Fabio Jurado - La Escritura
Fabio Jurado - La Escritura
Fabio Jurado - La Escritura
. La escntura:
de la conctencta
POR F ABIO
UNIVERSIDAD
JURADO
VALENCIA
DE COLOMBIA
NACIONAL DE
DEPARTAMENTO
LITERATURA
(Ponencia,
XVIII
Congreso
de Lingstica,
Literatura
y Semiologa)
El ttulo de este trabajo tiene su antecedente en el ya muy reconocido libro de Walter Ong, Oralidad y escritura (1987), libro que ha logrado profundizar, en mucho, las relaciones y diferencias entre la oralidad y la escritura y su insercin en los diversos fenmenos de la cultura. Pero, sobre todo, este trabajo surge en el marco de dos situaciones preocupantes que son objeto hoy de reflexin y de investigacin en Colombia: de un lado, la situacin problemtica del aprendizaje escolar de la lectura y la escritura; de otro lado, el lugar que ocupa la escritura en el mbito de la academia universitaria. De la primera situacin expondr, sucintamente, los primeros resultados de una investigacin realizada en la Universidad Externado de Colombia, durante dos aos, en convenio con la Divisin de Educacin Especial del Ministerio de Educacin Nacional, en torno a las dificultades en el acto de leer y de escribir, la funcin de las narrativas infantiles all, y las dificultades para acceder a las operaciones bsicas matemticas en la escuela primaria; ello, inscrito dentro de la necesidad de lograr una reconceptualizacin de lo que se ha dado en llamar "dificultades del aprendiza] e". Respecto a la segunda situacin slo sealar algunos puntos de apertura de un futuro trabajo en el que tratar de mostrar cmo el an-
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lisis literario desde la perspectiva semitica puede contribur a la formacin de competencias lecto-escritoras en los estudiantes universitarios de distintas carreras, competencias que constituyen el ncleo de la actual reforma universitaria en la Universidad Nacional y que constituyen una preocupacin sentida en todas las universidades del pas. Una y otra situacin estn de algn modo enlazadas, pues los problemas de las deficiencias escritoras en los estudiantes universitarios tienen su origen en el modo en que la escuela concibe la lecto-escritura, el aprendizaje de los saberes y el rol de sus destinatarios, tal como lo mostraremos, Quisiera empezar con una generalidad: la escritura como proceso semitico. Son muchos los autores que en las ltimas dcadas se han aproximado al estudio especfico de la escritura, tanto desde el punto de vista filosfico (Derrida, Foucault), semitico (Barthes, Eco, Genette, Van Dijk) , de la psicologa gentica (Ferreiro, Braslavsky, Leal) y desde el punto de vista de la psicolingstica (Smith, Haug y Rammer). Los puntos de vista filosfico y semitico coinciden en correlacionar el problema de la escritura con el problema del lenguaje en su exteriorizacin, de cmo el lenguaje puesto en acto, discursivizado, parece estar siempre en una cuerda floja, pues nunca logra dar cuenta, de manera completa, de las esencias de sentido que buscan emerger en esa representacin escnica que constituye a todo discurso. Mucho antes que estos autores, Hjelmslev haba llamado la atencin al caracterizar el lenguaje como "un espejo de ciertos hechos psquicos", pero las imgenes de ese espejo, deca:
... no son necesariamente reproducciones exactas. Hay que prever ciertas deformaciones debidas al carcter especial del espejo; el espejo puede ser cncavo o convexo, brillante, etc. Las imgenes de las ideas no son en modo alguno idnticas a las ideas mismas. Y son precisamente las imgenes de las ideas y no las ideas mismas lo que constituye el objeto de la gramtica... (1976, pg. 34).
Si bien esta apreciacin interroga sobre la falacia de la transparencia del lenguaje, es slo a travs del lenguaje mismo que podemos entender los procesos de representacin semitica en la conciencia humana, esto es, el modo en que se representan esas sustancias de contenido, esos esquemas conceptuales que buscan una salida en la interaccin dialgica: sentido ltimo del lenguaje. Son "las imgenes de las ideas", instauradas por la palabra, lo que recibimos e interpretamos; las ideas parecen estar entonces detrs de las imgenes o como entre una rejilla buscando una salida permanente. Pero es, sobre todo, en la experiencia de la escritura, y fundamentalmente de la escritura en su aspiracin hacia los procesos intelectuales superiores, esto es, los procesos de abstraccin en el acceso a los saberes, donde ms se acenta esta tensin entre el pensamiento y su intento por hallar una forma de contenido; es aqu donde quiero puntualizar cmo la escritura obliga al sujeto a evaluar y revisar permanentemente sus propios dominios cognitivos, pone en crisis las ideas y parece empujar al texto hacia otros textos, hacia otras voces. En esta tensin, la escritura es "( ... ) esencialmente la moral de la forma", deca
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Barthes, pues la escritura presupone "la eleccin del rea social en el seno de la cual el escritor decide situar la naturaleza de su lenguaje", pero "( ... ) su eleccin es una eleccin de conciencia, no de eficacia"; es que, claro, "el lenguaje nunca es inocente: las palabras tienen Una segunda memoria que se prolonga misteriosamente en medio de las significaciones nuevas ... " (Barthes, 1975, pg. 23). Es ese entramado de significaciones, puestas en "orden" por la escritura, lo que gesta el proceso semitico, en tanto ineludiblemente la escritura ha de instaurar esa correlacin entre expresin y contenido - la funcin semitica acto en el que se pierde cualquier inocencia, porque es la estrategia discursiva, de para qu escribo, para quin y qu digo lo que regula tomas de posicin y esfuerzo en el manejo adecuado de dichas correlaciones: "al reescribir, lo que hemos dicho", anota Barthes, "nos protegemos, nos vigilamos, censuramos, tachamos nuestras tonteras, nuestras suficiencias (o nuestras insuficiencias), nuestras vacilaciones, nuestras ignorancias ... " (Barthes, 1983, pg. 12) : al reescribir, nos autoevaluamos. De otro lado, en la escritura el "imaginario del hablante" cambia de lugar, porque la escritura reclama una argumentacin y una universalidad muy especficas; "al socializarse (puesto que pasa a un pblico ms amplio y menos conocido), el mensaje reencuentra una estructura de orden", es un orden universal y autosuficiente instaurado por lo que Bernstein ha llamado cdigo elaborado de los discursos. La escritura, en efecto, va dependiendo menos de los contextos extradiscursvos y va reclamando, en consecuencia, ms autonoma. Qu ocurre en el pensamiento del escritor, cuando luchando por esta autonoma y esta universalidad, tacha, reconstruye, relee, cita, apuntala; me parece que aqu est en juego un doble proceso semitico: el del lenguaje interior y el de su escrituracin; en este ltimo ha de revelarse la potencialidad del lenguaje, porque en el acto de escribir hay un permanente reclamo de ese sujeto - textualque va construyendo la escritura misma; la escritura, en su dinmica accional, parece empujar, abrir brecha, "j alonar", universos de lo dicho y de lo que est por decirse; tanto as que cuando no hay comprensin de un texto complejo el mejor reto es tratar de escribir sobre l, porque la escritura orienta, esclarece en su esfuerzo de universalidad, interroga una y otra vez, discute y dialoga con uno mismo, hace retornar al texto anterior. Por lo anterior, es vlida entonces la afirmacin de Ong:
Sin la escritura, el pensamiento escolarizado no pensara ni podra pensar como lo hace, no slo cuando est ocupado en escribir, sino inclusive normalmente cuando articula sus pensamientos de manera oral. Ms que cualquier otra invencin particular, la escritura ha transformado la conciencia humana. (Ong, 1987, pg. 81).
Decir "sin la escritura" quiere decir, a su vez, sin la lectura, pues ambas actividades estn correlacionadas en el "pensamiento escolarizado". Pero se necesitaron muchos siglos para reconocer cmo la escritura no es, no puede serlo, un mero instrumento, sino un proceso ordenador y cohesionador de los saberes. El instrumento es el lapicero, la mquina de escribir o el computador. A propsito, vale la pena sealar el paralelo
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que Ong establece entre la escritura en el perodo de Platn y el computador en la actualidad. La impugnacin, dice Ong, contra las computadoras, es la misma que dirigiera Platn contra la escritura:
La escritura, segn Platn hace decir a Scrates en el Fedro, es inhumana al pretender establecer fuera del pensamiento lo que en realidad slo puede existir dentro de l ( ... ). En segundo lugar, afirma el Scrates de Platn, la escritura destruye la memoria. Los que la utilicen se harn olvidadizos al depender de un recurso exterior por lo que les falta en recursos internos. La escritura debilita el pensamiento ( ... );
de otro lado,
... y de acuerdo con la mentalidad agonstica de las culturas orales, el Scrates de Platn tambin imputa a la escritura el hecho de que la palabra escrita no puede defenderse como es capaz de hacerlo la palabra hablada natural: el habla y el pensamiento reales siempre existen esencialmente en un contexto de ida y vuelta entre personas. La escritura es pasiva; fuera de dicho contexto, en un mundo irreal y artificial. '. igual que las computadoras (1987, pg. 82).
Pero aunque Platn se opona a las formas de la escritura, se sinti de todos modos llamado por la escritura: los Dilogos son textos escritos y en ellos es notable el carcter elaborado, su universalidad y su concentracin analtica, aunque sea notable en ellos un cierto aislamiento, una cierta tendencia a colocarse por encima del mundo vital humano. Despus de estos prolegmenos cabra preguntarse ahora si el mero acto de escribir implica siempre, por s solo, un proceso semitico, una funcin semitica; indudablemente que no. El mejor ejemplo lo constituye el modo tradicional en que son iniciados los nios en el aprendizaje de la escritura. De todos es conocido que los nios, desde primer grado, son sometidos a programas repetidores y mecnicos, con los cuales se considera pueden aprender a leer y a escribir y cuyo instrumento validador es el manual; desde el manual el nio repite con su maestro listados de slabas (bla, ble, bli, blo, blu, ma, me, mi, mo, mu), realiza fatigosamente planas de frases estereotipadas ("mi mam me ama", "el enano come banano"), en donde, como es notable, el sentido poco importa, porque se considera que cuando se logre la perfeccin en el "hablar bien", como si los nios fuesen mudos al llegar a la escuela, y en el tener una "bonita letra", podr despus el nio acceder a los universos de la significacin. Ha sido Hymes, quizs, quien ms ha interrogado con agudeza estas formas automticas y esquizofrnicas que impone la escuela, al describir la concepcin idealista que sobre la lengua subyace en este tipo de prcticas escolares. As, objeta cmo la vida humana "parece estar dividida entre la competencia gramatical, una especie de poder ideal derivado innatamente, y la actuacin, una exigencia que se asemejara ms bien al morder el fruto prohibido, que arroja el hablante-oyente perfecto a un mundo imperfecto". (Hymes, 1972, trad. J. Gmez; s/p). La escuela, en efecto, fetichiza la gramtica y vigila policivamente su uso: toda desviacin lingstica es sancionada baj o los parmetros del "mal hablar",
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porque se concibe la lengua como una suma de palabras con significados ya prefigurados. Es idealista tambin creer que hay una correspondencia cara a cara entre la estructura superficial y la estructura profunda; al contrario, "las estructuras superficial y profunda no son los lados opuestos de la misma moneda, no son reflexiones de espejo entre s. .. " (Smith, 1983, pg. 83); estas dos estructuras parecen estar separadas por un abismo, pues "el significado est ms all de los simples sonidos o de las seales impresas del lenguaje, y no se puede derivar mediante cualquier proceso simple o mecnico". (Ibid), En suma, se podra plantear que lo que menos se reivindica en el discurso pedaggico-escolar,en relacin con la lecto-escritura, es la funcin semitica del lenguaje; de all que sea la escuela el espacio donde se originen los problemas relacionados con la falta de anlisis, sntesis y abstraccin y su consecuente revelacin en la falta de identidad con la escritura. Pero cmo abordar entonces una reorientacin de las pedagogas para aprender a leer y a escribir con gozo, con ludismo, con el deseo por un saber-saber cada vez ms intenso y en aras de vincular la escritura con un proyecto de vida. Despus de analizadas y objetadas esas formas mecanicistas de abordar la escritura en la escuela, y en aras de recuperar la concepcin que sobre escritura estamos defendiendo, esto es, la escritura como proceso semitico reestructurador de la conciencia, iniciamos un programa con un grupo de 35 nios en Bogot, dirigidos por la maestra y coinvestigadora Mirta Silva, y con quienes se trabaj con base en la lectura permanente de narrativas de distinto tipo, con interacciones que propiciaran la competencia comunicativa y la construccin de narrativas kinscas, icnicas y orales; partimos de reconocer que en estos nios ya existan unas intuiciones frente a lo que era escribir, que los garabatos combinados con seudoletras eran formas de narrar, aunque no respondiesen todava a la convencionalidadde la escritura; los nios se inventaban unos cdigos transitorios, que ellos mismos descifraban al "leerle" a la maestra y que ratificaban con representaciones icnicas. Lo ms fundamental aqu era priorizar las estructuras profundas, esto es, la lgica del sentido, la representacin de sustancias de contenido en el pensamiento, exteriorizadas a travs de garabatos, seudografas y dibujos. Los progresos de estos nios que aprendieron a escribir sin tener que pasar por las planas de las vocales y de los fonemas consonnticos, de fonema en fonema como lo muestran los manuales y como lo reclama el currculo, fueron enormes. Si bien la letra al principio era chueca, con omisiones y a veces uniendo arbitrariamente palabras, lo ms importante, reiteramos, era reconocer las estructuras profundas de las narrativas, porque su reconocimiento nos permita detectar la puesta en acto de la funcin semitica del pensamiento y porque a partir de all el nio poda ir cualificando progresivamente la estructura convencionalde la escritura. As, cinco meses despus de haber iniciado el ao escolar, jugando a escribir, un nio de seis y medio aos, que no haba cursado pre-escolar, presentaba narraciones del siguiente tipo:
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avia una ves un fantama aparesio a las dose de la noche y me dio miedo que me comiera me fui a la cama y todos estaban dormidos me toco irme parafuera di el patio y me diomas miedo.
Dichas narrativas revelan la presencia de una competencia textualoral, as como una lgica en el hacer y por tanto de una identidad con la escritura, porque se sabe o se intuye para qu sirve; se escribe como se habla porque hay un esfuerzo intelectual por exteriorizar a travs de la escritura las experiencias personales; hay una intencin pragmtica por comunicar, lo que quiere decir, una intencin por interactuar con lectores virtuales (el amigo, el padre o la maestra). El texto en referencia muestra los tres momentos nucleares de toda narrativa oral: 1. Potencialidad de una accin (haba un fantasma); 2. Puesta en acto de la potencialidad (aparece el fantasma, le da miedo, busca compaa, todos estn dormidos) y 3. Clausura (se fue para el patio, pero le dio ma miedo). La narrativa pues, en su estructura profunda, muestra su propia lgica. A partir de la recuperacin de las experiencias personales los nios queran contar sus propias historias, oralmente y a travs de la escritura, y en este proceso, sin darse cuenta, por ese fenmeno semitico que ocurre en la escritura, los nios fueron accediendo a niveles de abstraccin cada vez ms altos; sin darse cuenta, tambin fueron involucrando sus narrativas con el aprendizaje de las operaciones numricas, asumindolas como haciendo parte del lenguaje. Sin embargo, si bien es cierto que los maestros cada vez ms sospechan de la ineficacia de las cartillas e intuyen la necesidad de transformar los mtodos tradicionales a travs de la realizacin de "cuentos" y de actividades diversas, todava no hay una conviccin en el maestro de que, como sealara Bettelheim, los nios pueden aprender a leer y a escribir solos. As, en un intento por innovar, el maestro afortunadamente suspende las planas pero opta por el activismo: hacer cosas sin ninguna prospectividad, hacer por hacer; se acude a la pedagoga activa como una alternativa, pero sin haberla interiorizado plenamente. Tal es lo que ocurre, por ejemplo, cuando en aras de transformar su mtodo, el maestro selecciona un listado de palabras para que los nios las utilicen en la elaboracin de un "cuento"; en este caso slo se ha cambiado una mecnica por otra, porque los nios se ven sometidos a tener que utilizar todas las palabras dadas, sin omitir alguna, cayendo ineludiblemente en escritos tambin mecnicos, carentes de funcin semitica y en los que no ven, en consecuencia, la posibilidad de comunicar: es, una vez ms, slo cumplir con el deber de la tarea. El mejor ejemplo, es el de un nio de primer grado de una de las escuelas del complej o de Ecopetrol, eri Barrancabenneja:
Invento un cuento pelota-Coco drilo mam pap
Casa-Camino-Danilo-Sopa
LA ESCRITURA:
PROCESO SEMITICO
Mi mam y Mi pap estn en la casa que tiene un camino y un cocodrilo y en el patio una pelota de Danilo. Danilo toma la sopa antes de ir al colegio.
Como se puede observar, hay un intento en la maestra por involucrar al nio en la elaboracin de "cuentos", pero al darle el listado de palabras lo condiciona a escribir slo desde la perspectiva de la frase, lo que dej a ver una vez ms la ausencia de una lgica en la accin y por lo tanto la presencia de un mero ejercicio en. cuyos implcitos leemos el modo "frsico" en que la cartilla lo ha iniciado en la escritura: "Mi mam y mi pap estn en la casa"; "en el patio (hay) una pelota"; "Danilo toma la sopa". Caso distinto es el de la escritura de este mismo nio, seis meses despus, cuando la maestra se comprometi, a travs de la capacitacinaccin, con la propuesta exploratoria en torno al fenmeno de la escritura; la maestra comenz a trabajar con los nios a partir de sus propias experiencias y sus propios deseos, es decir, desde la narratividad, la competencia comunicativa y los fundamentos de la argumentacin infantil:
Jueves 19 Noviembre Me gusta escribir 31 de octubre da de los nios Yo estaba en la casa y estabamos a 29 octubre, mi papa me dijo que que no me iba a comprar un disfraz y yo me puse a llorar. Un dia mi mama me dijo sabe yo te voy a comprar un disfraz. Nosotros nos fuimos a comprar un disfraz luego pidi el de BAT-MAN me quedo bien y ya me fui al colegio disfrazado. Yo estaba jugando y Leydi, Maryorli, Liliana M. Katterine y Anyeth me rompieron la capa de BAT-MAN y mi mam me peg. Com perros gaseosas, dulces y otras ms.
me gustaron los payasos y como unas nias estaban bailando, a mi me dieron ganas de bailar, pero la profesora tenia la capa de Bat-Man. Alvaro le dijo profe no le de paleta ni regalo a ellas por que le rompieron la capa a Andres Correa fuimos a un partido y se acabo rapido la profe nos dio el regalo y nos fuimos al otro dia soe en que estabamos otra vez disfrazados y me puse el disfraz.
Las diferencias son notables respecto al primer texto; aqu, hallamos una intencionalidad y una fluidez que dejan entrever un estilo y una identidad con la escritura: se asume esta experiencia como una catarsis y como otra forma ms de interactuar comunicativamente.
Las estrategias que dieron sostn a esta propuesta estuvieron orientadas desde lo que Bernstein ha llamado pedagogas invisibles, es decir, pedagogas que presuponen un borramiento de la verticalidad del maestro para con el alumno; borramiento tambin del espacio escolar como espacio nico y exclusivo para aprender, pues las pedagogas invisibles prorizan la reconstruccin autnoma, con un proceso permanente de inferencias, del conocimiento; por eso, la escritura y el juego se convierten en ncleo fundamental para su realizacin: con la escritura y el juego los nios van ganando autonoma, seguridad y sentido en el hacer. As pues, desde esta perspectiva, "muchas actividades comienzan apoyndose en esos elementos de sentido situacional extra-escolar" y la escuela se convierte en espacio de catarsis y de exteriorizacin de las experiencias ms ntimas, en espacio de reencuentro consigo mismo. A partir de la redundancia y de la reiteracin ("yo estaba ... ": "vo me puse a lIorar ... "; "yo me fui al colegio ... "; "yo estaba jugando ... " ; "yo te voy a comprar un disfraz ... "; "nos fumos a comprar un disfraz ... "; etc.), es decir, al exteriorizar los sentimientos y recuperar la memoria de los eventos pretritos a travs de la narrativa escrita y los iconos (dibujos) "complementarios" de dicha narrativa, la comunicacin se afianza y va empujando hacia procesos de abstraccin cada vez ms cualificados. De tal modo, como dira Bernstein, la escuela y el maestro se estn colocando en la conciencia del nio y no a la inversa. "Se juega a describir, a justificar, a preguntar, de una manera que lleve ms tempranamente a los principios mismos de la produccin del texto aunque las cualidades externas de ste durante cierto tiempo dejan mucho que desear. En cierto sentido, el texto tambin puede ser ordenado de adentro hacia afuera". ("Interaulas" 1, 1990). Hay, en efecto, un texto virtual en la conciencia de Andrs, que presupone un potencial semitico interno activado a travs de una escritura que si bien no responde totalmente a las reglas convencionales de la representacin escrita (ausencia de algunos signos de puntuacin, de conectores, de tildes, etc.), revela una lgica interna profunda de la accin y del pensamiento: revela ya un estilo, lo que no ocurre en el primer escrito de Andrs. Todo lo anterior, nos permite ahora plantear la situacin de la escritura en la educacin superior. Muchas veces se ha sealado que somos un pas de tradicin oral; en efecto, lo somos, y dicha tradicin no podr ser abolida por voluntad alguna; no depende, adems, de ninguna voluntad; la oralidad tiene su propio espacio de juego y es, sin duda, el vnculo ms fraterno entre los grupos: es a travs de los sociolectos orales que los miembros del vecindario se reconocen y a su vez excluyen a aquellos que "hablan distinto". Sin embargo, no puede ser posible el desarrollo de la academia y de la ciencia a tavs de la especulacin oral. Aqu, la escritura ha de convertirse en prctica reguladora de la comunicacin, pues slo as puede instaurarse la interlocucin acadmica y cientfica y en este orden abrirse el camino hacia la generacin de nuevo conocimiento, rebasando las formas legitimadoras de saberes ya conocidos; la exposicin oral apoyada en la exposicin escrita asegura la cohesin de los procesos cogni-
LA ESCRITURA:
PROCESO
SEMITICO
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tivos y dinamiza la emergencia del sujeto epistmico, necesario en la academia universitaria. Es esta la preocupacin central de la actual reforma universitaria de la Universidad Nacional: desarrollar la academia sobre la base de lecturas analticas y consecuentes recontextualizaciones tericas a travs de la escritura. Ello presupone la interaccin dialgica, entonces, sobre la base de materiales escritos del propio profesor, como resultado de sus investigaciones, y de materiales bsicos que en sus respectivos campos constituyen documentos de consenso terico y experimental; en esta perspectiva lo ms fundamental es propiciar condiciones para que se asuma la escritura como un compromiso ineludible con el saber, sin caer en la informacin enciclopedista, y como testimonio de la sensibilidad acadmica y del espritu crtico. Para que lo anterior sea posible se "requiere que el alumno pase mucho menos tiempo escuchando al profesor y mucho ms tiempo trabajando los conceptos ( ... ); que el profesor condense y concentre mucho sus exposiciones y trabaje mucho ms sobre el trabajo del estudiante ( ... ); que se defina el ncleo de cada profesin o disciplina y lo dems se flexibilice al mximo, dejando tiempo al alumno para un trabajo intenso en sus reas de inters ( ... ); requiere el paso de una pedagoga extensiva a una intensiva". (Carta Universitaria, Separata 1, 1990, Universidad Nacional). Sin embargo, no es suficiente priorizar los anteriores propsitos si simultneamente no se echan a andar propuestas diversas que enfrenten el alto ndice de analfabetismo funcional que caracteriza a la comunidad universitaria. Privilegiar ms tiempo de trabajo para el estudiante no es, por s solo, una garanta para que los propsitos de la Reforma se cumplan, pues hasta que los estudiantes no logren tomar conciencia sobre el modo de operar la lectura analtica y el modo en que se va configurando un estilo "personal" de escritura, ser muy difcil alcanzar dichos propsitos. No se trata, sin embargo, de buscar mtodos y muletas remediales para enfrentar el problema, sino de trabajar desde la conciencia del error con el apoyo en categoras que la semitica aplicada de los textos ha venido proporcionando. En programas de capacitacin realizados con maestros y en cursos de semitica textual llevados a cabo en distintas universidades, he tratado de defender la hiptesis segn la cual al reconocer cmo funcionan los textos, cmo se instauran sus formas de significancia, sus formas de secreto y de manipulacin, al identificar sus macroestructuras y superestructuras, al analizar el funcionamiento de las macro-reglas en la elaboracin de resmenes analticos, sus distintos niveles de coherencia, siguiendo el marco conceptual de Van Dijk, es posible ir cualificando los procesos lecto-escritores de los estudiantes, sin perder de vista que es, definitivamente, la lectura y la escritura permanentes lo que ms consolida estos procesos. y es aqu en donde ms tiene sentido el estudio de la literatura en la academia universitaria: no como simple suma de "informacin cultural", o como mero instrumento de explicacin de la historia de un pas, sino como experiencia propicia para la sensibilidad y la reflexin a travs de la escritura; "slo quien realmente lee, realmente escribe",
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deca Zuleta. Comenzar a escribir desde el estudio crtico de la literatura es ir ganando un estilo para escribir en cualquier otra disciplina.
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