Ser Finito y Ser Eterno
Ser Finito y Ser Eterno
Ser Finito y Ser Eterno
Su madre, Augusta Courant de Stein, logró con gran energía y esmero hacer del
negocio familiar, que el padre había dejado endeudado, una compañ ía de prestigio.
Ella misma una judía de arraigadas convicciones, llevaba una vida de profunda piedad
y gran fidelidad a la ley. Edith Stein, en cambio, se había alejado ya en sus añ os de
estudiante de la fe judía. "En aquellos añ os", dice ella, "abandoné conscientemente y
por propia decisió n el há bito de rezar".
Edith era una niñ a muy alegre y despierta y fue siempre una alumna excelente.
También como estudiante universitaria destacó sobre los demá s estudiantes debido a
su extraordinario talento. En Breslau y Gotinga estudió letras germá nicas, historia y
sociología; su preocupació n principal fue, sin embargo, la filosofía, cuyos estudios
concluyeron con exá menes brillantes.
De esos añ os de estudio se pueden destacar dos características principales de
la joven Edith. La primera es la bú squeda apasionada de la verdad. Edith se sentía
inundada por un profundo idealismo ético, que no le permitía, aun alejada de la fe,
callar la voz interior que la impulsaba a la bú squeda de Dios. Desde muy temprano
comenzó a preguntarse por el sentido má s profundo de la existencia humana. Esa
pregunta por el hombre fue la raíz y el fundamento de sus estudios filosó ficos a los
cuales se dedicaba cada vez con mayor intensidad. Se puede muy bien decir que el
método fenomenoló gico del filó sofo Edmund Husserl fue el que le dio la posibilidad de
percibir y elaborar sus prejuicios racionalistas para acercarse lentamente a la fe
cristiana. Las clases del filó sofo Max Scheler fueron un apoyo muy importante en ese
largo camino de conversió n, pero la influencia decisiva la ejercieron los muchos
testimonios de fe de amigos cristianos y los escritos de Santa Teresa de Á vila. En el
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verano de 1921 tomó la firme decisió n de convertirse al catolicismo y el 1 de enero de
1922 fue acogida por el bautismo en el seno de la Iglesia Cató lica en el templo
parroquial de Bergzabern en el Palatinado.
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Santo Tomá s) y numerosos artículos sobre pedagogía y educació n. En 1922 fue
nominada para la cá tedra de antropología en el Instituto Alemá n de Pedagogía
Científica de Mü nster; pero apenas un añ o má s tarde fue retirada del puesto, a causa
de su procedencia judía. Durante sus añ os en Espira dictó también numerosas
conferencias en diferentes ciudades de Alemania y del extranjero, dirigió programas
de radio y puso siempre su acento en la formació n de la mujer. Segú n sus propias
palabras, su ú nico objetivo era enseñ ar a los hombres có mo se puede empezar a vivir
de la mano del Señ or.
Esa mujer erudita, que con refinado espíritu investigaba las má s difíciles
cuestiones teoló gicas y filosó ficas, y que atraía en sus conferencias a cientos de
oyentes, era la misma que muy a menudo pasaba horas arrodillada frente al
Taberná culo, tan profundamente recogida, como si no hubiera para ella ninguna otra
cosa en el mundo. Su total entrega a la voluntad de Dios y la infinita confianza en su
providencia y misericordia, aun en las horas de sufrimiento y persecució n, eran
sencillamente inamovibles. Otra característica propia de su personalidad era su
nobleza y confianza para con los hombres que la vida le ponía delante.
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emigrar al Carmelo de Echt, en Holanda, a causa de las intrigas antijudías del régimen
nacionalsocialista de Hitler. Después de la ocupació n alemana de los Países Bajos
comenzó también en Holanda la persecució n de los judíos y el primer domingo de
agosto la GESTAPO1 tomó prisioneras a Edith Stein y su hermana Rosa, que trabajaba
en la portería del convento y que se había convertido al catolicismo al igual que su
hermana. Ambas fueron deportadas a Auschwitz donde murieron asesinadas en las
cá maras de gas el 9 de agosto de 1942. En su testamento redactado en 1939 había
escrito: “Desde ahora acepto con alegría y con perfecta sumisión a su santa voluntad, la
muerte que Dios me ha reservado. Pido al Señor que se digne aceptar mi vida y mi
muerte para su honor y su gloria.”2
Esta obra es una gran síntesis filosó fica que trata de la bú squeda de la Verdad a
través de la descripció n y aná lisis del Ser Eterno (Trascendente, Inmanente, Uno,
Providente) y el ser finito (limitado, sostenido, expuesto), en donde se analiza,
desmenuza y concilian las obras de grandes filó sofos y teó logos de la edad antigua
como Aristó teles y Dionisio Areopagita, edad media como Santo Tomá s de Aquino
quién es una de las líneas de su obra y edad moderna como su maestro y promotor
1
Policía secreta oficial de la Alemania nazi.
2
STEIN Edith, Escritos Espirituales, Biblioteca de Autores Cristianos, Tercera Edición, Madrid, 2001.
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Edmund Husserl, para llegar a una reflexió n conciliadora hermenéutica entre la fe y
razó n. Tuvo influencia también de Max Sheler, Adolph Reinach, Hedwig Conrad-
Martius, San Agustín, Duns Escoto, Santa Teresa de Jesú s y San Juan de la Cruz.
La obra es la suma de todo su pensamiento filosó fico, teoló gico y antropoló gico.
Pretende directamente crear una filosofía cristiana uniendo el pensamiento de
grandes doctores de la Iglesia, la escolá stica y de la mística, con la filosofía moderna.
Al mismo tiempo es una síntesis de su camino espiritual, de su encuentro con Cristo a
través de lo humano.
La obra está marcada del método fenomenoló gico y es ontoló gica. Lo que Edith
Stein analiza se inicia con una descripció n detalladísima del yo viviente, en su aná lisis
del tema del ser, se acerca en parte al platonismo, cuando nos conduce a las esencias
de las formas plató nicas. Cuando remite sucesivamente al ser, la esencia, la materia, la
forma, Dios en su Unidad y en su Trinidad; su tema es el de la esencia en cuanto
misterio, porque cercana a san Agustín, puede escribir que estas esencias dependen
del arquetipo en el Logos divino, puesto que en Dios está n los arquetipos de todas las
cosas. Dios, el ser en sí, es incomunicable. Dios, presente eternamente viviente, sin
comienzo ni fin, sin lagunas ni oscuridad, es el ser en persona. Dios es la plenitud
absoluta. La humanidad puede acercarse a la divinidad, pero só lo en parte y ante todo,
mediante la experiencia mística. Edith se apoya a menudo de los Salmos y del
Evangelio de San Juan en su pró logo, la humanidad es la puerta por la cual el Verbo
(Logos) de Dios entró en la creació n.
Edith Stein adoptó vías propias: la imaginativa y la descriptiva, no podría decirse que
la autora intentó crear un sistema filosó fico, má s bien, su intenció n era esbozar una
doctrina del ser, una combinació n metafísica y mística de la concepció n del Ser en
cuanto al ser de las criaturas y en especial de la creatura humana en su progreso de
unió n a través de la bú squeda de la verdad, pues así como ella lo dice: “la verdad es
una, pero se descompone para nosotros en muchas verdades que debemos conquistar
una tras otra. Profundizar en una de ellas nos hará ver más lejos, y cuando descubramos
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un horizonte más vasto, percibiremos también desde nuestro punto de partida una
nueva profundidad3.”
3
STEIN Edith, Ser finito y Ser eterno; Ensayo de una ascensión al sentido del ser, Fondo de Cultura
Económica, México D.F. Segunda Edición, 2002, pág. 19
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comprender el acto y la potencia como modos de ser. El paso de la potencia al
acto o del ser posible al ser real, pues es un paso de un modo de ser a otro, y
precisamente de un modo inferior a un modo superior.
Los temas en que se desarrolla en el capítulos son: la realidad del ser particular
como punto de partida para la investigació n, el ser particular como actual y
como potencial. Temporalidad, unidades de experiencia vital y modo de ser.
Devenir y Ser, estructura y condiciones de ser de la unidad de experiencia vital,
el yo puro y sus modos de ser, El ser del yo y el ser eterno: quiero tomar este
tema porque se me hace línea fundamental de la obra y ademá s elemento que
me pareció importantísimo para mi vida de fe, Edith Stein habla que todo lo
finito es una cosa puesta en el ser y conservada en el ser, por esta razó n, es
incapaz de dar y de conservar el ser por sí mismo. En mi ser yo me encuentro
entonces con otro ser que no es el mío, sino que es el sostén y el fundamento de
mi ser que no posee en sí mismo ni sostén ni fundamento. Puedo llegar por dos
vías a ese fundamento, por el camino de la fe que no es el de un conocimiento
filosó fico, y la segunda si el Salvador dice: “Aquel que cree en el Hijo tiene la
vida eterna”.
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un ser particular, su ser esencial, que no debe comprenderse ú nicamente como
camino que lleva a la realidad.
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limitació n temporal concreta, que es una cosa pero no todo. Dios: É l abraza a
todo ente y todo lo que es finito tiene en É l su primer origen, Dios se sitú a por
encima de las categorías y de los trascendentales.
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Segú n la doctrina sobre los orígenes, la gracia santificante fue concedida como
un don libre de Dios a los primeros hombres por encima de su naturaleza y
estaba igualmente reservada a sus descendientes. Adá n no estaba al abrigo de
toda herida, sin embargo, no llevaba en sí mismo el germen de la corrupció n:
no hubiera muerto de una muerte natural y sin la caída no se encontraría en su
descendencia ninguna enfermedad hereditaria, ninguna degeneració n.
Cristo y María son los verdaderos primeros padres, los verdaderos arquetipos
de la humanidad unida a Dios. Es Cristo y no Adá n quien es el primer nacido de
Dios y la cabeza de la humanidad. Si toda la creació n estaba prefigurada en el
Logos, la humanidad estaba figurada entonces allí en un sentido particular. Ahí
está , en efecto, el sentido del ser humano: en él el cielo y la tierra, Dios y la
creació n deben unirse. Por esta unió n, es el mediador entre Dios y los hombres,
el camino fuera del cual nadie puede ir al Padre. Por eso no hubieran sido
justificados sino hubieran sido justificados en Cristo, puesto que esta
regeneració n les es concedida por el mérito de su pasió n en virtud de la gracia
que los hace justos. Si esto es así la justificació n no consiste solamente en la
remisió n de los pecados, sino que es también la santificació n y la renovació n
del hombre interior por la libre aceptació n de la gracia y de los dones que
transforman al hombre de injusto en justo y al enemigo en amigo, aunque se
hace en esperanza heredero de la vida eterna. El camino de la raza humana
parte de Cristo para llegar a Cristo. La humanidad rescatada y unida en Cristo y
por Cristo es el templo en el cual mora la Divinidad Trinitaria. La humanidad es
la puerta por la que el Verbo de Dios entró en la creació n, la naturaleza humana
lo recibió y ú nicamente con los hombres y no con la naturaleza inferior ni con
los á ngeles fue como se unió a la unidad del conjunto original. Y en cuanto
cabeza de la humanidad que une en sí lo superior y lo inferior, Cristo es la
cabeza de la creació n entera.
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BIBLIOGRAFÍA
STEIN Edith, Ser finito y Ser eterno; Ensayo de una ascensión al sentido del ser,
Fondo de Cultura Económica, México D.F. Segunda Edición, 2002.
SULLIVAN, John OCD, Edith Stein escritos esenciales, Sal Terrae, Primera
Edició n, Españ a, 2003.
http://www.monografias.com/trabajos16/edith-stein/edith-stein.shtml
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