RICHOMME, Agnes - Vida de San Luis Maria de Montfort (Comic)
RICHOMME, Agnes - Vida de San Luis Maria de Montfort (Comic)
RICHOMME, Agnes - Vida de San Luis Maria de Montfort (Comic)
Vida maravillosa de
Amigo Lector: Tengo la alegra de entregar a los Peruanos esta excelente vida ilustrada de San Luis Mara G. de Montfort (1673,-1716). Con la Carta del 6-1-1980, el Papa, a travs de la Sagrada Congregacin para la educacin catlica, pide que todos los seminaristas del mundo estudien sistemticamente los escritos de este Santo, que son la descripcin de lo que l mismo viva en su dura vida de Misionero. Y muchos Cardenales, Nuncios, Universidades, Obispos y otros grandes personajes de los cinco continentes, siguen pidiendo al Papa que d, realce ms todava a su vida, y doctrina, declarando a San Luis Mara de Montfort DOCTOR DE LA IGLESIA UNIVERSAL: tan slo entre marzo de 1981 y abril de 1982 le llegaron al Papa 2,239 fervorosas cartas con esta peticin. Un Sacerdote diocesano de Turn (Italia) lleg a leer ms de 100 veces el "Tratado de la Verdadera Devocin", que es la obra maestra de nuestro Santo y constituye el "libro predilecto" de Juan Pablo II. Hablando de ese libro un joven de Ica me escriba el 15-4-1981: "Mi propsito es memorizarlo". Y Frank Duff (1890-1980), empleado del Ministerio de Hacienda de Irlanda, despus de empaparse de ese enrgico libr, el 7-9-1921 fund la LEGIN DE MARA, que tiene 3'200,000 miembros. Por eso el diablo haba escondido durante 128 aos el manuscrito de ese libro, y ha hecho desaparecer para siempre sus primeras 96 pginas: todo lo cual haba sido revelado profticamente al Santo autor, segn lo narra l mismo en el nmero 114 de esa obra suya. Todo es simptico e impactante en la vida de este Santo que tuvo 17 hermanos (dos de ello Sacerdotes como l, y tres hermanas entraron al convento), escribi 23,000 versos religiosos destinados al canto, e inclusive tuvo una extraordinaria fuerza fsica que en una oportunidad le permiti trasladar una lpida que cuatro hombres no haban podido ni mover. Con razn l mismo confesaba a un amigo: "Siguiendo mi naturaleza, yo hubiera sido el hombre ms terrible de mi siglo". La doctrina y la praxis de nuestro Santo estn enteramente centradas en la imitacin del altruismo radical de Jess y de Mara y, por consiguiente, en una alegre entrega de todo lo que somos a Jess por las manos de Mara, como esclavos de amor de los dos y de nuestro prjimo (Filp 2,7; Lc 1,38; Gl 5,13). Los que, siguiendo a Juan Pablo II (cuyo lema, "Soy todo tuyo", est sacado del N. 233 del Tratado de San Luis M. de Montfort), hacen suya esta desinteresada doctrina, tienen el derecho de inscribirse gratuitamente en la "Cofrada de Mara Reina de los Corazones", para lograr las 1,000 Santas Misas de salud que se dicen por ellos cada mes, y las numerosas indulgencias plenarias que el Papa les otorga. El Registro de los inscritos de tal Cofrada est en la misma direccin desde la cual difundimos este librito.
P. Luciano Ciciarelli De Berardinis, misionero monfortiano
DIRECCIONES TILES
EN EL PERU: Misioneros Monfortianos, Jr. Pacasmayo 566, Lima 1, Tel. 251228. - Seminario Monfortiano, Av. Colonial 426, Lima 1, Tel. 250336. Hijas de la Sabidura, Av. J. C. Maritegui 267-Jess Mara, Lima 11 Tel. 715645. - Hermanos de San Gabriel, Parroquia San Luis de Montfort, Naa, Lima 08, Tel 971970.
1 San Lorenzo-sur-Svre. Una pequea ciudad como muchas otras? No, una pequea ciudad muy particular, que no tiene comparacin con ninguna otra. Una ciudad que parece como recogida en la contemplacin de lo que ha pasado en ella. Una ciudad donde se respira un aire ms liviano, donde vibra en todo instante el repique de alguna campana; un aire en el que parece flotar siempre un Avemara. San Lorenzo-sur-Svre? Una ciudad santa
2 El viajero que nada sabe, se sorprender al ver elevarse hacia el cielo, en ese pueblo, varios campanarios. Primeramente, el de la Iglesia parroquial, que tiene la solemnidad de una baslica. Luego, la fina torre que domina y seala a lo lejos la admirable capilla de la Casa Madre de esas queridas Hermanas de Hbito gris y blanca toca, que se encuentran en todas partes donde hay que aliviar, instruir, amar y que se llaman las Hijas de la Sabidura.
3 Una torre cuadrada de muy buen aspecto, constituye el centro y, ciertamente, el alma de un armonioso conjunto de edificios, agrupados con el nombre de "Pensionado San Gabriel". Ah, ms de mil nios se preparan a su vida de hombres, instruidos y guiados por maestros que los comprenden y que ellos aman: los Hermanos de San Gabriel. Estos Religiosos de cuello azul y blanco, eran habitualmente conocidos en las parroquias, los pensionados y las instituciones de sordomudos y de ciegos.
4 De una colina vecina, se descubre un campanario ms, y una grande y slida casa, que es de los Padres de la Compaa de Mara. Tambin se les llama "Monfortianos", y he aqu lo que nos explica este, aspecto especial de San Lorenzo-sur-Svre. Es aqu en efecto, donde vino a morir en pleno trabajo misionero, un hombre tan extraordinario" como sencillo, Un hombre que ha hecho de toda su vida, un don total, siempre renovado en Jess por Mara, un hombre que ha convertido con su palabra y su ejemplo, a 3
5 Es a causa de este hombre, de este Santo, que la pequea y tranquila ciudad de San Lorenzo ve afluir hacia ella, grandes peregrinaciones, venidas de toda Francia y tambin del extranjero. Es a causa de l, que se han radicado en San Lorenzo (para irradiar desde ah, al mundo entero) aquellos que lo hacen revivir en las formas de apostolado que le fueron tan queridas: los Misioneros Monfortianos, las Hijas de la Sabidura y ms tarde los Hermanos de San Gabriel, llamados en otro tiempo del Espritu Santo.
6 Luis Grignion naci en Bretaa, en Montfort-sur-Meu, el 31 de Enero de 1673. Sus padres haban perdido haca poco tiempo, su primer hijo, muerto a los cinco, meses. Luis ser por lo tanto, el mayor de esta numerosa familia, compuesta de 8 nios y 10 nias. Su padre es abogado en Montfort, profesin que no le proporciona los recursos necesarios para mantener su hogar.
7 Pronto debern instalarse en el campo, donde por lo menos, los productos de la tierra los ayudarn a vivir. De temperamento colrico y violento, Juan Bautista Grignion no es un padre tranquilo, y a menudo el pequeo Luis ver llorar a su querida mam. Esta, que se llamaba Juana, educaba a sus hijos lo mejor que poda, a pesar de las dificultades que muchas veces sufran.
8 Luis naci en un hogar cristiano y fue al da siguiente de su nacimiento, que lo llevaron a la Iglesia de San Juan, su parroquia, donde el Bautismo lo hizo hijo de Dios. Le buscaron como nodriza a "la madre Andrea", una buena campesina de los alrededores. Desde el principio de su vida, en pleno campo, Luis guardar el amor a la 4
9 Ese atractivo se desarrollar, cuando habite con todos los suyos, en la casa de Bois Marquer", en la parroqui de Iffendic, donde pronto se trasladar la familia Grignion. Parece que fue su mismo Prroco quien le dio los primeros elementos de instruccin. Y desde ese momento, Luis se manifiesta como un nio especialmente dotado y muy valiente. Estudia con gran ardor y demuestra mucha inteligencia.
10 Sobre todo, se ve desde ya en l, las seales de lo que ser verdaderamente la marca de su vida: un espritu misionero muy desarrollado. An cuando muy pequeo todava, trataba de consolar a su mam de los arrebatos paternales, lo haca con palabra y argumentos, que nunca se habra esperado de un nio tan pequeo, y que demuestran ya, como dice uno de sus bigrafos, "que el Espritu de Dios mismo, se los pona en la boca".
11 Ama a sus padres, sobre todo a su madre. Ama tambin tiernamente a sus hermanos y hermanas, especialmente a Luisa Guyonne. A veces la llevaba aparte para rezar el Rosario. Y si la pequea vacila un poco en dejar sus juegos, le hace pequeos regalos para decidirla y le dice con tono convincente: "Sers muy bella y todo el mundo te amar, si
12 No es con los aos que adquirir hacia la Santsima Virgen ese amor extraordinario, que lo coloca en la primera fila de los amigos de Nuestra Seora, es en realidad desde su infancia que el corazn de Luis esta como naturalmente vuelto hacia Mara. Todo lo que 5
habla de Ella: relatos, estatuas en las esquinas de las calles, peregrinaciones, le encanta Ya de muy joven tiene la costumbre de llamar a Mara su madre, su "buena Madre"
13 No Le reza solamente en momentos determinados: La hace presente en toda su vida, en todo lo que piensa y hace. Se dirige a Ella con una sencillez infantil, pidindole todo lo que necesita, tanto en lo material como en lo espiritual. Pero an ms! habla de Ella sin cesar a sus hermanos y hermanas; para todos es un jefe que arrastra con su palabra y con su ejemplo, hacia Jess por Mara.
14 Luis tiene once aos. Es el momento de estudios serios; entra al Colegio de Renes, se aloja en casa de uno de sus tos, Capelln de la iglesia de San Salvador. Este colegio era muy importante, contaba con tres mil alumnos ms o menos. Muy pronto Luis se clasifica a la cabeza, pues es un trabajador incansable. Desde muy nio haba tomado la costumbre de luchar contra todo lo que impidiera su deseo de perfeccin. Esta lucha la sostendr toda su vida, con una indomable energa.
15 Los estudiantes de esta inmensa escuela, son muy diversos, hay de todo... quizs ms malos que buenos. El, que quiere conservarse puro y fuerte, necesita valor: a Luis no le falta. Sobre todo que l tiene una confianza sin lmites en su "buena Madre", y es Ella quien le inspira interiormente
16 Despus tuvo una idea: todos esos alumnos ricos que se burlan del pobre, sera mejor que lo ayudaran y Luis hizo una colecta para ese pobrecito. Con lo que recogi, fue donde el sastre: "Este es mi hermano y el suyo 6
toda su conducta. Luis ve un da a un compaero pobre y harapiento, del cual se burlan una banda de muchachos malos. EI, sin temor a las burlas, se declara a su amigo
le dijo-. Hice una colecta en mi colegio para conseguirle un terno: si no es suficiente, Ud. podra agregar lo dems?". Por supuesto que no era suficiente, pero el sastre, conmovido, acept la pequea suma para vestir al pobre harapiento
17 Durante poco tiempo, Luis prosigui sus estudios viviendo donde su to. En 1686, toda la familia Grignion se traslada a Rennes, para que los dems nios puedan tambin recibir instruccin. Luis se hace profesor de sus hermanos menores. Y la poca, de las vacaciones vuelve a traer a la alegre pandilla a Bois-Marquer, de la que guardan tan buenos recuerdos y donde se puede jugar con toda libertad. Luis reencuentra con alegra sus rincones de soledad para el estudio y la oracin.
18 Vuelve a encontrar, ya grandes, a los pequeos vecinos que reuna en torno a l, siendo nio, para dictarles el catecismo y rezar con ellos el Rosario. El mismo es ya un joven, su piedad y su seriedad aumentan cada da. Para su Confirmacin ha querido agregar a su nombre el de Mara. Ms tarde, como a San Luis le gustaba llamarse Luis de Poissy, en recuerdo del lugar .de su Bautismo, Luis Grignion s nombrar con gusto "de Montfort". Es el nombre que conservar para la posteridad.
19 En el colegio de Rennes, encuentra a 2 verdaderos amigos, quienes siempre permanecern muy unidos a l. Juan Bautista Blain, lo seguir pronto a San Sulpicio. Ms tarde, l escribir la vida de Luis Mara (como tambin, despus la de San Juan Bautista de La Salle).
20 Pues ya existen entre los estudiantes, pequeos grupos que consagran gustosos, una parte de su tiempo, a la caridad. Ya sea en el hospital San Ivn, o en sus miserables viviendas, los enfermos se alegraban de ver 7
Claudio Poullard des Places, fundar la Congregacin de los Padres del Espritu Santo. Mientras tanto, con sus compaeros, forman un simptico tro y se apoyan mutuamente. Juntos rezan, juntos visitan a los enfermos.
llegar a esos jvenes llenos de vida que les aportaban, junto con algunas golosinas, lo mejor de su corazn. Era para ellos un rayo de sol que los calentaba. Siempre Luis Mara les lea y comentaba el Evangelio, les hablaba de la Santsima Virgen Y rezaba con ellos.
21 Un da que visitaba el hospital la seora Grignion reconoce a una pobre mujer. Le pregunta: "Quin la trajo aqu?" "Es su hijo, seora, el que me consigui la entrada y que hizo que me trajeran en una silla", le contest. Qu feliz estara el corazn de esa mam de constatar as la caridad de su hijo mayor!
22 En la iglesia de San Salvador hay una estatua llamada Nuestra Seora de los Milagros. Se dice que durante la guerra de Cien Aos, mientras la ciudad era sitiada, de repente sanaron las campanas a medianoche. Los habitantes estupefactos acudieron; la estatua se ilumina, levanta las manos y seala un lugar. Cavaron y hallaron un explosivo colocado por los enemigos. Fortalecidos por este milagro, los sitiados atacan y libran su ciudad. Luis Mara, que pasa cada da delante de San Salvador, no deja nunca de entrar, para saludar al mismo tiempo al Seor y a Nuestra Seora de los Milagros.
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consagrarse totalmente a Dios como Sacerdote. Quizs el seor Grignion haba deseado que su hijo lo sucediera? Lo cierto es que Luis sufri, algunas veces, violentas escenas, en las que su padre se mostraba muy duro. El estudiante, despus de hacer un gran esfuerzo para no contestar a su padre, demasiado encolerizado, se refugia en una oracin ms ferviente y tambin en la penitencia voluntaria.
Mara: ser Sacerdote. Como una buena persona, amiga de la familia, le da a entender que quizs le podra conseguir una beca para el Seminario de San Sulpicio en Pars, de inmediato se toma decisin: ir a Pars. Tiene 19 aos. Su buena mam le prepara un bolso con su ropa, le da diez escudos, y Luis Mara se va por el camino, sin saber que comienza as, una serie de viajes, siempre caminando a pie, por supuesto, que slo terminarn con. su muerte.
25 Es duro, a pesar de todo, dejar a los suyos por muchos aos y Luis Mara siente dolor en el corazn; se ha terminado la vida familiar... Reaccionando contra la emocin que lo oprime, apretando fuertemente su Rosario en la mano, se pone a cantar. En la primera encrucijada, se encuentra con un pobre harapiento. Le da todo su bolso, con su ropa. Sintindose ms liviano, contina su camino, pero he aqu un segundo pobre y no puede dejarlo pasar sin darle algo
26 A ste le da sus diez escudos; la alegra crece en l. Unos kilmetros ms adelante es un tercer encuentro... Esta vez no tiene nada. S tiene!- Su propio vestido en buen estado, que cambia por los harapos del mendigo. Cuando ya lo ha dado todo, se siente lleno de alegra. Cayendo de rodillas hace la promesa de no poseer nunca nada. Puede seguir Jess, habindolo "dejado todo" como dice el evangelio.
27 Seguir ahora hasta la muerte, tomado de la mano de la Santsima Virgen Mara. Pero Pars est lejos y Luis Mara pronto siente hambre. Como un verdadero pobre, mendiga su pan. En la noche se tiende en cualquier rincn o bajo un cobertizo por el camino. As, da tras da avanza, cantando o rezando el Rosario. Tiene los pies hinchados y heridos, pero canta siempre.
28 Camina bajo la lluvia que lo empapa y el viento que lo hiela, cantando siempre. Y mientras su cuerpo sufre y padece, la Santsima Virgen se hace tan dulce y maternal con l, que su alma se inunda de alegra. Su apariencia es bastante lastimosa, cuando llega a las afueras de la capital. Hace diez das, que ha dejado Rennes. Mojado, embarrado, enflaquecido, tiritando en sus andrajos; slo encuentra abrigo en una caballeriza.
29 Cuando se presenta, al da siguiente, a la buena persona que deber conseguirle la beca para el Seminario, sta no puede reconocer en ese mendigo, al distinguido joven que vio en Rennes. Encontrndolo demasiado original, vacila en hacerlo entrar en San Sulpicio y lo coloca en un Seminario para los pobres, donde tendr adems los mismos cursos. Luis Mara se siente feliz, lo nico que vale, solamente para l, es su preparacin al Sacerdocio.
30 Muy pronto se da cuenta el Superior, que su nuevo alumno es un santo; lo anima en su devocin a Mara y en su espritu de penitencia. Luis Mara vive en la mortificacin con alegra, pero se preocupa principalmente de cumplir bien sus deberes de estado. Trabajador incansable, como lo era en Rnnes, sus progresos son asombrosos y pronto llega a ser el ms brillante alumno.
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31 En 1693 sobreviene una gran hambruna. An el precio de su modesta pensin en el Seminario de los pobres, difcilmente puede pagarla la bienhechora de Luis Mara. Los jvenes sufren hambre. El Superior no sabe cmo alimentarlos. Con un plato en la mano, Luis Mara, va a ponerse a la cola de los mendigos, a los cuales se les reparte sopa en las esquinas de las calles. A menudo encuentra el medio de compartir su escasa racin con alguno ms pobre que l.
32 Habiendo adivinado su madre que su hijo pasa necesidad, le enva un da una sotana nueva. De inmediato l se la regala a un Sacerdote, aunque la suya est hecha jirones. Le pasa treinta centavos a un colega par que le compre una de ocasin. "Es una broma?" le dice el otro. "Se necesita ms!" "Muy bien, si el comerciante se niega, dele los treinta centavos a un pobre!". Fue lo que sucedi; pero al volver con las manos vacas donde Montfort, el colega supo que durante ese tiempo, alguien le haba trado justo el precio de una sotana de ocasin.
33 Como la escasez continuaba, Luis Mara acepta de velar a los muertos, para ganar algn dinero. Su pensin ya no la pagan y el Superior tendra l derecho de despedirlo. "Qu habra sido de usted, le dijeron despus, si el P.de Barmondire lo hubiera despedido?" "Nunca lo pens, respondi, mi apoyo est en Dios". Dios responda a tanta confianza filial con gracias cada vez ms numerosas.
34 As fue como nuestro seminarista iba tres o cuatro veces por semana, a pasar la noche velando a los muertos. Eran ocho horas que Luis Mara organiza as: las cuatro primeras horas reza de rodillas cerca del difunto y su oracin es tan profunda, que permanece inmvil. Las dos horas siguientes, hace una lectura espiritual. Las dos horas ltimas las dedica a estudiar. Despus, como si nada hubiera pasado, vuelve al Seminario a comenzar su da normal.
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35 Felizmente tiene muy buena salud y mucha vitalidad, incluso est dotado de una gran fuerza: levanta fcilmente fardos muy pesados, con gran admiracin de sus compaeros que lo estiman. Pues, si es muy duro para s mismo, con, los dems es todo caridad. Como su Superior le pide de mezclarse a la alegra de todos en los recreos, l selecciona chistes y juegos de palabras que hacen rer, y se esfuerza para que su conversacin sea "alegre y entretenida".
36 Su aplicacin heroica y su vida de extrema mortificacin, terminaron por minar su salud. Cay enfermo y hubo que llevarlo al hospital. Plido, teniendo slo un soplo de vida, en un murmullo reza sin cesar Avemarias y es tal su agotamiento que slo se espera verlo morir. Pero de repente, l mismo anuncia que muy pronto sanar. En efecto, algunos das despus, vuelve al Seminario donde reanuda sus estudios y su vida anterior. Aade a su trabajo una formacin artstica que ms tarde le servir mucho.
37 Ya en Rennes haba demostrado verdaderos dones para el dibujo, la pintura y an la escultura. Con el trabajo, esos dones se desarrollarn. Se conservan todava en San Lorenzo -sur-Svre (donde sus queridas Hijas de la Sabidura) y en otras partes, ciertas estatuas de Nuestra Seora que salieron de sus manos. Nuestra Seora! Ella es cada da ms su Madre y objeto de toda su ternura. Tambin es para l una gran alegra, tomar el camino de Chartres con un compaero, para la tradicional peregrinacin, que le
38 Adelantndose a Pguy y a grandes grupos de estudiantes que van all en cada Pentecosts, Luis Mara, caminante de Nuestra Seora, recorre los caminos que conducen a las torres de la catedral de Chartres. Ante Nuestra Seora, pasa el da como embelesado, en xtasis. Regresa de Chartres ms fortalecido, ms decidido a convertirse, formado por las manos de Mara, en un 12
verdadero Sacerdote del Seor, pues la hora del Sacerdocio muy pronto llegar para l.
39 Llegado ese momento, Luis Mara est por fin en el verdadero Seminario de San Sulpicio. Aprovecha para leer mucho. Lo atrae especialmente el ttulo de un libro. Es "La Santa esclavitud de la admirable Madre de Dios. A fines del siglo XVII el trmino de esclavitud no tena el aspecto anticuado que puede parecer en nuestros das. Ser "esclavo" de Mara es la fuerte expresin que usa Montfort, rindindole un homenaje especial a la Reina de los Corazones. Les habla a varios compaeros, con los que forma, una pequea asociacin, cuyos miembros se consagran especialmente a Nuestra Seora.
40 Se instruye ms y ms. Esto le es tanto ms fcil, por haber sido nombrado bibliotecario del Seminario. Siempre acogedor y sonriente, cumple su papel, a la mayor satisfaccin de todos. Toma por su cuenta muchas notas, que ms tarde facilitarn su trabajo de misionero y escritor espiritual. No olvida a su familia, que siempre sufre problemas de dinero. Tres de sus hermanas consiguen entrar en la Abada de Fontevrault por intermedio de l.
41 Siempre lo han atrado los nios. Encargado del catecismo en la parroquia de San Sulpicio, cautiva su atencin, por la manera tan viva de ensearles. Varios compaeros seminaristas, habiendo ido un da a ese catecismo, con la intencin de burlarse de l despus, se sienten tan impresionados por la manera como explica, y sobre todo por el ardor que se siente en l, que muy pronto se ven obligados a salir precipitadamente, con lgrimas en
42 Se prepara al Sacerdocio, esforzndose cada vez ms. vido de caridad y de penitencia, recibe con una sonrisa las burlas de aquellos que envidian y desprecian su santidad. Busca siempre como reconciliar. Es as que se le ve, sin temor de su propia seguridad, arrojarse un da entre dos jvenes que desenvainaban la espada, listos a 13
los ojos. Toda su vida, tanto a los nios como a los adultos, Montfort ensear el catecismo
batirse en duelo, en la calle. Les habla con tanta elocuencia, que los dos adversarios olvidando sus rencores, se reconcilian de inmediato
43 Lleg el da en que fue ordenado Sacerdote: el 5 de junio de 1700, a los 27 aos de edad. Celebra su primera Misa en el altar de la Santsima Virgen, en la iglesia de San Sulpicio: l estaba encargado de arreglar y adornar ese altar desde haca algn tiempo. Su manera de celebrar el Santo Sacrificio, caus una gran impresin. Uno de los asistentes pronunciar la palabra que se repetir muchas veces, ms tarde: "Luis Marra de Montfort pareca un ngel en el altar"
44 Por fin ya es Sacerdote del Seor, ardiendo de deseo de darlo a conocer y amar por todos aquellos que an lo ignoran. Piensa en las Misiones lejanas y especialmente en esa gran tierra de Canad, que tanto necesita de Misioneros. Pide a sus superiores de San Sulpicio que lo enven all, pero se presentan dificultades que se lo impiden. Qu har entonces? Conoce a un Sacerdote que tiene un grupo de Misioneros para la dicesis de Nantes, cuyo trabajo consiste en predicar de pueblo en pueblo
45 He aqu a Luis Mara que parte con ese buen Padre Levque. Se detiene en el monasterio de Fontevrault para volver a ver a sus hermanas, encantadas con su visita. Al llegar a la casa de Nantes, encuentra una situacin enredada y un gran desorden; se da cuenta de lo que habra que hacer, pero su humildad no le permite llegar como reformador. Le pide a Dios "una pequea y pobre compaa de buenos
46 Permanece poco tiempo en esa casa mal organizada de Nantes, porque la bienhechora de sus hermanas lo invita a la toma de Hbito de una de ellas, en Fontevrault. Teniendo gran estima por el joven Sacerdote, esta seora quiere conseguirle una buena situacin como cannigo. Luis Mara se 14
Sacerdotes... para ir de una manera pobre y sencilla a ensear el catecismo a los pobres del campo y atraer a los pecadores a la devocin a la Santsima Virgen".
defiende vivamente pues quiere permanecer pobre. Ella le aconseja entonces de ir a ponerse a disposicin del Obispo de Poitiers; Montfort sigue el consejo, pero antes va a servir a los pobres del hospital.
47 All permanece durante cuatro horas, orando en la capilla, ante la gran admiracin de los "pobres" que lo observan. (Los hospitales de aquel entonces servan tanto como refugio para los pobres, como para cuidar enfermos). Viendo a este joven Sacerdote pobremente vestido, se ponen de acuerdo entre ellos para hacerle una ofrenda. Se les ocurre tambin pedirlo como Capelln: presiente su corazn que en l encontrarn a un padre.
48 Dicho y hecho: uno de ellos que sabe escribir, redacta una hermosa carta para el Obispo. Fue as como Luis Mara, que acaba de pedirle al Obispo de Poitiers un puesto de Misionero itinerante, se ve, al contrario, nombrado Capelln con residencia en el hospital. Acostumbrado a decir siempre "S" a Dios, que habla por los acontecimientos de todos los das y por su Obispo, se entrega de todo corazn a esta "Misin" inesperada pero tambin interesante.
49 Hay tanto que hacer en los hospitales de aquellos tiempos, solo para que estos desdichados, sientan un poco de alivio! Cuando se ha visto el film "Padre Vicente", se
50 All tambin haba que poner orden y en eso se ocup de inmediato el Capelln. Se ocupaba de todo y no vacilaba jams en vendar 15
puede tener una pequea idea de lo que eran esos refugios sobre poblados de mendigos, que se acostaban, an enfermos, a varios en una misma cama, donde no exista la higiene y a menudo faltaba el alimento. Era el perodo del hambre, y con frecuencia los pobres del hospital de Poitiers no tenan todos los das el trozo de pan, que constitua todo su alimento
l mismo a un enfermo cubierto de llagas ulcerosas, tratando al mismo tiempo de reorganizar lo que andaba mal. Insiste para que los pobres coman sentados a la mesa todos juntos y no cada uno por su lado, como lo hacan. Hace que les den una sopa caliente en cada comida. Se puede adivinar la alegra y el cario de estos pobres para con su abnegado Capelln.
51 Pero, como siempre, los celos, la envidia, la maldad, se levantan contra l. Los responsables del desorden unen sus fuerzas y no vacilan en llegar hasta.la calumnia para deshacerse de l. Se quejaron al Obispo. Le pusieron tantas dificultades a Luis Mara, que muy pronto tuvo que retirarse. Aun algunos de esos pobres, a los que ms haba ayudado -a los que les reprochaba su embriaguez y su mala conducta- se unieron a los descontentos para hacerlo partir
52 Se va pues, a hacer un retiro de ocho das, donde los jesuitas y est "lleno de una gran confianza en Dios y en su Santa Madre ..." Dios le responde a su manera, a esta confianza, permite en efecto que dos de sus principales detractores mueran uno tras otro. Adems la enfermedad se propaga en forma contagiosa en el hospital, y todos los pobres estaran tan felices de volver a ver al abnegado Capelln. Sin embargo continuar el fuego bajo la ceniza y muchos seguirn ponindole dificultades
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53 Solamente la gracia obtenida por la oracin y una vida verdaderamente cristiana, solo para l, le da el remedio a esta desoladora situacin. He aqu pues a nuestro Capelln que suea, con un grupo de piadosas mujeres, capaces de ir contra la corriente del egosmo y del desorden. Pero dnde encontraras? Entre las mismas pobres asiladas. As es como rene a algunas desdichadas, achacosas, enfermas; pobres de cuerpo y fuerzas, pero ricas con una hermosa alma. A la cabeza, como Superiora pone a una ciega!
54 Consigue que les den una salita de reunin. Colgaba en la puerta un letrero: "Sabidura". Desde haca tiempo en efecto, los estudios y las meditaciones de Luis Mara, lo han llevado a profundizar esta verdad, que Jess, Hijo de Dios es la Sabidura encarnada. Para l, adquirir la "Sabidura" es en suma, lo que San Pablo llama "hacerse otro Cristo" El honra, gustoso, a nuestra Seora -lo har ms y ms en adelante- como a la Madre de la Sabidura.
55 He aqu pues, esta primera asociacin de lo que se podra llamar "el desecho de la sociedad" si se la mirara con ojos no cristianos. En torno a l algunos se ren maliciosamente y otros lo hacen abiertamente: " Dnde querr llegar con esas pobres mujeres, dirigidas por una ciega?" El no se altera, est acostumbrado. Sabe que Dios siempre escoge lo ms dbil para realizar grandes cosas y que la cruz de Jess es tambin una "locura" a los ojos del mundo.
56 La capilla del hospital serva de iglesia a, los habitantes de ese barrio. Pronto se corri la voz de que el Capelln pronunciaba magnficos sermones. Cierto da Elizabeth Trichet, hija del Fiscal de Poitiers, vuelve entusiasmada a su casa y le dice a su hermana Mara Luisa: "Qu hermoso sermn acabo de or!" Un santo! Mara Luisa pone odo: llamada por Dios, desde hace mucho tiempo, encuentra dificultades para responder a este llamado. Si fuera ella a ver a este Sacerdote
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57 Se dirige pues, a la capilla, se arrodilla en el confesionario, y un poco temblorosa, comienza su Confesin. Pero Montfort la interrumpe: "Hija ma, quin la mando para ac? - Padre, fue mi hermana ... - No, hija ma, no fue su hermana, fue la Santsima Virgen". Y Mara Luisa al instante entra en plena confianza con ese Sacerdote; que encontrar en ella un alma bien templada, y a la cual har, ms adelante la Fundadora de las Hijas de la Sabidura.
58 Desde haca mucho tiempo, ella deseaba entrar en un convento y su familia aceptaba Que venga ella entonces, primero, a servir a los pobres al hospital! Llega entonces y se instala pronto: el Sacerdote la gua firmemente por los caminos de la santidad. Trabajo repugnante, humillaciones, privaciones, toda clase de sufrimientos, nada le faltar a Mara Luisa para ser formada como lo entiende el Padre Montfort. Se asociar primero ella, siendo de familia burguesa, al grupo de pobres y ancianas achacosas que l ha reunido y que ella servir con toda humildad.
59 Muy pronto le dar un Hbito, esa ropa gris de las Hijas de la Sabidura, que ella llevar sola, afrontando las burlas de la gente. Pues, mientras Luis Mara deja Poitiers, Mara Luisa permanecer fielmente en el puesto que l le asign, esperando la hora de Dios para la Congregacin proyectada. Siempre paciente y abnegada, sin renunciar jams,
60 Tal fuerza de carcter y tal santidad forzosamente atraen la admiracin y sin duda ello explica el maravilloso desarrollo de las Hijas de la Sabidura, que hoy en da son 3.500, repartidas en todo el mundo, las qu continan entregndose a los pobres, a los enfermos y a los nios, en el espritu de aquella, que fue la 18
primera en recibir y llevar con orgullo, sola, durante diez aos, ese "Hbito color ceniza":' que Luis Mara de Montfort le impusiera
61 Luis Mara debe volver a Pars, donde su hermana preferida, Luisa, sufre grandes dificultades por falta de plata (siempre!) ya ro puede quedarse en la Comunidad Religiosa donde se encuentra. Es tiempo de verano y l camino es muy duro, bajo el sol abrasador. Cmo ayudar a su querida hermana? El mismo es muy pobre... En Pars golpea muchas puertas, pero sin xito: todos se limitan a indicarle a otra persona, ni siquiera tiene para su propia alimentacin ... hasta que encuentra un convento donde le dan "la parte del pobre", que 'siempre reservan para los necesitados cada da.
62 Muy agradecido, va a saludar a la buena Superiora... y en esta ocasin encuentra a una generosa persona, que queriendo ayudar a su hermana, le facilita la entrada a las Benedictinas del Santsimo Sacramento. Con gran alivio el santo Sacerdote ya puede regresar a Poitiers. De lejos seguir preocupndose de su hermana, escribindole cartas muy conmovedoras; pero tiene que apurarse, pues lo reclaman del hospital, pesar de todo lo que le hicieron sufrir.
63 Sin embargo, ya no s quedar, pues las maldades y calumnias pronto vuelven a empezar. El demonio, envidioso del bien que hace el Santo, le crea toda clase de nuevas dificultades. Se atreve aun a atacarlo a l-mismo, como lo har con otros grandes santos. Varios testigos lo vieron, en diferentes ocasiones, como si estuviera luchando con alguien muy fuerte y lo oyeron
64 De nuevo se va del hospital de Poitiers. Siente adems, que su vocacin es de predicar e instruir, de pueblo en pueblo sin quedarse nunca por mucho tiempo en ninguna parte. Vuelve nuevamente a Pars en busca de consejos, donde sus antiguos maestros de San Sulpicio. Slo por carta ayudar a Mara Luisa 19
gritar, un da que pareca estar solo: " Oh Virgen Santsima, Trichet a ser fiel a su vocacin de Hija de la mi buena Madre, ven a socorrerme!" Sabidura. Vuelve a encontrar a uno de sus dos amigos, Claudio Poullard, que acaba de abrir el Seminario de Estudiantes Pobres".
65 Luis Mara trata, de convencerlo que se una a l, para fundar la sociedad de Misioneros, con la cual suea. Claudio no se siente llamado,' pero promete prepara futuros compaeros para Montfort, entre sus alumnos. Tampoco tiene mucho xito con su otro amigo, Juan Bautista Blain. Muy molest por su extravagancia, su confesor lo recibe muy framente y lo humilla delante de todos. Blain, que siente un profundo afecto por Luis Mara, se aflige y sufre mucho por l.
66 En cuanto a nuestro Santo, "acepta esta humillacin con su dulzura y modestia acostumbrada, regresa con la misma tranquilidad con que llega y con redoblado fervor, fruto de nuevas cruces". El mismo Juan Bautista Blain es quien describe en estas frases la actitud de Luis Mara, y se nota la admiracin sin lmites que siente por su amigo, considerndolo desde siempre como un autntico santo.
67 Rechazado por los que ms deban ayudarlo y aconsejarlo, Luis Mara se vuelve hacia Dios. Comprende que esas desilusiones son un llamado a una unin ms estrecha con su Seor. "Dios solo" no es por casualidad que escoger esta divisa. Durante toda su vida los acontecimientos y los hombres, parecieran que estn contra l, para obligarlo a vivir en toda su plenitud la confianza en
68 En un cuartucho pequeito que ocupa en una calle de Pars, multiplica sus oraciones y sus penitencias. Deja tambin desbordar su alma en pginas ardientes: "El Amor de la Sabidura Eterna", primera obra escrita por Luis Mara Grignion de Montford, se cree que la hizo en 20
ese oscuro rincn, donde vivi algn tiempo, criticado y despreciado de muchos. Sin embargo, algunos le tienen confianza.
69 As es que un da le piden como un favor de ir por un tiempo a compartir la vida de un grupo de ermitaos, retirados en Monte Valeriano, y hacer lo posible por restablecer la unidad entre ellos. "Su recogimiento, su espritu de oracin, su fervor, su mortificacin, impresionaron a estos buenos hermanos, que se sintieron renovados", escribe el Padre Blain en esta ocasin. Vuelve la paz, junto con la caridad. Con el corazn gozoso, regresa Luis Mara a su querida soledad, toda llena de la presencia de Dios y de la influencia de Mara.
70 Crea haber terminado con el hospital de Poitiers, pero no fue as. Haba llegado una carta a la direccin del Superior del Seminario de San Sulpicio. Una carta asombrosa que comenzaba as: "Nosotros, los cuatrocientos pobres, le suplicamos humildemente, por el amor de Dios y su mayor gloria, que nos enve nuevamente a nuestro venerable pastor, aquel que ama tanto a los pobres, al Padre Grignion... " y as continuaba en ese tono, acumulando splicas para que Luis Mara vuelva a ocupar su puesto de Capelln,
71 "... Dios mo, consulanos y perdnanos nuestros grandes pecados, que nos han trado semejante desgracia. Si pudiramos volver a verlo, seramos mas obedientes y fieles a nuestro Dios...," As terminaban su carta y firmaban simplemente: "Los pobres de Poitiers". La voz de los pobres es para Montfort la voz de Dios,
72 Es tan grande el entusiasmo en el hospital que encendieron fogatas a su llegada. Pero en qu triste estado encuentra su campo de apostolado! Reina el desorden, y el Capelln, que es ahora Director, tiene que estar en todo. Felizmente, nada lo detiene y cuando un pobre 21
por eso sin tener en cuenta sus propios gustos, deja de inmediato su querida soledad, toma su bastn de caminante y parte una vez ms hacia Poitiers.
hombre llega al hospital "cubierto de infeccin y podredumbre ... sin padres, sin amigos y rechazado por las enfermeras", Luis Mara se encarga de l, lo cuida, lo limpia, le brinda todo los cuidados que su estado requiere, y lo prepara a una dulce muerte entre sus brazos.
73 Montfort administra, reorganiza y dirige con la mayor dulzura posible. Sin embargo la maldad, con la ayuda del diablo, vuelve nuevamente. Un ao despus de su regreso, siente que ya no desean su presencia, por lo que piensa partir de nuevo. Le pide su parecer a Mara Luisa. Ella le responde: "Tiene razn, Padre, hace bien en alejarse". El alma de Mara Luisa Trichet era del mismo temple que la de su Padre espiritual. Sin una palabra, ella seguir en su puesto.
74 Luis' Mara podr por fin ser Misionero? Comienza por sumergirse en Dios con un ferviente retiro. Despus, se ofrece al Obispo para hacer Misiones en las ciudades y en los suburbios, y restaurar santuarios deteriorados. En este aspecto tambin se asemeja a San Francisco de Ass, entusiasta en el trabajo para "volver a levantar la casa del Seor, que se derrumba". Como l, ir en delante cantando y rezando para anunciar el Evangelio por todas partes donde pasara, llamando a todos los hombres a volver a Dios.
75 Escogi primero uno de los ms pobres suburbios de Poitiers, Montbernage, donde se vive la indiferencia para con Dios y a menudo, en el odio al Sacerdote. Entregndose por entero a todos, recorre largo rato esas tristes callejuelas,
76 Como siempre, esa gente al sentirse amada se abre poco a poco. Montfort podr, despus de los nios, reunir a los adultos para hablarles de Jess Pero la iglesia parroquial 22
entra en las casas, se interesa por la salud, bendice a los nios. Su ropa gastada, pero an ms su rostro tan humilde, siempre iluminado con una dulce sonrisa, transforman las actitudes desconfiadas y hasta hostiles. Ya dejan que se acerque a ellos. Sobre todo los nios, que al principio lo insultaban como sus padres, ahora siguen al Misionero
est demasiado lejos; nunca podrn ir all! Bueno, no importa! He', 'aqu un granero que sirve de saln; lo transformarn en capilla. A pesar de su indigencia, todos estos pobres se muestran generosos. En algunos das fabrican los muebles ms indispensables. En el medio, Montfort coloca un crucifijo
77 Para adornar los muros y tambin llevar en procesin, hizo bordar quince estandartes, representando los quince misterios del Rosario. Su fogosa palabra trata justamente del misterio de la cruz y de la devocin al Rosario, Todos lo escuchan con gran atencin y para que la leccin penetre mejor, todos cantan cnticos compuestos por el predicador, con melodas conocidas y cuyo texto repite y ayuda a la enseanza: La gente acude, cada da ms numerosa, convidndose unos a otros
78 Con las procesiones, cnticos y Rosario en comn delante de la estatua de Nuestra Seora, se renueva el inters que, transformando poco a poco los corazones, permite que penetre nuevamente en ellos la gracia de Dios. Pronto, "el buen padre", como espontneamente lo llaman, ve llenarse su confesionario y a numerosos cristianos volver a Dios, olvidado desde el. Bautismo y su. Primera Comunin. Aprovecha entonces, para hacerles, renovar las promesas del Bautismo
79 Y la "Misin" termina con la colocacin de una cruz que perpetuar el recuerdo, Despus de Montfort, contina
80 Pide que alguien se comprometa a rezar el Rosario "los domingos y das festivos" en la 23
conservndose esta costumbre y es por eso que todava se las encuentra, en los cruces de los caminos, en nuestras parroquias de la ciudad o del campo. En la ceremonia de despedida, el santo Misionero confa a la Santsima Virgen todo el barrio de Montbernage. El granero convertido en capilla es bautizado con el nombre: "Nuestra Seora de los Corazones", y Luis Mara regala una estatua de la Santsima Virgen, imponiendo una condicin:
capilla. Un obrero del barrio se ofrece de inmediato. Santiago Goudeau (as se llama), cumplir su compromiso durante cuarenta aos con ejemplar fidelidad. Y los habitantes de ese barrio de Montbernage, firmemente convertidos por Luis Mara de Montfort, seguirn siendo valientes cristianos, que sabrn dar testimonio de Cristo cuando sea necesario.
81 En un puente de Poitiers exista un pequeo oratorio dedicado a Nuestra Seora, qu las crecidas del ro haban dejado muy deteriorado. Montfort, fiel a la promesa hecha al Obispo, emprende su reconstruccin. Todava se conserva la estatua de ese oratorio. Restaura tambin el templo de San Juan, sin preocuparse de las burlas de los que crean imposible ese trabajo. Ciertamente tuvo xito en esta empresa, encontrando fcilmente la plata y la necesaria ayuda.
82 As contina sus Misiones. Terminando una de ellas, en la que se haba preocupado de reconciliar a las familias y de hacer que se deshicieran de los libros malos y de los cuadros indecentes, tuvo una idea: si hicieran (como lo hizo San Pablo en feso, con los libros de magia que le traan los convertidos) una gran hoguera para quemar todos esos libros y cuadros que ensucian las almas? Esto impresionara a la gente y sera un smbolo fcil de comprender... antes deja implantacin de la cruz.
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83 El proyecto, es bien acogido. De todo el barrio traen los malos libros y cuadros. Pronto se junta un montn. Pero alguien, por hacerlo, mejor -o empujado por el diablo? tiene una idea no muy feliz: sin prevenir al Padre de Montfort, esta persona fabrica un maniqu, que representa al demonio, lo coloca sobre el montn y va diciendo por todas partes, que van a quemar al mismo diablo. Al momento, los envidiosos, los que estn celosos del xito de Montfort, aprovechan esta buena ocasin para perjudicarlo y corren donde el Obispo.
84 El P. de Montfort pretende quemar, al diablo en su hoguera!" El Obispo no est ah; el Vicario General (que no le tiene mucha simpata al santo Misionero) sale, furioso y corre a la iglesia, donde est la Misin. Sin ni siquiera informarse en cuanto a la acusacin, interrumpe a Luis Mara en pleno sermn " y lo reprende duramente, con las palabras ms humillantes y que ms pueden avergonzar" escribe un historiador de ese tiempo. La asistencia, que era considerable, queda estupefacta.
85 Desde las primeras palabras, Luis Mara se arrodilla, y cuando el Vicario se ha ido, se levanta, mientras todos los rostros se vuelven ansiosos hacia l: "Hermanos mos, dice con voz tranquila, nos disponamos a implantar una cruz en la puerta de esta iglesia. Dios no lo ha querido, nuestros Superiores se oponen a ello. Implantmosla en nuestros mismos corazones, ah estar mejor que en cualquiera otra parte" y comenz el rezo del Rosario
86 Al da siguiente, en la Misa de c1ausura las Comuniones eran an ms numerosas de lo que se podra esperar; esto nos demuestra que el Seor se sirve ms de nuestros verdaderos mritos y sufrimientos, que de los xitos aparentes, para salvar a las almas. Esta obsesin por las almas, persigue tan fuertemente a Luis Mara, que una noche en que estaba rezando solo, en una gruta, el pensamiento de los pecados que se cometen lo hizo padecer una verdadera agona, semejante a la que sufri Nuestro Seor en el Huerto de los Olivos.
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87 Esta gruta pronto ser, el refugio de un pobre incurable sin alojamiento y que l mismo traer en sus hombros. Otros lo seguirn, atrados por la caridad del buen Padre. Montfort encontrar mujeres que socorran a estos desdichados y se hagan cargo de ellos. Esta gruta, en la cual tanto rez y sufri el Santo, se convertir ms tarde en un hospicio de enfermos incurables, bajo el cuidado de las Hijas de la Sabidura, muy felices de seguir la misin de amor de su Padre en estos mismos lugares
88 Montfort tiene ahora un compaero, llegado de una manera inesperada: un da que confiesa en una iglesia, ve a un joven que reza un largo rato. Tiene una inspiracin y se acerca a l. Maturn Rangeard, que tiene dieciocho aos, le confa que ha venido a Poitiers para entrar a los Capuchinos. "Entr al azar, a esta iglesia para rezar". "No al azar, sino providencialmente" le replica el Santo, y aade sencillamente: " Sgueme!"
89 Es la misma orden que Jess da a sus apstoles: el resultado es que el mismo Maturn, renunciando a cualquier otro proyecto, se une inmediatamente al santo Misionero. Lo ayudar mucho en todas sus actividades de Misin, especialmente dictando el catecismo en la escuela. Muri en San Lorenzo en 1760, muchsimo despus que San Luis Mara, tras cincuenta aos de fidelidad total. Es el "Hno. Maturn", el primer compaero del Santo.
90 El Seor le concedi a su Misionero el don de milagros y tambin de conocer los acontecimientos futuros. Un da le piden que celebre la Santa Misa por una seora que va a morir. Lo hace, pero en seguida va donde la enferma y le dice: "Seora, usted no morir de esta enfermedad, Dios quiere que permanezca en la tierra para que continu con sus obras de caridad a los pobres". As fue como la seora d' Armagnac san: vivi otros doce aos entregndose ms 26
91 Pero el Obispo, desde la historia de la hoguera, sospecha de Montfort. Uno de los Vicarios Generales, que lo comprenda y lo admiraba, haba sido nombrado Obispo en otra dicesis. Aquellos que le tenan envidia y no podan soportar su santidad, aprovechan, para calumniarlo de nuevo. El Obispo de Poitiers, cansado de todas esas historias, y presionado por los que lo rodean, decide alejar a Montfort. Le comunica que le retira la misin de predicador que le haba confiado y le ruega dejar la dicesis.
92 Es un dursimo golpe para Luis Mara, pero lo recibe con su acostumbrada valenta. Sin embargo qu har en adelante? Es entonces cuando siente el deseo de partir a evangelizar a los paganos de lejanas tierras; pero antes quiere ir a Roma, a pedirle, consejo al Papa para no faltar a la obediencia. Se encuentra entonces con un estudiante que se prepara a la peregrinacin; tanto mejor: sern dos los que caminarn hacia el centro de la cristiandad. Pero Luis Mara quiere viajar como los pobres.
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"Tienes dinero?" le pregunta al estudiante. - Ay! no Padre, slo tengo treinta centavos. - 'Entonces quiero ir contigo, pero a condicin que des enseguida a los pobres tus treinta centavos" As, libres de, toda preocupacin, parten alegremente por el camino, los dos compaeros, cantando y rezando en alta voz, mendigando "por el amor de Dios" el pan y el techo de cada da.
94 Hoy en da ir a Pars o de Poitiers a Roma es un juego. Se han hecho tan rpidos y confortables los medios de transporte! Pero nuestros dos peregrinos la cosa fue bien distinta: fatiga, cansancio, rechazo, se puede suponer lo pesado de este viaje; adems haba das que no tenan para comer. Habran podido cantar: "El camino es 27
largo, largo, largo..." Pero prefirieron sin duda este otro canto: "Pongo mi confianza en Ti, Virgen Santsima", compuesta por Montfort.
95 Al atravesar tan bellos paisajes, seguramente se sentir ms inspirado. No se conoce exactamente el itinerario de este largo viaje. En todo caso se sabe que el santo se detuvo un largo tiempo en Loreto, donde segn la tradicin los ngeles haban transportado la casita de Nazaret. Se senta pues, "en casa de su buena Madre. Se supone que se las arregl para detenerse tambin en Ass y venerar el recuerdo de San Francisco, al cual lo una "un parentesco de alma".
96 Son las ltimas etapas: apura el paso llegando ya a los campos romanos. De repente divisa a lo lejos la cpula de la baslica de San Pedro; cae de rodillas derramando lgrimas de alegra y da gracias a Dios de todo corazn. Sacndose los zapatos contina caminando con pies desnudos las ltimas leguas que faltan para llegar a Roma. Por fin llega, extenuado, pero inmensamente feliz! Como todo verdadero cristiano, se siente como en casa.
97 Despus de algunos das es recibido en audiencia por el Pap Clemente XI. Pues dijo enseguida que apenas lo vio se sinti "sobrecogido de un respeto extraordinario creyendo ver en l al mismo Jesucristo". Con gran sencillez le expone Luis Mara sus dificultades, le comunica sus deseos con respecto a las Misiones lejanas y pregunta humildemente qu debe hacer.
98 "Tiene en Francia un vasto campo para, trabajar, no vaya ms lejos. Ensee con fuerza en sus Misiones la doctrina al pueblo y a los nios; hgales renovar las promesas del Bautismo". Se puede ver con esto que la actuacin anterior de Montfort haba sido buna; ya que el 28
El Papa lo escucha un largo rato y muy pronto se da cuenta de la santidad de este pobre Sacerdote. Pero Francia necesita apstoles de este temple.
mismo Santo Padre se la aconsejaba. Para darle autoridad a Luis Mara, el Papa le confiri el ttulo de "Misionero Apostlico".
99 Nuestro Santo est muy contento: est seguro que es el mismo Dios quien ha hablado por boca del Papa. Con el alma en paz, slo piensa en el vasto campo que lo espera: Francia. En su bastn de peregrino coloca un crucifijo bendecido por el Santo Padre y no se separara ms de l: es un instrumento de trabajo. Como San Pablo, desea ms que nunca conocer slo a Jess y Jess crucificado. Conocerlo, amarlo y darlo a conocer para hacerlo amar.
100 Es verano y el sol es ardiente en Italia, pero qu le importa? De nuevo se le ve anda que anda siempre mendigando y siempre feliz. Un da que siente mucha hambre, golpea a la puerta de una parroquia. El cura tiene gente y justamente es la hora de la comida, Montfort se arrodilla humildemente y reza un Avemara, antes de pedir. Lo toman por un loco y lo mandan a la cocina a servirse algo.
101 Montfort se conforma perfectamente y vuelve a darle las gracias al seor cura. Este, sabiendo que viene de Roma y regresa a Francia le dice: "Porqu, entonces no se va a caballo?" "No es la costumbre de los apstoles" responde el Santo queriendo darle una leccin de renunciamiento a ese Sacerdote, demasiado amigo de las comodidades. Adems cmo habra podido conseguirse un caballo no teniendo ni
102 As pasan los das y 1uego haban transcurrido dos meses desde que nuestro Santo dej Roma. Ya no puede ms... Felizmimt va llegando a la clebre abada d~ San Martn, en Poitiers, donde lo espera el Hermano Maturn. El buen Hermano, apenas puede reconocerlo, vindolo as "enflaquecido, extenuado, tostado por el sol.... llevando en las 29
un centavo en el bolsillo!
manos sus zapatos, con los pies heridos, el sombrero bajo el brazo y su rosario en la mano..."
103 Podr por fin el, pobre peregrino descansar un poco y sobre todo sumergirse en la oracin ah en el favorable silencio de la abada, antes de seguir con su tarea de Misionero? No podr, pues el diablo vela, y tambin sus antiguos enemigos. Tan pronto supo el Obispo, el regreso del Padre de Montfort, le mand decir que dejara la dicesis. El Santo, hubiera podido defenderse, hablar de su entrevista con el Papa. Una estada en su querido hospital le hara muy bien... as como a Mara Luisa, pero sin vacilar se aleja de Poitiers.
104 Despedido de la dicesis de Poitiers por las intrigas de algunos, se ir lejos: Francia es grande y decide partir a Bretaa. Vuelve a ponerse en camino, con el Hno. Maturn, hacia el clebre santuario de Nuestra Seora en Saumur. Pasando por Fontevrault, quiere volver a ver a su hermana. Pero el malicioso Misionero, a quien la Hermana portera no reconoce, pide primero, "una limosna por el amor de Dios", La Hermana, quisiera saber quin es este Sacerdote, pero no lo consigue.
105 Avisada la Madre Abadesa, tampoco logra saber quin es El le dice: "Importa poco mi nombre; no es por m, sino por el amor de Dios que le pido una caridad". Molesta, la Superiora, lo despide sin darle nada, mientras las Hermanas en el recreo comentan el incidente. En la descripcin que hacen de l, Silvia exclama: "Pero si
106 La Madre Abadesa no quiso hacer la caridad por el amor de Dios; ahora me la ofrece por amor a m. Se lo agradezco". Sigui su camino sin querer or ms, dando a entender as a las Religiosas que la verdadera caridad "no debe hacer diferencia entre las personas" como 30
es mi hermano!" Corren rpido a alcanzarlo, le piden mil dice Santiago, sino ser para todos, sin disculpas, rogndole que vuelva al monasterio; pero el Santo excepcin y sin esperar recompensa. se niega a volver y dice:
107 Decide con mucho agrado hacer una peregrinacin al Monte San Miguel. Llegan pues. Con el Hno. Maturn se aloja en una cabaa de pescadores. A medianoche, despierta con los gritos y blasfemias de unos borrachos que pelean groseramente. Se levanta sin vacilar, va donde los bebedores, les reprocha sus blasfemias y no sin dificultad logra echarlos fuera; a menudo har esto, sin tener jams miedo y arriesgando su vida.
108 Los dos viajeros admiran largo rato la esplndida baslica llamada con justa razn "la maravilla". Para Montfort este alto en el santuario del Arcngel fue una velada de oracin. Se recogi muy profundamente para llenarse al mximo de Dios y as entregarlo a todos los que encuentra. Puesto que se encuentra en su propia dicesis, llega enseguida a Rennes. Se instala en una habitacin modesta, no queriendo molestar a su familia y para quedar ms libre en su apostolado.
109 Acepta slo una comida en casa de sus queridos padres y antes de sentarse a la mesa l mismo junta en un plato, "para los pobres", una gran porcin de las cosas ricas preparadas para l. Su fama de gran predicador lo haba precedido a Rennes, entonces dio un testimonio de humildad a todo un auditorio que ha venido a orle un da
110 Al or esto la gente no est nada contenta, sintiendo haberse molestado para nada. Pero el Santo comienza a rezar en alta voz y su corazn, lleno del fuego del amor, pasa en sus palabras, comunicndose al auditorio. Pronto ya no habr a su alrededor 31
por pura curiosidad. Arrodillndose en un reclinatorio; en medio de la iglesia, les anuncia que har sencillamente su oracin.
simples curiosos, venidos slo por snobismo, sino verdaderos cristianos, que sienten fundirse su corazn de arrepentimiento y de caridad. Terminada su oracin, Montfort principia el rezo del Rosario y jams haban sentido una impresin tan grande, los que escuchaban un sermn que no era sermn.
111 Dirigindose a Dinn, Luis Mara se detiene en el pueblo de su anciana nodriza, cerca de Montfort-sur-Meu. Le pide a la Madre Andrea hospitalidad "por el amor de Dios" sin dar su nombre, para l y para el Hno. Maturn; como estaba irreconocible, fue rechazado. Un anciano muy pobre, por el contrario, lo recibe cordialmente y pronto lo reconoce y va a contar que es el Padre Grignion quien ha llegado. Con gran desesperacin viene la anciana Madre Andrea a pedirle disculpas y a suplicarle que vuelva donde ella. Luis Mara acept su comida, pero empez a decirle:
112 ''Madre Andrea, usted me cuida mucho a m, pero, para otra vez, sea caritativa. Olvdese del Padre Grignion, l no merece nada; piense en Jesucristo que lo es todo y El es quien est en los pobres. El Santo repite esta misma leccin en toda circunstancia: la verdadera caridad no consiste en amar a tal o cual persona que nos gusta, sino en amar a todo el mundo, principalmente a los ms necesitados, a los ms pobres. Esta leccin debemos recordarla siempre y sobretodo practicarla.
113 En Dinn Luis Mara har algo parecido con uno de sus hermanos que era Dominicano.
114 En la ciudad encuentra al Hno. Maturn y le pregunta "Cmo se llama este Sacerdote? 32
- Montfort, responde el Hermano Este Reverendo Padre est encargado de la sacrista - No conozco ese nombre"! en el convento y es a l que Luis Mara le pide autorizacin - Conocer quizs a Luis Grignion? replica para celebrar la Misa, Llamndolo "mi querido hermano". El Religioso no lo reconoce y se siente molesto de que maliciosamente el Hno. Maturn. - Pero entonces, es mi hermano!" lo llame "hermano", ya que as les dicen a los que no son Se adivina lo que pasa al da siguiente en Sacerdotes, y le pasa a Montfort los ornamentos ms la maana: el Dominico pide disculpas, gastados que encuentra. reprochando amablemente a Luis Mara de no darse a conocer
115 "Bueno! lo he llamado 'mi querido hermano' no lo es acaso?" sonre Montfort. El Religioso, ciertamente comprende la leccin de modestia y esta vez le da a Luis Mara los ms hermosos ornamentos del convento para celebrar la Misa esa maana. Catecismo, prdicas ceremonias y todas las habituales actividades del santo Misionero, se desarrollan en Dinan. Tambin hace reuniones de soldados y forma grupos para asegurar la perseverancia en la oracin cuando l se vaya.
116 El Hermano portero del convento donde se aloja lo ve llegar una noche con un pesado bulto y lo oye repetir: "brale a Jesucristo!" Luis, Mara carga en su espalda a un pobre cubierto de lceras que yaca en la calle. Lo lleva a su propia habitacin, lo acuesta en su cama pasa toda la noche cuidndolo. Pero tiene que partir de Dinan, pes ahora lo reclaman en muchas parroquias. Todo el mundo comienza a darse cuenta de la gran santidad del Misionero
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que misionan en la regin de Saint-Brieuc. Durante siete a ocho meses, Luis Mara evangelizar toda esa zona. En La Chze, reedifica, ayudado por los entusiasmados habitantes, una capilla dedicada a Nuestra Seora de la Piedad, que estaba en ruinas. Los milagros son innumerables a su paso. Una madre le trae a su hija enferma y el santo Sacerdote se la devuelve rebosante de salud asegurndole que nunca ms padecer esa enfermedad. Otros enfermos de fiebres, sanan al beber un poco de agua en la cual el Santo ha colocado una insignia del Santo Nombre de Jess.
multiplica los alimentos, como en otro tiempo lo hiciera Nuestro Seor. Un da llega con una banda de pobres donde una viuda de humilde condicin. Ella levanta los brazos al cielo y muestra toda su riqueza: un pan y dos o tres libras de carne. Montfort, sin turbarse, instala a toda esa cantidad de gente, el mismo les sirve y distribuye a cada uno, segn su hambre. Despus... todava queda tanto pan y carne, como haba al principio. Otro da multiplica el trigo en el granero de una granja:
119 "No podemos darle pan para sus pobres, ya no nos queda nada de trigo", le dice una buena campesina. - Vaya a barrer su granero y trigame todo lo que tenga!" Ella trae algunos puados, dndoselos gustosa al hombre de Dios. Cuando sube a su granero en la noche, encuentra ah un gran montn de trigo, lo suficiente para alimentar a todos los suyos durante seis meses y hacer abundantes limosnas a los pobres.
120 Estas Misiones de La Cheze y de los alrededores, promueven tanto entusiasmo, que como homenaje de especial agradecimiento a Mara, Montfort hizo prender fogatas durante nueve das, en las colinas vecinas, al son de cnticos. Bella conclusin de las actividades de aquel que, a imitacin de su Maestro, se esforzaba, con su palabra y ms an con su santidad irradiante" en reavivar en las almas el fervor del amor a Dios y al prjimo.
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121 Sigue as Montfrt, en Saint-Brieuc, predicando, confesando, rezando y preocupndose de los pobres. Se ha conservado el recuerdo que l "alimentaba a ms de doscientos ensendoles el catecismo y rezando con ellos. El Rosario". Pan del cuerpo y pan del alma. El sabe muy bien que no basta slo con ayudar a la miseria material y socorrer los cuerpos hambrientos; descuidar las almas creadas por Dios y hechas para conocerlo y amarlo, sera olvidar lo principal "lo nico necesario", como dice el Evangelio. Luis Mara no lo olvida.
122 Sin duda, haca largo tiempo que el Santo no haba sufrido molestias; pero su vida deba estar perpetuamente marcada por la cruz. Como l mismo dijo un da: "No hay cruz? Qu tal cruz!" Pronto principian las dificultades respecto a l, en el pequeo grupo de Misioneros; se le reprocha su originalidad. Sin poder decirlo, se le reprocha todava ms, sus xitos con las multitudes, xitos que dejan a los dems Misioneros un poco en la sombra... un poco envidiosos quizs?
123 Es preciso entonces, que vuelva a seguir su camino solitario como Sacerdote. Lo acompaa siempre el fiel Hno. Maturn, adems uno recin llegado, el Hno. Juan. Luego se instalan los tres en una pequea ermita que domina la ciudad de Montfort. Habitarn en ella 8 meses, irradiando desde, all sobre los pueblos de los alrededores, restauraran la capilla de San Roque y edificarn un calvario. Entre dos Misiones los tres compaeros volvern con alegra a su querida ermita de San Lzaro, para de nuevo sumergirse en el silencio Y el retiro.
124 En la pequea capilla, delante del altar de Nuestra Seora, han instalado un rosario monumental cuyas, cuentas son "del tamao de una nuez", lo que permite a varias personas rezarlo al mismo tiempo. Sin embargo, en la pequea comunidad no siempre tienen qu comer. Cierto da, los dos buenos Hermanos estn un poco tristes, es porque no han almorzado! A medio da han rezado el Benedictus, han hecho una 35
125 Llega pronto la noche y habr la misma comida. "Confianza! Confianza!", repite el Padre, que tiene una fe inquebrantable en la Providencia. Con mucha razn, pues antes de la hora de sentarse a la mesa, llega un campesino de los alrededores, quien tuvo la repentina idea de traer enseguida, un canasto de provisiones a la ermita de San Lzaro. Gran alegra y agradecimiento dilatan los corazones de los tres compaeros
126 EI Padre no se preocupa nunca de s mismo, pero la Providencia lo protege. Pasando por una calle, oye gritos desde, una casa: es un hombre que golpea duramente a su mujer. Montfort se precipita entre ellos. Furioso, el hombre levanta el hacha contra el Santo. La mujer grita aterrada, pero el hacha no cae, El brazo del hombre queda rgido en el aire por una fuerza misteriosa y slo puede insultar a Luis Mara. Dios ha retenido el brazo criminal
127 Habiendo su familia vuelto al pueblo, Luis Mara acepta de ir a comer, pero con la condicin de que se haga una abundante cena, donde pueda llevar a "sus amigos". Se prepara entonces una larga mesa y se le espera, un poco intrigados. A la hora fijada, llega Montfort, rodeado de un grupo de pobres, cojos, ciegos y desvalidos de todo gnero. Menos mal que el seor y la seora Grignion poseen un
128 Sin embargo, muy pronto deben dejar la regin y esta vez Montfort y sus compaeros se dirigen a Nantes. Al pasar por la Plaza Real de esta ciudad, encuentran un grupo de oficiales que discuten Montfort oye unos juramentos y no pudiendo soportarlo, se dirige inmediatamente hacia ellos; en trminos tan delicados y firme, 36
corazn verdaderamente cristiano y todo el mundo rodea a los pobres y los festeja. Los padres de Luis Mara deben sentirse orgullosos de la caridad de su hijo.
que el culpable, tocado por la gracia, se arrodilla delante de todos y pide perdn por sus blasfemias. Qu gran influencia puede tener un santo!
129 Continan las predicaciones para; llamar a los fieles, el hermano Maturn sale en la tarde, atravesando vias, tocando la campanilla y cantando a toda voz: "Escuchen, est abierta la Misin, vengan todos, mis buenos amigos, vengan a ganarse el Paraso La gente acude y muy pronto la poderosa palabra del Paore los cautiva. Por todas partes tiene el mismo xito: A su paso se suceden los prodigios y su fama de santidad aumenta ms y ms. Se cuenta la historia de un campo estril, convertido en tierra frtil por su oracin.
130 Se cuenta tambin lo de aquel hombre, el nico que rehus de ir a la Misin, a quien le cay un rayo en su casa. Algunos han sorprendido al Santo, conversando "con una Seora radiante de Luz". En efecto la Santsima Virgen, esta "buena Madre" que l ama tanto, se le apareca y conversaba con l. Una cristiana que en la Confesin haba callado tres faltas, recibe como penitencia, que debe lavar un pauelo blanco, que tiene tres manchas.
131 E extraada de no poder quitar las manchas, de repente comprende y volviendo al confesionario, se acusa de los tres pecados ocultos; las manchas del pauelo enseguida desaparecen fcilmente. Un da Montfort es atacado por unos malhechores, que han jurado matarlo. Lo esperan en
132 Pero como ellos quieren castigar inmediatamente a los bandidos, el Santo les suplica: "Queridos hijos, no les hagan ningn dao, ellos son ms dignos de compasin que Uds. y yo". 37
una encrucijada y se arrojan sobre l. Felizmente parecen unas personas armadas de palos y lo libran.
Los seores de, la Chevrolire piden al Padre una Misin. Pero ellos no estn en buena armona con el cura de la parroquia, lo que acarrea grandes dificultades al Santo: all donde reina la divisin, a menudo es el diablo que se entromete. Un da que Montfort prdica en esa parroquia, el cura se pone a criticarlo en alta voz.
133 Llega hasta decir a los asistentes, que ellos pierden el tiempo viniendo a los ejercicios de la Misin. Al igual que en Poitiers, el Santo se pone de rodillas. Despus baja del plpito, saluda respetuosamente al seor cura y hace cantar el Te Deum ante el Santsimo, asegurndole a uno de sus amigos, que con esta humillacin se ha llenado de "una alegra que no sabra expresar".
134 El Hno. Pedro, recin llegado a la pequea comunidad, cae enfermo durante la Misin. Su estado es grave y le dan la Uncin de los Enfermos. Despus de haberle preguntado si tiene fe, el buen Padre le dice: "Pedro, quieres obedecerme? - De todo corazn! le contesta ste. - Te mando que te levantes dentro de una hora y que vengas a servir a la mesa". Cuando despus de la ceremonia, los Misioneros vienen a almorzar, encuentran en pie y muy sonriente, al que estaba moribundo en la maana.
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135 Montfort es cada vez ms conocido y, naturalmente, amado y venerado por unos, criticado y calumniado por otros. Una generosa seora de Nantes, le regala una casita que llamar una "Providencia". Vive en ella con sus Hermanos cuando est de paso en la ciudad, Pero su vida es misionar sin cesar. Ah est, en Bouguenais, predicando desde el plpito, cautivando como de costumbre, toda la atencin del auditorio. De repente se detiene bruscamente y con un tono muy distinto, grita: "Que vayan dos hombres a salvar a mi asno que se est ahogando!"
136 Varios hombres se precipitan y alcanzan a salvar al asno del agua. Al ver la gente, los dones tan especiales que Dios concede al Santo Misionero, escuchan cada vez con ms atencin sus consejos. Hay muchos que se convierten y hacen una buena Confesin. Todos lo veneran como a un santo, que Dios ama e ilumina en forma verdaderamente visible, aun sobre cosas tan secundarias, como la cada del asno, lo que l supo inmediatamente.
137 Como lo hemos visto, a Montfort le gusta mucho implantar cruces en recuerdo de las Misiones y de las gracias recibidas en ellas. Hace mucho tiempo que suea con un calvario monumental, como el que tienen los ermitaos del Monte Valeriano, que se viera de muy lejos y atrajera a las multitudes. Con este objeto ha comprado un gran Cristo, muy expresivo. En Pontchteau hay tierras sin cultivar que parecen prestarse a la realizacin de su proyecto y ah lo har.
138 Habla de ello con tanta elocuencia, que todos los habitantes de la regin se entusiasman y, as como en los antiguos tiempos de las catedrales ofrecen sus brazos y sus bienes, ya que el buen Padre piensa en algo grande. Despus de haber escogido un hermoso lugar, donde se descubre un vastsimo horizonte, comienzan las excavaciones. Se trata en efecto, de elevar all una verdadera colina, sobre la cual sern colocadas las tres cruces. Las 39
estatuas de Nuestra Seora, de San Juan, de Santa Mara Magdalena, completarn el cuadro. La obra es de gran envergadura; incluso cavan zanjas para proteger de los animales la santa colina.
139 Los obreros voluntarios llegan no solamente de los alrededores sino de lejos... y an del extranjero. Tambin se detienen algunos peregrinos, en camino hacia un santuario, para ofrecer uno o varios das de trabajo. Se adivina qu corriente de valenta, de verdadera caridad, provoca este trabajo comn, al cual todos cooperan gustosos. Se cuentan hasta quinientas personas trabajando el mismo da. Hacen saltar las gigantescas rocas; buscan el ms hermoso castao para la cruz de Jess.
140 A ratos trabajando en el taller o preocupndose de pedir en las granjas para alimentar a los obreros, Montfort estaba en todo, para todos. As llega el da de la inauguracin. Desde la vspera acude la gente de todas partes para asistir a la ceremonia. Desde diez leguas de distancia se ven las tres cruces dominando la colina. Qu bella fiesta se espera! Pero lamentablemente no se realizar! El calvario de Pontchteau no ser bendecido, pues por decisin del. Rey llega una orden del. Obispo que lo prohbe.
141 Qu haba pasado? Siempre la misma cosa. Los envidiosos, los malos; inspirados por Satans, fueron a
142 los sucesores de San Luis Mara; son ahora los que lo cuidan, y son incontables las 40
contarle que esta colina artificial poda ser transformada en peligrosa fortaleza. En caso de desembarque del enemigo. El rey, Luis XIV firma la orden de destruir el calvario. "El Seor ha permitido que se haga, permite tambin que sea destruido: bendito sea su santo Nombre!" as dice el pobre y santo Padre de Montfort En efecto fue demolido por una compaa de soldados, pero reconstruido ms adelante.
conversiones que se realizan en l. Bien se puede atribuir estas gracias a esos veinte mil obreros voluntarios de Cristo, que trabajaron sin tener la dicha de ver su obra coronada de xito y ms an al Santo, quien con la misma sonrisa reciba las muestras de afecto como tambin las ms duras humillaciones. Jams se cerr su corazn. Lo vemos ahora entregndose por entero durante la gran inundacin de Nantes, a fines del ao 1710.
143 Se teme afrontar la violencia de la corriente y los infortunados que estn en mayor peligro corren el riesgo de quedar aislados y sin ayuda. Viendo a Montfort en la barca, se tranquilizan. "Uds. no morirn, les dice a los barqueros, sganme... " y se realiza el salvamento sin accidente. Encontrando un da a unos obreros y soldados que peleaban en un, juego por dinero, -se arroja-entre ellos, los separa y de un fuerte puntapi rompe la mesa de juego. Los soldados le piden que la pague
144 Evidentemente el Santo no tiene dinero. Lo arrestan entonces con intencin de encarcelarlo. Montfort, radiante, toma la delantera y con paso firme camina rezando en alta voz el Rosario. Uno de sus amigos, encontrndose con el cortejo, inmediatamente lo libra, con gran decepcin del Santo: "Mi alegra habra sido perfecta. Si hubiera tenido la dicha de ser encarcelado por Jesucristo", dice alegremente. Siendo invitado a misionar a la dicesis de, La Rochelle, parte nuestro Santo a La Garnache. Lo esperan en la iglesia donde acude mucha gente.
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145 Como no aparece, envan al sacristn a buscarlo. El muchacho vuelve pronto y muy asombrado cuenta: "Lo llam y no me respondi, est hablando con una hermosa Seora blanca, que est en el aire Dios permita de nuevo que se viera la gran intimidad que tena con su "buena Madre" del. Cielo, La que a menudo lo visitaba. La misin fue magnfica; todos los verdaderos cristianos se comprometieron, cada uno, a alimentar a un pobre.
146 Yendo de pueblo en pueblo, siempre con su bastn en la mano, Luis' Mara y sus compaeros pronto llegan La "Rochelle. Era un feudo calvinista y por la fama del Santo, contaban, con brillantes discusiones, en el curso de las cuales, sera refutada la doctrina protestante. Pero esa no es la manera de Montfort. El predica el Rosario y siempre el Rosario, animando a la gente a rezar cada vez ms, pues la oracin tiene ms poder contra la hereja, que las discusiones elevadas.
147 No queriendo dejar a los protestantes el monopolio del respeto para con la Biblia, se le ocurre la idea de organizar una procesin, en la que, bajo el palio, en lugar del Santsimo, el sacerdote lleve respetuosamente el Libr Sagrado, para que todos los fieles puedan as venerarlo. Esta procesin se llev a cabo tal como lo haba pensado y produjo una fuerte impresin en todos los que participaron en ella o la vieron pasar. Muchos que vacilaban, volvieron as a la fe catlica.
148 Furiosos por las conversiones, que se multiplican, deciden suprimir al Santo predicador. Con este objeto algunos herejes se las arreglan para echar veneno en el caldo que l iba a tomar. Dndose cuenta enseguida, Montfort pudo detenerse a tiempo, pero esto lo dej enfermo y seguramente apur su muerte. Todava no cumple cuarenta aos. Qu vida tan plena! Entregado por entero al Seor y a su tarea apostlica, ya no se pertenece; pero tambin qu cosecha de almas! 42
149 A l tambin le piden de ir a evangelizar la isla de Yeu. Nadie se atreve a ir all, pues los piratas cruzan sin cesar esos lugares. Naturalmente l acepta enseguida. Se le previene que los herejes sobornaron a los tripulantes de un barco corsario. Adems todos los marinos del puerto, enterados de se peli.gro, se niegan a llevarlo. Por fin encuentra un patrn que acepta y as pueden embarcarse. Todos, marinos y misioneros estn inquietos, menos el santo.
150 A tres leguas, en alta mar, ven acercarse a toda vela dos buques corsarios. Estamos perdidos", gritan los ocupantes de la chalupa, mientras Montfort, que canta sin cesar, los anima a hacer lo mismo, pero ellos tienen demasiado miedo para poder; cantar; el Padre entonces comienza a rezar el Rosario con gran confianza y les dice: "Estamos fuera de peligro!" Pero el enemigo viene hacia nosotros! Estamos perdidos ... Tengan fe, el viento puede cambiar".
151 Es lo que sucede enseguida... Los dos buques corsarios, en la imposibilidad de avanzar ms en su direccin, se ven obligados a alejarse de su presa. Esta vez, muy gustosos, todos los compaeros de viaje del Padre, cantan con l el Magnficat. La Misin de la isla de Yeu se ve coronada por el xito, y.la cruz, que todava llaman "el Calvario del Padre Montfort", qued como recuerdo.
152 En La Rochele, en una ermita que le ha regalado una buena seora, escribe un libro admirable: "Tratado de la Verdadera Devocin a la Santsima Virgen". Cuando nio, Luis Mara ya reuna a sus pequeos compaeros para ensearles. Como seminarista, luego como Misionero, siempre sigui ocupndose especialmente de los nios. 43
Desde que empez a ser ayudado por uno o dos Hermanos, los forma en este apostolado de instruccin, tan necesario en una poca en que los nios de los pobres quedaban a menudo en la ignorancia: Hno. Maturino lo haca muy bien
153 Muchos se preocupaban de la instruccin. Se fundaron varios institutos con este fin, como aquel de los "Hermanos de las Escuelas Cristianas". El fiel amigo de Montfort, el Padre Blain, ahora cannigo de Rouen, trabajaba por su lado para esta causa. Luis Mara creaba tambin, en los pueblos en que poda hacerla, "pequeas escuelas". En la Rochelle, feliz el Obispo con este proyecto, le da una casa para que lo realice. Est muy deteriorada, pero el Santo se las arregla y en ocho das la escuela est lista.
154 Hay cuatro Hermanos encargados de ella, y los alumnos pronto acuden. Llama entonces a Madre Mara Luisa a La Rochelle para confiarle la instruccin de las niitas. El santo Misionero tiene ahora un pequeo grupo de Hermanos con l. Las Hijas de la Sabidura tambin van a desarrollarse. Pero todava no ha encontrado Sacerdotes que acepten juntase a l para formar la Compaa de Misioneros, como siempre lo ha soado. Entre tanto siente que sus fuerzas declinan, sabe que Dios muy pronto lo llamar.
155 Un da llega un joven Sacerdote. Ren Mulot, de frgil salud, medio paralizado, que vive donde su hermano cura de San Pompain, a invitarlo, a nombre de ste, a
156 El Santo predica ahora sus ltimas Misiones en esa regin, que ms tarde llamarn la Vende Militar por los combates 44
predicar en su parroquia. Mirndolo a los ojos, Montfort le dice a quemarropa: "Sgueme!". El desdichado joven replica: "Cmo podr llevar semejante vida con mi pobre salud?" Pero el Santo sigue firme... y Ren Mulot obedece. Con el tiempo, despus de la muerte del Fundador llegar a ser el primer Superior General de sus Familias Religiosas.
desarrollados all durante los tristes das de la Revolucin. Esta fe ardiente y tenaz, gracias a la cual numerosos habitantes de esa regin prefirieron la muerte a la apostasa, bien parece una herencia del trabajo apostlico del gran Santo. He aqu al Santo llegando a San Lorenzo... Es all donde el Seor le ha dado cita. Es el tiempo de la Pasin. Luis Mara se retira a una gruta.
157 Ah hace dura penitencia, la Misin se desarrolla fecunda, como siempre. De repente se anuncia la visita del Obispo. Montfort se multiplica para prepararle una bella recepcin, pero se siente agotado y ni siquiera puede ir a la mesa. Es el 22 de abril de 1716. Se le ve, sin embargo, en el plpito, minado por la fiebre; se teme de verlo caer, pero no, llegar hasta el final. Habla de la dulzura de Jess con acentos que conmueven al inmenso auditorio. Ser ste su ltimo sermn, pues enseguida cae en cama, mientras sus compaeros continan la Misin.
158 Se confiesa, pide los ltimos Sacramentos, dicta su testamento al Padre Mulot. Son pobres cosas que lega, pues seguramente no tiene dinero: libros, material de Misin, pequeos muebles que da ya sea a sus Hermanos, a los Sacerdotes que le han ayudado y a las parroquias que ha evangelizado. La gente, desconsolada, se turna en el pequeo cuarto, implorando una ltima bendicin. Luis Mara levanta el crucifijo que jams abandona, traza sobre ellos la seal de la cruz. De repente se oye su voz en el silencio. Canta:
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"Vamos, queridos amigos mos, Vamos al Paraso! Cualquier cosa que se gane aqu abajo En el Paraso lo tenemos mejor". Cntico compuesto por l y que a menudo haca cantar. Ha llegado la hora para l de realizarlo. Estrechando en su mano izquierda una estatua de la Santsima Virgen, que siempre llevaba consigo, besa el crucifijo y la estatua. Es as que muere, en plena Misin. El 28 de, abril, a los cuarenta y tres aos. Al da siguiente, 29, lo enterraban en la capilla de la Santsima Virgen de la iglesia parroquial. Ms de diez mil personas lloraban
160 Durante su vida Dios ya haba manifestado con prodigios la santidad de su humilde siervo. Ahora que ha muerto, su fama crecer ms y ms. Los milagros se multiplicarn. El Obispo de Poitiers, que haba sido tan severo con el Santo, lo invoc y obtuvo la salud de dos enfermos. Las .Hijas de la Sabidura se convirtieron pronto en una gran comunidad. Despus de la , tormenta de la Revolucin, en la que varias de ellas subieron al cadalso cantando un cntico de Montfort, se difundieron por toda Francia
161 Los enfermos y la educacin de los nios son siempre las dos grandes actividades de estas Religiosas. Si en un principio los Padres y los Hermanos demoraron, largo tiempo en unirse y organizarse, ellos forman ahora florecientes Institutos, que, prolongan en Francia y en el extranjero, la misin apostlica confiada a Luis Mara por el Papa Clemente XI. Los Hermanos de San Gabriel, que veneran a San Luis Mara como a su amado Padre, con gran xito se aplican en imitar su celo por la formacin cristiana de la juventud, bajo todos los cielos.
162 Todos aquellos que siguen al Santo, continan realizando los grandes proyectos concebidos por l: predicaciones, cuidado de los enfermos, educacin de la juventud. En muchas de nuestras parroquias, todava se cantan numerosos canticos que l haba compuesto. Si algunas veces se deben adaptar las palabras a nuestro lenguaje de hoy, las ideas que expresan son siempre actuales; amor a Jess y a su cruz, espritu de renunciamiento al 46
163 En todas las obras del Padre de Montfort, se encuentra sobre todo ese perfume de un amor extraordinario por la Santsima Virgen, un amor basado en la comprensin de su verdadero rol para con nosotros: Madre y Mediadora, un amor que arrastra una confianza sin medida. En verdad esperaba todo de Ella para elevarse hacia Dios y an para su vida material, y por cierto que jams fue decepcionado Santo desde su juventud, se podra decir, Luis Mara de Montfort poda haber sido elevado a los altares sin tardanza e invocado pblicamente.
164 Sin embargo slo en 1888 fue beatificado y el 20 de Julio de 1947 fue inscrito oficialmente en el catlogo de los Santos por el Papa Pio XII. Quizs era necesario que esta canonizacin tuviera lugar en nuestra poca y que fuera por el Papa de la Consagracin al Corazn Inmaculado de Mara. Nos encontramos as arrastrados por el ejemplo de este gran Santo a pedir con ms ardor a la Santsima Virgen que nos obtenga, por la vuelta de las almas a su Hijo, la Paz en el mundo.
SPLICA ARDIENTE para pedir misionero (compuesta por San Luis M. de Montfort) (al Padre) 1. "Acurdate, Seor, de tu Congregacin que tenas en la mente, pensando en ella desde la eternidad, que tenas en la mano, cuando con tu palabra creaste el universo; que llevabas en el corazn, cuando tu Hijo, al morir en la cruz, la consagr con su sangre y la confi al cuidado de su Madre Santsima. 2. Escucha, Seor, los designios de tu misericordia; suscita los hombres de tu diestra, que has mostrado en visin proftica a algunos de tus mayores servidores: San Francisco de Paula, San Vicente Ferrer, Santa Catalina de Siena y tantas otras almas en el ltimo siglo y an en ste en que vivimos. 3. Acurdate, Dios Todopoderoso, de esta Compaa, aplicndole sin medida todo el poder de tu brazo, para sacarla a la luz y llevarla a su perfeccin. "Renueva tus prodigios; haz nuevas maravillas!"2 Que sintamos la ayuda de tu brazo! 3 Dios soberano, que de piedras toscas4 puedes forjar otros tantos .hijos de Abrahn, pronuncia tu palabra divina para enviar buenos "obreros a tu cosecha"5 y buenos Misioneros a tu Iglesia! 4. Acurdate, Dios de bondad, de tus antiguas misericordias y por estas mismas misericordias, acurdate 47
de esta Congregacin. Acurdate de las plegarias que tus siervos y siervas te han hecho sobre el particular desde hace tantos siglos: que sus votos, sus gemidos, sus lgrimas, la sangre por ellos derramada lleguen a tu presencia para implorar poderosamente tu misericordia. Acurdate sobre todo de tu querido Hijo: "Contempla la cara de tu Ungido"6. Su agona, su confusin y su llanto amoroso en el Huerto de los Olivos, cuando dice:" Qu ganas con mi muerte?7 Su muerte cruel y su sangre derramada te imploran a gritos misericordia, a fin de que, por medio de esta Congregacin, se establezca su imperio sobre las ruinas del de sus enemigos. 5. Acurdate, Seor, de esta comunidad en los efectos de tu justicia: "Seor ya es hora de que actes, porque han violado t Ley"8. Es tiempo de hacer lo que has prometido. Tu divina Ley es quebrantada! Tu Evangelio ha sido abandonado! Torrentes de iniquidad inundan toda la tierra y arrastran a tus mismos servidores. La tierra entera est desolada.9 La impiedad esta sobre el trono. Tu santuario es profanado y la abominacin se halla hasta en el lugar santo.10 Lo dejars todo abandonado, Seor de la justicia, Dios de las venganzas? Vendr, a ser todo, al fin, como Sodoma y Gomorra? Permanecers callado? Seguirs soportndolo todo? No es acaso necesario que se haga tu voluntad en la tierra como en el Cielo y que venga tu reino? No has mostrado de antemano a algunos de tus amigos una, renovacin futura de tu Iglesia? No han de convertirse los judos a la verdad? No es esto lo que espera la Iglesia? No te piden a gritos todos los santos del Cielo: Justicia! "Venganza!"11, No te dicen todos los justos de la tierra: "Si ven, Seor"!12. Las' creaturas todas, an las ms insensibles, gimen bajo el peso de los pecados innumerables de Babilonia y piden tu venida para restaurar todas las cosas: "La creacin entera gime".13 (al hijo) 6. Seor Jess, acurdate de tu Congregacin. Acurdate de dar a tu Madre una nueva Compaa, para renovarlo todo por Ella y acabar por Mara los aos de la gracia, como los has comenzad por Ella. "Da hijos" y servidores a tu Madre. "Que SI no, me muero.14 "Dalos a tu Madre". Por Ella te pido. Acurdate de sus entraas y de sus pechos, y no me rechaces. Acurdate de que eres su Hijo y escchame. Acurdate de lo que Ella es para Ti y de lo que T eres para Ella y cumple mis deseos. Qu te pido? Nada en mi favor. Todo para tu gloria. Qu te pido? Lo que T puedes, y an me atrevo a decirlo, lo que debes concederme como Dios verdadero que eres, a quien se ha dado todo poder en el Cielo y en la tierra15 y como el mejor de todos los hijos que amas infinitamente a tu Madre. 7. Qu te pido? Hijos: Sacerdotes libres con tu libertad, desprendidos de todo, sin padre, sin madre, sin hermanos, sin hermanas, sin parientes segn la carne, sin amigos segn el mundo, sin bienes, sin estorbos y an sin voluntad propia16 8.Hijos: Esclavos de tu amor y de tu voluntad; hombres segn tu corazn, que sin voluntad propia que los manche y los detenga, cumplan todos tus designios y arrollen a todos tus enemigos, como nuevos Davides, con el bculo de la cruz y la honda del santo rosario en las manos.17 9. Hijos: Nubes levantadas de la tierra y llenas de roco celeste, que sin obstculos vuelen por todas partes al soplo del Espritu Santo. Son ellos, en parte, aqullos a quienes contemplaron tus profetas cuando preguntaban: "Quines son sos que vuelan como nubes?''18 Iban a donde el Espritu los en empujaba".19 10. Hijos: Hombres siempre en tu mano Prontos siempre a obedecerte a la voz de sus superiores, como Samuel: "Heme aqui"20 Siempre dispuestos a correr y a sufrirlo todo contigo y por tu causa como los
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Apstoles: "Vamos tambin nosotros a morir con El".21 11. Hijos: Verdaderos hijos de Mara, tu Santa Madre, engendrados y concebidos por su caridad,22 llevados en su seno, pegados a sus pechos, alimentados con su leche, educados por sus cuidados, sostenidos por su brazo y enriquecidos con sus gracias. 12. Hijos: Verdaderos servidores de la Santsima. Virgen, que como otros tantos Domingos, vayan por todas partes con la antorcha brillante y ardiente del Santo Evangelio en la boca y el Santo Rosario en la mano, a ladrar como perros, a quemar como brasas y alumbrar las tinieblas del mundo como soles.23 Y que, por medio de la verdadera devocin' a Mara, -- es decir, interior sin hipocresa, exterior sin crtica, prudente sin ignorancia, tierna sin indiferencia, constante sin liviandad y santa sin presuncin--, aplasten, por dondequiera que vayan, la cabeza de la antigua serpiente para que la maldicin que le lanzaste se cumpla enteramente: "Pongo perpetua enemistad entre ti y la Mujer; entre tu linaje y el suyo; Ella te aplastar la cabeza".24 13. Es verdad, Dios soberano, que el demonio pondr, como T lo has predicho, grandes asechanzas al calcaar de esta mujer misteriosa, es decir, a esta pequea Compaa de hijos tuyos, que vendrn hacia el fin del mundo. Y que habr grandes enemistades entre esta bienaventurada descendencia de Mara y la raza maldita de Satans. Pero es una enemistad totalmente divina, la nica de que T .eres autor: "Pon enemistades". Pero estos combates y persecuciones que los hijos de la raza de Satans desencadenarn contra la raza de tu santa Madre, slo servirn para hacer brillar ms el poder de tu gracia, la valenta de su virtud y la autoridad de tu Madre; puesto que T, desde el principio del mundo, le has dado el encargo de aplastar a este orgulloso, por la humanidad de su corazn y de su planta: "Ella te aplastar la cabeza". 14. "Que si no, me muero". Acaso no sera mejor morir que verte, Dios mo, todos los das tan cruel e impunemente ofendido y hallarme todos los das ms y ms en peligro de ser arrastrado por los torrentes d3e iniquidad que van creciendo? Mil muertes me seran ms tolerables. Envame socorro desde el cielo o llvate mi alma! Si no tuvieras la esperanza de que oirs tarde o temprano a este pobre pecador, en inters de tu gloria, como has odo a tantos otros --"Grit este pobre, el Seor lo escuch"--25, te pedira insistentemente con un profeta: "llvate mi alma".26 Pero la confianza que tengo en tu misericordia me hace decir con otro profeta: "No. no me morir, vivir y publicar las obras del Seor".27 Hasta que pueda decir con Simen: "Ahora ya puedes dejar que tu servidor muera en paz, porque mis ojos han visto a tu Salvador".28 (al Espritu Santo) 15. Espritu Santo, acurdate de producir y formar hijos de Dios con Mara, tu divina y fiel Esposa. "T formaste la Cabeza de los predestinados con Ella y en Ella. Con Ella y en Ella debes formar todos sus miembros. T no engendras ninguna persona divina en la Divinidad. Pero T solo formas, fuera de la Divinidad, todas las persona divinas. Y todos los santos que han sido y sern hasta el fin del mundo son otras tantas obras de tu amor unido a Mara. 16. El reino especial de Dios Padre dur hasta el diluvio y termin con un diluvio de agua. El reino de Jesucristo termin con un diluvio de sangre. Pero tu reino, Espritu del Padre y del Hijo, contina actualmente y terminar con un diluvio de fuego, de amor y de justicia:29 17. Cundo vendr este diluvio de fuego de puro amor, que T debes enviar sobre toda la tierra, de manera tan dulce y vehemente, que todas las naciones -los turcos, los idlatras, los mismos judos- se abrasarn en l y se convertirn? "Ninguna cosa escapa a su ardor".30 Que este fuego divino, que Jesucristo vino a traer a la tierra, se encienda antes de que t enciendas el de tu clera, que reducir toda la tierra a cenizas. Enva tu Espritu y sern creadas las cosas y renovars la faz de la tierra".31 Enva este Espritu, que es todo fuego, sobre la tierra para crear en ella Sacerdotes totalmente de fuego, por ministerio de los cuales sea renovada la faz de la tierra y tu Iglesia reformada. 18. "Acurdate de tu Congregacin". Es una Congregacin, una asamblea, una seleccin, un grupo 49
escogido de predestinados que T debes formar en el mundo y del mundo: "Yo los eleg de en medio del muhdo".32 Es un rebao de corderos pacficos, que T debes reunir en medio de tantos lobos.33 Una compaa de castas y de guilas reales, en medio de tantos cuervos. Un enjambre de abejas en medio de tantos znganos. Una manada de giles ciervos, en medio de tantas tortugas. Un escuadrn de de leones valerosos, en medio de tantas liebres tmidas. "Seor, renenos de entre las gentes"34 Congrganos, renenos para que se de toda la gloria a tu nombre santo y poderoso (por Mara) 19. T anunciaste este ilustre Compaa a tu profeta, que habla de ella en trminos muy oscuro y misteriosos, pero totalmente divinos: "Hiciste caer una lluvia generosa, para reanimar a los tuyos redimidos. Y tus familiares hallaron reposo, en el lugar que tu bondad les prepar. El Seor da a los mensajeros la noticia. Dios dispers un inmenso ejrcito: 'Huyen los reyes, huyen con sus tropas; una mujer en su carpa reparte el botn; alas de paloma cubiertas de plata y de oro en su plumaje'. Mientras el Todopoderoso venca a los reyes, caan nieves sobre el Salmn. Montes de Dios, montes de Basn, altos y encumbrados, montes escarpados, montes de Basn. Por qu miran celosos al monte que Dios quiso habitar, en que el Seor habita para siempre?35 20. Cul es, Seor, esa lluvia generosa que has preparado y escogido para tu heredad agobiada, sino estos santos Misioneros, hijos de Marta, tu Esposa, que debes reunir y separar del comn de las gentes, para bien de tu Iglesia, tan debilitada y manchada por los crmenes de sus hijos? 21. Quines son esa familia y esos pobres que morarn en tu heredad y que sern alimentados en ella con la dulzura divina que T les has preparado, sino estos pobres Misioneros abandonadas a la Providencia, que rebosarn de tus delicias divinas, sino los animales misteriosos de Ezequiel,36 que tendrn la humanidad del hombre por su caridad desinteresada y bienhechora para con el prjimo; la valenta del len por su santa clera, y su celo ardiente y prudente contra los demonios, hijos de Babilonia; la fuerza del buey por sus trabajos apostlicos y su mortificacin de la carne; y en fin la agilidad del guila por su contemplacin en Dios? Tales sern los Misioneros que T quieres enviar a tu Iglesia, Tendrn ojos de hombre para el prjimo, ojos de len contra tus enemigos; ojos de buey contra s mismos y ojos de guila para Ti, 22. Estos imitadores de los Apstoles predicarn con gran fuerza y poder; tan grande y resplandeciente, que conmovern las almas y los corazones en los lugares en donde prediquen. A ellos dars tu palabra, tu misma boca y sabidura a las que ninguno de sus enemigos podr resistir. 23. Entre estos predilectos, T en calidad de rey de las virtudes de Jesucristo, el Predilecto, tendrs tus complacencias, puesto que ellos en todas sus Misiones no tendrn ms, finalidad que darte toda la gloria de los despojos que arrebatarn a sus enemigos.37 24. Por su abandono a la Providencia y su devocin a Mara, tendrn las alas plateadas de la paloma, es decir la pureza de la doctrina y de las costumbres. Y su espalda dorada, es decir una perfecta caridad con el prjimo para soportar sus defectos y un gran amor, a Jesucristo para llevar su cruz. 25. T solo, como Rey de los Cielos y Rey de los reyes, separars del comn de las gentes a estos Misioneros como a otras tantos reyes, para hacerlos ms blancos que la nieve sobre el monte Salmn, monte de Dios, monte abunde y frtil, monte fuerte y macizo, monte en, el que habita el Seor y habitar hasta el fin. Quin es, Seor, Dios de verdad, este misterioso monte; del que nos dices tantas maravillas, sino Mara, tu querida Esposa, cuyos cimientos has colocado sobre las cumbres de las ms altas montaas?38 Dichosos, una y mil veces, los Sacerdotes que de manera tan particular has escogido y predestinado para morar contigo en esta abundante y divina montaa, a fin de que lleguen a ser los reyes de la eternidad; por su desprecio de la tierra y su elevacin en Dios; a fin de que se tornen ms blancos que la nieve por su unin con Mara, tu Esposa, toda hermosa, toda pura y toda inmaculada; a fin de que se enriquezcan all del 50
roco del cielo y de la fertilidad de la tierra,39 de todas las bendiciones temporales y eternas de que Mara est llena. Desde lo alto de esta montaa, como otros Moiss, lanzarn --por sus ardientes plegarias--, dardos contra sus enemigos para derrotarlos o convertirlos.40 En esta montaa aprendern de la boca del mismo Jesucristo, que siempre mora en Ella, la inteligencia de sus ocho bienaventuranzas.41 En esta montaa de Dios sern transfigurados con El como en el Tabor, morirn con EI como en el Calvario y subirn al Cielo con l como desde el monte de los Olivos. (con trgica urgencia) 26. "Acurdate de tu Congregacin". A Ti solo toca formar, por tu gracia, esta Congregacin. Si el hombre pone en ello el primero la mano, nada se har. Si mezcla de lo suyo contigo, lo echar todo a perder, lo trastornar todo. "Es tu Congregacin": es tu obra, Dios soberano; realiza tus designios totalmente divinos: junta, llama, rene de todos los confines de tus dominios a tus, elegidos, para formar con ellos un cuerpo de ejrcito contra tus enemigos. 27. Mira, Seor, Dios de los ejrcitos, los capitanes que forman compaas completas; los potentados que levantan ejrcitos numerosos; los navegantes que arman flotas enteras; los mercaderes que se renen en gran nmero en los mercados y en las ferias. Cuntos ladrones, impos, borrachos y libertinos se renen en tropel contra, Ti todos los das, tan fcil y prontamente! Un silbido, un toque de tambor, una espada embotada que se muestre, una rama seca de laurel que se prometa, un poquito de oro o de plata que se ofrezca ... en tres palabras: un humo de honra, un inters de nada, un miserable placer de bestias que est a la vista, rene al momento ladrones, agrupa soldados, junta batallones, congrega mercaderes, llena las casas y los mercados y cubre la tierra y el mar de una muchedumbre innumerable de rprobos, que, aunque divididos unos de otros por la distancia de los lugares o por la diferencia de los temperamentos o de su propio inters, se unen no obstante hasta la muerte, para hacerte la guerra bajo el estandarte y la direccin del demonio. 28. Y por Ti, Dios soberano, aunque en servirte hay tanta gloria, tanta dulzura y provecho, casi nadie tomara tu partido? Casi ningn soldado se alistar bajo tus banderas? Ningn San Miguel gritar de en medio de tus hermanos por el celo de tu gloria: "Quin como Dios?42 Ah! Permteme ir gritando por todas partes: Fuego, fuego, fuego! Socorro, socorro, socorro! Fuego en la casa de Dios! Fuego en las almas! Fuego en el santuario! Socorro, que se asesina a nuestros hermanos! Socorro, que se degella a nuestros hijos! Socorro, que se apuala a nuestro padre! 29. El que sea del Seor jntese conmigo!"43. Que todos los buenos Sacerdotes repartidos por el mundo cristiano, sea que actualmente se hallen combatiendo o que se hayan retirado de la pelea a los desiertos y soledades; que todos esos buenos Sacerdotes vengan y se junten con nosotros --la unin hace la fuerza--, para que formemos, bajo el estandarte de la cruz, un ejrcito bien ordenado en batalla y bien dispuesto para atacar de concierto a los enemigos de Dios, que "ya han tocado alarma",44 "rechinaron los dientes"45"bramaron",46 "se multiplicaron".47 "Rompamos sus coyundas, arrojemos de nosotros sus ataduras. El que mora en los Cielos se re de ellos."48 30. "Alzase Dios! Se dispersan sus enemigos!49 "Despierta! Por qu ests dormido Seor? Desperzate!" Levntate, Seor, en tu omnipotencia, tu misericordia y tu justicia, para formar una Compaa escogida de guardias personales que guarden tu casa, defiendan tu gloria y salven sus almas, a fin de que "no haya sino un rebao y' un pastor"51 y que "todos te rindan gloria en tu templo."52 Amn. . Dios Solo!
(1) Sal 73,2. (2) Eclo 36,6. (3) Sab 5. 17. (4) Mt 3,9. (5) Le 10,.2. (6) Sal 83,10. (7) Sal 29,10. (8) Sal 118, 51
126. (9) Jer 12, 11.(10) Dan 9,27; Mt :<:4, 15; Mc 13,14. (11) Ap 6, 10. (12) Ap 22,20. (13) Rorn 8,22. (14) (in 30, 1. (15) Mt 28 18. (16) Mc lO, 29; Le 14,26. (17) 1 Re 17, 40; Sal 22, 4; San Pedro' Darnin, PL 144, 721C. (18) Is 60,8. (19) Ez 1, 12. (20) 1 Re 3, 1.6. (21) Jn 11,16. (22)" San Agustn PL 37, 1923. (23) Jordn de Sajonia, Libellus de P.O.P. (24) Gn 3,15. (25) Sal 33, 7. (26) 1 Re 19, 4.(27) Sal 117, 17. (28) Lc 2 ... 2930. (29) 1 Jn 5 8, Manuscrito Renty 3177 escrito por Mara de Coutances (Biblioteca Mazarine) pg. 185: Tratado de la Verdadera Devocin, de San Luis M. de Montfort, NO 47. (30) Sal 18. 7. (31) Sal 103, 30. (32) Jn 1?, 19. (33) Lc lO, 3. (34) Sal 105, 47. (35) Sal 67 10-17. (36) Ez 1, 5-14. (37) Lc ~1, 15. (38) Sal 86,1; Is 2,2; Miq 4,1. (39) Gn 27, 28. (40) Ex 17, 8-13. (41) Mt 5,3-11. (42) San Gregorio,PL 76, 1251A, Olier, Lettres II 1885, pg. 576. En hebreo "Miguel" quiere decir: "j,Quin como Dios?" (43) Ex 32,26. (44) Sal 45 . 4.(45) Sal 34, 16. (46) Sal 2, 1. (47) Sal 24, 19. (48) Sal 2, 3-4. (411) Sal 67,1.(50) Sal 43,24. (n) Jn lO, 16. (52) ~al 28,9.
HAZ CONOCR A TUS AMIGOS ESTA HEROICA VIDA DEL SANTO PREDI-LECTO DEL PAPA JUAN PABLO 11: LES DARA ANIMO EN LAS MAS TERRIBLES TRIBULACIONES, Y EN TUSIASMO AL SERVICIO DE LOS DEMAS ..
El primer jueves de CADA MES, dedicado a nuestras vocaciones, no olvides de repetir con tus vecinos la fervorosa "SUPLICA ARDIENTE para pedir Misioneros", que encuentra al final de este libro. El P. Cornelio Fouchier MSF (Cas. 43, Calbuco, Chile), el 18-8-1980 Escriba: "Jean Baptiste Berthier, fundador de los MSF, nos hizo rezar DIARIAMENTE la 'Splica Ardiente" de San Luis M. de Montfort.
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