Apocalipsis
Apocalipsis
Apocalipsis
EL LIBRO
DEL APOCALIPSIS
Apocalipsis 21,1-4
EL LIBRO DEL APOCALIPSIS
I. INTRODUCCIÓN
El libro del Apocalipsis ha despertado una atracción especial en todas las épocas, y no
solamente entre los creyentes. En la actualidad, este interés se ha manifestado de
múltiples formas. El problema es que se trata de un libro complejo y diferente, pues invita
a los lectores a sumergirse en un mundo realmente misterioso y los desafía a descubrir un
mensaje que hay detrás de una gran variedad de imágenes y símbolos. De este modo, el
Apocalipsis resulta sorprendente y hasta conflictivo, si se lo compara con los otros libros
de la Biblia. Su lectura puede producir confusión y desánimo entre los lectores, quienes
llegan a plantearse algunas preguntas difíciles. ¿Por qué se escribió un libro con un
mensaje tan escondido? ¿Es posible para nosotros descubrir ese mensaje en la actualidad?
¿Qué significan las abundantes imágenes y los diversos símbolos que a nosotros nos
parecen tan extraños? ¿Cuáles son las claves para una interpretación adecuada del libro?
Es evidente que el libro encierra algunas dificultades y que su lectura implica una atención
especial. Sin embargo, es necesario señalar, desde el comienzo, que el Apocalipsis es un
libro realmente interesante y que puede ser leído por los cristianos en el momento
presente, con gran provecho personal y comunitario.
2. Símbolos e imágenes
Hay una gran variedad de símbolos e imágenes en el libro. Esto es muy propio de la
literatura apocalíptica. Se recurre a ellos para tratar de explicar los misteriosos planes de
Dios para los hombres y la historia. Los símbolos invitan a descubrir su significado, para
así poder comprender una realidad misteriosa que está detrás de ellos. El símbolo nos
pone ante una realidad que no se puede comprender con la simple razón. Hay que dejarse
impresionar globalmente por las imágenes del libro e ingresar en el ambiente misterioso
que provocan. Hay que ubicar los símbolos en el contexto histórico que estaba viviendo la
comunidad cristiana de aquella época para poder descubrir su significado para nosotros
en la actualidad. Al empezar la lectura, no hay que preocuparse tanto del significado
exacto de todos y cada uno de los símbolos o imágenes. Ni siquiera en una lectura
posterior es decisivo tener la clave del sentido de todos ellos. Sí es muy importante
dejarse interpelar por el mensaje global del Apocalipsis, cuyo contenido fundamental está
relacionado con la fe del discípulo de Jesús, vivida en la realidad concreta de la historia.
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3. Apocalíptica
El estilo, el contenido, el vocabulario, las imágenes y los símbolos del Apocalipsis son muy
particulares porque el libro forma parte de la literatura apocalíptica. La comprensión de
este género literario y sus características nos permitirá acceder al verdadero mensaje del
libro. Las raíces de la apocalíptica están en algunos textos llamados “escatologías”, que se
encuentran en los profetas Isaías capítulos 24 al 27, Ezequiel capítulos 38 y 39 y Zacarías
capítulos 12 al 14. Este fue un género literario bastante frecuente en la época ínter
testamentaria, es decir, en el paso del Antiguo al Nuevo Testamento, que se produjo entre
los siglos II AC y II DC. De los muchos libros apocalípticos escritos en ese tiempo, sólo dos
forman parte de la Biblia: Daniel en el Antiguo Testamento y el Apocalipsis en el Nuevo
Testamento. El Apocalipsis ocupa un lugar único en la apocalíptica, no sólo porque su
revelación se refiere a la persona de Jesús, sino también por las características propias
que su autor le dio a este género literario.
4. Libro bíblico
Hay una relación muy especial entre el Apocalipsis y los demás libros de la Biblia. El autor
del Apocalipsis tenía un amplio conocimiento de los libros del Antiguo Testamento, a los
que recurrió frecuentemente. Sus libros favoritos son Génesis, Éxodo, Salmos, Isaías,
Ezequiel, Jeremías y Daniel. En el Apocalipsis hay 500 referencias al Antiguo Testamento.
Si consideramos que el libro tiene 22 capítulos y un total de 405 versículos, podemos
concluir que hay más de una cita en cada versículo. Es por esto que se ha dicho que el
Apocalipsis es una relectura cristiana del Antiguo Testamento y que es una buena prueba
para verificar el conocimiento que se tiene de la Biblia. Hemos podido encontrar también
unas 400 referencias a otros libros del Nuevo Testamento. Este es el motivo por el cual es
realmente imprescindible hacer una lectura del Apocalipsis a la luz de la Biblia.
5. Un drama
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claramente el control de Dios sobre la historia. Detrás del escenario, entonces, se
encontraba Dios, el verdadero director de la obra. El conocía el significado de aquellos
hechos y quería que los actores que estaban en el escenario sufriendo sus consecuencias,
también comprendieran su sentido. El Apocalipsis era una revelación sobre el sentido más
profundo de la historia humana y estaba destinado a reafirmar la esperanza de una
comunidad que vivía momentos muy difíciles y críticos.
6. Situación
El libro del Apocalipsis fue escrito para comunidades que estaban amenazadas tanto por
la persecución y la muerte como por la tentación de acomodarse o de abandonar la fe.
Vivían en una permanente situación de opresión, marginación y exclusión de la vida
social, política y económica. Las amenazas venían del poder político del imperio romano,
de ciertos grupos judíos y de cristianos que se habían apartado de la verdadera fe. Es
necesario leer el libro en el contexto histórico de las comunidades cristianas de Asia
Menor a fines del siglo I DC, en tiempos del emperador Domiciano (81-96 DC). Esto
permite descubrir la intención que tuvo el autor al escribir este libro. Era una compleja
situación de crisis y esperanza, a la vez. Para llegar a comprenderla, conviene plantearse
algunas preguntas. ¿Qué habrán esperado y añorado esos cristianos? ¿Qué señales habrán
buscado desesperadamente en los acontecimientos históricos? ¿Cómo habrán enfrentado
el aparente silencio y la ausencia de Dios? ¿Cómo se habrán dado ánimo mutuamente? ¿A
qué imágenes habrán recurrido para reforzar su fe en un Dios que tenía el verdadero
control de la historia?
7. Las historias
El Apocalipsis contiene una sucesión de diversos relatos que pueden llegar a confundir.
Por eso, inicialmente hay que leer el libro como si su contenido fuera una serie de
historias independientes entre sí. En un primer momento, no hay que tratar de forzar la
conexión entre ellas. A través de la lectura del texto, irán emergiendo progresivamente
relaciones entre esas historias, las que darán un nuevo y más profundo sentido al libro.
8. Texto y contexto
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su mensaje liberador para nosotros en la actualidad. Por eso, no hay que buscar
aplicaciones prácticas apresuradas ni conclusiones prematuras en relación con el
significado del libro. Mucho menos hay que tratar de llegar muy luego a descubrir su
importancia para el momento histórico actual.
10. Protagonista
Las páginas del Apocalipsis están cargadas de violencia y odio de parte de aquel que tenía
en ese momento el poder y la fuerza, es decir, del imperio romano. Lo que sorprende es
que el lenguaje del Apocalipsis también parece transmitir, a veces, un deseo de desquite y
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venganza de parte de los cristianos, que eran las víctimas de esa violencia. Ese lenguaje
corresponde a personas que se encontraban en angustiosas situaciones de opresión y
sufrimiento extremos. Su función es darles la oportunidad de un desahogo y de
manifestar positivamente su frustración y rebeldía. Quería ayudarles a transformar la
sensación de impotencia en la conciencia y la identidad de una comunidad que tenía una
importante tarea que cumplir en el mundo. Por lo demás, esa violencia es más aparente
que real; se trata, más bien, de un recurso literario. De hecho, la fuerza en el Apocalipsis
es la fuerza del Espíritu, del Testimonio, de la Palabra y de la conciencia propia de la
comunidad cristiana. Jesús resucitado es presentado como un cordero degollado y su
triunfo se realiza en la cruz. El supera a los reyes de la tierra a través de su Palabra. Los
mártires, por su parte, derrotan a Satanás con su Testimonio.
12. En síntesis
Conviene tener presente algunas orientaciones prácticas para la lectura del libro del
Apocalipsis. Se trata de sugerencias metodológicas que pueden ser útiles en un primer
encuentro con este libro. Es necesario hacer:
- Una lectura del texto ubicado en el amplio marco de referencia de la estructura global
del libro. La visión global de las secciones en que se divide el libro permite evitar la
confusión ante la variedad de los temas tratados.
- Una lectura del texto considerando la estructura particular de cada una de las secciones
del libro. Esto permite leer cada texto con el sentido que le da su pertenencia a una
determinada unidad literaria.
- Una lectura del texto en el contexto histórico concreto de las comunidades cristianas de
Asia Menor a fines del siglo I DC. Esto permite descubrir progresivamente la intención que
tuvo el autor al escribir este libro.
- Una lectura del texto como expresión de la literatura apocalíptica de la época. La
comprensión de este género literario y sus características de contenido, estilo,
vocabulario, imágenes y símbolos permite acceder al verdadero mensaje del libro.
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II. ESTRUCTURA DEL APOCALIPSIS
1. Estructura global
- 1,1-8: Prólogo
- 22,6-21: Epílogo
2.2 La estructura general del Apocalipsis es concéntrica y se puede expresar a través del
esquema: A-B-C-Centro-C’-B’-A’. Esto significa que existe una correlación temática y
formal entre las diversas secciones:
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- El Prólogo y el Epílogo.
- Visión apocalíptica de la Iglesia y Visión apocalíptica del futuro.
- Visión profética de la historia (1) y Visión profética de la historia (2).
- Las siete trompetas y las siete copas.
2.4 La estructura del libro corresponde a esta concepción teológica. La mayor parte del
Apocalipsis (4,1-19,10) se refiere al tiempo presente de aquella época. Esta sección
empieza y termina con una gran liturgia: 4-5 y 19,1-10. También el prólogo y el epílogo
se refieren al presente. El Apocalipsis gira básicamente en torno al momento presente y
no en torno al futuro. No está orientado en primer lugar a la segunda venida de Jesús o al
fin del mundo, sino a la presencia poderosa de Jesús resucitado en la comunidad y en el
mundo. Jesús transforma el presente en tiempo de gracia, conversión, testimonio y
construcción del Reino de Dios.
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2.5 Antes de la parte central que se refiere al tiempo presente (4,1-19,10), el libro ofrece
una visión apocalíptica de las iglesias (1,9-3,22). Las comunidades son presentadas tal
como son ante la presencia de Jesús resucitado. Esta es la realidad en la cual se sitúa y
desde la cual parte el Apocalipsis. A esta sección corresponde la visión apocalíptica del
futuro (19,11-22,5). Ambas secciones son presentadas en forma de un juicio, tanto a la
propia iglesia y como a la humanidad y al universo. Es en este contexto de juicio que se
desarrolla el tiempo presente.
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1. Prólogo (1,1-8)
1.1 Título del libro y su explicación: 1,1-3
1.2 Saludo: 1,4-8
9. Epílogo (22,6-21)
9.1 Intervención de Jesús: 22,6-16
9.2 Liturgia y saludo final: 22,17-21
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III. PRÓLOGO Y EPÍLOGO
(1,1-8; 22,6-21)
1. Ubicación
El Apocalipsis quería revelar lo que iba a suceder muy pronto. De allí la felicidad de
guardar todas las palabras proféticas del libro y la advertencia de no quitar ni agregar
nada a ellas.
2. Estructura
- Prólogo (1,1-8)
- Epílogo (22,6-21)
3. Prólogo (1,1-8)
El título del libro es “Apocalipsis de Jesucristo”. La palabra “Apocalipsis” viene del griego y
significa retirar el velo, descubrir el misterio que hay detrás de una persona, una cosa o
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un acontecimiento histórico. Apocalipsis es la revelación de algo que está oculto y
escondido, y que es inaccesible para los que no creen en Dios. El libro del Apocalipsis
pretende revelar algo importante en la vida de los lectores que ellos desconocen. Se trata
del sentido más profundo del mundo y de la historia. Aplicado a nuestra realidad actual,
podemos decir que el Apocalipsis quiere revelarnos algo importante para nuestra vida y
nuestra historia que nosotros desconocemos.
De acuerdo al evangelio de Mateo, Jesús revela esto a los justos, a los pobres y a los
pequeños: “Te bendigo Padre porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes y se
las has revelado a la gente sencilla” (Mateo 11,25). Esta revelación es una buena noticia
para los pobres porque significa vida y liberación para ellos.
El Apocalipsis dice que Dios reveló a la comunidad, a través de Jesús y de Juan, “lo que ha
de suceder pronto”. Esto no se refiere a la segunda venida de Jesús al fin de los tiempos,
sino a su manifestación gloriosa ahora, en el tiempo presente. Desde su resurrección,
Jesús está siempre presente en medio de las comunidades: “Yo estoy con Uds. todos los
días hasta el fin del mundo” (Mateo 28,20). Jesús nunca se ha ido a otro lugar. Lo que la
comunidad desea no es que vuelva, sino que se manifieste en el mundo, es decir, que
actúe, libere y reine.
La explicación del título del libro concluye con una bienaventuranza (Apocalipsis 1,3). Esta
es la primera de siete bienaventuranzas que aparecen en el Apocalipsis (1,3; 14,13; 16,15;
19,9; 20,6; 22,7; 22,14). Dice: “Dichoso el que esté leyendo y los que estén oyendo las
palabras de esta profecía y los que guarden lo escrito en ella, porque el tiempo está
cerca”. Aquí aparece claramente que el Apocalipsis es una palabra viva en medio de la
comunidad, donde hay alguien que la lee, y una comunidad que la escucha y se
compromete a guardarla. Dios la concedió como un don a Jesús. Jesús la explicó por
símbolos y visiones a Juan. Juan dio testimonio de ella a la comunidad.
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3.3 Saludo inicial: 1,4-8
El autor del libro del Apocalipsis es desconocido. El se identifica simplemente como Juan.
Procedía probablemente de los círculos del apóstol Juan y se sentía espiritualmente
vinculado a ellos. En la literatura bíblica en general y en la apocalíptica en especial, era
muy frecuente atribuir un escrito, en este caso una visión, a un personaje ilustre del
pasado. La otra posibilidad es que el autor se haya llamado realmente Juan, pero que haya
sido alguien distinto del apóstol Juan.
El Apocalipsis empieza y termina con un saludo, tal como en una carta. Combina así el
género literario apocalíptico con el epistolar. Formalmente, el saludo inicial es un canto
litúrgico de la comunidad en forma de diálogo entre Juan (1,4-5a.7a.8) y la comunidad
(1,5b-6.7b). El contenido de este saludo es trinitario, destacado por la triple repetición “de
parte de”. Primero es nombrado Dios como “aquel que es, que era y que va a venir” (1,4b).
El Espíritu es presentado a través de “los siete Espíritus que están ante el trono de Dios”
(1,4c). Las referencias a Jesús son las más abundantes. Es presentado como testigo fiel, el
primogénito de entre los muertos y el príncipe de los reyes de la tierra (1,5a). A esto, la
comunidad responde: “Al que nos ama y nos ha lavado con su sangre de nuestros pecados
y ha hecho de nosotros un reino de sacerdotes para su Dios y Padre, a él la gloria y el
poder por los siglos de los siglos. Amén.” (1,5b-6).
Juan insiste: “Mirad, viene acompañado de nubes; todo ojo le verá, hasta los que lo
traspasaron, y por él harán duelo todos” (1,7). Y la comunidad responde: “Sí, amén.” (1,7b)
Y Juan termina con: “Yo soy el Alfa y la Omega, dice el Señor Dios, Aquel que es, que era y
que va a venir, el Todopoderoso”. (1,8) Todo el Apocalipsis refleja la vida litúrgica de una
comunidad cristiana orante y comprometida con su situación, pues busca en Jesús una
orientación para asumirla como corresponde a un discípulo.
4. Epílogo (22,6-21)
El epílogo repite a modo de conclusión los elementos que aparecen en el prólogo. Hay
aquí un interesante diálogo entre Jesús, su ángel, Juan y la comunidad. El contenido
fundamental de este epílogo se resume en la frase que se repite tres veces: “Mira, vengo
pronto” (22,7.12.20a). Jesús se refiere a su venida a una comunidad cristiana que enfrenta
situaciones internas y externas muy difíciles. A este anuncio de la llegada de Jesús, la
comunidad responde expectante: “Amén. Ven Señor Jesús.” (22,20b).
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Aunque en el Apocalipsis hay referencias a la segunda venida de Jesús, su tema central es
la intervención salvadora de Jesús en el tiempo presente. En todo momento destaca la
presencia victoriosa de Jesús en la historia actual. Para los cristianos de fines del primer
siglo esto era fundamental. Los acontecimientos históricos eran para ellos un tremendo
desafío. Aparentemente, la cultura griega y el imperio romano tenían todo bajo su control
en aquella época. No se veía por ninguna parte la presencia y la acción de Dios.
Para solucionar este serio problema, el autor citó abundantemente textos del Antiguo
Testamento, en los cuales aparecía con claridad el control que Dios tenía sobre la historia.
Esto significaba que Dios estaba realmente presente y actuando en el mundo. Además, él
conocía el verdadero significado de esos acontecimientos históricos que tanto
preocupaban a los cristianos y quería que ellos también los comprendieran. Los creyentes
en Jesús debían ser capaces de encontrar un sentido a todo lo que les sucedía en la vida y
de ubicarse positivamente en ella, incluso en las circunstancias más adversas. De allí la
recomendación que el autor del Apocalipsis hace a sus lectores. El secreto estaba en
observar la vida, el mundo y la historia desde la perspectiva de Dios. El era el único que
podía dar un sentido pleno y un significado positivo a todo lo que existía. Para lograr esto
había que estar muy atento a su palabra de vida contenida en el Apocalipsis.
El libro del Apocalipsis concluye con un buen ejemplo de lo dicho anteriormente sobre la
forma literaria del diálogo. Juan señala: “Dice el que da testimonio de todo esto”. Jesús
dice: “Sí, vengo pronto”. La comunidad responde: “Amén, ven Señor Jesús”. Y Juan
concluye: “Que la gracia del Señor Jesús sea con todos. Amén.” (Apocalipsis 22,20-21).
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IV. VISIÓN APOCALÍPTICA DE LA IGLESIA
(1,9-3,22)
1. Ubicación
Esta es la primera sección del libro y se encuentra en Apocalipsis 1,9-3,22. Comienza con
una visión inicial (1,9-20). Luego vienen las siete cartas a las siete iglesias (2,1-3,22).
Ambas partes están estrechamente unidas. En la visión inicial está el fundamento de las
siete cartas. Jesús ordena a Juan que escriba a las siete iglesias, pero es el propio Jesús,
vivo y presente en medio de ellas, el que se dirige a cada una de las comunidades.
Hay una correspondencia entre esta sección “Visión apocalíptica de la Iglesia” (1,9-3,22) y
la “Visión apocalíptica del futuro” (19,11-22,5). Ambas secciones empiezan con una visión
en la cual Jesús es el personaje central. En los dos casos se trata de un juicio: de las
iglesias, primero, y del mundo, al final. Entre estos dos juicios están los acontecimientos
del tiempo presente (4,1-19,10). En la primera sección, Jesús quiere preparar a la Iglesia
para que pueda asumir como corresponde los desafíos del momento presente. En la
última sección, Jesús pone fin al tiempo presente y transforma radicalmente la historia a
través de la destrucción del mal y de una nueva creación.
2. Estructura
- Situación: 1,9-10a
- Visión: 1,10b-19
- Explicación: 1,20
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3. Sentido
Las siete iglesias destinatarias de esas cartas son: Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira,
Sardes, Filadelfia y Laodicea. Ciertamente había mucho más iglesias en Asia Menor, pero el
autor eligió siete comunidades concretas en representación de toda la Iglesia. Jesús se
hace presente en medio de ellas y les dirige un mensaje. Cada una de ellas se encontraba
en una situación particular y tenía sus propios problemas. Esmirna y Filadelfia eran
perfectas. Éfeso y Tiatira tenían más virtudes que defectos. Pérgamo era buena y mala a la
vez. Sardes, salvo unos pocos, era negativa. Laodicea era un desastre de comunidad. Las
cartas contienen un mensaje particular para cada una de ellas. El mensaje para Éfeso es:
“Vuelve al primer amor”. Para Esmirna: “Mantente fiel hasta la muerte”. Para Pérgamo: “Haz
frente al error”. Para Tiatira: “Conserva la verdadera doctrina”. Para Sardes: “Reanima lo
que te queda”. Para Filadelfia: “Mantén con firmeza lo que tienes”. Para Laodicea: “Sal de tu
tibieza”.
Jesús les dirige un mensaje a cada una para prepararlas a vivir el difícil momento en el
cual tendrán que enfrentar el imperio romano. Es un llamado a la conversión y no una
condenación. Incluso a la desastrosa iglesia de Laodicea la invita a cambiar: “Mira que
estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y
cenaré con él y él conmigo” (3,20). Las virtudes recomendadas a las iglesias son las más
necesarias para enfrentar las dificultades: resistencia, paciencia, no desfallecer, no temer,
caridad, fe, espíritu de servicio, ánimo, etc. Hay que luchar y vencer, por eso al fin de cada
mensaje está la promesa al vencedor.
En primer lugar, hay que destacar las dificultades que experimentaban las iglesias a nivel
de las propias comunidades. Aquí aparecen algunos adversarios internos que son
llamados nicolaítas, balaamitas, falsos apóstoles, seguidores de Jezabel y conocedores de
las profundidades de Satanás. Todos pertenecían a una misma corriente gnóstica, cuyos
miembros creían poseer un conocimiento superior de Dios, se creían ya salvados y
despreciaban a los cristianos más humildes. Esta tendencia surgió de la necesidad de
algunos cristianos de adaptar el cristianismo para poder participar en la vida económica,
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política y social del imperio romano. Esta participación era vital y se daba en las
asociaciones y gremios, donde era una práctica corriente el culto al emperador y comer la
carne sacrificada a los ídolos.
Los seguidores de esta corriente pretendieron hacer algunos cambios en la religión. Ellos
espiritualizaron la fe cristiana para poder participar de esas actividades sin problemas de
conciencia. De ahí surgió el gnosticismo, como una adaptación del cristianismo a la
cultura griega y al imperio romano. El autor del Apocalipsis se opone radicalmente a los
seguidores de la doctrina gnóstica. Les dice que pretendiendo conocer las profundidades
de Dios, terminaron en realidad conociendo las profundidades de Satanás.
Además de las dificultades internas, había otras que procedían del ambiente exterior de
las comunidades. El principal adversario externo presente en todo el Apocalipsis es el
imperio romano. Por tal motivo, el libro anuncia las persecuciones que deberán sufrir las
comunidades. Más adelante, en los capítulos 12 y 13, el diablo es presentado actuando en
la historia a través de la bestia, que es el imperio romano. Satanás simboliza la
extraordinaria fuerza y potencia del imperio romano. El actúa a través de sus estructuras
sociales, políticas y económicas. Por eso el Apocalipsis critica no sólo la religión del
imperio, sino también la vida económica, social y política, de la cual la idolatría era solo
una parte integrante.
A nivel externo había también otro oponente de las iglesias cristianas. El Apocalipsis trata
con mucha dureza a un determinado grupo de judíos. “Conozco las calumnias de los que
se llaman judíos sin serlo y son en realidad una sinagoga de Satanás” (2,9). Satanás es el
símbolo de las fuerzas espirituales maléficas del imperio romano. Por eso, una sinagoga
de Satanás es una sinagoga entregada al imperio y dominada política y espiritualmente
por él. En realidad, ellos habían perdido su condición de verdaderos judíos.
Éfeso fue una de las ciudades más distinguidas de la antigüedad. Tenía un importante
puerto y fue la capital de la provincia romana de Asia. Había sido fundada en el siglo XI
AC, pero experimentó su mayor prosperidad durante la época del emperador romano
Augusto (27 AC-14 DC).
La iglesia de Éfeso había sido formada por el propio apóstol Pablo. Desde allí, él efectuó
una activa y prolongada evangelización de gran parte de la región. Desde Éfeso,
probablemente se difundió también el libro del Apocalipsis al resto de la Iglesia. La vida
de la comunidad cristiana se caracterizaba por sus obras, por el trabajo duro y por la
paciencia. “Tienes resistencia y has sufrido por mi nombre sin desfallecer”, le dice Jesús
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(2,3). La resistencia era la virtud que se necesitaba para la construcción del Reino en
momentos de persecución y de opresión.
Pero, había también algo negativo en la iglesia. Jesús le dice: “Tengo contra ti que has
perdido tu amor de antes” (2,4). La comunidad había abandonado su primer amor
(“ágape”, en griego). Ella había perdido este ágape, que era el amor fraterno y la
solidaridad que mantuvo unida a la comunidad desde los inicios. Por eso Jesús le dice:
“Date cuenta de dónde has caído, arrepiéntete y vuelve a tu conducta primera” (2,5). Si la
comunidad no cambiaba, Jesús la apartaría de la comunión con las otras iglesias y con él
mismo. Si no existía solidaridad, no podía haber comunión con Jesús y con las demás
comunidades.
Esmirna es una de las más antiguas ciudades del mundo, que ha sido habitada en forma
continuada hasta el presente. Sus orígenes se remontan al tercer milenio AC. Su próspero
puerto aún está activo en la actualidad. A pesar de haber experimentado numerosos
desastres provocados por terremotos y diversas invasiones, se mantiene como una
floreciente ciudad hasta el día de hoy.
La iglesia cristiana fue fundada probablemente durante la estadía del apóstol Pablo en
Éfeso. Policarpo (70-155 DC) fue un distinguido miembro de esta comunidad, llegó a ser
su obispo y murió martirizado. La iglesia de Esmirna es la única iglesia de las siete del
Apocalipsis que está actualmente viva. Además, se enorgullece de haber mantenido una
ininterrumpida continuidad con la tradición apostólica.
Jesús no recriminó nada a la iglesia de Esmirna, por el contrario la comunidad recibió sólo
alabanzas. Era una iglesia que sufría la tribulación y la pobreza, como consecuencia de la
persecución y la opresión. Los cristianos eran marginados social, política y
económicamente, por esto se encontraban empobrecidos. Además, la comunidad sufría
las calumnias de los judíos aliados con el imperio romano. “Conozco tu tribulación y tu
pobreza -aunque eres rico- y las calumnias de los que se llaman judíos sin serlo y son en
realidad una sinagoga de Satanás.” (2,9) La tribulación duraría sólo diez días, es decir, un
cierto período de tiempo limitado. La observación se refería, además, a la costumbre de
indicar la duración de las luchas de gladiadores. Durante estos espectáculos, era común
que la persecución contra los cristianos terminara en martirio.
El mensaje a la iglesia de Esmirna está marcado por la oposición entre la muerte y la vida.
De Jesús, se afirma que estuvo muerto y revivió (2,8). El mismo le dice a la iglesia de
Esmirna: “Mantente fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida” (2,10b). Una corona
era el premio para los atletas que competían en el estadio, pero también había una
referencia implícita a la corona de espinas y al martirio del propio Jesús.
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5.3 La iglesia de Pérgamo
Pérgamo se estableció como un reino independiente en el siglo III AC. Junto con Éfeso, fue
una de las capitales de la provincia romana de Asia. Como centro administrativo, fue
también el centro del culto imperial para toda la región. Había una estatua de la diosa
Roma, personificación del poder del imperio romano, y otra del emperador Augusto. Por
eso, el Apocalipsis dice: “Sé donde vives: donde está el trono de Satanás.” (2,13) El culto
imperial era considerado como una muestra de lealtad hacia Roma. De este modo, los
cristianos tenían que entrar en conflicto con el poder del estado. La comunidad ya había
sufrido la persecución y tenía un mártir llamado Antipas. Jesús alaba la fidelidad de la
comunidad y el no haber renegado de la fe.
Aunque Pérgamo no es mencionada en los Hechos de los Apóstoles, es poco probable que
haya quedado fuera del campo de las actividades misioneras del apóstol Pablo. Su
importancia como ciudad, su ubicación geográfica, su cercanía de Éfeso y su activa
comunidad judía, así lo hacen presumir.
Junto a la alabanza inicial, había también una amonestación para la iglesia de Pérgamo. La
comunidad tenía el pecado de tolerar la idolatría de los que comían la carne sacrificada a
los ídolos. Estas prácticas eran comunes en las instituciones oficiales de la ciudad, donde
participaban algunos cristianos que no consideraban necesario romper con los cultos
paganos. Ellos decían que la fe cristiana estaba por encima de esas cosas externas. Eran
llamados nicolaítas. A los que se mantuvieran fieles, el Apocalipsis prometió un alimento
nuevo que duraría para siempre y, como credencial, una piedrecita blanca con un nuevo
nombre.
Los orígenes de la ciudad se remontan al siglo VII AC. Recibió el nombre de Tiatira de
Seleuco Nicator en el siglo III AC. En la época romana, el culto imperial estaba dirigido al
emperador considerado como la encarnación del dios sol Apolo. La primera frase podría
ser una referencia a esta realidad: “Esto dice el Hijo de Dios, cuyos ojos son como llama de
fuego y cuyos pies parecen de metal precioso” (2,18).
Tiatira era una importante ciudad de comerciantes y artesanos, que estaban organizados
en gremios. En su segundo viaje, el apóstol Pablo encontró en Filipos a una mujer
vendedora de púrpura llamada Lidia, que era originaria de Tiatira. Ella y su familia se
convirtieron al evangelio de Jesús y constituyeron la base del cristianismo en Europa.
(Hechos 16,14-15)
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de Éfeso, sus últimas obras eran mejores que las primeras. Pero también había una crítica.
La iglesia toleraba una profetisa que había arrastrado a la comunidad a participar en la
idolatría. Algunos habían llegado a conocer “las profundidades de Satanás” (2,24). Al final
había una promesa: “Al que se mantenga fiel hasta el fin, le daré poder sobre las naciones
... y le daré el lucero del alba” (2,26-28). La comunidad debía anunciar el fin de las
tinieblas y la cercanía de la aurora.
Sardes fue la capital del antiguo reino de Lidia que alcanzó su apogeo entre el siglo VII y
VI AC, pero sus orígenes se remontan al siglo XIII AC. El rey Creso fue muy conocido por
su fabulosa riqueza. Aquí se habrían acuñado por primera vez monedas para el
intercambio comercial. La ciudad era también famosa por la industria de la lana. El profeta
Abdías 20 (siglo V AC) hace una referencia al regreso de los judíos que habían sido
deportados a Sardes (“Sefarad”, en arameo) por la dominación persa. Durante la
dominación romana, fue una de las ciudades más prósperas de la región.
Las exigencias de Jesús a la comunidad de Sardes fueron muy claras: “Ponte en vela,
reanima lo que te queda y está a punto de morir. Acuérdate cómo recibiste y oíste mi
palabra: guárdala y arrepiéntete” (3,2-3a). Si la comunidad no reaccionaba, Jesús le
advirtió: “Vendré como un ladrón y no sabrás a qué hora vendré sobre ti” (2,3b). En el
pasado, la ciudad había sido tomada por sorpresa por Ciro el Grande y por Antíoco III,
debido a la falta de vigilancia.
Filadelfia fue fundada por el rey de Pérgamo Atalo II Filadelfo (159-138 AC). El objetivo
fue probablemente disponer de una puerta de entrada a la región de Frigia. Esta ciudad
había sido destruida varias veces por terremotos y nuevamente reconstruida. Era la más
nueva de las siete ciudades que aparecen en el Apocalipsis.
La iglesia de Filadelfia tenía mucho en común con la de Esmirna. Jesús no expresó ningún
reproche contra estas comunidades. Esmirna era pobre y Filadelfia no tenía poder. Las dos
20
tenían problemas con la sinagoga de Satanás y ambas esperaban una crisis inminente.
Jesús prometió a la comunidad de Filadelfia que estaría junto a ella porque había sido
paciente. Además le anunció que le había abierto una puerta, es decir, un acceso directo al
Reino de Dios. Y esto porque la comunidad había guardado la Palabra de Jesús y no había
renegado de su nombre.
Era una comunidad con poco poder económico, político y social, pero su gran fidelidad al
proyecto de Jesús la abriría hacia una nueva dimensión. El Señor llegaría pronto y los que
se mantuvieran fieles serían las columnas del santuario de Dios y en ellas se inscribirían
los nombres de Dios, de la nueva Jerusalén y el nombre nuevo de Jesús. Era una
costumbre que al término de su servicio, el sacerdote del culto imperial grabara su
nombre en la columna sobre la cual estaba la imagen del emperador. La referencia a la
columna era una abierta polémica antiimperial del Apocalipsis, que pretendía apoyar la
actitud de resistencia de los cristianos.
Laodicea fue fundada por Antíoco II en el siglo III AC en honor de su esposa Laodice. Era
un próspero centro comercial e industrial. Allí se fabricaban alfombras y ropa con una
famosa lana negra de oveja. Además, había un centro médico que curaba las
enfermedades de la vista con un colirio y fortalecía el oído con un compuesto de plantas
aromáticas. Estaba cerca de Hierápolis, conocida por sus temperadas aguas termales. Era
una ciudad rica y orgullosa de sus telares, de sus bancos y de su medicina.
21
Las siete iglesias del Apocalipsis
22
V. VISIÓN PROFÉTICA DE LA HISTORIA
(4,1-8,1)
1. Ubicación
2. Estructura
3. Sentido
Las visiones del Apocalipsis deben ser primero contempladas con toda la fuerza de sus
signos y símbolos para descubrir su significado profundo. Después hay que contemplar la
realidad concreta de la historia a cuyo servicio están las visiones. El Apocalipsis es, en su
mayor parte, una visión profética de la historia presente; sólo en los últimos capítulos
(19,11-22,5) se refiere a la realidad del fin del mundo y de la historia. El texto dice que la
visión se realiza en el cielo. Cielo y tierra en el Apocalipsis son las dos formas de vivir la
historia presente. El cielo es el mundo actual orientado por la fe de los que creen en Dios.
La tierra es el mundo actual orientado por aquellos que rechazan los planes de Dios para
la historia.
23
El contenido de esta visión es una celebración litúrgica. Una liturgia es un momento
comunitario de oración, alabanza y encuentro profundo con Dios. La espiritualidad es la
que da a la comunidad la fuerza para asumir el presente histórico. Llama la atención que
en el Apocalipsis hay muchos cantos de alabanza. Estos himnos tienen una importancia
muy especial, pues expresan la alegría y la esperanza de los cristianos, a pesar de todas
las dificultades que experimentaban. Todo el Apocalipsis está lleno de esta alegría y
esperanza. Pero estos cantos también ayudan a explicar lo que está sucediendo en las
visiones y revelaciones. Valdría la pena leer todos los cánticos del Apocalipsis en forma
continuada (ver página 47). El resultado de esta lectura será seguramente una invitación al
optimismo y a la esperanza a toda prueba.
El relato comienza con una puerta abierta en el cielo. La puerta abierta significa que es
posible entrar en contacto personal con Dios y junto con él descubrir el significado más
profundo de lo que sucede cada día. Lo contrario sería que los cielos estén cerrados, es
decir, que no haya revelación y que no se pueda entender nada de los acontecimientos
históricos. Los cielos están abiertos, pero hay un libro sellado.
A través del tema de los siete sellos, el autor nos da a conocer el sentido de la historia. Él
explica lo que está pasando aquí en la tierra desde la perspectiva de lo que sucede en el
cielo. La interpretación de la historia toma en cuenta no sólo los acontecimientos
externos, sino también las realidades espirituales más profundas presentes en ella. La
revelación se hace abriendo los sellos del libro que representa la historia humana. Cada
sello que abre Jesús nos da a conocer el significado de un aspecto de esa historia.
4. El trono de Dios
En la visión hay un trono que estaba erigido en el cielo. Es un símbolo del poder de Dios.
En la tierra dominaba el trono del emperador romano, cuyo poder los cristianos tenían que
soportar y sufrir. En el cielo dominaba el poder de Dios. Este era el fundamento de la
esperanza cristiana y de la posibilidad de sobreponerse a las persecuciones y de superar
la misma muerte. Desde la fe en Dios todo adquiere su verdadero sentido, porque él es el
único que conoce y controla la evolución de la historia.
24
historia y participan plenamente en ella. Todos toman parte en la liturgia del cielo y
alaban al Dios creador.
Dios tiene en su mano derecha un libro sellado con siete sellos. El libro sellado representa
la historia humana. Pero, en este libro no está escrito lo que va a suceder en el futuro,
sino que su contenido es el sentido y el significado de la historia. El problema era que no
había nadie capaz de abrir el libro y de leerlo. Ante esto, Juan dice que él lloraba mucho.
Este llanto simboliza la angustia de la comunidad cristiana que no entiende la historia, es
decir, lo que le está sucediendo. No entiende el motivo y el sentido de tanta persecución y
opresión. De allí la confusión y la desesperación.
En ese momento, se presenta Jesús como un cordero degollado. Él está muerto, pero
también se encuentra de pie, es decir, aparece resucitado y triunfante. Él toma el libro en
sus manos y será él quien, en definitiva, podrá abrir el libro y sus siete sellos. Esto está
relatado en Apocalipsis 6,1-8,1, que es la segunda parte de esta sección.
Los cuatro primeros sellos representan la brutalidad del imperio romano en toda la
amplitud de su extensión geográfica. Son cuatro caballos montados por cuatro jinetes.
Representan cuatro características de un imperio que oprime al pueblo y a la comunidad
cristiana.
El primer caballo de esta visión es blanco y su jinete es un guerrero que tiene una corona
y un arco. Son los signos victoriosos del imperio romano, que triunfa matando y
oprimiendo.
El segundo caballo es rojo y su jinete tiene una gran espada. Su misión es quitar la paz de
la tierra para que los hombres se degollen unos a otros. El verbo degollar expresa un
grado extremo de violencia. En el Apocalipsis se aplica a Jesús y a los mártires. La famosa
25
paz romana no era tal, pues el orden político del imperio se había conseguido con una
violencia que oprimía al pueblo.
El tercer caballo es negro y su jinete lleva una balanza, símbolo del poder económico. Una
voz anuncia un desastre económico. El trigo y la cebada, productos de consumo popular,
suben de precio y provocan hambre en la población pobre. Por el contrario, el aceite y el
vino, productos de lujo, no suben de precio. Únicamente los ricos gozan de prosperidad
económica. Este es un símbolo de la opresión económica existente.
8. El quinto sello
Los cuatro primeros sellos se referían a la realidad de muerte del imperio romano en el
tierra. Esta realidad brutal provoca el grito angustiante de los mártires que están vivos en
el cielo: “¿Hasta cuándo, Señor?” (6,9) Ellos exigen justicia y venganza. Piden que Dios
intervenga en la historia y ponga fin a esta situación de injusticia e impunidad.
A estos mártires se les da primero un vestido blanco, por su fidelidad a la palabra de Dios
y por su testimonio de Jesús. Luego, como respuesta a su exigencia, se les pide que
esperen, porque el juicio llegará sólo al final de los tiempos. Mientras tanto, habrá que
resistir y esperar con paciencia.
9. El sexto sello
La apertura del sexto sello se refiere a ese difícil momento de opresión y martirio del que
se hablaba en el quinto sello. En primer lugar se describe una terrible catástrofe en la
tierra. “Se produjo un violento terremoto, el sol se puso negro, la luna como sangre, las
estrellas cayeron, el cielo fue retirado como un libro que se enrolla y los montes y las islas
fueron removidos de sus asientos” (6,12-14). Aquí no se trata del fin del mundo. Lo que
sucede a nivel humano es presentado en forma dramática a través del símbolo de una
catástrofe universal.
Esta catástrofe cósmica se debe a que ha llegado el gran día de la cólera de Dios. Los
impíos se ocultarán de la vista de Dios y se preguntarán: “¿quién podrá mantenerse en
pie?” (6,17) La respuesta se dará más adelante: los mártires están de pie delante del trono
y del cordero y se encuentran cantando (7,9). Por el contrario, los impíos no pueden
sostenerse de pie y se tratan de esconder en las cuevas y entre las rocas.
26
Se nombran cinco grupos de estos impíos. Los reyes de la tierra eran los vasallos locales
de Roma. Los magnates eran los personajes políticos importantes de las provincias
romanas. Los tribunos eran los jefes militares. Los ricos representaban la clase social
acomodada. Los poderosos eran los que manejaban mucho poder e influencia. Todos ellos
eran impíos, pues por su poder o riqueza formaban parte del imperio romano y eran
cómplices de él.
El sexto sello concluye con una escena en el cielo, en la que hay una muchedumbre
inmensa de todas las naciones y que está de pie delante del trono y llevando vestiduras
blancas. Son los mártires que soportaron la gran tribulación y no se mancharon con la
idolatría del imperio. Se describe así su vida en el cielo: “Dios extenderá su tienda sobre
ellos, ya no tendrán hambre ni sed, ya no les molestará el sol, el cordero los apacentará y
los guiará a los manantiales de las aguas de la vida y Dios enjugará toda lágrima de sus
ojos” (7,15-17).
“Cuando el cordero abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo como una media
hora...” (8,1). En esta forma tan misteriosa concluye esta sección. En tres ocasiones
anteriores hubo cantos e himnos de alabanza. Ahora en el cielo hay silencio, como
preparación para lo que viene. Pasaremos a continuación a la tierra, lugar donde se
realizará una lucha tremenda. La descripción de este enfrentamiento se encuentra en los
relatos de las siete trompetas y de las siete copas (8,2-11,19; 15,5-16,21).
27
VI. LAS SIETE TROMPETAS Y LAS SIETE COPAS
(8,2-11,19; 15,5-16,21)
1. Ubicación
2. Estructura
Las secciones de “Las siete trompetas” y “Las siete copas” aparecen separadas en el
Apocalipsis y sirven de imponente marco para el tema central del libro, que se refiere a “La
comunidad cristiana en el mundo” (12,1-15,4).
28
Por otra parte, conviene destacar que las secciones de “Las siete trompetas” y “Las siete
copas” tienen una clara estructura paralela.
3. Sentido
En el libro del Éxodo está la clave para comprender el sentido global de las plagas
anunciadas por las trompetas y las copas. Dios escucha el clamor de su pueblo en Egipto y
decide liberarlo. Manda plagas y descarga su furor sobre el faraón y los egipcios. No se
trata del juicio final, sino del juicio de Dios en la historia para liberar a su pueblo. En el
Apocalipsis, el juicio de Dios ya no se realiza en Egipto, sino en medio del imperio
romano. A través de visiones y símbolos, se presenta la acción liberadora de Dios en favor
de las comunidades cristianas. El objetivo es la liberación de los cristianos y la conversión
de los opresores. Por eso los castigos no provocan una destrucción total o final. Se trataba
de frenar la loca carrera del imperio romano hacia la destrucción del mundo y hacia su
propia destrucción.
29
A través de numerosos cataclismos y desastres naturales, lo que el Apocalipsis quiere
anunciar simbólicamente es una gran calamidad de orden histórico: el derrumbe del
imperio romano y de todos sus aliados. Este derrumbe se produce con la llegada del Reino
de Dios y del juicio de Dios sobre la tierra. El reino de Dios y el imperio romano son
realidades contrarias e incompatibles. La llegada del uno significará el derrumbe del otro.
Las plagas o castigos que aparecen en estas secciones no se refieren a desastres naturales
que se puedan identificar históricamente. Son consecuencias directas de la dominación y
la opresión. Son los sufrimientos que provoca y sufre el propio imperio romano debido a
su idolatría y brutalidad. Lo más importante es considerar las secciones de las trompetas y
de las copas como una intervención liberadora de Dios en la historia. Es una acción en
contra de los opresores y a favor de los oprimidos.
Las cuatro primeras trompetas y las cuatro primera copas siguen un típico esquema judío,
que divide el mundo en cuatro partes. La primera trompeta y la primera copa se refieren a
la tierra; las segundas, al mar; las terceras, a los ríos y manantiales; y las cuartas, al sol, la
luna y las estrellas.
La primera trompeta provoca granizo y fuego mezclado con sangre, quedando abrasada la
tercera parte de la tierra. En la segunda, fue arrojada sobre el mar una enorme montaña
ardiendo, convirtiéndose en sangre la tercera parte del mar. En la tercera, cayó sobre ríos
y fuentes de agua una estrella ardiendo, convirtiendo en amargas la tercera parte de las
aguas. En la cuarta, fue herida la tercera parte del sol, luna y estrellas, quedando en
sombras la tercera parte de ellos.
La primera copa produce una úlcera maligna a los que llevan la marca de la bestia y
adoran su imagen. La segunda, convierte el mar en sangre, muriendo todo ser vivo. La
tercera, convierte al agua en sangre. En la cuarta, el sol abrasa a todos con fuego.
En la quinta trompeta, una estrella caída del cielo abrió un pozo del abismo y salieron
langostas que atormentaron por cinco meses a los hombres que no llevaban en la frente el
sello de Dios. Las langostas eran como caballos preparados para la guerra y tenían como
rey al ángel del abismo. En la sexta trompeta, son soltados los cuatro ángeles del río
Eufrates para matar a un tercio de los hombres. Sus tropas son 200 millones de caballería
y de sus bocas sale fuego, humo y azufre. Pero los que sobrevivieron no se convirtieron de
sus idolatrías y asesinatos.
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La quinta copa es derramada sobre el trono de la bestia. Su reino quedó en tinieblas y
todos se mordían la lengua de dolor. No obstante, blasfemaron y no se convirtieron. La
sexta copa es derramada sobre el gran río Eufrates. Sus aguas se secaron para preparar el
camino a los reyes de oriente.
Al tocar la trompeta el séptimo ángel, se escucharon fuertes voces que decían: “Ha llegado
el reinado sobre el mundo de nuestro Señor y de su Cristo, y reinará por los siglos de los
siglos” (11,15). Los veinticuatro ancianos adoraban a Dios. Se abrió el santuario del cielo y
apareció el arca de la alianza, y hubo relámpagos, voces, truenos, terremoto y una fuerte
granizada.
El séptimo ángel derramó la copa sobre el aire. Del santuario salió una fuerte voz que
decía: “Hecho está” (16,17). Hubo relámpagos, voces, truenos y un terremoto grande. La
gran ciudad se abrió en tres partes, las ciudades de las naciones se desplomaron y Dios se
acordó de la gran Babilonia para darle la copa del vino del furor de su cólera. Las islas
huyeron y los montes desaparecieron. Una gran granizada cayó del cielo, no obstante, los
hombres blasfemaron de Dios por esta plaga.
31
VII. LA COMUNIDAD CRISTIANA EN EL MUNDO
(12,1-15,4)
1. Ubicación
2. Estructura
32
3. Sentido
Para el autor del Apocalipsis hay una sola historia, que se realiza simultáneamente en el
cielo y en la tierra. Cielo y tierra son las dos formas de vivir en la historia. El cielo es el
mundo actual orientado por la fe de los que creen en Dios. La tierra es el mundo actual
orientado por aquellos que rechazan los planes de Dios para la historia. Es por eso que el
relato de la visión profética de la historia comienza con una puerta abierta en el cielo
(4,1). Esto significa que es posible entrar en contacto personal con Dios y junto con él
descubrir el significado más profundo de lo que sucede cada día. Lo contrario sería que
los cielos estén cerrados, es decir, que no haya revelación y que no se entienda nada de
los acontecimientos históricos.
4. Cantos de alabanza
Al comienzo (12,10-12) y al final (15,3-4) hay dos cantos de victoria de los mártires en el
cielo. En el centro está la comunidad que sigue al cordero y que escucha un canto que
viene del cielo (14,1-5). Estos tres cantos expresan la victoria de la comunidad cristiana
sobre las fuerzas del mal que la acosan. Los himnos en el Apocalipsis tienen una
importancia muy especial, pues expresan la alegría y la esperanza de los cristianos, a
pesar de todas las dificultades que experimentaban. El libro entero está lleno de esta
alegría y esperanza. Pero estos cantos cumplen también la función de explicar lo que
estaba sucediendo en las visiones y revelaciones.
Al comienzo del capítulo 12 del Apocalipsis, aparecen dos señales en el cielo: una
hermosa y frágil mujer encinta, como signo de vida, y un monstruo horrible y poderoso,
como signo de muerte. La mujer representa al pueblo de Dios y a la comunidad cristiana.
El monstruo representa al poder satánico del imperio romano. En la confrontación entre
33
ambos, la que triunfa es la vida. Aquí hay fundamentalmente un mensaje de esperanza.
Los sufrimientos de los cristianos no anuncian el fin del mundo sino el nacimiento a un
mundo nuevo.
El capítulo 13 se divide en dos partes. En la primera, aparece una bestia que surge del mar
y en la segunda, otra bestia que surge de la tierra. Hay aquí una descripción del
impresionante poder del imperio romano y de la vida de la comunidad cristiana oprimida
por él. Los cristianos vivían en el imperio, pero estaban excluidos de la vida de éste. Vivían
como condenados a muerte, por no aceptar la idolatría del imperio. Descubrían la
presencia de Satanás en él y se resistían a aceptarlo. La bestia es la figura central de este
capítulo. Se la nombra 36 veces en todo el Apocalipsis y se la identifica claramente con el
imperio romano, considerado globalmente como un sistema social, político, económico y
religioso abusivo y opresor.
La primera bestia surge del mar. El mar es símbolo del caos, lugar desde donde procede el
mal. El propio monstruo o Satanás es el que dio poder a la bestia del mar. Detrás del
imperio romano está el mismo Satanás. Los cuernos, las cabezas, las diademas y los
nombres simbolizan el complejo sistema de dominación ideológica, política, económica y
religiosa del imperio. Su poder total se traduce en sometimiento absoluto y en adoración.
A esta bestia se le dio una boca para hablar mal de los creyentes con arrogancia y
prepotencia. Ella declaró la guerra a los cristianos y los venció. La realidad histórica,
entonces, mostraba a los cristianos como derrotados por el imperio romano. Por eso hay
una exhortación a la resistencia y a la fe para enfrentar la persecución y el martirio.
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La otra bestia surge de la tierra. Su misión es ser un falso profeta. Su apariencia es de
cordero, pero es Satanás el que habla a través de él. Realiza grandes señales con las que
logra que hagan una imagen de la bestia. Infunde vida a esa imagen de modo que puede
hablar y hacer que sean asesinados los que no la adoran. A todos hace poner una marca
en la mano derecha o en la frente. Solamente puede comprar o vender, es decir, vivir, el
que tiene la marca con el nombre o el número de la bestia.
En este contexto aparece la famosa cifra del 666. El Apocalipsis dice que este es el
número de la bestia. Aquí no se trata de descifrar el número para conocer el nombre de la
bestia. El nombre y su cifra ya son conocidos. Lo que el autor quiere es que se capte el
sentido y el significado del número. Si el número siete expresa perfección y plenitud, el
número seis indica imperfección y carencia. Por eso, el 666 significa total imperfección y
absoluta carencia. Esta cifra señala que el sistema de dominación de la bestia no es tan
perfecto y poderoso como parece.
Este es el centro de la sección principal del Apocalipsis. Su contenido es una visión del
cordero de pie sobre el monte Sión, lugar de encuentro del Mesías con su pueblo. Junto a
él hay 144.000 que llevan escrito en la frente el nombre del cordero y de su padre. La cifra
simboliza la totalidad del pueblo de Dios (12x12x1000). Se escucha un canto en el cielo,
que sólo ellos pueden aprender. Ellos no se contaminaron con la idolatría y son limpios de
corazón. Siguen al cordero a donde quiera que vaya, pues son fieles discípulos de Jesús.
Fueron liberados como primicias y en su boca no se encontró mentira, pues son
intachables.
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9. Los siete ángeles y el cántico del Cordero: 15,1-4
Hay aquí dos visiones: la visión en el cielo de una señal grande (15,1) y la visión de los
mártires que cantan al cordero (15,2-4). La señal en el cielo de 15,1 hace de inclusión con
las dos señales de 12,1.3. Así comienza y termina la sección “La comunidad cristiana en el
mundo” (12,1-15,4), que es el verdadero centro del Apocalipsis. Además, la señal en el
cielo de los siete ángeles que llevan siete plagas anuncia la sección siguiente de las siete
copas (15,5-16,21).
Luego viene la visión de los vencedores que cantan en el cielo el cántico de Moisés y del
Cordero. Se trata de la victoria de los mártires sobre la Bestia, su imagen y la cifra de su
nombre. Aquí también hay una inclusión con la victoria sobre Satanás señalada en 12,10-
11. Es la victoria de los mártires sobre Satanás y la bestia lo que constituye el mensaje
central del libro del Apocalipsis. El tono del cántico final (15,2-4) es de una profunda fe y
optimismo.
36
VIII. VISIÓN PROFÉTICA DE LA HISTORIA
(17,1-19,10)
1. Ubicación
2. Estructura
Hay primero una introducción, en la que se anuncia el juicio de Roma. Después viene la
parte principal con una visión, un juicio y una liturgia. Al final, hay una conclusión, en la
que se afirma que estas son palabras verdaderas de Dios. El esquema es el siguiente:
- Introducción (17,1-2)
- Visión de la Bestia y la ramera (17,3-18)
- Visión: 17,3-7
- Explicación: 17,8-18
- El juicio de la gran Babilonia (18,1-24)
- El ángel poderoso: 18,1-3
- Una voz del cielo: 18,4-8
- Lamentaciones por la caída de Roma (18,9-19)
- Los reyes de la tierra: 18,9-10
- Los mercaderes de la tierra: 18,11-17a
- La marina mercante: 18,17b-19
- Una voz del cielo: 18,20
- El ángel poderoso: 18,21-24
- Liturgia del triunfo final (19,1-8)
- En el cielo: 19,1-5
- En la tierra: 19,6-8
- Conclusión (19,9-10)
3. Sentido
37
prostitución es símbolo de la idolatría. La ciudad de Roma es prostituta porque, con su
dinero y poder, ha llegado a ser una diosa a la que se le rinde culto divino. Los reyes de la
tierra se venden a ella y los habitantes de la tierra se embriagan con su prostitución. La
idolatría es presentada en el Apocalipsis como una verdadera orgía que adquiere una
dimensión universal.
El relato de esta sección del Apocalipsis empieza con una visión sobre la bestia y la
prostituta, seguida de una explicación del simbolismo que utiliza el autor. Juan ve a la
prostituta en el desierto, lugar donde habitan los demonios y las bestias salvajes.
La mujer está sentada sobre la bestia, la misma con siete cabezas y diez cuernos que
apareció en el capítulo 13. Está vestida lujosamente y lleva adornos de oro y piedras
preciosas. Lo que le da vida es la sangre de sus víctimas, especialmente la de los santos y
de los mártires de Jesús. La mujer es llamada también Babilonia la grande, la madre de las
prostitutas y de las abominaciones de la tierra. Roma es presentada como la fuente y el
modelo de toda la idolatría que domina el imperio. Su enorme poder económico, político e
ideológico la ha transformado en una verdadera diosa.
Un ángel que baja del cielo anuncia con voz fuerte: “Cayó, cayó la gran Babilonia” (18,2).
Las causas de la caída de Roma son la idolatría, la riqueza, el poder y el lujo. Roma es el
centro de la iniquidad. Sin embargo, las naciones, los reyes y los mercaderes son también
responsables de la caída. Roma no sólo es una ciudad corrupta, sino que ha corrompido
también a todos los poderes sociales, políticos y económicos del imperio romano.
A continuación se escucha otra voz del cielo que da algunas órdenes. El pueblo de Dios
debe salir de Roma, para no hacerse cómplice de sus pecados y poder escapar de sus
plagas. Se le ordena darle a Roma el doble de lo que ella ha dado y de mezclar en la copa
el doble de lo que ella mezcló. “En proporción a su jactancia y a su lujo, denle a Roma
tormentos y llantos” (18,7). En su arrogancia Roma decía: tengo poder, no soy pobre, no
he de conocer la muerte. Pero la respuesta a esta arrogancia es precisamente muerte y
llanto. “Porque poderoso es el Señor Dios que la ha condenado” (18,8).
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De ninguna manera, esas órdenes eran un llamado a la venganza de los cristianos contra
Roma. Incluso la salida de ellos de Roma no podía ser algo físico. Se trataba más bien de
no participar, de resistir y de crear alternativas de vida. Era lógico que los cristianos no
podían ni debían usar contra Roma la misma violencia de la que habían sido víctimas. Sus
armas eran muy diferentes, pero el doble de eficaces. Estas eran: la no violencia, la
resistencia, la verdad, la justicia, la fe, la palabra de Dios y la oración. Estas eran las
verdaderas armas de un fiel seguidor de Jesús.
5. La caída de Roma
Las consecuencias de la caída de Roma son desastrosas. En la parte central del capítulo 18
hay una triple lamentación por la caída de Roma. Los reyes de la tierra -el poder político-,
los mercaderes de la tierra -el poder económico- y la marina mercante -el poder
comercial- se encuentran horrorizados. Hay una interesante enumeración de los
productos de consumo de Roma, que empieza con el oro y la plata y termina con los
esclavos y la mercancía humana. La mercancía humana se refería a los hombres y las
mujeres que eran vendidos para el uso en el circo y en los prostíbulos. Su condición era
incluso inferior a la de los esclavos. Esta lista de productos que se transaban en el
mercado refleja muy bien la escala de valores del imperio romano y el nivel moral que
había alcanzado.
Como contrapartida al lamento de los reyes, mercaderes y marinos, los santos, los
apóstoles y los profetas son invitados a alegrarse porque, al condenar a Roma, Dios había
juzgado su causa.
La sentencia contra Roma es ejecutada. Un ángel arroja una enorme piedra al mar como
acción simbólica que representa la caída de Roma y su desaparecimiento para siempre.
Una canción popular describe el fin de la vida en Roma: en ella van desapareciendo
progresivamente la música, los artistas, los artesanos, la luz de las lámparas y las fiestas
nupciales. La prueba definitiva de la condenación de Roma consistió que en ella fue
hallada la sangre de los profetas y santos y de todos los degollados de la tierra. Al
Apocalipsis no sólo le interesaba que se hiciera justicia por la sangre de los cristianos,
sino que también por todas las demás víctimas del imperio romano.
6. Liturgia
Esta sección termina con una liturgia. La primera parte está orientada al pasado y celebra
el juicio de Roma y la justicia a la sangre de los mártires. La segunda parte, está orientada
al futuro y celebra la llegada del reino y las bodas del cordero. Esta liturgia es al mismo
tiempo la conclusión del relato central del Apocalipsis que había comenzado en el capítulo
4,1 y que trata del tiempo presente de la historia. A partir del capítulo 19,11, el
Apocalipsis empezará a referirse al futuro de la historia.
39
IX. VISIÓN APOCALÍPTICA DEL FUTURO
(19,11-22,5)
1. Ubicación
2. Estructura
40
- Los tres juicios (19,11-20,15)
La segunda escena (21,1-22,5) es más luminosa y está llena de esperanza. Sin embargo,
hay aquí también algunos aspectos que evocan el trágico pasado. Esta escena tiene tres
partes. La primera se refiere al cielo nuevo, a la tierra nueva y a la nueva Jerusalén. La
segunda es una descripción detallada de la nueva Jerusalén. Y la tercera, muestra lo que
no se ve en ella, como también su dimensión universal, el agua de vida, los árboles de
vida y la presencia inmediata de Dios y del Cordero.
41
3. Sentido
En el texto hay una serie de juicios y visiones sobre la intervención final de Dios en la
historia. El autor trata de mostrar hacia dónde vamos y cómo terminará el tiempo
presente. Esta revelación no es un cronograma ni un calendario del fin del mundo.
Tampoco cumple la función de satisfacer una curiosidad morbosa. Esta mirada hacia el
futuro quiere invitarnos a vivir el presente de un modo diferente. La importancia de este
futuro es que puede orientar y llegar a cambiar nuestra historia presente.
El reino de los mil años ocupa un lugar central en esta sección. El anuncio señala que
antes del juicio final, el Mesías reinará con los mártires resucitados durante mil años aquí
en la tierra. Esta no es una etapa cronológica de la historia, con fecha exacta de comienzo
y fin. Este reino de los mil años es el proyecto y el sueño de todos los que se esfuerzan
por establecer el reino de Dios sobre la tierra. Es la esperanza de una comunidad que cree
en la intervención de Dios en la historia. Y que cree que es posible restaurar el proyecto
original de Dios y poner verdadero orden en este mundo.
El proyecto del reino de los mil años no tiene nada que ver con visiones espantosas de fin
de mundo. No es una visión sobre el fin del mundo, sino sobre el reino de Dios de paz y
justicia que pondrá fin a la opresión y a la muerte. Esta visión está más allá de los
esfuerzos humanos, pues supone la manifestación gloriosa de Jesús y la intervención de
Dios. Pero los mártires y los santos participarán activamente en ella. El reino de los mil
años aparece en un contexto de la derrota definitiva de Satanás, como personificación de
todos los males que afectan al mundo y a las personas. Después de este reino vendría el
juicio final y la creación de un nuevo cielo y de un nueva tierra.
5. La destrucción de Satanás
42
lo encerró y lo selló. Después de mil años es soltado de su prisión por algún tiempo y
luego es definitivamente aniquilado. Satanás sube del abismo, pero un fuego baja del cielo
y lo devora.
En el texto, se destaca la persistencia del poder del mal que acecha constantemente al
pueblo de Dios. Este poder sólo puede ser destruido por Dios y así va a suceder realmente
al final de la historia humana. Este es el destino de Satanás, quien es presentado en el
Apocalipsis como un poder decadente que terminará finalmente en el exterminio. En el
libro hay un claro optimismo histórico que culminará con el triunfo definitivo de Dios.
En esta sección se encuentra una buena síntesis final de todo el libro: "Luego vi un cielo
nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el
mar no existe ya. Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, de junto a
Dios, engalanada como una novia ataviada para su esposo. Y oí una fuerte voz que decía
desde el trono: ‘Esta es la morada de Dios con los hombres. Pondrá su morada entre ellos
y ellos serán su pueblo y él, Dios-con-ellos, será su Dios. Y enjugará toda lágrima de sus
ojos, y no habrá ya muerte ni habrá llanto, ni gritos ni fatigas, porque el mundo viejo ha
pasado’. Entonces dijo el que está sentado en el trono: ‘Mira que hago nuevas todas las
cosas’". (Apocalipsis 21,1-5)
El texto se refiere a la etapa final del futuro de la historia. El autor concluye de este modo
un proyecto lleno de esperanzas y de posibilidades, que había ido desarrollando
progresivamente a lo largo de todo el libro. El cielo y la tierra se refieren a la totalidad del
universo. Este será nuevo, porque el primer cielo y la primera tierra habrán desaparecido.
El mundo viejo ha pasado y Dios mismo anuncia: “Mira que hago nuevas todas las cosas”
(Apocalipsis 21,5). También se anuncia la llegada de una nueva ciudad de Jerusalén.
La tierra, el cielo y Jerusalén son nuevos porque en ellos la vida triunfa sobre la muerte, el
orden sobre el caos y la luz sobre las tinieblas; la compasión triunfa sobre el llanto, el
gemido y el sufrimiento. “Y no habrá ya maldición alguna” (Apocalipsis 22,3). Seguirá
habiendo cielo, tierra, ciudad e historia humana, pero ahora sin muerte, ni caos, ni
tinieblas, ni sufrimiento, ni maldición. Este es el cambio radical que anuncia el Apocalipsis
para el mundo y para la historia de la humanidad.
7. Fechas y plazos
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que nos dice la palabra de Dios. Jesús nos pide vigilancia, no adivinación; nos pide
discernir los signos de los tiempos, para ubicar nuestra fe en el contexto concreto del
mundo y de la historia. Es únicamente Dios quien conoce la plenitud de los tiempos. “De
aquel día y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles de los cielos, ni el Hijo, sino sólo el
Padre.” (Mateo 24,36)
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X. BIENAVENTURANZAS Y LAMENTACIONES EN EL APOCALIPSIS
Las bienaventuranzas son formas de aclamar la dicha y la felicidad de personas que han
descubierto el sentido de su vida. No son promesas para el futuro, sino proclamaciones de
felicidad ya conseguida o en camino de ser alcanzada. En el Apocalipsis hay siete
bienaventuranzas.
1. Apocalipsis 1,3:
“Dichoso el que lea
y los que escuchen las palabras de esta profecía
y guarden lo escrito en ella,
porque el tiempo está cerca”.
2. Apocalipsis 14,13:
“Dichosos los muertos que mueren en el Señor.
Desde ahora, sí -dice el Espíritu-, que descansen de sus fatigas,
porque sus obras los acompañan”.
3. Apocalipsis 16,15:
“Mira que vengo como ladrón.
Dichoso el que esté en vela y conserve sus vestidos,
para no andar desnudo
y que se vean sus vergüenzas”.
4. Apocalipsis 19,9:
“Dichosos los invitados al banquete de bodas del Cordero”.
5. Apocalipsis 20,6:
“Dichoso y santo el que participa en la primera resurrección;
la segunda muerte no tiene poder sobre éstos,
sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo
y reinarán con él mil años”.
6. Apocalipsis 22,7:
“Mira vengo pronto.
Dichoso el que guarde las palabras proféticas de este libro”.
7. Apocalipsis 22,14:
“Dichosos los que laven sus vestiduras,
así podrán disponer del árbol de la vida
y entrarán por las puertas en la ciudad”.
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Lo contrario de las bienaventuranzas son las lamentaciones o imprecaciones que
empiezan con la exclamación “¡Ay!”, por lo que han sido llamadas también “Ayes”. En el
Apocalipsis hay también siete lamentaciones o “Ayes”.
1. Apocalipsis 8,13:
¡Ay, ay, ay de los habitantes de la tierra,
cuando suenen las voces que quedan de las trompetas
de los tres ángeles que van a tocar!
2. Apocalipsis 9,12:
El primer ¡Ay! ha pasado.
Mira que detrás vienen todavía otros dos.
3. Apocalipsis 11,14:
El segundo ¡Ay! ha pasado.
Mira que viene en seguida el tercero.
4. Apocalipsis 12,12:
¡Ay de la tierra y del mar!
porque el diablo ha bajado a vosotros con gran furor,
sabiendo que le queda poco tiempo.
5. Apocalipsis 18,10:
¡Ay, ay, la gran ciudad!
¡Babilonia, ciudad poderosa,
que en una hora ha llegado tu juicio!
6. Apocalipsis 18,16-17a:
¡Ay, ay, la gran ciudad,
vestida de lino, púrpura y escarlata,
resplandeciente de oro, piedras preciosas y perlas,
que en una hora ha sido arruinada tanta riqueza!
7. Apocalipsis 18,19b:
¡Ay, ay, la gran ciudad,
con cuya opulencia se enriquecieron
cuantos tenían las naves en el mar;
que en una hora ha sido asolada!
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XI. LOS CÁNTICOS DEL APOCALIPSIS
En el Apocalipsis hay una serie de cánticos que tienen forma de himnos de alabanza,
cantos de victoria, aclamaciones y proclamaciones. En estos cánticos se encuentran
resumidos los temas principales que han sido ampliamente desarrollados en forma
narrativa en el resto del libro.
1. Apocalipsis 1,4-8:
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2. Apocalipsis 4,8-11:
3. Apocalipsis 5,9-14:
4. Apocalipsis 7,10-12:
Amén.
Alabanza, gloria, sabiduría,
acción de gracias, honor, poder y fuerza
a nuestro Dios por los siglos de los siglos.
Amén.
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5. Apocalipsis 11,15-18:
6. Apocalipsis 12,10-12:
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7. Apocalipsis 14,2-3:
8. Apocalipsis 15,3-4:
9. Apocalipsis 16,5-7:
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10. Apocalipsis 19,1-8:
¡Aleluya!
La salvación y la gloria y el poder
son de nuestro Dios,
porque sus juicios son verdaderos y justos;
porque ha juzgado a la gran Prostituta,
que corrompía la tierra con su prostitución,
y ha vengado en ella
la sangre de sus siervos.
¡Aleluya!
Su humareda se eleva
por los siglos de los siglos.
¡Amén! ¡Aleluya!
¡Aleluya!
Porque ha establecido su reinado el Señor,
nuestro Dios Todopoderoso.
Alegrémonos y regocijémonos
y démosle gloria,
porque han llegado las bodas del Cordero,
y su Esposa se ha engalanado
y se le ha concedido vestirse
de lino deslumbrante de blancura,
-el lino son las buenas acciones de los santos-.
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EL LIBRO DEL APOCALIPSIS
INDICE
I. INTRODUCCIÓN 2
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