunstancias y por momentos adelantarme a ellas.
EL UDO
-1851-
Un da, de camino a la quinta de Ayala, la comitiva de Manuel Oribe se detuvo a contemplar el trabajo de un hombre que estaba carneando una res. Por supuesto, no era esta la primera vez que observaban dicha tarea, tpica de nuestro campo. Lo asombroso era la habilidad del carnicero, que pareca danzar sin esfuerzo, cuchillo en mano, en torno al cuerpo del animal. Lo felicito! dijo Oribe. Dnde aprendi a carnear as? Gracias, seor presidente dijo el hombre, inclinando levemente la cabeza. Aprend mirando a mis mayores y dejando que el facn siga su camino. Cmo es eso? dijo el Presidente del Gobierno del Cerrito. Al principio, vea a la vaca entera. Me impresionaba, seor. Despus de varios aos, empec a verla como un camino pa mi facn. Al principio, lo usaba al facn como un hacha. El filo me duraba pocos das. Despus, lo mandaba al facn por donde me pareca mejor. El filo me duraba un mes. Ahora, dejo que camine solo. Hace veinte aos que no lo afilo y crame, seor, que llevo carneadas miles de vacas. Siempre hay un hueco por donde pasa la punta sin espesor del facn y cuando llego a un udo, espero. Entonces, de alguna manera, el facn lo hace: rodea el udo y termina el corte. Gracias, buen hombre. Nos ha dado una hermosa leccin llega un chasque y susurra el nombre de Urquiza al odo de Oribe, que sonre con amargura. Ya es tarde y debemos irnos. Que Dios lo bendiga!
(Verdadero Clsico de la Florescencia [Cultural] del Sur, Zhuang zi, 300 AC)
LA SAGACIDAD ES UN DEMONIO
-1876-
El Coronel Lorenzo Latorre saba perfectamente cmo y para qu haba llegado a ser Gobernador Provisorio del Estado Oriental del Uruguay. Tambin conoca sus lmites. Entre los comerciantes que haban patrocinado su llegada al poder haba uno, el ms prudente y moderado, a quien respetaba y tena por consejero. Su nombre de pila era Habacuc; y su apellido, impronunciable. Para combatir al malandraje que corroa todos los estamentos sociales, Latorre, antes que en la fuerza bruta, comenz por confiar en las habilidades de un detective que le haban recomendado discretamente los ingleses. Este hombre, nacido en Gibraltar, pareca estar dotado de una astucia ms all de lo normal y deca que era capaz de descubrir a un criminal con slo mirarlo. Los primeros pasos del plan fueron auspiciosos. El Coronel estaba satisfecho y as se lo coment a Habacuc: Este hombre, con poca ayuda de nuestra parte, est logrando combatir la delincuencia. De seguir as, nos permitir reducir a la mitad el presupuesto de la polica y del ejrcito. Qu le parece? Me permito discrepar con usted, Coronel. Al usar el don de la intuicin para combatir el crimen, se estimula el odio de los malvados. La sagacidad es un demonio y tarde o temprano se vuelve en contra de quien la usa. La actividad de su detective terminar en forma violenta. Unos das ms tarde, el gibraltareo muri en una emboscada muy bien planeada por una banda de delincuentes. Una vez ms, Latorre recurri a su confidente: Esa profeca suya se ha cumplido le dijo. En mi pas natal, tenemos un refrn que dice Si quieres pescar, no lo hagas en el fondo del ocano. La calamidad acecha a quienes bucean en los misterios ocultos. Coronel, si usted quiere combatir la delincuencia, lo que tiene que hacer es poner a las personas ms meritorias en los puestos clave de gobierno y permitirles, por un lado, que iluminen a sus superiores, y por otro, que instruyan al pueblo. Cuando se recupere el sentido de la vergenza, ver que los ciudadanos no querrn ser criminales. Al poco tiempo, Jos Pedro Varela es nombrado Director de Instruccin Pblica de la Junta Econmico Administrativa de Montevideo, con jurisdiccin en todo el pas.
LA PRIMERA EMOCIN
-1881-
Su madre, blanca como la sal, lo pari y al poco tiempo muri. Su padre, charra como la tierra, s pudo salir y emigrar con l a la Patagonia. Luego de cincuenta aos, Samioc volvi a conocer los pagos donde haba nacido. Para arrimarse a Tacuaremb, comparti carreta con otros viajeros, que antes de llegar a destino decidieron hacerle una broma. Mir, Samioc, aquella es la estancia que ests buscando! Seguramente naciste all, en aquel rancho. Y una de esas lpidas El mestizo baj de la carreta, camin unos pasos hacia el pequeo cementerio y cay de rodillas. Hundi las manos en el suelo, agach la cabeza y llor. Llor como un nio, hasta que escuch las risas y le dijeron que era una inocentada. Cuando lleg a su verdadero terruo y vio la tumba de su madre, lentamente se hinc, apart la hojarasca con una mano y se qued serio. Nunca entendi por qu la primera emocin, aunque basada en hechos falsos, fue mucho ms fuerte y sincera.
PA SIEMPRE
-1886-
La puerta del despacho se abri y un secretario sali al paso llevando unos papeles en la mano. Lo mir con ojos bien abiertos y le dijo: Pase y el gaucho de barba ligera y mirada huidiza pas. Erramuspe! la puerta se cerr. A sus rdenes, seor presidente por un momento, el gaucho detuvo su vista en la figura que luca el uniforme de capitn general y se pregunt a quin deba degollar esta vez. Tengo un encargo para ti el mandatario, la espalda paralela al respaldo del silln, alz las cejas. Pero no es de los habituales Erramuspe, sin dejar de estudiar los dibujos de la alfombra, tambin alz las cejas e hizo una contorsin con la boca. Me informaron que frente a la Isla del Padre, en el Ro Uruguay, vive un viejo muy viejo que conoce cul es el secreto de la vida eterna el presidente se pas la mano izquierda por la barba y con el pulgar acarici la herida esculpida a bala en su rostro. Necesito que me lo traigas. Como ust mande, mi general las pupilas del gaucho se levantaron con esfuerzo y volvieron a caer. A ust la patria lo necesita pa siempre. No seas imbcil! el presidente se puso de pie. Mir si voy a desperdiciar el resto de mi vida gobernando a estos desagradecidos
Erramuspe afila los facones, prepara un par de caballos y consigue provisiones; cabalga por caminos, huellas y campos recin alambrados, que lo demoran; vadea arroyos, duerme varias noches a monte y en alguna ocasin se pierde. Hace preguntas. Algunas respuestas lo acercan y otras lo alejan de su objetivo. Despus de unas vueltas, llega frente a la Isla del Padre y un vecino lo deja hecho una tapera con la noticia: el viejo conocedor del secreto de la vida eterna haba muerto.
Vago de mierda! No fue mi culpa, seor dijo Erramuspe, mientras un hilito de sangre sala de su nariz y resbalaba por su barba rala; sus ojos bailaban, huyendo del foso de los leones, del general y de uno de sus ministros, que estaba all para ver el espectculo. El hombre tiene razn, su excelencia dijo el ministro. No fue culpa suya. Cmo ese viejo podra haberos hecho inmortal si l mismo no pudo evitar su muerte? El presidente arroj la fusta contra un banco de piedra. Con un gesto orden que le dieran ms carne a las fieras. Doctor, usted tampoco entiende por ensima vez se acarici la barba y la herida. Estn los que saben qu es lo que hay que hacer pero no lo hacen, y estamos los ignorantes que podemos y queremos hacerlo.
LA PUERTA ABIERTA
-1887-
Jos Batlle y Ordez, recientemente nombrado Jefe Poltico de Minas, ya se haba enfrentado a los mnimos, como llamaba en su fuero ntimo a los emuladores locales del saliente Mximo Santos. El mes pasado, haban intentado tomar el edificio de la Jefatura para secuestrarlo y mandarlo atado a Montevideo. La lealtad de los policas de guardia, no esperada por los asaltantes, le permiti desarmarlos y arrestarlos. En esta ocasin, Don Pepe se encontraba de visita en una comisara bastante alejada de la Capital. Estaba concentrado leyendo unos papeles, cuando lleg corriendo el nico polica presente, ya que el resto de la delegacin persegua a unos cuatreros. Seor Batlle! Seor Batlle! los ojos del hombre eran enormes. Los vi! Son como siete los jinetes. Estn bien armados y se nos vienen. Corra que lo cubro! Nada de eso, Carachuela Don Pepe mir hacia el armero, slo haba un viejo fusil y pocas municiones; adems, estaba anocheciendo A usted, lo vieron? S, creo que s, seor. Entonces abra bien la puerta, tome la escoba y pngase a barrer. A barrer, seor? Ahora? Tranquilo. Si quiere salir vivo de sta, haga lo que le digo: qutese la chaqueta, deje la pistola y pngase a barrer! Don Pepe prendi las dos lmparas que haba en el local y descolg una vieja guitarra. Se sent en el escritorio a tocar unos acordes, bastante desafinados, en una posicin bien visible desde el camino. Ac pasa algo raro, jefe! dijo uno de los jinetes, que haba vuelto de espiar a la Comisara. Carachuela ta barriendo y el grandote toca la guitarra. Ya ests mamado? Qu me vens con cuentos! el jefe de los mnimos desmont y camin hasta ocultarse detrs de unos matorrales, para confirmar con sus propios ojos los dichos de su ladero. Batlle no es de hacerse el loco. Esto me huele a emboscada, y no me voy a dejar atrapar de nuevo Una brisa, que comenz a agitar suavemente las ramas, termin de convencer a los asesinos. Montaron y se batieron en retirada.
SIN PARPADEAR
-1894-
El Coronel Bernardo Doblas, Comisario de rdenes para el Departamento de Soriano, extendi el brazo y apunt su revlver a la cabeza de Mateo. Mateo era su ayudante y aprendiz, del mismo modo que Doblas fue el ayudante y aprendiz del mejor tirador de la Guerra Grande, un francs al que llamaban Vis. Este hombre era capaz de dispararle a una moneda con su fusil a chispa y dejarla hecha una arandela a cien metros de distancia. Primero tens que aprender a no parpadear le dijo Doblas a Mateo, cuando ste le pidi para ser su alumno. Despus, te enseo a disparar. El muchacho fue a la casa de su madre y se tendi en el catre mientras fijamente miraba el extremo de una rueca. Lo hizo durante horas y das enteros; hasta que, al cabo de dos meses, volvi a ver a Doblas y le demostr que era capaz, sin parpadear, de apoyar la punta de una aguja en la nia de sus ojos. Todava no ests listo le dijo el comisario. Ahora, tens que aprender a ver grande lo muy pequeo. Mateo volvi a su casa, se sac un piojo, lo at a la ventana con el vello de una nutria y comenz a mirarlo. Al cabo de diez das lo vea del tamao de una rueda de carro. El taburete, la mesa y el catre, cuando los miraba fijo, le parecan cerros. Abri un arcn, desenfund su Remington y le dispar al piojo, partindolo exactamente a la mitad. Fue corriendo a decrselo a Doblas, que volva de atrapar a tres cuatreros trayndolos a rastras sobre un cuero. Me alegrole dijo el comisario, lo conseguiste. Cuando Mateo crey que su formacin estaba completa, pens que en el litoral slo haba lugar para un tirador de primera y decidi matar a su maestro. Se encontraron en un descampado a las afueras de Dolores. El Coronel Bernardo Doblas, Comisario de rdenes para el Departamento de Soriano, consider el peso que su poncho ejerca sobre el brazo extendido, calcul la influencia de la brisa y dispar. A treinta metros, Mateo hizo lo mismo. Las dos balas chocaron en el aire. Lo mismo sucedi con los siguientes cuatro tiros: las balas chocaban y caan a medio camino. Doblas siempre cargaba su Colt con cinco balas, haciendo descansar el percutor en la sexta recmara, vaca, para evitar que el revlver se le disparase cabalgando. El Remington de Mateo, en cambio, vena con unas muescas entre las recmaras del tambor para poder apoyar el percutor en ellas, sin peligro; por lo tanto, dispona de una bala ms. Apret el gatillo. En ese instante, sin mover los pies y sin parpadear, Doblas flexion su rodilla derecha, dejando pasar la bala muy cerca de su oreja izquierda. Los dos hombres se miraron, caminaron y all, donde las balas haban chocado y cado, se dieron la mano, se abrazaron y lloraron. Unidos como padre e hijo, juraron no ensear su arte a ms nadie. Doblas falleci en 1898. Seis aos despus, Mateo dispar su ltimo tiro en Masoller.
A LA PUCHA!
-1903-
Tata le dijo la nia al viejo que estaba dentro del rancho. Tata! Don Nepomuceno lo busca. Que pase, mocita dijo el viejo, estirando la mano y mirando al vaco. Buenas tardes, Don Hermes dijo el joven, tomando su mano. A qu debo su visita? Cmo est su padre? Muy bien, gracias. Justamente, por eso lo molesto. Estoy buscando un caballo para l. Y nadie sabe ms de caballos que usted. Ahora que usted no puede, que usted no puede ayudarnos, quera preguntarle si usted poda decirle a uno de sus hijos que nos consiga uno bueno, sabe? Para el General Aparicio Saravia no basta con uno bueno, tiene que ser superior. Un buen caballo se distingue por su apariencia. Un caballo superior es como la sombra del viento, difcil de ver. Mis hijos saben cmo elegir un buen caballo, pero no uno superior. Para eso, tiene que hablar con Tilio, mi compadre, que sabe lo mismo que yo. Pregunte por l. Nepomuceno Saravia cabalg varias leguas hasta el rancho de Tilio y ste acept con gusto la tarea. A los tres meses se present ante Nepomuceno para avisarle que lo haba encontrado: el cuadrpedo que buscaba para el General estaba en Vichadero. Y cmo es? le pregunt el hijo de Saravia. Ah, es una yegua mosqueada le respondi Tilio. Cuando el equino lleg a El Cordobs, result ser un potro tostado. Nepomuceno lo dej apartado, y al momento se fue a ver a Don Hermes. Cmo puede ser que su compadre, tan sabio que pareca, se haya confundido de esta manera? le pregunt. A la pucha! respondi Don Hermes. Ahora s que Tilio me super. Es capaz de ver lo esencial en un animal sin prestar atencin a su apariencia! Se da cuenta, Nepomuceno, qu gran juez puede llegar a ser este hombre! El tiempo, y el tostado, le dieron la razn.
Con motivo de agradecerle la donacin de un generador, que dotaba de energa elctrica a Sarand del Y, Alejo Rossell y Rius fue invitado por las fuerzas vivas de la villa a un asado con cuero. La cita era en el casco de una estancia cercana. Para su sorpresa, en la misma haba un zoolgico particular. Pero, a diferencia del que Alejo tena junto con su esposa, Dolores, en Montevideo, all los animales salvajes convivan y se procreaban en un parque cerrado, sin jaulas y sin agredirse unos a otros. Cuando le pregunt a la duea del establecimiento por este pequeo milagro, la anfitriona le present al encargado de cuidar a las fieras, un viejo con rasgos aindiados llamado Ezequiel. Disculpe, seor, si al responderle me confundo. No quiero que piense que le estoy escondiendo algo la voz y las manos del hombre estaban en tensin y vibraban. Por ejemplo, para dar de comer a los pumas, lo que puedo decirle es que tengo en cuenta lo siguiente: si uno les lleva la contra, se enojan; y si uno afloja, ellos sienten placer. En un caso porque empieza y en otro porque acaba la oposicin, que es la causa de todo. Nunca les doy de comer un animal vivo o el cuerpo entero de un animal muerto, porque matar o desgarrar los vuelve salvajes. Los alimento poco a poco, para aprender por cunto tiempo estn llenos o cundo tienen hambre y se enojan. A ellos no les gusta que los engatusen con la comida. Tampoco los malcro o les doy comida de ms. Sabe por qu? Ezequiel se inclin levemente hacia Alejo. Porque despus del gozo siempre viene el enojo. Siempre. Me entiende? Y al revs pasa lo mismo, por supuesto. Entonces, sin querer caerles bien o llevarles la contra, casi que formo parte del paisaje. Eso es lo que hago para mantenerlos as como usted los ve.
EL CLIZ VACO
-1914-
Finalizada su misin, el Teniente Sanjuan decidi pasar la noche en la Isla del Francs, frente a la desembocadura del Arroyo de las Brujas. Amarr la canoa y camin hacia un rancho abandonado que sola usar como refugio. Al llegar, observ la luna. Luego, busc la quena en su mochila. Recostado contra la puerta, dej que el sonido dulce y triste del instrumento se hiciera eco de sus pensamientos. Al escuchar un profundo suspiro, abri los ojos y observ en la penumbra del monte a una hermosa mujer. Ella lo miraba con ojos como dos broches claros y oscuros. Una toga de seda vesta con calma su cuerpo. Y sus labios Oh, t que duermes tan hondo que no despiertas! parecan decirle. Mi alma, calzada de silencio, viene por ti. No puede ser! dijo el teniente al reconocerla. Delmira, es usted? Como respuesta, ella se alej rumbo al ro; gir su barbilla sobre el hombro, que comenzaba a dejar caer la toga y volvi a mirarlo. En ese instante, Sanjuan sinti que la isla entera era una alcoba techada de ensueos. Minutos despus, el cuerpo de la mujer lo envolva tan sutil como un velo. Al despertar, en el momento previo al amanecer, no la vio. El fro le oblig a buscar su uniforme entre las chircas. Varias veces la llam por su nombre y recorri la isla antes de caer abatido por la realidad: no haba rastros de ella ni de la embarcacin que seguramente haba utilizado para volver a la civilizacin. Herido, volvi al rancho por su mochila. Y en el bolsillo donde sola guardar la quena, tambin desaparecida, hall un relicario que imitaba el cliz de una flor; en su interior, resplandeca un retrato de la poetisa. Rpidamente lo guard cerca de su corazn y subi a la canoa. Cuando lleg a Santiago Vzquez, la noticia le cay como un rayo: Delmira Agustini asesinada ayer por su esposo. Desesperado, Sanjuan bes el relicario y, al abrirlo, lo encontr vaco. Haba perdido algo ms que la razn.
LA HOJA DE JADE
-1916-
Un escultor de Salto tall en jade una hoja de morera. Era tan perfecta que, mezclada entre las verdaderas hojas de un moral, era imposible diferenciarla. Haba tardado tres aos en completar la pieza, desde el tallo hasta las nervaduras. Poco tiempo despus, solicit una pensin del Estado para poder continuar con su obra. Cuando Pedro Figari, director de la Escuela de Artes y Oficios, se enter del hecho, coment: Si la Naturaleza, en su evolucin, necesitara tres aos para terminar una hoja, habra muy pocos vegetales. El arte es un medio adecuado de accin y una aplicacin eficaz del ingenio para atender todas las necesidades del hombre; no se limita a las mal clasificadas bellas artes y no excluye a la ciencia, a la verdad conocida, como resultado de esa actividad. El arte evoluciona con el hombre. Por ejemplo, en cierto momento, le fue til para construir las puntas de flecha que necesitaba para poder cazar y comer. Luego, ciertos utensilios, los mejor construidos, los reserv para una necesidad superior a la primaria: brindarle placer y halagar su vanidad. Y as, el arte no deja de acompaar al hombre hasta en sus propios extravos, como en este caso de la hoja de jade.
EL SUEO
-1922-
Anacleto, pen de estancia, estaba juntando lea en el monte. De manera inesperada se encontr con un venado que estaba perdido. Lo persigui y pudo cazarlo. Como lo haban mandado a cortar lea, y el patrn era severo, le dio miedo salir del monte con el cuerpo del venado. Por eso, lo dej escondido en un pozo seco cubierto con ramas y se fue contento para las casas. Ms tarde, cuando volvi a buscarlo, se desorient y no pudo encontrar el escondite. Pens que todo haba sido un sueo y as lo cont esa noche en la pulpera. Beodocio, el talabartero, que haba escuchado todo el relato, al da siguiente se fue hasta el monte. All, con los datos proporcionados por Anacleto, mejor orientacin y un poco de suerte, encontr al venado enterrado. Cuando lleg al rancho, le cont a su china lo que haba escuchado en la pulpera y mostrndole el animal le dijo: Al final, lo que so ese pen era de endeveras. No sea pnfilo, Beodocio le dijo su mujer. El que estuvo roncando a pata suelta es ust. Y fue a ust que el sueo se le hizo realid. Ms tarde, al caer el sol, Anacleto se qued dormido y so que el talabartero haba encontrado su venado. Ni bien se despert, lo fue a visitar y ah mismo desenfundaron los facones. Al final, grito va, grito viene, entraron en razones y fueron a presentar su caso al comisario. ste los escuch, bostez y les dijo: Beodocio tiene el venado porque escuch el cuento de Anacleto. Mit y mit es lo justo. Uno corta y el otro elige. Cuando pas el Tren de la Victoria por el pago, le contaron esta ancdota al Dr. Luis Alberto de Herrera. El caudillo sonri y les dijo: Conociendo al Comisario, toda esta historia es fruto de una buena siesta. El sonido de las risas se desvaneci entre los cadenciosos chasquidos del tren. Doctor, doctor con respeto, una mano se pos sobre su hombro y Herrera abri los ojos. Perdn, doctor. Estamos por llegar.
LA BELLA Y LA FEA
-1929-
Carlos! dijo Discepoln, al entrar en el boliche de la calle Isla de Flores. Enrique, cmo te va? dijo El Mago, ponindose de pie. Bien, y a t?dijo Discepoln, que vena de actuar en el teatro. Decime, Enrique dijo El Mago, luego de observar que el dueo del boliche tena dos concubinas, una muy bonita a la que trataba con cierto desprecio y otra ms bien fea a la que trataba con cario, has observado lo mismo que yo? Te refieres a que la piba ms bonita se cree bonita y por eso su belleza es transparente? Y a que la mina ms fea se sabe fea y por eso su fealdad no se nota? Hombre, as lo he visto yo. Carlitos, no hay duda, el que practica una virtud sin considerarse virtuoso ser apreciado por todos.
TAN FCIL
-1933-
Al abrir el cajn de su escritorio para sacar el arma, Brum se acord de Aurelio, aquel pariente lejano que vino a visitarlo cuando asumi la Presidencia de la Repblica en 1919. Qu personaje! Luego de intercambiar los saludos tradicionales y de preguntar por la familia, Aurelio le haba dicho: Baltasar, gobernar es tan fcil como dar vuelta la palma de la mano. Pero Don Aurelio, cmo puede decir eso! Brum, con treinta y cinco aos de edad, era el presidente ms joven en la historia uruguaya. Usted mismo tiene una esposa y una amante difciles de gobernar los dos se rieron. Tambin tiene una chacra y conoce lo trabajoso que resulta mantenerla. Entonces, cmo puede decir que gobernar es fcil? Por eso mismo, Seor Presidente el hombre se puso serio. Fjese en las tareas de campo. Un gauchito de quince aos puede arrear ganado; si quiere que las vacas vayan para all, las vacas van para all. Ahora, ponga usted al Rey de Inglaterra a realizar esa tarea; las vacas irn para cualquier lado. Los peces que se tragan barcos enteros no entran a los arroyos; quienes administran asuntos importantes no se embrollan con naderas. No lo olvide. Brum reconoci que su pariente y aquellas tres ltimas palabras lo haban hipnotizado, logrando el efecto contrario, durante los ltimos catorce aos. Cerr el cajn, se puso un abrigo para ocultar el revlver y sali a preguntar qu queran esos policas que lo esperaban en el zagun de su casa.
LA TORTUGA IMPROBABLE
-1938-
Desde el pequeo saln ubicado en El Ateneo, el grupo de estudiantes de matemticas observ como una enorme tortuga cruzaba delante de la puerta abierta. Mischa dijo Massera, que pensara acerca de esto tu amigo? Qu amigo? dijo Cotlar. El violinista esotrico dijo Laguardia. Se refieren a Csar Della Rosa? dijo Cotlar. Al mismo dijo Massera. Supongo que me contara la historia del antroplogo que le pregunta a su ayudante indio: Por qu razn piensas que el mundo no se cae? Y el indio le contesta: Porque est apoyado en la espalda de una tortuga gigante. Y en qu se apoya esa tortuga? En otras cuatro tortugas. Y esas? Ah, jefe, suspira el indio, de aqu en adelante son todas tortugas hacia abajo. Como el polvillo de Cantor dijo Forteza. Exacto dijo Massera. Pero a m me hace acordar a la leyenda de Lo Shu. Lo Shu? dijo Infantozzi. S. En la antigua China, mientras pretendan controlar las crecidas del Ro Amarillo, emergi una tortuga con un extrao dibujo en su caparazn. Era un cuadrado mgico de tercer orden en el cual tanto las filas, las columnas y las diagonales sumaban, obviamente, quince: los das que aproximadamente van entre la luna nueva y la luna llena, dato que le permiti al pueblo chino comprender el ciclo de las crecientes Buenas tardes, caballeros interrumpi el Prof. Rey Pastor, recin llegado de Buenos Aires. Habis visto una tortuga por aqu? La buscan del saln contiguo.
Don Elas enferm y a la semana su estado era grave. Mientras sus hijos lloraban y discutan sobre qu mdico deban convocar a la estancia, el anciano hacendado llam a su capataz y payador de confianza. Leandro le dijo, mis hijos son unos abombados. Te pido por favor que prepares una cuarteta para ver si entienden. El hombre carraspe, tom su guitarra y cant: Cmo puede un hombre saber lo que el mesmo cielo ignora! Aqu nada pueden hacer ni dotor ni sanadora. Los hijos apenas le prestaron atencin y decidieron llamar a tres galenos de Montevideo. El primero en llegar, luego de observar al paciente, le dijo: Usted tiene problemas con la homeostasis; es decir, le cuesta mantener un equilibrio trmico, qumico y psicolgico. El origen de la enfermedad puede estar en su forma de vida, en su historia familiar, en su atencin mdica o en el ambiente que lo rodea. Si bien es grave, con el tratamiento adecuado se puede curar. Gracias, doctor Don Elas le hizo una sea a Leandro para que despachara al hombre rpidamente. Ms tarde, le correspondi opinar al segundo mdico: Esta enfermedad no es de hoy ni de ayer. Se fue gestando gradualmente desde su nacimiento. No se puede remediar. Gracias, doctor dijo Don Elas. Leandro, por favor, acompaa al doctor hasta la cocina y que coma algo antes de marcharse. El ltimo en llegar, era un hombre relativamente bajo, entrado en los cuarenta, de frente despejada y ojos tan pequeos como vivaces. Su agradable conversacin hizo pasar desapercibidos para el paciente los exmenes previos al dictamen: La medicina no tiene nada que hacer en este caso. Mi consejo es que, mientras usted pueda, siga adelante, haga lo que le resulte espontneo. Gracias, doctor dijo Don Elas. Leandro, por favor, que preparen lo necesario para que el doctor se quede a cenar conmigo. Cmo me dijo que se llamaba? Tlice, Rodolfo Tlice, seor. Gracias por la invitacin. Poco tiempo despus, Don Elas se recuper.
LOS JAPONESES
-1950-
Cuando Obdulio pis la cancha, vio a los jugadores brasileros y le pareci natural un triunfo celeste. En su mente, la realidad se haca sencilla; tan sencilla que nunca haba mucho que decir. Todo tena un ritmo y bastaba con seguirlo para estar bien. En los ltimos tres torneos mundiales a los que haba asistido nuestra seleccin 1924, 1928 y 1930, habamos logrado el primer puesto. Sin aspavientos, el Negro Jefe supona que la inevitable decadencia del ftbol uruguayo no iba a empezar este 16 de julio. Es como todo, pens. Aquello que vena de atrs, de los jugadores de antes, todava tena fuerza. En los dirigentes, sin embargo, ya se notaba la cuesta abajo que aparecera despus. Cmo, si no, iban a estar cumplidos con perder por menos de cuatro goles? Cumplidos, slo si ganamos, sentenci en voz alta, poniendo en claro que el camino a seguir todava era ascendente. Schubert tena razn: los de afuera o como les deca Obdulio, los japoneses son de palo. Ms tarde, despus del gol brasilero, cuando caminaba lentamente con la pelota debajo del brazo y 200.000 de ellos lo miraban, se acord de dnde haba sacado eso de los japoneses. Muchos aos atrs, trabajaba como pen de albail y en una obra haba conocido a un tipo del que ahora no recordaba el nombre. Era el dueo de casa. A medio da, desde la ventana, este hombre de piel amarilla y ojos casi cerrados, lo miraba jugar al ftbol en la calle, con la barra. Una tarde, tampoco recordaba por qu, se puso a hablar con l. Le cont que era japons y que vea a los jugadores de ftbol como guerreros: Poder dar consejo, yo? pregunt. S, diga respondi Obdulio, el hombre peinaba canas y haba que escucharlo. Cmo es la cancin? Cancin! Ja, ja, ja! Igual! Igual! Escucha. Todo tener ritmo. Si enemigo perder ritmo, slo poco tiempo, t poder ganar. Mismo momento, si tu bailar nueva cancin, ritmo sorpresa, ellos perder. Entiende? los ojitos del veterano sonrean. Es muy serio eso que usted dice. Y los japoneses, cmo juegan al ftbol? Horrible!
Despus de las inundaciones, un da de sol era un verdadero tesoro, aunque fuera pleno invierno. As lo haba entendido el pequeo grupo de pasajeros que, a bordo del remolcador Don Pancho, recorra el Lago del Rincn del Bonete. Por aqu es donde cay el Mustang en el 55, no? pregunt el Coronel Seregni, que formaba parte del Estado Mayor del General Magnani, a cargo de las operaciones en esa zona durante la crecida. Es verdaddijo Walter Franz, el patrn de la embarcacin. El lago pareca un espejo y eso enga al piloto. Este es un lugar extrao Aqu estuvimos los nazis y nuestro faro areo que nadie sabe para qu fue construido, con la esvstica en el filamento de sus lmparas. Y hace un par de meses, tambin estuvo Fidel Castro. Pero, Don Walter, usted era nazi? pregunt un muchacho vestido con el uniforme de los Boy Scouts. Hasta que se muri el loco, todos los alemanes ramos nazis, joven. Volviendo a la lista de personajes ilustres dijo el corresponsal del diario Accin, hacindole una guiada al boy scout, hoy contamos con la presencia del nieto del Dr. Herrera, que colabora con la reconstruccin de Paso de los Toros. No es para tanto, Sr. Sanguinetti. Usted tambin estuvo en Cuba, no? S, ste ha sido un semestre muy agitado, para nuestro pas y para el mundo. Hablando de agitacin dijo el Coronel Seregni, cabe felicitar al Sr. Franz por su pericia al navegar en aguas verdaderamente turbulentas durante la creciente. Cmo se aprende a maniobrar la embarcacin en esos momentos? Si usted sabe nadar, slo es cuestin de prctica. Ahora, si usted sabe bucear, ni siquiera necesita practicar. Qu quiere decir, Don Walter? pregunt el joven Luis Alberto. Para el que sabe nadar, el agua no es un peligro. Para el que sabe bucear, los remolinos e incluso la vuelta campana de la embarcacin tampoco son un peligro. Pase lo que pase, nada lo afecta. Es como el que juega a las cartas. Si la apuesta es una caja de tabaco, cualquiera es hbil; si es una botella de whisky, el jugador ya se empieza a poner nervioso; y si es un novillo, la confusin se apodera de l. En los tres casos, la habilidad del jugador es la misma, pero algo externo lo afecta. Y ah es donde la embarra. Con todo respeto, es como si yo me pusiera nervioso por llevarlos a ustedes tres. Las sonrisas se dibujaron en sus rostros mientras las estelas que partan de la proa y la popa del Don Pancho hacan lo mismo en la superficie dorada del lago.
EL CRIADOR DE MONOS
-1961-
Y ahora, qu hacemos? pregunt el subsecretario de Hacienda. El presidente del Consejo Nacional de Gobierno recin se haba levantado de la siesta y an estaba en calzoncillos. Luego de ir al bao, se visti y le dijo: Doctor, tiene plata? Justamente, el presupuesto No, hombre! En su billetera. S, claro, pero Entonces, vamos a tomar algo y le cuento la historia del criador de monos. Del criador de monos? S. Esa historia le dar una idea sobre cmo resolveremos este problema. Los dos hombres salieron del Palacio Estvez. Al cruzar la Plaza Independencia, Eduardo Vctor Haedo tom del brazo al subsecretario. En Mercedes, cuando yo era nio, tenamos un vecino, tan pobre como nosotros, que criaba monos. Este vecino y los monos se llevaban muy bien. Hasta tal punto, que el hombre comparta la escasa comida disponible para su familia con los famosos monos. Sin embargo, un da, la situacin econmica empeor y no tuvo ms remedio que reducirles la racin drsticamente. Temiendo que se enojaran, les propuso lo siguiente: Qu les parece si les doy tres manes de maana y cuatro de tarde? Como se imaginar, los monos se pusieron furiosos. Entonces, mi vecino les dijo: Est bien, ya entend. Les dar cuatro manes de maana y tres de tarde. Y los monos bailaron muy contentos.
EL BOTE VACO
-1963-
Ramn, si uno de nuestros paisanos cruza el Tacuar en bote y otro bote vaco se le viene encima, por ms calentn que sea el hombre, no se puede enojar. Pero si en el otro bote resulta que hay alguien a bordo, la cosa cambia: primero le grita que se corra y despus lo insulta. Te das cuenta? Cuando te toque arbitrar, tens que estar vaco, como el primer bote, as ningn jugador se puede enojar contigo. Gracias por el consejo, Cholo dijo el joven rferi. Yo, por las dudas, voy a seguir pegndole a la bolsa.
(Verdadero Clsico de la Florescencia [Cultural] del Sur, Zhuang zi, 300 AC)
EL LADRN DE ESCOPETAS
-1967-
El tano Facchinelli lleg a su casa apurado. Vena de cazar en un monte cercano. Baj de la Ford y se fue derecho para el bao. Cuando volvi, ms aliviado, a buscar la escopeta que haba dejado en la parte trasera de su camioneta, no la encontr. Se puso como loco a mirar por dentro y por fuera de su casa: lo nico que vio fue al hijo del vecino salir en bicicleta. Justo lo que hara un ladrn de escopetas, pens. As fue que lo observ durante varios das. El muchacho se haba dejado la barba y en el boliche le comentaron que era medio zurdito. Este debe estar trabajando para los innombrables, pens. Desde el living de su casa, con la luz apagada, lo vea llegar: tena la cara y la forma de caminar tpicas de un ladrn de escopetas. El fin de semana siguiente, lo invitaron a tirar unos tiros en la estancia de un amigo. Sac de su armario el fusil Muser que haba heredado de su padre y se dirigi a la camioneta. Para que no se lo robaran, esta vez decidi ponerlo en el cajn con candado que tena en la caja de la Ford. Cuando abri el arcn, la encontr. La escopeta de caza haba estado all todo ese tiempo. Mir para la casa del vecino: el muchacho estaba jugando al bsquet en el patio, pareca bien afeitado y se mova como una persona inocente.
POR S MISMOS
-1971-
Clara Masilotti conoca el Cementerio Central mejor que su casa de Hollywood. Fsicamente lo haba visitado pocas veces, pero mentalmente viva en l desde que era una adolescente. Tambin contaba, todava, con buenos amigos en Uruguay. Gracias a ellos, no le result difcil acceder a la necrpolis de madrugada y sin ser vista. Con sigilo abri una reja e ingres a la red de tneles subterrneos. Cuando sus ojos se acostumbraron a la oscuridad, avanz hasta alcanzar el primer recodo. Recin all se anim a encender la linterna. Camin durante varios minutos desafiando el laberinto y se detuvo cuando lleg a una bveda ubicada bajo el Panten Nacional. Al pensar que sta sera la ltima vez, le dio un primer escalofro; el segundo Buenas noches, seora la tom de sorpresa. Quin es? pregunt con una mezcla de acentos. No importa escuch una voz grave y oscura. Qu quiere? ella apag la linterna. Yo vengo a sepultar la democracia, y usted? Yo vengo a enterrare la ma esperanza dijo Clara. Ah, la esperanza! Me permite unas palabras al respecto? Non posso evitarlo. Si le digo que los seres humanos se diferencian en vida y cuando mueren son todos iguales, no le digo nada nuevo. En vida los hay sabios, tontos, ricos y pobres. Muertos, sobreviene la putrefaccin, la descomposicin, se desintegran y desaparecen. Pero la sabidura, la estupidez, la riqueza y la pobreza no dependen de la voluntad humana, como tampoco dependen de ella la putrefaccin, la descomposicin, la disolucin y la extincin. Por eso los vivos no viven por s mismos, ni los muertos mueren por s mismos, ni los sabios son sabios por s mismos, al igual que los tontos, los ricos y los pobres. Y sin embargo, todos los seres nacen y a la vez mueren, son sabios y a la vez estpidos, ricos y pobres. Lo mismo muere un polica o un tupamaro, los dos hermanos. En vida somos una buscadora de tesoros y un poltico; muertos, un montn de huesos carcomidos. Cmo se podran distinguir los unos de los otros? Disfrutemos, pues, de la vida presente. Por qu perder el tiempo con la esperanza! Per ch lo pierde lei con la democracia! Clara encendi la linterna y con el haz de luz recorri en vano todos los rincones de ese inframundo.
LA DIVINA MADEJA
-1973-
Con la excusa de una avera, el pesquero ruso atrac de popa en el Muelle 11 del Puerto de Montevideo. Luego de terminar con los trmites de inmigraciones, la tripulacin arri la bandera amarilla. Strokopoff sali a cubierta. El calor de enero le resultaba insoportable, pero la situacin poltica haca necesario tener un contacto directo con los cinco espas que su agencia tena en Uruguay. El primero en llegar fue el agente nativo, un ciudadano uruguayo que trabajaba en la agencia martima que atenda al buque. El capitn lo recibi a solas en la camareta de oficiales y lo invit a sentarse cerca de la puerta que comunicaba con la cocina. Mientras elaboraban la lista de provisiones, el agente intercalaba comentarios acerca de la inestable situacin del Ministro de Defensa. Strokopoff consider que el hombre no haca ms que repetir lo que saba un periodista cualquiera. El segundo agente, un oficial de las Fuerzas Armadas resentido por un ascenso postergado, fue a pescar a la escollera Sarand. El contramaestre del barco ruso haba salido a caminar y se sent justo a la izquierda del hombre. Tom un sobre oculto en la caja de pesca, volvi al barco y se lo entreg a su superior. Strokopoff ley con atencin los comentarios referentes a un posible giro revolucionario del inminente golpe militar, favorable a los intereses de la URSS. El tercero, y ms importante, era el doble agente: un miembro del Comit Central del Partido Comunista en el Uruguay que trabajaba para el Servicio de Informacin de Defensa. Se encontraron en un prostbulo de la Ciudad Vieja. Este agente le proporcion los nombres de los generales que estaban tras el golpe de estado. Al conocerlos, Strokopoff se convenci de que no habra un giro a la izquierda. El cuarto era el agente perecedero. Trabajaba en la ANP y le resultaba bastante fcil subir al barco sin despertar sospechas. O eso era lo que el hombre crea. Strokopoff saba que el Servicio de Inteligencia de la Armada lo segua desde haca varios meses. Lo recibi en su camarote. El capitn ruso realmente traspiraba ajo mientras el cocinero lo afeitaba. Es de confianza? pregunt el agente perecedero sealando al otro. Por supuesto respondi Strokopoff, y a continuacin le cont que ellos respaldaran el golpe de estado siempre y cuando la Armada no se opusiera; esto les dara algo en que pensar a los oficiales que arrestaran a este perejil. El quinto y ltimo, el agente viviente, era un gallego. Como mozo de Bordaberry pareca torpe y leal; como espa era un verdadero profesional. En un bar de 18 de Julio le dej el microfilm, fruto de su trabajo, en el servilletero. Cuando Strokopoff volvi a su camarote complet el panorama. Ahora poda tirar del hilo. Como una red de pesca, la divina madeja desplegara una vez ms la captura: idealistas que mataban peones de estancia para luchar contra la oligarqua; pragmticos que al salir de la iglesia bendecan la tortura para no perder sus negocios; yanquis y rusos en su tablero de ajedrez mundial; y despus, gente, mucha gente, ms que inocente, mal informada Strokopoff! le gritaron desde el comedor; era hora de volver a la cocina.
UN ESPRITU INDEPENDIENTE
-1980-
El hombre era, lo que se dice, una eminencia. Tambin era, lo que no se dice, un pelagatos. Vva con su mujer en una casa grande, desamoblada pieza a pieza para pagar las deudas. Cierto viernes de primavera, lo fue a visitar un general que, en nombre del presidente, le ofreci el cargo de ministro en el rea de su especialidad. Usted es una figura prestigiosa tanto a nivel nacional como internacional le dijo el uniformado. Para nuestro gobierno sera un honor contar con su presencia en el gabinete. Tiene hasta el lunes para decidir. Gracias, general dijo el hombre. El lunes, sin falta, le respondo. Luego de cerrar la puerta, dio media vuelta y se encontr con su esposa, de pie y con las manos en la cintura: Me imagino que vas a aceptar, no? No, mi amor. Es imposible. Por Dios! A santo de qu vas en contra de la corriente? Los militares no me conocen. Supongo que alguien les sugiri mi nombre. Esa misma persona tambin poda haberles dicho que yo era un sedicioso y la visita de hoy no habra sido tan amable. Si se guan por lo que otros opinan, no van a llegar lejos. Poco tiempo despus, el tiunfo del no dio incio al final de la dictadura. Y el hombre y su mujer sobrevivieron con dignidad hasta ver recuperada la democracia.
LAS CONSECUENCIAS
-1981-
El teniente general retirado camin a paso firme por los pasillos del cuartel. Cuanto ms se acercaba a la oficina del coronel, ms claramente escuchaba las guitarras, la poesa y la profunda voz de Zitarrosa. Con una mueca de desprecio abri la puerta. El coronel se puso de pie y lo salud. Buenos das, seor. Todava segus escuchando a este comunista? le pregunt el visitante. Cuando lo escuch por primera vez, no saba a qu partido estaba afiliado. Ahora lo s y no me importa, seor el coronel baj el volumen del tocadiscos. Por eso dicen que sos bolche. Tambin dicen que usted es puto, seor. Pero no lo creo el coronel observ atentamente la tensin en la mandbula de su ex comandante en jefe, si pasaba de cierto lmite tendra que echar mano a la pistola. La cosa es que voy a ser el prximo Presidente de la Repblica dijo el militar retirado, y el sonido de sus propias palabras le hizo suavizar el gesto anterior. Con todo respeto, seor, para qu quiere ser Presidente de la Repblica? Para hacer las cosas bien, carajo. El que hace las cosas bien, no lo hace pensando en la fama, no? Pero la fama lo sigue, es inevitable. Con la fama, por supuesto, no piensa obtener beneficios; pero los beneficios igual llegan. Y junto con los beneficios cree que no vendr ningn problema; pero los problemas, tarde o temprano, lo alcanzan. Debera pensarlo mejor, jefe.
VUELO DE PJARO
-1985-
Con el retorno a la democracia, Molina, que en los aos anteriores haba resuelto todos los problemas del ftbol, comenz a dictarnos ctedra de poltica en el boliche. No entenda por qu Sanguinetti se demoraba tanto en decretar tal cosa, si l ya haba resuelto de un plumazo, en la Comisin Fiscal del club, un problema similar. Tampoco comprenda la actitud de Wilson; l jams ayudara as a sus consuegros. Lo de Seregni tambin le causaba asombro: pudiendo jubilarse, como hizo l despus de quedar encerrado en el ascensor de la oficina, para qu segua al pie del can? Y as habra continuado, genio y figura, si el Mudo no interviene, por primera vez, en una de aquellas charlas. Bast que carraspeara para que todos, incluyendo al propio Molina, le prestramos atencin. El cndor vuela a siete mil metros de altura y planea cientos de kilmetros. La perdiz jams lo va a entender.
(Verdadero Clsico de la Florescencia [Cultural] del Sur, Zhuang zi, 300 AC)
EL MAESTRO
-1991-
El Maestro era moreno, elegante y culto. Sin haber terminado la escuela, lea a Shakespeare en ingls, tena slidos conocimientos de psicologa y era un excelente jugador de ajedrez. Nunca abandon el Barrio Sur, excepto un par de aos para visitar la crcel. Pieza a pieza compr la pensin que lo vio nacer y la convirti en una hermosa casa estilo colonial. All viva y enseaba, no a cualquiera: slo a un alumno por vez. Pichn, su discpulo, un da volvi deslumbrado, luego de visitar a un pai que se haba instalado en el barrio: Maestro, hasta ayer crea que su mtodo era perfecto, pero ahora encontr otro mejor. Pai Joao puede adivinar el futuro y averiguar cosas que nadie sabe slo con tirar unos caracoles y consultar a los espritus. Lo prob yo mismo y no fall. Pichn, de mi mtodo slo te ense la letra, pero no la esencia. Qu creste? Qu ya haba terminado contigo? Todava sos como un huevo sin galladura. Fuiste al templo lleno de confianza y eso le permiti a este hombre conocerte a fondo. La prxima vez, traelo a casa; vamos a ver si me puede conocer a m. Dicho esto, el Maestro se volvi a concentrar en la televisin; para engaar a una persona era necesario conocer lo que esa persona consideraba como real. Al da siguiente, el pai se present ante el Maestro. Al salir, ms plido que su tnica blanca, le dijo a Pichn: Ay! Tu maestro est al borde de la muerte. A lo sumo vivir unos das. As me lo dijeron los Orixs. El discpulo entr llorando a la casa y se encontr al Maestro recostado, leyendo un libro de Milton Erickson. El hombre levant la vista y le coment con una sonrisa: Que vuelva maana! As lo hizo, y al salir de la casa, con la vehemencia de un bailarn en el Desfile de Llamadas, le dijo al alumno: Ha sido una bendicin para tu maestro encontrarse conmigo. Se recuperar! Al da siguiente, a pedido del Maestro, la visita se repiti. Esta vez, Pai Joao, con el ceo fruncido, opin: A tu maestro le falta concentracin. Hoy, Ex no pudo abrir el camino. Una vez ms le pidi el Maestro a Pichn, luego de que el pai se retirara. Y una vez ms se present el adivino. Entr a la casa y se retir de inmediato, con el semblante descompuesto. Poco tiempo despus cerr el templo y desapareci. Maestro! dijo Pichn. Recin ahora empiezo a entender.
H.A.T.
-2001-
Alsina sali de las oficinas del diario El Pas como quien emerge de un viejo cine de barrio. Una vez en la calle, puso a prueba sus pulmones: respir hondo, encogi los hombros y se larg hasta 18 de Julio. Cuando lleg al bar, mir el reloj. Elvio no tard en llegar. A ste, lo conocs? le dijo antes de sacarse el abrigo, golpeando con su dedo ndice una foto de la revista que haba colocado sobre la mesa. S respondi Alsina, es un actor uruguayo que trabaj en Suecia. Gan un premio y ac nadie lo conoce dijo Elvio. Mejor para l. Vos siempre ests a favor del perfil bajo. Es que la fama slo es un husped de la realidad. S, pero no te parece que hay cierta vanidad en tanta modestia? Puede ser dijo Alsina, mientras miraba la foto y la sonrisa del actor, que era un calco de la suya. Al final, cada uno elige entre estar alegre o estar triste.
SANTA TERESA
-2011-
Leonardo Olivera, luego de su primer da de mar y sol, aprovech para recostarse dentro de la carpa. Desde nio, siempre haba deseado pasar sus vacaciones en el Parque Nacional de Santa Teresa; y este diciembre, lo haba logrado. Tena 17 aos y fiebre por insolacin. Llam a sus padres, les dijo que estaba bien y apag el celular. Cuando el sueo venci al dolor de cabeza, aparecieron las figuras borrosas y los sonidos apagados de un campamento que se levanta. Vamos! era la voz del Capitn Pablo Prez. Tenemos una fortaleza que tomar. Viva la Patria! Poco a poco, Leonardo Olivera se espabil. Tom sus armas y se pein, como pudo, la rubia melena. Qu sueo tan extrao haba tenido! Una cajita parlante y cientos de muchachas, medio desnudas, bandose y tomando sol en la playa. Pero y si la cosa era al revs? Si todo esto de la independencia era un sueo del otro Leonardo? No tena idea. Lo que s tena claro es que volvera a Santa Teresa.
(Verdadero Clsico de la Florescencia [Cultural] del Sur, Zhuang zi, 300 AC)