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PATACÁS

Allá por las montañas, no sé bien


dónde, había una vez un pueblecito de
torre alta, iglesia chica, plaza grande y
patrón santísimo. Por sus calles
estrechas y adoquinadas iban los
burritos, “patacás, patacás, Patacás”,
en su vaya y venga de cada día.
Subían a la loma, bajaban leña,
llevaban bultos, transportaban viajeros,
daban vueltas a la noria,
y todo, seriecísimos, humildes y
muy formales. Eran burritos grises,
de ojazos buenos, orejas largas y
rabo flecoso.

Los hombres del pueblo se sentaban


en la plaza a mirarlos pasar y ya
podían verlos caerse de cansancio,
que ellos seguían, tan campantes,
tomando café y charlando.

A ninguno se le ocurría decir siquiera:


“¡Pobre burrito!” y, mucho menos,
ayudarles a subir las cuestas o
acariciarlos. Y eso está muy mal,
porque hasta el burro más burro
entiende la compasión y la ternura.

Pues bien: los burritos de este


pueblo, o no se daban cuenta del
maltrato, o pensaban que habían
nacido para trabajar y caerse por
todos los siglos de los siglos.

Hilda Perera
LECTURA

En mi tiempo, el muelle largo de


Lúzaro no era tan ancho ni tan
empedrado como ahora; tenía una
pequeña muralla, y en vez de terminar
en rompeolas, concluía en las mismas
peñas.

A todo lo largo del muelle, en aquella


época y en ésta, sigue pasando lo
mismo; había casas de pescadores
con balcones, ventanas y galerías de
madera, adornados por colgaduras
formadas por camisetas encarnadas,
medias azules, impermeables
amarillentos, aparejos y corchos.

Pío Baroja

Preguntas:
1. ¿Cómo era el muelle de Lúzaro?

2. ¿Qué había a lo largo de todo el muelle?

3. ¿Cómo eran las galerías?

4. ¿Cómo se llama el pueblo donde está el muelle?


LAS CUENTAS CLARAS (Poesía)

Cerezas para las niñas,

los limones para el mar,

naranjas para los niños

que mejor sepan contar.

El que cuente dos y dos,

con cuatro se encontrará.

El que cuente seis y seis,

la docena tiene ya.

Las niñas más pequeñítas,

como no saben contar,

se las ponen de zarcillos

y se van a pasear.

Concha Lagos
EL LANCERO Y EL FOTÓGRAFO

- Quiero retratarme, quiero,

con mi traje de lancero, con

mi casco y su plumero, ¡y

quiero ser el primero!

- Quietecito, quietecito

con la lanza, el caballero,

que va a salir, volandero,

de esta casa, un pajarito.

- ¿Qué pajarito?

- Un pajarito jilguero.

- ¡Pues lo quiero!

- ¡Qué mal lancero!

Rafael Alberti
LA ROMERÍA

La romería se celebraba en un soto de castaños... a la


izquierda de la carretera.
Los árboles eran viejos y muchos se secaban poco a
poco.
Otros los habían ido cortando y...
sobre los troncos se sentaban las rosquilleras.
Se sentaban en filas, con pañuelos de colores a la
cabeza.
Vendían rosquillas de Ribadavia, peras y manzanas,
relojitos de jora fija, pitos, petardos.
Estaban instaladas desde por la mañana las barcas
voladoras, pintadas de azul descolorido.
Pero esta vez habían venido también automóviles de
choque y una noria...

Desde la carretera hasta donde estaba el templete de los


músicos, con su colgadura de la bandera española, todo
el campo de romería estaba cuajado a ambos lados de
tenderetes de vinos y fritangas, con sus bancos de
madera delante, y sobre el mostrador se alineaban los
porrones de vino... y las tacitas de loza blanca.

Carmen Martín Gaite.


EL MAESTRO DE ALFANHUÍ

Cuando yo era niño, Alfanhuí, mi padre


fabricaba lámparas de aceite. Trabajaba todo
el día, y hacía candiles de hierro para las
cabañas y lámparas de latón dorado para los
palacios. Hacía mil y mil clases de lámparas
distintas. Tenía también los mejores libros
que se habían escrito sobre lámparas. En uno
de ellos se hablaba de la “piedra de vetas”.
Era ésta una piedra que decían durísima,
pero porosa como una esponja, y que tenía el
tamaño de un huevo y la forma de una
almendra. Tenía esta piedra la virtud de beber
siete tinajas de aceite. La dejaban en una
tinaja y a la mañana siguiente todo el aceite
había desaparecido y la piedra tenía el mismo
tamaño. Cuando se había bebido siete
tinajas, ya no quería más. Entonces bastaba
ponerle una torcida y encender, para que
diese una llama blanca como la leche, que
duraba eternamente.

Rafael Sánchez Ferlosio

Preguntas:

1. ¿Cómo se llamaba mi padre?

2. ¿Qué fabricaba mi padre?

3. ¿Qué tipo de lámpara fabricaba para los palacios?

4. ¿Qué era la piedra de vetas?


EN CLASE

Sacaba el reloj, lo desprendía de la cadena, y, soltándole la tapa


posterior, lo colocaba sobre la mesa. Más tarde sacaba el
cuadernito, con los nombres y las notas de sus discípulos. Todas
estas operaciones las realizaba muy lentamente, mirando a los
muchachos, que se afanaban, nerviosillos, por aprender. Todos
contenían su respirar... y escondían la cabeza en la espalda del
que estaba delante. El profesor llevaba sus ojos cansados del
cuaderno a la clase, y de la clase volvía a recogerlos sobre el
cuaderno. En invierno, tal era el silencio que se oían en el patio de
recreo las pisadas de los que marchaban rezagados a las clases.

J. A. de Zunzunegui

Preguntas:

1. ¿Qué es lo que sacaba el profesor ?

2. ¿Dónde colocaba el reloj?

3. ¿Cómo realizaba el profesor todas las operaciones?

4. ¿Dónde llevaba el profesor sus ojos cansados?


LECTURA

En una ocasión me preguntaron por qué hacía a tantos


niños protagonistas de mis novelas. Mi respuesta fue sencilla.
Para mí, el niño –dije- es un ser que encierra toda la gracia
del mundo y tiene abiertas todas las posibilidades, es decir,
puede serlo todo, mientras el hombre es un niño que ha
perdido la gracia y ha reducido a una –el oficio que
desempeña- sus posibilidades.

Con esta respuesta quería dar a entender que, para mí,


el niño, precisamente por la carga de misterio que arrastra,
tiene mayor interés humano que el adulto...

También se deduce de mi respuesta la importancia que


yo doy a la elección de oficio, sea éste el de ebanista o
arquitecto, escritor o marino, maestro o labrador.
Seguramente es la elección de oficio la cuestión más
importante con que vais a enfrentaros. Tan importante, que
acertar con el oficio es acertar con la vida. La felicidad no
consiste en ganar mucho dinero, sino en que la tarea que se
hace se haga con gusto. El día que cada niño, al llegar a
hombre, pueda ser aquello que desea y para lo que está
dotado, habremos conseguido un mundo feliz.

Miguel Delibes
VIAJE A LA ALACARRIA

El viajero se ha bajado del carro para estirar las piernas un


poco. Al pasar por Durón, que queda a la izquierda, un poco
desviado, empieza a oscurecer. En la carretera hay un pequeño
grupo de casas. A sus puertas descansan unos hombres, unas
mujeres y una nube de niños...
Empieza a llover torrencialmente y los dos hombres guarecen bajo
el carro, que han metido en la cuneta, y se arrebujan en las mantas.

Cuando escampa un poco, es ya de noche cerrada. El cielo


está despejado y sin una nube. El mulo está empapado, brillante a
la luz de la luna, como si lo hubieran untado con aceite. Está
también tranquilo, reposado, recién refrescado.

El viajero no llega a Budia hasta la medianoche. Entra en la


plaza y lo miran como un bicho raro. Budia es un pueblo donde la
gente no se acuesta pronto, donde los mozos se meten en las
taberna a jugar al dominó, sin preocuparse de la hora.

Camilo José Cela

Preguntas:

1. ¿Para que se ha bajado el viajero del carro?

2. ¿Quiénes descansan a la puerta de las casas de Durón?

3. ¿Cómo queda el mulo después de la lluvia?

4. ¿A qué hora llega el viajero a Budia?


LECTURA

La golondrina canta entre la madrugada. –En su voz


está el valle, el agua azul, la brisa -.

... Me despierto y me duermo; y en la tibia


almohada escondo, ya una lágrima, ya una
dulce sonrisa.

Anda el agua de la alborada... Doraba la luna el río –


¡fresco de la madrugada!-. Por el mar venían olas teñidas de
luz de alba.

El Sol dorará las hojas, dará diamantes el río, hará un


canto de oro y risa, con el viento, por los pinos.

Por el jardín florecido, ella reía y cantaba, cogiendo


rosas y rosas, en el sol de la mañana.

Cuando el reloj de la torre da las doce –hierve el aire -,


el coche de Pedro entra –cascabeles- por la calle.

Tristeza dulce del campo, la tarde viene cayendo. De


las praderas regadas llega un suave olor a heno.

Anochecido, grandes nubes ahogan el pueblo. Los


faroles están tristes y soñolientos, y la luna amarilla camina,
entre agua y viento. Viene un olor a campo mojado. Algún
lucero surge, verdoso, tras un campanario viejo. El coche de
las siete para... Ladran los perros...

La calle espera la noche. Todo es historia y silencio.


Los árboles de la acera se han dormido bajo el cielo.

Juan Ramón Jiménez


APLAUSOS (Poesía)

¡Aplausos! ¡Aplausos!
Cruzando la pista con
dos mil piruetas,
llegan los payasos.

Y uno, que es el tonto,


recibe sopapos
y aguanta las bromas
del payaso sabio.

Chistes, bromas, trucos,


y, en toda la carpa,
risas, risas, risas,
y batir de palmas.

En aquella parte...
¿Un niño que llora?
- Es su primer circo.
Se creyó las tortas -.

¡Aplausos! ¡Aplausos!
Cruzando la pista con
dos mil piruetas, se
van los payasos.
EL SEÑOR RELOJ

La patita corta
Se calzó las botas siempre se quedó.
el Señor Reloj. Se Éste es el secreto
calzó las botas del Señor Reloj.
para andar mejor...
Las doce, la una, las
Las doce, la una. dos y las tres, las
La una y las dos. tres y las cuatro, las
Redondo es el mundo cinco y las seis...
del Señor Reloj.
Las siete, las ocho,
Dos patitas negras las nueve, las diez,
Le dio su creador. las once, las doce.
Dos patitas negras ¡De nuevo otra vez!
que iguales no son.
Gorrita de armiño,
La patita larga botas de charol, por
mide la extensión la esfera blanca va
con ágiles brincos el Señor Reloj.
de pez volador.

Lucía Condal
MI PUEBLO

Mi pueblo no encerraba más peligros que los comunes, pero el más


temido por todos era el cielo. El cielo a veces enrasaba y no aparecía
una nube en cuatro meses. Otras veces, el cielo traía hielo en mayo y los
cereales se quemaban sin remedio. Otras veces, el agua era excesiva y
los campos se anegaban arrastrando las semillas. Otras era el sol quien
calentaba a destiempo, mucho en marzo, poco en mayo. Incluso una
vez, el año de los nublados, el trigo se perdió en la era, ya recogido,
porque no hubo día sin agua y la cosecha no secó y no se pudo trillar.

Miguel Delibes

Preguntas:

1. ¿Cuál era el peligro más temido en mi pueblo?

2. ¿En cuánto tiempo no aparecía una nube?

3. ¿Quién calentaba a destiempo?

4. ¿Qué le ocurrió a la cosecha?


VIAJE A LA ALCARRIA

Por Alcalá de Henares pasa el tren a las tapias del cementerio. Sobre el
río flota, como siempre, una tenue neblina.

Es aún muy temprano cuando el viajero sale otra vez al camino. La


mañana está más bien fresquita y el cielo aparece algo cubierto. Poco
más tarde, cuando el sol empuja las nubes desaparecerán y el aire se irá
calentando.

El viajero desdobla su manta y se echa a dormir al borde de la carretera,


al pie de un espino. No hace frío ninguno. La
noche está en calma y estrellada. Una lechuza silba
desde un olivo y un grillo canta entre los cardos.

Camilo José Cela

Preguntas:

1. ¿Por dónde pasa el tren?

2. ¿Qué flota sobre el río?

3. ¿Cómo está la mañana?

4. ¿Dónde se echa a dormir el viajero?


NO TENGAS MIEDO AL RUIDO (Poesía)

No tengas miedo al ruido


que se oye fuera,
es el viento que corre
sobre la hierba.

No tengas miedo al viento


que él es tu amigo.
El viento sur es bueno
para los niños.

Y, cuando venga el día,


saldrás al campo
y jugarás al viento
sobre los prados.

J. L. Hidalgo
El camello

El camello se pinchó
con un cardo del camino
y el mecánico Melchor le A la entrada de Belén
dio vino. al camello le dio hipo.
¡Ay que tristeza tan grande
en su belfo y en su tipo!
Baltasar
fue a... repostar,
más allá del quinto pino... Se iba cayendo la mirra
e intranquilo el gran Melchor a lo largo del camino,
consultaba su “Longinos”. Baltasar lleva los cofres,
Melchor empujaba al bicho.

-¡No llegamos,
no llegamos Y a las tantas ya del alba
y el Santo Parto ha venido! -ya cantaban pajarillos-,
los tres reyes se quedaron
boquiabiertos e indecisos,
-Son las doce y tres minutos oyendo hablar como a un Hombre
y tres reyes se han perdido. a un niño recién nacido.

El camello cojeando, -No quiero oro ni incienso


más medio muerto que vivo, ni esos tesoros tan fríos,
va, despeluchando su felpa quiero al camello, le quiero,
entre troncos de olivos. le quiero, repitió el Niño.

Acercándose a Gaspar, A pie vuelven los tres reyes


Melchor le dijo al oído: - cabizbajos y afligidos,
¡Vaya birria de camello mientras el camello echado,
que en Oriente te han vendido! le hace cosquillas al Niño.

Gloria Fuertes.
MI ABUELO

Mi abuelo tenía una vaca. Y se llamaba Silvestre (la vaca no, mi abuelo).
Llevaba siempre una boina, que era negra, y tenía un cuchurulo arriba, en
medio.

Siempre iba vestido de pana negra, con chaleco. Menos los domingos. Los
domingos se ponía el traje de los domingos, llevaba a la abuela Benigna a
misa y nos compraba cacahuetes a los nietos.

Mi abuelo tenía una casa grandota. Era distinta de las demás, porque estaba
blanqueada y tenía un balcón una parra. Y más cosas. Mi abuelo tenía más
cosas: un reloj de antes de la guerra, otra vaca y gallinas.

Y una vez tuvo patos y cochinos y una era para trillar el trigo. Y más.

La calle de mi abuelo era cuesta abajo. Porque mi pueblo está todo así, como
que se cae. Porque lo hicieron subiendo a un monte. Y la iglesia arriba. Es
pequeñito. Con casas de piedra y barro. Y en las calles también hay piedras;
que cuando llueve, las baja el agua y las lleva a otra calle.

Preguntas:

1. ¿Qué tenía mi abuelo?

2. ¿Cómo se llamaba mi abuelo?

3. ¿Cómo iba vestido siempre?

4. ¿De cuando era el reloj de mi abuelo?


LA ESTACIÓN

Ya era de noche. La estación era una gran mancha oscura con


reflejos en las cristaleras. Llovía. Los andenes, mojados por la
lluvia, eran doblemente negros, de un negro profundo, donde los
faroles hacían un reguero anaranjado de luz triste. El quiosco de la

prensa tenía los cierres echados. En la sala, donde estaban las


ventanillas de las taquillas, habían apagado todas las lámparas, excepto
una, que quedaba muy alta y expandía tan poca luz, que los rincones
permanecían en penumbra.

En los andenes, una mujer barría junto a los bancos de madera. Por
entre las vías centrales, vacías, caminaba un empleado, llevando
en la mano un farol de señales. Saltaba de traviesa a traviesa.
Entre las traviesas se formaban charcos de agua negra, con grasa
sobrenadando, que a la luz se irisaba.

Ignacio Aldecoa

Ejercicios:

1. Ordena alfabéticamente las palabras del texto que aparecen en negrita.

2. Busca en el diccionario las palabras: taquilla, anden, traviesa.

Taquilla.-___________________________________________________

Andén.-____________________________________________________

Traviesa.-__________________________________________________

EL “SAN FULGENCIO”
Terminados mis estudios, me enrolé en un barco frutero. Era un barco
muy activo. Navegábamos constantemente.

Aprendí entonces a ver tierras y mares; a navegar y a desenvolverme


en el mundo; empecé a convencerme de que el moverse por tierra marea más
que cruzar el mar. Encontraba que el océano traía consigo la paz.

De improviso apareció la silueta de un yate columpiándose en la línea


del horizonte. Era un barquito esbelto, con más aire de pájaro que de pez; un
barco como los galgos. A poco nos dimos cuenta de que el rumbo del yate era
desigual, como si la rueda de su timón fuese movida por un borracho. Ora se
nos venía encima, ora se alejaba de nosotros.

Aproximé mi nave a la popa del yate, Cuando uno de mis hombres


saltó sobre la cubierta del buque averiado, me percaté de que todo había
pasado en un instante.

Miguel Delibes

Palabras marineras:

yate timón buque

Escribe frases con estas palabras marineras:


LECTURA

Y entonces vimos un globo aerostático llevado como una bola y


cogido en su movimiento por la columna de aire, que recorría el
espacio con gran rapidez, girando sobre sí mismo.

Debajo de este globo, oscilaba una barquilla que


contenía cinco pasajeros, que apenas se

veían en medio de los vapores de agua, que llegaban hasta el mar. ¿De dónde venía aquel globo,
verdadero juguete de los vientos?

Julio Verne

Ejercicios:

1. Ordena alfabéticamente las palabras del texto que aparecen en negrita.

2. Busca en el diccionario las palabras: barquilla, globo, pasajero. Barquilla.-

_____________________________________________

Globo.-_______________________________________________

Pasajero.-_____________________________________________
LA CASITA DE CAMPO

Mis padres tienen una casita de campo.

Como el día de mi cumpleaños hizo buen tiempo,


invité a mis compañeros a merendar.

Compré unos bocadillos, los empaquetamos, los


metimos en la mochila y nos fuimos todos tan
contentos en el coche de línea. Cuando

llegamos allí, empezamos a pensar qué cosas podríamos hacer para pasarlo bien.

Algunos construyeron un columpio; otros fueron a ver lo que mi padre tenía sembrado desde el mes de
noviembre. Un grupo jugó a los bomberos; como no tenían escalera, se subían unos encima de los
hombros de otros hasta formar una torre humana.

Pasamos una tarde estupenda. Al final llegaron mis padres y nos trajeron regalos a todos. ¡Aquello
parecía una tómbola!

Ejercicios:

1. Subrayo las palabras de la lectura que tengan mp y mb.


2. Las escribo a continuación:

3. Ordeno alfabéticamente las palabras del texto que están en negrita.


¡A DORMIR, QUE LLUEVE YA!

¡Pollitos y gallinas,
que se vayan a acostar,
que llueve por el monte,
que llueve por el mar!

¡Ya está lloviendo, y


los gatos huyendo,
y las brujas en camisa!
¡Ay qué risa, tía Luisa!
Estrellas y luceros,
que se vayan a dormir,
que llueve por el monte,
que llueve por aquí.

¡Ya está lloviendo,


y las nubes corriendo,
y la luna en camisa!
¡Ay qué risa, tía Luisa!

Gloria Fuertes

EL CHARCO

Llovió esta tarde y frente a mi casa, en el empedrado lleno de baches, se


ha formado un charco. Parece un pedazo de espejo tirado en medio de
la calle.

Al anochecer, unos gorriones que tienen sus nidos


enfrente, vinieron a beber en él. Fue luego un can
vagabundo, flaco y peludo, el que se acercó a apagar su
sed en el charco.

Ahora, al reflejar un trozo de cielo, se ha llenado de


estrellas. Y mañana, al alba, se irisará con todos los
colores de la aurora. Y el sol, más tarde, lo absorberá gota a gota, hasta
que el bache vuelva a quedar seco.

El charco, entonces, se habrá ido a las nubes, como dicen que las almas
de los buenos van al cielo.

Juana de Ibarbourou

Ejercicios:
1.- Ordena alfabéticamente las palabras del texto que aparecen en negrita.

2.- Busca en el diccionario el significado de can

Can.- __________________________________________________________

3.- Escribe una frase con las palabras charco y can.

¡ A LA FERIA !

Un duro nos queda;


no te pongas seria
y vete a la feria.

Compra una oveja;


si no la quieres blanca,
cómprala negra.

Compra un borrico;
si no lo quieres grande,
cómpralo chico.

Compra un cacharro;
si no lo quieres de lata,
cómpralo de barro.

Compra unas botas;


si no las compras nuevas,
cómpralas rotas.

Compra un capacho,
sombrerito de niña o
de muchacho.

Gloria Fuertes.

Rafael Alberti
Rafael Alberti es el representante de la generación
del 27 que ha desarrollado una obra más amplia y
variada aunque siempre muy ceñida a su sociedad y
con aspectos formales surgidos del regionalismo
popular andaluz, lo que no le ha impedido
introducirse en los mundos surrealistas y
vanguardistas.
Pío Baroja
Escéptico, socarrón y huraño, Pío Baroja escribió
miles de páginas aparentemente descuidadas, por
las que transcurren personajes esbozados, ciudades
deprimentes y el mar. Nadie mejor que él mismo para
definirse: "Soy un fauno reumático que ha leído un
poco a Kant". La ilustración es uno de los retratos
que de él hizo el pintor español Joaquín Echeverría y
que se conserva Museo Nacional Centro de Arte
Reina Sofía de Madrid (España).

Camilo José Cela


El premio Nobel español, Camilo José Cela (1916- ),
es una de las voces más originales e innovadoras de
las letras españolas. Se inició en el estilo conocido
como tremendismo, de claras connotaciones
taurinas, con la novela La familia de Pascual Duarte,
obra de un realismo brutal y que supuso la
incorporación de las letras españolas a la narrativa
europea moderna.

Juan Ramón Jiménez


La poesía del premio Nobel español Juan Ramón
Jiménez (1881-1958) es original e independiente de
cualquier escuela poética, aunque el simbolismo,
interpretado de una manera personal es la única
constante de toda su obra. Con el paso de los años
su estilo se fue haciendo cada vez más depurado,
siempre en busca de la belleza absoluta, de la
poesía y del espíritu que intentó fundir con su lirismo
esencial interior, sin dejar de ser al mismo tiempo
metafísico y abstracto. El retrato de la ilustración fue
pintado por Daniel Vázquez Díaz.
Jules Verne
Considerado como uno de los primeros autores de
ciencia ficción, el novelista francés Jules Verne
escribió relatos de aventuras que se hicieron muy
populares y que demostraron tener gran parte de
profecía. En sus obras del siglo XIX, su fértil
imaginación predijo con gran detalle algunos de los
avances tecnológicos que se dieron casi un siglo
más tarde, como los viajes espaciales, los torpedos
teledirigidos, los aviones y los submarinos. En
Veinte mil leguas de viaje submarino (1870), uno de sus libros más conocidos, contó
la historia de un capitán de submarino desequilibrado que recorre todos los océanos
sin emerger. En
La vuelta al mundo en 80 días (1873), en cambio, trasladó a sus lectores a lejanas
tierras.

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