Agustín Álvarez - Creación Del Mundo Moral
Agustín Álvarez - Creación Del Mundo Moral
Agustín Álvarez - Creación Del Mundo Moral
PROFESOR E N
LVAREZ,..
PLATA
L A UNIVERSIDAD DE L A
LA CREACIN
DEL
MUNDOMORAL
TRES CONFERENCIAS DADAS EN LA SOCIEDAD CIENTFICA ARGENTINA, COMO PRESIDENTE DE LA MISMA
MADRID
LIBRERA GENERAL DE VICTORIANO SUREZ
AGUSTN
PROFESOR E N
ALVAREZ
DE L A PLATA
L A UNIVERSIDAD
L A
MADRID
LIBRERA GENERAL DE VICTORIANO
4.8, PRECIADOS,
J
SUREZ
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manera de sinfona.
Gracias un prodigio de la ciencia he presenciado un prodigio de la naturaleza, asistiendo en un bigrafo la mar villosa transformacin de la larva de la liblula en insecto perfecto. Llegado el momento de la evolucin, en algunos minutos la cantidad se transmutaba en calidad; la masa informe en rganos definidos: en cabeza, en ojos, en antenas, en patas, en alas, en timn, y en seguida el ex-gusano, instituido de improviso en prncipe del aire, se echaba volar por el espacio azul, ebrio de luz, de calor, de belleza, de amor y de alegra de vivir. Me pareca ser ello una representacin
abreviada de esa dilatada metamorfosis de la imbecilidad humana en lucidez, al conjuro de esa hada benfica de la humanidad, que llamamos la ciencia, tan retardada entre nosotros por esa hada del fanatismo, que es la supersticin, y por esto mayormente necesitados de apresurarnos recuperar en el estado de cultura el tiempo perdido en el estado de barbarie, para rescatar, con el aceleramiento de la evolucin mental, alguna parte de las energas por tanto tiempo malogradas en la veneracin esttica del pasado legendario y en la adivinacin ilusoria del futuro fantstico, y poder as elevarnos desde la regin tenebrosa de las verdades sobrenaturales en que viven los demonios y las brujas, como los murcilagos en los rincones obscuros, hasta la regin en que se desvanecen, la luz de los conocimientos humanos, los fantasmas creados engendrados por el miedo en la penumbra de la inteligencia humana. Porque esa hada del progreso es el
instrumento propio para la educacin de los sentimientos, y para el relevamiento de la, inteligencia humana, que es la fuerza capital de nuestro mundo, porque es la que las pone todas en accin. El hambre y el amor en bruto impulsan robar los alimentos la mujer; explotar, esclavizar matar al prjimo, comerle sus carnes sus energas; vender el derecho por un plato de lentejas y la libertad por la proteccin, y slo cuando aparece la razn, y en la medida en que sta suministra al hambre y al amor mejores medios de llegar mayores resultados, la industria reemplaza la rapia, el derecho la fuerza, la paz la guerra, la cortesa la intimidacin, siendo as cmo la experiencia y la ciencia han hecho la gimnasia del intelecto y cmo el intelecto ha hecho la educacin del sentimiento, y entrambos la civilizacin, en la misma manera en que una mano lava la otra y las dos lavan la cara. Con el ltimo instrumento de que la ha
dotado Marconi, esa hada benfica de la humanidad fu la paloma mensajera de la leyenda bblica y la nueva providencia que encontr en la obscuridad de la noche, y trajo el arca de salvacin hasta los nufragos del Titanio, desamparados entre los tmpanos de hielo en la inmensidad del Ocano, y el predominio del sentido moral sobre el instinto animal de conservacin, en los 1.500 pasajeros y tripulantes que se ahogaron deliberadamente para salvar las mujeres y los nios, fu la rama de olivo que anuncia los grandes das de la humanidad para la poca en que la ms elevada norma moral de las relaciones entre los individuos superiores sea alcanzada por los inferiores y llegue ser la moral ordinaria de las relaciones entre las agrupaciones humanas. Entretanto, cuando nada se saba del cielo y de la tierra, los hombres imaginaron los gobernantes misteriosos de los fenmenos del cielo y de la tierra, irritables y aplacables como ellos mismos,
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pero inescrutables, y en ese mismo material hipottico se tallaron los potentados de hecho humano, temporales espirituales, para ellos y sus sucesores, el derecho sobrehumano de someter los otros hombres su dominacin para gobernarlos discrecin, y el de impediiies la elaboracin de nuevas hiptesis para no dejar de gobernarlos jams. Pero desde qne los dominados se pusieron obrar para saber, y saber para poder, aun sin dejar de suplicar para conseguir, y lograron levantar enfrente de la hiptesis de la paternidad la hiptesis de la igualdad, la hiptesis de la evolucin enfrente de la hiptesis de la creacin, sustituyendo la ciencia la revelacin y la inteligencia humana la providencia imaginaria, el esclavo en ciego de la naturaleza inescrutada, empez transformarse en beneficiario de las fuerzas naturales, medida que los poderes nacidos de la ciencia desalojaban los poderes nacidos de la ignorancia. Por el desenvolvimiento de la razn
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humana se lleg al descubrimiento de los derechos del hombre que limitaron la omnipotencia de los reyes con las cartas constitucionales, y al descubrimiento de las fuerzas naturales que limitaron la omnipotencia de los dioses, usufructuada por sus seudo-elegidos contra sus seudo-preteridos, y el hombre comn empez redimirse de la servidumbre por la libertad y de la ignorancia por la ciencia. Nuestros antepasados, que se encandilaban el entendimiento con mximas sagradas, porque haban abdicado el uso de la razn humana, y se alumbraban por la noche con candiles de sebo, en la vecindad de las cascadas virtuales de luz elctrica en estado ignoto, porque haban ahogado la curiosidad inquisitiva en el estanque de la fe ciega, y que temblaban de fro en invierno sobre los yacimientos de carbn fsil, porque haban abusado de la lea para hacer prevalecer por la hoguera la verdad del pasado sobre la verdad del presente; nuestros an-
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tepasados medioevales no pudieron descubrir cosa alguna, ni hacer nada ms que vilipendiarse y pelearse por dogmas de ms de menos, porque se haban amputado con la voluntad de creer en lo que no vieron, para salvarse por la conviccin de lo que no existe, esta voluntad de obrar para saber y de saber para obrar, por medio de la cual la vanguardia de la especie humana, despus de haber exterminado al lobo y descubierto al microbio, est llegando la regin de la luz, de la belleza, de la bondad, mientras el cuerpo principal est an rezagado en las tinieblas pavorosas de la supersticin, y la retaguardia en el purgatorio de la barbarie en el infierno del salvajismo, combatiendo la maldad con la brutalidad y la enfermedad con el exorcismo. Para un espritu activo no hay nada ms cansador que el descanso prolonga^ do, y porque la ociosidad eterna anonadara, de suyo, al ms omnipotente de los poderes, la agencia creadora del mundo
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de las cosas inanimadas y del mundo de los seres animados, se transfiri, se infundi se disolvi en el ltimo eslabn del mundo animal para transcurrir perennemente del ser al devenir, en la creacin del mundo moral: el mundo de la bondad, la belleza y la justicia; el mundo de las ideas y los sentimientos, progenitor de la libertad, el derecho, las ciencias y las artes, las lenguas, las literaturas, las ciudades y las nacionalidades. Pues si todo esto hubiese sido hecho perfecto desde el principio, sobre que nada tendra que hacer el hombre en el mundo, ni Dios quien juzgar en el cielo, ni el diablo quien llevarse al infierno, todas las perfecciones careceran de medida, puesto que slo tienen sentido respecto de la imperfeccin, y los salvajes contemporneos desempean el rol de esos animales de experimentacin en los laboratorios, los cuales no se inocula el especfico para que sirvan de testigos de la eficacia del remedio en los inoculados.
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Si pudisemos recomenzar una nueva existencia, tambin preferiramos recomenzarla en la infancia y la inocencia, y no en la vejez y la sabidura. Y al acto de un ser que destacase una parte de su ser de su poder, una parte de s mismo correr desventuras, errar, sufrir, llorar y rezar, para enjuiciarla despus con la parte quedada en holganza, premiarla castigarla, retrotraerla s repudiarla perpetuidad, no podramos darle un nombre que no fuese ofensivo para cualesquiera especie de inteligencia. Y el dios de incgnito, que estaba latente en el primer hombre que apareci en la tierra, el ser superior que los visionarios buscaban afuera y que estaba oculto adentro de ellos mismos, el gusano de polvo de la metfora eclesistica, empez, finalmente, desenfundar sus aptitudes de sus disfraces de imbecilidad inicial y de supersticin consecutiva, para levantarse de la tierra y lanzarse tambin al espacio azul, en esa nueva
liblula, compuesta de ingenio y voluntad, de acero, madera, trapo y bencina, recin nacida de la mente humana y que ya sobrepasa al guila y al cndor.
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de querer que sean felices los dems, y viceversa. Por esto, las civilizaciones afirmativas de la posibilidad de alcanzar la dicha humana con el esfuerzo humano, trabajan sobre los sentimientos humanos en el sentido divino de la vida, que es el sentido optimista, y las civilizaciones negativas de esa posibilidad trabajan en el sentido diablico, que es el sentido pesimista fatalista, porque nadie procura para s lo indeseable, y porque es el nimo con que se hace el camino de la vida, lo que mayormente allana las dificultades las agranda, como lo expresa el cantar:
Cuando voy casa de Rosala, se me hace cuesta abajo la cuesta arriba; y cuando vuelvo, se me hace cuesta arriba la cuesta abajo.
Y el mismo hecho natural de la terminacin de la vida, tan natural como el hecho del comienzo, y lo mejor que hay en el mundo despus de la vida, en cuanto es la previa seguridad de la terminacin
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de todos los males irremediables, es tambin, como la casa de Rosala, una cuesta arriba para el que la teme, .una cuesta abajo para el que la desea, y un accidente inopinado para el que no la teme, ni la desea, ni piensa en ella. Nadie puede dar lo que no tiene, y no puede dar la dicha el que est instituido en arsenal de desdichas reales imaginarias, como no puede dar la alegra el que est triste, ni la cultura el que est inculto, ni la luz el que est obscuras; como no puede construir, ni ideal ni materialmente, el que carece de los respectivos materiales de construccin. Por esto no pudieron hacer dioses vestidos los hombres que andaban desnudos, ni dioses justicieros los que no tenan idea alguna de la justicia, ni dioses alegres los pueblos tristes, ni dioses indulgentes los pueblos rencorosos. El que vive entre brbaros se contagia de barbarie, como el que vive entre malvados se contagia de perversidad el espritu; y con tales elementos nadie puede
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convertirse, sino por excepcin, en almacn de amenidades, mientras que la alegra y la bondad tambin son conta^ giosas, pero no pueden irradiar de un antro de rencores y resentimientos, suscitados en cada uno por la torpeza, la grosera la malevolencia de los otros. El material de que hemos hecho Diosel deseo del bien para los otrosno puede elaborarse en los que viven en una atmsfera de maldades y son un caldero de acritudes, slo propio para la elaboracin del deseo del mal para los otros, que es el material de que hemos hecho al diablo. Cronolgicamente, ste ha precedido aqul en los mismos millares de siglos en que el hombre salvaje ha precedido al hombre civilizado, pues el ser humano, en el estado de bestia humana, slo poda concebir engendrar, con los elementos de su imaginacin, dioses al estado de superbestias. Cuando todo el bien que un ser humano recibe de otros seres humanos pro-
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viene slo del miedo de stos la maldad de aqul, no existe en el espritu humano el material para hacer los dioses buenos, y el salvaje slo puede imaginar los espritus malos, que el.hechicero indio, especialista en el arte de asustarlos y ponerlos en fuga, expulsa del cuerpo de los enfermos por medio de ritos y ceremonias intimidantes, que es el mismo carcter especfico del exorcismo cristiano, para expulsar los demonios del cuerpo de los posedos. Cuando el hombre no sabe nada no puede imaginar seres que sepan ms que l mismo, y por este motivo ningn dios ha sabido que la tierra fuese redonda antes de que la expedicin de Magallanes diese la vuelta al mundo. Como los seres imaginarios son un mero trasunto espiritual de los seres reales, los de cada nueva era son superiores los de la vieja, y los hombres de cada poca son mejores que los dioses de las pocas precedentes, y en la contienda consecutiva entre los dioses nuevos y los
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viejos, entre los hombres nuevos y los dioses anticuados, stos representan la barbarie y aqullos la civilizacin. Y as acontece que, mucho despus que una agrupacin humana ha dejado de ser canbal, sus viejos dioses, retardados, siguen exigiendo sacrificios humanos de sus fieles para desenojarse con ellos; sacrificio de vidas en un principio, y de bienes, de goces y de alegras ms tarde. Y slo centenares de siglos despus de haber cesado en los padres el derecho de mortificar y matar los hijos, se llega tambin negrselo los dioses, sustrayndose los fieles mismos las epidemias con la higiene, la crueldad con la cultura, y los terremotos con las casas de cemento armado, reservndoles, como ltimo resto de un poder en decadencia, el derecho de aniquilar los jvenes robustos en la guerra, poder que les agradecemos solemnemente cuando lo han empleado en perjuicio de nuestros enemigos, les agradecen stos cuando lo han empleado en perjuicio nuestro.
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Cuando toda autoridad de una persona sobre otras procede del mayor poder, la nica forma de relacin entre ellas es la expresin de la voluntad del ms fuerte y l prevencin de los males con que castigar la inobediencia del menos fuerte, pues, para que una orden se convierta en accin, basta que sea obedecida, y no es necesario ni que ella sea buena, ni que el ejecutante forzoso sea capaz de comprender su objeto, su utilidad su bondad. Un consejo, por el contrario, no puede llegar ser una accin, sino cuando el aconsejado puede comprender su acierto .su conveniencia. Por lo tanto, es apto slo para ejecutar rdenes, buenas malas, el que es incapaz de seguir consejos; y si las rdenes son buenas, las acciones correspondientes podrn ser buenas tambin, con lo que todos los problemas de" mejoramiento social, en el rgimen de la autoridad, se reducen la educacin del prncipe y la reforma de las leyes y los reglamentos, prescindiendo del problema
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de la capacidad de comprenderlos en los ejecutantes, que es, precisamente, el problema de la libertad individual de obrar bajo los dictados del propio entendimiento, el cual viene ser artculo de primera necesidad cuando la regla de conducta es optativa, y atributo superfluo cuando la regla es compulsiva. La ventaja del primer sistema consiste en que un imbcil puede ejecutar la accin pensada por un ser inteligente, y su desventaja, en que deja subsistente en aqul la imbecilidad, que no es obstculo para la ejecucin pasiva de la buena accin impuesta, y que el acto resulta bueno, pero no resulta moral, desde que el ejecutante est en el mismo caso pasivo del caballo de una ambulancia en que un herido es conducido un sanatorio. La orden podr ser impartida por el dictador benvolo de Renn y ser razonable tambin, pero no har surgir por ello en el ejecutante la benevolencia y la razn que sean innecesarias para darle cumplimiento, pues el discernimiento
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propio no puede ejercitarse en lo que no interviene, como era el caso de aquellos capuchinos que el viajero ingls Young vio en Pars en 1789, plantando las coles con las races en el aire y las hojas en la tierra, para adiestrarse en el hbito de la obediencia ciega, en la ms lgica y completa adhesin al aforismo de San Agustn, segn el cual, haba en las Sagradas Escrituras ms sabidura que toda la que pudiera provenir del ingenio humano. Empleados de ese modo, los ms perfectos dogmas seran una mquina perfecta de atrofiar la razn y el discernimiento individual. Por esto, la apariencia de civilizacin que los misioneros haban elaborado en los indgenas de las Misiones, ensendoles dejarse conducir y no conducirse, desapareci ipso facto con la expulsin de los jesutas por Carlos III. Y aqu se destaca en su mayor relieve la diferencia fundamental entre los curadores de las almas y los educadores de la inteligencia, porque stos se proponen hacerse innecesarios al pupilo acciden-
tal, y aqullos se proponen hacerse imprescindibles al pupilo perpetuo; los unos se proponen hacer aparecer su propia superioridad en el alumno para emanciparlo del maestro y de la disciplina escolar, y despedirlo de la escuela; los otros, por el contrario, se proponen enfeudar la mente del hombre comn su superioridad espiritual privilegiada incomunicable al hombre comn, para incorporarlo su rebao de fieles, aprisionndolo con sus terrores y sus esperanzas especficas en su credo y en su iglesia. - La mente humana, reducida simple cabalgadura del precepto religioso, en el creyente instituido en simple instrumento de la voluntad divina; la razn humana, tomada superflua por la presencia de la razn divina; y el catecismo, empleado, en consecuencia, para injertar la clarividencia de los profetas pasados en la imbecilidad inalterable de las generaciones venideras, esto es lo que podramos llamar el mtodo musulmn de anular
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con la seudo inteligencia divina la inteligencia humana. Ciertamente, el superior que diese los motivos de su orden se vera expuesto ser justamente desobedecido por el inferior que la considerase equivocada por incapacidad de comprender su acierto, y no es posible entonces pasar de la disciplina de la obediencia inmotivada la disciplina de la obediencia racional, sino creando en el inferior la capacidad de comprender los motivos del superior, con lo que, como en el Mensaje Garca, la mera enunciacin del propsito har innecesaria la orden, pues cuando el razonamiento adquiere en el espritu del inferior del igual inteligentes, la eficacia que tienen en el espritu del inferior del igual en bruto el ltigo y el palo, stos se tornan innecesarios para aqul. Por esto, los dioses que dictaban en la antigedad sus mandamientos por la boca de los profetas los pueblos semibrbaros, se vieron obligados conminar la
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desobediencia sus mandatos con todas las calamidades de la naturaleza. Y las remanencias del mtodo de intimidacin recproca, nico posible para las relaciones de los hombres en bruto, se notan todos los das y en todas partes, como jirones dispersos de la barbarie precedente. Por cierto, la mayor ventaja de la dualizacin del hombre en los dioses, ha consistido en la creacin de un nuevo poder: el poder espiritual enfrente del poder brutal, y sobre cuya autoridad, certificada por el milagro, los espritus superiores podan asentar sus ms altos ideales de vida, para las masas rezagadas en la barbarie original, formulndolos en reglas de conducta incomprensibles para el vulgo y detestables para el dspota, pero admitidas por entrambos bajo la conminacin de los terrores religiosos. As la norma de conducta del salvaje, que es sencillamente por la fuerza, se transmuta en esta otra: por la voluntad de los dioses.
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Cuando la capacidad de conocer y estimar espontneamente la superioridad moral de la conducta y de la regla, aparece, al fin, en las capas superiores de la sociedad, la frmula de los profetas asi habl Dios, se transforma en esta otra: Vox populi, vox Dei. La frmula medioeval es en Inglaterra Dieu et rnon Droit, y en el resto de la Europa Dios y el Rey, hasta la Revolucin francesa, que la transmuta en Dios y la Patria, y luego Dio Poplo, en la concepcin mazziniana, para perder finalmente el primer trmino en la frmula moderna por la razn de la fuerza, y encaminarse por el desenvolvimiento de la sensatez humana hacia la frmula supersiguiente por la fuerza de la razn. Los instintos naturales eran motores suficientes para la conservacin de la vida natural; pero el 99 por 100 de las posibilidades humanas estaban en la vida social, y para la conservacin de la vida social eran necesarios los hbitos sociales, los instintos artificiales correspon-
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dientes. El lenguaje,desde luego, para es tablecer en cada agrupacin humana una inteligencia comn sobre las cosas, y la religin en seguida, para establecer una inteligencia comn sobre las causas de las cosas, debieron ser los primeros instrumentos intelectuales que hicieron el oficio del instinto en la vida social. Estos hijos intelectuales de las necesidades de la vida social, creaban nuevas condiciones sociales, que venan ser madres de nuevos hijos espirituales, y la sucesin de hijo padre y de padre hijo, en el orden convencional, segua paralela con la sucesin de hijo padre y de padre hijo en el orden natural, con la sola diferencia de ser sta uniforme y de ser aqulla multiforme, y superior por esta circunstancia, pues una sola lengua y una sola religin habran sido para la humanidad un callejn de rutina sin salida, por la anulacin de la posibilidad de variar, de que depende la posibilidad de mejorar. Por esto la posibilidad de mejorar es limitada en el radio de
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los instintos naturales, ilimitada en el radio de los instintos sociales. As el rol histrico sociolgico de la diabolidad y de la divinidad es el de ser una hiptesis de la vida y del mundo para suscitar en el individuo el deseo de los bienes sociales, el deseo de lo bueno, lo verdadero y lo bello, en la misma manera en que el instinto animal suscita el deseo de los bienes animales. Esas hiptesis obran, por supuesto, en el espritu de los hombres, como todas las otras, por accin de presencia ilusoria, y sern buenas malas, como el cerebro mismo en que actan, segn el uso que de ellas se haga. Si dos hombres dos ejrcitos, verbigracia, de la misma raza y con las mismas armas, luchan el uno contra el otro, con el mismo grado de fe en el concurso de la misma hiptesis sobrenatural, el nico efecto de sta ser el acrecentamiento, en la misma proporcin, de los muertos y heridos de cada parte, es decir, el mismo que produciran igualdad de dosis el senti-
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miento del patriotismo, del derecho, de la justicia de la venganza y el odio. Mientras el hombre no puede educar sus sentimientos en la realidad, porque esta es an ineducativa en el estado de barbarie, construye la idealidad, como escuela del nimo y del sentimiento para ir ms. Esto son las religiones, las leyendas y los cuentos populares, la poesa, la msica, la pintura y la escultura, la mitologa y la epopeya, el teatro y la filosofa; esto son Dafnis y Clo, el Emilio, de Rousseau, Pablo y Virginia, Los Miserables, El Judo Errante, David Coperfield; esto son las comedias de Aristfanes y de Moliere; los dramas de Sfocles, de Shakespeare y de Racine; las obras de Praxteles y de Fidias, de Miguel ngel y de Rubens; los dilogos de Platn; las glogas de Virgilio; esto son La Divina Comedia, del Dante; El Quijote, de Cervantes; El Fausto, de Goethe; El Eclesiastes, El Apocalipsis, La Marsellesa, El Contrato Social, El Salmo de la Vida; expedientes para crear en el opti-
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mismo de la vida social el instinto motor del progreso social. En el estado primitivo en que todas las fuerzas de la naturaleza, an incognoscibles, gravitaban desastrosamente sobre el hombre desnudo, inerme y la intemperie, y en que el ms feroz se impona los menos feroces, y el ms fuerte en necesidad se coma sin metfora al ms dbil, para el que no exista defensa, ni clemencia, ni escapatoria, la idea de un poder invisible, actuando en sentido inverso la realidad, hubiese sido incomprensible en la poca en que los hombres superiores preferan la carne de hombre la de cualquier otro animal. Del mismo modo, la idea de la resurreccin de tales muertos no poda combinarse con un modo de ser diferente del que haban tenido en vida, y el objetivo manifiesto de los ritos funerarios primitivos es el de precaverse contra las malas inclinaciones de los difuntos. Y naturalmente, la idea de ser malos en otra vida, no era de ningn modo desagradable
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para los que estaban acostumbrados ser malos en sta. Hasta que la esclavitud, la ganadera y la agricultura, hicieron innecesario el canibalismo y posible la agrupacin social, no pudieron existir y subsistir hombres buenos, y hasta que no hubo hombres buenos en el mundo real, no existi el material de que podan ser hechos los espritus los resucitados buenos en el mundo ideal, y tambin la idea de ser buenos en otro mundo slo poda ser apetecible para los que estaban aficionados ser buenos en este mundo, con lo que hubo desde entonces dos especies de vida imaginaria, concordantes con las dos maneras de la vida real, y entrambas igualmente aceptables para sus respectivos destinatarios, como ocurre, verbigracia, entre los brahmanes y los sudras de la India, porque los ltimos tienen el espritu igualmente degradado para ser parias en esta vida y en la otra. Ningn hombre aspira, si no es por aberracin actual, ser mujer en otro
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mundo, y ninguna mujer ser hombre, porque nadie puede aspirar ser lo que no sabe gustar, sino ser la misma cosa en mayor medida en mejores condiciones, y el salteador de caminos no aspira ser obispo en la otra vida, por las mismas circunstancias de esta por las cuales el obispo no aspira ser general, ni el general ser obispo, pues teniendo cada uno gustos, hbitos y conceptos diferentes del bien y del mal, es natural que el bandido y el apache, el avaro, el pordiosero y el tirano, que estn aclimatados su modo de ser en este mundo, quieran ser la misma cosa con ms suerte en cualesquiera otros mundos, y que el alcoholista prefiera, v. gr., el infierno con aguardiente al cielo con agua de pozo. Pues el peligro, de la vida del alma, de la salud de la fortuna, del Cdigo penal del infierno, es el picante de la existencia, y la dosis intolerable para la sensibilidad delicada de los unos es deliciosa para la sensibilidad curtida, embo3
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tada estragada de los otros, embotamiento que, por otra parte, se llega con una rapidez prodigiosa en la guerra, que es el infierno, segn la definicin de Sherman, bien la locura metodizada, por oposicin al pnico, que es la locura fulminante y momentnea. Esta necesidad del peligro, como estimulante brbaro de la vida, en defecto de la aptitud para sentir los estimulantes refinados que proporciona la cultura y la que hemos dado el pomposo nombre de culto del coraje, fu uno de los factores principales de la guerra al estado endmico, que sobrevino entre nosotros raz de la emancipacin, y que subsiste an en otras regiones del nuevo mundo, menos contagiadas por los estimulantes modernos de la vida. Esa necesidad del peligro, para darle un sabor fuerte extico la vida, en el alpinismo del delito del pecado, que hizo la barbarie cristiana en la Edad Media, y que va por tanta parte en la barbarie moderna, en la reincidencia, en el
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duelo y en el apachismo; que fu el factor del espritu aventurero, levantisco y belicoso de los caballeros cristianos, rudos y analfabetos; que culmin en el montonero el gaucho malo y el poltico de avera entre nosotros, porque el placer de haber escapado un peligro es tanto mayor cuanto ms grande haya sido el riesgo de perderse, lo mismo para el cazador de emociones fuertes que aguanta los corcobos de un potro indmito se encabrita l mismo contra el gendarme la cultura, que para el que arriesga su dinero al azar de la suerte, porque la necesidad de gustar la vida, y la circunstancia de que slo tenemos la sensacin mxima de las cosas cuando las ganamos las perdemos, por la cual el jugador que pierde su dinero gana sus emociones, y el que tiene un reducido registro de emociones, tiene que hacerles dar el mximum de juego para ocupar con ellas todas sus energas; esa misma pobreza de ideas y sentimientos aflige tambin la Italia, segn esta descrip-
cin de Mantegazza: Nuestra plaga y nuestra vergenza es la criminalidad. En el balance del pueblo europeo consignamos con sangre cifras demasiado altas y demasiado humillantes... Dirase que muchos, demasiados hombres de la clase alta, han escrito en el secreto de su conciencia, como norma de la vida, la cnica frase del clebre ministro francs: se frotter au gibet sans y monter. Esas cifras son, por supuesto, ms altas en las partes de la Italia en que es ms tenue la difusin de las luces y ms denso el fanatismo religioso. Y la creencia de que esto es el remedio de aquello," proviene de que cada uno supone apetecible detestable para los que estn en otras condiciones, lo que es apetecible detestable para l por la educacin y la condicin en que se encuentra, y no por la fe que profesa. El espacio se torna tenebroso para el espritu cuando cesa la luz, y el ambiente se torna temeroso para el nimo cuando cesa la seguridad social. Y del mismo
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modo que las tinieblas son una condicin ventajosa para algunos animales, por una cierta configuracin de los ojos, la inseguridad es tambin una condicin ventajosa para algunas personas, por una cierta configuracin de los sentimientos. Y como todos tienden entablar la lucha por la vida en el terreno que les resulta ms ventajoso, cuando los ltimos son los ms los ms fuertes, establecen el rgimen de la violencia y de la inseguridad para todos, como acontece entre los indios y los beduinos, y aconteca entre los europeos al comienzo de la Edad Media y entre nosotros desde 1820 1853. Porque las tinieblas no son tinieblas para el vampiro, que puede ver en ellas su presa y no ser visto por sta, y para el malvado y el bellaco, para el que slo tiene sentimientos brutales en su registro emocional, el desorden, que constituye su caldo gordo, es tan apetecible como el orden para el que slo puede prosperar en el orden. Por esto no buscan la luz y el orden los que pueden pasarlo mejor en
las tinieblas y en el desorden. Y no es apagando la luz de la razn en la mente, y sembrando terrores en el corazn del hombre, segn el plan musulmn de la vida, sino elaborando en el ser humano las aptitudes para ver en la luz y para prosperar en el orden, como se puede pasar de la barbarie la civilizacin. Por esto fracas en ese intento la teologa cristiana en la Edad Media, cuando la civilizacin cristiana consista en matar musulmanes y. herejes, y la musulmana en matar cristianos infieles, como fracasa en la Amrica, en que los directores espirituales y los caudillos brbaros estn, respectiva y subconscientemente interesados en que reinen las tinieblas y el desbarajuste. Pero volvamos de nuevo atrs. Estbamos en el punto en que los hombres, habiendo llegado constituir condiciones privilegiadas, haban encontrado en los hombres dichosos el material para hacer dioses buenos. La vanguardia de la humanidad sigue avanzando con ello, y
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llega as la idea del derecho y al sentimiento de la justicia, con los cuales puede confeccionar dioses justicieros, dioses que pueden hacer el mal los malvados para castigarlos y los buenos para urgirlos ser ms buenos. Y al lado de los s.eres imaginarios que podan hacer el bien y el mal, los que slo podan hacer el mal vinieron quedar en la condicin inferior de pobres diablos, del mismo modo en que, al lado de los hombres civilizados, que pueden hacer el bien y el mal en grande, los salvajes que slo pueden hacer el mal en pequeo, han venido quedar en la condicin subalterna de seres inferiores. Del propio modo en que son necesarios una idea un plano previos para hacer una casa, un proyecto para ejecutar una obra, un rumbo un camino para ir alguna parte, es necesario un modelo, un ideal de superioridad para realizar una especie de superioridad, una regla elevada de conducta para desempear una conducta elevada, y era slo ideando
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seres modelos y reglas superiores de conducta, cmo los hombres podan proveerse de medios y de vas de ascensin. Y del hecho de que los tenan los europeos y no los tenan los aborgenes de Amrica, provena la inmensa superioridad de los primeros sobre los segundos la poca del descubrimiento de Cristbal Coln. Pero no todo son flores y pan pintado en lo de tener dioses buenos y mandamientos divinos, smbolos y frmulas del bien, pues como el individuo que asciende en el camino de la vida remolque de sus cambiantes ilusiones juveniles, para quedar en la vejez prisionero de los hbitos adquiridos en el trayecto, las ^sociedades humanas han marchado en el cuesta arriba de la evolucin ascendente, remolque de sus cambiantes utopias, y las religiones que hacan la instrumentacin del ideal, han sido el andamiaje para la construccin del sentido moral en el espritu humano, ms particularmente del sentido de la reverencia, de suyo excluyen te del sentido crtico.
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Pero la construccin sentimental no poda ir ms arriba que el andamio intelectual, y cuando ste era construido en manipostera sagrada, quedaba emparedada la fuente misma de la utopia, y toda tentativa para levantar el andamiaje, fin de levantar la construccin^ era ahogada con la cicuta, la cruz la hoguera. De ah adelante, la posibilidad del bien queda personificada en Dios y los santos, y la del mal en el diablo y las brujas. La religin no consiste en hacer el bien, sino en venerar los smbolos mgicos del bien; no en el cultivo del ingenio humano que ha producido los diablos y los dioses, los instrumentos y los mtodos, sino en adorar Dios y los santos y estigmatizar al diablo y las brujas, recitando las splicas y las laudatorias los unos y las execraciones los otros. Y el sentimiento religioso viene ser el cauce principal por el que las energas corren en torrente devastador, desde que los credos han sido instituidos en elixir de
vida perdurable, por los respectivos alquimistas del pensamiento. Estamos en.el extremo opuesto del concete ti mismo, y de la mente sana en cuerpo sano, del slfhelp y del self government. El hombre debe conocer Dios nicamente, para dejar que se haga su santa inescrutable voluntad, reducindose mantener por su parte la pobreza de nimo en el cuerpo debilitado por el ayuno y las privaciones. El plan de la moral teolgica consista en considerar pecaminosos el amor, la duda, la curiosidad, el saber, la belleza, la gracia, la riqueza, el aseo, la razn, el ingenio y la alegra, vale decir, todas las condiciones propias de la dicha actual, para reemplazarlas con. la esperanza de la dicha futura, y suceda lo que acontece cuando se injerta la planta de fruta dulce en la planta de fruta amarga: que se tiene la fruta dulce en la rama que procede del injerto y la fruta amarga en las ramas que proceden del tronco, comn las dos variedades, y dependiente de las
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condiciones del suelo, del clima y del cultivo, como depende el individuo del acervo comn de ideas, sentimientos, costumbres, instrumentos y mtodos. Hoy estamos empezando saber que el arte de ser bueno consiste en el arte de ser dichoso, por el buen humor que es el perfume moral que fluye de la buena salud, y del extenso y variado registro de emociones, y para hacer buenos los otros nos empeamos en ensearles ser dichosos, para que puedan ser bondadosos; pero cuando se aspiraba principalmente la dicha imaginaria que es el galardn teolgico de la desdicha verdadera, el arte de conseguirla consista en hacerse pobre de espritu, triste, ignorante, desaseado, temeroso y crdulo. La tradicin religiosa era el nico material de enseanza, y las descripciones del cielo, donde vivan los mansos y los infelices del mundo, y las del purgatorio y del infierno, habitadas por los desobedientes y los felices de la tierra, ocupaban en las escuelas de la Edad Media el sitio que tie-
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nen en las de nuestros das la Historia, la Geografa y las Ciencias naturales. Se pretenda hacer brotar en el individuo las buenas intenciones para los otros, de las mismas circunstancias de que brotan las malas, y para explicar la discrepancia entre los principios y las obras, se deca que en los cristianos brbaros, groseros, crueles, perversos y devotos, existan las formas y faltaba el espritu del cristianismo, el cual no ha comparecido hasta que, y en la medida en que la higiene, la cultura y la tcnica han creado en el hombre moderno las condiciones del bienestar propio, de que puede emanar espontneamente el deseo del bienestar para los otros. Llevndose esto del Extremo Occidente al Extreme Oriente, y prescindiendo de la divina Providencia, de ios santos y de sus milagros, los japoneses han logrado, en cuarenta y cinco aos de escuela sin Dios, los beneficios del poder humano alcanzado por el Occidente en los ltimos cinco siglos, con el empleo si:
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multneo de los procedimientos mgicos y de los mtodos cientficos, fruto no alcanzado por los cristianos de Abisinia en quince siglos de proteccin divina sin ciencia humana. Las religiones son distintas, porque las verdades ideales, diferencia de las experimentales, son de la misma naturaleza de las ilusiones, como lo insina Taine, cuando dice que una doctrina no nos gusta, porque la creemos verdadera, sino que la creemos verdadera porque nos gusta, y nos gusta, porque nos han prehabituado esa y no otra. Y consistiendo en una clase forma diferente d andiamaje de utopia fsil para la conducta, erigida en lecho de Procusto para la razn humana, por la ubicacin del origen del bien en los smbolos, los dogmas y los ritos, las diversas teologas hacan consistir la civilizacin en la simple conversin de los brbaros, en lugar de todo lo que hoy se designa con la palabra educacin. La Historia Sagrada, tejida por sacer-
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dotes guerreros, se desenvuelve sobre esta inteligencia del hombre y del mundo como regidos por poderes mgicos, que el pueblo de la antigedad, que ignoraba ms completamente el poder de la educacin y de la inteligencia humanas, y que por esta causa invent la teocracia y las guerras religiosas, contagi al cristianismo y al islamismo, salidos de su seno. Entendindose que el bien y el mal, la dicha y la desdicha de los hombres, no provenan de las aptitudes y de las ineptitudes de los hombres, sino de las aptitudes y de las ineptitudes de los dioses, la civilizacin no consista en hacer la guerra la ignorancia, la miseria, la iniquidad, al dolor, al despotismo, sino en hacer la guerra los falsos dioses y los dioses malos, en defensa de los verdaderos y los buenos, para rendirles perpetuo culto en la imbecilidad perpetua, fin de conseguir, en compensacin, la dicha perpetua. Y.cuando los representantes mismos
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de los dioses buenos estn en el estado natural de imbecilidad, sagrada profana, desempean fatalmente su rol divino con los materiales mentales de que estn hechos el diablo y el infierno, porque son los nicos que tienen. Que solamente lo que tenemos-adentro podemos verlo afuera, dice Emerson, y los diablos, las brujas y los fantasmas que los hombres ven en todas partes donde van, son las que el folk-lore y la enseanza religiosa les han metido dentro del espritu, y como tampoco podemos dar los otros sino aquello de que estamos sobrados, los pobres de espritu, ungidos con la verdad divina y repletos de terror del maana, slo podan dar el terror del infierno, de que estaban rebosantes. En esas condiciones, los mismos sacerdotes cristianos, con el espritu incubado en esos invernculos de pesimismo que ellos llaman ejercicios espirituales, llegaban fcilmente al mximum de inconsecuencia con el sermn de la montaa, torturando quemando vivos los otros
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cristianos porque estaban en el mximum de indigencia mental para comprender la regla de oro de la conducta: no hagas los otros lo que no quisieras que te hiciesen ti, y hacan innecesario el oficio del diablo en la tierra, enviando ellos mismos el 90 por 100 de las almas de su rebao de fieles al infierno hacerle compaa al demonio. Pues como el bajo, que slo puede entonar una partitura de tenor en su registro de bajo, en el Dios de bondad y de severidad, de esperanza y de temor, de pesimismo y de optimismo, y en esos mundos de cielo, purgatorio . infierno perpetuidad, los pobres de espritu slo podan conjugar, con su indigencia de sentimientos y de luces, la severidad, el temor, el pesimismo, el purgatorio y el infierno perpetuidad. Y de esa infeliz combinacin de circunstancias salieron las atrocidades eclesisticas de la Edad Media y de los tiempos modernos, las atrocidades polticas del terror jacobino en Francia y del te-
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rror federal entre nosotros, porque la discordancia entre la excelencia intelectual de las partituras y la indigencia mental de los ejecutantes en los jacobinos, recin nacidos del despotismo la libertad, en los inquisidores encandilados por el obscurantismo, y en nuestros federales analfabetos de la libertad poltica, hizo, respectivamente, el cristianismo, el liberalismo y el federalismo abominables. De ah que el Dios de los cristianos no sea, ni haya sido jams, la misma cosa en dos regiones en dos momentos diferentes, sino menos fnebre, ttrico, solemne, intolerante, iracundo, cruel, implacable y vengativo, cuando, donde y medida que el hombre se hace, por otros conductos, ms tolerante, optimista, instruido, ecunime, sociable y desprendido. Tal fu el origen de la crueldad cristiana, que fu la caracterstica inmoral de la Edad Media> pues el ayuno, las privaciones, la suciedad deliberada para el
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olor de santidad, el cilicio, las flagelaciones, el tormento y la hoguera, no fueron ms que los corolarios del dogma de la expiacin del pecado por el sufrimiento. Viceversa, la cultura intelectual y el empleo industrial de las fuerzas naturales en sustitucin de las fuerzas humanas, y las amenidades de la vida contempornea, engendran en el espritu del hombre, en situacin confortable, el deseo natural del bienestar de los otros, y as la tcnica y los ideales humanitarios constituyen el nuevo andamiaje intectual, desde el cual han sido construidos los pisos superiores de la moral humana; el sentimiento de la solidaridad de los hombres, enfrente de la comunidad de los bienes y de los males, por la contagiosidad inherente los vicios y las enfermedades; por la repercusin de las maldades de los unos en los otros; por la disfrutabilidad comn de las ideas y los sentimientos generosos, de las amenidades, las luces, las ciencias y las artes de cada uno por los otros pueblos.
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Y, en resumen, la hechicera, el tab y la magia, son los primeros artificios intelectuales con que los hombres intentan sustraerse al mal: el primer expediente defensivo, sugerido umversalmente por la naturaleza interior en reaccin contra la accin de la naturaleza exterior. El segundo artificio lo constituyen los espritus buenos, cuyos servicios se piden y se pagan como los del mdico, sin relacin alguna, con la condicin la calidad moral del necesitado, como en el caso del ratero napolitano que s encomienda previamente la Madonna, para asegurar su concurso en el golpe que tiene en mira, hasta que, finalmente, se hace intervenir al elemento moral, para condicionar por l el intercambio de servicios entre los seres reales y los seres imaginarios, que llega por esa va condicionar las relaciones de los seres reales cuando adquiere un v a l o r econmico igual superior al del oro mismo en el crdito mercantil. Las religiones que han constituido el
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andamiaje para la construccin del sentido moral, y que han sido, como el despotismo y la esclavitud, tiles y necesarias en su momento, siendo el feudalismo del espritu, se tornan, como la esclavitud, la servidumbre y el despotismo, intiles perjudiciales, cuando su momento ha pasado. Para hacer el edificio es necesario hacer el andamio, y una vez concluido el edificio, es necesario demoler el andamio, que se ha vuelto estorbo. Debemos los diablos y los dioses, las brujas, los sacerdotes, los esclavos y los tiranos nuestros sentimientos morales, como debemos nuestra experiencia nuestros errores y porrazos y los cadveres el secreto de la salud, como debemos la cruz roja y el pacifismo los horrores de la guerra; pero la fuerza y el miedo, la religin y la guerra, que han desempeado para el orden moral de la humanidad, en la infancia de la civilizacin, el rol del ama de cra para el nio sin dientes y del ltigo para el adolescente sin experiencia, no podran perpe-
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tuarse sobre la humanidad moralmente adulta, sin aniarla perpetuidad, como ania al esclavo adulto el ltigo que educa al nio ser hombre. Porque el adulto que teme al diablo como el nio teme al cuco; el que enciende velas un santo para que sane un enfermo; el que le reza una imagen para que llueva; el que hace promesas una virgen para que sta le haga un milagro, tiene, para esos fenmenos del mundo, la misma trocha mental del nio que espera los juguetes que le traern los Reyes magos en la Nochebuena. Debemos nuestra capacidad moral de conducirnos los terrores religiosos y los terrores laicos, y no se las debe el que no tiene la capacidad de conducirse sin ellos. Los que todava estn en la escuela de la sujecin, del sufrimiento y de la inexperiencia, no deben la libertad, el confort y la experiencia de que carecen aquellos de quienes no las han adquirido. Las religiones son artificios intelectuales para el mejoramiento de la condicin
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del espritu humano en un pueblo, en una secta, en una casta, por una coordinacin de terrores y esperanzas ilusorios, erigidos en brjula y en faro de la conducta en el mar de la vida social. Y los diablos, los dioses y los dogmas son las muletas espirituales del hombre tullido para el pensamiento y la accin por la imbecilidad original. Suscitando en el individuo, por el cultivo simultneo de la inteligencia y del sentimiento, el amor la verdad, la belleza y la gracia, y la posibilidad de buscarlas por el trabajo, la bondad y la libertad, la educacin empieza ser un mtodo para la exaltacin de la vida en la especie humana, por el acrecentamiento del capital de ideas, del caudal de conocimientos, del registro de emociones, de la gama de sentimientos, que proporcionan cada vez ms variadas y mejores oportunidades para el empleo de las energas humanas en el transcurso de la vida, y que son aquello de que depende que un hombre un pueblo sean diferentes, y
mejores peores, ms felices ms infelices que otro hombre otro pueblo. Y la tcnica, que representa para el hombre moderno un poder auxiliar efectivo, mil veces mayor que el poder imaginario de los genios de los cuentos orientales y que el de los santos de las leyendas medioevales, la tcnica es el mesas de incgnito; el redentor positivo de la humanidad, el medio de suprimir la barbarie, que no proviene del error en la eleccin del dios y del credo, sino de la necesidad de comer para vivir y de no saber encontrar la subsistencia propia sin perjuicio de la ajena, porque el hambre no es extirpable con dogmas y ritos, sino con mquinas de produccin y de transporte. La moral, como la msica, una vez elaboradas, se conservan y se acrecientan por su propia virtualidad, educando la una el sentido moral como la otra educa el sentido musical de las generaciones subsiguientes, como las artes plsticas educan el sentido esttico, las artes li-
. terarias el gusto literario. La cultura de una generacin hace la cultura de la generacin siguiente, del propio modo que la barbarie hace la barbarie. Y si la es. ttica tambin fuese policialmente obligatoria, como la tica, tambin perdera por un lado lo que ganase por el otro; tambin sera degradada por el despotismo y envilecida por el servilismo, la . hipocresa y la simulacin. Cada sociedad es un conservatorio de moralidad y de inmoralidad, de ciencia y de supersticin, de racionalismo y de misticismo, de optimismo y de pesimismo, en diferentes proporciones relativas, que constituyen el ambiente en que se modela . el espritu de las generaciones nacientes, ambiente que permanece estacionario que cambia en un sentido en otro, cuando el equilibrio precedente se mantiene se rompe. As la sociedad medioeval fu el producto genuino de la teologa, la providencia, el milagro y el director espiritual, como la sociedad moderna es el producto de la filosofa, la libertad
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de pensamiento, la educacin, el jabn, el carbn, el vapor y la electricidad, que son la nueva providencia del hombre civilizado. En el orden de los progresos sociales, lo que es normal en una poca se vuelve anormal en la siguiente, y cesa, y llega parecer incomprensible las generaciones ulteriores, y lo que es inimaginable en una poca llega ser hacedero y normal en pocas posteriores. Pero en el mismo instante, cada individuo est, aun en la misma sociedad, en una poca mental, diferente de la de los otros, y los que viven esclavos de las supersticiones religiosas, v. gr., no pueden imaginarse que se pueda vivir decentemente sin ellas, ni los que estn emancipados de ellas pueden explicarse que se pueda vivir voluntariamente esclavo de ellas. La idea de la abolicin de la esclavitud, que cost los americanos del Norte un milln de vidas y tres mil millones de dollars, habra parecido monstruosa incomprensible los coetneos de John
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Hawkins, el famoso, honesto y piadoso marino cristiano, iniciador del comercio de negros, que, sintindose orgulloso de haber procurado su pas un trfico tan propicuo, cuando fu ascendido caballero por la reina Isabel, adopt para su escudo de armas la figura de un negro cautivo amarrado con una cuerda. Del mismo modo, la idea de que pueda llegar un tiempo en que sea innecesaria la explotacin del trabajador, es todava incomprensible en nuestra era capitalista. Observando los progresos de la China, deca Mr. Dooley: presiento que va llegar mi tiempo en que tendremos que tratar decentemente los chinos. Si fusemos capaces de presentir que se aproxima el tiempo en que tendremos que tratar decentemente los obreros, podramos empezar tratarlos decentemente desde ahora, y eso sera un inmenso bien para ellos y para nosotros.
III
Masculinismo y feminismo.
Si dijramos que las ideas y los sentimientos del hombre civilizado son sobrenaturales menos naturales que las ideas y los sentimientos del hombre salvaje, tendramos que decir tambin que las flores del cactus de orqudea son menos naturales que sus espinas sus races. Pero el hacha de piedra, la flecha y el bumerang, no han salido de poderes naturales, y la Venus de Milo, el sermn de la montaa, los dramas de Shakespeare, el ferrocarril, el telgrafo, el automvil y el aeroplano de poderes extranaturales, sino stos y aqullos de las mismas aptitudes naturales en diferente grado de desarrollo.
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Y el primer pueblo de la antigedad que procur asentar sobre el desarrollo de esas aptitudes naturales las instituciones sociales, haciendo de la educacin de los ciudadanos una funcin del Estado, es el que ha hecho los ms grandes legados cientficos, literarios, filosficos, polticos y artsticos la civilizacin, la que slo han aportado supersticiones los pueblos que edificaron la moral y la vida social sobre los poderes extrnsicos al hombre y al mundo, antes despus de los griegos y de los romanos. Por esto, cuando, tom consistencia en la filosofa griega la concepcin de la inmortalidad del alma, en concordancia con la excelencia mental, Aristteles la neg los esclavos y los brbaros, considerados en la misma, condicin de las bestias, por la misma ausencia de calidades mentales superiores, y de las que tampoco estn diferenciados los salvajes canbales de nuestros das, que tampoco tienen acomodo en ninguna de esas residencias para la vida de los muertos, que
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ha sido necesario inventar, por la imposibilidad de vivir una especie cualquiera de vida en ninguna parte, y los que no sera justo echarlos al infierno, ni sera prudente enviarlos al cielo con el alma de canbal que tienen. La trascendentalidad que los reformadores filsofos acordaron la distincin intelectual, fu transferida por los reformadores teolgicos del ingenio la mansedumbre, de la inteligencia creadora la inteligencia creyente en las revelaciones divinas, que ocuparon el lugar excelso de la perla en la mente rebajada al rol de la ostra, en esa combinacin de natural y de sobrenatural. Y de este modo se produjo una solucin de continuidad en la evolucin de la imbecilidad al ingenio, que son la misma cosa en diferente estado y con distintas propiedades, como el carbn y el diamante, como la arena y el cristal. Pues del mismo modo en que existen la voz masculina y la voz femenina en la garganta humana, existen tambin el
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modo masculino y el modo femenino en la inteligencia humana, lo que no quita que haya mujeres con inteligencia macho y hombres con inteligencia hembra, y lo que explica que haya ms genios entre los hombres que entre las mujeres, y que ningn hombre de genio apareciera en el mundo desde el siglo in hasta el XIII de la Era Cristiana, porque en este perodo estuvo encadenado por las diversas revelaciones divinas el pensamiento humano, que es la galladura fecundante del tiempo. Pues mientras la civilizacin greco romana fu una civilizacin masculina, de razn, de pensamiento y de accin, que cre la libertad, el derecho y la justicia, las Bellas Letras y las Bellas Artes, la civilizacin cristiana fu una civilizacin femenina de sentimiento, de resignacin y devocin, por la glorificacin del dolor, que cre la fe, la esperanza y la caridad, el pudor, el favor, la expiacin y el arrepentimiento, el derecho divino y la teocracia, quitando la mente y confiriendo
al corazn la regencia de la conducta, al erigir la pobreza de espritu y la sumisin pasiva al orden providencial, en tablas de salvacin para las almas en el mar de la vida. Producto de la funcin, la siquis se desarrolla en la medida, en el modo y en la direccin de la funcin, y cuando en el estado primitivo, abusando el hombre de su situacin, transfiere por pereza la mujer y al nio, todas la mayor parte de las funciones que le corresponden en la comunidad originaria, sacrificando el porvenir de los suyos su propio presente, queda anulado el desarrollo de la respectiva siquis en los dos sexos, por inejercitacin de la funcin propia en el sexo activo, por la ejercitacin de la funcin impropia en el sexo pasivo, no pudiendo prosperar las aptitudes varoniles en la mujer, que asume las funciones del hombre para la sustentacin de la familia salvaje, en perjuicio de la prole, que sucumbe en su mayora la adversidad consecutiva del ambiente social, y as
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desheredada, en la minora que sobrevive, de todas las posibilidades acrecentables y no acrecentadas, queda en la misma condicin animal de los padres, como es tambin la necesidad de explotar prematuramente, para la sustentacin de la familia indigente, las energas incipientes del nifio ineducado, lo que mayormente impide el adelanto social de las clases menesterosas en las sociedades civilizadas. La inteligencia se forma y se deforma por adaptacin al medio, siendo el ambiente el medio extensivo y la escuela el medio intensivo. La diferencia entre la educacin racional y la tradicional, consiste en que la primera hace del intelecto un instrumento de trabajo mental, y la segunda solamente un andaribel de mandamientos y rutinas, que gravitando naturalmente con ms eficacia sobre los ms achatables, centuplican la prepotencia del cacique, del hombre excepcional sobre el hombre comn, mayormente
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castrado de la inteligencia, como dice Sergi, lo mismo en Espaa y en Sud-Amriea que en Marruecos, salvo la diferencia de grado, por la persistencia en las primeras de un liberalismo que lo menos ha impedido que el frica empezase en los Pirineos, si bien haya padecido tambin de la ausencia de las aptitudes que no se ejercitan bajo la tutela del altar y del trono. Aprovechndose de la pasividad mental natural de la mujer, el salvaje le adjudica las cargas y se reserva los ocios de la vida, y aprovechndose de la resignacin cristiana del siervo y del villano en la Edad Media, la nobleza y el clero les adjudicaron todos los trabajos y las penalidades, y se reservaron el reposo y los esparcimientos de la vida social conventual, sobre la doctrina eclesistica de la predestinacin por el nacimiento, para mandar y disfrutar los unos, para sudar y obedecer los otros, con cargo de resarcimiento en el ms all. El suelo no vale para la sustentacin
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del hombre por el patriotismo el fanatismo del ocupante, sino por lo que puede hacerle producir la inteligencia del ocupante, y los pueblos que han descuidado sto para cultivar aqullo estn, por eso mismo, la cola de la civilizacin humana. La Naturaleza ha dado cada sexo su destino particular, porque las cosas son tanto ms perfectas, cuanto sirven no para muchos usos, sino para uno solo, dice Aristteles, y porque hacer las mujeres, fsica mentalmente, iguales los hombres, hubiese sido lo mismo que no hacer mujeres, y sin las mujeres el mundo sera una pamplina para los hombres. Pero usos diferentes y correlativos reclaman perfeccionamientos simultneos y concordantes, porque una mujer inferior no puede ser la otra mitad de un hombre superior, y viceversa, porque la parte de cada cnyuge, que no encuentra correspondencia en el otro, queda clibe y tiene qu buscar fuera
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del hogar la hospitalidad que no encuentra en l. Prevaleciendo en el hombre la razn que es luz que alumbra sin calentary en la mujer el sentimientoque es fuego que calienta sin alumbrar,el mximum de posibilidades de la dicha comn resulta de la compenetracin del hombre por la mujer y de la mujer por el hombre. Un indio ona, trado de la Tierra del Fuego para la exposicin del 98, en Buenos Aires, estimaba su plan de vida mejor que el nuestro, porque all mujer hacindolo todo, y hombre sentte no msdeca l,y aqu hombre hacindolo, todo y mujer sentte no ms. En esta combinacin queda malograda la parte masculina en el capital de energas de la clula humana para la vida social, y la familia subsiste solamente por el esfuerzo de la mujer. En la combinacin opuesta, en la mujer sustrada las actividades de la vida social, queda malograda la parte femenina, y as, mientras los orientales se aburren soberana-
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mente en el desierto espiritual del harn con sus recuas de mujeres, ociosas, aburridas y analfabetas,"compradas menudo como las coles en el mercado, y custodiadas por hombres en quienes se ha hecho la ms vil degradacin de la especie, todas desiguales por las formas del cuerpo y el color de la piel, todas iguales por el espritu en blanco, nosotros hacemos en una sola mujer un harn de ideales y sentimientos, en el que encuentran hospitalidad y correspondencia todas las cosas que bullen en la mente, todas las emociones que agitan al corazn.
IV
El Renacimiento.
Sucede que las ideas tienen progenitores, como todos los seres y todas las cosas; las ideas son la prole engendrada por el pensamiento enlmente; las ideas surgen, como los compuestos qumicos, de la cpula de dos ms elementos distintos y afines; las ideas nacen, como las gentes, del matrimonio de dos ideas diferentes y precedentes, slo que ellas son, casi siempre, hijas de padres desconocidosj unidos- en connubio secreto en el cuarto obscuro de la subconciencia. En la gnesis de las ideas, como en la gnesis de los hombres, sin aproximacin y fecundacin no puede haber nacimiento. Pero en el reino ideal existe tambin
la propagacin por escisiparidad, que es propia de esas especies inferiores del reino animal, que se multiplican sin conjuncin sexual, por simple tradicin de la vida del organismo troncal las partes segregadas par^a constituir nuevos organismos, en una serie de seudo-generaciones, al cabo de las cuales la especie vuelve reconstituirse por fecundacin bisexual. Del mismo modo, en la vida squica las mismas ideas pueden propagarse indefinidamente, pasando de la mente de los padres la mente de los hijos, por simple tradicin, la de los extraos por simple inculcacin conversin, sin fecundacin, sin reengendramiento, resultando as la unisexualidad mental, religiosa laica: la pavorosa unidad, bajo la cual el imperio romano hizo perecer la civilizacin antigua, como dice Renn, porque esa unidad forzosa, en la que los imperios islmicos y el imperio catlico espaol, que le sucedieron en el podero, buscaron tambin
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su salvacin y encontraron tambin su ruina; esa unidad era la proscripcin del cisma futuro por el cisma pasado, era el cisma crucificado, que se haba convertido en ortodoxia crucificante; era el encadenamiento del cisma, que es el ngel guardin de la civilizacin, al cual debe el imperio britnico cismtico el haber escapado al infortunio de sus predecesores, tomando el camino opuesto, en lo que se llama el gobierno de la oposicin, que es el gobierno del progreso sustituido al gobierno de la tradicin, que reina y no gobierna, ala inversa de la Rusia, la Turqua y la Espaa, donde la tradicin reina y gobierna. Esa frmula inglesa fu tambin la adoptada desde 1868 por los vencedores de los chinos y los rusos: el gobierno del progreso, bajo el reinado de la tradicin, la inversa de las repblicas hispano-americanas, en las que gobierna todava la tradicin, donde todava gobiernan los frailes sus hechuras. En un caso la mente del hombre es un
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simple almacn de pensamiento en conserva, y en el otro es un laboratorio de pensamiento de refresco, lo que no fu viable hasta el advenimiento de la Reforma, en que hubo por lo menos donde emigrar cuando se cambiaba de parecer. La Grecia de las letras y las artes es, seguramente, el fenmeno ms interesante de la historia antigua, porque es el que tiene ms analogas con el presente. Mientras el espritu humano languideca en los grandes imperios de la India, de la China, de la Persia y del Egipto, bajo la ortodoxia de las respectivas supersticiones reinantes, el ateniense, que jams estaba seguro del da siguiente, produca conuna espontaneidad que nos asombra, dice Renn. De qu provena esa fecundidad excepcional, ausente hoy de los griegos que habitan ese mismo suelo? Desarticulados en un semillero de minsculas democracias que se disputaban el territorio, constituidos por un semillero de facciones que
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se disputaban el reducido poder, los helenos tenan dioses municipales y carecan de autoridades nacionales. Por esta inestabilidad, Federico el Grande pronosticaba la ruina de la Inglaterra gobernada por los partidos de la calle y los oradores del Parlamento. Pero el Gobierno de Atenas era menos que eso todava: era el Gobierno de los charlatanes de la plaza pblica. Y si todas las circunstancias ordinarias eran adversas, cul ha sido, entonces, la circunstancia excepcional que ha producido los resultados excepcionales? Es que, precisamente, todas esas circunstancias eliminaron la ms perjudicial de todas, la estabilidad del pensamiento en" la ortodoxia intelectual. Nada era estable, y el pensamiento de un filsofo de un artista engendraba otra filosofa otro arte en el espritu de otros pensadores, de otros estetas, ensanchndose as el caudal espiritual de las generaciones subsiguientes. Por el contrario, proscrita bajo el cris-
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tianismo en el poder, la originalidad intelectual, la especie humana se propagaba por el renacimiento de las personas, y el pensamiento slo por el trasiego de las ideas aejas las mentes nuevas, coexistiendo paralelamente la fecundidad gensica y la infecundidad squica. Suprimida la cruza del pensamiento cesaron las invenciones y los descubrimientos, y la inteligencia humana slo pudo dar luz esos hijos monstruosos delincesto intelectual, que son los diablos, las brujas, los duendes, los ncubos, los fantasmas, los aparecidos, las nimas penantes, la nigromancia y la magia. La parlisis de la civilizacin china por el aislamiento en la filosofa de Confucio, coagulada en rutinas mentales; la de la civilizacin europea en los primeros diez siglos del cristianismo dominante; la de los rabes y los turcos en el islamismo hasta el present, no son ms que formas diferentes de escisiparidad intelectual por retransmisin de los componentes viejos los individuos nuevos, sin
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recreacin de nuevos inquilinos del espritu humano. Por la propagacin de la filosofa griega, favorecida por la invencin del papel y de la imprenta, se inicia el concubinato del pensamiento pagano con el pensamiento cristiano, que son los progenitores de la civilizacin moderna. Y reconstituida as la regeneracin del pensamiento por fecundacin bisexual, los inquilinos de la mente volvieron proceder del nacimiento, y este perodo en que el espritu humano recomienza engendrar prole espiritual, despus de diez siglos de alojar por tradicin los mismos huspedes en la mente, es lo que con toda propiedad se denomina el renacimiento. Este es el complemento de la idea de Buckle, que atribuye el progreso al desenvolvimiento de la inteligencia, y de la explicacin de Robertson, segn la cual, el progreso resulta del contacto de civilizacin diferentes, y tambin la explicacin del mayor adelanto de la Amrica
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del Norte por la mayor difusin del pensamiento laico; y del mayor atraso de la Espaa, aun sin libertad de cultos, y de la Amrica espaola, por la mayor continuidad del celibato intelectual; del progreso final de la Repblica Argentina por la libertad de cultos y el desenvolvimiento de la hereja, con la instruccin laica y la inmigracin europea. Esto explica cmo las ideas, las invenciones y los descubrimientos no pueden acontecer en las tribus salvajes, en los pueblos atrasados, en las poblaciones fanticas. Porque las religiones se proponen escamotear los usos de la razn humana, con el empleo de los dogmas sacrosantos, remediando la imbecilidad y la ignorancia con esas pildoras de sabidura infusa, que son los preceptos morales, reducen la simple conversin de los infieles y de los salvajes (art. 67 in 15 de la Constitucin argentina) el problema de la civilizacin, que consiste en la educacin del individuo, y el europeo fu brbaro durante los quince siglos en que estuvo con--
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vertido y no estuvo educado, como son brbaros los musulmanes, como fuimos brbaros nosotros en la poca de Quiroga, Rosas y Aldao, porque tambin estbamos convertidos la religin de nuestros padres y tampoco estbamos educados para la higiene del espritu y del cuerpo, que ser la religin de nuestros hijos. El Renacimiento reintrodujo furtivamente en el Occidente, con el rol activo de la mente, la antorcha del progreso, que viene disipando las tinieblas del oscurantismo; pero en Espaa, donde la civilizacin rabe haba alcanzado su ms alto y excepcional esplendor, del que subsisten an monumentos insuperados, todas las posibilidades de la situacin geogrfica y del descubrimiento de un nuevo mundo, se malograron al empezar la era de la renovacin intelectual, que ha producido las formas modernas de la vida, porque en lugar de la Reforma aconteci en ella la recrudescencia de la resignacin cristiana y cuasi musulmana*
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la reincidencia en el empleo medioeval de los santos y de las reliquias, como agentes de la salud en la tierra y de la felicidad en el cielo. Y el libre pensamiento, el Mesas de incgnito, que traa en la libertad, la curiosidad y el mtodo experimental, las posibilidades indefinidas para la justicia, la sensatez, las Ciencias y las Artes, la benevolencia y la fraternidad, fu entregado por los Reyes Catlicos las torturas del Santo Oficio, y en lugar de la tolerancia que hace posible, por la promiscuidad, la fecundidad intelectual, haciendo tabla rasa de las disidencias mentales, por la expulsin de los judos y de los moros y la incineracin de los herejes, la intolerancia religiosa hizo la uniformidad del espritu espaol en ese primo hermano del fatalismo musulmn, que llamamos el misticismo: Todo terminaba en novenas, misas y procesiones para agradecer los beneficios recibidos, para pedir nuevas mercedes, dice Juan A. Garca... El esfuerzo humano era un factor intil,
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condenado vivir en la inercia, envuelto por una complicada trama de privilegios y preocupaciones, por una legislacin detallista y opresora que limitaba las fuentes de la riqueza y cerraba todo horizonte al trabajo. Y esta es la descripcin perfecta de una sociedad humana en la actitud pasiva y femenina de la mente, que nada espera del ingenio humano descalificado expresamente por San Agustn; nada de s misma, porque todo lo espera del fanatismo religioso y de los fantasmas tutelares, los cuales atribuye y retribuye todos los accidentes naturales, excomulgando en su nombre los insectos y las bestias dainas y bautizando bendiciendo los nios, los muertos, los campos, las plantas y los animales tiles, y retardando con estos mtodos mgicos el advenimiento de la pedagoga que transforma al hombre y de la tcnica que transforma al ambiente. Para el mejor desempeo de su misin divina, consistente en combatir al diablo
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con las armas de la fe, defendiendo al rebao de las ovejas del Seor contra las acechanzas del espritu del mal, la Iglesia se instituye en nodriza de la inteligencia humana para alimentarla exclusivamente con la revelacin divina por el bibern del Catecismo, erigiendo la promiscuidad intelectual en crimen de hereja, que atribuye sugestin satnica. Y cuando el director de la conciencia y el terror al infierno imaginario, no bastan para hacer la depuracin del pensamiento, ante la inundacin de novedades) erige al primero en verdugo de los pecadores implanta el infierno mismo en la tierra, con fuego y todo. Y cuando se encuentra, al fin, despojada del poder temporal por el escepticismo, no pudiendo ya quemar los libros y torturar los pensadores, encierra en el Bylldbus los ltimos creyentes en el diablo y el infierno, y arroja el Iudex Expurgatorium, como una tabla de salvacin las almas naufragadas para la gloria eterna en la libertad del pensamiento.
El maternalismo.
Se ha dicho que el rgano hace la funcin y que la funcin hace al rgano. Consiguientemente, lo que no sea ejercitado en la funcin quedar indesarrollado en el rgano, y la inteligencia de cada sexo y de cada agrupacin humana, estar determinada en su cuanta por la cuanta de la ejercitacin, y en las modalidades de su desarrollo por las modalidades de la ejercitacin, en la serie de generaciones. Faltarn, por lo tanto, sern dbiles, en la inteligencia de la mujer, como en la del hombre, las aptitudes correspondientes las funciones excluidas por la naturaleza y por las circunstancias sociales,
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y existirn, sern ms prominentes las aptitudes correspondientes las funciones ms ejercitadas, y la diversa combinacin de aptitudes intelectuales y sentimentales, de esa manera resultantes en cada pueblo, es lo que llamamos su carcter. Pues la necesidad de adaptarse las circunstancias de la vida, suscita una diferente coordinacin de aptitudes para cada diferente rgimen de vida, y del mismo modo que la abstencin permanente del vuelo, en el rgimen del gallinero, reduce la funcin de las alas al rol simplemente decorativo en el ave de corral, la abstencin permanente del discernimiento propio, en el rgimen del pensamiento manufacturado y aprobado por la censura eclesistica, reduce las funciones de la razn humana al rol simplemente, declamativo, en el inquilino de los dogmas infranqueables. Las capacidades excepcionales, que son el resorte natural del progreso, la levadura del ir ms, el expediente de la na-
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turaleza para romper la uniformidad aplastadora de las rutinas en que vegeta por hbito el 94 por 100 de las gentes, son convertidas por aquel medio en guardianes de la "uniformidad tradicional, y la evolucin ascendente del espritu queda frustrada por el quietismo consecutivo. Tal es el mecanismo del estancamiento de las viejas civilizaciones del Asia, hasta que el Japn import la ciencia europea al Extremo Oriente, y de la-civilizacin europea durante los diez siglos en que los excepcionales desempearon el rol de proceres de la rutina religiosa, y hasta que retomaron su rol natural de pioneers del progreso, mayormente retardado en Espaa por la mayor subordinacin del entendimiento de las generaciones presentes al espritu de las generaciones pasadas, que hizo del indio en las Misiones jesuticas el pendant del tibetano, vale decir, el ser racional transformado en autmata del precepto religioso.
La cuna de la foca est en la tierra y su alimento est en el agua. Por esto, la foca madre pesca y lleva el producto de sus aptitudes acuticas la boca de su hija en la infancia. El ideal de la foquilla inexperta es la perpetuacin de ese cmodo rgimen providencial de comer peces sin pescarlos, que la pondra, ms tarde, en el caso de ser madre, su vez, y no saber pescar para su prole, incapaz de procurarse el sustento. Pero medida que aumenta con la edad y el apetito de la chica el peso de la servidumbre que gravita sobre las aptitudes de la madre, se debilita en sta el afecto maternal, y hocicazos echa al mar la hija rebelde la ley del trabajo, y le ensea nadar y pescar, para abandonarla, finalmente, los azares de la lucha por la vida con sus propias fuerzas. En la foca rentista, por el contrario, la carga no pesa mayormente, la solicitud maternal no se debilita jams, y quiere conservar perpetuamente en su regazo al hijo de sus entraas, sin echarlo nunca
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al mar de la vida, nadar y pescar en concurrencia con los extraos. En aquella familia colonial, residuo de la familia romana en la que el hijo era propiedad del padre, cuya desaparicin es tan deplorada por los tradicionalistas, organizada sobre el molde patriarcal, en la que los servidores y sus hijos, y los hijos casados y padres de familia, seguan viviendo como hijos de familia, en la heredad comn, bajo el techo y la potestad del padre y abuelo, respectivamente, todo lo que haba dems en subordinacin para los viejos, con relacin al estado actual, exista de menos en independencia para los jvenes y adultos, en ac-. tividad social para la vida nacional, y el hijo de familia mora menudo, dejando viuda y descendientes, sin haber sido y sin haber sentido jams las responsabilidades del jefe de familia, sin haber dejado de ser pupilo en el hogar paterno, para ser hombre libre en el hogar propio. Todo tiene su contraparte, y en la previsin maternal, que hace innecesaria la
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previsin propia en el hijo mimado, habituado dejarse dirigir y no dirigirse, ser servido y no servirse, no hacer por s mismo lo que pueda ser hecho por otros para l, ano incomodarse por nadie y que todos se incomoden por l, la madre cariosa, ahorrando al hijo las correcciones y prodigndole las satisfacciones, le bonifica l ahora expensas del despus, porque su ideal es el de sustraerlo todas las molestias, las responsabilidades y las incomodidades, todos los riesgos, todas las incertidumbres y las eventualidades, vale decir, todas las circunstancias qu pueden entrenarlo, educarlo y experimentarlo para el rol activo en la vida, porque son al mismo tiempo las que pueden extraviarlo y perderlo. Pero no hay madre ms maternal que la Santa Madre Iglesia, que sustrae el espritu humano la posibilidad del progreso para sustraerlo la posibilidad del extravo, condenando la libertad del pensamiento como el ms grave de los
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delitos humanos; limitando encauzando la energa mental del individuo, desde la cuna hasta la tumba, por medio de sus mandamientos y sus gendarmes de la conciencia, en una rutina mental, como se encauza el agua en un cao de plomo; cultivando en la mente slo el lado emocional, el lado de la fe y la credulidad, de la resignacin y la obediencia los gobernantes imaginarios del universo, perinde ac cadver, segn la frmula de los jesutas; lo que podramos llamar el lado musulmn del espritu humano, que reduce tan poca cosa el estandarte de la civilizacin, porque lleva directamente la gloria eterna travs del fanatismo, la barbarie y la miseria interminables.
VI
Las ciencias para la vida y las cien= cias para despus de la vida.
Defraudado contrariado el proceso de la evolucin en el salvaje, que deserta su rol en la vida social y frustra el de la mujer, malogrando el porvenir del hijo, la descendencia no puede superar el estado originario y se queda en la condicin animal. Excluido el aporte squico femenino en la civilizacin griega; excluido el masculino con inclusin de la mujer en la civilizacin cristiana y con exclusin social de la mujer en la musulmana, tampoco puede proseguir en ellas integralmente la evolucin del mundo moral, para la cual, el hombre y la mujer,
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la inteligencia y el sentimiento, no son fines sino medios, como la cultura, la tolerancia y la benevolencia, siendo sus instrumentos principales el hambre y el amor, y su principal objetivo la perpetuacin de la vida, ms palpitante en el nio, vale decir, la exaltacin de la especie para la conservacin de la especie, de la que el mundo puede contener infinitamente ms y mejores ejemplares en el estado civilizado que en el salvaje, y para cuyo fin, la moral que la naturaleza misma sugiere la razn adulta, es el acrecentamiento de la compatibilidad recproca entre los individuos, esto es, el acrecentamiento de la calidad para el acrecentamiento del nmero. La generosidad de la naturaleza, como la de la buena duea de casa, consiste en hacer que la vida sea corta y sabrosa para cada uno, fin de que alcance para muchos comensales, y el egosmo de cada comensal en que sea lo ms grande y sabrosa para l, aunque sea lo ms breve y amarga para los otros. As ste quiere
uncir la eternidad su yo, que es lo que la naturaleza ha separado de la eternidad, para hacer en l, por el amor que pasa, la residencia accidental de la calidad accidental, y en consecuencia, todas las fuerzas de la naturaleza son utilizables para este fin, y ninguna para aqul. Y porque las ciencias y las artes naturales sirven al desenvolvimiento de la especie creadora del mundo moral, en el sentido y con los recursos de la naturaleza, y las ciencias y las artes religiosas sirven la gloria de los profetas y de los credos, en sentido diferente opuesto al de la naturaleza, la fecundidad de la accin humana en el mundo acompaa las primeras y la infecundidad las segundas, ventaja incomparablemente mayor que la de todas las organizaciones eclesisticas, y en la que no pens Macaulay, cuando imaginaba su neozelandez, contemplando desde el puente de Londres las ruinas de la ciudad en que surgi el novum organum, progenitor de los derechos del hombre, de los sueros, de la
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telegrafa sin hilos, de los ferrocarriles, de la navegacin vapor, y de la limpieza, que invent Lister, y que salva cada ao un nmero de vidas mayor que el total de las que Napolen mat en todas sus guerras, como dice Grorham, y l que fu ciertamente ms importante que hacer brotar el agua de una roca para una tribu de israelitas sedientos, resucitar un muerto que no vala un comino y ha servido de pretexto para las ms grandes matanzas de la era cristiana y musulmana, para el decreto del Santo Ocio que conden muerte toda la poblacin de la Holanda, y para que los mejores hombres de la humanidad fueran podridos en los calabozos quemados vivos en la hoguera, por delito de hereja de incredulidad. ~ Por lo dems, el hecho de la muerte, que es el ncleo generatriz dlos poderes, de los temores y de los deberes fnebres, es un hecho natural, tan natural como el hecho del nacimiento, y despus de ste lo mejor que hay en el mundo, en cuanto
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es la previa seguridad de la terminacin de todos los males irremediables. La transmutacin de la vida terminable en vida interminable, es la enmienda del hombre la naturaleza: la enmienda peor que el soneto. Porque la naturaleza se dirige por el curso propio de sus energas edificar progresivamente en el hombre animal al hombre moral, por el desenvolvimiento de la inteligencia y del sentimiento hasta las ms altas cumbres de la excelsitud, las cuales lo llevan las religiones fuera de la vida y del mundo, por la parlisis de los resortes de elevacin en el mundo. Entretanto, de la eterna primavera del corazn humano han brotado todas las amenidades de la vida social, y del escalofro del eterno ocaso del espritu han salido los pavores del misticismo, que secuestran al anacoreta en su caverna, y mantienen al fraile y la monja en su celda solitaria, prisioneros de sus propios terrores por inferencia melanclica del ms all de la vida.-
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El mundo moral es la creacin especfica del espritu humano, pero todos los caminos para ir adelante por la investigacin cientfica estaban clausurados, dice Huxley, por este aviso: Es prohibibo pasar. Por orden superior. Moiss. Durante los diez y siete siglos de ortodoxia cristiana, la cruz colocada sobre las iglesias ha representado esta advertencia : Es obligatorio creer; est prohibido pensar; se recomienda sufrir, llorar y rezar. Y en resumidas cuentas, qu es, en concreto, este fantasma de la perpetuidad de la vida, que ha salido de la mente para convertirse en parricida del pensamiento?
VII
La vida til.
Lo propio de la vida es la intermitencia entre el ser y el no ser, entre la vigilia y el sueo, entre la ejercitacin y la reposicin de la energa, y lo propio de la dicha, en razn de la energa que pone en actividad, es ser tanto ms fugaz cuanto ms intensa, vale decir, que es la menos eternizable de las cosas, y por otra parte, las energas que no se emplean y las penas giradas sobre la eternidad, son como las gotas de lluvia que caen sobre l mar, como las horas vacas que se van perdidas en la inmensidad del tiempo. La vida de relacin es una sucesin de accidentes pasajeros, que parecen una
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duracin slo por una ilusin de la conciencia, causa de que la memoria retiene la impresin de los momentos pasados conjuntamente con la de los presentes, en la misma manera en que, por una ilusin de ptica, el movimiento de un punto luminoso en el espacio obscuro produc la impresin visual de una lnea luminosa, que no existe en el espacio. Nuestra existencia de ayer, con sus dichas y sus desdichas, no existe ya en ninguna parte, y nuestra existencia de maana no existe an en el tiempo; pero la primera existe como representacin en nuestra memoria, y la segunda como anticipacin en nuestro deseo, y unindose en el espritu sobre el momento presente, lo que ya no es, lo que es y lo que todava no es, como se unen en un panorama artificial las figuras en especie real, con las figuras en representacin coloreada, hacen esa manera de sensacin panormica de la propia vida, que llamamos el yo, compuesta de recuerdos, de actualidades, de presentimientos, de
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temores y de esperanzas, y tambin, veces, de fantasmagoras, constituidas por los respectivos purgatorios, infiernos y cielos imaginarios, con sus criaturas atormentadas, sus condenados en martirio perpetuo, sus diablos en forma de hombres con cuernos y cola, y sus bienaventurados con cara de tilingos anmicos en el Occidente, y esos dioses de pesadilla, mestizos de hombre y de animal en el Oriente. Y la idea de la inmortalidad del yo, comporta la idea de la perpetuacin del panorama individual, despus del aniquilamiento del sistema nervioso central, que era la placa sensible en que se revelaba, despus de la cesacin de la memoria, de la conciencia y de la imaginacin en que estaba reflejado el ambiente, que es el componente que subsiste. Pero lo propio de la dicha como de la vida misma, es el ser intermitentes, pues, si no cambiasen de modo, de especie de intensidad, no podramos experimentarlas, y las tendramos sin sentirlas, que
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sera lo mismo que no tenerlas. No hay vida perceptible sin sensacin, ni sensacin sin cambio, y siendo absolutamente iguales todos los momentos de la dicha de la desdicha perpetuas, la existencia invariable del alma invariable, sera la indiferencia interminable, y en la seudoexistencia sin cambios, sin pasiones y sin intereses, sin accidentes, sin emociones, sin sensaciones y sin porvenir, la dicha eterna sera tan espantosamente aburrida como la eterna desdicha. Per troppo variar natura bella, y una persona con un solo asunto en su espritu, es tan montona como un instrumento musical con una sola cuerda en su registro, y la ms bella meloda repetida constantemente llegara ser tan insufrible como el insomnio, que es la imposibilidad de suspender peridicamente la vida sensible, para recomenzarla de refresco, teniendo razn sobrada el nio que preguntaba, como lo cuenta Ellen Key, si cuando estuviera en el cielo le daran licencia los domingos para ir al
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infierno jugar con los niflos malos. La belleza de los paisajes de montaas deriva de la intermitencia en el contemplarlos, y de la intermitencia en el sucederse la de los paisajes de nubes, que son montaas accidentales. Y es el cambio permanente del sujeto en evolucin incesante lo que hace que cada da sea otro da para el ser vivo, aun siendo el mismo da para el ser muerto, tanto ms interesante cuanto ms otro, tanto ms inspido cuanto ms el mismo, como transcurre para el preso en el calabozo, verificndose la transformacin objetiva del panorama de la vida por la sucesin de las estaciones y de los accidentes climatricos, y de los acontecimientos del hogar de la sociedad, y la transformacin subjetiva por la sucesin de las edades, cada una de las cuales tiene sus incentivos y sus atractivos propios, que quedan vacos de inters de excitacin en la siguiente, de tal manera que, cuando la vida se prolonga y se han usado y gastado todos los incentivos de vivir, la
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existencia misma queda sobrante, y del que as la tiene se dice que es un ente porque ya no es una persona. En el mximum de asimilacin de materiales para la vida orgnica y para la vida squica en crescendo, todo vale por su novedad y su intensidad en el nio, y en el mnimum todo vale por su continui dad y su lenidad en el anciano. El uno rompe sus juguetes y sus trajes, y echa al olvido sus pesares y sus alegras, sus amores y sus rencores de un da, para cambiarlos por otros diferentes, y el anciano cuida su ropa, y sus recuerdos, y se resiste cambiar de afectos y de costumbres. Agotado el repertorio de representaciones y de sensaciones posibles, con los materiales que contiene el mundo y las aptitudes sensibles de que dispone el espectador, es forzoso renovar al espectador, por la imposibilidad de renovar el escenario, para que pueda ser siempre interesante el mismo espectculo del universo perpetuamente re-
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producido, para nuevas concurrencias sucesivas. As, la duracin til de la vida depende de la amplitud emocional del sujeto, porque la medida de la vida es el grado de inters que ponemos en las cosas de nuestro mundo.
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La Pean de Chagrn.
Hay una curiosa familia de cucarachas, en la que existe normalmente el sadismo femenino, y. una fotografa publicada por el I. L. News, y en la cual, alrededor de una hembra que est saboreando las entraas an calientes de la primera vctima, tres pretendientes la felicidad y al martirio, esperan, al parecer ansiosamente, su turno de ser bendecidos y devorados, deja suponer que para stos el momento valdr la pena de abandonarle ntegramente la Peau de Chagrn del cuento del Balzac, que se achicaba junto con la vida en cada goce del propietario. Ante este problema del, destino, del
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placer y del dolor, de la vida, de la dicha y de la muerte, puesto en una cascara de nuez, como dicen los ingleses, un cucaracho asceta, desalentando de paso y por piedad los otros cucarachos, adoptara el partido de abstenerse del goce para salvarse del peligro, y prolongar por algunos das por algunos meses, hasta la llegada fatal del invierno, una existencia clibe y sin sucesin, mientras un cucaracho poeta pensara, por el contrario, que t'is better to have loved and lost, than not to have loved at all. El uno habra vivido ms en tiempo y el otro en intensidad; el uno en longitud y el otro en latitud; el uno habra vivido ms y el otro habra vivido mejor. En cul de los dos habra sido ms grande el total de la vida? Porque si la vida es sensacin, se puede vivir aos en minutos y minutos en aos. Y si el cambio es la condicin de la sensacin, se puede tener una vida exigua en una existencia larga y una vida cuantiosa en una existencia breve. Las sensaciones penosas son las cantidades deducir, y de
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la misma manera en que el dolor delata las obstrucciones del organismo fsico, el aburrimiento es el delator de las obstrucciones de la vida squica, por inaccin por continuidad montona de la misma accin.
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Los rebeldes la vida natural, que rezan todos los das las mismas plegarias, las mismas horas y con las mismas palabras, los mismos muertos, hasta morirse de viejos, perdiendo el tiempo para salvar el alma, contraviven desviven la vida en el presente, para sobrevivira en el maana, atesorando la tristeza del vivir, que es la moneda metafsica con que se compra la eterna alegra.
IX
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que no puede disfrutar el imbcil bajo la prpura, las sederas los abalorios. Podramos decir que la existencia la da la naturaleza, y que el empleo de su lote de energas en su lote de tiempo, lo hace cada uno con los elementos de su espritu, en los moldes y con las oportunidades que le suministra el ambiente. Podramos decir, tambin, que el apertrechamiento liberal de la mente es la creacin de un ambiente interior, complementario del exterior, y que los terrores supersticiosos con que las teologas amueblan el espritu, son como un riego permanente de salmuera en las races mismas del rbol de la vida. Porque el hombre, que puede sanear la vida para el mundo y el mundo para la vida, desarrollando su inteligencia para educar sus instintos y disciplinar sus pasiones, edificando la felicidad con la sensatez, se ha empeado en conservar la insensatez, el dolor y la miseria en bruto, sobre la esperanza fantstica de ser indemnizado por ellas, en otros mundos en
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que careceran de sentido porque no existen, y donde no podra llevarlas sin el ambiente que se queda, y que es su razn de ser. Naturalmente, si existen un mundo real y una pluralidad de mundos imaginarios, y estos son la inversa del mundo real, para no ser lo mismo, los bienes de los mundos ideales hay que buscarlos la inversa de los del mundo real, con lo que, lo mejor de ste se torna en peor, y lo peor en mejor; la felicidad humana se vuelve tanto ms abominable en el anverso . de la vida cuanto aparece ms apetecible en el reverso, y los individuos tienen que vivir una parte de su vida al derecho, bajo el aguijn de los instintos y de las leyes naturales, que mantienen el mnimum de racionalidad inconsciente, preservante de la especie bajo los desvarios de la imaginacin, y otra parte al revs, bajo el aguijn de las esperanzas y de los terrores sobrenaturales, segn las proporciones relativas en que aspiran conseguir estos bienes los otros bie-
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nes, y toda su vida al revs cuando slo quieran los otros bienes. Luego, como el hombre no puede crear seres imaginarios de mayor calibre moral que los seres reales, los seres espirituales tambin son irritables por ofensas y aplacables por ofrendas, y tampoco hacen el bien de rnotu proprio al que lo necesita y lo merece, sino al que lo pide aunque no lo necesite ni lo merezca, con tal que lo pida en conformidad al respectivo protocolo: quemando papelitos pintados en el Extremo Oriente, sacudiendo maquinitas de rezar en el Tibet, encendindoles velas de da en el Occidente, y aun suelen ser tan necios que concurren en cuerpo astral las reuniones de curiosos que los llaman por medio de una mesita de tres patas.
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necesario que deje de ser para que otra ocupe su lugar, y que todas las clulas envejecidas sean relevadas incesantemente por clulas nuevas, fin de que el cerebro se conserve siempre fresco, siempre activo, siempre vivo. Del mismo modo, es indispensable que unas vidas se acaben para que otras vidas empiecen, fin de mantener, por el rejuvenecimiento constante, el vigor perenne de la especie. Es necesario que una idea se vaya de la mente para que otra ocupe su lugar, fin de mantener la frescura permanente del espritu, pues las ideas y las clulas envejecidas que se quedan, disminuyen, respectivamente, la agilidad del cuerpo y la flexibilidad del espritu, como tullen la familia esos viejos retardados quienes no es posible llevarlos en las excursiones ni dejarlos solos, quienes molesta la vivacidad y la alegra de los nios, quienes no interesan los asuntos de los jvenes, y cuyos asuntos no interesan los jvenes.
Puede ser que no haya en el universo nada ms grande que el hombre que se rebaja para enaltecer los engendros de su propia fantasa; puede ser tambin que el mundo tenga una causa un au^tor; pero una vez creado el rol y el actor, no es necesaria la intervencin permanente del autor, como no es necesaria la intervencin de Aristfanes de Shakespeare para la representacin de sus comedias y sus dramas. Y como en el caso de aquel amable caballero, que estaba grato su madre por haberle ocultado siempre la fecha de su nacimiento, dejndole as el beneficio de ignorar su edad, el encanto de la vida proviene precisamente del hecho de ser un misterio encerrado entre dos misterios impenetrables, y dado que los hombres obran como idiotas, ejecutando acciones y omisiones intiles perjudiciales la vida, en millares de maneras diferentes, y en razn de lo que se imaginan saber del principio y del fin de la existencia, revelndose contra la previ-
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sin maternal que les ha ocultado el secreto de su ser, no es aventurado suponer que el resultado de la extincin de la curiosidad humana ese respecto, destruira el mejor aliciente de la vida, que es la curiosidad de vivir para saber, de vivir para ver.
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La conciencia y la vida.
Bajo otras formas, todo lo que tiene un ser en nosotros, lo ha tenido antes y lo tendr despus de nosotros, sin que podamos despojar de sus propiedades naturales la materia y la fuerza de que estamos compuestos, slo con atribuirles propiedades destinos sobrenaturales; sin que podamos trasladar de este mundo otros mundos ni un tomo de materia, ni una partcula de movimiento, de pensamiento de sentimiento. Un estado de conciencia no existe sino por la desaparicin del estado de conciencia precedente, del propio modo que un instante del tiempo no existe sino por la desaparicin del instante prece-
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dente, y la cesacin de la conciencia de la vida no es ms que la desaparicin del ltimo estado de conciencia, en una serie de millones que han ido apareciendo y desapareciendo sucesivamente, la mayor parte sin dejar rastro en la memoria, y que de suyo son tan instables en la mente del nio, verbigracia, como las agrupaciones de las nubes en el firmamento sobreviniendo menudo la alegra y la risa en el rostro an surcado por las lgrimas no escurridas del disgusto prece^ dente, en el propio modo en que, en pos de un chaparrn de verano, suele brillar repentinamente el sol por entre un desgarramiento del teln de nubes en dispersin. Y que enormes diferencias, por ejemplo, entre las conciencias sucesivas de un San Martn, adolescente en Yapey, capitn de caballera en Bailen, vencedor de los espaoles en San Lorenzo, gobernador de Cuyo, aclamado como libertador de Chile y protector del Per, abdicando el mando para conservar la
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reputacin, y regresando ms tarde Europa de la rada de Buenos Aires, sin desembarcar, por haber encontrado cambiada, su respecto, la conciencia nacional por los que hacan consistir la dicha del vivir en la vanidad de mandar, sacrificando la reputacin para conservar el poder y acabar obscuramente su gloriosa carrera, achacoso y desvalido en Boulogne-sur-Mer, estando ya en ruinas el msero pueblo natal y el colosal imperio en que haba nacido, para ser la piedra angular de un porvenir inesperado por los suyos, no predicho por ningn profeta, y condenado por el ms alto representante del Dios de los cristianos en el Occidente. Se ha dicho que el amor embellece la vida, pero que slo el olvido la hace posible; y, en efecto, la memoria y la conciencia se mueren por fragmentos, como los sentidos los miembros del cuerpo, y tambin es necesario amputarlas, para que la desaparicin de los grandes pesares haga posibles las nuevas alegras, y
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si el sentido mismo de la vida cambia con la edad, cul yo vamos conservar eternamente? El del tiempo en que todo nos pareca brillante, bello y alegre porque ramos jvenes, sanos y robustos, el del tiempo en que todo nos parece marchito, insulso y descolorido porque somos viejos, dbiles y achacosos? El yo del tiempo en que fuimos felices, el yo del tiempo en que fuimos desgraciados? El alma del nio, en efecto, el alma del joven, el alma del anciano no son la misma cosa, y no parece posible que pueda conservarse inmutable despus de la muerte lo que cambia tantas veces durante la vida, siendo que ni siquiera es posible conservar la misma composicin de espritu cuando se.ha cambiado la composicin de lugar, un juego de ideas ha sido sustituido por el opuesto, un conglomerado de vinculaciones personales ha sido reemplazado por otro diferente.
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La conciencia y el tiempo.
Lo que es tiempo no es conciencia, y viceversa. Lo propio de la conciencia es tener principio y fin, y lo propio del tiempo es no tener principio ni n, y nosotros queremos que lo que es conciencia dure como lo que es tiempo, sin ser tiempo y sin dejar de ser conciencia. Lo que vive, muere, y lo que no muere, no vive, y nosotros queremos vivir como lo que vive y durar como lo que no muere. Pero la vida es un gasto permanente de energas, de aprovisionamiento limitado, y mientras el individuo preferira rehacer un nuevo stock de energas sobre el esqueleto envejecido, para recomenzar una nueva vida sobre el pucho
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de la precedente, la naturaleza, ajena al egosmo individual, que poda las ramas caducas en el rbol de la vida, para dar lugar los nuevos retoos, prefiere rehacer una nueva vida en un nuevo organismo, haciendo reaparecer en el ser que comienza lo que desaparece en el que cesa. La vida animal es superior la vegetal por su mayor amplitud, y en este respecto la vida humana es superior la de todos los animales; pero, cuando no se la quiere usar en la medida, en el mundo, en el modo y en el tiempo en que ha sido producida, sino en otras medidas, en otros mundos, en otros modos y en otros tiempos, queda reducida, como la del pjaro enjaulado, las proporciones de la respectiva jaula de terrores y esperanzas. El destino manifiesto del hombre es la felicidad, en el presente en el maana, precio, en este caso, de la infelicidad actual y bajo la garanta de la teologa. La dicha es un empleo de la vida, y, por
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lo tanto, un gasto, como el dolor, que engendra el derecho eclesistico la dicha en el maana. Y la economa de la Peau de Chagrn consiste en que, en la salud, como en la fortuna, el que cuida y acrecienta el capital y gasta la renta, conserva el capital y la renta, y el que gasta el capital, se queda sin renta y sin capital, y que, en la salud moral, la felicidad de cada uno proviene de la dicha que irradia sobre los otros, porque despertamos en los dems la misma actitud de espritu con que los tratamosdice Hubbard, dicho en otra manera, tambin norteamericana, itpays to please, no siendo necesario que haya divinidades, sino cordura y benevolencia en el mundo, para que los hombres sean buenos y no sean malos. Pues el mal en el mundo es la revelacin de una incapacidad para el bien, y del hecho de que una persona pueda ser vctima de la imbecilidad propia ajena, no se sigue que sea necesario otro mundo para castigarlo resarcirlo, ni del hecho
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de que haya enfermedades se sigue que los muertos deban hacer milagros para algunos enfermos, sino que los hombres deben hacer la higiene del espritu, del cuerpo y del ambiente para la extirpacin del mal. Pero en vez de aprender esa moral insuperable de la naturaleza de las cosas y-del hombre, ste se ha dedicado elaborar morales dogmticas, cual ms disparatadas y calamitosas. La diferencia de conducta entre un civilizado y un salvaje es su diferente manera de reaccionar contra los hombres y las cosas, resultante de la misma evolucin que la diferencia de traje, de vivienda de cocina. Para domesticar al perro y al caballo no ha sido necesario inventar dioses y demonios, pero an hay pedagogos tradicionalistas que estiman indispensables los terrores irracionales para la educacin de los seres racionales, siendo que, los hombres que tienen ms cucos y ms terrores imaginarios son, precisamente, los ms salvajes, y que ese anda-
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miaje de terrores postumos es innecesario para la educacin de los nios japoneses, verbigracia. La adaptacin de la conducta la naturaleza escrutable de las cosas, es la moral que la naturaleza impone al hombre, y la adaptacin de la conducta la voluntad inescrutable de los seudo gobernantes de las cosas, es la moral que las religiones imponen los respectivos fieles, siendo el esfuerzo y la investigacin los instrumentos propios de la primera, y la rogativa, la expiacin y la resignacin, los instrumentos propios de la segunda; y siendo el fracaso y la muerte la consecuencia del error en la primera, y en la segunda el fracaso, la muerte, el purgatorio y el infierno, con la perspectiva del juicio final, que ha hecho de la historia el patbulo en que estn colgados los malvados que no volvern para escarmiento de los que vendrn; una crnica policial, un proceso judicial, fallado en primera instancia y en apelacin ad perpetuara.
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En las morales dogmticas, que descansan sobre la ms colosal rueda de molino para las tragaderas intelectuales del pobre de espritu, vale decir, sobre la conviccin explcita implcita, de que los respectivos dioses arreglan la sucesin de las cosas de un modo para sus fieles, y de otro modo para sus infieles, en la que los grandes malhechores son considerados como instrumentos como infractores de la voluntad de tales dioses, segn que hayan ejercitado su perversidad contra los infieles contra los fieles, es obligatorio el dogma porque la moral es necesaria. En la moral racionalista, que descansa sobre el hecho experimental de que el individuo puede levantar su conducta por un mejoramiento de sus aptitudes naturales y un mejor conocimiento de las cosas, es obligatoria la instruccin, aun enturbiada por el atavismo, porque la moral es necesaria.
XIII
La conciencia y la duracin.
Lo que no se gasta, no muere, pero tampoco vive, y no siendo posible dar lo que vive los caracteres de lo que no vive, sin quitarle los caracteres incompatibles de lo que vive, eran necesarios dos modos de existencia, por lo menos, para que pudiese haber ms de una sola especie de cosas: la existencia por duracin incesante para los seres sin vida, y la existencia por reproduccin incesante para los seres vivos; la una por durabilidad, la otra por calidad, que es la va en que la naturaleza alcanza dar, en la ternura y la abnegacin, las notas ms sublimes del universo, que es, cabalmente, lo que nos envidiaran las estrellas,
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si pudieran saber que no tiene la poesa (ni tampoco tiene el universo), eco ms sonoro y prolongado que el corazn de un joven en quien el amor va nacer. Y como la excelencia de la vida es la razn de ser de su brevedad, todos los planes imaginados para darle duracin consisten fatalmente en restarle excelencia, y como lo mejor de la vida es lo que dura menos, la alegra y la dicha de vivir es lo que se renuncia en primer trmino para conferirle duracin, reconvirtiendo la latitud en longitud. Pues lo que constituye la esencia superanimal del hombre, y supersalvaje del civilizado, no es lo que por una inversin verbal llamamos restos mortales, ni todo lo que ha dejado de ser de acontecer en tales restos inmortales; no es la voluntad, ni la memoria, ni la imaginacin, ni la conciencia, ni la inteligencia, que poseen tambin los canbales, en menor grado, sino el aporte de la cultura intelectual la conciencia, la memoria y al sentimiento; es ese conglomerado
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adventicio de afectos y repulsiones, de aptitudes, de ideas y sentimientos, relacionados con las personas, las cosas, los lugares, el pasado, el presente y el porvenir, ensanchado el cual, se agranda el alma, y suprimido el cual, slo queda el espritu sin articulaciones sin referencias del loco y del idiota, la mente en blanco en cero del recin nacido, vale decir, el alma en estado gelatinoso cartilaginoso. Y es ese conjunto de relatividades que slo tienen sentido respecto de la actualidad, siendo diferentes de todos sus equivalentes en el pasado y en el futuro, lo que se pretende hacer perdurable fuera de la actualidad, slo con atribuir diferencias ms grandes que el universo mismo en que vivimos, al simple hecho de morir con un credo con otro credo, y tan irracionalmente caprichosas, que el que no sabe no cree, no se salva, y el que sabe dems, se pierde. Un salvaje enseado rezar la doctrina, es un alma para el cielo correspondiente; un Arist-
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teles y un Marco Aurelio, paganos, un Darwin y un Bertellot, sabios, pero incrdulos, son almas para el infierno y bendiciones para la especie humana. Aceptamos el orden natural, que por medio de la vida y de la muerte transforma constantemente la materia inerte en materia viva, y la materia viva en materia inerte; aceptamos que la instabilidad, que distingue las frutas naturales de las frutas de porcelana, sea la caracterstica de la vida en las plantas, en los animales y en los otros hombres, porque el egosmo no permite extender los artificios rituales de los otros la transcendentalidad de esos expedientes de fakir, con que cada agrupacin teolgica pretende paralizar su respecto el orden natural, erigindose en excepcin al aniquilamiento incesante, que es la condicin misma del renacimiento incesante.
XIV
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dra ser un cardumen de inmortales, habitando en otros mundos, con el alma de este mundo; un mundo de solterones de ambos sexos, pongamos por caso, incurablemente aburridos por la monotona de la vida sobrenatural, sin apetitos y sin intereses, sin nada que hacer, sin nada en que pensar, sin nada que esperar, sin curiosidad de nada, sin nifios, sin pjaros, sin flores, sin rboles, sin perros, sin caballos, sin ros, sin montaas, sin nubes; un mundo sin dolores y miserias, pero tambin sin poesa, sin risa, sin irona, sin artes, sin letras y sin ciencias; un mundo parecido la nada. Y slo porque el poder de la inteligencia humana es tan grande en el sentido de la insensatez como en el de la sensatez, han podido los hombres llegar asarse vivos para disputarse el derecho la ms abominable manera de existencia concebible y felizmente imposible: la eterna sala de espera donde no se espera nada, me sugiere Ernesto Nelson. Pues si en esos mundos venideros para
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los muertos resucitados, no hubieran de ser todos iguales, sino todos desiguales, otra vez; pequeos y grandes, privilegiados y desheredados, felices y desgraciados; si los ltimos hubieran de ser los primeros, y viceversa, si hubiese de haber absueltos por sus padecimientos, y condenados por su soberbia, indultados por su servilismo los poderosos de ese otro reino, y amnistiados por su arrepentimiento intil, eso no sera ms que una copia invertida infinitamente empeorada del mundo real; nada ms que un mundo atrasado, ese mundo de los muertos, en el que estara an por realizarse la Revolucin francesa para inscribirle en el frontispicio las palabras de la nueva trinidad: libert, galit, fratemite. Esas vidas de ilusin y de pesadilla, en esos mundos de espejismo, imaginados para agriar la dicha inclemente de los poderosos, con el temor al mal futuro, y endulzar-la desdicha sin riberas de los oprimidos con la esperanza del bien futuro, cuando nada mejor era concebible,
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no son, en efecto, nada ms que la Edad Media invertida y eternizada, con todos sus horrores, sin nada de lo que hace amable la vida, aun para los desheredados del poder de la fortuna, y con todas las iniquidades que la hacen detestable, simplemente transferidas de los que las han padecido los que las han disfrutado. En esta reconstruccin del mal inextinguible en el maana, del dolor y el sufrimiento, del poder y del privilegio extinguibles en el presente, reside la inmoralidad, para no decir la perversidad, del cristianismo, pues el castigo de la maldad es slo un bien accidental de que la religin hace un mal superfluo al hacerlo motivo de un mal eterno, y la moral represiva no es ms que una seudo moral enfrente de la moral constructiva, que edifica el bien por la transformacin de los resortes de la maldad en resortes de la bondad, en un proceso inverso aquel por el cual el odio al mal transmuta insensiblemente la bondad en mal-
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dad, pues el mal no deja de ser mal porque sea hecho los malos. La literatura universal no conoce un documento que sea una protesta ms elocuente y conmovedora, por ms radical, profunda y definida, que el sermn de la montaa, contra las iniquidades sociales, resultantes de los modos de ser, de ver y de sentir de la poca, y slo la protesta musulmana, erigiendo tambin los efectos propios de la imbecilidad de los otros en prenda de felicidad en el maana para el que los sufre en el presente, fin de desalentarlos en el que los comete, ha contribuido ms eficazmente que aqulla, perpetuar la imbecilidad humana de entonces en las regiones de la tierra en que hubiera sido posible reducirla ms temprano, por un mayor desarrollo intelectual precedente. Y de esos diversos expedientes metafsicos, surgidos del mismo sentimiento humanitario que ms tarde retoma la va perdida de las instituciones libres, de las reformas sociales y de las invencio-
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nes cientficas con el lado masculino de la inteligencia, y que entonces, en la imposibilidad de remediar la infelicidad en el presente, aspiraba slo resarcirla en el ms all, imaginndolo como un negativo fotogrfico de la actualidad, surgi fatalmente la necesidad la conveniencia de vivir en negativo la vida presente para resultar beneficiado en la transmutacin. Y desde que se hizo pecaminoso el inters por los bienes de este mundo, y virtuoso el inters por los bienes del otro mundo, la pobreza franciscana de la mente y de la bolsa, vino ser la frmula de la vida mstica, que entec los reyes y los pueblos del imperio en que no se pona el sol, y qued ser el abolengo espiritual de la miseria econmica de la Espaa y de la Amrica espaola. Desde entonces el empleo de la vida qued sustrado las condiciones naturales de la vida y subordinado las condiciones metafsicas de la muerte, y conducidas por los visionarios del progreso
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celestial, en el sentido ms diametralmente opuesto al progreso terrenal, las sociedades se estancaron en la miseria crnica, pasteurizacla por la esperanza de la dicha postuma, una idea ciertamente genial, en una poca en que ninguna otra especie de felicidad era posible todava entre los descendientes de los dioses, y era necesario mantener la idea en el espritu de los hombres hasta que pudiera sobrevenir la cosa, en un segundo Mesas, tambin aparecido abajo, y tambin desconocido por los que lo esperan de arriba. Pues esa doctrina inglesa del to ioor~k is to loorsliip, y la religin norteamericana del descontento y de la instruccin pblica para desenvolver los poderes mentales, de que ha provenido la prosperidad de los anglo-sajones, no obstante el cristianismo, son una derogacin clandestina y masculina de la teora femenina "de la conformidad del hombre la voluntad de Dios para merecer la gracia divina, la que los pueblos modernos
permanecen fieles en la proporcin en que permanecen medioevales. Consistiendo la superioridad religiosa en la capacidad mgica y no en la capacidad intelectual, durante esos diez siglos en que los hombres de bien aspiraban slo no ser perversos y ser tristes y desgraciados en el presente para ser bienaventurados en el maana, no realizaron un invento ni crearon una idea que pudieran servir para la cultura y el bienestar terrestre de las generaciones posteriores, no fueron nunca ms impotentes y menos dioses que cuando se creyeron hijos predilectos del ms omnipotente de los dioses. De lo que resulta evidente que los hombres no pueden, ni aun con la imaginacin, crear ningn mundo mejor, ms susceptible de ser mejorado por ellos mismos, que el mundo en que los msticos se resignan femeninamente la ignorancia, al terror, al despotismo, la barbarie, la tristeza y al dolor, porque los consideran- instituciones divinas, garantizan-
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tes de la dicha eterna, repudiando elamor, la belleza, la alegra y el buen humor, el ingenio, la salud y la sabidura, el arte y la gracia humana, porque las consideran instituciones diablicas, causantes de la desdicha eterna.
XV
La vida intil.
Del mismo modo que la luz y los colores son un haber para el que tiene el sentido de la vista, y la msica y la palabra para el que puede oir, y un no haber para el ciego y el sordo, respectivamente, todo lo que en una localidad puede producir un goce un inters al espritu; las mil cosas que en una gran ciudad pueden cultivar la atencin y deleitar los sentidos, todo lo que puede producir una sensacin placentera es un haber para el espritu del residente del transente, multiplicado para cada uno por su aptitud para gustarlo, y peor que un no haber, para el que teme incurrir en desdichas eternas por el dis-
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frute de las dichas transitorias; un bien actual vedado para el creyente en males postumos, para preservarse de los cuales, cuando resida en la ciudad ms llena de encantos y atractivos, se recluir entre cuatro paredes en el ms lgubre de los claustros, muerto para el mundo, segn la frase consagrada, padecer el presente para adquirir el derecho disfrutar el maana, desheredado de todos los haberes naturales y recargado de esos deberes sobrenaturales, que hacen de las Teologas el ms estupendo caballo griego, que los visionarios extraviados en los vericuetos del camino del misterio impenetrable, hayan podido meterse dentro del entendimiento para echrselo perder, y quedar picados por el avispero de terrores imaginarios y esclavizados alguna de las tantas faunas sobrenaturales de dioses y demonios engendrados por la fantasa humana en la era precien tfica. As, respecto de esos bienes intasables, que pueden ser disfrutados con slo po-
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seer las aptitudes necesarias para comprenderlos y sentirlos; respecto de esos bienes invalorables que atraen y atan los campesinos las ciudades y los provincianos las grandes capitales, la naturaleza hace en los ciegos, los sordos y los dementes, los desheredados por obstruccin de los sentidos, y las religiones hacen los desheredados por esas cataratas adventicias del entendimiento que vedan la verdad, la curiosidad, el pensamiento, el amor, la belleza y la alegra, que son los antdotos saludables del aburrimiento, porque son los elementos cualitativos de la vida.
XVI
La alegra y la tristeza.
Cada uno ve y siente en la proporcin en que ha mejorado empeorado los medios de ver y de sentir que trajo la vida, y porque los fenmenos reales son limitados y los fenmenos imaginarios son ilimitados, hay para cada ser el panorama exterior de las cosas reales, y el doble panorama.interior de las cosas intelectuales y de las cosas fantasmagricas. El mundo interior puede estar constituido por la pobreza por la riqueza de conocimientos tiles que llamamos, respectivamente, ignorancia saber, con sin los conocimientos intiles perjudiciales que cada cual llama religin ver-
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dadera en s mismo y supersticin en los otros; por la pobreza la riqueza de sentimientos vitalizantes que llamamos egosmo altruismo; por el desequilibrio de la inteligencia que llamamos demencia, por la aberracin de la sensibilidad que llamamos perversidad. En cuanto el placer y el pesar son el efecto, respectivamente, de la satisfaccin de la insatisfaccin de una necesidad, carece de placeres el que carece de necesidades y tiene ms placeres, y, por lo tanto, mayor intensidad de vida, el que tiene ms necesidades, si puede satisfacerlas, y ms pesares si no puede. Por eso se ha dicho que la felicidad consiste en levantar los recursos hasta el nivel de los deseos, en rebajar los deseos hasta el nivel de los recursos, que es en lo que consista el secreto del hombre feliz, que poda repetir delante del escaparate de un camisero la frase del filsofo griego: cuntas cosas hay aqu que yo no necesito! Y por la relatividad esencial de las
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sensaciones, son las necesidades insatisfechas y los dolores inevitables los que suministran el fondo de pesar que da sentido y relieve al placer; el fondo de sombra que hace destacarse la luz, pues sta carecera de sentido donde no hubiese obscuridad, no pudiendo existir el da si no existiese la noche, y viceversa. Por esto el da natural se torna inspido para los noctmbulos que han hecho de la noche el da artificial, y el spleen es la peste de los ricos desocupados, desprovistos de placeres en la proporcin en que estn desprovistos de necesidades, y ha podido decirse que la utilidad del mayorazgo consiste en reducir un slo ejemplar en cada familia esa variedad de hombres que tienen necesidad de hacer locuras para hacer algo, porque no tienen necesidad de ser cuerdos. La poquedad de las alegras, magnificadas en los unos por el mayor contraste con el fondo de penalidades, como la blancura de los dientes y los ojos en el rostro del negro; la poquedad de los pe1 0
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sares, abultados en los otros por el mayor contraste con el fondo de placeres, -como una mancha negra en un traje blanco, embotando el hbito la sensibilidad del uno para las contrariedades y la del otro para las satisfacciones, hacen que la diferencia real de las condiciones sea mucho menor que la diferencia aparente. Mientras una bagatela hace la alegra de un nio, se necesita un portento para hacer la de un estragado. Por esto, el hambre y la sed insaciables fueron la pena del rey Midas, que converta en oro todo lo que tocaba, y el aburrimiento incurable, que enloqueca los emperadores romanos, endiosados en vida y sin iguales en la sociedad, y que pona intratables nuestros caudillos, flacos de espritu intoxicados de poder ilimitado con las facultades extraordinarias; que fu la pena de la omnipotencia de Luis XIV, el Gran Aburrido, y de Napolen el Grande, VInamusdble, como le llamaba Talleyrand, nos permiten sospe-
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char cuan magno sera el aburrimiento sobrenatural de los dioses omnipotentes, si fuesen seres imagen y semejanza de los hombres, y tuvieran la desgracia de existir en alguna parte. Porque no existe el descanso para el que no est cansado, ni el da de fiesta y la alegra para el que est hastiado de fiestas y de alegras, y el que tiene los nervios agotados por el exceso de placeres sobrexcitados por el abuso de estimulantes, est privado del sueo tranquilo, profundo y reparador, que es el manjar ms dulce que se sirve en la mesa de la vida, segn la definicin de Shakespeare. La diferencia entre el bien heredado y el bien producido, entre las ganancias del juego y las del trabajo, es el sabor del esfuerzo fructfero que acompaa stas y falta en aqullas, el sentimiento moralizador de la paternidad del resultado, el recuerdo tonificante de las dificultades vencidas y de los obstculos superados, que les sirve de contramarco para real-
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zarlas, por lo cual, y porque las aptitudes que no se ejercitan no se desarrollan, resulta ms saludable para los jvenes tener los medios que no tener necesidad de ganarse la vida. El dinero es un medio para la felicidad, y no l ms importante; las aptitudes estticas y las aptitudes simpticas son otros medios, como tambin lo son el trabajo, la sensatez, la msica, la sociabilidad, la jovialidad, el sprit, la imaginacin, "los conocimientos, los gustos literarios, y tampoco son stos los menos eficientes.
XVII
El espritu fnebre.
Siendo la vida psquica un cuadro de luz y de sombra, de amores y de rencores, de realidades y de vanidades, de penas y de alegras, en el que puede predominar y caracterizarlo el uno el otro elemento, hasta alcanzar proporciones nocivas, podramos decir que la ciencia alumbra el mundo para el entendimiento humano, y que las teologas vuelcan sobre el espritu humano las tinieblas del pasado y la obscuridad del maana. Podramos decir, tambin, que la diferencia entre la barbarie y la civilizacin no es una diferencia de dioses de credos, puesto que se puede ser brbaro con cualquier Dios y cualquier credo, y civi-
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lizado sin ninguno, sino una diferencia de aptitudes, de luces, de gustos y de orientaciones para buscar y encontrar el bien propio en el bien en el mal ajeno, en lo normal en lo monstruoso, en el olvido en la cobranza de las ofensas recibidas; para divertirse sin molestar los otros para divertirse en molestarlos en complacerlos. Ciertamente, hay milagros en todas las religiones, porque hay casualidades en todas las cosas, y porque la fe, en cualesquiera de sus variedades, produce los .efectos teraputicos de la sugestin, quealguna que otra vez alivian las dolencias de un paciente candido, sin levantar en un pice sus aptitudes para el empleo de la vida, y sin beneficio de ninguna clase para los otros pacientes. La fe, que consiste en creer lo que no vimos para no creer lo que vemos, da un rumbo definido la imbecilidad y la ignorancia, ponindolas, ciertamente, en mejor condicin que la imbecilidad y la ignorancia sin rumbo, pero no las extirpa.
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Y porque los hombres que tienen ideales y sentimientos groseros feroces, slo pueden encontrar placer en el ejercicio en el espectculo de la ferocidad, como los salvajes que se adornan con las cabelleras las orejas de sus adversarios muertos, como las muchedumbres que se deleitaban en los circos romanos en los autos de fe, las grandes calamidades de la historia han sido los resultados fatales de la incultura del espritu humano, proviniendo de la incapacidad de los pueblos, y mayormente de la incapacidad de los soberanos, para el empleo moral de la vida humana. En lo que la nuestra respecta, sabemos que el carcter ttrico de los reyes espaoles y de los caudillos hispano-ameri canos, tan conspicuo en Felipe II y en el dictador Franciael hombre triste del Paraguay,provena de la pobreza de espritu, agravada por la solemnidad fnebre, resultante del marchitamiento de la jovialidad, por el exceso de sombras con que la educacin monstica en-
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negrece el panorama individual de la vida. La inmoralidad, es decir, la inhumanidad de los salvajes y de los brbaros, es una emanacin de su imbecilidad; pero la de los cristianos ha sido una emanacin del espritu fnebre. El hecho de que el sufrimiento haya sido considerado por la teologa cristiana como el ganapn del cielo en l tierra, es lo que mayormente ha impedido los cristianos conocer y sentir la monstruosidad moral de la servidumbre y la esclavitud, y llegar aun hasta exceder la inmoralidad pagana con el tormento y la hoguera. De considerar el mal como un castigo del cielo, la desgracia como un sometimiento prueba, y el sufrimiento como la expiacin redentora del pecado, vino en la caridad, con la limosna y la sopa sobrante del convento, el pan para el estmago del hambriento, sin libertarlo de la miseria, que era el pan para el alma en el maana, como se alivia la suerte
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del preso con obsequios, sin sustraerlo la pena que cumple, porque esto sera incurrir en un delito contra el cielo, contra el rey la sociedad, que le han impuesto el castigo, mientras, por el otro lado, inflingir males los que merecen sufrirlos, es instituirse en instrumento justiciero del cielo, hacindose benemrito para el cielo. La supresin de los males de este mundo, era una inconsecuencia con la doctrina que haca de ellos el medio por excelencia de conseguir los bienes del otro mundo, que era el anverso del presente. Y porque el progreso implica directamente la supresin de los medios ms seguros de ganar el cielo, es que, los reclutadores de almas para el cielo, son los ms grandes y los ms implacables adversarios del progreso, y que ste est en todas partes en razn inversa de la influencia de aqullos sobre la respectiva sociedad. As est hoy proscrito por los reglamentos sanitarios el medio de que se va-
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li para ganar el cielo San Simn Estilita, hasta quien sus admiradores no podan acercarse sin un trapo en las narices, y est suprimido por los Cdigos penales el medio de que se vali para ganar la bienaventuranza eterna ese estupendo filntropo espaol del maana, que haba extinguido en su mente la luz de la razn, y quemaba vivos los hombres con el fuego del sentimiento enardecido, y quien se debe, en primer trmino, que haya pasado la historia con apellido espaol, una calidad que fu comn todos los pueblos del mundo, antes de que el escepticismo entibiase los furores del fanatismo religioso, y que es an conspicua en los turcos y los rusos. Cuando los cristianos eran ms consecuentes con su teora de la vida y de la dicha eternas, se inflingan males adrede para acrecentar los bienes en perspectiva; se embriagaban de esperanzas postumas y se intoxicaban de miedo al diablc y de terror al infierno, flagelndose recprocamente para salvarse mutuamente
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ayunaban los alimentos del cuerpo y los goces del espritu; cean cilicio y convertan las heridas casuales en fstulas perennes para hacer contricin y penitencia, que es lo que redime de las penas y de las miserias del maana, como la alegra y el progreso redimen de las penas y de las miserias del presente. Enseados y aclimatados ver en la sangre derramada por los dogmas religiosos, en el dolor y en el sacrificio del confort y de la vida natural, las formas superiores de la vida espiritual; invertidos de la sensatez humana hasta el punto de ver en las ms netas formas de la imbecilidad humana los ms altos ideales de la civilizacin cristiana, aquellos fanticos rabiosos de las formas de gobierno, extranjeros al escepticismo y la irona, que hicieron nuestra historia negra, porque haban proscrito la ilustracin y quedado obscuras, los odios implacables fueron el fruto propio de organismos psquicos, funcionando como mquinas recalentadas por falta de lubrifi-
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cantes, mquinas vivientes que rodaban en el medio social de acritudes y de pasiones enconadas, sobrecargadas y embravecidas por las contrariedades emergentes de su propia rudeza, haciendo crujir y chillar los engranajes polticos, como las antiguas toscas carretas, con ejes de madera inengrasada. Enseados detestar la vida, temer la muerte, amar la gloria perdurable, y odiar al extrao al suelo y al credo, desempeaban la funcin para que estaban mentalmente preparados, odiando y matando los extraos su credo poltico, para labrar la gloria de su credo poltico. No hay ms que los placeres salvajes para el salvaje, y los placeres groseros y brbaros son chocantes los gustos y los sentimientos refinados del hombre culto, y lo que hace las delicias del ltimo resulta inspido para la rudeza del primero, mientras el segundo repudiar hasta el poder cuando sea necesario alcanzarlo conservarlo por medios
repugnantes la elevacin de su espritu. Porque nuestros caudillos brbaros slo podan encontrar las amenidades de la vida en las fruiciones del mando sin control y en la humillacin sin lmites de sus adversarios, no estando habilitados, como los caudillos norteamericanos de entonces, como nosotros mismos al presente, por la educacin, la tradicin y el ambiente, para complacerse en otros intereses sociales en otras formas de tramitacin de los mismos intereses polticos, las calamidades pblicas vinieron ser una necesidad imprescindible, so pena de aburrimiento inaguantable para ellos, que, en su indigencia de luces, slo podan ser felices como los negros de frica: haciendo desgraciados los otros. Albaceas espontneos de la herencia colonial de ignorancia y fanatismo, en el empleo fatal de su vida, clausuraron las escuelas y repoblaron los conventos, amordazaron la prensa y proscribieron la cultura, readmitiendo los jesutas
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expulsados por el nico monarca liberal que haba tenido la Espaa. Sombros, acres, ignorantes y fanticos fueron, segn el aforismo de San Martn, lo que deban ser: Erostratos polticos, no hubieran sido nada, pues esa era la nica va por donde podan pasar la historia como actores principales, y estamos viendo cunto son ms eficaces que los terrores religiosos para suscitar ideales, aptitudes y sentimientos compatibles con el bienestar ajeno, las amenidades sociales de la vida moderna, y cmo en todas las religiones, la nica parte til ha sido la parte humana, la parte de vida y de fiesta social, que es tambin la mejor parte de las corridas de toros, de las carreras de caballos y de los sports ingleses, pues aunque las gentes se renan para decir hacer tonteras, del hecho slo de aproximarse y tratarse resultan, utilidades sociales, siendo por esto el teatro, como lo sugiere Bernard Shaw, el antdoto de la iglesia, y tambin creacin de los griegos, de que apenas
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existi en todo el-virreinato del Ro de la Plata nada ms que la Casa de Comedias, que fund el virrey Vertiz, contra la repudiacin y excomunin de los franciscanos los asistentes.
XVIII
El maana.
El tiempo es como la Esfinge griega, que mataba los que no saban interpretar el enigma de la vida. Y para indicar que el tiempo que se va inaprovechado no vuelve, los griegos tenan una estatua, que se ha perdido, pero cuya descripcin se conoce por esta conversacin que tuvo con un viajero: Cmo te llamas? Me llamo la Oportunidad. Por qu estis sobre la punta de los pies? Para advertir que slo me detengo un momento. Por qu tienes alas en los pies? Para advertir que paso rpidamente. n
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Por qu tienes el pelo tan largo sobre la frente? Para que los hombres puedan atraparme cuando me encuentran. Por qu, entonces, eres tan calva en la nuca? Para manifestar que cuando he pasado ya no pueden agarrarme. La oportunidad es el presente, que se va estril al pasado, sin agregar nada la vida del indolente del incapaz de mejorar su ser, su valer su haber, sin dejar ningn rastro de su paso en las tribus salvajes, sin cambiar nada en las sociedades maniatadas para el hacer de los vivos por la fe en el hacer de los muertos; que encienden velas los santos para que vean quines deben hacer milagros, y no encienden luces en la inteligencia de los nios, para alumbrarles el camino de la existencia. La oportunidad es el ahora que transcurre infecundo para el que ruega y espera, y fecundo para el que piensa y obra, dejando acrecentado el haber, el
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saber el sentir del que ha sabido y querido aprovecharlo ocuparlo con una obra realizada, con una experiencia con un conocimiento adquiridos, con otras existencias sustradas la enfermedad la ignorancia, la iniquidad la infelicidad, con el recuerdo vivificante de un goce noble de una sana alegra, y para quien los momentos desaparecidos estn representados siempre por algn aporte que subsiste en el espritu propio en el ajeno'; la oportunidad es el tiempo que pasa infructuoso para las sociedades retardatarias y fructuoso para las progresistas, marcando su rastro n el terreno con caminos y construcciones, con puentes, habitaciones, puertos, canales, escuelas, ferrocarriles y tneles, y su trayectoria en el espritu humano con nuevas ideas y sentimientos, y con instituciones beneficentes en la estructura social. Pero el tiempo que puede faltar cuando es limitado, sobra cuando es eterno, y cuando el tiempo y la vida vuelven
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para no marcharse jams, la grande oportunidad de la vida no es hoy sino maana, pues, para qu afanarse en lo que no ha de durar, teniendo por delante la perspectiva de lo que no se ha de acabar? Nada te turbe, nada te espante; todo se pasa: Dios no se muda; la paciencia todo lo alcanza: quien Dios tiene nada le falta: slo Dios basta, deca la.primera pgina impresa en Buenos Aires con la primera imprenta en 1780, fiel expresin de ese espritu medioeval del espaol, que an en pleno siglo de las luces de la inteligencia humana, en el nuevo y en el viejo mundo ha invertido en Te Deums, misas, novenas, procesiones y peregrinaciones para propiciarse la inteligencia divina, lo que los americanos del Norte gastaban en escuelas y universidades para levantarse la inteligencia humana, en yirtud de lo cual, aqullas son las tierras del presente y stas son las tierras del maana, Dios dir!
XIX
Pesimismo y optimismo.
Qu pensaramos, deca el Success, de un ingeniero que procurase economi zar el lubrificante expensas de la duracin de la mquina?Que es un loco? ' Pues eso es justamente lo que hacemos cuando economizamos la alegra, el recreo, los entretenimientos sanos que son los lubrificantes de la maquinaria de la vida. Eso es justamente lo que hace el misticismo, suprimiendo las amenidades de la vida para alargarla. La poca colonial fu triste, dice Juan A. Garca, no tuvo regocijos populares; los desbordes espontneos de alegras tradicionales en otros pueblos. Era una sociedad melanclica y silenciosa, como
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si una aura de abatimiento, de opresivo desconsuelo envenenara la atmsfera. Y de esa tristeza sali el carcter ttrico de los caudillos hispano-americanos, tan prominente en el dictador Francia, el discpulo de los jesutas de Crdoba, el asceta en el poder supremo, el hombre triste del Paraguay, el hombre de espritu ms diablico en el Nuevo Mundo. Como era obligatoria la ignorancia de la ciencia y de la libertad, y eran obligatorias las creencias tradicionales, y la intolerancia era de buen tono, y el diablo y el infierno entraban por nueve dcimos en la predicacin colonial, todo lo que vino en materia de barbarie, fu el fruto propio de semejante siembra de oscurantismo y de fanatismo, por virtud de la cual, en el registro de los sentimientos humanos sobraron las notas fnebres y faltaron las notas alegres; abundaron las notas duras, solemnes, melanclicas, agudas chillonas, y escasearon las notas suaves, joviales, delicadas, amables, y estuvieron ausentes octavas enteras de
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la tolerancia, de la irona, del escepticismo, del optimismo. Porque la invencin de antdotos imaginarios contra las responsabilidades y los males imaginarios, ha sido un semillero de modos de aprovechar el tiempo futuro, que son maneras de desperdiciar el tiempo presente, la vida ha sido reducida en cada regin de la tierra, en el equivalente de energas y de abstenciones que es necesario emplear en la amortizacin de los males ilusorios que est hipotecado el entendimiento humano por las supersticiones del pasado, que son parte integrante de la herencia social, para todo el que nace en tal regin, desempeando el ambiente intelectual las funciones del albacea. Porque la tristeza estaba en el misticismo, y el misticismo estaba en el espritu de las gentes, la poca colonial fu triste, dice Juan A. Garca, no tuvo regocijos populares; los desbordes espontneos tradicionales en otros pueblos. Era una sociedad melanclica y silenciosa,
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cmo si una aura de abatimiento, de opresivo desconsuelo envenenara la atmsfera. Era el efecto propio de la superposicin del espritu de la muerte al espritu de la vida; del pensamiento del maana las preocupaciones del ahora; del problema de la salvacin de las almas por la iglesia, al problema de la educacin de los nios por la escuela. El reverso del salmo de la vida y de la accin de Longfellow, es la homila del gran Quevedo: Resta ahora desengaarte del estudio vano y de la presuncin de la ciencia... Toda nuestra sabidura es presuncin acreditada de la ignorancia de los otros... Preguntrasme que, supuesto esto, cul es la cosa que un hombre ha de procurar aprender: procura persuadirte amar la muerte, despreciar la vida, que es el mismo pensamiento pesimista expresado por el refrn rabe: es mejor estar sentado, que parado; mejor acostado que sentado, y mejor muerto que acostado. Es el mismo concepto del mundo impreso en Bue-
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nos Aires en 1780, y expresado por Felipe IV en carta confidencial sor Mara Agreda, en vsperas de desprenderse del hombre triste, del sombro ministro, que haba trabajado como un forzado, al decir de Hume, en la mproba tarea de divertir al rey, y servir al cielo con todos los recursos del imperio en que no se pona el sol, para labrar la grandeza de la Espaa por la proteccin divina: la nica manera de obtener lo que deseamos es no contar ms que con el socorro divino. Viviendo entre las gentes que bendicen su vida, no tardaris en bendecir la vuestra, dice Mseterlinck. La sonrisa es tan contagiosa como las-lgrimas, y la dicha pasa menudo inadvertida porque no sabemos conocerla. Viviendo entre gentes que creen que este mundo debe ser un valle de lgrimas para que el otro no sea un eterno martirio, y que deploran la inanidad de su vida, porque no saben aderezarla con el pensamiento y el sentimiento, para hacerla digna de ser
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vivida, no tardaris en deplorar la inanidad de la vuestra, porque el pesimismo y el fatalismo son contagiosos, y las cosas son del color del cristal con que se miran. La vida es bella, mi hermano, dice el pagano Jorge Borrow. Hay la noche y el da, mi hermano, que son cosas lindas; el sol, la luna y las estrellas, y tambin el viento cuando hace calor, todas cosas lindas. La vida es muy agradable, mi hermano. Quin quiere morirse?
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Antao y hogao.
Del mismo modo que la excelencia de un cuadro depende del acierto en la combinacin de las luces y las sombras, los colores, las lneas, las figuras, las sugestiones y las insinuaciones, la de una vida depende de la feliz combinacin de los accidentes y de las circunstancias internas y externas, y con el creciente desenvolvimiento de los elementos cualitativos del espritu y del ambiente, que son los materiales de construccin de la felicidad humana, el comn de las gentes se encuentra hoy infinitamente ms acaudalado de amenidades que el seor Feudal analfabeto de la Edad Media, que se aburra en su castillo, por tener slo muy
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reducidas ideas, muy menguados sentimientos y muy escasas noticias del mundo, sin ms pasatiempos que la guerra, el juego, la bebida, el amor y la mesa, y que no poda ensanchar por los viajes, sin peligro de su vida, el escenario exterior de su espritu, aun teniendo el derecho de vida y muerte sobre sus vasallos, lo que era infinitamente peor que no tener necesidad de matar nadie. Y por cierto que la existencia del siervo, del esclavo y del villano, transcurriendo en miseria irremediable, en una espesa atmsfera de terrores religiosos y de peligros sociales, explotado y maltratado como un animal domstico, con la sola diferencia de ser un animal predestinado convertirse, al trmino de su perra vida, en un semidis en un vicedemonio, por estupenda consecuencia de los sacramentos y del pecado, tal condicin del cristiano sin privilegios, era sencillamente peor que la del condenado trabajos forzados en nuestros das. Mientras el smbolo de la vieja huma-
nidd era el hombre y la mujer cavando la tierra con el sudor de su frente, el smbolo de la humanidad moderna es el hombre en la casilla de gobierno en el timn, guiando con un ligero esfuerzo muscular, pero con un gasto constante d trabajo mental, enormes masas de energa hacia una actividad deliberada, dice Ostwald. Y esta elevacin del hombre, desde bestia de trabajo en el mismo nivel con el buey, una ms alta existencia con dominio sobre inagotables cantidades de energa, es una ganancia moral que debemos exclusivamente al progreso tcnico, y estamos llegando comprender que slo al investigador cientfico podemos dirigir con xito la vieja plegara: lbranos de todo mal. En efecto, las religiones crean las buenas intenciones con que est empedrado el camino del infierno, pero no crean instrumentos ni mtodos de trabajo, y la cuestin capital y la causa permanente del mejoramiento de las razas'humanas por procedimientos humanos, es la del
empleo de las energas humanas en orden conseguir con el menor gasto el mayor rendimiento de aptitudes, de recursos y de amenidades. No ser muerto y tener un traje de pieles para el invierno, era el supremo ideal de un hombre en el siglo i x , dice Stendhal. Nadie puede' ahora hacerse una idea de lo que fu el estado mental de un hombre en el siglo ix, dice Huxley. Por ms altamente educado que fuese, su vida era un campo de batalla permanente entre santos y demonios, por la posesin de su alma. Podemos agregar que tambin era un campo de batalla entre bacilos y microbios por la posesin de su cuerpo, sabiendo que las epidemias hacan estragos, y que en el siglo xiv la peste negra mat la mitad de la poblacin de la Europa, y que hasta fines del siglo xvn la mortalidad en Londres, verbigracia, era del 80 por 1.000. Es que en el feminismo cristiano, como en el feminismo musulmn, el hombre estaba la defensiva contra los males
del cuerpo y del espritu, bajo el escudo de las supersticiones, defendindose de los diablos, las brujas, los duendes y las nimas, las epidemias, las endemias, las pestes, las secas y las inundaciones, el rayo, el hambre y la perversidad, con el poder mgico de los santos, de las reliquias y de las oraciones milagrosas, con las misas, novenas, procesiones y peregrinaciones, con el agua lustral y las palmas benditas. Y slo proporcin en que la libertad del pensamiento aportaba despertaba el masculinismo en el espritu humano, ha podido el hombre moderno tomar la ofensiva contra los males del espritu y del cuerpo, repeliendo y destruyendo con la higiene los argonautas de la mugre; desvaneciendo con las luces de la ciencia esos fantasmas terrorficos de la imaginacin en tinieblas, que hacan de la vida mental una horrorosa pesadilla; desarmando al fanatismo, la crueldad y la imbecilidad con la cultura intelectual; anonadando al hambre con el comercio,
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la industria y las vas de comunicacin, y reduciendo con todo ello la mortalidad en Londres al 17 por 1.000, para alargar en quince aos la duracin media de la vida humana, pues result que el elixir de larga vida no era el agua de vida, ni el agua con vida, sino el agua esterilizada. En el feminismo intelectual en que vivieron nuestros padres, con excepcin del pensamiento, todos los hechos y las cosas estaban regidos inexorablemente, hasta en sus menores detalles, por un emperador omnipotente y omnividente del universo, que en cualquier momento poda invertirlos suspenderlos su capricho, indiferente la suerte de los hombres, menos de ser interesado en ella por frivolidades, tan irracionales veces como la de ser el pescado, verbigracia, comestible en lunes y pecado mortal en viernes, y por humillaciones y adulaciones bastantes para dar nuseas una persona decente de nuestro tiempo. Dios era un hombre inmensamente
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ms bueno y ms malo que todos los hombres y los animales juntos, con tantos millones de ojos y de odos como haba hombres, mujeres y nios en la tierra, puestos uno en cada persona, para ver todos sus actos en la obscuridad, todos sus pensamientos en el interior de la mente, fin de registrarlos, momento por momento, en una cuenta especial abierta cada persona desde el da de su nacimiento en pecado original, para premiarlos castigarlos, cuando ya no fuesen enmendables ni empeorables. El diablo era un perdido, sin remedio, empeado en perder todos los hombres, las mujeres y los nios, para aumentar la poblacin infernal de diablos, brujas y duendes, fin de tener ms compaeros de eterno infortunio, y ms auxiliares con quienes merodear alrededor de cada persona en apuros de conciencia, como los perros hambrientos alrededor de la cocina. Cazador y negociante de almas para el infierno, acuda al instante donde lo llamasen, presentndose
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espontneamente en la obscuridad y en la soledad, para sugerir un mal pensamiento contra la gloria del Padre Eterno, brindar un momento de dicha cambio de la eterna desdicha, que constitua su propia gloria. Yo he vivido en ese open cloor de insensatez medioeval, que era la herencia intelectual forzosa de los hispanoamericanos en la poca colonial, el cual, y el terremoto del 61, han sido las dos grandes calamidades que han amargado las que debieron ser horas felices de mi infancia. Y de ah mi empeo en sustraer los presentes y venideros de eso que Mseterlinck llama el slo crimen imperr donable, el que envenena las alegras y anonada la sonrisa del nio con el fantasma de la condenacin eterna por los usos y los goces saludables de la vida. Como el. rbol que queda subordinado las contingencias del lugar en que ha brotado, el hombre quedaba antao subordinado por todas las indigencias humanas al lugar y la condicin social en
qu haba llegado la existencia. Su ambiente intelectual estaba constituido por el espejismo deslumbrante del cielo y por las visiones pavorosas del purgatorio y del infierno, en tanto que el campo de accin del hombre moderno se extiende todas las regiones civilizadas de la tierra,-y su escenario exterior se extiende todas las maravillas de la naturaleza y del arte, mientras el mundo interior est constituido por el kaleidoscopio de los conocimientos y de los sentimientos en transformacin incesante. Pero este mundo, que era un valle de lgrimas cuando el pesimismo ejerca la regencia del entendimiento humano, empieza ser un valle de alegra desde que la ejerce el optimismo; desde que es un campo de accin, en el que las energas ambientes trabajan en nosotros, por nosotros y para nosotros y nuestros descendientes en la elaboracin del universo moral. Pues este mundo no es una ordala perpetuidad, como lo concibieron los pa-
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dres de la Iglesia, no es una trampa de cazar almas para el infierno, y nosotros estamos en l como una parte de la energa universal en una funcin especfica, para pensar, sentir, amar y soar; para vivir, obrar y morir, y no para pasar por probaciones inequiparables en la diversidad infinita de las condiciones de hecho, fin de ser los unos obsequiados con la dicha eterna y condenados los otros la eterna desventura, porque esto sera demasiado necio y demasiado inicuo para una inteligencia decente de las cosas. Porque el cielo, el purgatorio y el infierno son aqu, y es slo por un efecto de espejismo intelectual, que los visionarios los ven en el ms arriba en el ms all de la realidad. Aqu es el cielo del amor y la belleza, el arte y la ciencia; el limbo de la ignorancia; el purgatorio de la supersticin y la imbecilidad; el infierno del odio y la perversidad. Y del individuo que marcha impelido por su egosmo en pos de su mezquina felicidad postuma, aun de esa
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fuerza, de la que dice Goethe que quiere siempre el mal, y concurre, sin embargo, al bien, la naturaleza, persiguiendo incesantemente su propio ensueo, hace el obrero consciente inconsciente para la obra del perfeccionamiento indefinido del hombre para el mundo y del mundo para el hombre. Aqu es el lugar de la dicha y la desdicha eternas para la humanidad eterna, y transitorias para la individualidad transitoria; y ahora es el momento de alcanzar la perfeccin relativa, de que resulta la dicha propia por reversin concomitante de la dicha ajena, haciendo del mundo el valle de la sonrisa, y aqu es el valle de la amargura para los que quieren alcanzar la perfeccin al revs de como es posible, para ellos solos, y en otro sitio, en otro momento y en otra vida, en que sern de ninguna utilidad para los otros seres. Aqu es la dicha celestial de las almas refinadas para la vida excelsa por la cultura de la mente y del corazn; de los
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que piensan y son comprendidos, de los que sienten y son correspondidos, de los amantes que son amados; aqu, donde estn los que sufren, es el lugar de la benevolencia, de la abnegacin y de la ternura, que seran intiles donde fuesen innecesarias; aqu es la oportunidad de la inteligencia y del sentimiento, aqu donde las cosas y los seres hablan al espritu del hombre en el lenguaje de las simpatas de las antipatas que haya depositado, suscitado en ellos, porque el universo es el banco de la felicidad y de la infelicidad, sobre el que cada uno puede girar, en todo momento, contra sus depsitos de amor, de temor de rencor, de sensatez de insensatez en cuenta corriente. Y si el cielo, el purgatorio y el infierno, concebidos fuera de este mundo, sirven para dirigir de rebote la conducta de los hombres en este mundo, por qu no habran de servir tambin, directa infinitamente mejor, si los concebimos dentro mismo de este mundo?
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Ideales y sentimientos.
Expresando elocuentemente el sentir colonial, en un discurso pronunciado en 1884 contra la escuela neutra, el matrimonio civil, el divorcio, el cementerio laico y las escuelas normales, el actual ministro de Instruccin pblica, deca: Pueden nuestros pueblos resignarse hasta la humillacin y el sacrificio bajo el peso de grandes dolores; pueden consentir, sin estallar terribles y vengativos, que se les arrebate una una las garantas constitucionales; pueden contemplar, impasibles, que los gobernantes decidan sus destinos con la punta de la espada. Hay algo, empero, que han de defender hasta el herosmo, algo por lo que han de arros-
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trar el martirio, si necesario fuese, y ese algo es su fe y su religin, nico bien que les queda an en medio de tantos males y desastres. Esa es, en efecto, la descripcin perfecta del espritu que los hispano-amercanos tuvimos la desgracia de heredar de nuestra madre patria, y por el cual la libertad ha sido siempre pisoteada por todos los caudillos ambiciosos de poder, sin encontrar defensores suficientes, y han cado siempre los gobernantes ilustrados que pretendieron implantar la primera y la ms grande de las libertades humanas: la libertad del pensamiento. Y es por eso que hemos resultado como los musulmanes, ms gobernables por los ms capaces de arrebatarnos libertades para construir y fortalecer su despotismo; pues las agrupaciones, como los individuos, no pueden disfrutar sino aquellos beneficios por cuya consecucin conservacin estn dispuestos luchar hasta vencer, y cuando slo estn ense-
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nados saber para qu sirve la religin, y no saber para qu sirve la libertad, slo estn dispuestos luchar por la conservacin del fanatismo religioso, y todo lo dems puede serles arrebatado con sin las armas en la mano. Fu por eso que la nica insurreccin que puso en serio peligro la dominacin de 40.000 ingleses sobre 200.000.000 de indus, fu ocasionada por la grasa de vaca y de cerdo empleada como preservativo contra la humedad en los cartuchos del fusil, porque era necesario cortarles la punta con los dientes antes de introducirlos en el can, y esto oblig los cipayos sublevarse para escapar la condenacin eterna, que resultaba para los musulmanes del contacto de la grasa de cerdo, y de la de vaca para los bramanistas. La libertad es de tan poco momento para el que no sabe valorarla y usufructuarla, como un violn para el que 'no ama la msica ni sabe tocarlo, y del cual slo podra obtener los beneficios que
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le resultasen de empearlo venderlo. Y como no se puede tener para s lo que no se haya hecho tenible para los otros, el hombre comn no puede disfrutar ni aun lo que sabe estimar, sino en la medida en que sepa defenderlo para todos. Y cuando desestima la libertad para s, nada har para defenderla en los otros, y la suya y la de los otros sern acaparables por los que sepan sacarles provecho, en la medida en que estn indefendidas por los que no saben aprovecharlas para impedir que los despojen. Y de esta circunstancia depende que las libertades individuales en las agrupaciones humanas sean en unos pueblos ms y en otros menos monopolizables por los caciques, los ambiciosos y los logreros. El que hace creyente un nio en cualesquiera fe, lo hace esclavo de esa fe, y el inquisidor est implcito en el creyente, pues el que ha perdido la libertad de dudar de no creer, quiere, naturalmente, hacer perder los otros lo que l ha
perdido, y cuando entiende, adems, que esa prdida actual comporta beneficios ulteriores, las funciones diablicas quedan dobladas en el fantico militante por las funciones divinas, concurrentes con aqullas la anulacin de las dems posibilidades del espritu en los otros. Diablo sin saberlo, el que lia perdido la alegra del vivir, desea imponer los otros su tristeza, y el que est atormentado por los terrores del infierno, desea comunicar los otros su miedo al infierno, por el doble motivo de sus beneficios eventuales y porque mal de muchos es consuelo de afligidos. Tal era el caso de aquellos caudillos brbaros, que queran que todos fuesen brbaros porque lo eran ellos, exactamente como hoy queremos que los dems sean cultos, porque lo somos nosotros. Los pueblos enseados creer que con Dios basta y sobra, como los turcos, los rusos y los espaoles, slo estn dispuestos defender su Dios y sus Vicarios, y slo han conservado sus dioses y sus
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dspotas temporales y espirituales. Y los que han estado siempre resueltos defender, la vez, la religin y la libertadDieu et mon Droitcomo reza la vieja leyenda del escudo britnico, han conservado, la vez, la religin y la libertad. Fu por lo inverso que la ms colosal de las guerras afrontadas por los americanos del Norte, y la nica contienda civil que los haya dividido, fu la que acometieron para conseguir la emancipacin de los negros, costa de un milln de vidas y de tres mil millones de dollars, resarcidos con exceso por la prosperidad consecutiva la eliminacin de esa mengua en la moral nacional. Por el contrario, nuestra diferencia fundamental con los angio-sajones, que en 1215 arrancaron la Magna Carta al rey Juan, arrojando al mar en Dover la bula que contena la excomunin del papa contra los barones rebeldes, consiste en que ellos han estado siempre dispuestos defender hasta el herosmo y el marti-
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rio esas garantas constitucionales, que en el sentir colonial del Dr. Garro, nosotros estamos dispuestos dejarnos arrebatar sin estallar, y es con esa actitud que ellos han hecho imposibles en su ambiente esos dspotas, strapas y caciques con facultades ilimitadas que fueron viables en el nuestro. Porque el espritu del hombre es fecundable por el ideal. Fecundable de generosidad por el ideal generoso; fecundable de mezquindad por el ideal mezquino; fecundable de insurreccin por el ideal de la libertad; fecundable de miedo y de sumisin por el terror al presente al maana. De los que viven slo para s mismos, se ha dicho que la cal sola de sus huesos los mantiene en pie, y no un propsito sano y generoso, y, en efecto, el propsito hace la consistencia del espritu, como la cal hace la consistencia del esqueleto, y es de la rectitud del esqueleto que resulta la posicin vertical del hombre fsico, y de la firmeza y la generosi-
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dad del propsito la rectitud moral del hombre squico. Un fin superior es curativo como el rnica, dice tambin Emerson. Napolen visitaba los enfermos de la peste para demostrar que el hombre que poda vencer al temor vencera la peste, y tena razn, ha dicho Goethe. Es increble la fuerza que tiene la voluntad en esos casos; penetra en el cuerpo y lo pone en un estado de actividad que repele toda influencia daosa, mientras el temor las atrae. La transformacin del individuo comn en fiera, por la pasin de una causa miserable, en hroe por la pasin de una causa generosa, es un fenmeno frecuente, y tambin lo es en la historia, la transformacin ms menos repentina, del carcter de toda una agrupacin humana por la intervencin de un gran terror de un alto ideal. En aquel pueblo de asnos, como se deca del francs, porque llevaba sin quejarse todas las cargas que le imponan sus gobernantes y sus salvadores, sobrevie-
nen los ideales laicos de 1789, y el sentimiento naciente de los derechos y de las posibilidades del hombre suministra fuerzas morales bastantes.para abrir en el muro del pasado la brecha del porvenir afrontando la coalicin de la Europa absolutista y reaccionaria, y la revolucin, es desde entonces, como dice Carlyle, un deber que los franceses saben llenar. Sobrevienen tambin, en 1810, esos mismos ideales entre los colonos espaoles del Plata, que vegetaban sin porvenir en el pasado tradicional, y que acababan de defender con las armas en la mano contra las invasiones inglesas la dominacin espaola, y las empuan de nuevo para expulsarla. En tres aos, el carcter de los colonos haba cambiado hasta el punto de avergonzarse de la misma sumisin pasiva de que estaban antes orgullosos. La fuerza moral del cristianismo provino de la parte en que era un ideal de porvenir. Pero la idea de realizar los hombres dentro de la vida, por s mis-
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mos y para s mismos, la libertad, el derecho, la justicia y la fraternidad; el propsito de embellecer y dulcificar en este mismo mundo la vida humana, que aqul aspiraba realizar fuera de este mundo, era un idear ms alto, ms noble y generoso. Del primero result la era cristiana; del segundo la era liberal y cientfica. Pues, si lo ms enalteciente, vale decir, lo ms moralizante, del cristianismo provino de ser una aspiracin de mejoramiento humano realizarse en el mismo individuo en el ms all de la vida presente, los ideales racionalistas son an ms moralizantes porque son bienes realizarse en el porvenir, fuera del individuo que los alienta, su costa, y sin beneficio para si.
XXII
La herencia social.
El amor, la simpata y la benevolencia son agradables, y todo lo que es agradable es deseable, por egosmo. Para suscitar esos sentimientos en los otros nuestro respecto, deseamos ser gratos los otros, y para conseguirlo usamos su respecto la cortesa y la benevolencia, por egosmo. Pero si ellos y nosotros no deseamos ser estimados, sino temidos, ellos y nosotros apelaremos la intimidacin para ser temidos, por egosmo. Pues un hombre prefiere que los otros hombres le tengan miedo, y otro prefiere que le tengan simpata, y cada uno desea suscitar en los otros aquello que desea en los otros.
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Un hombre hace el bien porque esa es su manera de ser feliz; otro hace el mal porque esa es su manera de ser feliz, en razn de la clase de sentimientos de que est provisto. Los dos son impulsados por el instinto de conservacin en diferente rumbo, porque su instinto su egosmo est diversamente condicionado por el carcter de sus sentimientos y diversamente alumbrado por las luces de su entendimiento. Y del mismo modo que la agricultura consiste en sembrar plantar en el suelo las plantas cuyos frutos preferimos, la homo cultura consiste en implantar sembrar en la mente del nio los ideales, la religin, los gustos y las inclinaciones cuyos frutos preferimos en el adulto. Un piel roja se captaba la admiracin de los otros pieles rojas, por el nmero de cabelleras de adversarios muertos con que se adornaba. Un gaucho se captaba la admiracin de los otros gauchos, por su audacia para jinetear un potro indo-
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mito, para afrontar los otros gauchos los gendarmes, acreditando con ello ser ms gaucho, pues cuando todos son brbaros, ser ms brbaro que los dems es ser superior los dems, del mismo modo que ser, respectivamente, ms argentino, ms boliviano, ms espaol ms catlico, musulmn budista que los dems argentinos, bolivianos espaoles, que los dems catlicos, musulmanes budistas, es ser, respectivamente, superior los que son lo mismo en menor grado, porque nadie puede estimar en los otros sino lo que considere estimable en s mismo, y, por lo tanto, estimable en mayor grado all donde exista en mayor grado. As, los caracteres sociales de cada comunidad de hombres son los valores las calidades personales que el individuo tiende procurarse por imposicin del instinto de conservacin, porque la funcin no es ms que la respuesta del ser las solicitaciones del medio, como dice Lacombe, y el modo de sentir, de pensar
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y de obrar de los coetneos, no son menos obligatorios que su modo de vestir, para las nuevas unidades que se incorporan la masa. Por esto, nacer en un ambiente social es heredar en germen las posibilidades y las imposibilidades de tal ambiente social; la posibilidad de todas las excelencias la de todas las miserias humanas, segn que sea grande menguado, optimista, pesimista fatalista. Y recibir una alta cultura, es heredar una forma superior de riqueza, ciertamente ms importante que la que consiste en bienes de fortuna. Y heredar vanidades en lugar de sentimientos, es quedar predestinado echar los bofes en la conquista de las cosas que despiertan envidias sin allegar simpatas. Nacer en un ambiente de ilustracin, de dulzura de sentimientos y de sobriedad de costumbres, en un ambiente de ignorancia, supersticin, rudeza y miseria consecutiva, es heredar, respectivamente, la civilizacin la barbarie como
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cauces tradicionales para las energas vitales, pues el capital de vida operante para la felicidad es el remanente que queda despus de deducir las deudas y las cargas de la vida, que estn hipotecadas por las supersticiones del pasado las energas del presente, y por los cuales ti-adicionalismos no es lo mismo nacer en Marruecos que en Espaa en Norteamrica, por toda la diferencia que va del fatalismo al optimismo. La historia y la tradicin, es decir, ocho siglos de guerra contra los moros y tres siglos de Inquisicin contra los herejes, haban elaborado el fanatismo patritico y religioso en el espritu del espaol, que consideraba la ciencia como la vana presuncin de la ignorancia, segn la definicin del gran Quevedo, y que pensaba, como dijo Felipe IV, que la nica manera de conseguir lo que deseamos es no contar sino con la voluntad de Dios, y porque Thomme est ce qu'on fait de lili; ensuite il vent rester ce qu'on a fait de lui, como dice Servan, los
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espaoles de esa laya se sintieron tan fuera de su ambiente en la Constitucin de Cdiz como los peces de agua salada en el agua dulce, y gritaban en 1814: Vivan las cadenas, muera la libertad! Se haban formado con el valor militar la ms grande herencia territorial que hubiera conocido el mundo hasta el siglo xvi, y la perdieron por el fanatismo religioso, deteniendo en los Pirineos, con el misticismo que les haba venido del frica y del Asia, al racionalismo que les vena de la Europa. Y desde los judos del tiempo de Tito y Vespasano hasta los marroques de nuestros das; desde la conquista y la reparticin del Nuevo mundo, hasta la dominacin de la India; desde el reparto de la Polonia, hasta el reparto del frica, es siempre la misma tragedia de la herencia territorial de las poblaciones, malograda <por la herencia intelectual, leccin de la historia todava inaprendida en estas naciones semibaldas de la Amrica latina, donde los megalmanos si-
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guen soando en ensanches territoriales, vctimas de la incredulidad hereditaria en el poder de la ciencia, que tienen, en la cultura nacional, el remedio para todos los males del pasado y la ms poderosa palanca para el engrandecimiento nacional, y no saben no quieren usarlos.
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la ocupacin hasta ponerse el sol, rezar, jugar un par de horas ms los naipes, cenar y acostarse para volver levantarse temprano al siguiente da, repetir lo mismo del da anterior, y as sucesivamente toda la vida, atesorar dinero con la paciencia y la avaricia de un judo, privndose de los goces que brinda la industria del hombre, tal era, dice Hudson, la existencia del patrn colonial, sazonada por la misa en la maana del domingo y las rias de gallos por la tarde, siendo la del pen trabajar estpidamente, desde el amanecer hasta el anochecer, en cinco das de la semana, para jugar la taba, la rayuela los naipes, emborracharse el domingo con el salario de la semana, y dormir la borrachera el lunes.
volver
- Empleaban, como los musulmanes, la religin para todos los usos para los cuales est construida la inteligencia, y como en Espaa, dice Juan A. Garca, seguan creyendo que la ciencia era enemiga de la religin y de la felicidad hu-
mana, y que bastan para un pueblo los conocimientos elementales que puede transmitirle el cura prroco, el cual cura les enseaba que haban nacido para ser desventurados en vida y bienaventurados despus de la vida, coordinndose as el ms alto destino futuro con la ms chata actualidad. Los prisioneros de las invasiones inglesas, diseminados en el interior, y la repercusin clandestina de las revoluciones norteamericana y francesa, sembraron la idea de la libertad, que es el antecedente indispensable del deseo de libertad; el contrabando y los ensayos forzosos de comercio libre, hicieron palpar los beneficios de la libertad de comercio; las milicias criollas, organizadas para repeler los ingleses y aguerridas por el xito, constituyeron el elemento substancial para la emancipacin, y los hombres superiores, en quienes haba aparecido, quand mme, la inteligencia masculina para la vida social, suministraron el impulso y la direccin, que
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eran elementos capitales para la destruccin del rgimen tutelar. As, las invasiones inglesas, en las que el rgimen colonial fu el vencedor aparente y el vencido en efectivo, fueron la ocasin del primer contagio de nuevos ideales y del primer ensanche de los horizontes espirituales del criollo, y en seguida las luchas de la independencia presentaron la ms alta oportunidad para el ms alto empleo de la vida humana: para el que consiste en trabajar por la libertad, la justicia y el bienestar de las generaciones presentes y futuras. El mismo fenmeno aconteca simultneamente en la metrpoli, con la invasin francesa y la insurreccin popular, despus del sometimiento de los reyes, y tambin el mismo desbarajuste posterior con la reaccin absolutista, las mismas horrorosas tiranas recidivantes, los mismos caudillos y montoneros cristianos y brbaros, en las guerras sin cuartel para el compatriota en disidencia poltica, con las mismas an ms atroces cruelda-
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des, que escandalizaron la Europa liberal, porque los mtodos racionales para la solucin de los conflictos sociales, eran extraos la tradicin absolutista de la gran nacin, que lo fiaba todo la vo luntad de Dios y la eficacia del rigor, la devocin y al valor, sometiendo la cultura de la inteligencia nacional la aprobacin de la Iglesia, que estaba slo interesada en mantener la ignorancia para fomentar el fanatismo religioso. Despus de la autocracia rusa y de las teocracias musulmanas, nada ms opuesto la hospitalidad para los perseguidos que hizo la grandeza de la Roma Antigua, y hace la prosperidad moderna de los pases anglo-sajones, nada ms diferente que esa poltica religiosa de los reyes de Espaa, que les llev implantar, con la Inquisicin, el infierno en el interior, y erigirse en el ngel exterminador de la hereja en el exterior. Y en lugar de la esperada reciprocidad providencial, sobrevienen despus las
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consecuencias naturales inevitables de la inmoralidad humana; esto es, de la inhumanidad empleada en ganarse la proteccin divina y los favores del cielo sangre y fuego.
XXIV
El espritu de preeminencia.
La idea de la igualdad era ajena al cristianismo, pues estaba escrito en los libros sagrados que los primeros seran los ltimos, y que los ltimos seran los primeros, y desde que la Iglesia venda los primeros en este mundo el derecho de ser tambin los primeros en el otro, en esta doble conveniencia de ser los primeros en el ahora y en el maana, se originaron se enardecieron el hambre del privilegio y el espritu de preeminencia que formaron las instituciones polticasy eclesisticas medioevales. Lo primero que hacen los nios y las mujeres frivolas, es comparar sus trajes y atavos para congratularse por la su-
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perioridad de los propios apenarse por la superioridad de los ajenos/prefiriendo la vestimenta ms incmoda, siempre que sea la ms vistosa. Este es un modo de ser. Para el anciano, por el contrario, la comodidad y el abrigo en el traje son ventajas superiores la vistosidad, y ste es el otro modo de ser. . En el ande yo caliente y rase la gente, la felicidad descansa sobre la situacin intrnseca; en el ande yo deslumbrante y rabie la gente, la felicidad descansa sobre la situacin extrnseca. Al modo de ser infantil y femenino le llamamos espritu de preeminencia; al modo de ser adulto y masculino le llamamos espritu de independencia. A la forma poltica propia del primero la llamamos aristocracia, y la del segundo democracia, cada una de las cuales desacuerda con el espritu correspondiente la otra, como el botn del pie izquierdo con el pie derecho, y viceversa. La nota ms caracterstica del primero
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la dio entre nosotros aquel espaol Ruiz Huidobro, general de caballera de Facundo Quiroga, predecesor del Kaiser y de Sara Bernhard en la riqueza del guardarropa, que haba empezado de cmico aficionado, y que, al regreso del saqueo de Tucumn, poseedor de 365 camisas, se cambiaba ocho trajes diferentes en el da, pasendose por las calles de Mendoza en el primer coche que haba llegado la provincia. La historia de la Edad Media en el Occidente europeo, con ser una sucesin de guerras de rivalidad y de predominio entre los grandes y los pequeos seores feudales, entre musulmanes y cristianos, entre catlicos y protestantes, est asimismo sembrada de horrorosas insurrecciones de los villanos contra los excesos insufribles de la opresin feudal, brbaramente reprimidas siempre por el exterminio de los vencidos; pero hasta que el desarrollo del comercio y la industria suscit una clase intermedia entre los privilegiados y los desvalidos, como la
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de nuestros patricios de 1810, en la que las iniquidades del antiguo rgimen recayeron sobre gentes con recursos econmicos y aptitudes mentales suficientes para comprender los usos y los beneficios de la libertad, no acontecieron revoluciones polticas para la reforma del orden social, salvo en Inglaterra, donde tal clase y tales revoluciones existieron siempre, en alguna manera, porque los hijos de los nobles, con la sola excepcin del mayor, no eran nobles, sino comunes, y los nobles mismos estaban, por esta circunstancia, interesados en el mejoramiento del comn, que pertenecan sus segundones. Pero en Espafia todos los hijos del noble eran hidalgos de nacimiento, exentos de impuestos, de ocupaciones y de penas viles, estndoles vedado el trabajo manual, el comercio y la industria, y reser' vados los honores y la consideracin social, y los empleos civiles, militares y eclesisticos. As el privilegio haca no slo innecesarias, sino tambin,.detesta-
bles, la libertad, la igualdad y la fraternidad para los elementos dirigentes .y pudientes de la sociedad, la manera en que es repugnante los patrones la idea de la justicia en el contrato de trabajo. Para esta vida y para la otra, el individuo no era computado por su valer como hombre, sino por su condicin social, segn el rango que ocupase por nacimiento por consagracin en el resp e c t i v o escalafn. El sentimiento del valor jerrquico desplazaba todos los otros en esa manera unilateral de entender la excelencia de la vida y el espritu de preeminencia que tiene su campo de accin en el culto del coraje, su instrumento en el valor agresivo, su forma propia en el militarismo, su oportunidad individual en el campo del honor y su oportunidad colectiva en el pronunciamiento, en la guerrilla y en la montonera, que forman la urdimbre de la historia espaola y de la historia argentina en el siglo de las luces; el espritu de preeminencia, que es el antpoda del espritu
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de tolerancia, llevado, como dice el doctor Lpez, al extremo de que las beatas y. sus maridos se peleasen en la misma catedral de Chuquisaca, por el lugar en que las primeras haban de colocar sus alfombras;- el espritu de preeminencia, que es la sed del privilegio permanente, vino ser el sentimiento preponderante en el hispanoamericano, el leit motiv que hizo impracticable el gobierno alternativo de los partidos por la igualdad de los hombres y la divisin de los poderes para el control recproco. Porque la subalternidad de los otros es indiferente al espritu de independencia y es una exigencia del espritu de supremaca, resultan en este caso desdorosas las limitaciones del poder, y ofensiva la disidencia; los hombres no se dividen en partidarios y adversarios, sino en leales y traidores. Traidores Dios, al rey, la patria, la libertad, la federacin,cuando se les manda en nombre de estas entidades, siendo de suyo la traicin el grave de los delitos sociales..
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As, la oposicin, que es un derecho, la expresin social del derecho de propia conservacin en el rgimen de las instituciones libres, es un delito contra la supremaca personal en el rgimen de las instituciones absolutistas y la neutralidad, que quedaba garantida en la frmula poltica de Csar: el que no est contra m es mi amigo, queda excluida en la frmula de Pompeyo, que adoptaron nuestros caudillos medioevales: el que no est conmigo es mi enemigo, por lo que se hizo necesario el distintivo exterior en los partidarios, para preservarlos en la hostilidad universal la masa general de la poblacin. Lo que el hidalgo de la Edad Media cuidaba sobre todas las cosas, con la infaltable tizona al cinto, hoy tan ventajosamente sustituida por el revlver, eran la religin para la vanidad futura y el protocolo para la vanidad presente; su credo y su rango social; su lote de superioridad sobre los otros hombres en este mundo y en el otro, por herencia por
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El servilismo era el peaje de la vida del dbil al fuerte, el pleito del homenaje del vasallo al seor y del creyente al emperador del universo, cobrndose cada uno en altivez sobre sus iguales y en arrogancia sobre sus inferiores, la bajeza gastada en sus superiores. Como el arrogante ministro Olivares, que le alcanzaba Felipe IV la camisa, de rodillas al pie de la cama, el patrn colonial, que se hincaba delante del cura, se senta ofendido en sus fueros de patrn si el pen no le diriga la palabra con el sombrero en la mano y la humildad en los labios, y el padre en sus- fueros de padre, si el hijo no le peda de rodillas en el suelo y con las manos en actitud suplicante la bendicin, consistente en desearle que Dios lo hiciera un santo y no un hombre. La arrogancia y el servilismo son el anverso y el reverso del espritu humano fraguado por el feudalismo, constituido ste por una jerarqua descendente de
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poderosos que empezaba en el duque y terminaba en el escudero, siendo cada uno seor de sus vasallos y vasallo de sus seores. Dentro de la jerarqua, todos eran nobles; afuera, todos eran villanos. Los primeros estaban constituidos en forma de casta, y toda unin con los segundos era una degradacin, un deshonor, como tambin el comercio y toda profesin, excepto la de las armas espirituales para combatir los demonios, y la de las armas temporales para combatir los herejes. En el mundo feudal no hay intereses comunes; el inters particular es la medida suprema, dice Crozals. Las invasiones normandas precipitaron la evolucin feudalista, y en todos los grados de la sociedad hubo como un furor de subordinacin mutua de hombre hombre, para encontrar la seguridad en la dependencia. En la Espaa que mantuvo la esclavitud hasta los ltimos aos del siglo xix en sus colonias, porque haba mantenido la ignorancia y el fanatismo en su propio
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suelo, subsisti el espritu medioeval de preeminencia, para el que vale ms ser cabeza de ratn, que cola de len, y que es la incompatibilidad recproca entre los hombres de la misma religin, raza, nacionalidad, clase y familia, puesto que impele al que lo "siente colocarse respecto de los otros en la situacin en que no querra que ellos se colocasen respecto de l, con lo que viene ser el progenitor del personalismo, del caciquismo, del caudillismo, del regionalismo, del localismo, del separatismo, que hicieron en el siglo pasado la desunin, la esterilidad y la debilidad de la Amrica espaola, enfrente de la unin y la fuerza de la Amrica anglo-sajona, resultantes del espritu de independencia, que tiene su oportunidad en el comercio y la industria, su medio propio en la libertad de pensamiento y de accin, y su instramento en la inteligencia afinada por la instruccin pblica, y cuyo fruto especfico es el slf made man. Porque es al absolutismo lo que la ar-
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goll al gancho, lo que la estaca al injerto, el espritu de sumisin era cultivado de mancomn et in solidum por la Iglesia y el Estado, para injertar en l su respectivo absolutismo, y de ah nacigemelo por contrasteel espritu de insurreccin, el espritu levantisco, en la propia manera en que la altivez haba nacido de la repugnada al servilismo, en la propia manera en que la arrogancia espaola y la soberbia castellana se haban generado en la pobreza de espritu y la humildad cristiana. Pues, la verdad, la humildad cristiana no fu ms que la ms estupenda mscara del ms estupendo orgullo, en aque-, los pastores de almas que se atribuan el poder sobrehumano de otorgar la gracia divina, aquilatando la calidad del pensamiento para mandar los otros hombres al cielo al infierno, erigindose en jueces de la conciencia humana para absolver al prjimo condenarlo la hoguera y al eterno martirio . los americanos del Norte, la Magna
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Carta,-la Reforma, el habeas corpus, la peticin de derechos y el bul de tolerancia, les haban hecho el espritu del pie derecho, para el cual la Constitucin que los rige desde 1787, result como el calzado hecho la medida del pie. A nosotros el absolutismo poltico y religioso nos hizo, con la Inquisicin y los jesutas, el espritu del pie izquierdo, para el cual resultaron inadaptables las cuatro cinco Constituciones para el pie derecho que ensayamos intilmente antes de la del 53-60, como han resultado inadecuadas en Espaa las otras tantas Constituciones de la misma ndole, para el espritu pblico de la otra ndole. El remate natural del espritu de preeminencia es el cesarismo, por un proceso de agregacin forzada y progresiva, lo mismo en el imperio romano que en la Iglesia romana, en las monarquas del viejo mundo como en las dictaduras del nuevo. Describiendo la de Rozas, dice Vlez Sarsfield: Un caudillo mayor trae otros caudillos su jurisdiccin y los
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cuelga en las plazas pblicas; establece entonces un estado tal de sumisin entre aquellos Estados soberanos, que los ms altivos gobernadores, sirven apenas para verdugos. Del mismo modo que fu necesario el enfriamiento de la tierra para que aparecieran la vida vegetal y la vida animal, fu necesario el enfriamiento del terror del infierno, para que apareciesen la eficacia del trabajo por el uso de la inteligencia y las amenidades de la vida en las sociedades cristianas: el racionalismo y la ciencia, la alegra y el buen humor, las bellas letras y las bellas artes, el aseo y el confort, la irona y la risa, el escepticismo y la tolerancia. Pero el infierno cristiano tena su ms clida sucursal en Espaa, con el nombre de Tribunal del Santo Oficio, y cuando empezaba tomar cuerpo una clase media, nacida del desarrollo de la industria y del comercio en los Pases Bajos, en la Inglaterra, en la Alemania del Norte, en Francia y en Italia, todos los re-
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cursos de la Espaa y de la Amrica espaola, eran derrochados en la Guerra Santa, declarada por los Reyes Catlicos, la hereja en el universo, y no pudiendo sobrevenir por esto la clase intermedia entre la espuma y la borra del vaso de cerveza, que deca Bismarck, entre el hidalgo ocioso y el villano inculto, la sociedad espaola se conserv, hasta bien adelante de los tiempos modernos, compuesta slo de cabeza y cola. As, el factor capital de la historia de la madre patria no fu el factor econmico, sino el fanatismo religioso, que sacrific la ciencia la gallina de los huevos de oro, la mayor gloria del supuesto autor del gallinero, supuesta consistiendo en la indigencia mental de los pollos, por los pollos en indigencia mental. Para el condenado la ergstula, como para el cenobita, privados perpetuidad de toda intercomunicacin con los hombres en el mundo, involuntariamente el uno y voluntariamente el otro, no existe
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la posibilidad de la moral humana, y existe la posibilidad de todas las morales divinas, desde que pueden atormentarse y maltratarse para complacer sus respectivas divinidades.
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l a moral dinmica.
" Sujetos al dolor y al placer, los salvajes vegetan en la vida animal, reproducindose por el instinto de conservacin como los ganados, sin ser felices ni desgraciados, porque no existe an el material de que estn constituidos los conceptos de la dicha y de la desdicha. La nocin de la felicidad y de la infelicidad, de las que nace y las que nicamente se refiere la moral humana, es un producto secundario de la inteligencia humana, y es para enaltecer su importancia que se le ha dado un carcter superhumano, refirindola los dioses, los cuales son siempre, y en todas, sus varie.dades, indiferentes^ -los sufrimientos de los dems animales y de los dems h'om-
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bres, que no los han creado, que no los reconocen, que han existido antes de que aqullos fuesen inventados. Para Robinson Cruso, en su isla desierta, no exista la moral, porque no exista la posibilidad del bien y del mal para otros seres humanos en conexin con su conducta, no existiendo para l la posibilidad de la maldad ni de la bondad, de la injusticia, de la iniquidad, del orgullo, la vanidad la soberbia, del derecho, de la usurpacin, del crimen, del delito y de la falta, de la injuria, la insolencia la desconsideracin, no habiendo para l, en esa oportunidad, iguales, ni superiores, ni inferiores, en la isla de Ms Afuera. Exista el hombre, pero no exista la moral, porque faltaba la especie humana. Existan tambin en el hombre las ideas y los sentimientos morales, procedentes de otro ambiente, pero slo en el estado esttico por carencia de toda aplicacin posible, para ese ermitao casual inveh tario.
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Tenemos entonces que el contenido de la moral es la. idea y el sentimiento de la posibilidad del mejoramiento de la condicin humana. Y la moral dinmica es la concordancia la respondeneia del espritu humano al fin natural de la exaltacin de la especie humana en la vida social. En tal sentido, son morales el amor, la bondad, la inteligencia, la libertad, la justicia, la salud, el placer, la belleza, la cortesa, el valor, la sobriedad, el trabajo, el descanso, la alegra, la benevolencia, la simpata, la tolerancia, la risa, la honestidad, la lealtad, la rectitud, el buen humor, la cultura, la sensatez, la continencia, la esttica, el aseo, el confort y la riqueza, y son inmorales la iniquidad, el odio, la injusticia, el despotismo, la maldad, los celos, la envidia, la enfermedad, el temor, el rencor, la venganza, el alcohol, la depravacin, la intolerancia, la malevolencia, la descortesa, la incontinencia, la fealdad, la tristeza, el aburrimiento, el desaseo, el mal humor,
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ladra, la barbarie, la pobreza, la ignorancia, la supersticin, el fanatismo y la imbecilidad. Es moral la exaltacin de la vida propia, y an es ms moral la exaltacin de la vida ajena, porque y cuando sta es ms que aqulla. Es moral la veneracin de los ancianos, pero an es ms moral la educacin de los nios, porque stos representan la vida en crescendo, y aqullos la vida en menguante. As, la nota ms caracterstica de la moral teolgica que subordina la vida real la vida imaginariala Inquisicin espaolafu tambin la nota ms inmoral de la historia. Es moral la exaltacin de las generaciones presentes, pero an es ms moral la exaltacin de las generaciones venideras, porque stas sern siempre ms que aqullas. Por esto, lo que levanta mayormente la contextura moral del individuo no es lo que siente, lo que piensa lo que hace en pro de s mismo para mientras viva para despus que se muera, y que
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termina con l, sino lo que piensa, lo que siente y lo que hace para otros en el presente y que queda despus de su partida, contando por ms para el porvenir de la humanidad, las pequeas cosas que subsisten que no las grandes cosas que desaparecen, en la manera, verbigracia, en que la Venus de Milo ha sobrevido al imperio de Alejandro el Grande. Por esto, el que anida en su espritu ideas y sentimientos para los otros, se siente, como la mujer encinta, preado de humanidad, como transferido por una expansin de su ser al otro lado de la lnea que separa la esterilidad de la fecundidad, el egosmo del altruismo, el statu quo del go dhead, la regin de la cobarda de la regin del herosmo. Lo que ha hecho la superioridad del hombre sobre el animal, y del civilizado sobre el salvaje, y la circunstancia de que proviene la superioridad de una agrupacin sobre otras agrupaciones humanas, respecto de s misma en pocas precedentes, es la moralidad dinmica,
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vale decir, la proporcin en que ha aplicado las energas del hombre y del mundo al mejoramiento de la condicin del hombre en el mundo, y lo que ha hecho la inferioridad correlativa, es tambin la proporcin en que las energas del presente han sido sustradas las necesidades del presente y del porvenir para aplicarlas al mejoramiento de la condicin postuma de las generaciones pasadas. Del hecho de haberse iniciado como un asilo para todos los perseguidos del Lacio, sac Roma su patente de engrandecimiento futuro, cancelada cuando se convirti por avaricia fiscal en flagelo de los pueblos sometidos, para deleitarse costa de sus.sufrimientos en los juegos del circo, y del hecho de sustraerse la comunidad de los hombres por la excepcionalidad de su predestinacin divina, para el disfrute exclusivo del cielo y de la tierra, han sacado los judos su carta de repudio por la comunidad de los hombres. Los cincuenta millones de parias, de-
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gradados por l religin la ms miserable de las condiciones humanas, establecen para las castas privilegiadas de la India un pantano de inferioridad humana que, envenenando con sus miasmas la atmsfera moral de todos, constituye un obstculo insalvable para el progreso social, poltico y econmico. Buscando un nuevo mundo para agrandar el antiguo, la Espaa hizo la ms bella pgina de su historia, y proscribiendo de su suelo al nuevo mundo intelectual, que estaba surgiendo del Renacimiento, fin de preservar en su seno el viejo andamiaje del sentido moral, hizo su desgracia y la nuestra, pues el fanatismo religioso, que los Reyes Catlicos queran imponer los otros pueblos, con el Santo Oficio y el valor militar, qued ser la mayor calamidad de sus propios subditos, y de cuyas resultas fueron ellos mismos desposedos del inmenso imperio territorial en que haban excluido tan afanosamente al extranjero su raza y su credo.
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Porque la posibilidad de variar, de que depende la posibilidad de mejorar, fu parcialmente legalizada en Inglaterra con el bil de tolerancia, y totalmente excluida de la Espaa con las delaciones y las torturas de la Inquisicin, el hombre moderno, que permaneca estacionado en las aptitudes y en los sentimientos medioevales en Turqua, cambiando ms extensamente en Inglaterra, pudo llegar ser, en el siglo xix, el heredero inopinado de la grandeza espaola del siglo XVI. De su comercio clandestino con el Levante musulmn, al que le vendan, como dice Brook Adams, hasta esclavos cristianos cazados en las calles de Roma, surgi la prosperidad econmica de las pseudo-repblicas italianas de la Edad Media, y la Holanda conoci sus grandes das cuando fu el nico refugio de los perseguidos de la Europa Central y Occidental, por cuya circunstancia, un judo y una mora fugitivos de la persecucin religiosa en Espaa, y casualmente uni-
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dos por la comn desgracia, dieron la Holanda uno de los ms grandes pensadores del mundo en el siglo xvn: Baruch Spinoza. Los fugitivos de la persecucin religiosa en Inglaterra, que emigraron al nuevo mundo de Coln, lograron, finalmente, abrir, con la libertad de cultos y la enseanza laica, gratuita y obligatoria, en el continente virgen de fanatismos religiosos, un asilo para todos los fieles y los disidentes de los credos cerrados del viejo mundo, y en el solo espacio de un siglo, surgi entonces, de la paz, la concordia y la cultura, slo interrumpidas por la espantosa inmoralidad de la esclavitud, un imperio ms grande, ms sano, ms rico y ms feliz que todos los que haban nacido de la guerra en el pasado. En el mismo tiempo, la intolerancia religiosa con que la Espaa y el Portugal dotaron sus posesiones del nuevo mundo, impeda en ellas la cultura, la concordia y el progreso, manteniendo la exclusin del extranjero y el ostracismo
del disidente, en religin y en poltica, y perpetuando la discordia con la ignorancia, el atraso y "la pobreza, los que no pudimos escapar nosotros hasta que no llegamos repudiar la tradicin exclusivista de la madre patria, que expuls los judos, los moros y los herejes, y que an no tiene libertad de cultos, para adoptar, como pedestal de la grandeza futura del pueblo argentino, el mismo principio sobre el cual haba asentado Rmulo la grandeza futura de Roma, asegurando los beneficios de la libertad para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino, como dice el prembulo de la Constitucin nacional.
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en la medida que reduce el campo de ejercitaein. Y como la mente, ensanchada por su extensin al objetivo ms distante y ms cuantioso, que es el bien ajeno, queda agrandada ipso facto para la mejor inteligencia del bien propio, nuestro pas no ha conocido generacin ms inteligente y feliz que aquella que, fecundada por las circunstancias con la idea de que el maana podra ser mejor que el ayer por accin suya en el presente, se dilat la mente y el corazn con el programa de la independencia nacional para las generaciones venaderas, ni generacin ms imbcil y desgraciada que aquella que fu llevada por su infatuacin de advenediza de la libertad subordinar su propio presente el presente de los otros y el porvenir de todos sobre esa traduccin criolla del aprs moi, le deluge, que reza: el que venga atrs que arree. Y poi-que el hombre rebaja, deprime degrada su propio nivel moral en el ejercicio de la mezquindad, de la iniquidad,
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de la crueldad, de la inhumanidad, y lo levanta para todos los usos de la vida en el ejercicio de la generosidad, de la equidad y de la benevolencia, las disidencias entre los mismos se afrontan con la misma perversidad que se tiene almacenada para los otros. Al avaro de poder de dinero, que vive atormentado por el temor de perder lo que tiene y por el ansia de aumentarlo, las pequeas prdidas le causan dolores grandes. Por esto son tan enconosos los rozamientos de los egostas, y tan implacables las luchas civiles de los pueblos que cultivan el fanatismo regional, y que son siempre las primeras, y menudo las nicas vctimas de su auto-empeoramiento moral por el odio al extranjero. A nosotros, como dijo Sarmiento, nos cri el rgimen colonial odiando todo lo que no era espaol y desptico y catlico, y de ese fondo de rencores fermentados, acumulados y capitalizados, salieron los horrores de nuestras contiendas civiles, el infierno de odio entre uni-
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tarios y federales, las infamias de las tiranas, y de las montoneras sobre los refinamientos de crueldad que nos tena familiarizados el Santo Oficio, que consista en quemar vivos los hombres para la preservacin de las doctrinas. Y ias primeras vctimas de ese odio espaol los no espaoles, fueron los espaoles en la guerra de la Independencia, y las segundas nosotros mismos en las guerras civiles. De la disciplina militar se dice, con verdad, que slo puede ser elaborada en tiempo de paz, y que es muy difcil man-, tenerla simplemente en tiempo de guerra, igual que la sensatez, que slo puede ser elaborada en las pequeas contrariedades, y difcilmente conservada en las grandes. Y de la benevolencia podra decirse tambin que slo puede ser elaborada en el trato de los extraos, y que es muy difcil conservarla en el de los propios, pues en este campo nos consideramos con derecho mayores exigencias y en menor obligacin de agradecer y
retribuir atenciones que entendemos emanadas del deber de amarnos porque somos amos, porque somos parientes porque nos creemos mejores, y que deben persistir aunque no seamos amables y aunque seamos detestables. Por eso hay tantos hijos que son el peor tormento de sus padres; tantos padres que son la mayor calamidad para sus hijos; por eso deca el proverbio griego citado por Aristteles: Cuando dos hermanos rien, es muerte. De aqu la superioridad de la escuela sobre el hogar, y del internado sobre el externado, por cuanto sustraen al nio de esa atmsfera de servicios recibidos y no reciprocados, provinientes del amor de los padres y del salario de los sirvientes, que, empezando cuando no poda retribuirlos, se prolonga en hbito, empalmando de la familia la sociedad, encarada tambin, Como otra combinacin de lugar, de la que se pueden sacar beneficios sin aportar servicios, por lo cual, los ms dispuestos beneficiarse, son
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siempre los ms severos censores de los beneficiantes. Pero es slo conectando por la simpata nuestra inteligencia y nuestros sentimientos con las personas y las cosas, como podemos bonificar y ensanchar nuestro propio espritu, pues, como el azcar adventicio, que es necesario agregar los alimentos desabridos para endulzarlos, la generosidad que endulza el carcter, y la jovialidad que rejuvenece el espritu, haciendo agradable apetitoso al compaero de quien no podemos separarnos jams, y del que andan siempre huyendo los que no pueden estar solas con l, porque no es amable ni para ellos mismos, en una palabra, nuestra amabilidad, ms necesaria para nosotros mismos que para los extraos, slo podemos elaborarla para nosotros en los otros, siendo que, por virtud de la insuperable moral recndita de la naturaleza de las cosas, la felicidad consiste en el efluvio saludable que retorna de lo que amamos, y la infelicidad consiste en el
efluvio insano que retorna de lo que detestamos, envidiamos tememos. As, cuando las aspiraciones del individuo no van ms all de sus propios intereses, reales imaginarios, eso slo se reduce para l la escuela del pensamiento y del sentimiento, que es el mundo. Y como los poderes del hombre se desarrollan en la medida en que se empina para alcanzar objetivos cada vez ms elevados, la superioridad de los helenos sobre sus circunvecinos provino de que tenan, en ideales sociales ms extensos, ms variados y ms numerosos, una ms alta escuela para el desarrollo de las aptitudes intelectuales, morales y estticas. Pero esos ideales se referan una sola clase de la poblacin y un solo sexo. Y de esa su cortedad provino su insuficiencia y su defuncin consecutiva enfrente del cristianismo naciente, que aportaba en el cielo para la inmensidad de los pobres y el infierno para la exigidad de los ricos por la reconstruccin del bien con el mal y del mal con el bien
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en el ms all de la vida, una combinacin mezquina todava, pero asimismo infinitamente ms generosa. Pero una vez transcurridos en vano todos los plazos sealados en las predicciones para el reinado de la justicia en la tierra por el juicio final, la iglesia aplaz sin trmino el cumplimiento de las profecas divinas, y las cosas quedaron como estaban, sin ms alteracin que la resultante de la introduccin del egosmo del maana para atenuar el egosmo del presente, y consistente en el mero desperdicio de una fuerza que estaba mal empleada, y que es el gran motor del progreso en la era actual. Los telogos hacen la personificacin de las fuerzas de accin y de construccin en el Creador del universo y de la vida, y en el diablo la personificacin de las fuerzas de inaccin y de destruccin, y las ciencias y las artes, que son los espaldares de la inteligencia y del sentimiento, restituyen al hombre en el uso del poder divino de accin y de creacin, del que
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lo despojan la resignacin y la devocin, que son las adormideras teolgicas de las facultades activas. Y porque las primeras embellecen y alargan la vida, y las segundas la afean y la acortan en el tiempo y en el mundo en que existen han sido conferidos al hombre los poderes de automejoramiento, so pretexto de alargarla y embellecerla ms an, despus que cesan se acaban los poderes del hombre, es evidente que stos, desalentando de la accin y la construccin, obstaculizando el desenvolvimiento de la Creacin, para emplear su lote de energas en rendir al Creador el homenaje de su alabanza y adulacin perpetua, como si el hijo de un fabricante pudiera hacer ms honor sus padres abstenindose de fabricar, de ser alguien y de servir para algo, fin de emplear su vida en recorrer las ciudades y los campos ensalzando y alabando al autor de sus das y de la fbrica; stos, que se atrincheran en la iglesia para .cpmbatir contraa escuela y el labratelo
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rio, desempean en la creacin las funciones que atribuyen al diablo, en tanto que, alentando la accin y la invencin, aqullos instrumentan en el hombre el espritu creativo que desciende del Creador, quien rindi ms grande y ms propio homenaje Fidias, construyendo el Partenon, que todos los santos varones que se pasaron la santa vida orndole en las tumbas en las cuevas de la Tebaida Sin duda, no es haciendo voto de castidad y declamando contra la disminucin de la natalidad como se puede cooperar la obra de la creacin de la vida humana en el mundo, porque no es adorando al sol, padre de la vida en la madre tierra, sino removiendo y preando de grmenes de vida vegetal las entraas del suelo, como se puede conseguir que el sol, que gobierna el viento y la lluvia, hacindolos germinar, crecer, florecer y fructificar, acreciente en beneficio de la vida del hombre, la de los vegetales y de los animales en la tierra, y tampoco es adorando l Creador, sino
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ponindose en estado de servirle de vehculo de instrumento de creacin, sino cultivndose el espritu y prendose de propsitos generosos el alma, para hacer fecunda para los otros la propia vida en la oportunidad del tiempo, como puede convertirse el individuo en cooperador activo de la creain del mundo moral en el mundo material. Tampoco es adorando fervientemente al sol como se llega conocerlo, sino descomponiendo su luz por un prisma de vidrio en el espectro, y estudiando el espectro, ni es adorando fervientemente al supuesto autor de la Creacin, sino refractando la vida y el mundo en el prisma de la razn humana, como se llega conocer el mecanismo de la vida y del mundo. Despus de siglos y ms siglos de plegarias y genuflexiones cristianas para que el bien aconteciera en el mundo cristiano por la mano del Dios de los cristianos, y para los cristianos exclusivamente, el espritu humano se pre de ideales
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humanitarios en Francia, con la filosofa del siglo xvn, y fecundado para la accin por la creencia repentina de poder mejorar, improvisa, la posibilidad de variar para alcanzar la libertad, la igualdad y la fraternidad para todos los hombres del mundo en el mundo, y el empuje de la fuerza moral consecutiva lo hace pasar bruscamente, en el ltimo cuarto del siglo xvni, de la inercia secular fatalista la ms prodigiosa explosin de energas humanas en determinacin de hacer que registra la historia. Pero esas energas, engendradas por el ideal de la libertad para la felicidad colectiva, desvirtuadas y transferidas por Bonaparte, al ponerlas al servicio de su gloria individual, degeneraron, tambin, en la ms grande calamidad para la Europa arruinada y enlutada; para la misma Francia, desangrada, vencida y reintegrada por mano del extranjero al absolutismo de que haba salido por mano propia; para el mismo Bonaparte, que fu sucumbir cautivo y soli-
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tari o en una roca perdida en medio del Ocano, por haber amado la gloria y no haber amado los hombres y la libertad; y para su nico descendiente, que sucumbi miserablemente al peso abrumador de su funesta herencia de gloria homicida. Viceversa, levantando sus subditos desde el feudalismo las instituciones libres, desde la ignorancia del Oriente los conocimientos del Occidente, con el. solo y firme propsito jurado de promover el bienestar de sus compatriotas, por todos los medios ms conducentes de suyo ese fin en el mundo entero, en cuarenta y cinco aos, Mutsuhito ha hecho de su remoto y estril pas una de las ms grandes y gloriosas naciones de la actualidad. *As la leccin ms constante y la menos aparente de la historia es que los pueblos se levantan, finalmente, en la medida en que sirven y decaen en la medida en que defraudan frustran el tren de la vida en la Naturaleza, que nada
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sabe del cielo, el purgatorio y el infierno, y que provee las fuerzas materiales, intelectuales y morales de este mundo, para las necesidades materiales, intelectuales y morales de este mundo, y que no teniendo, como los dioses de fantasa, pueblos elegidos y pueblos preteridos, aporta su mayor concurso al que mejor sabe procurrselo por los medios ms conducentes obtenerlo. Por encima, por debajo y travs del hervidero de teoras metafsicas de la vida, en brega por la hegemona de las conciencias, todos los agentes de la Naturaleza coadyuvan con los que levantan el estandarte de la vida en el mundo. Todas las energas.de la Naturaleza, cooperando bajo la direccin de la inteligencia humana la exaltacin de la vida humana en la indiferencia ms absoluta respeto de todas las concepciones imaginadas por el egosmo de las agrupaciones humanas, para adjudicarse una superioridad de ultratumba sobre las otras agrupaciones, por tal manera ex-
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cludas de la gloria y de la felicidad eternas; todas las fuerzas de la Naturaleza domesticada trabajando del lado de la perpetuacin de la especie contra la perpetuacin de los credos; del lado del progreso contra la tradicin; de la libertad contra el despotismo; de la instruccin contra la ignorancia; de la tolerancia contra la intolerancia; de la civilizacin contra la barbarie; qu mayor indicio de que el progreso es una emanacin de la naturaleza del hombre y ser tan duradero como el hombre en la Naturaleza?
XXVII
De la obscuridad la lnz.
La vida es una luz que brilla entre dos obscuridades, segn la definicin de Poincar, y en esa como carrera csmica de la materia y de la fuerza hacia la luz y el calor, la bondad y la belleza, travs de la ignorancia y del egosmo, la imbecilidad, la maldad, la monstruosidad, la intolerancia y el fanatismo, por la estimacin progresiva de lo que es amable, por la abominacin progresiva de lo que es detestable, parangonados en la inteligencia creciente del hombre en evolucin, se abre camino la evolucin ascendente de la materia y de la fuerza, recorriendo los modos sucesivos de existencia, desde el estado de polvo hasta el
estado de pensamiento y de sentimiento. Como la victoria regia, que extrae del lodo, por sus races, los materiales de la esplendorosa flor que abre sobre el nivel del agua corrompida en el pantano sus blancos ptalos, la mente humana, refinada por la evolucin intelectual y sentimental, extrae de los alimentos vegetales y animalesen, el maremagnum de las pasiones malsanas, los materiales para esas esplendorosas flores del espritu y esos frutos deleitosos, que son las obras maestras de la ciencia y del arte, para que sean las flores y los manjares de la mesa de la vida para las generaciones presentes y venideras. Y el entender que esas exelencias, que no podran existir si no fuese cultivado el espritu humano para producirlas, no deben acontecer en este universo, que slo por ellas puede ser embellecido, sino en otro universo embellecido sin ellas, es slo un rezago transitorio de la imbecilidad humana originaria. En esa lucha perpetua entre los com-
ponentes nobles y los componentes innobles del mundo y de la mente, en la qu stos son favorecidos por las circunstancias primarias y aqullos por las circunstancias secundarias de la especie; en esa lucha entre la humanidad y la bestialidad, entre la luz y la obscuridad, entre el amor y el odio, entre la bondad y la maldad, entre la abnegacin y la perversidad, entre la lealtad y la felona, entre la belleza y la fealdad, entre la poesa y la prosa de la existencia, los grandes atributos morales estn incipientes desde el origen de la vida, como la luz en los albores del dilatado amanecer de las regiones polares, anuncindose en destellos pasajeros, mostrndose dispersos, separados y fragmentarios en las diversas especies animales y vegetales. Como los msicos en aprendizaje sin concierto, que estn torturando con sus montonas ejecuciones, cada uno en diferente barrio, un grupo diferente de vecinos, para aprender dominar su distinto instrumento, y poder aportar la
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nota y el matiz correspondiente al concierto sinfnico,* bajo la batuta del director de la orquesta, as todas las exelencias morales estn como en ensayo en la Naturaleza, hasta ser, finalmente, armonizadas por la inteligencia humana, para ser ejecutadas y disfrutadas por ejecutantes y espectadores, cada vez en ms altas y ms amplias esferas, medida que los componentes del auditorio aprenden desempear su parte, y se incorporan al concierto, en la pequea orquesta de la familia, donde acuerdan sus voces los afectos cardinales de la felicidad humana, en las grandes orquestas sucesivas de la sociedad, de la nacionalidad, de la humanidad, en las que tambin se auna la voz de las simpatas recprocas, y en las que tambin son notas mudas los sentimientos mezquinos y son notas discordantes los sentimientos perversos. Cuando el salvaje se detiene para presenciar una pelea de toros, un encuentro de tigres una ria de gallos, es la Na-
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turaleza que est enseando al hombre los usos y los abusos de la fuerza; pero tambin, cuando obserya en el nido de un ave la alimentacin de los pichones por la madre, es la Naturaleza que est enseando al hombre la abnegacin del fuerte para el dbil; y cuando se detiene escuchar el canto de un pjaro en la enramada, contemplar un paisaje de luz en las nubes, la cada del agua en una cascada, un rbol engalanado de flores, es tambin la Naturaleza que est sugiriendo en el hombre sentimientos estticos. Si en vez de nacer pequeos, mudos, ignorantes, alegres y traviesos, los hombres nacieran adultos, elocuentes, sabios, formales y juiciosos, el mundo tendra de menos las tres cuartas partes de sus atractivos. Y porque la perfeccin slo tiene sentido por referencia la imperfeccin, y sta sera la nica variacin posible de aqullo, la nica trayectoria posible de la humanidad perfecta en movimiento,
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hubiera sido la retrogradacin, en lugar de la evolucin. Y siendo preferible siempre hacer algo no hacer nada, ninguna combinacin poda ser ms feliz, en definitiva, que esa perpetua tragedia del bien y del mal, en esa carrera universal de impulsos contra obstculos, en la que stos son vencidos progresivamente, por la aunacin de los esfuerzos y la apropiacin sucesiva de los auxiliares naturales, desde entonces protegidos contra sus respectivos rivales en proporcin sus exelencias, interviniendo la inteligencia humanala obra maestra de la Naturaleza, para asegurar en el mundo vegetal y en el animal la prevalencia de las especies ms adecuadas para esa ascensin universal del movimiento, por la bondad, la belleza y el pensamiento, desde el charco hasta el ensueo azul,. en la que cada especie lleva adelante, como su razn de ser, un esbozo, un rudimento una forma acabada de perfeccin relativa diferente, correspondiendo el mayor fruto de felici-
dad en el individuo y de xito en el grupo al que lleva ms perfecciones relativas adelante, como razones de prevalecer en la competencia universal, sobre el caudal comn de posibilidades naturales para el mayor bien de los ms avanzados.
XXVIII
En m a r c h a .
Siempre habr anormales, extraviados y rezagados, y aun es natural que sean tanto ms notorios cuanto sea ms elevado el estandarte de la normalidad; y aun dando de barato que la criminalidad haya aumentado, el aumento de todas las formas del bien ha sido incomparablemente mayor. El sentido comn, el sentido moral y la ciencia se aunan para sugerir que haramos bien en hacer lo ms y lo mejor posible en este mundo, antes de ser arrastrados en el ro del tiempo. A la luz de la inteligencia, el fin particular del hombre y la ms alta frmula de la vida humana, es la realizacin de la ms alta
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dicha propia en la ms alta dicha ajena, y todas las veces que haya sido dichoso contribuyendo la felicidad de los otros, habr realizado un fragmento de su fin, y no puede existir el fin sino en la proporcin en que exista el medio, pues sin ste, aqul seria como un traje confeccionado para que no lo use nadie. Cesa, por lo tanto, la parte de fin que corresponda la parte que haya cesado en el medio; la parte de dicha correspondiente al sentido de la visin de la audicin, verbigracia, cuando cesa el funcionamiento de los rganos respectivos, continuando la posibilidad de la dicha para las partes del medio que subsisten, como contina para los sobrevivientes la posibilidad de la dicha en la especie humana. Indudablemente, los ojos han sido hechos para ver, como el corazn para sentir, como los odos para oir y la inteligencia para inteligir. Y si el que alarga por la ciencia el alcance de la inteligencia, contrara la intencin del que le dot
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de inteligencia, en latencia y no en potencia, el que alarga con un palo el alcance de su brazo para hacer caer la fruta de un rbol, contrara igualmente la intencin del que le dot de brazos sin palo. El que se abstiene de ser dichoso, por el temor de llegar ser desgraciado, podra, tambin, abstenerse de usar su vista por el temor de quedarse ciego, y sera slo aparentemente ms insensato en el segundo caso que en el primero. Por lo dems, esa clausura de la visin natural para alcanzar, la visin sobrenatural, la obtienen los fanticos musulmanes en la Meca, aproximando los ojos abiertos un ladrillo enrojecido fuego, hasta quemrselos, para quedar santificados en primera vida para la segunda vida, y menudo, fuera de la Meca, slo con no lavrselos y no espantarse las moscas que les destruyen los prpados, y les procuran las oftalmas, que aseguran la prdida de la vista y la salvacin del alma.
Por medio de las artes humanas, la madera y l metal pueden ser habilitados para producir sonoridades capaces de enternecer los hombres, los dioses y los reptiles; y por medio de la cultura del entendimiento y del sentimiento, los seres humanos pueden habilitarse la vez para engendrar y para disfrutar ideas nobles y sentimientos generosos, simultneamente deleitantes y reconfortantes., El instrumento musical y el instrumento mental y emocional se gastan y s inutilizan, aunque permanezcan mudos, pero la msica y la vida, el pensamiento y el sentimiento que han sido, quedan, para dar notas cada vez ms bellas, cada vez ms altas, en nuevos instrumentos sucesivos y mejor anados. Y como el ruiseor afnico por la edad los achaques, el alma que ha dado todo su juego, no tiene ya nada que hacer, ni para. qu ser, en este mundo ni en ningn otro.
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censiona del yo, el patrimonio intelectual y sentimental de la humanidad en crescendo, no lo que cada uno tiene en propio, sino lo que tiene en comn con los que se han ido, con los que quedan y con los que vendrn, y que no deja de ser por la desaparicin del continente accidental, sino que cobra nuevo ser en nuevos continentes sucesivos. El eslabn roto, el organismo en que ya no pueden residir las ideas y los sentimientos, es como la casa en ruinas, en la que ya no pueden residir las personas. No hay en el universo ningn conservatorio de almas gastadas inutilizadas, como no hay debajo del cielo ningn sitio reservado para la perpetuacin de las arpas rotas de los pianos enmudecidos por el uso por el tiempo. Y la mejor condicin del hombre y del mundo reales, es precisamente la que falta en los seres y en los mundos imaginarios: la de no ser eternamente perfectos, sino eternamente perfectibles. Porque es el ejercicio de la vida en pensa-
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miento, en sentimiento y accin, lo que levanta la vida, y es la posibilidad del perfeccionamiento indefinido del ambiente lo que hace del hombre un ser excepcional en el universo, y lo que impide que el mundo sea un eterno aburridero, proviniendo precisamente de la imperfeccin del hombre y del mundo la posibilidad del progreso del hombre en el mundo. Inclinndose por su parte la no extincin, Arturo Hill reconoce que la esperanza de la extincin es un sentimiento moral ms elevado que la esperanza de la inmortalidad personal, como es infinitamente ms abnegado el acto del ateo que sacrifica su vida para salvar la de otros, sin ninguna esperanza de compensacin postuma, que no la del mrtir de la fe en la reparacin futura que afronta el martirio para ser recompensado por ello. La posibilidad de la vida y de la dicha para los que fueron seres racionales no est en el programa de la Naturaleza, que quiere la vida futura en seres futuros, y est en el programa de las Teologas, que
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quieren la vida futura en los seres pasados, costa de las dichas de la vida actual en los seres presentes, en tanto que la posibilidad de la vida y de la dicha para los que son y para los que sern, estn en el cartel del universo y en el programa del humanismo. La naturaleza, dice Hubbard, es prdiga en las formas de la vida, y jams las duplica. Por qu habra de duplicar la tuya? El objetivo manifiesto de la vida actual es la perpetuacin indefinida de la cadena de generaciones, para que cada uno pueda gozar su momento de luz y de agitacin ms menos intensa, ms menos breve, y descansar despus eternamente, fin de que otras vidas puedan recoger su herencia y ocupar su sitio en el espacio y en el tiempo; el de la vida postuma es la perpetuacin indefinida de los eslabones gastados; el del racionalismo es el ensanche progresivo indefinido de los eslabones presentes y venideros, objetivo que es repugnante los dioses tribales y patriarcales de los telogos, pero con-
corde con el espritu de la vida, que puso en el espritu humano la luz'de la razn y el calor del sentimiento al poner en el organismo los grmenes de la inteligencia y del amor. Lo que hemos andado desde Can hasta Abraham Lincoln; desde el canibalismo hasta el mutualismo; desde el asno, el buey y el caballo hasta el. ferrocarril, los trasatlnticos y los automviles; desde el hacha de piedra hasta el aeroplano; desde la Torre de Babel hasta el Congreso de La Haya, es la garanta de que todos los ideales del presente podrn ser realizados en el porvenir, como estn excedidos en el presente todos los sueos del pasado, y tambin entonces las nuevas idealidades obstruirn la visin de las nuevas realidades, para que la vanguardia de la humanidad no se detenga jams en la va ascendente del progreso, y siga persiguiendo eternamente al pjaro azul, fin de que haya siempre algo que hacer, alguien quien amar, alguna cosa que esperar.
NDICE
Pgs.
I. manera de s i n f o n a . . . . . . . . II.De la diabolidad y la divinidad la humanidad.. . III.Masculinismo y feminismo.. . . . IV.El Eenaoimiento V . - El maternalismo VI.Las ciencias para la vida y las ciencias para despus de la vida.... VII.La vida xtil VIII.La Pean de Chagrn IX. El pensamiento y la loca de la casa. X.Los tres misterios XI.La conciencia y la v i d a . . . . . . XII.La conciencia y el t i e m p o . . . . . XIII.La conciencia y la duracin. . . XIV.Los mundos de fantasa XV.La vida imtil..
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PgB.
XVI.La alegra y la tristeza XVII. - El espritu fnebre XVIII.El maana XIX.Pesimismo y optimismo XX.Antao y hogao XXI.Ideales y sentimientos XXII.La herencia social XXIII. La vida y la moral coloniales. . XXIV.El espritu de preeminencia. . . XXV. La moral dinmica.. XXVI. La moral riel porvenir XXVII. - D e la obscuridad la luz XXVIII.En marcha
143 149 161 165 171 183 193 201 207 223 233 249 257