Rene Descartes
Rene Descartes
Rene Descartes
No hay ningún fenómeno en la Naturaleza cuya explicación haya sido omitida en este Tratado"
Así que por éste y por muchos otros motivos, los plantea-mientos cartesianos contribuían más
bien a que la Filosofía continuara siendo "la sierva de la Teología" en lugar de volver a ser una
auténtica aspiración al conocimiento. Parece, por ello, que, si la Filosofía y la Ciencia pudieron
liberarse de su servidumbre de las doctrinas religiosas, ello se debió más al hecho de que la
propia modernidad se abría paso como consecuencia de los diversos cambios de
carácterpolítico, económico y social, y a pesar de que las fuerzas reaccionarias de las
organizaciones religiosas, católica y protestante, pre-tendieron sofocar el desarrollo del
pensamiento libre y man-tener amordazado cualquier intento de expresar nuevas ideas que
pudieran representar una crítica a las doctrinas dogma-ticas de la jerarquía católica y también
de las interpretaciones protestantes surgidas en el siglo XVI, que fueron, por cierto, las
primeras formas de pensamiento europeo que de manera masiva consiguieron liberarse del
férreo control y dogma-tismo de la Iglesia de Roma. Sin embargo, Descartesno sólo no tuvo el
atrevimiento de enfrentarse a la Iglesia de Roma sino que en todo momento procuró
mantenerse fiel a ella, al menos en apariencia, hasta el punto de que, cuando la jerar-quía
católica condenó a Galileo por su defensa del helio-centrimo, Descartes, que defendía esta
misma teoríaen su tratado sobre El Mundo, renunció a ella, y, no conformándose con tal
renuncia, proclamó poco después, en el Discurso del Método, que él nunca había defendido el
heliocentrismo, a pesar de que en sus cartas al padre Mersenne afirmaba lo contrario. Su
pánicoa la iglesia y su afán por aparecer ante ella como siervo fiel le condujo finalmente a
construir una nueva teoría astronómica a fin de que pudiera servir a dicha organización
religiosa para aceptar que, si bien la Tierra no se movía, tal como defendía la jerarquía
católica, era movida por una materiaceleste que, en forma de torbellinos de diverso orden,
determinaba que todos los astros fueran conducidos a girar alrededor del Sol, del mismo modo
que los remolinos de agua mueven todo aquello que se encuentre más o menos próximo a ellos.
A lo largo de estas páginas se hará referencia a una parte importante de las aventuradas
doctrinas y argumentaciones cartesianas, y se intentará mostrar algunas de las causas psi-
cológicas y sociales que propiciaron que este pensador, tan bien capacitado intelectualmente
para las Matemáticas, incu-rriese en errores tan graves y realizase afirmaciones tan absurdas
que, como luego se verá, casi desde el principio destruyeron la coherencia de su método y la
consistencia de su sistema.
Según cuenta en el Discurso del Método, decepcionado por las enseñanzas recibidas a lo largo
de su juventud, Descartes pretendió reconstruir la Filosofía como un conoci-miento
absolutamente seguro, partiendo de un método que le ayudase a conducir bien su razón de
modo que pudiera llegar al conocimiento de todo aquello para lo cual estuviera capa-citado, sin
aceptar nada que no fuera absolutamente evidente.
Tal objetivo era muy ambicioso, y el filósofo francés consiguió, efectivamente, algunos
resultados importantes en su búsqueda de ese método, partiendo de sus reflexiones acerca del
procedimientoque había utilizado en sus investi-gaciones matemáticas, de manera que primero
en su obra Reglas para la dirección del espíritu y después en el Dis-curso del métodointentó
plasmar dicho método a fin de reconstruir el conjunto del conocimiento desde unas bases
firmes que lograsen superar los planteamientos escépticos introducidos en el siglo XVI por
influencia de pensadores como Michel Montaigne (1533-1592), Pierre Charron (1541-1603) y
Francisco Sánchez (1551-1623), pero que, en cual-quier caso, le condujeron a una nueva
interpretación teocén-trica tanto en relación con la justificación última de su méto-do como en
relación con su teoría general acerca del Univer-so y de sus leyes. Al parecer, la eficacia que
tuvo la aplica-ción de dicho método en las Matemáticas y en algunos aspectos de la Física por
su carácter racional y deductivo deslumbró al pensador francés hasta el punto de llevarle a
considerar que podía servirle igualmente como auténtica piedra de toque para el avance del
conocimiento en general, no llegando a comprender que dicho método, aplicable a las ciencias
puramente formales, era más que insuficiente para el desarrollo de las ciencias empíricas.
Por ello, la inclusión en dicho método de un criterio de verdad como el de la evidencia, la
postergación de la experimentación, el círculo vicioso consistente en la preten-sión de
demostrar la existencia de Dios a partir de la regla de la evidencia, a la vez que la pretensión de
fundamentar la regla de la evidencia en la existencia de Dios y la adopción de las supuestas
cualidades divinas de la inmutabilidad y de la omnipotencia como principios a partir de los
cuales deducir las leyes del Universo representaron puntos de partida absurdos que condujeron
a Descartes a errores muy graves en todos los terrenos, tanto en los de carácter metodológico
como en los de carácter sistemático, y tanto en el terreno filosófico como en el científico.
Por otra parte, en los planteamientos del pensador fran-cés hay incoherencias
asombrosamente graves que no son consecuencia de los errores anteriores, relacionados con la
aplicación de la regla de la evidencia o de la idea de Dios como principios para la
reconstrucción del conjunto de la Filosofía, sino que derivan de la peculiar personalidaddel
pensador francés, de su aceptación acrítica de una serie de doctrinas religiosas asumidas en su
infancia, del mismo ambiente religioso en cuyo contacto transcurrió su vida, y también de su
asombrosa ligereza argumentativa, por la que, a pesar de su teórica exigencia del rigor más
absoluto en la búsqueda de la evidencia, en la práctica llegó a aceptar evidencias subjetivas
extremadamente alejadas de auténticas verdades objetivas.
Las repercusiones de su interpretación teológica del Uni-verso fueron especialmente negativas
en su filosofía, de ma-nera que, paradójicamente, el pensador que había preconiza-do la
exigencia de la evidencia más absoluta a la hora de aceptar como verdad un supuesto
conocimiento en la práctica actuó de manera irracionalmente contraria respecto a tal exigencia,
asumiendo como verdad toda una serie de doctrinas de las cuales, si acaso, lo que podría
decirse es que eran simples afirmaciones dogmáticas obtenidas mediante razona-mientos
circulares claramente absurdos o meras creencias religiosas afirmadas simplemente como
consecuencia de la presión cultural, política y social ejercida por la jerarquía católica en el
ambiente en que se formó el pensador francés.
En líneas generales los estudios acerca de la filosofía cartesiana suelen estar cargados de
alabanzas hacia este pen-sador a causa de sus esfuerzos por conseguir para la Filosofía un
despegue respecto a su dependencia de la tradición de la Escolástica y, en general, respecto a
toda la filosofía anterior como de un lastre que le impedía lograr un auténtico progreso que le
llevase a convertirse en un conocimiento seguro. Sin embargo y reconociendo que esto sea
cierto en alguna medi-da, lo que llama la atención de manera especial es descubrir que los
críticos en general hayan incidido tan poco en el aná-lisis de las múltiples incoherencias en que
incurrió el pensa-dor francés, tanto por su estrepitoso fracaso a la hora de fun-damentar su
método como por no haber sido consecuente con las exigencias que emanaban de él, de manera
que podría decirse con seguridadque el sistema filosófico cartesiano es uno de los peores
ejemplos que pueden encontrarse por lo que se refiere a la aplicación de su propio método. No
es ajeno a este hecho que la utilización de la regla principal de dicho método, la regla de la
evidencia, fuera un total desa-cierto a la hora de justificar los diversos conocimientos, con
excepción de los de carácter formal, como las Matemáticas y la Lógica, en cuanto el auténtico
fundamento de las evi-dencias de estas ciencias deriva del principio de contradic-ción y no
requiere para nada de la ayuda de la experiencia.
Por todo ello podría tener interés realizar un estudio acerca de las peculiaridades psíquicas del
filósofo francés así como de las circunstancias políticas, sociales e históricas que le rodearon a
fin de entender algunos de los condicionantes que repercutieron en los múltiples absurdos en
que incurrió en la construcción de su Metafísica y de su Física, llenas de asombrosos dislates
que de forma especialmente paradójica contrastan con los brillantes resultados que obtuvo en
las Matemáticas
En consecuencia, a lo largo de los distintos capítulos de este trabajo se hará referencia a
diversas cuestiones como las siguientes:
a) el contexto cultural, ideológico y político al que se ha hecho referencia;
b) los aspectos del carácter y de la personalidad de este pensador, en cuanto condicionaron su
obra en una medida decisiva;
c) la importancia trascendental que tuvo la doctrina católica en su filosofía;
d) la fundamentación de su método a partir de Dios[7]junto con la crítica de las incoherencias
que aparecen en él;
e) los aspectos esenciales de su filosofía junto con las críticas correspondientes;
f) las incoherencias, los razonamientos circulares y las contradicciones en que incurrió el
pensador francés como consecuencia de la debilidad de su método y como consecuencia de
algunos rasgos de su personalidad y del ambiente político y religioso en que vivió.
Para finalizar se hará referencia a los aspectos más claramente positivos de su pensamiento
que, a pesar de todo, impulsaron el progreso de la Filosofía y de la Ciencia.