Apocalipsis

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SERGIO CERNA SVD

EL LIBRO

DEL APOCALIPSIS

Orientaciones para la lectura

"Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva.


Porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron
y el mar ya no existe.
Y oí una fuerte voz que decía:
Esta es la morada de Dios con los hombres.
Pondrá su morada entre ellos y ellos serán su pueblo
y él, Dios-con-ellos, será su Dios.
Y enjugará toda lágrima de sus ojos
y no habrá ya muerte ni habrá llanto, ni gritos ni fatigas,
porque el mundo viejo ha pasado".

Apocalipsis 21,1-4
EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

Apocalipsis 2.0 / 16.07.2007

I. INTRODUCCIÓN

1. La lectura del Apocalipsis

El libro del Apocalipsis ha despertado una atracción especial en todas las épocas, y no
solamente entre los creyentes. En la actualidad, este interés se ha manifestado de
múltiples formas. El problema es que se trata de un libro complejo y diferente, pues invita
a los lectores a sumergirse en un mundo realmente misterioso y los desafía a descubrir un
mensaje que hay detrás de una gran variedad de imágenes y símbolos. De este modo, el
Apocalipsis resulta sorprendente y hasta conflictivo, si se lo compara con los otros libros
de la Biblia. Su lectura puede producir confusión y desánimo entre los lectores, quienes
llegan a plantearse algunas preguntas difíciles. ¿Por qué se escribió un libro con un
mensaje tan escondido? ¿Es posible para nosotros descubrir ese mensaje en la actualidad?
¿Qué significan las abundantes imágenes y los diversos símbolos que a nosotros nos
parecen tan extraños? ¿Cuáles son las claves para una interpretación adecuada del libro?
Es evidente que el libro encierra algunas dificultades y que su lectura implica una atención
especial. Sin embargo, es necesario señalar, desde el comienzo, que el Apocalipsis es un
libro realmente interesante y que puede ser leído por los cristianos en el momento
presente, con gran provecho personal y comunitario.

2. Símbolos e imágenes

Hay una gran variedad de símbolos e imágenes en el libro. Esto es muy propio de la
literatura apocalíptica. Se recurre a ellos para tratar de explicar los misteriosos planes de
Dios para los hombres y la historia. Los símbolos invitan a descubrir su significado, para
así poder comprender una realidad misteriosa que está detrás de ellos. El símbolo nos
pone ante una realidad que no se puede comprender con la simple razón. Hay que dejarse
impresionar globalmente por las imágenes del libro e ingresar en el ambiente misterioso
que provocan. Hay que ubicar los símbolos en el contexto histórico que estaba viviendo la
comunidad cristiana de aquella época para poder descubrir su significado para nosotros
en la actualidad. Al empezar la lectura, no hay que preocuparse tanto del significado
exacto de todos y cada uno de los símbolos o imágenes. Ni siquiera en una lectura
posterior es decisivo tener la clave del sentido de todos ellos. Sí es muy importante
dejarse interpelar por el mensaje global del Apocalipsis, cuyo contenido fundamental está
relacionado con la fe del discípulo de Jesús, vivida en la realidad concreta de la historia.

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3. Apocalíptica

El estilo, el contenido, el vocabulario, las imágenes y los símbolos del Apocalipsis son muy
particulares porque el libro forma parte de la literatura apocalíptica. La comprensión de
este género literario y sus características nos permitirá acceder al verdadero mensaje del
libro. Las raíces de la apocalíptica están en algunos textos llamados “escatologías”, que se
encuentran en los profetas Isaías capítulos 24 al 27, Ezequiel capítulos 38 y 39 y Zacarías
capítulos 12 al 14. Este fue un género literario bastante frecuente en la época ínter
testamentaria, es decir, en el paso del Antiguo al Nuevo Testamento, que se produjo entre
los siglos II AC y II DC. De los muchos libros apocalípticos escritos en ese tiempo, sólo dos
forman parte de la Biblia: Daniel en el Antiguo Testamento y el Apocalipsis en el Nuevo
Testamento. El Apocalipsis ocupa un lugar único en la apocalíptica, no sólo porque su
revelación se refiere a la persona de Jesús, sino también por las características propias
que su autor le dio a este género literario.

En el Nuevo Testamento hay otros ejemplos de literatura apocalíptica. El más conocido ha


sido llamado “pequeño Apocalipsis” y se encuentra en el capítulo 13 del evangelio de
Marcos. El texto contiene un discurso escatológico sobre las dificultades que deberán
enfrentar Jesús y sus discípulos, la destrucción de Jerusalén y la segunda venida de Jesús.

4. Libro bíblico

Hay una relación muy especial entre el Apocalipsis y los demás libros de la Biblia. El autor
del Apocalipsis tenía un amplio conocimiento de los libros del Antiguo Testamento, a los
que recurrió frecuentemente. Sus libros favoritos son Génesis, Éxodo, Salmos, Isaías,
Ezequiel, Jeremías y Daniel. En el Apocalipsis hay 500 referencias al Antiguo Testamento.
Si consideramos que el libro tiene 22 capítulos y un total de 405 versículos, podemos
concluir que hay más de una cita en cada versículo. Es por esto que se ha dicho que el
Apocalipsis es una relectura cristiana del Antiguo Testamento y que es una buena prueba
para verificar el conocimiento que se tiene de la Biblia. Hemos podido encontrar también
unas 400 referencias a otros libros del Nuevo Testamento. Este es el motivo por el cual es
realmente imprescindible hacer una lectura del Apocalipsis a la luz de la Biblia.

5. Un drama

Al leer el libro del Apocalipsis, conviene imaginarse la representación de una obra


dramática. El ambiente del escenario estaba formado por la cultura griega y el imperio
romano, que prácticamente controlaban todo el mundo de la época. En el escenario se
representaban hechos históricos, como la persecución y la marginación, que fueron un
enorme desafío para los cristianos de fines del primer siglo. Esta conflictiva situación era
innegable, pero el autor quiso agregarle algunos elementos del Antiguo Testamento con el
fin de que los cristianos recordaran acontecimientos históricos, en los que aparecía

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claramente el control de Dios sobre la historia. Detrás del escenario, entonces, se
encontraba Dios, el verdadero director de la obra. El conocía el significado de aquellos
hechos y quería que los actores que estaban en el escenario sufriendo sus consecuencias,
también comprendieran su sentido. El Apocalipsis era una revelación sobre el sentido más
profundo de la historia humana y estaba destinado a reafirmar la esperanza de una
comunidad que vivía momentos muy difíciles y críticos.

6. Situación

El libro del Apocalipsis fue escrito para comunidades que estaban amenazadas tanto por
la persecución y la muerte como por la tentación de acomodarse o de abandonar la fe.
Vivían en una permanente situación de opresión, marginación y exclusión de la vida
social, política y económica. Las amenazas venían del poder político del imperio romano,
de ciertos grupos judíos y de cristianos que se habían apartado de la verdadera fe. Es
necesario leer el libro en el contexto histórico de las comunidades cristianas de Asia
Menor a fines del siglo I DC, en tiempos del emperador Domiciano (81-96 DC). Esto
permite descubrir la intención que tuvo el autor al escribir este libro. Era una compleja
situación de crisis y esperanza, a la vez. Para llegar a comprenderla, conviene plantearse
algunas preguntas. ¿Qué habrán esperado y añorado esos cristianos? ¿Qué señales habrán
buscado desesperadamente en los acontecimientos históricos? ¿Cómo habrán enfrentado
el aparente silencio y la ausencia de Dios? ¿Cómo se habrán dado ánimo mutuamente? ¿A
qué imágenes habrán recurrido para reforzar su fe en un Dios que tenía el verdadero
control de la historia?

7. Las historias

El Apocalipsis contiene una sucesión de diversos relatos que pueden llegar a confundir.
Por eso, inicialmente hay que leer el libro como si su contenido fuera una serie de
historias independientes entre sí. En un primer momento, no hay que tratar de forzar la
conexión entre ellas. A través de la lectura del texto, irán emergiendo progresivamente
relaciones entre esas historias, las que darán un nuevo y más profundo sentido al libro.

8. Texto y contexto

La primera preocupación deberá ser el tener un encuentro con el texto en su contexto


histórico. Para conseguir esto, las preguntas claves son: ¿qué dice el texto?, ¿cómo lo
dice?, ¿por qué lo dice así?, ¿en qué situación fue escrito?, ¿a quiénes estaba dirigido? y
¿qué efecto habrá producido en sus lectores? Este modo de enfrentar el texto en su
contexto permite irse familiarizando progresivamente con el libro: su lenguaje, su estilo,
sus imágenes, sus símbolos, sus opciones, sus mensajes y su visión del mundo, de la
historia, del futuro y de Dios. El resultado será una comprensión cada vez más profunda
del libro del Apocalipsis. Simultáneamente, irá surgiendo con mayor fuerza el sentido de

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su mensaje liberador para nosotros en la actualidad. Por eso, no hay que buscar
aplicaciones prácticas apresuradas ni conclusiones prematuras en relación con el
significado del libro. Mucho menos hay que tratar de llegar muy luego a descubrir su
importancia para el momento histórico actual.

9. Libro del consuelo

Apocalipsis no es sinónimo de tragedia y catástrofe, sino que se refiere a la intervención


salvadora de Dios en la historia y al final de los tiempos. El libro no pretendía provocar
terror y pánico, sino, por el contrario, paz interior, consuelo ante los problemas,
esperanza en un futuro maravilloso y, sobre todo, mucha confianza en Dios. Esta paz
interior procedía de la capacidad que tenía el creyente en Jesús de encontrar un sentido a
todo lo que le sucedía en la vida y de ubicarse positivamente incluso en las circunstancias
más adversas. Por este motivo, se le ha dado al Apocalipsis la designación de “Libro del
consuelo cristiano”. En Apocalipsis 21,1-4 se encuentra una buena justificación de este
título: “Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva. Porque el primer cielo y la primera tierra
desaparecieron y el mar ya no existe. Y oí una fuerte voz que decía: Esta es la morada de
Dios con los hombres. Pondrá su morada entre ellos y ellos serán su pueblo y él, Dios-
con-ellos, será su Dios. Y enjugará toda lágrima de sus ojos y no habrá ya muerte ni habrá
llanto, ni gritos ni fatigas, porque el mundo viejo ha pasado”.

10. Protagonista

El personaje principal del Apocalipsis no es Satanás, ni el monstruo, ni alguna de las


bestias, a pesar de la frecuencia con que estas figuras aparecen en el libro. El protagonista
de la obra es Jesús como el Señor Resucitado. Ya al comienzo del libro, el mismo Jesús
anuncia: “Yo soy el que vive; estuve muerto, pero ahora estoy vivo por los siglos de los
siglos” (Apocalipsis 1,18). Jesús es presentado mostrando las huellas de su muerte y, al
mismo tiempo, llevando los signos triunfantes de la vida. “Entonces vi de pie, en medio
del trono..., un Cordero como degollado” (Apocalipsis 5,6). “Había un Cordero que estaba
en pie sobre el monte Sión” (Apocalipsis 14,1). “Ya no tendrán hambre ni sed. Porque el
Cordero que está en medio del trono los apacentará y los guiará a los manantiales de las
aguas de la vida. Y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos” (Apocalipsis 7,16-17). El
testimonio de Jesús resucitado es el fundamento último del mensaje positivo y
esperanzador del Apocalipsis. Los discípulos de Jesús no deben olvidar jamás que creen
en alguien que está vivo y que se encuentra junto a ellos para siempre.

11. Odio y violencia

Las páginas del Apocalipsis están cargadas de violencia y odio de parte de aquel que tenía
en ese momento el poder y la fuerza, es decir, del imperio romano. Lo que sorprende es
que el lenguaje del Apocalipsis también parece transmitir, a veces, un deseo de desquite y

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venganza de parte de los cristianos, que eran las víctimas de esa violencia. Ese lenguaje
corresponde a personas que se encontraban en angustiosas situaciones de opresión y
sufrimiento extremos. Su función es darles la oportunidad de un desahogo y de
manifestar positivamente su frustración y rebeldía. Quería ayudarles a transformar la
sensación de impotencia en la conciencia y la identidad de una comunidad que tenía una
importante tarea que cumplir en el mundo. Por lo demás, esa violencia es más aparente
que real; se trata, más bien, de un recurso literario. De hecho, la fuerza en el Apocalipsis
es la fuerza del Espíritu, del Testimonio, de la Palabra y de la conciencia propia de la
comunidad cristiana. Jesús resucitado es presentado como un cordero degollado y su
triunfo se realiza en la cruz. El supera a los reyes de la tierra a través de su Palabra. Los
mártires, por su parte, derrotan a Satanás con su Testimonio.

12. En síntesis

Conviene tener presente algunas orientaciones prácticas para la lectura del libro del
Apocalipsis. Se trata de sugerencias metodológicas que pueden ser útiles en un primer
encuentro con este libro. Es necesario hacer:

- Una lectura del texto ubicado en el amplio marco de referencia de la estructura global
del libro. La visión global de las secciones en que se divide el libro permite evitar la
confusión ante la variedad de los temas tratados.
- Una lectura del texto considerando la estructura particular de cada una de las secciones
del libro. Esto permite leer cada texto con el sentido que le da su pertenencia a una
determinada unidad literaria.
- Una lectura del texto en el contexto histórico concreto de las comunidades cristianas de
Asia Menor a fines del siglo I DC. Esto permite descubrir progresivamente la intención que
tuvo el autor al escribir este libro.
- Una lectura del texto como expresión de la literatura apocalíptica de la época. La
comprensión de este género literario y sus características de contenido, estilo,
vocabulario, imágenes y símbolos permite acceder al verdadero mensaje del libro.

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II. ESTRUCTURA DEL APOCALIPSIS

1. Estructura global

La estructura del Apocalipsis puede expresarse a través del siguiente esquema.

- 1,1-8: Prólogo

- A 1,9-3,22: Visión apocalíptica de la Iglesia

- B 4,1-8,1: Visión profética de la historia (1)

- C 8,2-11,19: Las siete trompetas

- Centro 12,1-15,4: La comunidad cristiana en el mundo

- C’ 15,5-16,21: Las siete copas

- B’ 17,1-19,10: Visión profética de la historia (2)

- A’ 19,11-22,5: Visión apocalíptica del futuro

- 22,6-21: Epílogo

2. Explicación del esquema

2.1 En la lectura del Apocalipsis, es particularmente importante tener siempre presente su


estructura general y las diversas secciones en que se divide el texto. Esto permite lograr
una visión global del libro, así como descubrir la secuencia de los diferentes temas y su
progresión hasta llegar a la culminación y el desenlace de la historia.

2.2 La estructura general del Apocalipsis es concéntrica y se puede expresar a través del
esquema: A-B-C-Centro-C’-B’-A’. Esto significa que existe una correlación temática y
formal entre las diversas secciones:

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- El Prólogo y el Epílogo.
- Visión apocalíptica de la Iglesia y Visión apocalíptica del futuro.
- Visión profética de la historia (1) y Visión profética de la historia (2).
- Las siete trompetas y las siete copas.

En el centro del Apocalipsis se encuentra una visión profética de la comunidad cristiana en


medio del mundo. La comunidad aparece expuesta al poder del mal, pero al mismo
tiempo es un signo de la derrota de los poderes opresores en el mundo, representados
por las bestias. Este centro está enmarcado por dos relecturas del libro del Éxodo: las
siete trompetas y las siete copas. Vivir la historia como Éxodo es vivir el presente como el
momento de la intervención liberadora de Dios en la historia.

2.3 El Apocalipsis no contiene en forma misteriosa una historia cronológica de la


humanidad desde el siglo I DC hasta el fin del mundo. Tampoco ofrece ordenadamente las
etapas de la historia de la salvación. Su contenido es más bien escatológico, lo que
significa que:

- explica el sentido de la actual situación de la comunidad.


- presenta el momento presente como un período de tiempo privilegiado antes que llegue
el fin del mundo.
- muestra la intervención de Dios que pone fin al poder del mal y de la muerte, y que
inaugura la llegada definitiva del Reino de Dios.

2.4 La estructura del libro corresponde a esta concepción teológica. La mayor parte del
Apocalipsis (4,1-19,10) se refiere al tiempo presente de aquella época. Esta sección
empieza y termina con una gran liturgia: 4-5 y 19,1-10. También el prólogo y el epílogo
se refieren al presente. El Apocalipsis gira básicamente en torno al momento presente y
no en torno al futuro. No está orientado en primer lugar a la segunda venida de Jesús o al
fin del mundo, sino a la presencia poderosa de Jesús resucitado en la comunidad y en el
mundo. Jesús transforma el presente en tiempo de gracia, conversión, testimonio y
construcción del Reino de Dios.

El mensaje central del libro del Apocalipsis es el siguiente:

Jesús resucitó realmente a una nueva vida,


de este modo, el tiempo de la Vida y del Reino de Dios ya ha comenzado entre nosotros.

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2.5 Antes de la parte central que se refiere al tiempo presente (4,1-19,10), el libro ofrece
una visión apocalíptica de las iglesias (1,9-3,22). Las comunidades son presentadas tal
como son ante la presencia de Jesús resucitado. Esta es la realidad en la cual se sitúa y
desde la cual parte el Apocalipsis. A esta sección corresponde la visión apocalíptica del
futuro (19,11-22,5). Ambas secciones son presentadas en forma de un juicio, tanto a la
propia iglesia y como a la humanidad y al universo. Es en este contexto de juicio que se
desarrolla el tiempo presente.

Pasado-Presente Momento presente Futuro

1,9-3,22 4,1 -------------------> 19,10 19,11-22,5

Juicio a las La comunidad en medio del mundo Juicio al


iglesias mundo

2.6 El Apocalipsis trata de revelar y desocultar la presencia liberadora de Jesús resucitado


en la historia. Esta revelación será una amenaza para los opresores, pero una buena
noticia para los oprimidos por el imperio romano. La intención principal del autor del
Apocalipsis se encuentra reflejada en la aclamación de Jesús: “Padre, Señor del cielo y de
la tierra, yo te alabo porque has ‘ocultado’ estas cosas a los sabios e inteligentes y las has
‘revelado’ a la gente sencilla” (Mateo 11,25).

2.7 El Apocalipsis surgió en tiempos de persecución, pero más ampliamente en


situaciones de exclusión y opresión permanentes provocadas por el imperio romano. En
tales circunstancias, pretendió orientar a la comunidad cristiana en la reconstrucción de
su esperanza y de su conciencia. De allí que sea un libro liberador y lleno de esperanza. El
Apocalipsis luchó contra la helenización del cristianismo y contra la integración de la
Iglesia al sistema imperial dominante. Para esto recurrió a los orígenes del cristianismo y
al movimiento espiritual iniciado por Jesús. Esto le confiere un carácter de permanente
actualidad. El libro es un llamado a la renovación permanente de la Iglesia para evitar su
instalación en el mundo. Es también un llamado a una nueva forma de ser cristiano en el
mundo que responda realmente al mensaje original de Jesús.

3. División del Apocalipsis

De acuerdo al esquema explicado anteriormente, el Apocalipsis puede dividirse en nueve


secciones estructuradas en forma concéntrica.

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1. Prólogo (1,1-8)
1.1 Título del libro y su explicación: 1,1-3
1.2 Saludo: 1,4-8

2. Visión apocalíptica de la Iglesia (1,9-3,22)


2.1 Visión inaugural: 1,9-20
2.2 Las cartas a las siete iglesias: 2,1-3,22

3. Visión profética de la historia - 1 (4,1-8,1)


3.1 El trono de Dios y el libro del Cordero: 4 y 5
3.2 Los siete sellos: 6,1-8,1

4. Las siete trompetas (8,2-11,19)


4.1 Visión en el cielo: 8,2-6
4.2 Las siete trompetas: 8,7-11,19

5. La comunidad cristiana en el mundo (12,1-15,4)


5.1 La mujer y el monstruo: 12,1-18
5.2 Las dos bestias: 13,1-18
5.3 La comunidad del Cordero: 14,1-5
5.4 El juicio de Dios: 14,6-20
5.5 Los siete ángeles y cántico del Cordero: 15,1-4

6. Las siete copas (15,5-16,21)


6.1 Visión en el cielo: 15,5-16,1
6.2 Las siete copas: 16,2-21

7. Visión profética de la historia - 2 (17,1-19,10)


7.1 La bestia y la prostituta: 17,1-18
7.2 El juicio de Babilonia: 18,1-24
7.3 Cántico triunfal: 19,1-10

8. Visión apocalíptica del futuro (19,11-22,5)


8.1 Juicio de la bestia, el falso profeta y los reyes de la tierra: 19,11-21
8.2 Juicio de Satanás y Reino de los mil años: 20,1-10
8.3 Juicio de los muertos, la muerte y el lugar de los muertos: 20,11-15
8.4 Cielo nuevo, tierra nueva y nueva Jerusalén: 21,1-21
8.5 Presencia de Dios y del Cordero: 21,22-22,5

9. Epílogo (22,6-21)
9.1 Intervención de Jesús: 22,6-16
9.2 Liturgia y saludo final: 22,17-21

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III. PRÓLOGO Y EPÍLOGO
(1,1-8; 22,6-21)

1. Ubicación

El prólogo del libro se encuentra en Apocalipsis 1,1-8 y el epílogo en 22,6-21. Ya vimos la


correlación que existe entre estas dos secciones que enmarcan el libro del Apocalipsis.
Tanto el prólogo como el epílogo se ubican en el contexto de una comunidad cristiana
que manifiesta su fe a través de los cantos de una celebración litúrgica. La comunidad
debía estar preparada para acoger a Jesús que llegaba en ese momento y debía vivir el
tiempo presente repitiendo sin cesar: ¡Ven Señor Jesús!

El Apocalipsis quería revelar lo que iba a suceder muy pronto. De allí la felicidad de
guardar todas las palabras proféticas del libro y la advertencia de no quitar ni agregar
nada a ellas.

2. Estructura

Las estructuras del prólogo y del epílogo son muy simples.

- Prólogo (1,1-8)

- Título del libro: 1,1a


- Explicación del título: 1,1b-3
- Saludo inicial: 1,4-8

- Epílogo (22,6-21)

- Intervención de Jesús: 22,6-16


- Liturgia: 22,17-20
- Saludo final: 22,21

3. Prólogo (1,1-8)

3.1 Título del libro: 1,1a

El título del libro es “Apocalipsis de Jesucristo”. La palabra “Apocalipsis” viene del griego y
significa retirar el velo, descubrir el misterio que hay detrás de una persona, una cosa o

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un acontecimiento histórico. Apocalipsis es la revelación de algo que está oculto y
escondido, y que es inaccesible para los que no creen en Dios. El libro del Apocalipsis
pretende revelar algo importante en la vida de los lectores que ellos desconocen. Se trata
del sentido más profundo del mundo y de la historia. Aplicado a nuestra realidad actual,
podemos decir que el Apocalipsis quiere revelarnos algo importante para nuestra vida y
nuestra historia que nosotros desconocemos.

De acuerdo al evangelio de Mateo, Jesús revela esto a los justos, a los pobres y a los
pequeños: “Te bendigo Padre porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes y se
las has revelado a la gente sencilla” (Mateo 11,25). Esta revelación es una buena noticia
para los pobres porque significa vida y liberación para ellos.

3.2 Explicación del título: 1,1b-3

El contenido de esta revelación es la realidad del cielo, es decir, la presencia de Dios en la


historia humana. Para el autor hay una sola historia, que se realiza simultáneamente en el
cielo y en la tierra. La tierra es la dimensión visible y aparente del mundo, donde dominan
los poderes humanos, los injustos y los impíos. El cielo, por el contrario, es la dimensión
más profunda y trascendente del mundo, donde actúan Dios, los justos y los creyentes. El
Apocalipsis no está orientado fundamentalmente a la segunda venida de Jesús y al fin del
mundo, aunque al final del libro haya una referencia a esta realidad. Más bien, está
centrado en la presencia liberadora de Jesús resucitado en el tiempo presente del mundo y
de la comunidad cristiana.

El Apocalipsis dice que Dios reveló a la comunidad, a través de Jesús y de Juan, “lo que ha
de suceder pronto”. Esto no se refiere a la segunda venida de Jesús al fin de los tiempos,
sino a su manifestación gloriosa ahora, en el tiempo presente. Desde su resurrección,
Jesús está siempre presente en medio de las comunidades: “Yo estoy con Uds. todos los
días hasta el fin del mundo” (Mateo 28,20). Jesús nunca se ha ido a otro lugar. Lo que la
comunidad desea no es que vuelva, sino que se manifieste en el mundo, es decir, que
actúe, libere y reine.

La explicación del título del libro concluye con una bienaventuranza (Apocalipsis 1,3). Esta
es la primera de siete bienaventuranzas que aparecen en el Apocalipsis (1,3; 14,13; 16,15;
19,9; 20,6; 22,7; 22,14). Dice: “Dichoso el que esté leyendo y los que estén oyendo las
palabras de esta profecía y los que guarden lo escrito en ella, porque el tiempo está
cerca”. Aquí aparece claramente que el Apocalipsis es una palabra viva en medio de la
comunidad, donde hay alguien que la lee, y una comunidad que la escucha y se
compromete a guardarla. Dios la concedió como un don a Jesús. Jesús la explicó por
símbolos y visiones a Juan. Juan dio testimonio de ella a la comunidad.

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3.3 Saludo inicial: 1,4-8

El autor del libro del Apocalipsis es desconocido. El se identifica simplemente como Juan.
Procedía probablemente de los círculos del apóstol Juan y se sentía espiritualmente
vinculado a ellos. En la literatura bíblica en general y en la apocalíptica en especial, era
muy frecuente atribuir un escrito, en este caso una visión, a un personaje ilustre del
pasado. La otra posibilidad es que el autor se haya llamado realmente Juan, pero que haya
sido alguien distinto del apóstol Juan.

El Apocalipsis empieza y termina con un saludo, tal como en una carta. Combina así el
género literario apocalíptico con el epistolar. Formalmente, el saludo inicial es un canto
litúrgico de la comunidad en forma de diálogo entre Juan (1,4-5a.7a.8) y la comunidad
(1,5b-6.7b). El contenido de este saludo es trinitario, destacado por la triple repetición “de
parte de”. Primero es nombrado Dios como “aquel que es, que era y que va a venir” (1,4b).
El Espíritu es presentado a través de “los siete Espíritus que están ante el trono de Dios”
(1,4c). Las referencias a Jesús son las más abundantes. Es presentado como testigo fiel, el
primogénito de entre los muertos y el príncipe de los reyes de la tierra (1,5a). A esto, la
comunidad responde: “Al que nos ama y nos ha lavado con su sangre de nuestros pecados
y ha hecho de nosotros un reino de sacerdotes para su Dios y Padre, a él la gloria y el
poder por los siglos de los siglos. Amén.” (1,5b-6).

Juan insiste: “Mirad, viene acompañado de nubes; todo ojo le verá, hasta los que lo
traspasaron, y por él harán duelo todos” (1,7). Y la comunidad responde: “Sí, amén.” (1,7b)
Y Juan termina con: “Yo soy el Alfa y la Omega, dice el Señor Dios, Aquel que es, que era y
que va a venir, el Todopoderoso”. (1,8) Todo el Apocalipsis refleja la vida litúrgica de una
comunidad cristiana orante y comprometida con su situación, pues busca en Jesús una
orientación para asumirla como corresponde a un discípulo.

4. Epílogo (22,6-21)

- Intervención de Jesús: 22,6-16


- Liturgia: 22,17-20
- Saludo final: 22,21

El epílogo repite a modo de conclusión los elementos que aparecen en el prólogo. Hay
aquí un interesante diálogo entre Jesús, su ángel, Juan y la comunidad. El contenido
fundamental de este epílogo se resume en la frase que se repite tres veces: “Mira, vengo
pronto” (22,7.12.20a). Jesús se refiere a su venida a una comunidad cristiana que enfrenta
situaciones internas y externas muy difíciles. A este anuncio de la llegada de Jesús, la
comunidad responde expectante: “Amén. Ven Señor Jesús.” (22,20b).

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Aunque en el Apocalipsis hay referencias a la segunda venida de Jesús, su tema central es
la intervención salvadora de Jesús en el tiempo presente. En todo momento destaca la
presencia victoriosa de Jesús en la historia actual. Para los cristianos de fines del primer
siglo esto era fundamental. Los acontecimientos históricos eran para ellos un tremendo
desafío. Aparentemente, la cultura griega y el imperio romano tenían todo bajo su control
en aquella época. No se veía por ninguna parte la presencia y la acción de Dios.

Para solucionar este serio problema, el autor citó abundantemente textos del Antiguo
Testamento, en los cuales aparecía con claridad el control que Dios tenía sobre la historia.
Esto significaba que Dios estaba realmente presente y actuando en el mundo. Además, él
conocía el verdadero significado de esos acontecimientos históricos que tanto
preocupaban a los cristianos y quería que ellos también los comprendieran. Los creyentes
en Jesús debían ser capaces de encontrar un sentido a todo lo que les sucedía en la vida y
de ubicarse positivamente en ella, incluso en las circunstancias más adversas. De allí la
recomendación que el autor del Apocalipsis hace a sus lectores. El secreto estaba en
observar la vida, el mundo y la historia desde la perspectiva de Dios. El era el único que
podía dar un sentido pleno y un significado positivo a todo lo que existía. Para lograr esto
había que estar muy atento a su palabra de vida contenida en el Apocalipsis.

El libro del Apocalipsis concluye con un buen ejemplo de lo dicho anteriormente sobre la
forma literaria del diálogo. Juan señala: “Dice el que da testimonio de todo esto”. Jesús
dice: “Sí, vengo pronto”. La comunidad responde: “Amén, ven Señor Jesús”. Y Juan
concluye: “Que la gracia del Señor Jesús sea con todos. Amén.” (Apocalipsis 22,20-21).

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IV. VISIÓN APOCALÍPTICA DE LA IGLESIA
(1,9-3,22)

1. Ubicación

Esta es la primera sección del libro y se encuentra en Apocalipsis 1,9-3,22. Comienza con
una visión inicial (1,9-20). Luego vienen las siete cartas a las siete iglesias (2,1-3,22).
Ambas partes están estrechamente unidas. En la visión inicial está el fundamento de las
siete cartas. Jesús ordena a Juan que escriba a las siete iglesias, pero es el propio Jesús,
vivo y presente en medio de ellas, el que se dirige a cada una de las comunidades.

Hay una correspondencia entre esta sección “Visión apocalíptica de la Iglesia” (1,9-3,22) y
la “Visión apocalíptica del futuro” (19,11-22,5). Ambas secciones empiezan con una visión
en la cual Jesús es el personaje central. En los dos casos se trata de un juicio: de las
iglesias, primero, y del mundo, al final. Entre estos dos juicios están los acontecimientos
del tiempo presente (4,1-19,10). En la primera sección, Jesús quiere preparar a la Iglesia
para que pueda asumir como corresponde los desafíos del momento presente. En la
última sección, Jesús pone fin al tiempo presente y transforma radicalmente la historia a
través de la destrucción del mal y de una nueva creación.

2. Estructura

La estructura de esta sección es la siguiente:

- Visión inicial (1,9-20)

- Situación: 1,9-10a
- Visión: 1,10b-19
- Explicación: 1,20

- Las cartas a las siete iglesias (2,1-3,22)

- La iglesia de Éfeso: 2,1-7


- La iglesia de Esmirna: 2,8-11
- La iglesia de Pérgamo: 2,12-17
- La iglesia de Tiatira: 2,18-29
- La iglesia de Sardes: 3,1-6
- La iglesia de Filadelfia: 3,7-13
- La iglesia de Laodicea: 3,14-22

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3. Sentido

En la visión inicial, se encuentra en primer lugar la presentación de Juan, el autor del


Apocalipsis. No sabemos realmente quién es este Juan. Probablemente era el responsable
de muchas comunidades cristianas de Asia Menor. Sin embargo, él se presenta
simplemente como hermano y compañero. El comparte la tribulación con los cristianos de
esas iglesias. Juan se encuentra exiliado en la isla de Patmos por causa de la Palabra de
Dios y del testimonio de Jesús. En ese lugar, él cae en éxtasis, es decir, tiene una visión y
recibe una revelación de Jesús. El debe escribir lo que ha visto y enviarlo a las siete
iglesias. El contenido de la visión es “lo que ya es y lo que va a suceder más tarde” (1,19).

Las siete iglesias destinatarias de esas cartas son: Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira,
Sardes, Filadelfia y Laodicea. Ciertamente había mucho más iglesias en Asia Menor, pero el
autor eligió siete comunidades concretas en representación de toda la Iglesia. Jesús se
hace presente en medio de ellas y les dirige un mensaje. Cada una de ellas se encontraba
en una situación particular y tenía sus propios problemas. Esmirna y Filadelfia eran
perfectas. Éfeso y Tiatira tenían más virtudes que defectos. Pérgamo era buena y mala a la
vez. Sardes, salvo unos pocos, era negativa. Laodicea era un desastre de comunidad. Las
cartas contienen un mensaje particular para cada una de ellas. El mensaje para Éfeso es:
“Vuelve al primer amor”. Para Esmirna: “Mantente fiel hasta la muerte”. Para Pérgamo: “Haz
frente al error”. Para Tiatira: “Conserva la verdadera doctrina”. Para Sardes: “Reanima lo
que te queda”. Para Filadelfia: “Mantén con firmeza lo que tienes”. Para Laodicea: “Sal de tu
tibieza”.

Jesús les dirige un mensaje a cada una para prepararlas a vivir el difícil momento en el
cual tendrán que enfrentar el imperio romano. Es un llamado a la conversión y no una
condenación. Incluso a la desastrosa iglesia de Laodicea la invita a cambiar: “Mira que
estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y
cenaré con él y él conmigo” (3,20). Las virtudes recomendadas a las iglesias son las más
necesarias para enfrentar las dificultades: resistencia, paciencia, no desfallecer, no temer,
caridad, fe, espíritu de servicio, ánimo, etc. Hay que luchar y vencer, por eso al fin de cada
mensaje está la promesa al vencedor.

4. Situación de las iglesias

En primer lugar, hay que destacar las dificultades que experimentaban las iglesias a nivel
de las propias comunidades. Aquí aparecen algunos adversarios internos que son
llamados nicolaítas, balaamitas, falsos apóstoles, seguidores de Jezabel y conocedores de
las profundidades de Satanás. Todos pertenecían a una misma corriente gnóstica, cuyos
miembros creían poseer un conocimiento superior de Dios, se creían ya salvados y
despreciaban a los cristianos más humildes. Esta tendencia surgió de la necesidad de
algunos cristianos de adaptar el cristianismo para poder participar en la vida económica,

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política y social del imperio romano. Esta participación era vital y se daba en las
asociaciones y gremios, donde era una práctica corriente el culto al emperador y comer la
carne sacrificada a los ídolos.

Los seguidores de esta corriente pretendieron hacer algunos cambios en la religión. Ellos
espiritualizaron la fe cristiana para poder participar de esas actividades sin problemas de
conciencia. De ahí surgió el gnosticismo, como una adaptación del cristianismo a la
cultura griega y al imperio romano. El autor del Apocalipsis se opone radicalmente a los
seguidores de la doctrina gnóstica. Les dice que pretendiendo conocer las profundidades
de Dios, terminaron en realidad conociendo las profundidades de Satanás.

Además de las dificultades internas, había otras que procedían del ambiente exterior de
las comunidades. El principal adversario externo presente en todo el Apocalipsis es el
imperio romano. Por tal motivo, el libro anuncia las persecuciones que deberán sufrir las
comunidades. Más adelante, en los capítulos 12 y 13, el diablo es presentado actuando en
la historia a través de la bestia, que es el imperio romano. Satanás simboliza la
extraordinaria fuerza y potencia del imperio romano. El actúa a través de sus estructuras
sociales, políticas y económicas. Por eso el Apocalipsis critica no sólo la religión del
imperio, sino también la vida económica, social y política, de la cual la idolatría era solo
una parte integrante.

A nivel externo había también otro oponente de las iglesias cristianas. El Apocalipsis trata
con mucha dureza a un determinado grupo de judíos. “Conozco las calumnias de los que
se llaman judíos sin serlo y son en realidad una sinagoga de Satanás” (2,9). Satanás es el
símbolo de las fuerzas espirituales maléficas del imperio romano. Por eso, una sinagoga
de Satanás es una sinagoga entregada al imperio y dominada política y espiritualmente
por él. En realidad, ellos habían perdido su condición de verdaderos judíos.

5. Las siete iglesias

5.1 La iglesia de Éfeso

Éfeso fue una de las ciudades más distinguidas de la antigüedad. Tenía un importante
puerto y fue la capital de la provincia romana de Asia. Había sido fundada en el siglo XI
AC, pero experimentó su mayor prosperidad durante la época del emperador romano
Augusto (27 AC-14 DC).

La iglesia de Éfeso había sido formada por el propio apóstol Pablo. Desde allí, él efectuó
una activa y prolongada evangelización de gran parte de la región. Desde Éfeso,
probablemente se difundió también el libro del Apocalipsis al resto de la Iglesia. La vida
de la comunidad cristiana se caracterizaba por sus obras, por el trabajo duro y por la
paciencia. “Tienes resistencia y has sufrido por mi nombre sin desfallecer”, le dice Jesús

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(2,3). La resistencia era la virtud que se necesitaba para la construcción del Reino en
momentos de persecución y de opresión.

Pero, había también algo negativo en la iglesia. Jesús le dice: “Tengo contra ti que has
perdido tu amor de antes” (2,4). La comunidad había abandonado su primer amor
(“ágape”, en griego). Ella había perdido este ágape, que era el amor fraterno y la
solidaridad que mantuvo unida a la comunidad desde los inicios. Por eso Jesús le dice:
“Date cuenta de dónde has caído, arrepiéntete y vuelve a tu conducta primera” (2,5). Si la
comunidad no cambiaba, Jesús la apartaría de la comunión con las otras iglesias y con él
mismo. Si no existía solidaridad, no podía haber comunión con Jesús y con las demás
comunidades.

5.2 La iglesia de Esmirna

Esmirna es una de las más antiguas ciudades del mundo, que ha sido habitada en forma
continuada hasta el presente. Sus orígenes se remontan al tercer milenio AC. Su próspero
puerto aún está activo en la actualidad. A pesar de haber experimentado numerosos
desastres provocados por terremotos y diversas invasiones, se mantiene como una
floreciente ciudad hasta el día de hoy.

La iglesia cristiana fue fundada probablemente durante la estadía del apóstol Pablo en
Éfeso. Policarpo (70-155 DC) fue un distinguido miembro de esta comunidad, llegó a ser
su obispo y murió martirizado. La iglesia de Esmirna es la única iglesia de las siete del
Apocalipsis que está actualmente viva. Además, se enorgullece de haber mantenido una
ininterrumpida continuidad con la tradición apostólica.

Jesús no recriminó nada a la iglesia de Esmirna, por el contrario la comunidad recibió sólo
alabanzas. Era una iglesia que sufría la tribulación y la pobreza, como consecuencia de la
persecución y la opresión. Los cristianos eran marginados social, política y
económicamente, por esto se encontraban empobrecidos. Además, la comunidad sufría
las calumnias de los judíos aliados con el imperio romano. “Conozco tu tribulación y tu
pobreza -aunque eres rico- y las calumnias de los que se llaman judíos sin serlo y son en
realidad una sinagoga de Satanás.” (2,9) La tribulación duraría sólo diez días, es decir, un
cierto período de tiempo limitado. La observación se refería, además, a la costumbre de
indicar la duración de las luchas de gladiadores. Durante estos espectáculos, era común
que la persecución contra los cristianos terminara en martirio.

El mensaje a la iglesia de Esmirna está marcado por la oposición entre la muerte y la vida.
De Jesús, se afirma que estuvo muerto y revivió (2,8). El mismo le dice a la iglesia de
Esmirna: “Mantente fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida” (2,10b). Una corona
era el premio para los atletas que competían en el estadio, pero también había una
referencia implícita a la corona de espinas y al martirio del propio Jesús.

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5.3 La iglesia de Pérgamo

Pérgamo se estableció como un reino independiente en el siglo III AC. Junto con Éfeso, fue
una de las capitales de la provincia romana de Asia. Como centro administrativo, fue
también el centro del culto imperial para toda la región. Había una estatua de la diosa
Roma, personificación del poder del imperio romano, y otra del emperador Augusto. Por
eso, el Apocalipsis dice: “Sé donde vives: donde está el trono de Satanás.” (2,13) El culto
imperial era considerado como una muestra de lealtad hacia Roma. De este modo, los
cristianos tenían que entrar en conflicto con el poder del estado. La comunidad ya había
sufrido la persecución y tenía un mártir llamado Antipas. Jesús alaba la fidelidad de la
comunidad y el no haber renegado de la fe.

Aunque Pérgamo no es mencionada en los Hechos de los Apóstoles, es poco probable que
haya quedado fuera del campo de las actividades misioneras del apóstol Pablo. Su
importancia como ciudad, su ubicación geográfica, su cercanía de Éfeso y su activa
comunidad judía, así lo hacen presumir.

Junto a la alabanza inicial, había también una amonestación para la iglesia de Pérgamo. La
comunidad tenía el pecado de tolerar la idolatría de los que comían la carne sacrificada a
los ídolos. Estas prácticas eran comunes en las instituciones oficiales de la ciudad, donde
participaban algunos cristianos que no consideraban necesario romper con los cultos
paganos. Ellos decían que la fe cristiana estaba por encima de esas cosas externas. Eran
llamados nicolaítas. A los que se mantuvieran fieles, el Apocalipsis prometió un alimento
nuevo que duraría para siempre y, como credencial, una piedrecita blanca con un nuevo
nombre.

5.4 La iglesia de Tiatira

Los orígenes de la ciudad se remontan al siglo VII AC. Recibió el nombre de Tiatira de
Seleuco Nicator en el siglo III AC. En la época romana, el culto imperial estaba dirigido al
emperador considerado como la encarnación del dios sol Apolo. La primera frase podría
ser una referencia a esta realidad: “Esto dice el Hijo de Dios, cuyos ojos son como llama de
fuego y cuyos pies parecen de metal precioso” (2,18).

Tiatira era una importante ciudad de comerciantes y artesanos, que estaban organizados
en gremios. En su segundo viaje, el apóstol Pablo encontró en Filipos a una mujer
vendedora de púrpura llamada Lidia, que era originaria de Tiatira. Ella y su familia se
convirtieron al evangelio de Jesús y constituyeron la base del cristianismo en Europa.
(Hechos 16,14-15)

La comunidad cristiana es alabada por su conocida conducta, destacándose la caridad, la


fe, el espíritu de servicio y la paciencia. A esto se agregaba que, al revés de la comunidad

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de Éfeso, sus últimas obras eran mejores que las primeras. Pero también había una crítica.
La iglesia toleraba una profetisa que había arrastrado a la comunidad a participar en la
idolatría. Algunos habían llegado a conocer “las profundidades de Satanás” (2,24). Al final
había una promesa: “Al que se mantenga fiel hasta el fin, le daré poder sobre las naciones
... y le daré el lucero del alba” (2,26-28). La comunidad debía anunciar el fin de las
tinieblas y la cercanía de la aurora.

5.5 La iglesia de Sardes

Sardes fue la capital del antiguo reino de Lidia que alcanzó su apogeo entre el siglo VII y
VI AC, pero sus orígenes se remontan al siglo XIII AC. El rey Creso fue muy conocido por
su fabulosa riqueza. Aquí se habrían acuñado por primera vez monedas para el
intercambio comercial. La ciudad era también famosa por la industria de la lana. El profeta
Abdías 20 (siglo V AC) hace una referencia al regreso de los judíos que habían sido
deportados a Sardes (“Sefarad”, en arameo) por la dominación persa. Durante la
dominación romana, fue una de las ciudades más prósperas de la región.

La comunidad cristiana reflejaba un estado lamentable y recibió una dura amonestación.


Daba la impresión de una iglesia próspera y activa, pero eso era sólo una apariencia
engañosa. “Conozco tus obras, que te han dado el aspecto de estar vivo, pero estás
muerto” (3,1). Lo que produjo este penoso resultado fue no haber completado las obras
iniciadas, no haber guardado la palabra escuchada y haberse contaminado con la idolatría.
Sin embargo, unos pocos de la comunidad no habían manchado sus vestidos. A ellos se
les prometió que serían revestidos con blancas vestiduras y que no se borrarían sus
nombres del libro de la vida.

Las exigencias de Jesús a la comunidad de Sardes fueron muy claras: “Ponte en vela,
reanima lo que te queda y está a punto de morir. Acuérdate cómo recibiste y oíste mi
palabra: guárdala y arrepiéntete” (3,2-3a). Si la comunidad no reaccionaba, Jesús le
advirtió: “Vendré como un ladrón y no sabrás a qué hora vendré sobre ti” (2,3b). En el
pasado, la ciudad había sido tomada por sorpresa por Ciro el Grande y por Antíoco III,
debido a la falta de vigilancia.

5.6 La iglesia de Filadelfia

Filadelfia fue fundada por el rey de Pérgamo Atalo II Filadelfo (159-138 AC). El objetivo
fue probablemente disponer de una puerta de entrada a la región de Frigia. Esta ciudad
había sido destruida varias veces por terremotos y nuevamente reconstruida. Era la más
nueva de las siete ciudades que aparecen en el Apocalipsis.

La iglesia de Filadelfia tenía mucho en común con la de Esmirna. Jesús no expresó ningún
reproche contra estas comunidades. Esmirna era pobre y Filadelfia no tenía poder. Las dos

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tenían problemas con la sinagoga de Satanás y ambas esperaban una crisis inminente.
Jesús prometió a la comunidad de Filadelfia que estaría junto a ella porque había sido
paciente. Además le anunció que le había abierto una puerta, es decir, un acceso directo al
Reino de Dios. Y esto porque la comunidad había guardado la Palabra de Jesús y no había
renegado de su nombre.

Era una comunidad con poco poder económico, político y social, pero su gran fidelidad al
proyecto de Jesús la abriría hacia una nueva dimensión. El Señor llegaría pronto y los que
se mantuvieran fieles serían las columnas del santuario de Dios y en ellas se inscribirían
los nombres de Dios, de la nueva Jerusalén y el nombre nuevo de Jesús. Era una
costumbre que al término de su servicio, el sacerdote del culto imperial grabara su
nombre en la columna sobre la cual estaba la imagen del emperador. La referencia a la
columna era una abierta polémica antiimperial del Apocalipsis, que pretendía apoyar la
actitud de resistencia de los cristianos.

5.7 La iglesia de Laodicea

Laodicea fue fundada por Antíoco II en el siglo III AC en honor de su esposa Laodice. Era
un próspero centro comercial e industrial. Allí se fabricaban alfombras y ropa con una
famosa lana negra de oveja. Además, había un centro médico que curaba las
enfermedades de la vista con un colirio y fortalecía el oído con un compuesto de plantas
aromáticas. Estaba cerca de Hierápolis, conocida por sus temperadas aguas termales. Era
una ciudad rica y orgullosa de sus telares, de sus bancos y de su medicina.

La comunidad de Laodicea había sido fundada por Epafras, originario de Colosas y


discípulo del apóstol Pablo. En la carta a los Colosenses, Pablo pide que esa carta sea
también leída en Laodicea. Del mismo modo, los colosenses debían leer la que él había
escrito a los cristianos de Laodicea. Lamentablemente, no hay ninguna otra noticia sobre
esta última carta.

El éxito y el bienestar económico hacían que los cristianos también fueran


autocomplacientes y se sintieran satisfechos de sí mismos. “Tú dices: ‘Soy rico; me he
enriquecido; nada me falta.’ Y no te das cuenta de que eres un desgraciado, digno de
compasión.” (3,17) Ellos no habían abandonado la fe, pero tampoco se habían
comprometido con ella como correspondía. No eran ni fríos ni calientes, sino tibios, por
eso Jesús los vomitaba de su boca. Ellos no podían ser llamados seguidores de Jesús.
Además, las apariencias eran engañosas y la comunidad cristiana, en realidad, era pobre y
ciega, y se encontraba desnuda. Por eso se le aconsejaba comprar oro auténtico, un colirio
para recobrar la vista y vestidos blancos para cubrirse. Además debía escuchar la voz del
Señor, abrirle la puerta y sentarse con él a la mesa.

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Las siete iglesias del Apocalipsis

22
V. VISIÓN PROFÉTICA DE LA HISTORIA
(4,1-8,1)

1. Ubicación

La visión profética de la historia se encuentra en Apocalipsis 4,1-8,1. Se repite aquí el


modelo utilizado en los primeros capítulos del libro. En Apocalipsis 1,9-3,22 había una
visión inaugural seguida de las siete cartas a las iglesias. Aquí hay una visión cuyo
contenido es una celebración litúrgica en el cielo (4,1-5,14), seguida por el relato de los
siete sellos (6,1-8,1).

2. Estructura

La estructura de esta sección, entonces, tiene dos partes:

- Visión de una liturgia en el cielo (4,1-5,14)


- El trono de Dios: 4,1-11
- El libro del Cordero: 5,1-14

- Los siete sellos (6,1-8,1)


- Los cuatro primeros sellos: 6,1-8
- El quinto sello: 6,9-11
- El sexto sello: 6,12-7,17
- El séptimo sello: 8,1

3. Sentido

Las visiones del Apocalipsis deben ser primero contempladas con toda la fuerza de sus
signos y símbolos para descubrir su significado profundo. Después hay que contemplar la
realidad concreta de la historia a cuyo servicio están las visiones. El Apocalipsis es, en su
mayor parte, una visión profética de la historia presente; sólo en los últimos capítulos
(19,11-22,5) se refiere a la realidad del fin del mundo y de la historia. El texto dice que la
visión se realiza en el cielo. Cielo y tierra en el Apocalipsis son las dos formas de vivir la
historia presente. El cielo es el mundo actual orientado por la fe de los que creen en Dios.
La tierra es el mundo actual orientado por aquellos que rechazan los planes de Dios para
la historia.

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El contenido de esta visión es una celebración litúrgica. Una liturgia es un momento
comunitario de oración, alabanza y encuentro profundo con Dios. La espiritualidad es la
que da a la comunidad la fuerza para asumir el presente histórico. Llama la atención que
en el Apocalipsis hay muchos cantos de alabanza. Estos himnos tienen una importancia
muy especial, pues expresan la alegría y la esperanza de los cristianos, a pesar de todas
las dificultades que experimentaban. Todo el Apocalipsis está lleno de esta alegría y
esperanza. Pero estos cantos también ayudan a explicar lo que está sucediendo en las
visiones y revelaciones. Valdría la pena leer todos los cánticos del Apocalipsis en forma
continuada (ver página 47). El resultado de esta lectura será seguramente una invitación al
optimismo y a la esperanza a toda prueba.

El relato comienza con una puerta abierta en el cielo. La puerta abierta significa que es
posible entrar en contacto personal con Dios y junto con él descubrir el significado más
profundo de lo que sucede cada día. Lo contrario sería que los cielos estén cerrados, es
decir, que no haya revelación y que no se pueda entender nada de los acontecimientos
históricos. Los cielos están abiertos, pero hay un libro sellado.

A través del tema de los siete sellos, el autor nos da a conocer el sentido de la historia. Él
explica lo que está pasando aquí en la tierra desde la perspectiva de lo que sucede en el
cielo. La interpretación de la historia toma en cuenta no sólo los acontecimientos
externos, sino también las realidades espirituales más profundas presentes en ella. La
revelación se hace abriendo los sellos del libro que representa la historia humana. Cada
sello que abre Jesús nos da a conocer el significado de un aspecto de esa historia.

4. El trono de Dios

En la visión hay un trono que estaba erigido en el cielo. Es un símbolo del poder de Dios.
En la tierra dominaba el trono del emperador romano, cuyo poder los cristianos tenían que
soportar y sufrir. En el cielo dominaba el poder de Dios. Este era el fundamento de la
esperanza cristiana y de la posibilidad de sobreponerse a las persecuciones y de superar
la misma muerte. Desde la fe en Dios todo adquiere su verdadero sentido, porque él es el
único que conoce y controla la evolución de la historia.

Junto al trono, aparecen en la visión veinticuatro ancianos y cuatro vivientes. El número


veinticuatro representa al pueblo de Dios en su perfección: el pueblo de las doce tribus de
Israel y el pueblo de los doce apóstoles. Los ancianos simbolizan a la humanidad liberada
que ha optado por Dios y por la vida. Los cuatro vivientes simbolizan todo el universo. El
número cuatro alude a los cuatro puntos cardinales o extremos de la tierra. A través de
símbolos de animales se destacan las cualidades positivas del universo: el poder del león,
la fuerza del novillo, la sabiduría del águila y la majestad del rostro humano. Además, con
el símbolo de las alas llenas de ojos se resalta la presencia y sabiduría de Dios en el
universo. Tanto la humanidad liberada como el universo entero son importantes en la

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historia y participan plenamente en ella. Todos toman parte en la liturgia del cielo y
alaban al Dios creador.

5. El libro del Cordero

Dios tiene en su mano derecha un libro sellado con siete sellos. El libro sellado representa
la historia humana. Pero, en este libro no está escrito lo que va a suceder en el futuro,
sino que su contenido es el sentido y el significado de la historia. El problema era que no
había nadie capaz de abrir el libro y de leerlo. Ante esto, Juan dice que él lloraba mucho.
Este llanto simboliza la angustia de la comunidad cristiana que no entiende la historia, es
decir, lo que le está sucediendo. No entiende el motivo y el sentido de tanta persecución y
opresión. De allí la confusión y la desesperación.

En ese momento, se presenta Jesús como un cordero degollado. Él está muerto, pero
también se encuentra de pie, es decir, aparece resucitado y triunfante. Él toma el libro en
sus manos y será él quien, en definitiva, podrá abrir el libro y sus siete sellos. Esto está
relatado en Apocalipsis 6,1-8,1, que es la segunda parte de esta sección.

Jesús es capaz de abrir el libro y de interpretar la historia. Él conoce el sentido de la


historia por el testimonio de su muerte, ya que él fue el primer mártir del imperio romano.
Con su sangre, él compró y liberó para Dios a hombres y mujeres de todas las razas,
pueblos y lenguas. Él hizo con ellos un reino de sacerdotes que reinan sobre la tierra.
Jesús organizó aquí en la tierra una comunidad universal con poder de reinar sobre la
tierra. Es una comunidad que escucha la voz de Dios, que está al servicio de todos los
hombres y que reina a través del testimonio, de la esperanza y de la alegría. El anuncio de
que Jesús era capaz de abrir el libro hizo desaparecer la angustia que se había apoderado
de la comunidad cristiana. En su lugar surgieron cantos de alegría y de alabanza.

7. Los cuatro primeros sellos

Los cuatro primeros sellos representan la brutalidad del imperio romano en toda la
amplitud de su extensión geográfica. Son cuatro caballos montados por cuatro jinetes.
Representan cuatro características de un imperio que oprime al pueblo y a la comunidad
cristiana.

El primer caballo de esta visión es blanco y su jinete es un guerrero que tiene una corona
y un arco. Son los signos victoriosos del imperio romano, que triunfa matando y
oprimiendo.

El segundo caballo es rojo y su jinete tiene una gran espada. Su misión es quitar la paz de
la tierra para que los hombres se degollen unos a otros. El verbo degollar expresa un
grado extremo de violencia. En el Apocalipsis se aplica a Jesús y a los mártires. La famosa

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paz romana no era tal, pues el orden político del imperio se había conseguido con una
violencia que oprimía al pueblo.

El tercer caballo es negro y su jinete lleva una balanza, símbolo del poder económico. Una
voz anuncia un desastre económico. El trigo y la cebada, productos de consumo popular,
suben de precio y provocan hambre en la población pobre. Por el contrario, el aceite y el
vino, productos de lujo, no suben de precio. Únicamente los ricos gozan de prosperidad
económica. Este es un símbolo de la opresión económica existente.

El cuarto caballo es verdoso y su jinete se llama muerte. A él se le da poder sobre la cuarta


parte de la tierra para matar con la espada, el hambre, la peste y las fieras. Son signos de
la realidad del imperio romano que es un imperio de muerte. Mata con la violencia política
y con la opresión económica. La peste y las fieras, fuerzas mortales de la naturaleza, son
sólo una consecuencia de la represión del imperio.

8. El quinto sello

Los cuatro primeros sellos se referían a la realidad de muerte del imperio romano en el
tierra. Esta realidad brutal provoca el grito angustiante de los mártires que están vivos en
el cielo: “¿Hasta cuándo, Señor?” (6,9) Ellos exigen justicia y venganza. Piden que Dios
intervenga en la historia y ponga fin a esta situación de injusticia e impunidad.

A estos mártires se les da primero un vestido blanco, por su fidelidad a la palabra de Dios
y por su testimonio de Jesús. Luego, como respuesta a su exigencia, se les pide que
esperen, porque el juicio llegará sólo al final de los tiempos. Mientras tanto, habrá que
resistir y esperar con paciencia.

9. El sexto sello

La apertura del sexto sello se refiere a ese difícil momento de opresión y martirio del que
se hablaba en el quinto sello. En primer lugar se describe una terrible catástrofe en la
tierra. “Se produjo un violento terremoto, el sol se puso negro, la luna como sangre, las
estrellas cayeron, el cielo fue retirado como un libro que se enrolla y los montes y las islas
fueron removidos de sus asientos” (6,12-14). Aquí no se trata del fin del mundo. Lo que
sucede a nivel humano es presentado en forma dramática a través del símbolo de una
catástrofe universal.

Esta catástrofe cósmica se debe a que ha llegado el gran día de la cólera de Dios. Los
impíos se ocultarán de la vista de Dios y se preguntarán: “¿quién podrá mantenerse en
pie?” (6,17) La respuesta se dará más adelante: los mártires están de pie delante del trono
y del cordero y se encuentran cantando (7,9). Por el contrario, los impíos no pueden
sostenerse de pie y se tratan de esconder en las cuevas y entre las rocas.

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Se nombran cinco grupos de estos impíos. Los reyes de la tierra eran los vasallos locales
de Roma. Los magnates eran los personajes políticos importantes de las provincias
romanas. Los tribunos eran los jefes militares. Los ricos representaban la clase social
acomodada. Los poderosos eran los que manejaban mucho poder e influencia. Todos ellos
eran impíos, pues por su poder o riqueza formaban parte del imperio romano y eran
cómplices de él.

Según el Apocalipsis, será la fe de los santos la que va a hacer estremecer al imperio


romano. La catástrofe anunciada se debe al juicio crítico contra el imperio hecho por la
palabra de Dios y el testimonio de Jesús. Este es el contenido principal del Apocalipsis y
también la razón del exilio de Juan en Patmos, de la persecución de los cristianos y de la
muerte de los mártires. La catástrofe será una amenaza para todos. Por eso los cristianos
serán marcados y protegidos con el sello del Dios vivo.

El sexto sello concluye con una escena en el cielo, en la que hay una muchedumbre
inmensa de todas las naciones y que está de pie delante del trono y llevando vestiduras
blancas. Son los mártires que soportaron la gran tribulación y no se mancharon con la
idolatría del imperio. Se describe así su vida en el cielo: “Dios extenderá su tienda sobre
ellos, ya no tendrán hambre ni sed, ya no les molestará el sol, el cordero los apacentará y
los guiará a los manantiales de las aguas de la vida y Dios enjugará toda lágrima de sus
ojos” (7,15-17).

10. El séptimo sello

“Cuando el cordero abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo como una media
hora...” (8,1). En esta forma tan misteriosa concluye esta sección. En tres ocasiones
anteriores hubo cantos e himnos de alabanza. Ahora en el cielo hay silencio, como
preparación para lo que viene. Pasaremos a continuación a la tierra, lugar donde se
realizará una lucha tremenda. La descripción de este enfrentamiento se encuentra en los
relatos de las siete trompetas y de las siete copas (8,2-11,19; 15,5-16,21).

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VI. LAS SIETE TROMPETAS Y LAS SIETE COPAS
(8,2-11,19; 15,5-16,21)

1. Ubicación

El tema de “Las siete trompetas” se encuentra desarrollado en Apocalipsis 8,2 al 11,19 y el


de “Las siete copas” está en 15,5 al 16,21. Estas dos secciones se complementan y se
explican mutuamente. Ambas empiezan con una liturgia en el cielo, donde siete ángeles
aparecen como protagonistas principales. Ellos reciben las siete trompetas y las tocan,
reciben las siete copas y las derraman sobre la tierra. El tema central de estas secciones es
el Éxodo, experimentado ya no como una liberación de Egipto sino del propio imperio
romano. Esta es una relectura del Éxodo, a la luz de lo que sucedía en esa época.

2. Estructura

Las secciones de “Las siete trompetas” y “Las siete copas” aparecen separadas en el
Apocalipsis y sirven de imponente marco para el tema central del libro, que se refiere a “La
comunidad cristiana en el mundo” (12,1-15,4).

La estructura de estas tres secciones es la siguiente:

- Las siete trompetas (8,2-11,19)


- Visión en el cielo: 8,2-6
- Las siete trompetas: 8,7-11,19

- La comunidad cristiana en el mundo (12,1-15,4)


- La mujer y el monstruo: 12,1-18
- Las dos bestias: 13,1-18
- La comunidad del Cordero: 14,1-5
- El juicio de Dios: 14,6-20
- Los siete ángeles y cántico del Cordero: 15,1-4

- Las siete copas (15,5-16,21)


- Visión en el cielo: 15,5-16,1
- Las siete copas: 16,2-21

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Por otra parte, conviene destacar que las secciones de “Las siete trompetas” y “Las siete
copas” tienen una clara estructura paralela.

Las siete trompetas (8,2-11,19) Las siete copas (15,5-16,21)

Visión en el cielo (8,2-6) Visión en el cielo (15,5-16,1)

La tierra (8,7) 1a. La tierra (16,2)

El mar (8,8-9) 2a. El mar (16,3)

Los ríos y manantiales (8,10-11) 3a. Los ríos y manantiales (16,4)

Liturgia de la justicia de Dios (16,5-7)

El sol, la luna y estrellas (8,12-13) 4a. El sol (16,8-9)

Las langostas del abismo (9,1-12) 5a. El trono de la Bestia (16,10-11)

El río Eufrates (9,13-21) 6a. El río Eufrates (16,12)

Verdaderos profetas (10,1-11,13) Falsos profetas (16, 13-16)

Cielo (11,14-19) 7a. Aire (16,17-21)

3. Sentido

En el libro del Éxodo está la clave para comprender el sentido global de las plagas
anunciadas por las trompetas y las copas. Dios escucha el clamor de su pueblo en Egipto y
decide liberarlo. Manda plagas y descarga su furor sobre el faraón y los egipcios. No se
trata del juicio final, sino del juicio de Dios en la historia para liberar a su pueblo. En el
Apocalipsis, el juicio de Dios ya no se realiza en Egipto, sino en medio del imperio
romano. A través de visiones y símbolos, se presenta la acción liberadora de Dios en favor
de las comunidades cristianas. El objetivo es la liberación de los cristianos y la conversión
de los opresores. Por eso los castigos no provocan una destrucción total o final. Se trataba
de frenar la loca carrera del imperio romano hacia la destrucción del mundo y hacia su
propia destrucción.

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A través de numerosos cataclismos y desastres naturales, lo que el Apocalipsis quiere
anunciar simbólicamente es una gran calamidad de orden histórico: el derrumbe del
imperio romano y de todos sus aliados. Este derrumbe se produce con la llegada del Reino
de Dios y del juicio de Dios sobre la tierra. El reino de Dios y el imperio romano son
realidades contrarias e incompatibles. La llegada del uno significará el derrumbe del otro.

Las plagas o castigos que aparecen en estas secciones no se refieren a desastres naturales
que se puedan identificar históricamente. Son consecuencias directas de la dominación y
la opresión. Son los sufrimientos que provoca y sufre el propio imperio romano debido a
su idolatría y brutalidad. Lo más importante es considerar las secciones de las trompetas y
de las copas como una intervención liberadora de Dios en la historia. Es una acción en
contra de los opresores y a favor de los oprimidos.

4. Las cuatro primeras trompetas y las cuatro primeras copas

Las cuatro primeras trompetas y las cuatro primera copas siguen un típico esquema judío,
que divide el mundo en cuatro partes. La primera trompeta y la primera copa se refieren a
la tierra; las segundas, al mar; las terceras, a los ríos y manantiales; y las cuartas, al sol, la
luna y las estrellas.

La primera trompeta provoca granizo y fuego mezclado con sangre, quedando abrasada la
tercera parte de la tierra. En la segunda, fue arrojada sobre el mar una enorme montaña
ardiendo, convirtiéndose en sangre la tercera parte del mar. En la tercera, cayó sobre ríos
y fuentes de agua una estrella ardiendo, convirtiendo en amargas la tercera parte de las
aguas. En la cuarta, fue herida la tercera parte del sol, luna y estrellas, quedando en
sombras la tercera parte de ellos.

La primera copa produce una úlcera maligna a los que llevan la marca de la bestia y
adoran su imagen. La segunda, convierte el mar en sangre, muriendo todo ser vivo. La
tercera, convierte al agua en sangre. En la cuarta, el sol abrasa a todos con fuego.

5. La quinta y la sexta trompeta; la quinta y la sexta copa.

En la quinta trompeta, una estrella caída del cielo abrió un pozo del abismo y salieron
langostas que atormentaron por cinco meses a los hombres que no llevaban en la frente el
sello de Dios. Las langostas eran como caballos preparados para la guerra y tenían como
rey al ángel del abismo. En la sexta trompeta, son soltados los cuatro ángeles del río
Eufrates para matar a un tercio de los hombres. Sus tropas son 200 millones de caballería
y de sus bocas sale fuego, humo y azufre. Pero los que sobrevivieron no se convirtieron de
sus idolatrías y asesinatos.

30
La quinta copa es derramada sobre el trono de la bestia. Su reino quedó en tinieblas y
todos se mordían la lengua de dolor. No obstante, blasfemaron y no se convirtieron. La
sexta copa es derramada sobre el gran río Eufrates. Sus aguas se secaron para preparar el
camino a los reyes de oriente.

6. La séptima trompeta y la séptima copa

Al tocar la trompeta el séptimo ángel, se escucharon fuertes voces que decían: “Ha llegado
el reinado sobre el mundo de nuestro Señor y de su Cristo, y reinará por los siglos de los
siglos” (11,15). Los veinticuatro ancianos adoraban a Dios. Se abrió el santuario del cielo y
apareció el arca de la alianza, y hubo relámpagos, voces, truenos, terremoto y una fuerte
granizada.

El séptimo ángel derramó la copa sobre el aire. Del santuario salió una fuerte voz que
decía: “Hecho está” (16,17). Hubo relámpagos, voces, truenos y un terremoto grande. La
gran ciudad se abrió en tres partes, las ciudades de las naciones se desplomaron y Dios se
acordó de la gran Babilonia para darle la copa del vino del furor de su cólera. Las islas
huyeron y los montes desaparecieron. Una gran granizada cayó del cielo, no obstante, los
hombres blasfemaron de Dios por esta plaga.

31
VII. LA COMUNIDAD CRISTIANA EN EL MUNDO
(12,1-15,4)

1. Ubicación

El tema de “Las bestias y la comunidad cristiana” se encuentra en el libro del Apocalipsis


12,1 al 15,4. El texto se encuentra entre las secciones de las siete trompetas y de las siete
copas, cuyo tema principal es la liberación del Éxodo. Aquí nos encontramos en el centro
del Apocalipsis. Hay que leer estos capítulos con mucha atención. Todo lo anterior del
libro apunta hacia ellos y desde aquí se ilumina todo lo que viene a continuación. El tema
central es la comunidad cristiana enfrentada a las bestias, es decir, a las fuerzas del mal
en el mundo, representadas por el imperio romano.

2. Estructura

La estructura de esta sección es la siguiente:

- La mujer y el monstruo (12,1-18)


- La mujer y el monstruo: 12,1-6
- Satanás arrojado del cielo: 12,7-9
- Canto de victoria: 12,10-11
- Consecuencias de expulsión de Satanás: 12,12
- El monstruo persigue a la mujer: 12,13-18

- Las dos bestias (13,1-18)


- La bestia del mar: 13,1-10
- La bestia de la tierra: 13,11-18

- La comunidad del Cordero (14,1-5)

- El juicio de Dios (14,6-20)


- Tres ángeles anuncian el juicio: 14,6-13
- Visión del hijo del hombre: 14,14
- Tres ángeles realizan el juicio: 14,15-20

- Los siete ángeles y cántico del Cordero (15,1-4)


- Siete ángeles llevan las copas: 15,1
- El cántico de Moisés y del Cordero: 15,2-4

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3. Sentido

La acción comienza en el cielo, continua luego en la tierra y concluye nuevamente en el


cielo. El esquema es el siguiente:

- Del cielo a la tierra: La mujer y el monstruo: 12,1-18


- En la tierra: Las dos bestias: 13,1-18
- Centro: La comunidad del Cordero: 14,1-5
- En la tierra: El juicio de Dios: 14,6-20
- De la tierra al cielo: Los siete ángeles y cántico del Cordero: 15,1-4

Para el autor del Apocalipsis hay una sola historia, que se realiza simultáneamente en el
cielo y en la tierra. Cielo y tierra son las dos formas de vivir en la historia. El cielo es el
mundo actual orientado por la fe de los que creen en Dios. La tierra es el mundo actual
orientado por aquellos que rechazan los planes de Dios para la historia. Es por eso que el
relato de la visión profética de la historia comienza con una puerta abierta en el cielo
(4,1). Esto significa que es posible entrar en contacto personal con Dios y junto con él
descubrir el significado más profundo de lo que sucede cada día. Lo contrario sería que
los cielos estén cerrados, es decir, que no haya revelación y que no se entienda nada de
los acontecimientos históricos.

4. Cantos de alabanza

Al comienzo (12,10-12) y al final (15,3-4) hay dos cantos de victoria de los mártires en el
cielo. En el centro está la comunidad que sigue al cordero y que escucha un canto que
viene del cielo (14,1-5). Estos tres cantos expresan la victoria de la comunidad cristiana
sobre las fuerzas del mal que la acosan. Los himnos en el Apocalipsis tienen una
importancia muy especial, pues expresan la alegría y la esperanza de los cristianos, a
pesar de todas las dificultades que experimentaban. El libro entero está lleno de esta
alegría y esperanza. Pero estos cantos cumplen también la función de explicar lo que
estaba sucediendo en las visiones y revelaciones.

5. La mujer y el monstruo: 12,1-18

Al comienzo del capítulo 12 del Apocalipsis, aparecen dos señales en el cielo: una
hermosa y frágil mujer encinta, como signo de vida, y un monstruo horrible y poderoso,
como signo de muerte. La mujer representa al pueblo de Dios y a la comunidad cristiana.
El monstruo representa al poder satánico del imperio romano. En la confrontación entre

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ambos, la que triunfa es la vida. Aquí hay fundamentalmente un mensaje de esperanza.
Los sufrimientos de los cristianos no anuncian el fin del mundo sino el nacimiento a un
mundo nuevo.

A continuación, se produce una guerra en el cielo y el monstruo, Satanás, es arrojado a la


tierra. La guerra en la tierra entre el imperio romano y la comunidad cristiana es un reflejo
de otra guerra más profunda entre el bien de Dios y el mal de Satanás. Este es derrotado y
expulsado del cielo, donde ya no hay lugar para él. Él es la personificación del mal
presente en el mundo y en la vida de los hombres. El monstruo expulsado del cielo
persigue ahora a la mujer en la tierra. La mujer, con alas de águila, se salva huyendo al
desierto. El desierto es el lugar donde el Pueblo de Dios consigue su liberación y su
identidad. Las dos alas representan la fuerza de Dios que ayuda a la comunidad.

6. Las dos bestias: 13,1-18

El capítulo 12 se desarrollaba en el cielo y su tema central era la derrota de Satanás: él no


lograba matar al Mesías, era arrojado del cielo a la tierra, no destruía a la comunidad
cristiana en la tierra y los mártires cantaban victoria. El capítulo 13, por el contrario, se
desarrolla en la tierra y ahora son las bestias las que triunfan y los cristianos son los
derrotados. El capítulo 12 expresa la esperanzada fe de la comunidad, mientras el capítulo
13 expresa la trágica realidad histórica. Ambos aspectos son complementarios e
igualmente reales.

El capítulo 13 se divide en dos partes. En la primera, aparece una bestia que surge del mar
y en la segunda, otra bestia que surge de la tierra. Hay aquí una descripción del
impresionante poder del imperio romano y de la vida de la comunidad cristiana oprimida
por él. Los cristianos vivían en el imperio, pero estaban excluidos de la vida de éste. Vivían
como condenados a muerte, por no aceptar la idolatría del imperio. Descubrían la
presencia de Satanás en él y se resistían a aceptarlo. La bestia es la figura central de este
capítulo. Se la nombra 36 veces en todo el Apocalipsis y se la identifica claramente con el
imperio romano, considerado globalmente como un sistema social, político, económico y
religioso abusivo y opresor.

La primera bestia surge del mar. El mar es símbolo del caos, lugar desde donde procede el
mal. El propio monstruo o Satanás es el que dio poder a la bestia del mar. Detrás del
imperio romano está el mismo Satanás. Los cuernos, las cabezas, las diademas y los
nombres simbolizan el complejo sistema de dominación ideológica, política, económica y
religiosa del imperio. Su poder total se traduce en sometimiento absoluto y en adoración.
A esta bestia se le dio una boca para hablar mal de los creyentes con arrogancia y
prepotencia. Ella declaró la guerra a los cristianos y los venció. La realidad histórica,
entonces, mostraba a los cristianos como derrotados por el imperio romano. Por eso hay
una exhortación a la resistencia y a la fe para enfrentar la persecución y el martirio.

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La otra bestia surge de la tierra. Su misión es ser un falso profeta. Su apariencia es de
cordero, pero es Satanás el que habla a través de él. Realiza grandes señales con las que
logra que hagan una imagen de la bestia. Infunde vida a esa imagen de modo que puede
hablar y hacer que sean asesinados los que no la adoran. A todos hace poner una marca
en la mano derecha o en la frente. Solamente puede comprar o vender, es decir, vivir, el
que tiene la marca con el nombre o el número de la bestia.

En este contexto aparece la famosa cifra del 666. El Apocalipsis dice que este es el
número de la bestia. Aquí no se trata de descifrar el número para conocer el nombre de la
bestia. El nombre y su cifra ya son conocidos. Lo que el autor quiere es que se capte el
sentido y el significado del número. Si el número siete expresa perfección y plenitud, el
número seis indica imperfección y carencia. Por eso, el 666 significa total imperfección y
absoluta carencia. Esta cifra señala que el sistema de dominación de la bestia no es tan
perfecto y poderoso como parece.

7. La comunidad del Cordero: 14,1-5

Este es el centro de la sección principal del Apocalipsis. Su contenido es una visión del
cordero de pie sobre el monte Sión, lugar de encuentro del Mesías con su pueblo. Junto a
él hay 144.000 que llevan escrito en la frente el nombre del cordero y de su padre. La cifra
simboliza la totalidad del pueblo de Dios (12x12x1000). Se escucha un canto en el cielo,
que sólo ellos pueden aprender. Ellos no se contaminaron con la idolatría y son limpios de
corazón. Siguen al cordero a donde quiera que vaya, pues son fieles discípulos de Jesús.
Fueron liberados como primicias y en su boca no se encontró mentira, pues son
intachables.

8. El juicio de Dios: 14,6-20

La estructura de esta sección es la siguiente:

- Tres ángeles anuncian el evangelio del juicio de Dios: 14,6-13

- Visión del Hijo de Hombre sobre una nube blanca: 14,14

- Tres ángeles realizan el juicio de la siega y la vendimia: 14, 15-20.

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9. Los siete ángeles y el cántico del Cordero: 15,1-4

Hay aquí dos visiones: la visión en el cielo de una señal grande (15,1) y la visión de los
mártires que cantan al cordero (15,2-4). La señal en el cielo de 15,1 hace de inclusión con
las dos señales de 12,1.3. Así comienza y termina la sección “La comunidad cristiana en el
mundo” (12,1-15,4), que es el verdadero centro del Apocalipsis. Además, la señal en el
cielo de los siete ángeles que llevan siete plagas anuncia la sección siguiente de las siete
copas (15,5-16,21).

Luego viene la visión de los vencedores que cantan en el cielo el cántico de Moisés y del
Cordero. Se trata de la victoria de los mártires sobre la Bestia, su imagen y la cifra de su
nombre. Aquí también hay una inclusión con la victoria sobre Satanás señalada en 12,10-
11. Es la victoria de los mártires sobre Satanás y la bestia lo que constituye el mensaje
central del libro del Apocalipsis. El tono del cántico final (15,2-4) es de una profunda fe y
optimismo.

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VIII. VISIÓN PROFÉTICA DE LA HISTORIA
(17,1-19,10)

1. Ubicación

La visión profética de la historia se encuentra en Apocalipsis 17,1 al 19,10. El tema de


esta sección es el juicio y la destrucción de Roma, llamada la célebre prostituta y la gran
Babilonia. Aquí se anuncia el modo como se realizará la séptima copa que va a derramar el
ángel (16,17-21). En el esquema global del Apocalipsis, esta sección corresponde a 4,1-
8,1 que lleva el mismo título.

2. Estructura

Hay primero una introducción, en la que se anuncia el juicio de Roma. Después viene la
parte principal con una visión, un juicio y una liturgia. Al final, hay una conclusión, en la
que se afirma que estas son palabras verdaderas de Dios. El esquema es el siguiente:

- Introducción (17,1-2)
- Visión de la Bestia y la ramera (17,3-18)
- Visión: 17,3-7
- Explicación: 17,8-18
- El juicio de la gran Babilonia (18,1-24)
- El ángel poderoso: 18,1-3
- Una voz del cielo: 18,4-8
- Lamentaciones por la caída de Roma (18,9-19)
- Los reyes de la tierra: 18,9-10
- Los mercaderes de la tierra: 18,11-17a
- La marina mercante: 18,17b-19
- Una voz del cielo: 18,20
- El ángel poderoso: 18,21-24
- Liturgia del triunfo final (19,1-8)
- En el cielo: 19,1-5
- En la tierra: 19,6-8
- Conclusión (19,9-10)

3. Sentido

Roma es designada en el Apocalipsis 17,1-18 como la célebre prostituta sentada sobre


grandes aguas, en referencia al enorme espacio ocupado por el imperio. En la Biblia la

37
prostitución es símbolo de la idolatría. La ciudad de Roma es prostituta porque, con su
dinero y poder, ha llegado a ser una diosa a la que se le rinde culto divino. Los reyes de la
tierra se venden a ella y los habitantes de la tierra se embriagan con su prostitución. La
idolatría es presentada en el Apocalipsis como una verdadera orgía que adquiere una
dimensión universal.

El relato de esta sección del Apocalipsis empieza con una visión sobre la bestia y la
prostituta, seguida de una explicación del simbolismo que utiliza el autor. Juan ve a la
prostituta en el desierto, lugar donde habitan los demonios y las bestias salvajes.

La mujer está sentada sobre la bestia, la misma con siete cabezas y diez cuernos que
apareció en el capítulo 13. Está vestida lujosamente y lleva adornos de oro y piedras
preciosas. Lo que le da vida es la sangre de sus víctimas, especialmente la de los santos y
de los mártires de Jesús. La mujer es llamada también Babilonia la grande, la madre de las
prostitutas y de las abominaciones de la tierra. Roma es presentada como la fuente y el
modelo de toda la idolatría que domina el imperio. Su enorme poder económico, político e
ideológico la ha transformado en una verdadera diosa.

4. Juicio contra Roma

En el capítulo 18 del Apocalipsis se realiza el juicio contra la ciudad de Roma anunciado al


comienzo del capítulo 17. La escena presentada corresponde a un verdadero juicio. El juez
es Dios. La acusada es Roma. Los acusadores son los profetas, los santos y todos los
degollados por Roma. La causa es por asesinato debido a la idolatría y a la acumulación de
riqueza. La prueba es la sangre de los mártires. La sentencia es la condenación de Roma.
La sentencia es ejecutada y Roma es arrojada al mar. Los efectos del juicio son
desastrosos para los reyes, los mercaderes y los marinos. Pero a quienes se les hizo
justicia están alegres; los oprimidos por Roma celebran una fiesta.

Un ángel que baja del cielo anuncia con voz fuerte: “Cayó, cayó la gran Babilonia” (18,2).
Las causas de la caída de Roma son la idolatría, la riqueza, el poder y el lujo. Roma es el
centro de la iniquidad. Sin embargo, las naciones, los reyes y los mercaderes son también
responsables de la caída. Roma no sólo es una ciudad corrupta, sino que ha corrompido
también a todos los poderes sociales, políticos y económicos del imperio romano.

A continuación se escucha otra voz del cielo que da algunas órdenes. El pueblo de Dios
debe salir de Roma, para no hacerse cómplice de sus pecados y poder escapar de sus
plagas. Se le ordena darle a Roma el doble de lo que ella ha dado y de mezclar en la copa
el doble de lo que ella mezcló. “En proporción a su jactancia y a su lujo, denle a Roma
tormentos y llantos” (18,7). En su arrogancia Roma decía: tengo poder, no soy pobre, no
he de conocer la muerte. Pero la respuesta a esta arrogancia es precisamente muerte y
llanto. “Porque poderoso es el Señor Dios que la ha condenado” (18,8).

38
De ninguna manera, esas órdenes eran un llamado a la venganza de los cristianos contra
Roma. Incluso la salida de ellos de Roma no podía ser algo físico. Se trataba más bien de
no participar, de resistir y de crear alternativas de vida. Era lógico que los cristianos no
podían ni debían usar contra Roma la misma violencia de la que habían sido víctimas. Sus
armas eran muy diferentes, pero el doble de eficaces. Estas eran: la no violencia, la
resistencia, la verdad, la justicia, la fe, la palabra de Dios y la oración. Estas eran las
verdaderas armas de un fiel seguidor de Jesús.

5. La caída de Roma

Las consecuencias de la caída de Roma son desastrosas. En la parte central del capítulo 18
hay una triple lamentación por la caída de Roma. Los reyes de la tierra -el poder político-,
los mercaderes de la tierra -el poder económico- y la marina mercante -el poder
comercial- se encuentran horrorizados. Hay una interesante enumeración de los
productos de consumo de Roma, que empieza con el oro y la plata y termina con los
esclavos y la mercancía humana. La mercancía humana se refería a los hombres y las
mujeres que eran vendidos para el uso en el circo y en los prostíbulos. Su condición era
incluso inferior a la de los esclavos. Esta lista de productos que se transaban en el
mercado refleja muy bien la escala de valores del imperio romano y el nivel moral que
había alcanzado.

Como contrapartida al lamento de los reyes, mercaderes y marinos, los santos, los
apóstoles y los profetas son invitados a alegrarse porque, al condenar a Roma, Dios había
juzgado su causa.

La sentencia contra Roma es ejecutada. Un ángel arroja una enorme piedra al mar como
acción simbólica que representa la caída de Roma y su desaparecimiento para siempre.
Una canción popular describe el fin de la vida en Roma: en ella van desapareciendo
progresivamente la música, los artistas, los artesanos, la luz de las lámparas y las fiestas
nupciales. La prueba definitiva de la condenación de Roma consistió que en ella fue
hallada la sangre de los profetas y santos y de todos los degollados de la tierra. Al
Apocalipsis no sólo le interesaba que se hiciera justicia por la sangre de los cristianos,
sino que también por todas las demás víctimas del imperio romano.

6. Liturgia

Esta sección termina con una liturgia. La primera parte está orientada al pasado y celebra
el juicio de Roma y la justicia a la sangre de los mártires. La segunda parte, está orientada
al futuro y celebra la llegada del reino y las bodas del cordero. Esta liturgia es al mismo
tiempo la conclusión del relato central del Apocalipsis que había comenzado en el capítulo
4,1 y que trata del tiempo presente de la historia. A partir del capítulo 19,11, el
Apocalipsis empezará a referirse al futuro de la historia.

39
IX. VISIÓN APOCALÍPTICA DEL FUTURO
(19,11-22,5)

1. Ubicación

La visión apocalíptica del futuro se encuentra en Apocalipsis 19,11-22,5. Señalábamos


anteriormente, que entre el capítulo 4,1 y el 19,10 de este libro hay un largo relato que
trata del tiempo presente de la historia, es decir, de lo que le estaba sucediendo en
aquella época a la comunidad cristiana. En esta sección hay un juicio, pero que no es el
juicio final, sino un juicio de Dios que pone fin a una historia de muerte y opresión. En ella
hay un fin, pero que no es el fin del mundo, sino el fin de los sufrimientos y las
persecuciones. A partir de Apocalipsis 19,11 y hasta 22,5, el tema cambia radicalmente y
el libro empieza a referirse al futuro de la historia.

Antes de la sección sobre el tiempo presente (4,1-19,10), está la “Visión apocalíptica de la


Iglesia” (1,9-3,22). Esta sección contiene una visión de Jesús resucitado y algunos
mensajes proféticos para cada una de las comunidades cristianas. En ella se refleja su
situación inicial, como resultado actual de sus actitudes y conductas en el pasado. En la
estructura global del Apocalipsis, esta sección inicial antes del momento presente (1,9-
3,22) corresponde a la sección después del momento presente (19,11-22,5). En ambos
casos se trata formalmente de un juicio realizado por Jesús: inicialmente a las propias
comunidades cristianas y, al final, a todo el mundo. El siguiente esquema explica esta
estructura global del Apocalipsis.

Pasado-Presente Momento presente Futuro

1,9-3,22 4,1 -------------------> 19,10 19,11-22,5

Juicio a las La comunidad en medio del mundo Juicio al


iglesias mundo

2. Estructura

En el texto se presentan dos escenas: 1. Los tres juicios (19,11-20,15) y 2. El futuro de la


historia (21,1-22,5).

40
- Los tres juicios (19,11-20,15)

- Juicio de la bestia, el falso profeta y los reyes de la tierra: 19,11-21


- Cristo sobre el caballo blanco: 19,11-16
- El gran banquete de Dios: 19,17-18
- Guerra y exterminio: 19,19-21

- Juicio de Satanás y Reino de los mil años: 20,1-10


- Satanás es encarcelado por mil años: 20,1-3
- El Reino de los mil años: 20,4-6
- Guerra y exterminio: 20,7-10

- Juicio de los muertos, la muerte y el lugar de los muertos: 20,11-15


- Dios sobre el trono blanco: 20,11
- Juicio de los muertos: 20,12-13
- Aniquilación de la muerte, del lugar de los muertos y de los
condenados: 20,14-15

- El futuro de la historia (21,1-22,5)

- Cielo nuevo, tierra nueva y nueva Jerusalén: 21,1-8


- Descripción de la ciudad: 21,9-21
- Presencia de Dios y del Cordero: 21,22-22,5

La primera escena (19,11-20,15) es sombría y marcada por el juicio y el exterminio. Sin


embargo, el reino de los mil años que aparece en el contexto del juicio a Satanás, es un
aspecto positivo de esta primera escena. Aquí se presentan tres juicios. El primero es
contra la bestia, el falso profeta y los reyes de la tierra. El segundo es contra Satanás. Y el
tercero contra los muertos, la muerte y el lugar de los muertos. Todos los juicios terminan
con una aniquilación, excepto el caso de los muertos, en el que son aniquilados sólo los
condenados.

La segunda escena (21,1-22,5) es más luminosa y está llena de esperanza. Sin embargo,
hay aquí también algunos aspectos que evocan el trágico pasado. Esta escena tiene tres
partes. La primera se refiere al cielo nuevo, a la tierra nueva y a la nueva Jerusalén. La
segunda es una descripción detallada de la nueva Jerusalén. Y la tercera, muestra lo que
no se ve en ella, como también su dimensión universal, el agua de vida, los árboles de
vida y la presencia inmediata de Dios y del Cordero.

41
3. Sentido

En el texto hay una serie de juicios y visiones sobre la intervención final de Dios en la
historia. El autor trata de mostrar hacia dónde vamos y cómo terminará el tiempo
presente. Esta revelación no es un cronograma ni un calendario del fin del mundo.
Tampoco cumple la función de satisfacer una curiosidad morbosa. Esta mirada hacia el
futuro quiere invitarnos a vivir el presente de un modo diferente. La importancia de este
futuro es que puede orientar y llegar a cambiar nuestra historia presente.

Llama especialmente la atención el modo como se destaca en el texto la manifestación


gloriosa de Jesús en la historia. De por sí, no hay una segunda venida de Cristo como tal,
pues Jesús nunca se había ido. El dijo: “Yo estoy con Uds. todos los días hasta el fin del
mundo”. (Mateo 28,20) Tampoco hay un fin del mundo como tal, sino el fin de este mundo
y la creación de un mundo nuevo. No hay un fin de la historia, sino una historia nueva. El
nuevo cielo y la nueva tierra son la última etapa de la historia humana. Esta plenitud de la
historia está más allá de nuestras fuerzas, pero es parte de nuestra única historia.
Requiere de una intervención especial de Dios y es aquí donde aparece en todo su
esplendor la manifestación gloriosa de Jesús al final de los tiempos.

4. El reino de los mil años

El reino de los mil años ocupa un lugar central en esta sección. El anuncio señala que
antes del juicio final, el Mesías reinará con los mártires resucitados durante mil años aquí
en la tierra. Esta no es una etapa cronológica de la historia, con fecha exacta de comienzo
y fin. Este reino de los mil años es el proyecto y el sueño de todos los que se esfuerzan
por establecer el reino de Dios sobre la tierra. Es la esperanza de una comunidad que cree
en la intervención de Dios en la historia. Y que cree que es posible restaurar el proyecto
original de Dios y poner verdadero orden en este mundo.

El proyecto del reino de los mil años no tiene nada que ver con visiones espantosas de fin
de mundo. No es una visión sobre el fin del mundo, sino sobre el reino de Dios de paz y
justicia que pondrá fin a la opresión y a la muerte. Esta visión está más allá de los
esfuerzos humanos, pues supone la manifestación gloriosa de Jesús y la intervención de
Dios. Pero los mártires y los santos participarán activamente en ella. El reino de los mil
años aparece en un contexto de la derrota definitiva de Satanás, como personificación de
todos los males que afectan al mundo y a las personas. Después de este reino vendría el
juicio final y la creación de un nuevo cielo y de un nueva tierra.

5. La destrucción de Satanás

Satanás es identificado como el monstruo, la serpiente antigua y el diablo. Su función es


seducir y engañar. Un ángel del cielo dominó a Satanás, lo encadenó, lo arrojó al abismo,

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lo encerró y lo selló. Después de mil años es soltado de su prisión por algún tiempo y
luego es definitivamente aniquilado. Satanás sube del abismo, pero un fuego baja del cielo
y lo devora.

En el texto, se destaca la persistencia del poder del mal que acecha constantemente al
pueblo de Dios. Este poder sólo puede ser destruido por Dios y así va a suceder realmente
al final de la historia humana. Este es el destino de Satanás, quien es presentado en el
Apocalipsis como un poder decadente que terminará finalmente en el exterminio. En el
libro hay un claro optimismo histórico que culminará con el triunfo definitivo de Dios.

6. Cielo nuevo y tierra nueva

En esta sección se encuentra una buena síntesis final de todo el libro: "Luego vi un cielo
nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el
mar no existe ya. Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, de junto a
Dios, engalanada como una novia ataviada para su esposo. Y oí una fuerte voz que decía
desde el trono: ‘Esta es la morada de Dios con los hombres. Pondrá su morada entre ellos
y ellos serán su pueblo y él, Dios-con-ellos, será su Dios. Y enjugará toda lágrima de sus
ojos, y no habrá ya muerte ni habrá llanto, ni gritos ni fatigas, porque el mundo viejo ha
pasado’. Entonces dijo el que está sentado en el trono: ‘Mira que hago nuevas todas las
cosas’". (Apocalipsis 21,1-5)

El texto se refiere a la etapa final del futuro de la historia. El autor concluye de este modo
un proyecto lleno de esperanzas y de posibilidades, que había ido desarrollando
progresivamente a lo largo de todo el libro. El cielo y la tierra se refieren a la totalidad del
universo. Este será nuevo, porque el primer cielo y la primera tierra habrán desaparecido.
El mundo viejo ha pasado y Dios mismo anuncia: “Mira que hago nuevas todas las cosas”
(Apocalipsis 21,5). También se anuncia la llegada de una nueva ciudad de Jerusalén.

La tierra, el cielo y Jerusalén son nuevos porque en ellos la vida triunfa sobre la muerte, el
orden sobre el caos y la luz sobre las tinieblas; la compasión triunfa sobre el llanto, el
gemido y el sufrimiento. “Y no habrá ya maldición alguna” (Apocalipsis 22,3). Seguirá
habiendo cielo, tierra, ciudad e historia humana, pero ahora sin muerte, ni caos, ni
tinieblas, ni sufrimiento, ni maldición. Este es el cambio radical que anuncia el Apocalipsis
para el mundo y para la historia de la humanidad.

7. Fechas y plazos

El Apocalipsis exige un cambio de mentalidad y una actitud totalmente nueva de parte


nuestra. Nosotros destruimos el sentido del libro cuando pretendemos poner fechas a la
manifestación gloriosa de Jesús, al reino de los mil años, al fin del mal o al fin del mundo.
Este intento está condenado al fracaso y demuestra que no hemos entendido nada de lo

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que nos dice la palabra de Dios. Jesús nos pide vigilancia, no adivinación; nos pide
discernir los signos de los tiempos, para ubicar nuestra fe en el contexto concreto del
mundo y de la historia. Es únicamente Dios quien conoce la plenitud de los tiempos. “De
aquel día y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles de los cielos, ni el Hijo, sino sólo el
Padre.” (Mateo 24,36)

A nosotros los cristianos nos corresponde la tarea de vivir plenamente el momento


presente de la historia, a la luz de la visión que nos ofrece el Apocalipsis sobre el fin de
los tiempos. Esta era la intención principal del autor del libro. El quería ayudar a los
cristianos de su tiempo para que pudieran experimentar la fe en Jesús en las difíciles
circunstancias en las que les había tocado vivir. La visión del futuro debía traer a las
comunidades cristianas paz, esperanza, fuerza interior y resistencia.

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X. BIENAVENTURANZAS Y LAMENTACIONES EN EL APOCALIPSIS

Las bienaventuranzas son formas de aclamar la dicha y la felicidad de personas que han
descubierto el sentido de su vida. No son promesas para el futuro, sino proclamaciones de
felicidad ya conseguida o en camino de ser alcanzada. En el Apocalipsis hay siete
bienaventuranzas.

1. Apocalipsis 1,3:
“Dichoso el que lea
y los que escuchen las palabras de esta profecía
y guarden lo escrito en ella,
porque el tiempo está cerca”.

2. Apocalipsis 14,13:
“Dichosos los muertos que mueren en el Señor.
Desde ahora, sí -dice el Espíritu-, que descansen de sus fatigas,
porque sus obras los acompañan”.

3. Apocalipsis 16,15:
“Mira que vengo como ladrón.
Dichoso el que esté en vela y conserve sus vestidos,
para no andar desnudo
y que se vean sus vergüenzas”.

4. Apocalipsis 19,9:
“Dichosos los invitados al banquete de bodas del Cordero”.

5. Apocalipsis 20,6:
“Dichoso y santo el que participa en la primera resurrección;
la segunda muerte no tiene poder sobre éstos,
sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo
y reinarán con él mil años”.

6. Apocalipsis 22,7:
“Mira vengo pronto.
Dichoso el que guarde las palabras proféticas de este libro”.

7. Apocalipsis 22,14:
“Dichosos los que laven sus vestiduras,
así podrán disponer del árbol de la vida
y entrarán por las puertas en la ciudad”.

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Lo contrario de las bienaventuranzas son las lamentaciones o imprecaciones que
empiezan con la exclamación “¡Ay!”, por lo que han sido llamadas también “Ayes”. En el
Apocalipsis hay también siete lamentaciones o “Ayes”.

1. Apocalipsis 8,13:
¡Ay, ay, ay de los habitantes de la tierra,
cuando suenen las voces que quedan de las trompetas
de los tres ángeles que van a tocar!

2. Apocalipsis 9,12:
El primer ¡Ay! ha pasado.
Mira que detrás vienen todavía otros dos.

3. Apocalipsis 11,14:
El segundo ¡Ay! ha pasado.
Mira que viene en seguida el tercero.

4. Apocalipsis 12,12:
¡Ay de la tierra y del mar!
porque el diablo ha bajado a vosotros con gran furor,
sabiendo que le queda poco tiempo.

5. Apocalipsis 18,10:
¡Ay, ay, la gran ciudad!
¡Babilonia, ciudad poderosa,
que en una hora ha llegado tu juicio!

6. Apocalipsis 18,16-17a:
¡Ay, ay, la gran ciudad,
vestida de lino, púrpura y escarlata,
resplandeciente de oro, piedras preciosas y perlas,
que en una hora ha sido arruinada tanta riqueza!

7. Apocalipsis 18,19b:
¡Ay, ay, la gran ciudad,
con cuya opulencia se enriquecieron
cuantos tenían las naves en el mar;
que en una hora ha sido asolada!

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XI. LOS CÁNTICOS DEL APOCALIPSIS

En el Apocalipsis hay una serie de cánticos que tienen forma de himnos de alabanza,
cantos de victoria, aclamaciones y proclamaciones. En estos cánticos se encuentran
resumidos los temas principales que han sido ampliamente desarrollados en forma
narrativa en el resto del libro.

Las funciones que desempeñan estos cánticos en el Apocalipsis son múltiples:


- Expresan la alegría y la esperanza de los creyentes en Jesús.
- Reflejan la fuerza y la espiritualidad de la vida litúrgica de la comunidad cristiana.
- Muestran la clave del significado de las visiones que el autor está revelando.
- Forman parte de una auténtica liturgia en honor del Dios verdadero, en contraste con la
liturgia de adoración al emperador a la que eran forzados los cristianos.
- Contienen una alternativa al poder político del imperio romano. Dios y su Mesías son los
que tienen el verdadero control del mundo y de la historia.

1. Apocalipsis 1,4-8:

Gracias y paz a vosotros


de parte de ‘Aquel que es, que era y que va a venir’,
de parte de los siete Espíritus que están ante su trono,
y de parte de Jesucristo, el Testigo fiel,
el Primogénito de entre los muertos,
el Príncipe de los reyes de la tierra.

Al que nos ama


y nos ha lavado con su sangre de nuestros pecados
y ha hecho de nosotros un Reino de sacerdotes
para su Dios y Padre,
a él la gloria y el poder
por los siglos de los siglos. Amén.

Mirad, viene acompañado de nubes;


todo ojo lo verá, hasta los que lo traspasaron,
y por él harán duelo todas las razas de la tierra.
Sí. Amén.

Yo soy el Alfa y la Omega,


dice el Señor Dios,
‘Aquel que es, que era y que va a venir’,
el Todopoderoso.

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2. Apocalipsis 4,8-11:

Santo, Santo, Santo,


Señor, Dios Todopoderoso,
‘Aquel que era, que es y que va a venir’.

Eres digno, Señor y Dios nuestro,


de recibir la gloria, el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
por tu voluntad existe y fue creado.

3. Apocalipsis 5,9-14:

Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos


porque fuiste degollado
y compraste para Dios con tu sangre
hombres de toda raza lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un Reino de sacerdotes,
y reinan sobre la tierra.

Digno es el Cordero degollado


de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría,
la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza.

Al que está sentado en el trono y al Cordero,


alabanza, honor, gloria y poder
por los siglos de los siglos.
Amén.

4. Apocalipsis 7,10-12:

La salvación es de nuestro Dios,


que está sentado en el trono,
y del Cordero.

Amén.
Alabanza, gloria, sabiduría,
acción de gracias, honor, poder y fuerza
a nuestro Dios por los siglos de los siglos.
Amén.

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5. Apocalipsis 11,15-18:

Ha llegado el reinado sobre el mundo


de nuestro Señor y de su Cristo;
y reinará por los siglos de los siglos.

Te damos gracias, Señor Dios Todopoderoso,


‘Aquel que es y que era’,
porque has asumido tu inmenso poder
para establecer tu reinado.

Las naciones se habían encolerizado;


pero ha llegado tu ira
y el tiempo de que los muertos sean juzgados,
el tiempo de dar la recompensa
a tus siervos los profetas,
a los santos y a los que temen tu nombre,
pequeños y grandes,
y de destruir a los que destruyen la tierra.

6. Apocalipsis 12,10-12:

Ahora ya ha llegado la salvación,


el poder y el reinado de nuestro Dios
y la potestad de su Cristo,
porque ha sido arrojado el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba día y noche delante de nuestro Dios.

Ellos lo vencieron gracias a la sangre del Cordero


y a la palabra de testimonio que dieron,
porque despreciaron su vida ante la muerte.

Por eso, regocijaos, cielos


y los que en ellos habitáis.

¡Ay de la tierra y del mar!


porque el diablo ha bajado a vosotros con gran furor,
sabiendo que le queda poco tiempo.

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7. Apocalipsis 14,2-3:

Y oí un ruido que venía del cielo,


como el ruido de grandes aguas
o el fragor de un gran trueno;
y el ruido que oía
era como de citaristas que tocan sus cítaras.

Cantan un cántico nuevo delante del trono


y delante de los cuatro Vivientes y de los Ancianos.

Y nadie podía aprender el cántico,


fuera de los ciento cuarenta y cuatro mil
rescatados de la tierra.

8. Apocalipsis 15,3-4:

Grandes y maravillosas son tus obras,


Señor, Dios Todopoderoso;
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de las naciones!

¿Quién no temerá, Señor,


y no glorificará tu nombre?

Porque sólo tú eres santo,


y todas las naciones vendrán
y se postrarán ante ti,
porque han quedado de manifiesto
tus justos designios.

9. Apocalipsis 16,5-7:

Justo eres tú,


‘Aquel que es y que era’, el Santo,
pues has hecho así justicia:
porque ellos derramaron la sangre de los santos
y de los profetas
y tú les has dado a beber sangre;
lo tienen merecido.
Sí, Señor, Dios Todopoderoso,
tus juicios son verdaderos y justos.

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10. Apocalipsis 19,1-8:

¡Aleluya!
La salvación y la gloria y el poder
son de nuestro Dios,
porque sus juicios son verdaderos y justos;
porque ha juzgado a la gran Prostituta,
que corrompía la tierra con su prostitución,
y ha vengado en ella
la sangre de sus siervos.

¡Aleluya!
Su humareda se eleva
por los siglos de los siglos.
¡Amén! ¡Aleluya!

Alabad a nuestro Dios,


todos sus siervos
y los que le teméis,
pequeños y grandes.

¡Aleluya!
Porque ha establecido su reinado el Señor,
nuestro Dios Todopoderoso.

Alegrémonos y regocijémonos
y démosle gloria,
porque han llegado las bodas del Cordero,
y su Esposa se ha engalanado
y se le ha concedido vestirse
de lino deslumbrante de blancura,
-el lino son las buenas acciones de los santos-.

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EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

INDICE

I. INTRODUCCIÓN 2

II. ESTRUCTURA DEL APOCALIPSIS 7

III. PRÓLOGO Y EPÍLOGO (1,1-8; 22,6-21) 11

IV. VISIÓN APOCALÍPTICA DE LA IGLESIA (1,9-3,22) 15

V. VISIÓN PROFÉTICA DE LA HISTORIA (4,1-8,1) 23

VI. LAS SIETE TROMPETAS Y LAS SIETE COPAS (8,2-11,19; 15,5-16,21) 28

VII. LA COMUNIDAD CRISTIANA EN EL MUNDO (12,1-15,4) 32

VIII. VISIÓN PROFÉTICA DE LA HISTORIA (17,1-19,10) 37

IX. VISIÓN APOCALÍPTICA DEL FUTURO (19,11-22,5) 40

X. BIENAVENTURANZAS Y LAMENTACIONES EN EL APOCALIPSIS 45

XI. LOS CÁNTICOS DEL APOCALIPSIS 47

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