El Collar de La Paloma

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EL COLLAR DE LA PALOMA: LIBRO DEL SIGLO XI SOBRE EL AMOR HISPANO-RABE

DR. a

NATIVIDAD NEBOT CALPE

1. INTRODUCCIN

Ibn Hazm de Crdoba, cuando la capital del Califato haba sido saqueada y medio derruida por los bereberes de frica, despus de sufrir cautiverio, se retir a Jtiva (Valencia), ciudad floreciente y notable. All, probablemente el ao 1022, a instancias de un amigo, escribi este tratado. En el prlogo, dirigindose a su fiel amigo, comenta: Tu carta me lleg desde la ciudad de Almera a mi casa de la corte de Jtiva y me trajo noticias de tu buena salud, que no poco me alegraron. Alab a Dios Honrado y Poderoso por ella y le ped que te la conservase y acreciese. Pero no pas mucho tiempo sin que te viera, pues que viniste a m en persona desafiando la fatiga de tan gran jornada, la separacin de nuestros hogares, la no floja distancia, la longitud del viaje, los riesgos del camino y dems penalidades ... '
y ms adelante, contina diciendo:

Me has pedido, Dios te honre, que componga para ti una risiila en la que pinte el amor, sus aspectos, sus causas y accidentes y cuanto en l y por l acaece ... 2
Ibn Hazm de Crdoba, El collar de la paloma, Madrid, 2" edicin. 1967, versin de Emilio Garca Gmez, Alianza Editorial, pp. 93-94. 2 Ibdem, p. 94.

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Slo por complacer a su amigo se apresura a tomar la pluma y satisface as su deseo, aunque reconoce que el asunto del amor es poco importante y del todo liviano, pero cree que no est de ms permitirse alguna frivolidad. Componer el libro quiz le sirvi de consuelo en el destierro de Jtiva, porque la creacin literaria suele ser a menudo lenitivo para el corazn lacerado por la amargura y el dolor. Ibn Hazm fue un erudito que redact escritos filosficos, jurdicos, histricos, teolgicos y una historia crtica de las ideas religiosas. Pero la obra que ha adquirido ms renombre es El collar de la paloma. Este estudio realista y elegantemente escrito acerca del amor y las costumbres en los usos amorosos hispano-rabes del siglo XI, constituye un fiel reflejo de su poca. En l hay alusiones a sucesos y a personas, y ejemplos; sobre todo, recuerdos, juicios, reflexiones, consejos y las propias experiencias del autor. Asimismo contiene el anlisis de diferentes situaciones que el amor suele llevar aparejadas. Emilio Garca Gmez 3 opina que este libro. adems de aristocrtico por sus personajes y estilo, es arabizante y en l no se muestra ninguna curiosidad por la vida mozrabe, o mulad, o simplemente popular, ni se desliza ninguna palabra romance, aunque s aparece algn hispanismo. Est escrito en prosa,
con bellas poesas intercaladas, y consta de treinta captulos. En l se nombra

con frecuencia a Dios como creador, providencia, honrado y poderoso, bien invocndole, bien pidindole perdn. Como en la Biblia, es un Dios eterno que castiga a los malvados y premia a los justos. Existe muy arraigado el concepto de pecado y el autor seala siete pecados mortales. Aparte de la influencia y de las citas bblicas, existen otras huellas culturales: del mundo griego. Para explicar la naturaleza del amor recurre a las ideas platnicas de El Banquete. No lo hace directamente sino a travs de escritores musulmanes. Tambin hay alusiones a otros autores griegos: Hipcrates y Filemn, por ejemplo. Aunque los aspectos y temas alusivos al amor son ricos y variados, haremos hincapi solamente en los ms relevantes.

2. EL HOMBRE Y LA MUJER MUSULMANES FRENTE AL AMOR


Opina el autor que la inclinacin a la concupiscencia y a la murmuracin son iguales en los hombres y en las mujeres, as como la coquetera. Sin
3 En la Introduccin, op. cit., p. 53.

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embargo, aade que el hombre es superior a la mujer fsicamente, por su resistencia. Observa notables diferencias entre los dos sexos, que se deben a la educacin de la poca. Segn l, las mujeres tienen el pensamiento desocupado de todo lo que no sea la unin sexual, porque no se ocupan de otra cosa. Los hombres, en tanto, andan preocupados en ganar dinero, en procurarse la aceptacin y el favor del soberano, en estudiar la ciencia, en velar por la familia, en cazar, en luchar en la guerra, en arar la tierra. Todas esas labores no les permiten estar ociosos. El hombre ocupa, pues, los puestos de responsabilidad y tiene la oportunidad de estudiar. En esta sociedad reflejada por Ibn Hazm, la mujer es un objeto de adorno para el recreo y goce del varn. Machismo puro y duro lo llamaramos ahora. Sobre la creencia comn que el dominio de los apetitos carnales se halla slo en los hombres y no en las mujeres, escribe: ... Tengo dicho, y no me vuelvo de ello, que hombres y mujeres son iguales en punto a su inclinacin por entrambos pecados de maledicencia y concupiscencia. No hay hombre a quien requiera de amor una mujer hermosa, e insista en hacerlo, sin que haya impedimento, que no caiga en las redes de Satans y no se vea atrado por el pecado, encandilado por la lujuria y levantado por el deseo, del mismo modo que no hay mujer a quien requiebre un hombre en parecidas circunstancias, que no se d a l... 4 En cuanto a la coquetera femenina, observa que nunca ha visto a ninguna mujer que, al darse cuenta de que un hombre la mira o la escucha, no haga meneos superfluos, que antes le eran ajenos, o diga palabras de ms, que antes no crea precisas. Pero aade que otro tanto les ocurre a los varones cuando se hallan en presencia de mujeres. Los hombres tampoco se libran de las crticas del autor. En El collar de la paloma, la mayor parte de las mujeres que aman son esclavas; las pertenecientes a familias principales se encontraban recluidas en los alczares y por eso se enamoraban con facilidad de los parientes varones al or hablar de ellos. El autor opina que en estos casos el amor de las mujeres es ms firme que el de los hombres.
4 Op. cit. p. 269.

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Presenta a la mujer como un ser ms dbil que el varn, ms delicado y menos resistente. Opina que las mujeres son como plantas olorosas que se agostan si no se cuidan, o como fbricas que se desploman, de no entretenerlas. Aade que ha habido quien ha afirmado que la apostura varonil es ms autntica y de mayor excelencia, porque el hombre soporta el sol de medioda, los vientos, el cambio de clima y la vida al aire libre, y de sufrirlos, no ms en parte, los rostros femeninos, experimentaran las mujeres los mayores trastornos. En la sociedad musulmana hispnica del siglo XI, la mujer era considerada como un ser inferior. Por ello son abundantes los ejemplos de esclavitud femenina en esta obra. Opina que la mujer no es casta si difunde el nombre del varn que la ama y consiente que anden en lenguas tales amores. Aade entre las cualidades femeninas la generosidad, que se da entre las mujeres honestas, entradas en aos y alejadas de los deseos varoniles. Suelen ser stas generosas con las jvenes, se esfuerzan en casar a las hurfanas y en prestar a las novias menesterosas sus propias ropas y alhajas.

3. NATURALEZA Y CAUSAS DEL AMOR


El amor, para Ibn Hazm, es un accidente. Empieza en broma y acaba de veras. Porque es sublime, los sentidos son sutiles para captarlo y no es posible entender su esencia, sino tras dilatado esfuerzo y empeo. El amor en aquella sociedad musulmana del siglo XI no estaba reprobado por su santa Ley ni prohibido por la fe. El autor utiliza una serie de tpicos para definirlo. Segn l, es una dolencia rebelde que, paradjicamente, es deliciosa. En resumen, es un mal apetecible. Por ello, quien se ve libre de l reniega de la salud, y el que lo padece no desea la curacin. El amor convierte en bello para los ojos del hombre aquello que ste aborreca antes. Tambin facilita y allana lo que pareca inalcanzable, hasta el punto de modificar el carcter innato y la naturaleza de los humanos. Es muy interesante el siguiente comentario sobre el amor: Difieren entre s las gentes sobre la naturaleza del amor y hablan y no acaban sobre ella. Mi parecer es que consiste en la unin entre partes de almas que, en este mundo creado, andan di vididas, en relacin de cmo primero eran

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en su elevada esencia; pero no en el sentido en que lo afirma Muhammad Ibn Dawd (Dios se apiade de l!) cuando, respaldndose en la opinin de cierto filsofo, dice que son las almas esferas partidas, sino en el sentido de la mutua relacin que sus potencias tuvieron en la morada de su altsimo mundo y de la vecindad que ahora tienen en la forma de su actual composicin 5 Al mencionar a cierto filsofo, se refiere, indudablemente, a Platn, que, adems, es citado de segunda mano. La frase s.on las almas esferas partidas tiene relacin con la actual expresin popular encontrar la media naranja, indicadora de la persona que, mediante el amor, complementa a la otra. As pues, para Ibn Hazm, el secreto de la atraccin o desvo entre las personas se halla en la afinidad o repulsin existente entre ellas, porque cada cosa tiende a buscar aquello que se le asemeja, lo afn. Ello genera la mutua antipata entre los contrarios, la mutua simpata entre los iguales. Para el autor, el amor autntico es una eleccin espiritual y algo as como la fusin de las almas, concepto tambin platnico del amor. Aade que se podra replicar a ello, y halla razonable la objecin de que al ocurrir las cosas de tal modo, el amor debera ser el mismo en el amante que en el amado, al suponer que los dos son partes que en otro lugar estuvieron unidas. Por otra parte, explica la desafeccin del amor e indica su causa u origen. La achaca a que el alma se encuentra rodeada de algunos obstculos concernientes a la naturaleza terrena, que dificultan la unin tal como sta se desarroll con anterioridad, en aquel otro mundo fuera de nuestro planeta. En cambio, ocurre tambin que el alma del amante se siente libre, y al saber donde se halla la otra alma con quien estuvo unida, va tras ella, desea alcanzarla y la atrae cuanto le es posible, del mismo modo que el hierro atrae a la piedra imn. En este smil, presenta el hierro como ms fuerte, con mayor potencia que el imn. Es precisamente esa energa la que origina que se dirija el amante hacia su igual y se sienta atrado por l, ya que el movimiento parte del ms fuerte. Ibn Hazm opina que el amor ejerce sobre las almas un decisivo imperio, una fuerza contra la que no es posible rebelarse; por ello es frecuente encontrar personas que despus de amar una cualidad determinada, no logran amar otras. El autor aduce al respecto varios ejemplos ilustrativos.
5 Op. cit . p. 101.

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Asimismo distingue de otros el verdadero amor, basado en la atraccin irresistible. Tal sentimiento se arraiga en el alma y no puede desaparecer sino con la muerte. Es el amor inolvidable que las personas ancianas rememoran, revivindolo. Es el amor que, si lo comparamos con otras manifestaciones amorosas, produce en quienes aman, la turbacin, la preocupacin, la obsesin, la mudanza de los instintos innatos y el cambio del natural y espontneo modo de ser. Es el amor que conduce a la extenuacin, que hace suspirar y lleva a situaciones de congoja y de pesar, propias slo del amor autntico. Se observa, una vez ms, que la definicin de este tipo de amor, que ahora llamaramos pasional, se halla salpicada de tpicos. Con referencia a la causa del amor, opina que no depende slo de la belleza corporal, pues si ella fuera la nica responsable, no sera amada la persona que tuviera alguna tara fsica. La causa tampoco es la identidad de caracteres, porque si ocurriera as, no amara el hombre a la persona que no le fuera propicia y con l se aviniese. Reconoce que el amor es engendrado por algo que radica en la esencia del alma. Una vez ms se comprueba la influencia platnica. Ibn Hazm cree tambin que si existiera una determinada causa que originara el amor y sta se extinguiera, el amor desaparecera. Explica que quien ama impulsado por ello, siente desamor cuando aquella causa ya no existe. Presenta varios modos de amor. El ms elevado para l es el amor a Dios. Cita, entre otros, el amor de los parientes, el de los que se asocian para lograr fines comunes, el que origina la amistad y el conocimiento, el que se encamina tan slo a la obtencin del placer y a la realizacin del deseo. Por encima de ellos, se halla el amor irresistible, no dependiente de otra causa que la mencionada anteriormente: la afinidad de las almas. Todos los tipos de amor cesan, crecen o menguan, segn sus respectivas causas desaparezcan, aumenten o decaigan.

4. SEALES QUE INDICAN EL AMOR


Considera el autor que los ojos son puertas del alma que dejan ver sus secretos interiores o ntimos. Por ello cree que la principal de todas las seales del amor es la insistencia en la mirada, y se caracteriza porque el amante no pestaea y cambia o mueve la vista cuando el amado se muda de lugar en su presencia.

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Con gran minuciosidad, fruto de la observacin, enumera otras seales indicio cierto del sentimiento amoroso. En primer lugar, la referencia a la comunicacin oral y al odo: el amante slo es capaz de dirigir la palabra a su amado, porque si le habla otra persona, se observa en l cierta violencia. Es asimismo indicativo de amor que calle embebecido cuando el amado habla, y le parezca estupendo todo lo que diga, aunque sean cosas sin sentido, e incluso, que le d la razn cuando miente. Igualmente es signo de amor que atestige a su favor, aun cuando obre injustamente. Tambin es seal de amor que le escuche y siga la conversacin por donde quiera que la lleve y sea cual fuere el giro dado. Concernientes al desplazamiento o movimiento, presenta las siguientes seales delatadoras del sentimiento amoroso: el hecho de que el amante se dirija presuroso al lugar en que se halla el amado; tambin que busque pretextos para acercarse a l y sentarse a su lado; que abandone las tareas que le forzaran a encontrarse lejos de l, y se haga el despistado y el tonto para no marcharse de su lado. Ibn Hazm completa esto con un bello poema, en el que compara sus pasos cuando se aleja del amado, con los del prisionero conducido al suplicio. En cuanto a las distintas expresiones emotivas del rostro, indicadoras del estado amoroso, cita la sorpresa y ansiedad que se reflejan en la cara del amante cuando, de pronto, aparece ante su presencia la persona a quien ama. Asimismo alude a la confusin que se apodera de l al ver a alguien que, por su parecido, le recuerde al amado. Incluso habla de la generosidad del amante, que se siente sumamente feliz cuando entrega regalos a otra persona, como si l mismo fuera quien los recibe. El autor llega a la conclusin de que, debido al amor, los hombres se perfeccionan o adquieren cualidades positivas. As, los tacaos se convierten en desprendidos; los huraos desfruncen el ceo; los cobardes se envalentonan; los speros se vuelven sensibles; los ineptos se instruyen; los mal educados se pulen; los desaliados se atildan; los sucios se limpian. Mas advierte que el amor tambin suele arrastrar a conductas negativas: los viejos se las dan de jvenes y, naturalmente, hacen el ridculo ms espantoso; los ascetas rompen sus votos y los santos se tornan disolutos. Aclara que las seales mencionadas aparecen antes de que prenda el fuego del amor yarda en todo su apogeo, porque una vez que el amor llega a su madurez, surgen la intimidad, los coloquios secretos y un alejamiento de todo, menos del amado.

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Otros signos de amor, cuando hay correspondencia entre la pareja, son la animacin excesiva; el estar juntos y amartelados; el forcejear jugando por cualquier cosa que haya cogido uno de los dos; hacerse frecuentes guios furtivos; la tendencia a apretarse uno contra otro; el tomarse intencionadamente la mano mientras dialogan entre s; acariciarse los miembros visibles, donde sea hacedero, y beber lo que qued en el vaso del amado, escogiendo el lugar mismo donde dejaron huella sus labios. Existen, asimismo, seales contrarias a las mencionadas y se deben a distintas circunstancias. Ibn Hazm expone los ejemplos siguientes: la nieve, que es fra, si se aprieta mucho tiempo con la mano, quema como su contrario el fuego; la alegra excesiva, lo mismo que la pena desmesurada, y la risa muy continua y violenta hacen saltar las lgrimas. Con agudeza psicolgica, observa que de la misma forma que los amantes se corresponden con amor autntico, tambin se enfadan con frecuencia, sin saber por qu, o se llevan la contraria o se atacan mutuamente por la cosa ms superflua. No obstante, se distinguen tales enfados, de la verdadera ruptura o enemistad nacida del odio, por la prontitud de la reconciliacin. Porque si dos personas que de verdad se aman se enemistan, no tardan en hacer las paces. Ello sucede slo cuando existe un amor correspondido y un afecto sincero. Igualmente, enumera otras caractersticas que son indicio del amor: el deseo del amante de or el nombre del amado, y el deleite que le produce toda conversacin que trate sobre l. Indica el autor otros comportamientos un poco desconcertantes y extraos: cuando el verdadero amante se pone a comer con gana y de repente, el recuerdo del ser amado le excita, de tal modo, que le es imposible tragar la comida porque se le forma una bola difcil de deglutir. Otro tanto le ocurre al beber. En cuanto a la conversacin, a menudo, comienza animado, pero, de pronto, le asalta un pensamiento acerca de la persona a quien ama y se le traba la lengua y comienza a balbucear como un nio. Momentos antes estaba risueo y sus ademanes eran desenvueltos, mas, de sbito, se muestra taciturno y sus movimientos son rgidos. Le aburre hablar y no desea que le pregunten. Comenta Ibn Hazm que los amantes se aficionan a la soledad y prefieren apartarse del mundanal ruido. Asimismo, la extenuacin del cuerpo y el modo de andar indican la languidez del alma de los enamorados. Tambin el insomnio es otro de los incordios o accidentes que sufren los amantes. Aade que los poetas han tratado con frecuencia estos estados y suelen decir de los ena-

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morados insomnes, que son apacentadores de estrellas. Presenta varias poesas alusivas al tema. Segn l, tanto el desasosiego como la desazn son indicios de amor y se manifiestan en dos situaciones: cuando se ha de asistir a una cita del amado y cuando nace una sospecha entre los amantes. Con frecuencia, el desasosiego y la desazn se truecan en profunda tristeza y pena, ocasionada por el temor a la ruptura. Por otro lado, aade que el amante siente melancola si el amado lo trata con desconsideracin, e indica que se apodera de l la ms violenta ansiedad y el estupor cuando ve que el amado lo esquiva y huye. Surgen por ello el abatimiento y las quejas, con profundos gemidos y suspiros. Cita otras seales indicadoras del amor: el aprecio del amante por los miembros de la familia de aqul a quien ama, hasta el punto de que el afecto por ellos es mayor que por los de su propia familia. Tambin el llanto indica amor, aunque reconoce Ibn Hazm que en este aspecto no todas las personas estn cortadas por el mismo patrn. Se da el caso de que hay quienes tienen prontas las lgrimas y quienes no las tienen. Aclara que el mismo forma parte de estos ltimos porque cuando era nio, estuvo mucho tiempo tomando incienso para curarse de unas palpitaciones del corazn. Con referencia a la opinin general sobre el llanto, presenta un poema. Se fija el autor en otros signos reveladores del amor, por ejemplo, que el amante espe al amado, tome nota de cuanto diga, investigue todo lo que haga y le siga en todos sus movimientos. Por ltimo, aade otra seal de amor: que el amante refrene su lengua y niegue estar enamorado cuando se lo preguntan, ingenindoselas para mostrar indiferencia. Sin embargo, pese al deseo de ocultar los sentimientos, el amor y el fuego de la pasin ardiente se manifiestan en los ademanes y en la mirada. Expone con relacin a ello, abundantes ejemplos y reprueba que el enamorado acte de esta forma, porque el amor es cosa natural y no se halla vedado por el Altsimo. No obstante, acepta el encubrimiento cuando se trata de salvaguardar al amado, ya que constituye manifestacin de lealtad.

5. DIFERENTES MANERAS DE ENAMORARSE


El amor, segn Ibn Hazm, tiene siempre un motivo que le sirve de origen. En este tratado, dedica cinco captulos a hablar de ello.

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El amor puede surgir de varias formas, algunas de ellas en extremo raras y poco comunes. Las ms frecuentes son las que engendran el amor mediante una sola mirada, o por una cualidad de la persona o por el largo trato; la ms excepcional, cuando el enamoramiento nace nicamente por haber odo hablar del amado. Otro caso curioso es el de la persona que se enamora en sueos. El autor muestra ejemplos de cada caso. Sobre el amor debido a una sola mirada (ahora diramos el flechazo), cabe distinguir dos modalidades. En la primera. el hombre se enamora de la figura externa de la mujer sin saber quin es ni cmo se llama, sin conocer a su familia ni dnde vive. La segunda modalidad consiste en que el hombre se enamore tambin por una sola mirada, pero de una mujer cuyo nombre conoce, as como su domicilio y origen. En estos casos, pueden ocurrir dos cosas: que el amor se extinga rpidamente o que perdure. Ibn Hazm opina que tal modo de enamorarse, por una sola mirada, es indicio de poca constancia y de rpido olvido, y llega a la conclusin de que en todas las cosas ocurre igual: las que se desarrollan deprisa, del mismo modo se extinguen deprisa, en tanto que las que tuvieron un nacimiento laborioso y dilatado tardan asimismo en acabarse. Duda y se asombra de quienes creen haberse enamorado as, por una sola mirada; no les da crdito y considera este tipo de amor, slamente como atraccin corporal y apetito carnal. No concibe que ese amor llegue a lo ms profundo y secreto del alma. Indica que el deseo carnal toma el nombre de amor cuando se supera a s mismo y coincide con la unin espiritual, en la que tienen parte el alma y sus cualidades naturales. De la confusin de ambos sentimientos -el carnal y el espiritual- ha nacido el error de quienes pretenden amar a dos personas a un mismo tiempo, porque esto no es ms que una modalidad del apetito carnal, segn el autor. Llega a comentar que las caractersticas en que se sustenta el amor no es preciso que satisfagan y gusten a los dems hombres ni se hallen ajustadas a la belleza. No obstante, tales cualidades constituyen para los amantes las mayores perfecciones. Si, pasado el tiempo, las pasiones surgidas a causa de dichas cualidades, se desvanecen, bien por el olvido, bien por cualquier otro motivo, los amantes no pueden dejar de pensar en las cualidades en que estaba basado su amor. El autor menciona varios ejemplos: el de un hombre prendado de una mujer de cuello algo corto, a quien, ya despus, no le atraa ni gustaba ningn hombre o mujer de cuello esbelto; el del enamorado de una muchacha ms bien baja de estatura que, pasado el tiempo,

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nunca am a una mujer alta. Aade, sin embargo, que no debe causar extraeza la existencia de personas amantes de lo feo y que, con el tiempo, cambien de gusto. Por otra parte, existen personas que no son capaces de amar de verdad sino despus de un largo trato, de mucho verse y hablarse. Indica Ibn Hazm que este tipo de amor es el que suele durar, porque el paso del tiempo no logra alterarlo y, adems, lo que se consigue con dificultad, no se olvida con facilidad. l ha observado a gentes de tal condicin, que al notar en su alma un afecto naciente o determinada inclinacin por una persona, recurren a la huida para poner freno a sus sentimientos y que no crezcan. Ello evidencia que el amor domina a estas personas en las mismas entraas y que, cuando se apodera de ellas, las esclaviza. Acerca de este tema presenta un bello poema. y a continuacin, cuenta su propia experiencia: nunca amor alguno prendi su llama en l sino despus de mucho tiempo de haber convivido con una persona. Aade que otro tanto le ocurre con el olvido y con el deseo. Jams ha logrado olvidar ningn afecto. Insiste, de nuevo, en las ideas platnicas: el alma se halla en este mundo inferior, tapada por velos fsicos, envuelta en confusin y movida por atracciones terrenales y mundanas, que encubren casi todas sus cualidades y, aun cuando no alteren su esencia, se interponen entre ella y las dems almas. La unin verdadera no puede alcanzarse hasta que no se llegue al conocimiento de aquello que con ella coincide y se asemeja. Slo entonces se producir la autntica unin.
Entre los ms peregrinos orgenes del amor, se halla el que nace por

haber odo hablar de una persona, sin conocerla. Por este camino, se llega, incluso, a que se crucen mensajes y cartas, a sufrir tristeza e insomnio. Igualmente, puede impresionar a un hombre el or una voz melodiosa de mujer, detrs de un muro, y as enseorearse de su espritu. Ibn Hazm considera muy mal cimentado este modo de amor, porque quien consume sus energas en un amor dirigido a quien no ha visto, tiene por fuerza que configurar en su alma una imagen ilusoria y, cuando llegue el da de ver al amado, pueden ocurrir dos cosas: o el amor se consolida o todo se viene a bajo. Aade otro motivo, menos frecuente, el enamorarse en sueos. Pone el ejemplo de un amigo suyo a quien encontr pensativo y muy acongojado porque haba soado con una esclava y, al despertarse, estaba enamorado de ella. Este amigo continu as durante mucho tiempo y nada le diverta. Ibn Hazm le reprendi, dicindole que la persona que est pendiente de algo irreal, no tiene perdn de Dios. Segn l, este caso es de sugestin anmica

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o de pesadilla y entra dentro de los deseos reprimidos y de las fantasas de pensamiento. Adjunta un hermoso poema sobre este asunto.

6. CMO LOS ENAMORADOS SE DECLARAN SUS SENTIMIENTOS


Comenta el autor que cuando deseamos una cosa, fuerza es que busquemos un medio que nos conduzca a ella. Expone con detalle cmo los enamorados para declarar sus sentimientos a las personas que aman, utilizan alusiones verbales de varios tipos: bien recitando un poema alusivo; bien trayendo a colacin un refrn oportuno o un verso enigmtico; bien dejando caer frases ambiguas o subrayando con doble intencin las palabras. Los enamorados usan de unos u otros ardides, segn el alcance de su entendimiento. De estas o de parecidas artes ha de servirse quien busca granjearse el amor. Si al principio le va bien y siente buena acogida, sigue adelante. Existen, adems, otras formas de expresar dichas alusiones verbales, que slo usan los enamorados cuando estn ya de acuerdo y slo ellos las pueden entender para comunicarse mutuamente, sin que las personas presentes las capten y comprendan. Aade que una vez conseguida la aceptacin y el mutuo concierto en las alusiones verbales, siguen las seales hechas con los ojos, porque con la mirada se aleja y se atrae, se promete o se amenaza, se reprende o se da aliento, se ordena y se veda, se fulmina a los criados ... Una mirada lnguida es prueba de aceptacin. La persistencia en la mirada es indicio de pesar y de tristeza. La mirada de refiln es signo de alegra. El entornar los ojos indica amenaza. El autor contina enumerando y describiendo otros modos de mirar. Indica que los ojos actan a menudo de mensajeros y que la vista es el sentido ms fino y el de ms eficaces resultados para el sentimiento amoroso. Si las cosas van bien y los amantes continan sus relaciones, adems de todo lo mencionado, se escriben cartas para as expresar su amor. Comenta Ibn Hazm que ha visto enamorados que se daban prisa en romper a pedazos las cartas, una vez ledas, o en desler la tinta con agua, o en borrar su escritura porque con frecuencia lo que dicen compromete y origina desgracias. A tal fin, escribe un poema. Trata tambin sobre el placer que siente el amante al saber que la carta le ha llegado al amado, y sobre el gozo cuando recibe una respuesta, que suple al encuentro entre ambos. Por ello, el enamorado suele ponerse la carta entre los ojos o sobre el corazn y la estrecha

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efusivamente. El autor censura y considera depravado a aquel que se pone la carta de la amada sobre su miembro viril. Aade datos bastante curiosos, sobre todo, para nuestra poca y mentalidad. Se trata de que el amante mezcle la tinta con lgrimas, o, tambin, que se abra una pequea herida para que brote la sangre y escribir la carta con ella. Comenta que cuando vio una misiva escrita con sangre, ya seca, le pareci lacre.

7. PERSONAS QUE FAVORECEN O PERTURBAN EL AMOR


Los intermediarios en el amor bien lo apoyan y fomentan o bien lo dificultan y son responsables de que se extinga. Entre los primeros, cabe destacar al mensajero. Con referencia a este mediador en el amor, Ibn Hazm aconseja que es conveniente elegirlo, probarlo y estudiarlo con el mayor cuidado, porque la felicidad de aquel que lo enva depender de l. Entre las caractersticas que debe tener para favorecer el amor, seala y destaca las siguientes: disposicin e ingenio, perspicacia para entender la menor seal, discrecin, lealtad, cumplidor de los compromisos, buen consejero, poco exigente. Porque si se carece de estas cualidades, perjudicar a quien lo enva y defraudar su confianza. Entre las personas utilizadas para este fin, estn los criados, que no despiertan recelos por su poca edad y por el desalio y descuido de sus maneras e indumentaria. Por otra parte, cita asimismo como mensajeras a personas respetables y fuera de toda sospecha, por la piedad que aparentan. Se trata de mujeres de avanzada edad, que usan bculo, rosarios y los vestidos de color encarnado. Recuerda que en Crdoba las mujeres honradas se guardaban de las que, en su aspecto, presentaban estas caractersticas. Aade que tambin suelen utilizarse como mensajeras las que tienen un oficio que permite el trato con las gentes, como son, entre las mujeres, los de curandera, aplicadora de ventosas, vendedora ambulante, corredora de objetos, peinadora, plaidera, cantora, echadora de cartas, maestra de canto, mandadera, hilandera, tejedora y otros menesteres anlogos. Presenta un amplio mosaico de la vida y de las costumbres de su poca. El retrato que hace de estas mujeres recuerda a dos personajes de la literatura espaola del siglo XIV y XV: Trotaconventos y Celestina. Vemos en esos tipos femeninos rabes el antecedente de la alcahueta en la literatura castellana. Es evidente que las costumbres musulmanas imprimieron con fuerza su huella entre los cristianos.

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Indica Ibn Hazm que tambin suelen ser elegidas como mensajeras las personas que tienen parentesco con aquellas a quienes son enviadas. Por ltimo, comenta que ciertos amantes, conocidos suyos, utilizan como mensajera a una paloma amaestrada, y aade un poema relativo al tema. Entre las personas beneficiosas para el amor, se encuentra el amigo favorable, buen consejero e intelgente, guardador de los secretos, que presta ayuda en los momentos difciles y crticos. Le dedica un captulo entero y pone de manifiesto las excelentes cualidades de la mujer para guardar cualquier secreto, porque si lo divulgara sera aborrecida de los dems. Expone abundantes ejemplos. Por el contrario, el autor califica como perjudiciales para el amor a las personas que hallan faltas en los enamorados o los critican. Opina, no obstante, que a veces la censura de un amigo vale ms que muchas ayudas, porque puede llegar a ser un freno y reflexin para el buen comportamiento. Pero, por otro lado, existen personas que no se cansan de censurar, y ello no deja de ser sumamente molesto y negativo para el amor. Refiere varios casos. Entre las personas infaustas para el amor est el espa, al que compara con una fiebre oculta o con una pleuresa crnica. El espa se hace pesado por permanecer en el lugar donde el varn se rene con el ser que

ama. Ibn Hazm presenta algunos ejemplos: como el del espa que tena la pretensin de cerciorarse de la veracidad de sus suposiciones y para ello menudeaba las visitas, prolongaba estancias, etctera. Aade otro: el espa, mandado para custodiar al amado. Estos tipos equivalen a los actuales detectives privados. El autor cuenta el caso de quien se dio tal maa para congraciarse con el espa, que ste en vez de espiar en su contra, espiaba en su favor; se haca el desentendido cuando tena que hacrselo, alejaba todo peligro del amante y se esforzaba por su bienestar. Presenta una poesa alusiva al asunto. Por ltimo, habla de otro nefasto personaje. responsable de las desventuras que sobrevienen al amor. Se trata del inventor de calumnias. Distingue tres clases: el calumniador que no desea otra cosa que enemistar y separar a los amantes; el que pretende tambin separarlos, con la torcida intencin de dejar solo al amado y tomarlo para s; el que pone en juego a los dos enamorados al mismo tiempo para descubrir sus secretos. Y, como es habitual, el autor nos deleita con algunas historias y ejemplos.

ACTAS XXXVII (AEPE). Natividad NEBOT CALPE. El collar de la paloma: libro del ...

EL COLLAR DE LA PALOMA: LIBRO DEL SIGLO XI SOBRE EL AMOR HISPANO-RABE

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8. CONCLUSIN
Cabra comentar tambin, profundizando en ellos, otros aspectos que trata en este libro Ibn Hazm, tales como la unin amorosa y su plenitud, la lealtad, los infortunios del amor, la ruptura, la traicin, la separacin, el 01 vido, la muerte e, incluso, la muerte por amor. El autor expone en esta obra su teora psicolgica acerca del amor con tal agudeza de observacin y altura de pensamiento, que leerla cautiva, mantiene la atencin y entretiene, pese a los casi mil aos que nos separan de ella. En realidad, la esencia del sentimiento amoroso en todas las pocas ha sido la misma, lo nico que vara son los comportamientos y usos amorosos.

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