¿Celebrar La Misa Solo...
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INFORMA
BOLETÍN DE INFORMACIÓN, SERVICIOS Y COORDINACIÓN JULIO 2003
DE LA COMISIÓN NACIONAL DE LITURGIA - CHILE Serie Nueva N° 65
La misa es siempre un acto de Cristo y del pueblo de Dios realizado por una
asamblea celebrante en la que Cristo se hace presente de varios modos
distintos:
Por el sacerdote, actor principal (pero no único), que hace las veces de
Cristo, presidiendo la asamblea y actuando “in persona Christi”.
Distintos casos
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“En estas misas (de comunidad) cada uno ha de ejercer su propio oficio,
según el orden o ministerio recibido. Conviene que los presbíteros que
están presentes en la celebración eucarística, a no ser por un justo
motivo, ejerzan como de ordinario la función propia de su orden y
participen por eso como concelebrantes, revestidos con las vestiduras
sagradas (IGMR n. 114)
Hay dos motivos que inducen a exigir que, sólo con causas justas y razonables se
pueda celebrar la Santa Misa sin presencia de fieles. Ellos son: la naturaleza
eclesial del Sacrificio Eucarístico y el no exponer el Sacrifico a que quede
inconcluso por algún problema de salud del celebrante.
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En otros términos, no puede ser causa justa y razonable algo que se estuviera
repitiendo habitualmente; debe ser algo esporádico. Se pudiera pensar en el
caso de enfermedad del celebrante, pero ello no obsta para que hubiese un fiel
acompañándolo en la celebración.
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Hoy en día son cada vez mas frecuentes los casos en que el sacerdote no tiene
presencia de fieles en su misa diaria. Caso de los párrocos en el campo, pero
también en las grandes ciudades, en que la misa cotidiana no es siempre
práctica común.
Los que viajan y frecuentan las “Casas del clero” en las grandes ciudades,
saben que, a lo largo del día, numerosos obispos y sacerdotes celebran la misa
solos a cualquier hora según su horario...
En primer lugar, el sacerdote no debe sentirse solo. De una u otra forma, tiene
a su cargo como pastor, una responsabilidad pastoral que se le ha confiado.
Luego, por su ordenación, participa del sacerdocio ministerial de su Obispo, y,
más que como cooperador, asume parte de la misión del Obispo en su Iglesia
local.
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Lugar de la celebración
Pero si es el de la iglesia, se evitará celebrar frente a una nave vacía, sino que
se utilizará el altar por delante, orientado hacia el Crucifijo y no frente a un
templo vacío.
Inicio de la celebración
De pie delante del altar (no al altar mismo) el sacerdote lo saluda (inclinación),
hace la señal de la cruz, (y si hay un ministro, lo saluda utilizando una de las
fórmulas propuestas y hace con él el acto penitencial. )
Este detalle es típicamente lógico. Allí se nota que, con la rutina, vamos
perdiendo el sentido tanto de los textos como el de los ritos.
Por eso, antes de la reforma litúrgica, el sacerdote la rezaba al pie del altar,
antes de subir, y solamente después de ese momento besaba el altar y se iba a
la derecha para leer la antífona de entrada. E incluso la asamblea la rezaba
después de él por su cuenta.
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La mesa del altar no es el lugar de un acto penitencial. No hay para que pegarse
a él desde este momento.
Así que resulta muy lógico que, si no hay asamblea, el sacerdote formule
personalmente su arrepentimiento personalmente al pie del altar como
antiguamente antes de empezar la celebración.
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Ritos iniciales.
Liturgia de la palabra.
Liturgia eucarística.
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Ritos de comunión:
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Pero en una misa sin pueblo el sacerdote no lo dice ni lo canta. Dice la rubrica:
“lo dice con el asistente (si hay) y luego hace la inmixtión.” (n 267).
Significa que se quiere así resaltar la figura del Cordero, símbolo de paz y al
mismo tiempo de sacrificio. El gesto recuerda simbólicamente la muerte de
Cristo, cuerpo entregado (y sangre derramada), para ser compartido entre
hermanos, y así hacer que los comensales lleguen a ser uno con Cristo y entre
sí. Por eso, un poco después, el sacerdote podrá vincular la comunión con la
fracción del pan: “Éste es el Cordero...”
Final de la misa.
La bendición forma parte del rito de envío. Se evoca a Cristo con su gesto
solemne del Sumo Sacerdote: “elevando las manos, los bendijo” ( Lc 24,51) al
enviar a sus discípulos al mundo el día de la Ascensión: “Vayan por todo el
mundo, anuncien la Buena Nueva...”
Los números de la IGMR citados son de la futura 3ª edición del Misal Romano
Consultas: E-Mail: apouilly@episcopado
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