Tupac Amaru - Entre La Redención y La Independencia
Tupac Amaru - Entre La Redención y La Independencia
Tupac Amaru - Entre La Redención y La Independencia
Uno de los hechos más relevantes en América fue la insurrección contra el orden
colonial que lideró Túpac Amaru II, levantamiento popular de ancha base en cuya
convocatoria se encontraba toda la gama de castas y clases sociales con las cuales se
quería fundar una sociedad más inclusiva y un Estado menos abusador. Así, el auge
del Cusco colonial en el siglo XVIII tuvo como contrapartida una drástica opresión de la
población indígena en los aspectos económico y cultural. Se les imponía tributos
excesivos y abusos físicos por parte de los “gobernadores de indios”, llamados primero
encomenderos y luego corregidores 2. Se les obligaba a prestar servicios gratuitos en
los obrajes (centros de explotación laboral indígena dedicados a la manufactura de
textiles) y por supuesto, en la minería mediante el sistema de la mita, muchas veces
en condiciones inhumanas. A pesar de ser la mita un trabajo forzado pero temporal, se
convertía arbitrariamente en trabajo perpetuo debido a los adelantos que pedían los
patrones o aduciendo el incumplimiento por parte de los mitayos de sus obligaciones.
Son muy gráficas algunas versiones de la época sobre las terribles injusticias que
pesaban sobre la población indígena:
1
Refiriéndose a Túpac Amaru II en la introducción a su libro Túpac Amaru precursor de la Independencia
(1977).
2
Las encomiendas fueron fundadas en el Perú por Francisco Pizarro en 1532. Estas consistían en la
asignación de reparticiones de indios a los expedicionarios españoles que habían arriesgado su vida y riqueza
con el fin de recibir tributos en metales preciosos y especies, de esta manera también se articulaba el gran
territorio. La Corona pedía a los beneficiarios de este derecho velar por el buen recaudo de los nativos y su
cristianización, por supuesto, ello no sucedía y hubo abusos contra los indios. Este régimen no fue sostenible
en el tiempo y luego del fracaso de la rebelión de los encomenderos solo sobrevivieron algunas encomiendas
y la cobranza de tributos pasó a manos directamente de la Corona a través de funcionarios llamados
Corregidores.
3
“Representación de la ciudad del Cuzco, en el año 1768, sobre excesos de corregidores y curas” (Academia
de Historia de Madrid, Colección Matalinares, Tomo 4), en La rebelión de Túpac Amaru II, Tomo II Vol 1,
Lima, 1971, pp. 13-14 (colección documental de la Independencia del Perú).
1
Pero la crueldad no solo era debido al trato inhumano por parte de las autoridades
coloniales, sino también debido las evidentes condiciones de miseria que les imponía
tanto las estructuras económicas como climáticas, un mundo donde la condición
humana era privilegio muy pocos:
“En otra provincia de esta misma jurisdiccion se hizo repartimiento de géneros inútiles
á los indios de un pequeño pueblo, de cuyo importe les cobraron alguna parte,
quitándoles sus ganados y sus sementeras, por lo que se retiraron a una quebrada
distante, donde hicieron sus siembras, y habiendo tenido noticias de ella el corregidor
de su destino, envió á sus cajeros á su cobranza de lo que restaban, y llegaron á
tiempo de estar recogiendo sus cosechas, con las que cargaron íntegramente; y al ver
esta resolucion, exclamaron sus mujeres diciendo: que si habian de ver sus hijos en
igual trabajo, sería mejor que muriesen y con desesperacion quitaron la vida á dos
criaturas sus mismos padres, y por su propia necesidad se las comieron.” 4
La rebelión de Tinta expresó los anhelos del hombre andino, anhelos que no sólo
comprendían la aspiración del indio por ser reivindicado sino también otros grupos
sociales como la incipiente clase media, los criollos y algunos peninsulares que veían
en el cambio de régimen una gran oportunidad para la mejora de su condición
económica y social; por ello no faltaron levantamientos dirigidos y sostenidos por
4
L. Cit.
5
«Luego de la muerte de Atahualpa, Pizarro comenzó a recibir a diversos comisionados enviados por
distintas aristocracias provincianas que ofrecían su apoyo y colaboración para marchar al Cuzco y aniquilar el
poderío de los incas. Entre esos colaboracionistas más destacaban los chachapoyas, cañaris y huancas».
Waldemar Espinoza, Virreinato Peruano, Lima, 1997 p. 32.
6
Waldemar Espinoza, Op. Cit., p. 78.
2
criollos como la conspiración de los plateros del Cusco, también llamada conspiración
de Farfán de los Godos, ocurrida a principios de 1780, siendo reprimida rápidamente.
Por esta razón, muchos criollos y peninsulares fueron identificados dentro del
movimiento tupacamarista en noviembre del mismo año, donde encontramos nombres
como el del español Juan Antonio Figueroa o el cordobés Francisco Cisneros. 7
En 1780 el Cusco fue conmovido por la gran rebelión del curaca indígena José Gabriel
Condorcanqui Noguera, Túpac Amaru II tuvo como propósito “sacudir el yugo de la
tirana dominación española proclamándose legítimo soberano y libertador”, según
afirman las crónicas de la época, sin embargo, cabe acotar que dicho título no
necesariamente estaba ligado a la idea de reemplazar la autoridad del rey de España
sino más bien de ejercer el liderazgo indiscutido de la nación india tomando en cuenta
que esta era un componente más de la compleja sociedad colonial. Por eso es
importante recordar sus continuos reclamos por el reconocimiento de su estirpe incaica
ante la Audiencia de Lima, instancia que desconoció por completo su petición, de esta
manera resulta coherente el grito de “Viva el Rey, muera el mal gobierno”, muy
extendido en la rebelión y que denotaba la aceptación de la legitimidad de la carona
española y a la vez la angustiosa necesidad de suprimir el régimen opresor del Estado
personificado en los funcionarios de gobierno como virreyes y corregidores. Esta
necesidad diseñó un marco propicio para el alzamiento y cobertura del movimiento
pues tuvo amplia repercusión en todo el territorio americano aunque ciertamente fue
mayor en el mundo andino. Cabe acotar que hay múltiples señales de que no fue un
7
S. O´Phelan Godoy, “La Rebelión de Túpac Amaru: organización interna, dirigencia, alianzas” Histórica
(revista de historia de la PUCP), Vol III N°2 pp 112, 114.
3
levantamiento aislado, sino que se situaba dentro de un complejo de revueltas
menores 8.
Según uno de los historiadores que más estudió su línea genealógica, el vínculo directo
con la nobleza Inca y en particular con Túpac Amaru I era irrefutablemente auténtico.
De hecho, el entronque generador de la línea genealógica, tiene su historia. Al llegar
prisionero al Cuzco el Inca Túpac Amaru en 1572, trajo consigo a dos hijas suyas. Por
orden del Virrey Toledo, vivieron en la casa de una familia española principal. Una
murió. La otra, llamada doña Juana Pilcowaco continuó protegida hasta que casó en la
provincia de Tinta con Diego Felipe Condorcanqui 9.
8
S. O’Phelan Godoy, “Túpac Amaru y las sublevaciones del s. XVIII, en antología de Alberto Flores Galindo,
“Túpac Amaru 1780” 1976 pp. 70, 79.
9
Carlos Daniel Valcárcel, “Túpac Amaru, Precursor de la Independencia”. Lima, 1977, p. 12.
4
El caudillo fue curaca o cacique de Tungasuca, Surimana y Pampamarca. Quedó
huérfano a temprana edad y su educación estuvo a cargo de sus tíos quienes le
brindaron la educación elemental, siendo luego los eclesiásticos quienes le impartieran
educación más específica. Después se educó en el colegio de San Francisco de Borja,
llamado también Colegio de Caciques del Cusco, para indios nobles, donde mostró sus
primeras inquietudes libertarias. Es importante señalar que la educación impartida por
este plantel no siempre impactó de igual forma a sus alumnos, tan es así que de esa
misma formación salieron dos personajes en bandos totalmente antagónicos: por un
lado el rebelde Túpac Amaru II y por otro, el fidelísimo cacique hispanista Mateo
Pumacahua Chihuantito. El 25 de mayo de 1760 José Gabriel casó con doña Micaela
Bastidas Puyucahua, nacida en Abancay hacia 1745, quien fue su leal colaboradora en
la gesta revolucionaria y es quien convoca a un vasto sector popular para el proyecto
rebelde. Tuvo con ella tres hijos: Hipólito (nacido en 1761), Mariano (nacido en 1762)
y Fernando (nacido en 1768).
10
Emilio del Solar, “La insurrección de Túpac Amaru” Tesis doctoral. 1926 p. 62.
5
Uno de los hitos más importantes de la rebelión es sin duda aquel que se dio el jueves
16 de noviembre de 1780. Ese día Túpac Amaru proclamó en el Santuario del Señor de
Tungasuca, en Pampamarca, su célebre “Bando de la libertad”, disponiendo la abolición
de la esclavitud, del trabajo servil en mitas y obrajes así como de la servidumbre y
vasallaje de todo tipo. Ello representa uno de los elementos más avanzados de la
época no sólo a nivel latinoamericano sino también mundial, pues es prueba evidente
de su intensión profundamente integradora en la que cabían mestizos, criollos, blancos
españoles, indios y ahora, los negros.
Aunque el caudillo tuvo algunos encuentros con criollos progresistas, como Baquíjano y
Carrillo, no encontramos suficientes elementos para vincular esta acción con un
razonamiento propio de la Ilustración francesa, aunque sí con algunos rasgos de la
española por algunas lecturas que se supone ya conocía, por lo cual podríamos afirmar
que fue un proceso autóctono y que nació de su hondo compromiso con la justicia
social, elemento que se va evidenciando a medida que la rebelión avanza. Así mismo,
es notable la redacción categórica así como amplia de dicho bando; cabe destacar que
el esclavo era tratado también como un instrumento más de los terratenientes
corregidores y demás funcionarios empoderados por el régimen colonial, situación que
llamó la atención de Túpac Amaru emprendiendo una lucha por la defensa global del
conjunto humano. Acerca del “Bando de la libertad” Carlos Daniel Valcárcel nos señala:
“(…) documento de gran importancia para la historia del país, del continente y del
mundo, en aquella época histórica. Comienza por una exhortación a los vecinos del
cusco para que rompan con los españoles. Pide después a criollos, mestizos de quienes
sintieran verdadera amistad hacia el pueblo, incorporarse a su causa, llamado que hizo
extensivo aún a los españoles civiles o eclesiásticos, inconformes con los abusos de la
sociedad imperante. Soslayando la importancia de su intención, que muchos podían no
captar en su verdadera dimensión y significado, el caudillo invita a sumarse al
movimiento a quienes vivan en el grado máximo de la subordinación, o con la propias
palabras de Túpac Amaru: Aunque sean ESCLAVOS á sus AMOS, con aditamiento de
que quedarán libres de la servidumbre y la esclavitud en que estaban.” 11
11
Carlos Daniel Valcárcel, Túpac Amaru precursor de la Independencia; 1977. Pp. 46, 47.
6
Una vez conocida en Lima la noticia de la rebelión —y del pánico generado en ciudades
con importante población española como Cusco, Puno, Potosí e inclusive Arequipa—, el
virrey Jáuregui envió dos expediciones militares, una al mando del coronel Gabriel de
Avilés y otra al mando del mariscal José del Valle, acompañado este último por el
visitador José Antonio de Areche. Mientras tanto, Túpac Amaru emprendió el sitio del
Cusco con un numeroso ejército entre el 2 y el 10 de enero de 1781. Consideró
demasiado audaz su posición ante el inminente arribo de las tropas del virrey y optó
por fortalecerse defensivamente y organizarse para una guerra de largo aliento. De
ello podría interpretarse una vez más que la intención de Túpac Amaru no era
simplemente la venganza sino más bien la unidad en torno a un programa de
realizaciones que constituía una legítima forma de supresión de injusticias que no se
debía desbocar por el miedo generado en determinados sectores que fueron
convocados por la causa del caudillo. Una vez llegados a la región, los españoles
actuaron en forma similar, concertando con caciques amigos —como Pumacahua, el de
Chinchero; y Rozas, el de Anta— para atacar a los rebeldes desde varios frentes.
Durante el mes de febrero hubo diversos conatos de batalla con el fin de asegurar
posiciones estratégicas.
El 5 de marzo Túpac Amaru II dirigió una carta al visitador Areche en la que explicó los
justificados motivos sociales de la rebelión y reiteró su lealtad al rey Carlos III,
momento en que se cristaliza el famoso grito “Viva el Rey, muera el mal gobierno”, lo
que prueba también que la intención esencial era la anulación de las presiones
tributarias, laborales y demás pesos sociales y económicos en beneficio del grueso de
la población, así como un mejor posicionamiento de las autoridades indígenas dentro
del esquema colonial. Aunque ciertamente la rebelión se había radicalizado en algún
momento ello fue más por la personificación del régimen y de la corona en manos de
los temibles corregidores y demás funcionarios, que los indios y otras castas
identificaron directamente con la autoridad del rey de España. Areche emitió una
despectiva respuesta el 12 de marzo que radicalizó las aspiraciones del caudillo
cusqueño, quien preparó con fecha 18 de marzo un edicto en el que se proclamaba
“Dn. Josef primero, por la Gracia de Dios Inga Rey del Perú, Santa Fe, Quito, Chile,
Buenos Ayres y Continentes de los Mares del Sur”. Es un documento que debía hacerse
oficial después de la toma del Cusco. En él Túpac Amaru fijó como límites de sus
dominios la extensión que tenía el virreinato peruano en tiempos del virrey Toledo,
cuando fue ejecutado Túpac Amaru I.
El 22 de marzo, Túpac Amaru intentó sorprender en Pucacasa a las tropas de del Valle
pero no tuvo la rapidez suficiente para completar la maniobra, viéndose obligado a
retroceder. El 6 de abril, en Tungasuca, intentó realizar la contraofensiva, pero
nuevamente la mayor habilidad militar de los realistas —cuya tropa era profesional y
no basada en voluntarios como la del cacique— le impuso un nuevo retroceso. El 6 de
mayo, mientras se dirigía al pueblo de Langui, Túpac Amaru fue objeto de una celada
urdida por el traidor Francisco Santa Cruz. Otro tanto ocurrió con Micaela Bastidas y
otros jefes, a manos del traidor Ventura Landaeta. Todos los líderes fueron entregados
al visitador Areche.
En el Cusco, el caudillo enrostró con gran valor a sus captores y resistió con
sorprendente fortaleza los tormentos de los interrogatorios. Fue ejecutado, luego de
crueles suplicios, en la plaza Aucaypata (la Plaza Mayor) del Cusco, el 18 de mayo de
1781. Reza el parte oficial de la ejecución que “habiendo el indio (…) visto con sus ojos
ejecutar estos suplicios —la ejecución de sus lugartenientes, su hijo mayor Hipólito y
su mujer, Micaela Bastidas— (…) se le sacó a media plaza; allí le cortó la lengua el
7
verdugo y, despojado de los grillos y esposas, lo pusieron en el suelo; atáronle a las
manos y pies cuatro lazos, y asidos estos a la cincha de cuatro caballos, tiraban cuatro
mestizos a cuatro distintas partes, espectáculo que jamás se había visto en esta
ciudad; no sé si porque los caballos no fuesen muy fuertes, o porque el indio en
realidad fuese de hierro, no pudieron absolutamente dividirlo, después que por un
largo rato lo estuvieron tironeando de modo que lo tenían en el aire, en un estado que
parecía una araña; tanto que el visitador (…) despachó (…) una orden, mandándole
cortase el verdugo la cabeza, como se ejecutó”. Los cuerpos de los sentenciados
fueron despedazados y exhibidos con escarnio en distintas localidades de la región.
Otro grupo de partidarios de Túpac Amaru fue ejecutado el 18 de julio de 1781. Los
hijos menores de Túpac Amaru y otros parientes y colaboradores que no tomaron las
armas fueron enviados de por vida a prisiones lejanas.
Túpac Amaru II, representó la gran oportunidad de redención dentro del mundo andino
colonial. Siendo un hombre luchador por la igualdad y la equidad respondió a las
expectativas de todo un pueblo, un pueblo conformado por todas las clases y castas
sociales bajo un régimen cada vez más insostenible. Su actitud nos involucra con la
idea de nación por primera vez. Buscando la unidad de todas las sangres de los
oprimidos en un espacio de convivencia, así, el caudillo pasa a ser parte de los
precursores de la fraternidad peruana y no de la confrontación entre indios y criollos
como muchas veces lo han querido maniqueamente utilizar.
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Marcas de las firmas de los dueños de esclavos en rostro, pecho, espalda u hombros con fierro al rojo
vivo, esta prohibición se decretó en 1784 y se considera parte de las consecuencias de la rebelión de Túpac
Amaru II y su vínculo fraternal con todas la clases y castas, entre ellos la negra, muchas medidas como esta
fueron decretadas para disminuir cualquier tipo de alzamiento pues el miedo inundó Lima y muchas otras
ciudades del virreinato ya que temían que haya un nuevo alzamiento de las mismas magnitudes.
8
«Lo pusieron en el suelo; atáronle a las manos y pies cuatro
lazos, y asidos estos a la cincha de cuatro caballos, tiraban
cuatro mestizos a cuatro distintas partes, espectáculo que
jamás se había visto en esta ciudad; no sé si porque los
caballos no fuesen muy fuertes, o porque el indio en realidad
fuese de hierro, no pudieron absolutamente dividirlo».
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Bibliografía
Choy, Emilio
1976
«Contradicciones y trascendencia de la Revolución». En: Alberto Flores Galindo, Túpac
Amaru II- 1780. Antología. Retablo de Papel Ediciones. Lima.
9
Del Solar, Emilio
1926
La insurrección de Túpac Amaru, sus antecedentes y efectos. Tesis doctoral UNMSM.
Lima.
Klaren, Peter.
2004
Nación y sociedad en la Historia del Perú. IEP. Lima.
Rowe, John
1976
«El movimiento nacional inca del siglo XVIII». En: Alberto Flores Galindo, Túpac
Amaru II- 1780. Antología. Retablo de Papel Ediciones. Lima.
10
Túpac Amaru, José Gabriel.
1946
«Genealogía de Túpac Amaru». Documento inédito del año 1777. En Francisco A.
Loayza (arreglo, introducción y comentarios): Los Pequeños Grandes Libros de Historia
Americana. Librería Imprenta «De Miranda». Lima.
11