La Teoría de los Actos Ultra Vires se refiere a los actos de entidades públicas o privadas que exceden los límites legales impuestos. Específicamente en derecho societario, se considera ultra vires cualquier actuación de los órganos de administración de una sociedad que exceda el objeto social establecido en el estatuto. La aplicación de esta doctrina determina el campo de acción de la sociedad y se considera un mecanismo para prevenir transacciones que excedan la capacidad contractual establecida en el pacto social.
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La Teoría de los Actos Ultra Vires se refiere a los actos de entidades públicas o privadas que exceden los límites legales impuestos. Específicamente en derecho societario, se considera ultra vires cualquier actuación de los órganos de administración de una sociedad que exceda el objeto social establecido en el estatuto. La aplicación de esta doctrina determina el campo de acción de la sociedad y se considera un mecanismo para prevenir transacciones que excedan la capacidad contractual establecida en el pacto social.
La Teoría de los Actos Ultra Vires se refiere a los actos de entidades públicas o privadas que exceden los límites legales impuestos. Específicamente en derecho societario, se considera ultra vires cualquier actuación de los órganos de administración de una sociedad que exceda el objeto social establecido en el estatuto. La aplicación de esta doctrina determina el campo de acción de la sociedad y se considera un mecanismo para prevenir transacciones que excedan la capacidad contractual establecida en el pacto social.
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La Teoría de los Actos Ultra Vires se refiere a los actos de entidades públicas o privadas que exceden los límites legales impuestos. Específicamente en derecho societario, se considera ultra vires cualquier actuación de los órganos de administración de una sociedad que exceda el objeto social establecido en el estatuto. La aplicación de esta doctrina determina el campo de acción de la sociedad y se considera un mecanismo para prevenir transacciones que excedan la capacidad contractual establecida en el pacto social.
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¿En qué consiste la Teoría de los Actos Ultra Vires?
Esta expresión se encuentra formada por dos palabras de origen
latino: «ultra» y «vires», las cuales significan «más allá» (ultra) y «fuerza» o «competencia» (vires). En el mundo jurídico, dicha terminología ha sido empleada para hacer referencia a los actos de entes públicos o privados que sobrepasan el mandato de la ley y, bajo esa premisa, se consideran nulos los actos de las entidades públicas o privadas que exceden los límites legalmente impuestos. Es decir, dicho principio deviene en aplicable a todas las ramas del Derecho; y, específicamente, en el Derecho Societario se considera ultra vires la actuación de los órganos de administración de una sociedad (directorio y gerencia) que excede el objeto social enunciado en el estatuto social. La aplicación de la doctrina de los actos ultra vires determina el campo de acción dentro del cual la sociedad puede desarrollar sus actividades. Por ende, se le considera como un mecanismo destinado a prevenir que la sociedad debidamente registrada realice alguna transacción que exceda el límite de su capacidad contractual, la cual ha sido previamente determinada en el pacto social dentro de la cláusula que señala el objeto social.
Aplicación del Principio Ultra Vires en el Derecho de
Sociedades Comerciales: Como mencionamos anteriormente, en el derecho de sociedades comerciales el principio ultra vires se relaciona con el objeto social. El objeto social es la "actividad a que va a dedicarse la sociedad", es "el negocio al cual se va a dedicar la sociedad, el conjunto de actividades que puede ejecutar la compañía en desarrollo de su objeto o negocio central". El objeto social es una de las cláusulas esenciales del pacto social porque las actividades que la sociedad va a desarrollar constituyen la razón de su creación, el motivo de su existencia y, al momento de constituirse una sociedad comercial se debe expresar en su documento constitutivo el motivo por el cual surge al mundo esta nueva persona jurídica. Igualmente, es una cláusula esencial porque "sirve para caracterizar a la sociedad, a qué se dedica, al mismo tiempo que determina el radio de acción dentro del cual deben moverse los representantes sociales". En este orden de ideas, podemos señalar que la aplicación del principio ultra vires a las sociedades comerciales viene a determinar el campo de acción dentro del cual la sociedad puede desarrollar sus negocios. Es decir, la sociedad comercial podrá desarrollar las actividades enunciadas en el pacto social, pero cualquier acto de la sociedad que no se enmarque dentro de estas actividades se considerará ultra vires porque estará fuera de la competencia de la sociedad. Por lo tanto, el principio ultra vires se considera un mecanismo destinado a prevenir que una sociedad debidamente registrada realice alguna transacción que exceda el límite de su capacidad contractual, la cual ha sido previamente determinada en el pacto social dentro de la cláusula que señala el objeto social; determina los "límites internos de la personalidad jurídica" de la sociedad, el ámbito dentro del cual la misma podrá desarrollar sus actividades. La jurisprudencia norteamericana ha considerado que cuando una sociedad comercial realiza un acto que rebasa su ámbito de actuación, dicho acto se considera ultra vires, ilegal y nulo, y en consecuencia: 1. La sociedad no podrá demandar para reclamar los derechos que le pudieran corresponder por motivo del acto ultra vires; 2. Ninguna persona podrá demandara la sociedad para reclamar los derechos que le puedan corresponder como consecuencia de dicho; 3. Los directores de la sociedad asumen la responsabilidad del acto. El principio ultra vires ha sido acogido por diversas legislaciones como la estadounidense, la colombiana y la española, las cuales expresamente señalan que las sociedades constituidas en sus países podrán desarrollar las actividades u objetos señaladas en el instrumento de constitución. Por ejemplo, el artículo 110º, numeral 2, del Código de Comercio de Colombiaexige que en la escritura de constitución de sociedades comerciales se haga una "enunciación clara y completa de las actividades principales" y considera nula toda "estipulación en virtud de la cual el objeto se extienda a actividades enunciadas en forma indeterminada"; en la legislación española también observamos la aplicación del Principio Ultra Vires en los reglamentos de la DirecciónGeneral de Registro del 5 de noviembre de 1956 y de 1 de febrero de 1957, los cuales establecen que las actividades que vaya a realizar la sociedad deben constar expresamente en la escritura en forma precisa y determinada. Al respecto señalo el Dr. NORMAD SPARKS; "La sociedad es un vehiculo, es un elemento en el tráfico económico, el tercero que contrata con una sociedad inscrita no tiene porque padecer las consecuencias de una falla que acarrea la ineficacia de una acto. No se puede ignorar que todo acto de la sociedad involucra a terceros, frente al cual ha venido funcionando, bajo la fe del registro, la sociedad tiene que responder por las obligaciones contraídas sin perjudicar los derechos adquiridos por los terceros. 2.6 Responsabilidad de los actos ultra vires: Como hemos manifestado el objeto social cumple una función de garantía para la propia sociedad, para los socios e incluso para los terceros que con ella se relacionan. Esta función de garantía consiste en que los administradores o socios que actúan a nombre de la sociedad no deben celebrar con terceros actos jurídicos que no estén contemplados dentro del objeto social. Corresponde ahora ocupamos de este tema, por cuanto está íntimamente vinculado a los alcances de la representación de los socios o administradores de la sociedad y su responsabilidad en caso de obligar a la sociedad en actos jurídicos o contratos que contradicen o infringen el objeto social. Para ello es importante rescatar el concepto que recoge el Derecho Anglosajón cuando se refiere a estos actos ejecutados por una sociedad que son contrarios a su objeto social y los efectos que de ellos se derivan para la sociedad y los terceros contratantes. Para el Derecho Anglosajón se consideran nulos los actos de la sociedad que exceden del objeto social. Sin embargo, esta teoría ha venido cayendo en desuso con el transcurso del tiempo y las legislaciones contemporáneas han venido excluyendo la aplicación de esta radical doctrina, cosa que también ha sucedido en el Perú, a pesar de que en algún momento, algunos connotados juristas respaldaron la teoría anglosajona en materia de los actos lesivos al objeto social y convinieron en que dichos actos ultra vires son nulos. La doctrina del ultra vires, expone Guillermo CABANELLAS, ha sido desarrollada en el derecho angla-norteamericano para determinar la esfera de los hechos imputables a las personas jurídicas. Nos ilustra F.H. MASCHERONI: "En el ejercicio de la representación legal, sus titulares pueden celebrar con terceros actos jurídicos o contratos no encuadrados en el objeto de la sociedad representada. Son los denominados actos ultra vires. Según esta tradicional posición doctrinaria, con raíces en el derecho anglosajón, los actos cumplidos por los representantes sociales son válidos en tanto y en cuanto respondan al cumplimiento del objeto social y no excedan el contenido de éste. Los actos que no observan tales requisitos (...) son actos ultra vires, considerados nulos por esta teoría". Los actos ultra vires son, entonces, aquellos actos notoriamente extraños al objeto social realizados por la sociedad ya sea por acuerdo de los socios o por su representante; no surtiendo por su propia naturaleza efectos jurídicos ya que tales actos ultra vires son nulos. La rígida doctrina anglosajona, tal como lo expone Enrique ELÍAS, "considera nulos, para todos sus efectos legales, los actos de una sociedad que exceden el objeto social o no sean cercanamente derivados del mismo. Como resultado, la sociedad no responde por ninguno de los efectos del acto nulo y los accionistas no tendrían facultad para convalidar o ratificar a posteriori dichas operaciones ni sus consecuencias". Carlos VILLEGAS manifiesta siguiendo a Calambres que "la actividad indicada en el acto constitutivo representa un límite, no solo al poder de los administradores, sino también a la misma capacidad de la sociedad, determinando como consecuencia que los actos extraños al objeto social son insalvablemente nulos, aun cuando el cumplimiento de los mismos haya sido decidido por el acuerdo unánime de los socios". Fernando DE TRAZEGNIES expresa que "la protección legal contra los actos ultra vires se apoya fundamentalmente en la determinación del objeto social como un marco dentro del cual deben darse las actividades y del cual los administradores no se pueden salir: realizar actos que exceden el objeto social es actuar más allá de la fuerza o capacidad de tales administradores y, por tanto, incurrir en un acto ultra vires. Ahora bien, las decisiones ultra vires no solo pueden ser impugnadas a fin que no tengan valor frente a terceros debido a que el acto es nulo. Sino que, además, su adopción da lugar obviamente a una responsabilidad personal de los directores por los daños y perjuicios causados. Este tipo de actos, dice ZAMENFELD, son de imposible ratificación pues se trata de actividad que la sociedad está incapacitada de desplegar. Ni aun la junta general puede adoptar esa clase de decisiones: son ultra vires para la sociedad que está incapacitada de celebrarlo; el objeto social veda su realización. Un acuerdo ultra vires, es aquel que excede las fuerzas o capacidad del órgano para adoptarlo: el límite mayor de capacidad de todo órgano social está constituido por su objeto social. Dicho de otra manera, el objeto social establecido en el Estatuto (con la precisión y claridad requeridos por la ley) establece el marco de posibilidad jurídica o licitud dentro del cual pueden actuar los órganos sociales. Por consiguiente los acuerdos ultra vires son nulos por cuanto incurren en la causal prevista en el inciso 3 del artículo 219º del Código Civil. El contenido mismo de su objeto está fuera del marco jurídico de la sociedad y es por tanto imposible... Comenta Enrique ELÍAS sobre la legislación peruana: "Ahora bien si para determinar si un acto es o no ajeno al objeto nuestro sistema legal es mucho más elástico, cuando se trata de los efectos del acto ultra vires nuestra ley se aparta radicalmente del sistema anglosajón. Es inadmisible que la nulidad de un acto ultra vires realizado por una sociedad afecte a un tercero de buena fe que contrató con representantes debidamente facultados por la sociedad". En palabras de Jesús RUBIO las sociedades mercantiles como personas jurídicas, dependen de la voluntad y actividad de las personas físicas que con una u otra naturaleza las integran. F.H. MASCHERONI citando a Salvador R. PERROTTA explica que "como se ha señalado acertadamente, la representación legal es la proyección externa de la sociedad. Se ha agregado que, en ejercicio de dicha representación, el órgano administradores la sociedad misma". Esto implica, que quien contrata con el representante legal, lo está haciendo con la sociedad representada. En otras palabras, la representación legal es un medio o instrumento técnico implementado por la ley para posibilitar la relación de la persona jurídica con terceros. Es entonces que para Heliodoro SÁNCHEZ RUS los administradores son "un órgano de existencia necesaria al que la ley encomienda la representación de la sociedad en sus relaciones con terceros, función ajena, en principio, a la competencia de la junta". Agrega también este autor que el poder de representación de los administradores se "extiende, como mínimo, a todos los asuntos pertenecientes al giro o tráfico de la empresa, noción que alude al ámbito de las actividades propias de la sociedad anónima de que se trate, y, por tanto, resulta equivalente al concepto de objeto social". Siendo la regla que los representantes obligan a la sociedad por todos los actos que hayan celebrado a nombre de ella y siendo que algunos de estos actos podrían ser interpretados como contrarios a lo normado por el objeto social (ultra vires), surge la pregunta respecto a qué sucede en este último caso y cuál es la situación de los terceros que han contratado con la sociedad. En armonía con las tendencias modernas en materia de actos ultra vires, lo que busca y propugna nuestra legislación es la protección de los terceros de buena fe. Bien hace BEAUMONT al expresar que es "obvio que los terceros de buena fe no pueden perjudicarse por actos de representantes de la sociedad, con quienes contratan, y respecto de los cuales (actos o contratos), aquellos han abusado o se han excedido, al pactar sobre tópicos ajenos o marginales al objeto social". Coincide este enfoque con la afirmación de MASCHERONI cuando este último expone que la protección de los derechos de los terceros de buena fe, privan sobre la rigidez de la doctrina ultra vires. Esta solución, que tiende a resguardar a los terceros de buena fe, se basa en la teoría germánica de la apariencia y considera a las sociedades mercantilesdotadas de una capacidad general que les permite realizar todos los actos jurídicos compatibles con su naturaleza, aun cuando no estén previstos en el objeto. Nuestro ordenamiento jurídico es muy preciso cuando aclara que quienes no están autorizados para ejercer la representación de la sociedad no la obligan con sus actos, aunque los celebren en nombre de ella, Por tanto, el tercero que contrata con la sociedad solo tiene una obligación que cumplir para demostrar que ha actuado de buena fe: verificar si los representantes de la sociedad que contrataron a nombre de ésta estaban premunidos de poderes suficientes, otorgados por los órganos correspondientes de la sociedad, el cual estaba inscrito en el registro como tal. Allí termina la obligación del tercero. Verificados los poderes, si éstos son conformes, el tercero sabe, terminantemente, que la sociedad queda obligada. Vemos, pues, cómo nuestra legislación protege al tercero de buena fe cuando excluye toda posibilidad, de oponer en su contra la nulidad de un acto ultra vires. Finalmente, el segundo párrafo del artículo 12º señala que serán "los socios o administradores, según sea el caso, quienes deberán responder frente a la sociedad por los daños y perjuicios ocasionados a ésta como consecuencia de acuerdos adoptado con su voto y en virtud de los cuales se pudiera haber autorizado la celebración de actos que extralimitan su objeto social y que la obligan frente a co- contratantes y terceros de buena fe, sin perjuicio de la responsabilidad penal que pudiese corresponderles".