Enasyo Linchamientos (Viejo)
Enasyo Linchamientos (Viejo)
Enasyo Linchamientos (Viejo)
principales armas con las que hoy cuenta el comisario jefe de la Comisara 71 de Santa Cruz del Quich Augusto Choc Palma, es su altoparlante siempre a mano, segn sus propias palabras, para lo que se ofrezca, pero lo que se puede ofrecer es evidente: todos los das estamos con la preocupacin de que suene el telfono y nos digan que van a linchar a alguien. En su mesa est tambin su pistola y su placa, pero ante al nuevo tipo de violencia en forma de linchamientos poco valen y sugiere que es ms operativo actuar con la palabra a travs del megfono y recurriendo a los nombres de los mediadores en linchamientos que tambin figuran en una carpeta que hay encima de su escritorio. Plantear oficialmente el uso de la palabra como estrategia para acabar con los linchamientos es verdaderamente plausible, sin embargo potenciar la palabra no quiere decir potenciar el dilogo. Este artculo trata de analizar cmo en la comprensin y la represin del crimen y concretamente de los linchamientos no basta slo plantearse cambio de medios sino que es preciso un replanteamiento global de carcter ideolgico que cuestione e invalide las formas de dilogo desigual. Pues, aunque se hable con la mejor intencin de que los linchamientos acabarn cuando la poblacin se conciencie de su perniciosidad a partir de capacitaciones y campaas civiles, ser difcil que los linchamientos cesen si no se enfrenta a la lgica occidentalizante y modernizadora, la lgica de otros en torno a la justicia, el delito, el crimen y el castigo. No cabe duda de que la violencia es, desde hace bastantes aos, el asunto central de la preocupacin cotidiana de los guatemaltecos. Muchos pensaron que la firma de la paz en 1996 cerrara o minimizara ese captulo y que la que fue llamada cultura de la paz se impondra. No ha sido as, el teln de la violencia poltica que parcialmente se cerr en 1996 no slo no arrastr otros escenarios de violencia sino que la violencia civil, con un tipo emergente, ejercido en forma de linchamientos, va a surgir de manera no slo 1
inusitada sino en una magnitud tal que desconcierta a analistas de todo tipo y se adentra en ideaciones que los guatemaltecos tienen de su pas y en la que los observadores externos se forman de Guatemala desde la distancia1. La Consultora Interdisciplinaria en Desarrollo, CID/Gallup, present los resultados de su Encuesta Nacional de Opinin Pblica Guatemala #29, en marzo de 2001, acerca de la percepcin de los guatemaltecos sobre la situacin y problemas polticos, econmicos, sociales, deportivos... en fin una encuesta que trataba muchas de las cuestiones sociales susceptibles de ser abordadas en un estudio sociolgico. Pues bien, las principales conclusiones o, como ellos prefieren calificarlo, los hallazgos relevantes, se concretan en 37 de los cuales nada menos que 8 tienen relacin con la violencia. Son los siguientes: 1. Problemas econmicos (costo de vida, desempleo, pobreza) y delincuencia son las principales dificultades que vive el pas en estos momentos. 2. En un 18% de los hogares vive al menos una persona que ha sido vctima de un robo o asalto en los ltimos cuatro meses2. 3. Existe poca confianza en que la polica podr proteger a la gente en caso de sufrir de un crimen violento. 4. Gran parte de la poblacin considera que si se llama a la polica en caso de un evento, la misma tardara bastante en llegar. 5. La gente est de acuerdo con que el ejrcito est en las calles ya que se percibe ayuda a disminuir la delincuencia. 6. El sistema de justicia en el pas se percibe suave o muy suave y con un mejor trato a los ricos. 7. Los delincuentes menores de edad deben ser tratados igual que los adultos en los tribunales de justicia. 8. La mayora de entrevistados se encuentra de acuerdo con la Pena de Muerte y en desacuerdo con los Linchamientos3.
Un hecho similar ha sucedido en El Salvador donde la violencia no ha disminuido tras el fin del conflicto, incluso se habra incrementado durante los primeros aos de paz. La importancia de la violencia en El Salvador es tal que en El Salvador se gastaran ms de 700 millones de dlares en aspectos relacionados con la violencia, lo que supone nada menos que el 13% del PIB (Cruz et. al., 1997). En la ltima Encuesta, la nmero 34 de noviembre de 2002, se indica que ese porcentaje habra subido hasta el 21%. En todo caso, segn Marcelo Colussi (2002), un tercio de la poblacin est conforme con los linchamientos como una prctica correcta de ejercicio de la justicia.
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No slo se aprecia esa preocupacin en las encuestas sino que cualquier anlisis del contenido de noticiarios radiofnicos, televisivos y escritos refleja ese lugar destacado de la violencia en la vida cotidiana. En 1997 se realiz un exhaustivo anlisis sobre 12 medios de comunicacin a lo largo de dos meses. Los resultados ms destacados de ese anlisis fueron que el 66,3 % de la temtica global abordada en los medios se refera a cuestiones de seguridad, especialmente lo relativo a la violencia comn (un 18%) y a los procesos judiciales (15%); secuestros y linchamientos, a pesar de tener presencia coyuntural en los medios alcanzan ms del 10% (Fuentes 1998). Sin embargo, resulta muy problemtico vincular aspectos cuantitativos acerca de la violencia con significados cualitativos pues como sugiere Mauricio Rubio, Al hablar de crimen, violencia o inseguridad, un aspecto recurrente es la incertidumbre acerca de lo que realmente est ocurriendo. El diagnstico de estos fenmenos y el diseo de las polticas pertinentes se enfrentan desde el principio con un problema de observacin y medicin cuya gravedad parece ser proporcional a los niveles de violencia (Los costos de la violencia en Amrica Latina, en CIEN, 1999). Parece que cuesta un enorme esfuerzo profundizar e ir ms all de los lugares comunes cuando se habla de las causas de la violencia. Segn se desprende del sondeo realizado en el cantn El Mosquito (San Pedro Sacatepquez, San Marcos), la desintegracin familiar sera uno de los factores directamente relacionados con la violencia. El sondeo repite lo que lleva dicindose desde hace aos sin ir ms all: abandono de los hijos, falta de comunin familiar, mal ejemplo de padres a hijos (alcoholismo, infidelidad, agresividad), machismo y desemboca en el consabido corolario: Las familias disfuncionales generan hijos que tambin formarn un hogar con los mismos, o ms graves problemas. Por eso se habla de un crculo vicioso, que se refuerza con la violencia externa de la cual es vctima la misma familia, y de la que tambin es responsable en gran medida (CIEN-BM, 1999). El desconocimiento y la incertidumbre acerca de lo que realmente est pasando se incrementa cuando se trata de analizar y meter los linchamientos en un sistema de lgica racional occidental y del universalismo legal. Aunque no se puede decir que surjan ex novo lo cierto es que se puede poner una fecha clara para la eclosin de los linchamientos: 1996, coincidiendo con la firma de la paz. En buena medida, los linchamientos han contribuido a que la violencia tia la imagen pblica de Guatemala al menos de cara al exterior. Se resaltan aqu y all mltiples razones explicativas del por qu de los linchamientos, pero hay un acuerdo 3
generalizado acerca de su significado, que segn la vanguardia tica que se atribuye MINUGUA, no sera otro sino una prctica atroz que cuestiona profundamente los fundamentos ticos de la sociedad; de manera que, sera necesario dignidad del ser humano (MINUGUA 2000). Ante el desconcierto que est provocando la irrefrenable ola de linchamientos, unos 400 desde 1996 que han provocado ms de 200 vctimas mortales - un desconcierto an mayor teniendo en cuenta que se inicia justamente en el momento en que la paz se ha asentado formalmente en Guatemala-, parece que slo hay acuerdo en todas las organizaciones sociales y polticas del pas en relacin a lo que significa este flagelo contra la dignidad humana y en torno a la necesidad de usar la palabra mediante tcnicas de capacitacin para concienciar acerca de la perversidad de este tipo de crimen; en cambio no hay sino desacuerdos a la hora de analizar las causas que los desencadenan. Estamos as ante una clara paradoja: no se sabe bien por qu suceden los linchamientos y, en cambio, se tiene muy claro cmo actuar para evitarlos y prevenirlos. Linchamientos en Guatemala: pensamientos y praxis. Repetir alguna de las sugerencias que se han dado para explicar por qu se producen los linchamientos y que Marcelo Colussi (2002) sintetiza: Cultura de violencia vivida por aos y asumida ahora como normal, bajo impacto del sistema formal de justicia, inseguridad pblica: violacin de los derechos humanos e impunidad, ruptura del tejido social producto de las estrategias contrainsurgentes, manipulacin poltica de las poblaciones descontentas, mantenimiento de la ingobernabilidad, pobreza extrema, que redimensiona el valor de los bienes robados y, en algunos casos, fanatismo religioso con mensajes apocalpticos (sectas neoevanglicas). Adems de estas razones, otros han considerado que se tratara de una forma de aplicar la justicia maya4; las organizaciones mayas, por contra, entienden, que la aplicacin de la justicia maya evitara estos
Quienes tendenciosamente afirman esto, lo justifican indicando que todos los linchamientos han tenido lugar el occidente del pas y ninguno en el oriente que es mayoritariamente ladino. A partir de ah resulta fcil hacer la identificacin entre indgenas y violencia. Eso evidentemente no es as. Ciertamente casi el 90% de los linchamientos suceden en zonas rurales y tres de cada cuatro en comunidades indgenas (Comisin Interamericana de Derechos Humanos 2001), pero los departamentos con mayor criminalidad en 1996 eran Escuintla (16.5 por cada 10.000 habitantes), Izabal (12.7), Jutiapa (11.4) y Santa Rosa (11.1), todos mayoritariamente ladinos. Significativamente ocupa el ltimo lugar en criminalidad Alta Verapaz (0.7) que justamente ocupa un destacado primer puesto en cuanto a nmero de linchamientos (Fuentes 1998).
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que la sociedad
linchamientos cuya causa habra que buscarla en el clima de violencia que ha vivido Guatemala al menos desde hace cuatro dcadas y en la accin ms o menos soterrada de grupos paramilitares5. Otra lnea de explicaciones vendra dada por quienes consideran que es la respuesta "popular" a la lentitud e ineficacia del sistema de justicia oficial. Hay tambin analistas que ven la responsabilidad ltima en el Estado que ha equivocado las formas de abordar el problema de la delincuencia comn; as, entienden, es significativo que el inicio del fenmeno de los linchamientos se corresponda cronolgicamente con la ejecucin de dos campesinos condenados a pena de muerte por la violacin y asesinato de una nia, una ejecucin retransmitida por todos los medios y convertida en un espectculo y en una invitacin a la violencia. Segn la revista Proceso, el furibundo inmediatismo justiciero de los Tribunales Populares calca, trgicamente, el nuevo accionar gubernamental en contra de los delincuentes: su irresponsabilidad, su falta de tino, su enardecimiento. Contradictoriamente, el sistema jurdico guatemalteco, pretendiendo calmar con un festn de sangre las ansias de justicia de la poblacin, se erigi a s mismo en una representacin magnificada y dantesca de los tribunales de los pueblos, en el cual el pueblo dejaba de reducirse a un grupo de exaltados campesinos e indgenas para ampliarse a todas las capas de la sociedad guatemalteca; en el cual la emotiva justicia de provincia sustituyo a la racionalidad que cabra esperar de la justicia estatal. De esta manera la beligerancia homicida del linchamiento popular pas a ser hermana menor de una miope evaluacin gubernamental de las causas y posibles soluciones del problema delincuencial (1997: 7). En realidad resulta muy difcil encontrar una causa que explique globalmente los linchamientos pues aunque es cierto que mayoritariamente se desencadenan como consecuencia de robos o de reaccin ante cualquier tipo de atentado contra la vida y, sobre todo, contra las propiedades de alguien; pequeos robos que a veces no superaban
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En el informe de MINUGUA se dice que cada vez son ms frecuentes los casos en que las vctimas de los linchamientos son buscadas en sus propios domicilios por grupos armados organizados, en ocasiones con participacin directa de agentes o ex agentes del Estado, mediando premeditacin y otras agravantes penales... En varias ocasiones se ha constatado el empleo de torturas para obtener informacin sobre otros integrantes de supuestas bandas delictivas, que luego tambin son linchados. La verificacin seala que la casi totalidad de los casos de linchamientos en que se registran ms de dos vctimas, obedece a acciones planificadas, en el siguiente numeral que analiza las caractersticas del fenmeno, la Misin ha comprobado que la autora por instigacin, presente en muchos de los linchamientos verificados, es atribuible a personas que pertenecieron a estructuras de control poltico y social (comits voluntarios de defensa civil y comisionados militares) nacidas de la lucha contrainsurgente (2000: 2). Carmen Rosa de Len afirma que las comunidades Qeqchi se vieron inmersas en un conflicto en el que agentes externos (militares y guerrilleros) arrebataron el poder de decisin de las comunidades, eliminaron violentamente las organizaciones internas e impusieron nuevos tipos de autoridad, casi siempre basados en el temor.
unos quetzales o unas cebollas o como el intento de linchar a tres personas en la aldea de Mutucuy (Purulha, Baja Verapaz), acusadas de haber robado dos quintales de alimento concentrado para aves y dos cajas de aguas gaseosas. Pero junto a esta relacin entre linchamiento y robo habra otros ms difciles de explicar. Por ejemplo, en la comunidad de Pueblo Nuevo, Ixcn, el 8 de julio de 1998, dos mujeres fueron acusadas por unos vecinos de haber matado a un joven mediante actos de brujera. El Alcalde Auxiliar y la Junta Directiva de la cooperativa local, que ha cumplido funciones judiciales y ejecutivas dentro de la comunidad, convocaron una asamblea para tratar el tema. La asamblea se transform en una especie de juicio sumario; los familiares del fallecido acusaron a las mujeres que, por su parte negaron cualquier responsabilidad; habl tambin un mdico de "Mdicos del Mundo" que trabajaba en la comunidad y que adujo que el joven muri por SIDA. Los vecinos encolerizados no aceparon ese diagnstico y comenzaron a golpear a las dos mujeres y rociaron con gasolina a una de ellas. El linchamiento no se consum por la intervencin de otros vecinos y por el hecho de que juez de Paz de Cantabal, que acudi al lugar para levantar el cadver del joven, aceptase incluir una copia del acta donde la comunidad acusaba de brujera a las dos mujeres. Posteriormente, tramit al MP de Cobn un oficio por asesinato, en el que las dos mujeres, vctimas de la tentativa de linchamiento, comparecen como presuntas autoras del delito. Ms difcil de integrar en un sistema explicativo es el linchamiento que tuvo lugar en el 29 de junio de ese mismo ao, en Almolonga, Quetzaltenango. All el detonante fue que un camin deba transportar a las reinas de la fiesta de la Escuela Oficial Urbana Mixta "Pablo Gazona Npole", no encenda por lo que las muchachas no podran acudir al evento. Este hecho provoc la ira de los padres de familia que agredieron a dos maestras, golpendolas y luego rocindoles gasolina. Detrs de otros linchamientos, habra mviles tan variados como los vistos y otros ms: accidentes de trnsito, usurpacin de cursos de agua, falta de suministro elctrico, hechicera, tala de rboles, irregularidades administrativas, amenazas de muerte, para evitar una captura, linderos, un desalojo, un traslado de reos, por investigar un linchamiento, venta de licor clandestino, agresiones y peleas entre vecinos. (Williams 2000: 1). En fin, una respuesta violenta muy diferente para actos muy comunes y cotidianos. El desconcierto acerca del porqu de los linchamientos se vive en todas las esferas polticas y sociales. En una reciente entrevista el presidente de la Repblica,
(Miranda 2002). Otros estudios que hacen nfasis en la relacin entre linchamientos y clima de violencia Handy s./f. y Snodgrass 2002.
aseveraba las dificultades de sistematizar las causas ya que no se trata de slo de acciones de justicia popular: lo ms grave de esto es que los linchamientos que se daban por delincuencia comn ahora se dan tambin por problemas religiosos, por problemas polticos, por problemas econmicos. Me acaban de contar, y ojal que esto no sea cierto, que en el linchamiento6, cuando yo fui a hablar con la gente, uno de los dos muertos, de los linchados, que son padre e hijo, eran la competencia en el transporte de otro de los que instig el linchamiento7. Y el desconcierto lleva a buscar soluciones sin conocer el contexto en el que se produce cada linchamiento. Se ensayan castigos ejemplares, MINUGUA reitera en todas las ocasiones la necesidad de persecucin judicial y castigo a los instigadores, la Iglesia catlica baraja la posibilidad de negar la comunin en las comunidades donde se producen linchamientos8 incluso, organismos gubernamentales como el INGUAT, pretenden ejemplarizar sacando de los circuitos tursticos a las comunidades donde se han producido linchamientos as; Todos Santos Cuchumatn donde se linch al turista japons y al conductor habran sido seriamente advertidos. El INGUAT, dejando de lado retricas ticas, alude claramente a la relacin entre linchamientos y deterioro de la imagen de Guatemala en el exterior lo que implica un retraimiento del turismo y una disminucin en los ingresos9.
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Fuentes de la Iglesia Catlica en Guatemala aseguraron que actualmente se est considerando la posibilidad de suspender las celebraciones eucarsticas en los lugares donde los pobladores han resuelto linchar a todo aqul que consideren un criminal. El Obispo Auxiliar de Guatemala, Mons. Mario Ros Montt, asegur que "no nos gusta adoptar esta actitud pero hay cosas que no podemos cambiar de ninguna otra manera". "Los crmenes de este tipo no pueden seguir ante la indiferencia de la comunidad local; y es responsabilidad de la Iglesia reaccionar ante lo sucedido", indic el Obispo. Mons. Ros Montt indic que la Iglesia considera a los que participan en linchamientos como criminales y de ser aprobada- la medida se aplicara en las parroquias donde se reportaron los primeros linchamientos (Noticias, 31-5-1999). Su comunicado, recogido por las agencias de noticias es muy explcito: El Instituto Guatemalteco de Turismo -INGUAT-, lanz una voz de alerta contra los linchamientos, que afectan el turismo y, en consecuencia, menoscaban el ingreso de divisas al pas. La institucin inici una campaa contra los linchamientos, llamada a hacer conciencia sobre el impacto desfavorable que ocasionan para el turismo y la necesidad de fortalecer las instituciones llamadas a controlar estos hechos de violencia. El turismo se ha convertido en los ltimos aos en el segundo generador de divisas para Guatemala, despus del caf y de ah la importancia de propiciar por todos los medios posibles, una campaa de concientizacin a nivel nacional para combatir las tendencias al linchamiento, sealaron las autoridades del INGUAT. El INGUAT ha trabajado coordinadamente con el Organismo Judicial, el Ministerio de Educacin y la Comisin Verificadora de Derechos Humanos para Guatemala, en un programa educativo para la prevencin de linchamientos en el pas. La campaa fue diseada con base en las conclusiones de especialistas en el tema, que sealan que la falta de educacin y el desconocimiento de las leyes, dan paso a las fricciones entre las comunidades, como tambin la falta de informacin sobre la existencia de juzgados y tribunales en las diferentes regiones de la repblica. Segn el Organismo, falta conocimiento
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Por su parte, Gary Williams afirma que los anlisis que se han hecho del problema de los linchamientos, se han verificado desde una perspectiva filosfica (derechos humanos, dignidad humana, valor de la vida humana, etc.) y desde las ciencias sociales (causas psicolgicas y sociolgicas de los linchamientos) y sugiere que sera especialmente til analizarlos desde una perspectiva bblica pues, segn sugiere, para muchos guatemaltecos una condena de los linchamientos basada en textos bblicos ser mucho ms persuasiva que una condena basada en principios como los derechos humanos (2000: 10). En cualquier caso, sea basndose en la Biblia, en la Sociologa, en la Psicologa o en la Filosofa, encontramos referencias de que los linchamientos son un grave pecado, una expresin de sociedad salvaje o de sociedad enferma o un flagelo contra la humanidad. As no es de extraar que tras cada nuevo linchamiento se reproduzcan los calificativos de salvajes, caverncolas, inhumanos o pecadores dirigidos a los promotores de estos actos y con cierto candor una vez s y otra tambin recomienden acciones educativas en derechos humanos o en lectura de la Biblia y terapias psicolgicas o sociolgicas del tipo de talleres de mediacin y resolucin de conflictos, para acabar con los llamados brotes de atavismo irracional. Dicho est que la ola de linchamientos no afecta prcticamente, desde un punto de vista cuantitativo, al volumen de la violencia en Guatemala. Sin embargo se destaca en este tipo de violencia un carcter cualitativo radicalmente diferente hasta el punto de conducir a una valoracin mucho ms contundente en su negatividad, digamos, ticofilosfica. En otro lugar he defendido que en esencia no hay gran diferencia entre la violencia colectiva que est detrs de cada linchamiento y la supuesta violencia individual que se advierte tras muchas formas de violencia comn, como por ejemplo, los macheteamientos. All sugera que el nfasis que se pone en la condena de la violencia entroncndola con unos valores ticos universales, esconde un inters esttico: los linchamientos representan y hacen visible al exterior algo que dificulta las acciones de grupos modernizadores y afea la imagen del pas (Lpez Garca, 2002). En cualquier caso, salvo esas salidas de tono acerca de cmo solucionar el problema, el consenso parece existir respecto a la necesitad de concienciar mediante capacitaciones de la perversin moral que supone participar en linchamientos. Tomemos de la prensa un caso cualquiera, por ejemplo el da 28 de septiembre de 2000
en el sistema de justicia y de las leyes, como una de las causales de los linchamientos, adems de la escasa credibilidad en las instituciones encargadas de administrar justicia, la corrupcin y otros factores indeseables.
la prensa se haca eco del ltimo caso de linchamiento en Guatemala en Pueblo Nuevo, Ixcn, Quich. El linchado en esta ocasin fue Manuel Andrs Ramrez, acusado de haber robado una yegua que vendi en la vecina localidad de Cuarto Pueblo. Entre la captura del presunto ladrn y su linchamiento transcurrieron ms de 24 horas lo que posibilit que llegasen al lugar, adems de la Polica Nacional Civil, el juez de paz y representantes de MINUGUA y de la Procuradura de los Derechos Humanos. No vali que hubiese pasado ms de un da para calmar los nimos ni sirvieron tampoco las consideraciones de los representantes de los Derechos Humanos acerca de la necesidad de respetar el derecho a la vida del apresado; en fin, tampoco cambiaron de actitud los pobladores ante la amenaza coercitiva de la polica. Segn el diario Al Da, los vecinos de la comunidad y algunos de Mayaln, Xalbal y Victoria 20 de enero, realizaron una especie de juicio pblico, [fue entonces] cuando un hombre tom al acusado, que permaneca atado a un kiosco, y lo lanz a la multitud que a golpes, pedradas y palazos le dio muerte... Entidades que defienden los derechos humanos repudiaron ayer las acciones que se estn dando en el interior del pas, y exigieron a las autoridades de polica realizar investigaciones exhaustivas para dar con los responsables y que stos sean juzgados. Asimismo evidenciaron su preocupacin de que estos hechos se incrementen en el interior del pas, por lo que explicaron que realizarn campaas para educar y crear conciencia, a efectos de que se frenen estos actos.10 MINUGUA en sus informes recomienda el papel que la prensa debe desempear al informar sobre los linchamientos, salvo excepciones, el enfoque periodstico otorgado a este fenmeno corresponde al gnero de la crnica de sucesos. Las informaciones ofrecidas a nivel local por la PNC sobre sus actuaciones diarias nutren la mayora de los noticieros radiales y buena parte de las pginas de los diarios, por lo que los linchamientos merecen siempre un notable tratamiento. Lamentablemente, en muchos casos, son abordados ms desde una perspectiva de noticia informativa que deshumanizan a las vctimas y no efectan anlisis sobre causas y posibles soluciones. La crtica de MINUGUA al tratamiento periodstico de los linchamientos viene a decir que los medios no estn prestando la atencin (no en el plano cuantitativo sino cualitativo) que merece el problema y que le estn dando un enfoque de suceso que hace identificar al linchamiento con un acto ms de violencia comn. Sugiere MINUGUA que los medios de comunicacin hagan algo no slo difcil sino incomprensible: sacar el linchamiento de la crnica de los sucesos e integrarlo en un programa amplio de renacimiento tico que pasara por solicitar que eliminen en las
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El subrayado es mo.
crnicas que siguen a un linchamiento cualquier referencia a trminos como justicia popular ejercida sobre delincuentes: Los medios de comunicacin social podran contribuir a que los linchamientos no sean interpretados como actos de justicia popular. Para ello sera conveniente que promuevan una mayor comprensin de la compleja realidad socioeconmica, cultural e histrica del pas. Debera evitarse la descripcin de un hecho delictivo como justicia dado que esto lo presenta con una legitimidad que lo sita en el subconsciente colectivo con una valoracin positiva. La descripcin de popular es tambin cuestionable, ya que es sabido que en una turba son pocos los que activamente participan en un linchamiento. Por ltimo, cuando se cataloga de delincuentes a las vctimas de los linchamientos y no a los linchadores, se justifica un acto criminal, al tiempo que se viola entre otros derechos, el de la presuncin de inocencia y al debido proceso. Ese cambio periodstico hacia un tratamiento pedaggico de los linchamientos se complementara con toda una plyade de capacitaciones que vehicularan hacia otro sentido la comprensin y valoracin del fenmeno de los linchamientos. Es significativo que las capacitaciones se dirijan no a la violencia en general sino a los linchamientos en particular, de manera que parece de lo ms normal organizar un taller sobre el fenmeno de los linchamientos pero a nadie se le ocurrira e incluso parecera irrisorio organizar una capacitacin sobre el tema de los macheteamientos. Todos parecen aferrarse como a un clavo ardiendo a la balsa de salvacin que supone la capacitacin. As se pasar de la turba a la sociedad civil, del atavismo a la modernidad. Como muestra, la Unidad de Modernizacin del Organismo Judicial, ante solicitud de la Unidad de Modernizacin del Sector Justicia, ha diseado un plan piloto en colaboracin con MINUGUA y con el Ministerio de Educacin (Programa de Valores Cvicos) que se verifica en la realizacin de talleres en derechos humanos y prevencin de linchamientos en aquellas zonas del pas donde stos han sido ms frecuentes. Se han elaborado cuadernos y hojas de trabajo dirigidos a lderes escolares, maestros y orientadores que se convertirn en multiplicadores. Tambin el MINEDUC ha preparado dos manuales educativos que llegarn a 300.000 estudiantes de Secundaria y 1.500.000 de Primaria. Adems se han realizado dramatizaciones en radio y televisin en kiche, qeqchi y espaol para concienciar sobre la gravedad de los linchamientos. En la evaluacin hecha de estos talleres se resalta su eficacia por el efecto multiplicador que tiene al dirigirse sobre todo a lderes y responsables educativos y se explicita la necesidad de extenderlos a otros lugares. Igualmente, la Secretaria General de Planificacin del Gobierno de Guatemala, dentro del programa de proyectos Guatemala Paz y Desarrollo para todos, destaca uno 10
que tiene que ver con los linchamientos y que se titula Reduccin de las ejecuciones sin el debido proceso en Guatemala. El Proyecto es un calco de la ideologa y la estrategia de MINUGUA. El objetivo general del proyecto es propender a modificar la actitud de la poblacin guatemalteca orientndola y preservar y privilegiar la vida y el respeto a los derechos humanos. Los objetivos especficos son ms elocuentes: 1) Llevar a cabo campaas radiales y televisivas, 2 seminarios, una obra de teatro y varios seminarios, orientados a lograr la sensibilizacin de las personas y funcionarios pblicos en contra del linchamiento a nivel de toda la repblica y con especial nfasis en las regiones del pas con mayor incidencia de linchamiento. 2) Realizar 4 convocatorias con las instituciones y entidades del Estado (Organismo Judicial, Congreso de la Repblica y organismo del ejecutivo), y organizaciones de la Sociedad Civil, Iglesias, Universidades, Medios de Comunicacin social, Asociacin Nacional de Municipalidades (ANAM) y pueblos indgenas, para que cada ONG y entidad social realice la labor que le es propia en su mandato Institucional. 3) Desarrollar por lo menos 22 seminarios sobre resolucin de conflictos en cada una de las cabeceras departamentales, y cumplir a lo menos con uno en cada una de las comunidades rurales donde el linchamiento se ha manifestado ms frecuentemente. Todo ello se apoyar con la edicin de 5.000 afiches y 100.000 trifoliares. Se pueden empapelar pueblos enteros con afiches y trifoliares, se pueden hacer cientos de seminarios dirigidos a capacitar, se puede implicar a todas las instituciones gubernamentales y no gubernamentales, pero a la vista de los resultados podemos estar convencidos de que su efectividad es escasa y que conviene ensayar nuevas formas de abordaje y comprensin del problema. No slo no parecen poco efectivas estas estrategias diseadas a mediano plazo sino que otras de choque, tampoco estn dando el resultado esperado. En Alta Verapaz, por ejemplo, a lo largo del ao 2000 alcaldes, alcaldes auxiliares, Centro de Justicia, Polica Nacional Civil, Procuradura de Derechos Humanos y MINUGUA crearon el Comit de Reaccin Inmediata para los Linchamientos con el objetivo de reaccionar rpidamente ante un conato de linchamiento y evitarlo. Se sigue un esquema de actuacin arbreo: en las comunidades se crean juntas locales de seguridad ciudadana cuyos miembros se reclutan entre personas con prestigio social dentro de la comunidad, estas juntas se encargarn de avisar a las autoridades. Sin embargo, como reconoce el subcomisionado Castellanos el apoyo llega tarde: yo creo que se debe a la falta de coordinacin entre entes como derechos humanos y ministerio pblico, por ejemplo. Tal vez por encontrarse ocupados en otras cosas. En el momento que les pedimos apoyo o auxilio tardan en llegar (Miranda 2002). Lo cierto es que el Comit de Reaccin Inmediata para los Linchamientos est por cumplir dos aos de existencia,
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en los cuales se han efectuado ms de treinta linchamientos (en Alta Verapaz) de los cuales Gamaliel Alvarado, del Centro de Justicia en Cobn, indica que lo que s se logr es que en una ocasin reaccionaran las fuerzas especiales policiales. (ibid.) As que a pesar de las buenas intenciones nos encontramos con un panorama desolador: fuerzas de reaccin inmediata ante los linchamientos que llegan tarde y fuerzas de persuasin lenta (capacitaciones), que no acaban de persuadir. El problema est en la unidireccionalidad de la accin por qu no hacer or las voces de las comunidades donde ha habido linchamientos? Una nueva va: buscando dilogos y consensos. Hasta la fecha tenemos opiniones acerca de los linchamientos de profesionales del mundo del derecho, de la poltica, de la sociologa, de la religin, de las fuerzas de seguridad, de ONGs, de la psicologa... pero nos faltan las voces de quienes participan en alguno de los crculos concntricos que se organizan cuando tiene lugar un linchamiento y que dan protagonismo desigual a sus partcipes. Nos faltan versiones contextualizadas. Y, desde luego, el desconocimiento del contexto minimiza o directamente imposibilita los alcances de cualquier accin contra los linchamientos. Adems se debera propiciar un acercamiento horizontal a estos protagonistas, un acercamiento antes para conocer que para transformar. Un testimonio, como el siguiente, recogido por Angelina Snodgrass, de una mujer quichelense puede facilitarnos ms entrar en la complejidad del problema que un costoso seminario vertical de concientizacin: nosotros fuimos a mirar cuando les prendan fuego. Ay, usted viera cmo eso hedi, que hasta me dola la cabeza del hedor y al verlos cmo se consuman... yo senta piedad y yo llor. Pero por otro lado doy gracias a Dios de que ellos los quemaron (2002: 13). Efectivamente, slo conociendo la existencia de sistemas ticos y sistemas legales parcialmente diferentes se puede empezar a conocer con propiedad el problema. El acercamiento debe venir en primer lugar de un conocimiento cualitativo del contexto jurdico, en el que se acoplan con dificultad algunos aspectos del universalismo jurdico. Quienes organizan y dirigen los seminarios de capacitacin, quienes disean los afiches, parecen tener muy claro que existen valores universales incuestionables. Y desde luego eso no es ni tan claro ni tan incuestionable. Como se destaca en un estudio de la Universidad Rafael Landvar, para comunidades mayas ixiles, kiches, mames y poqomchies, al menos, son hechos dainos graves los siguientes: el asesinato, el 12
homicidio dar muerte a una persona, la violacin de adulta o de menor, el plagio o secuestro robo de nios, la agresin fsica en contra de los padres, las lesiones fuertes machetear a una persona, el adulterio, el robo de ganado especialmente animales de trabajo como bueyes o caballos, el incesto, acostarse con la hermana, la usurpacin apropiacin de terreno. As tambin la calumnia en la comunidad kiche; la falta de respeto a las autoridades en las comunidades mam y poqomchi; el robo de produccin agrcola con el propsito de venderlos y el no cumplir con la palabra empeada, en la comunidad poqomchi. (1998: 47). Desde luego eso, como el encaje en un sistema explicativo de los linchamientos es preciso conocerlo. Si la carta de presentacin del capacitador de turno es voy a concientizar a salvajes, nunca ser posible el dilogo y la negociacin. Por otro lado, cualquier abordaje del asunto de los linchamientos deber profundizar en dos hechos que se han reconocido pero sobre los que no se ha profundizado: el momento cronolgico de su eclosin y la evidencia de que se producen casi exclusivamente en zonas fundamentalmente indgenas, o por ser ms precisos en las regiones occidentales del pas. La fecha y el mbito aluden a realidades notorias: en 1996 se firma la paz en Guatemala y se produce la primer ejecucin pblica en la Guatemala democrtica, una ejecucin que segn una encuesta de La Prensa Libre, fue aprobada por el 90% de la poblacin. Respecto a la divisin oriente y occidente se trata de una divisin tnica como es sabido. Quienes han estudiado los linchamientos refieren que la divisin geogrfica es significativa por otra razn: en el occidente la presencia y virulencia de la guerra fue notoria especialmente durante los 80 y en el oriente no hubo sino ecos de la guerra que se libraba en occidente, de manera que habra vinculacin entre linchamientos e intensidad de la guerra. Este aspecto, a mi juicio, merecera un anlisis ms profundo pues aunque evidentemente puede haber relaciones entre uno y otro hecho, habra que tener en cuenta la presencia de la guerra en el oriente en los aos 60 y la evidencia de que un posible mapa de la intensidad del terror de la guerra no se solapara con un mapa de la presencia de linchamientos. De hecho, el departamento donde si han producido mayor nmero de linchamientos (Alta Verapaz) no es, ni mucho menos, donde la violencia poltica de los 80 impact de manera ms contundente. Y desde luego, las relaciones se hacen ms explcitas si ampliamos el concepto de violencia ms all de los combates, las ejecuciones y las masacres. A mi juicio no slo habra que tener en cuenta la variable tnica y la variable de la presencia de la guerra, sino que sera necesario introducir en el anlisis un elemento ms: la distinta 13
importancia que en ambas regiones va a adquirir el individualismo frente a lo comunitario, en parte por la diferente presencia de credos evanglicos. Amalgamando estas evidencias nos encontramos con que en el lapso de unos pocos aos se han quebrado o resentido muchas de las formas de integracin comunitaria en las comunidades indgenas del occidente. Enfocando la atencin en Alta Verapaz que es el departamento donde ms linchamientos se han producido, nos encontramos a partir de 1996 varias realidades sociales novedosas que remiten todas ellas a la desintegracin comunitaria. Reproduzco las que he considerado especialmente relevantes: 1) Desidentificacin comunitaria. Uno de los efectos de la guerra fue el abandono de muchas comunidades. Tras la paz se han producido reasentamientos, muchos no en sus tierras originales sino en otras aldeas. De manera que en frase feliz de un campesino a Richard Wilson: ahora estamos como huevos revueltos (1999: 175). Y, como suele suceder en estas situaciones, en las que se fomenta una integracin artificial y sin amortiguacin, la respuesta social se dirige hacia la reconcentracin en uno mismo y a incrementar la desconfianza no slo en los extraos sino tambin en los vecinos 2) Desterramientos de comunidades. El cambio de ubicacin de comunidades, la imposicin de un nmero mximo de familias que deberan vivir en ellas (se pasa de 100 como cifra ideal a 40) y el carcter estratgico que adquieren, es decir el hecho de estar controladas, hace que la comunidad pierda el carcter emotivo que previamente tena. Una comunidad desgarrada, desterrada y controlada se convierte en un mbito vital alienante. 3) Desabastecimiento. Como ha analizado Carol Smith (1990) para las comunidades occidentales, una consecuencia clara de la guerra ha sido una mayor carencia de tierra en el campo, con la consecuente disminucin de ingresos y la creciente oferta de mano de obra asalariada para trabajar en fincas. En las fincas, durante la guerra, se dan modos de produccin ms claramente capitalistas como se aprecia en que, por ejemplo, ya todos los que acuden a trabajar en ellas cobren salario en metlico y no en especie. 4) Descomposicin de las formas tradicionales de ejercer poder y autoridad. Como seala Wilson, en los tiempos que precedieron a la guerra, la autoridad comunitaria emanaba de los ancianos, que eran depositarios de la historia, especialistas en los ritos e intermediarios entre las aldeas y los tzultaqas. Ellos eran los jueces en las disputas al interior de la comunidad. La jerarqua se basaba 14
en la edad y el prestigio, pero era ms bien difusa y estaba reforzada por la aprobacin social y no por la violencia (1999: 177). Esas formas tradicionales se diluyen con la introduccin de las Patrullas de Autodefensa Civil lo que signific una centralizacin masiva de poder en manos de algunos hombres de la comunidad que actuaron de forma desptica (ibid). Es significativo que en Alta Verapaz en el momento de la desmovilizacin, en 1996, haba 1887 comisionados militares, el departamento que contaba con un nmero mayor, descontando el caso especial del departamento de Guatemala con 2073 (Fuentes 1998) 5) Desaparicin de manifestaciones rituales religiosas colectivas. Es tambin Richard Wilson quien asegura que entre los qeqchies los ritos individuales sobrevivieron mucho mejor que las ofrendas colectivas porque no dependen de una imagen indiscutible de la comunidad. Y no slo eso sino que otra forma de ritualizacin colectiva, la cofrada, tambin va casi a desaparecer de la vida de la comunidad. Las que han quedado despus de la guerra slo son sombras de instituciones que existan diez aos atrs... La disminucin de las cofradas significa que se ha perdido otro elemento ms de la colaboracin entre aldeas vecinas. En el pasado, las aldeas participaban en las celebraciones patronales, procesionales y fiestas unas de otras. Cada una llevaba la imagen de su santo patrn cuya fiesta se estaba celebrando. Las comunidades tenan su propio mundo de relaciones basadas en las imgenes, todo lo cual se ha perdido ahora debido a la represin. Con esa prdida ha desaparecido tambin un nivel de cohesin y cooperacin intercomunitaria y eso slo puede beneficiar al ejrcito en su carrera por aislar y dividir a las aldeas indgenas entre s (1999: 182). 6) Desintegracin religiosa. La integracin religiosa comunitaria, que haba encontrado un equilibrio entre el catolicismo, la costumbre y la minora evanglica, se disolver. Con la guerra entrarn con fuerza sectas fundamentalistas que, en muchos casos, fueron las nicas permitidas en las aldeas modelo al menos del tringulo ixil (McLeod 1998: 163). Esas nuevas presencias sern utilizadas por el ejrcito segn Arturo Arias para provocar tensiones religiosas y dividir an ms las comunidades (1988: 177). El catolicismo, que en los aos precedentes se haba vinculado con los aspectos sociales de la teologa de la liberacin, va a cambiar radicalmente, de manera que las nuevas predicaciones catlicas tendan hacia una doctrina escapista y 15
espiritualista que evitaba el compromiso por el cambio en la sociedad. Los catequistas ms bien exhortaban a la conversin individual y la salvacin personal (Wilson 1999: 183), hasta tal punto que, en palabras de un antiguo catequista, la preocupacin de los nuevos por los cantos, las oraciones y los rosarios les hace que sean muy espiritualistas, como los protestantes (ibid), cuya presencia creci enormemente desde 1980 y que igualmente en sus predicaciones pusieron mayor nfasis en la salvacin personal que en el cambio social11. Mi sugerencia es que se ha producido un cambio radical respecto a las acciones que requieren tratamiento individual y las que precisan un tratamiento colectivo. Si en el pasado, no slo antes de la guerra sino tambin antes de la llegada en avalancha del protestantismo y del catolicismo espiritualista, la vida comunitaria se conduca por la cooperacin y la cohesin: autoridad ejercida con gran consenso de ancianos, existencia de una idea de comunidad cohesiva, prcticas econmicas que precisaban la cooperacin, existencia de ritos comunitarios, resolucin de conflictos en funcin del consenso... esa realidad va a cambiar a partir de los aos 80. No pretendo ofrecer una imagen idealizada de esas comunidades de la preguerra, en ellas se daba la violencia pero el ejercicio de la misma no era colectivo sino estrictamente individual, como ahora en el oriente maya-chorti. Cuando todas las formas de expresin de vida en comunidad se opacan o se disuelven a favor del individualismo, la reaccin, una de las posibles reacciones es colectivizar la violencia, hacer de la violencia un ritual habla de un reacomodo social, habla de la necesidad e expresar de algn modo la idea de comunidad. De modo que frente a la sugerencia de MINUGUA respecto a lo pernicioso de hablar de lo popular referido a la participacin en los linchamientos, considero que s se puede hablar de un acto comunitario en el que hay fuertes consensos aunque haya tambin disensos. El ejercicio de la violencia comunitariamente y tambin pblicamente sera un resquicio por el que se expresa la comunidad cuando le han anulado sin amortiguacin las formas habituales de ejercer la vida comunitaria. As, el dilogo en busca de consensos y negociaciones debera contemplar este matiz diferencial sumamente importante: se dialogar considerando que el interlocutor no es individual sino colectivo.
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Igualmente David Stoll refiere que en la zona ixil de Nebaj el evangelismo se hizo paso enfatizando el autocontrol y la disciplina individual (1999: 80).
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La desgraciada historia del indio tzotzil Manuel Kasln, relatada por Gary Gossen es ilustrativa: Ni su conversin al protestantismo, ni la adhesin a cambios tecnolgicos, ni el marxismo, ni la castellanizacin logran borrar su naturaleza cultural (1988: 143) pues al alma indgena con la que nace (su vida y su cuerpo son sociales, colectivos y predestinados a desarrollar cierta trayectoria desde su concepcin) se sobrepone un alma occidental (individual, nica y capaz del libre albedro). Una sobreposicin que al hacerse forzadamente, sin engrasar ni ajustar los encajes termina, en el mejor de los casos haciendo despertar, aunque sea con un ruido que desconcierta, a quienes tratan de imponer su criterio desde el autoritarismo y la violencia o, en el peor, con el silencio definitivo. Despus de tantas divisas impositivas en Guatemala cabra explorar el camino que ponen el nfasis en el dilogo igualitario y contextualizado. BIBLIOGRAFA ARIAS, Arturo, 1988, Guatemala, Polos de Desarrollo: el caso de la desestructuracin de las comunidades indgenas. Mxico: Centro de Estudios Integrados de Desarrollo Comunal. CENTRO DE INVESTIGACIONES NACIONALES, Investigando la violencia en Guatemala. Algunas consideraciones conceptuales y metodolgicas, 1999. www.cien.org.gt COLUSSI, Marcelo, Linchamientos en Guatemala: Una herencia de la guerra, www.lainsignia.org/2002/agosto/soc_024.htm COMISIN INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS, 2001, Guatemala 2001, Doc. 21. CRNICAS DE MINUGUA, 2001, Los linchamientos. Guatemala, N 37, pp. CRUZ, Miguel, et. al., La violencia en El Salvador en los noventa, UCA, San Salvador, 1997. FUENTES, Juan Alberto (coord.), 1998. Guatemala. Los contrastes del desarrollo humano, Guatemala: Organizacin de las Naciones Unidas. GOSSEN, Gary, 1988, Vida y muerte de Miguel Kashln: hroe chamula en Manuel Gutirrez Estvez (ed.), Biografas y confesiones de los indios de Amrica. Madrid: Arbor N 515-516, pp. 125-143. HANDY, Jim, s./f., Witches, Chicken, and Judges: Justice, Violence and Democracy in Guatemala, LASA Conference.
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