Cincunegui - Ética y Filosofía de La Psicología PDF
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ISSN 0717-4675
Resumen Este artculo se enmarca en el contexto del actual debate entre los representantes de las disciplinas de la filosofa de la mente y las ciencias cognitivas, por un lado, y los fenomenlogos, por el otro, en torno al estatuto de la consciencia y la naturaleza de la accin. A partir de la recuperacin de la obra crtica del filsofo canadiense Charles Taylor, quien en The Explanation of Behaviour (1964) se enfrent a los presupuestos del conductismo psicolgico, cuyos presupuestos modificados an estn presentes en buena medida en las doctrinas cognitivistas, se ofrecen argumentos (1) contra la pretensin reduccionista de explicar lo humano a partir de lo no humano, sin por ello minimizar la importancia de las investigaciones mecanicistas, pero atentos al carcter ineludiblemente teleolgico de la accin; y (2) contra el olvido insistente en lo que respecta al estatuto de los animales no humanos y el reconocimiento de la necesidad de una demarcacin ms fluida entre la existencia humana, animal no humana e inanimada. Palabras claves: conductismo, teleologa, accin, filosofa de la psicologa, tica.
Abstract
Licenciado y Doctor en Filosofa. Universitat Ramon Llull (Barcelona). Docente e Investigador. Publicaciones recientes: Charles Taylor y Alasdair MacIntyre: sobre la identidad natural (2009); Ecologa y Habla (2011); The Biological Roots of Human Identity: Alasdair MacIntyre on Human and Non-Human animals (2013); y Las preguntas en torno al anthropos moderno (2013).
Recibido: 11/Agosto/2012 - Aceptado: 3/Octubre/2012
Introduccin Una de las cuestiones ms acuciantes que se desprende de los debates en torno a la naturaleza de la mente y su funcionamiento, por un lado, y la naturaleza de la experiencia, que son los dos objetos de estudio respectivamente de (1) la filosofa de la mente y las ciencias cognitivas, y (2) la fenomenologa, es la cuestin tica. Desde nuestra perspectiva, es imprescindible articular una filosofa de la psicologa como presupuesto para la articulacin de una tica y una filosofa social y poltica. En lo que a nosotros nos concierne, lo que debemos hacer es enfrentarnos a las teoras naturalistas de la mente que pretenden explicar lo humano a partir de lo no humano. Es decir, a partir de elementos comunes a la naturaleza inanimada, o a partir de la naturaleza animada no humana. Lo que pretendemos en este artculo es presentar una serie de argumentos que nos servirn para echar luz sobre la conexin intrnseca entre: (1) el modo en el que nos entendemos a nosotros mismos, y (2) el modo por medio del cual nos orientamos hacia el bien (hacia aquello que consideramos como bueno, valioso, aquello que anhelamos o aspiramos convertirnos). Una tica de este tipo quiere evitar dos concepciones de la moral que estn muy extendidas en nuestro imaginario. Por un lado, una moral formalista como la kantiana. En este caso, lo tico se define en funcin del deber ser en tanto universalizable. Se trata de una tica procedimental. Por el otro lado, la tica utilitarista, que define lo tico en funcin de las consecuencias de las acciones, en funcin de lo conveniente o inconveniente para uno mismo o para el mayor nmero. Estas ticas estn llenas de problemas. Son muy diferentes una de otra, pero comparten la conviccin de que es preciso sacar del mbito de la tica un conjunto de cuestiones que no tienen que ver con el poder humano o el florecimiento humano, como son las cuestiones de lo que creemos que es valioso en vista a nuestra dimensin finita y las preguntas en torno a la trascendencia. Como dijimos, nosotros creemos que, para dar respuesta adecuada a las preguntas en torno a la filosofa prctica (tica, social y poltica) se precisa una formulacin apropiada en el mbito de la filosofa de la psicologa. Para ello, dirigiremos nuestra atencin a la crtica al conductismo en psicologa. La razn para volver al conductismo psicolgico ya pasado de moda, es que sus presupuestos, pese a las correcciones, an estn vigentes en gran medida en la psicologa cognitivista, en la filosofa de la mente y otras ciencias cognitivas.
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1. La explicacin del comportamiento La crtica del filsofo Charles Taylor en The explanation of Behaviour (1964) al anlisis del conductismo se despliega sobre la base de sus crticas a las posiciones cartesiana y empirista sobre la accin y la intencin. El ncleo de su argumentacin gira en torno a la conviccin de que el propsito de las teoras naturalistas que subyacen a la psicologa conductista consiste en ofrecer una descripcin del comportamiento humano que pueda excluir toda referencia a las explicaciones teleolgicas. Eso implica una visin que hace caso omiso de los principios distintivos del comportamiento de los organismos animados y otros procesos de la naturaleza. Dice Taylor (1964: 42-43):
Por ello, las leyes bsicas de estas explicaciones no teleolgicas no sern aquellas que gobiernan la accin, y por ello estaremos tentados a negar cualquier comportamiento que caiga bajo el ttulo de accin. Muchos temen o esperan que el progreso gradual de la explicacin cientfica del comportamiento llevar a nuestras acciones paulatinamente bajo leyes de este tipo, con las consecuencias de que, una por una, sern privadas de su estatuto y relegadas a la categora de no accin. Junto a esto y sta es a menudo la principal razn de inters en este tema el rea en la cual podemos atribuir responsabilidad, lidiar con elogios y culpas, o administrar premios e imponer castigos, disminuir ininterrumpidamente hasta que en el caso lmite, no quedar nada; las cortes se cerrarn o se convertirn en institutos de ingeniera humana, el discurso moral ser relegado al trastero de la historia, etc.
En resumidas cuentas, la posicin de Taylor se opone a la pretensin de que las leyes que explican la ocurrencia de los eventos fsicos pueda servir como base para una explicacin de la intencionalidad o la significatividad, es decir, a los aspectos de la antropologa filosfica que se encuentran estrechamente conectados con la tica. Por ello, de acuerdo con Taylor, no slo las ticas teleolgicas, sino tambin el voluntarismo sartreano se ven amenazados por el reduccionismo naturalista que ejercita la filosofa conductista de la psicologa (Kerr, 2004: 87). Por lo tanto, la crtica al conductismo est motivada en ltima instancia por la conviccin de que las explicaciones mecanicistas y antiteleolgicas del comportamiento humano y animal tienen efectos profundos en la filosofa moral. Ahora bien, desde el punto de vista negativo se trata de descartar algunas teoras conductistas y sus herederas que propagan una concepcin del ser humano que bloquea los ideales del humanismo. Desde el punto de vista positivo, se trata de hacer lugar a una
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recuperacin de conceptos bsicos de la filosofa aristotlica, tal como la encontramos en la tica a Nicmaco. Esto nos lleva a reconocer el carcter integrado de la filosofa de la psicologa, la filosofa moral y la teora poltica. Un ejemplo de ello puede ayudar a clarificar lo que pretendemos. Pensemos en las teoras contractualistas de autores como Hobbes o Locke. Estas teoras propugnan una visin de la sociedad que la percibe como una mera agregacin de individuos cuyo propsito exclusivo es el beneficio de dichos individuos. En funcin de esta concepcin, los principios polticos fundamentales a los que se adhieren gira en torno a la atribucin de ciertos derechos a los individuos, al tiempo que se le otorga una relevancia secundaria a los principios de pertenencia u obligacin, el cual nos impone el deber de pertenecer a la sociedad u obedecer a la autoridad (Taylor, 1985:188). De acuerdo con este modelo, la nocin de derecho juega un papel central en la justificacin de las estructuras polticas. Sin embargo, el nfasis en la primaca de los intereses individuales pasa por alto las obligaciones de los agentes en lo que concierne a la sostenibilidad de la comunidad a la que pertenecemos, a la que en buena medida debemos nuestra identidad. Lo que hace plausible el individualismo liberal es el principio de autonoma y autosuficiencia de los individuos que se apoya a su vez en la epistemologa triunfante de la modernidad. De acuerdo con Taylor (1985: 210):
Est claro que slo podemos abordar el tema si nos interrogamos acerca de la naturaleza del hombre. Pero est claro que los dos extremos no se encuentran en las mismas condiciones en relacin a estas cuestiones. Los atomistas estn instalados con ms comodidad en las intuiciones del sentido comn sobre los derechos de los individuos y no muestran ningn entusiasmo ante la posibilidad de entablar esas discusiones ms extensas. Y obtienen respaldo para esta actitud en las tradiciones filosficas que llegan a nosotros desde el siglo XVII, basadas en la postulacin de un sujeto sin extensin, concebido epistemolgicamente como una tabula rasa y polticamente como un derechohabiente sin otra presuposicin. No es un azar que estas doctrinas epistemolgicas y polticas se encuentren a menudo en los escritos de las mismas figuras fundadoras.
A partir de este trasfondo, la sociedad es concebida como un compuesto de individuos desconectados, cada uno de ellos con una serie de derechos inalienables que la sociedad tiene como nica funcin proteger. De esta manera, el atomismo se alimenta del mismo trasfondo de significaciones que sirve como fundamento a la epistemologa moderna.
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2. El caso conductista El xito de la fsica moderna, mbito en el cual se implementaron de la manera ms exitosa las explicaciones mecanicistas en sustitucin de las antiguas explicaciones teleolgicas propias de las cosmologas premodernas, impuls un mandato a todos los dominios de la investigacin cientfica que obedeca a la conviccin de que el desarrollo pleno de esos mbitos de conocimiento estaba condicionado a la aplicacin de una metodologa semejante a la utilizada por la ciencia fsica. En continuidad con ese mandato de la poca, el psiclogo John B. Watson propuso un estudio sobre el comportamiento humano que llevara al mbito de la psicologa los principios bsicos de las ciencias naturales. De acuerdo con Watson (1913), la psicologa conductista deba entenderse como una rama de la ciencia natural, y su meta no era otra que la de predecir y controlar la conducta. Por esa razn, tanto la divisoria de su objeto de investigacin (la conducta) entre lo humano y lo no humano, como el mtodo introspeccionista que aborda su interpretacin desde el punto de vista de la consciencia, resultaban irrelevantes. De este modo, creci en el dominio de la psicologa un movimiento que ha tenido enorme relevancia durante todo el siglo XX, el conductismo, desarrollado posteriormente por autores como C. L. Hull y B. F. Skinner, el cual, como hemos dicho, pese a no concitar ya adhesiones entre los tericos de la psicologa, ilustra la creencia subyacente de que las leyes referentes al comportamiento humano deben tener la forma mecanicista que aun mantiene su hegemona en amplios sectores de las ciencias humanas (Smith, 2002: 43). Del ncleo doctrinal del conductismo se desprende el propsito de remover del proceso explicativo del comportamiento humano toda referencia a la intencionalidad y la significacin, y hacer lo propio con el rol de los bienes a la hora de articular la naturaleza ltima de los seres humanos. En la versin de Watson, el repudio del conductismo a la psicologa tradicional se deba, en primer lugar, a su compromiso mentalista, en cuanto la psicologa se defina a s misma como ciencia de los fenmenos de conciencia, y a su metodologa introspeccionista (Leahey, 1998: 380). En lo que respecta a la introspeccin, segn Leahey (1998: 380), Watson identific defectos sobre la base de razones empricas, filosficas y prcticas. Para empezar, la prctica introspectiva era incapaz de definir cuestiones bsicas que su propio objeto suscitaba, como ocurra con la determinacin de los atributos y la cuantificacin de los estados de
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conciencia. En segundo trmino, a diferencia de lo que ocurra con los mtodos de las ciencias naturales, el psiclogo mentalista estaba obligado a estudiar el mundo privado de la conciencia de un observador, lo cual implicaba apoyarse en un elemento personal, es decir, lo ms opuesto al ideal desvinculado al que se adhera el conductista. Como ocurra con la investigacin con animales, la conciencia resultaba un dato irrelevante frente a los logros obtenidos sobre la base de la observacin emprica de la conducta. El investigador poda intentar una reconstruccin, a partir del comportamiento del animal, de su mente, pero esa reconstruccin, de acuerdo con Watson, era irrelevante en lo que concerna a los resultados del propio experimento. Por ltimo, la psicologa introspectivista resultaba irrelevante para la sociedad, puesto que era incapaz de ofrecer soluciones a los problemas que deban enfrentar los individuos de las sociedades modernas. Para Watson, la psicologa genuinamente cientfica buscaba ampliar las generalizaciones que conducan al control de la conducta humana (Leahey, 1998: 382). Su tarea era estudiar la teora de ajuste, en contraposicin al contenido de conciencia con lo cual se pretendan alcanzar predicciones en trminos de estmulo y respuesta. El anhelo de Watson era aprender los mtodos generales y particulares por los cuales puede ejercitarse un control de la conducta. Lo que queda claro en lo que respecta a su metodologa era que no necesitaba hacer distincin alguna entre el tratamiento que realizaba de los seres humanos y otros animales no humanos, debido justamente a la despreocupacin con la cual trataba los hipotticos procesos conscientes. El conductismo, en principio, se caracteriza por el hecho de que ofrece una explicacin del comportamiento humano sobre la base de un modelo que toma en consideracin exclusivamente las leyes de funcionamiento que rigen la relacin estmulo-respuesta. Para ello, el conductista se cie a la observacin de los movimientos burdos del organismo y su entorno, asumiendo axiomticamente la existencia de correlaciones bsicas entre dichos movimientos y operaciones cerebrales y del sistema nervioso como base material explicativa ltima del comportamiento1, lo cual evita la necesidad de hacer referencia a un
En el caso de Watson, por ejemplo, su rechazo contra la psicologa mentalista e introspectivista se encuadra en una revuelta ms amplia contra el pasado cultural en general. Para Watson, en consonancia con una poca que promulgaba obsoleta toda raz religiosa, la psicologa tradicional estaba en continuidad con la creencia en la existencia del alma. Quienes se adheran a una concepcin de la conducta a partir de un proceso centralizado en el cerebro, y no como mera respuesta a un estmulo externo, no hacan ms que trasladar las funciones atribuidas en el pasado al alma, ahora a la corteza cerebral. El elemento anlogo en ambas explicaciones era el hecho de ofrecer como principio explicativo ltimo una entidad misteriosa. Como ha sealado Leahey, para
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proceso interior que subyazca a dichos movimientos. La intencin es establecer una serie de leyes de correlacin entre el entorno (estmulo) y el comportamiento (respuesta) prescindiendo de cualquier referencia a la intencionalidad. Sin embargo, el conductismo no es capaz de establecer a priori que la forma de las leyes que gobiernan el comportamiento humano, y de todo comportamiento animado, sea mecanicista. Lo que subyace a su conviccin es la epistemologa empirista para la cual todo conocimiento genuino debe ser verificable empricamente. Parte del problema es que, en lo que se refiere a las explicaciones teleolgicas, el conductista comete una equivocacin al considerar que dichas explicaciones pueden ser traducidas a las formas de las leyes mecanicistas, cuando en realidad la explicacin teleolgica se rige por sus propias leyes. Las explicaciones teleolgicas no pueden cumplir con los requerimientos mecanicistas, entre otras cosas, porque el estado final invocado en dichas explicaciones no es anlogo a las entidades que funcionan como causa antecedente en las explicaciones mecanicistas que se cien a la causalidad eficiente. De acuerdo con Taylor (1964: 9):
La explicacin por intencin involucra el uso de una explicacin de forma teleolgica, de explicacin en trminos del resultado por el cual los eventos que nos conciernen ocurren. Ahora bien cuando decimos que un evento ocurre en aras de un fin, estamos diciendo que ocurre porque es el tipo de evento que trae ese fin. Eso significa que la condicin para que ese evento ocurra es que se d un estado de cosas de tal modo que conduzca al fin en cuestin, o que tal evento es requerido para llevar a ese fin. Ofrecer una explicacin teleolgica de algn evento o clase de eventos, por ejemplo, el comportamiento de alguna entidad es, por lo tanto, explicarlo por medio de leyes en los trminos de las cuales la ocurrencia de un evento es sostenida en dependencia del hecho de que ese evento sea requerido para cierto fin.
De este modo, la presuncin empirista detrs del conductista le hace concluir que es posible realizar una reduccin de la forma teleolgica de la ley del comportamiento a la forma mecanicista de la misma. Sin embargo, dicha reduccin es implausible. La idea de que el telos de un sistema, que se refiere a una propiedad de una totalidad integrada o irreductible, debe ser traducible a leyes explicativas es un hecho no probado. Eso nos permite sospechar que el conductista se apoya en un
Watson, ni el alma ni el crtex son entidades existentes, sino como meras estaciones que conectan estmulos y respuestas. Por ello, en lo que respecta a la prediccin y control de la conducta, podemos prescindir de cualquier referencia al alma y el cerebro.
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dogma: las premisas sobre la experiencia heredadas del empirismo (Smith, 2002: 44). En segundo trmino, aun cuando a priori es verdadero que las explicaciones de comportamiento en trminos de intencin son incompatibles con la explicacin mecanicista, eso no conlleva la posibilidad de deshacernos de una ciencia del comportamiento. Lo que debemos hacer es volver a las ciencias experimentales para constatar si la mejor explicacin del comportamiento es aquella que se ofrece en trminos mecanicistas o teleolgicos. Sabemos que el rechazo del conductismo no se dirige nicamente a las explicaciones teleolgicas en general, sino al tipo de explicacin teleolgica especial en la cual el telos o meta se define en trmino de propsito o intencionalidad. La nocin de accin, en su uso corriente, la explicamos habitualmente como un modo de comportamiento en el cual est involucrada la intencionalidad. Cuando hablamos de accin, en contraposicin al mero comportamiento, la distincin se establece a partir de la constatacin de que hay una intencin o propsito detrs de dicho comportamiento que juega un rol decisivo en la produccin de dicho comportamiento. Es decir, lo que diferencia a la accin del mero movimiento es la intencin o deseo de un agente a partir del cual lleva a cabo un determinado comportamiento en aras de un fin. Por lo tanto, no es suficiente para decir que una accin ha tenido lugar, corroborar empricamente un movimiento. Por otro lado, el uso corriente de trminos como logro, intento o meta slo resulta inteligible si lo consideramos en la esfera de la accin, entendida sta de manera distintiva frente al mero comportamiento, lo cual implica que no pueden estar sujetas dichas esferas a las mismas leyes explicativas. Desde el punto de vista del lenguaje corriente, la accin es incompatible con la determinacin del comportamiento por medio de leyes mecanicistas. Sin embargo, el anlisis lingstico no puede ofrecernos la certeza que esperbamos. La distincin lingstica entre accin y no accin demuestra el error en el que haba incurrido la psicologa conductista al rechazar de plano la explicacin teleolgica debido a la imposibilidad de ajustarse a requerimientos empiristas en detrimento de la forma de su propia ley. Pero no es suficiente para ofrecer garantas sobre el esquema conceptual adecuado para abordar la cuestin. Es necesario volverse hacia los propios fenmenos para determinar qu tipo de ley es la adecuada: las leyes teleolgicas que gobiernan la accin o las mecanicistas que gobiernan el movimiento. La observacin emprica muestra que las segundas no son las apropiadas para dar cuenta de los fenmenos investigados.
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De este modo, es necesario ofrecer una alternativa entre aquellos que argumentan a favor de una explicacin mecanicista de la accin, y aquellos otros que niegan la posibilidad de una ciencia del comportamiento humano. Para ello es preciso investigar qu tipo de ley rige dichos comportamientos (Taylor, 1964: 48). 3. Intencionalidad en los animales no humanos Una objecin al esquema esbozado nos incumbe particularmente. Se trata de los rasgos dualistas impensados en la argumentacin que pretende un hipottico aislamiento metafsico del ser humano en vista a la ontologa teleolgica propuesta. Desde esta perspectiva, el comportamiento humano estara gobernado por leyes de forma teleolgica, mientras el resto de la naturaleza estara gobernada por leyes de forma mecanicista. Sin embargo, la cuestin de la validez de la explicacin a partir del propsito concierne lo que asemeja el comportamiento humano y no humano animal. Por lo tanto, independientemente de lo que pueda probarse en este mbito, lo cierto es que al hablar de accin y deseo en el caso de los animales no humanos, estos difieren de la naturaleza inanimada en forma radical (Taylor, 1964: 70). La pregunta de fondo es la siguiente: Por qu razn deberamos siquiera explorar la hiptesis de que la base de la distincin se encuentra entre los seres animados y la naturaleza inanimada en general, cuando incluso nuestra distincin entre accin y no accin se realiza sobre la base de argumentaciones que toman en consideracin usos lingsticos que son exclusivos de los seres humanos? Aunque no es posible dar una respuesta a priori a estas cuestiones, sin embargo, cabe hacer algunas consideraciones y sealar los errores de principio que han alimentado la negativa a considerar en esta cuestin a otros seres animados como agentes intencionales. Descartes, por ejemplo, crey que los animales no humanos eran mquinas complejas. Si rechazamos estas doctrinas, sin embargo, estamos obligados a justificar una demarcacin fuerte entre humanos y no humanos. En nuestro uso diario, nos referimos a los animales como agentes y portadores de deseos. Si esto es as, y no parece errneo plantear el asunto de este modo, estamos obligados a abordar la cuestin explcitamente (Taylor, 1964: 64). Parte del problema para determinar el estatuto de los animales no humanos surge de la indecisin en lo que concierne a la definicin de la nocin de la conciencia o mente, puesto que en buena medida, la atribucin de accin y deseo a los animales depende del hecho de que les
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atribuyamos o no una conciencia. Si la definicin de la conciencia se realiza en trminos tales que esta resulta en conciencia humana, el resultado es que los animales no pueden ser considerados agentes en los trminos que nos conciernen. Esto ocurre cuando pensamos en la conciencia, como hemos visto, como algo separado y anterior a la propia accin, lo cual, en principio no permitira estas atribuciones a los animales. Dice Taylor (1964: 65):
Los seres humanos como usuarios de lenguaje pueden devenir conscientes de los fines que desean perseguir a travs del reconocimiento anterior al inicio de cualquier accin dirigida a dichos fines. Pero una conciencia de este tipo no puede atribuirse a quienes no son usuarios de lenguaje, puesto que, de aquellos que no pueden dar testimonio a otros, no podemos aseverar que puedan drselo a ellos mismos. Por tanto los animales estn excluidos por definicin.
Sin embargo, si pensamos en el modo en que un animal huye frente a determinada circunstancia, cabe preguntarse cmo descubrir aquello que realmente teme. Slo podemos hacerlo a partir de la experimentacin, variando las condiciones hasta dar con aquello que causa exactamente su temor. Esto es as porque se trata de seres que no pueden establecer sus intenciones mediante el lenguaje. Sin embargo, esto no justifica que todos los atributos de las acciones animales sean de la clase que se evidencian por medio de la experimentacin, es decir, aquellas que pueden ser subsumidas bajo leyes de comportamiento. El hecho de que slo podamos determinar si un comportamiento animal justifica cierta descripcin por medio del descubrimiento de la correlacin de la cual ese comportamiento es una instancia, no demuestra que no podamos caracterizar su comportamiento como accin en el sentido normal. La ausencia de autotestimonialidad en los animales no implica que no podamos adscribirles accin y distinguir en su comportamiento acciones y movimientos. Por lo tanto, tenemos buenas razones para distinguir, por ejemplo, la salivacin de un perro y la persecucin que hace un ratn. De manera semejante, parece apropiado atribuirles deseo, frustracin, dolor, miedo, etc. Es decir, existen buenas razones para considerarlos agentes. Lo cual implica que podemos clasificarlos como seres que dirigen su comportamiento. Por lo tanto, cuando hablamos de los animales no humanos, especialmente cuando se trata de los animales no humanos superiores, sus acciones no pueden ser consideradas sin remitirnos al propsito que las dirige (Taylor, 1964: 6667).
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En breve, la ausencia de la capacidad lingstica que nos permite adscribirnos estados mentales a nosotros, los humanos, no es criterio para determinar el estatuto de agencia. Eso no significa que no podamos reconocer la enorme diferencia que conlleva la capacidad que tienen los individuos humanos para reconocer sus estados de consciencia y testimoniarlos. En el caso de los animales, slo podemos dar cuenta de su reaccin a travs de la experimentacin en diversas condiciones, mientras que a un ser humano podemos interrogarlo. Sin embargo, eso no slo significa que tengamos un acceso directo en el segundo caso que se encuentra vedado en el caso del animal, sino tambin, que el ser humano es consciente de lo que le ocurre de un modo diferente al que pueda tener el animal no humano. Para un usuario de lenguaje, pensar algo bajo una descripcin X implica aplicar esta descripcin a la misma. Ahora bien, es una caracterstica de nuestro lenguaje que, en la aplicacin de una descripcin o concepto a algo, estamos describiendo o conceptualizando algo a lo que pueden aplicarse otras descripciones o conceptos. Un ser humano es capaz de comprender esto. Por lo tanto, para un usuario de lenguaje la expresin pensar en algo como una X tiene una fuerza especfica, porque es verdad que tambin podra pensar (lo que ellos reconocen como) la misma cosa bajo otra descripcin (Taylor, 1964: 68). Como sostiene Taylor, del animal no podemos decir que sea consciente de aquello que para l es la misma cosa, bajo dos descripciones diferentes, simultneamente o en ocasiones diversas. El nico tipo de conciencia de los objetos que podemos atribuir a los animales es la conciencia de la relevancia inmediata de los objetos para su comportamiento, lo que Merleau-Ponty llama valor funcional. Por lo tanto, la nica conciencia de su accin, de las metas que persigue, que podemos atribuir a los animales es aquella que acompaa la propia accin, el intento por lograr la meta (Taylor, 1964: 68). Sin embargo, aunque esto lo diferencia de lo humano debido a que no contiene anlogo al pensamiento verbal humano, se asemeja a ste en lo que respecta al hecho de que el comportamiento animal est dirigido en sentido fuerte. No debera resultar difcil dar cuenta de este tipo de conciencia animal si consideramos la amplia gama de acciones humanas rutinarias que pertenecen al mismo nivel de conciencia. Por lo pronto, no parece adecuado decidir negativamente a priori. La respuesta debe ser el resultado de una investigacin emprica respecto a qu explicacin es ms adecuada para dar cuenta del comportamiento animal. Aun as, Taylor nos recuerda que hablar de intencionalidad en este caso, en consonancia con el sentido que tiene esta nocin en autores
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Slo de los seres humanos podemos decir que son conscientes de sus razones para actuar, en cuanto pueden describirse a s mismos y a otros, dichas razones. A diferencia de las especies animales cuyos comportamientos pueden ser descritos sobre la base de leyes especficas que operan de manera montona en todos los miembros de la especie de una generacin a otra, los seres humanos muestran una enorme diversidad de una sociedad a otra respecto a sus fines. Las ideas fundamentales son transmitidas por medio del lenguaje y la costumbre y alteradas en cada generacin, lo que implica que el comportamiento humano es en parte una funcin histrica. En este sentido, slo de los seres humanos podemos decir que tienen historia. Por lo tanto, si nos centramos en la distincin entre los seres humanos y otras entidades no humanas, la lnea de demarcacin resulta ms clara que aquella que distingue seres animados e inanimados. Las dificultades de esta ltima distincin son mltiples. Entre otras cosas, cuando nos aproximamos a los niveles inferiores de la escala filogentica nociones como accin o deseo, resultan cada vez menos apropiadas (Taylor, 1964: 70). Sin embargo, lo que cuenta en ltima instancia es el tipo de explicacin que resulta adecuada, al menos para cierto tipo de animales, particularmente el hombre y los animales no humanos superiores. Si una explicacin intencional es la apropiada, ser necesario dar cuenta de la evolucin de esta clase de ser a travs de diversos estadios que han dejado una huella filogentica en la que no existen rupturas definitivas. Dice Taylor (1964: 71):
Es posible que se pueda encontrar una progresin continua que lleve desde los sistemas inanimados no teleolgicos, a travs de sistemas teleolgicos animados, hasta aquellos que no slo son teleolgicos sino tambin intencionales en carcter. Por lo tanto, podra ser que aquellas especies inferiores para las cuales el concepto accin no tienen aplicacin (adems de aquellos subsistemas relativamente integrados en organismos superiores
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que son estudiados por los bilogos) sean de todas maneras de tal modo que su comportamiento slo pueda ser explicado por medio de leyes teleolgicas, aunque no intencionales.
Existe un conjunto de cuestiones en torno a la continuidad entre los estadios prelingsticos y los estadios lingsticos en el propio ser humano cuya explicacin slo resulta plausible tomando en consideracin las investigaciones empricas llevadas a cabo por aquellos que han ahondado en la comunicacin con otras especies animales no humanas. Como ha sealado Alasdair MacIntyre, existe en la tradicin filosfica occidental una interesada negligencia en lo que respecta al estudio de las semejanzas y analogas de las percepciones, los sentimientos y las acciones inteligentes de ciertas especies no humanas (MacIntyre, 1999: 13), y en el hecho de que dicho estudio podra servir para entender mejor la percepcin, los sentimientos y la inteligencia prctica del ser humano. Las razones que MacIntyre expone son, en cierto sentido, anlogas a las expuestas por Taylor, y como ste hace un llamado a evitar una nica lnea divisoria rotunda entre el conjunto de los animales no humanos y el ser humano, y un tratamiento emprico de la cuestin que preste especial atencin a las especies concretas de animales no humanos cuyas caractersticas pudieran ser de particular importancia. Notas conclusivas En el contexto de la antropologa filosfica de Taylor, The explanation of Behaviour puede leerse como un estudio sistemtico a fin de recuperar el fenmeno de la subjetividad encarnada (Smith, 2002: 50). En contraposicin a lo que ocurre con la explicacin conductista, Taylor se alinea con aquellos que conciben al agente como un sujeto encarnado, involucrado en una esfera de significacin, habilitado para actuar y estructurar a partir de dicha accin el mundo que habita. Para el conductista no existen sujetos encarnados, ni campos de significacin, slo correlaciones de estimulo-respuesta, y por lo tanto, un universo en el cual las acciones han sido reducidas a mero movimiento. La objecin de Taylor es emprica: la explicacin conductista resulta inadecuada para dar cuenta de la subjetividad encarnada, debido a su compromiso con la epistemologa reduccionista del empirismo moderno. El conductismo comienza su argumentacin sobre la base de los requerimientos que exige cierta concepcin de la explicacin cientfica, lo cual le obliga a excluir de la misma toda referencia a los sujetos encarnados (Smith, 2002). O para decirlo de otro modo, si volvemos la mirada a la definicin
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de la persona humana entendida esta como animal que se autointerpreta, como animal poseedor de logos, la objecin al conductismo y al conjunto de teoras en el mbito de las ciencias humanas cuyos trasfondos se encuentran aun embrujados por el poder explicativo de la epistemologa moderna, gira en torno a la conviccin de que estas teoras se despliegan sobre la base de una confusin categorial. Las explicaciones ofrecidas por el conductismo, para continuar con el ejemplo que tenemos entre manos, hacen desaparecer al agente humano como objeto de investigacin. Lo mismo ocurre con buena parte de las ciencias cognitivas. Pero sera errneo creer que esta objecin concierne a priori a los objetos y mtodos de estudio de dichas ciencias. Ms bien, lo que se pone en cuestin es el afn reduccionista y colonizador que motiva una expansin radicalizada de las conclusiones acotadas de sus propios objetos de investigacin a otras reas de conocimiento, hasta el punto de hacer desaparecer los objetos de estas otras reas, como ocurre con la tan sonada muerte del hombre. REFERENCIAS
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